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NANCY BERTHIER
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Memorias del subdesarrollo (T. Gutiérrez Alea, 1968)
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de la revolución, todo, contra la revolución, nada”. ba tampoco la dimensión industrial del cine, men-
Se definían claramente los límites de la libertad crea- cionada en el mismo preámbulo de la ley, en terce-
dora, al señalarle su deber al artista auténticamente ra posición, lo cual complicaba algo más la situa-
revolucionario (“dentro” y “para”): ción. Arte, industria, política, estos fueron los tres
polos en torno a los cuales se desarrolló el cine
cubano: crear una infraestructura industrial, sin
el revolucionario pone algo por encima aun de su pro-
ceder a los imperativos de rentabilidad comercial
pio espíritu creador: pone la Revolución por encima
tradicionales del capitalismo, alentar una creativi-
de todo lo demás y el artista más revolucionario sería
dad de tipo vanguardista, pero tratando de confor-
aquel que estuviera dispuesto a sacrificar hasta su
marla a la nueva realidad política, tales eran los retos
propia vocación artística por la Revolución.
iniciales del ICAIC para promover otra concepción
del cine. A partir de ahí, la historia del cine cubano
Desde los orígenes, la reorganización de la cinema- desde 1959 hasta hoy en día, ha oscilado irregular-
tografía cubana llevada a cabo a partir de la creación mente entre estos tres polos y esa peculiar dinámica
del ICAIC se presentó entonces como un auténtico lo ha configurado como un conjunto harto original
desafío ya que se apoyaba en una concepción del en la historia del cine. Si Memorias del subdesarrollo,
cine fundamentada en dos polos (arte/propaganda) dirigida en 1968 por Tomás Gutiérrez Alea, pudie-
que podían ser antitéticos o por lo menos difíciles ra en cierta medida presentarse como una película
de conciliar y equilibrar. Por otra parte, no se nega- paradigmática por combinar equilibradamente
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estos tres polos, en realidad, el cine cubano realiza- tarse de un periodo histórico inconcluso que dista
do después del 1959 ostenta una gran variedad de suscitar juicios ecuánimes. El cine cubano, como
combinatoria. Desde los filmes clara y fundamental- cualquier aspecto de la Revolución cubana, se suele
mente propagandísticos hasta la producción crítica, enfocar desde posiciones harto apasionadas, sea a
sea desde dentro del sistema (el ICAIC), sea fuera favor, sea en contra, pero muy pocas veces con la sana
de él (con el movimiento de los aficionados, por distancia que requiere la investigación científica.
ejemplo), el panorama es amplio, diversificado, El objetivo de este número monográfico sobre el
complejo y rico en un país excepcionalmente ciné- cine cubano de la Revolución, con sus “luces y
filo. Si el sistema ha producido numerosas “luces” sombras” no es, claro está, formular un balance de
que han brillado en el firmamento del séptimo arte, por sí imposible de hacer, ni tampoco intentar dar
como la citada Memorias del subdesarrollo de Tomás cuenta de todos los aspectos del tema, tratándose ni
Gutiérrez Alea, también engendró unas “sombras” más ni menos de un corpus constituido por cente-
10 que evidenciaban sus propios límites, el destino de nares de películas, realizadas además durante un
la película PM en 1960 (Orlando Jiménez Leal y periodo bastante largo, que cubre más de 4 déca-
Sabá Cabrera Infante) constituyó una primera y das. Solo se pretende apuntar aquí ciertos aspectos
severa advertencia. relevantes de esta cinematografía, que correspon-
Aún es temprano para hacer un balance completo den con unos enfoques novedosos, y según un prin-
de esta experiencia indudablemente única en el cipio de variedad. La variedad temática y metodoló-
mundo, por su duración y su radicalidad. En efec- gica del conjunto, que tiene valor de muestra, se
to, la historiografía del cine cubano está por hacer. debe a la variedad tanto generacional como geográ-
Si existen hoy en día algunos estudios de referencia, fica de los autores de los textos, procedentes de
todavía quedan amplias zonas por estudiar para Cuba, Estados Unidos, Gran Bretaña, España y
entender a fondo el cine cubano desde el año 59: el Francia.
mismo funcionamiento del ICAIC, sobre el cual no Si empezamos “desde el pasado”, con el repaso de
existe un estudio pormenorizado, la figura de Ambrosio Fornet a la “prehistoria del cine en
Alfredo Guevara, fundador de la institución y su Cuba”, que a primera vista pudiera parecer “fuera
presidente durante muchísimos años, la recepción de tema”, es para permitir al lector insertar el cine
del cine cubano en el país, su economía peculiar, su cubano de la Revolución dentro de una historia del
proyección internacional, el papel desempeñado cine nacional prerrevolucionario. Como lo demues-
por las coproducciones, la producción audiovisual tra Julie Amiot en el primer artículo de la parte titu-
alternativa, fuera del ICAIC, y un largo etcétera. lada “desde la teoría”, la historiografía oficial,
Por otra parte, el balance resulta dificultado por tra- expresada en la revista Cine cubano, se asentó en un
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“mito del ‘punto cero’” a partir del cual, durante versión de la identidad nacional, los revolucionarios
décadas, se afirmó que el cine postrevolucionario se situaron naturalmente “desde la historia”.
había nacido de la nada, adquiriendo la creación del Michael Chanan pone de realce la reconfiguración
ICAIC un valor fundacional para la historia de la de la memoria en el cine cubano, en torno a varias
cinematografía nacional. El segundo aspecto de la generaciones y apoyándose en la noción de “screen
tendencia cubana a asociar práctica cinematográfica memory”. En cuanto a Santiago Juan Navarro,
y teoría propone una lectura pormenorizada y críti- estudia la manera en que los “100 años de lucha
ca, por Carlos Campa, de los textos teóricos de dos por la liberación”, en 1968, se plasmaron en el cine
de los “pioneros del cine revolucionario”, Tomás de ficción del ICAIC con una estética harto origi-
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Gutiérrez Alea que teorizó y defendió la idea de nal. “Desde los márgenes” recorre dos aspectos de
“dialéctica del espectador” y Julio García Espinosa, la marginalidad en el cine cubano: una marginali-
la noción de “cine imperfecto”. “Desde el docu- dad de tipo temático, estudiada por Désirée Díaz a
mental” declina tres vertientes de la producción partir de la representación del tema, tabú durante
mucho tiempo, del exilio y la emigración en el cine 11
documental cubana, particularmente rica durante
todo el periodo, tanto cuantitativa como cualitati- de la Revolución. En cuanto a Juan Antonio García
vamente, mediante tres acercamientos distintos: Borrero, presenta el “caso” Alicia en el pueblo de
María Luisa Ortega la estudia a partir de una fecha Maravillas, uno de los filmes que en la historia del
clave para la historia del cine cubano, el año 1968, cine cubano postrevolucionario, al situarse muy al
lo cual le permite incluir su dimensión vanguardis- margen del discurso oficial, desencadenó una grave
ta en un panorama cinematográfico internacional crisis: esta presentación le permite al autor entablar
más amplio y mostrar cómo se vincula con él. Dean una reflexión sobre “el cine cubano y la cultura de
Luis Reyes enfoca una categoría que define como la polémica”. Por fin, cerramos el volumen con una
“documental reflexivo”, apoyándose en la obra de mirada al “cine cubano de hoy”, “hacia el futuro”
Nicolás Guillén Landrián y muestra que esta veta ha guiados por Ann Marie Stock, quien nos introduce
permitido, fuera de los cauces oficialistas, ofrecer el en la “6ª Muestra Nacional de Nuevos Realizadores”,
“testimonio paralelo de una Revolución”. Nancy celebrada en el año 2007, en compañía de los talen-
Berthier se interroga sobre el papel del documental tos del cine cubano de mañana…
en la obra de uno de los cineastas más destacados
del periodo, Tomás Gutiérrez Alea y evidencia el
fuerte contraste entre su producción de ficción y
documental que corresponden con dos maneras
cinematográficas distintas, por no decir opuestas,
de vincular arte y política. Al proponer una nueva
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Cine y revolución cubana: luces y sombras
Desde 1959, cine y revolución están estrechamente relacionados en Cuba. El objetivo de este
dossier sobre el cine cubano de la Revolución, con sus « luces y sombras », no es formular un 13
balance definitivo de por sí imposible de hacer, ni tampoco intentar dar cuenta de todos los
aspectos del tema, tratándose de un corpus constituido por centenares de películas,
realizadas además durante un periodo bastante largo, que cubre más de 4 décadas. Solo se
pretende apuntar aquí ciertos aspectos relevantes de esta cinematografía, que corresponden
con unos enfoques novedosos, y según un principio de variedad. La variedad temática y
metodológica del conjunto, que tiene valor de muestra, se debe a la variedad tanto
generacional como geográfica de los autores de los textos, procedentes de Cuba, Estados
Unidos, Gran Bretaña, España y Francia.
Film and The Cuban Revolution: High points and Low Points
From 1959 on, film in Cuba was closely tied to the Revolution, and this issue is dedicated to
that special relationship, with all its high points and low points. Hundreds of films were made
during this period lasting over four decades, and we must necessarily limit our approach to the
subject. What we have consolidated in this issue are new perspectives on this extensive
corpus through a variety of generational and geographic standpoints by scholars from Cuba,
the United States, Great Britain, Spain, and France.