Está en la página 1de 15

Guía para la celebración de las

POSADAS
PARTE 1

Parroquia Nuestra Señora de Candelaria Montúfar


San Juan Sacatepéquez / Arquidiócesis de Santiago de Guatemala

El presente material está destinado a acompañar, animar y fortalecer la fe en este


tiempo hermoso de esperanza, en el cual, hacemos camino junto con San José y la
Santísima Virgen, para prepáranos como Iglesia a la celebración de la Navidad.
Para ello, conviene que reflexionemos en las bellísimas páginas de la Sagrada
Escritura, que nos presentan el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios con todo
lo que implicó tan gran acontecimiento universal: El Divino Verbo, Jesús, el Hijo de
Dios, sin dejar de ser Dios, asumió nuestra naturaleza humana y nació hombre, para
mostrarnos a los hombres, el cómo ser hombres. Que estos días de adviento se
acreciente en nosotros la conversión, la paz, la unión, el amor, la esperanza y la fe.

P. Luis Alfonso Ayala Mazariegos


Diciembre de 2022.
1
PRIMERA POSADA: La Anunciación de San Juan Bautista
+Del Santo Evangelio según San Lucas (1, 5-17)

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del


grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos
eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los
mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era
estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios


sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al
santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera,
en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del
incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el
ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu
mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de
alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él
será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu
Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá
delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones
de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y prepararle
así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo".
-Palabra del Señor
-Gloria a ti, S eñor Jesús.
Reflexión

San Juan Bautista es uno de los grandes protagonistas del Adviento, el precursor,
el hombre que prepara el camino a la venida del Señor, el que lo va a reconocer en
la multitud, lo va a presentar públicamente y lo va a avalar con su autoridad. La
figura del Bautista, tal como se nos presenta en los evangelios, aparece
estrechamente vinculada a la figura de Jesús. Ambos personajes unen sus historias
no solo por vínculos de parentesco y por las circunstancias de su concepción y
nacimiento, sino esencialmente en relación a la misión que han recibido de lo alto.

La concepción del Bautista en el vientre de su madre Isabel, prima de la Virgen


Santísima, es un acontecimiento prodigioso. San Lucas nos relata que Zacarías e
Isabel “no tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad” (Lucas
1, 7); por ello, cuando Zacarías recibe el anuncio del ángel Gabriel de que Isabel
concebiría un hijo, que “estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su
madre” (Lucas 1, 15), no puede dejar de asombrarse.

2
La proximidad del Mesías -de Jesús el Señor-, comienza a unir vidas, cambiar
historias y transformar situaciones. Lo imposible comienza a hacer posible. Esto es
lo que iremos meditando a lo largo de las diferentes posadas, a fin de preparar mejor
nuestro corazón para acoger, para dar posada al Señor y a sus santísimos padres
José y María.

Esta primera posada nos hace reflexionar sobre la misión del Bautista: “prepararle
así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo”. Nosotros somos ese pueblo, somos
nosotros los que hoy, al contemplar el poder de Dios ante lo humanamente
imposible, como es la concepción de una vida nueva, justo donde pareciera que ya
la vida no puede brotar, debemos de entrar en la disponibilidad de acoger en
nosotros la voluntad divina y de dejarnos sorprender por ella.

Esta actitud ha de provocar en nosotros la fe. Sí, fe que requiere Dios para poder
obrar en nosotros maravillas, a fin de poderlas proclamar tal y como lo hace la
Santísima Virgen en su cántico. A Zacarías se le pide la fe. A nosotros también.
¿Cómo está nuestra fe? ¿En verdad le creemos a Dios? No es lo mismo creer en
Dios que creerle a Dios. Y hoy, con este anuncio del Ángel Gabriel a Zacarías, se
nos invita a la fe.

La misión de San Juan, por tanto, será la de fortalecer nuestra fe para acoger a
Cristo en nuestra vida. La sola existencia de este niño, el pequeño Juan, nos invita
a creer que, para Dios no hay nada imposible. Que Él puede hacer lo que quiera y
cuando quiera. La anunciación de San Juan es para nosotros una llamada a la fe.
Una fe que debe dilatarse porque “el Señor está cerca”. Y esto es lo que el Bautista
grita con su sola presencia en el vientre materno.

“Estar dispuestos a recibir al Señor” implica aceptar el modo de Dios de hacer las
cosas. Un modo que pasa por hacer de lo estéril algo fructífero como el vientre de
Isabel; de convertir nuestra incredulidad en un acto de fe como lo hizo Zacarías.

OREMOS
Oh Dios, que suscitaste a san Juan Bautista para que preparase a Cristo, el Señor,
un pueblo bien dispuesto, concédenos el don de la alegría espiritual y dirige nuestra
voluntad por el camino de la salvación y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos
de los siglos. Amén.

Puede rezarse el Santo Rosario.

3
SEGUNDA POSADA: La incredulidad y silencio de Zacarías
+Del Santo Evangelio según San Lucas (1, 18-25)

Dijo Zacarías al ángel: "¿Y qué señal tendré de esto? Porque yo soy ya viejo, y mi
mujer avanzada en edad." El ángel le contestó, diciendo: "Yo soy Gabriel, que asisto
ante Dios, y he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena nueva. He aquí
que tú estarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto se cumpla, por
cuanto no has creído en mis palabras, que se cumplirán en su tiempo." El pueblo
esperaba a Zacarías y se extrañaba que se tardara tanto en el templo. Cuando salió
no podía hablar, por lo cual pensaron que había tenido alguna visión en el Templo.
Él les hacía señas, pues se había quedado mudo. Cumplidos los días de su servicio,
se regresó a su casa. Y después de algunos días, concibió Isabel -su mujer-, que
se ocultó durante cinco meses, diciendo: “He aquí lo que ha hecho conmigo el
Señor, pues quiso que se terminara mi humillación pública”.

-Palabra del Señor


-Gloria a ti, S eñor Jesús.
Reflexión

No era para menos el asombro de Zacarías, hablar con un ángel no es cuestión


ordinaria, ni siquiera para el que tiene un trato constante con Dios. Su historia es
contada por San Lucas como envolviendo en un estuche el tesoro de la Anunciación
del Ángel a María. Zacarías es un cometa fugaz que anuncia en la noche la estrella
de la mañana -María- y la salida del sol -Jesús-. Se nos cuenta su vocación y
desaparece de escena hasta el nacimiento de San Juan Bautista, entonces vuelve
a intervenir y ya nunca más volvemos a saber de él. No es necesario para nosotros
saber más, aunque lo sucedido aquellos meses fue decisivo para toda su vida, y
para su eternidad.

Zacarías era un hombre bueno, con fe, pero no mucha, pues dudó ante el anuncio
del ángel Gabriel. La grandeza de los planes divinos de Salvación le supera y
reacciona con incredulidad. Por su poca fe es levemente castigado con la mudez -
el que no obedece enmudece- y, en su sorprendente silencio, descubre su papel en
los planes de Dios para salvar de sus pecados a Israel y a todo el mundo.

Conviene conocer la mentalidad de Zacarías antes de la aparición del ángel para


comprender algo su reacción. Los evangelios nos dicen que era sacerdote del turno
de Abías; su mujer Isabel era descendiente de Aarón el hermano de Moisés y primer
sacerdote de Israel elegido en el desierto caminando hacia la tierra prometida. Es
lógico que la mentalidad sacerdotal influyese siempre en toda su vida. Los
sacerdotes se consideraban a sí mismos como la clase alta de una sociedad
centrada en Dios. Eran sacerdotes por familia y celebraban el sacrificio del Templo
por turno entre las 24 clases sacerdotales, entre ellos se elegía al Sumo Sacerdote.

4
Zacarías cumplía su turno cuando el ángel Gabriel le anunció los planes de Dios
para él y para la Salvación. Actuaba en el altar de los perfumes. Allí se le apareció
el ángel.

Era hombre justo, dice el evangelio. Esta expresión equivale a señalar que él era un
cumplidor fiel de la ley de Dios en lo externo y en lo interno. La mejor traducción
actual es decir que era santo. Cumplía la Ley de corazón. Pero un dolor estaba
metido en su vida como una espina, aunque lo aceptase: no tenía hijos, porque su
mujer era estéril. Los hijos son siempre una bendición de Dios, y para los israelitas
era muy claro este sentido de bendición. Si siempre cuesta a un matrimonio aceptar
la infecundidad, para los israelitas de aquel momento era especialmente duro.

Zacarías estaba muy unido a su mujer. Los dos eran de edad avanzada. Los dos
tenían fe. Ardiente y dolorida la de Isabel. Profunda, pero más tibia, la de Zacarías.
Ya estaba superado el disgusto de la esterilidad y se habrían adaptado a la realidad
de la vida. Pero Dios quería cambiar aquellas vidas tranquilas, aunque no fáciles,
con algo insospechado. Un hijo, un niño, que iría por delante a preparar el camino
del Mesías, de Jesús.

Un día -seis meses antes de la Anunciación a María-Dios se manifestó a Zacarías


cuando ofrecía incienso en el Templo. Zacarías estaba realizando una acción
sobrenatural en un ambiente espiritual. Todo era propicio para hablar con Dios, y
escuchar la voz de Dios para cumplir la divina voluntad. Pero ¿quién iba a esperar
que Dios hablase de aquel modo? En fin, no a todos se les aparece un Ángel. Para
Zacarías aquel era “su” gran día. Pero no se imaginaba hasta qué punto.

También Dios puede cambiar nuestras vidas hoy, Él puede cambiar nuestra familia.
Solo necesita de nuestra fe. Quizá ya no se nos aparezca un ángel, pero sí que
aparecerá la mano de Dios invisiblemente en las cosas visibles. Si tuviéramos un
poquito de fe, sería suficiente para contemplar como Dios actúa y poco a poco va
haciendo; no lo que queremos, sino lo que en verdad necesitamos. Tengamos fe en
Él, y no dudemos, porque por dudar, luego quedamos mudos incluso hasta para
orar. No vaya a ser que nos pase las de Zacarías, que tan acostumbrado a las cosas
de Dios, la fe era por costumbre y no por verdadera convicción.

Jesús está pronto. Pidamos a Dios crecer en la fe hoy. Sí, que nos aumente nuestra
fe y nuestra confianza en Él. Que nos ayude a no ser impacientes y a tampoco
acostúmbranos a las cosas de Dios cometiendo el error de hacerlas solo por
cumplir, y no tanto por entrar en comunión con Él.

Puede rezarse el Santo Rosario.

5
TERCERA POSADA: La Anunciación a María Santísima
+Del Santo Evangelio según San Lucas (1, 26-38)

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David,
llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le
dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se
preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a
concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será
llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco
virgen?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será
llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha
concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay
nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase
en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

-Palabra del Señor


-Gloria a ti, S eñor Jesús.
Reflexión

María nos enseña a esperar la venida de Jesús. Ella nos hace ver lo que podemos
llegar a ser si acogemos la Palabra de Dios. Porque la grandeza de María consiste
en haber obedecido la Palabra del Padre, hasta engendrar en su carne al Hijo de
Dios. Hoy, la primera posada que Dios pide es nuestro corazón. Tal y como María
acogió al Señor en su alma antes que en su vientre. También nosotros debemos de
acoger a Jesús primero en nuestro corazón.

Dice San Lucas que fue enviado el ángel Gabriel a una joven prometida como
esposa a un hombre descendiente de David, llamado José; la joven se llamaba
María. Dios se ha determinado a entrar en la historia humana para dársenos a
conocer y realizar la redención del género humano. Para ello se ha fijado en María,
una muchacha judía que se preparaba para celebrar su boda con José el carpintero
del pueblo. La Encarnación de Dios no va a ser un acontecimiento espectacular, se
hará en el silencio y la pobreza, en lo oculto y lo sencillo. Así actúa Dios, así se nos
manifiesta.

6
Todo en María ha sido predestinado por Dios con vistas al cumplimiento de su
voluntad de salvar a la humanidad enviando a su Hijo al mundo. Dios ha buscado a
María, ha querido encontrarse con ella desde su eternidad. El sueño de Dios en
favor de sus hijos puede al fin realizarse. Y Dios viene, se une a nosotros, se
incorpora en nuestra historia, sella su alianza con nosotros para siempre.

...darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús... será llamado Hijo del Altísimo,
Dios le dará el trono de David... Todos los títulos mesiánicos que se le van a atribuir
al Hijo de María se resumen en lo que proclama el ángel. El Hijo de María es el Hijo
de Dios Altísimo. Sin embargo, pasará treinta años en una aldea, y luego como
predicador itinerante en un país pobre, rodeado siempre de gente sencilla, y
realizará su obra lejos de las esferas de la riqueza y del poder de este mundo. El
Reino de Dios es diferente. Al lado de María aprendemos los valores del Reino, los
criterios que Jesús enseñó y vivió.

¿Cómo será esto...?, preguntó María. María no se intimida ante el Altísimo, se


atreve a dirigirle esta pregunta espontánea y natural. Como todos aquellos que se
han sentido llamados a una gran misión, la Virgen expresa sus dudas no sobre Dios,
sino sobre sí misma. María no teme, pues, reconocer ante Dios su propia
incapacidad es hacer un acto pleno de fe y confianza en Él que llama para tal misión.

También nosotros nos sentimos a veces llamados a preguntar ¿cómo podrá ser
esto?, ¿qué podremos hacer? Y el ángel del Señor nos dice: para Dios nada es
imposible. Muchas Marías se han sucedido desde entonces, muchas hermanas y
hermanos nuestros a lo largo de la historia han experimentado, a diferentes niveles,
la emoción de ser enviados a realizar algo grande, superior a lo que creían posible.
Lo hicieron porque confiaron en Dios como si todo dependiera de Él y no de ellos y,
al mismo tiempo, pusieron todo de su parte como si todo dependiese de ellos.

Hágase en mí según tu palabra, es la respuesta de María al ángel. Acoge el plan de


Dios en total obediencia. Dios ha encontrado una madre que le haga nacer entre
nosotros. Con su fe, que le hace referir toda su existencia al Dios que todo lo puede,
María no duda en responder: Hágase. En su palabra halla eco el Hágase divino, por
el que fueron creadas todas las cosas. Su Hágase anuncia la nueva creación. María
pone a disposición del Padre su cuerpo virginal, para que su Hijo pueda tener un
cuerpo humano por obra del Espíritu Santo. Lo imposible se hace posible. Y el Verbo
se hizo carne y habitó entre nosotros.

OREMOS: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su
cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
(Puede rezarse el Santo Rosario).

7
CUARTA POSADA: La Anunciación a San José
+Del Santo Evangelio según San Mateo (1, 18-24)

La concepción de Jesucristo fue así: La madre de Jesús estaba desposada con


José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu
Santo. José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla
en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un
ángel del Señor, que le dijo:

-José, hijo de David, no tengas miedo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura
que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por
nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
Miren, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel
(que significa: «Dios-con-nosotros»). Cuando José se despertó hizo lo que le había
mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

-Palabra del Señor


-Gloria a ti, S eñor Jesús.
Reflexión

Junto a la Santísima Virgen, aparece un personaje de gran importancia, que


lamentablemente muchas veces olvidamos. Nos referimos a un hombre valiente,
joven fuerte, de corazón limpio y fe grande, sí, hablamos de San José, cuya
aceptación a participar en el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios fue esencial
para que, llegada la plenitud de los tiempos, la salvación del mundo fuese posible.

Como es sabido, las costumbres matrimoniales de la sociedad y época del


nacimiento de Jesús implicaban un compromiso efectuado en la pubertad de la
novia, a partir del cual, sin los novios tener relaciones íntimas, eran ya considerados
casados. Al cabo de cierto tiempo la pareja pasaba a convivir juntos y consumar el
matrimonio. Es precisamente en la primera etapa en que se encontraba la
relación entre José y María, cuando éste se da cuenta que ella está embarazada
sin la intervención de él. María tendría entre 14 a 15 años y José entre 17 a 18 años.

El pasaje de hoy nos dice que San José, aunque tenía la duda de que había ocurrido
un adulterio, no pensó en denunciar públicamente a María, ya que esto
hubiese generado a que la muchacha -a quien tanto amaba-, fuera condenada a
una humillante muerte mediante lapidación. Vemos la gran prudencia de San José
y el autodominio de sus emociones, no se deja llevar por la ira, la duda o el dolor de
una posible traición. Sino que su amor por María le hace esperar, sí, esperar en
Dios y confiar en Él. ¿También nosotros somos pacientes de esperar en Dios?

8
Al llamarle “justo”, San Mateo resalta que San José era un hombre piadoso,
cumplidor de los mandatos de Dios; su intención era simular un divorcio y apartarse
de María, pero de tal modo que no la perjudicara hasta el punto de su descrédito y
muerte. Mientras José sufría en silencio y sin entender bien lo que había pasado
con María. Ella está pasando por la primera de las tantas dificultades que su
aceptación a ser la Madre de Jesús le traería.

Es entonces que acontece la “anunciación” que en sueños le hace el ángel a José;


al indicarle que "tú" le pondrás el nombre, aunque dicho nombre ya estuviese
previamente señalado, está diciéndole que él haría la función de padre legal de la
criatura, y que estaría a cargo de su cuidado y protección. Encargo que no habría
de ser nada sencillo en sus comienzos, por causa de los peligros que acechaban al
Niño y que son narrados más adelante en el Evangelio de Mateo.

La aceptación de San José a las instrucciones del ángel, propia de su categoría de


justo y creyente, conlleva a la realización del plan de Dios para la salvación de la
humanidad. ¿Somos nosotros semejantes a San José en aceptar y obedecer los
planes de Dios por encima de los nuestros? Igualmente, este sencillo y santo varón
contribuyó a cuidar con esmero tanto a María como al Divino Niño Jesús.

Este humilde obrero, cumpliendo las funciones de buen papá y de acuerdo a las
costumbres de la época, transmitió además los conocimientos de su oficio de
carpintero a quien habría de ser conocido en su vecindario como hijo suyo.
Alrededor de 30 años después, el centurión romano que comandaba en Jerusalén
las tropas de ejecución, habría de reconocer la verdadera filiación de aquel que una
vez había sido considerado como el “hijo del carpintero”, al decir: "Verdaderamente
éste era Hijo de Dios" (Mateo 27,54)

Que por intercesión de San José, sigamos avanzando en este tiempo de Adviento,
que continuemos preparando nuestros corazones, para que convertidos al Señor,
celebremos el nacimiento en nuestro interior del Hijo de Dios que viene a salvarnos.
San José, enséñanos a esperar sin perder la paz, a confiar en Dios y esperar
siempre en Él. Ayúdanos a moldear nuestro carácter y a buscar siempre la
misericordia y el amor incondicional hacia los demás.

OREMOS:
Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los
hombres a la fiel custodia de San José, haz que, por su intercesión, la Iglesia los
conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Ayúdanos a
experimentar la protección de Aquel, a quien pusiste por padre de tu Hijo aquí en la
tierra y fiel esposo de la Santísima Virgen. Amén.
(Puede rezarse el Santo Rosario).

9
QUINTA POSADA: La Visitación de Santa María a su prima Isabel
+Del Santo Evangelio según San Lucas (1, 39-45)

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a


una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en
cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel
quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: “Bendita tú entre
las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi
Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de
gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!”
-Palabra del Señor
-Gloria a ti, S eñor Jesús.
Reflexión

María se puso en camino hacia la región montañosa donde vivía Isabel para poder
atenderla en su estado de gestación y parto. San Lucas nos relata ese memorable
encuentro jubiloso de dos mujeres, y el encuentro, desde el vientre materno, del
Precursor y el Mesías Salvador. Isabel, llena del Espíritu Santo, reconoce a María
como la ‘Madre del Señor’, es decir, como la “Madre de Dios”; sólo movida por el
Espíritu Santo Isabel pudo hacer un reconocimiento de esa naturaleza. El Precursor,
desde el vientre materno, saltó de gozo al sentir la presencia del salvador.

Tan pronto como le ha sido comunicado a María que ha sido escogida por Dios
Padre para ser la Madre de su Hijo Jesús y que su prima Isabel ha recibido también
el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para alegrase y
ayudar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el
don de la maternidad y para servirla. ¡Cuánto nos falta hoy en día esto! El aprender
a alegrarnos por las cosas buenas que le pasan a los demás. Muchas veces en vez
de alegrarnos, nos enojamos, lamentablemente por la envidia que en nuestro
corazón hay. De igual forma, nos cuesta mucho a veces, el aprender a servir a los
demás, pues más pareciera que nos gusta que nos atiendan. María nos viene a dar
una lección de caridad y profunda humildad. Aprendamos de ella.

El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno,
salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que
lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que
genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida.
El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lucas 2,10).

A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente.


Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son
manifestación de comodidad y de egoísmo.

10
Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a
muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran
ser más generosos y decir “sí” más responsablemente a nuevas vidas. Muchas
familias dejan de ser “santuarios de la vida”. El Papa San Juan Pablo II constata
que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad de placer e
irresponsabilidad ante la sexualidad. Se busca la sexualidad de forma egoísta, sin
ningún compromiso ni responsabilidad». ¿Será esto amor? ¿O quizá es solo placer?

Isabel, durante cinco meses, no salió de su casa, y pensaba: «Esto es lo que ha


hecho por mí el Señor» (Lucas 1, 25). María por su parte cantará a los cuatro
vientos: «Mi alma glorifica al Señor mi Dios, porque ha puesto los ojos en la
humildad de su esclava» (Lucas 1, 46 y 48). La Virgen María e Isabel valoran y
agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos
reencontremos el significado de la vida como un don sagrado de Dios para los seres
humanos. Pidamos a María la gracia de ser agradecidos con Dios. De valorar toda
vida y de ser respetuosos de toda persona.

Finalmente, de este actuar de María, podemos aprender lo siguiente: María —que


se había definido «la esclava del Señor» (Lucas 1, 38) — se hace esclava de los
hombres. Más precisamente, sirve al Señor que encuentra en los hermanos. La
caridad de María no se limita a la ayuda concreta, sino que alcanza su culmen dando
a Jesús mismo, «haciendo que lo encuentren». Es de nuevo san Lucas quien lo
subraya: «En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su
seno» (Lucas 1, 41). Nos encontramos así en el corazón y en el culmen de la misión
evangelizadora. Este es el significado más verdadero y el objetivo más genuino de
todo camino misionero: dar a los hombres el Evangelio vivo y personal, que es el
propio Señor Jesús. Y comunicar y dar a Jesús —como lo atestigua Isabel— llena
de alegría: «En cuanto llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño
en mi seno» (Lucas 1, 44). Jesús es el verdadero y único tesoro que nosotros
tenemos para dar a la humanidad. De Él sienten profunda nostalgia los hombres y
las mujeres de nuestro tiempo, incluso cuando parecen ignorarlo o rechazarlo. De
Él tienen gran necesidad la sociedad en que vivimos, Guatemala y todo el mundo.
No tengamos miedo de ser misioneros, de llevar a otros la presencia de Jesús.

OREMOS:
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno
a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles
al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra
vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

(Puede rezarse el Santo Rosario).

11
SEXTA POSADA: El Cántico de la Virgen, “el Magníficat”
+Del Santo Evangelio según San Lucas (1, 46-55)

Y dijo María:
“Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha
puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las
generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas
el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en
generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que
son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó
a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.
Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como había anunciado a
nuestros padres en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.”

-Palabra del Señor


-Gloria a ti, S eñor Jesús.
Reflexión

El gran cántico de la Virgen en su visita a Santa Isabel es el “Magnificat”. Este himno


expresa su inmensa alegría por todo lo que Dios ha hecho en su humilde esclava.

En el canto, en realidad, María dice pocas cosas nuevas. Casi todas sus frases se
encuentran numerosos pasajes de los salmos y en otros libros del Antiguo
Testamento. Pero como escribe un teólogo - si las palabras provienen en gran parte
del Antiguo Testamento, la música pertenece ya al Nuevo Testamento, pues canta
el gozo de las promesas cumplidas de Dios. En las palabras de María estamos
leyendo ya un anticipo de las bienaventuranzas y una visión de la salvación que
rompe todos los moldes establecidos. En el canto, María dice cosas que deberían
hacernos temblar.

El canto es como un espejo del alma de María. Es, sin duda, el mejor retrato de
María que tenemos. Su canto es, a la vez, bello y sencillo. Sin alardes literarios, sin
grandes imágenes poéticas, sin que en él se diga nada extraordinario. Y sin
embargo, ¡qué impresionantes resultan sus palabras!

Es, ante todo, un estallido de alegría. Las cosas de Dios parten del gozo y terminan
en el entusiasmo. Dios viene a llenar, no a vaciar. Pero ese gozo no es humano.
Viene de Dios y en Dios termina. La alegría de María no es de este mundo. No se
alegra de su maternidad humana, sino de ser la madre del Mesías, su Salvador. No
se alegra por tener un hijo, sino de que ese hijo sea Dios. La alegría de María es
grande, como grande fue su fe, su humildad y su amor.

12
Por eso se le dice “llena de gracia” a María. Y por eso ella se atreve a profetizar que
todos los siglos la llamarán bienaventurada, porque ha sido mirada por Dios. Si el
deseo de santidad lo transmiten los santos por medio de su mirada. ¿Cuánto más
deseo de ser santo se ha de tener, cuando se tiene la conciencia de estar bajo la
amorosa mirada de Dios? Si la mirada de un hombre de Dios es una bendición.
¡Cuánto más si el que mira es Dios! Esto mismo era el motivo de gozo de la Virgen.

La cuarta estrofa del himno de María resume su visión de la historia. Y se reduce a


una sola idea: el reino de Dios, que su Hijo trae, no tiene nada que ver con el reino
de este mundo. Y ésta es la parte “fuerte” del himno que no podemos disimular:
para María el signo visible de la venida del Reino de Dios es la humillación de los
soberbios, la derrota de los potentados, la exaltación de los humildes y los pobres,
el vaciamiento de los ricos. Estas palabras no deben ser suavizadas: María anuncia
lo que su Hijo predicará en las bienaventuranzas: que Él viene a traer un plan de
Dios que deberá modificar las estructuras de este mundo de privilegio de los más
fuertes y poderosos.

Los pobres y humildes de los que habla María son los que sólo cuentan con Dios
en su corazón: los humildes, los que temen a Dios, los que se refugian en Él, los
que le buscan, los corazones quebrantados y las almas oprimidas. María no habla
tanto de clases sociales, sino más bien de clases de almas. ¿Y tú, que clase de
alma eres? ¿Eres de los que confían en Dios? ¿O de los que se sienten
autosuficientes?

María no habla solamente de la pobreza material o de la pobreza espiritual. Habla


de la suma de las dos. Y al mismo tiempo ofrece un programa de reforma de las
injusticias de este mundo y de la elevación de los ojos al cielo. Son dos partes
esenciales de su “Magnificat” y del Evangelio, dos partes inseparables. Ella nos
recuerda que no debemos poner nuestra fe y confianza en los bienes, sino solo en
Dios. Es lo mismo que enseñará su Hijo una vez comience a predicar el Evangelio.

María, en el “Magnificat”, no separa lo que Dios ha unido por medio de su Hijo: los
problemas temporales de los celestiales. Su canto es, verdaderamente, un himno
revolucionario, pero de una revolución integral. Por eso María puede predicar esa
revolución con alegría. Es necesario que también todos nosotros cantemos con ella,
y como ella, atreviéndonos a decir la verdad que María anuncia y también denuncia.

OREMOS: Dios todopoderoso, concédenos, alegrarnos bajo la protección de la


Virgen María, vernos libres, por su intercesión, de todos los males de este mundo y
alcanzar las alegrías del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

(Puede rezarse el Santo Rosario).

13
SÉPTIMA POSADA: El Nacimiento de San Juan Bautista
+Del Santo Evangelio según San Lucas (1, 57-66. 80)

Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus
vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande
misericordia, se regocijaron con ella. A los ocho días fueron a circuncidar al niño y
le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles:
"No. Su nombre será Juan". Ellos le decían: "Pero si ninguno de tus parientes se
llama así". Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara
el niño. Él pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre". Todos se quedaron
extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y
empezó a bendecir a Dios.

Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos y en toda la región montañosa


de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban
impresionados: "¿Qué va a ser de este niño?" Esto lo decían, porque realmente la
mano de Dios estaba con él. El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu
se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al
pueblo de Israel.
-Palabra del Señor
-Gloria a ti, S eñor Jesús.
Reflexión

El nacimiento de San Juan Bautista marca un momento importante en la historia de


la salvación, revela la cercanía del cumplimiento de las promesas de Dios. San Juan
Bautista es el precursor del Mesías, el que viene a preparar el camino del Señor.

San Agustín dice que la Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado y
él es el único de los santos (después de María) cuyo nacimiento se festeja;
celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo.

Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una joven virgen. El futuro padre de
Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen cree el del
nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe.

Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el
nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegaron
hasta Juan. Por tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo
nuevo. ¿Por qué personifica lo antiguo? Porque nace de padres ancianos; ¿Por qué
personifica lo nuevo? Porque es declarado profeta en el seno de su madre. Aún no
ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su madre.
Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer; queda demostrado de
quién es precursor, antes de que él lo vea.

14
Estas cosas pertenecen al orden de lo
divino y sobrepasan la capacidad de la
humana pequeñez. Finalmente, nace,
se le impone el nombre, queda suelta la
lengua de su padre. Estos
acontecimientos hay que entenderlos
con toda la fuerza de su significado.

Zacarías calla y pierde el habla hasta


que nace Juan, el precursor del Señor,
y abre su boca. Este silencio de
Zacarías significaba que, antes de la
predicación de Cristo, el sentido de las
profecías estaba en cierto modo latente,
oculto, encerrado. Con el advenimiento
de aquel a quien se referían estas
profecías, todo se hace claro. El hecho
de que en el nacimiento de Juan se abre
la boca de Zacarías tiene el mismo
significado que el rasgarse el velo al
morir Cristo en la cruz. Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de
Zacarías habría continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel
que es la voz; en efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor,
le dijeron: ¿Tú quién eres?

Y él respondió: Yo soy la voz que grita en el desierto.

Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que en el principio ya existía.
Juan era una voz pasajera, Cristo la palabra eterna desde el principio.

OREMOS
Oh Dios, que suscitaste a san Juan Bautista para que preparase a Cristo, el Señor,
un pueblo bien dispuesto, concédenos el don de la alegría espiritual y dirige nuestra
voluntad por el camino de la salvación y de la paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos
de los siglos. Amén.

(Puede rezarse el Santo Rosario).

15

También podría gustarte