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LIMA – PERU
2012
ESTILOS DE RELACIÓN MADRE - HIJO Y
CONDUCTA AGRESIVA EN NIÑOS DE 2 AÑOS DEL
DISTRITO DEL CALLAO
JURADO DE TESIS
ASESOR
Dedicatoria:
A mis abuelos, padres, hermana, amigas y amigos que con
su apoyo me han permitido concluir este trabajo.
Índice
INTRODUCCION 1
Problema de investigación 2
Planteamiento 2
Formulación 4
Justificación 5
Marco referencial 6
Antecedentes. 6
Definición de actitudes. 15
Actitud materna. 17
Objetivos e hipótesis 29
Objetivos. 29
Hipótesis. 30
I
MÉTODO 31
Variables 32
Participantes 33
Instrumentos 34
RESULTADOS 40
Discusión 44
Conclusiones 48
Sugerencias 49
REFERENCIAS 51
ANEXOS
II
Índice de tablas
III
Resumen
Abstract
IV
1
Introducción
bastante difícil manejar y que por lo general presentan padres que no les prestan
atención o ejercen control sobre ellos con mucha violencia.
Estas actitudes de los padres, sobre todo de la madre, que muestra desinterés,
falta de atención, una disciplina rígida, severidad en el trato con el niño, pueden
deberse a una inadecuada relación madre – hijo, dicha relación está basada en la
teoría del vínculo de apego, que según Bowlby (1999), es el primer vinculo afectivo al
que es expuesto el ser humano, que se construye en la infancia y que le servirá de
modelo base para sus posteriores relaciones afectivas y sociales en la edad adulta. De
la misma forma, en cuanto a la conducta agresiva Martínez, Tovar y Rojas en el 2008,
señalaron que “La agresividad crónica de los niños después que inicia su estancia en
la escuela es la condición que más se relaciona con la delincuencia en la
adolescencia, la juventud y la vida adulta” (p.98)
Problema de investigación
Planteamiento.
violencia familiar reportó el 89% de casos por violencia física y/o psicológica. En
cuanto a la violencia juvenil, en Lima existen más de 400 pandillas que se encuentran
integradas por más de 13,000 adolescentes y jóvenes de 12 a 23 años, quienes son
responsables directos de al menos 15 muertes y 24 heridos cada año.
De la misma forma, como en otras partes del mundo, otro escenario en el que
se presentan este tipo de conductas en nuestro contexto es la escuela, donde
maestros señalan que cada año aumentan los niños con este tipo de conducta, que
presentan un comportamiento difícil de manejar, y que por lo general, provienen de
familias que no les prestan atención o ejercen control sobre ellos con mucha violencia.
En ese sentido, la relación madre hijo es señalada por Spitz (1985) como la
primera relación a la que es expuesta el ser humano, de vital importancia porque
permite la supervivencia del nuevo ser y que es posible gracias al vinculo de apego
que como afirma Bowlby (1999), es el primer vinculo afectivo, que se construye en la
infancia y que sirve de modelo base para las posteriores relaciones afectivas y
sociales en la vida adulta.
Formulación.
Es por todo lo descrito que surge el interés por estudiar la relación entre las
actitudes maternas y la conducta agresiva, puesto que investigaciones realizadas en
5
los últimos años ponen a la relación madre – hijo como factor de riesgo de la conducta
agresiva en los niños, por tanto, es importante su estudio para esclarecer el alcance
de esta posible relación: Por tal motivo, se formula el siguiente problema de
investigación:
¿Existe relación entre las actitudes maternas y la conducta agresiva de los niños de 2
años de las salas de educación temprana del distrito del Callao?
Justificación.
Además, porque se percibe desinterés por el estudio del tema, según Tremblay
(2009), debido a que las consecuencias de la agresión física infligida por un preescolar
generalmente produce menor daño que la realizada por un adolescente; por otro lado,
la teoría del aprendizaje social de la agresión lleva a pensar que los niños en edad
escolar aprenden a ser más agresivos porque están más expuestos a esta clase de
estímulos que los más pequeños, y de la misma forma, porque resulta más sencillo
para los investigadores observar y entrevistar a los niños en edad escolar.
afirma que las madres que no pueden controlar sus actitudes inconscientes las
transmitirán a sus hijos, produciendo en ellos comportamientos desadaptados.
Marco referencial
Antecedentes.
Nacionales.
Suxe (2004), realizó un estudio que buscó determinar el grado de relación entre
las actitudes maternas de aceptación, sobreprotección, sobreindulgencia y rechazo
con el autoconcepto de los niños, y a su vez identificar si variables demográficas como
el sexo del niño, edad, orden de nacimiento, número de hijos, ocupación entre otros,
7
Guevara (2004), realizó una investigación que buscó relacionar las actitudes
maternas de aceptación, sobreprotección, sobre indulgencia y rechazo con los
problemas conductuales. El estudio se llevó a cabo en un colegio primario del distrito
de Breña, y contó con una muestra de 166 escolares de 6 a 11 años y sus madres.
Los instrumentos utilizados fueron el inventario de problemas conductuales de T.
Achenbach – versión padres adaptada por Ortiz y la escala de la relación madre – hijo
de Roth adaptada por Estrella. Obtuvo como resultado que no existe relación
significativa entre los problemas de conducta y las actitudes maternas de aceptación; y
que solo el 4.2% de los niños presentó problemas conductuales. El estudio concluyó
que las actitudes maternas de sobreprotección, sobre indulgencia y rechazo están
relacionadas con un nivel de significación moderada con los problemas de conducta.
Internacionales.
Jackson (2000, citado en Guevara, 2004, p. 14), llevó a cabo una investigación
que tenía como objetivo encontrar la relación entre la auto eficiencia, soporte social,
comportamiento de los niños y las relaciones maternas. Utilizó una muestra de 188
madres solteras con niños en edad preescolar, empleadas y no empleadas. El estudio
demostró que existe una relación positiva entre los problemas de conducta y el stress
de las madres no empleadas, con baja auto eficiencia y con menor soporte social de
amigos. Se concluyó que el ser madres empleadas, con baja auto eficiencia y con
menor soporte social de amigos fueron predictores significativos para los problemas de
conducta.
Hiratoshi (1997, citado en Guevara 2004, p. 12), investigó los efectos del
ambiente de crianza del niño, las actitudes parentales y los horarios de trabajo de las
madres en el comportamiento adaptativo del niño y los sistemas psicosomáticos; para
ello, utilizó una muestra de 211 madres cuyos hijos tenían entre 3 y 5 años de edad y
9
los puntajes obtenidos de los profesores del colegio con respecto al comportamiento
adaptativo de los niños y cualquier sistema psicosomático observado en el colegio.
Los resultados mostraron que las actitudes parentales están estrechamente
relacionadas con el autocontrol de los niños, que las madres con actitudes negativas
hacia la crianza de los niños tienden a tener niños rebeldes, poco temperamentales y
asertivos en clase; que el periodo largo de trabajo de las madres está relacionado
positivamente al comportamiento adaptativo de los niños y negativamente a los
síntomas psicosomáticos mostrados. El estudio concluyó que los niños cuyas madres
tienen largas horas de trabajo se adaptan mejor a la escuela pero presentan mayor
incidencia de síntomas psicosomáticos.
Cournoyer y Rohner (1996, citado en Poma, 1999, p18) estudiaron los factores
maternales relacionados a las prácticas de ser padres, expectativas de desarrollo y
percepciones de los problemas de conducta de los niños. Para ello, utilizó una muestra
de 1056 madres con niños pequeños, y como instrumentos usó una lista de chequeos
de padres (Cox, 1994) y el cuestionario de prueba de conducta (Richmon y Graham,
1971). Asimismo, en el estudio se incluyó determinantes potenciales de las prácticas
paternales como edad de la madre, estado civil, nivel de educación, número de hijos
que viven en casa y estatus socioeconómico de la familia. Como resultado más
importante se obtuvo que las practicas parentales y disciplina menos positivas, se
encontraron en madres jóvenes, con más de un niño viviendo en casa, con nivel de
ingresos y educación más bajos; ellas percibían que sus niños tenían mayor dificultad
en problemas de conducta. El estudio concluyó que son múltiples los determinantes
que influyen en las prácticas paternales de padres con hijos pequeños.
Lyns (1993, citado en Guevara, 2004, p. 15), realizó una investigación con el
objetivo de explorar la relación madre hijo y los problemas conductuales en niños de 5
años de edad reportados por profesores de colegio. La muestra estuvo conformada
por 62 familias de bajos recursos económicos de la ciudad de Boston. Obtuvo como
resultados más importantes que el predictor de mayor incidencia se deriva de los
niveles de comportamiento hostil hacia otros; que el 71% de los niños presenta
hostilidad preescolar y fueron clasificados como desorganizados en su relación con la
madre. El estudio concluyó que los problemas psicosociales maternos predijeron
agresividad - hostilidad en los preescolares.
10
Nacionales.
Internacionales.
debe ser aplicada a por lo menos 40 grupos, que permita contar con una escala capaz
de abarcar una población de niños preescolares más amplia y diversa.
Ruiz (1980), dictó una conferencia en la ciudad de Granada, cuyo propósito fue
dar a conocer los aspectos psicodinámicos de la agresividad; el expositor señaló que
las reacciones agresivas iniciales se establecen en las primeras relaciones madre –
niño, que dan origen al primer esquema denominado carencia – agresividad, culpa –
punición; de la misma forma, afirmó que existirían dos periodos configuradores de las
conductas agresivas, el primero ligado al mundo familiar, sus frustraciones y
características y el segundo extra familiar, de modelado social. Por otro lado, aseguró
que en esta relación que se establece en el primer año de vida entre madre y niño, se
organiza una primera estructura y fijación de unas tendencias de la personalidad al
relacionarse con otros, basados en tres tipos básicos de relación: incorporativa,
destructiva y regresiva, que están estrechamente relacionadas con las conductas
delictivas.
13
Marco teórico.
La relación madre hijo según Bowlby (1999) puede entenderse como aquel
vínculo que une a la madre y a su hijo de manera satisfactoria a través del apego,
siendo esta una relación activa, cariñosa y reciproca entre ellos, que es muy distinta
de las relaciones con otras personas, y que se encuentra fortalecida y reforzada por la
interacción entre ambos.
De la misma forma, dicha relación es denominada por Spitz (1985) como una
“diada”, dado que la interacción entre esta pareja es simbiótica y fusionante, porque
hasta cierto punto se encuentra aislada de los que la rodean, y a la vez, unida entre sí
por lazos muy poderosos. A esos lazos afectivos o amor, se le denominó “egoísmo de
dos” que es lo que caracteriza a esta diada, sin embargo, esta interacción cumple una
función importante: la de mantener la sobrevivencia del nuevo ser.
De esta forma es la madre quien a través de sus gestos y actitudes, inicia una
intima relación con su hijo, con el que adquiere cierta unidad con signos de
dependencia del niño respecto a la madre (Brazelton y Cramer, 2001). Sin embargo,
esta situación no permanecerá inalterable, puesto que, con la adquisición de la
madurez psicomotora del niño, se debe dar paso a una relación más independiente,
que se alcanza cuando éste encuentra oportunidades de interacción con otras
15
personas y objetos. Por ello, en esta tarea es preciso que la madre sepa guiar la
formación psíquica de su hijo, llevándolo progresivamente hacia la madurez y
realización como ser humano.
Es por ello, que para entender mejor las actitudes maternas se va a tocar
primero el tema de la actitud en general para luego llegar a la comprensión de lo que
es actitud materna.
Definición de actitud.
En este sentido, varios estudiosos del tema han intentado definirla, como Alport
(1935), quien señala que “Una actitud es un estado mental y neural de disposición,
organizada a través de la experiencia, que ejerce una influencia directiva o dinámica
sobre la respuesta del individuo a todos los objetos o situaciones con los que se
relaciona” (Alport, 1935 citado por Gross, 2004, p. 456)
Rosenberg y Hovland (1960, citado por citado por Gross, 2004, p. 456), señalan
que las actitudes son “predisposiciones a responder ante cierta clase de estímulos con
cierta clase de respuesta”.
Años más tarde, Petty y Cacioppo (1981), afirman que “El termino actitud debe
utilizarse en referencia a un sentimiento general, duradero, positivo o negativo, acerca
16
de alguna persona objeto o cuestión” (Petty y Cacioppo, 1981 citado por Gross, 2004,
p. 456)
De la misma forma, Zimbardo y Leippe (1991 citado por Gross, 2004, p. 456),
señalan que “Una actitud es una disposición evaluativa hacia algún objeto. Es una
evaluación de algo o alguien a lo largo de un continuo de agrado – desagrado o
favorable – desfavorable…”
Las actitudes según Rosenberg y Hovland (1960 citado por Gross, 2004), están
constituidas por tres componentes:
El componente afectivo, que hace referencia a lo que una persona siente acerca del
objeto de la actitud, es decir, la evaluación favorable o desfavorable que hace del
objeto.
En este sentido, se puede concluir que al formarnos una actitud sobre algo,
vamos a basarnos en las creencias o conocimiento que tengamos de dicho objeto, así
como, de los sentimientos que éste evoque en nosotros, y si estas son recientes o
débiles, se recurre a las conductas pasadas, que contribuyen a deducir nuestras
actitudes hacia el objeto de la actitud.
17
Actitud materna.
En ese sentido, en el primer año de vida el niño estimulado por el afecto materno
adquiere un desarrollo rápido y sorprendente, porque “la madre es calor, es alimento,
es estado eufórico de satisfacción y seguridad” (Saire, 2000, p. 15). Sin embargo,
cuando ella no ha desarrollado una madurez suficiente para asumir su rol, puede ser
fuente de rechazo, ansiedad y depresión.
Sin embargo, más influyente que las actos conscientes de la madre serán las
actitudes inconscientes de esta, que según Spitz (1985), son las que van a influir en el
comportamiento del niño, por ello, una madre que sepa contener su ansiedad, estará
más preparada para enseñar al niño a esperar y a contener sus deseos en
comparación con las madres ansiosas que terminan transmitiendo su estado al niño.
Por tanto, las actitudes maternas también van a ejercer un papel importante en las
respuestas del niño.
Guevara (2004), define actitud materna como “una organización durable de patrones
psicológicos que implica un universo con una consistencia de patrones y respuestas
de la madre hacia el hijo”. Otra definición, es la dada por Castañeda (2005, citado en
Aliaga et. al, 2010) quien señala que se denomina actitud materna “al conjunto de
pautas, creencias y comportamientos que la madre tiene hacia los hijos”.
Actitud de aceptación.
Actitud de sobreprotección.
Se caracteriza por la excesiva preocupación de la madre por la vida del niño, su salud,
relaciones con compañeros, rendimiento escolar y logros que considera debe obtener.
Para Roth (1965, citado por Arévalo, 2005, p. 25) es considerado como “una expresión
de ansiedad pre natal, en términos de cuidados infantiles”, lo que representa un
impedimento para el desarrollo del comportamiento independiente, por el excesivo
control.
Actitud de rechazo.
Actitud materna negativa que se caracteriza por la negación del amor y expresión de
odio hacia el niño, que se manifiesta en negligencia, tosquedad y severidad de la
madre hacia su hijo. Concuerdan con ello, Velásquez y González (2009) quienes
señalan que la madre manifiesta actitud de perfeccionismo excesivo y hostilidad.
Ante estas actitudes el niño intentaría ganar el afecto, con intentos directos o
indirectos, como, llorar, entre otros o por medio de robos y buscando elogios o
castigos. Mostrando también, una desatención de las reglas y normas, con ausencia
de sentimientos de culpa.
Según Guevara (2004), señala que las relaciones entre padres e hijos dependen
de las actitudes de los progenitores, esto puede ser, porque las actitudes de los
padres influyen en el modo en que tratan a sus hijos, y esto a su vez, afecta las
actitudes de los pequeños hacia ellos y el modo en que se comportan. En ese sentido,
Bowlby (1999), deja ver que las actitudes de los padres hacia sus hijos son producto
del aprendizaje, de sus vivencias cuando niños, y señala que en la mayoría de los
casos se tenderá a repetir con los hijos el modelo aprendido de los progenitores.
Saire (2004), afirma que existen factores que contribuyen a determinar que
actitudes son las que se aprenderán, pueden ser:
21
El concepto de niño ideal, que se basa en lo que los padres desearían que fueran sus
hijos, por tanto, cuando el niño no responde a las expectativas de los padres, estos
últimos se sienten decepcionados lo que suscita una actitud de rechazo.
De la misma forma, los valores culturales influyen sobre el modo en que los
padres tratan a sus hijos, sea autoritario, democrático ó indulgente; es por ello, que los
padres que gozan de su papel, se sienten felices en su matrimonio o se encuentran
satisfechos con el sexo de sus hijos, tendrán actitudes más favorables que los que
están insatisfechos.
La vida social del niño, también recibe influencia de estas actitudes, puesto
que, el afecto que le brindan en casa tiene un gran predominio en el desarrollo del
afecto por los demás. Y es que, a medida que crece el niño, va adquiriendo nuevos
lazos fuera del hogar y cuando más sincera y espontanea sea la relación afectiva entre
el niño y la madre, éste estará más capacitado para sentir afecto por otras personas y
establecer lazos sociales duraderos.
Conducta agresiva.
agresividad y violencia, que son usados con el mismo significado, sin embargo,
poseen un sentido diferente.
Otras, sin embargo, intentaron reflejar que en la agresión el efecto nocivo no era
el único factor calificador, porque también, se veían involucrados juicios sociales que
etiquetan dicha conducta precisamente como agresión (Bandura y Walters, 2002).
También, Zillman en 1979, dio una definición que excluía a aquellas personas que no
están activamente motivadas a evitar el efecto nocivo, por tanto, para él la agresión es
aquella actividad a través de la cual una persona busca lesionar o causar dolor físico
sobre otra que luchara por evitarlo. (Zillman, 1979 citado en Peña, 2010, p. 24)
Por otro lado, se tiene a la agresividad, que suele ser concebida como una
respuesta adaptativa que forma parte de las estrategias de afrontamiento de los seres
humanos a las amenazas externas. Sin embargo, también es definida como una
disposición relativamente persistente a ser agresivo en diversas situaciones, es decir,
la inclinación que siente una persona o grupo humano a realizar un acto agresivo, por
lo que clínicamente está conceptualizada como un estado permanente o
predisposición constitucional a cometer agresiones o a atacar sin que medie
provocación alguna. (Castrillón y Vieco, 2002)
A partir de estas definiciones, queda claro que el término que es más pertinente
para la presente investigación es el de conducta agresiva, puesto que, es la que mejor
se acerca a las características de los niños sujetos de estudio.
Estas definiciones dejan claro que la agresión implica provocación o ataque, que
este ataque puede tener diferentes objetivos, desde alejar a un supuesto invasor del
territorio propio a defender algo o descargar hostilidad contra alguien, entre otros; sin
embargo, el ataque siempre permanece como elemento constante
independientemente de sus alcances destructivos, y que esto último, dependería de
las circunstancias y de la intensidad de la conducta agresiva. (Castrillón y Vieco, 2002)
Autores como Serrano (2000) y Sadurní, M., Rostán, C. & Serrat, E. (2008),
señalan que las conductas agresivas son más frecuentes en los primeros años de vida
y que posteriormente decrecen. En un estudio realizado por Leremise y Dodge, (1993,
citado por Sadurní, M., Rostán, C. & Serrat, E., 2008), encontraron que los niños
desde los 4 meses de edad manifestaban claras y frecuentes manifestaciones de ira
cuando no podían consumar una acción u obtener un deseo.
En ese sentido, Parke y Slaby (1983, citado en Sadurní, M., Rostán, C. & Serrat,
E., 2008) observaron que hacia el año de edad, que las relaciones de los niños que
asistían a escuelas infantiles, con sus compañeros eran conflictivas; Caplan y cols.
(1991), a partir de un estudios con niños de un año de edad, en la que colocaron dos
muñecos idénticos para que cada niño tuviera uno, observaron que los niños
presentaban la tendencia a obtener el muñeco que poseía el compañero.
25
Esto permitió evidenciar que los niños a partir del año de edad sienten preferencia por
quitar los juguetes que tienen otros compañeros y presentan claras intenciones de
arrebatárselos, por lo que Caplan y cols. (1991, citado en Sadurní, M., Rostán, C. &
Serrat, E, 2008), sostienen que a esta edad ya existe intencionalidad primigenia de
obtener un objeto con significado social.
Esto permite darnos cuenta que la agresión no es una conducta solo desplegada
por los niños de mayor edad, sino que las diversas investigaciones dan cuenta que la
agresión inicia a edades muy tempranas y que se va a desarrollando a medida que el
niño se desarrolla, yendo de lo netamente físico en los inicios hacia formas más
sofisticadas de agresión.
Cuando un niño nace solo está preocupado por sus propias necesidades. Lo
único que es real para él es su persona. Tiene necesidades corporales, sensaciones
físicas y pensamientos. Todavía no se relaciona con las personas de un modo
afectivo, sino que las ve como parte del sistema que él necesita para sobrevivir. Esta
preocupación del niño por la satisfacción de sus necesidades es aceptada por los
padres; es la aceptación total de un acto egoísta y no reciproco, que solo se produce
en este momento del desarrollo. (Papalia y Wendkos, 1997)
26
La agresión también puede tomar diversas formas, es por ello, que diversos
investigadores en el tema han buscado clasificarla para su mejor entendimiento, por
ello, Train (2001) elabora una clasificación a partir de las observaciones realizadas en
escuelas infantiles.
El primer tipo, son los niños que expresan su agresividad solo en los juegos, los
describe físicamente salvajes y fuera de control al jugar; muy toscos e intimidatorios;
pero este comportamiento se limita solo al momento de juego, para el autor, esto
implica fantasía. Estos niños se caracterizan porque hablan poco y tienen poco éxito
en las disputas.
En el último tipo, están los niños agresivos y dominantes al hablar, pero que no
son físicamente violentos. Se caracterizan porque su agresión se produce fuera de las
situaciones de juego y son percibidos por otros niños como aburridos debido a su
preocupación por sí mismos; son considerados por los adultos como mejor adaptados
en lo social, porque presentan un nivel bajo de agresividad y muestran escasa
violencia en todas las situaciones, son más habladores y tienden a no preocuparse por
27
sus relaciones con los demás. Estos tres modelos de conducta se mantienen durante
toda la infancia hasta los siete u ocho años de edad. (Train, 2001)
Agresión verbal, o toda respuesta vocal que resulta nocivo para otro organismo,
como amenazar o rechazar.
Esto también es confirmado por Serrano (2000), quien señala que se considera
actos de agresión a las patadas, golpes, arañazos, pellizcos, empujones entre otros; y
los actos de agresión verbal pueden ser amenazas, chismes, insultos, gritos, chillidos,
resoplidos, entre otros.
Este último punto, Serrano (2000), señaló que “La familia es durante la infancia,
uno de los elementos más importantes del ámbito sociocultural del niño. Las
interacciones entre padres e hijos van moldeando las conductas agresivas” (Serrano,
2000, p.45), esto pone en relieve el papel de los vínculos afectivos dentro del
desarrollo de conductas agresivas, como señala Peña (2010), la presencia de vínculos
afectivos débiles, la falta de confianza en los padres, patrones de comunicación poco
fluidos o relaciones tensas y conflictivas entre padres e hijos, son también un claro
factor de riesgo para el desarrollo de comportamientos problemáticos o antisociales.
En esa línea, las investigaciones de Loeber y Dishion (1983, citado por Peña
2010), determinaron que la calidad de las relaciones entre padres e hijos es
fundamental, y que si esta relación es cálida y afectuosa, el desenvolvimiento de
conductas agresivas disminuye, por lo tanto, también se reduce el índice de
delincuencia juvenil.
29
Objetivos e hipótesis
Objetivos.
Objetivo general.
Determinar si existe relación entre los estilos de relación madre - hijo y la conducta
agresiva de los niños de 2 años de las salas de educación temprana del distrito del
Callao.
Objetivos específicos.
Hipótesis.
Hipótesis general.
Existe relación entre los estilos de relación madre hijo y la conducta agresiva
en los niños de 2 años de las salas de educación temprana del distrito del Callao
Hipótesis especificas.
Método
Tipo de investigación.
Diseño de investigación.
El diseño del presente estudio se encuentra dentro de los estudios del diseño no
experimental, puesto que, en este tipo de estudios no se realiza la manipulación de las
variables y donde se observa el objeto de estudio en su forma natural para luego
analizarlos; es decir, que no se construyen situaciones que alteren la realidad sino que
simplemente se recoge los datos de ésta tal y como se presentan. (Hernández,
Fernández y Baptista, 2006)
Ox
M r
Oy
Donde:
M = Muestra de investigación
Ox = Observaciones de la variable estilos de relación madre – hijo.
Oy = Observaciones de la variable conducta agresiva.
r = Índice de relación entre ambas variables.
32
Variables
Definición conceptual.
Conducta agresiva.
En cuanto al termino conducta agresiva, este puede ser definido como toda
acción externa, objetiva y observable que ejecuta el sujeto causando daño a otros
sujetos, con o sin motivo que justifique tal acción.
Definición operacional.
Tabla 01.
Definición operacional de la variable estilos de relación madre - hijo.
DEFINICIÓN
VARIABLE OPERACIONAL DIMENSIONES INDICADORES ITEMS
Puntaje de La Aceptación Expresión de afecto, interés 1,5,9,13,17,2125,
Escala de en actividades, desarrollo y 29,33,37,41,45
ESTILOS DE RELACIÓN MADRE –
desarrollo de un
comportamiento
independiente, por el
excesivo control.
Sobre Gratificación excesiva junto 3,7,11,15,19,23,2
indulgencia con la falta de control 7,31,35,39,43,47
parental que no permite
establecer límites en la
conducta del niño.
33
Tabla 02.
Definición operacional de la variable conducta agresiva.
DEFINICIÓN
VARIABLE OPERACIONAL DIMENSIONES INDICADORES ITEMS
Rechazo Negación de amor y 4,8,12,16,20,24,2
expresión de odio de la 8,32,36,40,44,48
madre hacia el niño en
términos de negligencia,
tosquedad y severidad.
Puntaje obtenido Agresión física Toda agresión corporal hacia otro 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7,
en el registro de que engloba acciones físicas de 8, 9, 10, 11, 12,
conductas ataque como patadas,, romper o 13.
CONDUCTA
AGRESIVA
Variables de inclusión.
Edad: 2 años.
Sexo: Masculino y Femenino.
Nivel socioeconómico: Bajo.
Área Geográfica: Distrito del Callao.
Dependencia: Salas de educación temprana.
Participantes
En este caso, la muestra estuvo conformada por un total de 30 niños de 2 años y sus
madres.
34
Instrumentos de la investigación
Para el desarrollo del presente estudio fue necesario la utilización de instrumentos que
ayudarán a obtener la información requerida de la muestra; por ello, se usaron dos
instrumentos para este fin, el primero de ellos, la escala de evaluación de la relación
madre hijo y el registro de observación de conductas agresivas para niños de 2 años.
A continuación se presenta cada uno de los instrumentos.
La escala está dirigida a las madres de niños cuyas edades sean igual o menor a 7
años, de diversos estratos socioculturales y educativos. La aplicación de la escala
puede ser de manera individual o colectiva; su duración en promedio es de 25 minutos
aproximadamente.
Calificación e interpretación.
Validez.
La validez del instrumento realizada por Arévalo (2005), la obtuvo de dos formas,
la primera de ellas, fue la validez de contenido, como señalan Hernández, Fernández y
Baptista (2006), se refiere a si el instrumento mide adecuadamente los componentes
de la variable a estudiar. Esto se realizó a través de la técnica del criterio de jueces, en
la que participaron 8 jueces quienes aprobaron unánimemente los 48 ítems de la
escala. Luego, se aplicó la validez de criterio a través de los datos recogidos de la
prueba piloto, utilizando el método ítem test, a través de la fórmula producto momento
de Pearson, corregida de acuerdo a la prueba de Mc Nemar, que “se utiliza para dar a
conocer si determinado “tratamiento” induce a un cambio en los elementos sometidos
a prueba” Guzmán (s.f.). En este caso se obtuvo una correlación real entre el ítem y el
total del test (r Mc N) r >0.35 mayor a r>0.21, por tanto se acepta como válido.
Confiabilidad.
Calificación e interpretación.
Validez.
Confiabilidad.
que no existieran diferencias entre los resultados de un día y otro, lo que demostraría
la estabilidad de las conductas manifestadas por los niños en ambos días. De la
misma forma, al ser procesados los 28 ítems estadísticamente solo fueron aceptados
17, que fueron los que presentaron valores que permitían el cálculo de la medias. A
partir de ello, se llegó a concluir que el registro de observación es una herramienta
confiable. Se describe en la tabla 01.
Tabla 01.
t Significación
1.376 .176
Quita objetos
-.197 .845
Golpea con la mano
Resultados
Análisis de resultados.
Tabla 02.
Resultado del nivel de aceptación de las madres hacia los niños de 2 años.
Nivel de aceptación N %
Pobre 5 16.7
Moderado 5 16.7
Alto 20 67
N= 30
Tabla 03.
Resultado del nivel de sobreprotección de las madres hacia los niños de 2 años.
Nivel de sobreprotección N %
Pobre 1 3
Moderado 3 10
Alto 26 87
N=30
Tabla 04.
Resultado del nivel de sobreindulgencia de las madres hacia los niños de 2 años.
Deficiente 3 10
Pobre 6 20
Moderado 11 37
Alto 10 33
N= 30
Tabla 05.
Resultado del nivel de rechazo de las madres hacia los niños de 2 años.
Nivel de rechazo N %
Deficiente 9 30
Pobre 4 13
Moderado 9 30
Alto 8 27
N=30
Tabla 06.
Resultado del nivel de conducta agresiva de los niños de 2 años
Bajo 08 27
Medio 12 40
Alto 10 33
N= 30
Tabla 07.
Coeficiente de Pearson para la medida de correlación entre actitudes maternas y
conducta agresiva de los niños de 2 años.
Conducta
agresiva Aceptación Sobreprotección Sobre indulgencia Rechazo
1 Conducta agresiva --
.001 --
2. Aceptación
4. Sobre
.183 .167 -.167 - -.
Indulgencia
* p<.05
Discusión.
Asimismo, Lyns (1993) quien estudio la relación madre hijo y los problemas
conductuales, reportó que el predictor de mayor incidencia provenía de los
comportamientos hostiles de la madre. Sin embargo, en el estudio realizado por
Vásquez (2002), revela todo lo contrario, puesto que encontró que los problemas de
conducta tenían relación significativa con la actitud de sobreprotección y sobre
indulgencia.
único condicionante de la conducta agresiva de los niños, sino que sugiere que otros
factores estarían implicados en ello.
Por otro lado, Peña (2010), señala que la presencia de vínculos afectivos
débiles, la falta de confianza en los padres, patrones de comunicación poco fluidos,
relaciones tensas y conflictivas entre padres e hijos, se convierten en factores de
riesgo para el desarrollo de comportamientos problemáticos o antisociales. En esa
misma dirección, Loeber y Dishion (1983, citados en Peña, 2010) y Serrano (2000),
coinciden con este hecho, confirmando a través de sus investigaciones que la calidad
de las relaciones entre los padres e hijos es fundamental, y que la agresión tiende a
disminuir si la relación entre estos es cálida y afectuosa.
47
En ese sentido, Ruiz (1980), concuerda con dicha apreciación, porque el indica
que las reacciones agresivas iniciales se establecen en las primeras relaciones madre
– hijo, y estarían reunidos en dos periodos configuradores de la conducta agresiva, el
mundo familiar y el modelado social. Además señala que en esta relación se fijan
tendencias de la personalidad al relacionarse con otros basados en los tipos básicos
de relación, el incorporativo, destructivo y regresivo, que tienen alta correlación con las
conductas delictivas.
puesto que, los niños entraban a evaluación final la primera semana de diciembre y no
se iba a poder realizar la observación por motivo que estos solo asisten en parejas a
horas determinadas a dicha evaluación.
Conclusiones.
Los estilos de relación madre - hijo no guardan relación con la conducta agresiva
de los niños de 2 años del distrito del Callao.
Sugerencias.
Para futuros estudios se sugiere en cuanto a las madres, realizar la toma del
cuestionario de manera individual o en grupos más reducidos, para evitar que por
timidez o vergüenza no se atrevan a preguntar sobre aquellos ítems que no eran
claros para ellas.
violencia en la sociedad que diversos autores han señalado que tiene su origen en la
infancia temprana. En ese sentido, también debe ser un tema a considerar en futuras
investigaciones que contribuyan a la comprensión de la agresión en niños pequeños,
que permitan generar modelos de intervención efectivos con niños de estas edades.
51
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pdfs/statisticsSOWCSpec_Ed_CRC_TABLE209.%20CHILD%20PROTECTIO
N_EN_111309.pdf
INSTRUCCIONES:
Lea cuidadosamente, luego marque con un aspa (X) en el recuadro que considere
correcta en su opinión o sentimiento, en la hoja de respuestas, utilizando los siguientes
criterios (alternativas):
Marque debajo de CA, cuando usted esté completamente de acuerdo con la afirmación
Marque debajo de A, cuando usted esté de acuerdo con la afirmación
Marque debajo de I, cuando usted este indecisa con la afirmación.
Marque debajo de D, cuando usted esté en desacuerdo con la afirmación
Marque debajo de CD, cuando usted esté completamente en desacuerdo con la
afirmación.
Conteste a todas las afirmaciones, pero marcando solo una de las alternativas, que
considere adecuada. Debe cuidar que su respuesta coincida con la afirmación, para ello
se encuentran enumerados de forma horizontal, siga el orden de la numeración.
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
Fecha:
TOTAL
NOMBRES
CATEGORIA
INDICADORES
Quita objetos
Jalonea
Empuja
Jala el cabello
Se echa encima
AGRESIÓN FÍSICA
Anexo 3
Forcejea
Aprieta el cuello
Patea
Grita al otro
Hora de termino:
Grita a la maestra
Si lo hace
TOTAL
No lo hace
Anexo 4
Índice V de Aiken
Tabla 01.
Prueba de normalidad Kolmogorov-Smirnov para conducta agresiva y las dimensiones de crianza materna
n = 30