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Carlos Salazar Mostajo 17 Ministerio de Educación Notas para la Segunda Edición

Desde la muerte del maestro, Jael Oropeza trabajó incansablemente, con sorprendente
vitalidad y lucidez mental, para divulgar y actualizar la obra de su esposo, tareas que
culminarían con la segunda edición de Warisata. La escuela – ayllu. Pero Jael no pudo
ver el fruto de sus afanes: en el mes de febrero de 1992 un accidente de tránsito cortó su
luminosa existencia, y lo que pudo haber sido una fiesta y una victoria, adquiere un
sabor amargo porque está ausente su personaje principal, el “alma mater” que nos
sostuvo y nos dio ánimo enseñando a no desfallecer nunca. Admirable mujer, doña Jael
Oropeza, que pudo figurar con brillo propio en la literatura boliviana, pero que prefirió
acompañar a Elizardo Pérez en su azarosa existencia, con ejemplar abnegación y
constancia. El 15 de septiembre de 1980, a los 88 años de edad, se extinguió la vida de
Elizardo Pérez, en la localidad de Quilmes, Provincia de Buenos Aires, donde había
residido por casi veinticinco años con su esposa e hijas. En ese largo y voluntario exilio,
Elizardo Pérez vivió en la pobreza; esa pobreza que acompaña a todo aquél que se lanza
a la lucha con total desinterés y renunciamiento; pero él no era hombre para quejarse o
demandar el auxilio del Estado. Tampoco podía trabajar: había arruinado su salud en sus
correrías para fundar escuelas en el oriente boliviano, y era Jael la que sostenía el hogar,
trabajando en Buenos Aires como experta en la enseñanza del idioma inglés. Los restos
de Elizardo Pérez fueron repatriados en 1983 gracias al interés personal que el
Presidente Siles Zuazo tomó en el asunto, y reposan en Warisata al lado de los de
Avelino Siñani, el amauta con quien fundara la escuela. Siles Zuazo, en varios y
emotivos discursos, lo llamó “Precursor de la liberación del indio”. Este título debe
conservarse. Más que un maestro, Elizardo Pérez fue un luchador, cuya vida entera
estuvo consagrada a la gran causa de la liberación de los oprimidos. Liquidado en 1953
el poder feudal que lo había combatido hasta destrozarlo, Elizardo Pérez mantuvo la
esperanza de que su obra sería restaurada. Con ese objetivo publicó en 1962 su libro
Warisata. La escuela ayllu, que se editó en tres mil ejemplares hace tiempo agotados.
Posteriormente intentó en vano lanzar una segunda edición. En 1973, en su último viaje
a Bolivia, dejó un ejemplar corregido de su puño y letra, para que sus amigos y
familiares tratasen de editarlo. CERES cumple este anhelo tantas veces postergado. La
edición ha sido cuidadosamente cotejada con el ejemplar corregido y se han seguido
algunas instrucciones que nos dio verbalmente, todas las cuales se refieren a la forma y
no al contenido. Por recomendación especial suya incluimos en la parte final un artículo
de Eduardo Arze Loureiro, publicado en 1963. Quería testimoniar en esa forma su
gratitud hacia un hombre que lo ayudó y estimuló toda su vida. Por igual
recomendación, y en esto insistió muchísimo, mantenemos los dos trabajos de Carlos
Salazar Mostajo (“Warisata mía” y “Biografía de Warisata”). El maestro nos dejó en
libertad respecto al mantenimiento del capítulo referente a Irradiación continental de
Warisata; tenía dudas acerca de su validez, y por otra parte, le parecía largo y tedioso;
pero conversaciones que tuvimos con Vicente Lema 18 WARISATA LA ESCUELA –
AYLLU ELIZARDO PÉREZ y Víctor Montoya, divulgadores de Warisata en el
exterior, nos demostraron que Elizardo Pérez no había exagerado nada al referirse a la
influencia de su obra en América Latina; más bien se había quedado corto. Usamos de
la libertad concedida para suprimir el Reglamento de Educación Indigenal, que el
maestro había incluido en la creencia de que su obra podía ser restaurada; posibilidad
que, por lo menos en este momento, no existe. También suprimimos la nómina de los
indios que contribuyeron a la construcción de la escuela, ninguno de los cuales
sobrevive, lo que hace inútil esa mención honorífica; pero el motivo principal es que la
lista, confeccionada por Elizardo Pérez con muchas dificultades, incurrió en errores y
omisiones, lo que dio lugar a quejas y resentimientos, sin que nos haya sido dado
rectificarla. También debemos advertir que Elizardo Pérez tachó algunos párrafos
referentes a episodios y nombres cuya cita era entonces indispensable para defender su
obra y demostrar el encono con que había sido combatida, y que hoy es preferible dejar
en el olvido. En lo referente a la parte gráfica, no nos ha sido posible incluirla, tal como
era nuestro deseo. Pero tal omisión podrá ser salvada porque se anuncia para estos días
la presentación de la “Historia de Warisata en Imágenes”, de Carlos Salazar Mostajo,
donde están todas las fotografías publicadas por Elizardo Pérez, y que de tal manera
viene a ser el complemento de esta segunda edición. CERES La Paz, marzo de 2012

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