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7.3. Partes integrantes y accesorios o pertenencias.

(E)l concepto de cosa no importa necesariamente un solo cuerpo: al contrario, el par de


guantes o las cuarenta cartas de la baraja española representan un único objeto. También
en las estructuras compuestas por muchos y dispares elementos sucede a veces que
algunos no se hallan físicamente unidos al cuerpo principal, y acaso guardan con él una
mera relación de proximidad. Otros son separables, desarmables o desmontables, siendo
más o menos esenciales, o bien desempeñando funciones accesorias o ajenas a la del
objeto al que se encuentran adosados. Y surge, a raíz de la venta o el legado de la cosa, o
su hipoteca, o el embargo por deudas de su dueño, etc., el problema de saber cuáles de
esos componentes o accesorios forman parte del objeto a tales efectos.

En el Cc. Alemán se trató de poner de relieve el distinto grado de vinculación a la cosa


de los elementos que la integran, y de los que la sirven o completan sin estar físicamente
unidos a ella, distinguiendo entre partes integrantes (de la cosa compuesta) y
pertenencias.

Son parte integrante los componentes esenciales de la cosa: los que le dan el ser, de tal
modo que sin ellos no puede decirse que la cosa exista en su acepción propia. Una casa
sin tejado, escaleras, puertas o ventanas, por ejemplo, no es una casa en el sentido usual
de la palabra o, al menos, es una casa incompleta. Los mencionados elementos no sirven
para enriquecer o adornar la casa, sino que confluyen a integrar su concepto: de ahí que
su nombre de parte integrante.

De las partes integrantes, unas se hallan vinculadas físicamente entre sí de tal modo que
su separación sólo puede hacerse con alteración o destrucción de su naturaleza y
fisonomía o las del objeto que componen (bombilla eléctrica), o quedando prácticamente
inútil el objeto separado (encuadernación de un libro): partes esenciales. Otras, pueden
recobrar su individualidad, pero in actu dan el ser a la cosa, de modo que, sin ellas, no se
considera completa según la opinión vulgar (las puertas de una casa, la pieza de un
automóvil, que, sin embargo, podrían ser objeto de derechos separados). Algunas partes
son separables física pero no económicamente, por la pérdida de valor que ello reporta al
conjunto.

No es indispensable que las partes integrantes estén adheridas entre sí. ‘Los cajones de
una cómoda – dice Lange – según las concepciones del tráfico no son cosas autónomas,
sino partes integrantes del mueble, si bien no están unidos corporalmente con él de una
manera fija, siendo, al contrario, separables (…)

‘Con el concepto de parte integrante – prosigue – el legislador sienta el hecho de que


mediante la separación de un componente de la cosa se destruyen valores económicos.
Ordena en consecuencia que las partes integrantes no pueden ser objeto de derechos
específicos, a fin de que nadie pueda forzar una separación económica irracional’

(…) A su vez, las pertenencias son cuerpos muebles independientes, si bien destinados
al servicio duradero de otro principal, con arreglo a su finalidad económica: en caso de
duda, se entienden comprendidos, tanto en el tráfico como para la ejecución forzosa, en
la cosa principal, pero pueden ser objetos de negocios y derecho aislados. El ejemplo
típico (no muy afortunado) es el de la llave en relación con la cerradura; también la botella
de vino o la rueda de repuesto del automóvil.
Para que una cosa sea considerada como pertenencia – explica Lange – debe encontrarse
en una relación a la vez funcional y espacial con el bien al que se subordina.

La dependencia funcional consiste en que la cosa accesoria está destinada a servir a la


finalidad económica de la principal, presuponiendo, así, a’) que la cosa principal puede
se aplicada a un concreto fin económico; b’) que el titular del poder fáctico de disposición
sobre la pertenencia ha decidido sobre el aprovechamiento económico de ésta (destino);
y c’) que la cosa accesoria sirve efectivamente a la finalidad económica de la principal.

La dependencia espacial supone que la pertenencia no se separa de la cosa principal más


allá de los que exige la finalidad económica de ésta”

LACRUZ BERDEJO, José Luis, Agustín LUNA SERRANO y Francisco


RIVERO HERNANDEZ, Elementos de Derecho Civil I. Volumen Tercero, José
María Bosch Editor, Barcelona, 1990, pp. 19-20

7.4. Frutos y productos.

“Los “frutos” constituyen una categoría particular de los “bienes” caracterizada por la
relación de derivación de otro “bien”.

Todos los “bienes” son, como tales, fuente de utilidad: el fundo o el animal, la casa o el
vestido, dan de sí utilidades. Pero esta utilidad puede tener también diferente naturaleza
y puede ser de diferentes modos recabada y apropiada: a) ciertas utilidades no se obtienen
más que en el acto mismo en que se consuman (por ejemplo: la utilidad de ir vestido, de
nutrirse, de viajar, etc.); b) ciertas otras se separan de una cosa como “bienes” a su vez,
que pueden ser gozados (usados, utilizados) en un momento posterior (por ejemplo: las
partes de los animales, los productos de los árboles); c) y hay, por fin, utilidades que se
recaban del hecho de conceder a otros el goce de un bien propio: utilidades que revisten
el significado y el valor de compensación por el goce concedido (intereses de un capital
prestado, canon de locación, canon de enfiteusis, rentas, etc.).

La primera especie de utilidades es el fruto del goce de un objeto y no puede ser a su vez
objeto de un goce posterior, produciendo otra utilidad. La segunda y la tercera especie
pueden venir a ser objeto de ulteriores relaciones jurídicas. Y revisten, por este carácter,
razón de “frutos”: frutos “naturales” los primeros, frutos “civiles” los segundos.

BARBERO, Doménico. Sistema del Derecho Privado. Tomo I, Traducción de


Santiago Sentis Melendo. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires,
1967, pp. 326 - 327

“El concepto de frutos como concepto tradicional de la dogmática jurídica:


introducción.

En la dogmática jurídica es tradicional la utilización del concepto o de la idea de fruto


para designar con ella los rendimientos o las percepciones que una cosa permite obtener
o, por lo menos, aquellos rendimientos, productos o percepciones que reúnen una
determinadas características.
(…)

Las funciones desarrolladas por el concepto y los casos de aplicación.

El concepto de frutos, como concepto de Derecho civil, (…) se utiliza en nuestra


legislación con muy diversos motivos.

(…) a) Ante todo, define o delimita el contenido un derecho o facultad del propietario
de una cosa (…)
b) Es un módulo para resolver el eventual conflicto entre el poseedor de una cosa
y quien le ha vencido en la posesión al liquidar el estado posesorio en que el primero se
encontrara: el poseedor de buena fe hace suyos los frutos percibidos y los que el poseedor
legítimo hubiera podido percibir.
c) Se utiliza el concepto de frutos para delimitar las respectivas esferas de
actuación del usufructuario y del nudo propietario
d) (…) para resolver los posibles conflictos entre el donante que revoca la
donación y el donatario que en virtud de la revocación tiene obligación de restituir los
bienes;
e) (…) cuando se dice que el acreedor tiene derecho a los frutos de la cosa desde
que nace la obligación de entregarla (…)

Con carácter general podemos considerar que es preciso establecer un criterio por medio
del cual se delimite el derecho de adquisición de los rendimientos (ius fruendi) cuando
pueden corresponder al propietario o a otras personas (enfiteuta, arrendatario, etc.) y que
cuando existe obligación de transmitir o de restituir una cosa hay que delimitar el
momento en que la percepción de los rendimientos comienza o termina para cada uno de
los dos sujetos, el que transmite y el que adquiere, el que recibe en restitución y el que
restituye.

(…) en los Códigos late una cierta consideración de las cosas como algo naturalmente
fructífero o productivo o como algo económicamente destinado a la producción y la
consideración de la productividad como un deber de diligencia y un canon de
resarcimiento de daños cuando las cosas han devenido improductivas o no han llegado a
alcanzar la que sería su razonable productividad (..)

En otro terreno el concepto de frutos juega un papel decisivo en la organización de la


sociedad legal de gananciales (…) Son bienes gananciales los frutos, rentas o intereses
percibidos o devengados durante el matrimonio procedentes de los bienes comunes o de
los privativos de cada uno de los cónyuges.

La inadaptación del lenguaje codificado en relación con los esquemas de la economía


moderna

(…) Los Códigos se encuentran montados, en la importante cuestión de la explotación


económica y de la distribución de los productos y rendimiento, sobre el concepto de
frutos. En ellos, son en muy buena medida extrañas las ideas de ingresos, rentas y
beneficios que, sin embargo, posteriormente han encontrado reflejo en algunas leyes
especiales (…)

Para SAVATIER hay tres fundamentales arcaísmos en los Códigos:


a) (…) el trabajo no se considera nunca como un bien fructífero o como un factor
de producción. Toda nueva riqueza tiene su fuente en una cosa preexistente. (…) La
“industria” del hombre es solamente un factor auxiliar de la tierra o de los otros bienes
para la producción de sus frutos. Excepciones a esta regla pueden ser la disciplina de la
sociedad de gananciales (…) por lo general el trabajo no es factor de producción sino
gasto deducible.

b) (…) los códigos hacen abstracción, al hablar de frutos no sólo del trabajo
humano sino de los elementos del precio de costo o de producción.

c) (…) los frutos de un bien se atribuyen aisladamente por título de accesión. La


teoría de los frutos, dice SAVATIER, no conoce las conexiones que la economía moderna
establece entre los diferentes bienes de producción haciendo de ellos “el capital”
indispensable para esta producción. En los códigos los frutos son frutos de un solo bien,
cuando en realidad la ganancia lo es de un patrimonio.

(…)

Las construcciones teóricas en la formulación del concepto general de los frutos

(…)
a) La teoría orgánica de los frutos. (…) los frutos son productos orgánicos que se
separan de una cosa en virtud de una función biológica.

(…) El concepto de frutos es más amplio que el de producciones orgánicas nacidas de


una actividad natural o biológica. (…) los frutos civiles que no tienen nada que ver con
aquella concepción. (…) el concepto jurídico de frutos no deriva tanto del carácter
orgánico de la producción, cuanto de la forma económica de la organización de ésta. Por
ejemplo: jurídicamente pueden ser frutos las peras de los perales si la actividad productiva
es la producción de peras, pero pueden ser frutos los árboles mismos si la dedicación es
por ejemplo a un vivero o a un bosque maderable. (…)

b) La llamada teoría de la separación. (..) son frutos las partes de una cosa que, en
virtud de su separación de aquélla, a la que se considera como cosa principal, adquieren
independencia. (…) Son frutos las partes de una cosa que se separan de ella conforme a
su destino económico o al uso social: las partes destinadas a separarse de la cosa.

(..) la quiebra más grave de la teoría de la separación consiste en que no permite construir
un concepto unitario de los frutos, pues, rigurosamente, sólo es aplicable a lo que nuestro
Código llama frutos naturales, añadiendo a ellos si se quiere los industriales, pero no tiene
nada que ver con los frutos civiles, (..)

c) La teoría económica jurídica. (…) Los frutos en sentido jurídico no son


entidades del mundo exterior recognoscibles como tales ni poseen cualidades objetivas.
La cualidad de frutos se determina por la relación existente entre la persona y los bienes.
Se puede decir que algo constituye fruto cuando es la renta que una determinada cosa
ajena produce, se percibe sin disminución de la fuente de producción y se destina al
consumo del titular. (…) Es fruto en sentido jurídico lo que es renta en sentido económico.
(…) la conexión exageradamente subjetiva (…) debe ser equilibrada con criterios
objetivos, pensando sobre todo que la calificación de algo como fruto no se produce
dentro del círculo interno de una persona, en el cual es indiferente establecer si algo se
percibe como fruto o por una razón distinta, sino que se produce siempre para resolver un
posible o eventual conflicto entre dos o más personas, de manera que la decisión sobre si
es fruto o no, es factor decisivo para atribuirlo a uno o a otra. (…) Además (…) no puede
decirse que el destino de los frutos sea siempre el consumo o la consumición. (…)

d) Las posiciones eclécticas. (…) tres elementos, la periodicidad, la conservación


de la sustancia y la observancia del destino de la cosa productora.

El bien-capital o cosa-madre es una subespecie de las cosas inconsumibles desde un punto


de vista jurídico, es decir, de aquellas que son susceptibles de dar una utilidad permanente
y que se caracterizan por su posibilidad de fructificar, esto es, de dar utilidades periódicas,
materializadas en bienes autónomos, permaneciendo ellos mismos inalterados y
observando el destino económico a que están afectos.

Pero el bien capital aislado, sin estar implicado en las relaciones humanas, no produce
frutos jurídicamente relevantes, aunque por su fecundidad natural produzca frutos en el
sentido de las ciencias naturales. (…) siempre que un sujeto puede ejercitar determinadas
facultades sobre los productos de la cosa y no puede, al propio tiempo, ejercitarlas sobre
la cosa productora, o puede hacerlo sólo con ciertas reservas, adquiere plena relevancia
jurídica el concepto de fruto. (…)

El concepto económico de renta y el concepto jurídico de frutos

(…)
1º Fruto en sentido jurídico y renta en sentido económico-jurídico es un excedente
económico, esto es, un incremento positivo experimentado por el patrimonio de la
persona de que se trata. Sólo hay auténticamente fruto, cuando en un periodo determinado
el patrimonio ha experimentado un aumento. Sin embargo, no todos los aumentos
patrimoniales deben confundirse con ésta o con los frutos.

2º No son fruto ni renta los incrementos de patrimonio que tengan su origen en la


enajenación de activos mobiliarios o inmobiliarios (plusvalías) (…).

Tampoco son renta los incrementos extraordinarios o excepcionales, que resultan


obtenidos de una sola vez (herencia, legado, donaciones, ganancias procedentes de la
suerte o del azar, hallazgo de tesoros, etc.).

No son fruto ni renta las percepciones por virtud de las cuales se restituyen bienes de
capital aún cuando su restitución se produzca en forma fraccionada. Por ejemplo las
cuotas de amortización de los créditos, el precio de venta de bienes vendidos a plazos,
etc.

3º Son frutos en sentido jurídico y renta en sentido jurídico-económico, tanto los


incrementos procedentes del rendimiento de los capitales como los procedentes del
rendimiento del trabajo personal. (..)

El derecho de adquisición de los frutos (derecho de disfrute o ius fruendi)


(…) Por regla general, pertenecen al individuo trabajador cuando se trata de rendimientos
de trabajo o a la persona a quien pertenece la propiedad de los factores de producción.
Sin embargo, la percepción y el devengo de los rendimientos pueden haber sido
traspasados a otra persona. Ello puede ocurrir, porque, en virtud de un derecho real, la
utilización, el goce y explotación y la posesión de los bienes que produzcan o sean
susceptibles de producir el rendimiento, pertenezcan a un tercero (v. gr. Usufructo, etc.),
porque la cesión se haya hecho como consecuencia de una relación jurídico-obligatoria
(v. gr. arrendamiento) o porque exista una situación específicamente prevista por la ley y
sea esta quien directamente atribuye a un tercero el derecho de disfrute (v. gr. posesión
en concepto de dueño).

DIEZ PICAZO, Luis. Op. Cit. pp. 827-835.

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