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por Emilio J.

Ayos
Doctor en Ciencias Sociales (UBA), Magister en Políticas Sociales (UBA), Lic.
en Sociología (UBA). Docente en la Universidad de Buenos Aires, Universidad
Nacional de Mar del Plata, Universidad Nacional de General Sarmiento. Becario
posdoctoral del CONICET en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA)

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Si bien en los últimos años el Estado ha


venido desarrollado políticas desde una
perspectiva de la seguridad social y los
derechos sociales, se ha fracasado en el
desmantelamiento de los nudos centrales de
la corriente punitivista. La cuenta pendiente
sigue siendo terminar con la identificación de
los jóvenes de sectores populares como el
verdadero enemigo social.

Cuestión social,
cuestión criminal:
una mirada desde
la(s) política(s)
E n estas páginas nos proponemos analizar el
derrotero de las intervenciones estatales sobre
los jóvenes de sectores populares en el entrecru-
zamiento de intervenciones de política social y programas de
prevención del delito durante la última década en la Argentina.
Quisiéramos por un lado plantear una hipótesis histórica, acer-
Una de las marcas
distintivas de la política
de asistencia “moderna”
ha sido la tajante
ca del acoplamiento y desacoplamiento entre modalidades de
intervención propias de los campos de la política social y la distinción entre el pobre
política criminal. Luego nos proponemos reflexionar, a partir de “válido” y el “inválido”,
esta mirada sobre las políticas sociales y preventivas, sobre las
formas de problematización de los sectores populares y particu- condicionando
larmente los jóvenes de sectores populares que caracterizan a la asistencia a la
este último ciclo histórico de la Argentina. Emprenderemos esta
reflexión intentando no oscurecer las multiplicidades, las dis- obligatoriedad del
continuidades, las rupturas y las tensiones que marcan las dis-
cusiones político-culturales en la sociedad argentina en las que
trabajo asalariado
estas intervenciones estatales participan. Sabiendo, a la vez, que y construyendo una
compartimos nuestra reflexión en tiempos dramáticos, en los
que este problema de la peligrosidad de los jóvenes de sectores
pobreza como rasgo de
populares, uno de los nudos fundamentales de la “inseguridad”, peligrosidad, como signo
aparece atravesado por formas verdaderamente deshumanizan-
tes de la vida colectiva.
del incumplimiento a
dicha obligación.

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Cuestión social, peligrosidad, delito Prevención “social” del delito y


Quisiera plantear aquí casi una obviedad: esta “cuestión” no es políticas asistenciales-laborales en la
absolutamente nueva. Los sectores populares problematizados Argentina contemporánea
en términos de su peligrosidad son, por así decirlo, un nudo de Una de las formas fundamentales en la que se expresó la centra-
sentido recurrente de nuestras sociedades, que se reactiva, sí, lización de la asistencia en nuestro país en las últimas décadas,
bajo modalidades siempre nuevas. El dramático y convulsivo no sólo como sector de políticas sino como grilla para mirar y
proceso de desorganización y reorganización del trabajo en decir sobre lo social, y en este sentido como matriz para nom-
tanto mercancía (proceso por cierto nunca acabado, siempre brar a los sectores populares, sus condiciones de vida y de traba-
en marcha) en el marco de la constitución de órdenes políticos jo, fue la línea asistencial que se orientó hacia el desempleo. Este
modernos, o eso que emergió históricamente como la “cuestión conjunto de intervenciones se caracterizó por prescribir alguna
social”, siempre se ha visto atravesado por la idea de “clases modalidad de ocupación como parte del plan de asistencia, con-
laboriosas/clases peligrosas” como nos recuerda Castel en El ceptualizado como contraprestación. Pero más aún, lo que carac-
ascenso de las incertidumbres. Esas intervenciones estatales terizó a esta modalidad es una racionalidad que reintroduce un
que cristalizaron en los campos de la política social y la política fuerte discurso moral sobre el trabajo, siendo su núcleo el sujeto
criminal han tenido una participación destacada en dicho pro- desempleado. El trabajo se constituyó en recurso de la asistencia
ceso. Una de las marcas distintivas de la política de asistencia al establecer una problematización del desempleo en tanto una
“moderna” ha sido la tajante distinción entre el pobre “válido” y carencia del propio sujeto.
el “inválido”, condicionando la asistencia a la obligatoriedad del La introducción de esta tradición del workfare sustentó como
trabajo asalariado y construyendo una pobreza como rasgo de racionalidad política los discursos sobre la “empleabilidad” de
peligrosidad, como signo del incumplimiento a dicha obligación. los sujetos desocupados y organizó las formas de intervención
La política criminal se configuró, en palabras de Foucault, en que a partir de las contraprestaciones laborales o de capacita-
tanto “administración diferencial de los ilegalismos”, producien- ción laboral se centraban en las capacidades y habilidades como
do como “delincuencia” sólo una parte de los ilegalismos de los carencia subjetiva, que como tal explicaba la situación laboral
sectores populares. del desempleado. Su característica distintiva fue la obligato-
riedad para los “beneficiarios” de realizar una contraprestación
laboral o de capacitación laboral como modo de promover su
empleabilidad.
El desmantelamiento de todos
los nudos político-culturales que
articula esta corriente punitivista
es una de las deudas de los que
pugnamos por una orientación de
la política de seguridad acorde con
los principios democráticos.

La introducción en la Argentina de esta modalidad de progra- política social luego de la “reforma” neoliberal en la Argentina
mas asistenciales laborales tuvo como uno de sus impulsores fue la construcción de “lo social” con la que se encontraron y
fundamentales al Banco Mundial, con un particular protagonis- reconstruyeron las políticas de prevención social del delito que
mo en el diseño y evaluación de programas a partir del año 1996, surgieron al inicio de la década del 2000. Su búsqueda de una
teniendo como intervención paradigmática el llamado Plan orientación “social” para la política criminal se originó en una
Trabajar. La corriente de programas así inaugurada compartía, marcada orientación progresista, que intentaba hacer foco en lo
además de la centralidad de la noción de empleabilidad de los que consideraba como las verdaderas causas sociales del delito
sujetos, la programática del desarrollo comunitario. Esta orien- (aunque recortando en los sectores populares y, especialmente,
tación marcadamente neoliberal difirió de las miradas del desa- en los jóvenes) en una polémica explícita con las posiciones más
rrollo comunitario que proliferaron en el pasado, fundamental- punitivistas y de “mano dura”. La expresión más importante de
mente al calor del pensamiento desarrollista: abandonaron la este proceso fue la creación en el año 2000 del Plan Nacional
preocupación por el desarrollo “nacional” y con “pleno empleo”, de Prevención del Delito y luego, en su interior, el Programa
e instaron a la promoción de actividades de subsistencia que el Comunidades Vulnerables. Este encuentro se materializó en la
desarrollo comunitario “desarrollista” combatía como traba a la articulación de las intervenciones preventivas con programas
proliferación de hábitos de trabajo y de vida “modernos”. asistenciales laborales que mantenían la orientación antes
Esta centralidad del eje asistencialista que caracterizó a la descripta para el campo de la política social, especialmente el

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Programa de Empleo Comunitario. Las actividades que organi-


zaban los programas de prevención (las entrevistas periódicas
de los jóvenes con los operadores territoriales, las reuniones
grupales, los proyectos recreativos, los talleres informativos)
se constituyeron en la contraprestación obligatoria para perci-
bir la transferencia de ingresos que otorgaba la política social
asistencial. Esta articulación estratégica entre una orientación
progresista en el campo de la política criminal y la corriente
del workfare en la política social mostró una mirada sobre las
formas de prevenir el delito que descentró la transformación de
las condiciones de vida y de trabajo de los destinatarios e hizo
hincapié en la modificación y activación de las capacidades
subjetivas, en línea con las premisas de la reforma neoliberal de
la política social.
¿El fin de una articulación La política, las políticas
estratégica? Este proceso de desarticulación entre prevención y políticas
Al avanzar la década del 2000 el campo de la política social sociales se produce a su vez en el marco del surgimiento de un
muestra un conjunto de transformaciones que pueden ser cap- nuevo proyecto por una “política democrática de seguridad”,
tadas en tanto movimiento de recentralización de la tradición que tuvo como máxima cristalización institucional la creación
de la seguridad social –sector que había sido el núcleo duro de en 2010 del Ministerio de Seguridad a nivel nacional. En este, la
las modalidades de protección social en buena parte de nuestra idea de una política de seguridad democrática no estuvo centra-
historia– poniendo en crisis a la asistencialización de lo social da en la orientación preventiva –como sucedió con la impronta
que caracterizó el ciclo histórico anterior. Esta tendencia tuvo que materializó el Plan Nacional de Prevención del Delito en el
uno de sus puntos más intensos en la creación de la Asignación año 2000– sino en la cuestión del control político de las fuerzas de
Universal por Hijo para la Protección Social (AUHPS en adelan- seguridad. Sin rodeos, debemos decir que el mismo se encuen-
te) en el año 2009, reconfigurando la relación entre seguridad tra, cuanto menos, en crisis. No podemos aquí extendernos en
social y asistencia. Más allá de todas las discusiones necesarias relación a las transformaciones institucionales. Sin embargo,
al respecto, es posible afirmar que la AUHPS introduce en el nos parece importante finalizar este artículo interrogándonos
ámbito de la asistencia (históricamente colonizado por miradas acerca de las discusiones político-culturales que moldean,
centradas en el sujeto careciente) una tradición asentada en dan cuerpo o desbaratan aquel ámbito de las políticas. Y seña-
la lógica de los derechos sociales, en la figura del trabajador y lar(nos) que las mismas no son absolutamente homogéneas,
en la idea de la protección social. Por otra parte, plantea una presentan discontinuidades y tensiones. Porque si bien por un
modalidad de condicionalidad que se distancia de la mecánica lado podemos identificar un movimiento hacia la incorporación
de la contraprestación laboral. Y en términos concretos, ella ha de la lógica de la seguridad social y los derechos sociales en el
desencadenado el marcado desdibujamiento de las políticas tratamiento de los jóvenes de sectores populares que desdibuja
asistenciales laborales tipo workfare. aquel discurso moral sobre el trabajo en tanto carencia del pro-
Esta reorientación del campo de lo social ha sido el marco del pio sujeto, marcadamente estigmatizante, por otro lado hemos
debilitamiento casi absoluto de las intervenciones de preven- venido observando la intensificación de una corriente de senti-
ción social del delito en la Argentina. La incompatibilidad de los dos canalizada bajo la cuestión de la “inseguridad” que extrema
programas asistenciales que confluían con los planes de preven- la identificación de los jóvenes de sectores populares en tanto
ción con la AUHPS a partir del año 2009 puso en crisis las moda- verdadero enemigo social, en un proceso de deshumanización
lidades de intervención que desarrollaron a lo largo de la última que hace temblar los fundamentos simbólicos de nuestra orga-
década. De esta manera, si la preponderancia de la asistencia nización política, siendo los recientes hechos de linchamiento
(en las formas particulares del workfare y el desarrollo comunita- en diferentes ciudades del país sólo la expresión más aberrante
rio) abrieron la superficie de contacto en el campo de la política de dicho proceso. Este es el fangoso campo donde parecieran
social para la articulación estratégica con el campo de la política empantanarse todos los intentos recientes por instrumentar
criminal en las estrategias de prevención social, la tendencia a la una orientación diferente en la política de control del delito. El
recentralización de la seguridad social y la reconfiguración de su desmantelamiento de todos los nudos político-culturales que
relación con la asistencia marcan la obturación de ese espacio y articula esta corriente punitivista es una de las deudas de los
la promoción de un desacople de dicha articulación. Y aunque que pugnamos por una orientación de la política de seguridad
tal vez sea muy prematuro para aseverarlo, podría interpretarse acorde con los principios democráticos.
el Programa de Respaldo a Estudiantes de Argentina como una
continuación de esta tendencia hacia la incorporación de la
lógica de la seguridad social para el tratamiento de “sectores” y
“problemas” que eran atravesados por la matriz de la asistencia,
en este caso, las condiciones de vida de los jóvenes de las clases
populares.

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Si bien por un lado Más allá de todas las


podemos identificar discusiones necesarias
un movimiento hacia al respecto, es posible
la incorporación afirmar que la AUHPS
de la lógica de la introduce en el ámbito
seguridad social y de la asistencia
los derechos sociales (históricamente
en el tratamiento colonizado por miradas
de los jóvenes de centradas en el sujeto
sectores populares careciente) una
que desdibuja aquél tradición asentada
discurso moral sobre en la lógica de los
el trabajo en tanto derechos sociales, en la
carencia del propio figura del trabajador
sujeto, marcadamente y en la idea de la
estigmatizante, por protección social.
otro lado hemos
venido observando
la intensificación
de una corriente de
sentidos canalizada
bajo la cuestión de
la “inseguridad”
que extrema la
identificación de los
jóvenes de sectores
populares en tanto
verdadero enemigo
social.

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