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SALUD MENTAL, INFANCIAS, MODA Y CRUELDAD1


Alejandra Giacobone, Mayo 2018
Publicado en Periódico Mensual Actualidad Psicológica (Septiembre 2018) DIAGNOSTICOS EN LA INFACIA

Apostando al rescate subjetivo de las infancias vulneradas por la moda de etiquetar, el


pensar con otros enriquece el saber hacer que nos ubica haciendo lugar y donando escucha.
Humanizando las prácticas para combatir el borramiento de sentido existencial que produce la
patologización de la vida.
Clarice Lispector (1969) “Revelación de un mundo”.
NIÑO DIBUJADO CON PLUMA
¿Cómo conocer alguna vez a un niño? Para conocerlo tengo que esperar a que se deteriore,
y recién entonces estará a mi alcance. Allá está él, un punto en el infinito.
Nadie conocerá su hoy. Ni él mismo.
En cuanto a mí, miro, y es inútil: no logro entender algo actual totalmente actual.
Lo que conozco de él es su situación: el niño es aquel en quien acaban de nacer los primeros dientes y es
el mismo que será médico o carpintero.
Mientras tanto —allá está él sentado en el piso, de una realidad que he de llamar vegetativa para poder
entender. ¿Treinta mil de estos niños sentados en el piso tendrían la oportunidad
de construir otro mundo, uno que tomara en cuenta la memoria de la actualidad absoluta a la que un día
perteneceremos? La unión haría la fuerza.
Allá está él sentado, iniciando todo de nuevo, pero, para su próxima proyección futura, sin ninguna
oportunidad verdadera de iniciarlo realmente.

Los diagnósticos, las etiquetas, la moda. La musicoterapia en la infancia. La salud


mental. El consumo y el consumismo. La crueldad. El biopoder. Los equipos. La red.
Estamos ante nuevas infancias y nuevas subjetividades que nos exigen nuevos modos de
comprender los procesos en paralelo a una arrasadora tendencia de simplificación del
padecimiento.
Daniel Stern (1991) se pregunta al respecto de los infantes (niños pequeños) ¿Qué
piensan y sienten? ¿Qué mundos interpersonales crean? Y aclara: “lo que imaginamos que
experimenta el infante da forma a nuestras ideas sobre lo que el infante es. Esas ideas
constituyen nuestras hipótesis de trabajo sobre la infancia”.

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Registro Propiedad Intelectual Nº 26945467/2018
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Traigo el pensamiento de Stern, para no perder de vista que nos motiva la


incertidumbre, aunque a veces queramos una guía de certezas.
El diagnosticoi implica examinar y analizar una situación para discernir y pensar
estrategias o acciones de resolución. En la tarea médica, supone ese primer acto de inclinarse
ante otro que padece para entender que pasa y poder indicar una terapéutica. ii
Una etiquetaiii es “una señal, una marca o un rotulo que se adhiere a un objeto o
mercancía para su clasificación o valoración”. Por eso se lo usa en el sentido de clasificación
estereotipada y simplificadora. Un error fatal suele ser confundir nombre con etiqueta.
Etiquetar no es lo mismo que ponerle nombre.
Ivonne Bordelois, en 2009, dice en una entrevista acerca de su obra A la escucha del
cuerpo: “Hay que tener mucho cuidado porque hay para quienes no es la enfermedad lo que
mata, sino el diagnóstico.” Y se refiere al modo implacable y sentencioso con el que algunos
profesionales de la salud usan las palabras para comunicar un diagnóstico, imperando a veces
cierto sadismo permitido por la sociedad. Esto se traduce en muchas prácticas crueles a las que
los niños diagnosticados son sometidos. Retomaremos esto más adelante.
La moda2iv alude a “modo” y “medida”. Se refiere al conjunto de vestimenta y adornos
basados en gustos, usos y costumbres durante un periodo histórico determinado.
Gusto colectivo y cambiante, valorado y aceptado en una época determinada.
Inevitablemente asociado con la sobrevaloración del envoltorio ornamental por sobre el
contenido del portador de la moda.
Avanzaremos en la reflexión sobre el tema, ubicándonos en el terreno de las infancias
desde un pensamiento subjetivante y una perspectiva de derechos.
La clasificación diagnostica en salud mental tiene su historia. Desde el primer DSM de la
Asociación Americana de Psiquiatria (EEUU) en 1952 hasta el controversial DSM V en 2015, es
posible apreciar la influencia del mercado de la salud condicionando la manera de pensar los
padecimientos mentales humanos. La trasformación de síntomas en trastornos y el exceso de
comorbilidades que revelan la insistencia de los niños en presentar síntomas y de los
profesionales en aplicar terapias funcionales para cada síntoma, así hasta el absurdo.
Me pregunto si el DSM VI se ocupará de los objetos del mercado por sobre los sujetos
del encuentro, arribando a una clasificación de los seres sin sentido.
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Del TGDv al TEAvi, hay todo un proceso de colonización subjetivavii que instala la idea de
condición neurológica de nacimiento, para aplastar cualquier intento de existencia subjetiva
indomable. Domesticando como estrategia para convivir con la diferencia y desligarnos de toda
responsabilidad relacional o vincular.

ANCLAJES MUSICOTERAPEUTICOS
(Estimado lector, si lo prefiere, puede saltar esta parte ahora, continuar por ABORDAR LAS INFANCIAS y retomar la
lectura aquí luego)

Habiendo sido invitada a “compartir las reflexiones que su experiencia y trayectoria le


aportan en relación al tema”, hablo como musicoterapeuta y desde esta profesión que milito
activamente por las infancias libres y respetadas. En mí recorrido personal, me he dedicado al
estudio del desarrollo infantil para comprender los trastornos tempranos del desarrollo,
ubicando la importancia del acompañamiento y la escucha, el sostén disponible no intrusivo y
los impresionantes mecanismos reparadores de la elastanciaviii (termino con el que sintonizo
mucho más que el de resilienciaix). Confirmando que desde los primeros descubrimientos
acerca del trauma psíquico temprano, las fallas en el vínculo temprano permiten predecir fallas
en el desarrollo del infante humano.
Esto fue generado por mis primeros pasos en la práctica profesional, determinados por
el campo de la rehabilitación de los años 80, la organicidad y la neuropatología, que me
llevaron a profundos cuestionamientos sobre el notable abismo entre dicho campo y el de la
Salud Mental.

La conceptualización de la práctica musicoterapéutica que construye su especificidad se


puede ubicar hoy en superar la representación social de una especie de actividad que
entretiene o la ilusión de una farmacopea musical que, en manos de personas con título, viene
muy bien para aquellos niños con los que ya nadie sabe qué hacer. Visibilizando una ética de la
práctica profesional que involucra la experiencia sonoro musical humanax, competencia
disciplinar que no se confunde con un hacer aficionado. Trabajando en red, pregonando el
“elogio de la falta”xi como núcleo de la tarea interdisciplinaria respetuosa que permite el mutuo
reconocimiento.
Un Musicoterapeuta es hoy un profesional académico y legalmente reconocido por los
organismos de Salud nacionales, y su práctica se encuentra legalmente regulada. Compartimos
responsabilidades y derechos en el contexto de las profesiones de la salud argentinas.
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Considerando que el diagnóstico es una construcción interdisciplinaria, es pertinente


comentar como pensamos algunos Musicoterapeutas el diagnóstico:
Gauna (2008) dice “El diagnóstico en musicoterapia (aproximación diagnóstica) tiene
como objeto reconocer cuáles son los parámetros sobre los cuales se construyó el discurso del
padecimiento y enunciar alternativas en su posible desconstrucción estética.” “El diagnóstico en
musicoterapia es una co-construcción entre infante-niño y terapeuta. Allí los contenidos serán
delineados tanto por la espontaneidad puesta en juego en el infante y/o niño, como por los
aportes teóricos y de la experiencia del musicoterapeuta; todo tendiente a ofrecer una
“apertura expresiva” en el niño, sostenida y contenida desde la misma expresividad del
terapeuta.”
Trabajamos en el campo expresivo adentrándonos en una clínica particular que opera
en las trincheras de la salud mental, descifrando interioridad y apostando al cambio saludable
que las huellas vivenciales del encuentro clínico musicoterapéutico produce en la construcción
de la experiencia de los niños y sus familias. Un hacer que renueva una y otra vez los
interrogantes sobre los niños, nosotros y la vincularidad.

"El niño produce discurso sonoromusical en el encuentro con el terapeuta. El intercambio


en la escena clínica le permite experimentarse a sí mismo como un ser expresivo y comunicativo.
Su decir es alojado. Escuchar en el decir sin sucumbir a la tentación de traducir: eso es lo que
hace un Musicoterapeuta." A.Giacobone, 2017

En este tiempo veloz, configuracional y continuo, el desafío parece ser la pausa, la


quietud, el silencio, el proceso, el de a una cosa por vez. El de volver a mirar y volver a
escuchar. El de acompañar un experimentarse a sí mismo como ser existiendo con otros.
Allí donde un niño que sufre es apenas oído en su ruido, un Musicoterapeuta puede,
con su escucha experta, hacer de ese decir un lenguaje.
La herramienta de la musicoterapia no son los instrumentos, ni la voz, ni la música, esos
son materiales. La herramienta es un escuchar musicoterapéutico donde la musicalidadxii
humana se revela como andamiaje de la subjetividad y devela, en la escucha del
musicoterapeuta, los dolores, las fragmentaciones, las ajenidades, y otros sufrimientos
propiamente humanos.
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Hablar de clínica en la temprana infancia en el contexto de la salud mental infantil nos


exige trabajar en red, articular los saberes.
Interdisciplinar en la clínica de niños pequeños, implica un profundo trabajo de enlaces
e involucramiento. Una red que se teje con respeto por las especificidades disciplinares. “Lo
sonoromusical”, en tanto andamiaje de la subjetividad, es el núcleo de la clínica
musicoterapéutica en la temprana infancia. La sonoridad es, en tanto musicalidad primordial, la
especificidad de la escucha musicoterapéutica que hace oídos al decir originario en el vínculo
temprano, a la afectividad jugada en la intersonoridadxiii, a la construcción dialógica de la
expresividad en sintonía, a la entonación de los encuentros primordiales que conforman el
entonamiento afectivo.
Así "lo sonoro” (y "lo corporal") se presenta a la comprensión del desarrollo infantil
temprano con la tentación de traducción. Allí, la musicoterapia clínica apuesta una
conceptualización superadora, un notable más allá de la actividad arte-terapéutica, una
apreciación posible a lo que la danza y la música – como producciones culturales- apenas se
aproximan. Lo sonoromusical irreductible al cuerpo y a la palabra. Entre lo inaudito y lo
intraducible: lo sonoromusical en el origen subjetivo humano expresado en la musicalidad
primordial.
El desafío en la tarea con otros profesionales es justamente la de tramar un sujeto en la
red que se dispone a alojarlo. La apertura teórica es justamente la del esfuerzo comprensivo
donde se ponen en riesgo las certezas de algunos saberes disciplinares instalados.
Aún maravillados con la intervención del compañero, aún interesados en la disciplina vecina,
nuestros pacientes tienen derecho a profesionales que puedan elogiar la falta de la propia
práctica para garantizar un tratamiento posible sin fagocitar conceptualizaciones ajenas y
forzándolas a encajar en la propia.

ABORDAR LAS INFANCIAS

Hace unos 30 o 40 años, los niños con problemas eran atendidos en ámbitos llamados
de Rehabilitación Discapacidad o de Psiquiatría y psicopatología, dividiendo así los males
orgánicos de los mentales. En tiempos del modelo rehabilitador tradicional, los niños con
discapacidad son estimulados, habilitados, rehabilitados -todo el tiempo- para lograr el
funcionamiento neuromotor y cognitivo máximo posible en el contexto de su enfermedad o
condición. El modelo rehabilitador que ubica al terapeuta frente al niño como el que sabe lo
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que falta y como darlo, parece no conocer distinción entre patología y diagnóstico. Así, cada
niño pequeño que no se manifiesta como se espera para su edad, es ingresado al ámbito
rehabilitador estimulador para enseñarlo, recuperarlo, entrenarlo: hacer que funcione.
Encajando la falta de organicidad comprobable, en algún enunciado diagnostico como
Disfunción Cerebral Mínima, Retraso Madurativo, u otros. Paralelamente los niños psicóticos,
autistas o con trastornos emocionales severos, son atendidos en el ámbito de la psicopatología
infanto juvenil, con edades no menores a los 7 u 8 años.
El cambio paradigmático del concepto de Salud Mental produce (no sin esfuerzo, no sin
lucha) nuevos modos de concebir el mundo subjetivo de los niños con discapacidad física y
neuromotríz.
Las profesiones de la rehabilitación y las de la salud mental comienzan a compartir
ámbitos, preguntas, investigaciones, conocimientos.
Avanzan los estudios y saberes acerca del desarrollo emocional temprano y la influencia
de los vínculos, los tratos, el ambiente afectivo, los cuidados, el valor del jugar en la
construcción de una vida psíquica saludable.
Hasta que el DSM-4 posterior al DSM-3-revisado, Clasifica los Trastornos de Inicio en la
Infancia, Niñez y Adolescencia, otorgando a todos los criterios, el famoso “origen
neurobiológico” de los padecimientos infantiles.
Esto significo, evidentemente, la replicación de los métodos rehabilitadores funcionales
a todos los niños con algún diagnóstico de “origen neurobiológico”, etiquetando e instalando
modelos domesticadores.
Cuando el DSM-5 pasa a enunciar dichos trastornos como Desordenes del
Neurodesarrollo, se confirma la negación de lo inefable en la constitución subjetiva. Allí
podríamos decir que se establece una batalla entre las prácticas funcionales y las subjetivantes.
Muestra de ellos son las multiterapias basadas en aplicaciones para estimular/rehabilitar cada
una de las funciones que cada niño etiquetado/diagnosticado manifiesta “inadecuadas”.
La infancia comenzó a perder su derecho a la escucha de la singularidad cuando se
describió todo padecimiento emocionalxiv infantil como de origen neurobiológico y como
desorden del neurodesarrollo. Con ese lapidario enunciado, comenzó a hacerse cada vez más
difícil dar lugar a la interioridad que se expresa en cada manifestación.
Ya Sptizxv en 1950, nos enseñó sobre el estrago causado por una ausencia afectiva de
una figura central en el desarrollo emocional y físico. No hace falta redescubrirlo ante el
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aplastamiento subjetivo de una tratamiento domesticador, se sabe de antemano (¿O falta


estudio?...). Hace mucho que sabemos que los niños que no son alojados vincularmente
pueden morir o enloquecer.
Hoy sabemos de los múltiples modos de manifestación del padecimiento emocional y
psíquico en la infancia. Saberes que al menos deberían alertar a todos los profesionales
involucrados en el diagnóstico, acerca de lo devastador que puede ser para un niño
malinterpretar sus manifestaciones o al menos reducirlas a un efecto neurobiológico que no lo
incluye en el mundo amoroso que lo desprecia.

UN PANORAMA EPOCAL
Este encuentro por 6to año tiene el notable valor de sostener el rescate de la reflexión y
el intercambio. Casi como lo que nos debería generar la clínica en salud mental de las infancias:
interrogación, incertidumbre y construcción con otros. Tramar UN sujeto entre todos.
La simplificación de lo complejo y la vulgarización de los modos en que se dictamina el
futuro de un niño, son ataques que nos revelan inaceptables planteos en el nombre de “la
ciencia”: como lo “comprobado clínicamente y validado empíricamente” con lo que se
fundamentan practicas crueles.
Me refiero a la lógica tratante del “funcionamiento infantil” que implica un modelo
terapéutico funcional al sistema de consumo. Consumo de capacitaciones, técnicas, métodos,
materiales para hacer funcionar a los niños (¿rebeldes?). En perfecta coherencia con el modelo
funcional de abordaje del sufrimiento infantil, el niño diagnosticado es objeto de producción y
venta de múltiples mercancías (métodos, técnicas, juguetes, etc.), cuya implementación
supondría éxito en la medida que se cuente con la correspondiente certificación otorgada por
la marca registrada de la empresa que la vende. Dice Nora Merlinxvi: “la ciencia transformada
en tecnología, produce y oferta continuamente, a través de la publicidad y los medios de
comunicación, objetos de consumo que portan la promesa de tapar la falta estructural del
sujeto.” Pensemos, entonces, que lleva a un profesional de la salud a consumir dichos objetos y
las consecuencias que esto tiene en aquellos a quienes trata. “Convertido en un consumidor el
individuo paga sus objetos acumulables no solo con dinero sino al precio de su propio
adormecimiento” (Nora Merlínxvii)
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Nos encontramos con que las subjetividades colonizadas por el mercado exigen una
continua explicación de lo obvio y un constante recupero del sentido común.
Se crea y aumenta una demanda que alimenta el consumo para el que se necesita una
razón diagnostico epidemiológica, y así se banaliza el acercamiento al paciente y su sufrimiento,
se descuida el modo en que se les comenta a los padres las presunciones diagnósticas, se
apresura el dictamen.
El niño es consumidor o consumido, quedando atrapado en una lógica de dominación
(concepción biopolítica de la infanciaxviii), mientras las practicas subjetivantes van en franco
desprestigio tanto por el avance de la comercialización de la salud, como por el desacertado
modo culpabilizador parental de algunas orientaciones hegemónicas en el campo del
padecimiento mental infantil.
Podemos pensar también que existe cierto descuido competencial de las profesiones y
disciplinas en nombre de una sumatoria de actividades varias para paliar el desconcierto.
También una notable omnipotencia al signar un padecimiento y nombrar una marca de
moda en el mundo simbólico de unos padres desesperados, olvidando así todo resto de
vitalidad para el rescate subjetivo.
Para superar los conocimientos y prácticas hegemónicas, corremos el riesgo de
reemplazar la solemnidad por la vulgaridad que hasta llega a expresarse como un show de
stand up, banalizando el padecimiento.
Así, entre la carencia y el exceso, los niños dejan de ser identificados en su infancia para
ser nombrados en su diagnóstico, maquillado de “condición”, donde todos -menos ellos
mismos - hablan y hasta saltan de alegría.
No voy a adentrarme ahora en esto, pero quiero al menos mencionar, que cuando
Eduardo Bustelo se refiere al capitalismo infantilxix, arroja luz para comprender en el contexto
de una infancia pensada desde el biopoder, el efecto de la mercantilización de niños y niñas
cuyo resultado es el de abolir toda posibilidad emancipatoria.

El DSM-6 podría describir una patología de la escasez vincular y el descuido comórbido


con una naturalización de la domesticación y la crueldad.
O podemos preguntarnos ¿Qué será de nosotros sin la dimensión estimulante de la
incertidumbre que nos motive? ¿Qué será de los niños, sus infancias, sus dolores, sus
maravillas?
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No podemos permitir que la complejidad humana se reduzca a un fenómeno


neurobiológico. Las infancias están aquí y ahora ante nuestros ojos y oídos, miremos y
escuchemos.
Para terminar, me gustaría comentar que algunos Musicoterapeutas argentinos
pensamos que:
Adentrándonos en los andamiajes de la subjetividad humana, encontramos aquello que
pensamos solo la adornaba, como la musicalidad primordial que corporiza, la sensibilidad del
encuentro en un más allá del piel a piel, la amorosidad de los tratos que deviene ternura en el
alivio.
Así como es imposible reducir la sonoridad humana al cuerpo o a la palabra, así es de
imposible reducir al sujeto a una etiqueta diagnostica.

ALEJANDRA GIACOBONE
MAYO 2018

Bibliografía consultada
Bordelois, I, 2009, A la escucha del cuerpo, Ed. Libros del Zorzal
Bustelo, E, 2007, El Recreo de la Infancia, Ed. Siglo Veintiuno
Gauna, Giacobone, Licastro, 2015, Musicoterapia en la Infancia, Tomo 1, Ed. Diseño.
Hoffmann, M, 2004, Los arboles no crecen tirando de las hojas, Ed. Del Nuevo Extremo.
Merlin, Nora, 2017, Colonización de la Subjetividad, Ed. Letra Viva
Stern, D, 1991, El Mundo Interpersonal del Infante, Ed. Paidos.

i
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (RAE): “Determinación de la naturaleza de una enfermedad mediante la observación de sus síntomas. Calificación
que da el medico a la enfermedad según los signos que advierte”.
ii
GIACOBONE, 2008, La Supervisión Clínica del equipo de Musicoterapeutas del Hospital Público: “…Cuando una disciplina es pensada y actuada
en tanto terapia, remite a la terapéutica que es en rigor “la parte de la medicina que enseña los preceptos y remedios para el tratamiento de las
enfermedades”. Alude a las instrucciones (o prescripción) que da un superior al respecto del uso y/o ejecución de los recursos que podrían
servir para el alivio de una dolencia. En este orden, la musicoterapia se reduciría a una aplicación útil y tal vez beneficiosa. Cuando pensamos en
términos clínicos, suponemos una práctica. En rigor la clínica es la parte práctica de la enseñanza del arte de curar. En salud esto alude al
ejercicio (contacto) directo con el paciente y su tratamiento. Clínica del latín clinicus: “que visita al que guarda cama” y del griego klinike: ”de la
cama”, un “inclinarse”. Nos trae la imagen de una inclinación atenta, sensible, disponible y escuchante hacia el paciente: sujeto padeciente. En
esta perspectiva podemos ubicar en la clínica de los profesionales de la salud, un acceso a la singularidad del otro en cuidado. El abordaje
musicoterapéutico supone una tarea clínica y en este sentido, la supervisión es también un acercamiento para tratar con otros los asuntos de la
relación terapeuta – paciente. Tratar, emprender, plantear, proponer, aportar, llegar: abordar.”
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iii
RAE, Op.cit
iv
RAE, Op.cit
v
Trastorno Generalizado del Desarrollo
vi
Trastorno del Espectro Autista
vii
Nora Merlin. “Consideramos que el neoliberalismo lleva a cabo una construcción biopolitica basada en la apropiación y el disciplinamiento
social, un dispositivo de colonización de la subjetividad cuyo objetivo es la producción de un hombre nuevo. A esta operación, en la que los
medios de comunicación corporativos desempeñan una papel crucial, la denominamos colonización; sus principales consecuencias son la caída
del sijeto y el desarrollo de una cultura de masas.”
viii
Hoffmann, Miguel: “capacidad humana de recuperarse de un golpe, de una impresión negativa, de un traumatismo”. Se refiere al tejido
elástico de vivencias y experiencias que constituye la base sobre la cual vamos armándonos como personas. Cuando se corta el hilo del tejido,
se hace un agujero en la trama que después hay que remendar. El tejido sigue y el agujero se remienda siempre y cuando las condiciones lo
permitan. (Se asocia con Elasticidad)
ix
“Capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una adversidad, de superarla e incluso salir fortalecidos de la situación” CyrulniK,
Boris, 2004. (Se asocia con Resistencia)
x
Ley 27.153. Ley nacional de ejercicio profesional de la Musicoterapia en Argentina.
xi
Gracias a Marcela Armus por esta manera de pensar la interdisciplina.
xii
Nos referimos a la misma como condición de la especie, no como producción de la cultura.
xiii
Concepto trabajado por Licastro y Giacobone, MT en la Infancia Tomo 1, 2015.
xiv
Uso la palabra “emocional” para generalizar en el texto los padecimientos mentales, psíquicos, subjetivos, vinculares
xv
René Árpád Spitz (Viena, 29 de enero de 1887 - Denver, 11 de septiembre de 1974) fue un psicoanalista austro-estadounidense.
xvi
Nora Merlin, op cit.
xvii
Nora Merlin, op cit.
xviii
Eduardo Bustelo, 2011, El Recreo de la Infancia: “la biopolítica se centra en el análisis de las relaciones sociales como relaciones de
dominación, poniendo en evidencia el control de la vida desde la infancia temprana hasta el dominio del hombre desde su interioridad. La
biopolítica no es solo el disciplinamiento de la infancia sino también el biopoder como control de la subjetividad.”
xix
Eduardo Bustelo, op.cit.

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