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EL ENSAYO ENTRE LA AVENTURA Y EL ORDEN TAURUS PENSAMIENTO (© 260 aime Alberto Vélez bean canton inpice 2000, Diesbidoray ators Agar, Altea, Taurus, i SA. Calle 80 No, 1028 “Telefono 63512 00 Boyots, Colombia Aguilar, Altea, Turus, Agar, S.A. Beasley $860,147, Bueno Aires ‘Grupo Santillana de Bdliones, 8.8. “Torelaguna, 60, 28043, Made ‘Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de CV: ‘Avenida Universidad 767, Colonia det Valle 1 05100 México, DE NOTA PRELMINAR TBREVES CONSIDERACIONES SOAK HL ORIGEN ; ‘YEA EVOIIGON DEL ENSAYO. TL. ALGUNOS asrecros FoRMatss . aati) IL, BL ENSAYO COLOMBIANO: UN CURIOSO FATRETENIAIENTO ee PARA TRES © CUATRO PERSONAS EN LN siGLO oan JV, LIMITS DEL ENSAWO ACADEMIC 9 B ———- see — | NOTA PRELIMINAR [Nise ede tar de aud com quienes juego ensayo come un _gineo infil, por tant, sia a armacines tam vidas come fa 0. Tampoco se ude cnc com aguas ores que, en sua de encontvar ena defi ialeable,protenden som firmus rics gue jgnran sus apts combiantes 0 inaprnsibes js defo freeride nas bos, ae intent sar hist formalmente algunas constants que enriquacen su prep y qu al msm tiempo, cayudas a situaro ens compljidad. Ela una dic del ensay, tanto como simplifearta,constinyen en wea mado de carl oe ceptuaiacin de wna forma de exprsién consubstancial a dal desarnlo Indlectual de a maida en os siimor cua its, nm comparain com la novela oc la poesia lca, al say le han deicado mensspigina ras, esque svgeia en no pas casas supra ets gars. Eta contradic indica, tal ve, que dense ‘noha Dagodo a fe mtr, rstamente formality que elses lore sone mas ncinado a practical qu a pagar de norma. ‘Sintoma inepuioc,entncs, se mira ie, de vgs salud 1 BREVES CONSIDERACIONES SOBRE EL ORIGEN YA EVOLUCION DEL ENSAYO ‘Se suete afirmar que existen cas tanta definiciones de ensayo como ensayisas,y que el nico acuerdo verdadero, en relacion con cl tema, consiste en considera a Miguel de Mon- taigne como su creador. Tal apreciaciin se debe a que Mon: taigne fue eFrimer excritor en emplear esta palabra para nombrar una forma peculiar de escrtura, En 1389, en cles plendor final del Renacimiento, dio a conocer una serie de ‘cries sin unidad aparente, alos que denominé Fsais yen los cuales no se proponia “fin alguno”, sega express él mis imo, Su intencion conssta en que “cuando me picrdan (lo que sucederé muy pronto), puedan volver a halla algunos fags de mi condicién y humor” Sin embargo, al leer los Ensayes con detenimiento, se po- dra encontrar que su autor no s6lo se limits a bautizar un nuevo género. En otras palabras: el nombre de Montaigne sigue ligado al ensayo, no como un simple referente histori ‘o,sino también como aquel que confi a eta forma dees critura Gers earacteriicas que todavia hoy, cuatocientos aos después, contintian de agin modo vigentes. Si en Mon: taigne pervve un esritor “de toda las épocas” —como suele afirmarse—, esto no se debe propiamente a sus opiniones (muchas de las cuales nadie se atreversa hoy a tomar en se- rio), sinoa la manera como se relaciana con tun lector inter poral. Lo perdurable no reside tanto en lo que dice, como en €l punto de vista y eit el tono que asume para decitlo, Yen esto radica, jusamente, una de las claves del gran ensayo de todas las 6pocas. La propuesta de Montaigne, como es apenas ligico, no babria logrado su cometido si su obra no hubiera aleanzado una gran aceptacién entre el piblico de la posteridad y si, dems, l denominacién de este género no hubiera calado fen otros autores. Los Fnsayosde Francis Bacon, los Ensayas de Ralph Waldo Emerson, los Ensoyos de Bla de Charles Lamb, los Ensayos de poesia dramitia de John Dryden, o los Ensays seine ligica experimental de John Dewey, por ejemplo, manifes- ‘aron por medio del tito una deuda eon Montaigne, y sir vieron para entronizar y ayalar un género que, en sus aspec- {os esenciales habia salido perfectamente definido de la plu- ma de sa ereador. El intento del eseritor espaiial Eugenio D’Ors por otongar al sai francés la denominacién més eas ‘za de Glasafracas6 rotundamente porque el ensayo no puc- de considerarse como tna simple parifrasis y porque la pala- bra clegida por Montaigne la superaba en connotaciones, ¢o- ‘mo lo prueba su vigencia en varios idiomas. Conviene en este punto preguntar entonces: .Qué particulatiza a Montaigne y ‘en qué consiste su legado? Para empezar, Montaigne denominé “ensayo” (es deci, i. {ento o tentatva) a esta inesperada forma de escribir porque cconstituia una de las muchas maneras posibles de retratarse. a aseveracién “yo mismo soy el tema de mi libro” represen ‘el mejor indicio para inferir una de las prineipales caracte- risticas de este género naciente. Montaigne inaugura tn mo- do personal de ver el mundo. Ya no se busea, como oct hhasta entonces, anteponer la religi6n, el poder politico la ciencia. alos simples hechos, Ahora se tata de mirar con los Dropioe ojos Ia realidad circundante. Lo novedoso en Mon tsigne—como mele decise en una erminologia moderna reside en ou punto de visa Este carter personal no significa, sin embargo que e en- ayo consist enn género aut, Todo lo contrac, Desde ‘nimacimient se caractri por reconocer el papel determi- nante de la cultura yd ta informacin. Uno de ls aspects tis noioiosy caracteraticos de los Ess radica en tas Gis frecuentes 1264 tomadas de autores clisicos latinos, yoo de otras fuentes. El ensayo nace como un intentoabiertoy tbe ral de plantear las propias opiniones, kjos de la pretensin de verdad ireftable que tana rigez contri la losotn Yala religion dela epoca. Por exta ras, Montaigne se sat face con dejar sentada mt posiin, una més entre todas as opiniones posbes. Silos seis han perdurado sin pretender alcancs os fics como Tos de Platén en los Didogs, yIjos tambien de constnirse en cencia como lx de lino cl Vigo en Histera natura close debe awn ingredient distinc: sv ator habla alser humano corrente, con una vor mis cercana ala com ‘eamcién que ala lec o al sermén, Esta wr cuenta. con algunas antecedentes entre loa cles abe menciona: las Necks dtcas de Auto Geto, as Epes de Plni, los Tatas Moraes de Séneca, las Tusalanae Dis tationerde Cicero, los Salus de Marco Aurelio, ks Dis des de Platin yon Corctrs deTeofasto, Considerand ss antecedentes, ; sin acomodamientes, dar rienda suelta al simple deseo de difundir conocimientos. La peculiaridad de este propésito w io hoes Ye sobresale aiin mas si se iene en cuenta que, hasta su llegada, Ia literatura colombiana habia curecido propiamente de una antonomia real, por estar al servicio de tna causa, cualquiera {que ella fuese. Veomo eseribié Nietsche, a quien tanto admi- aba S a aparicién de los individuos es seftal de que la sociedad ya es apla para reproducirse” La libertad intelectual conquistada por Sanin Cano tepre- senta uno de sus grandes logros, puesto que, aparte de las presiones politicas del momento, los mises intelectuales ccxigian Ia adopci6n de un estilo determinado. Rafael Maya, ‘en un aparente elogio, dice que Sanin “acept6 todas las creen- cas y acaso sintiera simpatia por alguna de ellas, pero su fe ‘no anelé definitivamente en ninguna de ella”. El problema —continvia Maya— consiste en que la ertica literaria debe hacer de una “conviceién honrada y profunda” y s6lo puede entenderse en relacién con lo “duradero y permanente”. Ig noraba Maya, al hablar de este modo, que un ensayista ama lalibertad, mientras el estudioso y el crtco literario veneran elorden. "Ahora bien, lo significaivo de la posicin de Rafael Maya _—representativa de la intelectualidad colombiana—consiste cen que un asunto en apariencia lterario adquiere una indo- le ciaramente politica, "La desorganizacién de la inteligen cia", segtin Maya, conduce a la “corrupeién social”. De este modo, entonces, contra el ibertinaje del ensayo se debera coptar por la disciplina y por el método estricto del estudio literario, il obstinacidn ideolégica de Miguel Antonio Caro cequivale a “iteligencias muy vigorosas y profundas’, el radi- calismo en Colombia posee uma justificacion politica y estéti ca. Tendlia plena razon Jaime Barrera Parra cuando advirié {que el répico constituye “la mejor escuela de intransigencia” ‘Al referitse Maya a la “inteligencia hospitalaria” de Anto- niio Gémez Restrepo, la isculpa como un simple “sintoma de Fee EE EEE ETE EE EEE EERE ETE RTETERERTETEEE EE EETE ES EET EERE TEESE TELE ESTEETEE TLE ETRE EEE ER EEC ETRE EE REE ECE eae la época", derivado de la pasajerainfluencia de José Enrique Rode, Por esa razén, Maya aliema luego con complacencia ‘que, en materia literaria, “fue Gémez Restrepo un doctrina rio”, La intransigencia de buena parte de la intelectualidad colombiana no entraia, por tanto, ninguna originalidad, y ‘obedece, mis bien, a una tradici6n que oscila mecéinicamen- teentre la libertad y el orden, sin aleanzar ninguno de los dos ‘stados. Yla prueba de que no se cata de una pugna exclusi- va del siglo XIX se evidencia en que, por ejemplo, las erticas formmuladas a Jorge Gaitin Duran y a la revista Mito consid aban indebida ext apertura del pensamiento colombiano, Un llamado al orden, bajo la acusacién de provincianos pro- ferida contra los integrantes de la revista, pretendia que ct intelectual colombiano se ocupara exclusivamente de los sunt locales, obligado por un ineludlble compromiso que se consideraba connatural ala condicin del escritor. De nue- vo, pes, la “convieci6n honrada y profunda’ Bl absohutismo de ciertas ideas —sociales, politicas 0 sim plemente estéticas—, el dogmatismo y la pedanteria deriva dlos de eualquier saber, han representado, hoy como ayer, un “obsticulo para la prictica del ensayo, pero también —lo cual ‘resulta mas grave— para el mismo desarrollo de la vida social Cabe recordar aqui que el ensayo surge en un periodo como el Renacimiento y que su autor escribe apoyindose en la mi ‘ma cultura que, segtin Walter Pater, habia moldeado las mas Ihermosas cartas de amor “escritas en el delicado latin de la Edad Media. Lo que el mismo Pater, refirigndose a la obra de Montaigne, llamaba "tomar al lector por confidente”, no se ha presentado propiamente en la tradicién colombiana, donde suele reducizse al lector a la condicién de copartida rio, alumno o feligrés, cuando no a la de enemigo, birbaro € infil. Ha faltado eseribir, como expresé Montaigne, "no para . YY los que niegan esto como definicin general, lo confirman Iuego en todos sus preceptos. Los mahometanos prohiben la instruccién de sus hijos en la ret6rica, por Ia inutlidad de esta

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