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“Hace 3.

500 años, los egipcios dividieron el día en 24 horas e inventaron un reloj solar que medía
el tiempo mediante la longitud de las sombras. Con la barra orientada hacia el oeste, el sol llegaría
a las doce del mediodía justo cuando no hubiera sombra en el instrumento. Es decir, el inventor (o
inventores) del primer reloj sabía cuándo el sol estaba en lo más alto. La precisión de la medida del
tiempo fue mejorando tanto con nuevos relojes como con nuevos conocimientos astronómicos” (.
Jaime Rubio Hancock) La observación del firmamento llevó a los antiguos egipcios a inventar el
calendario para regir sus festivales religiosos y controlar la crecida anual del Nilo Asimismo, los
astrónomos egipcios, los imy unut u "observadores de las horas", eran en su mayoría sacerdotes,
algunos de alto rango, además de ejercer alguna otra profesión.

Huang Di, Emperador de China (ca. 3000 a.C.).

Emperador de China, primero de los Cinco Emperadores Míticos, que vivió hacia mediados del
tercer milenio a.C., cuyo nombre significa Emperador Amarillo.

No aparece en los primeros anales de la historia china, que sólo mencionan a los dos últimos
emperadores, Yao y Shun. Huang Di y los dos emperadores siguientes, Zhuanxu y Ku, fueron
añadidos más tarde a la lista de los primeros soberanos, para que ésta coincidiera con los cinco
elementos de la cosmología china (agua, madera, tierra, fuego y metal). La antigua mitología,
reconstituida por los letrados, se convirtió así en una historia cuyo orden cronológico
correspondía a la necesidad de encontrar fundamento a las ideas que tenían sobre el origen del
mundo y el papel de la civilización. Autor

 Dra. Consuelo Marco Martínez ; Dª Catherine François Brugidou

Por Dominique Fléchon, experto y consultor en relojería fina

El calendario, atribuido al Emperador Chino, el «Hijo del Cielo»

Según la leyenda (aunque la escritura no se inventó hasta 1800 años


más tarde), se cree que la astronomía china data del año 61 del reinado
de Huangdi, es decir, el 2637 aC. Al legendario emperador,
considerado el padre fundador de la civilización china, se le atribuye la
invención del calendario. Inicialmente basado en la luna, el calendario
se volvió lunisolar alrededor del 1400 aC Este calendario básico fue
complementado por un ciclo sexagesimal, independiente de los
fenómenos astronómicos y utilizado para medir los días y meses que
pasan.

Hasta el final del Imperio en 1911, el calendario era un atributo de la soberanía imperial. El
monarca de la época, conocido como «Tian zi» o Hijo del Cielo, y considerado un intermediario
entre el Cielo y la Tierra, comenzó su reinado mediante la introducción de un nuevo calendario
basado en los dos principios complementarios de Yin y Yang. Desde entonces titular de un
«mandato divino», la tarea del monarca era transmitir información basada en el estado de los
cielos para asegurar una existencia terrestre armoniosa. La astronomía se elevó al rango de
ciencia estatal y gubernamental.

China desarrolló la clepsidra, ejemplos de los cuales fueron


presenciados por primera vez alrededor del año 500 aC. La clepsidra
de entrada y salida era un jarrón cilíndrico con una abertura en su
base. Para mejorar su precisión, los chinos equiparon el instrumento
con un sistema de sifones, seguido de una serie de depósitos, cada uno
alimentando al otro.

Esto culminó, hacia el año 1000, en un modelo, que combina ambos


métodos. Apareciendo en el siglo V, se usaron clepsidras de balanza,
compuestas de receptáculos suspendidos de un travesaño de balanza,
para medir intervalos de tiempo cortos. Para ayudar al Emperador en
su misión, los astrónomos y los ingenieros mecánicos desarrollaron la
esfera armilar accionada hidráulicamente.

Para hacer esto, se esforzaron por aumentar la fuerza mínima de agua


en una clepsidra lo suficiente como para poder alimentar una máquina
grande. Lograron su objetivo gracias al efecto multiplicador de la
rueda.

«Tu hijo no es tu hijo, sino el hijo de su tiempo»

En el siglo XI, en China, el reloj astronómico accionado por agua con


regulador lógicamente debería haber estado generando relojes
mecánicos. Sin embargo, los astrónomos estaban ocupados siguiendo
otro curso, uno que provocó la división entre Europa con su ascenso
hacia la supremacía económica y técnica y el Imperio Medio con su
prolongado estancamiento.

China estaba más preocupada por mejorar la astronomía observacional


que la medición del tiempo. La primera alcanzó un grado de
refinamiento incomparable entre los siglos XIII y XIV gracias a la
construcción de instrumentos sobredimensionados que permiten
mejoras considerables en la precisión.

El instrumento construido por el astrónomo Guo Shoujing en 1276


cerca de la ciudad de Dengfeng le permitió medir el intervalo de un
año con una precisión de 23 segundos. Los campos de la astronomía y
la relojería, cuyo ejercicio estaba prohibido, eran una reserva secreta
del Emperador y sus científicos. Por lo tanto, al construir un nuevo reloj
astronómico, los relojeros y astrónomos considerados competentes para
el trabajo eran obligados a aprenderlo todo de nuevo. Esto nos recuerda
un dicho de Confucio: «Recuerda que tu hijo no es tu hijo, sino el hijo
de su tiempo».

La medida del tiempo, no satisface una necesidad básica

La población vivía principalmente de la agricultura regulada al ritmo


de las estaciones, del día y de la noche, y se conformaba con estos
indicadores naturales. En las ciudades, las horas y la hora pública eran
anunciadas por las torres de los relojes, o por los tambores, como sigue
siendo el caso con las «Torres del reloj» y las «Torres del Tambor» de
Pekín y Xi’an. El tiempo privado, sin embargo, estaba más o menos
indicado por gnomones verticales y relojes de combustión con mechas
graduadas.

Bajo la dinastía Sung (960-1279) aparecieron relojes de incienso


basados en el tiempo que tardaba en quemarse el material. Aunque
proporcionaron una precisión aleatoria, estos instrumentos fueron
suficientes para satisfacer las necesidades de las clases medias, mientras
que los relojes de agua estaban reservados para las autoridades debido
a los impedimentos y limitaciones que implicaban.

La relojería era, por lo tanto, un privilegio del Emperador y sus dignatarios, que se volcaron en
Europa por sus piezas de calidad.
Laura Laurencich-Minelli
Universidad de Bologna (Italia)

En el mundo de los Incas, Mayas y Aztecas, el tiempo no es concebido proceder


linealmente como en nuestras culturas, sino circularmente, como se evidencia en las
creaciones y destrucciones sucesivas, que se narran justamente como eventos cíclicos,
tanto en Perú como en Mesoamérica.

El concepto de tiempo entre los Mayas y los Mesoamericanos era tangible: algo
concreto que se manifestaba ya sea en la proyección del tiempo sobre el espacio (es
decir en los lugares de observación, para establecer los movimientos del sol y corregir
el calendario), ya sea en la división del calendario ritual mesoamericano de 260 días
que coincidía con los cuatro puntos cardinales que al mismo tiempo lo regían, uno a la
vez, en la sucesión Este, Norte, Oeste y Sur. Además, es importante subrayar que el
tiempo era considerado llevado directamente por los dioses, como una especie de
estafeta en que el tiempo mismo era el concreto testimonio. (Laurencich- Minelli
1999a; 1999b).

Para los Incas, el tiempo coincide con el espacio, como lo expresa ya inicialmente el
vocablo quechua pacha que significa tiempo y espacio contemporáneamente. Esta
sinonimia entre tiempo y espacio indica que el primero era considerado
concretamente y proyectado sobre el espacio geográfico. El tiempo en efecto, era a tal
punto considerado una unidad con el espacio humanizado, que los ceques, aquellas
líneas que partían del centro del mundo inca, la ciudad del Cuzco, permitían
individuar no sólo grupos sociales y las 328 huacas que marcan el calendario ritual de
328 días de los Incas, sino que algunos de ellos codificaban también las observaciones
astronómicas, indicando el punto de algunos momentos significativos del sol y de la
luna (Zuidema 1990: 73; 1995). Tiempo que se consideraba proceder circularmente, y
entre los Incas hacia atrás, como lo indica el término quechua ñawpa pacha= tiempo
pasado, que significa también tiempo/espacio adelante.

En el mundo precolombino, que considera el tiempo concreto, no debe


sorprendernos que el concepto de cero no represente la nada como nuestro cero, sino
también algo concreto.

empecemos por la compleja concepción del tiempo que tenía la mitología griega. Es bien
sabido que el dios del tiempo era Cronos, rey de los Titanes y padre de Zeus. Según el mito
recogido por Hesíodo en su Teogonía, era hijo de Gea y de Urano, o lo que es lo mismo, el tiempo
nació justo en el momento en que el cielo y la tierra se separaron. Para comprender la naturaleza
de esta deidad basta con recordar el cuadro de Goya titulado Saturno devorando a un hijo ‒en
donde Saturno es la versión romana de Cronos‒. Este dios es el tiempo lineal e irreversible que
todo lo devora. Aquel, seguramente, con el que estamos más familiarizados. El tiempo de los
relojes, de lo finito y, en definitiva, de la muerte.

   Lo que que no es tan conocido es que en su origen existía otro dios del tiempo distinto al
anterior llamado Chronos o también conocido como Aión. La propia cultura helenística llegó a
confundirlos, por lo que no es extraño que hoy en día se consideren como el mismo dios. Aión era
un ser incorpóreo ‒representado como anciano y como niño‒ que dio origen al universo, que lo
rodeaba permanentemente y cuyo poder estaba más allá del alcance de los mismísimos dioses. Este
ser no nace, siempre existe y no devora nada. Es el tiempo circular ‒también representado con
una serpiente que se muerde la cola‒, que recuerda al eterno retorno de Nietzsche. Una de las
imágenes más características de esta divinidad son las estaciones, que se repiten regularmente
cada año. Es el tiempo de la vida.

   Pero situado entre el tiempo de la vida y el de la muerte, combinación perfecta de ambos,


existe un tercer dios del tiempo, el del tiempo humano. Curiosamente, a pesar de ser el más
interesante de todos, se considera como un dios menor, más un diosecillo, un duende o
un daimon o demonio, como dirían los griegos. Es hijo de Zeus, que acabó con la tiranía de
Cronos, y de Tijé, que es la diosa de la suerte y de la fortuna. Se llama Kairos, y se representa como
un joven con los pies alados, completamente calvo salvo por un mechón de pelo y con una
balanza desequilibrada en su mano izquierda. El significado literal de su nombre es el de
«momento adecuado u oportuno» y representa al tiempo en el que sucede algo especialmente
importante, el tiempo de los grandes acontecimientos. En principio puede parecer un dios
benigno, pero la balanza desequilibrada nos indica que es un dios caprichoso, que a veces nos
favorece y otras nos perjudica. De cualquier manera, es el tiempo subjetivo, el tiempo que no es
medible porque tiene su propia medida, el tiempo que explica por qué sentimos un instante como
si fuera una eternidad o al contrario, el tiempo que nos hace interminable la espera del autobús y
que hace que una buena película se nos pase volando, el tiempo, normalmente, que sentimos
cuando trabajamos o cuando estamos enamorados.

   Si tienes a Kairos de tu parte puedes vivir plenamente, con los cinco sentidos, al menos
durante el instante en que esté presente. Hay personas que viven permanentemente buscándolo o
esperándolo. Otros lo invocan como filosofía de vida, que es lo que ocurre con el movimiento
slow. Sobre Kairos Alejandro Corletti Estrada escribió que es «el tiempo de nuestros momentos
trascendentes, de los hechos que marcan fuerte el camino personal de cada uno de nosotros, eso
que algunos denominan destino, y que en determinados momentos nos hizo tomar decisiones
importantes». En definitiva, tiempo relativo.

FRASES
“ comprendí que las sociedades modernas y capitalistas, que se nos aparecen como tan libres y
liberales a primera vista, están de hecho fuertemente reguladas por la temporalidad…lo
interesante es que cuanto más tiempo ahorramos en la Modernidad -la cual es espectacularmente
exitosa para ahorrar tiempo- menos tiempo parece que tenemos.” HARTMUT ROSA, sociólogo
alemán (1965- ) 

El tiempo deberá ser sacado a luz y deberá ser concebido genuinamente como el horizonte de toda
comprensión del ser y de todo modo de interpretarlo. MARTIN HEIDEGGER (1889-1976)

El ser humano es una síntesis de lo temporal y lo eterno, de lo finito y lo infinito. SOREN


KIERKEGAARD (1813-1855)

Con cada hora perdida, perece una parte de la vida. GOTTFRIED LEIBNIZ (1646-1716)

Le he estado dando mi tiempo. Es todo lo que tengo que dar, es todo lo que un hombre tiene.
CHARLES BUKOWSKI (1920-1994)

¿Perciben el tiempo los animales?

Todos los animales pueden adaptar su comportamiento sobre la base de experiencias


pasadas, y son sensibles a la hora del día y la estación. Pero eso no significa que tengan la
habilidad para ordenar los eventos del pasado en un "calendario interno", es decir, no tienen
sentido episódico del tiempo.
Diversas investigaciones con ratas, palomas y monos señalan que los animales pueden
recordar hace cuánto tiempo ocurrió un evento, pero no cuándo.
Es como si estuvieran simplemente llevando un registro de una memoria que se desvanece,
más que poniéndolas en un calendario interno.
La razón para esto puede ser que tener un sentido autobiográfico del pasado depende de
habilidades lingüísticas y numéricas que permitan crear una forma de calendario.
Según otras investigaciones, incluso los seres humanos no tienen mucha memoria episódica
antes de cumplir los cuatro años.

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