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Principios de
sociolingíiística
y sociología
del lenguaje
ISBN: 84-344-8224-X
INTRODUCCIÓN
por los procesos cognoscitivos que se producen entre la percepción del contexto so
cial y la conducta comunicativa; pretende explicar las motivaciones subyacentes a
ciertas conductas, durante los encuentros comunicativos, y sus consecuencias sociales.
Los principios básicos de la teoría son los de convergencia y divergencia: la conver
gencia es una estrategia comunicativa que los hablantes siguen para adaptarse a una
situación y al habla de sus interlocutores; la divergencia es un procedimiento por el
que los hablantes acentúan sus diferencias lingüísticas y comunicativas respecto de
otros individuos. A lo largo de este manual tendremos oportunidad de comprobar que
la acomodación o adaptación ofrece explicaciones convincentes para fenómenos tan
diversos como el cambio de estilo, los mecanismos de la conversación o la elección de
lengua,
La organización interna de este Principios ofrece cuatro partes. Las tres prime
ras responden a un recorrido lineal que va de lo particular a lo más general; comen
zaremos por la explicación de elementos tan concretos como los sociofonéticos, para
concluir en el vasto ámbito de la convivencia de lenguas y sociedades diferentes, si
guiendo un itinerario que nos llevará por la variación estilística, la variación en gru
pos sociales y los procesos de interacción comunicativa entre individuos. Caminare
mos del «hablante» a la «nación», del «sonido» a la «cultura», presentando, en la pri
mera parte, los principios fundamentales de la sociolingüística propiamente dicha (la
variación en la lengua), en la segunda parte los conceptos básicos de la etnografía de
la comunicación (la lengua en su uso social) y, en la tercera, los temas más destaca
dos de la sociología del lenguaje y de los estudios de lenguas en contacto (la coexis
tencia de lenguas y sociedades). Los títulos de los capítulos nos dan una idea más pre
cisa de su contenido; la variación en los niveles de la lengua, las variables sociales, pa
trones de variación sociolingüística, variedades lingüísticas, el cambio lingüístico vis
to desde la sociolingüística, el concepto de variación, principios de sociolingüística, en
la primera parte; interacción comunicativa y cortesía, discurso y conversación, actitu
des lingüísticas, lengua, cultura y pensamiento, en la segunda parte; bilingüismo, di-
glosia, elección, mantenimiento y sustitución de lenguas, lenguas en contacto, lenguas
pidgin y lenguas criollas, en la tercera parte.
Los asuntos lingüísticos que en este volumen se van a tratar abarcan el espectro
completo de los niveles de la lengua, desde el fonema —casi desde el rasgo distinti
vo— a la macroestructura del texto, pasando por el morfema, la oración y las se
cuencias textuales más simples. Y todos ellos son vistos en su relación y correlación
con los múltiples factores sociales que concurren en las comunidades de habla, desde
la división en clases o estratos a la interacción comunicativa, pasando por diversos ti
pos de organizaciones sociales.
Por otro lado, es conveniente anunciar que la lingüística será la ciencia que nos
sirva de norte en la presentación y valoración de los fenómenos de la lengua y de la
sociedad. Pero debe saberse, igualmente, que no dudaremos en conceder espacio a
una sociolingüística que vaya algo más allá de la lingüística o que nos obligue a dis
currir por otras disciplinas, como la sociología, la antropología, la psicología social, la
etnometodología, la etnografía, la pragmática, el análisis del discurso, el análisis de la
conversación, la lingüística del texto. A todas y cada una de estas parcelas se les re
conoce una relación, más o menos estrecha, con la sociolingüística; por eso serán ob
jeto de nuestro comentario, pese a que los lingüistas puedan reprocharnos el aban
dono del terreno de la sociolingüística estricta.
IN T R O D U C C IÓ N 13
Las tres primeras partes de este manual darán prioridad a la presentación de los
conceptos y principios básicos de la sociolingüística, procedan de la escuela que pro
cedan, aunque el peso de la investigación norteamericana se ha de hacer notar. Pro
curaremos no detenernos tanto en la sociolingüística como en lo sociolingüístico, dan
do protagonismo a la lengua y a la sociedad, esto es, a los hechos sociolingüísticos
propiamente dichos. Además, todos los capítulos van seguidos de unas propuestas de
ejercicios y de reflexiones que los lectores podrán utilizar según sus gustos o necesi
dades: los profesores pueden encontrar en ellas un apoyo metodológico y unas pocas
ideas, de valor desigual, para proponer actividades prácticas relacionadas con la so
ciolingüística; los estudiantes tendrán aquí una ayuda para afianzar los conocimientos
adquiridos y un acicate para investigar o para ampliar sus lecturas. En total se pro
ponen unos 70 ejercicios y reflexiones, que se acompañan de indicaciones y comen
tarios bibliográficos a propósito de lo tratado en cada capítulo.
La cuarta parte de este libro (teorías, métodos y aplicaciones) estará dedicada es
pecíficamente a la sociolingüística como disciplina, podríamos decir a la meta-socio-
lingüística, como metodología, como corriente de estudio en desarrollo: dedicamos un
capítulo a las relaciones entre sociolingüística, sociología del lenguaje y etnografía de
la comunicación, otro a la teoría y a los métodos de la sociolingüística variacionista,
por ser especialmente representativa de la investigación actual, otro a la aplicación de
nuestra disciplina a la enseñanza de lenguas y un último capítulo a la planificación lin
güística. Sabemos que son muchas las ideas y los problemas que dejamos a un lado,
pero es el precio de la fidelidad a unos objetivos generales. De este modo nos hace
mos cómplices de otros manuales de sociolingüística, compañeros de viaje, cuya lec
tura o consulta recomendamos encarecidamente porque allí se explica muy bien lo
que aquí no hemos podido o no hemos sabido explicar.
En el capítulo de agradecimientos —el más breve y el más sentido de todos los
capítulos de esta obra que ahora empieza— deseo recordar, en primera y singular
persona, a mis alumnos, a mis maestros y a mi familia. Los alumnos de la Universi
dad de Alcalá y de los cursos y seminarios que he dictado por muchos lugares son en
realidad los responsables de que esta obra se haya escrito de la forma en que ha sido
escrita: sus preguntas y gestos son un libro más abierto que el que ahora, lector, tie
nes en tus manos. Por otra parte, cada día que pasa siento un mayor cariño y un ma
yor respeto por mis maestros, y no quiero desaprovechar esta oportunidad para ma
nifestárselo, especialmente al maestro Alvar, el más querido. En cuanto a mi familia
—mi mujer, mis hijos, mis padres, mis hermanos— sólo quiero constatar algo que sue
le presumirse como sentimiento universal: que están por encima de todo y que son lo
único que realmente merece la pena. Lo siento por la sociolingüística.
P r im er a parte
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA
C a p ít u l o 1
Lengua y variabilidad
o /l/ implosivos {multa, murta): realizaciones más o menos africadas o fricativas de ch.
el uso del seseo, el ceceo y la distinción de s y la realización de Inl. en posición fi
nal, como nasal alveolar o como nasal velarizada; el uso de los morfemas -ra o -se
para el imperfecto de subjuntivo; el leísmo, el laísmo o el loísmo, la presencia o au
sencia de sujeto pronominal; la preferencia por ciertas construcciones activas o pasi
vas., Al elemento, rasgo o unidad lingüística que puede manifestarse de modos diver
sos —esto es, de forma variable— se le da el nombre de variable lingüistica Así, una
variable lingüística es un conjunto de expresiones de un mismo elemento y cada una
de las manifestaciones o expresiones de una variable recibe el nombre de variante lin
güística.
Al identificar un fenómeno de variación, las preguntas que surgen de modo in
mediato, en cualquier nivel lingüístico, son ¿por qué?, ¿cómo se ha originado? Y las
respuestas suelen requerir el auxilio de disciplinas como la dialectología o de la his
toria de la lengua porque es habitual que haya factores extralingüísticos implicados
en la variación; factores como la geografía (variación geolingüística), la historia (va
riación histórica) o la situación comunicativa, en su sentido más amplio (variación
estilística). Todos estos factores pueden ser responsables o explicar muchos casos de
variación. Pero los especialistas en sociolingüística también entran a responder esas
preguntas y otras complementarias o de mayor detalle: ¿cómo se manifiesta esa va
riación? ¿Qué factores la determinan? ¿Qué capacidad de determinación tiene cada
uno de los factores concurrentes? ¿Qué variantes lingüísticas caracterizan a unos gru
pos sociales y a otros? Y la sociolingüística se preocupa de estos asuntos porque los
factores sociales también pueden determinar y explicar la variación.
Henrietta Cedergren1y Humberto López Morales2 han señalado, desde la socio-
lingüística y con toda claridad, que los factores que determinan la aparición de unas
variantes lingüísticas en ciertas circunstancias y de otras variantes en circunstancias
diferentes, dentro de una comunidad de habla, responden a estas cuatro posibilidades:
siguiente forma: «que las variantes no vengan determinadas por factores lingüísticos
ni por factores extralingüísticos». Estos casos interesan a la sociolingüística en tanto
en cuanto también es necesario demostrar empíricamente que un fenómeno de va
riación no viene deter minado efectivamente por tales o cuales factores.
Terminamos este epígrafe insistiendo en el hecho de que la variación, definida
como el uso alterno de formas diferentes de decirlo mismo, se puede encontrar prác
ticamente en todos los niveles de la lengua, desde el más concreto (fonético-fonoló-
gico) al más amplio (discurso, por ejemplo), pasando por la gramática y el léxico. Para
explicar el funcionamiento de estos usos, vamos a prestar atención separadamente a
la forma en que ejercen su influencia los factores lingüísticos (variación interna) y a la
forma en que lo hacen factores sociales como la edad, el sexo o la profesión, entre
otros. Pero, previamente hemos de detenernos en un concepto fundamental: «comu
nidad de habla».
Comunidad de habla
Variación fonético-fonológica
La variación fonética y fonológica es, sin duda, la más estudiada, la mejor cono
cida y la que presenta menos problemas teóricos a la hora de ser ejemplificada e in
terpretada: las variantes de un fonema —variantes facultativas, en la terminología es-
tructuralista— no suponen, al alternar, ningún cambio de significado. Volviendo a al
gunos de los ejemplos citados más arriba, la aparición en ciertas circunstancias de las4
4. Desde este punto de vista, el tratamiento que se le está dando es coherente con el que recibe el con
cepto de estratificación social en la sociología británica y norteamericana.
LA V A R IA C IO N E N L A L E N G U A 21
variantes [s] o [0 ] del fonema /s/ implosivo del español no implica cambio semántico
alguno (los aviones, lo avione); lo mismo ocurre con las variantes [r] y [1] del fonema
/r/ implosivo (comer, comeI) o con las variantes [d] y [0] del fonema Idl cuando apa
rece en posición final de palabra ( verdad, verdaz).
Pero, ¿qué es lo que hace que la variación fonético-fonológica sea relativamente
fácil de estudiar? Ante todo, la comodidad y seguridad con que se puede demostrar
que la alternancia de elementos, la variación misma, no implica cambios de significa
do. Pero eso no es todo. Existen ciertas características que convierten a los elemen
tos lingüísticos en susceptibles de ser analizados desde una teoría y un método típi
camente sociolingüísticos; en la medida en que se ajustan a esas características, más
adecuado resulta el análisis porque más rigurosamente se puede determinar qué fac
tores son los que hacen que aparezca una u otra variante y qué peso cuantitativo tie
ne cada uno de ellos.5 Las características a las que nos referimos son las siguientes:
Tenemos, por tanto, que las tres características presentadas (frecuencia, integra
ción en un sistema, estratificación social y estilística) se encuentran muy a menudo en
5. Véase W. Labov, The Social Stratiflcation o f English in New York City. Washington, D .C , Center for
Applied Linguistics, 1966, p. 32
6. Véase E. Martínez Celdrán, Fonología general y espartóla, Barcelona, Teide, 1988,
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Como han señalado numerosos especialistas, entre ellos López Morales,8 los fac
tores lingüísticos que pueden determinar la variación fonético-fonológica pueden di
vidirse en tres grupos: distribucionales, contextúales y funcionales. Los factores distri-
bucionales tienen que ver con el lugar en que aparece el fonema: posición inicial de
sílaba, final de sílaba interior de palabra, final de sílaba y final de palabra, etc. Los
factores contextúales están conformados por los elementos que anteceden y siguen a
la variable: consonante antepuesta o pospuesta, vocal antepuesta o pospuesta, pausa.
Los factores funcionales se refieren a la naturaleza de las categorías gramaticales en
las que se incluye la variable: función gramatical, tipo de morfema, lugar en la curva
de entonación, etc. Unos pocos ejemplos nos servirán para ilustrar cómo se manejan
los tipos (las variantes) de diversas variables y cómo se correlacionan esas variantes
con otros factores.9
7- Variación fonética y diversidad social en el espatio! dominicano de Santiago, Santiago, PUCMM, 1990,
pp. 135-136.
8, Sociolingiiistica, ob. cit., pp. 85-91.
9. En este momento sólo nos interesa comentar cómo las variantes pueden venir determinadas por fac
tores lingüísticos, lo que supondrá, de hecho, que los ejemplos propuestos no sean auténticas muestras de es
tudios sociolingüísticos, sino de meros estudios lingüísticos: se intenta explicar cómo funciona la lengua en sí
L A V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 23
misma, internamente. Con otras palabras, aunque en la realidad suele haber factores extralingüísticos impli
cados en la variación lingüística, sobre todo en la fonético-fonológica, preferimos dejar su presentación para
el capítulo siguiente, insistiendo en la idea de que la sociolingüística encuentra su sentido cuando los hechos
lingüísticos se correlacionan con variables sociales y situacionales.
10. Fonética y sociolingüística en la ciudad de Burgos, Madrid, CSIC, 1983.
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‘abril’)- Por último, tanto la vocalización como la elisión son frecuentes cuando el
acento recae en la sílaba siguiente al elemento analizado.
Un último ejemplo, en este caso recogido en el oeste de Argelia, sobre todo en
la ciudad de Orán:11 la variable /s/ en posición implosiva, es decir, final de sílaba. En
el español hablado en Orán. ya casi desaparecido, las realizaciones fonéticas más fre
cuentes del fonema fricativo sordo son el sonido sibilante [s] y la pérdida absoluta [0].
Para su estudio se han tenido en cuenta diversos factores lingüísticos (variables ex
plicativas): posición de /s/ dentro de la palabra (interior o final de palabra) y contex
to siguiente (consonante sorda, consonante sonora, vocal tónica, vocal átona). Los re
sultados del análisis cuantitativo de la relación entre la variable -/s/ y las otras varia
bles lingüísticas revelan que la pérdida de -5 se ve favorecida cuando va en posición
final de palabra y de grupo fónico; por otro lado, la pérdida se produce con más fre
cuencia cuando el contexto siguiente es una consonante sonora o una vocal tónica. En
otras palabras, en el español hablado en Orán es más probable que se pierda la 5, en
primer lugar, en posición final absoluta (las casa0) y, además, en casos como 100
mi0mo 0 año0 (final de palabra ante consonante sonora, interior de palabra ante con
sonante sonora, ante vocal tónica, posición final absoluta).
11. Véase F. Moreno Fernández, «Debilitamiento de -s en el español de Oran: análisis de sus contextos
fónicos», Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, 2.a época. I (1994), pp. 91-111
12. Sociolingüistica. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra, 1988, p. 98.
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13. «Hacia una tipología de la variación gramatical en sociolingüistica del español». Nueva Revista de
Filología Hispánica, 42 (1994), pp. 29-75.
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Es evidente que esta relación puede ver aumentado su número de variables, so
bre todo si se piensa en variedades dialectales concretas, como es claro que algunos
de estos ejemplos rozan el límite de la sintaxis, aunque no por ello dejan de ser bue
nas muestras de fenómenos morfológicos.
Las variables de tipo categorial son aquellas que afectan, en algunos casos, a ele
mentos de la morfología y, en casi todos, a la sintaxis, cuya variación implica a veces
los niveles semántico y pragmático. Es importante tener en cuenta que este tipo de
variables a menudo no vienen determinadas por factores sociolingüísticos, estilísticos,
históricos y geográficos o se ven determinadas por ellos de un modo bastante irregu
lar. Serían variables de tipo categorial las que se expresan a continuación:14
Las variables de tipo funcional son aquellas que afectan a la sintaxis, parcial
mente a la morfología, y que no suelen estar correlacionadas con otros factores de na
turaleza semántica. Por otro lado, como ocurre con las variables de tipo morfológico,
a menudo resultan determinadas por factores históricos, geográficos, sociolingüísticos
y estilísticos, aunque no siempre es así. Algunos ejemplos de estas variables son los
siguientes:
14. Martin Butragueño incluye más variables en la relación correspondiente al tipo calegorial, pero su
consideración nos obligaría a hacer justificaciones que nos alejarían mucho del interés principal de este capí
tulo. Hemos prescindido también de las variables que no parecen responder a factores de índole sociolin-
güística.
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c) Personalización de haber.
ha habido muchos problemas / han habido muchos problemas
d) Personalización de hacer.
hace seis años que no nieva / hacen seis arios que no nieva
f) Uso de lo o los.
se lo advertí a ustedes / se los advertí a ustedes
En lo que se refiere a las variables que Martín Butragueño llama de tipo posi-
cional, se debe señalar, en primer lugar, que en todas ellas suele verse envuelta la en
tonación; el nivel fónico, por tanto, tiene aquí su importancia. Al mismo tiempo, es
tamos ante variables que suelen implicar valores pragmáticos de diversa naturaleza,
no así morfológicos ni semánticos (orden sujeto-verbo, orden verbo-complemento,
orden adjetivo-nombre, etc.). Las variantes de estas variables pueden suponer usos
estilísticos diferentes que, salvo excepciones, no están correlacionados con factores
históricos, geográficos ni sociolingüísticos. Un ejemplo de variable posicional correla
cionada con la geografía o la sociolingüística sería el de los modificadores en un sin
tagma nominal: la, esta, su casa / la casa suya / la su casa.
Para ilustrar el modo en que ciertos factores lingüísticos pueden incidir en la va
riación morfológica y sintáctica nos serviremos de varios ejemplos: uno de ellos pro
cede del español de España y los demás del español de América; dos son de natura
leza morfológica y uno de naturaleza sintáctica.15
A propósito del español de la Andalucía oriental, concretamente en la Alpujarra
de Granada, López Morales ha analizado la presencia y ausencia de -Isl como marca
de plural en sintagmas nominales unimembres.16 Para el estudio, se han tenido en
cuenta variables lingüísticas, como la posición de un modificador respecto de un nom
bre (modificador antepuesto al nombre: las gachas, unos agujerillos; modificador pos
puesto al nombre: pimientos verdes, alambres fuertes) y la clase de palabra en la que
aparece o no aparece la marca de plural (nombre: echar horas, cultivar tomates', pro
nombre no clítico: estos comían, unos no pagan', pronombre clítico: nos vamos, los me-
15. Véase también V. Lamíquiz (dir.), El discurso sociolingiiistico. Sociolingüística andaluza 3, Sevilla,
Universidad de Sevilla, 1985.
16, «Desdoblamiento fonológico de las vocales en el andaluz oriental: reexamen de la cuestión», Revis
ta Española de Lingüistica, 14 (1984), pp. 85-97,
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rieron, no les pasa nadaJ. El análisis revela que. en la inmensa mayoría de los casos,
el primero de los elementos (sea modificador, sea nombre) conserva una manifesta
ción de -/si (generalmente en forma aspiración), mientras que el segundo no lleva
ningún tipo de marca (lah gachao); dicho con otras palabras, no llegan al 10 % los ca
sos en que la marca de plural no aparece en ninguno de los dos miembros del sin
tagma nominal. Desde otra perspectiva, el mayor número de ausencias de marca de
plural se localiza en los nombres, frente a la presencia generalizada de marca en cual
quier clase de pronombres, elídeos o no clíticos.
Otro ejemplo de variación morfológica es la alternancia de las formas -ra y -se.
En un estudio sobre el habla de Valencia (Venezuela), Manuel Navarro descubre
que, en consonancia con la tendencia general del español americano, el empleo de las
formas en -se es muy poco significativo; tan sólo tienen un uso digno de mención
cuando aparece en tiempos compuestos (hubiese venido) y en la prótasis de las ora
ciones condicionales (si hubiese cantado))1
Por último, un ejemplo de variación sintáctica, procedente del español de Amé
rica, concretamente de Caracas (Venezuela). La variable en cuestión es de tipo fun
cional: la presencia o ausencia del pronombre personal sujeto (canto / yo canto))s
Paola Bentivoglio ha estudiado este elemento teniendo en cuenta diversas variables
lingüísticas explicativas: el referente de la oración, la posible ambigüedad de la forma
verbal, el número y el tipo de verbo. El análisis descubre que el sujeto suele apare
cer, con mayor probabilidad, en los casos en que el referente de la oración no coin
cide con el referente de la oración anterior (nunca quise salir a cenar y ella nunca me
lo reprochó), cuando el número es singular y cuando el verbo es de percepción (ver,
oler, etc.). En esta variable, y así lo han comprobado tanto Bentivoglio como Silva-
Corvalán,17*19 no suelen tener incidencia alguna las variables de origen extralingüístico.
Variación léxica
17, «La alternancia -ra / -se y -ra / -ría en el habla de Valencia (Venezuela)». Lingüistica Española Ac
tual, XI (1989), pp. 117-124.
18 Why «canto» and not «yo canto»? The problent o f ftrst-person sttbject pronoiin in spoken Vcnezue-
lan Spanislt (tesis de maestría ine'dita). Los Ángeles, Universidad de California, 1980
19. Véase Sociolingiiistica Teoría y análisis, ob. cit., p. 115 y ss.
LA V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 29
20. G. Salvador, Semántica y lexicología del español. Madrid. Paraninfo, 1984. Para este autor sí hay si
nónimos
21. «Dificultades para el estudio sociolingüistico del léxico», // Encuentro de lingüistas y filólogos de Es
paña y México, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994, pp. 119-131.
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se dejará guiar por los intereses particulares de su estudio y por las características his
tóricas y dialectales de las variantes analizadas.
Asimismo, la cuestión de localizar auténticas variantes léxicas no es baladi en ab
soluto, dada la escasa frecuencia con que alternan en el discurso. De ahí que algunos
especialistas hayan optado por encontrar las variables f uera del discurso continuado
y natural: por medio de encuestas y cuestionarios. Si un hablante no usa formas léxi
cas equivalentes en su habla espontánea, lo mejor es preguntar directamente por
ellas, aunque el lamento de los sociolingüistas a la hora de utilizar los cuestionarios
para recoger unidades léxicas ha sido general:
Aquí (el estudio sociolingüístico del léxico] más que en ningún otro campo resulta
imprescindible el recurso de la encuesta, con todos los problemas que tal instru
mento conlleva (J. Borrego).23
Este lamento nace, no del rechazo de la encuesta misma, muy usada en otro tipo
de investigaciones (geolingüística, lingüística aplicada), sino de los inconvenientes que
presenta en relación con lo que William Labov llamó la paradoja del observador:
Debe advertirse, sin embargo, que todos los factores sociales, por importantes que
sean, están supeditados a los imperativos del sistema lingüístico; hasta la fecha se
ha comprobado en repetidas ocasiones que los factores sociales no son tan cate
góricos como los gramaticales: actúan donde el sistema lo permite.
Así pues, las variables extralingüísticas, especialmente las sociales, actúan allí
donde la lengua lo permite y no es casualidad que sea en el nivel léxico —el más pe
riférico o superficial, el más sujeto a los vaivenes históricos, el de mayor carga sim
bólica— donde estas variables parecen revelarse como más determinantes.
Reflexiones y ejercicios
1. Intente descubrir las variantes de los fonemas /A/ y lyl que existen en una co
munidad de habla española. ¿Cuántas «clases» de variantes se pueden identificar?
¿En qué condiciones lingüísticas se da cada una de esas clases de sonidos?
¿Suponen estos usos formas diferentes de decir lo mismo o se observa entre ellos
alguna diferencia semántica? Comente si el uso de un pronombre o de otro puede ex
plicarse por razones sociales, geográficas o estilísticas,
Orientaciones bibliográficas
Acerca de los fenómenos variables más característicos del español y de los fac
tores que los determinan, además de la bibliografía citada en el texto y a pie de pá
gina, es aconsejable la lectura de la obra dirigida por Manuel Alvar, también citada,
Manual de dialectología hispánica. Como introducción clara y sencilla a las caracte
rísticas del español de América, es muy recomendable la lectura de los dos volúme
nes de María Vaquero: El español de América I. Pronunciación y El español de A m é
rica II. Morfosintaxis y léxico (Madrid, Arco/Libros, 1996). Naturalmente, también es
muy útil, por tratar los asuntos lingüísticos en su historia y en su geografía, la con
sulta de la conocidísima Historia de la lengua española, de Rafael Lapesa (8.a ed., Ma
drid, Gredos, 1980), así como de la Morfología histórica del español, de Manuel A l
var y Bernard Pottier (Madrid, Gredos, 1983).
C a p ít u l o 2
LA VARIACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA.
LAS VARIABLES SOCIALES
Variación sociolingüística
Queda dicho que las variables extralingüísticas, específicamente las sociales, son
capaces de determinar la variación hasta donde lo permite el sistema de la lengua, y
queda ilustrado cómo unas variables lingüísticas, internas, pueden incidir en la apari
ción de tales o cuales variantes de una variable determinada. Es, por tanto, el mo
mento de centrarnos en las variables sociales que son capaces de determinar la va
riación lingüística y en el modo en que esas variables se combinan con las de índole
netamente lingüística. Con otras palabras, a partir de ahora afrontaremos en su tota
lidad el fenómeno de la variación sociolingüística, definido como la alternancia de dos
o más expresiones de un mismo elemento, cuando ésta no supone ningún tipo de al
teración o cambio de naturaleza semántica y cuando se ve condicionada por factores
lingüísticos y sociales.
La investigación sociolingüística ha permitido conocer que las variables sociales
que influyen sobre la variación lingüística lo hacen de un modo específico en cada co
munidad y respecto a fenómenos lingüísticos concretos. Aunque ya se ha explicado
que hay ciertos niveles de lengua en los que cabe esperar con más probabilidad la in
cidencia de factores extralingüísticos (fonética-fonología, morfología) y aunque es in
negable que existen hechos lingüísticos y sociales recurrentes, en realidad no es posi
ble conocer de antemano qué tipo de variables sociales van a actuar sobre unos ele
mentos lingüísticos en una comunidad dada. Y esto por dos motivos: en primer lugar,
porque los factores sociales actúan sobre la lengua de una forma irregular, es decir,
en dos comunidades de habla diferentes la variación sociolingüística de un mismo fe
nómeno no tiene por qué manifestarse de la misma manera; en segundo lugar, por-
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que los factores sociales no están configurados de forma idéntica en todas las comu
nidades, aunque en ellas se hablen modalidades cercanas de una misma lengua.
En efecto, los factores sociales no tienen por qué funcionar de igual manera en
todas las comunidades: puede que, en un lugar, la edad tenga mayor poder de deter
minación sobre la lengua o sobre cualquier conducta social que el nivel cultural, que.
en otro, el nivel económico provoque más diferencias lingüísticas y sociales que la
edad o que, en otro, el sexo sea irrelevante.. Todo esto es cierto, como lo es que una
mayor complejidad social en un comunidad puede dar lugar a una mayor variación
lingüística y a un uso social de la lengua más heterogéneo. Por eso las investigaciones
sociolingüísticas deben ir precedidas de un análisis sociológico de la comunidad y de
estudios exploratorios que permitan comprobar cuáles son las variables realmente im
portantes en la estructura social y cuáles son las que previsiblemente pueden influir
más en el uso social de la lengua.
Generalmente, los factores sociales que muestran una mayor capacidad de in
fluencia sobre la variación lingüística son el sexo, la edad, el nivel de instrucción, el
nivel sociocultural y la etnia, entre otros que también nos han de interesar.
Marco Tulio dice que en Roma para enseñar bien a los niños no
bles la pureza i la propriedad de su lengua latina natural a todos,
en las cosas principales daban el cuidado de su crianza a alguna
matrona parienta principal: porque en las rnugeres, dice, perseve
ra siempre i se conserva mas proprio i mas limpio el lengttage.
A mbrosio de Morales, Discurso sobre la lengua
castellana, 1585
Una de las primeras obras que la lingüística europea produjo en relación con la
variable «sexo» fue publicada en 1952. Se trata del volumen que la revista Orbis pre
paró para ofrecer un estado de la cuestión de alcance mundial sobre la lengua de las
mujeres (Le langage des femmes: Enqnéte lingiástiqne á l’échelle mondiale). En lo que
se refiere a la Romania, allí aparecieron estudios de Pugcariu, Capidan, Pop, Réca-
tas, Merlo, Piccitto, Griera, Badía y Salvador. En líneas generales, los temas discuti
dos en aquella época fueron dos: la conveniencia de utilizar mujeres como informan
tes en dialectología y el carácter arcaizante o innovador de su forma de hablar.
En relación con el primero, la idea más generalizada era que la mujer resultaba
de mayor utilidad en las encuestas que los hombres,1aunque también se hicieron jui
cios contrarios a éste. Acerca del arcaísmo o la innovación en el habla de las muje
res, hubo opiniones diversas. El carácter conservador es destacado en la mayor parte
1 Véase C. Merlo, «Le langage des femmes: Enquéte linguistique á l’échelle mondiale». Orbis, I (1952),
pp. 12-13.
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 35
de los trabajos reunidos en Orbis; tan sólo Piccitto señaló que no observaba diferen
cias claras,2 mientras que Pop, si en ese momento evitó dar una opinión, en otro lu
gar había señalado que tal vez el habla de las mujeres era más conservadora.3 De
cualquier modo,4 las afirmaciones hechas en casi todos esos trabajos partían de datos
bastante impresionistas e irregulares, por lo que el conservadurismo lingüístico de la
mujer quedaba por demostrar.5 De hecho, Gauchat había comprobado en Charmey,
muchos años antes, que las mujeres hacían un mayor uso que los hombres de formas
lingüísticas innovadoras.6
Algún tiempo más tarde, Manuel Alvar, partiendo de un estudio sobre el habla
de Puebla de Don Fadrique, en Andalucía,7 llega a la conclusión de que el arcaísmo
o la innovación del habla de las mujeres no depende tanto del sexo cuanto del tipo
de vida que se lleva en cada lugar. En la Puebla, los hombres ofrecían un «estado me
dio» de lengua, más cercano al castellano norteño y normativo, porque su movilidad
les permitía relacionarse con gentes del exterior; las mujeres, en cambio, acusaban un
mayor conservadurismo por tener menos contacto con hablantes de otras variedades.
Sin embargo, en el territorio conocido corno la «Andalucía de la e» (en la confluen
cia de las provincias de Sevilla, Málaga y Córdoba), las mujeres hacían uso de rasgos
más innovadores que los hombres. De ahí que Alvar acabe afirmando:
Decir que el habla femenina es conservadora, neologista o ni una cosa u otra es,
en verdad, no decir demasiado, por cuanto en su contexto social puede ser cada
una de esas cosas o todas ellas, y fuera del ámbito al que pertenece no es nada.8
El sexo puede mostrarse, por tanto, más como un factor de segundo orden, como
algo que suele subordinarse a dimensiones sociales diferentes y con mayor poder de
determinación.9 Boris Cazacu, por ejemplo, observó en el rumano de Meria que las
diferencias de edad son más importantes que las que determina el sexo.10
La experiencia de la dialectología y de la geografía lingüística en el estudio de la
variación lingüística, como en otros campos, es muy rica y sugerente, pero, sin duda
alguna, la mayor parte de lo que hoy sabemos acerca de la conducta lingüística de
hombres y mujeres se lo debemos a la sociolingüística. Esta disciplina ha dado un gran
protagonismo al factor «sexo» y lo ha convertido en objeto de atención permanente,
aunque en su seno se hayan hecho muchas afirmaciones infundadas, como las que
enfrentan el habla de los hombres y de las mujeres calificando la de éstas como con
servadora. insegura, sensible, solidaria y expresiva, y la de aquéllos como indepen
diente, competitiva y jerárquica. Afortunadamente, las investigaciones han ido mar
ginando poco a poco lo impresionista, lo subjetivo, para dejar su lugar a los hechos
probados y a las demostraciones solventes.11 Por otra parte, coincidiendo con las ob
servaciones hechas en algunos trabajos dialectales (v.g. los de Cazacu), la sociolin-
güística también ha comprobado que, en un número importante de casos, son otros
factores, como el nivel sociocultural o el estilo, las principales bases de la variación,
dejando al sexo relegado a un segundo plano.12 Ello no impide que haya estudios en
los que se aprecia con claridad que el sexo tiene más capacidad de influencia sobre la
lengua que otros factores, incluida la clase social: eso ocurre en el trabajo de Horvath
sobre el inglés de Sydney (Australia), por ejemplo.13
Entre los estudios sociolingüísticos preocupados por las diferencias entre las ha
blas de hombres y mujeres destacan singularmente los de corte etnográfico.14 Estos
Por tanto, cuando hablamos de fenómenos lingüísticos de los que los miembros
de una comunidad no son plenamente conscientes (por ejemplo, el yeísmo en muchas
J. Coates, «Some Problems in the Sociolinguistic Explanation of Sex Differences», en J. Coates y D. Came-
ron (eds ), Wonien in their Speech Conummities, Londres, Routledge, 19SS, pp. 13-26
15 Oxford, Blackwell, 19S2.
16. Véase A. López y R Morant, Gramática femenina. Madrid, Cátedra, 1991. En la segunda parte, res
ponsabilidad de Ricardo Morant, se proporcionan numerosos ejemplos procedentes de una observación di
recta.
17. Sociolingnisrics Parteras, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1972, pp. 301-304 También
se puede consultar la versión en español, Modelos sociolingüísticos, Madrid. Cátedra, 19S3.
18. Sociolingnistics of Language, ob. cit., pp, 92-102.
19. «Style, sex and linguistic conciousness», en F. Moreno Fernández (ed.), Sociolingnisrics and Srylisric
Variation, Valencia, University of Minnesota - Universidad de Valencia, 1992, p. 52.
3S PRINCIPIOS DE SO C IO LING ÜíSTICA Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E
comunidades), no tiene por qué seguirse ese «modelo» de conducta en hombres y mu
jeres..
Por otro lado, la tendencia a seguir un modelo prestigioso —a menudo conside
rado como normativo— no implica siempre un seguimiento del «modelo normativo».
El prestigio puede estar en las peculiaridades propias de una comunidad —lo que lle
varía al conservadurismo—, pero también en rasgos ajenos a ella, y estaríamos en
tonces ante una actitud innovadora Debe valorarse, no obstante, que, en los últimos
decenios, la aceptación y difusión de los medios de comunicación social, especial
mente la televisión, está haciendo que el modelo de referencia sea el mismo para cual
quier hablante de cualquier comunidad, sea hombre o sea mujer.
La inclinación hacia un modelo de prestigio se ve complementada por otra rea
lidad: en la mujer funciona con menor fuerza que en los hombres el denominado pres
tigio encubierto. El prestigio encubierto es el que está asociado a unos usos que no
son cultos, unos usos que están alejados de lo que abiertamente se reconoce como
normativo o adecuado y que a menudo son marcas de «masculinidad» entre los es
tratos socioculturales más bajos.20 El prestigio encubierto, que es un prestigio de gru
po, se opone al prestigio abierto, que es prestigio de comunidad y que se asocia a lo
correcto, lo adecuado, lo normativo.
Pero, ¿de dónde nace esa tendencia femenina a seguir los modelos de prestigio?
¿Por qué en muchas culturas se espera que la mujer ajuste su conducta sociolingiiís-
tica a un canon o unos referentes de prestigio? ¿Por qué los usos lingüísticos que se
consideran característicos de las mujeres o de los hombres tienen que ver directa
mente con el seguimiento o el abandono de una norma? La mayor parte de las res
puestas que se han dado a estas cuestiones tienen que ver con una interpretación so-
ciocultural del sexo, es decir, están relacionadas con lo que en la bibliografía anglo
sajona se llama gender ‘género’,21 que a su vez en nada coincide con el concepto de
«género» como categoría gramatical. El género sociocultural se opone al sexo en tan
to en cuanto el sexo es una característica biológica que viene dada prácticamente des
de el momento de la concepción del nuevo ser, mientras el género es una dimensión
sociocultural que el individuo adquiere al ser socializado. Tales conceptos, sin em
bargo, tienen unos límites borrosísimos y plagados de problemas, dado que el sexo
mismo es parte insoslayable del género.
Chambers y Trudgill, con un criterio que parte del concepto sociocultural de gé
nero, explican la tendencia de las mujeres a seguir los modelos de prestigio median
te los razonamientos siguientes:22 la falta de un lugar destacado en la sociedad hace
que las mujeres necesiten marcar su estatus social mediante una conducta específica;
por otra parte, la falta de cohesión de las mujeres en las redes sociales las obliga a
enfrentarse más a menudo a situaciones de formalidad, esto es, el lugar del hombre
en los intercambios sociales permite que consideren como de escasa formalidad mu
chas situaciones que las mujeres interpretan como más formales; finalmente, la edu-
20. Véase P. Trudgill, «Sex, covert prestige and linguistic change in the urban British English of Nor-
wich», Langttage in Society, 1 (1972), pp, 179-195. Ahora bien, Trudgill observó en las mujeres jóvenes una
conducta muy cercana a la de los hombres.
21. Véase E. Amezúa, «La sexología en el diálogo con la bio-psicosociología (a propósito del sexo, el
género y sus derivados», Sexología■cuestiones de fondo y forma. La otra cara del sexo, Madrid, Instituto de
Sexología, 1991, pp. 89-112 (Revista Española de Sexología, extra doble, n ° 49-50).
22. Dialectology, Cambridge, Cambridge University Press, 1980, pp. 97-98.
LA V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 39
catión suele llevar a las mujeres a desempeñar lo que se considera «su» función so
cial siguiendo unas normas de conducta socialmente aceptadas. Se ha añadido a todo
eso, que la adecuación a un modelo de prestigio es una estrategia interpersonal cuya
finalidad es el mantenimiento de la autoestima en los intercambios sociales.23
Frente a este punto de vista, el propio Chambers defiende unos años más tarde
(1995) una opinión semi-ecléctica en la que se da gran importancia al concepto bio
lógico de sexo.24 Para Chambers, las diferencias entre el habla de hombres y mujeres
pueden ser el resultado de una asignación de funciones socioculturales diferentes (gé
neros diferentes), sobre todo cuando las variables son estables y cuando hombres y
mujeres llevan vidas diferentes dentro de una comunidad.25 Esa situación recibe el
nombre de variabilidad basada en el género. Pero, según Chambers, estas diferencias
pueden persistir incluso cuando no se tienen en cuenta las diferencias de género: la
mujer tiene unas habilidades verbales mayores y mejores que las de los hombres y
que van más allá de las diferencias socioculturales. Las mujeres disponen de una ca
pacidad neurofisiológica verbal que se puede manifestar en forma de diferencias so-
ciolingüísticas, como el uso de un repertorio de variantes más amplio o el manejo de
unos recursos estilísticos más ricos que los hombres de sus mismos grupos sociales,
aun cuando los atributos «genéricos» sean similares o idénticos. A esta situación se le
da el nombre de variabilidad basada en el sexo.26
En nuestra opinión, ni la interpretación sociocultural ni la biológica están exen
tas de problemas. La primera porque su validez se limita necesariamente a comuni
dades concretas, dado que las conductas y actitudes sociolingüísticas, como ocurre con
otras conductas sociales, cambian de una comunidad a otra y evolucionan de forma
muy rápida; no son, pues, razones universales. La interpretación biológica presenta
un grave problema de base: conseguir una demostración objetiva, contundente y uni
versal.
Pero cabe plantear una interrogante más: ¿tan importantes son las diferencias en
tre el habla de hombres y mujeres? ¿Hasta dónde puede llegar la diferencia lingüís
tica entre sexos? Es evidente que no se puede ofrecer un explicación que sea igual
mente válida para todas las comunidades; de hecho podríamos encontrar muestras de
todo tipo de posibilidades: desde el conocido caso, parece que irreal, de la isla Cari
be, en la que los hombres hablaban una lengua (caribe) y las mujeres otra diferente
(arahuaco),27 hasta las comunidades en las que el sexo se revela como una variable
23. M. Deuchar, «A pragmatic account of women’s use of standard speech», en J Coates y D Carne-
ron (eds ), Women in Their Speech Communiries: New Perspecrives on Language and Sex, Londres, Longman,
1988, pp. 27-32. Las diferencias socioculturales explican también el funcionamiento del tabú lingüístico. El
tabú puede provocar diferencias entre las hablas masculinas y femeninas, pero, como señala López Morales,
«parecería excesivo pensar que todas las diferencias lectales entre sexos, sobre todo las halladas en comuni
dades urbanas modernas, sean debidas al sexo» (Sociolingiiisiica, 2 a e d , Madrid, Credos, 1993, p 119).
24. Sociolingüistic Theory, Oxford. Blackwell, 1995, p 102 y ss
25. Chambers habla de movilidad para referirse al contacto con otros grupos dentro de la comunidad o
procedentes de otras comunidades y afirma que en las sociedades modernas industrializadas la mujer tiene
una mayor movilidad que el hombre: sale a trabajar fuera de su barrio, va a otras zonas de la ciudad a com
prar, tiene contactos con grupos sociales diferentes, mientras el hombre centra su vida alrededor del trabajo
y de su vecindario.
26. No tenemos en cuenta la variabilidad que es consecuencia de las diferencias fisiológicas entre hom
bres y mujeres y que afectan al ámbito de la fonética.
27. El ejemplo lo da Peter Trudgill en su libro Sociolinguistics (3.a ed. rev., Harmondsworth. Penguin.
1983, pp. 79-80). Según un informe del siglo xvn, los nativos salvajes de Dominica explican que este circuns-
40 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G U ÍS T IC a 'i' S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E
absolutamente secundaria, pasando por los muchos estudios que descubren diferen
cias cuantitativas, aunque también cualitativas, en los niveles fonético y gramatical,
La experiencia nos confirma que las disparidades son mayores en aquellos rasgos lin
güísticos de los que los hablantes tienen una mayor conciencia, esto es, en las carac
terísticas que pueden convertirse con más facilidad en marcas o símbolos sociales.
Esta circunstancia se da con claridad en el léxico y en la pragmática; por eso suelen
aportar muchos, variados y valiosos materiales las investigaciones léxicas, los análisis
de la conversación o los estudios sobre tratamientos y recursos coloquiales.28
tanda se debió a que los caribes invadieron la isla arahuacohablante, mataron a todos los hombres y se unie
ron a las mujeres para repoblarla. El mismo informe del xvn habla simplemente de expresiones que son pro
pias de hombres y de frases o palabras que los hombres nunca dirían, pero no se hace referencia al uso de
lenguas diferentes.
28. Podrían añadirse los interesantísimos estudios sobre el lenguaje no verbal.
29. Véanse las referencias a Rousselot, Gauchat o Millardet en La Dialectologie de S. Pop (ob. cir.) y
en la Lingüistica románica. Evolución, corrientes, métodos de I. Iordan, Madrid, Alcalá. 1967.
30. P. Eckert, «Age as a Sociolinguistic Variable», en F Coulmas (ed ), The Handbook o f Sociolinguis-
tics, ob. cit., pp. 151-167.
L A V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 41
Entre las etapas del desarrollo lingüístico, tal vez la más importante sea la que
corresponde a la adquisición del dialecto y del sociolecto, la lengua del grupo social
al que pertenece el hablante. William Labov llegó a proponer en 1964, con resultado
polémico, una división periódica de seis fases para la adquisición del inglés llamado
«estándar», incluidas todas sus variedades regionales, sociales y estilísticas.31 Ese pro
ceso de adquisición es interpretado por Labov como un proceso de aculturación o de
alejamiento de los usos adquiridos en la adolescencia y una adecuación al modelo pre
dominante entre los miembros adultos de la comunidad. Las etapas del proceso de
adquisición son las siguientes:
31. «Stages in the acquisition of standard English», en R Shuy (ed), Social Dialeas and Language
Learning, Champaign, 111., National Council of Teachers of English, 1964, pp 77-103.
32. S. Romaine, The Langnage o f Children and Adolescenis: The Acquisition o f Communicative Com-
petence, Oxford, Blackwell, 1984, p. 85 y ss..
33. S. Romaine, The Langnage o f Children and Adolescent, ob.cit p. 99 y ss. Sobre la variación estilís
tica en los niños, véanse E. S. Andersen, Speaking with Style: The Sociolingnisric Skills o f Children, Londres,
Routledge, 1990; C B. Cazden, «The situation: a neglected source of social class differences in language use»,
Journal o f Social Jssues, 26 (1970), pp 35-60; «Situational variation in children’s language revisited», en D. B¡-
ber y E. Finegan (eds), Sociolinguistic Perspectives on Register, Oxford, Oxford University Press, 1994,
pp. 277-293..
34. «Social and stylistic variation in the speech of children: some evidence from Edinburgh», en P. Trud-
gill (ed ), Sociolinguistic Patterns o f British English, Londres, E. Arnold, 1978, pp. 158-171.
35 «Structural variability in phonological development: final nasals in Vernacular Black English»,
en R. Fasold y D. Schiffrin (eds), Language Change and Variation, Amsterdam, J. Benjamins, 1989, pp. 310-
332.
42 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A 'i' S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E
Roberts36 advierten, con datos en la mano, que es posible encontrar diferencias dia
lectales, estilísticas, de clase social o de sexo en niños de tres, seis, ocho, diez o doce
años y que, por lo tanto, la adquisición de una variedad lingüística, si bien viene de
terminada por factores biológicos, también lo está, y en modo notable, por factores
sociales.37
Estos argumentos nos llevan al comentario de una cuestión importante en el ám
bito de la sociolingüística: ¿qué edad mínima han de tener los hablantes para poder ser
objeto de un estudio sociolingüístico? La cuestión, estrechamente ligada al número de
generaciones que se manejan en este tipo de trabajos, ha recibido soluciones diversas:
P. Bentivoglio y M. Sedaño, en Caracas, entrevistan a informantes que tienen más de
14 años;38 M. Etxebarría, en Bilbao, estudia hablantes mayores de 15 años; O. Alba,
en Santiago de los Caballeros, y G. Perissinotto, en México, manejan informantes que
tienen 16 años o más;39 H. Ueda, para su estudio del léxico del español, recoge datos
de hablantes mayores de 18 años;40 H. López Morales, en San Juan de Puerto Rico.
J. A. Samper, en Las Palmas de Gran Canaria, F. Martínez, en Burgos, y otros muchos
trabajan con personas mayores de 20 años; en el «Proyecto para el estudio coordina
do de la norma lingüística culta» se utilizan informantes mayores de 25 años.41
Sea como sea, la sociolingüística no suele considerar conveniente la recogida de
datos de hablantes menores de 14 o 15 años para el estudio de grandes núcleos ur
banos, al menos mientras no esté suficientemente claro cómo y cuándo se llega a la
madurez en el uso social de la lengua.42 Si lo que se pretende es estudiar los cambios
lingüísticos en tiempo aparente, se recomienda el estudio de hablantes desde los
8 años de edad (véase el capítulo 5).43
Una vez advertidos los inconvenientes de la propuesta que hizo Labov en 1964,
hay que llamar la atención sobre otras explicaciones o interpretaciones. Comentare
mos brevemente dos: una del propio Labov;44 la otra de Chambers. William Labov,
36. P A Roberts y W Labov lo han comprobado con niños de tres anos Véase P. Eckert. «Age as a
Sociolinguistic Variable», art. cit.
37. P. Kerswill ha elaborado una escala de dificultad en la adquisición de características lingüísticas
indicando a qué edad suele darse Algunos de los estadios de esa escala, de mayor a menor dificultad de
adquisición, serían los siguientes: reglas fonológicas léxicamente ¡mpredecibles (3 anos; máxima dificultad);
nuevas oposiciones fonológicas (3-13 años); cambios gramaticales (8 años); sistemas prosódicos (12-15 años),
nuevas clases morfológicas (adolescencia); difusión léxica de cambios fonológicos; préstamos (mínima dificul
tad). Véase P. Kerswill, «Children, adolescents, and language change», Language Variation and Change, 8
(1996), pp. 177-202.
38. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», Boletín de
Lingüistica, 8 (1993), pp. 3-36.
39. Ésta es la edad mínima con la que se trabaja en las encuestas sociolingüísticas del Atlas lingüístico
(y etnográfico) de Castilla - La Mancha Véase P García Mouton y F Moreno Fernández, «Sociolingüística
en el Alias lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed ), ob. cit., pp. 139-149.
40. No es un estudio propiamente sociolingüístico, pero tiene en cuenta las variables sexo y edad. Pro
yecto Varilex (Variación léxica del español en el inundo). Tokio.
41. No se olvide que se trata de hablantes cultos de español Véase J. Lope Blanch, El estudio del es
pañol hablado culto. Historia de un proyecto, México, UNAM, 1986, p. 26 y ss.
42. Evidentemente, en los estudios en los que, además de lo sociolingüístico, preocupan aspectos psico-
sociales o psicológicos de maduración, desarrollo, etc., se trabaja con hablantes de edades menores. La dia
lectología, por su parte, trabaja normalmente con la generación en la que teóricamente se da una mayor es
tabilidad: entre 40 y 60 años, Véase S. Pop, La dialectologie, ob. cit., p„ 1161.
43. Véase W. Labov, Principios del cambio lingüístico. I, Madrid, Gredos, 1996, p. 104.
44. «Hypercorrection as a Factor in Linguistic Change», en W, Bright, Sociolinguistics, La Haya, Mou
ton, 1966. Incluido como capítulo en Modelos sociolingiiísticos, ob. cit., pp. 167-188,
L A V A R IA C IÓ N EN LA L E N G U A 43
esta vez en 1966. ofrece una explicación centrada en la adquisición de una «serie de
normas de habla» de la comunidad y no tanto en la adquisición de una variedad lin
güística determinada.45 Según Labov, la primera experiencia lingüística de los niños,
entre los 2 y los 3 años, está dominada por el ejemplo de los padres; entre los 4 y los
13 años, el modelo de habla está dominado y regulado por los grupos de preadoles
centes entre los que los individuos se mueven: se supone que en este período se fijan
los patrones automáticos de producción lingüística; durante la adolescencia, el ha
blante comienza a adquirir un conjunto de normas evaluadoras, hasta que a los 17 o
18 años llega a ser consciente de la significación social de su propio modo de hablar
y del de los demás, así como de los usos prestigiosos. La adquisición de las formas
prestigiosas es tardía, mucho más en los grupos sociales con menor instrucción; de ahí
que sea posible encontrar hablantes de entre 30 o 40 años de edad que aún intentan
reorientar su estilo más cuidadoso —y su concepto de la norma de prestigio— hacia
modelos cercanos a lo normativo.
Por su lado, J. K. Chambers parte del hecho de que las variables lingüísticas y
la alternancia de estilos se desarrollan conjuntamente con la fonología y la sintaxis
desde el comienzo del proceso adquisitivo y propone la existencia de tres períodos
formativos en la adquisición de los sociolectos: en primer lugar, la infancia, durante
la cual se desarrolla la lengua bajo la influencia de la familia y los amigos;46 en se
gundo lugar, la adolescencia, en la que los usos lingüísticos se llevan más allá de los
límites establecidos por la generación anterior, con gran influencia de los individuos
que forman parte de la misma red social: aquí se hace uso, por ejemplo, de un léxi
co de jerga o argot que ayuda a marcar distancias con las generaciones adultas; en
tercer lugar, la edad adulta joven, que tiende a hacer un mayor uso de la variedad
normativa («estándar»), al menos en aquellos contextos y ocupaciones en que el ma
nejo de la lengua es especialmente importante, a la vez que se procura fijar una va
riedad sociolingüística de acuerdo con ciertas aspiraciones y preferencias sociales.47
Después de esa tercera etapa, se supone que los hablantes estabilizan sus socio
lectos.
La división de edades que propone Chambers y los comentarios que hemos
hecho sobre la edad mínima de los informantes nos llevan a hablar de las divisiones
generacionales que se suelen practicar en la investigación sociolingüística: concreta
mente, ¿cuántos grupos generacionales pueden distinguirse en una comunidad y dón
de han de situarse los límites entre ellos? Aunque es evidente que el número de ge
neraciones y sus límites han de decidirse en función de los objetivos de cada estudio
sociolingüístico, no es frecuente que se trabaje con menos de tres grupos generacio
nales ni con más de cuatro, por más que los sociólogos trabajen a menudo con seis o
48. Sobre las técnicas de investigación más propias de los sociólogos, véase M. García Ferrando, J. Ibá-
ñez y F Alvira (comp.), El análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación, 2* ed., Madrid,
Alianza, 1989,
49. Para García de Diego, en las generaciones jóvenes se dan usos más innovadores y en las viejas usos
más conservadores. Véase Lingüistica general y española, Madrid, Gredos, 1951, p. 303 y ss
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 45
No podemos dar por concluido este apartado sobre la variable «edad» sin aludir
brevemente a una de sus principales implicaciones, el cambio lingüístico, aunque este
asunto será tratado más detenidamente en otro capítulo. La sociolingüística ha cons
tatado, a partir del comportamiento lingüístico de los grupos generacionales de una
comunidad, cómo se producen los cambios lingüísticos en curso: el cambio lingüísti
co, especialmente el fonético, es un proceso regular que se puede observar entre ge
neraciones sucesivas.50 El desarrollo del cambio, observado en un momento determi
nado v en hablantes de generaciones distintas, ofrece una imagen dinámica en «tiem
po aparente» que permite proyectar cómo será ese cambio en el futuro, coniorme
vaya transcurriendo el «tiempo real».
como el conjunto de actividades realizadas de forma más o menos regular como fuen
te principal de ingresos económicos-, la clase es una dimensión relacionada con los in
gresos, considerados corno un medio de conseguir objetos, el estatus es una dimensión
social referida a la obtención de respeto; el poder se define como la capacidad de re
alizar la voluntad propia, aun por encima de la voluntad de los demás.
En general, las propuestas que definen las clases haciendo concurrir varios fac
tores o dimensiones —enfoque multidimensional— consideran que no hay límites cla
ros entre estratos y que éstos no son más que categorías ordenadas a lo largo de un
continuum, de modo que los conflictos entre clases quedan reducidos a su mínima ex
presión teórica. Según Abercrombie, Hill y Turner,52 la división de la población en
tres clases —obrera, intermedia y alta— responde a un modelo convencional socioló
gico de la estructura británica de clases: los trabajadores manufactureros se sitúan en
la clase obrera, los trabajadores de bajo nivel que no son manufactureros (oficinistas,
técnicos) se sitúan en la clase media y los gerentes administradores y profesionales,
en la clase alta.53
La sociolingüística norteamericana moderna, fraguada alrededor de los años se
senta, ha basado su visión de la sociedad en las teorías de la estratificación que sur
gieron en Norteamérica y el Reino Unido después de la Segunda Guerra Mundial.
Estas teorías operan con varios indicadores que se combinan para distinguir varias
clases: los individuos quedan clasificados a lo largo de una escala social graduada,
atendiendo a atributos individuales como la educación, los ingresos o la ocupación,
entre otros. Desde esta perspectiva, los conflictos sociales quedan minimizados, al
concebir la sociedad como un ente unitario en el que los individuos comparten unos
valores y unas mismas normas de conducta y de prestigio.54
William Labov, principal responsable de la difusión entre los sociolingüistas de
este modelo de estratificación social, utilizó en su estudio The Social Stratification o f
English in Nav York City la división de clases propuesta por J. Michael en 1962 55 Se
trata de una escala lineal de clasificación social —o más bien del estatus social— ba
sada en un índice socioeconómico de 10 puntos que combina tres elementos: el nivel
de instrucción, la ocupación y los ingresos familiares; cada dimensión queda dividida
en cuatro grados o posibilidades (0, 1, 2 y 3). A los hablantes se les asigna una pun
tuación por cada una de las tres dimensiones, de modo que pueden recibir un máxi
mo de 9 puntos (3 + 3 + 3) y un mínimo de 0. Posteriormente los hablantes quedan
agrupados en las siguientes categorías o clases: clase baja (0-1), clase trabajadora
(2-5), clase media-baja (6-8) y clase media-alta (9).
Actualmente contamos con mucha más experiencia en el uso de índices de es-
cial; la «clase social» se aprecia de modo objetivo y está configurada fundamentalmente por el factor econó
mico. Véase J. F. Tezanos, La explicación sociológica: una introducción a la sociología, 2.a ed., Madrid, UNED,
1996, pp. 194-222.
52. Diccionario de sociología, Madrid, Cátedra, 1986.
53. Una de las críticas que ha recibido este modelo es que está basado exclusivamente en los hombres
e ignora por completo a las mujeres, cuya situación laboral no se ajusta al patrón expuesto. El androcentris-
mo es un rasgo común a muchas propuestas sociológicas
54. Véase G. Guy, «Language and Social Class», en F, J. Newmeyer, Language: The Socio-cultural Con-
text, Linguistics: The Cambridge Survey, IV, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, p. 41 y ss. Sobre
el concepto de prestigio, véase F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, ob. cit, pp. 173-200.
55. «The construction of the social class Índex», Codebook for the Mobilization for Youth, Nueva York,
Mobilization for Youth.
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A
47
tratificación social. Peter Trudgill trabajó en Norwich (Reino Unido) con un índice
formado por seis indicadores (ocupación, nivel de instrucción, ingresos, tipo de vi
vienda, localidad, ocupación del padre) que lo llevaron a distinguir cinco clases: clase
trabajadora baja, clase trabajadora media, clase trabajadora alta, clase media baja y
clase media media56 Por su parte, Shuy, Wolfrarn y Riley distinguieron cuatro clases
sociales en Detroit (Estados Unidos): clase trabajadora baja, clase trabajadora alta,
clase media baja y clase media alta?1 En algunos estudios también se ha manejado,
como expresión del nivel sociocultural, el barrio de residencia de los hablantes, pues
to que hay barrios o zonas urbanas en las que sólo pueden instalarse individuos con
cierto estatus y nivel de vida.5s
En el mundo hispánico, H. López Morales ha trabajado con la variable «nivel so
ciocultural» en su estudio de San Juan de Puerto Rico.5657859 Aquí, el nivel se considera
como una variable de post-estratificación, es decir, como una variable que no se tie
ne en cuenta para preparar la muestra, aunque sí a la hora de realizar los análisis so-
ciolingíiísticos: se distinguen cuatro niveles (bajo, medio-bajo, medio, medio-alto) para
los que se combinan tres parámetros (escolaridad, profesión e ingresos). En el estu
dio sociolingüístico del español de Caracas, Bentivoglio y Sedaño han manejado sie
te factores que permiten distinguir cinco niveles socioeconómicos. Los factores son
éstos: ocupación del hablante, ocupación del padre, ocupación de la madre, grado de
instrucción, condiciones de alojamiento, ingresos totales e ingreso promedio familiar;
los niveles distinguidos son los siguientes: bajo, medio bajo, medio, medio alto y alto.60
Como se puede comprobar, muchas investigaciones sociolingüísticas utilizan los tér
minos nivel sociocultural o nivel socioeconómico para referirse a lo que en otras se
llama clase.61
Las razones de que la sociolingüística venga trabajando ininterrumpidamente
desde los años sesenta con un modelo multidimensional de estratificación social son
fáciles de comprender. Por un lado, el modelo guió las primeras y más influyentes mo
nografías sociolingüísticas, especialmente las de W. Labov; por otro, en muchas co
munidades existe una clara conciencia de que existe «algo» que clasifica y distingue a
los individuos por estratos: los hablantes se sienten miembros de una clase, no siem
pre satisfechos, y se consideran capaces de clasificar socialmente a otros hablantes.
La sociolingüística ha visto las propuestas multidimensionales como una forma
suficientemente válida de descubrir diferencias relativas entre individuos, porque es
una realidad evidente que ciertos usos lingüísticos son más característicos de unos
grupos (clases, niveles) que de otros y que las diferencias sociolingüísticas aumentan
conforme crece la distancia social entre los miembros de una comunidad. Además, es
56. The social differentiation o f English in Norwich, Cambridge, Cambridge University Press, 1974.
57. Fietd techniques in an urban language study, Washington, D C, Center for Applied Linguistics, 1968.
58. En las encuestas sociolingüísticas de las capitales de provincia del Arlas lingüístico (y etnográfico) de
Castilla - La Mancha se tiene en cuenta el barrio en que residen los informantes, si bien se hace asi, no al pre
parar la muestra, sino al seleccionar a los informantes. En muchas ciudades hispánicas, los barrios muestran
importantes diferencias según la procedencia de sus habitantes (véase más adelante)
59. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, México, UNAM, 1983, pp 27-29.
60. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit..,
pp. S-12
61. La obra pionera de la sociolingüística española se titula precisamente Niveles socioculturales en el
habla de Las Palmas de Gran Canaria El libro es de Manuel Alvar (Las Palmas, Excmo Cabildo Insular,
1972).
48 PRINCIPIOS D E SO ClOLLNG L ESTICA Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E
Clase alta:
Variación regional
palmario que la distribución social de los usos lingüísticos funciona como factor deci
sivo en el desarrollo y la expansión de los cambios lingüísticos, coordinada frecuen
temente con otras variables sociales, como la «edad» o el «sexo».62 Al conjunto de ca
racterísticas lingüísticas propias de un grupo, estrato o clase se le da en sociolingüís-
tica el nombre de sociolecto.
Dentro de la especialidad, los sociolectos han sido puestos en relación directa y
estrecha con la variedades dialectales: dialecto y sociolecto son dimensiones de la len
gua que sólo pueden entenderse cuando se conciben como parte de un todo indiso
luble. Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido —también en otros luga
res—, la variación sociolingüística y variación geolingüística se imbrican dentro de
una misma comunidad de habla para dar forma al entramado de la variación lingüís
tica. La manera de representar esta profunda interdependencia de lo geolingüístico y
lo sociolingüístico en las comunidades anglosajonas ha sido la pirámide que incluyó
Trudgill, en 1974, en su conocida obra Sociolinguistics: An ¡ntroduction to Language
and Society (figura 2.1).63 La pirámide se interpreta así: entre los hablantes de clase
baja, donde se localiza un uso poco prestigioso del inglés, se recogen muestras de las
diferentes variedades regionales de un territorio, mientras que en la clase alta está ge
neralizado el empleo de la variedad del inglés llamada «estándar», que varía muy
poco entre las comunidades de un mismo país. Con otras palabras, cuanto más bajo
es el estrato social de los hablantes, más posibilidades hay de reconocer claramente
su procedencia geolingüística; la identificación no se produce con facilidad cuando los
hablantes pertenecen a las clases más elevadas.64
Sin embargo, la situación representada en la pirámide de la variación social y dia
lectal, si bien refleja lo que ocurre en la sociedad anglosajona, no responde a las
62. Véase W. Labov, «The intersection of sex and social class in the course of linguistic change», Lan-
guage Variation and Change, 2 (1990), pp. 205-254.
63. Ob cu., p. 41.
64. Según Trudgill, en el caso del «acento» el extremo superior de la pirámide sería un vértice que re
presentaría la «Received Pronunciation», el acento más prestigioso del inglés británico, y que no ofrecería nin
guna posibilidad de variación geolingüística.
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 49
65. Véase J. A. Villena Ponsoda, Fundamentos del pensamiento social sobre el lenguaje (Constitución y
critica de la sociolingiiistica), Málaga, Agora, 1992.
66. Esta asignación se realiza mediante la multiplicación del índice o la puntuación que le corresponde
a un hablante, en relación con un factor, por un número determinado, que será mayor cuanto más importan
te se considere ese factor.
67. Por eso, en algunas investigaciones se prefiere trabajar con el nivel de instrucción, los ingresos o la
profesión como variables autónomas, independientes, y no como componentes de una variable abstracta,
como la clase.
68. Véase G de Granda, «Observaciones metodológicas sobre la investigación sociolingiiistica en His
panoamérica», Le.xis. XVIII (1994), pp. 197-210, publicado también en Panorama de la investigació lingüisti
ca a l’Estat espanyol. Actes del I Congrés de Lingüistica General, Valencia, Universitat de Valencia, 1996,
pp. 83-91. Los modelos de organización social, por otro lado, se ven sometidos a fuertes cambios a lo largo
del tiempo. En la sociedad romana se distinguían unas clases que no han pervivido en los países románicos:
senatorial, ecuestre, plebeya, la de los peregrinos y la de los esclavos (véase A. Alvar Ezquerra, «Para una
sociolingiiistica del latín», Pliilologica hispaniensia in honorem Manuel Alvar, I, Madrid, Gredos, 1983,
pp. 57-68).
69. Véase L. Milroy, Language and Social Networks, 2.a ed., Oxford, Blackwell, 1987; Observing and
Analysing Natural Language, Oxford, Blackwell, 1987, pp. 29-35. También S. Romaine, «A critical overview
of the methodology of urban British sociolinguistics», English World Wide, 1,2 (1980), pp. 163-198
50 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Mercado lingüístico
70. Véase P. Bourdieu, ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos, Madrid, Akal,
1985; «Capital et marché linguistiques», Linguistische Berichte, 90 (1984), pp. 3-24,. También L, Milroy, Lan-
gttage and Social Networks, ob cit.
71. Véase «The Linguistic market and the Statistical Explanation of Variability», en D, Sankoff (ed ),
Linguistic Variarion: Models and Methods, Nueva York, Academic Press, 1978, pp. 239-250,
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 51
y lo mismo ocurre con el uso del pronombre on para el sujeto de primera persona del
plural.
Aunque es mucho el interés de los estudios realizados a partir del concepto de
«mercado», esta alternativa presenta algunos inconvenientes metodológicos que no se
superan de forma sencilla: por ejemplo, resulta complicado demostrar la objetividad
de los procedimientos seguidos para asignar a cada hablante un índice de integración
en el mercado lingüístico. La posible subjetividad en la redacción de las historias de la
vida socioeconómica de los hablantes, en la selección de los jueces y en los juicios emi
tidos por estos mismos aconsejan manejar la variable «mercado» con suma cautela.
Red social
La medida usada en [.,.] Belfast para examinar la relación entre la variación lin
güística y la estructura de la red fue una escala de seis puntos que medía los índi
ces de los hablantes sobre cinco indicadores de multiplicidad y densidad (vecindad,
parentesco, trabajo en el mismo lugar que otros vecinos, trabajo en el mismo lugar
que otros vecinos del mismo sexo y amistad). Estos indicadores fueron interpreta
dos como requisitos que, si se cumplían, sugerían la existencia de una red personal
relativamente densa y múltiple. A cada individuo se le asignaba un punto por cada
requisito que cumplía, de tal forma que el grado de fuerza de la red era la suma de
los índices de los indicadores individuales.
FiG. 2.2. Redes sociales (X: centro de la red). A: red de densidad alta;
B: red de densidad baja.
cas correspondientes. Para llevar esto a la práctica, se asigna a cada hablante un ín
dice, construido a partir del tipo de red a la que pertenece y del número y el tipo de
vínculos que establece con los demás miembros de la red. Este índice se correlaciona
con las variables lingüísticas, de modo semejante a como se hace con la clase social o
el mercado lingüístico, y sirve para distribuir a los hablantes a lo largo de un escala
de fuerza de la red: Juan A. Villena ha comprobado que la densidad, la multiplicidad
y la fuerza de la red influyen especialmente en los individuos menos instruidos y ha
podido observar, en una red social andaluza, en Málaga, que estos hablantes de es
casa instrucción rechazan nítidamente la distinción de los fonemas Isl y /0/, caracte
rística de las hablas castellanas y frecuente en algunos grupos sociales malagueños.72
Pero también en este terreno se han encontrado dificultades, que se refieren
principalmente a la medida y cuantificación de la red y al estudio de las redes débi
les. Los individuos que forman una red están integrados en ella en grados diferentes,
que son medidos a través de los indicadores que hemos comentado (amistad, vecin
dad, etc.); el problema está en que los indicadores pueden variar de una comunidad
a otra, es decir, la comparación de redes diferentes puede ser difícil si no se trabaja
exactamente con los mismos indicadores. Por otro lado, las redes sociales débiles no
son fáciles de estudiar debido a la movilidad y heterogeneidad de los miembros que
las componen, lo que impide comparar satisfactoriamente a los miembros entre sí y
unas redes débiles con otras.
Las investigaciones de redes sociales ofrecen, no la imagen de conjunto de una
comunidad, sino la imagen de algunos de los grupos que la componen: Milroy cen
tró sus intereses en tres ámbitos de la clase trabajadora de Belfast; Villena ha in
cluido, en su proyecto de investigación del habla de Málaga, el estudio de ocho re
des sociales urbanas;73 Ana Blanco estudió una red social de Alcalá de Henares (Es-
72. «Convergencia y divergencia dialectal en el continuo sociolingüístico andaluz: datos del vernáculo
urbano malagueño», Lingüistica Española Actual (en prensa).
73. «Perspectivas y limites de la investigación sociolingüística contemporánea (Reflexiones programáti
cas a propósito del proyecto de investigación del sistema de variedades vernáculas malagueñas)», Estudios de
Lingüistica, 5 (1988/1989), pp. 237-274,
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 53
Modo de vida
Los rasgos ideológicos que caracterizarían estos modos de vida serían «la fami
lia» para el modo 1, «el ocio» para el modo 2 y «el trabajo» para el modo 3. Debe va
lorarse, no obstante, que el concepto de «modo de vida» es fundamentalmente es
tructural: los rasgos definidores de un grupo vienen dados por contraste con los de
los demás modos. Desde otro punto de vista, las relaciones entre los tres modos de
74. Estudio sociolingiiistico de una red social de Alcalá de Henares, ob. cit
75. Véanse T. H0jrup, «The concept of life-mode: a form-specifying mode of analysis applied to con-
temporary western Europe», Etimología Scandinavica, (1983), pp. 1-50; J. Milroy, Linguislic Variation and
Change, Oxford, Blackwell, 1992, pp 206-220
76. Véase J. Milroy, ob. cit., pp. 206-220.
54 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G L ÍST IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Mantenimiento Predominio
de código lingüístico del código lingüístico
no legitirnizado legitirnizado
a A
vida y las prácticas culturales asociadas a cada uno de ellos no tienen por qué ser
exactamente iguales en todas las comunidades, por lo que, en un estudio contrastivo,
sería importante describirlas con todo detalle.
Antes se ha hecho referencia a la estrecha relación que existe entre los concep
tos de «red» y de «modo de vida». La forma en que ambos se articulan queda refle
jada en el esquema de la figura 2.3, elaborado por James Milroy.77*
El esquema refleja una estructura de naturaleza sociolinguistica que incluye un
macronivel, correspondiente a la estructura social, política y económica, un nivel in
termedio, que correspondería a los modos de vida, y un micronivel, de redes sociales.
Cuando estas redes suponen relaciones fuertes, favorecen el mantenimiento de unos
usos lingüísticos propios, aunque estén alejados del modelo «legitirnizado» o de pres
tigio; cuando las redes ofrecen relaciones débiles, favorecen los usos lingüísticos nor
mativos o de prestigio.
Hemos de señalar, finalmente, que la utilidad del concepto de «modo de vida»
en sociolinguistica aún debe ser demostrada, por más que esté llena de sugestivas po
sibilidades. Dentro del mundo hispánico, se ha propuesto su utilización, de forma ex
perimental y algo marginal, en el «Proyecto para el estudio sociolingüístico del espa
ñol de España y de América» (PRESEEA).7S
77 Ob cit-, p. 215.
7S Véase Lingüística (en prensa).
L A V A R IA C IÓ N EN LA L E N G U A 55
gundo ciclo; tercer grado, nivel A, tercer grado, nivel B);so Bentivoglio y Sedaño tra
bajan con nueve grados (analfabeto, parte de la primaria; años de secundario / cursos
de capacitación; educación secundaria completa / carreras técnicas; medio pregrado /
colegio técnico superior: pregrado universitario completo; maestría; doctorado),81
A la vista de las distintas posibilidades que se ofrecen, extraemos como primera
consecuencia que la división de niveles ha de reflejar la realidad de cada comunidad
estudiada. Ahora bien, si se manejan niveles amplios y referencias educativas suscep
tibles de generalización (indicando, por ejemplo, años de escolaridad) resulta mucho
más fácil la comparación y el encuentro de paralelismos entre comunidades diferentes
A propósito de la adecuación a la realidad de la comunidad estudiada y de las
relaciones que la educación puede establecer con otros factores, Julio Borrego ha lle
vado a la práctica una experiencia singular y digna de comentario. Más arriba se ha
hablado de los profundos vínculos que existen entre nivel de instrucción, profesión,
clase, estatus y poder; pues bien, todo ello refleja modos de vida que tienen diferen
tes manifestaciones: mayores o menores posibilidades de viajar, mayor o menor con
tacto con personas de comunidades diferentes, mayor o menor contacto con los me
dios de comunicación social. A la hora de preparar la muestra para el estudio de
Villadepera de Sayago (Zamora, España), Borrego pensó que, en relación con los
objetivos de su estudio, los factores «edad», «sexo», «grado de instrucción» y «viajes»
(cantidad y duración de los viajes realizados) podrían funcionar como rasgos diferen-
ciadores. Ahora bien, de haber utilizado todas estas variables para su muestreo, se ha
bría visto obligado a distinguir 32 tipos diferentes de sujetos en una comunidad emi
nentemente rural, muy poco compleja sociológicamente.
Era conveniente, por tanto, buscar la acumulación y los extremos y favorecer así
un juego más nítido de contrastes. La solución propuesta es reunir los factores ins
trucción y viajes en uno solo que puede llamarse algo así como contacto con la nor
ma (se entiende, con la norma lingüística estándar) y que incluiría desde la in
fluencia de los centros de enseñanza y las lecturas a los viajes, pasando por la de
la radio, la televisión y las conversaciones con personas de uso lingüístico más o
menos estándar. Al mismo tiempo se prescinde de los grados intermedios, de for
ma que en cada grupo de edades se procurará encontrar dos tipos de informantes:
aquellos cuyo contacto con la norma sea el menor posible y aquellos cuyo contac
to sea de los más amplios entre sus coetáneos.82
SO, Estudio sociolingiitstico del español de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, La Caja de Cana
rias, 1990, pp. 33-35.
81. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit., p. 9.
82. Sociolingüística rural. Investigación en Villadepera de Sayago, Salamanca, Universidad de Salaman
ca, 1981, pp. 50-51.
83. Véase J. C. González Ferrero, La estratificación sociolingiiistica de ttn comunidad semiurbana• Toro
(Zamora), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991. González, sin embargo no tiene en cuenta la variable
«contacto con la norma», sino que distingue ocupación, estudios y nivel socioeconómico, además del sexo y la
edad.
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 57
84, Como experimentos afines al de Bernstein, en los que se intenta poner en relación, desde la psicso-
ciología, la clase social, la escolaridad y los usos lingüísticos, destacan los de Fries y los de Schatzman y Strauss
(véanse C C Fríes, American English Granunar, Appleton, Century-Crofts, 1940; L. Schatzman y A. Strauss,
«Social class and modes of communication», American Journal o fSociotogy, 60 (1955). pp. 329-338) Para una
introducción general a estos estudios, véase W. P. Robinson, Lenguaje y conducta social., México, Trillas,
1978
58 PRINCIPIOS DE S O C I O L I N G U S T I C a ' i ' S O C IO L O G ÍA DEL L E N G U A J E
de los niños. Tal código hará hincapié verbalmente en lo comunitario, más que en
lo individual; en lo concreto, más que en lo abstracto; en la sustancia, más que en la
elaboración de procesos; en el aquí y ahora, más que en la exploración de motivos
e intenciones, y en formas de control social por la posición, más que personali
zadas.85
La teoría del déficit se preocupa por los niños de familias y de barrios económi
camente pobres, cuyo uso de la lengua es claramente deficiente o «deficitario», com
parado con el uso de las clases medias. Teóricamente los niños de clases trabajadoras
disponen de unos recursos lingüísticos y de unos instrumentos cognoscitivos limita
dos, que pueden ser una barrera en la escuela y producir fracaso escolar, dado que
en ella se hace uso habitualmente de un código elaborado. Como ha señalado Fa-
sold,86 este hecho sugirió a algunos educadores en Estados Unidos la necesidad de re
ducir el fracaso escolar mediante la implantación de programas de apoyo o compen
satorios destinados a niños de la clase trabajadora. Ahora bien, admitiendo que la es-
colarización contribuye a la adquisición o al dominio del código elaborado, es justo
advertir que esto puede suponer, además de la erradicación total del código restrin
gido, la alienación del individuo respecto de su grupo de procedencia y de su tradi
ción local.
Por su parte, el código elaborado, menos predecible que el restringido, abre la
posibilidad de la individuación, por estar más orientado hacia la persona como tal que
hacia la posición del individuo dentro de un grupo. Bernstein afirma lo siguiente:
Los rasgos lingüísticos que se asocian a uno u otro código, con diferencias pri
mordialmente de orden cuantitativo, son los siguientes:
S5, «A socio-linguistic approach to social-learning», en F. Williams (dir.), Language and Poverty, Chi
cago, Markham, 1970, p. 2S. Fragmento traducido al español en W. P. Robinson, Lenguaje y conduela social,
ob. cil., p. 143,
86. The Sociolinguisiics o f Language, ob. cir., pp. 269-270.
87. «Elaborated and restricted codes: their social origins and some consequences», en J J. Gumperz y
D. Hymes (eds.), «The Ethnography of Communication», American Anrhropologisi, 66 (1964), pp. 99-116
Trad. al español en B. Schlieben-Lange, Iniciación a la sociolingiiistica, Madrid. Gredos, 1977.
LA V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 59
Esta relación de rasgos lingüísticos nos indica que los usuarios de un código res
tringido tienen importantes limitaciones en el ámbito de la gramática, el léxico y la
pragmática. Las características de cada código se reciben en un entorno cultural y lin
güístico determinado y se transmiten de una generación a otra, perpetuando unas
pautas lingüísticas, cognoscitivas y sociales.ss
Pero la teoría del déficit, desarrollada poco a poco, perfilada experimento a ex
perimento, ha recibido críticas desde frentes muy diversos, incluida la propia socio-
lingüística. Para entender adecuadamente esas críticas no hay que olvidar que la teo
ría no está hecha por lingüistas, ni para lingüistas ni con fines lingüísticos. Los repro
ches podrían resumirse en unos cuantos puntos. En primer lugar, algunos lingüistas
han argüido que los usos deficitarios de la lengua no son tales sino, simplemente, for
mas diferentes de usar esa lengua.S *S9 Por otro lado, no han sido pocos los que han lla
S
mado la atención sobre las deficiencias e imprecisiones de los conceptos y análisis de
Bernstein, dejando al margen la imposibilidad de vincular la teoría del déficit a teo
ría lingüística alguna.90 Para colmo de males, la teoría del déficit se relacionó, cree
mos que injustamente, con las ideas de Arthur Jensen, para quien la capacidad in
telectual de los niños negros era genéticamente inferior a la de los niños blancos.91
SS Es importante tener en cuenta que el uso de códigos restringidos y elaborados se ha llegado a po
ner en relación con el uso de la variedad baja y la variedad alta en una situación de diglosia (véase el capítu
lo 13) y con el uso de las variedades más o menos prestigiosas de una lengua. Véase R. Fasold, La sociolin-
giiísrica de la sociedad, Madrid, Visor, 1996; P. Trudgill, Accertt, dialea, and the School, Londres, E. Arnold,
1975, p. 93.
S9. Véase S. Romaine, El lenguaje en la sociedad. Barcelona, Ariel, 1996, p. 233.
90. Véase H. López Morales, Sociolinguisrica, ob. cil., 1993
91. «How much can we boost IQ and scholastic achievement», Harvard Educational Review, 39 (1969),
pp, 1-123.
60 P R IN C IP IO S DE SO C IO L IN G U S T IC '.A V S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Estas ideas provocaron la reacción inmediata de muchos intelectuales, entre ellos al
gunos sociolingüistas, que repercutieron negativamente en la aceptación de las pro
puestas de Bernstein.92
92 Véase J. Baugh, «Language and race: some implications for linguistic Science»», en F. J Newmeyer
(ed ), Language: The Socio-cultural Context, Linguistics: The Cambridge Survey, IV, Cambridge, Cambridge
University Press, 1988, pp. 64-74.
93. Lengua y sociedad, Barcelona, Planeta, 1976, p. 114.
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 61
como ha distinguido Samper en Las Palmas: 1, obreros sin calificar; 2, obreros con
cualificación; 3, empleados medios; 4, pequeños empresarios autónomos; 5, medianos
empresarios; 6, profesionales liberales; 7, altos directivos y grandes empresarios.94
Bentivoglio y Sedaño, sin embargo, han distinguido cinco categorías, contando
también con la opinión de especialistas en sociología: 1, buhoneros y vendedores am
bulantes, obreros no especializados urbanos, obreros campesinos, servicio doméstico,
servicios no especializados; 2, pequeños comerciantes, secretarios y oficinistas, obre
ros especializados, artesanos, mecánicos, vendedores en tiendas, cobradores, ayudan
tes técnicos, policías y guardias, soldados; 3, profesionales universitarios, personal do
cente de educación media y primaria, pequeños empresarios y productores, mandos
intermedios, técnicos, supervisores; 4, profesionales universitarios de libre ejercicio,
gerentes medios del sector público y privado, militares con graduación, medianos em
presarios y productores, docentes universitarios; 5, altos funcionarios del poder eje
cutivo, legislativo y judicial, altos oficiales del ejército, grandes empresarios privados,
grandes hacendados, altos ejecutivos del sector público y privado.95
Cuando las comunidades estudiadas no son grandes ciudades sino núcleos más
reducidos, las categorías también han de ceñirse a la realidad social. En el estudio so-
ciolingüístico de diversos actos de habla coloquiales realizado en Quintanar de la Or
den (Toledo), distinguimos como variantes de la variable «profesión», para hombres
y mujeres, las siguientes categorías: agricultores, comerciantes, albañiles, hosteleros,
obreras (fábrica), amas de casa y estudiantes.96
Al correlacionar las profesiones con hechos de naturaleza lingüística, se ha podi
do apreciar una preferencia por los usos más prestigiosos de las profesiones también
más prestigiosas. Asimismo, Manuel Alvar ha tenido oportunidad de analizar el ca
rácter arcaizante o innovador del habla de personas que desempeñan profesiones di
ferentes en una pequeña comunidad, Roque de las Bodegas, en las islas Canarias, y
ha llegado a conclusiones muy interesantes. Las profesiones que se tienen en cuenta
son «campesino» y «pescador» y se relacionan con el contraste que se produce entre
las hablas urbanas y las rurales:
El habla del campesino es aquí más innovadora que la del pescador, pero no tan
to por el arcaísmo de ésta, sino por cierta resistencia a los neologismos rurales que
en aquél se dan. De este modo se deduce que el habla del labrador acepta
—o crea— modificaciones que podríamos llamar no urbanas, que serán rechazadas
en la capital por su rusticidad, mientras que el marinero, no arcaizante por sí mis
mo, viene a serlo en el cotejo: para él tiene un imperativo mayor la norma ciuda
dana y ofrece, en las relaciones de su habla, un estado más concorde con la nor
malidad general.97
94. Estudio sociolingiiistico deI español de Las Palmas de Gran Canaria, ob. cit., pp. 40-41. J. A. Moya
y E. J. García Wiedemann tienen en cuenta la profesión como componente del nivel sociocultural. En su tra
bajo reducen las siete categorías que maneja Samper a tres (£/ habla de Granada y sus barrios. Granada, Uni
versidad de Granada, 1995, pp, 51-52).
95. «Investigación sociolingüistica: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit.,
pp. 8-9.
96. Véase F Moreno Fernández, «Análisis sociolingiiístico de actos de habla coloquiales». Español Ac
tual, 51 (1989), pp. 5-51.
97. Lengua y sociedad, ob. cit., pp, 76-77.
62 P R IN C IP IO S DE SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Una y otra vez, al comparar los niveles urbanos he señalado la vinculación de los
grupos económicamente menos desarrollados con las motivaciones rurales. Es más,
de una u otra manera, con correlación geográfica próxima o remota, según mis ma
teriales y sin salimos de la geografía isleña [islas Canarias], hemos comprobado
que las gentes sin instrucción van de acuerdo con las realizaciones campesinas y no
con las clases instruidas de la capital. Se confirma —una vez más— la tesis de la
proletarización urbana del campesinado y del acercamiento entre las gentes menos
dotadas para acceder a los bienes materiales: esto es, se ha creado una nivelación
en la base de la estructura porque las gentes se han acercado en la nueva realidad,
y este acercamiento entre campesinos y obreros ha repercutido sobre la lingüística
aproximando el habla de unos y otros."
98, Véase S. M. Bortoni, «A migracao rural-urbana no Brasil: urna análise sociolingüistica», en F, Ta-
rallo (org), Fotografías sociolingiiisricas, Campiñas, Pontes, 1989, pp, 167-179.
99, Niveles socioculturales en el habla de Las Palmas de Gran Canaria, ob cit., p, 185,.
100, Sobre la influencia de las ciudades en el habla de las comunidades rurales se viene escribiendo des
de hace muchos años. Véase K. Jaberg, Die Sprachgeograpliie, Aarau, 1905, pp 8-9; A. Dauzat, La géogra-
pltie linguistique, París, Flammarion, 1922, pp. 191-216.
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 63
101. Interplay o f social and lingnistic factors in Panamo (tesis doctoral inédita), lthaca, Cornell Univer-
sity, 1973
102. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, ob cit., pp 137-143 y 147-153.
103. Véase F. Gregersen e I. L. Pedersen (eds.), The Copenhagen Stndy in Urban Sociolingiiistics, Co
penhague, Reitzels Forlag, 1991.
104. N. Dittmary P. Schlobinski (eds ), The Sociolingiiistics of Urban Vernactdars. Case Slndies and iheir
Evalnation, Berlín, De Gruyter, 1988.
105.. Véase el estudio de Pedro Martín Butragueño sobre el barrio madrileño de Getafe (Desarrollos so-
ciolingiiisticos en una comunidad de habla, tesis doctoral inédita, Madrid, Universidad Complutense, 1991).
64 PRINCIPIOS D E S O C IO L IN G Ü ¡ S T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E
seseo ha resistido en las zonas en que se ha mantenido una estructura sociológica tra
dicional. El ceceo prácticamente ha desaparecido, víctima de su desprestigio y de su
vinculación a las hablas rurales,106
Raza y etnia
Así pues, la raza no es factor que condicione per se el habla de una comunidad.
Estos argumentos contrastan con las tesis de Jensen, que sostenían que las diferen
cias lingüísticas entre blancos y negros están unidas a diferencias genéticas en la ca
pacidad intelectual de unos y otros.10S Para López Morales, si existen diferencias de
nivel sociocultural, éstas suelen ser de carácter cuantitativo, especialmente cuando se
dan en ciudades dinámicas, con posibilidades de movilidad social para todos sus
miembros, sean de la raza o la etnia que sean.
En el caso de la inmigración, es habitual que los inmigrantes, al usar la lengua o
variedad de la nueva comunidad, acusen la presencia de transferencias lingüísticas
desde la lengua materna: cuando se producen movimientos de población, se da lugar
a la aparición de fenómenos de sustrato, que consisten en la pervivencia de rasgos de
la lengua de la etnia de origen. Por lo general, los inmigrantes intentan hacer un uso
adecuado, desde un primer momento, de aquellos rasgos lingüísticos que son social
mente significativos en la nueva comunidad, mientras que los rasgos que son irrele
vantes desde un punto de vista social se adquieren más tarde o incluso es posible que
nunca lleguen a adquirirse. La variación en la lengua de este tipo de hablantes está
106. Véase J. A. Moya y E. J. García Wiedemann, El habla de Granada y stts barrios, ob. cit., pp. 230-
232.
107 Sociolingiiistica, ob. cit., p. 134.
IOS. Otros autores prefieren hablar de diferencias de mentalidad: mentalidad oral (en negros) frente a
mentalidad «albabetizada» (en blancos) Véase la alusión a las teorías de Thomas J Farrell en J. Baugh, «Lan-
guage and race: some implications for linguistic Science», en F. J. Newmeyer, Language■The Socio-cultural
Context, Linguistics: The Cambridge Sitrvey, IV, Cambridge, Cambridge University Press, 19SS, pp. 67-71.
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E Ñ O L A 65
109. Véase G. Barrios, «Marcadores lingüísticos de etnicidad», International Journal o f the Sociology o f
Language, 117 (1996), pp. S1-9S. Este estudio presenta las características lingüisticas de los inmigrantes italia
nos en Montevideo (Uruguay).
110. Véase A. Galmés de Fuentes, «Mozárabe», en M Alvar (dir..), Manual de dialectología hispánica
El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp 97-110.
111. Véase A. Galmés de Fuentes, «La lengua de los moriscos», en M. Alvar (dir ), Manual de dialec
tología hispánica. El español de España, ob. cit., pp. 111-118.
112. Véase M Alvar, «A vueltas con el seseo y el ceceo», Norma lingüística sevillana y español de Amé
rica, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1990, p„ 56.
66 P R IN C IP IO S DE SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
en el norte de África Su habla, aún viva, ha sido y sigue siendo después de cinco si
glos elemento caracterizador de este grupo, tanto si ha convivido con cristianos como
si ha pervivido entre musulmanes.113
Los gitanos, por su parte, forman un pueblo diseminado por muchos países del
mundo —una comunidad «no territorial»—114 que ha conservado durante siglos su
propia estructura social y unos modos de expresión característicos. El habla gitana,
en su conjunto, recibe el nombre de romanó y es una variedad lingüística indoeuro
pea, convertida en seña de identidad, cuyas características y usos son muy irregulares
entre los diferentes grupos de gitanos. Por lo general, los gitanos se desenvuelven en
la lengua de su entorno, de la sociedad en la que viven, e incorporan, en mayor o
en menor medida, elementos léxicos, fraseológicos y textuales recibidos de su propia
tradición, una tradición cuyos hilos más largos llegan al sánscrito. También hay gru
pos gitanos, no obstante, en los que se conserva el romanó como vehículo de comu
nicación interna.
El habla gitana de España, llamada caló, se ha perdido en la práctica: tan sólo se
conservan, de forma desigual, algunas voces y giros, a menudo deformados, que sal
pican el español hablado por los gitanos: camelar ‘seducir, engañar’, choro ‘ladrón’,
gachí ‘mujer’, piltra ‘cama’, chamuyar ‘hablar’. El gran número de gitanos residentes
en la región meridional de la península ibérica, la importancia de lo gitano en el fla
menco y el más extendido de los tópicos han hecho que se asocie estrechamente el
habla gitana a las hablas andaluzas más particulares, pero debe tenerse en cuenta que,
aunque esta asociación exista, no es la única realidad posible: hay gitanos andaluces,
de habla andaluza, que utilizan pocos términos del caló, y otros que utilizan muchos
—a veces se producen diferencias sociolingüísticas notables—, como hay gitanos cas
tellanos o de otras regiones que no son hablantes de modalidades andaluzas y que
echan mano de elementos del caló con distinto grado de intensidad. Hay que valorar
también que el caló ha sido el modo de expresión de una etnia históricamente apar
tada y perseguida, y que ha estado en contacto con jergas marginales —la de los de
lincuentes, por ejemplo— con las que ha intercambiado numerosos elementos léxicos
que, en algunos casos, han llegado a pasar a la lengua general.
Por último, la marginación y la discriminación racial han provocado la aparición
de unas modalidades lingüísticas, de origen discutido, que han caracterizado a la po
blación negra llevada a América en esclavitud desde África, mayoritariamente por
portugueses y holandeses. Las modalidades lingüísticas a las que nos referimos son
los llamados criollos: puede servir como ejemplo el palenquero, el habla del Palenque
de San Basilio, en Colombia. Los palenques americanos eran lugares creados por es
clavos negros que conseguían emanciparse y que decidían ocultarse en lugares donde
podían mantener algunas características de su cultura original.
El palenquero de Colombia, si bien tiene una fonética hispánica, en la que se dan
los mismos fenómenos que en otros lugares hispánicos, posee rasgos gramaticales
113. Véase M., Sala, «El judeoespañol balcánico», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispáni
ca. El español de España, ob. cit., pp. 360-367; M. Alvar. «El judeo-español de Marruecos», en M. Alvar (dir.),
Manual de dialectología hispánica El español de España, ob. cit., pp. 36S-377.
114. Véase C. de Azevedo Maia, «Minorías lingüísticas e sociolinguística», Revista Portuguesa de Filo-
logia, XX (1992-1995), pp. 9-35, Sobre los gitanos específicamente, véase M Courthiade, «La langue romani
(tsigane): évolution, standardisation, unification, réforme», en I. Fodor y C. Hagége (dir ), La réformedes lan-
gues. Histoire et avenir, vol. IV, Hamburgo, Helmut Buske, 1989, pp. 107-109.
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 67
115- «El palenquero», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica El español de España, ob
cú , pp. 146-151
68 P R IN C IP IO S D E S O C IO L INC i D ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
F ig . 2.4.
Reflexiones y ejercicios
1. Comente las hipótesis que se han planteado a propósito de las diferencias lin
güísticas entre hombres y mujeres: variabilidad basada en el género y variabilidad ba
sada en el sexo. ¿Considera que el habla de las mujeres de su comunidad se ajusta
más que la de los hombres al modelo de prestigio?
Orientaciones bibliográficas
117 «Networks, language variation. and the relevance of sociolinguistic research», en M. Blanc y J F.
Hamers (eds.), Problémes théoriqnes et méthodologiqiies dans l'éntde des langttes/dialectes en contad attx ni-
veaux macrologique et micrologiqtte, Québec, Centre Internationale de Recherche sur le Bilinguisme, 19S7,
pp 76-96
70 PRIN C IPIO S D E SOCIO LIN G Ü ÍST IC A Y SO C IO LO GÍA D E L L E N G U A JE
De aldeanos es decir poyal por vaneal, creo que porque usan más
poyos que vancos. Entre gente vulgar dizen yantar, en corte se
dize comer.
Juan de V aldés, Diálogo de la lengua, 1535
Los contenidos del capítulo anterior exigen una ejemplificación que ilustre las ex
plicaciones teóricas y demuestre cómo unas variables lingüísticas y unas variables so
ciales, por un lado, o diversas variables sociales, por otro, son capaces de determinar
la variación lingüística. Los ejemplos que vamos a manejar proceden de los niveles
fonético-fonológico, gramatical y léxico, y han de servir, asimismo, para presentar
otros principios, hipótesis y unidades de gran importancia en el ámbito de la socio-
lingüística, entre los que destacan los llamados patrones de estratificación sociolin
güística.
Variación sodofonética
1. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, México, UNAM, 1983.
72 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E
Procedencia: A. nacidos en la capital o llegados a ella con menos de 6 años; B, llegados entre los 6 y los
12 años; C. llegados entre los 12 y los 20 años; D, llegados con 21 años o más.
Fuente. H López Morales. 1983.
FiG. 3.2. Frecuencia relativa (%) de fricatización de ch por niveles culturales en Granada.
ce la realidad específica de cada comunidad de habla. Los dos tipos de patrones a los
que nos referimos son el patrón curvilíneo y el patrón de hipercorrección.
El patrón curvilíneo surge cuando los grupos sociales intermedios muestran unos
valores cuantitativos por encima o por debajo de los grupos extremos. Una muestra
de ello la tenemos en la realización asimilada a la consonante siguiente del fonema
Isl implosivo en Las Palmas de Gran Canaria: casos como [lab:ókas] o [lafókas] ‘las
bocas’. José Antonio Samper ha recogido, para las asimilaciones fonéticas, las si
guientes proporciones por nivel sociocultural: medio-alto, 50,52 %; medio, 59,33 %;
medio-bajo, 61,73 %; bajo, 55,36 %. Llevadas esas frecuencias a un gráfico, obtene
mos una representación curvilínea (figura 3.3).
Este tipo de patrones es característico de las fases iniciales de los cambios lin
güísticos, si bien no los suponen necesariamente, a menos que el patrón curvilíneo
coincida con una distribución lineal de los grupos generacionales (patrón continuo),
cosa que no ocurre con la asimilación de Isl en Las Palmas.
En cuanto al patrón de hipercorrección, se produce normalmente cuando los usos
del grupo o nivel social inmediatamente inferior al más alto de una comunidad supe
ran en frecuencia los usos propios de este grupo alto, sobre todo cuando las varian
tes lingüísticas son las más prestigiosas o normativas. El ejemplo más conocido de este
tipo de patrón de estratificación es el que presentó William Labov en su trabajo
«Hypercorrection by the Lower Middle Class as a Factor in Linguistic Change»: la es
tratificación por clases de-la variable lingüística r, en formas del inglés como guará,
car, beer, beard o board. Esta variable, como la s implosiva en español, está experi
mentando un proceso de debilitamiento que hace que la pérdida se extienda en los
estilos menos cuidados y en las clases sociales más bajas. El ejemplo de patrón de
hipercorrección lo encontramos en los estilos más cuidados de los hablantes de Nue
va York.
LA V A R I A C I Ó N EN LA L E N G U A 75
F ig. 3.3. Frecuencia relativa (%) de asimilación de -/s/ por niveles socioculturales
en Las Palmas de Gran Canaria.
En la figura 3.4 se aprecia claramente que la clase media baja (6-8) supera la fre
cuencia de conservación de r de la clase más elevada (9) en los estilos de lectura, es
pecialmente en la lectura de palabras ordenadas en pares mínimos: no se olvide que
la conservación de r es un rasgo que se ajusta a la norma del inglés y que goza de un
Escala: 0-1, clase baja; 2-4, clase trabajadora; 5-6, 7-8, clase media baja; 9, clase media alta.
Fuente: W„ Labov, 1990.
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0 --------------
Conversación Lista rápida Listas
Bajo-superior — — — - Medio-bajo
Bajo-inferior -----------Medio-alto
Fio. 3.5. Frecuencia relativa (%) de realización interdental de -/kjpor estratos sociales
v estilos en Valladotid,
notable prestigio. Debe aclararse, por cierto, que al hablar de hipercorrección se hace
referencia específica a la hipercorrección sociolingüística, que no debe confundirse
con la «ultracorrección» como fenómeno puramente lingüístico (expléndido ‘esplén
dido’). Los distintos tipos de patrones de estratificación sociolingüística, que hemos
presentado sobre ejemplos de variación sociofonética, proporcionan el pie oportuno
para comentar las diferencias que pueden existir, desde un punto de vista sociolin-
güístico, entre unas variables y otras. Concretamente, William Labov ha puesto un in
terés especial a la hora de distinguir tres clases de variables: indicadores, marcadores
y estereotipos.
Un indicador es una variable lingüística distribuida entre los grupos sociales de
una comunidad, que la usan sin someterla a variación estilística. Las variantes de esa
variable son utilizadas de forma inconsciente, la mayor parte de las veces, y siempre
en unos mismos contextos.2 Normalmente, los indicadores son variables que no están
en proceso de cambio dentro de una comunidad y cuyo uso no tiene una especial sig
nificación social.
Un ejemplo de la variable llamada indicador podría ser la realización interden
tal ([0]) del fonema /k/ cuando va en posición implosiva (azto ‘acto’), en la ciudad de
Valladolid. Lynn Williams proporciona el patrón socioestilístico representado en la fi
gura 3.5, construido sobre materiales procedentes de hablantes jóvenes.
2, También hay casos de variables que no están estratificadas socialmente, pero si estilísticamente: por
ejemplo, la pérdida de -d- en la terminación -ado- en Valladolid. L. Williams, Aspectos sociolingiiisticos del
habla de la ciudad de Valladolid, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1988, pp. 65 y ss.
L A V A R I A C I O N EN LA L E N G U A 77
Como se puede apreciar en la figura 3.5, los estilos que se han tenido en cuenta
en Valladolid (conversación, lectura rápida de una lista de palabras, lectura atenta)
no dan lugar a importantes diferencias lingüísticas (las líneas tienden a ser horizon
tales), salvo en un caso: pero sí se producen diferencias entre estratos sociales porque
las frecuencias relativas de los estratos medio-alto y medio-bajo y de los estratos ba
jos se mantienen claramente distanciadas.
Por otro lado, un marcador es una variable lingüística que caracteriza a una co
munidad de habla y que. por lo tanto, se puede encontrar en todos sus miembros, El
marcador se manifiesta de una forma regular y estratificada, tanto social como esti
lísticamente, y los hablantes suelen tener ante él unas actitudes similares; al mismo
tiempo, los marcadores pueden ser reflejo de situaciones de proceso de cambio, aun
que no necesariamente. Un ejemplo de marcador puede ser la aspiración de /s/ im
plosiva en comunidades como Santiago de los Caballeros o San Juan de Puerto Rico.
Por último, un estereotipo es una variable muy marcada socialmente, de forma
consciente, que suele caracterizar a ciertos grupos sociales, generalmente los más ba
jos, y que, por estar estigmatizada, corre peligro de desaparición dentro de una co
munidad de habla. Corno modelo de estereotipo podemos presentar la velarización
de la vibrante múltiple en San Juan de Puerto Rico, cuya distribución sociolingüísti
ca ha sido presentada al comienzo de este epígrafe.
Variación sociogramatical
3. «¿La médica o la médico? Una aproximación sociolingüística a la elección del género», Verba His
pánica, V (1995), pp 79-87.
78 PRIN CIPIO S DE SO CIO LIN GUÍSTIC A Y SOCIOLOGÍA DEL L E N G U A JE
use el médico; por el contrario, la probabilidad de que diga la médico un hablante me
nor de 25 años es francamente baja.
Como antes se ha señalado, en el ámbito de la gramática es relativamente fre
cuente la aparición dé patrones de estratificación abrupta o discontinua, aquellos en
los que existen importantes diferencias entre grupos o niveles sociales. Julio Borrego
señala, por ejemplo, que el cambio de orden de los pronombres personales átonos
(me se cayó por se me cayó) o ciertas formas verbales (sernos, haiga, íbanos por so
mos, haya, íbamos) son fenómenos radicalmente ausentes en ciertos grupos sociales,
normalmente de nivel elevado. En estos casos las diferencias serían más de carácter
privativo que gradual.4
Muestras de patrones de estratificación abrupta o discontinua se encuentran en el
estudio de las formas verbales del período hipotético de las condicionales que ha rea
lizado María José Serrano.5 En su trabajo sobre La Laguna (Tenerife) se apunta que
la variante denominada «indicativo-indicativo», esto es, cuando los verbos de la pró-
tasis y de la apódosis van en indicativo —si no llovía, el campo se secaba— arroja, en
función del nivel sociocultural, las siguientes probabilidades: nivel bajo, 0,70; medio-
bajo, 0,66; medio-alto, 0,38; alto, 0,27. Si llevamos a un gráfico esas probabilidades (fi
gura 3.7), encontramos que existe una gran distancia entre los dos niveles medios, dis
tancia que deja a un lado los niveles socioculturales bajos y a otro, los altos.
Al margen de la estratificación abrupta en sí misma, interesa saber que, en La
Laguna, el uso del indicativo en la prótasis y en la apódosis de las condicionales se da
sobre todo en la tercera generación y en las mujeres. Al cruzar la variable sexo con
el nivel sociocultural, se descubre que son los hombres del nivel sociocultural bajo y
las mujeres del alto los que más decididamente impulsan la variante «indicativo-indi
cativo» y, al cruzar la variable de la edad con el nivel sociolingüístico, se aprecia que
los individuos de la tercera generación del nivel alto y los de la segunda del nivel bajo
son los que más uso hacen de la variante. En lo que se refiere a las variables lingüís
ticas, el análisis permite concluir que las formas en indicativo predominan cuando la
prótasis es una oración negativa y la apódosis afirmativa, y cuando los sujetos de am
bas tienen el mismo referente.
Variación socioléxica
Las dificultades que supone recoger y analizar la variación léxica son muchas. En
el momento de descubrir qué variables sociales o estilísticas explican el uso de cier
tas variables léxicas, hallamos la dificultad, por un lado, de entresacar datos válidos y
suficientes del discurso hablado y, por otro, de demostrar que ciertas variantes léxi
cas son realmente variantes de una misma variable. Nos apresuramos a aclarar que se
pueden admitir como variantes léxicas algunas unidades que van algo más allá de la
palabra gráfica; hablamos de lo que B. Pottier denominó lexías, unidades de compor
tamiento léxico que pueden ser palabras, palabras compuestas o sintagmas estereoti
pados (carmín, pint alabios, lápiz de labios; noria, rueda de Chicago, vuelta al mundo',
prismáticos, miralejos, anteojos largavistas).6
6. Véanse estos ejemplos y otros muchos en Equipo Varilex, Varilex 4. Variación léxica del español del
mando, Tokio, 19%. En muchas ocasiones, las conclusiones sobre el comportamiento sociolingüístico del lé
xico también son aplicables al ámbito de la fraseología.
SÜ PRINCIPIOS DE SOC l U L IN G Ü i S 'í IC A Y S O C IO L O G IA DEL L E N G U A J E
Para descubrir qué tipo de léxico caracteriza a los grupos sociales que forman
una comunidad, existen varios itinerarios metodológicos. Uno de ellos es el estudio
de corte etnográfico; mediante la convivencia continuada dentro de un grupo social o
la observación directa de los discursos. Este procedimiento tiene un enorme interés,
especialmente si lo que se quiere es presentar un análisis cualitativo, esto es, deter
minar qué lexías aparecen de forma característica en cada grupo social. Casado Ve-
larde señala como rasgos característicos del lenguaje juvenil en España el empleo del
sufijo -ata (bocata 'bocadillo', bugaia — baga ‘coche’, del inglés buggy—, chabolata
'chabolista’, drogara 'drogadicto'. sociata ‘socialista’, tocata ‘tocadiscos’), el trunca
miento léxico (anarco 'anarquista', anfeta ‘anfetamina’, depre ‘depresión’, nema ‘neu
rasténico’) y el empleo de ciertas unidades léxicas, algunas de ellas procedentes del
lenguaje del hampa (basca ‘gente’, calcos 'zapatos', chupa ‘chaqueta’, dabuten ‘bue
no’, peluco ‘reloj de pulsera', jalar 'comer').78Manuel Alvar, a partir del diario de se
siones del Congreso de los Diputados de España, ha estudiado el lenguaje empleado
por los políticos españoles en el debate sobre el estado de la nación de 1989, y ha
comprobado la abundancia de esdrújulos y palabras largas (corresponsabilización,
confldenciabilidad, sorpresivamente, simplistamente), la vitalidad de algunas formas
prefijadas y sufijadas (anticompetitivos, improductiva, macromagnitudes, inflacionista,
minorizacicm), la aparición de palabras-clave (derivados de globo: global, globalidad,
globalización), de deslizamientos y metáforas (coyuntura internacional, agentes eco
nómicos y sociales, paquetes de medidas, dinámica nueva) e incluso de usos populares
o vulgares (tela ‘dinero’).s
Otra posibilidad metodológica, para el estudio sociolingüístico del léxico, es la
entrevista, procedimiento que permite además el análisis cuantitativo de la variación.
Pero, sin duda, es aquí donde más inconvenientes se presentan porque no es habitual
que en un período de tiempo determinado, generalmente corto, salgan no sólo todas
las variantes de la variable léxica que pueda interesar, y en cantidades suficientes, sino
la variable misma: por muy dirigida que esté una entrevista, nunca se tiene la abso
luta seguridad de que se van a conseguir muestras de la variable léxica oportuna, a
menos que el investigador induzca o provoque su aparición mencionándola expresa
mente, lo que iría en detrimento del interés de la entrevista sociolingüística como tal
para la recogida de la variación léxica.
Si un sociolingüista decidiera, partiendo de un conjunto de entrevistas realizadas
sobre una muestra de una comunidad de habla, hacer una caracterización léxica de
los grupos sociales de una comunidad (jóvenes o adultos, cultos o incultos), se halla
ría ante el problema de dar respuesta a estas preguntas: ¿habrán quedado recogidas
en las entrevistas las formas léxicas realmente caracterizadoras de cada grupo? ¿Se
encontrarán ahí las variables léxicas más destacadas con todas sus posibles variantes?
Tales preguntas pueden quedar sin una respuesta convincente si no se utilizan meca
nismos de ratificación o control (por ejemplo, los resultados de análisis exploratorios
o complementarios), porque las diferencias léxicas entre grupos sociales son muchas
veces cuantitativas y no cualitativas, como ocurre en los demás niveles de la lengua.
7. «Léxico e ideología en la lengua juvenil», en F. Rodríguez (ed.), Comunicación y lenguaje juvenil, Ma
drid, Fundamentos, 1989, pp. 167-178.
8. «Lenguaje político: el debate sobre el estado de la nación (19S9)», La lengua de..., Alcalá de Hena
res, Universidad de Alcalá, 1993, pp. 69-116.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G UA 81
Con todo esto no se quiere decir que sea imposible el estudio cuantitativo del léxico
a partir de materiales recogidos en entrevistas: es posible, mas dificultoso.
La tercera técnica que permite abordar la investigación sociolingüística del léxi
co es el cuestionario, o la encuesta con cuestionario, a la que hemos hecho referencia
en el capitulo 1. Este sistema de recogida de datos garantiza la aparición de ciertas
unidades léxicas en una cantidad determinada y, por lo tanto, se revela como el más
satisfactorio para los estudios de índole cuantitativa. Los posibles objetos de estudio
socioléxicos son ilimitados: se puede analizar la preferencia de uno o más grupos de
una comunidad por ciertas formas léxicas según el tipo de interlocutor, según la si
tuación (estilo formal-informal), se puede analizar la mayor o menor presencia en
ciertos grupos sociales de formas anticuadas o modernas, vernáculas o foráneas, eu-
femísticas o disfemísticas, de un origen o de otro, dialectales o generales.9
Un buen ejemplo de estudio léxico basado en datos recogidos mediante cuestio
nario es el realizado por Maitena Etxebarría en la ciudad de Bilbao. Esta investiga
dora ha estudiado el léxico del español de Bilbao cruzando diversas variables socia
les («sexo», «edad», «origen de los informantes», «nivel socioeconómico», «nivel de
estudios», entre otras) con la variable «origen de los términos» y las conclusiones ob
tenidas han sido de un gran interés a propósito de prácticamente todas las variables
extralingüísticas. Al analizar la relación existente entre el origen de los términos y el
hecho de que los informantes sean hablantes o no de vasco, se ha podido demostrar
que esta variable provoca un comportamiento lingüístico bien diferenciado: la media
de términos de origen vasco y de términos dialectales utilizados por los informantes
hablantes de vasco es mucho mayor que la media correspondiente a los informantes
que no hablan vasco; del mismo modo, la media de términos castellanos utilizados por
los informantes que no hablan vasco es superior a la media de los informantes que
hablan vasco. Etxebarría ofrece conclusiones significativas y detalladas a propósito de
todas las variables sociales analizadas.10
Haciendo uso de los cuestionarios, y con informantes seleccionados según crite
rios sociolingüísticos, también se puede analizar el léxico básico, el léxico disponible
o el léxico fundamental de un grupo social o de una comunidad; de hecho, numero
sos estudios de lingüística aplicada echan mano de las variables sociales para conse
guir conclusiones válidas y representativas de las comunidades de habla. En lo que se
refiere a la disponibilidad léxica, entendida como el caudal léxico utilizable en una si
tuación comunicativa dada, López Morales ha señalado que los análisis dejan ver re
gularmente una menor disponibilidad en los hablantes de los niveles socioculturales
bajos, coincidiendo en cierto modo con algunas de las conclusiones de la teoría del
déficit de Bernstein. En una investigación realizada en San Juan de Puerto Rico en
tre niños de tres niveles socioculturales (bajo, obrero y medio), se ha comprobado
que, en todos los ámbitos léxicos que se tienen en cuenta (alimentos, juegos y diver
siones, profesiones y oficios, cuerpo humano, etc.),11 el sociolecto medio muestra ín-
9. J. Borrego observó en Villadepera de Sayago que los grupos sociales que tenían un mayor contacto
con la norma hacían un mayor uso del léxico llamado «estándar» (Sociolingiiistica rural. Salamanca, Univer
sidad de Salamanca, 1981, especialmente pp. 280 y s s ) Como referencia para clasificar las formas dialectales
y las generales se pueden utilizar los diccionarios o las respuestas obtenidas en grupos de control (por ejem
plo, de informantes con formación universitaria).
10. Sociolingiiistica urbana. El habla de Bilbao, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1985, pp. 256-257.
11. Esos ámbitos léxicos reciben el nombre de «centros de interés»
82 PRIN CIPIO S D E SOCIOLINC.UÍSTICA Y SO C IO LO GÍA DEL L E N G U A JE
El mismo López Morales también llama la atención sobre el interés de los estu
dios de disponibilidad léxica en el terreno de la etnolingüística: W. F. Mackey ha des
cubierto, por ejemplo, que mientras la disponibilidad de la lexía vino es muy alta en
Francia, en la Acadia canadiense es muy baja, en claro contraste con lo que ocurre
con la palabra agua.
A lo ya comentado sobre la variación lingüística, se ha de añadir que existe una
larga serie de fenómenos relacionados con el discurso y con la conversación que tam
bién han sido objeto de análisis sociolingüísticos, si bien la nómina no ha sido aún
agotada, ni mucho menos. Los estudios sociopragmáticos a los que aludimos han uti
lizado diversos procedimientos de recogida de datos (técnicas etnográficas, técnicas
de conversación y cuestionarios) y en general han buscado no tanto un análisis de la
variación pragmática propiamente dicha —aunque existan muestras de ello— como
la caracterización pragmática de ciertos grupos sociales. El paralelismo entre el com
portamiento del léxico y el de muchos aspectos pragmáticos se hace patente en la
teoría y en la práctica: estamos ante elementos poco repetitivos o, al menos, disper
sos en el discurso, que no pertenecen a sistemas (cerrados) y que a menudo funcio
nan respondiendo a factores pragmalingüísticos y no sociolingüísticos o estilísticos.
Reflexiones y ejercicios
12. «Los estudios de disponibilidad léxica: pasado y presente», Revista de Estudios de Adquisición de la
Lengua Espartóla (en prensa).
LA V A R IA C IÓ N EN LA LEN G U A 83
3. Elabore una relación de diez rasgos, como mínimo, en cuyo uso se pueda dar
un patrón de estratificación discontinua dentro de su comunidad de habla.
Orientaciones bibliográficas
Es conveniente la lectura del capítulo 2 del libro de William Labov, Modelos so-
ciolingiusticos (Madrid, Cátedra, 1983), por tratarse de un texto clásico: «La estratifi
cación social de (r) en los grandes almacenes de Nueva York». Son muy acertados,
en líneas generales, los comentarios que ofrece R. Hudson en su libro Sociolingiiísti-
ca (Barcelona, Anagrama, 1981), especialmente en el capítulo 5. También es reco
mendable la lectura del capítulo 3 («Patrones sociolingüísticos») del libro de S. Ro-
manie, El lenguaje en la sociedad (Barcelona, Ariel, 1996).
Capítulo 4
VARIEDADES LINGÜÍSTICAS
El concepto de variedad
lectos» de la misma lengua.4 Por otro lado, una particular distribución social puede
hacer que una lengua funcione solamente en un grupo social o en un estilo determi
nados.
Charles A. Ferguson propuso en 1971 una definición de «variedad» con un ca
rácter bastante más concreto que la de Hudson: una variedad es un conjunto de pa
trones lingüísticos lo suficientemente homogéneo como para ser analizado mediante
técnicas lingüísticas de descripción sincrónica; tal conjunto estaría formado por un re
pertorio de elementos suficientemente extenso y podría operar en todos los contex
tos normales de comunicación. Siguiendo al pie de la letra esta definición, serían va
riedades las lenguas, los dialectos, incluso los sociolectos, pero tal vez no lo serían los
estilos, que podrían interpretarse, en todo caso, como manifestaciones de una deter
minada variedad.5 Ahora bien, tanto si se trabaja con definiciones amplias como si se
hace con definiciones más estrictas, lo habitual es tratar las variedades como conjun
tos de elementos o de patrones lingüísticos asociados a factores externos, sean con
textos situacionales, sean ámbitos profesionales, sean grupos sociales, sean áreas geo
gráficas.
En el manejo del término variedad, los inconvenientes que acarrea la inconcre
ción conceptual pueden verse compensados por la comodidad que supone evitar el
uso de otras denominaciones que, en determinados casos, pueden ser conflictivas,
como ocurre con los términos lengua y dialecto, cargados, a veces, de valores conno-
tativos muy complejos. Junto al término variedad, buscando la misma inconcreción o
neutralidad, también se ha utilizado el término ¡ecto.
Los tipos de variedades con los que trabaja la sociolingüística son relativamente
heterogéneos; los principales son las lenguas, los dialectos, las hablas, los sociolectos
y los estilos o registros.
Lengua y dialecto
Las definiciones que se han propuesto para los conceptos de «lengua» y «dialec
to» han sido muchas y diversas. Desde un punto de vista rigurosamente lingüístico,
no existen evidencias que justifiquen la distinción entre lengua y dialecto, por lo que
resulta obligado recurrir a criterios extralingüísticos, si se quiere mantener.6 Algunos
autores, sin embargo, han evitado la diferenciación negando simplemente la existen
cia de los dialectos. A finales del siglo xix, Gastón París y Paul Meyer llegan a la con
clusión de que los dialectos no existen como entes autónomos, aunque se pueda ha
blar de la manifestación de la lengua como un continuum dialectal: sólo existen con
juntos de rasgos lingüísticos que se combinan de forma diversa coincidiendo algunos
de ellos en un territorio y combinándose de modo distinto en las áreas vecinas. Fren-
4. Por ejemplo, lo que se conoce como «chino» es un conjunto de variedades llamadas dialectos {man
darín, caruonés, qitejiá, hitnanés, min, etc.), en general mutuamente ininteligibles y para los que se puede uti
lizar una sola modalidad escrita (tradicionalmente el wén-yán; modernamente el pit tong luía).
5. Language Structure and Langitage Use, Stanford, Stanford University Press, 1971, p. 30.
6. En cada lengua, los conceptos de «lengua» y «dialecto» pueden tener unos valores particulares: en in-
glés la forma dialect a menudo se hace ejjuiyáleñté|& síib-ÉarÉárci’iS a non-standard', en francés, dlalecte es uña
variedad regional de una lengua, variedad asociada normalmente a una tradición literaria, mientras que pa-
iois es la variedad regional, normalmente de carácter local, que carece de tal tradición y en la que no se re-
con.oce prestigio alguno.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 87
7. Véase I. Iordan, Lingüistica románica, reel. pardal y notas de M Alvar, Madrid, Alcalá, 1969, pp. 255,
352.
8. Véase M, Alvar, «La lengua, los dialectos y la cuestión del prestigio», en F. Moreno Fernández (rec ),
Estudios sobre variación lingüistica, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990, pp. 13-26. Véase tam
bién M, Alvar, «Dialectología y cuestión de prestigio», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica.
El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 15-21.
9. Véase W. Labov, Modelos sociolingiiisticos, Madrid, Cátedra, 1983, pp. 175 y ss.; 353 y ss.
10. La idea de comunidad que aquí barajamos no está necesariamente asociada a la de núcleo de po
blación, sino que puede extenderse a un territorio más amplio. Véase el capitulo 1.
ss PRIN CIPIO S DE SO C IO LIN G Ü ÍSTIC A Y SO C IO LO G ÍA D EL L E N G U A JE
el sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza
por estar fuertemente diferenciado, por poseer un alto grado de nivelación, por ser
vehículo de una importante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse im
puesto a sistemas lingüísticos de su mismo origen.
Habla regional son las peculiaridades expresivas propias de una región determina
da, cuando carezcan de la coherencia que tiene el dialecto. [...] Habla local es la
estructura lingüística de rasgos poco diferenciados, pero con matices característi
cos dentro de la estructura regional a la que pertenece y cuyos usos están delimi
tados a pequeñas circunscripciones geográficas.11
En lingüística —la lingüística que se ocupa de los usos y los hablantes— siempre
se ha coincidido acerca de la dificultad que supone dictaminar si una variedad debe
ser considerada como lengua, como dialecto o como habla. Para ello hay que realizar
investigaciones que se ocupen de diversos aspectos: en primer lugar, es imprescindi
ble la caracterización lingüística del territorio y el descubrimiento de las isoglosas que
allí se dan cita; también es necesario averiguar su filiación histórica y llevar a la prác
tica un análisis sociolingüístico, acompañándolo de estudios de actitudes lingüísticas.
Determinar si una variedad es dialecto o no lo es resulta difícil, pero se complica más
cuando se carece de datos básicos sobre las isoglosas, sobre la historia, sobre la dis
tribución sociolingüística de los fenómenos y las actitudes de los hablantes.12
11. «Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas», Nueva Revista de Fitología Hispánica, 15 (1961),
pp. 54-59; «Lengua, dialecto y otras cuestiones conexas», Lingüística Española Actual, I (1979), pp. 5-29 (am
bos recogidos en La lengua como libertad, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 19S3, pp. 56-65 y 66-SS,
resp.).
12. Una buena parte de la sociolingüística italiana ha girado entorno a los problemas que supone la de
limitación de los conceptos de «lengua» y «dialecto». La situación italiana pone a disposición de los miembros
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 89
Clases de lenguas
de las comunidades de habla un código de uso local, hablado e informal (al que se suele denominar «dialec
to») y la lengua nacional como código de uso «estándar», escrito y formal, con posibilidad de gradaciones y
combinaciones intermedias (registros y variedades dentro del dialecto y dentro de la lengua). Véase G, Be-
rutto, La sociolingüística, Madrid, Nueva Imagen, 1974.
13, «A Sociolinguistic Typology for Describing National Multilingualism», en J. Fishman (ed.), Readings
in the Sociology o f Language, La Haya, Mouton, 1968, pp. 531-544. Esta es una versión revisada del trabajo
«Outline of Linguistic Typology for Describing Multilingualism», en F. A. Rice (ed.), Stndy o f lite Role ofSe-
cond Langitages in Asia, Africa, and Latín America, Washington, D.C., Center for Applied Linguistics, 1962,
pp. 15-25. La traducción al español se publicó en 1974 («Un bosquejo de tipología lingüística para describir el
multilingüismo», en P. L. Garvín e Y, Lastra, Antología de estudios de etnolingiiistica y sociolingüística, Méxi
co, UNAM, pp.. 224-233).
90 PRIN CIPIOS DE SO CIO LIN GUÍSTIC A Y SO C IO LO G ÍA D E L L E N G U A JE
+ + + + Lengua estándar
+ T + - Lengua clásica
+ + - Lengua artificial
- + + + Lengua vernácula
- - + + Dialecto
- - - + Lengua criolla
- - “ Lengua pidgin
I = estandarización; 2 = autonomía; 3 = historicidad; 4 = vitalidad.
14. El uso que se hace de la palabra «estándar» no nos parece el más adecuado aplicado a la situación
del español, salvo si se hace referencia al simple hecho de contar con una gramática, una ortografía y un dic
cionario. Preferimos el uso de las fórmulas «español normativo» y «español general».
15. Posteriormente R. T. Bell propuso la consideración de tres atributos más para una caracterización
adecuada del concepto de «lengua»; redacción, mezcla y normas de facto. La redacción se refiere al hecho de
que una variedad particular sea considerada por los hablantes como una subvariedad de otras (por ejemplo,
las jergas). La mezcla se refiere al sentimiento de los hablantes sobre la «pureza» de la variedad que hablan.
Las normas de facto se refieren a la conciencia de los hablantes sobre el buen y el mal hablar. Véase R. T.
Bell, Sociolinguistics: Goals, Approaches and Problems, Londres, Batsford, 1976, pp. 147-154.
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 91
Si concebimos los dialectos como sistemas de signos, normalmente con una con
creta delimitación geográfica y sin una fuerte diferenciación frente a otros de origen
común, existe la posibilidad de identificar dentro de ellos otro tipo de variedades lin
güísticas, circunscritas a grupos de hablantes de comunidades dialectales. Para enten
der adecuadamente esta realidad es importante tener en cuenta dos circunstancias: en
primer lugar, que cuando se habla de dialecto se está haciendo referencia a una mo
dalidad concreta de una lengua y que esa modalidad no tiene por qué estar despres
tigiada (es el caso, por ejemplo, en la modalidad castellana dentro de la lengua espa
ñola); en segundo lugar, que este concepto de «dialecto» está vinculando un sistema
a una geografía, por lo que también se habla de geolecto.
Cuando Eugenio Coseriu declara la existencia de variedades dentro de las len
guas históricas, distingue tres tipos fundamentales de diferencias internas: diferencias
diatópicasj6 diferencias diastráticas y diferencias diafásicas.11 A cada una de estas cla
ses de diferencias les corresponden tres tipos de sistemas, más o menos unitarios: las
unidades sintópicas, a las que denomina dialectos, las unidades sinstráticas o niveles
de lengua (nivel culto, nivel medio, nivel popular) y las unidades sinfásicas o estilos de
lengua (lenguaje solemne, lenguaje familiar, etc).161718 Según Coseriu, dentro de cada
dialecto es posible encontrar diferencias de nivel y de estilo; a su vez, entre estas uni
dades también es posible encontrar fronteras diferenciadoras: entre distintos dialec
tos existen isoglosas diatópicas; entre diferentes niveles, numerosas isoglosas diastrá
ticas; entre estilos distintos, muchas isoglosas diafásicas.19
Por lo general, para lo que Coseriu llama «niveles», la sociolingüística suele ha
blar de sociolectos o de dialectos sociales, que se pueden definir como manifestacio
nes de un dialecto, vamos a decir «geográfico», en un grupo social, especialmente
cuando el grupo social se caracteriza por adscribirse a un nivel socioeconómico o so-
ciocultural determinado. Partiendo de esta definición sería posible encontrar, dentro
de una comunidad en la que se utiliza un dialecto dado, un sociolecto alto (para el ni
vel sociocultural alto; también nivel culto), un sociolecto medio (para el nivel socio-
cultural medio) y un sociolecto bajo (para el nivel sociocultural bajo; también nivel
popular), aunque, del mismo modo, sería posible hablar del sociolecto de los hombres
o del sociolecto de los jóvenes, para los grupos sociales formados por hombres y por
jóvenes, puesto que no dejan de ser manifestaciones lingüísticas adscritas a unos gru
pos sociales determinados.20
16. Cuando se presta atención solamente a las diferencias del nivel fonético se habla de diferencias de
acento.
17. «Los conceptos de “dialecto”, “nivel” y “estilo de lengua” y el sentido propio de la dialectología»,
Lingüistica Española Actual, III (1981), pp. 1-32.
18. Véase E. Lorenzo, «Niveles y registros en el español actual», Lecciones de lingüistica y didáctica de!
español, Logroño, Gobierno de La Rioja, 1991.
19. La unidad sintópica, sinstrática y sinfásica recibe el nombre de lengua funcional.
20 Eugenio Coseriu incluye entre los estilos de lengua los llamados «lenguajes de grupos», que pueden
distinguirse en unos mismos niveles socioculturales o independientemente de ellos. Asi, los lenguajes de los
hombres, de las mujeres, de los adultos, de los niños o de ciertos grupos profesionales serían, para Coseriu,
estilos de lengua diferentes En nuestra opinión, sin embargo, los grupos formados por hombres, por jóvenes
o por ciertos profesionales no hacen uso de estilos distintos sino de niveles o sociolectos diferentes, puesto que
dentro de cada uno de ellos se pueden descubrir diferencias diafásicas, a veces notables, motivadas por con-
92 PRIN CIPIO S D E SO CIO LIN GÜÍSTIC A Y SO C IO LO G IA DEL L E N G U A JE
Estilo y registro
Aunque los términos estilo y registro son utilizados muchas veces como sinóni
mos, parece adecuado y conveniente hacer un uso diferenciado de ambos y evitar la
confusión en las exposiciones teóricas. En este epígrafe hablaremos de estilo y de va
riación estilística para hacer referencia a los usos lingüísticos que se definen en fun
ción de la situación y el contexto comunicativos. Cuando hablemos de registros lo ha
remos siguiendo a los autores que así lo prefieren y haciendo las aclaraciones perti
nentes.
No es posible entender bien la variación estilística si se prescinde de la variación
sociolingüística, como no se puede dejar a un lado la variación estilística si se quiere
llegar a una correcta interpretación de la variación sociolingüística. La estilística de la
lengua contribuye a una correcta valoración de la diversidad sociolingüística que en
cierran las comunidades de habla.21
diciones situacionales o contextúales distintas. Es cierto, sin embargo, que estas diferencias diafásicas no se
manifiestan de la misma forma en todos los grupos sociales.
21. Se ofrecen revisiones de los estudios realizados hasta el momento en C. Lefebvre, «Les notions de
style», en E. Bédard y J. Maurais (eds.), La norme linguistique. Québec, Conseil de la Langue Fran?aise, 1983,
pp. 305-333; S. Romaine y E. C. Traugott, «Some Questions for the Definition of «style» in Socio-historical
Linguistics», Folia Lingüistica Historiaca, VI (1985), pp. 7-39; B. Spillner, «Style and Register», en U Am-
mon, N. Dittmar y K.. J. Mattheier (eds.), Sociolinguistics, Berlín, Walter de Gruyter, 1988, pp. 273-285; I. Mo-
L A V A R I A C I Ó N EN LA L E N G U A 93
C, Lefebvre agrupa las nociones de estilo que han manejado los especialistas en
dos tipos de teorías: las que consideran los estilos como códigos diferenciados y aque
llas que los definen partiendo de un estilo básico, el llamado «vernáculo». La teoría
que mejor representa la primera tendencia (estilos como códigos) es la «teoría de la
acomodación del habla» o de la «adaptación», propuesta por H. Giles y sus colabo
radores, a la que más adelante prestaremos una mayor atención: cada estilo es un có
digo del que se dispone para transmitir información sobre los propios hablantes, so
bre la relación que establecen con sus interlocutores y sobre la situación comunicati
va.22 Según Lefebvre:2-5
El modelo de selección de códigos está constituido por dos conjuntos: las variables
independientes — es decir, los factores que entran en juego en la selección de un
código— y las variables dependientes —las manifestaciones posibles, es decir los
códigos disponibles.
lina Martos, «Style in Sociolinguistics: a Review», en F. Moreno Fernández (ed.), Sociolinguistics and Stylisiic
Variation, Lynx, 3 (1992), pp. 39-42
22. Para un desarrollo práctico de esta teoría, véase N Coupland, «Style-Shifting in a Cardiff Work-
Setting», Langttage in Society, 9 (19S0), pp. 1-12
23. 1983, p. 326
24 J. J. Gumperz, «Linguistic and Social Interaction in Two Communities», American Anthropologist,
66 (1964), pp, 137-153; G. Sankoff, «Language Use in Multilingual Societies: Some Alternative Approaches»,
en J B. Pride y J. Flolmes, Sociolinguistics, Harmondsworth, Penguin, 1972, pp 33-51.
25. B. Havránek, por ejemplo, vincula la variación lingüística a las funciones comunicativas del lengua
je. A cada estilo funcional le corresponde un «lenguaje funcional»: coloquial-familiar, ténico-especializado,
científico, poético. Dentro de estos estilos, se pueden distinguir los que dependen de las función lingüística
predominante (exhortativo, expresivo, informativo) y los que dependen de las situaciones comunicativas (pri
vado-informal, público-formal). Véase B. Havránek, «The Functional Differentiation of the Standard Lan
guage», en P. L. Garvin (ed.), A Progne Scltool Reader on Estlietics, Literary Strucmre, and Style. Washing
ton, D.C., Georgetown University Press, 1964, pp, 3-16.
26 Véase M. A. K. Halliday, A. Macintosh y P. Strevens, The Linguistic Sciences and Language Tea-
ching, Londres, Longman, 1964. Reimpr. en 1968, «The Users and Uses of Language», en J. A Fishman (ed ),
Readings in the Sociology o f Language, La Haya, Mouton, pp. 139-169; M. Gregory y S Carroll, Language
ancl Situation. Varieties and their Social Contexts, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1978.
27. A esta relación puede añadirse el modelo de J. Ure y J. Ellis. Ure y Ellis hablan de registros y pre
tenden ofrecer un análisis y una clasificación de los hechos que son relevantes en determinados contextos. Los
registros vienen definidos por el modo en que se relacionan unos usos lingüísticos y unas dimensiones situa
cionales. La dimensiones que tienen en cuenta son el medio y la circunstancias físicas (que dan lugar a mo
dos lingüísticos diferentes), las relaciones personales y sociales (que dan lugar a diferentes grados de forma
lidad), el tema o la materia tratada (pueden ser campos diferentes) y la función social del intercambio lin
güístico. Estas dimensiones permiten crear una serie de pares conceptuales que caracterizarían los discursos
desde el punto de vista de los registros: preparado/no preparado, íntimo/distante, especializado/no especiali
zado, literario/no literario, conversación/no conversación, etc. Para Ure y Ellis un registro es una variación si-
tuacional constituida por una selección de preferencias de entre el total de opciones lingüísticas que ofrece
una lengua específica Véase J. Ure y J. Ellis, «El registro en la lingüística descriptiva y en la sociología lin
güística», en O. Uribe-Villegas (ed.), La sociolingiiistica actual: algunos de sus problemas, planteamientos y so
luciones, México. UNAM, 1974, pp. 115-164.
94 PRIN CIPIO S D E SO CIO LIN GÜiSTIC A Y SO C IO LO GÍA DEL L E N G U A JE
Por lo que respecta a la dimensión del tenor, es bastante improbable que puedan
aislarse registros discretos y bien definidos. Esta dimensión funciona como un conti
nuo en el que es complicado identificar un número preciso de registros. En general,
depende de cada lengua qué tipo de relación entre participantes son relevantes lin
güísticamente y en qué medida se reflejan estas relaciones en la gramática y el léxi
co: cada hablante tiene a su disposición una escala continua de modelos y de unida
des, de la cual selecciona, para cada situación, el modelo apropiado.
Las ideas de Alian Bell también participan de la corriente o tendencia que he
mos llamado «estilos como códigos» al aceptar como fundamento la «teoría de la aco
modación», pero se apartan de ella en puntos concretos, para otorgar una importan
cia notable a lo sociolingüístico. Bell, en su «teoría de la audiencia»,30 define la va
riación sociolingüística como un fenómeno interindividual y la variación estilística
como una fenómeno intraindividual, de tal forma que la selección de un estilo por
parte de un hablante supone la adaptación de sus usos lingüísticos a alguna de las po
sibilidades sociolingüísticas que ofrece su comunidad. Al analizar cuantitativamente
las frecuencias de uso de ciertos rasgos lingüísticos en un estilo, se observa a menu
do que coinciden con las habituales en un determinado grupo social para esos mis
mos rasgos. Esto significa que, en cierto modo, los sociolectos pueden funcionar como
variables estilísticas, pero no en el plano sociolingüístico (interindividual), sino en el
28. Es muy importante distinguir las diferentes acepciones que el término registro tiene dentro de la so
ciolingüística: primero, como estilo de lengua (variedad diafásica); segundo, como lengua de grupo profesio
nal (equivalente a jerga o a ¡ecnolecto). Coseriu llama registros idiomáticos a las manifestaciones de la lengua
que obedecen a factores culturales, o de otro tipo, y a conexiones muy diversas: lengua hablada, lengua es
crita.
29. Distinción que no tiene por qué ser privativa. Podría hablarse de la existencia de un contimmm «len
gua hablada-lengua escrita» a lo largo del cual se disponen muy diferentes manifestaciones lingüísticas. Véa
se J. J. Bustos Tovar, «De la oralidad a la escritura», en L. Cortés (ed.), Actas del I Simposio sobre análisis
del discurso oral, Almería, Universidad de Almería, 1995, pp. 11-28; Ll. Payrató, «Variación lingüística y mo
dalidades de la lengua oral», en A. Briz, J. R. Gómez Molina, M. J, Martínez y Grupo Val.Es.Co., Pragmáti
ca y gramática del español hablado. Valencia, Universidad de Valencia / Pórtico, 1997, pp. 177-192.
30. «Language style as audience design», Langttage in Society, 13 (1984), pp, 145-204.
L A V A R I A C I O N EN LA L E N G U A 95
31. The Social Stranfication o f English in New York Cily, Washington, Center for Applied Linguistics,
1966, pp. 60-88.
32. Aquí el vernáculo se identifica como la variedad que aparece en el habla informal, pero también se
ha utilizado este término para hacer referencia al habla adquirida hasta la adolescencia (véase lo comentado
a propósito del factor «edad») y para hacer referencia a variedades que no tienen fijadas sus normas, gene
ralmente desprestigiadas o estigmatizadas. Estamos, pues, ante un término polisémico que puede provocar al
gunas confusiones.
33. Recientemente se ha desarrollado una teoria, a partir de las ideas de Labov, que intenta abarcar no
sólo aspectos lingüísticos, sino también psicológicos, psicosociológicos y comunicativos: es la «teoría del mo
nitor», propuesta por Krashen. La interpretación que hace esta teoría de la noción de estilo se basa en la aten
ción que el hablante presta a su propio dicursa Véase C Lefebvre, art. cit., pp. 323-324; S. Krashen, Second
Language Acquisilion and Second Language Learning, Oxford, Pergamon Institute of English, 1981.
34. Language in ihe Inner Cily: Sludies in ihe Black English Vernacular, Philadelphia, University of
Pennsylvania Press, 1972.
35. Sobre el modo en que se produce esa proyección y sobre la importancia que, en ese proceso, tiene
la «evaluación», véase A. Bell, art. cit., pp. 150-158.
96 PRIN CIPIO S D E SO CIO LIN GÜÍSTIC A Y SO C IO LO GIA D EL L E N G U A JE
Cada hablante y cada grupo social se mueve en unos márgenes estilísticos pro
pios, cuyos límites inicial y final son siempre dos puntos cualesquiera pertenecientes
a la dimensión proyectada desde el plano sociolingüístico.
Así, en un hablante de nivel sociocultural bajo (véase la figura 4.1), los rasgos de
su estilo más cuidado o formal pueden corresponderse con los de los niveles medios
o altos de la dimensión social (b2, b3), pero, en ocasiones, no se alejarán demasiado
de los límites reflejados por su propio sociolecto (bl). En un hablante de nivel socio-
cultural alto, los rasgos de su estilo menos cuidado pueden coincidir con los de los ni
veles medios o bajos (a2, a3), aunque puede ocurrir que sus usos informales no se ale
jen mucho de lo que es característico del nivel alto de la dimensión social (al). Un
hablante del nivel medio puede hacer uso de elementos lingüísticos atribuidos a las
36. M. A. K. Halliday, A Macintosh y P. Strevens, The Linguistic Sciences and Language Teacliing, ob
cit.\ N. Coupland, art. cit.; J. Ure y J. Ellis, art. cit.
37. W. Labov, The Social Stratiftcation o f English in New York City, ob. cit., pp_ S4-S5.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 97
clases altas para su estilo más formal y de elementos atribuidos a las clases bajas para
el menos formal (m3), pero su dimensión estilística (formalidad-informalidad) puede
tener en los extremos características que reflejan las de los niveles medios y altos
(m2.1), las de los medios y bajos (m2.2) o limitarse a los usos de su propio grupo
(mi).38
Sin embargo, la mayor complejidad de la variación estilística, respecto de la so-
ciolingüística, se demuestra en otro hecho. Los cambios de estilo tienen dos formas
de manifestarse. La primera de ellas es de naturaleza formal (fonología, morfología)
y se manifiesta cuantitativamente: determinados rasgos aparecen más frecuentemen
te en los estilos formales que en los informales o viceversa (e.g. en inglés, la conser
vación del elemento velar de -ing: en español, conservación de la -r final implosiva).
Aquí es donde más fácilmente se confunden las variedades sociolingüísticas y las es
tilísticas y donde se aprecia con nitidez cómo lo sociológico se proyecta en lo situa
cional:39 son formas diferentes de decir lo mismo. La segunda es de naturaleza se
mántica y se manifiesta cualitativamente: ciertos elementos se utilizan en unos estilos
y no en otros, según el asunto tratado en la conversación o, en general, según las si
tuaciones comunicativas en que se desenvuelven los hablantes (e.g. fórmulas de cor
tesía, léxico culto, técnico o estigmatizado, ciertas curvas de entonación, etc.). Dicho
con otras palabras, hay formas diferentes de decir cosas distintas; por eso es posible
reconocer varios estilos cuando los márgenes estilísticos no van más allá de lo co
rrespondiente a un solo grupo social (al, mi, bl). En tales circunstancias, son más re
levantes los cambios de tipo cualitativo que los de naturaleza cuantitativa.40 Además,
hay expresiones que representan un cambio de estilo para los hablantes de un nivel,
mientras que no ocurre lo mismo para los de otro. Así, para alguien de nivel bajo, la
simple utilización de fórmulas de cortesía como p o r favor o gradas puede suponer el
paso de un estilo informal a otro más formal. En conclusión, los cambios de estilo
pueden manifestarse a través de rasgos diferenciados cuantitativamente, cualitativa
mente o de ambas maneras.
Las posibilidades estilísticas de una comunidad son tantas como puntos existen
en la escala de la dimensión situacional. De ahí que sea tan complicado afirmar que
hay dos, tres, cuatro, cinco o más estilos y que sea prácticamente imposible determi
nar dónde está el límite entre ellos.41 El grado de formalidad de un discurso depen
de del modo en que se presenten los factores implicados en la comunicación; no se
trata solamente de que el hablante preste mucha atención a su discurso o de que la
situación comunicativa sea formal. R. Caravedo afirma que la unidad situacional no
garantiza la unidad estilística, porque los individuos y los grupos se comportan de ma
nera diferente ante una misma situación42 La formalidad se desprende de la relación
que se da entre los factores comunicativos. Esos, factores, según nos dice la lingüísti
ca general (Jakobson, Bühler) son el hablante , el oyente, el mensaje, el canal y el có
digo. A eso hay que añadir el contexto situacional, la intención del hablante y la rela
ción que mantienen los interlocutores.
En la variación estilística, cada factor comunicativo contribuye a reforzar de ma
nera diferente la formalidad o la informalidad del discurso. A su vez, esos factores
tienen mayor o menor capacidad para determinar la formalidad dependiendo de la si
tuación comunicativa general y del tipo de hablante o de grupo social de que se tra
te: en ciertas ocasiones será más determinante el contexto que la relación personal
entre los interlocutores, en otras tendrá más peso el tema tratado que el contexto; en
otras puede ser más importante la relación que une a los interlocutores que el tema
tratado. Esto podría llevarnos a una casuística inabarcable, pero lo cierto es que en
la comunicación suelen darse pautas regulares de comportamiento y parece que la
mejor forma de ordenar las relaciones entre los factores comunicativos es tratarlos
por separado. Alian Bell ha distinguido entre factores personales y no personales. Así
lo hacemos nosotros también.
I. Factores personales
43 A propósito de este factor, hay que recordar la importancia que Labov otorga a la consecución de
la variedad vernacular por parte de los investigadores. Dejando a un lado caracterizaciones, parece conve
niente puntualizar que, si bien el vernáculo es el objetivo principal de la investigación sociolingiiística (y hay
razones suficientes para que lo sea), no puede tener tanta importancia en los estudios del estilo. La localiza
ción del vernacular de un grupo sirve para fijar una referencia en su escala estilística, pero ahí no acaba el tra
bajo: además hay que explicar el mecanismo del cambio, delimitar las fronteras de estilo en cada grupo social
e identificar unidades dentro de la dimensión. Véase W. Labov, «Fíeld methods of the project óh ¡inguistic
change and varíatíon», Sociolingitistic Working Paper, 81, Southwest Educatíonal Development Laboratory,
Austín, Texas, 1981, p. 5; L. Milroy, Observing and Analysing Natural Language, Oxford, Blackwell, 1987,
pp. 57-60; F. Moreno Fernández, Metodología sociolingiiística, Madrid, Credos, 1990, p. 66.
44 Tampoco lo cree W. U. Dressler (W. U. Dressler y R. Wodak, «Socíophonological Methods in the
Study of Socíolínguístíc Variation in Viennese Germán», Language in Societv, 11 (1982), pp. 339-370); Véase
S. Romaíne y E. C. Traugott, art. cit., pp. 7-39.
LA V A R IA C IÓ N EN LA LEN G U A 99
Interlocutor + + •
Oyente formal + + -
Oyente casual + - -
Curioso - “ -
Audiencia
45. En algunos estudios de Labov se maneja muy cuidadosamente el tipo de relación que mantienen los
hablantes entre sí y éstos con el explorador. Por esa razón, utiliza investigadores de raza blanca y de raza ne
gra, externos al grupo social estudiado o pertenecientes a él, según las necesidades de la investigación (Lan
guage in ¡he Inner City: Studies in the Black Engiish Vernacular, ob. cit., p. xiv).
46. Romaine y Traugott (art. cit., p. 15) distinguen entre hablante activo y hablante pasivo.
47. La categoría «curioso» se refiere a una persona que presencia (escucha) una interacción sin que los
interlocutores lo sepan.
100 PRIN CIPIO S DE SO CIO LIN GÜÍSTIC A Y SO C IO LO G IA D EL L E N G U A JE
A = + Poder - Solidaridad
B = + Poder + Solidaridad
C = - Poder - Solidaridad
D = - Poder + Solidaridad
53. En la lengua escrita literaria no funcionan de manera tan intensa estos factores
54. Halliday habla del tema como «field of discourse».
102 P R IN C IP IO S DE S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE
55. Este último presenta una estrecha relación con el carácter público o priva do de la interacción.
56. Dell Hymes afirma que los componentes asociados a las variaciones del habla pueden^quedar resu
midos mediante la palabra mnemotécnica S P E A K IN G : S ([setting), P (participaras), E (ends), A (art characte-
ristics), K (key), I (instrumentalities, canal, código), N (norrns o f interaction and interpretador!), G (gender, tipo
de acto de habla). Véase «Models of the Interaction of Language and Social Life», Jou rnal o f Social tssues,
23 (1967), pp. 8-28.
57. N. Coupland, «Style-shifting in a Cardiff work-setting», Language in Society, 9 (1980), pp. 1-12; E.
Douglas-Cowie, «Linguistic code-switching in a Northern Irish village: Social interaction and social ambition»,
en P. Trudgill (ed ), Sociolinguistic Patterns in B ritish Englis/i, Londres, Edsvard Arnold, 1978, pp. 37-51.
LA V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 103
1) Una variación estilística determinada por factores que no tienen relación con
la audiencia presupone una variación de acuerdo con el interlocutor.
2) Un cambio de estilo motivado en la audiencia se puede catalogar o clasificar
más fácilmente que un cambio debido a los temas tratados.
la jerga constituye una zona restringida de la lengua familiar, que limita al sur con
la germanía y el caló, al este y oeste con la terminología artesana y al norte con el
tecnicismo científico.58
ciendo las respectivas jergas gremiales, de igual modo que las nuevas actividades
traen de la mano nuevos usos comunicativos.
A este tipo de jerga se añadirían las que permiten caracterizar a prácticamente
cualquier grupo social según la actividad que realice: estudiantes, deportistas, funcio
narios, pescadores, etc. Estamos ante variedades más o menos accesibles para los aje
nos al grupo, que no tienen una intención críptica y que no se suelen utilizar fuera de
la comunicación interna, aunque algunas de ellas tienen más facilidad que otras para
transferir elementos a la lengua general: en España, por ejemplo, el uso general va
incorporando muchas voces propias de la jerga estudiantil, de la taurina o de la polí
tica y la economía, debido, en gran parte, a la influencia de los medios de comunica
ción social.62 En este caso también se habla de argot y de slang.
Pero una jerga, además, puede entenderse como un conjunto de rasgos lingüísti
cos, generalmente artificiosos, utilizados con una intención críptica o esotérica. En
este caso, el término ha alternado con otros muchos como jerigonza, gemianía, jáca
ra o jacarandina. Se trata de «lenguas secretas» manejadas por grupos sociales cuya
actividad está o puede estar fuera de una norma o incluso fuera de la ley —es la len
gua de los bajos fondos, del hampa, de la delincuencia—,63 aunque también se han
utilizado en otras actividades, como las comerciales o las trashumantes. Estos usos, en
general, se caracterizan por una gran capacidad de cambio dado que, conforme se ha
cen transparentes, aparecen nuevas voces que sustituyen a las que empiezan a ser re
veladas.
Los recursos lingüísticos de las jergas crípticas, además de ser artificiosos, supo
nen una actitud activa por parte del grupo y afectan sobre todo al léxico y a la fra
seología: se modifican formal o semánticamente términos ya existentes (por ejemplo,
cambiando el orden de las sílabas),64 se toman formas prestadas de otras lenguas (en
el caso del español de España, se han tomado del gallego, del catalán, del vasco, del
francés, del árabe, del caló; en el lunfardo, se han tomado del italiano),65 se usan pa
labras onomatopéyicas y se incorporan nuevas series de numerales. Ejemplos de es
tos usos pueden ser la gemianía española del Siglo de Oro, el primer lunfardo argen
tino o la más reciente jerga de la drogadicción.66 Pero hay otros muchos, como el caló
de los arrieros de Quintanar de la Orden (Toledo), utilizado por los comerciantes am
bulantes durante el siglo xix, hasta la desaparición de la arriería. En esta jerga de
arrieros se suelen dar significados nuevos asociados a formas ya existentes, se crean
metáforas y se utilizan multitud de nombres propios con referentes locales o regio
nales. Sirvan como muestras estas pocas frases: la de ariepa de hoy me invita a jalar
chipóla con andújar y pedroñeras ‘en la carta de hoy me invitan a comer cordero con
62. Véase M. A lvar, L a lengua de..., Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1993,
63. Véase R. Salillas, «Teoría y caracteres de las jergas», en E l delincuente español, M adrid, Victoriano
Suárez, 1896.
64. Este recurso lo utiliza el lunfardo. Sobre alteraciones formales con fines comunicativos o lúdicros,
son ilustrativos los ejemplos recogidos en la obra de D. Crystal, Enciclopedia de! lenguaje de la Universidad
de Cambridge, Madrid, Taurus, 1994, pp. 53-59.
65. El lunfardo es un argot porteño, restringido a iniciados y llamado policialmente lenguaje cañero.
Como ocurre en muchos lugares, algunas palabras del lunfardo han pasado a formar parte del léxico general,
en este caso de B uenos Aires: mina, gil, chamuyo, pupusa. Véase J. L Borges y J. E. Clemente, E l lenguaje de
Buenos Aires, 4.a ed,, Buenos Aires, Emecé, 1968; E. Teruggi, Panorama de! lunfardo, 2 “ ed„ Buenos Aires,
Sudamericana, 1978.
66. Véase V . León, D icciona rio de argot español, Madrid, Alianza, 1980.
L A V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 105
aceite y ajos’; el tolinio de la mesada peor que un senador ‘el hombre tiene la cabeza
peor que un burro’; acidia birris y no conoce a la tía jacinta ‘está borracho y no co
noce la vergüenza’.67
Reflexiones y ejercicios
Orientaciones bibliográficas
Sobre el concepto de dialecto y todos los problemas teóricos y prácticos que gi
ran en su entorno, conviene consultar los capítulos introductorios del libro dirigido
por Manuel Alvar, Manual de dialectología hispánica. El español de España (Barce
lona, Ariel, 1996). Para una caracterización del español coloquial, puede consultarse
el trabajo de Antonio Briz, El español coloquial. Situación y uso (Madrid, Arco/Li-
bros, 1996). Como introducción general a las teorías de M. A. K. Halliday, véase su
obra El lenguaje como semiótica social (México, Fondo de Cultura Económica, 1982).
67. Véase D iccionario deI dialecto caló o jerga que usaban los arrieros d e Q uinranar de la Orden, Quin-
tanar de la Orden, Excmo. Ayuntamiento, 1968. Con prólogo de J. M artin de Nicolás.
Capítulo 5
EL CAMBIO LINGÜÍSTICO
VISTO DESDE LA SOCIOLINGÜÍSTICA
Por eso digo que si los que murieron hace mil años volvieren a
sus ciudades, las creerían ocupadas por gente extranjera debido a
que su lengua es distinta de la de éstos.
Dante A lighieri, £7 convite, 1304-1307
a) Las restricciones. Determinar los factores que hacen posibles unos cambios e
imposibles otros, y que marcan su dirección, cuando se producen.
b) La transición. Explicar cómo se desarrolla el cambio lingüístico; afrontar este
problema supone dar cuenta de cómo es y cómo se produce la variabilidad
de la lengua en una comunidad concreta.
c) La adaptación o inserción. Determinar cómo un cambio en curso se adapta
al sistema lingüístico y social que lo rodea.
d) La actitud. Descubrir qué actitudes despierta entre los hablantes el cambio
lingüístico y de qué manera influye tal actitud en el desarrollo ulterior del
cambio.
e) La consumación o actualización. Explicar por qué un cambio lingüístico se
ha producido en unas coordenadas espacio-temporales concretas.
De todos estos problemas, el de más difícil resolución es, sin duda alguna, el re
lativo a la consumación; los dos primeros (restricciones, transición) se pueden resol
ver cuando los cambios ya se han cumplido; los tres últimos (adaptación, actitud, con
sumación) requieren análisis empíricos en el momento en que los cambios se están
produciendo.
Como es natural, entre todos los factores que con distinta intensidad condicio
nan o motivan los cambios lingüísticos, la sociolingüística ha puesto un interés muy
especial en los aspectos que tienen que ver con las condiciones sociales de los usos
lingüísticos.3 Esta disciplina ha podido plantear hipótesis y proponer conclusiones, ra
tificadas empíricamente, que son singularmente valiosas para el conocimiento de los
cambios.4 Algunas de las más interesantes han surgido en las investigaciones sobre
redes sociales; otras, como veremos, proceden de los estudios que trabajan sobre mo
delos de estratificación social.
Los estudios de redes sociales han podido demostrar que la difusión de una in
novación lingüística de un grupo social a otro se produce a través de los individuos
que están unidos a la red mediante lazos débiles,5 Los hablantes de mayor movili
dad suelen establecer lazos más débiles que los individuos sedentarios y socialmen
te más estables y, por tanto, suelen ser elementos periféricos de los grupos; de ahí
su capacidad para difundir innovaciones: el grado de integración de un individuo en
una red social afecta a su capacidad de innovación desde el punto de vista lingüís
tico.
De forma complementaria, se ha comprobado que las innovaciones lingüísticas
son más frecuentes en los grupos y comunidades cuyos individuos mantienen víncu
los débiles entre sí. Esos lazos débiles suelen llevar, en general, a procesos de nivela
ción y de simplificación lingüísticas, sobre todo en las situaciones en que dos o más
variedades entran en contacto. La nivelación supone la eliminación de los elementos
lingüísticos marcados o menos frecuentes; la simplificación asegura el mantenimiento
de las formas lingüísticas más simples y más rentables funcionalmente, aunque se tra
te de elementos minoritarios.
Ralph Penny ha estudiado la posibilidad de aplicar estas conclusiones a algunas
regiones, variedades y episodios de la historia de la lengua española, con resultados
interesantes. El norte de España, área que ha recibido tradicionalmente poca inmi
gración y en la que se ha producido una escasa mezcla de población, revela una me
nor presencia de los efectos de la mezcla de dialectos (nivelación, simplificación) que
otras regiones de la península: las áreas rurales de Asturias o de Cantabria, por ejem
plo, poseen un sistema de cuatro o cinco vocales finales, frente al sistema de sola
mente tres vocales finales del español o del portugués. Otro ejemplo: el carácter ce
rrado de las comunidades mozárabes, formadas por individuos unidos por lazos múl
tiples y estrechos, explica el mantenimiento de hábitos tradicionales y la resistencia a
la innovación, incluida la innovación lingüística en las hablas mozárabes. Junto a este
caso, es interesante observar lo que ha ocurrido en las comunidades judeo-españolas,
en las que el contacto con otras variedades ha llevado a la aparición de fenómenos
innovadores de nivelación (por ejemplo, el seseo y el yeísmo), si bien se han mante
nido unas fuertes relaciones sociales internas que podrían explicar el conservaduris
mo judeo-español, su resistencia a la innovación lingüística. Por otro lado, las situa
ciones de colonización (reconquista del sur de la península, colonización americana)
han favorecido la existencia de vínculos débiles entre individuos y se han convertido,
por tanto, en caldo favorable, en términos generales, para todo tipo de innovaciones
lingüísticas (seseo, ceceo, neutralización de consonantes implosivas).6
5. Véase J, Milroy y L M ilroy, «Linguistic Change, Social NetWork and Speaker Innovation», Journal
o f Linguisiics, 21 (1985), pp. 339-384.
6.. Véase Paneras o f Language-Cliange in Spain, Londres, Westfield College, 1987. También de Ralph
Penny, «Dialect Contad and Social Networks in Judeo-Spanish», Romance Philology, X LV 1 (1992), pp. 125-
140.
110 P R IN C IP IO S DE S O C lO LI.N G Ü iSI IC A S S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE
tha's Vineyard (Massachusetts)7 y en Nueva York.8 Allí se habla de que el inicio del
cambio suele darse en un subgrupo de una comunidad, sobre todo cuando se acusa
algún tipo de presión social. En un primer momento, la difusión del cambio se pue
de realizar, incluso de forma inconsciente, dentro de un subgrupo de nivel social bajo
{cambio desde abajo) y la variable lingüística se puede transformar en un indicador,
característica que no está sometida a variación estilística. Cuando esa variable pasa a
otras generaciones, se habla de liipercorrección desde abajo, entendiendo «hiperco-
rrección» como el uso de una variante más allá de lo fijado por un patrón o de lo es
perado para un grupo concreto. Si la difusión del cambio llega a ser tan amplia que
llega a afectar a toda la comunidad de habla, el rasgo se transforma en un marcador
que pasa a ser incorporado a la variación estilística y que produce reajustes estructu
rales, que a su vez pueden dar origen a nuevos cambios.
Las consecuencias últimas de este proceso de cambio varían dependiendo del es
tatus del subgrupo que lo inició. Según Labov, si el subgrupo que inicia el cambio es
el de mayor estatus de la comunidad, el cambio puede llegar a ser un modelo de pres
tigio del que la comunidad es plenamente consciente {cambio desde arriba). Es en
este momento cuando puede surgir la liipercorrección desde arriba: los estatus infe
riores, principalmente las clases medias, en un intento de ajustarse al modelo de pres
tigio, sobrepasan la frecuencia de los usos del grupo más prestigiado. Si, por el
contrario, el subgrupo que inicia el cambio es de bajo estatus, los individuos de los
estratos superiores pueden rechazarlo e intentar corregirlo. En tales casos, las inno
vaciones pueden convertirse en un rasgo limitado y estigmatizado, esto es, en un es
tereotipo.9
El estudio del cambio lingüístico está poniendo de manifiesto que la dinámica de
las relaciones entre los grupos de una comunidad es una fuerza determinante de los
cambios en progresión. William Labov da gran importancia a los cambios desde aba
jo, los que se producen por debajo del nivel de consciencia de los hablantes y se ori
ginan en los niveles sociales bajos o medios; en estos casos, se suelen dar patrones
curvilíneos de distribución social, en los que los usos más innovadores aparecen so-
7. Martha’s Vineyard es un isla de la costa de Massachusetts con una población estable de unos 6.000
habitantes; esta población aumenta hasta los 40.000 habitantes en verano. En Martha’s Vineyard, los dipton
gos [ai] y [au] se pronuncian mayoritariamente con el primer elemento abierto, con una [a] semejante a la de
car. Sin embargo, en época más reciente se ha observado un progresivo aumento del cierre o centralización
de ese sonido vocálico, que ha dado lugar a una realización [a¡] y [ a j: tal centralización predomina entre los
pescadores, sobre todo los que habitan en la zona más tradicional de la isla, y en personas que tienen entre
30 y 45 años. Labov opina que el cambio se ha irradiado desde una pequeño grupo de pescadores (cam bio
desde a b a jo ) y se ha convertido, inconscientemente, en atributo de la personalidad de los isleños, frente a la
de los veraneantes, poco identificados con los valores tradicionales de la isla (véase W. Labov, M odelos so-
ciolingüisticos, ob. cit., pp. 29-74; la primera versión de este estudio se hizo pública en 1962).
8. Labov estudió la realización de r en palabras como fo a r, flo o r, car, beard o he a i en la ciudad de Nue
va York. Buena parte de los materiales fueron recogidos en tres grandes almacenes neoyorquinos, a los que
acuden personas de diversos niveles socioeconómicos: Sacks, en la Quinta Avenida, Macy’s, de clase media,
y Klein’s, de precios populares. Labov observó que el mantenimiento, o reposición, de r era más frecuente en
tre los hablantes de mayor nivel socioeconómico, los que acudían a Sacks, y mucho menor entre las personas
que acudían a Klein’s. Los estudios realizados por Labov demuestran que la pronunciación de r es un rasgo
prestigioso, más frecuente en los estilos cuidados y en los hablantes de mejor posición social, que se está ex
tendiendo a otros grupos sociales, especialmente a los de nivel medio (cam bio desde a rriba) (véase W. Labov,
Modelos sociolingiiísiicos, Madrid, Cátedra, 1983, pp. 75-104).
9 Sobre la incidencia del factor «sexo» en la innovación lingüística, véase el epígrafe dedicado a esta
variable social, donde se comenta el carácter conservador o innovador del habla de las mujeres.
LA V A R I A C I O N EN LA L E N G U A 111
bre todo en los niveles sociales intermedios (clases trabajadora y media).10 Estas cla
ses medias tienen una motivación social para innovar: buscar las identidad de la co
munidad, la solidaridad del grupo; por eso suelen valorar positiva y favorablemente
las características identificadoras de su comunidad, especialmente las de su clase, y
eso las lleva a difundirlas y a conferirles un valor de símbolo social. En esta línea, los
cambios lingüísticos pueden interpretarse como procedimientos de autoidentificación,
que caracterizan con su presencia a los miembros de la comunidad y, por su ausen
cia, a los que no pertenecen a ella.
Junto a los planteamientos de Labov, y coincidiendo con ellos al reconocer la im
portancia de las clases sociales en la innovación lingüística, Anthony Kroch propone
una explicación del cambio que tiene que ver principalmente con la resistencia a la
innovación por parte de ciertos grupos: Labov se preocupa por la motivación de la in
novación; Kroch más bien por las razones de la resistencia al cambio.11 Según Kroch,
los grupos lingüísticamente conservadores pueden optar por impedir ciertos cambios;
esos grupos también suelen ser conservadores desde un punto de vista sociopolítico y
ocupan una posición favorable en la organización social.
Por su parte, Gregory Guy sugiere la posibilidad de sintetizar las ideas de Labov
y de Kroch entendiendo los conflictos sobre la significación sociosimbólica de las in
novaciones lingüísticas como consecuencia de un conflicto de intereses entre clases
sociales.12 La clase trabajadora, los niveles de estatus más bajos dentro de las clases
medias, son un foco de innovaciones que pueden adquirir un valor simbólico positi
vo como marca de grupo. Las clases de estatus más elevado, sin embargo, rechazan
tales innovaciones y se resisten a ellas, como un procedimiento para defender sus po
siciones y marcar distancias respecto a grupos inferiores. De ahí que el equilibrio en
tre las dos fuerzas sociales, la coincidencia de intereses, sea la única posibilidad de
éxito en una innovación lingüística. Para Guy, el cambio lingüístico no es más que el
reflejo de una dialéctica elemental de las sociedades humanas.
La teoría de la onda
lentamente en un primer momento, tiene un ritmo muy rápido en una fase interme
dia y se ralentiza en la etapa final, hasta que muy poco o poco se generaliza comple
tamente. Este proceso forma una curva en forma de «S» como la que se representa
en la figura 5.2.
Es frecuente, sin embargo, que los cambios se difundan dando lugar a una curva
en forma de «S» semejante a la de la figura 5.2, pero formada por varias curvas me
nores, también con forma de «S» (figura 5.3).
En la figura se observa que cada pequeña curva en forma de «S» corresponde a
un particular contexto lingüístico. La pérdida de la -n final en francés y la progresiva
nasalización de la vocal obedeció a un proceso desarrollado a lo largo de cinco siglos
aproximadamente. La nasalización fue ampliando sus contextos paso a paso, encade
nando fases en las que se reconoce el mismo tipo de evolución: inicio lento, desarrollo
intermedio rápido, final lento (curva en forma de «S»). Según el gráfico, la pérdida
de -n se dio primeramente con vocales como a y e, entre los siglox ix y xi; el proce
so de pérdida de la nasal concluyó con las vocales altas i y u, entre los siglos xm y
X IV .13
Por último, cabe destacar que, para la sociolingüística moderna, la difusión en
forma de onda puede producirse tanto en un espacio geográfico como en un espacio
social, lo que supone establecer un punto de contacto entre la lingüística de finales
del siglo xx y la de finales del siglo xix, especialmente con la llamada «teoría de la
onda» de Schmidt.
13. Véase J Aitchison, Language change: progress o r decay?, 2 ‘ ed , Cambridge, Cambridge University
Press, 1991. Trad. al esp. E l cambio en las lenguas: ¿progreso o decadencia?, Barcelona, Ariel, 1993.
114 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A 'i' S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Según Labov, sería posible pensar que el cambio fónico regular y la difusión lé
xica muestran una distribución complementaria: en el primero entrarían fenómenos
como el cambio de lugar de articulación de las vocales, la vocalización de las líquidas
o los cambios en el modo de articulación de las consonantes; en el segundo, se in
cluirían el acortamiento y el alargamiento de unidades, la diptongación de vocales
medias o bajas, los cambios en el lugar de articulación de las consonantes o las me
tátesis de líquidas y oclusivas. Desde este punto de vista, el rumbo para el estudio del
cambio no debería estar tanto en preguntarse si son los fonemas o las palabras los que
cambian, como en plantearse cuálesserían las propiedades que determinan el paso de
un estado fónico a otro.15
14. P rincipios del cambio lingüístico. /, Madrid, Gredos, 1996, pp 829-830 La traducción es de Pedro
Martín Butragueño.
15. Véase F. Moreno Fernández, «Dialectología y neogramática, cara a cara», A la to rre (en prensa).
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 115
El fin de la lingüística histórica es explicar las diferencias que existen entre el pa
sado y el presente; pero, al determinar hasta qué punto el pasado fue distinto del
presente, no hay forma de saber cómo fue de diferente.
La conclusión que obtiene Labov acerca de las limitaciones de los datos históri
cos es que se hace necesario intentar una explicación a partir de técnicas que permi
tan descubrir cómo se desarrolla el cambio; se hace necesario trabajar sobre cambios
en marcha y utilizar métodos y técnicas empíricos, que ofrezcan unos resultados sig
nificativos y realmente representativos de una comunidad. De este modo, sería posi
ble descubrir la intensidad, la variación y la orientación de un buen número de cam
bios lingüísticos.
Según se desprende de lo que acabamos de comentar, la sociolingüística propo
ne como complemento, no como alternativa, de la investigación de los cambios en
tiempo real, el estudio de la innovación lingüística en desarrollo, del cambio lingüís
tico en curso; con otras palabras, el estudio del cambio en tiempo aparente. Este es
tudio se realiza manejando simultáneamente informantes de diversas edades perte
necientes a una misma comunidad. Cuando los materiales recogidos de los diversos
grupos de edad se extrapolan en un eje temporal, se maneja el concepto de «tiempo
aparente», en el que los usos lingüísticos de las generaciones de mayor edad son más
antiguos y los usos de las generaciones jóvenes son más recientes y se consideran in
novadores. La validez del tiempo aparente para la investigación del cambio está fun
damentada en una hipótesis (hipótesis del tiempo aparente), según la cual los usos lin
güísticos de una generación no se ven apenas afectados por el paso del tiempo, esto
es, se mantienen prácticamente inalterados y pueden ser confrontados con los usos de
otras generaciones, siempre que se trate de comunidades estables.
Un buen ejemplo de cambio lingüístico en curso es el que ofrece M.a del Mar
Ruiz Domínguez con datos referidos al seseo en la ciudad de Melilla (España). El grá
fico que se obtiene sobre el matenimiento del seseo, según la edad de los hablantes,
es el mostrado en la figura 5.4.
En la figura 5.4 se observa que las generaciones de mayor edad, especialmente
la última, mantienen con bastante firmeza el seseo, firmeza que se va debilitando, en
favor de las soluciones distinguidoras, conforme disminuye la edad de los hablantes.
Esta distribución lineal hace pensar que la distinción de Isl y IQI es un fenómeno in
novador que acabará generalizándose en la comunidad de Melilla: el tiempo aparen
te nos permite llegar a una interpretación de un cambio en curso que podrá ser rati
ficada o desechada por el tiempo real.
Del mismo modo, si un rasgo lingüístico no covaría con la edad de los hablantes
de una comunidad, se puede interpretar que su distribución es estable y que, por lo
tanto, no cabe esperar un cambio importante en el tiempo aparente del que dan cuen-
L A V A R IA C IÓ N EN LA LEN G U A 117
ta los datos considerados. Así, en la ciudad de Melilla se ha podido observar que las
variantes fonéticas correspondientes al fonema /s/, cuando aparece en posición im
plosiva, no experimentan una variación notable en relación con la edad de los ha
blantes.
La disposición horizontal de las líneas de la figura 5.5 denota cierta estabilidad
90
80
70
60
50
40
30
20
10
—10 — ■------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Sibilante . . . . Asimilación
.. Aspiración — — - Elisión
en la distribución de las variantes de -/si por edades: en todas las generaciones pre
domina, de forma destacada, la elisión de la sibilante; las asimilaciones y el manteni
miento de la sibilancia son las soluciones minoritarias, mientras que la aspiración re
vela unas frecuencias muy discretas.
Los muchos estudios que se han realizado a partir de la hipótesis del tiempo apa
rente han permitido comprobar que los cambios lingüísticos suelen tener su origen en
grupos sociales intermedios, generalmente en los segmentos superiores de la clase tra
bajadora o en los inferiores de la clase media. Este caso lo hemos visto ejemplificado
anteriormente, en la figura 3.3, a propósito de la asimilación de -/s/ implosiva en la
ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (patrón curvilíneo): allí se aprecia que los ni
veles socioculturales medio y medio-bajo tienen unas frecuencias de asimilación su
periores a las de los grupos más alto y más bajo. Dentro de los niveles sociocultura
les medios, los individuos más innovadores suelen ser los de estatus más alto, los que
cumplen furiciones de cierta importancia en el conjunto de la comunidad.
Las evidencias de un cambio en curso son mayores cuando en la misma comuni
dad se recogen patrones curvilíneos para los niveles socioculturales y patrones de es
tratificación continua (distribución gradual) en relación con el factor «edad», cuando
un uso lingüístico aumenta o disminuye su frecuencia en correlación con las distintas
generaciones. Si un cambio lingüístico en curso está en sus etapas iniciales o inter
medias, es frecuente que exista correlación con el factor «sexo»20 —ya hemos hecho
referencia al carácter innovador o conservador de hombres y mujeres—, con el fac
tor «clase o nivel sociocultural» —el cambio surge en un grupo derminado— y con el
factor «edad», pero no con el estilo. Si un cambio se encuentra en una etapa muy
avanzada del proceso, los distintos niveles sociolingüísticos aparecen estratificados,
formando un patrón de distribución lineal, y lo mismo ocurre con los estilos: gene
ralmente coinciden las variantes correspondientes a las clases altas y los estilos más
formales, por un lado, y las variantes correspondientes a las clases bajas (usos estig
matizados) y los estilos más informales, por otro.21
El análisis de los mecanismos y las condiciones sociales del cambio sirve para la
interpretación de situaciones del pasado sólo si se considera válido el lamado princi
pio de uniformidad. Este principio se formula así:
20. Véase M. Almeida,, «El factor ‘sexo’ en los procesos de variación y cambio», A n u a rio de Letras,
X X X I I I (1995), pp. 97-109. Almeida estudia el cambio de articulación de c/i, en Santa Cruz de Tenerife (is
las Canarias).
21. B. Fontanella de Weinberg, en un importante estudio sobre el español de Bahía Blanca (A rgenti
na), comprobó el funcionamiento del mecanismo del cambio a propósito de las palatales sorda (en chalet,
champán, flash, cliché) y sonora (en arroyo, valle, villa, yema, lluvia). Fontanella demostró que los hablantes
más jóvenes ensordecían la sonora y sonorizaban la sorda, de modo que se podía hablar de la existencia de
un solo fonema (prepalatal sordo) en el que alternaban las realizaciones sordas y las sonoras: la sonorización
de la sorda, que había empezado en los grupos sociales altos, predomina en los hablantes de alto nivel edu
cativo; en los hablantes de bajo nivel educativo es mayor el ensordecimiento. Véase D inám ica social de un
cam bio lingüístico, México, U N A M , 1979.
22. Ob. cit., p. 60 y ss„ Este principio es el que guía algunas investigaciones que se realizan bajo el ró
tulo de «sociolingiiística histórica». Las dificultades que encuentran estos estudios son básicamente las mismas
que se han presentado a la lingüistica histórica tradicional, agravadas por la dificultad que supone aplicar cier
tas técnicas de análisis cuantitativo sobre unos materiales escasos, parciales o de un alcance sociolingüístico li-
LA V A R IA C IÓ N EN LA LEN G U A 119
Reflexiones y ejercicios
1. ¿Hasta qué punto cree que es posible prever la dirección de los cambios lin
güísticos en marcha a partir de unos materiales sincrónicos? ¿Ha tenido oportunidad
de observar, aunque sea superficialmente, un cambio en curso o lo largo de un pe
ríodo determinado?
Orientaciones bibliográficas
Sobre el concepto de cambio lingüístico a lo largo del último siglo, conviene con
sultar el libro de Theodora Bynon, Lingüística histórica (Madrid, Gredos, 1981). So
bre el concepto de cambio en la sociolingüística actual, resulta casi obligada la lectu
ra, al menos, de los cuatro primeros capítulos del libro de Williain Labov, Principios
del cambio lingüístico (Madrid, Gredos, 1996). Como lectura complementaria, se re
comienda el capítulo 5 («El cambio desde una perspectiva social») de la obra de
S. Romaine, El lenguaje en la sociedad (Barcelona, Ariel, 1996).
mitado Sobre la sociolingüística histórica, véase S. Romaine, Socio-Hisiorical Linguisrics. íts Sialus and Me-
thodology, Cambridge, Cambridge University Press, 19S2; F Gimeno, Dialectología y sociolingüística españo
las, Alicante, Universidad de Alicante, 1990, pp. 159-166; Sociolingüística histórica (siglos X-XII), M adrid, V i
sor, 1995,
C a p ít u l o 6
EL CONCEPTO DE VARIACIÓN
Variación y significado
d) Está oscuro ya / ¿Puedes leer con tan poca luz?/ ¡Enciende la luz, por favor!
/ ¿Podrías encender la luz?
Variación y polimorfismo
6. Les m odifications phonétiques du langage, étudiées dan le patois d 'n e fa m ille de Cellefrouin (Chóren
te), París, Welter, 1891.
7. A s ilo reclamaron, por ejemplo, Trubetzkoy y Ronjat. Véase J. Alliéres, «Un exemple de polymor-
phisme phonetique: le polymorphisme de l’s implosif en gascón garonnais», Via D om itia 1 (1954), pp. 70-103.
8. N. Trubetzkoy (Principes de plionologie, Paris, Klincksieck, 1976, p. 49) habló de variantes faculta
tivas.
9. Art. cit., p.. 70.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 125
afirmarse, por tanto, que cualquier caso de polimorfismo es también un caso de va
riación, Ahora bien, es posible advertir ciertos aspectos que marcan diferencias entre
ambos conceptos; serían los siguientes:
Además, hay que tener en cuenta que Alliéres no se conformó con hacer una ca
racterización del polimorfismo, sino que propuso la utilización de una técnica que
ayudara al investigador a dominar los cambiantes rasgos del lenguaje: la estadística.
El manejo de datos cuantificados permite proporcionar una imagen real del habla de
un territorio y observar los cambios lingüísticos que están en marcha. La cuantifica-
ción se muestra, entonces, como una herramienta importante para el estudio de la fo
nética histórica y para las tareas de la geografía lingüística. Curiosamente la sociolin
güística anglo-norteamericana, que viene haciendo desde hace años una fuerte crítica
de los planteamientos de la geolingüística, está haciendo algo muy parecido a lo que
Alliéres apuntó a mediados de siglo: incorporar la estadística como instrumento des
criptivo de la variación. Queda fuera de lugar una discusión que lleve a comparar los
recursos técnicos de mediados del siglo xx con los actuales.
lo. «Polimorfismo y otros aspectos fonéticos en el habla de Santo Tomás de Ajusco», A n u a rio de L e
tras. V I (1965-1966), pp. 353-377; «Muestras de polimorfismo en el español de la Argentina», en La lengua es
pañola y su expansión en la época del Tratado de Tordesillas, Junta de Castilla y León, pp. 125-145
11. «En torno al polimorfismo», Investigaciones sobre dialectología mexicana. México, U N A M , 1990,
pp. 7-16
12. Pensamos, por ejemplo, en la «sociolingüística variacionista» (variación sociolingüística, cronológica
y estilística), en la «teoría de la onda» de los criollistas (variación sociolingüística y cronológica), en la «neo-
lingüística» (variación geográfica y cronológica), en la Wellentheorie (variación geolingüística y cronológica)
Véase la cuarta parte de este libro.
126 PRIN CIPIO S D E SO C IO LIN G IIÍST IC A Y SO CIO LO GÍA D EL L E N G U A JE
das las clases de variación no han preocupado suficientemente a los lingüistas. Por
ello apenas puede hablarse de una «teoría de la variación lingüística», concebida
como un todo,13 aunque tal insuficiencia no significa que haya falta de interés por el
asunto.
En 1972, J. P. Roña,14 partiendo de unos planteamientos cercanos a los de Fly-
dal,15 intenta explicar el concepto de diasistema distinguiendo tres ejes que conforman
una estructura cúbica: eje diacrónico, eje diatópico y eje diastrático. Los problemas
que encierra esta idea pueden resumirse en una sola nota: la estructura de tres ejes
es algo limitada, porque la intersección ha de darse necesariamente en un punto, esto
es, en un solo nivel.16 Por otro lado, la variación que surge en situaciones comunica
tivas diferentes (estilo) queda excluida del modelo de forma expresa.
La posición de E. Coseriu es diferente. En 1966, recoge algunas ideas de Flydal,
las completa17 y distingue en la lengua tres tipos de diferencias internas: diferencias
diatópicas (dialectos o geolectos, hablas locales), diastráticas (niveles sociolingüísti-
cos) y diafásicas (estilos, registros). La relación que establecen estas diferencias se
describe de la siguiente forma:
Así pues, Coseriu reconoce una relación jerarquizada que tiene en la variación
diatópica (dialecto) su término más general y en la variación de estilo su término más
restringido. Coseriu habla de lengua histórica para referirse a las lenguas reconocidas
históricamente como tales por sus propios hablantes y por los hablantes de otras len
guas (véase el capítulo 4).
Añadiendo la variación histórica a lo que se acaba de exponer, Martín Butra-
gueño ha presentado una jerarquía, a partir del modelo de Coseriu, según la cual los
tipos de variación se podrían ordenar del siguiente modo: variación histórica > varia
ción geográfica > variación social > variación estilística,19 Aunque esta visión es acep
table en términos generales, entraña dificultad en la primacía dada a la variación en
el tiempo sobre la variación en el espacio. Si concebimos el tiempo como una mi-
crohistoria, es decir, como un discurrir día a día, no es fácil situar la variación histó
rica en un grado inmediatamente superior a la geográfica. Ello nos remite a un viejo
13. La sociolingiiística variacionista de Labov y la sistémica de Halliday son las corrientes de estudio
que más interés han puesto en una teoría de la variación de la lengua en su contexto social. Parten de plan
teamientos muy diferentes y de unos objetivos específicos que les impiden convertirse en teorías de «todos los
tipos de variación».
14. «Una visión estructural de la sociolingiiística», Santiago, 7 (1972), pp. 22-36.
15. «Remarques sur certains rapports entre le style et l’état de langue», N orsk Tidsskrift f o r Sprogvi-
cienskap, X V I (1951), pp. 240-257,
16. Hombre, emia, Estado, Madrid, Gredos, 1986, p. 30.
17. «Structure lexicale et enseignement du vocabulaire», en Actes da p re m ie r cotloque International de
iingitistique apptiquée, Nancy, 1966, pp. 175-217. Trad. al esp. «Introducción al estudio estructural del léxico»,
en P rincipios de semántica estructural, Madrid, Gredos, 1977, pp, 87-142
18. «Los conceptos de “dialecto”, “nivel” y “estilo de lengua” y el sentido propio de la dialectología»,
Lingüistica Española A ctual, I I I (1981), pp. 1-32.
19. P. Martín Butragueño recoge las ideas principales de Coseriu. Desarrollos sociolingiiisticos de una
com unidad de habla (tesis doctoral inédita), Madrid, Universidad Complutense, 1991.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 127
comunidad diferente, como también es posible que una lengua se vea reducida, en su
propia comunidad, a u n solo nivel o a un solo estilo.
Recogiendo lo anterior, es conveniente insistir en dos aspectos: 1) el espacio y el
tiempo (variación geográfica y variación histórica) son dimensiones situadas en un
mismo nivel, pero en distinto plano, 2) la dimensión situacional (variación estilística),
aunque funciona de manera bien diferenciada de la social (variación sociolingüística)
es una proyección de ésta El lugar de encuentro de las dimensiones del primer y del
segundo nivel configura los caracteres de la variedad lingüística que puede emplear
un grupo social dado, en una situación comunicativa dada, dentro de una comunidad
La longitud de cada una de las dimensiones viene determinada por la extensión geo
gráfica e histórica de cada lengua y por su complejidad sociolingüística.
ton, 1972, pp. 407-434. También P, Martin Butragueño, ob. cit. Por lo general, las grandes ciudades se han for
mado gracias a importantes movimientos de población procedentes de otros puntos geográficos.
23, Véase E„ Coseriu, «Sistema, norma y habla», en Teoría del lenguaje y lingüística general, 3.a ed„, M a
drid, Gredos, 1973, pp. 11-113 A partir de los sistemas con semejanzas parciales surgen los diasistemas.
130 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
SISTEMA
Escala de Escala de
NORMA SOCIOLINGÜISTICA
variabilidad variabilidad
r+
HABLA
Valorando estos hechos, podríamos preguntarnos: ¿en qué lugar de la lengua po
dría situarse la variación sociolingüística para un estructuralista? Cabría la posibilidad
de localizar esta variación en un plano intermedio, entre el nivel más abstracto de la
lengua (el sistema) y el más concreto (el habla individual). Este nivel intermedio en
tre el sistema y el habla incluiría cualquier variación que encerrara algún tipo de re
gularidad y vendría a corresponderse con lo que Coseriu llama «norma».2-1Con este
concepto coincidiría en el hecho de que los factores sociales tienen algún poder de
determinación sobre los fenómenos variables, lo que permitiría hablar de norma so-
ciolingiiística (figura 6.2).
Los componentes de esa norma sociolingüística estarían ordenados a lo largo de
un continuum, según su grado de regularidad o variabilidad: los fenómenos variables
más regulares estarían más cercanos a la lengua; los más irregulares estarían más cer
canos al habla. La norma de cada comunidad localizaría cada fenómeno en un nivel
de regularidad particular. Como hipótesis de trabajo, podría plantearse que los fenó-24
24 Sobre el concepto de norma y otras cuestiones relacionadas con la variación lingüística, véase el in
teresante libro de J. J. Montes Giraldo, Dialectología general e hispanoamericana, 3.a ed„ Bogotá, Instituto
Caro y Cuervo, 1995.
LA V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 131
25. Véase D Bickerton, «Inherent variability and variable rules», Foundations o f Langttage, 7 (1971),
pp. 457-492; «The nature of a creóle continuum», Language, 49 (973), pp. 640-669. Ch.-J. Bailey, Variation and
Lingnistic Theroy, Arlington, Center for Applied Linguistics, 1973.
26. Véase D, Bickerton, «The structure of polylectal grammars», en R. Shuy (ed ), Sociolingtiistics: Cn-
rrents Trends and Prospects. Georgelown University Round Table on Langttages and Linguistics, Washington,
D.C ., Georgetown University Press, 1972, pp, 17-42
L A V A R I A C I Ó N EN L A L E N G U A 133
C o n te x to s •u n id a d e s
L e c to s 1 2 3 4 5 6 7
Lecto 1 a a a a a a a
Lecto 2 b a a a a a a
Lecto 3 b b a a a a a
Lecto 4 b b b : a a a a
Lecto 5 b b b b : a a a
Lecto 6 b b b b b: a a
Lecto 7 b b b b b b a
Lecto 8 b b b b b b b
ticas relacionadas, cada una de ellas algo diferente de las demás: la frecuencia con que
un individuo produce una variante determinada es interpretada como consecuencia
del lugar que ocupa su lecto en la escala. Aquí, el individuo no conoce cómo es la gra
mática de toda la comunidad porque no necesita conocerla.27
Los puntos débiles de esta forma de interpretar la variación han sido señalados
oportunamente por R. A. Hudson: en primer lugar, aquí no cabe la posibilidad de in
cluir diferencias probabilísticas entre lectos (para cualquier regla, Bickerton sólo ad
mite tres posibles relaciones con un lecto: que sea obligatoria, que sea optativa o que
no exista); en segundo lugar, el modelo de implicación puede incluir lectos que no se
ajusten a la jerarquía implicacional, aunque suelen ser minoría y no desfiguran las
tendencias lingüísticas generales del grupo.28 Es precisamente en este terreno de la
irregularidad, de lo más o menos probable, donde la sociolingüística de Labov exhi
be sus mejores virtudes.
Admitiendo la gravedad de las diferencias que separan a sociolingüistas de la va
riación y criollistas, a los partidarios de las gramáticas comunitarias y los partidarios
de los complejos polilectales, lo cierto es que se han hecho esfuerzos para acortar las
distancias entre ambas perspectivas: existen programas informáticos, elaborados des
de la sociolingüística, que construyen escalas de implicación ofreciendo las probabili
dades de aparición de un rasgo en los distintos hablantes o lectos.29 Otra cosa es el
mundo de los conceptos.
Reflexiones y ejercicios
Orientaciones bibliográficas
Se recomienda la lectura completa de los trabajos de los que se han extraído los
fragmentos presentados en las observaciones anteriores. También es aconsejable la
lectura del capítulo VI de la Sociolingiiística de Humberto López Morales (2.a ed.,
Madrid, Gredos, 1993).
C a p ít u l o 7
A. Principios sociolingiiísticos
De este principio se desprende que cada hablante nativo tiene el mismo tipo de
acceso al dialecto —a la variedad, la lengua— de su comunidad y el mismo conoci
miento sobre él que los demás hablantes nativos de la misma comunidad. Las difi
cultades para la identificación y el estudio de los dialectos surgen cuando se dan cita
en un mismo lugar, en un mismo núcleo urbano, hablantes nativos de variedades di-
136 P R IN C IP IO S D E S O C IO L INC D ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 137
íerentes, como es el caso de muchas capitales hispanoamericanas que reciben pobla
ción de origen rural. La sociolingüística podría estar interesada tanto en el estudio del Este principio, esencial en la investigación variacionista, ha estado presente en la
dialecto que se considera característico de una comunidad (el español de X) como en mayor parte de la investigación geo y sociolingüística de las últimas décadas.3
el estudio del encuentro de dialectos que se pueda estar produciendo en un lugar de
P.V. Principio de la variación estilística
terminado (el español en X).1
El estudio de un dialecto o geolecto siempre requiere el análisis de una comuni Un estilo de habla — variante estilística— es una posibilidad de actuación comu
dad, puesto que es ahí donde se manifiesta. Este razonamiento exige la formulación
nicativa, capaz de expresar un determinado grado de formalidad, que el hablante
de un principio que perfile el concepto de «comunidad de habla». selecciona según la forma en que se presentan diversos factores personales y no
personales.
P.II, Principio de la comunidad de habla
Con la inclusión de este principio se está llamando la atención sobre la impor
Una comunidad de habla está formada por un conjunto de hablantes que com tancia de los estilos, no sólo en la actuación lingüística natural, sino también en la ac
parten al menos una variedad lingüística, unas reglas de uso, una interpretación de tuación lingüística producida en contextos de investigación de la lengua hablada.4
ese uso, unas actitudes y una misma valoración de las f ormas lingüísticas. Dentro aún del ámbito sociolingüístico, los principia cognoscendi cuya conside
ración estimamos imprescindible son los siguientes:
Esta caracterización no es incompatible con el hecho de que, dentro de una co
munidad, puedan surgir conflictos o disparidades de muy diversa naturaleza. Como es P.VI. Principio del estudio del uso lingüístico
bien sabido, la comunidad de habla suele ser objeto de estudio de una parte impor
tante de las investigaciones sociolingüísticas. Ahora bien, aunque se admite de modo Un análisis del uso lingüístico, para ser adecuado, debe tener en cuenta la socie
general la validez de este concepto, es cierto que plantea algunos problemas, entre los dad, la situación y la relación entre el hablante y el oyente.
que destaca el de la delimitación objetiva de las comunidades —especialmente para
realizarla a priori—, porque no existe correspondencia unívoca entre los conceptos de Este principio se deduce claramente de los principios III, IV y V: si el uso de la
comunidad de habla y de ciudad.2 lengua es siempre social y está circunscrito a un contexto, y si es variable en correla
En el terreno de la actuación lingüística proponemos tres principios, que se re ción con factores lingüísticos y extralingüísticos, es evidente que todo ello debe te
fieren al uso de la lengua en sociedad, a la variación sociolingüística y a la variación nerse en cuenta a la hora de realizar una investigación sociolingüística.
estilística.
P.VII. Principio de la cuantificación
P.III. Principio del uso lingüístico
Para establecer relaciones entre variables lingüisticas y variables sociales se re
El uso lingüístico (natural) sólo puede tener tugar en contextos sociales y situa- quieren métodos cuantitativos.
cionales.
Tal y como está formulado, este principio no niega en absoluto la posibilidad de
Naturalmente, esto supone que el uso lingüístico, cuando es observado, siempre establecer relaciones entre variables con medios cualitativos, antes bien la comple
es observado en situaciones y contextos concretos. Y en relación estrechísima con tal menta, hasta el punto de que sin éstos no sería posible la aplicación de ningún pro
principio se formula este otro: cedimiento cuantitativo.
Los usos lingüísticos variables —fonéticos, gramaticales o léxico-semánticos— Partimos de la consideración de dos principios muy generales de naturaleza so
pueden covariar con otros elementos lingüísticos o extralingüísticos. ciológica, que podrían clasificarse entre los principia cognoscendi. La naturaleza cuan
titativa de los análisis, a la que se ha aludido en P.VII, sostiene parcialmente el si
guiente principio:
1 Véase R Caravedo, Sociolingüística deI español de Lima, Lima, Pontificia Universidad Católica del
Perú, 1990, pp. 17-32. 3. Véase D, R. Preston, «Fifty some-odd categories of language variation», Iniernalional Journal of lite
2, La seguridad de que realmente se está trabajando sobre una comunidad de habla sólo se tiene a pos- Sociology o f Language, 57 (1986), pp 9-47.
leriori, una vez realizada la investigación. No obstante, el conocimiento previo que tengan los investigadores 4. Véase F. Moreno-Fernández (e d ), Socioiinguistics and Stylistic Variation, Lynx (1992); A. Bell,
de una comunidad puede facilitar su delimitación. Sobre el concepto de «comunidad de habla» y los proble «Language Style as Audience Design», Language in Society, 13 (1984), pp. 145-204; H. J. Ladegaard, «Au-
mas que plantea, véase el capítulo 1. dience Design Revisited: Persons, Roles and Power Relations in Speech Interaction», Language & Conmui-
nication, 15 (1995), pp. 89-101.
138 P R IN C IP IO S D E S O C lO L IN G D ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
El habla de una muestra debe ser representativa de un grupo social o de una co
munidad.
5. Véanse A. Woods, P. Fletcher y A. Hughes, Statistics in Language Studies, Cambridge, CUP, 1986;
H. López Morales, Métodos de investigación lingüística, Salamanca, Ediciones Colegio de España, 1994;
F. Moreno Fernández, Metodología sociolingidstica, Madrid Gredos, 1990.
6 Véase J. Milroy, Unguistic Variation and Change, Oxford, Blackwell, 1992, pp. 206-222
Segunda parte
IN T E R A C C tó N C O M U N IC A T IV A Y C O R T E S ÍA
l. Más adelante tendremos oportunidad de tratar los conceptos de «discurso» y de «texto» (véase
E . Bernárdez, Introducción a la lingüística d e l texto, Madrid, Espasa-Calpe, 1982; también, del mismo autor,
Teoría y epistemología del texto, Madrid, Cátedra, 1995). En lo que se refiere al concepto de «enunciado», es
importante el trabajo de E. Benveniste publicado en 1970 (« L ’appareil formel de l'enonciation», Langages,
17, pp. 12-18). Según Benveniste, hay que distinguir entre la enunciación como proceso, y el enunciado, como
142 PRINCIPIOS IDE SOL l( J L IN G l 'IS T IC A S SOC IULO CiÍA D E L L E N G U A J E
Sociolingüística y pragmática
Más adelante daremos cuenta del modo en que la sociolingüística se ocupa del
análisis de la conversación. Ahora es importante señalar, sin embargo, que la con
versación, como fenómeno comunicativo, no es el único punto de interés compartido
por sociolingüística y pragmática: también los actos de habla han llamado la atención
de los sociolingüistas.
producto de la enunciación. La enunciación es el acto por el que el hombre se hace dueño de su lengua y es
precisamente la relación entre el hablante y su lengua la que determina sus características.
2. Véase T. van Dijk, La ciencia del texto, Barcelona, Paidós, 1983, p, 89.
3. La pragmática lingüistica. El estudio del uso del lenguaje, Barcelona, Montesinos, 1990, pp, 55-57.
LA L E N G U A EN SU USO S OC IA L 143
La distinción entre estos tipos de actos es sobre todo teórica, ya que los tres se
realizan a la vez y simultáneamente: en cuanto decimos algo, lo estamos haciendo
en un determinado sentido y estamos produciendo unos determinados efectos.
Pero es interesante distinguirlos porque sus propiedades son diferentes: el acto lo-
cutivo posee significado; el acto ilocutivo posee fuerza; y el acto perlocutivo logra
efectos.67
Henk Haverkate, por su parte, distingue entre actos de habla corteses y actos no
corteses.1 Dentro de la categoría de los actos corteses se incluyen los actos expresivos
(agradecimiento, felicitación, pésame, disculpa, cumplido, saludó) y los actos comisi-
vos (promesa, invitación). La categoría de los actos no corteses recoge los actos aser
tivos y los exhortativos (ruego, súplica, mandato, consejo, recomendación, instrucción).
Asimismo, es posible identificar varios niveles de cortesía. En el primer nivel se dis
tingue una cortesía comunicativa de una cortesía no comunicativa. Dentro de la cor
tesía comunicativa se distingue, a su vez, entre la cortesía lingüística y la cortesía no
lingüística; esta última incluye la cortesía no paralingüística (los gestos) y la paralin
güística (ruidos y signos verbales). La cortesía lingüística puede ser de dos tipos: me-
talingiiística y no metalingiiística. A la primera se le atribuyen las funciones de man
tener un contacto social apreciable entre los interlocutores (función fótica) y de res
petar las reglas o máximas de la conversación (etiqueta conversacional); la cortesía no
metalingiiística se manifiesta tanto en los macroactos de habla o actos de habla glo
bales, como en los microactos o actos de habla locales.8
Al servicio de intereses principal aunque no exclusivamente sociolingüísticos y
ayudándonos de cuestionarios, hemos tenido la oportunidad de recoger testimonios
del uso de varios tipos de actos de habla, correlacionados con las características so
ciales de los hablantes y con el tipo de vínculo que éstos establecen con sus interlo
cutores. Los actos de habla que hemos analizado han sido, entre otros, saludos, des
pedidas, excusas, disculpas, preguntas por la salud, peticiones de favor, peticiones de
información, agradecimientos, respuestas a agradecimientos, ofrecimientos y fórmu
las de presentación; los materiales se han recogido en la localidad de Quintanar de la
Orden (Toledo, España).
Esos actos de habla, a los que se acaba de hacer referencia (por ejemplo, de pe
tición de espera), se han podido ordenar en un eje o continuum llamado de cortesía,
de tal forma que en un extremo se han agrupado los actos de petición de espera más
corteses (por favor, espere un momento; espere; perdone, que no puedo salir) y en el
otro extremo, las variantes con menor grado de cortesía (espera que ya voy; ya voy;
ya va).9 El criterio seguido para determinar el grado de cortesía consiste simplemen
te en observar el uso de los actos de habla en correlación con el uso de los pronom
bres personales tú y usted: el grado de cortesía que pueda tener un acto de habla está
relacionado con el tipo de tratamiento que recibe el interlocutor hacia el que ambos
van dirigidos. Se consideran como más corteses aquellos actos de habla que muestran
una tendencia a aparecer cuando el interlocutor recibe un tratamiento de usted; fór
mulas menos corteses serían aquellas que aparecen con frecuencia cuando el interlo
cutor es tratado de tú. Al buscar las causas últimas del uso de un tratamiento u otro
se ha de hacer referencia a factores psicosociológicos corno el poder o la solidaridad,
que más adelante quedarán explicados.
El estudio sociolingüístico y pragmático realizado sobre actos de habla coloquia
les recogidos en Quintanar de la Orden ha revelado que los atributos sociológicos de
los informantes están correlacionados con determinados actos de habla, aunque no
siempre es así. Las variables sociales con mayor capacidad de influencia sobre el uso
de los actos coloquiales analizados son la edad y el nivel sociocultural, junto a la fi
gura del interlocutor hacia el que va destinado el acto de habla. En el estudio se han
distinguido cuatro tipos básicos de interlocutor, que ya fueron presentados a propó
sito de las variedades estilísticas (véase el capítulo 4): A, con poder sobre el hablan
te y no solidario con él (por ejemplo, una persona con autoridad y desconocida); B,
con poder y solidario (por ejemplo, una persona con autoridad, pero conocida); C, sin
poder y no solidario (por ejemplo, un desconocido más joven que el hablante); D, sin po
der y solidario con el hablante (por ejemplo, un amigo o familiar joven). Como se
ha dicho, el tipo de interlocutor determina en muchas ocasiones la elección de deter
minadas fórmulas lingüísticas y no de otras por parte de un hablante. Normalmente,
si una fórmula está generalizada en una comunidad, es el tipo de interlocutor el fac
tor que determina su empleo en una interacción; en tal caso, los atributos sociales del
hablante apenas tienen valor explicativo. Las fórmulas consideradas como menos cor
teses nunca van dirigidas a interlocutores del tipo A, tres de cada diez se dirigen a in
terlocutores del tipo B (30 %), una de cada cinco a interlocutores del tipo C (23 %)
y casi una de cada dos a interlocutores D (47 %). Las fórmulas corteses se dirigen a
cualquiera de los cuatro tipos de interlocutores establecidos, con las siguientes pro
porciones aproximadas: interlocutor A, 60 %; interlocutor B, 10 %; interlocutor C,
29 %; interlocutor D, 1 %.10
La cortesía
tí «Análisis sociolingüístico de actos de habla coloquiales», I y II, Español actual, 51-52 (1989), pp. 5-51
y 5-57.
10. Véase «Análisis sociolingüístico de actos de habla coloquiales», II, Español actual, 52 (1989), pp. 54-56.
146 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G D ÍS T IC A J S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
14. Acerca del concepto de presuposición, véase C K. Oh y D. A. Dinneen (e d s), Syntax and sentan-
tics, vol. 11: Presupposi/ion, Nueva York, Academic Press, 1979.
15. Véase B. Lavandera, «The Social Pragmatics of Politeness Forms», en U. Ammon, N. Dittm ar y
K. J. Mattheier (eds.), Sociolingnistics, vol. 2, Berlín, De Gruyter, 1988, 1196- 1205.
16. Véase «The Logic of Politeness, or Minding P’s and Q ’s», Proceedings o f tlie Nintli Regional Mee-
ting o f /lie Chicago Lingitistic Society, 1973, pp, 345-356.
148 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN C Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A DEL L E N G U A J E
ción de la imagen del hablante.17 Se parte de la idea de que los individuos tienen una
doble faz o imagen, una positiva y otra negativa o amenazadora: en el transcurso de
una interacción verbal los individuos utilizan estrategias que minimizan la fuerza
de los actos que corresponden a la imagen negativa,. De acuerdo con estas dos imá
genes del hablante, Brown y Levinson proponen la existencia de dos tipos de corte
sía: la cortesía positiva y la cortesía negativa. Cada una de ellas puede buscar unos
fines específicos y para ello se despliegan diversas estrategias. Así, por ejemplo, den
tro de la cortesía positiva se incluirían estrategias como atender a los intereses, deseos
o necesidades del oyente, exagerar el interés y la simpatía por el oyente o utilizar
marcadores de grupo (uso de la misma variedad dialectal, jerga, etc.). Tales estrate
gias apelan a la experiencia común entre los interlocutores para conseguir unas acti
tudes favorables.
Finalmente, Lavandera propone un concepto de cortesía que la sitúa en el mis
mo nivel que la fuerza ilocutiva en los actos de habla; de hecho, la noción de fuerza
ilocutiva, según Lavandera, debe complementarse con la noción de fuerza de cortesía.
La cortesía se manifiesta, habitualmente, a través de mecanismos lingüísticos que per
miten disponer los actos de habla y las conversaciones en un contimuini de fuerza de
cortesía. La cortesía no es una propiedad inherente de las oraciones, antes bien es un
valor que adquieren las expresiones en determinadas condiciones contextúales. Jun
to a la propuesta de Lavandera, las demás teorías de la cortesía han buscado una ex
plicación satisfactoria del funcionamiento de los mecanismos de interacción; en ellas
la cortesía no es un significado de las formas lingüísticas, sino una propiedad de los
actos de habla.
Unas veces al margen de las teorías de la cortesía y otras en estrecha relación
con ellas, los sociolingüistas, sobre todo los más preocupados por los aspectos etno
gráficos de la comunicación, han acumulado numerosas experiencias e informaciones
sobre los mecanismos de cortesía utilizados en diversas lenguas y culturas del mundo.
Así, C. Geertz ha comprobado que la lengua javanesa dispone de un sistema de ex
presión de cortesía en el que prácticamente es imposible decir nada sin incluir algún
elemento que indique el tipo de relación social, estatus y familiaridad de los interlo
cutores. Los hablantes de javanés han de elegir entre tres estilos diferentes (alto, me
dio y bajo) y posteriormente seleccionar y construir sus enunciados de acuerdo con
las exigencias de cada estilo: si se quiere usar una forma equivalente a ahora, el ha
blante de javanés sabe que tiene que utilizar la forma samenika para el estilo alto, sa-
niki para el estilo medio y saiki para el estilo bajo; si se quiere usar la forma javane
sa equivalente a ir, hay que tener en cuenta que, en el estilo bajo (con saiki), se debe
utilizar arep, que con saniki (estilo medio) se ha de usar adjeng y que con samenika
(estilo alto) se debe elegir bade.
El japonés es otra lengua en la que la expresión de la cortesía determina de for
ma cardinal el uso social de los actos de habla. Las formas indicadoras de cortesía se
usan y distribuyen dependiendo del tipo de interlocutor. Según explica Muriel Savi-
lle-Troike, a partir de datos de Harumi Williams, en el japonés de los niveles socia
les acomodados, el ofrecimiento de un taza de té ha de hacerse mediante fórmulas de
cortesía bien diferenciadas y adecuadas a los interlocutores. Esas fórmulas pueden or
denarse en una jerarquía de siete grados: 1, ¿Ocha? ‘¿té?’ (hacia los propios hijos);
17. Politeness. Some Universals in Language Use, Cambridge, Cambridge University Press, 1987,
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 149
¿Ocha do? (hacia los propios hijos, los hermanos y los amigos más jóvenes);
IO
¿Ocha ikaga? (hacia los amigos de la misma edad y los hermanos mayores);
4, ¿Ocha ikaga desu ka? (hacia el marido, los padres, los tíos y los cuñados más jó
venes); 5, ¿Ocha wa ikaga desu ka? (hacia los abuelos); 6, ¿Ocha ikaga deshó ka? (ha
cia los cuñados mayores); 7, ¿Ocha wa ikaga deshó ka? (hacia los suegros, los abue
los del marido, el jefe del marido y los profesores).18
Frente a las lenguas como el japonés o el javanés, otras muchas no disponen de
unos sistemas tan rígidos y complejos de expresión de la cortesía, lo que no quiere
decir que carezcan de elementos o recursos formales para adecuar el discurso a la for
malidad de las más diversas situaciones. En el español de España, las fórmulas bue
nos días (saludo), tanto gusto en conocerlo (saludo en presentación), aquí tiene su casa
para lo que desee (ofrecimiento de casa), ¿quieres tomar algo? (invitación) o ¿me po
día indicar dónde está la iglesia? (petición de información), disfrutan de un grado de
cortesía más alto que fórmulas como hola (saludo), hola, ¿qué tal? (saludo en pre
sentación), cuando quieras, puedes venir a mi casa (ofrecimiento de casa), toma algo
(invitación) o ¿dónde está la iglesia? (petición de información).19
Nuestros ejemplos y comentarios demuestran que la cortesía es uno de los prin
cipios de mayor trascendencia en el uso social de la lengua, en la interacción comu
nicativa. Pero no debe olvidarse que la cortesía tiene en las formas de tratamiento
una de sus más significativas expresiones lingüísticas.
18. Tlie Ethnography o f Cotninanicanon. An introduction, Oxford, Blacksvell, 1982, pp. 54-55
19. Asi se comprobó cualitativa y cuantitativamente en el estudio de F. Moreno Fernández sobre Quin-
tanar de la Orden (Toledo, España). Los libros de etiqueta o manuales de urbanidad elaborados para lenguas
como el inglés, el francés o el español incluyen recomendaciones sobre los usos más adecuados a la hora de
las presentaciones o de mantener conversaciones en fiestas o por teléfono. En la obra Book o f Etiquette, de
Lillian Eichler (1923), se pueden leer recomendaciones como éstas:
En muchos casos, las recomendaciones de los libros de urbanidad parecen constituir un patrón del cual
han extraído sus máximas las modernas teorías de la cortesía. En El libro del saber estar, de Camilo López
(La urbanidad y los usos sociales, Oviedo, Nobel, 1990), se leen consejos clásicos como éstos: «La gente quie
re que le hable de sus problemas. [..] Hable siempre de lo que interesa a sus interlocutores, [.,..] El nombre
de una persona es para ella el sonido más dulce e importante que pueda escuchar. No tema abusar de él, Deje
que sea su interlocutor quien hable más. [.,.] Saber escuchar es una auténtica virtud. [.. ] Muestre respeto a las
opiniones del prójimo. [..] Cuando hable con alguien, no empiece discutiendo los puntos en que exista diver
gencia de criterios» (pp. 60-62)
150 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E
talmente son dos: el poder y la solidaridad. Ambos tienen que ver con las relaciones
que se establecen entre los interlocutores v, como ya hemos visto, fueron introduci
dos en la sociolingüística por el psicólogo social Roger Brown.20
El concepto de «poder» a menudo se ha confundido con otros, importantes tam
bién para la sociología, como son el estatus y el papel social. El poder y el estants son
valores que se derivan de unos papeles sociales determinados; éstos, por su parte, son
simplemente un producto de la división del trabajo dentro de una comunidad: el fun
cionamiento adecuado de un grupo o una sociedad depende del adecuado cumpli
miento de unas tareas que se reparten entre los individuos que los componen. Aho
ra bien, en la práctica, los papeles no se distinguen solamente por la naturaleza de las
tareas que se realizan, sino también por la forma en que son considerados social
mente. Dicho de una forma simple, el estatus refleja el valor inherente de un papel,
mientras que el poder refleja la dimensión de la influencia que un papel ejerce sobre
el individuo que cumple otro papel, otra función. El estatus, que implica una expec
tativa de comportamiento entre dos o más individuos, representa tal vez el aspecto
más estático de la relaciones sociales.21
Generalmente, se emplea el término poder para describir situaciones en las que
la conducta de un individuo viene determinada, al menos parcialmente, por las ac
ciones de otro. Podemos decir que, en psicología social, el poder tiene tres caracte
rísticas básicas:
20. Son importantes estos trabajos: R. Brown y M . Ford, «Address in American English», en D. Hymes
(ed.), Language, culture and society, II, Nueva York, Harper & Row, 1964, pp. 234-244; R, Brown y A. Gil-
man, «The pronouns of Power and Solidarity», en J, Fishman (ed.), Readings in t/ie Sociology o f Language,
La Haya, Mouton, 1968, pp. 252-275.
21, Véase S. Giner, Sociología, 14“ ed., Barcelona, Península, 1981.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 151
ahí que suela usarse 7 y V como categorías que incluyen todas las formas pronomi
nales y cuyos valores coinciden con lo que se ha comentado a propósito del tú y el us
ted del español (7: esp. tú. fr. tu, al. dir, V: esp. usted, fr. vous, al. Sie).
La solidaridad, por su parte, hace referencia a una relación simétrica entre dos
personas, al menos. Cuando aparece esa clase de relación, las formas de tratamiento
también pueden ser simétricas o recíprocas: es frecuente que dos personas que se con
sideran solidarias usen entre sí el tratamiento de tú (7) (sistema simétrico). La di
mensión de solidaridad es potencialmente aplicable al tratamiento de todas las per
sonas
Si bien es posible hacer una presentación y un estudio independiente de los con
ceptos de «poder» y «solidaridad», lo cierto es que no tienen por qué darse, ni anali
zarse, siempre por separado. Es verdad que podemos encontrar sistemas de trata
miento que se rigen escrupulosamente por el poder, sistemas asimétricos en los que el
poderoso es tratado de usted y tiene derecho a utilizar el tratamiento de tú hacia el
poco poderoso, como es posible encontrar sistemas de tratamiento basados en el con
cepto de solidaridad, sistemas simétricos en los que los hablantes usan recíprocamen
te el tú y en los que cualquier característica (tener la misma edad, la misma profesión,
vivir en la misma comunidad) puede hacer surgir la simetría, la reciprocidad, en la
conducta de los interlocutores.
Ahora bien, poder y solidaridad no son conceptos excluyentes, ya que podemos
encontrar que un superior, con poder, puede ser solidario con su interlocutor (por
ejemplo, con un pariente) o no solidario; a la vez, un inferior, sin poder, puede ser so
lidario con su interlocutor (por ejemplo, con un viejo empleado de la familia) o pue
de no serlo (por ejemplo, el camarero de un restaurante con un cliente). Esto quiere
decir, como ya hemos señalado en otros apartados, que las relaciones entre interlo
cutores pueden clasificarse en cuatro grandes grupos: con poder y sin solidaridad, con
poder y con solidaridad, sin poder y sin solidaridad y, finalmente, sin poder y sin so
lidaridad. Pero también quiere decir que las formas de tratamiento se usan de acuer
do con sistemas que a veces encierran una gran complejidad, derivada, en primer lu
gar, de las diversas clases de vínculos personales que se pueden establecer, en segun
do lugar de la posibilidad de que las formas de tratamiento no sean recíprocas y, por
último, de la convivencia de sistemas de tratamiento diferentes dentro de una misma
comunidad. El uso de las formas de tratamiento de las personas de edad más avan
zada y de los más jóvenes, aparte de no ser recíproco, no responde a un mismo cri
terio en muchas ocasiones, como pueden no coincidir los usos si se compara una co
munidad rural con una comunidad urbana o un grupo de estatus alto con un grupo
de estatus bajo. Dentro de una comunidad, es perfectamente posible la convivencia
de un sistema asimétrico, utilizado por las individuos de mayor edad, con un sistema
simétrico utilizado por los menores de 30 años, por ejemplo.
Haciendo abstracción de los sistemas de tratamiento propios de unas comunida
des o de otras, los estudios de R. Brown y de sus colaboradores han podido demos
trar que la solidaridad hace entrar en conflicto el tratamiento entre superiores e in
feriores, como se desprende de la figura 8.1.
Las letras que rodean el cuadro revelan que el tratamiento natural o normal ha
cia los superiores es V y hacia los inferiores 7. Sin embargo, entre los superiores y los
inferiores se pueden producir conflictos: se emplea 7 cuando existe solidaridad con el
superior y V cuando no existe solidaridad con el inferior.
152 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U S I ICA Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Superior Superior
y solidaridad y no solidaridad
T V
Igual Igual
y solidaridad y no solidaridad
T V
Inferior Inferior
y solidaridad . y y no solidaridad
F i g . 8.1. U s o d e f o r m a s p r o n o m i n a l e s d e tr a ta m ie n to s e g ú n la s re la c io n e s d e p o d e r
v s o lid a r id a d .
terna. A ello se suman los nombres elegidos por cada hombre para ser usados en el
deporte, la caza o la guerra entre compañeros o amigos; estos apelativos se toman de
los nombres de los bueyes y se denominan precisamente nombres de buey. Las muje
res toman sus apelativos de los nombres de las crías de las vacas que ellas mismas or
deñan. Finalmente, debido a la fuerte estratificación de los grupos de edad, los hom
bres nuer, cuando llegan a cierta edad, pueden usar y recibir de otros hombres adul
tos más jóvenes el tratamiento Gwa 'Padre’.22
En lo que se refiere a la lengua española, disponemos de numerosos trabajos en
los que se ha investigado el uso social de las formas de tratamiento. Destacamos, muy
breve y escuetamente, los de J. Fox, V. Alba de Diego y J. Sánchez Lobato, C. Wei-
nerman, F. Moreno Fernández y J. Medina. Uno de los primeros trabajos dedicados
a los tratamientos en el español peninsular ha sido el de J. Fox.23 En su estudio, Fox
se propone confirmar la hipótesis de Brown y Gilman acerca de que los hablantes ex
presan la solidaridad mediante el uso recíproco de 7 y la no solidaridad mediante el
uso recíproco de V, así como confirmar la hipótesis de W. F. Lambert, según la cual
el empleo de la fórmula de respeto es muy frecuente entre los jóvenes de las clases
trabajadoras, mientras que los jóvenes de las clases medias tienden al uso de T'24 Fox
hizo su investigación en nueve colegios madrileños y llegó a las siguientes conclu
siones:
1) Los escolares de Madrid cada vez hacen menos uso del usted para dirigirse
a personas de mayor edad, en beneficio del pronombre til El sistema asimétrico, por
el que el trato hacia un superior debe ser de usted y hacia un inferior de tú, ha sido
reemplazado por un sistema simétrico que expresa la solidaridad mediante tú y la no
solidaridad mediante usted. La hipótesis de Brown y Gilman queda, pues, confirma
da en Madrid.
2) El uso de usted, dirigido hacia personas mayores, está generalizado entre las
clases trabajadoras, que, por lo tanto, pueden ser consideradas como más conserva
doras. La hipótesis de Lambert también queda confirmada.
Vidal Alba de Diego y Jesús Sánchez Lobato han llegado a unas conclusiones si
milares en un estudio más reciente hecho entre jóvenes de nivel medio-bajo de Ma
drid.25 Las relaciones jerárquicas entre los interlocutores han sufrido en las últimas
décadas una importante redefinición: en la actualidad es posible pensar en un cierto
grado de solidaridad, mayor o menor según los casos, con un superior, la tendencia
general es a adoptar un sistema simétrico de tratamiento en el que predomina la soli
daridad.
22 Véase E.. E. Evans-Pritchard. «Nuer Modes of Address», The Uganda Journal, 12 (1948), pp. 166-
171; citado en R Wardhaugh, An Introduction lo Sociolinguistics, 2.a ed., Oxford, Blackwell, 1992, pp. 265-
266.
23 «The pronouns of address in Spanish». Acles du Xe. Congrés International des Lingüista. Bucarest
2S Aoñt-2 Septembre 1967, 1, Bucarest, Éditions de L’Academie de la République Socialiste de Roumanie,
1969, pp. 685-693.
2-1 Véase «The use of tu and vous as forms of address in French Cañada: a pilot study», Journal o f Ver
bal Learning and Verbal Behavior, 6 (1967), pp 614-617.
25 «Tratamiento y juventud en la lengua hablada. Aspectos sociolingüisticos». Boletín de la Real Aca
demia Española, LX (1980), pp. 95-129
154 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Uno de los trabajos más rigurosos, amplios y detallados que se han realizado so
bre el tratamiento en el mundo hispánico es el de Catalina Weinerman, centrado en
las ciudades de Buenos Aires y de Catamarca (Argentina).26 Los objetivos de la in
vestigación, entre otros, eran contrastar las hipótesis de Brown en el habla de Bue
nos Aires y la correlación que existe entre el tipo de interlocutor y el uso del pro
nombre de segunda persona del singular. Los usos pronominales analizados han sido
los asimétricos usted-vos, vos-usted y el simétrico informal vos-vos, y algunas de las
conclusiones que se han podido extraer han sido las siguientes:
29. Véase H Giles (ed ), Tlie Dynamics ofSpeech Accomodation, International Journal ofthe Sociology
of Langnage, 46 (19S4)
156 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G IA DEL L E N G U A J E
Reflexiones y ejercicios
Me temo, pero al mismo tiempo espero, que las siguientes condiciones necesarias
resultarán obvias.
Ahora bien, si violamos una (o más) de estas seis reglas, nuestra expresión
realizativa será (de un modo u otro) infortunada. De más está decir que hay dife-
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 157
rendas considerables entre estas «formas» de ser infortunadas. Las letras y núme
ros elegidos para identificar cada uno de los apartados precedentes se proponen
poner de manifiesto estas formas diversas.
La primera distinción importante se da entre las primeras cuatro reglas A y B,
tomadas conjuntamente, en oposición a las dos reglas V (de ahí el uso de letras ro
manas y griegas). Si transgredimos algunas de las primeras (las reglas del tipo A o
B), esto es si —por ejemplo— emitimos la fórmula incorrectamente, o si —por
ejemplo— no estamos en situación de asumir el cargo porque ocupamos ya un car
go incompatible con aquél, o porque quien nos recibe el j uramento es el ordenan
za y no el ministro, entonces el acto en cuestión, esto es, asumir un cargo, no es
realizado satisfactoriamente, no tiene lugar, no se lleva a cabo Por oposición, en
los dos casos F el acto es llevado a cabo, aunque llevarlo a cabo en esas circuns
tancias, por ejemplo, cuando somos insinceros, constituye un abuso del procedi
miento. Así, cuando digo «prometo» sin intención de cumplir, he prometido pero...
Necesitamos nombres para referirnos a esta distinción general. Por ello llamare
mos desaciertos a los infortunios del tipo A.l a B.2, en los que no se consigue lle
var a cabo el acto para cuya realización, o en cuya realización, sirve la fórmula ver
bal correspondiente. Y, por otra parte, llamaremos abusos a aquellos infortunios
(los del tipo F) en los que el acto es llevado a cabo.
Orientaciones bibliográficas
DISCURSO Y CONVERSACIÓN
1. Véanse, por ejemplo, los trabajos sobre el portugués de Brasil reunidos por A. Tavares de Macedo,
C. Roncarati y M. C Mollica (org.), Variagáo e discurso, Río de Janeiro, Tempo Brasileiro, 1996
2 Pragmatics, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, p 286 y ss.
3 Véase M. Coulthard, An Inlroduciion to Discoruse Analysis, Londres, Longman, 1977; M Stubbs,
Análisis del discurso. Análisis sociolingiiístico del lenguaje natural, Madrid, Alianza, 1982.
160 PRINCIPIOS DE S O C I O L I N G U S T I C A V S O C IO L O G ÍA DEL L E N G U A J E
4 Véase La ciencia del texto, Barcelona, Paldós, 1983; Texto y contexto, Madrid, Cátedra, 1988.
5. Introducción a la lingüistica del texto, Madrid, Espasa-Calpe, 1982
LA L E N G U A EN SU U SO S O C IA L 161
lación específica entre las partes de un texto, relación que permite su identificación
como elementos de la unidad superior llamada texto. Para Wolfgang Dressler los ele
mentos que hacen posible la coherencia son la sustitución diafórica (anáfora y catá-
fora), la conjunción, las partículas, la estructura de modo, de tiempo y de aspecto de
los predicados y el orden de palabras.6*M. A. K. Halliday y R. Hasan, por su lado, ha
blan de la cohesión que se consigue por medio de la correferencia (uso de pronom
bres personales, posesivos, demostrativos, etc.: Ha venido Angelito. Le he dado Ht re
cado'), la sustitución (uso de sustitutos nominales, verbales, oracionales: Jugaremos
con la pelota verde. Ellos quieren utilizar la misma), la elipsis («¿Quieres agua?»
«No» [quiero agua]), la conjunción (uso de conjunciones copulativas, adversativas,
causales, aposiciones, etc.: Yo estoy gordo, pero tú estás flaco) y el léxico (repetición
de unidades, uso de sinónimos, hiperónimos, etc..: La calle está sola. La calle está fría.
La calle está triste).1
Frente a los autores que limitan las marcas de coherencia a determinados aspec
tos formales del texto, aspectos que podrían ser considerados como superficiales, Van
Dijk habla de la existencia de una estructura abstracta subyacente o forma lógica que
hace posible la coherencia en un nivel macroestructural; esa macroestructura se in
terpreta como el desarrollo coherente del tema o asunto del discurso. Por otra parte,
Van Dijk se refiere también a una coherencia global o pragmática que depende de la
comprensión y la interpretación que haga el oyente o el lector de un texto.8
Aparte del análisis de la coherencia textual, la lingüística del texto —el análisis
del discurso, si se quiere— ha dedicado grandes esfuerzos a la identificación y des
cripción de tipos de textos, esto es, a la tipología textual. Señala Enrique Bernárdez
que el establecimiento de una tipología textual ofrecería básicamente dos posibilida
des: bien prestar atención a las características internas de los textos, bien tomar como
base la situación externa del texto, sobre todo la situación social y todos sus compo
nentes. Siguiendo este último criterio y teniendo también en cuenta la base textual o
tema del texto, Egon Werlich ha propuesto una tipología de cinco clases de textos: des
criptivos, narrativos, expositivos (sintéticos o analíticos), argumentativos e instruc
tivos.9*
Teun van Dijk, por su parte, ofrece una relación provisional de tipos de texto que
alcanza las veinte clases: conferencia académica, sermón, informe de un defensor, acu
sación, atestado, demostración, orden de pago, orden penal, acta de declaración, ley,
disposición, conferencia, informe, petición, noticias, comentario, discurso político, ar
tículo, clase universitaria, instrucciones.10 Añade Van Dijk, no obstante, que acaso las
estructuras globales más frecuentes y más importantes sean las estructuras de la con
versación, si bien en este caso no se trata de textos propiamente dichos sino de la or
ganización de series textuales de varios hablantes en el marco de la interacción co
municativa. A su vez, algunos de los tipos de textos apuntados podrían ser agrupados
incómodos cuando se producen silencios durante la conversación, por eso dan la im
presión de hablar más que los escandinavos, por ejemplo; los pueblos mediterráneos
interpretan la falta de interés o tensión durante la conversación como una muestra de
antipatía o de rareza. Dentro del territorio de una misma lengua también es posible
encontrar diferencias en el modo de organizar las conversaciones: aparentemente los
hablantes de la islas Canarias o de las Antillas hispanohablantes suelen hacer un uso
más profuso de vocativos durante la conversación que los originarios de Castilla.
El estudio y la descripción de las conversaciones parte de dos premisas generales:
16. Véase E. Lorenzo, «Consideraciones sobre la lengua coloquial (constantes y variables)», en El es
pañol de hoy, lengua en ebullición, 3 a ed., Madrid, Gredos, 1980, pp. 29-49; A. Briz, El español coloquial; si
tuación y uso, Madrid, Arco/Libros, 1996, pp. 32-33.
17. Ll. Payrató, «Pragmática y lenguaje cotidiano. Apuntes sobre el catalán coloquial», Revista de Filo
logía Románica, 9 (1992), pp. 143-153.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 165
Preparación
Saludo
Apertura _____________^
Preliminares
Orientación
Objeto de la
conversación
Conclusión
Preparación
Terminación
Despedida
cuando el resultado es acorde con las intenciones de los interlocutores, pero para ello
los interlocutores deben tener un acceso, al menos parcial, y recíproco a sus conoci
mientos, sus deseos y sus propósitos. La conversación responde a una estrategia para
obtener éxito en la consecución de unos objetivos y el éxito depende de la adecua
ción entre lo que se dice, para qué se dice, a quién se dice, cómo se dice y en qué si
tuación se dice. Los objetivos de las conversaciones se los marcan los hablantes en
cada situación y pueden ser muy variados: mantener una relaciones sociales, conse
guir una reacción en el interlocutor, reforzar la identidad social, transmitir informa
ción y otros muchos.18
Desde un punto de vista formal, una conversación es una sucesión de turnos im
plicados (A-B-A-B) que constituyen una secuencia coherente de acciones. Ahora
bien, esa secuencia está organizada de acuerdo con estrategias en las que se ven im
plicados todos los niveles del lenguaje, desde el fonético al proxémico. Para Teun van
Dijk, toda conversación tiene una macroestructura y una microestructura. La macro
estructura es una estructura global, correspondiente a un macronivel, en el que la con
versación queda organizada como un todo. La microestructura corresponde a un mi-
cronivel en el que aparecen los enunciados individuales y sus relaciones (turnos con
versacionales, secuencias de turnos).
En la estructura global o macroestructura de la conversación se identifican cate
gorías que se corresponden con unas funciones que son cumplidas tanto por unidades
lingüísticas, como por unidades paralingüísticas o kinésicas. Las categorías que for
man la macroestructura de la conversación quedan representadas en la figura 9.1 y
son las siguientes: preparación, apertura, orientación, objeto de la conversación, con-
18. Véase J. J. Gumperz, Discottrse strategies, Cambridge, Cambridge University Press, 1982.
166 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G L 'ÍS T IC A V S O C IO L O G ÍA D EL L E N G U A JE
19 Véase A. M . Bañón, El vocativo en espafiol. Propuestas para su análisis lingüístico, Barcelona, Oc
taedro, 1993.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 167
20. Véase Relaciones en público Microestudios de orden público, Madrid, Alianza, 1979; Forms o f Talk,
Filadelfia, University of Pennsylvania, 1981; La presentación de la persona en la vida cotidiana, Buenos Aires,
Amorrortu/Murguia, 1987.
168 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E
21. Véase Apuntes gramaticales sobre la interjección. Murcia, Universidad de Murcia, 19S2, p 116.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 169
tiendo los términos: entre las mujeres alcanza una proporción notable, que se con
vierte en sobresaliente en los hombres. En nuestra opinión, Adiós y Hasta luego son
las despedidas más estereotipadas; esa fosilización les confiere un carácter de neutra
lidad que las hace susceptibles de ser utilizadas en cualquier contexto y ante cualquier
tipo de interlocutor.
En resumen, los saludos y despedidas en el español de Quintanar de la Orden
vienen determinados sociolingüísticamente por los factores «sexo» y «edad»; los de
más factores sociales covarían con éstos. El tipo de interlocutor, en relación con el
uso de los saludos y despedidas más frecuentes, queda relegado a un plano secun
dario.22
El turno de habla
22. Véase F. Moreno Fernández, «Sociolingüística de los rituales de acceso en una comunidad rural»,
Lingüistica Española Actual, VIII (1986), pp. 245-267.
23. Un inventario muy completo y bien trabajado de funciones comunicativas puede consultarse en la
obra de M..* J. Gelabert, E. Martinell, M. Herrera y F. Martinell, Repertorio de funciones comunicativas del
español, ob. cit. El repertorio incluye 180 unidades correspondientes a otras tantas funciones comunicativas
frecuentes. Puede servir de repertorio de actos de habla coloquiales del español el libro de W. Beinhauer, El
español coloquial (3.a ed., Madrid, Gredos, 1978).
170 PRINCIPIOS D E S O C I O L I N G U S T I C A 5 S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E
lar de los turnos porque a menudo se solapan, se superponen parcialmente. Tal vez
por ello existe, dentro de cada turno, una zona de transición, en la que el interlocu
tor puede iniciar su turno, aunque no sea obligatorio. Las zonas de transición son el
final reconocible de las unidades de turno y sobre ellas se aplica una serie de normas
cuya misión es regular el mecanismo del intercambio de turnos entre interlocutores.
Este mecanismo se pone en funcionamiento durante la interacción gracias a una se
rie de movimientos coordinados y negociados por los interlocutores.
Ana M.a Cestero, en un estudio realizado sobre el español de Alcalá de Henares
(Madrid), que utiliza como fundamento los trabajos, por un lado, de H. Sacks,
E. Schegloff y G. Jefferson24 y, por otro, de T. P. Wilson, J. M. Wiemann y D. H. Zim-
merman,25 ha propuesto un mecanismo de alternancia de turnos de habla que es in
dependiente de las características sociales de los interlocutores y que consta de dos
tiempos:26
24.. Véase «The Simplest Systematics for the Organization of Turn-Taking in Conversation», Language,
50 (1974), pp. 696-731.
25. «Models of Turn Taking in Conversational Interaction», Journal o f Language and Social Psycho-
logy,2 (1984), pp, 159-183.
26. «Intercambio de turnos de habla en la conversación en lengua española», Lingüistica, 24 (1994),
pp. 77-99.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 171
A. ¿Quién ha venido?
B. ¿Quién crees?
A. José Enrique.
B. José Enrique.
A. Gracias.
B. De nada.
porque B utiliza una segunda parte no marcada. Una segunda parte marcada podría
ser el silencio; por eso, si se produce, B tiende a comenzar su turno explicando el por
qué de la ausencia de una segunda parte no marcada (Perdón, se me ha ido el santo
al cielo).
No faltan ejemplos de investigaciones de interés sociopragmático centradas en el
estudio de la conversación. Las pesquisas de varios sociolingüistas-etnógrafos han
coincidido al descubrir que entre las mujeres suelen darse conversaciones en las que
hablan al mismo tiempo varias interlocutoras. Este hecho llama la atención si se tie
ne en cuenta que en las conversaciones entre hombres y mujeres, según se ha podido
concluir, son los hombres los que más interrumpen. La superposición del discurso, de
hecho, es más frecuente entre mujeres solas que entre hombres solos. También se ha
comprobado que, en las conversaciones entre hombres y mujeres, cuando existen so-
lapamientos de turnos, las mujeres participan tanto como los hombres. Relacionado
con esto, se ha descubierto que, cuando la conversación tiene un carácter fundamen
talmente informativo, las mujeres participan menos que cuando predomina el habla
afectiva, y es aquí donde se dan más superposiciones.27 Conclusiones de esta natura
leza se han conseguido en estudios hechos mediante la observación directa de la rea
lidad.
Desde una perspectiva cercana al análisis de la conversación, se han realizado in-
27. Véase D Tannen, Tú no me entiendes. Por qué es tan difícil el diálogo hombre-mujer, Madrid, Cir
culo de Lectores, 1992, p. 212 y ss.
172 PRINCIPIOS D E SOC IO L1 NG ÜÍS TIC A V S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E
La narración oral
V a ldés. T a m b ié n s a b é is q u e a y c ie r t o s p e s c a d o s d e m a r
q u e s e lla m a n ostias.
M a r c io . Y e s s o ta m b ié n .
V aldés. P u e s m ir a d a g o r a q u á n g e n t ile m e n t e j u g ó d e s t e
v o c a b lo e n u n a c o p la d o n A n t o n i o d e V e la s c o ; y f u e a ssí: P a s s a -
v a un d ía d e a y u n o p o r u n lu g a r s u y o ...
28, Véase L. Cortés Rodríguez, Español hablado. B ibliografía sobre aspectos teóricos y empíricos (m or-
Cáceres, Universidad de Extremadura, 1996.
fosim ácticos y sintáctico-pragmáticos),
29. Véase también T. Bull y T'. Swan (eds.), Language, Sex and Society, International Jou rnal o f the So-
ciology o f Language, 94, 1992.
30, «Alternancia de turnos de habla en lengua española: la influencia del sexo y la edad de los interlo
cutores», Pragrna, 2 (1995), pp. 123-149.
31. Therapeutic Discourse, Nueva York, Academic Press, 1977. Véanse especialmente las páginas 104-
110. Véase también W. Labov, Language in the Inner City, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1972
(«The transformation of experience in narrative syntax») y W. Labov y J. Waletzky, «Narrative analysis: Oral
versionsof personal experience», Essays on the verbal and visual arts, Seattle, University of Washington Press,
1967, pp. 12-44.
L A L E N G U A EN SU USO S OC IA L 173
Si A usa una proposición general acerca de sucesos particulares mediante una pro
forma inespecífica, B interpretará cualquier referencia a un suceso pasado como el
tema de la proposición general.
Como se puede apreciar, el tiempo verbal más abundante en esta fase de la con
versación es el imperfecto: según el estudio que Carmen Silva-Corvalán ha hecho so
bre una treintena de narraciones en español, el imperfecto aparece en un 70 % de los
casos.32 La orientación en sí misma no informa de nada en relación con el conjunto
de una conversación, pero se suele ajustar a una «regla de orientación»:
32. «La narración oral española: estructura y significado», en E. Bernárdez (comp ), Lingüistica del tex
to, Madrid, Arco/Libros, 1987, pp. 265-292
174 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G D ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E
Si A hace referencia a un acontecimiento que ocurrió antes del momento del dis
curso y que no puede ser interpretado por ninguna regla del discurso como un acto
de habla, entonces B interpretará esta referencia como una orientación de la na
rración subsiguiente.
La constitución de las secuencias narrativas puede ser muy variada. Valgan como
ejemplos estas breves muestras (el estilo directo es un recurso muy utilizado en esta
clase de secuencia):
Los tiempos verbales que aparecen en las evaluaciones suelen ser imperfectos
(con una frecuencia del 38 %), indefinidos y presentes.
Es posible, de todos modos, contar una historia en la que el punto central o más
relevante no esté claro o no sea evidente, en la que no queden bien marcadas las eva
luaciones. En estos casos, el oyente tiene que realizar por sí mismo el esfuerzo de lo
calizar los acontecimientos centrales o informativos. Si no lo consigue, puede hacerlo
saber mediante expresiones como No lo entiendo; ¿y qué?; ¿ Qué quieres decir? La ha
bilidad para marcar y reconocer el punto evaluativo de una narración es crucial para
LA L E N G U A EN SU USO SOC IA L 175
los interlocutores en una conversación. En relación con esto existe una «regla de la
respuesta narrativa», por la cual
Reflexiones y ejercicios
1. Grabe una conversación entre dos amigos o dos familiares suyos (no impor
ta, en este caso, que la conversación esté preparada ni que los interlocutores sepan
que están siendo grabados). Identifique todas las características que aquí se han atri
buido a ese tipo de interacciones.
Orientaciones bibliográficas
tura del libro de Enrique Bernárdez. Introducción a la lingüística del texto (Madrid,
Espasa-Calpe, 1982). La lectura de la obra de E. Goffman La presentación de la per
sona en la vida cotidiana (Buenos Aires, Amorrortu/Murguía, 1987) es tan amena
como interesante e instructiva.
Elaborado con una intención eminentemente práctica, resulta de gran utilidad
para la enseñanza del español el Repertorio de funciones comunicativas del español,
de M f J. Gelabert, E. Martinell, M. Herrera y F. Martinell (Madrid, SGEL, 1996).
Acerca de la narración oral en lengua española, es obligada la lectura del artículo de
C. Silva-Corvalán, «La narración oral española: estructura y significado», en E Ber
nárdez (comp.), Lingüística del texto (Madrid, Arco/Libros, 1987, pp. 265-292).
C a p ít u l o 10
A C T IT U D E S L IN G Ü ÍS T IC A S
D a n t e A l ig h ie r i , E l convite, 1304-1307
En 1970, Rebecca Agueyisi y Joshua Fishman hacían una llamada de atención so
bre la importancia que los estudios de las actitudes tienen, en el campo de la socio-
liigüística, para conocer más profundamente asuntos corno la elección de una lengua
en sociedades rnultilingües, la inteligibilidad, la planificación lingüística o la enseñan
za de lenguas;1 además las actitudes influyen decisivamente en los procesos de varia
ción y cambio lingüísticos que se producen en las comunidades de habla. Una actitud
favorable o positiva puede hacer que un cambio lingüístico se cumpla más Tapida
mente, que en ciertos contextos predomine el uso de una lengua en detrimento de
otra, que la enseñanza-aprendizaje de una lengua extranjera sea más eficaz, que cier
tas variantes lingüísticas se confinen a los contextos menos formales y otras predo
minen en los estilos cuidados. Una actitud desfavorable o negativa puede llevar al
abandono y el olvido de una lengua o impedir la difusión de una variante o un cam
bio lingüístico.
El peso de las actitudes sobre la realidad social ha sido suficientemente valora
do por disciplinas como la sociología o la psicología desde hace muchas décadas; el
peso de las actitudes sobre la realidad lingüística ya ha comenzado a recibir la aten
ción que merece, pero aún son muchos los aspectos que se desconocen acerca de su
naturaleza y sus repercusiones sociolingüísticas.2
La actitud lingüística es una manifestación de la actitud social de los individuos,
distinguida por centrarse y referirse específicamente tanto a la lengua corno al uso
que de ella se hace en sociedad, y al hablar de «lengua» incluimos cualquier tipo de
variedad lingüística: actitudes hacia estilos diferentes, sociolectos diferentes, dialectos
3 «Prestige speech styles: The imposed norm and inherent valué hypothesis», en W. C. McCormack y
S. A. Wurm (eds.), Language andsociety. Anthropological Issites, La Haya, Mouton, 1979.
L A L E N G U A E N SU U S O S O C I A L 181
demostrando que una misma variedad puede ser objeto de actitudes positivas o ne
gativas dependiendo de la valoración que se haga del grupo en que se habla:4 las ac
titudes suelen ser manifestación de unas preferencias y unas convenciones sociales
acerca del estatus y el prestigio de los hablantes. También debe destacarse que lo ha
bitual es que sean los grupos sociales más prestigiosos, más poderosos socioeconómi
camente, los que dicten la pauta de las actitudes lingüísticas de las comunidades de
habla; por eso las actitudes suelen ser positivas hacia la lengua, los usos y las carac
terísticas de los hablantes con mayor prestigio y de posición social más alta.
Por otro lado, la actitud lingüística se manifiesta tanto hacia las variedades y los
usos lingüísticos propios como hacia los ajenos; asimismo, a la hora de formarse esa
actitud, suelen ser factores decisivos el nivel de estandarización de la lengua (codifi
cación y aceptación) y su vitalidad: a menudo son objeto de actitudes favorables las
variedades propias, especialmente cuando disfrutan de un alto grado de estandariza
ción. Se da la circunstancia, sin embargo, de que no siempre se mira lo propio con los
mejores ojos porque es posible encontrar, por ejemplo, que algunos hablantes de va
riedades minoritarias tienen una actitud negativa hacia su propia lengua, general
mente cuando esas variedades no les permiten un ascenso social, una mejora econó
mica o cuando les imposibilita el movimiento por lugares o círculos diferentes de los
suyos. Esto no significa que no se valore en absoluto la lengua propia o que no se le
conceda el más mínimo aprecio.
Para comprender la posibilidad de que se tenga una actitud negativa hacia una
variedad y de que esa variedad sea objeto al mismo tiempo de cierta consideración,
se debe establecer una distinción entre varias características: de igual modo que a un
individuo se le puede apreciar de modo diferente como profesional, corno amigo,
como padre o como vecino, las lenguas pueden ser estimadas por razones diferentes,
razones que normalmente son sociales, subjetivas o afectivas. Esta multiplicidad de
valoraciones complica enormemente las actitudes y explica su capacidad de influen
cia en situaciones muy diversas: la forma en que los profesores tratan a los alumnos,
en que los profesionales entrevistan a los candidatos a un puesto de trabajo y en que
los empleados de una empresa tratan a sus clientes.
Una de las bases sobre las que se asienta la actitud lingüística es la conciencia so-
ciolingiiística: los individuos forjan actitudes, del tipo que sea, porque tienen con
ciencia de una serie de hechos lingüísticos y sociolingüísticos que les conciernen o les
afectan.5 Tales hechos pueden pertenecer a su propia variedad, a la de su grupo o a
la de su comunidad, pero también a las variedades de otros hablantes, otros grupos,
otras comunidades. Las hablantes saben que su comunidad prefiere unos usos lin
güísticos a otros, que ciertos usos son propios de unos grupos y no de otros y, por lo
tanto, tienen la posibilidad de elegir lo que consideran más adecuado a las circuns
tancias o a sus intereses. Esta capacidad de elección, derivada de la conciencia lin
güística, es extraordinariamente decisiva a la hora de producirse —y explicarse— los
fenómenos de variación y de cambio lingüísticos, así como la elección de una lengua
en comunidades multilingües.
4. Véase J. R. Edwards, «Language attitudes and their implications among English speakers», en E. B.
Ryan y H. Giles (eds.), Altitudes towards language variation. Social and applied contexts, Londres, E. Arnold,
1982, pp.. 2-33,
5. No puede decirse, sin embargo, que todos los hablantes de todas la comunidades sean conscientes de
todas las características lingüísticas y sociolingüísticas de su variedad.
182 PRINCIPIOS OE S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y SO C IO LO G ÍA DEL L E N G U A J E
Con el fin de averiguar hasta qué punto es cierta tal asociación, López Morales
ha realizado un estudio sobre el español de San Juan de Puerto Rico y ha llegado a
la conclusión de que mayoritariamente existe conciencia sobre la variación sociolec-
tal y de que los individuos de nivel socioeconómico más alto son, con las mujeres en
general, los de mayor conciencia sociolingüística. Por lo demás, es obligado pensar
que, si esta conciencia es algo muy arraigado en comunidades fundamentalmente mo-
nolingües, lo mismo puede decirse, con mayor énfasis, en relación con las comunida
des bilingües o multilingües.
Aparte de la actitud, una de las consecuencias directas de la conciencia sociolin-
giiística de los hablantes es su seguridad o su inseguridad lingüística, esto es, la rela
ción que existe entre lo que un hablante considera correcto, adecuado o prestigioso y
su propio uso lingüístico: se habla de seguridad lingüística cuando lo que el hablante
considera como correcto o adecuado coincide con los usos espontáneos del mismo ha
blante; la inseguridad lingüística surge cuando tal coincidencia disminuye o desapare
ce. El prototipo de hablante inseguro sería aquel capaz de hacer afirmaciones como
éstas: A mí nunca me se ocurriría decir me se ha caído o Yo jamás diríe cosas como
iríe o vendríe.
Pero, comentado cuál es el interés de las actitudes para la sociolingüística gene
ral, es importante saber cómo se definiría la actitud desde la disciplina que más la ha
estudiado, la psicología social, y cuáles serían sus componentes, si se admite que los
tiene.
Como han indicado diversos autores —Ralph Fasold, por ejemplo—,7 las actitu
des lingüísticas han sido estudiadas desde dos puntos de vista: uno mentalista, de na
turaleza, psicosociológica, y otro conductista. La concepción conductista interpreta la
actitud como una conducta, como una reacción o respuesta a un estímulo, esto es, a
una lengua, una situación o unas características sociolingüísticas determinadas. Des
de un punto de vista mentalista, la actitud se entiende como un estado interno del
individuo, una disposición mental hacia unas condiciones o unos hechos sociolingüís-
ticos concretos; en este sentido, la actitud sería una categoría intermedia entre un
estímulo y el comportamiento o la acción individual. Aunque más adelante se hará
referencia al modo de analizar las actitudes, conviene adelantar que mientras los
conductistas utilizan como procedimiento de estudio la observación directa de las
conductas objetivas, los mentalistas deben recurrir a otras técnicas, más complejas,
que permitan desvelar algo tan intangible como un estado mental.
En términos generales, se acepta que las actitudes implican directamente la pre
sencia de varios elementos o subcomponentes que no conviene confundir: una valo
ración (componente afectivo), un saber o creencia (componente cognoscitivo)8 y una
conducta (componente conativo). Éste es el criterio de los defensores de una inter
pretación mentalista de la actitud, aunque los psicólogos conductistas suelen ver en la
actitud un elemento único, a menudo afectivo o de valoración.9 Entre los partidarios
de interpretar la actitud como un entidad compleja, que son la mayoría, existen dis
crepancias para determinar cómo se relacionan entre sí estos conceptos, y todos ellos
con la actitud, lo que equivale a plantear el problema de describir la estructura com-
ponencial de las actitudes lingüísticas.
Las propuestas psicosociológicas más conocidas sobre los componentes de la ac
titud y sus relaciones son las de W. Lamben,10 M. Rokeach11 y M. Fishbein.12 Para el
primero, la actitud está formada por tres elementos —la creencia, la valoración y la
conducta— y todos ellos se sitúan en un mismo nivel: la actitud lingüística de un in
dividuo es la resultante de sumar sus creencias y conocimientos, sus afectos y, final
mente, su tendencia a comportarse de una forma determinada ante una lengua o una
situación sociolingüística.
Para Milton Rokeach, la actitud se interpreta básicamente como un sistema o
conjunto de creencias (creencia 1, creencia, 2, creencia n): la actitud depende funda
mentalmente de lo que se cree acerca de un objeto sociolingüístico. Ahora bien, cada
una de estas creencias está formada por la suma de los tres componentes: el cognos
citivo, el afectivo y el conativo. Así pues, unos conocimientos, unas valoraciones y
unas conductas pueden dar lugar a un sistema de creencias del que se ha de des
prender una actitud lingüística concreta.
Fishbein, por su parte, opina que las lenguas, las situaciones o los hechos lin
güísticos dan lugar, por separado, a actitudes y a creencias. Las actitudes están
formadas por un solo componente de naturaleza afectiva: se fundamentan en la valo
ración subjetiva y sentimental que se hace de un objeto. Junto a esto, pero en un pla
no diferente, la creencia está formada por un componente cognoscitivo y un compo
nente de acción o conducta.
Otros autores, como Richard L. Street y Robert Hooper, han preferido ofrecer
explicaciones en las que se da más importancia al dinamismo del modelo que a la re
lación estructural de sus componentes.13 Street y Hooper proponen un modelo de va-
• Componentes del mensaje que incluyen elementos convergentes y divergentes (acomodación del habla),
FlG„ 10.1. Modelo de valoración del estilo de habla, según Street y Cooper (1982).
¡oración del habla basado en los juicios de valor y en los usos lingüísticos de los in
terlocutores. Los procesos cognoscitivos y de conducta vienen determinados por tres
variables: á) los conocimientos recibidos y los prejuicios de los hablantes (estereoti
pos, procesamiento de la información, características de la personalidad, expectativas
sociológicas); b) las características del habla, del mensaje (acento, dialecto, elementos
paralingüísticos); c) las intenciones de los interlocutores. Con estos elementos Street
y Hooper construyen el modelo de la figura 10.1.
El proceso comienza con la transformación de un mensaje, que incluye elemen
tos de acomodación del habla, en un mensaje percibido. La percepción, a su vez, pone
en marcha una respuesta valorativa. Este paso se produce dentro de un entorno de
conocimientos o saberes sociales, en el que influyen factores como las características
sociales de los interlocutores (edad, sexo, etc.) o los juicios personales sobre unos he
chos lingüísticos y paralingüísticos, entre otros muchos. Street y Hooper señalan que,
en la interacción comunicativa, se produce una adaptación o igualación del habla a
las características del mensaje recibido, siguiendo la línea trazada por la «teoría de la
acomodación del habla».
Las opiniones que se acaban de exponer proceden del campo de la psicosociolo-
gía. Sin embargo no debe desdeñarse la posibilidad de ofrecer una interpretación más
netamente sociolingüística, puesto que, al fin y al cabo, las actitudes se dirigen hacia
un objeto sociolingüístico y se desprenden de lo que las personas hablan, de cómo ha
blan, de cuándo lo hacen y hacia quién se dirigen. Por eso precisamente merece des
tacarse la opinión del sociolingüista Humberto López Morales.14
Para López Morales, la actitud está dominada solamente por un rasgo y, por lo
tanto, en ella se identifica tan sólo un componente: el conativo. A diferencia de los
modelos de Lambert y Rokeach y a semejanza del modelo de Fishbein, López Mo
rales separa el concepto de «creencia» del concepto de «actitud» y los sitúa en un ni
vel diferente: las creencias dan lugar a actitudes diferentes; éstas, a su vez, ayudan a
conformar las creencias, junto a los elementos cognoscitivos y afectivos, teniendo en
cuenta que las creencias pueden estar basadas en hechos reales o pueden no estar mo
tivadas empíricamente.
Creencia
oCognitiva' Afectiva
Actitud
Conativa
Positiva Negativa
15, «Prolegomena for developing a social psychological theory», en Altitudes towards Language Varia-
tion, Londres, Arnold, 1982, pp. 208-223.
186 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E
Estatus (poder]
Indices Indices
Competencia Estatus
Experiencia Poder
Fiabilidad Prestigio
Clase social
Superioridad
Persona Grupo
Indices Indices
Benevolencia Solidaridad Interna
Atractivo Lealtad lingüistica
Similaridad de atributos Similaridad de creencias
Orgullo étnico
Orgullo familiar
Solidaridad
Fig 10,3 Situaciones percibidas en relación con la actitud lingüistica e Índices de evaluación
de dos dimensiones (adaptación del modelo de Giles y Ryan, 1982),
Según este modelo, las situaciones públicas, formales, de relaciones entre miem
bros de grupos diferentes llevan al uso de elementos sociolingüísticos adecuados al es
tatus y al poder de los hablantes en mayor proporción que las situaciones informales,
privadas y de relaciones entre los miembros de un mismo grupo. Los ámbitos de la
escuela, la administración y el trabajo suelen responder a un patrón sociolingüístico
en el que se da gran importancia al estatus social, mientras que en los ámbitos o do
minios de la familia y el vecindario destacan unos usos sociolingüísticos en los que
prima el concepto de solidaridad. Por otra parte, en las situaciones de contacto entre
dos personas suele predominar más claramente el concepto de individuo o persona
cuando no hay oyentes que cuando los hay. Del mismo modo, el uso de una variedad
prestigiosa predispone a los hablantes a interpretar que una situación está dominada
por los conceptos de estatus y de grupo.
Medida de la actitud
listas a hacer propuestas nuevas o buscar caminos que proporcionen resultados fia
bles.
Situados de lleno en una perspectiva mentalista, la más valorada y cultivada, se
distinguen dos grupos de métodos de estudio de las actitudes hacia la lengua: los mé
todos directos y los métodos indirectos.
Las mediciones directas suelen practicarse sobre materiales recogidos por medio
de cuestionarios o de entrevistas. Los cuestionarios empleados poseen bien una es
tructura abierta (el informante emite la respuesta que cree más adecuada), bien una
estructura cerrada (al informante se le ofrecen unas posibilidades limitadas de res
puesta). Las entrevistas y los cuestionarios abiertos suelen incluir preguntas del tipo
¿Quépiensa usted...? o ¿Cómo reaccionaría usted...?:
¿Qué piensa usted de la forma de hablar de la persona que acaba de oír en la gra
bación? (en estos estudios es frecuente el uso de grabaciones llamadas grabaciones o
cintas estímulo);
¿Qué piensa acerca de que las clases de matemáticas en la enseñanza primaria se
den en la lengua x?
¿Cómo reaccionaría usted si una persona desconocida y más joven lo trata de tú?
¿Cómo reaccionaría usted si un funcionario público al que se ha dirigido en la len
gua x no le contesta en la misma lengua?
Las mediciones indirectas se aplican sin que el hablante tenga conciencia de cuál
es el objeto de interés (la actitud); son aquellas cuyo propósito es desconocido por los
individuos que sirven de informadores. Entre las mediciones indirectas la más utili
zada ha sido la matched guise, propuesta por Wallace Lambert en los años sesenta16
y denominada en español técnica de pares ocultos, de las máscaras o de los pares fal
sos. En su origen, la técnica consiste en utilizar hablantes bilingües dominadores de
las lenguas que se desea investigar. Estos bilingües leen un mismo texto en cada una
de las lenguas estudiadas y las lecturas se graban en una cinta, intercalándolas de tal
forma que parezca que cada texto ha sido emitido por un hablante distinto: los oyen
tes pueden llegar a pensar que han oído el doble de voces, de personas, de las que
realmente han participado en el experimento.
Los oyentes, también bilingües, tras oír cada texto, han de puntuar varias carac
terísticas de los hablantes —no de la lengua—, rasgos como la simpatía, la inteligen
cia, la decisión, el atractivo o el origen social. Para recoger estas puntuaciones se sue
len utilizar unas escalas, llamadas escalas de diferencial semántico, en cuyos extremos
se sitúan los polos opuestos de una determinada característica (simpático-antipático;
inteligente-nada inteligente; con éxito-sin éxito, etc.) y que ofrecen, entre ambos ex
tremos, varios espacios o puntos intermedios.17 En caso de que un mismo hablante
sea valorado de forma diferente, se puede deducir que es la lengua utilizada en cada
texto la que ha originado un actitud diferenciada en el oyente.
En uno de los estudios pioneros de la especialidad, Wallace Lambert analizó, me Con el fin de superar las limitaciones de las técnicas indirectas, Joshua Fishman
diante la técnica matcheá guise, las actitudes lingüísticas de estudiantes universitarios ha propuesto contar con una medida de referencia, denominada medida de la impli
anglófonos y francófonos de Canadá. En la investigación, los sujetos debían clasificar cación, que consiste en comparar los resultados obtenidos mediante cuestionarios con
la personalidad de una serie de hablantes de inglés y francés. Los sujetos anglo- los resultados que presenta la observación de la conducta real.19
hablantes mostraron una actitud claramente favorable hacia los anglohablantes y una
actitud negativa hacia los francófonos: los bilingües que hicieron las lecturas resulta
ron ser más altos, más inteligentes, más simpáticos y amables que los francófonos El concepto de prestigio
cuando hablaban inglés que cuando hablaban francés. Lo significativo de este estudio
fue comprobar que los francófonos también valoraban más positivamente a los que En repetidas ocasiones hemos aludido al prestigio porque lo prestigioso suele ser
leyeron los textos en inglés, en todas las características personales excepto en las acreedor de actitudes positivas por parte de los hablantes. Pero ¿cómo se define el
que se referían a la religiosidad y a la amabilidad. Los textos en francés —esto es, sus prestigio desde la sociolingüística? ¿Cómo se descubre y se mide?
hablantes— resultaron valorados más negativamente por los propios francófonos que El prestigio puede ser considerado bien como una conducta, bien como una ac
por los anglóf onos. La conclusión general que extraía Lambert aludía al prestigio de titud. Esto quiere decir que el prestigio es algo que se tiene y se demuestra, pero tam
que gozaba el inglés y sus hablantes en Canadá y a la existencia de un estigma en la bién es algo que se concede. Se podría definir el prestigio como un proceso de
población canadiense que hablaba francés, un estigma admitido y asumido por mu concesión de estima y respeto hacia individuos o grupos que reúnen ciertas caracte
chos grupos francófonos. rísticas y que lleva a la imitación de las conductas y creencias de esos individuos o
La técnica matcheá guise o de los pares ocultos ofrece multitud de variantes con grupos.
las que se adapta a la naturaleza de las actitudes, de las comunidades y de los hechos A la hora de medir el prestigio, es importante elegir la perspectiva desde la que
lingüísticos que en cada momento se pretende estudiar. Para el estudio de las actitu se va a trabajar: el prestigio como algo que se tiene (conducta) o como algo que se
des hacia diversos usos fonéticos innovadores del español (aspiración de í en posición concede (actitud). La mayor parte de los sociólogos han analizado el prestigio como
implosiva, yeísmo, caída de -d- intervocálica en las formas de participio) en cinco co actitud, mientras que los antropólogos lo han estudiado como conducta. Los socio-
munidades del centro de España, se ha trabajado con textos leídos por hombres y mu lingüistas, por su parte, también han preferido profundizar en la perspectiva de la ac
jeres de la misma comunidad: se trata de hablantes que, al leer, van haciendo uso de titud (algo que se concede); con otras palabras, han preferido detenerse en averiguar
esos rasgos fonéticos, uno de ellos en cada texto. A los informadores se les pide, una lo que es considerado como prestigioso y no en descubrir, sobre los individuos y gru
vez oído cada texto, que den su opinión sobre el origen geográfico del hablante (de pos prestigiosos, cuáles son las características que los hacen así. En el caso de la so
la comunidad o de fuera de la comunidad), sobre su hipotética actividad profesional ciolingüística de Labov, se ha atendido más a los usos sociolingüísticos prestigiosos
y sobre las razones que lo llevan a opinar de esa manera. La investigación se ha rea que a las normas de prestigio en su conjunto.
lizado en las ciudades de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo. En Las técnicas que se han mostrado más útiles para el descubrimiento de usos lin
tre las conclusiones que se extraen, destaca la actitud desfavorable que, en general, güísticos prestigiosos han sido las indirectas, descritas para el estudio de la actitud y
despierta la caída de la -d- en posición intervocálica o la actitud favorable hacia las de la inseguridad lingüística. En la interpretación de sus resultados, hay que suponer
soluciones yeístas, que, por otra parte, a menudo no aparecen en el nivel de concien que lo que el hablante cree correcto es, a su vez, lo que también considera más pres
cia de los hablantes.18 tigioso, aunque debe recordarse que lo que se considera como correcto no tiene por
La técnica matcheá guise se emplea con bastante frecuencia, muchas veces con qué ceñirse a lo que, desde un criterio normativo, se valora como correcto.20 Ahora
buenos resultados, pero presenta algunas dificultades. Una de ellas es la de la artifi- bien, el poder de las pruebas indirectas no mitiga la utilidad de las pruebas directas,
cialidad: los oyentes dan su opinión sobre voces salidas de una cinta y en un situación que se pueden revelar como auténticamente decisivas para la explicación de ciertos
de entrevista; en ocasiones es complicado determinar dónde ha terminado la valora hechos. Ejemplo de ello es el estudio que, en una situación de monolingüismo, hemos
ción de la persona cuya voz ha sido grabada y dónde ha empezado la valoración de realizado en el centro de España con la idea de profundizar en el conocimiento del
la lengua usada en cada caso. Por otro lado, como los textos grabados suelen ser leí prestigio a partir de unos materiales conseguidos con un método directo: el cuestio
dos, se corre el riesgo de que los sujetos juzguen la calidad de la lectura y no las cua nario21 El cuestionario redactado, muy breve, incluía las siguientes preguntas:
lidades personales de los lectores o las de la variedad empleada, a lo que se debe aña
dir la importancia que tiene la relación entre el tema tratado en la grabación y la len 19. «Sociolinguistics and the language problems of developing countries», en J. Fishman, Ch. Ferguson
gua empleada en cada texto: el tema influye sobre la actitud porque hay temas de los y J. Das Gupta (eds.), Language Problems o f Developing Nalions, Nueva York, John Wiley and Sons, 1968,
pp. 3-16.
que nunca se habla en una variedad o lengua determinada. 20. En el mundo hispánico, destacan los trabajos realizados por Manuel Alvar, Antonio Quilis y Hum
berto López Morales sobres diversos territorios hispanohablantes. Véase también Y, Solano Rojas y J. Urna-
ña Aguiar, «Actitudes lingüísticas del universitario costarricense», en M Arjona el al. (eds.), Acras del X Con
18. Véase P. García Mouton y F. Moreno Fernández, «Sociolingüística en el A lia s lingüístico (y etno greso Internacional de la Asociación de Lingüistica y Filología de la Am érica Latina, México, UNAM, 1996,
gráfico) de Castilla - L a Mancha »,
en R. Penny (ed.), Actas de! I Congreso Anglo-hispano, I, Madrid, Casta pp. 707-712.
lia, 1993, pp. 139-149. 21. Véase Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, p, 189 y ss.
190 principios de s o c iO L iN G D í s t i c a y so c io lo g ía del l en g u a je
1. En la sociedad espafwla actual, ¿quién cree usted que se expresa mejor, es de
cir, qué personas o tipos de personas hablan mejor, según su criterio?
2. ¿En qué nota usted que habla mejor el tipo de personas que ha señalado en la
pregunta anterior?
3. ¿Le gustarla hablar como ese tipo de personas?
4. ¿Qué es para usted el prestigio?
5. ¿Qué tipo de personas tiene para usted más prestigio?
Clase A
Prestigio interno
Reflexiones y ejercicios
2. Redacte tres textos y haga que sean leídos por cuatro hablantes bilingües de
una comunidad determinada; grabe las lecturas de sus colaboradores y sométalas al
juicio de varias personas residentes en esa misma comunidad: pregúnteles sobre la
profesión de los hablantes, su nivel social, su capacidad intelectual y su simpatía. Ano
te todas las dificultades técnicas que haya encontrado al preparar la prueba y pro
ponga soluciones. Comente los resultados de la prueba. Si vive en un comunidad mo-
nolingüe, procure recoger muestras de habla de dos dialectos de la misma lengua y
realice las mismas tareas.
Orientaciones bibliográficas
Las actitudes lingüísticas no han sido un asunto profusamente tratado en los ma
nuales de sociolingüística redactados en español, por ello es obligada la lectura de los
capítulos 7 y 8 del libro de Humberto López Morales, Sociolingüística (2.a ed„ Ma
drid, Gredos, 1993) y del capítulo 6 del manual de Ralph Fasold, La sociolingüística
de la sociedad. Introducción a la sociolingüística (Madrid, Visor, 1996). Entre la bi
bliografía en inglés y escrita desde la psicología social, es lectura inexcusable la obra
de Howard Giles y Ellen Bouchard Ryan, Attitudes towards Language Variation
(Londres, Arnold, 1982).
Una muestra excelente de los estudios hispánicos dedicados a las actitudes lin
güísticas puede verse en el libro de Manuel Alvar, Hombre, etnia, estado. Actitudes
lingüísticas en Hispanoamérica (Madrid, Gredos, 1986).
Capítulo 11
Parece que todos piensan que notnen viene del griego ónoma,
yo creo, en cambio, que viene de nosco, noui, noium, nouimen
«conocer», de la misma manera que tnotnen «impulso, movi
miento» de moneo, moni, rnotum, tnouitnen «mover». El nombre
es cierta imagen por la que algo es conocido, dice Escaligero.
F rancisco Sánchez de las B rozas, Minerva, 1587
Cada lengua, cualquiera que sea, lleva en su seno en cada momento de su existen
cia la expresión de todos los conceptos que se puedan desarrollar alguna vez en la
nación. Cada una, incluso, en cada momento de su vida, equivale exactamente al
3. Citado por J. M.a Valverde en W. von Humboldt, Escritos sobre el lenguaje, Barcelona, Península,
1991, p, 17.
LA L E N G U A EN SU USO S O C IA L 197
Dos lenguas nunca son suficientemente parecidas para poder considerarlas como
exposiciones de la misma realidad social. Los mundos en los que viven sociedades
distintas son mundos separados y no se trata simplemente del mismo mundo con
diferentes etiquetas.4
Para Benjamin Lee Whorf, por ejemplo, es inexacto considerar que un hopí, co
nociendo solamente la lengua hopí y la cultura de su comunidad, tenga las mismas no
ciones de tiempo y de espacio que los hablantes de inglés, por mucho que se consi
dere que estas nociones puedan tener un origen intuitivo o puedan ser universales.5
La hipótesis Sapir-Whorf, planteada en sus términos extremos, no cuenta en la
actualidad con seguidores incondicionales. Es difícil admitir que una lengua, si no dis
pone de una palabra determinada, es incapaz de expresar un concepto —puede ha
ber recursos gramaticales que lo permitan— o que sus hablantes son incapaces de ad
quirirlo. Por otra parte, las diferencias entre dos lenguas como el hopí y el español no
imposibilitan la compresión de una forma absoluta. Ahora bien, siempre queda la po
sibilidad de admitir unos planteamientos menos radicales: la psicolingüística está com
probando que la lengua ejerce alguna influencia a la hora de percibir o de recordar;
siempre es más fácil distinguir dos conceptos si éstos van asociados a palabras dife
rentes, de igual forma que a menudo se recuerda algo con mayor facilidad si va liga
do a algún elemento lingüístico concreto. Explicada así, a la hipótesis Sapir-Whorf aún
se le admitiría cierta validez.
Desde un punto de vista diferente del de Sapir y Whorf, pero preocupado por las
mismas cuestiones, Adam Schaff ha expuesto su opinión acerca de las concomitancias
entre lengua, pensamiento y realidad. Para Schaff la lengua se concibe como produc
to de una praxis social que determina la visión que una sociedad tiene del mundo: la
lengua refleja una realidad a la vez que crea una imagen de esa realidad. Esta pro
puesta se conoce como «teoría del reflejo». Desde esa perspectiva, es cierto, corno se
ñalaba Humboldt, que el hombre piensa tal como habla y habla como piensa. Según
Schaff, el hombre piensa en algún lenguaje, por lo que su pensamiento siempre es ha
blado, y la forma en que piensa depende de la experiencia social expresada en la len
gua que le ha transmitido la sociedad mediante un proceso de educación hablada.6
Durante los últimos años, la «psicología cognitiva» ha desarrollado otra pro
puesta teórica, preocupada también por la relación entre lengua, pensamiento y rea
lidad, que interpreta las cosas de una forma diferente: la «teoría de los prototipos».
Esta teoría, que está siendo aplicada en los más diversos ámbitos de la lingüística,
también ha recalado en las aguas de la sociolingüística, gracias al interés R. A. Hud-
son.7 Frente a los que utilizan series de rasgos mínimos para caracterizar determi
nadas unidades —la semántica estructural, por ejemplo, habla de sernas (rasgos se
mánticos pertinentes) y seinemas (conjuntos de rasgos semánticos pertinentes)— la
«teoría de los prototipos» propone que un concepto concreto se defina como un pro
totipo o caso típico de ese concepto: un prototipo sería el ejemplar idóneo, el mejor
representante o el caso central de una categoría o, al menos, el más frecuentemente
considerado como tal. Este concepto supone la existencia de ejemplares, casos o
La forma interior de una lengua, para Wilhelm von Humboldt, supone una or
denación del mundo mental y físico por parte de sus hablantes, que se diferenciarán
de los hablantes de otras lenguas por proceder a esa ordenación de una manera par
ticular y suficientemente diferenciada. Este concepto se ha puesto en relación con el
de «forma del contenido» de la gramática estructural, que se define como la estruc
turación que cada lengua da a la realidad física o mental, esto es, a los conceptos in
finitos de la mente humana. A su vez, el concepto de «forma del contenido» supone
una interpretación del léxico que lo presenta como un conjunto de unidades suscep
tibles, en gran parte, de ser estructuras dentro de unidades más amplias denominadas
«campos léxicos».
Los estudios de los campos léxicos realizados hasta el momento revelan cómo
cada lengua organiza el contenido de una forma distinta y demuestran el alcance de
la relatividad lingüística. Uno de los ejemplos contrastivos más conocidos y represen-
8. Véase E. Rosch y B. Lloyd (eds ), Cognition and Categorization, Hillsdale, Lawrence Erlbaum Ass.,
1978.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 199
den necesitar, como se ve en las definiciones, desde una sola hasta una quincena de
palabras, pero lo importante es que. sea de la forma que sea, también es posible
expresar todos esos conceptos en esta lengua;12 no resulta apropiado, por tanto, in
terpretar que algunos conceptos son totalmente inexpresables en otras lenguas. El es
pañol puede echar mano de la gramática (sintaxis, morfología) para expresar unos
matices de los que no da cuenta el léxico: para designar clases distintas de verde se
usan las formas verde botella, verde limón, verde claro... Estamos simplemente ante
formas diferentes de fijar las relaciones entre la lengua y la realidad.
Por otro lado, la complejidad y la multiplicidad de las lenguas y las culturas del
mundo se refleja no sólo en el uso y la ordenación de las unidades lingüísticas, sino
también en la forma de organizar los procesos comunicativos, desde los más simples
a los más complejos. Este hecho se ha puesto de manifiesto en los estudios de carác
ter etnográfico realizados en las más diferentes y alejadas comunidades.13 Baste un
ejemplo para demostrar el interés de este tipo de descripciones: se trata de un estu
dio realizado por Charles Frake en el que intenta descubrir las formas en que los
miembros de una comunidad categorizan su conducta.14 Con este objetivo, Frake
hace un análisis de situaciones de litigio tal y como se presentan y resuelven entre la
población yakan. Los yakan constituyen un grupo musulmán del sur de la península
de Zamboanga, en la isla de Mindanao, en Filipinas.
Para solventar sus litigios, antes de que intervenga la justicia ordinaria del país,
los yakan construyen una situación comunicativa específica en la que aparecen unos
actos y unidades comunicativas que forman parte de la terminología legal de su va
riedad lingüística. El análisis etnográfico de Frake se realiza a partir de unas unida
des que se identifican respondiendo a la pregunta ¿qué está haciendo cada interlocu
tor? La categoría primaria en una situación comunicativa de litigio es «hablar los unos
con los otros».
El sistema legal de los yakan es básicamente un sistema de símbolos o un códi
go para hablar, organizado en actos comunicativos y en una serie de sanciones. Los
interlocutores principales son la corte o el jurado yakan, el acusador y el acusado.
Todo el proceso interactivo se orienta a restablecer la comunicación y el trato social
entre las partes, por eso —a diferencia de lo que ocurre en procesos jurídicos simila
res de otros grupos— los litigantes no son siempre partes radicalmente enfrentadas o
enemigas: son partes que simplemente no se tratan o no se hablan.
El proceso comunicativo de la justicia yakan recurre a amenazas, en cuyo cum
plimiento pueden verse implicados desde la divinidad y los ancestros, hasta la justicia
ordinaria del país, pasando por la familia del acusado. Todo con la intención de que
demandante y acusado normalicen su relación social (figura 11.1).
Según se desprende de la figura 11.1, durante la causa se manejan argumentos
muy variados para conseguir que el acusado se retracte o arrepienta: se le amenaza
con el abandono por parte de su familia o del grupo, con agresiones del oponente
contra la familia o el acusado, con enfermedades enviadas por Dios o por los ances-
Ancestros Dios
O
O)
<3
Tabú y eufemismo
a) Tabú del miedo. Suelen ser los nombres de seres sobrenaturales: ya hemos
hecho referencia al nombre de Dios, pero también puede ser tabú el nombre del de
monio, de los espíritus diabólicos o de lo que da mala suerte, como la mano izquier
da. Los nombres de los animales peligrosos o dañinos también responden a un tabú
del miedo: la culebra, la comadreja, el lobo.
b) Tabú de la delicadeza. Suelen ser los nombres de lo desagradable, de lo
que no resulta cómodo. También lo son los defectos físicos o psíquicos o los nombres
de acciones criminales.
c) Tabú de la decencia. Aquí se incluye lo que tiene que ver con el sexo, con
ciertas partes y funciones del cuerpo humano y con los juramentos.
El recurso que la lengua pone a disposición de los hablantes para evitar el tabú
recibe el nombre genérico de eufemismo.>6 El eufemismo permite esquivar lo prohi
bido, pero también lo molesto, lo desagradable, lo ofensivo o lo sucio. Cuando un ha
blante sustituye un término agradable, o simplemente adecuado, por otro ofensivo o
peyorativo, se produce el fenómeno del disfemismo, claramente opuesto al eufemis
mo, aunque bien diferenciado del tabú: el disfemismo suele nutrirse de términos ca
racterísticos de los estilos más vulgares o familiares y utiliza como recursos habitua
les la metáfora y la perífrasis (dátil por dedo, queso por pie, viejo por padre).'1
Los procedimientos eufemísticos que la lengua ofrece son muchos y variados
(metáforas, perífrasis, litotes, antífrasis, deformación de palabras) y las causas que lle
van a su aparición están directamente relacionadas con el tipo de tabú: en unos casos
se intenta usar la forma más adecuada a un estilo y una circunstancia (axila por so
baco, servicio por váter, pecho o seno por teta)', otras veces se trata de ser delicado o
respetuoso con otras personas (invidente por ciego, minusválido por cojo, paralítico,
etc., sin techo por mendigo, empleado de fincas urbanas por portero, amigo por aman
te)', muy a menudo se intenta evitar el nombre de lo que produce miedo, admiración
o respeto (bicha por culebra, señorita por comadreja, aunque comadreja deriva de co
madre que ya es un eufemismo) o de lo que se considera sucio (pipí por orina', trase
ro por culo)', y a veces se intenta suavizar los juramentos, sobre todo mediante la de
formación de palabras (¡caracoles! por ¡carajo!, ¡miércoles! por ¡mierda!, ¡jorobar! o
¡jolín! por ¡joder!, ¡mecachis! por ¡me cago en!). También ocurre, y con bastante fre
cuencia, que los eufemismos, a fuerza de sustituir a los tabúes y de designar objetos
o acciones mal vistos o prohibidos, acaban cargándose de valores negativos y pasan a
18 «Papel del nivel sociocultural y del estilo lingüístico en el uso del eufemismo», en F. Moreno Fer
nández (ed.), Trabajos de sociolingi'tística hispánica, Alcalá, Universidad de Alcalá, 1997.
204 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Las reglas de adecuación más allá de la gramática gobiernan el habla y son adqui
ridas como parte de las concepciones del yo, y sus sentidos están asociados a la vez
con las formas particulares del habla y con el acto del habla misma.10
1. Conocimiento lingüístico
a) Elementos verbales
b) Elementos no verbales
c) Clases de elementos en acontecimientos comunicativos concretos
d) Relación de posible variantes
e) Significado de las variantes en situaciones concretas
Fie. 11.2. Esquema general de los planos y nieveles del hablar según E. Cosería (1994).
3. Conocimiento cultural
a) Estructura social
b) Valoraciones y actitudes generales
c) Esquemas cognoscitivos
d) Procesos de culturización (transmisión de conocimientos)
Esta visión de la lengua, que sobrepasa con mucho los límites de lo puramente
lingüístico o, digamos, de lo convencional, no sólo ha preocupado a los etnógrafos
sino que también ocupa un lugar de relieve en la obra de algunos estudiosos cuya fi
liación lingüística no se pone en duda. La prueba más evidente de ello se encuentra
en los trabajos de Eugenio Coseriu, quien se ha preocupado de hilvanar y dar cuer
po a una «teoría general del hablar», cuyo esbozo se encuentra en el volumen titula
do Competencia lingüística. Elementos de la teoría del hablar, que ha elaborado y edi
tado su alumno Heinrich Weber, a partir de las notas de clase de algunos cursos y,
por supuesto, de la obra del mismo Coseriu.21
El esquema de esa «teoría general del hablar» presenta para el hablante una ca
pacidad general de expresión que incluye una capacidad y una competencia bien di
ferenciadas: la capacidad para las actividades que acompañan a la lengua (mímica,
gestos) y la competencia lingüística en su totalidad. Esta competencia lingüística, in
cluye, a su vez, dos competencias diferentes: la competencia lingüística psicofisica y la
competencia lingüística cultural. Dentro de la competencia lingüística cultural se dis-
tingue una competencia lingüística general (saber elocutivo), una competencia lingüis
tica particular (saber idiomático) y una competencia textual o discursiva (saber expre
sivo). La disposición de todas ellas queda recogida en la figura 11.2.
No sería adecuado deducir una relación de equivalencia entre el concepto de
«competencia cultural y comunicativa» de los etnógrafos y el concepto de «compe
tencia» de Coseriu —los puntos de partida e incluso las intenciones de los autores son
muy distintos—, pero la coincidencia de algunos planteamientos es evidente.
En la configuración de esas competencias tienen mucho que ver los contextos ex
traverbales o las circunstancias no lingüísticas que conocen o perciben los hablantes.
Según el mismo Coseriu, esos contextos extraverbales son de varios tipos: el contex
to físico, que incluye la cosas que están a la vista de los interlocutores; el contexto em
pírico, que está formado por los estados objetivos de las cosas, conocidos por los ha
blantes, aunque no estén a la vista; el contexto natural, que incluye todos los contex
tos empíricos posibles; el contexto práctico u ocasional, que abarca la circunstancia
objetiva y subjetiva en que se produce el discurso (situación, interlocutores, inten
ción); el contexto histórico, que está formado por las circunstancias históricas (perso
nales y generales) conocidas por los interlocutores; y el contexto cultural, que incluye
todo aquello que pertenece a la tradición cultural de un grupo o una comunidad.22
22. Véase E. Coseriu, Teoría del lenguaje y lingüistica general, 3.a ed., Madrid, Gredos, 1982, pp. 315-
317.
23. Véase V. García Yebra, Traducción: historia y teoría, Madrid, Gredos, 1994.
LA L E N G U A EN SU USO SO C IA L 207
Reflexiones y ejercicios
1. Comente el siguiente texto de Benjamín Lee Whorf («La relación entre len
guaje y pensamiento y conductas habituales», en P. Garvín y Y. Lastra, Antología de
textos de etnolingiiística y sociolingiiística, 2.a ed., Madrid, UNAM, 1984, pp. 125-128):
Conocí un aspecto de este problema antes de haber estudiado con el doctor Sapir
y en un campo comúnmente considerado ajeno a la lingüística. Fue en el transcur
so de mi trabajo profesional con una compañía de seguros contra incendio, cuan
do me tocó el oficio de analizar muchos cientos de informes sobre las circunstan
cias que rodean la iniciación de los incendios y en algunos casos las explosiones.
Mi análisis me dirigía hacia las condiciones puramente físicas, instalaciones eléc
tricas defectuosas, presencia o ausencia de espacios de aire entre conductores me
tálicos y madera, etcétera, y los resultados se presentaban en estos términos. Cier
tamente el trabajo se emprendió sin sospechar que se revelarían o podrían reve
larse otros factores cualesquiera. Pero a su debido tiempo se hizo evidente que no
sólo una situación física: qua física, sino el significado de tal situación para la gen
te e ra a veces un factor a través del comportamiento de las personas se traducía en
incendio. Y el «significado» era un factor clarísimo cuando era una significado lin
güístico que residía en el nombre o en la descripción lingüística comúnmente apli
cada a la situación. Así, el comportamiento alrededor de «tanques de gasolina»
208 P R IN C IP IOS DE S O C IÜ L IN C iU lS T IC A 1 S O C iü L O G iA D E L L E N G U A J E
tenderá a cierto tipo, esto es, se tendrá gran cuidado; mientras que alrededor de
un depósito de lo que se llama «tanques vacíos de gasolina» el comportamiento
tenderá a ser diferente —descuidado, con poca restricción de fumar o arrojar coli
llas a su alrededor. Sin embargo los tanques vacíos son quizá los más peligrosos
puesto que contienen vapores explosivos. Físicamente la situación es peligrosa,
pero el análisis lingüístico de acuerdo con la analogía regular ha de emplear la pa
labra «vacío», lo que inevitablemente sugiere ausencia de riesgo. La palabra «va
cío» se emplea en dos esquemas lingüísticos: l. como virtual sinónimo de «nulo y
vacuo, negativo, inerte»; 2 . aplicada al análisis de situaciones físicas sin tener en
cuenta, por ejemplo, vapores, vestigios líquidos o desechos diseminados en el reci
piente. La situación queda definida de acuerdo a la pauta 2 y luego la actividad
real en torno a lo que sí ha sido definido se basa en la pauta 1; esto es una fórmula
general para el condicionamiento lingüístico de la conducta que se torna peligro
sa. [... ] Tales ejemplos, que podrían multiplicarse, son suficientes para mostrar
cómo la sugestión de una cierta línea de conducta se ha debido a las analogías de
la fórmula lingüística con una situación dada, y por ella se analiza, se clasifica y se T ercera parte
le asigna su lugar en ese mundo que está en gran medida inconscientemente cons
truido sobre los hábitos lingüísticos del grupo. Y siempre suponemos que el análi
sis lingüístico hecho por nuestro grupo refleja la realidad mejor de lo que lo hace. LA COEXISTENCIA DE LENGUAS
Y SOCIEDADES
2. Haga una relación completa de todos los términos de parentesco que se uti
licen en su lengua (por ejemplo, en español) y en una lengua extranjera. Compárelos
y comente las diferencias que encuentre.
4. Haga una relación de todos los eufemismos relacionados con la muerte que
se usen en su comunidad (nombres de la muerte, de morir, del entierro, del féretro,
etc.) y comente qué procedimientos lingüísticos se han usado para su creación.
Orientaciones bibliográficas
BILINGÜISMO
La definición de bilingüismo
iliciones, la de Haugen quedaría situada en el extremo menos exigente —en esas con
diciones casi cualquiera podría ser bilingüe— y la de Weinreich, tal vez en un punto
intermedio.1
Más allá de las definiciones, y desde una perspectiva muy general, puede ha
blarse de dos clases de bilingüismo el bilingüismo individual, que afecta a los indivi
duos como tales, y el bilingüismo colectivo o social, que afecta a las comunidades y a
los individuos como miembros de esas comunidades. A pesar de los inconvenientes
que supone la disociación de una realidad unitaria, mantenemos esa dicotomía bási
ca para facilitar la delimitación teórica del concepto.
1. Véase L. Bloomfield, Lenguaje, Lima, Universidad Mayor de San Marcos, 1964; E. Haugen, The Ñ o r-
wegian tanguage in A m erica: A study in b ilin g u a l behavior, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1953;
U. Weinreich, Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974,
2. Educación y bilingüism o, Madrid, Santillana/Unesco, 1986, pp. 17-18.
3. En algunos estudios de sociología del lenguaje, también se usa la denominación prim era lengua para
hacer referencia a la lengua preferida en una situación multilingüe.
4. Badía Margarit, para referirse al bilingüismo de los niños cuyos padres hablan lenguas diferentes, uti
liza la denominación bilingüism o natura!. Véase Llengtta i cultura ais Paisos Catalans, Barcelona, Edicions 62,
1964, p. 136
5. Esto no supone que los bilingües deban ser mejores traductores.
L A C O E X IS T E N C IA DE L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 213
Fio. 12.1.
Además de estas características, hay que tener en cuenta que la definición de Si
guán y Mackey es también útil para los casos en que se dominan más de dos sistemas
lingüísticos y que el concepto de bilingüismo exige la existencia de dos lenguas, es de
cir, de dos códigos que sean ininteligibles entre sí y que sean considerados como len
guas diferentes por los individuos de las comunidades que los utilizan y de las comu
nidades que no los utilizan.
Ahora bien, la traducibilidad que se exige en el individuo bilingüe —la tercera
de las características apuntadas— nos conduce a plantear un asunto de especial im
portancia: la relación entre los sistemas lingüísticos del bilingüe; dicho de otra forma,
la representación mental de las lenguas en el individuo bilingüe. Uriel Weinreich, en
uno de los trabajos clásicos de la especialidad, distinguió tres tipos de bilingüismo, se
gún la relación que establecen entre sí las lenguas que han entrado en contacto, en
este caso en el individuo bilingüe (véase la figura 12.1):®
En el caso del bilingüismo coordinado, el hablante bilingüe opera como dos ha
blantes monolingües yuxtapuestos; en el bilingüismo compuesto habría una base con
ceptual común para las dos lenguas (algunos autores hablan en este caso de bilin
güismo puro)', en el subordinado, la lengua dominada se aprende y utiliza a través de
la lengua dominante: de hecho se ha llegado a explicar que este tipo de bilingüismo
La doble interpretación del almacenado del léxico mental nos orienta al plan
teamiento y la discusión de otro interesante asunto: ¿cómo funciona el bilingüismo en
el individuo? ¿Las lenguas están totalmente separadas a la hora de la recepción y la
producción de los mensajes, o estos procesos funcionan simultáneamente en cada len
gua? La recepción y producción lingüística de los bilingües se han explicado compa
rándolas con el funcionamiento de un interruptor eléctrico: la «teoría del interruptor
único» defiende la existencia de un mecanismo único que activa la recepción y pro
ducción de una lengua, desactivando la otra. Pero esta teoría ha sido refutada en di
versos momentos y por numerosos especialistas que proponen el funcionamiento de
un doble interruptor, uno para cada lengua, y que incluso han llegado a medir el tiem
po que tarda un hablante bilingüe en accionar el «interruptor» correspondiente a la
entrada y salida de cada una de sus lenguas (menos de 0,5 segundos).11 La demostra
ción de que no puede existir un solo interruptor se obtiene con la evidencia de que un
bilingüe es capaz de entender a una persona que habla en una de las lenguas mientras
emite en la otra. No obstante, todo lo relacionado con las teorías de los interruptores
debe reconsiderarse dándole la importancia que tiene, por su frecuencia y su desarro
llo, al fenómeno denominado cambio de código o alternancia de lenguas, en el que un
hablante hace un uso alterno de las dos lenguas dentro del mismo discurso, de la mis
ma oración e incluso de un mismo sintagma, sin llegar a mezclarlas (capítulo 15).
Como conclusión parcial de lo expuesto acerca de los tipos de bilingüismo, se
debe destacar, en primer término, la dificultad de su establecimiento, sobre todo por
lo que cuesta demostrar empíricamente cuándo se está ante una clase de bilingüismo
y cuándo ante otra, y, en segundo término, la utilidad de la tipología propuesta por
Weinreich. En relación con este punto, cabe la posibilidad, sin embargo, de fijar tipos
más concretos de bilingüismo, que vendrían caracterizados por factores muy diversos,
como la familiaridad que el hablante tenga con cada una de las lenguas, las funciones
y usos de las lenguas, tanto para el individuo como para la comunidad en que se de
senvuelve, y la forma y el momento en que se ha adquirido el bilingüismo: las dos len
guas en la primera infancia; una en la familia, otra en la escuela; por cambio de resi
dencia; aprendizaje de una lengua extranjera. Todos estos factores pueden dar lugar,
por ejemplo, a un bilingüismo activo o a un bilingüismo pasivo, según la capacidad
del hablante para utilizar activamente las destrezas lingüísticas en ambas lenguas (en
tender, hablar, leer, escribir), en el primer caso, o para entender una de las lenguas
(primera destreza), en el caso del bilingüismo pasivo. Atendiendo a la definición de
bilingüismo individual, según la cual el bilingüe ha de poseer una alta competencia en
dos lenguas que maneja con similar facilidad y eficacia, el bilingüismo, en su grado
más desarrollado, sería un bilingüismo equilibrado, aunque resulta enormemente di
fícil hallar un caso real en el que el equilibrio se manifieste de forma perfecta.
El bilingüismo social
III
que todos sus componentes o una parte de ellos son bilingües. Tal definición inter
preta el bilingüismo colectivo como subsidiario del bilingüismo individual, aunque
también es posible pensar que un individuo es bilingüe porque así se lo impone la co
munidad en la que vive, con lo que se entraría en un círculo sin salida. En cualquier
caso, parece claro que el bilingüismo —el individual y el colectivo— es una realidad
en la que se implican estrechamente factores psicológicos y factores sociales.
Las formas de bilingüismo social más ampliamente aceptadas son las que pre
sentan Appel y Muysken y que se recogen en la figura 12.2.12
Estos especialistas se refieren a tres situaciones de bilingüismo social. En la si
tuación I, cada una de las lenguas es hablada por un grupo diferente; se trata de gru
pos monolingües que, al yuxtaponerse, constituyen una comunidad bilingüe y que re
quieren la intervención de algunos individuos bilingües para comunicarse entre sí: en
las colonias europeas, por ejemplo, era frecuente que el grupo colonizador y el colo
nizado llevaran una vida independiente en la que cada uno hacía uso de un vehículo
de comunicación diferente. En la situación II, todos o prácticamente todos los ha
blantes serían bilingües; estas comunidades se pueden encontrar hoy en la India o en
numerosos países de Africa. Finalmente, la situación III recoge la coexistencia de un
grupo monólingüe, por lo general dominante desde una perspectiva sociológica, y
otro bilingüe, a menudo minoritario.
Esta tipología, no obstante, tiene un carácter teórico, ya que rara vez se encuen
tra una comunidad que se ajuste por entero a uno de los esquemas: en la historia de
los pueblos concurren circunstancias que hacen que cada situación sea un caso único
e irrepetible, en el que se combinan de manera muy diversa factores históricos, cul
turales, políticos y lingüísticos diferentes. Fijar unos tipos elementales resulta, pues,
relativamente fácil, pero descubrir esos modelos teóricos en comunidades de habla
reales resulta poco menos que imposible.
Según Siguán y Mackey, los factores históricos que suelen desembocar en situa
ciones dé bilirtgüismo son íós siguientes:13
12. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, ob. cit., pp. 10-11.
13. Educación y bilingüismo, ob. cit., cap. 2.
L A C O E X IS T E N C IA D E L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 217
Para concluir este epígrafe sobre bilingüismo social, es necesario añadir dos pre
cisiones de suma importancia. Primeramente, ha de valorarse que en las comunida
des bilingües suele producirse Un reparto de los usos y funciones sociales de las len-
14. Véase L. V. Aracil. C onflict lingiiistique el norm atisalion linguislique dans l ’Etirope nouvetle, Per-
pignan, IRSCE, 1965; R Ninyoles, Idiom a y poder social, Madrid. Tecnos. 1972, pp 140-155 Los dilemas lle
van, según los planteamientos de estos autores, bien a una situación de auto-odio o alienación por parte de
los individuos que se asimilan e identifican con la lengua y la cultura dominantes, bien al apoyo de un proce
so de regulación y extensión social de la lengua minoritaria.
15 Llengua i cultura ais Paisos Catalans, ob. cit., p 136.
220 P R I N C I P I O S DE S O C I O L I N G Ü Í S T I C A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
19. Véase J . Cummins, «The influence of bilingualism on cognitive growth: A synthesis of research fin-
dings and explanatory hypothesis», W orking Papéis on Bilingualism . 9 (1976), pp. 1-43.
20. Véase C. Veltman, The Relenlion o /M in o r ity Languages in the United States, Washington, D .C , Na
tional Cerner for Education Statistics, 1980.
21. «Bilingual Education in Sociolinguistic Perspective», T E S O L Q ttarterly, 4 (1970), pp 215-222.
L A C O E X IS T E N C IA DE L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 221
22 Véase W. Lambert y G R Tucker, Bilingiial education ofchildren. The St. Lamben Experimeru, ob.
cit Véase también A. D. Cohén, A sociolinguistic approach to bilingiial education Experiments in lite Ameri
can South-West, Rowley, Mass , Newbury House, 1975.
P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN C Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Todas estas dimensiones, como los factores antes comentados, hacen que en cada
lugar la educación bilingüe adquiera una personalidad propia y que no sea comparable
la educación bilingüe de Bruselas con la de Quebec, ni la de Argelia con la de la India.
Pero aún merecen destacarse dos problemas más ligados a la educación bilingüe;
uno es particular y el otro general: se trata del problema de la educación de los in
migrantes y de la dificultad que supone la medición del bilingüismo.
Los problemas educativos que presentan los inmigrantes, en cualquier país, son
de una especial gravedad. Ante una situación de tales características, los gobiernos
pueden seguir criterios que lleven a cumplir objetivos muy diferentes, como son faci
litar el aprendizaje de la nueva lengua mediante programas especiales (inmersión lin
güística, modelo transitorio) o permitir la conservación de la lengua propia incluyen
do su enseñanza en el currículum educativo, porque la consecución de un auténtico
bilingüismo y biculturalismo, que potencie el dominio equilibrado de las dos lenguas
(la de los inmigrantes y la de la comunidad receptora) y la armonía entre las dos cul
turas, es más una utopía que un fin razonable. Los dos objetivos señalados requieren
programas de enseñanza bilingüe y suelen resultar muy costosos, sobre todo en los lu
gares en los que el origen de los inmigrantes es muy diverso o en los que ya existen
situaciones, más o menos complejas, de multilingüismo: piénsese en los problemas
que supone la formación de nuevo profesorado o la adquisición del material escolar
adecuado. Tal vez por ello mismo, muchos gobiernos deciden simplemente ignorar a
esta población desde un punto de vista educativo, ignorancia que sólo se transforma
en preocupación, apresurada, cuando los grupos de inmigrantes adquieren unas pro
porciones política y electoralmente significativas.
En cuanto a la medición del bilingüismo, es innegable que el éxito de un progra
ma de educación bilingüe depende, en gran parte, del diagnóstico lingüístico que se
haya hecho de los alumnos que a él se incorporan. Para hacer ese diagnóstico, para
determinar el nivel de conocimientos de una o más lenguas, es necesaria la aplicación
de técnicas de medición, entre las cuales es el test la más utilizada. Son innumerables
los tipos de tests existentes, pero, en líneas generales, pueden clasificarse de la si
guiente forma:
a) Tests sobre la destreza del bilingüe en cada una de sus lenguas; se trata de
establecer si los individuos son bilingües pasivos o bilingües activos y cultos.
b) Tests sobre la competencia lingüística, que buscan medir la amplitud del vo
cabulario, la capacidad de distinción fonológica o la complejidad de las estructuras
sintácticas construidas.
LA C O E X IS T E N C IA DE L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 223
Reflexiones y ejercicios
Orientaciones bibliográficas
23. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos Guia bibiiográfica-critica, Málaga,
Agora, 19SS, pp. 63-90.
224 principios de socio l i n o D ística y so c io l o g ía del l en g u a je
C a p ít u l o 13
DIGLOSIA
Durante parte de los siglos xix y xx, el término diglosia se utilizó para hacer re
ferencia a la situación lingüística de Grecia y al conjunto de situaciones que se viven
en los países del mundo árabe.1 En ambos casos, se trata de un uso funcional y so
cialmente diferenciado de dos variantes de una misma lengua.
La lengua griega, tras el esplendor de la Antigüedad clásica, siguió una evolución
natural que la llevó, como a cualquier otra, al desarrollo y el cambio de algunas de sus
características lingüísticas. Una vez caído el Imperio bizantino, el griego pasó a ser la
lengua de una cultura, la expresión de una civilización —la helenística—, que sobrevi
vió a la dominación otomana, aun recibiendo una fuerte influencia del turco, hasta que
en el siglo xix volvió a convertirse en la lengua de una nación independiente.
La situación moderna del griego se ha caracterizado por la existencia de un con
flicto lingüístico, agudo y difícil, en el que se han enfrentado, o yuxtapuesto, dos va
riedades: por un lado, el griego vivo y moderno, el que ha sufrido los mil avatares,
cambios e influjos que el tiempo le ha deparado con su paso, el que habla la gente en
la calle, el que conoce una división dialectal con rasgos que trazan fronteras entre el
norte y el sur, el este y el oeste de Grecia: el griego demótico (griego popular); por
otro, el griego culto y arcaizante, el de los usos formales y solemnes, la variedad de
la administración, de la religión y de la prensa oficial, de la ciencia y la tecnología: el
cazarévusa (griego purificado, purista).2 Existen, pues, dos variedades a las que se les
han asignado funciones distintas y cuyos usos sociales han llegado a ser considerados
como excluyentes.
Desde finales del siglo xix, sin embargo, esa dualidad lingüístico-funcional
comenzó a romperse formalmente al producirse algunos hechos de singular impor-
1. Sobre los primeros usos de la palabra diglosia, véase M. Fernández, «Los orígenes del término di
glosia, Historia de una historia mal contada», Historiographia Lingüistica, XXII (1995), pp 163-195
2. Suele transliterarse el nombre de esta variedad como katharévasa, katharevousa o katharevsa Tiene
relación con el griego clásico xa0agEÚü) ‘estar limpio, estar puro’.
226 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN C D ÍST IC A 'i' S O C IO L O G ÍA D EL L E N G U A JE
3. Véase R. Fasold, La Sociolingiustica de la sociedad, Madrid, Visor, 1996, pp. 102-104. La traducción
es de M. España y J. Mejía.
4. Véase R. Brosvning, «Greek diglossia yesterday and today», International Journal o f the Sociology od
Langttage, 35 (1982), pp. 49-68.
L A C O E X IS T E N C IA DE L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 227
Charles Ferguson publicó en 1959 uno de los artículos más importantes de la so
ciología del lenguaje: «Diglossia».6 Desde esta fecha, han visto la luz centenares de
5. M Fernández, «Los orígenes del término diglosia . Historia de una historia mal contada», art cit„ p. 165.
6. W ord, 15 (1959), pp. 325-340. Trad al esp «Diglosia», en P. Garvín y Y. Lastra, A ntología de etno-
Ungiiistica y sociolingiustica, México, UNAM, 19S4, pp. 247-265.
228 PRINCIPIOS DE SOC IO LI NGÜÍSTI CA Y S O C IO L O G IA DEL L E N G U A J E
D ig l o s ia e s u n a s i t u a c i ó n l i n g ü ís t ic a r e l a t i v a m e n t e e s t a b l e e n la c u a l , a d e m á s d e
lo s d i a l e c t o s p r i m a r i o s d e la l e n g u a ( q u e p u e d e i n c lu ir u n a l e n g u a e s t á n d a r o e s
t á n d a r e s r e g i o n a l e s ) , h a y u n a v a r ie d a d s u p e r p u e s t a , muy d i v e r g e n t e , a lta m e n te c o
d ific a d a (a m e n u d o g r a m a tic a lm e n te m á s c o m p le ja ), v e h íc u lo d e u n a c o n s id e r a b le
p a r t e d e la lit e r a t u r a e s c r i t a y a s e a d e u n p e r í o d o a n t e r i o r o p e r t e n e c i e n t e a o t r a
c o m u n i d a d li n g ü ís t ic a , q u e s e a p r e n d e e n s u m a y o r p a r t e a t r a v é s d e u n a e n s e ñ a n z a
fo r m a l y se u sa e n fo r m a o r a l o e s c r ita p a ra m u c h o s fin e s f o r m a le s , p e r o q u e n o e s
e m p l e a d a p o r n in g ú n s e c t o r d e la c o m u n i d a d p a r a la c o n v e r s a c i ó n o r d i n a r i a .s
7. Véase A. Hudson, «Diglossia: a bibliographic review», Language in Society, 21 (1992), pp. 611-674.
También M. Fernández, Diglossia; A comprehensiva bibliography 1960-1990 (and supplemenls), Amsterdam,
John Benjamins, 1993.
8. Ofrecemos la traducción de Joaquín Herrero, que aparece en la versión en español recogida en la an
tología de Garvín y Lastra (p. 260).
L A C O E X I S T E N C I A DE L E N G U A S Y S O C I E D A D E S 229
se usa saf, es reemplazada por ra’a en la cita escrita. En griego la palabra A para
•vino’ es [oíaos], la palabra B es krasí. En el menú estará escrito [oíaos], pero el
cliente pedirá krasí al camarero.11
las que conviven una variedad normativa y varios dialectos y las situaciones en las que
son más de dos las variedades implicadas, también se muestra partidario de eliminar
las restricciones propuestas por Ferguson y de manejar una definición amplia de di
glosia, que debería entenderse en los siguientes términos:
La d ig l o s ia a m p l ia c o n s is te e n r e s e r v a r lo s s e g m e n t o s m á s e s tim a d o s d e l r e p e r
t o r i o l i n g ü ís t ic o d e u n a c o m u n i d a d ( q u e n o s o n l o s p r i m e r o s q u e s e a p r e n d e n , s i n o
q u e s e a p r e n d e n m á s t a r d e y m á s c o n s c i e n t e m e n t e , n o r m a l m e n t e e n la e d u c a c i ó n
f o r m a l ) p a r a la s s i t u a c i o n e s q u e s e s i e n t e n c o m o m á s f o r m a l e s y d i s t a n t e s , y r e
s e r v a r l o s s e g m e n t o s m e n o s v a l o r a d o s ( q u e s o n lo s p r i m e r o s q u e s e a p r e n d e n , c o n
p o c o o n in g ú n e s fu e r z o c o n s c ie n t e ) , lo s c u a le s p u e d e n t e n e r c u a lq u ie r g r a d o d e r e
l a c i ó n l i n g ü ís t ic a c o n l o s s e g m e n t o s m á s v a l o r a d o s ( d e s d e d i f e r e n c i a s l i n g ü ís t ic a s
h a s t a s e r d i f e r e n t e s l e n g u a s ) , p a r a la s s i t u a c i o n e s p e r c i b i d a s c o m o m á s i n f o r m a l e s
e í n t i m a s .13
Para Guillermo Rojo, la distinción entre una diglosia de adscripción y una diglo
sia funcional puede ser muy útil para entender la relación entre los conceptos de «di
glosia» y de «conflicto». Según Rojo, los autores que tienden a considerar la diglosia
como una situación estable y desvinculada del conflicto se centran en casos de diglo
sia funcional; por el contrario, los autores que tratan de mostrar la inestabilidad cons
titutiva de la diglosia y su vinculación al conflicto lingüístico se centran en casos de
diglosia de adscripción, en los que se cuestionan las normas de empleo de las lenguas.
La diglosia funcional no tendría un carácter conflictivo porque supone la aceptación
de unas normas reguladoras del uso de las lenguas; el conflicto surgiría precisamente
con el abandono de tales normas.
La diglosia, concebida de una forma amplia, deja más lugar a los cambios, a la
inestabilidad, que la diglosia de Ferguson, y los cambios se detectan por las filtracio
nes entre las funciones de las variedades, por la mezcla o el trasvase de elementos de
una variedad a otra o por la alternancia de lenguas en el discurso de un mismo ha
blante. Además, como ha señalado López Morales, la variación inherente a toda len
gua natural también puede suponer una ruptura del binarismo de la diglosia: prime
ro por la variación diastrática (sociolectos de B), después por la variación diafásica.15
López Morales ha propuesto distinguir tres niveles de estratificación sociocultural: la
estratificación social débil, mucho más compleja en la sociedades multilingües que en
las monolingües, se produce cuando existen diferencias cuantitativas, pero no de in
ventario, entre los sociolectos de una lengua o de un dialecto dados; la estratificación
intermedia permite oponer los códigos restringidos y los códigos elaborados; la estra
tificación extrema correspondería a las situaciones de diglosia.16
Algunos lingüistas han criticado la ampliación del concepto a los casos en que
concurren una lengua normativa y sus variedades dialectales: tal ampliación ha sido
calificada de lamentable por Hudson, dado que en esas condiciones todas las comu
nidades, salvo muy raras excepciones, serían diglósicas;17 en esta misma línea de pen
samiento, López Morales, que admitiría la validez de la ampliación del concepto des
de un punto de vista puramente sociológico, considera inaceptable que se amalgamen
fenómenos diferentes en su naturaleza lingüística y se empobrezca y trivialice el con
cepto de diglosia.18
Bilingüismo y diglosia
15. Estas rupturas son la norma general en el caso de las hablas criollas.
16. SocioUngiastica, 2 " ed., Madrid, Gredos, 1993, pp 52-83
17. La sociolingiiistica, Barcelona, Anagrama, 1981, p. 65.
18. Sociolingiiistica, ob. cil., p. 76.
19. Sociología del lenguaje, ob. cil., p 129.
234 p r in c ip io s de sociOLiNGD í s t i c a y s o c io l o g ía del leng uaje
Diglosia
1 2
Diglosia Bilingüismo
y bilingüismo sin diglosia
3 4
Diglosia Ni bilingüismo
sin bilingüismo ni diglosia
los tipos de relación que podrían mantener bilingüismo y diglosia, Joshua Fishman
transforma el concepto de bilingüismo en un atributo social, tan social como la di
glosia, y lo define como el dominio, por parte de una sociedad, tanto de (una lengua)
A como de (una lengua) B; cuando se produce una distribución funcional de A y B
se estaría ante un caso de diglosia.
Partiendo de estas definiciones, Fishman distingue cuatro tipos de relaciones en
tre el bilingüismo y la diglosia, tipos que se recogen en la figura 13.1.
Como ejemplo de la situación 1 (diglosia y bilingüismo), se suele presentar el
caso del español y el guaraní en Paraguay, país en el que una gran parte de la pobla
ción sabe hablar A y B, y en el que A es el español y B el guaraní.20 La situación 2
(bilingüismo sin diglosia) tiende a ser transitoria, pues caracteriza a las sociedades que
viven cambios sociales rápidos o un importante desarrollo social: son las comunida
des industrializadas occidentales que reciben una gran cantidad de inmigrantes; son
las sociedades que incorporan mano de obra barata de otros lugares para impulsarse
socioeconómicamente. Conforme van naciendo las nuevas generaciones de la pobla
ción trasplantada, la lengua de la comunidad receptora se va expandiendo y aden
trando en los hogares de los inmigrantes.
La situación que recibe el número 3 (diglosia sin bilingüismo) exige traducciones
que hagan posible la comunicación entre dos grupos sociales impermeables, de acce
so mutuo muy restringido: es el uso de una lengua A por parte de un grupo selecto,
elevado, y de la lengua B por parte de los grupos populares. Esta situación es propia
de sociedades económicamente subdesarrolladas y socialmente estáticas: supuesta
mente, fue el caso de la Rusia de los zares, con una clase alta usuaria del francés y
un pueblo hablante de ruso, o de todas aquellas comunidades cuyos dirigentes mane
jan una lengua internacional para la comunicación exterior e interna, mientras los
grupos poco poderosos utilizan lenguas indígenas, carentes muchas veces de tradición
escrita. Las situaciones sin diglosia ni bilingüismo son definidas por Fishman como
más teóricas que reales, pues corresponden a comunidades aisladas, muy pequeñas,
que antes o después o bien desaparecen o bien se ven afectadas por la exogamia o
por la diversificación interna.
20, Véase J„ Rubin, National Bilingualism in Paraguay, La Haya, Mouton, 1968, También los capítulos
correspondientes del libro de G. de Granda, Español de América, español de África y hablas criollas, Madrid,
Gredos, 1994, especialmente 10, 11 y 12. G, Corvalán y G, de Granda (eds), Sociedad y lengua. Bilingüismo
en el Paraguay, Asunción, CPES, 1982, 2 vols.
L A C O E X I S T E N C I A DE L E N G U A S Y S O C I E D A D E S 235
Poliglosia
2L «Bilingiiisme et Diglossie. Appel á une visión dynamique des faits», La Linguis/ique, 18 (1982),
pp, 5-16. Véase la presentación y el análisis que hace de la cuestión K. Rotaetxe, Sociolingüistica, Madrid, Sín
tesis, 1988, pp. 60-76
236 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGL'ÍSTICA Y S O C I O L O G Í A DEL L E N G U A J E
pre que existan al menos dos variedades lingüísticas cualesquiera —dialectos, socio-
lectos o estilos— diferenciadas funcionalmente, Ralph Fasold ha podido identificar
tres tipos de poliglosia: la diglosia con doble superposición de lenguas, la diglosia de
esquema doble y la poliglosia lineal o continua
La diglosia con doble superposición de lenguas se produce, por ejemplo, en Tan
zania o en otros países en los que es habitual el uso de tres lenguas al menos. Se tra
ta de una situación que podría ser calificada como triglósica, pero que en realidad res
ponde a la superposición de dos diglosias en las que están implicadas tres lenguas. En
Tanzania existe, por un lado, una diglosia en la que la variedad vernácula o dialectal
es la variedad B y el suahelí o swahili. lengua que está cumpliendo las funciones de
lengua nacional y de lengua franca y que goza de notable prestigio en una parte im
portante de África, es la variedad A; pero junto a esta diglosia, o mejor sobre ella, se
produce otra diglosia en la que la variedad B es el suahelí y la variedad A es una len
gua colonial, el inglés. El inglés es la lengua de los asuntos oficiales del gobierno, de
la ley, del comercio, de la universidad, de la tecnología; el suahelí es la lengua que
permite la comunicación entre unos grupos y otros del país, la lengua de la escuela,
de la cultura y de la comunicación nacional; las lenguas vernáculas se usan en la co
municación local y familiar, aunque es frecuente mezclarlas con el suahelí cuando los
interlocutores hablan la misma variedad dialectal.
La diglosia de esquema doble es una variante de la diglosia clásica y consiste en
distinguir una distribución sutil de A y de B, dando lugar a que, en A, existan una
subvariedad «a» y una subvariedad «b» y, en B, existan a su vez una subvariedad «a»
y una subvariedad «b». Este tipo de diglosia compleja es el que se produce en la ciu
dad de Jalapur, al norte de Delhi, en India. Aquí, la variedad alta general es el hindí
o hindi y la variedad baja general es el dialecto local, que recibe el nombre de «jala
pur»; estamos, pues, ante una situación canónica de diglosia. Sin embargo, dentro de
B es posible distinguir dos subvariedades, que han llegado incluso a recibir nombres
locales: el moti boli y el safboli. La primera se usa para la comunicación oral fami
liar, entre niños, hacia los animales y los sirvientes intocables, esto es, los miembros
de los grupos inferiores de la comunidad; la segunda se usa cuando la relación entre
los interlocutores es algo distante o cuando se quiere expresar mayor respeto y cor
tesía, por ejemplo hacia las personas de mayor edad. Dentro del hindí también es po
sible distinguir dos subvariedades o estilos: el estilo oratorio, más elevado, con pre
sencia notable de préstamos del sánscrito, y el estilo conversacional, que no es más
que el hindí de la región. Téngase en cuenta, a propósito de éste y otros tipos de po
liglosia, que los sociólogos del lenguaje admiten como variedades diferentes lo que
son meros recursos estilísticos de una lengua; los lingüistas ven las cosas de forma di
ferente.
Mucho más compleja que las anteriores es la tercera de las situaciones poligló-
sicas, la que se denomina poliglosia lineal o continua. Semejante poliglosia se
construye sobre repertorios lingüísticos muy ricos, en los que se dan cita seis u ocho
variedades lingüísticas que pueden ordenarse en una larga y complicada escala de
formalidad, sin que las variedades de la misma lengua tengan por qué ocupar grados
contiguos: es el caso de las comunidades chinas, educadas en inglés, de Singapur y de
Malaysia. En la comunidad malaya se utilizan varias lenguas chinas, con predominio
del chino correspondiente a la región, dos variedades de inglés característico de la
zona (inglés malayo formal e inglés malayo coloquial) y dos variedades de malayo, el
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 237
malayo bahasa, más formal y lengua nacional, y el malayo llamado de bazar, que fun
ciona como lingua franca de poco prestigio. Todas esas variedades pueden ordenarse
en un contimutm poliglósico que tiene como variedades A al inglés malayo formal, al
malayo bahasa y al mandarín, por este orden, aunque la difusión del malayo lo está
llevando a ocupar el lugar más alto de la escala, en un nivel medio se disponen un in
glés local más coloquial y el chino predominante en la región y, como variedades B,
funcionan, por este orden, el chino local, otras lenguas chinas y el malayo de bazar,
que parece ser la variedad más familiar y coloquial, así como la menos prestigiosa.
Las clases de poliglosia comentadas por Fasold no agotan las posibilidades que
ofrece la realidad social y lingüística de las comunidades de habla repartidas por el
mundo. La situación argelina, comentada sucintamente más arriba, podría caracteri
zarse como diglosia doble porque, si para los hablantes de cierta edad se produce una
diglosia «francés (A) - árabe dialectal (B)», para los más jóvenes, los que han sido al
fabetizados también en árabe normativo, se añadiría a esa diglosia una segunda di
glosia: «árabe normativo (A) - árabe dialectal (B)»; a esto habría que añadir la si
tuación de los grupos bereberes, que hacen uso de su lengua en contextos familiares
e informales.
La sociología del lenguaje ha tenido entre sus preocupaciones la de fijar una se
rie de principios para describir y comparar la situación lingüística de todos los países
del mundo. Entre los criterios y principios manejados con este fin está la categoría de
la lengua, íntimamente ligada a la función social que cumple. Ferguson consideró la
función como la primera y más importante condición que debía tenerse en cuenta
para hablar de diglosia y distinguió dos funciones básicas: A y B. En otros estudios,
y con otros fines, esas funciones han sido tratadas con un mayor detalle.
En los años sesenta, Charles Ferguson estableció tres categorías de lenguas, se
gún concurrían en ellas ciertas características: lengua principal, lengua minoritaria y
lengua especial. Una lengua principal es aquella que es lengua materna de más del
25 % de una población (o de más de un millón de personas), que es lengua oficial de
un país y que es enseñada en la instrucción secundaria, al menos a la mitad del alum
nado. Una lengua es minoritaria cuando es lengua materna de más del 5 % de una
población (o de más de 100.000 personas) y cuando se usa como lengua de instruc
ción más allá de los estudios primarios. Las lenguas especiales no reúnen, claro está,
las características de las anteriores y pueden servir para fines muy diversos: religión,
literatura, lengua franca.22
Esta clasificación afecta a la función que han de cumplir las diversas categorías
o clases de lenguas: se habla entonces del uso oficial de la lengua, del uso en la en
señanza o en la religión y de su utilidad como lengua de comunicación de un grupo
o de una comunidad de habla, como lingua franca o como lengua internacional. La
lingua franca y la lengua internacional se distinguen por el hecho de que la primera
sirve como vehículo de comunicación entre hablantes de lugares y lenguas diferentes
22,. Véase «National sociolinguistic profile formulas», en W. Bright, Sociolingaisiics, La Haya, Mouton,
1966, pp. 309-324.
238 P R IN C IP IO S DE S0C10L1NGÜÍST1CA V S O C I O L O G Í A DEL L E N G U A JE LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 239
que no la tienen como lengua materna, mientras que la lengua internacional es ha 4. Elija tres lenguas del mundo y describa sus funciones y atributos según los
blada en distintos países cuyos hablantes disponen de ella como lengua materna, aun criterios fijados por Fasold {La sociolingiiística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996,
que también puede ser utilizada como lingua franca (véase el capítulo 17).23 pp. 123-133).
En una propuesta más reciente, Ralph Fasold ha presentado una relación de po
sibles funciones de las lenguas y de los atributos que teóricamente les permitirían
cumplir tales funciones. Según Fasold, serían los siguientes:24 Orientaciones bibliográficas
Función oficial: la lengua requiere estar estandarizada, esto es, disponer de gra Para la comprensión del concepto de diglosia, es obligada la lectura del trabajo
mática, diccionario, ortografía, etc., y ser conocida por un conjunto de ciudadanos con de Charles Ferguson «Diglosia», recogido en P. Garvín y Y. Lastra (eds ), Antología
estudios. de etnolingüística y sociolingiiística (México, UNAM, 1984, pp. 247-265). Asimismo,
Función nacionalista: la lengua es símbolo de identidad nacional para una parte para lo que se refiere a la relación entre bilingüismo y diglosia, se debe leer el capí
significativa de la población, es utilizada en la comunicación diaria y es hablada con tulo VI del libro de Joshua Fishman, Sociología del lenguaje (Madrid, Cátedra, 1979).
fluidez en todo el territorio. Se recomienda, igualmente, la lectura de los capítulos dedicados a la diglosia en
Función de grupo: la lengua ha de ser usada por todos los miembros de una co los manuales de H. López Morales {Sociolingiiística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993,
munidad en la conversación ordinaria. pp. 64-83), de R. Fasold {La sociolingiiística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996,
Función educativa: la lengua ha de ser comprendida por los estudiantes y debe pp. 71-108) y de K. Rotaetxe {Sociolingiiística, Madrid, Síntesis, 1988, pp. 53-78).
disponer de los suficientes recursos didácticos, así como de una estandarización sufi Para obtener información sobre diversas situaciones lingüísticas del mundo, se
ciente. pueden consultar las obras de O. Uribe {Situaciones de multilingiiismo en el mundo,
Función de lingua franca: la lengua puede ser aprendida como segunda lengua. México, UNAM, 1972) y de R. Wardhaugh {Languages in competition, Oxford,
Función de lengua internacional: la lengua ha de ser reconocida como tal. Blackwell, 1987); también puede ser útil la Enciclopedia del lenguaje de David Crys-
Función de asignatura en la escuela: la lengua requiere una estandarización ma tal (Madrid, Taurus, 1994). El trabajo de Manuel Alvar «Cuestiones de bilingüismo y
yor o igual que la de la lengua de los estudiantes. diglosia en el español» {El castellano actual en las comunidades bilingües de España,
Función religiosa: la lengua se usa en los actos religiosos. Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp, 11-48) aporta información muy útil so
bre diversas situaciones del mundo hispánico. Véanse también las orientaciones bi
Para Fasold, estos conceptos y atributos, expresados en términos de presencia o bliográficas del capítulo 20.
ausencia, permitirían una caracterización pormenorizada y objetiva de las condicio
nes sociolingüísticas de cualquier lengua del mundo.
Reflexiones y ejercicios
1. Estudie las situaciones bilingües del mundo hispánico, en Europa, Africa, Fi
lipinas y América. Partiendo de las condiciones fijadas por Charles Ferguson, ¿cree
que se puede hablar de diglosia a propósito de alguna de ellas?
23 Véase Marquésde Tamarón, «El español, ¿lengua internacional o lingua franca?», en Acras del Con
greso de la Lengua Española. Sevilla, 1992, Madrid, Instituto Cervantes, 1994, pp. 189-211.
24. La sociolingiasíica de la sociedad, ob. cit., pp. 123-133.
C a pítu lo 14
Elección de lengua
Elección de lengua
en los cuales el uso de una variedad lingüística es mucho más apropiado que el uso
de otra variedad. Los ámbitos se conciben como conjuntos o constelaciones de facto
res, tales como el lugar, el tema y los participantes, capaces de determinar la actua
ción lingüística.
La sociología del lenguaje ha aportado numerosos estudios en los que se descri
be el fenómeno de la elección de lenguas a propósito de comunidades concretas. En
ellos se aprecia que cada lengua, cada comunidad, vive una circunstancia particular
que hace difícil la comparación de unas con otras en términos absolutos, aunque ello
no ha impedido la constatación, en primer lugar, de la importancia que tienen los ám
bitos sociolingüísticos en una elección, muy especialmente el ámbito de la comunica
ción familiar, y, en segundo lugar, la incidencia que asimismo tienen factores sociales
como la edad o el nivel de instrucción. Comprobémoslo por medio de algunos ejem
plos en los que está implicada la lengua española.
Uno de los casos más conocidos en los que se presenta la posibilidad de elección
de lengua es el de los hispanos bilingües de Estados Unidos. Sobre los hispanos se
han realizado numerosísimos estudios, entre los que destacan aquellos que se preo
cupan por la elección del español y el inglés en diversos ámbitos o dominios socio-
lingüísticos y cuando concurren diferentes factores sociales. Arnulfo Ramírez ha
representado la distribución de ambas lenguas dentro de una comunidad hispana de
Estados Unidos como aparece en la figura 14.1.4 Aquí se aprecia la proporción rela
tivamente mayor de uso del español en la casa, en el barrio y en la iglesia, y la ma
yor presencia del inglés en la escuela, en el trabajo o en los medios de comunicación
social.
En un estudio que R. Sánchez ha realizado sobre los hispanos del sudoeste de
Estados Unidos,5 en el que se ha prestado atención a los ámbitos sociolingüísticos, a
las distintas generaciones de hispanos y a las clases sociales, se ha comprobado, en
consonancia con los informes de A. Ramírez, que los hispanos de clase media em
plean el inglés mayoritariamente en la segunda y en la tercera generación y que esto
lleva, en la práctica, a la desaparición del español en la tercera generación, cosa que
C uadro 14.1. Uso del inglés y del español entre hispanos del sudoeste de Estados Unidos,
según R. Sánchez
Clase obrera
Clase media Rural Urbana
Á m b ito I a 2 “ X /.” 2.a Z ‘: 5."
Casa E A 1 E A A E A 1
Barrio I I 1 E A A A A A
Recreo A I 1 A A A A A 1
Trabajo I I I A A A A I I
Medios de comunicación A I I A A A A A I
Gobierno I I I I I I I I I
6. Cuadro tomado de A. Ramírez, El español de los Estados Unidos, ob. cit., p. 55.
7. Existen muchos estudios, de diversas regiones, en los que se manifiesta una preocupación por este
asunto; algunos son modestos en cuanto a su objeto de estudio (A. Uruburu Bidaurrázaga, «Sociolingüística
en Viana do Bolo (Ourense)», Verba, 19 (1992), pp. 379-395), otros son investigaciones de gran envergadura
(Mapa sociolingiiistico de Galicia, 3 vols., Vigo, Seminario de Sociolingüística, Real Academia Galega, 1994-
1996).
8. M.'1 A. Martín Zorraquino, M.'1 R. Fort, M,'1 L. Arnal y J. Giralt, Estudio sociolingiiistico de la Fran
ja oriental de Aragón, Zaragoza, Departamento de Lingüística General e Hispánica, 1995, p. 68 y ss.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 245
Fio, 14.2. Uso de español y de habla local (100 %) p o r ám bitos en la franja oriental
de Aragón, según M.° A. Martin Zorraquino el al. (1995).
9 Alrededor del 20 % de la población encuestada no se incluye en estos datos por no tener ocupación
laboral.
246 P R I N C I P IO S DE S O C IO L IN G L ' Í S T IC A t S O C I O L O G I A D E L L E N G U A J E
10. Laugttage Shift: Social Determinants o f Linguistic Change in Biliugttal Austria, Nueva York. Acade-
mic Press, 1979.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 247
11. «Explorations i n the social psychology of language choice», en J Fishman, Readings in the Sociology
o f Language, La Haya, Mouton, 1968, pp. 492-511.
12 «Tendencias del habla de la comunidad hispana de Albanv (Nueva York)». Lingüistica Española Ac-
mal. Vil (1985), pp. 251-276
13. «Toward a theorv of language in ethnic group relations», en H. Giles. Language, ethnicity and In-
lergroup Relations, Londres, Academic Press, 1977, pp. 307-349.
248 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUiSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Respuesta
Percepción de cambio Grupo dominante Grupo subordinado
C uadro 14.3. Factores que influyen en la elección de lengua, según F, Grosjean (1982)
Participantes Situación
Dominio de la lengua Localización/contexto
Preferencias lingüísticas Presencia de monolingües
Estatus socioeconómico Grado de formalidad
Edad Grado de intimidad
Sexo
Ocupación Contenido del discurso
Educación Tema, asunto
Origen étnico Tipo de vocabulario
Historia
Tipo de relación Función de la interacción
Intimidad
Relación de poder Mejorar estatus
Actitud lingüística Crear distancia social
Influencias externas Excluir a alguien
Pedir u ordenar
bre la elección de lengua (cuadro 14.3).15 Esa relación, que no es exhaustiva, incluye
características de los participantes, de la situación, del contenido del discurso y de la
función de la interacción.
Todos estos factores influyen sobre la capacidad y las posibilidades de elección
de los individuos y construyen ante ellos unas rutas de decisión que normalmente se
representan en forma de árboles, llamados árboles de decisiones. Este recurso gráfico
ofrece una imagen clara de las posibilidades de elección y decisión que tienen ciertos
individuos, grupos o comunidades. R. Appel y P. Muysken, por ejemplo, han elabo
rado un árbol de decisiones para la elección de lengua de los marroquíes residentes
en Holanda; en él se revelan como factores determinantes de las decisiones el origen
Hablante
Fio. 14.3. Modelo de árbol de decisiones para la elección lingüística de los marroquíes
residentes en Holanda, según R. Appel y P. Muysken (1987).
15. Life with Two Languages, Cambridge, Harvard University Press, 1982, p. 136.
250 P R I N C I P IO S D E S O C I O L I N G Ü Í S T I C A Y S O C I O L O G Í A D E L L E N G U A J E
dad de habla sea bilingüe, siquiera de una forma parcial; con esto se quiere decir que
la comunidad debe incluir al menos una generación bilingüe, que hará posible que el
cambio se complete en la siguiente generación Algo similar ocurre con el manteni
miento de una lengua, si bien este fenómeno suele producirse cuando la comunidad
es diglósica —en sentido amplio—. es decir, cuando reserva una lengua para unos
ámbitos o funciones más formales y una segunda lengua para ámbitos o funciones
menos formales
Las causas que favorecen los desplazamientos y sustituciones de lenguas pueden
ser muy diversas, pero merecen destacarse la emigración y la industrialización. En el
caso de los grupos emigrantes, es muy frecuente que, si llegan a lugares en los que no
es útil su lengua o donde existen grandes grupos hablantes de otra lengua, sustituyan
su lengua por la del lugar que los acoge y se asimilen a la nueva circunstancia: la si
tuación de los hispanos en Estados Unidos es un buen ejemplo de ello. En ocasiones,
los grupos que acogen inmigrantes no son cuantitativamente muy importantes o lo
son mucho menos que la población recién llegada, pero, aun así, los inmigrantes pue
den acabar asimilándose lingüísticamente a la lengua del grupo receptor, sobre todo
cuando éste ejerce el control político de la comunidad. Tal fue el caso de los italianos
en Argentina: en los primeros años del siglo xx, hubo un gran debate en Argentina
sobre la posible declaración del italiano como lengua oficial, pero, a pesar de la im
portancia del contingente humano de origen italiano, el cambio hacia el español se
unlversalizó.19
En otro plano, la industrialización y los cambios económicos llevan ligada una se
rie de nuevas situaciones que también favorecen las sustituciones de lengua: los pro
cesos de urbanización favorecen el desplazamiento hacia una lengua más prestigiosa,
la lengua de las nuevas realidades, de los nuevos tiempos; sirva como ejemplo el cam
bio hacia el alemán conocido en la localidad austríaca de Oberwart, de tradición hun-
garohablante.
Toda lengua, como toda nacionalidad, puede ser considerada como un conjunto de
normas de comportamiento; la lealtad lingüistica, como el nacionalismo, designa el
estado mental en que la lengua (como la nacionalidad), en su calidad de entidad
intacta y en contraposición a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la es
cala de valores, posición que necesita ser «defendida».21
La lealtad lingüística surge como reacción ante una posible sustitución de lengua;
esa reacción lleva a los individuos a conservar la lengua amenazada y a convertirla en
un símbolo social, en una auténtica «causa». Por eso Weinreich piensa en este fenó
meno como un principio, de contenido variable según la comunidad, que hace que los
individuos se resistan de modo consciente y activo a los cambios de funciones de su
lengua y a las modificaciones de sus caracteres lingüísticos por influencia de otra len
gua, Por eso los «leales» a menudo son excepcionalmente puristas en sus actitudes lin
güísticas y conceden una especial trascendencia a todo lo relacionado con la estanda
rización y regulación de su lengua,
Es preciso añadir, no obstante, que, pese al paralelismo que puede establecerse
entre lealtad y nacionalismo, estamos ante factores que no siempre corren parejos, ni
tienen por qué orientarse hacia unos mismos objetivos, ni sociales ni lingüísticos.. En
hablantes de muchas lenguas minoritarias es posible encontrar un profundo senti
miento de lealtad lingüística, una reacción vehemente contra las amenazas que pue
den afectar a su lengua, sin que ello vaya acompañado de ningún deseo de recono
cimiento político, de independencia, de articulación de organizaciones propias o de
extensión de sus peculiaridades a territorios vecinos, objetivos éstos de muchos mo
vimientos nacionalistas. Weinreich pone como ejemplo de ello el caso de los retorro
manos y los suizos italianos, en los que no se alberga un aspiración de independencia
política, y del movimiento «yidista» del este de Europa después de la Primera Gue
rra Mundial, que concentró sus actividades en un programa lingüístico sobre el yidis
(judeo-alemán).
Desde otra perspectiva, las situaciones de bilingüismo, o de diglosia, en las que
aparece la lealtad lingüística, a menudo no se caracterizan por la presencia de tan sólo
dos grupos sociolingüísticos (hablantes de lengua mayoritaria y hablantes de lengua
minoritaria o amenazada), sino que incluyen también subgrupos que complican el pa
norama, convirtiéndolo en una situación de conflicto lingüístico. Uno de los grupos
que puede encontrarse es el de los hablantes que tienen como lengua materna la len
gua minoritaria y que optan por cambiar y utilizar en todo ámbito y para toda fun
ción la lengua mayoritaria; en este caso podría hablarse, según ha apuntado Grego
rio Salvador, de deslealtad lingüística, si bien la bibliografía sociológica se refiere a
ello simplemente como sustitución o cambio de lengua, tal vez porque un cambio así,
por sí mismo y de forma objetiva, no tiene por qué ser valorado negativamente.
Otro posible subgrupo es el de los hablantes que tienen la lengua mayoritaria
como lengua materna, que incluso pueden desconocer la lengua minoritaria y que re-
21. Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974, pp. 209-210,
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 253
La sustitución de una lengua por otra supone, de modo indefectible, que la len
gua abandonada —no mantenida— se deteriore, se olvide o se extinga. Cuando una
lengua se deteriora se produce un empobrecimiento de sus componentes y una pau
latina restricción de sus funciones sociolingüísticas.23 Carmen Silva-Corvalán ha
señalado, a propósito del deterioro en el uso de una lengua, que existen algunos fe
nómenos y situaciones —la adquisición de segundas lenguas, la pidginización o la
criollización, el aprendizaje de lenguas extranjeras o el cambio de lengua— que dan
lugar a que en esa lengua aparezcan rasgos que responden a un proceso de simplifi
cación y que provocan que otros rasgos se pierdan:24 habitualmente la simplificación
y la pérdida de ciertas unidades suponen un aumento de la complejidad semántica de
las unidades que no se ven afectadas. El deterioro también lleva a la pérdida de re
cursos en el uso del léxico y a la intensificación del proceso de relexificación o reem
plazo de palabras de la lengua debilitada por palabras de la lengua hacia la que se
está produciendo el desplazamiento.
La muerte o la extinción de una lengua se produce cuando una comunidad susti
tuye totalmente una lengua por otra diferente, generalmente después de haber sufri
do un proceso de deterioro (simplificación, empobrecimiento, restricción).25 Hay que
distinguir, sin embargo, entre la muerte de una lengua en una comunidad cuando no
se usa en otros lugares y la muerte, en una comunidad, de una lengua que sigue ha
blándose en otros sitios: la desaparición del húngaro en ciertas comunidades no ha su
puesto la desaparición completa de la lengua puesto que sigue siendo la lengua de
Hungría; el cambio del español por el inglés en Filipinas no está suponiendo un aban
dono total del español puesto que son muchos los millones de hablantes de varios
continentes que lo siguen teniendo como primera lengua.
Frente a estos casos, estarían las lenguas que prácticamente cuentan con certifi
cado de defunción. Eso está ocurriendo con muchas lenguas indígenas de México, que
se van extinguiendo conforme van muriendo sus escasos hablantes,26 y eso le ha ocu
rrido a lenguas como el dálmata, desaparecida en 1898 con su último hablante (Tuo-
ne Udaina Burbur), o como el cómico (en Inglaterra), cuya última hablante murió en
1777; se llamaba Dorothy Pentreath.
22. «Sobre la deslealtad lingüística», Lingüistica Española Actual, V (19S3), pp. 173-17S.
23 El uso de una variedad empobrecida también recibe el nombre de semilingiiismo
24 Language contad and changa. Spanish in Los Angeles. Oxford, Clarendon Press, 1994,
25. Véase W. Dressler y R. Wodak Leodotter (eds), Language death, Linguistics, 19, 1, 1977.
26. Véase A R Taylor (ed.), Language Obsolescence, SUj't, and Death in Severa! Native American Com-
numities, International Journal o fth e Sociology o f Language, 93, 1992. Véase también N C Dorian, Langua
ge death lite Ufe cycle o f a Scottish Gaelic dialect, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 19S1
254 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGU1ST1CA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Reflexiones y ejercicios
Orientaciones bibliográficas
ca del deterioro y la muerte de las lenguas, se recomienda la lectura del epígrafe que
se dedica a la mortandad lingüística en el libro de H. López Morales, Sociolingüísti-
ca (2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 175 y 181) y en el manual de Y. Lastra, Socio-
lingüística para hispanoamericanos (México, El Colegio de México, 1992, pp. 363-
370).
C a p ít u l o 15
LENGUAS EN CONTACTO
1. Sobre los cambios lingüísticos que tienen su origen en situaciones de lenguas en contacto, tanto cuan
do se da el mantenimiento de una lengua como cuando se da desplazamiento de lengua, véase S. G. Thoma-
son y T. Kaufman, Language Contad, Creolization, and Genetic Linguistics, Berkeley, University of Califor
nia Press, 19SS, pp. 35-64,
258 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGU1STICA Y S O C IO LO G IA D E L LENGUAJE
menos aquí recogidos constituyen el objeto de mayor interés para la lingüística, entre
aquellos que se producen en una situación de bilingüismo o de lenguas en contacto;
dicho de otra forma, si el mantenimiento o la sustitución de lenguas, si la diglosia o
la planificación, incumben directamente a la sociología del lenguaje —y a otras disci
plinas, como la política o la psicología—, el estudio de las lenguas criollas, la forma
en que se producen los calcos o en que se integran los préstamos afecta directamen
te a la lingüística. Por esta razón, algunos manuales de sociolingüística, elaborados
desde planteamientos lingüísticos, que optan por dejar a un lado la faceta más pura
mente sociológica del contacto de lenguas, no renuncian a tratar de forma minuciosa
las consecuencias lingüísticas de ese contacto, del bilingüismo.
Los fenómenos lingüísticos que nos van a interesar en este capítulo (tipos a y b:
interferencia, convergencia, préstamo, calco, alternancia y mezcla de lenguas) se dis
tinguen por la concurrencia de los siguientes rasgos:
2, El español vive numerosas situaciones de contacto con otras lenguas en todo el mundo: son muy in
teresantes los contactos con las demás lenguas de la península ibérica (catalán, gallego, vasco y portugués),
con el inglés en los Estados Unidos y con las lenguas indígenas americanas o africanas (Guinea).
3 , Véase de G. I. Ascoli, «Saggi ladini», Archivo Glottologico italiano, I (1873), pp. 1-556. Sobre el sus
trato en la península ibérica, véase F H. Jungemann, La teoría del substrato y los dialectos hispano-romances
y gascones, Madrid, Gredos, 1955.
4. Véase Problemas y métodos de la lingüistica, Madrid, CSIC, 1949 (facs, 1991), p. 69 y ss.
260 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA T' SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
5. Véase A. Alonso, «Substratum y superstratum», em Estudios lingüísticos. Temas espartóles, 3.” ed.,
Madrid, Gredos, 1974, pp. 259-271.
6. La Haya, Mouton. Trad. al español, Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezue
la, 1974.
7. Véase «El español en Oran: notas históricas, dialectales y sociolingüísticas», Revista de Filología Es
pañola, LXXII (1992), pp. 5-35.
8. Véase A. Quilis, La lengua española en cuatro mundos, Madrid, Mapire, 1992.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 261
9. A.. Elizaincín, Dialectos en contacto. Español y portugués en España y América, Montevideo Arca
1992, p. 44
262 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
10. Weinreich habla de un tercer tipo de interferencia, más superficial: cambio en la forma de una pa
labra por influencia de un cognado de la lengua influyente. Utiliza como ejemplo, poco convincente, el paso
a Uropa de la palabra española Europa, en Tatnpa (Florida, Estados Unidos).
11 Véase W. Mackey, «Interference, integration and the synchronic fallacy», Georgetown Universtty
Round Table on Languages and Linguislics 23, Washington, D .C , Georgetown University Press, 1970, pp. 195-
227.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 263
brayar la insistencia de este autor en que la mejor manera de estudiar las complica
das relaciones de las interferencias, sean del tipo que sean, consiste en describirlas
desde un punto de vista cualitativo y cuantitativo, explicando sus características y ta
bulando sus frecuencias.
Interferencia y convergencia
Desde el último tercio del siglo xx, los estudios sobre lenguas en contacto se han
intensificado de una forma notable, a la vez que han reorientado el tratamiento de los
fenómenos conocidos como interferencias. Para Weinreich, recordemos, las interfe
rencias son desviaciones respecto de las normas de cualquiera de las dos lenguas que
entran en contacto, que suponen, por tanto, la influencia de una lengua sobre otra,
una influencia que viene a alterar el natural ser de las lenguas que coexisten.
Las interferencias, actualmente, son valoradas como algo elaborado y complejo
desde un punto de vista social y lingüístico, algo que convierte en poco apropiada la
concepción de Weinreich, dado que en ella hay una connotación negativa de «desvío
de la norma» que no se corresponde ni con la extensión ni con la intensidad del fe
nómeno. Por eso, la sociolingüística actual está divulgando un concepto de interfe
rencia que lleva implícita una nueva visión del comportamiento lingüístico de las co
munidades bilingües, en las que los fenómenos derivados del contacto forman parte
de lo «habitual», de lo «natural», dentro de la complejidad sociolingüística.12
Una forma de evitar las connotaciones negativas que acarrea el término «inter
ferencia», en su uso tradicional, es sustituirlo por otro, digamos, más neutro. En esta
línea y para el ámbito de la gramática, M. Clyne ha propuesto generalizar el término
y el concepto de «transferencia», que evitaría la connotación de agramaticalidad que
implica la noción de interferencia.13 Esta propuesta no es absolutamente novedosa
pues el mismo Weinreich ya hacía uso de tal denominación; sí es más novedoso, en
cambio, que pretenda sustituir al tradicional y profundamente arraigado concepto de
interferencia. Transferencia se definiría, por tanto, como la influencia que una lengua
ejerce sobre otra y, concretamente, como el uso, en una lengua B, de una rasgo ca
racterístico de la lengua A. En el terreno de la gramática, las transferencias son, ló
gicamente, de naturaleza gramatical y dan lugar a resultados agramaticales en la len
gua B y a reestructuraciones de su sistema. Ahora bien, el hecho de que los resulta
dos sean agramaticales no quiere decir que sean poco frecuentes o antinaturales; en
una situación de contacto las transferencias (interferencias) son tan esperables como
habituales. Valga como ejemplo el uso de una construcción partitiva habitual en ca
talán e importada en el español de Cataluña: esta tarta es buena, pero he probado de
mejores; los hay de más rápidos, de coches.14
Por lo general, las transferencias afectan al orden de palabras, a las funciones sin-
táctico-semánticas, a la desaparición de categorías obligatorias y a la frecuencia de las
12. Véase S. Poplack, «Consequences linguistiques du contad de langues: un modéle d’analyse varia-
tionniste», Language et Sociéié, 43 (1988), pp. 23-48.
13. Transference and triggering, La Haya, Nijhoff, 1967
14. Este calco sintáctico es comentado por M. Casariovas Caíala. «Consecuencias de la interferencia lin
güística en la morfosintaxis del español hablado en Lleida», Verba, 23 (1996), pp. 405-415. Véase también
Ll, Payrató, La interferéncia lingüística Comentaris y exempies calalá-castellñ, Barcelona, Curial, 1985.
264 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGDÍSTICA V SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
15. Language Contad and Change. Spanish in Los Angeles, Oxford, Clarendon Press, 1994, pp. 4-5.
16. No obstante, también se puede hablar de convergencia para el nivel fonológico.
17. Véase A. Morales, Gramáticas en contacto. análisis sintácticos sobre el español de Puerto Rico, Ma
drid, Playor, 19S6.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 265
serie de formas autóctonas que coincidan con las de la lengua influyente (por ejem
plo, el uso de la pasiva en detrimento de la pasiva refleja, en español por influencia
del inglés).
Entre los casos de convergencia que se manejan para su ejemplificación destacan
los siguientes: la fusión producida entre dialectos indoeuropeos y drávidas del sur de
la India (urdu, marathi, telegú y canarés), dando lugar prácticamente a una sola gra
mática y a un léxico común;1S la generalización del sujeto expreso en árabe por in
fluencia del inglés; la desaparición de una categoría obligatoria,15 como el pronombre
personal enclítico que concuerda con un complemento en español (y que querían
pegar0 a los policías) por influencia del inglés; la universalización del uso de estar en
detrimento de ser por influencia del inglés en Los Ángeles, Estados Unidos (está
grande mi casa)1819
20 o la sustitución del infinitivo por una construcción de subjuntivo en
cuatro lenguas que entran en contacto en la península de los Balcanes, donde, para
expresar ‘quiero irme’, el albanés (díte te shkue), el búlgaro (ískam da otida), el ru
mano (vean sa plec) y el griego (thelo na pao) utilizan expresiones equivalentes a
«quiero que yo me vaya».21
El estudio y la descripción de las convergencias gramaticales ofrece algunos pro
blemas difíciles de solventar, como son las escasas y parciales descripciones gramati
cales con las que contamos hasta ahora o la naturaleza variable y cambiante de todas
las lenguas; en estas condiciones es muy complicado determinar hasta qué punto dos
lenguas en contacto se están aproximando o están confundiendo ciertos elementos
gramaticales. Cuando los hablantes de una lengua B sustituyen ciertas estructuras de
su lengua por otras estructuras igualmente propias pero que coinciden con las de la
lengua A, a menudo no son conscientes de ello, dado, además, que el resultado no es
agramatical. Detectar la convergencia en tales casos y describir su nivel de desarrollo
es tarea harto dificultosa, cuando no imposible.
El préstamo léxico
M a r c io . E s t o e s v e r d a d , q u e n in g u n a le n g u a a y e n e l m u n
d o a la q u a l n o e s t u v ie s s e b ie n q u e le f u e s e n a ñ a d id o s a lg u n o s v o
c a b lo s , p e r o e l n e g o c io e s tá e n s a b e r si q u e r r ía d e s in tr o d u z ir e s
t o s p o r o r n a m e n to d e la le n g u a o p o r n e c e s s id a d q u e ten g a
d e llo s .
V aldés. P o r lo u n o y p o r lo o tr o .
18. Véase D. Hymes (ed ..), Pidginization and creolizalion oflanguages, Cambridge, Cambridge Univer-
sity Press, 1971, pp, 151-167
19. Ejemplos manejados por H. López Morales, Sociolingüislica, 2.'1 ed , Madrid, Gredos, 1993, p. 165 ss.
20. Véase C. Silva-Corvalán, Sociolingüislica. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra, 1988, pp. 175-176 y
186-187.
21. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y conlaclo de lenguas, Barcelona, Ariel 1996, pp. 232-233.
266 PRINCIPIOS DE S O e iO L IN G U ÍS T IC A Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
22. Algunos estudios clasifican los préstamos según su proporción de uso en una comunidad. Es lo que
hace J. M. García a propósito de los anglicismos del español hablado en Gibraltar y, de forma secundaria, en
La Línea (Cádiz). Véase Materiales para el estudio del español en Gibraltar, Cádiz, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Cádiz, 19%.
23. The Norwegian Langnage in America, Filadelfia, The University of Pennsylvania Press, 1953.
24. Algunos estudios se han preocupado de analizar cómo se produce la asignación de género en las
adaptaciones de préstamos del inglés en el español (la troca < ing. truck ‘camión’; el chain < ing. chain ‘cade-
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 267
A la vez, en el estudio de la integración de los préstamos, son muy útiles los aná
lisis cuantitativos sobre su uso y aceptación dentro de las comunidades de habla. Sha-
na Poplack distingue entre préstamos consolidados (loamvords) y préstamos en tran
sición: los primeros están plenamente integrados y son difíciles de distinguir de las
unidades patrimoniales; los segundos están en proceso de difusión y muchas veces exi
gen recurrir al diccionario de la lengua A para comprenderlos, haciendo uso de un
mecanismo similar al de la alternancia de lenguas o cambio de código.25
A propósito de los préstamos léxicos, también es importante atender a otros dos
aspectos de singular relevancia: uno tiene que ver con las condiciones en que se pro
ducen los préstamos; el otro, con su interpretación teórica. Es evidente que las uni
dades léxicas son elementos gramaticalmente independientes y que nada impide que
una de ellas pase a otra lengua cuando surge la necesidad o se dan las condiciones
oportunas. Sin embargo, no es menos cierto que las palabras están organizadas en sis
temas y que su elección puede estar condicionada por factores contextúales y cultu
rales; de hecho, se viene observando desde hace más de un siglo que los sustantivos
son las palabras que más frecuentemente se toman prestadas, mientras que el présta
mo de partículas es muy escaso. Peter Muysken, sobre datos de los préstamos del es
pañol en el quechua, ha establecido una jerarquía de frecuencias en el préstamo en
cabezada por los sustantivos, que van seguidos, en este orden, por adjetivos, verbos,
preposiciones, conjunciones coordinantes, cuantificadores, determinantes, pronom
bres libres, pronombres enclíticos y conjunciones subordinantes.26 Una jerarquía así
no quiere decir, sin embargo, que los sustantivos se presten con más facilidad en toda
circunstancia; es verdad que su valor referencial los convierte en objetos idóneos para
el préstamo, pero también es verdad que ciertos elementos discursivos (interjeccio
nes, elementos cohesivos) pueden pasar a otras lenguas con suma facilidad.
Por otro lado, la interpretación teórica del préstamo obliga a relacionarlo con el
fenómeno de la alternancia de lenguas y a plantear preguntas como ésta: ¿hasta qué
punto es posible considerar el préstamo, no como una simple elección léxica, sino
como un auténtico cambio de código, por breve que sea? ¿Cambia el hablante de len
gua en el momento preciso de incorporar el préstamo para volver inmediatamente
después a la primera, o no se cambia de lengua? El problema que encierran estas
preguntas no es tal si se trata de elementos léxicos adaptados o semiadaptados a la
lengua receptora: si ha habido una adaptación, parcial o total, difícilmente se podrá
sostener que se están alternando dos lenguas. Pero, ¿qué ocurre cuando no se ha pro
ducido ningún tipo de adaptación, ni fonética ni morfológica? Lógicamente, si el ha
blante echa mano de dos sistemas, estamos ante una alternancia y, si maneja un solo
sistema, se trata de un préstamo. La aporía queda, pues, sin salida.
na’). En ese proceso influye principalmente el sexo del referente, cuando lo tiene, y, en menor medida, la ana
logía con palabras equivalentes de la lengua receptora. Véase S. Poplack y D. Sankoff, Borrowing: the syn-
clirony o f integraiion, Montreal, Centre de Recherches de Mathémathiques Appliquées, 1980.
25. «Variation theory and language contad: concepts, methods and data», en D. Preston (ed.), Ameri
can dialect research: An anihotogy celebraling the lOOth anniversary o f American Dialect, Society, Amsterdam,
John Benjamins, 1993, pp 251-286.
26. «Halfway between Quechua and Spanish: the case for relexification», en A. Highfield y A. Valdman
(eds ), Historicity and variation in creóle studies, Ann Arbor, Karoma, 1981.
268 PRINCIPIOS DE SOC' IOLINGÜÍSTICA Y SOCI OLOGIA DEL LENGUAJ E
Psalmus
Domine, in furore tuo
ruégote que me condenes,
que en una carne nunc dúo.
según las penas, jam luo.
Ju a n del E n c in a . Égloga de
Plácida y Vitoriano
But I used to eat the bofe, the brain. And then they stopped selling it because te
nía, este, le encontraron que tenía worms. I used to make some bofe! Después yo
hacia uno d’esos concoctions: the garlic con cebolla, y hacía un mojo, y yo dejaba
que se curara eso for a couple of hours. Then you be drinking and eating that shit.
Wooh! It’s like eating anchovies when you’re drinking. Delicious!
(Pero solía comer el bofe, los sesos. Y entonces dejaron de venderlo porque tenían,
este, le encontraron que tenía gusanos. ¡Qué bofe hacía yo! Después yo hacía una
de esas mezcolanzas: el ajo con cebolla, y hacía un mojo, y yo dejaba que se cura
ra eso por un par de horas. Entonces uno come todo aquello. ¡Ay! Es como estar
comiendo anchoas mientras bebes. ¡Delicioso!)
27. Véase L. Milroy y P. Muysken (eds.), One speaker, uvo languages, Cambridge, Cambridge Univer-
sity Press, 1995. También S.. Romaine, Bilingualism, Oxford, Blackwell, 19S9
2S Véase, por ejemplo, «Lenguas en contacto», en H López Morales (coord ), /nlroducción a la lin
güística actual, Madrid, Playor, 1983, p. 192.
29 «The notion of ‘System’ in Creóle Studies», en D. Hymes (e d ), Pidginization and creolization oflan-
gttages, Cambridge, Cambridge University Press, 1971, p. 457.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 269
Por eso cada, you know, it’s nothing to be proud of, porque yo no estoy proud of
it, as a matter of fact I hate it, pero viene viernes y sábado, yo estoy, tu me ves asi
a mí, sola with a, aquí sólita, a veces que Frankie me deja, you konw, a stick or so-
mething, quizás Jady no sabe y yo estoy así, viendo televisión, but I rather, y cuan
do estoy con gente yo me... borracha porque me siento más, happy, más free, you
know, pero si yo estoy con mucha gente, yo no estoy, you know, high, more or less,
I couldn’t get along with anybody.
(Por eso cada, ya sabes, no hay por qué estar orgulloso, porque yo no estoy orgu-
Uosa de eso, en realidad lo odio, pero viene viernes y sábado, yo estoy, tú me ves
así a mí, sola con un, aquí sólita, a veces que Frankie me deja, ya sabes, un palo o
algo, quizás Judy no sabe y yo estoy así, viendo televisión, pero yo, y cuando es
toy con gente yo me... borracha porque me siento más, feliz, libre, ya sabes, pero
si yo estoy con mucha gente, yo no estoy, ya sabes colocada más o menos, yo no
podría ir con nadie.)
It’s on the radio. A mí se me olvida la señal. Pm gonna serve you another one,
right?
(Está en la radio. A mí se me olvida la estación. Voy a ponerte otra ¿vale?)
Si tú eres puertorriqueño, your íather's a Puerto Rican, you should at least, de vez
en cuando, you Know, hablar español.31
(Si tú eres puertorriqueño, tu padre es puertorriqueño, deberías al menos de vez
en cuando, sabes, hablar español.)
Nao, esse nao. Esse tem que vender mais caro. Kono caixa nomo oishiyo.32
(No, ése no. Ése se tiene que vender más caro. De esta caja también es bonita.)
Mais je te gage par example que... excuse mon ungíais, mais les odds sont la.
(Pero apuesto a que, por ejemplo... perdona mi inglés, pero la oportunidad está
ahí.)
31. Véase S. Poplack, «Sometimes l’ll start a sentence in Spanish Y TERMINO EN ESPAÑOL: toward
a typology of code-switching», Linguistics, 1S (19S0), pp. 581-618. También S. Poplack y D. Sankoff, «Code-
Switching», en U. Aramon, N. Dittmar y K. Mauheier, Sociolinguistics, 2, Berlín, de Gruyter, 1988, pp. 1.174-
1 ISO.
32. T. Nawa, «Bilingüismo e mudanza de código: urna proposta de análise com os nipo-brasileiros resi
dentes em Brasilia», en F. Tarallo (org.), Fotografías sociolingiiisticas. Campiñas, Pontes, 1989, pp. 199-215
33. «Consequences linguistiques du contact de langues: un modéle d’analyse variationniste», art cit.,
pp. 24-26.
34. Hay que tener en cuenta que, en la lengua hablada —donde tan frecuentes son las oraciones que
quedan incompletas—, puede ser complicado distinguir un cambio interoracional de un cambio intraoracio-
nal. Esto podría llevar a proponer una clasificación que prescindiera de los conceptos de «cláusula» o de «ora
ción» y que partiera de una distinción básica entre los cambios que se producen dentro de un acto y entre ac
tos de habla diferentes.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 271
Inteioracional Intraoiacional
Segmento Unidad
Inserción 1 Inserción 2
i-
Unidad léxica
“ l
Conector pragmático
I
Modificador
i
Adverbio Exclamación fática
Fio. 15.1. Tipo de cambio ríe código, según L. Dabéne y D. Moore (1995).
(Diálogo madre-hijo)
Hijo. ¿Qué hiciste la comida?
Madre. Carne de cocido.
Hijo. Pero está rojo el caldo comment §a se fait?
La semana próxima tengo cada vez de las doce a las dos y luego tengo que venir
otra vez, pendant au moins trois jours je fais ga. Avant, bien c’est vrai, avant non,
no existía eso en España.
(La semana próxima tengo cada vez de las doce a las dos y luego tengo que venir
otra vez, durante al menos tres días hago eso. Antes, es verdad, antes no, no exis
tía eso en España.)
35. «Bilingual speech of migrant people», en L. Milroy y P. Muysken (eds), One speaker, two langaa-
ges, ob. cit., p. 35.
36. Ejemplos de emigrantes españoles en Grenoble, véase L. Dabéne y D„ Moore, art. cit., p 33.
272 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUISTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Les soeurs musulmanes se bailadera avec une chemise, wallah, c'est vrai!
(Las hermanas musulmanas van con una camisa, lo juro, es verdad.)
Cambio de código
(no continuum)
Préstamo
(icontinuum)
Bilingüe
hablando con
Monolingüe Bilingüe E le c c ió n
d e le n g u a
Usará Usará
ternancia se da, no en los hablantes o grupos sociales que tienen problemas para do
minar alguna lengua, sino todo lo contrario, en aquellos que han adquirido un domi
nio suficiente de dos códigos, en los bilingües: en el primer caso, es más fácil que se
produzca una mezcla de códigos que una alternancia. Fran^ois Grosjean ha propues
to un esquema que refleja cómo se puede producir la elección de lengua y el cambio
de código en el hablante bilingüe (figura 15.3).37
Este árbol de decisiones explica con claridad que la elección de lengua y el cam
bio de código (alternancia de lenguas) son manifestaciones, si bien en niveles diferen
tes, de un mismo proceso al que se le puede dar el nombre de elección lingüística.
Partiendo de una realidad de bilingüismo, las causas de la alternancia están re
lacionadas con las particulares condiciones y circunstancias de los bilingües. Appel
y Muysken usan como fundamento para explicar los motivos del cambio de código
las funciones del lenguaje establecidas por Jakobson:38 la alternancia se puede dar
para favorecer la función referencial (de determinados temas sólo se habla en una
lengua y no en otra; ciertos objetos se designan con vocablos de una lengua y no de
otra), para favorecer la función conativa, implicando más directamente al oyente (en
este sentido, puede tener fines convergentes o divergentes, según la «teoría de la
acomodación del habla»); también se pueden alternar dos lenguas para favorecer
la función expresiva (modo de expresión de un grupo social determinado), la fun
ción fática (al cambiar el turno se cambia la lengua), la metalingüística (por ejem
plo, para resaltar las habilidades lingüísticas propias) o incluso la poética (hacer jue
gos de palabras).
Además de estas causas, los sociolingüistas también dan una gran importancia al
peso que pueden tener las características sociales de los hablantes, desde la edad has
ta su nivel sociocultural, los contextos en que se establecen las interacciones y los ras-
37. Life with Two Languages, Cambridge, Harvard University Press, 1982.
38. Véase también H. Baetens Beardsmore, Bilingualisrn: basic principies, Clevedon, Multilingual
Matters, 1986. En esta obra se habla de las siguientes funciones: de cita (estilo directo o indirecto), apelativa
(para dirigirse a un interlocutor entre varios posibles) de interjección, de reiteración, de énfasis y pragmática.
274 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE
Reflexiones y ejercicios
1. Grabe una conversación en la que participen una o más personas que no do
minen bien la lengua utilizada. Elabore una lista de las interferencias que encuentre
en esa conversación y descríbalas según los tipos explicados en este capítulo.
2. Considere las siguientes oraciones del español usado por hispanos en Esta
dos Unidos (tomadas de C. Silva-Corvalán, Language Contact and Change: Sparúsh
in Los Angeles, Oxford, Clarendon Press, 1994; Sociolingiiística. Teoría y análisis, Ma
drid, Alhambra, 1988):
4. Relea el texto sobre el «bofe» incluido en este capítulo e identifique los ti
pos de alternancia o cambio de lenguas que allí aparecen.
Orientaciones bibliográficas
39. Véase M. Turell, «L’alternan?a de llengües i el préstec en una comunitat interétnica», en M. Turell
(ed.), La sociolingi'ustica de la variado, Barcelona, PPU, 1995, pp. 259-293.
40. Al lado de los avances experimentados en el ámbito conceptual o teórico de las lenguas en contac
to, hay que resaltar finalmente aquellos que tienen que ver con el método de estudio, porque la cuantifica-
ción, sobre la que Weinreich tanto insistía, ha pasado a ocupar un lugar relevante, gracias, sobre todo, a la
aplicación de la estadística por parte de la sociolingiiística. Hoy día es posible calcular las probabilidades de
aparición de una transferencia, de un préstamo o de una alternancia de lenguas, valorando conjuntamente la
incidencia que sobre ellas tienen todos y cada uno de los factores lingüísticos y sociales implicados en el pro
ceso. Véase S. Poplack, «Variation theory and language contact: concepts, methods and data», en D. Preston
(ed.), American dialecl research: An amhology ceiebrating tile lOOth armiversary o f American Dialect, Society,
art. cit.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 275
la lectura del capítulo que S. Poplack preparó para la obra coordinada por H. López
Morales, Introducción a la lingüística actual (Madrid, Playor, 1983, pp. 183-207); el ca
pítulo lleva como título «Lenguas en contacto». Y a esta relación se puede añadir la
parte cuarta del libro de J. Vendryes, El lenguaje (México, UTHEA, 1979), con mu
chos ejemplos y de fácil lectura.
Acerca de las interferencias y préstamos del francés y el inglés en el español,
véase el libro de A. Quilis et ai, Interferencias lingüísticas en el habla de los niños es
pañoles emigrantes en Francia (Madrid, MEC, 1982) y el de A. Ramírez, El español
de los Estados Unidos. El lenguaje de los hispanos (Madrid, Mapire, 1992); este últi
mo presenta algunos materiales de interés.
C a p ít u l o 16
Pero bien deueis sauer que la menos buena lengua es la mas mez
clada.
F ernando de H errera , controversia sobre sus anotaciones
a las Obras de Garcilaso de la Vega, Sevilla, siglo xvi
Entre la clases de lenguas caracterizadas por Stewart, se incluyen dos que care
cen de estandarización, autonomía e historicidad: las lenguas pidgin y las criollas', en
las primeras tampoco se aprecia vitalidad, pero en las segundas sí. Como apuntamos
en el capítulo dedicado a las variedades lingüísticas, las lenguas criollas y las lenguas
pidgin se deben a un desarrollo característico de ciertos tipos de contactos lingüísti
cos y sociales, que dan lugar a soluciones lingüísticas en las que se combinan el vo
cabulario de una lengua con la gramática de otra. Esos contactos obligan a encontrar
un sistema de comunicación común a personas que hablan lenguas diferentes e inin
teligibles. Cuando no existen hablantes nativos de esa variedad mixta, estamos ante
lenguas pidgin o sabires; cuando el contacto se prolonga y estabiliza, expandiéndose
funcionalmente y dando lugar a una comunidad de habla, nacen las lenguas criollas.
Aunque algunos autores distinguen los pidgin de los sabires, sobre la base de que los
primeros son sistemas completos y los segundos sistemas con el léxico limitado a un
ámbito determinado, nosotros haremos un uso indistinto de ambos términos.
Esta sucinta presentación nos va a servir de punto de partida para caracterizar
más pormenorizadamente las variedades pidgin y criollas y para diferenciarlas de las
lenguas francas. Se define lengua franca (o lingua franca), en un sentido amplio, como
la variedad lingüística utilizada para la comunicación entre personas cuyas lenguas
maternas son diferentes. W. J. Samarin distingue cuatro tipos de variedades que se
ajustan a esta definición: las lenguas de comercio, usadas para todo tipo de transac
ciones en determinados territorios (por ejemplo, el suahelí o swahili en Africa orien
tal), las lenguas de contacto, que pueden encontrarse en numerosísimos lugares del
mundo,1 las lenguas internacionales y las lenguas auxiliares o artificiales, como el es-
1, A propósito de los contactos, hay que distinguir los que se producen en situaciones de frontera lin
güística de los contactos que se derivan de la convivencia de dos lenguas en una comunidad o en un grupo de
hablantes Ejemplos de variedades de contacto del primer tipo (variedades de fromera) son el barranqneño.
278 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
en la frontera entre España y Portugal, el mirandés, en los límites de las hablas leonesas y portuguesas, el
aguavivano, variedad de probable origen mozárabe con elementos catalanes y aragoneses, el chapurréelo, en
la frontera entre Aragón y Cataluña, en el nordeste de Teruel, o el fronterizo, en la frontera entre Uruguay
y Brasil. Estas variedades pueden ser aprendidas desde la infancia en sus respectivas comunidades (no esta
ríamos, por tanto, ante lenguas francas) si bien todas ellas se encuentran inmersas en un acusado retroceso
(véase M. Alvar, «Cuestiones de bilingüismo y diglosia en el español», en El castellano actual en las comuni
dades bilingües de España, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48; J. P. Roña, El dialecto «fron
terizo» de! Norte de Uruguay, Montevideo, Universidad de la República, 1965; A. Elizaincín, Dialectos en con
tacto. Español y portugués en España y América, Montevideo, Arca, 1992; C de Azevedo Maia, «El miran
dés» y M. A. Martín Zorraquino y M, R Fort, «La frontera catalano-aragonesa», ambos en M. Alvar (dir ),
Manual de dialectología hispánica. El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 159-170 y 293-304, res
pectivamente; M„ Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de América, Barcelona, Ariel,
1996). Por otro lado, pueden servir como ejemplos del resultado de la convivencia de lenguas en una co
munidad o en un grupo de hablantes de una comunidad los usos de lo que se conoce como fragnol (francés-
español), frangíais (francés-inglés, en Canadá), espanglish (español-inglés, en Estados Unidos), cocoliche (es-
pañol-italiano, en Buenos Aires, Argentina), el pocho (español-inglés, en el sudoeste de Estados Unidos), el
portuñol (portugués-español, en la frontera con Brasil), el tex-mex (español mejicano-inglés), la media lengua
(español-lengua indígena americana). Estos usos lingüísticos son muy irregulares e inestables, pero no deben
ser tratados como lenguas pidgin o criollas. Podría decirse que en tales casos estamos simplemente ante ma
nifestaciones de mezclas lingüísticas.
2. «Lingua Francas of the World», en J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology ofLanguage, La Haya,
Mouton, 1968, p. 661.
3. Véase E. Ardener et ai, Multilingüismo y categoría social, Buenos Aires, Paidós, 1976,
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 279
dos del portugués), el criollo de Haití y de la Guyana Francesa (derivados del fran
cés) o el criollo jamaicano o el tok pisin, de Nueva Guinea (derivados del inglés).
Los rasgos que dan personalidad a las lenguas criollas, al margen de su origen,
son la coincidencia entre ellas de ciertos elementos lingüísticos, la relativa simplicidad
de su gramática y su fonología, frente a las de otras lenguas naturales, y la presencia
de elementos que son fruto de la mezcla lingüística. No obstante, estos caracteres de
ben ser relativizados, dado que no se presentan con la misma intensidad en todos los
criollos y dado que hay lenguas, de las que no son consideradas como criollas, que
exhiben un mayor grado de simplicidad y mezcolanza que muchos auténticos criollos;
al fin y al cabo, todas las lenguas naturales han experimentado procesos de mezcla y
de simplificación a lo largo de su historia, aunque no se puede afirmar por ello que
todas las lenguas sean criollas, ni mucho menos.
Desde un punto de vista social, R. Hudson ha señalado que las lenguas criollas
son más interesantes que las pidgin por tres razones. En primer lugar, porque hay más
hablantes de lenguas criollas que de pidgin (entre 10 y 17 millones de hablantes de
criollo; entre 6 y 12 millones de hablantes de algún pidgin); en segundo lugar, porque
la mayoría de las lenguas criollas son habladas por descendientes de esclavos africa
nos, para quienes el instrumento lingüístico es también una seña de identidad; en ter
cer lugar, porque hay minorías inmigrantes, en países en los que se habla la lengua
que ha servido de superestrato al criollo, que tienen graves problemas sociales y edu
cativos puesto que su variedad es considerada como un mal uso de la lengua domi
nante y puesto que muchas veces no cuenta ni con los más elementales instrumentos
de «estandarización» ni, por supuesto, con ningún tipo de prestigio dentro de la co
munidad receptora.4
Cuando dos lenguas entran en contacto, es posible que una de ellas —la más
prestigiosa, la de mayor peso— se imponga sobre la de menor peso, dando lugar a un
desplazamiento y una sustitución de lengua, como se ha comentado en otro capítulo:
durante un tiempo habrá individuos bilingües que harán posible el cambio. Sin em
bargo, cuando estas lenguas entran en contacto con fines comerciales —a menudo un
comercio desigual y generalmente en lugares idóneos para estas transacciones (las
costas de Asia, África y América)— o en otro tipo de situaciones típicamente colo
niales (traslados de población para su explotación laboral; esclavitud), cuando los ha
blantes no pueden acceder a un modelo de la lengua dominante por no tener sufi
ciente trato con el grupo más poderoso,5 puede surgir una solución de compromiso,
una lengua pidgin, muy especialmente si las lenguas que se ponen en contacto son
tres, y no dos, porque en tal caso la nueva variedad se hace necesaria tanto para la
comunicación con los hablantes de la lengua dominante como para la comunicación
con los hablantes de la tercera lengua; la simplificación de la lengua dominante se
hace inevitable.
B a s i l e c t o (criollo de Guyana) mi gii am ‘yo le di’ > mi bin gii am > ni bin gii ii >
mi bin gi ii > mi di gii ii > mi di gi ii > a di gii ii > a di gi oo > a did gi ii > a did
giv ii > a did giv hii > a giv ii > a giv im > a giv him > a geev ii > a geev im > a geev
him > I gave him ‘yo le d i’ a c r o l e c t o (inglés).
Continuo desarrollador
Jerga
Pidgin estable
Pidgin elaborado Continuo pospidgin
Continuo reestructurador
Los distintos caminos que puede seguir el contacto de lenguas han despertado el
interés de numerosos especialistas, comenzando por Hugo Schuchardt, el más bri
llante de los precursores. Para Schuchardt no existe ninguna lengua en el mundo que
no haya sufrido, en algún momento de su historia, algún proceso, leve o intenso, de
mezcla o de contaminación; sobre esta base, dedica una gran parte de su atención a
las comunidades de habla criolla de base románica. Este lingüista llega a proponer
una tipología de las situaciones de contacto en las que surgen habitualmente los crio
llos, a los que llama «lenguas de necesidad»: en primer lugar estarían las situaciones
en las que se produce una aparición y un rápida extinción del criollo; en segundo lu
gar, las situaciones de aparición del criollo en las que tiene un existencia precaria, con
poco desarrollo, y finalmente las situaciones en que se produce la aparición y desa
rrollo del criollo.7
Más recientemente, P. Mühlháusler ha presentado un esquema que recoge los
procesos de pidginización, despidginización, criollización y descriollización ordenados
en torno a dos continuos generales: un continuo desarrollador y un continuo reestruc-
turador (figura 16.1).8
El continuo desarrollador explica el proceso que lleva a la aparición del pidgin y
del criollo; el continuo reestructurador explica el paso del pidgin o del criollo a la len
gua dominante o lexificadora, a través de unos continuos, de múltiples grados inter
medios. En cualquier caso, la convivencia con la lengua dominante también puede dar
lugar a la creación de una situación de diglosia, como ocurre en Haití con el criollo y
el francés.
En otro orden de cosas, a la hora de explicar los procesos de criollización, deben
tenerse muy en cuenta los estudios que proponen que las lenguas criollas han tenido
su origen en procesos similares a los que se producen en el habla infantil o en el
aprendizaje de segundas lenguas: los criollos serían manifestaciones del aprendizaje
imperfecto de segundas lenguas o de las fosilizaciones y simplificaciones habituales en
un proceso de adquisición.9 En tal caso no estaríamos ante teorías de naturaleza so-
ciohistórica, sino ante una tercera vía explicativa, en la que han destacado las ideas
de Derek Bickerton, promotor de la «teoría del bioprograma». Para Bickerton existe
7, 1909, Pidgins and Creóle Langitages, ed, por G Gilbert, Londres, Cambridge University Press, 1980
8, Pidgin and Creóle Sntdies, Oxford, Blacksvell, 1986. Véase también Pidginization and simplificarían
oflanguage, Canberra, Australian National University, 1974.
9, Véase J. Schumann, The pidginization process: a rnodel for a second language acquismon, Rosvley,
Mass., Nesvbury House, 1978.
282 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
un bioprogrcima de los rasgos que han de presentarse en toda variedad criolla. Ese
bioprograma ofrece unos elementos que son comunes al nacimiento de los criollos, a
la adquisición de la lengua materna y a la evolución general de las lenguas; de hecho
se puede establecer un paralelismo entre la forma en que los niños adquieren su len
gua materna y la manera en que se van formando las variedades pidgin y criollas, por
que lo que un niño aprende con facilidad suele coincidir con las características prin
cipales de los criollos.10
La formación de los criollos no responde a procesos muy distintos de los que han
experimentado otras lenguas. Para Bickerton, el criollo prototípico es el que procede
de un pidgin que no tiene más de una generación de existencia en una población for
mada, en un 20 % aproximadamente, por personas que tienen la lengua dominante
como lengua materna y, en un 80 % aproximadamente, por personas que tienen otras
lenguas maternas.
a) Ausencia de las formas del verbo ser o uso de la llamada «cópula cero»: de
pikni slk ‘el niño [está] enfermo’ (criollo inglés de Jamaica).
b) Uso de una misma palabra para indicar posesión o existencia: get tvan tunan
we get gyal pikni ‘hay un hombre que tiene una hermana’ (criollo inglés de Guyana).
c) Uso de negación preverbal: melabat no kaan go garram yumob ‘no podemos
ir contigo» (kriol de Australia).
En lo que se refiere al léxico, la relación que une al pidgin o al criollo con la len
gua dominante de la que se deriva suele manifestarse de manera bastante clara. La
mayor parte del léxico, alrededor del 80 %, procede de la lengua dominante, aunque
la proporción puede ser mayor: según los recuentos de Antonio Quilis, el léxico es
pañol en chabacano puede superar el 90 % .L’ A pesar de todo, no son extraños, ni
mucho menos, los elementos léxicos procedentes de la otra o las otras lenguas en con
tacto; estos elementos suelen tener un carácter designador y a menudo están referi
dos a plantas, animales o a las relaciones familiares: en el chabacano de Zamboanga
se encuentran vocablos tagalos como saging ‘banana’, palay ‘arroz con cáscara’, ba-
gon ‘gambas’, inay o nana ‘madre’.
El léxico de los pidgin y criollos suele ser limitado, ya que lo compone un nú
mero variable de unidades que oscila entre las 300 o 400 y las 1.500, lo que tal vez
explica la naturaleza polisémica de muchos de los elementos léxicos, así como la
abundancia de construcciones perifrásticas y de compuestos. Por otra parte, en los vo
cablos tomados de la lengua dominante, es frecuente que se den procesos de simpli
ficación y de reducción de oposiciones fonológicas y morfológicas. En ocasiones, esa
simplificación puede llevar a una colisión homonímica, que obliga a recurrir a diver
sos procedimientos para evitarla; uno de esos procedimientos es la repetición: en tok
pisin la repetición permite distinguir la forma sip ‘barco’ (< ing. ship) de sipsip ‘ove
ja’ (< ing. sheep), la forma pis ‘paz’ (< ing. peace) de pispis ‘orinar’ (< ing. to piss) o
san ‘sol’ (< ing. sttn) de sansan ‘arena’ (< ing. sand). La repetición también es el me
canismo que permite expresar valores enfáticos o intensificados: cry ‘llorar’ (< ing. to
cry) y crycry ‘llorar de forma continuada’; talk ‘hablar’ (< inf. to talk) y talktalk ‘ha
blar gritando’.
Por último, es importante llamar de nuevo la atención sobre la gran variabilidad
lingüística que presentan los pidgin y los criollos, una variabilidad y una inestabilidad
que ha llevado a algunos sociolingüistas a pensar que estas variedades no son sus
ceptibles de análisis análogos a los que se practican en otro tipo de comunidades,14 y
que ha servido de fundamento para que muchos criollistas defiendan una interpreta-
ción polilectal de los usos pidgin y criollos, como señalamos en el capítulo dedicado
al concepto de variación lingüística: frente al concepto de gramática comunitaria, los
criollistas han propuesto el de complejo polilectal que interpreta la variación lingüís
tica de una forma dinámica; la variación se manifiesta precisamente en los estadios
intermedios de difusión de un cambio lingüístico.
15. Se habla de los pidgin y criollos como simplificaciones que los señores, patronos y comerciantes ha
cían para hablar con sus esclavos o empleados, como si de un baby-talk se tratara; también se ha pensado que
fueron los esclavos los responsables de tales simplificaciones, en el proceso de adquisición de las lenguas eu
ropeas. Para todo ello, véase F, Tarallo y T. Alkmin, Palores crioulos. Lingitas em contato, San Pablo, Atica,
1987.
16. Pidgin and Creóle Langnages, lthaca, Nueva York, Cornell University Press, 1966.
17 Véase «The Origin of European-based Creóles and Pidgins», Orbis, 14 (1965), pp. 509-527
18. Véase «Die Lingua Franca», Zeitschrift fiir Rotnanische Philologie, 33 (1909), pp 441-461. También
Pidgins and Creóle Langttages, ob. cit.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 285
19. Véase G. de Granda, Lingüistica e historia-, rentas afro-hispánicos, Valladolid, Universidad de Va-
Uadolid, 1988.
20. «Palenquero: A Spanish-Based Creóle of Northern Colombia», Lingua, XXIV (1970), pp. 254-267
21. Véase D Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, ob. cir., p. 19 y ss
286 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
a) Papiamento. Esta lengua criolla hispánica se formó a lo largo del siglo xvn
en la isla de Curazao y hoy se utiliza en esa isla y en las islas de Aruba y de Bonai-
re, que forman parte de las Antillas Holandesas. Se trata de una variedad que es re
sultado de la mezcla de varias lenguas: el español, el portugués, el holandés y lenguas
africanas. La lengua oficial de las Antillas Holandesas es el holandés, sin embargo casi
el 80 % de una población de unos 250.000 habitantes habla el papiamento.
Las condiciones y vicisitudes sociohistóricas de un territorio acaban determinan
do el peso que finalmente ha de tener cada una de las lenguas mezcladas. Según ha
demostrado D. Monteanu, el español, presente desde los primeros momentos hasta
nuestros días y lengua de los grupos sociales más prestigiados, ha sido el principal
foco de influencias lingüísticas convirtiéndose en la lengua base o madre del papia
mento.23
22. A esta lista se ha añadido, en medio de una interesante controversia, el bozal caribeño. El carácter
criollo de esta variedad ha sido puesto en tela de juicio por algunos especialistas, que consideran que en el
Caribe hispánico no existieron lenguas de esta naturaleza (véase H. López Morales, Sociolingiiistica, 2 “ ed ,
Madrid, Gredos, 1993, p. 148). Para Germán de Granda el bozal de Cuba sería una variedad derivada del pro-
tocriollo afroportugués; y lo mismo opina Megenney de la variedad afroespañola de la República Dominica
na, si bien Lipski prefiere pensar en un protocriollo afrohispánico. Véase un análisis de la cuestión y la bi
bliografía pertinente en la obra de D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, ob. cit., pp. 27-30.
Por otro lado, Germán de Granda incluye en la lista el criollo de Uré, el criollo del departamento de Chocó
(Bolivia) y el habla del palenque de Ecuador, todos ellos ya desaparecidos. Al mismo tiempo habla de una
variedad de español de los bilingües de Guinea que no ha sido reconocida por A. Quilis. Véanse G. de Gran
da, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Madrid, Gredos, 1978; A. Quilis, La lengua es
partóla en cuatro mundos, ob. cit. Tenemos muy pocas noticias de otras hablas mencionadas, por ejemplo, por
Roña: el criollo de Trinidad, el de Portobelo (Panamá) y algunos criollos que sobreviven aisladamente en Ve
nezuela, Cuba y la República Dominicana. Véase D. Monteanu, ob. cit., p. 26. Del criollo de Panamá no se
habla en E. Alvarado, El español de Panamá, Panamá, Editorial Universitaria, 1971; véase, sin embargo, J. M
Lipski, «El lenguaje de los congos panameños: ¿vestigios de un criollo afrohispánico?», en Actas del V il Con
greso de la ALFAL, II, Santo Domingo, ALFAL, 1989, pp. 63-79.
23 No existe unanimidad, sin embargo, acerca de la procedencia española: en general, los defensores
de la hipótesis de la monogénesis propugnan un origen afroportugués, para esta y para las demás variedades.
Véase el análisis de las teorías sobre el origen del papiamento que ofrece D. Monteanu, ob. cit., pp, 84-116.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 287
Shon Arey tabatin un tereno grandi, cu tabata yen di brigamosa. Nada e no por a
haci cu e tera ey, p’esey el a bai busca hende, cu quier roza e lugar. Esun, cu por
rosa e tera, sin grawata su curpa, lo hanja un baca grandi y gorda. Ma esun cu gra-
wata, lo mester caba su bida na palu di horca.
(Su Majestad el Rey tenía un terreno extenso, que estaba lleno de pringamozas.
No podía hacer nada con esa tierra y por eso se puso a buscar gentes que quisie
ran rozar el campo. Quien pudiera hacerlo sin rascarse, recibiría una vaca grande
y gorda. Pero el que se rascara, perdería la vida en la horca.)
24. Presentado por D. Monteanu en su libro El papiamento, lengua criolla hispánica, Madrid, Gredos,
1996, pp. 432-434.
25. «Palenquero: A Spanish-Based Creóle of Northern Colombia», art cit.
288 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
lwáqgo ci ma lwággo
ci mari lwággo de aggóle
hwáh gü gü me ñamo yo
kwág di soto salí ma muhé
o le le
o le le le le
ci ma lwággo
ci man koggo
ci mari lwággo de aggóle
hwág gü gfi me ñamo yo
kwág di soto salí ma muhé
o le le
o le le le le
26. Véase W. Megenney, El palenquero, Un lenguaje post-criollo de Colombia, Bogotá, Instituto Caro y
Cuervo, 1986; La influencia del portugués en el palenquero colombiano, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1983.
G„ de Granda, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Madrid, Gredos, 1978.
27. El palenquero, ob. cit., pp. 78-79.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 289
un día el nana di huan ya manda konele kompra sal na tyangge. kuando ta bolbe
ya si huan ya pasa le na un río. Byen bonito gayót el agua y ya pensa le baña an
tes de bolber na kasa. para hende no roba su sal el mana hente ya pone ele sal na
rio ya saka le un grande pyedra ka ya pone ele ensima del sal para tapa. Al aka-
bar ya ele de baña y nada ya empesa le buska ke buska kon el sal pero no hay mas
ele enkontra kay ya diriti ya el salina agua.
(Un día la madre de Juan le envió a comprar sal al mercado. Al regresar Juan, pasó
junto a un río. El agua era muy hermosa y decidió bañarse antes de volver a casa.
Para que no pudieran robar la sal, la colocó en el río y la cubrió con una gran pie
dra. Cuando terminó de bañarse y de nadar, empezó a buscar y buscar la sal, pero
no pudo encontrarla, ya que se había disuelto en el agua.)
Reflexiones y ejercicios
3. ¿Piensa que las lenguas pidgin o criollas son variedades deformadas, que han
de ser sustituidas por lenguas de cultura y cuyos hablantes no disfrutan del prestigio
social? ¿Qué argumentos esgrimiría para defender su opinión? ¿Considera que toda
persona debería conocer, al menos, una lengua de prestigio?
Orientaciones bibliográficas
32. «Islas Marianas», en M. Alvar (dir.), M anual de dialectología hispánica. E l español de América,
ob. cil., pp. 244-248. Véase también C.-P Albalá y R. Rodríguez-Ponga, Relaciones de España con las islas
M arianas La lengua Chamorra, Madrid, Fundación Juan March, 1986.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 291
y de H. López Morales (Sociolingiiística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 143-153),
así como el interesante e instructivo libro de F. Tarallo y T. Alkmin, Fulares crioulos.
Línguas em contato (San Pablo, Atica, 1987). También puede resultar muy útil la lec
tura del capítulo I de la obra de D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispáni
ca (Madrid, Gredos, 1996). En relación con la interpretación paralela de la formación
de los criollos y de la adquisición de segundas lenguas, véase el libro de D. Larsen-
Freeman y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas
(Madrid, Gredos, 1994, pp. 233-247.).
Acerca de los criollos hispánicos y las variedades hispánicas de contacto, merece
la pena consultar los siguientes trabajos: A. Quilis, La lengua española en cuatro
mundos (Madrid, Mapire, 1992); G. de Granda, Estudios lingüísticos hispánicos,
afrohispánicos y criollos (Madrid, Gredos, 1978); M. Alvar, «Cuestiones de bilingüis
mo y diglosia en el español», en El castellano actual en las comunidades bilingües de
España (Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48); y M. Alvar (dir.), Ma
nual de dialectología hispánica. El español de España y El español de América (Bar
celona, Ariel, 1996).
Cuarta parte
✓ /
La mayoría de los lingüistas están de acuerdo en aceptar que 1964 fue una fecha
especial para el desarrollo de la sociolingüística moderna. En efecto, aquel año tuvo
una singular significación porque nuestra disciplina recibió un impulso que facilitó su
desarrollo y despertó el interés de un buen número de especialistas. La importancia
de la fecha estuvo en que por aquel año se celebraron en Estados Unidos varias reu
niones de interés. A mediados de mayo se celebró una Conferencia sobre Sociolin
güística en Los Angeles (UCLA); los trabajos sobre los que se plantearon los colo
quios y discusiones fueron publicados por William Bright.1 Unos meses más tarde, la
Universidad de Indiana albergó otro encuentro sobre sociolingüística; la mayor parte
de los estudios allí presentados han sido recogidos por Stanley Lieberson.2
Entre estos congresos y simposios hubo algunas diferencias, notables, que ence
rraban cierto valor simbólico. La reunión de la UCLA fue convocada por el Center
for Research in Languages and Linguistics, es decir, por un centro dedicado específi
camente al estudio del lenguaje, y fueron lingüistas y antropólogos, principalmente,
Los niños que crecen aislados no lo utilizan [el lenguaje]; es usado por los seres hu
manos en un contexto social, para comunicarse sus necesidades, ideas y emociones
unos a otros. Los monólogos egocéntricos de los niños resultan ser desarrollos se
cundarios derivados del uso social del lenguaje y muy poca gente emplea mucho
tiempo en hablar a solas. Es cuestionable que las frases que no comunican nada a
nadie formen parte del lenguaje. ¿En qué sentido puede la «sociolingüística» ser
considerada como algo aparte de la «lingüística»?7
Entre los lingüistas que prestaron una mayor atención a los principios enuncia
dos por Saussure, hay que destacar a André Meillet y a Charles Bally, insignes re
presentantes de la «escuela lingüística sociológica». La aplicación de estas ideas se
hizo sobre materiales tanto sincrónicos como diacrónicos, procurando explicar en
todo lo posible la llamada historia externa de los cambios lingüísticos.
Por su parte, la lingüística norteamericana de principios del siglo xx tuvo, ade
más de Leonard Bloomfield, dos figuras relevantes: Edward Sapir y Franz Boas. Am
bos mostraron un gran interés por la antropología y potenciaron la colaboración en
tre lingüistas y antropólogos para dar cuenta de un objeto de estudio: las lenguas
amerindias. La recogida y descripción de esas lenguas obligó a un trabajo sobre el te
rreno que permitió acumular experiencias reales acerca del funcionamiento de la len
gua en los grupos sociales.
Algo parecido ocurrió con los estudios lingüísticos del Reino Unido. John R.
Firth realizó gran parte de su trabajo sobre los materiales aportados por antropólo
gos como Malinowski:s la transcripción y traducción de textos etnográficos exigía te
ner presente el contexto situacional en que fueron emitidos. Firth llegó a proponer
una teoría contextual del lenguaje (sistémica) que partía de la idea de que el signifi
cado de un elemento lingüístico es una función en su contexto. Este principio fue uti
lizado algo más adelante por M. A. K. Halliday para desarrollar una interpretación
de la lengua como una semiótica social, una interpretación social del lenguaje y del
significado.S.*9
En el otro extremo de Europa, en el segundo tercio del siglo xx, se desarrolló
una escuela de gran importancia para la historia de la lingüística: el Círculo de Pra
ga. La primera tesis de este círculo, presentada en el I Congreso de Filólogos Eslavos
en 1929, proponía una concepción funcional de la lengua y en otra tesis se hablaba de
la importancia de las relaciones entre los sujetos hablantes que se encuentran en con
tacto lingüístico, de su grado de cohesión social, profesional, territorial y familiar, y
de su pertenencia a diversas colectividades.10 Siguiendo esta línea funcionalista, Ro
mán Jakobson trabajó para fijar los factores y las funciones de la comunicación y pro
puso un estudio del lenguaje centrado en analizar todas y cada una de esas funciones.
Los estudios de Dell Hymes, representante de la tendencia llamada etnografía de la
comunicación, tienen en cuenta el modelo funcional de Jakobson y lo introducen en
el campo de la etnografía.
En otros derroteros, desde finales del siglo xix, tanto la dialectología11 como la
geografía lingüística han prestado atención al lenguaje desde un punto de vista social:
Schuchardt, por ejemplo, fue uno de los pioneros en el estudio de las lenguas crio
llas.12 La idea de que las comunidades lingüísticas no son homogéneas fue demostrada
por el abate Rousselot en 1891 y, algo más adelante, Louis Gauchat probó la exis
tencia de variación lingüística entre los habitantes de la localidad de Charmey y con
cluyó que esa variación venía determinada por factores como el sexo, la edad o la pro
fesión de los hablantes.13
La geografía lingüística, por su parte, también ha conocido proyectos, encabeza
dos por el Atlas Italo-suizo de Jud y Jaberg,14 en los que diversos factores sociales han
S. Véase CoraI Gardens an d their Magic, 2.a ed., Londres, Alien & Unwin, 1966. También E. Ardener
el al., A ntro polog ía social y lenguaje, Buenos Aires, Paidós, 1976.
9. Véanse J. R. Firth, Papers in linguislics 1934-1951, Londres, Oxford University Press, 1957; «A sy-
nopsis of linguistic theory», Studies in Linguistics Analysis, Oxford, 1957; M. A. K. Halliday, Towards a So
ciológicaI Semantics, Urbino, Universitá di Urbino, 1972; Explorations in the Functions o fL ang uag e, Londres,
Edward Arnold, 1973; Learning H ow lo Mean: E xplorations in the developrnent oflanguage, Londres, Edward
Arnold, 1974; Language as social seniiotic. The social interpretation o f language and meaning, Londres, Ed
ward Arnold, 1978 (trad. al esp. E l lenguaje corno semiótica social, México, Fondo de Cultura Económica,
1982).
10. Véase B. Trnka el al., E l C irculo de Praga, Barcelona, Anagrama, 1972, p. 30 y ss.
11. Véanse M. Cortelazzo, Avviam ento critico alio studio della dialettologia italiana, I, Pisa, Pacini ed.,
1969; B. Terracini, «II concetto di lingua comune e il problema dell'unitá di un punto lingüístico mínimo», B o-
lletino d e ll’A lla nle Linguistic Italiano, 5-6 (1960), pp. 14-24; J. Séguy, Le franqais parlé a Toulouse, Toulouse,
1950.
12. Véase Slawo-deutsches und Slawo-italienisches, Graz, 1884.. S. G. Thomason y T. Kaufman, L a n
guage C ontad, Creolization, and Genetic Linguislics, Berkeley, 1988.
13. «L’unité phonétique dans le patois d’une commune», Festschrift H einrich M o rf: A is romanischen
Sprachen und Literattiren, Halle, 1905.
14. Sprach und Sachadas Italiens und de r Siidschweiz, Zofingen, Ringier, 1928-1940,
TEORÍAS. MÉTODOS Y APLICACIONES 299
tenido un lugar destacado.15 Pensamos, por ejemplo, en los atlas lingüísticos norte
americanos, encabezados por los trabajos de Kurath,16 en el Atlas lingüístico diatópi
co y diastrático del Uruguay, proyectado por Thun, Forte y Elizaincín,17 en el Atlas
lingüístico de México, dirigido por J. M. Lope Blanch,18 en el Atlante lingüístico de la
Sicilia, dirigido por Ruffino,19 o en el Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla -
La Mancha, de García Mouton y Moreno Fernández.20 Todos estos proyectos han
conformado unas experiencias dignas del desarrollo que posterior o paralelamente se
ha conocido en el campo de la sociolingüística.21*
Una vez que la sociolingüística fue reconocida no sólo como una forma de hacer
investigación, sino como una corriente de estudio capaz de explicar multitud de as
pectos anteriormente mal tratados y de aportar nuevos principios teóricos y nuevas
posibilidades metodológicas, la disciplina se ha ido consolidando, a la vez que ha au
mentado el número de investigadores que le dedican toda su atención.
La sociolingüística actual desarrolla su actividad investigadora en tres campos
principalmente: la sociolingüística cuantitativa urbana o variacionismo, la sociología
del lenguaje22 y la etnografía de la comunicación. Entre estas corrientes hay diferen
cias teóricas y metodológicas importantes,23 que quedan reflejadas en las cuatro re
vistas más difundidas de la especialidad: International Journal ofthe Sociology o f Lan
guage, dirigida por Joshua Fishman, es de tendencia claramente sociológica (socioló
gica lingüística, se entiende); Language in Society, dirigida por Dell Hymes, tiene un
aire ecléctico, aunque hay lugar, y muy marcado, para la etnografía de la comunica
ción; Language Variation and Change, dirigida por David Sankoff, William Labov y
Anthony Kroch, es de naturaleza rigurosamente variacionista y responde a un deseo
expreso de desmarcar la sociolingüística de Labov de otras corrientes más o menos
cercanas; Journal ofSociolinguistics, dirigida por N. Coupland y A. Bell, tiene una in
tención interdisciplinaria, si bien deja un lugar importante al análisis de la conversa
ción y del discurso, a la lingüística textual y a todos los aspectos comunicativos de la
vida social.
Aunque éstas son las líneas de trabajo más cultivadas dentro de la sociolingüís-
15. Véase F. Moreno Fernández, «Método geolingüístico y método sociolingüístico. El factor “sexo” en
los atlas», en E Radtke y H Thun (coord ), Nene Wege der Romanischen Geolinguistik, K iel, Westensee, 1996,
pp. 92-112.
16. Handbook ofthe Linguistic GeographyofNew England.TJ ed., Providence, Brown University, 1973.
17. «El Atlas Lingüístico Diatópico y Diastrático del Uruguay (A D D U ). Presentación de un proyecto»,
Iberoromania, 30 (1989), pp. 26-62.
18. Lope Blanch, J. M ., «El Atlas Lingüístico de México», Lingüistica Española Actual, X I I I (1991),
pp. 153-171.
19. Véase Dialettologia urbana e analisi geolinguistico, Palermo, Centro di Studi Filologici e Linguistici
Siciliani, 1991.
20. «Sociolingüística en el Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed.),
Actas del Primer Congreso Anglo-Hispano, Madrid, Castalia, 1993, pp 139-149.
21. Los atlas regionales dirigidos por M . Alvar atienden a factores sociales en las ciudades más desta
cadas. Véase, por ejemplo, el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (con la col. de A. Llórente y G.. Sal
vador), Granada, CSIC , 1961-1973.
22 Véase de J. Fishman, The Sociology o f Language, Rowley, Mass , Newbury House, 1972 (trad al
esp. Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979); J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology o f Langua-
ge, La Haya, Mouton, 1968; J. Fishman, R L. Cooper y R. Ma (eds ), Bilingitalism in the Barrio, Blooming-
ton, In ., University o f Indiana Press, 1971.
23, Véase F. Moreno Fernández, Sociolingiiisrica en Estados Unidos (1975-1985). Guia bibliográfica cri
tica, Málaga, Agora, 1988; Metodología sociolingiiistica, Madrid, Credos, 1990.
300 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE
tica, en sentido amplio, debe tenerse en cuenta que en cada país hay unas tradicio
nes, unas escuelas, unos usos investigadores, unas convenciones de estudio y unas pe
culiares situaciones sociolingüísticas que determinan, de forma concreta, el modo en
que una tendencia se cultiva y la procedencia de los estudiosos que le dedican sus afa
nes. En cualquier caso, al margen de tradiciones particulares, la sociolingüística an-
glo-norteamericana, especialmente la estadounidense, ha marcado el ritmo de la ma
yor parte de las investigaciones recientes.24
Ahora bien, existe la posibilidad de encontrar un nivel de análisis aún más con
creto que el «micronivel» que propone Fishman: pensamos en un nivel eminente
mente lingüístico que tenga que ver con el estudio de la variación sociolingüística. Si
se tiene en cuenta esta tercera posibilidad, se puede concluir que el llamado «nivel
macrosociológico» sería el objeto prioritario de una sociología del lenguaje, que el «ni
vel microsociológico» sería el objeto de lo que se conoce como etnografía de la co
municación, aunque no se excluyen los estudios hechos desde la sociología o desde la
psicología social, y que en un tercer nivel encontraríamos el objeto de una sociolin-
giiística estricta.
Así pues, si en vez de trabajar desde una perspectiva sociológica, como Fishman,
lo hiciéramos con una perspectiva epistemológicamente más amplia, podríamos dis
tinguir varios niveles de análisis, que denominaríamos niveles sociolingiiísticos: un ni
vel sociológico, en el que se abordaría el estudio sociológico de las lenguas y de los
fenómenos lingüísticos en las comunidades de habla, un nivel etnográfico, en el que
se practicaría el estudio etnográfico de las lenguas en las comunidades de habla y en
los grupos sociales, y un nivel lingüístico, en el que se analizaría la variación en su
contexto social.
La etnografía de la comunicación
27, Véase «Basic Issues in the Sociology of Language», Lartgitage, 43 (1968), pp. 586-640.
28. Se ha hecho alusión a ella en el primer apartado de este capitulo.
302 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Un medio interesante de comprender cuáles son los límites de esta corriente in
terdisciplinaria puede ser pasar revista a los fenómenos que han constituido su obje
to de estudio. Algunos de ellos son los siguientes: pautas de comunicación (saludos,
despedidas, felicitaciones, etc.), funciones comunicativas (relacionadas con los princi
pios de la pragmática), naturaleza y definición de la comunidad de habla, instrumen
tos de comunicación, componentes de la competencia comunicativa, relación entre la
lengua y la visión del mundo, la lengua y la organización social, universales lingüísti
cos y sociales (lengua y cultura).
Pese a todo, no hay que perder de vista que los factores etnográficos pueden ser
importantes en cualquier investigación sociolingüística, antes y después de ponerla en
práctica: antes, para que la recogida de los materiales lingüísticos se realice de una
forma adecuada a las características comunicativas de la comunidad de habla; des
pués, para hilvanar las conclusiones puramente sociolingüísticas con otros procesos
comunicativos que se producen en la sociedad. Si se quieren salvar las demás distan
cias, basta con señalar oportunamente si se está hablando de sociolingüística en sen
tido estricto o de sociolingüística en sentido amplio. Por lo demás, aunque a simple
vista este problema se plantee en el seno de una sociolingüística amplia, lo cierto es
que puede tener su proyección en un campo más general, porque si hay dificultades
para interpretar la etnografía de la comunicación como sociolingüística, también las
hay para considerarla simplemente como lingüística.
Al margen de las aportaciones que la etnografía de la comunicación ha hecho al
campo de la sociolingüística propiamente dicha o de la antropología, han de valorar
se los aportes realizados a otros campos, como la psicolingüística, la lingüística apli
cada y la lingüística teórica. En el campo de la psicolingüística, la etnografía de la co
municación ha significado un aumento del interés por los procesos de adquisición de
las formas de hablar utilizadas en interacciones de sociedades particulares. Por otro
lado, el análisis de las patologías del lenguaje debe atender a datos culturales especí
ficos sobre lo que se considera normal o patológico dentro de cada comunidad. Ade
más, cualquier estudio que pretenda dar cuenta de procesos o estrategias comunica
tivas universales debe manejar informes y descripciones de culturas muy diferentes,
para lo cual el relativismo de los métodos etnográficos puede ser de gran utilidad.
En el campo de la lingüística aplicada, la etnografía de la comunicación ha con
tribuido a identificar lo que un estudiante de una segunda lengua debe saber para co
municarse en esa lengua de forma apropiada en contextos diferentes. A la vez, esta
disciplina contribuye a comparar de forma satisfactoria los sistemas comunicativos de
culturas diferentes: de esta manera se pueden comprender mejor tanto los problemas
y las características que presenta la interacción comunicativa, como los problemas y
características que presentaría la traducción entre lenguas de culturas muy diferentes.
En cuanto a la lingüística teórica, se beneficia de la contribución de la etnogra
fía en el estudio de las formas y usos lingüísticos universales, así como en la descrip
ción y análisis de lenguas comparadas. Los etnógrafos pueden ayudar a formular ade
cuadamente una teoría de la lengua y de la competencia lingüística.
Sin negar el interés y el valor de los estudios de etnografía de la comunicación,
en 1977 Joel Scherzer hacía una serie de denuncias que, en parte, han mantenido su
vigencia hasta la actualidad.34 Scherzer reconoce los valores de la etnografía creada
Orientaciones bibliográficas
35. Además estaría, por ejemplo, la dificultad de analizar los procesos tácitos de la interacción social, lo
que Goffman ha denominado «laconismo de la conversación», muy complicados de valorar para un investi
gador ajeno a la comunidad estudiada.
306 P R IN C IP IO S DE S O C IO L IN G U í STIC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Variacionismo y cuantificación
1. Véase The social stratification o f English in New Y ork City, Washington, D.C, Center for Applied
Linguistics, 1972. Sociolinguistic parteras, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1972. Langitage in lite
inner city. Smdies in rhe B la c k English vernacular, Filadelfia, University of Pennsylvania Press.
2. La sociolingüística canadiense, al menos en su corriente variacionista, es continuadora de los plan
teamientos de Labov. Véase D. Sankoff (ed.), Linguistic Variation. Models and methods, Nueva York, Aca-
demic Press, 1978; H. Cedergren y D. Sankoff, «Variables rules: performance as a statistical reflection of com-
petence» Language, 50 (1974), pp. 333-355.
3. Véase U. Weinreich, W. Labov y M. Herzog, «Empirical Foundations for a Theory of Language
Change», en W. P. Lehmann e Y. Malkiel (eds.), D irections f o r H islorical Linguistics. A symposiurn. Austin,
University of Texas Press, 1968, pp. 189-195
308 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E
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.
Fuente: H. López Morales, «La sociolingüística actual», en F, Moreno Fernández (comp„), Estudios sobre variación lin
güística, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990..
mente; esto ocurre con las más altas probabilidades cuando la vocal anterior es /o/ y
en segundo lugar /a/, si la Id/ pertenece al morfema -d- de participio y si las vocales
que le siguen son lo/ y después /a/. A la información lingüística se añadiría la corres
pondiente a las probabilidades y las condiciones de aplicación social y estilística.
La regla variable sería capaz de explicar en qué medida se cumple un fenómeno
y en qué condiciones lingüísticas y sociales. Frente a las propuestas de «hablante -
oyente ideal» y de «comunidad homogénea», conceptos incompatibles con cualquier
tipo de empirismo, la sociolingüística propone la experiencia de unos usos reales y re
presentativos. Desde el momento en que el variacionismo convierte estas propuestas
en axiomas, aparece el choque dialéctico con el generativismo.6
Sin embargo, el contraste de opiniones no ha hecho que los variacionistas nor
teamericanos pierdan de vista el devenir del generativismo; es más, algunos han in
tentado trabajar desde la «teoría de la rección y el ligamiento» y otros han visto en
el «modelo de principios y parámetros» la posibilidad de un acercamiento formal.7
Una demostración de la importancia que tiene el generativismo para los variacionis
tas norteamericanos está, por un lado, en la propuesta del concepto de «regla varia
ble», pero también en el abandono silencioso que se ha ido haciendo, aproximada
mente desde 1978, de esa misma regla variable en las publicaciones. Entiéndase bien:
no se han abandonado las técnicas estadísticas, sino el uso formal de las reglas: se cal
culan y presentan los factores estudiados y su peso cuantitativo, pero no se redactan
las reglas derivadas de ellos. Las causas de este cambio de orientación son varias: por
una parte está la dificultad de aplicar la regla variable en el campo de la sintaxis trans-
formacional; por otra, una regla variable no explica los fenómenos, sino que simple
mente los describe; finalmente, los sucesivos cambios en el seno del generativismo han
hecho que la elaboración de reglas no se ajuste a las necesidades teóricas más re
cientes. En resumen, la renuncia a formular reglas variables está íntimamente ligada
a la relación entre variacionismo y generativismo.
Muy unido a este problema encontramos el del emplazamiento de la variación
sociolingüística en el conjunto de la lengua; dicho de otra forma, la localización de la
6. F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guia bibliográfica crítica, Má
laga, Agora, 19SS, pp. 12S-130.
7 F. D’Introno, «Teoría lingüística, variación paramétrica y español de América», en H„ López Mora
les y M. Vaquero (eds.), Actas del 1 Congreso internacional sobre el espartoI de América, San Juan. Puerto
Rico. Del 4 al 9 de octubre de 1982, San Juan, Puerto Rico, Academia Puertorriqueña de la Lengua Españo
la, 19S7, pp. 373-3S2
310 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G L ÍS I IC.A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
ciencia del tratamiento de la información que contiene las series de datos proce
dentes de observaciones de fenómenos colectivos (Real Academia de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales),
9. W. Labov, «The Social Motivation of Sound Change», Word, 19 (1963), pp. 273-309.
10. Sobre los análisis multivariables, véase M. García Ferrando, Socioestadistica Introducción a la esta
dística en sociología, 2.” ed., Madrid, Alianza, 1994.
312 P R IN C IP IO S D E SO C10L1NGUÍST1CA Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
de los totales marginales, en unos datos como éstos, nos da una imagen real de cómo
funciona la variación de plural: la aparición de la marca está claramente relacionada
con la función de sujeto y con la clase de los adjetivos.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que en las intersecciones de «clase de pa
labras» y «función» encontramos un mismo número de apariciones posibles del mor
fema (diez en cada caso), hecho que casi nunca se da en los materiales sociolingüísti-
cos reales: lo normal es que ese número varíe de forma notable y que la distribución
de los datos no sea tan uniforme. El cuadro 18.2 representa un ejemplo paralelo al
anterior, en el que no coincide el número de posibles aplicaciones por categoría y fun
ción, aunque las frecuencias relativas parciales sean las mismas.
En este caso, las frecuencias relativas totales no dan una imagen adecuada del
comportamiento variable del fenómeno, porque podríamos interpretar que el hecho
de que el morfema se utilice en una secuencia con función de sujeto o de objeto es
absolutamente indiferente (50 % en cada caso). Pero, aun cuando los datos estén ho
mogéneamente distribuidos, podemos dar con situaciones en las que los totales no son
válidos para el análisis. Esto ocurre en el cuadro 18.3.
Aquí comprobamos que los totales marginales coinciden con los del cuadro 18.1.
Pero tampoco haríamos una interpretación adecuada si no prestáramos atención a la
forma en que están distribuidas las frecuencias parciales. Observamos, efectivamen
te, que la clase de los adjetivos y la función de sujeto favorecen la aparición de la mar
ca; sin embargo, también se aprecia que las dos variables (clase y función) están
interactuando, es decir, ofrecen una información solapada, porque la función objeto
admite la marca en los adjetivos (90 %), pero no en determinantes y nombres (0 %),
mientras que los determinantes y los nombres sólo favorecen la aplicación de la mar
ca cuando pertenecen a un sujeto (100 y 40 %, respectivamente). En un caso así, los
factores no tienen efectos independientes. De todo ello se desprende que, para con
seguir unos valores generales capaces de indicar hasta qué punto unas variables u
otras favorecen la aplicación de un elemento, hay que recurrir a procedimientos ma
temáticos más seguros y complejos.
Los avances técnicos de la sociolingüística han respondido básicamente a una
búsqueda del modelo estadístico más adecuado para analizar un rasgo cuya variación
depende de unos factores lingüísticos y extralingüísticos. Estos avances se han dado
principalmente entre 1969 y 1978. Los progresos matemáticos han ido acompañados
de la creación de programas informáticos que han aplicado los cálculos estadísticos.
El nombre genérico con que se conocen tales programas es VARBRUL.12
El modelo estadístico
12. La bibliografía sociolingüística cuenta con varios estudios en los que se da cuenta de los modelos es
tadísticos y los programas informáticos que se han manejado. Los modelos han sido, por este orden, el mo
delo aditivo (Labov, 1969), el modelo multiplicativo (Cedergren y Sankoff, 1974) y los modelos logisticos (San
koff, 1975; Rousseau y Sankoff, 1978). Los programas utilizados han sido VARBRUL (Cedergren, 1973),
VARBRUL 2 (Sankoff, 1975; Sankoff y Thibault. 1977; Labov y Labov, 1978), VARBRUL 2S (Poplack,
1979), VARBRUL 2S para PC (Pintzuk, 1986) y VARBRUL 3 (Rousseau y Sankoff, 1978; Rousseau, 1989).
Para Macintosh, GOLDVARB 1.6 (Rand y Sankoff, 1989) y GOLDVARB 2.0 (Rand y Sankoff, 1990).
13. Esta decisión, no obstante, tienen algunos inconvenientes serios. Para un buen número de lingüistas
es muy difícil comprender para qué se hace cada una de las operaciones matemáticas, porque no se han ex
plicado convenientemente. Lo mismo ocurre en el terreno de la informática. Ni las instrucciones de los pro
gramas ni los trabajos teóricos explican con detalle cada uno de los datos que aparecen en los archivos de
resultados Esto puede ser muy peligroso con vistas a la interpretación de los fenómenos sociolingüísticos Re
conocemos, no obstante, que cuando se quiere trabajar entre la lingüística y las matemáticas o la informática,
es muy difícil encontrar el punto medio más adecuado a los intereses de todos.
T E O R IA S, M ETO DO S Y A P LIC A C IO N ES 315
CUADRO 18,4. Frecuencias de aspiración de /s/ implosiva, según contexto fónico siguiente*
O/
Variable Asp % No asp /o Total %
* Estos datos y los que aparecen referidos a Isl implosiva proceden de un estudio cuantitativo realiza
do sobre seis localidades españolas, en el limite de las provincias de Toledo y de Cuenca. Los datos son uti
lizados exclusivamente a titulo de ejemplo,. Véase F. Moreno Fernández, «Geolingiiística y variacionismo», en
M. Almeida y J Dortas (eds ), Contribuciones al estudio de la lingüística hispánica. Homenaje al profesor Ra
món Tntjillo, Barcelona, Montesinos / Cabildo de Tenerife, 1997, pp. 347-356,
el cuadro 18.4 se muestran unos datos de aspiración de Isl implosiva en lengua espa
ñola cuando en el contexto fónico siguiente aparece una consonante sorda (s), una
consonante sonora (n), una vocal (v) o pausa.14
En el cuadro 18.5 se muestran unos datos de aspiración de /s/ implosiva recogi
dos en seis hablantes diferentes.
Una vez contados los casos particulares en que se manifiesta una variable, hay
que averiguar, de nuevo mediante un recuento, con qué frecuencia se da ese fenó
meno cuando coinciden distintas variables explicativas. En nuestro ejemplo sobre la
aspiración de /s/ según el contexto siguiente y el hablante, se trata de averiguar cuán
tos casos de aspiración se dan en el hablante 1 cuando el contexto siguiente es una
consonante sorda, cuando es una consonante sonora..., y así sucesivamente con cada
hablante y tipo de contexto.
El cuadro 18.6 recoge la frecuencia de aspiración y de no aspiración (conserva
ción, pérdida) de Isl según el contexto fónico y según el hablante.
Los datos de aspiración de /s/ implosiva así presentados parecen suficientes para
hacer un buen análisis, sin embargo no nos dicen qué importancia, qué peso, tiene
cada una de las variantes explicativas. En la primera cuadrícula tenemos 62 casos de
aspiración de Isl implosiva recogidos en el hablante 1 y ante consonante sorda; pero
14. E n e 1ejemplo que estamos proponiendo, los casos de no aspiración serían los de conservación déla
sibilante más los de pérdida total.
316 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
1 % 2 % 3 % 4 % 5 % 6 % I %
p AP, 10 8 5 5 24 22 6 4 6 4 8 7 59 8
115 92 87 95 83 78 137 96 129 96 106 93 657 92
i 125 92 107 143 135 114 716
i AP, 140 20 246 45 266 51 86 15 149 23 183 36 1.070 30
564 80 306 55 253 49 503 85 498 77 321 64 2.445 70
i 704 552 519 589 647 504 3.515
con los datos de que disponemos no podemos saber cuántos de esos casos se deben
principalmente al hecho de pertenecer a tal informante y cuántos se deben principal
mente al hecho de que el fonema vaya ante consonante sorda. Para conocer este ex
tremo hay que crear un «modelo teórico» que nos indique la probabilidad de que apa
rezca la aspiración en cada una de las circunstancias previstas, teniendo en cuenta sus
posibles combinaciones o cruces.
El «modelo teórico» de la sociolingüística de un fenómeno está formado por un
conjunto de probabilidades, no de frecuencias. Como se refleja en la figura 18.2 (mo
delo logístico), la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico determinado se
consigue mediante un cálculo de regresión, que combina las probabilidades de que
una variante se dé en cada circunstancia específica (factores /,/,...) con un valor cons-
Esta fórmula es el fruto del perfeccionamiento que ha conocido el análisis de la variación a lo largo del tiempo. Por un
lado, permite obtener unos valores «teóricos» o «esperados» que no sobrepasan nunca los límites del 0 % y del 100 % (0 y 1
en términos de probabilidades). Por otro lado, la relación que se establece, dentro del «modelo teórico», entre los casos de
aplicación (variante estudiada dependiente) y los de no aplicación (resto de variantes de variable dependiente) es siempre
simétrica: la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico variable (p = aplicación) siempre es complementaria de la pro
babilidad de que no aparezca (1 — p = no aplicación). Finalmente, tiene la virtud de reunir todos los aspectos positivos de
los diferentes modelos usados por la sociolingüística (aditivo, multiplicativo). Cuando la probabilidad de aplicación de un ras*
go en una circunstancia determinada (p¿) supera el 0.5. se interpreta que lo favorece. Véase P. Rousseau y D. Sankoff. «Ad-
vances ¡n Variable Rule Methodology», en D. Sankoff (ed.), Unguislic Varíalion. Models and Methods, Nueva York, Acade-
mic Press. 1978, p. 62.
tante (p0). Las probabilidades específicas se calculan a partir de las frecuencias reco
gidas en una comunidad.15
En estadística es muy frecuente la utilización de ciertas técnicas para contrastar
hipótesis y para conocer si la distribución interna de unos datos se debe a factores ac
cidentales o a errores. La hipótesis de partida en esta clase de análisis se denomina
«hipótesis nula», según la cual ninguno de los factores estudiados tendría un efecto
sistemático sobre la aparición de un fenómeno. La creación de un modelo teórico sir
ve para probar si la disposición de unos datos se debe al azar o si se explica realmente
por la influencia de ciertos factores. Se trata, por lo tanto, de demostrar que la hipó
tesis nula es falsa y que los factores analizados tienen algún poder de determinación,
mayor o menor, según los casos.
La sociolingüística variacionista utiliza una prueba para conocer hasta qué pun
to son significativos los parámetros del «modelo teórico», esto es, la bondad del ajus
te entre el modelo y los datos: la función de la verosimilitud (likelihood). Según San
koff, el principio de la máxima verosimilitud proporciona una estimación de los efec
tos de las variables explicativas, que consiste en elegir el conjunto de valores que más
probablemente ha generado los datos Este principio puede tener aplicación en muy
diversos campos.. En medicina, por ejemplo, permitiría seleccionar, entre todas las po
sibles causas del cáncer de pulmón, cuál es la combinación de factores que debe ser
considerada como la que más favorece la enfermedad; en economía, ayudaría a co
nocer la probabilidad de ser o no ser un desempleado en función de una serie de ca
racterísticas individuales o sociales. La verosimilitud está relacionada con las proba
bilidades calculadas para cada variable y sirve tanto para indicar cuáles son las pro
babilidades más adecuadas para las variantes de una variable, como para determinar
cuál es la combinación de variables que mejor se corresponde con los datos.
El análisis de regresión de los materiales de /si implosiva que nos están sirvien
do de ejemplo aportaría unos resultados como los que se muestran en el cuadro 18.7.
Según se nos informa en el cuadro 18.7, el input o probabilidad media de que se
produzca la aspiración de /si es de 0,224 (las probabilidades se expresan con valores
que van de 0 a 1), es decir, se trata de un fenómeno de probabilidad baja. Cuando
Input: 0,224
Log de verosimilitud: -1.609,472
Signif.: 0,000
15. El valor constante se denomina p0 y también input, probabilidad de input. efecto medio o media co
rregida: se consigue a partir de una media del peso de las diferentes variables, que, a su vez, es proporcional
al número de datos asociado a cada variante. Este valor compensa las diferencias que pueda haber en las pro
babilidades de dos o más variables explicativas diferentes y sirve como punto de referencia.
3 IS PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA V SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
aparece, lo hace con una mayor probabilidad en los hablantes 2, 3 y 6 que en los de
más y, sobre todo, cuando el contexto siguiente es ocupado por una consonante, sea
sorda o sonora: las probabilidades que están por encima de 0,5 favorecen el fenóme
no y las que están por debajo lo desfavorecen. En lo que se refiere al nivel de signi
ficación de nuestro análisis, observamos que la probabilidad de error (Signif.: 0,000)
está muy por debajo del límite fijado convencionalmente para las ciencias sociales
(0,05). El valor del logaritmo de verosimilitud nos indica que los datos aquí presen
tados corresponden a la fase más verosímil de todo el análisis.
En resumen, la sociolingüística variacionista ha dedicado una parte importante
de sus esfuerzos al perfeccionamiento de unas técnicas cuantitativas de análisis, en
caminadas a determinar la incidencia de los contextos lingüísticos y sociosituaciona-
les sobre la variación lingüística.. Aunque el variacionismo norteamericano siempre ha
hecho sus consideraciones teóricas y metodológicas desde posiciones cercanas al ge-
nerativismo, lo cierto es que algunos de sus conceptos fundamentales son difíciles de
conciliar. Por otra parte, el análisis probabilístico se ha convertido en una herra
mienta de estudio susceptible de ser utilizada desde diversos marcos teóricos.
El método variacionista busca el cálculo de la probabilidad de que aparezca un
rasgo lingüístico determinado en unas circunstancias lingüísticas, sociológicas y con
textúales determinadas. A partir de los datos de frecuencia recogidos en un grupo de
hablantes, se crea un modelo teórico formado por las probabilidades de que se dé un
fenómeno cuando concurren diversas circunstancias. La estadística se encarga de pre
cisar hasta qué punto las probabilidades calculadas son verosímiles y cuáles son las
circunstancias que, al darse simultáneamente, pueden explicar mejor un hecho lin
güístico.
Orientaciones bibliográficas
Las líneas maestras del variacionismo han sido presentadas por H. López Mora
les en su manual Sociolingüística (2.a ed., Madrid, Gredos, 1993) y más brevemente
en el estudio «La sociolingüística actual» (en F. Moreno Fernández (ed.), Estudios so
bre variación lingüistica, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990, pp. 79-87).
Para cuestiones metodológicas, se recomienda la lectura del libro de F. Moreno
Fernández, Metodología sociolingüística (Madrid, Gredos, 1990) y del artículo «So
ciolingüística, estadística e informática» (Lingüística, 6, 1994, pp. 95-154), donde se
amplía lo que aquí hemos tratado. También es enormemente útil la obra de H. Ló
pez Morales, Métodos de investigación lingüística, Salamanca, Colegio de España,
1994.
C a p ít u l o 19
1. Pp 7-20. El artículo de Trim está redactado siguiendo fielmente el orden de las preguntas del cues
tionario de Efstathiadis
320 P R I N C I P IO S D E S O C I O L I N G Ü Í S T I C A Y S O C I O L O G Í A D E L L E N G U A J E
2. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guia bibliográfica cri
tica, Málaga, Agora, 1988, pp. 15-17; Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, pp. 41-45; 200-204,
3. Un ejemplo de ello lo tenemos en los estudios de disponibilidad léxica. Véase H, López Morales, En
señanza de la lengua materna. Lingüistica para maestros de español, Madrid, Playor, 1985; M. Echevarría,
O. Herrera, P. Moreno y F. Prádenas, «Disponibilidad léxica en Educación Media», Revista de Lingüistica
Teórica y Aplicada, 25 (1987), pp. 55-115.
4. Harmondsworth, Penguin, 1973.
TEORIAS. METODOS Y APLICACIONES 321
5. No obstante, las ideas de Corder sobre la aplicación de la estadística al estudio de la lengua están bas
tante alejadas de los conocimientos más recientes (pp. 21S-222).
6. J. Green y C. Wallat (eds.), Ethnograplty and Languagein Educational Settings, Norwood, N.J., Ablex
Publishing Corporation, 1981.
7. En este campo también han sido importantes las aportaciones procedentes de la corriente etnometo-
dológica, preocupada por las interacciones lingüísticas cara a cara, y de la psicología social de E. Goffman.
Véanse H Sacks, «On Sociological Description», Berkeley Journal o f Sociology 8 (1983), pp. 1-16; J. Schen-
kein (ed.), Studies in ihe Organizalion o f Conversational Inleraclion, Nueva York, Academic Press, 1978;
E. Goffman, Forms ofTalk, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1981. La teoría tipológico-funcional
de Givon se mueve entre la pragmática y el estudio de las interacciones cara a cara. Véase T. Givon, On un-
derstanding granimar, Nueva York, Academic Press, 1979.
322 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
8. La etnografía de la comunicación, no obstante, se ha preocupado poco por las fases iniciales de ad
quisición de las primeras lenguas.
9. Language, Nueva York, H. Holt & Co„ 1933.
10. M. Canale, «From communicative competence to communicative language pedagogy», en J. C. Ri
chards y R, W. Schmidt (eds.), Language and Communication, Londres, Longman, 1983, pp. 2-27.
11. Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1971. Puede encontrarse más fácilmente en J, B. Pride
y J. Holmes (eds ), Sociolinguistics, Harmondsworth, Penguin, 1972, pp. 269-293. La primera versión de este
trabajo se presentó en la Research Planning Conference on Language Development Among Disadvantaged
Children, celebrada en la Universidad de Yeshiva en 1966.
TEORIAS. METODOS Y APLICACIONES 323
trategias las relaciones entre las funciones sociales de los individuos y en qué medida
influyen, en el proceso de adquisición, la familia, los compañeros, la organización del
sistema educativo y las creencias de la comunidad La adquisición de la competencia
comunicativa se realiza principalmente a través de la interacción comunicativa, que a
su vez contribuye a la construcción progresiva de la identidad social de los hablantes
y del significado social de los usos lingüísticos.1617
16. M. A. K. Halliday, Learning Howio Mean: Explora/ions in /he Developrnen/ o f Langnage, Londres,
Edward Arnold, 1975,.
17. Joshua Fishman propuso el concepto de «dominio» para explicar el fenómeno de la elección de len
gua en contextos bilingües, principalmente.
T E O R IA S . M ET O D O S Y A PLIC A C IO N ES 325
—siguiendo a Wolfram—22 añade otras dos: la lengua de los tests no suele ser la len
gua de los niños o de los estudiantes; además, las situaciones comunicativas que apa
recen en los tests no son interpretadas de la misma manera por la persona que ha pre
parado la prueba y por la que tiene que superarla, sobre todo si pertenecen a grupos
sociales bien diferenciados.
En otro orden de cosas, de la misma sociolingüística han nacido algunos inten
tos de utilizar los conceptos de variación y de regla variable con el fin de facilitar la
enseñanza de las segundas lenguas y de las lenguas extranjeras.23 Gatbonton-Sega-
lowitz piensa que el estudiante de una segunda lengua adquiere los rasgos lingüísti
cos de la misma manera en que se produce el cambio de ese mismo rasgo a lo lar
go del tiempo dentro de la lengua.24 Un fenómeno lingüístico, al ser adquirido, se
incorpora, primero, a los contextos en los que encuentra unas condiciones más fa
vorables y posteriormente, a través de contextos intermedios, se va generalizando
hasta que se adquiere en los contextos menos favorecedores. Para analizar este fe
nómeno, Gatbonton-Segalowitz maneja la técnica de las escalas de implicación, ha
bitual entre los criollistas, pero también es posible el análisis con las técnicas varia-
cionistas.
Ralph Fasold cree ver en esta manera de trabajar la posibilidad de un mayor re
finamiento en la enseñanza de la fonética de las lenguas segundas o extranjeras. Si,
como es habitual, los sonidos difíciles de la segunda lengua son más fáciles de pro
nunciar en unos contextos fonéticos que en otros, es conveniente estructurar los
programas de tal forma que los sonidos nuevos que presentan una dificultad mayor
sean introducidos y practicados, en primer lugar, dentro de los contextos que facili
tan la articulación de ese sonido. Una vez que los estudiantes dominan la realización
del sonido en esos contextos, se pasa a los contextos que lo favorecen en menor me
dida25 Esta perspectiva de la enseñanza de lenguas viene en apoyo del carácter con
tinuo del aprendizaje; las pronunciaciones aceptables van aumentado su frecuencia
y su calidad de forma continua a lo largo de los diferentes contextos y, con el tiem
po, de los distintos estilos. En una dirección similar, Adamson ha demostrado que
los principios utilizados para el nivel fonético también pueden ser aplicados a la sin
taxis.26
La teoría de la variación está sirviendo para que la enseñanza de lenguas y el es
tudio de la adquisición no encuentren en la variabilidad un obstáculo, sino una base
firme sobre la que construir sus estrategias. De hecho, ya se han presentado modelos
de adquisición de segundas lenguas creados a partir de las nociones de variación y de
regla variable, aunque no sólo de ellas. Esos modelos, explicados por Preston en su
obra Sociolinguistics and Second Language Acquisition,27 intentan trabajar sobre el
22. «Test interpretaron and sociolinguistic differences», Topics in Language Disorders, 3-3 (1983),
pp. 21-34.
23. R. Fasold, «Variation theory and language learning», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics,
Londres, Academic Press, 1984, pp, 245-261.
24. «Patterned phonetic vanability in second language speech: a gradual difusión model», Canadian Mo
dera Language Review/La Revue Canadienne des Langues Vivantes, 34 (1978), pp. 335-347.
25. «Variation theory and language learning», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, Londres,
Academic Press, 1984, p. 251.
26. Variation Theory and Second Language Acquisition, Washington, D.C., Georgetosvn University
Press, 1988.
27. Oxford, Blackwell, 1989; especialmente pp. 239-272.
TEORIAS. METODOS Y APLICACIONES 327
28., Véase «Interlanguage», International Review o/Applied Lingaistics, 10 (1972), pp 201-231. También
L. Selinker y D. Douglas, «Wrestling with ‘context’ ¡n Interlanguage theory», Applied Lingaistics, 6 (1985),
pp. 190-204; L. Selinker, Reconsidering interlanguage, Londres, Longman, 1992.
29. «The learner’s interlanguage as a system of variable rules», TESOL Qnarterly, 9 (1975), pp 401-407.
30. «On the variability of interlanguage Systems», Applied Lingaistics, 4 (1983), pp. 142-163
31. Second Language Acquisition and Second Language Learning, Oxford, Pergamon, 1981.
32. «Sources of variability in interlanguage», Applied Lingaistics, 6 (1985), pp. 118-131.
33. Véase D. Larsen-Freeman y M. H, Long, Theories in second language acquisition, Londres-Nueva
York, Longman, 1991 (trad. al esp. Introducción a! estudio de la adquisición de segundas lenguas, ob. cit.,
1994).
34. Véase lite pidginization process: a model for second language acquisition, Rowley, Mass., Newbury
House, 1978; «The acculturatlon model for second language acquisition», en R. Gringas (e d ), Second-
language acquisition and foreign language teaching, Arlington, Va., Cerner for Applied Linguistics, 1978,
pp. 27-50; «Social and psychological factors in second language acquisition», en J Richards (ed.), Understan-
ding Second and Foreign Language Learning, Rowley, Mass., Newbury House, 1978, pp. 163-178.
328 principios de socioling Dística y sociología del lenguaje
35 Véase R. Andersen (ed ), Pidginization and creolization as langttage acquisition, Rowley, Mass.,
Newbury House. 1983,
36. Véase D. Larsen-Freeman y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas len
guas, Madrid, Gredos, 1994, pp. 258-266.
37. R. W Andersen, «Determining the Linguistic Attributes of Language Attrition», en R D. Lambert
y B. F. Freed ( e d s The Loss o f Language Skills, Rowley, Mass., Newbury House, 1982, pp. 83-118.; D. R.
Preston, «How to Lose a Language», ¡nterlanguage Studies Bulletin, 6 (1982), pp. 64-87. También C. Silva-
Corvalán, «Cross-generational bilingualism: theoretical implications of language attrition», en T. Huebner y
Ch. Ferguson (eds.), Crosscurrents in Second Language Acquisition and Linguistic Theories, Amsterdam, John
Benjamins, 1991, pp. 325-345.
TEORÍAS, METODOS Y APLICACIONES 329
Orientaciones bibliográficas
PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA
La lengua griega y latina [...], por aver estado debaxo de arte, aun
que sobre ellas an pasado muchos siglos, toda vía quedan en una
uniformidad. Por que si otro tanto en nuestra lengua no se haze
como en aquéllas, en vano vuestros cronistas y estoriadores es-
criven y encomiendan a inmortalidad la memoria de vuestros
loables hechos, y nosotros tentamos de passar en castellano las
cosas peregrinas y estrañas, pues que aqueste no puede ser sino
negocio de pocos años.
A ntonio de N ebrija, Gramática de la lengua castellana, 1492
Norma función
ficación para una lengua estándar en la Noruega actual».1 Desde esa época se han de
sarrollado dos concepciones de la planificación: una instrumental2 y otra sociolin-
güística.3 En la primera, la lengua es vista como un mero instrumento de comunica
ción al que hay que darle la forma objetivamente más sencilla, rentable y práctica
para que esa comunicación sea más eficaz. Desde la concepción sociolingüística se
atiende además a factores como la actitud de los hablantes ante las lenguas o el va
lor simbólico de éstas, aunque se entre en conflicto eventualmente con la estética y
la funcionalidad. A pesar de todo, la evolución de esta corriente no ha conocido im
portantes enfrentamientos entre tendencias opuestas, antes bien su desarrollo se ha
producido con la suma de nuevos elementos, perfeccionando los precedentes. La base
a la que se han incorporado sumandos y sobre la que se han hecho las matizaciones
está constituida principalmente por los trabajos que Einar Haugen.4
En términos generales, se distinguen dos formas de planificar, según los objeti
vos que se marquen. La primera se denomina determinación lingüística y se aplica a
las situaciones que requieren crear o recrear una variedad lingüística (por ejemplo, la
revitalización del hebreo en el Estado de Israel).5 La segunda se conoce con el nom
bre de desarrollo lingüístico y se aplica en aquellos casos en los que ya se cuenta con
una variedad que funciona como lengua nacional,6
Para la labor de crear una variedad nueva, se parte de una selección entre for
mas lingüísticas disponibles. Planificar es predeterminar las selecciones lingüísticas de
los hablantes de una comunidad cuando ésta ofrece la posibilidad de utilizar varias
modalidades y se aplica sobre los niveles más formales de las lenguas, especialmente
sobre el uso escrito, la lectura y los registros más cuidados.7
Los objetivos concretos de este tipo de planificación tienen que ver, por un lado,
con la lengua y la lingüística y, por otro, con la sociedad y la sociología. Unos y otros
invocan el concurso de la política lingüística. Teniendo en cuenta esta doble faz (lin-
8. «Basic types of treatment of language preblems», Linguistic Comm unication, 1 (1970), 79-98. Reco
gido en J. Fishman, Advances in Language Planning, ob. cit., pp. 37-48.
9. «Evaluation and language planning», en J. Rubín y B. Jernudd (eds..), Can Languages be Planned?,
ob. cit. Recogido en J. Fishman (ed ), Advances in the Sociology o f Language I I , La Haya, Mouton, 1972,
pp. 476-510.
10. Véase J. Fishman (ed.), Advances in Language Planning, ob. cit.
11 Research Possibilities on G roup B ilingualism : A Repon, Quebec, International Cerner for Research
on Bilingualism, 1969.
334 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTIC'A 'i' SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Forma Función
(política lingüística) (cultivo de la lengua)
12. Véase M, T. Cabré, La terminología Teoría, metodología, aplicaciones, Barcelona, Antártida, 1993.
T E O R ÍA S . M ÉT O D O S Y A P L IC A C IO N E S 335
13. Véase J. Cobarrubias, «Ethical Issues in Status Planning», en J. Cobarrubias y J. Fishman (ed s),
Progress in Language Planning, La Haya, Mouton, 1983, pp. 41-85.
336 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Yoitr Language Alone («Deja tu lengua sola; deja tu lengua en paz»).u Allí se ad
vierte de los peligros de las intervenciones lingüístico-sociales que hacen los políticos:
crean inseguridad en los hablantes, producen un alejamiento de la lengua hablada y
alteran el sentido de los cambios lingüísticos. Algunos autores consideran que esta ac
titud es razonable en determinadas situaciones; otros, como Rosenblat, piensan que
«la sociedad no puede dejar la lengua en paz, ni nada en paz».1415
Nota: Véase F. Moreno Fernández, «Planificación de la lengua española”, en T. Kirschner (ed), Los dos nuevos mun
dos hoy: construcciones de la realidad en España y Latinoamérica, Vancouver, 1994 (número monográfico de Revista Ca
nadiense de Estudios Hispánicos, XVIII, 1994, pp, 515-526); «Planificación lingüística y dialectología”, Lingüistica Española
Actual, XIII (1991), pp. 251-268; «Norma y prestigio en el español de América. Apuntes para una planificación de la lengua
española”, Revista de Filología Española, LXXII (1992), pp. 345-359.
Fig. 20.1. Tipos de relación entre un modelo normativo (cuadrado grande), una norma
prestigiosa (cuadrado pequeño) y un habla local (circulo).
blas diferentes o entre unas hablas y las normas más prestigiosas se representan en la
figura 20.1.
Los esquemas representan situaciones en las que existen hablas locales, marca
das o no,1*18 vinculadas a normas prestigiosas19 que, a su vez, se hallan dentro del do
minio de un modelo de lengua regulada al que llamamos modelo normativo.20
En el esquema de la situación 1 se refleja la existencia de un habla local, inserta
en una norma prestigiosa, que, a su vez, se inscribe en un modelo normativo. Junto a
ella puede encontrarse otra habla, procedente de una variedad diferente, que no
cuenta con una referencia prestigiosa ni con un sistema regulado. En esa circunstan
cia es fácil hallar en la primera elementos de la segunda,21 aunque la norma ejerce so
bre ellos una influencia tal que los hace desaparecer progresivamente. Las hablas que
no conviven con otras variedades, externas o internas, podrían representarse de la
1S. Aquí no entendemos «habla» en el sentido de estructura de rasgos poco diferenciados limitada a una
pequeña circunscripción geográfica (M. Alvar, «Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas», La lengua
como libertad, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1982, p. 65), sino como parole, lengua actualizada tal y
como aparece en un lugar determinado.
19. Este concepto viene a coincidir con el de «norma culta», que se correponde con el uso de los ha
blantes más prestigiosos de una comunidad y, por lo general, en registros cuidados. Puede darse el caso de
que exista una norma de prestigio en una lengua que no cuenta con una tradición escrita.
20. El concepto de «lengua normativa» hace referencia a la lengua regulada en las gramáticas, espe
cialmente la de la Academia, y a las normas seguidas en la lengua escrita.
21. Normalmente se trata de elementos que han sobrevivido dentro de hablas locales (seguimos ahora
la definición de Alvar) que pertenecieron a una lengua desaparecida como tal. En muchos casos esas unida
des son vestigios que sólo se encuentran dentro de otra lengua.
338 P R IN C IP IO S DE SOCIOL1 N G L 'ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA DEL LENGUAJE
misma forma, pero suprimiendo simplemente el círculo anejo.22 También tendrían in
terés aquellas hablas locales desmembradas de su variedad de origen que carecen, en
sí mismas, de un punto de referencia prestigioso y normativo (círculo solamente).23
En el español de España y en el de América se hallan situaciones lingüísticas
como la número 1: ahí está el contacto del español con hablas indígenas «menores»
(círculo anejo)24 o en la presencia de elementos indígenas dentro de las hablas espa
ñolas, elementos que ya no tienen un punto de referencia prestigioso, que son vesti
gios de un sistema que en numerosas ocasiones ha dejado de existir (por ejemplo, las
lenguas del Caribe) y que están sometidos a un proceso secular de sustitución por uni
dades de procedencia hispánica.25 Pensemos también, para el español de España, en
la presencia de elementos léxicos de origen leonés dentro de las hablas castellanas del
noroeste peninsular: las formas léxicas leonesas formarían parte del círculo anejo; las
hablas castellanas (círculo interior) estarían incluidas en la norma prestigiosa caste
llana (cuadrado pequeño), que, a su vez, participaría del modelo normativo del espa
ñol (cuadrado grande).26
El esquema de la situación 2 representa la relación entre dos hablas locales vin
culadas a una misma norma de prestigio y a una misma lengua. En este caso se pro
ducen influencias de la norma sobre ambas hablas y, a menudo, de una variedad (ge
neralmente la más cercana a la norma) sobre la otra. Esto puede observarse al estu
diar el habla actual de Toledo (uno de los círculos),27 que, en determinados registros,
acusa el influjo del modelo de las hablas castellanas del norte (el otro círculo) y de la
norma culta (cuadrado pequeño).28 Igualmente, la penetración de un habla (más pres-
22. El ejemplo más claro, dentro del ámbito hispánico, seria el de las hablas castellanas, que poseen una
norma prestigiosa (el castellano) y que han servido de base para gran parte de las normas académicas.
23 Esto ocurre, dentro de la península ibérica, con los bables de Asturias o con las tablas del Pirineo
aragonés. Un caso de características semejantes sería el de las hablas canarias trasplantadas a algunos territo
rios norteamericanos (por ejemplo, los habitantes de los brulis en Luisiana): durante decenios han vivido ais
ladas y sin contacto con su norma de origen, con otras normas hispánicas o con la lengua normativa (véase
S, Armistead, «Tres dialectos españoles de Luisiana», Lingüistica Española A ctual, XIII (1991), pp. 279-301).
24. Los ejemplos se multiplican, por ejemplo, en México,, Véase L. Manrique Castañeda, «Pasado y pre
sente de las lenguas indígenas de México», en V, Demonte y B, Garza (eds.), Estudios de lingüistica de Es
paña y México, México, UNAM / El Colegio de México, 1990, pp. 387-420,
25. La sustitución de elementos indígenas por españoles ya fue comentada por Armas y Céspedes en el
siglo pasado (véase Orijenes de l lenguaje criollo , 2." ed., La Habana, 1882), Más recientemente J. M. Lope
Blanch ha señalado que el número de voces indígenas vivas en las provincias, en el habla campesina, es su
perior al de indigenismos usuales en las ciudades ( Léxico indígena en e l español de México, 2.a ed., México, El
Colegio de México, 1979). Las generaciones jóvenes, sobre todo urbanas, muestran claramente un abandono
de las unidades léxicas pertenecientes al mundo rural y a un modo de vida que está siendo sustituido por otro
más industrial y moderno (véase H. López Morales, «Desgaste léxico en el español de Puerto Rico. El pro
yecto Malaret», Investigaciones léxicas sobre el español antillano, Santiago, PUCMM, 1991, pp. 169-196; J. M
Lope Blanch, «Indigenismos americanos en la norma lingüística culta de México», Investigaciones sobre dia
lectología mexicana, 2.a ed., México, UNAM, 1990, pp. 147-160). Por otro lado, se ha comprobado que la ma
yor parte de los indigenismos que tienen vitalidad en determinadas zonas americanas son los que han pasado
ya a la lengua general.
26. Véase J. Borrego, Sociolingüistica ru ra l Investigación en Villadepera de Sayago, Salamanca, Uni
versidad de Salamanca, 1981; J. C González Ferrero, Estratificación sociolingüistica de una com unidad se-
m iurbana: Toro (Zam ora), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991.
27. Véase M. A. Calero, Estudio sociolingüistico del habla de Toledo, Lérida, Pagés, 1993; I. Molina
Martos, Estudio sociolingüistico d é la ciudad de Toledo, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita).
28. Véase P„ García Mouton y F. Moreno Fernández, «Alias lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La
M ancha. Materiales de Ciudad Real y Toledo», en P. García Mouton (ed ), Geolingüistica. Trabajos europeos,
Madrid, CSIC, 1994, pp. 111-154; I. Molina Martos, Estudio sociolingüistico de la ciudad de Toledo, Madrid,
1991 (tesis doctoral inédita).
TEORÍAS. M ÉT O D O S Y A P L IC A C IO N E S 339
tigiosa) en otra se observa en los hablantes que emigran desde las zonas rurales a la
ciudad.23 En América encontramos situaciones semejantes: por ejemplo, la relación
existente entre el habla rural y el habla urbana en Puerto Rico,2930 por la cual la pri
mera se deja influir en ciertos contextos por la segunda.31
En la situación número 3 se da cuenta de la existencia de dos hablas locales, cada
una de ellas con su propia norma culta, aunque pertenecientes a una misma lengua-
Es lógico, en tales circunstancias, que una de estas hablas acuse la presión de la otra
norma culta, presión que se ve favorecida por el hecho de tener detrás una misma re
ferencia prescriptiva. Es el caso de la relación del habla y la norma de algunas co
munidades americanas o de las hablas andaluzas, respecto del habla y la norma cas
tellanas.32
Finalmente, el esquema de la cuarta situación es similar al de la tercera, pero en
este caso cada norma pertenece a una lengua diferente (cuadrados grandes). Las in
terrelaciones entre dos sistemas distintos se dan frecuentemente en los lugares donde
entran en contacto: las zonas fronterizas. Aquí puede observarse la influencia sobre
un habla de otra habla, otra norma y otra lengua diferentes. En tales situaciones sue
len aparecer variedades lingüísticas mezcladas (círculo intermedio) que tienen como
29. Véanse R. Caravedo, Sociolingüistica deI español de L im a , Lima, Fondo editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, 1990, pp. 17-37; P. Martín Butragueño, Desarrollos sociolingiiisticos en una co
m unidad de habla, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita).
30. Véase T. Navarro Tomás, E l español en Puerto Rico, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 194S,
pp. 229 y ss.
31. Por otra parte, el habla rural suele compartir muchos rasgos con el habla de los niveles sociocultu-
rales más bajos de las ciudades. En estos casos, el abandono de los rasgos poco prestigiosos por parte de las
generaciones más jóvenes está bastante generalizado. Véase O. Alba, Variación fonética y diversidad social en
el español dom inicano de Santiago, Santiago, PUCMM, 1990, pp. 21S-224; H. López Morales, «Velarización
de IR R I en el español de Puerto Rico: índices de actitud y de creencias», Dialectología y sociolingüistica. Te
mas puertorriqueños, Madrid, Hispanova de Ediciones, 1979, pp. 107-130
32. En Sevilla, por ejemplo, el seseo (rasgo que separa claramente la norma sevillana y la castellana)
tiene un índice de aceptación, entre los hablantes cultos, más bajo que el de otros fenómenos teóricamente
menos diferenciadores, como la aspiración de s. Esto se debe, entre otras razones, a la presión y el prestigio
de la norma castellana. Véase V. Lamiquiz y P. Carbonero, P erfil sociolingüistico de I sevillano culto , Sevilla,
Universidad de Sevilla, 1987, pp. 29-48, Todo ello está también ligado a la actitud positiva que muchos ha
blantes hispanoamericanos demuestran hacia las variedades lingüísticas de España. Véase M. Alvar, Hombre,
etnia, estado. A ctitudes lingüisticas en Hispanoamérica, Madrid, Credos, 1986, pp. 158-162, 189-191 También
J. M. Lope Blanch, «El concepto de prestigio y la norma lingüística del español», A nu a rio de Letras, X (1972),
pp. 29-46.
340 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A 'i' S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
33. Véase M. Alvar, «Un problema de lenguas en contacto: la frontera catalano-aragonesa», Teoría lin
güistica de las regiones, Barcelona, Planeta, 1975, pp. 47-62.
34. Véase H. López Morales, Sociolingiiistica, 2 * ed , Madrid, Gredos, 1993, pp. 153-162. También J. P.
Roña, E l dialecto «fro n te riz o » del norte de U ruguay , Montevideo, Adolfo Linardi, 1965; A. Elizaincfn, D ia
lectos en conracto Español y portugués en España y Am érica, Montevideo, Arca, 1992..
35. Véase J. Amastae y L. Elías-Olivares, Spanish in the United States, Nueva York, Cambridge Uni-
versity Press, 1982; S. Poplack, «Lenguas en contacto», en H. López Morales (coord.), Introducción a la lin
güística actual, Madrid, Playor, 1983, pp. 183-207.
36. Pensamos en lenguas como el quechua, el guaraní o el náhuatl Véase G de Granda, «Actitudes so-
ciolingiiísticas en el Paraguay», Boletín de Filología de la Universidad de Chile, XXXI (1980-1981), pp. 787-
805.
37. P. Muysken, «La mezcla de quechua y castellano: el caso de la m edia lengua en el Ecuador», Lexis,
III (1979), pp. 41-56.
38., Existen numerosos trabajos sobre la planificación lingüística en diversos lugares de Hispanoaméri
ca. Véanse A. Herranz, Estado, sociedad y lenguaje. L a política lingüistica en H onduras, Tegucigalpa, Guay-
muras, 1996; E. Chang-Rodríguez, «Problems forLanguage Planning in Perú», W ord, XXXIII (1982), pp. 173-
192; H.. Obregón Muñoz, Hacia la planificación del español de Venezuela y la determinación de u n a po lítica
lingüistica , Caracas, Instituto Universitario Pedagógico de Caracas, 1983; S. Brice Heath, La po lítica del len
guaje en México, México, Instituto Nacional Indigenista, 1972; E. Fernández Arévalos, «Presupuestos para una
política lingüística en el Paraguay», Caravelle, XIV (1970), pp. 23-29; P. A. Cebollero, L a p o lítica lingüístico-
T E O R ÍA S . M ET O D O S Y A P L IC A C IO N E S 341
social en Puerto Rico, San Juan, Consejo Nacional de Enseñanza, 1945; E. Pulcinelli Orlandi (org), Política
Lingüistica na América Latina, Campiñas, Pontes, 1988. Los estudios sobre uno de los aspectos básicos de la
planificación, la enseñanza, son numerosísismos: M. Catrileo, «Necesidad de un programa de español como
segunda lengua para estudiantes mapuches», Revista de Educación, 99 (1982), pp. 55-58; A. Najarro Arrióla,
«Un nuevo enfoque para la educación bilingüe en Guatemala», Boletín de Lingüistica. Universidad Rafael
Landivar, 21-23, mayo-octubre (1990), pp. 2-8; J Valle-Castillo, «Tareas lingüísticas urgentes en Nicaragua»,
en J. E. Arellano (ed), El español de Nicaragua, Managua, Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, 1992,
pp. 39-46.
39. En este sentido, una de las iniciativas más importantes en Hispanoamérica fue la Gramática de la
lengua castellana destinada al uso de los americanos de A, Bello (Santiago de Chile, 1847).
40. Véase, por ejemplo, M. I. Blanco de Margo, «El nacionalismo y las actitudes hacia la lengua en la
Argentina», Anuario de Lingüistica Hispánica, VI (1990), pp. 65-86, También R. C. Troike, «Problems of Lan-
guage Planning for Spanish in the United States», Word, XXXIII (1982), pp, 69-80.
41. La preocupación por el español en comunidades no hispánicas apenas ha ido más allá de la des
cripción sociolingüística. Véase E. Alvarado, «Condiciones sociales del español estadounidense», Boletín de la
Academia Norteamericana de la Lengua Española, ll-III (1977-1978), pp. 41-48.
42. Asunto siempre importante, pero que a menudo se plantea a propósito de América y de regiones
españolas como Extremadura, Murcia, Andalucía o Canarias.
342 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U iS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
Estos fines afectarían tanto a los territorios monolingües como a los bilingües.
Los objetivos específicos serían asunto de cada nación hispanohablante.
Una planificación de la lengua española en los territorios bilingües debería aten
der al estatus que habría de ocupar respecto de las otras lenguas y a su uso en la en
señanza, la administración, las instituciones jurídicas o los medios de comunicación
social; en otras palabras, tendría que garantizar el derecho de los ciudadanos a co
municarse en esa lengua y a hacerlo de una forma correcta y adecuada. Se entiende
que la política lingüística tendría que ir en consonancia con los fines planificados y
procurar el beneficio de los hablantes como individuos.
En cuanto a las situaciones monolingües, una planificación tendría que ser capaz
de proporcionar una respuesta a la siguiente pregunta, entre otras: ¿qué variedad del
español hay que enseñar y cómo hacerlo? La falta de una guía clara obliga a muchos
maestros y profesores a buscar sus propias respuestas;43 la falta de orientaciones ge
nerales y el desconocimiento de la realidad lingüística del español (dialectal y socio-
lingüística) hacen que esas respuestas no sean siempre las más acertadas. El trabajo
de la escuela ha de recibir atención, porque allí se reflejan las características de la so
ciedad, los deseos y las necesidades sociales44
En cualquier proceso de planificación lingüística, sobre todo cuando se trata de
proponer y difundir unos modelos de lengua, es importantísima la función que cum
plen las escuelas y centros de enseñanza media. Ocurre, sin embargo, que la escue
la no es el medio más eficaz de divulgar una norma y conferirle un estatus, dado que
una parte importantísima de la población no puede ser escolarizada o lo es insufi
cientemente. Ahora bien, donde no alcanza la escuela pueden llegar los medios de
comunicación social. Por eso es importante que la variedad lingüística que allí se uti
liza haya sido, como mínimo, objeto de reflexión por parte de los comunicadores.
Los medios de comunicación social pueden ser un instrumento eficaz para la plani
ficación lingüística. De momento, están consiguiendo que los hablantes de unas va
riedades conozcan otras muy lejanas y diferentes, lo que afecta a sus actitudes lin
güísticas, y se están convirtiendo en paradigma indiscutible de buen hablar, de pres
tigio. Además, si se conociera bien la lengua de la radio y la televisión, se sabría qué
dirección pueden tomar, en plazos muy breves, algunos cambios lingüísticos, y se po
drían orientar.
La planificación del corpas del español se ha venido haciendo prácticamente des
de que se iniciaron las tareas del scriptorium supervisado por Alfonso X. El proceso
ha conocido impulsores tan decisivos como Nebrija, Valdés o la Real Academia Es
pañola y siempre ha contado con la escuela para su difusión, pero hoy día la divul
gación de cualquier norma no puede prescindir del apoyo de todos los medios de co
municación social.
43. No han sido frecuentes esfuerzos como el que hizo B. E. Vidal de Battini para apoyar a los maes
tros de las escuelas primarias (E l español de la Argentina, Buenos Aires, Consejo Nacional de Educación,
1964) o como el de A. Bello para orientar a padres y profesores («Advertencias sobre el uso de la lengua cas
tellana», E l A raucano, 1833 y 1834).
44. J. Fishman, «The Social Science Perspective», B ilin g u a l Education: C arretil Perspectives, vol. 1, Ar-
lington, Center for Applied Linguistics, 1977, p. 4.
T E O R ÍA S , M ÉT O D O S Y A P L IC A C IO N E S 343
Reflexiones y ejercicios
3. ¿Qué opina de la posición «deja tu lengua en paz»? ¿Piensa que hay que
cumplirla siempre o sólo en lo que se refiere a su uso social? ¿Considera imprescin
dible la planificación del corpusl
Orientaciones bibliográficas
* Este glosario no busca la exhaustividad, sino la fácil localización de algunos de los conceptos más im
portantes de la sociolingüística y la sociología del lenguaje. El índice de materias permite acceder a otros mu
chos términos y definiciones
346 P R IN C IP IO S DE SO C 'IO LIN G Ü ÍST IC 'A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
deslealtad lingüística: estado o sentimiento del monolingüe que reniega de su propia len
gua o de su uso, en un deseo de aproximarse a los sentimientos y actitudes de los que
son leales a su lengua, especialmente cuando ésta es minoritaria,
desplazamiento de una lengua: proceso que puede culminar en la sustitución de una len
gua; abandono del uso de una lengua en ciertos contextos en beneficio de otra. Véase
sustitución de lenguas.
determinismo lingüístico: véase hipótesis Sapir-Whorf.
dialecto: sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida, normal
mente con una concreta delimitación geográfica, pero sin una fuerte diferenciación fren
te a otros de origen común; de modo secundario, pueden llamarse dialectos las estruc
turas lingüísticas, simultáneas a otras, que no alcanzan la categoría de lengua (M. A l
var). Sistema lingüístico tal y como se manifiesta en un territorio determinado,
dialecto social: véase sociolecto.
difusión léxica: resultado de la abrupta sustitución de un fonema por otro en palabras
que contienen ese fonema; es más característico de las etapas tardías de un cambio
interno que ha quedado diferenciado por condicionamiento léxico y gramatical, o ha
desarrollado un alto grado de conciencia social o de préstamos de otros sistemas
(W. Labov).
348 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE
diglosia: situación lingüística relativamente estable en la cual, además de los dialectos pri
marios de la lengua (que puede incluir una lengua estándar o estándares regionales), hay
una variedad superpuesta, muy divergente, altamente codificada (a menudo gramatical
mente más compleja), vehículo de una considerable parte de la literatura escrita ya sea
de un período anterior o perteneciente a otra comunidad lingüística, que se aprende en
su mayor parte a través de una enseñanza formal y se usa en forma oral o escrita para
muchos fines formales, pero que no es empleada por ningún sector de la comunidad para
la conversación ordinaria (Ch„ Ferguson).
diglosia amplia: situación en la que se reservan los segmentos más estimados del reperto
rio lingüístico de una comunidad (que no son los primeros que se aprenden, sino que se
aprenden más tarde y más conscientemente, normalmente en la educación formal) para
las situaciones que se sienten como más formales y distantes, y se reservan los segmen
tos menos valorados (que son los primeros que se aprenden, con poco o ningún esfuer
zo consciente), lo cuales pueden tener cualquier grado de relación lingüística con los seg
mentos más valorados (desde diferencias lingüísticas hasta ser diferentes lenguas), para
las situaciones percibidas como más informales e íntimas (R. Fasold).
discurso: manifestación de un texto; texto en sentido exclusivamente sintáctico-semántico,
esto es, sin tener en cuenta sus características pragmáticas,
dominio: ámbito de uso lingüístico que es significativo social y funcionalmente y que, a me
nudo, está institucionalizado.
elección de lengua: fenómeno por el cual una comunidad puede decidir colectivamente
mantener la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente o abandonarlas, espe
cialmente en una situación en la que se puede producir un cambio,
enunciación: acción de usar la lengua para la comunicación.
enunciado: acto individual de comunicación; realización en el habla de la enunciación,
estandarización: proceso que consiste en dotar a una lengua de una ortografía, una gra
mática y un diccionario. Codificación y aceptación de un conjunto de normas que defi
nen los usos correctos dentro de una comunidad,
estereotipo: variable muy marcada socialmente de forma consciente, que suele caracteri
zar a ciertos grupos sociales, generalmente los más bajos, y que, por estar estigmatiza
da, corre peligro de desaparición dentro de una comunidad de habla,
estilo: variedad o conjunto de rasgos lingüísticos que se ajusta a una situación o a unas cir
cunstancias contextúales determinadas, tanto personales como no personales,
etnometodología: escuela sociológica representada, entre otros, por A. Cicourel y H. Gar-
finkel, que sostiene que la realidad social no es un hecho consumado, sino una realiza
ción continuada que surge de unas actividades rutinarias y de un conocimiento tácito de
las mismas realidades sociales.
eufemismo: palabra o expresión que evita el uso de una forma tabú.
forma interior del lenguaje: característica profunda e intrínseca de la lengua, por la cual
ésta conforma el pensamiento y expresa el espíritu nacional de un pueblo, su ideología,
su forma de ser y su visión del mundo. Cada lengua posee una forma interior, previa a
toda articulación, que siempre la determina, de ahí que se pueda sostener que a dife
rentes lenguas, distintas mentalidades.
formalidad: conducta guiada por unos criterios de máximo respeto hacia las normas so-
ciolingüísticas y hacia lo prestigioso.
habla local: estructura lingüística de rasgos poco diferenciados, pero con matices caracte
rísticos dentro de la estructura regional a la que pertenece y cuyos usos están delimita
dos a pequeñas circunscripciones geográficas (M. Alvar),
habla regional: conjunto de peculiaridades expresivas propias de una región determinada,
cuando carecen de la coherencia que tiene el dialecto (M. Alvar),
hipercorrección desde abajo: uso de una variable más allá de lo esperado para un grupo
de nivel social bajo, especialmente cuando esa variable pasa a otras generaciones,
hipercorrección desde arriba: uso de una variable por parte de los estatus inferiores, prin
cipalmente las clases medias, cuando, en un intento de ajustarse al modelo de prestigio,
sobrepasan la frecuencia de los usos del grupo más prestigiado o de estatus más alto,
hipótesis de la norma impuesta: una variedad puede ser valorada por sí misma como m e
jor o más atractiva que otra si es hablada por un grupo con mayor prestigio,
hipótesis de la pidginización: existe una analogía entre los procesos que subyacen a la pid-
ginización y las primeras etapas de adquisición de una segunda lengua. J. Schumann
piensa que las dif erencias psicológicas y sociales entre el grupo al que pertenece el es
tudiante y el grupo cuya lengua está siendo adquirida pueden determinar el proceso de
adquisición de una segunda lengua.
hipótesis del tiempo aparente: los usos lingüísticos de una generación no se ven apenas
afectados por el paso del tiempo, esto es, se mantienen prácticamente inalterados y pue
den ser confrontados con los usos de otras generaciones, siempre que se trate de comu
nidades estables.
hipótesis del valor inherente: existe la posibilidad de.comparar dos variedades y de que al
guna de ellas sea considerada como mejor o más atractiva que la otra per se.
hipótesis Sapir-Whorf: propuesta basada en dos principios: el determinismo lingüístico y la
relatividad lingüística. El principio del determinismo establece que la lengua tiene la ca
pacidad de determinar el pensamiento, lo que viene condicionado por la relatividad lin
güística: el mundo ofrece un conjunto complicado de imágenes que las mentes de los in
dividuos perciben y organizan a través de un patrón útil para toda una comunidad de
hablantes y que está codificado en las estructuras de su lengua. Así pues, la organización
del conocimiento viene determinada directamente por la estructura lingüística. Las len
guas muestran entre sí diferencias estructurales muy llamativas: no todas tienen unas
mismas categorías gramaticales ni las expresan formalmente de la misma manera; algu
nas lenguas disponen de muchos vocablos para referirse a realidades que en otras len
guas reciben un solo nombre. Todas esas diferencias contribuyen a que la visión del
mundo y la organización del conocimiento sea muy diferente de una cultura a otra, aun
que las disimilitudes no excluyen la posibilidad de que existan universales,
historicidad: característica de los sistemas lingüísticos que son o se consideran resultado de
un desarrollo regular a lo largo del tiempo.
inmersión lingüística: modelo de enseñanza que consiste en realizar toda la enseñanza in
fantil y primaria en una segunda lengua, cuando los niños tienen como primera lengua
una lengua de prestigio o mayoritaria.
inseguridad lingüística: característica que surge cuando lo que el hablante considera como
correcto o adecuado no coincide con los usos espontáneos del mismo hablante,
interacción comunicativa: serie de acciones comunicativas en la que varios individuos se
ven implicados alternativa o simultáneamente como agentes,
interferencia: desviación respecto de las normas de una lengua que ocurre en el habla de
los individuos bilingües como resultado de la familiaridad con más de una lengua,
interlengua: estado intermedio entre el código de la lengua materna y el de una segunda
lengua que se caracteriza por su inestabilidad.
jerga: conjunto de rasgos lingüísticos, generalmente artificiosos, utilizados con una inten
ción críptica o esotérica. Conjunto de rasgos lingüísticos que caracterizan a un grupo so
cial determinado: estudiantes, deportistas, funcionarios, pescadores, etc. (argot). Con
junto de'usos característicos de un grupo profesional, cuya comunicación puramente
profesional no tiene una intención o un carácter crípticos, a pesar de que su dominio co
rresponde normalmente a individuos iniciados (tecnolecto).
lealtad lingüística: toda lengua, como toda nacionalidad, puede ser considerada como un
conjunto de normas de comportamiento; la lealtad lingüística, como el nacionalismo, de
signa el estado mental en que la lengua (como la nacionalidad), en su calidad de enti
dad intacta y en contraposición a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la esca
la de valores, posición que necesita ser «defendida» (U. Weinreich).
lector véase v a r ie d a d .
lengua: sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza por
estar fuertemente diferenciado, por poseer un alto grado de nivelación, por ser vehícu
lo de una im portante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse impuesto a sistemas
lingüísticos de su mismo origen (M. Alvar).
lengua criolla: variedad creada a partir de una lengua pidgin, cuando el contacto se pro
longa y estabiliza, dando lugar a una comunidad de habla,
lengua especial: lengua que no reúne las características de la lengua principal ni de la
minoritaria y que puede servir para fines muy diversos: religión, literatura, lengua
franca.
lengua estándar: variedad lingüística de una comunidad que no está marcada ni dialectal,
ni sociolingüística ni estilísticamente.
lengua franca o lingua franca: variedad lingüística utilizada para la comunicación entre
personas cuyas lenguas m aternas son diferentes,
lengua internacional: variedad lingüística utilizada en diversos países cuyos habitantes dis
ponen de ella como lengua materna.
lengua minoritaria: lengua materna de más del 5 % de una población (o de más de 100.000
personas) y que se usa como lengua de instrucción más allá de los estudios primarios,
lengua pidgin: variedad aparecida como desarrollo característico de ciertos tipos de con
tactos lingüísticos y sociales, que dan lugar a soluciones en las que se combina el voca
bulario de una lengua con la gramática de otra,
lengua principal: lengua materna de más del 25 % de una población (o de más de un mi
llón de personas), que es lengua oficial de un país y que es enseñada en la instrucción
secundaria, al menos a la mitad del alumnado,
léxico mental: conjunto de unidades o entradas en las que se recoge toda la información
lingüística (semántica, gramatical, fonológica) de cada elemento léxico, así como la re
presentación mental y conceptual correspondiente.
GLOSA RIO SOCIOLINGÜl'STICO 351
lingüística textual: estudio científico de los procesos de constitución y comprensión del tex
to, de la estructura interna de éste y de sus relaciones con la situación en que se produ
ce (E. Bernárdez).
par de adyacencia: secuencia formada por dos turnos adyacentes, producidos por hablan
tes diferentes, ordenados en una primera y una segunda parte y, en general, tipificados.
El par prototípico es pregunta-respuesta.
paradoja del observador: la sociolingüística aspira a estudiar la lengua que se usa en una
comunidad cuando los hablantes no se sienten sistemáticamente observados, pero sólo
se puede estudiar esa lengua mediante la observación directa,
paradoja histórica: el fin de la lingüística histórica es explicar las diferencias que existen
entre el pasado y el presente; pero, al determinar hasta qué punto el pasado fue distin
to del presente, no hay forma de saber cómo fue de diferente (W. Labov).
patrón de estratificación sociolingüística: representación del modo en que se distribuye o
estratifica una variable lingüística al ser correlacionada con una variable social, sobre
todo con la «clase social» y el «nivel sociocultural».
planificación lingüística: preparación y puesta en práctica de un plan destinado a orientar,
desarrollar o determinar el uso de una o más lenguas en una comunidad,
poder: valor derivado de las las funciones, las estrategias y los contactos sociales, que su
pone una relación no recíproca entre dos personas, al menos; la no reciprocidad puede
estar basada en muchas y muy diferentes realidades: la riqueza, la edad, la posición so
cial, la fuerza física, entre otras; de las dos personas, como mínimo, que entran en rela
ción, una será considerada como «superior» y la otra como «inferior»,
poliglosia: situación semejante a la diglosia, en la que son más de dos las variedades que
entran en el juego de la distribución funcional y social.
352 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGDÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
red social: sistema de relaciones directas entre individuos que actúa como un mecanismo
para intercambiar bienes y servicios. Las redes poseen diversos grados de densidad y de
multiplicidad.
registro: variedad lingüística según el uso que de ella se hace en situaciones concretas
(M. A. K. Halliday). Véase estilo.
regla variable: regla que incluye información lingüística y sociolingüística sobre un fenó
meno de variación, indicando las probabilidades de que el fenómeno se manifieste de
una forma determinada en unas condiciones sociolingüísticas y estilísticas determinadas.
GLOSARIO SOCIOLINGOISTICO 353
sabir: variedad cuyo léxico se limita a un ámbito concreto. Véase lengua pidgin.
semilingüismo: uso precario de al menos una de dos lenguas que entran en contacto, ge
neralmente en un contexto de enseñanza-aprendizaje de lenguas,
situación comunicativa: contexto en que se produce una comunicación; lugar y momento
en que interactúan dos o más individuos o participantes,
sociolecto: variedad o conjunto de rasgos lingüísticos que caracterizan a un grupo social,
especialmente a un estrato social.
solidaridad: valor derivado de la relaciones y las funciones sociales que supone una rela
ción simétrica entre dos personas, al menos.
sumersión lingüística: modelo de enseñanza que consiste en escolarizar en una lengua ma-
yoritaria, sin tener en cuenta la lengua materna, cuando se tiene como primera lengua
una lengua de poco prestigio o minoritaria.
sustitución de lenguas: proceso por el cual una comunidad ha decidido colectivamente de
jar de utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente y ha pasado a uti
lizar una nueva lengua. A bandono de una lengua en beneficio de otra.
tabú: palabra o expresión cuyo uso social se evita por estar mal vista o por ser ofensiva,
tecnolecto: véase jerga.
transferencia: influencia que una lengua ejerce sobre otra. Uso, en una lengua B, de
una rasgo característico de la lengua A. En el terreno de la gramática, las transferen
cias dan lugar a resultados agramaticales en la lengua B y a reestructuraciones de su
sistema.
turno de palabra: discurso de un hablante en conversación que es consecuencia de un re
parto alternativo entre dos interlocutores: turno de A - turno de B - turno de A - turno
de B. Los turnos se construyen sobre unidades de complejidad diversa (oraciones, cláu
sulas, sintagmas) que se identifican por medios prosódicos.
zona de transición: parte del turno de un hablante en la que el interlocutor puede iniciar
su turno, aunque no sea obligatorio; final reconocible de las unidades de turno sobre la
que se aplica una serie de normas cuya misión es regular el mecanismo del intercambio
de turnos entre interlocutores.
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b ib l io g r a f ía 373
Ellis, R., 327 estatus, 38, 45, 46, 49, 56, 60, 150, 186
emigración, 251 estereotipo, 76, 77, 110
encuesta, 30, 81 estigma, 258, 325
enfoque comunicativo, 323 estigmatización, 118
enseñanza. 226 estilo, 36, 39, 43, 57, 73, 75, 77, 81, 82, 86, 91,
— universitaria, 163,190 92, 105, 110, 122, 126, 131, 148, 155, 179,
enseñanza-aprendizaje de lenguas, 179, 214, 185, 203, 231, 237, 242, 323, 332, 337
215,219, 223, 253, 264, 281,319 — directo, 174
ensordecimiento, 118 estratificación social, 20, 45, 60, 108, 182
entonación, 27,97 estrato, 38, 45-50, 57, 67
entrevista, 80, 95, 164, 176, 181, 187, 189, 192 estructura lingüística, 67
enunciación, 141 — social, 67, 108, 205
enunciado, 141, 142 estructuralismo, 107, 129, 199
— constatativo, 143 estudios, 55
— de comportamiento, 144 etiqueta conversacional, 144
— ejercitativo, 143 etnia, 34, 64, 217, 250
— expositivo, 144 etnografía, 304
— judicativo, 143 etnolingüística, 197
— fótico, 143 etnometodología, 162, 302, 321
— realizativo, 143, 156 étre, 50, 134
equivalencia lógica, 121,123 Etxebarría, M., 42, 81, 343
— pragmática, 121 eufemismo, 29, 37, 80, 144, 201, 208
— semántica, 121 Europa, 217, 238, 252, 278, 297, 334
escala de diferencial semántico, 187 evaluación, 333
— de implicación, 112, 132 Everbroeck, Y. van, 306
Escalante, A., 285, 287 excusa, 144
Escandell, M. V., 144, 157 expansión, 216
Escandinavia, 164 Extremadura, 43, 63,341
esclavos, 65, 66, 278, 285, 287
escolaridad, 5 5 /, 260, 282, 289
escuela, 186, 226, 236, 238, 243, 325, 342 fabla, 338
Escuela Lingüística Sociológica, 297 fang, 241
espanglish, 278, 340 Fanshel, D., 172
España, 40, 65, 66, 80, 104, 109, 144, 149, 170, Farrell, T. J., 64
185, 189, 223, 238, 244, 250, 277, 290 Fasold, R„ 36, 41, 59, 182, 193, 223, 226, 230,
España, M., 226 237, 238, 242, 325, 326
español, 17, 21, 23, 25, 27, 37, 71, 90, 98, 109, felicitación, 144, 303
149, 169, 175, 177, 197, 199, 208, 219, 220, feminismo, 36
234, 241, 243-245, 247, 250, 259, 260, 262, Fente, R., 325
265-267, 274, 275, 278, 284, 286-288, 315, Ferguson, Ch„ 86, 189, 228, 237, 328, 332
336,340, 343 Fernández, F., 323
— general, 90 Fernández, M., 225, 228, 305
esperanto, 278 Figueroa, E., 300
esquimal, 37, 199 Filadelfia (EE. UU,), 307
estadística, 125, 273, 314, 321 Filipinas, 90, 200, 207, 216, 238, 241, 253, 260,
— descriptiva, 309 278, 282, 286, 334
Estado, 150 Filipinas, islas, 289
Estados Unidos de América, 48, 58, 217, 219, filipino, 241
220, 223, 243, 251, 254, 259, 266, 274, 275, filosofía del lenguaje, 322
278, 295, 297, 340 Finegan, E., 41
estandarización, 89,181, 228, 230, 252, 277, 279 finés, 261
382 INDICE ANALÍTICO
Montevideo, 65 — sociocultural, 34, 36, 47, 55, 65, 72, 73, 78,
Montreal (Canadá), 50 82, 96, 118, 119, 145, 203, 220, 273
Moore, D., 271 — socioeconómico, 47, 55
Morales, A., 264 — socio-situacional, 128
Morales, A. de, 227 nombre propio, 152
Morant, R., 37, 70 nomenclatura, 103
Moreno, P., 318 norma, 129, 134
morfema, 268 — culta, 336
morfología, 24, 33, 97, 260, 266-268 — sociolingüística, 130
— gramatical, 24, 77 normandos, 251
— léxica, 24 Noruega, 332-334
moriscos, 65 noruego, 269, 333
mortandad lingüística, 253, 255 nuer, 152
molí boli, 236 Nueva Guinea, 279
movimiento (discurso), 160 Nueva York, 41, 110, 246, 269, 340
Moya, J. A., 61, 63, 72 número, 77, 282, 288, 290
mozárabe, 65, 109, 259, 277 Nyboder (Copenhague), 63
muestra, 138 nynorsk, 333
Mühlháusler, P., 281
multilingüismo, 233, 241, 300 ñ, 21
Murcia, 341
musulmanes, 66, 216, 241, 278 Obervvart (Austria), 246, 251
Muysken, P„ 214, 215, 249, 254, 265, 273, 340 obligación, 169
Obregón Muñoz, H., 340
n, 18, 113 observación directa, 80, 171, 183, 187, 302
nacionalismo, 252 — participativa, 302
náhuatl, 214, 260, 340 ocupación, 45, 46, 50, 60, 249
Najarro Arrióla, A., 341 ofrecimiento, 144, 149, 169, 171
Napoleón, 226 O h.C .K ., 147
narración, 247 oración, 142, 161, 262, 270
— oral, 162, 172, 177 — de relativo, 283
nasalización, 113 — pasiva, 134, 265
Nauta, J. P., 323 — pasiva refleja, 265
Navarro, M., 28 Oran, 24
Navarro Tomás, T., 115, 339 orden de palabras, 27, 263, 264, 268, 270, 283
Nawa, T., 270 Orense, 103
Nebrija, E. A. de, 64, 207, 331, 335, 342 organización de preferencia, 171
neerlandés, 250, 278, 286 — social, 195
negación, 283, 285 ortografía, 90, 230, 238, 333
neogramática, 114 Osgood, Ch., 183
neolingüística, 125 Osgpod, E., 214
neurolingüística, 211 otomanos, 225
Newmeyer, F., 46, 60, 64,111,122 oyente, 97, 137, 143, 173, 175, 187, 188, 273
Nicaragua, 341 — casual, 99
Ninyoles, R., 217 — formal, 99
nivel culto, 91
— de instrucción, 34, 55, 243 p, 260, 282
— de lengua, 91 Pacífico, 207, 283-286
— espacio-temporal, 127 Padilla, R. V., 325
— medio, 91 Países Bálticos, 92
— popular, 91 palabra, 114, 123
388 INDICE ANALÍTICO
prestigio, 37, 43, 46, 54, 59, 60, 87, 110, 189, Pulcinelli Orlandi, E., 341
220, 228, 229, 231, 236, 246, 258, 266, 278, Puscariu, S., 34
290, 325, 342
— abierto, 38, 192 Quebec (Canadá), 220,222,248, 250
— encubierto, 38, 69, 192 quechua, 207, 260, 340
Preston, D„ 137, 179, 274, 326, 328 queísmo, 26
presuposición, 142, 146, 147 quejiá, 86
pretérito imperfecto, 173, 174 Quilis, A., 189, 241, 254, 260, 275, 283, 286.
— de subjuntivo, 18, 25, 27 289, 291
— indefinido, 173, 175 Quintanar de la Orden (Toledo), 61,104, 144,
Pride, J, B„ 93 154, 168
principia cognoscendi, 135
— essendi, 135 r, 17, 21, 63, 74, 77, 82, 110, 185, 261, 289
principio de cooperación, 146, 320 radio, 99, 100
— de la anterioridad semántica, 123 Radtke, E., 299
— de la comunidad de habla, 136 Ramírez, A., 243, 244, 254, 275
— de la cortesía, 147 Ramus, P., 335
— de la cuantificación, 137 ranarnñl, 269
— de la identidad semántica, 123 Rand, D„ 314
— de la representatividad, 138 Ray, P. S„ 332
— de la variación estilística, 137 raza, 59, 64, 95, 99
— de la variación sociolingüística, 136 Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y
— de la vinculación de los niveles sociales, 138 Naturales, 310
— de uniformidad, 118 Real Academia Española, 20, 60, 335, 342
— del dialecto, 135 Récatas, B., 34
— del estudio del uso lingüístico, 137 rección, 282
— del uso lingüístico, 136 received pronunciation, 48
Prisciano, 335 recomendación, 144
procedencia geográfica, 62, 72, 82,189 red social, 36, 38, 50, 51, 67, 108
profesión, 19, 50, 55, 60, 77, 151,192 densidad de la red, 51
proletariado, 45 fuerza de la red, 51
promesa, 144 multiplicidad de la red, 51
pronombre, 59, 78,145,152,156,161, 265, 267, referencia, 123
289, 290 registro, 85, 91, 93,126
prosodia, 42, 144, 230 — idiomático, 94
prototipo, 199, 208 regla de la respuesta narrativa, 175
Proyecto para el Estudio Coordinado de la — de la secuencia narrativa, 174
Norma Culta, 42 — de orientación, 173
Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del — de referencia de la narración, 173
Español de España y de América, 54 — opcional, 308
Prusia, 92 — variable, 131, 308
psicolingüística, 98, 211,304, 328 Reid, E., 41
psicología, 125, 131, 172, 179, 198, 258, 301 Reino Unido, 46, 48, 159, 248, 251, 253, 286,
— social, 142,149,155,157, 159,167,182,192, 298, 341
321 reinterpretación de fonemas, 260
psiquiatría, 172 relatividad lingüística, 196, 199, 206
pu tong hua, 86 relato infantil, 101
Puebla de Don Fadrique (Granada), 35 relexificación, 253, 284
Puerto Príncipe (Haití), 231 religión, 65, 201,218, 226, 237
Puerto Rico, 55, 72, 339, 341 repertorio comunicativo, 303, 322, 323
puertorriqueños, 268 — estilístico, 128
ÍNDICE ANALITICO
390
Sala, M., 66
repetición léxica, 144, 161
Salamanca, 20
repidginización, 280
Salazar, A. de, 34
representación mental, 213
Salillas, R., 104
representatividad, 138
saludo, 144, 149, 166, 168,169, 303
reproducción, 262
Salvador, G„ 29, 34, 252, 299, 343
República Dominicana, 23, 286
respuesta, 160 Samarin, W. J., 277
retorrománico, 252, 261 Samper, J A , 42, 55, 61, 74
Reyes, G., 142, 157 San Francisco (EE. UU.), 296
Rice, F. A., 89 San Juan (Puerto Rico), 42, 49, 63, 71, 77, 81,
Richards, J„ 322, 327 82, 182, 203, 309,
Río de la Plata (Argentina, Uruguay), 156 Sánchez, R., 243
ritmo, 30 Sánchez Lobato, J., 153
ritual, 163, 167, 303, 305 Sankoff, D„ 50, 122, 270, 299, 307, 310, 312,
— de acceso, 167 314,316
Roberts, P. A., 42 Sankoff, G„ 279
Robinson, W. P., 57, 157 sánscrito, 66, 90, 236
Rodríguez, B , 103 Santa Cruz de Tenerife (Tenerife), 118
Rodríguez, F., 80 Santiago de los Caballeros (República Domi
Rodríguez-Ponga, R., 290 nicana), 23, 42, 77
Rohlfs, G., 208 Santo Tomás, fray Domingo de, 207
Rojo, G„ 232 Sapir, E., 196, 208, 297, 302
Rokeach, M„ 183,184 Saravia-Shore, M., 325
Romaine, S„ 19, 41,59, 78, 92, 98, 99,122, 323, Saussure, F. de, 297
343 Saville-Troike, M„ 37,148, 200, 302, 323
romanó, 66 Schaff, A., 197
Roña, J. P„ 19, 126, 278, 300, 340 Schatzman, L., 57
Roncarati, C., 159 Schegloff, E., 170
Ronjat, J., 124 Schenkein, J., 321
Roque de las Bodegas (Tenerife), 61 Scherer, K, R., 36
Rosch, E., 198 Scherzer, J., 304
Rosenblat, A , 336 Schiffrin, D., 41
Rotaetxe, K., 197, 235, 239 Schlieben-Lange, B., 58
Roti (Indonesia), 163 Schlobinski, P., 63
Rousseau, P., 314, 316 Schmidt, J., 113
Rousselot, J. P., 40, 124, 298 Schmidt, R. W„ 322
Rubin, J„ 234, 250, 332, 333 Schrodinger, E., 127
ruego, 144 Schuchardt, H„ 281, 284, 298
Ruffino, G., 299 Schumann, J., 281, 327
Ruiz Domínguez, M. M., 116 Schutz, A., 302
rumano, 265 Schwizerdeutsch, 229
Rusia, 234 Searle, J., 143
ruso, 92, 213, 234 Sebeok, T., 214
rutina, 167, 303 Sedaño, M., 42, 47, 56, 61
Ryan, E. B„ 181, 183, 185,193 Segovia, 103
Séguy, J., 298
5 ,17,21, 24, 28, 31,72, 74, 77, 97, 98,117,129, selección, 332
188,315,338 Selinker, L., 327
sabir, 258,277,284 sema, 197
Sacks, H„ 170, 321 semántica, 17, 25, 28, 68, 121, 122, 214, 253
saf boli, 236 — estructural, 197
ín d ic e a n a l ít ic o 391
ÍNDICE
Introducción ......................................................................................................................... 11
P r im e r a p a r t e
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA
S e g u n d a p a r t e
T ercera parte
C u a r t a p a r te