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DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD

VIAL
CONSIDERACIONES GENERALES Y
ELEMENTOS COMUNES

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1. CONSIDERACIONES GENERALES
• Los delitos contra la seguridad vial, están tipificados en el Capítulo
IV “Delitos contra la seguridad vial”, del Título XVII del Código Penal,
dedicado a los “Delitos contra la seguridad colectiva”, en los
artículos 379 a 385 ter.
• Las últimas reformas en esta materia se han operado por la LO
15/2007, de 30 de noviembre, que modifica el Código Penal en
materia de seguridad vial. Y, por la LO 5/2010 de modificación del
Código Penal. También se ha producido reformas en la legislación
administrativa.
• El objetivo de las citadas modificaciones ha sido endurecer la
respuesta penal frente a la delincuencia en el tráfico, ante la
progresiva toma de conciencia de la gravedad de estas infracciones
que, todos los años, producen un número nada desdeñable de
muertos y heridos como consecuencia de las imprudencias en el
tráfico

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2. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO Y
TÉCNICAS DE TIPIFICACIÓN
• Se discute cuál es el bien jurídico protegido en los delitos contra la
seguridad vial. La postura dominante entiende que la seguridad vial
es un bien jurídico colectivo, pero que éste no se protege como un
fin en sí mismo, sino con carácter instrumental. Es decir, como
medio para la protección de otros bienes jurídicos como son la vida
y la salud de las personas.

• La técnica de tipificación de estas conductas es la técnica de los


delitos de peligro, en su doble modalidad de delitos de peligro
abstracto y concreto. Con carácter general los delitos de peligro
suponen una anticipación de la barrera de protección penal, al
sancionar conductas que entrañan riesgo para el bien jurídico, sin
exigir la producción de un resultado lesivo

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• Dentro de estos delitos se distingue:
– Delitos de peligro concreto: exigen la realización de una
conducta peligrosa y, además, la creación de un riesgo concreto
para el bien jurídico. Es decir, que el objeto de protección haya
entrado en el radio de acción de la conducta peligrosa,
generando una situación de riesgo para el bien jurídico. Es el
caso, por ejemplo, del delito de conducción manifiestamente
temeraria del artículo 380.
– Delitos de peligro abstracto: sancionan una conducta que, en
abstracto y en general, el legislador considera peligrosa, sin
exigir que, en el caso concreto, se haya creado un riesgo para un
bien jurídico individual. Es el caso, por ejemplo, de los tipos
previstos en el artículo 379 relativos a la conducción a velocidad
superior a la permitida o la conducción bajo la influencia de
bebidas alcohólicas o drogas tóxicas.

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• Como los delitos contra la seguridad vial son tipos de peligro que no
exigen resultado lesivo, pero ¿Qué ocurre cuando, como
consecuencia de la realización de alguna de estas conductas se
produce un resultado lesivo: homicidio imprudente o lesiones
imprudentes, por ejemplo?
• En este caso, se produce un concurso entre el delito de peligro y el
delito de lesión que se resuelve a través de una regla concursal
específica recogida en el artículo 382, que establece: Cuando con
los actos sancionados en los artículos 379, 380 y 381 se ocasionare,
además del riesgo prevenido, un resultado lesivo constitutivo de
delito, cualquiera que sea su gravedad, los Jueces o Tribunales
apreciarán tan sólo la infracción más gravemente penada,
aplicando la pena en su mitad superior y condenando en todo caso,
al resarcimiento de la responsabilidad civil que se hubiera originado.

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3. ELEMENTOS COMUNES A LAS
FIGURAS DELICTIVAS
• Los delitos contra la seguridad vial presentan una serie
de elementos que son comunes a todas las figuras:
– Conducta de conducir
– El concepto de vehículo a motor o ciclomotor
– El lugar donde se desarrolla la acción: la vía pública.
• Conducta activa de conducir: la mayor parte de los
delitos contra la seguridad vial tienen en común la
conducta típica que consiste en conducir un vehículo a
motor. Consecuencia de la exigencia de este elemento
es que sujeto activo de estos delitos sólo puede serlo el
conductor. Es decir, el sujeto que maneja los
mecanismos de dirección del vehículo.

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• Vía pública. La doctrina mayoritaria entiende que
los delitos contra la seguridad vial sólo pueden
cometerse en vías públicas.
– Se excluyen las conductas que se realizan en vías de
uso privado: destinadas al uso exclusivo de sus
propietarios o de las personas que ellos autoricen.
También se excluyen los lugares no transitables o
cerrados al tráfico: cauces secos de los ríos, patios,
garajes.
– Pero, se admite la posibilidad de comisión de estos
delitos en el caso de invasión de espacios
expresamente cerrados al tráfico: jardines, calles
peatonales, parques, recintos feriales etc.
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• Concepto de vehículo a motor y ciclomotor:
Sólo estos dos tipos de vehículos pueden
servir como instrumento para la comisión del
delito. El apartado noveno del Anexo de la Ley
sobre Seguridad Vial, define vehículo a motor
como “todo vehículo previsto de motor para
su propulsión”.

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Artículo 379
CONDUCCIÓN A VELOCIDAD SUPERIOR A LA
PERMITIDA Y CONDUCCIÓN BAJO LA INFLUENCIA
DEL ALCOHOL

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• Actualmente el art. 379 sanciona tres conductas:
– La conducción a velocidad excesiva, superando los
límites expresamente establecidos en el precepto.
– La conducción bajo la influencia del alcohol, drogas
tóxicas, estupefacientes y otras sustancias análogas,
conducta que ya estaba prevista en el texto anterior.
– La conducción superando las tasas de alcoholemia
expresamente establecidas en el precepto.

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5.1. La conducción a velocidad
excesiva
• El nuevo delito previsto en el artículo 379.1 castiga la
conducción de un vehículo a motor o ciclomotor a velocidad
superior a 60 km/h en vía urbana, o en 80 k/h por vía
interurbana, a la permitida reglamentariamente.
• Con carácter general, constituye delito conducir a una
velocidad de 110 km/h en vía urbana, 180 km/h en
carreteras convencionales y 200 km/h en autopistas y
autovías.
• Si bien, los límites de velocidad que se están tomando
como punto de referencia para aplicar el precepto, no son
los límites genéricos de cada clase de vía, sino los límites
establecidos en el punto de la vía en el que se produce el
exceso de velocidad, que pueden tener señalizado un límite
menor de velocidad.
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5.2. Conducción tras el consumo de
alcohol y drogas
• La reforma de 2007 mantiene el delito de conducción bajo
la influencia de estas sustancias, en el primer inciso del
artículo 379.2. Pero añade una nueva disposición, en el
segundo inciso del precepto, en la que se establece que la
conducta constituirá, en todo caso, delito cuando se supere
la tasa de alcohol de 0,6 mgr. en aire espirado o la tasa de
1,2 gr por litro de sangre.
• Por ello, la Reforma de 2007 establece una tasa fija de
alcoholemia a partir de la cual se presume la afectación de
las facultades del conductor y la consiguiente influencia
sobre la conducción, sin necesidad de aportar otras
pruebas. Se gana en seguridad jurídica y se facilita la
prueba.

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• Para tasas menores, pero superiores a las
reglamentariamente establecidas, se mantiene el tipo
tradicional y habrá que probar la influencia sobre la
conducción con medios distintos y adicionales a las pruebas
de alcoholemia. Es importante, en cualquier caso, hacer
constar en el atestado los indicios de alcoholemia.
– En el caso de aplicación del tipo previsto en el primer inciso hay
que probar la influencia, constatando que las facultades
psicofísicas para conducir están afectadas.
– En el segundo supuesto, si se impugna la prueba de
alcoholemia, la base para la condena por el delito del primer
inciso también será la prueba de indicios.
• Es un delito de peligro abstracto que no exige la producción
de un riesgo concreto.

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Artículos 380 y 381
CONDUCCIONES
MANIFIESTAMENTE TEMERARIAS

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• La conducción manifiestamente temeraria se
sanciona en dos preceptos del Código:
– La conducción manifiestamente temeraria, prevista en
el artículo 380.
– La conducción manifiestamente temeraria, realizada,
además, con manifiesto desprecio hacia la vida de los
demás, sancionada en el artículo 381.
• Se trata de los delitos contra la seguridad vial más
graves y también más tradicionales. Por ello,
aunque plantean problemas interpretativos,
nadie discute la necesidad de su existencia y la
legitimidad de la punición de estas conductas.
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CONDUCCIÓN MANIFIESTAMENTE
TEMERARIA DEL ARTÍCULO 380

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• El artículo 380 del Código penal dispone lo siguiente:
1. El que condujere un vehículo a motor o un ciclomotor con
temeridad manifiesta y pusiere en concreto peligro la vida o
la integridad de las personas, será castigado con las penas
de prisión de seis meses a dos años y privación del derecho
a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo
superior a uno y hasta seis años.
2. A los efectos del presente precepto se reputará
manifiestamente temeraria la conducción en la que
concurrieren las circunstancias previstas en el apartado
primero y en el inciso segundo del apartado segundo del
artículo anterior.

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• Respecto a los elementos de este delito. En el lado objetivo,
se exige:
– La conducción de un vehículo a motor o ciclomotor por vías
públicas, elemento que ha sido analizado con carácter general.
– La temeridad manifiesta en la conducción
– La producción de un resultado de riesgo concreto para la vida o
la salud de las personas. El delito de conducción
manifiestamente temeraria es un delito de peligro concreto que
exige, además de la conducta peligrosa, la producción de un
resultado de peligro concreto para la vida o salud de las
personas.
• En el lado subjetivo, se exige que el autor actúe con dolo de
peligro.

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Elementos objetivos de delito de
conducción manifiestamente temeraria
• Conducta típica: La manifiesta temeridad en la conducción
constituye la conducta típica y elemento esencial de este delito. Se
exige temeridad y que la temeridad sea “manifiesta”. Es un
concepto jurídico indeterminado cuyo contenido queda fijado por
el intérprete.
– Temeridad. La jurisprudencia la identifica la temeridad con la
imprudencia grave. Conducción temeraria es una conducción peligrosa
en la que se infringen las normas más elementales de cuidado en el
ámbito de la circulación.
– La conducción temeraria es una conducción peligrosa y la peligrosidad
de la conducta hay que valorarla en atención a las circunstancias
concurrentes en el caso concreto: condiciones climatológicas,
experiencia del conductor, estado de la vía, visibilidad, estado y
potencia del vehículo, densidad de tráfico, presencia de otros
conductores o peatones en los alrededores, etc.

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– Carácter “manifiesto” de la temeridad. El delito exige que la temeridad sea
“manifiesta”: patente, notoria y evidente, desde el punto de vista del
ciudadano medio.

• Sobre esta base, la jurisprudencia ha ido perfilando el concepto de temeridad de


forma casuística, atendiendo a las circunstancias del caso. Así, se han calificado de
temerarias, entre otras, las siguientes conductas:
– Conducir por autopista en sentido contrario
– Conducir a velocidad excesiva e inadecuada en atención a las circunstancias del caso
– Circular a velocidad excesiva y bajo la influencia del alcohol
– La conducción en zigzag, obligando a otros conductores a apartarse
– Circular a elevada velocidad, haciendo “trompos y derrapajes”, obligando a los peatones, que
se encontraban en un paso de cebra, a apartarse para evitar el atropello-
– Realizar carreras ilegales en zonas urbanas o por carretera.
– Circular por zonas peatonales, atestadas de gente, a gran velocidad
– La conducción agresiva (violencia vial), en la que el conductor “acosa” a otros vehículos,
infringiendo normas relativas a velocidad, distancia de seguridad, reglas y señalización de los
adelantamientos.

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• El resultado del delito: el peligro concreto. El tipo definido
en el artículo 380, a diferencia de las conductas previstas
en el artículo 379, es un delito de resultado que exige la
creación de un peligro concreto para los bienes jurídicos
protegidos por el precepto, causalmente conectado con la
acción peligrosa y objetivamente imputable ésta.
• Tratándose de un delito de peligro, no es necesario que el
riesgo creado se materialice en lesión que, si llegara a
producirse, daría lugar a un concurso entre el tipo de
peligro y el correspondiente delito de lesión (homicidio o
lesiones imprudentes), a resolver conforme a la nueva regla
establecida en el artículo 382 del Código penal.

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• Para afirmar la existencia de peligro concreto se requiere:
– La presencia de un objeto portador del bien jurídico en el radio
de eficacia causal de la conducta peligrosa, es decir, la presencia
de una o varias personas en el ámbito de influencia de la acción.
Por ello, no concurrirá este elemento del tipo cuando, pese a la
realización de una conducta altamente peligrosa, el azar
determine que ninguna persona haya entrado en el campo de
acción del comportamiento peligroso.
– En segundo lugar, la proximidad del resultado de lesión, es decir,
que la amenaza se presente como algo real o cierto; o que la
lesión se muestre como algo inminente.
– Y, la posición mayoritaria coincide en exigir la ausencia de
control seguro sobre el riesgo, en tanto éste ha trascendido de
la esfera de dominio del conductor y la lesión queda al albur de
un curso causal que aquel ya no puede controlar.

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• El peligro ha de serlo para la vida o salud de las
personas. No se realiza el tipo cuando sólo se ponen en
riesgo los bienes.
• Respecto a los sujetos que forman parte del círculo de
posibles afectados por el peligro, la doctrina entiende
que el término “personas” permite comprender en su
literalidad a todos aquellos que, de un modo u otro,
participan en el tráfico y se encuentran en la zona de
riesgo creada por el conductor: los demás conductores;
los acompañantes u ocupantes de los vehículos; los
peatones; o las personas que, por su cercanía a las vías
públicas o porque el conductor se sale de éstas,
puedan verse afectadas por la situación de riesgo.
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La disposición contenida en el
número segundo del artículo 380
• La Ley Orgánica 15/2007, de 30 de noviembre, modifica el
párrafo segundo del artículo 380, que actualmente
dispone: A los efectos del presente precepto se reputará
manifiestamente temeraria la conducción en la que
concurrieren las circunstancias previstas en el apartado
primero y en el inciso segundo del apartado segundo del
artículo anterior, es decir, la conducción superando los
límites de velocidad establecidos en el artículo 379.1 y con
tasas de alcohol superiores a las previstas en el segundo
inciso del número segundo del referido precepto (0,6
miligramos por litro en aire espirado o 1,2 gramos por litro
en sangre).
• La fórmula actual resulta preferible a la derogada, pero
también suscita dudas y algunos problemas.

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• La redacción del artículo 380.2 exige que concurran
acumulativamente la elevada velocidad –superando los límites del
artículo 379.1– y el exceso de alcohol ––con tasas superiores a las
previstas en el artículo 379.2, segundo inciso–
• La posición mayoritaria entiende que el apartado segundo del
artículo 380 contiene una presunción iuris et de iure sobre la
temeridad de la conducta, a partir del dato, constatado en el
proceso, de la conducción superando las tasas y límites del artículo
379.
• Su función es declarar que tal comportamiento es siempre y en
todo caso peligroso y debe calificarse como conducción temeraria,
sin necesidad de atender al resto de circunstancias concurrentes,
tales como estado de la vía, condiciones climatológicas, pericia y
experiencia del conductor, visibilidad, densidad del tráfico u otras
similares.

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• Desde esta interpretación, la norma contenida en el artículo 380.2 no
tiene la función de definir, con carácter exclusivo y excluyente (numerus
clausus), las conductas que deben calificarse como temerarias, a los
efectos de la aplicación del delito tipificado en el apartado primero del
artículo 380; ni, por ello, impide calificar como manifiestamente
temerarias otras conductas distintas a las contempladas en su párrafo
segundo.
• Los supuestos de exceso de velocidad (superiores, o no, a los límites
establecidos en el artículo 379.1); influencia de drogas o alcohol sobre la
conducción; y todas las demás infracciones graves de las más elementales
normas de cuidado en el tráfico viario, podrán integrar la conducta
prevista en el tipo del artículo 380.1, siempre que, desde un parámetro de
valoración objetivo y en atención a los elementos que confluyen en el
hecho (condiciones climatológicas, visibilidad, densidad de tráfico….),
resulten manifiestamente temerarias. Aquí no hay automatismo en la
calificación, que se remite a la valoración judicial, y es preciso probar el
resto de circunstancias concurrentes en el caso concreto.

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Elemento subjetivo
• El delito de conducción temeraria es un delito doloso,
que no tiene prevista versión imprudente. En el lado
subjetivo, se exige dolo, pero un dolo de peligro,
distinto del dolo de lesión: conocimiento de la
peligrosidad de la conducta, con la confianza en poder
controlar el riesgo y evitar la posible lesión.
• La doctrina mayoritaria sostiene que el dolo de peligro
debe abarcar, además de la temeridad de la
conducción, la previsión del resultado de riesgo que
exige el tipo de este delito, aunque sea en su forma de
dolo eventual.

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Artículo 381
LA CONDUCCIÓN MANIFIESTAMENTE TEMERARIA
CON MANIFIESTO DESPRECIO HACIA LA VIDA DE
LOS DEMÁS

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• El delito de conducción con manifiesto desprecio
por la vida de los demás tiene dos modalidades:
– En el párrafo primero del artículo 381 la conducción
manifiestamente temeraria realizada con “manifiesto
desprecio por la vida de los demás”; exigiendo un
resultado de peligro concreto para la vida de las
personas.
– En su párrafo segundo, se castiga, como delito de
peligro abstracto, la misma conducta cuando no se
hubiere generado riesgo para la vida o la salud de las
personas. Los elementos de las dos figuras son
coincidentes, a excepción, de la exigencia de resultado
de riesgo.
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• La posición mayoritaria en la doctrina entiende que la diferencia
entre la conducta prevista en el artículo 381 y la prevista en el
artículo 380, se establece en el lado subjetivo.
– El artículo 381 exige, además de dolo de peligro, un dolo eventual de
lesión (manifiesto desprecio hacia la vida de los demás). Por ello, si se
produce un resultado de muerte el tipo aplicable será el homicidio
doloso.
– Mientras que la conducta prevista en el artículo 380, sólo exige dolo
de peligro, descartando la producción de un posible resultado lesivo,
es decir, imprudencia respecto a una eventual lesión. Por ello, en esta
modalidad si se produce un resultado de muerte el tipo aplicable será
el homicidio imprudente.
– En ambos casos, la concurrencia entre el delito de peligro y el delito de
lesión se resolverá conforme a la regla específica del artículo 382.

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Elemento subjetivo
• El delito contenido en el artículo 381.1 es un delito de peligro concreto
que, en su lado subjetivo, exige dolo de peligro (conocimiento y voluntad
respecto a la conducta peligrosa y respecto al resultado de riesgo).
• Pero, el artículo 381 exige, además, que la conducta se realice con
“manifiesto desprecio hacia la vida de los demás”.
• Tras la modificación operada en este delito, por la LO 15/2007, la doctrina
dominante sostiene que el “manifiesto desprecio por la vida de los
demás” debe entenderse como una exigencia de dolo eventual de
homicidio, adicional al dolo de peligro, configurando el citado delito como
una tentativa de homicidio realizada con dolo eventual, expresamente
tipificada en el ámbito de la circulación.
• Por ello, en el caso de producirse un resultado lesivo, el tipo aplicable será
el delito de homicidio doloso, previsto en el artículo 138, en concurso con
el delito de peligro del artículo 381, a resolver conforme a la regla prevista
en el artículo 382.

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El párrafo segundo del artículo 381
• El párrafo segundo del artículo 381 castiga la conducción con temeridad
manifiesta y “manifiesto desprecio por la ida de los demás”, cuando no se
hubiere puesto en concreto peligro la vida la vida o la salud de las
personas.
• La doctrina entiende, de forma prácticamente unánime, que el delito
sancionado en el artículo 381.2 es un delito de peligro abstracto, que se
diferencia de la figura prevista en el párrafo primero, porque no exige
resultado de riesgo.
• La jurisprudencia ha aplicado la figura prevista en este precepto a
supuestos de conducción en sentido contrario por autopistas o autovías,
sin que el autor haya llegado a cruzarse con ningún vehículo, o cuando no
ha quedado probada esta circunstancia (STS nº 615/2001, de 11 de abril).
Y, últimamente, en un supuesto de conducción a gran velocidad por
núcleo urbano, en sentido contrario, huyendo de la Policía (SAP de Toledo
nº 55/2010, de 17 de mayo). Si bien hay que señalar la escasa aplicación
que el citado precepto ha tenido en la práctica.

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EL DELITO DE NEGATIVA A SOMETERSE A LAS
PRUEBAS LEGALMENTE ESTABLECIDAS PARA LA
DETECCIÓN DE ALCOHOL Y DROGAS TÓXICAS

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Planteamiento. Naturaleza del delito
y bien jurídico protegido
• El delito de someterse a las pruebas legalmente establecidas para la
comprobación de la conducción bajo la influencia de alcohol o
drogas se incorporó por primera vez a la legislación penal por el CP
de 1995.
• Esta conducta constituía antes una mera infracción administrativa.
• La LO 15/2007 mantiene este delito con la siguiente redacción: El
conductor que, requerido por un agente de la autoridad, se negare a
someterse a las pruebas legalmente establecidas para la
comprobación de las tasas de alcoholemia y la presencia de las
drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias psicotrópicas a que se
refieren los artículos anteriores, será castigado con las penas de
prisión de seis meses a un año y privación del derecho a conducir
vehículos de motor y ciclomotores por tiempo superior a uno y hasta
cuatro años.

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Elementos del delito
• Como elementos objetivos del artículo 383 exige
los siguientes:
– La cualidad de conductor para ser sujeto activo del
delito
– La negativa a someterse a las pruebas legalmente
establecidas para comprobar las tasas de alcohol y la
presencia de drogas como núcleo de la conducta
típica
– El previo requerimiento por un agente de la autoridad

• En el lado subjetivo se exige dolo.

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Aspecto objetivo

• Sujeto activo: Sólo puede serlo el conductor, tal y


como exige el precepto, y ello con independencia de
que la legislación administrativa establezca la
obligación de someterse a las pruebas a otros sujetos.

– Por otro lado, es preciso que el sujeto conduzca el


vehículo a motor por una vía pública. Desde este punto de
vista, no pueden cometer el delito del art. 383 los
acompañantes del conductor, los peatones, los
conductores de bicicletas; quienes conduzcan un vehículo
por una vía privada; o quienes aún no hayan comenzado la
acción de conducir.

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• Conducta típica: Consiste en negarse a someterse a las
pruebas legalmente establecidas para la comprobación de
las tasas de alcoholemia y la presencia de drogas tóxicas,
estupefacientes y sustancias psicotrópicas a que se refieren
los artículos 379, 380 y 381.
– Tal negativa puede exteriorizarse a través de una manifestación
verbal inequívoca, expresa o formal, o ser inferida de actos
concluyentes: maniobras de simulación tales como insuflar
escaso aire, por breve tiempo o fuera de la boquilla, inspirar aire
en vez de espirarlo, interponer la lengua para cerrar el paso del
aire al etilómetro, alegar falsos padecimientos incapacitantes
para la espiración, etc.
– Por el contrario no hay negativa punible en los casos de
incapacidad física acreditada para realizar la prueba, por
ejemplo, por insuficiencia pulmonar.

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– El precepto se refiere a las “pruebas legalmente
establecidas” para averiguar las tasas de alcoholemia
típicas o la presencia de drogas. Se trata, por tanto, de
una norma penal en blanco, ya que es preciso acudir a
la regulación administrativa sobre tráfico para conocer
cuáles son esas pruebas.
– El desarrollo legal se halla en el artículo 12 de la Ley
de Seguridad Vial y en el art. 796.1.7 de dicha Ley.
Respecto a las pruebas de detección de alcohol, el
desarrollo reglamentario se encuentra en los artículos
21 y siguientes del Reglamento General de la
Circulación.

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– Conforme al artículo 2 del Reglamento el
conductor tiene obligación de someterse a las
pruebas en cuatro situaciones:
• Como posible responsable en un accidente de
circulación
• Por conducir con síntomas que permitan presumir que
se hace bajo la influencia del alcohol
• Por ser denunciado por la comisión de alguna de las
infracciones reglamentarias
• En los controles preventivos de alcoholemia.

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– La obligación se refiere a las pruebas de aire espirado. Es discutible la tipicidad
de la conducta de realizar la primera prueba, pero negarse a realizar la
segunda prueba de contraste. El Tribunal Supremo en su Sentencia 1/2002,
de 22 de marzo, sostuvo la obligatoriedad de realizar la segunda prueba y
afirmó la tipicidad de la negativa a someterse a ella, ya que en caso contrario
se ampararía un verdadero fraude legal, porque podría cuestionarse la
fiabilidad del resultado obtenido en la primera insuflación.
– La negativa a la extracción de sangre o suministro de orina con la finalidad
de determinar el grado de alcohol por personal facultativo no es constitutiva
de un delito del artículo 383, porque no se trata de una prueba obligatoria
legalmente establecida, ni puede ser ordenada como tal por los facultativos
médicos.
– Tampoco resulta típico el supuesto de solicitar directamente la prueba
analítica no puede ser típico, pues no se trata de una negativa lesiva de la
viabilidad probatoria de las tasas de alcohol, sino de una conducta que
asegura más allá de toda duda el índice de concentración de alcohol en el
organismo del conductor

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Aspecto subjetivo
• Se trata de un delito doloso que exige la conciencia y
voluntad del conductor respecto de su oposición al
cumplimiento del requerimiento efectuado. No es
necesario un ánimo especial de menosprecio a la autoridad
o una actitud de rebeldía firme y seria como el que en
ocasiones se exige en el delito de desobediencia grave.
• El dolo debe abarcar el conocimiento de la obligación de
realizar las pruebas a las que se es requerido por agente de
la autoridad en el ejercicio de sus funciones.
• Si el sujeto ignora alguno de esos elementos se habrá
producido un error de tipo, que determinará la impunidad
de la conducta tanto si es vencible como si es invencible,
puesto que el legislador no ha previsto la comisión
imprudente de este delito.
42
LA CONDUCCIÓN SIN CARNÉ (ART.
384)

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Planteamiento
• La LO 15/2007 reincorpora al Código Penal el delito de conducción
sin carné en el artículo 384. El precepto dispone lo siguiente:
El que condujere un vehículo a motor o ciclomotor en los casos de
pérdida de vigencia por pérdida del saldo total de los puntos
asignados legalmente, será castigado con la pena de prisión de tres a
seis meses o con la pena de multa de doce a 24 meses o con la de
trabajos en beneficio de la comunidad. La misma pena se impondrá al
que realizare la conducción tras haber sido privado cautelar o
definitivamente del permiso o licencia por decisión judicial y al que
condujere un vehículo a motor o ciclomotor sin haber obtenido nunca
el permiso o licencia de conducción”
• La conducción sin seguro no constituye delito. Está expresamente
excluida del art. 636. En estos casos, la responsabilidad civil la cubre
el Consorcio de Compensación de seguros. Esta conducta es
constitutivo de infracción administrativa, pero no constituye
infracción no llevar el justificante del seguro.

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• El artículo 384 recoge tres modalidades de delito:
– Supuestos de pérdida de vigencia del permiso o licencia por
haber perdido el saldo total de puntos asignados legalmente.
– Supuestos de privación cautelar o definitiva del permiso o
licencia por decisión judicial.
– Supuestos en los que nunca se ha obtenido el permiso o
licencia.
• Las citadas modalidades delictivas tienen en común los
siguientes elementos:
– En el aspecto objetivo: la conducción de un vehículo a motor o
ciclomotor por vías públicas y la falta de autorización –permiso
o licencia- para conducir, bien porque nunca se obtuvo o bien
porque su vigencia ha cesado
– En el lado subjetivo se exige dolo.

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• Se exige dolo: conciencia de que se conduce
sin autorización. Por ello, pueden plantearse
problemas de error en la primera modalidad
cuando la notificación de pérdida de vigencia
del permiso se realiza por edictos.

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CREACIÓN DE UN GRAVE RIESGO PARA LA
CIRCULACIÓN CREACIÓN DE UN GRAVE RIESGO
PARA LA CIRCULACIÓN (ART. 385)

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• El artículo 385 del Código penal dispone:
Será castigado con la pena de prisión de seis meses a
dos años o las de multa de doce a veinticuatro meses y
trabajos en beneficio de la comunidad de diez a
cuarenta días, el que originare un grave riesgo para la
circulación de alguna de las formas siguientes: 1º
colocando en la vía obstáculos imprevisibles,
derramando sustancias deslizantes o inflamables o
mutando, sustrayendo o anulando la señalización o
por cualquier otro medio. 2º No restableciendo la
seguridad de la vía cuando haya obligación de
hacerlo.
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Modalidades delictivas
• El tipo contiene dos modalidades de conducta:
– La primera (art. 385.1ª) supone un
comportamiento activo que a través de una serie
de conductas provoca una modificación en la vía
que afecta a su seguridad.
– La segunda se refiere al no restablecimiento de las
condiciones de seguridad de la vía (art. 385.2ª),
denominada usualmente modalidad omisiva.

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Conductas creadoras de la situación de grave riesgo
para la circulación (art. 385.1ª)
• El artículo 385.1 prevé los siguientes supuestos:
– Colocación de obstáculos imprevisibles, siendo indiferente que el
obstáculo sea fijo o móvil y que afecte a la totalidad o sólo a una parte
de la vía. Se admiten los casos de estacionamiento indebido de
vehículos.
– Derramamiento de sustancias deslizantes o inflamables. La aplicación
práctica de este supuesto es escasa, al producirse la mayoría de los
supuestos de forma imprudente, por los que los tribunales suelen
acudir al 385.2ª cuando tras el derramamiento de la sustancia el
sujeto no restablece las condiciones de seguridad de la vía.
– Alteración de la señalización -mutación, sustracción o anulación de la
señalización-. Las señales objeto de estas acciones deben ser relativas
a la seguridad del tráfico, de forma que su manipulación resulte
idónea para crear una situación de riesgo grave para la circulación. No
tienen por qué limitarse a las señales de peligro en sentido estricto,
pero sí quedarían excluidas las señales que indican la dirección.

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• Aspecto subjetivo
– El tipo exige dolo y no está prevista la versión imprudente.
En la primera modalidad típica la colocación de los
obstáculos, el derramamiento de líquidos, las alteraciones
de la señalización o las demás conductas creadoras del
riesgo, el autor debe realizarlas con conocimiento de que
se trata de una conducta gravemente peligrosa para la
circulación, siendo posible el castigo de la conducta
realizada con dolo eventual.
– En la modalidad referida al no restablecimiento, es
necesario que el sujeto conozca que se encuentra obligado
a actuar para restablecer la seguridad de la vía.

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