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Para conservar en buen estado un edificio, lo primero es darle un buen mantenimiento, pero
además hay que evitar hacerle cambios que lo dañen o utilizarlo para usos inadecuados.
Muchas veces al hacer adaptaciones para usarlos de acuerdo con las necesidades actuales se les
va transformando y destruyendo poco a poco. Por tanto hay que evitar todo aquello que cambie la
forma en que trabaja la estructura (cimientos, muros y techos) ó que deforme y transforme las
partes originales del edificio.
NO usar voladizos NO utilizar elementos y/o materiales ajenos e incompatibles a los originales,
ya que se distorsiona la autenticidad del edificio.
NO quitar muros originales, ya que son los que sostienen los techos y al quitarlos se compromete
a la estructura de las cubiertas.
NO sobrecargar los edificios, agregando muros, habitaciones, entrepisos y techos u otras cargas
móviles, porque se aumenta el peso más de lo que soporta la estructura del edificio, causando
hundimientos y desplomes.
NO distorsionar el estilo original del edificio, inventando ornamentos o elementos que nunca tuvo.
NO crear “falsos históricos”, incorporando por ejemplo portadas o columnas de piedra que nunca
estuvieron allí, debe evitarse ante todo las imitaciones de arquitectura histórica que crean
confusión y distorsión de la autenticidad del edificio.
NO darle un uso inadecuado al edificio, ya que puede perjudicar a cualquiera de sus partes o
poner en peligro su existencia por presentar riesgos, ya sea por actividades dañinas, maniobras
pesadas o vibraciones
Establecer una ley de incentivo patrimonial es decir una ley que beneficien a los dueños de los
inmueble patrimoniales estimulándolos a cuidarlos y conservarlo