Jennie y el niño extraño

Natalia Beltrán Martínez

Había una vez una niña llamada Jennie. Ella era una joven bastante tranquila y
juguetona. La pequeña tenía mucha creatividad y eso era algo que a su madre le
gustaba mucho, pero también había algo que le asustaba, ya que su hija había
empezado a decir que tenía un amigo imaginario.

Al principio, todo estaba bien hasta que un día, la madre, al llegar de trabajar
encontró la casa desordenada. La señora regañó a Jennie, ya que la joven insistía
en que no había sido ella, sino su amigo invisible. Su madre continuó llamándole la
atención, pero Jennie le contestó:

- A mi amigo no le gusta que me acusen por cosas que yo no he hecho.

La madre, ignorando lo dicho por su hija, la mandó a su cuarto castigada.

Habían pasado los días y no había ocurrido nada extraño, aunque Jennie
continuaba diciendo que jugaba con su amigo. La tranquilidad en la casa se
interrumpió cuando la mujer escuchó la voz de un niño proveniente del cuarto de su
hija. Esto le pareció bastante raro, ya que Jennie era hija única y no había dejado
que sus amigos fueran a su casa, a causa del castigo.

Pensando que su hija había metido a alguno de sus conocidos a escondidas y sin
permiso, decidió ir al cuarto. Al entrar, se percató que no había nadie y esto le causó
extrañeza, así que le preguntó a la niña si a caso alguien se encontraba con ella,
para lo cual respondió que solo Tobi, su amigo imaginario.

Su madre, al escuchar esto, se asustó y le dijo a Jennie que ya era hora que su
amigo se fuera, pero la joven replicó:

- Cuando nosotros nos mudamos, él ya se encontraba aquí; las que deben irse
somos nosotras.

No queriendo meterse en problemas, la mujer y su hija comenzaron a empacar sus

cosas para irse a otro lugar. Al cabo de unos días, la señora pudo vender la casa,
encontró su nuevo hogar y se propuso empezar de cero con Jennie. Ambas se
encuentran mucho mejor en su nueva casa y no hay nada que las moleste.

O eso creyeron, ¿no es así, Tobi?..