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El Apóstol Juan fue uno de los más cercanos a Jesús.

Al ser testigo de uno de


los milagros del Señor, Juan decide dejarlo todo para seguirle. Realmente
amaba al Señor y dedicó su vida a predicar sobre el amor de Dios. Como los
demás apóstoles, sufrió mucho bajo las persecuciones de ese tiempo pero
Dios lo acompaño hasta su vejez.

Datos interesantes
 El más joven de los 12 discípulos
 Conocido como “el discípulo amado”
 Jesús le puso el apodo “hijos de trueno” a él y Jacobo
 El único de los 12 que no sufrió el martirio
 Autor del evangelio y las epístolas que llevan su nombre, y de
Apocalipsis.
 Pescador de profesión
 Su hermano Jacobo también era uno de los 12
 Pedro y Andrés eran compañeros en la pesca
 Primo de Jesús

Historial de Juan
Los padres de Juan eran Zebedeo y Salome (Mateo 27:55-56). Varios pasajes
en los evangelios nos hacen pensar que esta familia contaba con buenos
recursos. Zebedeo, un pescador, le iba lo suficientemente bien para poder
emplear a otros (Marcos 1:20). También su madre apoyaba el ministerio de
Jesús con sus bienes.  Basándose en Juan 19:25, algunos creen que Salome
era hermana de María, la madre de Jesús, por lo cual Juan y Jacobo eran
entonces primos hermanos del Señor y de Santiago. Si es así, pues también
era pariente de Juan el Bautista, del cual Juan fue discípulo antes de seguir a
Jesús.

Como los apóstoles Pedro y Andrés, Juan también era  originalmente de


Betsaida (Mateo 4:21) y luego trabajaba cerca en Capernaum. 

Jesús llama a Juan


Sin duda Juan conocía a Jesús. No fue hasta el milagro de la pesca milagrosa
en Lucas 5 que decide dejar todo y seguir a Jesús. Dice el versos 9 y 10 que el
milagro lo dejó pasmado y sorprendido. Pedro y Jacobo también fueron
llamados al ministerio ese día.  Estos tres se convierten en el grupo íntimo de
Jesús que tuvo el privilegio de estar presente en algunos milagros de los
cuales nadie más fueron testigos, tal como la resurrección de la hija de Jairo
y la transfiguración del Señor. 
Eventos importantes relacionados con el apóstol Juan
 La segunda pesca milagrosa: Juan 21:1-25
 Jesús resucita a la hija de Jairo: Marcos 5:37-43
 Salomé pide lugar de honor para Juan y Jacobo en el reino: Mateo
20:20-24
 Prepara la última cena con Pedro: Lucas 22
 Jesús le encomienda el cuidado de su madre: Juan 19:26-27
 Corrió a ver la tumba vacía: Juan 20:1-8
 El milagro del cojo en Jerusalén: Hechos 3:1-11

En sus viajes misionero Juan probablemente fundó las iglesias de Sardis,


Esmirna, Filadelfia, Pérgamo, Laodicea y Tiatira. También estuvo en Éfeso,
Roma y Patmos. 

Juan y María, la madre de Jesús


En el libro En Busca de los 12 Apóstoles, donde William Steuart  McBirnie
investiga las tradiciones cristianas que han sobrevivido hasta el día de hoy,
se sugiere que Juan si fue fiel al cuidar de María como su propia madre. Se
dice que ella vivió con Juan y su familia en la casa que tenían en Éfeso. 

Las epístolas de Juan y Apocalipsis


Juan es conocido como “el teólogo” porque en su evangelio se propone a
presentar a Jesús como el verdadero hijo de Dios. Diferente a los
evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, el evangelio de Juan no es cronológico,
y no incluye todos los eventos que se encuentran en los demás libros. Hay un
enfoque en diálogos sobre la divinidad de Jesús, la razón por la cual vino al
mundo, y la esperanza de vida eterna. 

A Juan también se le conoce por la forma en que habla del amor, el tema
central de las tres epístolas que escribió. En 1 Juan 4:8 encontramos la
simple, pero impactante, frase “Dios es amor”. 

A Juan también le podemos atribuir el título de profeta, pues el libro de


Apocalipsis contiene revelaciones críticas acerca de los últimos tiempos,
dadas al apóstol mientras estaba en la isla de Patmos.  

Muerte del apóstol Juan


La tradición más fuerte sobre los últimos años de Juan nos dicen que fue el
único de los 12 apóstoles que llegó a ser un anciano, muriendo casi 70 años
después de la resurrección de Jesús. Fue el único no martirizado.  

Apóstol de Jesús al que se atribuye la autoría del cuarto Evangelio, de las


cuatro Epístolas que llevan su nombre y del libro del Apocalipsis. El Evangelio de
San Juan relata, de forma detallada, varios aspectos de la vida de Jesús de
Nazaret, y su redacción suele fecharse entre los años 90 y 100.

San Juan Evangelista (óleo de El Greco, 1609)

Era hijo de Zebedeo, un pescador de Galilea, y de Salomé, quien


frecuentaba el círculo de discípulos de Jesús. Según la tradición cristiana,
Juan Evangelista fue, junto a su hermano San Santiago Apóstol, uno de los
primeros apóstoles de Cristo. Jesús llamaba a Santiago y a
Juan boanerges («hijos del trueno») por su carácter impetuoso, que se pone
de manifiesto en algunos hechos relatados en los otros evangelios (San
Marcos, 9:38, y San Lucas, 9:54). Ellos dos, junto con San Pedro, constituían
el núcleo más íntimo del maestro. Fue San Juan Evangelista quien, con la
Virgen María, se encontraba al pie de la cruz cuando murió Cristo.
Tras la resurrección de Jesús, San Juan Evangelista ocupó una posición
relevante entre los discípulos. No está claro, sin embargo, cuál fue su
actitud en la fundamental controversia, la primera del cristianismo, acerca de
si los gentiles habían de ser admitidos o no a la fe de Cristo, controversia
en la que, como es sabido, triunfó el punto de vista ecuménico (universal)
de San Pablo.
La historia posterior de San Juan Evangelista es incierta y se encuentra
oscurecida por las leyendas. Se cree que fue responsable de la
evangelización de Asia Menor, por lo cual recibió el castigo de los romanos.
El pasaje de San Marcos (10:39) en el que Jesucristo dice a los hijos de
Zebedeo que beberían el cáliz de su pasión dio pie para escribir que Juan
había sido arrojado a una caldera de aceite hirviendo de la que escapó
milagrosamente. Otra tradición aseguraba que no había muerto, sino que
fue arrebatado al cielo, como el profeta Elías.
Lo que parece cierto es que San Juan escribió su Evangelio y sus Epístolas en
Éfeso (Asia menor) y el Apocalipsis en la isla de Patmos, en el mar Egeo.
Tanto en su Evangelio como en las visiones proféticas del Apocalipsis, San
Juan utilizó un lenguaje doctrinal y simbólico de gran altura teológica. Su
símbolo como evangelista fue el águila, y de ahí su sobrenombre de «el
águila de Patmos».
el obispo de Éfeso aseguró haber identificado su tumba. Irineo, obispo de
Lyon en Ya desde fecha muy temprana varias ciudades rivalizaron por
acoger los restos de San Juan. La mayoría de las tradiciones indican que
fue enterrado en Éfeso. En el siglo II d. C., el año 180, respaldó dicha
hipótesis, al tiempo que afirmó que su obra había sido escrito en parte en
Éfeso y en parte en Patmos. A partir del siglo VI, la iglesia de Éfeso aseguró
también poseer el manuscrito original del cuarto Evangelio. La Iglesia
Católica lo conmemora el 27 de diciembre.

Juan, el discípulo a quien Jesús


amaba
Por Eric B. Huntsman
Catedrático de Escrituras Antiguas, Universidad Brigham Young
Los escritos del Nuevo Testamento asociados con Juan el Amado lo presentan
como un maestro, así como un modelo para nuestro propio discipulado.
Detalle de La Última Cena, por Carl Bloch.
Después de Pedro, Juan es quizás el más conocido de los Doce Apóstoles
originales de Jesús. Él y su hermano Santiago estuvieron con Pedro en algunos de
los momentos más importantes del ministerio mortal del Salvador, y ha sido
asociado tradicionalmente con cinco libros diferentes del Nuevo Testamento 1.
En Juan 13:23 se da a entender su cercanía personal al Señor: “Y uno de sus
discípulos, a quien Jesús amaba, estaba reclinado en el pecho de Jesús”. A través
de los siglos, el arte cristiano ha reflejado esta imagen, presentando a Juan como
un hombre joven, a menudo reposando en los brazos del Salvador. Este es el
origen de su singular título, Juan el Amado, pero su testimonio y misión revelan
aspectos del discipulado que todos podemos compartir.
Juan, hijo de Zebedeo
El nombre hebreo de Juan, Yohanan, significa “Dios ha mostrado Su gracia”. La
mayoría de los detalles que conocemos acerca de él provienen de los primeros
tres Evangelios, que cuentan la historia del ministerio mortal del Salvador desde
prácticamente la misma perspectiva. Todos coinciden en que Juan era el hijo de
un próspero pescador galileo llamado Zebedeo, que era dueño de su propia barca
y podía contratar a jornaleros para que lo ayudaran a él y a sus hijos en su
trabajo. Juan y su hermano Santiago también estaban asociados con los hermanos
Pedro y Andrés, y los cuatro dejaron su negocio pesquero cuando Jesús los llamó
a seguirlo en un discipulado de tiempo completo 2.

Cristo llamando a los apóstoles Santiago y Juan, Edward Armitage


(1817–1896) / Sheffield Galleries and Museums Trust, Reino Unido / ©
Museums Sheffield / © Museums Sheffield / The Bridgeman Art Library
International
Aunque los Evangelios ya no vuelven a mencionar a Zebedeo, sabemos que la
madre de Santiago y Juan se convirtió en seguidora de Jesús; intercedió ante
Jesús por sus hijos y estuvo presente en la Crucifixión 3. La madre de Santiago y
Juan, conocida habitualmente por el nombre de Salomé, también pudo haber sido
hermana de María, la madre de Jesús, lo cual significa que ellos podrían haber
sido primos hermanos de Jesús y parientes de Juan el Bautista 4.
Poco después de su llamado inicial, Juan presenció muchos de los primeros
milagros y enseñanzas del Señor5. El hecho de ver estos milagros y escuchar
discursos como el Sermón del Monte indudablemente preparó a Juan para el
momento en que Jesús lo llamó a ser uno de Sus Doce Apóstoles 6. Entre estos
testigos especiales, Pedro, Santiago y Juan formaron un círculo íntimo de
discípulos cercanos que estuvieron presentes en momentos significativos del
ministerio terrenal de Jesús:
 En la resurrección de la hija de Jairo, constatando en persona el poder del Señor
sobre la muerte7.
 En el Monte de la Transfiguración, donde vieron a Jesús revelado en Su gloria y
escucharon la voz del Padre testificar que Jesús era Su Hijo en quien estaba
complacido8.
 En el Monte de los Olivos para escuchar Su profecía final acerca de los últimos
días9.
 En el jardín de Getsemaní, donde el Salvador comenzó Su gran obra expiatoria
estando ellos cerca10.
Así como Jesucristo le dio a Simón el nombre adicional de Cefas o Pedro, que
significa “roca”, también les dio a Santiago y Juan el título de Boanerges, o “hijos
del trueno”11. Teniendo en cuenta que le preguntaron a Jesús si debían mandar
que descendiera fuego sobre una aldea de samaritanos que los habían rechazado
(véase Lucas 9:51–56), este apodo podría sugerir que eran irascibles o al menos
que tenían un carácter muy fuerte. Sin embargo, es igual de probable que el
nombre adelantara cuán poderosos podrían llegar a ser como testigos, de la
misma manera que el nombre de Pedro probablemente reflejara su naturaleza
devota, aunque impulsiva en los comienzos, así como su firmeza y fortaleza
después de la resurrección de Jesús12.
En las apariciones de Juan en el libro de los Hechos, se le describe como un
compañero fuerte y firme de Pedro. Juan estaba con Pedro cuando sanó al cojo en
el templo, y juntos predicaron audazmente ante los líderes judíos de Jerusalén.
Juntos, los dos apóstoles viajaron a Samaria para conferir el don del Espíritu
Santo a los samaritanos a quienes Felipe había enseñado y bautizado 13.
Sin embargo, es en los escritos que se asocian con Juan donde más se manifiesta
como un poderoso testigo de la divinidad de Su maestro y amigo, Jesucristo.
Estos libros del Nuevo Testamento presentan a Juan como un maestro y un
modelo para nosotros en nuestro propio discipulado.

Discípulo amado
Curiosamente, Juan nunca es nombrado en el Evangelio que tradicionalmente se
le ha atribuido. El Evangelio de Juan menciona a los dos hijos de Zebedeo una
sola vez, en el último capítulo, donde se hallaban entre los siete discípulos que se
encontraron con el Señor resucitado junto al Mar de Galilea. Incluso allí, sin
embargo, no son mencionados por su nombre. En cambio, la tradición, apoyada
por referencias de las Escrituras de la Restauración 14, ha identificado a Juan como
el anónimo “discípulo a quien Jesús amaba” que estuvo presente en la Última
Cena, la Crucifixión, la tumba vacía y la aparición final de Jesús en el Mar de
Galilea15.
También puede haber sido el “otro discípulo” que, junto con Andrés, había sido
seguidor de Juan el Bautista, y le oyó testificar que Jesús era el Cordero de Dios
(véase Juan 1:35–40), y es probable que fuera el discípulo que acompañó a Pedro
después del arresto de Jesús y le ayudó a acceder al patio del sumo sacerdote
(véase Juan 18:15–16).
En el Evangelio de Juan, el discípulo amado emerge como un amigo cercano y
personal del Señor. Junto con Marta, Lázaro y María, Juan es descrito
explícitamente en este Evangelio como alguien a quien Jesús amó (véase Juan
11:3, 5). Su posición en la mesa durante la Última Cena reflejaba no solo honor
sino también cercanía.
Más allá de su amistad con el Salvador, otros pasajes lo revelan como un testigo
poderoso de los acontecimientos más importantes de la misión de Jesús:
permaneció al pie de la cruz para presenciar la muerte del Señor como sacrificio
por el pecado, corrió a la tumba después de la Resurrección para confirmar que
estaba vacía, y vio al Salvador resucitado.
Como el Evangelio de Juan, ninguna de las tres cartas atribuidas a Juan lo
nombra directamente. Sin embargo, 1 Juan, que es más un tratado doctrinal que
una carta real, está estrechamente asociado con el Evangelio en su estilo y temas,
los cuales abarcan la importancia del amor y la obediencia, temas que el Salvador
enseñó en el relato de Juan de la Última Cena.
1 Juan, escrito después del Evangelio, comienza declarando el testimonio del
autor sobre el Señor Jesucristo, “lo que era desde el principio, lo que hemos oído,
lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que
palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida”(1 Juan 1:1; cursiva
agregada). Además de reafirmar las primeras líneas del Evangelio de Juan, el
autor recalca su poderoso testimonio personal y físico de Jesucristo, quien fue la
Palabra de Dios literalmente hecha carne.
Los primeros cristianos, que eran la primera audiencia del libro, aparentemente
habían sufrido divisiones internas con un grupo que abrazaba creencias
incorrectas acerca de que Jesús había abandonado a la Iglesia 19. En 1 Juan, el
autor no es solo un testigo; es una autoridad llamada a corregir la falsa doctrina y
a contrarrestar las amenazas a la fe de los anticristos y los falsos espíritus
(véase 1 Juan 2:18–27; 4:1–6). Su misión también consistía en animar a aquellos
que permanecían fieles compartiendo verdades significativas acerca de Dios y
Cristo, y la importancia de perseverar en la fe y la justicia.
En 2 Juan y 3 Juan, él se identifica simplemente como “el anciano” y continúa
recalcando la importancia del amor y la obediencia y los peligros de los falsos
maestros y de aquellos que rechazan la autoridad apropiada de la Iglesia 20.
Estos tres libros nos enseñan la importancia de la devoción continua al Jesucristo
revelado.

El revelador
De los cinco libros que se le atribuyen, solo Apocalipsis utiliza realmente el
nombre de Juan, identificando a su autor tres veces por ese nombre en sus
versículos iniciales (véase Apocalipsis 1:1, 4, 9). Aparte de identificarse a sí
mismo como el siervo de Dios, el autor no da ninguna otra indicación de su cargo
o llamado, pero la mayoría de las autoridades cristianas primitivas creían que él
era Juan, hijo de Zebedeo.
El Libro de Mormón y Doctrina y Convenios confirman que el apóstol Juan
había recibido el cometido especial de recibir y escribir las visiones que tuvo 21.
Apocalipsis, un libro complejo y altamente simbólico, tenía por objeto consolar y
tranquilizar a los cristianos que sufren persecución o pruebas en todas las épocas,
y al mismo tiempo revelaba el papel de Jesucristo a través de la historia.
Aunque se han propuesto dos fechas diferentes para cuando Juan escribió el
Apocalipsis —una fecha temprana en los años 60 d. C., durante el reinado del
emperador Nerón, y una fecha posterior en los años 90 d. C., durante el reinado
del emperador Domiciano— ambas serían posteriores al martirio de Pedro, lo que
significa que Juan sería el único de los apóstoles principales que seguía vivo.
.

Juan, testigo poderoso de los acontecimientos más importantes de la


misión de Jesús, permaneció al pie de la cruz para presenciar la muerte
del Señor, corrió a la tumba después de la Resurrección para confirmar
que estaba vacía, y vio al Salvador resucitado.
Juan y Pedro en la Tumba, por Robert Theodore Barrett
Convertirnos en discípulos amados
nosotros mismos
Juan fue un miembro destacado de los Doce Apóstoles originales de Jesús, quien
tuvo una estrecha relación personal con el Salvador y sirvió en importantes
funciones como Su testigo, como líder de la Iglesia y como revelador. Sin
embargo, la manera en que eligió presentarse a sí mismo como el discípulo
amado en el Evangelio que lleva su nombre le permite servir como modelo para
todos nosotros en nuestro propio discipulado. De él aprendemos que como
seguidores de Jesucristo, todos podemos descansar en los brazos de Su amor, el
cual constatamos más plenamente a través de ordenanzas como la que Él
estableció en la Última Cena. Nosotros también podemos permanecer
simbólicamente al pie de la cruz, testificando que Jesús murió por nosotros, y
correr con esperanza para aprender por nosotros mismos que el Señor vive.
Como Juan, como discípulos amados, nuestro llamamiento consiste en compartir
ese testimonio con los demás, testificando de la verdad y cumpliendo cualquier
llamado que surja en nuestro camino hasta que el Señor venga de nuevo.
Nació en Antioquía de Siria, aproximadamente 10 - Tebas, aproximadamente
93.
La tradición cristiana le ha atribuido cinco textos del Nuevo Testamento: el
Evangelio El apóstol y evangelista San Juan era hijo de cierta Salomè y
Zebedeo, pescador del lago de Galilea. Tenía por hermano a Santiago el Mayor
y con èl practicó el oficio de su padre. Todo sugiere que su familia tenía cierto
consuelo, ya que su padre Zebedeo tenía algunos sirvientes a su servicio, y su
madre Salomè era una de esas mujeres piadosas que seguían a Jesús en sus
viajes y lo ayudaba con sus sustancias proporcionándole lo que necesitaba.

Discípulo del Bautista, cuando escuchó a su maestro llamar a Jesús "Cordero


de Dios", quiso ir detrás de èl para averiguar dónde vivía. Mientras que un día
con su hermano Santiago estaba limpiando las redes en un bote, Jesús los
llamó a los dos al Apostolado: y dejaron a su padre Zebedeo en el bote con los
niños, y lo siguieron. Desde este momento, Juan ya no abandonó a su nuevo
Maestro, sino que fue su compañero durante su ministerio público en Galilea,
Judea, hasta su crucifixión en el Calvario.

Se convirtió en uno de los discípulos favoritos y Jesús quería que fuera testigo
de la resurrección de la hija de Jairo, su transfiguración y su agonía en el
jardín de Getsemaní, lo comisionó junto con Pedro para preparar la cena de
Pascua, le permitió recostar su cabeza sobre su pecho y antes de morir, heredó
a su madre María Santísima.

Lleno de amor y celo por Jesús, merecio ser llamado "el hijo del trueno".
Despuès de la Ascensión de Jesús, se quedó por un tiempo en Jerusalèn y con
San Pedro tuvo los primeros lugares en la Iglesia de Jerusalèn. Estuvo
presente en el milagro realizado por el Príncipe de los Apóstoles con el lisiado,
que estaba sentado en la puerta del templo, y con el mismo Pedro fue
encarcelado y sufrió mucho por los judíos.

Más tarde fue con San Pedro a Samaria para completar el trabajo de
evangelización iniciado por el diácono Felipe e impartir el Espíritu Santo a los
nuevos conversos. En el segundo viaje de Pablo a Jerusalèn, èl estaba en esta
ciudad. En los últimos años de su vida, debido a la fe cristiana, fue
exiliado.según Juan, las tres cartas de Juan y el Apocalipsis de Juan.
San Juan en la isla de Patmos, donde tuvo visiones del Apocalipsis. Liberado
del exilio, ejerció la supremacía sobre las iglesias de Asia Menor.

Hacia el final de su vida, San Juan fue enviado a Roma, y aquí, como
testimonio de Tertuliano, lo sumergieron en aceite hirviendo, pero no sufrio
naa. Más tarde fue enviado al exilio en la isla de Patmos, cerca de Éfeso, y aquí
escribió el Apocalipsis. Liberado del exilio, regresó a Éfeso, donde murió en los
primeros años del imperio de Trajano.

El examen del libro confirma plenamente los datos de la tradición. El autor


muestra claramente que es judío, aunque escribe en griego, su vocabulario, su
gramática y su sintaxis están muy influenciados por el arameo. Por otro lado,
conoce exactamente todas las costumbres judías, y tiene nociones geográficas
y topográficas exactas de Palestina y Jerusalèn.

Despuès de afirmar que Jesús hizo muchas otras maravillas que no están
registradas en el libro que escribió, agrega: Estas cosas han sido escritas, para
que crean que Jesús es el Cristo Hijo de Dios, y creyendo tengan vida en su
nombre. Al escribir su Evangelio, San Juan propuso confirmar a sus lectores en
la fe de la Mesianismo y Divinidad de Jesucristo. Con este fin, todas las páginas
de su libro apuntan, de hecho, desde el prólogo, en presentar a Jesucristo
como la Palabra y el único Hijo de Dios.

Según los escritores antiguos, San Juan quería completar la narrativa de los
tres sinópticos, escribiendo "un Evangelio espiritual", es decir, poniendo
especial ènfasis en lo que se refería a la naturaleza íntima de Jesucristo.

San Juan escribió su evangelio despuès de regresar del exilio de Patmos, que
conduce al año 96.

Los destinatarios del cuarto evangelio no son los judíos y ni siquiera los
cristianos de la primera generación. El evangelista en su libro se dirige a
cristianos adultos que ya conocen los elementos de la doctrina enseñada por el
Salvador, y solo necesitan ser confirmados en fe contra las falsas doctrinas
difundidas por los herejes.

Las narraciones de Juan no son historia propiamente, sino una contemplación


mística del Evangelio; Los discursos contenidos en su Evangelio son
meditaciones teológicas para dar gloria al Verbo encarnado. Por otro lado, es
necesario recordar que los Sinópticos tambièn presentan a Jesucristo como
verdadero Dios y verdadero hijo de Dios, quien tiene el poder de perdonar los
pecados, el cual es superior a Jonás y Salomón, y no está del todo obligado a
rendir homenaje, porque èl es el hijo del Rey, y que es tan grandioso que
nadie puede conocerlo excepto el Padre, mientras que èl solo conoce al Padre,
etc. De esto se deduce que entre los primeros tres Evangelios y el cuarto no
puede haber divergencia sustancial en la doctrina.
Era pescador de oficio en el Mar de Galilea,como otros apóstoles.La mayoría de los autores lo
considera el más joven del grupo de «los Doce». Probablemente vivía
en Cafarnaúm,compañero de Simón Pedro.Junto a su hermano Santiago, Jesús los llamó ‫םער‬
‫ ינב‬Bnéy-ré'em (arameo), Bnéy Rá'am (hebreo), que ha pasado por el griego al español como
«Boanerges», y que significa «hijos del trueno», por su gran ímpetu.
Juan pertenecía al llamado «círculo de dilectos» de Jesús que estuvo con él en ocasiones
especiales: en la resurrección de la hija de Jairo,en la transfiguración de Jesús, y en el huerto
de Getsemaní,donde Jesús se retiró a orar en agonía ante la perspectiva de su pasión y
muerte.También fue testigo privilegiado de las apariciones de Jesús resucitado y de la pesca
milagrosa en el Mar de Tiberíades.
Según el libro de los Hechos de los Apóstoles,el Pentecostés encontró a Juan el Apóstol en
espera orante, ya como uno de los máximos referentes junto a Pedro de la primera
comunidad.Juan acompañó a Pedro, tanto en la predicación inicial en el Templo de
Jerusalén donde, apresados, llegaron a comparecer ante el Gran Sanedrín por causa de
Jesús,como en su viaje de predicación a Samaría.La mención del nombre «Juan»,antecedido
por el de «Santiago» y el de «Cefas» (Simón Pedro), como uno de los «pilares» de la Iglesia
primitiva por parte de Pablo de Tarso en su epístola a los Gálatas es interpretada por la
mayoría de los estudiosos como referencia de la presencia de Juan el Apóstol en el Concilio
de Jerusalén.
La vocación de los hijos de Zebedeo
Juan, quien luego sería apóstol de Jesús de Nazaret, es presentado en las Sagradas
Escrituras como uno de los dos hijos de Zebedeo, hermano de Santiago y compañero de
Simón Pedro (Lc 5:10). Los tres Evangelios sinópticos lo sitúan inicialmente como pescador
de Galilea, cuya vocación por el seguimiento de Jesús irrumpe a orillas del lago de Genesaret,
situándose Juan entre sus primeros cuatro discípulos.
"Bordeando el mar de Galilea, (Jesús) vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando
las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a
ser pescadores de hombres.»Al instante,dejando las redes,le siguieron.Caminando un poco
más adelante,vio a Santiago, el de Zebedeo,y a su hermano Juan:estaban también en la
barca arreglando las redes; y al instante los llamó.Y ellos,dejando a su padre Zebedeo en la
barca con los jornaleros,se fueron tras él.
 Mc 1:16-20
La palabra «jornaleros» indica una retribución a sueldo por un trabajo.Esto permite inferir que
Zebedeo,padre de Juan y Santiago, dentro de la modestia de un pescador de Galilea,tenía un
cierto desahogo económico:era propietario de «redes» (Mt 4:21),sin duda, de algunas barcas,
y tenía «jornaleros» para sus faenas.
El análisis comparado de textos de los Evangelios sinópticos parece indicar que la madre de
Juan fue Salomé, una de las mujeres que siguieron a Jesús durante su vida pública (Mc
10:37) hasta su muerte. Si se cotejan los pasajes referidos a la muerte de Jesús,en Mateo
27:56[2] y en Marcos 15:40 [3] se puede inferir que Salomé sería la esposa de Zebedeo y
madre de Santiago el Mayor y de Juan.
Por el Evangelio de Lucas se sabe que entre Pedro, Juan y Santiago, tenían al menos
establecida un cierta «sociedad» de pesca pues,como se detalla más adelante, eran
«compañeros»:
"Cuando (Jesús) acabó de hablar dijo a Simón: «Boga mar adentro y echad vuestras redes
para pescar.» [...]Y,haciéndolo así,pescaron gran cantidad de peces de modo que las redes
amenazaban romperse.Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran en su
ayuda.[...]Al verlo Simón Pedro,cayó de rodillas ante Jesús,diciendo:«Aléjate de mí, Señor,que
soy un hombre pecador».Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él
estaban,a causa de los peces que habían pescado.Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de
Zebedeo,que eran compañeros de Simón."
 Lc 5:4.6-10
Por la forma de ejercicio del sacerdocio en esa época, no se descarta que Zebedeo pudiera
ser levita,con una casa de paso en el barrio de Jerusalén habitado por esenios o en sus
cercanías, y quizá con otra propiedad en Galilea, mientras la pesca en el lago podría ayudarle
al sostenimiento familiar.Se ha considerado que una empresa de pesca de mediana
envergadura podría ser proveedora de pescado al propio Templo de Jerusalén.En efecto, el
mar de Galilea, que aún no siendo de grandes dimensiones es el principal reservorio de agua
dulce de la región, se convirtió en un centro de pesca de gran importancia para el mundo
judío.Es razonable que los judíos dieran preferencia al pescado capturado por pescadores
judíos frente al pescado suministrado por los gentiles, ya que el primero garantizaba el
cumplimiento de los preceptos rabínicos de «pureza» alimentaria,evitando tratamientos que
pudiesen tornar el alimento en impuro.
De hecho, el mar de Galilea se caracterizó por albergar diversos «emprendimientos»
pesqueros, que involucraban no sólo a las familias de los pescadores sino también a los
trabajadores contratados, a los proveedores de materias primas y de otros productos, a los
«procesadores» de pescado, a los «empacadores» y a los transportistas.Resultan de
particular interés los términos utilizados por el Evangelio de Lucas: «[...] hicieron señas a sus
socios (metachoi) del otro barco [...]»; «[...]Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, eran
compañeros (koinônoi) con Simón», es decir, había un sentido de comunión previo a la
existencia del grupo de «los Doce», una especie de relación cooperativa establecida entre la
familia de Jonás (padre de Simón Pedro), y la de Zebedeo (padre de Santiago y Juan), que
podían permitirse tener asalariados en su nónima.En resumen, se desprende que Zebedeo no
era un simple pescador, sino que poseía barcas, redes y daba trabajo a diversos jornaleros, lo
que hacía posible que sus hijos pudieran dejarlo para seguir más estrechamente a Jesús.
La vocación de Simón Pedro y Andrés, Santiago y Juan presenta una forma semejante en los
tres Evangelios sinópticos. Se omite probablemente la comunicación previa entre Jesús y
quienes serían los primeros discípulos,como también el proceso psicológico resultante de ese
trato. Según el Evangelio de Juan,el primer contacto habría tenido lugar en el Jordán (Jn 1:35-
42).Andrés y otro discípulo cuyo nombre no se menciona, hasta ese momento discípulos
de Juan el Bautista, mantienen una primera conversación con Jesús.Algunos estudiosos como
Alfred Wikenhauser (1883-1960) y Raymond E. Brown (1928-1998) sostienen que ese
discípulo cuyo nombre no aparece era el propio Juan.De ser precisa la interpretación de
Wikenhauser y de Brown,Juan el Apóstol habría sido discípulo de Juan el Bautista antes de
seguir a Jesús.
Ya desde el comienzo del ministerio público de Jesús, Juan,hijo de Zebedeo,forma parte de
un grupo selecto.Por ejemplo, a la salida de la sinagoga,Juan y Santiago, se dirigen a la casa
de Pedro y Andrés, donde presencian como Jesús cura a la suegra de Pedro que padece
fiebre (Mc 1:29-31).
Los Doce
Los tres pasajes evangélicos que hacen alusión a la institución de «los Doce» Apóstoles
mencionan a Juan (Mc 3:17;Mt 10:2;Lc 6:14).Pero el evangelista Marcos hace una referencia
particular, quizá debida al ímpetu de los hijos de Zebedeo:
[...]Santiago y su hermano Juan,hijos de Zebedeo,a quienes puso el sobrenombre de
Boanerges, es decir,hijos del trueno[...].

 Mc 3:17
A diferencia de Simón, hijo de Jonás, a quien Jesús le modifica su nombre por el de Pedro en
señal de dominio, no hay modificación del nombre de los hermanos Zebedeo,pero sí una
calificación que algunos autores argumentan posteriormente con el pasaje único de Lucas, en
el que se hace referencia a una mala acogida en un pueblo samaritano. La hostilidad de los
samaritanos contra judíos y galileos era proverbial.Los samaritanos eran considerados
cismáticos.Jesús se dirige a Jerusalén por el camino más directo, por Samaría, en lugar de ir
por los caminos más frecuentados: por la costa occidental o por el Jordán abajo.Sin embargo,
al buscar hospedaje,no es recibido.
[...](Jesús) se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que
fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada;pero no le recibieron
porque tenía intención de ir a Jerusalén.Al verlo, sus discípulos Santiago y Juan,
dijeron:«Señor,¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?»Pero
volviéndose,(Jesús) los reprendió y se fueron a otro pueblo.
 Lc 9:52-56
Según Leal,los dos hermanos Santiago y Juan justificarían así el apelativo de «hijos del
trueno» que le diera Jesús.Él no aprueba ese celo demasiado humano, pero ese ímpetu bien
canalizado podría ser un medio eficaz para la obra pretendida por Jesús.El académico
estadounidense Alan Culpepper destaca el significado dado por el teólogo alemán Otto
Wilhelm Betz (1917-2005) a las expresiones «Boanerges» e «hijos del trueno».El término
«Boanerges» pertenece a una tradición temprana, que provendría incluso del mismo Jesús,
puesto que la comunidad cristiana primitiva no tendría ningún interés en dar a sus pilares ese
tipo de nombres.Así también, Jesús habría llamado a los dos hermanos «hijos del trueno», no
como un apodo despectivo, sino como una promesa de lo que llegarían a ser.La sugerencia –
dice Culpepper– de que el nombre, como en el caso de Pedro, sea una promesa o una
previsión de la grandeza que alcanzarían los hijos de Zebedeo es muy meritoria.Dándoles el
nombre de «Boanerges», Jesús habría anunciado que Santiago el Mayor y Juan se
convertirían en «hijos del trueno»,testigos valientes como «voces del cielo».

El círculo de dilectos
Contrariamente a las costumbres de la época,según las cuales los discípulos elegían a los
maestros que los guiarían,el Evangelio señala que es Jesús quien elige a sus discípulos.Y
Jesús elige a su vez, dentro del grupo de los doce Apóstoles, a un círculo más restringido de
sólo tres (a veces cuatro),quienes lo acompañan en situaciones especiales.Ellos son Simón
Pedro,Santiago y Juan,a quienes en alguna ocasión se suma Andrés.
Siempre según los Evangelios,Juan,junto con Pedro y Santiago,acompaña a Jesús: a la casa
del jefe de una sinagoga,Jairo, a cuya hija resucita,cuando sube a la montaña para
transfigurarse;al monte de los Olivos, donde frente al imponente templo de Jerusalén
pronuncia su discurso sobre el fin de la ciudad y del mundo,ocasión en que se suma Andrés.
Esta situación de relieve hace comprensible que Juan tome la iniciativa para mantener
posiciones de privilegio.Así mismo, resulta entendible que Juan y Santiago (Mc 10:35-41),en
conjunto con su madre,quieran asegurarse una colocación distinguida.Cuando, en el monte de
los Olivos,Jesús se retira a orar en agonía por los padecimientos y muerte que se avecinan y,
finalmente, encontramos a Juan y Santiago el Mayor, mencionados indirectamente como
«hijos de Zebedeo», formando parte del grupo restringido de discípulos testigos del último
signo realizado por Jesús ya resucitado: su aparición a orillas del lago de Tiberíades y la
pesca milagrosa.Se trata de la única referencia en el Evangelio de Juan a los dos «hijos de
Zebedeo», ubicada en el epílogo del evangelio.[4]
Pilar de la Iglesia
Pedro,Santiago y Juan fueron los únicos testigos de la resurrección de la hija de Jairo.Los tres
también fueron testigos de la Transfiguración y estos mismos tres fueron testigos de la agonía
en Getsemaní.Juan fuer uno de los discípulo que informaron a Jesús de que habían prohibido
un no-discípulo de echar fuera demonios en nombre de Jesús,lo que llevó a Jesús a declarar
que "el que no está contra nosotros,está de nuestro lado".
Jesús envía sólo a Juan y a Pedro a la ciudad para hacer la preparación para la última
cena.En la cena,el "discípulo a quien Jesús más amaba" estaba al lado de Jesús y la tradición
identifica este discípulo como San Juan.Después de la detención de Jesús,Pedro y el "otro
discípulo" [5],Juan,lo siguió hasta el palacio del sumo sacerdote. Fue el único entre los
apóstoles que permaneció cerca de Jesús al pie de la cruz en el Calvario junto con la Madre y
otras mujeres;siguiendo las instrucciones de Jesús desde la cruz,Juan tomó a María, la madre
de Jesús,bajo su cuidado como el último legado de Jesús (Jn 19:25-27).
Después de la Ascensión de Jesús y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, Juan y
Pedro,tuvieron un papel destacado en la fundación y dirección de la iglesia.Él estaba con
Pedro en la curación del hombre cojo en el Templo,ambos también fueron encarcelado (Hch
4:3) y visitaron juntos a los recién convertidos en Samaria (Hch 8:14).
Mientras permaneció en Judea y sus alrededores,los otros discípulos volvieron a Jerusalén
para el Concilio Apostólico (alrededor del año 51).Pablo,en oposición a sus enemigos en
Galacia,recuerda que Juan explícitamente,junto con Pedro y Santiago el Justo,son los pilares
de la Iglesia y se refiere al reconocimiento de su predicación apostólica de un Evangelio libre
de la ley judía que recibió de estos tres hombres prominentes de la comunidad en Jerusalén.
El discípulo amado
La frase al discípulo a quien Jesús amaba [6] o, en Juan 20:2,el discípulo predilecto se utiliza
cinco veces en el Evangelio de Juan,pero en ningún otro relato del Nuevo Testamento.En
Juan 21:24 se afirma que el Evangelio de Juan se basa en el testimonio escrito de este
discípulo.El discípulo a quien Jesús amaba se refiere,en concreto,seis veces en el evangelio
de Juan:
Este es el discípulo que,mientras recostado al lado de Jesús en la última cena,le pide a
Jesús,por idea de Pedro,que revele quién es el que lo va a traicionar.(Jn 13:23-25).Más tarde
en la crucifixión,Jesús le dice a su madre:"Mujer,ahí tienes a tu hijo",y al Discípulo
Amado:"Aquí tienes a tu madre"(Jn 19: 26-27).Cuando María Magdalena descubre la tumba
vacía,ella corre a decirle al Discípulo Amado y Pedro. Los dos hombres se apresuran a la
tumba vacía y el Discípulo Amado es el primero en llegar.Sin embargo,Pedro es el primero en
entrar (Jn 20:1-10) y,en Juan 21,el discípulo amado es uno de los siete pescadores que
participan en la pesca milagrosa de los 153 peces.También en el último capítulo del
libro,después de que Jesús hace alusión a como Pedro va a morir,Pedro ve el Discípulo
Amado tras ellos y le pregunta: "¿Qué pasa con él?" Jesús responde: "Si quiero que él quede
hasta que yo venga,¿qué te importa a tí?Tú sígueme" (Jn 21:20-23) y,por último,afirma que el
libro se basa en el testimonio escrito del discípulo a quien Jesús amaba.
Ninguno de los otros Evangelios tiene a nadie en las escenas paralelas que podría ser
entendido directamente como el Discípulo Amado.Por ejemplo,en Lucas 24:12,Pedro solo
corre al sepulcro.Marcos,Mateo y Lucas no mencionan cualquiera de los doce discípulos de
habiera presenciado la crucifixión.También hay dos referencias a un anónimo "otro discípulo"
en Juan 1:35-40 y 18:15-16,que puede ser a la misma persona.
Tradiciones
No hay información en la Biblia en relación con la duración de la actividad de Juan en
Judea.Según la tradición,Juan y los demás Apóstoles permanecieron unos 12 años en este
primer campo de trabajo.La persecución de los cristianos bajo Herodes Agripa I llevó a la
dispersión de los Apóstoles a través del Imperio Romano.
Existía una comunidad cristiana en Éfeso antes de Pablo,Priscila y Áquila llegaran y estaba
bajo la dirección de Apolo (1 Co 1:12) un discípulo de Juan el Bautista convertido por Priscila y
Áquila.
Según la tradición de la Iglesia,después de la Asunción de María,Juan fue a Éfeso.Desde allí
escribió las tres epístolas que se le atribuyen y,luego,fue desterrado presuntamente por las
autoridades romanas a la isla griega de Patmos,donde,según la tradición,escribió el
Apocalipsis. Según Tertuliano,Juan fue desterrado después de haber sido sumergido en
aceite hirviendo en Roma y nada le sucedió.Se dice que toda la audiencia del Coliseo fue
convertida al cristianismo al presenciar este milagro.Este evento se habría producido a finales
del siglo I,durante el reinado del emperador Domiciano,que era conocido por su persecución
de los cristianos.
Cuando Juan envejeció,entrenó Policarpo quien más tarde se convirtió en obispo de
Esmirna.Esto era importante porque Policarpo fue capaz de llevar el mensaje de Juan a las
generaciones futuras.Policarpo enseñó Ireneo y le contó historias sobre Juann.En Contra las
Herejías,Ireneo relata cómo Policarpo le contó una historia:
"Juan,el discípulo del Señor,iba a bañarse en Efeso y,al percibir a Cerinto dentro,salió
corriendo sin bañarse,exclamando: "Vamonos,no sea que incluso el baño de la casa
caiga,porque Cerinto,el enemigo de la verdad,está dentro."
Se cree tradicionalmente que Juan era el más joven de los apóstoles y les sobrevivió a todos
ellos.Se dice que vivió hasta una edad avanzada,muriendo en Éfeso en algún momento
después del año 98.Una explicación alternativa de la muerte de Juan,atribuido por los
escritores cristianos posteriores a principios del siglo II,como el obispo Papías de
Hierápolis,afirma que fue asesinado por los judíos.Los estudiosos más joánicos duda la
fiabilidad de Papías,pero una minoría sostienen que estas referencias de Papías son
creíbles.Zahn sostiene que esta referencia es,en realidad,a Juan el Bautista.
Se cree tradicional tumba de Juan que se encuentra en Selçuk,un pequeño pueblo en las
cercanías de Efeso.[7]Según Polícrates de Éfeso (190),acreditado por Eusebio en su Historia
Eclesiástica,5:24,el Apóstol se "durmió" en Éfeso.Sin embargo,se dice que la tumba estaba
vacía cuando fue abierta por Constantino que le edificaba una iglesia.
Apostol inmortal
Las controversias se plantean en base a los mismos textos bíblicos que según parece afirman
que este discípulo no morira según Mateo 16,28 y Juan 21:18-25.Interpretaciones
teológicas,sin embargo, resuelven esta dificultad bíblica con que Jesús afirmó hasta recibir el
Apocalipsis.[8]
Los dos juanes
Las polémicas que sobre él se abatieron y aún se abaten;en particular,si Juan el Apóstol y
Juan el Evangelista fueron o no la misma persona, y si Juan el Apóstol fue autor o inspirador
de otros libros del Nuevo Testamento,como el Apocalipsis y las Epístolas joánicas no impiden
ver la tremenda personalidad y la altura espiritual que a Juan se adjudica, no sólo en el
cristianismo, sino en la cultura universal.
Muchos autores lo han identificado con el discípulo a quien Jesús amaba, que cuidó
de María,madre de Jesús,a pedido del propio crucificado (Stabat Mater).Diversos textos
patrísticos le adjudican su destierro en Patmos durante el gobierno de Domiciano, y una
prolongada estancia en Éfeso,constituido en fundamento de la vigorosa «comunidad joánica»,
en cuyo marco habría muerto a edad avanzada.A través de la historia, su figura ha sido
asociada con la cumbre de la mística experimental cristiana.
Su presencia en artes tan diversas como la arquitectura, la escultura, la pintura, la música, la
literatura, y la cinematografía es notable. La Iglesia católica, la ortodoxa, y la anglicana entre
otras, lo celebran en distintas festividades.
Símbolos e iconografía
El águila es probablemente el atributo más conocido de Juan, como símbolo de la
«devoradora pasión del espíritu» que caracterizó a este hombre. [9]
En el arte,Juan se representa como el discípulos más joven.En la iconografía su atributo es
generalmente el cáliz con una serpiente y un caldero de aceite hirviendo.También se le
representa rodeado con escenas de Apocalipsis " y en un caldero de aceite hirviendo. [10]
Libro de Apocalipsis
El autor del libro de Apocalipsis se identifica como "Juan".El escritor del siglo II,Justino
Mártir,fue el primero en equiparar el autor del Apocalipsis con Juan el Apóstol.Sin embargo,
algunos estudiosos de la Biblia ahora sostienen que estos eran individuos separados.Juan el
Presbítero , una figura oscura en la iglesia primitiva, también se ha identificado con el vidente
del Apocalipsis por autores como Eusebio en su Historia de la Iglesia (Libro III, 39) y Jerónimo.
Juan se considera que ha sido desterrado a Patmos,durante las persecuciones bajo el
emperador Domiciano.Apocalipsis 1: 9 dice que el autor escribió el libro en Patmos:
"Yo,Juan,vuestro hermano y compañero en la tribulación ... estaba en la isla llamada Patmos
por la palabra de Dios y por el testimonio de Jesucristo."
Adela Yarbro Collins,una erudita bíblica en Yale Divinity School,escribe:"«Una tradición
temprana dice que Juan fue desterrado a Patmos por las autoridades romanas.Esta tradición
es creíble porque el destierro era un castigo comúnmente utilizado durante el período imperial
por una serie de delitos. Entre esos delitos eran las prácticas de la magia y la astrología.La
profecía fue visto por los romanos como perteneciente a la misma categoría,ya sea
pagna,judía o cristiana.Profecías con implicaciones políticas,como las expresadas por Juan en
el libro de Apocalipsis,habría sido percibida como una amenaza para el poder político romano
y el orden.Tres de las islas en las Espóradas eran lugares donde fueron desterrados los
delincuentes políticos".
Algunos eruditos modernos más críticos han planteado la posibilidad de que Juan el
Apóstol,Juan Evangelista, y Juan de Patmos había sido tres individuos diferentes.Estos
eruditos afirman que Juan de Patmos escribió el Apocalipsis pero no el Evangelio de Juan,ni
las Epístolas de Juan.Por un lado, el autor del Apocalipsis identifica a sí mismo como "Juan"
varias veces,pero el autor del Evangelio de Juan nunca se identifica directamente.Algunos
eruditos católicos afirman que "el vocabulario, la gramática y el estilo que sea dudoso que el
libro podría haber sido puesto en su forma actual por la misma persona responsable del cuarto
evangelio".

En el Corán
El Corán también habla de los discípulos de Jesús,pero no menciona sus
nombres,refiriéndose a ellos como ayudantes a la obra de Dio.La exégesis musulmana y los
comentarios del Corán,sin embargo,los nombra e incluye a Juan entre los discípulos.Una
tradición antigua, que implica la leyenda de Habib el carpintero , menciona que Juan fue uno
de los tres discípulos enviados a Antioquía a predicar a la gente de allí.[11]
Nuestra información sobre el apóstol Juan proviene de dos fuentes: el NT y la
patrística.

I. Referencias en el Nuevo Testamento

a. En los evangelios

Juan era hijo de Zebedeo, probablemente el menor, porque excepto en Lucas y


Hechos, se lo menciona después de su hermano Jacobo. Lucas da el orden Pedro,
Juan, y Jacobo probablemente debido a que en la época de la iglesia primitiva Juan
estaba íntimamente asociado con Pedro (Lc. 8.51; 9.28; Hch. 1.13). De Mr. 16.1 y
Mt. 27.56 se infiere que el nombre de su madre era Salomé, porque Marcos designa
con dicho nombre a la tercera mujer que, según se indica, acompañó a las dos
Marías a la tumba, mientras que Mateo dice que era “la madre de los hijos de
Zebedeo”. Generalmente se considera que Salomé era hermana de María, la madre
de Jesús, debido a que en Jn. 19.25 se dice que cuatro mujeres estuvieron cerca de
la cruz: las dos Marías mencionadas por Marcos y Mateo, la madre de Jesús, y la
hermana de su madre. Si esta identificación es correcta, Juan era primo de Jesús
por el lado de su madre. Sus padres pueden haber sido de buena posición porque su
padre, que era pescador, “tenía jornaleros” (Mr. 1.20); y Salomé es una de las
mujeres que “servían a Jesús de sus bienes” (Lc. 8.3; Mr. 15.40). A menudo se ha
identificado a Juan con el discípulo de Juan el Bautista que no se nombra, quien
con Andrés fue enviado por Juan a Jesús como el Cordero de Dios (Jn. 1.35–37); y
si leemos prōtos en Jn. 1.41, es posible que Andrés haya sido el primero de estos
dos discípulos que llevó a su hermano Simón a Jesús, y que el discípulo no
mencionado (Juan) posteriormente llevó a su propio hermano Jacobo. Sobre esto
no hay seguridad, sin embargo, ya que hay variantes textuales (véase TNTC).
Después de haber sido llamados por Jesús para abandonar a su padre y la pesca
(Mr. 1.19–20), Jacobo y Juan fueron apodados por él Boanērges, “hijos del trueno”
(Mr. 3.17), probablemente porque eran galileos impetuosos y vivaces, de celo
indisciplinado y a veces mal orientado (Lc. 9.49). Este aspecto de su carácter se
demuestra en su reacción contra una aldea samaritana que había rehusado recibir a
su Maestro (Lc. 9.54). Además, podemos ver que su ambición personal no había
sido atemperada por una verdadera visión de la naturaleza del reino de Cristo, y
este dejo de egoísmo, junto con su disposición para sufrir por Jesús, sin
importarles lo que pudiera ocurrirles a ellos mismos, queda ilustrado por su pedido
al Señor (estimulado por su madre [Mt. 20.20]) de que se les permitiera ocupar
lugares de especial privilegio cuando Jesús entrara en su reino (Mr. 10.37).

En tres ocasiones de importancia, en las primeras etapas del ministerio de Jesús,


Juan aparece en compañía de su hermano Jacobo y Simón Pedro, con exclusión de
los otros apóstoles: en la resurrección de la hija de Jairo (Mr. 5.37), en la
transfiguración (Mr. 9.2), y en el huerto de Getsemaní (Mr. 14.33); y, según Lucas,
Pedro y Juan fueron los dos discípulos enviados por Jesús para preparar la cena
final de la pascua (Lc. 22.8).

Juan no se menciona por nombre en el cuarto evangelio (aunque los hijos de


Zebedeo figuran en 21.2), pero casi no cabe duda de que él es el discípulo “al cual
Jesús amaba”, que se reclinó sobre su pecho en la última cena (13.23); a quien
Jesús encargó el cuidado de su madre en el momento de su muerte (19.26–27); el
que corrió, junto con Pedro, a la tumba en la primera mañana de pascua, y el que
primero comprendió todo el significado de los lienzos vacíos y colocados en orden
(20.2, 8); y el que estuvo presente cuando el Cristo resucitado se reveló a siete de
sus discípulos a orillas del mar de Galilea. La narración del último incidente en
el cap(s). 21, apoya la tradición posterior de que Juan vivió hasta una edad muy
avanzada (21.23). La indicación de Jn. 21.24 con respecto a que el apóstol haya sido
el autor del evangelio que se conoce por su nombre puede interpretarse de
diferentes maneras (véase TNTC).

b. En Hechos

Según los primeros relatos del libro de Hechos, Juan, junto con Pedro, con quien
permaneció íntimamente relacionado, tuvo que soportar el peso principal de la
hostilidad de los judíos contra la iglesia cristiana primitiva (Hch. 4.13; 5.33, 40).
Ambos mostraron tal audacia en palabras y hechos que asombraron a las
autoridades judías, que los consideraban “hombres sin letras y del vulgo” (Hch.
4.13). Parecería que Juan, durante algunos años, continuó desempeñando un papel
principal en la iglesia de Jerusalén. En nombre de los otros apóstoles, él y Pedro
impusieron sus manos a los samaritanos que se habían convertido merced al
ministerio de Felipe (Hch. 8.14), y pudo ser descrito como verdadera “columna” de
la iglesia de Jerusalén en la época en que Pablo visitó la ciudad, alrededor de 14
años después de su conversión (Gá. 2.9). No sabemos cuándo abandonó Juan la
ciudad de Jerusalén, ni a dónde fue después de su partida. Si suponemos que él es
el que tuvo la visión descrita en el libro de Apocalipsis, presumiblemente se
encontraba en Éfeso cuando fue desterrado a Patmos “por causa de la palabra de
Dios y el testimonio de Jesucristo” (Ap. 1.9), aunque la fecha de su exilio es
insegura. No hay otra mención de Juan en el NT, aunque algunos eruditos creen
que se refiere a sí mismo bajo el título de “el anciano” en 2 Jn. 1; 3 Jn. 1.

II. Menciones patrísticas

Hay ciertos indicios posteriores, aunque probablemente poco dignos de crédito, de


que el apóstol Juan murió como mártir a principios de su carrera, quizás en la
época en que su hermano Jacobo fue muerto por Herodes (Hch. 12.2). Un cronista
del ss. IX, Jorge Hamartolos, reproduce, como ahora se puede comprobar, una
afirmación que aparece en la historia de Felipe de Side (ca. 450), un fragmento
pertinente de la cual fue descubierto por de Boor en 1889, en el sentido de que
Papías, obispo de Hierápolis a mediados del ss. II, en el segundo libro de
sus Exposiciones afirma que ambos hijos de Zebedeo murieron violentamente en
cumplimiento de la predicción del Señor (Mr. 10.39). Aunque algunos entendidos
aceptan este testimonio como genuino, la mayor parte considera a Felipe de Side
como un testigo no confiable de Papías, y les impresiona la ausencia en Eusebio de
toda referencia a un temprano martirio de Juan, como así también que el libro de
Hechos no lo mencione, si en realidad ambos hijos de Zebedeo sufrieron en la
misma forma y aproximadamente en la misma época. Es verdad que parecería
apoyar la declaración de Felipe de Side una martirología sir. escrita alrededor del
400 d.C., en la que la anotación correspondiente al 27 de dic. dice, “Juan y Jacobo,
los apóstoles de Jerusalén”, como así también un calendario de la iglesia de Cartago
de fecha 505 d.C., en el que lo anotado para la misma fecha dice “Juan el Bautista y
Jacobo el apóstol al cual mató Herodes”, porque los que aceptan esta prueba hacen
notar que, como en dicho calendario se conmemora al Bautista el 24 de junio, la
probabilidad es que la anotación para el 27 de dic. haya sido un error por “Juan, el
apóstol”. Es muy dudoso, no obstante, que la martirología sir. preservase una
tradición antigua independientemente de la iglesia de habla gr.; tampoco se
desprende que, como ambos hermanos se conmemoran el mismo día, esto
signifique que hayan muerto como mártires el mismo día también. Tampoco la
referencia a los hijos de Zebedeo en cuanto a “beber del vaso” y “ser bautizados con
el bautismo de Cristo” significa necesariamente que ambos estaban destinados a
morir violentamente.
Contra Pelag esta tradición parcial y débilmente apoyada debemos colocar la
tradición más contundente que se refleja en la declaración de Polícrates, obispo de
Éfeso (190 d.C.), de que Juan, “que se reclinó sobre el pecho del Señor”, después de
haber sido “testigo y maestro” (nótese el orden de las palabras) “se durmió en
Éfeso”. Sepín Ireneo, fue en Éfeso que Juan “entregaba” el evangelio, y refutaba a
los herejes; allí rehusó ampararse bajo el mismo techo que Cerinto, “el enemigo de
la verdad”, y en Éfeso se quedó “hasta los días de Trajano”, que reinó en 98–117
d.C. Jerónimo también repite la tradición de que Juan permaneció en Éfeso hasta
una edad muy avanzada, y menciona que cuando había que llevar alzado a Juan a
las reuniones cristianas, repetía constantemente: “Hijitos míos, amaos los unos a
los otros.” El único indicio que podría contrastar con esta tradición, que ubica la
residencia del apóstol Juan en Éfeso, es negativa en carácter. Se dice que si, como
afirman los escritores de fines del ss. II, Juan residió mucho tiempo en Éfeso y tuvo
considerable influencia, sería extraño encontrar una total ausencia de referencias al
apóstol en la literatura cristiana de la época producida en Asia durante la primera
parte del siglo, particularmente en las cartas de Ignacio y la epístola de Policarpo.
Pero aun si resulta significativa la ausencia de alusiones a Juan en estos
documentos, simplemente puede ser indicación de que “hubo una diferencia entre
su reputación a principios y a fines del siglo” (como opina V. H. Stanton, The
Gospels as Historical Documents, 1, pp. 236). De cualquier manera, la objeción
parececía insuficiente para derribar la tradición que posteriormente se afincó con
tanta firmeza. Westcott concluye que “nada está mejor probado en la historia de la
iglesia primitiva que la residencia y la obra de san Juan en Éfeso”. Es verdad que
Westcott escribió antes de que se hubiesen acumulado las pruebas relativas a un
prematuro martirio de Juan, pero como hemos visto, las pruebas no son lo
suficientemente adecuadas o confiables para refutar las claras afirmaciones del
hombre que ocupó la sede de Éfeso a fines del siglo, y del que en el mismo período
se dedicó primeramente a investigar las tradiciones de las sedes apostólicas.

(* JUAN, EVANGELIO DE; * APOCALIPSIS, LIBRO DE).

BIBLIOGRAFÍA. A. T. Robertson, Épocas en la vida del apóstol Juan, 1938; J. C.


Reid, Nosotros escribimos los evangelios, 1963; J. E. Menard, “Juan el
evangelista”, °EBDM, t(t). IV, cols. 672–679.

S. S. Smalley, John: Evangelist and Interpreter, 1978; F. F. Bruce, “St John at


Ephesus”, BJRL 60, 1977–8, pp. 339–361. Véanse, además, los comentarios
enumerados bajo * JUAN, EVANGELIO DE.

R.V.G.T.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami:


Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico
Hijo de Zebedeo y Salomé, y hermano de Jacobo, fue pescador hasta que Cristo lo llamó
a seguirlo. Fue el más joven de los apóstoles, y el más recordado. Se le atribuyen cinco
libros del Nuevo Testamento: el Evangelio de Juan, las tres epístolas de Juan y el
Apocalipsis. De los doce apóstoles, Juan, Pedro y Jacobo o Santiago, fueron los más
íntimos de Cristo. Los tres estuvieron con él en la resurrección de la hija de Jairo, en el
monte de los Olivos, en el Getsemaní, pero sólo Juan estuvo junto a la cruz cuando el
Señor fue crucificado, y fue allí que Jesús le encomendó a su madre María, a quien Juan
cuidó hasta que ella murió. Juan pasó sus últimos años en Éfeso, en donde, escribió su
Evangelio. Fue exiliado a la isla de Patmos, en donde escribió el Apocalipsis. (Marcos
3:17; 14:33; Lucas 5:10; Hechos 3)..

Uno de los Doce Apóstoles del Nuevo Testamento, hijo de Zebedeo y


hermano de Jacobo (Santiago). En los primeros años de su vida fue
pescador (Mar. 1:17–20). Probablemente haya sido el discípulo de Juan el
Bautista cuyo nombre no se menciona, y del que se hace referencia
en Juan 1:40. Posteriormente recibió el llamamiento de discípulo de
Jesucristo (Mateo 4:21–22; Lucas 5:1–11). Escribió el Evangelio según Juan,
tres epístolas y el libro de El Apocalipsis. Fue uno de los tres escogidos
que estuvieron con el Señor cuando devolvió la vida a la hija de Jairo
(Mar. 5:35–42), en el monte de la Transfiguración (Mateo 17:1–9) y en
Getsemaní (Mateo 26:36–46). En sus propios escritos se refiere a sí mismo
como “el discípulo al cual Jesús amaba” (Juan 13:23; 21:20) y como “el
otro discípulo” (Juan 20:2–8). Jesús dio a él y a su hermano Jacobo el
apellido de Boanerges, que quiere decir “hijos del trueno” (Mar. 3:17).
Hay frecuentes referencias a él en los relatos de la Crucifixión y la
Resurrección (Lucas 22:8; Juan 18:15; 19:26–27; 20:2–8; 21:1–2). Después
fue desterrado a Patmos, en donde escribió el libro de El Apocalipsis
(Apoc. 1:9).
Se menciona con frecuencia a Juan en las revelaciones de los últimos
días (1 Ne. 14:18–27; 3 Ne. 28:6; Éter 4:16; DyC 7; 27:12; 61:14; 77; 88:141).
Estos pasajes sirven para confirmar la narración bíblica de Juan, y
también nos dan una idea más clara en cuanto a su grandeza y la
importancia de la obra que el Señor le ha dado en la tierra, no solo en la
época del Nuevo Testamento, sino también en los últimos días. Las
revelaciones confirman que Juan no murió, sino que se le ha permitido
permanecer en la tierra como siervo ministrante hasta el tiempo de la
segunda venida del Señor (Juan 21:20–23; 3 Ne. 28:6–7; DyC 7).
L A S E PÍ S T OL A S D E J U A N
Aunque en ninguna de estas tres epístolas se identifica al autor por su nombre, el
lenguaje es tan similar al de Juan el Apóstol que se supone que él es el autor de las tres.
En el capítulo 1 de la primera epístola, Juan amonesta a los santos a tener comunión con
Dios. En el capítulo 2, recalca que los santos llegan a conocer a Dios mediante la
obediencia y los exhorta a no amar al mundo. En el capítulo 3, exhorta a todos a convertirse
en hijos de Dios y a amarse mutuamente. En el capítulo 4, explica que Dios es amor y que
mora en los que le aman. En el capítulo 5, explica que los santos nacen de Dios por medio
de su creencia en Cristo.
La segunda epístola es similar a la primera. En ella Juan se regocija por la fidelidad de
los hijos de la “señora elegida”.
En la tercera epístola encomia a Gayo por su fidelidad y por la ayuda que presta a los
que aman la verdad.
EL E V A N GE LI O S E GÚ N J U A N
En este libro del Nuevo Testamento, el apóstol Juan testifica (1) que Jesús es el Cristo,
es decir, el Mesías y (2) que Jesús es el Hijo de Dios (Juan 20:31). Los acontecimientos que
él describe de la vida de Jesús se han seleccionado y dispuesto cuidadosamente con tal fin.
La historia comienza con una declaración del estado de Cristo en la existencia preterrenal:
Jesús era con Dios, era Dios y fue el Creador de todas las cosas. Nació en la carne como el
Unigénito del Padre. Juan sigue el curso del ministerio de Jesús, recalcando en gran manera
Su divinidad y Su resurrección de entre los muertos. Claramente afirma que Jesús es el Hijo
de Dios, atestiguándolo por medio de los milagros, por testigos, por los profetas y por la
propia voz de Cristo. Juan enseña mediante contrastes, usando términos tales como luz y
tinieblas, verdad y error, bien y mal, Dios y el diablo. Posiblemente en ningún otro registro
se encuentre tan claramente declarada la santidad de Jesús y la perfidia de los principales
judíos.
Juan escribió principalmente del ministerio de Cristo en Judea, en especial de la última
semana de Su ministerio mortal, en tanto que Mateo, Marcos y Lucas escribieron
principalmente sobre el ministerio del Señor en Galilea. Varios puntos de este Evangelio se
han aclarado mediante las revelaciones de los postreros días (DyC 7 y DyC 88:138–141).
Para ver una lista de los acontecimientos en la vida del Salvador, cual se describen en el
Evangelio según Juan, véase la Concordancia entre los Evangelios, en el Apéndice.

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