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Jorge Balán
(Resumen y reelaboración con fines didácticos para el área de Ciencias Sociales de 1er año del
Profesorado Docente de El Bolsón realizada por Lorena Martínez Gelabert)
Introducción
I- I NM I GR A C I Ó N : E L C A S O A R G E NT I N O
La inmigración trasatlántica
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Trabajo realizado en el marco del Proyecto de Migración hemisférica (Comité Intergubernamental para
las Migraciones y Universidad de Georgetown). CIPRA. 1985.
activa, pero también por su impacto en la cultura, la política, etc. (Germani, 1968 y 1970; Bagú,
1978).
En cuanto a las políticas poblacionistas de la era independiente, resulta relevante
mencionar la elaborada por Rivadavia en la década de 1820, la cual tuvo un alcance muy
limitado debido a la desarticulación política y económica que provocaron las guerras civiles de
las siguientes décadas. Este contexto fue netamente desfavorable para una política de promoción
de la inmigración.
Otro antecedente lo encontramos en el impulso que cobraron las políticas poblacionistas
en el período de “reorganización nacional”, encarado luego de la caída de Rosas. Su principal
ideólogo fue Juan Bautista Alberdi, quien acuñó la frase “gobernar es poblar”. El proyecto
suponía la transformación y modernización de la sociedad argentina a través de la europeización
de su población.
A pesar de estas iniciativas tempranas de “atraer inmigrantes” para poblar la Argentina,
recién cuando aumentó la superficie de tierras cultivables que permitió incorporar la economía
argentina de forma más completa al mercado mundial, por la vía de la producción cerealera,
comenzó la etapa de inmigración masiva, en la década de 1880. En ese momento, la inmigración
mediterránea, y especialmente la italiana, jugó un papel fundamental. La ineficiencia relativa de
las políticas anteriores, se reflejó en el cuándo del flujo masivo, que respondió a una
oportunidad económica concreta más que a factores político institucionales, y al origen de los
inmigrantes, que no vinieron de aquellos países de donde se los esperaba.
Aunque los italianos, sobre todo los del norte, migraban desde antiguo a otros países
europeos principalmente, no salieron en forma masiva de su país sino después de la unificación
y especialmente con la gran crisis industrial que afectó al norte de Italia en las últimas dos
décadas del siglo XIX (Sori, 1979). La crisis italiana provocó la gran emigración, que se dirigió
primero en gran volumen al Atlántico Sur (Argentina y Brasil) y sólo unos años más tarde a los
Estados Unidos, donde a principios del siglo XX adquirió un peso aún mayor (Merrick y
Graham, 1979). Es decir, la Argentina encontró, dentro de una coyuntura económica favorable
que demandaba enormes cantidades de mano de obra para un país casi despoblado, la mano de
obra donde ella existía y no donde ella hubiera pretendido atraerla. El origen geográfico de la
población migrante es producto de una combinación única de determinantes en el lugar de
origen, que resultan en una población “disponible”, y en el lugar de destino, en la forma de
demandas específicas de mano de obra y mecanismos de reclutamiento de la misma.
En cuanto a la inserción económica y espacial de los migrantes trasatlánticos, puede
decirse que el primer punto de llegada fue el sector urbano, especialmente Buenos Aires, y en
menor medida las capitales del interior. Esto fue cierto hasta la década de 1870, aunque hubo
excepciones, como la colonización irlandesa. Sólo a partir de entonces y durante dos o tres
décadas, el campo (casi exclusivamente la pampa húmeda) se pobló de migrantes europeos.
También las ciudades resultaron beneficiadas, las grandes y las pequeñas, en la costa y en el
interior, pero especialmente aquellas que se vinculaban a la producción agroexportadora y su
comercialización y transformación. En un tercer momento las oportunidades de empleo en el
mundo rural comenzaron a estancarse, mientras aquellas del mundo urbano continuaban
creciendo: la población migrante, así como toda la población argentina, se comenzó a urbanizar
rápidamente (Lattes, 1982).
Es así que podemos decir que durante el primer período de inmigración masiva la
población rural y de pequeñas ciudades creció más que las de las grandes urbes. El campo
efectivamente se pobló. En un segundo período, por una conjunción de razones tecnológicas y
de organización productiva, la absorción de mano de obra en el sector rural se estancó: las
primeras etapas de la mecanización, por una parte, y el encarecimiento de la tierra, por la otra,
favorecieron una estructura fundiaria y una organización productiva que precisó de una
población residente relativamente pequeña (Cortés Conde, 1979).
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El origen de la corriente inmigratoria en nuestro país de finales del siglo XIX y principios del siglo XX
era principalmente Italia y España, aun cuando también llegaron a nuestro país inmigrantes de otros
orígenes: Europa del Este (polacos -sobre todo mujeres incorporadas al negocio de la trata de blancas,
muchas veces con engaños- y rusos de religión judía, principalmente) y sirio-libaneses entre otros.
dimensión cuantitativa por la presencia mucho más voluminosa de inmigrantes europeos y por
el mimetismo cultural de los inmigrantes de países vecinos con los argentinos de las provincias
limítrofes.
Los cuatro países que nos interesan aquí, Paraguay, Uruguay, Chile y Bolivia, han
mostrado tendencias distintas en el tiempo en cuanto al volumen de la emigración a la
Argentina. El punto de partida para comparar el comportamiento de las corrientes migratorias
entre los países mencionados así como también con la migración trasatlántica, será el papel
jugado por la Argentina, sobre todo en las últimas décadas, en la región3. En este sentido, parece
existir un mercado de trabajo asalariado regional en el cual el polo está dado por el área
metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde se concentra una tercera parte de la población
argentina y una quinta parte del a población de la región. Más específicamente, a partir de la
década de 1940 la industria de dicha área cumple un papel hegemónico en ese mercado, por su
nivel de ocupación y por la importancia que tiene en determinar el nivel en otros sectores de la
economía. En forma subsidiaria a dicho polo existen otros mercados de trabajo, alrededor de
sectores diferenciados de la economía argentina y ubicados fuera de la región pampeana, que
han demandado (en función de ciclos económicos en buena medida dependiente de
fluctuaciones industriales) mano de obra que, por razones que veremos, ha provenido a veces en
forma importante de países vecinos.
En definitiva puede observarse que la industria metropolitana ocupa un lugar
privilegiado dentro del sistema, subordinando a otros sectores económicos y espaciales y
determinando el nivel de empleo, las características de la mano de obra demandada y de forma
directa o indirecta los flujos migratorios internos e internacionales dentro del cono sur
(Marshall, 1983)4. Los años que van de 1964 a 1974 correspondieron, aunque con altibajos, a un
ciclo expansivo de la economía argentina en el cual la transformación y el crecimiento de la
industria tuvieron un papel preponderante. La expansión de esos años no sólo consolidó una
etapa en el desarrollo industrial argentino sino que coincidió con la etapa final de un fuerte
proceso de migración interna que databa de la década del ’30, que mostraba cierto agotamiento
de la reserva de mano de obra disponible dentro del país. Al mismo tiempo hay que destacar que
el mercado de trabajo durante la segunda mitad del siglo XX no operó en todo el período ni para
todos los niveles de calificación, con excedente de mano de obra (a diferencia del período de
crecimiento agroexportador). De allí en gran medida, el papel de las migraciones internacionales
dentro de la región.
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Es menester recordar en este punto que los empleadores buscan, en la mayoría de los casos, reducir los
costos que les supone los salarios. Al mismo tiempo también se encuentra relacionado con la dificultad de
conseguir mano de obra nativa en virtud del monto de los salarios que proponen (los empleadores) que
son relativamente altos para un extranjero, pero relativamente bajos en lo que respecta al mercado interno
de trabajo.
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La Población Económicamente Activa (PEA) comprende a las personas que tienen entre 14 y 65 años de
edad.
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Aquí hay que poder distinguir, a la vez, entre uruguayos y chilenos, por un lado, y bolivianos y
paraguayos por otro, siendo los niveles de calificación bastante más altos entre el primer grupo.
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Nótese que todas estas actividades económicas son, por lo general, altamente inestables y de baja
remuneración así como también suelen estar por fuera de los beneficios sociales de otro tipo de
actividades.
II – P AÍ S E S D E E M I G R A C I Ó N : C O N T R AS TE S Y S E M E J A N Z A S
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Bolivia y Paraguay son países que se caracterizan por “expulsar” población del sector rural que elige
como destino la Argentina. En el caso de Uruguay y Chile, la población emigrante que elige a Argentina
como destino, proviene, principalmente, de sectores urbanos.
en la producción implica, en contraste con los dos casos anteriores, que la migración de retorno
tiende a ser más común y esperable.
Por su parte, la emigración de origen urbano no es explicable por lo cambios en el
mercado de trabajo.
Cuadro 1.1. Población en hogares con al menos un nacido en Chile según edad,
sexo y país de nacimiento. Alto Valle del Río Negro. Año 2001
Cuadro 1.1. Población en hogares con al menos un nacido en Uruguay según edad,
sexo y país de nacimiento. Ciudad de Buenos Aires. Año 2001.