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PROBLEMÁTICAS EN EL ÁMBITO DE LA SALUD

A pesar de los casos en que el aborto no es punible, raras veces las mujeres
en esas situaciones pueden acceder a un aborto legal y seguro. Con frecuencia
los profesionales de las instituciones de salud exigen una autorización judicial
para procederá interrumpir el embarazo, debido al temor a ser procesados por
el delito de aborto o por mala praxis; otras veces se niegan a realizar el
procedimiento. A su vez, algunos jueces consideran improcedente esta
solicitud, alegando que no están facultados a autorizar la práctica, pues el
Código Penal es claro al respecto. En consecuencia, salvo escasas
excepciones, rige una prohibición total del aborto, inclusive para los casos que
están permitidos por la ley.
El requisito de autorización judicial para un aborto legal no estaba previsto en la
ley y su exigencia podía impedir el goce del derecho a la salud y a la
autonomía. Este requerimiento afectaba especialmente a las mujeres pobres y
provocaba una discriminación por condición social, ya que las mujeres de
mayores recursos podían acceder a un aborto seguro en clínicas privadas o
podían asumir el costo de recurrir a la justicia. Por todo esto, se daba la
negativa del personal médico a practicar abortos no punibles, porque vulnera
los derechos más fundamentales de las mujeres, como el derecho a la vida, a
la salud, a la integridad, a la autonomía personal y a no sufrir discriminación.
En el año 2000, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas
señaló, en respuesta al informe presentado por la Argentina, “Preocupa al
Comité que la criminalización del aborto disuada a los médicos de aplicar este
procedimiento sin mandato judicial incluso cuando la ley se lo permite”. El
Comité recomendó la eliminación de todos los obstáculos al aborto cuando éste
no está penalizado por la ley y la modificación de la legislación nacional para
autorizar el aborto en todos los casos de embarazo por violación.
En virtud de los obstáculos en el cumplimiento del Código Penal y las
dilaciones a las que son sujetas las mujeres que solicitan la interrupción del
embarazo en las situaciones consideradas no punibles, el Ministerio de Salud
de la Nación y los ministros de Salud de las provincias señalaron la necesidad
de “garantizar el acceso a la atención del aborto no punible en los hospitales
públicos dando cumplimiento a lo estipulado en el código penal” y asumieron el
compromiso de elaborar una reglamentación para que se atendieran en esas
instituciones los abortos no punibles según el Código Penal, como una práctica
médica habitual que no requiere autorización judicial. El Ministerio de Salud de
la Provincia de Buenos Aires fue el primero en emitir una resolución al respecto
que establece que en la interrupción del embarazo no se requiere autorización
judicial, y dispone un protocolo judicial.
Por otro lado son muchos y diversos los obstáculos que enfrentan mujeres y
niñas para ejercer sus derechos: el uso abusivo de la objeción de conciencia
por parte de efectores de salud; la excesiva judicialización de una práctica
sanitaria para dilatar y obstaculizar su acceso; los sistemas de salud
discriminatorios que repelen a mujeres y niñas a través de comentarios
reprobatorios del personal hospitalario y de la mala fe de proveedores de salud
y funcionarios públicos; la violación de la garantía del secreto profesional; el
hostigamiento y persecución a mujeres y niñas; la influencia de la iglesia sobre
los gobiernos nacional y locales; la falta de reconocimiento normativo expreso
de las prestaciones sanitarias que demandan los casos de abortos legales
como prácticas esenciales del servicio de salud. Estas estrategias dilatorias y
disuasorias operan como barreras de acceso a los abortos legales y someten a
mujeres y niñas a situaciones de violencia institucional cuando intentan
materializar sus derechos.
Con frecuencia las mujeres con complicaciones de abortos reciben un trato
deficiente, caracterizado por la crítica, la amenaza y la falta de sensibilidad.
Existen testimonios de mujeres en situación de aborto que denotan crueldad,
falta de respeto y trato humillante por parte del personal de salud. Cuestiones
claves como la consejería anticonceptiva no están generalizadas en los
servicios y una alta proporción de mujeres son dadas de alta sin haber recibido
consejería y la indicación/provisión de un método anticonceptivo.
De acuerdo con los últimos datos disponibles del Ministerio de Salud de la
Nación, en 2018 murieron 257 mujeres embarazadas por distintas causas. De
este total, el 13,6% fueron muertes por un “embarazo terminado en aborto”.
Si se mira la serie de datos, el porcentaje de muertes por abortos registradas
(es decir, las que llegan al sistema público de salud) viene en caída desde
2015 (18,5%). Las otras causas de mortalidad de mujeres embarazadas se
dividen en 2 grandes grupos: causas obstétricas directas, es decir
complicaciones surgidas del embarazo, como una hemorragia; y causas
obstétricas indirectas, que en general se dan por condiciones preexistentes de
la madre, como problemas respiratorios o de circulación.
Cuando se debate sobre aborto, muchas veces se cita el dato de que en la
Argentina hay alrededor de 450 mil abortos clandestinos por año, algo que es
cuestionado por sectores denominados “pro vida”, que rechazan cualquier
interrupción voluntaria de un embarazo.

LA PRÁCTICA DEL ABORTO


En la Argentina existe un mercado de servicios de aborto extendido,
diversificado y segmentado. En él coexisten procedimientos de muy diverso
tipo, y la calidad y seguridad de los procedimientos están estrechamente
asociadas a la capacidad económica de la mujer. Los sectores medios y altos
acceden a abortos clandestinos realizados por médicos en consultorios o
clínicas privadas, donde se practican abortos por aspiración o legrados y se
cuenta con todos los medios necesarios para garantizar su asepsia y seguridad
(ecografía, quirófano, material descartable, anestesista). Las mujeres de
sectores pobres recurren con frecuencia a prácticas riesgosas, como la auto
colocación de sondas o tallos de perejil, prácticas de personas no idóneas, o a
la ingesta/aplicación de diferentes sustancias. Al igual que en otros países de la
región, la práctica del aborto ha variado en los últimos años a partir de la
utilización del misoprostol para interrumpir el embarazo. Esta droga es una
prostaglandina utilizada en gastroenterología y se encuentra disponible en más
de ochenta países del mundo. Por su capacidad para provocar contracciones
uterinas comenzó a ser utilizada para una variedad de indicaciones en
ginecología y obstetricia, que incluyen la inducción del trabajo de parto, la
maduración cervical, el aborto en el primer trimestre, el tratamiento de la
hemorragia posparto, la evacuación de huevo muerto y retenido. El misoprostol
está incluido en la lista de medicamentos esenciales de la Organización
Mundial de la Salud, en el que se especifican los medicamentos mínimos
necesarios para un sistema básico de atención de salud que incluye los
medicamentos más eficaces, seguros y eficientes para las enfermedades
prioritarias.
LAS DOS CARAS DE LA MONEDA
Antes de la legalización del aborto hubo muchas marchas en contra y favor de
este. Personas en contra de la ley proclamaban su marcha como “marcha de la
vida”, con el lema de “La Argentina comienza en la concepción” entendiendo
que todo un país tiene su origen en la fecundación de sus ciudadanos,
explicaron los organizadores- y la consigna “Ni sentados, ni callados”, miles
de personas se movilizaron “en defensa de los niños por nacer”.
Por otra parte teníamos a la marea verde con su fuerte lucha por el derecho a
decidir sobre su cuerpo, dónde mayormente feministas eran partícipes de estas
marchas, algunas palabras para describir esto fueron:
"La marea verde es una revolución feminista en movimiento y es
intergeneracional. Hay una experiencia de transversalidad, de articulación con
sindicatos, movimientos sociales, de derechos humanos. No es una moda, hay
una historia", dice a la AFP María Florencia Alcaraz, autora del libro "¡Qué sea
ley!", sobre la lucha por la legalización del aborto en Argentina.
El aborto no debe ser visto como una lucha entre religiosos y ateos sino como
una necesidad que impone el estado en cuestiones de salud pública y de
dignidad de las personas. El grupo pro vida justifica su postura en la intención
de disminuir o evitar la muerte de los embriones y también demoniza el aborto
o lo considera una tragedia, no sólo es incorrecto desde la experiencia de la
mayoría de las mujeres, sino que es una verdadera estafa moral por parte de
un grupo que no acepta las decisiones libres, individuales y morales de las
mujeres. Este grupo, pro vida, se ha ocupado sistemáticamente de mostrar a
las mujeres como egoístas y hedonistas, que sólo piensan en sí mismas. Sin
embargo, la decisión del aborto es una decisión, la mayoría de las veces, que
muestra un gran componente de responsabilidad.
PROVINCIAS FRENTE AL ABORTO
Luego de 5 años del fallo F.A.L (gracias a este fallo se pudo ejercer
correctamente el artículo 86) Sólo 8 de las 25 jurisdicciones poseían protocolos
de atención de los abortos no punibles que se corresponden, en buena medida,
con los lineamientos fijados por el tribunal, otras ocho provincias dictaron
protocolos que no se ajustaban a lo ordenado por la Corte e incluyen requisitos
que dificultan el acceso a la práctica y por último, ocho jurisdicciones no han
dictado protocolo alguno. Es decir, más de la mitad de las jurisdicciones del
país aún no contaban con una normativa que asegure, de modo efectivo, el
ejercicio de un derecho que las mujeres tienen desde 1921.
Las provincias se manejaban de la siguiente manera
● Chaco, Chubut, Jujuy, La Rioja, Misiones, Santa Cruz, Santa Fe y Tierra
del Fuego. (Jurisdicciones con protocolo compatible con F.A.L.)
● Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén,
Provincia de Buenos Aires, Río Negro y Salta. (Jurisdicciones con
protocolo restrictivo para el acceso al aborto legal)
● Catamarca, Corrientes, Formosa, Mendoza, San Juan, San Luis, Santiago
del Estero y Tucumán. (Jurisdicciones sin protocolo)
Aquí se podía observar la desigualdad y como según la jurisdicción donde
nació una mujer podía o no ejercer su derecho.
También como muchas provincias se declararon “pro vidas” haciendo lo posible
para crear una barrera e imposibilitar el ejercicio de su derecho.

Luego de la despenalización del aborto en el 2020/2021 se podían observar los


siguientes cambios en las provincias.

San Juan
En San Juan, donde la ley tuvo mayoría de legisladores y población que se
manifestó en contra, también se han comprometido a aplicar. El gobierno de
San Juan confirmó que “está todo previsto para que la ley se cumpla sin
inconvenientes” en todos los hospitales y clínicas privadas sanjuaninos. El
procedimiento de aplicación de la ley en la provincia cuyana está a cargo de
Asesoría Letrada de San Juan, donde confeccionaron los protocolos que deben
cumplir los centros sanitarios en caso de que una mujer requiera un aborto
legal hasta las 14 semanas de gestación.
La mayoría de los casos será con tratamiento ambulatorio. La mujer va al
hospital o ente sanitario cercano a su domicilio, donde recibe un abordaje
social, médico y psicológico. “Si continúa con la idea de realizar el aborto,
vamos a garantizar la prestación. Tendrá que firmar un consentimiento. Y si
desiste, vamos a abordar su caso desde el plan de los mil días”, dijo Mauricio
Gallardo, asesor del
En abril de 2016 BELÉN UNA JOVEN DE 25 AÑOS DE EDAD, estuvo privada
de su libertad durante más de dos años en la Provincia de Tucumán, en el
norte de Argentina, por haber sufrido un aborto espontáneo en un hospital
público, tal como fue consignado en su historia clínica. Tanto médicos como
policías violaron su derecho a la privacidad y la acusaron injustamente y la
maltrataron. En la madrugada del 21 de marzo de 2014, fue a la guardia del
Hospital de Clínicas Avellaneda en San Miguel de Tucumán por dolores
abdominales. La derivaron al Servicio de Ginecología porque tenía abundante
sangrado. Allí, los médicos le informaron que estaba teniendo un aborto
espontáneo de un feto de aproximadamente 22 semanas. Belén desconocía
estar embarazada. Luego de recibir tratos degradantes por parte del personal
de salud, fue denunciada a la guardia policial, en clara violación del secreto
profesional que ampara la relación médico-paciente 23. Belén ingresó al
hospital público pidiendo ayuda y fue presa por más de dos años. Primero la
imputaron por aborto seguido de homicidio, que es una figura penal inexistente.
El fiscal de la causa luego cambió la acusación por la de homicidio doblemente
agravado por el vínculo y alevosía, que tiene una pena de hasta 25 años de
cárcel. Belén estuvo detenida en prisión preventiva por más de dos años. El 19
de abril de 2016 fue condenada a 8 años de prisión, en un proceso judicial en
el que se vulneraron sus derechos desde el comienzo ya que en ningún
momento fue escuchada. El 12 de mayo de 2016 la justicia le denegó el pedido
de excarcelación interpuesto por la defensa. El 15 de abril la Corte Suprema de
Justicia Provincial dispuso su libertad, entendiendo que no existen motivos para
extender su privación de libertad. Y finalmente en marzo de 2017 fue absuelta
por la justicia. Nadie nunca podrá reparar los años que Belén estuvo tras las
rejas a su corta edad.

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