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Son parte integrante los componentes esenciales de la cosa: los que le dan el ser, de tal
modo que sin ellos no puede decirse que la cosa exista en su acepción propia. Una casa
sin tejado, escaleras, puertas o ventanas, por ejemplo, no es una casa en el sentido usual
de la palabra o, al menos, es una casa incompleta. Los mencionados elementos no sirven
para enriquecer o adornar la casa, sino que confluyen a integrar su concepto: de ahí que
su nombre de parte integrante.
De las partes integrantes, unas se hallan vinculadas físicamente entre sí de tal modo que
su separación sólo puede hacerse con alteración o destrucción de su naturaleza y
fisonomía o las del objeto que componen (bombilla eléctrica), o quedando prácticamente
inútil el objeto separado (encuadernación de un libro): partes esenciales. Otras, pueden
recobrar su individualidad, pero in actu dan el ser a la cosa, de modo que, sin ellas, no se
considera completa según la opinión vulgar (las puertas de una casa, la pieza de un
automóvil, que, sin embargo, podrían ser objeto de derechos separados). Algunas partes
son separables física pero no económicamente, por la pérdida de valor que ello reporta al
conjunto.
No es indispensable que las partes integrantes estén adheridas entre sí. ‘Los cajones de
una cómoda – dice Lange – según las concepciones del tráfico no son cosas autónomas,
sino partes integrantes del mueble, si bien no están unidos corporalmente con él de una
manera fija, siendo, al contrario, separables (…)
(…) A su vez, las pertenencias son cuerpos muebles independientes, si bien destinados
al servicio duradero de otro principal, con arreglo a su finalidad económica: en caso de
duda, se entienden comprendidos, tanto en el tráfico como para la ejecución forzosa, en
la cosa principal, pero pueden ser objetos de negocios y derecho aislados. El ejemplo
típico (no muy afortunado) es el de la llave en relación con la cerradura; también la botella
de vino o la rueda de repuesto del automóvil.
Para que una cosa sea considerada como pertenencia – explica Lange – debe encontrarse
en una relación a la vez funcional y espacial con el bien al que se subordina.
“Los “frutos” constituyen una categoría particular de los “bienes” caracterizada por la
relación de derivación de otro “bien”.
Todos los “bienes” son, como tales, fuente de utilidad: el fundo o el animal, la casa o el
vestido, dan de sí utilidades. Pero esta utilidad puede tener también diferente naturaleza
y puede ser de diferentes modos recabada y apropiada: a) ciertas utilidades no se obtienen
más que en el acto mismo en que se consuman (por ejemplo: la utilidad de ir vestido, de
nutrirse, de viajar, etc.); b) ciertas otras se separan de una cosa como “bienes” a su vez,
que pueden ser gozados (usados, utilizados) en un momento posterior (por ejemplo: las
partes de los animales, los productos de los árboles); c) y hay, por fin, utilidades que se
recaban del hecho de conceder a otros el goce de un bien propio: utilidades que revisten
el significado y el valor de compensación por el goce concedido (intereses de un capital
prestado, canon de locación, canon de enfiteusis, rentas, etc.).
La primera especie de utilidades es el fruto del goce de un objeto y no puede ser a su vez
objeto de un goce posterior, produciendo otra utilidad. La segunda y la tercera especie
pueden venir a ser objeto de ulteriores relaciones jurídicas. Y revisten, por este carácter,
razón de “frutos”: frutos “naturales” los primeros, frutos “civiles” los segundos.
(…) a) Ante todo, define o delimita el contenido un derecho o facultad del propietario
de una cosa (…)
b) Es un módulo para resolver el eventual conflicto entre el poseedor de una cosa
y quien le ha vencido en la posesión al liquidar el estado posesorio en que el primero se
encontrara: el poseedor de buena fe hace suyos los frutos percibidos y los que el poseedor
legítimo hubiera podido percibir.
c) Se utiliza el concepto de frutos para delimitar las respectivas esferas de
actuación del usufructuario y del nudo propietario
d) (…) para resolver los posibles conflictos entre el donante que revoca la
donación y el donatario que en virtud de la revocación tiene obligación de restituir los
bienes;
e) (…) cuando se dice que el acreedor tiene derecho a los frutos de la cosa desde
que nace la obligación de entregarla (…)
Con carácter general podemos considerar que es preciso establecer un criterio por medio
del cual se delimite el derecho de adquisición de los rendimientos (ius fruendi) cuando
pueden corresponder al propietario o a otras personas (enfiteuta, arrendatario, etc.) y que
cuando existe obligación de transmitir o de restituir una cosa hay que delimitar el
momento en que la percepción de los rendimientos comienza o termina para cada uno de
los dos sujetos, el que transmite y el que adquiere, el que recibe en restitución y el que
restituye.
(…) en los Códigos late una cierta consideración de las cosas como algo naturalmente
fructífero o productivo o como algo económicamente destinado a la producción y la
consideración de la productividad como un deber de diligencia y un canon de
resarcimiento de daños cuando las cosas han devenido improductivas o no han llegado a
alcanzar la que sería su razonable productividad (..)
b) (…) los códigos hacen abstracción, al hablar de frutos no sólo del trabajo
humano sino de los elementos del precio de costo o de producción.
(…)
(…)
a) La teoría orgánica de los frutos. (…) los frutos son productos orgánicos que se
separan de una cosa en virtud de una función biológica.
b) La llamada teoría de la separación. (..) son frutos las partes de una cosa que, en
virtud de su separación de aquélla, a la que se considera como cosa principal, adquieren
independencia. (…) Son frutos las partes de una cosa que se separan de ella conforme a
su destino económico o al uso social: las partes destinadas a separarse de la cosa.
(..) la quiebra más grave de la teoría de la separación consiste en que no permite construir
un concepto unitario de los frutos, pues, rigurosamente, sólo es aplicable a lo que nuestro
Código llama frutos naturales, añadiendo a ellos si se quiere los industriales, pero no tiene
nada que ver con los frutos civiles, (..)
Pero el bien capital aislado, sin estar implicado en las relaciones humanas, no produce
frutos jurídicamente relevantes, aunque por su fecundidad natural produzca frutos en el
sentido de las ciencias naturales. (…) siempre que un sujeto puede ejercitar determinadas
facultades sobre los productos de la cosa y no puede, al propio tiempo, ejercitarlas sobre
la cosa productora, o puede hacerlo sólo con ciertas reservas, adquiere plena relevancia
jurídica el concepto de fruto. (…)
(…)
1º Fruto en sentido jurídico y renta en sentido económico-jurídico es un excedente
económico, esto es, un incremento positivo experimentado por el patrimonio de la
persona de que se trata. Sólo hay auténticamente fruto, cuando en un periodo determinado
el patrimonio ha experimentado un aumento. Sin embargo, no todos los aumentos
patrimoniales deben confundirse con ésta o con los frutos.
No son fruto ni renta las percepciones por virtud de las cuales se restituyen bienes de
capital aún cuando su restitución se produzca en forma fraccionada. Por ejemplo las
cuotas de amortización de los créditos, el precio de venta de bienes vendidos a plazos,
etc.