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EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA

GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA,


ESPECIALMENTE DURANTE LA ÉPOCA DEL MAR-
QUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS
DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
Ángel Viedma Guzmán

RESUMEN: «En este artículo se realiza un estudio histórico de la fortaleza y castillo de la villa de La
Guardia, centrado, sobre todo, en la época del marquesado (siglos XVI al XIX). También se estudia en
él la figura del alcaide y la ceremonia de pleito homenaje, que ratificaba su nombramiento en el man-
do del castillo. Termina el artículo con la relación de los diversos alcaides de la fortaleza, de los que
existe constancia histórica documental. Este trabajo está basado, principalmente, en la investigación
realizada en el Archivo Histórico Provincial de Jaén, así como en las más destacadas publicaciones
que existen sobre esta temática».
PALABRAS CLAVE: La Guardia, castillo, historia, marquesado, alcaide, ceremonia de pleito home-
naje, documentos.
ABSTRACT: «This article takes a historical study of the fortress and castle in the town of La Guardia,
focusing especially on the time of the Marquis (XVI to XIX). It also explores the figure of the warden
and tribute ceremony lawsuit, which ratified his appointment in command of the castle. The article
ends with a list of the various governors of the fortress, of which there is historical documentary. This
work is based primarily on research conducted at the Provincial Historic Archive of Jaén, as well as
the most outstanding publications that exist on this subject».
KEY WORDS: La Guardia, castle, history, marquessate, warden, tribute ceremony lawsuit, docu-
ments.

INTRODUCCIÓN
El castillo y fortaleza de La Guardia (Jaén) constituyó una defensa clave
de la frontera entre los reinos de Jaén y de Granada, durante la Edad
Media, tras su conquista a los moros, por el rey Fernando III, el año 1244.
En este trabajo se realiza un estudio e investigación sobre su historia,
sobre todo referida al periodo del marquesado de La Guardia (siglos XVI al

Boletín. Instituto de Estudios Giennenses Enero-Junio 2017 – Nº 215 – Págs. 75-106 – I.S.S.N.: 0561-3590
Recepción de originales abril 2013 Aceptación definitiva mayo 2016

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XIX), basado en la documentación custodiada en los Archivos Provinciales
de Jaén y en las más destacadas publicaciones existentes sobre este tema;
aunque también se aborda en él su recorrido histórico anterior, desde su
origen, como primitivo «oppidum» ibérico, hasta el final de la época en
que el castillo perteneció a los señores y marqueses de La Guardia.
Para una mejor sistematización y metodología de este estudio, es
conveniente dividirlo en varios capítulos:
1.  Descripción, desde el punto de vista histórico y arqueológico, de
los restos, que actualmente se conservan, del castillo de La Guardia.
2.  Historia de la fortaleza y villa de La Guardia.
3.  Relación de los diferentes alcaides conocidos del castillo, a través
de los tiempos, con especial atención a los comprendidos en el periodo
del marquesado. También se hace una descripción de la «ceremonia de
pleito-homenaje», condición «sine qua non» que aquellos tenían que
cumplir obligatoriamente para acceder a su cargo en la citada fortaleza,
tras su nombramiento por el Marqués de La Guardia.

1. DESCRIPCIÓN HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICA DE LA FOR-


TALEZA DE LA GUARDIA.
El conjunto monumental del castillo y fortaleza de La Guardia ha
sido estudiado, concienzuda y ampliamente, por muchos investigadores.
En los últimos veinte años se han desarrollado en él proyectos de inter-
vención arqueológica y de restauración, dentro de su recinto, promovidos
por el ayuntamiento de la villa y llevados a cabo por la Escuela Taller de la
misma. Para un estudio riguroso, en este sentido, hay que seguir deteni-
damente los minuciosos trabajos descritos, en primer lugar, por José Luis

Vista general del castillo y villa de La Guardia, desde lo alto del cerro de San Cristóbal.

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Castillo Armenteros y, finalmente, por Arturo Vargas-Machuca Caballero
y Milagros Palma Crespo, directores de aquellos proyectos.

1.1. Localización
La fortaleza de La Guardia está situada en el cerro de San Marcos,
en lo más alto de la población, aprovechando la meseta que lo remata y
adaptándose a las peculiaridades orográficas de aquella zona.
La superficie del conjunto defensivo adopta una forma que asemeja
la figura imperfecta de un triángulo irregular1, con una extensión aproxi-
mada de unos 9.000 m2. Al Norte limita con lo más escarpado del cerro,
que constituye una defensa natural de la fortaleza, al aprovechar la pro-
nunciada pendiente rocosa de aquella zona; al Este lo hace, a través de
la calle Zumbajarros y el antiguo Arrabal, con la parte más elevada de la
villa, siendo en este lado donde se encuentra la entrada principal del cas-
tillo; mientras que por el Sur y Oeste la pendiente es menos pronunciada,
por lo que es la zona de acceso motorizado actualmente.

1.2. El recinto exterior amurallado


El recinto amurallado se caracteriza por su recorrido quebrado y zig-
zagueante. En él llama la atención la carencia de torres2, excepto la que
sirvió de ábside a la iglesia mayor de Santa María, edificada entre los
siglos XV y XVI dentro de la fortaleza, y la torre campanario de la misma,
edificada posteriormente y que quedó también integrada en el conjunto
de la muralla.
Las defensas más antiguas tienen origen musulmán (siglos XI al XIII),
aunque después de la reconquista cristiana, desde el siglo XIII al XV, se
produjeron reformas en ellas, unas estructurales y otras más decorativas
(VARGAS y PALMA, 2004).
Las murallas muestran, en su construcción, la existencia de varias
fases: primero, restos de la edificación en la época almohade, con al-
gunos residuos de los adarves que remataban los lienzos de muro y con
la existencia de algunas aspilleras, en la muralla Norte, y luego, en época
cristiana, se realizaría la ampliación del perímetro amurallado en altura

1
 VARGAS-MACHUCA CABALLERO, A. y PALMA CRESPO, M. (2004). «Proyecto básico y de eje-
cución de restauración del alcázar y obras de emergencia en el recinto del castillo de La Guardia
(Jaén)». Sumuntán, 20. Pág. 31.
2
 CASTILLO ARMENTEROS, J. L. (1994). «El castillo de La Guardia. Avance del proyecto de inter-
vención arqueológica». Sumuntán, 4. Pág. 73.

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Plano de la Fortaleza y Alcázar de La Guardia.
(Modificación del plano reproducido en VV.AA., Jaén, pueblos y ciudades. Jaén. 1997).

desde el nivel de los adarves, fortaleciéndolo, aunque fuese en detrimento


del cegamiento de parte de estas aspilleras, sobre todo en el lienzo Este
de la muralla.
La entrada principal al recinto se encuentra en la zona oriental. La
puerta está situada a unos dos metros del suelo, por lo que se supone que
debería existir antiguamente un aterrazamiento del terreno para superar
este desnivel. Actualmente tiene labrada una hermosa portada gótica tri-
lobulada, construida probablemente a fines del siglo XV y ornamentada
por los escudos de armas de las familias Messía y Guzmán, entrelazados
por una cuerda, que pende de una garrucha. Estos escudos3 pertene-
cieron a don Gonzalo Messía Carrillo y su esposa, doña Inés Messía
de Guzmán, y simbolizan «la unión del Señorío de La Guardia (doña Inés

3
 NICÁS MORENO, A. E. (1991). «Heráldica y genealogía de La Guardia de Jaén». Códice, 7. Pág. 51.

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Messía de Guzmán) con el de Santa Eufemia, El Guijo, El Viso y Torrefranca
(Señoríos que se reunían en la persona de don Gonzalo Messía Carrillo)»
(NICÁS, 1991, pág. 51). Flanquean la puerta sendas cabezas de leones,
con unos cordeles colgantes de sus bocas. La entrada a la fortaleza era en
recodo y formaba un ángulo recto, para mejor control de los visitantes
del castillo. Actualmente «tras la puerta se encuentra un recibidor de planta
rectangular con una puerta en su lado derecho que da entrada al interior del
recinto» (VARGAS y PALMA, 2004, pp. 32-33). Una escalinata sirve para
salvar el desnivel que existe desde la entrada a la alcazaba de la fortaleza.

Detalle de la puerta de entrada a la fortaleza, de estilo gótico.

Existe otra puerta de acceso, de tamaño reducido, que es la llamada


poterna o puerta falsa, que constituía un verdadero postigo de escape para
la salida y entrada eventual de los habitantes de la fortaleza en situaciones
de alguna dificultad. Esta puerta está situada en el extremo Noroeste del
recinto, adosada a la Torre del Homenaje del castillo propiamente dicho.
Hoy existe otra entrada en el lado Oeste de las murallas, para el ac-
ceso del tráfico rodado y motorizado.

1.3. Alcazaba de la fortaleza


Dentro del recinto murado y ocupando todo el ángulo Noroeste se
halla el alcázar, en la parte más alta de la roca. Desde él partían las mu-
rallas defensivas del recinto que, tras largo rodeo, bordeando el cerro,
volvían a terminar otra vez en el palaciego castillo.

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En el lado Nordeste, junto a la puerta de entrada gótica, descrita
anteriormente, se hallaba la zona donde se construyó la iglesia mayor de
Santa María. Esta iglesia constaba de una sola nave, planta rectangular y
seis capillas laterales, tres en cada lado (CASTILLO, 1994); apreciándose,
en todo el subsuelo de la misma, zonas de enterramientos. El ábside de
la iglesia se situó aprovechando una de las torres del recinto amurallado,
que se modificó arquitectónicamente, transformando su estructura ori-
ginal, para integrarla en esta nueva función eclesial. También contigua a
la puerta de entrada, se construyó posteriormente, en 1584, la torre del
campanario, obra realizada por el maestro cantero Francisco del Castillo
«el mozo» y que es, sin duda, la mejor conservada actualmente.

Restos de la antigua iglesia mayor de Santa María, al fondo, tras las dos torres meridiona-
les del alcázar (Vista desde la torre del Homenaje).

Ocupando el terreno «entre esta torre y la iglesia, se localiza el osario,


que es un pequeño espacio rectangular, donde se depositaban los restos óseos,
procedentes de los traslados y desocupación de tumbas y criptas» (VARGAS y
PALMA, 2004, pág. 34).
Contiguas también a la iglesia estaban las casas del prior de la misma,
ocupando probablemente el espacio que quedaba hacia el Norte de la
muralla.
Por el resto del espacio de la alcazaba se alzaban otra serie de casas,
viviendas para la guarnición, caballerizas, almacenes, talleres, etc. cons-
truidas a lo largo del recinto amurallado y aprovechando sus paredes,
dejando en su centro una gran plaza.

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1.4. El castillo o alcázar
Se sitúa en el Noroeste de la alcazaba y ocupa la parte más elevada
del cerro, como ya se ha dicho, aprovechando como cimientos una fuerte
formación rocosa.
El conjunto del alcázar está formado por cuatro torres, tres de base
cuadrangular y la otra circular, y «queda organizado dentro de un espacio
rectangular o patio de armas» (VARGAS y PALMA, 2004, pág. 34).

1.4.1.  Entrada, plaza de armas, aljibes y bodegas


La entrada al castillo se realiza por una pequeña puerta, de arco de
herradura, adosada a la torre rectangular situada en el extremo Nordeste.
En su centro se halla la plaza de armas, de pavimento empedrado de
la época renacentista. Se trata de un espacio rectangular dividido, a su
vez, en dos zonas: la del Norte, por la que se accede a las dos torres más
septentrionales del alcázar (la Torre del Homenaje y la torre rectangular
nordeste), y la zona del Sur, ocupada por los aljibes.
El amurallamiento Sur une las otras dos torres, de planta cuadrada
y circular. Sobre este lienzo existe un aljibe islámico, adosado, de planta
cuadrada; y, sobre él, una escalera que servía de acceso para subir a los
adarves4.
Después, siendo ya el alcázar cristiano, se construyó un segundo al-
jibe, que hoy no existe, junto al anterior islámico.
Por otra parte, entre los niveles inferiores de la Torre del Homenaje y
la torre rectangular se halla un espacio, construido en la época renacen-
tista, que estaba dedicado a las bodegas del castillo y palacio.

Vista occidental de la fortaleza. A la izquierda, las torres circular, cuadrada y del Homenaje.

4
 VARGAS-MACHUCA, A. y PALMA, M. (2004). «Proyecto básico...». Op. Cit. Pág. 35.

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1.4.2.  Torres que conforman el alcázar
Aunque en todas las torres, sobre todo en la circular, se aprecia la
indudable influencia constructiva de la época musulmana; sin embargo,
una vez que terminó la Reconquista, los señores de la villa trataron de
remodelar el castillo, dándole un aspecto más palaciego y mejorando sus
condiciones de habitabilidad, ya que se convertiría en su residencia du-
rante algún tiempo.
Cuatro son las torres, como ya se ha mencionado, que conforman el
alcázar-palacio de La Guardia:
a)  Torre rectangular.
Está situada en el Nordeste del alcázar, a la derecha de la puerta de
entrada. Es de planta rectangular y está conformada en dos niveles:
–  El inferior, muy alterado por las restauraciones, por lo que se des-
conoce su aspecto original. En su lado Oeste tiene un hueco que servía
de comunicación con los almacenes y bodegas, que se hallaban situadas,
como ya se dijo, entre esta torre y la del Homenaje.
–  El superior, que configura un amplio salón cubierto con bóveda de
medio cañón, iluminado por un vano abierto hacia un pequeño pasillo
que comunica los aljibes del castillo y las estancias de esta torre5.
b)  Torre del Homenaje.
Está situada en el extremo Noroeste del alcázar, siendo de planta
cuadrada y con una altura aproximada de 35 metros. Se configura en tres
niveles:
–  El nivel inferior macizo que sirve de adaptación a la roca que le
sirve de basamento y cimentación.
–  El segundo nivel es la planta baja. Se entra en él, desde la plaza
de armas, a través de un pequeño hueco formado por un arco de medio
punto. Dentro hay una estancia, de planta octogonal, cubierta con una
bóveda gajada6. Este espacio tiene cinco vanos, de ellos uno es el hueco
de acceso a la torre, antes citado; otro da acceso a la escalera interna
para subir al nivel superior; y los tres restantes eran aspilleras o saeteras,
de las cuales dos se transformaron en época renacentista: una en un
gran ventanal, rematado con el escudo de la familia Messía, y otra en un

5
 Ibidem. Pág. 36.
6
 Ibidem. Pág. 37.

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Vista meridional del alcázar, en la que se aprecian las torres circular (árabe) y cuadrada, en
primer término; al fondo, la torre rectangular.

balcón mirador decorado con casetones. El escudo pertenece a don Ruy


González Messía, Primer Señor de la Casa Messía en La Guardia7.
–  El tercer nivel conforma el segundo piso de la torre. A él se sube
por una estrecha escalera, excavada en el muro Este e iluminada por va-
rias aspilleras. La estancia interior, de planta cuadrada, está cubierta por
una bóveda de piedra de ocho nervios, «de los cuales, los de los extremos
descansan sobre bovedillas diagonales góticas dispuestas en las esquinas»
(VARGAS y PALMA, 2004, pág. 37). En ellas existen dos escudos, de
pequeño tamaño, con las armas de los Messía. La estancia tenía cuatro
aspilleras originalmente, aunque dos de ellas se transformaron en bal-
cones miradores, mientras que la del muro Este se convirtió en puerta
de acceso al nivel de terraza de la estructura que se construyó, en época
renacentista, en la plaza de armas. A la terraza de esta torre se sube por
la escalera antes citada.
c)  Torre circular.
Está situada en el extremo Suroeste del castillo-palacio, tiene planta
circular y está inserta en el lienzo Sur de su muralla. Es el único vestigio
auténtico de la construcción árabe del castillo.

7
 NICÁS, A. E. (1991). «Heráldica y genealogía...». Op. Cit. Pág. 50.

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Se configura también en tres niveles: el primero macizo, y los otros
dos niveles habitables, cubiertos con bóvedas de media naranja, cuyas
dos estancias se comunican a través de una estrecha escalera que, asi-
mismo, permite alcanzar la terraza de la torre8.
d)  Torre cuadrada.
Ocupa el extremo Sudeste del alcázar, contiguo al aljibe. Tiene planta
cuadrada y está inserta, igualmente, en el lienzo meridional de su mu-
ralla, estructurándose en dos niveles: el inferior compacto y el superior
habitable, reformado entre los siglos XV y XVI, que presenta en su inte-
rior una estancia, cubierta por bóveda de medio cañón e iluminada por
tres aspilleras, a la que se accede «por un hueco adintelado construido con
sillares de piedra caliza, contando con una puerta de doble hoja» (VARGAS y
PALMA, 2004, pág. 35).

2.  ESTUDIO HISTÓRICO DEL CASTILLO Y FORTALEZA


Lógicamente el devenir del castillo y fortaleza de La Guardia, a través
de los tiempos, está estrechamente relacionado con las vicisitudes histó-
ricas que sufrió la villa en la que se asentó aquel, como su baluarte defen-
sivo, en varias épocas. Para facilitar su estudio, se dividirá siguiendo las
sucesivas etapas históricas:

2.1.  Prehistoria de La Guardia


Los datos prehistóricos, que existen, de los primeros pobladores del
lugar donde hoy asienta la villa de La Guardia, están relacionados de
forma directa con los hallazgos arqueológicos encontrados en su término
y proximidades, en su mayoría durante el pasado siglo.
La privilegiada situación estratégica de este territorio, al abrigo del
próximo cerro de San Cristóbal y bañado en su pie por fértiles manan-
tiales y la cercanía del río Guadalbullón, hace suponer que sería una irre-
sistible invitación para el asentamiento de algunos primitivos pobladores,
aunque fuese en grupos diseminados y sin llegar a constituir un verda-
dero núcleo de población.
Se puede datar sobre el año 3.000 antes de Cristo9 la existencia de
estos primeros pobladores trogloditas, residentes en cuevas y abrigos

8
 VARGAS-MACHUCA, A. y PALMA, M. (2004). «Proyecto básico...». Op. Cit. Pág. 35.
9
 NOCETE CALVO, Francisco (1989). «Del 3000 al 1500 antes de nuestra era», en VV.AA.,
«JAÉN». Tomo II. Granada. Editorial Andalucía. pp. 383-399.

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naturales, que vivían del pastoreo cáprido y ovino, así como del cultivo
de cereales.
En siglos posteriores aparecerán las primeras construcciones de ca-
bañas de piedras y adobes, los enterramientos colectivos y una incipiente
jerarquización social dominada y controlada por clanes familiares. La
aparición del metal en la vida de estos pobladores originará un cambio
fundamental para la mejora agrícola y ganadera.
A mediados del segundo milenio antes de nuestra Era, surgirá una
mayor y mejor explotación minera. En este tiempo la innovadora cultura
del Argar desde el levante andaluz, pasando por Baza y Guadix, llegará
hasta las tierras giennenses, entrando por Puerta de Arenas y La Guardia,
a través del paso natural del Guadalbullón que, después, en tiempos car-
tagineses y romanos, irá adquiriendo cada vez más importancia.
Posteriormente seguirá casi un siglo desconocido, por los escasos
hallazgos arqueológicos existentes de esta época, y que supondrá la tran-
sición entre la Edad del Cobre y Bronce y la Cultura Ibérica.

2.2. El «Oppidum ibérico»: Mentesa Bastia


Aunque se considera confirmada la existencia de asentamientos y po-
blamientos humanos en la zona del actual castillo, desde muy antiguo -de
acuerdo con algunos materiales encontrados en las excavaciones arqueo-
lógicas realizadas en aquél-, lo cierto es que la primera población, estruc-
turada y realmente organizada como tal, sobre el cerro de San Marcos de
La Guardia, fue la ibérica.
Entre el 700-600 a. C. nació la cultura ibérica en estas tierras, de una
forma probablemente separada e independiente del mundo de los Tar-
tessos de la Baja Andalucía10, ya que fueron los íberos bastetanos quienes
ocuparon esta zona, con su capitalidad en la región de Baza. De este
tiempo data la producción de cerámica pintada y la presencia de pro-
ductos hechos de hierro.
En la época ibérica La Guardia fue, pues, un «oppidum» bastetano,
conocido como Mentesa Bastia o Mentesa de los bastetanos. La impor-
tancia de esta población se patentiza en los abundantes hallazgos arqueo-
lógicos encontrados en la zona urbana de la villa y sus alrededores. En
el pequeño cerro del Egido de San Sebastián, muy próximo al caserío de

10
 RUIZ RODRÍGUEZ, A. (1989). «La Protohistoria: El primer milenio A.N.E.», en VV.AA. «JAÉN».
Tomo II. Granada. Editorial Andalucía, pág. 402.

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la población, a unos 300 metros del mismo, apareció una extensa necró-
polis ibérica11. En la zona se excavaron más de 30 tumbas, de diferentes
tipos, con urnas cinerarias que contenían un abundante ajuar de cerá-
mica variada, armas y objetos de adorno, junto con otros trozos de piezas
escultóricas, como son fragmentos diversos pertenecientes a figuras de
leones. Un dato significativo de que en cada comunidad la división social
estaba plenamente establecida lo asevera el hecho de que las piezas de oro
y plata aparecieron sólo en las tumbas ricas del «oppidum», que eran las
«tumbas de cámara».
La fecha de este cementerio la datan los «kylikes» encontrados, que
están decorados con figuras rojas del siglo IV a. C. y que se extienden,
en su ocupación de la necrópolis, hasta el siglo I a. C. La exploración
efectuada en él, en los años 1959 y 1960, reveló que este cerro fue una
extensa necrópolis ibérica, aunque no se encontraron restos de poblado,
por lo que cabe suponer que el «oppidum» se debió encontrar en el
mismo emplazamiento que hoy ocupa el caserío de La Guardia, en el
cerro de San Marcos, probablemente en el lugar donde actualmente se
alza el castillo (BLANCO, 1959). Sin embargo las defensas de construc-
ción, realizadas con adobe, no debieron ser muy importantes y sus habi-
tantes se refugiarían en un sistema basado más en la protección natural,
apoyado principalmente en la especial orografía de la zona. Las casas de
los iberos eran pequeñas, bajas, poco ventiladas, cubiertas por una arga-
masa hecha de ramas o pajas y barro, y de una sola habitación, de planta
rectangular o cuadrangular, donde se vivía12.

2.3. La Mentesa romana


El año 237 a. C. el general cartaginés Amílcar Barca desembarcó en
Cádiz y seis años más tarde, en el 231 a. C., los cartagineses se habían
extendido en su conquista por estas tierras.
En el 217 a. C. se tiene la primera noticia de la entrada de Roma
en las tierras de Jaén, según relato de Tito Livio: «Scipión avanzó hacia
el Saltus Castulonensis» (que era el paso entre la Meseta y Jaén, proba-
blemente el paso de Despeñaperros), hecho inmediatamente posterior al
asedio y destrucción de la ciudad de Sagunto.

11
 BLANCO FREIJEIRO, A. (1959). «Excavaciones arqueológicas en la Provincia de Jaén». Boletín
del Instituto de Estudios Giennenses, 22, pág. 107.
12
 GÁMEZ CARMONA, Mª. D. y MORALES CAMACHO, J. (1989). «Arte prehistórico, arte ibérico
y de las colonizaciones», en VV.AA., «JAÉN». Tomo I. Granada. Editorial Andalucía. Pág. 33.

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Ante el empuje de los romanos, y tras perder Cástulo e Illiturgi, los
cartagineses, comandados por Asdrúbal, huyeron hacia el Sur, siguiendo
el curso del río Guadalbullón, hasta Mentesa Bastia y de allí hasta Acci
(Guadix), pasando por Viniolis (Arbuniel).
Conquistada la Península, Roma la organizó territorialmente. El año
197 a. C. ésta se dividía en Provincia Hispania Citerior y Provincia His-
pania Ulterior13.
En tiempos de Augusto, entre el 27 y el 14 a. C., la Ulterior fue
dividida, a su vez, en otras dos provincias: la Bética y la Lusitania. Las
tierras de Jaén quedaron repartidas entre varias provincias, perteneciendo
todo su sector oriental a la Citerior, y el occidental, más reducido, a la
Bética (GUERRERO, 1988). Luego, en la época de Vespasiano, las tierras
giennenses quedarían entre la Baética (Illiturgi) y la Carthaginensis (Cás-
tulo y Mentesa Bastia)14.
Durante el dominio romano la línea divisoria entre las dos provin-
cias, Bética y Carthaginensis, pasaba probablemente por el curso del río
Quiebrajano, dejando la diócesis de Mentesa en la Cartaginense, y la de
Tucci (Martos) en la Bética15. Así el historiador Plinio nombra a los «men-
tesani» y los incluye entre los pueblos pertenecientes a la provincia Car-
thaginensis.
El culto oficial romano, basado en culto al emperador y a Roma, es-
taba ampliamente difundido por estas tierras, y se sabe de la existencia de
sacerdotes y sacerdotisas de este culto en Mentesa Bastia16. Se veneró tam-
bién en Mentesa a la diosa Vesta, como muestra una inscripción romana
existente en la esquina de la Capilla Mayor del Convento de Santo Do-
mingo de esta villa, según refería el maestro Rus Puerta, en el siglo XVII17.
Mentesa, durante la época romana, tuvo un status municipal y jurí-
dico privilegiado, como se manifiesta en su organización interna a través
de su epigrafía (inscripciones epigráficas). Aunque se desconoce el mo-
mento exacto en el que se concedió este status, se supone que sería an-

13
 GUERRERO PULIDO, G. (1988). «Poblamiento romano en la campiña oriental de Jaén». Boletín
del Instituto de Estudios Giennenses, 135, pág. 46.
14
 ARGENTE DEL CASTILLO OCAÑA, C. (1982). «Jaén. El imperio romano», en VV.AA., HIS-
TORIA DE JAÉN. Jaén, Diputación Provincial y Colegio Universitario de Jaén, pág. 119.
15
 OLMO LÓPEZ, A. (2004). «Mentesa romana, visigoda y musulmana. La Guardia fronteriza».
Sumuntán, 20, pág. 15.
16
 ARGENTE DEL CASTILLO, C. (1982). «Jaén. El imperio...». Op. Cit. Pág. 131-132.
17
 RUS PUERTA, F. de (1998). «Corografía antigua y moderna del Reino y Obispado de Jaén». Jaén.
Edición de la U.N.E.D. y Real Sociedad Económica de Amigos del País (sobre una edición de
1898), realizada por Latorre, J., Cañones, J. y López Cordero, J. A. Pág. 21.

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terior al año 70 d. C., fecha en la que Vespasiano concedió el Edicto de
Latinidad a Hispania18.
La caída del régimen de esclavos supuso la crisis de las ciudades
romanas y de las villas de mediano tamaño, así como de la producción
mercantil. Esta crisis, iniciada a fines del siglo II, alcanzó su plenitud en el
siglo IV, pero, en el caso de Mentesa, estos cambios, realizados a lo largo
del período de la dominación romana, fueron más moderados y puede
deducirse que la crisis urbana se inició en ella en el siglo III, prolongán-
dose con menor intensidad en el IV, debido a que se trató de una ciudad
fuerte desde el punto de vista económico, político y social19.
La población romana, en la época de la República, se concentró en
las ciudades, surgiendo, en el siglo I, el concepto de «villa», con el que la
población se dispersó. Estas villas rústicas se fueron distanciando, cada
vez más, de la ciudad, alcanzando su punto máximo en el siglo III, para
disminuir nuevamente durante los siglos IV y V. En el término de La
Guardia, las «villas» romanas aparecieron incluso en zonas montañosas
de cierta altura20.
Mentesa llegó a tener 5.000 vecinos en tiempo de los romanos21,
siendo natural de ella el senador y cónsul romano Marco Aciclio Glabrión
que, convertido al Cristianismo, después sería martirizado en Roma, por
Domiciano, en el año 94 de Nuestra Era. Existe también constancia, en
esta época, de un encargo para la construcción de unas termas, por orden
de un «duovir», en Mentesa22.
Restos arqueológicos de la época romana, en el término de La
Guardia, se han encontrado en el Cerrillo Salido (tumbas), en la Pililla
(cerámicas, estructuras de enterramientos y habitat romano), en la Bata-
nera o Fontanares (villa romana), en Los Corraleros (cerámica romana),
en las Pilas del Espejo (villa romana), en el Cerro de la Horca (estructuras
pertenecientes a la fase republicana romana y alto-imperial del siglo I),
en la Florida (enterramientos romanos), en el Barranco de las Cuevas
(villa romana), en el cerro junto al Cortijo de la Mansequilla (siglo I), en
la Casería del Espejo (cerámica romana de los siglos I y II) y en el Cerrillo
de San Cristóbal (cerámica romana del siglo I).

18
 GUERRERO PULIDO, G. (1988). «Poblamiento romano...». Op. Cit. Pág. 50.
19
 Ibidem. Pág. 58-59.
20
 Ibidem. Pág. 60.
21
 OLIVARES BARRAGÁN, F. «Transcripción, comentarios y ampliación del Atlante Español de
Bernardo de Espinalt». (1980). Jaén. Edición del Instituto de Estudios Giennenses. Pág. 264.
22
 ARGENTE DEL CASTILLO, C. (1982). «Jaén. El imperio...». Op. Cit. Pág. 130.

40 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


La implantación del poder de Roma, la paz interna y la importancia
del sistema jurídico romano supusieron que la economía agraria mejorase
considerablemente con la introducción de nuevas técnicas de cultivo y
especies ganaderas, a partir del siglo II a. C., todo favorecido por el im-
portante desarrollo de las vías de comunicación.
Durante el último tercio del siglo I a. C. se produjo una ocupación
del territorio del municipio por sus ciudadanos, con la asignación de
lotes de tierras, en una economía basada en el cultivo del trigo y el olivo,
y una ganadería en la que el cerdo, la cabra y la oveja tenían un papel
preponderante.
Mentesa Bastia estuvo incluida en una de las dos rutas o vías que
desde el Mediterráneo iban hasta Cástulo. Fue la Vía Nueva, en parte re-
construida y en parte abierta por Augusto, la que iba por Carthago Nova,
Acci y Mentesa, hacia Cástulo23. Esta vía es la que describe el Itinerario
de Antonino24. Este Itinerario pone a Mentesa Bastia como la primera
mansión entre Cástulo y Viniolis, en la vía Cástulo-Carthago Nova.
Por otro lado, la Mentesa Bastitana era la 32ª y última mansión de la
Vía Miliar que bajaba desde los Pirineos a Cazlona25.
Casi todos los hallazgos arqueológicos encontrados en La Guardia
y su término no corresponden a un solo período, sino que se imbrican
mostrando vestigios ibéricos, romanos y visigodos. No es aventurado
conjeturar que Mentesa Bastia era villa de relativa importancia, antes de
merecer la que, indudablemente, tuvo en la época romana.
Según las actas del Concilio de Ilíberis o Elvira, sobre el año 300
de Nuestra Era, al mismo asistió el obispo Pardo, de Mentesa, de la Pro-
vincia Cartaginense, lo que demuestra la importancia de la ciudad en
esta época, al figurar como cabeza de una diócesis. Este prelado tuvo el
séptimo lugar, con preferencia a otros doce obispos, de lo que se infiere
que ya era antiguo este episcopado y que Mentesa había recibido la Fe de
Cristo mucho antes que el emperador Constantino diese la paz general
a la Iglesia26.

23
 SILLIÉRES, P. (1976). «Un grupo de cuatro miliarios en La Cerradura (Pegalajar, Jaén)». Boletín
del Instituto de Estudios Giennenses, 90, pp. 67-68.
24
 JIMÉNEZ COBO, M. (2001). «La vía romana Castulo-Saetabis». Boletín del Instituto de Estudios
Giennenses, 179, pág. 104.
25
 CEAN BERMÚDEZ, A. (1918). «Antigüedades romanas de la Provincia Tarraconense». Don Lope
de Sosa, Tomo de 1918, pág. 149. Edición facsímil publicada en 1982 por Riquelme y Vargas.
26
 GONZÁLEZ LÓPEZ, L. (1959). «Historia de la Ciudad de Jaén. Generalidades históricas de la Pro-
vincia». Paisaje, Tomo X, pág. 1936. Edición facsímil publicada en 1988 por Riquelme y Vargas.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
41
Es bastante verosímil que San Eufrasio, uno de los Siete Varones
Apostólicos, al llegar a España viniese por el camino de Acci (Guadix)
para llegar a las tierras de Jaén (región del Alto Guadalquivir), y que hu-
biese predicado primeramente en Mentesa, dejando allí algún ministro
de la nueva Iglesia27.
También existen referencias a una posible visita del Apóstol Santiago
a Mentesa, en el año 36 de Nuestra Era. En una «Historia Antigua del
Apóstol Santiago» se escribe su venida a España, en el siglo I, que el
maestro Rus Puerta tradujo así: «...llegó a una ciudad pequeña, la cual se
llama Mentesa, en medio de la cual hay una fuente de buen gusto a los que
beben de ella, y estuvo en ella pocos días, con poca esperanza de la conversión
de sus moradores. Luego salió de ella...»28.
Durante el período romano la fortificación de Mentesa, en lo alto del
cerro, sería más fuerte en sus defensas durante el período de la República
y primeros siglos del Imperio, para decaer cuando la población mente-
sana se dispersó a las «villas», abandonando la población, a partir del
siglo III y IV. Restos de la fortaleza romana se encontraron, antiguamente,
en el castillo y perduraron durante la época visigótica y musulmana.

2.4. El castillo de la Mentesa visigoda


Es muy posible que las élites que habitaban villas en el campo, du-
rante el siglo IV y comienzos del V, retornasen a Mentesa cuya fortifica-
ción ofrecía mayor seguridad.
Durante la época visigoda (siglos V-VII) Mentesa siguió integrada en
la provincia Cartaginense y en su comercio se siguieron utilizando las
antiguas vías romanas.
En el primer tercio del siglo VI se asentaron los visigodos, en estas
tierras, como aliados de Roma en la lucha contra los vándalos.
Administrativamente, en este tiempo, Mentesa correspondíó a la
ciudad de un «territorio», a cuyo frente estaba un «iudex», lo que le dio
una cierta importancia dentro del sistema político visigodo29.

27
 Ibidem. Pág. 1936.
28
 XIMENA JURADO, M. (1654). «Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y
Anales Eclesiásticos de este Obispado». Jaén. Edición facsímil de 1991. Universidad de Granada
y Ayuntamiento de Jaén. Pág. 31.
29
 SALVATIERRA CUENCA, V. (1996). «El Alto Guadalquivir en época visigoda», en VV.AA. LA
HISTORIA DE JAÉN Y SU PROVINCIA. Murcia. Diario IDEAL, Diputación Provincial de Jaén y
Caja de Jaén, pp. 119.

42 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


La mayoría de la población pertenecía al ámbito rural y era de origen
hispanorromano, comunidad a la que pertenecían también los judíos,
aunque actuasen como grupo aparte. En cuanto a la presencia de la po-
blación hebrea en estas tierras, existió una constitución promulgada por
el rey Sisebuto, en el año 612, para impedir que aquellos pudieran tener
siervos cristianos, y dirigida, entre otros, al obispo de Mentesa, lo cual
nos indica que habría una importante presencia judía en esta ciudad30.
En Mentesa existió, también, durante la época visigótica, una Ceca
o fábrica de moneda fija en la que se acuñó moneda durante varios rei-
nados (Recaredo, Witerico, Gundemaro, Sisebuto, Suintila, Sisenando,
Egica, y Witiza).
En la segunda mitad del siglo VI vinieron los bizantinos, ante la pe-
tición de ayuda que el rey Agila hizo a Justiniano para sofocar la rebelión
de Atanagildo, en Córdoba y Sevilla; pero estas tropas bizantinas no lle-
garon al valle del Guadalquivir, ya que fueron detenidas en la Subbética;
de aquí se deduce la importancia estratégica que tuvo Mentesa, en este
tiempo, en las tierras de Jaén31.
La presencia visigoda en Mentesa está atestiguada por su importante
sede episcopal en la que, desde el año 633, fueron de origen germánico
aproximadamente la mitad de sus obispos conocidos, lo que indica cla-
ramente que la población de este origen era importante y que tenían,
también, más facilidad para acceder a los cargos más relevantes, por lo
que la oligarquía dominante en la ciudad era preferentemente de esta
procedencia.
Los obispos, en principio, fueron designados por los fieles, los clé-
rigos, los obispos compromisarios y el metropolitano. Así existen tres
documentos de súplica de tres personajes godos: Segundo, Sunila y Her-
menegildo, a favor de Emila, también de origen germano, para que fuese
nombrado obispo de Mentesa. Luego, con el tiempo, la intervención de
los reyes, en el nombramiento de los obispos, se fue haciendo mayor
mientras disminuía el papel de los fieles. Por otro lado, la procedencia
de los prelados pertenecía a las capas más elevadas de la sociedad. Co-
rrobora esta suposición el hecho de que en las cartas de postulación del
godo Emila, para la sede de Mentesa, todos los firmantes enumeran las
cualidades del aspirante, pero hay una carta, la de Sunila, que alude a su

30
 Ibidem. Pág. 123.
31
 ARGENTE DEL CASTILLO OCAÑA, C. (1982). «Jaén. La etapa visigótica», en VV.AA., HIS-
TORIA DE JAÉN. Jaén, Diputación Provincial y Colegio Universitario de Jaén, pág. 141.

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DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
43
origen noble y dice así: «porque él está adornado de la humildad y la san-
tidad, y su ascendencia le vuelve hombre ilustre»32.
La relación de los obispos conocidos de la sede de Mentesa, durante
la época visigótica, es la siguiente33:
–  Juan, que asistió al III Concilio de Toledo, celebrado en el año 589.
–  Jacobo, que se halló presente en el Concilio Primero, que el rey
Gundemaro convocó en Toledo, el año 610 y, después, en el Segundo que
se celebró el mismo año en la misma ciudad.
–  Emila, que estuvo en el Segundo Concilio convocado en Toledo
por el rey Gundemaro, en el año 610. Sucedió a Jacobo a petición del
clero, del gobernador y del concejo de Mentesa.
–  Cecilio, que sucedió a Emila. Se tiene referencia de él por dos
cartas, una del rey Sisebuto, fechada en el año 615, en la que le reprendía
por haber dejado su obispado, retirándose a la vida monástica; y la se-
gunda de Cesáreo, gobernador del emperador bizantino Heraclio, diri-
gida al mismo rey Sisebuto, haciéndole saber que soldados suyos habían
hecho prisionero a Cecilio, obispo de Mentesa, y comunicándole que,
enterado de ello, lo había puesto en libertad, en señal de paz y amistad.
–  Jacobo el Segundo, que sucedió a Cecilio. Se halló en los Concilios
Cuarto (en el año 633), Quinto (en el año 636) y Sexto (en el año 638)
de Toledo.
–  Giberico, que sucedió a Jacobo el Segundo. En el Concilio Séptimo
de Toledo, celebrado en el año 646, asistió y suscribió, por él, su vicario
Ambrosio.
–  Froila, que sucedió a Giberico. Asistió al Concilio Octavo de To-
ledo, en el año 653, en tiempo del rey Recesvinto.
–  Waldifredo, que sucedió a Froila. Asistió al Concilio Noveno de
Toledo, en el año 655, y en el Décimo (año 656) asistió, por él, su vicario
el abad Martín.
–  San Floro mártir, que asistió, como obispo de Mentesa, al Con-
cilio Decimotercero de Toledo (año 683) y al Concilio Decimocuarto
(año 684). El año 688 se celebró en Toledo, en tiempos del rey Egica,
el Concilio Decimoquinto, al cual no pudo asistir el obispo Floro, y es-
tuvo representado por su vicario el abad Suniulfo. En el año 693, en el

32
 Ibidem. Pág. 154.
33
 XIMENA, M. (1654). «Catálogo de los Obispos...». Op. Cit., pp. 33-41.

44 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


Concilio Decimosexto de Toledo, volvió a hallarse presente este obispo.
Padeció martirio, en el año 713, tras la invasión islámica de España, junto
con otros obispos con los que se había retirado a la Lusitania, a un lugar
fuerte en un monte no lejos de Jarandilla, donde fueron descubiertos y
pasados a cuchillo por los moros.
La presencia visigoda en La Guardia está constatada por una serie
de hallazgos arqueológicos, encontrados en la población y en el Cerrillo
Salido, que se hallan depositados actualmente en el Museo Provincial de
Jaén. Son objetos de mobiliario litúrgico, metalistería y orfebrería, entre
los que destacan:
–  Un cancel visigótico, con el tema del crismón, cuya cruz de brazos
rematados en flor de lis lleva pendientes las letras alfa y omega, y una «R»
unida al brazo vertical adornado lateralmente con tallos de roleo. Es una
pieza datable en el siglo VI.
–  Un broche de placa rectangular calada, en la que se aprecian tres
aves envueltas en roleos vegetales. La hebilla es ovalada con aguja de ca-
beza de animal. Pertenece a la segunda mitad del siglo VII.
–  Varias alhajas, como pendientes con cápsulas de oro de forma cir-
cular, cuadrada y oval, que probablemente llevarían por detrás piedras
preciosas repujadas; otros pendientes, de tipo «castilla», circulares, con
pieza cónica o castilla en su parte inferior. Su interior está tabicado segu-
ramente para piedras preciosas.
A fines del siglo VI y, luego, durante el VII se produjeron catástrofes
diversas: primero una prolongada sequía, luego varias plagas de lan-
gostas, a continuación hambruna por malas cosechas y, finalmente, una
epidemia de peste. En estas calamidades se ha querido ver la causa de que
una serie de ciudades episcopales, entre las que se encuentra Mentesa,
desaparecieran sin dejar rastro en los primeros tiempos de la dominación
musulmana34.
La fortaleza visigoda fue acrecentada en sus defensas, en la segunda
mitad del siglo VI y comienzos del VII, para servir de bastión ante las
tropas bizantinas. Existen investigadores que han identificado el castillo
de Mentesa con el que Ardabasto, hijo del penúltimo rey godo Witiza,
concedió al jeque Maymun35, tras la invasión musulmana.

34
 ARGENTE DEL CASTILLO, C. (1982). «Jaén. La etapa visigótica». Op. Cit., pág. 149.
35
 ESLAVA GALÁN, J. (1999). «Castillos y atalayas del Reino de Jaén». Armilla (Granada). Edi-
ciones Osuna. Publicado por «Diario Ideal». Pág. 104.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
45
2.5. La fortaleza de la Mantisa árabe
Con la invasión islámica, Mentesa cambia su nombre por el de Man-
tisa (derivación fonética de su pronunciación en lengua árabe).
Existen varias descripciones de la ciudad de Mantisa por parte de au-
tores árabes, como Abu Ubayd Al-Bakri, Yaqut, Al-Razi y Al-Muqaddasi,
que la consideran como una de las medinas importantes en la Cora de
Yayyan, y la describen situada en un elevado promontorio, que poseía
sólidas defensas que la hacían casi inexpugnable, y desde el que se domi-
naba una extensa zona de huertas, ríos y fuentes, refiriéndola, asimismo,
como tierra productora de aceituna, higueras y vid36.
Aunque hoy históricamente es algo controvertido, según la versión,
manifestada en el siglo XIII por el arzobispo de Toledo don Rodrigo Xi-
ménez de Rada, en el año 711 Tarik pasó el estrecho de Gibraltar y des-
pués de las batallas del Barbate y de Ecija, dos años más tarde, en el 713,
se dirigió hacia Toledo, para conquistar la capital del reino visigodo, y en
el camino pasó por la ciudad de Mentesa arrasándola37.
Según fuentes árabes, como ya se ha dicho, el visigodo Ardabasto,
que mantuvo una gran relación con los invasores musulmanes, hacia el
año 740 tenía entre varias propiedades heredadas de su padre, el rey Wi-
tiza, un castillo38 que se asimila con la fortaleza visigoda de Mentesa. En
un relato del árabe Ibn al-Qutiyya, se narra la escena en la que Ardabasto
concedió al jeque Maymún un castillo, situado en las proximidades de
Jaén, conocido después por Qal´at Hazm, fortaleza que se puede rela-
cionar con Hisn al-Qal´a (actual castillo de La Guardia)39.
Tras su conquista por los moros, Mantisa fue una medina que adquirió
bastante importancia al convertirse en la capital de la Cora de Yayyan
(Jaén). Allí se asentaron, en el año 741, los Uqaylíes, uno de los diferentes
grupos de yunds sirios establecidos por estas tierras giennenses40.

36
 AGUIRRE SÁDABA, F. J. y JIMÉNEZ MATA, Mª. C. (1979). «Introducción al Jaén islámico». Jaén.
Instituto de Estudios Giennenses. Excma. Diputación Provincial. Pág. 15.
37
 SALVATIERRA CUENCA, V. (1996). «El Alto Guadalquivir en época musulmana», en VV.AA. LA
HISTORIA DE JAÉN Y SU PROVINCIA. Murcia. Diario IDEAL, Diputación Provincial de Jaén y
Caja de Jaén, pág. 134.
38
 TORRES JIMÉNEZ, J. C. (2005). «La iglesia mozárabe en tierras de Jaén (712-1157)». Boletín del
Instituto de Estudios Giennenses, 192, pág. 26.
39
 AGUIRRE SÁDABA, F. J. y JIMÉNEZ MATA, Mª. C. (1979). «Introducción al Jaén...». Op. Cit.
Pág. 93.
40
 Ibidem., pp. 102-105.

46 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


Torre circular, de construcción árabe, y recinto amurallado meridional.

Algunos años después, en el 765, Husayn ben Al-Dayn Al-Uqayli


fue el primer reconstructor de su castillo. Este personaje, jefe de la ca-
ballería del yund de Quinnasrin, se instaló en la fortaleza de Mantisa,
fortificándola41.
Abd-al-Rahman II (822-854), durante su emirato, trasladó la capita-
lidad de la Cora a Jaén, lo que supuso la decadencia hegemónica de Man-
tisa que fue relevada por el progresivo apogeo de Yayyan (Jaén) dentro
de dicha Cora.
En el año 888 ocurrió la rebelión de los señores muladíes, encas-
tillados y rebelados contra el poder de Córdoba. Ishaq ben Ibrahim,
perteneciente al linaje de los Uqaylíes, había sido personaje influyente e
importante en la corte cordobesa; pero su temor a los muladíes rebelados
le hizo abandonar aquella ciudad y se asentó en Mantisa, cuya fortaleza
reconstruyó y reforzó nuevamente para defenderse de los sublevados
contra el poder cordobés. No obstante, este abandono de la corte y el
intento de su defensa en esta guerra individualmente, le harían caer en
desgracia con el Emirato42.
En el año 912, Córdoba inició una expedición contra los encasti-
llados de la Cora de Yayyan y, veinticinco años más tarde de su salida de

41
 Ibidem. Pág. 121.
42
 Ibidem. Pág. 142.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
47
aquella ciudad, Ishaq ben Ibrahim volvió a la obediencia del poder del
Emirato, acogiéndose al perdón de Abd-al-Rahman III43.
Del siglo XI, bajo la dominación almorávide, existen muy pocos
datos. Solo se sabe que la Cora de Jaén, y por ende Mantisa, dependían
del gobernador de Granada44.
En el año 1148 son los almohades los que se adueñan de Jaén45. En
esta época la medina de Mantisa estaba en franca decadencia, al disminuir
el interés estratégico de su fortaleza.
La derrota almohade, en 1212, en las Navas de Tolosa será el pre-
ludio del fin de su dominio en el Reino de Jaén. Mantisa sería conquis-
tada por el rey cristiano Fernando III el Santo, en 1244, como campaña
previa a la toma de la ciudad de Jaén. Las defensas del castillo y forta-
leza no debieron ser muy importantes, en esta época, ya que este rey las
destruyó, junto con las de Pegalajar, Cárchel y Carchelejo, Mata Begid,
Cazalla y Arbuniel en un corto espacio de tiempo46.
En Mantisa convivieron, además de la población asentada de origen
árabe, los neomusulmanes o muladíes (hispano-visigodos convertidos al
Islam), los mozárabes (cristianos que convivieron con los musulmanes,
pero manteniéndose fieles a su fe) y la importante comunidad judía (que se
declaró a favor de la invasión y que tenía libertad de culto). Tanto los mo-
zárabes como los judíos tenían la condición de «dimmíes», que les exigía
el pago de un impuesto personal, la «yizya», para conservar su religión47.
Desde el punto de vista religioso, la invasión musulmana supuso un
gran quebrantamiento de las comunidades cristianas hispanas, entre ellas
la diócesis de Mentesa que, aunque se mantuvo en un principio, desapa-
recería aproximadamente siglo y medio después48. Ya se ha mencionado
anteriormente como Floro, obispo de Mentesa, cuando ocurrió la ocupa-
ción islámica, fue martirizado49 en el año 713.
El último obispo conocido de Mentesa (o Mantisa) fue Abibonso,
que vivió en tiempos de los cristianos mozárabes que se conservaban,

43
 Ibidem., pp. 161-162.
44
 Ibidem. Pág. 205.
45
 Ibidem. Pág. 210.
46
 Ibidem. Pág. 251.
47
 Ibidem., pp. 105-108.
48
 MARTÍNEZ ROJAS, F. J. (1998). «Aproximación a la Historia de la Iglesia en Jaén». Jaén. Edita:
Obispado de Jaén. Departamento Diocesano de Publicaciones.
49
 XIMENA, M. (1654). «Catálogo de los Obispos...». Op. Cit., pág. 40.

48 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


en este lugar, entre los moros. Asistió en el año 858 a un Concilio que se
celebró en Toledo, donde se eligió a San Eulogio, como Arzobispo de la
Iglesia Primada50. Por estos tiempos, ante la tenaz persecución contra las
iglesias y cristianos mozárabes de Andalucía, muchos de los residentes en
Mentesa se marcharon, huyendo de los moros, hasta el reino de Francia.
Los musulmanes aprovecharon también los trazados y vías romanas
para su comercio. La economía de la medina de la Mantisa musulmana
dependía, sobre todo, de la agricultura. Esta población fue una buena
zona productora de aceituna, junto a la higuera y la vid. La producción
de trigo, que era el cereal más difundido al ser el alimento básico de la
población, no bastaba para satisfacer su excesivo consumo. Había mo-
linos harineros hidráulicos, para la molienda del trigo, en la ribera del
río Guadalbullón. Otro producto importante era el cultivo del azafrán.
En Mantisa existían, también, multitud de huertas, con amplia variedad
de árboles frutales, regadas por el cercano río y por los manantiales exis-
tentes en la población51.
Otro producto muy apreciado era la miel, por lo que se desarrolló la
apicultura, situando las colmenas en las colinas próximas a los frutales,
donde crecían plantas aromáticas como el romero o el tomillo, o árboles
como el tilo y la acacia. También tuvo importancia la elaboración de la
seda, una de sus más importantes industrias, por lo que tuvo gran difu-
sión en toda la zona la cría del gusano de seda52.
Respecto a la ganadería, el mulo y el asno fueron los animales de
carga más usados. El consumo de carne para la población se obtenía,
principalmente, del sacrificio de animales como el cordero, la cabra y
las aves de corral53, al estar la carne de cerdo proscrita por la religión
musulmana.

2.6. El castillo y fortaleza durante la época del señorío


de La Guardia (Siglos XIII-XVI)
Tras su conquista, por el rey Fernando III, la villa tomó el nombre
actual de La Guardia por su situación de privilegio en la defensa del reino
cristiano de Jaén, ante la continua amenaza de los moros granadinos.

50
 Ibidem. Pág. 41.
51
 AGUIRRE SÁDABA, F. J. y JIMÉNEZ MATA, Mª. C. (1979). «Introducción al Jaén...». Op. Cit.,
pp. 58-63.
52
 Ibidem., pp. 63-64.
53
 Ibidem. Pág. 66.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
49
Durante la segunda mitad del siglo XIII, la villa de La Guardia fue
repoblada por vecinos procedentes de los territorios recientemente con-
quistados y por numerosos campesinos castellanos y leoneses. También
en esta época se realizó una rápida reconstrucción y reforzamiento de las
defensas de la fortaleza.
Del castillo y fortaleza de La Guardia apenas se tienen noticias, en
este tiempo, aunque pronto debió de constituirse en señorío, pasando
de la jurisdicción realenga a la señorial. Según opinión del investigador
Tomás Quesada a fines de este siglo aparece citado don Juan Ruiz de
Baeza, como señor de La Guardia54, con lo que éste sería, sin duda, uno
de los primeros señoríos, en las tierras giennenses.
De cualquier forma, lo que si está ampliamente constatado y do-
cumentado es que, en 1331, figuraba ya como titular del señorío de La
Guardia, don Lope Ruiz de Baeza, hijo del anterior55, quien fundó mayo-
razgo con esta villa56. Don Lope, que fue también señor de Bailén y cau-
dillo mayor del reino de Jaén, hizo testamento en 13 de abril de 1340, en
el cual nombró por su albacea testamentario a don Juan, obispo de Jaén57.
Le sucedió, ya en la mitad del siglo XIV, su hijo don Juan Ruiz de
Baeza, quien probablemente debió morir pocos años después, puesto que
en 1369 era ya señor de La Guardia su primogénito, llamado don Lope
Díaz de Baeza58.
Esta sucesión se vio modificada con motivo de la guerra civil entre el
rey don Pedro I y Enrique de Trastámara. El señor de La Guardia fue, en
esta contienda, partidario del rey don Pedro, por lo que al ganar la guerra
don Enrique, en 1369, en represalia le quitó el señorío a aquél y donó la
villa a don Pedro Ruiz de Torres, adelantado de Cazorla.
No obstante, don Lope Díaz de Baeza logró recuperar, poco tiempo
después, el señorío de la villa de La Guardia59, merced a las gestiones rea-
lizadas, en su favor, por su suegro don Gonzalo Fernández de Córdoba,
que había pertenecido al bando de don Enrique durante la guerra.

54
 QUESADA QUESADA, T. (1989). «La Serranía de Mágina en la Baja Edad Media». Granada.
Universidad de Granada. Pág. 109.
55
 XIMÉNEZ PATÓN, B. (1628). «Historia de la continuada nobleza de la ciudad de Jaén». Jaén.
Edición facsímil de 1983, de Riquelme y Vargas Ediciones. Pág. 177.
56
 ARGOTE DE MOLINA, G. (1588). «Nobleza de Andalucía». Jaén. Edición facsímil publicada en
1991 por Ediciones Riquelme y Vargas, pp. 172-173.
57
 XIMENA, M. (1654). «Catálogo de los Obispos...». Op. Cit. Pág. 334.
58
 QUESADA, T. (1989). «La Serranía de Mágina...». Op. Cit. Pág. 115.
59
 Ibidem. Pág. 115.

50 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


Pero sólo unos años más tarde, al morir don Lope Díaz, sus familiares
perdieron otra vez el señorío de la villa, ya que por un privilegio, fechado
en Burgos el 20 de mayo de 1374, Enrique II donó el castillo y villa de La
Guardia a don Ruy González Messía, casado con doña Leonor Carrillo,
a través de la cual heredó también la villa de Santa Eufemia (conocida,
asimismo, por el nombre de Santofimia). Luego, doña María García de
Baeza, hija de don Lope, casaría con Diego González Messía, hijo de don
Ruy González Messía, en 1396, unificándose de esta forma ambas fami-
lias en el dominio del señorío60.
En 1410, don Diego González Messía fue hecho prisionero, por el rey
granadino Yusuf III, cerca de Montejícar y, posteriormente, en 1412, sería
rescatado al firmarse una tregua entre el rey moro y el regente de Castilla,
don Fernando de Antequera, tras el pago de 19.000 doblas61. Esta derrota
fue inspiradora de un romance medieval62.
Hecho notable relacionado con La Guardia, durante esta época, fue la
derrota y cautividad del obispo don Gonzalo de Stúñiga (o Zúñiga), por
los moros granadinos, el día 17 de enero de 1425, en las proximidades
del castillo de La Guardia, en el río de la Cerradura. Este hecho daría
lugar, después, a otro conocido romance63. Posteriormente, en 1431, éste
obispo fue más afortunado, obteniendo la victoria contra el mismo ene-
migo, en un enfrentamiento en el que estuvo acompañado por el adelan-
tado mayor de la frontera, don Diego Rivera64.
Diego González Messía debió morir antes de 1443, puesto que,
en esa fecha, figura como nuevo señor de La Guardia, su hijo Rodrigo
Messía. Éste tuvo, a su vez, dos hijos, Juan González Messía e Inés Messía,
heredando ésta última el señorío de La Guardia al morir su hermano
sin descendencia. Doña Inés Messía casó con Gonzalo Messía y Messía,
señor de Santa Eufemia, uniéndose de esta forma, desde entonces, ambos
señoríos.
La fecha de la muerte de Rodrigo Messía tuvo que ser posterior a
1461, fecha en la que actuó como padrino de bodas del condestable

60
 Ibidem. Pág. 116.
61
 Ibidem., pp. 65-66.
62
 OLMO, A. (2004). «Mentesa romana...». Op. Cit., pp. 21-22. El romance comienza así: «Ya se
salen de Jaén/ los trescientos hijosdalgo...».
63
 Ibidem. Pág. 20. El romance comienza así: »Día era de San Antón/ ese Santo señalado/ cuando
salen de Jaén/ cuatrocientos hijosdalgo/ y de Úbeda y Baeza/ se salían otros tantos...».
64
 MARTÍNEZ DE MAZAS, J. (1794). «Retrato al natural de la ciudad y término de Jaén». Edición
facsimil de 1978, realizada por Ediciones El Albir, S.A. Barcelona. Pág. 94.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
51
Iranzo, y anterior a 1465, fecha en la que ya es señor de La Guardia
Gonzalo Messía, quien fue partidario del maestre de Calatrava, don Pedro
Girón, y como aliado suyo aparece en la tregua firmada con el condes-
table Iranzo en 146565.
En 1468, la Corona concedió a Gonzalo Messía un juro de 30.000
maravedíes, situados en su villa de Santa Eufemia; y el 26 de agosto de
1469, el rey Enrique IV le hizo merced de otros 150.000 maravedíes,
en remuneración de los servicios prestados y para que el castillo de La
Guardia estuviera defendido como los demás castillos de la zona. Esta
merced le fue confirmada, posteriormente, por la reina doña Isabel, el 5
de junio de 1475, de lo que se deduce que, en la guerra civil que estalló
en Castilla tras la muerte de Enrique IV, Gonzalo Messía debió ser parti-
dario de la futura reina66.
Entre los años 1482 y 1485 hubo una gran actividad de las fronteras
giennenses, entre cabalgadas y saqueos, y así en 1484 muchos vecinos
de La Guardia participaron en una de estas cabalgadas contra los moros
fronterizos.
En la conquista de Cambil, en 1485, tuvieron una actuación desta-
cada el señor de La Guardia, don Gonzalo Messía, y su hijo, don Rodrigo
Messía, junto con el alcaide de su castillo, Juan de Vilches. Fue este úl-
timo personaje amigo personal del alcaide moro de Cambil, Mahomad
Lentin, y tenían tal grado de amistad que, tras el cerco realizado por
los Reyes Católicos, al entregarse éste se negó a hacerlo a los monarcas,
poniendo como condición de su rendición el entregar las llaves de los
castillos de Cambil y Alhabar sólo a su alcaide amigo de La Guardia, Juan
de Vilches67. Los señores de La Guardia sirvieron a los Reyes, en el cerco
y toma de Cambil, con sus personas y caballos, y con 50 escuderos con
sus caballos y armas.
Entre los años 1488 y 1489, aparecieron serias diferencias entre el
concejo de Jaén y el señor de La Guardia, Gonzalo Messía, debido a la ro-
turación y cultivo de ciertos terrenos, aprovechamiento de los pastos para
el ganado, y problemas de linderos y propiedad de ellos, entre ambas
poblaciones. Este enfrentamiento originó un pleito, tan enconado, que

65
 QUESADA, T. (1989). «La Serranía de Mágina...». Op. Cit. Pág., pp. 162-164.
66
 Ibidem. Pág. 164.
67
 TORAL PEÑARANDA, E. (1985). «Jaén y el Condestable Miguel Lucas de Iranzo». Boletín del
Instituto Giennenses (B.I.E.G.), 123. Pág. 30.

52 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


obligó a la intervención de los Reyes Católicos, mediante ordenanzas emi-
tidas entre 1489 y 1491, que solucionaron el problema68.
Tras la conquista del reino granadino, en 1492, llegó para La Guardia
un período de pacificación durante el cual se acometieron determinadas
obras, como fueron la construcción de la nueva iglesia de Santa María,
dentro de la fortaleza, la remodelación del castillo cambiando su es-
tructura como sede palaciega, y la fundación y edificación del convento
dominico de Santa María Magdalena de la Cruz, en 1530, ésta última
obra bajo el patronazgo del, entonces, señor de La Guardia, don Rodrigo
Messía Carrillo y de su mujer, doña Mayor de Fonseca.
Durante la época del señorío la autoridad de más prestigio y poder,
en la villa, fue la del alcaide de la fortaleza, siempre designado por el
señor de La Guardia, pero su figura iría perdiendo importancia al desapa-
recer las acciones militares en la frontera.
El señor de La Guardia, personaje de poder omnímodo, era el dueño
real del Concejo y su influencia se extendía a todo el término municipal,
interviniendo inevitablemente en todo lo concerniente a la vida política,
social y económica del señorío. Él nombraba, también, a los siguientes
personajes: el alcaide del castillo, los dos alcaldes ordinarios, los tres re-
gidores, el mayordomo del concejo y el alguacil mayor que, junto con el
personero síndico, constituían el pleno del cabildo municipal.
Mediado el siglo XVI se construyó y puso en funcionamiento un
Pósito, donde se almacenarían los cereales en los años de abundancia y
paliar así los efectos de las malas cosechas69.
Desde 1244 a 1492, el sistema defensivo del reino de Jaén tuvo, por
esta zona de la frontera, uno de sus baluartes principales en la fortaleza de
La Guardia, flanqueada por los castillos de Otíñar y Pegalajar. Más hacia
el Sur, ya casi en territorio enemigo, existían una serie de torres vigías
que constituían un sistema de alerta avanzada. Por este sector estaban las
de La Pandera, Cazadores, La Estrella, La Cabeza, Pedregosa y Moral70.
El castillo de La Guardia gozó, durante esta época, del llamado privi-
legio de «homicianos», como todas las fortalezas de las tierras fronterizas.
Por este privilegio, cualquier delincuente perseguido por la justicia podía

68
 QUESADA, T. (1989). «La Serranía de Mágina...». Op. Cit., pp. 350-352.
69
 RODRÍGUEZ MOLINA, J. (1982). «Jaén en el siglo XVI. Época de esplendor», en VV. AA., HIS-
TORIA DE JAEN. Jaén, Diputación Provincial y Colegio Universitario de Jaén. Pág. 280.
70
 OLMO, A. (2004). «Mentesa romana...». Op. Cit. Pág. 18.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
53
refugiarse en los castillos, que gozasen de él, dentro de los cuales no
podrían ser prendidos y redimirían su culpa, trabajando y sirviendo en
ellos durante un tiempo concreto, normalmente un año y un día, tras el
que quedarían libres. Solamente estaban excluidos de este privilegio dos
delitos: la traición y la alevosía71. Se sabe que La Guardia dispuso de este
privilegio por una queja del obispo de Jaén a los Reyes Católicos, fechada
en 1494, en la que expone que, tras haberse suprimido aquel privilegio
en 1491, sin embargo tanto en la villa de Alcaudete, como en la de La
Guardia, se continuaba acogiendo a gente perseguida72.
También se conoce que, en 1403, el castillo de La Guardia estaba
exento del pago de alcabalas, privilegio que tenía la generalidad de las
villas y castillos fronterizos73.
Cuando ocurrió la toma de La Guardia, en 1244, la fortaleza sufrió
profundas reformas, para reforzar su estructura, al encontrarse las de-
fensas musulmanas en mal estado de conservación, debido a la fragilidad
del material de construcción empleado (tapial de tierra). A este período
pertenece la Torre del Homenaje, en la parte Norte, y la torre cuadrada,
de la esquina Sureste74 del alcázar. Estas reformas motivaron la casi total
desaparición de la original construcción árabe, de la cual sólo quedarían
la parte inferior de los lienzos amurallados, la torre circular y los aljibes
islámicos.
El recinto de muralla, con una base árabe, se reforzó y aumentó en
altura considerablemente durante los siglos XIII y XIV, aunque también
se le realizaron algunos añadidos, en el período renacentista, más deco-
rativos que estructurales75.
En el curso del siglo XV y principios del XVI se modificó también
parte de la estructura del castillo, para convertirlo en residencia de los
Messía, señores de la villa, mejorándolo y embelleciéndolo. Su artística
portada gótica data de la segunda mitad del siglo XV, aunque fue remode-
lada luego durante el siglo XVI (VARGAS y PALMA, 2004).
La iglesia parroquial de Santa María se comenzó a construir a fines
del siglo XV y se terminó durante el XVI. Para su construcción se apro-

71
 QUESADA QUESADA, T. (1989). «La época bajomedieval», en VV. AA. «JAÉN». Tomo II. Gra-
nada. Editorial Andalucía, pp. 504-505.
72
 QUESADA, T. (1989). «La Serranía de Mágina...». Op. Cit. Pág. 259.
73
 Ibidem. Pág. 256.
74
 CASTILLO, J. L. (1994). «El castillo de La Guardia..». Op. Cit. Pág. 72.
75
 VARGAS-MACHUCA, A. y PALMA, M. (2004). «Proyecto básico...». Op. Cit. Pág. 38.

54 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


vechó una de las torres de la muralla fortificada sobre la que se adosó su
cabecera, como ya se ha comentado anteriormente.
Dentro del espacio del recinto amurallado de la fortaleza se crearon
estancias, identificadas como zonas de servicio, para uso de los servidores
de la familia Messía.
Durante el siglo XVI se realizó una gran reforma en el castillo, para
dotarlo de unas condiciones de habitabilidad dignas de los señores de
La Guardia. De esta forma se transformó en una sede palaciega, en de-
trimento de su carácter militar. Prácticamente todas las torres se convir-
tieron en salas habitables en sus niveles superiores, abriendo algunas de
sus aspilleras para hacer grandes ventanales o miradores, y facilitar la
iluminación de las estancias. En la torre cuadrada, su estancia se habilitó
como cocina. El espacio bajo comprendido entre la torre del Homenaje
y la torre rectangular se transformó en almacén o bodega. También, en el
siguiente nivel de ambas torres, se realizó una comunicación entre ellas
y el patio central76.

Puerta gótica del castillo y torre del campanario.

76
 Ibidem., pp. 45-47.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
55
En toda la comarca de Jaén, la villa de La Guardia incluida, se pro-
dujo un vacío demográfico tras su conquista por el rey Fernando III,
mediado el siglo XIII, que se mantendría en períodos posteriores. En este
aspecto influyeron una serie de factores, como fueron la inseguridad en
el campo por las frecuentes refriegas militares, la expulsión de los mudé-
jares, ordenada por Alfonso X, en 1264; las incursiones de los benime-
rines, en 1275; los enfrentamientos entre Alfonso X y su hijo Sancho IV,
las turbulentas minorías de Fernando IV y Alfonso XI, y la guerra entre
Pedro I y Enrique de Trastámara. Por otra parte, los habitantes de esta
zona estuvieron sometidos a una serie de calamidades, que afectaron de
forma muy notable a su demografía, entre ellas las hambrunas periódicas,
de fines del siglo XIII, por las inundaciones y sequías, pero sobre todo
por las terribles epidemias de peste negra de 1348 y las posteriores de
1458, y de 1468-6977.
Después de la conquista de las nuevas ciudades y villas, entre ellas la
de La Guardia, los cristianos ocuparon las casas abandonadas por los mu-
sulmanes, fraccionando las más grandes y uniendo las más pequeñas, al
mismo tiempo que comenzó una lenta transformación de otros edificios78.
La población de la zona de La Guardia estuvo compuesta, durante
las tres primeras décadas inmediatas a su reconquista, por varios grupos
diferentes en raza y religión: cristianos, musulmanes y judíos.
La inmensa parte de la población tributaria era cristiana y estaba
formada por personas de muy diversa procedencia, la mayoría de origen
castellano y leonés.
Los musulmanes, tras la conquista, no fueron expulsados sino que
formaron parte integrante de aquella sociedad a todos los efectos. Sin
embargo la sublevación de la población mudéjar, ocurrida en 1264, con
la ayuda de sus hermanos granadinos y africanos, hizo que la situación
cambiase y originase la casi total expulsión de los musulmanes79.
Por su parte los judíos convivieron con la población cristiana dedi-
cados a tareas agrícolas, artesanales y comerciales. Sin embargo un grupo

77
 LÓPEZ CORDERO, J. A. (1998). «Historia ecológica de la comarca de Jaén (Siglos XV-XIX)».
Jaén. Edita: Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Jaén., pp. 37-39.
78
 SALVATIERRA CUENCA, V. «El Alto Guadalquivir en la Baja Edad Media» (1996), en VV. AA. LA
HISTORIA DE JAÉN Y SU PROVINCIA. Murcia. Diario IDEAL, Diputación Provincial de Jaén y
Caja de Jaén, pp. 230.
79
 RODRÍGUEZ MOLINA, J. (1982). «Jaén. Organización de sus tierras y hombres (siglos XIII-
XVI)», en VV. AA., HISTORIA DE JAÉN. Jaén, Diputación Provincial y Colegio Universitario de
Jaén. Pág. 245.

56 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


reducido de ellos se dedicó a las funciones de recaudadores de impuestos
y a ofrecer préstamos, a intereses muy elevados, lo que les ganó la ani-
madversión de amplios sectores ciudadanos y rurales. A fines del siglo
XIV existió una verdadera explosión popular antisemita, lo que originó
las conversiones de judíos en masa. Pero estos conversos, de forma indi-
recta o clandestina, siguieron con sus labores de recaudación de rentas y
haciendo préstamos a elevados intereses. La continuidad de esta situación
y la intención de captarse las simpatías populares, por parte de los Reyes
Católicos, parecen estar entre las razones que condujeron, en 1492, a la
expulsión de toda la población judía80.
En la primera mitad del siglo XVI, tras la toma de Granada, se pro-
dujo un auge demográfico, aunque en las primeras décadas del siglo exis-
tiese incluso un pequeño descenso, respecto al siglo anterior, debido a las
sequías, hambrunas y epidemias; sin olvidar los pesados impuestos que
gravaban a la población pechera.
La villa de La Guardia contaba, en 1535, con una población de 232
vecinos81. En esta época la población de la villa estaba compuesta por
una minoría privilegiada (hidalgos y clero) y la gran mayoría trabajadora
(labradores, artesanos y jornaleros); además existían otros grupos mino-
ritarios, unos de carácter religioso (judeoconversos, moriscos y gitanos) y
otros de de baja condición social (viudas, menores y pobres).
Desde su conquista, y por un espacio de tiempo superior a dos siglos,
La Guardia fue una población eminentemente fronteriza. Este carácter de
inestabilidad militar constituyó el principal impulso para la formación de
cofradías entre sus vecinos que, en los primeros momentos, tenían como
finalidad básica la defensa de la villa, por lo que todas ellas tenían una
fuerte impronta militar. Aunque algunas de estas asociaciones estuvieron
plenamente constituidas en la segunda mitad del siglo XIV, fue durante
el siglo XV cuando se consolidaron plenamente estas cofradías82. De esta
época dataría la más antigua de las cofradías de La Guardia, que fue la de
San Sebastián y que tuvo su sede en la ermita de su nombre. En el primer
tercio del siglo XVI nacieron otras cofradías, de tipo gremial y religioso o
penitencial, dedicadas al culto y a la ayuda mutua entre sus cofrades. Las
principales cofradías durante esta época, en la villa, fueron las de Santa

80
 Ibidem. Pág. 245-247.
81
 RODRÍGUEZ, J. (1982). «Jaén en el siglo XVI. Época de...». Op. Cit. Pág. 272.
82
 GARRIDO AGUILERA, J.C. (1987). «Religiosidad popular en Jaén durante los siglos XV y XVI.
Las cofradías». Jaén, Ayuntamiento de Jaén., pp. 21-23.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
57
María y Santiago, de San Ildefonso y del Santísimo Sacramento, todas con
sede en la iglesia mayor de Santa María.
Tras la reconquista de La Guardia, y posteriormente la de Jaén, a
mediados del siglo XIII, las mezquitas árabes y, posiblemente, la mayor
parte de las posesiones de éstas pasaron a la Iglesia83.
Al comenzar el período del señorío, en 1311, La Guardia figuraba ya
con una parroquia en la diócesis de Jaén84. En este mismo año, el diezmo
ingresado, en el término de La Guardia, por el tercio de los clérigos de la
parroquia, fue de 709 maravedíes, mientras que los ingresos aportados
por las posesiones y primicias fueron de 150 maravedíes85. Estos valores
del diezmo fueron, en el caso de La Guardia, notablemente inferiores a la
mayor parte de las parroquias de la ciudad de Jaén, hecho que se mani-
festaba por la enorme desproporción existente entre los ingresos propor-
cionados, a cada parroquia, por el tercio de clérigos y los proporcionados
por los ingresos totales de las propiedades que tenía cada una de ellas86.
En esta época la iglesia parroquial de La Guardia estuvo atendida es-
piritualmente por un prior y varios beneficiados. También estaban al cui-
dado del templo un mayordomo (que cuidaba de los ornamentos, bienes
y rentas) y el sacristán.
En el año 1511, la parroquia de la villa figuraba como perteneciente
al arciprestazgo de Jaén, destacando dentro de aquélla la ermita de Santa
María de la Coronada (que tenía una antigüedad anterior al año 1401)87.
Del año 1512 existe también una referencia del diezmo total aportado,
por la parroquia de La Guardia, por cada una de las rentas o productos
agrarios: 66 cahíces por la renta del pan, 29.400 mrs. por las minucias y
3.920 mrs. por el vino y aceite88.
El Convento, fundado por fray Domingo de Valtanás en 1530 y per-
teneciente a la Orden Dominica, estuvo dirigido por un prior y tenía, en
este tiempo, una comunidad aproximada de unos 24 frailes profesos. En
su construcción, iniciada en 1538 y que ocupó gran parte de la segunda
mitad del siglo XVI, intervinieron los más prestigiosos maestros canteros

83
 SALVATIERRA, V. (1996). «El Alto Guadalquivir en la Baja...». Op. Cit. 206.
84
 RODRÍGUEZ MOLINA, J. (1986). «El obispado de Baeza-Jaén. Organización y economía dioce-
sanas (Siglos XIII-XVI)». Jaén. Diputación Provincial de Jaén. Pág. 21.
85
 Ibidem. Pág. 233.
86
 Ibidem. Pág. 237.
87
 RODRÍGUEZ, J. (1982). «Jaén. Organización de sus tierras...». Op. Cit. Pág. 253.
88
 RODRÍGUEZ, J. (1986). «El obispado de Baeza-Jaén...». Op. Cit. Pág. 241.

58 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


existentes, en aquella época, en el reino de Jaén, como fueron Domingo
de Tolosa, Andrés de Vandelvira y Francisco del Castillo el mozo.
En la primera mitad del siglo XVI junto a la mayoría de la población
cristiana convivieron los judeoconversos y moriscos, que comenzaron
a desempeñar en algunas ocasiones cargos municipales y eclesiásticos,
lo que motivó la exigencia de «pureza de sangre» de cristianos viejos a
quienes pretendían entrar en estas instituciones. Esta exigencia fue reco-
gida también, en sus estatutos, por algunas cofradías89.
La minoría morisca fue perseguida en este tiempo, y sus condiciones
de vida fueron muy diferentes de las que caracterizaron a los conversos.
La Inquisición persiguió con dureza, sobre todo en los primeros mo-
mentos, a los judeoconversos.
Durante la época del señorío de La Guardia, la actividad económica
estuvo basada en la agricultura, siendo los cultivos más extendidos los ce-
reales, la vid y el olivo90. El trigo y la cebada se cultivaban en las tierras de
mejor calidad, mientras que en las laderas de los montes y tierras menos
productivas se sembraba avena o escanda. La vid se cultivaba también en
estas laderas. El olivo se extendía por gran parte del término municipal.
La Guardia tuvo también, en este tiempo, excelentes huertas próximas
al Guadalbullón y otras regadas por los abundantes manantiales de la
población. En ellas crecían gran variedad de frutales, entre los que eran
especialmente apreciados las higueras y los granados.
Existían amplias zonas incultas, como consecuencia de la situación
fronteriza y del déficit demográfico. En ellas crecían frutos silvestres (be-
llota, endrino, enebro, etc.) y también había grandes zonas de pastos.
Aquí se alimentaban los cerdos, comiendo las bellotas, y el ganado
mayor y menor, de los pastos. También se practicaba, en estos terrenos,
la caza mayor.
La zona de sierra estaba compuesta por masas de árboles, sobre todo
encinas, quejigos y pinos.
En los espacios baldíos estaban las dehesas boyales, que eran super-
ficies acotadas cuyos pastos se reservaban para los bueyes de arada91. El
Concejo de La Guardia era el encargado de controlar y vigilar la buena
explotación de estas dehesas.

89
 RODRÍGUEZ, J. (1982). «Jaén en el siglo XVI. Época de...». Op. Cit. Pág. 282-283.
90
 LÓPEZ, J. A. (1998). «Historia ecológica...». Op. Cit. Pág. 38.
91
 Ibidem., pp. 38-50.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
59
La ganadería tuvo un gran desarrollo, durante esta época, por dife-
rentes motivos: porque se podía trasladar a lugares seguros en caso de
ataques musulmanes, porque se necesitaban pocos hombres para un re-
baño, también porque la existencia de estas amplias zonas de pastos y
dehesas evitaba los problemas y enfrentamientos con los agricultores, y,
finalmente, porque la situación de estas tierras montañosas las hacía com-
plementarias con las del valle, estableciendo un sistema de trashumancia
del valle a las sierras en verano y a la inversa, en invierno92.
El ganado lanar era el más importante. Ovejas, carneros y corderos
eran llevados a pastar por todos lugares, protegidos por mastines que les
protegían de los lobos. Las cabras se localizaban en sitios marginales de
peor acceso y más difícil aprovechamiento.
Los bueyes, utilizados en las labores de arada, se reunían en boyadas,
en algunas dehesas, en las épocas del año libres de labranza. Las vacas,
además de las cabras y los cerdos, eran la fuente más importante de carne
y cuero.
Los mulos y asnos eran usados como animales de carga y tiro, mientras
que el ganado caballar tenía un uso casi exclusivo como arma de guerra.
Los cerdos constituían el ganado más generalizado y la mayor fuente
de grasas y calorías animales en la alimentación de las clases populares,
que los solían tener bien en su casa o sueltos por la calle93.
Los espacios baldíos formaban extensas zonas. Sin embargo, en la
segunda mitad del siglo XV, comenzaron a ocuparse debido al fuerte in-
cremento demográfico de esta zona. La fauna era bastante abundante en
esta época y rica en osos, jabalíes, lobos, águilas, ciervos, etc., siendo por
este motivo muy frecuente las cacerías. La fauna menor (liebres, conejos,
perdices, etc.) era también muy abundante, y en su caza los perros desa-
rrollaban un papel fundamental94.
Los cortijos tenían casas, silos, establos, eras y pozos con agua po-
table, junto con todos los aperos de labranza necesarios95.
En el siglo XV fueron numerosos los labradores que tomaban te-
rrenos a renta para cultivarlos, junto con sus propiedades, y también
pequeños rebaños de ovejas, cabras y cerdos. Luego, a fines de este siglo y

92
 QUESADA, T. (1989). «La época bajomedieval». Op. Cit., pp. 505-506..
93
 LÓPEZ, J. A. (1998). «Historia ecológica...». Op. Cit., pp. 54-57.
94
 Ibidem., pp. 60-69
95
 RODRÍGUEZ, J. (1982). «Jaén. Organización de sus tierras...». Op. Cit. Pág. 240.

60 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


principios del XVI, los labradores comenzarían a organizarse en cofradías
ganaderas o mestas locales96.
Las actividades económicas que se desarrollaban en la villa estaban
ligadas con el mundo rural. Había un comercio donde se intercambiaban
productos del campo por otros manufacturados. La actividad industrial
era escasa y estaba dedicada al sector textil y curtido de cueros, casi
en exclusiva. También destacaron los sederos en La Guardia, durante el
siglo XVI97.
Las actividades mercantiles entre musulmanes y cristianos se llevaban
a cabo en unos determinados puntos de la frontera, donde era autorizado
por el poder real este comercio. Constituían los llamados «puertos secos
de la frontera» que en el reino de Jaén fueron tres, Alcalá la Real, Huelma
y Quesada, aunque parece ser que en Pegalajar también se organizó un
mercado al que asistían los «almayales» granadinos. Este comercio se
gravaba, en estos «puertos secos», con el diezmo y medio diezmo de lo
morisco, que producía unos importantes ingresos. A este puerto de Pega-
lajar acudirían, sin duda, los vecinos de La Guardia interesados en estas
actividades.
Los cuantiosos beneficios de este comercio y las trabas legales im-
puestas originaron la aparición de un contrabando que se extendió por
todas las zonas fronterizas, a veces individual y otras de forma organizada
por los alcaides o señores de los castillos que carecían de «puerto seco»,
pero que no querían renunciar a los beneficios que éste generaba98.

2.7. El castillo y fortaleza durante la época del marque-


sado de La Guardia (Siglos XVI-XIX)
2.7.1.  Datos históricos.
a)  Los Marqueses de La Guardia. Composición del Cabildo Municipal.
Era el XII Señor de la villa don Gonzalo Messía Carrillo, hijo de
don Rodrigo Messía Carrillo y doña Mayor de Fonseca, cuando por un
decreto, dado por el rey don Felipe II y fechado en 11 de junio de 1566,
que confirmaba el nombramiento realizado en 8 de abril de ese mismo
año, el poder real le concedió el título de Marqués de La Guardia, con lo
que este personaje se convirtió en el primer poseedor del Marquesado de

96
 Ibidem., pp. 244-245.
97
 MOLINA MARTÍNEZ, M. (1987). «Jaén y el Mundo...». Pág. 26.
98
 QUESADA, T. (1989). «La época bajomedieval». Op. Cit. Pág. 507.

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DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
61
la villa, hecho que supuso el inicio de un nuevo período en la historia de
La Guardia.
Don Gonzalo Messía, en conmemoración de este importante suceso,
mandó construir una fastuosa Fuente Monumental, en uno de los prin-
cipales manantiales de La Guardia, fuente que los guardeños llamaron,
desde entonces, el «Pilar de los Cinco Caños». La fuente se erigió en una
de las dos plazas principales de la villa, en la llamada plaza del Mercado
o de la Fuente, situada en la parte baja del pueblo (mientras que la otra
plaza, sita en la parte alta, era la de San Pedro). En su cuerpo inferior se
hallaban cinco caños, de los que manaba el agua del antiguo manantial,
que se vertía sobre una pila rectangular. En su cuerpo superior figuraba
una cartela, en su centro, con una inscripción alusiva a su construcción,
en la que se leía: «Esta obra mandó hazer el Ilmo. Señor el Marqués don
Gonzalo Messía Carrillo, my señor. Año de 1566».
Esta fuente fue famosa en el siglo XVII por sus aguas mineromedici-
nales, que poseían diferentes propiedades curativas, según atestiguaban
algunos tratados médicos de la época. Esta cualidad terapéutica de sus
aguas seguía vigente mediado el siglo XVIII, pero el paulatino agota-
miento del manantial que surtía la fuente, y su aprovechamiento para la
red municipal de aguas, instalada en el siglo XX, originó su pérdida. Hoy
día, el agua que mana de los caños procede de la red de abastecimiento
creada por el Ayuntamiento99. Sus aguas, junto con las de la próxima
fuente del Lavadero, se utilizaron siempre para el riego de las huertas y
bancales existentes hasta el río.
Respecto al Concejo de La Guardia, en esta época, el pleno del ca-
bildo de la villa, hasta el año 1575, mantuvo en su composición los
mismos miembros que había tenido durante toda la etapa del señorío:
alcaide del castillo y fortaleza, dos alcaldes ordinarios, tres regidores, al-
guacil mayor, personero síndico, mayordomo del Concejo y, a veces, el
depositario del Pósito de la villa100.
A partir de esta fecha se van a producir algunos cambios de impor-
tancia en la estructura del cabildo municipal que, con escasas variantes,
se mantendrán hasta el final efectivo y disolución del marquesado, en el
siglo XIX, con las Cortes de Cádiz y Constitución de 1812. En esta nueva
estructuración del cabildo, desaparecerán los alcaldes ordinarios y emer-

99
 AMEZCUA, M. (1994). «La fuente medicinal de la Guardia en la literatura hidrológica del siglo
XVII». Sumuntán, 4, pp. 83.
100
 A.H.P.J. Leg. 2530. Fol. 752 vº. Año 1573. Escribano: Juan de Contreras. La Guardia.

62 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


gerá la figura del corregidor, así como la del alférez mayor; el número de
regidores pasará a ser de cuatro, uno de los cuales llevará, en ocasiones,
el título de la mayordomía del Concejo; existiendo también un síndico
procurador general del común, además del síndico personero, y mante-
niéndose igual el resto de cargos; quedando, pues, la composición defini-
tiva del cabildo con los siguientes oficiales del Concejo: el corregidor, el
alcaide del castillo, el alférez mayor, cuatro regidores y el alguacil mayor,
los cuales constituían los llamados capitulares con «derecho de voz y
voto»; además formaban parte también del cabildo el síndico personero
y el síndico procurador general del común, que carecían de este derecho.
Hasta el siglo XVII los marqueses de La Guardia residieron en el cas-
tillo, previamente restaurado y acondicionado, hasta convertirlo en sede
palaciega. A partir de esa fecha, residieron normalmente en la Corte, en
Madrid. Desde allí nombraban a todos los representantes administrativos
y judiciales del denominado «Concejo, Justicia y Regimiento de la Villa»,
que constituían el cabildo municipal.
Para el gobierno de sus intereses particulares, el marqués tenía un
administrador o mayordomo en la villa, que le rendía cuentas anual o
bianualmente. Entre sus posesiones, aparte de ser dueño del castillo y del
edificio del Pósito tenía, además, dos molinos harineros101 y dos hornos
«de pan cocer», conocidos como el Nuevo y el Bajo102, que arrendaba
usualmente.
En 1574 era ya II Marqués de La Guardia don Rodrigo Messía Ca-
rrillo, hijo de don Gonzalo Messía y de su mujer, doña Ana Manrique103.
Casó este personaje con doña Isabel de Mendoza104. Fue el último mar-
qués que residió en la villa de La Guardia.
A comienzos del siglo XVIII, en 1702, era la VII Marquesa de La
Guardia doña Luisa Messía Carrillo Portocarrero que también tuvo su
residencia en Madrid105, donde casó con don Cecilio Francisco Cen-
turión y Centurión, Almirante de Aragón, Marqués de Ariza, Estepa y
Armuña, según expone un documento106 de 1708, con lo que el mar-

101
 A.H.P.J. Leg. 2534. Fol. 863 vº. Año 1595. Escribano: Gaspar Silverio de Aldana. La Guardia.
102
 A.H.P.J. Leg. 2553. Fols. 383 y 384. Año 1660. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
103
 A.H.P.J. Leg. 2530. Fol. 122. Año 1574. Escribano: Juan de Contreras. La Guardia.
104
 NICÁS MORENO, A. (1997). «Heráldica y Genealogía en el Reino de Jaén». Jaén. Instituto de
Estudios Giennenses. Diputación Provincial de Jaén. Pág. 177.
105
 A.H.P.J. Leg. 2561. Fol. 174. Año 1702. Escribano: Jacinto Martínez Calvente. La Guardia.
106
 A.H.P.J. Leg.2561. Fol. 1030. Año 1708. Escribano: Jacinto Martínez Calvente. La Guardia.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
63
quesado, desde este momento, pasó al poder de la casa de los señores
marqueses de Ariza.
En tiempos de doña María Elena de Palafox y Bellvís de Moncada,
XII Marquesa de La Guardia, tendría lugar el decreto de abolición de los
señoríos en España. Esta señora murió sin descendencia, por lo que le
sucedió su primo hermano107. Durante la época del marquesado de su
sucesor, don Andrés Avelino de Arteaga y Palafox, XIII Marqués de La
Guardia, se promulgaron otras dos leyes nacionales ratificando la aboli-
ción de los señoríos, una de 3 de mayo de 1823 y, luego, otra de 1837,
durante el proceso de instauración del sistema liberal. Todas estas leyes
supondrían el fin efectivo del señorío y marquesado de La Guardia, des-
apareciendo el poder que el Marqués tenía sobre el Concejo, administra-
ción, justicia y gobierno de la villa, aunque siguiese manteniendo en ella
sus propiedades patrimoniales.
b)  Siglos XVI y XVII.
El período del Marquesado de La Guardia (1566-1600), correspon-
diente al siglo XVI, se integra, prácticamente en su totalidad, en el rei-
nado de Felipe II. Esta época supuso para la villa un tiempo de una cierta
normalidad económica y de recuperación demográfica, tras acabar los
casi tres siglos de contiendas fronterizas.
La Guardia fue una población libre de alcabalas, en este tiempo, lo
que benefició claramente las transacciones comerciales que se realizaban
en la villa. Pero, en 1590, variaría la situación cuando el Rey creó los Ser-
vicios de Millones, a través de los cuales las Cortes, en sus reuniones, mar-
caban las cantidades a recaudar y el tiempo de vigencia de tales servicios.
La construcción en la villa del edificio del Pósito, por su capacidad
de almacenamiento y regulación de las cosechas de cereales, contribuyó,
en gran medida, en el acelerado crecimiento demográfico detectado
entre 1545 y 1570. Precisamente en las últimas décadas del siglo XVI,
comienza a observarse una inflexión en las, hasta entonces, crecientes
curvas económica y demográfica, cuyas causas pueden encontrarse en los
cada vez más elevados impuestos y las continuas levas de hombres para
las guerras, junto con las alteraciones climáticas que originarían malas co-
sechas, hambrunas y temibles epidemias y mortandades108. En 1601 llegó

107
 NICÁS, A. (1997). «Heráldica y genealogía...». Op. Cit. Pág. 180.
108
 RODRÍGUEZ MOLINA, J. (1982). «La decadencia jiennense (siglos XVII-XVIII)», en VV. AA.,
HISTORIA DE JAÉN. Jaén, Diputación Provincial y Colegio Universitario de Jaén. Pág. 314.

64 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


la peste bubónica a Sevilla y, en marzo de 1602, se extendió a Jaén y, en
consecuencia, a La Guardia. El constante trasiego de vecinos guardeños
que cada día viajaban y regresaban de aquella ciudad, facilitó extraordi-
nariamente el contagio de la epidemia.
En 1598, con el advenimiento del nuevo Rey Felipe III comenzará
una franca decadencia de la villa, con una economía precaria, eminente-
mente agrícola y ganadera, que resistirá difícilmente el aluvión de nuevos
y progresivos impuestos y contribuciones municipales y reales que asfi-
xiarán y sumirán en la pobreza a esta villa.
Sirva como ejemplo, de esta presión fiscal, la Real Cédula que expidió
el Rey Felipe III, en 31 de diciembre de 1618, destinada a los concejos
de Jaén y de las villas y lugares de su provincia, ordenándoles el pago de
los maravedíes indicados para cada uno de ellos. Estas cantidades estaban
destinadas como ayuda «a las necesidades que se ofrecieren para la guarda y
conservación de estos reinos...»109. A la villa de La Guardia le correspondió
pagar un montante de 176.386 maravedíes o, lo que es igual, 5.187 reales
y 28 maravedíes.
A partir de 1621, con el reinado de Felipe IV empeoraría la situación,
puesto que su valido, el Conde Duque de Olivares, intensificó la presión
fiscal, mediante un complejo entramado de impuestos, con el fin de re-
caudar fondos en un intento de que España recuperase el prestigio in-
ternacional perdido y mantuviese su hegemonía europea110. Este sistema
fiscal se componía de los siguientes impuestos:
–  Los Servicios Ordinario y Extraordinario se basaban en imposi-
ciones de tipo directo, que sólo pagaban los pecheros, con un monto
total fijado por las Cortes. Los nobles y clérigos estaban exentos de pagar
estos impuestos.
–  Los Servicios de Millones, basados en una contribución indirecta
mediante sisas que gravaban productos de primera necesidad, sobre todo
vino, vinagre, aceite y carne y, en ocasiones, otros como el jabón, las velas
de sebo y el pescado fresco. Los nobles y clérigos, sin embargo, no estu-
vieron exentos de pagar este impuesto111. En La Guardia, cuya economía

109
 CAZABÁN LAGUNA, A. (1919). «El Servicio de Millones en 1618, 1619 y 1620». Don Lope de
Sosa, Tomo de 1919. Edición facsímil publicada en 1982 por Riquelme y Vargas., pp. 174-175.
110
 APONTE MARÍN, A. (1998). «Reforma, decadencia y absolutismo: Jaén a inicios del reinado de
Felipe IV». Jaén. Ayuntamiento de Jaén. Concejalía de Cultura. Servicio de Publicaciones. Pág. 61.
111
 Ibidem. Pág. 62.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
65
era agrícola, principalmente, las sisas gravaban los productos relativos a
este sector.
Hubo en la villa un incremento paulatino y progresivo de la presión
fiscal desde 1622 a 1640, para pasar a estabilizarse, e incluso decrecer, a
partir de esta última fecha.
Los impuestos se recaudaban bien por el antiguo sistema de arren-
damiento a particulares o por el de encabezamiento del Concejo. Este
último sistema de recaudación de las sisas tenía un período de validez
de tres años, revisable después entre la Real Hacienda y el Concejo. Se
conoce la escritura de encabezamiento de La Guardia, correspondiente
al ejercicio de 1645. El período del encabezamiento abarcaba desde oc-
tubre de 1645 hasta fines de septiembre de 1647, y en él La Guardia se
comprometía a pagar al Rey «en cada uno de los dichos tres años nuebe mill
y quinientos reales que hace trescientos y beinte tres mill maravedís», que
se harían efectivos en dos plazos anuales, por junio y septiembre112. El
gobierno del municipio era el encargado de la recaudación en la villa,
mediante vecinos con funciones en el cabildo municipal, o dedicados a
tareas administrativas. La villa de La Guardia siempre pagó con puntua-
lidad en los plazos establecidos.
El carácter indirecto de estas imposiciones, que gravaban los pro-
ductos de primera necesidad, perjudicaba a las clases más pobres de la
población. Por otro lado, el fraude y el contrabando eran frecuentes y
difícilmente remediables por la falta de control en el consumo de estos
productos. Los Servicios de Millones fueron muy impopulares entre las
clases inferiores de la población.
En 1645 el Concejo de La Guardia aseguraba que no podía contri-
buir más «por faltar muchos vecinos que se an ido a vivir a otras partes y estar
esta villa muy necesitada con tantas cargas y pedidos por Su Magestad y sobre
todo oy día de la fecha»113.
Este incremento de la presión fiscal fue primordial en el descenso
demográfico acusado que sufrió La Guardia durante este período, junto
con las epidemias, la peste sobre todo, y diferentes plagas de cultivos.
La decadencia demográfica quedaría también reflejada en el ince-
sante deterioro y hundimiento de viviendas y el abandono de cortijos,
debido a la falta de hombres que las habitasen. La paralización de las

112
 Ibidem. Pág. 67.
113
 Ibidem. Pág. 69.

66 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


actividades constructoras constituyó un hecho evidente, desde mediados
del siglo XVII.
Durante el reinado de Carlos II (1665-1700) no mejoró, en absoluto,
la situación. En este período se sucedieron los años de prolongadas se-
quías con los años de lluvias torrenciales, con el resultado final de malas
cosechas.
Entre los años 1678 y 1681 hubo una considerable carestía de los
precios del trigo y demás cereales, lo que originó que se produjesen tu-
multos en torno a los pósitos de granos114. Esta situación propició la
aparición de los especuladores con la venta clandestina de cereales, así
como el aumento de bandidos y malhechores que saqueaban cortijos y
asaltaban a los caminantes, produciendo robos y muertes, lo que obligó a
los alcaldes y cuadrilleros de la Santa Hermandad a incrementar su pre-
sencia en los campos para proteger a la población rural. Para complicar
la situación, en 1681, se produjo, asimismo, una gran epidemia de peste
que afectó a Jaén, Baeza y varias localidades de Sierra Mágina, entre ellas
la de La Guardia. La decadencia demográfica revistió caracteres dramá-
ticos hacia el final de esta centuria.
Durante los siglos XVI y XVII, fueron numerosos los vecinos de La
Guardia que partieron hacia el Nuevo Continente, en busca de fortuna,
según figura entre las anotaciones de los viajeros de aquellas fechas, que
constan en el Archivo General de Indias. Solo en este último siglo figuran
9 viajeros guardeños «legales», hacia América, aunque pudieron existir
muchos más no recogidos en esta fuente documental115.
En la armada de Sanabria, en 1572, y con el gobernador Juan Ortiz
de Zárate, fueron varios giennenses, entre ellos Dionisio Soler, vecino de
La Guardia116.
En 1577, figura Pedro de Baquedano, también vecino de esta villa,
que fue a la audiencia de la provincia de Charcas117, como oficial visitador.
Asimismo existe, en este Archivo, constancia de otros emigrantes de
La Guardia, como fueron Pedro de Aguilar, Francisco Muñoz y Diego de
Yébenes118.

114
 RODRÍGUEZ, J. (1982). «La decadencia jiennense...». Op. Cit. Pág. 322.
115
 MOLINA MARTÍNEZ, M. (1987). «Jaén y el Mundo Hispanoamericano». Jaén. Instituto de
Cultura. Diputación Provincial de Jaén. Pág. 19.
116
 SENA MEDINA, G. (1990). «Jaén, en el descubrimiento, conquista y colonización de las Indias».
Granada. Edita: Caja General de Ahorros de Granada. Pág. 180.
117
 Ibidem. Pág. 229.
118
 Ibidem. Índice nominal de giennenses citados. Pág. 361.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
67
c)  Siglos XVIII y XIX.
El siglo XVIII no comenzó con mejores expectativas, demográficas y
económicas, para la villa de La Guardia.
Persistieron, en esta centuria, una alta natalidad pero también una
excesiva mortalidad, sobre todo entre la población infantil, provocada
en gran parte por la viruela. Asimismo se mantuvieron, en ella, las al-
teraciones climáticas (sequías alternando con años muy lluviosos) que
originaban crisis de subsistencia y precios muy elevados de los productos
básicos alimentarios.
Fueron años afectados por sequías prolongadas, a veces asociadas
con plagas de langosta y las epidemias (peste, fiebres palúdicas y tíficas,
tifus exantemático, fiebre amarilla y viruela). En esta época el Concejo de
La Guardia contrató médicos y cirujanos para el tratamiento y asistencia
gratuita de la población más pobre119.
Hubo también terremotos que afectaron a la villa, en 1712 y 1755;
ambos sin víctimas, pero con importantes daños materiales.
El reinado de Felipe V (1700-1746), en la primera mitad del siglo,
supuso el advenimiento de la dinastía de la Casa de Borbón y, con ella,
la intensificación del absolutismo monárquico. Durante este tiempo co-
menzaron a plantearse una serie de medidas, con el fin de centralizar la
administración y que ésta ganase en eficacia.
Con el rey Fernando VI (1746-1759) se inició seriamente el «re-
formismo borbónico». Se realizó una reforma territorial que convertiría,
sucesivamente, a Jaén de reino en intendencia y provincia, pero que en
casi nada afectó a la villa de La Guardia.
Durante los años 1751 y 1752 se llevó a cabo, en esta población,
una verdadera catalogación de sus habitantes, monumentos, casas, ga-
nado y terrenos rústicos, con una exhaustiva clasificación y valoración
de todos ellos, en cuanto a su nivel productivo y de renta. Toda esta
relación de bienes, tanto del personal laico como eclesiástico, se plasmó
en el catastro, encargado por el Marqués de la Ensenada, con un estudio
calculado tanto de la rentabilidad y aprovechamiento de ellos así como
de la situación de exención fiscal que gozaban gran número de estas pro-
piedades. La formalización de este catastro se puede considerar como el

119
 SZMOLKA CLARES, J. (1982). «La época del reformismo», en VV. AA., HISTORIA DE JAÉN.
Jaén. Diputación Provincial y Colegio Universitario de Jaén, pp. 347-348.

68 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


prólogo de las sucesivas desamortizaciones que tendrían lugar, posterior-
mente, a fines del siglo XVIII y primera mitad del XIX.
En la época del Rey Carlos III (1759-1788), la Ilustración trataría de
erradicar la ignorancia y la incultura del hombre, como causa de todos sus
males y alumbrarle con la luz de la ciencia y el raciocinio. Una plasmación
de estas ideas ilustradas sería la fundación de la Sociedad Económica de
los Amigos de País de Jaén, en 1775, para que fuera transmisora y pro-
motora de los nuevos modelos políticos y sociales, que incidirían directa-
mente en una mejor racionalización de la explotación agrícola y ganadera.
La Ilustración, como tal movimiento intelectual, no tendría apenas
repercusión en una villa, cuyos habitantes más humildes sumidos aún
en la incultura, el atavismo y el inmovilismo eran, ciertamente, imper-
meables a estas corrientes renovadoras y racionalistas, y habría de pasar
algún tiempo todavía, hasta bien entrado el siglo XIX, para que estas
ideas fueran calando en el talante costumbrista, ancestral y pasional de
los vecinos de La Guardia.
Los reyes Fernando VI y Carlos III tomaron unas interesantes dispo-
siciones para la construcción de nuevos cementerios, ante el estado de
insalubridad creado por la costumbre de enterrar los cadáveres en el in-
terior de los templos e iglesias. Este debió ser el motivo de la creación del
nuevo cementerio de La Guardia, que se construyó aledaño a la ermita de
la Virgen Coronada, y que, a fines del siglo XVIII, llevaba ya varios años en
servicio, dejándose, a partir de este momento, de realizar enterramientos
en la vieja iglesia de Santa María, sita en el recinto del castillo fortaleza,
que además presentaba un ruinoso y deteriorado estado de su fábrica.
En estos años cobrarán una especial virulencia una serie de epide-
mias y calamidades climáticas, que afectarán a esta población.
Las sucesivas desamortizaciones, ocurridas a fines del siglo XVIII y
primera mitad del XIX, originarán, como ya se ha expuesto, una drástica
desaparición de los bienes rústicos y urbanos del patrimonio eclesial en
el término municipal de la villa de La Guardia.
Durante el reinado de Carlos IV se llevó a cabo el primer período
desamortizador (1798-1808) de los bienes eclesiásticos. En La Guardia
afectó a parte del patrimonio del convento dominico120 y, por otro lado, a

120
 NIEVES CARRASCOSA, J. E. (1991). «La desvinculación de la propiedad en la comarca de
Jaén durante la primera mitad del siglo XIX (1798.1845)». Jaén. Edita: Ayuntamiento de Jaén.
Concejalía de Cultura. Servicio de Publicaciones. Pág. 77.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
69
la fábrica de la iglesia parroquial, aunque ésta perdió solamente «un olivar
con apenas 30 plantas»121. En esta época, el término municipal de la villa
tenía una extensión de 3.564 hectáreas.
La invasión de España, por las tropas francesas de Napoleón Bona-
parte, trajo para la villa de La Guardia desastrosas consecuencias, puesto
que los franceses destruyeron los archivos eclesiásticos, con los que desa-
pareció una parte muy importante de la memoria histórica de esta pobla-
ción. Al final de la Guerra de la Independencia, las tropas napoleónicas,
en 1812, incendiaron el castillo y fortaleza y la iglesia mayor de Santa
María de La Guardia, antes de abandonar definitivamente Andalucía.
También el convento dominico sufrió, como la iglesia, el saqueo y el
expolio de valiosas obras de arte y objetos litúrgicos, que los franceses se
llevaron consigo durante su retirada.
Las siguientes desamortizaciones, iniciadas en el siglo anterior, con-
tinuaron con el gobierno de José I y, luego, con las Cortes de Cádiz.
Aunque tuvieron muy escasa repercusión sobre los bienes conventuales,
existe constancia documental de la escritura de venta122, fechada en
1812, de tres de estos bienes, correspondientes a tres huertas que ha-
bían sido rematadas a favor de don Esteban de Ortega, vecino de Jaén,
quien había pagado por ellas 3.770 reales de vellón, y que, por este do-
cumento, revendió a Salvador de Torres, vecino de La Guardia, en 4.000
reales de vellón.
Durante el trienio liberal (1820-1823) continuó la enajenación de
bienes de la Iglesia, afectando sobre todo al convento dominico que desa-
pareció, casi totalmente, como tal institución, al perder todas sus propie-
dades patrimoniales, rústicas y urbanas, y producirse la exclaustración de
sus frailes, quedando sólo un hermano y dos religiosos legos, al servicio
de la iglesia conventual, como testigos residuales de su comunidad.
Este sería el preludio de las más amplias e importantes desamortiza-
ciones de Mendizábal (1836-1845) y de Madoz (1855-1856). La mayor
parte de las tierras enajenadas a la Iglesia, en La Guardia, durante la des-
amortización de Mendizábal, pertenecían a terrenos de vega y huerta
regados por el Guadalbullón, siendo su calidad bastante alta. En ellas
existía gran diversidad de cultivos hortícolas y frutales. En relación a las
fincas urbanas, se enajenaron 14 casas, que eran de propiedad eclesiás-

121
 Ibidem. Pág. 77.
122
 A.H.P.J. Leg. 6574. Fol. s/n. Venta de una huerta, dentro del recinto del extinguido convento.
Año 1812. Escribano: Alonso Espinosa de los Monteros. La Guardia.

70 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


tica, cifra importante ya que representaba algo más del 5% del total de las
construcciones de esta villa. Los dos vecinos de esta población, que com-
praron estas fincas, invirtieron 242.000 reales en la adquisición de varios
inmuebles, «entre ellos tenía especial importancia el convento de Santo Do-
mingo, situado en La Guardia, por el que se pagó 200.000 reales» (NIEVES,
1991, pág. 217). También se vendieron 6 parcelas, pertenecientes al con-
vento, con un total de 230 hectáreas de tierra de labor, huerta y olivar,
que se tasaron en 41.200 reales123. Pertenecientes a la fábrica de la iglesia
parroquial se vendieron 8 parcelas, con un total de 10 hectáreas y media
de tierra de labor, huerta y viñedo, tasadas en 48.789 reales y que se
remataron en 86.020 reales. También, pertenecientes a la parroquia, se
vendieron 2 casas en la población valoradas en 11.610 reales124.
El convulso inicio del siglo XIX, sobre todo durante los años de ocu-
pación francesa, supuso un declive progresivo de la fábrica de la iglesia
de Santa María, que entró, pronto, en un estado de ruina casi total, lo que
obligó al traslado de la antigua parroquia, en el año 1836, según indica
Madoz125, a la iglesia del convento de frailes dominicos, extramuros de
la población.
Durante la década de 1825 a 1835 se estableció en el exclaustrado
convento de dominicos el llamado Hospital de Confinados, para la asis-
tencia de los presos que trabajaban en la reconstrucción y nuevo trazado
de la carretera Granada-Madrid.
El fin efectivo de la época del Marquesado de La Guardia comen-
zaría, como ya se ha dicho, con el decreto de abolición de los señoríos en
España, fechado el 6 de agosto de 1811, que, luego, sería ratificado por
otras dos leyes en años posteriores, una de 3 de mayo de 1823 y otra de
1837, durante el proceso de instauración del sistema liberal. Estas leyes
significarían el final de este período en la historia de la villa.
2.7.2.  Evolución del castillo.
A lo largo del siglo XVI, superados los condicionamientos militares
de la fortaleza, los señores de la villa enriquecieron y remodelaron el al-
cázar para darle un aspecto más acorde con las nuevas necesidades de la

123
 NIEVES, J. E. (1991). «La desvinculación de la propiedad...». Jaén.Op. Cit. Pág. 264.
124
 Ibidem. Pág. 267.
125
 MADOZ, P. (1845-1850). «Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus pose-
siones de Ultramar». Madrid. Tomo de Jaén. Edición facsímil publicada en 1988 por Ámbito
Ediciones. Pág. 90.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
71
nobleza, hecho que se puede constatar en la Torre del Homenaje y en la
puerta principal de acceso al recinto126.
En la segunda mitad de esta centuria, ya en el período del marque-
sado, se terminará la construcción de la iglesia de Santa María, dentro
del recinto de la fortaleza. La iglesia tenía una planta rectangular con
6 capillas laterales y con el ábside adosado a la única torre del recinto
amurallado, como ya se dijo anteriormente. En esta época se edificará
también la torre del campanario, obra debida al maestro cantero de Jaén,
Francisco del Castillo «el mozo»127, según consta en un documento128,
fechado en 22 de diciembre de 1584, que consiste en un poder, dado
por el citado maestro de cantería, encargado de «...hacer una torre de can-
tería para el campanario de la iglesia de la villa de La Guardia...», al cantero
Cristóbal Martínez, vecino de dicha villa, para poder acabar dicha obra.
Francisco del Castillo había contratado, anteriormente, la obra a tasación,
con el prior de la iglesia parroquial, don Juan de Aguilera, por un importe
de 50.000 maravedíes. Estos dos edificios, iglesia y torre del campanario,
se construirán adosados a las estructuras que configurarían la entrada
principal del castillo y fortaleza.
El castillo se convirtió en residencia de los Messía, señores de La
Guardia, por lo que al conjunto se le dotó de un nuevo acceso, en el lado
Este, próximo a la zona de la iglesia y torre del campanario. La portada se
verá rematada por un arco, ornamentado con los escudos heráldicos de
la casa de los Messía. Este nuevo sistema de entrada se ideó conformado
en un ángulo recto, lo que permitía a sus defensores controlar mejor el
acceso al interior de la fortaleza.
Durante la primera etapa del marquesado de la villa, el castillo estuvo
habitado por don Gonzalo Messía, I Marqués de La Guardia y, después,
por su hijo don Rodrigo Messía. Éste sería el último marqués que resi-
diría en él, puesto que tras su muerte, ocurrida en 1616, sus sucesores
tendrían su residencia en la Villa y Corte de Madrid, como ya se dijo.
Posteriormente, el castillo serviría de morada para los sucesivos alcaides
de la fortaleza.

126
 VARGAS-MACHUCA, A. y PALMA, M. (2004). «Proyecto básico...». Op. Cit. Pág. 38.
127
 RUIZ CALVENTE, M. (2006). «La torre campanario de la iglesia de Santa María de La Guardia
de Jaén, obra de Francisco Castillo el mozo». Sumuntán, 23, pp. 271-284.
128
 A.H.P.J. Leg. 496. Fol. 1151. Poder del maestro Francisco del Castillo el mozo al cantero Cris-
tóbal Martínez. Escribano: Pedro Ruiz de Piédrola. Año 1584. Jaén.

72 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


De los Messía pasaría, hereditariamente, el marquesado a los Condes
de Ariza y con éstos llega al siglo XVIII. El castillo estaba todavía habi-
table cuando lo ocuparon las tropas napoleónicas. Poco después sobre-
vendría su ruina129.
En el verano de 1812, tras la batalla de Los Arapiles, el 17 de junio,
las fuerzas francesas comenzaron a evacuar Andalucía y, un poco más
tarde, en septiembre, Jaén y Granada. En su marcha, las tropas galas asal-
taron la fortaleza de La Guardia y, tras provocar algunos destrozos en los
lienzos de murallas, arrasaron y quemaron el castillo así como la próxima
iglesia de Santa María, destruyendo los archivos eclesiásticos.

Panorámica sur-oriental de la fortaleza de La Guardia.

Por su gran importancia, tanto histórica como artística, en 6 de


julio de 1983 se abrió expediente para la declaración del castillo y for-
taleza, y otros monumentos de La Guardia como «Conjunto Histórico-
Artístico»130. Posteriormente se declaró «Conjunto Histórico Cultural» y
«Bien de Interés Cultural», el 15 de septiembre de ese mismo año.
2.7.3.  Población.
Durante el período del Marquesado de La Guardia el esquema funda-
mental de la composición de la sociedad de la villa, de épocas anteriores,

129
 CEREZO MORENO, F. y ESLAVA GALÁN, J. (1989). «Castillos y atalayas del Reino de Jaén».
Jaén. Ediciones Riquelme y Vargas. Pág. 150.
130
 OLIVARES BARRAGÁN, F. (1992). «Castillos de la provincia de Jaén». Jaén. Edita: Instituto de
Estudios Giennenses. Pág. 124.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
73
continuó vigente durante los siglos XVII y XVIII131, con los siguientes
estamentos:
–  El grupo privilegiado, que lo componían los hidalgos y hombres
acomodados que gobernaban el municipio.
–  El grupo no privilegiado, que era el más numeroso y estaba com-
puesto por la mayor parte de los clérigos, numerosos labradores arrenda-
tarios, jornaleros, pastores, arrieros, artesanos y tenderos.
La población jornalera del campo aumentó considerablemente,
desde las últimas décadas del siglo XVI hasta finales del XVIII, a costa de
los pequeños y medianos labradores; la actividad ganadera pasó de los
pequeños propietarios de ganado a los grandes ganaderos, y la población
artesanal decreció notablemente.
Por otra parte los judeoconversos, que habían sido casi extinguidos
por la Inquisición, reaparecieron merced a la inmigración de conversos
portugueses.
La población morisca desapareció, al ser expulsada en 1610, rei-
nando Felipe III.
Otra minoría marginada la constituían los esclavos (principalmente
negros africanos), gitanos, pobres y prostitutas.
La trayectoria histórica de la demografía de La Guardia, en este pe-
ríodo, es el mejor «barómetro» para medir las presiones fiscales a que
estuvieron sometidos sus vecinos, en cada momento de la época del mar-
quesado y, también, es muy demostrativa y significativa de las vicisitudes
económicas, epidémicas y sociales de todo tipo que sufrió la villa:
–  En 1587, tenía 361 vecinos132.
–  En 1595, tenía 349 vecinos, 1.396 habitantes y 280 casas133.
–  En 1628, tenía 349 vecinos134.
–  En 1679, tenía 250 vecinos135.

131
 RODRÍGUEZ, J. (1982). «La decadencia jiennense...». Op. Cit., pp. 327-332.
132
 MORENO ALONSO, MANUEL (1995). «Historia de Andalucía». Murcia. Edita Cajasur. Tomo
II. Pág. 533.
133
 MARTÍNEZ DE MAZAS, J. (1794). «Retrato al natural...». Op. Cit. Pág. 520.
134
 XIMÉNEZ PATÓN, B. (1628). «Historia de la continuada nobleza...». Op. Cit. Pág. 197.
135
 CORONAS TEJADA, L. (1994). «Jaén, siglo XVII». Jaén. Diputación Provincial de Jaén. Insti-
tuto de Estudios Giennenses. Pág. 105.

74 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


–  En 1759, tenía 353 vecinos136.
–  En 1787, tenía 400 vecinos137.
– En 1792, tenía 432 vecinos, 1.553 habitantes y 285 casas138.
–  En 1829, tenía 1575 habitantes139.
–  En 1845-50, tenía 389 vecinos, 1.443 habitantes y 207 casas140.

2.7.4.  Vida religiosa.


Durante este período La Guardia tenía los siguientes edificios ecle-
siásticos: una iglesia parroquial, la de Santa María, intramuros del castillo;
tres ermitas, la de San Sebastián, extramuros de la villa, y las de San Pedro
y de Nuestra Señora de la Coronada, sitas en el interior de la población;
el Hospital de los Santos Reyes, para pobres transeúntes y, finalmente, el
Convento de Santa María Magdalena de la Cruz, de la Orden Dominica.
La iglesia de Santa María, las ermitas y el Hospital estaban atendidos,
espiritualmente, por el prior, cura y demás clérigos beneficiados de la pa-
rroquia. El personal al servicio de la iglesia parroquial estaba constituido
por un sacristán mayor, un sacristán menor, un sochantre, un organista, un
entonador y campanero, un acólito y un mayordomo de fábrica o fabricano.
El convento dominico estaba gobernado por un prior, auxiliado por
un subprior, que dirigían una comunidad aproximada de una docena de
frailes profesos y tres o cuatro legos. Al servicio del monasterio había un
pastor para el ganado, un capataz para dirigir las labores agrícolas y llevar
las bestias que tenía el convento, un sacristán, un mozo ayudante de co-
cina y varios mozos para las labores del campo141.
Durante la época del marquesado aumentó, considerablemente, el
número de cofradías en La Guardia:
En la iglesia parroquial de Santa María figuraban la Cofradía de
Nuestra Señora y Santiago, la Cofradía de San Ildefonso, la Cofradía del

136
 CAMARERO, C. y CAMPOS, J. (1991). «Vecindario de Ensenada de la Corona de Castilla,
1759». Letra B4. Vol. 4. Madrid. Centro de Gestión Catastral y Cooperación Tributaria. Edi-
ciones Tabapress. Pág. 928.
137
 OLIVARES BARRAGÁN, F. (1980). «Transcripción, comentarios y ampliación del Atlante Es-
pañol de Bernardo de Espinalt». Jaén. Edición del Instituto de Estudios Giennenses. Pág. 263.
138
 MARTÍNEZ DE MAZAS, J. (1794). «Retrato al natural...». Op. Cit. Pág. 520.
139
 LÓPEZ CORDERO, J. A. (1998). «Historia ecológica...». Op. Cit. Pág. 158.
140
 MADOZ, P. (1845-1850). «Diccionario Geográfico-Estadístico...». Op. Cit., pp. 89-90.
141
 A.H.P.J. Leg. 7727. Fol. 178. Libro de bienes eclesiásticos de la villa de La Guardia. Catastro del
Marqués de la Ensenada. Año 1751.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
75
Santísimo Sacramento, la Cofradía o Hermandad de las Benditas Ánimas
del Purgatorio y la Hermandad de la Limpia y Pura Concepción de
Nuestra Señora.
En el convento de Santa María Magdalena de la Cruz tenían su
sede la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, la Cofradía de Nuestro
Padre Jesús, la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús y la Congregación
del Ave María.
Por último, en las tres ermitas de La Guardia se asentaban la Cofradía
de San Pedro, en la ermita de su nombre; la Cofradía de la Santa Vera
Cruz, en la ermita de la Virgen Coronada, y la Cofradía de San Sebastián,
en su ermita, extramuros de la villa.
La Inquisición en La Guardia estuvo representada por varios fami-
liares del Santo Oficio que eran considerados, por el pueblo, como infor-
madores, por lo que constituían un estamento temido por el vecindario.
Durante los siglos XVI y XVII, el nombramiento de familiar del Santo
Oficio fue privativo de miembros de la oligarquía de la villa: alcaides,
regidores del cabildo, hidalgos y miembros de la nobleza. Sin embargo,
a partir del siglo XVIII, ya aparecieron también, entre estos «familiares»,
personas más próximas al pueblo llano, como seglares, clérigos de me-
nores, simples presbíteros o beneficiados del bajo clero. La actuación
inquisitorial fue especialmente dura en la persecución de los escasos con-
versos, existentes en la villa, tanto moriscos como judíos.

2.7.5.  Economía.
El aumento demográfico durante todo el siglo XVI originó un im-
portante proceso roturador en la comarca. Las tierras de monte, además
de pastos, tenían una importante población de pinos silvestres. El olivar
también tuvo una expansión durante todo este siglo. En la villa de La
Guardia, fertilizada por el próximo río Guadalbullón, los arroyos Fonta-
nares y Aguzadera, y por los manantiales existentes dentro de ella, había
numerosas tierras de regadío en las que destacaba el olivo, maíz, horta-
liza, cebada y árboles frutales. Las tierras de secano seguían teniendo un
predominio del cultivo del trigo con escasos olivos142.
En los siglos XVII y XVIII siguieron las roturaciones de tierras a costa
de los pastos, amenazando la existencia de las dehesas, y la deforestación,
por la tala de olivos y otros árboles. Esto originó una política de repobla-
ción, apoyada por el nuevo espíritu de la Ilustración que, en 1786, en el

142
 LÓPEZ CORDERO, J. A. (1998). «Historia ecológica...». Op. Cit. Pág. 98.

76 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


término de La Guardia, se llevaría a efecto en los márgenes del río Gua-
dalbullón, plantándose, sólo en ese año, más de 900 árboles143.
En la primera mitad del siglo XIX, el olivar ocupaba gran parte del
término de La Guardia, sobre todo la zona de riego, seguido por el trigo,
cebada, maíz, vid y frutales144.
El aumento de la ganadería lanar y caprina, en el siglo XVII, fue tam-
bién una de las causas de la disminución del espacio de pastos. Durante
toda esta época retrocedió la ganadería caballar, pero se mantuvo la cría
de bueyes, asnos y mulos, así como también la del cerdo.
El oso había desaparecido, ya en el siglo XVI, debido a la fuerte pre-
sión demográfica145, pero el lobo estuvo muy diseminado por todas las
sierras de la comarca, durante toda la época del marquesado. En el monte
había aves, como perdices y palomas, y abundancia de liebres, conejos,
jabalíes, venados y cabras monteses146.
El comercio de la villa estuvo basado, casi exclusivamente en la ex-
portación de aceite. Durante este período La Guardia tuvo dos molinos
harineros en el río, dos molinos aceiteros en las caserías de Fontanares y
el Duende, y otros cinco aceiteros dentro de la población147.

3. EL ALCAIDE DEL CASTILLO. LA CEREMONIA DE PLEITO-HO-


MENAJE. GUARNICIÓN DE LA FORTALEZA DE LA GUARDIA
3.1. El alcaide del castillo
Era el jefe y guardián de la conservación y defensa del castillo, cargo
al que accedía por el nombramiento directo del Señor o Marqués de La
Guardia, tras la ceremonia del juramento y pleito homenaje.
Como ya se dijo, anteriormente, este personaje, de máxima impor-
tancia en esta fortaleza y villa durante el siglo XV, la irá perdiendo paula-
tinamente, disminuyendo su poder en el gobierno municipal, tras la toma
de Granada y el término de la acción bélica fronteriza.
Su elección y nombramiento estaba reservado, en un principio,
para personas de clase noble, hijosdalgos pertenecientes a la oligarquía
ciudadana.

143
 Ibidem. Pág. 123.
144
 Ibidem. Pág. 194.
145
 Ibidem. Pág. 146.
146
 Ibidem. Pág. 151.
147
 MADOZ, P. (1845-1850). «Diccionario Geográfico-Estadístico...». Op. Cit. Pág. 90.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
77
A fines del siglo XVI, en la época del marquesado de La Guardia, el
alcaide formaba parte del cabildo municipal como cargo más relevante,
tras el de corregidor, siendo su lugarteniente en el caso de ausencia de
éste, bien por enfermedad o por cualquier otro motivo.
Durante el siglo XVIII el cargo de alcaide del castillo se unifica con
el de corregidor, en la persona de éste último, en muchas ocasiones, para
desaparecer a fines de esta centuria, coincidiendo con el arruinamiento
de la fortaleza.

3.2. La ceremonia de pleito-homenaje


Esta ceremonia era un requisito esencial y obligatorio para la te-
nencia de la alcaidía del Castillo, tras haber obtenido el título de alcaide,
nombrado y otorgado por el Marqués de La Guardia.
Mientras los señores y marqueses de la villa residieron en ella, desde
el siglo XIV hasta comienzos del XVII, el homenaje del nuevo alcaide se
rendía directamente ante ellos. El alcaide, perteneciente a la nobleza, con
la cabeza descubierta y desarmado, sin espada ni espuelas, arrodillándose
ante el señor, ponía sus manos entre las de éste y le juraba fidelidad, y
defender el castillo y fortaleza hasta con su muerte si fuese preciso. Esta
ceremonia se realizaba en la torre principal de la fortaleza que, por esta
circunstancia, recibía el nombre de Torre del Homenaje.
Luego, cuando los marqueses residieron en la Villa y Corte de Madrid,
durante el resto del siglo XVII y todo el XVIII, despachaban desde allí el
correspondiente título de nombramiento a la persona elegida como nuevo
alcaide. Una vez que la escritura se había recibido en la villa, normalmente
en una o dos semanas, se procedía a realizar la citada ceremonia.
En representación del Marqués de La Guardia actuaba un caballero
hijodalgo, de esta villa o expresamente venido de otra población vecina
para el evento, aunque en algún caso también actuó como tal algún per-
sonaje relevante del Concejo. En los cinco documentos existentes, donde
se recoge esta ceremonia en el castillo de La Guardia, hubo el siguiente
patronazgo:
–  En 1683, fue don Melchor Antonio Bustamante y de la Cueva,
«caballero hidalgo ejecutoriado y corregidor de la villa»148, el encargado de

148
 A.H.P.J. Leg. 2558. Fol. 649. 27-9-1683. Pleito homenaje del castillo y fortaleza de esta villa de
La Guardia. Nombramiento como alcaide de don Rodrigo Messía. Escribano: Antonio de Moya
Castilla. La Guardia.

78 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


representar al Marqués de La Guardia y tomar juramento al nuevo alcaide
don Rodrigo Messía Carrillo.
–  En 1687, fue don Luis Coello, «caballero hijodalgo notorio, vecino de
las villas de Cambil y Alhabar», quien intervino en la ceremonia ante el al-
caide electo, don Melchor Antonio Bustamante y de la Cueva149, anterior
corregidor de la villa.
–  En 1689, fue don Cristóbal Manuel de Vilches y Carvajal, «hijo-
dalgo notorio, vecino de las villas de Cambil y Alhabar», el representante del
Marqués en la ceremonia de pleito homenaje del alcaide don Ignacio de
Gálvez y Malagón, también «caballero hijodalgo notorio, de sangre y solar
conocido, corregidor y justicia mayor de esta villa»150.
–  En 1694, fue Pedro Fernández Herrera, vecino de La Guardia «y
regidor, y el más antiguo de ella, que llaman el regidor decano», el encargado
de tomar juramento, en nombre del Marqués, como nuevo alcaide a don
Diego Nofuentes Daza, «corregidor y justicia mayor de esta villa»151.
–  En 1731, fue don Luis de Ochoa Galeote, «caballero hijodalgo de
esta villa», el personaje que representó al Marqués de La Guardia en el
pleito homenaje del nuevo alcaide don Dionisio López de Rojas, «corre-
gidor y justicia mayor de ella»152.
El recién nombrado alcaide ponía sus manos entre las del noble o
representante del Marqués y, mediante juramento, hacía el pleito home-
naje, repitiéndolo por tres veces, prometiendo tener y guardar el castillo
y fortaleza, en paz y en guerra, obrando siempre en servicio del Marqués
el tiempo que permaneciere en dicha alcaidía, y morir en su defensa,
si fuere necesario. Luego el hidalgo caballero, con las manos del nuevo
alcaide entre las suyas, subía a éste a la Torre del Homenaje y al resto de
torres y murallas del castillo, confirmándole en su cargo. Finalmente, el
alcaide entrante se comprometía a dejar el castillo, cuando su excelencia
el Marqués de la villa así lo ordenase, a la persona que éste nombrase por

149
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 131. 17-2-1687. Escritura de pleito homenaje del alcaide de la fortaleza
de esta villa. Nombramiento como tal de don Melchor Antonio Bustamante y de la Cueva. Es-
cribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
150
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 336. 14-8-1689. Escritura de pleito homenaje. Nombramiento del al-
calde don Ignacio de Gálvez. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
151
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 623. 21-6-1694. Pleito homenaje del alcaide del castillo de esta villa.
Nombramiento del alcaide don Diego Nofuentes Daza. Escribano: Antonio de Moya Castilla.
La Guardia.
152
 A.H.P.J. Leg. 2563. Fol. 656. Pleito homenaje como alcaide del castillo de don Dionisio López
de Rojas, corregidor. Escribano: Alonso Simón Calvente. La Guardia.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
79
nuevo alcaide y entregarle las llaves del mismo que él acababa de recibir,
tras rendir este ritual.
Así se describe esta ceremonia, textualmente, en el primero153 de
los documentos citados antes: «En la villa de La Guardia, a veinte y siete
días del mes de septiembre de mil y seiscientos y ochenta y tres años, ante mí
el escribano público y testigos de yusoescritos, estando a la parte de afuera
de las puertas del castillo y fortaleza desta villa, ques del excelentísimo señor
Marqués della Conde de Santofimia, don Rodrigo Messía Carrillo, vezino
desta villa, en presenzia del señor don Melchor Antonio Bustamante y de la
Cueva, caballero hijodalgo ejecutoriado y corregidor desta villa, él ha sido
electo por tal alcaide del dicho castillo y fortaleza por su excelencia dicho
marqués, por título que le despachó, su fecha, en Madrid a los siete días
deste dicho presente mes y año, firmado de su excelencia y refrendado de
don Francisco de la Peña Sarabia, su secretario, por el qual dicho título se
le manda hazer pleito homenaje; y para poderlo hazer y aprehender la po-
sesión del dicho castillo, y poniéndolo en efecto, el dicho señor don Melchor
Antonio Bustamante, caballero hijodalgo, cogió con sus manos las del dicho
don Rodrigo Messía Carrillo, juntas una con otra, y estando en esta forma
el dicho don Rodrigo dijo que haze juramento y pleito homenaje una, dos y
tres vezes y las demás que, según fueros de España, debe hazerlo, de tener y
guardar el dicho castillo y fortaleza, en paz y en guerra, obrando solo en el
servizio de su majestad y del dicho marqués todo el tiempo que estuviere a su
cargo, y morir sobre ello, y que en obediencia de las órdenes de su excelencia
dicho señor marqués, cada vez que las viere acogerá en el dicho castillo y
sus fortalezas a la persona a quien de nuevo se encargare, y le entregará las
llaves, y cumplirá todo quanto a ley de tal alcaide debe, sin retardar tiempo
alguno, ni poner impedimento en nada, pena de aleve y de incurrir en las
demás estatuidas a los que faltan al pleito homenaje, con lo qual el dicho don
Melchor Antonio Bustamante le entró por las manos en el dicho castillo y de
él le dio la posesión por el tiempo que fuere la voluntad del dicho señor mar-
qués, y le subió a la torre del homenaje y demás torres y murallas y cuartos,
que tiene el dicho castillo, y en todo él no se halló armas, municiones ni otros
pertrechos de guerra...».
Toda la ceremonia de juramento, homenaje, vasallaje e investidura
del alcaide nombrado para un castillo y fortaleza, por el señor o marqués
de la misma, estuvo recogida y regulada por las leyes de las «Partidas del
Homenaje».

153
 A.H.P.J. Leg. 2558. Fol. 649. 27-9-1683. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.

80 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


3.3. Relación de alcaides del castillo y fortaleza
Alcaides durante la época del señorío de La Guardia (¿1311?-
3.3.1. 
1566).
(Entre paréntesis, las fechas de las que se tiene constancia de la te-
nencia de la alcaidía del castillo).
De esta época no existen datos documentales archivísticos, aunque
sí referencias descritas en textos basados en narraciones de esta época,
que describen los sucesos coetáneos. Se conocen los siguientes alcaides
en este período:
Hernán Sánchez de Vilches (¿..?-1456)
También conocido simplemente como Hernando de Vilches. Es
el primer alcaide del castillo de La Guardia, del que se tienen noticias.
Según Arquellada, el día 6 de junio de 1456 salieron caballeros de Jaén
y de La Guardia para atacar Cambil, pero apercibidos los moros de que
los atacantes no eran muy numerosos, les cercaron y tendieron una ce-
lada. En esta lucha murieron, a manos de los moros, el comendador de la
Orden de Santiago y alcaide de Pegalajar, Juan Fernández de Pareja, junto
con el bachiller Hernando de Noguera y con el alcaide de la villa de La
Guardia, Hernando de Vilches154.
Juan de Vilches, el Viejo (1456-1490)
Hijo del anterior, le sucedió como alcaide del castillo de La Guardia.
Casó, en primeras nupcias, con María de Bogas y Escobar (viuda de Alfón
del Salto), con la que tuvo por hijos a Fernando de Vilches (jurado de
Jaén), Cristóbal de Vilches (que casó con Teresa Gutiérrez del Alférez),
Catalina de Vilches (mujer de Pedro Gutiérrez del Salto) y Juan de Vil-
ches. Su segunda mujer fue Beatriz González, con la que tuvo otros siete
hijos: Mari, Beatriz, Francisco, Guiomar, Jorge, Isabel y Catalina155.
Intervino en numerosas refriegas contra los moros, en unión de su
señor, don Gonzalo Messía. En la toma de Cambil tuvo un papel desta-
cado, puesto que, como ya se dijo anteriormente, su amistad personal con
el alcaide moro de aquella villa, Mahomad Lentin, hizo que éste al rendirse
no quisiera hacerlo a los Reyes Católicos sino a su alcaide amigo, Juan de
Vilches, al que entregó las llaves de los castillos de Cambil y Alhabar.

154
 ARQUELLADA, J. (1859). «Anales de Jaén». Estudio, edición y notas: Manuel González
Jiménez. Edición de 1996. Granada. Universidad de Granada., pp. 25-26.
155
 TORAL PEÑARANDA, E. (1987). «Jaén y el Condestable Miguel Lucas de Iranzo». Jaén. Insti-
tuto de Estudios Giennenses (C.S.I.C.). Diputación Provincial. Pág. 171.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
81
Juan de Vilches hizo testamento156 el día primero de noviembre de
1490, en la villa de La Guardia, ante el escribano Fernando de Molina.
Por esta escritura se sabe que todos los hijos de su segunda mujer, Beatriz
González, contaban minoría de edad. También su hijo Juan (de su primera
mujer, María de Bogas), era menor de edad, por lo que se nombró como
guardador de sus bienes a Alonso del Salto, pariente por vía materna.
Su cuerpo se enterró en una capilla preferente de la iglesia mayor
de Santa María, en el interior de la fortaleza de La Guardia, capilla que,
desde entonces, fue conocida como «Capilla de los Vilches».

Don Rodrigo Mendoza (1494)


Fue alcaide del castillo, probablemente por un corto espacio de
tiempo157.

Monsieur de Sisten (1506)


Fue almirante mayor. Era alcaide del castillo en 15 de septiembre de
1506158.

Juan de Vilches
Fue el hijo menor del alcaide Juan de Vilches y su primera mujer,
María de Bogas y Escobar. No consta la fecha de su alcaidia en el castillo159.

Don Juan Arellano


Fue también alcaide de la fortaleza de La Guardia, en esta época,
aunque no consta tampoco la fecha de su mandato y tenencia del castillo160.

Luis Messía (1521)


Sólo se sabe de él que, en el año 1521, era alcaide del castillo de La
Guardia161.

156
 A.H.P.J. Leg. 305. Fol. s/n. (al final del legajo). Escribano. Juan de Herrera. Jaén. Traslado hecho,
en 14-5-1550, del testamento del alcaide Juan de Vilches, fechado en 1-11-1490, ante el escri-
bano de La Guardia, Fernando de Molina.
157
 PAZ Y ESPEJO, J. (1912). «Castillos y fortalezas del Reino. Noticias de su estado y de sus al-
caides y tenientes durante los siglos XV y XVI». Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Año
XVI. Números 9-12, de 1912. Pág. 412.
158
 PAZ Y ESPEJO, J. (1912). «Castillos y fortalezas del Reino...». Op. Cit. Pág. 412.
159
  TORAL PEÑARANDA, E. (1987). «Jaén y el Condestable...». Op. Cit. Pág. 171.
160
 PAZ Y ESPEJO, J. (1912). «Castillos y fortalezas del Reino...». Op. Cit. Pág. 413.
161
 PORRAS ARBOLEDAS, P. (1993). «La Ciudad de Jaén y la Revolución de las Comunidades de
Castilla (1500-1523)». Jaén. Instituto de Estudios Gienneses. Diputación Provincial. Pág. 96.

82 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


Hernando de Vilches
Conocido como el bachiller y, después, licenciado Fernando de Vil-
ches. Era hijo de Cristóbal de Vilches y Teresa Gutiérrez del Alférez, y
nieto del alcaide Juan de Vilches y María de Bogas162. Fue también alcaide
de la fortaleza de La Guardia, aunque se desconocen las fechas de su te-
nencia del castillo.
Otorgó testamento el día 12 de julio de 1566, ante el escribano pú-
blico de la villa, Juan de Contreras. Por este documento163 se conoce que
se había casado con doña María de Barea, con la que tuvo cuatro hijas:
María, Magdalena de la Encarnación (religiosa en el Convento de Santa
Clara, en la villa de Belalcázar), Catherina y Juana. También dispuso, en
su testamento, ser enterrado, junto a su abuelo, en la «Capilla de los Vil-
ches» de la iglesia de La Guardia.

Don Diego Flores de Robles (1535)


Era teniente de capitán de la Guardia Española y alcaide del castillo
en 1º de marzo de 1535164.

Luis Messía (1541)


Por un documento165, fechado en 29 de marzo de 1541, consta
como alcaide del castillo y que estaba casado con Ana de Mesa. Debió
fallecer poco tiempo después, ya que en otro documento, de 1º de julio
de 1564, figura su mujer como «viuda del alcaide Luis Messía»166. Por el
testamento167 de Ana de Mesa, datado en 7 de julio de 1573, se sabe que
tuvieron una hija, Juana Messía, que casó con Juan de Vilches de Amorós.

Martín Robles (1544)


Era hijo de don Diego Flores de Robles. Consta como alcaide de la
fortaleza de La Guardia en 1544168.

162
 TORAL PEÑARANDA, E. (1987). «Jaén y el Condestable...». Op. Cit. Pág. 171.
163
 A.H.P.J. Leg. 2529. Fol. 87. Testamento de Fernando de Vilches. Año 1566. Escribano: Juan de
Contreras. La Guardia.
164
 PAZ Y ESPEJO, J. (1912). «Castillos y fortalezas del Reino...». Op. Cit. Pág. 413.
165
 A.H.P.J. Leg. 2526. Fol. 34 vº. Año 1541. Escribano: Juan de Medina. La Guardia.
166
 A.H.P.J. Leg. 2528. Fol. 566. Año 1564. Escribano: Juan de Contreras. La Guardia.
167
 A.H.P.J. Leg. 2530. Fol. 607. Año 1573. Escribano: Juan de Contreras. La Guardia.
168
 PAZ Y ESPEJO, J. (1912). «Castillos y fortalezas del Reino...». Op. Cit. Pág. 413.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
83
Alcaides durante la época del marquesado de La Guardia (1566-1811).
3.3.2. 
(Entre paréntesis, las fechas de las que se tiene constancia docu-
mental de la tenencia de la alcaidia del castillo).
De la época del marquesado sí existe una amplia documentación,
sobre todo de los protocolos de escribanos de la villa, custodiada en el
Archivo Histórico Provincial de Jaén. Del período del señorío solo hay un
legajo suelto, fechado en 1541, y, otros dos más hasta 1566. Luego, du-
rante el marquesado, siguen los protocolos de una forma más continua,
desde esta última fecha hasta 1868.
Se conocen los siguientes alcaides del castillo, durante este período,
constatados documentalmente:
Fernando de Mesa (1563-1573)
Fue el alcaide del castillo de La Guardia en los últimos tiempos del
señorío y en los primeros del marquesado. El primer documento 169,
donde figura con este título, es el testamento, que otorgó el día 15 de
septiembre de 1563. Por él se sabe que casó, en primeras nupcias, con
Margarita de Rojas, con la que tuvo tres hijos: Alonso de Mesa (prior del
convento dominico de esta villa), Juan de Mesa y doña Juana de Rojas
(que casó con don Gonzalo de Feria, regidor y, después, alcalde ordinario
del Concejo de La Guardia). Tras la muerte de Margarita de Rojas, casó
con su segunda mujer, doña Catalina de Moya, con la que no tuvo des-
cendencia. El último documento170, donde figura como alcaide, data del
17 de septiembre de 1573.
Melchor de la Cueva (1584)
Por un documento171, fechado en 26 de marzo de 1584, se conoce
que era alcaide del castillo. En otro documento172, de 19 de febrero de
1586, se refiere que ya había fallecido y se menciona como su heredero a
Cristóbal de la Cueva, su hijo.
Gaspar de Guedeja de Cisneros (1586-1592)
Este personaje, que había sido corregidor de la villa hasta 1584, apa-
rece por vez primera con el título de alcaide en un documento173 fechado

169
 A.H.P.J. Leg. 2527. Fol. 248. Año 1563. Testº del alcaide Fernando de Mesa. Escribano: Juan
de Contreras. La Guardia.
170
 A.H.P.J. Leg. 2530. Fol. 675 vº. Año 1573. Escribano: Juan de Contreras. La Guardia.
171
 A.H.P.J. Leg. 2532. Fol. 349. Año 1584. Escribano: Juan de Contreras. La Guardia.
172
 A.H.P.J. Leg. 2533. Fol. s/n. 19-2-1586. Escribano: Juan de Contreras. La Guardia.
173
 A.H.P.J. Leg. 2533. Fol. s/n. 12-4-1586. Escribano: Juan de Contreras. La Guardia.

84 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


el 12 de abril de 1586. La última noticia documental174, de su perma-
nencia en el cargo, data del 19 de agosto de 1592.

Don Cristóbal de la Cueva Salazar (1592-1644)


Era hijo del penúltimo alcalde, Melchor de la Cueva. Un docu-
mento175, fechado en 9 de diciembre de ese mismo año, le describe ya
como el nuevo alcaide de la fortaleza de La Guardia. Cristóbal de la Cueva
permanecería más de 50 años con la tenencia del castillo. Otorgó tes-
tamento176 el día 13 de abril de 1644, ante el escribano Blas Martínez
Vadillos. Por esta escritura se sabe que estaba casado con doña Isabel de
Vilches y que tuvo 8 hijos: Florencia de la Cueva, María de la Cueva, Juana
de Salazar, Ana de Salazar, Luis de la Cueva Salazar (clérigo presbítero),
Francisco de Salazar (casado con doña Leonor de Viedma), Melchor de
la Cueva Salazar (casado 1º con doña Gabriela de Vilches y 2º con doña
Magdalena de Moya) y Cristóbal de la Cueva Salazar (clérigo presbítero).

Don Cristóbal de la Cueva Salazar (1645-1653)


Era nieto del anterior alcaide e hijo de don Francisco Salazar de la
Cueva y de doña Leonor de Viedma, su mujer. Se le cita en un docu-
mento177, fechado en 2 de noviembre de 1648, junto a su hermano don
Alonso de la Cueva Salazar, clérigo presbítero. Estaba casado con doña
Lucía de Aranda Sotomayor, con la que tuvo 6 hijos: Bartolomé, Juan
Francisco, Cristóbal Julián, Leonor, Florencia e Isabel. Murió este alcaide
en 1653, según consta por el testamento de su viuda178, datado en 13 de
agosto de 1653.
Don Andrés de la Cueva Salazar (1654-1683)
Era hermano del anterior alcaide y también hijo de don Francisco
Salazar de la Cueva y de doña Leonor de Viedma, su mujer. Su primera
mención179, como alcaide del castillo, data del primero de diciembre de
1654. Permaneció durante un largo período de tiempo en este cargo.

174
 A.H.P.J. Leg. 2535. Fol. 229. Año 1592. Escribano: Lorenzo Cabrera. La Guardia.
175
 A.H.P.J. Leg. 2535. Fol. 383. Año 1592. Escribano: Lorenzo Cabrera. La Guardia.
176
 A.H.P.J. Leg. 2550. Fol. 67. Año 1644. Testº de don Cristóbal de la Cueva Salazar. Escribano:
Blas Martínez Vadillos.
177
 A.H.P.J. Leg. 2551. Fol. 729. Año 1648. Escribano: Antonio Fernández Rosales. La Guardia.
178
 A.H.P.J. Leg. 2552. Fol. 227 vº. Año 1655. Testº de doña Lucía Aranda de Sotomayor. Escribano:
Juan Valentín de Medina. La Guardia.
179
 A.H.P.J. Leg. 2552. Fol. 122 vº. Año 1654. Escribano: Juan Valentín de Medina. La Guardia.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
85
Otorgó su testamento180 en 6 de agosto de 1683; por él se sabe que casó,
primero, con doña Catalina de Perales, que falleció sin sucesión, y que
volvió a casarse con doña Isabel de Almazán, en segundas nupcias, de la
que tuvo solo una hija, llamada Leonor.
Don Rodrigo Messía Carrillo (1683-1686)
Este personaje era hijo de don Francisco Messía y de doña Bernarda
Carrillo. Casó con doña María Salazar de la Cueva, hija de don Francisco
Salazar de la Cueva y de doña Leonor de Viedma. Era, pues, cuñado del
anterior alcaide del castillo y, tras la muerte de aquel, fue nombrado por
el Marqués de La Guardia como nuevo alcaide de la fortaleza, en 7 de
septiembre de 1683, haciendo la pertinente ceremonia de pleito home-
naje181 el día 27 del mismo mes, ante el caballero hijodalgo don Melchor
Antonio Bustamante y de la Cueva. Otorgó su testamento182 el día 3 de
febrero de 1686, dejando por sus herederos universales a sus cinco hijos
y de doña María Salazar, su mujer: doña Teresa (que casó con don Juan
Cobo del Arco), doña Juana, doña Leonor, doña Bernarda y don Fran-
cisco Messía y Salazar.
Don Melchor Antonio Bustamante de la Cueva (1687-1689)
Este personaje, hijo de don Diego Bustamante y de doña Leonor Del-
gado, era corregidor de La Guardia, cuando fue nombrado alcaide del
castillo por el Marqués de la villa. Realizó la ceremonia de pleito home-
naje183 en 17 de febrero de 1687, en presencia de don Luis Coello, caba-
llero hijodalgo, vecino de las villas de Cambil y Alhabar.
Otorgó su testamento184 el día 6 de febrero de 1689. Por él se sabe
que, en un primer matrimonio, casó con doña María de la Cueva (hija
única de don Melchor de la Cueva Salazar y de doña Magdalena de Moya
Quesada, su segunda mujer), de la que tuvo dos hijos, Diego y Leonor
Angela, que murieron sin sucesión. Contrajo un segundo matrimonio
con doña Leonor Teresa de Vilches Carvajal (hija de don Juan de Vilches

180
 A.H.P.J. Leg. 2558. Fol. 631. Año 1683. Testº de don Andrés de la Cueva Salazar. Escribano:
Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
181
 A.H.P.J. Leg. 2558. Fol. 649. Año 1683. Nombramiento como alcaide de don Rodrigo Messía
y ceremonia de pleito homenaje del mismo. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
182
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 9. Año 1686. Testamento del alcaide don Rodrigo Messía Carrillo. Es-
cribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
183
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 131. Año 1687. Ceremonia de pleito homenaje del alcaide don Melchor
Antonio Bustamante y de la Cueva. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
184
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 299. Año 1689. Testamento de don Melchor Antonio Bustamante y de
la Cueva. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.

86 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


Carvajal y de doña María Carvajal Cerón y Bustamante, vecinos de la villa
de Cambil), con la que tuvo una hija, llamada Mayor Leonor.
Don Ignacio de Gálvez y Malagón (1689-1694)
Era corregidor de la villa cuando, tras el fallecimiento del anterior
alcaide, el Marqués de La Guardia le nombró para la tenencia del castillo.
Hizo la ceremonia de pleito homenaje185 el día 14 de agosto de 1689,
en presencia del hijodalgo don Cristóbal Manuel de Vilches y Carvajal,
vecino de las villas de Cambil y Alhabar.
En junio de 1694 finalizó su mandato por voluntad del Marqués, que
nombró un nuevo alcaide.
Don Diego de Nofuentes Daza (1694-1697)
Era este personaje corregidor de La Guardia, cuando fue nombrado
también alcaide del castillo. Hizo la ceremonia de pleito homenaje186, en
21 de junio de 1694, en presencia del regidor decano del Concejo, Pedro
Fernández de Herrera.
El nuevo alcaide era natural de la villa de Huelma e hijo de don
Pedro de Nofuentes Daza y de doña Melchora de las Peñas y Galiano.
Contrajo matrimonio con doña Leonor Messía Carrillo (hija de don Ro-
drigo Messía Carrillo y doña María Salazar de la Cueva), con la que tuvo
tres hijas: Melchora, Leonor y Teresa de Nofuentes187.
El último documento188, en el que consta aún con la tenencia del
castillo, data de 20 de febrero de 1697, pero probablemente seguiría en
ese cargo hasta 1702.
Don Alfonso de Nofuentes Daza (1703-1709)
Fue corregidor de la villa desde 1697 a 1703, año en que el Marqués
de La Guardia decidió que cambiase el cargo por el de alcaide del castillo.
El primer documento189 que le nombra como tenedor de la fortaleza data
de 8 de octubre de 1703.

185
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 336. Año 1689. Ceremonia de pleito homenaje del alcaide don Ignacio
de Gálvez y Malagón. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
186
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 623. Año 1694. Ceremonia de pleito homenaje del alcaide don Diego
Nofuentes Daza. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
187
 A.H.P.J. Leg. 2561. Fol. 1154. 17-1-1710. Testº de doña Leonor Messía, viuda de don Diego
Nofuentes Daza. Escribano: Jacinto Martínez Calvente. La Guardia.
188
 A.H.P.J. Leg. 2559. Fol. 62 vº. Año 1697. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.
189
 A.H.P.J. Leg. 2561. Fol. 338. Año 1703. Escribano: Jacinto Martínez Calvente. La Guardia.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
87
Era hermano del anterior alcaide y estaba casado con doña Juana
Messía (hija de don Rodrigo Messía y de doña María Salazar). En su
testamento190, otorgado en 22 de diciembre de 1709, declaró por su
universal heredera a su única hija, llamada Juana Messía, que fallecería
poco después.
Don Pedro Valero de Ortega (1710-1719)
Era hijo de don Francisco Valero y Ortega y de doña Ana del Prado
y Esquivel, naturales y vecinos de la ciudad de Córdoba. Fue cuñado del
anterior alcaide, puesto que casó con doña Bernarda Messía, hija de don
Rodrigo Messía y de doña María Salazar.
El primer documento191, donde se le menciona como alcaide del
castillo de La Guardia, data del 17 de octubre de 1710. Otorgó su testa-
mento192 en 18 de agosto de 1719, en el que nombró por su universal
heredera a su única hija, llamada Ana Valero.
Desde esta fecha se abrió un período sin que se nombrase ningún
alcaide titular del castillo, por el Marqués de la villa, hasta 1731.
Don Dionisio López de Rozas (1731-1761)
Era caballero hijodalgo de sangre y estaba casado con doña Margarita
Josefa de Quesada Muñoz, con la que tuvo ocho hijos: Antonio, Martín,
Diego, Luis, Arcángela, María del Consuelo, Lorenza y Francisca193.
Fue corregidor de la villa, desde el año 1628, y el Marqués le eligió
también para que fuese, simultáneamente, el alcaide de la fortaleza de La
Guardia. Su nombramiento fue dado, en Madrid, el 7 de junio de 1731 y
el ceremonial de pleito homenaje194 se hizo el 29 de octubre del mismo
año, ante el caballero hijodalgo de la villa, don Luis de Ochoa Galeote. El
último dato documental195 de su presencia como alcaide del castillo, está
fechado en 7 de septiembre de 1761.

190
 A.H.P.J. Leg. 2561. Fol. 1144. Año 1709. Testº del alcaide don Alfonso de Nofuentes Daza.
Escribano: Jacinto Martínez Calvente. La Guardia.
191
 A.H.P.J. Leg. 2561. Fol. 1222. Año 1710. Escribano: Jacinto Martínez Calvente. La Guardia.
192
 A.H.P.J. Leg. 2562. Fol. 706. Año 1719. Testamento del alcaide don Pedro Valero de Ortega.
Escribano: Jacinto Martínez Calvente. La Guardia.
193
 SÁEZ GÁMEZ, M. (1979). «Hidalguías de Jaén». Madrid. Edita: Instituto Salazar y Castro. Pág.
102.
194
 A.H.P.J. Leg. 2563. Fol. 656. Año 1731. Pleito homenaje del alcaide don Dionisio López de
Rojas. Escribano: Alonso Simón Calvente. La Guardia.
195
 A.M.L.G. Carpeta 3. Legajo 2/11. Cabildo municipal de 7-9-1761. La Guardia.

88 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


Después sobrevino otro período, carente de alcaide en la fortaleza,
hasta 1777.

Don Miguel de Ortega Toral (1777-1781)


Su primera mención, como alcaide del castillo, es de un docu-
mento196 fechado en 7 de marzo de 1777.
Era hijo de don Alfonso de Ortega Colomo, natural de Jaén, y de
doña Josefa Toral de Almarza, natural de la villa de Iznalloz. Fue el menor
de los cinco hijos del matrimonio197.
Se le nombra, finalmente, como tal alcaide, en otro documento198
fechado en 25 de enero de 1781. Tras su cese, en la tenencia del castillo,
fue administrador de los bienes personales del Marqués en La Guardia,
hasta el año 1807.
Después hubo otro período de ausencia de titular en la alcaidia de la
fortaleza de la villa, durante 10 años.

Don Francisco Antonio Hidalgo (1791)


Es el último alcaide del que hay datos documentales. De él existe
solamente una cita, en un documento199 fechado en 8 de febrero de 1791.
Esta falta posterior de datos acerca de un posible alcaide, junto con
el ruinoso estado que presentaba el castillo por estas fechas, sugieren la
hipótesis de que estos personajes dejasen de habitarlo y, en consecuencia,
el Marqués no hubiese nombrado ningún alcaide más, encargándose,
probablemente, de su cuidado y vigilancia el administrador local de su
patrimonio en la villa o el mismo corregidor.
La presencia francesa, durante los años de invasión, y el ataque e
incendio de la fortaleza, en 1812, supondrían su arruinamiento y aban-
dono definitivo, coincidente también con la abolición de los señoríos en
España, lo que significaría igualmente el fin efectivo del Marquesado de
La Guardia.

196
 A.H.P.J. Leg. 2568. Fol. 492. Año 1777. Escribano: Cristóbal Monteros Espinosa. La Guardia.
197
 A.H.P.J. Leg. 2568. Fol. 383. Año 1774. Testº de don Alfonso de Ortega y doña Josefa Toral, su
mujer. Escribano: Cristóbal Monteros de Espinosa. La Guardia.
198
 A.H.P.J. Leg. 2568. Fol. 1009 vº. Año 1781. Escribano: Cristóbal Monteros de Espinosa. La
Guardia.
199
 A.H.P.J. Leg. 2571. Fol. 84. Año 1791. Escribano: Alonso Espinosa de los Monteros. La Guardia.

EL CASTILLO Y FORTALEZA DE LA VILLA DE LA GUARDIA (JAÉN): APROXIMACIÓN A SU HISTORIA, ESPECIALMENTE


DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
89
3.4.  Guarnición y personal del castillo
La extensa explanada, contenida en el recinto amurallado de la forta-
leza de La Guardia, debió albergar en la Edad Media a la escasa población
del lugar o gran parte de ella200.
Informa el historiador Eslava Galán, siguiendo una documentación
del siglo XIII, sobre lo que todo buen alcaide debía guardar en su castillo
en tiempo de guerra: «Muchos víveres, muchas armas y guarniciones, y todos
los pertrechos de casa y cocina; a saber, todo lo escogido por hombre prudente.
Además, para abastecer a un castillo, son muy útiles y convenientes todas aque-
llas cosas que el largo tiempo no consume, siempre sean guardadas de modo
conveniente, como pimienta, aceite, vinagre, y ceras para hacer las cuerdas de
las ballestas y sal goma, como sal de Córdoba. Además deben guardarse allí,
hierro en abundancia y mucho cáñamo y mucha leña sin lavar, y mucha estopa
y mucha cantidad de paño de lino, así nuevo como ya viejo para curar a los he-
ridos. Además téngase médico cirujano, con todos los instrumentos necesarios a
su arte y ungüentos y emplastos, y un ballestero con los instrumentos propios de
su oficio, y un carpintero y un maestro de obras con los suyos, y un arquitecto.
Guárdese allí mucha tea y mucha cera, y muchas linternas, y muchos hierros
que sacan fuego de las piedras, con todos sus pertrechos. Haya muelas de grano
y ciertos molinos con tornos de hierro, que muelen mucho trigo con fuerza de
pocos hombres, y pez de alquitrán y pez griega. Además miel, sebo y tocino y
almáciga. Y allí mucha pez y muchas cuerdas y mucho plomo y muchas ca-
denas. Y haya allí departamentos subterráneos en los cuales estén seguras todas
estas cosas y que todos los víveres se encuentren a salvo de golpes de arietes y
hondas» (ESLAVA, 1999, pág. 312).
El rey Felipe II, en 1592, quiso saber el estado en que se encon-
traban los castillos y fortalezas del Reino. Para ello, aprovechándose de la
comisión dada en 1509 a Fernando de Peñalosa, por la Casa Real, para
visitar los castillos y fortalezas de Castilla, León y Toledo, encargó un
trabajo estadístico201 a peritos expertos, que recopilaron los resultados de
aquellas visitas, reflejadas en documentos antiguos, a los que añadieron,
al mismo tiempo, los resultados de sus inspecciones personales sucesivas
a muchos de estos castillos, dando un informe de su estado, quién tenía

200
 ESLAVA GALÁN, J. (1999). «Castillos y atalayas del Reino de Jaén». Armilla (Granada). Edi-
ciones Osuna. Publicado por «Diario Ideal». Pág. 106.
201
 PAZ Y ESPEJO, J. (1911). «Castillos y fortalezas del Reino. Noticias de su estado y de sus al-
caldes y tenientes durante los siglos XV y XVI». Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Año
XV. Números 9 y 10, de 1911. Pág. 251.

90 ÁNGEL VIEDMA GUZMÁN


que repararlos, que renta existía para ello y cómo se administraba, quién
tenía su custodia y si los alcaides los habitaban o no.
En el caso del castillo de La Guardia, el informe fue el siguiente:
«Su fortaleza estaba a un lado de la villa, y ambas en alto. Tiene una torre
grande en medio, y es cuadrada y alta, y en su contorno hay una fuerte mu-
ralla, la mitad en medio círculo y lo demás cuadrado, y ándase por dentro
en contorno desta torre. La muralla tiene siete cubos arriba, a manera de
torrecillas, y un poco más afuera, a la parte de la villa, hay otra muralla con
su puerta y dos cubos a los lados y un puente levadizo, y más afuera un foso,
y a la redonda, por la parte de afuera, hay una cava. Antes de llegar a esta
fortaleza hay, por dentro de la villa, una plaza grande, y dentro dos cuartos
de casa, en parte mal reparados de techumbres.
Toda la fortaleza, excepto estos cuartos y tejados y los suelos de la torre del
homenaje es de piedra, y lo demás, de madera. Las reparaciones necesarias
importarían 600 ducados» (PAZ y ESPEJO, 1912, pág. 412).

En el siglo XV, el personal de la fortaleza de La Guardia se com-


ponía, como en otros castillos fronterizos, «de caballeros, peones, ba-
llesteros, lanceros, espingarderos, ingenieros, rondas, guardas, escuchas,
atalayas, atajadores, velas y otros oficiales, que constituían el pie defensivo
sobre el que estaban fundada la villa, cuyos habitantes podían dedicarse a
labrar las tierras»202.
Al estar en territorio de frontera, todo este personal, a las órdenes del
alcaide, se alojaría dentro de la fortaleza, presto a su defensa y con sus
salarios y sustento a cargo del Señor de La Guardia.
En el siglo XVI, y sobre todo a comienzos del XVII, este personal se
fue reduciendo paulatinamente, al no residir en el castillo el Marqués de
la villa, y se limitaría a sólo el alcaide y su familia, junto con una ligera
guarnición.
En marzo de 1663 estaba, en la fortaleza, el capitán reformado don
Bernardo de Arteta, que mandaba los siete soldados de a caballo, acuar-
telados en la villa y pertenecientes a la Compañía de la Guardia de Su
Alteza el señor don Juan de Austria203.
Otro documento, fechado en abril de 1667, informa sobre otro ca-
pitán reformado montado, don Carlos Osorio Barba, que estaba en el cas-

202
 Ibidem. Pág. 252.
203
 A.H.P.J. Leg. 2552. Fol. 1097. 1-3-1663. Escribano: Juan Valentín de Medina. La Guardia.

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DURANTE LA ÉPOCA DEL MARQUESADO (SIGLOS XVI-XIX), A TRAVÉS DE SUS DOCUMENTOS. LOS ALCAIDES DEL CASTILLO
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tillo por cabo de los siete soldados de a caballo, de la misma Compañía de
los Guardas Montados, acuartelados en La Guardia204.
Posteriormente, desde mediados del siglo XVIII, los alcaides solían
residír fuera del castillo. Así ocurrió, según menciona el Catastro del Mar-
qués de la Ensenada, con el alcaide don Dionisio de Rojas, que tenía sus
casas de morada en la Plaza de la Fuente.
Iniciado el siglo XIX, sobre todo tras su incendio y asalto por las
tropas francesas, en 1812, la fortaleza se abandonaría totalmente como
residencia, debido a su estado progresivo de ruina y deterioro.

204
 A.H.P.J. Leg. 2554. Fol. 443 vº. 14-4-1667. Escribano: Antonio de Moya Castilla. La Guardia.

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