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El príncipe y la bruja.

Érase una vez en un bosque donde habitaban duendes y una bruja. También
cerca de ese hermoso bosque vivía un príncipe alto, muy bonito y valiente. En
una ocasión ese príncipe flaco quiso explorar el bosque, montó su hermoso
caballo blanco y salió galopando al amanecer.
Luego se encontró con un feo duende, cabezón y orejón, al ver a aquel duende
chaparro se asustó mucho y se bajó del caballo de un solo salto. Entonces quiso
sacar su espada pero se dio cuenta de que ya no la traía. Cuando voltea a ver al
travieso duende, este chaparro e irrespetuoso, la tenía entre sus manos porque
ya se la había robado.
Después de ver esto, el príncipe no tan valiente, brincó al lomo de su corcel y se
fue a todo galope para su reino. Al llegar al castillo se encontró con una fea bruja,
narizona y de mentón grande, al verla gritó fuertemente.
El príncipe le preguntó a la bruja qué hacía ahí y la correteó pero ella con su
varita mágica lo hechizó y lo convirtió en rana. La malvada bruja jorobada se
quería quedar con su reino; pero no contaba que su hechizo le falló y solo duró
unos segundos.
Entonces el príncipe valiente, que también era muy amable y cariñoso solo la
encerró en una jaula, le quitó su varita mágica y con ella la convirtió en un
hermoso caballo negro. Desde entonces el príncipe pasea en su caballo negro que
lo llamó “terrorífico”.

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