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Hijo de Zebedeo, hermano del Jacobo que sufrió el martirio bajo el poder de
Herodes Agripa I (Mt. 4:21; Hch. 12:12). Se supone, con razón, que Juan era el
menor, que la madre de ellos se llamaba Salomé, y que era hermana de la
madre de Jesús
El padre de Juan poseía barcos de pesca; sus dos hijos y varios jornaleros
trabajaban para él en su negocio de pesca en el lago de Galilea (Mr. 1:19-20).
Juan había seguido las enseñanzas del Bautista a bordo por el Jordán;
contemplando a Jesús, lo había designado como el
Cordero de Dios, en presencia de Andrés y de un discípulo anónimo que,
evidentemente, era Juan (Jn. 1:35-40). Acompañó a Jesús a Galilea y estuvo
con él en las bodas de Caná (Jn. 2:1-11), pero no había sido todavía llamado a
seguir al Señor de una manera permanente. Reemprendió su actividad en el
lago; Juan y su hermano trabajaban en ocasiones con Pedro (Lc. 5:10). Jesús
invitó a Jacobo y a Juan a que abandonaran su negocio para seguirle (Mt. 4:21,
22; Mr. 1:19, 20). Más tarde los designó como apóstoles (Mt. 10:2). Jesús les
puso como sobrenombre Boanerges, «hijos del trueno» (Mr. 3:17),
indudablemente a causa de su violento carácter.
La tarde del mismo día, en compañía de los otros discípulos, vio al Resucitado,
que se les apareció de nuevo una semana más tarde (Lc. 24:33-43; Jn. 20:19-
20; 1 Co. 15:5). Juan fue con los otros discípulos a Galilea, donde Jesús les
había citado, y allí volvió a ver al Señor (Mt. 26:32; 28:10, 16; Jn. 21:1-7).
Mientras Juan se hallaba en Galilea, se difundió entre los discípulos (que
habían malinterpretado unas palabras de Jesús) la idea de
que Juan no moriría (Jn. 21:22). Después de la Ascensión, se quedó un cierto
tiempo con los otros diez discípulos en un aposento alto en Jerusalén (Hch.
1:13). Al día siguiente de Pentecostés, se une a Pedro en una gran obra
misionera (Hch. 3:1). Los dos fueron encarcelados por las autoridades judías, y
confesaron valientemente su fe (Hch. 4:19). Los otros apóstoles enviaron a
Pedro y a Juan a Samaria para ayudar a Felipe, que había comenzado a
predicar allí el Evangelio (Hch. 8:14). Juan fue uno de los apóstoles que se
quedaron en Jerusalén durante las persecuciones que se lanzaron contra los
primeros cristianos.
Como columna de la Iglesia, estaba todavía allí cuando Pablo acudió, después
de su primer viaje misionero (Hch. 15:6; Gá. 2:9). Se le atribuyen cinco libros
del NT, el cuarto
Evangelio, tres epístolas y el Apocalipsis, cuyo título menciona el nombre de
Juan, su autor. La tradición dice que su ministerio finalizó en Éfeso. Es
probable que Juan tomara el cuidado de las siete iglesias de Asia (Ap. 1:11).
Cuando redactó el Apocalipsis, indudablemente hacia el año 95 d.C., el apóstol
se hallaba exiliado en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del
testimonio que había dado de Jesucristo (Ap. 1:9). La accesión de Nerva en el
año 96 le trajo la libertad y pudo volver a Éfeso, según se dice. Policarpo,
Papías e Ignacio siguieron sus enseñanzas. Ireneo, discípulo de Policarpo,
afirma que Juan se quedó en Éfeso hasta su muerte, que se produjo bajo
Trajano, que reinó del año 98 al 117.