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Supervisión directa
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La arquitectura penitenciaria de nueva Generación
¿Qué es la Supervisión Directa?*
Resumen
Hasta bien entrado el siglo XX los proyectos para edificios penitenciarios se
mantuvieron dentro de los lineamientos originados en los partidos arquitectónicos
clásicos. Estos planteos, si bien habían evolucionado desde sus orígenes, resultaban
inadecuados para las exigencias de la penología moderna. Durante la posguerra se
profundizó la experimentación con nuevos modelos arquitectónicos junto con la
incorporación de conceptos provenientes de la psicología ambiental, disciplina que
estudia la relación entre el comportamiento humano y el ambiente. Resultado de esta
evolución son los recientes proyectos de cárceles y prisiones conocidos como de “nueva
generación” que parecen estar destinados a reformular la concepción arquitectónico-
operativa de los institutos penitenciarios y cuyo desarrollo y características se
presentan a continuación.
“Una auténtica reforma de las prisiones debía comenzar por la arquitectura penitenciaria”
(Salillas, 1888).
6. — La Tercera Generación
La generalización del concepto “Podular-Supervisión Directa” potenciada por el auge de
construcciones penitenciarias en los Estados Unidos permitió ir mejorando el prototipo
original. A esto contribuyeron las evaluaciones post-ocupacionales que demostraron las
ventajas de los nuevos diseños, una mayor intervención del poder judicial en favor de
mejoras en las condiciones de detención y en la creciente participación de arquitectos
especializados en los proyectos de nuevas instituciones.
Las cárceles y prisiones desarrolladas con este diseño incorporan a su vez los resultados de
las evaluaciones realizadas de las que han sido habilitadas, habiéndose completado ya
varias “generaciones” de establecimientos.
Entre las últimas innovaciones introducidas se encuentran las celdas sin instalaciones
sanitarias [14], el empleo cada vez más frecuente del partido arquitectónico tipo “campus
plan” de los edificios y un extensivo uso de los ordenadores a fin de reducir la dependencia
que los internos tienen del personal (Wener, 1995).
Así mismo su aplicación trascendió las fronteras norteamericanas, donde se han construido
alrededor de 300 cárceles de “nueva generación” y regímenes similares son empleados en
Canadá, Reino Unido, Israel, Australia y Nueva Zelandia [15]. También se encuentra en
implementación en Argentina y bajo el nombre de “sécurité dynamique” en Francia.
Las barreras físicas de seguridad se concentran en el perímetro, evitando de esta forma una
sucesión de espacios con separaciones rígidas, lo que permite una mayor movilidad del
interno dentro del módulo y una mejor interacción con el personal, contribuyendo a reducir
las tensiones.
El aspecto interior busca reducir al mínimo el trauma del encarcelamiento mediante la
eliminación de aquellos elementos que le dan su carácter simbólico. La incorporación de la
iluminación natural, colores, nuevos diseños y nuevas tecnologías de materiales, como el
policarbonato multilaminado, posibilita generar ambientes más normales alejados de la
tradicional imagen carcelaria.
La cantidad de celdas por unidad residencial varía entre 48 y 64, según el tipo de
establecimiento[16].
Las celdas son individuales, con servicios sanitarios en su interior, su puerta es ciega con
una pequeña ventana que otorga una discreta visual de su interior sin comprometer la
privacidad del interno.
El salón de estar es de doble altura, con abundante iluminación natural y amplias ventanas
al exterior. Se diseñan de forma de crear "rincones", donde los internos puedan agruparse
según su afinidad o actividad.
El puesto de trabajo del agente consta de un mostrador o escritorio, de forma que posea un
lugar propio, pero sin crear barreras físicas entre él y los internos. Desde este sitio el agente
tiene una visión directa de todos los lugares del pabellón, a fin de que no se produzcan
“zonas ciegas” a su observación. Toda la sala de estar, las puertas de las celdas, las duchas,
el patio exterior, los accesos a salas de apoyo, recintos de visitas, etc. se encuentran a la
vista del celador.
Entre sus principales ventajas respecto de otros sistemas arquitectónicos se cuentan las
siguientes:
a) Los agentes se encuentran en permanente contacto con los internos y pueden ejercer una
acción positiva en orden a guiar las acciones de los internos y a controlar su
comportamiento, lo cual se traduce en una reducción de incidentes.
b) Se genera una atmósfera de trabajo en equipo al no existir barreras físicas entre los
internos y el personal, facilitando la comunicación interpersonal y reduciendo el
sentimiento “ellos y nosotros”.
c) Resulta factible, dada la geometría del edificio, la iluminación y ventilación natural a
todas las celdas.
d) Generalmente se puede acceder al pleno de instalaciones [17] de las celdas desde el
salón central o desde el exterior. Esto facilita las tareas de mantenimiento.
e) Al permanecer el personal dentro del “pod” durante las 24 horas, la observación de los
internos es permanente, por lo que nunca quedan sin supervisión.
f) La generación de un ambiente más normal [18] transmite un mensaje positivo,
favoreciendo conductas razonables y permite emplear materiales adecuados para mejorar
las calidades del entorno y reducir los niveles de ruido.
g) Dado que el agente es el responsable del lugar y “su” sector le pertenece, los internos
asumen el rol de “visitantes”, tratando con cuidado los elementos y velando por la limpieza.
El incumplimiento de estos aspectos resulta en su inmediato apartamiento a un sector de
mayor rigor disciplinario, con la consiguiente pérdida de beneficios.
h) Una de las principales causas de violencia en las cárceles es la lucha interna por el
liderazgo. Ya que sólo puede haber un líder en cada sector, éste debe ser necesariamente el
agente. En principio el agente no tiene otra seguridad que su propia autoridad, por lo que
debe basar su relación con los internos mediante el empleo de técnicas fundadas en la
intercomunicación personal.
9. —Conclusiones
Desde sus orígenes la arquitectura penitenciaria ha estado íntimamente ligada al régimen
penitenciario. Aquí se cumple, en mayor medida que en otras tipologías edilicias, la
tradicional consigna arquitectónica acuñada por Louis Sullivan “la forma sigue a la
función”.
El régimen y sus particularidades son representativos de las diferentes corrientes sociales y
penológicas que van evolucionando con la civilización.
La creciente complejidad del tratamiento penitenciario y las variaciones sociales y
culturales van dejando atrás los clásicos diseños de cárceles y prisiones, que resultan
inadecuados y disfuncionales para responder a las exigencias que requieren las modernas
instituciones penitenciarias.
La innovación arquitectónica resulta necesaria dado que el régimen penitenciario viene
experimentando una permanente transformación desde sus orígenes basados en el
aislamiento y que se funda cada vez más en un mayor grado de participación y
socialización de los internos dentro de los establecimientos, al tiempo que exigen de los
agentes penitenciarios una mayor comunicación e interacción con aquellos.
La aplicación de modernas técnicas de liderazgo, mediación, resolución de conflictos y
otras herramientas de “management” se ven favorecidas por el diseño adecuado del entorno
arquitectónico mientras que, por el contrario, los antiguos edificios con sus limitaciones
espaciales y sus barreras físicas dificultan, cuando no imposibilitan, la interacción entre
agentes e internos.
La arquitectura penitenciaria de nueva generación pareciera estar dando una adecuada
respuesta a las necesidades actuales de las cárceles y prisiones, mediante la creación de
edificios que resultan más normales, con un menor grado de institucionalización y que, al
generar mejores condiciones de habitabilidad, incrementan las posibilidades de una efectiva
reinserción de los internos en la comunidad.