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EL SENTIDO DE LA LEALTAD Y EL SENTIDO DE LA VIDA

Dra. Adriana Sosa Terradas (Ph.D)


Resumen

La reflexión acerca de las virtudes humanas integradas al campo de la


Psicología y de la psicoterapia en particular, viene siendo uno de los temas que
me ocupa ya que lo considero medular para la evolución de la conciencia
humana en un mundo que les da la espalda.

Viktor Frankl en su “Manifiesto de 1927”, ideas que lo llevan a su alejamiento


definitivo del Círculo de la Psicología Individual de Adler, sostiene que es
indispensable que en toda logoterapia se haga visible la visión de la vida y del
mundo que tienen nuestros pacientes. Frankl nos insta a iluminar a la persona
que sufre psicológicamente para que pueda tomar consciencia de su
responsabilidad ante sus elecciones.

Para que ello sea posible, el terapeuta deberá ayudar a la persona a clarificar
dónde verdaderamente la vida lo está llamando a diferencia de aquellos
mandatos inconscientes que lo empujan a repetir estilos de respuesta que lo
llevan a sentirse desdichado.

En esta ocasión propongo reflexionar acerca del sentido de la lealtad, presente


en muchos de nuestros pacientes vinculado al sentido de la vida.

Desarrollo

Etimológicamente, la palabra “virtud” proviene del griego areté y del latín


virtus, y englobando ambos conceptos podemos definirla como “
un hábito, una disposición estable, una inclinación adquirida, como una
segunda naturaleza que hace posible a nuestras facultades operativas la
realización excelente de nuestros propios actos.” Aristóteles le da a la virtud
esta consideración de hábito, ya que sostiene que no está en nuestra
naturaleza sino que es consecuencia de la práctica o repetición. Los hábitos
pueden ser buenos o malos, los hábitos malos son llamados vicios ya que nos

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alejan del cumplimiento de nuestra naturaleza, mientras que los hábitos
buenos reciben el nombre de virtudes. Sintetizando, las virtudes son
cualidades humanas que nos permiten ejecutar las decisiones correctas en las
situaciones más adversas.

Josep Pieper (1904-1997), filósofo alemán sostiene que ya no hablamos de


virtudes porque vivimos en un mundo deshumanizado, en el cuál la naturaleza
humana aparece desfigurada y propone un retorno a la reflexión acerca de las
mismas como un camino seguro de humanización.

Como paradigma de psicoterapia que parte de lo espiritual de la persona,


considero que la Logoterapia de este tiempo debe animarse a recuperar la
reflexión acerca de los actos virtuosos. Elisabeth Lukas, en su libro Paz vital,
plenitud y placer de vivir (2000), nos recuerda que Frankl afirmaba que el ser
humano se halla constantemente en la encrucijada de tomar una nueva
decisión, en especial sobre sí mismo, sobre la persona que ha de ser.

La Logoterapia concibe al hombre fundamentalmente libre de tomar una


actitud, de ser responsable, de realizar un sentido y valores en respuesta a la
tarea que le presenta la vida en su situación concreta y cotidiana, por lo tanto
la conciencia y el obrar moral son puestos en relación originaria con la libertad
y la responsabilidad.

Es comprensible que el llamado a la responsabilidad personal, en una época


como la actual en la que caen todas las certezas, sea difícil de motivar.

Sin embargo, el pensamiento frankliano viene hoy a recordarnos, con más


fuerza que nunca, que el hombre posee la capacidad interior de intuir el
sentido concreto de las situaciones singulares. No podemos escapar a la tarea
que la vida nos presenta. El acto moral, como respuesta, es algo
eminentemente activo, es una verdadera creación, y como las situaciones son
siempre nuevas y cambiantes, no hay respuestas universales, ni siquiera
particulares, sino “personales”, y siempre circunstanciadas y descubiertas en
la apertura al diálogo con la propia conciencia y con el otro.

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En el presente trabajo abordaremos la virtud de la lealtad y su posible vínculo
con el sentido de la vida.

El concepto de lealtad posee numerosos aspectos y aristas y ha sido objeto de


estudio de filósofos, sociólogos, economistas políticos, psicólogos y hasta
estudiosos del ámbito de los negocios. Sin embargo para poder cumplir con
su vinculación con el sentido, lo circunscribiremos desde la conceptualización
que hace del término el filósofo norteamericano Josiah Royce (1855-1916) en
su libro, La filosofía de la lealtad (1908).

Royce sostiene que la lealtad es una virtud primaria que se presenta como una
“devoción consciente, práctica y amplia de una persona a una causa”. La causa
debe ser una causa objetiva. No puede ser uno mismo. No trata sobre uno
mismo sino sobre otras personas. Es algo externo a la persona que se espera
encontrar en el mundo y que no es posible encontrar en uno mismo.

La lealtad es una devoción activa, una rendición del deseo propio a la causa
que uno ama. Es voluntaria, en tanto se ofrece de forma libre y sin coerción.
Es activa, por lo cual no es un sentimiento, sino un compromiso pleno con la
causa.

La lealtad en psicoterapia

Los psicoterapeutas sabemos que con palabras o conceptos diferentes uno de


los objetivos de toda psicoterapia es desplegar la libertad del paciente. Si no
creyésemos mínimamente en esa libertad, condicionada y situada, no
seríamos terapeutas. Pero el “ir siendo cada día más libres” no es una tarea
fácil ya que supone excavar y a veces socavar (dejar sin apoyo a nuestras
seguridades o certezas) para salir del destino repetitivo de nuestra historia
familiar, trayendo a la consciencia elementos inconcientes. Estos elementos
pueden provenir de nuestro inconciente biológico, nuestro inconciente
psicológico, nuestro inconciente familiar y nuestro inconsciente espiritual.

Ya sostenía A. Ellis (1913-2007) en su Terapia Racional Emotiva, así como la


moderna psicogenealogía, (Carl Jung, Virginia Satir, Carl Whitaker, Levy-
Moreno, Anne Schὒtzenberger, Bert Hellinger, entre otros) que nuestra
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familia configura un sistema de creencias que nosotros adoptamos por lealtad
a ella. Nuestro árbol familiar es un sistema que busca la armonía, el equilibrio
y la calma, quiere crecer sano y robusto, es por ello que todo aquello que en
algún momento rompió con esa estabilidad necesita ser sanado.

Si yo preguntase si te has sentido frustrado alguna vez, ¿cuál sería tu


respuesta?

Las personas podemos experimentar dos tipos de frustraciones: la frustración


que proviene de nuestro ego, la cual experimentamos cuando creíamos que
merecíamos alcanzar/ experimentar algo y no lo hemos hecho y la frustración
que proviene de no hallar el sentido de nuestra vida o frustración existencial.

Frente a esta última es posible que la persona en su afán de resolverla, realice


cambios, intente abrir sus oídos a la consciencia y hasta incluso realice tareas
autotrascendentes, sin embargo y a pesar de ello no pueda experimentar el
gozo vivificante de estar vibrando en sintonía con el sentido de su vida.

Es en estos casos en los cuáles el terapeuta debe investigar si no están


operando en la persona lealtades ciegas vinculadas a su historia familiar, o
como suele llamarse a su clan. La Psicogenealogía o historia
transgeneracional, a partir de los autores anteriormente mencionados, nos
puede ser de ayuda orientando nuestras preguntas acerca de lo que le sucede
a nuestros pacientes. Algunas puntas a trabajar pueden ser: ¿Quién quiere mi
clan que yo sea? ¿Cuáles son esas creencias/mandatos/supuestos que han
sostenido mi árbol genealógico? ¿Cuál era el estado emocional de mis padres
cuando fui concebido? ¿Cuál es la relación de mis padres con mis abuelos?

Para ilustrar la ayuda que el trabajo de lo transgeneracional genera en algunos


pacientes, se presentarán dos viñetas clínicas a modo de ejemplo.

EJ.1

Hija como tabla de salvación…

Mariela tiene 33 años, llega a consulta después de varios intentos de


psicoterapia y tratamientos psiquiátricos con antidepresivos y ansiolíticos
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desde los 17 años. Su diagnóstico es un trastorno de ansiedad, manifestado
en crisis de pánico con agorafobia (DSM IV,T.R. F.40.01). Su primera crisis de
ansiedad la recuerda a los 8 años, debiendo ser atendida por síntomas de
taquicardia. Expresa: “Mi familia es mi punto de partida, aunque es muy
disfuncional, mi mamá es muy sumisa y dependiente, tanto de su familia de
origen como de mi papá, ellos se juntaron y se separaron varias veces.”

Le propongo trabajar su árbol genealógico y preguntando a su madre la


situación durante su concepción, ella le cuenta la mala relación que vivían sus
padres a causa del maltrato emocional del padre hacia la madre. La madre
vivencia la noticia del embarazo con la esperanza y la alegría de que su hijo/a
va a ser su compañía ante sus sentimientos de soledad y tristeza (hijo como
tabla de salvación/ahogo). A los 2 meses de embarazo muere su abuela de un
infarto, con quién la madre tenía vínculos de dependencia. Ante la muerte de
la abuela, toda la alegría y la aceptación que experimentaba la madre se
tornan en sentimientos de culpa, temor a la muerte y rechazo a la alegría
experimentada. Todos estos sentimientos experimentados por la madre
quedan grabados en el inconciente de Mariela para quién “vivir es morir”.
Después del trabajo transgeneracional, la terapia comienza a avanzar y
Mariela puede descubrir su propio proyecto de vida.

Ej. 2

Hijo, necesito retenerte…

Padres que consultan por Manu que tiene 3 años y 10 meses, no pueden hacer
que deje los pañales ya que le tiene fobia al inodoro. Hace 10 meses que
intentan que se siente pero el niño llora con mucha angustia diciendo que
tiene miedo, se constipa severamente y le vuelven a colocar el pañal. Me son
derivados por una colega, familiar de ellos, con la sugerencia de que el niño
debe comenzar terapia. Les explico por qué no atiendo niños tan pequeños y
les sugiero un proceso de orientación a padres, luego de 4 sesiones con ambos
padres y de una anamnesis exhaustiva decido entrevistar solamente a la
madre. A pesar de nuestros encuentros anteriores en los que trabajamos la
historia vital y familiar del niño, en esa sesión decido dedicarme a ahondar en
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el momento de la concepción de Manu. En ese encuentro la mamá me cuenta
que había perdido un bebé unos meses antes de la concepción de Manu y que
por su exigencia laboral habiéndose producido el aborto espontáneo en el
trabajo, ella se había quedado durante toda la jornada laboral sin decir nada.
Durante el primer mes del embarazo de Manu se presentan pérdidas
pequeñas por lo que recuerda que cada vez que iba al baño sentía terror de
volver a perder el embarazo al sentarse en el inodoro.

Le pido que le saque definitivamente los pañales al niño y que haga una carta
liberándolo de su miedo a perderlo. Luego de 4 días de acompañamiento en
el baño, el niño afronta la situación con normalidad y sin vestigios de miedo.

En ambos casos vemos como la situación emocional de la madre en el


momento de la concepción define las capacidades de afrontamiento de la
persona y la posibilidad de definir su propio proyecto de vida.

Algunos programas de vida que manifiestan nuestros pacientes se cumplen


por lealtad al clan pero también por temor a las consecuencias que generaría
el cambio: como dejar de ser amados, ser desterrados, ser exiliados, ser
tratados de desleales.

Para hacer consciente estos temores podemos trabajar con nuestros


pacientes el diferenciar entre los vínculos familiares que se sustentan en la
fuerza a diferencia de aquellos que lo hacen en el poder. La fuerza siempre se
crea contra algo, siempre crea resistencia, siempre ataca, siempre se tiene que
defender, agota, siempre tiene que haber un ganador y un perdedor y en
consecuencia te enferma. La fuerza parte del supuesto de que es “el otro el
que tiene que cambiar”. La violencia más grande que existe es querer cambiar
al otro, porque ni Dios quiere que cambiemos.

El poder sustenta la vida, no juega al juicio del conmigo o contra mí, no busca
justificar ni justificarse, ve las polaridades y las complementa, busca
integración, es coherencia y libertad. La fuerza destruye y el poder
transforma.

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El trabajo con el transgeneracional o programa de vida materno permite que
el paciente descubra su poder y deje de “luchar contra”, contra su necesidad
de no ser expulsado del clan por desleal. Honrar al clan es conocer y liberarse
de esos mandatos y realizar el propio proyecto de vida mientras que
deshonrarlo es repetir sus limitaciones y pasarlas a generaciones futuras.

Liberar a los padres es otra tarea que despeja el camino hacia nuestro propio
sentido. Liberar a los padres supone dejar de esperar que ellos te quieran
como a vos te gustaría que te hubiesen querido.

Un ejemplo contundente es el de nuestro Papa Francisco, quién nos cuenta


en su biografía que cuando fue a contarle a su madre que quería ser sacerdote
sabiendo que ella quería que fuese médico, aceptó su enojo que le duró como
un año hasta que ella se acercó a una Misa que él estaba celebrando. Francisco
honró amorosamente a su madre realizando su misión en la vida. La dignidad
es el amor que nos tenemos a nosotros mismos.

Volviendo a Josiah Royce y su concepto de lealtad, la lealtad es entonces hacia


una causa y no hacia una persona o hacia nosotros mismos. Esa causa a la que
debemos lealtad es a nuestra misión, proyecto o sentido de vida en fidelidad
a nosotros mismos y no a lo que nos impone nuestro clan.

Pero ¿cómo iluminar a nuestros pacientes en el descubrimiento de su


verdadero sentido de vida y no en la obediencia a un mandato familiar?

Elisabeth Lukas vuelve en nuestro auxilio al sostener que “algunas marcas


distintivas de las verdaderas voces interiores, esas voces que proceden del
órgano de sentido humano al que llamamos conciencia” (op.cit.p.24) son:

1. lo que alberga la oportunidad sobresaliente de que se produzca algo


bueno;
2. lo que contempla también el bienestar de los demás;
3. lo que está libre de motivación egoísta;
4. lo que es absolutamente concreto en el aquí y ahora;
5. lo que no exige ni permite demasiado;
6. lo que es susceptible de consenso con el prójimo experimentado;
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7. lo que procura a uno la fuerza de desearlo

Hasta aquí hemos planteado diferentes hechos que puede albergar una
existencia, pero Frankl nos recuerda que los hechos no son un destino
ineludible sino una advertencia y una provocación para dejar de culpar al
pasado y temer al futuro y responder entonces al presente con un rotundo: Sí
a la Vida!

Para finalizar quiero compartirles un poema extraído del libro “La concepción
y el sentido de la existencia” de Gabriel Castellá.

Carta a mi madre

Felipe Magaña

Tan sólo por placer no me concibas


Tampoco para fines egoístas
Prepárate consciente de que “soy”
Aun antes de latir en tus entrañas.

Para que yo me integre felizmente


Allá en el claustro de tu bendito vientre.
Te pido, por favor, madre adorada,
Que al concebirme…estés enamorada.

Lléname de tu amor y sé consciente


De que soy un ser humano que no es tuyo
Haz que me sienta libre como el viento,
Si me das con tu amor también respeto.

Si me respetas, madre, está segura


De que nunca sufriré en la amargura.
Pues he de amar a todas las creaturas
Respetando el derecho de sus vidas.

No permitas jamás que sea tu amo


Ni tampoco tu esclavo, lo suplico.
Hazme fuerte, no mimes mis caprichos;

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¡que tu bendito amor no me haga daño!

No permitas pereza en mi conducta


No me sobreprotejas, te lo imploro
No me eduques con premios y castigos
Ayúdame a pensar, a ser yo mismo.

Haz que mi mente vuele al infinito


Y que mis pies se afirmen en el suelo
Para que aprenda a amar lo divino
Y para hacer conciencia en este mundo.

Enséñame a luchar por mis anhelos


Que aprenda, que en la vida, todo cuesta
Inculcándome amor por mis trabajos
Como una bendición, nunca como una pena.

Enséñame a vivir aquí y ahora,


Jamás en los ayeres o mañanas
Hazme aprender a dar sin esperanza
Para entregar mi amor sin desconfianza.

Respétate, sé digna y responsable


No dependas de nada ni de nadie.
Sé valiente, no temas a la vida
Para que seas la luz de mi existencia.

Bibliografía Consultada

Bruzzone, D (2011) Afinar la conciencia. Ed. San Pablo, Buenos Aires.

Castellá, G (2006) La concepción y el sentido de la existencia. Ed. San Pablo, Buenos Aires.

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Corbera, E y Marañón, R. (2013) Biodescodificación. El código secreto del síntoma. Ed. Kier,
Buenos Aires.

Frankl, V. E (1991) La voluntad de sentido. Ed. Herder, Barcelona

Frankl, V.E (1987) El hombre doliente. Ed. Herder, Barcelona

Frankl, V.E (2001) Las Raíces de la Logoterapia. Escritos juveniles. Por Eugenio Fizzotti. Ed.
Fundación Argentina de Logoterapia, Buenos Aires.

Josiah Royce's Seminar 1913-1914: As Recorded in the Notebooks of Harry T. Costello. Ed.
por G. Smith. Rutgers University Press, 1963.

Lukas, E. (2000) Paz vital, plenitud y placer de vivir. Ed. San Pablo, Buenos Aires.

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