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El cuerpo humano es un organismo que para mantener un adecuado funcionamiento requiere una
temperatura interna constante de alrededor de 37° C, independientemente de las condiciones
ambientales de su entorno inmediato.
Las condiciones ambientales pueden incidir positiva o negativamente en la satisfacción de esa necesidad
primaria. Los ciclos de actividad y descanso del ser humano pueden verse alterados por condiciones
climáticas desfavorables, las cuales suelen provocar incomodidad, pérdida de eficiencia en el desarrollo
de las actividades cotidianas e incluso trastornos de salud.
En los siguientes párrafos haremos un análisis general de los principales factores que inciden en el
confort humano, y de los mecanismos que se ponen en juego cuando las condiciones ambientales
resultan desfavorables.
Una gran parte de los requerimientos energéticos del cuerpo humano son proporcionados por el consumo
y digestión de alimentos. El proceso encargado de convertir los alimentos en materia viva y en energía
útil se conoce como metabolismo, mientras que el calor generado por este proceso se conoce como
calor metabólico. De toda la energía producida por el cuerpo humano solo se utiliza el 20%, mientras
que el 80% restante debe disiparse al ambiente.
La producción global de calor metabólico se puede dividir en metabolismo basal, que representa la
producción de calor en los procesos vegetativos, automáticos y continuos del cuerpo humano, y el
metabolismo muscular, que expresa la producción de calor de los músculos mientras se lleva a cabo
una actividad física controlada de manera conciente.
La producción de calor del cuerpo humano varía de acuerdo a sus índices metabólicos y a las actividades
que realiza. La siguiente tabla, basada en datos de la ASHRAE, muestra tasas metabólicas (tasas de
generación de calor excedente) para algunas actividades típicas.
Dormir 72 W/persona
Estar recostado 81 W/persona
Estar sentado sin movimiento 108 W/persona
Estar sentado con actividad ligera 115 W/persona
Estar de pie sin movimiento 126 W/persona
Estar de pie con movimiento moderado 140 W/persona
Trabajo manual ligero, cocinar 180 W/persona
Bailar (actividad social) 200 W/persona
Trabajo manual moderado, ejercicio ligero 250 W/persona
Limpieza doméstica 270 W/persona
Ejercicio moderado 300 W/persona
Trabajo manual pesado 423 W/persona
Ejercicio intenso 450 W/persona
Ejercicio y trabajo muy intensos 810 W/persona
Estas tasas metabólicas han sido calculadas para un hombre adulto promedio con una superficie de piel
estimada en 1.80 m2. Para representar las variaciones en la producción de calor de acuerdo a la
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constitución física de las personas se suele utilizar otro parámetro, denominado factor metabólico. Un
factor metabólico de 1.00 corresponde al promedio indicado líneas arriba, es decir, un hombre adulto
cuya piel tiene una superficie de 1.80 m2. Para una mujer promedio se suele asumir un factor
metabólico de 0.85, mientras que para un niño promedio se considera un factor metabólico de 0.75.
La temperatura aire.
El parámetro más comúnmente empleado es la temperatura seca del aire, que no toma en cuenta la
radiación calorífica ni los efectos de la humedad ambiental y el movimiento del aire. La temperatura seca
se puede medir con un termómetro común de mercurio, cuyo bulbo, reflectante y de color blanco
brillante, se supone razonablemente que no absorbe la radiación.
La temperatura radiante
El parámetro empleado suele ser la temperatura radiante media, que mide el calor radiante emitido por
los elementos del entorno. La temperatura radiante media se puede obtener con un termómetro de
bulbo negro, en el cual el depósito de mercurio se encuentra encerrado en una esfera metálica de color
negro, con el objeto de que absorba la máxima radiación posible. Para anular el efecto de la temperatura
del aire, el bulbo negro se aísla mediante otro bulbo en el que se ha creado el vacío. Si el termómetro es
colocado al sol, entonces absorberá la radiación solar y dará temperaturas mucho más elevadas.
Suele expresarse como velocidad relativa del aire, generalmente expresada en metros por segundo
(m/s). Sobre el cuerpo humano tiende a generarse una delgada capa de aire que mantiene una
temperatura similar a la de la piel y una humedad relativa elevada. El movimiento del aire ayuda a
desplazar esa capa y permite un intercambio de calor más efectivo entre el cuerpo humano y su entorno,
a la vez que aumenta los índices de evaporación del sudor. La velocidad relativa del aire se puede medir
con anemómetros de diversos tipos.
La humedad ambiental
Representa la cantidad de vapor de agua presente en el aire, la cual se puede expresar de manera
absoluta o relativa. La humedad absoluta es la cantidad de vapor de agua que contiene el aire,
expresada generalmente en gramos por metro cúbico (gr/m3). Mientras mayor es la temperatura del aire,
mas vapor de agua puede contener sin producir condensaciones.
La humedad relativa, por otra parte, representa la relación entre la cantidad de vapor de agua que
contiene una masa de aire y la cantidad que podría contener, sin producir condensaciones, dadas las
mismas condiciones de temperatura y presión atmosférica. La humedad relativa se expresa como un
índice porcentual. Por ejemplo, si una masa de aire contiene la mitad del vapor de agua que podría
contener, entonces podemos hablar de una humedad relativa del 50%. La humedad relativa puede ser
estimada con un higrómetro.
En algunos estudios la humedad ambiental se define como la presión de vapor de agua presente en el
aire, cuya unidad común es el Pascal (Pa), el cual equivale a un Newton por metro cuadrado (N/m2).
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3. Pérdidas y ganancias de calor en el cuerpo humano
Al interactuar con el medio ambiente, el cuerpo humano puede presentar pérdidas o ganancias de calor
por medio de procesos de convección, radiación y, en menor medida, conducción. La evaporación
también juega un papel importante, pero en este caso, cuando se hace presente, sólo puede generar
pérdidas de calor.
Convección
La convección es la transmisión de calor entre un fluido (líquido o gaseoso) y un cuerpo sólido, favorecida
por el movimiento que provoca la diferencia de temperaturas en el fluido (el aire caliente sube, mientras
que el aire frío baja). El movimiento convectivo del aire que se encuentra en contacto con el cuerpo
humano propicia el intercambio de calor entre ambos. Mientras más rápido sea el movimiento del aire, y
mas baja su temperatura, más calor pierde el cuerpo humano. Cuando la temperatura del aire es muy
elevada, sin embargo, es posible que el cuerpo presente ganancias caloríficas.
Radiación
Conducción
La conducción expresa la transmisión de calor al interior de un cuerpo sólido, o entre dos cuerpos sólidos
cuando estos se encuentran en contacto. Como en el caso de la radiación, el cuerpo humano puede
perder o ganar calor cuando esta en contacto con un objeto o componente de la edificación, dependiendo
de la diferencia de temperaturas entre ambos.
Evaporación
La evaporación es el fenómeno mediante el cual un líquido se convierte en gas. Dicha conversión implica
un gasto de energía calorífica, que es tomada del entorno inmediato. En el cuerpo humano este
fenómeno se presenta en la piel, cuando el sudor se evapora, y en el sistema respiratorio, a través de la
respiración. La cantidad de calor que se puede perder por evaporación varía de acuerdo a la tasa de
evaporación, la cual a su vez depende de la humedad ambiental: mientras más seco es el aire más
rápida es la evaporación. Por otro lado es importante considerar que el movimiento del aire favorece la
evaporación, incluso cuando la humedad ambiental es relativamente alta.
Cuando la suma de estos factores es mayor o menor a cero, el cuerpo humano inicia una serie de
regulaciones vasomotoras. Si está en un proceso de ganancias caloríficas se produce un aumento de
la circulación sanguínea en la superficie de la piel, incrementando el calor transportado hacia dicha
superficie y acelerando los procesos de pérdida de calor. Por el contrario, si el cuerpo empieza a perder
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calor se reduce la circulación sanguínea en la piel, disminuyendo su temperatura y retardando los
procesos de pérdida de calor.
Si las ganancias de calor continúan, y la regulación vasomotora resulta insuficiente, la piel comenzará a
producir sudor a una tasa que puede ir de los 20 gr/h a 3 Kg/h, dependiendo del nivel de desequilibrio
térmico.
Si en un ambiente frío las perdidas de calor continúan a pesar de las regulaciones vasomotoras, se
presentan entonces escalofríos. Los escalofríos pueden ser moderados o violentos, dependiendo del
nivel de desequilibrio térmico, y llegan a incrementar hasta 10 veces la producción de calor metabólico
muscular.
Las regulaciones endocrinas constituyen, por otro lado, un proceso de aclimatación a largo plazo. Estas
pueden implicar cambios en la producción de calor metabólico basal, un aumento en la cantidad de
sangre (para mantener una vasodilatación constante) y un incremento en la capacidad sudorífica.
En un clima templado, bajo techo, con una temperatura del aire y de las superficies circundantes próxima
a los 18° C, con una velocidad del viento no mayor a los 0.25 m/s y con una humedad relativa entre 40 y
60%, una persona que desarrolle una actividad de intensidad moderada disipará el calor metabólico
excedente sin ningún problema, mas o menos en la siguiente forma:
Si la temperatura del aire se acerca a la temperatura de la piel (normalmente entre 31 y 34° C), las
perdidas de calor decrecen gradualmente. La regulación vasomotora aumentará la temperatura de la piel
hasta su límite más alto (34° C), pero cuando la temperatura del aire alcance ese punto ya no se
producirán pérdidas de calor por convección.
Por otro lado, mientras la temperatura media de las superficies circundantes sea inferior a la temperatura
de la piel, se generarán pérdidas de calor por radiación. Al aumentar la temperatura radiante media
disminuirán las pérdidas por radiación, hasta invertir el proceso y generar ganancias de calor.
Cuando los factores de intercambio calorífico por convección y radiación son positivos, es decir, provocan
ganancias de calor en el cuerpo humano, aun puede mantenerse el equilibrio térmico por evaporación,
por lo menos hasta cierto límite. Una condición indispensable para que esto suceda es que el aire sea lo
suficientemente seco (humedad relativa muy baja) para permitir una elevada evaporación de sudor.
Cuando las temperaturas del aire y de las superficies circundantes están por encima de la superficie de la
piel, y la humedad relativa sea alta pero inferior al 100%, el movimiento del aire elevará los índices de
evaporación, contribuyendo de manera significativa a la disipación de calor. El mecanismo es el siguiente:
si la humedad relativa del aire es del 90%, éste aún admitirá la humedad producida por evaporación de
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sudor, pero la delgada capa de aire que se encuentra en contacto directo con la piel pronto se saturará,
haciendo que el proceso de evaporación se detenga. El aire en movimiento, sin embargo, eliminará la
capa de aire saturado y permitirá que el proceso de evaporación continúe. Se estima que con una presión
de vapor superior a 2000 N/m2 cada incremento en 1 m/s de la velocidad del aire compensa un
incremento de 300 N/m2 en la presión de vapor.
Sin embargo, cuando el aire está completamente saturado de humedad y tiene una temperatura superior
a la de la piel, el movimiento del aire solo aumentará la ganancia de calor y la incomodidad.
Afortunadamente estas condiciones son poco comunes en la naturaleza, ya que los índices muy elevados
de humedad suelen presentarse cuando la temperatura del aire se encuentra por debajo de la
temperatura de la piel.
Imaginemos una situación en la que la temperatura del aire y de las superficies circundantes se
encuentra por encima de la superficie de la piel, con una velocidad del viento menor a los 0.25 m/s y una
humedad relativa cercana al 100%. El sudor será profuso pero no habrá evaporación y, aún cuando la
producción de calor metabólico sea pequeña, todos los elementos de la ecuación de equilibrio térmico
serán positivos (excepto la evaporación, que será neutra).
Excepto cuando se permanece durante periodos prolongados bajo el sol, es muy raro que estas
condiciones se den en la naturaleza, pero pueden producirse fácilmente en edificios mal diseñados y mal
acondicionados.
La vestimenta
La ropa puede ponerse, o quitarse, a discreción de cada persona. Una persona que lleve traje de calle
normal y ropa interior de algodón requerirá una temperatura unos 9° C inferior a la que requiere una
persona desnuda. Hasta hace poco las investigaciones sobre el confort habían puesto escasa atención a
la vestimenta como primer factor de mediación entre el cuerpo humano y su ambiente.
La ropa reduce las pérdidas de calor del cuerpo humano proporcionando un determinado valor de
aislamiento que aumenta en relación con la cantidad de ropa usada. La unidad de medida comúnmente
empleada para medir el nivel de arropamiento es el Clo, que equivale a 0.155 m2°C/W. La siguiente lista
muestra los Clo estándar para algunas prendas básicas:
Desnudez = 0.00
Calzoncillos = 0.06
Calcetines = 0.04 – 0.10
Camiseta = 0.09
Corpiño y bragas = 0.05
Ropa interior larga
Superior = 0.35
Inferior = 0.35
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Camisa
Manga corta = 0.14
Manga larga = 0.29
(Añadir 5% si se usa corbata)
Falda = 0.22 – 0.70
Pantalón = 0.26 – 0.32
Suéter = 0.20 – 0.37
Los valores de cada prenda se pueden sumar para estimar el grado de aislamiento aproximado de una
vestimenta completa, como se muestra a continuación:
0.5 Clo / Ropa interior corta, pantalones ligeros de algodón, camisa de manga corta, cuello abierto /
Resistencia térmica = 0.078 m2 °C/W / Conductancia = 12.90 W/m2 °C
1.0 Clo / Ropa interior corta, traje típico de oficina con chaleco / Resistencia térmica = 0.155 m2 °C/W /
Conductancia = 6.45 W/m2 °C
1.5 Clo / Ropa interior larga, traje con chaleco de lana, calcetines de lana / Resistencia térmica = 0.234
m2 °C/W / Conductancia = 4.30 W/m2 °C
4.5 Clo / El vestido ártico más pesado / Resistencia térmica = 0.698 m2 °C/W / Conductancia = 1.43
W/m2 °C
La aclimatación
La edad y el sexo
Estos factores pueden influir de manera determinante en las preferencias térmicas. El metabolismo de las
personas mayores es más lento, por lo que suelen preferir temperaturas más elevadas. La mujer, dado
un metabolismo ligeramente menor al del hombre, suelen preferir temperaturas 1° C más elevadas.
La forma corporal
La proporción entre superficie y volumen también influye. Una persona delgada tiene mayor superficie de
piel que otra del mismo peso, pero pequeña y corpulenta. Debido a eso puede disipar más calor y tolerar
temperaturas más elevadas.
La grasa subcutánea
La grasa bajo la piel es un excelente aislante térmico, por lo que una persona gruesa requerirá
temperaturas del aire mas bajas para disipar la misma cantidad de calor que una persona delgada.
El estado de salud
En una persona enferma puede aumentar el metabolismo, pero al mismo tiempo pueden verse afectados
los mecanismos reguladores, por lo que el margen de temperaturas tolerables será más estrecho.
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El color de la piel
Se ha demostrado que la piel clara refleja tres veces más radiación que la piel oscura, pero es mucho
más vulnerable a las quemaduras, úlceras y cánceres provocados por el sol. La piel oscura se ve más
afectada por la absorción de calor, pero al mismo tiempo y casi en la misma proporción aumenta la
emisión de calor. Además contiene más pigmento melanina, con lo que reduce la penetración de los
dañinos rayos ultravioletas. En suma, el color de la piel influye más en la resistencia a los rayos solares
que en las preferencias térmicas.
Los factores que en determinadas circunstancias proporcionan alivio inmediato, como la elevada
velocidad del viento, pueden ser causa de irritación e incomodidad si se prolongan durante mucho
tiempo.
Por otro lado, las condiciones confortables también pueden producir efectos adversos si son demasiado
constantes y no cambian durante periodos prolongados. Una de las necesidades básicas del ser humano
es el cambio y la variación, hecho ignorado en numerosas investigaciones. Este punto cobra la mayor
relevancia en el caso de los edificios con sistemas de climatización mecánica, en los cuales las
temperaturas interiores suelen mantenerse dentro de límites muy estrechos. En su lugar los proyectistas
e ingenieros deberían plantear límites razonables para las condiciones de confort, dentro de las cuales se
puedan dar variaciones apreciables. Cuando los edificios logran niveles óptimos de confort por medios
exclusivamente pasivos, o con un uso moderado de sistemas mecánicos, estos problemas se reducen
significativamente.
El principal objetivo de los modelos de predicción del confort es proporcionar un índice que abarque por lo
menos uno de los factores ambientales relevantes. Durante las últimas décadas se han desarrollado
numerosos índices de confort, con diversos grados de complejidad y exactitud. Algunos índices emplean
ecuaciones lineales simples que ponen en relación la temperatura interior de confort con la temperatura
exterior de bulbo seco, mientras que otros, mucho más complejos, emplean algoritmos que tratan de
simular la influencia de todos los factores ambientales y fisiológicos descritos líneas arriba. Es importante
considerar, sin embargo, que los índices de confort más complejos no son siempre los más precisos,
mientras que los más simples no son siempre los mas fáciles de usar.
Del amplio rango de modelos de predicción del confort consideraremos aquí solo tres: el modelo simple
de Neutralidad Térmica, el modelo Adaptable y el modelo conocido como Voto Medio Predicho (VMP),
relativamente más complejo que los anteriores.
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Neutralidad térmica
Dado que no todas las personas responden igual ante determinadas condiciones ambientales, resulta
conveniente establecer un rango de temperaturas dentro del cual la mayoría de las personas se sentirían
confortables, es decir, una zona de confort. Generalmente la zona de confort se considera como ±2.0°C
en relación con la temperatura de neutralidad térmica, si se emplea la temperatura promedio anual.
Cuando se emplea la temperatura promedio mensual la zona de confort se considera como ±1.75°C en
relación con la temperatura de neutralidad térmica. Este segundo caso se expresa en la siguiente gráfica,
en la cual la zona de confort se integra en una gráfica de temperaturas exteriores de bulbo seco para la
ciudad de Kew, Reino Unido.
Confort adaptable
Los modelos de Confort adaptable pueden proporcionar índices más relacionados con el
comportamiento humano. Estos modelos asumen que, si en su entorno ocurre un cambio que produce
disconfort, las personas tenderán a realizar determinadas acciones para restaurar el confort. Entre estas
acciones se encuentran, por ejemplo, el quitarse la ropa, reducir los niveles de actividad o abrir una
ventana. El principal efecto de estos modelos es que reducen el nivel de exigencia respecto a las
condiciones ambientales que los diseñadores deben perseguir, especialmente en edificios con ventilación
natural, donde los ocupantes tienen un buen control sobre su ambiente térmico.
Dado que dependen en gran medida del comportamiento humano, los modelos adaptables generalmente
se basan en extensas investigaciones estadísticas sobre la relación entre el confort térmico y las
condiciones ambientales interiores y exteriores. Dichas investigaciones han demostrado que, cuando se
les proporcionan medios para controlar su ambiente, se incrementa el porcentaje de ocupantes que se
sienten confortables, a la vez que estos se vuelven más tolerantes a ocasionales periodos cuyas
condiciones se considerarían deficientes. Humphreys & Nicol (1998) proporcionan diversas ecuaciones
para calcular la temperatura interior de confort de acuerdo al modelo de confort adaptable:
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Edificios con modo de funcionamiento desconocido (condiciones promedio):
Las siguientes gráficas expresan estas relaciones. Como se puede observar, cada fórmula proporciona
valores ligeramente distintos, por lo que se recomienda analizar con cuidado cuándo es pertinente su
aplicación.
Fuentes bibliográficas:
O. Koenisberger et. al. Viviendas y edificios en zonas cálidas y tropicales. Paraninfo. Madrid, 1977.
Tudela, Fernando. Ecodiseño. Colección Ensayos, Universidad Autónoma Metropolitana - Xochimilco.
Square One Comunity Wiki: http://squ1.org
Wikipedia, The Free Encyclopedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Main_Page,
http://es.wikipedia.org/wiki/Portada.
Olgyay, Victor. Arquitectura y clima, manual de diseño bioclimático para arquitectos y urbanistas.
Ed. Gustavo Gili. Barcelona, 1998.
Hinz, Elke; Gonzalez, Eduardo; de Oteiza, Pilar; Quiros, Carlos. Proyecto, clima y arquitectura.
Ediciones G. Gili. México, 1986.