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Área Agentes Evangelizadores

Comisón Nacional de Pastoral Familiar

Rosario dedicado a San José


por invitación del Papa Francisco

“Con corazón de Padre: así José amó a Jesús”


Carta Apostólica Patris Corde

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¿Cómo Rezar el Rosario en Familia.?

Un miembro de la familia, preside esta oración comenzando como se indica:

1. Comienza con la señal de la cruz.

2. Se puede decir el Credo.

3. Se reza un Padre Nuestro y un Ave María, concluyéndolo con


el Gloria al Padre.

4. Se anuncia el Misterio

5. Se lee el texto de reflexión y la cita bíblica. Luego lo que significa para nuestra
familia, un texto de la carta del papa Francisco sobre San José y una oración,
antes de comenzar las diez Ave María.

6. Se reza el Padre Nuestro y las diez Ave María concluyendo con el Gloria al
Padre.

7. Opcional:

7.1.- La oración de Fátima.

7.2.- Oración a San José, hemos incluido:


 Oración tradicional del año 50.
 La escrita por el Papa Francisco.
 Oración que habitualmente reza el papa Francisco
 Oración de León XIII.

7.3.- Letanía a San José, que se pueden rezar algunas al final del
Rosario

8. Sugerencia pastoral, si en la familia hay niños, adolescente y jóvenes, se puede


escoger un misterio del rosario y rezarlo, no es necesario cada día rezar los 5
misterios. Ni tampoco las diez Ave María, podrían ser menos.

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MISTERIOS:

“SAN JOSÉ ESPOSO DE MARÍA


Y PADRE DE JESÚS”

En los Misterios seguiremos los sueños de San José, que son cuatro y el último será su
característica: vive en el silencio y a la sombra de Jesús.

Los textos eclesiales han sido tomados de la carta del Papa Francisco: “Patris corde”,
San José, “Con corazón de padre”.

1er Misterio:
En el sueño, el ángel de Dios, le ayuda a
José, a resolver el dilema del embarazo de María.

Reflexión y cita bíblica: San José estaba muy angustiado por el embarazo
incomprensible de María; no quería “denunciarla públicamente”, pero decidió “romper
su compromiso en secreto” (Mt 1,19).

En el primer sueño el ángel lo ayudó a resolver su grave dilema: “No temas aceptar a
María, tu mujer, porque lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Dará a luz
un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados” (Mt 1,20-21).

Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le
reveló el ángel: “Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados” (Mt 1,21). Como se sabe, en los pueblos antiguos poner un nombre a una
persona o a una cosa significaba adquirir la pertenencia, como hizo Adán en el relato
del Génesis (cf. 2,19-20).

La respuesta de San José fue  inmediata: “Cuando José despertó del sueño, hizo lo que
el ángel del Señor le había mandado” (Mt 1,24). Con la obediencia a Dios, superó su
drama y salvó a María.

Nuestra familia, existen muchas situaciones incomprensible, que no son fáciles de


comprender y entender. A imitación de San José, las podemos conversar con Dios y así
resolverlas con su inspiración y misericordia.

Texto eclesial: “La historia de la salvación se cumple creyendo “contra toda esperanza”
(Rm 4,18) a través de nuestras debilidades. Muchas veces pensamos que Dios se basa
sólo en la parte buena y vencedora de nosotros, cuando en realidad la mayoría de sus
designios se realizan a través y a pesar de nuestra debilidad. Esto es lo que hace que
san Pablo diga: “Para que no me engría tengo una espina clavada en el cuerpo, un
emisario de Satanás que me golpea para que no me engría. Tres veces le he pedido al

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Señor que la aparte de mí, y él me ha dicho: “¡Te basta mi gracia!”, porque mi poder
se manifiesta plenamente en la debilidad” (2 Co 12,7-9). ()

Hacemos Oración: San José descubre en sueños el proyecto de Dios. En este misterio
queremos orar por nuestra familia, de modo especial por aquellos integrantes que nos
causan alguna dificultad o incomprensión... podemos nombrarlos en el silencio de
nuestro corazón.

Padre nuestro,
Dios te salve María,
Gloria

2do Misterio:
Mientras duerme, el ángel le pide salvar la
vida de Jesús.

Reflexión y cita bíblica: En el segundo sueño, el Ángel ordenó a José: “Levántate, toma
contigo al niño y a su madre, y huye a Egipto; quédate allí hasta que te diga, porque
Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2,13).

José no dudó en obedecer, sin cuestionarse acerca de las dificultades que podía
encontrar: “Se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, donde
estuvo hasta la muerte de Herodes” (Mt 2,14-15).

En Egipto, san José esperó con confianza y paciencia el aviso prometido por el Ángel
para regresar a su país.

Nuestra familia: Estamos llamados como familia a entregar testimonio de nuestra fe.
Cada uno en su propio ambiente: el trabajo, el estudio, el barrio y la ciudad. Al igual
que San José estamos llamados a llevar a Jesús a un lugar seguro, para luego regresarlo
a su país, con los suyos. Hoy la familia es llamada a ser protagonista del Evangelio que
cambia nuestra sociedad en un lugar de justicia y paz, para así construir junto con
Jesús el Reino de Dios.

Texto eclesial: En Egipto, José esperó con confianza y paciencia el aviso prometido por
el ángel para regresar a su país. Y cuando en un tercer sueño el mensajero divino,
después de haberle informado que los que intentaban matar al niño habían muerto, le
ordenó que se levantara, que tomase consigo al niño y a su madre y que volviera a la
tierra de Israel (cf. Mt 2,19-20), él una vez más obedeció sin vacilar: «Se levantó, tomó
al niño y a su madre y entró en la tierra de Israel» (Mt 2,21).

El evangelista Lucas, por su parte, relató que José afrontó el largo e incómodo viaje de
Nazaret a Belén, según la ley del censo del emperador César Augusto, para
empadronarse en su ciudad de origen. Y fue precisamente en esta circunstancia que

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Jesús nació y fue asentado en el censo del Imperio, como todos los demás niños
(cf. Lc 2,1-7).

Hacemos Oración: para ello tomamos una que ha compuesto el Papa Francisco:

Jesús, María y José en ustedes contemplamos el esplendor del verdadero amor, a


ustedes, confiados, nos dirigimos. Santa Familia de Nazaret, haz también de nuestras
familias lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y
pequeñas iglesias domésticas. Santa Familia de Nazaret, que nunca más haya en las
familias episodios de violencia, de cerrazón y división; que quien haya sido herido o
escandalizado sea pronto consolado y curado. Santa Familia de Nazaret, haz tomar
conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el
proyecto de Dios. Jesús, María y José, escuchad, acojan nuestra súplica. Amén.

Padre nuestro,
Dios te salve María,
Gloria

3er Misterio:
Nuevamente, el ángel le pide que vuelva a Israel.

Reflexión y cita bíblica: en un tercer sueño, el mensajero divino, después de haberle


informado que los que intentaban matar al niño habían muerto, le ordenó que se
levantara, que tomase consigo al niño y a su madre, y que volviera a la tierra de Israel
(cf. Mt 2,19-20).

San José, una vez más, obedeció sin vacilar: “Se levantó, tomó al niño y a su madre y
entró en la tierra de Israel” (Mt 2,21).

Nuestra familia: Estamos llamados como familia a entregar testimonio de nuestra fe.
Cada uno en su propio ambiente: el trabajo, el estudio, el barrio y la ciudad. Al igual
que San José estamos llamados a llevar a Jesús a su tierra y la tierra del Señor es el
mundo. La familia es llamada a ser protagonista del Evangelio que cambia nuestra
sociedad en el Reino de Dios.

Texto eclesial: José vio a Jesús progresar día tras día “en sabiduría, en estatura y en
gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2,52). Como hizo el Señor con Israel, así él “le
enseñó a caminar, y lo tomaba en sus brazos: era para él como el padre que alza a un
niño hasta sus mejillas, y se inclina hacia él para darle de comer” (cf. Os 11,3-4).

Jesús vio la ternura de Dios en José: “Como un padre siente ternura por sus hijos, así el
Señor siente ternura por quienes lo temen” (Sal 103,13).

En la sinagoga, durante la oración de los Salmos, José ciertamente habrá oído el eco de
que el Dios de Israel es un Dios de ternura, que es bueno para todos y “su ternura
alcanza a todas las criaturas” (Sal 145,9).

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Hacemos Oración:

PLEGARIA SIMPLE (San Francisco de Asís)

Señor, Haz de mí un instrumento de tu paz,


Donde haya odio, ponga yo amor;
Donde haya ofensa, ponga yo perdón
Donde haya discordia, ponga yo armonía;
Donde haya error, ponga yo verdad
Donde haya duda, ponga yo fe
Donde haya desesperación, ponga yo esperanza
Donde haya tinieblas, ponga yo luz,
Donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Oh Maestro, que no busque:


Ser consolado, sino consolar;
Ser comprendido, sino comprender;
Ser amado, sino amar.

Pues:

Dando..., se recibe
Olvidando..., se encuentra;
Perdonando..., se es perdonado;
Muriendo..., se resucita a la Vida Eterna.

Padre nuestro,
Dios te salve María,
Gloria

4to Misterio:

El Ángel le advierte que vaya a la región de Galilea

Reflexión y cita bíblica: Sin embargo, durante el viaje de regreso, “al enterarse de que
Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y,
avisado en sueños se retiró a la región de Galilea y se fue a vivir a un pueblo llamado
Nazaret” (Mt 2,22-23).

La grandeza de san José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre
de Jesús. En cuanto tal, “entró en el servicio de toda la salvación de la encarnación”,
como dice san Juan Crisóstomo.

Nuestra familia: Podemos recordar algunos momentos en los hemos vivido situaciones
difíciles o peligrosas, y gracias a otro familiar o nuestros padres hemos superado estos
momentos y hoy los vemos como una verdadera intervención de Dios.

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Texto eclesial: También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su
historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer
que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de
nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no
debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros
quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia.

Nuestra Oración se hace acción de gracias: Querido Señor, al recordar la angustia y


dificultades que vivió tu padre adoptivo San José, queremos agradecerte, que como a
Él lo iluminaste y guiaste para cuidarte de todo peligro, también a nosotros nos has
acompañado a superar nuestras dificultades y obstáculos que la vida nos ha presenta.
Danos tu bendición para que nos veamos libres de los peligros e incertidumbres, tú
que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
Padre nuestro,
Dios te salve María,
Gloria

5to Misterio:
San José el hombre sin protagonismo público.

Reflexión y cita bíblica: Todos pueden encontrar en san José, el hombre que pasa
desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta. San José nos
recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen
un protagonismo sin igual en la historia de la salvación.

Jesús dijo: “Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29), y ellos a
su vez son ejemplos de vida a imitar. San Pablo exhortó explícitamente: “Vivan como
imitadores míos” (1 Co 4,16)

Nuestra familia: Este misterio es una invitación a valorar el tiempo de estar con los
nuestros. Muchas veces, poco valoramos el estar con los nuestros. Nos causa miedo el
silencio y los tiempos de “ocio”, nos parece “perder el tiempo”. Sin embargo, el
ejemplo de José nos enseña que en lo ordinario y simple se va manifestando la
voluntad de Dios. Seguramente habrán estado juntos con Jesús sin hablarse,
trabajando, rezando o comiendo en silencio y allí crecieron en el amor y la entrega
mutua.

Texto eclesial: En la vida oculta de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer
la voluntad del Padre. Dicha voluntad se transformó en su alimento diario (cf. Jn 4,34).
Incluso en el momento más difícil de su vida, que fue en Getsemaní, prefirió hacer la
voluntad del Padre y no la suya propia y se hizo “obediente hasta la muerte… de cruz”
(Flp 2,8). Por ello, el autor de la Carta a los Hebreos concluye que Jesús “aprendió
sufriendo a obedecer” (5,8).

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Todos estos acontecimientos muestran que José ha sido llamado por Dios para servir
directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su
paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio
de la redención y es verdaderamente “ministro de la salvación”.

Nuestra Oración: ¡Oh Dios!, que has querido que tu Hijo Jesucristo, tuviera la
experiencia de haber compartido la normalidad de la familia. Ayúdanos como familia a
valorar los momentos simples de cada día. Que aprendamos a gozar con la sonrisa y la
mirada tierna del que nos ama y descubramos en el otro tu rostro de Padre amoroso,
que habla en lo oculto del amor silencioso y discreto. Te lo pedimos por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Padre nuestro,
Dios te salve María,
Gloria

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ORACIONES DEL ROSARIO

1. La señal de la Cruz, (todos hacen la señal de la cruz sobre su cuerpo) y dicen con
las palabras:

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

2. El Credo:

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,


que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado,
muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica,


la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

3. El Padre Nuestro:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre;
venga tu Reino;
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación;
y líbranos del mal. Amén.

4. Ave María:

Dios te salve María,


llena eres de gracia, el Señor es contigo;
bendita tu eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

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ruega por nosotros los pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

5. Gloria al Padre (Doxología)

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.

6. Dios te Salve Reina:

Dios te salve,
Reina y Madre de Misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A ti llamamos, los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto de tu bendito vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.


R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén.

7. Oración de Fátima, al final de cada misterio:

V. Oh Jesús, mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno;


R. Lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más
Necesitadas de tu misericordia.

8. Oración a San José, del año 50:

Oh san José, cuya protección es tan grande,


tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios,
a ti confío todas mis intenciones y deseos.
Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión,
a obtener todas las bendiciones espirituales
por intercesión de tu Hijo adoptivo,
Jesucristo Nuestro Señor,
de modo que, al confiarme, aquí en la tierra,
a tu poder celestial,
te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh san José,
yo nunca me canso de contemplarte

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con Jesús adormecido en tus brazos.
No me atrevo a acercarme
cuando Él descansa junto a tu corazón.
Abrázale en mi nombre, 
besa por mí su delicado rostro
y pídele que me devuelva ese beso
cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten,
ruega por mi! Amén. 

9. Oración a San José, escrita por el Papa Francisco:

Salve, custodio del Redentor


y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía. Amén.

10. Oración que habitualmente reza el papa Francisco

Glorioso patriarca san José,


cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles,
ven en mi ayuda en estos momentos
de angustia y dificultad.
Toma bajo tu protección
las situaciones tan graves y difíciles
que te confío,
para que tengan una buena solución.
Mi amado Padre,
toda mi confianza está puesta en ti.
Que no se diga que te haya invocado en vano y,
como puedes hacer todo con Jesús y María,
muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.

11. Oración del Papa León XII: “A ti, oh bienaventurado José”

A ti, bienaventurado san José,


acudimos en nuestra tribulación,
y después de implorar el auxilio
de tu santísima esposa,
solicitamos también confiadamente tu patrocinio.
Con aquella caridad que te tuvo unido con la
Inmaculada Virgen María, Madre de Dios,

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y por el paterno amor
con que abrazaste al Niño Jesús,
humildemente te suplicamos que vuelvas
benigno los ojos a la herencia
que con su Sangre adquirió Jesucristo,
y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.
Protege, oh providentísimo Custodio de la divina Familia,
la escogida descendencia de Jesucristo;
aleja de nosotros, oh padre amantísimo,
este flagelo de errores y vicios.
Asístenos propicio desde el cielo,
en esta lucha contra el poder de las tinieblas;
y como en otro tiempo libraste de la muerte
la vida amenazada del Niño Jesús,
así ahora defiende a la santa Iglesia de Dios
de las hostiles insidias y de toda adversidad.
Y a cada uno de nosotros protégenos
con tu constante patrocinio,
para que, a ejemplo tuyo,
y sostenidos por tu auxilio,
podamos vivir y morir santamente
y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén

12. Letanías a San José:

Señor, ten misericordia de nosotros


Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.

Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.


Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Santa María, ruega por nosotros.


San José, ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David, ruega por nosotros.
Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.
Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.
Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.
Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros.
Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.
José, justísimo, ruega por nosotros.

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José, castísimo, ruega por nosotros.
José, prudentísimo, ruega por nosotros.
José, valentísimo, ruega por nosotros.
José, fidelísimo, ruega por nosotros.
Espejo de paciencia, ruega por nosotros.
Amante de la pobreza, ruega por nosotros.
Modelo de trabajadores, ruega por nosotros.
Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.
Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros.
Sostén de las familias, ruega por nosotros.
Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros.
Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.
Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.
Terror de los demonios, ruega por nosotros.
Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:


perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
escúchanos, Señor,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
ten misericordia de nosotros.

V.- Le estableció señor de su casa.


R.- Y jefe de toda su hacienda.

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste


elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos,
que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como
protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

13. Oración de inicio o final del Rosario

Oh Dios, cuyo Unigénito Hijo con su vida,


muerte y resurrección
nos consiguió los premios de la vida eterna,
te rogamos nos concedas que,
meditando estos misterios en el Rosario
de la Bienaventurada Virgen María,
imitemos lo que contienen y alcancemos lo que prometen.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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