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El bosque de los reflejos

En el siglo XVII se rumoraba que la magia negra podía hacer cosas


muy poderosas; la leyenda que más impactó fue la de un joven que
por su ambición quedó atrapado en un espejo para siempre.
Adam, un joven desafortunado en el amor tuvo un impulso de
desesperación, frustración y enojo. Harto y cansado decidió acudir
a la magia negra, así que emprendió su camino al bosque de los
reflejos en busca del pequeño y siniestro Ronald, un elfo
despreciable.
Al encontrar al elfo, se quedó en espera de su ayuda, pues tenía
todo en el mundo menos un amor que de verdad lo amara.
- Pero Adam, eso te puede salir muy caro y tú sabes que las
cosas que hago no siempre salen como uno espera.
- Ronald, por favor, es lo único que necesito en la vida, debo
dejar al próximo monarca, aún con todo mi dinero nadie me ha
tomado enserio.
Ronald, viendo la desesperación del joven, decidió ayudarlo sin
saber que alguien lo estaría cuidando.
Lo primero que debían encontrar eran tres gemas que representarían
su presente, pasado y futuro, lo que tuvo, tiene y tendrá. La
primera gema era hermosa, pero no tenía ningún brillo, era opaca y
hueca, sin ningún sentido al igual que la que representaba su
presente.
La gema del futuro, estaba rota, no se explicaban por qué no se
veía nada más que un reflejo de algo negro que no lograban
desifrar.
Ya de regreso al árbol del elfo, de entre los árboles se notaba
una sombra enorme y con forma de humano, una sombra que no les
permitía avanzar y quería deshacerse de aquellas gemas, pues sin
ellas el ritual no se podría concretar.
Adam, necio ante las advertencias de la sombra, siguió su camino y
decidió ignorar lo que trataban de decirle. Esa sombra era su
presente, que quería librarlo de algo que él ya sabía. Llegando a
la casita del elfo, iniciaron el ritual, que, según el elfo le
daría un amor eterno.
- Un copal por aquí, un incienso por acá, las gemas en el
centro, ¡Larry!, ¿Dónde dejaste mi espejo? por dios Larry,
ese estúpido espejo, lo necesito.
- ¿Cómo que espejo? a mí no me dijiste nada de eso, no, ya no
quiero hacer ésto.
- Pues lo siento mucho querido, una vez que inicias ésto, no lo
puedes dejar o algo más te va a pasar.
- No, ya no quiero hacer ésto, puedo vivir sin un amor y el
reino sin un monarca ya que llegue mi partida.
- ¡Larry, atrapa a éste ignorante! ja, ¿Qué te hace creer que
te voy a dejar ir? ya despertaste a los seres de más bajo
astral que existen, ahora veo por qué nadie se ha enamorado
de ti, ¡Eres muy tonto cariño!
De pronto, gritos de esos seres se empiezan a escuchar por todo el
bosque, la neblina empieza a aparecer, todo cambia y se vuelve
oscuro, aterrador, desgarrador. Del espejo que Ronald estaba
buscando empieza a salir una voz hermosa, algo fuera de éste
mundo, angelical, algo que nunca nadie había escuchado. Adam,
atraído por aquella voz decide acercarse, sin saber que ahí
encontraría el peor de sus errores, la voz dentro del espejo lo
empieza a llamar
- Adam, ayúdame. Adam, aquí estoy yo, necesito salir de aquí,
soy Celeste, la próxima monarca, juntos dejaremos al heredero
del reino.
Adam, asombrado, empieza a caminar hacia el espejo. Al llegar ahí,
se da cuenta de que toda la neblina salía del objeto, decide
alejarse un poco para ir por sus gemas, pues según lo que conocía
era necesario que entrara a él con ellas para poder liberar a su
ser amado.
- Espera Celeste, no te vayas, ya voy por tí. Solo déjame tomar
unas cosas.
- Rápido Adam, el tiempo se nos acaba.
Ya con las gemas en las manos, se introduce en el espejo, pero
Ronald, por su enojo y en venganza lo quiebra, condenándolo así a
repetir su historia por toda la eternidad, sin tener la
oportunidad de siquiera ver el rostro de Celestre.

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