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Departamento: Danza
Ciclo: Orientado
Curso: 6°
Grupo: 1º
Turno: Vespertino
GUÍA PEDAGOGICA Nº 7
Semana del 07 Septiembre al 18 de Septiembre del 2020
1. Objetivos:
Analizar las teorías de los orígenes de las Danzas folklóricas y populares.
Interpretación de texto sobre Vías de ingreso de la Cultura europea en Argentina y
las generaciones coreográficas y Características principales de los Centros de
Radiación.
Incorporación de nuevas palabras al léxico.
Confeccionar léxico técnico teniendo en cuenta términos necesarios para la
práctica cotidiana y social de la danza.
2. Contenidos:
3. Actividades:
3.1 Lee el siguiente fragmento del Libro “Folklore Argentino” de Bruno C. Jacovella
Varios más, Capitulo Nº I Las Regiones Folklóricas Argentinas Introducción Histórica y
Antropogeográfica por Bruno c. Jacovella.
3.2 Realice un cuadro sinóptico sobre las influencias de las regiones o provincias y los
rasgos folklóricos de las mismas.
3.3 Explique ¿cómo era el circo de fines del siglo XIX?
3.4 Extrae las palabras que no conozcas e intégrala al léxico que comenzaste al
comienzo de año.
resaltan, como elementos comunes, bienes tan dispares como la alimentación a base de carne y maíz, el
mate, la ganadería, la equitación, la copla octosilábica, la guitarra, el poncho, etc.- débase primero echar
una ojeada al mapa del territorio que puede considerarse virtualmente civilizado durante la época de la
dominación española y la posterior hasta fines del siglo XIX, cuando comienza a cesar la vida rural,
aldeana y regional con la expansión de Buenos Aires, y se incorporan a la civilización criolla los vastos
territorios del Chaco, de la pampa bonaerense y de la Patagonia, dominios hasta entonces del desierto y de
sus poblaciones indígenas. Tales épocas, que incluyen los siglos XVII, XVIII y XIX, desarrollaron la
cultura cuyos restos, orgánicos o inorgánicos, se han observado luego como folklore….
Esto explica que no se incluyan como regiones folklóricas el Chaco y la Patagonia, si bien buena parte del
primero fue poblado al compás de la colonización, en los últimos 50 años, por correntinos y, sobre todo,
santiagueños, que llevaron consigo sus tradiciones; mas éstas no pudieron prosperar orgánicamente por
haberse iniciado ya el proceso de nacionalización y urbanización del país, acentuado allí por el carácter
industrial de sus cultivos y faenas recolectoras (Caña de azúcar, algodón, girasol, madera, tanino). En
cuanto a la Patagonia, es aún un mosaico de culturas y núcleos étnicos: junto a los restos de los tehuelches
están los araucanos, y junto a éstos, hay funcionarios porteños, criollos de provincia, italianos, alemanes,
españoles, ingleses, chilenos, etc. La Patagonia no tiene folklore ni lo tendrá si la civilización argentina
sigue su marcha uniformizadora a base de un solo centro difusor de costumbres y modas y un tupido
sistema de comunicación casi instantánea de las mismas.
Cabe advertir, finalmente, que este prospecto de las regiones folklóricas argentinas está condicionado por
la unilateralidad, escasez o ausencia de las fuentes documentales. Sólo de la poesía y la música -por la obra
benemérita de Juan Alfonso Carrizo y sus continuadores y de Carlos Vega- podemos tener una visión más
o menos integral. Los otros órdenes y géneros culturales no cuentan sino con investigaciones parciales e
inclusive, a veces, con ninguna. Por desgracia, al organizarse la encuesta del magisterio nacional de 1921,
se dejó de lado todo el material ergológico.
…..La región más sometida a la influencia peruana colonial fue la de las Sierras Pampeanas, antiguo
asiento de las naciones diaguita y comechingona-sanavirona,…. Comprende, dentro de los límites dichos,
las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, Córdoba
(especialmente la zona serrana y del monte) e inclusive parte de San Juan.…. denominada …..Noroeste y
Centro Argentinos ….Todas estas regiones están caracterizadas por la vegetación……, por diversos
elementos culturales: los dialectalismos léxicos…. , provenientes del quechua (lengua que aún subsiste en
Santiago del Estero……); los topónimos quechuas; el consumo de la algarroba y de bebidas fermentadas a
base de ella y otros frutos silvestres; el pastoreo casi doméstico de cabras y ovejas; el sistema musical
llamado por Carlos Vega "ternario colonial", las especies líricas y coreográficas “vidala, baguala, zamba y
cueca” (no la cuyana, sino la norteña, más breve) ; el uso del violín, el arpa, la caja, el bombo y quizás,
antes, el erque (hoy sólo observable en Jujuy y, débilmente, en Santiago del Estero); diversas costumbres,
como el topamiento de las comadres y las comparsas de indios en carnaval, la adoración del Niño Dios en
el pesebre por niños y grandes en Navidad, los misachicos, etc.; comidas como el tamal y productos de la
dulcería casera (rosquetes, alfajores, tortas de turrón, etc.); la industria intensiva de prendas criollas de lana
y algodón, teñidas con colorantes naturales y en telares españoles y andinos; la industria del cuero curtido;
las composiciones poéticas con artificio (“glosas”), que se difundieron casi por todo el país y que tuvieron
un centro secundario -de origen chileno-en Cuyo, etcétera…….. Buenos Aires, cuando al invertirse el
sentido de la corriente cultural, venía ésta del sur. Sólo cabe observar que Buenos Aires no tenía el
prestigio de los antiguos centros del norte y que su influencia, comenzada con la fundación del Virreinato
del Río de la Plata en 1776, no pudo prolongarse mucho más allá del año I820. No llegó, pues, a
preponderar dos generaciones, cuando las provincias se volvieron contra ella. El gobierno de Rosas, quince
años más tarde, y hasta mediados del siglo, acentuó más esa paralización cultural al cerrar el puerto a las
influencias europeas y cultivar más bien una especie de existencia provinciana y de industria rural
(Restauración) en la orgullosa ciudad mercantil del virreinato y la independencia. Puede decirse, en suma,
que, desde 1780 hasta 1880, el norte argentino vivió en las márgenes, tanto de Lima y Potosí como de
Buenos Aires……
La región del centro y noroeste (La Rioja, Catamarca y Córdoba) mantuvo un comercio permanente con
la cuyana, tanto por el tráfico de vinos y aguardientes como por el de mulas, que encontraba los mejores
alfalfares y pasos a Chile en la provincia de Mendoza. Además, Córdoba, era punto obligado de paso en las
rutas Cuyo-Buenos Aires y Cuyo-Asunción. Una observación detenida de las líneas fronterizas de los
topónimos quechuas y araucanos, y de las respectivas manifestaciones metamórficas en uno y otro campo,
pueden arrojar luces sobre este intercambio, demostrado, por otra parte, con el término “chilena” aplicado
a la zamba tipo cueca en Tucumán y Salta, pero no en Santiago, como que, antes de bajar al llano, del
primer camino del Perú se apartaba, en un punto problemático -tal vez Amaicha, en Tucumán-, la rama a
cantares con artificio, “glosas”, y los tristes peruanos y estilos, que están difundidos tanto en el norte como en
peruanos y estilos, que están difundidos tanto en el norte como en la pampa y -estos últimos- en Cuyo....Como
última región diferencial de poblamiento antiguo, el macizo de la Puna, despoblado inhóspito, pero con ruta
directa al Altiplano y el Pacífico, como que por allí venía el Camino del Inca que bajaba por los Valles
Calchaquíes a La Rioja, camino seguido también por los conquistadores españoles de la Entrada y los que los
siguieron, hasta la sujeción de los indios humahuacas. Culturalmente, la caracteriza el uso del quechua (mucho
más decaído que en Santiago del Estero), de la llama como animal de carga y otros rasgos que la apartan del
concierto cultural criollo: los ganchos de madera con función de argolla en los aparejos de carga, el
sepultamiento del muerto con su ajuar móvil, el uso de la honda, el siriviniaco, o unión prenupcial, la
separación de patrimonios del esposo y la esposa, el “rutuchico" el culto de la Pachamama, la creencia en
Coquena, etc., elementos de los cuales algunos desbordan a sus accesos naturales: los valles Calchaquíes y Ja
quebrada de Humahuaca. En fin, la misma población puneña, como la del valle de Humahuaca y la de Iruya y
Santa Victoria, es la más puramente aborigen del país.
Área aproximada de la cultura criolla en el actual territorio argentino hacia 1810 y, con algunas fluctuaciones,
hasta la guerra contra el indio en el Sur y en el Chaco (1880). Los límites meridional y oriental corresponden a
las líneas de fortines.