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CI R - Szurmuk
CI R - Szurmuk
DICCIONARIO DE
Mónica Szurmuk
ESTUDIOS CULTURALES DICCIONARIO DE
LATINOAMERICANOS
ESTUDIOS CULTURALES
coordinación de
coordinación de LATINOAMERICANOS
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
coordinación de
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
CULTURALES LATINOAMERICANOS
DICCIONARIO DE ESTUDIOS
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repres
lingüística
y
teoría literaria
DICCIONARIO
DE ESTUDIOS CULTURALES
LATINOAMERICANOS
COORDINACIÓN DE
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
HM621
D53
2009 Diccionario de estudios culturales
latinoamericanos / coordinación de
Mónica Szurmuk y Robert McKee
Irwin ; colaboradores, Silvana
Rabinovich ... [et al.]. — México :
Siglo XXI Editores : Instituto Mora,
2009.
332 p. — (Lingüística y teoría
literaria)
ISBN: 978-607-03-0060-8
1. Cultura — Diccionarios.
2. Cultura — América Latina —
Diccionarios. I. Szurmuk, Mónica,
ed. II. Irwin, Robert McKee, ed. III.
Rabinovich, Silvana, colab. IV. Ser.
isbn 978-607-03-0060-8
se imprimió en
litográfica tauro
andrés molina enríquez 4428
col. viaducto piedad,
08200, méxico, d. f.
AGRADECIMIENTOS
[7]
PRESENTACIÓN
[9]
10 PRESENTACIÓN
I. GENEALOGÍAS
Uno de los puntos más álgidos del debate sobre la validez de los estudios
culturales como un emprendimiento intelectual que puede ofrecer recursos
14 PRESENTACIÓN
mecanismos del poder y su relación con el saber). Esta línea concibe la cultu-
ra como discursos semiautónomos que son susceptibles a análisis ideológicos.
Otros intelectuales franceses que han impactado los estudios culturales lati-
noamericanos son Michel de Certau (tácticas cotidianas que no obedecen a las
instituciones hegemónicas), Gilles Deleuze (teorías sobre conceptos como la
desterritorialización y la esquizofrenia, y del rizoma como modelo de pensa-
miento) y Pierre Bourdieu (estudios sobre las relaciones entre las estructuras
sociales y las prácticas de los sujetos que operan dentro de ellas).
1
Kraniauskus, “Carlos”, 1997, p. 111.
PRESENTACIÓN 23
2
<www.uasb.edu.ec/progacad/maestria/estudioscultura.html>.
3
<http://www.globalcult.org.ve/Program.htm>.
PRESENTACIÓN 27
han asumido una postura más práctica que política y se encargan de formar
profesionales que se desempeñen en agencias o fundaciones culturales y en
las industrias culturales. Para los estudiantes a quienes estos programas se
dirigen, los que busquen una “formación de agentes culturales” (Olmos: 145),
es importante no sólo entender qué y cómo comunica la cultura, sino también
explorar cuestiones de historia, economía, leyes, promoción y administración
de la cultura. En este contexto, los estudios culturales se entienden no sólo
como una metodología crítica sino también como una guía a la infraestruc-
tura de los medios diversos (tanto públicos como privados) de creación, di-
seminación, consumo y preservación cultural. Aunque la mayoría de los es-
tudiantes se insertan en una infraestructura nacional o regional de agencias
culturales, son informados de los mecanismos globalizados que inevitable-
mente afectan los ámbitos regionales.
El concepto que da forma a estos programas es el de “Gestión Cultural”,
materia de capacitación promovida por la UNESCO desde los años setenta y
actualmente fomentada en América Latina por la Organización de Estados
Iberoamericanos (Stenou: 9). Cuenta este campo desde 1997 con su propia
organización profesional, la Red Iberomericana de Centros y Unidades de
Formación en Gestión Cultural (IBERFORMAT), la que provee un punto de en-
cuentro para anunciar congresos, publicaciones y programas de estudio, y
que organiza seminarios “de formación de formadores en gestión cultural”
para sus miembros (www.iberformat.org/home.php). Esta visión utilitaria no
refleja la aproximación cuestionadora y muchas veces políticamente radical
que se asocia históricamente con los estudios culturales y para muchos es un
proyecto totalmente ajeno al de estudios culturales latinoamericanos.
Sin embargo, si bien los programas de gestión cultural se beneficiarían
de una aproximación más crítica al estudio de la cultura, los programas más
ortodoxamente críticos de estudios culturales, que a veces se enfocan casi
exclusivamente en la teoría crítica, serían más abarcadores e intelectualmen-
te completos si tomaran en cuenta los aspectos más funcionales de la cultura
enfatizados por los programas de gestión. No obstante estas diferencias fun-
damentales en conceptualización, los programas de gestión finalmente son
instrumentos de la cultura hegemónica estatal, muchos de los términos y
conceptos que se manejan en los diplomados de gestión coinciden con los de
los estudios culturales: los programas en gestión cultural, en efecto, casi siem-
pre incorporan módulos de estudio sobre la misma teoría crítica que funda-
menta los programas más “tradicionales” de estudios culturales. En los pro-
gramas de gestión, la cultura se entiende como “recurso”, noción elaborada
por George Yúdice como “mucho más que una mercancía: constituye el eje
de un nuevo marco epistémico donde la ideología y buena parte de lo que
28 PRESENTACIÓN
narias exhibe una creatividad inaudita. Estudios que hubieran sido impensa-
bles hace una generación ahora surgen desde disciplinas diversas bajo la
rúbrica de los estudios culturales. La cultura popular y de los medios masivos
se discuten en espacios compartidos por investigadores de formaciones dis-
tintas, como en Rockin’ las Americas: The Global Politics of Rock in Latin/o
America, libro coeditado por una antropóloga, un crítico literario y un histo-
riador (Pacini Hernández, et al.). Los textos –ahora visuales, musicales, audi-
tivos, corporales– se analizan desde perspectivas y metodologías distintas,
pero en espacios no cerrados por fronteras disciplinarias, como es el caso de
Galerías del progreso: museos, exposiciones y cultura visual en América Latina,
coeditada por Beatriz González Stephan y Jens Andermann, o Everynight Life:
Culture and Dance in Latin/o America, coeditado por Celeste Fraser Delgado
y José Esteban Muñoz. En la actualidad, conceptos generales de debate teó-
rico como género, sexualidad, raza, criminalidad, memoria, subalternismo,
migración, locura, frontera, etc. abren estos espacios de diálogo interdiscipli-
nario, en textos como Sexo y sexualidades en América Latina, editado por el
crítico literario Daniel Balderston y la historiadora Donna Guy.
Aparte de estas obras colaborativas, las monografías de investigadores
individuales también resultan cada vez más difíciles de categorizar en térmi-
nos disciplinarios, como ha sido el caso con un sinfín de títulos en años re-
cientes. Algunos ejemplos representativos son: Indígenas mestizos: raza y cul-
tura en el Cuzco, de la antropóloga peruana Marisol de la Cadena; Las salidas
del laberinto: cultura e ideología en el espacio nacional mexicano, del historia-
dor y antropólogo mexicano Claudio Lomnitz; The Revolutionary Imagination
in the Americas and the Age of Development de la profesora de literatura esta-
dunidense y estudios étnicos, María Josefina Saldaña Portillo; Ficciones so-
máticas: naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo (Argentina
1880-1910) de la crítica literaria argentina, Gabriela Nouzeilles; The Art of
Transition: Latin American Culture and Neoliberal Crisis de la crítica literaria
estadunidense Francine Masiello; Músicas locales en tiempos de globalización
de la etnomusicóloga colombiana Ana María Ochoa.
ni derecho a ser consultados sobre la validez de las categorías que los descri-
ben o interpretan (Intersectando).”
4
<www.nclr.org/content/publications/detail/31926/>.
38 PRESENTACIÓN
Martín Barbero, Jesús, Oficio de cartógrafo: tra- Poblete, Juan, “Introduction”, en Juan Poblete
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42 PRESENTACIÓN
[43]
44 ALTERIDAD
les dan origen a las leyes morales y sociales Totalidad) se manifiesta como escucha del
del Levítico, y a partir de allí a los reclamos otro, esto supone al menos que el otro tiene
de los profetas. Sin embargo, esta tétrada bí- voz y palabra; luego, esta lectura de la ética
blica no sirve para definir la alteridad, sino heterónoma levinasiana a través de Dussel,
para evocar una subjetividad responsable se revela problemática. Ésta no es una de-
por el otro desde tiempos inmemoriales. fensa de la ética de Levinas en detrimento
Dicha responsabilidad heterónoma no res- de las capacidades de la literatura en tanto
ponde a la voluntad del sujeto responsable maestra de ética. Por el contrario, intenta-
sino que es constitutiva de la subjetividad. mos subrayar la relación íntima entre ética
Así, el término “sujeto” debe ser entendido y literatura en el pensamiento del filóso-
como participio pasado, sujetado al otro por fo, que en repetidas ocasiones dice haber
la lengua y el tiempo que no son de su pro- aprendido lecciones de ética precisamente
piedad sino que vienen de otros y se trans- de autores como Shakespeare, Dostoievski,
miten a aquellos que vendrán. parte de una larga lista en la que se incluye
Desde los años setenta Enrique Dussel, Kafka, Rimbaud y Celan también. La ética
primero en Argentina y después en México, heterónoma de Levinas no pretende volver-
trató de traducir la ética heterónoma a la fi- se una política programática, sin embargo,
losofía de la liberación latinoamericana. Su sin ser tampoco teoría política, al poner en
ética se debe en buena parte a las inquietu- cuestión la autonomía, es un pensamiento
des que le produjo la lectura temprana de la político.
obra de Levinas de 1961. En su Ética de la En las culturas cuya cuna es Occidente
liberación (1998), el filósofo sigue refirien- la obsesión por el otro tuvo muchas formas,
do a Levinas para aproximarse a ese “otro” tal vez podamos resumirla bajo la pregunta
que en su pensamiento no deja de responder algo paródica “¿por qué el otro es Otro y no
por la tétrada bíblica, pero que en América más bien un otro Yo?” En términos políticos
Latina pone énfasis en los excluidos (las esto se traduce por guerra, conquista, colo-
mujeres que son asesinadas sistemática- nización y cuando esto se revela insosteni-
mente en Ciudad Juárez, por ejemplo), las ble: genocidio (Todorov).
víctimas, que son el indigente, el indígena. La inquietud no cesa: los filósofos son
Esas mayorías numéricas que por los aza- parte activa en el universo transtextual.
res eufemísticos suelen llamar “minorías” y Como es sabido, la poesía puede decir mu-
cuyo apelativo se debe posiblemente a ser cho más de lo que la filosofía quiere decir:
considerados “menores” en el sentido de in- “Yo es otro” sentenció Rimbaud. El verbo
fans, sin derecho a la palabra. Esto recuerda revela que no se trata de mera alienación (en
el discurso del EZLN en Nurio, Michoacán, ese caso estaría conjugado en primera per-
del 4 de marzo de 2001: “Somos un objeto sona). Esta frase dice la pasividad misma:
de decoración, un adorno vistoso y olvidado por causa del verbo conjugado en la tercera
en una esquina de la sociedad. Somos un persona, el objeto señorea sobre el sujeto
cuadro, una foto, un tejido, una artesanía, gramatical; el sujeto se vuelve rehén del ob-
nunca un ser humano.” El proyecto de libe- jeto. La jerarquía gramatical es alterada, ya
ración de Dussel –cuyo objetivo es “superar” no se puede distinguir sujeto de objeto: esta
desde América Latina al pensamiento críti- expresión poética produce la emergencia de
co– es leído por Doris Sommer en Proceed lo intersubjetivo en el seno mismo de la sub-
with Caution When Engaged by Minority jetividad. El verbo copulativo pierde el sen-
Writing in the Americas, un sensible texto tido reductor de la alteridad.
de estudios culturales que pone de relieve El poeta logró decir más fuerte aquello
problemas de alteridad. En dicho trabajo, la que los movimientos sociales forjaron como
interpretación dusseliana de Levinas eclip- consignas del desgarramiento: “todos so-
sa a la concepción del lenguaje de la ética mos... el otro” (“judíos y alemanes” dijeron
heterónoma, entendiendo que a diferencia jóvenes y obreros en el mayo francés (ante
de la literatura, en la filosofía de Levinas el la discriminación sufrida por el líder estu-
otro sigue privado de palabra. Sin embar- diantil Daniel Cohn-Bendit), “Marcos” dije-
go, si el “decir” levinasiano (en la noción ron los mexicanos –“indios”, hubieran pre-
heterónoma del lenguaje desarrollada en ferido oír otros–, “judíos” fue la palabra
ALTERIDAD 45
performativa del gobierno danés ante el re- quien te engendra. Son los muertos” y más
clamo del tercer reich de discriminar a “sus” adelante, en un eco lejano de Rimbaud
judíos con la estrella amarilla). La primera “Soy esos otros /También”. Porchia lo dice
persona del plural sigue obsesionando al su- de forma aforística, poniendo en cuestión
jeto autónomo, por ejemplo en México. el conocimiento que no deja de ser un acto
Según relata Carlos Lenkersdorf, en lengua de fe, incluso de credulidad, por su compro-
tojolabal se dice “uno de nosotros cometi- miso con la vida y con el porvenir, al decir
mos un crimen” (y no, como esperaría la en una de sus Voces “Si yo hubiera creído
moral autónoma: “uno de nosotros come- que lo otro era lo mismo, mi vida no habría
tió...”). Esto alude, según demuestra el an- tenido ninguna extensión”. Y aquí “vida” y
tropólogo (y tal como se puede constatar en “extensión” son sinónimos.
otras culturas vecinas, como la maya-quiché El esfuerzo por pensar la alteridad no es
de Guatemala), a una concepción del sujeto propiedad exclusiva de filósofos, poetas o
que tiene en cuenta al Otro en el Yo bajo el psicoanalistas; los antropólogos han dado
signo de la responsabilidad. Es una respon- lecciones de alteridad. Roger Bartra, a pro-
sabilidad heterónoma que, en el caso de los pósito del quinto centenario de la conquista
mayas, porta la memoria de sus muertos de América, escribió un libro memorable en
bajo la propia piel. el que la alteridad es abordada desde ambas
Así, la filosofía de la historia benjaminia- orillas: desde el Mismo y desde el Otro. El
na (en consonancia con la temporalidad le- título es elocuente: El salvaje en el espejo su-
vinasiana) compromete al historiador con giere un reflejo inesperado que da una vuel-
un pasado que le es inherente sin ser propio, ta completa a la civilización europea a tra-
sin haber sido jamás su presente. La respon- vés de la invención de su salvaje, un
sabilidad para con los muertos es inabroga- torbellino de civilización y barbarie, de mito
ble y en eso coinciden las diversas voces de y logos. En su brillante investigación, el an-
la alteridad. De este modo, la segunda tesis tropólogo mexicano dice haberse percatado
de la filosofía de la historia, escrita en ale- de estar asistiendo a la creación misma de
mán (por Walter Benjamin a la sombra de la noción del Otro. Y al modo de quien aus-
la desesperanza producida por el pacto de culta (es decir, escucha y no sólo ve), reba-
Hitler y Stalin en la segunda guerra mun- sando el afán de diagnosticar, con la espe-
dial) que versa que “ni siquiera los muertos ranza de que su escritura resuene, da su
están a salvo del enemigo cuando éste ven- palabra al porvenir:
ce”, si la traducimos al español en Guatemala, “Esta obsesión occidental por el Otro,
se descubre como experiencia vivida en re- como experiencia interior y como forma de
lación con los desaparecidos, en el marco de definición del Yo, ha revelado la presencia
una cultura quiché que considera a los vivos de otras voces: El Otro ha ocultado al otro.
en –viva– relación con sus muertos. Mi esperanza es que, en la medida en que
La constitución del sujeto por la alteridad el hombre occidental comprenda la natura-
es pensada en culturas diversas. La relación leza mítica del salvaje europeo, pueda en-
con los muertos en México y Guatemala es frentar la historia del tercer milenio, una
vital. En el Río de la Plata poetas como historia cuyas desgracias previsibles e im-
Jorge Luis Borges o Antonio Porchia pensa- previsibles tal vez puedan ser atenuadas, o
ron la trascendencia del sujeto en una suje- incluso evitadas, si el Occidente aprende
ción al otro que va en todas las direcciones por fin que hubiera podido no existir, sin
del tiempo: los muertos en los vivos, los vi- que por ello los hombres sufrieran más de
vos en los que vendrán, los que vendrán en lo que sufren hoy por haber perdido tantos
los muertos y en los vivos, los muertos en caminos que quedaron abandonados tan
el porvenir. En términos filosóficos resuena sólo para que, si acaso, la voz melancólica
la heteronomía levinasiana que dice que al de algunos poetas o la curiosidad de raros
hijo no lo tengo, sino que lo soy, siempre eruditos los evoque. La Europa salvaje nos
y cuando entendamos al verbo “ser” bajo enseña que hubiéramos podido ser otros...”
el signo de la pluralidad, contrariamente a (Bartra, Salvaje: 193)
su sentido eleático o de identidad. Borges Es alarmante constatar que “el Otro ha
escribe en un poema “Al hijo”: “No soy yo ocultado al otro”, esto es, que la especu-
46 ALTERIDAD
lación por marcar el límite entre el Mismo OBRAS DE CONSULTA. Bajtín, Mijaíl, Yo también soy,
y el Otro, encubre a la injusticia y llega a ser México, Taurus, 2000; Bartra, Roger, El salva-
asesina (en un ajuste del aforismo de Porchia je en el espejo, México, Universidad Nacional
citado antes). La frontera entre el Mismo y Autónoma de México/Era, 1992; Benjamin,
el Otro está custodiada por la ilusión de Walter, “Tesis de la filosofía de la historia”, en
identidad pura, cercada por la “experiencia Angelus Novus, Barcelona, Edhasa, 1971, pp.
interior” en su afán de definir al Yo. La “expe- 77-89; Derrida, Jacques, “La différance”, en
riencia interior”, ignorante del prefijo “ex” Márgenes de la filosofía, Madrid, Cátedra, 1989,
que acentúa la ética heterónoma, tiene por pp. 37-62; Dussel, Enrique, Ética de la libera-
forma más conocida al empirismo, cuyo ob- ción, Madrid, Trotta, 1998; Ejército Zapatista
jetivo de conocimiento opera la reducción de Liberación Nacional, “Al Congreso Nacional
de lo Otro a lo Mismo, y luego, en el plano Indígena: el dolor nos une y nos hace uno”,
político el “otro” queda eclipsado por el <http:// palabra.ezln.org.mx/ comunicados/
“Otro”. Este entrecruzamiento entre civili- 2001/> 2001_03_04.htm; Lenkersdorf, Carlos,
zación y barbarie trazado por Bartra (anun- “El mundo del nosotros”, en E. Cohen y A. M.
ciado por Benjamin en su séptima tesis en Martínez de la Escalera, coords., Lecciones de
pleno auge del nazismo), alerta contra la Extranjería, México, Siglo XXI Editores, 2002,
locura de la pureza –que llega a América en pp. 147-153; Levinas, Emmanuel, Totalidad
el siglo XVI y cuyos estertores conoció des- e infinito, Salamanca, Sígueme, 1987 (orig.
carnadamente el siglo XX. Hay una canción 1974); Nietzsche, Friedrich, Sobre verdad y
popular que condensa los “ecos de alteri- mentira, Madrid, Tecnos, 2003; Rosenstock-
dad” anunciados al comienzo de este artícu- Huessy, Eugen, The Origin of Speech, Norwich,
lo y desarrollados en el mismo, que resume Vermont, Argo Books, 1981; Rosenzweig,
al Otro en el Yo, que sólo se entiende como Franz, La estrella de la redención, Salamanca,
“yo” sujetado al “otro”, a ese tiempo plural Sígueme, 1997; Sommer, Doris, Proceed with
que sólo cobra sentido en los otros. Esa can- Caution When Engaged by Minority Writing
ción alude a una “mezcla” –de lenguas y in the Americas, Cambridge, Massachusetts,
etnias– que al decir lo plural, conjura el pe- Harvard University Press, 1999; Todorov,
ligro de la fusión: “en lo puro no hay futuro/ Tzevetan, Nosotros y los otros: reflexión so-
el futuro está en la mezcla/ en la mezcla de bre la diversidad humana, México, Siglo XXI
lo puro/ que antes que puro fue mezcla” Editores, 1991.
(“En lo puro no hay futuro” del grupo Jarabe
de Palo). [SILVANA RABINOVICH]
campo cultural la latinoamericana, que le daba inesperada
visibilidad, la literatura se volvió un objeto
La temporalidad que marcó los estudios de especialmente dúctil para pensar los proble-
la cultura de los años cincuenta y sesenta en mas culturales a los que la ficción trataba,
América Latina estuvo ligada a una mirada simbólicamente, de responder. Ángel Rama
política articulada por el pensamiento mar- es el hombre clave que reúne una cantidad
xista y por el impulso de las revoluciones de de proyectos y discursos intelectuales diri-
la época, anticoloniales y radicales; esa mi- gidos a reflexionar sobre la cultura latinoa-
rada estaba especialmente interesada en la mericana desde la idea de la heterogeneidad
historicidad de los procesos que servían cultural. Sus proyectos se enunciaban en
para definir a una determinada cultura y, términos de “multitemporalidad”, de tiem-
correlativamente, a las relaciones entre cul- pos densos, de sincronía. Quizá un libro
turas. Las ideas de cambio, crisis, transfor- de cierre de esa concepción de la cultura,
maciones, vanguardias, rupturas, estuvieron publicado en 1985, La literatura latinoame-
por ello ligadas a una temporalidad acelera- ricana como proceso, que reúne a los prin-
da que tenía al cambio como motor y a la cipales representantes de la crítica de ese
vez como instrumento para pensar la histo- momento, resume en su mismo título las
ria y la cultura. La apertura en América preocupaciones del periodo: no sólo se con-
Latina, con la Revolución cubana de 1959, cibe a la literatura como práctica autónoma
de un proceso revolucionario que tenía al y a la vez identitaria sino que la experiencia
tiempo como espacio de realización y difu- de la temporalidad está en el centro de la
sión en América, da cuenta de las expectati- interpretación. Antonio Cornejo Polar enun-
vas y de la fe en el poder de la historia. ció en esos mismos términos, hacia el final
“América Latina” se constituye como una de su vida, y en una suerte de testamento
unidad para ser pensada conjuntamente y crítico, que en los textos latinoamericanos
como alternativa en un mundo dominado “...actúan tiempos también variados; o si se
por polaridades. Tanto las utopías como los quiere, que son históricamente densos por
proyectos revolucionarios del sur del conti- ser portadores de tiempos y ritmos sociales
nente pertenecen al eje de las temporalida- que se hunden verticalmente en su propia
des, y el impulso homogeneizador, moderni- constitución, resonando en y con voces que
zante, de estos procesos requiere pensarse pueden estar separadas entre sí por siglos de
en el tiempo futuro como lugar de todas las distancia” (Cornejo Polar, 1994: 18). Rama
transformaciones. había reordenado en Transculturación na-
Lejos, sin embargo, de un modelo unifi- rrativa en América Latina (1982) gran par-
cador y universalista, el pensamiento crítico te de las ideas de la época sobre la cultura
de América Latina se instaló en el eje de latinoamericana, centrándose en la práctica
la temporalidad para pensar la complejidad literaria, para establecer el modelo de con-
de las culturas de las diferentes regiones. vivencia de tiempos y experiencias: “Al con-
Entre las disciplinas, logró un lugar des- trario, el concepto [de transculturación] se
tacado la crítica literaria. Dotada de una elabora sobre una doble comprobación: por
buena biblioteca marxista y sustentada en una parte registra que la cultura presente de
un fenómeno literario, el boom de la nove- la comunidad latinoamericana (que es un
[47]
48 CAMPO CULTURAL
con lógicas específicas que, a la vez, com- Rama, Antonio Cornejo Polar, Néstor García
parten reglas comunes. Los campos se defi- Canclini, Jesús Martín Barbero, Beatriz
nen a partir del capital que está en juego. Sarlo, Renato Ortiz, Nelly Richard, Oscar
Bourdieu ha insistido mucho en el estu- Terán, entre otros, usaron productiva y crí-
dio de los intelectuales y artistas y, en Amé- ticamente los textos de Bourdieu. Desde la
rica Latina, la idea de campo se ha asimilado sociología, la crítica literaria, la historia, la
a la de campo intelectual en gran parte de antropología, interpretaron la cultura como
los estudios. Los intelectuales han sido defi- un complejo entramado de negociaciones.
nidos como la fracción dominada por la cla- Es probable que una de las categorías de
se dominante; en tanto poseedores de habi- Bourdieu que aportara más al pensamiento
tus de clase, de un elevado capital simbólico, latinoamericanista haya sido la de evitar la
son un elemento dominante del campo cul- tradicional perspectiva “interdisciplinaria”
tural pero, en tanto actores que deben some- (como aportes parciales de diferentes disci-
terse o negociar con instituciones, con los plinas) en favor de estudios que atendieran
actores económicos y con las diferentes ins- a una mirada múltiple, sin tener que dar
tancias de poder, son actores dominados. De cuenta a cada disciplina de su aporte, es de-
esta posición ambigua deriva Bourdieu la cir, una disolución de los límites disciplina-
ambigüedad de los intelectuales y artistas rios para mejor entender objetos complejos,
durante la modernidad. cruzados por múltiples problemáticas.
El campo es una esfera de la vida social En México fue Néstor García Canclini
que se ha autorizado a través de la historia. quien hizo de las categorías de Bourdieu, en
El concepto de institución es fundamental trabajos fundadores de una perspectiva cul-
para entender la dinámica de los campos turalista sobre el presente, un uso más pro-
culturales. Las instituciones son la configu- ductivo. En libros como Culturas híbridas.
ración de relaciones entre actores individua- Estrategias para entrar y salir de la moderni-
les y colectivos. Bourdieu no hace una re- dad (1990), Consumidores y ciudadanos
presentación unívoca del espacio social sino (1995) o Latinoamericanos buscando lugar
una representación pluridimensional por- en este siglo (2002), estableció la idea de
que el espacio social está constituido por campo cultural para interpretar fenómenos
una pluralidad de campos autónomos defi- que cruzaban la experiencia urbana, los pro-
nidos por modos particulares de domina- ductores culturales, las relaciones de la in-
ción. Ciertas formas de dominación son dustria cultural con el capital transnacional,
transversales a los diferentes campos como, la relación entre la cultura letrada y los me-
por ejemplo, la dominación masculina. dios, la organización del pasado, la multi-
Ciertamente, la teoría de Bourdieu trata de culturalidad y el multilingüismo, la idea de
resignificar varias categorías del marxismo nación, los vínculos entre cultura y arte-
clásico (dominación, capital, clase) abrien- sanía en las instituciones estatales. Es a tra-
do su alcance semántico en sociedades más vés de la idea de campo que la pluralidad de
complejas, donde los actores sociales valen un país con múltiples etnias, lenguas, tradi-
de diferentes maneras en diferentes situa- ciones, con vínculos estrechos y desiguales
ciones. En el contexto marxista de la crítica con Estados Unidos, con desordenado cre-
cultural latinoamericana, las categorías de cimiento urbano y, básicamente, con una
Bourdieu resultaron muy útiles para estu- relación conflictiva y ambigua con lo mo-
diar contextos culturales en los que los ac- derno, puede mostrar a la mirada del inves-
tores sociales y las instituciones se caracte- tigador algunas de sus varias caras. Sus es-
rizan profundamente por la inestabilidad y tudios siempre tratan de poner en juego la
la ambivalencia de sus papeles. pluralidad de experiencias y discursos de
Conjuntamente con la relectura de que están hechas las culturas.
Gramsci, los textos de Bourdieu propor- En Argentina fue Beatriz Sarlo quien re-
cionaron elementos para pensar la función interpretó los estudios de la cultura a la luz
intelectual en América Latina. La idea de de las categorías de Bourdieu. Libros como
campo cultural centró los estudios críticos El imperio de los sentimientos: narraciones
en las instituciones y en los sujetos de la cul- de circulación periódica en la Argentina,
tura y sus relaciones. Los trabajos de Ángel 1917-1922 (1985) y Una modernidad perifé-
50 CAMPO CULTURAL / CANON
rica. Buenos Aires 1920 y 1930 (1988) impul- Horacio Pons), Buenos Aires, Nueva Visión,
saron un modelo de cultura como cruce de 2000].
tensiones y como campo de lucha. Las sepa-
raciones clásicas entre cultura de élites y [GRACIELA MONTALDO]
cultura popular o masiva se desarticulan en
sus libros mostrando, como lo hace García
Canclini en los análisis del presente, de qué canon
modo las interacciones entre los diferentes
actores y las diferentes prácticas suponen ANTECEDENTES. El uso de un término como
intensas negociaciones y luchas por el poder canon o como la referencia a lo canónico,
simbólico. en la actualidad se presenta como concepto
Si bien podemos trazar la arqueología de apaciguador y que remite a un espacio que
la idea de campo cultural en el pensamiento institucionaliza, o bien, a una lista que con-
europeo, conviene no olvidar de qué modo glomera, para intentar fijar ciertas normas
gran parte de los análisis culturales de la o valores en un campo cultural. Pero en el
segunda mitad del siglo XX en América término se reúnen algunos antecedentes que
Latina se manejaron con una perspectiva no sólo hacen referencia a las normas o a
cultural amplia tratando de entender la los criterios selectivos sino también a las
complejidad de los diferentes fenómenos. El conductas y acciones de individuos o insti-
registro de una tensión entre los modelos tuciones. Así, en Inglaterra, el “canon laico”
eurocéntricos y las perspectivas nacionales se relaciona con la formación y la transfor-
o regionales marcó a la mayoría de los estu- mación de los cánones cristianos, entendi-
dios críticos sobre América Latina; la cate- dos como señala la Enciclopedia Británica
goría de cultura fue la que iluminó buena en el sentido de “cuerpos de reglas y regula-
parte de los análisis fundadores. Los traba- rizaciones (cánones)” que en cierta forma
jos de David Viñas, Ángel Rama, Antonio guían la conducta de los individuos e insti-
Cornejo Polar, Antonio Candido se cuentan tuciones de ciertas iglesias. Estas normas
entre ellos. son elaboradas por una autoridad eclesiás-
tica dedicada a ese objetivo. En el Diccionario
OBRAS DE CONSULTA. Altamirano, Carlos y Beatriz de la Real Academia Española canon, del
Sarlo, Literatura/Sociedad, Buenos Aires, griego kanon (kan!n), se vincula con regla o
Hachette, 1983; Bourdieu, Pierre, La distinc- precepto, como dogma de la Iglesia católica,
tion: critique sociale du jugement, París, Minuit, como catálogo de textos sagrados y como
1979; Bourdieu, Pierre, Las règles de l´art: genè- parte de la misa (te igitur al Páter noster). En
se et structure du champ littéraire, París, Seuil, las formulaciones de algunos filósofos como
1992; Cornejo Polar, Antonio, Escribir en el John Stuart Mill y Emmanuel Kant, el tér-
aire. Ensayo sobre la heterogeneidad sociocultu- mino canon se vincula con un principio re-
ral en las literaturas andinas, Lima, Horizonte, gulador, por lo que se asocia a un concepto
1994; Foucault, Michel, Les mots et les choses. de invariabilidad. A medida que se relaja
Un archéologie des sciences humaines. París, este sentido restringido, puede pensarse que
Gallimard, 1966 [Las palabras y las cosas: una el canon debate entre la constancia y la al-
arqueología de las ciencias humanas (trad. Elsa terabilidad, por lo cual incorpora el sentido
Cecilia Frost), México, Siglo XXI Editores, de cambio y modificación.
1968]; Pizarro, Ana (coord.), La literatura lati- Un término que en su origen se emplea
noamericana como proceso, Buenos Aires, en el campo religioso y en la música, como
Centro Editor de América Latina, 1985; Rama, composición en que sucesivamente van en-
Ángel, Transculturación narrativa en América trando las voces, repitiendo o imitando cada
Latina, México, Siglo XXI Editores, 1982; una el canto de lo que le antecede, se va
Sarlo, Beatriz, Una modernidad periférica. expandiendo hasta convertirse en lo que
Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Harold Bloom señala como “una elección
Visión, 1988; Williams, Raymond, Keywords: A entre textos que compiten por sobrevivir y
Vocabulary of Culture and Society, Nueva York, se interpreta esa elección con lo realizado
Oxford University Press, 1983 [Palabras clave: por grupos dominantes, instituciones edu-
un vocabulario de la cultura y la sociedad (trad. cativas, tradiciones críticas, o como por au-
CANON 51
te, los escritores consagrados en el llamado Años más tarde, se destaca como figura
boom de la novela latinoamericana son to- central de la poesía mexicana a Octavio Paz,
dos varones, blancos, cultos y habitantes de quien se hizo merecedor de una canoniza-
“la ciudad letrada”. La oposición entre un ción internacional al obtener el Premio
canon cosmopolita frente a otro regional o Nobel de Literatura en 1990. En México,
de modelos europeos frente a corrientes neo- Octavio Paz es más conocido por su estudio
indigenistas puede analizarse desde la reti- sobre la identidad nacional El laberinto de la
cencia de José María Arguedas ante la obra soledad (1950), que por su poema canónigo:
de Alejo Carpentier o la de Julio Cortázar. “Piedra de sol”. Los otros escritores laurea-
En la generación posterior, la discusión se dos en nuestra América, además de la ya
centrará en la pertinencia o no de un escri- citada Gabriela Mistral, fue el también poe-
tor como Manuel Puig, quien incorpora en ta chileno, Pablo Neruda, y los narradores
sus novelas materiales considerados propios Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, y el
de la subliteratura o de la cultura popular. colombiano Gabriel García Márquez.
Discusión que lleva a considerar el proble-
ma del canon en relación con la ampliación CANON EN MÉXICO. En México se consideran
del corpus literario. En el mismo decenio como los forjadores de una cultura nacional
de los setenta surge, en los países sudame- a los integrantes de la Academia de Letrán
ricanos, la narrativa sobre la dictadura y el y del Liceo Hidalgo, entre ellos Ignacio
exilio que exige nuevas calas de análisis para Ramírez “El Nigromante” e Ignacio Manuel
abordar “lo innombrable” y “lo ominoso” Altamirano, quien delimitó el concepto de
de la violencia institucionalizada. En el si- “literatura nacional”; estos escritores que
guiente decenio, la eclosión de los márgenes militaron en las filas del liberalismo, promo-
(escritura de mujeres, minorías sexuales y vieron en México la lectura de autores ro-
étnicas) tiene repercusiones en la literatura mánticos de origen francés, inglés y alemán,
y en la crítica de la mayoría de los países en un país de mayoría analfabeta.
latinoamericanos; así como la preferencia A finales del porfiriato, el realismo y el
de los lectores por las novelas de corte his- naturalismo se incorporaron a la literatu-
tórico a finales del siglo XX, impulsados por ra canónica con tintes mexicanos en obras
políticas editoriales que promueven premios como: El zarco, Baile y cochino, La bola,
nacionales e internacionales, con campañas Cuarto poder y Santa; esta última novela
publicitarias basadas en la mercadotecnia. considerada como el primer best seller de la
La crítica académica, que había incorpora- literatura mexicana.
do los métodos estructuralistas y lecturas in- El Ateneo de la Juventud es un grupo
manentes de los textos literarios en los años cultural, cuyas actividades se extienden des-
sesenta e inicios de los setenta, resiente un de los tiempos de Porfirio Díaz a la presi-
fuerte impacto con el auge de los estudios dencia de Álvaro Obregón. Sus integrantes
de género y los estudios culturales (tanto en intentaron unir la tradición clásica con los
la vertiente de la crítica literaria feminista, temas nacionales y actuaron tanto dentro
como en los estudios lésbico-gay y los queer del porfirismo como en la revolución y, aun-
studies) y, en los últimos decenios del siglo que se disuelven en dos ocasiones (1914 y
XX, los estudios culturales y poscoloniales. 1924), su influencia se extiende hasta fina-
Desde estas nuevas perspectivas teóricas y les de los años veinte. Entre sus integran-
críticas se releen a autores y textos canóni- tes se encuentran Alfonso Reyes, quien
cos como, por ejemplo, la reelectura de la desarrollará una valiosa labor diplomática
poesía amorosa y social de sor Juana Inés de y cultural, convirtiéndose en el represen-
la Cruz en relación con sus vínculos con la tante del canon literario mexicano; José
virreina Leonor María Carreto, Marquesa de Vasconcelos, ministro de cultura en épocas
Mancera y con las autoridades eclesiásticas de la Revolución y autor del Ulises criollo;
de la época; o la ambigua figura, entre viril y Martín Luis Guzmán, secretario de Pancho
maternal, entre mestiza y criolla, de nuestra Villa y posterior político de la revolución
primer Premio Nobel, Gabriela Mistral, con- institucionalizada, autor de dos textos ca-
siderada como “Maestra de América”, pero nónicos: El águila y la serpiente y La sombra
también como “Madre Nacional” en Chile. del caudillo.
54 CANON
lonial que fue introducida a las Américas de Colombia-Universidad de los Andes, 2000;
por los colonizadores, que fue indispensable Zanetti, Susana, “Algunas consideraciones so-
para la fundación de la cultura nacional au- bre el canon literario latinoamericano”, en en
tónoma y que ha sido propiedad casi exclu- Susana Cella (comp.), Dominios de la litera-
siva de las clases dominantes (2). Beverley, tura. Acerca del canon, Buenos Aires, Losada,
al reconocer tanto la nueva hegemonía cul- 1998, pp. 87-105.
tural de los medios masivos, que tienen la
capacidad de alcanzar a sectores sociales [ANA ROSA DOMENELLA;
mucho más amplios y diversos que la litera- LUZELENA GUTIÉRREZ DE VELASCO]
tura, como la importancia de buscar estra-
tegias para comprender desde la academia
las culturas subalternas de grupos que no ciudad letrada
buscan acceso a las instituciones de la ciu-
dad letrada, adopta una postura “en contra Es un término acuñado por el crítico litera-
de la literatura”, la cual implica, finalmente, rio y cultural uruguayo Ángel Rama (1926-
una afiliación con el proyecto crítico de los 1983), en la obra inconclusa del mismo
estudios culturales. nombre. La ciudad letrada fue publicada
póstumamente en 1984, de manera casi si-
OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, Against multánea en Estados Unidos (Ediciones del
Literatura, Minneapolis, University of Minnesota Norte) y en Uruguay (Comisión uruguaya
Press, 1993; Bloom, Harold, El canon occiden- pro Fundación Internacional Ángel Rama).
tal, Barcelona, Anagrama, 1995; Cella, Susana El libro tuvo varias reediciones posterio-
(comp.), Dominios de la literatura: acerca del res y fue traducido al inglés en 1996 (Duke
canon, Buenos Aires, Losada, 1998; Eliot, T. University Press). Desde su publicación, el
S., Ensayos escogidos (selección y prólogo de volumen, una de las contadas contribucio-
Pura López Colomé), México, Universidad nes latinoamericanas a la teoría cultural,
Nacional Autónoma de México, 2000; Guillory, ha ejercido una perdurable y generalizada
John, Cultural Capital: The Problem of Literary influencia en los estudios culturales lati-
Canon Formation, Chicago, University of noamericanos, en particular en los estudios
Chicago Press, 1993; Gutiérrez Estupiñán, coloniales y del “largo siglo XIX.”
Raquel, Una introducción a la teoría literaria, Esta influencia responde a diversas razo-
México, Benemérita Universidad Autónoma nes. Por una parte, Rama ensaya una am-
de Puebla, 2004; Mignolo, Walter, “Entre el biciosa historia cultural de América Latina
canon y el corpus”, en Nuevo texto crítico, desde la refundación de Tenochtitlán en 1521
año VII, núms. 14-15, 1995, pp. 23-36; Pozuelo hasta el México de mediados del siglo XX. El
Yvancos, José María y Rosa María Aradra libro tiene una rara coherencia de enfoque,
Sánchez, Teoría del canon y literatura española, ya que desarrolla un único problema: el de
Madrid, Cátedra, 2000; Rama, Ángel, La ciudad la “clase” letrada latinoamericana, su cons-
letrada, Hanover, N. H., Ediciones del Norte, titución, consolidación, transformaciones y
1984; Sánchez Prado, Ignacio, El canon y sus ampliaciones, su sorprendente persistencia
formas: la reinvención de Harold Bloom y sus a través del tiempo, la dinámica de sus re-
lecturas hispanoamericanas, Puebla, Secretaría laciones tanto con las metrópolis coloniales
de Cultura, Gobierno del Estado de Puebla, y poscoloniales como con los grupos subal-
2002; Showalter, Elaine, “La crítica feminista ternos sobre los que gravita. Asimismo, el
en el desierto” M. Fe (coord.), Otramente: lec- libro de Rama ensaya un productivo camino
tura y escritura feministas (trad. A. Rodríguez), medio entre la epistemología y el análisis
México, Fondo de Cultura Económica, 1999, estético, para el que Román de la Campa
pp. 75-111; Tomachevski, Boris, “Temática”, acuñó el neologismo “epistética.”
en Tzvetan Todorov (ed.), Teoría de la litera- Finalmente, aunque Rama sea conside-
tura de los formalistas rusos, Buenos Aires, rado uno de los fundadores de los estudios
Ediciones Signos, 1970; Volek, Emil (ed.), culturales latinoamericanos, su práctica
Signo, función y valor. Estética y semiótica escrituraria (en términos “literarios” tanto
del arte de Jan Mukarovsky (trad. J. Jandová), como políticos) está firmemente enraizada
Bogotá, Plaza y Janés-Universidad Nacional en la tradición del ensayo latinoamericano
56 CIUDAD LETRADA
escribir). Incluso cuando parece que la au- lado, performativa por otro) dio origen a la
tonomía intelectual letrada claudica frente peculiar morfología de la ciudad hispano-
al prestigio de las formas metropolitanas, americana, con su subdivisión en damero.
en realidad esas imitaciones (muchas ve- En el centro (la plaza central) de la ciudad
ces monótonas ad nauseam) son prácticas se agrupaban las instancias de poder y de
exitosas y del todo relevantes a su contexto prestigio: la Catedral o la Iglesia, el Palacio
de emergencia. La noción de ciudad letrada Virreinal (luego presidencial o municipal), la
permite entonces analizar la dinámica cul- Audiencia (luego los tribunales) el montepío
tural latinoamericana por fuera de la dico- (luego el Banco), la aristocracia local. Esta
tomía (de linaje romántico) entre imitación concentración optimizaba la administración
de los modelos metropolitanos / originali- y la defensa. Pero, asimismo, la disposición
dad vernácula. Asimismo, permite entrever en el espacio reduplicaba el lugar de cada
cómo la institución letrada fue (y es) mucho sujeto (de cada familia o de cada corpora-
más poderosa, adaptable y relevante de lo ción) al seno de la jerarquía colonial: cuando
que previamente se había concebido. Por lo más alejado, mas lejos del centro (material
mismo, la noción de ciudad letrada permitió y simbólico) del poder. Así, la ciudad hispa-
pensar de manera nueva los desafíos éticos a noamericana colonial (y hasta cierto punto,
los que se enfrenta el intelectual latinoame- la moderna) tuvo una organización anular.
ricano (un tema de enorme relevancia a me- El anillo interior coincide con el núcleo de
diados de los años ochenta donde el surgi- poder, y cada anillo exterior implica un paso
miento del testimonio, por ejemplo, parecía abajo en la jerarquía (sucesivamente criollos
anunciar un cambio radical en la manera pobres, castas, indios).
de concebir la práctica escrituraria). Para Esta reduplicación donde el mapa visible
el Rama de La ciudad letrada, la vinculación de la ciudad reproduce el mapa de la jerar-
entre letra y poder, en tanto violencia epis- quía al seno del imperio fue un proyecto
temológica ejercida por el letrado, es ines- consciente. Rama liga este proyecto a la
capable, y la conciencia de esa vinculación episteme renacentista y al modelo analógi-
debe ser el paradójico punto de partida de co que la regiría, tal como lo describe
toda reflexión. Foucault en Les mots et les choses; une ar-
Esta máquina semiótica llamada ciudad chéologie des sciences humaines (1966), y la
letrada (que operativamente hemos descrito considera un hecho fundacional en la his-
de manera tripartita) tiene una localización toria hispanoamericana. Esta reduplicación
precisa: la ciudad hispanoamericana, de la establece, desde el inicio de la incorpora-
que es a la vez criatura y origen. Para Rama, ción del continente al “Occidente” en for-
la ciudad colonial surgió como un “parto de mación, la primacía de la letra ligada al po-
la inteligencia”. A diferencia de las ciuda- der (los planos, las ordenanzas reales, las
des europeas, formadas a partir de la sedi- actas y protocolos de fundación sobre los
mentación de procesos históricos multise- que se estructura el proyecto urbano) sobre
culares (y en muchos casos multiculturales), la “realidad” colonial. De allí en adelante,
las ciudades coloniales hispanoamericanas cuando esta realidad no se adecue al diseño
fueron cuidadosamente concebidas y pla- letrado, será marginalizada en tanto subal-
neadas como instancias fundamentales en terna o anómala.
la empresa de construcción y expansión del Así, la ciudad letrada, lejos de ser un
imperio español, donde una ínfima minoría mero intermediario burocrático entre el im-
de origen metropolitano (o sus descendien- perio y los recursos y las poblaciones ame-
tes, los criollos) dominaba vastas poblacio- ricanas, legitimó y sostuvo un imperio cuya
nes según las necesidades de la corona. La base militar fue siempre frágil. Controlando
ciudad colonial no se organizó prioritaria- vastas extensiones, poblaciones dispersas y
mente en función de los requerimientos de difícilmente disciplinadas, con potencias ex-
una economía local autosuficiente, sino de tranjeras siempre al acecho, el imperio no
los la economía y la administración impe- podría haber sobrevivido sin la máquina se-
rial. Pero además, la ciudad misma tenía miótica de asiento urbano que “actuaba”
como función hacer visible el Imperio. Esta cotidianamente el imperio desde el despa-
doble necesidad (administrativa por un cho, el púlpito, el atrio o la cátedra. El ba-
58 CIUDAD LETRADA
rroco de Indias es un ejemplo fundamental ficos sociales, dos funciones que no existían
de esta dinámica. de manera separada un siglo antes, y que
Rama no concibe la emancipación del disputan abiertamente el derecho de regular
poder español y las luchas que la siguieron las relaciones sociales en trance de moder-
como una crisis terminal de la ciudad letra- nización). Por otro lado, el mercado de bie-
da (aunque desde luego implicara transfor- nes culturales y la industria cultural pasan
maciones y sustituciones, muchas veces vio- a jugar un papel fundamental, redefiniendo
lentas). Contrariamente al consenso de la relaciones de poder, expectativas y prácticas
historiografía liberal decimonónica, que al seno de la ciudad letrada. Asimismo, se
describió el periodo como épica devenida asiste a un proceso generalizado de demo-
catástrofe, Rama enfatiza cómo los letrados cratización de la cultura, ya que la alfabeti-
criollos adquirieron durante el periodo nue- zación masiva permite el acceso de nuevos
va influencia y nueva legitimidad, ya que la sectores a la tecnología de la letra, que dis-
instancia última de decisión al seno del or- putan el privilegio epistemológico del viejo
den letrado (la corona) ya no residía allende núcleo letrado. Así surgen experiencias
los mares, y había sido reemplazada por “anómalas” como el teatro popular, el folle-
criollos. Si las guerras de independencia tu- tín criollista, el periodismo popular, el par-
vieron efectos centrífugos en muchas ins- tido de masas, instancias todas cuyo funda-
tancias de decisión (la disgregación de los mento es la letra, pero que no se dejan ya
virreinatos en múltiples repúblicas es uno definir del todo de acuerdo a los antiguos
de los ejemplos más obvios, el surgimiento protocolos de inclusión / exclusión de la ciu-
del caudillismo y las guerras civiles entre dad letrada (por ejemplo, la posesión de un
liberales y conservadores, centralistas y fe- título universitario, la pertenencia a ciertos
deralistas son otros), tuvo un efecto induda- clubes o la publicación en ciertos periódi-
blemente centrípeto a otro nivel: eliminó la cos). En esta sección, Rama realiza un no-
referencia transatlántica que descentraba la table trabajo (apoyándose en sus previos
ciudad letrada, y ésta se convirtió (al menos trabajos sobre literatura y modernización en
idealmente) en instancia exclusiva de sobe- América Latina) caracterizando esos desa-
ranía, en tanto origen de las leyes y dictá- fíos, y los modos según los cuales los letra-
menes que regulaban el nuevo orden repu- dos latinoamericanos los enfrentaron. Uno
blicano. Como adláteres de los caudillos, de ellos, fue la apropiación de las culturas
como redactores de las leyes y las constitu- orales previamente marginalizadas en fun-
ciones que definían las nuevas unidades po- ción de una reinvención de las culturas na-
líticas, como abogados y jueces que decidían cionales y una redefinición de su lugar al
los renovados conflictos en torno a la pro- seno de las mismas: estos fueron los casos
piedad o la ciudadanía, como literatos que del americanismo y el criollismo literario.
disputaban la existencia de una cultura na- Otro de esos modos fue la invención de gé-
cional o hemisférica, la emancipación pro- neros históricos (como la “tradición” de
veyó oportunidades para la expansión y re- Ricardo Palma o las novelas memorialistas
definición de la ciudad letrada. como Juvenilia de Cané o La gran aldea de
Los desafíos que la emancipación no pre- López) que recuperan un pasado en trance
sentó, los presenta sin embargo la moderni- de desaparición, o de géneros que traducen
zación que tuvo lugar a partir del último (y por ello reterritorializan) a partir de los
tercio del siglo XIX. Por un lado, la exitosa códigos letrados las nuevas realidades (como
incorporación de América Latina al orden la crónica urbana o de viajes). Las revolu-
capitalista global del XIX en tanto productor ciones (la mexicana y, sorprendentemente,
de materias primas para la exportación, pro- la uruguaya) que inauguran el siglo XX son
dujo el crecimiento y la diversificación ace- el último avatar de la ciudad letrada que
lerada de la población de las ciudades (efec- Rama analiza, avatar que, aunque prolonga
to de migraciones internas y externas) y de el prestigio de la letra al seno de las socie-
la infraestructura productiva y administra- dades, también permite avizorar rupturas
tiva al interior de esas ciudades. Surgen por cruciales. Quizá el intento más radical para
ello sectores cuyas prácticas letradas son prolongar el impulso de La ciudad letrada,
apenas compatibles (literatos contra cientí- ya que prolonga la historia cultural latinoa-
CIUDAD LETRADA 59
mericana a partir de esas líneas de fisura, no hacen de la letra (o de las instancias do-
sea el reciente volumen de Jean Franco The minantes de producción y recepción de la
Decline and Fall of the Lettered City (2002) letra) su centro (cultura audiovisual o digi-
que podríamos concebir como verosímil la tal, testimonio, grafitti, crónica, etc.).
conclusión (esta vez en el registro de la mo- En todo caso, incluso cuando se la con-
nografía académica) que Rama nunca pudo voca para señalar sus límites y excederla, la
dar a su ensayo. El volumen de Franco es- noción de ciudad letrada no ha dejado de de-
tudia cómo, en el marco de la guerra fría, se marcar un horizonte teórico y escriturario.
asiste a la pérdida por parte de la ciudad Un concepto como el de ciudad letrada,
letrada (que en el caso de Franco equivale a que se propone como una clave de interpre-
la literatura y a un sector de las ciencias tación para una experiencia hemisférica
sociales) del privilegio epistemológico sobre multisecular, no podía dejar de atraer críti-
el cual basó su predominio, y su lugar emi- cas de diversa índole. Cerraremos esta pre-
nente (hasta el boom inclusive) como ins- sentación con algunas de ellas.
tancia privilegiada de intérprete y guía de la A pesar de su impronta foucaultiana, las
comunidad nacional. nociones de letrado y ciudad letrada unifi-
La noción de ciudad letrada ha fecunda- can de manera problemática prácticas cul-
do al menos tres líneas de investigación. turales no obviamente compatibles. Esta es
Hay, por un lado, empresas crítico-teóricas una crítica que Julio Ramos lleva adelante
que buscan prolongar o afinar las intuicio- en Desencuentros, un libro que, por otra par-
nes de Rama por medio de estudios de caso te, no podría haber sido concebido sin el
que precisan los patrones de funcionamien- (reconocido) antecedente de La ciudad letra-
to y transformación de la ciudad letrada. da. Desde luego, podría decirse que esta
Entre estas indagaciones, además del ya ci- arriesgada apuesta por una unidad de visión
tado volumen de Franco, podemos mencio- es también aquello que da al ensayo su in-
nar los estudios en torno al barroco colonial dudable fuerza.
y el surgimiento de la conciencia criolla (en- Otros, como Mabel Moraña, indica que la
tre ellos, el volumen de Mabel Moraña Viaje visión de Rama, aunque surge de (y es fiel
al silencio: exploraciones del discurso barro- a) el pensamiento de izquierda latinoameri-
co, de 1998), los estudios en torno a la lite- cano, no deja de tener una impronta cultu-
ratura de la emancipación como continua- ralista, impronta omnipresente en el ensa-
ción y ruptura de los paradigmas de la yo de interpretación latinoamericano, con
práctica letrada del siglo XVIII, y los estudios pocas excepciones como la de José Carlos
en torno a la literatura de la modernización Mariátegui. Por ello, no concede debida
latinoamericana. atención a los procesos productivos que han
Otra línea de estudios busca poner de re- hecho posible la perpetuación de ciudad le-
lieve los modos en los que la ciudad letrada trada. Toda vez que la díada letra/oralidad se
latinoamericana ha concebido a sus “otros” convierte en la categoría de análisis privile-
(la ciudad real, o el campo y sus respectivos giada del ensayo de Rama, se dejan de lado
sujetos), o los procesos (como la moderni- otras categorías como clase o raza (aunque
zación) que introdujeron cruciales transfor- la noción de ciudad letrada sea notablemen-
maciones al seno de la ciudad letrada. El te eficaz para describir la dinámica cultural
volumen de Doris Sommer (Foundational diglósica al seno de comunidades coloniales
Fictions, 1991) es un ejemplo de la primera o poscoloniales multiétnicas).
empresa. El de Julio Ramos Desencuentros John Charles Chasteen señala que, aun-
de la modernidad en América Latina, 1989) que la argumentación de Rama se propone
de la segunda. como una visión válida para toda América
Una última línea de estudios busca defi- Latina, trabaja por medio de énfasis no
nir y dar cuenta de aquellas instancias cul- siempre indiscutibles. Para el caso colonial,
turales que exceden los límites de la ciudad Rama privilegia los contextos novohispano
letrada, ya sea instancias escriturarias que y peruano, sin discutir adecuadamente con-
no se avienen al paradigma dominante de la traejemplos tomados del contexto brasileño.
ciudad letrada en un momento dado (escri- El imperio lusitano (y las ciudades brasile-
tura de mujeres o minorías), o medios que ñas) no parecen responder del todo al mo-
60 CIUDAD LETRADA / CRÍTICA CULTURAL
delo de Rama. Por su parte, la sección sobre da de Ángel Rama?”, Revista Iberoamericana
la modernización es examinada de manera 71.211, 2005, pp. 363-372; Rama, Ángel, La
casi exclusiva a partir ejemplos rioplatenses. ciudad letrada, Hanover, NH, Ediciones del
Así, desplaza el centro de gravedad de su Norte, 1984; Remedi, Gustavo, “Ciudad letra-
argumentación hacia aquellos estudios de da: Ángel Rama y la espacialización del aná-
caso que mejor prueban su tesis preexisten- lisis cultural”, enÁngel Rama y los estudios
te, dando así la imagen de una sincronía latinoamericanos, Pittsburgh, PA, Instituto
continental ilusoria. Internacional de Literatura Iberoamericana,
Quizá la crítica más radical sea la de 1997, pp. 97-122 <http://search.ebscohost.
Françoise Perus. Ella objeta el fundamento com>. Ríos, Alicia (coord.), “Homenaje a
mismo del edificio conceptual de Rama: el Ángel Rama”, Estudios 22/23. 10/11, 2003-
modelo analógico a partir del cual se esta- 2004; Szichman, Mario, “Ángel Rama: Más
blece la relación letra/ciudad y la primacía allá de la ciudad letrada”, enEspejo de escrito-
de aquella sobre ésta. Por un lado, señala res: Entrevistas con: Borges, Cortázar, Fuentes,
Perus, no queda claro cuál es el respaldo Goytisolo, Onetti, Puig, Rama, Rulfo, Sánchez,
intelectual en el imperio español para esa Vargas Llosa, Hanover, NH, Ediciones del
concepción. Rama recurre a Descartes y a Norte, 1985, pp. 197-221.
Lógica de Port-Royal, ejemplos indudable-
mente tomados de su lectura de Foucault, [JUAN PABLO DABOVE]
pero insuficientes para abonar un caso
estrictamente latinoamericano. Por otro,
Rama hipostasía la idea de “racionalidad crítica cultural
occidental”, la existencia de la cual, Perus
argumenta, era problemática en la penínsu- La “crítica cultural” no es algo que se puede
la con el carácter que Rama le atribuye, definir en términos precisos porque, a dife-
rencia de los “estudios culturales”, nunca
OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Rolena, “La ciudad ha existido como una práctica institucional
letrada y los discursos coloniales”, Hispamérica: formal. En un plano general, bajo la etique-
Revista de Literatura, 1987, pp. 3-24; Alonso, ta de crítica cultural parecerían caber una
Carlos, “Rama y sus retoños: Figuring the serie de preocupaciones ligadas a un deseo
Nineteenth Century in Spanish America”, de cambio social y perfeccionamiento del
Revista de Estudios Hispánicos, XXVIII.2, 1994, ser humano, entre ellas, el papel del intelec-
pp. 283-292; Campa, Román de la, “El desafío tual en la sociedad; el funcionamiento del
inesperado de La ciudad letrada”, enÁngel poder y las instituciones; el lugar del subal-
Rama y los estudios latinoamericanos, terno; la relación entre centro y periferia,
Pittsburgh, PA, Instituto Internacional de alta cultura y cultura popular; la naturaleza
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 29-53; de las prácticas sociales; y un cuestiona-
Campa, Román de la, Latin Americanism, miento del concepto de lo canónico. Para
Minneapolis, MN, University of Minnesota profundizar estos problemas, la crítica cul-
Press, 1999; Castro-Gómez, Santiago, “Los tural recurre a una amplia gama de meto-
vecindarios de La ciudad letrada: Variaciones dologías (análisis textual, encuestas, entre-
filosóficas sobre un tema de Ángel Rama”, vistas, indagación histórica, etc.) y aboga
enÁngel Rama y los estudios latinoamericanos. por una salida de la rígida compartimenta-
Pittsburg, PA, Instituto Internacional de ción de las disciplinas académicas (Premin-
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 123-133; ger: 262).
Chasteen, John Charles, “Introduction”, en Una tensión que históricamente ha divi-
Ángel Rama, The Lettered City, Dirham, Duke dido a los practicantes de la crítica cultural
University Press, 1996; Moraña, Mabel, “De La concierne a la separación entre miradas eli-
ciudad letrada al imaginario nacionalista: tistas y no elitistas a la cultura. Perspectivas
contribuciones de Ángel Rama a la invención tempranas como la de Matthew Arnold
de América”, enPolíticas de la escritura en (Cultura y anarquía, 1869), por ejemplo, pri-
América Latina: de la Colonia a la Modernidad, vilegian a la poesía y el arte (en un sentido
Caracas, Venezuela, 1997, pp. 165-173; Perus, neoplatónico) como formas superiores para
Françoise, “¿Qué nos dice hoy La ciudad letra- el fomento del cambio social y la disemina-
CRÍTICA CULTURAL 61
ción de los valores. El intelectual, como el trabaja para forjar redes solidarias con las
que tiene la capacidad de discernir el “buen clases obreras y populares. Yendo a contra-
gusto”, se eleva en la concepción de Arnold corriente del conservadurismo tradicional
por sobre los demás seres humanos y se res- del medio universitario inglés, Williams,
ponsabiliza por dirigir a la sociedad hacia Hoggart, y otros, ayudaron a posicionar a
una vida democrática más plena. En con- “lo marginal” como una esfera digna de ocu-
traste, un pensador como Theodor Adorno par la atención de investigadores y académi-
(“Crítica cultural y sociedad”, 1951) sitúa al cos, y brindaron al sujeto popular y a la
intelectual dentro de la cultura (y no encima “subcultura” un papel protagónico en la es-
de ella) para así buscar una salida a la com- cena intelectual.
plicidad de la crítica con la ideología o la En América Latina, la crítica cultural pa-
totalización del sentido (“dialéctica negati- rece nacer de un impulso por establecer la
va”). De cara a los “críticos trascendentes” particularidad de lo latinoamericano, de in-
que piensan que tanto su propia posiciona- terrogar el eje Norte/Sur, de pensar la iden-
lidad como los objetos artísticos que anali- tidad propia usando teorías no prestadas de
zan existen en una esfera independiente de contextos ajenos y de medir distancias entre
lo social y sus normas –pensamiento que la metrópolis y el llamado tercer mundo. Sin
para Adorno equivale a una ideología elitis- haberse formalizado nunca como una prác-
ta y errada– los practicadores de la “crítica tica institucional, la crítica cultural latinoa-
inminente” reconocen que tanto ellos mis- mericana, definida ampliamente, emana de
mos como los objetos culturales que anali- espacios y tradiciones intelectuales hetero-
zan son, a la vez, reflejo y parte de la esfera géneos, principalmente de escritores e inte-
social que los produce. Para Adorno, el de- lectuales de izquierda interesados en pro-
safío de la crítica cultural (Kulturkritik) es mover políticas nacionalistas, progresistas o
lograr, en lo posible, estar dentro y fuera de antiimperialistas (D’Allemand, 2000). Sus
la cultura a un mismo tiempo. Adorno quie- raíces se encuentran en autores diversos y
re dejar en alerta al crítico respecto de sus temporalmente distantes como Martí, Sar-
mismos prejuicios y complicidades con el miento, Bello, Mariátegui, Rama, Cornejo
poder político y económico, y ofrece la idea Polar, García Canclini, Martín Barbero y
que una crítica “exitosa” es la que “no resuel- Sarlo. Y, en ese sentido, parece factible ar-
ve las contradicciones objetivas en una ar- gumentar que la crítica cultural latinoame-
monía, sino una que exprese la idea de la ricana existe desde mucho antes de la insti-
armonía negativamente al capturar las con- tucionalización de los “estudios culturales”
tradicciones, puras y no comprometidas, británicos y estadunidenses (Yúdice, 2002).
dentro de su estructura más íntima” (Adorno: Dada la amplitud del término y sus diver-
208) [traducción y cursivas mías]. Sin em- sos caminos intelectuales, prefiero enfocar
bargo, un problema que se ha visto en la aquí una vertiente reciente de la crítica cul-
“crítica inminente” de Adorno concierne a tural –la de Nelly Richard– que se sitúa en
la forma en que el modelo mantiene una el contexto chileno y que, en años recientes,
clara jerarquización entre cultura élite y cul- ha establecido un diálogo intenso con los
tura popular. estudios culturales. Mi propósito será explo-
De ahí, en un gesto más radical de demo- rar los orígenes de la crítica cultural de
cratización y ampliación de la noción de Richard y enumerar sus diferencias y conti-
cultura, Raymond Williams (Cultura y socie- nuidades con los estudios culturales según
dad, 1958) suspende la división entre lo alto se practican en el mundo anglosajón. Luego,
y lo bajo, argumentando que “lo cultural” se consideraré algunas críticas y autocríticas
encuentra en esferas tan diversas como el del pensamiento richardiano.
trabajo, la política y la cotidianeidad. Junto
con Richard Hoggart, otro de los padres NELLY RICHARD Y LA CRÍTICA CULTURAL DESDE
fundadores de los estudios culturales britá- AMÉRICA LATINA. Desde Chile, Nelly Richard
nicos y también un miembro de la Nueva se destaca como una de las intelectuales pú-
Izquierda inglesa (New Left) de los años cin- blicas actuales más importantes y también
cuenta y sesenta, Williams desafía al elitis- como fundadora de una práctica crítica que,
mo cultural de la institución universitaria y a modo de contraste con los estudios cul-
62 CRÍTICA CULTURAL
CSO, Brunner) rebasa la supuesta existencia ideológica –en último término, irresoluble–
de un punto de contacto ideológico entre los con la sociología renovada y su afán de res-
dos grupos durante la dictadura. A pesar de tablecer consensos y someter los fenómenos
sus diferencias, tanto los sociólogos como políticos y sociales a un criterio explicativo.
la Avanzada buscaban abrir espacios de re- Aunque Brunner y otros sociólogos nunca
flexión sobre la catástrofe dictatorial y los desacreditaban a la Avanzada y su gesto
posibles caminos a seguir para restaurar la rupturista como un modo legítimo de in-
democracia. En principio, los sociólogos “a tervenir el paisaje dictatorial, está claro que
la Brunner”, como representantes de la “iz- la sociología renovada siempre cuestionaba
quierda renovada” (posmarxista), parecían los efectos reales y la trascendencia político-
compartir el horizonte post de los artistas social que una aproximación posmoderna
posmodernos (neovanguardistas) cuyo pen- podría tener. A su vez, Richard temía la po-
samiento se caracterizaba por un profundo sibilidad de que los sociólogos renovados,
escepticismo ante los prevalentes relatos con su lenguaje racionalista, pudieran estar
utópico-políticos de la izquierda revolucio- instalando nuevas hegemonías del sentido.
naria tradicional. Según Richard, la presen- Según Richard, si bien es cierto que
cia de enemigos ideológicos comunes (en Brunner y los sociólogos (sobre todo en sus
particular, de los partidos de la derecha po- reflexiones más tardías) han tratado temas
lítica y de la izquierda tradicional, como el y empleado técnicas estilísticas que podrían
Partido Socialista y el Partido Comunista), llamarse “posmodernos” –promoviendo, a
junto con un “marco de referencias afines” su vez, reflexiones estimulantes sobre la mo-
que ligaba la Avanzada a los sociólogos re- dernidad latinoamericana y su carácter “re-
novados, podría “haber alimentado algún sidual, descentrad[o], heteróclit[o], etc.”–
tipo de diálogo cómplice en torno a un “cuando [los sociólogos renovados] se vieron
mismo horizonte de reconceptualizacio- enfrentad[os] a las operaciones de estilos de
nes teóricas y culturales. Sin embargo, no la ‘nueva escena’ que se desmarcaban –críti-
fue así. Pese a que el sector teóricamente ca y paródicamente– de los lenguajes de la
renovado de las ciencias sociales encabeza- modernidad, [éstos] prefirieron cuidarse de
do por Brunner demostró tener una mayor tal aventura refugiándose tras la pantalla
perceptividad y receptividad a las reformu- […] de una ‘metodología cuantitativa’ que
laciones socio-estéticas de la ‘nueva escena’, traza un ‘esquema estadístico del desarrollo
no fluyó un diálogo más amplio que comu- global’ de las transformaciones culturales”
nicara productivamente a ambos sectores. (80). Sería este deseo de apartarse de la po-
Prevalecieron más bien el recelo y la mutua sicionalidad institucional y del lenguaje nor-
desconfianza” (Richard, 1994: 74). mativo de las ciencias sociales lo que le dio
La raíz de esta “mutua desconfianza” origen a la crítica cultural y le sirvió de ím-
tenía que ver, por un lado, con un debate petu teórico.
acerca de qué lenguajes serían más “apro- Para consolidarse como una práctica crí-
piados” para pensar y hablar de la catástro- tica, la crítica cultural richardiana poste-
fe dictatorial y, por otro, con la posicionali- riormente ha intentado marcar sus diferen-
dad enunciativa radicalmente diferenciada cias y afinidades con los estudios culturales.
de los dos grupos. Mientras Richard y la ¿En qué consistirían estas convergencias y
Avanzada, desconectados de la institución divergencias?
académica y del financiamiento estatal, fa- En principio, es evidente que ambas
vorecían “el minimalismo de la rotura y del prácticas están relacionadas y que, además,
fragmento sintácticos que se oponían a la la crítica cultural, en su fase más recien-
épica del metasignificado”, los científicos te, ha establecido algunos de sus debates
sociales preferían “ordenar categorías y cate- más productivos con los estudios cultura-
gorizar desórdenes en una lengua segura que les estadunidenses. Tampoco cabe duda que
reenmarcara las crisis de sentido” (79, 77). ambas prácticas comparten un deseo de re-
Esta postura “posmoderna” de la Avanzada, diseñar las fronteras del conocimiento aca-
que dudaba de cualquier racionalización démico y reconfigurar formas tradicionales
utilitaria, funcional o instrumental, se en- del saber desde una óptica transversal y
contraba, entonces, en una fuerte tensión transdisciplinaria (Richard, Residuos: 142).
64 CRÍTICA CULTURAL
A la vez, tanto la crítica cultural como los Beverley, ese “escepticismo radical con re-
estudios culturales quisieran desarticular lación a la autoridad de la universidad y
formas hegemónicas del poder empleando el saber académico” sería el principal pun-
una rebeldía dialogante, resistente e inte- to de contacto entre la crítica cultural ri-
rrogadora (142). chardiana y los estudios subalternos (339).
No obstante estos puntos de contacto, También las dos tendencias comparten una
según Ana Del Sarto, mientras los estudios “combativa política explícita” que Beverley
culturales “construyen su locus desde la ma- percibe como saludable (338). Sin embar-
terialidad social para producir críticamente go, Beverley cuestiona a la crítica cultural
la realidad social”, la crítica cultural lo hace por sobreprivilegiar al intelectual como una
“desde la materialidad estética” (Del Sarto, figura “necesaria para revelar las complici-
2000: 236). De ahí que una discrepancia dades y complicaciones de la colonialidad
central que Richard tiene con ciertas co- del poder” (339). Volviendo a la visión de
rrientes de los estudios culturales sea cómo Richard, los textos de la crítica cultural se-
éstas soslayan la especificidad de lo estético rían escritos híbridos y no fácilmente clasi-
para sobreprivilegiar lo social. Reconociendo ficables, formas que mezclan el ensayismo
la productividad intelectual que pueda re- con el análisis deconstructivo y la crítica
sultar de la lectura de múltiples produccio- teórica para “examinar los cruces entre dis-
nes discursivas en yuxtaposición, la crítica cursividades sociales, simbolizaciones cul-
cultural, sin caer en una postura elitista, turales, formaciones de poder, y construc-
abogaría contra la relativización de lo esté- ciones de subjetividad” (Richard, Residuos:
tico, argumentando a favor de la literatura 143). En vez de hablar sobre la crisis lati-
y el arte no como meras instancias “textua- noamericana desde un “saber controlado”,
les”, sino como modos discursivos únicos Richard argumenta a favor de hablar desde
que hablan a su propia manera y desde su la crisis y el “descontrol del pensar”, enfati-
propio lugar. zando el fragmento, el borde, la fisura y la
Más allá de la cuestión estética, es posi- fuga (en el sentido deleuziano) como con-
ble enumerar otros rasgos distintivos de la ceptos centrales de su práctica crítica (139)
crítica cultural richardiana, entre ellos: –de ahí la afinidad entre la mirada teórica
Su enfoque sobre lo extrainstitucional y lo de Richard y ciertas prácticas estéticas pos-
marginal. Mientras Richard ve a los estudios modernas que ella analiza–; con frecuencia
culturales como una práctica circunscrita a (y sin establecer exactas equivalencias) se
los espacios universitarios metropolitanos, ha señalado una cercanía intelectual entre
la crítica cultural, sin dar la espalda total- Nelly Richard y ciertos artistas chilenos
mente a la universidad, desearía llamar la neovanguardistas como, por ejemplo, la
atención sobre las limitaciones del “siste- escritora Diamela Eltit o el artista visual
ma” y hablar desde posiciones laterales y Carlos Leppe. Así, la crítica cultural busca
descentradas (lo femenino, las heterologías poner en jaque a los mismos dispositivos de
genérico-sexuales, lo subalterno, etc.). teorización y desconstruir las formas en que
Su carácter anti o transdisciplinario. Desde habla la crítica académica. El cómo y desde
esta perspectiva, la crítica cultural no debe- dónde hablar vendrían a ser, entonces, pre-
ría entenderse como una práctica homogé- guntas clave para armar una “crítica de la
nea ni programática, sino como una práctica crítica” (158).
cuestionadora de los modos de construcción Su preocupación por la posicionalidad
y diseminación de los saberes académicos. enunciativa del discurso teórico. Richard re-
La crítica cultural, en oposición a la filosofía marca repetidamente la importancia de lo
universitaria, la crítica literaria académica, local como un sitio estratégico desde donde
y las ciencias sociales, dialogaría con y apro- pensar, teorizar y actuar. Si los estudios cul-
vecharía (fragmentariamente) cada una de turales y el “latinoamericanismo” hablan
estas disciplinas, pero siempre interrogando sobre América Latina, la crítica cultural in-
no sólo los contenidos sino las formas de tentaría hablar desde ella, consciente de que
transmisión del saber gremial instituciona- “ya no es posible una teoría latinoamericana
lizado (e.g. el paper, la cita académica, las que se piense independiente de la trama
normas editoriales impuestas). Según John conceptual del discurso académico metro-
CRÍTICA CULTURAL 65
politano”, pero queriendo siempre rescatar de fuga” (Deleuze) necesarios para el cam-
los detalles, accidentes, borraduras, memo- bio político y social, Richard ahora indica
rias y singularidades de los contextos locales que la detención de Pinochet en Londres
(Richard, “Intersectando”: 1-2). Sin descar- enseñó que las rupturas del poder pueden
tar conceptos claves de los estudios cultura- emanar no sólo desde posiciones laterales
les como la alteridad, la marginalidad y la sino también desde los epicentros mismos
subalternidad, Richard exige mantener de lo político. En un gesto foucaultiano,
abierto los debates centro/periferia, local/ Richard admite que la máquina neoliberal
global, original/copia, para pensar la rela- no es impenetrable y que cualquier siste-
ción tensionada entre “ubicación de contex- ma “totalizador” no es enteramente así. La
to y posición de discurso” (2). esfera política –compleja y no uniforme–
Sus políticas identitarias no esencialistas. puede generar fisuras desde adentro que
En un contexto caracterizado por el mesti- desafíen la transparencia o el simplismo de
zaje y la mutación de las identidades nacio- cualquier “sistema” hegemónico (Richard,
nales, sexuales y étnicas, Richard amonesta “Reconfiguration”: 279). “Que no haya exte-
contra la esencialización del sujeto latino- rioridad al sistema, que nada se deje fuera,
americano. La crítica cultural ve un peligro no significa que el interior de las institu-
en que conceptos como la otredad y la mar- ciones no presente dislocaciones de marco
ginalidad puedan ser cooptados por el saber y rupturas de diagramas que dinamicen el
metropolitano bajo la máscara de la inclu- juego de fuerzas entre uniformidad y dis-
sión democrática mientras, en la práctica, formidad” (Richard, “Language”: 260). Al
se olvida al “otro real” inserto en contextos mismo tiempo, Richard reconoce que los
locales específicos. Richard, además, expre- “puntos de fuga”, en su sentido deleuziano,
sa un temor a que estos conceptos puedan no tienen que ser necesariamente liberado-
ser banalizados o vaciados de sentido debi- res (el nazismo, por ejemplo, puede enten-
do a su repetición excesiva en el medio aca- derse como un “punto de fuga” que aleja
démico. De ahí, un cuidadoso examen del al ser humano de cualquier actuar lógico);
léxico crítico de Richard revela que palabras tampoco la marginalidad tiene que ser (ne-
como volumen, densidad y peso se ligan, a cesariamente) una posición liberadora o
menudo, a la noción de experiencia para re- políticamente eficaz para el sujeto (Beasley-
cordar a los lectores que la experiencia real, Murray: 270).
vivida por sujetos en crisis, jamás debe ser En años recientes, Richard también se
eclipsada o blanqueada por los poderosos ha preguntado si el fragmentarismo y el en-
discursos de la globalización y la teoría me- salzamiento de la catástrofe del significado
tropolitana. son realmente estrategias suficientes para
combatir el olvido y la normalización de los
DESAFÍOS Y DISCREPANCIAS: CRÍTICAS Y AUTOCRÍTICAS discursos. Si el deseo de las sociedades pos-
DEL PENSAMIENTO RICHARDIANO. Desde la publi- dictatoriales es efectuar un trabajo del duelo
cación de Residuos y metáforas (1998), Nelly (Freud) y no permanecer estancadas en la
Richard, sin desviarse de los ejes centrales pérdida inasumible y la melancolía, sería
de su pensamiento, ha comenzado a matizar necesario, entonces, hacer algo productivo
autocríticamente algunas de sus posturas. con los remanentes de la catástrofe para
Estas leves autocríticas aparecen dispersas poder transformar críticamente el presente.
en varios artículos escritos después de la “Me parece que esta tensión irreprimible en-
detención de Pinochet en Londres (1998) tre […] lo que se ha destruido y la necesidad
(Richard, “Language” y “Reconfiguration”). de crear nuevas formas de incidencia crítica
La captura de Pinochet, un suceso insólito que contengan la imagen de la destrucción,
y hasta entonces no anticipado desde la óp- sin quedarnos apegados a ella contemplati-
tica de la desmemoriada transición chilena, vamente, constituye una de las tareas más
hizo que Richard reflexionara acerca de la arduas del campo intelectual en tiempos de
suficiencia del margen como sitio para la postdictadura” (Richard, “Reconfiguration”:
rebelión y la transformación política. Si, en 276, traducción mía).
principio, las rebeldías desde el margen pa- Una última autocrítica comprende la re-
recían bastar en sí para producir los “puntos lación entre la crítica cultural y los poderes
66 CRÍTICA CULTURAL
institucionales. Según Richard, todo intelec- ve cierto valor en lo que llama la “función
tual público corre el riesgo de ser cooptado testimonial” de la izquierda posmoderna
por el sistema hegemónico imperante y, por justamente porque la Avanzada “asume
lo tanto, la crítica cultural seguiría siendo conscientemente tanto en lo teórico como
una práctica que, en principio, se distancia en lo práctico […] las consecuencias de la
de la institucionalidad académica y sus im- derrota política de la izquierda que se inicia
pulsos normalizadores. Sin embargo, si el en 1973” (302). No obstante, sostiene que las
intelectual rechazara completamente a los intervenciones micropolíticas y la “teatrali-
aparatos normativos del poder, podría per- dad” posmoderna de los artistas no han ser-
der una vía importante para la intervención vido para cambiar la situación política chi-
política y arriesgaría vaciar a la universidad lena de manera trascendental y que, en
de su potencial como sitio de compromiso rigor, fueron las organizaciones de derechos
social y de resistencia. En ese sentido, vale humanos –y no los artistas– quienes susci-
señalar que Richard recientemente ha asu- taron la caída de Pinochet (304).
mido un cargo como vicerrectora de Exten- Aunque tiene validez la crítica de Vidal,
sión, Publicaciones e Investigación de la es curioso que él no mencione el trabajo del
Universidad ARCIS (Santiago de Chile) para grupo CADA (Colectivo de Acciones de Arte)
promover, desde ahí, un diálogo informado cuyas “acciones de arte” llevadas a cabo en
y democrático entre el espacio universitario el espacio urbano santiaguino de los años
y el “afuera” (véase <http://vepi.universida- ochenta buscaban explorar los vínculos po-
darcis.cl>; este sitio de la red articula la mi- sibles entre arte y política. No hay que olvi-
sión de la oficina de Richard). También vale dar que fueron los artistas del CADA quienes
señalar que Richard fundó en la Universidad inventaron el lema No+, el cual jugó un pa-
ARCIS el programa de “Magíster en Estudios pel clave en las protestas populares de me-
Culturales” (que antiguamente se conocía diados de los años ochenta y desencadenó
como el “Diplomado en Crítica Cultural”). la derrota de Pinochet en el plebiscito de
El cambio de nombre de este título, sin sa- 1988. Aunque Richard no fue un miembro
crificar el espíritu de sus contenidos, parece del grupo CADA y aunque haya tenido sus dis-
reforzar el parentesco entre “estudios cultu- crepancias ideológicas con él, ella sí expresa
rales” y “crítica cultural”. Pero al mismo repetidamente una gran admiración por los
tiempo hay que preguntar si esta confluen- proyectos de este grupo artístico vanguar-
cia de términos en el espacio académico dista. Parece significativo, como respuesta a
institucional borra, en algún sentido, la es- Vidal, que los artistas del CADA hayan sido los
pecificidad de la “crítica cultural” o neutra- que le facilitaron un lenguaje a la oposición
liza su rebeldía teórica potencial. (el No+) para expeditar la articulación de
Desde ópticas ajenas, quizá la crítica más sus demandas sociales y abrir camino para
fuerte del pensamiento de Richard haya el fin de la dictadura.
sido la de la izquierda marxista tradicional, De cara a las acusaciones de Vidal,
representada por el crítico chileno Hernán Richard responde que no es el propósito de
Vidal (1995). Vidal apunta una contradic- su Revista ni de la crítica cultural formar
ción irresoluble entre el vanguardismo polí- parte de un movimiento posmoderno inter-
tico (el de la izquierda marxista militante) y nacional. Al contrario, sin tener una “agen-
el (neo)vanguardismo artístico (el de la da claramente definida” y sin promover al-
Avanzada, Richard y la Revista de crítica cul- gún “programa social global”, la crítica
tural), a la vez que caracteriza a la Revista cultural prefiere mantener un diálogo inten-
como un proyecto que toma lugar “a espal- so, localizado, con diversos pensamientos.
das de” los partidos institucionalizados de Más que una directa intervención política
la izquierda chilena y abandona “las gran- que asume la forma de la militancia, Richard
des narrativas de la redención humana” propone una intervención dirigida princi-
(291, 304). Se percibe un tono acusatorio en palmente “a la esfera cultural”, una inter-
la crítica de Vidal que culpa a los artistas vención que busca reactivar el debate y el
por no haberse sacrificado con igual inten- disenso en un contexto donde, por muchos
sidad que los militantes que sufrieron tortu- años, bajo un gobierno autoritario y luego
ras, desapariciones o exilios. Aun así, Vidal una democracia tutelada, tal tipo de disen-
CRÍTICA CULTURAL / CUERPO 67
timiento no fue posible (Richard, 1995: 309- nismo, poscolonialidad y globalización en de-
310). Para Richard, sería perfectamente fac- bate), México, Porrúa, 1998 <www.ensayistas.
tible que los practicadores de la crítica org/critica/teoria/castro/richard.htm>; Richard,
cultural trabajaran activamente en materia Nelly, “The Language of Criticism: How to
de derechos humanos o en la esfera político- Speak Difference?”, Nepantla: Views from the
social, sin obligar a la Revista a suscribir tal South, núm. 1.1, 2000, pp. 255-262 (trad.
o cual ideología. La Revista se plantea, más Alessandro Fornazzari); Richard, Nelly, “The
bien, como un foro abierto de conversación Reconfiguration of Post-Dictatorship Critical
democrática. Thought”, Journal of Latin American Cultural
Sin cerrar el debate, parece que, a pesar Studies, núm. 9.3, 2000, pp. 273-281 (trad. John
de las posibles diferencias entre los “estu- Kraniauskas); Richard, Nelly, “Reply to Vidal
dios culturales” y la “crítica cultural”, la cla- (from Chile)”, en Beverley, John et al. (eds.),
ve del proyecto de Richard reside en su sen- The Postmodernism Debate in Latin America,
tido de alteridad respecto de todo discurso Durham, Duke University Press, 1995, pp. 307-
dominante (Del Sarto, 2000). Lo que propo- 310; Sarto, Ana del, “Cultural Critique in Latin
ne desde el ámbito local chileno, es una es- America or Latin-American Cultural Studies?”,
pecie de llamado a las armas y una amones- Journal of Latin American Cultural Studies,
tación a la disidencia, que es algo que puede núm. 9.3, 2000, pp. 235-247; Sarto, Ana del,
estar perdiéndose en una América Latina “La sociología y la crítica cultural en Santiago
caracterizada por fenómenos tan diversos de Chile. Intermezzo dialógico: de límites e in-
como el autoritarismo, el neoliberalismo, la terinfluencias”, en Mato, Daniel (ed.), Estudios
globalización y la profesionalización de la y otras prácticas intelectuales latinoamerica-
academia. Consciente de sus propias limita- nas en cultura y poder, Caracas, CLACSO, 2002,
ciones conceptuales, la crítica cultural de pp. 99-110; Vidal, Hernán, “Postmodernism,
Richard resiste acomodarse al poder y se Postlefitism, and Neo-Avant-Gardism: The Case
esfuerza, sin soslayo, por no convertirse en of Chile’s, Revista de Crítica Cultural”, en John
una mera macronarrativa más. Beverley, et al. (eds.), The Postmodernism Debate
in Latin America, Durham, Duke University
OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Theodor, “Cultural Press, 1995, pp. 282-306; Yúdice, George,
Criticism and Society”, en O’Connor, Brian “Contrapunteo estadounidense/latinoamerica-
(ed.), The Adorno Reader (trad. Samuel y no de los estudios culturales”, en Mato, Daniel
Shierry Weber), Oxford, Blackwell Publishers, (ed.), Estudios y otras prácticas intelectuales
2000, pp. 195-210 [Crítica cultural y sociedad latinoamericanas en cultura y poder, Caracas,
(trad. Manuel Sacristán), Barcelona, Ediciones CLACSO, 2002, pp. 339-352.
Ariel, 1969]; Beasley-Murray, Jon, “‘El arte
de la fuga’: Cultural Critique, Metaphor and [MICHAEL J. LAZZARA]
History”, Journal of Latin American Cultural
Studies, núm. 9.3, 2000, pp. 259-271; Beverley,
John, “La persistencia del subalterno”, Revista cuerpo
Iberoamericana, LXIX, núm. 203, 2003, pp.
335-342; D’Allemand, Patricia, Latin American CUERPO Y ESTUDIOS CULTURALES. El cuerpo se
Cultural Criticism: Re-Interpreting a Continent, constituye en problema teórico y en herra-
Lampeter, The Edwin Mellon Press, 2000 [Hacia mienta metodológica para los estudios cul-
una crítica cultural latinoamericana, Berkeley, turales en torno a una operación básica: la
Centro de Estudios Latinoamericanos Antonio que lo piensa como resultado de procesos
Cornejo Polar/Latinoamericana Editores, 2001]; históricos y de lógicas políticas. En este sen-
Richard, Nelly, La insubordinación de los signos tido puede decirse que los estudios cultura-
(cambio político, transformaciones culturales y les aspiran, en gran medida, a responder a
poéticas de la crisis), Santiago de Chile, Cuarto la pregunta por la historia política de los
Propio, 1994; Richard, Nelly, “Intersectando cuerpos. A diferencia de tradiciones teóricas
Latinoamérica con el latinoamericanismo: y críticas que ven en el cuerpo una realidad
discurso académico y crítica cultural” en ahistórica, anterior y exterior a toda deter-
Castro-Gómez, Santiago y Eduardo Mendieta minación cultural y origen natural de la ex-
(eds.), Teorías sin disciplina (latinoamerica- periencia subjetiva, los estudios culturales
68 CUERPO
tecnologías y experimentos. Los cuerpos se inscriben, traen al centro del debate crítico
vuelven una materia de intervención, disci- el problema de los límites de “lo cultural” y
plinamiento y experimentación no simple- sus relaciones con lo que no es “cultura”.
mente en los discursos que los rodean, sino CUERPO Y ESTUDIOS CULTURALES LATINOAMERICA-
en su composición misma, en su positividad NOS. En los estudios culturales latinoameri-
física y biológica. Lo que entra en el juego canos, el cuerpo como objeto e instrumento
de los poderes no son únicamente los meca- crítico protagoniza los más diversos recorri-
nismos de representación y significación, dos e investigaciones; sin embargo, ciertos
sino también las prácticas, los usos y la (re) temas parecen organizar algunas de las
producción de los cuerpos. Intervenciones principales preocupaciones en torno a la
en torno a, por ejemplo, la pureza racial, la inscripción cultural y social del cuerpo en
salud de los individuos y las poblaciones, su América Latina:
productividad económica, o, en otro senti- 1] cuerpo y violencia: los recorridos en
do, a las experiencias y experimentos de las torno a la captura violenta del cuerpo por
subjetividades transgénero y transexuales, parte del poder político constituyen un tema
exhiben una dimensión que no es reducible a recurrente en los estudios culturales latinoa-
las categorías identitarias y a las estrategias mericanos. La ecuación cuerpo/política, que
de representación sino que compromete la atraviesa la historia latinoamericana desde
materialidad física, biológica y genética, y los primeros momentos de la expansión eu-
las economías de reproducción de lo “huma- ropea y la conquista de los pueblos indíge-
no” que se definen en los modos de hacer y nas hasta las luchas en torno a los derechos
rehacer cuerpos. humanos contra las distintas formas del au-
Más allá de los distintos énfasis, entre la toritarismo y la violencia política de dece-
historia natural y la historia cultural, entre nios recientes y del presente, constituye un
lo social y lo biológico, entre la vida y la topos de los estudios culturales latinoameri-
política, el cuerpo trae al centro de la escena canos, en la medida en que permite leer no
tensiones, desplazamientos y ambivalencias sólo tecnologías específicas de dominación
que no se dejan reducir a una perspectiva y su persistente tradición de denuncia y tes-
“constructivista” ni a una aproximación timonio, sino que también permite formular
“biologista”, abriendo una zona de inter- hipótesis en torno a la naturaleza singular
cambios y de transformaciones que desba- del Estado-nación latinoamericano y la mo-
ratan a la vez todo esencialismo y todo re- dulaciones específicas entre modernidad y
lativismo cultural. En este sentido, puede violencia en América Latina. Distintas tec-
decirse que el problema del cuerpo implica nologías políticas de control y dominación,
una línea limítrofe de los estudios cultura- desde el orden colonial hasta la ciudad neo-
les: al mismo tiempo que estas investigacio- liberal, ponen al cuerpo como superficie
nes exhiben la constitución histórica, cultu- donde se lee la historicidad de los modos de
ral y política del cuerpo, se ven obligados a la violencia y sus efectos tanto en la produc-
confrontar los materiales y las temporalida- ción de subjetividad como en la relación
des de la cultura con series heterogéneas cambiante entre política y muerte.
como la de los discursos y prácticas médi- 2] género y sexualidad: la dimensión histó-
cas, los dispositivos policiales, la economía rica del cuerpo cobra especial relevancia allí
y la demografía, los descubrimientos y ex- donde el género y la sexualidad se vuelven vi-
perimentaciones biológicas y genéticas, etc. sibles como efectos de tecnologías y de prácti-
El cuerpo se torna, en este sentido, un lugar cas. En América Latina los estudios de género
de intersección entre los discursos culturales y sexualidad adquirieron mayor importancia
y una multiplicidad de discursos que expo- en los últimos decenios, y constituyen uno de
nen un revés o una zona de opacidad res- los campos de mayor productividad crítica
pecto de las tradiciones culturales. Es esa y de reescritura histórica. Iluminan las ope-
intersección, sus continuidades y sus cortes, raciones por las cuales la inscripción social
lo que los estudios culturales enfrentan del cuerpo no puede tener lugar sin opera-
como desafío y como problema epistemoló- ciones de asignación genérica (es decir, de
gico, disciplinario y político. El cuerpo y la fijación de relaciones con lo masculino y lo
población, y la dimensión biopolítica que femenino, definidos de manera normativa) y
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de identidad sexual (la determinación de una de minorías étnicas en torno a discursos so-
orientación sexual y de un universo de prác- bre “democracia racial”, alternativas de re-
ticas sexuales asociadas a esa orientación). sistencia a políticas coloniales de “pureza
En este campo, las discusiones en torno a racial”, etc., invariablemente se piensan en
la herencia católica y colonial se suman a torno a la noción y las políticas del mestiza-
los debates sobre los mecanismos disciplina- je como una de las marcas distintivas de la
rios de los Estado-nación modernos y de los experiencia histórica latinoamericana. En
mercados en la era neoliberal, produciendo todo caso, las operaciones de “racialización”
análisis sobre las construcciones culturales de los cuerpos en América Latina –con los
y políticas en torno a la femineidad, la mas- distintos signos políticos e ideológicos que
culinidad, la heterosexualidad normativa y semejantes operaciones conllevan– pasan
sus alteridades queer. En esta dirección, se necesariamente por la noción de mestizaje,
trata de observar cómo ciertas construccio- que resulta clave en el despliegue de las po-
nes hegemónicas de la identidad colectiva líticas raciales, y con relación a ello, de las
–identidades nacionales, regionales, étnicas, políticas y narrativas en torno a la (re)pro-
políticas, etc.– se constituyen a partir de una ducción sexual y cultural de cuerpos e iden-
subordinación o evacuación de otras posibili- tidades. En este sentido, el tema del mesti-
dades de performance genérica y de prácticas zaje racial y de la mezcla abre el espacio
sexuales que aparecen como inferiores, into- para el análisis de la reinvención política de
lerables o irreales. La cultura, en este senti- las poblaciones, que en América Latina pa-
do, ha proporcionado lenguajes y estrategias rece designar uno de los rasgos fundantes
para esa tarea de reinvención disciplinaria de su modernidad.
de tradiciones, identidades y prácticas, al 4] enfermedad y salud: otro recorrido in-
mismo tiempo que ha producido poderosos sistente en los estudios culturales, y que
y persistentes ejercicios de resistencia, inven- atraviesa a los anteriores, tiene lugar en tor-
ción y disidencia. Un campo especialmen- no a las retóricas y políticas de la salud y la
te promisorio de investigación es el de los enfermedad. Salud y enfermedad han sido,
cuerpos e identidades “trans” (transexuales, evidentemente, uno de los más eficaces me-
tansgénero, intersex, etc.) donde justamente canismos de inscripción política y cultural
la asignación de género y de identidad sexual de los cuerpos, precisamente porque en la
es desestabilizada de manera radical, abrien- modernidad los poderes se han legitimado
do nuevos itinerarios de desafíos políticos y en la “defensa de la salud” o “la preservación
culturales, de quiebres epistemológicos y de de la vida” de las poblaciones. La salud y la
experiencia subjetiva. productividad económica de los cuerpos –su
3] mestizaje: un recorrido sin duda cen- potencia– han sido objeto de retóricas cultu-
tral en los estudios culturales latinoamerica- rales, de saberes y de gestiones políticas e
nos es el del mestizaje y la constelación sin- institucionales muy diversas, desde la emer-
gular que esta noción genera en relación con gencia de los Estados modernos a fines del
la inscripción de cuerpos en mapas raciales siglo XIX y su foco en la producción norma-
y en gramáticas de la identidad latinoame- lizada de ciudadanos social y económica-
ricana. Los usos del “mestizaje” en la re- mente funcionales, hasta los “dispositivos
flexión sobre las culturas latinoamericanas de seguridad” de la ciudad neoliberal en la
exhiben diversas formulaciones, desde la crisis del Estado-nación, dispositivos orga-
amenaza “degenerativa” que el mestizaje su- nizados en torno a la noción de “calidad de
ponía para algunas corrientes científicas y vida” y sus amenazas indiferenciadamente
algunos proyectos políticos, hasta los pro- sociales y biológicas. La cultura, evidente-
yectos de integración social y político a tra- mente, cumple un papel decisivo en estas
vés de la mezcla racial (la “mestizofilia” de transformaciones, en la medida en que es a
la cultura posrevolucionaria en México es el través de retóricas y de imágenes culturales
ejemplo inevitable de esta última posición.) que se construyen y se significan en la esfe-
Cuestiones de género y de sexualidad, de ra pública las diferencias entre salud y en-
articulaciones entre raza, religión y cultura fermedad, sus sentidos y sus narrativas.
en torno a la mezcla racial, proyectos de La dimensión interdisciplinaria del cuer-
blanqueamiento e incorporación jerárquica po en los estudios culturales ilumina no sólo
CUERPO / CULTURA 71
otro, como partenaire necesario en la rela- plos del melodrama fílmico como sustento
ción entre emisor y receptor. Desde la pers- semántico en la trama de la novela El beso de
pectiva comunicativa, uno de los problemas la mujer araña (1976), del argentino Manuel
fundamentales de la cultura es la nomina- Puig, o de la guaracha, en La Guaracha del
ción y el trazado de las fronteras del sujeto Macho Camacho (1976), del puertorriqueño
de la comunicación, así como el proceso de Luis Rafael Sánchez, ilustran la interacción
construcción de su contraagente. A partir de entre instancias diferentes –cultura letrada,
ese valor comunicativo, se estructura la idea cultura popular y cultura de masas–, que
del valor de la cultura como mecanismo in- participan en la conformación de una nueva
formativo. Y de la cultura como un sistema entidad discursiva, resultado de una cele-
que se autoorganiza, que en el nivel metaes- brada fusión, para producir una nueva rea-
tructural se describe a sí misma a través de lidad semiótica. Sin embargo, en el contexto
la acción de los críticos y los teóricos, de los latinoamericano ha surgido la inquietud por
“legisladores del gusto”, cuyas descripciones la invasión de la cultura masiva, mediática,
se inclinan a identificar la “metadescrip- propia a la segunda mitad (postmoderna)
ción” con el tejido real de la cultura como del siglo XX, al tiempo que se ha intentado
tal (Lotman). recuperar la importancia del valor estético,
El término cultura puede alcanzar exten- reconociendo la dimensión simbólico-políti-
sión y usos diversos. La cultura, en tanto ca de la cultura (Sarlo).
que diversidad cultural, es el objeto del co- Así, el conjunto de creencias y prácticas
nocimiento empírico; y la cultura, como di- que constituyen una cultura determinada
ferencia cultural, es lo conocible que con son susceptibles de ser utilizadas como una
autoridad sirve a la construcción de los sis- tecnología de control, como microfísica del
temas de identificación cultural (Bhabha). poder, como un conjunto de límites dentro
La cultura puede entenderse como dimen- de los cuales la conducta social debe ser
sión y expresión de la vida humana, median- contenida, como un repertorio de modelos
te símbolos y artefactos; como el campo de a los cuales los sujetos están sujetos. La cul-
producción, circulación y consumo de sig- tura entonces es un vehículo o un medio por
nos; y como una praxis que se articula en el cual se negocia la relación entre los gru-
una teoría. Puede hablarse de cultura urba- pos (Jameson), como un lugar de conflicto
na, de cultura mediática, de cultura popular, y un mecanismo de poder. Los sistemas de
de cultura de masas, de cultura letrada. dominación encuentran un vehículo en la
Quizá estas tres últimas clasificaciones han cultura en su sentido más amplio: la moda,
sido de las más discutidas y polémicas, de los deportes, la comida, las artes y la litera-
manera que tanto la cultura popular como tura; en el gusto (Bourdieu). En una semio-
la cultura de masas, han sido opuestas a la logía de lo cotidiano (Barthes).
cultura artística y a la letrada. La cultura es el espacio de los movimien-
El siglo XX le otorga una gran significa- tos simbólicos de grupos que tejen relacio-
ción a la cultura popular y a la cultura de nes de poder. No sólo del poder entendido
masas, considerándose a ambas como espa- en su proyección vertical, sino también del
cios de acción y transformación humanas poder como diseño reticular (Foucault), en
que afectan los límites y la naturaleza de la el cual cada punto donde se ejerce el poder
cultura artística y la letrada, a las cuales in- genera un foco de resistencia. La cultura
seminan y transforman, sin dejar de consti- está asociada a los discursos hegemónicos
tuir en sí mismas zonas de interés por su y al mismo tiempo a los que desestabilizan
praxis y para la investigación. Una de las dicha hegemonía; la cultura como el espacio
más agudas críticas a la cultura de masas, a de intervención y agonía, pero igualmente
la estandarización de los estereotipos en sus como zona de resistencia en los procesos
vínculos con el mercado y el capitalismo, así colonial/neo/poscoloniales, como ese es-
como el estudio de la producción, los textos fuerzo para descolonizar y para su nueva
y la recepción de los artefactos de la llama- articulación en procesos constitutivos de las
da cultura popular, ocurren durante la pri- identidades; y la cultura después, incluso,
mera mitad del siglo XX (Adorno). del establecimiento de las naciones-estados
En el caso de la cultura letrada, los ejem- independientes (Said). La posición de la
CULTURA 73
cultura dominada y el papel del intelectual arte como crítica de la vida, al concepto del
se expresa mediante la alternativa que en arte como extensión de la vida (Sontag).
el contexto de la cultura latinoamericana La cultura ha sido vista dentro de los pro-
se identifica con la pareja Ariel-Calibán yectos de modernidad como una manera de
(Fernández Retamar). alcanzar la emancipación: Ser cultos, única
Aun cuando la cultura no es reducible manera para ser libres (Martí). En el viejo
a los procesos sociales, no es distinta a anhelo que concedía al aprendizaje un papel
ellos. De ahí la circulación en los estudios determinante, al conocimiento, la cultura se
culturales de términos como identidad, re- asocia con la ilustración y con la libertad.
presentación, ideología y hegemonía, así La desconfianza que genera el hecho de que
como la idea de que la cultura puede asu- la cultura no asegure la imposibilidad de la
mir una función política específica tanto barbarie, de la violencia (campos de concen-
en la construcción de hegemonías como tración, dictaduras militares) es refutada
en su desestabilización. Y el criterio, desde por los vínculos entre el conocimiento y la
el materialismo cultural, de que la cultura creación de nuevas formas de conciencia
–sus métodos de producción, sus formas, social, en las que entran inéditas formas de
sus instituciones y tipos de consumo– es cultura de vida, de aquellas que reclaman el
central para la sociedad, pues no hay tal necesario rescate de la memoria como es el
separación –como la que implican los con- caso de las Madres de Plaza de Mayo.
ceptos de base económica y superestructu- En el actual diálogo en tensión entre lo
ra–, entre la cultura y la vida social como local y lo global (lo “glocal”), entre lo rural
una totalidad (Williams). y lo urbano, entre lo oral y lo letrado, lo
De esta manera, la cultura material ejer- nacional y lo regional, así como lo nacional
ce una acción sobre la cultura espiritual. La y lo transnacional, la cultura se expresa en
imprenta de Gutenberg acelera y democrati- todos los ámbitos del intercambio simbóli-
za los procesos de impresión y por lo tanto co: en las variadas formas de la producción
de lectura; y el mejoramiento de la rotativa artística y literaria, en las prácticas religio-
permite el aumento de las páginas de los sas, en el desplazamiento de los márgenes
periódicos y el consecuente desarrollo de hacia el centro, en la aparición de sus nue-
la novela de folletín, a diferencia del vatici- vos sujetos –productores y consumidores–,
nio de que la prensa era el fin de la cultura en su expansión hacia el cine y la televisión
letrada. La imprenta, el abaratamiento del (Monsiváis).
costo del papel y el aumento de las univer- La significativa celebración de la cultu-
sidades, así como el grabado, la estereotipia ra popular y de masas dentro de los estu-
y la circulación masiva de periódicos y re- dios culturales originarios de la escuela de
vistas ilustradas, contribuyen al incremento Birmingham (Williams, Hall), y continuada
en la circulación de la cultura artística y la en dichos estudios, pero, en el marco acadé-
cultura letrada. De la piedra al papiro, de mico en los Estados Unidos, responde a la
la pluma de ganso –mojada en la tinta– al crisis en esos espacios, tanto de las humani-
grafito, de la cinta mecanográfica al teclado dades como de los estudios literarios basados
de la computadora. en obras del canon. Aun cuando en Estados
La impronta de la cultura material, las Unidos, los estudios culturales implicaron
posibilidades materiales de la reproducción, una democratización del saber y nuevas so-
del grabado, y demás formas que permiten la luciones para las disciplinas académicas, su
multiplicación de la imagen, conllevaron la creciente institucionalización y la, a veces,
pérdida del “aura” como autenticidad, como superficial celebración de lo “pop” –asociado
esencia de la obra artística, de manera que a los medios masivos–, han mellado el filo
el arte cambia su función ritual, por una crítico de sus intervenciones en la agenda
función exponencial, expositiva (Benjamín). académica y pública (Hall, Jameson).
En la segunda mitad del siglo XX, se acorta Los estudios culturales latinoamericanos
la distancia entre cultura científica y cultura entablaron un diálogo tanto con las fuentes
artístico-literaria, por el desafío a los límites anglo de los estudios culturales, y con la es-
entre arte y no arte, cultura literaria y cultu- cuela de Frankfurt, como con diversas co-
ra no literaria. Del concepto de Arnold, del rrientes del pensamiento teórico del siglo
74 CUERPO
XX. Pero sus raíces se encontraban en las los productos simbólicos, de entre-lugares
variadas formas precedentes de análisis cul- e intersticios, resulta imposible hablar de
tural dentro del latinoamericanismo, asu- una cultura homogénea. Y se debe tratar
miendo un perfil propio debido a su objeto de que la palabra “cultura” no se convierta
específico, y un criterio sobre la cultura/“las en fácil garantía de síntesis (Rowe). Como
culturas”, como instituciones y estilos de señala George Yúdice, en la globalización la
vida, simbólicos y performativos, sobrede- cultura funciona no sólo para la consolida-
terminados por lo histórico y lo geográfico ción de identidades y para controlar el ac-
y propios a formaciones sociales concretas, ceso social, sino también como un recurso
que se desarrollan en particulares modos de fundamental para el desarrollo económico y
producción, distribución y consumo de bie- social (El recurso).
nes y artefactos con valor simbólico (Trigo). En los estudios culturales latinoamerica-
Y junto a las posturas radicales “contra la nos, la cultura se ha entendido en sus víncu-
literatura” (Beverley, Against) y las críticas a los con lo social, en las transformaciones en
la cultura masiva (Sarlo), se ha alertado la cultura popular y en la industria cultural,
contra el eventual relativismo y la fetichiza- como intersección de discursos sociales y
ción del fragmento (Richard). procesos simbólicos, formaciones de poder
Los estudios culturales latinoamericanos y construcción de subjetividades: género,
cuentan con variadas interrogaciones y pre- raza, ciudadanías. La cultura vista desde
cedentes asedios a la cultura. Tanto desde perspectivas proteicas las cuales, desde disí-
la antropología (Ortiz), como desde la críti- miles lugares de enunciación y con miradas
ca literaria que incorpora saberes distintos, cruzadas y contrapuestas, quieren pensar en
relacionando la dimensión política con la el lugar que la cultura ocupa en el proceso
estética, se articuló un modelo teórico (la constitutivo de la América Latina y el lati-
heterogeneidad), para dar cuenta del univer- noamericanismo.
so heteróclito de los discursos culturales lati-
noamericanos (Cornejo); y, apoyándose en la OBRAS DE CONSULTA. Bhabha, Homi K., The
interdisciplinariedad (historia, antropología Location of Culture, Nueva York, Routledge,
cultural, sociología, psicología, lingüística), 2004 [El lugar de la cultura (trad. César
explorar diversas formas expresivas de sub- Aira), Buenos Aires, Manantial, 2002]; García
culturas regionales, o la relación ente la insti- Canclini, Néstor, Las culturas populares en el
tución literaria y el poder, considerando que capitalismo, México, Nueva Imagen, 1982; Hall,
la cultura es un campo de lucha (Rama). Stuart, “Cultural Studies and its Theorethical
Dos polos del término cultura como ob- Legacies”, en Grossberg, Lawrence, Cary Nelson
jeto de estudio en el campo de los estudios y Paul Treichler (ed.), Cultural Studies, Nueva
culturales latinoamericanos han sido el York, Routledge, 1992, pp. 277-285; Jameson,
antropológico-sociológico-comunicacional Frederic, “Sobre los ‘estudios culturales’ ”, en
(García Canclini, Brunner, Martín-Barbero), Estudios culturales: Reflexiones sobre el multi-
y el artístico-literario (Beverley, Sarlo, culturalismo, Buenos Aires, Paidós, 1998, pp.
Richard); polos que se intercambian y tras- 69-136; Lotman, Yuri, “Para la construcción
lapan discursos compartiendo el escenario de una teoría de la interacción de las cultu-
en tensión cíclica de la crítica cultural. En ras (el aspecto semiótico)”, Criterios, núm.
la agenda de los estudios culturales lati- 32, 7-12, 1994, pp. 117-130; Said, Edward,
noamericanos igualmente posee particular “Cultura e imperialismo: temas de la cultura
importancia el debate sobre el papel de la de resistencia”, Casa de las Américas, núm. 200,
cultura, en su más amplio espectro, como julio-septiembre de 1995, pp. 20-28; Williams,
eventual agente de resistencia o transfor- Raymond, Marxismo y literatura, Barcelona,
mador, por su acción social en tiempos de Península, 1997; Yúdice, George, El recurso de
globalización, neoliberalismo y tecnologías la cultura: usos de la cultura en la era global,
mediáticas electrónicas. En el escenario Barcelona, Gedisa, 2002.
de la (di)(semi)nación, la desterritorializa-
ción, y de la consecuente dislocación de [NARA ARAÚJO]
desconstruccionismo en la apreciación de lo bello en tanto armo-
nía o presencia transcendental. La literatura
DECONSTRUCCIÓN Y AMÉRICA LATINA: DESTINO DE confiere otra economía del exceso a partir
UN RELATO COMPARTIDO. La revolución textual, de este momento, no es ya plenitud o pre-
designada en la teoría literaria como “giro sencia sino mas bien lo que no está, lo que
lingüístico”, eventualmente deviene en una sobra, lo que subvierte, es decir, lo que pro-
mirada más epistemológica que literaria. duce toda operación de lectura que encuen-
Pero su primer impulso nutrió nuevas ca- tra en la aporía el eje del saber, placer y
tegorías de análisis literario, algunas más hasta el deber. Los textos literarios proveían
sugerentes que otras, las cuales marcaron un terreno idóneo para ensayar este rejuego
un profundo corte con la tradición filológica incierto entre placer literario e indetermina-
y el humanismo trascendental. Era previsi- ción epistemológica, siempre y cuando el
ble: desde el romanticismo, y luego con los nuevo tipo de lector-deconstructor supiera
diversos modernismos, ya se observaba un trabajarla. Y los grandes textos –modelos
cambio en la forma de pensar la humani- ejemplares del exceso– permitían un des-
dad: la idea del alma se materializaba de monte aun mas dramático del orden discur-
otro modo, quedaba inscrita por la lógica in- sivo, ya sea en la historia literaria, o la his-
herente a la producción de los textos, como toria a secas, puesto que toda construcción
bien quiso demarcar Octavio Paz en sus narrativa estaba al alcance de las operacio-
Hijos del limo; y la idea del centro herme- nes de ese nuevo tipo de lector. El quehacer
néutico daba paso a la noción de estructura intelectual se volcaba así hacia un rastreo
totalizante, particularmente en la narrativa más inmanente de la compleja relación en-
y la mitología, como luego se observa en la tre hechura verbal y articulación histórica,
obra de Edward Said. Esta forma de pen- una búsqueda organizada inicialmente des-
sar la escritura eventualmente se autodefine de el archivo literario, que luego se despren-
como “deconstrucción”: desplaza el eje de de hacia los entornos más interdisciplina-
la significación hacia la hechura verbal, y rios de la posmodernidad, entre ellos el
sugiere una relación más hereje y creativa pensamiento feminista, el poscolonialismo y
con los archivos de historias y relatos sacra- los estudios culturales. El momento poses-
lizados. En el entorno puramente literario, tructural hoy se observa inundado por la
se propuso renovar el objeto de estudio de industria de discursos posmodernos que se
la crítica, sacándola del imperio exteriori- consolida desde finales de los ochenta. Esto
zante de la biografía e intenciones de los quizá explique por qué el mismo Derrida
escritores, o del contexto espacio-temporal insiste, categóricamente, que nunca ha con-
en que se producía la labor creativa. Podría cebido su obra en términos de posmoderni-
decirse que estos fueron los primeros pasos dad (“Marx and Sons”).
del impulso deconstructor, en muchos sen- La literatura ganó y perdió en esta muta-
tidos previsto por el propio Borges con el ción de saberes. Ya no se concebía a sí mis-
arquetipo de lector-creador encarnado por ma desde métodos disciplinarios estableci-
Pierre Menard. dos, sino como una sagacidad orientada
Se observa así una metamorfosis en el hacia el antitelos, prometiendo un sentido
prisma representacional del humanismo y de interioridad conflictiva al mismo tiempo
[75]
76 DESCONSTRUCCIONISMO
que suprimía las causalidades y los entornos Invoco una historia de múltiples momen-
externos. La búsqueda, o el hallazgo, de esta tos constitutivos que cobra auge particular a
nueva intelectualidad quedaban circuns- partir del decenio de los sesenta del último si-
critos al rastreo constante en el interior de glo, no tanto porque ella enmarca el comien-
la teleología, la cual permitía ensayar un zo del boom, ni por el izquierdismo cultural
nuevo poder disciplinario. La lectura devino que la ha hecho famosa, sino porque remi-
en política, pero su escenario no era la de- te a un acervo de discursos que vinculan,
nuncia social sino el desmonte verbal, im- pese las divergencias, a casi todo el mundo
bricando la epistemología con la literatura, intelectual del hemisferio (véase, por ejem-
acercando aún más estas disciplinas, crean- plo, Glissant). Es un momento clave para
do una praxis obsesionada con los matices el acoplamiento de tendencias textualistas,
más constitutivos de la hechura verbal. Ar- entre ellas el New Criticism, la explicación
mada de tal modo, en pos de un reordena- de textos, la estilística, el estructuralismo, la
miento del saber, se sintió capaz de pronun- semiótica, todo un compendio que conclu-
ciarse no sólo sobre la literatura, sino sobre ye la primera fase del legado saussureano
la escritura en general, y en particular so- que venía gestándose desde el formalismo
bre las ciencias sociales, causando a veces ruso, a través del cual se puede atisbar un
grandes desconciertos entre sus respectivos importante salto hacia la inmanencia desde
practicantes. No todas las disciplinas se vie- los estudios literarios. Desajustar el anclaje
ron tan dispuestas a descalzar el vínculo trascendental del sentido literario, sacarlo
entre transparencia verbal y utilidad cog- de la exterioridad del texto, implicaba lle-
noscitiva; al menos no presentían la urgen- var al lector a una relación interna con la
cia de complicarlo en ese momento, y mu- significación, acercarlo a un concepto es-
cho menos de tal modo. trictamente verbal de la construcción del
No se trata de recapitular aquí una his- universo. Era un paso cuyas ramificaciones
toria conocida, pero tampoco dejársela al más profundas quizá no se harían palpables
vaivén de los tiempos, o al afán de creer que hasta mucho después, quizá hoy.
se pueda explicar simplemente como enun- La crítica literaria latinoamericana podría
ciación localizada. Podría advertirse que las nutrir este sondeo desde un marco compa-
obras de Barthes, Foucault y el mismo rativo que observe sus relaciones, desiguales
Althusser contienen momentos que permi- pero complejas, con la producción académi-
ten observar más detenidamente los interva- ca euro-estadunidense. Se suele pensar que
los entre la mirada semiológica inicial y el boom resume la sensibilidad en las letras
toda una industria de discursos posteriores, de América Latina desde los años sesenta,
muchos de los cuales tienden a soslayar la pero importa cifrar también la extraordina-
deuda de la deconstrucción con los hábitos ria expansión de estudios latinoamericanos
de lectura inaugurados por el estructuralis- que ocurre desde este decenio en Estados
mo propio. Podría incluirse la obra de Unidos y Europa. El auge súbito de los
Edward Said, al igual que la de Ángel Rama, estudios latinoamericanos durante la gue-
en esta lista de autores del “intervalo” (véa- rra fría provocó una primera migración a
se Campa, “El desafío inesperado de La ciu- Estados Unidos de especialistas formados
dad letrada”; Rabaté). Podría decirse que la en América Latina, inicialmente a modo de
primacía del lector de los años sesenta y se- profesores visitantes, luego inmigrantes que
tenta se va explayando hasta nuestros días, ocuparon sus propias cátedras. La academia
en ciertos casos desplazando el estatuto de latinoamericana del momento, vertida ha-
“lo literario” por la idea de “escritura” y lue- cia la literatura nacional, contaba con di-
go, es decir ahora, por modelos de construc- versos espacios de vanguardia, o al menos
ciones verbales sostenidas no tanto por un marcos institucionales imbuidos profunda-
estilo, coherencia, voluntad estética o exu- mente por un conocimiento propio de la
berancia expresiva, sino por instancias de textualidad. Un ejemplo sería la influencia
quebramiento, aporías internas o la noción de Wellek y Warren en el pensamiento teó-
menos precisa pero más generalizada de que rico de diversos países –Chile, Argentina,
la sociedad y la cultura son acervos de dis- México– otro correspondería a los nuevos
cursos “socialmente construidos”. acercamientos a la semiótica, sin descontar
DESCONSTRUCCIONISMO 77
por un momento las innovadoras lecturas lanzamiento del Sputnik (1957), y el pro-
en torno a Borges, Lezama, Sarduy, todas grama federal de la defensa conocido como
ellas instancias que permiten palpar diver- National Defense Education Act (1958),
sos experimentos motivados por el legado multiplicaron los programas de estudios
saussureano en América Latina, a menudo latinoamericanos, creando una demanda de
mas abiertos a la nueva textualidad que el capital simbólico sobre las otras Américas
propio New Criticism de la academia norte- nunca antes vista en Estados Unidos u otra
americana, o la estilística que se observaba parte del mundo. No hay duda de que “el la-
en la poesía española del momento. tinoamericanismo”, en su sentido de objeto
Hoy se advierte que el boom y sus co- de estudio hemisférico transnacional articu-
mercializadas poéticas de realismos exóti- lado tanto fuera como dentro de América
cos agotaron la historia crítico-teórica pro- Latina, abría un capítulo completamente
ducida en América Latina de los últimos nuevo y distinto durante ese momento. Se
decenios, confirmándose así un binarismo puede postular un primer “latinoamericanis-
profundamente nítido: primero surge la ce- mo”, entendido como articulación cognosci-
lebración incondicional de ese fenómeno tiva o artística (digamos letrada) de América
editorial, luego el rechazo rotundo, todo lo Latina que surge a partir de las grandes fi-
cual sugiere un relato que podría titularse guras del pensamiento latinoamericano del
“La ruta de Macondo a McOndo”. Para al- siglo XIX. Hay, sin embargo, una dimensión
gunas instancias actuales de la crítica, el radicalmente transformativa de ese campo
boom ha llegado a constituir un fichero de de estudios, a partir de los años sesenta,
todos los vicios de la modernidad literaria que exige observarlo como una comunidad
latinoamericana, una estrecha envoltura discursiva multilingüe, hemisférica y hasta
compuesta de identidades criollas, tradi- global, inscrita en un orden de discursos crí-
ciones letradas, imaginarios rurales, realis- tico-teóricos y estrategias editoriales difícil-
mos mágicos trasnochados, teoría de la de- mente apreciables desde el primer momento
pendencia, voluntarismo revolucionario y (véase Campa, Latin Americanism).
patriarcado mal disimulado. No se trata El aporte de los area studies, esa estruc-
de negar los elementos mas sugerentes de tura del pensamiento derivada de la guerra
este planteo, sino de acatar el amarre de fría, exige atención: abrió un nuevo merca-
un gran corpus literario a un eje de conte- do de textos y lectores, al igual que exilios,
nidos inmutables, digamos una especie de diásporas, y luego multitudes de profesores y
contenidismo posmoderno quizá inadverti- estudiantes que hoy se manifiestan con gran
do por una teoría inicialmente indispuesta intensidad (Kotkin). También aproximó la
a estos tipos de encierres. Importa por ello lengua inglesa al mismo eje de producción
cuestionar las limitaciones implícitas a tal discursiva latinoamericana y viceversa.
envoltura, deslindar la crítica deconstruc- Un análisis más comparativo no sólo
tivista desde un marco más comparativo, promete una historia más compleja de la
tomando en cuenta instancias latinoame- crítica latinoamericana en sí, sino también
ricanas que prepararon el terreno para la de sus costuras hemisféricas, es decir, de
formación de interlocutores hemisféricos las nutridas relaciones de la intelectualidad
como Ángel Rama, Josefina Ludmer, Sylvia académica a través de las Américas, tanto
Molloy, Beatriz Sarlo, Silviano Santiago, en términos de lenguas y culturas como de
Roberto Schwarz, Jaime Concha, Irlemar flujos conceptuales. Un buen ejemplo de tal
Chiampi y Julio Ortega, entre otros. aproximación se encuentra en el reciente
Los estudios literarios latinoamericanos tomo América Latina en la “literatura mun-
cobran un relieve transnacional durante el dial”, editado por Ignacio M. Sánchez-Prado.
primer momento textual que no sólo corres- Desde esa perspectiva se puede deducir que
ponde al boom sino también a la guerra fría el llamado boom, al igual que la crítica la-
y muy particularmente a la formación de los tinoamericana del momento, ya correspon-
area studies en la academia norteamericana. dían a un fenómeno global desde los años
Estas estructuras, motivadas por la defensa sesenta, el cual no sólo remite a la temprana
nacional, el peligro nuclear y la competen- influencia político-cultural de la revolución
cia con la Unión Soviética marcada por el cubana, o a la importante gestión del otro
78 DESCONSTRUCCIONISMO
ese corpus, en su capacidad de dar forma li- rios y la epistemología –un gesto agónico de
teraria a una cultura política que oscilaba, autoauscultación, de un legado textual que
recordando ahora los confines trazados por ya no cabe en su encierre occidental–. El
Lezama, entre la ausencia posible y la pre- terreno de la deconstrucción ya no era sólo
sencia imposible. literatura, no podía serlo, sino un nuevo
Menard, Bustrófedon, Melquíades, Auxilio, sentido de la historia desprovisto de meta-
Socorro: más que personajes de la literatura rrelatos confiables.
latinoamericana, estos nombres engendra- El encuentro agudizado entre la crítica
ron gestos que trasladaban la condición de literaria y la epistemología conllevaba un
modernidad incierta al terreno de la inma- desafío mayor: auscultar detenidamente la
nencia literaria en un nuevo corte de univer- participación de los discursos que articula-
salidad. Se acortaban así –desde la teoría de ban la nación. El examen interno de esa
la negación y el exceso literario– las distan- estructura fundamental –sus anclajes verba-
cias y diferencias entre el centro metropoli- les, sociales y sexuales– invitaba entonces a
tano y sus márgenes, o quizá se intuía que pensar un orden posliterario de la escritura.
la hibridez, la heterogeneidad y la otredad Como todo proceso de-significatorio, se tra-
quedaban ya subsumidas en el rejuego de la taba de una búsqueda de aperturas concep-
significación literaria. Tal pareciera ser una tuales más que de una afirmación antitética
de las explicaciones más plausibles del des- o dialéctica, en cierto modo análogo a pen-
tino latinoamericano de la deconstrucción, sar sobre el orden posnacional del mundo
no obstante el hecho de que ésta ya corre sin abandonar el pasaporte necesario para
el riesgo de ser normalizada por un saber viajar de un país a otro. El testimonio lati-
plenamente docto en la nueva retórica de noamericano, por ejemplo, generó lecturas
resquicios e intersticios. Podría decirse que que abordaban esa lógica, aun cuando se
el quiebre de las disciplinas del saber au- articulaba, a veces, como una aversión que
guraba un desplome más fundamental que desechaba ansiosamente todo el orden lite-
no se entendió claramente hasta después, es rario anterior. La misma tensión se puede
decir, la dificultad de modelos que sostenían observar en algunos presupuestos del posco-
la guerra fría partiendo de una doctrina de lonialismo y la subalternidad, no obstante la
caminos opuestos pero análogos en pos de la diversidad de énfasis correspondiente a
modernización. cada uno de estos presupuestos.
La tensión actual entre cultura y literatu- Este rumbo “posliterario” atraviesa el
ra encuentra un nódulo referencial muy ins- legado textual y la deconstrucción desde
tructivo en este complicado e inesperado finales de los años ochenta hasta nuestros
desenlace. El paso hacia la cultura global no días, cobrando cada vez más fuerza, aun si
exigía tanto un abandono de los estudios el trasfondo “posnacional” que lo acompaña
literarios sino un registro muy particular del permanece insuficientemente atendido. Se
estado de flujo en el saber humanístico que inaugura así, desde estas premisas y con-
desemboca en una fugacidad del pensa- tornos, un acercamiento que suele llevar el
miento plenamente imbricado por la coyun- nombre de estudios culturales, el cual en-
tura actual del capital simbólico. La apuesta, causa elementos dispersos, entre ellos el in-
inicialmente fundamentada en la literatura, fluyente pensamiento feminista de grandes
reconocía las repercusiones de la inmanen- autores como Kristeva, Cixous, Irigaray, de
cia, lo que hoy se conoce como “lógica cul- Lauretis, por ejemplo, una concepción de
tural del capitalismo tardío” (véase Jameson, género difícil de enmarcar a partir de un
The Political Unconscious). Se aproximaban locus de enunciación geográfico. Habría que
así dos gestiones obviamente opuestas: el subrayar por ello la relación intrínseca entre
interés usual de la poética marxista por el la mirada “cultural” y los cruces filosófico-
horizonte histórico de significados finales literarios esbozados en estas páginas. No se
–una totalidad reclamada ahora, contradic- trata de un quehacer fundamentado inicial-
toriamente, por la cultura del capitalismo mente en las ciencias sociales dedicadas a
global– y la posibilidad de diagnosticarla a la cultura sino de una fuga más intensa del
partir del rastreo de hechuras verbales que objeto de estudio literario gestada desde su
venía gestándose entre los estudios litera- propia interioridad, tanto teórica como ins-
80 DESCONSTRUCCIONISMO / DESTERRITORIALIZACIÓN
titucional (y desde la filosofia del lenguaje les– al igual que una puesta en escena más
hubo acercamientos importantes también, intrínseca –desde el quiebre del saber– de la
pero importa notar la poca duración de la profunda crisis política de la nación. Abre
teoría de los speech acts en la crítica literaria también la posibilidad de un diálogo más
en general, al igual que su escasa incidencia nutrido y potencialmente crítico con la crí-
en latinoamerica en particular). Se perfilaba tica latinoamericana confeccionada desde
de tal modo un nexo insoslayable para el Estados Unidos, un aspecto que sólo cobra
pensamiento y el arte contemporáneos, al sentido a partir de las contradicciones fun-
igual que un reto para los aparatos acadé- damentales de una profunda inmanencia
micos estatales, particularmente las estruc- global, tan compartida como desigual.
turas dedicadas al antiguo mundo letrado y
a las ciencias sociales más cercanas a ellas, OBRAS DE CONSULTA. Barlow, Tani E., “Degree
ante los cuales se viene desvelando una co- Zero of History”, Comparative Literature, vol.
tidianidad profundamente imbuida por el 53, núm. 4, 2001, pp. 404-425; Campa, Román
matiz preformativo de la cultura global, en de la, “Magical Realism: A Genre for the
sus múltiples formas de ontología audio- Times?”, Canadian Review of Hispanic Studies,
visual. verano, 1999, pp. 103-118; Derrida, Jacques,
Esta vuelta hacia la cultura brotaba de la “Marx and Sons”, en Michael Sprinker (ed.),
propia vanguardia textual, cuyas posibilida- Ghostly Demarcations: A Symposium on
des de articulación ya no quedaban tan su- Jacques Derrida’s “Specters of Marx”, Londres,
jetas a los estudios literarios, y menos al Verso/NLB, 1999, pp. 235-254; Follari, Roberto,
contorno nacional que usualmente conserva Teorías débiles. (Para una crítica de la decon-
ese estatuto disciplinario. Recogía algo de la strucción y de los estudios culturales), Rosario,
tradición británica de Birmingham –nom- Homo Sapiens, 2003; Glissant, Edouard,
bre e historial interdisciplinario– pero res- Caribbean Discourse: Selected Essays (trad. J.
pondía aún más a las exigencias de produc- Michael Dash), Charlottesville, University of
ción simbólica del capitalismo global, las Virginia Press, 1989; Jameson, Fredric, The
cuales se hicieron sentir con gran ahínco en Political Unconscious: Narrative as a Socially
el aparato universitario durante los años no- Symbolic Act., Ithaca-Nueva York, Cornell
venta. Era una amenaza al igual que una University Press / Londres, Methuen, 1981;
respuesta, y para algunos una oportunidad Jameson, Fredric, Postmodernism or, The
también, sobre todo si se piensa que este Cultural Logic of Late Capitalism, Durham,
nexo inicial permitía entrever un ámbito Duke University Press, 1991 [Teoría de la post-
más vasto para la deconstrucción y sus dis- modernidad (trad. Cecilia Montolío Nicholson
cursos derivados de los estudios literarios. y Ramón del Castillo), Madrid, Trotta, 1996];
Nelly Richard, por ejemplo, entreveía en Richard, Nelly, “Signos culturales y media-
este momento un acercamiento más crítico ciones académicas”, en González Stephan,
a la cultura latinoamericana, que permitía Beatriz (ed.), Cultura y Tercer Mundo, Caracas,
dirigir la mirada reconstructiva –lo que ella Nueva sociedad, 1997, pp. 82-97; Wellek, René
llama “escena verbal”– hacia las artes, al y Austin Warren, Theory of Literature, Nueva
igual que hacia las propuestas feministas, York, Harcourt-Brace, 1956 (1949) [Teoría li-
entre otros impulsos (“Signos culturales”). teraria, Madrid, Gredos, 1959]; Zamora, Louis
Todo ello, a modo de resumen, viene so- Parkinson y Wendy B. Faris (eds.), Magical
terrando una serie de apuestas para el pen- Realism: Theory, History, Community, Duke
samiento literario y cultural latinoamerica- University Press, 1995.
no, donde suele militar el peso de la nación
sobre la tradición literaria, y el entorno pos- [ROMÁN DE LA CAMPA]
moderno muestra un matiz más político que
conceptual. La deconstrucción no inicia, ni
agrava, sino escolta estímulos fraguados por desterritorialización
la cultura latinoamericana, entre ellos un
rastreo más incisivo del encierre nacional y Es un concepto usado repetidamente en los
las premisas genéricas de las tradiciones últimos años no sólo para dar cuenta de la
hermenéuticas –tanto literarias como sexua- relación de los sujetos con el territorio (físi-
DESTERRITORIALIZACIÓN 81
co) en el acto del desplazamiento, sino tam- lización, mundialización, migración, frag-
bién para plasmar la idea de movimiento y mentación, frontera y desjerarquización,
cambio tanto en relación a los seres huma- entre otros, términos todos ellos que han
nos, como con referencia a bienes, símbolos sido usados como categorías de análisis de
e imaginarios. Si bien ha sido en el campo las realidades sociales y culturales que con-
de los estudios culturales, la antropología y figuran el mundo actual. Si bien desterrito-
la sociología donde este término ha encon- rialización ha sido una palabra que ha pro-
trado una mayor difusión, también es cierto liferado copiosamente en el área de los
que economistas, políticos, intelectuales y estudios culturales latinoamericanos, usán-
académicos de diversas disciplinas han usa- dose incluso para evocar frecuentemente el
do la palabra desterritorialización para cap- propio fenómeno experimentado por mu-
tar fenómenos relacionados con la migra- chos estudiosos desplazados desde América
ción, la relación entre economía, sociedad y Latina a universidades extranjeras, princi-
Estado, así como para hablar de la memoria palmente estadunidenses, desde donde han
y el anonimato en dinámicas sociales que se desarrollado su carrera académica e intelec-
desprenden del desplazamiento. tual, aquí se acotará el uso que el término
Originariamente, el término desterri- ha tenido en los estudios culturales latinoa-
torialización fue usado por los filósofos mericanos a partir de los trabajos fundacio-
franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari, a nales de Néstor García Canclini, Jesús
principios de los años setenta, para desarro- Martín Barbero, Renato Ortiz y Raúl Prada.
llar una idea forjada ya por Marx en su per- La idea de desterritorialización desarrollada
cepción del capitalismo como una máquina por cada uno de ellos responde a las propias
devoradora, que paulatinamente se iba apro- realidades territoriales-culturales que son
piando de diversos “territorios” –la agricul- objeto de sus análisis. En cada uno de ellos
tura, la cultura, la educación, la industria– se halla el concepto abordado y desarrollado
hasta llegar a desterritorializarlos y dejar al desde su propia especificidad.
proletariado sin territorios, momento en el A pesar de los muchos cuestionamientos
cual, ya sin nada que perder, la revolución de los que ha sido objeto a lo largo de los
sería posible. Deleuze y Guattari aplican la años, nadie pone en duda que Culturas hí-
idea de la máquina salvaje y devoradora del bridas: estrategias para entrar y salir de la
capitalismo en la relación del sistema con modernidad, de Néstor García Canclini, es
la psique humana. Los seres humanos, se- un libro esencial en la formulación de los
gún los filósofos franceses estamos siempre nuevos parámetros de análisis que los estu-
rodeados internamente de territorialidades dios culturales latinoamericanos van a desa-
diversas, algunas imaginarias, ya que el te- rrollar para abordar la complejidad de las
rritorio es entendido como subjetivación, dinámicas sociales y culturales de una Amé-
expuesto permanente a ser desterritorializa- rica Latina en profunda transformación des-
do, lo que significará que se abre, que huye de los años ochenta. En Culturas híbridas,
de sí mismo, se parte o destruye. De manera García Canclini plasma a través del concep-
indisociable, puede volverse a reterritoria- to de desterritorialización la idea de que el
lizar, en un proceso de recomposición del desplazamiento de los millones de migran-
territorio, aunque siempre en un proceso tes latinoamericanos que por cuestiones
que lo transforma. El capitalismo es un económicas se ven forzados a emigrar de su
sistema en permanente reterritorialización, territorio original hacia un destino esperan-
ya que intenta adueñarse constantemente zador, propicia, en muchos casos, una entra-
–desterritorializar– las múltiples formas de da y salida permanentes de la modernidad.
interacción dentro de una comunidad, un Con ello, Canclini se refiere a dos procesos
grupo o la familia (socius). que se desarrollan de manera indisociable,
A partir de la idea original de desterrito- el de la desterritorialización, es decir, la pér-
rialización, que conjuga desplazamiento y dida de la relación que él llama natural –en
transformación en la partida/pérdida de te- el sentido de predeterminada y preestableci-
rritorio, los estudios culturales latinoameri- da– entre una cultura y su territorio geográ-
canos, dentro y fuera de América Latina, fico-social y, a la vez, el de la reterritoriali-
han vinculado este concepto a los de globa- zación, concepto con el que se refiere a la
82 DESTERRITORIALIZACIÓN
por habitar un no territorio, de las nuevas debe incluir la revolución que supone en el
comunidades culturales. seno de la “mundialización de la cultura” la
Hay que destacar, también, los postula- entrada a la virtualidad cibernética.
dos del estudioso brasileño Renato Ortiz, Desde ángulos específicos que marcan
cuyo marco de referencia va a ser Brasil. sus matizaciones, García Canclini, Martín
Los planteamientos de Ortiz parten de la Barbero y Ortiz desarrollan el concepto de
idea de nación y de Estado en relación con desterritorialización a partir de las dinámi-
la globalización y a lo que él mismo va a cas de interrelación entre cultura, sujeto,
distinguir como mundialización de la cultu- sociedad y Estado. Por su lado, la propues-
ra. En su libro Mundialización y cultura, ta del paceño Raúl Prada, en su manejo del
Ortiz establece una clara distinción entre término, está estrechamente unida al mun-
globalización y mundialización. La noción do andino y sus propias especificidades en
de globalización va unida a la economía y al el contexto boliviano. Siguiendo de cerca
mercado, con el determinante del impacto los postulados de Deleuze y Guattari, Prada
de la tecnología en éstos, mientras que el de se adentra en su libro Territorialidad a ex-
mundialización está vinculado al desplaza- plorar el concepto de territorialidad de las
miento que hacen las culturas, muy especí- etnias originarias de Bolivia en contraposi-
ficamente, las que son fácilmente transpor- ción a la noción occidental permeada por el
tables a través de los medios de comunicación capitalismo. El territorio es, en este sentido,
masivos, y que rompen las fronteras identi- un espacio ecológico y colectivo, ya que está
tarias nacionales. regido por la experiencia comunitaria (el
Para Ortiz es esencial tener el cuenta el ayllu); la territorialidad será, entonces, la
papel de Estado no sólo como articulador vivencia social y la conciencia del territorio,
administrativo-político, sino también como no se trata de una simple referencia geográ-
“ámbito de la producción del significado”. fica, sino de una experiencia básicamente
De tal manera que, siguiendo esta idea, se colectiva, interiorizada en la conciencia de
puede argumentar que la nación, a través de la comunidad. La territorialidad interioriza,
su administrador –el Estado– posee el mo- entonces, el territorio y de esta manera lo
nopolio sobre la definición del significado. simboliza. Por lo tanto, la territorialidad es,
En este sentido, la noción de Estado-nación de esta manera, una forma y una jerarquía
queda reformulada a partir de la globaliza- de poder. Ésta es, sin duda, una percepción
ción por el impacto que ésta tiene en las premoderna de territorialidad, ya que, pre-
identidades nacionales al romper las fronte- cisamente, la modernidad es la que desen-
ras de sus significaciones específicas. cadena la desterritorialización, es decir, la
En esta distinción entre globalización de pérdida de la conciencia del territorio que
la economía y mundialización de la cultura conllevan los procesos modernizadores
tan esencial para Ortiz subyace la crítica como la urbanización y la mercantilización.
que el estudioso brasileño lleva a cabo hacia Sin embargo, la desterritorialización va se-
la crítica posmoderna que celebra la dife- guida de la reterritorialización, que es el
rencia sin reflexionar acerca de la plurali- resultado de la resistencia a la pérdida de
dad, ni cuestionar las relaciones asimétricas la territorialidad, a la pérdida de conciencia
entre identidades. Es, por lo tanto, esencial, del territorio. La idea de territorialidad y
también, distinguir entre diversidad y plura- desterritorialización está entonces íntima-
lidad. En este sentido, Ortiz habla de deste- mente unida a la memoria, ya que la deste-
rritorialización como un movimiento de rritorialización, en el planteamiento de
símbolos e imaginarios que son comparti- Raúl Prada es, en última instancia, la pér-
dos por muchas comunidades identitarias, a dida de la memoria territorial, es decir, co-
través de sujetos ubicados en lugares diver- lectiva.
sos y distantes del mundo. De esta manera, Retomando la idea de desterritorializa-
habiendo cruzado las fronteras nacionales, ción como pérdida de la territorialidad-
los sujetos mundiales, en lo que ya nos he- memoria colectiva, de Raúl Prada, y apli-
mos convertido la humanidad, compartimos cándola al espacio de la frontera norte de
la moda, programas de televisión, cine, mú- México, que generó las primeras aproxima-
sica, y un largo etcétera que, por supuesto, ciones al concepto de desterritorialización
84 DESTERRITORIALIZACIÓN
definición extensa permite el análisis de iti- ricos se aventuran más allá de los problemas
nerarios posmodernos de la dispersión, lo de territorialización y desterriorialización,
que Appadurai llama “el nuevo paisaje étni- en la concepción de Deleuze y Guattari, para
co global”. Las así llamadas nuevas diáspo- plantearse la transterritorialización.
ras incluyen comunidades de víctimas, labo- De este modo, los estudios diaspóricos
rales, comerciales, imperiales, culturales, es dialogan con varias tendencias importantes
decir, comunidades que antes se habían lla- en el pensamiento crítico contemporáneo.
mado exiliadas, expatriadas, refugiadas, mi- 1] Plantean un desafío a las narrativas occi-
grantes, etc. Asimismo, muchos académicos dentales sobre la modernidad, pues permiti-
han empezado a considerar con mayor rigu- ría mostrar que Occidente, como lo entiende
rosidad la importancia de comprender la Tim Mitchell, no tiene un origen simple y que
diáspora como un fenómeno temporal y no sus historias resisten una narrativa única. 2]
únicamente espacial. Más recientemente, El enfoque en la diáspora significa otorgar
algunos académicos han puesto menor én- menos importancia al Estado y, por ende,
fasis en el hecho de la dispersión y más en prestar mayor atención a las distintas es-
las formas y temporalidades de morar en el trategias políticas translocales. 3] Subrayan
desplazamiento. los límites de una teorización monológica,
De hecho, si el estudio de la diáspora se la importancia del diálogo y la interacción
ha entendido como inseparable del estudio de distintas narrativas. 4] El análisis más
del poscolonialismo e imperialismo, él ya no afinado de la teoría contemporánea sobre
representa lo que James Clifford llamaba diáspora provee de un importante correctivo
“viejas estrategias localizantes” según las a los estudios diaspóricos tradicionales, los
cuales el análisis asumía determinaciones cuales permanecían comúnmente cerrados
de cultura y poder con respeto a binarismos ante temas de género y sexualidad diversa.
como centro contra periferia, metrópolis ¿Qué tan lejos se debe apartar el discurso
contra colonia. Últimamente, los académicos de los casos clásicos? En la actualidad es un
se concentran en la necesidad urgente de tema de encendido debate. Las definiciones
complicar las estructuras binarias del anti- estrictas tienen el valor de la claridad, pero
guo discurso de los estudios diaspóricos. limitan el campo de maneras perjudiciales
Así, por ejemplo, se está dando un creciente para el acceso y la acción política necesa-
interés en el problema del sincretismo, rios. Incluso, según la definición extensa, se
como fenómeno interactivo que cambia entiende que algunas diásporas son más
constantemente a lo largo del tiempo y el diaspóricas que otras (i.e. desplazamientos
espacio, reflejando distintas perspectivas de producidos directamente por el imperialis-
clase, género y generación. La diáspora se mo son privilegiados por encima de otros
convierte en un concepto múltiple, criolliza- tipos de trauma). Asimismo, la distancia
do, flexible, contingente, situacional, adap- continúa siendo significativa (i.e. la pobla-
table, maleable. Los pensadores más recien- ción diaspórica debe trasladarse lo suficien-
tes también buscan cuestionar conceptos temente lejos, más allá del país vecino). El
claves como “hogar”, “movimiento”, “identi- grado de fuerza es también, por lo general
dad” y “regreso” desde una comprensión de un factor determinante, como lo es también
la diáspora como una categoría de práctica, el grado de trauma relacionado con el cruce
como un proyecto o un reclamo, más que de la frontera. Sin embargo, la promesa de
como un grupo étnica y espacialmente liga- los estudios diaspóricos interdisciplinarios
do necesariamente. Entre los teóricos im- estriba en su habilidad para romper con
portantes sobre estos temas, consideramos ciertas comprensiones estrechas de ciertas
a Marc Augé (cuyo análisis de lugares de verdades disciplinarias y para revigorizar el
transición como aeropuertos, estaciones de campo de los estudios de áreas.
trenes o de autobús abre nuevas posibilida-
des de indagaciones teóricas) así como gru- OBRAS DE CONSULTA. Anderson, Benedict, Comu-
pos internacionales de pensadores como nidades imaginadas: reflexiones sobre el origen
Benedict Anderson, Arjun Appadurai, Avital y la difusión del nacionalismo, México, Fondo
Brah, James Clifford, Aihwa Ong, y Ella de Cultura Económica, 1993; Appadurai,
Shohat. De esta forma, los estudios diaspó- Arjun, “Soberanía sin territorialidad: Notas
DIÁSPORA / DISCURSO 89
contexto en que ocurren. De este modo, abre 1977; vol. 2, 1986; vol. 3, 1987; Freud, Sig-
el camino a la aceptación de la diversidad mund, Tres ensayos sobre teoría sexual,
como la norma de nuestra cultura y el medio Madrid, Alianza, 1999 (orig. de 1905): Kat-
apropiado para pensar sobre la sexualidad” chadourian, Herant A., La sexualidad huma-
(Weeks: 117). na, un estudio comparativo de su evolución,
Una ética sexual moderna cuestiona la México, Fondo de Cultura Económica, 1983;
idea de que hay una mejor manera de prac- Mogrovejo, Norma, Un amor que se atrevió
ticar la sexualidad, y de que todo el mundo a decir su nombre: la lucha de las lesbianas
debe practicarla de esa manera (Rubin: 15). en su relación con los movimientos homo-
La búsqueda de una verdad única sobre la sexual y feminista en América Latina, México,
sexualidad y el cuerpo ha llevado, durante CDAHL/Plaza y Valdés, 2000; Rubin, Gayle S.,
demasiado tiempo, a una negación de la di- “Thinking Sex: Notes on a Radical Theory
versidad humana y de las opciones, ha limi- of the Politics of Sexuality”, en Henry
tado la autonomía individual, y ha converti- Abelove, Michèle Aina Barale y David Hal-
do los placeres del cuerpo en un secreto perin, The Lesbian and Gay Studies Reader,
indecente (Weeks: 12). “Una moralidad de- Nueva York/Londres, Routledge, 1993, pp.
mocrática debería juzgar los actos sexuales 3-44; Sengoopta, Chandak, Otto Weininger:
a partir de la manera en que los partners se Sex, Science and Self in Imperial Vienna,
tratan entre sí, el nivel de mutua considera- Chicago y Londres, The University of Chica-
ción, la presencia o ausencia de coerción y go Press, 2000; Vázquez García, Francisco y
la cantidad y cualidad de placer que produ- Andrés Moreno Mengíbar, Sexo y razón: una
cen” (Rubin: 15). genealogía de la moral sexual en España (si-
glos XVI-XX), Madrid, Akal Universitaria,
OBRAS DE CONSULTA. Fausto-Sterling, Anne, 1997; Weeks, Jeffrey, Sexualidad, México,
“The Five Sexes: Why Male and Female Are Paidós/Programa Universitario de Estudios
Not Enough”, The Sciences, marzo-abril, de Género, Universidad Nacional Autónoma
1993, pp. 20-24; Foucault, Michel, Historia de México, 1998.
de la sexualidad (trad. Aurelio Garzón del
Camino), México, Siglo XXI Editores, vol. 1, [HORTENSIA MORENO]
esfera pública pleja red que se extiende por el globo entero,
tal concepción es infructuosa e ingenua.
Es un espacio de discusión y deliberación La incompatibilidad del modelo clásico
colectiva, que está abierta a la participación de la esfera pública con la geometría de
voluntaria de cualquier persona. Al regirse las sociedades modernas ha sido reconoci-
por normas de inclusión, deliberación y da, inclusive, por sus propios partidarios.
publicidad, este concepto se entrelaza con Hannah Arendt consideró que el adveni-
naturalidad con diversos ideales de la mo- miento de la modernidad convirtió en un
dernidad. Especialmente, contribuye a for- asunto de la historia, de una vez por todas,
mular, en el plano normativo, la posibilidad al modelo republicano del espacio públi-
de que exista una convergencia entre la ra- co. En el mismo sentido, Habermas (The
cionalidad y la acción política. A la esfera Structural Transformation) mostró que el
pública se le concibe, entonces, como el es- surgimiento de la burocracia estatal mo-
pacio donde los ciudadanos discuten temas derna, la sociedad de masas y las industrias
de interés colectivo, y donde se definen e culturales condujeron a la decadencia del
implementan los cursos de la acción polí- modelo de opinión pública más cercano al
tica que habrá de seguir la comunidad en ideal clásico: la esfera pública burguesa que
su conjunto. tuvo su auge en la Europa occidental del
Una noción como ésta tiene un poderoso siglo XVIII. Esta interpretación coincide con
atractivo. Sin embargo, su fuerza de atrac- críticas como las de Carl Schmitt y Niklas
ción es proporcional a las dificultades que Luhmann, entre otros, que han desestimado
encuentra para materializarse. Un modelo la posibilidad de que un espacio social de
que busca hacer coincidir la participación comunicación trascienda la irreductibilidad
política y el razonamiento público parece de los antagonismos políticos, o que sea ca-
incompatible con mundo actual. De hecho, paz de sostenerse ante la creciente diferen-
la nitidez del modelo de la esfera pública ciación de los sistemas sociales.
está basada en una concepción simplificada La aspiración de rescatar la noción de
de la relación de lo público con lo privado. esfera pública, si persiste, debe superar
Esta visión asume que el Estado y la socie- todavía un obstáculo más. Se trata de las
dad civil conforman una unidad orgánica. consecuencias políticas de los supuestos
No existe diferencia entre el legislador y el normativos del modelo clásico. Los conteni-
ciudadano; la participación social es parti- dos implícitos en este modelo la hacen sus-
cipación política. Tampoco al interior de la ceptible de servir más como instrumento de
esfera privada se consideran distinciones control y exclusión que como herramienta
significativas: lo privado es un espacio don- crítica. En el modelo clásico de la esfera pú-
de quedan amalgamadas las relaciones de blica, las nociones de “comunidad” y “bien
afinidad y parentesco con las actividades común” decoran una concepción homogé-
económicas. Una concepción de esta índole nea, consensual y cerrada de la sociedad.
puede ser válida para sociedades poco dife- En esta misma postura está presente una
renciadas –por ejemplo, la de la Grecia clá- visión masculina y beligerante de la ciu-
sica–. Para una sociedad que se imagina a sí dadanía. Los ciudadanos virtuosos no son
misma conforme a la metáfora de una com- solamente aquéllos que se interesan por el
[97]
98 ESFERA PÚBLICA
bien común; son también quienes defienden nacionales. El flujo, la inestabilidad, la mo-
a sangre y fuego a la comunidad. Inclusive vilidad, son propiedades que fortalecen la
en una interpretación de corte liberal, las perdurabilidad e influencia de los públicos
normas del espacio público carecen de la fle- virtuales.
xibilidad necesaria para darle cabida a los Con el impulso de las tecnologías virtua-
contrapúblicos (Fraser) –espacios en los que les, se renuevan los ideales del espacio pú-
se expresan identidades y formas de comu- blico. Pero sigue abierta la cuestión de la
nicación contestatarias–. relevancia política de los públicos emergen-
Dadas estas consideraciones, ¿cómo se ex- tes. ¿Cómo revitalizar sus lazos con las as-
plica el renovado interés que tiene el concepto piraciones de una teoría democrática críti-
de esfera pública en la teoría social contem- ca? Para dar respuesta a esta interrogante
poránea? Una respuesta puede encontrarse es preciso reconstruir la articulación entre
en el hecho de que los ideales de inclusión, la comunicación pública y la lógica demo-
deliberación y publicidad no han perdido crática. En principio, la emergencia de cual-
relevancia para diversas expresiones de la quier espacio de publicidad está vinculada
teoría crítica. Por una parte, el desarrollo con la mera posibilidad de que existan accio-
de las tecnologías de comunicación ha per- nes sociales coordinadas a partir de la comu-
mitido repensar las formas de expresión, nicación. La publicidad es una condición
constitución e influencia de diversos tipos estrechamente vinculada con los procesos
de públicos. Por otra, la mera posibilidad comunicativos. Alcanzar un mínimo enten-
de que emerjan múltiples sitios de comuni- dimiento exige que los interlocutores hagan
cación y publicidad, ha revitalizado la teo- explícitos los códigos que regulan la comu-
rización acerca de la articulación entre los nicación. Cuando se trata de coordinar ac-
espacios públicos, las dinámicas asociativas ciones con base en acuerdos, los motivos y
y la expansión de la lógica democrática por propósitos deben ser justificados ante los
diversas esferas de la vida social. demás. La interacción comunicativa genera
El concepto de esfera pública que emerge una forma de relación social constituida por
en la teoría crítica de fines del siglo XX queda la posibilidad del escrutinio y las exigencias
desligado de localizaciones espaciales con- de justificación. Un diálogo de esta natura-
cretas –la plaza pública, o en su caso, el par- leza se hace público, en otro sentido, cuan-
lamento–. Antes bien, la comprensión que se do los juicios y los argumentos expresados
tiene del espacio público es metafórica: se quedan a disponibilidad de otros. La opi-
trata de un espacio virtual, constituido por nión pública –una opinión que es accesible
un entramado amorfo de conversaciones y a cualquiera que esté interesado en conocer-
discusiones. A partir del soporte tecnológico la– se convierte en opinión público-política
proporcionado por los medios de comuni- cuando el objeto de la discusión es qué debe
cación masiva, la accesibilidad de conteni- hacerse para dar solución a problemas co-
dos e información se despega de escenarios lectivos, a saber: la definición de los crite-
espacio-temporales concretos (Thompson). rios para el uso y distribución de recursos,
La visibilidad introducida por los media al- las bases de la cooperación social, el sentido
canza cada intersticio de las interacciones de las normas, la legitimidad de los proce-
sociales. Los recursos virtuales introducidos dimientos.
por la Internet provocan una transforma- Ahora bien, la emergencia y sostenibili-
ción en la comprensión convencional de los dad de la esfera pública dependen de que la
espacios de comunicación pública (Dean). coordinación de acciones sociales basadas
No solamente se expanden las posibilidades en el entendimiento comunicativo pueda te-
de acceso y alcance de las conversaciones y ner una relativa autonomía con respecto a
sus contenidos; al mismo tiempo se abren los imperativos del mercado y la regulación
espacios de experimentación discursiva e del poder político-administrativo. A fin de
identitaria. Las redes de intercambio virtual reconstruir las condiciones de posibilidad
se multiplican. Desvinculados de anclajes te- de una esfera pública democrática, Cohen y
rritoriales, los públicos virtuales dan al tras- Arato han señalado que la protección de los
te con la idea de que la esfera pública está derechos a la libertad de asociación, comu-
limitada por las fronteras de los Estados nicación y expresión desempeña un papel
ESFERA PÚBLICA 99
fundamental para asegurar la autonomía se pueda llevar a cabo. Sin embargo, como
asociativa y el debate público. Para estos han señalado diversos críticos, la reconcilia-
autores, la actualización de los derechos de ción de los postulados normativos de la teo-
ciudadanía contribuye a sostener la diferen- ría crítica con las exigencias sistémicas y
ciación funcional entre las esferas de la eco- funcionales de las sociedades actuales se
nomía, el Estado y la sociedad civil. La so- realiza a tal grado que el resultado es un
ciedad civil es el ámbito de actividad en el modelo bastante convencional. Uno se pre-
que las normas sociales, la solidaridad y la gunta en dónde se localiza el potencial radi-
comunicación son los mecanismos de coor- cal de una democracia que depende de que
dinación social. Desde esta perspectiva, las la opinión pública influya en los procesos
dinámicas asociativas en la sociedad civil legislativos.
sostienen los procesos de comunicación que Una revaloración –poshabermasiana, por
dan forma a la opinión público-política. así decir– del lugar que ocupa el concepto
En el marco de la diferenciación entre de esfera pública en la teoría democrática
las esferas de la economía, la sociedad civil ha sido realizada por los partidarios de la
y el Estado, la esfera pública se desempeña democracia deliberativa. La democracia de-
como una instancia de comunicación que liberativa es un corpus de enfoques norma-
permite tener una visión de conjunto del sis- tivos y de estudios empíricos agrupados por
tema social. A través de esta concepción se la idea de que la deliberación y el debate
actualiza el ideal de un espacio de discusión públicos desempeñan un papel protagónico
y deliberación que sirve, a la vez, como un en la expansión de los principios democrá-
foro donde se discuten los fines colectivos, ticos. Los representantes de esta vertiente de
y como escenario que somete el desempe- la teoría de la democracia, de entrada, to-
ño del poder político a la crítica social. El man distancia de un modelo racionalista de
espacio público es un espacio de opinión la comunicación pública y reconocen la re-
informal y anónima, que se ejerce desde las levancia política de las formas de comuni-
actividades asociativas de los ciudadanos, y cación alternativas (Iris Young). La expre-
cuyo propósito es ejercer influencia sobre el sión de razones públicas no requiere seguir
sistema estatal. De acuerdo con Habermas un modelo racionalista de argumentación;
(Facticidad) –un Habermas que ha dejando puede valerse de una amplia variedad de
atrás las elaboraciones contenidas en La recursos retóricos. Narrativas, testimonios y
transformación estructural de la esfera pú- expresiones emotivas promueven que el de-
blica de 1962–, es una opinión anónima, bate público sea inclusivo. Acciones de pro-
descentralizada y fluida el origen del poder testa o comportamientos colectivos hetero-
comunicativo que habrá de transformarse doxos cumplen una función semejante. El
–una vez que pase por diversos filtros–, en criterio es que la comunicación social, cual-
resoluciones jurídicas y en poder adminis- quiera que sean sus formas de expresión,
trativo. La legitimidad democrática que ten- consiga resaltar la relevancia general de ex-
gan las leyes y políticas no dependerá sola- periencias y puntos de vista particulares.
mente de haber seguido los procedimientos Asimismo, para el enfoque deliberativo,
adecuados, sino también de que traduzcan el concepto de la esfera pública está asocia-
las pulsaciones de la opinión pública. do con la expectativa de multiplicar los es-
En Facticidad y validez, la teorización ha- pacios de justificación política, contestación
bermasiana del espacio público consigue simbólica y de coordinación democrática.
reconciliar los principios normativos de pu- De esta forma, desde una interpretación
blicidad, comunicación y legitimidad demo- discursiva de la democracia, la esfera pú-
crática con las condiciones prevalecientes blica es concebida como un terreno de dis-
en las sociedades complejas. El lado norma- putas simbólicas (Dryzek). Las contiendas
tivo de este modelo da continuidad a las discursivas en la esfera pública cumplen con
aspiraciones de la teoría crítica de articular diversas tareas. Por un lado, proporcionan
la participación democrática con el ejercicio y difunden información; aportan insumos
de la razón pública. El lado descriptivo es- para orientar las políticas públicas; y esta-
tablece cuáles son las mediaciones institu- blecen mecanismos simbólicos de rendición
cionales necesarias para que este propósito de cuentas. En este sentido cumplen con la
100 ESFERA PÚBLICA
guayo José Enrique Rodó. En este ensayo, de él, usando el lenguaje del maestro para
el autor exhorta a “la juventud de América” maldecirlo. Fernández Retamar sugiere que
a emprender una nueva etapa en la historia tal es la herencia cultural del continente, y
latinoamericana a partir de una educación enumera figuras políticas y culturales desde
estética que establecería los fundamentos de Rubén Darío hasta Che Guevara que contri-
los valores sociales y políticos en relación buyeron a una política cultural de rebelión
con una noción del arte como ideal de la y “maldición”. La figura de Calibán evoca
representación. Este ideal se basa en ele- una realidad material que los poderes do-
mentos de la filosofía alemana que atribu- minantes no pueden hacer desaparecer ni
yen al arte las cualidades de ser universal, idealizar.
razonable, desinteresado y espiritual. Rodó Si bien a partir de los años cincuenta cre-
contrasta este ideal, que se encarna en el ció la esperanza de crear una cultura y una
personaje Ariel de la obra teatral shakespea- política que reflejaran las realidades mate-
riana La tempestad, con la materialidad, el riales de América Latina, en los siguientes
interés y la irracionalidad del personaje decenios hubo grandes represiones de estas
Calibán. Rodó empleó esta oposición para esperanzas. Frente a las guerras civiles de
defender una jerarquía antidemocrática, en Centroamérica, la represión brutal de las
la que las élites tuvieran hegemonía sobre manifestaciones populares en México y el
los pobres e iletrados del continente, ade- establecimiento de las dictaduras en varios
más de demostrar una superioridad espiri- países sudamericanos, el campo cultural e
tual sobre los estadunidenses que según él intelectual tuvo que interrogar su función
carecían de sensibilidad cultural. y su lugar en el mundo. Pareció necesario
Tal oposición entre cultura y materiali- encontrar nuevas formas de representación
dad no fue sostenible en América Latina del y nuevos espacios de pensamiento y crea-
siglo XX, donde las fuerzas heterogéneas so- ción, ya que muchos de los dispositivos tra-
ciales e históricas turbaron todo intento de dicionales fueron eliminados o apropiados
establecer una noción universal y pura de la por el discurso oficial. Estas nuevas formas
cultura. Ariel representa un extremo que no incluyeron medios masivos tales como el
volvió a repetirse muchas veces, y por cierto cine y la música popular, como medios más
los movimientos artísticos y literarios prin- tradicionalmente asociados con el arte y la
cipales del siglo incorporaron elementos literatura. El cine intentó expandir la con-
“materialistas” que no le habrían agradado ciencia a lugares desconocidos por los in-
a Rodó (por ejemplo, la tecnología, las rup- telectuales metropolitanos y de cambiar la
turas del lenguaje, la sonoridad, la mezcla percepción de lo supuestamente conocido.
de culturas y discursos). Sin embargo, mu- La música folklórica y el rock mezclaron
chas obras que intentaron representar las denuncias políticas con letras poéticas y un
fuerzas heterogéneas del continente termi- buen ritmo o melodía, el arte visual se ra-
naron apropiándose de ellas y neutralizando dicalizó, escapándose del espacio protegido
su alteridad con respecto a las estructuras del museo o la galería y desplomándose en
hegemónicas. medio de la ciudad, en esculturas hechas
En la segunda mitad del siglo XX, hubo del detritus de la vida moderna o en per-
intentos renovados de definir la cultura la- formances diseñados a impresionar y con-
tinoamericana más allá de los impulsos pu- fundir las distinciones y normas ordenando
ramente artísticos de los años precedentes. las imaginarias nacionales.
Una expresión paradigmática de esta redefi- Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis,
nición aparece en el ensayo “Calibán” (1971) Nelly Richard y Beatriz Sarlo producen tex-
del cubano Roberto Fernández Retamar, tos que funcionan a la vez analíticamente y
donde el autor rechaza la jerarquía plantea- como intervenciones culturales. Estos textos
da por Rodó y sugiere que el símbolo que dan cuenta de cambios en la concepción de
mejor corresponde a la experiencia latinoa- lo estético y cristalizan formas culturales
mericana no es Ariel sino Calibán. En la originales que integran convenciones y re-
obra shakespeariana, Calibán es un esclavo gistros de diferentes géneros como la cró-
que elige no seguir las órdenes del maestro, nica, el periodismo, la ficción, la sociología,
como Ariel, sino que se rebela en contra la denuncia política y el arte visual. Sus
ESTÉTICA 103
autores tienen una función importante en pacio independiente del gobierno, en rigor
la articulación pública de opiniones sobre la zona del antagonismo”. Intentan marcar
la producción cultural, los acontecimientos la emergencia de nuevas coyunturas dentro
socio-políticos de sus países y de la región, de la temporalidad del capitalismo tardío,
y los cambios en el campo de la crítica cul- pero que no son necesariamente reduci-
tural internacional. bles a ella. Las obras de Monsiváis repre-
La crónica es un género que desafía las sentan aproximaciones a una diversidad de
formas tradicionales de la representación, a fenómenos sociales y culturales difíciles de
pesar del hecho de que su historia comen- resumir. No obstante, se puede identificar
zara en América Latina desde los primeros estrategias narrativas recurrentes: como
encuentros entre conquistadores europeos afirma John Kraniauskas, “Monsiváis, más
y habitantes nativos del continente. Elena que ‘contar’, ‘muestra’, y al hacerlo se mueve
Poniatowska y Carlos Monsiváis recupe- a través y entre las experiencias y las posi-
raron el género para denunciar la simul- ciones ideológicas del campo cultural que
tánea agresión y privatización del estado explora. Sus crónicas-ensayos son policén-
frente a los sectores populares. La noche tricas y actuantes, activando ideologías en
de Tlatelolco: testimonios de historia oral de conflicto y celebrando pequeñas victorias
Poniatowska (1971) inauguró este nuevo donde sea que se encuentren –definiciones
uso de la crónica. El libro está compuesto difícilmente equiparables a las del ensayo y
de un montaje que incorpora una variedad la crónica convencionales–”.
de fuentes y medios de representación, en- En Chile, el golpe de estado en 1973 pro-
tre ellas: entrevistas con ambas partes; los dujo lo que se ha descrito como una crisis
participantes en los movimientos estudian- de sentido para los escritores, intelectuales
tiles, que fueron reprimidos por el ejército y artistas. Bajo la censura severa del régi-
mexicano, y los oficiales gubernamentales men militar y frente a la desaparición y tor-
asociados con la represión estatal; recortes tura de miles de ciudadanos, los que queda-
de periódicos del momento; fotos que pre- ron en libertad y que no se fueron al exilio
tenden documentar una masacre cuya exis- tuvieron que interrogar los viejos modelos
tencia había sido ignorada o negada por de compromiso político en el pensamiento
los canales institucionales; y comentarios y en el arte. Nelly Richard, en su libro
escritos por Poniatowska misma. La noche Márgenes e institución: arte en Chile desde
de Tlatelolco constituye una obra testimonial 1973, describe cómo la comunidad artística
colectiva que no deja de poner en evidencia y literaria empujó la categoría del arte hasta
las mediaciones y compromisos que figura- sus extremos para potenciar su fuerza bajo
ron en su construcción. la represión del gobierno y su control de
Carlos Monsiváis también suele emplear toda forma de expresión pública. Los artis-
montajes para realizar denuncias a la co- tas de la llamada “escena de avanzada” re-
rrupción e incompetencia del estado fren- husaron toda relación ilustrativa entre arte
te a los desastres naturales y a las fuerzas y política, concentrándose en una práctica
del capital tardío, tanto como una reivindi- del arte que funcionara como una fuerza
cación de los pequeños triunfos por parte disruptora en la sociedad rígida creada por
de sectores populares. Un ejemplo notable los militares. Esta escena artística se carac-
es Entrada libre: crónicas de una sociedad terizó por su interés en la producción colec-
que se organiza (1987), una colección de tiva del arte y el intento por borrar los lími-
crónicas ensayísticas que tratan una serie tes entre el espacio aurático del arte y la
de rupturas sociales caracterizadas por el gente, y por el enfoque temático de la mate-
abandono de un estado que ha dejado de rialidad indisciplinada de los cuerpos y el
cumplir su papel como reconciliador de deseo. Richard, que no fue un miembro de
conflictos sociales: la explosión de San la escena de avanzada, vio en su producción
Juanico en 1984 y el terremoto de 1985 en una alternativa a los discursos políticos y
la ciudad de México. Junto con el propósito académicos de izquierda, que además de ser
de denunciar, las crónicas son recuerdos de amenazados por el régimen, también solían
lo que Monsiváis llama “el esfuerzo comu- reproducir las jerarquías y esquemas totali-
nitario de autogestión y solidaridad, el es- zadores asociados con el discurso oficial.
104 ESTÉTICA
Influida por Michel Foucault y Roland márgenes sociales e históricos de la vida ur-
Barthes y las revistas argentinas Contorno y bana de los decenios de los veinte y treinta.
Punto de Vista, entre otras cosas, Richard En los años noventa, experimentó con una
concibió una forma de discurso ensayístico forma más ensayística de crítica cultural en
en el que se combinan observaciones sobre los libros Escenas de la vida postmoderna:
el arte, la sociedad, la cultura popular, el intelectuales, arte y videocultura (1994) e
espacio urbano y el género; y que se intere- Instantáneas: medios, ciudad y costumbres
sa por los fragmentos y la micropolítica tan- en el fin del siglo (1996), donde recoge ob-
to como por los grandes acontecimientos servaciones fragmentarias de la vida bonae-
políticos y sociales. En 1990, al comienzo de rense en el capitalismo tardío, mezclando
la transición a la democracia, Richard fun- descripciones del arte posmoderno con
dó la Revista de Crítica Cultural para crear análisis del espacio higiénico de las galerías
un espacio para el desarrollo público de este comerciales y la interrupción temporal del
tipo de crítica. Aunque ha sido objeto de control remoto del televisor.
más de una controversia, sobre todo por su A pesar de que las formas de crítica pro-
importación de ideas extranjeras y un perci- movidas por Richard y Sarlo tienen mucho
bido elitismo, la revista llegó a ser una fuer- en común con los estudios culturales, am-
za importante para la redefinición del dis- bas escritoras han expresado sus diferencias
curso político-cultural en Chile, con una con los estudios culturales tales como los
influencia considerable para otros países de practicaron desde la academia norteameri-
América Latina. cana en los años noventa. Richard reconoce
Durante la dictadura en Argentina, un la importancia del movimiento de descen-
grupo de intelectuales de izquierda funda- tralizar la noción de cultura de su forma
ron la revista Punto de vista para crear un monumental y hegemónica para hacer vi-
espacio para la reflexión social, cultural y sibles las múltiples manifestaciones de la
política. El proyecto crítico de la revista qui- cultura en una sociedad y las tensiones que
so vincular un concepto dinámico y abierto las subyacen: tensiones entre la ideología, la
de la cultura con la política con el fin de historia, la estética, la económica, la políti-
interrogar tal relación y destruir todo con- ca y la inscripción social, entre otras cosas.
cepto de autonomía cultural y también de la Sin embargo, ella critica el entusiasmo con
dependencia ilustrativa del arte comprome- que la academia norteamericana adoptó la
tido. Influida por el materialismo cultural orientación estudioculturalista para enten-
inglés y por la sociología francesa, la revista der América Latina, sobre todo en cuanto
buscó interrogar las bases materiales e his- a que se aplicara a revelar aspectos que
tóricas de la producción cultural argentina no fueran reconocibles en los discursos y
y desmitificar una noción homogénea de la mediaciones culturales latinoamericanos.
cultura, mezclando críticas de la literatura, Advierte que tal tipo de análisis corre el peli-
el cine, el rock, el arte y la cultura masi- gro de someter a la cultura latinoamericana
va junto con el psicoanálisis, la sociología a una fuerza bruta incapaz de entenderse y
y la teoría cultural. Beatriz Sarlo, que fue a una exterioridad condenada a quedarse en
una de las fundadoras de la revista y sigue los márgenes del sistema mundial. Insta a
siendo su directora hasta el día de hoy, es que se enfoquen en los aspectos singulares
una figura paradigmática del tipo de crítica de la cultura y de la experiencia en América
cultural, ejemplificada por la revista. En su Latina, fijándose siempre en la forma o el
primer libro, El imperio de los sentimientos estilo con que se representan estas singula-
(1985), analizó revistas populares femeninas ridades, que debe resistir toda tentación de
para revelar una perspectiva histórica alter- recurrir al discurso normativo o totalizador
nativa a la historia masculina y de élite. En característico de las investigaciones acadé-
su segundo libro, Una modernidad periférica micas-intelectuales. Sarlo comparte las sos-
(1988), elaboró una teoría de la moderni- pechas de Richard vis-à-vis la marginaliza-
dad argentina, basándose en una concien- ción implícita de lo latinoamericano en el
cia marginal que se identifica en algunos de discurso de los estudios culturales metropo-
los textos más consagrados de la literatura litanos, pero se distingue de ella al momento
argentina, que se sitúa en diálogo con los de proponer un remedio. Basándose en una
ESTÉTICA 105
[106]
FRONTERA 107
sión de identidades evidencia los mapas y Los traslapamientos propuestos por los
geografías que surgen a partir de la resisten- estudios culturales entre disciplinas, entre
cia, lucha y representación “desde abajo”, espacios territorializados y desterritorializa-
para una sociedad económica y socialmente dos como la memoria y el deseo, no serían
justa y equitativa. Con esta expresión topo- cabalmente aprehendidos sin la presencia
lógica “desde abajo”, nos referimos junto de los cruces planteados por el feminismo
con Appadurai, Anzaldúa, Mohanty, Moraña, transnacional, la crítica literaria feminista
Alarcón, García Canclini y otras críticas a la latinoamericana, y los movimientos sociales
globalización de grupos, comunidades y dis- y ciudadanos estudiados e impulsados por
cursos en torno a las disfunciones y asime- el feminismo. En una palabra sin la activa
trías propias de la globalización en la bús- fricción de los conceptos de identidad, espa-
queda de una ciudadanía que no elimine las cio y pedagogía introducida por los estudios
diferencias, las agendas y las especificidades de género.
de grupos y comunidades. Los estudios culturales y los estudios de
El análisis del término frontera que pro- género trabajan en objetivos semejantes,
ponen, refiere a un acto de visibilización de vinculados a la desestabilización de fronte-
inequidades, resistencias y negociaciones ras asignadas entre disciplinas académicas
ocultas o explícitas frente al poder. Acentúa que parcializan el conocimiento y contienen
en particular actos de demarcación de lími- estática a la subalternidad. Ambos estudios
tes, asimetrías, o cruces entre prácticas pe- están interesados en analizar la producción
dagógicas hegemónicas con aquellas que de conocimiento y su administración en la
plantean algún tipo de corte o desvío. construcción tanto de movimientos sociales
Las operaciones de desvío o rajadura son por los derechos de minorías, como en la
producto del roce de demandas y necesida- producción de formas de representación crí-
des de sobrevivencia y representación vincu- tica de la otredad. Se han nutrido de teori-
ladas a: la identidad (local, global, nacional, zaciones alternativas tales como el análisis
transnacional), a la práctica pedagógica (las del discurso, el psicoanálisis, la semiología
formas vernáculas, locales o transnaciona- y la deconstrucción para criticar nociones
les de administración de saber de la otre- disciplinarias de espacio e identidad.
dad) y a la diferencia (cultural, sexual, de Los estudios culturales han llevado a
género, clase o racial), con los espacios y cabo intervenciones estratégicas que los lo-
lenguajes hegemónicos. calizan en la frontera con los estudios de
La revisión del término de frontera y las género. Stuart Hall, desborda el término he-
operaciones que le dan significación: cruce, gemonía usado por Gramsci para referir no
desborde y límite, han permitido a los estu- solamente a las relaciones articuladas en
dios culturales consolidarse, aun frágilmen- términos de clase, sino también a las que
te, y viajar por el continente americano (tan- incluyen marcas de género, raciales, de
to el anglosajón como el latino) revisitando, creación de significado como apuesta del
a partir de una propuesta pedagógica del subalterno, y del placer como elementos a
disenso, conceptos como espacio e identi- considerar en el análisis de las relaciones de
dad. Estos conceptos han sido apropiados poder. Gayatri Spivak ha marcado los pro-
por los estudios culturales, con el fin de dar blemas de representación de la subalterni-
cuenta de las transfiguraciones debidas a la dad frente a la violencia epistemológica de
migración, a los flujos de capitales, discur- occidente. Mabel Moraña ha reflexionado
sos, medios y políticas de la representación sobre los vínculos entre estado y producción
particulares de una América Latina que re- de conocimiento por parte de intelectuales
configura cada vez más sus fronteras geocul- desde una perspectiva de género en América
turales e imaginarias. Latina. Un gran número de intelectuales la-
Las operaciones de cruce, desborde y lí- tinoamericanas y latinoamericanistas, entre
mite, posibles a partir de la revisitación del ellas Nelly Richard, Ileana Rodríguez, Mary
término de frontera y sus implicaciones pe- Louise Pratt, Doris Sommer, Margo Glantz,
dagógicas, han permitido a los estudios cul- Beatriz Sarlo, Francine Masiello, Mónica
turales reconfigurar y desestabilizar nocio- Szurmuk, Jean Franco, entre otras, han
nes hegemónicas de identidad y espacio. marcado desde diferentes ángulos, las fron-
108 FRONTERA
teras que deben cruzar y reinventar las mu- tudios culturales y de género a favor de mo-
jeres y sus otredades para poder hacer sen- vimientos subversivos y reconstitutivos del
tido en los límites de lenguajes y pedagogías cuerpo y la lengua del sujeto subalterno. La
hegemónicas, con el fin de proponer cáno- producción de representaciones culturales
nes alternativos, ciudadanías integrales a por chicanas en Estados Unidos, las nego-
sujetos “parciales” y políticas de la traduc- ciaciones de sobrevivencia y ciudadanía de
ción y la mediación que potencien una cul- puertorriqueños en Nueva York, el estatus
tura latinoamericana que no se base funda- de inasimilables de los niños migrantes pe-
mentalmente en la producción de una élite. ruanos en las escuelas argentinas, son tres
Se han preguntado: ¿cómo subvertir el len- ejemplos de reinscripción del otro en terre-
guaje para dar cuenta de los linderos de ex- no intersticial de la disciplina y la nación.
periencias femeninas u “otras”? ¿Cómo Transnacionalidad, transdisciplina y tran-
apropiarse de una narrativa que represente sexualidad marcan categorías que se ubican
la experiencia, el silencio y lo innombrable tanto en el cruce de fronteras disciplinarias
de las mujeres y la otredad? ¿Qué tipo de como en el más allá de continentes hegemó-
identidades y qué relatos están movilizando nicos como la nación soberana, la disciplina
las identidades diaspóricas latinoamerica- y el género dual (masculino, femenino). Lo
nas? ¿Qué cruces, qué nuevos lenguajes hay “trans” localiza su fuerza en el más allá de
que generar para representarlas y escuchar- las metanarrativas ligadas a las identidades
las? ¿Qué lugares de enunciación marginal nacionales monolíticas, genéricas y discipli-
es preciso atender? Y la pregunta culminan- narias.
te ¿En dónde tenemos los ojos? Appadurai subraya la velocidad, el movi-
Así se subrayan los intersticios y fronte- miento de personas, finanzas e ideas hacia
ras entre los estudios culturales y de géne- la disyunción y la desterritorialización como
ro y su búsqueda común por una cultura fuerzas desestucturadoras del orden actual;
latinoamericana con nuevas demarcaciones surge así la fuerza de lo transnacional. La
con respecto a su estricto canon y con un disputa entre la fuerza del “lugar”, las polí-
ejercicio de traducción y producción que ticas de “lugar” (territorializadas) y la fuerza
rompa con las densas fronteras erigidas de- del movimiento (políticas de la desterrito-
bido a las diferencias nacionales, raciales, rialización) entra en juego.
genéricas o sexuales. Surgen varias preguntas: ¿cómo pensar
Una de las operaciones más importantes la resistencia, la identidad, el saber desde
de los estudios culturales y de género se re- los límites de nación, género y disciplina?
fiere a la fuga y desborde del sujeto subalter- ¿Qué nuevo papel ocupan las naciones, los
no o femenino de los territorios nacionales territorios frente las movilizaciones diaspó-
y disciplinarios. John Beverley apunta a la ricas y desterritorializadas?
imposibilidad de que el saber latinoamerica- El concepto de límite, trabajado por Julio
no pueda ser contenido ya sea disciplinaria Ramos, cobra relevancia aquí pues si bien
o territorialmente. Desde estos estudios los la soberanía y el discurso nacional pueden
cruces y desbordes disciplinarios y territo- hacer invisible la diferencia, la nación como
riales enfatizan más que la disciplina y el constructo moderno, base de la ciudadanía,
territorio, la transdisciplina y los espacios puede ser reclamada desde sus límites y
desterritorializados. La desestabilización de obligada a responder tanto a los grupos mi-
las fronteras geográficas y disciplinarias –la grantes como a sus comunidades locales,
transdisciplina y la desterritorialización– desde sus “deslenguas”.
permiten tanto el estudio de la densidad La discusión se desliza al escenario que
de las disciplinas establecidas y las formas delimita las fronteras, a partir de las cuales
en que atrapan al subalterno sin cuerpo y el sujeto latinoamericano piensa y es pensa-
sin voz, como el constreñimiento y control do. Walter Mignolo centra el problema en la
de las naciones hacia sus identidades. Así, localización, de la delimitación del lugar
transdisciplina y transnacionalidad son dos desde donde pensamos Latinoamérica y so-
marcas estratégicamente derivadas de cru- mos pensados por otros. Surge la operación
ces y desbordes de fronteras geográficas y que marca el término border thinking, basa-
disciplinarias operadas al interior de los es- da en la obra de la chicana Gloria Anzaldúa,
FRONTERA 109
dominación? En una palabra, ¿cómo pen- a ambos lados de la frontera ha sido Border
sar más allá de la dominación?, ¿desde qué Women. Writing from la frontera. En él,
lugar, con qué lenguaje, en qué cuerpo? La Socorro Tabuenca y Debra Castillo mapean
respuesta no se hace esperar: desde la fron- las tensiones, temáticas y acentos políticos
tera, desde los límites del discurso nacional, diferenciales de mujeres escritoras a ambos
de género, racial y sexual, desde los intersti- lados de la frontera.
cios entre disciplinas, entre naciones, entre Las chicanas han trabajado el sentido pe-
imaginarios, entre lenguas. La zona inters- dagógico de lo transdisciplinario y el sentido
ticial se coloca más allá de los regímenes subversivo de la representación de la expe-
que comprometen la movilidad y el flujo riencia femenina transnacional. Su constante
de disciplinas, territorios e imaginarios de misión pedagógica de enseñar, escribir, tradu-
la representación en cuerpo y lengua de la cir y su forma de habitar estas fronteras las
otredad. ha llevado a teorizar y narrar la experiencia
Uno de los espacios privilegiados del cru- marginal en una suerte de pensamiento opo-
ce, es el espacio geocultural de la memoria, sicional (oppositional thinking), elaborado
de las prácticas pedagógicas y políticas que por Chela Sandoval y recogido por críticos
se abren en el roce de una de las fronteras como Chandra Mohanty y Donna Haraway,
más grandes y cruzadas del mundo: la fron- Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
tera entre Estados Unidos y México. Los estudios culturales han retomado
Las chicanas, mujeres transfronterizas estas tensiones y preguntas, las han hecho
por excelencia, han desarrollado un co- suyas. Desde estos cuerpos y estas lenguas
nocimiento situado, una localización en se analiza la globalización intervenida por
cuerpo y lengua histórico-política, desde las comunidades imaginadas: por migrantes
donde pensar y pensarse. Gloria Anzaldúa mexicanos, caribeños, latinoamericanos en
construye este “lugar”, en la frontera en- Estados Unidos, con acentos en las formas
tre México y Estados Unidos, una frontera de conocimiento vernacular y local que la
emocional, geográfica, lingüística, material globalización des/articula y el conocimiento
e imaginaria. ¿Cómo pensarse desde los de la globalización que sus obras posibilitan
discursos de dominación?, ¿en qué lengua, (coaliciones y redes transnacionales).
con qué cuerpo? Su respuesta es clara, con Las críticas literarias latinoamericanas,
la producción de conocimiento situado en caribeñas y chicanas, constituyen vínculos
pedagogías fronterizas, fruto de narrativas transfronterizos que es necesario fortalecer.
y teorizaciones que hablan desde su cuerpo, Han trabajado en torno al concepto de iden-
desde su experiencia en lenguajes bilingües tidad, espacio y pedagogía con el fin de re-
que buscan traducir lo irrepresentable de la presentar en cuerpo y lengua la otredad,
experiencia del migrante, del diaspórico o más allá de la soberanía nacional, de lo bi-
del otro en Estados Unidos. Gloria Anzaldúa nario genérico y de las pedagogías dominan-
con su libro Borderlands/La frontera, pro- tes, desde lo transdisciplinario, lo transexual
vocó una intensa discusión hacia el inte- y lo transnacional, materializando las ope-
rior de la academia anglosajona, que trajo raciones que dan sentido y posibilidad al
como consecuencia la revisión de cánones reconocimiento y representación de la otre-
que habían excluido una reflexión crítica dad a partir de la reinvención de fronteras
acerca del concepto de nación, espacio e geográficas, disciplinarias y genéricas. Su
identidad propuesta por sus sujetos exclui- pedagogía transfronteriza nos permite co-
dos. Otras chicanas como Norma Alarcón, nectar el sur con el sur, “desde abajo”, los
Chela Sandoval, Cherríe Moraga, Ana Cas- intersticios de Perú y Argentina con los de
tillo, Norma Cantú, Sandra Cisneros, Lucha México y los de Estados Unidos. El trabajo
Corpi, Helena Viramontes, Emma Pérez, en- de la caribeña Yolanda Martínez San Miguel
tre muchas otras mujeres fronterizas, han en su texto Caribe Two Ways: Cultura de la
buscado estructurar lenguajes que hablen migración en el Caribe insular hispánico da
de esa particular experiencia que es cruzar cuenta de las estrategias culturales (visua-
y habitar la frontera más grande, insonda- les, narrativas y discursivas) de negociación
ble y transitada del mundo. Un texto que ha de identidades de dominicanos en Puerto
rescatado la escritura y narrativa de mujeres Rico y de puertorriqueños en Nueva York.
FRONTERA 111
Estas críticas son forjadoras de nuevas Duke University Press, 2001; Beverley, John,
alianzas entre pedagogías latinas, latinoa- Subalternidad y representación. Debates en Teoría
mericanas y caribeñas. Debemos leerlas es- Cultural, Vervuert, 2004, pp. 32-33; González,
palda con espalda, lengua con lengua, con el Patricia Elena y Eliana Ortega, La sartén por
fin de entender los nuevos espacios, identi- el mango: encuentro entre escritoras latinoame-
dades y formas de administración del cono- ricanas, Santo Domingo, Huracán, 1985; Hall,
cimiento de nuestra experiencia móvil, dias- Stuart, “When was the Postcolonial? Thinking
pórica y local que se está gestando desde el at the limit”, en The Poscolonial Question.
norte más recóndito hasta la Patagonia. Common Skies, Divided Horizon, Chambers,
Los estudios de género y culturales, los Iain y Lidia Curti, Nueva York, Routledge,
estudios chicanos, caribeños y latinos están 1996, pp. 242-260; Haraway, Donna, “A Cyborg
conformando un ámbito pedagógico y geo- Manifesto: Science, Technology, and Socialist-
cultural que traza nuevos límites, accesos y Feminsm in the Late Twentieth Century”, en
formas de circulación más adecuados a los Simians, Cyborgs and Women. The Reinvention
cuerpos, lenguas y discursos liminales en su of Nature, Nueva York, Routledge, 1991,
roce con el conocimiento y capital hegemó- pp. 149-181; Martínez San Miguel, Yolanda,
nicos. Caribe Two Ways. Cultura de la migración en el
Los esfuerzos por descifrar e impulsar Caribe Insular hispánico, San Juan, Callejón,
las formas de colaboración entre pedagogías 2003; Mohanty, Chandra, Feminism Without
del cruce y el disenso en la reconfiguración Borders, Durham, Duke University Press, 2004;
de América Latina son, hoy, de importan- Moraña, Mabel y María Rosa Olivera Williams
cia fundamental, sobretodo en un momento (eds.), El salto de Minerva. Intelectuales, género
como el actual donde las fronteras son redo- y Estado en América Latina, Iberoamericana,
bladas para migrantes pobres o perseguidos Vervuert, 2005; Poblete, Juan (ed.), Critical
y relajadas si se trata de personas, capitales Latinamerican and Latino Studies, Minneapolis,
financieros o intercambios pedagógicos en- University of Minnesota Press, 2003; Ramos,
tre hegemonías culturales. Es urgente refor- Julio, Paradojas de la letra, Caracas, eXcultura,
zar el trabajo que contemple “desde abajo” 1996; Rodríguez, Ileana, Estudios Subalternos/
los cruces y límites que las voces, las deman- contextos latinoamericanos estado, cultura,
das y las subversiones del disenso proponen subalternidad, Atlanta, Rodopi, 2001; Sarlo,
para su supervivencia y su bienestar. Beatriz, Instantáneas: Medios, ciudad y costum-
bres en el fin de siglo, Buenos Aires, Ariel, 1998;
OBRAS DE CONSULTA. Anzaldúa, Gloria, Valenzuela Arce, Nuestros piensos. Culturas po-
Borderlands/La frontera: The New Mestiza, San pulares en la frontera México-Estados Unidos,
Francisco, Aunt Lute Books, 1987; Anzaldúa, México, Consejo Nacional para la Cultura y las
Gloria y Cherrie Moraga, This Bridge Called My Artes, 1998.
Back, San Francisco, Aunt Lute Books, 1985;
Appadurai, Arjun, Globalization, Durham, [MARISA BELAUSTEGUIGOITIA]
género quince años comenzó a discutirse si estos
presupuestos no sobresimplificaban la pro-
LA COMPLEJIDAD DEL TÉRMINO. El género es una blemática en torno de las identidades de los
de las categorías centrales para el feminis- sujetos, al reproducir un esquema de pares
mo y los estudios sobre las mujeres debido diferenciados: naturaleza/cultura, cuerpo/
a la claridad con que evidencia de qué forma significado, lo dado/lo adquirido, mujer/va-
la sociedad se organiza de manera binaria y rón, femenino/masculino.
oposicional. La perspectiva de género reveló La complejidad se hizo patente en el
cómo se construían culturalmente caracte- debate sobre en qué momento el individuo
rísticas específicas atribuibles a la masculi- quedaba marcado genéricamente, dado que
nidad y a la feminidad, en virtud de una estaba sexuado desde el momento de su na-
supuesta correspondencia con sus rasgos cimiento. La práctica de la sexualidad (los
biológicos. Este término (“género”) tiende a rangos de edad del inicio de su actividad,
presentarse como el par complementario de las preferencias por una pareja de un sexo,
“sexo”, el cual se vincularía con las diferen- otro o ambos, su frecuencia, la existencia
cias biológicas que distinguen al hombre de o ausencia de dispositivos productores de
la mujer y aquél se remitiría al ámbito de la placer, la procreación como fin último, la
cultura, pues aludiría a rasgos construidos aceptación o el rechazo de nuevas tecnolo-
socialmente. A lo largo de los años setenta gías reproductivas, etc.) ilustra cómo cier-
y ochenta del siglo XX, fue empleado de ma- tas disposiciones estructurales propician su
nera muy productiva y dio origen a una gran ejercicio y no, como podría pensarse dada
diversidad de estudios, cuyo punto de parti- su asociación con un proceso biológico, un
da fue la crítica al esencialismo biológico y imperativo del sujeto, determinado por el
a la naturalización de rasgos relacionados hecho de poseer un aparato genital. La re-
con lo masculino y lo femenino. flexión sobre que ni el sexo era algo “dado”
A su vez, este hallazgo conceptual per- ni el género, algo “alcanzado”, puso en en-
mitió que proliferaran las investigaciones tredicho a la interacción social y a las ins-
sobre el tema, principalmente a partir de tituciones como las variables determinantes
los últimos años setenta de esa centuria. para la constitución genérica del sujeto y su
A través de dicha categoría fue posible re- distancia en relación con su sexuación. El
flexionar sobre cómo se había normalizado, hermafroditismo, la indeterminación y la
a lo largo de la historia, la desigualdad en- ambigüedad sexual del recién nacido así
tre hombres y mujeres, y de qué forma la como las cada vez más frecuentes mutacio-
adscripción a un sexo o a otro determinaba nes de un sexo a otro tiraron por la borda
los papeles que el sujeto debía desempeñar. la idea de que “nacemos” sexuados o que el
Respondió a las teorías esencialistas que sexo es un don biológico. La transexualidad
insistían en las diferencias irreconciliables, produjo un nuevo entendimiento sobre el
no intercambiables e intrínsecas entre hom- sexo, pues acabó con la idea decimonónica
bres y mujeres. También permitió analizar de que a cada cuerpo sexuado le correspon-
cómo las organizaciones y las prácticas ins- día un género específico, inmutable y opues-
titucionalizan la diferencia de los sexos en to por completo al otro género.
las sociedades. Sin embargo, en los últimos La interrelación entre género y sexo ope-
[112]
GÉNERO 113
ra en distintos rangos: desde aquéllos que otras variables como la raza, la clase social,
optan por definir a uno en relación con el la edad y su implicación directa: lejos de lo
otro, quienes se interrogan sobre si, en efec- que pudiera suponerse, lo que aquí hemos
to, es posible diferenciarlos, hasta los que se denominado como “normatividad de géne-
refieren a la necesidad de analizarnos de ro” no sólo presenta múltiples intersticios y
manera independiente. En todos los casos, puntos de fuga, sino que aun los tipos de
se configura la idea de la porosidad y movi- comportamiento esperados usualmente sue-
lidad de las fronteras, atributo que puede len presentar numerosos puntos de quiebre.
ser visto como un mecanismo de resistencia De la “reglamentación” o el listado de man-
a los guiones culturales sustentados en la datos que determinan una adscripción gené-
percepción de que existen estructuras socia- rica sustentada en un rango de característi-
les fijas y universales. cas invariables podemos desplazarnos a la
El riesgo del dualismo que la dupla géne- idea de que el individuo es capaz de evaluar
ro/sexo ha engendrado se debe, sobre todo, los grados de adecuación de sus elecciones
al predominio de sus definiciones por enci- y, en ese sentido, decidir la “cara”, la confi-
ma de la comprensión de los procesos que guración con que modelará su propia defi-
ambos entrañan y cómo la dinámica de sus nición de género.
relaciones muestran sesgos, segmentacio- Sin embargo, las tendencias teóricas se
nes, transformaciones, que multiplican las inclinan por asignarle a lo social, el peso
posibilidades del sujeto de un ser y un estar definitivo de la constitución del género como
en el mundo. Las investigaciones de natura- categoría. El aprendizaje del individuo en su
leza antropológica han demostrado que el proceso de socialización, la aceptación de
conjunto de significados que apuntan hacia las reglas que asignan significados determi-
a un género u otro opera de manera diferen- nados al género femenino y al masculino, la
te entre las diversas sociedades e, incluso, legitimización obtenida en función del res-
entre comunidades y subconjuntos de un peto de esas reglas, ponen el acento en la
mismo grupo social. Ni es un puñado de ca- preexistencia de un conjunto de significados
racterísticas permanentes ni puede asociar- que el sujeto va adquiriendo, en un sistema
se inextricablemente al desempeño de un parecido al de castigos y recompensas, des-
papel dado. Más bien se construye de mane- de su nacimiento. Él o ella deben externar
ra sostenida, se demuestra con nuestras una serie de comportamientos, visibilizarse
elecciones y puede ratificar o no (por lo me- como varón o mujer, dependiendo de la ex-
nos, provisionalmente, de acuerdo con el pectativa social en relación con su género.
espacio temporal y la situación) las identifi- Este planteamiento entraña implicaciones
caciones asociadas con su normatividad, las diversas. Por un lado, la posibilidad de ma-
cuales aparecen en aquello que se reconoce tizar el determinismo al cual apunta la con-
como feminidad o masculinidad. vicción de que el individuo se inserta en un
Las marcas del género, por lo tanto, es- medio social estructurado y estructurante,
tán presentes en cada momento de la exis- que convierte al ser humano en opresor y
tencia de los seres humanos, inmersas en el oprimido, víctima y victimario, simultánea-
vasto rango de las prácticas sociales y se ven mente, en el cual él mismo reproduce las
influidas por el momento histórico y el con- condiciones que material y simbólicamente
texto espacial. Por ejemplo, las conductas lo atan a ese sistema.
esperadas de los individuos, según sean En esa línea de pensamiento, se hace a
identificados como hombres o mujeres, y lo un lado el poder movilizador de la categoría
que significa pertenecer a uno u otro sexo, género, pues sólo se estaría configurando a
varían no sólo de país a país, que además, sujetos sin voz y sin agencia, meros produc-
se han modificado a lo largo de su historia, tores de un guión cultural preexistente. Si la
sino que, lambién, dependen del posiciona- mirada, en cambio, no sólo considerara las
miento de los sujetos en los espacios de la implicaciones de ser y actuar como sujetos
vida cotidiana y el tipo de relaciones esta- colectivos, sino involucrara también el po-
blecido entre quienes fungen como sus in- der implícito de su singularidad, sería posi-
terlocutores. De aquí el interés por estudiar ble socavar los elementos hegemónicos que
las múltiples intersecciones del género con contribuyen a la construcción de identida-
114 GÉNERO
des semejantes. Pero, al mismo tiempo, si se raza. Lo anterior elude los matices determi-
definiera el género sólo en función de las de- nistas, pues el género no se impone sobre el
cisiones individuales, se invitaría a perder de cuerpo o el sujeto se limita a aceptar o re-
vista su cariz político y relevarlo de su alto chazar lo que es, según su sexo (mujer o
impacto dentro de las relaciones sociales. Su varón). Más bien, el sujeto se apropia de una
íntimo vínculo con las prácticas culturales norma corporal que regula tanto la materia
lo erigen en un tipo de representación y un como sus significaciones, a partir de un im-
orden del discurso susceptibles de ser leídos perativo heterosexual que promueve ciertas
e interpretados tanto por el propio sujeto identificaciones y repudia otras (Cuerpos:
como por los demás miembros de su entor- 19). Esta perspectiva alberga un sesgo polí-
no. En sí mismo, alberga acuerdos, diferen- tico crucial y anticipa la dimensión “prácti-
cias, negociaciones y todo tipo de interac- ca” de su pensamiento, al suponer cuestio-
ciones, en el plano simbólico, en las que nes ligadas a cuáles son los cuerpos que
influyen las políticas de las identidades, de importan, qué identificaciones son acepta-
la misma manera que éstas son influidas por das y cuáles son ubicadas en el espectro de
las configuraciones de género. En resumen, lo abyecto, quién determina y (desde dónde)
éste marca al individuo, pero también deja los límites de la obscenidad y la pornografía,
una huella profunda en la dimensión social; o cómo las prácticas sexuales están fuerte-
es producto de un proceso histórico, aunque mente ligadas a una heterosexualidad com-
éste lleva consigo poderosos sedimentos que pulsiva. En síntesis, los legados de Louis
favorecen la reinserción de antiguas creen- Althusser, Jacques Lacan, Michel Foucault y
cias y prácticas culturales. Jacques Derrida son aprovechados por
Judith Butler, en su influyente Gender Butler para proponer el sexo como perfor-
Trouble (1990), propone una salida a esa mativo y como el resultado de mecanismos
aparente falta de conciliación entre lo indi- de interpelación y citación que pueden con-
vidual y lo colectivo, entre la subjetividad y solidar, aunque también subvertir, las es-
lo social. Al acuñar el concepto “performa- tructuras de poder.
tividad de género”, a través del cual recono-
ce la capacidad del sujeto en intervenir en POLISEMIA Y DIVERSIDAD CONCEPTUAL EN LATINO-
la estructuración de su subjetividad, resigni- AMÉRICA. El término género, entonces, es
ficando las prácticas regulatorias que obran complejo de definir debido a varios motivos.
sobre la construcción de su identidad. Puede emplearse muy ampliamente o bien,
Debido a las variadas y repetidas maneras implicar un concepto operativo de alta pre-
como se interpretan los mandatos de géne- cisión. Sus usos van desde un sentido artís-
ro, éste ya no es algo “dado” o “alcanzado” tico, biológico (“el género es superior a la
y sí una categoría flexible, en donde se abre especie”), asociado a lo femenino, hasta la
el espacio para las contradicciones, las afir- convicción de que no existe una traducción
maciones, las novedades, los rechazos y los exacta en español del término anglosajón
cambios tanto en la subjetividad como en (gender). El vocablo en lengua inglesa, “lleva
las prácticas, los gestos y los comportamien- implícito que se trata de una cuestión rela-
tos de los individuos. tiva a los sexos; plantear lo mismo en caste-
En Bodies that Matter (1993), Butler re- llano resulta críptico para los no iniciados:
toma algunas de las principales nociones de ¿se trata de estudiar qué género, un estilo
Gender Trouble para profundizar en ellas. Si literario, una modalidad musical o una tela?
el género es un efecto del discurso, construi- […] sólo las personas que ya están en ante-
do sobre la base de la exclusión de los Otros, cedentes respecto del debate teórico lo com-
¿lo es también el cuerpo? Su respuesta es prenden como relación entre los sexos,
afirmativa y se centra en el análisis del mis- como simbolización o como construcción
mo como una realidad material, marcada cultural” (Lamas, Cuerpo: 88).
por el género y filtrada a través del discurso. La academia latinoamericana también
Así, a manera de ilustración, la forma y la fue testigo del debate entre su necesidad y
apariencia corporal son modeladas a partir su prescindibilidad. Por ejemplo, la pers-
de los discursos constituidos socialmente, pectiva de diversas teóricas europeas, como
en relación con el sexo, la sexualidad y la Rosi Braidotti, en torno de que esta discu-
GÉNERO 115
sión no era necesaria, dado que el modelo de en donde suelen enfatizar su intención de
la guerra de los sexos era importada desde impulsar una “perspectiva” de género. Esto
Estados Unidos y el patrón mediterráneo del se traduce, casi siempre, en instancias crea-
machismo no respondía a una sociedad que das para dar asistencia de algún tipo a las
desplegaba otro tipo de problemática (“La mujeres, promover su inserción en forma
noción de ‘género’ es una vicisitud del idio- equitativa a la sociedad o bien, intentar
ma inglés, una noción que tiene muy poca o combatir la violencia intrafamiliar. La inclu-
ninguna relevancia en las tradiciones de las sión del término en las normativas y las ac-
lenguas romances” (79)). El énfasis, según ciones del Estado ha impactado por su cariz
Braidotti, debería estar puesto en la diferen- político.
cia sexual porque despliega más claramente Así, si género por lo general designa a las
la posición asimétrica de lo femenino y lo mujeres, los estudios de género suelen ser
masculino, dentro de un mismo sistema. La entendidos como investigaciones relaciona-
postura paralela criticaba la universalización das con el universo femenino. Una deriva-
de esa asimetría social, la propensión a di- ción de este empleo fue su actuación como
mensionarla como una condición inevitable sustituto de “feminismo”. Lo reduccionista
y su consecuente reificación, al margen de la de ambas consideraciones tuvo implicacio-
práctica sociohistórica. Los debates de este nes de peso, debido a que despojó al término
orden revelan no sólo una forma distinta de de la agencia asociada a ambos y se con-
comprender estas nociones (y, por lo tanto, virtió en objeto de sospecha y desconfianza.
el mundo), sino la existencia de diferentes La academia latinoamericana reaccionó en
agendas políticas. forma similar a lo observado por Joan Scott,
Jean Franco recuerda el debate iniciado al ser incluido por las instituciones en sus
por la iglesia católica, al rechazar el uso de programas, sus cursos, sus líneas de espe-
la palabra género, pues “intentaba provocar cialidad: “género suena más neutral y obje-
un giro ideológico y generar una nueva con- tivo que ‘mujeres’. ‘Género’ parece ajustarse
cepción de la persona humana, la subjetivi- a la terminología científica de las ciencias
dad, el matrimonio, la familia y la sociedad. sociales y se desmarca así de la (supuesta-
En suma, lo que propone es una revolución mente estridente) política del feminismo
cultural” (“The Gender Wars”: 123). La acep- (“El género”: 42).” En México, por ejemplo,
tación de que las diferencias entre varones parecerían convivir ambas vertientes. De
y mujeres son una construcción cultural, y manera pionera, en 1983 surgió el Programa
no se deben exclusivamente a aspectos de Interdisciplinario de Estudios de la Mujer,
orden biológico, abriría la puerta a un con- en el Colegio de México. Un decenio des-
junto de cambios sustanciales, alrededor del pués, en la Universidad Nacional Autónoma
aborto legalizado, la aceptación de la homo- de México, el Programa Universitario de
sexualidad, el colapso de los tradicionales Estudios de Género. Pero podía argüirse
valores familiares, razona Franco. De aquí que la denominación género, al ampliar
que no sólo haya repudiado el término, sino el espectro (y, en la percepción social, no
que la jerarquía católica en Latinoamérica sólo aludir a las mujeres), apunta hacia el
utilizó en forma indistinta “género” y “femi- desdibujamiento de esencialismos que le ad-
nismo”, en los años noventa, después de una judican a cada sexo un guión de patrones
larga insistencia por asociar a este movi- culturales y, en cambio, plantea la inclusión
miento con el comunismo, desde los años de formas alternativas de la subjetividad.
sesenta. Por lo tanto, la polisemia con que El empleo de esta categoría ha sido muy
se impregnó el vocablo, de acuerdo con las fructífero en la construcción de cánones al-
tradiciones teóricas abrevadas en Latino- ternativos, sobre todo en las ciencias socia-
américa contribuyó a que género fuera en- les y humanísticas. La recuperación de las
tendido y acogido de manera distinta, según funciones que las mujeres han desempeña-
las disciplinas, las instituciones y las regio- do, a lo largo del tiempo, en las disciplinas
nes. Por ejemplo, sin que se aclare en qué más diversas y en una pluralidad de ámbi-
sentido se le emplea, los gobiernos han tos, ha sido una de las vetas más exploradas
echado a andar programas, unidades admi- por la academia latinoamericana. Sus líneas
nistrativas, centros de estudio y de apoyo, se han movido desde la labor de rescate de
116 GÉNERO
no sólo surgieran posteriormente, sino que trario, su eficacia radica en su poder expli-
aún se encuentran en una fase incipiente, en cativo y potencialmente transformador, des-
el ámbito latinoamericano en específico, o de el momento en que puede dar cuenta de
que no susciten el mismo entusiasmo en to- las numerosas variaciones y facetas donde
das las disciplinas del conocimiento. lo simbólico encarna en realidades sociales
Las valoraciones desiguales alrededor de determinadas.
los atributos asociados a lo masculino y a lo El género dentro de los estudios cultu-
femenino han propiciado que los hombres rales en Latinoamérica, en cambio, apenas
asuman los modelos genéricos que más ven- si comienza a aparecer como categoría de
tajas sociales reporten. Sus experiencias, análisis. Ha habido una mayor insistencia
conductas y prácticas se ven influidas por en problemas como una nueva definición de
los imperativos de la heterosexualidad, para cultura y sus derivaciones hacia el análisis
la cual la virilidad se define por la capacidad de lo popular, las relaciones interétnicas, la
de dominar, controlar, penetrar. Los estudios emergencia de actores colectivos relegados
contemporáneos sobre las masculinidades tradicionalmente a los márgenes, hibridacio-
se han preocupado por cuestionar cómo se nes y nuevas configuraciones identitarias o
construyen las subjetividades de los varo- la complejización de las nociones de nación,
nes, cuál es la relación entre éstas y los pro- ciudadanía y el impacto de la globalización.
cesos de socialización, qué implicaciones Y aunque el género cruza todos esos ámbi-
lleva consigo la desnaturalización de la teo- tos, sus implicaciones apenas si comienzan
ría y la praxis sobre el “hombre” en singular, a ser dimensionadas. Parecería como si la
el carácter diverso y plural de las identida- estrecha asociación del término con el mo-
des masculinas, de qué manera las dinámi- vimiento feminista hubiera propiciado su
cas de género están presentes en las pregun- enclaustramiento a un restringido espacio
tas y las metodologías de investigación sobre epistemológico, propio de unas décadas y
estos temas, por mencionar algunos de sus un cuerpo de conocimiento ya superados.
tópicos. Como otras nociones abordadas en Desde distintos lugares, estudiosas como
esta entrada, “ser hombre” es también un Sylvia Molloy (2000) y Marta Lamas (2003)
término en disputa. intentan contestar a la interrogante de por-
qué, en Latinoamérica, aún no se realiza un
ESTUDIOS CULTURALES EN LATINOAMÉRICA Y GÉNE- cuestionamiento radical ni tampoco existe
RO. Las investigaciones actuales sobre el gé- un debate teórico en torno de las problemá-
nero en Latinoamérica apuntan hacia pro- ticas que de él se derivan.
blemas específicos y se fijan metas más Rápidos muestreos de publicaciones dedi-
limitadas. Los estudios de género promovi- cadas en los últimos años a los estudios cul-
dos desde las instituciones universitarias, turales exteriorizan un llamativo silencio al-
las gubernamentales y las privadas aportan rededor del género (Hart y Young, 2003; Ríos
una visión cercana a la del rompecabezas, et al., 2003; Sarto et al., 2004; Salas Astrain,
en donde las piezas van ajustándose y dibu- 2005) Si bien como término se encuentra
jan, poco a poco, un mapa cultural sobre el presente, se incluye como algo dado y pro-
tema. Se aspira que cada investigación des- yecta la apariencia de que la discusión está
criba qué sujetos y bajo qué circunstancias cerrada. Según Molloy:,“Tradicionalmente
históricas específicas son analizados, brin- el género como categoría de análisis no ha
den una orientación temática y atienda tan- gozado de la atención ni del respeto de la
to las diferencias como las especificidades crítica latinoamericana […] sigue viéndose
culturales e históricas. En síntesis, concep- como categoría crítica no del todo legítima,
tos como género, sexo o diferencia sexual son hasta abyecta, a menudo postergada cuando
de una gran utilidad como categorías de aná- no subordinada a categorías consideradas
lisis, si su punto de arranque es la convicción más urgentes” (“La flexión…”). Estas posi-
de su carácter provisional: si se conciben ciones desarman “la capacidad interventora
como construcciones epistemológicas de ca- del género” y lo sitúan en el “más afuera
rácter abstracto e ideal, lo cual no elimina de los proyectos de cultura nacional” (“La
su materialización e impacto real y medible flexión…”). Una de las principales preocu-
en los conglomerados sociales. Por el con- paciones de esta académica radica en que
118 GÉNERO
al leer de manera parcial el texto cultural, falta de una teoría propia y la dependencia
se deja de lado, sistemáticamente, toda hacia las lecturas emanadas del ámbito an-
posibilidad de un desvío de los discursos glosajón podría ser la contraparte del argu-
establecidos e, incluso, de sus contrarrela- mento de Richard acerca de la existencia del
tos. A partir de los razonamientos de Nelly detalle y la materialidad operativa, la de
Richard, propone nuevas re-flexiones (nue- “una crítica en acción y en situación, es de-
vas flexiones) en el texto cultural latinoame- cir, necesariamente imbricada en el funcio-
ricano y la necesidad de fisurar los discursos namiento práctico de una estructura local”
establecidos. (“El conflicto…”, 2003: 444). Los enfoques
Richard, por su lado, se pregunta si no de ambas permiten apreciar la amplitud
debiera ser fisurado el rótulo de “estudios de los rangos en los que se mueve el géne-
culturales latinoamericanos” como probable ro: desde la urgencia por forjar conceptos
bloque de poder, si su adopción se debiera a propios o construirlos a partir de la crítica
la influencia de la academia estadunidense y de los ya existentes hasta la indagación de
su consiguiente institucionalización, y no a cómo opera desde condiciones socio-histó-
proyectos propios de crítica de las discipli- ricas específicas. La convergencia de las mi-
nas. En este sentido, pudiera ser más trans- radas sobre sus posibilidades como catego-
gresor y poseer un mayor sentido político ría de análisis conduce a la necesidad de
hablar de “estudios de género” o “crítica fe- definir, interrogar y reconceptualizar todas
minista”, en virtud del sentido otorgado en aquellas nociones que lo sustentan y lo en-
el seno de las tradiciones locales y la apro- riquecen (sexo, sexualidad, identidad, dife-
piación de estas denominaciones por enci- rencia sexual, feminidad, masculinidad,
ma de aquélla (“El conflicto…”, 2003: 444). etc.), en lugar de colapsarlas en un solo vo-
Al hacer notar que en México, “ni en el cablo: “género” (Hawkesworth, Feminist
ámbito intelectual ni en el académico” ha Inquirí: 175).
habido interés por entablar una discusión
teórica rigurosa sobre el tema, lo cual se OBRAS DE CONSULTA. Braidotti, Rosi, Feminismo,
traduce en falta de ensayos y reflexiones pu- diferencia sexual y subjetividad nómada, Bar-
blicadas, Marta Lamas coincide con celona, Gedisa, 2004; Butler, Judith, Bodies
Braidotti sobre la tendencia de una despreo- That Matter: On the Discursive Limits of ‘Sex’,
cupación casi total de los varones por abor- Nueva York, Routledge, 1993 [Cuerpos que im-
darlo. Ello da como resultado la existencia portan. Sobre los límites materiales y discursi-
de especies de guetos: “manejan una clien- vos del “sexo” (trad. Alcira Bixio), Buenos Aires,
tela básicamente femenina y funcionan tam- Paidós, 2002]; Butler, Judith, Gender Trouble:
bién como lugares de formación de cuadros Feminism and the Subversión of Identity, Nueva
para la actividad política” (“Cultura…”, York, Routlege, 1993 [El género en disputa:
2003: 340-343). Al igual que Molloy, se per- el feminismo y la subversión de la identidad
cata de la escasez de estudios que pretendan (trad. Mónica Mansour y Laura Enríquez),
poner en crisis las representaciones de los México, Paidós, 2001]; Cranny-Francis,
géneros convencionales (incluso habla del Anne et al. (eds.), Gender Studies. Terms
heterosexismo como premisa de las investi- and Debates, Suffolk, Palgrave Macmillan,
gaciones realizadas) y sostiene que “los es- 2003; Fougeyrollas-Schwebel, Dominique et
tudios de género no constituyen todavía una al. (dirs.), Le genre comme catégorie d’ana-
tendencia teórica importante en el área de lyse. Sociologie, histoire, littérature, París,
los estudios culturales, y tampoco están cru- L’Harmattan, Bibliothèque du Féminisme/
zados por una perspectiva transversal de RING, 2003; Hawkesworth, Mary, “Confundir
género” (ibid: 346). el género”, Debate feminista, año 10, núm. XX,
Lamas alude a la realización de investi- octubre de 1999, pp. 3-48; Hawkesworth, Mary,
gaciones sustentadas en datos y trabajo de Feminist Inquiry. From Political Conviction to
archivo, la labor de recuperación y relectura Methodological Innovation, New Brunswick,
de mujeres olvidadas, así como al análisis de Rutgers University Press, 2006; Kaminsky,
prácticas discursivas y de vida, desde la so- Amy K., Reading the Body Politic: Feminist
ciología, la historia, la antropología y la li- Criticism and Latin American Women Writers,
teratura, principalmente. Su desazón por la Minneapolis, University of Minessota Press,
GÉNERO / GLOBALIZACIÓN 119
1993; Lamas, Marta, Cuerpo: diferencia sexual miento” europeo de Amerindia en 1492 hace
y género, México, Taurus, 1992; Lamas, Marta, posible una red de conexiones entre todos
“Cultura, género y epistemología”, en José los continentes del mundo. Entendido así,
Manuel Valenzuela Arce (coord.), Los estudios la globalización no es nada nueva, pero la
culturales en México, México, FCE/CNCA, 2003; ubicuidad del término en los discursos po-
Lamas, Marta, Feminismo. Transmisiones y re- líticos, económicos, culturales, y académi-
transmisiones, México, Taurus, 2006; Ludmer, cos al principio del siglo XXI indica que ha
Josefina, “Las tretas del débil”, <http://www. adquirido un significado más específico en
isabelmonzon.com.ar/ludmer.htm> (orig. de cuanto a la historia y el desarrollo reciente
1985); Molloy, Sylvia, “La flexión del género de la geopolítica.
en el texto cultural latinoamericano”, Revista Hay varias periodizaciones del desarro-
de Crítica Cultural, núm. 21, 2004, pp. 54- llo de las relaciones capitalistas a partir
56; Monsiváis, Carlos, “Crónica de aspec- del año 1492 y la conquista española de
tos, aspersiones, arquetipos y estereotipos Amerindia. El concepto del “sistema mun-
de la masculinidad”, Desacatos: Revista de dial” de Immanuel Wallerstein posiciona ese
Antropología Social, 16, otoño/invierno 2004, momento como el paso de un previo sistema
90-108; Portugal, Ana María, “Feminismo”, en interregional hacia una organización pro-
Salas Astrain, Ricardo (coord.), Pensamiento piamente mundial, con Europa en el cen-
crítico latinoamericano: conceptos fundamen- tro como origen de los “descubrimientos” y
tales, Santiago de Chile, Ediciones Universidad del capitalismo. Ese momento introduce la
Católica Silva Henríquez, 2 vols., 2005, pp. cuarta etapa del “sistema mundial”, o sea,
355-360; Richard, Nelly, “El conflicto entre las la modernidad. Mucho se ha escrito sobre
disciplinas”, Revista Iberoamericana LXIX: 203, la globalización como la etapa culminante
4-6, 2003, pp. 441-448; Scott, Joan, “El género: de un eurocentrismo que pretende moderni-
una categoría útil para el análisis histórico”, zar el mundo según un modelo totalizador
en Navarro, Marysa y Catherine R. Stimpson de “la civilización”. Pensado así, tanto los
(comps.), Sexualidad, género y roles sexuales, efectos positivos de la globalización como
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, los efectos negativos se atribuyen al final del
1999, pp. 37-76; Vargas, Virginia, “Declaración sistema eurocéntrico (la modernidad). Ese
de América y el Caribe”, Debate feminista, año final se imagina como el momento en que ya
6, núm. XII, octubre de 1995, pp. 75-83; West, no hay más recursos naturales que explotar,
Candace y Don H. Zimmerman, “Haciendo ni nuevas poblaciones a quienes transferir
género”, en Marysa Navarro y Catherine R. la carga obrera a poco costo, ni manera de
Stimpson (comps.), Sexualidad, género y roles seguir controlando la proliferación de las
sexuales, Buenos Aires, Fondo de Cultura diferencias sociales ni la resistencia econó-
Económica, 1999, pp. 109-143. mica, política, y cultural que éstas generan.
Otra manera de situar la globalización, sin
[MARICRUZ CASTRO RICALDE] embargo, la restringe mucho más en térmi-
nos temporales y filosóficos, viéndola como
la estructura económica y cultural de la pos-
globalización modernidad. Desde este punto de vista, la
globalización significa la americanización
La palabra globalización se refiere general- de las economías y culturas mundiales a
mente a los procesos a través de los cuales partir de 1945 porque es en este periodo
las economías y las culturas en todas partes que Estados Unidos desarrolla industrias
del planeta llegan a ser cada vez más in- más fuertes y flujos de capital más prolíficos
terdependientes. El Giro Copernicano mar- que Europa a causa de la segunda guerra
ca el comienzo de la globalización porque mundial.
introduce el concepto de la Tierra como Actualmente, el término “globalización”
un cuerpo esférico, o global, pero también describe un aumento vertiginoso del comer-
porque permite la navegación y el comercio cio inter y transnacional que, combinado
que vincularán las comunidades humanas a con una preferencia por las políticas del
pesar de las grandes distancias geográficas mercado libre por encima de las proteccio-
y culturales. Particularmente, el “descubri- nes de las economías locales o nacionales,
120 GLOBALIZACIÓN
busca la expansión de una sola economía conexiones internacionales cada vez más
capitalista con un impacto planetario. Este eficientes y rentables. En ambos casos, la
proceso depende de los rápidos avances en lucha entre la homogeneización y la autono-
las tecnologías comunicativas, mientras que mía cultural y política es central, pero se
a la vez los produce. Tales avances facilitan plantea en términos que ya no se limitan a
la transferencia electrónica del capital igual la geografía. Eso abre nuevas posibilidades
que de la información. Además, se aumenta de imaginar los grupos y los movimientos
la eficiencia en la transferencia de bienes y sociales, ya que se pueden establecer en to-
personas alrededor del mundo. En este sen- das partes del planeta sin respetar los lími-
tido, la globalización condensa el tiempo y tes nacionales o regionales.
el espacio, achicando el mundo por acele- Con la globalización reciente, los concep-
rar el tiempo necesario para que la gente tos del centro y periferia, del primer mundo
interactúe, sin importar su ubicación geo- y segundo (o tercer) mundo, o del desarrollo
gráfica. Entonces, a partir de los años ochen- y el subdesarrollo, llegan a ser cada vez más
ta, la globalización se ha vuelto un término anacrónicos porque se refieren a zonas geo-
popularizado que se refiere tanto a la alta gráficas mientras que los nuevos vínculos y
velocidad de los cambios en la experiencia alianzas se dan ahora en esferas que no son
de lo local, como al aumento de los vínculos geográficas sino sociales en una escala mun-
mundiales en los campos económicos, polí- dial. Los capitalistas superricos de todas
ticos y culturales. partes del mundo, por ejemplo, tienen más
La globalización económica comprende en común unos con otros, y con más facili-
la cooperación transnacional y supranacio- dad, que con sus paisanos obreros. Otras
nal para la producción, la distribución, y el agrupaciones también se ven según sus pa-
consumo de bienes y servicios, incluso los trones de consumo o su activismo político
servicios financieros (el Fondo Monetario extranacional (los jóvenes, la clase media
Internacional o el Banco Mundial). La glo- educada, los grupos étnicos, etc., y hasta los
balización política concentra el poder ad- activistas en contra de la globalización).
ministrativo sobre la política pública y eco- Algunos creen que la globalización repre-
nómica en una gran variedad de acuerdos senta una profunda amenaza para las iden-
y enlaces multinacionales (la Organización tidades y particularidades locales que los
Mundial del Comercio, el Tratado de Libre Estados-nación pretenden nutrir y proteger.
Comercio de América del Norte, Mercosur, Otros ven la trascendencia del Estado-
la Unión Europea, etc.), y considera los pro- nación como una liberación de las hegemo-
blemas locales dentro de un contexto glo- nías modernas y totalizadoras; es decir, que
bal. Finalmente, la globalización cultural los debilitados gobiernos nacionales pueden
se refiere a la diseminación mundial de la ceder su poder a favor de nuevos tipos de la
información, las imágenes, los valores, y los organización social, más democráticos y
gustos, junto con un creciente cosmopoli- menos limitados por la geografía o por los
tismo de la vida urbana. Obviamente, estos sistemas políticos formales. Esta última po-
tres campos se entretejen y el proceso glo- sición subraya el potencial de la globaliza-
balizante en cualquiera de ellos afecta todos ción como una fuerza social progresista,
los otros. mientras que la anterior enfatiza su poten-
Por ejemplo, como resultado de los enla- cial como un proceso hipercapitalista y no
ces económicos transnacionales, el papel de regulado que subyuga a la ciudadanía activa
los estados-nación se debilita en cuanto a la bajo el control anónimo del mercado libre.
supervisión de la actividad económica y la Típicamente se toma una u otra posición
preservación de los patrimonios culturales. de acuerdo con el énfasis relativo que se dé
Algunos teóricos consideran que la globali- a las tres categorías mencionadas arriba, y
zación es la fuerza económica dominante dependiendo del punto de vista ideológico
que va a dar fin al Estado-nación moderno que se tenga en cuanto a la relación entre el
por medio del flujo del poder por vías extra- capital, el consumo y las condiciones labo-
nacionales. Otros, sin embargo, sostienen rales. Por ejemplo, los teóricos que enfati-
que la globalización, irónicamente, refuerza zan las ventajas de la comunicación y el
la estabilidad nacional para promover las consumo (tanto material como cultural) fa-
GLOBALIZACIÓN 121
cilitado por la globalización, la ven como igual la gente migra más en busca del tra-
una fuente de un poder político más demo- bajo y la estabilidad socio-económica. Por
cratizado y popular. Pero los que prestan ende, los focos clave de los estudios cultu-
más atención a la explotación laboral en los rales relativos a la globalización incluyen las
procesos de producción que carecen de una migraciones humanas (incluso sus causas
regulación gubernamental adecuada, ven la y sus efectos); la desterritorialización y la
globalización como un sistema que profun- reterritorialización de ideas, identidades, y
diza tanto las desigualdades socio-económi- recursos económicos; las comunicaciones;
cas como el debilitamiento político de la y el consumo.
clase obrera global. Los debates latinoamericanos sobre la
Los estudios culturales empiezan a figu- globalización están fuertemente cargados de
rar centralmente en los discursos académi- la historia regional. Dado que la conquista
cos en el mismo periodo histórico que la de Amerindia marca el comienzo del llama-
nueva fase acelerada de la globalización. La do “sistema de 500 años” (Noam Chomsky),
globalización, vista como una vasta red de la violenta entrada de esa región en el “sis-
enlaces inter y transnacionales de todo tipo, tema mundial” paradójicamente hace posi-
desafía la organización disciplinaria de la ble la modernidad a la vez que establece una
academia. Los estudios culturales, con su relación estructuralmente subordinada, pri-
acercamiento inter y transdisciplinario al mero con Europa, y luego con Estados
análisis de las emergentes formas de orga- Unidos. Los efectos de la globalización en
nización social y de la expresión, aceptan el América Latina están necesariamente cir-
reto. Si la crítica literaria moderna solía ver cunscritos por quinientos años de la explo-
el vínculo entre la producción literaria y el tación, la dependencia y la desigualdad tan-
desarrollo (o crítica) de los Estados-nación to interna como en relación con el llamado
modernos, los estudios culturales buscan centro. Por eso, cualquier potencial progre-
analizar cómo los vínculos transnacionales sista que tenga la globalización tiende a ser
en las esferas de la economía, la política y eclipsado por su intensificación de la vulne-
las comunicaciones generan nuevas alianzas rabilidad regional relativa a los centros del
sociales y formas de la expresión cultural. poder capitalista.
Es más, también analizan la manera en que El neoliberalismo imperante en la ma-
estas formas generan, en su turno, nuevas yoría de los gobiernos latinoamericanos
relaciones políticas y económicas. Este en- durante los últimos decenios del siglo XX
foque nos permite ver el flujo de personas, apoyaba el avance de la globalización en
bienes y signos como una situación en que la medida en que insistía en el poder del
la economía y la política se vuelven cultura mercado abierto y mundial, junto con la
y la cultura se vuelve economía y política. privatización y la inversión extranjera, de
Los estudios culturales tienden a recono- resolver los problemas económicos y so-
cer que estos procesos globalizantes todavía ciales. A partir de 1990 se seguía las reco-
se dan en relación con lo nacional, pero ya mendaciones del Consenso de Washington
no se privilegian las fronteras nacionales que apuntaban en la misma dirección. Sin
como si fueran el factor determinante para embargo, como reacción en contra de los
el establecimiento, la estructuración o la ex- efectos del neoliberalismo, otro tipo de go-
tensión de alianzas entre las comunidades. biernos comienzan a ser instalados en la
En la medida en que hacen hincapié en la región con el cambio de siglo: Hugo Chávez
globalización como la fuerza dominante en en Venezuela (1998), Lula da Silva en
las formas emergentes de la organización Brasil (2002), Néstor Kirchner en Argentina
y expresión social, los estudios culturales (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2004),
se ocupan del movimiento de todos tipos. Evo Morales en Bolivia (2005) y Michelle
Mientras los medios electrónicos siguen Bachelet en Chile (2006). En 2006, las em-
acelerando la comunicación, los mensajes patadas elecciones presidenciales en México
y las imágenes alcanzan un público que se giraron en torno al mismo debate entre la
expande exponencialmente. Incluso mien- continuación del neoliberalismo, represen-
tras el capital viaja por el mundo con más tado por el PAN (Felipe Calderón) y la can-
libertad en busca de la mano de obra barata, didatura de Andrés Manuel López Obrador
122 GLOBALIZACIÓN
(del PRD), que proponía defender los intere- las masivas manifestaciones públicas por los
ses laborales y los servicios sociales tanto mexicanos que residen en Estados Unidos.
como la libre circulación del capital. Se buscaba el reconocimiento de su presen-
Aunque estos nuevos gobiernos apelan a cia y productividad, junto con nuevas polí-
una resistencia a la globalización sin frenos, ticas que respeten los aportes económicos y
todavía no se ha resuelto una serie de pre- culturales de los inmigrantes. Se notaba, sin
guntas clave que surgen en todo debate so- embargo, que aunque haya un movimiento
bre la globalización actual en América visible y fuerte de esa población, y que la
Latina. Primero, ya que la larga historia de migración obedezca las necesidades del ca-
la mundialización depende de los vínculos pital transnacional, no existen las estructu-
intercontinentales, y América Latina ocupa ras políticas transnacionales para contestar
una posición geográfica originaria en esa sus demandas.
historia, ¿cómo se entiende el fenómeno de Una pregunta frecuentemente comentada
la desterritorialización? Las migraciones desde un enfoque en la globalización cultu-
masivas hacia los centros urbanos por un ral, es hasta qué punto la nueva etapa del
lado, y entre países por otro lado, conducen capitalismo globalizado convierte las identi-
al desarrollo de identidades y prácticas mul- dades y las expresiones culturales en el mero
ticulturales igual que a la ciudadanía múlti- consumismo, despolitizado y desconectado
ple. Carlos Monsiváis ha articulado esta si- de sus contextos locales: “compro, luego exis-
tuación como la emergencia de la nueva to”. La identificación del consumismo extre-
“frontera portátil”. En este sentido, si bien mo con la americanización cultural, y la
el conjunto de los nuevos procesos globali- americanización con la globalización, signi-
zantes implica la creciente superación de los fica que se critica la globalización como un
límites espaciales y temporales, ¿desde dón- instrumento del control social que desmovi-
de se articulan los derechos civiles y labora- liza a la gente políticamente, desnacionaliza
les, la representatividad gubernamental o la las economías, y convence a las clases pobres
creatividad cultural? de que pueden (o deben) ser consumidores a
El movimiento zapatista en México, que todo dar. Tal proceso sólo agrava la distancia
emergió públicamente en 1994, el mismo entre los deseos y la realidad (Monsiváis).
año en que se implementó el Tratado de Una de las figuras centrales en los deba-
Libre Comercio de América del Norte, es un tes mexicanos y latinoamericanos sobre la
fuerte ejemplo del cruce entre la economía relación entre el consumo y la cultura es
globalizada, las tensiones internas al Estado- Néstor García Canclini. Este antropólogo
nación moderno, y la red mundial de co- interdisciplinario no descarta los costos ni
nexiones extragubernamentales. El Ejército las ventajas de la globalización. Más bien,
Zapatista de Liberación Nacional se había habla de las múltiples mediaciones debido a
organizado para defender los derechos hu- las cuales la globalización se define como
manos, económicos, y culturales en las zo- “un conjunto de procesos de homogeneiza-
nas agrarias e indígenas en el sur de México. ción y, a la vez, de fraccionamiento articu-
Ese movimiento político-militar localizado lado del mundo, que reordena las diferen-
en Chiapas pretendía desafiar la legitimidad cias y las desigualdades sin suprimirlas” (La
de la política nacional neoliberal desde un globalización: 49). Esta definición enfatiza la
lugar específico dentro de la nación, pero naturaleza indeterminada de la actual fase
también a través de una red de alianzas ét- hipercapitalista. Es decir, como se ve tanto
nicas e ideológicas supranacionales. Para el en el neozapatismo, en la lucha por los de-
año 2006, la red neozapatista había logrado rechos de los trabajadores transnacionales,
un alcance mundial, vinculando y apoyando o en la elección de gobiernos antineolibera-
toda una serie de movimientos sociales que les, la globalización puede producir nuevos
comparten marcos cognitivos y posiciones tipos de agencia personal y económica a la
morales. El movimiento neozapatista ya no vez que puede generar nuevas formas de ex-
es sólo un asunto indígena, ni chiapaneco, plotación u homogeneidad cultural.
ni mexicano, sino global.
Otro ejemplo que revela la complejidad y OBRAS DE CONSULTA.
Colclough, Christopher y
la urgencia de tales cruces fueron, en 2006, James Manor (eds.), ¿Estados o mercados?:
GLOBALIZACIÓN 123
el neoliberalismo y el debate sobre las políti- México, Consejo Nacional para la Cultura y
cas de desarrollo, México, Fondo de Cultura las Artes/Fondo de Cultura Económica, 1993,
Económica, 1995 (1a. ed., 1991); Dussel, pp. 500-513; Ribeiro, Darcy, Las Américas y la
Enrique, Ética de la liberación en la edad civilización: proceso de formación y causas del
de la globalización y la exclusión, Madrid, desarrollo desigual de los pueblos americanos,
Trotta, 4a. ed, 2002; García Canclini, Néstor, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992; Robertson,
La globalización imaginada, México, Paidós, Roland, Globalization: Social Theory and Global
1999; Monsiváis, Carlos, Los rituales del caos, Culture, Londres, Sage, 1992; Wallerstein,
México, Ediciones Era, 2a. ed., 2001 (1a. ed., Immanuel, The Modern World System, Nueva
1995); Monsiváis, Carlos, “¿Tantos millones York, Academic, 1974 [El moderno sistema
de hombres no hablaremos inglés? (La cul- mundial (trad. Antonio Resines, et al.), México,
tura norteamericana y México)” en Guillermo Siglo XXI Editores, 1998].
Bonfil Batalla (comp.), Simbiosis de cultu-
ras: los inmigrantes y su cultura en México, [REBECCA E. BIRON]
hegemonía de poder político directo” sino que “incluye,
como uno de sus elementos centrales, una
El concepto de hegemonía ocupa un lugar manera particular de ver el mundo y la na-
central en los debates teóricos y políticos turaleza y relaciones humanas” (Keywords:
contemporáneos y ha ejercido gran influen- 118). Gramsci sugiere que la hegemonía im-
cia en el desarrollo de los estudios culturales plica que los valores y visión del mundo de
en diversas partes del mundo. El punto de las clases dominantes se convierten en una
partida de las discusiones sobre hegemonía especie de “sentido común” compartido por
suele ubicarse en el trabajo del teórico ita- los grupos dominados, en virtud del cual
liano Antonio Gramsci (1891-1937). En sus terminan aceptando –aunque no necesaria-
Cuadernos de la cárcel y otros trabajos, mente justificando– el ejercicio del poder
Gramsci propuso una serie de herramientas por parte de los grupos dominantes. Dicho
conceptuales para entender las formas his- sentido común es diseminado y adquirido a
tóricas concretas en que se ejerce la domi- través de un proceso complejo en el que la
nación por parte de ciertos grupos o clases educación, la religión y la cultura juegan un
sobre otros, y los mecanismos políticos y papel crucial.
culturales que dan sustento a esas formas. Hay tres elementos que deben destacarse
Lo que buscaba Gramsci era analizar la dia- en la formulación gramsciana del concepto
léctica entre coerción y consenso dentro de de hegemonía. Primero, el carácter dinámi-
ese proceso y, al mismo tiempo, superar las co del proceso que conduce a la hegemonía;
interpretaciones economicistas de la histo- en otras palabras, la hegemonía no es un
ria y la política al introducir de manera cen- “momento” estático en el proceso histórico,
tral el papel de la cultura dentro del análisis sino el resultado de un continuo cotejo de
de la dominación. formas complejas y articuladas de domina-
Gramsci arriba a una comprensión de la ción y resistencia. Segundo, esta formulación
hegemonía como una forma de dominación subraya la importancia de entender el papel
en la cual la coerción y la violencia no desa- activo de los grupos subalternos dentro del
parecen, pero sí coexisten con formas de proceso histórico: sin una adecuada com-
aceptación del poder y la dominación más prensión de esta función, el análisis de las
o menos voluntarias o consensuales por par- formas en que se ejerce el poder resulta cla-
te de los sujetos subalternos. “Para poder ramente insuficiente. Tercero, la noción
ejercer el liderazgo político o hegemonía gramsciana de hegemonía nos permite pen-
–escribió Gramsci– uno no debe contar so- sar en la articulación entre formas económi-
lamente con el poder y la fuerza material del cas, jurídicas y políticas de poder, por un
gobierno” (citada en Ruccio), sino también lado, y las dinámicas de intercambio y con-
con la aceptación más o menos voluntaria flicto cultural e ideológico, por otro.
de los sujetos dominados, aceptación que El interés de Gramsci por la noción de
aparece crucialmente mediada por las for- hegemonía no era solamente metodológico,
mas culturales de interacción entre domina- es decir, no estaba únicamente interesado en
dos y dominadores. Según el crítico literario esclarecer los procesos de dominación en la
británico Raymond Williams, el concepto de historia y en el mundo contemporáneo, por
hegemonía se refiere no sólo a los “asuntos el contrario, su mayor interés radicaba en la
[124]
HEGEMONÍA 125
posibilidad de construir un proyecto hege- po, sin embargo, la aceptación por parte de
mónico alternativo: aquél que, en su visión, los esclavos de esta hegemonía no fue ente-
llevaría al poder a los grupos subalternos ramente pasiva ni anulaba el antagonismo
–un término que él también acuñó como de clase o la agencia de los propios esclavos,
sustituto de “clase obrera”–. Por lo tanto, su quienes convirtieron al sistema legal –y a la
formulación de la hegemonía como un pro- ideología paternalista que regía en gran par-
ceso que incluía de manera central a la cul- te las relaciones entre amos y esclavos– en
tura significaba que él identificaba en esta fuentes de nociones legitimantes que estos
dimensión cultural un eje crucial en la cons- últimos usaron para proteger sus propios
titución de una alternativa revolucionaria. derechos (Thompson).
Así, la propuesta de Gramsci contribuía a Los planteamientos de Gramsci resulta-
superar el economicismo dominante tanto ron particularmente útiles en ese doble es-
en los análisis históricos y políticos como en fuerzo en que se hallaban empeñados estos
las propuestas de organización política de historiadores marxistas: por un lado, busca-
los grupos subalternos. En ambos sentidos, ban repensar el marxismo más ortodoxo,
Gramsci habría de convertirse en un hito aquel que veía en la dominación un mero
fundamental en el desarrollo de formas me- ejercicio del poder de arriba hacia abajo; y
nos rígidas y dogmáticas de acercarse a la por otro, intentaban superar los esquemas
teoría social y a la práctica política. reduccionistas de “base” y “superestructura”
En los años setenta, un grupo de historia- según los cuales la cultura era una mera de-
dores marxistas interesados en superar las rivación de las estructuras políticas y pro-
versiones economicistas y reduccionistas ductivas. El trabajo de Raymond Williams,
del marxismo redescubrieron a Gramsci y desde la perspectiva de los estudios litera-
utilizaron creativamente la noción de hege- rios y culturales, resultaba aquí muy cerca-
monía. Autores como Eugene Genovese y no a estos esfuerzos.
Edward P. Thompson, por ejemplo, apela- En un terreno más polémico, el teórico y
ron a la noción gramsciana de hegemonía politólogo James C. Scott cuestionó la defi-
para destacar el papel del sistema legal en la nición gramsciana de hegemonía. Scott asu-
construcción de un sistema de dominación me que la hegemonía en el sentido grams-
de clase que, al menos parcialmente, conta- ciano implica la ausencia de conflicto, es
ba con la aquiescencia de los grupos subal- decir, la aceptación pasiva y voluntaria por
ternos –los esclavos del sur norteamericano, parte de los grupos subalternos de las es-
en el primer caso, y los sectores plebeyos en tructuras de dominación que los mantienen
la Inglaterra del siglo XVIII, en el segundo–. oprimidos. Hegemonía, dice Scott, “simple-
Pero es importante subrayar que para estos mente es el nombre que Gramsci le da a este
historiadores la hegemonía no implicaba proceso de dominación ideológica. La idea
–como algunos autores habían sugerido– la central detrás de esta idea es que la clase
ausencia de conflicto, sino la existencia de dominante controla no solamente los me-
unos parámetros sociales que permitían pro- dios de producción física sino también los
cesar el conflicto en formas que no pusieran medios de producción simbólica” (Weapons
en riesgo la continuidad del status quo. Para of the Weak: 315). Gramsci, insiste Scott, se
Genovese, por ejemplo, la hegemonía con- limitó a explicar “las bases institucionales
lleva implícito el antagonismo de clase, pero de la falsa conciencia” (315). Una vez for-
también “la habilidad” de las clases domi- mulada esta noción de hegemonía, Scott
nantes para “contener aquellos antagonis- procede a demolerla en tanto, primero, ella
mos en un terreno en el cual su legitimidad subestima la capacidad de los subalternos
no era peligrosamente cuestionada” (26). En para desmitificar la ideología dominante y,
su análisis de la esclavitud estadunidense segundo, supone que la aceptación pragmá-
Genovese encontró que el sistema legal “ac- tica por parte de los subalternos de lo que
túa hegemónicamente para convencer a la es “inevitable”, social y políticamente ha-
gente que sus conciencias privadas pueden blando, debe ser interpretada como que
estar subordinadas –de hecho, moralmente, para ellos es “justo”. El trabajo de Scott se
deben estar subordinadas– a la decisión co- centra en la crítica a la idea –común entre
lectiva de la sociedad” (27). Al mismo tiem- ciertos teóricos marxistas– de que la ausen-
126 HEGEMONÍA
se remonta a algunos años atrás y puede ras- de las referencias –tomadas de diversos te-
trearse con cierto detenimiento en el trabajo rritorios– con que arman sus obras los ar-
de los llamados “gramscianos argentinos” tistas, los artesanos y los medios masivos”
como Héctor Pablo Agosti, José Aricó, Juan (323-24). Para intentar dar respuesta a este
Carlos Portantiero y otros (Burgos). Lo que desafío, García Canclini propone la noción
García Canclini se propuso fue analizar las de “culturas híbridas”, un concepto que nos
formas en que la cultura dominante (identi- permitiría superar las estériles dicotomías
ficada por él con las prácticas consideradas entre “hegemónico” y “subalterno”. Se tra-
“cultas” y “modernas”) y la cultura popular ta, con esto, de analizar las “actividades so-
(generalmente identificada con lo “tradicio- lidarias o cómplices” entre ambos grupos,
nal”) se intersectan, y la medida en la cual revelando así la medida en la que ellos “se
tanto la represión como la apropiación de la necesitan” (324). El concepto de hibridación
segunda por parte de la primera se convier- –discutido en otra entrada de este diccio-
ten en elementos centrales en el proceso de nario– se convierte en la propuesta teórica
dominación hegemónica. De ese modo, una que García Canclini ofrece para entender
preocupación central de su trabajo es enten- las complejas relaciones entre hegemonía y
der “qué utilidad presta la cultura a la he- resistencia, una propuesta que tuvo una no-
gemonía” (Culturas híbridas: 133), es decir, table influencia en el desarrollo de los estu-
cómo podemos realmente saber si la cultura dios culturales latinoamericanos en los años
juego un papel crucial o no en el ejercicio noventa (Sarto, introducción a la sección II,
de la dominación. Conocemos, dice, las “in- “Foundations” de Sarto, Ríos y Trigo: 181).
tenciones” de las políticas modernizadoras, La fundación del “Grupo de Estudios
pero no tanto la “recepción” de las mismas, Subalternos Latinoamericanos” en 1992, y de
lo cual lo lleva a colocar en el centro de su manera más general la influencia de los es-
atención el análisis del consumo popular de tudios subalternos de la India sobre los estu-
productos culturales. García Canclini sugie- dios culturales latinoamericanos, abrieron
re que ni las perspectivas “reproductivistas” nuevas perspectivas en la reflexión sobre
–que consideran la cultura popular como los conceptos relacionados de hegemonía y
un “eco” de la cultura dominante– ni las subalternidad (véase la entrada sobre sub-
perspectivas “idealistas” –que ven la cultura alternismo en este diccionario). Aunque no
popular como una manifestación de la ca- es posible encontrar una posición homogé-
pacidad creadora autónoma de los grupos nea al interior de quienes formaron parte de
subalternos– logran captar la complejidad aquel grupo (disuelto en el año 2000) o entre
de estos procesos. Una correcta apropia- quienes se han sentido cercanos al trabajo
ción de Gramsci, sugiere García Canclini, de Guha y sus colaboradores, sí podemos re-
debería abogar por una “relativización” del saltar como elemento común el esfuerzo por
proceso, al reconocer a las clases populares repensar y desmontar las lógicas culturales
“cierta iniciativa y poder de resistencia, pero que acompañan y sostienen las diversas for-
siempre dentro de la interacción contradic- mas de dominación hegemónica, así como
toria con los grupos hegemónicos” (233). el interés por contribuir a formar proyectos
El trabajo de García Canclini sugiere una contrahegemónicos de cambio social. En
mirada “oblicua” al problema de la relación cuanto a lo primero, como sostiene Ileana
entre cultura y dominación. “Los cruces Rodríguez, los estudios subalternos enfatiza-
entre lo culto y lo popular –nos dice– vuel- ron la “imposibilidad” de separar lo político
ven obsoleta la representación polar entre de lo cultural (“Reading”: 6). En lo segundo,
ambas modalidades de desarrollo simbóli- los “estudios subalternos” en América Latina
co, y relativizan, por lo tanto, la oposición representaron un esfuerzo por contribuir a
política entre hegemónicos y subalternos, la construcción (teórica y política) de un
concebida como si se tratara de conjuntos nuevo proyecto hegemónico sustentado en
totalmente distintos y siempre enfrentados” una revaloración del sujeto subalterno. El
(323). Para entender este proceso en toda su manifiesto fundador del Grupo de Estudios
complejidad debemos prestar atención a “la Subalternos Latinoamericanos lo planteaba
diseminación de los centros, la multipolari- claramente: su proyecto era tanto académi-
dad de las iniciativas sociales, la pluralidad co como político y apuntaba a trabajar por
HEGEMONÍA 129
camente representativa. Surge una serie de literaria en tanto acto o evento social que
conceptos críticos para nombrar y explicar toda instancia crítica debe tomar en cuen-
esa particularidad en el campo literario, en- ta. Y la producción literaria escrita, dice
tre ellos, la “heterogeneidad literaria”. Cornejo, tanto de las crónicas como de la
Empleando el vocabulario del pensador literatura indigenista, tiene un significado
peruano José Carlos Mariátegui, un intelec- histórico particular: la letra es el signo de
tual vanguardista y socialista de enorme la diferencia entre colonizadores y coloni-
influencia, Cornejo argumenta que la narra- zados. De allí la creciente importancia sim-
tiva más representativa de la región es la bólica, en la obra de Cornejo, de la esce-
que refleja la naturaleza “no-orgánicamente na primordial de Cajamarca en 1532 entre
nacional” de las sociedades latinoamerica- el padre Valverde y Atahuallpa, cuando el
nas. Por “no-orgánicamente nacional”, en- Inca, no pudiendo “escuchar” la palabra de
tiéndase la fragmentación cultural en mun- la Biblia, la arroja al suelo, desatando la vio-
dos opuestos y antagónicos en el seno del lencia española (Escribir en el aire: 20-43).
país, su división jerárquica en un mundo Todo texto letrado andino, afirma Cornejo,
letrado contra un mundo oral, urbano con- reproduce este primer encuentro. No puede
tra rural, occidental contra indígena, etc. La más que afirmar la diferencia entre coloni-
necesidad de preservar la dominación del zadores y colonizados, por más que quiera
mundo occidental sobre el mundo indígena, denunciarla o erradicarla. Esto podría con-
trae como consecuencia la deformación de siderarse el meollo del concepto de literatu-
sus clases sociales por el “colonialismo su- ra heterogénea. Como dice Cornejo en 1978,
pérstite”, y la resultante incapacidad de las en el último párrafo de su artículo, “Al igual
élites de orientar el país hacia el progreso que todas las literaturas heterogéneas […]
moderno y a la prosperidad. Mariátegui el indigenismo no se agota en la represen-
buscaba convertir la nación no-orgánica en tación realista de su referente […] se realiza
nación orgánica mediante el socialismo. más bien como reproducción literaria de la
La literatura que refleja esa realidad na- estructura e historia de sociedades desinte-
cional des-integrada es “literatura heterogé- gradas como son las de los países andinos”
nea”. Se trata, dice Cornejo, “de literaturas (“El indigenismo”: 21).
situadas en el conflictivo cruce de dos socie- Desde la perspectiva de este concepto de
dades y dos culturas” (“El indigenismo”: 8). lo literario, la literatura no puede reconci-
Pero no es cuestión de reflejar esa realidad liar un antagonismo del que forma parte, del
conflictiva al nivel del contenido, sino al ni- que, por su propia enunciación, contribuye
vel del “modo de producción textual”, o sea, a endurecer. El concepto de la heterogenei-
al nivel del mismo sistema literario y de dad ofrece una visión de la literatura como
cómo éste funciona dentro de la nación no- políticamente débil, pero cargada todavía de
orgánica. El sistema literario participa en la un peso cultural e histórico enormemente
reproducción de la fractura nacional porque fuerte, tan fuerte que determina su signifi-
la materia prima de la literatura nacional cado muy por encima de las intenciones del
–la escritura– hace que la literatura sólo se autor. El poder de la literatura en tanto testi-
produzca y circule dentro de uno de los monio social no emana de lo que su creador
mundos –el mundo occidental– sin lograr ha querido representar, sino de lo que sin
cruzar el puente hacia el mundo indígena. querer dice, en la reproducción de los con-
Es un sistema cerrado, exclusivo. Sus inten- flictos sociales aún por resolver. Podríamos
tos de ser inclusivo fracasan porque no pue- decir que el concepto de “heterogeneidad”
de escapar de su naturaleza escrita y, por presupone la “muerte del autor” (Barthes,
ende, de su condición ajena a la naturaleza “Death”).
oral de la producción literaria indígena, se- En su último libro Cornejo admite que el
gún Cornejo. intento de encontrar una teoría literaria la-
Además, ese sistema literario funciona tinoamericana fracasó, pero no abandona
como pieza clave en el discurso ideológico su intento de dar razón de la literatura “que
que legitima la imposición del occidente funciona en los bordes de sistemas cultura-
sobre el mundo indígena. Al poner énfasis les disonantes, a veces incompatibles entre
en la letra, Cornejo insiste en la producción sí” (Escribir: 11). El concepto de heteroge-
132 HETEROGENEIDAD
sociocultural de las otras. Así, las literaturas las relaciones interculturales en el contexto
indigenistas con autores y lectores letrados de la modernidad, específicamente en lo que
o cultos y referentes del universo indígena se refiere a las transformaciones y negocia-
serían el ejemplo más claro de las literaturas ciones de las culturas locales, ya sea popu-
heterogéneas. En este mismo sentido Martin lares o de élite, en contacto con las tecnolo-
Lienhard propone el concepto de literaturas gías de la industria cultural dentro de un
alternativas para designar aquellas produc- mercado global. Así, la hibridación se aso-
ciones que circulan en los márgenes tanto ciará por lo general y según el estudio de
de los circuitos hegemónicos como de las García Canclini, a la lógica del mercado, a
subsociedades orales-populares, justamente las tecnologías masivas de difusión y consu-
por estar dirigidas igualmente a un lector mo, a la globalización de la cultura, al des-
“alternativo”. En el caso de las sociedades centramiento de las prácticas y de las ideo-
andinas, se trataría de un lector bilingüe, logías homogeneizadoras de los estados
capaz de comunicarse en español y quechua nacionales. Si bien estas consideraciones
(o aymara) y capaz de moverse en ambos estaban implícitas en conceptos como trans-
circuitos con eficacia. Arguedas, al integrar culturación y heterogeneidad de Rama y
el quechua coloquial a su narrativa en es- Cornejo Polar, García Canclini puso énfasis,
pañol, transgrede los cánones de la litera- a través del concepto de hibridación, en el
tura culta escrita en español así como las análisis de casos que echaban luz sobre las
normas tradicionales de la poesía quechua relaciones de lo local con lo global dentro
ancestral. Para Lienhard, la narrativa de de los procesos de la modernización. Es así
Arguedas integra el corpus de las literatu- como la hibridez no puede comprenderse
ras alternativas. como propuesta conceptual sin atender a la
En su libro Imperial Eyes (1992), Mary problemática de la modernidad en América
Louise Pratt utiliza el término “zona de con- Latina. El concepto de hibridez pretende
tacto” para nombrar la copresencia tempo- examinar el modo en que el arte culto de
ral y espacial de sujetos pertenecientes a vanguardia y la cultura popular se relacio-
culturas histórica y geográficamente separa- nan con el mercado simbólico y económico,
das en el pasado. Pratt se vale del término con los avances tecnológicos y con las ma-
especialmente para señalar la interacción y trices tradicionales de largo arraigo cultu-
la formación de las subjetividades en la in- ral. García Canclini se pregunta: “¿Qué bus-
tersección cultural de los encuentros colo- can los pintores cuando citan en el mismo
niales, donde la copresencia, a menudo, cuadro imágenes precolombinas, coloniales
implica relaciones de poder radicalmente y la industria cultural, cuando las reelabo-
asimétricas (7). La idea de la zona de con- ran usando computadoras y láser? (Culturas
tacto pone de relieve la actuación de las sub- híbridas: 14). García Canclini indaga en los
jetividades dentro de un conjunto o marco modos en que los medios electrónicos difun-
socio-político, económico y cultural, es de- den masivamente el arte culto y el folclor y
cir, recoge las múltiples variables que con- las maneras en que la música culta y el rock
dicionan y explican el contacto y sus asime- se “renuevan” en las metrópolis, incorporan-
trías relacionales. Con este concepto, Pratt do ritmos populares asiáticos y africanos
articula los estudios del viaje imperial a los (14). Para explicar estos procesos o estrate-
análisis del discurso colonial y la transcul- gias de hibridación, García Canclini se vale
turación narrativa. del término prestado de la economía, “re-
Desde las teorizaciones sobre el mestiza- conversión”. Los tipos de reconversión eco-
je y a lo largo de toda esta línea de pensa- nómica y simbólica no son utilizados como
miento crítico, el foco estuvo puesto en la estrategias de los sectores hegemónicos o la
mezcla específicamente referida a las inte- industria cultural exclusivamente, sino que
racciones de la cultura europea con la afri- se actualizan también en la práctica cotidia-
cana y la indígena americana, designada a na de los sectores populares, como la de los
menudo como “local” o “tradicional”. El migrantes campesinos que adaptan sus sa-
aporte fundamental de Culturas híbridas es beres para vivir en la ciudad, así como sus
el de haber resaltado, a través del concepto artesanías y productos para el consumo ur-
de hibridez, la característica particular de bano. García Canclini ve en la “reconver-
HIBRIDEZ 137
sión” de estas identidades y sus produccio- que la hibridación debe darse en las disci-
nes las estrategias de la hibridación para plinas para que éstas brinden herramientas
entrar y salir de la modernidad. que permitan a los investigadores circular
El concepto de hibridez está estrecha- por los diferentes niveles de la producción
mente vinculado a los contextos políticos cultural. Es necesaria la comunicación entre
y económicos nacionales y transnaciona- niveles y disciplinas que expliquen y recor-
les. La problemática de la hibridez llama la ten objetos de estudios más complejos. Este
atención sobre los modos en que el Estado trabajo disciplinar conjunto posibilitaría
y las empresas privadas transnacionales se una mayor comprensión de la tercera cues-
disputan la delimitación de los beneficios tión en debate en Culturas híbridas: la de
simbólicos y lucrativos de los bienes cul- los procesos contradictorios y complejos de
turales de los que se hacen responsables. El la modernidad en América Latina, sus des-
Estado y las instituciones privadas describen niveles y desigualdades, sus “innovaciones
y organizan estilos de acciones culturales di- truncas” su “heterogeneidad multitemporal”
versas. Para Canclini, mientras el Estado se y el modo en que diversos sectores naciona-
responsabiliza de la preservación y usufructo les se hacen cargo de ella. Para hablar de la
del patrimonio histórico y tradicional, la ini- coexistencia de múltiples temporalidades en
ciativa privada se encarga de la promoción América Latina, Canclini retoma el estudio
de la cultura moderna. A pesar de apuntar de Perry Anderson sobre el surgimiento de
acciones culturales divergentes, ambos bus- los modernismos europeos de principios de
can obtener algún beneficio de las prácticas siglo XX y su postulación de que la fecun-
que organizan. En el caso del Estado, el didad de los mismos se debió al hecho de
beneficio es principalmente simbólico pues- haberse originado en contextos donde las
to que las acciones culturales legitimarían modernizaciones político-económicas no
su mantenimiento. En el caso de los orga- eran estructurales ni parejas, es decir, por
nismos privados, las acciones culturales se florecer en países de la Europa continental,
vuelven principalmente lucrativas y contri- donde convivían múltiples temporalidades
buyen a afianzar una imagen no interesada históricas con un desarrollado academicis-
de la expansión económica global (Culturas mo (pensar en el cubismo parisino o el futu-
híbridas: 86). Estudiar la hibridación supo- rismo italiano, por ejemplo). Estos moder-
ne asimismo entender la reconversión del nismos culturales surgieron en los contextos
estado en su papel de agente cultural y sus de compleja modernización estructural en
negociaciones en cuanto al capital simbóli- los que se combinaban formas de un pasado
co en el mercado transnacional. clásico o retrógrado, semiaristocrático, con
Culturas híbridas y el concepto de hi- adelantos técnicos que cambiaban presuro-
bridación pusieron fundamentalmente tres sa y abruptamente las relaciones sociales de
cuestiones en debate: la primera fue el afian- producción y con movimientos políticos de
zamiento/desmantelamiento de binarismos insurgencia que creaban la visión de futuros
u oposiciones abruptas como la de lo tradi- políticos inopinados. De un modo similar en
cional contra lo moderno, lo culto contra lo América Latina, los modernismos culturales
popular o lo culto contra lo masivo. García no serían la expresión de modernidades so-
Canclini focaliza su estudio en la impureza cioeconómicas parejas sino el modo en que
en la que se tejen los géneros y jerarquías “la élites se hacen cargo de diferentes tempo-
culturales. La segunda cuestión que ins- ralidades históricas y tratan de elaborar con
tauró en el debate Culturas híbridas fue la ellas un proyecto global” (Culturas híbridas:
del papel de las disciplinas encargadas de 71). Estudiar la modernidad en América
abordar la hibridación, y las separaciones Latina significa para Canclini examinarla
académicas tradicionales según las cuales en la complejidad de sus contradicciones,
la historia del arte y la literatura se hacen la coexistencia de diversos niveles tempo-
cargo del estudio del arte culto, la antropo- rales y en sus “innovaciones truncas”. En
logía limita sus investigaciones a lo popular este sentido, Joshua Lund ha señalado que
y los estudios de comunicación examinan la hibridez es una crítica de la teleológica,
las producción y el consumo masivo de la en la medida en que postula que lo tradicio-
industria cultural. García Canclini propone nal se yuxtapone a lo moderno, pero no en
138 HIBRIDEZ
aflige al discurso del poder. Se trata de una organizadoras de los conflictos en las cien-
incertidumbre que desplaza las seguridades cias sociales: tradición/modernidad, norte/
de lo que es ser inglés en el mundo coloni- sur, local/global” (“Noticias recientes”).
zado. Así, el sujeto colonizado se vuelve un
sujeto aterrorizante, perturbador, de clasifi- OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, Subalternity
cación paranoide y de un constante cuestio- and Representation: Arguments in Cultural
namiento de las imágenes y presencias de la Theory, Durham, Duke University Press, 1999;
autoridad. Bhabha, Homi, “Signos tomados por prodi-
Siguiendo a Bhabha, Robert Young gios”, en El lugar de la cultura, Buenos Aires,
postula que en el discurso colonial, toda Manantial, 2002, pp. 131-153 (original de
construcción disciplinaria de conocimien- 1994); Cornejo Polar, Antonio, “Mestizaje e hi-
to instrumental sobre la Otredad se funda bridez: los riesgos de las metáforas”, Revista de
en los protocolos del deseo y la fantasía, en Crítica Literaria Latinoamericana 47, 1998, pp.
una constante fluctuación entre lo deseado 7-11; Franco, Jean, “Policía de frontera”, en
y lo repudiado, la atracción y la repulsión Sara de Mojica (comp.), Culturas híbridas –no
(Young: 161). De esta manera, lo marginal, simultaneidad-modernidad periférica, Berlín,
lo inclasificado de la periferia se manifiesta WVB, 2000, pp. 55-60; García Canclini, Néstor,
en el centro del discurso colonial, instau- Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir
rando la ambivalencia como su condición de la modernidad, México, Grijalbo, 1990
constitutiva. Dentro de la crítica poscolo- [1989]; García Canclini, Néstor, “Noticias re-
nial, Young religa los estudios de la raza y el cientes sobre la hibridación”, Revista
género al concepto de hibridez, insistiendo Transcultural de Música/Transcultural Music
en que la construcción social y seudocientí- Review, vol. 7, diciembre 2003, <www.sibet-
fica de la raza (y la diferencia racial) ha sido rans.com/ trans/ trans7/ canclini.htm>; Lien-
siempre impulsada por la corrupta conjun- hard, Martin, La voz y su huella, La Habana,
ción de discursos sexuales y económicos Casa de las Américas, 1990; Lund, Joshua, The
híbridos en el discurso del poder colonial. Impure Imagination. Toward a Critical Hibridity
Al rearticular los debates sobre la raza y el in Latin American Writing, Minneapolis,
género a la hibridez del discurso colonial, University of Minnesota Press, 2006; Martín
Young destaca la ambivalencia entre el de- Barbero, Jesús, De los medios a las mediacio-
seo del colonizador blanco por el coloniza- nes, México, Ediciones Gili, 1987; Ortiz,
do nativo y el horror a la hibridación o la Fernando, Contrapunteo cubano del tabaco y el
mezcla racial. Recientemente Joshua Lund azúcar, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978
(2006) ha propuesto la necesidad de rear- (original de 1940); Ortiz, Renato, “Diversidad
ticulación del concepto de raza a las teo- cultural y cosmopolitismo”, en Mabel Moraña
rizaciones sobre hibridez en los estudios (ed.), Nuevas perspectivas desde/sobre América
latinoamericanos y en diálogo fecundo con Latina: el desafío de los estudios culturales,
los estudios poscoloniales. Chile, Cuarto Propio, 1994, pp. 43-53; Pratt,
El concepto de hibridez se ha manifes- Mary Louise, Imperial Eyes: Travel Writing and
tado de gran productividad teórica y debate Transculturation, Londres, Routledge, 1992
crítico en los estudios lingüísticos, antropo- [Ojos imperiales: literatura de viajes y transcul-
lógicos, artísticos y culturales latinoameri- turación (trad. Ofelia Castillo), Bernal, Uni-
canos, en los trabajos destacados de Antonio versidad Nacional de Quilmes, 1997]; Schwarz,
Cornejo Polar (“Mestizaje e hibridez”), John Roberto, Misplaced Ideas: Essays on Brazilian
Beverley (Subalternity), Roberto Schwarz Culture, Londres, Verso, 1992; Young, Robert,
(Misplaced Ideas), George Yúdice (“From Colonial Desire: Hybridity in Theory, Culture
Hybridity”), Jean Franco (“Policía”), Jesús and Race, Londres, Routledge, 1995; Yúdice,
Martín Barbero (De los medios) y Renato George, “From Hybridity to Policy: For a
Ortiz (“Diversidad”), entre otros. Como el Purposeful Cultural Studies”, en García Can-
mismo Canclini señala, “los estudios sobre clini, Néstor, Consumers and Citizens, Minnea-
hibridación modificaron el modo de hablar polis, University of Minnesota Press, 2001.
sobre identidad, cultura, diferencia, des-
igualdad, multiculturalidad, y sobre parejas [LEILA GÓMEZ]
identidad teoría social estudió con creciente interés la
importancia política de una plétora de gru-
La palabra “identidad” se deriva del vocablo pos y movimientos sociales que, articulados
latino identitas, cuya raíz es el término idem, alrededor de nociones de raza, etnicidad,
el cual significa “lo mismo”. En su acepción género, generación o sexualidad, cuestiona-
más básica, la identidad incluye asociacio- ron, tanto a niveles materiales como simbó-
nes, por una parte, con los rasgos que ca- licos, el status quo. Junto a la crisis de las
racterizan a los miembros de una colecti- grandes narrativas de finales del siglo XX y
vidad frente a los otros que no pertenecen conforme se llevaban a cabo tensos proce-
a la misma y, por otra, a la conciencia que sos de globalización como la desarticulación
un individuo tiene de ser él mismo y, enton- del Estado-nación, la categoría de identidad
ces, distinto a los demás. Entre lo mismo fue dejando atrás su carácter esencialista,
y lo otro se abre, así, el territorio material para incorporar también estrategias cada
y simbólico de la identidad. Más un recla- vez más sutiles y cada vez más dinámicas
mo relacional que un hecho dado en sí, la de la acción social.
identidad como categoría invita al análisis En los decenios posteriores a la segunda
de la producción de subjetividades tanto co- guerra mundial, los procesos de descoloni-
lectivas como individuales que emergen, o zación de Asia, África y el Caribe francés
pueden ser percibidas, en los ámbitos de las provocaron un interés inicial en cuestiones
prácticas cotidianas de lo social y la expe- identatarias en el ámbito de la academia
riencia material de los cuerpos. En continuo europea. En contextos de creciente movili-
y creciente uso, especialmente en la teoría zación social que no respondían en sentido
crítica y, más recientemente, en el campo de estricto a los postulados de la lucha de cla-
los estudios culturales, el concepto de iden- ses enarboladas por un marxismo de corte
tidad ha recorrido un largo camino. Aunque rígido, pensadores de las más distintas es-
no es un concepto freudiano es usado co- cuelas empezaron a brindar más atención
múnmente dentro de la psicología del ego a las distintas manifestaciones de agencia
en Estados Unidos a partir de los años cin- social por parte de grupos subalternos, es-
cuenta para denominar una serie de aspec- pecialmente a la diversidad de estrategias
tos de la personalidad que Freud incluyó en de resistencia, tanto activa como pasiva,
el ego. Evadiendo la armadura teórica que, que tales grupos utilizaron para cuestio-
hacia mediados del siglo XX, privilegiaba nar, no siempre con éxito, las condiciones
conceptos estructurales de clase emparen- de desigualdad económica y política que
tados con el marxismo, la utilización de la caracterizaban sus entornos. Retomando
categoría de identidad desde sus inicios se las perspectivas críticas de teóricos como
alimentó de, y a su vez propició una aproxi- Antonio Gramsci, especialmente su concep-
mación más diversa y menos abstracta ha- to de hegemonía, o de Walter Benjamin, en
cia comportamientos y conflictos plurales y especial su noción de constelación y su vi-
cotidianos que abarcaban los ámbitos tanto sión de la historia como catástrofe, se regis-
de producción como de reproducción so- tró un renovado interés por detectar formas
cial. Hacia el último tercio del siglo pasa- alternativas de actividad social en periodos
do, pues, y de la mano de la identidad, la llamados no extraordinarios. Así fueron en-
[140]
IDENTIDAD 141
trando, poco a poco, al mundo del análisis en esta bibliografía. La creciente influencia
teórico elementos tales como el espacio, el de la historia social pronto invitó a volver la
cuerpo, la vida privada, la sexualidad, de mirada hacia fenómenos que, aun cuando
mano de autores como Michel Foucault, se desarrollaban en contextos de desigual-
Pierre Bourdieu, Michel de Certeau, Stuart dad, implicaban estrategias de negociación
Hall, entre tantos otros. Así, volcándose ha- y acomodación entre distintos grupos socia-
cia los otros y Lo Otro, este tipo de trabajo les. De esta manera, la atención se dirigió
teórico se entretuvo en los márgenes, en los con mayor frecuencia hacia actividades e
lugares oscuros o cerrados, en el residuo o interpretaciones populares que dejaban en
la ruina, incluso en el silencio, para explo- claro la participación activa, aunque limi-
rar las distintas formas en que una variedad tada, de los pobres, las mujeres y los niños.
de discursos y prácticas contrahegemónicas Socialmente, sin embargo, los debates en
habían también definido, de manera activa, torno al multiculturalismo y al uso oficial
las interacciones sociales de sus épocas. de los términos latino o hispano para de-
No es de extrañarse, entonces, que cier- nominar a una plétora de inmigrantes de
tos estudios acerca de la identidad hayan origen latinoamericano en Estados Unidos,
florecido en las antiguas colonias británicas propiciaron la existencia de estudios que,
y francesas. En la India, por ejemplo, emer- desplazando una vez más la categoría de
gieron varios centros de estudios avanzados clase, privilegiaron, a menudo de manera
dedicados a estudiar la identidad y a teori- esquemática, los orígenes nacionales y ét-
zar la relación poscolonial con el mundo oc- nicos en su análisis de la así llamada latini-
cidental. Una de las críticas más importan- dad. Las respuestas populares no se hicie-
tes en este ámbito es Gayartri Chakravorty ron esperar: una de las quejas más comunes
Spivak. se dirigió contra el carácter homogeneiza-
En Estados Unidos, la cuestión de la dor de un término que, al englobar, ignoró
identidad se convirtió en parte central de y, luego entonces, desdeñó, las diferencias
los movimientos sociales a finales de los años culturales y las implicaciones políticas de la
sesenta del siglo XX. Influenciado por el mo- gran diversidad de experiencias y luchas de
vimiento de los derechos civiles y por el fe- inmigrantes en Estados Unidos.
minismo norteamericano, la investigación La complejidad de la experiencia de Los
estadunidense de la identidad desechó muy Otros en Estados Unidos pronto requirió,
pronto el enfoque de clase y lo sustituyó por y produjo a su vez, conceptos lo suficien-
un análisis que privilegiaba las categorías de temente flexibles como para identificar y
género y sexualidad. Entre los críticos esta- explorar espacios intermedios de acción y
dunidenses más importantes en este sentido significación. Una de las primeras explo-
se contaron a Marjorie Garber, bell hooks raciones importantes en este sentido fue
[Gloria Jean Watkins] y Judith Butler. Una Borderlands/la frontera: The New Mestiza,
igualmente importante aunque no idéntica un influyente estudio de la ambigüedad
tradición feminista fuerte se desarrolló sin de la identidad chicana escrito por Gloria
duda en Francia, mejor representada por in- Anzaldúa, quien introdujo el concepto de la
telectuales como Simone de Beauvoir, Luce nueva mestiza –término basado en las teo-
Irigaray y Julia Kristeva, entre otras. rías raciales del filósofo y político mexicano
El estudio de la identidad de los inmi- José Vasconcelos, quien elogió la mezcla de
grantes latinoamericanos y sus descendien- lo español e indígena al acuñar el concepto
tes en Estados Unidos tomó otro camino. de la raza cósmica–. Tal énfasis en la mezcla,
En un inicio, en efecto, se favoreció, como lo híbrido y las tensas situaciones que tal
en el caso de Rodolfo Acuña y su Occupied tipo de interacciones produce socialmente
America, una visión que denunciaba la exis- ha sido del interés de teóricos latinos promi-
tencia de un colonialismo interno generador nentes como Juan Flores, Frances Aparicio,
de una rígida jerarquía económica y social Ilan Stavans y Gustavo Pérez Firmat.
que, aprovechándose de diferencias de cla- Para entender los comienzos de los estu-
se y raza, explotaba la fuerza de trabajo de dios identitarios en Latinoamérica es nece-
los conquistados. Referencias a identidades sario considerar sus raíces en el siglo XIX y
perdidas y territorios ocupados abundaban en la primera parte del siglo XX. Durante las
142 IDENTIDAD
tífico del siglo XIX y trataron de combatir el ner la cultural imperial sin poder aniquilar
positivismo europeo con sus escritos sobre por completo la nativa. El transculturalismo
Latinoamérica. La identidad “latinoameri- se ha convertido en un concepto importante
cana” elaborada por éstos teóricos trató de en los estudios poscoloniales de la identi-
contradecir las ideas seudocientíficas sobre dad.
la posible “inferioridad” de los pueblos de En México, Octavio Paz (1914-1998) en
América Latina y por extensión también de El laberinto de la soledad (1950; revisado y
sus gobiernos. Esta elaboración también aumentado en 1959) busca las raíces de la
fue una importante retórica para combatir identidad nacional mexicana en la historia
la continuación de la influencia de Estados de la colonia. En la sección más conocida y
Unidos y Europa en América Latina durante polémica del texto, Paz explica que el mexi-
y después de las guerras de independencia. cano es el hijo bastardo de La Malinche, la
Entre los otros teóricos importantes de la traductora, colaboradora y amante indígena
identidad nacional en esa época también se de Hernán Cortés durante la conquista de
encuentra el peruano José Carlos Mariátegui México. Los hijos de La Malinche están
(1894-1930). Mariátegui fue influenciado marcados por la violencia de la conquista y
por el marxismo en su descripción de la la colonia, y no han podido superar el estig-
condición peruana y la desigualdad, la que ma de ser el producto de una violación sim-
llamaba “el problema del indio”. Otros inte- bólica a gran escala.
lectuales peruanos incluyen al escritor y an- Las contradicciones inherentes en lo re-
tropólogo José María Arguedas (1911-1969) ferente a la identidad latinoamericana, su
y al crítico literario Antonio Cornejo Polar relación con la modernidad, su construcción
(1936-1997). Arguedas se concentró sobre de la nacionalidad y la raza, y la exclusión
todo en retratar la situación de los indígenas de ciertos grupos en los escritos de los pen-
quechuas en los Andes como víctimas de la sadores latinoamericanos desde el siglo XIX,
sociedad y gobierno peruano. Arguedas es causan el surgimiento, en los años sesenta
uno de los fundadores del indigenismo mo- y setenta, de los primeros movimientos so-
derno, una rama de la literatura y ciencias ciales de la política de la identidad. En esta
sociales que pretende mejorar la situación época surgieron dos ramas críticas funda-
de los indígenas. En sus ensayos de litera- mentales: una enfocada en la situación de
tura y cultura, Cornejo Polar postuló que la mujer y otra sobre las minorías étnicas
la realidad andina debe ser leída a través latinoamericanas. El debate de la identidad
de su heterogeneidad cultural y cómo ésta y las múltiples identidades basadas en la
contribuye a la formación de subjetividades raza, sexo y etnia, surgen en la esfera ci-
colectivas únicas a los Andes. vil latinoamericana como una respuesta a
En Brasil, debates similares ocurrieron en las narrativas hegemónicas de la identidad
torno al lugar en el imaginario nacional de nacional.
los descendientes de los esclavos africanos. El estudio de la identidad latinoamerica-
El antropólogo Gilberto Freyre (1900-1987) na ha pasado por varias etapas. En su pri-
es uno de las figuras centrales en este deba- mera era, a mediados del siglo XX, había
te. Su texto, Casa-Grande e Senzala (1933), preocupación por la creación de una gran
promulga la idea de la democracia racial; narrativa que describen la identidad nacio-
en otras palabras, el argumento de que en nal. En lo subsiguiente, esta narrativa fue
Brasil no hay racismo, sólo problemas de cuestionada por el surgimiento de movi-
clase. Esta teoría caracteriza las nociones mientos sociales feministas y de etnias mi-
hegemónicas de la identidad nacional bra- noritarias. Las crisis económicas contempo-
silera durante gran parte del siglo XX. ráneas interpretadas como consecuencias
En el Caribe hispano, el cubano Fernando del neoliberalismo y el capitalismo globali-
Ortiz (1881-1969) en Contrapunteo cubano zado, tornan el debate de la identidad a
del tabaco y del azúcar (1947) propuso la no- cuestiones de mercado y consumo.
ción de la transculturación, es decir, la crea- Finalmente, la discusión se enfoca en la
ción de una nueva cultura en un proceso construcción performativa de la identidad.
imperialista que proviene de la metrópolis y Basándose en las ideas de Judith Butler so-
que devalúa a la cultura dominada al impo- bre la índole performativa del género y su
144 IDENTIDAD
of Culture: Uses of Culture in the Global Era, en asuntos de ideología, nadie está libre de
Durham, Duke University Press, 2003 [El re- culpa. Como afirma Slavoj Žižek, la ideo-
curso de la cultura, Barcelona, Gedisa, 2002]; logía “parece emerger exactamente cuando
Zea, Leopoldo, El problema de la identidad la- intentamos evitarla, mientras que deja de
tinoamericana, México, UNAM, 1985. aparecer donde claramente se esperaría que
habitara. Cuando cierto procedimiento es
[NOHEMY SOLÓRZANO-THOMPSON; denunciado como ‘ideológico por antono-
CRISTINA RIVERA-GARZA] masia’ puede estarse seguro de que su in-
versión no es menos ideológica” [“seems to
pop up precisely when we attempt to avoid
ideología it, while it fails to appear where one would
clearly expect it to dwell. When some pro-
El concepto de ideología es profundo y casi cedure is denounced as ‘ideological par ex-
infinitamente irónico: nace bajo el signo de cellence’ one can be sure that its inversion is
la inversión. En las acepciones predomi- no less ideological” (“Introduction”: 4)]. No
nantes del término, estar bajo su influencia sorprende, por lo tanto, que desde Napoleón
significa, entre otras cosas, confundir los hasta nuestros días el concepto de ideología
opuestos. Sus víctimas toman lo ideal por haya servido como arma arrojadiza para de-
material, lo cultural por natural, lo injusto rechas e izquierdas, con el fin de deslegitimar
por justo y, en general, confunden las apa- al adversario acusándole o bien de tonto –en-
riencias con la realidad (Eagleton: 51-61). gañado por las apariencias o preso de deseos
En La ideología alemana (1845-1847), Marx e intereses inconscientes– o bien de hipócri-
y Engels sugerían que la ideología de los fi- ta, empeñado en engañar a los demás en
lósofos idealistas hacía que vieran el mundo beneficio propio. Como observa Raymond
al revés (26). Si la ideología es una forma de Williams, “en la argumentación popular,
mistificación, sin embargo, sus críticos pre- ideología todavía se usa esencialmente en
sumen necesariamente de un conocimiento el sentido que le asignó Napoleón. Las per-
más verdadero, no ideológico, de la reali- sonas sensatas se apoyan en la experiencia
dad. De ahí que la Ideologiekritik de corte o tienen una filosofía; los necios confían en
marxista, al revelar la confusión de grupos e la ideología” [“in popular argument, ideolo-
individuos particulares, pueda producir un gy is still mainly used in the sense given by
efecto moral y estético parecido al desenlace Napoleon. Sensible people rely on experien-
de una buena comedia. ce, or have a philosophy; silly people rely on
Para mayor ironía, también la propia ideology” (157)].
evolución teórica del concepto de ideología Aún así, el enorme éxito teórico y político
es caracterizada por una serie de inversio- del concepto en los siglos XIX y XX se debe no
nes cuasi cómicas. Concebido primero por sólo a su utilidad como arma retórica sino
un grupo de intelectuales franceses ilustra- sobre todo a su fuerza explicatoria. La teoría
dos como una “ciencia de las ideas” que per- de la ideología pretende elucidar algunos de
mitiera descubrir el engranaje de la mente los grandes enigmas con que se han enfren-
humana para liberarla de las mistificaciones tado los reformistas y revolucionarios des-
(sobre todo las religiosas), el concepto fue de los comienzos de la modernidad: explica
muy pronto movilizado para deslegitimar a cómo es posible que la mayoría social pueda
los propios practicantes de esa ciencia. Los colaborar, a veces de forma entusiasta, en
“ideólogos”, argüía el emperador Napoleón su propia opresión; o cómo opresores tanto
I en 1812, eran gentes despistadas, perdi- como oprimidos puedan albergar, durante
das en las brumas de la metafísica y faltas largo tiempo, nociones fundamentalmente
de contacto con la realidad, que pretendían equivocadas y contradictorias acerca de la
construir una sociedad sobre leyes deriva- realidad. Además, al revelar la raíz de estos
das de supuestas causas primeras en vez de enigmas, el concepto de ideología también
un “conocimiento del corazón humano y las permite imaginarse modos de superarlos –es
lecciones de la Historia” (citado en Williams: decir, de transformar la sociedad–.
154). Dos siglos después, sigue siendo fácil Noción fundamental del marxismo, el
invertir el vector crítico y demostrar que, concepto de ideología ha sido rechazado por
IDEOLOGÍA 147
varias escuelas políticas y filosóficas com- viduos o grupos sociales atribuyen la capa-
petidoras. En los años cincuenta, ciertos cidad de alcanzar tal perspectiva.
científicos sociales en Occidente –Raymond El gran auge que conoció el concepto de
Aron, Edward Shils y Daniel Bell, entre ideología en el siglo XX en casi todas las
otros– proclamaban el “fin de la ideología”, ciencias sociales y humanísticas se debe,
frase con que expresaban su fe en la supe- principalmente, al papel central que le adju-
rioridad de las ciencias “objetivas” y pragmá- dicaron Marx, Engels y sus seguidores en
ticas de las sociedades democráticas frente sus análisis críticos del capitalismo: aunque
a las ciencias “ideológicas” de los totalita- las apariencias confirmaran la noción bur-
rismos. Posteriormente, lo han desechado guesa de que las relaciones entre capitalistas
posestructuralistas y posmodernistas, para y obreros eran libres y justas, y aunque am-
quienes la ideología es una noción escan- bos grupos obraran bajo esa suposición, la
dalosamente ilustracionista. Lo que más ideología impedía que se percibiera la injus-
perturba a críticos como Foucault, Lyotard, ticia y esclavitud que en realidad regían el
Baudrillard, Deleuze, Guattari y Rorty son sistema. Es importante recordar, sin embar-
las pretensiones epistemológicas inherentes go, que existen varias definiciones marxistas
al concepto: la idea de que algunos tengan diferentes del concepto de ideología, que no
acceso a la verdad y sean capaces de denun- siempre resultan compatibles entre sí. Las
ciar la ceguera de los demás. Frente a estos principales divergencias cabe ilustrarlas me-
rechazos, otros críticos contemporáneos, diante tres preguntas. Primero, ¿la ideología
entre los que destacan Eagleton, Žižek y denota una visión del mundo falsa (impli-
Larraín, se han empeñado en hacer matiza- cando que existe otra verdadera) o simple-
das distinciones entre las diferentes acepcio- mente una visión determinada del mundo?
nes en uso, arguyendo que el concepto –eso Es decir, ¿es un concepto crítico o neutral?
sí, teóricamente afinado y puesto al día– es Segundo, ¿la ideología es un fenómeno pri-
más pertinente que nunca, e indispensable mordialmente mental, o más bien material?
para la crítica cultural y política. Es decir, ¿se produce en las mentes de los
En su sentido más básico, la teoría de la sujetos o tiene una existencia concreta en el
ideología es perspectivista. Establece una mundo social? Y tercero, ¿la ideología es
relación entre las circunstancias e intereses superable? Las respuestas que se den a estas
sociales e históricos de los grupos humanos tres preguntas determinan la utilidad del
y la visión del mundo social que predomina concepto de ideología no sólo como arma
en ellos, implicando que, de una manera u crítica, sino también para la conceptualiza-
otra, nuestras circunstancias e intereses ción del camino hacia el cambio social –tan-
tienden a limitar o tergiversar la forma en to con referencia a los agentes del cambio
que concebimos el mundo y nuestro lugar como al margen de cambio posible–.
en él. Esta dimensión perspectivista –que a En términos muy resumidos, para el pro-
veces pero no siempre tiende al determinis- pio Marx la ideología denotaba una visión
mo– constituye la gran fuerza del concepto falsa del mundo que, como tal, era criticable
de ideología pero también su mayor debili- y superable mediante el análisis científico de
dad. El problema no sólo es que facilita los la realidad social y la práctica revoluciona-
argumentos tu quoque, sino también que es ria. Aunque en La ideología alemana parecie-
prácticamente imposible inmunizarse con- ra que Marx y Engels concebían a la ideolo-
tra su fuerza crítica. ¿Quién puede presumir gía como un fenómeno puramente mental
de trascender las limitaciones de su momen- –una “conciencia falsa”, en palabras del úl-
to histórico y situación social? Como vere- timo– Larraín enfatiza que para Marx las
mos a continuación, las mayores diferencias inversiones ideológicas reflejan –y escon-
entre las distintas versiones del concepto den– las inversiones y contradicciones de la
que se han propuesto en los últimos dos- realidad social, constituida por prácticas
cientos años radican, primero, en la medida concretas (55).
en que admiten la posibilidad de una pers- A diferencia de Marx, Lenin elabora un
pectiva trascendente que permita escapar a concepto neutro de la ideología, como una
las limitaciones ideológicas y ver el mundo visión coherente de la sociedad compartida
“como es en verdad” y, segundo, a qué indi- por una clase, un grupo o un partido, y que
148 IDEOLOGÍA
sugirió que se tratara de que los intelectua- a sua pretensão de abarcar a natureza hu-
les “corrigieran” las visiones erróneas de los mana”. (Curiosamente, Žižek, al explicar el
demás. Dado que, para Marx, la ideología funcionamento de la ideología en nuestras
está arraigada en una realidad social, su su- sociedades posmodernas e irónicamente au-
peración implica la transformación práctica toconscientes, acaba proponiendo una idea
de esa misma realidad (57). parecida a la de Schwarz: es posible darse
Con la influencia de las teorías posmo- cuenta de la falsedad de las apariencias y
dernas en los años ochenta y noventa –que sin embargo actuar como si no (Sublime
coincide con la plena institucionalización de Object: 31).)
los estudios culturales en la academia an- El mayor desafío teórico y político del
gloamericana y la postergación del legado concepto de ideología como distorsión sigue
marxista– el concepto de ideología pierde siendo su implícita presunción de verdad.
importancia, aunque nunca se elimina por ¿Cómo practicar una rigurosa crítica cultu-
completo. En los últimos dos decenios los ral sin caer en la trampa de la arrogancia
practicantes de los estudios culturales –in- epistemológica propia del intelectual des-
cluidos los latinoamericanos– han adoptado mistificador, con todo el bagaje elitista que
el concepto de forma ecléctica, sin teorizarlo conlleva? Los críticos que mejor han sabido
demasiado. Santiago Castro Gómez ha se- bregar con este reto son los que asumen ple-
ñalado que “el abandono de la categoría de namente la profunda ironía inherente al
ideología por parte de algunos teóricos de la concepto de ideología. Entre ellos destaca
cultura ha contribuido a debilitar el potencial Žižek, que insiste en la importancia de man-
crítico y político que tenían los estudios cul- tener una posición imposible: “aunque no
turales” y ha abogado por una recuperación hay una clara línea de demarcación que se-
del legado de Althusser, que le parece idóneo pare la ideología de la realidad, aunque la
para formular “una crítica de la economía ideología opera en todo lo que experimenta-
política de la cultura” (742, 738). mos como ‘realidad’, debemos sin embargo
No sorprende que los usos más rigurosos mantener la tensión que mantiene viva la
y originales del concepto de ideología dentro crítica de ideología” [“although no clear line
del campo latinoamericanista se encuentren of demarcation separates ideology from rea-
en críticos marxistas como Roberto Schwarz lity, although ideology is at work in every-
y Neil Larsen, cuya relación con los estu- thing we experience as ‘reality’, we must
dios culturales es tensa y hostil. Schwarz, none the less maintain the tension that
en “As idéias fora do lugar” (1973) teoriza keeps the critique of ideology alive” (“Intro-
la ideología dentro del contexto poscolonial duction” 17)]; y, en el campo latinoamerica-
brasileño y acaba proponiendo la noción de no, Carlos Monsiváis, cuya peculiar forma
“ideología de segundo grado” para describir de Ideologiekritik nunca deja de insistir en
lo que ocurre cuando las ideologías metro- la potencialidad creativa y política de la cul-
politanas –como el liberalismo en el caso tura popular, desde una postura lúdica que
del Brasil decimonónico– son “importadas” lo inmuniza contra cualquier tentación de
por la colonia. Schwarz, siguiendo a Marx, elitismo (Monsiváis, Entrada libre, Faber).
define la ideología como “ilusión necesaria
bien arraigada en las apariencias”; pero si OBRAS DE CONSULTA. Althusser, Louis, Lenin y la
en la metrópoli las apariencias confirman filosofía, México, Era, 1970; Castro Gómez,
la ideología, el contexto periférico de Brasil Santiago, “Althusser, los estudios culturales y el
es tan incongruente que las ideologías im- concepto de ideología”, Revista Iberoamericana,
portadas se revelan en toda su falsedad. año 64, núm.193, 2000, pp. 737-751; Eagleton,
Adoptadas a pesar de ello por la burgue- Terry, Ideology: An Introduction, Londres, Verso,
sía europeizante, se convierten en “ideolo- 1991 [Ideología: una introducción (trad. Jorge
gías de segundo grado” –ilusiones asumidas Vigil Rubio), Barcelona, Paidós, 1997]; Hall,
como tales que, sin embargo, dirigen la Stuart, “The Problem of Ideology: Marxism
práctica social–. “Inscritas num sistema que Without Guarantees”, en David Morley y Kuan-
não descrevem nem mesmo em aparência”, Hsing Chen (eds.), Stuart Hall: Critical Dialogues
dice Schwarz, “as idéias da burguesia viam in Cultural Studies, Londres, Routledge, 1996,
infirmada já de início, pela evidência diária, pp. 25-46; Marx, Karl y Friedrich Engels, Die
150 IDEOLOGÍA / IMPERIALISMO CULTURAL
deutsche Ideologie: Werke, Berlín, 3 vols., Dietz según el cual los medios de los países peri-
Verlag, 1971 [La ideología alemana, México, féricos no sólo están sujetos a la propiedad
Ediciones de Cultura Popular, 1972]; Schwarz, y al control de las clases dominantes, sino
Roberto, Ao Vencedor as Batatas: Forma Literária que además su técnica y contenido depen-
e Processo Social nos Inicios do Romance den del conocimiento y material generado
Brasileiro, São Paulo, Duas Cidades, 1977; en países industrializados, el imperialismo
Williams, Raymond, “Ideology”, en Keywords: A cultural se enfoca en los desequilibrios y
Vocabulary of Culture and Society, Nueva York, desigualdades de los flujos internacionales
Oxford University Press, 1983, pp. 153-157 de información. El fracaso de las economías
[Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y estatales latinoamericanas se origina en el
la sociedad, ed. rev. y ampl., trad. Horacio Pons. sistema económico global, que empuja a los
Buenos Aires, Nueva Visión, 2003, p. 173]; países no industrializados a una continua
Žižek, Slavoj, “Introduction: The Spectre of dependencia. Siguiendo esta teoría, el im-
Ideology”, Žižek, Slavoj (ed.), Mapping Ideology, perialismo cultural postula que el flujo de
Londres, Verso, 1994, pp. 1-33; Žižek, Slavoj, información de países ricos a pobres pro-
The Sublime Object of Ideology, Londres, Verso, mueve una civilización de consumo, cóm-
1989 [El sublime objeto de la ideología, México, plice del capitalismo y desinteresada en las
Siglo XXI Editores, 1992]. fronteras nacionales, beneficiando a las in-
dustrias dueñas de los medios masivos de
[SEBASTIAAN FABER] comunicación, afincadas en su totalidad en
espacios metropolitanos.
De hecho, como teoría interpretativa, el
imperialismo cultural imperialismo cultural se aplicó a diversas
áreas, como las relaciones internacionales,
La teoría del imperialismo cultural se vincu- la antropología, la educación, las ciencias, la
la a los estudios culturales mayoritariamente historia, las letras y hasta los deportes. Las
desde el campo de la comunicación. Según reflexiones sobre “el sistema del mundo mo-
el belga Armand Mattelart, dicha teoría derno” (capitalismo), “la sociedad” (por lo
nace en los años setenta a partir de traba- general, países o comunidades con econo-
jos en comunicación enfocados en asuntos mías emergentes), “el centro dominante del
de desarrollo y economía política. Mattelart sistema” (los países industrializados), y “los
sostiene que, desde fines de ese decenio, el valores y las estructuras” (las culturas y or-
término, empleado por Rigaud, ex ministro ganizaciones ajenas a los países emergen-
de Cultura, ante la pérdida de influencia cul- tes), al igual que “la dependencia” y “el im-
tural francesa en la era de tecnologías de perialismo mediático” (que a veces se emplea
la información, marca numerosos estudios de manera sinónima), forman parte de su
concernientes a las relaciones entre nacio- terminología. En síntesis, el imperialismo
nes. Sin embargo, Mattelart advierte que no cultural plantea la dominación de una na-
es sino hasta los años ochenta, con la popu- ción por otra de mayor envergadura.
larización de un estilo de vida global, que Dada su naturaleza teórica, el imperialis-
los estudios en torno a esta teoría aumen- mo cultural no está exento de limitaciones.
tan de manera sustancial, impulsados por Se le critica un marco metodológico impre-
la tangible presencia de grandes grupos de ciso, de difícil medición y escasa capacidad
comunicación. En este contexto, la comu- descriptiva. De manera infortunada, tal y
nicación nutre el desarrollo de los estudios como se propone en sus comienzos, de for-
culturales latinoamericanos. ma lineal y hasta unilateral, el imperialismo
Lo cierto es que, como compendio críti- cultural casi descarta cualquier posibilidad
co, el imperialismo cultural es un esquema de producción mediática de las naciones pe-
que compete al ámbito de la guerra fría. riféricas. Parte de esta gran limitación críti-
Su evolución teórica ha estado marcada de ca es la suposición de un sólo sentido en el
manera muy firme por cambios en asun- flujo informativo, cosa que, si acaso fue cier-
tos de política y economía internacional. ta alguna vez, ha cambiado mucho con el ad-
Fundamentándose en la propiedad de los venimiento de nuevas tecnologías. En añadi-
medios y en el marco de la dependencia, dura, el imperialismo cultural no contempla
IMPERIALISMO CULTURAL 151
la propagación del neoliberalismo– a través cia, al igual que el contexto sociocultural del
del mundo. medio comunicativo. Desde este enfoque,
En los años ochenta, con el advenimien- mediante diferentes aproximaciones meto-
to de regímenes democráticos latinoameri- dológicas, se le restituye un papel activo a
canos, la crisis económica propiciada por el la audiencia en las investigaciones latinoa-
mal manejo de la deuda externa y el opor- mericanas de cultura y comunicación, con-
tunismo del sector privado, surge y se con- viniendo una capacidad mayor de rechazo o
solida una nueva perspectiva crítica intere- negociación de los mensajes hegemónicos
sada en el análisis de los procesos de de los medios.
recepción y consumo de los productos cultu- A diferencia de los enfoques críticos del
rales. Al ubicar la comunicación en el con- mundo angloparlante, amparados en temá-
texto de lucha por la hegemonía, sus parti- ticas de clase o género, en América Latina
darios le dan un nuevo sentido al tema, se opta por replantear el estudio de la cul-
enfatizando procesos de asimilación, recha- tura esbozando una problematización más
zo, negociación y refuncionalización de los amplia de lo popular. En buena parte, esta
contenidos efectuados por los sectores sub- táctica se debe a los nuevos matices que teo-
alternos de la sociedad. Algunos anteceden- rías como la dependencia o el imperialismo
tes lejanos de estos nuevos enfoques, de ín- cultural adquieren ante la noción de globa-
dole culturalista, son los escritos de Eco en lización. Para Tomlinson, por ejemplo, la
materia de semiótica estructuralista y las globalización sugiere que “la interconexión
teorías de Gramsci, Benjamin y Foucault e interdependencia de todas las zonas glo-
sobre ideología, cultura y poder. De manera bales ocurre de forma mucho menos preme-
efectiva, lo que se da es un paso de modelos ditada que el control intencional atribuido
semióticos o ideologizantes, según los cua- al imperialismo” (175). A inicios de los años
les la comunicación destaca un acto de noventa, ante el avance irrefutable del mer-
transmisión, a una revaloración del sujeto, cado, se evidencia la necesidad del repensar
a partir de la cual se extiende un enfoque el papel del Estado. Las respuestas fluctúan
culturalista en el marco de la comunicación. entre el apoyo al continuismo en la interven-
El viraje se patentiza incluso en la obra de ción estatal, con atisbos nacionalistas, como
voceros del imperialismo cultural, como en el caso del brasileño José Marques de
Mattelart. Si bien el imperialismo cultural Melo, y posturas más escépticas, como las
sirve en principio como motivación precur- de Esteinou Madrid, quien cuestiona la for-
sora del estudio de la cultura, el afán de taleza del Estado ante la arremetida del TLC,
abandonar su dogmatismo lleva al despegue o del mismo Mattelart, quien denuncia una
en firme de los estudios culturales latinoa- eventual anulación de la diferencia a raíz de
mericanos. De hecho, se pasa de lo riguro- la acelerada integración económica mundial.
samente comunicativo a lo cultural, un mar- Por su parte, el peruano Rafael Roncagliolo
co más amplio que posibilita contemplar la impugna los afanes de apertura comercial,
comunicación como una práctica cultural pues, según él, representan una integración
más, y valorar dinámicas y articulaciones carente de defensas; Roncagliolo insiste en
que, yendo más allá de lo comunicativo, sir- que “todos los países de Latinoamérica son
ven de soporte a la cultura. dependientes, pero algunos son más depen-
Un aporte muy significativo a la consoli- dientes que otros” (338).
dación de esta nueva corriente es la labor Hay variados aportes latinoamericanos
del jamaiquino Stuart Hall y el Centro de en este sentido, pero dos se destacan en
Estudios Culturales Contemporáneos (CCCS) particular, despuntando en críticas al dog-
de Birmingham, Reino Unido. Entre sus lo- matismo irrestricto de la dependencia y el
gros se destaca una revisión de la conceptua- imperialismo cultural, e impactando fuerte-
lización de las audiencias como entidades mente el estudio de la cultura y su relación
pasivas e indiferenciadas, enfoque reprodu- con un entorno global. El primero, Jesús
cido y ampliado en América Latina en las Martín Barbero, estudioso colombiano de
labores del investigador chileno Valerio origen peninsular vinculado a centros de
Fuenzalida. Para Fuenzalida, la influencia investigación colombianos y mexicanos, ha
grupal de la familia es de singular importan- resaltado la importancia de las condiciones
IMPERIALISMO CULTURAL 153
nal. Ya en 1944 Argentina, Brasil y en gran cultural belga Armand Mattelart publican,
medida México (los tres países latinoameri- en 1971, Para leer al pato Donald, donde dis-
canos con un mercado lo suficientemente cuten las tiras cómicas de Disney. Inspirados
grande como para crear industrias naciona- por una lectura frankfurtiana, critican esta
les) están inmersos en sus propias versiones literatura de masas por mantener patrones
de estas industrias con un color fuertemen- ideológicos entre el primer mundo domina-
te nacional. dor y el tercer mundo dominado. Por otro
Críticamente se ha dicho que esta época lado, a diferencia de épocas anteriores, em-
propagaba temas y características que imi- pieza a emerger una cultura latinoamerica-
taban recetas extranjeras desde una pers- na visible mundialmente. El boom literario
pectiva local. No es hasta más tarde que se alzó la industria editorial local y produjo un
empieza a interpretar los esfuerzos indus- nuevo talento (Gabriel García Márquez,
triales en América Latina de formas más José Donoso, Julio Cortázar, Mario Var-
complejas. Carlos Monsiváis muestra los di- gas Llosa y Carlos Fuentes) que fue produc-
ferentes efectos que la cultura de masas pro- to del crecimiento económico logrado des-
duce, los cuales dependen del contexto so- pués de las guerras mundiales, el cual creó
cio-histórico de la nación, otorgándole a lo una clase media cosmopolita en América
popular un valor importante. En la acade- Latina con intereses nacionales. No obstan-
mia estadunidense Ana López arguye que el te, estos escritores se hacen populares al
cine de la época de oro, por primera vez criticar esa misma modernización y pronos-
hace que circulen imágenes, historias y te- ticar su fin. Esta época efervescente produce
mas latinoamericanos a la vez que reta la muchos movimientos contrahegemónicos
omnipresencia de Hollywood en la región y que intentan crear, bajo ambientes distintos,
mantiene un interés regional por varios de- métodos alternativos de distribuir sus pro-
cenios. ductos. La “nueva canción” en Chile, prote-
gida y promovida por el gobierno izquierdis-
LUCHA ENTRE IMPERIALISMO Y ANTIIMPERIALISMO. ta de Salvador Allende, cuyo lema proclamaba
En los años cincuenta, ya en plena guerra “no hay revolución sin canción”, crea DICAP
fría, el ambiente cultural empieza a cam- para grabar los artistas del movimiento.
biar. Las industrias siguen modernizándo- Mientras que en Argentina, La hora de los
se sufriendo altibajos: por un lado la de- hornos iba a tener que exhibirse clandesti-
cadencia de los estudios cinematográficos, namente del gobierno autoritario de Juan
visto claramente en el fracaso de Vera Cruz Carlos Onganía. La película junto con el ma-
(1949-1954), un estudio de Brasil que im- nifiesto que la acompaña, critican el mono-
portó técnicos y equipo del extranjero para polio cultural del primer mundo, viéndolo
aventurarse en producir un cine de calidad como un neocolonialismo. Estos tres ejem-
internacional, contrariamente el crecimien- plos reproducen una retórica típica de la
to de las industrias de la televisión y la mú- época al rechazar una cultura de masas ex-
sica. Estados Unidos, queriendo mantener tranjera. Sin embargo, se convierten en pro-
solidaridad ideológica por toda América, ductos mismos al hacerlo.
presionan a las industrias locales y sus go-
biernos para promover un anticomunismo GLOBALIZACIÓN, NUEVAS INDUSTRIAS E INTER-
que simultáneamente alababa un modo de PRETACIONES. Los años ochenta trajeron un
vida moderna y estadunidense. Esta com- cambio: de sociedades politizadas con eco-
plicidad entre gobiernos locales, Estados nomías centralizadas y un estado fuerte y
Unidos y los medios de comunicación es evi- militar, a democracias representativas con
dente en el apoyo por la empresa mexicana economías neoliberales intentando entrar al
Televisa al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz mercado global. La simple configuración del
durante la matanza estudiantil de 1968 en imperialismo contra lo nacional desaparece
Tlatelolco. y la reemplaza un sistema interconectado
Este ambiente creará respuestas cultura- e interdependiente dominado por posturas
les locales que se oponen vehementemente globales de consumo y producción. Como
al creciente imperialismo de Estados Unidos. sugiere Néstor García Canclini, la moder-
El escritor chileno Ariel Dorfman y el crítico nización finalmente llega a Latinoamérica
INDUSTRIA CULTURAL 157
pero a través de empresas privadas. En este educación estatal y a los valores literarios de
ambiente aparecen nuevas industrias (vi- los años sesenta para contraponer la hege-
deojuegos, la Internet) y diferentes espacios monía de la industria cultural. Aunque de
para la distribución de la cultura que cam- manera diferente, Nelly Richard también ve
biarán los viejos modos de distribución y ac- una salvación a través de un arte de van-
cesibilidad y que producirán nuevas formas guardia que provoca en el lector-espectador
de leer, escuchar música y ver imágenes. sospechas en lo masivo. Desde visiones dis-
Sin embargo, la globalización no ha dis- tintas, ambas proponen un regreso a la cul-
minuido el poder de las industrias, y la li- tura letrada para escapar de la invasión de
beración del mercado las ayuda a florecer: una cultura popular extranjera.
Venevisión, Televisa y Rede Globo adquieren Sin embargo, hay otros que no rechazan
un papel global aún más poderoso con las por completo la cultura popular y recuerdan
exportaciones de telenovelas. En parte el que en esta época la resistencia se produce
creciente número de hispanos en Estados por redes informáticas antes que por la arti-
Unidos ha permitido la extensión de estos llería. Jesús Martín Barbero sugiere que no
monopolios y la creación de otros con base hace falta concentrarse en los medios, como
en Miami (Univisión y Telemundo) que lo hacen Adorno y Horkheimer, sino en la
dominarán el mercado estadunidense con interdependencia entre diferentes partes
programación producida localmente e im- del proceso de comunicación: el emisor, el
portada desde Latinoamérica. La ciudad de mensaje, el canal y el receptor. Para Martín
Miami, como capital administradora de la Barbero esta interdependencia, a lo que lla-
industria cultural del norte y el sur, ha ayu- ma las mediaciones, es necesaria para po-
dado a disminuir las divisiones nacionales der leer el significado de la cultura popular,
y regionales (mexicano-americano, cubano- complicando el modelo estático de 1944.
americano, nuyoriquen, etc.) para crear una Por otro lado, García Canclini, William
identidad “panlatina” (que incluye lo espa- Rowe y Vivian Schelling notan cómo lo mo-
ñol y lo brasileño) para la mercadotecnia derno y lo tradicional negocian nuevos es-
de productos. Es precisamente en Miami pacios culturales, espacios híbridos, donde
donde residen las sedes latinoamericanas ya no se necesita hablar de dicotomías entre
de empresas como Sony, EMI, Polygram lo industrial y lo artesanal. Esencialmente
Universal, Warner junto a empresas cultu- lo que describen reafirma culturas locales,
rales latinoamericanas. Aprovechándose de movimientos que tienen acceso a medios he-
la ganancia que el mercado de jóvenes pro- gemónicos, en algunos casos no necesaria-
vee, estas industrias promueven movimien- mente forman parte del circuito transnacio-
tos (rock en español, reggaetón), estrellas nal. En 1994, por voz del Subcomandante
(Ricky Martin, Jennifer López, Shakira, Gael Marcos, el Ejército Zapatista de Liberación
García Bernal) y espacios (Latin Grammys) Nacional se lanzó contra la globalización
que dan una cara de la transnacionalización (el TLCAN) por medios masivos de comuni-
de la cultura latinoamericana, lo que no ne- cación (entre ellos la Internet). Volviendo
cesariamente las hace representativas de a una de las primeras industrias que sigue
una total homogeneización como lo veían siendo la más difusiva Gustavo Remedi exa-
Adorno y Horkheimer ni tampoco le da mina las estaciones de radio comunitarias
completo poder a lo local sino que se llega en Uruguay como un espacio resistente que
a una combinación de los dos (Yúdice). no forma parte del circuito global. Para
A pesar de esta presencia global de lo la- Remedi la gente finalmente tiene el dere-
tino, permanecen residuos de una crítica cho de producir su propia cultura. Más allá
frankfurtiana con una voz más sofisticada y del consumo creativo y la recepción activa
local. Renato Ortiz encuentra en la mundia- (Martín Barbero y García Canclini) se llega
lización de la cultura popular la creación de al arte imperfecto, como lo prefiguraba Julio
un imaginario y una mitología global que García Espinosa mucho antes, un arte que
según José Joaquín Brunner ha llegado a su desaparece en todo anulando la figura del
culminación para crear desigualdades na- artista o letrado. Esta reapropiación de la
cionales y sociales. Mientras que Beatriz práctica de la ciudadanía logra por fin una
Sarlo en Argentina insiste en una vuelta a la expresión pública en una era donde supues-
158 INDUSTRIA CULTURAL
[159]
160 LATINOAMERICANISMO
nizado estos proyectos en regiones cultural- para abrazar las luchas y las voces de sujetos
mente homogéneas y autocontenidas. colectivos y reales largamente sometidos a
Las consecuencias discursivas de esta una historia de subalternización, por el es-
confluencia de macromarcos epistemológi- tado colonial español primero, y, luego, por
cos y políticos (posmodernidad y globaliza- sus herederos poscoloniales criollos en el
ción) han seguido trayectorias distintas en continente americano. En este sentido el es-
las diferentes disciplinas. En las humanida- tudio de los testimonios se ofrecía como una
des, ciertos temas de debate han dominando alternativa radical a los esfuerzos coetáneos
la discusión sobre el latin/o americanism/o: en Estados Unidos por desarrollar la agenda
testimonio y subalternismo, literatura y es- de los estudios culturales. A diferencia de
tudios culturales, subalternismo y poscolo- éstos –que Beverley veía como inscritos aun
nialismo. En las ciencias sociales se ha rea- dentro de las coordenadas culturales, ahora
lizado más bien un intento por dar cuenta masivas y mediáticas, del capitalismo do-
de lo que se ha llamado la condición global de minante– el testimonio hablaba de unos ac-
lo latin/o american/o. tores colectivos y emergentes que luchaban
contra ese capitalismo y anunciaban la (re)
EL LATIN/OAMERICANISM/O EN LAS HUMANIDA- aparición de una cultura neopopular no ca-
DES. En 1989, en un famoso ensayo so- pitalista o al menos, anticapitalista. De este
bre el testimonio, el crítico estadunidense modo, el testimonio era el heraldo de una
John Beverley comenzaba preguntándose: época poshumanista y tal vez posliteraria,
“¿Generan las luchas sociales nuevas formas liberada de la herencia cultural y subjetivo-
de literatura y cultura, o se trata más bien burguesa del humanismo clásico (Beverley,
del asunto de cómo se representan [estas Gugelberger).
nuevas luchas] en las formas ya existentes?” Reaccionando también frente a esa
(Against Literature: 69), Beverley proponía emergencia de los estudios culturales,
que el testimonio, que en su obra temprana que ampliaban el terreno de lo estudiable
en colaboración con Marc Zimmerman, es- bajo la rúbrica de lo cultural en el capi-
taba asociado siempre a las luchas centro- talismo tardío, Alberto Moreiras, compa-
americanas en los años setenta y ochenta, ñero de Beverley en el grupo de Estudios
sería una forma nueva de representación Subalternos Latinoamericanos en Estados
literaria. A diferencia de la novela que está Unidos, proponía su propia visión del sub-
centrada en sus presupuestos culturales alternismo, inspirado ahora más por la
burgueses (el privilegio de la vida individual deconstrucción que por el marxismo. Para
y la familia nuclear, por un lado, y de los Moreiras, lo que el testimonio ejemplifica-
espacios privados y urbanos, por otro), el ba era menos una propuesta positiva que
testimonio podría ser la forma cultural de una crítica radical o una pura negatividad.
una nueva política de lo neopopular emer- El testimonio, sostendría Moreiras apoyán-
gente en las luchas revolucionarias centro- dose también en el trabajo de los subalter-
americanas. El testimonio es definido por nistas indios como Gayatri Spivak y Ranajit
Beverley como una forma literaria que narra Guha, pero sobre todo en la deconstrucción
una vida real en las palabras de su propio derridiana, revelaba las aporías de la re-
protagonista o de un testigo, a menudo ile- presentación de lo subalterno en el aparato
trado y que requiere, para su transcripción, gnoseológico y epistemológico de la crítica
de la colaboración de un interlocutor que latinoamericanista estadunidense. En tanto
es un intelectual. Con el correr del tiempo crisis de la representación, el testimonio era
Beverley habría de radicalizar su hipótesis un síntoma que revelaba los límites de toda
para proponer que el testimonio en tanto representación de lo latinoamericano en el
representación de lo subalterno, era una for- aparato académico de Estados Unidos. En
ma de posliteratura o anunciaba al menos el este sentido, más que oponerse a ella, el tes-
fin de lo literario y del humanismo tradicio- timonio compartía con la mejor literatura
nal en que aquél se asentaba. En tanto pos- su capacidad para explorar esos límites de
literario, el testimonio se deshacía de la car- lo representable como, para decirlo de otra
ga de la distinción entre lo ficcional y lo no manera, aquello que sólo podía ser indicado
ficcional que definía a lo estético-literario, indirectamente (Moreiras, Exhaustion).
LATINOAMERICANISMO 161
por cierto, es algo que ha visto un fuerte Estos nuevos mapeos –que no pueden des-
desarrollo no sólo en los Estados Unidos a hacerse de la nación como territorializa-
propósito de las poblaciones latinas, sino ción social, económica y cultural sino que
también en América Latina en relación con deben intentar entender tanto sus transfor-
las migraciones internas y externas, los maciones y funcionamiento, como espacio
nuevos mapas geoculturales y políticos, la de hegemonía interna y autonomía relativa
racialización de la fuerza de trabajo a es- externa, cuanto los nuevos flujos de interco-
cala continental: países que mandan inmi- nexión e interdependencia internacional o
grantes, países que los reciben para explo- transnacional– son lo que podemos llamar
tarlos bajo su condición altamente flexible el latin/o americanism/o.
y productiva de indocumentación (Quijano,
de Genova, Grimson); y, en general, los de- OBRAS DE CONSULTA. Addiechi, Florencia,
safíos que la falta de concordancia entre la Fronteras reales de la globalización: Estados
geografía social y cultural del capitalismo Unidos ante la inmigración latinoamericana,
central y periférico supone (Quijano). México, Universidad Autónoma de la Ciudad
Por otro lado, desde la cultura y la expe- de México, 2005; Campa, Román de la,
riencia cotidiana de la globalización esa fal- Latin Americanism, Minneapolis, University
ta de concordancia se manifiesta en la vida of Minnesota Press, 1999; Flores, William
de aquellos que “viajan” todos los días sin V. y Rina Benmayor (eds.), Latino Cultural
moverse de sus sitios o son relegados a una Citizenship: Claiming Identity, Space and Rights,
marginalidad que los excluye de manera cua- Boston, Beacon Press, 1997; Gainza, Patricia,
siestructural. Algunos de los temas de esta “Tendencias migratorias en América Latina”,
nueva agenda incluyen: el consumo cultural Peripecias 1, <www.gloobal.info/iepala/gloobal/
diario de productos trasnacionales o fuerte- fichas/ficha.php?id=2047&entidad=Noticias>,
mente influido por sus formatos, conteni- consulta: 14 de junio de 2006; García Canclini,
dos y técnicas (García Canclini, Diferentes; Néstor, Diferentes, desiguales y desconectados,
Consumidores); la emergencia de un paisa- Barcelona, Gedisa, 2005; Hopenhayn, Martín,
je mediático complejo en el que alternan la América Latina: desigual y descentrada,
fuerte especificidad y densidad de las comu- Buenos Aires, Norma, 2005; Loomba, Ania,
nicaciones locales, facilitadas a menudo por Colonialism/Postcolonialism, Londres-Nueva
nuevas y viejas pero refuncionalizadas tecno- York, Routledge, 1998; Poblete, Juan (ed.),
logías como la Internet o la radio, con una Critical Latin American and Latino Studies,
creciente presencia de los conglomerados Minneapolis, University of Minnesota Press,
transnacionales (Poblete, Culture ); el desa- 2003; Quijano, Aníbal, “Colonialidad del
rrollo de la práctica social, cultural y política poder: eurocentrismo y América Latina”,
de múltiples y complejos actores funcionan- en Edgardo Lander (ed.), La colonialidad
do simultáneamente en escalas locales, regio- del saber: eurocentrismo y ciencias sociales:
nales, nacionales y globales (Mato, Políticas; perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires,
Yúdice, Recurso), la criminalización de la po- CLACSO/UNESCO, 2003, pp. 201-242; Thurner,
breza y el culpar a las víctimas juveniles de Mark y Andrés Guerrero (eds.), After Spanish
la cultura de la violencia, la droga y la exclu- Rule. Postcolonial Predicaments of the Americas,
sión (Hopenhayn, América Latina; Reguillo, Durham, Duke University Press, 2003; Yúdice,
Emergencia), etcétera. George, El recurso de la cultura, Barcelona,
En todos estos ejemplos la nación ya Gedisa, 2002 [The Expediency of Cultur: The
no coincide por completo (si alguna vez lo Uses of Culture in a Global Era, Durham, Duke
hizo) con sus poblaciones, ni social ni cul- University Press, 2003].
turalmente. Este desfase fundamental es el
que motiva la necesidad, y ofrece la oportu- [JUAN POBLETE]
nidad, de las nuevas cartografías de lo latin/
oamerican/o en el momento de su globali-
zación. Y esto ocurre –aunque no necesa- local-global
riamente del mismo modo y con la misma
intensidad en los diferentes países– tanto en La creciente intensificación de flujos e inter-
América Latina como en Estados Unidos. conexiones culturales a escala planetaria, ha
164 LOCAL-GLOBAL
producido una compresión de las dimensio- dad de prácticas que son las que impulsan
nes espacio-temporales de la experiencia hu- procesos globalizadores que, entre otras co-
mana que ha contribuido al desdibujamien- sas, contribuyen a la desestabilización de
to de las fronteras tradicionales del proyecto paradigmas identitarios tradicionales. El
de la modernidad, especialmente aquéllas término local se usa para referirse ya sea a
relacionadas con el Estado-nacional, y con una entidad geopolítica particular, que pue-
ideas de identidades colectivas e ideas de de ser equivalente a un Estado nacional, o
desarrollo económico. El estudio de estos a colectividades sociales de menor o mayor
procesos ha dado lugar a la generación de tamaño cuyas fronteras identitarias pueden
algunos términos binarios que procuran coincidir con las de un Estado nacional o
dar cuenta de la complejidad de los proce- ser más restringidas. En el sentido de las
sos contemporáneos de transformaciones prácticas sociales, lo local constituye la ex-
sociales. Entre ellos, destaca la expresión periencia cotidiana de actores en una loca-
“local-global” utilizada de maneras diversas lidad particular, conformando su punto de
y en ocasiones incluso conflictivas entre sí. referencia base. Appadurai plantea que lo
Este término establece una tensión concep- que se designa como local no es una entidad
tual dicotómica que, si bien constituye un natural, sino un concepto relacional cons-
desafío a la precisión de su significado, ha truido por una diversidad de prácticas que
resultado epistemológicamente productiva. resultan en sistemas y estructuras perfilado-
Hacer referencia a la dimensión local-global ras de sus fronteras. Así constituye algo fun-
en los procesos sociales contemporáneos es damentalmente político. García Canclini
destacar las dinámicas que conforman las señala que la conceptualización de lo local
interconexiones y designar, al mismo tiem- se ha transformado con la concientización
po, nuevas dimensiones de prácticas socia- de la idea de lo global y viceversa en un pro-
les asociadas a esos contactos. En el campo ceso que resalta el dinamismo inherente a
de los estudios culturales, los diversos sen- la cultura. Es por eso que algunos estudio-
tidos con que se utiliza el término coinciden sos han conceptualizado lo local como enti-
en la idea de que la dinámica local-global dad “translocal” (Appadurai), resaltando las
informan la construcción de los imagina- conexiones local-local sin descontextuali-
rios sociales contemporáneos (Appadurai, zarlas de lo supralocal (García Canclini,
García Canclini, Hannerz, Martín Barbero, Martín Barbero, Mato).
Mato), por lo cual constituyen flujos de La reflexión teórica reciente, especial-
carácter local-global. El término se utiliza mente en América Latina, destaca la im-
para referirse ya sea a espacios geopolíti- portancia de contextualizar las dinámicas
cos tangibles o para teorizar sobre espacios de esos flujos (Appadurai, García Canclini,
conceptuales de corrientes de pensamiento Martín Barbero, Mato), criticando la ten-
y producción del conocimiento. Por consi- dencia a conceptualizar los procesos de
guiente, dicho término constituye un marco globalización independientemente de las
de referencia para el estudio de las formas prácticas que los conforman. Por una par-
en que se dan los procesos de interconexión te, los flujos globales que entran en contacto
y sus efectos. con la vivencia cotidiana en gran parte del
Las dimensiones específicas de lo que se planeta emergen de contextos particulares y,
designa como global o local varían concep- por otra parte, dicha vivencia se desenvuelve
tualmente. Por lo general, el término global en espacios situados en contextos socio-his-
no se refiere a la totalidad de la extensión tóricos específicos (Mignolo). La interconec-
del planeta sino al alcance de ciertas prácti- tividad devela una geografía social perfilada
cas que tienden a ser territorialmente am- por relaciones de poder que se configuran de
plias y a desempeñar papeles dominantes/ manera situada y diferencialmente relacio-
hegemonizantes en la producción y disemi- nada en contextos geopolíticos particulares
nación de tecnologías y medios de produc- (Mato, Estudios latinoamericanos). Hay que
ción, bienes de consumo, servicios e incluso considerar, además, que buena parte de las
ideas. La palabra global también se usa para dinámicas local-global ocurren, entre otros
designar un nuevo espacio conceptual cons- espacios, a través de la Internet, donde los
truido y atravesado por una amplia diversi- referentes geográficos específicos se desdi-
LOCAL-GLOBAL 165
bujan aun cuando los contenidos y estilos de global como mutuamente constitutivas, en
relación están asociados a las localizaciones una relación de fuerzas simultáneamente in-
geopolíticas y contextos socio-históricos de tegrantes y desintegrantes (García Canclini,
sus usuarios (Appadurai, García Canclini). Mato, Mignolo, Robertson, Rosenau). Esta
El uso del término local-global en el dis- línea de pensamiento caracteriza a una am-
curso crítico y teórico presenta dos líneas plia diversidad de actores sociales, incluyen-
generales de pensamiento, cuyo marco de do componentes del llamado “movimiento
referencia es el gran debate actual sobre los antiglobalización” que resisten esta denomi-
efectos culturales de los procesos de globali- nación e insisten en las ideas de “alterglo-
zación: homogeneización o hibridación/re- balización” y de “otro mundo es posible”.
significación. Las corrientes globales se manifiestan de
La primera línea de pensamiento tiende forma diversa en diferentes localidades por
a conceptualizar lo local en contraposición a lo que las dinámicas local-global develan
lo global. Así constituyen una relación anta- disyuntivas en los flujos (Appadurai) a par-
gónica expresando la pugna conceptual entre tir de las cuales se están generando nuevas
corrientes a escala planetaria –lo global– y modalidades en los procesos sociales con-
aquellas que supuestamente tienen un hori- temporáneos. Desde esta vertiente, lo global
zonte mucho más limitado –lo local– e insu- no se halla contrapuesto a lo local sino que
ficiente capacidad para resistir al impacto de supone una red de relaciones diferenciales
las primeras. Esta acepción supone una je- dependiendo del contexto geopolítico de las
rarquía lineal unívoca de relaciones de poder prácticas de los actores. A partir de ahí se
en la cual lo global constituye una corriente perciben las asimetrías de poder que infor-
crecientemente avasalladora, impulsada por man, y a la vez conforman, las relaciones
las dinámicas del capitalismo neoliberal, que entre lo local-local y lo local-global. Ello ge-
consume y anula las particularidades locales nera flujos ambivalentes que tienden simul-
contribuyendo paulatina e inexorablemente táneamente a la homogeneización cultural y
a la homogeneización de las estructuras y re- a la acentuación de diferencias particulares.
laciones sociales alrededor del planeta. Esta Mignolo, cuyo trabajo aborda las relaciones
línea de pensamiento parte de la preocu- local-global desde una perspectiva episte-
pación por el avance hegemonizante de los mológica, destaca la importancia de consi-
sistemas y prácticas culturales de Occidente, derar el contexto histórico. Informado por
que juegan un papel dominante en los pro- la conceptualización de Quijano sobre la
cesos de globalización. Esta óptica percibe colonialidad del poder, plantea que es éste
las prácticas sociales como unidireccionales precisamente el elemento articulador entre lo
y separadas o claramente distinguibles unas que denomina “diseños globales” (proyectos
de otras. Los componentes de movimientos hegemonizantes de la modernidad) y las “his-
llamados de antiglobalización que no cues- torias locales” (experiencia local). Hablar de
tionan esta denominación encarnan esta lo global es necesariamente hablar de lo local
óptica, tendiendo a ver las corrientes de es- ya que éste es el espacio donde se visibilizan
cala global como amenaza a dinámicas sig- las tendencias y orientaciones de proyectos
nificativas dentro de ámbitos más reducidos. globalizantes en su inserción diversa en con-
Desde otra vertiente, en la reflexión teórica textos particulares (Mato, Mignolo). Mignolo
reciente se debate dicho avance como factor señala que los flujos que históricamente han
que contribuye a la creciente polarización perfilado las tendencias globales, han surgido
social, agudizando brechas entre los que de perspectivas locales que se han proyecta-
tienen acceso y pueden participar en pro- do de forma abarcadora en la visión hegemo-
cesos globales y aquellos que quedan fuera. nizante de la modernidad occidental.
Considerado así, las dinámicas local-global La direccionalidad de los flujos local-glo-
son flujos direccionales que contribuyen a bal según García Canclini, sin embargo, no
la consolidación de asimetrías de poder que es clara ni directa, ya que necesariamente lo
no anulan la distinción entre centros y peri- local implica múltiples núcleos de produc-
ferias (Hannerz). ción, mediación y consumo. Los imaginarios
La segunda línea de pensamiento parte de culturales contemporáneos representan no
la conceptualización de las dinámicas local- sólo lo “propio” sino también la relación con
166 LOCAL-GLOBAL
temporáneos está produciendo una trans- den (invitando nuevamente a cuestionar ese
formación radical ya que visibiliza cómo la espacio conceptual denominado América
producción del conocimiento y los saberes Latina), puede contribuir diferencialmente
surgen de condiciones históricas particula- a la reflexión sobre los procesos de globa-
res. Mignolo, quien reflexiona sobre este lización que se desarrolla en redes acadé-
tema desde el ámbito académico estaduni- micas transnacionales (Richard). Desde esta
dense, señala que el imaginario subalterno perspectiva, se reitera el imperativo de me-
se constituye en la intersección de las diná- diar flujos globales con ópticas locales, en la
micas de poder local-global. Así, propone la apropiación y adaptación de las corrientes
idea del pensamiento fronterizo como mo- globales de pensamiento (Mato, Richard);
delo conceptual que toma la diferencia co- incluso se ha cuestionado la traducción di-
lonial –es decir, las diversas formas en que recta del inglés y el uso del nombre estudios
se ha experimentado la colonialidad del po- culturales para referirse a la transdisciplina-
der alrededor del mundo– como punto de riedad que históricamente, y precisamente
partida para abordar el estudio de una nue- por motivo de las particularidades del con-
va geopolítica del conocimiento. Es precisa- texto, ha caracterizado la producción inte-
mente en la intersección de las dinámicas lectual en América Latina, en especial en
local-global, según Mignolo, donde en la ac- las ciencias sociales. Asimismo, la reflexión
tualidad se construyen epistemologías múl- crítica contemporánea apunta al imperativo
tiples que perfilan una visión plural de la de una rearticulación de categorías analíti-
experiencia humana, elaborando imagina- cas “desde” los diversos espacios culturales
rios donde se multiplica la dimensión local que conforman lo que se denomina América
en diversas posibilidades de ser que se ofre- Latina, con el objetivo de trascender en la
cen como alternativas viables a un imagina- formulación de intervenciones con miras
rio hegemonizante/globalizante a un futuro basado en la mayor justicia y
La participación de voces de diversas tra- equidad social, tanto en los ámbitos locales
diciones culturales en procesos de alcance como en circuitos globales.
global, está dando lugar a que los saberes/
discursos locales se erijan como espacios OBRAS DE CONSULTA. Appadurai, Arjun, La moder-
de enunciación autolegitimados en el foro nidad desbordada: dimensiones culturales de la
local-global, informando al mismo tiempo globalización, Buenos Aires-Montevideo, Fondo
la gestión y la experiencia en el plano local. de Cultura Económica/Trilce, 2001 (orig. 1996);
En los circuitos académicos metropolitanos, García Canclini, Néstor, La globalización imagi-
la reflexión sobre la producción del conoci- nada, México-Buenos Aires-Barcelona, Paidós,
miento ha subrayado, entre otras cosas, la 1999; Hannerz, Ulf, Conexiones transnaciona-
necesidad de cuestionar y buscar trascender les: cultura, gente, lugares, Madrid, Cátedra,
el concepto de estudios de área, o sea, el 1998; Martín Barbero, Jesús, “Desencuentros
saber “sobre” un lugar. Así se plantea la in- de la socialidad y reencantamientos de la iden-
terrogante de cómo saber “desde” un lugar tidad”, Anàlisi, núm. 29, 2002, pp. 45-62; Mato,
en un mundo crecientemente interconecta- Daniel, “Desfechitizar la globalización: basta de
do donde la relación local-global constitu- reduccionismos, apologías y demonizaciones,
ye una dinámica dialéctica (Mignolo). Por mostrar la complejidad de las prácticas y los
consiguiente, se evidencia una reorientación actores” en Daniel Mato (coord.), Estudios lati-
en las prácticas respecto de la producción y noamericanos sobre cultura y transformaciones
circulación de conocimientos. En el caso de sociales en tiempos de globalización 2, Caracas,
América Latina, Richard señala que ello ha CLACSO, 2001, pp. 147-177; Mignolo, Walter,
dado lugar, entre otras cosas, a la oportuni- Historias locales/diseños globales: coloniali-
dad de construir discursos “desde” la región dad, conocimientos subalternos y pensamien-
al incluirse crecientemente su producción to fronterizo, Madrid, Akal, 2003 (orig. 2000);
intelectual, en espacios legitimados, en ám- O’Riordan, Tim (ed.), Globalism, Localism and
bitos académicos e intelectuales hegemóni- Identity: Fresh Perspectives on the Transition
cos. Uno de los mayores retos que enfrenta to Sustainability, Londres, Earthscan, 2001;
la gestión intelectual en América Latina, es Richard, Nelly, “Globalización académica, es-
cómo la diversidad de voces que la compren- tudios culturales y crítica latinoamericana”,
168 LOCAL-GLOBAL
en Daniel Mato, coord., Estudios latinoameri- Modernities, Londres, Sage, 1997, pp. 25-
canos sobre cultura y transformaciones socia- 44; Rosenau, James N., Distant Proximities:
les en tiempos de globalización, Buenos Aires, Dynamics Beyond Globalization, Princeton,
CLACSO, 2001, pp.185-199; Robertson, Roland, Princeton University Press, 2003.
“Glocalization: Time-Space and Homogeneity-
Heterogeneity”, en Mike Featherstone, Scott [EMESHE JUHÁSZ-MININBERG]
Lash y Roland Robertson (eds.), Global
medios de comunicación por el reto de aceptar que las mayorías se
apropian de la modernidad sin dejar su cul-
“Realidad contradictoria y desafiante la de tura oral, transformándola en una oralidad
una sociedad de masas que, en la lógica per- secundaria, esto es, gramaticalizada por los
versa de un capitalismo salvaje, de lo viejo dispositivos y la sintaxis de la radio, el cine
forma lo nuevo y con lo nuevo rehace lo vie- y la televisión. El reto que esa transforma-
jo, haciendo coexistir y juntarse, de modo ción cultural implica, deja obsoletos tanto
paradójicamente natural, la sofisticación de los populistas como los ilustrados modos de
los medios de comunicación de masa con analizar y valorar. Pues, a no ser que cerran-
masas de sentimientos provenientes de la do los ojos creamos detener el movimiento
cultura más tradicionalmente popular.” de lo social, nos va a ser bien difícil seguir
MARLYSE MEYER tachando de inculta una sensibilidad que
desafía nuestras nociones de cultura y de
Pensar los medios de comunicación en modernidad, y desde la que están transfor-
América Latina es, cada vez más, tarea de mándose los modos de ver y leer, de ima-
envergadura antropológica. Pues lo que ahí ginar y de narrar, de percibir y expresar la
está en juego no son sólo desplazamientos identidad. Ése es el estratégico escenario
del capital e innovaciones tecnológicas sino en que se colocan hoy las relaciones entre
hondas transformaciones en la cultura coti- comunicación y cultura: el de la desestruc-
diana de las mayorías: cambios que movili- turación de las comunidades y la fragmen-
zan imaginarios fragmentadores y deshisto- tación de la experiencia, el de la pérdida de
rizadores, al mismo tiempo que sacan a flote la autonomía de lo cultural y la mezcolanza
estratos profundos de la memoria colectiva. de las tradiciones, el de la emergencia de
Cambios que nos enfrentan a una acelerada nuevas culturas que desafían tanto a unos
desterritorialización de las demarcaciones sistemas educativos suicidamente incapaces
culturales y a desconcertantes hibridaciones de hacerse cargo de lo que los medios masi-
en las identidades. La cultura cotidiana de vos significan y son culturalmente, como a
las mayorías, no sólo en las ciudades sino unas políticas culturales mayoritariamente
también en el campo, se halla cada día más reducidas a conservar y condenar.
moldeada por las propuestas, los modelos y
las ofertas culturales de los medios masivos. LOS MEDIOS EN LAS TRANSFORMACIONES DEL CAM-
Y por más escandaloso que nos suene es ya PO CULTURAL LATINOAMERICANO. Ni la política
un hecho que las masas en América Latina se ni la cultura del siglo XX son pensables sin
incorporan a la modernidad no de la mano el moldeamiento que los medios de comu-
del libro, no siguiendo el proyecto ilustrado, nicación han ejercido en nuestros países.
sino desde los formatos y los géneros de las Desde la idea misma de modernidad, que
industrias culturales de la radio, el cine y la sostiene el proyecto de construcción de na-
televisión. Una transformación de la sensi- ciones modernas en los años treinta, ya ar-
bilidad colectiva que, justamente porque no ticula un movimiento económico –entrada
se produce a partir de la cultura letrada sino de las economías nacionales a formar parte
de las culturas audiovisuales, nos plantea del mercado internacional– a un proyecto
algunos retos desconcertantes. Empezando político: constituirlas en naciones mediante
[169]
170 MEDIOS DE COMUNICACIÓN
las transformaciones sufridas por la música miótica pueden pretender ya –aun siendo
negra en Brasil hasta su legitimación como disciplinas fundantes–, como lo demuestran
música nacional, urbana y masiva. En la an- las más avanzadas investigaciones realiza-
tropología, las investigaciones acerca de los das en Europa y Estados Unidos, y las que,
cambios en el sistema de producción y la desde América Latina representan una cada
economía simbólica de las artesanías mexi- vez mayor convergencia con los estudios
canas, o sobre los rituales del carnaval, la culturales, que hacen posible la superación
religión y la cultura del cuerpo en Brasil. En de la razón dualista que impedía pensar las
la sociología, los trabajos y las investigacio- relaciones y conflictos entre industrias cul-
nes sobre consumos culturales y los trabajos turales y culturas populares, fuera de los
sobre la trama cultural y comunicativa de idealismos hipostasiadores de la diferencia
la política. como exterioridad o resistencia en sí.
Sin embargo, más decisivo que la tema- Pese a todos los malentendidos y las
tización explícita de los procesos o los me- distorsiones de los que está siendo objeto
dios de comunicación en las disciplinas so- últimamente la interpenetración de los es-
ciales, es la superación de la tendencia a tudios culturales y los de comunicación, ese
adscribir los estudios de comunicación a encuentro responde a la encrucijada estra-
una disciplina y la conciencia creciente de tégica que hoy forman cultura y comunica-
su estatuto transdisciplinar. En esta nueva ción. Pues para que la pluralidad de las cul-
perspectiva, industria cultural y comunica- turas del mundo sea políticamente tenida en
ciones masivas son el nombre de los nuevos cuenta, es indispensable que la diversidad
procesos de producción y circulación de la de identidades pueda ser contada, narrada.
cultura, que corresponden no sólo a innova- Y ello, tanto en cada uno de sus idiomas
ciones tecnológicas, sino a nuevas formas de como en el lenguaje multimedial que hoy les
la sensibilidad y a nuevos tipos de disfrute atraviesa mediante el doble movimiento de
y apropiación, que tienen, si no su origen, las traducciones –de lo oral a lo escrito, a lo
al menos su correlato más decisivo en las audiovisual, a lo hipertextual– y de las hibri-
nuevas formas de sociabilidad con que la daciones, esto es de una interculturalidad en
gente enfrenta la heterogeneidad simbólica la que las dinámicas de la economía y la cul-
y la inabarcabilidad de la ciudad. tura-mundo movilizan no sólo la heteroge-
Es desde las nuevas formas de juntarse y neidad de los grupos y su readecuación a las
de excluirse, de reconocerse y desconocerse, presiones de lo global sino la coexistencia al
que adquiere espesor social y relevancia interior de una misma sociedad de códigos
cognoscitiva lo que pasa en y por los medios y relatos muy diversos, conmocionando así
y las nuevas tecnologías de comunicación. la experiencia que hasta ahora teníamos de
Pues es desde ahí que los medios han entra- identidad.
do a constituir lo público, esto es, a mediar Ha sido necesario soltar pesados lastres
en producción del nuevo imaginario, que en teóricos e ideológicos, para que fuera po-
algún modo integra la desgarrada experien- sible analizar la industria cultural como
cia urbana de los ciudadanos, ya sea susti- matriz de desorganización y reorganización
tuyendo la teatralidad callejera por la espec- de la experiencia social, en el cruce con las
tacularización televisiva de los rituales de la desterritorializaciones y re-localizaciones
política, o desmaterializando la cultura y que acarrean las migraciones sociales y
descargándola de su sentido histórico me- las fragmentaciones culturales de la vida
diante tecnologías que como los videojuegos urbana. Una experiencia que reorganiza el
o el videoclip, proponen la discontinuidad campo de tensiones entre tradición e inno-
como hábito perceptivo dominante. vación, entre el gran arte y las culturas del
Transdisciplinariedad en los estudios de pueblo y de la masa, algo que ya no puede
comunicación no significa, entonces, la di- ser analizado desde las categorías centrales
solución de sus objetos en los de las disci- de la modernidad –progreso/reacción, van-
plinas sociales, sino la construcción de las guardia/kitsch–, pues ellas no corresponden
articulaciones –mediaciones e intertextuali- a las nuevas sensibilidades. Entender esa
dades– que hacen su especificidad. Ésa que transformación en la cultura pasa también
hoy, ni la teoría de la información ni la se- por asumir que identidad significa e impli-
MEDIOS DE COMUNICACIÓN / MEMORIA 173
de experiencias particulares en los últimos cios que hoy son referenciados como sitios
decenios. En estos relatos predominaron de memoria adquieren una polivalencia fun-
abordajes desde la problemática de género cional respecto de su uso en el pasado, como
y sobre estudios de evocación del pasado ámbitos en los cuales se gestaron las bases
de situaciones traumáticas. Citando a Joël sobre persecución ideológica, secuestro y
Candeau respecto de la historia, y extensiva muerte, así como en su transformación ac-
a todos los campos de la ciencias sociales, tual en espacios de reconstrucción o rescate
decimos que “la historia puede convertirse de memorias históricas, búsqueda de prue-
en un ‘objeto de la memoria’ como la me- bas judiciales, ocultas, negadas, o también
moria puede convertirse en un objeto histó- como museos o lugares de conmemoración.
rico”. Un estudio historiográfico importante Entre ellos podemos mencionar los archivos
es el de Verónica Zárate Toscano, Los nobles policiales del Paraguay, el Departamento da
ante la muerte en México: actitudes, ceremo- Ordem Política e Social, localizado en el
nias y memoria (1750-1850), publicado por Arquivo Público do Estado do Rio de Janeiro,
el Instituto Mora de México. Este estudio Brasil, el Departamento de Inteligencia de la
trata las actitudes de los representantes de Policía de Buenos Aires, Argentina, a través
la nobleza novohispana (siglos XVIII y XIX) de los cuales se investiga sobre la lógica de
ante la muerte, relacionadas con prácticas la represión y exterminio ejercida por estas
cotidianas y con el sistema de valores, su dictaduras, con el fin de contribuir a los
cosmovisión. Juicios por la verdad, así como también el
La explosión de los trabajos testimoniales proyecto iniciado en el año 2005, de recu-
devino, algunas veces, en historias de vida, peración del Archivo Histórico de la Policía
siendo la fuente que dio origen a los llama- Nacional de Guatemala. Éste es uno de los
dos estudios de “historia reciente”. Éstos más grandes acervos documentales de su
configuran una noción diferente de ese tiem- tipo en América Latina, en el mismo se en-
po pretérito, vinculado a la idea de memoria cuentran datos desde 1882 hasta 1996, año
como narración en presente del recuerdo tor- en el que concluyó la función de la Policía
mentoso del ayer, pero en el que cabe una Nacional y se crea la Policía Nacional Civil.
proyección hacia el futuro como una forma Este es otro ejemplo de la lucha por el ac-
de evitar su repetición. En la distinción que ceso a la verdad frente a la recuperación de
hace Tzvetan Todorov entre “memoria literal” la memoria histórica guatemalteca. Dentro
y “memoria ejemplar” hay una preocupación de las políticas de rescate de acervos docu-
por desvincular el detalle y consecuencia de mentales, se puede mencionar el proyecto
lo acontecido para poder plasmar esas expe- mexicano iniciado por Apoyo al Desarrollo
riencias del pasado como un pasaje hacia el de Archivos y Bibliotecas de México a par-
presente y futuro. tir de 2004-2005 y cuyo lema fue “mantener
Son los trabajos de Pierre Nora y sobre viva la memoria histórica” trabajando sobre
todo Les lieux de mémoire, obra realizada acervos bibliográficos antiguos de los esta-
entre 1984 y 1992 por una centena de espe- dos de Puebla, Tlaxcala, Distrito Federal, es-
cialistas franceses bajo su dirección, que po- tado de México, Guanajuato y Michoacán.
nen en relación a la historia y a la memoria. Como último agregado se puede citar la
La memoria, según Nora, entraña imágenes, memoria recopilada en los archivos de los
personas, hechos. Es por ello que estos “lu- organismos de Derechos Humanos que han
gares de la memoria” son reconocidos por trabajado con testimonios, con objetos do-
el autor como lugares simbólicos, espacios nados por las familias de los desaparecidos/
físicos, inscripciones, restos de memoria. asesinados, en trabajos de organización in-
En el transcurrir de la obra, Nora plantea dividual o colectivos, como es el caso de los
que estos “lugares” fueron reduciéndose a Archivos de Abuelas (de Plaza de Mayo) y de
“conmemoraciones de tipo patrimonial”. Memoria Abierta, ambos en Buenos Aires.
Cuando Pierre Nora señala que “la me- Es la relación que para Pierre Nora exis-
moria moderna es archivística” nos permite te entre historiografía, patrimonio, políti-
reflexionar sobre la construcción de lugares ca, lugares de memoria, la que permitiría
de memoria en América Latina, sobre todo desarrollar áreas temáticas vinculadas a la
con los archivos de la represión. Estos espa- identidad, sobre todo identidad nacional,
MEMORIA 175
tivo o conjunto de individuos. Para este au- mos mencionar entre estos tipos de testimo-
tor la memoria individual no es opuesta a la nios el de Aurora Arnáiz Amigo profesora de
colectiva sino que se interpenetran. la Universidad Autónoma de México, nacida
Es a partir de la publicación del Nunca en Vizcaya, quien fue durante los años trein-
más en Argentina, en los años ochenta que ta directiva de las Juventudes Socialistas
los testimonios adquirieron un lugar central de España. En la guerra civil perdió a su
en los debates culturales por la memoria. hijo y a su marido, que era gobernador de
Las denuncias sobre el terrorismo de Estado Guadalajara y miembro del Comité Central
durante los años 1976-1983, fueron el motor del PCE, situación que la aparta de la JSE.
que accionó el reclamo de justicia por parte La memoria de la experiencia vivida quedó
de los familiares de desaparecidos/asesina- oculta tras lo experimentado en 1939, que
dos. El Juicio a las Juntas en 1985 y sus únicamente pudo reconstruirlo median-
posteriores leyes del perdón, generaron una te conversaciones con otros miembros de
multiplicidad de testimonios que fueron las Juventudes Socialistas de preguerra en
configurando diferentes lugares de memo- España. En este sentido el rescate de la
ria, con el fin de evitar repeticiones en el fuente oral, cobra real importancia. Otro
presente de las marcas que dejaron las dic- ejemplo paradigmático dentro de lo testimo-
taduras. La producción testimonial escrita nial autobiográfico es el relato de Rigoberta
por parte de los sobrevivientes de los Centros Menchú Tum, de Guatemala, quien se invo-
Clandestinos de Detención (CCD) tiene la im- lucró en la lucha a favor del pueblo indígena
pronta conceptual de la obra de Primo Levi maya, sus convicciones personales y sentido
cuya experiencia en Auswitch ha sido refe- de justicia hicieron que el gobierno la nom-
rente de los testimonios latinoamericanos. brara enemiga, razón por la cual tuvo que
La sobrevivencia a estas situaciones límite huir de Guatemala. La posterior publicación
pone al actor bajo los huecos simbólicos de de su obra y el hecho de haber sido nombra-
lo traumático. Dori Laub, quien de niño fue da Premio Nobel en 1992, trajo aparejado la
testigo y sobreviviente del Holocausto, plan- duda sobre la veracidad del testimonio. Esto
tea que hay una preocupación por la since- pone de manifiesto el carácter dialógico de
ridad del testimonio que es concomitante este tipo de autobiografías. Otro caso parti-
con que el receptor confíe en lo que el tes- cular lo encontramos en Domitila Barrios de
tigo cuenta. Tanto Shoshana Felman como Chúngara, de Bolivia, dirigente de este pue-
Dori Laub sostienen que este testimonio se blo, quien ha resistido contra la opresión.
trata de una auténtica huella de lo real, de lo Su objetivo fue lograr mejores condiciones
inaprensible e inexpresable, que permite al para la gente pobre de su país, lucha por la
testigo encontrar la suya propia, y reajustarse cual fue exiliada en Europa. En estos tipos
a la realidad fenomenológica. Felman distin- de testimonios predomina la ausencia de
gue entre la verdad en el discurso y la ver- identificación, a excepción de quienes ten-
dad en acto. La primera es el discurso de gan un grado de pertenecia cultural.
seducción de un poder o de un interés que La literatura latinoamericana ha sido
hace que se crea en ellos. Por oposición a un campo muy prolífico en la descripción
ésta, la verdad en acto es lo que subvierte del pasado borrado u olvidado, entre ellas
todo poder y lo que deshace todo código. no pueden dejar de mencionarse obras
Laub plantea un paralelismo entre la escu- como La casa y el viento de Héctor Tizón
cha psicoanalítica y en quien escucha al tes- (Argentina), Rumbo al sur deseando el norte
timoniante. de Ariel Dorfman (Chile), así como gran par-
El testimonio autobiográfico en cambio, te de la producción ficcional de Augusto Roa
puede presentar la dicotomía entre lo que es Bastos (Paraguay), entre otras. Es loable la
realidad o ficción, no hay una búsqueda de empresa llevada a cabo por la Universidad
verdad histórica, quien emite el testimonio Nacional de Misiones, Argentina, en relación
habla en primera persona aunque repre- con Los libros de la memoria. Esta colección
sentando a un colectivo muy pocas veces enfoca, desde el aluvión migratorio del siglo
enunciado. La particularidad se centra en la XIX y principios del XX y las luchas referi-
narración de aspectos culturales que nunca das a reivindicaciones sociales, vistas como
pueden identificarse con el receptor, pode- episodios épicos, hasta ensayos escritos por
MEMORIA / MODERNIDAD 177
Estos procesos han encontrado expresiones jetos de la modernidad han incluido, por
distintas en diferentes partes del mundo, ejemplo, comunidades indígenas en América
de modo que la modernidad en algunas bajo el dominio colonial y nacional, los pue-
ocasiones ha sido representada en plural, blos de descendencia africana no sólo en
modernidades. Al mismo tiempo, ya sean aquel continente, sino en diferentes diáspo-
entendidos como modernidad o moderni- ras a través del mundo y, de hecho, mujeres
dades, estos procedimientos se han referido y hombres subalternos, marginales y perte-
a construcciones de significado y poder, las necientes a las élites y en escenarios no
cuales han sido decisivamente contradicto- Occidentales y Occidentales. En el caso lati-
rias, contingentes y disputadas. De hecho, noamericano, los sujetos de la modernidad
es dentro de tal pluralidad y heterogenei- han comprendido no sólo a las clases me-
dad, contingencia y contradicción, que las dias progresistas occidentalizadas, sino a
oposiciones constitutivas de la modernidad, campesinos, indios y trabajadores que de
jerarquías formativas y distinciones seduc- modo diverso han articulado los procesos de
toras –por ejemplo, entre lo tradicional y colonialismo y poscolonialismo.
lo moderno y otras antinomias jerárqui- Una y otra vez, los sujetos de la moder-
cas– parecen escenificadas y elaboradas. Es nidad han revelado que hay diferentes ma-
también aquí donde deben ser encontrados neras de ser moderno. Ellos han accedido y
los encantamientos duraderos de la moder- han excedido las determinaciones del sujeto
nidad: desde la imagen inmaculada de sus moderno, sugiriendo la necesidad de repen-
orígenes y sus fines hasta sus oposiciones sar su exclusividad. No obstante, los sujetos
dominantes, y desde las nuevas mitologías de la modernidad también han mostrado
de imperio y nación hasta la densa magia escasa consideración hacia las finuras del
del dinero y los mercados. Puesto de otra sujeto moderno precisamente al articular la
manera, como historia, los términos de la modernidad. Aquí, es necesario enfatizar
modernidad son asiduamente articulados y, que hay otros sujetos modernos además de
sin embargo, son todavía básicamente diver- los Occidentales. Los múltiples sujetos mo-
sificados, al punto de la desunión consigo dernos (en el Occidente y el no-Occidente)
mismos (Dube, “Introduction”; Stitches on son también sujetos de la modernidad, pero
Time; Enchantments, contienen más amplias no todos los sujetos de la modernidad son
discusiones sobre estos asuntos, y también sujetos modernos. Todos estos diferentes su-
tratan las maneras en las cuales las discusio- jetos han registrado dentro de sus medidas
nes críticas de la modernidad han empezado y significados las contradicciones formati-
a destacar desde los años noventa). vas, contenciones y contingencias de la mo-
Estos procesos no son procedimientos dernidad.
sin sujetos. Más bien, surgen expresados
por los sujetos de la modernidad, sujetos LA MODERNIDAD Y LATINOAMÉRICA. Las intimida-
que han comprometido y elaborado las esti- des de la modernidad han estado presentes
pulaciones de la modernidad como historia. por mucho tiempo en América Latina, ge-
Aquí es evidentemente inadecuado fusio- neralmente reflejadas en la imagen de una
nar el sujeto de la modernidad con el suje- Europa cosificada. La región en sí misma ha
to moderno. ¿Qué se quiere decir con esto? sido imaginada inquietante y, sin embargo,
Discusiones influyentes y concepciones co- como una parte del mundo Occidental, aun-
tidianas de la modernidad, con frecuencia, que con carencias específicas y dentro de lí-
han procedido imaginando el fenómeno a la mites particulares. Todo esto es el resultado
imagen de lo europeo y lo euroamericano, de cartografías dominantes y “metageogra-
y a menudo, también, el sujeto masculino, fías” autorizadas (Lewis y Wigen), que han
moderno. En cambio, al referirnos a los su- dividido el mundo entre el Occidente y el
jetos de la modernidad, hablaremos de los Oriente, el Este y el Oeste, apuntaladas por
actores históricos que han sido participan- los discursos del orientalismo (Said) y del
tes activos en procesos de la modernidad, occidentalismo (Coronil), muy presentes en
tanto sujetos a estos procesos como también expresiones estéticas y cotidianas (e.g., Paz,
sujetos que moldean estos procesos. Vislumbres). Es más, en América Latina,
A lo largo de los siglos recientes, los su- como en la mayor parte del mundo no
MODERNIDAD 181
Occidental, tales modelos han surgido uni- palabras, este grupo considera críticamente
dos con la estipulación que decretaba que lo el lugar y la presencia de las estipulaciones
moderno y la modernidad ya habían pasa- coloniales de conocimiento/poder dentro de
do en alguna otra parte (Morris). Si esto ha las provisiones modernas de poder/conoci-
generado entre los modernos latinoamerica- miento. Consecuentemente, tales movimien-
nos la ansiedad de mirarse como poco origi- tos han mirado a la modernidad como un
nales, también los ha conducido a una varie- proyecto profundamente ideológico y un
dad de búsquedas de una manera distintiva aparato primario de dominación, en el pa-
de lo moderno nacional, el modernismo y la sado y el presente.
modernidad, posicionada entre el Oeste y el En segundo lugar, en años recientes, la
Resto. (No sorprende que diferentes discur- noción de la magia de lo moderno ha en-
sos y representaciones “indigenistas” y “pri- contrado articulaciones interesantes, sobre
mitivistas” a menudo han jugado un papel todo en la antropología crítica y en los es-
crítico aquí.) En el México de comienzos y tudios culturales, incluyendo los de América
mediados del siglo XX, por ejemplo, basta Latina. Una influencia importante aquí ha
pensar en los trabajos y la vidas tanto de sido representada por las ideas de Marx
Diego Rivera y Frida Kahlo como también sobre el fetichismo hacia las mercancías y
de Los Contemporáneos tales como Jorge el capital y la magia de los mercados y el
Cuesta y Salvador Novo (y, algo más tarde, dinero. En el pasado, tal esfuerzo analíti-
los del Grupo Hiperión). El hecho es que las co podría subsumir aquellas ideas de Marx
discusiones del modernismo –en sus encar- a sus propuestas sobre la cosificación y la
naciones simultáneamente republicanas y enajenación (e.g., Taussig, Devil). Pero los
autoritarias, políticas y estéticas, y guberna- textos más recientes discuten la interac-
mentales y cotidianas– han proporcionado ción entre lo mágico y lo moderno como
algunos de las concepciones más sólidas de más críticamente constitutiva de mundos
las narrativas de la modernidad en América sociales (Owen; Li Puma; Meyer y Pels;
Latina (Rama, Ciudad letrada; Sommer, During). Es de esta manera que el trabajo
Ficciones; Ramos; Franco, Plotting Women, reciente sobre América Latina y el Caribe
Critical Passions), una tendencia que conti- ha proporcionado significados frescos a las
núa en el presente (Hedrick; Franco, Decline discusiones de la magia/locura del capitalis-
and Fall; González Echevarria). Es en este mo y el colonialismo (Taussig, My Cocaine;
contexto, entonces, que se deben considerar también Shamanism; Price) y del fetiche/
tres amplios grupos de discusiones recien- cosificación del estado y la nación (Coronil,
tes sobre la modernidad en América Latina, Magical State), mientras ejercicios relacio-
los cuales han puesto un signo de interro- nados (Taussig, Defacement) se han mudado
gación sobre los dualismos fáciles entre los hacia la simultánea evocación y desfigura-
modernismos prolíficos y la modernización ción del poder, indicando el carácter sagra-
deficiente en la región, como ha sido expre- do de la soberanía moderna, para encantar
sado por autores influyentes (e.g., Paz, Ogro; de nuevo la modernidad por medio de la
Cabrujas). representación y la escritura surrealistas, el
En primer lugar, considerando la relación pensamiento y la teoría extáticos.
entre imperio y modernidad, los asuntos del Finalmente, en tercer lugar, una varie-
colonialismo a menudo han sido entendidos dad de escritos sobre América Latina (y el
en América Latina como si ocuparan el lugar Caribe) han explorado sobresalientemente
de un pasado borroso y distante. Contra es- las cuestiones críticas de la modernidad y
tas disposiciones dominantes, un importante sus márgenes. Estas exploraciones han en-
cuerpo de pensamiento crítico sobre América contrado múltiples expresiones, desde luego
Latina hoy (Dussel, The Invention, “Sistema en una gama de trabajos académicos sobre la
mundo”; Quijano; Lander; Mignolo, Darker región, desde discusiones sobre arquitectura
Side, Local Histories) se enfoca en los esque- y forma construida (Valerie Fraser; Lejeune)
mas subterráneos y las apariciones forzadas hasta aquéllas sobre políticas campesinas y
de lo moderno y lo colonial, uniéndose a otras populares (Mallon, La sangre; Stern, Battling
conversaciones claves (e.g., Chakrabarty, y Remembering; también Thurner), espacio y
Provincializing Europe; Chatterjee). En otras territorialidad (Alonso; Radcliffe), cultura y
182 MODERNIDAD / MULTICULTURALISMO
contra la acción afimativa y programas de tualiza como lazo o afinidad –sin duda afir-
libre acceso al empleo, a la vivienda y a la mativo– entre miembros de tal o cual co-
educación en general, que continúa hasta lectividad, también puede excluir a sujetos
la fecha (este caso es uno de los hitos más que no pertenecen al grupo o a quienes no
importantes del debate en torno a la acción se les abre paso (12). De la misma manera,
afirmativa. En su fallo, la Corte Suprema de la identidad puede convertirse en su pro-
Estados Unidos rechazó el sistema de cuotas pia prisión, ya que suele determinar ciertas
raciales para postulantes a las instituciones pautas de comportamiento o requisitos de
de estudios superiores, pero confirmó el in- solidaridad. La diferencia, por su parte, es
terés del estado por asegurar la diversidad tan capaz de excluir como incluir, y como
de la población estudiantil. El resultado fue alega Goldberg, existe una larga y violenta
una decisión bastante ambigua que debilitó historia de exclusión racial, religiosa o de
el motivo económico o de justicia social de género en el nombre de la diferencia –sólo
la acción afirmativa a favor de la diversidad cabe pensar en el holocausto o en el fun-
en sí (Rhoads et al.: 198). damentalismo religioso de cualquier índole
En términos más amplios, el multicultu- (12-13)–. Además, es imperativo recordar
ralismo estadunidense se caracteriza por la que el multiculturalismo no necesariamente
transición de un modelo monocultural y asi- critica ni desarticula estructuras del poder,
milacionista, que en realidad nunca lo fue, sino que puede terminar reforzándolas o in-
(teniendo en cuenta, por ejemplo, que los cluso ser directamente cooptado por ellas,
negros en Estados Unidos se consideraban como ocurre en el llamado “corporate mul-
completamente inadsimilables a la nación ticulturalism” (multiculturalismo corporati-
hasta los años cuarenta) a uno integracio- vo) (Berlant y Warner: 115). Bajo esta eti-
nista y resistente al monoculturalismo re- queta encontramos la defensa implícita del
duccionista. Por lo tanto, se puede decir que “tokenism”, o el formulismo, donde, según
la identidad y la diferencia forman el marco Goldberg, la academia centrista y empresas
teórico del multiculturalismo y sus debates; multinacionales celebran una diversidad
un marco que se convierte en eje que rela- cultural que corresponde a principios del
ciona la estructura pedagógica y la política a liberalismo filosófico en general sin redis-
lo multicultural (Goldberg, “Introduction”, tribuir el poder o los recursos económicos
Multiculturalism: 12). Es precisamente este en absoluto (7).
lazo entre identidad y diferencia, pedagogía Siguiendo las advertencias de Yúdice, hay
y política, que establece el parentesco entre que contemplar las implicaciones relativis-
el multiculturalismo y los estudios cultura- tas de un multiculturalismo que se presume
les en Estados Unidos. Los estudios cultura- “no esencialista” y “no fundacional”. Es de-
les son a la vez campo académico transdis- cir, la insistencia en una falta de normativi-
ciplinario y proyecto político, cuyo impulso dad estadunidense suele imponer otro tipo
intelectual y político es desafiar y desarticu- de normatividad multicultural, igualmente
lar jerarquías del poder, ya sean académi- dominante. Y esta normatividad no es nece-
cas, económicas o políticas. Entonces, como sariamente afirmativa. El recurso al relativis-
afirman Lauren Berlant y Michael Warner, mo cultural, con su insistencia en una verdad
los estudios culturales proponen ser un singular relativa al grupo que la resguarda,
espacio de actividad intelectual donde se con o sin justificación o manera de verifi-
pueden ubicar historias multiculturales que carla, puede ser catastrófico (“Translator’s
históricamente han sido olvidadas o invali- Introduction”, García Canclini, Consumers:
dadas (108). 15). El crítico irlandés David Lloyd indica
No obstante, pese a la posibilidad de que que la retórica de inclusión y diversidad que
el análisis académico de identidad y dife- caracteriza al sistema educativo estaduni-
rencia pueda desestabilizar conceptos más dense en general y a la universidad en parti-
amplios de la homogeneidad nacional o de cular, tiende a institucionalizar un principio
identidades hegemónicas, hay ciertos peli- de equivalencia entre todo grupo etnorracial
gros inherentes al marco teórico de identi- –inclusive anglosajones–. La versión plura-
dad y diferencia. Para empezar, según David lista de cultura e historia estadunidense se
Theo Goldberg, la identidad, que se concep- sitúa precisamente en este principio de equi-
MULTICULTURALISMO 185
valencia e intercambiabilidad (19). Según sin más en su trabajo (Mato, Estudios lati-
Lloyd, la contradicción fundamental de la noamericanos: 20). En cambio, Mato insiste
aula, en que se le obliga al sujeto minorita- que conceptos como “estudios culturales” y
rio olvidar la manera en que se anula por el sus vertientes como el multiculturalismo no
sujeto a través del cual se constituye, no se deben ser traducidos literalmente al contex-
puede reivindicar con la mera inclusividad, to latinoamericano, en vez de usar la expre-
como ocurre, por ejemplo, en las famosas sión “estudios culturales latinoamericanos”,
revisiones de los cánones literarios (37-38). Mato prefiere hablar de “‘estudios latinoa-
Por su parte, Goldberg apunta una crítica mericanos sobre cultura y poder’, para así
del multiculturalismo estadunidense, sostie- valorar las tradiciones latinoamericanas de
niendo que es necesario buscar distintas intelectuales políticamente comprometidos,
entradas al proyecto multicultural que des- y también para prevenirnos de la despoli-
plazarán el enfoque sobre la identidad y la tización que crecientemente puede obser-
diferencia hacia un multiculturalismo hete- varse en algunas variantes de los cultural
rogéneo, igualmente capaz de producir como studies que se hacen en inglés” (Estudios
de debilitar la armonía multicultural (22, latinoamericanos: 21). Del mismo modo,
27). No obstante, es factible pensar que tal haciendo eco de las advertencias de Lloyd,
heterogeneidad también podría ser coopta- Berlant y Warner, Hermann Herlinghaus y
da como otra versión de la homogeneidad Mabel Moraña aseveran que es necesario
dominante, sobre todo si mantiene una mi- desarrollar “una radical reformulación” de
rada exclusivamente occidental y anglosajo- la discusión en torno a la modernidad en
na. En este sentido, como sugiere Lloyd, hay América Latina, que conlleva a problemas
que articular una pedagogía y un proyecto como el multiculturalismo, en el que “no
político basado en la no-equivalencia de di- basta asumir los márgenes como ‘tema’, sino
versas culturas, siempre consciente de las que es necesario convertir los márgenes en
contradicciones inherentes a la constitución el punto de partida para un pensamiento
de sujetos (39). Asimismo, Berlant y Warner descolonizador” –siempre teniendo en cuen-
reconocen que aún nos falta teorizar una ta, claro, que América Latina constituye un
crítica multicultural desde los márgenes que lugar marginal desde una perspectiva esta-
no reafirme y duplique la retórica de centro dunidense o europea– (13). Si consideramos
y margen (132). Un primer paso sería recha- que las perspectivas de Mato, Herlinghaus
zar la tendencia de imponer un multicultu- y Moraña son un desafío ante los estudios
ralismo dominante desde el mundo anglo- sobre América Latina, parecería que el em-
sajón, que se convierte en otro instrumento pleo de conceptos “occidentales” como el
de la globalización. El multiculturalismo, en multiculturalismo podría reforzar la margi-
otras palabras, no puede ni debe exportarse nalización de la región. Por otro lado, la po-
multiculturalmente (133; véase también litóloga inglesa Rachel Sieder señala que la
Rodríguez, “Heterogeneidad”). aplicación del multiculturalismo en América
Latina representa nada menos que la derro-
EL MULTICULTURALISMO EN MÉXICO. Sin duda, la ta de la retórica integracionista pero vacía
cuestión de desde dónde y desde cuándo se del mestizaje o la hibridez a favor de una
articulan los estudios culturales ha sido una “política de diferencia” basada en reforma
de las más reñidas en los estudios latinoa- constitucional, legislación político-jurídica
mericanos norte y sur desde principios de y el derecho de autodeterminación indígena
los años noventa. Aunque varios pensadores (1-2). Queda claro que ambos modelos del
como García Canclini, Jesús Martín Barbero multiculturalismo –el modelo que pretende
y Beatriz Sarlo sostienen que los estudios proceder desde y el otro que presume ser
culturales tienen “una historia muy distinta” sobre América Latina– buscan desarticular
en América Latina que en Estados Unidos o jerarquías del poder, pero a veces el debate
en Inglaterra, cuyas prácticas son anteriores deviene diálogo de sordos, estancado en la
“a tener noticias de la existencia del nombre incomprensión mutua. ¿Cómo se resuelve
institucionalizado como Cultural Studies”, este posible impasse?
Daniel Mato afirma que muchos siguen uti- Por su parte, Aguilar Rivera propone no
lizando la expresión “estudios culturales” sólo establecer un diálogo entre multicultu-
186 MULTICULTURALISMO
ralistas en México y Estados Unidos, sino del multiculturalismo hasta ahora poco
trazar una historia común del multicultura- teorizado e importantísimo, a veces sus
lismo en ambos lados de la frontera. Para propuestas son bastante raras, por ejemplo
Aguilar Rivera, el multiculturalismo es so- cuando alega que “la uniformidad cultural
bre todo una “persuasión” que intenta con- (estilo Estados Unidos) es menos elevada,
vencernos de “la necesidad explícita del re- pero más justa”, al parecer porque impli-
conocimiento simbólico de las minorías” ca una igualdad más democrática y real, a
(15). Si bien este reconocimiento –e incluso pesar de los costos “lingüísticos, filosóficos
la definición de lo que constituye un grupo y de otra índole” (212). De cierta manera,
minoritario– toma muy distintas formas en Aguilar Rivera valora la asimilación y la
los dos países, Aguilar Rivera prefiere enfo- homogeneidad cultural como condiciones
carse en las coincidencias en vez de las di- que unen la nación ante la desintegración
vergencias entre las experiencias nacionales nacional provocada, por ejemplo, por gru-
mexicana y estadunidense. Por ejemplo, re- pos minoritarios que no tienen acceso al sis-
calca las similitudes en México y Estados tema educativo, o que no hablan español.
Unidos en cuanto a la creación de mitos de Es factible pensar que tal confusión entre
identidad nacional como el mestizaje y el la diferencia etnorracial y nacional-cultural
crisol (melting pot). Estos mitos presuponen en México y Estados Unidos pueda fomen-
diferentes ejes de integración, ya que el mes- tar malentendimiento mutuo y reproducir
tizaje es una “metáfora de un resultado”, la retórica de la homogeneización nacional
mientras que el crisol es una “metáfora de que Aguilar Rivera desea rechazar. Tal vez
transformación”, pero a fin de cuentas bus- sería más valioso afirmar que ambos países
can asimilar diferencias ante todo (93). son “culturalmente uniformes” y “multicul-
No obstante, en otro sentido Aguilar turales” a la vez, aunque las definiciones de
Rivera tergiversa las distinciones entre el los dos conceptos varíen según la situación
multiculturalismo mexicano y estaduni- y el lugar.
dense, proclamando, “Estados Unidos es un Otro eje fundamental del multicultura-
país culturalmente uniforme que se cree di- lismo en México (y en América Latina en
verso, mientras que México es un país mul- general) es el de los medios masivos de co-
ticultural que se presume uniforme” (18). municación. La diseminación y el consumo
Esta declaración es increíble, pues contradi- de los medios de comunicación, como la
ce la retórica dominante de la integración de televisión, el cine, la Internet, la radio, etc,
los dos países –la de la asimilación mestiza quizá ha sido la principal vía de integración
en México y la de la armonía racial y cultu- cultural y política a sitios múltiples y frag-
ral en Estados Unidos–. Aquí Aguilar Rivera mentarios como la ciudad, la nación y la co-
se refiere a la presencia de grupos que no munidad global. Según García Canclini, el
conforman al mito del mestizaje, como los consumo de bienes y de los medios masivos
inmigrantes chinos y las comunidades ju- actualmente reemplaza las “reglas abstrac-
días. También agrega que hay ciertos grupos tas de la democracia o [a] la participación
que francamente no se integran a la nación colectiva en espacios públicos” en la crea-
mexicana por motivos de lengua, grado de ción de ciudadanos (Consumidores: 13). Las
interacción o aislamiento de la sociedad do- megaciudades como la ciudad de México,
minante, y grado de autonomía, como los donde “conviven casi todos los lugares de
amish, los menonitas, y algunas sectas de América Latina y muchos del mundo” son
mormones. El problema es que confunde o espacios que “se reordena[n] multicultural-
intercambia la diferencia etnorracial con la mente” a través de la negociación del consu-
diferencia nacional cultural. Es decir, como mo y la comercialización (98-99). Asimismo,
sugiere Yúdice, desde el punto de vista lati- aunque algunos medios de comunicación en
noamericano, la identidad se arraiga princi- México, como la televisión y el video, han
palmente en la nación, mientras la política sido dominados por conglomerados vincu-
de la identidad estadunidense (etnorracial) lados con el estado, como Televisa, el video,
frecuentemente parece dividir a la nación la radio y la Internet, en particular, también
(Expediency: 59). Aunque Aguilar Rivera son sitios clave de autodeterminación y des-
se dedica a promover un discurso común colonización indígena. Sin embargo, como
MULTICULTURALISMO 187
advierten Jesús Martín Barbero y Ana María si primero enfrentamos la ruptura del mul-
Ochoa Gautier, el multiculturalismo implica ticulturalismo, es decir, la simultaneidad de
más que “sólo darle espacio a las culturas una ideología de pluralidad cultural con una
locales excluidas […] tiene que ver también de homogeneización e intolerancia absolu-
con comprender el modo en que relatos pro- ta. Según Slavoj Žižek, el racismo “posmo-
fundos de identidad y memoria se reciclan en derno” contemporáneo es el “síntoma” del
el curso cambiante de las estéticas sonoras capitalismo tardío multicultural, ya que el
y audiovisuales” (122). Y para ser realmente otro se valora en la medida en que carece de
“multicultural”, el consumo y producción de contenido desde una perspectiva tolerante
bienes o de los medios masivos de comuni- “liberal” (véase la proliferación de música o
cación necesariamente tiene que dejar de ser cocina “étnica”) mientras que la alteridad u
“simple sumatoria de diferencias tipificadas otredad real se denuncia por completo (37).
y [pasar] a ser interpelación intersubjetiva La diferencia real, del tipo inasimilable a
del otro” (122). Como diría García Canclini, que se refiere Aguilar Rivera, es horrorosa
“el consumo sirve para pensar, pero no sólo porque niega el impulso homogeneizante
en la dirección de la racionalidad moderna”, detrás del multiculturalismo, según el fi-
y quizá sólo si asumimos nuestra responsa- lósofo francés Alain Badiou (24). De esta
bilidad de “rescatar [las] tareas propiamente manera, el multiculturalismo deviene una
culturales de su disolución en el mercado o especie de racismo “con distancia” que es-
en la política” (Consumidores: 197-198). En tablece la implícita inferioridad del otro por
otras palabras, tenemos que desarticular la medio del supuesto respeto por y distancia
hegemonía del “multiculturalism corporati- de diversas culturas (Žižek: 44). Todas las
vo” que describe Goldberg desde una mira- culturas pueden ser igualmente valiosas,
da crítica y descolonizadora basada, como pero se interpretan y asimilan desde un pun-
sugiere Lloyd, en la “no equivalencia” de to referente universalista privilegiado que
diversas culturas que son inevitablemente controla los mecanismos de interpretación
contradictorias (39). y conocimiento. En este sentido, el reto del
multiculturalismo en América Latina y en
CRÍTICAS DEL MULTICULTURALISMO. Finalmente, Estados Unidos quizá va más allá de una
volviendo al problema de la normatividad detenida interrogación de la mirada estadu-
del multiculturalismo que plantea Yúdice, nidense contra la mirada latinoamericana y
es evidente que en América Latina aún es sus respectivas tendencias integracionistas
necesario lidiar con la asimilación o el re- y separatistas, aunque ésta es imprescindi-
chazo del multiculturalismo como se ha ble. El verdadero desafío es mantener una
practicado en Estados Unidos, arraigado en crítica reflexiva del multiculturalismo como
la identidad y la diferencia. Autores como contrapunteo entre pluralismo y homoge-
García Canclini y Aguilar Rivera no preten- neidad.
den formular una oposición nacionalista
latinoamericana a este tipo de multicultura- OBRAS DE CONSULTA. Aguilar Rivera, José Antonio,
lismo, sino que dialogan desde una perspec- El sonido y la furia: la persuasión multicultural
tiva latinoamericana tanto local como glo- en México y Estados Unidos, México, Taurus,
bal, para así desmantelar y reordenar las 2004; Badiou, Alain, Ethics: An Essay on the
tendencias homogeneizantes y el recurso al Understanding of Evil, Londres, Verso, 2001
relativismo cultural que frecuentemente ca- [La ética: un ensayo sobre la conciencia del
racteriza al multiculturalismo en Estados mal (trad. Raúl J. Cerdeiras), México, Herde,
Unidos. Mientras tanto, en Estados Unidos, 2004]; Berlant, Lauren y Michael Warner,
como aseveran Lloyd, Berlant y Warner, úl- “Introduction to ‘Critical Multiculturalism’ ”, en
timamente se ha reconocido y criticado de David Theo Goldberg (ed.), Multiculturalism:
manera más profunda la convivencia del A Critical Reader, Oxford, Blackwell Press,
multiculturalismo y la globalización. 1994, pp. 107-113; Cornwall, Grant H. y Eve
Pero si no hay que exportar el multicul- Walsh Stoddard, Global Multiculturalism:
turalismo de manera multicultural, es ne- Comparative Perspectives on Ethnicity, Race and
cesario decentrar la mirada estadunidense Nation, Lanham, Maryland, Rowman/Littlefield,
y anglosajona, y esto quizá sólo es posible 2001; Dupont, Louis y Nathalie Lemarchand,
188 MULTICULTURALISMO
[189]
190 NACIÓN
A partir de los años ochenta, desde una del hecho de que sus miembros compartan
perspectiva que parte del género en tanto una historia, costumbres y tradiciones (co-
categoría de análisis esencial, se ha replan- mida, música, vestimenta, calendarios de
teado la relación entre el sujeto femenino y fiestas, etc.), prácticas culturales, imagina-
el Estado-nación, y se ha realizado una re- rios, cánones de literatura, de cine y de artes
visión de la narrativa así como de las repre- plásticas, así como valores éticos y morales.
sentaciones visuales y alegóricas de la na- Con el intento de divulgar valores éticos y
ción y se ha abordado la participación morales comunes se ha vinculado, a lo largo
femenina en los procesos históricos, por un de los siglos, el intento de crear o preservar
lado, y en los procesos decisivos para la en el Estado-nación una unidad religiosa,
construcción de la nación, por otro. lo que ha llevado a procesos de exclusión
Asimismo, se ha llamado la atención sobre para los que no son del mismo credo. Por
la historia de la representación de las rela- todo lo anterior, Homi K. Bhabha consta-
ciones de género. tó que las naciones son ante todo elabora-
A diferencia del uso medieval del término ciones culturales, sistemas de significación
nación, el moderno, que ha comenzado a cultural y de representación de la vida so-
hacerse dominante a partir de la Revolución cial en lugar de ser representaciones de las
francesa y bajo la influencia de las ideas de formas de gobernar una organización social
la Ilustración y el liberalismo, implica la dada (“Introduction”: 2-4). Aunque el esta-
existencia de una organización política do intenta divulgar objetos de conocimiento
creada por una agrupación social mayor de como la tradición, datos acerca de perso-
personas que comparten un espacio geográ- najes importantes de la escena pública, la
fico delimitado y cuya organización social se alta cultura y la razón de estado, así como
formó a lo largo de procesos históricos, a discursos totalizantes acerca de la identidad
partir del siglo XVIII, en el mundo entero, la nacional en tanto esencialista que subrayan
conformación de los Estados-nación se ha las características particulares de una na-
fundamentado en la aparición de un grupo ción frente a las otras, persiste una inesta-
social –por lo general la burguesía– capaz de bilidad y transitoriedad en cuanto al saber y
establecer su hegemonía y de definir un pro- una construcción performativa y procesual
yecto político de autodeterminación que de la identidad; circulan, además, diversos
aglutina a todos los demás sectores de la significados acerca de la cultura nacional.
población. Este grupo social evocó discursi- Esto se debe a que la nación, en tanto ela-
vamente un origen mítico y prometió el pro- boración cultural en el sentido gramsciano,
greso de la nación para el futuro. Esta evo- es un agente de narraciones ambivalentes
cación de un origen y proyección de un que mantiene la cultura en su posición más
destino común sirvió para que toda la po- productiva en tanto fuerza que subordina,
blación considerara la protección estatal del fragmenta, disemina, produce, reproduce,
capitalismo nacional emergente como estra- crea, guía y obliga, así como en tanto me-
tegia indispensable y capaz de beneficiar a dio para cuestionar significaciones dadas
todos los grupos sociales y no sólo al capital (Bhabha, “Introduction”: 3-4).
privado de la burguesía. Cabe señalar que los discursos nacio-
Pero el Estado-nación no sólo se basa nalistas institucionalizados tanto impresos
en un consenso en cuanto a los fines eco- como orales tienen un valor pedagógico e
nómicos y políticos así como respecto del ideológico (Bhabha, “Introduction”: 2-3). Se
régimen institucional, sino también en que ofrecen como marco formal de integración
los individuos, unidos entre sí por lazos pri- simbólica –en el fondo imposible– de todos
mordiales como, por ejemplo, la raza y la los miembros que pertenecen a un colecti-
etnia, se confiesan como parte del mismo y vo, y se divulgan tanto en la familia como
en que se crea una unidad cultural particu- en las instituciones de educación pública.
lar de la que sus miembros son conscientes Sobre todo las mujeres en tanto madres,
y por medio de la que distinguen su agru- primero, y en su papel de maestras, poste-
pación social de otras. A su vez, la unidad riormente, han contribuido a la divulgación
cultural se deriva de un espíritu y una len- de los discursos hegemónicos nacionales y
gua comunes, de una unidad intelectual y pedagógicos pese a que no fueron los su-
NACIÓN 191
jetos que los formularan. Fiol-Matta (A proyectó y evocó una homogeneidad étnica
Queer) abordó, por ejemplo, el desempeño ficticia y una unidad imposible de lograr.
de Gabriela Mistral como maestra en Chile Los discursos que proclamaban estados na-
y, posteriormente, dentro del proyecto edu- cionales étnicamente homogéneos dieron
cativo de José Vasconcelos en el México pos- pie, en Europa, a las limpiezas étnicas que
revolucionario. se realizaron a partir de finales del siglo XIX
Para la conformación de una cultura y llegaron a su clímax con el holocausto du-
nacional es, asimismo, esencial haber com- rante la dictadura nazi (1933 a 1945).
partido una historia común que gracias a Por su parte, en los pueblos que habían
diversas prácticas discursivas y las represen- vivido bajo la dominación de una fuerza im-
taciones en las artes visuales, se conserva y perial extranjera, la fundación de los esta-
actualiza en la memoria histórica colectiva. dos nacionales fue el resultado del éxito de
Ésta preserva recuerdos –ya sea de momen- los movimientos de independencia. Tal
tos gloriosos, de victorias y alegría, ya sea como ocurrió en el mundo entero, también
de humillaciones y derrotas– pero, tal como en estos jóvenes estados independientes, la
pone de manifiesto el análisis de la memoria noción “Estado” se refirió a una institución
colectiva, ésta informa también sobre los ol- y a una unidad administrativa que se legiti-
vidos consensuados. La ausencia o pérdida maba con base en leyes, en particular, la
de la memoria colectiva puede llevar a per- Constitución en tanto ley fundamental para
turbaciones graves en cuanto a la identidad determinar la organización del Estado den-
colectiva de una nación (Le Goff: 133). En tro de una extensión territorial dada.
los lugares de la memoria –monumentos, re- Se observa que en todos los territorios
cintos conmemorativos, manuales escolares del Nuevo Mundo –incluyendo Canadá y
para la enseñanza de la historia, calendarios los Estados Unidos– cuando las élites co-
de fiesta, divisas, textos y discursos funda- menzaron a percibirse como pertenecientes
cionales– se condensa y cristaliza la memo- a otra sociedad, distinta de la de la madre
ria de una nación; son, en cierto modo, su patria, vincularon la idea de nación en los
inventario (Nora, “Entre mémorie”: xvii). discursos independentistas del siglo XVIII,
Otro aspecto de gran importancia es la que precedieron las guerras de independen-
lengua en tanto elemento distintivo de una cia, con la idea del nativismo (Chasteen,
nación. Es la idea antigua de que el idioma “Beyond”: xv). El grupo que se presentó en
representa un mecanismo mental fuerte y América Latina y el Caribe como hegemó-
determina de modo decisivo la mentalidad nico era el de los criollos. Pese a que en el
de sus hablantes. El poliglotismo en países primer movimiento de independencia en
como Suiza y Canadá, así como en los paí- el virreinato de la Nueva España, que fue
ses de América Latina con un alto porcenta- encabezado por el cura Miguel Hidalgo y
je de indígenas que hablan diversos idiomas Costilla, participaron también mestizos e
autóctonos dificulta la fuerte unión entre la indígenas, el grupo social que finalmente
población. logró consumar la independencia fue el de
Como recalcó Benedict Anderson a partir los criollos liderado por Agustín de Iturbide;
de la etimología del concepto nación, éste esto es, tanto en el virreinato novohispano
alude a los vínculos de parentesco y fami- como en las demás colonias españolas y
lia y no a las ideologías políticas, pues uno portuguesas en América Latina y el Caribe
nace dentro de una nación del mismo modo fueron los criollos los que lograron plantear
como uno nace dentro de una familia. Al un proyecto político de autodeterminación
contrario, el nacionalismo es, por un lado, ante las autoridades coloniales. Pusieron así
una ideología, y, por otro, un movimiento, y fin al régimen colonial y aspiraron a ocupar
ha sido una fuerza poderosa en las políticas los puestos que antes habían ocupado los
mundiales y en el proceso de constitución de peninsulares. En el caso de los virreinatos
los Estados-nación a partir de la Revolución de la Nueva España, de la Nueva Granada,
francesa. Al concebir la nación como unión y del Río de la Plata, los criollos quisieron,
entre el estado y el pueblo, surgieron hacia mayoritariamente, poner también fin al sis-
el exterior hostilidades en contra de los paí- tema monárquico. Sin embargo, mientras
ses vecinos; en cambio, hacia el interior, se que en el virreinato de la Nueva España se
192 NACIÓN
nal más allá de diferencias raciales y sociales otros idiomas autóctonos, figura como len-
(Sommer, Ficciones; Limón). gua oficial en la Constitución peruana.)
Dado su propósito de deslindarse de las Pero el poliglotismo es sólo uno de los di-
otroras potencias coloniales, las jóvenes na- versos problemas con los que, desde su fun-
ciones latinoamericanas rechazaron los tér- dación y hasta la fecha, se han enfrentado
minos “hispano”, “luso” e “ibero”. Al adop- las jóvenes naciones latinoamericanas con
tar el concepto “latino” destacaron que no un alto porcentaje de indígenas como, por
basaban su respectiva cultura nacional en el ejemplo, Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala
hecho de hablar español o portugués e hi- y México. Entre los problemas que aque-
cieron, más bien, énfasis en su nexo con los jaban a estos estados en el siglo XIX, cabe
países romances, en general. mencionar, en primer lugar, la infraestruc-
Es pertinente señalar que tanto México tura deficiente, que impidió que todos los
como los demás estados de América Latina indígenas tuvieran acceso al español; en se-
y el Caribe surgieron de la red burocrática gundo lugar, persistió en las comunidades
colonial y a pesar de haber logrado la inde- indígenas el rezago educativo, en general,
pendencia política de España o Portugal, y el analfabetismo, en particular, lo que
persistía el orden colonial en sus respectivas impidió que los indígenas fueran también
sociedades. En México, paradójicamente, enunciadores de los discursos nacionalis-
siguió incluso vigente la Constitución de tas; sólo de modo parcial circularon entre
Cádiz. Por otro lado, los estados indepen- ellos los imaginarios nacionales construi-
dientes tuvieron serios problemas al querer dos desde el poder central y por parte de
limitar el poder de la Iglesia católica e intro- los escritores comprometidos con la narra-
ducir, influenciados por la Revolución fran- ción de la nación, que evocaban una iden-
cesa el laicismo en la educación y como tidad nacional homogénea, por lo que los
principio del Estado. indígenas seguían concibiendo “nación” en
Al querer fundar estados nacionales tras relación con los pueblos y etnias indígenas
haber conquistado la independencia en el y no en relación con la totalidad de la po-
siglo XIX, los estados latinoamericanos inde- blación que habitaba el espacio delimitado
pendientes, no sólo tuvieron guerras limí- por las fronteras del Estado nacional; en
trofes con los países vecinos, sino que tam- tercer lugar, seguían existiendo diferentes
bién sufrieron pérdidas territoriales a raíz sistemas jurídicos para los criollos y mesti-
de movimientos separatistas (debido a estos zos, por un lado, y para los indígenas, por
movimientos, México perdió, por ejemplo, otro, ya que durante el periodo colonial se
Guatemala y Texas, pero pudo impedir la habían creado los fueros especiales para los
independencia de la península de Yucatán). indígenas que los protegían legalmente; en
Por otra parte, en la clase política predomi- cuarto lugar, puede constatarse una falta
naban intereses partidistas por sobre los de unidad intelectual y de valores éticos y
nacionales, lo que explica que los bandos en morales compartidos, ya que, a diferencia
conflicto buscaran alianzas con potencias de la clase popular, la élite copiaba modelos
extranjeras (por ejemplo, los conservadores europeos de vida, de modales, de modas y
mexicanos buscaron el apoyo de Francia y alimentos; en quinto lugar, seguían coexis-
Austria, y los liberales el de Estados Unidos). tiendo diversas prácticas religiosas, ya que
El deseo de definir e imaginar una identidad el grado de incorporación de las creencias
y cultura nacional homogénea entraba en indígenas al catolicismo variaba en las di-
conflicto, además, con el multiculturalismo versas etnias; en sexto lugar, continuaba la
y poliglotismo existentes y llevó a prácticas desigualdad social y económica y en cuanto
de exclusión y asimilación con respecto a los a las oportunidades de ascender socialmen-
pueblos indígenas, así como al desprecio de te; en séptimo lugar, fue notoria la hetero-
las lenguas autóctonas pese a que en la geneidad racial de la población que se com-
Constitución figuren, junto con el castella- ponía de mulatos y afromestizos, de negros,
no, como lenguas oficiales. (Es notable que indígenas, criollos, mestizos y descendientes
en Perú, gracias a las gestiones de la legis- de inmigrantes asiáticos, lo que resultó en
ladora María Sumire, se haya promovido el prácticas de discriminación racial por parte
uso del quechua, ya que éste, junto con de los criollos que, pese a que conformaban
194 NACIÓN
Por otro lado, gracias al fenómeno mi- migratorios, “la identidad” parece ser una
gratorio, las fronteras imaginarias de las categoría inadecuada que debe ser sustitui-
naciones se han modificado y el concepto da por la de la identificación con papeles
de Estado-nación que partía del supuesto y formas de comportamiento existentes en
que la nación se encontraba confinada a ambas culturas nacionales: la expulsora de
los límites geográficos del mismo, se re- migrantes como, por ejemplo, la mexicana,
plantea. Tanto las identidades nacionales y la receptora como, por ejemplo, la esta-
como la cultura nacional se han vuelto aún dunidense.
más movedizas, fluctuantes e híbridas. En
el caso de muchos estados latinoamerica- OBRAS DE CONSULTA. Alarcón, Norma, Caren
nos, pero en particular en el de México, Kaplan y Minoo Moallem. “Introduction:
Cuba y Puerto Rico, de los que migraron Between Woman and Nation”, en Caren
millones hacia Estados Unidos, la comuni- Kaplan, Norma Alarcón y Minoo Moallem
dad imaginada se divide en dos partes: una (eds.), Between Woman and Nation, Durham,
dentro del Estado-nación y la otra fuera del Duke University, 1999, pp. 1-18; Anderson,
territorio nacional, en Estados Unidos. Por Benedict, Comunidades imaginadas: reflexio-
otra parte, en el caso de los migrantes do- nes sobre el origen y la difusión del naciona-
cumentados mexicanos, la ciudadanía ya no lismo (trad. Eduardo Suárez), México, Fondo
queda limitada al estado de origen, sino se de Cultura Económica, 1993; Bhabha, Homi
puede conseguir la doble nacionalidad. Al K, “Introduction: Narrating the Nation”, en
contrario, los migrantes indocumentados Homi K. Bhabha (ed.), Nation and Narration,
sufren una pérdida de identidad. A su vez, Londres, Routledge, 1990, pp. 1-7; Castillo,
en Redreaming America: Toward a Bilingual Debra, Redreaming America: Toward a Bilingual
American Culture, Debra Castillo (2005) pro- American Culture, Albany, State University of
pone comprender a Estados Unidos como Nueva York, 2005; Chasteen, John Charles,
nación y cultura bilingüe. “Introduction: Beyond Imagined Communities”,
En los países expulsoras de migrantes, en John Charles Chasteen y Sara Castro
los procesos migratorios han llevado a re- Klarén (eds.), Beyond Imagined Communities:
planteamientos acerca de la relación entre Reading and Writing the Nation in Nineteenth
el centro y las márgenes del Estado-nación, Century Latin America, Washington/Baltimore,
y, a su vez, las fronteras y los espacios fron- Woodrow Wilson Center/The Johns Hopkins
terizos gozan hoy día de centralidad en tan- University Press, 2003, pp. ix-xxv; Florescano,
to lugares productores de nuevos códigos, Enrique, Etnia, estado, nación: ensayo sobre
discursos y expresiones culturales más allá las identidades colectivas en México, Madrid-
de los nacionales preexistentes. Cualquier México, Taurus/Alfaguara, 1998; Florescano,
manifestación cultural y producción de dis- Enrique, Memoria mexicana, México, Joaquín
cursos y productos culturales (cine, literatu- Mortiz, 1987; Franco, Jean, Las conspiradoras:
ra, performance, artes plásticas, etc.), en el la representación de la mujer en México (versión
espacio de la frontera sólo puede analizarse ampliada) (trad. Mercedes Córdoba), México,
como manifestación efímera que se relacio- Fondo de Cultura Económica/El Colegio
na con las experiencias en el cruce/trasla- de México, 1993; Le Goff, Jacques, El orden
do/crossing entre varias normas y códigos de la memoria: el tiempo como imaginario,
culturales y el impacto que éste tiene en el Barcelona, Paidós, 1991 (trad. Hugo Bauzá);
individuo. En vista del espacio de la frontera Limón, José. E., “Mexicans, Foundational
y de los procesos que se despliegan en él, Fictions, and the United States: Caballero, a
no sólo se ponen en tela de juicio las meta- Late Border Romance”, en Doris Sommer (ed.),
narraciones modernas acerca de la nación The Places of History: Regionalism Revisited in
y las identidades colectivas, sino también Latin America, Durham, Duke University Press,
las posmodernas, pues aun cuando se hable 1999, pp. 236-250; Smith, Anthony D., Nations
de identidades híbridas, le será inherente a and Nationalism in a Global Era, Oxford, Polity,
este concepto una tendencia normativa y 1995.
generalizadora. En una época de cambios
sociales acelerados, debido a los fenómenos [UTE SEYDEL]
oralidad tivas de sociabilidad consiste en el tránsito
de la oralidad a la escritura. Desde esa pers-
El término “oralidad” se refiere al lenguaje pectiva, la oralidad constituye un estado de
como sonido articulado para ser hablado y déficit cognoscitivo y comunicativo que im-
oído. La comunicación oral se expresa a tra- pide a las culturas tradicionales asegurar su
vés de la voz y su potencial se encuentra en supervivencia y desarrollo.
ser narrada. El lenguaje es abrumadoramen- Hay que considerar que la escritura sur-
te oral. Comunicación verbal y pensamiento gió como una forma de poder manejada por
se relacionan con el sonido. La gestualidad las élites ilustradas. Si bien es cierto que
sustituye a las palabras y, las imágenes, por mayas y nahuas desarrollaron una escritura,
elocuentes que sean, siempre se sitúan en un el conocimiento, práctica y control de este
contexto de palabras. Toda historia antes de conocimiento se limitó a las jerarquías y gru-
ser escrita fue contada. pos minoritarios. Por lo tanto, las mayorías
siguieron siendo funcionalmente orales.
FORMAS DE COMUNICACIÓN ORAL. Entre las for- La escritura hizo que la forma verbal
mas de comunicación oral se encuentran: 1] quedara plasmada. No obstante, la escritura
el testimonio que registra las declaraciones nunca puede prescindir de la oralidad. “La
verbales de un testigo ocular de un aconte- expresión oral es capaz de existir, y casi
cimiento; 2] la tradición oral o testimonio siempre ha existido, sin ninguna escritura
indirecto que pasa de generación en genera- en absoluto; empero, nunca ha habido escri-
ción, de boca en boca, y depende para su tura sin oralidad (Ong: 18).”
transmisión de la memoria colectiva y 3] la De acuerdo con David R. Olson, los sis-
historia oral, definida como narrativa con- temas de escritura no fueron creados para
versacional, abocada a recoger, a través de representar el habla, sino para comunicar
entrevistas cualitativas, las experiencias o información. De aquí se desprende la po-
historias que cuentan testigos y actores di- tencial capacidad analítica de la escritura.
rectos acerca del significado de los hechos En consecuencia, oralidad y escritura tie-
vividos más que de los sucesos mismos. nen sus cualidades distintivas propias. Sin
Por otra parte, cabe mencionar que “la embargo, es importante advertir que para
noción de oralidad es una noción construida Olson, oralidad y escritura no se contra-
desde la cultura de la escritura” y, por lo ponen; las culturas más altamente letradas
tanto, “al hablar de oralidad nos situamos han sido al mismo tiempo las más altamente
de hecho en el espacio de la escritura” (Raúl orales (100).
Dorra, citado en Ostria González). “La escri- Aunque esta entrada se ocupa fundamen-
tura, de acuerdo con Walter Ong, es la alta talmente de la oralidad y de los cambios en
tecnología que ha moldeado e impulsado la el pensamiento y la expresión producidos
actividad intelectual del hombre moderno y por la escritura, es importante mencionar
representa un adelanto muy tardío en la algunos conceptos en torno a las imágenes
evolución humana (86).” Las sociedades es- fijas y en movimiento.
criturísticas imaginan la oralidad como un En la actualidad, los expertos en las cien-
estado precario necesario de superar, y su- cias del lenguaje coinciden en que la lengua
ponen que el progreso de esas formas primi- es un sistema de signos o semiótica. Así las
[197]
198 ORALIDAD
cosas, el valor del signo está determinado las competencias discursivas de emisores y
por su entorno, y este valor –que no es otra destinatarios. El emisor podrá imponer un
cosa que su significación– está colocado sentido siempre y cuando el destinatario se
dentro de un contexto. Este valor es el sig- halle preparado, dispuesto y en posibilida-
nificado del signo en un texto. En este juego des de aprehenderlo y transgredirlo.
de actos de comunicación, los emisores y los
destinatarios no producen palabras o frases CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS DE LA ORALIDAD Y LA
ni reciben signos que interpretan. Las partes ESCRITURA. De acuerdo con Walter Ong la
involucradas aprenden, comparten e inter- oralidad es formularia, acumulativa, redun-
cambian textos (Vilches). dante o copiosa y depende del presente real
Ahora bien, según Roman Jakobson, el de su enunciación (38-80).
texto, viene después de la expresión oral; es La oralidad es formularia porque se apo-
decir del discurso. Aquí el texto es la escri- ya para recordar en fórmulas nemotécnicas
tura que produce la expresión oral. Pero el y rítmicamente expresivas, como los prover-
texto tiene también una función delimitati- bios, que ayudan a fijar y procesar los datos
va y, entonces, funciona como un corpus de de la experiencia. La oralidad carece de es-
análisis. Esto permite que se hable de filme- critura o libros para recordar el conoci-
texto, fotografía-texto. miento.
Una fotografía se puede estudiar como La oralidad es acumulativa. Esto quiere
un texto visual, distinguiendo sus marcas decir que el discurso oral es menos depen-
sintácticas (su plano propiamente expresivo diente de las reglas de la lógica y la gra-
o significante), y el semema actualizado (su mática porque se rige por los contextos de
significado denotado). De esta manera se enunciación que le ayudan a transmitir el
analiza, exclusivamente, su representación significado (gestualidad, entonación, vo-
semántica, sin tomar en cuenta su aspecto lumen, pausas, velocidad, ritmo del habla
expresivo. Esto sería lo equivalente a estu- popular que acompañan al hablante) y son
diar una tira cómica únicamente como le- difíciles de reproducir por la escritura. La
yenda o historia. escritura depende de la sintaxis (la orga-
La noción de texto no implica la multipli- nización del discurso mismo). La oralidad
cación o suma de elementos separados, por reproduce funciones narrativas esenciales: la
el contrario supone su unidad. La unidad de función emocional, la participación del na-
los elementos situados en el interior del tex- rrador en el relato. La escritura tiende a eli-
to constituye la coherencia semántica de los minar la emoción en aras de la objetividad.
mismos. La coherencia textual en la imagen La oralidad es redundante o copiosa. En
permite que el destinatario interprete una efecto, se basa en la repetición para preser-
expresión con respecto a un contenido o in- var la continuidad o línea de pensamiento y,
formación. Así las cosas, la coherencia en el de esta manera, garantizar su comprensión.
campo de la imagen implica dos niveles de Fuera de la mente no hay nada a qué volver
análisis: 1] el icónico, la relación de la ima- pues el enunciado oral desaparece al ser
gen con la realidad y 2] el campo semántico pronunciado. Por lo tanto, la oralidad se
o el estudio de la forma del significado. apoya en la redundancia o repetición de lo
Por último, la noción de coherencia tex- apenas dicho para mantener a hablante y
tual no puede ser entendida sin la noción de oyente en la misma sintonía. La escritura
competencia discursiva del lector de la ima- cuenta con el texto para repasar o recuperar
gen. Gracias a esta competencia, el destina- lo dicho. Las culturas orales estimulan el
tario puede interpretar el texto, caracterizar exceso, la verbosidad, la repetición que los
una secuencia visual, reconocer la forma de retóricos llaman copia y se usa para persua-
un conjunto de figuras y fondos, comparar o dir a un público a responder.
metaforizar una imagen y generalizar el dis- La oralidad resignifica en el presente real
curso en la enunciación. De ahí que, desde de su enunciación los sentidos del lenguaje.
esta perspectiva, la vieja consigna “una ima- De ahí que las culturas orales no produzcan
gen dice más que mil palabras” constituya diccionarios, como las culturas escritas que
un error pues las imágenes implican códigos se interesan en las variantes polisémicas del
culturales que para su lectura requieren de lenguaje.
ORALIDAD 199
del analfabetismo, consecuencia de las des- latinoamericana no hizo otra cosa más que
igualdades sociales y económicas en las cul- fortalecer el formato letrado impuesto por el
turas letradas modernas (Ostria González). canon europeizante (Montaldo: 36).
Parafraseando a Pierre Bourdieu, se trata, Críticos literarios latinoamericanos ex-
en todo caso, de un problema de acceso al ploraron la disputa entre letra y voz en sus
mercado de las competencias escriturísti- aspectos básicos y ofrecieron algunas re-
cas, vía escolarización. En efecto, la educa- flexiones. Antonio Cornejo Polar discutió el
ción se halla estrechamente vinculada con la eurocentrismo del canon literario hispano-
posición que los agentes ocupan dentro de americano y los problemas que implicaba
la estructura de distribución de capital lin- la inclusión de la oralidad dentro del marco
güístico y su relación con la clase (57-58). letrado. El martiniqueño Edouard Glissant,
El hecho es que ambas prácticas (oralidad por su parte, aseveró que la oralidad era un
y escritura) suponen, además de conflictos, elemento emblemático de la literatura cari-
complementariedad e influencias recíprocas. beña, que sirvió como arma en la lucha con-
De modo que, por un lado, la oralidad ya tra la hegemonía europea. Por otra parte,
no existe en estado puro en ninguna parte Ángel Rama, propuso el concepto de trans-
de América y sólo cabe estudiarla en rela- culturación como forma de inclusión de las
ción con el sistema hegemónico letrado. culturas preferentemente orales dentro del
Por otra parte, las formas letradas mues- concepto Estado-nación, en contrapunto
tran procesos de hibridación con formas de John Beverley hizo su propuesta multicul-
oralidad, incluso en aquellas prácticas con- tural que procuraba la igualdad hasta sus
sideradas como más prestigiosas y cultas, últimas consecuencias (Beverley). Se trata-
como las manifestaciones literarias (Ostria ba de una igualdad epistemológica, cultural,
González). económica y cívico-democrática concreta,
A partir de los años setenta, los expertos y no de una igualdad de filiación burgue-
en oralidad, apoyados en las hipótesis de sa, que en nombre de la igualdad, fija las
Walter Ong sobre la oralidad y la escritura desigualdades que la han constituido como
y las teorías de Mijail Bajtín sobre la novela, patrón de poder. Los conceptos de estos au-
decidieron revisar la tradición literaria lati- tores mostraron la vigencia de las luchas
noamericana que excluía la oralidad de la entre letra y voz, literatura y oralidad, éli-
escritura, pues el acceso a la letra era priori- te y subalternos, resistencia y dominación,
tario y restrictivo. Para ese entonces, la lite- identidad, hibridación que, a la fecha, los
ratura latinoamericana ya había interesado estudios culturales latinoamericanos colo-
a los europeos que gustaban del exotismo. can en la centralidad de su reflexión.
La mercantilización de los bienes culturales
tercermundistas, entre los cuales se hallaba OBRAS DE CONSULTA. Bourdieu, Pierre, Ce qui
la letra, se había consolidado en el boom de parler veut dire. L´économie des échanges lin-
la literatura latinoamericana de los años se- guistiques, París, Fayard, 1982 [¿Qué significa
tenta. Los escritores ficcionalizaban la orali- hablar?, Madrid, Akal, 2001]; Beverley, John,
dad mediante un simulacro de “traducción” Subalternity and Representation: Arguments in
o pasaje de la oralidad dialectal a la letra Cultural Theory, Nueva York y Londres, Durham,
escrita. Se procuraba una suerte de restitu- Duke University Press, 1999; Chinchilla Pa-
ción simbólica que redimía a la oralidad de wling, Perla, De la compositio loci a la
la letra, además de devolverle su legitimidad República de las Letras: predicación jesuita en
para ingresar a la gran biblioteca culta eu- el siglo XVII novohispano, México, Universidad
ropea. Se recuperaba, vía la oralidad, esa Iberoamericana, 2004; Dorra, Raúl, Entre la voz
parte de la identidad latinoamericana que el y la letra, México, Plaza y Valdés/Universidad
canon literario europeo había excluido. Los de Puebla, 1997; Gugelberger, Georg M. (ed.),
grupos subalternos ejercían su resistencia a The Real Thing. Testimonial Discourse and
la cultura hegemónica. La idea era oír las Latin America, Durham, Duke University
diferencias, la autenticidad, la identidad de Press, 1996; Lienhard, Martín, La voz y su
lo latinoamericano. Paradójicamente, el es- huella: escritura y conflicto étnico-cultural en
fuerzo por importar al texto escrito una di- América Latina, 1492-1988, Lima, Horizonte,
mensión representativa del habla coloquial 1992; Mato, Daniel, El arte de narrar y la no-
202 ORALIDAD
[203]
204 PARTICIPACIÓN CULTURAL
ral de producciones del norte. Tales políticas supone participación” opta por ofrecer una
tienen por objeto estimular la producción y visión procesual de la cultura. Es decir, cual-
el consumo de bienes culturales a efecto de quier “artefacto cultural” (ropa, programa
construir y consolidar un espacio cultural de televisión, libros, sinfonías) solamente
nacional. Aquí subyace la premisa de auto- cobra sentido en la medida que son vividos
nomía cultural como principio rector de las en procesos activos de participación. Tales
políticas nacionales tendientes a una am- artefactos son referencias y recursos dentro
pliación y protección de la producción e de procesos de creación cultural.
historia cultural. De este modo, la participa- Los estudios sobre “audiencia activa” re-
ción se asimila a una forma de ciudadanía presentan esta concepción de participación,
cultural como membrecía dentro de la na- influenciada por posiciones diversas, desde
ción como comunidad cultural. el constructivismo social hasta el posestruc-
Tales políticas también apuntan a otro turalismo. Mientras que “la participación
objetivo: promover la democratización del como consumo” implica una visión de audi-
acceso a las artes a través del incremento de toría de la audiencia (cuántos, dónde, cómo,
la participación en espacios culturales, tra- quién), “la participación como producción”
dicionalmente reservados a las “bellas artes” remite a la audiencia “tomando parte” en
o a la “cultura alta”, como espectáculos de otorgar significado a objetos culturales.
música clásica o exhibiciones de pintura. En América Latina y en México en parti-
Aquí suele haber un intento doble de demo- cular, esta última posición está identificada
cratización cultural como aumento de la claramente con el trabajo de Jesús Martín
participación: tanto del país a escala regio- Barbero. De hecho, el título de su clásico
nal y global como productor de bienes, trabajo De los medios a las mediaciones figu-
como del público de participar en el consu- rativamente sugiere no sólo un llamado a
mo de bienes usualmente reservado a élites girar del estudio de la comunicación al es-
o públicos especiales según criterios socio- tudio de la cultura, sino epistemológicamen-
económico o bien de preferencias. te, asevera que la tarea es entender cómo se
construye sentido para comprender el papel
LA PARTICIPACIÓN CULTURAL COMO PRODUCCIÓN DE de las instituciones (los medios) y productos
SENTIDO. Las visiones “consumistas” de la culturales (telenovelas). La participación no
participación cultural se contraponen a po- es “en/dentro” de los medios/instituciones,
siciones “productivistas” enraizadas en con- sino participación cultural en sentido am-
cepciones antropológicas y constructivistas plio vinculada a la utilización de recursos y
según las cuales es imposible entender la capitales culturales.
cultura fuera de la noción de participación. También es importante la contribución
Si entendemos cultura como “formas de de estudios antropológicos sobre la imposi-
vida” según las definiciones clásicas de va- bilidad de la ausencia de la “participación
rios antropólogos, el concepto de participa- cultural”. El hecho de vivir socialmente de-
ción cultural parece reiterativo: no hay cul- termina que los seres humanos no pueden
tura sin participación. Todos “participan” “no participar” culturalmente en tanto están
culturalmente ya sea hablando, practicando inmersos en “redes de sentidos”. En este
rituales o prefiriendo ciertas formas de ves- sentido, la participación cultural es ineludi-
tir y comer. ble. Ésta es la diferencia de, por ejemplo, la
Desde tal perspectiva, la premisa ana- participación política, la cual, a juzgar por
lítica es que la cultura remite a redes de las conclusiones de recientes estudios socio-
significados actualizados por individuos lógicos y políticos, es factible de ser una
y comunidades. La cultura como hábitos, opción no elegida como quien decide no vo-
normas, y prácticas sólo existe como un tar o expresar su opinión públicamente.
proceso participativo. Claro está, existe “cul- Trabajos sobre la calidad de vida pública en
tura cristalizada” en instituciones o normas las democracias contemporáneas latinoa-
más allá de los procesos mediante los cua- mericanas, han observado con preocupa-
les tales cobran sentido cuando son vividos ción una merma en la calidad y cantidad de
mediante la participación de los agentes. La participación política medida por distintos
posición más extrema de que “toda cultura indicadores (por ejemplo, bajos índices de
206 PARTICIPACIÓN CULTURAL
el performance tiene como condición la re- empleadas, así como con las estrategias de
unión de actores, escenografía, libreto y pú- acción para involucrar al paciente y a las
blico. Pero, más allá de la metáfora, lo que personas que lo acompañan, y el marco es-
hace Bourdieu es enfatizar las condiciones pacio-temporal durante el cual se lleva a
institucionales que legitiman el poder me- cabo el rito. El análisis nos ayudaría a iden-
diante discursos de autoridad; es decir, actos tificar todo aquello que otorga relevancia
performativos que dan eficacia a los rituales socio-cultural a este acto, así como los ele-
sociales (Bourdieu, Language 107-116). mentos que permiten a sus participantes
Desde la sociología, Erving Goffman ana- percibirlo como curativo.
lizó la manera “teatralizada” en la que las Por su parte, el antropólogo Victor Turner
personas se despliegan en sociedad e in- estudió cómo, en los sistemas rituales, el per-
teractúan unas con otras. Aunque a distan- formance puede contribuir a mantener un
cia esta aproximación pueda antojarse sim- orden establecido (ritos de carácter oficial)
plista, una lectura cuidadosa de la obra de y servir para parodiar, criticar y subvertir di-
Goffman revela claves teóricas aún vigentes cho orden (como es el caso de los carnavales
para el análisis del comportamiento social. o las manifestaciones políticas). Según este
Su concepto de marco contextual (frame autor, los conflictos sociales se estructuran
analysis), basado en los escritos de Gregory como dramas, con fases bien delimitadas
Bateson, ayuda a identificar aquellas activi- de ruptura, crisis, transición y resolución (o
dades que tienen un carácter performativo separación, según el caso), de manera muy
en cuanto que se apartan de lo cotidiano y similar a la estructura tripartita del teatro
manifiestan una especial intención comuni- clásico. Turner dedicó gran parte de su obra
cativa entre actuante y observador (llámen- al estudio de los procesos rituales (ritos de
se ceremonias, deportes, juegos, ritos socia- paso, peregrinaciones, ritos de iniciación,
les, etc.). Es de particular interés el estudio etc.) en distintas sociedades, e identificó en
que Goffman realizó sobre el estigma social, ellos una antiestructura liminal que crea,
en el cual desarrolló una cuidadosa tipolo- por así decirlo, un paréntesis al interior del
gía de las diferentes actuaciones (performan- mundo regido por la estructura social im-
ces) que despliegan las personas marginadas perante (The Ritual Process). Es en ese es-
por razones de apariencia física, discapaci- pacio donde se hace posible la communitas
dad, clase social, género o raza, así como las (concepto derivado de Durkheim), es decir,
actitudes performativas que manifiestan el sentimiento de solidaridad entre partici-
quienes interactúan con el sujeto estigmati- pantes que normalmente se encuentran se-
zado (véase en ese estudio Estigma). El es- parados por su estatus social. No obstante,
tigma, entonces, no es para Goffman una dicho espacio es momentáneo, y su poten-
condición ontológica del ser, sino una inven- cial subversivo se encuentra supeditado al
ción social encaminada a clasificar y segre- carácter temporal del rito, mismo que debe
gar a quienes se apartan de la norma, así finalizar para reintegrar a los participantes
como una actuación generadora de identi- a la estructura social imperante, a veces con
dades que requiere de habilidades muy par- un estatus distinto, como sucede con los ri-
ticulares para su negociación cotidiana. Es tos de iniciación (Dramas: 201-202).
aquí donde las teorías de Goffman se acer- Las propuestas de Turner fueron reto-
can más a la tendencia actual de los estudios madas por Richard Schechner, a quien se
del performance. le debe, en gran medida, haber establecido
Otro acercamiento novedoso en su mo- puentes de comunicación entre las discipli-
mento fue el propuesto por Richard Bauman, nas arriba esbozadas y los estudios teatrales.
Dell Hymes y otros que, desde la antropolo- Protagonista de la vanguardia escénica de los
gía lingüística, establecieron criterios meto- años sesenta y setenta, Schechner se interesó
dológicos para examinar las dimensiones por nutrir su práctica con saberes extrateatra-
performativas de los rituales. Así, por ejem- les, tales como la etología y la antropología.
plo, se podría analizar la actuación de una Éste conoció a Turner en 1977 y ambos de
curandera que realiza una “limpia”, toman- inmediato se encontraron mutuamente fasci-
do en cuenta las relaciones que la palabra nados por sus respectivos campos de estudio:
hablada guarda con las técnicas del cuerpo mientras que a Turner le interesaba la tea-
PERFORMANCE 209
tralidad como herramienta para un acerca- género. En los años noventa, su panorama
miento más dinámico al estudio etnográfico, analítico se abriría aun más para abarcar los
a Schechner le cautivaban las posibilidades estudios poscoloniales y queer. En este con-
que ofrecía la antropología para enriquecer texto, lo performativo ha sido usado para
el campo de estudio de los fenómenos per- analizar la construcción social de las identi-
formativos. De esos intercambios resultaron dades de clase, raza y género; los simulacros
importantes estudios, como From Ritual to y ejercicios teatralizados del poder en la so-
Theater y The Anthropology of Performance, ciedad posindustrial (como lo han hecho
de Turner (1982, 1988), y Between Theater Baudrillard y García Canclini), y las posibi-
and Anthropology, de Schechner (1985), li- lidades subversivas del performance art
bros que aparecieron cuando los performance (Schneider, Muñoz; Prieto Stambaugh).
studies se sistematizaban como campo aca- Figura clave para el análisis de la di-
démico en Estados Unidos. mensión performativa del género es Judith
En un trabajo más reciente, Schechner Butler, autora para la cual la identidad no es
expone cómo los estudios del performance una categoría abstracta, sino un performan-
pueden abarcar cualquier tipo de actividad ce regulado por instituciones sociales. Tal
humana, desde el rito hasta el juego, pasan- aseveración tiene implicaciones políticas, en
do por el deporte, los espectáculos popula- tanto que pone al descubierto las estrategias
res, las artes escénicas, las actuaciones de la coercitivas de la sociedad para obligar a las
vida cotidiana, las ceremonias sociales, los personas a actuar según normas arbitrarias
papeles de clase y de género, hasta la rela- de conducta. Butler sugiere que la reitera-
ción del cuerpo con los medios masivos y la ción cuasi-ritual de códigos sociales es se-
Internet (2002). Además, es posible añadir a mejante a una serie de actos de citación,
la lista el estudio de objetos inanimados, los mismos que nunca reproducen fielmente el
cuales, aunque no son un performance, pue- “texto original”. Es en este desfase –entre el
den ser analizados como performance, es código de conducta y su actuación– donde
decir, en tanto que son producto de una ac- se produce una alteración que posibilita una
ción creadora, o interactúan con quien los ruptura con la norma (Bodies: 122-124).
usa y contempla. Se amplía, entonces, el En un admirable ensayo, Jon McKenzie
abanico de estudio hacia, por ejemplo, una muestra cómo la obra de Butler constitu-
imagen religiosa, los instrumentos de tortu- ye una revisión radical de las premisas de
ra, maniquíes de aparador, juguetes, armas Austin, Turner y Schechner. Mientras que
de guerra, alimentos… la lista es intermina- los dos últimos valoran el poder liminal y
ble. En todos los casos, lo que interesa no transgresivo del performance, para Butler
es la “lectura” o el estudio de un objeto en es más que nada una forma dominante y
sí, sino su “comportamiento”, es decir, su punitiva de poder, aunque su análisis traza
dimensión performativa. Podemos imaginar rutas para una deconstrucción y, por lo tan-
los alcances de un estudio de la performati- to, subversión de los actos performativos.
vidad de un ex voto, por ejemplo, o un “sím- A nivel institucional, los estudios del
bolo patrio”, o un logotipo empresarial, ana- performance han logrado ganar legitimidad
lizables todos desde las acciones rituales, dentro del mundo académico anglosajón,
políticas y económicas que generan. La tra- llevando a la inauguración de varios depar-
yectoria tanto teórica como institucional de tamentos universitarios en los años ochenta.
los performance studies es lúcidamente ex- Por su parte, la academia francesa traza su
plicada por Diana Taylor, desde su perspec- genealogía interdisciplinaria a partir de los
tiva como latinoamericanista, en el primer estudios del antropólogo Jean Duvignaud en
capítulo de su libro The Archive and the los años sesenta, cuyas premisas son incorpo-
Repertoire: Performing Cultural Memory in radas actualmente por Jean Marie Pradier y
the Americas (2003). sus colegas en la llamada “etnoescenología”.
Hacia fines de los años ochenta, los estu- Aunque lenta y tentativa, la trayectoria
dios del performance, como hicieran tam- del performance en América Latina ha dado
bién los estudios culturales, incorporarían frutos interesantes. En el caso específico de
los paradigmas derivados del posestructura- México, los estudios del performance se
lismo, el posmodernismo y los estudios de dieron a conocer a principios de los años
210 PERFORMANCE
ochenta, con una serie de conferencias Millones, Alejandro Díaz y Raúl R. Romero,
impartidas por Richard Schechner en la entre otros. Para Cánepa es fundamental la
Universidad Nacional Autónoma de México, relación entre el contexto de la actuación y
y los contactos que este investigador esta- el cuerpo de los ejecutantes. La antropóloga
bleció con académicos nacionales, como es sostiene que la experiencia in-corporada (en
el caso de Gabriel Weisz. En 1982, Weisz y inglés, embodied) del performance apunta al
Óscar Zorrilla convocaron a un grupo inter- carácter indeterminado y subjetivo del he-
disciplinario de científicos y creadores escé- cho cultural. En este sentido, los estudios
nicos de la UNAM para fundar el Seminario del performance acompañan la crítica re-
de Investigaciones Etnodramáticas, con la flexiva de la antropología que a partir de los
finalidad de estudiar los principios rituales años noventa se aparta de la construcción
de los cuales surgió el teatro. Unos años más de “objetos de estudio” para más bien inda-
tarde, Weisz publicó El juego viviente, pe- gar la cultura como proceso dialógico (18).
queño pero ambicioso libro que buscó sen- Aunque, como se acaba de señalar, los
tar las bases de lo que su autor define como estudios del performance ya se comienzan a
una teoría de la representación. Allí, Weisz aplicar en el trabajo de varios académicos
analiza la relación que guarda el cuerpo con latinoamericanos, aún no han logrado una
la percepción en el marco de actividades lú- aceptación generalizada en la región, ni se
dicas asociadas con el rito y el juguete. han generado herramientas analíticas espe-
No fue sino hasta el año 2000 cuando los cíficas para nuestro ámbito. No obstante, el
estudios del performance se comenzaron a trabajo de los académicos arriba citados
difundir de manera sistemática en América abre brecha, por lo que es de esperarse que
Latina, con las intervenciones en varios paí- siga encontrándose en el performance nue-
ses del área del Instituto Hemisférico de vas claves para el análisis de los procesos
Performance y Política, encabezado por culturales.
Diana Taylor de la Universidad de Nueva
York, con sus sedes latinoamericanas en OBRAS DE CONSULTA. Bauman, Richard, Verbal
México, Brasil, Perú y Argentina. Dicho Art as Performance, Illinois, Waveland, 1977;
Instituto organiza encuentros itinerantes Bourdieu, Pierre, Language and Symbolic Power,
que reúnen a estudiosos, artistas y activistas Cambridge, Harvard University Press, 1991;
para debatir todo lo relativo al performance Cánepa Koch, Gisela, Identidades representa-
en sus manifestaciones a lo largo y ancho das: performance, experiencia y memoria en los
del continente americano. El “Hemisférico”, Andes, Lima, Pontificia Universidad Católica
como se le conoce, ha establecido contacto del Perú, 2001; Carlson, Marvin, Performance:
con instituciones mexicanas, como el Centro A Critical Introduction, Nueva York, Routledge,
Nacional de Investigación, Documentación 1996; Chamorro, Arturo y María Guadalupe
e Información Teatral “Rodolfo Usigli”, el Rivera (eds.), Música, ritual y performance,
Centro de Investigaciones Escénicas de Jalisco, Universidad de Guadalajara, 1999;
Yucatán, y el Centro Regional de Investi- Duvignaud, Jean, Sociología del teatro: ensayo
gaciones Multidisciplinarias, de la UNAM. sobre las sombras colectivas, México, Fondo de
Por su parte, la Universidad de Guadalajara Cultura Económica, 1973; Goffman, Erving,
abrió en 2002 un importante espacio a los Frame Analysis: An Essay on the Organization
estudios del performance en su Maestría en of Experience, Boston, Northeastern University,
Ciencias Musicales, con orientación en etno- 1983; McKenzie, Jon., “Genre Trouble: (The)
musicología, bajo la dirección del doctor Butler Did It”, en Peggy Phelan y Lill Lane
Arturo Chamorro, del Centro Universitario (eds.), The Ends of Performance, Nueva York,
de Arte, Diseño y Arquitectura. Chamorro New York University Press, 1998, pp. 217-235;
fue estudiante de Richard Bauman, e incor- Millones, Luis, Los demonios danzantes de la
pora rigurosamente las teorías del perfor- virgen de Tucume. Lima, Fundación El Monte,
mance en sus estudios sobre tradiciones mu- 1998; Prieto Stambaugh, Antonio, “Los estudios
sicales en el occidente de México. del performance: una propuesta de simulacro
En Perú, la antropología del performance crítico”, Citru.doc Cuadernos de investigación
se ha aplicado de manera igualmente rigu- teatral, núm. 1, noviembre, 2005, pp. 52-61;
rosa en los trabajos de Gisela Cánepa, Luis Schechner, Richard, Performance Studies: An
PERFORMANCE / PODER 211
por lo tanto, un juego con los tiempos: es un asumir, también, carácter afirmativo en tan-
acto presente contra el presente y contra to- to se transforma en fuerza de intervención
das las formas eternizadas del pasado en capaz de afectar el espacio que lo circun-
función de un tiempo por venir. da. En esa lucha por no ser afectado y por
A partir de la resistencia, el tiempo hace afectar, el sujeto se prueba y se ejercita, se
su aparición, imprime movimiento al en- memoriza, acumula experiencia y construye
frentamiento de fuerzas e inscribe el poder su historia, siempre inmersa en un espacio
en la temporalidad. De esta manera, las rela- determinado. La resistencia tiene aun otra
ciones de poder se forjan su propia historia, forma: la relación del sujeto consigo mis-
encuentran sus formas propias y singulares, mo, una manera de afectarse a sí mismo,
nunca definitivas, siempre en movimiento y un continuo enfrentamiento, diálogo, pac-
confrontación, siempre enmarcadas en un to, compromiso y lucha entre las partes que
espacio y en un tiempo dado. constituyen su interioridad.
La noción de resistencia, como elemento Esta práctica de los sujetos sobre sí mis-
constitutivo del poder, aparece como térmi- mos: este diálogo permanente entre las par-
no clave en el conjunto de investigaciones tes que lo constituyen; la forma en que se re-
que se llevan a cabo actualmente, no sólo lacionan con las reglas y valores propuestos
en México y América Latina, y que tienen socialmente; la manera en que se someten
por objeto de estudio a grupos subalternos, a un principio de conducta, que obedecen o
clases populares, migraciones y diásporas, resisten a una prescripción o prohibición;
movimientos sociales, artísticos y cultura- las modalidades en que el sujeto da forma
les, e igualmente es clave en los estudios a cierta parte de sí como materia prima de
de género, en los referidos a la recepción y una conducta moral; las zonas de su interio-
consumo de bienes culturales y en los relati- ridad que problematiza por encima de otras
vos a la conformación y funcionamiento de y que trabaja sin descanso sobre ella consti-
diversas instituciones, muy especialmente la tuyen las técnicas del sí mismo tendientes a
institución familiar. Es desde esa capacidad la elaboración de la subjetividad.
de resistir (real o virtual) de los sujetos en Las relaciones de poder se inscriben tam-
su hacer cotidiano que el análisis hace su bién en la subjetividad, la cual no puede
aparición, de tal manera que los estudios de ser entendida sino en el entrelazamiento de
caso que involucran trabajo de campo no saberes, discursos, normas, regulaciones y
pueden dejar de lado la descripción, análi- prácticas. De esta manera, el terreno en que
sis e interpretación de las formas concre- se constituye la experiencia se halla atrave-
tas que asumen las relaciones de poder en sado por tres ejes que, en su punto de in-
cada uno de ellos (véase, por ejemplo, Ileana tersección, producen al sujeto mismo en un
Rodríguez, Latín American Subaltern Studies espacio y tiempo dado: el eje del saber que
Reader; Daniel Mato, Estudios y otras prác- hace del sujeto un sujeto de conocimiento;
ticas, Aníbal Quijano, “Colonialidad del po- el eje del poder que lo constituye en sujeto
der”, Josefina Ludmer, “Las tretas…”). social y jurídico; y el eje del sí mismo que lo
La resistencia no puede olvidar los cuer- transforma en sujeto ético. En estas tres di-
pos de los sujetos; ella actúa, tiene materia- mensiones la resistencia hace su aparición:
lidad, se encarna en ellos, en el basamento los sujetos resisten a los saberes que buscan
físico y material de los sujetos. El sujeto re- imponerse como verdad; a las leyes, normas,
siste desde el momento en que es arrojado reglas y regulaciones que intentan someter,
al mundo, es en la resistencia que construye sus cuerpos y a los códigos morales impe-
el tiempo de su experiencia. La experiencia rantes y a sus correspondientes tecnologías
de los sujetos se halla signada por las for- del yo.
mas de resistir que marcan el estilo de suje- El análisis del poder, no será la búsque-
tos, grupos y comunidades. da de estructuras formales con valor uni-
La resistencia puede asumir tres formas versal, sino que sólo podrá realizarse en la
de carácter general: el sujeto resiste a los investigación histórica, en la búsqueda de
embates del exterior, oponiendo una fuerza sus formas de funcionamiento, de su que-
contraria y semejante a la que se ejerce so- hacer cotidiano, de sus quiebres, rupturas
bre él que toma la forma de negación; puede y discontinuidades, de la producción de sus
214 PODER / POLÍTICA CULTURAL
tivos fiscales legislados por el Estado para naciones. Casi ningún ministerio incluía las
fungir como subsidiador público, como es industrias culturales (radio, cine, televisión)
el caso de la Ley de Mecenazgo Rouanet o o las telecomunicaciones (que cada vez más
la Ley del Audiovisual en el Brasil). se integran a la televisión y la Internet en
Históricamente, la pc es una de las po- una trípode de distribución de la mayor par-
líticas públicas más intervenidas por la te de la cultura que “se consume” (Getino,
ideología de los gobiernos que ocupan el “Aproximación”).
Estado: la construcción del ciudadano me- La propuesta de que la diversidad cultu-
diante una ingeniería cultural-conductal en ral es un activo importante no sólo para la
la Francia revolucionaria, la higiene racial democratización de las naciones y de la cul-
y cultural nazista, el realismo socialista so- tura en un entorno global, y de que la cultura
viético, el indigenismo mexicano, etc. En en sí es un factor de desarrollo económico y
Estados Unidos durante la guerra fría, el social, ha transformado lo que se entiende
Departamento de Estado blandió una gue- por el término y cada vez más los minis-
rra cultural contra el comunismo, canali- terios y las organizaciones de tercer sector
zando fondos para seducir a la izquierda (sobre todo UNESCO y fundaciones como Ford
no estalinista en una veintena de países, y Rockefeller) y aun el sector privado pro-
entre ellos México y otros latinoamericanos mueven una enorme ampliación de lo que se
(Saunders). Sólo a partir de los años ochen- incluye en el sector. Hoy en día se propone
ta y noventa se ponen en práctica proyectos que la esencia de la cultura no son las artes
de descentralización y democratización es- cultas en sí, sino la creatividad misma, que
bozados en los años ochenta, lo que implica puede residir en cualquier persona o comu-
una revisión completa del modelo de minis- nidad. De hecho, se ha creado un nuevo sub-
terio cultural adaptado de Europa, sobre sector –las industrias creativas– que procura
todo de Francia. aprovechar esa creatividad para mejorar la
Hasta fechas recientes el portafolio de un economía, crear empleo y producir una so-
ministerio cultural consistía en: 1] las ar- ciedad más cohesionada. El nuevo concepto
tes cultas eurocéntricas, que por lo general ampliado, acuñado por Yúdice (2002) como
reproducían los valores de pequeñas élites; el “recurso de la cultura,” se puede apreciar
2] el folclor y las artes populares que, jun- en el siguiente diagrama (confeccionado
to con 3] el patrimonio inmueble (edificios por Yúdice y Durán como parte del trabajo
coloniales y restos precolombinos), pro- de la Asociación Cultural InCorpore, que
porcionaban la identidad particular de las dirigen):
BELLAS ARTES Y
EDUCACIÓN
PATRIMONIO MATERIAL VIDA
FORMAL Y NO PATRIMONIO INTANGIBLE
teatro “nacional”, COMUNITARIA
FORMAL CUERPO Y CULTURA POPULAR
bandas, filarmónica y
ópera, artes visuales fiestas locales, ferias,
festividades, cultura
INDUSTRIA
tradicional, artesanía ESPACIO PÚBLICO
arte callejero,
DEL INDUSTRIAS CULTURALES intervenciones públicas,
ENTRETENIMIENTO radio, fotografía, reflexión y debate
parques temáticos industria musical, público, urbanismo,
bares literatura, editoriales, revitalización de centros
restaurantes revistas, prensa, tv, tv históricos
INDUSTRIAS CREATIVAS cable, cine/video
moda, textiles, diseño,
CUERPO Y
arquitectura, publicidad,
SECTOR PERFORMANCE
software, servicios de SECTOR
PRODUCTIVO MEDIÁTICA
telecomunicaciones, TURISMO
DE PUNTA
Internet, videojuegos deportes, conciertos (CULTURAL)
(TECNOLOGÍA) masivos, shows
216 POLÍTICA CULTURAL
Cada vez más se dan convergencias en- lismo confirió al rostro público de México
tre las artes, las industrias culturales, las fuertes rasgos indigenistas. El movimiento
industrias de entretenimiento, las prácti- fue creado por José Vasconcelos, a quien
cas corporales y performáticas, etc. Lo cual los presidentes Huerta y Obregón desig-
obliga al investigador a una metodología naron como director del Departamento
transdisciplinaria. Y la economía figura con Universitario de Bellas Artes, que compren-
mayor importancia, pues la cultura, enten- día la Secretaría de Instrucción Pública y
dida como se representa en el diagrama, Bellas Artes (posteriormente la Secretaría
contribuye entre un 5 y 9% al producto in- de Educación Pública). La política cultural
terno bruto de las naciones, superando en y educativa se intensificó y se instituciona-
muchos casos todas las industrias, menos lizó más tarde en la década de 1930, bajo la
el turismo y la biotecnología. En México las presidencia populista de Lázaro Cárdenas,
IPDA o industrias basadas en los derechos de cuyas principales prioridades eran la incor-
propiedad intelectual, contribuyen 6.7% al poración de las poblaciones indígenas, la ex-
PIB (Piedras). Y si se suma esa parte del tu- pansión de la educación artística, la defen-
rismo que corresponde a la cultura (museos, sa del patrimonio nacional y la regulación
visitas a culturas autóctonas, compra de ar- de la industria cinematográfica (Johnson:
tesanías, etc.), el sector cultural ocupa el 136). Este proyecto de identidad nacional
primer o segundo lugar en la economía. se fue fortaleciendo a lo largo de los años,
Volveremos sobre este nuevo paradig- con la creación del Instituto Nacional de
ma, pero cabe ahondar en el modelo an- Antropología e Historia de México (1939),
terior, que se refiere a la consolidación de el Instituto Nacional de Bellas Artes (1946)
naciones modernas. Antes de esta consoli- y el Museo Nacional de Antropología (1964),
dación cultural, que por lo general se plas- que culmina el proceso de articulación na-
ma como proyecto en los años veinte, los cional, uniendo el pasado grandioso a la
países latinoamericanos ya habían pasado modernidad actual. El resultado de esta
por la política cultural por defecto de los enorme labor promovida por el Estado son
colonizadores: imposición del español o el las 6 600 bibliotecas y los 1 058 museos de
portugués, cristianización y jerarquización antropología, historia y arte y por añadidu-
racial. Si bien el caso mexicano no es típico ra la administración de un vasto patrimonio
de los otros países de la región, cabe ilustrar que consiste en más de 200 000 sitios ar-
a la política cultural con él porque es el que queológicos y 80 000 monumentos históri-
más aportó a la creación de una identidad cos y artísticos (Cervantes Barba).
nacional mediante la institucionalización y Esta vasta institucionalidad pasa por va-
altísimas cifras de financiamiento, lo que rias transformaciones que le dan un carác-
Octavio Paz alguna vez llamara el “ogro fi- ter muy especial en el contexto de América.
lantrópico”. La primera es el cuestionamiento de los
La reconstrucción de la historia fue el conceptos y divisiones tradicionales de la
principal vehículo utilizado por México gestión cultural a partir de la antropología
para establecer una nueva identidad na- mexicana a fines de los años setenta y co-
cional más inclusiva cuando rompió con mienzos de los ochenta: arte, cultura tradi-
el legado decimonónico y poscolonial. La cional (folclor, cultura popular) y patrimonio
Constitución Mexicana de 1917 anunciaba (tangible). Con la creación de la Dirección
un nuevo proyecto nacional de educación General de Culturas Populares (1978) bajo
masiva con el propósito de poner en mar- Rodolfo Stavenhagen se pluralizó lo tradi-
cha la economía, incorporar a las masas y cional; con la creación del Museo Nacional
crear una numerosa clase media educada de Culturas Populares (1982) y de la prime-
y nacionalista, capaz de resistir el poder de ra Convocatoria del Programa de Apoyo a
los caudillos y de las oligarquías naciona- las Culturas Municipales y Comunitarias
les y extranjeras. Los proyectos educativo- (PACMYC, 1989) bajo Guillermo Bonfil Batalla
culturales incluían la expresión artística del se enfrentó la gestión al “control cultural”
movimiento muralista, identificado con los de la institucionalidad; y con la creación
tres grandes: Diego Rivera, José Clemente del Programa Nacional de Formación de
Orozco y David Alfaro Siqueiros. El mura- Promotores Culturales (1984) se inició la
POLÍTICA CULTURAL 217
capacitación de gestores. Acaso la reflexión lleres en casas de cultura y casas del pueblo,
que mejor planteó la necesidad de ir más innumerables concursos, festivales y pro-
allá de esta tríada conceptual restringida de gramas de animación cultural, de fomento
la cultura es el libro Culturas híbridas (1989) y difusión de las culturas populares e indí-
de García Canclini: en él vemos cómo se genas, educación artística, becas al extran-
cruzan culturas populares con cultas y con jero, circuitos artísticos regionales, nuevas y
las industrias culturales. Pero, como vere- mejores formas de utilización de los medios
mos luego, esta apertura todavía dista de de comunicación masiva, estímulos a la pro-
la mayor ampliación de lo que se entiende ducción cinematográfica y cooperación in-
por cultura, que no se dará en México y en ternacional” (MacGregor).
el resto de América Latina sino hasta que Podría argüirse que el énfasis que se
se sientan los efectos del Tratado de Libre puso en la gestión y promoción de la cultu-
Comercio de América del Norte (TLCAN) y la ra mexicana no sólo respondía al llamado a
globalización. Y esta mayor ampliación tie- un nuevo interés por la comunidad y la so-
ne importantes repercusiones para la mane- ciedad civil, sino que también tenía el pro-
ra en que se concibe el desarrollo. pósito de mitigar el temor ante la probable
Como indica Cervantes Barba, este sub- pérdida de soberanía ocasionada por el tra-
sector cultural, consolidado en los años tado. Es justamente eso lo que se entiende
ochenta de manera dependiente de la Se- del libro Modernización y política cultural: una
cretaría de Educación Pública, también visión de la modernización de México (1994)
recibió la impronta modernizadora y re- de Tovar y de Teresa: “la solidez de nuestra
formadora de las políticas de desarrollo y cultura constituye el sustrato de nuestra iden-
descentralización de UNESCO. Y, desde luego, tidad […] y el baluarte de nuestra sobera-
hay que tener en cuenta la acción reestruc- nía” (17). De hecho, las megaexposiciones
turante del nuevo modelo económico que de la política cultural internacional en el
México fue obligado a adoptar frente a la sexenio de Salinas usaban el baluarte de la
crisis económica desatada por la deuda ex- identidad para alcanzar el éxito en un mun-
terna en 1982. Con el gobierno de Salinas, do globalizado, como argumenta Tovar y de
se sentaron las bases para entrar en el TL- Teresa (19-20). Según él, se necesitaba un
CAN, el contexto que llevaría a México de “retorno a las raíces” culturales como “pun-
una economía protegida por el Estado a la to de referencia único e insustituible para
desregulación, la privatización, la apertura asumir los cambios (desregulación comer-
a la sociedad civil y al libre mercado y otras cial, la liberalización política y la descentra-
armonizaciones con las políticas económi- lización institucional) de un modo que no
cas estadunidenses. ponga en peligro nuestra identidad nacio-
En el campo de la cultura, la creación del nal” (12-13).
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes La politóloga Stephanie Golob (2003)
(CONACULTA) en 1988, como órgano coordina- ofrece una teoría de transición entre el pro-
dor de la vasta institucionalidad mexicana, teccionismo y el libre mercado que parece
tuvo el propósito, según su entonces presi- explicar convincentemente la manera en que
dente Rafael Tovar y de Teresa, de servir de Mulroney en Canadá y Salinas en México
“puente […] entre los creadores y la socie- lograron encaminar a sus países al TLCAN a
dad”. Y si bien se volcó a la descentraliza- pesar de un legado nacionalista pronuncia-
ción de las instituciones culturales y se abrió do en ambos entornos. Según ella, un cho-
a la iniciativa privada mediante la creación que externo –como la recesión estadouni-
del Fondo Nacional para la Cultura y las dense a principios de los años ochenta que
Artes (FONCA), no obstante el actor principal afectó a ambos países y la concomitante cri-
de la gestión cultural siguió siendo el Estado. sis de la deuda externa que sacudió la eco-
El desarrollo de la gestión cultural en los nomía mexicana– requiere un cambio de
años noventa es impresionante: se crearon modelo, y como este cambio tiene repercu-
“la red nacional de bibliotecas, la red de mu- siones profundas en toda la sociedad, se re-
seos institucionales y comunitarios, progra- quiere de un discurso-puente legitimador
mas de fomento a la lectura, actividades que sirva de amortiguador simbólico. Golob
diversas en teatros, auditorios y plazas, ta- explica que todo régimen económico está
218 POLÍTICA CULTURAL
siempre anclado en una construcción de Niebla: 194). Acogieron con suma cautela
identidad nacional y que el viraje requiere la descentralización de la cultura mexica-
de esfuerzos discursivos para mitigar el des- na y, además, pusieron en tela de juicio las
arraigo y las concomitantes protestas ante condiciones neoliberales bajo las cuales los
el cambio. Tanto Mulroney como Salinas medios masivos privados y transnacionales
confeccionaron un discurso que equiparaba estaban sentando las bases de una nueva
integración continental con mayor seguri- formación cultural.
dad nacional, salvaguardando, según ellos, El TLCAN es fundamental para entender
un pasado nacional y no traicionándolo el enorme viraje en el concepto de cultura.
como los críticos argumentaban. En ambos Obligó a los artistas, investigadores e inte-
casos, además, la cultura fue un componen- lectuales interesados en la cultura a tener en
te importante de ese discurso-puente, pero cuenta que el objetivo del desarrollo tenía
de manera muy diferente. Para Salinas, mu- un doble o triple sentido –matriz de identi-
chos siglos de vigor cultural mantendrían la dad, factor de cohesión social, activo econó-
autonomía de México cuando éste ascendie- mico– al poner la cultura a su centro, como
ra al bloque del primer mundo con el TLCAN. recomendaban tanto UNESCO como Banco
No había que temer que la integración de- Mundial. James D. Wolfensohn, presidente
bilitara la identidad nacional porque el lega- del Banco Mundial, lideró la tendencia de los
do cultural era tan indestructible como los bancos multilaterales de desarrollo a incluir
templos aztecas. Los canadienses optaron la cultura como catalizador del desarrollo
por una defensa de su cultura mediante el humano. Para Wolfensohn, una “perspecti-
dispositivo de la “excepción cultural” en el va holística del desarrollo” debe promover
tratado, pues la diferencia entre su cultura la capacidad de acción (empoderamiento)
y la estadunidense necesitaba del apoyo de de los pobres de manera que puedan contar
la protección de las industrias culturales, con los recursos sociales y humanos que les
tan susceptibles de ser arrolladas por las del permita aguantar “el trauma y la pérdida”,
vecino del sur. En ambos casos la cultura detener la “desconexión social”, “mantener
fungió como baluarte para los promotores la autoestima” y a la vez generar recursos
del TLCAN. materiales. “La cultura material y la cultu-
Las protestas contra el TLCAN y sus políti- ra expresiva son recursos desestimados en
cas culturales internacionales (v.gr., la me- los países en vías de desarrollo. Pero pue-
gaexposición “México: Los esplendores de den generar ingresos mediante el turismo,
treinta siglos”, que según Paz [“Power”: 19] las artesanías y otras actividades culturales”
conciliaba la “otredad” del pasado mexicano (World Bank: 11). “El patrimonio genera
con el futuro de su modernidad) y la irrup- valor. Parte de nuestro desafío conjunto es
ción del Ejercito Zapatista de Liberación analizar los retornos locales y nacionales
Nacional al inicio del TLCAN, se añadieron para inversiones que restauran y derivan
a otros serios cuestionamientos de parte de valor del patrimonio cultural, trátese de
antropólogos y otros que habían procura- edificios y monumentos o de la expresión
do abrir alternativas al uso ideológico de cultural viva como la música, el teatro y las
la política cultural: Bonfil Batalla, García artesanías indígenas” (World Bank: 13).
Canclini, Valenzuela Arce, Monsiváis y Pero en lugar de potenciar a los creado-
otros. Éstos publicaron en 1992 un análisis res culturales, el TLCAN tuvo nefastos efectos.
de los posibles efectos del libre comercio en Eduardo Nivón observó tres grandes trans-
la educación y la cultura. Cuestionaron la formaciones generales, todas negativas: 1]
participación en el tratado cuyo único efec- la pérdida del dinamismo industrial; 2] la
to, al menos en el plano cultural, consistía reorientación hacia actividades financieras,
en intensificar un ethos consumista en la comerciales y de servicios y, 3] la profundi-
minoría que disponía de medios suficien- zación de la desigualdad, ya que el TLCAN no
tes y en excluir, de los entonces 85 millones generó beneficios equitativos para todas las
de mexicanos, a 17 millones que vivían por regiones y, además, tres efectos específicos
debajo de la línea oficial de la pobreza y a en el campo cultural: 1] la competencia de
otros 30 millones que se hallaban en el um- la iniciativa privada con el Estado en la pro-
bral (Monsiváis, “De la cultura” en Guevara ducción de bienes culturales y el concomi-
POLÍTICA CULTURAL / POSCOLONIALISMO 219
fase histórico. En ambos casos se han dado mico, sin embargo, comparten con la prime-
malentendidos que en esta entrada quisiéra- ra una preocupación por las continuidades
mos tornar productivos. La crítica latinoa- de los pasados coloniales en los presentes
mericana se ha preguntado sobre la aplica- poscoloniales. De ahí que el proyecto sea de
bilidad de poscolonialismo al considerar una descolonización de la cultura y el saber
que los objetos de estudio y las realidades académico.
poscoloniales en los países africanos, asiáti- La conferencia sobre “Europa y sus otros”
cos y oceánicos tienen poco que ver con lo (Europe and Its Others) en la Universidad
latinoamericano dado que la mayor parte de de Essex, Inglaterra, en 1984, constituyó un
los países de América Latina lograron su primer momento en el que se planteó el pro-
independencia a principios del siglo XIX, yecto poscolonial en el ámbito académico.
precisamente cuando se consolidan los pro- Entre los participantes figuraron Edward
yectos imperiales en África, Asia y Oceanía. Said, Gayatri Spivak, Homi Bhabha, Peter
En cuanto a la lengua inglesa también se ha Hulme, Talal Asad, y, en el área de los es-
visto con recelo que el proyecto de los estu- tudios culturales latinoamericanos, Gordon
dios poscoloniales se haya exportado de la Brotherston, Doris Sommer y José Rabasa.
academia norteamericana, y en menor gra- Las actas del congreso reunieron las prime-
do británica. Paradójicamente, uno de los ras formulaciones de textos que han venido
temas que con más rigor se ha tratado en a ser considerados fundacionales de los es-
los estudios poscoloniales es el de la expor- tudios poscoloniales y que han ejercido una
tación y traducción de ideas forjadas en las profunda influencia en una amplia gama
antiguas metrópolis imperiales. Obsérvese de disciplinas académicas. Otra entrada de
que el “pos” no indica un momento en el que este diccionario examina el proyecto de los
ya se ha superado el colonialismo sino la estudios subalternos cuyos trabajos y pro-
toma de conciencia de las continuidades y puestas pueden muy bien ser entendidos
legados coloniales aun siglos posteriores a dentro del poscolonialismo, tales como el
las independencias políticas. ensayo de Gayatri Chakravorty Spivak, “Can
Aun cuando podemos datar el origen the Subaltern Speak?” (¿Puede el subalter-
de los estudios poscoloniales con el libro no hablar?), y la obra de los historiadores
Orientalismo de Edward Said, la nueva rea- Ranajit Guha, Dipesh Chakravarty y Partha
lidad postcolonial, tanto de carácter históri- Chatterjee, entre otros. La distinción entre
co como intelectual, tiene un origen en los estudios subalternos y poscoloniales es aca-
discursos anticoloniales que acompañan a démica, ya que con frecuencia encontramos
las nuevas naciones independientes después a los mismo autores escribiendo sobre una u
de la segunda guerra mundial. Los trabajos otra modalidad, y aun en un mismo ensayo;
de Albert Memmi, Aimé Césaire, Amilcar sin embargo, esta distinción en un dicciona-
Cabral, C. L. R. James y Frantz Fanon, por rio de los estudios culturales latinoamerica-
sólo mencionar los más importantes, antici- nos es pertinente dado el proyecto de crear
pan a la crítica que emerge durante los años un grupo dedicado a los estudios subalter-
ochenta en Inglaterra y Estados Unidos. nos latinoamericanos. La entrada sobre los
Debemos recordar que estos críticos tuvieron estudios subalternos dará razón de este gru-
una recepción productiva en América Latina po. Aquí se limita a indicar cuán tenue, si no
en los años posteriores a la Revolución cu- arbitraria, puede ser la diferenciación.
bana de 1959. Sería un error, sin embargo, Hoy en día, en el ámbito de América
olvidar los antecedentes y las contribuciones Latina, se habla de momentos poscolonia-
de intelectuales latinoamericanos de la mag- les para referirse a los Estados que surgen
nitud de José Carlos Mariátegui, quien en los después de las guerras de independencia,
años veinte del siglo pasado ya planteaba la denominación que aparenta tener un sen-
necesidad de pensar el lugar de las culturas tido transparente, sin embargo, debemos
indígenas en las luchas de corte marxista. insistir en que esta periodización carece
A diferencia de esta generación de intelec- de rigor. Hablar de lo poscolonial como
tuales íntimamente ligados a las luchas de momento histórico se presta a equívocos y
liberación nacional, la crítica de los años críticas que nos recuerdan que aun cuando
ochenta es primordialmente de corte acadé- los países en el “tercer mundo” han logra-
POSCOLONIALISMO 221
do su independencia formal de las antiguas una mera ideología que se podría superar a
metrópolis, las realidades socio-económicas través de un desenmascaramiento, sino
y culturales frecuentemente reproducen es- como un conjunto de prácticas y dispositi-
tructuras coloniales bajo la modalidad del vos discursivos que estructuran el mundo
neocolonialismo. Habría que hacer la distin- para una apropiación hegemónica. La pro-
ción entre poscolonialismo entendido como blemática poscolonial en América Latina
momento histórico (sea el que corresponda incluye tanto al imperialismo estadunidense
a las independencias formales del siglo XIX como al pasado colonial que data de la in-
o a las del XX) y las articulaciones desco- vasión europea del siglo XVI. Más allá de una
lonizadoras de la critica poscolonial. En el resistencia al influjo cultural, político y eco-
caso de América Latina lo más común fue nómico de Estados Unidos, la problemática
que las élites que se consolidaron después poscolonial nos fuerza a concebir la hege-
de las guerras de independencia constituye- monía en el interior de la lengua española y
ran colonialismos internos que sometieron de los hábitos culturales criollos, en las
a las poblaciones indígenas y negras a pro- incorporaciones de las culturas indígenas
cesos de marginalización y exclusión de una precolombinas a los proyectos nacionalistas
plena ciudadanía. El término poscolonial mexicanos y los racismos solapados que re-
acarrea en el Estado “pos” la sombra y los producen la servidumbre de los indígenas
fantasmas de los pasados coloniales. Pensar contemporáneos, en fin, en las teleologías de
lo poscolonial, ya no como mero momento corte marxista que consignan a las culturas
posterior a las independencias formales, im- indígenas a un pasado sin futuro. Esto no
plica tomar conciencia de las continuidades quiere decir que la crítica poscolonial sea
coloniales que acarrean inevitables legados antimarxista sino que propone concepcio-
lingüísticos, culturales y políticos. Los au- nes del marxismo críticas de las ortodoxias
tores ya citados, que emergen de las luchas estalinistas.
anticoloniales de mediados del siglo XX, son En este sentido se puede considerar al
particularmente rigurosos en sus proyectos movimiento zapatista de finales del siglo
descolonizadores. veinte (consideren los comunicados elabo-
La crítica poscolonial que surge en los rados a partir del alzamiento del Ejército
años ochenta se propone transformar el sa- Zapatista de Liberación Nacional en 1994)
ber académico. El concepto del orientalismo como poscolonial en tanto que sus articula-
de Said tuvo efectos globales en los estudios ciones políticas y culturales asumen plena
sobre África, Asia y Oceanía. Ya no se podría conciencia de la necesidad de incluir, más
pensar, sin tomar conciencia de los orígenes bien, de pensar los proyectos de transfor-
imperialistas de las tradiciones intelectuales mación social desde los espacios indígenas.
occidentales, directa o indirectamente im- No se trata, por supuesto, de reducir el pro-
bricadas en el colonialismo, no sólo en el yecto zapatista a la crítica del orientalismo
contexto de las antiguas metrópolis sino de Said sino de trazar una práctica en la
también en la exportación de los paradig- que el objetivo descolonizador del saber
mas a países como México, donde todavía tiene no sólo igual sino aun mayor vigen-
está por escribirse la historia de los centros cia. El zapatismo no es, por supuesto, una
de estudios de África y Asia del Colegio de practica académica, lo que no excluye que
México. El concepto del orientalismo tam- tenga lecciones para aquellos que teorizan
bién ha servido para conceptualizar aspec- desde la academia sobre América Latina
tos de la cultura latinoamericana que acom- (véase Mignolo, Rabasa en Lloyd y Lowe).
pañan a los colonialismos internos. Pero Pero antes de mencionar algunas instancias
más allá de las formulaciones específica- de poscolonialismos latinoamericanos debe-
mente “orientalistas”, el libro de Said nos mos precisar el concepto de violencia epis-
ofrece una aproximación al ejercicio del po- témica como ha sido elaborado por Gayatri
der en los discursos coloniales. Spivak.
La novedad de Said reside en la yuxtapo- En ¿Puede el subalterno hablar? Spivak
sición del pensamiento de Michel Foucault, nos ofrece una formulación coherente y ri-
Antonio Gramsci y Frantz Fanon que le per- gurosa sobre la violencia epistémica. Como
mite concebir el orientalismo ya no como ya lo precisa el título de su ensayo, Spivak
222 POSCOLONIALISMO
examina los límites de la representación del perspectiva poscolonial que informa el con-
subalterno. Según Spivak la violencia epis- cepto de violencia epistémica nos permite a
témica se ejerce a partir de los criterios va- su vez entender cómo los indígenas utilizan
lorativos que excluyen el saber de los grupos las categorías históricas coloniales para
subalternos y las mediaciones intelectuales crear sus propios espacios y negociar luga-
sin las cuales el habla del subalterno no lo- res dentro de la administración y estructu-
gra ser inteligible. Si bien la respuesta de ras de poder coloniales. Este punto aparen-
Spivak es negativa, debemos observar que temente contradiría la negativa de Spivak
escribe contra la pretensión de que la comu- sobre el habla subalterna, ya que se asume
nicación del saber subalterno es directa y una agencia en al habilidad de apropiarse
transparente. Es más, en el ensayo tiene de los conceptos históricos europeos. Sin
igual importancia su repuesta negativa embargo, en este hacerse la historia propia
como la insistencia en que, “Al aprender a (tanto en el sentido de pertenencia como de
hablarle al (en vez de a escuchar al o a ha- “pulcritud” ideológica) se pierde el sentido
blar por él) sujeto históricamente enmude- de la memoria y la temporalidad indígenas.
cido de la mujer subalterna, el intelectual Es decir, la memoria y la temporalidad indí-
poscolonial sistemáticamente ‘desaprende’ el genas sólo son inteligibles a partir de proce-
privilegio” (295 [cursivas en el original]). sos de traducción. Debemos observar que el
Más allá de este ensayo seminal, Spivak ha concepto de subalternidad siempre es rela-
publicado una serie de libros entre los cua- tivo a las estructuras de poder vigentes.
les se debe consultar A Critique of Poscolonial La cuestión sobre la aplicabilidad de la
Reason. teoría poscolonial a la cultura latinoameri-
En el contexto de los estudios culturales cana carece de importancia cuando consi-
latinoamericanos la cuestión del habla del deramos que es precisamente en la inapli-
subalterno ha influido en las concepciones cabilidad donde ha dado los resultados
y los debates sobre el género testimonial. En más productivos (véase Beverley, Mignolo,
este ensayo también ha resonado entre Rodríguez). No se trata de una mera apli-
aquellos que estudian las formas mediante cación servil de la teoría poscolonial, sino
las cuales la historiografía colonial ejerce de crear espacios de debate en los cuales
una violencia epistémica al constituir a las se toma conciencia de las diferencias que
culturas indígenas bajo la rúbrica de supers- paradójicamente llevan a entender con más
tición e idolatría, así como en la imposibili- profundidad lo específicamente latinoame-
dad de que el historiador indígena pueda ricano del colonialismo que se implementó
expresar un criterio de historia que no se en el siglo XVI. En el afán de negar la rele-
subordine a las categorías de la historia oc- vancia de la crítica poscolonial se ha llegado
cidental (véase Rabasa en Rodríguez). al extremo de negar que en América Latina
En su formulación más elemental, los –y en México en particular– se hubiera dado
procesos de colonización marcan el pasaje un proceso de colonización. Se pretende que
a la historia en tanto que la incorporación a nunca existió un imperialismo español, y
la iglesia católica se define como entrada a la se habla del virreinato en vez del periodo
historia universal. Esto no quiere decir que colonial. De ahí que se ignoren los debates
los misioneros y los burócratas españoles y la producción rigurosa de teoría sobre la
fueran tan torpes para no poder reconocer legitimidad del dominio español en América
en la cultura indígena formas de escritura y en el siglo XVI, que no es otra pregunta que
memoria que manifiestan un sentido histó- la de la legitimidad de la usurpación de la
rico, sino que la memoria indígena es histó- soberanía de los pueblos indígenas.
rica en la medida que se la constituye para Más allá de Francisco Vitoria, se debe
la conformación de un orden colonial. Las citar el De dominio infidelium et iure belli del
cartografías, las genealogías y los anales, agustino Alonso de la Vera Cruz. Este trata-
por tomar estos géneros como característi- do de Vera Cruz consiste en las conferencias
cos de la historia indígena, asumen un ca- que dictó con motivo de la inauguración de
rácter histórico a partir de su uso en escla- la Universidad de México, 1554-1555. Un
recimiento del lugar de las comunidades acercamiento a la obra de Vera Cruz desde
indígenas dentro del orden colonial. La la teoría poscolonial nos lleva a la paradoja
POSCOLONIALISMO 223
de que la cuestión poscolonial tiene sus orí- Rivera Cusicanqui y Barragán, Kaliman en
genes en México desde el siglo XVI, quizás Rodríguez).
desde el primer momento de la invasión es- Observen que esta conversación se ha
pañola y la resistencia indígena. El texto de dado directamente entre la India y Bolivia
Vera Cruz –se debería también mencionar la sin la mediación de la academia norteame-
obra de Bartolomé de las Casas– plantea la ricana. Se concluye esta entrada con esta
necesidad de crear un orden colonial justo indicación geopolítica no por negar el po-
y equitativo, en el que la riqueza debería ser der que se pueda ejercer desde Estados
redistribuida con la finalidad de promover Unidos cuando sus académicos exportan
el bien común. Ya quisiéramos tener en la paradigmas intelectuales a América Latina,
práctica de los colonialismos internos en el sino por insistir en que la dirección de los
siglo XX, el rigor y la lucidez de los argumen- discursos se ha dado tanto de norte a sur
tos de Vera Cruz en los que sustenta que si como de sur a norte y de sur a sur. El tra-
bien la invasión originaria fue ilegal e ilegí- bajo de los intelectuales de otras latitudes
tima, sería un error, si no un imposible el ha tenido un impacto importante en la de-
que España abandonara el Nuevo Mundo, al finición de los estudios culturales latinoa-
igual que sería un imposible pensar que de mericanos de los últimos veinticinco años,
un plumazo se va a dejar de reproducir el pero el valor de las conversaciones ha resi-
colonialismo interno en nuestros días. Para dido sobretodo en el debate y en la articu-
Vera Cruz los líderes corruptos indígenas lación de las diferencias.
que venden tierras comunales sin consultar
a las comunidades son tan problemáticos OBRAS DE CONSULTA. Ashcroft, Hill, Gareth
como los españoles que las compran o se las Griffith y Helen Tiffin (eds.), The Poscolonial
apropian a la fuerza, por medio del terror. Studies Reader, Nueva York, Routledge, 2006;
En la toma de conciencia del hecho de que Chakravarty, Dipesh, Provincializing Europe:
el ejercicio del poder colonial no se da en un Poscolonial Thought and Historical Difference,
mero esquema binario que opone al coloni- Princeton, Princeton University Press, 2000;
zador y al colonizado reside la profundidad De Toro, Alfonso y Fernando de Toro, El de-
de la teoría poscolonial que en le caso de bate de la postcolonialidad en América Latina:
México se remonta a la colonia. una modernidad periférica o cambio de pa-
La relación con la teoría poscolonial radigma en el pensamiento latinoamericano,
debe ser entendida como una calle de dos Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/
sentidos, en la que los críticos asiáticos, afri- Vervuert, 1999; Lloyd, David y Lisa Lowe
canos y oceánicos aprendan algo sobre la (eds.), The Politics of Culture in the Shadow of
implementación del colonialismo, los deba- Capital, Durham, Duke University Press, 1997;
tes sobre el imperialismo y las prácticas de Mignolo, Walter, Local Histories/Global Designs:
resistencia e insurgencia en América Latina. Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border
Estos debates y diálogos ya se han dado tan- Thinking, Princeton, Princeton University
to en los estudios subalternos como posco- Press, 2000 [Historias locales/diseños globales:
loniales (véase Ashcroft, Griffith y Tiffin, colonialidad, conocimientos subalternos y pen-
Rodríguez, Lloyd y Lowe). En el contexto samiento fronterizo, Madrid, Akal, 2003]; Rivera
europeo, el trabajo de David Lloyd sobre Cusicanqui, Silvia y Rossana Barragán, Debates
Irlanda tiene particular relevancia para una Post Coloniales. Una introducción a los estudios
reflexión sobre lo popular-nacional en las de la subalternidad, La Paz, Editorial Historias,
luchas de liberación nacional. Las conversa- Ediciones Aruwiri y SEPHIS, 1997; Rodríguez,
ciones han desembocado en publicaciones Ileana (ed.), Convergencia de tiempos: estudios
conjuntas tanto en español como en inglés. subalternos/contextos latinoamericanos, estado,
La circulación de los textos no carece de cultura, subalternidad, Amsterdam, Rodopi,
ironía ya que en ocasiones nos encontramos 2001; Spivak, Gayatri Chakraborty, A Critique
con intelectuales argentinos, de Tucumán en of Poscolonial Reason. Toward a History of the
particular, que se vienen a enterar en un Vanishing Present, Cambridge, Massachussetts,
congreso en la Universidad de Pittsburgh de 1999.
conversaciones con y traducciones de inte-
lectuales hindúes en La Paz, Bolivia (véase [JOSÉ RABASA]
224 POSMEMORIA
pero creo que puede ser útil para describir asegura de que su propia ‘posmemoria’ de
otras experiencias de la segunda generación los eventos se transforme en un proceso in-
de eventos y experiencias culturales o colec- concluso y efímero, y no un modo de obte-
tivas traumáticas (22).” ner respuestas definitivas a preguntas impo-
Hirsch utiliza el modelo de la posmemo- sibles (2).”
ria para analizar una variedad de productos La posmemoria se ocupa de la experien-
culturales como la historieta sobre el Holo- cia intersubjetiva de lo social como proceso.
causto Maus de Art Spiegelman, muestras En principio, el sitio de la posmemoria es la
de fotografía en Estados Unidos, imágenes familia pero se extiende el concepto para
de la maternidad en la fotografía, un proyec- incluir procesos sociales más amplios de me-
to de la revista Life y, en colaboración con morias retrospectivas. La utilización de los
Leo Spitzer, la vida cultural en la ciudad medios de comunicación para la creación de
ucraniana de Czernowitz y la obra de la ar- estas memorias colectivas es fundamental.
tista argentina Mirta Kupfernic. Los académicos participan además de deba-
James Young en At Memory’s Edge se tes públicos sobre cómo producir espacios
pregunta cómo “recordar” aquellos hechos colectivos de conmemoración.
que no se han experimentado directamen- Como los estudios de la memoria, los de
te, cómo “recordar” lo que no se ha vivido. la posmemoria acompañan los movimien-
Young distingue “Recordar” de “recordar” tos sociales de descolonización y la hege-
para diferenciar el recuerdo de la experiencia monización de un discurso de los derechos
vivida y el recuerdo de narraciones e imáge- humanos, que en gran medida remplazó el
nes ajenas y más remotas en el tiempo. Este discurso de la izquierda en la esfera pública
segundo modo de recordar es, según Young, en los últimos dos decenios del siglo XX. La
vicario. Young, como Hirsch fue formado en memoria y la posmemoria son centrales en
la crítica literaria. Considera que las marcas los debates sobre los movimientos de escla-
de los hechos traumáticos son intergenera- recimiento de las violaciones de derechos
cionales y que los efectos de determinados humanos en Centro y Sudamérica, del fin
eventos pueden transmitirse culturalmente del apartheid en Sudáfrica y del movimiento
y marcar a toda una sociedad. Desde esta de derechos civiles en Estados Unidos. Tiene
perspectiva, por ejemplo, toda la sociedad un ímpetu importante a partir de la revi-
estadunidense podría considerarse una so- sión de la experiencia del Holocausto que
ciedad de posmemoria del Holocausto. tiene lugar en los años ochenta con la pro-
Tanto Hirsch como Young presentan el ducción de la serie televisiva “Holocausto”,
Holocausto como una experiencia hiperme- la atención dedicada a los quincuagésimos
diada (Young: 45) que fue vivida como fenó- aniversarios (del acceso de Hitler al po-
meno socio-cultural mediático por una por- der, de la Kristallnacht, del desembarco en
ción importante del mundo occidental a Normandía, etcétera).
través de la fotografía, el cine, exposiciones La posmemoria se contextualiza en el
de arte y programas televisivos. Se ha trans- marco de los estudios académicos autobio-
formado en “pasado vicario” para muchos gráficos que se imponen en departamentos
que no tuvieron ninguna experiencia perso- de estudios de género y de etnicidad en
nal directa o transmitida desde la genera- Estados Unidos en las décadas de los seten-
ción anterior. Dice Young refiriéndose a la tas y ochentas, y está muy influida por el psi-
generación de artistas que crean lo que él coanálisis y los estudios feministas. Se inserta
define como un arte de la posmemoria: “Al dentro del trabajo de colectivos culturales
representar el Holocausto como un pasado feministas o influidos por el feminismo que
‘vicario’, estos artistas insisten en mantener comenzaron a ahondar en experiencias del
una frontera definida entre su trabajo y el trauma, muchas veces en conexión con his-
testimonio de la generación de sus padres. torias familiares. Estas investigaciones com-
Este trabajo reconoce la necesidad de los binan la rememoración del pasado familiar
padres de dar testimonio de sus experien- y el estudio de objetos culturales amparados
cias, aun de dejar el Holocausto atrás. Pero por nuevos modos de realizar investigación
al iluminar la vicariedad de su experiencia académica que autorizan el uso de la prime-
con los eventos, la segunda generación se ra persona. Gana ímpetu la idea de que “la
226 POSMEMORIA
discusión sobre la memoria raras veces pue- zar la producción de cineastas como Natalia
de ser hecha desde afuera, sin comprometer Bruschtein, Albertina Carri y María Inés
a quien la hace, sin incorporar la subjetivi- Roqué, hijas de militantes políticos desapa-
dad del/a investigador/a” (Jelin: 3). recidos; pero también como lo ha hecho
La posmemoria no podría pensarse fuera Susana Kaiser para describir el discurso de
de los estudios culturales y del desarrollo de jóvenes en cuyas familias no hubo experien-
diferentes disciplinas asociadas a la memo- cias directas de la represión.
ria en el campo de la psicología, como los El uso del término posmemoria se ha
estudios del trauma y las corrientes psico- comenzado a extender más allá de los estu-
lógicas que estudian las memorias recupe- dios del Holocausto. Dentro de los estudios
radas y su aplicación jurídica. El término estadunidenses, hay investigación sobre la
posmemoria gana adeptos en programas posmemoria en experiencias de la esclavi-
universitarios trans e interdisciplinarios de- tud y la segregación. Se ha utilizado el con-
dicados al estudio del trauma, la memoria y cepto también para hablar de la situación
el conflicto en Estados Unidos y en Europa. poscolonial africana, caribeña y del sudeste
En el centro del debate sobre la posmemoria asiático. Algunos autores utilizan este tér-
está la conceptualización de la memoria cul- mino para hablar de espacios geográficos
tural que según Mieke Bal ha “desplazado con memorias múltiples como es el caso
o subsumido los discursos de memoria in- de Palestina/Israel o de India/Pakistán. La
dividual (psicológica) y social” (vi). En este posmemoria también ha sido utilizado para
enfoque la memoria se presenta como un hablar de otros genocidios como el armenio
discurso cultural que funciona como nexo y para analizar fotografías y diarios perso-
entre pasado, presente y futuro. El giro sub- nales en textos que analizan experiencias
jetivo es fundamental para el desarrollo de migratorias.
la idea de posmemoria que define experien- En el ámbito latinoamericano, el estudio
cias identitarias. de la posmemoria ingresa, en principio, en
Los críticos que usan el término posme- el campo de los estudios del Holocausto
moria sostienen que hay características es- para describir producciones culturales que
pecíficas de la experiencia de las generacio- exploran la experiencia de sobrevivientes
nes marcadas por un trauma que no vivieron, del nazismo en Argentina (Szurmuk) y en
que no puede ser explicada exitosamente Bolivia (Spitzer). El término se ha extendido
con el término memoria. A diferencia de la para referirse a los hijos de desaparecidos y
memoria que está conectada directamente de la segunda generación nacida después
al pasado, y que puede referirse a experien- del final de las dictaduras. Nerea Arruti y
cias de todo tipo, la posmemoria se ocupa Ana Forcinito, entre otros, han utilizado el
solamente de hechos traumáticos cuya per- término, para tratar productos culturales de
durabilidad emocional marca las generacio- Argentina, Chile y Uruguay. Francine A’ness
nes subsiguientes a los que experimentaron. utiliza el término posmemoria en cuanto
En el caso de experiencias traumáticas, en- recuerdo intersubjetivo para referirse a
tonces, se usa el término “memoria” para prácticas memorísticas en Perú como el per-
referirse a la experiencia y la producción formance del grupo teatral Yuyachkani y la
cultural de quienes fueron víctimas, perpe- organización de comités de la verdad en los
tradores o testigos de un hecho traumático, Andes. En diferentes encuentros académi-
mientras que la posmemoria se enfoca en cos se ha especulado sobre la posibilidad de
los registros culturales producidos por quie- utilizar el término para situaciones como la
nes crecen a la sombra de estos recuerdos. conquista, las herencias culturales indíge-
Estos casos pueden referirse a quienes son nas y las matanzas de comunidades indígenas
descendientes directos de víctimas, perpe- en América Central durante los años setenta
tradores o testigos o a quienes crecieron en y ochenta. No hay, sin embargo, estudios
una sociedad atravesada por el trauma pero publicados en ese sentido. La utilización
que no lo vivieron directamente. Por ejem- metodológica del término posmemoria es
plo, en el caso de los jóvenes que nacieron mucho más evidente en el análisis de pro-
en la Argentina en el decenio de los setenta, ductos visuales como lo demuestran recien-
se puede hablar de posmemoria para anali- tes análisis del trabajo de instalación de
POSMEMORIA 227
¿Cómo y desde dónde leer (lejos de las sentido un proceso esperanzador, que le
pretensiones de “objetividad” de decenios otorga un sentido a la historia.
anteriores, se trata de hacer evidentes las Jürgen Habermas es uno de los principa-
condiciones de enunciación y de reflexio- les defensores contemporáneos del proyecto
nar acerca de su impronta en la lectura de de la modernidad, y lo reivindica como pro-
los discursos sociales y culturales) la críti- yecto de la razón. “Como camino de la razón
ca radical que la posmodernidad le hace al insatisfecha, que es el legado más profundo
proyecto moderno, cuando la modernidad de la crítica ilustrada: el criticarse y vigilar-
tiene, como una de sus características fun- se a sí misma (“La modernidad”: 17).”
damentales, la reflexión sobre sí misma, la La modernidad constituye una visión
autocrítica? ¿Plantea la posmodernidad un global del mundo, del yo, de la realidad, or-
cambio de episteme? ganizada en cuatro proyectos fundamenta-
Para adentrarnos en este campo de re- les: un proyecto emancipador que consiste en
flexión es preciso partir del análisis, aunque la secularización del conocimiento y la cul-
sea somero, de la modernidad, considerando tura; un proyecto expansivo a través del cual
que tanto modernidad como posmodernidad busca expandir el conocimiento y la pose-
son conceptos complejos y heteróclitos. sión de la naturaleza; un proyecto renovador
Un primer acercamiento nos permite que implica la búsqueda de mejoramiento e
pensar a la modernidad como el legado del innovación permanentes; y un proyecto de-
proyecto racionalista ilustrado del siglo mocratizador vinculado sobre todo a la edu-
XVIII. Se trata, como tal, de una “particular cación y a la difusión de los saberes (García
condición de la historia” (Casullo, Forster y Canclini, Culturas híbridas).
Kaufman: 10) que surge a partir de la con- Esta propuesta enfrenta una de sus peo-
ciencia de estar viviendo un momento espe- res crisis a mediados del siglo XX, y a esa cri-
cial en el que el triunfo de la razón expresa- sis podemos ponerle un nombre: Auschwitz.
do en los descubrimientos científicos, los La Ilustración muestra, entonces, su lado
avances tecnológicos y la industrialización, “oscuro”, como lo analizaron, entre otros,
garantizaría un destino de progreso para la Theodor Adorno y Max Horkheimer en su
humanidad. Estos términos –razón y pro- libro llamado, precisamente, Dialéctica del
greso– serán el núcleo de la modernidad. La Iluminismo. Con la segunda guerra mun-
nueva época histórica se muestra también dial se entró a una etapa de descreimiento
en la conciencia de que el mundo es sobre y crítica de aquella idea constitutiva de la
todo la representación que nos hacemos de modernidad como proceso emancipador;
él. Este nuevo modo de comprensión que etapa que estará marcada por la puesta en
abarca el yo, el mundo y la naturaleza surge cuestión de sus metarrelatos fundantes: de-
en el quiebre de la representación del mun- mocracia, revolución, progreso…
do regida por lo religioso. Así, el sitio que El mundo actual se encuentra, en reali-
ocupaba Dios pasa a ocuparlo la Razón. dad, frente a un panorama que muestra di-
Estamos en realidad ante un largo proceso versas crisis que van a determinar un quie-
histórico que cristaliza en el llamado “siglo bre en el proyecto moderno (Casullo, Forster
de las luces”; será entonces cuando este pro- y Kaufman: 196); entre las más significati-
yecto –el Iluminismo, la Ilustración– siste- vas podemos señalar: crisis de reformula-
matice los grandes paradigmas de la moder- ción del sistema capitalista, crisis del Estado
nidad. de bienestar, crisis del proyecto político e
Son tres las esferas que organizan los sa- ideológico alternativo al sistema capitalista,
beres en el proyecto de la racionalidad ilus- crisis de los sujetos sociales históricos, crisis
trada: la esfera cognitiva que corresponde a de la sociedad del trabajo, crisis de las for-
la ciencia; la esfera normativa, sitio de las mas burguesas de la política. Frente a esto se
problemáticas éticas y morales; y la esfera consolida un neoliberalismo salvaje acom-
expresiva donde reinan el arte y la estética. pañado de una globalización económica y
Todas ellas convergen en el ideal del progre- una mundialización cultural (Ortiz) que
so. Es decir, la modernidad apuntaba al fu- tienden a homogeneizar realidades, sujetos,
turo, a un futuro utópico, como espacio de mensajes, receptores, imágenes, deseos…
realización de estas tres esferas; es en este conforme a los lineamientos del mercado.
230 POSMODERNIDAD
De acuerdo con Jean François Lyotard posmodernidad, y que sin duda implica un
estas crisis provocarán el quiebre de la mo- cambio en la sensibilidad contemporánea,
dernidad y el surgimiento de la posmoder- en un collage sumamente complejo, con-
nidad. Esta nueva escena histórica pareciera tradictorio y ambiguo en muchos sentidos.
dominada por el simulacro, el consumo, el ¿De la pérdida de la utopía y al fragmentado
hedonismo, la falta de expectativas. “La mo- caleidoscopio de múltiples utopías? ¿O de la
dernidad, preñada de utopías, se dirigía ha- utopía a la muerte de la historia?
cia un futuro mejor. Nuestra época –des- El término “posmodernidad ” (“posmo-
mantelada– se desembaraza de las utopías, dernismo”, “condición posmoderna”, “capi-
reafirma el presente, rescata fragmentos del talismo tardío”, “época posindustrial”) co-
pasado y no se hace demasiadas ilusiones mienza a ser utilizado en el campo de la
respecto del futuro” (Esther Díaz: 17). crítica literaria por Irving Howe y Harry
De manera lúdica a pesar de su esquema- Levin, al final de los años cincuenta, para
tismo, el siguiente cuadro propuesto por referirse a la decadencia del movimiento
Ihab Hassan da una idea bastante acertada moderno. En los años sesenta, lo utilizaron
de las diferencias principales entre ambos críticos como Leslie Fiedler e Ihab Hassan,
conceptos (Hassan, traducción mía): aunque sin coincidir en el significado del
término. Es en los años setenta que el uso
se generaliza, en referencia primero a la ar-
MODERNISMO POSMODERNISMO quitectura y luego a la danza, el teatro, la
Forma (conjuntiva/ Antiforma pintura, el cine y la música. Esta noción es
cerrada) (disyuntiva/abierta) retomada por Julia Kristeva y Jean François
Lyotard en Francia, y por Jürgen Habermas
Propósito, Juego en Alemania (Huyssen, “Guía”). “A comien-
intención zos de los años ochenta, la constelación
Diseño Azar modernismo-posmodernismo en las artes y
modernidad-posmodernidad en la teoría so-
Jerarquía Anarquía cial se había convertido en uno de los espa-
Objeto artístico Proceso, cios de mayor beligerancia de la vida inte-
acabado performance, lectual en Occidente” (“Guía”: 234).
happening Lo primero que se debe preguntar –escri-
be Hal Foster en su “Introducción” al ya
Presencia Ausencia clásico libro The Anti-aesthetic: Essays on
Centro Dispersión Postmodern Culture– es si existe el llamado
posmodernismo y, en caso afirmativo, qué
Género/frontera Texto/intertexto significa. ¿Es un concepto o una práctica,
Raíz/profundidad Rizoma/superficie una cuestión de estilo local, todo un nuevo
periodo o fase económica? ¿Cuáles son sus
E pur si muove… Pero es también la mirada formas, sus efectos, su lugar? ¿Estamos en
de la posmodernidad la que ha propiciado verdad más allá de la era moderna, realmen-
la aparición en la escena de todo aquello te en una época (digamos) posindustrial?
que estaba vetado o cancelado por el sujeto La idea de la posmodernidad surge bási-
racional hegemónico; han cobrado fuerza camente del campo de las artes y de ciertas
así diversas minorías postergadas. Aquellos teorías críticas que ponen en cuestión la ra-
que habían sido excluidos del proyecto cionalidad hegemónica dominante. Si una
moderno han hecho su aparición ponien- de las características de la modernidad es
do en cuestión al ser humano-masculino- fomentar su propia crítica, ¿no será la pos-
heterosexual-occidental-blanco-racional de modernidad un discurso nacido en alguna
la modernidad; han surgido nuevas formas de sus orillas?
de participación política; han aparecido Algunos autores señalan que el moder-
propuestas artísticas fuertes con lenguajes nismo nació como un movimiento de opo-
innovadores; se han roto fronteras creati- sición pero se convirtió rápidamente en
vas… En fin, este conglomerado de elemen- “cultura oficial”. Romper esta situación pa-
tos convierte a lo que se ha dado en llamar reciera ser uno de los objetivos del arte ac-
POSMODERNIDAD 231
tual. Sin embargo, es necesario considerar pequeñas o no tan pequeñas, que continúen
que las reflexiones sobre la posmodernidad tramando el tejido de la vida cotidiana
no son iguales en el campo de la sociología (Lyotard, La condición: 31).
y la historia de la ideas, que en lo referente Fredric Jameson, por su parte, a través
a la estética; tampoco se refieren de manera de una nueva lectura de la teoría cultural
homogénea a su propia problemática. propuesta por el marxismo, considera las
En la política cultural existe hoy una formas estéticas de la posmodernidad en
oposición básica entre un posmodernismo estrecha correlación con la globalización
que se propone reconstruir el modernismo del mercado. La mercantilización del arte
y oponerse al statu quo, y un posmodernis- habría llevado a la expresión creativa a la
mo que repudia al primero y elogia al segun- banalización, la superficialidad y el pasti-
do: un posmodernismo de resistencia y otro che. En este sentido, la posmodernidad re-
de reacción (11). presentaría la “logical cultural del capitalis-
Sin duda esta idea, aunque dificulta el mo tardío”. Posmodernidad y globalización
trabajo de caracterización del fenómeno son, para Jameson, “las dos caras de un solo
posmoderno, rompe con cualquier preten- fenómeno, la globalización abarcando cues-
sión de imponerle un esquema rígido y uní- tiones de información, comercio y econo-
voco, y explica gran parte de los desencuen- mía, la posmodernidad siendo más su ma-
tros de los grandes teóricos sobre el tema. nifestación cultural” (“Posmodernidad”).
A partir de su propuesta puede entender- Resultan indispensables para acercarse a
se que las nuevas, y muchas veces apasio- la discusión sobre la relación modernidad-
nantes, búsquedas en el campo de la estética posmodernidad los trabajos de Andreas
y la lucha de las minorías de la sociedad Huyssen, quien descree de las oposiciones
convivan en la misma “escena posmoderna”, binarias y propone recuperar el potencial
con las pretensiones neoconservadoras que político y la complejidad de ambas propues-
anuncian el fin de las ideologías y el triunfo tas. Uno de los elementos que toma en
del mercado. cuenta en la escena contemporánea es la
En este panorama, Habermas, por ejem- presencia de las nuevas tecnologías –me-
plo, aboga por una nueva apropiación críti- dios de comunicación, cultura de la ima-
ca del proyecto moderno, en contra de un gen– en el desarrollo principalmente de las
antimodernismo conservador. El filósofo propuestas estéticas, lo que quiebra las no-
alemán trata de rescatar el potencial eman- ciones adornianas de alta cultura y cultura
cipatorio de la razón, diferenciándose de popular. En este sentido, Huyssen analiza
quienes confunden razón con dominación, los vínculos de continuidad y crítica que se
y hace desde ese lugar una defensa de la establecen con las propuestas de las van-
modernidad ilustrada. guardias históricas. Así, el posmodernismo
Otro autor fundamental en el debate, en arte puede ser entendido en sentido si-
Jean François Lyotard, considera que la pos- milar a las vanguardias en cuanto enfrenta-
modernidad señala el fin de los grandes re- miento a la institución artística tradicional
latos, es decir de las metanarrativas de la del modernismo clásico. De manera casi
modernidad y su capacidad explicativa. Su paradójica, pensar la tradición –a partir de
obra La condición posmoderna es uno de los las vanguardias que negaban todas las tra-
puntales de la reflexión sobre el tema; en diciones– permite romper con la exigencia
ella Lyotard analiza las transformaciones permanente de innovación en que había
del pensamiento ilustrado en el umbral de caído el arte moderno. Se repiensa la tradi-
la informatización de las sociedades. ción, la relación del arte con la vida y se
En estas condiciones, ¿cómo pueden se- presta oído a las voces que vienen de fuera
guir siendo creíbles los grandes relatos de de la “institución arte” occidental.
legitimación? Esto no quiere decir que no Es preciso señalar que las búsquedas
haya relato que no pueda ser ya creíble. Por operadas por el posmodernismo no dan re-
metarrelato o gran relato, entiendo precisa- sultados homogéneos, sino que se transfor-
mente las narraciones que tienen función man en “por un lado, la emergencia de una
legitimante o legitimatoria. Su decadencia cultura del eclecticismo, un posmodernismo
no impide que existan millares de historias, ampliamente afirmativo que abandona todo
232 POSMODERNIDAD
un panorama que rebasa las dicotomías que Hay sin duda consenso entre los prin-
han caracterizado a la modernidad (culto/ cipales teóricos acerca del “conglomerado
popular, rural/urbano, etc.). ¿Cómo analizar, premoderno-moderno-posmoderno” en que
por ejemplo, el fenómeno de la migración se ha convertido la cultura latinoamericana,
de indígenas y campesinos mexicanos o cen- aunque no siempre los modos de abordar
troamericanos que se instalan en Estados esta realidad sean similares (cabe destacar
Unidos y se vuelven bilingües en inglés y las reflexiones de José Joaquín Brunner,
en su lengua madre sin haber pasado por Jesús Martín Barbero, Beatriz Sarlo, Nicolás
el español? ¿O la emergencia de nuevos ac- Casullo, Carlos Monsiváis, John Beverley,
tores sociales con reclamos y formas de lu- Renato Ortiz, Walter Mignolo y Nelly
cha alejadas de las convencionales (Madres Richard, entre otros). Estamos en realidad
de Plaza de Mayo, Movimiento de los Sin ante una suma de culturas que forma un
Tierra, etc.)? ¿Cómo entender la producción collage que reclama miradas flexibles, creati-
artística posvanguardista, en muchos casos vas, agudas, que se desplacen entre perspec-
incorporada ya al mainstream internacio- tivas teóricas y entre niveles de la realidad.
nal, en un continente con altísimo niveles Al analizar la relación entre nuestro con-
de analfabetismo? Los conceptos de moder- tinente y la posmodernidad, Nelly Richard
nidad y posmodernidad no nos permitirán escribe: “Una mescolanza de modos (la sos-
dar cuenta de estas realidades, en tanto su pecha en filosofía; la parodia y el simulacro
uso pretenda homogeneizar lo heterogéneo, en estética; la desconstrucción en teoría crí-
u olvidar las diferencias hablando solamen- tica; el escepticismo en política y el relati-
te por los sectores urbanos y letrados; en vismo en ética; el sincretismo en cultura) y
esta medida, serán insuficientes y por lo modas (el collage de estilos y la cita del pa-
tanto poco productivos para pensar la rea- sado en arquitectura; el desencanto posmar-
lidad de América Latina. Una vez más nos xista; el jugueteo narcisista y la distensión
enfrentamos con la necesidad de imaginar cool; el eclecticismo neutro en el juicio cul-
respuestas y marcos conceptuales posibles y tural y el pluralismo blando en la concerta-
no de intentar imponer conceptos acuñados ción social)” (“Latinoamérica”: 210).
por “epistemes hegemónicas”. Esta “mescolanza” es también un camino
Sin duda, las experiencias de moderni- para que la despolitización que caracteriza
dad son diferentes y cambiantes en el con- a una cierta concepción de la posmoderni-
junto de la región. El cruce e interacción dad en los países hegemónicos, se vuelva en
entre cultura popular, cultura de masas y América Latina un espacio de subversión
“alta cultura” característica de la cultura la- del proyecto racionalista a través de la in-
tinoamericana, es el punto de partida para serción de las voces “otras”, de las voces
el concepto de “hibridez” (García Canclini, “minoritarias” hasta ahora silenciadas (indí-
Culturas híbridas) que ha resultado especial- genas, mujeres, homosexuales…).
mente productivo para pensar la realidad Es en este contexto que las disciplinas
de América Latina desde los años noventa. –comunicación, sociología, teoría del arte,
Esta noción permite analizar la tensa re- crítica literaria, antropología– ven desdibu-
lación que se establece entre la inacabada jadas sus fronteras y deben repensar tanto
modernidad latinoamericana y los fenóme- su propia pertinencia como la configura-
nos propios de la posmodernidad; es decir, ción de sus tradicionales objetos de estu-
da herramientas para leer, desde la teoría, dio. Inter y transdisciplina no son modas
la tensa articulación que cotidianamente académicas sino exigencias del escenario
relaciona al neoliberalismo económico tras- contemporáneo.
nacional y a una cultura del consumo des- Las propuestas de Richard Hoggart, de
territorializada con la fuerza de lo local, las Raymond Williams y de Stuart Hall, entre
tradiciones ancestrales resignificadas y aun otros, nacidas e Inglaterra en los años se-
con los espacios “premodernos” del conti- tenta intentaron, tomado como punto de
nente. Esta propuesta no abandona el hori- partida fundamentalmente a los estudios
zonte de la racionalidad ilustrada sino que literarios, rechazar las rigidez de la insti-
lo complejiza tomando en cuenta los nuevos tucionalización de los saberes e incorporar,
escenarios. a partir del marxismo y de ciertos elemen-
234 POSMODERNIDAD / POSNACIONALISMO
tos de la teoría crítica, los problemas de la the Great Divide: Modernism, Mass Culture,
cultura popular y mediática a la reflexión Postmodernism (Theories of Representation and
realizada desde las universidades. Difference), Bloomington, Indiana University
Esta herencia a la que se sumarán diver- Press, 1986 [Después de la gran division: mo-
sos discursos generados tanto en la acade- dernismo, cultura de masas, posmodernismo
mia –de centros y periferias– como en las (trad. P. Gianera), Buenos Aires, A. Hidalgo,
propias prácticas artísticas, mediáticas y 2002]; Jameson, Fredric, Posmodernismo o
culturales de todo tipo, será, en cierto sen- la lógica cultural del capitalismo avanzado,
tido, la base de lo que tomará el pensamien- Barcelona, Paidós, 1995; Jameson, Fredric,
to latinoamericano para los estudios sobre Teoría de la posmodernidad, Madrid, Trotta,
cultura en el momento actual. 1996; Lyotard, Jean François, La condición
Desde los llamados “estudios culturales” posmoderna, Madrid, Cátedra, 1983; Lyotard,
(con la complejidad y heterogeneidad que Jean François, La posmodernidad (explicada
esta noción conlleva, así como con sus dife- a los niños), Barcelona, Gedisa, 1995; Picó,
rentes derivaciones: estudios de la subalter- Joseph, Modernidad y posmodernidad, Madrid,
nidad, estudios poscoloniales, estudios cul- Alianza Editorial, 1988; Richard, Nelly, La es-
turales feministas, etc.), tanto como desde tratificación de los márgenes: sobre arte, cultura
la revisión de las disciplinas tradicionales, y políticas, Santiago, Francisco Zegers, 1989;
incorporando los múltiples cruces, diálogos Vattimo, Gianni et al., En torno a la posmoder-
y contagios que surjan entre ambos campos, nidad, Barcelona, Anthropos, 1994.
quizá pueda entablarse una discusión más
productiva con respecto a la tensión moder- [SANDRA LORENZANO]
nidad/posmodernidad y enriquecer la re-
flexión sobre la cultura de América Latina.
Más allá de las denominaciones y etique- posnacionalismo
tas académicas –muchas veces impuestas
desde los espacios hegemónicos–, más allá El término “posnacionalismo ” (con o sin
de muertes planteadas “por decreto” (de la guión) se volvió popular durante los años
historia, de las ideologías, de los sujetos), lo noventa para enfatizar el papel declinante
que resulta ineludible es asumir el reto, des- del Estado-nación para la organización de la
de posturas que eviten nuevas ortodoxias y vida social, la actividad humana y la investi-
rigideces, de producir reflexiones, análisis, gación académica en la era de la globaliza-
estudios y propuestas que contribuyan a la ción. Las concepciones académicas del pos-
democratización del continente. Los nuevos nacionalismo surgen de varias disciplinas,
estudios sobre cultura ¿serán contrahege- incluidas ciencias políticas, antropología,
mónicos o no serán? (Beverley “Estudios sociología y estudios literarios/culturales.
culturales”). Desde estas líneas apostamos a Muchos de estos discursos, de orientación
que lo sean. izquierdista y utópica, ven la globalización
como un proceso que borra las fronteras na-
OBRAS DE CONSULTA.Baudrillard, Jean, Simulacra cionales e incrementa el potencial para libe-
and Simulation, Ann Arbor, University of rar a grupos étnicos marginados de la opre-
Michigan, 1994; Beverley, John, Michael Aronna sión de formas nacionales y del Estado.
y José Oviedo (eds.), The Postmodernism Debate El posnacionalismo celebra especialmen-
in Latin America, Durham, Duke University te las experiencias de diásporas, las mino-
Press, 1995; Casullo, Nicolás (comp.), El de- rías en los países del “primer mundo” y el in-
bate modernidad-posmodernidad, Buenos cremento de producciones culturales sobre
Aires, Retórica Ediciones, 2004; Habermas, tales experiencias. Los discursos posnacio-
Jürgen, “La modernidad, un proyecto incom- nalistas con frecuencia enfatizan que un nú-
pleto” en Hal Foster (ed.), La posmodernidad, mero creciente de comunidades racializadas
Barcelona, Kairos/Colofón, 1988, pp. 19-36; y de inmigrantes mantienen o restablecen
Herlinghaus, Hermann y Monika Walter (eds.), vínculos con los países o regiones de origen
Posmodernidad en la periferia: enfoques latino- de los que han sido desplazados. A medida
americanos de la nueva teoría cultural, Berlín, que muestran múltiples lealtades, se despla-
Langer Verlag, 1994; Huyssen, Andreas, After zan entre regiones, y seguido se convierten
POSNACIONALISMO 235
cincuenta, fueron creados varios programas Mientras que la propuesta de Rowe resu-
de estudios americanos con el apoyo de cor- me magistralmente las maneras de magni-
poraciones y fundaciones estadunidenses (la ficar el enfoque en Estados Unidos, en otro
Asociación de Estudios Americanos también ensayo de 1998, titulado “Nationalist Post-
surgió en esos años). En este sentido, los nationalism: Globalist Discourse in Contem-
estudios americanos estadunidenses han porary American Culture”, Frederick Buell
reinscrito ideas tanto sobre la homogenei- ha articulado una poderosa crítica de una de
dad interna de Estados Unidos como sobre las versiones de posnacionalismo de Rowe.
la posición excepcional del país en el mun- Buell, en lugar de cuestionar enteramente
do, particularmente en lo que se refiere a su los modelos tradicionales de nacionalidad,
diferencia de los países europeos y a las for- caracteriza el enfoque en la diversidad inter-
mas europeas de imperialismo. na de Estados Unidos como una “narrativa
En un ensayo de 1998, titulado “Post- de recuperación” que rescribe el nacionalis-
Nationalism, Globalism and the New mo de Estados Unidos de forma posnaciona-
American Studies” (un ensayo que, exten- lista. Las narrativas de la diversidad interna,
dido, se convirtió en la introducción de escribe Buell, han ido más allá del rechazo
Post-Nationalist American Studies), el ame- inicial de la globalización como una ame-
ricanista estadunidense John Carlos Rowe naza para las tradiciones internas y para la
enfatizaba el posnacionalismo como un ma- dominación global de Estados Unidos. En
nera de llevar los estudios americanos más cambio, como una forma de consenso na-
allá de las narrativas de “carácter nacional” cional, el multiculturalismo ha contribuido
estadunidense y más allá de la apropiación al surgimiento de agendas corporativas que
imperialista del término “América” por par- conciben la identidad posnacionalista esta-
te del campo. Como solución, Rowe pro- dunidense como la precursora de un nuevo
pone dos narrativas posnacionalistas: una, orden internacional y en este sentido, mer-
que se enfoca en la diversidad interna de cantilizan tal identidad para el uso de mer-
Estados Unidos y, otra, consistente en un cados domésticos e internacionales. De esa
enfoque geopolítico más amplio, que reco- manera Buell muestra cómo los discursos
nozca las “historias multiculturales y mul- multiculturalistas, que han emergido del en-
tilingües de otras naciones del hemisferio” foque progresivo en la raza y etnicidad es-
(“las Américas”). Como Rowe, argumenta, tadunidenses, han terminado por promover
ambas perspectivas están modeladas con los paradigmas estadunidenses en el resto
base en los estudios chicanos y su énfasis del mundo en los campos de los medios y
en puntos de contacto histórico, geográfico la cultura popular (mientras que los argu-
y lingüístico entre dos o más comunidades mentos de Buell tienen su origen en los años
(“Post-Nationalism”: 13). Además de en- de la presidencia de Clinton, caracterizada
fatizar el reconocimiento de la diversidad por su abierta acogida de la globalización,
interna de Estados Unidos y de su papel la política aislacionista de George W. Bush
en el hemisferio, Rowe sigue el ejemplo de se ha basado en formas mucho más vacías
otros americanistas, prominentemente Jane de multiculturalismo, tal vez para ocultar el
Desmond y Virginia Dominguez, que han desplazamiento de otras narrativas de recu-
propuesto el reconocimiento del trabajo peración identificadas por Buell, tales como
de investigadores internacionales sobre los la retórica del ambientalismo y la democra-
Estados Unidos. Rowe argumenta específi- cia de la información).
camente a favor de la inclusión de investi- El surgimiento reciente de los estudios
gaciones que han caracterizado los procesos de imperio ha empezado a corregir algunos
de globalización en otras partes del mundo de los supuestos subyacentes en los discur-
como una forma de “americanización”. Él sos posnacionalistas dentro de los estudios
cree que, considerados en conjunto, un enfo- americanos, al enfocarse en el papel como
que comparativo interno, un modelo hemis- imperio del Estado-nación estadunidense,
férico y un enfoque global, producirán “un además de su función como un fabrican-
entendimiento de los Estados Unidos en los te de mitos nacionalistas. Los estudios de
contextos comparativos de estudio hemisfé- imperio destacan las manifestaciones del
rico occidental y, finalmente, global” (21). imperialismo de Estados Unidos, tanto en
POSNACIONALISMO 237
relación con la población interna del país que están enraizados en una retórica multi-
como con territorios fuera de sus fronteras. culturalista y en la celebración del debilita-
Como Amy Kaplan ha mostrado, el papel miento del Estado-nación estadunidense,
de Estados Unidos como imperio, que data encuentren paralelos al sur de su frontera.
desde la Doctrina Monroe de 1823 y desde Mientras que el término no ha sido em-
los intereses de expansión hacia el Pacífico pleado ampliamente en Latinoamérica,
y el Caribe durante los años cuarenta y cin- el “posnacionalismo” ha funcionado aquí
cuenta, ha sido largamente ignorados de- parcialmente como una designación utó-
bido a las nociones prevalecientes sobre la pica para los discursos anticoloniales que
excepcionalidad americana, que caracteriza critican la dominación estadunidense en el
a Estados Unidos como una nación separa- hemisferio. Estos discursos se inspiran par-
da de otros imperios europeos. La creencia cialmente en las historias anticoloniales de
en la excepcionalidad americana también nacionalismos individuales patrocinados por
ha impuesto un límite artificial entre la ex- el estado y en llamados a la solidaridad pa-
pansión en el área del Destino Manifiesto y namericana ante el imperialismo de Estados
la anexión de territorio en otros continen- Unidos que se remontan a la guerra hispa-
tes, al igual que sobre otras manifestaciones no-americana, mejor conocida en América
imperialistas tales como el intercambio y la Latina como la guerra de la Independencia
inversión, la intervención en mercados ex- de Cuba. Ejemplificada en los escritos an-
tranjeros y el establecimiento de bases mili- tiimperialistas producidos por José Martí
tares trascontinentales. Particularmente, la durante sus catorce años como corresponsal
guerra México-Estados Unidos de 1848, que de Estados Unidos para periódicos de habla
también ha funcionado como un momento hispana, la guerra produjo una oleada de
fundacional de los estudios chicanos, se ha conciencia hemisférica. Del mismo modo,
convertido en uno de los eventos clave de los las formas mexicanas de nacionalismo pa-
estudios de imperio, si no es que en el nuevo trocinadas por el estado que surgieron al
origen para la periodización del imperialis- finalizar la revolución, y en el contexto de
mo estadunidense (Gilman: 197). una creciente dominación estadunidense
En tanto que los estudios de imperio se durante los años veinte y treinta, adoptaron
han enfocado, por tanto tiempo, en el siglo tonos anticoloniales. Ejemplificado en el
XIX, constituyen un paso importante hacia el énfasis de José Vasconcelos en la identidad
reconocimiento del papel actual del Estado- mexicana (y latinoamericana) como una for-
nación estadunidense en los procesos de ma de mestizaje, los conceptos de identidad
globalización, que perpetúan formas ante- mexicana se basaron en un fuerte dualismo
riores de dominación ejercidas por este país. entre el mundo protestante anglosajón y el
Además de dominar la cultura popular a es- iberoamericano católico. La insistencia en
cala mundial, Estados Unidos también han una identidad mexicana forjada en la mez-
inscrito su dominación económica y política cla de culturas europeas y precolombinas
en el hemisferio por medio del tratado de también se planteó en abierta oposición a
libre comercio y su propuesta de extensión las nociones de nacionalidad estadunidense
hemisférica. El Tratado de Libre Comercio que en gran medida negaba la influencia de
de América del Norte (TLCAN) ha, sobre todo, los pueblos indígenas.
creado sitios de producción dependientes en En los discursos contemporáneos latinoa-
áreas fronterizas mexicanas, intensificando mericanos del posnacionalismo , la nación-
el desarrollo de una de las economías de estado (más que las formas de nacionalismo
México, mientras que el país en su conjunto patrocinadas por el Estado) con frecuencia
aún se enfrenta al desempleo crónico, con figura aún como un proyecto inacabado a
millones de personas subsistiendo con em- través del cual sería posible articular intere-
pleo de tiempo parcial, batallando en la ses públicos y proteger los recursos natura-
“economía informal” y con salarios que de- les frente a la expansión transnacional de las
clinan en términos absolutos y relativos. La corporaciones, la deuda externa masiva y la
persistencia y el aumento de desigualdades política exterior estadunidense. El sociólo-
hemisféricas tales hacen improbable que los go residente en la ciudad de México Néstor
discursos posnacionalistas estadunidenses, García Canclini, por ejemplo, ha sostenido
238 POSNACIONALISMO
que la membrecía de México en el TLCAN y nes que caracterizan las formas neoliberales
los acuerdos de intercambio europeos con de globalización en todas partes. Los pen-
los países del MERCOSUR, afectan a esas dos sadores latinoamericanos no sólo parecen
regiones latinoamericanas con categorías reconocer más claramente estas manifesta-
interamericanas y euroamericanas. García ciones, sino que también las critican, enfati-
Canclini ha destacado los efectos poten- zando a la nación-Estado como un vehículo
cialmente positivos de políticas culturales potencial para la protección de su ciuda-
proteccionistas, basadas en los esfuerzos danía y como un garante de la soberanía
colectivos de varias naciones-Estado lati- ante Estados Unidos. En palabras de Samir
noamericanas, para promover una mayor Amin, lo que los discursos posnacionalistas
expresión latinoamericana a nivel global y estadunidenses han identificado como la
regional (La globalización). Y el crítico mexi- crisis de la nación-Estado podría tratarse
cano Roger Bartra ha empleado el término simplemente de un indicio de las crecientes
posnacionalismo para referirse al potencial contradicciones entre el incremento en la
de una renovación democrática popular que trasnacionalización del capital y la persis-
podría surgir de la profunda crisis política tencia del sistema de estados como el patrón
mexicana. Bartra explícitamente advierte a político exclusivo en el mundo.
sus lectores internacionales, “Cuando señalo
la necesidad de superar la ansiedad cultural, OBRAS DE CONSULTA. Amir, Samin, Class and
no estoy proponiendo como cura una inte- Nation: Historically and in the Present Context
gración del mundo angloamericano paralela (trad. Susan Kaplow), Nueva York, Monthly
a los acuerdos económicos de libre comercio Review Press, 1980; Bartra, Roger, “The
con Estados Unidos y Canadá” (“Malinche’s Malinche’s Revenge: Toward a Postnational
Revenge”: 63). Identity”, en Blood, Ink, and Culture: Miseries
Así pues, mientras que los discursos lati- and Splendors of the Post-Mexican Condition
noamericanos sobre posnacionalismo difie- (trad. Mark Alan Healey), Durham, Duke
ren del énfasis estadunidense en las formas University Press, 2002, pp. 61-64; Bloemraad,
híbridas de ciudadanía, será cada vez más Irene, “Who Claims Dual Citizenship? The
importante establecer intersecciones entre Limits of Postnationalism, the Possibilities
las dos aproximaciones. Varios principios of Transnationalism, and the Persistence
subyacentes en el pensamiento poscolonia- of Traditional Citizenship”, International
lista ayudarán a reformar varios campos de Migration Review, núm. 38.2, verano, 2004,
estudio académicos y quizá proporciona- pp. 389-426; Buell, Frederick, “Nationalist
rán vínculos interdisciplinarios entre ellos. Postnationalism: Globalist Discourse in
Debra Castillo, por ejemplo, ha sostenido Contemporary American Culture”, American
recientemente que, al igual que los estu- Quarterly, núm 50.3, 1998, pp. 548-591;
dios americanos estadunidenses, el español Castillo, Debra A, Redreaming America:
necesita convertirse en un campo “posna- Toward a Bilingual American Culture, Albany,
cional” de estudio académico unificado por State University of New York Press, 2005;
un enfoque en el lenguaje en que una obra Desmond, Jane C. y Virginia R. Domínguez,
literaria es escrita, más que por la “consoli- “Resituating American Studies in a Critical
dación imaginaria de literaturas nacionales” Internationalism”, American Quarterly, núm.
(Redreaming: 195). Además de expandir las 48.3, 1998, pp. 475-490; Gilman, Susan,
disciplinas académicas, también necesitare- “The New, Newest Thing: Have American
mos consideraciones comparativas globales Studies Gone Imperial”, American Literary
del posnacionalismo que tomen en cuenta la History, núm. 17.1, 2005, pp. 196-214; James,
dominación persistente de Estados Unidos. Paul, “Relating Global Tensions: Modern
El énfasis posnacionalista estadunidense Tribalism and Postmodern Nationalism”,
en la diversidad y formas extraestatales de Communal/Plural: Journal of Transnational
ciudadanía también ha ayudado a encubrir and Crosscultural Studies, núm. 9.1, abril,
el papel de Estados Unidos en modelar el 2001, pp. 11-31; Kaplan, Amy y Donald
creciente declive de los servicios públicos y Pease, Cultures of United States Imperialism,
redes de seguridad, y el crecimiento en la Durham, Duke, University Press, 1993;
desigualdad social dentro y entre las nacio- Kofman, Eleonore, “Citizenship, Migration,
POSNACIONALISMO / PRODUCCIÓN CULTURAL 239
and the Reassertion of National Identity”, música, etc.). Theodor Adorno, fundador de
Citizenhip Studies, núm. 9.5, noviembre de la escuela de Frankfurt y su representan-
2005, pp. 453-467; Koopmans, Ruud y Paul te más conspicuo quien escribió con Max
Statham, “Challenging the Liberal Nation- Horkheimer La dialéctica del Iluminismo
State? Postnationalism, Multiculturalism, and (1947) –libro considerado pionero de los
the Collective Claims Making of Migrants and estudios culturales–, y Walter Benjamin
Ethnic Minorities in Britain and Germany”, (quien mantuvo una relación problemática
American Journal of Sociology, núm. 99.105, con sus miembros debido a la heterodoxia
pp. 652-696; Rocha, Alberto, Configuración de su pensamiento) desarrollarán dos pers-
política de un mundo nuevo: dimensiones po- pectivas analíticas disímiles que tuvieron y
líticas de lo global, lo supraregional, lo postna- continúan teniendo una influencia decisiva
cional y lo local, Guadalajara, Universidad de en los debates académicos latinoamericanos.
Guadalajara, 2003; Rowe, John Carlos (ed.), Adorno rechaza la cultura de masa y sos-
Post-Nationalist American Studies, Berkeley, tiene para el arte un lugar de privilegio: ser
University of California Press, 2000; Rowe, la conciencia crítica de la sociedad (dialéc-
John Carlos, “Post-Nationalism, Globalism, tica negativa). Benjamin, por su lado, pone
and the New American Studies”, Cultural atención en la utilización que el arte puede
Critique núm. 40, 1999, pp. 11-28; Sassen, hacer de la nueva tecnología, transforman-
Saskia, “Globalization: Developing a Field do tanto el carácter aureático de la obra de
for Research and Teaching”, ponencia en el arte como los mecanismos de producción y
Dartmouth College como parte de la confe- recepción de la misma (“La obra de arte en
rencia “Globalization of the Academy”, 15 de la época de la reproductibilidad técnica”,
noviembre de 2000. 1935). La producción en serie de artefactos
culturales posibilita tanto una democratiza-
[CLAUDIA SADOWSKI-SMITH ción en el uso de las fuerzas productivas
(TRAD. DE JUAN MANUEL PORTILLO)] como una transformación sustancial en la
experiencia de un público que accede, por
primera vez, a la cultura de forma masiva y
producción cultural debe organizar significativamente sus per-
cepciones. En “El artista como productor”
A partir de los años cuarenta y cincuenta (1931) postula que el artista al hacer uso de
en Europa surgen dos corrientes teóricas: los medios de producción los debe transfor-
la teoría crítica de la escuela de Frankfurt y mar en su utilización; el ejemplo paradig-
los estudios culturales de la primera escue- mático lo constituya el teatro épico de
la de Birmingham, que redefinen el término Brecht con su técnica del montaje. El méto-
producción con relación a la cultura en el do de la reproducción mecánica incorpora-
contexto del surgimiento de la industria cul- do a las formas estéticas burguesas provoca
tural. Desde esta perspectiva, se critica las en ellas su eclosión y el distanciamiento crí-
formulaciones marxistas que consideran a tico por parte de sus receptores. Para Adorno
los productos simbólicos (superestructura) es imposible dicha experiencia, por el con-
un mero reflejo de la producción económica trario, el sistema de producción taylorista
(infraestructura). También se cuestiona las aplicado a la cultura trae aparejado un pro-
concepciones idealistas que conciben a la ceso de reificación que conduce al acostum-
cultura como un bien trascendental y abs- bramiento, identificación y ensoñación del
tracto. Para ello, reformulan la diferencia- público. Además, la obra de arte, al perder
ción entre el arte culto y el popular ante la su valor de uso por el de cambio, sólo puede
emergencia de nuevas articulaciones socia- ser valorada con relación a las demandas del
les. La teoría crítica, nacida en el contexto mercado.
del predominio nazi, cuando el capitalis- El culturalismo inglés, por su lado,
mo ejerce su dominio sobre la economía, se interesó en las formas en que la cultu-
la política y también la cultura, observará ra obrera y popular muestra su resisten-
los cambios producidos tanto en la alta cul- cia ante el avance del poder industrial en
tura como en el surgimiento de la llamada Gran Bretaña. Sus fundadores fueron E. P.
cultura de entretenimiento (cine, fotografía, Thompson (La formación histórica de la cla-
240 PRODUCCIÓN CULTURAL
se obrera: Inglaterra 1780- 1832) y Raymond de crítica cultural, surge en Francia, a fines
Williams. Este último, desde el comienzo de los años sesenta, el posestructuralismo
de su producción intelectual desarrolló de como producto de una profunda crisis polí-
manera sistemática una teoría sobre el con- tica social, marcada por las ilusiones de la
cepto de producción cultural. En Marxism revuelta obrero-estudiantil de mayo del 68 y
and Literature (1977), Williams plantea una su posterior fracaso. A partir de un debilita-
teoría de la cultura como un proceso pro- miento de los modelos teóricos e ideológicos
ductivo (material y social) y de las prácti- concebidos como universos cerrados de sen-
cas artísticas como usos sociales de medios tido (incluyendo al marxismo) y, ante la im-
materiales de producción (lenguaje, tecnolo- posibilidad de una transformación sustan-
gías de la escritura, sistemas electrónicos y cial de la sociedad, la escritura se convierte
semánticos de la comunicación). Considera en el último lugar de resistencia. Entre los
especialmente al lenguaje y los procesos de numerosos representantes de esta corriente
significación como elementos fundamenta- dos han desarrollado de manera más siste-
les en la conformación material de la so- mática una teoría de la producción literaria:
ciedad. Su teoría supone tanto una crítica Pierre Macherey y Julia Kristeva. En Pour
a la noción tradicional de cultura (como un une théorie de la production littéraire (1966),
dominio privilegiado, homogéneo y consoli- Macherey considera el trabajo crítico como
dado) como una revisión de las formulacio- una forma de producción de significados a
nes marxistas en torno al concepto de pro- nivel de la superestructura. También realiza
ducción. Desplaza la falsa dicotomía entre una crítica al concepto monolítico de ideo-
un mundo material estable y objetivo, y la logía al postular, siguiendo a Althusser, que
dimensión subjetiva inaprensible racional- lo que interesa de un texto son los momentos
mente. En Culture and Society (1958) cues- en donde lo ideológico muestra sus límites y
tiona la noción de una base económica mo- sus secretos; es decir, en donde la ideología
nolítica, compacta y fija que no permitiría se manifiesta como tal y, por lo tanto, es pro-
la acción humana ya que los productos sim- ducida. La tarea del crítico consiste en dar
bólicos no serían más que la reproducción cuenta de una red de significaciones que
de ese orden. Williams plantea, siguiendo a nunca es conclusiva. De este modo, conocer
Gramsci, que en las prácticas hegemónicas un texto no es revelar la supuesta verdad
por las que la clase dominante busca orga- oculta que lo subyace sino producir un nue-
nizar y controlar la experiencia de la gente vo conocimiento sobre él. Se trata de descu-
siempre se deslizan elementos residuales y brir las leyes de su autoproducción y las
emergentes. En este punto realiza una críti- condiciones de posibilidad que lo autogene-
ca al concepto de ideología como un siste- ran; un trabajo que se produce por sus rela-
ma estable de valores que produce una falsa ciones con lo que no está presente en el tex-
conciencia y una actitud pasiva en la masa. to. Si bien Macherey reconoce que ningún
Insiste, entonces, en analizar lo que escapa texto es absolutamente independiente ya que
al dominio de la hegemonía y que denomina se encuentra inscripto en un entramado so-
la estructura de sentimiento (concepto que cial y lingüístico, dichas relaciones aparecen
ha sufrido diversas críticas por parte de la dentro suyo pero a partir de su ausencia.
ortodoxia marxista). El arte y la literatura Precisamente es esa carencia lo que lo con-
formalizarían estas estructuras emergentes, forma como un objeto. De este modo, como
siempre difusas pero que muestran cierta sugiere Eagleton, Macherey (junto con
orientación intelectual o de un nuevo perio- Althusser) preserva un estatus privilegiado
do histórico. La tarea de la crítica cultural para el arte y la teoría al colocarlos en una
consiste, entonces, en desmontar los siste- posición de vanguardia desde la cual se pue-
mas de significados y valores que produce de desarticular los andamiajes ideológicos.
la sociedad capitalista, lo que denomina “la En este sentido el enfoque semiótico de
larga revolución”. Kristeva (Séméiotiké, 1969) apunta justa-
Mientras en Inglaterra y Alemania (y lue- mente a poner en evidencia las articulacio-
go en Estados Unidos debido al éxodo obli- nes de la teoría; es decir, su propia produc-
gado a ese país de los miembros de la escue- ción, puesto que toda teoría se encuentra
la de Frankfurt) se desarrollaron estas teorías construida y traspasada por la ideología.
PRODUCCIÓN CULTURAL 241
[245]
246 RAZA/ETNICIDAD
nicidad no podían considerarse como sim- sobre la relevancia de Gramsci para el estu-
ples derivados de lo económico, diferían de dio de la etnicidad y la raza, “The Problem”,
las expresiones extremas que rechazaban de Hall desarrolla este aspecto en detalle).
plano cualquier condicionamiento de lo eco- Antes que entidades fijas e inmutables que
nómico. Las categorías de “articulación” y se encuentran en todos los lugares y tiem-
“sobredeterminación”, inspirada en los tra- pos, la raza y la etnicidad son productos de
bajos de Laclau y Althusser, ofrecieron los condiciones históricas concretas y varían
insumos teóricos para que esta vertiente de sustancialmente de una formación social a
los estudios culturales elaborara una teoría otra. Dos son las principales consecuencias
de la totalidad social y de la determinación de esta premisa de la historicidad.
que tomaba en cuenta las condiciones ma- Primero, significa un cuestionamiento a
teriales de existencia de las formaciones los escencialismos biologicistas o culturalis-
sociales, sin caer en los problemas del “ma- tas. Esta vertiente de los estudios culturales
terialismo vulgar” y del economicismo (para cuestiona el esencialismo biologicista que
una argumentación detallada, véase Hall, supone la idea de que la raza sería una rea-
“Race”). lidad biológica y, por lo tanto, que seria ex-
En sus elaboraciones de la raza y la et- presión de la “naturaleza humana”. Al con-
nicidad esta vertiente de los estudios cultu- trario de este esencialismo biologicista, esta
rales también ha cuestionado el reduccio- vertiente de los estudios culturales confluye
nismo discursivista. Éste se desprende de con el grueso de los académicos contemporá-
una sobreinterpretación del giro discursivo neos al considerar que la raza como entidad
considerando que la raza y la etnicidad son biológica se remonta a la expansión colonial
reducibles a los discursos que las constitu- europea con sus topologías y jerarquizacio-
yen. Aunque esta vertiente de los estudios nes eurocentristas de los seres humanos y
culturales está plenamente de acuerdo con de la naturaleza en general. La raza fue una
la afirmación de que la realidad social en invención colonial de clasificación y subor-
general y la raza y etnicidad en particular dinación de poblaciones no europeas que
son discursivamente constituidas, se dis- apelaba al discurso experto de la biología de
tancia de quienes de ello concluyen que el la época. A pesar de que desde mediados de
discurso es el principio de inteligibilidad al siglo pasado la biología ha refutado la exis-
que se puede reducir todo lo social. Esta tencia de entidades raciales, esta noción de
vertiente de los estudios culturales conside- raza como entidad biológica ha continuado
ra que la dimensión discursiva de la raza y habitado de disímiles formas el imaginario
la etnicidad no es un simple agregado que colectivo y el sentido común, imbricándose
se sumaría, al final, a relaciones y prácti- con prácticas de diferenciación, regulación,
cas no discursivas constituidas de antema- normalización, exclusión y control. Por lo
no. Sin embargo, no se limita a un análisis tanto, desde esta vertiente de los estudios
discursivo, ni desconoce la relevancia de culturales se examinan estas cambiantes y
las dimensiones no discursivas de cualquier múltiples prácticas, relaciones y representa-
práctica y relación en una formación social ciones que constituyen la raza como si fuera
determinada. Menos aún sigue a aquellas una entidad biológica en una formación so-
corrientes que reducen lo discursivo a una cial determinada.
conceptualización formalista del lenguaje En el mismo sentido, el historicismo
que consideran la raza y la etnicidad como de esta vertiente de los estudios cultura-
sistemas de clasificación social, como “bue- les cuestiona el esencialismo culturalista.
nas para pensar” o sistemas de intercambio Desde el esencialismo culturalista la etnici-
de signos. dad y la raza aparecen como la expresión
Además del cuestionamiento a los reduc- de unos rasgos culturales primordiales que
cionismos economicista y discursivista, esta se mantienen inmutables a través de la his-
vertiente de los estudios culturales subraya toria. Nada más distante de la visión de los
la historicidad de la raza y la etnicidad. En estudios culturales que no explican la etnici-
otras palabras, argumentan que tanto la dad o la raza como resultado de aislamien-
raza como la etnicidad son histórica y con- tos o de emanaciones de núcleos culturales
textualmente constituidas (en su artículo primordiales, enraizados en un supuesto
RAZA/ETNICIDAD 247
inconsciente colectivo, sino como resultado nados, pero constituyen sistemas diferencia-
de las interacciones históricamente situadas bles de prácticas discursivas y subjetividades
en contextos de relaciones de poder cons- que dividen y clasifican el mundo social con
tituyentes de grupos, identidades y sujetos sus historias específicas y sus modos de
determinados. operación. A pesar de sus particularidades
Segundo, otro aspecto a considerar en la constituyen dos registros del racismo: el ra-
elaboración de la raza y etnicidad desde los cismo biológico-cultural y el diferencialismo
estudios culturales, asociada a Birmingham cultural (“Conclusion”: 223).
y en especial al trabajo de Stuart Hall, se El racismo inscribe diferencias y jerar-
refiere a la distinción entre estas dos catego- quías ineluctables y naturalizadas en una
rías. Aunque Hall distingue analíticamente formación social: “El racismo, por supues-
entre etnicidad y raza, considera que entre to, opera por la construcción de impasables
estas categorías existen analogías y superpo- fronteras simbólicas entre categorías racial-
siciones. De manera general, para Hall la mente constituidas y sus típicos sistemas
etnicidad es un concepto que ha sido asocia- binarios de representación constantemente
do con una locación social (el lenguaje del marcan y tienden a fijar y naturalizar la di-
lugar) y articulado a través de “rasgos cul- ferencia entre pertenencia y otredad” (Hall,
turales” (“Etnicidad es el término que noso- “New Ethnicities”: 445). El racismo debe
tros damos a los rasgos culturales –lenguaje, ser entendido como un tipo de práctica
religión, costumbre, tradiciones, sentimien- cuya especificidad refiere a la ineluctable
tos por ‘lugar’– que son compartidos por un naturalización de la segregación, separa-
grupo”: “The Question”: 617) mientras que ción y jerarquización de la diferencia: “El
la raza ha sido relacionada con la discrimi- racismo es una estructura de discurso y re-
nación tomando características somáticas presentación que trata de expulsar simbóli-
que operan como diacríticos raciales (“Con- camente al Otro –lanzarlo afuera, colocarlo
clusion”: 222-223). allá, en el tercer mundo, en la margen–”
No obstante, Hall trasciende esta simple (Hall, “Ethnicity”: 16). El racismo requiere
oposición entre raza y etnicidad y anota que ser analizado como una serie de prácticas
aunque el “racismo biológico” recurre a las más o menos institucionalizadas en forma-
características corporales como diacríticos ciones sociales específicas, cuyo despliegue
de la raza estas características connotan garantiza la inscripción en el cuerpo social e
diferencias sociales y culturales. En las úl- individual de relaciones de desigualdad, asi-
timas décadas, esta noción de raza ha sido metría y exclusión. Ahora bien, como lo ha
desplazada por un concepto explícitamente hecho con las nociones de raza y etnicidad,
cultural. Las nociones biológicas extremas Hall ha enfatizado la pluralidad e historici-
de la raza (expresadas en la eugenesia, el dad del racismo, arguyendo que no existe un
darwinismo social o el fascismo) “han sido solo racismo sino racismos.
reemplazadas por definiciones culturales En América Latina múltiples son las ela-
de la raza, las cuales permiten que la raza boraciones sobre raza y etnicidad que bien
juegue un papel significativo en los discur- pueden considerarse en dialogo con los es-
sos de la nación y la identidad nacional” tudios culturales. Entre las más relevantes
(“The Question”: 618). Este desplazamiento se encuentran el trabajo de Claudia Briones
del pensamiento racial y del racismo de lo en Argentina con su conceptualización de
somático hacia lo cultural es referido con “aboriginalidad”, el de Marisol de la Cadena
el concepto de “racismo cultural” de Paul en Perú sobre los “mestizos indígenas”, y el
Gilroy (There Ain’t). del colectivo asociado al doctorado en estu-
Por su parte, en la etnicidad “la articula- dios culturales de la Universidad Andina
ción de diferencia con la Naturaleza (bioló- Simón Bolívar (UASB) en Quito coordinado
gica y genética) es presente, pero desplaza- por Catherine Walsh centrado en la colonia-
da mediante el parentesco y el matrimonio” lidad del poder.
(“Conclusion”: 223, cursivas en el original). Briones propone trascender los cada vez
Para Hall, estos discursos de las etnicidades más estériles debates anclados en discusio-
y las razas (biológica o culturalmente sutu- nes de semánticas descontextualizadas que
radas) se encuentran estrechamente relacio- tienden a suponer el carácter dado de ca-
248 RAZA/ETNICIDAD
tegorías como las de “etnia” o “raza”. Para que subalterniza las experiencias, seres y
Briones se hace teórica y metodológicamen- saberes otros. Para ello, la diferencia colo-
te pertinente hacer énfasis en una pragmá- nial desde la cual se articulan los movimien-
tica de los usos sociales que se encuentra tos sociales indígenas y afrodescendientes,
ligada a contextos históricos específicos ofrece alternativas a la modernidad y unas
(257). En este sentido, Briones sugiere ex- políticas epistémicas, ontológicas y existen-
plorar la noción de “aboriginalidad” como ciales orientadas hacia la descolonialidad.
una alternativa analítica en el contexto de Inspirados en parte por los estudios cul-
una economía política de la producción (de turales en América Latina se han adelantado
la diferencia) cultural (242-243). De ahí que igualmente numerosos trabajos sobre raza y
la “aboriginalidad” sea entendida desde un etnicidad con un enfoque en las poblaciones
enfoque procesal y relacional de coproduc- afrodescendientes. Las investigaciones de
ción e inscripción de otros (diferentes-mar- Livio Sansone en Brasil, las de Jean Rahier
cados) y nosotros (diferentes-no-marcados) para Ecuador, las de Kevin Yelvington en el
en un entramado social de exclusiones e Caribe, o las de Peter Wade para Colombia
inclusiones propias de la dialéctica de re- abordan las relaciones entre representacio-
producción/contestación permanente de la nes, relaciones de poder y alteridad étnica/
hegemonía y subalternidad. racial que operan en las construcciones de
Por su parte, Marisol de la Cadena ha lo negro, la nación y la diáspora. Sansone,
trabajado desde una historización de las por ejemplo, evidencia las diferentes arti-
nociones de “mestizaje” que han operado culaciones raciales en Brasil y la “cultura
en diferentes momentos del siglo XX en negra” teniendo en cuenta los impactos de
Perú y América Latina. Sus análisis de los la circulación global de imágenes y objetos.
discursos y las prácticas de las articulacio- De ahí que su trabajo resalte la importan-
nes locales del mestizaje y la indianidad, cia analítica de las influencias de las redes
han mostrado cómo rasgos culturales (la transnacionales en las articulaciones racia-
educación, formas de vestir, urbanidad, les locales. Con base en la noción de repre-
etc.) ocupan el lugar de diacríticos racia- sentación de Stuart Hall, el detallado estu-
les, haciendo de la “raza” una categoría que dio de Rahier muestra los diferentes tropos
puede apelar tanto al ámbito de la cultura del pensamiento racial hegemónico sobre
como al de la biología. Metodológicamente, lo negro, a partir de un análisis discursivo
el contextualismo radical y la historización y visual de una revista ecuatoriana. Por lo
son sugeridas por De la Cadena desde “el tanto, constituye una interesante ilustración
dialogismo como estrategia epistemológi- de lo que metodológicamente se puede lo-
ca para explorar los múltiples significados grar con el análisis del discurso y lo visual
inscritos en la genealogía de la etiqueta en los estudios de la raza/etnicidad. En uno
de identidad ‘mestizo’ y su correspondien- de sus artículos, Yelvington introduce un
te ideología política, el mestizaje” (“Are relevante cuestionamiento a la noción de
Mestizos Hybrid?”: 262). diáspora que tiende a tomarse por sentada,
Finalmente, cabe referir el trabajo co- en vez de examinar históricamente cómo se
lectivo en torno al doctorado en estudios constituye o no desde lo concreto y en si-
culturales de la UASB por su novedoso abor- tuaciones bien específicas, como el caso exa-
daje de la raza y etnicidad desde el proyec- minado por el de la reacción en el Caribe a
to intelectual y político de la modernidad/ la invasión italiana de Etiopía. Finalmente,
colonialidad (Walsh, Pensamiento). A partir Wade presenta uno de los más completos
de la elaboración de un pensamiento que estudios sobre las dinámicas raciales en sus
cuestiona los fundamentos eurocéntricos de inscripciones regionales y en el proyecto de
la modernidad y el conocimiento occidental, construcción de nación, evidenciando las
se evidencia cómo el pensamiento racial ha imbricaciones entre las nociones de raza,
sido parte constitutiva de la colonialidad. De mestizaje y diferencia. Combinando la etno-
ahí que se busca intervenir en los términos grafía con el análisis de documentos, Wade
mismos desde los cuales opera la geopolíti- subraya la relevancia de pensar relacional y
ca del conocimiento moderno/colonial des- contextualmente la producción de las dife-
atando los amarres del pensamiento racial rencias y jerarquías raciales.
RAZA/ETNICIDAD / REPRESENTACIÓN 249
estarían ligadas a su relación con el estudio ciertos o falsos, lo cual sugiere una condi-
de la sociedad y la cultura. Por un lado, la ción de construcción en la que se encuen-
representación designaría a las “representa- tran implicados los sujetos.
ciones” en el sentido de los códigos funda- Las formas de representación han varia-
mentales de una cultura, constelaciones sim- do según tiempo y espacio. Del mismo
bólicas destinadas a regir el orden de los modo, cada disciplina tiene ciertas especifi-
discursos y las prácticas sociales: imágenes caciones de lo que se considera o no una
que producen de sí los sujetos que partici- representación válida en su campo. En lite-
pan en una cultura y en una época determi- ratura la representación ha estado estrecha-
nada. Por otro lado, el gesto de articular mente relacionada a los géneros literarios
épocas a partir de “representaciones” impli- (poesía, narrativa, drama, ensayo, crónica,
caría el hecho de que la representación, el ficción/no ficción) como también a las co-
conjunto de imágenes que son la representa- rrientes literarias que predisponen al recep-
ción de una cultura, de una mentalidad, de tor, en este caso al lector, a esperar un cier-
un orden esencial a las cosas, se encontraría to tipo de representación. Por ejemplo, la
regida por una idea representacional sobre novela realista fue considerada por George
las representaciones: algo así como la repre- Lukács como una expresión narrativa que
sentación-de-las-representaciones, en el sen- representa la realidad satisfactoriamente en
tido de que aquellas imágenes culturales no cuanto la expresa como una totalidad.
sólo poseerían la virtud de representar épo- En el caso del teatro, la obra teatral ha
cas históricas, de retener en ellas el estado sido definida como sinónimo de representa-
de composición de una época, sino que, al ción y ha sido considerada como un espejo
mismo tiempo, sean objeto de representa- de la realidad, función que se exacerbó con
ción, en el sentido de que, para nosotros, el teatro burgués. Sin embargo, a diferencia
estudiosos de la cultura, puedan ellas mis- de la literatura, la obra teatral difícilmente
ma ser representables. podría repetir una representación igual a
En este sentido, la representación cons- otra en tanto que se constituye como una
tituye más bien la estructura de compren- acción única y efímera, aunque sea el mon-
sión a través de la cual el sujeto mira el taje de un mismo texto dramático.
mundo: sus “cosmovisiones”, su mentali- Por su parte, en una performance lo efí-
dad, su percepción histórica. Esta estructu- mero de la representación se agudiza y el
ra de comprensión se encuentra expresada concepto de representación se amplía a otro
en el lenguaje, cuya función sería, en térmi- tipo de manifestaciones no necesariamente
nos generales, “representar” el acto mismo efectuadas en un escenario teatral tradicio-
de cognición del sujeto. De este modo la re- nal. Diana Taylor define performance como
presentación es portadora de significados un comportamiento o una práctica que trans-
que se materializan a través del uso del len- mite conocimiento al tiempo que es una
guaje, sea escrito, visual, auditivo, corporal, metodología. Una performance incluye des-
etc. En este contexto sería bueno notar, tam- de obras artísticas hasta actos cotidianos,
bién a modo general, que la representación por ejemplo, las marchas políticas, las apa-
o las representaciones son parte de un siste- riciones públicas o en televisión de artistas,
ma de prácticas sociales y culturales que políticos, periodistas, las representaciones
involucran un referente, que puede ser real mediáticas, etcétera.
o imaginario, o incluso otra representación; El campo de la historia, suele ser distin-
unos agentes que realizan la representación guido del de la literatura por su función de
dotados de cierta ideología en un contexto representar la realidad del pasado. Por esta
histórico-social determinado y, finalmente; razón, es quizá una de las disciplinas más
unos receptores que, en el acto de recepción, sensibles al concepto de representación y a
perciben e interpretan dicha representación. corrientes teóricas que, a partir del poses-
Para los estudios culturales, el concepto de tructuralismo, han postulado un acceso al
representación sería la consecuencia de una pasado necesariamente mediado. A partir
serie de prácticas mediadas a través de las del positivismo, la búsqueda de objetividad
cuales se produce un significado o múltiples impuso que la representación histórica, el
significados que no necesariamente son relato histórico, se remitiera a fuentes escri-
REPRESENTACIÓN 251
tas, documentos que atestiguaran y validaran dad inmutable independiente a los hombres,
científicamente una verdad histórica. Debido el arte se consideraba una imitación de la
a las influencias de corrientes teóricas como naturaleza y sólo podía remitirse a las for-
el posmodernismo y el poscolonialismo, las mas exteriores de las cosas, las cuales esta-
prácticas historiográficas contemporáneas ban más relacionadas a la representación de
han transformando sus metodologías y sus un ideal. Aristóteles, por su parte, en su
parámetros de objetividad en tanto que el Poética, asocia la función de la mimesis con
pasado adquiere significado por medio de las acciones del género humano: mientras
sus representaciones. más plausible sea la trama, la mimesis o la
La representación cinematográfica tam- representación se acercaría más fielmente a
bién es el resultado de convenciones especí- dicha realidad.
ficas de un determinado tiempo y lugar, que La teoría intencionalista supone que el
están evidentemente ligadas a una ideolo- productor de la representación impone un
gía, en el sentido de la posición que ocupa significado único del mundo o del objeto
el sujeto en la trama discursiva que organiza representado a través de su uso del lenguaje.
su presente. Como en la literatura y el tea- Esta teoría supondría una ausencia de co-
tro, la representación cinematográfica tam- municación con el entorno social y difícil-
bién responde a ciertos géneros o escuelas mente se podría pensar que una representa-
en particular, por ejemplo el melodrama, ción porta un significado único y excluyente:
que se caracteriza por inducir la emotividad la del agente que la produce. La última gran
del espectador por medio del uso narrativo teoría que menciona Stuart Hall para el es-
del primer plano. tudio de las representaciones es la construc-
En el ámbito político, la representación tivista, la cual postula que ni las cosas o el
política alude al proceso por el cual los ciu- mundo exterior (para darle un sentido más
dadanos delegan su voluntad y sus intereses amplio a lo representable), ni los que usan
a un representante, destinado a sustituirlos el lenguaje pueden otorgar o dotar de un
en el ámbito de las grandes decisiones co- significado único e invariable al lenguaje.
lectivas. En este caso, el representante polí- En la base de esta teoría subyace que el sig-
tico ocupa el lugar de los ciudadanos por nificado del mundo exterior se construye a
medio de un conjunto de procedimientos través de sistemas de representacionales
autorizados desde el espacio público en el (Hall, Representation: 25).
ámbito de las llamadas “democracias repre- Con el trabajo de Ferdinand de Saussure
sentativas”. (1857-1913) en el área de la lingüística, la cons-
En su origen, las representaciones sociales trucción de significado fue relacionada con el
y culturales han sido objeto de estudio cons- lenguaje que, a su vez, fue definido como un
tante en tanto que habían sido consideradas sistema de signos. En términos de Saussure,
como un medio para acceder a una “verdad”, el lenguaje es parte de una estructura don-
una “esencia” o una “realidad”. Sin embargo, de el signo (en este caso, la palabra) estaría
la posibilidad de lograr el conocimiento de compuesto por el concepto o idea expresa-
esa “esencia” y la definición misma de esa da por un sonido o icono (significado) y la
“verdad/realidad” han estado, desde la anti- imagen acústica (significante). El mundo ex-
güedad, en el centro del debate en las discu- terior sólo adquiere significado al estar en
siones críticas sobre la representación. contraste con otros elementos dentro de una
Dentro del estudio de la representación estructura: el estudio de la relación entre el
se podrían señalar tres teorías principales (y signo y su referente (el objeto representado
generales): la mimética, la intencionalista y por el signo, es decir, lo que la palabra de-
la constructivista (Hall, Representation: 24- nota) proveería de un significado o sentido.
26). Según la filosofía griega la mimesis En síntesis, dentro de una estructura, todo
(mºmhsiq) era el proceso por el cual un len- signo sería una representación.
guaje, ya sea escrito o visual, imitaba la na- Muchos intelectuales siguieron el modelo
turaleza. En este sentido, el lenguaje cum- de Saussure dando origen al estructuralis-
plía con la función de imitar una verdad ya mo como marco teórico dominante a media-
existente en el mundo exterior. Sin embargo, dos del siglo XX, entre ellos, destacan Roland
para Platón, dada esta existencia de una ver- Barthes, Jacques Derrida, Michel Foucault y
252 REPRESENTACIÓN
del mundo, sobre todo hoy, que las imáge- Representation: Cultural Representations and
nes y los discursos han logrado conquistar Signifying Practices, Londres, Thousand Oaks/
una extensión tecnológica sin precedentes Sage-Open University, 1997; Lanzmann, Claude,
debido al desarrollo exponencial de las lla- “The Obscenity of Understanding: An Evening
madas tecnologías de información y comu- with Claude Lanzmann”, en Cathy Caruth,
nicación. Trauma: Explorations in Memory, Baltimore,
Johns Hopkins University Press, 1995, pp. 200-
OBRAS DE CONSULTA. Avelar, Idelber, “La prác- 220; Masiello, Francine, The Art of Transition:
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Pensar en/la postdictadura, Santiago, Cuarto de la transición (trad. Mónica Sifrim), Buenos
Propio, 2001, pp. 175-196; Barthes, Roland, Aires, Norma, 2001]; Taylor, Diana, The Archive
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(trad. Héctor Schmucler), México, Siglo XXI in the Americas, Durham, Duke University
Editores, 1981]; Burgos, Elizabeth, Me llamo Press, 2003; White, Hayden, El texto históri-
Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia, co como artefacto literario, Barcelona, Paidós,
México, Siglo XXI Editores, 2005; Gugelberger, 2003.
Georg M. (ed.), The Real Thing: Testimonial
Discourse and Latin America, Durham, Duke [FELIPE VICTORIANO;
University Press, 1996; Hall, Stuart (ed.), CLAUDIA DARRIGRANDI]
subalternismo Ranajit Guha pide prestado el concepto
gramsciano y lo utiliza para construir una
DESARROLLO GENERAL DEL TÉRMINO. A finales del relectura de la historia e historiografía de la
siglo XX, el término “subalterno” fue puesto India y proponer una nueva mirada sobre
en escena por el grupo de subalternistas de las relaciones entre hegemonía y dominan-
la India y su grupo de “Subaltern Studies”. cia. Su punto de partida es la definición del
Pero la genealogía del término se traza a diccionario conciso de Oxford, según la cual
Antonio Gramsci, el primero que lo utilizó en “subalterno” representa “al de rango infe-
un sentido teórico para referirse a la relación rior”. Guha lo usa para nombrar “el atribu-
entre hegemonía (gobierno por consenso) y to general de subordinación en las socieda-
dominancia (gobierno por la fuerza). Para des del Sureste Asiático ya sea que ésta se
Gramsci, subalterno es un término usado exprese en términos de clase, casta, edad,
en sentido colectivo, “grupo subalterno”. Un género, oficio o de alguna otra manera”
grupo subalterno es aquel que todavía no (Guha y Spivak: 35, traducción mía). El tras-
cobra conciencia de su fuerza y posibilida- paso de conceptos de entornos europeos a
des de desarrollo político y, por lo tanto, no otras regiones (que se debate como teorías
escapa la fase primitivista, entendida ésta viajeras) ocasiona grandes polémicas, pero
como el nexo entre ideología librecambista en este caso se explica en base a que la di-
y sindicalismo teórico, evidente particular- visión entre la Italia desarrollada y la sub-
mente en el ámbito italiano. Según Gramsci, desarrollada representa un caso idóneo para
es en el contexto sindicalista donde emerge teorizar los efectos desiguales del impacto
el concepto grupo subalterno, una vez más del desarrollo capitalista. Los frutos que rin-
concebido como aquel que dentro de esta de este traspaso se pueden palpar en el cam-
teoría no puede devenir grupo dominante o bio radical que experimenta la noción de
desarrollarse más allá de la etapa económica historia e historiografía cuando éstas se leen
corporativa para llegar a la fase hegemónico- desde lo subalterno –lo que Guha llama leer
política en la sociedad civil. Este impedimen- “en reverso” o “a contrapelo”– y la diferencia
to se debe a que en el movimiento sindicalis- que los conceptos de hegemonía y dominan-
ta teórico, la autonomía del grupo subalterno cia hacen palpables cuando se examinan a
se sacrifica a la hegemonía intelectual de la trasluz de la colonización y la poscoloniza-
clase dominante. La idea de la autonomía del ción. No sólo producen éstos cambios en la
grupo subalterno es sólo, para Gramsci, un noción disciplinaria sino que también po-
aspecto del liberalismo librecambista, pero a nen en cuestión el ejercicio mismo de la
él le sirve para desarrollar varios conceptos dominancia al hacer visibles las expectati-
importantes a su teoría política, tales como vas que ésta tiene de los grupos subalternos
el concepto de hegemonía (que ha de tener sobre los cuales se ejerce.
en cuenta los intereses y las tendencias de Dos definiciones de subalternidad que re-
aquéllos sobre los cuales se ejerce), el de li- velan el uso del término por las generacio-
brecambismo y sindicalismo, y la relación nes subsiguientes son, en el subalternismo
que ellos guardan respecto a la sociedad ci- asiático, la de Gyan Prakash que sostiene
vil y política, considerando la última como que: “debemos entender la subalternidad
trascendencia de la primera. como una abstracción usada para identifi-
[255]
256 SUBALTERNISMO
la cuestión indígena, a explorar los temas res, atrapados entre fuerzas opuestas. Dada
del multiculturalismo, la diferencia como esta polaridad los frentes populares tienen
práctica social y hermenéutica y el debate que mediar y elegir respuestas insatisfacto-
sobre la poscolonialidad. rias a las fuerzas que representan—tal el
Para Walter Mignolo, subalternismo sig- caso del Frente Sandinista nicaragüense que
nifica la posibilidad de establecer un víncu- ella estudia. Propone que los frentes popu-
lo teórico con las diferentes regiones perifé- lares tienen que disolverse como frentes
ricas afectadas por la colonialidad del poder; para ser partidos y tomar partido por uno
cruzar fronteras y poner a conversar a los de sus componentes. Así, los frentes popu-
afines, quienes añaden matices a la misma lares tan caros a Gramsci para lograr la he-
discusión central. Sus puntos de debate son: gemonía de lo popular, no pueden ser polí-
1] recuperar las especificidades históricas ticamente radicales en situaciones de
continentales; 2] reconocer el trabajo de los polarización de fuerzas. Son coaliciones co-
latinoamericanos en referencia a la colonia- yunturales que sirven para efectuar transi-
lidad del poder; 3] poner en escena que la ciones de poder.
modernidad no empieza en el siglo XVIII sino Alberto Moreiras habla de los estudios
en el XVI (Darker Side). subalternos en relación con la discusión en-
Para Florencia Mallon el encanto de los tre lo global y lo local, lo particular y lo uni-
estudios subalternos es que la propuesta vie- versal. Propone, con Žižek que “cada polo
ne de intelectuales basados en el “tercer mun- del antagonismo es inherente a su opuesto”
do”, y que ofrece una posibilidad de diálogo (71). De ahí la noción de doble articulación
transregional, en el que hay que prestarle o registro doble que “permita al subalternis-
atención a los contextos específicos. Advierte ta comprometerse simultánea y distinta-
de la peligrosidad de los préstamos y propo- mente con la negatividad radical y con la
ne una reflexión sobre los mismos campos positividad estratégica” (“Hegemonía”: 77).
disciplinarios. Cuestiona en el subalternismo El reto de esta posición es cómo relacionar
la mirada desconstruccionista por considerar los campos hermenéuticos con los políticos;
que destruye las suposiciones centrales del cómo demostrar que la noción de subalter-
propósito político del grupo, como la autono- nidad, no se confina al horizonte dialéctico
mía de las prácticas subalternas respecto de entre lo local y lo global.
la cultura de élites (Campesinado). José Rabasa expone: 1] cómo la necesi-
John Beverley examina: 1] la relación en- dad de habitar mundos múltiples es una
tre capitalismo y socialismo en conexión con característica de los espacios y discursos
la modernidad –y argumenta que ésta es pro- subalternos; 2] cómo la coexistencia de di-
ductora de subalternidades–; 2] la “heteroge- ferentes mundos en los discursos subalter-
neidad radical”, que contrapone a la “razón” nos implica un iluminismo desiluminador;
del estado moderno o razón comunicativa de 3] cómo toda postulación de un sistema o
Jürgen Habermas –y argumenta la imposibi- ideología dominante constituye en última
lidad de pensar al subalterno dentro de la instancia una engañifa –una ilusión óptica–.
sociedad civil–; 3] la subalternidad dentro de Propone que los estudios subalternos son
la noción de hegemonía de Antonio Gramsci desaprendizajes teóricos, por ejemplo, el del
–y argumenta la posibilidad de que el subal- subcomandante Marcos y los ladinos en las
terno acceda al poder–; 4] la posición del selvas lacandonas. Mundos múltiples presu-
subalterno dentro de la discusión de la mul- men coexistencia de espacios híbridos; no
ticulturalidad. Beverley muestra que desde celebración de síntesis cultural, sino incon-
ninguna posición de poder se puede pensar mensurabilidades. No es lo mismo pensar
al subalterno. Subalterno es un sujeto eva- en una lengua que en otra, no es lo mismo
nescente que se escabulle en cuanto se quie- escribir que pintar. Diferentes lenguas par-
re apresar en una representación. Subalterno ticipan de diferentes lógicas y grados de ra-
es, por lo tanto, un aparato heurístico que cionalidad.
sirve para mostrar las aporías del pensa- Javier Sanjinés considera la represen-
miento hegemónico (subalternismo). tación étnica en Bolivia y las maneras de
María Josefina Saldaña propone una lec- pensar lo nacional étnico en relación con
tura élite/subalterna de los frentes popula- la articulación que las clases letradas e in-
SUBALTERNISMO 259
telectuales (élites) hacen de lo europeo y de la sociedad postrabajo hay que mirar desde
lo autóctono indio, mestizo, criollo, cholo. la óptica de la marginalidad, desde la dro-
Las tres categorías a diferenciar son indio, gadicción, desde la historia sin futuro, des-
mestizo y cholo (subalterno). No se confun- de la comida grasosa, desde el mercado que
de mestizo y cholo, pero sí se funde mestizo gratifica. ¿Qué propósito sirve permanecer
y criollo. Despensar, desleer, negociar, son en el dolor cuando el placer es una de las
los métodos recomendados. Lo fundamen- armas con las que el subalterno responde a
tal es la “representación de lo autóctono”. lo hegemónico?
¿La mirada es siempre señorial, o es posi- Los trabajos subalternistas muestran cla-
ble una mirada subalterna? La primera es ramente que la integración del subalterno es
clásica y la segunda barroca y carnavalesca. imposible, que el mandato de las élites es
Sus cuerpos grotescos y dislocados provie- mantener lo hegemónico y que esto significa
nen de sensibilidades populares “preñadas producir y reproducir las heterogeneidades
de opuestos”. constitutivas de un mundo en el que pre-
Robert Carr muestra la desconstrucción domina el “lag-time” de Homi Bhabha, los
del sujeto en la posmodernidad. Carr em- desencuentros de la modernidad y las tem-
pieza su trabajo con un acontecimiento: un poralidades desfasadas. Pero, ¿quiere decir
hombre joven entra a una carnicería en un esto que el trabajo de los subalternistas se
pueblo, pone la cabeza bajo la hoja afilada limitará entonces a subrayar las aporías de
del cuchillo del carnicero y se suicida. Este la modernidad? ¿Es posible volver a la uto-
evento habla de la imposibilidad del sujeto pía? ¿El subalternismo está también atra-
de sentirse o hacerse su mundo e implica pado en esa dialéctica de las élites y pre-
que la modernidad es una relación de in- gunta desde arriba, desde la modernidad,
conformidad entre el mundo y el sujeto. La el desarrollo, el capitalismo, el socialismo,
modernidad expulsa al sujeto de su casa y las hegemonías, el estado, la sociedad civil
sentirse de nuevo en casa es uno de los re- o la colonialidad del poder cómo ver, oír, y
tos de la posmodernidad. Mientras que la hasta sentir a los subalternos? ¿Cuáles son
constitución del sujeto en la modernidad es los espacios del pensamiento sobre la sub-
ilustrada y se establece dentro del campo alternidad? ¿Desde dónde pensar una socie-
de relaciones signadas por la afabilidad y la dad raigalmente heterogénea e igualitaria?
comunicación, en la posmodernidad la ac- ¿Desde dónde organizar el pensamiento y
tuación de género confiere gravedad a la ya la vida que no sea el de la heterogeneidad
álgida situación de un cero positivo, y es el contenida de los guetos? Éstos son algunos
cuerpo mismo el que padece la injusticia de los retos.
por mano propia o la de los vecinos.
María Milagros López articula la rela- OBRAS DE CONSULTA. Beverley, John, Subalternity
ción intelectuales/subalternos, ciudadanía/ and Representation: Arguments in Cultural
gobernabilidad. Habla de la sociedad “pos- Theory, Durham-Londres, Duke University
trabajo” –en Puerto Rico, la mitad de la Press, 1999 [Subalternidad y representación:
población adulta está estructuralmente des- debates en teoría cultural (trad. Marlene Bei-
empleada– y de la ingobernabilidad que se za y Sergio Villalobos-Ruminott), Madrid/
predica sobre un sujeto opaco, carente de Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert,
intereses en común, situado más allá de la 2004]; Gramsci, Antonio, A Gramsci Reader:
racionalidad comunicativa. López propone Selected Writings, 1916-1935, Londres, Law-
repensar la insurgencia desde la persuasión; rence and Wishart, 1988; Guha, Ranajit,
de ahí la invención del placer como forma “Dominance without Hegemony and its
de justicia. El placer es uno de los lugares Historiography”, Subaltern Studies VI, Delhi/
desde donde la rebelión es posible. López Londres, Oxford University Press, 1989, pp.
opone ideas como alienación, conciencia 210-309; Guha, Ranajit, Elementary Aspects of
falsa o de clase que no mitigan el sufri- Peasant Insurgency in Colonial India, Delhi,
miento humano. La alienación, único lugar Oxford University Press, 1992; Guha, Ranajit
asignado a la subjetividad, la revolución y y Gayatri Spivak, Selected Subaltern Studies,
la negación son formas élites de mirar hacia Oxford, Oxford University Press, 1988; Latin
abajo, son técnicas de subalternización. En American Subaltern Studies Group, “Founding
260 SUBALTERNISMO / SUBJETIVIDADES
teme logocéntrica como el archivo crítico especial, un modo de concebir al sujeto que
y literario con el que Hoggart trabaja, no ya no admite posiciones esencialistas o in-
obstante, presenta la ventaja de plantear la manentes.
subjetividad como noción (y percepción) En la tradición de miradas latinoameri-
construidas en el discurso y en las prácticas. canas, son los estudios coloniales los que
Asimismo, llama la atención sobre aquellos trabajaron de forma privilegiada el proble-
modos del habla que funcionan como cifra ma de la constitución de nuevas subjetivi-
de la identificación y la diferencia, enfati- dades (inéditas, conflictivas, cambiantes) a
zando lo que de activo hay en dichos usos. partir de la experiencia de conquista y el
Esta concepción no complaciente (aunque orden colonial posterior. Haciendo un apro-
tampoco exenta de nostalgia) de las subje- vechamiento de la distancia que separa al
tividades populares, tiene especial eco en investigador de su objeto, dichos estudios
los trabajos de Stuart Hall, quien retoma y capitalizaron la alteridad radical a la que los
amplía el problema (véase, p. ej. “Notas”). textos coloniales nos enfrentan e intersec-
Hall es particularmente persistente en sus taron las reflexiones en torno al sujeto con
relecturas de las categorías marxistas de las reevaluaciones de las nociones de discur-
“clase” o “cultura”, así como en el planteo so, texto, contexto, autor, estilo, género. En
de que los modos estructurados de concep- este marco, de la mano de las propuestas de
ción de la subjetividad (popular) eliden el Homi Bhabha (“The Other”) y Peter Hulme,
conflicto, la resistencia, la negociación y la retomadas por Rolena Adorno, se arriba a la
aceptación, siempre vinculados a los dis- definición de “sujeto colonial”, vinculada a la
cursos hegemónicos y a la experiencia de la teoría de la enunciación, al análisis discursi-
desigualdad. Esta instancia de los estudios vo y a una “descripción densa” de los textos
culturales percibe la subjetividad en térmi- (Geertz), que tiene en cuenta el entramado
nos heterogéneos, plurales, no autónomos; cultural y social en el que éstos se confor-
es decir, de modo relacional. En trabajos man. La noción de “sujeto colonial” enmar-
posteriores, se arriba a una concepción de ca entonces al colonizado y al colonizador y
subjetividades difusas o en constante redefi- define, de modo privilegiado, una situación
nición, vinculadas tanto a la etnicidad como de enunciación que escenifica la percepción
a desplazamientos y migraciones (Hall y du de la alteridad tanto como la desigualdad
Gay; véase también raza/etnicidad, en este en el acceso al espacio (textual) de quien
volumen). enuncia. Si bien estos estudios parten de
Este punto, crucial en la definición de una concepción binaria de la identidad y la
la “subjetividad” como categoría, vincula alteridad –tal como se concibe en el siglo
los estudios culturales con la perspectiva XVI–, el análisis detallado de cartas, cróni-
poscolonial (véase poscolonialismo en este cas, relaciones, descripciones geográficas y
mismo volumen). Así, aunque con tradi- todo tipo de textos de orden legal, jurídico
ciones teóricas diferentes –aunque no por o histórico muestra entramados discursivos
completo disímiles–, desde mediados de los (y culturales) en los cuales la subjetividad se
años setenta se instala en la agenda de las conforma de manera cambiante y compleja,
discusiones académicas la concepción de a veces entre distintos textos, a veces al in-
la subjetividad “fuera de lugar” (Said, Out terior de cada uno de ellos. En este sentido,
of Place); del “entre lugar en el discurso los textos coloniales escenifican sujetos en
latinoamericano” (Santiago, Entrelugar); la desplazamiento territorial y textual, ilumi-
noción del “sujeto heterogéneo” (Cornejo nando una zona de clivaje en la producción
Polar, Escribir). En definitiva, en distintos de subjetividades, que tanto tiene de conti-
campos culturales (véase campo cultural en nuidad con imaginarios anteriores como de
este mismo volumen) se atiende a subjetivi- rupturas y constitución de nuevos órdenes.
dades entre mundos, en constante despla- También desde los estudios coloniales
zamiento con respecto a definiciones y an- –pero en una perspectiva que acentúa la lla-
claje de sentidos. Por supuesto que ingresa mada “semiosis colonial”–, Walter Mignolo
aquí la reflexión sobre las migraciones y los propone el análisis de los “sujetos dicentes”
movimientos territoriales en el ámbito de la y sus roles sociales, es decir, aquellos aspec-
globalización, pero también se conforma, en tos que hacen “al decir (al sujeto dicente), lo
262 SUBJETIVIDADES
cual trae consigo las funciones o papeles so- analizado con mirada crítica (Said, El mun-
ciales (quienes están en condiciones de de- do)– de los modos en que los discursos con-
cir qué) y de las formas de inscripción (cuál figuran subjetividades e instalan al otro en
es la materialidad en la cual se inscriben una alteridad que es tanto exotismo como
los actos dicentes)” (Mignolo, “Decires”). mito, diferencia y desigualdad en las cuales
Las distintas textualidades actualizan y con- se legitima el proyecto imperialista. Entre
forman múltiples modos de la subjetividad sus numerosos aportes, Said reformula la
dicente, entrecruzando las modalidades del noción de canon al advertir sobre la con-
decir: el “poder decir” estrechamente vincu- cepción que la cultura occidental (anglófo-
lado al “saber decir”, como advierten mu- na) ha planteado en torno a otras culturas, y
chas crónicas en prólogos, dedicatorias y sus mecanismos –siempre etnocéntricos– de
cartas, entre el tópico y el reconocimiento construcción discursiva de identidades. Su
de jerarquías. Esos papeles sociales, inscri- lectura crítica y su apuesta metodológica
tos en la discursividad, muestran también recuperan una tradición que incluye lo oc-
el esfuerzo de los sujetos coloniales por cidental junto a otros archivos, en constante
organizar nuevos modos de la identidad articulación con la concepción del intelec-
en un orden colonial temprano, en perma- tual como sujeto “fuera de lugar” (Said, Out
nente reacomodamiento. En ese esfuerzo, of Place). Esta extemporaneidad, esta subje-
los sujetos colonizados proponen una sín- tividad desplazada, funciona como metáfora
tesis de posiciones sociales, de acuerdo con y condición de posibilidad de la producción
cosmovisiones autóctonas en las que pre- de conocimiento: capitalizar o producir una
domina la implicación antes que la expli- distancia que permita leer al objeto más allá
cación (Johansson); la inclusión antes que de significados obvios o de usos canónicos.
la diferencia (León-Portilla, “Imágenes”); la Contra las perspectivas binarias con que la
síntesis antes que el despliegue. Esas estra- razón ilustrada ha concebido lo diferente,
tegias de percepción del otro, funcionales y Said aboga por una acercamiento al otro a
de enorme posibilidad de adaptación en los partir del conocimiento de la cultura otra,
primeros momentos de las “sociedades frac- en una lógica que propone una compleja ar-
tales posconquista” (Gruzinski y Bernard), ticulación entre lo simbólico y lo social.
redundaron empero en una menor eficacia Entrecruzado con esta lectura y con las
en la resistencia ante la desigualdad (prác- propuestas de los estudios de la subalterni-
tica y simbólica) que el orden colonial im- dad –tal como son planteadas por Ranajit
ponía (Klor de Alva). Dichos modos de la Guha, por ejemplo (véase, en este volumen,
subjetividad, marcados por el conflicto, la subalternismo)–, se configura la definición
disidencia, la negociación, la pérdida, ini- del sujeto subalterno. Este aparece entonces
cian la definición diacrónica en términos de como “múltiplemente articulado” (Ileana
sujetos fuera de lugar, “entre lugar” (nepan- Rodríguez: 254, en este Diccionario): enten-
tla), migrantes, desplazados. dido desde el conflicto (Guha, “Prefacio”);
La primera noción de esta enumera- como metáfora de la imposibilidad del saber
ción nos remite a los estudios poscolonia- y del decir (Moreiras, Exhaustion); como
les tal como fueran planteados por Edward espacio (textual y simbólico pero también
Said, y a sus inflexiones latinoamericanas. material) donde leer la colonialidad del sa-
Para centrarnos sólo en uno de los textos ber y del poder (Mignolo, Historias locales).
más conocidos, recordemos que el térmi- Ingresa también aquí la eterna pregunta
no “orientalismo” tiene múltiples articula- de los estudios culturales sobre el habla
ciones y define tanto una “invención”, una del subalterno planteada, desde diferentes
imagen sobre el otro, un imaginario, como presupuestos teóricos, disciplinares y epis-
un modo discursivo de configurar el mun- temológicos, por Michel de Certeau (Cultura
do, en estrecha relación con la expansión en plural) y por Gayatri Spivak (“Can the
imperialista (Said, Orientalismo). Con esto Subaltern Speak?”).
como premisa, Said da cuenta –a través de La segunda noción nos remite a la tradi-
análisis textuales basados en el abordaje fi- ción de la ensayística latinoamericana, con
lológico-histórico y comparatístico, es decir, la cual los estudios culturales entroncan y
en tradiciones caras al mundo occidental, discuten, y en la que abrevan. En la primera
SUBJETIVIDADES 263
mitad del siglo XX, el problema de la defini- tanto un “desborde de sentimientos” como
ción de subjetividades se manifestó a través la posibilidad de la autorreflexión y la auto-
del ensayo de interpretación (Weinberg), en nomía, lo que se encuentra en la cultura
inscripciones textuales que buscaban confi- latinoamericana, sin embargo, es “un sujeto
gurar una problemática identidad latinoa- complejo, disperso, multiforme” (Cornejo
mericana, atenta a la mezcla y a la hetero- Polar, Escribir), concebido en un eje diacró-
geneidad. Empero, estos ensayos –entre los nico que incluye (pero excede) la razón ilus-
cuales destacan las aproximaciones de Eze- trada. Por lo tanto, leer las representaciones
quiel Martínez Estrada, José Vasconcelos, y los discursos también implica analizar los
Alfonso Reyes o Pedro Henríquez Ureña– modos en que este sujeto heterogéneo se
concebían aún la subjetividad de forma to- configura en ellos, así como sus evidentes
talizante, y buscaban un espacio de síntesis contradicciones.
y armonización de las contradicciones, en Esta compleja noción de la subjetividad,
nociones como la de “mestizaje”, por ejem- vinculada fuertemente a la experiencia lati-
plo (véase cuerpo, en este Diccionario). A noamericana, se acentúa y complejiza con
partir de los años sesenta, estas perspectivas el concepto de “sujeto migrante” al que
fueron revisadas, en especial desde la crítica Cornejo Polar arriba en sus últimos traba-
literaria; allí se puso en cuestión dicha bús- jos. Como señala Raúl Bueno, “la idea con-
queda armonizadora y comenzó a abogarse comitante es que dicho concepto, elaborado
por un acercamiento que iluminara conflic- por el autor durante los últimos años de su
tos y contradicciones. En esa situación, una vida, es el resultado de la evolución natu-
de las voces críticas más lúcidas es la del ral de su pensamiento sobre la categoría de
peruano Antonio Cornejo Polar. En una pro- la heterogeneidad. Bien visto, consiste en la
puesta diacrónica de análisis de objetos lite- incorporación de la heterogeneidad en un
rarios y culturales, Cornejo Polar piensa las mismo sujeto, como consecuencia del acto
crónicas de la conquista del Perú pero tam- de migrar. El sujeto, así, es entonces inter-
bién toda la literatura peruana desde una namente heterogéneo” (“Sujeto”: 173; cur-
concepción que ve en la multiplicidad y el sivas en el original). Así, la experiencia de
conflicto su principal articulación. Propone desplazamientos, migraciones y viajes que
entonces la categoría de “heterogeneidad constituye la génesis misma de la historia
enunciativa”, por la cual entiende una serie continental desde que Colón arribara a la
de discursos, literarios, en principio, marca- isla de Guanahiní, adquiere una funciona-
dos por distintas concepciones y filiaciones lidad central en la definición de subjetivi-
(véase heterogeneidad en este Diccionario). dades, en especial lo que concierne a los
Discursos que se producen en la tensión in- grandes movimientos poblacionales del si-
herente a las sociedades latinoamericanas y glo XX. Esta mirada (que es también fruto de
que tienen su comienzo en la conquista de cierta experiencia autobiográfica en virtud
América como hecho histórico de compleja del desplazamiento hacia la academia norte-
y disímil relación entre sujetos, sociedades americana) acentúa aún más la heterogenei-
y visiones de mundo. En los relatos del “en- dad y conflictividad del sujeto, perceptible
cuentro” de Cajamarca, el autor lee una pro- en discursos de múltiple naturaleza, todos
blemática continuidad que define la consti- con un eje conductor común: la extrañe-
tución de subjetividades en el continente. za, el cambio, la experiencia de ser en otra
Así, señala que, en este diálogo “están in lengua y volver, entonces, sobre la propia
nuce los grandes discursos que desde hace lengua (sobre la propia visión de mundo)
cinco siglos tanto expresan como constitu- en forma reflexiva. Esta perspectiva proble-
yen la abismada condición de esta parte del matiza las nociones quizá más conciliadoras
mundo y las inevitables disonancias y con- de “mestizaje” y “transculturación” (Rama,
tradicciones de las varias literaturas que Transculturación) y acentúa la configuración
aquí se producen” (Cornejo Polar, Escribir: de un nuevo lugar de enunciación: múltiple,
30). Si como ya señalara Octavio Paz en su incómodo, un entre-lugar que es espacial,
análisis de la obra de Sor Juana (Sor Juana), cultural y lingüístico. Se constituye así un
la percepción moderna de la subjetividad discurso que es “radicalmente descentrado,
está vinculada al yo romántico que implica en cuanto se construye alrededor de ejes va-
264 SUBJETIVIDADES
rios y asimétricos, de alguna manera incom- gunta por nuevas subjetividades (y la am-
patibles y contradictorios de un modo no pliación de lo decible y lo enunciable)
dialéctico” (Cornejo Polar, “Una heteroge- configura también un lugar de enunciación
neidad”: 843), en una tensión que no busca desde el cual el cronista da cuenta de la
la resolución sino la lucidez y la crítica. complejidad de una ciudad que es muchas
Por último, queremos llamar la atención ciudades, coexistentes, superpuestas (como
sobre otro de los modos de narración y un palimpsesto); en términos de Néstor
constitución de subjetividades, que vincula García Canclini (Imaginarios): una “ciudad
los estudios culturales con propuestas esté- histórico-territorial”, una “ciudad indus-
ticas y literarias. En la atención a los nuevos trial”, una “ciudad informacional o comuni-
modos de subjetividad estructurados a par- cacional”. Las miradas de Pedro Lemebel en
tir de la experiencia de las megalópolis lati- Chile, Edgardo Rodríguez Juliá en Puerto
noamericanas desde la segunda mitad del Rico, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis
siglo XX, los estudios culturales han incluido en México –por nombrar solo algunos–, se
propuestas estéticas vinculadas a la defini- valen de este género y esta tradición para
ción de un sujeto popular: nos referimos a narrar nuevas formas de la subjetividad (y
las crónicas latinoamericanas de los últimos de la aglomeración, la multitud y la ciuda-
treinta años del siglo pasado. Si toda cróni- danía), y para configurar, desde la perspec-
ca coloca en primer plano la subjetividad y tiva letrada, un decir no excluyente sino
la singularidad del cronista, este locus de inclusivo, colocando, entonces, “lo marginal
enunciación se vuelve doblemente proble- en el centro” (Monsiváis, Entrada).
mático en el caso de que el objeto sea la Más allá de los distintos enfoques, lo que
cultura popular, constituyendo entonces un la noción de subjetividad pone en juego (y
“texto fronterizo” en el marco de una serie en disputa), entre muchas otras cuestiones,
de “narrativas en crisis” (Reguillo, “Textos”: es la viabilidad de la definición y la demar-
62), crisis concomitante con la reformula- cación: en verdad, la posibilidad de conoci-
ción de los conceptos de nación, identidad, miento mismo, más allá de la opacidad y de
modernidad, etc. La crónica urbana con- la incompletud que define a la representa-
temporánea (de la segunda mitad del siglo ción. En América Latina, hablar de subjeti-
XX al menos) surge en el marco de un cam- vidades (tanto diacrónica como sincrónica-
bio social ligado al incremento de los des- mente) es aludir a conflictos, desigualdades,
plazamientos, a los fenómenos urbanos de resistencias, también a negociaciones –siem-
incesante crecimiento demográfico (García pre enmarcadas en las condiciones materia-
Canclini, Imaginarios), y vuelve sobre las les de las prácticas y los discursos–. Si, como
formas populares del relato para contar la señala Beatriz Sarlo, los sujetos “hacen lo
vida cotidiana a través del soporte del me- que pueden con lo que tienen” (“Retomar el
lodrama (Martín Barbero, De los medios). debate”), la noción de subjetividad en los
Esto es posible puesto que la voz narrativa, estudios culturales obliga tanto a revaluar la
además de no ser unívoca, permite el ingre- tradición occidental y logocéntrica como a
so de la ironía y el humor y admite estrate- reavivar el debate (cultural y político) con
gias textuales de montaje, collage y super- respecto a las condiciones de accesibilidad
posición de enunciadores, constituyendo a los bienes materiales y simbólicos en el
una subjetividad popular que entrecruza poco alentador escenario latinoamericano
procesos de modernización, gramáticas e de comienzos de milenio.
imaginarios tomados de la industria cultu-
ral, tradiciones refuncionalizadas. La cróni- OBRAS DE CONSULTA. Adorno, Rolena, “El su-
ca narra entonces aquellos sujetos que han jeto colonial y la construcción cultural de
estado excluidos de las grandes teorías so- la alteridad”, Revista de Crítica Literaria
bre la sociedad: lo “popular no representa- Latinoamericana, año XIV, 2o. semestre, 1998,
do” y “lo popular reprimido” –para decirlo pp. 55-68; Bhabha, Homi, “The Other Question:
en términos de Guillermo Sunkel y desde el Difference, Discrimination and the Discourse
cruce entre estudios culturales y estudios de of Colonialism”, en Peter Hulme, Margaret
la comunicación (véase medios de comuni- Iversen y Diane Loxley (eds.), Literature,
cación en este mismo Diccionario)–. La pre- Politics and Theory, London, Methuen, 1988,
SUBJETIVIDADES 265
pp. 148-172; Bueno, Raúl, “Sujeto heterogé- Sage, 1996 [Cuestiones de identidad cultu-
neo y migrante: constitución de una categoría ral, Buenos Aires, Amorrotu, 2003]; Mignolo,
de estudios culturales” en Revista de Crítica Walter, “Decires fuera de lugar: sujetos dicen-
Literaria Latinoamericana, año XXV, núm. 50, tes, roles sociales y formas de inscripción”,
1999, pp. 173-194; Certeau, Michel de, La cul- Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,
tura en plural (trad. Rogelio Paredes), Buenos núm. 41, 1995, pp. 9-32; Said, Edward, El mun-
Aires, Nueva Visión, 1999; García Canclini, do, el texto y el crítico (trad. Ricardo García
Néstor, Imaginarios urbanos, Buenos Aires, Pérez), Barcelona, Debate, 2004; Said, Edward,
Eudeba, 1998; Geertz, Clifford, La interpreta- Out of Place: A Memoir, Nueva York, A. Knoff,
ción de las culturas (trad. Alberto L. Bixio)¸ 1999 [Fuera de lugar: memorias (trad. Xabier
Barcelona, Gedisa, 1987; Gruzinski, Serge y Calvo), Barcelona, Grijalbo, 2001]; Spivak,
Carmen Bernand, Historia del Nuevo Mundo: Gayatri, “Historia”, en Nara Araújo y Teresa
del descubrimiento a la conquista: la experiencia Delgado (comp.), Textos de teorías y crítica
europea, 1492-1550, México, Fondo de Cultura literarias. Del formalismo a los estudios pos-
Económica, 1996; Guha, Ranajit, “Prefacio a los coloniales, México, Universidad Autónoma
estudios de la subalternidad”, en Silvia Rivera Metropolitana-Iztapalapa/Universidad de La
Cusicanqui y Rossana Barragán (eds.), Debates Habana, 2003, pp. 659-792 [originalmen-
poscoloniales: una introducción a los estudios te publicado en Gayatri Spivak, A Critique
de la subalternidad (trad. Raquel Gutiérrez, of Postcolonial Reason: Toward a History of
Alison Spedding, Ana Rebeca Prada y Silvia the Vanishing Present, Cambridge, Harvard
Rivera Cusicanqui), La Paz, Sephis/Aruwiyri, University Press, 1999, pp. 198-311].
1997, pp. 23-24; Hall, Stuart y Paul du Gay
(eds.), Questions of Cultural Identity, Londres, [VALERIA AÑÓN]
teoría queer Queer Nation también fue una reacción
ante cierto esencialismo que se manifestaba
El vocablo inglés “queer”, cuya definición en el activismo sobre el sida y en la militan-
básica se traduce al español como “extraño”, cia gay en general (la que insistía definirse
“excéntrico”, “misterioso”, “sospechoso” o, a través de identidades fijas y el binario hé-
en su uso más común, “raro”, se ha emplea- tero/homo). Como muchos de los infecta-
do desde principios del siglo veinte para dos se identificaban como homosexuales, y
referirse también a la homosexualidad, o como se estaban muriendo, éstos no quisie-
más bien a lo sexualmente heterodoxo en ron aliarse con otros grupos que no se en-
general (véase Gay New York del historiador contraran en condiciones tan desesperadas,
George Chauncey: 15-16). Por ser demasia- a pesar de obvias similitudes en estatus de
do escandalosos los denominadores más marginalizados. Además, esta identidad gay
explícitos, se ha preferido en ciertos ámbi- era siempre más relevante entre los hom-
tos el término queer. En el ambiente “puri- bres blancos y acomodados que entre gru-
tano” de Estados Unidos en la primera mi- pos sociales de otras razas, niveles de ingre-
tad del siglo XX, donde se originó esta sos e identidades de género. Los integrantes
acepción sexualizada de la palabra, por la de Queer Nation insistieron en rechazar las
incomodidad que evocaban los asuntos identidades binarias (hombre/mujer, hétero/
sexuales en general y la diversidad sexual en homo, masculino/femenino, activo/pasivo,
particular, la palabra asumió un tono des- etc.) al plantear y asumir identidades más
pectivo. Lo queer entonces era lo anormal, fluidas y más variadas. Los queers de Queer
lo diferente, lo perverso y por eso su pro- Nation representaban toda categoría de los
nunciación implicaba una repulsión. sexualmente marginados, los heterodoxos,
Alrededor de 1990, en plena época de la los no convencionales, los anormales.
militancia de los grupos que protestaban la Inconformes tanto con la homofobia
falta de atención a la epidemia del sida en como con la política de identidad gay, su
Estados Unidos, un nuevo grupo, medio propósito principal no fue el de reclamar
anárquico, de desobediencia civil se formó derechos, es decir los de la igualdad para los
en Nueva York, llamándose Queer Nation. gays, sino el de interrogar radicalmente las
La retórica estrepitosa de este grupo refleja- categorías sexuales, las clasificaciones po-
ba la urgencia del momento, cuando los pulares de identidad sexual y desafiar las
hombres homosexuales y sus aliados en la diferentes instituciones –incluso las de “re-
lucha sobre el sida (es decir, las lesbianas, sistencia”– que promulgaban tales catego-
los bisexuales, los transgéneros, entre otros) rías (es decir, que tanto las agencias guber-
asumieron una nueva consciencia política namentales de salud pública como el Center
ante los efectos más nefastos de la homofo- for Disease Control, como las organizacio-
bia. Los homófobos, entre ellos varios pode- nes comunitarias como la Gay Men’s Health
rosísimos líderes políticos y religiosos, esta- Crisis). Retomaron el vocablo queer, apode-
ban dispuestos a dejar morir a los que se rándose de lo que antes se había usado para
enfermaban de sida, simplemente porque agredirlos, y convirtiendo su significado en
eran diferentes (queers) y por consiguiente un calificativo positivo. La diferencia se ce-
“inmorales”. lebraba; la política de identidad se rechaza-
[266]
TEORÍA QUEER 267
totalidad. Después de Sedgwick, la práctica cir que los cuerpos no tengan influencia en
de queer reading, es decir, de interrogar lo los papeles que los sujetos asumen (de ahí
aparentemente ortodoxo desde una pers- el título del libro). Tampoco imposibilita la
pectiva que reconoce que lo raro se puede formación de comunidades de necesidades
encontrar, escondido, en cualquier lado, se compartidas. La política de identidad (la
popularizó inmensamente, sobre todo en que asume un conjunto de deseos políticos
los departamentos de letras de la academia compartido por una comunidad de gente de
anglófona. la misma identidad fija) se había puesto en
El otro libro de gran influencia que se pu- crisis ya que la noción de lo homosexual re-
blicó en 1990 fue más bien una interrogación sultaba tan problemática como la de lo he-
teórica de las nociones de identidad de géne- terosexual. Sin embargo, Butler arguye que
ro lanzada desde el feminismo, la filosofía y conviene a veces asumir posiciones de falsa
el psicoanálisis. La autora de Gender Trouble identidad compartida para poder formar co-
(El género en disputa), Judith Butler, se dedi- munidad de sujetos de intereses comparti-
có a la deconstrucción del concepto de géne- dos y luchar juntos.
ro por medio de un diálogo meticuloso con Lo queer entonces mantiene su poder de
varios pensadores distinguidos en múltiples unir no sólo a la gente homosexual, sino a
campos: los psicoanalistas Sigmund Freud individuos de diversas identidades y deseos
y Melanie Klein, las feministas Simone de sexuales. Los que se identificaban como gays
Beauvoir y Julia Kristeva, el historiador y ahora sí se aliaban con las lesbianas, los
filósofo Michel Foucault, el antropólogo bisexuales, los transgéneros, los sadomaso-
Claude Lévi-Strauss, entre otros, y termina quistas, los intersexuales, en fin, con todos
con un estudio olvidado, hecho por la antro- los que se incomodaban bajo los códigos
póloga estadunidense Esther Newton, el cual muchas veces no escritos de la “heteronor-
es provocador por su tema controversial; en matividad”, término que se refiere a la fuerza
el libro, Mother Camp: Female Impersonators normativa para universalizar la heterosexua-
in America (1972), trató el modo de vida de lidad ortodoxa, la que ha sido fundamental
los travestis (drag queens) que actuaban en para muchas religiones, proyectos naciona-
los antros urbanos. Butler, al releer la actua- les y ramas de la ciencia (Warner: xxi).
ción del travesti, identificó una articulación La visibilidad de los activistas en la época
plenamente artificial del género por la que del sida, la inmensa resonancia de los libros
definió la identidad de género (masculini- de Sedgwick y Butler (entre otros) y una nue-
dad/feminidad) no como aspecto esencial o va presencia pública de la diversidad sexual,
biológico del sujeto, ni tampoco como mera sobre todo en los medios masivos (el cine,
construcción ideológica absorbida a través la televisión, los videos musicales), provoca-
de la educación, sino como un performan- ron una explosión de curiosidad intelectual,
ce, es decir, una actuación aprendida a nivel la cual se manifestó en congresos y simpo-
subconsciente o realizada conscientemente sios, nuevos cursos y talleres, y un sin fin
por parte del sujeto. Este aspecto performa- de artículos y libros, ahora publicados por
tivo de género también llamó mucha aten- revistas (la revista GLQ: A Journal of Lesbian
ción ya que rompió con los debates eternos and Gay Studies se fundó a principios de
del determinismo contra el constructivismo, los años noventa –y por poco sus editores
lo cual tenía implicaciones importantes para fundadores la titularon Queer Quarterly–
la política de la identidad. véase a Dinshaw) y editoriales académicas
Otro libro de Butler de 1993, Bodies That de prestigio (un artículo de The Chronicle
Matter (Cuerpos que importan), siguió la of Higher Education de 1992 señala cinco
misma onda deconstructivista, pero ahora series de libros sobre temas sexuales que se
con una conciencia más abiertamente queer, fundaban en esa época; véase a McMillen).
reiterando, por ejemplo, que el hecho de que En diversas disciplinas, la sexualidad em-
no haya una esencia biológica que predeter- pezó a interrogarse con asiduidad, y se ha-
mine la identidad (ni mucho menos una cía desde este nuevo ángulo de lo queer: se
identidad que tenga que conformarse dentro estudiaban las instituciones desde sus már-
de categorías binarias de hombre/mujer, he- genes; se interrogaban no sólo lo anormal
terosexual/homosexual) tampoco quiere de- sino lo normal, pero desde sus exclusiones.
TEORÍA QUEER 269
lado una proveniencia filológica que desde el textual se imbrica con una serie de diálogos
siglo XVIII ha venido insistiendo en la impor- interdisciplinarios en que se vieron envuel-
tancia de la lengua como elemento formati- tos discursos tan variados como los de la
vo fundamental de la experiencia humana, filosofía, la antropología, la semiología, los
bajo los temas de la lengua nacional, los len- estudios de comunicación, el psicoanálisis y
guajes populares o los cuentos folklóricos. los estudios literarios, entre otros. El tras-
Por otro lado, una proveniencia semiológica fondo de este diálogo está dado por el enor-
que entiende que la totalidad de la organiza- me prestigio alcanzado por el estructuralis-
ción social y cultural puede ser entendida en mo, un movimiento que favorece pensar la
términos de códigos, mensajes y unidades totalidad cultural como totalidad sistémico-
discretas como la de “significante”. Si en la textual.
tradición filológica el sentido y la ideología El ensayo de Roland Barthes, “De la obra
son determinantes, en la tradición semioló- al texto” (1971), puede ser visto en retros-
gica suele primar una ansia cientificista que pectiva como un momento inaugural de este
a veces expulsa lo ideológico del terreno del movimiento por el cual la idea de textuali-
análisis, tal como sucede en los acercamien- dad, antes circunscrita en su mayoría al ám-
tos a lo textual fuertemente estructuralistas bito literario dada su proveniencia filológi-
de los años sesenta. Pero en la mayoría de ca, rompe las fronteras que la confinaban en
los casos, vale aclarar, ambos acercamientos lo estético para pasar a ser uno de los mo-
se presentan combinados, como en el caso delos fundamentales con los que se piensa
de la obra pionera del crítico ruso Mijail la sociedad y la cultura contemporáneas.
Bajtín. Barthes comienza su argumento con un
El valor del concepto de “texto” o lo “tex- contrapunto entre texto y obra. La obra, ex-
tual” reside sin embargo en las importantes plica el crítico francés, es un concepto ce-
transformaciones analíticas que su intro- rrado, inextricablemente unido a la figura
ducción fuerza en los discursos sobre la cul- de su autor/a, una figura que ha funcionado
tura. Para comprender mejor el carácter de en la crítica tradicional como un elemento
estas transformaciones vale la pena incurrir explicativo inapelable del sentido del texto
en una breve referencia etimológica. La pa- literario, ahogando así su polisemia consti-
labra texto proviene del participio latino tutiva. Pero Barthes va más allá de indepen-
texere que significa tejido y ha sido usada dizar la obra de la figura del autor para pro-
con esta acepción por cerca de 2 000 años. poner que la separación entre obras de un
Esta imagen gráfica del texto como tejido mismo autor, entre obras de diferentes au-
captura mejor que cualquier argumento el tores, o incluso entre obras literarias y otros
problema y la promesa que la noción de tex- registros textuales, es una ficción impuesta
to trae al análisis socio-cultural: la imagen por una necesidad disciplinaria. Mientras la
de una continuidad ilimitada, porosa y sin obra ocupa un lugar en las bibliotecas –ex-
fronteras, en las que distintos discursos plica Barthes– el texto resulta un campo
traspasan formas e instituciones sin some- metodológico que atraviesa varias obras
terse a sus leyes, sino que sigan, más bien, cuestionando su identidad imaginaria.
una lógica que les es propia. Vivimos siem- La oposición entre texto y obra de
pre en una intersección de ese tejido. La Barthes, encuentra un antecedente en la in-
forma en que sus hilos se anudan sobrepasa fluyente teorización de Mijail Bajtín, la cual
la capacidad subjetiva de capturar sus leyes fue introducida en Francia con la publica-
en una coyuntura que siempre, a fuerza de ción de Séméiotiké, de Julia Kristeva, en
subjetiva e histórica, tiene tan sólo una vi- 1969. La noción que aparece como central
sión parcial del entramado. en el Bajtín reportado por Kristeva es la de
No es de extrañar entonces que la plena intertexto. Al igual que en el caso del texto
emergencia de una lógica textual haya coin- en Barthes, el intertexto bajtiniano excede
cidido con la vasta revaluación intelectual el ámbito de lo literario y desmiente que la
de los sesenta y setenta, que dio origen al relación entre autor y producción textual
campo de la teoría moderna. En este con- pueda ser una relación de originalidad o
texto, y especialmente en Francia en los creación. Los enunciados que se encuentran
años sesenta y setenta, la concepción de lo en una novela o en una autobiografía perte-
272 TEXTO
necen al autor/a tan sólo en tanto los ha es heredera mucha de la producción de es-
sustraido de un rico universo-sociocultural tudios culturales contemporánea. En el caso
definido por la cohabitación de distintos de la deconstrucción, su aporte a una con-
lenguajes sociales, técnicos, afectivos, entre ceptualización de lo textual tiene menos que
otros. En su libro La cultura popular en la ver con la sobredeterminación del sentido
Edad Media, Bajtín explica cómo en su evo- que con la idea de que toda tipología textual
lución la novela terminó siendo el reposito- que suponga entidades más o menos autó-
rio de refranes populares, canciones, formas nomas se encuentra siempre contaminada y
de intercambio verbal o la codificación de determinada por elementos que cree haber
modalidades populares de habitar el mun- excluído. En “La farmacia de Platón” (1968),
do. La novela es para Bajtín el ejemplo pa- Jacques Derrida muestra cómo Platón, a pe-
radigmático de texto, en tanto en ella se sar de haber hecho de la expulsión del mito
entretejen e integran distintos discursos, ni- la condición necesaria de emergencia del
veles de lengua, modalidades de habla y, por discurso filosófico, reintroduce en su Fedro
añadidura, distintas formaciones ideológi- (y a su pesar) una sistemática referencia mí-
cas. Es esta concepción de texto la que ad- tica que desborda su texto abriéndolo a un
quirirá un papel fundamental en los estu- entramado mayor de significaciones. Esta
dios culturales, ya que en esta tradición la diseminación y sobredeterminación propias
mutua determinación de distintos niveles e de la lógica textual planteó bien pronto el
instancias discursivas presupuesta por la problema de cómo se llegan a conformar
noción de textualidad, es puesta a trabajar sentidos estables en un sistema inconteni-
para revelar conexiones entre distintos ám- ble e ilimitado de relaciones significativas.
bitos de lo social, antes no explicitadas por En este punto hay que hacer notar que la
las descripciones normativas de la cultura. idea de discurso, una noción paralela a la de
Pero la emergencia de lo textual no supu- texto, funciona a menudo como su comple-
so tan sólo la introducción de un modelo ca- mento. Roland Barthes no llamó a su libro
paz de detectar solidaridades o articulacio- “Fragmentos de un ‘texto’ amoroso”, sino
nes sociales hasta entonces inadvertidas o Fragmentos de un discurso amoroso, pese
soterradas. Implicó también la instauración a que todas sus referencias son textuales, y
de una lógica textual cuyo modelo explica- Jacques Derrida, utiliza mucho más regular-
tivo se trasladó bien pronto al análisis de mente la noción de discurso que la de texto
los fenómenos sociales. Esta lógica textual, para revelar la textualidad de lo textual pese
que como Barthes notara no es la lógica de a insistir en el carácter estructuralmente tex-
la oración, fue elaborada fundamentalmen- tual de todo evento comunicativo. De hecho,
te en los discursos de la deconstrucción y todo análisis cultural se ve más o menos
el psicoanálisis. Del psicoanálisis proviene forzado a complementar ambas nociones.
la idea de que un rasgo esencial del modo En el terreno del latinoamericanismo, dos
de significación textual radica en su sobre- acabados ejemplos de cómo un modelo tex-
determinación constitutiva. Esta sobrede- tualista interactúa con la noción de discurso
terminación no debe ser confundida con la en un intento por explicar una articulación
ambigüedad que puede habitar el sentido de histórica determinada pueden verse en los
una palabra u oración. Mientras la ambi- textos pioneros de Beatriz Sarlo (El imperio
güedad léxica puede ser resuelta apelando al de los sentimientos, 1985) y de Adolfo Prieto
referente, la glosa o el diccionario, la sobre- (La función del discurso criollista en la for-
determinación textual es inherente al evento mación de la Argentina moderna, 1988). De
texto mismo. Esta es la idea de sobredeter- igual forma lo discursivo aparece como un
minación del sentido que encontramos ple- concepto central en aquellos casos en que
namente desarrollada por Sigmund Freud la textualidad social a ser revelada es de ca-
en La interpretación de los sueños (1911). En rácter oral. En su libro Buscando un inca,
los años setenta, Louis Althusser transfirió el peruano Alberto Flores Galindo utiliza la
este modelo de significación sobredetermi- noción de una utopía andina para trazar una
nada del campo del psicoanálisis al terreno historia popular que recorre pero no se con-
del análisis marxista, comenzando así una funde con la historia institucional de Perú.
prolífica veta de investigaciones, de la cual La expresión “la versión de los vencidos”
TEXTO 273
constitutivos, que confronta un discurso (ya nes intertextuales, y por lo tanto, el concepto
sea el literario, el sociológico o el antropo- de texto mismo, son menos universales y más
lógico que pretende describir un otro cultu- histórica y culturalmente determinados de lo
ral) con respecto a otro universo cultural al que se ha tendido a creer. Mientras, por un
que sólo puede acercársele subsumiéndolo lado sus aportes son plenamente apropiables
en categorías que le son ajenas. para explorar algunas regiones de la cultura
La contraposición entre un caso de incor- latinoamericana por otro lado terminan re-
poración “feliz” de discursos a una dimensión velando sus limitaciones y sus fundamentos
textual mayor (Bajtín) con la imposibilidad eurocéntricos y metafísicos cuando son pues-
de llevar adelante ese proyecto en algunas re- tos a trabajar sobre las regiones más recalci-
giones de Latinoamérica (Cornejo Polar, Roa trantemente heterogéneas del continente.
Bastos) nos debe alertar acerca de las limita-
ciones que el modelo textual conlleva en vir- OBRAS DE CONSULTA. Bajtín, Mijail, La cultura
tud de su dependencia sobre un imaginario popular en la Edad Media y el Renacimiento:
alfabético y fonocéntrico. Jacques Derrida ha el contexto de François Rabelais, Barcelona,
explicado cómo la escritura alfabética se en- Barral Editores, 1974; Barthes, Roland, El
cuentra íntimamente implicada con la larga susurro del lenguaje: más allá de la palabra y
tradición humanista que remata en el libe- la escritura, Barcelona, Paidós, 1987; Bellour,
ralismo decimonónico que lo textual viene a Raymond, L’analyse du film, París, Albatross,
cuestionar. ¿Cómo puede este modelo textual 1979; Berger, John, Mirar, Buenos Aires, De
negociar su influencia con aquellas textua- la Flor, 1998; Boone, Elizabeth Hill y Walter
lidades propias del pasado precolombino, Mignolo, Writing Without Words: Alternative
como el quipu en los Andes o los códices en Literacies in Mesoamerica & the Andes, Durham,
Mesoamérica? Al discurtir estas expresiones, Duke University Press, 1996; Bryson, Norman,
los analistas contemporáneos (Elizabeth Hill Vision and Painting: The Logic of the Gaze, New
Boone, Walter Mignolo, Joanne Rappaport, Haven, Yale University Press, 1983 [Visión y
James Lockhart, entre otros) se han visto obli- pintura: la lógica de la mirada (trad. Consuelo
gados a reconsiderar la pertinencia de térmi- Luca de Tena), Madrid, Alianza, 1991]; Cornejo
nos como escritura para referirse a estas pro- Polar, Antonio, “El indigenismo andino” en Ana
ducciones. Las relaciones mismas entre texto Pizarro (ed.), América Latina: palavra, literatu-
escrito y texto social, los actos de lectura y ra e cultura, São Paulo, Editora da Unicamp,
preservación del sentido parecen articularse, 1994, pp. 719-738; Derrida, Jacques, La disemi-
en el caso de los códices mesoamericanos, nación, Madrid, Fundamentos, 1975; Foucault,
bajo una lógica inconmensurable con aque- Michel, El orden del discurso, Tusquets, 2005;
lla presupuesta por la idea de texto. Y aun Lockhart, James, The Nahuas After the Conquest,
cuando el texto alfabético predomina, como Stanford, Stanford University Press, 1992 [Las
en el caso de los títulos de propiedad de la nahuas después de la conquesta: historia social
tierra que se multiplicaron en el México del de los indios del México central, del siglo XVI al
siglo XVI, o en los trabajos de cronistas como XVIII (trad. Roberto Reyes Mazzoni), México,
Álvaro Tezozómoc o Domingo Chimalpahin, Fondo de Cultura Económica, 1999]; Metz,
nos encontramos con formas de intertextua- Christian, Language and Cinema, The Hague,
lidad extrañas a las reglas de combinación Mouton, 1974 [Lenguaje y cine (trad. Jorge
de enunciados descrita por autores como Urrutia), Barcelona, Planeta, 1973]; Mowitt,
Barthes, Bajtín o Derrida. En los textos de John, Text: The Genealogy of an Antidisciplinary
los cronistas, por caso, es común la intro- Object, Durham, Duke University Press, 1992;
ducción descontextualizada de otro discurso Ropars, Marie-Claire, Le texte divisé, París,
que interrumpe sin previo aviso la corriente Presses Universitaires de France, 1981;
del lenguaje y vuelve a desaparecer sin que Ropars, Marie-Claire, Ecramiques: le film du
el texto dominante parezca haber advertido texte, Lille, PUI, 1990; Smith, Barry (ed.), John
esta presencia. Martin Lienhard le da a este Searle (Contemporary Philosohpy in Focus),
procedimiento el nombre de “montaje” como Cambridge, Cambridge University Press,
una forma de evocar la pluralidad composi- 2003.
tiva que supone. Estos ejemplos bastan para
alertarnos sobre el hecho de que las relacio- [HORACIO LEGRÁS]
TRANSCULTURACIÓN 277
panoamericanos (Picón Salas), para inser- tiva más amplia. Como observan estudiosos
tarse definitivamente, a partir de los años como Fernando Coronil, el término permite
sesenta y setenta, en las discusiones propias a Ortiz “aprehender al mismo tiempo los
de la etapa de normalización disciplinaria en momentos destructivos y constructivos de
la cual tanto la antropología y las demás las historias afectadas por el colonialismo
ciencias sociales como la teoría y la crítica y el imperialismo” y en tal sentido llevar a
literaria habrán de retomarlo y repensarlo cabo una “valorización crítica de la creati-
(mencionemos aquí su discusión por parte vidad popular” que “muestra cómo las per-
de Aguirre Beltrán y Ángel Rama). El con- sonas hacen habitables los espacios socia-
cepto de transculturación se integrará tam- les donde se les constriñe a trabajar y vivir”
bién al cuadro básico de grandes categorías (“Introducción”).
explicativas de los procesos culturales pecu- Muchas son las razones que hacen de
liares de América Latina y el Caribe, tales este concepto un caso prominente para los
como mestizaje, hibridación, heterogenei- estudios culturales y el diálogo entre las
dad, etcétera. distintas tradiciones académicas. En pri-
Logrará también insertarse posterior- mer lugar, se trata de un concepto acuñado
mente en las discusiones propias de los desde América Latina y el Caribe por un
estudios culturales y poscoloniales: en este autor cubano dedicado a estudiar fenóme-
sentido constituye un hito de articulación nos peculiares de su país y cuyas discusio-
fundamental el comentario crítico a que fue nes habrían de inscribirse también en el
sometido por Antonio Cornejo Polar, quien ámbito de debates de la historia y la cul-
se plantea “si la categoría de transcultura- tura de esa nación. Representa ya, desde el
ción –en sus versiones de Ortiz y Rama o inicio, una importante apertura de la tra-
en otras– es el dispositivo teórico que ofrece dición del ensayo hispanoamericano hacia
una base epistemológica razonable al con- la tradición del Caribe. Constituye también
cepto (que considero fuertemente intuitivo) un importante salto cualitativo respecto de
de mestizaje, o si supone, por el contrario, los ensayos dedicados a pensar lo nacio-
una propuesta epistemológica distinta” nal desde una visión homogeneizadora de
(“Mestizaje…”) . Y responde que en su opi- los distintos grupos sociales que integran
nión se trata de lo primero. una entidad nacional, en cuanto que para
El término permitía a Ortiz, además, ob- interpretar los procesos centrados en un
servar los fenómenos tanto desde la pers- país desemboca, paradójicamente, en el
pectiva de los grandes procesos históricos, descubrimiento de procesos que superan y
económicos y sociales, como atender, desde atraviesan lo nacional y lo colocan, ya en
una visión más acotada, la génesis de los el ámbito de procesos regionales como en
procesos de encuentro e intercambio en el de fenómenos que sólo pueden compren-
ciertos sectores y zonas específicos de la so- derse a escala mundial –tal es el caso de
ciedad, como los que representan “la mala su articulación con la economía colonial–.
vida” de las zonas portuarias donde se dio Muy pronto, además, al insertarse en los
un más intenso contacto entre culturas, o debates entre la línea de la antropología
bien, contemplar zonas de encuentro espe- estadunidense (Franz Boas, etc.) y la eu-
cíficas como la música o las prácticas ali- ropea (Bronislaw Malinowski), habría de
mentarias. trascender el medio local para ingresar al
El proceso de transculturación se propo- campo del debate antropológico anglosajón.
ne así como alternativa de anteriores orien- No deja de resultar significativo que muy
taciones racistas o racialistas y superación pronto encontremos un comentario crítico
de enfoques unidireccionales, deterministas al uso del término escrito por un connota-
y mecánicos en la descripción de procesos do antropólogo mexicano, Gonzalo Aguirre
de encuentro cultural. El nuevo concepto no Beltrán, quien en El proceso de aculturación
está reñido con el de mestizaje o “mestiza- en México (1957) manifiesta su preferencia
miento” (así lo llama Ortiz), ni tampoco se por el término aculturación, en la línea de
emancipa del todo de una base positivista Herskovits. Como de manera muy penetran-
de estudio de los procesos sociales, sino te lo ha mostrado Enrico Mario Santí, estos
que los integra en una modalidad explica- debates iban mucho más allá de la mera
TRANSCULTURACIÓN 279
preferencia por uno u otro término, ya que el contexto de un ensayo, que atendía tanto
tenían como trasfondo la relación entre el a cuestiones económicas y sociales como
antropólogo y el poder (“Prólogo”). históricas y literarias, le permitió su pronta
Por fin, al superar las connotaciones ra- adopción y discusión en distintas órbitas,
cistas y racialistas de otros conceptos como desde la antropológica hasta la literaria, pri-
“mezcla” o “mestizaje”, el concepto alcanzó mero en América Latina y más tarde en el
larga vida y logró atravesar varios decenios medio académico estadunidense, sobre todo
de discusiones y debates, en cuanto intere- a partir de la consolidación de los estudios
só a los propios pensadores críticos de los culturales y poscoloniales. El ensayista e
años sesenta y setenta –que lo ligaron a es- historiador de la cultura Mariano Picón
tudios como colonialismo o dependencia, Salas lo menciona en De la Conquista a la
por ejemplo– para llegar posteriormente a Independencia (1944). Decenios después,
enlazarse con los debates afines a los estu- Ángel Rama lo incorpora ya en el título de
dios culturales. Tal es el caso de las discusio- uno de sus libros mayores: Transculturación
nes en torno a transculturación, mestizaje, narrativa en América Latina (1982), obra que
hibridez, etc. Al referirse a la tan fecunda constituye un importante antecedente para
producción crítica de los años sesenta y se- un temprano enfoque de la literatura desde
tenta en América Latina, Abril Trigo coloca una perspectiva cultural latinoamericanista,
el propio concepto de transculturación en a la vez que avanzada respecto de los estu-
un listado que abarca, entre otras, la teo- dios culturales y de los nuevos enfoques
ría de la dependencia, la teología y filosofía para el estudio de la producción literaria y
de la liberación, la pedagogía del oprimido simbólica. Rama traslada el concepto al ám-
o las teorías de colonialismo interno (368, bito de los estudios literarios y lo emplea
“The 1990’s”). como clave para entender procesos de víncu-
En un mundo de cambio y movimiento lo entre literatura, historia y cultura. Con-
como el actual, su empleo permite dar visi- sidera los fenómenos de transculturación
bilidad a “los modos en que los grupos su- como parte de un proceso amplio y comple-
bordinados o marginales seleccionan e in- jo que incluye la posibilidad de “pérdidas,
ventan a partir de las culturas dominantes”, selecciones, redescubrimientos e incorpora-
de modo tal que, “aunque estos grupos no ciones”, en cuanto operaciones concomitan-
pueden controlar lo que emana de la cultura tes que “se resuelven todas dentro de una
dominante, determinan con alcances varia- reestructuración general del sistema cultu-
bles lo que ellos absorben para sí mismos y ral, que es la función creadora más alta que
qué uso le asignan” (Mary Louise Pratt, 6) y se cumple en un proceso transculturante”
en este sentido confluye con uno de los gran- (39). Rama presta atención a posibilidades
des temas de los estudios culturales de la no contempladas por Ortiz, y enfatiza así,
región. Para Pratt, la “transculturación es por ejemplo, tanto los procesos activos de
un fenómeno de la zona de contacto”, y con- selección cultural como los procesos creati-
sidera que esto a su vez conduce a varias vos, entre los que integra cuestiones relati-
cuestiones: por ejemplo, cómo recibe y se vas a la “lengua” y a la “estructura literaria”,
apropia la periferia de los modos de repre- e incorpora el concepto de “subculturas re-
sentación metropolitanos, o, con respecto a gionales y clasistas” para el análisis litera-
la representación, cómo se habla de trans- rio. De acuerdo con Rama, “Las obras lite-
culturación de las colonias a las metrópolis. rarias no están fuera de las culturas sino que
En cuanto a los modos de representación, las coronan y en la medida en que estas cul-
mientras que la metrópoli imperial tiende a turas son invenciones seculares y multitudi-
verse a sí misma como determinante de la narias hacen del escritor un productor que
periferia, suele ser ciega respecto de los mo- trabaja con las obras de innumerables hom-
dos en que la periferia determina a la me- bres” (19).
trópolis (6). Como escribe Alicia Ríos, este neologis-
mo sirve a Rama para introducir una nueva
ALGUNOS MOMENTOS CLAVE EN LA RECEPCIÓN DEL lectura de las culturas latinoamericanas, en
CONCEPTO EN AMÉRICA LATINA.
La propia flexibi- la cual la relación entre modernidad y tra-
lidad con que fue empleado el concepto en dición es problematizada de manera más
280 TRANSCULTURACIÓN
abierta, a la vez que supera el modelo críti- LOS ESTUDIOS CULTURALES. El concepto de
co-mítico de tal modo que el autor se alinea transculturación resulta uno de los más re-
con el potencial contrahegemónico de las presentativos del modo en que se dará la
culturas regionales y locales (“Traditions”, articulación entre los grandes ensayos de
30). Rama rediseña el mapa cultural desde interpretación latinoamericanos, los estu-
la época colonial en adelante, con el objeto dios antropológicos pioneros en la región y
de subrayar el dominio al cual estuvieron los estudios culturales y poscoloniales. Re-
sujetos diversos sistemas literarios y cultu- presenta también uno de los modos caracte-
rales de diversas regiones. Centra su estudio rísticos en que nuestras élites intelectuales
de las literaturas y culturas latinoamerica- pensaban lo popular –acercándose a cues-
nas en tres nociones fundamentales: origi- tiones como la asimetría e intuitivamente a
nalidad, representatividad e independencia. cuestiones como la subalternidad– e incluso
Rama plantea la posibilidad de ver la trans- pensaban su propio lugar como productores
culturación narrativa como una alternativa de conocimiento en el horizonte de las for-
a los procesos de modernización a la vez maciones heterogéneas y las culturas nacio-
que al regionalismo y al vanguardismo. nales.
Dice David Sobrevilla que “Frente a estas Resulta de particular importancia articu-
opciones, la transculturación narrativa ope- ladora la figura de Antonio Cornejo Polar,
ra según Rama gracias a una ‘plasticidad quien en “Mestizaje, transculturación, he-
cultural’ que permite integrar las tradicio- terogeneidad”, se pregunta si el concepto
nes y las novedades: incorporar los nuevos de transculturación corresponde en verdad
elementos de procedencia externa a partir a una opción epistemológica realmente di-
de la rearticulación total de la estructura ferenciable de la que cubre el concepto de
cultural propia, apelando a nuevas focaliza- mestizaje, o si en rigor no implica tal cosa.
ciones dentro de su herencia” (22). En sus palabras: “Si la categoría de transcul-
En vista de la importancia que habría de turación, en sus versiones de Ortiz y Rama
tener el traslado del concepto de transcul- –o en otras– es el dispositivo teórico que
turación al campo de los estudios de la pro- ofrece una base epistemológica razonable al
ducción simbólica latinoamericana, debe- concepto (que considero fuertemente intui-
mos recordar que Rama discute la visión tivo) de mestizaje; o si supone, por el contra-
“geométrica” de Ortiz, que no da cuenta de rio, una propuesta epistemológica distinta.
muchos factores que atraviesan los proce- Aunque la he empleado varias veces, tengo
sos transculturadores, y plantea que el pro- para mí que es –en buena medida– lo prime-
ceso de transculturación abarca cuatro ro. Implicaría a la larga la construcción de
operaciones concomitantes básicas: pérdi- un nivel sincrético que finalmente insume
das, selecciones, redescubrimientos e in- en una unidad más o menos desproblema-
corporaciones, y explica, que se resuelven tizada (pese a que el proceso que la produce
dentro de una reconstrucción general del pueda ser muy conflictivo) dos o más len-
sistema cultural, que es la función creadora guas, conciencias étnicas, códigos estéticos,
más alta que se cumple en un proceso de experiencias históricas, etcétera (368).”
transculturación. Los distintos componen- Por esos mismos años, el concepto de
tes de una cultura sólo existen en una arti- “hibridez” de García Canclini resulta tam-
culación viva y dinámica, configurados a bién una toma de posición respecto de
partir de la estructura funcional de una cul- otros conceptos y categorías para entender
tura. Los procesos de transculturación fun- los procesos culturales de América Latina.
cionan sobre la base de tres operaciones Como anota años después el mismo García
básicas, que en el caso de la literatura com- Canclini en “Noticias recientes sobre la hi-
prenden: lengua, estructura literaria y cos- bridación”, “Si queremos ir más allá de libe-
movisión: “Estas operaciones siempre han rar al análisis cultural de sus tropismos fun-
sido resaltadas por pensadores latinoame- damentalistas identitarios, debemos situar
ricanos, tanto antiguos como recientes, y a la hibridación en otra red de conceptos:
han encontrado su mayor representante en por ejemplo, contradicción, mestizaje, sin-
la figura del escritor peruano José María cretismo, transculturación y creolización”
Arguedas” (30-31). (TRANS/Revista Transcultural de Música).
TRANSCULTURACIÓN 281
Es muy amplia la gama de estudios li- dernidad, el concepto recibe nueva atención
gados a las nuevas corrientes críticas, desde terrenos tan diversos como el poses-
particularmente los estudios culturales y tructuralismo, los estudios culturales, de
poscoloniales, y una nueva generación de género y poscoloniales. Continúa atrayendo
estudios literarios ligados a estas corrientes la atención de las comunidades intelectua-
que, como los de Mary Louise Pratt, George les latinoamericanas pero también de los
Yúdice, Silvia Spitta, Román de la Campa, Estados Unidos, así como de los estudiosos
Mabel Moraña, han vuelto a repensar el latinoamericanos allí radicados, que de al-
concepto. gún modo han hecho de la noción de trans-
Dentro de su propuesta general de “des- culturación una nueva forma de puente en-
colonizar el conocimiento”, Pratt plantea tre tradiciones intelectuales y una forma de
conceptos como zona de contacto, transcul- trazar nuevas genealogías de pensamiento.
turación y autoetnografía, y se refiere a la Tal es el caso, por ejemplo, de los admira-
transculturación como un “fenómeno de la bles estudios preliminares que Coronil y
zona cultural” y a un tipo de lectura que Santí dedican al gran ensayo de Ortiz.
“evita reproducir la dinámica de posesión e Otro tanto puede decirse del excelente
inocencia” de textos que narran el encuen- estudio “El conflicto en la transculturación”
tro entre el nativo y el colonizador (93). preparado por Alberto Moreiras, quien plan-
También en 1992 George Yúdice ofre- tea la cuestión de manera abismal: así como
ce una definición del proceso de transcul- no hay capitalismo sin acumulación primi-
turación como “una dinámica por la cual tiva; “no hay cultura latinoamericana sin
diferentes matrices culturales impactan transculturación”. De este modo, la trans-
recíprocamente –aunque no desde iguales culturación está en la base de la historia de
posiciones– una sobre la otra, no para pro- América porque constituye “la propia vio-
ducir una sola cultura sincrética sino más lencia de la cultura”, de tal modo que es la
bien un conjunto heterogéneo” (Yúdice, cit, explicación que está detrás de cualquier cla-
en Nagy-Zekmi, 193. Traducción nuestra). se de explicación histórica: “es la razón de
Existen también varias revisiones de la razón cultural, al mismo tiempo el prin-
conjunto que permiten a la vez obtener un cipio de razón suficiente cultural y su abis-
panorama crítico de los muchos estudios a mo”: constituye entonces una clave para la
que ha dado lugar el concepto de transcultu- comprensión de la cultura y del sistema de
ración “revisitado”. Así, en 2000 Silvia Nagy- producción simbólica en América Latina:
Zekmi, en “Angel Rama y su ensayística “La historia de la transculturación latinoa-
transcultural(izadora)”, revisa el concepto mericana es la historia de la cultura latinoa-
partiendo de la teoría poscolonial en autores mericana”. Sin embargo, un poco más ade-
que enfatizan “la interacción e influencias lante planteará una pregunta no menos
recíprocas en los modos de representación fundamental, en vistas de un posible peligro
y prácticas culturales de diferente índole de absolutización del concepto: “Si la trans-
en las metrópolis y las ex colonias que se culturación puede explicarlo todo, ¿qué po-
producen en las llamadas ‘zonas de contac- dría explicar la transculturación misma?”. Y
to’”. La autora recupera el carácter creativo aclara: “Ésta, lejos de ser una mera cuestión
del fenómeno, y recurre a los postulados de filosófica, funda su urgencia política en el
Homi Bhabha para analizarlo como “una terreno histórico” (129).
praxis creativa que desconstruye el aparato
conceptual de la modernidad” y recuerda OBRAS DE CONSULTA. Cornejo Polar, Antonio,
que Bhabha constata la ambivalencia subya- “Mestizaje, transculturación, heterogeneidad”,
cente que se manifiesta en torno al discurso Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,
sobre el sujeto colonizado, ya que el discur- núm. 40, 1994, pp. 368-371; García Canclini,
so colonial construye su “otro” como este- Néstor, “Noticias recientes sobre la hibrida-
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316 ÍNDICE ONOMÁSTICO
Robert McKee Irwin. Doctor en Literatura Comparada (New York University), Profesor de Litera-
tura Latinoamericana y Estudios Culturales en la Universidad de California, Davis. Es autor de
Mexican Masculinities (University of Minnesota Press, 2003) y Bandits, Captives, Heroines, and
Saints: Cultural Icons of Mexico’s Northwest Borderlands (University of Minnesota Press, 2007) y
coeditor de The Famous 41: Sexuality and Social Control in Mexico 1901 (Palgrave, 2003) y His-
panisms and Homosexualities (Duke University Press, 1998). Miembro del Comité Ejecutivo del
Grupo de Discusión sobre Estudios Culturales Mexicanos de la Modern Language Association
(MLA).
Mónica Szurmuk. Doctora en Literatura por la Universidad de California, San Diego, y actualmen-
te se desempeña como investigadora en el área de Historia Social y Cultural en el Instituto Mora
de la ciudad de México. Autora de Women in Argentina, Early Travel Narratives (University Press
of Florida, 2001) publicado en español como Miradas cruzadas: Narrativas de viajes de mujeres
en la Argetina, 1850-1930 (Instituto Mora, 2007); de Mujeres en viaje: Escritos y Testimonios
(Alfaguara, 2000) y de Memoria y Ciudadanía (coeditado con Ileana Rodríguez, Cuarto Propio
e Instituto Mora).
Valeria Añón. Dicta clases de Literatura Latinoamericana y de Cultura Popular y Cultura Masiva en
la Universidad de Buenos Aires y se desempeña como investigadora en el Instituto de Literatura
Hispanoamericana y en el Instituto Gino Germani en dicha universidad. Ha publicado artículos
y reseñas sobre literatura latinoamericana y argentina en libros y revistas especializadas. Asi-
mismo, se ha desempeñado en la actividad editorial y en el periodismo cultural.
[323]
324
Maricruz Castro Ricalde. Profesora de Humanidades del Tecnológico de Monterrey, campus Tolu-
ca. Algunos de sus libros son: Razón y placer: Alfonso Reyes (Centro Toluqueño de Escritores,
1995) y Ficción, narración y polifonía. El universo narrativo de Sergio Pitol (Universidad Autóno-
ma del Estado de México, 2000). Es coautora de Territorio de leonas. Cartografía de narradoras
mexicanas de los noventa (UAM/Juan Pablos Editores, 2001) y coeditora de Escrituras en contras-
te. Femenino/masculino en la literatura mexicana (UAM/Aldus, 2004).
Claudia Darrigrandi. Licenciada en historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile y can-
didata a doctor en literatura latinoamericana por la Universidad de California, Davis. En la
actualidad trabaja en su tesis doctoral sobre representaciones de figuras urbanas y ciudades del
Cono Sur durante 1880-1935. Entre sus publicaciones destacan su libro Dramaturgia y género
en Chile de los sesenta (2001) y la edición del quinto volumen de la revista arbitrada Brújula:
Revista Interdisciplinaria sobre Estudios Latinoamericanos (2006).
Sebastiaan Faber, Profesor de Estudios Hispánicos en Oberlin College. Autor de Exile and Cultural
Hegemony: Spanish Intellectuals in Mexico (Vanderbilt University Press, 2002) y de Anglo-Ame-
rican Hispanists and the Spanish Civil War: Hispanophilia, Commitment, and Discipline (Pal-
grave, 2008) además de editor de Schetsen uit Spanje de Marcellus Emants (Menken, Kasander
y Wigman, 2004: coeditor con Gijs Mulder).
Héctor Fernández L’Hoeste. Profesor y director del Centro de Estudios Americanos en la Univer-
sidad Estatal de Georgia en Atlanta. Autor de Narrativas de representación urbana (Peter Lang,
1998) y coeditor de Rockin’ Las Americas (University of Pittsburgh, 2004). En la actualidad
adelanta la compilación, con Juan Poblete, de Redrawing the Nation, una antología crítica de la
historieta latinoamericana (Palgrave MacMillan, en prensa)
Leila Gómez. Doctora por la Universidad de Johns Hopkins en 2004 y en la actualidad profesora
(Assistant Professor) en la Universidad de Colorado, Boulder. Se especializa en la literatura
latinoamericana de los siglos XIX y XX, con énfasis en el Cono Sur y los Andes. Ha publicado
artículos sobre literatura de viajes en América Latina, particularmente sobre autores como Wi-
lliam H. Hudson, Hiram Bingham, Jorge Luis Borges, la representación fotográfica de las ruinas
incas durante el indigenismo cuzqueño y cine contemporáneo. Ha publicado una antología de
autores argentinos sobre Charles Darwin titulada La piedra del escándalo: Darwin en la cultura
argentina (1845-1915) (Simurg, 2008).
326
Desirée A. Martín. Profesora asistente de inglés en la Universidad de California, Davis, con especia-
lización en estudios de la frontera México-Estados Unidos y estudios chicanos y latinos. En la
actualidad prepara un manuscrito titulado Bordered Saints sobre la representación de los santos
populares fronterizos.
Alejandro Monsiváis Carrillo. Profesor-investigador del área del Sociología Política y Económica en
el Instituto Mora. Sus áreas de interés son la teoría política normativa, las políticas de rendición
de cuentas y los procesos de democratización.
Juan Poblete. Profesor Asociado, Universidad de California, Santa Cruz. Autor de Literatura chilena
del siglo XIX: entre públicos lectores y figuras autoriales (Cuarto Propio, 2003). Editor de Critical
Latin American and Latino Studies (University of Minnesota Press, 2003). Coeditor de Andrés Be-
llo (con Beatriz González-Stephan, Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2009)
y de Redrawing the Nation: Latin American Comics and the Invention of Cultural Identities (con
Héctor Fernández L’Hoeste, Palgrave, 2009).
Antonio Prieto Stambaugh. Director del Centro de Investigaciones Escénicas de Yucatán, depen-
diente de la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Ha publicado diversos ensayos sobre teatro,
performance, género y fronteras culturales en revistas académicas, catálogos y antologías na-
cionales e internacionales.
Eduardo Restrepo. Antropólogo con concentración en Estudios Culturales. Investigador titular del
Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar de la Universidad Javeriana. Sus más recien-
tes libros son: Políticas de la teoría y dilemas de los estudios de las colombias negras (Universidad
del Cauca, colección Políticas de la Alteridad, 2005) y Teorías contemporáneas de la etnicidad:
Stuart Hall y Michel Foucault (Universidad del Cauca, colección Jigra de Letras, 2004).
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Ileana Rodríguez. Profesora distinguida de la Ohio State University. Sus libros más recientes son
Transatlantic Topographies: Island, Highlands, Jungle Women (University of Minnesota Press,
2005), Guerrillas, and Love: Understanding War in Central America (University of Minnesota
Press, 1996), House/Garden/Nation: Space, Gender, and Ethnicity in Post-Colonial Latin American
Literatures by Women (Duke University Press, 1994), Registradas en la historia: 10 años del que-
hacer feminista en Nicaragua (Vanguardia, 1990), Primer inventario del invasor (Editorial Nueva
Nicaragua, 1984); también es editora de Convergencia de tiempos: Estudios Subalternos/Contex-
tos Latinoamericanos. Estado, Cultura, Subalternidad (Rodopi, 2001), Latin American Subaltern
Studies Reader (Duke University Press, 2001), Cánones literarios masculinos y relecturas trans-
culturales. Lo trans-femenino/masculino/queer (Anthropos, 2001).
Ute Seydel. Profesora investigadora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Autora de Na-
rrar historia(s): la ficcionalización de temas históricos por las escritoras mexicans Elena Garro,
Rosa Beltrán y Carmen Boullosa (Iberoamericana Vervuert, 2007). tiene publicaciones en diver-
sos libros y revistas sobre autoras mexicanas y latinoamericanas, así como sobre cine y novela
histórica.
Silvio Waisbord. Oficial Senior de Programas en la Academia para el Desarrollo Educativo en Wash-
ington, Estados Unidos. En la actualidad trabaja sobre comunicación y movilización social en
políticas de salud en África. Es autor y coeditor de cuatro libros y artículos sobre comunicación,
desarrollo, salud y medios.
Liliana Weinberg. Investigadora titular del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el
Caribe, UNAM, y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma casa de estudios. Es-
pecialista en ensayo, crítica literaria e historia intelectual en América Latina. Ha publicado El
ensayo, entre el paraíso y el infierno (Premio anual de ensayo literario hispanoamericano Lya
Kostakowsky, UNAM/FCE, 2001), Literatura latinoamericana, descolonizar la imaginación (UNAM,
2003), Umbrales del ensayo (UNAM, 2004), Situación del ensayo (UNAM, 2004), Pensar el ensayo
(Premio Internacional de Ensayo, Siglo XXI Editores, 2005).
George Yúdice. Profesor titular de Estudios latinoamericanos y del Departamento de lenguas y cul-
turas modernas en la Universidad de Miami. Autor, entre otros títulos, de Vicente Huidobro y la
motivación del lenguaje poético (Galerna, 1978); On Edge: The Crisis of Contemporary Latin Ame-
rican Culture (University of Minnesota Press, 1992: coeditor con Jean Franco y Juan Flores), El
recurso de la cultura (Gedisa, 2003), de Política Cultural (Gedisa, 2004) con Toby Miller, y Nuevas
tecnologías, música y experiencia (Gedisa, 2007). Tiene en preparación Culture and Value: Essays
on Latin American Literature and Culture and Politica cultural en América Latina: 1990-2008.
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS 7
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