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Family Enrichment
Amor Matrimonial 1
Curso de Family Enrichment:
“Amor Matrimonial 1”
Nos satisface haceros llegar el material que iréis utilizando en las diferentes sesiones de este curso.
En él encontraréis unos casos prácticos de situaciones familiares, que tendréis que estudiar y debatir
y unas notas técnicas que os servirán para profundizar en temas educativos de la vida familiar.
Para que el curso os ayude realmente a mejorar vuestra tarea educativa es fundamental que
preparéis bien los casos, por eso, en esta primera sesión, os proponemos un plan de trabajo
exigente.
Es conveniente comenzar con una lectura individual, seguida luego de un contraste matrimonial. En
esta fase ya debéis comentar y plantearos cuáles son los problemas que se plantean cada caso y qué
es lo que más llama vuestra atención. Esto puede suponeros entre 20 o 30 minutos. Si conseguís
hacer bien eso, al final, ésta se habrá convertido en la fase más constructiva del curso para vosotros.
Después, os pediremos que mantengáis unas reuniones de equipo con cuatro o cinco matrimonios
más, en las que se trata de discutir esos problemas que plantea cada caso, aportando en ella lo
discutido entre vosotros. Es conveniente que dicha reunión se realice unos días antes de la sesión
general. A ser posible, de forma rotativa en las casas de los integrantes del grupo y teniendo
especial cuidado en que sean reuniones sobrias y de discusión eficaz y en que no duren más de 60
minutos.
Las reuniones de equipo son parte esencial de nuestra metodología. El curso no se aprovecha si no
se hacen bien. En ellas, se trabajan los casos, complementando el debate con los guiones de
preguntas que aportarán los jefes de equipo. Ahora bien, éstas, no suplen el estudio personal o
matrimonial. No deben utilizarse para intentar resolver los casos ni para buscar respuestas colectivas.
Cada tema del curso se concluye con una sesión general en la que se reúnen los diferentes equipos
para desarrollar el caso. La participación de todos, además de enriquecer considerablemente la
discusión ayuda a profundizar en todas las cuestiones educativas que cada caso plantea. Esta sesión
general estará dirigida por un moderador ( siempre padre o madre de familia) que ayudará a los
participantes a ordenar y encontrar las posibles soluciones de cada caso. Terminará su sesión
haciendo unas conclusiones globales y dando unos criterios básicos sobre el tema de estudio.
La riqueza de esta metodología se justifica y se apoya en la conveniencia de que cada uno de los
cónyuges inscritos al curso, desde el principio, se planteen cosas desde su perspectiva personal; lea,
piense, escuche, diga, se sensibilice, discuta, pregunte, sugiera y sobre todo elabore y aprenda.
Para el buen funcionamiento del Curso, los moderadores/as de las sesiones generales empezarán y
acabarán su sesión puntualmente, siguiendo el temario indicado en el plan del Curso e intentando no
sobrepasar nunca los 90 minutos de duración en su sesión
— Gracias. Solo quería decirte que Manuel y yo nos vamos a vivir juntos… Haremos una fiesta de
inauguración del piso dentro de unas semanas y todos los del despacho estáis invitados.
— Muy bien. Muchas gracias por la invitación. Y, dime, ¿no… os pensáis casar antes?
— Pero yo no te estoy hablando de la Iglesia ni de religión. Solo te pregunto si os vais a casar. Es por
vuestra felicidad…
— ¿Por nuestra felicidad? ¿Qué quieres decir? Nos queremos mucho, y eso nos basta.
— Ya, pero hace tres meses también os queríais, y no habíais decidido iros a vivir juntos. Algo ha
cambiado, ¿no?
— ¿Solo eso? ¿El piso es la razón de que os vayáis a vivir juntos? No parece un motivo muy serio…
— Era broma…, aunque sin piso… no hubiera sido planteable: ahora es posible. Tenemos muchas
cosas en común y queremos probar, a ver qué tal la convivencia juntos.
—¿Probar? ¿Vas a probar a Manuel, como si fuera un cóctel o un coche? Y si no funciona, ¿qué harás?
—No, hombre, ya me entiendes… Es definitivo, pero no queremos estar atados. Creo que nadie te
puede obligar a permanecer con otra persona…
—En eso estamos de acuerdo, solo uno mismo puede hacerlo…, si se quiere amar para siempre, claro.
—¿Y él?
—Entonces, si admites un consejo de alguien que lleva casi veinte años amando, coge a Manuel,
llévatelo al lugar que más te guste de esta ciudad y dile —y exígele que te diga— que os queréis amar
para siempre, como supongo que amaréis a los hijos que pudierais tener.
—¿Por qué? ¿Por qué son hijos vuestros? ¿Y si son adoptados? ¿Entonces podrías dejar de amarles
algún día?
La última pregunta dejó a Adriana pensativa. Fernando percibió cierta incomodidad en ella y pensó
que debía terminar el interrogatorio; al fin y al cabo, era su jefe y no le parecía correcto ponerla en
una situación comprometida.
—No hace falta que me contestes. Perdona. No soy nadie para meterme en tu vida íntima. Os deseo
todo lo mejor. Que seáis muy felices…, tanto como lo soy yo.
—Muchas gracias, Fernando. Es un deseo que aprecio mucho. Te aseguro que, aunque pensemos
muy diferente, me encantaría que mi familia fuera tan feliz como la tuya…, aunque quizás con menos
hijos.
—Solo te daré un consejo: poned todo en común…, incluso vuestro futuro, porque normalmente se
recoge lo que se siembra. Y, ahora, basta ya de filosofías de la vida, a trabajar, que los dos tenemos
mucho que hacer. Gracias por tu confianza.
La breve conversación con su jefe hizo mella en Adriana. Nadie le había expuesto nunca las cosas así.
Adriana empezó a pensar: y ¿si Fernando estuviera en lo cierto? Solo hay que ver cómo es de feliz,
con sus problemas, como todos, pero feliz, seguro, emocionalmente equilibrado.
La cabeza de Adriana da vueltas y más vueltas, seguía pensando que sería bonito tener a alguien que
se comprometiera a quererla durante toda la vida. La frase de Fernando «amar para siempre»
continuaba revoloteando en su cabeza.
Además, no veía a Manuel contento. Se iban a vivir juntos, sí, pero lo hacía por complacerla, por
retenerla y no perderla, pero no era su estilo, aunque él dijera que no le importaba. ¡Manuel y ella
tenían que volver a hablar!
Manuel, con sus veintiocho años, es un informático ilusionado en sus tareas profesionales, a las que
dedica todas las horas posibles, pues considera que solo se puede alcanzar el éxito profesional y
grandes logros en la vida con esfuerzo, constancia y compromiso.
Es un joven de su tiempo, apreciado en sus relaciones profesionales y con éxito con todas las chicas
con las que comparte horas de trabajo. Da la imagen de una persona noble y con principios.
Hace ya dos años que conoce a Adriana, y está muy enamorado de ella. Piensa que tiene un gran
corazón y que es muy original en muchos de sus planteamientos. A Manuel le preocupa un poco su
falta de creencias, ya que él ha recibido una formación cristiana. Él es el pequeño de varios hermanos,
de los que todos están ya casados. Adriana le ha planteado que se vayan a vivir juntos. Ha salido una
oportunidad buenísima para comprar un piso y no quiere dejarla escapar. Él no le hace ascos a eso de
irse a vivir juntos antes de casarse, al fin y al cabo, cuanto más se conozcan en las situaciones reales
de la vida, más preparados estarán para no equivocarse al dar ese gran paso.
Manuel teme la respuesta de sus hermanos, porque sabe que nos les va a parecer bien. El disgusto
que le va a dar a sus padres va a ser considerable. Hay un hermano en el que Manuel confía mucho,
porque siempre se ha mantenido firme en sus convicciones y es muy abierto de mente para muchas
cosas. Quedó con él para pedirle consejo.
Cuando Manuel le contó a José su plan de irse a vivir con Adriana, este se sorprendió bastante, pero
no se le notó nada. Tranquilamente le dijo a su hermano: Manuel, ¿qué quieres probar? ¿Si está
guapa cuando se levanta por las mañanas? ¿Si se enfada cuando te tomas unas copas de más con los
amigos? Una persona no es estática, es dinámica. Va creciendo y madurando con el tiempo. Adriana
no va a ser siempre como es hoy. ¡Ya verás cuánto cambia con la maternidad, por ejemplo! Tenéis
que hablar, ver el futuro juntos, diseñar un proyecto común, antes de dar el paso definitivo, pero una
vez que te comprometas con ella para toda la vida lo que importa no será tanto cómo es ella sino
cómo eres tú para ella. Serás la persona que la quiera pase lo que pase; en la riqueza y en la pobreza,
en la salud y en la enfermedad… la conversación siguió en esta línea.
Manuel no ha necesitado oír más para reafirmarse en sus convicciones. Estaba decidido a hablar con
Adriana para explicarle sus pensamientos más íntimos. Quería empezar con buen pie.
Tema: ¡Vale la pena casarse! Nota técnica: Casarse para poder amar
Con esta hoja queremos ayudaros a reflexionar sobre todos los aspectos que se han tratado en
esta sesión. Recuerda; hablar de ello precipitadamente podría ser una falta de prudencia, pero no
profundizar en temas tan importantes de vuestra vida matrimonial podría llevaros a la falta de
diálogo, a la desconfianza o al desencanto. …Hasta la próxima sesión tenéis varios días para
plantearos estas cuestiones y utilizarlas como temas de conversación. No dejéis de hacerlo si
queréis seguir creciendo en vuestro «Amor Matrimonial».
1. ¿Os planteasteis durante el noviazgo que casarse suponía querer amar a una misma persona,
y solo a ella de forma singular, durante toda la vida?
2. ¿Os habéis planteado qué os aporta el consentimiento en el matrimonio?
4. ¿Estáis dispuestos a hablar, escuchar, comprender, disculpar… y ceder, ante cualquier tema
conflictivo que pueda socavar vuestra unión?
5. ¿Sois conscientes de que amarse matrimonialmente requiere una donación total de todo
vuestro ser: biológica, afectiva y espiritualmente?
6. «Amar es buscar el bien, el perfeccionamiento del otro» ¿Es tu cónyuge tu prioridad? ¿Pones
a tu cónyuge por delante de todo? ¿O, a veces, son más importantes tus necesidades,
amistades, tiempos, etc.?
El Amor
Enrique Rojas afirma que la felicidad es la máxima aspiración del hombre, hacia la que apuntan todos
los vectores de su conducta, pero si queremos conseguirla, debemos buscarla. Además, la felicidad no
supone un hallazgo al final de la existencia, sino a través de su recorrido; pero, la felicidad no es
posible sin el amor.
El amor auténtico hace a la persona más completa y afecta a todo su entorno: físico, psicológico,
profesional, social y cultural.
Enrique Rojas dice que el amor conyugal es un acto de la voluntad que tiene que ver con la
inteligencia, supone compromiso y es dinámico. Existen dos claves para preservarlo: mantener la
admiración por la otra persona y haber sido capaz de construir un proyecto de vida en común. Es un
error propio de las personas inmaduras creer que con estar enamorado basta para que se mantenga
fiel, ¡y no!, ¡hay que trabajarlo!
2. Conocer el equilibrio entre los sentimientos y la razón: Al principio todo es sentimiento, emoción
y/o pasión, después todo debe ser más racional, con más conocimiento, sin perder la fuerza inicial.
3. Hay que cuidar el amor: Si no se cuida el amor se oxida. Solo con dedicación, trato delicado e
ilusión juvenil se mejora la vida conyugal, evitando aquellos detalles menores que perjudican la
convivencia.
4. Utilizando herramientas que nos ayuden a seguir enamorados, sobre todo: la inteligencia (sabiendo
diferenciar hechos, opiniones y actitudes), el corazón (ensayando soluciones eficaces), y la voluntad
(luchando con orden y constancia para mejorar las bases de la convivencia).
5. Sin descuidar aspectos esenciales del amor: Sentimientos, sexualidad, ideas y creencias, ilusiones,
arte de la convivencia, compromiso, dinamismo, creatividad, optimismo...
6. Sabiendo que la sexualidad desempeña un papel importante en la vida conyugal. Estando centrada
en el respeto, el diálogo y sus tres principales componentes; la física (unión de dos cuerpos), la
psicológica (intercambio de sentimientos, emociones) y la espiritual (viviéndola en profundidad como
algo sagrado).
8. Cuidando la Vida de Familia diaria, con racionalidad: La convivencia va dejando a cada uno frente
a, lo que verdaderamente, su cónyuge lleva dentro y eso exige serenidad y orden mental. Los
enemigos del amor son: la rutina, el cansancio, la ausencia de proyectos, la falta de novedades, etc.,
pero hay que vencerlos.
9. Comprometerse por encima de todo: No hay amor auténtico si no existe compromiso, aspirar a la
felicidad que otorga la fidelidad, es algo que solo se alcanza a través de pequeñas conquistas y
pequeñas lealtades. Cuando se ha hecho una elección para toda la vida, eso debe ser lo más
importante.
10. Potenciar la espiritualidad: Vivir la misma espiritualidad produce calor de hogar, que al final
quema, y da energía y fuerzas para continuar. De ella se enriquecen la razón, la voluntad y la
trascendencia.
1
Enrique rojas: el consentimiento matrimonial; cap.11.
Este es el objeto del consentimiento matrimonial, del pacto conyugal. Al dar el consentimiento
matrimonial, o se acepta el amor matrimonial en su propia naturaleza, con todos los rasgos y
elementos que le son propios, o no se contrae matrimonio.
Al decir «sí, quiero» estoy diciendo: «sí, lucharé por acrecentar cada día más el amor que ya te tengo,
te elegiré cada día como término de mi amor, apartaré cuantos obstáculos desvíen mi atención, me
dedicaré a ti el resto de mi vida, mi cuerpo será tuyo, como el tuyo mío, para que lo cuides como cosa
propia, y recibiré y educaré como mejor sepa a los hijos que nazcan de nuestra unión».
Con el consentimiento matrimonial no hacemos más —ni menos— que adentrarnos en el universo
precioso del amor verdadero; pero, una vez nos hemos decidido por el amor mediante el acto de
voluntad que supone el consentimiento, ese mismo amor nos desborda, nos envuelve y supera, de
manera que no es él el que está subordinado a nosotros, sino nosotros puestos a su servicio. Con
nuestra voluntad, con nuestro consentimiento, podemos introducirnos en el amor matrimonial, pero
no modificarlo, no podemos cambiar la naturaleza del amor conyugal al albur de nuestro capricho, de
nuestro estado de ánimo, de nuestra, acaso, voluble voluntad.
El amor es lo que es y el matrimonio, fundado en el amor matrimonial que hemos intentado describir,
tiene una naturaleza que debemos respetar.
Igual que podemos decidir ser padres, pero una vez lo somos no podemos abandonar esta condición,
que nos viene dada por naturaleza, podemos decidir ser esposos, pero no dejar de serlo.
Este compromiso es siempre un acto de entrega de futuro y un acto máximo de libertad. Mediante ese
acto voluntario, el hombre decide hoy ser en el mañana lo que ha comprometido. En este sentido, la
persona es y puede ser lo que quiere ser. Atrae al futuro —que todavía no es—, lo domina con su
libertad y lo decide con su voluntad, ya aquí y ahora, en una dirección o en otra. Quien no sabe
comprometerse, no sabe vivir como persona.
Un hombre y una mujer pueden estar juntos toda su vida, sin haberse comprometido para toda la
vida, por no haber existido nunca un instante decisorio y fundacional. Se trata de una mera
convivencia (vivir con o estar con). El matiz es clave, pues comprenderlo equivale a saber diferenciar
el sentido estricto y exacto del matrimonio, frente a todo un conjunto de relaciones entre varón y
mujer, las cuales, aunque sean monógamas, heterosexuales y hayan durado de hecho toda la vida, no
son, en rigor, matrimonio, porque no hay pacto matrimonial. De igual modo, un hombre y una mujer
pueden hacer ese acto de compromiso y dejar de convivir; sin embargo, el pacto seguirá existiendo.
Han convertido lo gratuito en debido, mediante un acto libre de mutua donación. Son el uno del otro y
se deben el uno al otro. Y esto no es una bella metáfora. Esta coposesión mutua, de suerte que ya no
son dos, sino uno solo, y, por tanto, se deben en justicia el uno al otro, ha de entenderse en sentido
rigurosamente literal. El amor se ha convertido, sin dejar de ser amor, también en justicia.
Los esposos se entregan como varón y mujer (distinción de sexos); se entregan en tanto sexos
complementarios ordenados a la fecundidad humana (procreación y fecundidad); se entregan en
cuanto personas constitutivamente abiertas a la solidaridad y comunidad estables (sociabilidad y
estabilidad); se entregan toda la inclinación unitiva de sus dimensiones instintivas, sensitivas y
racionales (el amor conyugal); y se entregan así porque les da la gana (libertad).
En cuanto unión natural, lo que los cónyuges se entregan no ha de ser un contenido artificial y
arbitrariamente inventado por las partes. Se entregan lo natural, es decir, pactan una unión entre
varón y mujer perpetua y exclusiva, orientada a la fecundidad humana.
Siempre hay que partir de la idea de que, en toda relación de pareja, sobrevienen crisis o momentos
difíciles que son completamente normales y que se inscriben dentro del proceso normal de
maduración conyugal. La vida en pareja tiene una serie de etapas bastante universales que pueden
llevar a situaciones peligrosas, sin embargo, son crisis de crecimiento, de compenetración y
maduración. Una crisis, antes de convertirse en un problema, es siempre una ocasión de crecimiento
personal. Depende de que cada uno la sepa manejar con buena actitud y generosidad.
En los primeros años de matrimonio las personalidades de ambos cónyuges van madurando a través
de un proceso costoso de adaptación, donde cada cónyuge intenta imponer sus condiciones, sus
gustos, su propio orden de prioridades… Conseguir el equilibrio de ambos marcará el triunfo de la
relación. Es una etapa donde tiene que reinar el diálogo, el saber escuchar, la tolerancia y la toma de
decisiones, llegando a compromisos firmes. Es una etapa importante y decisoria, puesto que suele
coincidir con la llegada de los hijos, que suponen una fuente importante de estrés si no se ha hablado
mucho, si los cónyuges no han llegado a compromisos claros y concretos.
Programa Sesión
Programa Sesión
Hechos
Problemas
Soluciones
Conclusión personal
Al principio nuestra relación sufrió alguna crisis. Mi novio —mi actual marido— quería probar eso de
vivir juntos durante una temporada para ver si nos iba bien. En realidad, yo creo que era una excusa,
porque no acababa de terminar la carrera y yo ya me impacientaba. Sin embargo, vencí la batalla y le
dije muy clarito:
—Cariño, yo no salgo de mi casa si no es vestida de blanco y para casarme como Dios manda.
Afortunadamente lo entendió, y justo al año siguiente de terminar la carrera nos casamos.
Javi es ingeniero de telecomunicaciones y ya en sus últimos años de carrera empezó a trabajar en una
multinacional. Con gran esperanza un día me decía:
—Ana, cuando acabe, con la experiencia que estoy adquiriendo… y si puedo quedarme en esta
empresa, nos iremos a vivir al extranjero. Tiene sedes en Birmingham o en San Diego. ¿Qué te
parecería?
— ¡Sería fantástico, Javier! Siempre ha sido el «sueño de mi vida» viajar, o trabajar en otro país. Me
encantaría conocer otras culturas y sus distintas formas de vivir y de organizarse. Será estupendo.
Además, mis padres nos apoyarían. Siempre nos han animado a abrir horizontes y a «despegar»,
como dicen ellos. Además, con lo que les encanta viajar tendrían otra excusa para hacerlo, como
hacen para ir a ver a mi hermano Ángel a Bélgica.
Yo soy licenciada en Psicología y Máster en Recursos Humanos. Antes de casarnos empecé a trabajar
en una multinacional, en el departamento de RRHH. Era un puesto de trabajo estupendo. Mi labor me
encantaba y, en un año de serios esfuerzos y compromisos, ya contaron conmigo para el equipo
directivo. Yo sabía que solo podría ser para tres o cuatro años, pues, justo cuando nos casáramos, ya
habíamos decidido que nos trasladaríamos a otra población.
Ahora estamos instalados y yo trabajo en otra empresa; no me gusta tanto como la anterior, pero
estoy bien. Tengo tiempo para muchas cosas y he hecho buenas relaciones sociales en esta ciudad.
Mientras mi esposo desmonta, investiga y fabrica motores raros, yo me dedico a mi trabajo y preparo
nuevos estudios.
Pero hoy, a media mañana… ¡entusiasmado!, Javier me ha llamado por teléfono. …Para mí, todavía
no sé porqué, pero ha sido como un «jarro de agua fría». Lo siento, quizás me he portado como una
tonta. Seguro que esperaba otra reacción, ni siquiera le he felicitado, solo he pensado en las
consecuencias que eso representa para mí. …Pero también él… ¿no piensa demasiado en sí mismo?
¿en su carrera personal? Yo ya he dejado un buen puesto de trabajo por él…, por su trabajo.
Ahora… ¿una segunda vez?… Y ¿qué hago yo en EE. UU., tan lejos de los nuestros? ¿Y para cuánto
tiempo deberemos quedarnos allí? Cierto que me hacía ilusión, pero eso era antes… Mis padres no
podrán venir muy a menudo, no es lo mismo Europa que cruzar el «charco».
¿Qué hago…, qué hacemos? En estos momentos acariciaba con ilusión la idea de tener un hijo. Ya
empezamos a tener edad para ser padres, ¡estoy a punto de pasar de los treinta! Pero… ¿maternidad,
tan lejos? ¿Sin la ayuda de nadie? ¿A quién recurriré?... ¿y cuál será el panorama? ¿Dedicarme
solamente al hogar? Yo no he estudiado tanto para dedicarme solo a la casa… y a él. ¡Estoy hecha un
lío! …Y seguro que él…, ¡tan feliz! ¡Ni siquiera se le habrán pasado por la cabeza los inconvenientes
que la situación nos acarreará!
Me llamo Javier y estoy hecho un lío, no me aclaro en absoluto. Esta mañana he hecho una imprevista
llamada a mi mujer, y por la noche nos hemos peleado. Después de una acalorada discusión me he
puesto a escribir y aquí estoy, a solas con mis pensamientos. Así suelo calmarme y algunas veces eso
me calma y me ayuda a encontrar soluciones.
Tengo 33 años y hace poco más de dos me casé con Ana, con la que me he llevado bien durante este
tiempo y a la que creía entender perfectamente… pero parece que solo era un espejismo. Lo de
entenderla debía de ser… ¡a medias!
Ahora considera que, de sus ilusiones y deseos, yo… ¡ni me entero! Creía que le apetecían algunas
cosas que ahora descubro que realmente no le apetecían, creí que tenía unos sueños… y ahora me
dice que podía haberme dado cuenta de que ya no lo eran. …En fin, ¡un lío!
Yo la quiero mucho, pero me parece que las mujeres ven las cosas de otra manera completamente
diferente a nosotros; no piensan como los varones. Son menos llanas, ¿no sé cómo decir?, menos
lineales, todo lo dicen con matices y envolturas que nosotros no pillamos y luego… pasa lo que pasa.
A veces te dicen cosas que parecen ciertas pero que ellas no las ven como ciertas y, otras veces…
cosas muy ciertas, que convendría que nos dijesen, no hay forma de que nos las digan. Y si nos las
dicen, no es de forma clara o lo hacen con segundas intenciones.
Me parece que ellas piensan que deberíamos intuirlo todo, muchas cosas incluso antes de que
pasasen o nos sucediesen… ¡como increíblemente las intuyen ellas! …eso, por lo menos para mí, es
imposible.
Sobre todo, en lo que se refiere a los sentimientos; no hay forma de que nos entendamos con
claridad. A mí me parece que yo, en muchas ocasiones, le he dicho las cosas que me gustan o lo que
no me gusta, le he hablado de mis sueños y de mis anhelos, pero ella… me cuenta tan pocos… ¿o
quizás es que no «tenía puesta la antena» cuando me lo ha ido contando?
Ahora que pienso, sí que me cuenta cosas, pero tan insignificantes, o enrollándose de tal manera con
los detalles que siempre noto que me pierdo, … y… contestando que sí, … desconecto.
—Ana, cariño, nuestro sueño se va a hacer realidad. Me han ofrecido trabajar en San Diego.
—¿…Sí?
—…Sí… pero…
—Las condiciones, buenísimas, luego a la hora de comer te las explico. ¿Quieres que quedemos un
poco antes? Te lo quiero explicar todo con detalle. ¡Ya he dicho que sí!
—Ana cariño, yo pensaba que te haría mucha ilusión, ¡era nuestro sueño, una de nuestras metas! «el
sueño de tu vida» ¿Qué querías que hiciese?
—…No sé, me pillas en un mal momento, ¿lo hablamos luego? …Esta noche. Ahora te iba a llamar
para decirte que hoy no me da tiempo a comer contigo. ¿Te importa?, ¿lo hablamos esta noche?
—Vale, vale, ¡qué pena! Yo estaba feliz como un enano. Pero, desde luego, no corre prisa. Lo vemos
luego.
—¡Adiós!
—Adiós… y un beso.
—…¡Bien, adiós!
—Sí… un beso. No estoy enfadada, pero ¡no sé!… tengo que pensar.
—…¡Adiós!
Con esta hoja queremos ayudaros a reflexionar sobre todos los aspectos que se han tratado en
esta sesión. Recuerda; hablar de ello precipitadamente podría ser una falta de prudencia, pero no
profundizar en temas tan importantes de vuestra vida matrimonial podría llevaros a la falta de
diálogo, a la desconfianza o al desencanto. …Hasta la próxima sesión tenéis varios días para
plantearos estas cuestiones y utilizarlas como temas de conversación. No dejéis de hacerlo si
queréis seguir creciendo en vuestro «Amor Matrimonial».
1. ¿Habéis discutido alguna vez porque uno de los dos ha tomado decisiones sin consultar al
otro? ¿En el matrimonio, hay que consultarlo todo?
Durante el noviazgo los futuros esposos se recrean en los valores y virtudes que descubren en quien
han escogido como compañero/a para toda su vida y razonablemente, prefieren no ahondar en los
atisbos de imperfecciones que intuyen o perciben. Pero una vez que se han casado, en la cotidianidad
y la vivencia de algunas rutinas ordinarias aparecen problemas y exigencias, que, aun siendo
naturales, manifiestan deseos y aspiraciones personales de cada uno, que chocan con esas ilusiones
románticas del enamoramiento inicial.
Tomás Melendo afirma: «La vida conyugal no se puede reducir al encuentro de dos cuerpos y, peor
aún, al de dos sueldos, sin que se dé el de dos corazones, manifestado y enriquecido a través de la
palabra hablada. Cabe afirmar que sin diálogo no hay familia. Comunicarse es más que un simple
conversar, es un medio para intercambiar ideas e inquietudes y encontrar entre ambos la mejor
solución a los problemas que puede plantear la convivencia familiar. Al mismo tiempo es un medio
magnífico para fortalecer el amor, haciendo partícipe al cónyuge de los propios sentimientos, de las
propias necesidades, alegrías, expectativas y esperanzas. Es bajar la guardia por completo y colocarse
hondamente en contacto con el otro, para conocerlo hasta el fondo» 1
Es beneficioso mantener la costumbre de salir con el cónyuge, por lo menos una vez al mes, o de
acuerdo a las posibilidades de cada matrimonio. La práctica de deportes, hobbies, aficiones teatrales o
musicales afines a ambos fomenta la distensión y despierta actitudes positivas que fortalecen los lazos
conyugales.
1
Melendo, T. y Millán-Puelles, (2005). Asegurar el amor (2.ª ed.). Madrid, España, Ediciones Rialp.
2
2 La comunicazione nel matrimonio: veicolo dell-amore coniugale, OFST 255, edizione 2008, OEFFE
Saber escuchar con respeto el punto de vista del otro. Atender mirando a los ojos, apagando la
tele o cerrando el periódico, etc. Con buena predisposición y sin sacar conclusiones apresuradas.
Asegurarse de que se ha entendido bien el mensaje, haciendo las preguntas necesarias si existe
alguna inquietud o duda.
Tener valentía y espíritu positivo para exponer con franqueza, sin miedo, pero con delicadeza y
prudencia, esos pensamientos, dudas o inquietudes.
Decidir juntos lo mejor. Una vez expuestos los hechos conviene reflexionar sobre las ventajas y
desventajas de los mismos, dejando de lado egoísmos y pensando en el bien común,
La mejor manera de empezar un cambio positivo es dando ejemplo: Empezar por uno mismo.
Algunas diferencias frecuentes que señala Antonio Vázquez Vega y conviene conocer3:
Mujer Hombre
1. Se la conquista por el oído. 1. Se le conquista por la vista., …y el estomago
2. Le gusta ser conquistada. 2. Le gusta conquistar.
3. Dependiente 3. Independiente.
4. Intuitiva 4. Racional.
5. Se da una unidad con el cuerpo más fuerte, 5. Su cuerpo le resulta algo casi externo a él, y
una vivencia dentro de sí misma y una tiene movimientos mucho más bruscos y menos
elegancia mayor. armónicos.
6. Relaciona mejor la información de que 6. Visión parcial de las cosas que necesita tratar,
dispone y alcanza una visión más global de las a solas y de modo concreto.
cosas. 7. Madurez más tardía.
7. Madurez más precoz, 8. Interés por las cosas.
8. Interés por las personas. 9. Deseo de transformar el mundo que le rodea.
9. Más sensible y humana. 10. Cada situación es un reto al que enfrentarse.
10. Triangula mejor las situaciones. La línea 11. En lucha consigo mismo, competitivo en su
recta es solo uno de los muchos caminos para deseo de cambiar él, y transformar el mundo.
llegar. 12. Trata los temas, de uno en uno.
11. Cuando se rinde es porque ha vencido. 13. Introvertido
12. Guardiana de muchos valores. 14. Le motiva su mayor convencimiento intelectual.
13. Comunicativa 15. Se emociona
14. Mayor voluntad. A través de la ternura 16. Conquista, persigue y lucha
15. Se conmueve 17. Quiere que se le convenza
16. Seduce y desarma 18. Puede actuar sexualmente sin afecto
17. Le gusta que se la comprenda
18. Sexo siempre unido al cariño
3
Vázquez Vega A. Noviazgo para un Tiempo Nuevo. Colección Hacer Familia. Ediciones Palabra. Madrid
Por eso la buena toma de decisiones, desde los primeros años del matrimonio, debe contribuir a que
la comprensión conyugal del otro sexo sea completa y la unidad y mejora de la vida familiar, una
realidad.
Toma de decisiones
Un factor clave que, muchos matrimonios que llegan a la vejez juntos, consideran indispensable para
fortalecer la comunicación consiste en tomar las decisiones de manera conjunta y corresponsable. De
tal manera que ambos esposos estén al tanto y sean partícipes de lo que ocurre en el hogar. Las
posibles decisiones a tomar, se pueden clasificar por sus diferentes ámbitos de implicación:
1. Decisiones autónomas, que son las que cada cónyuge puede tomar de forma autónoma, porque no
afectan a la armonía conyugal. Son aquellas decisiones menores que se toman a lo largo del día.
2. Decisiones personales leves de las que conviene informar siempre al cónyuge; horarios de trabajo,
retrasos o tardanzas debidas al trabajo, citas escolares, citas médicas, estados de salud, etc.
3. Decisiones personales de gran calado, que se deben tomar solo después de consultar con el
cónyuge; están relacionadas con cambios de trabajo, lugar de la vivienda, viajes por motivos de
trabajo… en general, todas aquellas que afecten al normal desarrollo vital o a la vida de familia.
4. Decisiones que se deben tomar en consenso con el cónyuge : aquellas que hemos de tomar los dos
como cabezas de la familia y que nos hacen co-responsables de todo lo que suceda en ella.
Reparto de tareas en casa: en la actualidad es preciso que ambos cónyuges colaboren en las tareas
del hogar y la educación de los hijos. En lo relativo a las tareas domésticas, es recomendable que se
pongan de acuerdo según sus distintas capacidades y posibilidades.
Tiempo libre y vacaciones: cuando los niños son pequeños papá y mamá deben analizar la
conveniencia de fechas, lugares, gastos, seguridad y actividades que se pueden realizar durante el
tiempo libre y las vacaciones. Cuando los hijos son mayores conviene tener en cuenta sus ideas y
sugerencias.
Cambios de domicilio por trabajo: esta posibilidad requiere ser bien analizada y consensuada, porque
puede conllevar un cambio radical en la vida familiar.
Estilo familiar: los esposos son los creadores y autores de su propia vida familiar, así como los
responsables de ella. Para conseguir y obtener las metas y objetivos que se han propuesto alcanzar
en su hogar, deben imprimir en sus decisiones y acciones unas determinadas o peculiares “ formas de
hacer” que se denomina «estilo familiar».
Guarderías y colegios: los esposos deben interesarse por visitar varias instituciones educativas para
elegir aquella que les ofrezca lo que buscan para sus hijos. Es muy importante que exista coherencia
entre los que los padres desean y lo que el colegio enseña y ofrece a sus hijos.
Las amistades, pueden ser motivo de unión o desunión conyugal. Los recién casados deben
comprender que, al asumir el compromiso matrimonial, su cónyuge es lo primero. Por ello es
aconsejable que cultiven amistades comunes y a ser posible que compartan intereses similares.
Asuntos de religión: es conveniente que ambos esposos compartan creencias, para que puedan
practicar en familia todas sus obligaciones religiosas, lo que constituye una manera positiva de
fomentar la unión familiar. Pero, si no pertenecen a la misma religión, al contraer matrimonio deben
escoger una para formar en ella a los hijos, y el otro cónyuge si quiere de verdad, deberá respetar y
apoyar esa decisión.
Las relaciones íntimas: deben fomentar el respeto y el amor hacia el otro. Pensando cómo conquistar
al cónyuge una y otra vez, alimentando un amplio ámbito de intimidad, compartiendo pensamientos,
comunicando oportunamente estados de ánimo y buscando formar un solo corazón.
«El que se casa, casa quiere». «El hombre dejará a su padre y a su madre para formar su propia
familia». Así podrán tomar sus decisiones de manera independiente. La relación con la familia política
se debe mantener a cierta distancia. Habrá momentos para compartir y promover una buena relación,
lo que implica respeto y honestidad en todo momento. Pero los jóvenes matrimonios deben ponerse
de acuerdo, para planificar los momentos de convivencia con los progenitores de uno o de otro,
cuándo, con que intensidad y cuánto tiempo parece conveniente mantenerlos.
También conviene definir los asuntos privados que se evitará comentar con familiares y amigos. Si los
padres o suegros dan algún consejo, se debe escuchar, luego sencillamente agradecer y al final hacer
lo que matrimonialmente se haya decidido. No obstante, se desean hacer algún comentario, que sea
con naturalidad y diplomacia, en buen tono y sin sarcasmo. Y se suele convenir que sea el propio hijo
el que lo haga.
Cuando una de las abuelas o abuelo debe hacerse cargo de los nietos, como última opción, origina
una más intensa cercanía que podría causar conflicto con la hija o hijo político. Si esto llega a suceder,
el matrimonio debe acordar las normas que garanticen una buena crianza, pero conservando la
armonía familiar.
Los conflictos con los padres del esposo/a suelen aparecer cuando estos tienen en mente el tipo de
esposa/o perfecto para su hijo/a, y que como eso no existe, genera comentarios desafortunados hacia
nuestro cónyuge que podrían afectarnos. Esa crítica o recriminación hay que saber cortarla de raíz,
nuestro matrimonio es sagrado y permitir ciertos reproches o censuras acarreará conflictos que
pueden traer graves problemas a los esposos.
La recomendación para estas situaciones es hacer un mayor esfuerzo por preservar nuestra intimidad
conyugal de toda persona; primero de nuestros padres, después de hijos y por supuesto de amigos.
Luego hay que compartir buenos momentos, conversar con el cónyuge y corregir posibles
desviaciones. En el caso de que fuese necesario, buscar el apoyo de algún experto que ayude a sacar
adelante una vida matrimonial singular e independiente de todos.
La elaboración de un presupuesto familiar permite saber cuánto dinero hace falta para satisfacer las
necesidades del hogar, conocer su realidad financiera, tomar decisiones apoyadas en un consenso que
evite una situación enojosa en el seno familiar. Eludir el diálogo de este tema suele generar graves
desavenencias.
No existe un modelo único de presupuesto, y este debe ser realizado de acuerdo a la realidad de cada
familia. Se deben considerar todos los ingresos de los miembros de la familia y los gastos fijos
mensuales, como: pagos de vivienda, luz, agua, teléfono, transporte, etc. La alimentación también es
un gasto fijo mensual, pero se puede decidir qué y cuánto comprar cada mes. Además se pueden
contemplar gastos ocasionales que se presentarán, como: ropa, cuidados médicos, ocio, regalos,
fiestas, reparaciones, etc.4
4
http:// www.planamanecer.com/familia/Economía%20familiar%20%7C%20Artículos/content/modo/view/id/170/Itemid/137/
Es importante identificar si los gastos que proponemos son necesidad, capricho o deseo que excede
las posibilidades económicas reales de la familia y, por lo tanto, debe esperar.
Una vez que se cuente con todos los datos se deben sumar, por una parte, los ingresos y, por la otra,
los gastos. Si los gastos son mayores que los ingresos, hay que buscar una forma de reajustarlos o de
conseguir algún nuevo ingreso. Si los ingresos son mayores que los gastos es hora de empezar a
ahorrar y fijarse metas a corto, medio y largo plazo.
No hay que rendirse, aunque sea difícil mantener el presupuesto durante los primeros meses.
Cualquier planificación requiere un tiempo para funcionar bien.
Estar dispuesto a reconocer los propios defectos y errores. Signo de grandeza de espíritu
Si se ha dicho algo injusto o impropio se debe rectificar lo más pronto posible con honestidad.
No es justo desquitarse con el otro del mal humor personal, más vale desaparecer de la escena por
un tiempo que no descargar sobre el cónyuge o los hijos un problema del cual no son responsables.
No conviene echar en cara cosas pasadas, ni pasar cuentas por más graves o dolorosas que hayan
podido ser. Es más saludable para la relación mirar hacia adelante con nuevos y mejores proyectos.
Evitar las agresiones verbales, ofensas personales o actitudes irónicas y, más aún, las físicas. En
los momentos más críticos es preferible callar: así se evitará tener que arrepentirse después de
aquello que se dijo solo para ofender al otro en un arranque de ira.
No ayuda en nada el hecho de calificar o juzgar al otro de manera drástica o apresurada. Se debe
dar la oportunidad de rectificar o mejorar al cónyuge y si, aun así, hay enfrentamiento, convendrá
buscar la reconciliación tan pronto como sea posible.
Hay que dialogar. Sin comunicación no puede haber unión, sin unión no puede haber comunión.
5
http://www.planamanecer.com/familia/Matrimonio%20%7C%20Artículos/content/modo/view/id/156/Itemid/134
Programa Sesión
Programa Sesión
Hechos
Problemas
Soluciones
Conclusión personal
Acaba de terminar un partido de pádel. Daniel está agotado. Ha vuelto a ganar y, con eso, ha
conseguido su propósito: retrasar el regreso a casa y olvidar, al menos por unas horas, el problema
que está viviendo con Susana. De un tiempo a esta parte, el deporte se ha convertido en su refugio;
sus amigos le toman el pelo y dicen que tiene madera de campeón. Mientras camina hacia casa va
pensando en cómo le recibirá Susana…
«El nuestro fue un noviazgo largo, pero esperar valió la pena —piensa con satisfacción—, porque toda
la ilusión y el deseo acumulados durante el noviazgo encontraron su compensación en los primeros
años de casados. Al principio tardé un poco en aprender a colaborar en casa, porque cuando se me
ocurría hacer algo por mi cuenta, siempre lo hacía mal. A Susana le gusta que se la adivine: cómo iba
yo a saber lo que ella esperaba de mí si no me decía lo que necesitaba o lo que yo podía hacer. Sin
embargo, todo esto eran pequeñeces que se resolvían con dulces reconciliaciones.»
«¡Tanto desear la llegada del hijo!, y al llegar, se convierte en el motivo de todos nuestros
problemas.»
«Desde que supo que estaba embarazada, Susana dejó de ser mi mujer para convertirse
exclusivamente en “madre” —dice con cierta ironía—. Pensé que era normal en una madre primeriza,
pero luego he podido comprobar que, para ella, todo lo que no sea “la niña”, incluido yo, carece de
importancia y pasa a segundo plano. Dice no tener tiempo para nada y es verdad, porque no quiere
delegar el cuidado de la niña. Dejé de levantarme por las noches porque ella no admitía que me
ocupara solo yo, y, la verdad, estar los dos en danza era un poco absurdo.»
«Hablamos mucho, sobre todo de la niña, pero llevamos meses sin salir, ni siquiera con los amigos;
muchos días ceno solo y, con demasiada frecuencia, me vence el sueño sin que hayamos estado ni un
rato juntos. No me gusta salir sin ella, pero he de reconocer que, cuando he salido por compromiso, lo
he pasado bien.»
«Y en cuanto a lo sexual, primero el embarazo, luego la cuarentena, y ahora la niña, lo cierto es que,
por un motivo o por otro, desde entonces han sido contadas las veces que hemos tenido una relación.
Me humilla un poco ser siempre yo el que tome la iniciativa, y muchas noches he anhelado que me
buscara en la intimidad. Me hiere su frialdad, porque yo la sigo queriendo con pasión. Hace dos días
que duerme con Marta; esperaba que se indignara ante mi propuesta y, sin embargo, dormir
separados parece que le ha resultado un alivio. Me duele comprobar el desinterés de Susana por mí y
por nuestra vida sexual.»
«Adoro a nuestra hija, y comprendo que un bebé requiere mucha atención, dedicación y tiempo, pero
no comprendo por qué, para ser una buena madre, se tiene que dejar de lado al marido. No sé si esto
les pasa a todos o solamente a mí, pero, sinceramente, esta situación me desborda. Dudo incluso si
tener otro hijo.»
«Susana ha sido y es la mujer de mi vida… Nunca pensé que pudieran cambiar tanto las cosas. Quizá
esto sea lo normal en los matrimonios y tenga que conformarme. La lógica de las mujeres se me
escapa, pero yo quiero que ella sea feliz. Quizá lo mejor es dejarla a su aire y adaptarse a esta nueva
etapa, recuperando el espacio que le cedí en el cuidado de nuestra hija».
Con esta hoja queremos ayudaros a reflexionar sobre todos los aspectos que se han tratado en
esta sesión. Recuerda; hablar de ello precipitadamente podría ser una falta de prudencia, pero no
profundizar en temas tan importantes de vuestra vida matrimonial podría llevaros a la falta de
diálogo, a la desconfianza o al desencanto. …Hasta la próxima sesión tenéis varios días para
plantearos estas cuestiones y utilizarlas como temas de conversación. No dejéis de hacerlo si
queréis seguir creciendo en vuestro «Amor Matrimonial».
3. ¿Ponéis los medios para que vuestras relaciones sexuales no dañen vuestro amor?
4. ¿En qué detalles habéis notado que este tema a veces os separa?
7. ¿Buscáis hacer feliz al otro como objetivo prioritario en vuestras relaciones sexuales?
Por el vínculo del matrimonio, un hombre y una mujer se convierten en «esposos» cuando, con el fin
de amarse, ayudarse mutuamente y de forma responsable, tener hijos y educarlos, deciden, de forma
libre y voluntaria, unir sus vidas para siempre en una alianza o pacto de amor, y se comprometen a
una mutua fidelidad para toda la vida.
Es una elección mutua, libre y voluntaria: de entre todas las personas yo te elijo a ti, por ser tú, por
ser como eres, porque eres especial para mí, porque me complementas, porque quisiera compartir
contigo toda mi vida, porque «no entiendo mi vida sin ti» (cada persona es única e irrepetible).
El amor es el motor que lleva a un hombre y una mujer a unir sus vidas para siempre en un proyecto
común de futuro como es el matrimonio. Nos casamos porque nos amamos. Nos casamos para seguir
amándonos, para cuidar y «asegurar nuestro amor». Al casarse, cada uno adquiere el derecho al
amor del otro.
Cuando un hombre y una mujer se casan, se genera entre ellos la unión más íntima y fuerte que, en
el plano natural, puede darse entre dos seres humanos.
El «TÚ» y el «YO» del noviazgo se funden dando lugar al nacimiento del «NOSOTROS», base y
fundamento de la vida conyugal. A partir de ese momento, cada cónyuge pasa a ser parte del otro
para siempre, y, juntos, constituyen una unidad indisoluble.
El «sí quiero» del mutuo consentimiento matrimonial da origen a una peculiar unión entre marido y
mujer, que los convierte en «CO-POSEEDORES» el uno del otro: «yo, te hago a ti entrega de mi
persona, de mi cuerpo, de mi vida, de mi futuro, y asumo compartir contigo tu persona, tu cuerpo, tu
vida, tu futuro». Esta entrega recíproca, libre y voluntaria, implica un mutuo compromiso personal de
exclusividad y fidelidad para siempre, renunciando de antemano a las demás personas: al
pertenecerse el uno al otro, ninguno de los dos está ya en situación de disponibilidad ante terceros.
La persona es un ser racional, con una interioridad singular, capaz de razón y conciencia, compuesto
de un cuerpo material y un alma espiritual, unidos entre sí de tal manera que, juntos, forman una
unidad sustancial indisoluble.
El espíritu es ese algo inmaterial, inédito e irrepetible que, trascendiendo la materia, transforma al
ser humano en persona y le confiere una dignidad intrínseca.
La persona es «un ser único e irrepetible». Y aunque por su naturaleza común todos los seres
humanos son iguales, por su condición de persona la propia personalidad de cada uno hace a cada ser
humano un ejemplar único.
Eso supone que todo ser humano, solo por el hecho de ser persona, posee una dignidad personal por
la que debe ser siempre concebido como un fin, no como un medio, y, por lo tanto, no puede ser
utilizado, instrumentalizado, cosificado.
Persona sexuada
Varón y mujer constituyen entre sí un «otro yo» de la misma humanidad. Iguales en su condición de
seres humanos, con idéntica dignidad personal, pero con una distinta condición, sexuada.
La persona humana es un ser sexuado. Esa condición afecta a la persona en toda su integridad, desde
su nacimiento hasta su muerte natural, y es una realidad humana que viene determinada por la
sexualidad. La sexualidad humana es una realidad profunda, presente y operante en todas las
dimensiones de la persona; una forma propia de ser, de sentir, de expresar y de vivir el amor
humano.
La sexualidad humana es ese algo íntimo y natural que impregna la totalidad de la persona,
determinando una forma propia de ser varón y una forma propia de ser mujer. En la etapa
embrionaria, alrededor de la 6ª semana después de la fecundación, en función del sexo genético del
embrión (XX para la mujer, XY para el hombre), se inicia la secreción de hormonas que, actuando
sobre la totalidad del embrión, toda su biología y especialmente su cerebro, determinan las
características físicas, afectivas y psicológicas que en un futuro condicionarán la masculinidad del
varón y la feminidad de la mujer.
La afectividad: necesidad primaria de amar y ser amado. Vivencia de los afectos y sentimientos:
amor, cariño, ternura, amistad, fraternidad.
El placer sexual: estado transitorio de goce y satisfacción, que hace apetecible el encuentro sexual.
Como componente fundamental de la persona, la sexualidad humana tiene una doble finalidad: por
una parte, capacita a la persona para una relación interpersonal complementaria y, por otra, hace
posible la procreación.
El placer sexual, aunque tiene la misma importancia que los otros elementos de la sexualidad, no es,
en sí mismo, una finalidad de la sexualidad humana, sino «un medio» que actúa a la vez como
reclamo y como gratificación. De no existir el placer sexual, muy probablemente el ser humano no
procrearía. El placer sexual debe estar siempre supeditado a la vivencia de una sexualidad completa.
Por eso, cuando el placer sexual se convierte en un fin y se busca como una finalidad básicamente
hedonista o utilitarista, no solo se despoja a la sexualidad de su verdadero sentido, sino que se pone
de manifiesto una personalidad inmadura.
Varón y mujer tienen un modo peculiar y diferente de hacer, de sentir y de vivir lo mismo. Por eso,
cuando confluyen masculinidad y feminidad, surge la fecundidad, no sólo en el aspecto biológico, sino
también en el cultural, artístico, político y social. De manera que, para alcanzar una verdadera
complementariedad, en cada actividad se hace necesaria la presencia y cooperación de los dos sexos,
en razón de sus matices masculinos y femeninos.
El amor conyugal
El amor conyugal es un amor sexual: un amor personal sensible, afectivo y sexual al mismo tiempo,
que conduce a la donación personal y recíproca entre marido y mujer, en busca de una fusión total de
su ser y de su vida: una unión y complementariedad tanto afectiva como corporal de la masculinidad
del marido y la feminidad de la mujer.
Un amor plenamente humano, en el que, además del sentimiento, juegan un papel importante y
decisivo la inteligencia y la voluntad.
Un amor total, que incluye a la persona entera del otro, en cuanto es varón o mujer, y la voluntad
mutua de compartir sin reservas un destino común.
Un amor fiel y exclusivo: porque un amor personal no puede ser compartido con varias personas.
Es una entrega mutua y recíproca entre marido y mujer, exclusiva y excluyente.
Un amor para siempre: porque un amor total no tiene reservas en el tiempo. Un amor que incluya
temporalidad no es un amor verdadero.
Un amor fecundo: en cuanto que incrementa la categoría personal de quienes se aman y los hace
crecer y perfeccionarse como personas. Pero, en un plano meramente natural, «la mayor expresión de
la fecundidad del amor conyugal es la procreación»: el hijo es el fruto y el testimonio vivo del amor y
la donación recíproca de marido y mujer. Ser padres es una consecuencia lógica y natural de la
vivencia del amor conyugal.
Pero al amor conyugal, además del cariño y la ternura, le hace falta una forma más profunda de
expresarse y, por ello, encuentra su plenitud y sentido en la realización del acto conyugal. El acto
conyugal es un acto de amor, de donación mutua y total, donde el cuerpo juega un papel esencial
como medio de expresión de la persona, a través del lenguaje del cuerpo.
Cuando marido y mujer realizan un acto conyugal como expresión de su amor, la entrega conjunta de
los cuerpos simboliza, expresa y contribuye a efectuar la entrega mutua y total del yo personal. La
entrega física es fruto de la entrega total de la persona.
Existe una diferencia sustancial entre un acto conyugal y un simple acto sexual. El acto sexual como
mera unión de cuerpos, aunque pueda proporcionar placer (sorprende la frecuencia con que no
sucede así), no es un verdadero acto de unión, ya que carece de repercusión y resonancia interior en
la persona. La simple unión carnal resulta cada vez menos satisfactoria, ya que pronto se llega al
término de lo que puede dar de sí el cuerpo.
Como ocurre con todos los placeres puramente corporales, el placer sexual sigue también la «ley de
las repeticiones menguantes»: para obtener el mismo efecto se han de ir aumentando la dosis. De
manera que, con la repetición, el acto sexual puramente carnal acaba por desgastarse, conduciendo al
hastío: el sexo por el sexo solo crea soledad.
En cambio, cuando en el acto sexual la unión física de los cuerpos expresa la unión real de dos
personas, la mutua entrega y recepción del yo personal transforma el acto sexual en un verdadero
acto conyugal, encuentro de dos personalidades.
En el acto conyugal, la exploración de la personalidad de cada uno no tiene fin, porque la persona
tiene siempre algo nuevo que ofrecer y algo nuevo que descubrir. Por eso, con la repetición, el acto
conyugal, en lugar de gastarse, contribuye al crecimiento y fortaleza de la unión y al amor entre
marido y mujer.
En el acto conyugal, los cuerpos de marido y mujer, distintos y complementarios entre sí, se acoplan
física y biológicamente de forma perfecta. Gracias a ese perfecto acoplamiento, en el acto conyugal se
producen tres hechos importantes:
máximo contacto de los cuerpos: que hace posible la vivencia de una cópula placentera.
máxima expresión de la entrega mutua: que hace posible la vivencia de ese amor de donación
personal, mutua y para siempre.
La fusión de los cuerpos, a la vez que permite la vivencia del placer sexual, establece una fusión
interpersonal profunda entre marido y mujer y, al mismo tiempo, facilita el posible encuentro y fusión
de los gametos, óvulo y espermatozoide, haciendo posible la procreación.
Ambos significados se realizan conjuntamente, uno a través del otro: la vivencia del amor conyugal
(significado unitivo) conlleva al mismo tiempo y de forma espontánea y natural la vivencia del placer
sexual compartido (medio que hace apetecible el encuentro sexual) y, a su vez, una apertura a la
posibilidad procreativa presente en aquel mismo acto (significado procreativo).
Esta realidad intrínseca de la estructura íntima del acto conyugal pone de manifiesto la inseparable
conexión que existe entre los dos significados del acto conyugal. No es una simple casualidad que la
transmisión de la vida esté íntimamente ligada al uso de la sexualidad y al amor conyugal.
Corresponde a marido y mujer decidir, de forma inteligente y libre, cómo van a conjugar la vivencia
de su amor y su sexualidad con una transmisión responsable de la vida.
Paternidad responsable
Se entiende por paternidad responsable el planteamiento personal y compartido que realizan marido y
mujer sobre la forma en que ha de ir creciendo su familia.
Este planteamiento, realizado siempre de mutuo acuerdo y con rectitud de intención, debe estar
guiado por criterios objetivos, ponderando responsablemente el número de hijos que
convenientemente podrán tener y educar, teniendo en cuenta su situación económica, social y de
salud.
El matrimonio que cuenta con un proyecto procreativo puede regular su fertilidad adaptando sus
relaciones conyugales a la situación que esté viviendo en cada momento, tanto para buscar como
para posponer un embarazo, si así lo aconsejan las circunstancias.
La decisión de tener o no tener un hijo en un momento determinado de la vida matrimonial debe ser
tomada siempre en conciencia y de mutuo acuerdo por el matrimonio, teniendo en cuenta, ante todo,
el bien de las personas: el bien de la mujer, del marido, del matrimonio, de los otros hijos que puedan
ya existir, del hijo que puede venir, de la familia en su conjunto.
Merece la pena recalcar que un hijo es siempre un don, un regalo, un bien… Un bien de categoría tan
notable como la que tiene una persona.
Pero, en realidad, entre la contracepción y el recurso a los ritmos biológicos naturales de la mujer
existe una diferencia esencial, antropológica y al mismo tiempo moral, que implica dos conceptos de
la persona y de su sexualidad diametralmente opuestos e irreconciliables entre sí.
Para comprender esta diferencia es necesario tener presentes dos hechos fundamentales: por una
parte, la inseparable conexión que existe entre el significado unitivo y el significado procreativo del
acto conyugal y, por otra, que la capacidad procreadora inscrita en la sexualidad humana es, en su
verdad más profunda, una cooperación de los esposos con el poder creador de Dios.
Muy distinto es el estilo de vida que incorpora a la vida matrimonial la responsabilidad común y
compartida de adaptar la vivencia de la sexualidad conyugal a los biorritmos naturales de la mujer. De
esta manera, marido y mujer se comportan como verdaderos administradores de su sexualidad y de
las condiciones naturales que intervienen en la transmisión de la vida.
La mujer, dotada de una fertilidad cíclica, puede aprender con bastante facilidad a reconocer la
alternancia de las fases fértiles e infértiles de su ciclo, mediante la observación de los cambios que, de
manera natural, ocurren en su cuerpo en cada una de estas fases, pudiendo así determinar el
momento de la ovulación y, por lo tanto, conocer su período fecundo.
Programa Sesión
Programa Sesión
Hechos
Problemas
Soluciones
Conclusión personal
«¡Son las nueve y media y todavía no ha llegado!… La pasta ya está fría, y a mí se me han pasado
hasta las ganas de cenar…».
Mientras se desmaquilla, Tania recuerda la ilusión con que se casaron. Cuando a Rafa lo trasladaron a
otra ciudad y decidieron casarse, ella lo dejó todo por él: su trabajo, su familia, sus amigas…. Eran
pocos kilómetros de distancia, pero en el día a día no podía contar con nadie que le echase una mano
en nada.
«¡Mira que me costó depender económicamente de él!, y, aunque no me pedía cuentas, yo me sentía
en la obligación de justificar todos los gastos. Luego encontrar trabajo estando embarazada fue muy
difícil, pero suerte que me presenté a aquella oposición en el Ayuntamiento.»
«Desde el principio he notado que Rafa disfruta más rodeado de gente que de la intimidad del
hogar.»
«¡Yo que había soñado tanto con una buena intimidad matrimonial! Cenar con calma, charlar de todo
sin prisas, ver una "peli" juntos… Pienso que la realidad es distinta que los sueños, pero es que
tenemos menos tiempo para nosotros ahora que cuando éramos novios.»
«Sin embargo, reconozco que durante estos meses nuestra vida social ha sido muy intensa: con
frecuencia hemos recibido amigos en casa entre semana; “será una cena rápida” solíamos decirnos.
Pero al final, la que recogía era yo; como estaba en casa, me tocaba todo.»
«Con la llegada de Carla, hace ya cuatro años, las cosas cambiaron. Yo me puse muy seria, la niña
tenía que tener sus horarios y él colaboró algo más.»
«Ahora mi trabajo actual no me emociona, pero me permite tener mejor horario, a diferencia de él,
que disfruta tanto con el suyo. A medida que su jefe le ha dado más autonomía y responsabilidad, y a
pesar de que prolonga con frecuencia su jornada laboral, él se ha ido encontrando más feliz».
«Ella tenía que comprender. Aún recordaba con amargura una frase lapidaria con la que él zanjó una
discusión: «Vivimos de mi trabajo y no puedo fallar».
«Y lo que son las cosas, la empresa le falló a él: todavía le deben dinero… Es difícil hablar del tema,
creo que la suspensión de pagos la siente como un fracaso personal. Por suerte, su buen currículum
hace que siga teniendo encargos. Pero claro, por ahora tiene que trabajar en casa y se le “caen” las
paredes encima.»
«Sus ingresos son irregulares, así que en lo cotidiano vivimos de la seguridad de mi “sueldito”, como
él dice. Prefiero no hablar con él de cuentas, para que no se agobie. Si hubiese hecho como mis
amigas, que tienen cuentas separadas, ahora él tendría que reconocer que depende económicamente
de mí. Además, siempre que sale el tema discutimos, porque solo piensa en economizar suprimiendo
mis pequeños caprichos, pero a él no hay quien le cuestione nada. Por eso, sin que él lo sepa, he ido
cogiendo algún trabajo extra; eso nos reporta más dinero… Y hasta he reducido las horas de la
asistenta… todo a costa de asumir yo más carga, pero sin que él sepa cuánto dinero tengo.»
«Cuando nos casamos no me importaba mucho ocuparme de todo; hasta me hacía gracia su torpeza
en lo más cotidiano, y por eso me enternecía cuidarle, pero ahora no puedo: el trabajo, los niños, la
casa…»
«Últimamente las discusiones son cada vez más frecuentes. Rafa es muy independiente con sus
compromisos: rara vez me informa o me consulta. Hay muchos días que no hablamos más que lo
imprescindible. Y hasta las relaciones íntimas se espacian.»
«Ayer, cuando llegué de mi pluriempleo, estaba impaciente esperándome para irse… y salió corriendo
en cuanto llegué. Me enfadé mucho y dije cosas que no siento... Pero un momento después vi al bebé
con mucha fiebre, le llamé al móvil y me sentí muy agobiada cuando vi que se lo había dejado en
casa.»
«Al final me tuve que ir sola con los dos niños a urgencias… y lo que más me crispó fue que, cuando
llegué, él estaba relajado leyendo: la cena no estaba preparada y me esperaba para hacerla… Por eso
acabé espetándole:
—Si nunca estás aquí cuando verdaderamente te necesito, en realidad, ¿tú qué me aportas? ¿para
qué me sirves? …Me ocupo de todo, gano también dinero y tú vives como un señor, mientras que yo
no llego a nada.»
«Lo que le dije estuvo mal, pero peor fue tratarle como a un crío y levantarle la voz repitiéndole: “¡A
las ocho tienes que estar siempre en casa!”»
«Aunque ayer se lo dijese con malas formas, sigo pensando que tenemos que fijarnos una hora de
llegada a casa. Nos hace falta estar más unidos y yo necesito que él se sienta tan responsable como
yo de que el hogar funcione».
En aquel momento Tania estaba dispuesta a todo por amor, ella había estudiado Historia, y daba
clases en un colegio, pero cuando a Rafa le trasladaron a otra ciudad, no se lo pensó un momento y
lo dejó todo por él. «Hoy día no haría lo mismo» piensa, pero no puede reprocharle que haya perdido
la confianza en él, dada su situación laboral actual.
«Trabajar en casa no es lo mismo que ir a una oficina. Además, a veces te llegan encargos y a
veces… te entra complejo de cocinillas, porque con eso de que estoy en casa y mi horario es flexible,
cargo yo con todos los imprevistos: niños enfermos, reparaciones, gestiones administrativas…»
«Y ella no valora nada de todo esto. Además, como siempre se me olvida algo, ella tiene la excusa
ideal para criticar “lo poco que hago”: que si no saco las cosas del lavavajillas, que si la ropa se arruga
más si se queda mojada dentro de la lavadora, que si tenía que haber cambiado a Carla ya. …Me he
ido llenando de obligaciones sin pactar nada. No sé por qué le extraña que tenga ganas de salir por
las tardes. Necesito cierta independencia y espacio.»
«Ella siempre ha sido menos sociable que yo; poco a poco ha ido reduciendo el espacio con los
amigos. Además, los niños le agotan y, claro, luego quiere la casa tan perfecta… si Tania fuera menos
perfeccionista habría menos tensión.»
«La crisis de mi empresa nos está afectando conyugalmente: hemos tenido que prescindir de algunas
horas de ayuda externa. Por otra parte, una mujer con niños tan pequeños no debería tener jornadas
tan largas, cuando tiene reuniones me da pena que los niños no la vean prácticamente en todo el
día.»
«Yo intento compensar mi desnivel de ingresos colaborando más con ella: a veces le coloco la compra
que ella ha encargado por Internet, recojo a los niños del "cole", compro el pan y el periódico, pero
otras veces soy poco hábil, la verdad. Ayer ni me enteré de que Marcos tenía fiebre: me pareció
cansado y lo acosté antes. Por eso me fui a jugar al pádel. Me podía haber ahorrado las cervecillas de
después, si hubiera sabido que Tania me necesitaba… ¡ni se me ocurrió llevarme el móvil!»
«Todo mejoraría si yo buscara un trabajo mejor. Claro que tendríamos que irnos al extranjero…»
«Tania podría cuidar a los niños a jornada completa y estaría más relajada atendiendo la casa… Esta
es la última vuelta que doy a la manzana. El vigilante del parking, el único que está por la calle a
estas horas, me ha mirado ya con cierta guasa.»
«¿Qué le digo yo a Tania? ¡No puedo hacerme el ofendido, ella también lo debió pasar mal
ayer…!¡Pero tampoco voy a ser su felpudo y aguantar toda la leña que caiga!»
«¡Son las diez! Creo que ahora sí que va a estar muy enfadada, me insistió en que llegara a las ocho a
casa, pero…»
«Quizás me la encuentre dormida, sería un respiro no tener que discutir ahora y dejar las cosas para
mañana, cuando todo se haya apaciguado…».
Con esta hoja queremos ayudaros a reflexionar sobre todos los aspectos que se han tratado en
esta sesión. Recuerda; hablar de ello precipitadamente podría ser una falta de prudencia, pero no
profundizar en temas tan importantes de vuestra vida matrimonial podría llevaros a la falta de
diálogo, a la desconfianza o al desencanto. …Hasta la próxima sesión tenéis varios días para
plantearos estas cuestiones y utilizarlas como temas de conversación. No dejéis de hacerlo si
queréis seguir creciendo en vuestro «Amor Matrimonial».
1. ¿Habéis discutido alguna vez porque alguno de los dos había descuidado a la familia por culpa
del trabajo profesional?
2. ¿Ponéis los medios para que vuestras actividades particulares «de fuera del hogar» no vayan
en detrimento de vuestro trato conyugal?
4. ¿Tenéis bien consensuados los gastos familiares, o son fuente constante de discordia?
5. ¿Qué ideas y ejemplos reciben vuestros hijos de vuestros comentarios sobre el trabajo, sobre
la familia y sobre todo de los temas de dinero?
8. ¿Consideráis que ambos estáis conciliando bien vuestra vida profesional y vuestra vida de
familia?
¿Por qué últimamente tanta preocupación? De hecho, desde hace varios siglos los ámbitos familiares y
profesionales siempre han coexistido y muchas familias se han desarrollado perfectamente entre
ambos. ¿Qué es lo que ha cambiado?
Entre otras muchas causas, que van más allá del cometido de esta nota técnica, una de las cosas que
más ha contribuido a provocar ese intenso debate ha sido, sin lugar a dudas, la generalizada
incorporación de la mujer al mundo laboral remunerado. Con un agravamiento en estas últimas
décadas que se produce por el hecho de que son varias las generaciones de mujeres que están
trabajando simultáneamente y es ahora cuando los matrimonios jóvenes, que siempre tienen
emergencias familiares, ya no pueden acudir a la abuela, a la hermana o a la tía, porque ellas también
tienen sus obligaciones laborales.
Este hecho ha generado consecuencias de muy diversa naturaleza en el entorno familiar y, si nos
fijamos un poco, la gran mayoría de ellas están referidas al uso de un recurso familiar cada vez más
escaso y limitado en la sociedad actual: el tiempo y, en particular, el tiempo de trato común.
Indudablemente, aunque la incorporación de la mujer al mundo laboral haya supuesto unos concretos
desajustes para el ámbito familiar, ha aportado a la sociedad nuevos valores y diferentes modos de
actuar, propios de la feminidad. Estos están quedando patentes a través del trabajo y de las
relaciones laborales que desarrollan muchas mujeres, como pueden ser: su mayor capacidad para
trabajar en equipo, su percepción de la relación laboral más de igual a igual, su mayor sensibilidad a
las formas, su mayor capacidad de diálogo, etc. Nadie duda ya de la calidad y eficacia que ha
aportado el trabajo femenino.
Como consecuencia natural, son cada vez más las familias que cuentan, para su economía familiar,
con los ingresos de ambos cónyuges. Con los tributos que eso conlleva. Como, por ejemplo, los
lógicos agobios de tensión personal y conyugal que se generan después de un permiso por
maternidad. La mujer se ha de incorporar al trabajo profesional con la dulce carga de un bebé que
necesita de muchos cuidados y atenciones.
Por otro lado, esta situación ha tenido frutos positivos, como la toma de conciencia de la paternidad
que ha habido por parte de muchos varones. Son cada vez más los padres que se sienten implicados
y responsables del cuidado de los hijos. Este hecho ha influido, sin duda, en diversos cambios de la
mentalidad empresarial. Han de enfrentarse al hecho de que la maternidad y la paternidad se
reconocen hoy como un derecho de hombres y mujeres, y que han de articularse fórmulas para que
los padres puedan atender también las necesidades afectivas, educativas y sanitarias de sus hijos.
Todo esto nos exige una planificación y organización de la vida familiar y considerables esfuerzos para
conseguir el estilo de vida y familia que deseamos. Ahora bien, muchas de esas soluciones requieren
posicionamientos familiares y personales para los que, a veces, tendremos que cambiar rutinas
ancestrales.
y más cuando uno se siente preparado para ello, no parece que sea una opción compatible con la
felicidad en sentido pleno. Y, además, la dedicación exclusiva a la familia sin preocuparse de
conseguir los sustentos que ésta reclama para subsistir no es posible.
La construcción de una vida familiar necesita de unos recursos económicos básicos y, para obtenerlos,
es preciso tener una ocupación profesional. Esto nos permite ver que esos dos apartados de la vida,
no solo no están en contraposición, sino que se necesitan, se complementan y se requieren
mutuamente.
Y aunque, en ocasiones, a los recién casados les pueda parecer difícil atender a las exigencias
profesionales sin desatender las necesidades familiares, con el tiempo se debe llegar a mantener un
equilibrio: equilibrio muy inestable a veces, pero que permitirá a los cónyuges integrar en sus vidas
las necesidades y exigencias de ambas realidades.
Con el tiempo, uno va descubriendo que la felicidad familiar depende más de esa entrega personal
que de entregar o poseer algo material. Por eso todo matrimonio joven debe plantearse si su
crecimiento profesional, “su realización personal” va buscando más el lucimiento y la egolatría
personal que la utilización de un simple medio humano, el cual, en primer lugar, nos tiene que ayudar
a mejorar como personas y, después, en segundo lugar, permitir nuestro sustento personal y familiar.
La fuerte demanda de tiempo derivada de las actividades profesionales que desarrollan los miembros
de la familia, unida a exigencias de movilidad en el propio trabajo y a la rigidez propia de los horarios
profesionales, nos obligan a hacer una planificación exigente de todas nuestras actividades para
conseguir tiempo en común. Esto supone un cambio en la calidad y en la cantidad de las horas
dedicadas a la vida familiar.
Lo más valioso que podemos entregar a las personas es el tiempo. Un tiempo que se nos ha
concedido de manera limitada. Entregar la vida es entregar todo el tiempo que me queda de vida. No
se puede dar más.
Esto ha supuesto para muchas familias una uniformización hasta en las actividades de descanso y de
ocio, lo que ha conllevado una pérdida de identidad de aquellas. El tiempo de ocio se ha convertido
también en un tiempo de consumismo y, a veces, en un tiempo de frenética actividad, que no
favorece ni el descanso físico, ni el crecimiento de la propia intimidad. El nacimiento de los primeros
hijos marcará cambios en la utilización del tiempo de ocio de los jóvenes esposos y en el tipo de
actividades que se pueden realizar en dicho tiempo. Los hijos agradecen, para su desarrollo afectivo e
intelectual, la presencia conjunta de su padre y su madre también en los momentos relajados de ocio
y descanso, y esto es básico para afianzar los lazos afectivos y la comunicación del núcleo familiar.
Como por otra parte los esposos también necesitan tiempo para cultivar su intimidad conyugal y,
además del cónyuge y de los hijos, también reclaman tiempo la familia extensa y los amigos, será
necesario priorizar, pensar, consensuar y elegir. Elegir supone siempre renunciar; la elección de
construir un proyecto familiar lleva a cambiar si es necesario hasta los hábitos de ocio, contando con
el valor que supone nuestra propia familia.
Es muy importante que los cónyuges tengan amistades comunes ya a partir del noviazgo, y que,
después, la familia tenga relaciones con otras familias con hijos de la misma edad, con las que pueda
compartir los momentos de diversión y el tiempo libre, o las vacaciones, y también intercambiar
experiencias sobre el cuidado y la educación de los hijos. Esas amistades familiares serán muy útiles
también cuando los hijos se hagan mayores, porque así crecerán con un núcleo de amigos que sus
padres conocen y se habrá producido una unión de familias que comparten los mismos valores y estilo
educativo.
La gestión del hogar ha de estar bien planificada: gestión de compras, limpieza, orden, cuidado de la
ropa, reparaciones, elaboración de menús equilibrados… En esa planificación ha de estar previsto
hasta lo imprevisible, para que las urgencias que surgen en el día a día se puedan solucionar con
imaginación, prontitud y optimismo.
Hay tareas asociadas a los roles básicos y tradicionales «de papá y de mamá», pero hoy se han
desvinculado del sexo y esto ha supuesto un profundo cambio social. Hasta el punto de que en
algunos países se ha convertido en un objetivo de las políticas de igualdad exigir que haya un reparto
equitativo de las tareas domésticas, compartiendo obligaciones y responsabilidades familiares al 50%.
Sin embargo, esto no es algo que no se puede regular por ley, sino que debe quedar a la decisión y al
buen juicio de los cónyuges. En efecto, no se trata de hacer un reparto justiciero del trabajo en el
hogar: eso sería equiparar la vida de familia a la relación existente entre los que comparten un piso
sin tener un compromiso de amor para toda la vida.
Tampoco se trata de defender el derecho individual a ser servido, o a no ser explotado: en la familia
la justicia es superada por el cariño y la generosidad. Por eso es necesario que haya una
comunicación fluida que sea capaz de redistribuir, planificar e incluso improvisar dichas tareas del
hogar. Cada uno de los miembros de un hogar ha de aportar lo mejor de sí mismo para optimizar la
gestión de las necesidades del mismo y, a la vez, estar dispuesto a aprender y a mejorar aquello en
que sus habilidades sean más deficitarias. Estas actitudes de los cónyuges son el mejor sustrato para
educar hijos alegres, colaboradores, serviciales y que sepan convivir en armonía.
Hoy puede pasar también que, por una temporada, sea el padre el que pase a ocuparse más de la
casa, porque ha tenido una reducción de su horario de trabajo o lo ha perdido. Hay que intentar sacar
el mayor provecho de estas situaciones. No perder nunca el sentido positivo y el buen humor. Los
maridos han de intentar aprovechar esta circunstancia para disfrutar de este cambio de tarea y de la
posibilidad de dedicar más tiempo a sus hijos. Las mujeres han de volcarse muy especialmente en los
maridos, ya que, generalmente, es más duro para ellos pasar por este trance.
Cuando la decisión de tener más trabajos con un horario muy lleno no es debida a una situación
económica precaria, puede ser que nos estemos dejando llevar por un cierto materialismo encubierto,
que nos invita a crearnos necesidades, a soñar con ascensos o promociones profesionales que nos
permitan ganar más, por el bien de la familia. Hemos de valorar que el tiempo que dedicamos a los
nuestros tiene un valor incalculable: en nuestro hogar es el único ámbito en el que somos
insustituibles.
Además, hay que calcular bien los gastos, también económicos, que el hecho de que la madre trabaje
fuera de casa comporta en ayuda doméstica, parvularios, canguros, transportes, y hasta en lo más
mínimo, en la cocina, por ejemplo (comida fuera en la pausa del trabajo, uso frecuente de platos
precocinados, etc.).
Los esposos deben hablar claro de los recursos económicos de que disponen y de los criterios que
siguen para administrarlos. Es muy difícil consolidar un proyecto común, si se defiende a ultranza la
llamada independencia económica. A veces puede resultar algo costoso llegar al consenso, sobre todo
al principio, pero esto ayuda a crecer en generosidad y comprensión, dos virtudes que consolidan la
unión matrimonial. Consultar los gastos importantes no es pedir permiso como un ser sometido, sino,
por el contrario, es tener el señorío de considerar las necesidades familiares antes que las propias.
La realización personal
La realización personal de cada uno de los cónyuges, es otra de las justificaciones más extendidas
para que el mundo laboral lesione de alguna manera la vida familiar. El mensaje que a veces sostiene
esta postura es la «obligación» social y personal de aplicar los conocimientos y la formación
adquiridos durante muchos años de estudio, o bien la consideración de que la genialidad personal es
tan única que sólo puede proyectarse en el campo profesional, aunque eso vaya en detrimento de
otros aspectos de la vida.
Partiendo de la base de que el trabajo es un derecho y una necesidad de desarrollo personal para
cualquier ser humano, el trabajo de cada uno de los integrantes de un matrimonio, padre y madre de
familia, debe ser siempre compatible con esa esencial vocación de esposos, por un lado, y de
paternidad y maternidad, por otro.
El límite en este punto no está, en muchas ocasiones, claramente señalado. La propia percepción
personal puede ir cediendo paso a la subjetividad cuando el mundo laboral recompensa bien nuestro
trabajo y nos hace sentirnos satisfechos. No digamos si, además, nos permite avanzar en la escala
organizativa de la empresa, convirtiéndonos en un ejemplo para nuestros compañeros o en la envidia
de la oficina, y si todo eso va acompañado de mejora en los medios y recursos a nuestro alcance,
aportándonos una gran satisfacción psicológica y material como personas.
Se hace necesario que revisemos constantemente cómo estamos desempeñando nuestro papel de
padre y de madre para ver hasta qué punto dicho papel queda, o no, relegado a un segundo plano,
frente a nuestra implicación en las tareas profesionales.
Otro punto debe considerarse: la importancia y dignidad del trabajo doméstico, que tiene el mismo
valor profesional que cualquier otro trabajo, y que es incluso más necesario, por tratarse de un
trabajo de servicio directo a la persona. En el trabajo de la casa se utilizan capacidades no solo
manuales, sino también intelectuales y de organización. Se requiere gusto estético, cuidado de los
detalles y muchos conocimientos técnicos y científicos, como, por ejemplo, de dietética; además,
exige desarrollar todo lo relacionado con la educación de los hijos y las relaciones internas y externas
de la familia, como la psicología, la pedagogía, la capacidad de gestionar redes familiares, la empatía
etc. Por todo esto, podemos decir que el trabajo de la casa refleja muy bien no solo la dimensión de
cuidado propia de todo oficio, sino un quehacer con unos bienes internos en favor de la persona que
lo ejecuta y de los que lo reciben, además de crear una cultura familiar y social. Se trata por lo tanto
de un trabajo de gran importancia social y es una pena que en nuestra sociedad esté tan
minusvalorado.
A modo de conclusión
Aceptar que nuestro entorno nos pone difícil a menudo el obtener el deseado grado de equilibrio entre
trabajo y familia es un excelente punto de partida para replantearnos nuestra situación particular.
Esta consideración, obviamente, es un ejercicio que debe realizar el matrimonio en su intimidad, y que
se dirigirá en una u otra dirección en función de las respuestas personales que cada uno de los
esposos dé a estas cuestiones, desde lo más profundo de su ser.
El reto del equilibrio radica en saber vivir con coherencia nuestro proyecto familiar, reconociendo que,
por el grandioso hecho de ser matrimonio, hemos asumido una serie de responsabilidades que
debemos esforzarnos por vivir, huyendo de falsas excusas que impidan o lesionen el cumplimiento de
nuestras obligaciones.
Programa Sesión
Programa Sesión
Hechos
Problemas
Soluciones
Conclusión personal
El problema es que hoy, con sus 70 años, se encuentra ya un poco torpe y necesitaría ayuda. El
hermano mayor se ha acostumbrado a ocuparse poco de ella; su trabajo y la dedicación a su esposa y
a sus hijos ocupan la mayor parte de su tiempo, y su hermana, aunque vive en un país cercano y
vienen con frecuencia a verla, está a muchos kilómetros de distancia.
«Me niego a llevarla a una residencia, y Cristina debe entenderlo. Comprendo que le cueste, pero,
aunque tengamos que poner a Carlitos y a Ainhoa en una misma habitación, tendrá que venir a vivir
con nosotros, es un deber que tengo con ella».
Julio, sin consultar a sus hermanos ni a su madre, le había propuesto a Cristina, su esposa, que su
madre se viniese a vivir con ellos, porque estaba ya muy limitada y no veía razonable ninguna otra
solución. Esto venía a agravar una situación tirante que se estaba produciendo desde hacía algunos
meses. Su trato se había vuelto algo seco y los momentos cariñosos disminuían, diluidos entre las
muchas ocupaciones que ambos asumían.
«Yo bastante aguanto a sus padres —se decía a sí mismo—; se meten continuamente en nuestras
vidas y yo no digo nada: ¡Que si haciendo esto así dará muy buen resultado, como les dio a mis
padres! ¡Que si compremos en aquella cadena de supermercados porque nos saldrá mucho más
barato, mis padres lo tienen muy experimentado! ¡Que si nos conviene ir a celebrar esta fiesta allí
porque si no ellos se enfadarán! ¡Que si no te importa que vengan ellos por la noche, que son los
mejores canguros!... En fin, un continuo interferir en nuestra vida familiar.
»Cierto que nos ayudan, que están muy activos todavía, pero a mí me cargan un poco, y lo más triste
es que ahora que pido algo para mi madre, a ella no le parece bien».
Cristina, aparte de que no le parecía nada bien que viniese a vivir con ellos su suegra, argumentó que
eso era una forma de cargarse el proyecto de familia del que habían hablado. Ellos intentaban dar una
educación muy singular a sus niños y no quería interferencias de nada ni de nadie. Su madre, por
ahora, no estaba tan desvalida y, siendo como era, seguro que se metería continuamente en sus
vidas.
«Desde luego estoy desolado, nos hemos llevado estupendamente siempre, porque yo he cedido en
todo, pero ahora se me hace todo más duro y árido. Argumenta que mi madre se meterá en nuestras
vidas ¡Como si sus padres no se metieran en nuestra vida mucho más que ella!…
»Por aquí no pienso pasar. ¡Mi madre no es fácil de trato, lo reconozco, pero no irá a una residencia!
...Y vaya bobada lo de nuestro proyecto familiar, ¡como si fuese posible programar todo lo que puede
abarcar una vida! Las cosas son como son y salen como salen, y hay que aceptar las situaciones
difíciles cuando vienen. La vida real es dura y no se puede pretender programarlo todo».
«Me imagino que la vamos a tener “gorda”, pero esto no puede planteármelo así; solo llevamos seis
años casados y ya vamos a tener que estar compartiendo todos los días de nuestra vida con otra
persona. ¡No tenemos que mejorar todavía nosotros en nuestra relación conyugal, como para que
encima se meta por medio alguien como su madre!
»Seguro que Julio se pondrá a comparar con lo que mis padres hacen, pero no es lo mismo.
Verdaderamente están más con nosotros que su madre, pero luego se van; duermen fuera. No
comprendo cómo lo compara. Además, gracias a ellos podemos salir alguna vez a la semana y
siempre nos ayudan o nos pagan alguna cosa. Los míos son una ayuda y su madre será una carga.
»Teresa, mi querida suegra, no es como mi madre. Es una mujer muy poco flexible, nos impondrá sus
horarios de comida y sus programas de TV. Seguro que de alguna manera nos recriminará, ahora
diariamente, por nuestra forma de educar a Ainhoa y a Carlos, como lo hace continuamente durante
los días de vacaciones que pasamos con ella.
»Comprendo que la residencia no es lo ideal, además es muy cara, pero sus hermanos mayores
tendrán que apoyar económicamente y, además, tendrán que hacer el esfuerzo de ir a verla con
frecuencia aunque estén fuera. Lo que no se puede consentir es que, porque a él le parezca que tiene
la obligación de traérsela a casa, tengamos que apretujar a los dos críos en una sola habitación…
Ahora son pequeños, pero, dentro de dos o tres años, ¿qué haremos?
»Mira que Julio ha sido encantador siempre y de lo más amable en el trato con mis padres, siempre
delicado y atento, y, sin embargo, últimamente está de lo más desagradable: parece como si se
trajera a casa las preocupaciones del trabajo. Y ahora, encima, cada vez que toco el tema de su
madre, acabamos enfadados. Yo ya sentí que tuviera que quedarse sola, pero no tengo la culpa de
que mis cuñados no colaboren en nada.
»¡No sé cómo lo arreglaremos!, no me apetece ceder. A lo mejor se le podría poner una señora que
estuviera con ella todo el día y toda la noche, muchas de mis amigas lo han hecho así. Para ellas es lo
mejor: no dejan su hogar, mantienen su independencia y siempre están atendidas. ¡¡Y mis cuñados
que paguen!!
»Me duele que él, sin consultarme nada, quiera anteponer las necesidades de su madre a las mías,
¡no es justo!
»Con la ilusión con la que hemos ido trazando nuestro proyecto familiar… Si Teresa se viene a vivir
con nosotros, creo que se desmoronará todo… No podremos hacer casi nada, ni siquiera salir los fines
de semana, ni celebrar las cosas como lo hacemos ahora, ni tendremos intimidad, ni conversaciones
entre nosotros y con nuestros hijos “a solas”.
»¡Qué difícil es conjugar lo de ser buenos hijos, buenos padres y buenos esposos!».
Con esta hoja queremos ayudaros a reflexionar sobre todos los aspectos que se han tratado en
esta sesión. Recuerda; hablar de ello precipitadamente podría ser una falta de prudencia, pero no
profundizar en temas tan importantes de vuestra vida matrimonial podría llevaros a la falta de
diálogo, a la desconfianza o al desencanto. …Hasta la próxima sesión tenéis varios días para
plantearos estas cuestiones y utilizarlas como temas de conversación. No dejéis de hacerlo si
queréis seguir creciendo en vuestro «Amor Matrimonial».
1. ¿Os habéis sentido alguna vez relegados a un segundo plano por las atenciones que ha tenido
vuestro cónyuge con sus padres, o con vuestros hijos?
2. ¿Has antepuesto la atención a tus padres, tus hijos o cualquier otra persona, a tu marido o a
tu mujer?
3. ¿Cuidas los detalles en el trato cariñoso y delicado que diariamente debes tener con tu
cónyuge?
4. ¿Sois conscientes de que amarse matrimonialmente exige una donación total de todo vuestro
ser: biológica, afectiva y espiritualmente?
5. ¿Conoces cuáles son los detalles de cariño que le gusta recibir con asiduidad a tu cónyuge?
6. ¿Eres capaz de decirle a tu esposo o a tu esposa qué es lo que te gustaría recibir de él?
Enamorarse consiste en ponerse en camino hacia el amor. Todos los que hemos emprendido ese viaje
hemos vivido esa etapa y la hemos proyectado, sin abandonarla y sin instalarnos en ella, caminando
hacia el amor íntegro. Para empezar a hablar de cómo mantenerse en el amor, quizás sea útil
repensar y explicar en qué consistió nuestro proceso de enamoramiento, qué componentes y
mecanismos afectivos de nuestro ser se pusieron en funcionamiento y cuáles fueron nuestras
respuestas más eficaces a dichas pulsiones. Pensar qué pasó y cómo pasó nos ayudará a darnos
cuenta, a descubrir, que esos resortes que pusimos en práctica para ir haciendo crecer nuestro amor
continúan ahí, con mayor o menor intensidad, pero siguen siendo un gran recurso que debemos
utilizar para re-crear nuestro amor.
En su primera etapa, el enamoramiento es esa agradable, atractiva y vital fase del proceso amoroso
que descubre y tiende al amor. No es el amor en su estado definitivo, pero es un paso importante
hacia su encuentro. «Cuando la voluntad quiere lo que el enamoramiento le propone, entonces nace
el amor» (José Pedro Manglano).
Estar enamorado supone pasar por una experiencia amorosa completamente singular, en la que, de
repente, sin saber por qué y sin que sean necesarias explicaciones, alguien se convierte para nosotros
en un ser especial, en alguien que nos parece el más bello, atractivo y amable de los seres humanos.
Ese estado, que es camino hacia el amor, genera en todo nuestro ser una serie de emociones y
sensaciones que despiertan todos nuestros componentes afectivos, desde los sentimientos más
íntimos y profundos, hasta los gestos sexuales y sexuados más palpables. Nuestro pensar y nuestro
hacer no tienen otro anhelo más prioritario que el de estar, compartir y vivir junto al ser amado.
Según C.S. Lewis es ese el estado en el que se encuentran los enamorados, y se viene a conocer con
el nombre de «eros».
Ahora bien, el eros (que los griegos identificaban con el apasionamiento y se orienta a la felicidad
propia) ha de completarse con el agapé (el amor de entrega, de benevolencia, orientado al don, a la
entrega, a la felicidad del otro). En este contexto, la sexualidad de los hombres y de las mujeres se
convierte en algo tan importante que exige ser asumida por un tipo de amor especial que va más allá
de ella misma (Ricardo Yepes). Si en ese amor, donde existe el eros, ese agapé no se da, la
sexualidad no alcanza su plenitud y se degrada.
Nos sigue diciendo también el profesor Yepes que ese eros que envuelve el enamoramiento nos hace
percibir a la persona amada como un regalo. Enamorarse —dice— es recibir las flechas de Cupido, ese
“to fall in love” de una manera inesperada, sin previo aviso, sin saber qué te está pasando. Es decir,
es algo gratuito, algo que no es elegido ni merecido, es un regalo que hemos de saber apreciar como
tal, pues enamorarse es gratuidad inmerecida: se me da a mí, el otro, aunque yo también quiero
darme a él.
Nos dice el profesor Yepes que enamorarse produce tres sentimientos: conmoción, alegría y amor. El
primero es muy fuerte, por eso Ortega definía el enamorarse como; “una alteración psicológica de la
atención”, en la cual no hay ojos más que para el ser amado. Es esa etapa en la que los que
habitualmente están cerca de nosotros nos descubren con una emoción y un talante diferente: se nos
nota ilusionados, pero como desasosegados, perdidos en nuestros pensamientos —que se dirigen
principalmente hacia la persona amada—, nos cuesta fijar la atención en lo que hacemos, se nos
tienen que recordar las cosas y han de avisarnos de nuestros despistes con más frecuencia de lo
acostumbrado.
Esa alegría, por su parte, hace que nos sintamos felices. Enamorarse es pues una forma elevada de
sentir gozo y de ser feliz, quizá la más plena y radical de las que pueda vivir un ser humano. La
felicidad proviene de descubrir que el sentido de nuestra existencia es la afirmación del otro y nuestra
unión con él: ¡no puedo vivir sin ti! ¡Estamos hechos el uno para el otro!
Son momentos que nos invitan a ver la vida y el mundo de otra manera: ahora todo tiene un nuevo
sentido, un nuevo color, es como si lo estrenásemos. Pero todavía más, la alegría del enamoramiento
multiplica la ilusión y las ganas de vivir, el entusiasmo que genera nos permite realizar con buen
ánimo las tareas que la vida lleva consigo y en un estado radiante y eufórico.
Ahora bien, en la vida matrimonial, larga, cotidiana, exigente, no se puede quedar uno en perpetuo
estado de enamoramiento. Se exige alcanzar la plenitud del amor, de tal forma que el enamoramiento
que no se eleva al plano del amor corre el riesgo de confundir a la persona amada con el sentimiento
que provoca, y no pocas personas acaban enamoradas de «estar enamorados», lo que supone
apreciar al otro como algo bueno «para mí», siendo yo el centro de interés y el otro un mero
instrumento, necesario para satisfacer ese interés.
Re-en-amorarse
Destaca Gary Chapman tres rasgos que distinguen claramente al enamoramiento del amor: en primer
lugar, estar enamorado no procede de una decisión, uno se siente en ese estado y ha de optar
después por conducir dicho enamoramiento hacia el amor definitivo; en segundo lugar, enamorarse
no requiere esfuerzo, lo que lo distingue del amor verdadero, que a veces es placentero y otras
esforzado, y sí requiere un cuidado y atención constantes; en tercer lugar, produce el espejismo de la
perfección. Al representarnos a la persona amada sin defectos, no queremos que cambie, quisiéramos
detener el tiempo, con lo cual estamos hurtándole la posibilidad de crecimiento personal y no nos
ponemos a su servicio. Efectivamente, en el fondo, un enamoramiento que no se encamine hacia el
amor acaba siendo egocéntrico: yo no quiero que ella cambie porque es así como me gusta…, pero
ella es una persona capaz de mejora y crecimiento grandes, y a esa meta he de consagrar mi vida, a
que sea más y mejor cada día, no a que se estanque en el presente.
Ahora bien, sin confundirlos, enamoramiento y amor deberían estar siempre presentes en nuestra
relación, porque la voluntad, el querer, será muchas veces el motor del sentimiento, y el sentimiento
se convertirá en la prolongación del amor, facilitando entonces la tarea de amar.
Pero ese re-enamoramiento exigirá conservar el ánimo calado de buenos hábitos y atractivas virtudes,
como, por ejemplo, las que nos dicta este primer decálogo:
• Hay que mantenerse atento para no dejar de percibir todo aquello que nuestro ser amado pueda
mostrarnos como propio y singular de él.
• Hay que mantenerse esperanzado en que siempre se puede amar más y mejor y que quien nos
ama tiene siempre la intención de mejorar en su amor.
• Hay que mantenerse confiado en que la persona que nos ama, que la elegimos nosotros, siempre
tendrá la capacidad y los recursos suficientes para amarnos como necesitamos ser amados.
• Hay que mantenerse seguro de que los medios que estamos poniendo, que son sinceros y
consecuencia de nuestro amor, siempre darán sus frutos.
• Hay que mantenerse fino para percibir las necesidades del amado o de la amada para paliarlas o
cubrirlas lo antes posible y de forma eficaz.
• Hay que mantenerse, asiduamente, delicado en el amor, lo que conllevará cuidar un montón de
pequeños detalles insignificantes, pero diarios, y admirables.
• Hay que convencerse de que tu camino vital ahora tiene nombre, el de la persona que dices que
amas… Si lo abandonas, te perderás.
• Hay que ser conscientes de que nadie nos va a regalar el amor. La gran aventura de embarcarnos
en la conquista del amor nos va a exigir ganar muchas, pequeñas y cotidianas batallas.
• Hay que convencerse de que el amor humano es estar dispuesto, primero, a recibir a la persona
amada tal y como es. Después, una vez aceptada, con generosidad, dar-le, dar-se.
• Hay que persuadirse de que en-amorarse y alcanzar la plenitud del amor es lo más propio y radical
de la persona. Todos tenemos vocación y capacidades suficientes para conseguirlo. El amor siempre
quiere amar y las personas maduras están preparadas y en disposición de «perder» su vida por un
verdadero amor.
Pero… tras el enamoramiento, ¿es posible alcanzar el amor y aún crecer en él?
Descubrir el amor, sentir el amor o apasionarse con el amor quizás sea la experiencia más esencial de
un ser humano. Todo hombre y toda mujer buscan, persiguen y agradecen tener sentimientos
amorosos hacia alguien; ahora bien, mantener, fortalecer y hacer crecer esos sentimientos exige un
buen programa de mantenimiento.
«Acaudillar la vida afectiva es una de las manifestaciones más decisivas de la madurez de la conducta
de una persona» (Enrique Rojas). Normalmente uno se mantiene en forma con tesón y sacrificio, con
ejercicio y esfuerzo diario, con una dieta equilibrada, cuidando muchos detalles y permitiéndose pocas
concesiones.
Por todo eso, en este primer curso de Amor Matrimonial, os queremos proponer una serie de ideas
que conviene cuidar y respetar para situarse en un constante crecimiento hacia el amor esponsal.
¿Los niños? Cuatro días después ni se acuerdan de aquel tiempo que pasaron sin sus padres. Y,
cuando son mayores, han de comprender perfectamente que papá y mamá se necesitan y se quieren
mucho y, de vez en cuando, lo demuestran yéndose los dos solos un par de días.
Existe una errónea concepción del amor que tiende a degradarlo, al correr del tiempo, en mero cariño
y convivencia. Los besos, las caricias, los abrazos, en privado, pero también en público (con la
discreción que aconseje el entorno), son manifestaciones claras de amor y hay que ejercitarlas, con o
sin ganas, en especial si hemos detectado que para nuestro cónyuge el aspecto físico, corporal del
amor es importante. En lo que a relación sexual se refiere, no hay que engañarse: el varón suele
tener más necesidad de mantenerla que la mujer. Como se os comentó en la NT de la segunda
sesión, hay que encontrar el equilibrio, poniendo cada uno de su parte: disponibilidad, respeto y,
sobre todo, mucho tacto y delicadeza.
Con el paso del tiempo se corre el riesgo de caer en la monotonía y, con ella, en una etapa de
llamativos silencios. A veces pensamos que en los primeros años de matrimonio ya nos lo hemos
dicho todo. Gracias a Dios no es así, todavía tenemos mucho que decirnos y que descubrirnos. Ahora
bien, no basta con hablar, aunque para algunos el mero hecho de hacerlo constituya un paso
importante. Hay que saber qué decir y cómo hacerlo. El tono de voz, los motes cariñosos, el
reconocimiento y agradecimiento por las atenciones diarias que la persona amada nos dispensa, la
confianza al explicarle nuestros problemas, el pedirle consejo…, todo eso alimenta el amor.
Junto con las palabras y la voz hay que usar el oído: El amor requiere la escucha atenta y exclusiva,
dejando todo lo demás; y poniendo más interés en el sentido de las palabras, que provienen de la
intimidad del ser amado, que en el tono con el que las diga. Con toda seguridad los malos tonos
provienen en muchas ocasiones de malos tragos, de los que seguro no somos culpables, sin embargo,
por estar demasiado pendientes de nosotros mismos, no nos damos cuenta de cómo decimos las
cosas. Por otro lado, es muy difícil crecer en el amor conyugal si no sabemos bien en qué dirección
debe crecer. Tenemos que saber ir escuchando y reconociendo las necesidades y los intereses que
nuestro cónyuge tiene, e irá teniendo a lo largo de su vida. Sólo así podremos darles respuesta y
mantener el amor vivo hasta el final de nuestros días.
La vista debe ser otro de los sentidos que los matrimonios deben aprender a utilizar para alcanzar un
alto grado de entendimiento en su comunicación. La mirada comprensiva, alegre, confiada o de
complicidad de quien ama y está dispuesto a hacerlo cada día, es uno de los resortes que más ayuda
a un matrimonio a mostrarse y a mostrar su amor. Qué bonito y atractivo es ver cómo un padre y una
madre se entienden con la mirada; eso no se consigue en un día, ni en un año, exige experiencia de
vida, expectación, discusión, interrogación, aclaraciones y, sobre todo, cariño y complicidad.
El tacto es de una gran ayuda para la comunicación; el mero roce supone, sobre todo para ellas, una
muestra de cariño. Tener las manos cogidas o unidas supondrá muchas veces el reconocimiento y la
expresión pública de un grato y profundo cariño. Se puede utilizar con eficacia, cuando no nos salen
las palabras apropiadas o no se sabe qué decir, o incluso cuando queremos disculparnos y no
sabemos cómo y, entonces, buscamos la proximidad en el sofá que, sin ruido de palabras, nos acerca
nuevamente a la persona amada…
Todo conocimiento entra en nuestra cabeza a través de los sentidos, por eso hemos de utilizarlos
todos y, cómo no, deberemos vigilar el gusto y el olfato. En bastantes ocasiones estos son para
muchas personas más importantes de lo que uno se pueda imaginar y, por eso, también juegan un
papel importante en el amor.
¿No identificamos muchos recuerdos, lugares y situaciones por el olfato? Pues por eso tenemos que
usarlos, principalmente con nuestro cónyuge.
Y del gusto se ha ocupado ya la sabiduría popular, no siempre infalible, pero casi siempre práctica y
realista: “a los hombres se les conquista por el estómago”, y pensamos: ¿solo a ellos?
Es importante que la persona amada conozca nuestras expectativas, lo que nos gusta y lo que no. A
veces sabrá expresarlo, otras veces no. A algunas personas les cuesta formular peticiones expresas,
es un aprendizaje importante en el que debemos esforzarnos todos, porque, de otro modo, ¿cómo va
a poder alguien colmar nuestro amor si no le decimos de qué manera puede hacerlo? En cualquier
caso, todos debemos estar vigilantes, atentos a los gestos, expresiones, palabras, posturas, etc. de la
persona amada, que muchas veces revelan antes y mejor que las largas explicaciones un estado de
ánimo, una desilusión o una expectativa.
La celebración es una de las manifestaciones más puramente humanas. Con ella buscamos que lo
pase bien la persona que amamos: es una de esas «pequeñas felicidades» de las que habla Julián
Marías que ayudan a los hombres y a las mujeres a encontrar un poco, y más intensamente, de esa
felicidad que inevitablemente buscan. Un espíritu viejo, cansado y de vuelta de todo no sirve para la
celebración. La celebración es, principalmente para los adultos, esa prolongación del juego que
permite sonreír y divertirse… y que, cuando proviene del ser que más amamos, nos invita a
incrementar el amor hacia él. Ilusión, esmero y espíritu de infancia son elementos irrenunciables en
toda celebración. Y toda celebración nos hace mejores, pues nos invita a querer y consigue que los
otros se sientan queridos y amados.
Jerarquía en el amor
La prioridad en nuestros amores debemos tenerla siempre muy clara. Lo primero para nosotros ha de
ser nuestro cónyuge, por encima incluso de nosotros mismos. Y esto debe quedarles bien claro a los
demás: hijos, padres, hermanos, amigos, jefes, etc.
Si entendemos bien esto, todos los demás amores encuentran su lugar ordenadamente: nuestros
hijos, que son fruto de ese amor, se nutren principalmente del amor que sus padres se tienen. Es de
tal importancia esto que Tomás Melendo afirma: «El noventa y cinco por ciento de la educación de
nuestros hijos consiste en amar a mi cónyuge».
Luego en tercer lugar vendrá la familia extendida, empezando por nuestros padres, a quienes en gran
medida debemos nuestra educación en el amor. En los momentos en que ellos necesitan
especialmente de nuestro apoyo será siempre esencial que nuestro cónyuge se sienta seguro, que
sepa que es nuestra prioridad, para que el modo de ayudar a nuestros padres no interfiera en nuestra
intimidad y la decisión de ayudarles pueda ser tomada por los dos, sin ningún resentimiento.
Programa Sesión
Programa Sesión
Hechos
Problemas
Soluciones
Conclusión personal
¿Qué es casarse? ¿Qué compromisos comporta la celebración del matrimonio? ¿Qué es vivir
como casados? Son preguntas importantes, y de que la respuesta sea adecuada, depende la
felicidad de la pareja en el futuro. Responder a esas preguntas es el propósito de este libro. En
él se ofrecen materiales que presentan de una manera clara y sencilla el bien del matrimonio
según ha sido revelado por Dios y es anunciado por la Iglesia. También, las disposiciones ne-
cesarias para celebrar y vivir después las exigencias propias de la vocación matrimonial.
Para comprender el matrimonio debe descubrirse la verdad del amor en que se basa; no basta
cualquier sentimiento para amarse ni es suficiente cualquier relación para unirse. ¿Qué hace
una institución en medio de una historia de amor? ¿Es posible que el amor sea proclamado en
una ceremonia, que sea objeto de un contrato y que un papel lo certifique? ¿Acaso es un siste-
ma legal lo más apropiado para organizar el amor?
Este libro parte de la experiencia real y práctica y será de gran interés para los que piensan
casarse o llevan años de matrimonio. ¿Qué es casarse? ¿Qué es necesario saber para casar-
se? ¿Por qué causas algunos rechazan el matrimonio? son algunas de las preguntas que en-
cuentran respuesta en el libro. Además se explica lo que son los matrimonios simulados y de
conveniencia, el amor libre, los problemas actuales y la fidelidad conyugal; todo de un modo
asequible y fácil de leer y comprender.
¿Te gustaría saber si tu novio o novia será tu excelente marido o mujer? ¿Querrías saber cuá-
les son las claves para vivir feliz casado y casada? ¿Cómo mejorar la vida juntos? Muchas so-
luciones pueden aclararse en estas páginas junto con algunas claves prácticas que te permi-
tirán construir un matrimonio apasionado y feliz. En este libro encontrarás respuesta al tópico
de la media naranja; a la posibilidad del amor ideal; a cuánto puede durar el enamoramiento; a
dónde está el límite del amor y la propia libertad; a la relación con los futuros suegros o tus an-
tiguos amigos; a cómo entregarse, o cómo aprender lo necesario para vivir casados .
Bibliografía 2014
PROGRAMA DE FAMILY ENRICHMENT
Amor Matrimonial 1
Comunicación y diálogo conyugal
En este libro se pasa revista a algunos errores y lugares comunes en los que más frecuente-
mente se bloquea la comunicación conyugal. Se trata de ayudar a que los esposos se comuni-
quen entre sí acerca de la comunicación y de los errores que más frecuentemente se suscitan
en ella, para que puedan afrontarlos y resolverlos con cierta eficacia.
El contenido del libro desgrana la idea de que el matrimonio es una donación total, definitiva y
excluyente, renovada día a día y alimentada por detalles constantes. En la sociedad actual hay
miedo al compromiso estable y a la exclusividad, considerados como pérdida de libertad; sin
embargo, una relación que no sea una entrega total o un amor incondicional, está abocada al
fracaso. Se incluyen casos prácticos.
Este libro hace entrar por los ojos la razón fundamental de la boda: en ella nos capacitamos
para amar a un nivel infinitamente superior al de antes de casarnos. Comienza entonces la
gran aventura. Una odisea que no tendría ningún sentido si, una vez casados, no fueran au-
mentando día a día, el amor mutuo y la felicidad correspondiente. El libro nos ofrece las claves
para lograrlo. Su subtítulo (Una «antrofeminología») indica la importancia que en él se otorga a
la diversidad complementaria de la mujer y el varón: persona femenina y persona masculina.
Bibliografía 2014
PROGRAMA DE FAMILY ENRICHMENT
Amor Matrimonial 1
Diferencias hombre-mujer. Afectividad y sexualidad
Cuando apareció este libro, a mediados de los 90, la ideología de género se encontraba en
Europa en estado de gestación. Ahora, sin embargo, la nueva tendencia ha irrumpido con fuer-
za en todos los ámbitos: social, cultural, intelectual y político, de manera que puede considerar-
se como la ideología dominante en nuestro tiempo. Para esa forma de pensar no existen lo
masculino y lo femenino, sino diversidad de orientaciones afectivo-sexuales, y las diferencias
entre el hombre y la mujer son meramente culturales y esencialmente opresoras, por lo que
deben ser diluidas.
Este libro pretende describir brevemente algunos principios de ecología sexual. El autor propo-
ne superar, en el campo sexual, la época ´ingenua´ en la que nos encontramos, comparable a
la época ´ingenua´ del capitalismo salvaje, ya que esa ingenuidad es dañina para la naturaleza
y el hombre. Propone adentrarnos en una etapa de desarrollo ecológico de la sexualidad, que
permita a las mujeres y los hombres de nuestro tiempo encontrar la felicidad que tan ardiente-
mente buscamos.
Quizá nunca hubo como hoy, un interés tan masivo por las cuestiones relacionadas con el sexo
y el amor. Al mismo tiempo, tal vez como nunca los amores son tan frágiles, el anhelo de com-
pañía, y de confianza íntima tan volátil y difícil, las soledades tan frecuentes, profundas y des-
concertadas. Parece altamente razonable preguntarnos, si las energías, intereses y expectati-
vas, que nuestra sociedad dedica al amor y a la sexualidad no están edificándose sobre un
enorme error de base, si no van en movimiento contrario.
El padre Philippe responde a muchas preguntas sobre la familia, la educación, la vida de pare-
ja, la sexualidad y la vida cristiana. ¿Cuál es el proyecto de Dios sobre la pareja? ¿Cuáles son
las diferencias esenciales entre el hombre y la mujer? ¿Cómo educar cristianamente a los hijos
en el mundo de hoy? ¿Cuál es la finalidad de la educación humana y cristiana? ¿Cuál es el
lugar que ocupa la Iglesia y los sacramentos en la vida de familia?
Este manual es una síntesis de los temas tratados en los cursos de Métodos Naturales. Pone al
alcance de las personas interesadas en la Planificación Familiar Natural, los conocimientos
básicos de la fertilidad, del uso responsable de la sexualidad y el fundamento antropológico de
los Métodos Naturales.
Bibliografía 2014
PROGRAMA DE FAMILY ENRICHMENT
Amor Matrimonial 1
El hogar, burbuja de felicidad
Son muchas las veces que en el matrimonio nos quedamos, colgados o congelados. En estos
casos puede ser bueno plantearse la necesidad de un reset o un formateo para salir de una
situación de inestabilidad. El matrimonio debe basarse en el mantenimiento del compromiso
libremente adquirido, en la confirmación continua de las razones que llevaron a esa elección y
en la mejora personal. La tarea puede ser apasionante e inmensa fuente de felicidad.
La casa, la familia, es una construcción extraordinaria de la cultura, del espíritu, y una institu-
ción social de primer orden. En la casa encuentra y expresa el ser humano su interioridad, y, a
su vez, la construcción de la familia. La familia es el lugar natural y socialmente imprescindible
en el que se desarrolla la interioridad y se saca impulso para todas las tareas. Se intenta poner
de manifiesto algo de la enorme trascendencia de la familia para la vida individual y para la so-
ciedad.
El autor sostiene que el principal ámbito de realización personal es la familia caracterizada por
el amor sin condiciones, que hace que cada persona se sienta querida por sí misma. El proce-
so de mejora personal debe afectar a todos los miembros de la familia además de a los hijos.
La ayuda educativa no corresponde sólo a los padres sino también a los hijos mayores, los
abuelos y otros miembros de la familia extensa. En el libro, se dan pautas concretas a los pa-
dres para la educación de la amistad, de la voluntad, de la afectividad, del trabajo intelectual y
del tiempo libre de sus hijos.
¿Es posible conciliar la vida profesional, familiar y personal? Este libro ofrece una visión muy
práctica y completa del tema que puede inspirar múltiples vías de resolución de los conflictos
que se presentan a diario en nuestras ajetreadas vidas.
En este se habla de la “familia primigenia”, aquel lugar, en el que a todos nos gustaría haber
nacido, vivir y ser acompañados al morir. El ámbito en que descubrimos de manera natural y
sin necesidad de estudiarlo que somos uno, irrepetible e insustituible, varón y mujer que proce-
de de un solo varón y una sola mujer, hermano que se encuentra con hermanos a quienes ama
y con quien crece y aprende a convivir, hijo de un padre único e irremplazable, esposos que se
han elegido mutuamente en aquel soberano de la libertad humana que consiste en poseerse
íntegramente, pasado, presente y futuro y entregarse y acogerse plenamente y de por vida.
Bibliografía 2014
PROGRAMA DE FAMILY ENRICHMENT
Amor Matrimonial 1
Enamorarse es cosa de dos
Este es un libro que trata sobre la relación de pareja. Como la convivencia no siempre es fácil,
y muchas veces difícil, el autor va desgranando a través de estas páginas una serie de pautas
y «secretos» que pueden ayudar a los lectores a superar las «crisis» periódicas que surgen en
el matrimonio. Entre Tú. y Yo puede ser un inteligente y positivo instrumento para que el amor
en su pareja amanezca fresco cada mañana con otros bríos, con cara nueva, posibilitando que
la ternura y la comprensión de los primeros años reverdezca con mayor ímpetu y madurez
Más allá del sí, te quiero es un canto al matrimonio: un compromiso y una alianza que comien-
za el día de la boda con el «sí quiero» y que hay que cuidar con delicadeza «hasta que la
muerte os separe». Levantarse cada mañana dispuesto a vivir enamorado, alimentar el fuego
del amor a lo largo del día con pequeños detalles, fomentar los deseos de volver a casa o lu-
char por vivir virtudes como la generosidad, la sinceridad o la fortaleza, son algunas de las pro-
puestas que el autor señala como medios para vivir un matrimonio feliz.
En estas páginas van algunas ideas para despertar el único ideal que vale la pena en el amor:
amar para siempre. Pero un amor así está reservado a los espíritus libres, soberanos, capaces
de entregarse uno y otro día, de levantarse después de cada tropiezo, haciendo vida de su li-
bertad. Esta libertad para amar hay que ganarla. ¿Cómo? No hay reglas pero sí apuntes, no-
tas, pensamientos, muchos de ellos procedentes de la experiencia vivida y recibida, que uno
puede escuchar y meditar.
Un matrimonio feliz no es resultado del azar. La vida conyugal será lo que él y ella hayan sabi-
do construir día tras día. Para llevar a buen puerto el matrimonio, no basta el corazón. Hay que
poner también la cabeza y aprender juntos a superar diferencias y sacar provecho de las difi-
cultades. Este libro quiere ser una ayuda para Asegurar el amor sorteando los inevitables pero
fecundos escollos que la vida en común siempre presenta.
El amor entre los esposos es el verdadero motor de la familia y ellos tienen la gran responsabi-
lidad de cuidarlo y hacerlo crecer. Si se desvirtúa es cuando pueden comenzar a surgir proble-
mas. Por el contrario, cuando se custodia y se cultiva, como se trabaja una bella obra de arte,
la familia tenderá hacia su plenitud. ¿Cómo conseguir que crezca este amor y alcanzar una
vida afectiva plena en la pareja? Existen unos procesos naturales y un estilo de vida. El amor
entre un hombre y una mujer que perseveran en su compromiso es como una semilla: si tiene
buenas condiciones, germina, brota y crece sin parar.
Bibliografía 2014
Evaluación de sesión de curso de Family Enrichment (FEC)
Reunión de equipo No Sí
7 Ha habido reunión de equipo.
8 Asistí a la reunión de equipo.
9 Mi cónyuge asistió a la reunión de equipo.
10 La reunión de equipo tuvo lugar en día distinto que la sesión general.
11 La reunión de equipo tuvo lugar en una casa.
12 La reunión de equipo tuvo lugar en el colegio.
13 La reunión de equipo comenzó y terminó a las horas previstas.
Sugerencias de mejora:
Reunión de equipo No Sí
7 Ha habido reunión de equipo.
8 Asistí a la reunión de equipo.
9 Mi cónyuge asistió a la reunión de equipo.
10 La reunión de equipo tuvo lugar en día distinto que la sesión general.
11 La reunión de equipo tuvo lugar en una casa.
12 La reunión de equipo tuvo lugar en el colegio.
13 La reunión de equipo comenzó y terminó a las horas previstas.
Sugerencias de mejora:
Reunión de equipo No Sí
7 Ha habido reunión de equipo.
8 Asistí a la reunión de equipo.
9 Mi cónyuge asistió a la reunión de equipo.
10 La reunión de equipo tuvo lugar en día distinto que la sesión general.
11 La reunión de equipo tuvo lugar en una casa.
12 La reunión de equipo tuvo lugar en el colegio.
13 La reunión de equipo comenzó y terminó a las horas previstas.
Sugerencias de mejora:
Reunión de equipo No Sí
7 Ha habido reunión de equipo.
8 Asistí a la reunión de equipo.
9 Mi cónyuge asistió a la reunión de equipo.
10 La reunión de equipo tuvo lugar en día distinto que la sesión general.
11 La reunión de equipo tuvo lugar en una casa.
12 La reunión de equipo tuvo lugar en el colegio.
13 La reunión de equipo comenzó y terminó a las horas previstas.
Sugerencias de mejora:
Reunión de equipo No Sí
7 Ha habido reunión de equipo.
8 Asistí a la reunión de equipo.
9 Mi cónyuge asistió a la reunión de equipo.
10 La reunión de equipo tuvo lugar en día distinto que la sesión general.
11 La reunión de equipo tuvo lugar en una casa.
12 La reunión de equipo tuvo lugar en el colegio.
13 La reunión de equipo comenzó y terminó a las horas previstas.
Sugerencias de mejora: