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ELOGIO A LA LOCURA

ELOGIO A LA LOCURA
Hernández Terán Enrique Eduardo

Ensayo

Filosofía I

13 de enero de 2023
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ELOGIO A LA LOCURA
INTRODUCCIÓN

En Elogio a la locura, Erasmo de Rotterdam nos presenta a la voz de la locura: un personaje,

cínico, extrovertido y juguetón que intentará convencernos de que la locura es necesaria para

la existencia del ser humano. Bajo esta tesis, la locura nos avisa que parte de su trabajo es

hacer más bella y suelta la vida humana a través de la adulación, el amor propio, la pereza,

la malicia, la voluptuosidad y el olvido. A través de estas manifestaciones de la locura, ella

hace un recorrido sobre diversas situaciones y valores de la vida humana que, al ser atendidos

con locura, han de resolverse con mayor facilidad.

Por poner un ejemplo, cuando la locura nos habla de cómo traer bebés al mundo, nos

menciona que la seriedad es inútil y hasta un estorbo para tal labor; que los órganos más

serios no son tan partícipes del acto y que los más burlescos o en este caso, locos, son los

únicos implicados directos en la relación sexual. Así, como en otros aspectos de la vida, la

locura se coloca por encima vociferando que sin ella nuestra vida sería sosa, gris, aburrida e

insoportable. Que, por más contradictorio que parezca, para permanecer cuerdo hace falta no

estarlo de vez en cuando.

LA LOCURA SOBRE LA RAZÓN

Erasmo considera que la verdadera sabiduría se encuentra, fundamentalmente, en la locura

misma. Durante el elogio, se nos hace hincapié en que los grandes genios y artistas habían

sido criticados en algún punto de su vida hasta que el tiempo les dio la razón. Aquí también

podemos encontrar otro valor de la locura: es contextual. Pensando en un ejemplo

contemporáneo, si actualmente alguien dijera que la tierra era plana lo tacharíamos de loco e

insensato, de ignorante y de conspiracionista, mientras que en una época como la edad media
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era un saber común que no hubiera sido criticado por nadie. Por el contrario, si esto fuese a

la inversa, tal como le pasó a Nicolás Copérnico, la iglesia hubiera buscado a cualquiera que

se atraviese a decir tales herejías, tales locuras. Podemos concluir, como primera tesis, que

la locura tiene una pésima reputación histórica.

Regresando a la necedad (por cierto, otro de los sustantivos usados para llamar a la locura

en la múltiples traducciones que se han hecho de este elogio) para la locura el verdadero ser

humano es aquel que respeta su naturaleza entregándose más a las pasiones que a la razón y

haciéndolo sin gran reparo. Así, hace una gran crítica al pensamiento estoico que coloca a la

razón y la disciplina como valores principales del buen vivir:

“Según la definición de los estoicos, si la sabiduría no es sino guiarse por la razón y, por

el contrario, la estulticia dejarse llevar por el arbitrio de las pasiones, Júpiter, para que la

vida humana no fuese irremediablemente triste y severa, nos dio más inclinación a las

pasiones que a la razón.” (Erasmo de Rotterdam)

Además, la locura nos informa que ella es arrebatada del ser humano gradualmente, de la

niñez a la adultez. Podríamos incluso decir que lo que hace a un adulto un sobrio y aburrido

adulto es la carencia de locura. El único ser con licencia para la locura es el niño, inocente y

tierno, al que no se le culpa ni castiga demasiado si hace una travesura de vez en cuando; es

bien sabido que a los adultos las travesuras no se les perdonan fácilmente.

Con esta segunda premisa valdría la pena cuestionar: ¿Por qué la sociedad se esfuerza

arduamente en restringir la locura a los adultos? ¿Por qué a medida que un niño va creciendo

se le permite mucho menos el juego, la invención y la creatividad y se busca reemplazar estas

perversiones infantiles con actividades serias y productivas? Yo tengo una posible respuesta,
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y esta respuesta nos hace regresar a Copérnico: un loco con estudios, poder económico, poder

político o cualquiera de esas recompensas que se les dan a los adultos, puede cambiar el

mundo. El niño es demasiado inocente y carece de conocimientos; por otra parte el adulto

está tan ocupado en el trabajo, la iglesia o cualquier otra “racionalidad” (llamémoslas así por

la antítesis que generan ante la locura), mientras que el loco, el verdadero loco con algunos

cuántos años encima es capaz de rebelarse contra todo. La locura es el combustible para el

cambio.

USO DEL HUMOR

El uso del humor en esta obra es de altísima importancia ya que funciona como lubricante

para el grado crítico de muchas de las posturas del autor. El estilo cómico hace mucho más

llevadero el leer tesis tan agudas sobre el comportamiento humano, sobre todo teniendo en

cuenta que si existe un grado alto de oposición entre las ideas del personaje de la locura, ergo

en las de Erasmo de Rotterdam, y las ideas institucionalmente aceptadas por el gobierno y

por la Iglesia. Insistiendo en el poder de la risa, recuerdo El nombre de la rosa, historia en la

que se debate constantemente sobre por qué los textos relacionados al poder de lo cómico no

son permitidos para la consulta pública. La comedia es la forma y la locura el fondo de una

misma obra. Si hay comedia, ha de haber locura y viceversa; la locura sin comedia es vulgar

y grotesca, la comedia sin locura es superficial e inútil.

CONCLUSIÓN (O CÓMO ALCANZAR LA FELICIDAD)

Desde pequeños, se nos enseña que uno de los grandes objetivos de nuestra vida ha de ser

alcanzar la felicidad; aunque no tardamos mucho en darnos cuenta de que este objetivo es

utópico y prácticamente imposible. La naturaleza de la felicidad es incompatible con la de la


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sociedad. La felicidad pertenece a las personas despreocupadas; en una sociedad como la

nuestra, las únicas personas despreocupadas son los niños. Aquellos niños locos a los que se

les arrebata su único privilegio frente a los adultos al llegar a la adolescencia. Para Erasmo,

hace falta una ligera dosis de rebeldía para alcanzar la felicidad. No hace falta entregarse

ciegamente a la locura sino aprender de ella y aceptarla en nuestras vidas como aceptamos a

la tristeza, a la angustia, al miedo y a todas las otras emociones y sentimientos. La felicidad

está en el punto medio, en la agudeza del equilibrista sobre la cuerda floja de la vida que es

capaz de atravesarla sin caer en el absoluto de la locura o la razón.

Referencias:
Rotterdam, E. de, Cedeno, Y., & de Rotterdam, E. (2016). Elogio de la Locura. Van Haren

Publishing.

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