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Cidvannl Sartor is soci fema parte a ingertte sat: igs y at, te Tasroner' ngs” ue eve cet fe es ists 0 palate plan sy pata a ite os ec ay hiss) tas a seta sips ere antes, este ihe al xo play exci pst a erat "pce, ya enc paca cpblenasy cts on nica pone ve a rarely ara ing LL GHOVAKME SARTORI (Hexencia, jercia fa dacencia en les wiversitades te Sant, tae, Hrd y Cobia Es poles endste de las unversidates de Yy Colmba. ta stride o:te doctrine Amant causa itades de Cenrgelown en Washi (states units), Buenas sires (Argentina), Waid (ispate), Gunza (Wesco) y tx vu, ente otras Fue funder y Sector de a Revista salina a Cenc oltca(11-2002), Rib el Premio Principe de asturias n 2005. a estes bas. que han sido publiates en erento pes, dees, ol ech efit ingeiora constr eomparad: una nesta it deserts nents y ruta , encode net esu, Vdeopatia. lev, iformacif ydeme- cratia te sone, eencia pt bas eae elie GIOVANNI SARTORI ‘Mancos Laws LA POLITICA Légica y método en las ciencias sociales FONDO DE CULTURA ECONOMICA [Bvener ein en aiano, 1979 Priorat expat 1984 Segond: edcica, 200 ‘Tereera cain, ror ‘Sépeima reimpuesisn, 3013 ‘Siroc, Cnasa a polit Wgieay mtiodn en at ceacns oils / Gianni Sarto th de Maras Lara. 3". — México cu, 20 $3969. 28% 16cm — (Goer Poltcay Derecho) “Tia orginal La poten. Logie emetodo i ecenze sdk ISBN sTEDSI66S0 1. Giencia politica — Metodologts 2. Clencts sociales — Metodologta {tara Meer Sel LoMes sseie Dewey 018 825i, Pertucte mental ‘D.R@ 1979, SugurGe FaisontS 1.1, Mn, Hala “Tia orginal La pate Lap ened ie ca D.R.0 1084, Fondo de Gute Beootmiea ‘Garetera Fiachowjaco, 227; M4738 Manic, D.. snetondodersterectonmnsicacoan Comentaion: torial ondoderstarsconoesica com “Tel (GS)SRETAATE as (35)S227 454 ‘Se probibe la eproduccia ttl o parc de ea ob. ea cial fere mecha. sin a anseneia pr ets del Saar debs derechon (SBN 978 968-16 45210 Inpren.en México Print Mae — PREFACIO Resulta ficil decir que tas ciencias sociales son ciencias. Pero imo se hace una ciencia? gQué la caracteriza como tal? Muchos se con- forman con. responder que una ciencia nueva se construye imitando a las ciencias ya hechas. Pero es realmente cierto que las ciencias sociales se volvieron més. cientificas por haber tendido a imitar a las ciencias exactas? Aunque asi fuera —y ¢s legitimo dudarlo— una ciencia en sus primeros pasos, en sus inicios, debe volver a los comien- 2s de Ia ciencia que adopta como modelo. Para empezar, ningsin si- her clentifico nacié) sin antes haber ordenado y precisado’un vorabu- lario propio, ya que Ia terminologia proporciona lo que llamariamos Jas piemmas sobre las que se apoyard luego esa ciencia para caminar. En cambio, en las ciencias sociales impera una babel de lenguas, al punto de que las entendemos a duras penas. Por ello este libro estd hecho ab imis, es decir a partir del lenguaje como instrumento del En un escrito justamente famoso, Thomas Kuhn distingue entre los procedimientos de la “eiencis normal” y las revoluciones cienti- ficas. Si nos referimos a una ciencia normal —ya instituida y puesta en uso—, sélo se requiere dominar las técnicas del propio ofici. Pero si una ciencia no esta “normatizada”, no hay técnica que baste; se necesita saber pensar, y pata saber pensar se requieren ldgica y metodo, métodos légicos, en una palabra metodologia. Cierto es que el mercado se halla inundado de textos que dicen tratar —ya desde el titulo— de la metodologia de las ciencias sociales. Pero si atende- ‘mos a su contenido, por lo eomiin no encontramos nada de lWgica y no mucho de método. En rigor, estos textos se ocupan de las téenicas de investigaciém y del tratamiento de los dates. Lo cual esté muy bien y €s altamente necesario, Sélo que el método de investigar no es el método de pensar; que nuestras ciencias no se fan convertid todavia en “ciencias normales"; y que por lo tanto, al contrario de las técni- cas de investigaeién y de tratamiento de las datos, se requiere un conocimiento metodolégico. En este libro me ocupo, pues, de 1o que ‘trot libros pasan por alto: mo de cosas que ya han sido dichas de manera dptima, sino de cosas olvidadas 0. descuidadas. Esta claro que e! método légico de las ciencias sociales es e! mismo 9 0 PREFACIO para todas las ciencias calificadas de ese modo, Si en este libro me detengo poco en Ia economia y més en la ciencia politica que en la logia, ello se debe a que el caso de Ia ciencia politica se presta mefor que las otras dos para ilustrar Ja dificultad y Ja naturaleza de Jos problemas. El estudio de la sociedad se remonta a Comte, o poco antes; pero el estudio de l2 politica se rementa a los sofistas, Plaxém Aristételes. La sociologia no fue precedida por una verdadera “filoso- fa de la sociedad", mientras que la ciencia politica fue prevedida (y hasta Ia fatiga) por una larguisima cradicién de “filosofla de la poll fica”, Por ello le ex fécil al socidlogo refugiarse en los microproble- ‘mas, en las sociologias especiales y altamente especializadas en las que puede proceder como en una cieneia normal, mientras que al pol ‘t6logo Je resulta muy dificil cludir los macroandlisis, y a través de ellos los macroproblemas. En suma, el caso de la ciencia politica tie. ne aqut preferencia porque es més intrineado y a la vex més repre. sentative. Para empezar, al politélogo (y no al soeidlago} c+ a quien Je in- cumbe comprender 7 explicar qué ¢s lo que hace. De la politica Se ocupan todos, doctos ¢ indoctos; y vuelve a sefialar que de politica se ccuparon en forma eminente los filésofos antes que los politélogos. Existe a la vez una ilustre tradicién de autores —desde Maquiavelo a Tocqueville— que no fueron filésofes, pero que quedaron como maestros de politica, Para todos estos antecesares zeudl era el offcio de una ciencia politica? No responderé en este prologo, datlo que la ‘cuemtin ser examinada extensamente en el texto. Salamente anticipo, aunque més no sez para atizar Ia discusién, que el recurrente “pam filesofismo" de la cultura italiana (primero el idealista, luego el mar. xista) cs a mi juicio precursor de catistrofes pricticas. La. filosofia aunque no sea mis que para atizar la discusiéa, que el recurrente “pan. losAficos mo son programas actuables: son. programas que desde siem. Pre, y sin exeepciones, fracasan en los hechot, y se ven desvirtuados por completo. No existe Ja conversién de la filosofia en praxis; que ‘me perdonen Marx y los suyos. A esta altura el lector se preguntaré: todo est muy bien (o muy mal), :pero por qué el subtiiutlo del libro —Légica y método en las cien- cias sociales— no ocupa el lugar del titulo? Contesto: porque una tercera parte de este libro trata de las relaciones entre la teoria y la prictica, entre el saber y el hacer, y de cOmo, por ello, los proyectos Politicos triunfan o fracasan en la aecién. Y como vivimos en una edad “programdtica’, en una época de ingenieria de la historia, dicia que PREFACIO. " mai objeto es propiamente “la politica” tal como la buscamos (mal) cada vez nids, Se disia que todes saben cudl es la vida feliz y la ciudad ‘deal a tas que aspiran; pero poces saben qué hacer, y mucho menos edmo hacer. Es ésta la politica de la que quiero ocuparme. ‘Ya he dicho que me rebelo contra el pamfilosofismo. Agrego que tambiéa me rebelo contra el pan-ideologisino, Cuando yo estaba en los primeros patos de mi profesién, tode era filosofia. Hoy todo es ideologta, cultura de derecha y cultara de iaquierda. En cambio yo ‘me empefio en ercer que antes que mada tiene que ser “cultura”; aque serio de izquéerda 0 de derecha no agrega nada al valor de ver- dad de un conocimiento; y que un conocimiento falso sigue siendo falso aun cuando con opartunismo lo revistamos de negro, rojo o blanco. fe libro proviene de una serie de cursos universitarios imparti- do en la Facolnd de Glencns Poies de i Universidad de Foren cia, que constituyen su Primera Parte y su Segunda Parte, a las que ppreferi conservar en su forma originaria de comunicacién directa, La Tercera Parte, en cambio, recoge una serie de escritos que reto- man y desarrallan —con el debido aparato bibliogréfico— varios temas y problemas tatadlos con anterioridad. Sin parecerlo, y hasta dirla que sin quererlo, el libro es unitario. Es evidente que en el transcurso de veinte meses (un curso mio por ctapas, titulado Cuestio- nes del métado en ciencias politicas, es del petiodo 1958-1959) las ideas clave que tenia fijas en la mente, permanecieron fijas. La mals fija de todas es Ia de que a la cultura italiana le falta desde siempre cl aporte de un serio y medido saber empirico. Es el saber que le propongo a quien se sienta harto de aprendices de brujo, borrache- ras verbales y vaguedades dialécticas. Gs. PRIMERA PARTE, L EL INSTRUMENTO LINGOISTICO 1. PEnsascrento ¥ acci6n La roinica es el “hacer del hombre que, mas que ningin otro, afecta ¢ involucra a todos. sta no ex una definicién de Ia politica.” Es para proclamar desde el principio que lo que me interesa es Ile- gar al hacer, a Ta praxis. Pero el hacer del hombre esth precedido de un discurso (sobre el hacer). El discurrir del homo loquax precede a la accidn del hombre operante. Por lo tanto la acciém y los com- portamientos politicos estin precedides y rodeades por el discurrit sobre la polis, sobre la ciudad. Si queremos comensar por el princi pio, el principio es éste: el discurso sobre la politica, ¥ el primer pro- blema consiste en que el discurso sobre la politica se vuelve hacia ‘wes antecedentes, a tres fuentes diversss cuando menos: 1) la Filoso- fia politica; 2) la ciencia © canocimiento empirico de la politicas 8) el discurso comin u ordinario sobre la politica. Si el hombre resulta en politica un animal particularmente extra: fo €s, entre otras cosas, porque sus eomportamientes estin sinspirados ¥ orientades © por I2 filosolia, o por el conocimiento empirico-cien- ‘fico © por la conversaciGn corriente sobre politica; y la mAs de las ‘yeees por una confusa mevcla de estos tres apartes. A la pregunta “qué ex Ia politica”, creo responder, como piso previo, enumerando las principales “matrices simbélicas” de las que macen nuestras con- sabidas otientaciones y actitudes politicas. Vamos a verlo por partes. a filosofte politice, y més precisamente las "filosoflas de la polit 1”, fueron la prineipal fuente de inspiraciin de la teor‘a politica has- 1 hace altededor de un siglo. Todavia hoy gran parte de los plan- eamientas de los problemas politices de fondo estin referidas, aun sin saberlo, a los planteamientos que recibieron estos problemas en el dominio especulativa. El caso que muestra de modo mds oster sible la fliacidm directa de una aceién politica de la filosofia politica, sel marxismo. Marx se apoya estrechamente en Hegel y la concepcidn marxisia (en sus conceptos clave y em su mecanismo l6gico) es Ta Filosofia egeliana vuclta del revés y materializada. Pero aungue éte ‘5 el caso ms asientos0, no es por cierto el tinico, "Le defnicibe de politica wrd examinada ine, ap. vt 8 16 PREMISAS La ciencia politica (o mejor, un conccimiento empirico de la po- Iikica_provisto de validex cientifica) es en cambio Ta mis reciente y ‘embrionaria de las cienciss. El conocimiento cientifico de los hechos politicos, en cuanto se remite a fuentes de inspiracidn auténormas (como Maquiavelo y la doctrina de la raxin de Estado), encuentra ificuleades para consolidarse; especialmente porque gravita sobre ella, de un lado, la bipoteca de la filosoffa politica (infilerads, aun. gue sea mimetizindose, tras los pliegues del conocimiento empirico Ge la politica) y del otto el apremiante reclamo de la praxis politica cotidiana, y a través de ella del discurso corriente y las ideologias politicas en pugaa, "El discurse comiin sobre le politice, Em seguida veremos con mis detenimiento qué se debe entender por “discurso comin” w ordi- nario. Pero debe advertirse desde ya que en su versiéa politica, et discurso comin puede asumir muy sensibles tonalidades emotivas, y hasta convertirse en un discurso ideolégico-emotivo. En cuanto Sujetos empetiados activamente en la lucha politica, todos termina. ‘mos por argumentar en forma pasional. Cuando estamos en medio de la pelea no se trata tanto de persuadir como de “conmaver” para = no tanto. convencer como “‘constrediz”; ni tanto tazonar como "apasionar". Es inevitable. Pero por esto mismo se bace pre- iso diferenciar muy iscutso (til, inluso indispensable 2 los fines de la acciéa, para excitar a la accién) de Ia ciencia empi- Tica de la politica, y ni qué decirlo de la filosolia politica. ‘Se ve claro. que estos componentes no son, en efecto, convengentes sino que, al revés, divergen; vale decir que son heterogineos y 2 ‘obstaculitan uno al otro. Pero ya valveremos sobre este punto. Con. cluyamos aqui el planteamiento. A sunta “qué es la politica” hhemas respondido nucleando dentro del saber politico tres drdenes de aportes: el especulativo, el empiticecientifica y el del diseuno ordinario ideolégico. Por To tanto, debemos pregantarnes ahora: zqué fs una filosofia. politica?, gqué es Ia ciencia empirica de la politica’, {qué es <1 discurso comtin i ordinario sobre la palitica?. zy cudles son, en consecuencia, las respectivas competencias y jurisdicciones? Estas Son cuestiones que podrian Mevarnos demasiado lejos. Me limitaré fentonces a examinarlas en clave lingiistica, considerando al conoci- tniento filos6fice, al conocimiento cientifice y al discurso comin como modalidades diferentes del uso del lenguaje. Vale decis: por filosofia entiendo un cierto-uso del Ienguaje; por ciencia empirica lun uso diferente de este mismo lenguaje; usos “especiales” ambos, EL INSTRUMENTO LINGOISTICO ” que habrin de examinarse en contraposicién con el uso “ordinario” 0 comin del lenguaje. LZ, Pazanaas ¥ siontFicaDos Grosso moda, el lenguaje es un universo de signos (convencionales) provistos dé signiicites De otro moder el lengusje ett consituida por palabras y significados. Lo que debe establecerse de. inmediato €s que @ cada palabra comresponden muchisimos significados. EL nic mero de palabras de cualquier lengua “natural” es infinitamente mis reducida que el mimero de significados que tenemes en mente cuan- do las usamos. La polivalencia de las palabras supone una ventaja y una desventaja. La ventaja consiste en que, al pensar, podemos traspasar los confines establecidos del vocabulario, y de este modo hacer intinitamente més vasto, rico y dietil el saber de cuanto pare. ceria permitir la terminologi, Las palabras pueden ser Ilevadas a expresar variaciones y matices infinitos del significado. En cambio la desventaja reside en que, com demasiada frecuencia, no nos enten- demos; al_ utilizar los mismos vocablos decimos (en apariencia) lo ‘mismo, pero pensamos (en sustancia) otra cosa muy diferente. La desventaja es, pucs, la ambigieded (de las palabras). La comunicacién lingiistica habilita a los hombres a entenderse; pero es evidente que, si no nos ponemos periédicamente de acuerdo sobre el significado que le atribuimos a una cierta palabra en rela- a determinados contextos, la comunicaciGn nos lleva simple mente 2 les malentendidos, Poseemos pacas palabras para d chisimas cosas, ¢Cémo remediar les inconvenientes de esta situacién, manteniendo sus ventajas? Hay un solo medio: organizar y ordenar el lenguaje segiin “‘tipos de significado” correspondientes a ciertas dcstinaciones tipicas. La solucign reside, pues, en dearrellar wos diversos de un mismo Tenguaje. La filosoffa_(Ias filosofias) utiliza (n) su propio vocabulario técnico, en el cual las palabras, aun las ms comunes, asumen un contenido significante sui generis. La ciencia, toda ciencia, hace otro tanto: sa vorabulario se inviste de cierta modalidad caracteristica del_signifi- cado. Lo que equivale 2 decir que la filosofia_y Ta ciencia son lengua- jes especiales; y por “especiales” se debe entender que son —como eciamos— modalidades de usos diferentes de un mismo leaguaje. EL cual —tepito— es um recurso para utilizar beneficiosamente un uni- 18 [PREMISAS verso simbélico constituida por pocas (felativamente pocas) palabras Y por muchos significados, LS. Discension eawriva ¥ piMENSibN LooIcA La divisin primera y mds elemental debe hacerse entre signiticado ‘emotivo y significado logico de las palabras. Vale decir, entre dimen- sidn emotive y dimensién légiea de un mismo lenguaje. Recurramos aun ejemplo que busca presentar dos casos limites: la poesia y la losoffa. Casos limites, precisamente, de un uso diferente por com- ‘pleto de tas mismas palabras Nadie lee una poesia con los mismos eriterios con que leerfa 0 ju sgaria un texto Gilosético. Y creo que todos estén dispuestos a coinci fen que seria absurdo someter un texto poético a un andlisis légico. Por qué? En general, no nos planteamos esta cuestidn de una mate 3a explicita; medimos cl lenguaje estético con sus patrones de me ida particulares porque asi debe hacerse. Pero la razén es muy sim- pple: el lenguaje pottico es tipicamente un discurso que habla al ‘orazén, a los sentimientos, lo que equivale a decir que es un lenguaje motivo. La légica de una poesia es, por decirio asi, una lOgica esté- tica, lirica, retbrica, sustentada en inflexiones fontticas: ritmo, ali teraciones, asonancias, metéforas, cte. En sums, Ia poesia es pathos, no. logas. El lenguaje logico se encuentra en el extremo comiratior Duscames un sujeto, un verbo, un predicado, exigimos que cada pro- pposicién sea inequivoca y que todas las proposiciones que constituyen una demestracién sean légicamente congruentes entre si. Las palabras cuanto més asumen un. significado ldgico preciso, mis se despojan de su imprecisa contenido emocional. Para reconocer sin equivocat- nos esta diferenicia entre el significado emotivo y el significado | 0 de las palabras, busta aplicar una pequefia regla elemental: cuando sentimos “calor”, cuando un dlscurso. despierta en nototros refle- jos viscerales, cuando nos hace “sentir”. es que se estd utilizando el lenguaje en sentido emotive. En este campo, la dimensidn emotiva del lenguaje no nos interesa tanto en su variedad estétice como en su conexién con Ia accidn: y nos interesa especialmente en el lenguaje que puede designarie —en su precipitado politico— como lenguaje ideolégico emotivo. El hom- Ire acta con calor cuando esté “apasionado”, cuando se siente tocado ven su fe, em sus sentimientos, en sus pasiones: por lo tanto, cuan- EL INSTRUMENTO LINGOISTICO 9 do estd estinmulado por el uso emocional del lenguaje, Resulta claro, pues, que cl. lenguaje emotivo estd mucho mis cerca de nosotros que tun frlo y desapasionado lenguaje Idgico. Se lo puede deplorar, pero lo mismo da; es un hecho. “También conviene advertir que la dimensién emotiva del lengua je 6 su dimensiéa ancestral. El hombre prehistérico comenzé a. ha: blar pata transmitir tsignos de emaciones", tanto de peligros como e efectos; y nuestro comunicar conserva todavia hoy, en gran parte esta impronta oF Por lo tanto, la demareacién entre el uso rmotive y el so logico del lenguaje no es nunea clara y nitida. Siem: pre queda una sedimentacién emocional, aunque se reprima, En caa bio, el Tenguaje T6gico es para todos nosotros una conquista dificly gue enesta un prolongado adiestramiento y mucha fatiga. En gene ral, el_ uso I6gico del lenguaje cs una adquisicidn reciente, siempre precaria y parcial del homo sapiens 14. EL umncuage comin de nuestra exposicidn. Nos hemos propuesto arla- rar qué es el conocimiento cientifico a diferencia del conocimiento filosético, haciendo referencia 2 modalidades en el uso del lenguaje. Pero antes de hablar de “los usos especiales” del lenguaje (como el cientifico 0 e1 Filos6fico). tendremos que ponernos de acuer- do sobre el lenguaje de base, sobre el uso comin, esto es, sobre el len. guaje materno, que es el mfnimo comiin denominador de todo lo demis. EI lenguaje comin es exactamente <1 lenguaje al aleance de todos, el lenguaje de la conversaci6n corriente. Locke lo denomind leaguaje “civil”, pero quizs sea mas claro hablar de lenguaje materno, ya que ss ef lenguaje que aprendemes en la infancia. Una ver que Mega a mancjar ef discurso, el hombre comunica con 1a misma naturalidad ‘con que Féspira; y ninguno de nosotros presta atencién al hecho de gqite respira (hasta que no esti amenarado de asfixia). De aqui se desprende que el lenguaje comin es un lenguaje falto por completo de(conciencia de si misma, que usamos de una manera totalmente instintiva ¢ ieflexiva. Lo que apareja graves inconvenientes. El primer inconveniente s que no. nos preocupamos de definir las palabras que empleamos: de ese modo, todo discurso resulta vago, gentrico, y si escapa a Ios limites de una comunicaciéa elemental, 0 -FREMISAS. corre el riesgo de generar importantes malentendidos. Todos dan ppor sentaclo que cada palabra posee para el otro el mismo signifiea- do que para ellos: pero Jo més probable es que no sea realmente asi, pues el significado que a cada quien le parece el significado, el Gni- o significado, «s en general el fruto de una experiencia personal extremadamente parcial y circunscrita. El segundo inconveniente consiste en que la conversacién corrien- te no presta atencién al procedimienta demastrativo con el que debe construire todo discurso (si quiere alcanzar valor demostrativa). En Ja conversacién oorriente, la ldgica y la sintaxis Iogica brillan por su ausencia, En efecto, en las discusiones cada uno de Jos contendien- tes cambia de continuo su método de angumentacién; utiliza uno hasta que Le ¢s util, pero en cuanto advierte que lo incomoda, cambia las cartas sobre la mesa y recurre a otro. Lo que pasa es que el apren- dlizaje del Ienguaje se realiza a golpes; a golpes de frases., Lo que si nifica que no aprendemos a hablar aprendiendo a construir el dis curso. FI nifio repite frases. Suele ocurrir que algunas frases se unen ‘en. arguments “conclusos”, que contienen y desembocan en ‘una con- lusién, Pero luego no volvemos a comprobar esas conclusiones; nos Timitamos a defenderlas encarnizadamente. ‘Recapitulemos. El lenguaje corriente, matemo, es el lenguaje na tural bésico que vincula 2 todos los que hablan una misma lengua, par lo tanto la plataforma en torno a la cual se debe construir y mo- ver cualquier otro lenguaje especial (a menos que no se convierta en lengua “artificial"). Todos pasamos por ese Ienguaje; pero algunos se establecen en . Es en todo e210 el lenguaje que se nos hace con- natural, el que nos resulta espontineo, zCudles son sus virtudes, cud- les sus defectos? La yentaja reside en que el lenguaje comin: 1) es el lenguaje max simple, el que alcanza la méxima concisiém; 2) ¢3 el Tenguaje mds vive, el que expresa nuestra experiencia autobiogréfi- ‘a, personal, ‘Los defectos del Ienguaje corriente se pucden recapitular de este modo: 1) el vocabulario al que recurre es extremadamente reducida ¢ insuficiente; 2) las palabras quedan indefinidas, y con frecuencia egan a ser indefinibles (al menos com Ia debida precisién): §) las ‘uniones entre las frases suelen establecerse de una manera arbitraria y hasta cierto punto desordeneda, al tiempo que las conclusiones de Jas argumentaciones se instauran con anterioridad al iter demostrati- vo que deberfa sustentarlas, Todo esto se puede resumir observando que el lenguaje comin, EL INSTRUMENTO LINGUISTICO 2 materno, es un lenguaje acritico; acritico porque adoptamos un ins rumento que no conocemos efectivamente. ¥ esto fija los limites del Jenguaje ordinaric: no es un lenguaje cognoscitive. Para verlo mis claro, comencemos par entender cudl es el mbito de eompetencia de 1a conversacién corriente. En la conversacién ordinarla comunicamos por lo general noticias, y noticias autobiogrificas del tipo: ayer me sucedié tal cosa, me dijeron, tuve tal experiencia, me diverts, vi, ete. Vale decir que se efectita un intercambio de mensajes bastante ‘bre: ves, ¥ separados uno del otro, vinculados por la transmisién de in- formaciones de interés reciproco a proptsito de sucesos mds 0 menes hhabituales. Dentro de estos Itmites, el lenguaje corriente funciona muy adecuadamente; esto es, funciona muy adecuadamente para las comunicaciones que hemos llamado de indole autobiogrAfica. Pero precisamente porque satisface finalidades de relaciones interperso- nales, no se presta para otros usos, y en particular para desarrolles hheuristicos. Cuando se trata de examinar problemas, de descubrit, de comprender, en suma de ampliar la empresa cognoscitiva del hom bbre sobre la realidad, el lenguaje corriente ya no sisve. Comunicar es una cosa, conocer ota. No bien la conversacién co- mila se aventura en el terreno de Ios problemas heuristicos —lo- que incluye el terreno explorado por el conocimiento—, el didlogo se vuelve infructuoso, Los interlocutores discuten, se acaloran, llegan con frecuencia a litigar entre sf, pero cada uno se queda con st pa- reeer (y el parécer que Jo contradice es una estupidez. De aqui pro- viene el notorio y pres dicho de que “discutir no sirve para ‘nada, salvo para hacerse mala sangre, Jo que cs una gran. verdad; pero lo es porque se discute sin saber. discatir. Discutir es indtil cuan- do Jos interlocutores. 0 se entienden porque no tienen cuidado de defini las palabras que utiliran; cuando no poscen un vocabulario suficieite para examinar los problemas en detalle, con adecuada preci- y en fin, cuando cada uno argumenta las propias tesis sin uni- ‘dad de método légico y cambiando varias veces el critetio demo trativo. En conclusién, el Tenguaje corriente nos permite recibir y emitir ‘mensajes autobiogrificos (que son, por supuesto, importantes; incluso ‘importantisimos). Pero si mediante el lenguaje materno se logra co- municar noticias com toda eficacia, no se puede en cambio resolver problemas. Cuando se nos plantea “un problema”, nos trasladamos de inmediato a wna esfera en la cual ya no basta un lenguaje acritico ¢ impreciso para sacarnos del apure. n FREMISAS. 5. Receraién scupococvoscrniva Se objetard que también la conversaci6n corriente contiene un niime- ro muy elevado. de proposiciones cognoscitivas, de aserciones sobre problemas (y por lo tanto, no sélo noticias sobre acontecimientos.y personas). Cierto; pero estas proposiciones son recibidas y no produ cidas por el lenguaje comin. Es cierto que en el lenguaje comriente hrallamos satisfaccién para la necesidad de conocimiento; pero ello porque él encierra propesiciones formuladas wo en cl dominio del Jenguaje comiin, sino en el de los lenguajes especiales. Pero el pro- Dlema reside en que muy a menudo el lenguaje corriente no Hega a recibirlas adecuadamente, Y esto no pucde Iamar la atencién; si aquellas proposiciones cognoscitivas fueron formuladas en um lenguaje especial, ello obedece a que, de no ser asi, no habrian sido descu- biertas. De aqui se infiere que, si las traducimos a un lenguaje acri- tico, se vuelven a ajustar a aquel minimo comin denominador lin- guistico que por definicida no es capaz de formulatlas, Si entonces Ia conversaciGn corriente contiene nociones cognescitivas, el hecho de que se hallen apresadas ab extra las cambia; y de abi que su recep- ida sex muy probablemente defectuosa y parcial, En la larga cadena de twansictones, retraceiones y, en dltimo andlisis, simplificaciones gue padece un lenguaje especial antes de poder ser absorbido por el Jenguaje comin, es més Io que queda por el camino que lo que llega fa destino. Lo que Mega es Ia “letra” compendiada de alguna conclu- sidn; pero es rato que en. esa letra permancica todavia el “spirit” det texto con el que fue formulada. Por lo demas, es bien sabido que cuando se cita aun autor a pedazos, a jirones, es muy ficil desvirtuar sa pensamiento, Nadie ignora cufin peligroso es extraer una propos cia de su contexio. Abreviar es ya de por si amputar; y Ia simplifi- cacién suele ser a su vez, demasiado a menudo, una verdadera y cabal deformacién. No debemos, pues, atribuirte demasiado peso al hecho de que tam biéa Ja conversacién corriente parezca poder satistacer la necesidad cognoscitiva del hombre, Las verdades cognoscitivas que pasan a for- mar parte del patrimonio comtin de las creencias de una eivilizacién, extin suspendidas de un hilo demasiado frigil: las palabras, de las que es fécil desnataralizar el sentido que las hace valederas. En la conversacién comin —es cierto— solemos encontrar la “forma” de tuna serie de proposiciones cognoscitivas; pero raramente su genuino “contenido” significative, Es cierto que hasta el hombre comin pien {EL INSTRUMENTO LINGUISTICO. a 52; pero su exigeneia intelectual y cognoscitiva queda condicionadla por un lenguaje que no resulta suficiente para satisiacerla, y que no 3 caput de alimentar un pensamiento. creative. Libertad y necesidad Los conceptes especulatives, esto es, los elaborados en el dominio del lenguaje flosofico, se prestan de modo particularmente adecusdo para ilustrar qué sucede, © mejor qué puede ocurrir, durante la transmi- gracién de determinadas proposiciones desde un lenguaje especial al lenguaje corriente. Tomemos como ejemplo la conocida formula que dice: la verdadera libertad reside en acepuar la necesidad. Es wna proposicién. de origen hegeliano que pas6 a Marx y que fue tetomada de manera diversa por el neoidealismo y también por el neomarxismo contemporineo. Esta proposicién fue formulada por la especulacién idealista en razén de tres presupuestos y antecedentes: 1) una légica Gialectica; 2) una polémica antikantiana; 3) Ia tentativa de conciliar Jo racional com lo real : En primer lugar, pues, para entender eabalmente I proposicién wy libertad es la acepracién de la necesidad”, hay que saber utlizr y comprender la dialéctica. Libertad y necesidad, que al comienz0 on “optesas” y se oponen una a otra, terminan, después fundién dose en una “‘sintesis” superior de libertadmnecesidad que las funda y corrobora: la libertad —dlecia Hegel— “es la mecesidad transfigu- nada”. En segundo lugar, debemos reparar en el status quaestianis hists rico (de la historia de la filosofia), y mis precisamente en el concepto cscoldstico y Iuego kantiano de la libertad. El estado de la cuestién sel siguiente: se rechaza la libertad definida como liberum axbitriuin indifferentiae (la libertad como arbittio) se procura reformullar en términos dialécticos la relacién entre libertad y limite, relacién que en el dominio de la moral fue entendida por Kant como la relacién centre la libertad y el deber, y que Kant formulé en el concepto de autonomia: la libertad ética como autoobligarse a una norma. En tercer lugar, debemos adherimnos al presupuesto metafisico que estd en la base de la especulacidn idealista: 1a identidad de lo racio- ral y lo real, de la esencia y la existencia. En cuanto a la libertad y la mecesidad, Hegel no rechazaba silo la solucidn kantiana; entendia sobre todo transferie In nocién de “li- 4 PREMISAS bertad como limite” aun contexto mas vasto que el ético, Hegel as- cpiraba a coneiliar al hombre con el mundo después de la dilaceracién ‘romdntica, a concertar dialécticamente todos los contrastes y las opo- siciones; y entre éstas, la insatisfzcciGn que el hombre experimenta ‘en contacto con la realidad. Vale decir que Hegel aspiraba a conci ‘iar la libertad (con su carga de aspiraciones ideales, com su peren- tne aspiracién a lo nuevo y alo mejor) con Jo existente. Libertad y nnecesidad son conjugados dialécticamente para decir: sepamos armo- nizar y concordar lo que quisiéramos que fuese (y que reivindicamos ‘en nombre de la libertad) con lo que es Como es comprensible, la proposicién de que “la verdadera bertad. consiste en aceptar la necesidad” era entendida en el sentido de restitairle a la Hbertad (después de la explosién roméntica) una proporcién, una medida, una “determinadez”. En rigor, la férmula hegeliana, 2 los efectos pricticos, no esti demasiado alejada de la ‘mdxima del antiguo sabio estoico: sabe contentarte, no desees Lo que ‘mo puedes obtener. Méxima que retomé Spinoza y que volvi6 2 for- smular de este modo: “Quien entiende lo que ocurre y por qué ocu- ‘re, es libre.” Pero el destino de la férmula hegeliana fue muy dife- rente al de la férmula spinaziana. De un siglo y medio a esta parte, la ecuacién “libertad — necesidad” entrd en el repertorio de las jus tificaciones de los regimenes opresivos: se la presenta al pueblo como legalizacién. de sa sumiso y paciente servie. El historiciemo Segundo ejemplo: se dice de nuestra époce que es una edad “histo- ricista". ¥ se habla de “historicidad” y del historicismo hasta en Ia conversacién corriente, {Qué se entiende por ello? El historicismo nace con el descubrimiento romantica de la historia. Hasta el roman- ticisme no se decla: “Este ¢s un producto histérico", o bien “esto sucede por necesidad histérica’’. No se lo decfa porque seanejante ex- plicacién —hasta para un iluminista— no explicaba nada, no hubie- se tenido sentido. Sélo desde el romanticismo en adelante se presta atenciéa y valor explicativo a una necesaria concatenacién histérica. Y cs con Hegel que se comienza a hablar del historicismo en. sentido extricto, Para fijar mejor este concepto, convendré remitimes a la célebre proposicién de Hegel que dice: “La historia del mundo es el juicio del mundo.” Esta frase condensa todo el sabor de su concien- EL INSTRUMENTO LINGDISTICO. B cia histoticista, ~Pero qué quiere decir? Literalmente quiere decit que es la historia misma la que se erige en juez de los asuntos huma nos, que el supremo “tribunal” de la realidad esté constituido por cl curso de los acontecimientos, Pero para ser comprendida, esta pro- Posiciéin debe insertarse en el contexto del pensamiento hegeliano y ¥inculérsela con el concepto que Hegel tenia de la historia. Estd bien decir: ¢s el propio acontecer histérico el que, con su proceder, absuel- ve o condena, seperando a los que tenfan razén de quienes extaban equivocados. Pero queda por explicar qué es este acontecer hist6rico, qué se entiende por historia. Para Hegel, la historia era una teofanta, tun revelarse. progresivo de Dios en el mundo. Vale decir que para Hegel el proceso histérico cra la ejecuciin de los decretos de la Di- vina Providencia, Visto de este moxlo, el que Ia historia del mundo se enija en tribunal del mundo equivale a decir que Dies se comunica en la historia com los hombres y les notifica su voluntad a través de lo que acacce. Pero tomemos literalmente la frase “es la historia la que juzga” poniendo atencién ahora a las palabras y no ya al sentido que éstas tenfan para Hegel. La proposicin, bajo esta nueva luz, se vuelve de una gravedad incalculable: parece sancionar la ética del hecho con- sumado. Extraida de su contexto originario, y recibida por la conver- sacién cortiente como una especie de stogon, ella viene a decit: el ‘que vence tiene razin y ¢l que pierde estaba equivocado. En suma, el taleo j ido es el del éxito y la humanidad se debe some- de los hechos y de la fuerza. Ahora bien, es muy cierto que Ta historia es mas Fuerte que cada uno de nosotros. La historia, para cada uno de nosotros, es “todos los otros contra mi solo”, Por lo tanto, lo que ocurre, ccurre, Pero una cosa es da afirmacidn del hecho y Ia consiguiente acepiacidn de lo acontecido, y otra el uicia de valor sabre tas hechos. Nadie niega que la historia gravita sobre los hombres; pero tarabién es verdad que som los hombres los ‘que hacen Ia historia. Lo que se niega —rechazando la ética del hecho consumado— es la eliminacién de los valores de la fibrica de la historia. Frente a los acontecimientos, hay dos maneras de reaecionar: dicien- do “el que vence tiene razin", 0 bien “wvencet no da la razén”. En el primer caso, el juicio de valor (la legitimacién) se subordina al he cho; en el segundo caso, la afirmacién del hecho se separa de su va lidacién (legitimacién). Pero atencitm: el que se niega a deci tiene raxén porque vencié” no es un retdrico que no sepa aceptar la 6 PREMISAS historia y resignarse a lo inevitable. Deplorar un hecho, afirmar que ‘debi6 haber ocurrido de otra manera”, no es un recriminar estéril; s ejercer una “presiéa del valor” dirigida a modificar el curso de los acontecimientos. Si todos se concentraran en un cierto deber ser, ese “deber' se traducirfa en Recapitulemos. La proposicién matriz del historicismo era en He gel una afirmaciGn de fondo teolégico; pero se convirtié, por haber perdido su significado originario, por habérsela tomado literalmente, en un. potente y peligroso somnifero que engendré en los hombres una servil lasitud moral, habicuéndoles a admitir una “fuerea de los hhechos” que en rigor era una “fuerza de los fuertes”, y conveneién- dolos de que era asi, Es cierto que los casos que acabamos de citar son casos extremos —y de extrema gravedad— de recepcidm errada. No siempre el destino de las proposiciones cognoscitivas que pasan al Ienguaje corriente es cl de ser tergiversadas Titeralmente; pero la ver dad es que'no resulta fdcil ni frecuente que tengare una recepcién ade- cuada, LS. Los LeNGuayes sprciaLes Los lenguajes especiales son los lenguajes “criticos", y més. precisa- mente “cspecializados", a los que se llega por correecién de los de- feetos del lenguaje corriente. Son crilices en el sentido de que fueron construidos mediante Ia reflexidn sobre el instrumento lingiistica del que se valén: son especializudes en el sentido de que cada di plina tiende a creatse_un lenguaje ad hoc, adaptado especialmente a les problemas heuristicos que se propane. Recordemos las caracte- risticas del Tenguaje corriente, del lenguaje no consciente de sf mis- ‘mo, en el cual las palabras no tienen un significado definido, el vo- cabulario cs limitado y cl discurto carece de mézodo. Fs fic entonees inferir ex adverso, por diferencia, las operaciones que preceden a la creacidm de los lenguajes especiales: 1) hacer precisos y definir dos significedos de las palabras; 2) exipular reglas precisus de sintaxis légiea; $) crear nucvas palabras ‘Veamos por su orden estos tes aspectos. Ea el lenguaje corriente, las palabras soa polivalentes y se usan de un modo ambiguo. Por ello la primera operacién para constituir un lenguaje especial consiste en cstablecer de un modo explicito y univoco (hasta donde sea posible) el significado de todot los términos fundamentales del campo de intereses de que se twats. En el pensamiento eritico 0 cognostitivo, EL INSTRUMENTO LINGOISTICO u ls precision del lenguaje es esencial> Utilizar una palabra en vez de otra tiene importancia, y equivocar (esto es, ular impropiamente) un Gierto término, equivale a equivocar el concepte. Un médico que crra en un nombre, era en ia enfermedad; y si erza en la enferme dad no cura, y acaso empeora al enlermo. Cuando se exhoria a set precisos y ajustados en el uso del vocabulario, no es meramente por de pulcritud: es adtestrar en el pensérs La segunda operacidn’ ei Ia de fijar y tener firme la regia del proceso demostrativo, En efecto, un discurso slo tendré validex (por tencia) demostrativa si se lo desivolla con unidad de método, segiin un patsGn argumental comstante y coherente. Pot ejemplo, quien adop- ta en filosofia las estipulaciones de sintaxis légica que se denominan “dialéctica", deberd argumentar siempre en clave dialéctica; quien no lo hace, no debiera adoptarla. En verdad, no sucle seguirse esta recomendacién. Pero en el campo de la ciencia no puede haber incer- tidumbres: as “licericias” (del fildsofo) no se admiten En fin, el acta de nacimiento de un lenguaje especializado es dada por fa creacién de palabras nuevas, de neologismos. A los fines hew- Fisticos, una vasta nomenclatura no complica, sino que al revés, sim plifica y clarifica. Es la articulacién del lenguaje la que confiere al pensamiento seguridad y vigor. Cuanto més extenso es un vocabula- - Ademés, las palabras nuevas iden que no tenga denominacién, no existe; esto «si no tenemos un “nombre” para una cierta cosa, &ta escapa 2 la revelacidm cognosctiva, y se hace imposible pensarla. No- tina si nescis —decta Linneo— perit ef cognitio rerum. Por lo tan to, cada palabra nueva ensancha nuestra capacidad cognoscitiva, en extensida o en profundidad. Por ello, cuando nos asomamos por pri- ‘niefi ver a una disciplina especializada, mos encontrames con tantas palabras desconocidas. Es la sefial que nos advierte de la diferencia con el diseurso eorriente. Para subrayar mejor la esencialidad del instrumento “lenguaje”, 1 ejemplo més clamoroso de correspondencia entre la ereacién de un lenguaje especial y el naci de una ciencia, es el de la quimict La quimica precientifica, la alquimia, no era tinicamente especule- ign un tanto estrafaaria. Los alquimisias eran también muy pacien- tes experimentadores que no carecian de talento para la observacin empirica. Sin embargo, sus investigaciones resultaban vanas; y ello porque los alquimistas no posefan un instrumento linguistico apro- piado. Por més que probasen y volvieran a probar, su saber se formu. 28 PREMISAS —y se dilufa— en 1a arider de un lenguaje (natural) semi mitico y semifilosdfico, construido todo él con buse en “potencias” y ". Las transformaciones alquimistas se resolvian, por Jo tan- to, en una especie de juego de azar, en l2 tentativa de “cambiar Ia taaturaleza” sin haber aprehendido nada de su estructura. La quimica nace con Lavoisier. gPor qué? Porque antes que él, y aun en su tiem- po, Boyle, Cavendish y Priestley alcanzaron prodigiosos progresos ex- perimentales, es cierto; pero la de éstos era todavia uma prequimica ligada a un lenguaje “cualitativo”. Hasta Lavoisier, las sustancias se identificaban sequin como se manifestaran, en funcidn de su “ ‘més o menos casual 0 aparente. El metano cra denominado “gas del Pantano” porque fue identificedo por vex primera en los pantanos, como descompesicién de los materiales orginicos recubiertos por el fango. ¥ ast ocurtia con otros miles de ejemplos. Lavoisier lo cambid todo de golpe, inventando una nomenclatura sistemitica en la_cual ls lizaban por su estructura y condiciones, y eran teducidas com precisidn “a elementos simples, combinadas se. fin mdmeros atémicos. Lo que equivale a decir que Ia quimica nace como ciencia en €] momento en que se convierte de un salto en "len- ‘uaje artificial”, provisto de un altisimo potencial deductivo. Admi times que el caso de la quimica ¢s un caso limite: pero sirve para centrar magnificamente el punto. El ejemplo vale también para acla- rar la nocidn de lenguaje artificial, diferenciado de los lenguajes que, ‘aun convertidos. en especiales, siguen siendo naturales. IL. CIENCIA Y FILOSOFIA. ILL. Lenguaye ¥ PENsaseNTo ‘Av MATAR en general el problema del lenguaje, no estibamos en- frascados en. meras divagaciones, dado que la ciencia politica y la filo sofia son exactamente lenguajes “especiales”. AT decir esto afirmamos “Yan s6lo que ambos se diferencian de un uso linguistico ordinari queda por ver de qué modo son diferentes entre si, Pero antes de en trar en esto, debo advertir y aclarar que si me detuve en la diferenc ‘entre varios “‘usos” del lenguaje, fue porque é&ta se refleja en el pensar. Fsto equivale a decir que un cierto wo del lenguaje pone su sello en_un cierte modo de pensar. Todo lo que hasta aqui estuvo ¥eferido al Tenguaje, debe transferirse y referirse ahora al pensamien- to, pasamos a Ta telacién entre palabra y pensamiento, entre lengua. je y logos. Cuarro: respuestas 20ull es la relacion entre lenguaje y conceptualizacitm, entre palabra Y¥ pensamiento? Las respuestas a esta pregunta pucden sex cuatro: 1) entre ienguaje y pensamiento no existe ningune relacién intrinseca. La tesis es, pues, que no penszmos con palabras, mediante palabras; 2) lenguaje 9 pensamiento eoineiden: decir lenguaje e3 lo mismo que decir pensamiento; 8) ef lenguajé no es indispenseble para el pensa- miento, pero es indispensable para.comunicar el pensamiento, La te sis es que pensamos sin palabras, péro que las palabras son funda. rmentales para comunicar a los otros lo que pensamos. También po. detamos decitlo de este modo: a pesar de que el lenguaje no es nesesario para el pensamiento, es un apéndice necesario te! pensamien to; 4) aun cuando el pensamiento mo sea reductible al lenguaje, ts palabras son indispensables tanio pera comunicar como pare pensa Vale decir: es imposible pensar sin el lenguaje. A pesar de que no te puede reducir el pensamiento al lenguaje, el pensamiento y ta pala bra estim hasta tal punto conectados, interdependientes y condicio nades uno por otto, que resulta totalmente imposible considerar a uno de esos elementos haciendo abstraccién del otro. » 0 PREMISAS Recapitulemos, La primera tesis afirma una separacién absoluta: fl pensamiento no es lenguaje. La segunda afirma una identificacién abjoluta: pensamiento lenguaje son Io mismo. La tercera tesis ate- ina la negacién, aceptando una relacién secundaria: 12s palabras ven para comunicar el pensamiento. La cuarta, en cambio, atena Ja identificacién: las palabras sirven tanto para hablar como para pensar, y por més que el Ienguaje no es pensamiento, no existe uno sin el otra La ldgica como onometologia {Cuil de estas cuatro es Ia respuesta exis conveniente? A mi juicio, Ja sltima. Omito el examen de Ia primeta tesis (extrafeza absoluta), desde el momento que ella refluye en la tercera (cuya critica empre eremos en. seguida). Comienzo entonces con el examen de la segun- a tesis, Ia que sostiene la identidad absolut; esis que considera un lanto dristica, EL acto de pensar debe mantenerse diferenciado del lenguaje. Nosotros acuamos incesantemente nuevas palabras. Es de- cir que “buscamos” palabras para expresanos. Esto significa que el acto de pensar sobrepasa, deshorda » la palabra. Una cierta palabra fe mventa porque el pensamicnto Ta esti buscando, siente mecesidad de ella. El hecho mismo de que el lenguaje se encuentre en constante esarrollo muestra el urgir de un persamiento que apremia al len guaje, que busca incesantemente plegar el Ienguaje 2 sus fines y a I propia inventiva. Pero no por esta me parece aceptable la tercera ‘esis, seguin la cual el lenguaje seria slo un instrumento comunica- tivo. La distincién enire monélogo y didlogo, entre pensar en siler Go-y pensar hablando, se refiere tinieamente a la materialidad del Tenguaje, a su-extrinseca formalacién fonética 0 grifica. El hecho de que “pensamos en silencio” ho demuestra que se pueda pensar sin el auxilio de la palabra, En rigor, el pensamiento cs solitaguio, cs hablar comsigo mismo. Andlogamente el logos es, en uno, onomato logie (Biscurso sobre los nombres). Por otra parte, debe tenezse provente que pensar en silencio es um resultado dltimo, al que el horabre llega en la medida en. que ha si conformado para el didlogo, para Ia comunicacidn, Al nifio se le “en- sefa a pensar” hablando, Por lo tanto es la comunicacién, el lengua- je, el que forma en nosotror Ta capacidad de pensar: Es inverosimil que ‘el resultado —el pensamiento— pueda ser radicalmente diferente ‘que el adiestramiento. Si ensefamos a pensar con palabras, seguiremos CIENCIA Y FILOSOFIA 8 pensando por medio de palabras De hecho cada uno de nosotros piensa en sti lengua materna (0 en todo caso en Ja mis habitual) Si el pensamiento no estuviese ligado intrinsecamente 2 la palabra, quiz pensarfamos en esperanto 9 en aquella “lengua adéniea” qué tanto apasioné todavia a Leibniz. En sumia, aprendemos a pensar ci la medida en que aprendemos a hablar; y una ver adultos, enseiiamos 4 pensar siempre mediante palabras. En fin, fersamas para comunicar. El soliloquio es. en cuanto a su finalidad, una preparacién para el coloquio. No tiene sentido tratar de Tormular tin pensamiento (suponiendo que ello fuera posible) fn términes no comunicables, El pensamiento que no llega a ser 00- municado ¢s un pensumiento todavia confuso, que no ptiede comu: nicaise simplemente porque no esti bien comprendido, porque atin noes tatsparente ni siquiera para nosotres mismos. Si tesis que disocia al pensamiento del Lenguaje ha legado a merecer crédito, ello se debe presumiblemente a que hemos sido in- -ducidos a error por ese pensamiento que Ilamamos intuitive: esto | caso de la infuicidn. Cuando Arquimedes exclama “lo ; cuando una especie dé iluminaciGn sibitviene a resolver de un golpe nuestra perplejidad cognoscitiva, nos parece que el pen- samiento procedié liberado de toda traba; es deciz. parece que hubié- ramos experimentado un pensamiento “puro”, un pensamiento in- tuitive que no es el pensar discursivo. Pero debemos evar alettas para nfo Confundir el acto del pensar reducido a un punto, es decir un “acto instantineo” sepatado por abstraccidn de su contexto comple- jo, con la actuaciém del pensar. Es muy dificil establecer si el reldm- Pago intuitivo, la iluminacidn instantinea, tenia 0 no su autosufi- ‘Gencia extralingifstica. Precisamente por su propia instantaneidad, ella se vuelve como tal inalcannable. ‘A mi juicio, el caso de la intuicién ha sido sobrevalorado. En un primer aspecto, se podria observar que la intuiciéa se diferencia del ‘pensar discursivo simplemente porque ¢s un acto inicial arbitrario, ‘el comienzo de la cadena argumental en el cual una persona decide: ‘comienao el discurso desde aqui. En un segundo sentido, también se puede observar que la difercncia entre el pensar intuitivo y el pen- sar discursivo es una diferencia de las fases del proceso mental: en Ia intuicién. se condensa y se reduce a un punto en forma de enten- dimiento conclusivo, un largo trabajo de incubacién que en cierto momento desemboca en una solucidn. La intuicién es el momento en que resolvemos un enigma, Si la intuicién parece poseer cualida- 3 PREMISAS des excepcionales es porque denota(el instante feliz, privilegiado, en ‘el cual Iz angustia de un largo proceso indagatorio encuentra su reso- lucién. De todos modos, también la intuicién se desarrolla y articula ‘en un discurso; y si este discurso se denomina intuitivo porque no se ajusta a les criterios de prueba requeridos por el discurso. demos- trative, Debe hacerse lz excepcidn de que hay casos limite en los que la intuicién no viene acompafiada de ningiin desarrollo discurs ‘vo: por ejemplo, el éxtasis mistico. Mi duda aqui reside en si el éxta- sis mistico puede lamarse pensamiento o més bien aniquilacién del pensamiento, El éxtasis se presenta como una altisima carga emocior nal que teabsorbe en sf, integramente, toda la espiritualidad. Pero por ello el éxtasis no es un comprender sino un “sentir”: un sentir lo inexpresable y lo ininteligible. Un sentir no traducible en términos cognoscitivos. El acto pura det pensar asume valor y significado tni- camente en la actuacién del pensar. No nos sirve de nada hacer del pensamiento una hipéstasis, representada fuera de su conteni que el tinico pensamiento en tomo al cual nos es posible pensar, in- Viste los productos de este pensar, Estamos de acuerdo en que el acto puro del pensar traseiende idealmente al lenguaje: pero un penser concebido de este modo no nos have pensar en nada, El acto del pensar, pues, se puede considerar abstractamente como tun prius del lenguaje; pero no asi la actuaciéa del pensar, Pensar es pensar en algo, de algo, « propésito de algo. Es por lo tanto pensa- miento discursivo, penstmiento que tiene por sustancia el lenguaje; no podemos pensar sin palabras, y la Idgica es a un tiempo onoma- tologia. El condicionamiento lingitistica det pensamiento Ya nos hemos referido a ‘la necesidad de palabras” que tiene el pensamiento. $i una realidad no tiene nombre, ella no es pensable porque ne queda identficada. Por lo tanto, una realidad no denomi- ‘nada no existe; no existe mentalmente, se entiende. Pero dado que vivimos una vida mental, esto equivale a decir que para nosotros no cxinte efectivamente. Mas no es en este sentido que hablo del con- icionamiento.lingiistica del pensarmiento. Quiero decir algo més; no slo que el pensamiento tiene “hembre de palabros” sino que, viceversa, las palabras, con su fuerza elusive semdntica, estompan se sello en el pensar. ‘Cada nombre no convoca a toda Ia realidad de su referente (0 GIENCIA Y FILOSOFIA 8 cs phusei on), sino s6lo un aspecto particular del mismo, La deno- minacién de las cosas responde 2 ciertos fines e intereses, y por ello decide cémo ha de fijarse nuestra atencién. Wilhelm von Humboldt recuerda un ejemplo muy simple y a la vez elocuente del hecho de que un cierto nombre nos “lleva a ver" esto y no aquello, de un modo ¥ no de otro, El término- griego arcaico para designar Ia luna era mén, mientras que el términa latino era luna, Mén viene de una rai etimolégica que quiere decir “contar", y por esto, al decir mén, 10s ‘gricgos miraban a la luna poniendo én evidencia su funcién medi dora. ¥ esto se aplica también a otras poblaciones primitivas. Mien- tuas cierto lenguaje posee sélo un sistema numérico embrionario, se mira a la luna para contar el tiempo, como a un punto de referencia cronolégico: han pasado siete lunas, tendrd lugar entre dos lunas, Los latinos, en cambio, cuando decfan’ luna sélo ponian en evidencia su fancién Huminadora( lux, tucére). La luna, de este modo, era im terpretada segin otra de sus funciones: en cuanto sirve para poder ver en la noche; la una vista como pélido sustituto del sol. Una vez ‘que se establecié un calendario con Ia “periodicidad recurrente” de las fases lunares, que tanto atraia la atencién de los griegos primi- tives, ya no hubo mis interés en ello. De tal modo, cuando decimos que en griego I luna se llamaba mén, establecemos tan slo uaa cor rrespondencia de objeto, Mén y luna “denotan” el mismo objeto, pero no lo “connotan” del mismo mado. Por lo tanto, una cierte de- nominacién preesteblece el modo de interpreter la cosa. pasamos de este ejemplo elemental 2 coairontar los universos lingiisticos en su complejidad, encontramos que faltan con frecuen: cia las comespondencias del objeto. El vocabulario de cada lengua corta a la realidad en infinitas rebanadas (tantas cuantos stan Ios Lérminos denotativos, los términos que tienen un referente observa: ble); y estas rebanadas no siempre se corresponden entre si, al me- ‘nos en su extensiém, en las lenguas de origen diferente, Para denotar tun mismo conjunto, tal lengua recortard tajadas anchas y largas, mientras que otra lo hari en tiras pequefitsimas. Parcce ser que los frabes poseen no menos de 6 mil términos. para caracterizar 1os casi infinitos detalles del camello; y esto. porque el camello vive en sim isis con el habitante del desierto. Em cambio a nosotros nos basta €l concepto general y “abstract” de camello. Es decir que cada palabra —y con mayor raxin cada lenguaje— predispone al pensamiento para un cierto tipo de explicacién: el me Gio lingitstico incluye de por st un modo de ver y un modo de expli Ea FREMISAS car, Cuando el pensamiento ha encontrado la palabra, queda “sigy nnado™ por esa palabra; la palabra es como el molde en el que se debe acomodar ef pensamiento. Por lo tanto, cuando digo condieionamien. to lingtistice entiendo que un pero seméntico * esta preconstruyendo al pensamiento y le sirve de anteojeras interpretativas. As, las diferencias entre las eiviliaciones son también un hecho lin- fistico. Si nos remontames a las respectivas plataformas. seménticas ¥ sintécticas de toda civilizaciin (por ejemplo, el chino es una lem gua “aislante", sin estructura gramatical), no es dificil darse cuenta por qué sus “concepciones del mundo” © ‘visiones de Ia vida son tan profundamente diferentes, por qué un mismo ( (presumiblemente) mundo “objetivo” se traduce en mundos “subjetivos” infinitamente diversos. Un universo lingiistico, por su fuerza de inercia seménti- (, es de por si indicative del modo de pensar de un pueblo y de una Givilizacién. Debido a ello no nos entendemos entre civilizacién y ci vilizacién (podriames decir, en grueso, entre Oriente y Occidente), nno existe una verdadera comunicacién;, porque las respectivas matri- ces lingiisticas implican diferentes logicas, médulos mentales no equi- valentes, un modo disimil de interpretar y de reaccionar ante Ios misines acontecimientos. Por eso no ¢s sorprendente que el pensa: miento légico-cientifico sea una caracteristica de la civilizacién occi- dental y no de otra civilizacidn, aunque fuera mls antigua o quizds ads refinada y compleja; el estudio de sus respectivas estructuras lin sgiisticas bastaria para darnos una explicacién exhaustiva del porqué. IL2, Ex steximcano Esublecida en términos generales a relacién entre lenguaje y pen- samiento, volvamos a los diferentes usos lingiilsticos (corrientes especiales), Hasta ahora hemos hablado del lenguaje entendiendo: por tal un conjunto de signos (palabras) provistos de significados. Que- ‘démonos ahora en el “significado”. Tomemos como ejemplo un tex- to en una lengua extranjera que no conocemos, pero cuya gratia sea similar a la nuestra, En tal caso, podriamos leer y explicitar fonética- mente esos signos, pero ellos quedarfan mudes; no comprenderiamos * Por semintca se entiende el odio del significado de lox signs linguinico. Sin embargo, mi alae eth punto saize el peo semdace, decie sobre ek peso sinie Feante de Jos signos. CIENCIA Y FILOSOFIA 38 su signifieado. Viceverss, conocer una lengua quiere decir: compren- sder el significado, ¢Pero qué es el significado? Lo que equivale a pre- guntar, gen qué consiste la inteligibilidad de las palabras? Las pala- ‘bras son, en primer término, signos vicatios, representatives de otra cosa: esidn en lugar de; en lugar de algo diferente a ellos mismos. ‘Tal, en términos generalisimas, el significado de lo que lamamos significado. 2En lugar de qué estin? Vale decir —y es lo mismo—, aor qué “significan"? Una respuesta puede ser esta, aunque dema- Siado general: las palabras significan porque evocan 0 denotan de ‘alguna manera una imagen. Las palabras son. “simbolos lingitsticos que estén en Iugar de un simbotizado y, mis concretamente, en lugar de las imagenes que le reclamames a nuestra mente cuando fa pro- que todas Jas palabras tengan como co- rrespondiente una imagen. Digo solamente que un discurso se hace inteligible porque se presenta en términos linglisticos que evocan imagenes. Viceversa, un lenguaje no es significante (por ejemplo es un lenguaje totalmente “formalizado", como el de fa. matemti 2) cuando sus proposiciones no contienen ningiin término posible Se desicrollarse en lguma imagen. Con Iss matemétie;s pawdemos camplir infinitas operaciones deductivas; pero esis operaciones que- dan mudas a los efectos significantes. Las operaciones matematicas, fen efecto, son operaciones de cilculo, sirven para contar, medir y ‘ransformar; pero no sirven, tomadas en s{ mismas, para comprender. Pero aqui no interesa la pregunta general: gqué ¢s el significado? ‘A las preguntas demasiado genéricas deben darse respuestas no me- nos genéricas. Per Jo tanto, comencemos a ser um poco més precisos, a distinguir. Sartre afirm6 que nosotros conocemes segtin tres modalidades: per ceptivamente, por concepto 0 por imagenes. Esto es, de um modo que podriamos lamar ocular, visual; o bien intelectualmente, pot con- Ceptos: 0 si mo, también, por via imaginativa. Pero hacer del “conoci- siento por imagenes ” una subespecie, puede inducir a equivoco. En un sentide lato, conocemos en todos los casos por imdgenes, Entonces vuelvo a formular esta distribucién tvipartita del siguiente modo: conocemos segtin imdgenes percibidas, segiin imdgenes concebidas 0 en funcidn de imdgenes fantdsticas, En otras palabras; las palabras poseen un significado eminentemente perceptive, 0 enninentemente ideativo, © bien tipicamente alusivo, Lo que alimenta nuestra com- prensién en un pevcibido, o bien un concebido, o bien. un fantastica: 3s PREMISAS do. Se infiere de aqui que un uso lingitistico que adapta con prefe- rencia palabras en. su significado “perceptivo", dard lugar a un saber de tipo descriptivo, dirigido principalmente explicar observando; ‘que un lenguaje que emplea con preferencia las palabras en su sig- nificade “ideativo", producira en cambio un saber de tipo especula- tivo; y que un Lenguaje que se apoya en “imdgenes alusivas", com- duce a un entendimiento diferente de los otros dos. Establecido y precisado este punto, podemos plantear nuestro pro- blema. Preguntamos, ;gué significan las palabras en su so empirico? Y contelativamente, ¢qué significan en su uso especulativo? Vale de- cit, ¢qué tipo de significacidn se utiliza y se exige en el conocimiento emptrico? ¢Qué tipo de significacién se usa, en cambio, en el contexto del conocimiento filosdfice? Respondienda a estas preguntas, podre- encontrar #1 criterio metodoldgica de demarcacién entre la cien- cca empirica de la politica por un lado, y la filosofia politica por el otro TL8. Ex conocintexro eaevinico ‘Comencemos por precisar el significado del téemina empiria. Desde cl punto de vista etimol6gico, el conocer empirico, 0 empiria, quie- re decir pasar a través, esto es, hacer una experiencia tangible, tée- til, directa de algo. De modo que un conocimiento empitica puede definirse en general como el conocimienta que se afinca en Ia expe- to ¢s hijo de la experiencia (es una técnica de contro y de reproduc- cid de experiencias); pero la espectalizacién cada ver mayor del saber clentifico mos lleva hoy 2 diferenciar netamente el saber empiri co del saber experimental, las ciencias empiricas de las del experi- ‘mento y el laboratorio. En este contexto, a nosotros: nos interesan las primeras, ya que la ciencia politica, sociologfa, la psicologia social, la economia, som conocimientos empiticos, no ciencias experimenta- les. Establecida esta premisa, vayamos a la pregunta: ccudl es el fin el conocimiento empirico? Respondo: describir, comprender en tér- rminos de observacién. El conocimiento empirico tiene que responder a Ia pregunta: gedmo? Gémo es lo real, cOmo es el hecha? En el do- minio empfrico, nuestra finalidad es comprobar cémo son las cosas para legar a comprender describiendo. ‘2Cbmo conseguir un saber “descriptivo"? Es obvio que debemos CIENCIA ¥ FILOSOFIA 2 valemnos de un lenguaje que emplee preferentemente palabras que tengan un significado “perceptivo", palabras “de observaciéa”. Lo que se puede decir también de esta manera, empleando Ia termino- Jogia de Croce: en el campo de lo empirico, las palabras significan a representan (se entiende que ésta cs la generalizacién de una tendencia). Dado que el lenguaje tiene una finalided descriptiva, las palabras estin en lugar de lo que representan. Viceversa, cuando las palabras estén en lugar de las representaciones, lo que obtendremos ser4 un conocimiento descriptive. El uso emplrico es un uso tipica- mente “représentacionat” del Lenguaje. Por lo tanto, el eenocer em- Pitico es un conocer perceptivo, de observacién, ligado a imigenes perceptivas y que se vale de ellas. Es éste un tipo de conecimiento “que se basa en los hechos” y por lo tanto fundado en el pereepium. Pero no debemes tomar literalmente este concepto de percepciin, y por lo tanto de imagen perceptiva, visual, ocular. La de esta manera lMamada percepcién es un producto altamente elaborado del pen- samiento, Esto es, mo debemos creer que esta percepcidn sea una especie de unin inmediata del intellectus con la res. Por el contrario, el per- ecptum surge en general de wn contral y de una inspeccién que se opera sobre el conceptum. Primero “concebimos” un simbolo lingii tico: después, eventualmente, lo pasamos por el filtro de un redi- mensionamiento de observacién. El conocimiento empitice no es el conocimiento més inmediato, sino en todo caso el mis mediato? De esta primera advertencia deriva una segunda: no caigamos Ja ingenuidad de creer que el conocimiemto empirico es conereto por estar en contacto con las cosas, por su inmediatez con las cosas tal como som en sf y por si. Ingenuidad que se prolonga en la erré- ca inferencia de que tode conocimiento no empiric 5, por esa mismo, abstracto, En el lenguaje comin empleamos la calificacién de “concreto” y de “abstracto” simplemente para decir que una cosa nos interesa y otra no. En rigor, el saber mds abstracto cs hoy, por cierto, la fisica, Lo que se trae a colacién para decir que el discurso sobre los “niveles de abstraccién” (véase § IIIA) es otro; y sobre todo para hacer notar que en todo tipo de saber, se necesitan términos ¥ conceptos. abstractos. El carhcter de checrvacin del lenguaje es um desrollo que vieoe con la ives seacdn con Iah defisiciones eperatvan Vda dnjea Tercera Parte, § VIII. 8 PREMISAS IL4, Et conociwtento EspecuLaTivo La pregunta que preside la investigacidn filoséfica no es “gcémo?”, sino “gpor qué" El conocimiento especulativo tiene un fin que no puede satisfecerse con una respuesta. descriptive. La filosofia busca la “ragén. de ser” Gltima de las cosas, atiende a su ‘‘esencia” y no a su “apariencia”, procura una explicacién y legitimaciéa conclusiva del mundo, La'descripcién fenoménica de cémo se aparccen las co- sas, es para el fildsofo, com mucho, un dato a quo, Vale decir: cl ‘conocimiento filos6fico no ¢s un conocimiento empirico, sino lite ralmente un conocimiento metafisico, que va ms alld de los hechos 10 de los datos fisicos (meti-ia-phisikd), 0 sea que es un conocimien- to que trasciende 1a empiria. Esto significa que el lenguaje no se aplica a una finalidad descriptiva, y en consecuencia que las palabras ‘no estin en lugar de lo que representan: no denotan un perceptum, sino que connotan un. conceptum. La asercién estd tomada cum grano salis. Describe tan s6lo una tendencia y debe atcnudrsela de cste ‘modo: en un conocimiento metaemplrico, las palabras no tienen s6lo © primariamente un uso representative. En otros términas, las palabras, en filosofia, som leves en su contenido denotativo, pero en cambio cargadas de eonnotaciones. En filosofia, pues, el lenguaje no tiene finalidad deseriptiva. ¢Cudl «s, entonces, el uso especulativo del lenguaje? Es un uso ulirarrepre- Sensativo y omnirrepresentative, para emplear la terminologla de Croce, que me parece feliz a estos efectos. Las palabras, aqui, signi- fican mucho mis de lo que zepresentan, y su significado no resulta agotado por ningin conjunto de representaciones. Son “ultrarrepre sentativas” porque estén més allé de cualquier representacién. y “om- nirrepresentativas” porque retinen en si todas las representaciones posibles. En filosofia se podria decir que forzamas las palabras, si existe el “esfuerzo del concepto”, como decia Hegel con imagen pintoresca. Wale decir que tratamos de expresar més de cuanto el instrumento lingiistico parece admitir. En la critica estética se dice a menudo que el artista ha “transfigurado” la realidad. Andlogamen te ocurre en filosofia, También aqui las palabras son transfiguradas; pero en una direccién diferente, en sentido 16gicoconceptual y en arin de un marcadisimo enrarecimiento hacia la abstraccién. Este 1nso Hingitistico responde a la finalidad del conocimiento especuls tivo: si es ultraemptrico o metaempfrico, se deduce que tampoco las palabras tienen ya una referencia emplricorepresentativa, Dado que CIENCIA Y FILOSOFIA ” €1 objeto del filisofo no es el mundus sensibilis, sino un mundus inteligibilis, no se trata para 1 de percibir, sino de concebit. ‘He agu{ por qué la filosoffa es dificil. En primer lugar, porque es tun leaguaje especial, en el cual (como en cualquier otro lenguaje especial) tropezamos con vocablos que no conociamos. En segundo lugar. porque también los vocablos conocidos aparecen transfigura: dos. Por 10 tanto no puede asombrar que un lector inexperta no entienda nada cuando: lee un texto de filosotia, o bien que, haciéa dose Ia ilusién de que entiende, se emborrache con €l (por ejemplo, Ja Dialéctica negativa de Adorno es un monumento de indesifrable oscuridad que por eso mismo puede gratificar ¢] ego de quien cree descifrarlo). De modo que el lector inexperto recogeré de la lectu ra de textos filaséficos la impresién de que los fildsofos se dedican a decir tonterias. ¢Las dicen realmente, © se las hacemes decir nos ctros, por malentendestos? Antes de jugar, hay que darse cuenta del he- cho de que la flosofia expresa el extremo esfuerza cognoscitivo del hombre: ¢1 que procura satisfacer nuestra “necesidad metafisica” (como decia Dilthey) de responder al “por qué ultimo” de lo real La fillosofia, cuando et tal, es expresién de la més exasperada ven: sidn heurittica de que sea capaz el intelecto bumano. 115, Gimncia vy Frtosoria como NIVELES DE VERDAD El esquema Recapitulemos esquemfticamente las distinciones que hemos venide haciendo: 1) matriz: ¢s el lenguaje materno, el que se expresa en la conversacién corriente, comiin, “civil” (como decia Locke). En un lenguaje promiscuamente logico-emotivo, a la ver que indiferenciato, y por supuesto acritico; 2) divisién de fondo: es la distineién entre la dimensién emotiva y la dimensién Logica del lenguaje; 3) distin- ida dentro del Ienguaje Idgico: es la diferencia enue el. canoci miento cientificoempfrico y el conocimiento especulativofiloséfico. ‘Al analizar esta lima distineién, hemos venido observando que, en el dominio de lo empirico, el lenguaje tiene un uso representati- vo, mientras que en el campo metaempfrico tiene um uso ‘ultrarre presentativo. Es una diferencia que sugiete una disposicidn estrat- ardfica, esto es, ver a Ia ciencia y a la filosofia como. dos planos 0 niiveles de verdad superpuestos. Es una perspectiva que explica, entre 0 PREMISAS otras cosas, edmo es que Ta ciencia y la filosofia pueden coin: ratione materiae, sin colidir 0 entrar en conflicio por esto, Adopte- 0s, pues, esta proyecciéin estratigréfica, tomanda como panto de apoyo el conocimiento empirico. De ello resulta el siguiente esque- ma: a) nivel empirico de la verded, en el cual tenemos el uso repre- sentativo del Ienguaje. Lo adopto coma punto de referencia. Abar- a, grasio modo, la esfera de lo observable ict oculi, a través de lo visual; b) nivel subempirico de verded, en el cual se recurre a la matemdtica o en totlo caso se abandona el lenguaje natural. En este nivel, lo observable es algo que transcurre en el experimento de la- oratorio; ¢) nivel supraempirico de la verdad, en el cual se tiene 1 uso ultrarrepresentativo del Ienguaje. Este nivel incluye la esfera de Io inteligible, no sujeta a las contradicciones de los hechos. En este campo, las ciencias experimentales, exactat y fisico-mate- mitics no nos competen. Pero convenia mencionar también este nivel infraempfrico del conocimiento, aunque més no fuese para descalificar Ja creencia de que las ciencias son tales porque versam sobre cosas que se ven se tocar. EL conocimiento del hombre se despliega, pues, en tres dircecion nes, o en tres dimensiones eavacteristicas: 0. bien permaneciendo en el imbito de lo visible, es decir de lo describible (nivel empirieo de verdad); 0 traspasindoto hacia abajo; 0 tracpasindolo hacia erviba Se ve de este modo ofmo se desprende del minimo comin denomina- dor del Ienguaje materno, toda una serie de usos lingiisticos espe- iales, y por lo tanto cémo el hombre configura distintos vipos de saber usando aproximadamente un vocabulario inicial comin. Tra- temos de completar este esquema arquiteciénico elemental con algu- nas dilucidaciones integradoras. Clarificaciones Ante todo, gpor qué digo planos 0 niveles de verdad? Verdad es una palabra demasiado amplia y comprometedora. Tommaso definis la verdad como una “adecuacidn del intelecto- a la cosa”. Sin embargo, no sabemos qué pueda ser esa “cosa” que esté fuera del intelecta: siempre la encontramos infusa y transfundida con el intellectus. ‘Contentémonos entonces con detinir la verdad a la manera de una @tica. profesional, esto es, como Ja finalidad de nuestras exigencias cognoscitivas. En definitive, buscar Ia verdad es buscar un conoci- CIENCIA Y FILOSOFIA 4 miento correcto, con método, con coherencia, con inteligencia, con paciencia, con seriedad, con escripule. Todo estudioso busca la ver- dad; por sus caminos, con sus técnitas y en el plano de sus propias intereses cognoscitivos. ¥ si es asi, entonces “verdad” no es un titu lo que eorresponda legitimamente a una sola disciplina. Es por ello que digo niveles de verdad; porque el conocimiento empirica es, en cuanto empirico, tan. “verdadero” como lo es, en su plano o nivel, el conocimiento especulativo. Y por cllo hablo de planos o niveles de verdad tratando de abreviar la estéril pero encarnizada polémica que desde hace tiempo enfrenta a cientificas y fildsofos y los tiene en pie de guerra a unos com otras. ‘Abreviar en el sentido de que la relacién entre la filosofia y la ciencia ya no puede verse como gustan formularla los Fildsofos; es decir, como una Telacién entre un conccimiento superior y un cono- cimiento inferior, entre un saber cierto y un saber opinable, entre tuna verdad suprema y una verdad contingente, entre un conocimien- to absoluto y un conocimiento relativo; cuando no, abiertamente, ‘como una antitesis entre conocimiento y seudoconocimiento, Tam- poco —viceversa— la relaciém entre Ta ciencia y Ia filosofia puede ter considerada tal como gustan representirsela los. hombres de cien- cia; esto es, como una relacién entre el saber concreto y la abstrac- cia metafisica, entre el conocimiente fandado en hechos y un co- nocimiento que no conoce nada. “Anticipo una objeciém, que me sirve pars introducir r4pidamente tuna segunda aclaracién. Se podrfa objetar que al decir planos 0 ni- veles de verdad se pone a la verdad en plurals y al pluralizar la verdad, se la relativiza. No es cierto. Si dispongo el conccimiento en tres planos, esto no significa que haya tres verdades. En efecto, la verdad se sitta por conceptos, lo que quiere decir que a cada com- cepto corresponde “una” verdad, In verdad de ese concepta, El de- ‘bate sobre la pluralizacién de la verdad eonduce a un gran equivoco: fl de referir la verdad a los nombres en logar de a los significados, al signo en yez de a Ta idea. La verdad no recurre a veces a una “pa labra”, es decir al signo lingiistico; corresponde en cambio, a veces, 1a cada significado de un signo lingiistice. Por lo tanto, no es que 2 cada nombre deba corresponder una sola verdad. Quien argumenta de exte modo, se deja engafiar por cl hecho de que debemes recurrir a una misma palabra para mentar cosas radicalmente diferentes; es decir que confunde lo Verdadero” con un “signado: tnico”” 2 PREMISAS Atenuaciones No debemos ereer que la delimitacién entre Ia ciencia empirica y 1a filosofia es tan nitida como he tratado de presentarla con fines meramente didascdlicos. Para empezar, el “obmo” y el “por qué” ‘estin interrelacionados. Cuando describo, proporciono ya una clerta explicacin; saber céimo son las cosas es comenzar a explicarias. Pero de este modo, o hasta aqut, la explicacién es solamente una subclase de la descripeién. Y mo es asi como la entiendo. El ideal ditimo de la ciencia es nomotético; esto es, encontrar leyes", leyes de tipo causal. EL eonocimiento cientifica, tal como se ha dicho desde siempre, tun scire per eausas, un saber que explize encontrando causas, estable ciendo relaciones de causa a efecto. Por Io tanto no he dicho ni in tento decir que el hombre de ciencia se reduce al “cimo”, se limita a describir, © que su explicacién “esté dentro” de su descripcidn. Si la ciencia es, como en efecto ocurre, curiosidad cognoscitiva, etd claro que la ciencia esti toda ella animada por el “por qué”. La distineién que aqui se ha formulado, indica —y no me canso de sepetirlo— predominio prioridad. En la ciencia empirica la explicacién va precedida por la deseripcién, en el sentido de que ln primera debe prevalecer sobre la segunda. Per el contrario, en filosofia la explicacién —Ia respuesta a los “porqués"— preponilera sobre la deseripeién, la somete a sf, o inclusive la ignora, Por supues to, étas son silo directrices, tendencias de méxime. "Andloga adveriencia hay que hacer con respecto a lo “percibido” " También se trata de una divisién de maxima, que no debe entenderse como una separacién. Lo que es percibido, lo concebido es también de alguna manera parcibible. No obstante, también en este caso encontramos prevalen- cias, que tienen que ver, al fin de cuentas, con modes de indagacién y ibizos mentales perfectamente diferenciables. En tercer lugar, ¢s importante advertir que también la subdivisiéa cstratigrifica entre “niveles de verdad” representa una reconstruc- cién a pasteriori y no una subdivisién de competencias consciente mente buscada por los cientificos y los fildsofos, respectivamente. No debe olvidarse que en este campo no estamos ilustrando un esquema de oxganizacién del saber ya constivuido y acepeado, sino que lo esta mos buscando, A fuera de buscarlo, ereemos haber encontrado uno que funciona y que permite una pacfica convivencia con el otro: con tal de que, e0 sf, cada disciplina cumpla con su cometido y per- CIENCIA ¥ FILOSOFIA 8 mancaca en el imbito que le es propio. En cuarto y ditimo lugar, serd ‘oportuno precisar que el esquema de diferenciacién entre la filoso- fia y la ciencia sugerido aqui, se aplica mejor cuando una tradiciin filoséfica es netamente especulativa (como cn Italia). y que en cam- bio aparece menos clara cuando debemos enfrentarnos a una tradi ‘cidn filaséfica de tipo empirico (como en los paises anglaszjones). ¥ { obrio, si también la filosofia es de entonacién empirista, Ia cien- ia y a filosofia se aproximan. Esto no quiere decir que en este caso la nea de demarcacién se debilite; quiere decir simplemente que se hhace més sutil, y que requiere por ello: ser trazada con mayor puleri ttud y euidado? Declamos antes que el fillsofo se caracteriza como tal porque “va mis alld de las cosas fisicas". Pero debe agregarse que las “metafisi as” Filoséficas son de diverso tipo. El prototipo del filésofo metafi- sico es Platén, de quien merece transcribirse este pasaje caracteris tico de Ja Repiiblica: “Estamos realizando una indagacién sobre Ia nnaturaleza de la justicia absoluta y sobre el caricter de lo perfecta- mente justo, ¥ sobre la injusticia y lo perfectamente injusto [...} zAcaso muestra teorla serd mala teorfa si wo somos capaces de probar ‘que se puede ordenar el Estado de la manera descr Arist6teles ejemplifica, ¢ incluso funda, una metafisica que po- ddriarnos Hamar (como antitesis de Platén y para entendernos} “rea- lista". Pero es una metafisiea; Arist6teles procedia deduetivamente de los primeres prineipios en el Ambito de una “sustancia” que cons tituia la estructura necesaria y permanente del “ser”. No podriamos seguir aqui las variaciones del tema y los distintos entrelazamientos del platonismo y el aristotelismo 2 lo largo de Tos milenios. Tal ver 1 sustrato metafisico no aparece con bastante evidencia, no se pone de relieve de inmediato. Spinoza escribia en su Tractatus politicus: “‘Aplicando mi mente a la politica, he procurado demostrar por me- dio de un desenvolvimiento seguro ¢ indubitable de Ia argumenta- scdn, y de deducir de las condiciones mismas de Ia naturalera del ‘hombre [...] s6lo las cosas que mejor se concilian con la politica [| He trabajado atentamente, no para esearecer, lamentar © exe- ‘ear, sino para comprender las acciones humana." A. primera vista parecerfa que Spinoza habla come Hobbes, o més exactamente como Maquiavelo. La clave del pasaje esti en el verbo “deducir”. A dife- vrencia del empirista, Spinaza no reconoce Ia induceién; todo es £8 * Vewe ine § VIS. 4“ PREMISAS rea deduccién (more geometrico) de un orden necesario del mun do, que es precisamente un orden geométrico, el cual conduce a la férmula (teoldgica y también metalisica) Deus sive natura, Quinis el filésofo sistemdtico que con mayor eficaria intenté rebuit la metafisica y fundar una filowtia no metafisica, “naturalista”, fue Dewey, el més alto exponente del pragmatisma filosifico. No podemos entrar a diseutir aquf hasta qué punto Dewey tuvo éxito en su intento. Es.cierto (y el hecho resulta sintomético) que la influencia de Dewey no atravesd jamés el Atlintico. Los ingleses estaban dedicados a la fi losofia analitica; y en el resto del rmundo, las filosofias que realmente marearon 1 curso de la historia eran todas derivaciones idealistas y hhegelianas (rebeldes a ella en el easo del marxismo y el existencialis- mo), y por lo tanto de neta inspiracién metaffsica. La leccién me pare- ce a siguiente: cuando una tradicidn filosdfica termina por perder toda curiosidad metafisica (de bisqueda de una inteligibilidad il- tima de Ia existencia), cesa simplemente de ser “filosofia", o bien pierde peso; no s6lo no sustituye a las “filosofias totales”, sin que re- sulta en definitiva fagocitada por ellas ‘Veremes después con mis dctenimiento por qué la inmersién del cempirismo “camo filesofia” en el empirismo “como ciencia™ revaltd insatisfactoria y tuvo el sabor de uma amputacién antes que de una solucién diferente y mejor. Bastard comprobar ahora que a cada ten- tativa de Hevar una filosefia empiriea hasta el mismo “nivel de ver- dad” en el que se disponen las ciencias empiricas, siempre, infali- blemente, corresporide la exigencia y el requetimiento de hacer “més filosofia"; lo que equivale a decir, retornar 2 la filosofla como Io que ‘s, 0 en todo caso volver a rehacer una filosofia que no sea un epife- némeno de la ciencia. Lo que parece telrendar Ia valider de la six tematizacién. metodolégica que hemos descrito agi I16. La ciexeia Potirica como CoNocIMIENTO DE APLICACION Tratemos ahora de ver mejor cémo trabajan, qué interés persiguen ¥ qué métodos aplican el conocimiento empirico y cl especulativo, respectivamente, tomando en consideracién los casos especiales que not competen, Comencemos por la ciencia politica. Como toda otra iencia empirica, también éta debe comenzar por ser un conocimien- to descriptivo en el cual prevalece el “significado de observacién” de las palabras. (supra § 11.8), y donde un comprendedor que describe com- GIENGIA Y FILOSOFIA 6 diciona y fundamenta la explicacién. Preguntémonos, zpor qué nunca ‘ccurre que st con. precisién cémo funciona una determine da realidad, 0 bien cimo est4 hecha? Naturalmente, se puede res ponder que asi como existe el ratdn de biblioteca, también existe el Tatéa de a investigacién sobre el terreno, el “fotdgrafo” por el séla gusto de serlo. Pero no es sélo cuestién de gustos y de idiosincrasias. Las disciplinas tienen una razén de ser intrinseca. Si queremos sx ber cGmo esté hecha una cieria realidad, es porque nos urge obrar sobre esta realidad. Vale decir que el conocimieato empirico es un conocimiento pera aplicar. Veremos mis adelante (infra § V.2) Ia di aplicada”. Esa diferencia no quita que en iltimo andlisis la ciencia sea un saber prictico. ¥ Ia ciencia politica no es excepciin a esta regla. También lla es, o tiende a ser, un saber de aplicacidn, operativo: wun insiru- mento para intervenir sobre la reclidad de que trate. De ahi que cs tudie los problemas en razin de su aplicaci6n, esto cs, segiin el cri terio pragmatico de verdad: es verdadera la solucién que funciona, es exacto el proyecto que alcanza éxito en su aplicacién. Pongdmonos de acuerdo sobre esta nocién de aplicabilidad. Para poner en ejecucién un determinado programa, no basta com tener Ja fuerza bruta para imponerlo; ella, por si sola, no es saficiente para demostrar que dicho programa sea aplicable y que peda tener éxi- to, Toda la fuerza del mundo no es

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