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Raúl Romero1
Sociólogo. Integrante de la Red Universitaria Anticapitalista (México)
12 OCT 2021
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Recuperado de: https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/de-la-guerra-de-conquista-a-
la-lucha-por-la-vida
El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón, al mando de tres barcos, llegó por error a lo
que hoy conocemos como las Bahamas, en la América Insular. No fueron los primeros
viajeros en encontrar el “nuevo mundo”. Siglos antes ya habían llegado poblaciones
vikingas y otras provenientes de Asia. Colón y compañía querían ir a “las Indias”, para
establecer nuevas rutas de comercio y de paso satisfacer sus aspiraciones de ascenso
social. Colón murió pensando que habían llegado a la India.
La expedición era financiada por la alianza matrimonial entre las coronas de Castilla y
Aragón. Lo que hoy conocemos como España, y más precisamente como Estado Español,
no existía en realidad.
Lo que siguió después fue una larga, brutal e insuficiente guerra de “conquista”,
brutalidad que incluso mereció la denuncia de personajes como Fray Antonio de
Montesinos y Fray Bartolomé de las Casas. Los datos sobre las poblaciones originarias
que existían antes y después de la guerra son muy variados. Problemas de fuentes, de
método y también ideológicos influyen en las investigaciones. Sin embargo, los estudios
más serios coinciden en una disminución considerable de la población originaria producto
de la violencia, de las enfermedades y de las hambrunas, principalmente. Un genocidio,
sin lugar a duda.
Algo muy distinto comenzó a suceder a finales del siglo XX. En 1992, a propósito de la
conmemoración de los 500 años del “descubrimiento”, pueblos y organizaciones
indígenas, afrodescendientes y populares se movilizaron por toda Sudamérica el 12 de
octubre para resignificar la fecha: el día de la resistencia indígena, negra y popular. Aquel
día, varias estatuas en honor a los conquistadores cayeron. Las grietas que los pueblos
originarios de América venían haciendo a la historia de los de arriba se agrandaron y
empezaron a convertirse en ventanas y espejos para el mundo.
Las rebeliones indígenas que se extendieron por toda América Latina, contra el
capitalismo neoliberal y sus renovados procesos de colonización, echaron luz sobre un
mundo al que le imponían el fin de la historia y el “consenso” de Washington. En 1994,
la rebelión zapatista en el sureste mexicano logró dar voz a la demanda de miles de
personas en el mundo: Otro mundo es posible.
La metáfora del feminicidio a la que recurren los zapatistas en este discurso es muy
precisa. El ecocidio, y los riesgos que para la vida humana y no humana significa, es ya
una tesis comprobada por las ciencias. Las razones de ese ecocidio cada vez quedan más
claras: el capitalismo nos ha llevado a tocar los límites planetarios. Aunque algunos
negacionistas rechacen esta idea, pues afecta a sus intereses económicos, lo cierto es que
tanto los pueblos originarios como las comunidades científicas y un amplio y diverso
movimiento ecologista, han llegado a la conclusión de que es la “civilización” capitalista
la causa de esta crisis.
Los pueblos originarios de México y de muchas partes del mundo tienen una visión
distinta del lugar que habitan. No son “recursos” naturales o materias primas. El territorio
es ese entorno con el cual y por el cual se realiza la reproducción cultural y material de la
Vida. En esa concepción del mundo no cabe la propiedad privada de la tierra. Además,
muchos pueblos originarios se asumen como guardianes del territorio: asumen en su ser
como pueblos el cuidado de lo común, el cuidado de la Vida. “Cuando nosotros decimos
que estamos luchando por la tierra, es que estamos luchando por la Vida”.
Lo que nos están proponiendo los indígenas zapatistas, observo, es el diálogo entre los
pueblos, organizaciones y personas que luchan por un mundo mejor, sin racismo, ni
patriarcado, ni capitalismo. La lucha por la humanidad es mundial y el tiempo cada vez
es menos. Defender la Vida frente al sistema de muerte y la guerra capitalista es algo que
los pueblos originarios de América llevan haciendo por 529 años.
“Hay una guerra entre el sistema y la naturaleza. Esa confrontación no admite matices ni
cobardías. O se está con el sistema o con la naturaleza. O con la muerte, o con la vida”.
Las comunidades zapatistas han decidido luchar junto a la Tierra, por ella y para ella.
También a nosotr@s nos toca elegir.