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El género dramático

Artículo elaborado por docentes del Departamento de Lengua de la Escuela Técnica ORT- Sede
Almagro)

Toda obra artística en general es una forma de expresión por medio de


la cual un individuo se pone en contacto con sus contemporáneos
manifestando su visión del mundo, sus vivencias o sus deseos. La obra
literaria, dentro de las manifestaciones artísticas posee la particularidad de que
su modo de expresión son las palabras; pero la obra literaria no es sólo algo
dicho sino que algo dicho de una manera determinada que es la conveniente o
elegida según lo que se desee expresar. Es decir, que la conformación estética
que adopta el texto literario está  absolutamente ligada al sentido que se desea
transmitir, al género al cual la obra pertenece y a la época y a las corrientes
literarias en las cuales el autor está inmerso.

            Dentro de lo que es literatura distinguimos, tres grandes géneros


literarios:

 el lírico (en el que un yo poético se expresa, en general, en verso)


 el narrativo (género en prosa en el que un narrador es el
intermediario entre lo que se cuenta y el lector, mediatizando la
historia con su propio punto de vista –cabe aclarar que puede haber
más de un narrador-)

 el dramático (en el que el lenguaje, adoptando básicamente una


forma dialogada, da cuenta del accionar de los personajes).

            Es este último género el que explicaremos en las páginas siguientes.

La obra dramática1

El drama es un género literario que se basa en la representación de


conflictos humanos que tienden a su resolución. Cuando esta es positiva, nos

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Es posible encontrar más información en https://www.youtube.com/watch?v=pntToe9VLW4

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encontramos ante una comedia; si por el contrario es negativa, se produce
una tragedia.

El objetivo del drama es conseguir que el espectador se implique de


algún modo en lo que está presenciando. Conviene no olvidar que los textos
dramáticos no alcanzan su pleno sentido hasta que se ponen en escena. En el
drama no hay un narrador o un yo poético que nos guíe, y este hecho nos
obliga a enfrentarnos directamente con lo que está sucediendo en el
escenario. Una obra de teatro siempre es un desafío tanto para el sentimiento
como para la inteligencia del espectador.

Se trata de un reto singular, puesto que, contra lo que cabría esperar, no


solemos afrontarlo en solitario. Por su propia naturaleza, la obra dramática
tiene un indudable carácter social. Nunca estuvo pensada para que un solo
individuo la disfrutase en privado, sino para su exhibición pública.

Quien acude a un teatro participa en un acontecimiento único, ya que la


representación de la que va a ser testigo no se repetirá jamás: la interpretación
de los actores, la actitud del público, las circunstancias que rodean la función,
las mismas condiciones de la sala crean un clima especial que desaparece para
siempre en el momento en que cae el telón. Por eso es fundamental que,
cuando acudimos al teatro, lo hagamos siendo conscientes de la importancia
del espectáculo que se nos ofrece y lleguemos dispuestos a entrar en su
dinámica, poniendo en alerta todos nuestros sentidos para experimentar el
asombro, el dolor o el rechazo ante una historia que bien podría ser la nuestra.

            Dentro del género dramático, es necesario diferenciar la obra


dramática como texto literario (como uno de los tres  grandes géneros
literarios mencionados anteriormente), de lo que es la obra teatral, texto
representado o también llamado texto espectacular. 

  El texto dramático posee ciertas particularidades que provienen de


su virtualidad teatral  (posibilidad de representarse) y que no se observan en
otros géneros.

            Así, la obra dramática está compuesta de un mensaje caracterizado por


la potencialidad escénica generada por el desarrollo de lo que se
denomina acción dramática. Esta puede definirse como un esquema
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dinámico que se extiende a partir de una situación conflictiva y se desarrolla
como una línea que se desplaza desde un punto inicial a un término, pasando
por diversas tensiones y distensiones. Dicho de otro modo: la obra dramática
desarrolla, por medio de los parlamentos de los personajes, la acción
dramática, la cual es un eje dinámico de fuerzas que despliegan un conflicto,
desde una situación inicial a un desenlace o resolución.

            ¿Cuáles son esas fuerzas que organizan el avance del conflicto
dramático? Este desarrollo lo podemos explicar mediante el siguiente esquema
actancial (del desarrollo de la acción dramática)

Hay uno o más personajes que llevan adelante las secuencias más
importantes de la acción, que denominamos sujeto de la acción. Este sujeto
tiene un bien deseado que es el objeto que persigue, lo que quiere conseguir.
A su vez, el sujeto actúa movido por determinadas situaciones que constituyen
el destinador de su accionar, que pueden ser valores, sentimientos, sucesos o
mandatos de personajes y su accionar beneficia a alguien o a algo (personajes,
pueblos, etc.) que es el destinatario de sus acciones. Pero hasta aquí no hay
conflicto, el cual surge cuando el sujeto tiene personajes o factores que se
oponen a la concreción de su objetivo, son sus oponentes; así como posee
también ayudantes que lo acompañan en la concreción del mismo. 

Por otra parte, si atendemos a su complejidad psicológica, los personajes


pueden ser:

 Planos: son personajes tipo, que responden a un modelo establecido,


con una larga tradición literaria y, por lo tanto, con escasa originalidad:

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la dama, el caballero, el bobo, el valentón, el embustero, el cobarde…
Son figuras prefijadas, convencionales, cuya actuación es previsible.
 Redondos: Son casos originales, que se distinguen por poseer
un carácter propio, que manifiestan en su figura, su forma de ser, sus
rasgos morales o su actuación. Son los más interesantes. Su
singularidad los convierte en seres únicos que perviven en la memoria
del público.

Normalmente, una obra dramática recoge en su primera página la relación de


los personajes que intervienen en ella. Los actores que los interpretan forman
el reparto. Cada uno de ellos tiene un papel: la parte que ha de representar y
que se le entrega para que la estudie.

Características del lenguaje teatral

            Para desarrollar la acción dramática, el lenguaje teatral o dramático se


caracteriza fundamentalmente por los siguientes rasgos:

1.    Se trata de un lenguaje eminentemente apelativo: los parlamentos del


drama promueven a la acción dramática, son instrumentos de interacción
entre los personajes.

2.    El mundo dramático se entrega directamente al lector, sin


intermediarios: cabe diferenciar aquí que una obra dramática tiene distintas
clases de lectores. Por un lado, los que consumen el texto como literatura,
sean lectores individuales, investigadores o alumnos y profesores de
escuelas y universidades. Por otro lado, los lectores que podríamos llamar
profesionales que son los que leen la obra para representarla: actores,
directores, asistentes, escenógrafos, vestuaristas y demás artífices del
espectáculo teatral.

3.    La entrega del mundo dramático es en presente: asistimos, como


lectores al momento en que el conflicto se suscita. Aunque cabe aclarar que
toda la acción se desarrolla en función de un futuro hacia el que va el
desenlace.

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Niveles del texto dramático 

Además de esas características de escritura del lenguaje dramático, el mismo


se caracteriza por estar estructurado en dos niveles textuales: un texto
primario y un texto secundario.

a)    Un texto primario constituido por los parlamentos que dicen los


personajes. Estos parlamentos pueden ser de tres clases:

-diálogos

-monólogos

-apartes

Formalmente, el rasgo que mejor caracteriza al drama es el hecho de que el


autor cede la palabra a los personajes, para que sean ellos los que den
cuenta de su historia a través de sus intervenciones. El discurso de un
personaje (en prosa o en verso) se puede articular de dos formas:

 A través del diálogo: La conversación entre dos o más personajes, que


alternativamente muestran sus ideas y sentimientos, y de esta manera
dan a conocer cuál es el conflicto dramático.
 Por medio del monólogo: Las reflexiones que hace en voz alta uno de
los personajes, cuando se encuentra solo, para que el público pueda
conocer su conflicto interior.

 También cabe la posibilidad de que un personaje hable para sí o con


algún otro, suponiendo que no lo oyen el resto de los que se encuentran
en escena, pero sí el público. Esta técnica se conoce como aparte.

b)    El texto secundario está constituido por las acotaciones escénicas que


son las indicaciones  del dramaturgo sobre movimientos, gestos, actitudes de
los personajes o descripciones del lugar escénico. Estas indicaciones, que
aparecen generalmente entre paréntesis, se dirigen a los diferentes tipos de
lectores que explicamos que tiene la obra dramática. Por un lado, para ayudar
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al que lee el texto  como obra literaria a hacerse una composición de
elementos necesarios para completar la lectura del conflicto. Por otro lado, las
acotaciones son indicaciones para una virtual  puesta en escena y se dirigen a
los que llamamos lectores profesionales: director, actores, etc., los cuales
suelen hacer caso omiso de estas sugerencias del dramaturgo para la puesta y
organizan los espacios, movimientos y otros códigos escénicos de acuerdo  a
su propia visión del espectáculo.

Este es otro indicio de que la obra dramática no está únicamente escrita para
una posible representación, sino que posee entidad propia en su escritura y el
dramaturgo lo sabe. Tanto es así que, en el teatro moderno, paulatinamente el
papel del autor en las acotaciones fue variando y dejando de ser únicamente
un acotador de la escena, para crecer dramática y literariamente. A tal punto es
así que algunos críticos denominan al lenguaje de las acotaciones hablante
dramático básico aludiendo a que se trata de una voz que organiza la entrega
del mundo dramático, interpretando y explicando el comportamiento de los
personajes, expresando juicios de valor sobre los hechos, es decir, cargando de
ideología al texto.

Organización del texto dramático

Para cerrar estas explicaciones sobre la obra dramática y sus modos de


escritura, diremos que su estructuración fue variando con el tiempo.
Tradicionalmente, la obra se dividía en tres o cinco actos que indicaban el
avance del conflicto: situación inicial, complicación, resolución. También se
dividió en cuadros que cumplen la misma función que los actos pero,
generalmente para las obras más breves (como el sainete). El teatro
contemporáneo puede o no usar estas divisiones de la obra, a criterio del autor,
pero casi todos sí siguen usando las escenas, que son las divisiones menores
de una obra, delimitadas por la entrada o salida de los personajes que
intervienen en el conflicto.

El texto espectacular

 La representación teatral

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Para llevar a escena una obra es precisa la cooperación de muchas personas:

 El dramaturgo: Es el autor de la obra, responsable del texto que se


interpreta y creador de los personajes y del ambiente en el que se
mueven. Para ello, además de los diálogos, redacta acotaciones: notas
que se aparecen en la obra teatral, explicando las acciones, los gestos,
los movimientos de los personajes y la disposición de la escena.
 El director de escena: Es quien selecciona la obra, la estudia y la
adapta para que pueda representarse, incorporando los elementos
visuales y acústicos que el autor ha incluido en las acotaciones. Más
tarde es el encargado de seguir los ensayos, supervisar el montaje y
velar por la calidad del espectáculo teatral.

 Los actores: Son los encargados de interpretar a los diferentes


personajes. Suelen agruparse en compañías. El cuerpo que forma una
compañía teatral se conoce como elenco.

 Los técnicos: Se encargan del atrezo: los bastidores, los decorados, los


objetos que han de aparecer en escena. En función de su especialidad,
hay tramoyistas (se ocupan de los cambios de escenario), iluminadores,
encargados del vestuario, del maquillaje…

 Los espectadores: El público que acude al teatro y para el cual se ha


preparado la representación.

Como sabes, el espacio donde se lleva a cabo la representación de la obra


dramática se llama escenario. Si observas la ilustración podrás identificar
el telón, la pieza de lienzo que cubre el escenario; la embocadura, el marco
por el que se ve la escena cuando este se alza; las bambalinas, cada una de las
tiras de lienzo que cuelgan a uno y otro lado del escenario; la escena, el
espacio del escenario donde se interpreta la obra a la vista del público;
el proscenio, la parte de la escena más próxima la público, que queda a la
vista incluso una vez bajado el telón; la orquesta, el espacio comprendido
entre el escenario y las butacas, que, a su vez, están dispuestas en el patio, la
planta baja; el anfiteatro, el piso alto, organizado en gradas; los palcos,
balcones; o el paraíso, último piso.
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 Roland Barthes, en sus Ensayos críticos, definió al espectáculo teatral como
una gran máquina que descansa mientras el telón está bajo, pero, cuando éste
se levanta, empieza a trabajar produciendo cantidad de mensajes. A este
fenómeno de mensajes simultáneos y sucesivos, Barthes lo
denominó polifonía informacional. Esta forma de llamar a lo que el
espectador ve en escena implica entender que todo en el teatro es signo de
algo y significa algo. Partiendo del concepto lingüístico de Ferdinand de
Saussure que dice que el lenguaje es un sistema de signos que expresan
ideas, podemos entender que todo lo que aparece en un escenario (los
diferentes códigos) constituye un sistema significante cuyos componentes
aportan los significados del conflicto que desarrolla la representación
escénica.

  Los sistemas de signos forman códigos[3] y podemos dividir los signos


escénicos, primeramente, en dos grandes clases: los códigos lingüísticos y
los códigos no lingüísticos.

  Los códigos lingüísticos son los que trabajan en el teatro con la palabra y es


la parte del mismo que se nutre, total o parcialmente, de la obra dramática que
describimos más arriba, es decir, de la parte literaria del género dramático.
Sabemos que durante mucho tiempo (teatro clásico y moderno) el texto
dramático y su autor ocuparon un lugar excluyente en el espectáculo teatral.
Con el tiempo, la palabra escrita fue perdiendo su lugar predominante y
contemporáneamente suelen representarse creaciones colectivas que no parten
de una obra dramática determinada, sino que el espectáculo es producto de la
creación escénica de los mismos actores o directores. También son frecuentes
las adaptaciones de textos clásicos en las que predomina la total visión del
director en su lectura del texto dramático. Así, en el teatro contemporáneo, la
figura del director como el artista creador de la puesta en escena, asumió un
lugar preponderante. Actualmente, existe una especie de equilibrio y una
revalorización de la obra dramática aunque con distinto signo que el de los
autores tradicionales. Hay autores jóvenes que plantean una dramaturgia de
actor y suelen escribir pensando mucho más en la representación en su
totalidad, que en la obra dramática, literariamente hablando, como algo

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aislado y previo a la representación, como lo era tradicionalmente. No es
casual que esos dramaturgos sean, a la vez, también actores y directores de sus
obras.

  Pero la palabra es sólo una parte del espectáculo teatral ya que se


utilizan códigos no lingüísticos que componen otra parte tan importante de la
representación como la palabra. Estos códigos son los tonos de la voz, los
ademanes y movimientos del actor con los que acompaña la palabra hablada;
también el maquillaje, el peinado y el vestuario que caracterizan al actor como
personaje de un lugar, de una época, etc. Hay, además, elementos que están
fuera del cuerpo del actor que tienen que ver con el ámbito donde se desarrolla
la acción: la escenografía (ambientación del espacio escénico),  accesorios
(elementos que utilizan los actores en su accionar), iluminación, música y
ruidos o efectos sonoros. 

El siguiente cuadro esquematiza los códigos lingüísticos y no lingüísticos que


aparecen o pueden aparecer en el texto espectacular o representación
escénica pero considerados por si están dentro o  fuera del cuerpo del actor:

 
 

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Además, algunos de estos signos son auditivos y otros visuales, algunos
corresponden al espacio escénico y otros al tiempo de representación o
transcurrir escénico. Cabe aclarar que cada uno de estos códigos funcionan
como un sistema en sí (el código y sistema de la palabra, el de la iluminación
o el del sonido, por ejemplo) que se interrelacionan con los demás códigos
escénicos (el vestuario, el maquillaje, la escenografía, entre otros) formando
entre todos el sistema significante de esa puesta en escena, según lo explica
Barthes cuando habla de polifonía informacional.

  ¿De qué modo funciona cada uno de estos signos en relación al otro con el
que convive en la escena? En general, vemos que la escenografía ambienta el
escenario de acuerdo al conflicto que se desarrollará en ese espacio; o que el
vestuario, peinado o maquillaje caracterizan al personaje de acuerdo a su
desempeño en la obra. Pero puede suceder, también, en especial en las puestas
contemporáneas, que estos signos aporten significados autónomos o incluso
que contradigan lo que otros códigos escénicos sugieren. Por ejemplo, si un
maquillaje estereotipado que denota una sonrisa en la cara del personaje, se
mantiene fijo durante el desarrollo de la obra, aún en una escena trágica o
dramática (en el sentido de problemática) esa sonrisa connotará una
contradicción que habrá que interpretar a la luz del conflicto y la ideología que
se desee transmitir. O, si una música triste acompaña una escena cómica puede
estar mostrándose un problema implícito que el espectador deberá decodificar.
Es decir, los significados que arrojan los signos escénicos son múltiples y
variados y dependerá de la poética de la puesta, el valor significante que
asumirá cada uno de ellos.

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 Por último, diremos que otra forma en que funcionan los códigos escénicos
mencionados para transmitir su mensaje, también de acuerdo a la estética con
la que trabaje la representación, es:

-       de manera realista o mimética

-       de manera indicial

-       de manera simbólica

Cualquiera de los signos escénicos, que aparecen en los cuadros expuestos


más arriba, funciona de manera realista si la forma en que son usados trata de
copiar la realidad y reproducirla en escena; pongamos por caso que se quiere
escenificar un living de manera realista, se pondrán en el espacio escénico
todos los elementos que habría en un living real, para generar la ilusión de
realidad propia de este género. La siguiente imagen de Los árboles mueren de
pie de Alejandro Casona, es un ejemplo de esto:

Funciona de manera indicial si, con algún o algunos elementos, se da indicios


o  se sugiere lo que se quiere transmitir; siguiendo con el ejemplo del living,
con colocar un sillón y una mesa ratona, ya se logra dar idea del living. 

Si, por último, se quieren utilizar cualesquiera de los códigos mencionados de


modo simbólico, se apelará a colores, texturas, formas (u otro tipo de signos)
que representen algún concepto abstracto o idea que tenga que ver con el
conflicto o esa visión de mundo que se desea transmitir. Así, si se quiere
simbolizar la muerte, se usarán colores oscuros o pueden aparecer palomas
que simbolicen la libertad, por tomar símbolos convencionales de nuestra
cultura, aunque otros pueden ser mucho más complejos.

Como conclusión, diremos que, por lo desarrollado, se percibe que el género


dramático está compuesto por dos instancias claramente diversas, aunque
obviamente relacionadas: el texto u obra dramática con sus propias
especificidades de escritura, como cualquier género literario y el texto
espectacular o representación, con sus propios códigos escénicos, entre los
cuales está incluida la palabra dramática.
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Bibliografía general

Kowzan, Tadeus: “Los signos teatrales”, en revista Nuevo drama. Cuadernos de


investigación teatral, I, Nº1, 1970.

Villegas, Juan: Interpretación y análisis del texto dramático, Colección Telón, Canadá, Girol
Books, 1982.

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