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El mito de la Caverna de Platón

Daniel Alejandro Medina Rodríguez


5E T/V
1. Lee detenidamente el texto "La Caverna" de Darío Sztajnszrajber y subraya las siete
ideas más importantes.
La caverna
Por: Darío Sztajnszrajber.
Siempre es bueno volver a la caverna. Volver al relato de la caverna que no es volver a la caverna,
aunque el relato de la caverna culmine con un retorno. Alguien se escapa de un encierro, pero una
vez iniciado el camino de su libertad, decide volver. ¿Por qué volver? ¿Por qué volver a la caverna y
al relato de la caverna? ¿O será que todo escape es siempre un retorno? ¿Y para quién es bueno
volver?
Recordemos el relato. Cuenta Platón en La República que en el interior de una montaña se despliega
una caverna muy profunda, donde un grupo de prisioneros se hallan encarcelados. Su encierro es muy
particular: se encuentran obligados a estar sentados, encadenados a sus sillas, observando día y noche
el fondo de la caverna. Detrás de ellos, arde un gran fuego, pero entre ambos hay guardias que pasean
objetos por encima de sus cabezas, de tal modo que el fuego ilumina los objetos y proyecta sus
sombras en el fondo. Las sombras reflejan objetos que parecen moverse autónomamente, y que
constituyen lo único que los prisioneros pueden ver, ya que al estar encadenados de pies a cabeza no
pueden darse vuelta para observar el dispositivo creado. O peor; las cadenas no les permiten ni
pararse, ni mover sus cuerpos más que la distancia que el amarre posibilita. Y aún más; con el paso
del tiempo que es mucho, casi como toda la vida, las cadenas se van internalizando, se van
incorporando (etimológicamente "se hacen cuerpo"), se van habituando, y por ello mismo, se van
invisibilizando. Llega un momento en que los prisioneros pierden dimensión de su estado: comienzan
a sentirse más tranquilos, seguros, estables. Miran para arriba y ven el cielo. Ven para adelante y las
sombras se convierten en el mundo real. Los prisioneros ya no se sienten encerrados sino libres. Se
sienten viviendo una vida cotidiana común y corriente. Una vida normal.
Primera pregunta: ¿Cuáles son nuestras cadenas? Segunda pregunta: ¿Puede algún prisionero por sí
mismo darse cuenta de su situación? Probablemente no. La caverna ejerce su poder cuando el
prisionero levanta la cabeza y ve el cielo, cuando mueve mínimamente el cuello y cree que está
mirando para atrás, cuando se mueve un poco sobre su silla y cree que está caminando, cuando atado
a sus cadenas, cree que es libre. Una vida normalizada.
Pero un día, un prisionero se despierta y ve a sus pies sus cadenas en el piso. No entiende nada. Siente
su cuerpo más aliviado, pero también más angustiado. Da vuelta la cabeza y el giro excede lo
acostumbrado. Se mueve y su cuerpo se levanta. Ve la silla, ve el fuego detrás, ve las sombras ya
como sombras, vuelve a ver en el cielo el interior de la caverna. Se horroriza. Su primera reacción es
querer volver a encadenarse y retornar a la comodidad, a lo seguro, pero no puede. Ya supo y no hay
vuelta atrás. Decide entonces ir a ver qué hay afuera, en el verdadero mundo exterior. Y así asciende
hasta que sale de la caverna y en una sensación sublime, observa a lo lejos el mundo desplegarse
infinitamente. Su impulso lo lleva a querer irse, pero algo lo llama desde el interior de la caverna: sus
compañeros. Se siente responsable. Siente que debe volver y liberarlos. Siente que no puede
abandonarlos, que debe volver. Claro que el encuentro no es fácil. Su alerta no encuentra eco. Nadie
le cree. Lo toman por loco, molesto, desquiciado. Creen que le han lavado el cerebro, le cuestionan
sus amistades, sus hábitos distintos, sus nuevos compañeros. Nadie que no ve sus cadenas puede
escuchar a alguien que viene a decirnos que estamos encadenados. Nadie. Ni siquiera él mismo.
O peor; tal vez el liberado entiende en ese acto que él también sigue encadenado, pero de otro modo.
Que el exterior de la caverna tal vez no sea más que el interior de una caverna más grande…
Esto ya no es Platón, pero no importa. Si así fuera, el liberado que comprende que nunca será
definitivamente libre, necesita cambiar el esquema. O en principio, moverse. Ir saliendo de una
caverna para seguir saliendo de la caverna siguiente. Salir para seguir saliendo. Y sin embargo de una
sola cosa está seguro: mientras sale tiene que volver. A buscar a los suyos y plantear la diferencia.
Dice Platón que es la gran tragedia de la filosofía: buscar un saber que se sabe que nunca vamos a
encontrar. Pero no importa, porque lo que vale es la búsqueda. No se lucha para ganar: se lucha para
luchar. Ya que, si todo es caverna, la única libertad posible está en el movimiento. Junto a otros.
Siempre es bueno volver a la caverna. A la caverna y al relato. Volver para seguir saliendo.
2. Enseguida, observa el vídeo de Youtube El Mito de la Caverna y escribe en tu cuaderno
siete ideas importantes, evita repetir algunas que señalaste en el texto de Darío; elige
aquellas que complementen a las del primer punto.

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