PECADOS GRAVES O MORTALES CONTRA LOS 10 MANDAMIENTOS DE DIOS
- Explotando al prójimo, quedándose con
parte de lo que le corresponde
No dirás falso testimonio ni mentiras
- Dar falso testimonio y cometer perjurio,
mentir, calumniar
- Obrar con juicio temerario
– Murmurar gravemente del prójimo
- Actuar con maledicencia (maldecir,
calumniar, murmurar)
- La vanagloria y la jactancia
No desearás la mujer de tu prójimo
- Dejarse arrastrar por la concupiscencia de
la carne,
- Cultivar voluntariamente pensamientos o
deseos impuros
No codiciarás los bienes ajenos
- Actuar por envidia a otras personas
- Obrar con avaricia con el prójimo
- Codiciar aquello que no te pertenece -
El Rito de la Confesión
1. El penitente hace la señal de la
cruz. En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén
2. El penitente se acerca al sacerdote
y saluda con la invocación:
“Alabado sea Jesucristo” y el
sacerdote responde “Por siempre
sea alabado”
3. El penitente dice cuándo se confesó
por última vez si cumplió la
penitencia recibida.
4. Dice: “Con estos pecados ofendí a
Dios” y confiesa sus pecados. Al
terminar de confesar sus pecados
añade: “por todos mis pecados
estoy arrepentido y pido perdón a
Dios”
5. Cuando el confesor reza la fórmula
del perdón, el penitente se
arrepiente en el silencio de su
corazón.
6. Si el confesor termina la absolución
diciendo: “yo te absuelvo de tus
pecados en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo” el
penitente responde “Amén”.
7. El penitente empieza la acción de SACRAMENTO DE LA RECONCILIACION
gracias. Dad gracias al Señor
porque es bueno.
El penitente responde: “Porque es
eterna su Misericordia”
8. El confesor despide al penitente
diciendo: “Vete en paz”. El penitente
parte y durante unos minutos
agradece a Dios haber recibido el
perdón y cumple la penitencia que
el sacerdote le ha dicho.
Oración
DEL DIARIO DE SANTA FAUSTINA
“Escribe de Mi Misericordia. Di a las
almas que es en el tribunal de la misericordia
donde han de buscar consuelo allí tienen
lugar los milagros más grandes y se repiten
incesantemente.
Para obtener este milagro no hay que
hacer una peregrinación lejana ni celebrar
algunos ritos exteriores, sino que basta
acercarse con fe a los pies de Mi
representante y confesarle con fe su miseria
y el milagro de la Misericordia de Dios se
manifestará en toda su plenitud.
Aunque un alma fuera como un
cadáver descomponiéndose de tal manera
que desde el punto de vista humano no
existiera esperanza alguna de restauración y
todo estuviese ya perdido. No es así para
Dios.
El milagro de la Divina Misericordia
restaura a esa alma en toda su plenitud. Oh
infelices que no disfrutan de
este milagro de la Divina
Misericordia; lo pedirán en
vano cuando sea
demasiado tarde. (Del
Diario de Santa Faustina
Kowalska, N. 1448).