Está en la página 1de 4

Los movimientos sociales: viejas y nuevas formas de relación entre el Estado y la

Sociedad Civil. Primeras aproximaciones1.


Sin entrar en la discusión acerca de las concepciones en torno al Estado y la sociedad civil y a sus
relaciones en la modernidad, podemos afirmar que las formas de mirar los movimientos sociales se
inscriben en los cambios acaecidos en dichos vínculos, relacionados, entre otras cosas, con los avatares de
la creciente democratización que se espera de la vida política en occidente.
Es así que se piensa la interpretación de determinadas acciones colectivas como un movimiento social
bajo el supuesto de que los canales “tradicionales” que vinculan el Estado con la Sociedad Civil se han
quebrado. Más específicamente, se asegura que es el sistema de partidos políticos (en la democracia
representativa) la manera privilegiada de canalizar las inquietudes de la Sociedad Civil, encargados éstos, a
su vez, de traducirlos en demandas concretas para que el Estado2 las resuelva. Al mismo tiempo, en una
sociedad industrializada y cada vez más asalariada, los gremios y sindicatos irán entrando a la arena
política, constituyéndose en una opción para encauzar las inquietudes y demandas que no siempre son
vehiculizadas por los partidos políticos.
En la Argentina, el proceso de Industrialización de Importaciones dio lugar a la asalarización de la
población con su consecuente sindicalización masiva. Simultáneamente, muchas investigaciones coinciden
en que el sistema de partidos de nuestro país nunca terminó de conformarse de manera tal que lograra
realmente constituirse como un intermediario entre la sociedad civil y el Estado.
En la medida que los gremios y sindicatos fueron instituyéndose como los referentes para promover y
llevar adelante acciones colectivas, comenzó a estudiárselas como “Movimiento obrero”. Es importante
destacar que dentro del colectivo “obrero”, se incluye a todos los trabajadores –empleados o no- que no
necesariamente son obreros (trabajan en una fábrica como tales). La huelga será la herramienta por
excelencia del repertorio de acciones colectivas llevadas adelante.
El paradigma desde el cual se entiende a las acciones colectivas que tienen lugar en este período y que
son leídas como parte del movimiento obrero, supone que existe “un conflicto social central y estructurante
entre los sectores del capital y los del trabajo” (Farinetti, 2002).
Mientras la asalarización de la población fue alta, y el empleo se constituía como una de los elementos
fundamentales de la construcción de los lazos sociales y de las identidades tanto individuales como
colectivas, puede decirse que no se presentaron inconvenientes para la comprensión de los fenómenos
colectivos que tenían lugar: podía encuadrárselos siempre dentro de la lógica de un enfrentamiento de
intereses entre los sectores del trabajo y del capital y, en ese sentido, como parte del movimiento obrero.
Sin embargo, la realidad y los conceptos que nos permiten comprenderlos, se entrelazan en una
compleja trama de interrelaciones en la que se influyen mutuamente.
De este modo, en las últimas décadas del siglo XX, el panorama de los lazos estructurantes de la
sociedad se modificaron. Teniendo en cuenta el proceso de globalización y en el marco de la aplicación de
las políticas económicas de corte liberal conjuntamente con la sistemática interrupción de los canales de
“diálogo” entre la sociedad civil y el Estado (es decir, con la proscripción de partidos políticos y la
intervención de los sindicatos por parte del Estado, entre otras cuestiones que se detallarán luego), la
sociedad civil fue encontrando nuevas maneras para expresar y comunicar sus disímiles demandas.
Al mismo tiempo también se pueden apreciar cambios en los contenidos de dichas demandas y, en este
sentido, atisbar que ya no es posible la comprensión de las acciones colectivas desde la perspectivas de
entenderlas bajo la lógica de la oposición “capital-trabajo”.
Particularmente en Argentina, puede hacerse el rastreo “a partir del derrocamiento de Juan Domingo
Perón ocurrido en 1955, [de] la incapacidad de sucesivos regímenes militares y civiles para estabilizar un
orden alternativo al populismo y reintegrar a las mayorías populares al juego político-electoral, [a la vez
que] la incipiente implementación de políticas económicas de corte desarrollista tendientes a la
modernización de la estructura productiva, lejos de apaciguar agudizaron los conflictos heredados del 55. A
ello se suma, durante los tempranos 60, la expresión autóctona de la cultura juvenil contestataria, que en el

1
Ficha de cátedra elaborada por Lorena Martínez Gelabert, 2012.
2
Es importante destacar que el Estado es entendido, desde esta perspectiva, como el “aparato” administrativo-
político encargado de organizar a la sociedad civil.
contexto de la proscripción de las mayorías populares y al calor de la Revolución Cubana, tiende a una
radicalización política e ideológica. Al calor de estos procesos algunos sectores ensayaron nuevas formas de
protesta colectiva” (Ramírez y Viguera, 2007).
Va configurándose de este modo, un nuevo vocabulario que permite visualizar –dar entidad y
comprender- las nuevas formas que van adoptando las manifestaciones que tienen lugar a partir de la
década del `60 aproximadamente, tanto en el mundo como en Argentina.
Si antes alcanzaba con remitirlas a la idea del “movimiento obrero”, luego va a ser necesario pensar en
otra denominación. Se acuña así la idea de “movimiento social”, en un sentido muy genérico. Por
movimiento social se entenderá “una acción colectiva de carácter no momentáneo en la que un grupo, con
cierto grado de organización, realiza acciones extrainstitucionales dirigidas a la promoción, o bien la
contención de determinados cambios”3. Sin embargo, Viguera (2009) resalta la necesidad de “rescatar
aquellas conceptualizaciones teóricamente más densas y complejas, en las que, ante todo, se pretende
reservar la expresión para identificar y analizar cierto tipo de acciones o fenómenos colectivos”. Es así que
propone remitirse “a la noción de ‘nuevos movimientos sociales’ acuñada en Europa a mediados de los años
sesenta por autores que, como Alain Touraine y Claus Offe, procuraban dar cuenta de actores colectivos
emergentes cuyas características parecían requerir de nuevos conceptos para su identificación y análisis.
Los movimientos ecologistas, culturales, estudiantiles, de mujeres, que en torno al ciclo de
movilización de 1968 ocupaban un lugar central en la escena política, planteaban un desafío teórico al no
dejarse captar fácilmente por los modelos esperados de acción colectiva de clase que solían englobarse
bajo la categoría de “movimiento obrero”. *…+ Los “nuevos movimientos sociales” eran disruptivos, pero
lejos de responder intuitivamente a situaciones críticas, lo que hacían era poner en la agenda política
reclamos vinculados a clivajes que si no eran nuevos, hasta entonces no habían sido el eje de
movilizaciones masivas con programas que alcanzaban altos niveles de convocatoria.
La denominación “movimientos sociales” quedaba entonces asociada a la novedad –no eran ni partidos
ni sindicatos, ni meros “grupos de interés” institucionalizados…” (Viguera, 2009)
De este modo pueden visualizarse algunas características particulares de los nuevos movimientos
sociales que permitirán distinguirlos de los partidos políticos, los sindicatos y los grupos de interés4:

- su débil estructuración orgánica;


- su discurso, generalmente temático o transversal;
- su ámbito preferencial de intervención, que suele ser la política no convencional o contenciosa;
- su orientación hacia el poder, que suele ser conflictiva; y
- la naturaleza de sus recursos, que no suele ser mayoritariamente de carácter material, sino de
carácter simbólico –como la cohesión emocional, la disciplina y el compromiso de sus miembros.

Es así que la categoría “movimiento social” (o “nuevo movimiento social”) será, para algunos autores,
“una dimensión analítica –observable por el sociólogo- que puede estar presente en mayor o menor
medida en cualquier proceso de acción o de identidad colectiva en tanto estos conlleven una orientación
hacia el horizonte del conflicto central de la sociedad” (Viguera, 2009). Dicho conflicto estará definido más
sobre el terreno simbólico que material. Constituirá una lucha simbólica o cultural más que económica, tal
como ocurría bajo la lógica de la oposición capital-trabajo.
En Argentina, recién a partir de la década del ’80 comenzarán a estudiarse las acciones colectivas desde
esta nueva concepción teórica. Entre otras cosas, el panorama político y económico argentino, atravesado
por una singular forma de transitar el proceso de globalización, las políticas económicas liberales y en pleno
proceso de restricción de las libertades políticas y sociales (asociadas a la sistemática desaparición forzosa
de personas y a la última dictadura militar) condicionarán, en un principio –y como se mencionó
anteriormente- las formas y los contenidos de expresión de los descontentos.
Al mismo tiempo, operará en la constitución subjetiva de los nuevos actores políticos, la desaparición
del trabajo (principalmente el asalariado pero también el no asalariado) como articulador de los lazos

3
Revista Nueva Visión Socialdemócrata – Nº 16 abril-junio 2009 “Sociedad en Moviemiento”.
4
Martí Puig, Salvador; “Los moviemientos sociales”, disponible en:
http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/materiales/Losmovimientossociales.pdf
sociales, siendo ocupado su lugar por la posición relativa en el mercado de consumo (tanto material como
cultural y simbólico).

Los nuevos movimientos sociales:


la pueblada de Plaza Huincul - Cutral-co (1996-97) y el origen del movimiento piquetero

Los movimientos piqueteros podemos enmarcarlos en lo que comúnmente se denomina “repertorio de


la protesta social”.
En este caso, el “quiebre” del diálogo entre el Estado y la sociedad civil, se manifiesta no sólo en la
inoperancia para canalizar demandas de los partidos políticos tradicionales cooptados por el poder político
de turno y embriagados por la ideología neoliberal o “pensamiento único”, sino también en la pérdida del
poder de organización de los sindicatos. La desarticulación de la sociedad del trabajo, supone la generación
de una masa importante de desocupados o subocupados (no sólo desempleados)5 que poseen una escasa o
nula representación sindical en la medida que no pertenecen a ningún gremio o sindicato -dado que no
participan de una actividad productiva continuada.
Al mismo tiempo, el Estado se retira como garante y promotor del bienestar de la población. Este retiro
tiene un impacto mayor en las regiones -y más específicamente en las localidades- donde la proporción de
la población que depende directa (empleados estatales y los prestadores de servicios al estado) e
indirectamente (los que utilizan más frecuentemente los servicios estatales de educación y salud) del
Estado provincial o de alguna actividad industrial, es muy alta.
Los casos de Plaza Huincul y Cutral-Có, en la provincia de Neuquén, combinan ambas situaciones: la
población de estas localidades crecieron junto al desarrollo de la empresa estatal petrolera YPF. En el año
1992 el estado nacional concreta la privatización de la empresa lo que se traduce, a nivel local, en una
reducción de empleados que trabajan directa e indirectamente para la empresa y, por lo tanto, en una
creciente masa de desocupados que irá aumentando conforme se vaya agudizando la crisis económica que
impacta en todo el territorio argentino.
En el caso que nos ocupa, la protesta y movilización de la población se produce en los años 1996 y 1997,
cinco después de que se privatizara YPF. El espacio en el que se desarrolla es el mismo donde se mantiene
la industria y el sujeto social de esa industria, el obrero petrolero.
Varios autores (Auyero, 2004; Bukstein, 2006; Favaro e Iuorno, 2005) coinciden en que, para la
comprensión del fenómeno, es importante tener en cuenta los vínculos entre las biografías personales de
quienes participan en la protesta y movilización y cómo las experiencias en las rutas reconfiguran sus
subjetividades al tiempo que significan y resignifican su participación en el mismo transcurso de la
experiencia. Es decir, los motivos individuales que movilizaron en un principio a las personas a participar del
primer corte de rutas, fue cambiando, reconfigurándose y resignificándose al calor de los acontecimientos
que se iban sucediendo en el transcurso de la movilización.
Aún así es posible advertir cierta organicidad desde el principio en tanto que “la protesta de los
cutralquenses se plasma en un conflicto y en la medida que avanza, afirma su identidad al adquirir los
protagonistas la percepción de la crisis y la fisura en el orden político. Aunque en este caso, la estrategia
termina escurriéndose, los procesos compartidos y las decisiones colectivas permiten aunar los esfuerzos,
pasando de la inorganicidad a la organicidad territorial. Con el corte de ruta colocan una forma visible de
conflicto que permite la aparición de la asamblea y la democracia directa sin enlaces con los sindicatos y
políticos. No se desconoce al gobierno, aunque sí a las mediaciones políticas, lo cual hace que los
protagonistas se sienten a negociar con aquel, de igual a igual, a partir de la relación de fuerza alcanzada
por el corte de ruta y la asamblea” (Favaro e Iuorno, 2005).
El “piquete” –el corte de ruta- se constituye como la alternativa para que un colectivo invisibilizado en
términos políticos (los desocupados y por lo tanto excluidos del sistema) se torne visible para el resto de la
sociedad en general y para el gobierno en particular. Conjuntamente aparecerá otra herramienta para la

5
Es importante recordar la distinción entre “desempleado” y “desocupado”. El primer caso incluye sólo a las personas
que no poseen un empleo, es decir no perciben un salario y no trabajan en relación de dependencia. El segundo caso,
implica que las personas no realizan ningún tipo de trabajo, entendido como cualquier actividad que produce bienes o
servicios que tiene como finalidad su intercambio en el mercado. En este sentido, el segundo término es más
abarcativo que el primero.
lucha que conformará, rápidamente, parte del repertorio con el que contarán los futuros movimientos
sociales que tendrán lugar en nuestro país: la asamblea.
Según Farinetti (1999) fueron los medios de comunicación quienes utilizaron el vocablo “piquetero” para
referirse al nuevo actor social que se encontraba al frente de las puebladas. En este sentido, se evidencia
aquí la manera en que el devenir de los acontecimientos y las interacciones entre los distintos actores
involucrados (los diferentes niveles del Estado, los participantes de la protesta, las fuerzas policiales y la
gendarmería, los medios de comunicación y los “especialistas”, entre otros) influyen en la definición misma
del fenómeno así como en su significación y resignificación.
Aún cuando los cortes de ruta no fueron en su momento algo totalmente inédito, sí lo fueron los actores
que lo llevaron adelante así como las condiciones –económicas y sociales- en las que tuvieron lugar
(Farinetti, 1999).

Bibliografía:

- AUYERO, Javier (2002) Los cambios en el repertorio de la protesta social en Argentina. En: “Revista
Desarrollo Económico, vol. 42. Nº166; julio-septiembre 2002.

- AUYERO, Javier (2004) Pasado y presente argentinos. Disponible en:


http://www.culturalwork.com/Pasado_y_presente_Javier_Auyero.pdf

- BUKSTEIN, Gabriela (2006) “Tiempo de oportunidades: el movimiento piquetero y la democratización en


la Argentina”. Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/sursur/democra/09buk.pdf

- FARINETTI, Marina (1999) "¿Qué queda del movimiento obrero? Las formas del reclamo laboral en la
nueva democracia argentina". Trabajo y sociedad, n° 1, Vol. 1, junio-septiembre 1999, Santiago del Estero,
Argentina.
.
- FARINETTI, Marina (2002) La conflictividad social después del movimiento obrero. En “Revista NUEVA
SOCIEDAD Nº182 Noviembre/Diciembre 2002”. Argentina

- FAVARO, Orietta e IUORNO, Graciela (2005) La Patagonia protesta. Recursos, política y conflictos a fin de
siglo. Disponible en: http://investigadores.uncoma.edu.ar/cehepyc/ARTICULOS%20NUEVOS/Art._Favaro-
La-Patagonia-protesta.pdf

- MARTÍ PUIG, Salvador; “Los moviemientos sociales”, disponible en:


http://campus.usal.es/~dpublico/areacp/materiales/Losmovimientossociales.pdf

- RETAMOZO, Martín. (2009). Las Demandas Sociales y el Estudio de los Movimientos Sociales. Cinta Moebio
35:110-127. Disponible en: www.moebio.uchile.cl/35/retamozo.html

- RAMÍREZ, Ana y VIGUERA, Aníbal (2005) La protesta social en la Argentina entre los setenta y los noventa.
Actores, repertorios y horizontes. En Revista “Matériaux pour l'histoire de notre temps”. Enero-marzo 2005,
N°77. Francia.

- Revista Nueva Visión Socialdemócrata – Nº 16 abril-junio 2009 “Sociedad en Moviemiento”. México.

- VIGUERA, Aníbal (2009) Movimientos sociales y lucha de clases. Ponencia realizada en el marco del Primer
Congreso Nacional “Protesta social, acción colectiva y movimientos sociales”, UBA, marzo de 2009.
Argentina.

También podría gustarte