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Manuel Abrante
Esta propuesta de debate no pretende ser más que una reflexión plural, eco compartido du-
rante muchos años con personas que hemos sentido repetidas veces la conveniencia o ne-
cesidad de apoyo, o al menos, hemos considerado que la gestión debía ser diferente en
distintos ámbitos de la Cultura en Canarias. Pretende ser un manifiesto de “valoración de
autocrítica constructiva” de ¿quiénes somos?, ¿qué queremos? y ¿hacia dónde vamos?
Pretende plantear un enfoque estratégico de diferentes aspectos de nuestro extraordinario
Patrimonio Cultural que desafían y retan el futuro, al tiempo que además pretendemos dar el
valor que tienen algunas de nuestras señas de identidad cultural.
El término Patrimonio Cultural o su futura ley englobará, no sólo los tradicionales bie-
nes artísticos e históricos, sino también aquellos otros bienes tangibles e intangibles de dis-
tintos caracteres sobre los que iremos desgranando diferentes aportaciones. Al mismo tiem-
po, esta nueva propuesta también debería dejar claro o ser explícita en referencia a lo que
no es Patrimonio Cultural, ya que no se debería pensar que esta iniciativa legislativa sea un
saco roto donde se puedan meter todo tipo de actividades o hechos culturales.
La nueva ley de Patrimonio Cultural debe ser bandera de Canariedad sin ambages.
“Lo nuestro”, “lo canario”… deben dejar de ser términos alusivos a los aspectos de la cultura
popular y ser objetos de estudio de la Antropología Cultural para convertirse en referentes
de nuestras señas de identidad como pueblo, incidiendo en la riqueza de nuestro legado
cultural fruto de nuestra diversidad y reflejo de esas diferencias humanas que nos llevan a
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todos y todas a ser iguales también en tanto que todos poseemos nuestras diferencias con-
cretas.
Además de esa mirada al futuro, también deberíamos realizar una mirada retrospec-
tiva y reconocer de distintas maneras y en diferentes ámbitos a aquellas personas y/o enti-
dades que con su voluntad, sus estudios o trabajos han dignificado el Patrimonio Cultural de
estas islas.
Conocer nuestro pasado es una manera de comprender nuestro presente y, sin du-
da, la mejor manera de construir nuestro futuro. Las Administraciones Públicas no sólo se
deben limitar a ser conscientes de que “el conocimiento, difusión, uso y disfrute del patrimo-
nio cultural constituyen tanto la base como el fin último de la protección del mismo… e incluir
en los planes de estudio de los distintos niveles del sistema educativo obligatorio el conoci-
miento del patrimonio cultural de Canarias”; sino que en realidad no cabe otra posibilidad
que exigir lo que la Ley Orgánica de Educación requiere, es decir, incorporar en las pro-
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gramaciones docentes el conocimiento y aprecio de nuestro patrimonio cultural, natural e
histórico, así como la participación activa en su conservación y mejora, desde un espíritu de
respeto de estos mismos valores en todas las culturas.
En tal sentido, el artículo 77.2 del borrador del Proyecto de la futura Ley de Patrimo-
nio Cultural de Canarias dice lo siguiente: “El Departamento de Gobierno Autónomo con
competencias en materia de educación, incluirá en los planes de estudios de los distintos
niveles del sistema educativo obligatorio el conocimiento del patrimonio cultural de Cana-
rias”. Tal razonamiento es innecesario, ya que debería ser más explícito en la responsabili-
dad de que se impartan, de requerir su desarrollo que ya viene regulado en la Ley Org.
10/1982 de 10 de Agosto. No se entiende cómo no se ha promovido ningún tipo de control
en la aplicación de la Ley de Educación en referencia a la obligatoriedad de impartir el 35%
del Currículo en referencia a los contenidos canarios en las programaciones de los Centros
Educativos.
Uno de los ejes transversales del desafío de la política cultural canaria en el siglo XXI
estriba en su relación con la actividad turística realizada en Canarias en las últimas décadas.
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Un nuevo desafío de la política canaria en el siglo XXI es el impulso de una nueva
política de promoción del Turismo Cultural en el que se potencien las actividades turísticas
que fomenten el equilibrio entre la conservación de los valores naturales y culturales y el
desarrollo económico. Se debe apoyar una política de Calidad Turística que ofrezca a los
visitantes lo más originario, y genuino de nuestros tesoros culturales combinado con el dis-
frute de nuestros paisajes naturales y etnográficos, nuestros Parques Nacionales, nuestros
conjuntos históricos… En tal sentido son muchas las posibilidades de fomento cultural de
nuestra Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos, que cuentan además con un extra-
ordinario proyecto pedagógico e informativo.
Por todo ello, parece lógico convenir que la posible Comisión de Valoración del Pa-
trimonio Cultural sea un ente dinámico, vivo y deba estar conformado de forma diferente
según sea el Bien de Interés Cultural que se vaya a catalogar, o que a su vez esta entidad
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sea participada por diferentes especialistas según se estime conveniente por la afinidad del
Bien a valorar, además de las instituciones consultivas propias.
En Canarias podemos presumir de un ingente valor patrimonial, por ello sería intere-
sante fomentar una política de restauración de los Conjuntos Históricos, Monumentales,…
que dinamice un turismo o un sector de la sociedad que, además, también se mueve en
torno a los Bienes Culturales, Patrimonios de la Humanidad, Parques Nacionales, Naturales,
Reservas de la Biosfera…
La expresión en una cultura, la lengua y sus variedades, se torna eje central en cual-
quiera de sus manifestaciones. El hecho lingüístico, la formalización en lengua de cualquier
suceso, historia, acto u obra, de cualquier realidad, es darle vida a esa realidad, crearla
también en cierto sentido.
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lo hablan), no es menos importante la diferencia que porta cada grupo cultural dentro de ese
sistema. Es decir, la lengua (lingüísticamente hablando) es un ente abstracto que se formali-
za en las diferentes variedades que la forman, así el andaluz, el colombiano o el canario
dentro de la lengua hispánica.
Por ello, no tomar en cuenta, no valorar, o lo que es peor, reprimir o corregir toda ex-
presión particular de una cultura en su forma de expresarse, es empezar a matar de alguna
manera esa misma realidad a la que da vida, a la que crea y contribuye. Una persona que
siente vergüenza, a la hora de escribir o de expresarse en un ámbito público, de sus particu-
laridades de habla -dígase, el habla o las hablas canarias-, es una persona que, puede que
inconscientemente, no está valorando su realidad; o más: la infravalora.
Es fundamental, por ello, llevar a cabo una acción conjunta desde los diferentes fren-
tes institucionales. Políticas educativas acordes a un programa que vaya trabajando en la
valoración que de su forma de expresarse tienen los habitantes del archipiélago, no sólo en
el papel, sino que se vele por ello. Es fundamental un proyecto de formación del profesorado
(no sólo el de Lengua y Literatura, pues todos se expresan) sobre el mismo asunto. Y, por
supuesto, una política formativa y estudiada en los medios de comunicación de las islas,
donde este asunto sea fundamental y primordial, así como variada programación que tenga
como tema fundamental la misma lengua (concursos, documentales, entrevistas…); sin con-
fundir vulgarismos (existentes en todas las variedades del español), con lo canario lingüísti-
co. Así como una exigencia a la misma clase política en sus palabras en los ámbitos públi-
cos desde donde ejerza su palabra.
La futura gestión de los distintos Museos de Canarias tendrá que venir encaminada
por una apuesta decidida por la difusión de nuestro Patrimonio Cultural. Un tesoro que no
sólo se debe conservar en formato expositivo sino tender a apuestas más arriesgadas, no-
vedosas en la protección, creación y difusión de la Cultura Histórica y Contemporánea. Por
ello, se torna imprescindible la necesidad de aunar esfuerzos entre los Centros Museísticos,
Ayuntamientos, Cabildos y Gobierno e incluso las dos universidades canarias.
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Afortunadamente, en las islas podemos disfrutar de una amplia oferta museística,
aún teniendo la necesaria obligación de disponer de espacios para la conservación y difu-
sión de algunas disciplinas artísticas o manifestaciones culturales.
Dicha entidad debería centralizar y vertebrar toda la información relativa a cada uno
de los distintos museos de nuestras islas, canalizar los esfuerzos, ilusiones e iniciativas de
muchos profesionales de la comunicación museológica; participar en los debates y las pro-
puestas suscitados en el ICOM; delimitar el concepto de lo público o, como se diría en
términos de comunicación, el público objetivo y el concepto de institución sin fines de lucro...
Los museos canarios del siglo XXI probablemente deban hacer viables sus esfuerzos
en cambiar el panorama conceptual de museos de primera o segunda generación, pues ya
buena parte de esos museos tradicionales se encuentran en crisis. Se deberían adaptar a
las técnicas y objetivos de la comunicación más que a los simples objetivos de transmitir
información, ya que los centros museísticos tienden a ser una herramienta poderosa de co-
municación que la sociedad del siglo XXI tiene la obligación de aprovechar.
Por otro lado, sería conveniente aprovechar el marco normativo internacional para in-
tentar recuperar aquellos elementos patrimoniales que son identitarios de nuestra Cultura
Canaria y que forman parte de nuestra memoria histórica colectiva pero que, por distintos
motivos del transcurrir de esta historia, han salido de nuestras islas de distintas maneras.
Igual debate debiéramos plantear con aquellos valores patrimoniales que han sido traslada-
dos de una isla a otra, considerando que anteriormente no existían los Museos Insulares,
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pero afortunadamente en la actualidad las cosas han variado y vale la pena replantearse la
Historia.
Parece necesaria, o al menos conveniente, una institución con fondos públicos pare-
cida a las actuales Academia Canaria de la Lengua o la Filmoteca Canaria, que sea plural y
formada por los colectivos que se mueven en la senda de defender esas señas de identidad
del Folclore y de la Etnografía Intangible.
Algunas de esas iniciativas populares han sido reconocidas con algunos Premios
Canarias en la modalidad de Cultura Popular, pero son muchos más los proyectos u colecti-
vos populares que sienten el vacío institucional y la necesidad de entes plurales que agluti-
nen todos esos esfuerzos en torno a instituciones necesarias como un Instituto o Consejo
Canario de Etnografía y Folclore que recopile, conserve y gestione todo ese inmenso Patri-
monio Etnográfico Intangible y Folclórico. Evidentemente esta iniciativa no es nueva; ya en
el último punto del Manifiesto de Santa Brígida de 6 de agosto de 1978, se solicitaba una
institución que coordinara, conservara, analizara y promocionara la investigación de nuestra
música.
En tal sentido, las propias universidades canarias estarían obligadas a coordinar ini-
ciativas que fueran encaminadas a dignificar esas señas de identidad de la Etnografía o del
Folclore, la Música Tradicional, Popular… que a veces se utilizan como banderas de la Ca-
nariedad y otras son infravaloradas de manera marginal y peyorativa. Ambas universidades
canarias disponen de Aulas de Etnografía y Folclore que podrían ser los canalizadores de
muchas de estas iniciativas.
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El concepto de Cultura Popular en el nicho ecológico del siglo XXI, debe ser dignifi-
cado por su propio valor patrimonial e identitario no frente al concepto de Cultura de élite o
el concepto de Cultura Científica, que ya forma parte de la vida cotidiana de muchos ciuda-
danos y muchas ciudadanas. Debe ser dignificado como huella insustituible y orgullosa de
nuestra propia identidad. El paisaje, las tradiciones, el patrimonio oral… nos conforma y nos
confirma como seres humanos vinculados a la memoria histórica de lo tangible e intangible.
Poner en valor cultural lo etnográfico, lo tradicional, no debe estar reñido con las ma-
nifestaciones culturales contemporáneas y diarias. Ser Canario, Pensar en Canario no es
cuestión de un día al año, o cuando nos ataviamos el traje tradicional. Ser Canario es un
valor en alza, una razón para sentirnos orgullosos del sentimiento de Canariedad en cada
actividad social o personal que desarrollamos.
Todas y cada una de las propuestas de trabajo para fomentar la divulgación de nues-
tro Patrimonio Cultural (libros, DVD, revistas, exposiciones…), también debe llevar apareja-
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da una estrategia de difusión dirigida no sólo a informar a los diferentes ámbitos de la socie-
dad, sino más bien debe conllevar el objetivo de vincular la sociedad con nuestros bienes
culturales, una gestión de comunicación con los entes sociales, culturales y educativos.
Para ello, los centros educativos canarios en sus diferentes niveles, desde Infantil
hasta el ámbito universitario, deben ser capaces de sensibilizar a las futuras generaciones
con nuestro legado cultural. La información y/o la comunicación es el primer paso para el
conocimiento y la protección.
Se debe potenciar el incremento del tejido empresarial privado con una política que
favorezca la puesta en marcha de diferentes retos de gestión cultural; por ejemplo, la firma
de convenios o planes plurianuales con instituciones financieras públicas o privadas; el fo-
mento de la política de mecenazgo, la promoción exterior de nuestra cultura en aras de in-
crementar la capacidad competitiva de nuestros y nuestras gestores e industrias culturales
limitadas por un territorio fragmentado; el impulso de una nueva política que suponga la di-
fusión y diversificación de las iniciativas culturales y artísticas; el apoyo de programas euro-
peos, una apuesta por la preservación y puesta en valor social de nuestro Patrimonio Cultu-
ral.
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Con todo ello, parece evidente la necesidad de incrementar el presupuesto económi-
co del gasto público en Cultura para afrontar los nuevos retos del Patrimonio Cultural Cana-
rio en el siglo XXI. De acuerdo con el principio de lealtad institucional, se debe incidir en un
criterio de corresponsabilidad en la Programación Económica de gestión de nuestro Patri-
monio Cultural con criterios objetivos de financiación equilibrada en función del número de
habitantes, infraestructuras, proyectos, en suma, aportación al Patrimonio Cultural Canario.
Debilidades:
Fortalezas:
Amenazas:
Oportunidades:
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Finalmente, sólo cabe decir que la relación entre Patrimonio Cultural, Sociedad y Fu-
turo debe ser uno de los grandes objetivos estratégicos y fundamentales de los/las cana-
rios/as del siglo XXI.
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