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LENGUA CASTELLANA
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ELIANIS AYALA RUIZ
secuestraba niños entre los 6 a 16 años de edad siempre de escasos recursos los violaba,
torturaba de forma salvaje, más allá de los fríos número que lo catapultan como uno de
los asesinos seriales más extremos de la historia, Luis Alfredo Garavito apodado como:
la bestia, el monje, el cura, el loco, el brujo, conflicto, tribilin, Bonifacio morena
Lizcano, Alfredo Salazar, monstruo de Génova, pude generar controversia el
comportamiento de este hombre. En situaciones como esta surge el debate, nos
rasgamos las vestiduras y pedimos más castigos y penas, pero si miramos el presupuesto
que se destina a la niñez en el país nos encontramos con que la ejecución directa de
políticas es mínima.
Para otros esto no significa más que un psicópata, una persona desquiciada, sádica, que
solo busca satisfacerse sexualmente y dicen que es una excusa que fuera recibido
órdenes del diablo y aseguraba su rehabilitación tras convertirse en miembro de
la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, lo cual para otros es una completa mentira.
Para mi este hombre no tiene nada a favor que bueno se puede decir de este asesino.
Este caso exige una reflexión más profunda sobre cuál es la niñez que tenemos.
Colombia es un país cruel con los niños: son millones los que trabajan, los que nacen
sin la posibilidad de ser acunados, cuidados, amados; miles son víctimas de abuso en su
propia casa. Tenemos familias que todavía viven como en la Edad Media, con padres
que se sienten propietarios de los hijos. Aunque hay acuerdo en este aspecto, queda la
pregunta de cómo hacerlo no hay que esperar a que Garavito salga de la cárcel y cometa
un nuevo crimen para volver a condenarlo y tomar los correctivos necesarios para que
estos casos no se repitan. El problema no es que exista él, sino que puede haber muchos
otros como él. El país debe estar listo para obrar consecuentemente en estos casos.