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H i s tori a

D E L A

F ilosofía
i

GRECIA Y R OMA

POR
GUILLERMO FRAILE, O. P. (f)
SÉPTIMA EDICIÓN

(Reimpresión)

B IB LIO TE C A D E A U T O R E S CRISTIAN OS
MADRID « MCMXCVII
392 P.111. Platon

donados expresamente casi todos los elementos que ordenará


su discípulo. Distribuyéndolas conform e a la división aristoté­
lica entre virtudes intelectuales y morales, en Platón encontra­
mos ya mencionadas las siguientes:
Virtudes intelectuales: φρόνησή (prudencia), νόησις (con o­
cimiento), γνώμη (conocimiento intelectual), έτπστήμη (ciencia),
σοφία (sabiduría), σύνεσή (comprensión, hacerse cargo), εύβουλία
(buen con sejo)51.
Virtudes morales: δικαιοσύνη (justicia), σωφροσύνη (templan­
za, moderación), άνδρεία (fortaleza, valor), εγκράτεια (dominio
de sí mismo), ευσέβεια (piedad, justicia para con los dioses),
χαρά (alegría), εύφροσύνη (buen humor), μεγαλοπρέπεια (mag­
nificencia), τέχνη (arte), μηχανή (habilidad industriosa).
Vicios: αφροσύνη (estupidez), άγνοια (ignorancia), ακολασία
(intemperancia), αδικία (injusticia), βλάβη (perjuicio, daño),
δειλία (cobardía), τρυφή (molicie), μαλθακία (molicie, arro­
gancia), αύθαδεία (insolencia, mal humor), άνελευθερία (bajeza),
πονηριά (maldad), κολακεία (adulación), φθονόζ (envidia), δυσ­
κολία (descontento, incom odidad)52.

CAPITULO XVIII

Política
Para apreciar la gran im portancia q ue Platón con ced e a la
ciencia política basta con fijarnos e n q u e le dedica su s dos
diálogos m ás extensos, el República 1 y las Leyes, adem ás de
otro diálogo especial, e l Político.

i . Origen de la sociedad.— A los griegos les resultaba


d ifícil concebir al hom bre en estado d e aislam iento. C onsi­
deraban la sociedad com o u n resultado que brota necesaria­
m ente de la m ism a con d ición d e la naturaleza hum ana.
A ristóteles reprocha a P latón señalar e l origen d e la socie­
dad fijándose sobre tod o en factores d e orden económ ico i.2.
E l hom bre aislado no se basta a sí m ism o. Para vivir hum ana­
m ente y conseguir su perfección m aterial y espiritual necesita
la ayuda y cooperación d e sus sem ejantes. Por esto es el hom bre
un anim al esencialm ente social, q u e encuentra en la agrupa-
51 Rep. 428b.
32 C ra tiio 4 1 i d ss; Fedón 8 2 b ; Rep. 4 2 8 b .4 3 ie .4 9 4 b .5 9 o a b .6 i< ) c d ; Pro­
tagoras 3 3 2 a . 3 3 3 b ; C a r t a V I I 3 3 r d .
1 R e s u m e n e n Timeo I 7 b -ig b .
2 P o lítica II ç,i29ibi-io; R e p . 369^3720.
C. I H, l 'o l í t i i i l 1K 1

clon con otros hombres el complemento indispensable pina


atender a sus necesidades primarias de subsistencia y defensa.
2 . Organización de la sociedad.— Una vez agrupados
los hombres en sociedad, ésta va pasando p oco a poco del es­
tado amorfo hasta constituirse en Ciudad ( ttóAis). Resultaría
anacrónico buscar en Platón ideas correspondientes al Estado
moderno. Su concepto no rebasa el Estado-Ciudad griego,
que adquiere su forma característica hacia el siglo v ii - v i , su­
cediendo a la organización feudal anterior, y cuya gran conquis­
ta fue la isonomía, o igualdad ante la ley.
En la sociedad brota de manera espontánea la división de
funciones y de trabajo. Las distintas necesidades materiales
— alimento, vestido, alojamiento— dan origen a otros tantos
oficios, que se reparten entre distintos individuos. Conforme
va creciendo la ciudad aparecen nuevas necesidades, que pro­
vienen del progresivo refinamiento de la vida, o de las relacio­
nes con otras ciudades, dando origen a nuevas actividades y
funciones diferenciadas: navegación, comercio, etc. 3 4 La am­
bición o la necesidad de ampliar el propio territorio será causa
de choques violentos con otras ciudades vecinas que se habrán
ido formando de manera semejante. D e aquí brota la nece­
sidad de otra función especializada, que será la de los guardia­
nes (cpúÁoKes), milicia permanente que deberá dedicarse exclu­
sivamente al oficio de la guerra para defensa de la ciudad 5.
La vida misma de la ciudad exige otra función importantísima,
que será la del gobierno, la cual deberá ejercerse por una m i­
noría selecta, cuya misión consistirá en regular las relaciones
entre los ciudadanos y de éstos con la ciudad, asignando a
cada miembro de ella la función que le corresponde dentro del
conjunto social.
Pero el bien com ún de la ciudad trasciende y se sobrepone
a los bienes y fines particulares de los individuos que la integran,
todos los cuales se deben a su servicio. Para Platón, el mejor
ciudadano es aquel que considera su propio interés com o subor­
dinado o coincidente con el de la ciudad y el bien del Estado
com o suyo propio 6. Es preciso eliminar todo elemento de divi­
sión en la ciudad, T od os los ciudadanos deberán considerarse

3 Protdgoras 3 2 0 c . N o o bstan te, e n el República y en las Leyes, la ciu d ad


d e P la tó n tien e so bre to d o u n fin m o ra l. S u o b jeto n o es a cu m u la r riq u ezas,
n i co n q u ista r te rrito rio s, n i m u ch o m e n o s h a ce r la g u e rra a los ve cin o s , sin o
fo rm a r h o m b re s p e rfe cto s.
4 Rep. 3 7 i a - 3 7 2 d .
5 Rep. 3 7 2 e - 3 7 4 d .
6 Rep. 3 7 ó d .4 2 o b - 4 2 i c .4 6 2 b - e .s i 9 e - S 2 o a .
394 P .lll. Platón

com o hermanos entre sí, subordinados al bien com ún todos


sus intereses particulares 78.
9
D e la división primitiva de trabajo se origina lo división
de la ciudad· en clases sociales, a cada una de las cuales le
corresponde una función distinta en orden al bien común:
«Cada uno debe atender en las cosas de la ciudad a aquello
para que su naturaleza esté m ejor dotada» (433a). Aunque
Platón no considera esas clases cerradas a manera de castas,
sino com o partes integrantes de un organismo, cuyo m o­
delo es el mismo hombre con los distintos elementos de que
se compone:
a ) A l elemento concupiscible (επιθυμητικόν) 8 corresponde
la clase inferior (χρηματιστικόν γένος), que es la más numerosa,
compuesta por todos cuantos se dedican a los oficios o trabajos
materiales: agricultores, artesanos, carpinteros, tejedores, sas­
tres, comerciantes, navegantes, etc. (φαύλοι και χειροτέχναι),
cuya misión consiste en producir lo necesario para la vida ma­
terial de la ciudad. Pueden poseer bienes particulares y tener
mujer, hijos y familia propios.
b) A l elemento fogoso o colérico (θυμός, θυμοειδές, οργή, φυ-
λονικόν) 9 corresponde la clase de los guardianes (φύλακες) o
auxiliares (έπίκουροι), cuya misión especial consiste en velar
permanentemente por la seguridad de la ciudad y defenderla
contra sus enemigos. Su número no deberá exceder de m i l 101 .
Su virtud fundamental es el valor (άνδρεία). Pero deberán tener
también otras cualidades: serán fieles, robustos, veloces, ágiles,
sobrios, moderados, temperantes, sagaces, y hasta un poco filó­
sofos n . Platón los compara a los perros que guardan la casa,
que son amables para los conocidos y fieros para con los ex­
traños 12.
A esta segunda clase hay que darle una educación especial,
y de ella salen, por selección, los destinados a ejercer las fun­
ciones de gobierno, propias de la clase superior.
c) A l elemento racional (λογιστικόν, βουλητικόν) correspon­
de la clase de los guardianes superiores perfectos (άρχοντες, φύ­
λακες παντελείς, τελείοι) o gobernantes, que equivalen al cerebro

7 L a Política (τέχνη -πολιτική) es e l arte de c u id a r to d o . S u o bjeto es el


b ie n g en eral d e lo s ciu d a d a n o s (Rep. 3 1 9 a ; Leyes 6 5 0 b ).
8 Rep. 4 3 9 a . A esta clase n o le a sig n a P la tó n n in g u n a v ir tu d esp ecial.
F u e r a d e las tre s clases, a d m ite la e xiste n cia d e escla vo s, p e ro los tra ta co n
g ra n b e n e vo le n cia (Rep. 4 6 g b c ) .
9 Rep. 3 7 5 b .4 4 1 a .5 5 0 b .
10 Rep. 4 2 3 a - c .
1 1 R e p . 3 7 6 c .4 3 0 c .5 2 5 b .
12 Rep. 37 Ó b .4 0 4 b .
C.1S. Política

o a la inteligencia de la ciudad Tienen poder hKsuIim.o aolue


las clases inferiores. Su misión consiste en legislar y velar poi
el cumplimiento de las leyes, organizar la educación y adnn
nistrar la ciudad. Sus virtudes propias son la sabiduría y la
prudencia; pero junto con ellas deben poseer arlen ais olí as
muchas, com o veracidad, templanza, generosidad, valentía,
magnanimidad, sagacidad, buena memoria, honradez a luda
prueba, buena intención en todo, fervor religioso, fe en la
inmortalidad y, sobre todo, el conocimiento de la Dialéctica,
ciencia suprema que revela la verdad del mundo de las Ideas,
norma de todo buen gobierno. Por esto los gobernantes debe­
rán ser filósofos 14.
Platón ilustra las cualidades de cada clase social con el mito
fenicio de las razas, que toma de Hesíodo. T od os los hombres
son originariamente iguales y hermanos, com o hijos de la tierra.
Pero los dioses han dotado sus almas de distinta com posición,
«han puesto oro en las de los guardianes perfectos, plata en las
de los auxiliares, bronce y hierro en las de los labriegos y arte­
sanos» 15. Es el mismo mito que utiliza para explicar la deca­
dencia de las razas por la mezcla entre las distintas clases
sociales, a causa de no haber tenido en cuenta los gobernantes
el número nupcial.
3. L a Justicia.— La Justicia es el tema fundamental que
inspira el largo diálogo República. En el primer libro se pro­
ponen varias definiciones, que van siendo rechazadas por in­
exactas: la justicia no consiste solamente en decir la verdad,
ni en devolver lo que se ha recibido (331c), ni en sólo dar a
cada cual lo que se le debe, haciendo bien a los amigos y mal
a los enemigos (332b); ni en hacer bien a los amigos buenos
y mal a los enemigos malos (335a); ni mucho menos— tesis
de Trasímaco— en el interés del más fuerte (338c); ni en lo que
es útil para el más poderoso (341a), considerando las leyes
com o dadas por lo que gobiernan para su propio provecho,
por lo cual los tiranos son los más felices de los hombres (344c).
Tam poco consiste en una convención establecida com o ley
por los hombres, frente a la ley natural, para defenderse los
débiles contra los más fuertes (359a).
Platón adopta un camino más largo, con el propósito de
que la conclusión se desprenda de la simple exposición de los
13 Rep. 428 d. (púXaKEs c’jKpijVaTaToi (Rep. 503 b ).
14 R e p . 4 8 7 a . 3 0 3 b . L a o rg a n iza ció n p la tó n ica d e la c iu d a d tie n e a n te ­
ced en tes en Faleas de Calcedón y en Hipódamos de Mileto ( s .v ). C f . D ie l s ,
V o r i. I 3 9 .
15 Rep. 4 i 5a.S 47 a.
396 P.III. Platón

hechos. Para él la justicia en la ciudad y en el individuo con ­


sisten esencialmente en lo mismo. Por esto conduce simultá­
neamente la discusión sobre ambos temas: «Si consentís, pri­
meramente examinaremos la naturaleza de la justicia en la
ciudad, y después la estudiaremos en los individuos, tratando
de hallar la semejanza de la grande en los rasgos de la peque­
ña». A sí describe lo que son una ciudad y un individuo justos,
para deducir después en qué consiste la justicia. Es una ver-
dera caza de la definición, conform e al símil que emplea el
mismo Sócrates, cuando, al final de la discusión, propone a
sus interlocutores rodear el matorral en que se oculta la pieza
que andan buscando 1<5.
El concepto de justicia brota en función de la existencia de
una multitud de partes heterogéneas, entre las cuales se trata
de introducir una unidad de orden. En el individuo consiste
en una virtud del alma, cuyo objeto es conseguir que reinen
el orden y la armonía entre los diversos elementos que lo
constituyen— racional, fogoso y apetitivo— para que cada uno
realice la función que le corresponde dentro del compuesto
humano 17.
Cosa semejante sucede en la ciudad, concebida por Platón
a manera de un gran organismo. La ciudad es un gran todo,
integrado por individuos, familias y clases sociales, con acti­
vidades e intereses muy distintos. N o sería posible una entidad
social si entre sus diversas partes no reinara un orden riguroso
que redujera la diversidad a unidad, asignando a cada parte el
lugar y la función que le corresponden dentro de la totalidad 18.
En un Estado perfecto deben existir las cuatro virtudes
cardinales: la prudencia en los guardianes perfectos, el valor
en los guardianes auxiliares y la templanza en todos, pero en
especial en los de la clase inferior, teniendo además la función
de regular las relaciones de éstos con los elementos de las
clases superiores. Pero junto con esas virtudes, y por encima
de ellas, debe existir la justicia, com o virtud general que las
com prende todas y sin la cual ni siquiera podrían existir. Su
misión consiste en establecer el orden del conjunto y la armo­
nía entre las distintas partes constitutivas de la sociedad, man­
teniendo a cada clase dentro de sus límites y de las funciones
que a cada una corresponde, regulando las relaciones entre el
Estado y los ciudadanos y de éstos entre sí, conform e a la clase
y méritos de cada uno. La justicia es la garantía y la salvaguar­
dia del bien común 19.
J<> R e p . 4 3 2 c . i* R ep. 4 3 3 b .
17 R ep . 4 4 2 d - 4 4 s b . 19 Rep. 4 3 0 c . 4 3 2 c .4 3 3 b .
C.1H, 1‘ιιΙΙΐίιΊΐ ll>7

4. L a ley. Platón rebasa la raiiedic/. ilel partícula iiniho


de su maestro Sócrates, tratando de buscar a la ley 1111 lumia ■
mentó sólido, estable y universal, independiente de la diversi­
dad y variedad de las normas y costumbres de cada ciudad. A
esta ampliación del concepto de la ley habían cont ri buido los
sofistas, poniendo de relieve la pluralidad, el relativismo y la
diversidad de las leyes civiles locales, contraponiéndolas a la
estabilidad, fijeza y universalidad de la ley natural.
El concepto antiguo de la ley la relacionaba con el ser y el
orden cósmico. En H om ero y H esíodo la justicia (δίκη) es
el fundamento del orden del Cosmos 20. Platón retorna a este
concepto. Por una parte conserva la noción genética de la ley
com o procedente de las costumbres (ήθος διά 8θος). La ley guía
y corrobora las costumbres 21. Los legisladores, en sus leyes,
recogen por escrito y sancionan las costumbres. Pero, por otra
parte, la ley está basada en la razón (λόγος), en lo cual consiste
su esencia. Este logos proviene de los dioses, pues D ios es la
medida de todas las cosas 22.
Podemos definirla com o un pensamiento razonado (λογισ­
μός), que brota de la razón verdadera y recta (λόγος άλεθής,
όρθος λόγος), puesto por escrito y sancionado por el legis­
lador, y que, aceptado por el pueblo, se convierte en norma
com ún de la ciudad (δόγμα ττόλεως) 23.
El objeto de la ley es el bien com ún de la ciudad, por encima
de los intereses particulares de los individuos. Pero n o es una
norma rígida e inflexible, sino racional y acomodable a las
circunstancias. El legislador debe atenerse a lo que sucede
generalmente, y no sólo a lo que acontece en algún caso particu­
lar 24. El gobernante está en cierto m odo sobre las leyes, pu-
diendo modificarlas según las circunstancias y conform e le dicte
la prudencia. Para hacerlas respetar debe insistir más en las
razones que le sirven de fundamento que en las penas en que
incurrirán los transgresores 2S.
20 J a e g e r , W., Alabanza de la ley. Los orígenes de la Filosofía del Dere­
cho y los griegos: R e v is t a d e E s tu d io s P o lítico s ( M a d r id 1 9 5 3 ) 6 7 , e n e ro -fe ­
b re ro , p . 1 7 - 4 8 .
2 1 εβεσι καί énatvots καί λ ό γο ι; (Leyes 6 6 3 c ).
22 Leyes 6 4 2 a . S o b r e la sa n ció n d ic e h e rm o sa m e n te e n e l Gorgias 5 2 5 a b :
«Si e l castig o e s in flig id o co rre cta m e n te , co n siste , o b ie n e n h ace rse m e jo r
y sa c a r p r o v e c h o d e la p en a, o b ie n e n s e r v ir d e e je m p lo a lo s d em á s, p a ra
q u e ésto s, p o r te m o r d e la p e n a q u e h an v is to a p lic a r, se m e jo re n a s í m ism o s».
23 Leyes 6 4 $ a b .6 4 4 d .
24 Leyes 8 6 5 a b .
25 E n fra se d e A . T o v a r , «P latón c o n c ib e la p o lític a m á s c o m o u n arte
d e g e n io y d e in s p ira ció n q u e co m o u n a su je c ió n m e c á n ic a a las leyes». L a
τέχνη πολιτική d e q u e h a b la P la tó n e n e l Protágoras 3 1 9 a , co n sis te e n la
398 PILI. Platón

5. L a ed u ca ció n .— La función educadora— que implica


selección y formación con un profundo sentido ético-político- -
tiene en la ciudad platónica una importancia de primer orden,
pues de ella depende el que se alcance el ideal de la comunidad
social. Platón no prescribe ninguna educación especial para la
clase inferior de artesanos y comerciantes. Pero dedica largos
pasajes en el República y en las Leyes a determinar con toda
clase de pormenores la que debe darse a los encargados de
las funciones defensivas y rectoras. Tanto unos com o otros
deben quedar exentos de cualquier oficio manual, para dedi­
carse exclusivamente a su preparación para las importantí­
simas funciones de defensa y gobierno de la ciudad 26.
La educación no consiste en una simple enseñanza de la
virtud, la cual no se adquiere por el solo conocimiento. Todas
las almas al venir a este m undo traen ya innatas todas sus
ideas. Pero es preciso, por una parte, despertarlas por medio
de la «reminiscencia», haciéndoles volver sus ojos a la luz (ττε-
ρια γω γή ) y al mismo tiempo disciplinar sus tendencias infe­
riores mediante el ejercicio de la virtud 27.
La educación de los miembros pertenecientes a las dos
clases superiores comprende dos ciclos, uno elemental o pre­
paratorio y otro superior. Sus diversas etapas corresponden a
los grados que Platón simboliza en las alegorías de la línea
seccionada y de la caverna 28.
a) C i c l o e l e m e n t a l , — El primer ciclo es com ún a todos
los futuros guardianes (φύλακες), seleccionados entre los niños
que parezcan m ejor dotados, y se prolonga desde su nacimiento
hasta los veinte años. Consiste en un régimen com binado y
armónico de cultura física, intelectual y moral. Su objeto es
formar jóvenes sanos, robustos, ágiles, «que no tengan nece­
sidad de médicos» (4osd), y a la vez formar su carácter,
haciéndoles valientes, sagaces y despreciadores de los peligros,
de suerte que sean aptos para las funciones de la guerra.
Esta primera fase es p oco complicada y no está sujeta a
ningún programa fijo. Los niños deberán educarse «com o si

u n ió n d e la s v ir t u d e s , e sp e cia lm e n te d e la p r u d e n c ia y d e la ju s tic ia (S t e f a -
n in i, Platone I I 1 6 3 ) . E n e l d iá lo g o a p ó c rifo Minos, p e r o c u y o co n ten id o
e s p u ra m e n te p la tó n ico , la le y se p re se n ta c o m o u n descubrimiento del ser
y d e la v e r d a d óvtos είναι 6§εύρεσις ( 3 1 5 a ) . E x is t e u n a le y n a tu ra l h u m a n a ,
q u e tra scie n d e la s d ife re n c ia s lo cale s ( 3 1 9 a ) . L a le y, p a r a s e r b u e n a , d e b e
s e r v e rd a d e ra y a co m o d arse a l se r ( 3 i 4 d ) .
26 Rep. 3 9 5 c . J a e g e r in te rp re ta la e d u ca ció n p la tó n ica co m o e l p r e d o ­
m in io d e l logos so b re e l πάθος e n e l a lm a h u m a n a (Leyes 6 5 3 b ) . W . J a e ­
g e r : R e v . E s t . P o l. ( 1 9 3 3 ) 1 7 - 4 8 .
22 εθεσι καί άσκήσεσιν (Rep, 5 18 c - 5 1 <jb). 28 Rep. 5 3 4 0 .
(,'./Κ. Ι ’/ iH lliil :i!Mi

jugaran» 2‘\ Consiste sobre todo en rjeividiiN ιΙι· i>,inin.i::i.i ι II mi


ea al son de la música. «I’ara los cuerpos la gimnasia, p.n.i las
almas la música» (37(k 1). La gimnástica no ι-ι 111iv. iU- simple
mente al puro atletismo, sino que es una disciplina que hendí-
a excitar el elemento fogoso del alma para dar a los guerreros
valentía ante el peligro (4x0b). La educación se relicre esen­
cialmente al alma, y secundariamente al cuerpo en relación
con aquélla (41 ie).
La combinación armónica de ambas cosas evita el peligro
de que la gimnástica se convierta en simple desarrollo muscular
y en predominio de la fuerza bruta y de que la sola música
corra el riesgo de formar caracteres blandengues, adormecien­
do el espíritu combativo. En la música— que hay que enten­
der en sentido amplio, puesto que incluye ligeras nociones de
ciencias propedéuticas— excluye Platón los modos jónico y li­
dio, por afeminados, y prescribe los modos dorio y frigio, por
ser más varoniles. Rechaza también la flauta, por producir so­
nidos lánguidos, y la lira de más de cuatro cuerdas: «Sustituir
la flauta de Marsas por la lira de A polo» 30.
Junto con la música debe enseñarse la poesía. Pero Platón
recomienda sumo cuidado, debiendo excluirse por completo
aquellas fábulas que bajo su belleza literaria encierran ense­
ñanzas nocivas para las buenas costumbres (377c), las que con ­
tienen conceptos falsos acerca de los dioses (3800-3830), com o
también aquellas narraciones o consejas que pueden contribuir
a debilitar el ánimo o inspirar temor a la muerte (387b). Por
esto rechaza los poemas de Hom ero y prescribe una seria cen­
sura a cargo de jueces especiales. En la ciudad no debe admi­
tirse más poesía que himnos a los dioses o elogios a los bue­
nos 31.
Hay que someter a los niños a diversas pruebas y peligros
físicos y morales para observar sus reacciones 32. También es
conveniente llevarlos a la guerra, junto con sus padres, colo­
cándolos en lugar libre de peligro, para que vayan aprendien­
do el arte de combatir y para que prueben la sangre com o los
cachorros 33.
Este ciclo termina con una intensificación de los ejercicios
gimnásticos entre los diecisiete y los veinte años (537b).
b) Segundo, ciclo .'—A los veinte años se realiza una
selección. Los menos aptos permanecen en la categoría de
guardianes auxiliares (επίκουροι). L os mejor dotados moral e
29 Rep. 5 36 d -5 3 7 a . 32 Rep. 4 1 2 b .4 14 b .5 0 3 a .5 3 7 a .
30 Rep. 3 7 4 a .3 9 9 e . 33 R e p , 4 6 6 8 - 4 6 7 8 .5 3 7 3 .
31 Rep. 6 0 7 a ; Leyes 8 0 1 b .

H .s Filosofía 1 14
400 p .in . p i di on

intelectualmente prosiguen su formación otros diez años, estu­


diando de una manera más profunda y sistemática las discipli­
nas propedéuticas en cuanto que son útiles para el arte de la
guerra (562a): la Aritmética, o ciencia de los números (522c);
la Logística, o ciencia del cálculo (525a); la Geometría plana, o
ciencia de las superficies (5 26c-5 27c); la Estereométria, o cien­
cia de los volúmenes (52); la Astronomía, o ciencia de los só­
lidos en movimiento (527d-530c), y la Música (530C-531C).
c) T e r c e r c i c l o , — Pero todos estos conocimientos no lle­
gan todavía a la categoría de ciencia perfecta, quedando con ­
finados en la δόξα, pues a los guerreros les basta con llegar al
grado cognoscitivo de la opinión recta (43oab). A la verdad
plena solamente llegan los que tras otra selección, realizada a
los treinta años, prosiguen su preparación para funciones más
elevadas (S37d). Los más aptos dedicarán otros cinco años al
estudio de la Dialéctica, con la teoría de las Ideas, que es la
cumbre de todo el ciclo de formación intelectual, al mismo
tiempo que se ejercitan en cargos administrativos secundarios.
Pero todavía tendrán que esperar a cumplir cincuenta años an­
tes de llegar, finalmente, a la categoría de arcontes perfectos
(ápyovTss τελείοι). Estos gobernarán la ciudad por turno, con ­
sagrando al estudio de la Filosofía el tiempo que estén libres
de sus funciones de gobierno (519c). Las bellezas que encon­
trarán en el estudio de la Dialéctica, donde contemplarán la
verdad del ser y de las Ideas, harán que desempeñen sus fun­
ciones gubernativas com o obligados. Pero Platón considera que
deben descender «a la caverna» de vez en cuando, alternando
la vida social con el ejercicio de la contemplación H
Por aquí se ve la gran importancia que Platón atribuía a
la función de gobernar, considerándola com o la más excelsa de
todas y esencialmente aristocrática, pues solamente concede el
acceso a ella a una minoría selectísima, cuidadosamente prepa­
rada tras largos años de aprendizaje y de una esmerada edu­
cación 3S.
También se com prende la afirmación que Platón apenas se
atreve a lanzar, por miedo a incurrir en el ridículo, de que los
verdaderos gobernantes deberán ser filósofos (503b). «A menos
que los filósofos reinen en las ciudades, o que cuantos ahora
se llaman reyes y dinastas, practiquen noble y adecuadamente
la filosofía, que vengan a coincidir una cosa y otra, la filosofía
y el poder p olítico..., no hay, amigo Glaucón, tregua para los
males de las ciudades, ni tampoco, según creo, para los del gé-
3» R ep. 5 3 9 e -5 4 o b .
35 Rep. 4 1 3 b ss.
• i 'o iít it ,/ 401

ñero humano; ni hay que pensar en que ¿mies de ello se pío-


duzca en la medida posible ni vea la lo / del sol l;t ciudad que
hemos trazado de palabra» ■',l.
El gobierno debe pertenecer a los lilósolos, p o r q u e son lo s
únicos que con el estudio de la Dialéctica poseen el co n o ci­
miento perfecto y verdadero de las Ideas, sobre todo de la Jus­
ticia y del Bien, que deben ser la norma para regular la buena
organización y las actividades armónicas y ordenarlas de la ciu­
dad. Los filósofos son los únicos que pueden guiar a los de ­
más para hacerlos salir de la caverna a contemplar la luz del
sol del mundo inteligible.
En el República, la ciudad se encarga de los niños desde el
momento de nacer, y su educación es paralela y com ún para
los dos sexos. Las mujeres se equiparan por completo a los
hombres en los cargos públicos, no admitiendo entre mujeres
y hombres más que una diferencia cuantitativa. Tanto los unos
com o las otras prestarán servicio militar, cuya duración será
para los varones desde los veinte a los sesenta años, y para las
mujeres, hasta los cincuenta. Cuando vayan a la guerra lleva­
rán consigo a los hijos más crecidos, para que vayan apren­
diendo el arte de guerrear 37.
En las Leyes, la educación de tres a seis años es com ún a
niños y niñas, que jugarán juntos en los jardines próximos a
los templos, bajo la vigilancia de «guardianas», que les entre­
tendrán contándoles fábulas y cuentos instructivos. Cumpli­
dos los seis años, se separarán los sexos; los niños se ejercita­
rán en la música y en ejercicios gimnásticos más varoniles,
com o equitación, tiro al blanco, lanzamiento de jabalina, dan­
zas rítmicas, etc., mientras que las niñas practicarán otros más
moderados y aprenderán los oficios propios del hogar. D e diez
a trece años recibirán una formación literaria, ejercitándose en
la lectura y escritura. D e catorce a dieciséis cultivarán la mú­
sica y las danzas guerreras, especialmente las pírricas, quedan­
do excluidos los bailes afeminados, por sus efectos desmorali­
zadores. Se les enseñarán Matemáticas, procurando que los
alumnos aprendan a calcular, desprendiéndose cada vez más
de lo concreto. Tam bién se les darán ligeras nociones de A s ­
tronomía y se les hará ejercitarse en la caza. La educación de
las jóvenes seguirá un orden paralelo. Desde los trece años co ­
menzarán a prepararse en ejercicios de armas, pero se les exi­
mirá de otros excesivamente violentos, com o el pancracio.
El programa educativo de las Leyes es más restringido que
36 Rep. 4 3 7 d - 4 7 7 b .4 9 9 b .
37 Rep. 4 5 ia -4 5 7 b .4 9 g a .
402 'P.1II. Platón

el del República, no figurando en él el estudio de la Dialéctica.


Esto no significa que Platón abandonara en sus últimos años
la teoría de las Ideas, sino que en la ciudad de segundo grado
consideraba suficiente una educación menos completa que en
la ciudad ideal.

6 . C o m u n is m o ,— Una de las prescripciones más extra­


ñas del República es la del comunismo de bienes, de m u­
jeres y de hijos para los miembros pertenecientes a las dos cla­
ses superiores, de guardianes y de gobernantes, que le han va­
lido a Platón serios reproches, comenzando por su discípulo
Aristóteles.
Las frases terminantes con que lo establece no dejan lugar
a dudas. N o obstante, el comunismo que propone Platón no
tiene nada que ver con los regímenes utópicos del Renacimien­
to, y mucho menos con el socialismo ni con el comunismo m o­
dernos. Es un reglamento de sacrificio que impone a las clases
defensora y rectora de la ciudad, y que se parece más bien al
régimen de una orden militar o al de una com unidad religiosa.
N o se trata de un régimen comunista para toda la ciudad,
puesto que la gran mayoría— agricultores, artesanos, com er­
ciantes, etc.— puede tener bienes y familia propios. Solamente
afecta a los defensores y a los gobernantes, para cuyas altí­
simas funciones considera Platón com o impedim ento la pose­
sión particular de esas cosas. Su objeto es desligarlos e inde­
pendizarlos de todo cuanto pueda suponer un estorbo para en­
tregarse por com pleto al servicio del Estado.
Los guardianes y los filósofos gobernantes no tendrán bie­
nes propios, sino que vivirán a sueldo de la comunidad, com o
servidores suyos; y aun este sueldo se les pagará en una m o­
neda que solamente podrá tener circulación con estos fines.
Tam poco tendrán casa propia. Vivirán acuartelados en edifi­
cios propiedad del Estado. N i familia propia: «Las mujeres de
nuestros guerreros serán comunes todas a todos. Ninguna de
ellas habitará en particular con ninguno de ellos. Los hijos se­
rán comunes, y los padres no conocerán a sus hijos, ni éstos
a sus padres»38.
Platón no llega a prescribir el celibato, quizá por conside­
rar necesaria la transmisión hereditaria de las funciones supe­
riores de la ciudad. Pero regula rigurosamente las condiciones
en que deben verificarse las uniones, con el fin eugénico de
evitar la degeneración de la raza y de obtener hijos sanos y ro­
bustos, En el República señala la edad núbil para los hombres

38 Rep. 4 5 7 a -4 s 8 d .4 Ó 4 b c .
C..IH. Política T

mitre los treinta n los cincuenta y cinco ¡iíios, y paca las muji
ros, de los veinte :i los cuarenta. lili las Leyes, de treinta a
treinta y cinco para los primeros, y de dieciseis a veinte pai.i
las segundas. Los niños nacidos de uniones lucra de esas eda
des deberán ser suprimidos (460c). Pero los hijos no podrán
ser considerados por ninguno com o propios, sino que pertene­
cerán al Estado, a cuyo cargo corre su sostenimiento y su edu­
cación en com ún desde el momento de nacer 3y.
El deseo de crear una ciudad perfecta induce a Platón a
precribir dar muerte, ahogándolos, a los niños que nazcan en­
clenques o deformes, así com o a eliminar por la muerte o por
el destierro a los individuos insociables (449-450.460). Es el
sacrificio de los derechos individuales, imponiendo una ni­
velación inhumana, sin tener en cuenta la condición real de la
naturaleza. Más inexplicable aún es la aberración de permitir
casarse hermanos con hermanas 40.
N o se trata, pues, de un régimen comunista, sino de la
vida en comunidad de una porción selecta de funcionarios del
Estado, sostenida económicamente por la clase inferior. T a m ­
poco hay que ver en sus prescripciones acerca de la procrea­
ción una grosera promiscuidad, ni menos el amor libre, sino,
por el contrario, un control rigurosamente dirigido por el Es­
tado. El mismo Platón reconoce que con ambas cosas se impone
a los guardianes y gobernantes un género de vida sacrificada y
poco envidiable, que exige una entrega total al servicio del bien
com ún 41.
Entendido de esta manera el «comunismo» de Platón, aun­
que rechazable, deja de ser una aberración monstruosa, y en­
tra dentro de la lógica de su sistema. Y aunque, sobre todo en
el aspecto tocante a la familia, llegue a verdaderos despropósi­
tos, hay que atribuirlos quizá a su carencia de sensibilidad para
la vida familiar, y sobre todo a su concepto exagerado del bien
com ún del Estado, al cual quedan sacrificados los bienes par­
ticulares de los individuos. Platón aspira a que la ciudad sea la
gran familia de todos, en la cual todos deben considerarse com o
padres, hijos y hermanos 42.
7. F o rm a s d e g ob iern o.— Platón sistematizó en su R e ­
pública la diversidad de regímenes políticos conocidos en su
tiempo, conform e a su concepto de los distintos «modos de
almas», que considera existentes en el hombre. A los cinco m o­
dos de almas corresponden cinco modos de gobierno 43.
39 Rep. 460c. 42 Rep. 46id-4Ó2b.464b.
40 Rep. 4Óie. 43 Rep. 444a.445d.448d.449a.
43 Rep. 4i9a.4Ó5e-466a.
4 0 4 Ρ.ΙΠ, Platón

La perfección del hombre consiste en el equilibrio perfecto


entre todos sus elementos integrantes, reducidos a unidad y re­
gidos por la prudencia del alma superior (voOs). Es el tipo de
hombre real (βασιλικός) o de filósofo. La degeneración co ­
mienza cuando el alma racional pierde su predominio, y pre­
valecen las inferiores, el θυμόξ y la επιθυμία, llegando a su
punto más bajo cuando llegan a dominar los instintos anárqui­
cos de orden puramente sensitivo y pasional. D e este desorden
resultan los tipos humanos del ambicioso, dominado por el an­
sia de poder y de honores, y el avaro, ávido de riquezas 44
Cosa semejante sucede en la ciudad. Las distintas clases so­
ciales corresponden a las distintas almas del hombre. Los re­
gímenes van degenerando a partir del más perfecto, aristocra­
cia, pasando por la timocracia, la oligarquía y la democracia,
hasta terminar finalmente en la tiranía, que es el peor de todos,
en el que no se encuentra nada bueno.
a) Monarquía o aristocracia.— Es la forma pura, ideal y per­
fecta (gobierno de los mejores), en que el mando es ejercido
por un hombre egregio o por unos pocos hombres eminentes,
los cuales rigen la ciudad conform e a la prudencia. En ese ré­
gimen, adscrito a tiempos legendarios y considerado com o el
primitivo de Grecia, no existía la división de la propiedad, to ­
das las cosas eran comunes y el equilibrio más perfecto reinaba
entre todas las clases sociales 45.
La decadencia de este régimen se inicia por descuidar los
gobernantes el cálculo o la aplicación del número nupcial que
debe regular las uniones entre las parejas, dando por resultado
el desequilibrio social, que se va acentuando cada vez más. Así
se originan todos los demás regímenes, que son degeneraciones
viciosas o enfermedades (νόσημα, 544c) de la ciudad. En pri­
mer lugar resulta la:
b ) Timocracia o timarquía.·— Mezcladas las razas de oro,
plata, bronce y hierro, se produce la desarmonía y la discordia
interior. Se dividen las tierras, hasta entonces comunes (547bc).
El elemento pasional (φιλοτιμόν), que ambiciona victorias y h o­
nores, prevalece sobre el racional (545a). Predomina la clase
militar, apoderándose de las riquezas y oprimiendo a las infe­
riores de labradores y artesanos. Este régimen no es todavía
del todo malo, porque conserva aún algunos rasgos del régi­
men aristocrático, pero prepara el camino al advenimiento de
otra forma peor de gobierno, que es la oligarquía.

44 R e p . 58oc-s83a.
45 R e p . 4 4 5 d -4 4 9 a .
C. 1H. Política 405

Platón se refiere en concreto al régimen espartano, en el


cual se realizan las dos formas, timocrática (s.v) y oligárqui­
ca (s.iv). La admiración hacia ese régimen, al que en gran
parte se atribuían sus victorias sobre una Atenas debilitada
por la democracia, tenía más de tópico que de otra cosa. Pla­
tón no lo considera tampoco com o régimen perfecto, sino com o
una forma ya degenerada, aunque en menor grado que la ate­
niense, pero en la que aún perduraban algunas de las virtudes
de la educación griega primitiva46.
c) Oligarquía.— La ambición creciente de riquezas (siri-
da por resultado su concentración
0u|iiyTiKÓu, <ptA.oxpf||J0CTOv)
en manos de una pequeña minoría. De aquí se origina la divi­
sión de la ciudad en dos clases antagónicas: una pequeña, de
magnates riquísimos (oligarcas), que acaparan el dinero y las
posesiones, y otra compuesta por una multitud empobrecida,
carente hasta de los medios más elementales de vida. Los oli­
garcas (zánganos con aguijón) se ven obligados a dominar por
el terror a un pueblo que los aborrece y que aguarda la oca­
sión de expulsarlos violentamente del poder 47.
d) Democracia.— Una vez exterminados los oligarcas, el
pueblo se apodera del gobierno. Entonces en la ciudad impera
la libertad, consistente más bien en una verdadera anarquía,
en que cada cual hace lo que se le antoja, dejándose llevar por
el desenfreno de sus deseos. T od os se consideran capaces para
regir la ciudad. Los cargos se proveen por elección popular,
y de ordinario recaen en los menos dignos y preparados 48.
Platón, que conoció en Atenas el régimen democrático, lo
fustiga con sus más finas ironías, aunque dirigidas no contra
el pueblo en sí mismo, sino contra los demagogos que lo arras­
traban en los vaivenes de sus ambiciones, «manto abigarrado
de todos los colores» (557c).
e) Tiranía .— En medio del desorden producido por el ex­
ceso de libertad, terminan por prevalecer los más audaces y
violentos y sobreviene la reacción. El demagogo favorito del
pueblo se apodera del mando y se erige en tirano, suprimiendo
por com pleto la libertad. Es el reino más com pleto de la in­
justicia, en que impera el desorden, pues se rompe la armonía
entre las diversas partes integrantes del Estado, prevaleciendo
la más inferior, quedando entronizadas las pasiones más viles
y odiosas, encarnadas en el tirano. Es el grado más bajo a que
puede llegar la degeneración social de las formas de gobierno 49.

4« Rep. 5 4 5 d - 5 5 ob. 48 Rep. 5 5 5 b - 5 Ó 3 c d .


47 Rep. 5 5 ° d - 5 5 3 c. 49 Rep. 5 6 9 0 5 7 3 c .
406 P.III. Platón

Platón, que tiene en este punto presentes sus experiencias


de Siracusa y otras formas de tiranía, com o la de Pisistrato y
Periandro de Corinto, describe el carácter del tirano con ras­
gos vivísimos y sombríos. El alma del tirano está dominada
por todos los deseos inferiores, tanto los necesarios com o los
superfluos. A pesar de las apariencias, su vida es la más infe­
liz de todas. Aplicando un curioso procedimiento matemático,
trata de demostrar que el tirano es desgraciado en el año tres­
cientos sesenta y cuatro días y medio (568a ss).
En el Político simplifica Platón las formas de gobierno, re­
duciéndolas a tres fundamentales: monarquía, aristocracia y
democracia. El hombre debe imitar el orden del Universo en
sus instituciones y en sus leyes. Y ante el hecho inevitable de
la degeneración progresiva, propone com o remedio la susti-
rución del poder personal del monarca por el poder de la ley.
«Ya que es difícil encontrar el rey ideal, el poder del monarca
debe sustituirse por la dictadura de la ley»50.
8. D iferen cia s entre el «R e p ú b lic a » y las «L e y e s » .—
En las Leyes, diálogo de vejez, vuelve Platón a tratar amplia­
mente el tema político. Es una obra bastante desordenada, en
la que se reflejan las experiencias de toda su vida. A sus tristes
fracasos de Sicilia se añaden las derrotas de Atenas por Esparta
en la guerra del Peloponeso, y después, de Esparta por Tebas en
Leuctra (371) y Mantinea (362). Platón demuestra un conoci­
miento exacto, no sólo de las constituciones de Atenas, Esparta
y Creta, sino de las de otros muchos países, com o Egipto y
Persia.
La inspiración de las Leyes es en el fondo idéntica a la del
República, pero Platón atenúa su idealismo y se atiene más a la
realidad. A l poder personal om ním odo del monarca ideal, cuya
razón era una norma flexible superior a la de la ley, sustituye
la dictadura de la ley. «Un Estado en que la ley depende del
capricho del soberano y por sí misma no tiene fuerza, está, a
mi juicio, muy cerca de su ruina. En cambio, donde la ley es
señor sobre los señores, y éstos son sus servidores, allí veo
florecer la dicha y prosperidad que los dioses otorgan a los
Estados» 51.
Propone una forma de gobierno mixta, en que se combinan
monarquía y democracia. El poder lo ejercen treinta y siete
«guardianes de la ley», elegidos por voto popular y universal
de las cuatro clases de ciudadanos. La edad para ser elegidos

50 Político 3 0 2 a s s .
51 Leyes 7 i s a s s .
IH. I'olilicti AiYl

es de cincuenta a «cuenta años, y p eí maneivi.iii en, (¡ti:; límelo


n.es hasta los setenta. El Consejo de la ciudad couslaiu de lies
cientos sesenta miembros, de lo s c u a le s c o r r e s p o n d e r á n n o v e n
ta a cada clase social. Platón describe m in u c io s a m e n t e una
multitud de funcionarios estatales, encargados d e o f i c i o s a d ­
ministrativos secundarios.
En las Leyes explica Platón el origen de la ciudad a base
del desarrollo de las familias, que se agrupan hasta constituir
la comunidad política. Describe una ciudad de carácter esen­
cialmente agrario. Deberá estar compuesta por un número de
familias no superior a cinco mil cuarenta, cifra que da una
división exacta por los cincuenta y nueve primeros números,
a cada una de las cuales corresponderá una casa con un lote
de tierras indivisible e inajenable. Cada lote constará de dos
partes, una próxima a la ciudad y otra más alejada, con el fin
de distribuir equitativamente las tierras de mejor y de peor
calidad. Las tierras permanecen com o propiedad del Estado,
pero su explotación se hará no en común, sino en particular.
Los cabezas de familia poseedores de los lotes sólo podrán
dejarlos en herencia a uno de sus hijos. Nadie podrá poseer
privadamente oro ni plata. La vida económica será esencial­
mente agrícola; solamente se permitirá el com ercio exterior
por razones de orden militar o para mantener las buenas rela­
ciones con otras ciudades vecinas.
La ciudad estará dividida en doce barrios (demos). En el
central estarán los templos de Zeus, Atenas y Hestia y san­
tuarios de otros dioses y démones propios del lugar (848d).
Los ciudadanos estarán divididos en cuatro clases, que se dis­
tinguirán entre sí por el censo que pagan al Estado (cuatro m i­
nas los de la primera y una los de la cuarta).
En las Leyes desaparece el comunismo de mujeres. «Si Dios
quiere, en cuestión de amor obtendremos que ninguno de los
bien nacidos y libres ose tocar sino a su propia m ujer..., la
cual haya entrado en la casa con los dioses y los ritos nupcia­
les» 52 El matrimonio será obligatorio para todos. Los varones
deberán estar casados entre los treinta y treinta y cinco años.
Pasada esa edad, los que permanezcan solteros deberán satisfa­
cer un impuesto, que será depositado en el templo de Hera. La
edad núbil para las mujeres será de dieciséis a veinte años. Una
vez contraídas las nupcias, deberán guardar rigurosamente las
leyes conyugales, y será severamente castigada la infidelidad.
Un grupo de mujeres estará encargado de velar por la fecundi-

¡2 Leyes 841b.
4 0 8 P.HI. Platón

dad de los m atrim onios y de regular, en nom bre del Estado, la


m ayor o m enor cantidad necesaria de nacim ientos.
Platón acentúa en las Leyes el sentim iento religioso. Las
leyes d e la ciudad deberán establecerse conform e a las p res­
cripciones de D elfo s. L os hom bres son propiedad de los d io ­
ses. E l ateísm o constituye el d elito m ás grave. D io s es la me­
dida de todas las cosas y la norm a suprem a para regular las re­
laciones de conducta d e los ciudadanos y las relaciones estatales.
E l E stado aparece representado com o integrado dentro d el e n ­
granaje d e la arm onía cósm ica, regida por el A lm a d el U n iv erso .
Cada cosa d el m u n d o es una parte d el gran todo, y su finalidad
particular está subordinada a la ordenación universal, regida
por la providencia d e un pod er d ivin o superior. «A quel q u e
cuida d e to d o el m undo ha d isp u esto las cosas com o es n ece­
sario para la conservación y la perfección d el conjunto, d e
suerte q u e cada parte n o hace o no sufre m ás q ue lo que ju s­
tam ente le corresponde y hasta d on d e alcanza su p otencia.
Sobre estas partes singulares han sid o puestos soberanos q ue
rigen hasta el m enor d e su s im p u lsos y actos, y así p rom ueven
la perfección d el todo hasta e n su s m ínim as partículas. T ú
m ism o, mortal, eres una de tales partecillas, la cual, por p eq u e­
ña que sea, trabaja de continuo en pro de las finalidades del
todo y en ellas encuentra su propia fin alid ad ... T o d o lo q ue
nace, nace justam ente para q ue aquel ser eterno, en q u e se
basa la vida del todo, sea d ichoso, ya q ue ese to d o n o ex iste
para ti, sin o que tú existes para é l» 53.

BIBLIOGRAFIA
E d ic io n e s

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53 Leyes 7 5 9 d -8 4 o e .

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