Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
net/publication/333808529
" ‘Los funerales de la mamá grande', de Gabriel García Márquez. Algunos de los
problemas de su ‘Solución artística’ mítico-carnavalesca" (Versión Completa).
Monstruos y grotesco. A...
CITATIONS READS
0 29,077
1 author:
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
All content following this page was uploaded by Francisco Xavier Solé Zapatero on 16 June 2019.
En cada libro intento tomar un camino diferente [. . .]. Uno no elige el estilo.
Usted puede investigar y tratar de descubrir cuál es el mejor estilo para un tema.
Pero el estilo está determinado por el tema, por el ánimo del momento.
Si usted intenta utilizar algo que no es conveniente, apenas no resultará.
Entonces los críticos construyen teorías alrededor de esto y ven cosas que yo no había visto.
1
Respondo solamente a nuestro estilo de vida, la vida del Caribe.
“La muerte de la Mamá grande” (1962), como todas las obras de Gabriel García Márquez,
resulta muy difícil de analizar, en especial, por la manera en que está configurada. De
1
Marlise Simons: “Gabriel Marquez on love, plagues and politics”, en The New York Times, 21 de febrero
de 1988, en http://query.nytimes.com/gst/fullpage.html?res=940DEFD61E30F932A15751C0A96E948260
2
Jorge Campos, “García Márquez: fábula y realidad” (Reseña a Cien años de soledad), en Revista Ínsula,
258, Madrid, 1968, p. 11.
3
Plinio Apuleyo Mendoza García, El olor de la guayaba. Conversaciones con Gabriel García Márquez,
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1982; La oveja negra, Ed. Diana, Ed. Bruguera, 1982, pp. 31 y 37.
4
Ibíd., pp. 35-36.
5
Ibíd., p. 60.
aquí que haya que buscar un mecanismo que permita ingresar a este templo del saber
da por el autor implicado, a través del narrador, para hacerlo. Evidentemente, no se trata
reciera organizarlo,6 ya que viejos y nuevos lectores, viejas y nuevas obras, y la relectura
posibilidades.
De aquí que hayamos propuesto una posible forma de lograrlo, a la cual hemos llamado
to por planos o niveles hasta poder dar cuenta de algunos problemas de la poética del
texto en cuestión.7 Para ello, dicho muy breve y de forma profundamente esquemática,
ción que articula los dos anteriores, el cual forma parte de la solución artística del narra-
6
“Texto y obra no son términos equivalentes. El primero remite a las propiedades objetivas —lingüísticas y
formales— del resultado material de un trabajo de objetivación y formalización de la experiencia del sujeto de
la escritura. La segunda consiste en el esfuerzo de restitución, por parte del lector, de la unidad de propósitos
artísticos que la anima: es el ‘lugar’ del encuentro y el dialogo del lector concreto con el texto. En el caso de
las obras de ficción, este tránsito fundamental del ‘texto’ a la ‘obra’ no puede prescindir de la poética narrativa
que les confiere unidad. Ha de pasar por el reconocimiento del papel que desempeña este ‘lenguaje segundo’
que, en su nivel más abstracto, Bajtín entiende como doble sistema de correlaciones cronotópicas y dialógi-
cas. [. . .] / El texto es por completo abierto y cerrado; abierto sobre el presente de la cultura en devenir por los
diversos lenguajes (las visiones cronotópicas en diversos grados de elaboración) que incorpora y convierte,
implícita o explícitamente, en su propio interior; y cerrado por la elaboración, la jerarquización y la organiza-
ción específicas que les confiere la unidad de propósitos artísticos que conforma la obra. Ninguno de estos
movimientos de apertura y clausura pueden cancelarse sin que la obra se vaya vaciando de toda sustancia y
vaya perdiendo así su capacidad de desafiar y nutrir la sensibilidad y la inteligencia del lector. Es decir sin que
el texto deje de ser obra”, Françoise Perus, De selvas y selváticos. Ficción autobiográfica y poética narrativa
en Jorge Isaacs y José Eustasio Rivera, Bogotá, Plaza & Janes Editores, Universidad Nacional de Colombia,
Universidad de los Andes, 1998.
7
Es de observar que no se trata de un método más que pude aplicarse de manera predeterminada, sino
precisamente una mínima serie de elementos posible que nos orienten en la lectura del relato. Para ello hay
que tomar en cuenta que el texto no es un objeto, sino un sujeto, el cual se dirige al interlocutor de la época en
que fue creado [autor (narrador) - texto - (oyente) lector], de manera que nosotros, como críticos, no somos
más que testigos de la comunicación que allí se está manifestando y debemos respetar la manera particular
que cada autor tiene de vehicularlo y manifestarlo. De aquí que sea necesario dejar hablar al texto, y no pro-
poner de antemano lo que esperamos encontrar en él. Los métodos existentes no son más que guías para
pensar los problemas que se nos presentan al hacerlo y no esquemas prestablecidos aplicables que debamos
utilizar indiscriminadamente para lograrlo.
dor, producto de la organización composicional o poética del autor (implicado), de acuerdo
con el oyente-lector (implicado) al que se dirige. Sin duda, en este proceso complejo es
necesario ir buscando todas las referencias (socio-históricas, literarias, etc.) que allí van
rada) que el autor mantiene con otros textos, sean orales o escritos, sean literarios o no, y
sean propios de nuestra cultura o ajenos a ella, es decir, los problemas de su poética au-
toral e histórica.
Para ello, partimos de una serie de niveles o planos que pueden servirnos de mojone-
to(s), personajes, tiempo y espacio, etc.; en el plano de la expresión (oír): voces persona-
fes, títulos de los capítulos, etc. Esto implica que deben ser analizados los elementos de
cada nivel, así como cada nivel, por separado, uno por uno, e ir buscando las relaciones
que entre ellos se van manifestando, para finalmente articular los tres planos entre sí.
TEXTO / OBRA
Autor Texto Lector
Escritor \\ \\ Lector
real
Autor Lector
implicado implicado
Narrador Oyente
Otros autores
(de otros textos, orales o escritos, literarios o no literarios,
nacionales o internacionales)
Evidentemente, dado que cada texto puede contener instancias no mencionadas aquí (si
bien las sugeridas resultan generalmente imprescindibles, aunque algunas de ellas pue-
dan faltar), estas deben ir siendo propuestas por el propio investigador, en función de las
lectura.8
Mas aún, no hay que olvidar, por supuesto, el imprescindible diálogo con los textos crí-
ticos que nos preceden, pues esto nos permite, tanto dialogar con sus posturas de lectura/
debe ser realizado, hasta donde ello sea posible, una vez que hayamos terminado nuestro
trabajo de análisis, con el fin de evitar la posibles distorsiones y contaminaciones que esto
pueda producir.
Podemos sintetizar brevemente lo anterior, a partir del texto que aquí vamos a abordar,
de la siguiente manera: 9
Se trata de realizar algunos acercamientos a la postura desde la que el Autor (implicado) articula
las instancias del proceso narrativo (poética) para permitir al narrador encontrar una posición y
una perspectiva autocentrada (de acuerdo con su espacio de experiencias y horizonte de expec-
tativas) —en este caso, la “visión costeño-caribeña colombiana”— que le permita dar una “solu-
ción artística” —la cual toma en cuenta la respuesta del receptor (oyente-lector implicado) al que
se dirige— al proceso de expresión y representación dialógico-cronotópica, heterogéneo-trans-
culturada, de los movimientos de tiempos y espacios de la heterogeneidad sociocultural y la
transculturación narrativa de la costa atlántica de Colombia del siglo XVI al siglo XIX y de la pri-
mera mitad del siglo XX. Esto en función de la posible relación que establece con otros textos,
orales o escritos, literarios o no-literarios, nacionales o internacionales, sea que formen parte de
sus tradiciones narrativas (poética autoral e histórica), sea que formen parte de las tradiciones
8
Sin duda, lo aquí mencionado se refiere al proceso de la investigación (Texto) puesto que los resultados
de la misma requieren la relaboración y restructuración de todo lo encontrado (Obra). No obstante, no hay que
perder de vista que lo fundamental radica, no tanto en la información manifestada y vehiculada por el autor
implicado (abierta), sino la forma en que es organizada o estructurada por él (cerrada) —si bien una no puede
existir sin la otra—, cuestión que propio García Márquez menciona y que queda mínimamente manifestado en
los cinco epígrafes de este ensayo.
9
Véase, para el caso de Arguedas, Francisco Xavier Solé Zapatero, Los profundos ríos del texto y del rela-
to del narrador en Los ríos profundos (Problemas de la poética de Arguedas), Tesis Doctoral, UNAM, 2006,
467 pp., y Algunos problemas de la poética narrativa de Todas las sangres, de José María Arguedas, Cuader-
nos de Investigación, núm. 44, Toluca, UAEM, 2006, 196 pp.
culturales y contraculturales (cognitivas, éticas y estéticas) con las que dialoga. Tal el caso de
“La marquesita de la Sierpe” y “En el velorio de Joselito” del propio García Márquez, y de La
marquesa de Yolombó de Tomas Carrasquilla y de Mamita Yunai de Carlos Luis Fallas, entre
otros muchos.
Estamos convencidos de que este proceso de lectura, no sólo permite una forma novedo-
Pero pasemos de los dichos a los hechos. Sin embargo, antes de iniciar es importante
mencionar que este trabajo forma parte de una investigación de mayor envergadura que
está en proceso de elaboración, por lo que aquí nos limitaremos a dar cuenta de dos
cuestiones básicas: por un lado, de algunos elementos del complejo sustrato sociocultural
e histórico que subyace al texto, y por otro, de cómo uno de estos sustratos sirve de base
Lo anterior tiene como base el hecho de que, si bien la crítica especializada ha dado
muy alejadas de la “solución artística” y poética del texto. Entre ellas se puede mencionar,
por ejemplo, “el golpe de gracia al discurso anquilosado que había predominado en la lite-
ratura colombiana”, gracias a lo cual “se elabora un nuevo lenguaje literario imbricado en
la oralidad”,10 de tal manera que “‘Los funerales de la Mamá Grande’ representa la muer-
10
Germán Castaño Restrepo, “Cultura popular, oralidad y literatura en ‘Los funerales de la Mamá Grande’”,
en Anales de Literatura Hispanoamericana, 2007, vol. 36, p. 257.
11
Ibídem. “Los conceptos de historia y literatura ‘nacionales’ fueron creados en Colombia en el siglo XIX
por prominentes intelectuales ‘oficiales’, quienes, al imitar el modelo europeo de canonización histórica y lite-
raria, seleccionaron (incluyeron y excluyeron los libros que describían el pasado cultural colombiano, erigiendo
así obras de la Colonia (s. XVI-XVIII) y de la Republica (s. XIX) en textos ‘fundacionales’, ‘literarios’ y ‘naciona-
les’. En este proceso de selección-canonización, los intelectuales oficiales colombianos articularon sus ideolo-
gías liberal y republicana —las cuales entronizaban el catolicismo, el hispanismo y el nacionalismo— en las
instituciones culturales estatales que dirigieron y en los manuales de historia y literatura que escribieron”, Nel-
son Arturo González-Ortega, “Canon y canonización en la obra literaria, periodística y cinematográfica de
García Márquez”, en Tropelías, Revista de Teoría de la literatura y literatura comparada, núm. 9 y 10, 1998-
Gabriel García Márquez subvierte la historia oficial de Colombia a nivel de los temas y de la
periodización, a nivel de la enunciación del discurso y a nivel de la interpretación de los eventos
y textos canonizados por los historiadores oficiales como “históricos” y “literarios” [. . .] [Y esto]
mediante la elaboración de discursos irreverentes y desacralizadores que tienen el fin de re-
presentar (traer otra vez al presente en forma de texto literario) aspectos históricos tanto de la
conquista, colonia e independencia de la Nueva Granada, como de la Colombia contempo-
ránea. [. . .] [Dicha] subversión [. . .] es realizada por García Márquez, mediante la designación
12
de narradores de sus relatos que presentan características de cronistas e historiadores.
De manera que, si bien la crítica ha percibido los problemas que subyacen al texto, no ha
sido capaz de señalar, más que de manera general, el múltiple y entreverado sustrato so-
ciocultural e histórico que le subyace, el cual, tal como lo menciona García Márquez en el
99, pp. 240, cursivas mías. Por su parte, Luis Harss menciona: [. . .] “Inventario de muertos”, llama [García
Márquez] a la literatura de su país. Y la verdad es que prácticamente desde los días de la traumática La vorá-
gine de Rivera, la literatura Colombiana ha parecido estar permanentemente en su último suspiro. La razón
podría estar esa especie de estancamiento arcaísta que distingue a la vida colombina en todos sus niveles.
Colombia es el baluarte del conservadurismo católico, el museo del tradicionalismo político y el purismo litera-
rio. Sus escritores han sido académicos y gramáticos. Hubo excepciones, y de las más honorables, sobre todo
en la época romántica. Todos los escolares de América Latina se han paseado alguna vez con lágrimas en los
ojos en los senderos idílicos de María [1867]. Han sudado con las hipersensibilidades de José Asunción Silva
y se han rascado la cabeza con el modernismo antiséptico de Guillermo Valencia, para no hablar de las profe-
cías penumbrales del excéntrico Porfirio Barba. Pero en el campo de la novela, Colombia se ha destacado por
producir algunas de las peores obras del continente. Basta recordar las extravagantes lucubraciones tropica-
listas de Vargas Vila, el de la eufemística Flor de fango, tan inmensamente populares a comienzos del siglo
por su feliz combinación de exotismos y pornografía. Más presentable, aunque algo tendenciosa, y destinada
al anacronismo, fue la obra de Tomas Carrasquilla, el inventor de la novela costumbrista en Colombia. Con su
realismo escénico nace el reflejo condicionado en la literatura colombiana. Lo explota con fines didácticos, ya
en pleno naturalismo, el enérgico J. S. Osorio Lizarazo. Y allí quedan las cosas, hasta que el tiempo, que cura
todos los males, va revelando una quinta columna con la que por fin se incorpora Colombia al panorama litera-
rio latinoamericano. A la cabeza está García Márquez. [. . .]”, “Gabriel García Márquez o la cuerda floja”, en
Los nuestros, México, Editorial Hermes, 1981, pp. 381-382, cursivas mías. Finalmente, Daniel Samper Pizano
explica: “Los historiadores, los académicos y los vendedores de libros consideran que 1967 es el año estelar
de la literatura colombiana. En esa fecha, más exactamente el 26 de abril, salió a la venta la novela que mu-
chos califican por debajo solo del Quijote: Cien años de soledad. [. . .] Ocurre que exactamente cien años an-
tes de ella, en 1867, se produjo en nuestra letras una conjunción sin precedentes y sin repeticiones: en el mis-
mo calendario se publicaron María, la más importante novela romántica escrita en castellano; la Historia de la
literatura en Nueva Granada, primer intento por recopilar, analizar y ordenar el pasado literario de Colombia; y
una Gramática latina para uso de los que hablan castellano escrita en Bogotá por dos jóvenes cachacos, que
se convirtió en texto de la lengua romana en numerosos países de lengua hispana y en un clásico de la filolo-
gía en español. / Como si fuera poco, comenzó a imprimirse uno de los tratados capitales de la lingüística en
nuestro idioma: las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano. [. . .] [N]adie podrá negarle al año 1867
su trascendencia en el almanaque de nuestra historia literaria, solo superado cien años de relativa soledad
después”, en Revista Credencial, domingo 7 de octubre de 2011, en http://www.eltiempo.com/revistacreden
cial/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-9130541.html.
12
Germán Castaño Restrepo, “Cultura popular, oralidad y literatura en ‘Los funerales de la Mamá Grande’”,
en Anales de Literatura Hispanoamericana, ibíd., p. 259, cursivas mías.
tario evidentemente irónico y polémico) con que se expresa y representa, se relata y se
configura.
Mas, para poderlo demostrar, hay que tener presente que, así como en Cien años de
rresponden, pues, Melquíades: ‘[. . .] no había ordenado los hechos en el tiempo conven-
cional de los hombres, sino que concentró un siglo de episodios cotidianos, de modo que
Grande” acontece algo similar. Y de hecho, es así. Si bien, como veremos, de manera un
tanto diversa. Por esta razón, aquí nos concentraremos en la vida de la Mamá Grande y
es el sustrato básico movilizado y vehiculado, que sirve para relacionarlo con los otros,
razón que tal vez explique por qué García Márquez considera que se trata de “un tipo de
literatura premeditada, que ofrece una visión un tanto estática y excluyente de la realidad”.
Y que esto es así se constata al observar el título del cuento, el cual, más que referirse
como tal a la Mamá Grande, remite como centro a sus Funerales, y por tanto, a la muer-
te y nacimiento de una nueva época en Colombia (aunque tal vez, a nivel histórico, igual
de nefasta o peor que el anterior, si bien en ese momento García Márquez no podía sa-
berlo, aunque pudiese intuirlo), cuestión que el propio narrador, al final del texto, mencio-
na: “Algunos de los allí presentes [en el funeral] dispusieron de la suficiente clarividencia
para comprender que estaban asistiendo al nacimiento de una nueva época”.14 No obs-
13
Nelson Arturo González-Ortega, "Canon y canonización en la obra literaria, periodística y cinematográfi-
ca de García Márquez", ibíd. Véase Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, penúltima pagina.
14
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd, pp. 156-157, cursivas mías. Véase
apéndice. En primer mapa se puede observar la gente que asiste al funeral, con sus regiones correspondien-
tes y la forma que García Márquez los menciona y los distribuye. Cabe señalar que entre ellos se distinguen,
entre otros, los gaiteros de San Jacinto, que refiere, tanto a los habitantes de esa zona, como a una agrupa-
ción musical de Colombia, la cual conserva la música tradicional de gaitas y tambores heredada del mestizaje
indígena, africano y español, y los mamadores de gallo de La Cueva, el famoso lugar de reunión del Grupo
de Barranquilla, cuyos “mamadores de gallo” se ganaron un lugar en Cien años de soledad, y cuyos represen-
tantes más visibles eran Alfonso Fuenmayor, Álvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas, Gabriel García Már-
quez (quienes conformaron el grupo en 1950) y Alejandro Obregón, todos ellos bajo la tutela de Ramón Vin-
tante, con el fin de no limitar demasiado la propuesta del texto, iremos señalando algunas
Así, no resulta muy difícil observar que el texto tiene una especie de introducción y una
breve conclusión, y que el resto puede ser dividido en cinco apartados: a) la agonía y
este hecho; c) la actitud de las autoridades del Vaticano al respecto y el viaje del Papa a
Macondo; d) la espera para que se tome la decisión que permita asistir al Presidente al
entierro, y finalmente, e) los funerales de la Mamá Grande. Sin embargo, al observar que
acontece en cada uno de ellos, nos damos cuenta que casi no sucede nada. Helo aquí:15
rido por la Mamá Grande, atraviesa la plaza en pijama, apoyado en dos bastones, y se
cataplasmas de mostaza y calcetines de lana. Cuando comprende que agoniza, hace lle-
var un arca con pomos de porcelana y durante tres semanas embadurna a la moribunda
por dentro y por fuera con toda suerte de emplastos, julepes y supositorios. Después, la
madrugada del día en que muere, le aplica sapos ahumados en el sitio del dolor y san-
exorcizar por el padre Antonio Isabel. Sin embargo, la enorme mansión de dos plantas se
paraliza una semana antes. En este lapso, los peones duermen amontonados en el co-
yes. De hecho, el “mamagallismo costeño” adquirió carta de ciudadanía justamente en “Los funerales de la
Mamá Grande”.
15
Dado que se trata de una especie de crónica oral/escritural, forma genérica que sirve de base para confi-
gurar el relato, resulta muy difícil separar los acontecimientos propiamente dichos, de la información y los co-
mentarios expresados por el narrador. Es más, al tratar de aislarlos, se pierde de vista mucho del carácter
carnavalesco del texto. De manera que tendremos que combinar ambas instancias narrativas, si bien tratando
de ordenar la información que allí se (nos) brinda.
16
Si bien en el texto se dice que “Sólo en abril de este año comprendió la Mamá Grande que Dios no le
concedería el privilegio de liquidar personalmente, en franca refriega, a una horda de masones federalistas”,
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p. 137. No obstante, también se menciona
que “[a] nadie se le había ocurrido pensar que la Mamá Grande fuera mortal, salvo a los miembros de su tribu,
y a ella misma, aguijoneada por las premoniciones seniles del padre Antonio Isabel. Pero ella confiaba en que
viviría más de 100 años, como su abuela materna [. . .]”, ibíd., pp. 136-137.
17
Es decir, catorce semanas antes de su muerte (o sea tres meses y 6 días [junio = 30, julio = 31 y agosto
= 31: 92 + 6]: en total 98 días), la cual tiene lugar en septiembre. Dice el texto: “Hace catorce semanas. . .”,
ibíd., p. 134.
rredor central, esperando la orden de ensillar los caballos para divulgar la mala noticia en
los ámbitos de la hacienda; los nueve sobrinos velan en torno al lecho y el resto de la fa-
milia permanece en la sala, guardando un luto cerrado, suma de incontables lutos super-
puestos. Entonces, Nicanor manda a buscar al párroco, quien está a punto de cumplir
cien años. Diez hombres lo llevan desde la casa cural hasta su dormitorio, y allí perma-
nece, hablando solo, para no tener que bajarlo y volverlo a subir en el minuto final. Al
amanecer de ese día, pide que la dejen a solas con Nicanor para impartir sus últimas ins-
trucciones. Durante media hora, se informa de la marcha de los negocios, hace formula-
mento después, a solas con el párroco, se confiesa, y más tarde, comulga en presencia
de los sobrinos. En la extremaunción, el padre Antonio Isabel pide ayuda para aplicarle
los óleos en la palma de las manos, pues tiene los puños cerrados. De nada vale el con-
curso de las sobrinas. En el forcejeo, la moribunda aprieta contra su pecho la mano cons-
telada de piedras preciosas y fija en las sobrinas su mirada, diciendo: “Salteadoras”. Lue-
mera notificación a los habitantes de Macondo. Pide, entonces, que la sienten en el me-
cedor, para expresar su última voluntad. Nicanor, el sobrino mayor, va en busca del nota-
rio. Aquel ha preparado ya, en 24 folios, la relación de sus bienes. Con el médico y el pa-
dre Antonio Isabel por testigos, la Mamá Grande dicta al notario la lista de sus propieda-
des.18 Mientras tanto, las muchedumbres empiezan a concentrarse frente a la casa. Ha-
18
“Reducido a sus proporciones reales, el patrimonio físico se reducía a tres encomiendas adjudicadas por
Cédula Real durante la Colonia, y que con el transcurso del tiempo, en virtud de intrincados matrimonios de
conveniencia, se habían acumulado bajo el dominio de la Mamá Grande. En ese territorio ocioso, sin límites
definidos, que abarcaba cinco municipios y en el cual no se sembró nunca un solo grano por cuenta de los
propietarios, vivían a título de arrendatarias 352 familias. [. . .] Sentada en el corredor interior de su casa, ella
recibía personalmente el pago del derecho de habitar en sus tierras, como durante más de un siglo lo recibie-
ron sus antepasados de los antepasados de los arrendatarios. [. . .] En realidad, ésa era la única cosecha que
ciendo un esfuerzo supremo, la Mamá Grande se yergue y dicta al notario la lista de su
patrimonio invisible.19 Necesita tres horas para enumerar sus asuntos terrenales y mora-
les. Estampa su firma y debajo estampan la suya los testigos. Cuando sale el sol, la placi-
ta frente a la casa parece una feria rural. No alcanza a terminar. Ahogándose, emite un
prendido por la noticia cuando se dirige al acto de graduación de los nuevos cadetes, su-
giere al ministro de la guerra que concluya su discurso con un minuto de silencio. Él hace
cadena nacional de radio y televisión.20 Esa tarde, los habitantes de la capital ven el retra-
jamás recogió la familia de un territorio muerto desde sus orígenes, calculado a primera vista en 100.000 hec-
táreas. Pero las circunstancias históricas habían dispuesto que dentro de esos límites crecieran y prosperaran
las seis poblaciones del distrito de Macondo, incluso la cabecera del municipio [. . .]”, ibíd., pp. 142-143.
19
“[. . .] la Mamá Grande se irguió sobre sus nalgas monumentales, y con voz dominante y sincera, aban-
donada a su memoria, dictó al notario la lista de su patrimonio invisible: / La riqueza del subsuelo, las aguas
territoriales, los colores de la bandera, la soberanía nacional, los partidos tradicionales, los derechos del hom-
bre, las libertades ciudadanas, el primer magistrado, la segunda instancia, el tercer debate, las cartas de re-
comendación, las constancias históricas, las elecciones libres, las reinas de la belleza, los discursos trascen-
dentales, las grandiosas manifestaciones, las distinguidas señoritas, los correctos caballeros, los pundonoro-
sos militares, su señoría ilustrísima, la corte suprema de justicia, los artículos de prohibida importación, las
damas liberales, el problema de la carne, la pureza del lenguaje, los ejemplos para el mundo, el orden jurídico,
la prensa libre pero responsable, la Atenas sudamericana, la opinión pública, las lecciones democráticas, la
moral cristiana, la escasez de divisas, el derecho de asilo, el peligro comunista, la nave del estado, la carestía
de la vida, las tradiciones republicanas, las clases desfavorecidas, los mensajes de adhesión. / No alcanzó a
terminar. La laboriosa enumeración tronchó su último viaje. [. . .]”, ibíd., 145, cursivas mías. Al respecto cabe
señalar que “Durante muchos años, Bogotá fue conocida internacionalmente como la Atenas Suramericana.
Este calificativo se lo dio el humanista español Marcelino Menéndez Pelayo, quien en 1892, en su libro Anto-
logía de la poesía latinoamericana. Allí escribió que la cultura literaria de Santafé de Bogotá era tan importante
y tan arraigada en sus gentes que esta ciudad estaba ‘destinada a ser con el tiempo la Atenas de la América
del Sur’. [. . .] / Pero no fue el único en avizorar esa calidad de ciudad culta. En su momento, el escritor y di-
plomático argentino Miguel Cané dejó consignado en sus memorias de viaje por Colombia y Venezuela, publi-
cado en 1884, que los bogotanos se jactaban y enorgullecían de hablar el mejor español del mundo, y que
‘cualquier ciudadano de a pie recitaba los poemas de Víctor Hugo’. / El viajero francés Pierre d’Espagnat tam-
bién la bautizó, en 1898, como la Atenas del Sur, un elogio que décadas atrás, inclusive, el propio barón Ale-
xander Von Humboldt había concedido a Bogotá al llamarla ‘ciudad griega’, haciendo honor a las numerosas
instituciones culturales y científicas que encontró durante su periplo por la Nueva Granada”, Archivo de Bogo-
tá, en http://www.bogota.gov.co/archivo/libreria/php/decide.php?patron=01.090201, cursivas mías. Por otra
parte, la nave del estado, pude hacer alusión al poema de Horacio: Carminum I, 14 (La nave del estado): ¿Te
llevarán al mar, oh nave, nuevas olas? / ¿Qué haces? ¡Ay! No te alejes del puerto. / ¿No ves cómo tus flancos
están faltos de remos / y, hendido el mástil por el raudo Ábrego, / tus antenas se quejan, y a duras penas /
puede aguantar tu quilla sin los cables / al cada vez más agitado mar? [. . .]”. o más probablemente al poema
de Alceo de Mitilene La nave del estado: “1. / Me desconcierta la revuelta de los vientos. / De aquí llega ro-
dando una ola y por allá / otra, y nosotros en medio arrastrados / nos vemos en nuestra nave negra, / afligidos
por la muy enorme tempestad. [. . .]”, en Juan Ferrate, Líricos griegos arcaicos, Sirmio, Barcelona, 1991, da-
das sus evidentes relaciones con lo que acontece en “Los Funerales de la Mamá Grande”.
20
“El 13 de junio de 1954 es inaugurada oficialmente la Televisión en Colombia, como un servicio prestado
directamente por el Estado, en el marco de la celebración del primer año de gobierno del General Gustavo
to de una mujer en la primera página de las ediciones extraordinarias. En los autobuses,
en los ascensores de los ministerios, en los salones de té,21 se susurra con veneración y
respeto de la autoridad muerta en su distrito, cuyo nombre se ignoraba en el resto del país
hacia pocas horas. Una llovizna menuda cubre a los transeúntes de recelo y de verdín.
Las campanas de todas las iglesias tocan a muerto. Desde su automóvil, el Presidente de
abiertos algunos cafetines de mala muerte y la Catedral Metropolitana, quien se está alis-
tando para nueve días de honras fúnebres. En el Capitolio Nacional, donde los mendigos
duermen envueltos en papeles, están encendidas las luces del Congreso. Cuando el pri-
mer mandatario entra a su despacho, conmovido por la visión de la capital enlutada, sus
culo por el jardín interior de cipreses oscuros, ubicado entre la sala de audiencias de Pa-
permite adquirir plena conciencia de su destino histórico: decreta nueve días de duelo
patria en el campo de batalla.23 Mas, tan altos propósitos tropiezan con graves inconve-
nientes: la estructura jurídica del país no está preparada para acontecimientos como los
Rojas Pinilla. [. . .] / La Televisora Nacional fue la institución que desde los inicios de la Televisión coordinó to-
do lo relacionado con el medio de comunicación, el ente era de carácter estatal. Para el 20 de diciembre de
1963 se crea el Instituto Nacional de Radio y Televisión el organismo dependía entonces del Ministerio de
Comunicaciones, que tendría autonomía patrimonial, administrativa y jurídica”, en “Historia de la televisión en
Colombia”, en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/exhibiciones/historia_tv/historia.htm.
21
“[. . .] Salones de Té famosos como, el ‘Monteblanco’, el ‘Yanuba’, el ‘Crem Helado’, muchos de estos sa-
lones han sobrevivido al paso del tiempo y aún funcionan en Bogotá”, “La vieja Bogotá”, en https://www.ameri
canbusinessusacorp.com/store/cards/nosotros.cfm?do=detail&id=94.
22
“Entre la sala de audiencias de Palacio y el patiecito adoquinado que sirvió de cochera a los virreyes,
mediaba un jardín interior de cipreses oscuros donde un fraile portugués se ahorcó por amor en las postrime-
rías de la Colonia”, Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p. 148. ¿A qué y a
quién se refiere?. . .
23
Obsérvese la aparente contradicción: el presidente de la república decreta nueve días de duelo nacional,
después de que la iglesia ya se está preparando para nueve días de honras fúnebres. Y no es la única.
que permita al Presidente de la República asistir a los funerales.24 Días de sobresalto se
viven en las altas esferas de la política, el clero y las finanzas. En el vasto hemiciclo del
por la letra impresa. Hasta que alguien en aquella asamblea de jurisconsultos interrumpe
el blablablá histórico para recordar que el cadáver de la Mamá Grande espera la decisión
a 40 grados a la sombra. Nadie se inmuta. Se imparten órdenes para que sea embalsa-
c) Tanto se ha parlado, que los parloteos trasponen las fronteras, trasponen el océano y
rragosto reciente, el Sumo Pontífice está en la ventana, viendo en el lago sumergirse los
buzos que buscan la cabeza de la doncella decapitada. En las últimas semanas, los pe-
riódicos de la tarde no se ocupan de otra cosa, y el Sumo Pontífice no puede ser indife-
rente a ello. Pero aquella tarde, en una sustitución imprevista, los periódicos cambian las
fotografías de las posibles víctimas, por la de una sola mujer de veinte años. “La Mamá
muchos años antes le había sido ofrendado con ocasión de su ascenso a la Silla de San
Pedro. “La Mamá Grande”, exclaman a coro en sus habitaciones privadas los miembros
del Colegio Cardenalicio, y por tercera vez en veinte siglos hay una hora de desconcier-
está instalado en su larga góndola negra, rumbo a funerales de la Mamá Grande. Quedan
24
“Los acontecimientos de aquella noche y las siguientes serían más tarde definidos como una lección his-
tórica. No sólo por el espíritu cristiano que inspiró a los más elevados personeros del poder público, sino por la
abnegación con que se conciliaron intereses disímiles y criterios contrapuestos, en el propósito común de en-
terrar un cadáver ilustre”, Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p. 147, cursivas
mías.
detrás los sembrados de melocotones, la Via Apia Antica, con tibias actrices de cine do-
rándose en las terrazas sin todavía tener noticias de la conmoción, y después el promon-
torio del Castelsantangelo en el horizonte del Tíber. (Véase apéndice) Al crepúsculo, los
dobles de la Basílica de San Pedro se entreveraron con los bronces de Macondo. Desde
su toldo, el Sumo Pontífice oye toda la noche la bullaranga de los monos alborotados por
mujeres que abandonan sus ocupaciones habituales para vender en los funerales de la
Mamá Grande. Esa noche, su Santidad padece la fiebre de la vigilia y el tormento de los
zancudos. Pero el amanecer sobre los dominios de la Gran Vieja borran de su memoria
los padecimientos del viaje y lo compensan del sacrificio. Entonces, Nicanor es desperta-
denciales, por las controversias de los parlamentarios que han perdido la voz y continua-
todo el mundo se desentienden de sus asuntos y colman con su presencia los corredores,
los pasadizos, las buhardas de la casa. Quienes llegan con retardo, se trepan y acomo-
Grande, bajo un promontorio de telegramas. Allí, los nueve sobrinos velan el cuerpo, ex-
tenuados por las lágrimas. Y en el salón del consejo municipal, el Sumo Pontífice padece
disposiciones administrativas, y durante el día, reparte caramelos italianos a los niños que
se acercan a verlo por la ventana y almuerza bajo la pérgola con el padre Antonio Isabel,
y ocasionalmente con Nicanor. Así vive semanas y meses, hasta que Pastor Pastrana se
colgado sus toldos y desenrollado sus petates, ballesteros despejan el paso a la autori-
dad. Poco antes de las once, la muchedumbre, contenida por una élite de guerreros uni-
sus ministros, las comisiones del parlamento, la corte suprema de justicia, el consejo de
pública desfila frente a las muchedumbres, entre los arzobispos y los militares. En segun-
do término, lo hacen las reinas nacionales. El Sumo Pontífice se sobrepone al calor con
acuerdo en la disputa de los ilustres, hasta que se saca el catafalco a la calle en hombros
de los más ilustres. La sombra de gallinazos sigue al cortejo por las callecitas de Macon-
do, y al paso de ellos, estas se van cubriendo de un rastro de desperdicios. Los sobrinos,
ahijados, sirvientes y protegidos de la Mamá Grande, cierran las puertas tan pronto como
sacan el cadáver, y desmontan las puertas, desenclavan las tablas y desentierran los ci-
mientos para repartirse la casa. En el fragor de aquel entierro, se oye el estruendoso sus-
piro de descanso que exhalan las muchedumbres cuando se cumplen los catorce días de
Resultará, pues, más que evidente el carácter carnavalesco25 de lo que allí acontece.
Sin embargo, cabría preguntarse ¿qué quiere comunicarnos García Márquez con todo
25
Para una revisión de lo carnavalesco y de la literatura carnavalizada, véase Francisco Xavier Solé Zapa-
tero, “La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua: problemas de su solución artística”, en Revista La Col-
mena 72, octubre-diciembre de 2011, Universidad Autónoma del Estado de México, pp. 30-46, y para el sus-
ello? Puesto que todo pareciera esta alejado del mundo histórico. No obstante, antes de
descifrar esta onírica realidad, tal como lo señala García Márquez en el cuarto epígrafe,
tes de su agonía y muerte, carnavalizan aún más el relato, y hacen todavía más difícil de
Tal el caso de la tarde en que María del Rosario Castañeda y Montero asiste a los fu-
nerales de su padre, y regresa por la calle investida, a los 22 años, en la Mamá Grande;26
el privilegio que posee, mientras es abanicada por algún miembro de la autoridad civil, de
estropear su saya y pollerines; su rechazo, hasta los 50 años, de los más apasionados
pretendientes, lo que la hace morir soltera y sin hijos; la forma en que cerca su fortuna y
su apellido con una alambrada sacramental, resultado de su rigidez matriarcal, lo que aca-
rrea que los tíos se casen con las hijas de las sobrinas, y los primos con las tías, y los
hermanos con las cuñadas, hasta formar una intrincada maraña de consanguinidad que
na menor, quien, aterrorizada por las alucinaciones, se hace exorcizar por el padre Anto-
nio Isabel, se rapa la cabeza y renuncia a las glorias y vanidades del mundo en el novi-
Grande, producto del derecho de pernada de los varones; las fiestas que esta realiza ca-
da año por su cumpleaños, hasta cumplir los 70 años, donde concierta los matrimonios
para el siguiente año y sale al balcón para clausurar el jubileo arrojando monedas a la
trato histórico que le subyace, dada su similitud con el de los “Funerales de la Mamá Grande”, su continuación
en Revista La Colmena 76, octubre-diciembre de 2012. [En prensa]
26
“Los ancianos recordaban como una alucinación de la juventud los doscientos metros de esteras que se
tendieron desde la casa solariega hasta el altar mayor, la tarde en que María del Rosario Castañeda y Monte-
ro asistió a los funerales de su padre, y regresó por la calle esterada investida de su nueva e irradiante digni-
dad, a los 22 años, convertida en la Mamá Grande”. Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá
Grande”, ibíd., p. 147.
muchedumbre (si bien esta tradición se haya visto interrumpida, tanto por los duelos su-
cesivos de la familia, como por la incertidumbre política de los últimos tiempos); el cobro
de los arrendamientos que todos los años, como único acto de dominio, en vísperas de
su onomástico, ejerce la Mamá Grande durante tres días, lo cual impide el regreso de las
tierras al estado, mientras la muchedumbre, bajo los almendros polvorientos, lugar donde
acamparon las legiones del coronel Aureliano Buendía la primera semana del siglo, po-
ne en venta múltiples productos, incluido estampas y escapularios con su imagen; los tres
baúles de cédulas electorales falsas que forman parte de su patrimonio secreto, los que
nica de la Mamá Grande que, en tiempos de paz, le permite acordar y desacordar canon-
jías, prebendas y sinecuras, así como velar por el bienestar de los asociados, aunque tu-
viera que recurrir para lograrlo a la trapisonda o al fraude electoral, y en tiempos tormen-
tosos, contribuir en secreto para armar a sus partidarios, y socorrer en público a sus víc-
timas, celo patriótico que la acredita para los más altos honores.
Habría que agregar a esto otros acontecimientos que parecieran ser un tanto margina-
les, tales como los de su abuela materna, quien en la guerra de 1875 se enfrenta a una
ria del doctor, quien es un médico hereditario, laureado en Montpellier,28 contrario por con-
27
“Los varones de la servidumbre, sus protegidos y arrendatarios, mayores y menores de edad, ejercitaban
no sólo su propio derecho de sufragio, sino también el de los electores muertos en un siglo. Ella era la priori-
dad del poder tradicional sobre la autoridad transitoria, el predominio de la clase sobre la plebe, la trascen-
dencia de la sabiduría divina sobre la improvisación mortal”, Gabriel García Márquez, “Los funerales de la
Mamá Grande”, ibíd., p.137.
28
“Aparecida alrededor del año 980, la ciudad de Montpellier se convierte en un punto de encuentro e in-
tercambio entre las culturas occitana, cristiana, judía y musulmana, y su vocación universitaria se confirma
inmediatamente. [. . .] / En el siglo XIII se edifica la muralla de la ciudad, se pone en circulación una moneda y
se construyen tres universidades: una de medicina, una de derecho y una de arte. La escuela de medicina de
Montpellier se convierte oficialmente en la más antigua del mundo occidental. [. . .] / A partir del siglo XIII, la
reputación de Montpellier y sobre todo su arte de curar llega hacia los confines de Europa, atrayendo numero-
sos personajes [. . .] Podemos citar a Arnau de Vilanova, Nostradamus, François de Lapeyronie, François
Rabelais y Ramón Llull”, en Marléne Raucoles, “Montpellier, Ciudad Universitaria”, El mundo de Sophia, Re-
vista de difusión cultural de la Fundación Sophia, en http://www.mundosophia.com/montpellier-ciudad-universi-
taria.
prebenda de que se impida el establecimiento de otros médicos en Macondo, sinecura
que le permite en un tiempo recorre el pueblo a caballo, visitando a los enfermos al atar-
cuando menos hasta que la artritis le anquilosa un chinchorro y termina por atender a sus
en el final de la tradición familiar, al no poder recibir el anillo que la Mamá Grande le ofre-
titánico y montaraz, vestido de caqui, botas con espuelas y un revólver calibre 38, cañón
largo, ajustado bajo la camisa, ejerce, a través de ella, su autoridad; o también la existen-
cia de tres vasijas de morrocotas enterradas en algún lugar de la casa durante la guerra
nado, facilita cada vez más el hallazgo del tesoro enterrado; el que en los alrededores de
los caseríos, merodeen un número nunca contado y menos atendido de animales herra-
dos en los cuartos traseros con la forma de un candado, hierro hereditario que, más por el
donde llegan las reses desperdigadas en verano muertas de sed, hasta convertirse en
uno de los más sólidos soportes de su leyenda; el hecho de que, por razones que nadie
hayan ido vaciado progresivamente desde la última guerra civil [1899-1902] y se hayan
instalado en ellas trapiches de caña, corrales de ordeño, y una piladora de arroz; etc.
Como fuese, resultara evidente, con todo lo anterior, por qué la Mamá Grande se con-
vierte, como lo fueron en el pasado sus hermanos, sus padres y los padres de sus padres,
en el centro de gravedad de Macondo, producto de una hegemonía que ya colma dos si-
glos hasta el punto de que la aldea se funda alrededor de su apellido. Es por esto que,
cuando se sienta a tomar el fresco de la tarde en el balcón de su casa, parece en verdad
infinitamente rica y poderosa: la matrona más rica y poderosa del mundo, lo que la con-
vierte en una verdadera leyenda. Y si bien es cierto nadie conoce el origen, ni los límites
ni el valor real del patrimonio, todo el mundo se ha acostumbrado a creer que la Mamá
Grande es dueña de las aguas corrientes y estancadas, llovidas y por llover, y de los ca-
minos vecinales, los postes del telégrafo, los años bisiestos y el calor, y que tenía además
un derecho heredado sobre vida y haciendas. De aquí que esta visión medieval pertenez-
Sin duda, en una primera instancia, pareciera que todo lo reseñado no es más que pura
y simple invención del tipo Walt Disney, como dice García Márquez en el tercer epígrafe,
jamás en Colombia una Mamá Grande que tenga tanto poder, ni que hay movilizado al
poder supremo de la capital, y mucho menos que haya asistido el Sumo Pontífice a su fu-
neral, o estos aparecen de manera tan vaga y dispersa, que parecieran no tener ninguna
filiación definida ni ninguna articulación especial entre sí. Esto es, justamente, lo que ha
del realismo mágico del autor,29 es decir, en una simple etiqueta que poco dice y que fi-
nalmente nada explica. De aquí que debamos rastrear qué sucesos socio-históricos, polí-
ticos y culturales parecieran subyacerle, explicar por qué aparecen representados de esta
manera, entender la razón por la que son expresados y representados de esta forma, y
29
PLINIO APULEYO: “El tratamiento de la realidad en tus libros, especialmente en Cien años de soledad y en
El otoño del patriarca, ha recibido un nombre, el de realismo mágico. Tengo la impresión de que tus lectores
europeos [y habría que agregar, los propios latinoamericanos] suelen advertir la magia de las cosas que tú
cuentas, pero no ven la realidad que las inspira. . .”
GARCÍA MÁRQUEZ: “Seguramente porque su racionalismo les impide ver que la realidad no termina en el
precio de los tomates o de los huevos. La vida cotidiana en América Latina nos demuestra que la realidad está
llena de cosas extraordinarias. A este respecto suelo siempre citar al explorador norteamericano F. W. Up de
Graff, que a fines del siglo pasado hizo un viaje increíble por el mundo amazónico en el que vio, entre otras
cosas, un arroyo de agua hirviendo y un lugar donde la voz humana provocaba aguaceros torrenciales”. Plinio
Apuleyo Mendoza García, El olor de la guayaba. . ., ibíd., p. 36, cursivas mías.
“solución artística” mítico-carnavalesca utilizada por el narrador para hacerlo, como pro-
ducto de la configuración poética del autor, de acuerdo con el sustrato sociocultural e his-
tórico que le subyace, tal como nuestro autor lo menciona en el segundo epígrafe
Sin embargo, a este complejo entramado de problemas hay que agregar uno más: lo
que expresa el narrador en esa especie de introducción y conclusión con que abre y cierra
Ésta es, incrédulos del mundo entero, la verídica historia de la Mamá Grande, soberana absoluta
del reino de Macondo, que vivió en función de dominio durante 92 años y murió en olor de san-
tidad un martes del setiembre pasado, y a cuyos funerales vino el Sumo Pontífice.
Ahora que la nación sacudida en sus entrañas ha recobrado el equilibrio; ahora que los gaite-
ros de San Jacinto, los contrabandistas de la Guajira, los arroceros del Sinú, las prostitutas de
Guacamayal, los hechiceros de la Sierpe y los bananeros de Aracataca han colgado sus toldos
para restablecerse de la extenuante vigilia, y que han recuperado la serenidad y vuelto a tomar
posesión de sus estados el presidente de la república y sus ministros y todos aquellos que re-
presentaron al poder público y a las potencias sobrenaturales en la más espléndida ocasión fu-
neraria que registren los anales históricos; ahora que el Sumo Pontífice ha subido a los Cielos
en cuerpo y alma, y que es imposible transitar en Macondo a causa de las botellas vacías, las
colillas de cigarrillos, los huesos roídos, las latas y trapos y excrementos que dejó la muche-
dumbre que vino al entierro, ahora es la hora de recostar un taburete a la puerta de la calle y
empezar a contar desde el principio los pormenores de esta conmoción nacional, antes de que
30
tengan tiempo de llegar los historiadores.
Algunos de los allí presentes [en el Funeral] dispusieron de la suficiente clarividencia para com-
prender que estaban asistiendo al nacimiento de una nueva época. Ahora podía el Sumo Pontí-
fice subir al Cielo en cuerpo y alma, cumplida su misión en la tierra, y podía el presidente de la
república sentarse a gobernar según su buen criterio, y podían las reinas de todo lo habido y por
haber casarse y ser felices y engendrar y parir muchos hijos, y podían las muchedumbres colgar
sus toldos según su leal modo de saber y entender en los desmesurados dominios de la Mamá
Grande, porque la única que podía oponerse a ello y tenía suficiente poder para hacerlo había
empezado a pudrirse bajo una plataforma de plomo. Sólo faltaba entonces que alguien recostara
un taburete en la puerta para contar esta historia, lección y escarmiento de las generaciones fu-
turas, y que ninguno de los incrédulos del mundo se quedara sin conocer la noticia de la Mamá
30
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., pp. 135-136, cursivas mías.
Grande, que mañana miércoles vendrán los barrenderos y barrerán la basura de sus funerales,
31
por todos los siglos de los siglos.
Como se observa, se articulan el principio y final del relato en forma circular, con eviden-
los Cielos”; “ahora podía el Sumo Pontífice subir al Cielo”, etc.), dando cuenta con ello de
del fallecimiento de Mamá Grande (la espera de la decisión para enterrarla, los Funerales
con la reacciones que se manifiestan en Bogotá, y lo que sucede mientras se espera que
se tome la decisión en la capital, lo hace tanto con la respuesta del Vaticano como lo que
acontece en Macondo. Dicho de otra manera, mientras la Mamá Grande esta arreglando
anuncia su muerte y empieza a tomar conciencia histórica del hecho [2], y mientras aquí
Santa Sede se sobresalta [3] y el Papa viaja del Vaticano hasta Macondo, acompañado
de la gente que vive en los alrededores del río Magdalena, donde permanecen hasta que
se tome la decisión, del mismo modo que lo hace gente y congregaciones de todo el
mundo [4], hasta que finalmente llega el Presidente y otras múltiples y variopintas perso-
nalidades a Macondo, incluidas las reinas de la belleza, y se realizan las pomposas y pin-
31
Ibíd., pp. 156-157, cursivas mías.
32
Para mayor claridad, esto se puede esquematizar de la siguiente manera:
Y esto permite observar y justificar la doble manera de contabilizar el tiempo: una al es-
tilo del narrador, la cual está basada en la manera de ver el mundo de la gente de la Cos-
na”, que es a la que muchas veces hace referencia el propio García Márquez,33 y otra al
estilo “occidental”: lineal, racional e histórica, la cual subyace a la primera y que sirve de
base para tratar de explicar y comprender aquella. Sin olvidar, por supuesto, que ambas
▲ ▲ ▲ ▲ ▲
“Pasado “Presente “Presente” “Presente “Presente 1) Macondo
histórico” anterior” (Día de la muerte posterior” final” 2) Bogotá
(Vida Mamá (Premoniciones de la Mamá (Espera de (Funerales) 3) Vaticano
Grande e historia y agonía Mamá Grande) la decisión para [5]
4) Espera
de Colombia Grande) [1 y 2a] enterrarla)
y el Vaticano [1] [2b, 3 y 4] 5) Funerales
[1 (2) (3)]
33
“En el Caribe, al que pertenezco, se mezcló la imaginación desbordada de los esclavos negros africanos
con la de los nativos precolombinos y luego con la fantasía de los andaluces y el culto de los gallegos por lo
sobrenatural. Esa aptitud para mirar la realidad de cierta manera mágica es propia del Caribe y también del
Brasil. [. . .] [C]reo que el Caribe me enseñó a ver la realidad de otra manera, a aceptar los elementos sobre-
naturales como algo que forma parte de nuestra vida cotidiana. El Caribe es un mundo distinto cuya primera
obra de literatura mágica es el Diario de Cristóbal Colón, libro que habla de plantas fabulosas y de mundos mi-
tológicos. Sí, la historia del Caribe está llena de magia, una magia traída por los esclavos negros de África,
pero también por los piratas suecos, holandeses e ingleses, que eran capaces de montar un teatro de ópera
en Nueva Orleans y llenar de diamantes las dentaduras de las mujeres. La síntesis humana y los contrastes
que hay en el Caribe no se ven en otro lugar del mundo. Conozco todas sus islas: mulatas color de miel, con
ojos verdes y pañoletas doradas en la cabeza; chinos cruzados de indios que lavan ropa y venden amuletos;
hindúes verdes que salen de sus tiendas de marfiles para cagarse en la mitad de la calle; pueblos polvorientos
y ardientes cuyas casas las desbaratan los ciclones, y por otro lado rascacielos de vidrios solares y un mar de
siete colores. Bueno, si empiezo a hablar del Caribe no hay manera de parar. No sólo es el mundo que me
enseñó a escribir, sino también la única región donde yo no me siento extranjero”, Plinio Apuleyo Mendoza, El
olor de la guayaba. . ., ibíd., pp. 55 y 57, cursivas y negritas mías. Y si bien no es exactamente lo que hace ar-
cía Márquez, pues juega más con la imagen que con el lenguaje, Antonio Cornejo Polar menciona al respecto:
“[. . .] he querido auscultar desde la decisoria escisión y el rudo conflicto [. . .] entre la voz de las culturas ágra-
fas andinas y la letra de la institución literaria de origen occidental, con su abigarrada e inestable gama de po-
siciones intermedias, hasta la transcripción de la palabra hablada en el testimonio o la construcción del efecto
de oralidad en el discurso literario, pasando, como era inevitable, ciertas formas de bilingüismo y disglosia.
[. . .] / En más de una ocasión creo haber podido leer los textos como espacios lingüísticos en los que se
complementan, solapan, intersectan o contienden discursos de muy variada procedencia, cada cual en busca
de una hegemonía semántica que pocas veces se alcanza de manera definitiva. Ciertamente, el examen de
estos discursos de filiación socio-cultural disímil conduce a la comprobación de que en ellos actúan tiempos
también variados; o si se quiere, que son históricamente densos por ser portadores de tiempos y ritmos socia-
les que se hunden verticalmente en su propia constitución, resonando en y con voces que pueden estas sepa-
rados entre sí por siglos de distancia”. Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las
literaturas andinas, Lima, Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar (CELACP) / Latinoamericana
Editores, 2003, p. 11.
cultural de Colombia, y especialmente de la región de la Costa Atlántica, de la cual, para
ese entonces (1962), no se contaba casi con ningún tipo de información escrita,34 ya que
lo que subyace al antes, durante y después de la muerte de la Mamá Grande está eviden-
temente relacionado con las luchas, primero, entre encomenderos, indios y esclavos ne-
gros, después entre terratenientes, estancieros y comerciantes, más tarde entre centralis-
tas y federalistas, y finalmente entre liberales y conservadores. Estas dos últimas trajeron
como consecuencia las múltiples Guerras Civiles que se fueron produciendo durante el
siglo XIX, así como los graves y dramáticos acontecimientos de la primera mitad del siglo
proyectaba como candidato del partido liberal y gran exponente para ganar las elecciones
de 1946, pero el temor de la clase política lleva a Gabriel Turbay a lanzar su propia candi-
datura. Como consecuencia, llega al poder el conservador Mariano Ospina Pérez (1946-
1950), del partido conservador. Sin embargo, la proyección de Gaitán, quien se consolida
como jefe único del partido liberal, sumada a la mayoría liberal en el congreso, no permite
34
Los primero aportes al respecto son los de Orlando Fals Borda, quien comienza con sus libros Campesi-
nos de los Andes (1955) y El hombre y la tierra en Boyacá (1957), trabajos originalmente presentados para
obtener la maestría y el doctorado, respectivamente, en los cuales buscaba comprender al campesinado a
partir de “los cambios que se estaban operando en la sociedad rural y la capacidad de respuesta de la élite di-
rigente a los retos que ofrecía una sociedad en transición. Tales inquietudes se desarrollaron en Latinoaméri-
ca cuando el problema de la reforma agraria suscitaba candentes debates entre intelectuales y políticos”, en
Marta Herrera Ángel, “Fals Borda, Orlando”, Biografías Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lecto-
res, en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/falsorla.htm. Cursivas mías. Posteriormente escribe
el libro Historia de la cuestión agraria en Colombia (1975), y más tarde su Historia doble de la Costa (1979-
1986), en cuatro tomos, que reflexiona justamente sobre sobre los problemas socio-culturales históricos de la
Costa Atlántica. [Orlando Fals Borda, Historia doble de la Costa 1. Mompox y Loba, Bogotá, Carlos Valencia
Editores, 1979; Historia doble de la Costa 2. El Presidente Nieto, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1981; His-
toria doble de la Costa 3. Resistencia en el San Jorge, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1984; Historia doble
de la Costa 4, Retorno a la tierra, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1986. (Los cuatro tomos: Bogotá, Univer-
sidad Nacional de Colombia, Banco de la República, El Áncora Editores, 2002)]. Reflexiones, sea dicho de
paso, que nos fueron muy útiles para empezar a comprender y poder explicar algunas de las cuestiones que
subyacen a “Los funerales de la Mamá Grande”.
zo.35 Este, que buscaba forzar a Ospina a renunciar, termina fortaleciendo al presidente,
quien empieza a desarrollar más y más políticas represivas. Así las cosas, en 1950 el par-
tido liberal no participa de las elecciones, dejando vía libre para que el conservador Lau-
reano Gómez (1950-1951) gane la presidencia. Sin una oposición política legal, este in-
zantes, tanto del Partido Liberal Colombiano, como del Partido Comunista de Colombia.
secreta de civiles armados (apodada en las áreas rurales como Policía Chulavita), quie-
neral a los partidarios de la izquierda, lo que les permitía destruir haciendas y fincas, ade-
más de incautar bienes y terrenos a los perseguidos. Tan lejos llega el asunto, que a esta
35
Cuestión a la que también remite La hojarasca (1955), México, Club Bruguera, 1980, y, de forma paródi-
ca, en “El velorio de Joselito” (1950), en Obra periodística 1. Textos costeños 1948-1952, México, Editorial
Diana, 2010. En este “son diversos los rasgos que hay que destacar. Pero limitémonos a uno: el carácter car-
navalesco que tiene el texto en cuanto tal [. . .]. / [. . .] baste subrayar, por ejemplo, que un ritual de tanta so-
lemnidad como es la cámara ardiente —que, por una parte, solo está destinado a personajes de elevada dig-
nidad y merecedores del más severo respeto; y que, por otra, suele celebrarse en lugares augustos, como pa-
lacios parlamentarios o catedrales primadas— se le dedica en este caso a un personaje ‘estrafalario y dispa-
ratado’ como Joselito y se lleva a cabo en un ‘mostrador de mala muerte’, empleando no ‘las cuatro velas cris-
tianas sino un montón de velas baratas, trasnochadas’, con las que se ejecuta una ‘cumbiamba funeraria’, ra-
zón por la cual resulta ser una ‘Ardiente cámara de grito y aguardiente’. / Además, tal ceremonia no se realiza
allí, como ocurre en la realidad normal, en honor o en homenaje del finado, sino todo lo contrario: se hace pa-
ra profanarlo y agraviarlo, de tal manera que el rosario que se le reza consiste en ‘siete avemarías de maldi-
ciones por cada padrenuestro de vituperio’ (con lo cual, de contera, se desacraliza esta santa oración). / Di-
gamos, por último, que la caracterización burlesca del ritual de la ‘cámara ardiente’, de la que con frecuencia
son objeto líderes políticos que, una vez muertos, son oficialmente considerados próceres de la patria, queda
refrendada en las referencias en metáfora de político que el texto hace de Joselito. Así, habla de ‘los incautos
que tuvieron fe en la desenfrenada demagogia pirotécnica’ de este personaje; y también de ‘Los que creyeron
en su oratoria populachera, los que admitieron su redentora política de candidato a la primera magistratura del
disparate’”, en Joaquín Mattos Omar, “García Márquez y el Carnaval”, El Heraldo, 3 de marzo de 2012, en
http://www.elheraldo.co/revistas/dominical/la-letra-y-la-herida/garcia-marquez-y-el-carnaval-55751, cursivas
mías. Y si bien “[e]l carnaval de Barranquilla es quizá la fiesta folclórica y cultural más importante de Barran-
quilla y de Colombia”, en la cual “[a] manera de cierre se lleva a cabo el entierro de Joselito Carnaval, el cual
simboliza el fin de las festividades”, donde “se realizan jocosos ‘entierros’ de Joselito, personaje que simboliza
la alegría de las fiestas, quien había ‘resucitado’ el sábado de carnaval y ‘muere’ el último día cansado y ‘en-
guayabado’, para ‘resucitar’ el año siguiente en el próximo carnaval”, cabe señalar que a “Gaitán no se le pu-
do hacer un funeral adecuado y sus familiares en gesto de protesta se negaron a llevarlo a un cementerio has-
ta que el gobierno de turno cayera, velándolo en su propia casa. En la actualidad su cuerpo se encuentra en la
que fuera su última residencia de la calle 42, núm. 15-52, de Bogotá (Casa Museo Jorge Eliécer Gaitán) un si-
tio de acceso público”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Carnaval_de_Barranquilla y en http://es.wikipedia.org/wi
ki/Jorge_Eli%C3%A9cer_Gait%C3%A1n, cursivas mías.
respuesta a ello, una parte de la dirigencia liberal ordena a sus militantes a alzarse en ar-
mas contra la presidencia de Gómez, dando lugar a lo que se conoce como La Violencia,
periodo que termina oficialmente el 13 de junio de 1953, cuando este es derrocado por el
general Gustavo Rojas Pinilla, quien ofrece una amnistía a los guerrilleros liberales. De
manera que este es bien recibido por muchos sectores del país, lo que le permite desarro-
llar una serie de reformas económicas y políticas, incluyendo la creación del servicio de
además de que es muy laxo con los restos de violencia política, particularmente la ejerci-
da por los conservadores contra los liberales. La crítica de estos casos, lleva al cierre de
mayo de 1957. La oposición a la presidencia de facto une a dirigentes de los partidos libe-
ral y conservador en contra del dictador. Es entonces que el liberal Alberto Lleras Camar-
Frente Nacional (1957). Depuesto Rojas, una junta militar asume el poder durante un pe-
cráticas, siendo elegido Alberto Lleras Camargo (1958-1962)36 como el primer presidente
del Frente Nacional.37 De este modo, por los siguientes 16 años la presidencia se verá
alternada entre los dos partidos tradicionales, los cuales conformarán gobiernos de uni-
36
Que el texto refiere a este Presidente se confirma por los comentarios del propio Gabriel García Már-
quez: “En ‘Los funerales de la Mamá Grande’ cuento un inimaginable, imposible viaje del Papa a una aldea
colombiana. Recuerdo haber descrito al presidente que lo recibía como calvo y rechoncho, a fin de que no se
pareciera al que entonces gobernaba al país, que era alto y óseo. Once años después de escrito ese cuento
[1973], el Papa fue a Colombia y el presidente que lo recibió era, como en el cuento, calvo y rechoncho”, en
Plinio Apuleyo Mendoza García, El olor de la guayaba. Conversaciones con Gabriel García Márquez, ibíd., p.
36, cursivas mías. He aquí la imagen del liberal Alberto Lleras Camargo, donde se observa clara-
mente que era alto y óseo.
[Alberto Lleras Camargo. Oleo de Marcos Salas. Portada de “Cromos”, 20 de julio de 1945, en
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ revistas/credencial/abril1998/10001.htm].
37
Más adelante retomaremos lo dicho aquí y lo complementaremos con el fin de dar cuenta de su relación
directa con “Los funerales de la Mamá Grande”.
dad, repartiendo los ministerios y la burocracia entre ambos partidos. El Frente Nacional
marca así el fin de la violencia partidista que aqueja a Colombia por más de un siglo. Sin
armado colombiano que se desata posteriormente, la cual se amplia, por un parte, con el
triunfo de la Revolución Cubana (1959), y por una otra, con la Alianza para el Progreso
(1961). Baste con recordar que, desde la época de Rojas Pinilla, empiezan a aparecen las
nal (UC-ELN), y en 1974, al culminar el Frente Nacional y como consecuencia del supues-
la presidencia: nada más ni nada menos que el general Gustavo Rojas Pinilla, aparece el
Movimiento 19 de abril (M-19), así como el narcotráfico y el lavado de dinero, con la con-
Por otra parte, cabe también recordar otras cuestiones históricas de épocas anteriores.
Así, con todas las complejidades del caso, que la Nueva Granada correspondía al territo-
nada (1718-1819), cuya sede fue Santa Fe de Bogotá, como parte de la nueva política de
los Borbones. Creado este por Felipe V, fue suspendido en 1724 por problemas financie-
ejército del rey Fernando VII, y disuelto definitivamente en 1819 por el ejército rebelde al
38
Por supuesto, cualquier semejanza con nuestra actual realidad mexicana, así como de algunos países
latinoamericanos, es pura coincidencia.
Cabe señalar, puesto que finalmente también tiene relación con la Mamá Grande y su
imperio, que este cambio tiene lugar por el proceso de decadencia, paulatino agotamiento
y desgaste sufrido por la Monarquía Hispánica a lo largo del siglo XVII, durante los reina-
dos de los denominados Austrias menores (los últimos reyes de la Casa de Austria: Felipe
III, Felipe IV y Carlos II), que la hizo pasar de ser la potencia hegemónica de Europa y la
mayor economía del mundo en el siglo XVI, a convertirse en un país empobrecido y semi-
ha sido uno de los asuntos más tratados, y en muchas ocasiones se han atribuido a la le-
yenda negra,
presente en la propaganda antiespañola desde mediados del siglo XVI: el orgullo de casta cris-
tiano viejo, la obsesión por una hidalguía incompatible con el trabajo y propicia a la violencia en
la defensa de un arcaico concepto de honor, la sumisión acrítica (por superstición o por temor
más que por fe) a un poder despótico, tanto político como religioso, adepto de la versión más ce-
rrada del catolicismo, que le abocaba a aventuras quijotescas en Europa contra los protestantes
y a una cruel imposición a los indígenas americanos de la evangelización y el dominio de los
39
conquistadores.
de sus matrimonios, que acabaron por dar un rey completamente disminuido e incapaz de
gobernar: Carlos II, “El hechizado” (1661-1700). Más aún, a consecuencia de la desespe-
ración de la corte por no lograr descendencia para continuar la dinastía, esta llegó a so-
meter al rey a exorcismos.40 No obstante, otros dicen que hubo pocos matrimonios de es-
39
En http://es.wikipedia.org/wiki/Decadencia_espa%C3%B1ola.Es importante señalar que en Colombia
existen varias leyendas de este tipo: la leyenda negra de la separación de Panamá de Colombia (1903); la le-
yenda negra de la dictadura del teniente general Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), etc. Ambas aparecen,
especialmente la segunda, en “Los funerales de la Mamá Grande”
40
“Su sobrenombre le venía de la atribución de su lamentable estado físico a la brujería e influencias diabó-
licas. Parece ser que los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real produjeron tal degeneración
que Carlos creció raquítico, enfermizo y de corta inteligencia, además de estéril (se sospecha que sufría el
síndrome de Klinefelter). [. . .] Según el médico forense, el cadáver de Carlos ‘no tenía ni una sola gota de
sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putre-
factos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua’”, en http://es.wi
kipe dia.org/wiki/Carlos_II_de_Espa%C3%B1a, cursivas mías. “Los exorcismos a que se sometían Carlos II y
te tipo en la línea austríaca, de manera que las muertes de las jóvenes herederas por vi-
ruela fue la causa mayor. Como fuese, en 1700, Carlos II muere sin descendencia y co-
mienza la Guerra de Sucesión en Europa entre los Habsburgo y los Borbones de Francia,
la cual finaliza con la paz de Utrecht en 1713. De este modo, los Borbones obtienen la co-
rona de España y su imperio de ultramar, quedando a cargo el rey Carlos III, y la nueva
dinastía decide aplicar una serie de medidas para revertir su decadencia, para lo cual
De mismo modo es necesario conocer algunas mínimas cuestiones sobre la historia del
Vaticano,41 especialmente durante el reinado del Papa Pio XII42 (1939-1958), de las cua-
les para ese entonces (1958/1962) tampoco se sabía nada.43 De hecho, al momento de
su segunda esposa, Mariana de Neoburgo, en la última década del siglo XVII, es por creer que las constantes
enfermedades del Rey, deforme y maltrecho a causa de la endogamia austriaca, así como la esterilidad del
matrimonio, se debían a hechizos y encantamientos”, en http://www.dospassos.es/upload/ficheros/autores/
2011 01/dossierreinasdeespanalosaustrias.pdf. Véase también al respecto: Mar Rey Bueno, El hechizado.
Medicina, alquimia y superstición en la Corte de Carlos II (1661-1700), Zaragoza, 1998.
41
Los Estados Pontificios o “Estados de la Iglesia” estuvieron formados por un conglomerado de territorios
básicamente centroitalianos que se mantuvieron como un estado independiente entre los años 752 y 1870 ba-
jo la directa autoridad civil de los papas, y cuya capital fue Roma. [. . .] / En 1870 el rey italiano Víctor Manuel
II capturó la ciudad de Roma y la declaró capital de Italia el 1 de enero de 1871, terminando así con los Esta-
dos Pontificios”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_Vatican. “El Estado Vaticano, tal como lo conoce-
mos hoy, nace con la firma del Tratado de Letrán el 11 de febrero de 1929, pero para llegar hasta ahí el trono
de San Pedro tuvo que atravesar un prolongado periodo de decadencia a lo largo de 59 años que a punto es-
tuvo de comprometer su existencia. La salida de aquella situación vendría de la mano de Pío XI, que no dudó
a la hora de pactar con el mismo diablo, encamado en la figura de Benito Mussolini, para salvar a la Santa
Sede de la ruina”, Santiago Camacho, Biografía no autorizada del Vaticano. Nazismo, finanzas secretas, di-
plomacia oculta y crímenes de la Santa Sede, Madrid, Ediciones Martínez Roca, 2005, p. 17. “En las eleccio-
nes de marzo que siguieron a la firma del Tratado de Letrán, el Vaticano animó a los sacerdotes de toda Italia
a apoyar a los fascistas, y el Papa habló de Mussolini como de ‘un hombre enviado a nosotros por la Provi-
dencia’”, John Cornwell, El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII, Barcelona, Editorial Plantea,
(1999) 2006, p. 135. “El dinero de Mussolini fue sólo el comienzo de un colosal imperio económico que creció
en poco tiempo alrededor de la Santa Sede. El artífice de este milagro económico fue Bernardino Nogara, un
hábil financiero que no vaciló un instante a la hora de implicar al Vaticano en toda clase de negocios: desde el
comercio de armas a las actividades que, hasta aquel momento, la doctrina católica había considerado como
usura”, Santiago Camacho, Biografía no autorizada del Vaticano. Nazismo, finanzas secretas, diplomacia
oculta y crímenes de la Santa Sede, ibíd., p. 43.
42
Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli (Roma, Italia, 2 de marzo de 1876 - Castel Gandolfo, Italia, 9
de octubre de 1958).
43
Es de hacer notar que García Márquez, en julio de 1954 es enviado, por el periódico El Espectador, don-
de trabajaba, a Europa para cubrir la Conferencia de los Cuatro Grandes celebrada en Ginebra. Sin embargo,
una semana después de su llegada, recibe la encomienda de trasladarse a Roma para darle seguimiento a la
enfermedad del Papa Pio XII, quien tiene un ataque de hipo, del cual poco después se recupera: “El Papa en-
fermó tan gravemente, que creyó que habían llegado sus últimos días”. Monseñor Tardini recordó: ‘Sus sufri-
mientos fueron indecibles. Fue su hipo, su ininterrumpido, lacerante hipo; un temblor convulsivo agitando con-
tinuamente su garganta, su pecho, todo su cuerpo. Él no podía comer, ni beber, ni dormir. No obstante, su in-
su muerte (la mañana del 9 de octubre de 1958), tan poco se conocía al respecto, que
sus funerales44 fueron la mayor congregación de los romanos hasta ese momento,45 al
considerarlo no sólo un gran Papa italiano, sino, tal como acontece con la Mamá Grande,
De hecho, el acontecimiento que dio origen a la imagen controvertida del papa (leyenda
negra),48 resultado de su relación con Benito Mussolini y Adolfo Hitler, que dio lugar al
telecto estaba como siempre, claro y luminoso. Su serenidad seguía imperturbable, su piedad ejemplar. Siem-
pre tenía en su corazón, y a menudo en sus manos, el libro de Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyo-
la, ¡y parecía consolarse y consolar a sus visitantes repitiendo con gran devoción la hermosa plegaria: ‘Alma
de Cristo, santifícame!’”, en http://panoramacatolico.info/articulo/ese-oscuro-espisodio-en-la-vida-delarzobis
po-montini. Producto de esta experiencia, Gabriel García Márquez escribe su cuento “La Santa”, en http://
www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ggm/santa.htm.
44
Cabe señalar que otro funeral de esta magnitud fue el de la Reina Victoria del Reino Unido (1819-1901),
y a quien se alude también en el texto: “Hasta cuando cumplió los 70, la Mamá Grande celebró su cumplea-
ños con las ferias más prolongadas y tumultuosas de que se tenga memoria. [. . .] Las festividades comenza-
ban la antevíspera y terminaban el día del cumpleaños, con un estruendo de fuegos artificiales y un baile fami-
liar en la casa de la Mamá Grande. [. . .] Para clausurar el jubileo, la Mamá Grande salía al balcón adornado
con diademas y faroles de papel, y arrojaba monedas a la muchedumbre”. Recordemos que “[l]a reina Victoria
celebró su cincuenta aniversario hasta después de completar el año cincuenta de su reinado, el 21 de junio de
1887. [. . .] Más tarde llegaría a conocerse como el ‘jubileo de oro de la reina Victoria’”, en http://es.wikipedia.
org/wiki/Jubileo_de_oro, cursivas mías. Otro más fue el de Eva Perón, quien “[m]urió a la edad de 33 años, el
26 de julio de 1952. [. . .] Tras su muerte la Confederación General del Trabajo (CGT) declaró tres días de pa-
ro y el gobierno estableció un duelo nacional de 30 días. Su cuerpo fue velado en la Secretaría de Trabajo y
Previsión hasta el 9 de agosto que fue llevado al Congreso de la Nación para recibir honores oficiales, y luego
a la CGT. La procesión fue seguida por más de dos millones de personas [. . .]. / Su cuerpo fue embalsamado
y mantenido en exposición en la CGT. Mientras tanto, el gobierno empezó las obras del Monumento al Des-
camisado, que se había proyectado con base a una idea de Evita y que, según un nuevo plan, sería su tumba
definitiva. Cuando la Revolución Libertadora derrocó a Perón el 23 de septiembre de 1955, el cadáver fue se-
cuestrado y hecho desaparecer durante 14 años”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Eva_Per%C3%B3n, cursivas
mías.
45
“El cardenal Angelo Roncalli escribió en su diario el 11 de octubre que, probablemente, ningún empera-
dor romano había disfrutado tanto de un triunfo, que él consideraba como un reflejo de la grandeza espiritual y
la dignidad religiosa de Pío XII”, en http://es.wikipedia.org/wiki/P%C3%ADo_XII, cursivas mías. Véase el vi-
deo: “Funeral de Sua Santidade Pio XII”, en http://www.youtube.com/watch?v=H2iLka5mZqk. Cursivas mías.
46
“En tiempos tormentosos, la Mamá Grande contribuyó en secreto para para armar a sus partidarios, y
socorrió en público a sus víctimas. Aquel celo patriótico la acreditaba para los más altos honores. [. . .] / El
presidente de la república [. . .] adquirió plena conciencia de su destino histórico, y decretó nueve días de due-
lo nacional, y honores póstumos a la Mamá Grande en la categoría de heroína muerta por la patria en el cam-
po de batalla”. Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., pp. 148 y 149.
47
“Ésta es, incrédulos del mundo entero, la verídica historia de la Mamá Grande, soberana absoluta del
reino de Macondo, que vivió en función de dominio durante 92 años y murió en olor de santidad un martes del
setiembre pasado, y a cuyos funerales vino el Sumo Pontífice”, ibíd., p. 133, cursivas mías.
48
Para mayor información al respecto, pueden consultarse, entre otros, tres libros verdaderamente apasio-
nantes e interesantes sobre el tema: Saúl Frieländer, Pio XII y el III Reich, Barcelona, Ed. Nova Terra, 1965,
Madrid, Ediciones Península, 2007; John Cornwell, El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII, ibíd., y
Santiago Camacho, Biografía no autorizada del Vaticano. Nazismo, finanzas secretas, diplomacia oculta y
crímenes de la Santa Sede, ibíd.
49
“El Tratado Lateranense, redactado y negociado por su hermano mayor, Francesco, con todas sus medi-
das para paralizar el catolicismo político y social, contenía ya todo lo que Pacelli anhelaba de un concordato
con el Reich”, John Cornwell, El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII, ibíd., p. 135.
cio ante el Holocausto, sin olvidar su feroz anticomunismo, entre otras cuestiones, fue la
publicación y puesta en escena de la obra de teatro El vicario (Der Stellvertreter), del ale-
No está de más recordar, dada su compleja relación con la imagen de la Mamá Grande,
que el médico de Pío XII, Ricardo Galeazzi-Lisi, informó que el cuerpo del pontífice fue
embalsamado en la sala donde murió mediante un nuevo proceso inventado por el Dr.
resultó impedido por el intenso calor de Castel Gandolfo durante el proceso, hasta el pun-
de cera. Mas aún, “las exequias se vieron ensombrecidas por la rapidísima putrefacción
del cadáver, que dio lugar a toda suerte de escenas grotescas y desagradables durante
los funerales”.52
Mas, por si pudiera haber duda que se trata de la imagen del Papa Pio XII, cabe señalar
que la alusión en el texto al ferragosto reciente,53 a los buzos que buscan la cabeza de la
50
El Concordato Imperial (o Reichskonkordat) fue un concordato firmado el 20 de julio de 1933 entre la
Alemania Nazi y el Vaticano, con el que se buscaba regular las relaciones entre ellos en materias de mutuo in-
terés. Fue firmado por el Presidente de Alemania, por aquel entonces Paul von Hindenburg, a través del Vice-
canciller Franz von Papen y el Cardenal Eugenio Pacelli, en nombre del Papa Pío XI. A esto habría que agre-
gar el Concordato, llamado con el tiempo Concordato Español de 1955, de Pío XII con el general Francisco
Franco, y el que estableció con el dictador Rafael Trujillo, de la República Dominicana, en 1954, representante
de una de las dictaduras más sangrientas del siglo XX. Por otra parte, es importante recordar que en Colom-
bia el Presidente Rafael Núñez Moledo firmó un concordato con el Papa León XIII en 1887, el cual fue ratifica-
do por el Presidente Misael Pastrana Borrero con el Papa Pablo VI en 1973.
51
Rolf Hochhuth, El vicario, Grijalbo 1964, 444 pp. (Der Stellvertreter. Ein christliches Trauerspiel. [Rolf
Hochhuth, Karl Jaspers, Walter Muschg, Golo Mann]). La pieza se estrenó en Berlín el 20 de febrero de 1963,
bajo la dirección de Erwin Piscator. En 2002 fue realizada por el cine estadounidense la versión fílmica de El
vicario, dirigida por Costa Gavras, titulada Amen (Amén).
52
Santiago Camacho, Biografía no autorizada del Vaticano. Nazismo, finanzas secretas, diplomacia oculta
y crímenes de la Santa Sede, ibíd. p. 131, cursivas mías.
53
“Ferragosto es una fiesta italiana de carácter laico celebrada el 15 de agosto y que suele ir acompañada
de éxodos masivos hacia lugares de playa o montaña. / El término Ferragosto deriva de la locución latina Fe-
riae Augusti (vacaciones de Augusto) que fue una festividad instituida por el emperador Augusto en el año 18
a.C. y que se unía a unas festividades antiquísimas que el mismo mes celebraban el fin de las labores agríco-
las. / En la tradición católica el día de Ferragosto coincide con el día de la Asunción de la Virgen María a los
cielos”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Ferragosto. “En la memoria popular queda la imagen de Vittorio Gass-
man vagando por las calles de Roma en busca de un paquete de cigarrillos y de un teléfono en la película La
escapada (Il sorpasso, 1962), de Dino Risi. / Un filme que refleja la sociedad italiana de aquellos años sesenta
en plena recuperación económica, pero que también podría ser un fotograma de cualquier ciudad italiana ac-
tual en el día de ‘Ferragosto [. . .]”, en http://www.finanzas.com/noticias/empresas/2010-08-14/3313 72_fiesta-
ferragosto-deja-vacias-ciudades.html. “[. . .] [D]esde la visión histórica de Europa, se finaliza ‘simbólicamente’
los esfuerzos de la cosecha para un año nuevo. Por eso, muchos de los rituales que se hacen en diversas re-
doncella decapitada, así como el que durante semanas los periódicos de la tarde se ocu-
paran de ello, no sólo fueron hechos que realmente acontecieron,54 sino que incluso per-
miten relacionarlos con el famoso “caso Montesi”, con su intrincada y virulenta trama, y
con la Cumbre de Ginebra, hechos todos ellos acontecido en 1955.55 Evidentemente, todo
esto sirve de base al entreverado sustrato sociocultural e histórico que subyace a “Los fu-
nerales de la Mamá Grande” los cuales se asocian de manera particular con la subida al
giones aluden a la muerte o a la fertilidad. / Para la iglesia católica, el Ferragosto da paso a la nueva vida”, en
http://sobreitalia.com/2010/07/29/ferragosto-fiesta-tradicional-de-italia. Cursivas mías.
54
“Repuesto de la modorra del ferragosto reciente, el Sumo Pontífice estaba en la ventana, viendo en el la-
go [de Castelgandolfo] sumergirse los buzos que buscaban la cabeza de la doncella decapitada. En las últi-
mas semanas los periódicos de la tarde no se habían ocupado de otra cosa, y el Sumo Pontífice no podía ser
indiferente a un enigma planteado a tan corta distancia de su residencia de verano”. Gabriel García Márquez,
“Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., pp. 150 y 151, cursivas mías.
55
“1955. La decapitata di Castelgandolfo: Orrore allo stato puro. Un delitto capace di sconvolgere e di terro-
rizzare anche la pubblica opinione più disincantata, più avezza alle turpitudini del crimine, più morbosamente
attratta dagli atroci particolari della cronaca. / Correva l'anno 1955. Il 10 luglio, sulle rive del lago di Cas-
telgandolfo —da sempre residenza estiva papale— sotto un tappeto di giornali recanti la data di cinque giorni
prima, viene scoperto il cadavere nudo di una donna, età indefinibile, compresa —stabilirono i periti (sbaglian-
do)— tra i 18 e i 26 anni, statura approssimativa: 1 metro e 60. Unico segno di riconoscimento: un orologino da
polso marca Zeus. Null'altro: neppure la testa. / Comincia così uno dei più misteriosi casi di nera della storia
italiana del dopoguerra. La storia della decapitata di Castelgandolfo. [. . .] / Sono queste le domande che per
due intere settimane i giornali si pongono [. . .]”. Antonietta Longo, Archivio Il Messaggero, en http://www.mis
teriditalia.it/altri-misteri/decapitata. “La ola de calor y la ola de misterio. 92 personas han muerto a consecuen-
cia de las tormentas. Roma 27 (Crónica de nuestro corresponsal). Con las temperaturas tropicales y los vio-
lentos temporales provocados por el calor, que en Roma han bordeado los cuarenta grados a la sombra, 92
muertos en Italia son el tributo del tórrido verano que padecemos. No obstante el aplanamiento de los cuerpos
y la pereza de la mente, se vive con la curiosidad aguzada y la estupefacción en los ojos no por el resultado
de la Conferencia de Ginebra, sino por que al misterio feroz, concienzudo y obcecado de la mujer decapitada
en Castelgandolfo, que sigue ocupando el primer plano de la atención general del país, se han añadido en
tres enteras páginas de los periódicos —casi un extraordinario de información sin precedentes— las conclu-
siones a las que ha llegado el famoso juez Sepe con el no menos famoso “caso Montesi” ordenado el proceso
contra Piero Piccioni, Hugo Montagna, el ex jefe de la policía Saverio Polito y los guardianes de la finca de
“Capocotta’ y determinando que la vista tendrá lugar en Roma en el próximo octubre. Toda la historia entera,
que teje la cenefa policiaca y judicial del misterio de la muerte de la desgraciada Wilma, se presenta en todos
sus pormenores por la labor paciente e insistente de este magistrado de 140 kilos que ha terminado su deli-
cado y dificilísimo en el trabajo en el interno de la más extraña y peligrosa jungla de intereses y bastardías in-
confesables que haya conocido Italia desde 1870, en que se convierte en nación unitaria, a hoy”. Periódico
ABC, jueves 28 de julio de 1955, edición de la mañana, p. 25, en http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigte.exe/
hemeroteca/madrid/abc/1955/07/28/025.html, cursivas mías. Véase al respecto, Gabriel García Márquez, “El
escándalo del siglo (El caso Wilma Montesi)” (1955), en Crónicas y Reportajes. Santafé de Bogotá, Editorial
La Oveja Negra, 1982, en http://www.elespectador.com/noticias/cultura/medios/articulo-258543-muerta-wilma
montesi-pasea-elmundo. Curiosamente, allí escribe: “El 2 de octubre de 1953, los peritos dieron respuesta al
cuestionario, en la siguiente forma: “1) La muerte de Wilma Montesi había ocurrido el ‘nueve de abril’”, es de-
cir, el mismo día y mes que Eliecer Gaitán. Como complemento, cabe recordar que “Durante la Cumbre de
Ginebra de 1955 el Presidente de los Estados Unidos Dwight D. Eisenhower propuso al líder soviético Nikolái
Bulganin que ambas potencias permitiesen vuelos de reconocimiento mutuo para asegurarse de que ninguno
de los dos preparaba algún tipo de ataque contra el otro. Los miedos y recelos propios de la Guerra Fría lleva-
ron al Secretario General soviético Nikita Jrushchov a rechazar el proyecto de Eisenhower. 34 años después,
el Presidente George H. W. Bush retomó la idea como manera de aumentar y reforzar la confianza entre los
miembros de la OTAN y del Pacto de Varsovia”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_ de_Cielos_Abiertos.
poder, “decapitación” del dictador y el juicio de Rojas Pinilla, y la consecuente conforma-
Pero hay otras cuestiones importantes a señalar que también son fundamentales para
entender el relato. Una de ellas es tener presente la historia de la Casa de Mier y espe-
Atlántica, especialmente en la zona sur de Bolívar, y que pareciera dar cuenta también de
la imagen de la Mamá Grande: María del Rosario Castañeda y Montero.57 Helo aquí:
La Casa de Mier es una casa nobiliaria fundada por el Conde Vela Jiménez (o Ximenez) hacia
en año 1030. El nombre deriva de la localidad de Mier (Asturias), cuyo apellido tomaron los des-
cendientes del Conde Vela, quienes a su vez eran descendientes de los Duques de Aquitania.
[. . .] / Cuatro ramas de los Mier emigraron a América, cada una a diferentes zonas: Perú, Co-
lombia, Chile y México, siendo este último el lugar de donde descienden la mayor parte de los
58
Mier americanos. [. . .] / Por lo que respecta a los Mier colombianos, el primero de ellos fue
Juan Bautista de Mier y de la Torre, colonizador de la zona norte de la actual Colombia, quién
llegó a esas tierras en 1714 y a quien se le concedió el título de Marques de Santa Coa. El mar-
56
“Los más viejos habitantes de La Sierpe oyeron decir a sus abuelos que hace muchos años vivió en la
región una española bondadosa y menuda, dueña de una fabulosa riqueza, representada en animales, obje-
to de oro y piedras preciosas, a quien se conoció con el nombre de La Marquesita. Según la descripción tra-
dicional, la española era blanca, y rubia, y no conoció marido en su vida. Pero más que por su bondad y su
valiosa hacienda, La Marquesita era admirada, respetada y servida porque conocía todas las oraciones se-
cretas para hacer el bien y el mal; para levantar del lecho a un moribundo no conociendo de él nada más que
la descripción de su físico y el lugar preciso de su residencia, o para enviar una serpiente a través de los tre-
medales, a que seis días después diera muerte a un enemigo determinado. La Marquesita era una especie
de gran mamá de quienes le servían a La Sierpe. Tenía una casa grande y suntuosa en el centro de la que
ahora es conocida como Ciénagas de La Sierpe. ‘Una casa con corredores y ventanas de hierro’, según la
describen ahora quienes hablan de aquella extraordinaria mujer, cuyo ganado ‘era tanto que duraba pasando
más de nueve días’. La Marquesita vivía sola en su casa, pero una vez al año hacía un largo viaje por toda la
región, visitando a sus protegidos, sanando a los enfermos y resolviendo problemas económicos”. [. . .] /
“La leyenda dice que La Marquesita vivió todo el tiempo que quiso. Y según la versión más generalizada, qui-
so vivir más de 200 años. Su muerte estuve precedida de signos celestes, de trastornos telúricos, de malos
sueños de los habitantes de La Sierpe. Antes de morir, La Marquesita comunicó a sus servidores preferidos
muchos de sus poderes secretos, menos el de la vida eterna. Concentró frente a su casa sus fabulosos re-
baños y los hizo girar durante dos días en torno a ella, hasta cuando se formó la ciénaga de La Sierpe, un
mar espeso, inextricable, cuya superficie cubierta de anémonas impide que se conozcan sus límites exactos.
[. . .]”, Gabriel García Márquez, La Marquesita de La Sierpe (1978), México, Editorial Grupo Plantea, 2010.
57
El personaje principal de La Marquesa de Yolombó, de Tomás Carasquilla se llama: Bárbara Caballero
y Alzate, quien es hija del alcalde de Yolombó, aristócrata por sangre y marquesa de Yolombó por título real.
58
“Las dos estirpes principales de los Mier en México fueron los Mier-Noriega, y los Mier-Terán. Los Mier
mexicanos fueron figuras claves de muchos acontecimientos históricos. Así, por ejemplo, podemos destacar a
fray Servando Teresa de Mier, uno de los protagonistas de la independencia del citado país. Mención especial
merece Antonio de Mier y Celis, fundador del Banco Nacional de México y a quien el papa Pío IX le concedió
el título de Duque de Mier”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Casa_de_Mier.
quesado comprendía la hacienda Santa Bárbara de las Cabezas (¿42.000 hectáreas?), que fue
muy conocida en la época colonial. Tuvo dos hijas solamente, Ignacia Andrea casada con un
sobrino, Julián de Trespalacios y Mier, segundo Marques de Santa Coa, y Juana Bartola casada
con otro sobrino, José Fernando de Mier y Guerra, personaje principal del Nuevo Reino de Gra-
nada en el siglo XVIII, fundando más de veinte poblaciones (el Banco, San Sebastián de Buena-
vista, Cerro de San Antonio, Pedraza, etc., poblaciones de la margen derecha del río Magdalena
desde Mompox hasta el mar Caribe), y quien inició las gestiones para fundar el Marquesado de
Torrehoyos, quedando éste constituido por su sobrino Gonzalo José de Hoyos y Mier, casado a
su vez con una descendiente directa (bisnieta) de Juan Bautista de Mier y de la Torre y nieta de
Julián de Trespalacios y Mier, María Ignacia de Hoyos y Trespalacios. [. . .]. Dentro de las pro-
piedades pertenecientes al Marquesado de Torrehoyos se incluía las tierras de Loba (Lova, que
significa Jaguar en la lengua de los nativos), de una extensión de 210 leguas cuadradas (más de
650.000 hectáreas, los linderos iban desde las goteras de Mompox, aguas arriba al río Magdale-
na hasta la quebrada Norosi, subiendo por ella hasta el río Cauca, y aguas abajo nuevamente
hasta Mompox, que constituyen lo que es hoy el sur de Bolívar, un territorio en donde se produ-
ce gran parte del oro de Colombia). Igualmente estaba la hacienda Calenturas, de 49.000 hectá-
reas, en donde se descubrió la mina de carbón térmico La Loma de Calenturas, que produce 5
millones de toneladas anuales. El título de Marques de Santa Coa lo llevaron dos de sus parien-
tes lejanos no descendientes directos, Manuel Faustino de Mier y Joaquín de Mier y Benítez,
quinto y último Marqués de Mier, quien fuera el más estrecho colaborador de Simón Bolívar y en
59
cuya hacienda de San Pedro Alejandrino cerca a Santa Marta falleció [este]. / María Josefa
Isabel [Juan Bartola de Hoyos y Hoyos, segunda Marquesa de Torrehoyos (1779-1848), hi-
ja de María Ignacia], quien era mujer voluntariosa y altiva, enterró con roda pompa a su padre:
hubo parada militar costeada por ella, oficiaron 32 curas en la misa de difuntos, y la tumba se
60
cavó en el presbiterio de la iglesia de Santo Domingo, la más antigua de Mompox. Pero inte-
rrumpió el duelo el 4 de noviembre del mismo año de 1805 para casarse en primeras nupcias
con Mateo de Epalza y Santa Cruz, mariscal de campo de los Reales Ejércitos y regidor del ca-
61
bildo de Mompox. [. . .]
Otra más es recordar el que el 25 de julio de 1958, la colombiana Luz Marina Zuluaga fue
elegida Miss Universo en Long Beach, California. La ceremonia estuvo sintonizada por
radio y televisión y toda Colombia estuvo participando en ella. Sin embargo, cuando Luz
59
http://es.wikipedia.org/wiki/Casa_de_Mier.
60
“María del Rosario Castañeda y Montero asistió a los funerales de su padre, y regresó por la calle este-
rada investida de su nueva e irradiante dignidad, a los 22 años, convertida en la Mamá Grande”. Gabriel Gar-
cía Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p. 140.
61
Orlando Fals Borda, Historia doble de la Costa 1. Mompox y Loba, ibíd., p. 133A. Véase también:
http://es.wiki pedia.org/wiki/Santa_Cruz_de_Monpox.
Marina tiene que regresar a su país, la situación allí era tan delicada, que la soberana
mundial de la belleza tiene que esperar unos días para hacerlo, tras lo cual fue recibida
Finalmente, cabe tener presente también que Simón Bolívar, Presidente de la Gran Co-
testamento, y de haber sido visitado por el obispo Estévez, después de cuya plática dijo a
su servidor, José Palacios: “¿Carajos, cómo voy a salir de este laberinto?”, muere el 17 de
de plomo, mismo material con que es sellada la tumba de la Mamá Grande.62 Si bien ca-
be señalar que en 1947, Andrés Eloy Blanco sostiene ante el Congreso que los restos de
Bolívar no deben estar en un sarcófago de un material tan innoble como el plomo y aboga
por una urna de cristal, hecho que durante la Revolución Bolivariana, promovida por Hugo
Chávez a partir de 1998, se hizo realidad, con todas las complejidades el caso, por haber
profanado su tumba.
Basta con esto, si bien habría mucho más que decir, para observar el complejo y pro-
ca”, texto que, sin duda, preconiza y anuncia su obra capital: Cien anos de soledad.
Pasemos, pues, ahora, brevemente, a tratar de dar cuenta de lo que subyace a la vida
base para relatarlo y configurarlo, así como para dar cuenta de su carácter mítico-car-
62
“[L]a tumba fue sellada con una plataforma de plomo”; “[L]a única que podía oponerse a ello y tenía sufi-
ciente poder para hacerlo había empezado a pudrirse bajo una plataforma de plomo”, Gabriel García Már-
quez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., pp. 156 y 157.
navalesco. Para ello hay que tener presente que, dado que se trata de un cronista oral
sólo empalma y yuxtapone diversos sucesos de ese periodo,63 incluso con ecos de lo que
acontecía en otros países vecinos, sino que también utiliza diversas perspectivas, incluso
contrapuestas, para manifestarlo y vehicularlo. Pero no sólo eso. Dado que el narrador es
ahora limitadamente conocidos,64 complicando todavía más el asunto. De manera que ca-
Así, Gabriel García Márquez utiliza una múltiple y polémica forma de leer la historia de
Colombia (de América Latina y el mundo), utilizando para ello un complejo entramado
la siguiente manera,65 sin olvidar, por supuesto, los entreverados problemas que subya-
cen al caso:
63
Se desarrolla relativamente en paralelo y con profundas similitudes con lo que acontece en Argentina,
quien tiene por tercera vez como presidente constitucional al General Juan Domingo Perón y cuyo cargo ocu-
pa de 1946 hasta su derrocamiento por un violento golpe militar en 1955; en Venezuela, con el General Mar-
cos Pérez Jiménez, quien después del Fraude Electoral de 1952 ocupa la presidencia hasta su derrocamiento
por un golpe de Estado en 1958, y en Brasil, con el presidente constitucional Getúlio Vargas, el más importan-
te y polémico político brasileño del siglo XX, que ocupa por cuarta vez la presidencia en 1951 y continua hasta
su supuesto suicidio en agosto de 1954.
64
Véase nota 31.
65
Evidentemente, para comprender históricamente este esquema se requiere saber el año que nació y mu-
rió la Mamá Grande. Y, de hecho, se presenta un dato que nos lo aclara en primera instancia: “Hasta los vete-
ranos del coronel Aureliano Buendía [. . .] se sobrepusieron a su rencor centenario por la Mamá Grande y los
de su especie, y vinieron a los funerales, para solicitar del Presidente de la República el pago de las pensio-
nes de guerra que esperaban desde hacía sesenta años”. Dado que la Guerra de los Mil Días transcurre en-
tre 1899 y 1902, se podría aseverar que su muerte acontece en septiembre de 1962, año de publicación de la
novela. No obstante, al principio se dice que el Papa ya murió (“ahora que el Sumo Pontífice ha subido a los
Cielos en cuerpo y alma”), y después, que ya puede morir (“Ahora podía el Sumo Pontífice subir al Cielo en
cuerpo y alma, cumplida su misión en la tierra”), de manera que podría suponerse que acontece antes de oc-
tubre de 1958, ya que en esa fecha, como vimos, muere Pío XII (9 de octubre de 1958), es decir, en sep-
tiembre de este año. Mas, a partir de lo anterior, también se podría suponer que la crónica se relata a finales
de 1958 o a principios de 1959, ya que al principio se menciona que “[e]sta es, incrédulos del mundo entero, la
verídica historia de la Mamá Grande, [. . .] que [. . .] murió [. . .] un martes del setiembre pasado [. . .] en olor
de santidad”. Sin embargo, justamente este dato descarta que sea 1962 la fecha de su posible muerte, pues si
fuera así, la historia tendría que ser contada desde 1963, cuestión imposible, dado que se publico un año an-
tes. De hecho, de acuerdo con Carlos Rivas Polo [“Revista Mito: vigencia de un legado intelectual”, Antioquia,
1) La vida de la Mamá Grande (92 años) y los hechos históricos que se sobrentienden:
(48 años)
(22 años) (28 años) (20 años) (22 años)
Nacimiento 22 años 50 años 70 años 92 años
(1866) (1888) (1916) (1936) (1958)
(14 semanas)
[3 meses y 6 días = 98 días] (14 días)
Abril Junio Septiembre
Septiembre
Agosto
(Ferragosto) Septiembre
Sin duda, el carácter acrónico del relato y la falta de información respecto a los eventos
ocurridos en la costa atlántica hacen difícil, pero no imposible, relacionar las fechas ficcio-
nales de la vida de la Mamá Grande con las históricas allí mencionadas. De hecho, basta
observar los juegos numéricos con los que se regodea García Márquez (22/28/(48)/20/
22) y que parecieran ser simples invenciones oníricas. De hecho, estos, no sólo tienen su
nando los liberales y los conservadores. Se recordará que los primeros llegaron al poder
en 1848 con el Olimpo Liberal, cuyo representantes más connotados fueron Tomás Ci-
priano de Mosquera y Manuel Murillo Toro, que tuvieron como objetivo llevar al país a un
1862, con la Constitución de 1863, la cual se consolida con la confirmación de los nueve
namá, Santander y Tolima.66 No obstante, el narrador señala 1866, que es cuando Mos-
quera regresa victorioso al país y es elegido por cuarta vez como Presidente, a pesar de
la oposición de los liberales radicales. No obstante, dada la tensión por el manejo de las
relaciones con la Iglesia hizo que la intervención del Papa fuera intensa,67 y las maneras
dictatoriales del Presidente, quien ordena el cierre de las cesiones ordinarias del Congre-
so en abril de 1867, llevan a la oposición a derrocarlo ese mismo año. A partir de allí, los
Guerra Civil de 1875,68 hasta que el antiguo militante liberal Rafael Núñez Moledo, quien
66
“Aquella mañana, por intermedio del padre Antonio Isabel, había arreglado los negocios de su alma, y
sólo le faltaba arreglar los de sus arcas con los nueve sobrinos, sus herederos universales, que velaban en
torno al lecho”, Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p. 134. Con esto el narra-
dor pareciera indicar que, a pesar de los conflictos entre liberales y conservadores y sus propuestas federalis-
tas y centralistas, los hacendados de esas regiones seguían contando con el poder y la autonomía suficiente
para proceder a su antojo, e incluso determinando las líneas de acción del gobierno en Bogotá. “Ella era la
prioridad del poder tradicional sobre la autoridad transitoria, el predominio de la clase sobre la plebe, la tras-
cendencia de la sabiduría divina sobre la improvisación mortal. En tiempos pacíficos, su voluntad hegemónica
acordaba y desacordaba canonjías, prebendas y sinecuras, y velaba por el bienestar de los asociados así tu-
viera para lograrlo que recurrir a la trapisonda o al fraude electoral. En tiempos tormentosos, la Mamá Grande
contribuyó en secreto para armar a sus partidarios, y socorrió en público a sus víctimas”, ibíd., p. 148.
67
En 1961, Mosquera funda el Colegio Militar, decreta la expulsión de la Compañía de Jesús para volver
más liberal la educación, y emite una serie de decretos con el fin de controlar el poder de la Iglesia Católica,
entre ellos la Desamortización de Bienes de Manos Muertas, la cual finalmente no se lleva a cabo. Su Secre-
tario de Hacienda era Rafael Núñez Moledo. [http://es.wikipedia.org/wiki/Tom%C3%A1s_Cipriano_de_Mos
quera]
68
“El estado del Magdalena mostraba señales serias de agitación política [. . .]: el recientemente destituido
Ministro de Guerra, el general Ramón Santodomingo Vila, se encontraba en el puerto de Barranquilla complo-
tando contra el gobierno de la Unión. Para agosto, los estados de Bolívar y Panamá habían declarado oficial-
mente la guerra contra la administración del presidente Santiago Pérez”, Eduardo Posada Carbó, “Elecciones
y guerras civiles en Colombia del siglo XIX: la campana presidencial de 1875, Revista Historia y Sociedad,
núm. 4, 1997, Medellín, Colombia, en http://www.revista.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/download/20302
/21359.
del proceso de Regeneración.69 Una vez más, el narrador menciona 1888, que es cuan-
do Carlos Holguín Mallarino, una vez nombrado presidente, crea la Policía Nacional y de-
creta la Ley 61, conocida como “Ley de los Caballos”, la cual “permitía al Gobierno preve-
nir y reprimir administrativamente sin necesidad de juicio de los delitos y culpas que afec-
años) Esta y otras muchas cuestiones desembocarán en la fatídica Guerra de los Mil
días (1899-1902), donde los liberales volverán a ser derrotados por los conservadores,71
quienes continuarán en el poder hasta 1930. Como resultado de la Guerra, Colombia per-
derá Panamá en 1903 y la Costa Atlántica sufrirá una enorme tragedia en 1916: las inun-
daciones del río Magdalena, sin recibir ningún tipo de ayuda del gobierno, lo que se con-
jugará con el escandaloso incremento de poder de la United Fruite Company (las “bana-
69
“En 1884, Rafael Núñez Moledo es relegido [por tercera vez], con el apoyo del Partido Conservador, con
el propósito de llevar a cabo la Regeneración. Para lograr este cometido, funda el Partido Nacional con la co-
laboración de Miguel Antonio Caro. En 1885, tras las disputas electorales en el Estado Soberano de Santan-
der, los liberales radicales inician un movimiento que pronto se extiende por todo el país y desencadena una
guerra con el propósito de derrocarlo: Guerra Civil de 1885. Tras la victoria de la coalición conservadora, Nú-
ñez pronuncia desde el palacio presidencial la famosa frase: ‘La Constitución de 1863 ha dejado de existir’. El
10 de septiembre de 1885 convoca a los representantes de cada uno de los estados soberanos para dar
inicio a una Asamblea Constituyente, cuyo objetivo es redactar una nueva Constitución de carácter centralista.
Uno de sus resultados fue la firma del Concordato con la Santa Sede [con el apoyo del arzobispo de Bogotá,
el jesuita José Telésforo Paúl ] el 31 de diciembre de 1887, a través de cual se restablecieron las relaciones
entre el Estado y la Iglesia Católica”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_N%C 3%BA%C3%B1ez.
70
Hernán Alejandro Olano García, “La ley de los caballos”, Portafolio.co, 9 de octubre de 2010, en http://
www.portafolio.co/opinion/blogs/juridica/la-ley-de-los-caballos y Rafael Rubiano Muñoz, “Élites, clases y poder
político a los 110 Años de la Guerra de los Mil Días” en Diálogos de Derecho y política, Revista electrónica,
Universidad de Antioquía, núm. 2, sep.-dic. 2009, http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/der
ypolarticle/viewFile/3282/3046.
71
La Guerra de los Mil Días fue la mayor guerra civil que azotó a la República de Colombia y a Panamá (en
ese entonces Departamento de Colombia), entre el 17 de octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902, ex-
tendiéndose así por 1130 días. Dado que los liberales radicales no aceptaban las condiciones excluyentes de
la Regeneración, la guerra dejo miles de muertos, una nación en ruinas y una clase política afecta a los Esta-
dos Unidos. Con los tratados de paz en la finca Neerlandia, en Magdalena, en Chinacota, Norte de Santander
y finalmente en el buque llamado Wisconsin, el 21 de Noviembre de 1902, firmado entre los dos bandos
enemigos, se da por terminada está lucha. [http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_los_Mil_D%C3%ADas]
72
“En 1928 [año de la Masacre de las Bananeras], 50 mil personas vivían en la zona cruzada por el ferro-
carril y 30 mil trabajaban para la industria del banano, que se había beneficiado de la llegada de trabajadores
de Bolívar, Atlántico y Santander, atraídos por los mejores salarios. [. . .] Esta aseguraba [. . .] la lealtad de las
grandes familias de la región —Dávila [dueños de la hacienda Macondo], Goenaga, Campo, Serrano, Díaz
Granados, Salcedo, Ramón—, que disponían de grandes extensiones de tierra y de capital para proveer a la
compañía de banano, contando con la compra de sus cosechas por una sola firma. De estas familias salía la
1916 = 28 años) Sin embargo, no será sino hasta 1936 (fecha que elige el narrador
[1916-1936 = 20 años]), con Alfonso López Pumarejo, que la Revolución en Marcha per-
una nueva concepción del Estado.73 (1888-1936 = 48 años) Ya para 1946, final del perio-
terna entre los seguidores de Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay permite el triunfo una
vez más del conservador Mariano Ospina Pérez en 1946. Dos años más tarde, se produ-
clase dirigente que controlaba la región y los representantes y senadores del Departamento de Magdalena.
Estas grandes familias concentraban el crédito, las tierras y los capitales, lo que estimuló la antipatía de pe-
queños y medianos propietarios de tierras que no podían expandir sus cultivos de banano”, Leonardo Agudelo
Velásquez, “La industria bananera y el inicio de los conflictos sociales del siglo XX”, en http://www.banrepcultu
ral.org/blaavirtual/revistas/credencial/junio2011/industria-bananera-agudelo. Cursivas mías. “Desde 1916, re-
cuerdan los más viejos, no se presentaba una creciente de tan vastas proporciones como la del año pasado.
A partir de octubre el gran río se agigantó hasta rebasar las señales de otros inviernos y días después se salió
de madre, arrasando con pueblos y corregimientos, tragándose islas enteras, descuajando plantaciones, arra-
sando con todo lo que los pobres habían podido parar en sus playones y aún entre sus aguas. Las pérdidas,
de centenares de millones de pesos, son exactamente incalculables. Sólo por los enconados y titánicos es-
fuerzos de los pueblos ribereños las pérdidas humanas y materiales no fueron más catastróficas. El gobierno,
cruzado de brazos, se limitó a acusar a todos los colombianos de haberse desentendido del río. Con cuenta-
gotas, repartió unos mendrugos de su botín con los que especularon sus caciques, comprando votos entre lo
revuelto por la creciente. [. . .] Con dolor y rabia, los habitantes del río señalan al único gran culpable: el go-
bierno”, Leonel Giraldo, Pilar Lozano, Conrado Zuluaga, Amalia Iríarte, Esteban Navajas, “La cara oculta de
una gran tragedia, Tribuna Roja, MOIR, núm. 18, primera quincena de febrero de 1976, en http://www.moir.
org.co/LASINUNDACIONES-DELMAGDALENA-LA.html. Cursivas mías. El presidente en turno era José Vi-
cente Concha (1914-1918). Cabe señalar que dos años antes, en 1914, muere Rafael Uribe Uribe, quien es
asesinado en las afueras del Capitolio Nacional, asesinato del que tres días antes ya se hablaba en Caracas,
y del que él mismo ya había comentado quince días antes, sin que nadie haya hecho nada al respecto: “El 1°
de octubre del mismo año, Rafael Uribe Uribe escribió a un ciudadano antioqueño una carta para agradecerle
otra en la cual aquel le advertía que se planeaba asesinarlo y le pedía que tomara las debidas precauciones”,
en http://es.wikipedia.org/wi ki/Rafael_Uribe_Uribe. Para muchos lectores, Uribe Uribe es el prototipo de coro-
nel Aureliano Buen Día.
73
“Hasta cuando cumplió los 70, la Mamá Grande celebró su cumpleaños con las ferias más prolongadas y
tumultuosas de que se tenga memoria. [. . .] / Aquella tradición se había interrumpido, en parte por los duelos
sucesivos de la familia, y en parte por la incertidumbre política de los últimos tiempos”, Gabriel García Már-
quez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., pp. 138, 139. “En las elecciones de 1934 llega a la Presiden-
cia de la República Alfonso López Pumarejo. El Partido Conservador, previendo la abrumadora mayoría que
obtendrá el candidato liberal, decide abstenerse. Durante su gobierno concibe y lleva a término un conjunto de
reformas en los ámbitos constitucional, agrario, tributario, judicial, universitario, laboral y de política internacio-
nal. Su gobierno recibe el nombre de Revolución en Marcha, concepto esgrimido por él mismo como ‘el de-
ber del hombre de Estado de efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolu-
ción’. El cuatrienio de 1934 a 1938 fue controversial de principio a fin. Cada una de las reformas propuestas
por el presidente suscitó la reacción alarmada de un sector acomodado de la población que veía vulnerados
sus privilegios. Es así como la oposición al gobierno se concentró, además del Partido Conservador, en la
Iglesia, los industriales y los terratenientes. En 1936 reforma parcial, pero contundentemente, la constitución
de 1886, dando paso a una nueva concepción del Estado. En esta se camba la concepción del Estado gen-
darme, propia de la Constitución de 1886, por la del Estado como entidad capaz de obligar al ciudadano
al cumplimiento de sus deberes sociales”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_L%C3%B3pez_Pumarejo.
38,74 acontecimiento que acarrea El Bogotazo. Esto trae como consecuencia que la ciu-
dad de Bogotá y el resto del país se sumen en una anarquía total, al provocarse una insu-
rrección popular en todo el país, cuestión que ha servido de base para poner fecha de
ca, ya que de allí devendrá el periodo de La Violencia, el cual no se detendrá, según al-
gunos hasta 1958 o 1959 (1946-1958 = 22 años) y según otros, hasta principios e incluso
mediados de los años sesenta, y traerá, como consecuencia, el nacimiento de una nue-
va época.75
relaciones existentes con dicho periodo (y sus entreveradas relaciones con las anteriores
etapas) de la historia de Colombia, con las complicaciones (a)crónicas del caso.76 Mas,
74
“Nicanor, el sobrino mayor, titánico y montaraz, vestido de caqui, botas con espuelas y un revólver cali-
bre 38, cañón largo, ajustado bajo la camisa”, Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”,
ibíd., p. 134. ¿Refiere a uno de los esbirros de Ospina Pérez; a Juan Roa Sierra, a la CIA? “Desde el 10 de
abril de 1948 hasta hoy se han elaborado innumerables, teorías sobre el asesinato de Gaitán, comenzando
por la oficial —en que nadie cree, ni los mismos que se la inventaron— que da como culpable exclusivo, cere-
bro y ejecutor, al volátil Juan Roa Sierra, y terminando en la que, a partir de la publicación del libro El Go-
bierno invisible, sospecha que la CIA preparó y ejecutó el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en plena Confe-
rencia Panamericana, calculado para precipitar, como precipitó, el rompimiento de las naciones latinoameri-
canas con la Unión Soviética al achacarse el magnicidio a una conspiración comunista. Lo cierto es que todos
los documentos sobre el 9 de abril que cayeron en manos de la CIA se archivaron como clasificados, por esta
agencia y por el FBI”, Enrique Santos Molano, “9 DE ABRIL DE 1948. El día que mataron a Gaitán”, Revista
Credencial Historia, edición 195, Marzo de 2006, Bogotá, Colombia, en http://www.banrepcultural.org/blaavir
tual/revistas/credencial/marzo2006/abril.htm. Cursivas mías. Los antecedentes de la Conferencia Panameri-
cana “están en el Congreso de Panamá convocado por Simón Bolívar en 1826. Estuvieron representados los
gobiernos de Colombia, Guatemala, México, Perú y Estados Unidos. Sin embargo, una futura reunión nunca
se realizó. Posteriormente hubo una serie de intentos de convocatorias y reuniones diplomáticas y jurídicas
sin muchos resultados hasta 1889 con la convocatoria de Estados Unidos a la Primera Conferencia que con-
forma de a poco un sistema de cooperación comercial y técnico, así como la creación de una legislación y di-
plomacia hemisférica dentro del llamado sistema interamericano expresado en la OEA, que se crea más tarde
en la Conferencia Panamericana de Bogotá en 1948. [. . .] / Esta [la IX] se convierte en la conferencia pan-
americana más importante ya que se crea la OEA por medio de la Carta de la Organización de los Estados
Americanos en sustitución de la Unión Panamericana y además se aprueban el Tratado Americano de Solu-
ciones Pacíficas y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre”, en http://es.wikipedia.
org/wiki/Conferencias_Panamericanas.
75
Al respecto, no está de más recordar que el 1 de enero de 1959 acontece un hecho que cambia racial-
mente la faz de Latinoamérica y del mundo, con Fidel Castro a la cabeza: la Revolución Cubana.
76
He aquí un ejemplo en el cual se amalgama la geografía administrativa de la zona caribe, la historia pre-
sente y pasada, y la vida de la Mamá Grande. Dice el narrador: “Reducido a sus proporciones reales, el patri-
monio físico se reducía a tres encomiendas adjudicadas por Cédula Real durante la Colonia, y que con el
transcurso del tiempo, en virtud de intrincados matrimonios de conveniencia, se habían acumulado bajo el
dominio de la Mamá Grande. En ese territorio ocioso, sin límites definidos, que abarcaba cinco municipios y
en el cual no se sembró nunca un solo grano por cuenta de los propietarios, vivían a título de arrendatarias
352 familias. [. . .] [L]as circunstancias históricas habían dispuesto que dentro de esos límites crecieran y
prosperaran las seis poblaciones del distrito de Macondo, incluso la cabecera del municipio [. . .]” ¿A qué
por cuestiones de espacio, aquí nos movilizaremos a la segunda etapa de la vida de la
Así, es justamente en abril cuando la Mamá Grande presiente que va a morir: “Sólo en
abril de este año [1948] comprendió la Mamá Grande que Dios no le concedería el privi-
legio de liquidar personalmente, en franca refriega [como su abuela lo hizo], a una horda
(14 meses [1952-1957]), cuando muere: “No alcanzó a terminar. La laboriosa enumera-
que durante dos siglos constituyeron la justificación moral del poderío de la familia, la
Mamá Grande emitió un sonoro eructo, y expiró [1958]”.78 Después de una larga espera,
se realiza el funeral, y algunos de los que asisten, al escuchar “el estruendoso suspiro de
descanso que exhalaron las muchedumbres cuando se cumplieron los catorce días de
plegarias, exaltaciones y ditirambos [1958-1959], y la tumba fue sellada con una plata-
forma de plomo [1959]”,79 presienten que algo nuevo está por ocurrir: “Algunos de los allí
municipios y poblaciones se refiere? Para intentar comprenderlo hay que recordar que la Costa Atlántica de
Colombia está constituida por siete regiones hoy claramente definidas: Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico,
Magdalena, César y Guajira (véase Apéndice), si bien antiguamente dispersas, dada la compleja historia de la
zona, especialmente durante la Colonia, por ser parte del Reino de Granada (1538-1717) y del Virreinato de
Nueva Granada (1717-1819): y después de la independencia: Provincias Unidas de la Nueva Colombia (1811-
1816), Gran Colombia (1821-1831), República de la Nueva Granada (1831-1958), Confederación Granadina
(1958-1963), Estados Unidos de Colombia (1963-1986) y finalmente República de Colombia (1886 en ade-
lante), lo que no impido que la región sufriera muchos cambios en su conformación, especialmente a partir de
1886, producto de los constantes cambios en la organización político-administrativa del territorio (1886-1905,
1905-1908, 1908-1910, 1910-1928, 1928-1954, 1955, 1955-1963. . .), resultado de la lucha entre liberales (fe-
deralistas) y conservadores (centralistas). Y justamente uno de los Estados Soberanos de los Estados Unidos
de Colombia era Estado Federal del Magdalena (creado en 1857), el cual estaba distribuido en cinco depar-
tamentos: El Banco (capital Aguachica); Padilla (capital Riohacha); Santa Marta (capital Santa Marta); Teneri-
fe (capital Tenerife); Valledupar (capital Valledupar), además del Territorio Nacional de La Guajira y el Territo-
rio Nacional de la Sierra Nevada y Motilones, que si bien pertenecía a la jurisdicción del Estado, era adminis-
trado por el gobierno nacional. (¿seis poblaciones?). En la actualidad, el espacio geográfico que antes per-
tenecía al Estado Soberano del Magdalena está repartido entre los departamentos de Magdalena, Cesar y La
Guajira. [Véase: http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_territorial_de_Colombia y http://es.wikipedia.org/wiki/Esta
do_Soberano_del_Magdalena]. De manera que, una vez más, el cronista-narrador (nos) refiere a que los
grandes hacendados poseían un territorio “sin límites definidos” y un poder casi absoluto e ilimitado: “la tierra
pertenecía a la Mamá Grande y a ella se pagaba el alquiler, como tenía que pagarlo el gobierno por el uso
que los ciudadanos hacían en las calles”, ibíd., p. 143.
77
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p. 137.
78
Ibíd., p. 145.
79
Ibíd., p. 156.
presentes dispusieron de la suficiente clarividencia para comprender que estaban asis-
Para comprender la manera que hemos intentado organizar dicha información, se re-
(14 semanas)
Cambio de poder
Testamento
Sellado
Muerte Espera Funeral tumba
(14 días)
Bogotá:
Muerte Sellado
M.G. Espera Funeral tumba
(14 días)
Vaticano:
(14 días)
80
Ibíd., pp. 156-157.
Así, con las ambigüedades del caso, tanto por el conocimiento limitado de la historia de
el conservador Mariano Ospina Pérez, con lo que la Mamá Grande tiene la premonición
(1950-1953),83 quien es sustituido un tiempo por Roberto Urdaneta Arbeláez. Dado que
aquel teme un golpe de Estado, le ordena a este destituir al general Rojas Pinilla (1952),
las Fuerzas Militares.84 Es en ese entonces que la Mamá Grande comienza su agonía y
81
Llega al poder el conservador Mariano Ospina Pérez (1946-1950). Sin embargo, la proyección de Gaitán,
quien se consolida como jefe único del partido liberal, sumada a la mayoría liberal en el congreso, no permite
al conservatismo desarrollar cabalmente sus políticas. Finalmente, Gaitán es asesinado, desatándose un le-
vantamiento popular conocido como El Bogotazo. Este, que buscaba forzar a Ospina a renunciar, termina for-
taleciendo al presidente, quien empieza a desarrollar más y más políticas represivas. [http://es.wikipedia.org/
wiki/Laureano_G%C3%B3mez]
82
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p. 137.
83
Así las cosas, en 1950 el partido liberal no participa de las elecciones, dejando vía libre para que el con-
servador Laureano Gómez (1950-1953) gane la presidencia. Sin una oposición política legal, este incrementa
la serie de políticas represivas. De hecho, la oposición lo acusó de utilizar medidas autoritarias y de implemen-
tar un esquema de represión contra miembros y simpatizantes, tanto del Partido Liberal Colombiano, como del
Partido Comunista de Colombia. Es más, se le atribuye a su gobierno amplia responsabilidad por las acciones
de la fuerza secreta de civiles armados (apodada en las áreas rurales como Policía Chulavita), quienes perse-
guían a los liberales radicales, comunistas denominados “bandoleros”, y en general a los partidarios de la iz-
quierda, lo que les permitía destruir haciendas y fincas, además de incautar bienes y terrenos a los persegui-
dos. Tan lejos llega el asunto, que a esta fuerza secreta se le atribuyen numerosas desapariciones de libera-
les y opositores. [http://es.wikipedia.org/wiki/Medio_siglo_XX_en_Colombia y http://es.wikipedia.org/wiki/Lau
reano_G%C3%B3mez
84
El presidente Laureano Gómez nombra Jefe del Estado Mayor General del Ejército al General Rojas Pini-
lla. El 16 de abril de 1951 es creado el Comando General de las Fuerzas Militares y se designa a Rojas como
su primer comandante. Mas este no pudo ejercerlo por mucho tiempo, ya que es nombrado el 1 de junio dele-
gado de Colombia ante las Naciones Unidas en Washington. Como tal pasó revista al “Batallón Colombia” el
cual había sido conformado por el Presidente y enviado a apoyar la lucha contra el comunismo en la guerra de
Corea. En septiembre de 1952 es ascendido a mayor general por Roberto Urdaneta Arbeláez, y reintegrado
al Comando General de las Fuerzas Militares. El 23 de mayo de 1953, apoyado en un requerimiento del servi-
cio, Urdaneta lo asciende a teniente general. [http://es.wikipedia.org/wiki/Gustavo_Rojas_Pinilla]
85
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p. 137.
1953 Rojas Pinilla da un golpe de Estado y asume el poder.86 Al principio es bien recibido,
tanto así que es relegido en 1954.87 No obstante, este se convierte en dictador (1955)88 y
es destituido tres años después (1957).89 Es durante este periodo en que la Mamá Gran-
de empeora cada vez más: “Sólo cuando comprendió [el médico] que la Mamá Grande
agonizaba, [. . .] durante tres semanas embadurnó a la moribunda por dentro y por fuera
86
El general Rojas habría pensado en dar un golpe, en caso de emergencia, en contra de Laureano Gó-
mez, con el fin de asegurar la permanecía de Roberto Urdaneta en el gobierno. Dado que este no aceptó y
que Laureano reasumió el mando, Rojas fue animado por sus subalternos militares a tomar el poder, decisión
que tomó la tarde del día del golpe, el 13 de junio de 1953. Rojas cumple su objetivo de realizar el golpe sin
derramamiento de sangre y ofrece una amnistía a los guerrilleros liberales. [http://es.wikipedia.org/wiki/Gusta
vo_Rojas_Pinilla]
87
Este es bien recibido por muchos sectores del país, lo que le permite desarrollar una serie de reformas
económicas y políticas, incluyendo la creación del servicio de Televisión (1954). El año siguiente, al término
del “periodo en curso”, el 3 de agosto de 1954, Rojas logra que la Asamblea Nacional Constituyente, en ese
momento mayoritariamente compuesta de conservadores, reafirme su posesión y que lo relija para el periodo
siguiente, es decir, hasta 1958. Sin embargo, su presidencia de facto persigue la libertad de expresión, y pro-
mueve su imagen a través de la seducción y la manipulación televisiva y radiofónica, además de que
fue muy laxo con los restos de violencia política, particularmente la ejercida por los conservadores contra los
liberales. La crítica de estos casos, llevó al cierre de varios periódicos y a una radicalización de la clase po-
lítica en contra de Rojas. [http://es.wikipedia.org/wiki/Gustavo_Rojas_Pinilla]
88
La armonía entre el gobierno y los dirigentes civiles se rompe cuando en un incidente en la Universidad
Nacional, varios estudiantes conmemorarían la muerte de un estudiante llamado Gonzalo Bravo Páez, ocurri-
da 25 años atrás, la cual culminó con la muerte de un estudiante: Uriel Gutiérrez el 8 de junio de 1954. Al día
siguiente, 9 de junio, los universitarios marcharon hacia el centro para protestar por el asesinato de su com-
pañero, pero fueron abaleados por el Batallón Colombia, veteranos de la Guerra de Corea con un saldo de 12
muertos. Y si bien el gobierno argumentó que tal acción la había cometido el comunismo y la oposición lau-
reanista, Rojas decide asumir la dictadura militar, e instaura la censura y posterior clausura de los diarios de
oposición El Tiempo, El Espectador [periódico para el que trabajaba García Márquez] y El Siglo. Más aún, Se
separa del apoyo bipartidista que lo lleva al poder y crea lo que llama la “Tercera Fuerza”. Tan pronto como el
Ministro de Gobierno, Lucio Pabón Núñez, anuncia, el 9 de enero de 1955, la formación del nuevo partido:
Movimiento de Acción Popular, los partidos tradicionales decidieron oponérsele activamente. Usando los pe-
riódicos aún bajo su control, lograron el apoyo de la Iglesia y los comerciantes, y recuperaron adeptos en la
población. Los dos partidos tradicionales, temiendo el ascenso de estas fuerzas, emprendieron el arreglo defi-
nitivo de sus diferencias ideológicas y burocráticas con el fin de contrarrestarlas: se estaba convirtiendo en un
partido que ponía en peligro la supremacía de los dos partidos tradicionales. [http://es.wikipedia.org/wiki/Gusta
vo_Rojas_ Pinilla]
89
“Los diálogos entre los conservadores, inicialmente liderados por Laureano Gómez y seguido más tarde
por Mariano Ospina Pérez, y liberales, liderados por Alberto Lleras Camargo, con el fin de calmar los odios
y diferencias, fue preparando el camino para lo que se llamaría el Frente Nacional. Primero fue el acuerdo
de Benidorm (España) el 24 de julio de 1956, en donde reconocieron la responsabilidad compartida en la de-
cadencia de la democracia y empezaron a buscar la fórmula igualitaria; luego el pacto del 20 de marzo de
1957, en donde se oponen firmemente a la relección de Rojas para el periodo siguiente y apoyan las eleccio-
nes libres; luego la declaración de Sitges (España), en donde confirman que los dos partidos compartirían el
poder en partes iguales durante 16 años y la presidencia se alternaría cada cuatro años entre los dos partidos,
y por último el Pacto de San Carlos de noviembre de 1957, en donde tuvieron que arreglar las diferencias
con Laureano Gómez, quien había llegado en octubre de su exilio en España. Sin embargo, el 30 de abril de
1957 la Asamblea Nacional Constituyente, recién reconstruida con miembros que favorecían a Rojas, lo relige
para el periodo presidencial siguiente, de 1958 a 1962. Esto desencadena una oposición todavía más agresi-
va contra su gobierno. El caudillo militar es ahora convertido en un villano. La disposición de la Asamblea de
relegir a Rojas nunca se cumple, ya que la Junta Militar toma posesión el mes siguiente, el 10 de mayo de
1957, y disuelve la Asamblea. Los partidos, la Iglesia, los estudiantes, y los sindicatos hacen una demostra-
ción cívica en contra de su relección, lo que lo hace cambiar de opinión. Rojas acepta retirarse antes de que
se agudice la situación y degenere en violencia. Acuerda con los miembros de la Junta Militar y se exilia ese
mismo mes”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Gustavo_Rojas_Pinilla.
[. . .]. Después le aplicó sapos ahumados en el sitio del dolor y sanguijuelas en los riño-
nes, hasta la madrugada de ese día en que tuvo que enfrentarse a la disyuntiva de ha-
cerla sangrar por el barbero o exorcizar por el padre Antonio Isabel”; es también el año
(1955) en que el Papa, quien se encuentra en Castelgandolfo, está “en la ventana, viendo
las últimas semanas los periódicos de la tarde no se habían ocupado de otra cosa, y el
Sumo Pontífice no podía ser indiferente a un enigma planteado a tan corta distancia de su
residencia de verano”.90 Depuesto Rojas, una junta militar asume el poder durante un pe-
sólo se realiza un plebiscito popular (el 1 de diciembre de 1957) con el cual los colombia-
nos aceptan el concepto del Frente Nacional,91 sino que la Mamá Grande se prepara para
su muerte:
Nicanor mandó a buscar al párroco. [. . .] Su hora era llegada. [. . .] Al amanecer, la Mamá Gran-
de pidió que la dejaran a solas con Nicanor para impartir sus últimas instrucciones. [. . .] Durante
media hora [. . .] se informó de la marcha de los negocios. Hizo formulaciones especiales sobre
el destino de su cadáver, y se ocupó por último de las velaciones. [. . .] Un momento después, a
solas con el párroco, hizo una confesión dispendiosa, sincera y detallada, y comulgó más tarde
en presencia de los sobrinos. [. . .] En el momento de la extremaunción, el padre Antonio Isabel
tuvo que pedir ayuda para aplicarle los óleos en la palma de las manos, pues desde el principio
90
No olvidemos que la mujer decapitada esta relacionado con el no menos famoso “caso Montesi”, don-
de se muestra “la más extraña y peligrosa jungla de intereses y bastardías inconfesables que haya conocido
Italia desde 1870, en que se convierte en nación unitaria, a hoy”. Las similitudes con lo que está aconteciendo
con Rojas Pinilla, los liberales y los conservadores, la iglesia y los empresarios, es más que evidente, si bien
sería necesario profundizar en ello. Véase nota 56.
91
“El Frente Nacional marcó el fin de la violencia bipartidista que aquejó a Colombia por más de un siglo y
generó la desmovilización de algunas guerrillas liberales. Sin embargo, continuaron los problemas sociales,
económicos y políticos, y surgieron nuevos grupos guerrilleros a causa del inconformismo y de los nuevos
rumbos ideológicos que se movilizaban en América Latina. En 1964 nacen las Fuerzas Armadas Revoluciona-
rias de Colombia (FARC); el 7 de enero de 1965, el Ejército de Liberación Nacional (ELN); en julio de 1967, el
M-19; el Ejército Popular de Liberación (EPL), el 19 de abril de 1970, y el movimiento indigenista Quintín Lame
(MAQL), en 1984. Con todo, a pesar de las limitaciones para que miembros de terceros partidos políticos pu-
dieran aspirar a las corporaciones públicas, estos lograron colarse dentro de las corporaciones públicas pre-
sentando sus nombres en listas liberales o conservadoras, apoyándose en aquellos liberales o conservadores
que buscaban votantes fuera de su partido o de aquellos que no estaban de acuerdo con el Frente Nacional.
Los más notables fueron el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), liderado por Alfonso López Michelsen y
apoyado por el Partido Comunista de Colombia (PCC), y en particular la Alianza Nacional Popular (ANAPO),
fundada por el ex presidente Rojas Pinilla, en 1961. La ANAPO fue ascendiendo en votos y en miembros en
cada cámara de elección en elección” en http://es.wikipedia.org/wiki/Frente_Nacional_(Colombia).
de su agonía la Mamá Grande tenía los puños cerrados. [. . .] Entonces se quitó el anillo con el
Diamante Mayor y se lo dio a Magdalena, la novicia, a quien correspondía por ser la heredera
menor. Aquél era el final de una tradición: Magdalena había renunciado a su herencia en favor
92
de la Iglesia. [. . .] Entonces fue cuando pidió que la sentaran en el mecedor [. . .] para expre-
sar su última voluntad. Respirando apaciblemente, con el médico y el padre Antonio Isabel por
testigos, la Mamá Grande dictó al notario la lista de sus propiedades [. . .]. Cuando estampó su
firma, balbuciente, y debajo estamparon la suya los testigos, un temblor secreto sacudió el cora-
zón de las muchedumbres que empezaban a concentrarse frente a la casa, a la sombra de los
almendros polvorientos. Sólo faltaba entonces la enumeración minuciosa de los bienes morales.
93
[. . .] No alcanzó a terminar. [. . .] [L]a Mamá Grande emitió un sonoro eructo, y expiró.
Así, en 1958 se reanudan las elecciones democráticas, siendo elegido Alberto Lleras Ca-
no había tenido necesidad de recurrir a sus consejeros para medir el peso de su responsabili-
dad. [. . .] [D]ecretó nueve días de duelo nacional, y honores póstumos a la Mamá Grande en la
categoría de heroína muerta por la patria en el campo de batalla. Como lo expresó en la dramá-
92
Véase al respecto el interesante texto de Juan Rodrigo Álvarez Álvarez, “Las relaciones entre Partidos
Políticos, Iglesia, Fuerzas Armadas y Gremios con el Estado en Colombia de 1934 a 1962”, Tesis de Doctora-
do, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, Septiembre 2002. Véase parte de él en http://eprints.ucm.es/
1674/1/AH0006801.pdf.
93
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., pp. 139, 140, 141-142, 141, 142, 144,
145, 146.
94
“Como su primer presidente, entre 1958 y 1962, creó los precedentes y defendió las características del
frente-nacionalismo: su casi milagrosa capacidad para lograr superar los odios entre conservadores y libe-
rales junto con el exclusivismo y la incapacidad para afrontar con profundidad los problemas sociales del país
que abonaría el terreno para crisis posteriores. Como gobernante, Lleras estableció el programa para la inser-
ción de los guerrilleros que habían firmado la paz, apoyó un proyecto de reforma agraria que, pese a su timi-
dez, resultó a la postre irrealizable, impulsó el mejoramiento de la educación -—convencido de que era el úni-
co camino de largo plazo hacia el desarrollo del país-— y alineó a Colombia con la política internacional de los
Estados Unidos y de la Alianza para el Progreso” [1961] y en contra de la Revolución cubaba (1959), Jorge
Orlando Melo, “Alberto Lleras Camargo”, Revista Credencial Historia, Bogotá, Colombia, enero, 1999, núm.
109, en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ revistas/credencial/enero1999/109albertolleras.htm. Dice el
narrador-cronista al respecto: “Los acontecimientos de aquella noche y las siguientes serían más tarde defini-
dos como una lección histórica. No sólo por el espíritu cristiano que inspiró a los más elevados personeros del
poder público, sino por la abnegación con que se conciliaron intereses disímiles y criterios contrapuestos, en
el propósito común de enterrar un cadáver ilustre”. De este modo, por los siguientes 16 años la presidencia
sería alternada entre los dos partidos tradicionales, los cuales conformarían gobiernos de unidad, repartiendo
los ministerios y la burocracia entre ambos partidos: “El Congreso de la República con Acto Legislativo No. 1
de septiembre 15 de 1959 decreta: “Art. 1. En los tres periodos constitucionales comprendidos entre el siete
(7) de agosto de 1962 y el siete (7) de agosto de 1974, el cargo de Presidente de la República será desempe-
ñado, alternativamente, por ciudadanos que pertenezcan a los dos partidos tradicionales, el conservador y el
liberal; de tal manera que el presidente que se elija para uno cualquiera de dichos períodos, pertenezca al par-
tido distinto del de su inmediato antecesor. Por consiguiente, para iniciar la alternación a que se refiere este
artículo, el cargo de Presidente de la República en el período constitucional comprendido entre el 7 de agosto
de 1962 y el 7 de agosto de 1966, será desempeñado por un ciudadano que pertenezca al partido conserva-
dor. [. . .]”, en http://es.wikipedia.org/wiki/Frente_Nacional(Colombia).
tica alocución que aquella madrugada dirigió a sus compatriotas a través de la cadena nacional
de radio y televisión, el primer magistrado de la nación confiaba en que los funerales de la Mamá
95
Grande constituyeran un nuevo ejemplo para el mundo.
Razón por la cual el Papa, al enterarse de su muerte, se instala “en su larga góndola ne-
gra” y se dirige “rumbo a los fantásticos y remotos funerales de la Mamá Grande”. No obs-
tante, como sabemos, “[t]an altos propósitos debían tropezar sin embargo con graves in-
Mamá Grande, no estaba preparada para acontecimientos como los que empezaban a
producirse”. De manera que García Márquez, en lugar de retomar el juicio político al gene-
agosto de 1958 y el 2 de abril de 1959, el cual fue finalmente condenatorio, invierte mítica
Grande. Es por esto que este se realiza con el beneplácito de toda la nación, y en espe-
cial de aquellos que son testigos del acto desde la Costa Atlántica (véase apéndice): el
periodo de La Violencia, esa última guerra civil (1948-1953 / 1948-1958), que según algu-
nos tiene como antecedente el periodo de la violencia incipiente (1930-1946, periodo libe-
95
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., pp. 148 y 149, cursivas mías.
96
Hay que recordar, sin embargo, que la inversión mítico-carnavalesca no implica un sustitución de una
cosa por otra (Aristóteles), sino justamente la presencia simultanea y ambigua de ambas caras de la moneda.
Si bien en esta caso podríamos hablar de una triple (sino múltiple) imagen: la de los terratenientes (con sus
poderes absolutos y dictatoriales al interior de sus estados soberanos), del Estado (del Presidente de la Re-
publica y sus secuaces en Bogotá) y de la Iglesia (dada la entreverada relación entre Colombia y el Vaticano),
y todo ello desde una posición y perspectiva histórica y ahistórica. Y si bien parece concentrarse en la Mamá
Grande, como vimos, esta remite a los otros dos. Así, pues, como dice Bajtín al referirse a la risa en la literatu-
ra carnavalizada: “La risa es una actitud estética hacia la realidad, definida pero intraducible al lenguaje de la
lógica, es decir, es una determinada forma de la visión artística y de la cognición de la realidad y representa,
por consiguiente, una determinada manera de estructurar la imagen artística, el argumento y el género. [. . .]
La risa solía abarcar e indagar un fenómeno en su proceso de cambio y transición, fijando en él ambos polos
de la generación en su carácter permanente, edificante y renovador; en la muerte se prevé el nacimiento, en
éste a aquélla; en el triunfo se percibe la derrota y en la coronación el destronamiento, etc. La risa carnavales-
ca no permite que ninguno de estos instantes del cambio se vuelvan absolutos y se petrifiquen para siempre
en su seriedad unilateral”. Si bien aquí podría hablarse, en buena medida, de risa reducida, pues esta “carece
de expresión inmediata: ‘no suena’, por así decirlo, pero su huella permanece en la estructura [composición]
de la imagen [representación] y del discurso [expresión], se adivina en esta estructura”, pp. 245, 166-167.
asunto. Se requiere que la tumba sea sellada con una plataforma de plomo, como
aconteció con Simón Bolívar, para salir del laberinto. Y esto se produce cinco meses
De aquí que se comprenda por qué el narrador-cronista hace que la Mamá Grande ten-
asesinan a Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1949, produciendo “El bogotazo”, el cual aca-
rrea el periodo de La Violencia (1948-1958); por otro, Laureano Gómez nombra Jefe del
Estado Mayor General del Ejército al General Rojas Pinilla el 16 de abril de 1951 y Rober-
cionaliza el bipartidismo en Colombia por 16 años. De aquí que abril y septiembre sean
mación radical en ese país. Se trata, pues, de una verdadera “lección histórica”. Y “[n]o
sólo por el espíritu cristiano que inspiró a los más elevados personeros del poder público,
sino por la abnegación con que se conciliaron intereses disímiles y criterios contrapues-
tos, en el propósito común de enterrar un cadáver ilustre”.97 Más aún, es por esto que
Ahora podía el Sumo Pontífice subir al Cielo en cuerpo y alma, cumplida su misión en la tierra, y
podía el presidente de la república sentarse a gobernar según su buen criterio, y podían las
reinas de todo lo habido y por haber casarse y ser felices y engendrar y parir muchos hijos, y
podían las muchedumbres colgar sus toldos según su leal modo de saber y entender en los
desmesurados dominios de la Mamá Grande, porque la única que podía oponerse a ello y tenía
suficiente poder para hacerlo había empezado a pudrirse bajo una plataforma de plomo.
97
Ibíd., p. 147.
Así, pues, todo ha cambiado, pero todo sigue igual o peor, tal como realmente aconte-
ció. Por lo mismo, también “ahora es la hora de recostar un taburete a la puerta de la ca-
lle y empezar a contar”, o bien que sólo falte “que alguien [recueste] un taburete98 en la
puerta para contar esta historia, lección y escarmiento de las generaciones futuras, y
que ninguno de los incrédulos del mundo se quedara sin conocer la noticia de la Mamá
Grande, que mañana miércoles vendrán los barrenderos y barrerán la basura de sus
funerales, por todos los siglos de los siglos”,99 pues hay que contarla una y otra vez para
de la memoria de sus habitantes. (1962) Y que esto es así nos lo recuerda el pacto de
“perdón y olvido”, promovido por las élites políticas de ese entonces. Baste con decir que,
a pesar del Juicio a Rojas Pinilla (leyenda negra), sólo se promovió el que se eliminara o
se volviera una bruma turbia todo lo acontecido, cuestión que, en buena medida, se lo-
gró.100
Así, pues, la imagen mítica de la Mamá Grande y su Funeral es una verdadera metáfo-
tantas cosas y se asemeja a tantas otras, que resulta difícil dar cuenta de todo aquello
98
Costumbre de la que fui testigo cuando estuve en Aracataca en 1994: por las tardes los habitantes sacan
sus taburetes a la puerta de calle y se ponen a conversar.
99
Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., pp. 147.
100
“La Violencia de los años cincuenta se resolvió en un pacto de amnistía implícita y de ‘perdón y olvido’
llamado Frente Nacional. No hubo formalmente un proceso de reflexión colectiva ni un juicio de responsabili-
dad política, individual o colectiva, por lo sucedido durante esta época; no se juzgó necesario establecer un
tribunal para juzgar a los responsables, ni una “comisión de la verdad” que permitiera “esclarecer los hechos”.
[. . .] [S]e ha elaborado una memoria colectiva de lo sucedido, que se ha construido en términos de una
“memoria mítica”, que desconoce los actores comprometidos, los procesos sociales en que esta violencia es-
tuvo inscrita, la dimensión temporal de sus diferentes momentos, los ejes alrededor de los cuales se construye
el conflicto, los referentes espaciales y sus diferencias. Y en contrapartida hace énfasis en una atemporali-
dad por fuera de la historia y en la contraposición entre fuerzas impersonales. El resultado final es que La
Violencia es un acontecimiento que no ha logrado incluirse con sentido en las representaciones colectivas.
Al no existir una elaboración ejemplar de lo sucedido, ese pasado sigue siendo presente y hace parte de
aquellos ‘pasados que no pasan’. La Violencia es hoy en día uno de los referentes que inspiran las violencias
contemporáneas”, en “El juicio a Rojas Pinilla en el Congreso de Colombia (1958-1959)”, en http://bibliotecadi
gital.univalle.edu.co/bitstream/10893/584/1/Rojas%20Pinilla.pdf. Véase también, entre otros, Alberto Valencia
Gutiérrez, “El juicio a Rojas Pinilla y la construcción de la memoria colectiva de los años cincuenta en Colom-
bia”, en Revista Universitas Humanística, núm. 72, jul.-dic. 2011, pp. 15-36, Bogotá, Colombia; Alberto Valen-
cia Gutiérrez, “El juicio político a Rojas Pinilla en el congreso de la República (1958-1959) y la conspiración
contra el Frente Nacional”, en Revista Sociedad y Economía, núm. 18, 2010, pp.183-209, Universidad del Va-
lle, Colombia.
que trae a cuestas. Si bien también sirve de base para promover otra manera de historiar
acuerdo con sus complejas relaciones con el resto de mundo. Es, pues, un texto que pone
queros, comerciantes, Estado, Iglesia, naciones. . ., así como para poner en evidencia to-
da la profunda corrupción que ello acarrea, sin olvidar la puesta en cuestión de un forma
BIBLIOGRAFÍA
ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Juan Rodrigo, “Las relaciones entre Partidos Políticos, Iglesia, Fuerzas
Armadas y Gremios con el Estado en Colombia de 1934 a 1962”, Tesis de Doctorado,
Universidad Complutense de Madrid, Madrid, Septiembre 2002. Véase parte de él en
http://eprints.ucm.es/1674/1/AH0006801.pdf.
AGUDELO VELÁSQUEZ, Leonardo, “La industria bananera y el inicio de los conflictos socia-
les del siglo XX”, en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/junio
2011/industria-bananera-agudelo.
BAJTÍN, Mijaíl Mijáilovich, La cultura en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto
de François Rabelais (1940), Madrid, Alianza Editorial, 2002.
———————, Problemas de la poética de Dostoievski (1965) Colombia, Fondo de Cul-
tura Económica, 1993, 378 pp.
101
He aquí un ejemplo, para cerrar con broche de oro. Dice el narrador-cronista: “[. . .] en la placita abiga-
rrada donde las muchedumbres habían colgado sus toldos y desenrollado sus petates, apuestos ballesteros
despejaron el paso a la autoridad. . .” (Gabriel García Márquez, “Los funerales de la Mamá Grande”, ibíd., p.
154), y un poco más adelante: [. . .] poco antes de las once, la muchedumbre delirante que se asfixiaba al sol,
contenida por una élite imperturbable de guerreros uniformados de dormanes guarnecidos y espumosos mo-
rriones, lanzó un poderoso rugido de júbilo. . .” (ibíd., pp. 153-154) Tal como menciona Germán Castaño Res-
trepo, “[e]n la oposición que se manifiesta en estos dos fragmentos aparece de una parte la masa popular, y
de otra los soldados que custodian a las autoridades. Pero no se trata de soldados cualesquiera, sino de ba-
llesteros y guerreros, bastante cercanos a las imágenes arcaizantes utilizadas en textos característicos de la
cultura burguesa, como los trillados versos de ‘La perrilla’ de José Manuel Marroquín: ‘[. . .] / Seguíale gran
cuadrilla / de ejercitados monteros, / de ojeadores, ballesteros / y de mozos de traílla. [. . .]’ (Marroquín, 1875)
Este poema se cita a menudo en los manuales de literatura colombiana. Marroquín fue presidente de la repú-
blica durante el período difícil y cuestionable de la separación de Panamá, a comienzos del siglo XX [1903].
Pertenecía a una familia de la burguesía conservadora bogotana y sus obras son harto representativas del en-
foque cultural que construyó el mito de ‘Bogotá: Atenas sudamericana’. / De acuerdo con este mito, la élite
intelectual bogotana de la época poseía uno de los niveles de erudición más elevados de América Latina, y su
expresión literaria, según las normas clásicas, mantenía la pureza absoluta del castellano en el nuevo mun-
do. / Enfrentado a esta tradición, que en un momento dado pudo haber contribuido al avance cultural del país,
pero que durante la primera mitad del siglo XX limitó las posibilidades de una expresión literaria más evolu-
cionada y auténtica, Gabriel García Márquez emprende una verdadera labor de demolición de falsos mitos
culturales, produciendo un nuevo lenguaje literario”, “Cultura popular, oralidad y literatura en ‘Los funerales
de la Mamá Grande’ ”, en Anales de Literatura Hispanoamericana, 2007, vol. 36, p. 260.
CAMACHO, Santiago, Biografía no autorizada del Vaticano. Nazismo, finanzas secretas, di-
plomacia oculta y crímenes de la Santa Sede, Madrid, Ediciones Martínez Roca, 2005.
CAMPOS, Jorge, “García Márquez: fábula y realidad” (Reseña a Cien años de soledad), en
Revista Ínsula, 258, Madrid, 1968.
CARASQUILLA, Tomás, La Marquesa de Yolombó (1926), España, Biblioteca Ayacucho,
1984.
CASTAÑO RESTREPO, Germán, “Cultura popular, oralidad y literatura en ‘Los funerales de
la Mamá Grande’”, en Anales de Literatura Hispanoamericana, 2007, vol. 36, 255-268.
CORNEJO POLAR, Antonio, Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogeneidad socio-
cultural en las literaturas andinas, Lima, Centro de Estudios Antonio Cornejo Polar (CE-
LACP) / Latinoamericana Editores, 2003.
CORNWELL, John, El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII, de, Barcelona, Edito-
rial Plantea, (1999) 2006.
DEAS, Malcom, “Reflexiones sobre la guerra de los Mil Días”, Revista Credencial Historia,
ene. 2000, núm. 121, Bogotá, Colombia. Véase: Biblioteca Luis Ángel Arango, http://
www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/ enero2000/121reflexiones.htm.
GIRALDO, Leonel, Pilar Lozano, Conrado Zuluaga, Amalia Iríarte, Esteban Navajas, “La ca-
ra oculta de una gran tragedia, Tribuna Roja, MOIR, núm. 18, primera quincena de fe-
brero de 1976, en http://www.moir.org.co/LAS-INUNDACIONES-DELMAGDALENA-
LA.html.
HERRERA ÁNGEL, Marta, “Fals Borda, Orlando”, Biografías Gran Enciclopedia de Colombia
del Círculo de Lectores, Véase: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/fal
sorla.htm.
MARTÍNEZ MERINO, Javier, “El duque de Malborough en la tradición guanacasteca”, en Re-
vista de ciencias sociales de San José de Costa Rica, núm. 75, mar. 1997, pp. 53-74.
MENDOZA GARCÍA, Plinio Apuleyo, El olor de la guayaba. Conversaciones con Gabriel Gar-
cía Márquez, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1982; La oveja negra, Ed. Diana,
Ed. Bruguera, 1982.
FALS BORDA, Orlando, Historia doble de la Costa 1. Mompox y Loba, Bogotá, Carlos Va-
lencia Editores, 1979.
———————, Historia doble de la Costa 2. El Presidente Nieto, Bogotá, Carlos Valen-
cia Editores, 1981.
———————, Historia doble de la Costa 3. Resistencia en el San Jorge, Bogotá, Carlos
Valencia Editores, 1984.
———————, Historia doble de la Costa 4, Retorno a la tierra, Bogotá, Carlos Valencia
Editores, 1986.
FERRATE, Juan, Líricos griegos arcaicos, Sirmio, Barcelona, 1991.
FRIELÄNDER, Saúl, Pio XII y el III Reich, Barcelona, Ed. Nova Terra, 1965 (Madrid, Edicio-
nes Península; 2007)
GONZÁLEZ-ORTEGA, Nelson Arturo, “Canon y canonización en la obra literaria, periodística
y cinematográfica de García Márquez”, en Tropelías, Revista de Teoría de la literatura y
literatura comparada, núm. 9 y 10, 1998-99, pp. 237-253.
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, “Los funerales de la Mamá Grande” (1962), en Los funerales
de la Mamá Grande, Barcelona, Club Bruguera, 1980.
———————, Cien años de soledad (1967), Argentina, Editorial Sudamericana, 1989.
———————, El general en su laberinto (1989), México, Editorial Diana, 1989
———————, La Marquesita de La Sierpe (1978) México, Editorial Grupo Planeta,
2010.
———————, “El velorio de Joselito” (febrero de 1950), en Obra periodística 1. Textos
costeños 1948-1952, México, Editorial Diana, 2010.
———————, “La Santa” (1992), en Doce cuentos peregrinos, México, Editorial Diana,
2010. Véase: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ggm/san ta.htm.
———————, “El escándalo del siglo” (El caso Wilma Montesi)” (1955), en Crónicas y
Reportajes. Santafé de Bogotá, Editorial La Oveja Negra, 1982. Véase: http://www.eles
pectador.com/noticias/cultura/medios/articulo-258543-muerta-wilmamontesi-pasea-
elmundo.
HARSS, Luis, “Gabriel García Márquez o la cuerda floja”, Los nuestros [Into The Mains-
tream], México, Editorial Hermes, 1981.
HOCHHUTH, Rolf, El vicario, Grijalbo 1964, 444 pp. (Der Stellvertreter. Ein christliches
Trauerspiel. [Rolf Hochhuth, Karl Jaspers, Walter Muschg, Golo Mann]).
LONGO, Antonietta Archivio Il Messaggero, en http://www.misteriditalia.it/altri-misteri/decapi
tata.
MATTOS OMAR, Joaquín, “García Márquez y el Carnaval”, El Heraldo, 3 de marzo de 2012,
en http://www.elheraldo.co/revistas/dominical/la-letra-y-la-herida/garcia-marquez-y-el-
carnaval-55751.
Periódico ABC, jueves 28 de julio de 1955, edición de la mañana, p. 25, en http://hemero
teca.abc.es/nav/Navigte.exe/hemeroteca/madrid/abc/1955/07/28/025.html.
Perus, Françoise, De selvas y selváticos. Ficción autobiográfica y poética narrativa en
Jorge Isaacs y José Eustasio Rivera, Bogotá, Plaza & Janes Editores, Universidad Na-
cional de Colombia, Universidad de los Andes, 1998.
POSADA CARBÓ, Eduardo. “Elecciones y guerras civiles en Colombia del siglo XIX: la cam-
paña presidencial de 1875”, Revista Historia y Sociedad, núm. 4, 1997, Medellín, Co-
lombia, http://www.revista.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/download/20302/21359.
RAUCOLES, Marléne, “Montpellier, Ciudad Universitaria”, El mundo de Sophia, Revista de
difusión cultural de la Fundación Sophia, http://www.mundosophia.com/montpellier-ciu
dad-universitaria.
REY BUENO, Mar, El hechizado. Medicina, alquimia y superstición en la Corte de Carlos II
(1661-1700), Zaragoza, 1998.
Rivas Polo, Carlos, “Revista Mito: vigencia de un legado intelectual”, Antioquia, Editorial
Universidad de Antioquia, 2010. Véase: http://books.google.com.mx/books?isbn=95871
43817
SAMPER PIZANO, Daniel, en Revista Credencial, domingo 7 de octubre de 2011. Véase:
http://www.eltiempo.com/revista-credencial/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-
9130541.html
SIMONS, Marlise: “Gabriel Marquez on love, plagues and politics”, en The New York Times,
21 de febrero de 1988, en http://query.nytimes.com/gst/fullpage.html?res=940DEFD61E
30F932A15751C0A96E948260.
SANTOS MOLANO, Enrique “9 DE ABRIL DE 1948. El día que mataron a Gaitán”, Revista
Credencial Historia, edición 195, Marzo de 2006, Bogotá, Colombia, en http://www.ban
repcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/marzo2006/abril.htm.
SOLÉ ZAPATERO, Francisco Xavier, Los profundos ríos del texto y del relato del narrador
en Los ríos profundos (Problemas de la poética de Arguedas). Tesis Doctoral, UNAM,
2006, 467 pp.
———————, Algunos problemas de la poética narrativa de Todas las sangres, de José
María Arguedas, Cuadernos de Investigación, núm. 44, Toluca, UAEM, 2006, 196 pp.
———————, “La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua: problemas de su solu-
ción artística”, en Revista La Colmena 72, octubre-diciembre de 2011, pp. 30-46.
———————, “El destronamiento como carnavalización de Quincas Berro Dágua. Inter-
texto histórico-político”, en Revista La Colmena 76, octubre-diciembre de 2012, Toluca,
Universidad Autónoma del Estado de México. [En prensa]
TAHAR CHAOUCH, Malik, “La presencia de una ausencia: Jorge Eliécer Gaitán y las des-
venturas del populismo en Colombia”, en Revista Araucaria, vol. 11, núm. 22, sin mes,
2009, pp. 251-262, Universidad de Sevilla, España, http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/
ArtPdfRed.jsp?iCve=28211598011.
VALENCIA GUTIÉRREZ, Alberto, “El juicio a Rojas Pinilla y la construcción de la memoria co-
lectiva de los años cincuenta en Colombia”, en Revista Universitas Humanística, núm.
72, jul.-dic. 2011, pp. 15-36, Bogotá, Colombia.
———————, “El juicio político a Rojas Pinilla en el congreso de la República (1958-
1959) y la conspiración contra el Frente Nacional”, en Revista Sociedad y Economía,
núm. 18, 2010, pp.183-209, Universidad del Valle, Colombia.
“Ahora que la nación
sacudida en sus entra- Cabo de La Vela
ñas ha recobrado el
equilibrio; ahora que los
Guajira
gaiteros de San Jacin- 2
to, los contrabandistas Manaure
de la Guajira, los arro-
ceros del Sinú, las
prostitutas de Gua- Calles de Rebolo
camayal, los hechice- o Barrio arriba
ros de la Sierpe y los Tasajera
bananeros de Araca- Restaurante-bar Ciénaga
taca han colgado sus “La Cueva” Pueblo Viejo 4 Guacamayal
toldos para restablecer- (Zona bananera)
se de la extenuante vi- 6
Aracataca
gilia [. . .]”. [p. 133]
Río Magdalena
Valledupar
“Allí estaban, en espera
del momento supremo,
las lavanderas del San
Jorge, los pescadores
de perla del Cabo de
Vela, los atarrayeros 1 San Jacinto
de Ciénega, los cama- Sabanas de Bolivar
roneros de Tasajera, Bahía Cispata
los brujos de la Moja-
San Bernardo Antero
na, los salineros de Santa Cruz
del Viento 3
Manaure, los acordeo- Ciénaga de Oro de Monpox
neros de Valledupar, San Pelayo
los chalanes de Aya- Región La Mojana
pel, los papayeros de Magangué
San Pelayo, los ma-
madores de gallo de Río Sinú Majagual
La Cueva, los improvi- Ciénaga La Sierpe Guaranda
sadores de las Saba- 5
Ayapel
nas de Bolívar, los
Río San Jorge
camajanes de Rebolo,
los bogas del Magda-
lena, los tinterillos de
Mompox, además de
los que se enumeran al
principio de esta cróni-
ca, y muchos otros”. [p.
154]
[FUENTES:
http://turismosucrenio.blogspot.mx/2010/05/sus-departamentos.html
http://www.oocities.org/espanol/magangue2001/riomagdalena.htm
http://colombiasinpalabras.blogspot.mx/2012/04/mapa-de-colombia.html
http://www.guiageo-europa.com/mapas/vaticano.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%ADber
http://www.viamichelin.es/web/El_tiempo/Prevision_del_Tiempo-Castel_Gandolfo-
00040-Roma-Italia?strLocid=31NDFma2kxMGNOREV1Tnp
RNU9UYz1jTVRJdU5qUTROVEU9
http://www.vacances-location.net/alquiler-vacaciones/alquiler-apartamento-castel-
gandolfo,8296
http://www.mundocity.com/europa/plano-roma.html
http://www.romaitalia.info/images/mapa%20roma%20monumentos.jpg]