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OPINIÓN
AGOSTO 2018

El trabajo y la inteligencia
arti�cial
Entre el temor y el optimismo

Daniel Blinder

El desarrollo de la inteligencia arti�cial supone desafíos para


el mundo del trabajo. Las miradas optimistas y las fatalistas
imaginan futuros antagónicos. Lo cierto es que la inteligencia
arti�cial destruirá empleos actualmente existentes y generará
otros de mayor cuali�cación. ¿Existe alguna forma de
gobernar ese futuro?

Viejas y nuevas distopías

Cuando aquella noche de 1984 Sarah Connor, nerviosa, sentada en una mesa,
esperaba a la policía de Los Ángeles en la discoteca Technoir, ya era la última de la
lista de tres Sarah Connor. Esperaba a las autoridades, temerosa de ser asesinada
por alguien que ya había matado violentamente a las dos primeras del listado.
Inesperadamente, tuvo un accidente menor que le salvó la vida haciéndole
agacharse a recoger del piso un objeto justo cuando el implacable asesino, pasaba
su vista entre la gente bailando una música alegre. Todas las luces teñían el
ambiente de un color rojizo. Al levantarse, cruzó la mirada con un hombre que la
miraba �jo, como si fuera a atacar. Era el soldado Kyle Reese. De inmediato el
exterminador (Terminator), una máquina de matar, un robot con inteligencia
arti�cial (IA) cubierto con tejido humano viviente, la distinguió y apuntó su arma
calibre 45, pero Reese pudo salvarla con disparos de escopeta.

Esta escena marca el comienzo de la cacería humana a aquella mujer, que en un


futuro daría a luz a John Connor, héroe de la resistencia contra las máquinas en un
distópico escenario de un lejano año 2029. En 1997, las máquinas habían tomado
conciencia de su existencia, y habían iniciado una guerra nuclear y convencional
contra los seres humanos.Terminator es una metáfora del efecto de la tecnología
sobre la sociedad en transformación de la década de 1980. Pero el exterminador, a
pesar de ser un robot con increíbles habilidades (entre ellas inteligencia propia) era
un asesino analógico: tuvo que recurrir a la guía telefónica para encontrarla. Por
eso siguió simplemente el patrón por el cual aparecían en listado, en orden
alfabético. Eso no pasaría en la actualidad.

Si esta película hubiera sido concebida hoy, el robot habría encontrado a su víctima
apenas llegado a este tiempo, pues basado en su interconexión con el sistema
informático, de telecomunicaciones e internet, habría adquirido la información
mediante los datos que voluntariamente otorgamos a las distintas compañias que
gestionan nuestros datos personales, como fotografías familiares, números
telefónicos de las agendas, locación exacta vía Global Position System (GPS),
pensamientos volcados en redes sociales, redes de amistades con las que se
conforma un patrón de consumo y personalidad y que consentimos con un click.

Este escenario distópico ya está planteado en su uso dual, tanto para �nes bélicos
como para la paz. El agregado de la IA a las otras tecnologías existentes hoy en día
complejiza un escenario para las próximas décadas en el que se verá afectado todo
el entramado económico y el tejido social: parece que, una vez más, las máquinas
reemplazarían a los hombres. Esto ya ocurrió en otras ocasiones. Durante la
Revolución Industrial del Siglo XVIII,como explica Marx en su capítulo Maquinaria
y Gran Industria de El Capital, crearon nuevas condiciones y reglas de trabajo,
desplazando habilidades y obreros hacia otros o�cios mecanizados; sucedió
además con la irrupción de otras revoluciones tecnológicas, como la Era del vapor
y los ferrocarriles en 1829, la Era del acero, la electricidad y la ingeniería pesada en
1875, la Era del petróleo y el automóvil en 1908, y la Era de la informática y de las
telecomunicaciones en 1971. Todos son procesos de cambio tecnológico que
suceden, como sostiene Carlota Pérez en su libro Revoluciones tecnológicas y
capital �nanciero, cada aproximadamente sesenta años. Hoy estaríamos en un
nuevo período en el cual la combinación de distintas tecnologías -materiales
compuestos, energía, robótica, telecomunicaciones, y aeroespacial- están
con�gurando lo que algunos economistas denominan la Cuarta Revolución
Industrial.

Los efectos de la IA en la producción

Cada vez que una nueva tecnología disruptiva llega al mundo de la producción,
aparecen los temores de los cambios que podría producir, especialmente sobre el
mundo del trabajo. En la segunda mitad de la década de 1970, el robot y la
automatización ingresaron como herramientas en ascenso, piloteando en tiempo
real la producción en la cinta transportadora de las fábricas, tal como lo a�rma
Benjamín Coriat en su libro El taller y el robot. Este temor se profundiza al percibir
que se trata de una tecnología capaz de «pensar» por sí misma.

¿Qué es la IA? Es aquella tecnología con capacidad de realizar operaciones


comparables a las de la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento
lógico. La inteligencia humana,es capaz de entender, comprender y resolver
problemas. La IA puede tomar decisiones por sí misma, que en el sistema
productivo, al estar regulado bajo un parámetro de variables ejecutadas por una
computadora, la vuelve más efectiva que el trabajador de carne y hueso. Además, el
sujeto, como ciudadano y trabajador, está atado a una serie de regulaciones
formales que hacen a la vida del trabajo -como salario mínimo, jornada laboral,
descanso, productividad- pero al mismo tiempo está enmarcado en una trama que
lo hace puramente humano -tiene sentimientos, opiniones, amistades y familia-. El
trabajador tiene que parar, alimentarse y dormir para tener cierto grado de
efectividad; puede estar disconforme con su situación y su entorno social y
político. Los robots y la IA no: solo ejecutan la acción que se les ha encomendado.

Según Pérez, la IA es una forma avanzada de la informática, que junto a la robótica


logrará aumentar la productividad en muchas industrias, y no representa un
peligro en sí para los trabajadores, puesto que con una regulación adecuada y la
adaptación a su uso podrá traer bene�cios para el conjunto de la sociedad.
Siguiendo a la autora, todas las tecnologías nuevas crean desempleo y luego
generan un salto hacia adelante. Según un documento de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) «la llamada Industria 4.0 es un nuevo paradigma de
producción basado en la convergencia de la Inteligencia Arti�cial que posibilita la
analítica avanzada de los datos y la interface humano - máquina; el internet de las
cosas que permite que los aparatos se comuniquen y haya una revolución en
sensores y artefactos inteligentes, la impresión 3D y la robótica. (...) Máquinas en
red que ‘hablan’ entre ellas y que combinan el mundo físico de la transformación de
materiales con el mundo virtual de la información justo a tiempo, la automatización
y el control digital». Los peligros para el mundo del trabajo redundan en que la IA y
la robotización amenazan con hacer obsoletas las distintas especializaciones
laborales y un mayor riesgo de desigualdad, dado que muchos quedarán afuera por
falta de competencias, y porque una máquina resuelve más rápido y en mayor
cantidad que un humano.

La posible solución para la OIT es generar una revolución en el aprendizaje, la


educación y la empleabilidad, pilares que permitirán manejar este entramado que
incluye a máquinas que piensan y ejecutan tareas, que crean mercancías tangibles
e intangibles que serán colocadas en el mercado. Software inteligente, robótica, Big
Data, e IA destruirán empleos actualmente existentes y generarán otros de mayor
cuali�cación. Pero aquellos que queden desempleados pasarán a formar parte del
ejército industrial de reserva que las propias nuevas tecnologías aplicadas a la
producción han generado, puesto que su uso, control y conocimiento es propiedad
del sector capital y no del trabajo. La IA representa, además, un desafío geopolítico
de magnitud: tanto en términos económicos como militares. La IA tiene
aplicaciones en sistemas expertos que emulan al profesional humano, algorítmos
para análisis �nancieros, industria, medicina, redes sociales y medios de
comunicación, y telecomunicaciones, entre otros. Agencias gubernamentales y
compañias ya la utilizan.

Geopolítica de la IA

Además de un propósito, toda tecnología tiene un lugar de producción y desde


donde se controla. De acuerdo a un informe de la revista Fortune, de las 100
principales compañías de IA, 77 de ellas son �rmas de los Estados Unidos. El resto
son de Reino Unido, España, Francia, Japón, Taiwán, China, Israel,y Canadá. Si bien
este no es un recorte global del mercado sino de las mayoresempresas, es una
muestra del anclaje territorial de este desarrollo tecnológico. La investigación
médica, los vehículos autónomos o la ciberseguridad a partir de la IA, son campos
concentrados en un mapa en la cual la respuesta es geopolítica: existe una
concentración y circulación de poder de economías avanzadas, innovación y
desarrollo, puesto que es allí donde se dan las mejores condiciones para hacerlo. La
IA, como una de las formas avanzadas de la computación, constituye también un
valor agregado a la producción y la competitividad. Por ello, es probable que
marque tendencia de futuros productos y organización social que, obligará a las
periferias a adaptarse a estos cambios, quedando de lo contrario, rezagadas.

Esta tendencia no es solo para uso civil, pues se trata de una tecnología de uso
dual: también la IA tiene aplicaciones militares que harán más e�cientes el
comando y control, la velocidad de las decisiones, la destrucción de los objetivos. Si
esto es así, habrá fuerzas armadas que serán ampliamente superiores y que, de
contar con robots combatientes, ya sean estos «humanoides» o máquinas
voladoras -tal como presenta el ejemplo de Terminator- la profesión militar será no
solo una cuestión de táctica y estrategia, sino una tarea de la �losofía. En efecto,
¿quién carga las órdenes de procedimiento a la IA? ¿Quién garantiza que decidan
correctamente? Así como los productores de autos inteligentes se preguntan qué
debe hacer el piloto de la computadora cuando el conductor-persona pierde el
control del vehículo, y las variables son chocar contra una pared y matar al
conductor, o a transeúntes que cruzan una acera pero salvar al chofer; la IA militar
también se tendría que preguntar por situaciones en las cuales el cálculo salva a la
misión, pero es costosa en vidas humanas. O los mismos ejércitos que con
contratos millonarios con un gran complejo militar-industrial tendrán a
disposición robots para aniquilar con una velocidad inusitada a soldados humanos
o controlar territoriosen un equipo humano-máquina.

Una geopolítica de la IA, y una razonable gestión de la gobernanza de la misma


aplicada a la producción, como impresoras 3D, telecomunicaciones y tecnología
aeroespacial, materiales o informática puede sin dudas constituir una revolución
productiva y oportunidades para crear y distribuir riqueza, y mejorar la calidad de
vida. Pero pensar el espejo distópico, también es posible a la luz de las advertencias
de quienes vemos mayor concentración de �rmas en países avanzados y en algunas
economías emergentes, que puede aumentar la brecha social y geográ�ca entre
quienes tienen y quienes no. En un escenario de crecientes tensiones mundiales
por cuestiones de desigualdad o acceso a recursos naturales, en el que todos
poseen una teléfono celular con acceso a antenas, satélites e Internet en la cual
aportamos los datos de nuestra vida, esto puede resultar un peligro: una
advertencia que Sarah Connor, la Cassandra de Hollywood, ya nos advirtió en 1984.

En este artículo

inteligencia arti�cial / tecnología / trabajo

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