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ganzl912

Francisco M oreno Fernández

Principios de
sociolingíiística
y sociología
del lenguaje

E d ito ria lA riel, S .A


Barcelona
A rielLingüística
Diseño cubierta: Nacho Soriano

I.' edición: enero 1998

© 1998: Francisco Moreno Fernández

Derechos exclusivos de edición en español


reservados para todo el mundo:
© 1998: Editorial Ariel. S. A.
Córcega, 270 - 08008 Barcelona

ISBN: 84-344-8224-X

Depósito legal: B.. 254 - 1998

Impreso en España a Nicolás Moreno Martín de Nicolás.


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1998.. - Talleres LIBERDUPLEX, S. L.
Constitución, 19 -08014 Barcelona

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químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia,
sin permiso previo del editor.
Mi lengua muy tosca te pide perdón,
cristiano lector amigo y hermano,
si en lengua materna de mi castellano
ofende tu oído mi rústico son.

Recibe mi afecto, mi buena intención,


pon tú la sal que falta en mi boca;
emienda, trasmuda, deshaz, y revoca
aquello que sale de regla y razón..

Bernardo Pérez de Chinchón


ganzl912

INTRODUCCIÓN

Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje es una obra destinada, pri-


mordialinente, a todos los que se mueven entre la enseñanza y el aprendizaje de las
materias que se enuncian en el título, tanto si están vinculados al ámbito de la lin­
güística como si habitan los pagos de la sociología o de otras disciplinas afines. Ofre­
cemos una suerte de manual introductorio que pretende ser amplio, claro y útil, y que,
por ser general, exige la renuncia al tratamiento de ciertos asuntos con la profundi­
dad y en el espacio que sin duda se merecen.
A la hora de elegir el título de este Principios se nos ha presentado una doble
posibilidad: la de escribir simplemente «Principios de sociolingüística», confiriendo a
«sociolingüística» un significado muy amplio, en el que cupiera cualquier investiga­
ción que relacionara la lengua y la sociedad, o la de hacer explícitos los nombres de
dos materias, la sociolingüística y la sociología del lenguaje. Obviamente, hemos to­
mado partido y con ello descubrimos nuestra forma de pensar. El estudio de la len­
gua y la sociedad o del lenguaje en la sociedad, como se quiera, no cuenta con un
planteamiento epistemológico unitario. Es verdad que se podría hacer un esfuerzo
para llegar a «una» teoría sociolingüística e incluso se podría pensar que tal teoría
es deseable por muchas razones, pero igualmente verdad es que «la» teoría no exis­
te. Al utilizar como apelativo único el término «sociolingüística» no haríamos más
que encubrir un realidad heterogénea y, tal vez, alimentar la confusión de quienes
miran esta especialidad desde la distancia. Por eso la alusión a la sociolingüística y a
la sociología del lenguaje avisa sobre la heterogeneidad de este campo y explicita la
diferencia que existe entre lo eminentemente lingüístico y lo preferentemente socio­
lógico.
Mas, si no trabajamos en esta obra con una sola teoría sociolingüística, tampoco
lo hacemos desde unas posiciones lingüísticas o sociológicas exclusivas; en realidad,
no existe un modelo sociológico que satisfaga todas las necesidades teóricas y meto­
dológicas de los sociolingüistas porque ni son suficientes los modelos funcionales de
estratificación social ni las teorías del conflicto solucionan todos los problemas. En
todo caso, si se nos obligara a buscar una base conceptual, un hilo conductor de na­
turaleza teórica, con capacidad explicativa en terrenos «sociolingüísticos» muy distin­
tos, como la variación lingüística, la interacción comunicativa o el amplísimo ámbito
del bilingüismo, probablemente nos inclinaríamos por un planteamiento nacido, no en
la sociología, sino en la psicología social de Howard Giles y que recibe el nombre de
«teoría de la acomodación del habla» o de la «adaptación». Esta teoría se preocupa
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por los procesos cognoscitivos que se producen entre la percepción del contexto so­
cial y la conducta comunicativa; pretende explicar las motivaciones subyacentes a
ciertas conductas, durante los encuentros comunicativos, y sus consecuencias sociales.
Los principios básicos de la teoría son los de convergencia y divergencia: la conver­
gencia es una estrategia comunicativa que los hablantes siguen para adaptarse a una
situación y al habla de sus interlocutores; la divergencia es un procedimiento por el
que los hablantes acentúan sus diferencias lingüísticas y comunicativas respecto de
otros individuos. A lo largo de este manual tendremos oportunidad de comprobar que
la acomodación o adaptación ofrece explicaciones convincentes para fenómenos tan
diversos como el cambio de estilo, los mecanismos de la conversación o la elección de
lengua,
La organización interna de este Principios ofrece cuatro partes. Las tres prime­
ras responden a un recorrido lineal que va de lo particular a lo más general; comen­
zaremos por la explicación de elementos tan concretos como los sociofonéticos, para
concluir en el vasto ámbito de la convivencia de lenguas y sociedades diferentes, si­
guiendo un itinerario que nos llevará por la variación estilística, la variación en gru­
pos sociales y los procesos de interacción comunicativa entre individuos. Caminare­
mos del «hablante» a la «nación», del «sonido» a la «cultura», presentando, en la pri­
mera parte, los principios fundamentales de la sociolingüística propiamente dicha (la
variación en la lengua), en la segunda parte los conceptos básicos de la etnografía de
la comunicación (la lengua en su uso social) y, en la tercera, los temas más destaca­
dos de la sociología del lenguaje y de los estudios de lenguas en contacto (la coexis­
tencia de lenguas y sociedades). Los títulos de los capítulos nos dan una idea más pre­
cisa de su contenido; la variación en los niveles de la lengua, las variables sociales, pa­
trones de variación sociolingüística, variedades lingüísticas, el cambio lingüístico vis­
to desde la sociolingüística, el concepto de variación, principios de sociolingüística, en
la primera parte; interacción comunicativa y cortesía, discurso y conversación, actitu­
des lingüísticas, lengua, cultura y pensamiento, en la segunda parte; bilingüismo, di-
glosia, elección, mantenimiento y sustitución de lenguas, lenguas en contacto, lenguas
pidgin y lenguas criollas, en la tercera parte.
Los asuntos lingüísticos que en este volumen se van a tratar abarcan el espectro
completo de los niveles de la lengua, desde el fonema —casi desde el rasgo distinti­
vo— a la macroestructura del texto, pasando por el morfema, la oración y las se­
cuencias textuales más simples. Y todos ellos son vistos en su relación y correlación
con los múltiples factores sociales que concurren en las comunidades de habla, desde
la división en clases o estratos a la interacción comunicativa, pasando por diversos ti­
pos de organizaciones sociales.
Por otro lado, es conveniente anunciar que la lingüística será la ciencia que nos
sirva de norte en la presentación y valoración de los fenómenos de la lengua y de la
sociedad. Pero debe saberse, igualmente, que no dudaremos en conceder espacio a
una sociolingüística que vaya algo más allá de la lingüística o que nos obligue a dis­
currir por otras disciplinas, como la sociología, la antropología, la psicología social, la
etnometodología, la etnografía, la pragmática, el análisis del discurso, el análisis de la
conversación, la lingüística del texto. A todas y cada una de estas parcelas se les re­
conoce una relación, más o menos estrecha, con la sociolingüística; por eso serán ob­
jeto de nuestro comentario, pese a que los lingüistas puedan reprocharnos el aban­
dono del terreno de la sociolingüística estricta.
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Las tres primeras partes de este manual darán prioridad a la presentación de los
conceptos y principios básicos de la sociolingüística, procedan de la escuela que pro­
cedan, aunque el peso de la investigación norteamericana se ha de hacer notar. Pro­
curaremos no detenernos tanto en la sociolingüística como en lo sociolingüístico, dan­
do protagonismo a la lengua y a la sociedad, esto es, a los hechos sociolingüísticos
propiamente dichos. Además, todos los capítulos van seguidos de unas propuestas de
ejercicios y de reflexiones que los lectores podrán utilizar según sus gustos o necesi­
dades: los profesores pueden encontrar en ellas un apoyo metodológico y unas pocas
ideas, de valor desigual, para proponer actividades prácticas relacionadas con la so­
ciolingüística; los estudiantes tendrán aquí una ayuda para afianzar los conocimientos
adquiridos y un acicate para investigar o para ampliar sus lecturas. En total se pro­
ponen unos 70 ejercicios y reflexiones, que se acompañan de indicaciones y comen­
tarios bibliográficos a propósito de lo tratado en cada capítulo.
La cuarta parte de este libro (teorías, métodos y aplicaciones) estará dedicada es­
pecíficamente a la sociolingüística como disciplina, podríamos decir a la meta-socio-
lingüística, como metodología, como corriente de estudio en desarrollo: dedicamos un
capítulo a las relaciones entre sociolingüística, sociología del lenguaje y etnografía de
la comunicación, otro a la teoría y a los métodos de la sociolingüística variacionista,
por ser especialmente representativa de la investigación actual, otro a la aplicación de
nuestra disciplina a la enseñanza de lenguas y un último capítulo a la planificación lin­
güística. Sabemos que son muchas las ideas y los problemas que dejamos a un lado,
pero es el precio de la fidelidad a unos objetivos generales. De este modo nos hace­
mos cómplices de otros manuales de sociolingüística, compañeros de viaje, cuya lec­
tura o consulta recomendamos encarecidamente porque allí se explica muy bien lo
que aquí no hemos podido o no hemos sabido explicar.
En el capítulo de agradecimientos —el más breve y el más sentido de todos los
capítulos de esta obra que ahora empieza— deseo recordar, en primera y singular
persona, a mis alumnos, a mis maestros y a mi familia. Los alumnos de la Universi­
dad de Alcalá y de los cursos y seminarios que he dictado por muchos lugares son en
realidad los responsables de que esta obra se haya escrito de la forma en que ha sido
escrita: sus preguntas y gestos son un libro más abierto que el que ahora, lector, tie­
nes en tus manos. Por otra parte, cada día que pasa siento un mayor cariño y un ma­
yor respeto por mis maestros, y no quiero desaprovechar esta oportunidad para ma­
nifestárselo, especialmente al maestro Alvar, el más querido. En cuanto a mi familia
—mi mujer, mis hijos, mis padres, mis hermanos— sólo quiero constatar algo que sue­
le presumirse como sentimiento universal: que están por encima de todo y que son lo
único que realmente merece la pena. Lo siento por la sociolingüística.
P r im er a parte

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA
C a p ít u l o 1

LA VARIACIÓN EN LOS NIVELES DE LA LENGUA

Lengua y variabilidad

Por la variedad que hay de usos y diferencias de hablar, no digo


en todo un reino, no en toda una nación, pero aun en cualquier
provincia y no sé si en cualquier ciudad.
Damasio de F rías, Diálogos de las lenguas, siglo xvi

La lengua es variable y se manifiesta de modo variable. Con esto se quiere decir


que los hablantes recurren a elementos lingüísticos distintos para expresar cosas dis­
tintas, naturalmente, y que, a la vez, existe la posibilidad de usar elementos lingüísti­
cos diferentes para decir unas mismas cosas. La variabilidad lingüística, concebida en
unos términos tan generales como éstos, puede presentarse de modo diverso: existen
comunidades distintas que usan lenguas distintas, comunidades diferentes en las que
se usa una lengua o variantes de una misma lengua y comunidades en las que se usan
dos lenguas distintas o dos variedades de una misma lengua, entre otras posibilida­
des. De todo ello se hablará en los capítulos correspondientes al bilingüismo, a la di-
glosia o a los dialectos.
Ahora bien, alejándonos del ámbito de la coexistencia y el uso de dos o más va­
riedades lingüísticas, comprobamos que las posibilidades de la variabilidad (elemen­
tos distintos para expresar cosas distintas / elementos distintos para decir las mismas
cosas) también se ofrecen dentro de una lengua natural cualquiera o de uno de sus
dialectos. En efecto, el uso de ciertas unidades lingüísticas —sean del nivel que sean—
en lugar de otras puede dar origen a significados diferentes o, de forma más amplia,
a valores semánticos diferentes; piénsese, por ejemplo, en el uso de z y s (caza, casa),
de -dor y -dero (vestidor ‘que viste [a alguien]’, vestidero ‘que es vestido’), de ser y es­
tar (ser fuerte, estar fuerte), en la ausencia o presencia de determinante en el sintag­
ma nominal (he bebido cerveza, he bebido una cerveza), en el uso de la forma enclí­
tica de -se (tirar, tirarse) o de los tiempos verbales en determinados actos de habla
(¿puede venir mañana?, ¿podría venir mañana?).
Pero hay ocasiones en que el uso de un elemento en lugar de otro del mismo
nivel no supone ningún tipo de alteración semántica: tanto si se usa uno como si
se usa otro, se está diciendo lo mismo. Esto es lo que los sociolingüistas denominan
variación lingüística. He aquí algunas muestras de variación en español: realizaciones
[s, h, 0] del fonema Isl implosivo (casas, casahf, realizaciones [r, 1] de los fonemas Ivl
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o /l/ implosivos {multa, murta): realizaciones más o menos africadas o fricativas de ch.
el uso del seseo, el ceceo y la distinción de s y la realización de Inl. en posición fi­
nal, como nasal alveolar o como nasal velarizada; el uso de los morfemas -ra o -se
para el imperfecto de subjuntivo; el leísmo, el laísmo o el loísmo, la presencia o au­
sencia de sujeto pronominal; la preferencia por ciertas construcciones activas o pasi­
vas., Al elemento, rasgo o unidad lingüística que puede manifestarse de modos diver­
sos —esto es, de forma variable— se le da el nombre de variable lingüistica Así, una
variable lingüística es un conjunto de expresiones de un mismo elemento y cada una
de las manifestaciones o expresiones de una variable recibe el nombre de variante lin­
güística.
Al identificar un fenómeno de variación, las preguntas que surgen de modo in­
mediato, en cualquier nivel lingüístico, son ¿por qué?, ¿cómo se ha originado? Y las
respuestas suelen requerir el auxilio de disciplinas como la dialectología o de la his­
toria de la lengua porque es habitual que haya factores extralingüísticos implicados
en la variación; factores como la geografía (variación geolingüística), la historia (va­
riación histórica) o la situación comunicativa, en su sentido más amplio (variación
estilística). Todos estos factores pueden ser responsables o explicar muchos casos de
variación. Pero los especialistas en sociolingüística también entran a responder esas
preguntas y otras complementarias o de mayor detalle: ¿cómo se manifiesta esa va­
riación? ¿Qué factores la determinan? ¿Qué capacidad de determinación tiene cada
uno de los factores concurrentes? ¿Qué variantes lingüísticas caracterizan a unos gru­
pos sociales y a otros? Y la sociolingüística se preocupa de estos asuntos porque los
factores sociales también pueden determinar y explicar la variación.
Henrietta Cedergren1y Humberto López Morales2 han señalado, desde la socio-
lingüística y con toda claridad, que los factores que determinan la aparición de unas
variantes lingüísticas en ciertas circunstancias y de otras variantes en circunstancias
diferentes, dentro de una comunidad de habla, responden a estas cuatro posibilidades:

a) que las variantes vengan determinadas exclusivamente por factores lingüís­


ticos;
b) que las variantes vengan determinadas exclusivamente por factores sociales;
c) que las variantes vengan determinadas conjuntamente por factores lingüísti­
cos y sociales;
d) que las variantes no vengan determinadas por factores lingüísticos ni por fac­
tores sociales.

De las cuatro posibilidades comentadas por Cedergren y López Morales, la so­


ciolingüística está especialmente interesada en a y en c, sobre todo en esta última.
Cuando se comprueba que la variación lingüística está correlacionada con factores de
naturaleza social, hablamos de variación sociolingüística. La posibilidad b incluye
principalmente fenómenos relacionados con el contacto o la coexistencia de varieda­
des diferentes. En lo que se refiere a la posibilidad d, que recoge los casos tradicio­
nalmente llamados de variación libre o de polimorfismo, podría ser reformulada de la

1. «Sociolingüística», en H. López Morales (coord ), Introducción a la lingüistica actual, Madrid, Playor,


1983, p. 150.
2. Sociolingüística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 84-85
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siguiente forma: «que las variantes no vengan determinadas por factores lingüísticos
ni por factores extralingüísticos». Estos casos interesan a la sociolingüística en tanto
en cuanto también es necesario demostrar empíricamente que un fenómeno de va­
riación no viene deter minado efectivamente por tales o cuales factores.
Terminamos este epígrafe insistiendo en el hecho de que la variación, definida
como el uso alterno de formas diferentes de decirlo mismo, se puede encontrar prác­
ticamente en todos los niveles de la lengua, desde el más concreto (fonético-fonoló-
gico) al más amplio (discurso, por ejemplo), pasando por la gramática y el léxico. Para
explicar el funcionamiento de estos usos, vamos a prestar atención separadamente a
la forma en que ejercen su influencia los factores lingüísticos (variación interna) y a la
forma en que lo hacen factores sociales como la edad, el sexo o la profesión, entre
otros. Pero, previamente hemos de detenernos en un concepto fundamental: «comu­
nidad de habla».

Comunidad de habla

Al referirnos a los factores que determinan la aparición de las variantes lingüís­


ticas, hemos hecho un comentario sobre los fenómenos que aparecen dentro de una
comunidad de habla. Pero ¿qué se entiende por comunidad de habla? Es evidente
que al usar el término comunidad se hace referencia al hecho de compartir algo. Ese
«algo» ha estado sujeto a las opiniones e intereses de numerosos especialistas que se
han preocupado por el uso de la lengua en su contexto social. Cuando en sociolin­
güística se maneja el concepto de «comunidad de habla», se está pensando en algo
más concreto que el conjunto de hablantes de una lengua histórica —a lo que se ha
llamado comunidad idiomática— o de una lengua en un momento y en un territorio
determinados (comunidad lingüistica). Los individuos que han utilizado, utilizan y uti­
lizarán una lengua, como el español, en cualquiera de sus variedades geográficas, so­
ciales y estilísticas, forman una comunidad idiomática; los hablantes de lengua espa­
ñola forman en este momento una comunidad lingüísticaA
Una comunidad de habla está formada por un conjunto de hablantes que com­
parten efectivamente, al menos, una lengua, pero que, además, comparten un con­
junto de normas y valores de naturaleza sociolingüística: comparten unas mismas ac­
titudes lingüísticas, unas mismas reglas de uso, un mismo criterio a la hora de valorar
socialmente los hechos lingüísticos, unos mismos patrones sociolingüísticos. Los his­
panohablantes de México y de España pertenecen a una misma comunidad idiomáti­
ca, pero no a una misma comunidad de habla.
Los miembros de una comunidad de habla son capaces de reconocerse cuando
comparten opinión sobre lo que es vulgar, lo que es familiar, lo que es incorrecto, lo3

3. Sobre el concepto de comunidad véase el epígrafe correspondiente en el libro de H. López Morales,


Sociolingüística, ob. cit., pp. 47-52. Este concepto, que es el más generalmente aceptado, fue propuesto por
W. Labov (Sociolingaistic Patterns, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1972, p. 120 Trad. al esp.
Modelos sociolingüísticos, Madrid. Cátedra. 1983). Véase también S. Romanie, «What is a speech commu-
nity?», Belfast Working Papers in Languagc and Linguistics, 4, 3 (1980), pp 41-59. Para la distinción entre co­
munidades idiomáticas, comunidades lingüísticas y comunidades de habla, F. Gimeno, «A propósito de
comunidad de habla: T he social dimensión of dialectology’ de J. P Roña», en H. López Morales y M. Va­
quero (eds.), Actas del I Congreso Internacional sobre el español de América, San Juan, Academia Puertorri­
queña de la Lengua Española, 1987, pp. 689-698.
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que es arcaizante o anticuado. Por eso el cumplimiento de las normas sociolingüísti-


cas al que obliga la pertenencia a una comunidad puede servir de marca diferencia-
dora, de marca de grupo, y por eso los miembros de una comunidad suelen acomo­
dar su discurso a las normas y valores compartidos. Tales normas y valores pueden
no respetarse en la comunicación entre miembros de distintas comunidades de habla,
pero aún en estos casos es frecuente que se intente seguir los criterios característicos
de la comunidad del interlocutor respectivo: si un hispanohablante se desplaza a un
país hispánico que no es el suyo, probablemente evite el uso de formas lingüísticas
que son tabú en el país de destino, por ejemplo.
El concepto de comunidad de habla, así planteado, ofrece dos inconvenientes:
uno es el de los límites de la comunidad misma, el otro es el de su heterogeneidad.
En cuanto a los límites, resulta complicado determinar dónde dejan de tener validez
unas normas y valores sociales en beneficio de otros; sin embargo, sí parece claro que
esos límites pueden ir más allá del núcleo urbano, convirtiéndose en una realidad, al
menos, regional. ¿Puede considerarse que Salamanca es una comunidad de habla in­
dependiente de la comunidad de Ávila o pertenecen ambas a una misma comunidad?
A pesar de la cercanía entre el habla de estas dos ciudades españolas y de que com­
parten mucho más que el uso de una lengua, sólo un estudio sociolingüístico comple­
to y riguroso, incluidas pruebas de actitudes lingüísticas, nos proporcionaría elemen­
tos de juicio suficientes para dar una respuesta absolutamente precisa. Y el mismo
mecanismo cabría aplicar para dar cuenta de la heterogeneidad interna de las comu­
nidades: si una comunidad puede ir más allá de un núcleo urbano, también puede co­
rresponderse con una realidad inferior al núcleo urbano; todo depende del modo y el
grado en que unos barrios —o zonas— compartan unas normas y unos valores so­
ciales.
Cabe aún añadir un comentario sobre el concepto de comunidad de habla: tal y
como se concibe en la sociolingüística actual, una comunidad de habla es básicamen­
te una comunidad de consenso, de sintonía entre grupos e individuos diferentes, don­
de el conflicto está minimizado.-1 No está claro, sin embargo que este modelo con­
ceptual sea realmente explicativo o el más adecuado para llegar a un buen conoci­
miento de los hechos sociolingüísticos.

Variación fonético-fonológica

De suerte que es innegable la variación y diversidad en la pro­


nunciación.
Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, 1726

La variación fonética y fonológica es, sin duda, la más estudiada, la mejor cono­
cida y la que presenta menos problemas teóricos a la hora de ser ejemplificada e in­
terpretada: las variantes de un fonema —variantes facultativas, en la terminología es-
tructuralista— no suponen, al alternar, ningún cambio de significado. Volviendo a al­
gunos de los ejemplos citados más arriba, la aparición en ciertas circunstancias de las4

4. Desde este punto de vista, el tratamiento que se le está dando es coherente con el que recibe el con­
cepto de estratificación social en la sociología británica y norteamericana.
LA V A R IA C IO N E N L A L E N G U A 21

variantes [s] o [0 ] del fonema /s/ implosivo del español no implica cambio semántico
alguno (los aviones, lo avione); lo mismo ocurre con las variantes [r] y [1] del fonema
/r/ implosivo (comer, comeI) o con las variantes [d] y [0] del fonema Idl cuando apa­
rece en posición final de palabra ( verdad, verdaz).
Pero, ¿qué es lo que hace que la variación fonético-fonológica sea relativamente
fácil de estudiar? Ante todo, la comodidad y seguridad con que se puede demostrar
que la alternancia de elementos, la variación misma, no implica cambios de significa­
do. Pero eso no es todo. Existen ciertas características que convierten a los elemen­
tos lingüísticos en susceptibles de ser analizados desde una teoría y un método típi­
camente sociolingüísticos; en la medida en que se ajustan a esas características, más
adecuado resulta el análisis porque más rigurosamente se puede determinar qué fac­
tores son los que hacen que aparezca una u otra variante y qué peso cuantitativo tie­
ne cada uno de ellos.5 Las características a las que nos referimos son las siguientes:

a) La frecuencia: cuanto más frecuente es una variable en la lengua hablada, ex­


presada en sus distintas variantes, más posibilidades hay de conseguir un buen análi­
sis, especialmente cuantitativo. Esta característica se halla a menudo en las variables
fonético-fonológicas, dado que se cuentan por docenas los casos de fonemas como Isl
o corno Idl, por ejemplo, en unos pocos minutos de habla, si bien es cierto que la fre­
cuencia es mucho menor en elementos como / p/ o /Íj7.
b) La integración en sistemas cerrados: cuanto más integrada está una variable
en un sistema cerrado, cuanto más depende su valor del valor de otros elementos de
un mismo sistema, más idónea resulta para el análisis sociolingüístico. Desde este
punto de vista, las unidades fonológicas son perfectamente adecuadas para un análi­
sis de la variación puesto que pertenecen a inventarios cerrados, formados general­
mente por un número bastante reducido de elementos. El español, por ejemplo, cuen­
ta con un número de fonemas consonánticos que oscila entre las 17 y las 19 unidades,
según la variedad de que se trate (piénsese en los dialectos que no tienen /0/ ni /A/):
el sistema vocálico del español dispone solamente de cinco elementos, si bien algunas
lenguas pueden llegar a tener 12, 15 o más vocales, y otras menos (en árabe son tres
los fonemas vocálicos).6
c) Distribución estratificada social y estilísticamente: esta propiedad se refiere a
la correlación que puede existir entre ciertas variantes lingüísticas y ciertos factores
sociales y situacionales: unas variantes se encuentran principalmente en hablantes de
determinadas características sociales y en determinadas situaciones, y otras variantes
en otros. Semejante circunstancia se da en lo que, algunas líneas más arriba, hemos
llamado posibilidad c: que las variantes vengan determinadas conjuntamente por fac­
tores lingüísticos y sociales. Cuando esto ocurre —y es relativamente frecuente en el
nivel fonético-fonológico—, la identificación de los factores que determinan la varia­
ción resulta más simple.

Tenemos, por tanto, que las tres características presentadas (frecuencia, integra­
ción en un sistema, estratificación social y estilística) se encuentran muy a menudo en

5. Véase W. Labov, The Social Stratiflcation o f English in New York City. Washington, D .C , Center for
Applied Linguistics, 1966, p. 32
6. Véase E. Martínez Celdrán, Fonología general y espartóla, Barcelona, Teide, 1988,
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las variables fonético-fonológicas, convirtiéndolas en objeto de estudio predilecto


para la sociolingüística- Ahora bien, eso no quiere decir que este campo de la socio-
lingüística esté exento de problemas; ni mucho menos.
Una de las dificultades prácticas más complicadas de salvar en todo estudio de la
variación fonética es el establecimiento de las clases o tipos de sonidos que van a ser
considerados como variantes, porque es bien sabido que las posibilidades de realiza­
ción fonética de un fonema cualquiera son prácticamente infinitas y que dependen de
factores más o menos regulares (contextos, variantes dialectales, etc.), pero también
de factores absolutamente aleatorios, como las condiciones concretas de cada articu­
lación o la constitución del aparato fonador de cada hablante en particular.
Para el estudio de la variación es imprescindible manejar una serie limitada de
variantes que van ser consideradas como auténticas clases o tipos, puesto que han
de incluir todos los sonidos que cumplan unos requisitos determinados. Así, cuando
Orlando Alba estudia, en el español de la República Dominicana, el comportamien­
to variable del fonema lll en posición implosiva, distingue las variantes lateral [1], vi­
brante [r], vocalizada [i] y elidida [0], y puntualiza:7

Como es lógico, la selección de estas variantes lleva consigo algunas simplificacio­


nes en el sentido de que cada una de ellas representa más bien un tipo de realiza­
ción. La lateral, por ejemplo, agrupa varias realizaciones alofónicas que se dife­
rencian no sólo en cuanto al lugar de articulación sino también en lo relativo al
grado de contacto de la lengua con la zona donde se produce la articulación: los
alvéolos, los dientes, el paladar, etc. De forma similar sucede con la variante vo­
calizada que, como han indicado algunos investigadores, presenta diversos grados
de abertura y de localización. Se ha creído prudente trabajar con una variante tipo
y no intentar discriminar diferencias fonéticas sutiles que a simple oído resultan
muy difíciles de transcribir de manera consistente. Sólo un análisis instrumental po­
dría recoger determinadas variaciones alofónicas de forma precisa, constante, fi­
dedigna.

Como han señalado numerosos especialistas, entre ellos López Morales,8 los fac­
tores lingüísticos que pueden determinar la variación fonético-fonológica pueden di­
vidirse en tres grupos: distribucionales, contextúales y funcionales. Los factores distri-
bucionales tienen que ver con el lugar en que aparece el fonema: posición inicial de
sílaba, final de sílaba interior de palabra, final de sílaba y final de palabra, etc. Los
factores contextúales están conformados por los elementos que anteceden y siguen a
la variable: consonante antepuesta o pospuesta, vocal antepuesta o pospuesta, pausa.
Los factores funcionales se refieren a la naturaleza de las categorías gramaticales en
las que se incluye la variable: función gramatical, tipo de morfema, lugar en la curva
de entonación, etc. Unos pocos ejemplos nos servirán para ilustrar cómo se manejan
los tipos (las variantes) de diversas variables y cómo se correlacionan esas variantes
con otros factores.9

7- Variación fonética y diversidad social en el espatio! dominicano de Santiago, Santiago, PUCMM, 1990,
pp. 135-136.
8, Sociolingiiistica, ob. cit., pp. 85-91.
9. En este momento sólo nos interesa comentar cómo las variantes pueden venir determinadas por fac­
tores lingüísticos, lo que supondrá, de hecho, que los ejemplos propuestos no sean auténticas muestras de es­
tudios sociolingüísticos, sino de meros estudios lingüísticos: se intenta explicar cómo funciona la lengua en sí
L A V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 23

Los ejemplos de variación fonético-fonológica que ofrecemos a continuación


proceden de varios lugares hispanohablantes y se refieren a variables fonéticas dife­
rentes. Comenzamos con un ejemplo procedente del español de España; más concre­
tamente, de la ciudad castellana de Burgos. En esta ciudad se ha encontrado que tan­
to el fonema lateral /A/ como el medio-palatal /y/ tienen un comportamiento fonético
variable, incluidos los casos que revelan una pérdida de la oposición fonológica por
desfonologización del fonema /A/, esto es, de yeísmo.
F. Martínez Martín, en su estudio sociolingüístico de la fonética burgalesa,10 ha
distinguido hasta ocho variantes fonéticas para ambos fonemas palatales; lateral [A],
vocalizada [j], medio-palatal fricativa [y], medio-palatal fricativa con tendencia al
rehilamiento [3 ], fricativa rehilada [J], medio-palatal fricativa con tendencia a la afri­
cación [jz], medio-palatal africada [+] y africada rehilada [dj]. Estos ocho tipos han
sido reducidos a cuatro para el análisis: variantes fricativas, variantes africadas, va­
riantes rehiladas y variantes no rehiladas.
Al margen de los factores sociales y estilísticos que inciden en la aparición de
unas u otras realizaciones fonéticas —la frecuencia de la variante lateral aumenta con­
forme a la edad de los hablantes, por ejemplo—, nos interesa saber qué factores lin­
güísticos coinciden con la aparición de las distintas variantes fonéticas. A este propó­
sito, el análisis cuantitativo de Martínez Martín revela que las variantes africadas
—tanto cuando son realizaciones del fonema /y/, como cuando lo son de /A/— se dan
principalmente detrás de pausa ([j-áno] ilano’), de nasal ([un j-áno]) y de lateral ([el
¿áno]). Por su parte, el rehilamiento se encuentra predominantemente en un contex­
to: tras consonante Isl ([la 3 ámas] ‘las llamas’). Lo contrario ocurre cuando nuestros
fonemas aparecen tras vocal: aquí se dan realizaciones no rehiladas con proporciones
muy elevadas ([lajáma] ‘la llama’).
Los casos de variación fonético-fonológica menudean también en las hablas ame­
ricanas. Antes hacíamos referencia a las clases de variantes que distinguía Orlando
Alba para estudiar la variación del fonema /!/ implosivo: lateral, vibrante, vocalizada
y elidida. Los factores lingüísticos que se han considerado como posibles agentes de
esta variación son el segmento fonológico siguiente, la vocal precedente y el lugar del
acento en la palabra. En Santiago de los Caballeros (República Dominicana), la pre­
sencia de un elemento fonético cualquiera (lateral, vibrante o vocal), como realiza­
ción de -lll, es más frecuente en posición final de palabra que en interior de palabra,
donde se encuentran muchos casos de elisión. La vocalización se encuentra más pro­
bablemente cuando se halla en interior de palabra o cuando va seguida de una con­
sonante, sea del tipo que sea. En interior de palabra, la presencia de una vocal i pre­
cedente favorece la elisión (remi0gado ‘remilgado’). En posición final de palabra son
insignificantes los casos de [r], mientras que la vocalización es más probable, como se
ha dicho, cuando va seguida de una consonante, pero también cuando va precedida
de la vocal e y cuando aparece en una palabra tónica (veide ‘verde’). En lo que se re­
fiere a la elisión en posición final, ésta se da cuando va seguida de una consonante
fricativa u oclusiva y cuando la vocal precedente es i (mci0 sueño ‘mal sueño’, abrí0

misma, internamente. Con otras palabras, aunque en la realidad suele haber factores extralingüísticos impli­
cados en la variación lingüística, sobre todo en la fonético-fonológica, preferimos dejar su presentación para
el capítulo siguiente, insistiendo en la idea de que la sociolingüística encuentra su sentido cuando los hechos
lingüísticos se correlacionan con variables sociales y situacionales.
10. Fonética y sociolingüística en la ciudad de Burgos, Madrid, CSIC, 1983.
24 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y SO C IO LO C IÍA D E L L E N G U A JE

‘abril’)- Por último, tanto la vocalización como la elisión son frecuentes cuando el
acento recae en la sílaba siguiente al elemento analizado.
Un último ejemplo, en este caso recogido en el oeste de Argelia, sobre todo en
la ciudad de Orán:11 la variable /s/ en posición implosiva, es decir, final de sílaba. En
el español hablado en Orán. ya casi desaparecido, las realizaciones fonéticas más fre­
cuentes del fonema fricativo sordo son el sonido sibilante [s] y la pérdida absoluta [0].
Para su estudio se han tenido en cuenta diversos factores lingüísticos (variables ex­
plicativas): posición de /s/ dentro de la palabra (interior o final de palabra) y contex­
to siguiente (consonante sorda, consonante sonora, vocal tónica, vocal átona). Los re­
sultados del análisis cuantitativo de la relación entre la variable -/s/ y las otras varia­
bles lingüísticas revelan que la pérdida de -5 se ve favorecida cuando va en posición
final de palabra y de grupo fónico; por otro lado, la pérdida se produce con más fre­
cuencia cuando el contexto siguiente es una consonante sonora o una vocal tónica. En
otras palabras, en el español hablado en Orán es más probable que se pierda la 5, en
primer lugar, en posición final absoluta (las casa0) y, además, en casos como 100
mi0mo 0 año0 (final de palabra ante consonante sonora, interior de palabra ante con­
sonante sonora, ante vocal tónica, posición final absoluta).

Variación gramatical: morfología y sintaxis

Que se deve usar esta composición de la manera que digo y no


andar por las ramas como algunos que, por no hablar como los
otros, dizen por ponerlos, los poner y por traerlas, las traer,
J uan de ValdéS, Diálogo de la lengua, 1535

La variación gramatical, de igual forma que la fonético-fonológica, puede venir


determinada por factores lingüísticos o por la combinación de factores lingüísticos y
sociales. Si distinguimos, dentro del plano morfológico, entre los fenómenos pertene­
cientes a la morfología gramatical (morfemas gramaticales o con significado gramati­
cal) y los correspondientes a la morfología léxica (morfemas con significado léxico),
encontramos que la variación que más se acerca a las propiedades de la variación fo­
nético-fonológica es la que pertenece a la morfología gramatical: son elementos fre­
cuentes, pertenecientes a sistemas estructurados (género, número, sistema verbal) y a
menudo distribuidos social y estilísticamente. Pero las ventajas de la morfología gra­
matical se vuelven inconvenientes en la morfología léxica, donde nos topamos con di­
ficultades derivadas de una presencia más débil de esa triple característica. Esto tam­
bién ocurre en la sintaxis o el léxico, aunque los problemas no son insuperables, ni
mucho menos.
Según Silva-Corvalán,12 la naturaleza de la variación sintáctica no es análoga a la
de la variación fonológica por varias razones:

11. Véase F. Moreno Fernández, «Debilitamiento de -s en el español de Oran: análisis de sus contextos
fónicos», Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, 2.a época. I (1994), pp. 91-111
12. Sociolingüistica. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra, 1988, p. 98.
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 25

1) En una lengua hay menos variación sintáctica que fonológica.


2) La variación sintáctica es más difícil de medir y cuantificar, debido a la es­
casa frecuencia con que se dan los contextos de ocurrencia y a la dificultad de obte­
ner directamente ejemplos del uso de una u otra variante.
3) Los contextos de ocurrencia de una variable sintáctica son en general más
difíciles de identificar y definir.
4) La variación sintáctica plantea el problema de las posibles diferencias de sig­
nificado entre las variantes.

A ello puede añadirse que la variación sintáctica, muy frecuentemente, no está


estratificada social ni estilísticamente, sino que viene determinada por factores neta­
mente lingüísticos.
Al margen de lo complicado que pueda resultar el análisis de la variación de ele­
mentos poco frecuentes, de inventario abierto y no correlacionados social ni estilísti­
camente, el escollo que se ha considerado como más difícil de evitar es el relaciona­
do con la demostración de que un conjunto de variantes son realmente formas dife­
rentes de decir lo mismo, esto es, de que son formas totalmente equivalentes; estamos,
pues, ante un obstáculo esencialmente semántico. Tal escollo no elimina, sin embar­
go, la posibilidad de identificar y analizar con éxito numerosos casos de variación gra­
matical.
Advertidos de las dificultades que encierra el estudio de la variación gramatical,
especialmente la sintáctica, se hace necesario comentar qué clases de variables son las
que quedan incluidas en este tipo de variación. Pedro Martín Butragueño ha intenta­
do llegar a una tipología de la variación gramatical en la sociolingüistica del español
y ha propuesto la siguiente clasificación de las variables: variables de tipo morfológi­
co, de tipo categorial, de tipo funcional y de tipo posicional.13
Las variables de tipo morfológico son aquellas que afectan, claro está, a elemen­
tos de la morfología, sobre todo de la morfología gramatical, cuya variación rara vez
implica los niveles sintáctico y pragmático y que suelen verse determinadas por fac­
tores tanto sociolingüísticos y estilísticos, como históricos y geográficos. Serían varia­
bles de tipo morfológico las que se expresan a continuación:

a) El uso de -mos o de -nos como terminación verbal.


para que fuéramos a buscarlo l para que fuéranos a buscarlo

b) El uso de -ste o de -síes como terminación verbal.


no quisiste avisarme / no quisistes avisarme

c) El uso de -ra o de -se como terminación verbal.


si quisiera lo podría hacer l si quisiese lo podría hacer

d) El uso de -ría o de -ra como terminación verbal.


si pudiera, lo haría / si pudiera, lo hiciera
si vendrías todos los días, no te llamaría / si vinieras todos los días, no te
llamaría

13. «Hacia una tipología de la variación gramatical en sociolingüistica del español». Nueva Revista de
Filología Hispánica, 42 (1994), pp. 29-75.
26 P R IN C IP IO S DE SO C IO L1 N G U ÍST IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

e) Valor funcional o referencial de le, la y lo.


e.l) anduvieron buscándola iodo el día / anduvieron buscándole todo el
día (la casa)
e.l) no le has dado las gracias / no la has dado las gracias (a esa mujer)
e.3) le dio una buena noticia a su hermano / lo dio una buena noticia a
su hermano

Es evidente que esta relación puede ver aumentado su número de variables, so­
bre todo si se piensa en variedades dialectales concretas, como es claro que algunos
de estos ejemplos rozan el límite de la sintaxis, aunque no por ello dejan de ser bue­
nas muestras de fenómenos morfológicos.
Las variables de tipo categorial son aquellas que afectan, en algunos casos, a ele­
mentos de la morfología y, en casi todos, a la sintaxis, cuya variación implica a veces
los niveles semántico y pragmático. Es importante tener en cuenta que este tipo de
variables a menudo no vienen determinadas por factores sociolingüísticos, estilísticos,
históricos y geográficos o se ven determinadas por ellos de un modo bastante irregu­
lar. Serían variables de tipo categorial las que se expresan a continuación:14

a) Uso de subjuntivo o de infinitivo con para.


me llaman para que yo redacte el informe / me llaman para redactar el in­
forme

b) Uso de adjetivo o de adverbio.


ella subió las escaleras muy rápida / ella subió las escaleras muy rápido

c) Uso de secuencias de preposiciones.


voy por agua / voy a por agua

d) Tipo de unidad sintáctica (oración cláusula, sintagma...): se refiere a la posi­


bilidad de formar construcciones con diferente grado de complejidad.

Las variables de tipo funcional son aquellas que afectan a la sintaxis, parcial­
mente a la morfología, y que no suelen estar correlacionadas con otros factores de na­
turaleza semántica. Por otro lado, como ocurre con las variables de tipo morfológico,
a menudo resultan determinadas por factores históricos, geográficos, sociolingüísticos
y estilísticos, aunque no siempre es así. Algunos ejemplos de estas variables son los
siguientes:

a) Uso de que o de de que (queísmo y dequeísmo).


u.l) me enteré de que María llamó / me enteré 0 que María llamó
a.2) yo digo que esto es cierto / yo digo de que esto es cierto

14. Martin Butragueño incluye más variables en la relación correspondiente al tipo calegorial, pero su
consideración nos obligaría a hacer justificaciones que nos alejarían mucho del interés principal de este capí­
tulo. Hemos prescindido también de las variables que no parecen responder a factores de índole sociolin-
güística.
LA V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 27

b) Sujeto pronominal presente o ausente.


entonces yo decidí que si / entonces decidí que si

c) Personalización de haber.
ha habido muchos problemas / han habido muchos problemas

d) Personalización de hacer.
hace seis años que no nieva / hacen seis arios que no nieva

e) Presencia o ausencia de pronombre átono (clítico) no argumental.


la agenda contiene un calendario / la agenda le contiene un calendario

f) Uso de lo o los.
se lo advertí a ustedes / se los advertí a ustedes

g) Presencia o ausencia de pronombre (clítico) pleonástico.


se la estoy pasando / se la estoy pasándosela

h) Presencia o ausencia de duplicación de pronombre átono (clítico).


me alegré cuando lo conocí a Luis / me alegré cuando conocí a Luis

En lo que se refiere a las variables que Martín Butragueño llama de tipo posi-
cional, se debe señalar, en primer lugar, que en todas ellas suele verse envuelta la en­
tonación; el nivel fónico, por tanto, tiene aquí su importancia. Al mismo tiempo, es­
tamos ante variables que suelen implicar valores pragmáticos de diversa naturaleza,
no así morfológicos ni semánticos (orden sujeto-verbo, orden verbo-complemento,
orden adjetivo-nombre, etc.). Las variantes de estas variables pueden suponer usos
estilísticos diferentes que, salvo excepciones, no están correlacionados con factores
históricos, geográficos ni sociolingüísticos. Un ejemplo de variable posicional correla­
cionada con la geografía o la sociolingüística sería el de los modificadores en un sin­
tagma nominal: la, esta, su casa / la casa suya / la su casa.
Para ilustrar el modo en que ciertos factores lingüísticos pueden incidir en la va­
riación morfológica y sintáctica nos serviremos de varios ejemplos: uno de ellos pro­
cede del español de España y los demás del español de América; dos son de natura­
leza morfológica y uno de naturaleza sintáctica.15
A propósito del español de la Andalucía oriental, concretamente en la Alpujarra
de Granada, López Morales ha analizado la presencia y ausencia de -Isl como marca
de plural en sintagmas nominales unimembres.16 Para el estudio, se han tenido en
cuenta variables lingüísticas, como la posición de un modificador respecto de un nom­
bre (modificador antepuesto al nombre: las gachas, unos agujerillos; modificador pos­
puesto al nombre: pimientos verdes, alambres fuertes) y la clase de palabra en la que
aparece o no aparece la marca de plural (nombre: echar horas, cultivar tomates', pro­
nombre no clítico: estos comían, unos no pagan', pronombre clítico: nos vamos, los me-

15. Véase también V. Lamíquiz (dir.), El discurso sociolingiiistico. Sociolingüística andaluza 3, Sevilla,
Universidad de Sevilla, 1985.
16, «Desdoblamiento fonológico de las vocales en el andaluz oriental: reexamen de la cuestión», Revis­
ta Española de Lingüistica, 14 (1984), pp. 85-97,
2S P R IN C IP IO S DE SOC10 L IN G 0 ¡S'l'lCA Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

rieron, no les pasa nadaJ. El análisis revela que. en la inmensa mayoría de los casos,
el primero de los elementos (sea modificador, sea nombre) conserva una manifesta­
ción de -/si (generalmente en forma aspiración), mientras que el segundo no lleva
ningún tipo de marca (lah gachao); dicho con otras palabras, no llegan al 10 % los ca­
sos en que la marca de plural no aparece en ninguno de los dos miembros del sin­
tagma nominal. Desde otra perspectiva, el mayor número de ausencias de marca de
plural se localiza en los nombres, frente a la presencia generalizada de marca en cual­
quier clase de pronombres, elídeos o no clíticos.
Otro ejemplo de variación morfológica es la alternancia de las formas -ra y -se.
En un estudio sobre el habla de Valencia (Venezuela), Manuel Navarro descubre
que, en consonancia con la tendencia general del español americano, el empleo de las
formas en -se es muy poco significativo; tan sólo tienen un uso digno de mención
cuando aparece en tiempos compuestos (hubiese venido) y en la prótasis de las ora­
ciones condicionales (si hubiese cantado))1
Por último, un ejemplo de variación sintáctica, procedente del español de Amé­
rica, concretamente de Caracas (Venezuela). La variable en cuestión es de tipo fun­
cional: la presencia o ausencia del pronombre personal sujeto (canto / yo canto))s
Paola Bentivoglio ha estudiado este elemento teniendo en cuenta diversas variables
lingüísticas explicativas: el referente de la oración, la posible ambigüedad de la forma
verbal, el número y el tipo de verbo. El análisis descubre que el sujeto suele apare­
cer, con mayor probabilidad, en los casos en que el referente de la oración no coin­
cide con el referente de la oración anterior (nunca quise salir a cenar y ella nunca me
lo reprochó), cuando el número es singular y cuando el verbo es de percepción (ver,
oler, etc.). En esta variable, y así lo han comprobado tanto Bentivoglio como Silva-
Corvalán,17*19 no suelen tener incidencia alguna las variables de origen extralingüístico.

Variación léxica

Pero en esto podéis considerar la riqueza de la lengua castellana,


que tenemos en ella vocablos en que escoger como entre peras.
J u an de Valdés, Diálogo de la lengua, 1535

Yo comparo esta abundancia a la de los sinónimos, que, dado que


los aya rigurosamente tales, solo sirven para la variedad, i har­
monía del decir.
G regorio Mayáns, Orígenes de la lengua española, 1737

El estudio de la variación léxica se enfrenta a los mismos problemas que la va­


riación gramatical. Entre esos problemas destaca, naturalmente, el establecimiento de
equivalencias entre supuestas variantes, que tiene como trasfondo, muy especialmen­
te en este nivel léxico-semántico, la larga porfía sobre la existencia o la imposibilidad

17, «La alternancia -ra / -se y -ra / -ría en el habla de Valencia (Venezuela)». Lingüistica Española Ac­
tual, XI (1989), pp. 117-124.
18 Why «canto» and not «yo canto»? The problent o f ftrst-person sttbject pronoiin in spoken Vcnezue-
lan Spanislt (tesis de maestría ine'dita). Los Ángeles, Universidad de California, 1980
19. Véase Sociolingiiistica Teoría y análisis, ob. cit., p. 115 y ss.
LA V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 29

teórica de la sinonimia.20 Es evidente que ia sociolingiiistica no aspira a solucionar de


modo definitivo una cuestión que lleva muchísimo tiempo ocupando y preocupando
a los especialistas en semántica, pero no es menos cierto que, por eso mismo, la so-
ciolingüística se ve obligada a proponer salidas y a tomar decisiones prácticas.
La sociolingiiistica se ha convertido, casi por necesidad epistemológica, en de­
fensora acérrima de la existencia de la sinonimia, al menos en el nivel del discurso:
las unidades léxicas, como ocurre con determinadas construcciones sintácticas, pue­
den verse neutralizadas semánticamente en el discurso, en el uso comunicativo de la
lengua,, Esto no elude, sin embargo, la dificultad que supone demostrar que existe
realmente una neutralización, es decir, que dos o más variantes son manifiestamente
equivalentes. La demostración se hace poco menos que imposible cuando el uso de
cierta forma viene acompañado de valoraciones o connotaciones particulares o cuan­
do el hablante maneja en su selección léxica criterios que pueden pasar inadvertidos
a los oyentes; hablamos de intenciones comunicativas, de consideraciones de estilo y
de otros factores en cierto modo imprevisibles.
Escollos aparte, nada nos impide plantearnos una pregunta elemental: ¿qué se
busca al estudiar la variación léxica? Y la respuesta no puede ser muy diferente de la
que se ha dado a propósito de la variación fonético-fonológica o de la gramatical. Se
intenta explicar el uso alternante de unas formas léxicas —normalmente sustantivos,
verbos o adjetivos— en unas condiciones lingüísticas y extralingüísticas determinadas:
pueden ser unidades de distinto origen geolingüístico que han confluido en una co­
munidad (gorrión, pardillo), formas adscritas a niveles cultos o a niveles populares,
así como a estilos más o menos formales (hijastro, entenado; encinta, preñada, emba­
razada', rasguño, raspón, rozón', burbuja, gorgorita, gargolito, farol) o formas tabúes o
eufemísticas (jorobado, chepita\ axila, sobaco), entre otras posibilidades. Al mismo
tiempo, se busca identificar el léxico característico de los diferentes grupos sociales:
léxico juvenil, léxico profesional, léxico marginal, etc.
Para conseguir estos objetivos hay que demostrar la equivalencia de una serie de
variantes léxicas y, lógicamente, encontrar esas variantes en el discurso natural. Tal
labor exige, a la vez, decidir qué características han de tener las variantes, porque,
como ha señalado Julio Borrego, lo cierto es que pueden obedecer a motivaciones
muy diversas, aparte, claro está, de la etimología: diferente pronunciación (rocío / ru­
cio), diferente evolución fonética (laguna / ¡laguna), diferente género (el dote / la
dote), diferente derivación (rapiña / rapiñoso 'avaro’), diferente modificación (cogu­
jada moñuda / cogujada copetuda).21
En un primer momento, podría parecer evidente que formas como laguna y /la­
guna, o pescadero y pescatero, más que variantes léxicas, son elementos que respon­
den a una variación fonética; en muchas ocasiones, sin embargo, tal variación fonéti­
ca es ficticia, por tratarse de rasgos que han dejado de funcionar como variantes y que
han quedado fosilizados en determinadas unidades léxicas. Con otras palabras, los lí­
mites entre las variantes léxicas no siempre son evidentes y, consecuentemente, la de­
cisión sobre qué unidades merecen ser consideradas como variantes de una misma va­
riable entreña un riesgo notable. Ante tan delicada circunstancia, cada investigador

20. G. Salvador, Semántica y lexicología del español. Madrid. Paraninfo, 1984. Para este autor sí hay si­
nónimos
21. «Dificultades para el estudio sociolingüistico del léxico», // Encuentro de lingüistas y filólogos de Es­
paña y México, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994, pp. 119-131.
30 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D EL L E N G U A JE

se dejará guiar por los intereses particulares de su estudio y por las características his­
tóricas y dialectales de las variantes analizadas.
Asimismo, la cuestión de localizar auténticas variantes léxicas no es baladi en ab­
soluto, dada la escasa frecuencia con que alternan en el discurso. De ahí que algunos
especialistas hayan optado por encontrar las variables f uera del discurso continuado
y natural: por medio de encuestas y cuestionarios. Si un hablante no usa formas léxi­
cas equivalentes en su habla espontánea, lo mejor es preguntar directamente por
ellas, aunque el lamento de los sociolingüistas a la hora de utilizar los cuestionarios
para recoger unidades léxicas ha sido general:

A pesar de los inconvenientes que desde el punto de vista sociológico y psicológi­


co puede tener la utilización de cuestionarios fijos, hemos procedido de este modo
(M.. Etxebarría).22

Aquí (el estudio sociolingüístico del léxico] más que en ningún otro campo resulta
imprescindible el recurso de la encuesta, con todos los problemas que tal instru­
mento conlleva (J. Borrego).23

Este lamento nace, no del rechazo de la encuesta misma, muy usada en otro tipo
de investigaciones (geolingüística, lingüística aplicada), sino de los inconvenientes que
presenta en relación con lo que William Labov llamó la paradoja del observador:

la sociolingüística aspira a estudiar la lengua que se usa en una comunidad cuan­


do los hablantes no se sienten sistemáticamente observados, pero sólo se puede es­
tudiar esa lengua mediante la observación directa.24

La encuesta con cuestionario implica necesariamente que el hablante se sienta


observado de una forma directa y sistemática; de ahí los recelos. Pese a todo, el cues­
tionario parece ser el modo más eficaz de enfrentarse a la variación léxica y, para su
aplicación, se cuenta con una sólida y amplísima experiencia: la de la geografía lin­
güística. A todo ello volveremos en el capítulo 3.
Los estudios de variación léxica que se han realizado hasta el momento, escasos
en general si los comparamos con los de otros niveles, demuestran que en este tipo
de variación participan principalmente factores extralingüísticos —rasgos sociológi­
cos, situaciones, creencias y actitudes—, aunque también pueden estar implicados fac­
tores lingüísticos, factores como el ritmo del habla, las repeticiones o la lengua de ori­
gen de las unidades léxicas.

Variables lingüísticas y extralingüísticas

A la vista de lo comentado a lo largo de todo este capítulo, es posible proponer


una diferenciación, al menos como hipótesis de trabajo, entre los niveles de la lengua
según la naturaleza de las variables explicativas que en ellos suelen incidir: mientras

22. Sociolingiaslica urbana El habla de Bilbao, Salamanca, Universidad de Salamanca. 19S5, p 73


23. Art. cit., p. 120.
24. Véase Modelos sociolingiiisiicos, ob. cil , p. 266.
LA V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 31

la variación fonético-fonológica y la de tipo morfológico y funcional se ven determi­


nadas frecuentemente por factores lingüísticos y extralingüísticos, la variación cate-
gorial y posicional (sintáctica) se ve explicada mayoritariamente por factores lingüís­
ticos y la variación léxica por factores extralingüísticos25
Es preciso llamar la atención, no obstante, acerca de dos realidades. La primera
es que la variación sociolingüística, en la que intervienen tanto factores de lengua
como factores ajenos a ella, se puede hallar en todos los niveles: fonética, gramática,
léxico, discurso. La segunda es la preeminencia de los factores lingüísticos sobre los
extralingüísticos.26 Como señala López Morales

Debe advertirse, sin embargo, que todos los factores sociales, por importantes que
sean, están supeditados a los imperativos del sistema lingüístico; hasta la fecha se
ha comprobado en repetidas ocasiones que los factores sociales no son tan cate­
góricos como los gramaticales: actúan donde el sistema lo permite.

Así pues, las variables extralingüísticas, especialmente las sociales, actúan allí
donde la lengua lo permite y no es casualidad que sea en el nivel léxico —el más pe­
riférico o superficial, el más sujeto a los vaivenes históricos, el de mayor carga sim­
bólica— donde estas variables parecen revelarse como más determinantes.

Reflexiones y ejercicios

1. Intente descubrir las variantes de los fonemas /A/ y lyl que existen en una co­
munidad de habla española. ¿Cuántas «clases» de variantes se pueden identificar?
¿En qué condiciones lingüísticas se da cada una de esas clases de sonidos?

2. Tanto en el español de España como en el español de América es posible en­


contrar áreas en las que predomina el mantenimiento de -s final de sílaba y áreas en
las que predomina el debilitamiento o incluso la pérdida de ese elemento. Elabore
una relación de los factores distribucionales, contextúales y funcionales que favore­
cen en unos lugares el mantenimiento y que favorecen en otros lugares el debilita­
miento. Además de la bibliografía específicamente sociolingüística, puede consultar
otras obras de carácter general, como el libro en dos volúmenes dirigido por Manuel
Alvar, Manual de dialectología hispánica. El español de España y El español de Amé­
rica (Barcelona, Ariel, 1996).

3. Considere el uso de los pronombres interrogativos quién, qué y cuál en los


siguientes ejemplos:

¿Quién de tus hijos es el mayor?


¿Cuál de tus hijos es el mayor?
¿Qué hijo es el mayor?

25 También por variables de índole lingüística, pero más irregularmente


26. Ob. cit., p. 141.
32 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IX G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

¿Suponen estos usos formas diferentes de decir lo mismo o se observa entre ellos
alguna diferencia semántica? Comente si el uso de un pronombre o de otro puede ex­
plicarse por razones sociales, geográficas o estilísticas,

4. Reflexione sobre las razones que podrían explicar la alternancia de unidades


léxicas como las que componen las series siguientes:

agarrado / roño no / avaro


urraca / marica / picaza / blanca
deceso / muerte
rápido / raudo / ligero

Orientaciones bibliográficas

Acerca de los fenómenos variables más característicos del español y de los fac­
tores que los determinan, además de la bibliografía citada en el texto y a pie de pá­
gina, es aconsejable la lectura de la obra dirigida por Manuel Alvar, también citada,
Manual de dialectología hispánica. Como introducción clara y sencilla a las caracte­
rísticas del español de América, es muy recomendable la lectura de los dos volúme­
nes de María Vaquero: El español de América I. Pronunciación y El español de A m é­
rica II. Morfosintaxis y léxico (Madrid, Arco/Libros, 1996). Naturalmente, también es
muy útil, por tratar los asuntos lingüísticos en su historia y en su geografía, la con­
sulta de la conocidísima Historia de la lengua española, de Rafael Lapesa (8.a ed., Ma­
drid, Gredos, 1980), así como de la Morfología histórica del español, de Manuel A l­
var y Bernard Pottier (Madrid, Gredos, 1983).
C a p ít u l o 2

LA VARIACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA.
LAS VARIABLES SOCIALES

Variación sociolingüística

A excepción de José Carlos, Don Servando e Hipólito todos ha­


blan con dejo y pronunciación andaluces: Estrella y Elvira, y aun
Doña Lola, con el fino y gracioso acento sevillano; Pepa Juana,
lo mismo, si bien con dicción más fuerte y recortada; Anita, Ro­
cío, Silveria y Guadaira, con el suave ceceo de los pueblos de la
comarca, más bien hacia Huelva que hacia Cádiz, y Paquita
Rodó, con originalidad característica del andaluz cerrado
Hermanos Á l v a r e z Q uintero, La risa, 1934

Queda dicho que las variables extralingüísticas, específicamente las sociales, son
capaces de determinar la variación hasta donde lo permite el sistema de la lengua, y
queda ilustrado cómo unas variables lingüísticas, internas, pueden incidir en la apari­
ción de tales o cuales variantes de una variable determinada. Es, por tanto, el mo­
mento de centrarnos en las variables sociales que son capaces de determinar la va­
riación lingüística y en el modo en que esas variables se combinan con las de índole
netamente lingüística. Con otras palabras, a partir de ahora afrontaremos en su tota­
lidad el fenómeno de la variación sociolingüística, definido como la alternancia de dos
o más expresiones de un mismo elemento, cuando ésta no supone ningún tipo de al­
teración o cambio de naturaleza semántica y cuando se ve condicionada por factores
lingüísticos y sociales.
La investigación sociolingüística ha permitido conocer que las variables sociales
que influyen sobre la variación lingüística lo hacen de un modo específico en cada co­
munidad y respecto a fenómenos lingüísticos concretos. Aunque ya se ha explicado
que hay ciertos niveles de lengua en los que cabe esperar con más probabilidad la in­
cidencia de factores extralingüísticos (fonética-fonología, morfología) y aunque es in­
negable que existen hechos lingüísticos y sociales recurrentes, en realidad no es posi­
ble conocer de antemano qué tipo de variables sociales van a actuar sobre unos ele­
mentos lingüísticos en una comunidad dada. Y esto por dos motivos: en primer lugar,
porque los factores sociales actúan sobre la lengua de una forma irregular, es decir,
en dos comunidades de habla diferentes la variación sociolingüística de un mismo fe­
nómeno no tiene por qué manifestarse de la misma manera; en segundo lugar, por-
34 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

que los factores sociales no están configurados de forma idéntica en todas las comu­
nidades, aunque en ellas se hablen modalidades cercanas de una misma lengua.
En efecto, los factores sociales no tienen por qué funcionar de igual manera en
todas las comunidades: puede que, en un lugar, la edad tenga mayor poder de deter­
minación sobre la lengua o sobre cualquier conducta social que el nivel cultural, que.
en otro, el nivel económico provoque más diferencias lingüísticas y sociales que la
edad o que, en otro, el sexo sea irrelevante.. Todo esto es cierto, como lo es que una
mayor complejidad social en un comunidad puede dar lugar a una mayor variación
lingüística y a un uso social de la lengua más heterogéneo. Por eso las investigaciones
sociolingüísticas deben ir precedidas de un análisis sociológico de la comunidad y de
estudios exploratorios que permitan comprobar cuáles son las variables realmente im­
portantes en la estructura social y cuáles son las que previsiblemente pueden influir
más en el uso social de la lengua.
Generalmente, los factores sociales que muestran una mayor capacidad de in­
fluencia sobre la variación lingüística son el sexo, la edad, el nivel de instrucción, el
nivel sociocultural y la etnia, entre otros que también nos han de interesar.

La variable social «sexo»

El C se pronuncia pegando un poco la lengua sobre el paladar y


sobre los dientes de arriba tirando la lengua hasta los mesmos
dientes, porque cecear con gracia se permite a las Damas.
A mbrosio de Salazar, Espejo general de la gramática, 1614

Marco Tulio dice que en Roma para enseñar bien a los niños no­
bles la pureza i la propriedad de su lengua latina natural a todos,
en las cosas principales daban el cuidado de su crianza a alguna
matrona parienta principal: porque en las rnugeres, dice, perseve­
ra siempre i se conserva mas proprio i mas limpio el lengttage.
A mbrosio de Morales, Discurso sobre la lengua
castellana, 1585

Una de las primeras obras que la lingüística europea produjo en relación con la
variable «sexo» fue publicada en 1952. Se trata del volumen que la revista Orbis pre­
paró para ofrecer un estado de la cuestión de alcance mundial sobre la lengua de las
mujeres (Le langage des femmes: Enqnéte lingiástiqne á l’échelle mondiale). En lo que
se refiere a la Romania, allí aparecieron estudios de Pugcariu, Capidan, Pop, Réca-
tas, Merlo, Piccitto, Griera, Badía y Salvador. En líneas generales, los temas discuti­
dos en aquella época fueron dos: la conveniencia de utilizar mujeres como informan­
tes en dialectología y el carácter arcaizante o innovador de su forma de hablar.
En relación con el primero, la idea más generalizada era que la mujer resultaba
de mayor utilidad en las encuestas que los hombres,1aunque también se hicieron jui­
cios contrarios a éste. Acerca del arcaísmo o la innovación en el habla de las muje­
res, hubo opiniones diversas. El carácter conservador es destacado en la mayor parte

1 Véase C. Merlo, «Le langage des femmes: Enquéte linguistique á l’échelle mondiale». Orbis, I (1952),
pp. 12-13.
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 35

de los trabajos reunidos en Orbis; tan sólo Piccitto señaló que no observaba diferen­
cias claras,2 mientras que Pop, si en ese momento evitó dar una opinión, en otro lu­
gar había señalado que tal vez el habla de las mujeres era más conservadora.3 De
cualquier modo,4 las afirmaciones hechas en casi todos esos trabajos partían de datos
bastante impresionistas e irregulares, por lo que el conservadurismo lingüístico de la
mujer quedaba por demostrar.5 De hecho, Gauchat había comprobado en Charmey,
muchos años antes, que las mujeres hacían un mayor uso que los hombres de formas
lingüísticas innovadoras.6
Algún tiempo más tarde, Manuel Alvar, partiendo de un estudio sobre el habla
de Puebla de Don Fadrique, en Andalucía,7 llega a la conclusión de que el arcaísmo
o la innovación del habla de las mujeres no depende tanto del sexo cuanto del tipo
de vida que se lleva en cada lugar. En la Puebla, los hombres ofrecían un «estado me­
dio» de lengua, más cercano al castellano norteño y normativo, porque su movilidad
les permitía relacionarse con gentes del exterior; las mujeres, en cambio, acusaban un
mayor conservadurismo por tener menos contacto con hablantes de otras variedades.
Sin embargo, en el territorio conocido corno la «Andalucía de la e» (en la confluen­
cia de las provincias de Sevilla, Málaga y Córdoba), las mujeres hacían uso de rasgos
más innovadores que los hombres. De ahí que Alvar acabe afirmando:

Decir que el habla femenina es conservadora, neologista o ni una cosa u otra es,
en verdad, no decir demasiado, por cuanto en su contexto social puede ser cada
una de esas cosas o todas ellas, y fuera del ámbito al que pertenece no es nada.8

El sexo puede mostrarse, por tanto, más como un factor de segundo orden, como
algo que suele subordinarse a dimensiones sociales diferentes y con mayor poder de
determinación.9 Boris Cazacu, por ejemplo, observó en el rumano de Meria que las
diferencias de edad son más importantes que las que determina el sexo.10
La experiencia de la dialectología y de la geografía lingüística en el estudio de la
variación lingüística, como en otros campos, es muy rica y sugerente, pero, sin duda
alguna, la mayor parte de lo que hoy sabemos acerca de la conducta lingüística de
hombres y mujeres se lo debemos a la sociolingüística. Esta disciplina ha dado un gran
protagonismo al factor «sexo» y lo ha convertido en objeto de atención permanente,

2. «Osservazioni sul linguaggio delle donne», Orbis, 1 (1952), p 14


3. La Dialectologie, Lovaina, 1950, p. 725.
4. Véase M. Alvar, Estructuralismo, geografía lingüistica y dialectología actual, 2.” ed., Madrid, Credos,
1973, p. 74.
5. El estudio más elaborado fue el de G. Salvador, «Fonética masculina y fonética femenina en el ha­
bla de Vertientes y Tarifa (Granada)», Orbis, I (1952), pp. 19-24 Algunos trabajos recientes han vuelto a ob­
servar un mayor conservadurismo en el habla femenina: véase A. Elizaincín, «Métodos en sociodialectología»,
Estadios Filológicos, 14 (1976), p. 51; B. Fontanella de Weinberg, «Comportamiento ante -s de hablantes fe­
meninos y masculinos del español bonaerense», Romance Pliilology, XXVII (1973), pp 50-56.
6. «L’unité phonétique dans le patois d’une comune», Atts romanischen Sptachen and Literainren, Fest-
gabe fiir Heinrich Morf, Halle, Saale, 1905, pp. 224-226.
7. «Diferencias en el habla de Puebla de Don Fadrique (Granada)», Revista de Filología Española, XI
(1956), pp 1-32.
S. Véase Estrncturalismo, geografía lingüística y dialectología actual, ob. cit,, p 74.
9. A similares conclusiones llegó A. Badía, «Note sur le langage des femes et la méthode d’enquéte dia-
lectologique (domaine aragonais)», Orbis, I (1952), p 17.
10. «Desprel procesul de diferentiere in graiul unei comune (Meria-Reg. Hunedoara)», Sttidii si cerce-
lari lingvistice, VII (1956), pp. 245-26S,
36 P R IN C IP IO S DE SO C IO L IN G l'ÍS T IC A V S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE

aunque en su seno se hayan hecho muchas afirmaciones infundadas, como las que
enfrentan el habla de los hombres y de las mujeres calificando la de éstas como con­
servadora. insegura, sensible, solidaria y expresiva, y la de aquéllos como indepen­
diente, competitiva y jerárquica. Afortunadamente, las investigaciones han ido mar­
ginando poco a poco lo impresionista, lo subjetivo, para dejar su lugar a los hechos
probados y a las demostraciones solventes.11 Por otra parte, coincidiendo con las ob­
servaciones hechas en algunos trabajos dialectales (v.g. los de Cazacu), la sociolin-
güística también ha comprobado que, en un número importante de casos, son otros
factores, como el nivel sociocultural o el estilo, las principales bases de la variación,
dejando al sexo relegado a un segundo plano.12 Ello no impide que haya estudios en
los que se aprecia con claridad que el sexo tiene más capacidad de influencia sobre la
lengua que otros factores, incluida la clase social: eso ocurre en el trabajo de Horvath
sobre el inglés de Sydney (Australia), por ejemplo.13
Entre los estudios sociolingüísticos preocupados por las diferencias entre las ha­
blas de hombres y mujeres destacan singularmente los de corte etnográfico.14 Estos

11 Véase R. VVodak y G Benke. «Gender as a Sociolinguistic Variable: New Perspectives on Variation


Studies», en F Coulmas (ed.). The Handbook ofSociolinguistics. Oxford. Blackwell. 1997. pp 127-150
12 Véase R. Fasold, Sociolingnisrics of Language. Oxford. Blackwell, 1990, p. 223 y ss
13 Véase Variaíion in Anstralian English: The Sociolects of Sydney, Cambridge, Cambridge University
Press, 19S5, p 65. Por otro lado, la sociolingüistica ha puesto en relación el sexo con otros factores sociales
para intentar explicar mejor las causas de la diferencia en el comportamiento lingüístico de hombres y muje­
res (véase M, A, Martín Zorraquino, «Observaciones sobre las propiedades atribuidas al habla femenina en
el dominio hispánico», en R„ Penny (ed.), Actas del Primer Congreso Angloliispano, tomo I, Lingüistica, Ma­
drid, Castalia, 1993, pp. 115-126) La sociolingüistica también ha contribuido a que la figura de la mujer como
investigadora y entrevistadora adquiera una nueva dimensión, ya que la multiplicidad de contextos y situa­
ciones en que se recogen los datos hace que en muchas ocasiones sea preferible que la encuesta la haga una
mujer a que la haga un hombre. El ejemplo más claro lo tenemos en la investigación de Lesley Milroy sobre
el habla de tres redes sociales de Belfast Milroy nos dice (Language and Social Networks. 2* ed., Oxford.
Blackwell, 19S7, p, 44): «El investigador de campo tenía que ser una mujer.. Generalmente las mujeres reci­
bían menos agresiones que los hombres. Los hombres extraños eran vistos con considerable sospecha en mu­
chos lugares de Belfast y a menudo podían correr algún peligro si visitaban un lugar durante un período de­
terminado.» Tal vez deban valorarse más de lo que se suele hacer las características personales de los inves­
tigadores. en función del tipo de materiales que se pretende buscar en cada momento (F. Moreno Fernández,
Metodología sociolingüistica, Madrid, Gredos. 1990. pp. 71-77).
14. Véase Variation in Anstralian English. Cambridge, Cambridge University Press, 19S4. También de­
ben tenerse en cuenta los trabajos proyectados desde posiciones feministas (B. Thorne y N. Henley (eds..),
Language and Sex Difference and Dominance, Rowley, Mass., Newbury House, 1975: F. Moreno Fernández,
Sociolingüistica en Estados Unidos (I975-I9S5). Guia bibliográfica critica. Málaga, Agora, 1988, pp. 143-154:
Ph. Smith. «Sex markers in speech», en K. R. Scherer y H. Giles (eds ), Social markers in Speech, Cambrid­
ge, Cambridge University Press, 1979, pp. 109-146) La corriente de estudio llamada «sociolingüistica femi­
nista» ha desarrollado una buena parte de sus trabajos más representativos entre 1970 y 1990. Su principal ca­
racterística es el deseo, expreso, de provocar un cambio social que proporcione a las mujeres del mundo la
igualdad y la liberación de la opresión masculina, poniendo de manifiesto el oculto e injusto sexismo del len­
guaje En general, se parte de la idea de que las lenguasson sexistas y de que. si se elimina el sexismo de ellas,
resultaría más fácil erradicar el sexismo de la sociedad Sin negar la existencia de usos sexistas de la lengua (y
sobre todo de la metalengua), pero negando la naturaleza sexista de la lengua en sí misma, hemos afirmado
en otro lugar que la línea de estudio feminista, sobre todo la estadounidense (salvo honrosísimas excepcio­
nes), ha sido poco fructífera para la ciencia porque se han restringido los límites de la sociolingüistica, se ha
partido de presupuestos erróneos y se han manipulado criterios lingüísticos. Todo ello para dejar patente la
necesidad de un cambio que, en sí mismo, no puede producirse solamente a través del lenguaje.
Por otro lado, tienen un fondo razonable las críticas hechas a los estudios sociolingüísticos en los que la
mujer es tratada siempre como persona dependiente de su padre o su marido o en los que la conducta socio-
lingüistica femenina se interpreta como mera desviación o variante de la conducta masculina. La soclolin-
güística feminista critica los métodos de investigación basados en la figura del hombre.. Véase D Cameron y
LA V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 37

estudios, realizados en su mayor parte mediante la observación directa de las inte­


racciones comunicativas que se producen en grupos o comunidades, han permitido
conocer detalles reveladores y muy interesantes de la conducta comunicativa de hom­
bres y mujeres en lugares muy distintos. Saville-Troike, en su obra The Ethnography
of Communications5 aduce una serie de ejemplos, de los que entresacamos éstos: las
mujeres hablantes de algunos dialectos esquimales usan nasales sonoras en posición
final [m, n, ng] mientras los hombres utilizan oclusivas sordas [p, t, k, q]; la partícula
japonesa ne de final de oración es utilizada casi exclusivamente por las mujeres, así
como el uso de ciertas interjecciones al comienzo o al final de la frase. A estos ejem­
plos se podrían añadir algunos de la lengua española: el uso mayoritariamente feme­
nino en España de ciertas formas léxicas (lila, monln, monada, divino, ¡corazón!), de
ciertos prefijos (super-enamorado, super-simpática), de ciertas formas eufemísticas en
diminutivo (bragada) o de truncamientos léxicos con resultado generalmente bisílabo
(gordi ‘gordito, -ta’, eludí 'chulo, -a; chulito, -ta’, pela ‘peluquería’, ilu 'ilusión', porfa
'por favor’).16 Las anotaciones de los usos más frecuentes en hombres o en mujeres
se han hecho a propósito de todos los niveles de la lengua, desde el fonético al dis­
cursivo.
Las investigaciones sociolingüísticas de centros urbanos han descubierto y des­
crito una serie de hechos de singular relevancia relativos al sexo como variable social.
Sin lugar a dudas, el más importante de todos ellos es que la mujer, generalmente, es
más sensible a las normas prestigiosas que los hombres; dicho de otra forma, las mu­
jeres muestran una actitud más positiva que los hombres hacia los usos que se ajus­
tan a la norma, a la vez que los hombres suelen ceñir sus usos a los llamados «ver­
náculos» y a las variedades locales con más intensidad que las mujeres. Este hecho ha
sido observado en un importante número de estudios sociolingüísticos y de actitudes,
incluidos los de William Labov,17 y ha dado lugar a lo que se conoce con el nombre
de «modelo sociolingüístico de sexo».ls En relación directa con esta diferencia entre
el habla de hombres y mujeres, López Morales ha propuesto un principio general que
introduce un matiz esencial en la interpretación del fenómeno. El principio quedó for­
mulado en 1992 del siguiente modo:

En un estratificación sociolingüistica estable, los hombres usan formas que no son


estándares con mayor frecuencia que las mujeres, siempre que la variación se pro­
duzca en un nivel de consciencia dentro de la comunidad de habla.™

Por tanto, cuando hablamos de fenómenos lingüísticos de los que los miembros
de una comunidad no son plenamente conscientes (por ejemplo, el yeísmo en muchas

J. Coates, «Some Problems in the Sociolinguistic Explanation of Sex Differences», en J. Coates y D. Came-
ron (eds ), Wonien in their Speech Conummities, Londres, Routledge, 19SS, pp. 13-26
15 Oxford, Blackwell, 19S2.
16. Véase A. López y R Morant, Gramática femenina. Madrid, Cátedra, 1991. En la segunda parte, res­
ponsabilidad de Ricardo Morant, se proporcionan numerosos ejemplos procedentes de una observación di­
recta.
17. Sociolingnisrics Parteras, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1972, pp. 301-304 También
se puede consultar la versión en español, Modelos sociolingüísticos, Madrid. Cátedra, 19S3.
18. Sociolingnistics of Language, ob. cit., pp, 92-102.
19. «Style, sex and linguistic conciousness», en F. Moreno Fernández (ed.), Sociolingnisrics and Srylisric
Variation, Valencia, University of Minnesota - Universidad de Valencia, 1992, p. 52.
3S PRINCIPIOS DE SO C IO LING ÜíSTICA Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

comunidades), no tiene por qué seguirse ese «modelo» de conducta en hombres y mu­
jeres..
Por otro lado, la tendencia a seguir un modelo prestigioso —a menudo conside­
rado como normativo— no implica siempre un seguimiento del «modelo normativo».
El prestigio puede estar en las peculiaridades propias de una comunidad —lo que lle­
varía al conservadurismo—, pero también en rasgos ajenos a ella, y estaríamos en­
tonces ante una actitud innovadora Debe valorarse, no obstante, que, en los últimos
decenios, la aceptación y difusión de los medios de comunicación social, especial­
mente la televisión, está haciendo que el modelo de referencia sea el mismo para cual­
quier hablante de cualquier comunidad, sea hombre o sea mujer.
La inclinación hacia un modelo de prestigio se ve complementada por otra rea­
lidad: en la mujer funciona con menor fuerza que en los hombres el denominado pres­
tigio encubierto. El prestigio encubierto es el que está asociado a unos usos que no
son cultos, unos usos que están alejados de lo que abiertamente se reconoce como
normativo o adecuado y que a menudo son marcas de «masculinidad» entre los es­
tratos socioculturales más bajos.20 El prestigio encubierto, que es un prestigio de gru­
po, se opone al prestigio abierto, que es prestigio de comunidad y que se asocia a lo
correcto, lo adecuado, lo normativo.
Pero, ¿de dónde nace esa tendencia femenina a seguir los modelos de prestigio?
¿Por qué en muchas culturas se espera que la mujer ajuste su conducta sociolingiiís-
tica a un canon o unos referentes de prestigio? ¿Por qué los usos lingüísticos que se
consideran característicos de las mujeres o de los hombres tienen que ver directa­
mente con el seguimiento o el abandono de una norma? La mayor parte de las res­
puestas que se han dado a estas cuestiones tienen que ver con una interpretación so-
ciocultural del sexo, es decir, están relacionadas con lo que en la bibliografía anglo­
sajona se llama gender ‘género’,21 que a su vez en nada coincide con el concepto de
«género» como categoría gramatical. El género sociocultural se opone al sexo en tan­
to en cuanto el sexo es una característica biológica que viene dada prácticamente des­
de el momento de la concepción del nuevo ser, mientras el género es una dimensión
sociocultural que el individuo adquiere al ser socializado. Tales conceptos, sin em­
bargo, tienen unos límites borrosísimos y plagados de problemas, dado que el sexo
mismo es parte insoslayable del género.
Chambers y Trudgill, con un criterio que parte del concepto sociocultural de gé­
nero, explican la tendencia de las mujeres a seguir los modelos de prestigio median­
te los razonamientos siguientes:22 la falta de un lugar destacado en la sociedad hace
que las mujeres necesiten marcar su estatus social mediante una conducta específica;
por otra parte, la falta de cohesión de las mujeres en las redes sociales las obliga a
enfrentarse más a menudo a situaciones de formalidad, esto es, el lugar del hombre
en los intercambios sociales permite que consideren como de escasa formalidad mu­
chas situaciones que las mujeres interpretan como más formales; finalmente, la edu-

20. Véase P. Trudgill, «Sex, covert prestige and linguistic change in the urban British English of Nor-
wich», Langttage in Society, 1 (1972), pp, 179-195. Ahora bien, Trudgill observó en las mujeres jóvenes una
conducta muy cercana a la de los hombres.
21. Véase E. Amezúa, «La sexología en el diálogo con la bio-psicosociología (a propósito del sexo, el
género y sus derivados», Sexología■cuestiones de fondo y forma. La otra cara del sexo, Madrid, Instituto de
Sexología, 1991, pp. 89-112 (Revista Española de Sexología, extra doble, n ° 49-50).
22. Dialectology, Cambridge, Cambridge University Press, 1980, pp. 97-98.
LA V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 39

catión suele llevar a las mujeres a desempeñar lo que se considera «su» función so­
cial siguiendo unas normas de conducta socialmente aceptadas. Se ha añadido a todo
eso, que la adecuación a un modelo de prestigio es una estrategia interpersonal cuya
finalidad es el mantenimiento de la autoestima en los intercambios sociales.23
Frente a este punto de vista, el propio Chambers defiende unos años más tarde
(1995) una opinión semi-ecléctica en la que se da gran importancia al concepto bio­
lógico de sexo.24 Para Chambers, las diferencias entre el habla de hombres y mujeres
pueden ser el resultado de una asignación de funciones socioculturales diferentes (gé­
neros diferentes), sobre todo cuando las variables son estables y cuando hombres y
mujeres llevan vidas diferentes dentro de una comunidad.25 Esa situación recibe el
nombre de variabilidad basada en el género. Pero, según Chambers, estas diferencias
pueden persistir incluso cuando no se tienen en cuenta las diferencias de género: la
mujer tiene unas habilidades verbales mayores y mejores que las de los hombres y
que van más allá de las diferencias socioculturales. Las mujeres disponen de una ca­
pacidad neurofisiológica verbal que se puede manifestar en forma de diferencias so-
ciolingüísticas, como el uso de un repertorio de variantes más amplio o el manejo de
unos recursos estilísticos más ricos que los hombres de sus mismos grupos sociales,
aun cuando los atributos «genéricos» sean similares o idénticos. A esta situación se le
da el nombre de variabilidad basada en el sexo.26
En nuestra opinión, ni la interpretación sociocultural ni la biológica están exen­
tas de problemas. La primera porque su validez se limita necesariamente a comuni­
dades concretas, dado que las conductas y actitudes sociolingüísticas, como ocurre con
otras conductas sociales, cambian de una comunidad a otra y evolucionan de forma
muy rápida; no son, pues, razones universales. La interpretación biológica presenta
un grave problema de base: conseguir una demostración objetiva, contundente y uni­
versal.
Pero cabe plantear una interrogante más: ¿tan importantes son las diferencias en­
tre el habla de hombres y mujeres? ¿Hasta dónde puede llegar la diferencia lingüís­
tica entre sexos? Es evidente que no se puede ofrecer un explicación que sea igual­
mente válida para todas las comunidades; de hecho podríamos encontrar muestras de
todo tipo de posibilidades: desde el conocido caso, parece que irreal, de la isla Cari­
be, en la que los hombres hablaban una lengua (caribe) y las mujeres otra diferente
(arahuaco),27 hasta las comunidades en las que el sexo se revela como una variable

23. M. Deuchar, «A pragmatic account of women’s use of standard speech», en J Coates y D Carne-
ron (eds ), Women in Their Speech Communiries: New Perspecrives on Language and Sex, Londres, Longman,
1988, pp. 27-32. Las diferencias socioculturales explican también el funcionamiento del tabú lingüístico. El
tabú puede provocar diferencias entre las hablas masculinas y femeninas, pero, como señala López Morales,
«parecería excesivo pensar que todas las diferencias lectales entre sexos, sobre todo las halladas en comuni­
dades urbanas modernas, sean debidas al sexo» (Sociolingiiisiica, 2 a e d , Madrid, Credos, 1993, p 119).
24. Sociolingüistic Theory, Oxford. Blackwell, 1995, p 102 y ss
25. Chambers habla de movilidad para referirse al contacto con otros grupos dentro de la comunidad o
procedentes de otras comunidades y afirma que en las sociedades modernas industrializadas la mujer tiene
una mayor movilidad que el hombre: sale a trabajar fuera de su barrio, va a otras zonas de la ciudad a com­
prar, tiene contactos con grupos sociales diferentes, mientras el hombre centra su vida alrededor del trabajo
y de su vecindario.
26. No tenemos en cuenta la variabilidad que es consecuencia de las diferencias fisiológicas entre hom­
bres y mujeres y que afectan al ámbito de la fonética.
27. El ejemplo lo da Peter Trudgill en su libro Sociolinguistics (3.a ed. rev., Harmondsworth. Penguin.
1983, pp. 79-80). Según un informe del siglo xvn, los nativos salvajes de Dominica explican que este circuns-
40 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G U ÍS T IC a 'i' S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

absolutamente secundaria, pasando por los muchos estudios que descubren diferen­
cias cuantitativas, aunque también cualitativas, en los niveles fonético y gramatical,
La experiencia nos confirma que las disparidades son mayores en aquellos rasgos lin­
güísticos de los que los hablantes tienen una mayor conciencia, esto es, en las carac­
terísticas que pueden convertirse con más facilidad en marcas o símbolos sociales.
Esta circunstancia se da con claridad en el léxico y en la pragmática; por eso suelen
aportar muchos, variados y valiosos materiales las investigaciones léxicas, los análisis
de la conversación o los estudios sobre tratamientos y recursos coloquiales.28

La variable social «edad»

Y assi conviene que los niños sean enseñados de maestros inteli­


gentes y curiosos al tiempo de la niñez, quando con facilidad, por
estar las potencias tiernas y desembarazadas, se les imprimen
como en cera las buenas costumbres tan presto como las malas,
que creciendo en edad vienen después a convertirse en natura­
leza.
J uan López de V elasco, Orihographia, 15S2

La edad de los hablantes, como se ha señalado desde la dialectología,29 es uno


de los factores sociales que con mayor fuerza y claridad pueden determinar los usos
lingüísticos de una comunidad de habla. En cierto modo, puede afirmarse que la edad
condiciona la variación lingüística con más intensidad que otros factores, también im­
portantes, como el sexo o la clase social. En contraste con el factor «clase social» o
con el «género», la edad es un factor constante, dado que su realidad no se ve alte­
rada por cambios socioeconómicos, de actitudes o de organización. No es constante
en tanto que el individuo ve cómo cambia de edad de forma continua y sin remisión.
La edad, conforme el tiempo transcurre, va determinando y modificando los ca­
racteres y los hábitos sociales de los individuos, incluidos los comunicativos y los pu­
ramente lingüísticos. Por eso es posible distinguir en la vida lingüística de un indivi­
duo distintas etapas, aunque no exista acuerdo unánime sobre cuáles son y cómo han
de caracterizarse. También puede ocurrir que la edad, como factor social, covaríe o
se solape con otros factores, como el nivel de instrucción: en España, por ejemplo, es
habitual que las generaciones más.jóvenes sean, en conjunto, las mejor instruidas, lo
que las convierte en usuarias de rasgos lingüísticos más cercanos al modelo normati­
vo. En cualquier caso, tanto las diferencias que se derivan de la edad, como la rela­
ción que la edad establece con otros parámetros sociales, ofrecen implicaciones so-
ciolingüísticas muy diversas, según la cultura o el tipo de comunidad de que se trate.30

tanda se debió a que los caribes invadieron la isla arahuacohablante, mataron a todos los hombres y se unie­
ron a las mujeres para repoblarla. El mismo informe del xvn habla simplemente de expresiones que son pro­
pias de hombres y de frases o palabras que los hombres nunca dirían, pero no se hace referencia al uso de
lenguas diferentes.
28. Podrían añadirse los interesantísimos estudios sobre el lenguaje no verbal.
29. Véanse las referencias a Rousselot, Gauchat o Millardet en La Dialectologie de S. Pop (ob. cir.) y
en la Lingüistica románica. Evolución, corrientes, métodos de I. Iordan, Madrid, Alcalá. 1967.
30. P. Eckert, «Age as a Sociolinguistic Variable», en F Coulmas (ed ), The Handbook o f Sociolinguis-
tics, ob. cit., pp. 151-167.
L A V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 41

Entre las etapas del desarrollo lingüístico, tal vez la más importante sea la que
corresponde a la adquisición del dialecto y del sociolecto, la lengua del grupo social
al que pertenece el hablante. William Labov llegó a proponer en 1964, con resultado
polémico, una división periódica de seis fases para la adquisición del inglés llamado
«estándar», incluidas todas sus variedades regionales, sociales y estilísticas.31 Ese pro­
ceso de adquisición es interpretado por Labov como un proceso de aculturación o de
alejamiento de los usos adquiridos en la adolescencia y una adecuación al modelo pre­
dominante entre los miembros adultos de la comunidad. Las etapas del proceso de
adquisición son las siguientes:

1) Adquisición de la gramática básica, en la primera infancia.


2) Adquisición del vernáculo, entre los 5 y los 12 años.
3) Desarrollo de la percepción social, entre los 14 y los 15 años.
4) Desarrollo de la variación estilística, a partir de los 14 años aproximada­
mente.
5) Mantenimiento de un uso «estándar» coherente, en la primera etapa adulta.
6) Adquisición de todos los recursos lingüísticos; se produce en las personas
educadas y especialmente preocupadas por el uso de la lengua.

La primera fase se cumple bajo la influencia directa de los padres, especialmen­


te de la madre, y de la familia más cercana; la segunda acusa la influencia de los ami­
gos y compañeros de estudios; la tercera supone la influencia de hablantes adultos;
la cuarta requiere contactos sociales de distinta naturaleza (familia, compañeros, ve­
cinos).
Si bien es cierto que Labov explica el proceso de adquisición a partir de datos
recogidos en la ciudad de Nueva York, también lo es que pocas veces se ha ofrecido
resistencia —e incluimos al propio Labov— a la tentación de universalizar las famo­
sas seis etapas. Es aquí donde surgen las contraargumentaciones y los problemas, has­
ta tal punto que puede decirse que las propuestas de Labov han servido principal y
casi exclusivamente como marco de referencia para un debate que aún no está ce­
rrado: Romaine critica la inconveniencia de oponer jóvenes a adultos sin valorar las
diferencias sociales que pueda haber entre unos jóvenes y otros;32 Chambers llama la
atención sobre la imposibilidad de distinguir entre lo que Labov llama «gramática bá­
sica» y «vernáculo»; la misma Romaine33 y especialistas como Reid,34 Wolfram35 o

31. «Stages in the acquisition of standard English», en R Shuy (ed), Social Dialeas and Language
Learning, Champaign, 111., National Council of Teachers of English, 1964, pp 77-103.
32. S. Romaine, The Langnage o f Children and Adolescenis: The Acquisition o f Communicative Com-
petence, Oxford, Blackwell, 1984, p. 85 y ss..
33. S. Romaine, The Langnage o f Children and Adolescent, ob.cit p. 99 y ss. Sobre la variación estilís­
tica en los niños, véanse E. S. Andersen, Speaking with Style: The Sociolingnisric Skills o f Children, Londres,
Routledge, 1990; C B. Cazden, «The situation: a neglected source of social class differences in language use»,
Journal o f Social Jssues, 26 (1970), pp 35-60; «Situational variation in children’s language revisited», en D. B¡-
ber y E. Finegan (eds), Sociolinguistic Perspectives on Register, Oxford, Oxford University Press, 1994,
pp. 277-293..
34. «Social and stylistic variation in the speech of children: some evidence from Edinburgh», en P. Trud-
gill (ed ), Sociolinguistic Patterns o f British English, Londres, E. Arnold, 1978, pp. 158-171.
35 «Structural variability in phonological development: final nasals in Vernacular Black English»,
en R. Fasold y D. Schiffrin (eds), Language Change and Variation, Amsterdam, J. Benjamins, 1989, pp. 310-
332.
42 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A 'i' S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

Roberts36 advierten, con datos en la mano, que es posible encontrar diferencias dia­
lectales, estilísticas, de clase social o de sexo en niños de tres, seis, ocho, diez o doce
años y que, por lo tanto, la adquisición de una variedad lingüística, si bien viene de­
terminada por factores biológicos, también lo está, y en modo notable, por factores
sociales.37
Estos argumentos nos llevan al comentario de una cuestión importante en el ám­
bito de la sociolingüística: ¿qué edad mínima han de tener los hablantes para poder ser
objeto de un estudio sociolingüístico? La cuestión, estrechamente ligada al número de
generaciones que se manejan en este tipo de trabajos, ha recibido soluciones diversas:
P. Bentivoglio y M. Sedaño, en Caracas, entrevistan a informantes que tienen más de
14 años;38 M. Etxebarría, en Bilbao, estudia hablantes mayores de 15 años; O. Alba,
en Santiago de los Caballeros, y G. Perissinotto, en México, manejan informantes que
tienen 16 años o más;39 H. Ueda, para su estudio del léxico del español, recoge datos
de hablantes mayores de 18 años;40 H. López Morales, en San Juan de Puerto Rico.
J. A. Samper, en Las Palmas de Gran Canaria, F. Martínez, en Burgos, y otros muchos
trabajan con personas mayores de 20 años; en el «Proyecto para el estudio coordina­
do de la norma lingüística culta» se utilizan informantes mayores de 25 años.41
Sea como sea, la sociolingüística no suele considerar conveniente la recogida de
datos de hablantes menores de 14 o 15 años para el estudio de grandes núcleos ur­
banos, al menos mientras no esté suficientemente claro cómo y cuándo se llega a la
madurez en el uso social de la lengua.42 Si lo que se pretende es estudiar los cambios
lingüísticos en tiempo aparente, se recomienda el estudio de hablantes desde los
8 años de edad (véase el capítulo 5).43
Una vez advertidos los inconvenientes de la propuesta que hizo Labov en 1964,
hay que llamar la atención sobre otras explicaciones o interpretaciones. Comentare­
mos brevemente dos: una del propio Labov;44 la otra de Chambers. William Labov,

36. P A Roberts y W Labov lo han comprobado con niños de tres anos Véase P. Eckert. «Age as a
Sociolinguistic Variable», art. cit.
37. P. Kerswill ha elaborado una escala de dificultad en la adquisición de características lingüísticas
indicando a qué edad suele darse Algunos de los estadios de esa escala, de mayor a menor dificultad de
adquisición, serían los siguientes: reglas fonológicas léxicamente ¡mpredecibles (3 anos; máxima dificultad);
nuevas oposiciones fonológicas (3-13 años); cambios gramaticales (8 años); sistemas prosódicos (12-15 años),
nuevas clases morfológicas (adolescencia); difusión léxica de cambios fonológicos; préstamos (mínima dificul­
tad). Véase P. Kerswill, «Children, adolescents, and language change», Language Variation and Change, 8
(1996), pp. 177-202.
38. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», Boletín de
Lingüistica, 8 (1993), pp. 3-36.
39. Ésta es la edad mínima con la que se trabaja en las encuestas sociolingüísticas del Atlas lingüístico
(y etnográfico) de Castilla - La Mancha Véase P García Mouton y F Moreno Fernández, «Sociolingüística
en el Alias lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed ), ob. cit., pp. 139-149.
40. No es un estudio propiamente sociolingüístico, pero tiene en cuenta las variables sexo y edad. Pro­
yecto Varilex (Variación léxica del español en el inundo). Tokio.
41. No se olvide que se trata de hablantes cultos de español Véase J. Lope Blanch, El estudio del es­
pañol hablado culto. Historia de un proyecto, México, UNAM, 1986, p. 26 y ss.
42. Evidentemente, en los estudios en los que, además de lo sociolingüístico, preocupan aspectos psico-
sociales o psicológicos de maduración, desarrollo, etc., se trabaja con hablantes de edades menores. La dia­
lectología, por su parte, trabaja normalmente con la generación en la que teóricamente se da una mayor es­
tabilidad: entre 40 y 60 años, Véase S. Pop, La dialectologie, ob. cit., p„ 1161.
43. Véase W. Labov, Principios del cambio lingüístico. I, Madrid, Gredos, 1996, p. 104.
44. «Hypercorrection as a Factor in Linguistic Change», en W, Bright, Sociolinguistics, La Haya, Mou­
ton, 1966. Incluido como capítulo en Modelos sociolingiiísticos, ob. cit., pp. 167-188,
L A V A R IA C IÓ N EN LA L E N G U A 43

esta vez en 1966. ofrece una explicación centrada en la adquisición de una «serie de
normas de habla» de la comunidad y no tanto en la adquisición de una variedad lin­
güística determinada.45 Según Labov, la primera experiencia lingüística de los niños,
entre los 2 y los 3 años, está dominada por el ejemplo de los padres; entre los 4 y los
13 años, el modelo de habla está dominado y regulado por los grupos de preadoles­
centes entre los que los individuos se mueven: se supone que en este período se fijan
los patrones automáticos de producción lingüística; durante la adolescencia, el ha­
blante comienza a adquirir un conjunto de normas evaluadoras, hasta que a los 17 o
18 años llega a ser consciente de la significación social de su propio modo de hablar
y del de los demás, así como de los usos prestigiosos. La adquisición de las formas
prestigiosas es tardía, mucho más en los grupos sociales con menor instrucción; de ahí
que sea posible encontrar hablantes de entre 30 o 40 años de edad que aún intentan
reorientar su estilo más cuidadoso —y su concepto de la norma de prestigio— hacia
modelos cercanos a lo normativo.
Por su lado, J. K. Chambers parte del hecho de que las variables lingüísticas y
la alternancia de estilos se desarrollan conjuntamente con la fonología y la sintaxis
desde el comienzo del proceso adquisitivo y propone la existencia de tres períodos
formativos en la adquisición de los sociolectos: en primer lugar, la infancia, durante
la cual se desarrolla la lengua bajo la influencia de la familia y los amigos;46 en se­
gundo lugar, la adolescencia, en la que los usos lingüísticos se llevan más allá de los
límites establecidos por la generación anterior, con gran influencia de los individuos
que forman parte de la misma red social: aquí se hace uso, por ejemplo, de un léxi­
co de jerga o argot que ayuda a marcar distancias con las generaciones adultas; en
tercer lugar, la edad adulta joven, que tiende a hacer un mayor uso de la variedad
normativa («estándar»), al menos en aquellos contextos y ocupaciones en que el ma­
nejo de la lengua es especialmente importante, a la vez que se procura fijar una va­
riedad sociolingüística de acuerdo con ciertas aspiraciones y preferencias sociales.47
Después de esa tercera etapa, se supone que los hablantes estabilizan sus socio­
lectos.
La división de edades que propone Chambers y los comentarios que hemos
hecho sobre la edad mínima de los informantes nos llevan a hablar de las divisiones
generacionales que se suelen practicar en la investigación sociolingüística: concreta­
mente, ¿cuántos grupos generacionales pueden distinguirse en una comunidad y dón­
de han de situarse los límites entre ellos? Aunque es evidente que el número de ge­
neraciones y sus límites han de decidirse en función de los objetivos de cada estudio
sociolingüístico, no es frecuente que se trabaje con menos de tres grupos generacio­
nales ni con más de cuatro, por más que los sociólogos trabajen a menudo con seis o

45. Art. cit.., p. 138.


46 Los conflictos entre los usos habituales en la familia y que se suelen usar con los amigos surgen cuan­
do son hablantes de una comunidad que se han trasladado a otra. En estos casos, es frecuente que el habla
del nuevo entorno predomine sobre la modalidad de origen de los padres. Esto ocurre en la localidad espa­
ñola de Alcalá de Henares, ciudad castellana que ha recibido una gran cantidad de inmigrantes procedentes
de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Véase A. Blanco Canales, Estudio sociolingüístico de una
red social de Alcalá de Henares (tesis de licenciatura inédita), Universidad de Alcalá, 1995.
47. En estos casos, los usos de los adultos pueden ser discrepantes respecto de los usos de jóvenes y vie­
jos, que a su vez pueden coincidir entre sí Véase W. Downes. Language and Society, Londres, Fontana, 1984,
p. 190 y ss.
44 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

más generaciones.48 Cuando se tienen en consideración sólo dos grupos de edad es


porque los objetivos sociolingüísticos están subordinados a otros intereses: el objeti­
vo principal del proyecto Varilex. por ejemplo, para el que se manejan dos genera­
ciones, es dar cuenta de la variación léxica en toda la geografía del mundo hispánico.
Por otra parte, si se manejaran más de cuatro generaciones seguramente se encon­
trarían, entre dos o más de ellas, muchas coincidencias y solapamientos que no apor­
tarían nada significativo y que podrían complicar innecesariamente el análisis socio-
lingüístico.
Tenemos, pues, que los sociolingüistas manejan tres o cuatro grupos generacio­
nales, cuyos límites dependen de la edad que se fije como mínima: si se trabaja con
menores de 20 años, se suelen distinguir cuatro generaciones; si la edad mínima es de
20 o 25 años, se suelen distinguir tres grupos. Una vez fijado el límite mínimo, la di­
visión de grupos puede buscar, bien la agrupación de los informantes en categorías de
dimensión equivalente, marcando un límite más o menos objetivo cada cierto núme­
ro de años (por ejemplo, cada 15 años: de 20 a 35, de 36 a 50, de 51 a 65), bien la
agrupación en una misma categoría de los informantes que estén viviendo unas cir­
cunstancias vitales similares, sabiendo que éstas pueden variar de una comunidad a
otra. Así, es probable, si se trabaja con cuatro generaciones, que se quiera recoger,
en un primer grupo, la etapa correspondiente a la formación individual (que en las
comunidades occidentales industrializadas suele completarse entre los 20 y los 25
años), en un segundo grupo la etapa del inicio d é la vida profesional, independiente
de los padres (entre los 20 y los 35 años aproximadamente), en un tercer grupo la eta­
pa de la madurez y el máximo rendimiento profesional (de los 35 a los 50 o 55 años)
y, en un cuarto grupo, la etapa correspondiente a la madurez profesional y a la jubi­
lación. Lógicamente estos grupos de edad tienen un valor relativo, pues dependen de
la sociedad a la que se pertenezca, del tipo de actividad profesional de que se trate
(más física, más intelectual), de las condiciones socioeconómicas de la comunidad, de
la esperanza media de vida, de la organización social y de otros muchos factores.
Los grupos generacionales y las etapas de adquisición del sociolecto pueden de­
terminar el uso de ciertas variables o rasgos lingüísticos que sirven para marcar dis­
tancias entre niños y jóvenes, entre jóvenes y adultos. Son elementos que funcionan
como indicadores de pertenencia a un grupo generacional determinado y que pueden
proceder de cualquier nivel lingüístico. Ocurre aquí, sin embargo, lo mismo que com­
probamos a propósito de otras variables: son los niveles más superficiales de la len­
gua —el léxico, la fraseología, el discurso— los que acusan más claramente la deter­
minación del factor edad, sin que medien otras variables lingüísticas. De igual modo
que ciertas prendas de vestir, ciertos peinados, ciertos gustos y actitudes, ciertos mo­
dos de diversión se consideran característicos de tal o cual generación, existen usos
lingüísticos que se consideran propios de ciertos grupos de edad, que se acaban con­
virtiendo en auténticos símbolos generacionales y que se van renovando conforme lle­
gan las nuevas generaciones.49

48. Sobre las técnicas de investigación más propias de los sociólogos, véase M. García Ferrando, J. Ibá-
ñez y F Alvira (comp.), El análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación, 2* ed., Madrid,
Alianza, 1989,
49. Para García de Diego, en las generaciones jóvenes se dan usos más innovadores y en las viejas usos
más conservadores. Véase Lingüistica general y española, Madrid, Gredos, 1951, p. 303 y ss
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 45

No podemos dar por concluido este apartado sobre la variable «edad» sin aludir
brevemente a una de sus principales implicaciones, el cambio lingüístico, aunque este
asunto será tratado más detenidamente en otro capítulo. La sociolingüística ha cons­
tatado, a partir del comportamiento lingüístico de los grupos generacionales de una
comunidad, cómo se producen los cambios lingüísticos en curso: el cambio lingüísti­
co, especialmente el fonético, es un proceso regular que se puede observar entre ge­
neraciones sucesivas.50 El desarrollo del cambio, observado en un momento determi­
nado v en hablantes de generaciones distintas, ofrece una imagen dinámica en «tiem­
po aparente» que permite proyectar cómo será ese cambio en el futuro, coniorme
vaya transcurriendo el «tiempo real».

La variable «clase social»

Y la misma differencia y ventaja que lleva la habla del hombre


de pro a la del villano y soez aunque ayan ambos nascido en una
misma ciudad y barrio, aquella lleua la de la corte a la de las otras
villas y ciudades de todo el reyno.
Gonzalo G arcía de Santa María, La vida de tos sanios
padres religiosos, 1490

La clase social, como concepto teórico, ha sido estudiada y debatida profusa­


mente entre los especialistas en sociología. Las primeras propuestas teóricas de im­
portancia, en relación con el análisis de clases, procedieron de Karl Marx y de Max
Weber, quienes se ocuparon de la estructura que el capitalismo industrial generó du­
rante el siglo xix. Desde esta posición, la clase queda definida en términos económi­
cos. Para Marx las clases se establecen en función de la propiedad del capital y de los
medios de producción, de modo que la población queda dividida entre los que tienen
capital (clase capitalista) y los que no lo tienen (proletariado); los grupos sociales que
no se ajustan a esta división (agricultores, pequeños comerciantes y propietarios) son
considerados como residuos de la economía precapitalista destinados a desaparecer.
Para Weber, las clases responden a diferencias de capital, que, junto a la habilidad y
la educación, dan lugar a diferentes posibilidades y oportunidades dentro de un mer­
cado; de ahí que se distingan cuatro clases: la clase propietaria, la clase administrati­
va, la clase de los pequeños comerciantes y la clase trabajadora. Según el economis­
ta alemán, la estratificación social es un fenómeno multidimensional en el que actúan
tres factores: la clase, el estatus y el poder.
Más recientemente, la sociología occidental, principalmente la norteamericana,
ha rechazado las propuestas de Marx y matizado de forma importante las de Weber.
Hans Gerth y Charles Wright Mills, por ejemplo, hablan de la formación y persisten­
cia de los estratos sociales teniendo en cuenta cuatro claves, llamadas dimensiones de
la estratificación: la ocupación, la clase, el estatus y el poder.51 La ocupación se define

50 Véase el importante trabajo de U. Weinreich, W. Labov y M. Herzog, «Empirical foundations for a


theory of language change», en W, P. Lehmann e Y Malkiel (eds ), Direclions for Hisiorical Linguislics, Aus-
tin, University of Texas Press, 1968, pp. 95-187,
51. En la bibliografía sociológica, se distingue entre los conceptos de «clase» y de «estrato»; el «estrato
social» se aprecia de modo subjetivo, está configurado de forma pluridimensional y se basa en el prestigio so-
46 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A V S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

como el conjunto de actividades realizadas de forma más o menos regular como fuen­
te principal de ingresos económicos-, la clase es una dimensión relacionada con los in­
gresos, considerados corno un medio de conseguir objetos, el estatus es una dimensión
social referida a la obtención de respeto; el poder se define como la capacidad de re­
alizar la voluntad propia, aun por encima de la voluntad de los demás.
En general, las propuestas que definen las clases haciendo concurrir varios fac­
tores o dimensiones —enfoque multidimensional— consideran que no hay límites cla­
ros entre estratos y que éstos no son más que categorías ordenadas a lo largo de un
continuum, de modo que los conflictos entre clases quedan reducidos a su mínima ex­
presión teórica. Según Abercrombie, Hill y Turner,52 la división de la población en
tres clases —obrera, intermedia y alta— responde a un modelo convencional socioló­
gico de la estructura británica de clases: los trabajadores manufactureros se sitúan en
la clase obrera, los trabajadores de bajo nivel que no son manufactureros (oficinistas,
técnicos) se sitúan en la clase media y los gerentes administradores y profesionales,
en la clase alta.53
La sociolingüística norteamericana moderna, fraguada alrededor de los años se­
senta, ha basado su visión de la sociedad en las teorías de la estratificación que sur­
gieron en Norteamérica y el Reino Unido después de la Segunda Guerra Mundial.
Estas teorías operan con varios indicadores que se combinan para distinguir varias
clases: los individuos quedan clasificados a lo largo de una escala social graduada,
atendiendo a atributos individuales como la educación, los ingresos o la ocupación,
entre otros. Desde esta perspectiva, los conflictos sociales quedan minimizados, al
concebir la sociedad como un ente unitario en el que los individuos comparten unos
valores y unas mismas normas de conducta y de prestigio.54
William Labov, principal responsable de la difusión entre los sociolingüistas de
este modelo de estratificación social, utilizó en su estudio The Social Stratification o f
English in Nav York City la división de clases propuesta por J. Michael en 1962 55 Se
trata de una escala lineal de clasificación social —o más bien del estatus social— ba­
sada en un índice socioeconómico de 10 puntos que combina tres elementos: el nivel
de instrucción, la ocupación y los ingresos familiares; cada dimensión queda dividida
en cuatro grados o posibilidades (0, 1, 2 y 3). A los hablantes se les asigna una pun­
tuación por cada una de las tres dimensiones, de modo que pueden recibir un máxi­
mo de 9 puntos (3 + 3 + 3) y un mínimo de 0. Posteriormente los hablantes quedan
agrupados en las siguientes categorías o clases: clase baja (0-1), clase trabajadora
(2-5), clase media-baja (6-8) y clase media-alta (9).
Actualmente contamos con mucha más experiencia en el uso de índices de es-

cial; la «clase social» se aprecia de modo objetivo y está configurada fundamentalmente por el factor econó­
mico. Véase J. F. Tezanos, La explicación sociológica: una introducción a la sociología, 2.a ed., Madrid, UNED,
1996, pp. 194-222.
52. Diccionario de sociología, Madrid, Cátedra, 1986.
53. Una de las críticas que ha recibido este modelo es que está basado exclusivamente en los hombres
e ignora por completo a las mujeres, cuya situación laboral no se ajusta al patrón expuesto. El androcentris-
mo es un rasgo común a muchas propuestas sociológicas
54. Véase G. Guy, «Language and Social Class», en F, J. Newmeyer, Language: The Socio-cultural Con-
text, Linguistics: The Cambridge Survey, IV, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, p. 41 y ss. Sobre
el concepto de prestigio, véase F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, ob. cit, pp. 173-200.
55. «The construction of the social class Índex», Codebook for the Mobilization for Youth, Nueva York,
Mobilization for Youth.
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A
47

tratificación social. Peter Trudgill trabajó en Norwich (Reino Unido) con un índice
formado por seis indicadores (ocupación, nivel de instrucción, ingresos, tipo de vi­
vienda, localidad, ocupación del padre) que lo llevaron a distinguir cinco clases: clase
trabajadora baja, clase trabajadora media, clase trabajadora alta, clase media baja y
clase media media56 Por su parte, Shuy, Wolfrarn y Riley distinguieron cuatro clases
sociales en Detroit (Estados Unidos): clase trabajadora baja, clase trabajadora alta,
clase media baja y clase media alta?1 En algunos estudios también se ha manejado,
como expresión del nivel sociocultural, el barrio de residencia de los hablantes, pues­
to que hay barrios o zonas urbanas en las que sólo pueden instalarse individuos con
cierto estatus y nivel de vida.5s
En el mundo hispánico, H. López Morales ha trabajado con la variable «nivel so­
ciocultural» en su estudio de San Juan de Puerto Rico.5657859 Aquí, el nivel se considera
como una variable de post-estratificación, es decir, como una variable que no se tie­
ne en cuenta para preparar la muestra, aunque sí a la hora de realizar los análisis so-
ciolingíiísticos: se distinguen cuatro niveles (bajo, medio-bajo, medio, medio-alto) para
los que se combinan tres parámetros (escolaridad, profesión e ingresos). En el estu­
dio sociolingüístico del español de Caracas, Bentivoglio y Sedaño han manejado sie­
te factores que permiten distinguir cinco niveles socioeconómicos. Los factores son
éstos: ocupación del hablante, ocupación del padre, ocupación de la madre, grado de
instrucción, condiciones de alojamiento, ingresos totales e ingreso promedio familiar;
los niveles distinguidos son los siguientes: bajo, medio bajo, medio, medio alto y alto.60
Como se puede comprobar, muchas investigaciones sociolingüísticas utilizan los tér­
minos nivel sociocultural o nivel socioeconómico para referirse a lo que en otras se
llama clase.61
Las razones de que la sociolingüística venga trabajando ininterrumpidamente
desde los años sesenta con un modelo multidimensional de estratificación social son
fáciles de comprender. Por un lado, el modelo guió las primeras y más influyentes mo­
nografías sociolingüísticas, especialmente las de W. Labov; por otro, en muchas co­
munidades existe una clara conciencia de que existe «algo» que clasifica y distingue a
los individuos por estratos: los hablantes se sienten miembros de una clase, no siem­
pre satisfechos, y se consideran capaces de clasificar socialmente a otros hablantes.
La sociolingüística ha visto las propuestas multidimensionales como una forma
suficientemente válida de descubrir diferencias relativas entre individuos, porque es
una realidad evidente que ciertos usos lingüísticos son más característicos de unos
grupos (clases, niveles) que de otros y que las diferencias sociolingüísticas aumentan
conforme crece la distancia social entre los miembros de una comunidad. Además, es

56. The social differentiation o f English in Norwich, Cambridge, Cambridge University Press, 1974.
57. Fietd techniques in an urban language study, Washington, D C, Center for Applied Linguistics, 1968.
58. En las encuestas sociolingüísticas de las capitales de provincia del Arlas lingüístico (y etnográfico) de
Castilla - La Mancha se tiene en cuenta el barrio en que residen los informantes, si bien se hace asi, no al pre­
parar la muestra, sino al seleccionar a los informantes. En muchas ciudades hispánicas, los barrios muestran
importantes diferencias según la procedencia de sus habitantes (véase más adelante)
59. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, México, UNAM, 1983, pp 27-29.
60. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit..,
pp. S-12
61. La obra pionera de la sociolingüística española se titula precisamente Niveles socioculturales en el
habla de Las Palmas de Gran Canaria El libro es de Manuel Alvar (Las Palmas, Excmo Cabildo Insular,
1972).
48 PRINCIPIOS D E SO ClOLLNG L ESTICA Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

Clase alta:

Variación regional

FlC. 2.1. Variación social y regional, según P, Trudgill (1974).

palmario que la distribución social de los usos lingüísticos funciona como factor deci­
sivo en el desarrollo y la expansión de los cambios lingüísticos, coordinada frecuen­
temente con otras variables sociales, como la «edad» o el «sexo».62 Al conjunto de ca­
racterísticas lingüísticas propias de un grupo, estrato o clase se le da en sociolingüís-
tica el nombre de sociolecto.
Dentro de la especialidad, los sociolectos han sido puestos en relación directa y
estrecha con la variedades dialectales: dialecto y sociolecto son dimensiones de la len­
gua que sólo pueden entenderse cuando se conciben como parte de un todo indiso­
luble. Tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido —también en otros luga­
res—, la variación sociolingüística y variación geolingüística se imbrican dentro de
una misma comunidad de habla para dar forma al entramado de la variación lingüís­
tica. La manera de representar esta profunda interdependencia de lo geolingüístico y
lo sociolingüístico en las comunidades anglosajonas ha sido la pirámide que incluyó
Trudgill, en 1974, en su conocida obra Sociolinguistics: An ¡ntroduction to Language
and Society (figura 2.1).63 La pirámide se interpreta así: entre los hablantes de clase
baja, donde se localiza un uso poco prestigioso del inglés, se recogen muestras de las
diferentes variedades regionales de un territorio, mientras que en la clase alta está ge­
neralizado el empleo de la variedad del inglés llamada «estándar», que varía muy
poco entre las comunidades de un mismo país. Con otras palabras, cuanto más bajo
es el estrato social de los hablantes, más posibilidades hay de reconocer claramente
su procedencia geolingüística; la identificación no se produce con facilidad cuando los
hablantes pertenecen a las clases más elevadas.64
Sin embargo, la situación representada en la pirámide de la variación social y dia­
lectal, si bien refleja lo que ocurre en la sociedad anglosajona, no responde a las

62. Véase W. Labov, «The intersection of sex and social class in the course of linguistic change», Lan-
guage Variation and Change, 2 (1990), pp. 205-254.
63. Ob cu., p. 41.
64. Según Trudgill, en el caso del «acento» el extremo superior de la pirámide sería un vértice que re­
presentaría la «Received Pronunciation», el acento más prestigioso del inglés británico, y que no ofrecería nin­
guna posibilidad de variación geolingüística.
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 49

realidades geo-sociolingiiísticas de otras lenguas o regiones del mundo. En el caso del


mundo hispánico, la ascensión en la escala social no tiene por qué suponer, aunque a
veces lo suponga, el abandono total de ciertos rasgos característicos de la zona dia­
lectal de la que se procede: por muy alto que sea el estatus de un hispanohablante,
resulta relativamente sencillo identificar si procede del norte de España, de las islas
Canarias, del Caribe o de Centroamérica. Pero dejemos a un lado, por el momento,
las referencias a la geolingüística para volver al concepto de «clase social».
El empleo de índices de estratificación y el modelo estratificacional en su con­
junto presentan unos inconvenientes que no sólo no se pueden ocultar, sino que han
sido destacados por numerosos especialistas. Al margen de consideraciones de es­
cuela y de maneras diferentes de interpretar la realidad social,65 los modelos multidi-
mensionales de estratificación plantean el problema de que no todos los indicadores
(ocupación, ingresos, etc.) tienen la misma importancia. Esta circunstancia se puede
resolver particularmente, asignando a cada factor un peso o ponderación diferente:66
en Caracas se concede más importancia a los ingresos que a la ocupación; en San Juan
de Puerto Rico se concede más valor a los ingresos, a continuación a la profesión y,
finalmente, al nivel de instrucción. Sin embargo, este recurso no resuelve la dificultad
de comparar rigurosamente estratos o clases de comunidades diferentes.
Otro problema de la variable «clase» es que el número de personas susceptible
de pertenecer a los distintos estratos puede también variar de una comunidad a otra,
como puede variar la movilidad entre clases. Asimismo, el manejo simultáneo de tres,
cuatro o más indicadores para construir las clases podría ocultar o diíuminar la im­
portancia particular de alguno de ellos (por ejemplo, el nivel de instrucción), a la vez
que podría contribuir a entremezclar dimensiones como el poder y el estatus.6768A ello
se debe sumar que muchas comunidades tienen una organización social muy alejada
de los cánones occidentales de las sociedades modernas e industrializadas: pensemos
en las organizaciones tribales africanas o polinésicas y en la importancia que han te­
nido las castas en la India.6S Estamos ante problemas teóricos que acarrean dificulta­
des de tipo metodológico.69
Los inconvenientes o puntos débiles que se acaban de presentar, unidos a las ex­
pectativas suscitadas por otras propuestas teóricas, han ido dando lugar, incluso des-

65. Véase J. A. Villena Ponsoda, Fundamentos del pensamiento social sobre el lenguaje (Constitución y
critica de la sociolingiiistica), Málaga, Agora, 1992.
66. Esta asignación se realiza mediante la multiplicación del índice o la puntuación que le corresponde
a un hablante, en relación con un factor, por un número determinado, que será mayor cuanto más importan­
te se considere ese factor.
67. Por eso, en algunas investigaciones se prefiere trabajar con el nivel de instrucción, los ingresos o la
profesión como variables autónomas, independientes, y no como componentes de una variable abstracta,
como la clase.
68. Véase G de Granda, «Observaciones metodológicas sobre la investigación sociolingiiistica en His­
panoamérica», Le.xis. XVIII (1994), pp. 197-210, publicado también en Panorama de la investigació lingüisti­
ca a l’Estat espanyol. Actes del I Congrés de Lingüistica General, Valencia, Universitat de Valencia, 1996,
pp. 83-91. Los modelos de organización social, por otro lado, se ven sometidos a fuertes cambios a lo largo
del tiempo. En la sociedad romana se distinguían unas clases que no han pervivido en los países románicos:
senatorial, ecuestre, plebeya, la de los peregrinos y la de los esclavos (véase A. Alvar Ezquerra, «Para una
sociolingiiistica del latín», Pliilologica hispaniensia in honorem Manuel Alvar, I, Madrid, Gredos, 1983,
pp. 57-68).
69. Véase L. Milroy, Language and Social Networks, 2.a ed., Oxford, Blackwell, 1987; Observing and
Analysing Natural Language, Oxford, Blackwell, 1987, pp. 29-35. También S. Romaine, «A critical overview
of the methodology of urban British sociolinguistics», English World Wide, 1,2 (1980), pp. 163-198
50 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

de dentro de la sociolingüística laboviana y más ortodoxa, a la aplicación de alterna­


tivas epistemológicas, a la búsqueda de nuevos caminos explicativos, que no siempre
han superado los resultados obtenidos desde de la estratificación social. Una de las
alternativas consiste en el manejo de los factores que constituyen las clases, no como
parte de un todo, sino como variables independientes: educación. ingresos y ocupa­
ción En tal caso, los análisis sociolingüísticos se encargan de desvelar hasta qué pun­
to es relevante o explicativo cada uno de ellos, hasta qué punto tiene más peso la edu­
cación que los ingresos, por ejemplo.
Sin embargo, algunos investigadores han creído encontrar una alternativa al fun­
cionalismo. a la estratificación escalonada, en modelos sociológicos en los que el con­
flicto entre grupos tiene un notable protagonismo: son modelos de corte marxista que
valoran la posición de los individuos en los sistemas de producción, la ideología de
los grupos y su capacidad de decisión sobre aspectos que afectan a la comunidad.70
Dentro de estos modelos ocupan un lugar de singular realce los conceptos de «mer­
cado lingüístico», «red social» y «modo de vida».

Mercado lingüístico

En el concepto de «mercado lingüístico» subyace un principio marxista según el


cual la conducta lingüística viene determinada por la relación de los hablantes con los
medios de producción. Un mercado, tal y como lo entienden David Sankoff y Suzan-
ne Laberge —los investigadores que introdujeron el concepto en nuestro campo—,71
refleja conductas dependientes de las actividades socioeconómicas de los individuos.
En un mercado lingüístico los hablantes que desempeñan ciertas profesiones tienden
a hacer un uso normativo de la lengua, mientras que los que desempeñan otras pro­
fesiones no lo hacen, o no necesitan hacerlo, aunque ambos compartan unos mismos
rasgos socioeconómicos. Piénsese, por ejemplo, en la necesidad que tiene un profesor
o un locutor de un medio de comunicación de ajustarse a un modelo lingüístico pres­
tigioso. Los hablantes, consecuentemente, ocupan diferentes lugares en el mercado,
dependiendo de la necesidad que tienen de hacer un uso prestigioso de la lengua.
Sankoff y Laberge han visto en el mercado lingüístico un medio más adecuado
que los estratos o clases sociales para estudiar la variación lingüística. El procedi­
miento para el análisis sociolingüístico consiste simplemente en poner en relación
unas variables lingüísticas con unos índices de integración en el mercado lingüístico,
que se consideran atributos de los hablantes. Para la asignación de tales índices se
parte del juicio emitido por varias personas (jueces) sobre la historia de la vida so­
cioeconómica de cada hablante. Al correlacionar el índice de integración en el mer­
cado con las variables lingüísticas, se puede llegar a comprobar que hay variantes que
aparecen mayoritariamente en personas muy integradas en el mercado, mientras otras
variantes se dan en individuos situados profesionalmente en la periferia del mercado.
Así, en cuanto a la alternancia de avoir y étre, en el francés de Montreal, los indivi­
duos integrados en el mercado lingüístico hacen generalmente un mayor uso de étre,

70. Véase P. Bourdieu, ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos, Madrid, Akal,
1985; «Capital et marché linguistiques», Linguistische Berichte, 90 (1984), pp. 3-24,. También L, Milroy, Lan-
gttage and Social Networks, ob cit.
71. Véase «The Linguistic market and the Statistical Explanation of Variability», en D, Sankoff (ed ),
Linguistic Variarion: Models and Methods, Nueva York, Academic Press, 1978, pp. 239-250,
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 51

y lo mismo ocurre con el uso del pronombre on para el sujeto de primera persona del
plural.
Aunque es mucho el interés de los estudios realizados a partir del concepto de
«mercado», esta alternativa presenta algunos inconvenientes metodológicos que no se
superan de forma sencilla: por ejemplo, resulta complicado demostrar la objetividad
de los procedimientos seguidos para asignar a cada hablante un índice de integración
en el mercado lingüístico. La posible subjetividad en la redacción de las historias de la
vida socioeconómica de los hablantes, en la selección de los jueces y en los juicios emi­
tidos por estos mismos aconsejan manejar la variable «mercado» con suma cautela.

Red social

El concepto de «red social» también responde a un deseo de manejar entidades


menos abstractas que la «clase social». Según Lesley Milroy, primera responsable de
la difusión del concepto entre los sociolingüistas, una red social es un entramado
de relaciones directas entre individuos, que actúa como un mecanismo para inter­
cambiar bienes y servicios, para imponer obligaciones y para otorgar los derechos que
corresponden a sus miembros.
Parece claro que, si consideramos que una red está formada por individuos que
establecen relaciones, estamos ante un principio que podría considerarse de validez
universal. Estas redes disfrutan de distintos grados de densidad y de multiplicidad, se­
gún la fuerza de los vínculos que relacionan a los individuos entre sí y el número de
individuos que las forman. En los estudios de redes, cada hablante recibe un índice
numérico que refleja la estructura de la red a la que pertenece, de acuerdo con los
principios de la densidad y la multiplicidad. Milroy lo explica así:

La medida usada en [.,.] Belfast para examinar la relación entre la variación lin­
güística y la estructura de la red fue una escala de seis puntos que medía los índi­
ces de los hablantes sobre cinco indicadores de multiplicidad y densidad (vecindad,
parentesco, trabajo en el mismo lugar que otros vecinos, trabajo en el mismo lugar
que otros vecinos del mismo sexo y amistad). Estos indicadores fueron interpreta­
dos como requisitos que, si se cumplían, sugerían la existencia de una red personal
relativamente densa y múltiple. A cada individuo se le asignaba un punto por cada
requisito que cumplía, de tal forma que el grado de fuerza de la red era la suma de
los índices de los indicadores individuales.

La densidad de una red viene determinada por el número de miembros y, sobre


todo, por las relaciones que se establecen entre los miembros que la componen, de
modo que puede haber redes densas o de densidad alta, en las que todos los miem­
bros mantienen algún tipo de relación con los demás, y redes de densidad baja, en las
que algunos miembros se relacionan con los demás y en las que otros no mantienen
ninguna relación entre sí (figura 2.2).
Cuando las relaciones entre los miembros de una red responden a vínculos de
naturaleza diversa (amistad, vecindad, compañerismo), se está antes redes múltiples-,
si esas relaciones se deben a un solo tipo de vínculo (por ejemplo, sólo la vecindad),
se habla de redes de multiplicidad baja.
En la investigación sociolingüística se ponen en relación las características de las
redes (densidad, multiplicidad, fuerza) y de sus miembros con las variables lingüísti-
PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G I'ÍS T IC A Y S O C IO L O G I A D E L L E N G U A J E

Fuente: L. Mlltoy, 1980.

FiG. 2.2. Redes sociales (X: centro de la red). A: red de densidad alta;
B: red de densidad baja.

cas correspondientes. Para llevar esto a la práctica, se asigna a cada hablante un ín­
dice, construido a partir del tipo de red a la que pertenece y del número y el tipo de
vínculos que establece con los demás miembros de la red. Este índice se correlaciona
con las variables lingüísticas, de modo semejante a como se hace con la clase social o
el mercado lingüístico, y sirve para distribuir a los hablantes a lo largo de un escala
de fuerza de la red: Juan A. Villena ha comprobado que la densidad, la multiplicidad
y la fuerza de la red influyen especialmente en los individuos menos instruidos y ha
podido observar, en una red social andaluza, en Málaga, que estos hablantes de es­
casa instrucción rechazan nítidamente la distinción de los fonemas Isl y /0/, caracte­
rística de las hablas castellanas y frecuente en algunos grupos sociales malagueños.72
Pero también en este terreno se han encontrado dificultades, que se refieren
principalmente a la medida y cuantificación de la red y al estudio de las redes débi­
les. Los individuos que forman una red están integrados en ella en grados diferentes,
que son medidos a través de los indicadores que hemos comentado (amistad, vecin­
dad, etc.); el problema está en que los indicadores pueden variar de una comunidad
a otra, es decir, la comparación de redes diferentes puede ser difícil si no se trabaja
exactamente con los mismos indicadores. Por otro lado, las redes sociales débiles no
son fáciles de estudiar debido a la movilidad y heterogeneidad de los miembros que
las componen, lo que impide comparar satisfactoriamente a los miembros entre sí y
unas redes débiles con otras.
Las investigaciones de redes sociales ofrecen, no la imagen de conjunto de una
comunidad, sino la imagen de algunos de los grupos que la componen: Milroy cen­
tró sus intereses en tres ámbitos de la clase trabajadora de Belfast; Villena ha in­
cluido, en su proyecto de investigación del habla de Málaga, el estudio de ocho re­
des sociales urbanas;73 Ana Blanco estudió una red social de Alcalá de Henares (Es-

72. «Convergencia y divergencia dialectal en el continuo sociolingüístico andaluz: datos del vernáculo
urbano malagueño», Lingüistica Española Actual (en prensa).
73. «Perspectivas y limites de la investigación sociolingüística contemporánea (Reflexiones programáti­
cas a propósito del proyecto de investigación del sistema de variedades vernáculas malagueñas)», Estudios de
Lingüistica, 5 (1988/1989), pp. 237-274,
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 53

paña).74 Estas investigaciones presentan la ventaja de manejar entidades sociales


muy pegadas a la realidad y de permitir la conjugación del concepto de «red» con el
de «modo de vida».

Modo de vida

El concepto de «modo de vida», presentado por T. Hpjrup y desarrollado por


J. Milroy, pone en relación las redes sociales de pequeñas dimensiones con otras es­
tructuras o grupos sociales de mayor entidad.75 Los modos de vida responden a un
modelo en el que los grupos sociales son considerados como entidades internamen­
te estructuradas y relacionadas con otros grupos. En este modelo, la conducta lin­
güística obedece más al poder de determinación de las redes y de las estructuras en
las que se mueven los hablantes, que a los atributos percibidos como característicos
de ciertos grupos sociales. Se da prioridad al tipo de actividad laboral y familiar y
a las relaciones que los hablantes mantienen con otros miembros del grupo. A su
vez, los grupos son considerados como consecuencia de las estructuras fundamen­
tales de la sociedad, que dividen la población en modos de vida sustancialmente di­
ferentes.
Los modos de vida que proponen T. Hpjrup y J. Milroy son básicamente tres. Si
bien están pensados para comunidades occidentales industrializadas, esto no significa
que no se puedan tener en cuenta otros modos de vida cuando realmente se den den­
tro de una comunidad. Los modos propuestos son los siguientes:76

Modo de vida 1. Unidad primaria de producción (agricultura, pesca, pequeños


servicios). Relaciones cooperativas entre compañeros de profesión. Familia implica­
da en la producción. Autoempleo. Escaso tiempo libre: cuanto más se trabaja, más se
gana. Redes sociales densas y múltiples.
Modo de vida 2. Empleo en un sistema de producción que no es controlado por
los trabajadores. Se trabaja para ganar un sueldo y poder disfrutar de períodos de
tiempo libre. Relaciones laborales separadas del ámbito familiar. Cierta movilidad la­
boral. Redes de solidaridad con los compañeros y los vecinos.
Modo de vida 3. Profesión cualificada, capaz de controlar la producción y de di­
rigir los trabajos de otras personas. Tiempo de vacaciones dedicado al trabajo. Se tra­
baja para ascender en la jerarquía y adquirir más poder. Actitud competitiva con los
colegas.

Los rasgos ideológicos que caracterizarían estos modos de vida serían «la fami­
lia» para el modo 1, «el ocio» para el modo 2 y «el trabajo» para el modo 3. Debe va­
lorarse, no obstante, que el concepto de «modo de vida» es fundamentalmente es­
tructural: los rasgos definidores de un grupo vienen dados por contraste con los de
los demás modos. Desde otro punto de vista, las relaciones entre los tres modos de

74. Estudio sociolingiiistico de una red social de Alcalá de Henares, ob. cit
75. Véanse T. H0jrup, «The concept of life-mode: a form-specifying mode of analysis applied to con-
temporary western Europe», Etimología Scandinavica, (1983), pp. 1-50; J. Milroy, Linguislic Variation and
Change, Oxford, Blackwell, 1992, pp 206-220
76. Véase J. Milroy, ob. cit., pp. 206-220.
54 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G L ÍST IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Mantenimiento Predominio
de código lingüístico del código lingüístico
no legitirnizado legitirnizado
a A

Relaciones fuertes Relaciones débiles

Macronivel de la estructura social, política


y económica

Fio. 2 3. Estructura sociolinguistica, según J. Milroy (1992),

vida y las prácticas culturales asociadas a cada uno de ellos no tienen por qué ser
exactamente iguales en todas las comunidades, por lo que, en un estudio contrastivo,
sería importante describirlas con todo detalle.
Antes se ha hecho referencia a la estrecha relación que existe entre los concep­
tos de «red» y de «modo de vida». La forma en que ambos se articulan queda refle­
jada en el esquema de la figura 2.3, elaborado por James Milroy.77*
El esquema refleja una estructura de naturaleza sociolinguistica que incluye un
macronivel, correspondiente a la estructura social, política y económica, un nivel in­
termedio, que correspondería a los modos de vida, y un micronivel, de redes sociales.
Cuando estas redes suponen relaciones fuertes, favorecen el mantenimiento de unos
usos lingüísticos propios, aunque estén alejados del modelo «legitirnizado» o de pres­
tigio; cuando las redes ofrecen relaciones débiles, favorecen los usos lingüísticos nor­
mativos o de prestigio.
Hemos de señalar, finalmente, que la utilidad del concepto de «modo de vida»
en sociolinguistica aún debe ser demostrada, por más que esté llena de sugestivas po­
sibilidades. Dentro del mundo hispánico, se ha propuesto su utilización, de forma ex­
perimental y algo marginal, en el «Proyecto para el estudio sociolingüístico del espa­
ñol de España y de América» (PRESEEA).7S

77 Ob cit-, p. 215.
7S Véase Lingüística (en prensa).
L A V A R IA C IÓ N EN LA L E N G U A 55

La variable «nivel de instrucción»

Lo hombres doctos hablan y escriven con más elegancia y pro­


piedad que el vulgo, y a vezes con tanta diferencia, que parecen
lenguas diversas.
SEBASTIÁN de C o v a r r u b ia S, Tesoro de la lengua
castellana o española, 1611, s.v. lengua

Educación, nivel o grado de instrucción, estudios o escolaridad son algunas de


las denominaciones que ha recibido la variable que se refiere al tipo de formación
académica o de titulación conseguidos por los hablantes, lo que está íntimamente re­
lacionado con la cantidad de años que se ha estado estudiando. La sociolinguistica,
como otras disciplinas preocupadas por la lengua hablada, ha comprobado que el ni­
vel educativo de los hablantes determina de forma directa y clara la variación lin­
güística: es normal que las personas más instruidas hagan mayor uso de las varian­
tes que son consideradas como más prestigiosas o que más se ajustan a la norma.
Este hecho puede tener consecuencias importantes en el ámbito del cambio lingüís­
tico.
La variable «nivel de instrucción», por lo general, suele incluirse entre los facto­
res integrantes de la clase social o del nivel sociocultural y, consecuentemente, en un
gran número de investigaciones no ha tenido ningún protagonismo singularizado,
Esto no quiere decir, sin embargo, que no sea importante o que su capacidad para de­
terminar la variación lingüística sea pequeña; al contrario, estamos ante un factor de
primer orden que merecería ser considerado como una variable independiente más,
junto a otras como la edad o el nivel socioeconómico, y no como un factor desdibu-
j ado dentro de un complejo y confuso concepto de «clase». Todo ello no es óbice para
reconocer la relación directa que existe entre educación, profesión, clase, estatus y po­
der: cuanto más preparado se está, cuanto mejor formado, más posibilidades hay de
desempeñar profesiones que reporten mayores ingresos económicos, un estatus más
alto y más elevadas cotas de poder.
La variable «nivel de instrucción» presenta algunos problemas compartidos con
otras variables: principalmente, la determinación de los límites entre niveles y la equi­
paración de los niveles de comunidades diferentes. Efectivamente, existe la posibilidad
de recoger en una investigación sociolinguistica todos y cada uno de los grados o títu­
los que tienen un carácter oficial dentro de una comunidad, pero una clasificación tan
minuciosa o muy oficialista no suele tener correspondencia exacta en la conducta lin­
güística, por lo que la mayoría de las veces puede carecer de sentido. Como conse­
cuencia de ello, es frecuente que los estudios sociolingüísticos trabajen solamente con
categorías generales: analfabetismo, enseñanza primaria, enseñanza secundaria, ense­
ñanza universitaria. Pero no siempre es así: López Morales distingue en Puerto Rico
ocho grados de escolaridad (0-1 años de escolaridad; 2-6 años de escolaridad; 7-8 años
de escolaridad; uno o más años de escuela secundaria; graduado de escuela universi­
taria; uno o más años de universidad; título universitario pregraduado; título univer­
sitario graduado);79 Samper distingue en Las Palmas seis niveles de instrucción (anal­
fabetos / sin estudios; primer grado; segundo grado, primer ciclo; segundo grado, se­

79 Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, ob cit., p 27


56 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G L 'ÍS T IC A V S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

gundo ciclo; tercer grado, nivel A, tercer grado, nivel B);so Bentivoglio y Sedaño tra­
bajan con nueve grados (analfabeto, parte de la primaria; años de secundario / cursos
de capacitación; educación secundaria completa / carreras técnicas; medio pregrado /
colegio técnico superior: pregrado universitario completo; maestría; doctorado),81
A la vista de las distintas posibilidades que se ofrecen, extraemos como primera
consecuencia que la división de niveles ha de reflejar la realidad de cada comunidad
estudiada. Ahora bien, si se manejan niveles amplios y referencias educativas suscep­
tibles de generalización (indicando, por ejemplo, años de escolaridad) resulta mucho
más fácil la comparación y el encuentro de paralelismos entre comunidades diferentes
A propósito de la adecuación a la realidad de la comunidad estudiada y de las
relaciones que la educación puede establecer con otros factores, Julio Borrego ha lle­
vado a la práctica una experiencia singular y digna de comentario. Más arriba se ha
hablado de los profundos vínculos que existen entre nivel de instrucción, profesión,
clase, estatus y poder; pues bien, todo ello refleja modos de vida que tienen diferen­
tes manifestaciones: mayores o menores posibilidades de viajar, mayor o menor con­
tacto con personas de comunidades diferentes, mayor o menor contacto con los me­
dios de comunicación social. A la hora de preparar la muestra para el estudio de
Villadepera de Sayago (Zamora, España), Borrego pensó que, en relación con los
objetivos de su estudio, los factores «edad», «sexo», «grado de instrucción» y «viajes»
(cantidad y duración de los viajes realizados) podrían funcionar como rasgos diferen-
ciadores. Ahora bien, de haber utilizado todas estas variables para su muestreo, se ha­
bría visto obligado a distinguir 32 tipos diferentes de sujetos en una comunidad emi­
nentemente rural, muy poco compleja sociológicamente.

Era conveniente, por tanto, buscar la acumulación y los extremos y favorecer así
un juego más nítido de contrastes. La solución propuesta es reunir los factores ins­
trucción y viajes en uno solo que puede llamarse algo así como contacto con la nor­
ma (se entiende, con la norma lingüística estándar) y que incluiría desde la in­
fluencia de los centros de enseñanza y las lecturas a los viajes, pasando por la de
la radio, la televisión y las conversaciones con personas de uso lingüístico más o
menos estándar. Al mismo tiempo se prescinde de los grados intermedios, de for­
ma que en cada grupo de edades se procurará encontrar dos tipos de informantes:
aquellos cuyo contacto con la norma sea el menor posible y aquellos cuyo contac­
to sea de los más amplios entre sus coetáneos.82

Aunque no es habitual en sociolingüística el estudio de comunidades tan peque­


ñas como Villadepera (400 habitantes), la experiencia de Borrego y la propuesta so­
bre el contacto con la norma merecen tenerse en cuenta por su aplicabilidad en co­
munidades rurales o semirrurales.83

SO, Estudio sociolingiitstico del español de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, La Caja de Cana­
rias, 1990, pp. 33-35.
81. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit., p. 9.
82. Sociolingüística rural. Investigación en Villadepera de Sayago, Salamanca, Universidad de Salaman­
ca, 1981, pp. 50-51.
83. Véase J. C. González Ferrero, La estratificación sociolingiiistica de ttn comunidad semiurbana• Toro
(Zamora), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991. González, sin embargo no tiene en cuenta la variable
«contacto con la norma», sino que distingue ocupación, estudios y nivel socioeconómico, además del sexo y la
edad.
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 57

La teoría del déficit de Bernstein

íntimamente ligadas a las variables «nivel de instrucción» y «clase social» están


las investigaciones del sociólogo británico Basil Bernstein Este investigador, preocu­
pado muy especialmente por el proceso de socialización de los individuos, ha presta­
do mucha atención al lugar que ocupa el lenguaje en dicho proceso y lo ha puesto en
relación, desde principios básicamente psicolingüísticos, con la clase, la escolaridad y
el contexto en que se mueven los hablantes.84 Esto dio lugar a una teoría conocida
como «teoría del déficit», desarrollada por Bernstein entre 1958 y 1971 a partir de sus
estudios sobre la sociedad británica.
La teoría del déficit distingue dos formas de expresión lingüística, de uso de la
lengua o de códigos, que en un principio recibieron los nombres de lenguaje público
y lenguaje formal y que después se han denominado, respectivamente, código restrin­
gido y código elaborado. El código restringido predomina en las clases o estratos tra­
bajadores y el código elaborado en las clases medias. No está nada claro, desde una
perspectiva lingüística, cuál es el referente de lo que Bernstein llama «código», pues
no equivale ni a «sociolecto» ni a «estilo» ni, en un nivel más general, a «competen­
cia»; tan sólo se habla de los códigos como modos o patrones de comunicación desa­
rrollados durante el proceso de socialización.
En un primer momento, como ha quedado dicho, Bernstein se limitó a asociar el
código restringido —con sus características lingüísticas— a los niños de la clase tra­
bajadora, y el elaborado a los niños de la clase media. Sin embargo, posteriormente,
prefirió ofrecer una interpretación más amplia, asociando los códigos a estilos de in­
teracción, a procesos de cognición y a formas diferentes de interpretar la estructura
social, y recalcando el carácter predecible del código restringido y el menos predeci­
ble del elaborado. Para Bernstein, todos los hablantes, de cualquier clase social, tie­
nen acceso a un código restringido, pero sólo algunos grupos tienen acceso al elabo­
rado; en estos últimos el código restringido se reserva para ciertas situaciones, nor­
malmente de comunicación familiar. Ésta es la caracterización del código restringido
que presenta:

Si en virtud de sus relaciones de clase, es decir, como resultado de su función en


la comunidad y de su estatus social, un grupo social ha creado sólidos nexos co­
munales; si sus relaciones de trabajo son poco variadas; si toma pocas decisiones;
si, para tener buen éxito, la aserción ha de ser colectiva, más que individual; si el
trabajo exige manipulación y control físico, más que organización y control sim­
bólicos; si la autoridad que el hombre pierde en su trabajo se transforma en auto­
ridad de poder en casa; si el hogar está sobrepoblado y limita la variedad de si­
tuaciones que puede ofrecer: si los niños se socializan entre sí en un ambiente que
pocos estímulos intelectuales ofrece; si se encuentran todos esos atributos en un
ambiente, entonces cabrá suponer que dicho ámbito social generará una forma es­
pecial de comunicación, que modelará la orientación individual, social y afectiva

84, Como experimentos afines al de Bernstein, en los que se intenta poner en relación, desde la psicso-
ciología, la clase social, la escolaridad y los usos lingüísticos, destacan los de Fries y los de Schatzman y Strauss
(véanse C C Fríes, American English Granunar, Appleton, Century-Crofts, 1940; L. Schatzman y A. Strauss,
«Social class and modes of communication», American Journal o fSociotogy, 60 (1955). pp. 329-338) Para una
introducción general a estos estudios, véase W. P. Robinson, Lenguaje y conducta social., México, Trillas,
1978
58 PRINCIPIOS DE S O C I O L I N G U S T I C a ' i ' S O C IO L O G ÍA DEL L E N G U A J E

de los niños. Tal código hará hincapié verbalmente en lo comunitario, más que en
lo individual; en lo concreto, más que en lo abstracto; en la sustancia, más que en la
elaboración de procesos; en el aquí y ahora, más que en la exploración de motivos
e intenciones, y en formas de control social por la posición, más que personali­
zadas.85

La teoría del déficit se preocupa por los niños de familias y de barrios económi­
camente pobres, cuyo uso de la lengua es claramente deficiente o «deficitario», com­
parado con el uso de las clases medias. Teóricamente los niños de clases trabajadoras
disponen de unos recursos lingüísticos y de unos instrumentos cognoscitivos limita­
dos, que pueden ser una barrera en la escuela y producir fracaso escolar, dado que
en ella se hace uso habitualmente de un código elaborado. Como ha señalado Fa-
sold,86 este hecho sugirió a algunos educadores en Estados Unidos la necesidad de re­
ducir el fracaso escolar mediante la implantación de programas de apoyo o compen­
satorios destinados a niños de la clase trabajadora. Ahora bien, admitiendo que la es-
colarización contribuye a la adquisición o al dominio del código elaborado, es justo
advertir que esto puede suponer, además de la erradicación total del código restrin­
gido, la alienación del individuo respecto de su grupo de procedencia y de su tradi­
ción local.
Por su parte, el código elaborado, menos predecible que el restringido, abre la
posibilidad de la individuación, por estar más orientado hacia la persona como tal que
hacia la posición del individuo dentro de un grupo. Bernstein afirma lo siguiente:

El usuario del código elaborado hallará la lengua como un juego de posibilidades


teóricas disponible para la transmisión de experiencias únicas en su género. El con­
cepto de la identidad misma —contra lo que ocurre con el código restringido— se
diferencia verbalmente, de modo que mediante unas regulaciones propias se con­
vierte en objeto de actividades especiales de percepción. En el hablante limitado
por el código restringido, el concepto de la identidad tenderá a fraccionarse por las
implicaciones de los acuerdos de estatus. Aquí no hay problema de identidad, por­
que este problema no es relevante.87

Los rasgos lingüísticos que se asocian a uno u otro código, con diferencias pri­
mordialmente de orden cuantitativo, son los siguientes:

Código restringido (lenguaje público)


1) Lenguaje gramaticalmente sencillo, a menudo con oraciones inconclusas, po­
bres en su forma sintáctica.
2) Uso sencillo y repetitivo de conjunciones; apenas se emplean las cláusulas
subordinadas.
3) Uso frecuente de interjecciones.5

S5, «A socio-linguistic approach to social-learning», en F. Williams (dir.), Language and Poverty, Chi­
cago, Markham, 1970, p. 2S. Fragmento traducido al español en W. P. Robinson, Lenguaje y conduela social,
ob. cil., p. 143,
86. The Sociolinguisiics o f Language, ob. cir., pp. 269-270.
87. «Elaborated and restricted codes: their social origins and some consequences», en J J. Gumperz y
D. Hymes (eds.), «The Ethnography of Communication», American Anrhropologisi, 66 (1964), pp. 99-116
Trad. al español en B. Schlieben-Lange, Iniciación a la sociolingiiistica, Madrid. Gredos, 1977.
LA V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 59

4) Dificultad para mantener un tema a lo largo del discurso.


5) Uso restringido y limitado de adjetivos y adverbios.
6) Empleo poco frecuente de los pronombres impersonales como sujetos de
cláusulas condicionales.
7) Uso frecuente de enunciados categóricos.
8) Uso frecuente de enunciados/frases que indican petición de refuerzo de la se­
cuencia de habla anterior: ¿No es así?, ¿Ves?, Ya sabes, etc.
9) Número limitado de vocablos; escasez de sinónimos.
10) Transmisión implícita de significados.

Código elaborado (lenguaje formal)


1) Orden gramatical adecuado.
2) Uso de una variada serie de conjunciones y cláusulas subordinadas.
3) Uso frecuente de preposiciones que indican relaciones lógicas y de preposi­
ciones que denotan contigüidad temporal y espacial.
4) Uso frecuente del pronombre personal yo.
5) Elección cuidada de adjetivos y adverbios.
6) Organización adecuada de la información.
7) Uso del lenguaje adecuado a una organización conceptual compleja.
8) Número extenso de vocablos; manejo adecuado de sinónimos.
9) Transmisión explícita de significados.

Esta relación de rasgos lingüísticos nos indica que los usuarios de un código res­
tringido tienen importantes limitaciones en el ámbito de la gramática, el léxico y la
pragmática. Las características de cada código se reciben en un entorno cultural y lin­
güístico determinado y se transmiten de una generación a otra, perpetuando unas
pautas lingüísticas, cognoscitivas y sociales.ss
Pero la teoría del déficit, desarrollada poco a poco, perfilada experimento a ex­
perimento, ha recibido críticas desde frentes muy diversos, incluida la propia socio-
lingüística. Para entender adecuadamente esas críticas no hay que olvidar que la teo­
ría no está hecha por lingüistas, ni para lingüistas ni con fines lingüísticos. Los repro­
ches podrían resumirse en unos cuantos puntos. En primer lugar, algunos lingüistas
han argüido que los usos deficitarios de la lengua no son tales sino, simplemente, for­
mas diferentes de usar esa lengua.S *S9 Por otro lado, no han sido pocos los que han lla­
S
mado la atención sobre las deficiencias e imprecisiones de los conceptos y análisis de
Bernstein, dejando al margen la imposibilidad de vincular la teoría del déficit a teo­
ría lingüística alguna.90 Para colmo de males, la teoría del déficit se relacionó, cree­
mos que injustamente, con las ideas de Arthur Jensen, para quien la capacidad in­
telectual de los niños negros era genéticamente inferior a la de los niños blancos.91

SS Es importante tener en cuenta que el uso de códigos restringidos y elaborados se ha llegado a po­
ner en relación con el uso de la variedad baja y la variedad alta en una situación de diglosia (véase el capítu­
lo 13) y con el uso de las variedades más o menos prestigiosas de una lengua. Véase R. Fasold, La sociolin-
giiísrica de la sociedad, Madrid, Visor, 1996; P. Trudgill, Accertt, dialea, and the School, Londres, E. Arnold,
1975, p. 93.
S9. Véase S. Romaine, El lenguaje en la sociedad. Barcelona, Ariel, 1996, p. 233.
90. Véase H. López Morales, Sociolinguisrica, ob. cil., 1993
91. «How much can we boost IQ and scholastic achievement», Harvard Educational Review, 39 (1969),
pp, 1-123.
60 P R IN C IP IO S DE SO C IO L IN G U S T IC '.A V S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Estas ideas provocaron la reacción inmediata de muchos intelectuales, entre ellos al­
gunos sociolingüistas, que repercutieron negativamente en la aceptación de las pro­
puestas de Bernstein.92

La variable social «profesión»

De las voces proprias pertenecientes a Artes liberales y mechá-


nicas ha discurrido la Academia hacer un Diccionario separado,
quanto este se haya concluido: por cuya razón se ponen sólo Iris
que han parecido mas comunes o precisas al uso, y que se podían
echar menos
Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, 1726

Entre los modelos sociológicos —y sociolingüísticos— basados en la estratifica­


ción social, la profesión u ocupación es uno de los factores capaces de indicar la per­
tenencia de los individuos a unas clases o a otras, a la vez que el parámetro más níti­
damente ligado al concepto de estatus. La función social de una persona, la actividad
que realiza en una comunidad, está en relación directa con el lugar que ocupa en la
jerarquía social y la valoración que de ella hacen los demás miembros de la comu­
nidad.
En este caso, como ocurre con otras variables sociales, la sociolingüística también
ha comprobado que la profesión de los hablantes influye de forma directa sobre la
variación lingüística. Para Manuel Alvar, el gremio es uno de los factores que deter­
minan la estructura lingüística del individuo, junto a los grupos especiales, el hogar y
la comunidad inmediata.93 Habitualmente las personas que desempeñan profesiones
más prestigiosas hacen mayor uso de las variantes más prestigiosas de una lengua y
más ajustadas a la norma. En este punto ha de recordarse lo comentado más arriba
acerca del mercado lingüístico y el uso de las variedades de prestigio: profesión y mer­
cado son conceptos que inciden parcialmente sobre una misma realidad.
La variable «profesión» suele incluirse entre los factores integrantes de la clase
social o del nivel sociocultural y, por lo tanto, en muchos estudios no ha tenido nin­
gún protagonismo singularizado. Pero tampoco ahora estamos ante una variable poco
importante: la profesión influye sobre la variación lingüística, aunque sea innegable
la estrecha vinculación que existe entre educación, clase, estatus, poder y profesión.
Los problemas que presenta la variable «profesión» son parecidos a los de otras
variables: el establecimiento de tipos o categorías profesionales dentro de una comu­
nidad y la equiparación de las categorías de comunidades diferentes. Aquí también
las profesiones estudiadas por los sociolingüistas han de reflejar la realidad de una co­
munidad, aunque es evidente que, si se manejan categorías amplias y susceptibles de
generalización, saldrá beneficiada la comparabilidad de los estudios.
Las categorías profesionales que manejan los sociolingüistas son tomadas casi
siempre de las investigaciones sociológicas, que suelen proponer siete grupos, tal y

92 Véase J. Baugh, «Language and race: some implications for linguistic Science»», en F. J Newmeyer
(ed ), Language: The Socio-cultural Context, Linguistics: The Cambridge Survey, IV, Cambridge, Cambridge
University Press, 1988, pp. 64-74.
93. Lengua y sociedad, Barcelona, Planeta, 1976, p. 114.
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 61

como ha distinguido Samper en Las Palmas: 1, obreros sin calificar; 2, obreros con
cualificación; 3, empleados medios; 4, pequeños empresarios autónomos; 5, medianos
empresarios; 6, profesionales liberales; 7, altos directivos y grandes empresarios.94
Bentivoglio y Sedaño, sin embargo, han distinguido cinco categorías, contando
también con la opinión de especialistas en sociología: 1, buhoneros y vendedores am­
bulantes, obreros no especializados urbanos, obreros campesinos, servicio doméstico,
servicios no especializados; 2, pequeños comerciantes, secretarios y oficinistas, obre­
ros especializados, artesanos, mecánicos, vendedores en tiendas, cobradores, ayudan­
tes técnicos, policías y guardias, soldados; 3, profesionales universitarios, personal do­
cente de educación media y primaria, pequeños empresarios y productores, mandos
intermedios, técnicos, supervisores; 4, profesionales universitarios de libre ejercicio,
gerentes medios del sector público y privado, militares con graduación, medianos em­
presarios y productores, docentes universitarios; 5, altos funcionarios del poder eje­
cutivo, legislativo y judicial, altos oficiales del ejército, grandes empresarios privados,
grandes hacendados, altos ejecutivos del sector público y privado.95
Cuando las comunidades estudiadas no son grandes ciudades sino núcleos más
reducidos, las categorías también han de ceñirse a la realidad social. En el estudio so-
ciolingüístico de diversos actos de habla coloquiales realizado en Quintanar de la Or­
den (Toledo), distinguimos como variantes de la variable «profesión», para hombres
y mujeres, las siguientes categorías: agricultores, comerciantes, albañiles, hosteleros,
obreras (fábrica), amas de casa y estudiantes.96
Al correlacionar las profesiones con hechos de naturaleza lingüística, se ha podi­
do apreciar una preferencia por los usos más prestigiosos de las profesiones también
más prestigiosas. Asimismo, Manuel Alvar ha tenido oportunidad de analizar el ca­
rácter arcaizante o innovador del habla de personas que desempeñan profesiones di­
ferentes en una pequeña comunidad, Roque de las Bodegas, en las islas Canarias, y
ha llegado a conclusiones muy interesantes. Las profesiones que se tienen en cuenta
son «campesino» y «pescador» y se relacionan con el contraste que se produce entre
las hablas urbanas y las rurales:

El habla del campesino es aquí más innovadora que la del pescador, pero no tan­
to por el arcaísmo de ésta, sino por cierta resistencia a los neologismos rurales que
en aquél se dan. De este modo se deduce que el habla del labrador acepta
—o crea— modificaciones que podríamos llamar no urbanas, que serán rechazadas
en la capital por su rusticidad, mientras que el marinero, no arcaizante por sí mis­
mo, viene a serlo en el cotejo: para él tiene un imperativo mayor la norma ciuda­
dana y ofrece, en las relaciones de su habla, un estado más concorde con la nor­
malidad general.97

94. Estudio sociolingiiistico deI español de Las Palmas de Gran Canaria, ob. cit., pp. 40-41. J. A. Moya
y E. J. García Wiedemann tienen en cuenta la profesión como componente del nivel sociocultural. En su tra­
bajo reducen las siete categorías que maneja Samper a tres (£/ habla de Granada y sus barrios. Granada, Uni­
versidad de Granada, 1995, pp, 51-52).
95. «Investigación sociolingüistica: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit.,
pp. 8-9.
96. Véase F Moreno Fernández, «Análisis sociolingiiístico de actos de habla coloquiales». Español Ac­
tual, 51 (1989), pp. 5-51.
97. Lengua y sociedad, ob. cit., pp, 76-77.
62 P R IN C IP IO S DE SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

La covariación de lengua y profesión tiene su reflejo en todos los niveles de la


lengua —como en otras variables sociolingüísticas—, pero es en el léxico donde en­
cuentra su expresión más evidente: los rasgos que caracterizan el habla de ciertos gru­
pos profesionales son rasgos mayoritariamente léxicos. Esta puerta nos lleva directa­
mente al ámbito de las jergas profesionales, que será tratado en el capítulo sobre las
variedades lingüísticas

La procedencia y los barrios

Concurriendo a estas partes mucha gente de diuersas partes i que


habla vna misma lengua castellana, en poco tiempo, con alguna
aduertencia, se conoce quál es de Castilla la Vieja, quál de la
Nueva, quién de Estremadura i quién del Andaluzía i el tiempo
que a que reside en la Corte o vniversidad por sólo el modo de
hablar
Bernardo de A ldrete, Del origen y principio de la lengua
castellana o romance que oi se usa en España, 1606

La procedencia geográfica del hablante y el barrio de residencia son variables


pertinentes para la correcta interpretación de algunos fenómenos sociolingüísticos.
Esto ocurre con regularidad en los estudios sobre comunidades del mundo hispánico,
en las que durante los últimos 50 años se han dado importantísimos movimientos mi­
gratorios del campo a la ciudad. Y no es ésta cuestión de poca importancia en socio-
lingüística porque la configuración última de muchas hablas urbanas ha contado con
el aporte de hablas rurales muy diversas.58 A este respecto Manuel Alvar ha escrito
lo siguiente:

Una y otra vez, al comparar los niveles urbanos he señalado la vinculación de los
grupos económicamente menos desarrollados con las motivaciones rurales. Es más,
de una u otra manera, con correlación geográfica próxima o remota, según mis ma­
teriales y sin salimos de la geografía isleña [islas Canarias], hemos comprobado
que las gentes sin instrucción van de acuerdo con las realizaciones campesinas y no
con las clases instruidas de la capital. Se confirma —una vez más— la tesis de la
proletarización urbana del campesinado y del acercamiento entre las gentes menos
dotadas para acceder a los bienes materiales: esto es, se ha creado una nivelación
en la base de la estructura porque las gentes se han acercado en la nueva realidad,
y este acercamiento entre campesinos y obreros ha repercutido sobre la lingüística
aproximando el habla de unos y otros."

«Campo» y «ciudad», en sociedades como la española o las hispanoamericanas,


son conceptos hermanados y en contraste para el estudio de las hablas urbanas.989100

98, Véase S. M. Bortoni, «A migracao rural-urbana no Brasil: urna análise sociolingüistica», en F, Ta-
rallo (org), Fotografías sociolingiiisricas, Campiñas, Pontes, 1989, pp, 167-179.
99, Niveles socioculturales en el habla de Las Palmas de Gran Canaria, ob cit., p, 185,.
100, Sobre la influencia de las ciudades en el habla de las comunidades rurales se viene escribiendo des­
de hace muchos años. Véase K. Jaberg, Die Sprachgeograpliie, Aarau, 1905, pp 8-9; A. Dauzat, La géogra-
pltie linguistique, París, Flammarion, 1922, pp. 191-216.
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 63

Como muestras de investigaciones en las que se ha tenido en cuenta la procedencia


de los hablantes, se pueden tomar los trabajos de Henrietta Cedergren sobre Pana­
má101 y de Humberto López Morales sobre San Juan de Puerto Rico. En este último,
se explica que hay usos lingüísticos en San Juan que tienen un claro origen rural (ve­
larización de la vibrante múltiple), como hay usos típicamente capitalinos (pronun­
ciación fricativa de c/;).102
En lo que se refiere al barrio, se debe advertir que son muchos los sociolingüis-
tas que, por razones diversas, prefieren abordar el estudio de las grandes ciudades de
forma parcial, mediante el análisis de uno o varios de los barrios que las componen:
en Belfast se han estudiado redes sociales de barrios obreros; el estudio de Copen­
hague se ha centrado en el barrio de Nyboder, donde se concentra un número signi­
ficativo de hablantes del dialecto danés de la ciudad;103 en Berlín se han analizado las
repercusiones sociolingüísticas de la división política que vivió la ciudad.104
Aparte de ser un factor ligado al nivel socioeconómico de los individuos, el ba­
rrio es un elemento muy relacionado con la variable «procedencia geográfica» porque
es habitual la concentración de individuos de un mismo origen en unas mismas zonas
de las ciudades: hay barrios tradicionales, en los que viven personas cuya ascenden­
cia es originaria del lugar, y barrios receptores de inmigrantes. Esto, a su vez, tiene
repercusiones lingüísticas muy importantes porque, en el caso de España, por ejem­
plo, al hablar de procedencia se está haciendo alusión implícita a una dimensión geo-
lingüística: la gente de cierto origen, usuaria de cierta variedad lingüística (dialecto),
puede haberse asentado principalmente en un barrio determinado, y la de otro ori­
gen —geográfico, lingüístico—, en una zona distinta. En algunos barrios periféricos
de Madrid, hay una importante concentración de personas procedentes de Extrema­
dura o de Andalucía, lo que les confiere una peculiar imagen lingüística, sobre todo
cuando se compara el habla de los inmigrantes con la de sus descendientes, de pri­
mera y de segunda generación.105
La importancia de los barrios en el desarrollo sociolingüístico de las ciudades
puede llegar a ser muy grande. Una prueba de ello la proporcionan Moya y García
Wiedemann en su estudio del habla de Granada: en esta ciudad del sur de España,
los dos barrios tradicionales (Albaicín y Realejo) siguen unas normas de conducta lin­
güística que se oponen radicalmente a las que se observan en otras zonas de la ciu­
dad. En los barrios nuevos, la norma mayoritaria en cuanto a la distinción de r y z,
el seseo o el ceceo, es la distinción; en los barrios tradicionales, la norma casi única
es el seseo. Esto hace que la mayor parte de la ciudad andaluza de Granada tenga ac­
tualmente como norma principal la distinción (entre el 60 y el 70 %) y que el seseo
quede relegado a un segundo plano (entre el 25 y el 33 %). La implantación de la dis­
tinción, para Moya y García Wiedemann, corre paralela al crecimiento y transforma­
ción de la ciudad, propagándose con fuerza por los barrios y las zonas más nuevos. El

101. Interplay o f social and lingnistic factors in Panamo (tesis doctoral inédita), lthaca, Cornell Univer-
sity, 1973
102. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, ob cit., pp 137-143 y 147-153.
103. Véase F. Gregersen e I. L. Pedersen (eds.), The Copenhagen Stndy in Urban Sociolingiiistics, Co­
penhague, Reitzels Forlag, 1991.
104. N. Dittmary P. Schlobinski (eds ), The Sociolingiiistics of Urban Vernactdars. Case Slndies and iheir
Evalnation, Berlín, De Gruyter, 1988.
105.. Véase el estudio de Pedro Martín Butragueño sobre el barrio madrileño de Getafe (Desarrollos so-
ciolingiiisticos en una comunidad de habla, tesis doctoral inédita, Madrid, Universidad Complutense, 1991).
64 PRINCIPIOS D E S O C IO L IN G Ü ¡ S T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

seseo ha resistido en las zonas en que se ha mantenido una estructura sociológica tra­
dicional. El ceceo prácticamente ha desaparecido, víctima de su desprestigio y de su
vinculación a las hablas rurales,106

Raza y etnia

La cual pronunciación es propia de judíos y moros, de los cuales,


cuanto io pienso, las recibió nuestra lengua.
E A nt o n io de N e b r ij a , Gramática dél a lengua
castellana, 1492

Las diferencias lingüísticas entre personas de distinta raza o de etnia diferente en


una comunidad son reflejo de la distancia que existe entre unos grupos y otros, así
como del grado de integración y convivencia social. A propósito de la raza, la afir­
mación de López Morales, sobre la situación del Caribe, es de una rotundidad mani­
fiesta:

El caso del Caribe hispánico donde, en igualdad de condiciones sociales, no se en­


cuentran diferencias lingüisticas entre blancos y negros, es una prueba palpable,
entre otras muchas, de que la raza per se no condiciona al hablante al uso de de­
terminada variedad. Tienen que estar presentes otros factores que son los verda­
deramente determinantes: diferencias de nivel sociocultural, inmigrantes recientes,
condiciones de substraium o diversa procedencia de los lectos manejados.107*

Así pues, la raza no es factor que condicione per se el habla de una comunidad.
Estos argumentos contrastan con las tesis de Jensen, que sostenían que las diferen­
cias lingüísticas entre blancos y negros están unidas a diferencias genéticas en la ca­
pacidad intelectual de unos y otros.10S Para López Morales, si existen diferencias de
nivel sociocultural, éstas suelen ser de carácter cuantitativo, especialmente cuando se
dan en ciudades dinámicas, con posibilidades de movilidad social para todos sus
miembros, sean de la raza o la etnia que sean.
En el caso de la inmigración, es habitual que los inmigrantes, al usar la lengua o
variedad de la nueva comunidad, acusen la presencia de transferencias lingüísticas
desde la lengua materna: cuando se producen movimientos de población, se da lugar
a la aparición de fenómenos de sustrato, que consisten en la pervivencia de rasgos de
la lengua de la etnia de origen. Por lo general, los inmigrantes intentan hacer un uso
adecuado, desde un primer momento, de aquellos rasgos lingüísticos que son social­
mente significativos en la nueva comunidad, mientras que los rasgos que son irrele­
vantes desde un punto de vista social se adquieren más tarde o incluso es posible que
nunca lleguen a adquirirse. La variación en la lengua de este tipo de hablantes está

106. Véase J. A. Moya y E. J. García Wiedemann, El habla de Granada y stts barrios, ob. cit., pp. 230-
232.
107 Sociolingiiistica, ob. cit., p. 134.
IOS. Otros autores prefieren hablar de diferencias de mentalidad: mentalidad oral (en negros) frente a
mentalidad «albabetizada» (en blancos) Véase la alusión a las teorías de Thomas J Farrell en J. Baugh, «Lan-
guage and race: some implications for linguistic Science», en F. J. Newmeyer, Language■The Socio-cultural
Context, Linguistics: The Cambridge Sitrvey, IV, Cambridge, Cambridge University Press, 19SS, pp. 67-71.
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E Ñ O L A 65

fuertemente condicionada por su nivel sociocultural y por el tiempo de residencia en


el lugar de destino.109
Las diferencias de raza o de etnia en el mundo hispánico —ligadas a veces a di­
ferencias religiosas— han originado algunos fenómenos dignos, al menos, de una rá­
pida reseña. Aunque se trate más de situaciones de convivencia de lenguas que de va­
riación lingüística propiamente dicha, no podemos dejar de comentar, en un epígrafe
sobre «raza y etnia», algunos aspectos sociolingüísticos relativos al contacto del ro­
mance con la lengua árabe, al habla de los judíos y de los gitanos y a los criollos de
los esclavos llevados a América desde África.
El contacto entre el árabe y el castellano durante la Edad Media en la penínsu­
la ibérica, aparte de la incorporación de elementos árabes a la lengua romance, tuvo
repercusiones sociolingüísticas muy diversas y de gran importancia,. Una de ellas fue
la aparición de una variedad románica llamada mozárabe, definida como la lengua ha­
blada por los cristianos de la España musulmana entre los siglos vi 11 y xm aproxima­
damente. Los mozárabes eran grupos cristianos, bilingües en buena parte, que convi­
vieron con los árabes manteniendo peculiaridades lingüísticas y religiosas; la diferen­
ciación etnolingüística fue evidente hasta que la península quedó reconquistada por
los pueblos cristianos, momento en que el mozárabe fue absorbido por las variedades
románicas venidas del norte.110
Pero si la Edad Media resultó interesante desde el punto de vista sociolingüísti-
co, no lo fue menos la época subsiguiente. En los territorios peninsulares reconquis­
tados tempranamente existió una minoría morisca hispanófona, que había olvidado el
árabe, pero que quiso mantener viva su identidad poniendo la cultura islámica en len­
gua española mediante un procedimiento aljamiado: utilizaban los signos árabes como
sustitutos de los signos latinos (aljamía).111 Mientras, en tierras más meridionales (Va­
lencia, Andalucía), los moriscos eran hablantes de árabe, aunque también conocían el
castellano, y mantuvieron su árabe como marca de grupo hasta que fueron expulsa­
dos a principios del siglo xvn. La lengua, pues, se convierte en signo identificador
cuando una minoría étnica se encuentra inmersa en un ambiente lingüístico-cultural
ajeno a su origen, y más si la situación tiene implicaciones religiosas, como en el caso
de los judíos.
El habla de los judíos peninsulares incluía, probablemente, algunos rasgos lin­
güísticos que permitían identificar al grupo frente al resto de la comunidad: pensemos
en la posibilidad de interpretar el seseo de los judíos del siglo xv como una marca
distintiva.112 Es conocido, no obstante, que los judíos participaron de los rasgos de su
entorno regional, rasgos que llevaron consigo cuando fueron expulsados de España,
en 1492. Pero es precisamente a partir de esa fecha cuando se crean las situaciones
sociolingüísticas que más nos interesan, porque los judíos españoles llevaron y man­
tuvieron su habla, el judeo-español, allá donde fueron, sobre todo en los Balcanes y

109. Véase G. Barrios, «Marcadores lingüísticos de etnicidad», International Journal o f the Sociology o f
Language, 117 (1996), pp. S1-9S. Este estudio presenta las características lingüisticas de los inmigrantes italia­
nos en Montevideo (Uruguay).
110. Véase A. Galmés de Fuentes, «Mozárabe», en M Alvar (dir..), Manual de dialectología hispánica
El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp 97-110.
111. Véase A. Galmés de Fuentes, «La lengua de los moriscos», en M. Alvar (dir ), Manual de dialec­
tología hispánica. El español de España, ob. cit., pp. 111-118.
112. Véase M Alvar, «A vueltas con el seseo y el ceceo», Norma lingüística sevillana y español de Amé­
rica, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1990, p„ 56.
66 P R IN C IP IO S DE SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

en el norte de África Su habla, aún viva, ha sido y sigue siendo después de cinco si­
glos elemento caracterizador de este grupo, tanto si ha convivido con cristianos como
si ha pervivido entre musulmanes.113
Los gitanos, por su parte, forman un pueblo diseminado por muchos países del
mundo —una comunidad «no territorial»—114 que ha conservado durante siglos su
propia estructura social y unos modos de expresión característicos. El habla gitana,
en su conjunto, recibe el nombre de romanó y es una variedad lingüística indoeuro­
pea, convertida en seña de identidad, cuyas características y usos son muy irregulares
entre los diferentes grupos de gitanos. Por lo general, los gitanos se desenvuelven en
la lengua de su entorno, de la sociedad en la que viven, e incorporan, en mayor o
en menor medida, elementos léxicos, fraseológicos y textuales recibidos de su propia
tradición, una tradición cuyos hilos más largos llegan al sánscrito. También hay gru­
pos gitanos, no obstante, en los que se conserva el romanó como vehículo de comu­
nicación interna.
El habla gitana de España, llamada caló, se ha perdido en la práctica: tan sólo se
conservan, de forma desigual, algunas voces y giros, a menudo deformados, que sal­
pican el español hablado por los gitanos: camelar ‘seducir, engañar’, choro ‘ladrón’,
gachí ‘mujer’, piltra ‘cama’, chamuyar ‘hablar’. El gran número de gitanos residentes
en la región meridional de la península ibérica, la importancia de lo gitano en el fla­
menco y el más extendido de los tópicos han hecho que se asocie estrechamente el
habla gitana a las hablas andaluzas más particulares, pero debe tenerse en cuenta que,
aunque esta asociación exista, no es la única realidad posible: hay gitanos andaluces,
de habla andaluza, que utilizan pocos términos del caló, y otros que utilizan muchos
—a veces se producen diferencias sociolingüísticas notables—, como hay gitanos cas­
tellanos o de otras regiones que no son hablantes de modalidades andaluzas y que
echan mano de elementos del caló con distinto grado de intensidad. Hay que valorar
también que el caló ha sido el modo de expresión de una etnia históricamente apar­
tada y perseguida, y que ha estado en contacto con jergas marginales —la de los de­
lincuentes, por ejemplo— con las que ha intercambiado numerosos elementos léxicos
que, en algunos casos, han llegado a pasar a la lengua general.
Por último, la marginación y la discriminación racial han provocado la aparición
de unas modalidades lingüísticas, de origen discutido, que han caracterizado a la po­
blación negra llevada a América en esclavitud desde África, mayoritariamente por
portugueses y holandeses. Las modalidades lingüísticas a las que nos referimos son
los llamados criollos: puede servir como ejemplo el palenquero, el habla del Palenque
de San Basilio, en Colombia. Los palenques americanos eran lugares creados por es­
clavos negros que conseguían emanciparse y que decidían ocultarse en lugares donde
podían mantener algunas características de su cultura original.
El palenquero de Colombia, si bien tiene una fonética hispánica, en la que se dan
los mismos fenómenos que en otros lugares hispánicos, posee rasgos gramaticales

113. Véase M., Sala, «El judeoespañol balcánico», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispáni­
ca. El español de España, ob. cit., pp. 360-367; M. Alvar. «El judeo-español de Marruecos», en M. Alvar (dir.),
Manual de dialectología hispánica El español de España, ob. cit., pp. 36S-377.
114. Véase C. de Azevedo Maia, «Minorías lingüísticas e sociolinguística», Revista Portuguesa de Filo-
logia, XX (1992-1995), pp. 9-35, Sobre los gitanos específicamente, véase M Courthiade, «La langue romani
(tsigane): évolution, standardisation, unification, réforme», en I. Fodor y C. Hagége (dir ), La réformedes lan-
gues. Histoire et avenir, vol. IV, Hamburgo, Helmut Buske, 1989, pp. 107-109.
L A V A R IA C IO N EN L A L E N G U A 67

peculiares y voces de origen africano o que manifiestan una influencia lingüística


africana.. Como señala Montes Giraldo, el palenquero es y ha sido un idioma de uso
puramente intragrupal que ha convivido con el español en situación de bilingüismo
desde el siglo xvm y que recientemente está dando síntomas de debilidad, de una asi­
milación con el español que puede llevarlo a desaparecer, como es frecuente en los
criollos.115 En los capítulos dedicados a las consecuencias del contacto lingüístico ha­
brá oportunidad de comentar éste y otros ejemplos de criollos.

Estructura social y estructura lingüística

Los diferentes modos de entender la organización y el funcionamiento de la so­


ciedad, así como las diversas formas de interpretar la lengua, llevan, lógicamente, a
formas distintas de concebir las relaciones entre estructura social y estructura lin­
güística. Los sociolingüistas no suelen manifestar su predilección por unos modos so­
ciológicos o por otros, y la indefinición provoca, en muchas ocasiones, interpretacio­
nes pobres o simplemente descaminadas. Con esto se quiere decir que es necesario
que el sociolingüista se decante por alguna de las alternativas teóricas existentes y
tome conciencia real de que está trabajando desde una concepción estratificada de la
sociedad o desde una concepción reticular, desde un modelo estático o un modelo di­
námico; ha de decidir si los hablantes van a ser vistos como elementos de un concep­
to más general llamado «clase» o «estrato» o como individuos que interactúan con los
demás miembros de su comunidad.
Si admitimos la posibilidad de dividir la estructura social en niveles con distintos
grados de abstracción, se podría distinguir un primer nivel, abstracto y general, co­
rrespondiente a la macroestructura de la organización social y a las estructuras de po­
der, un segundo nivel en el que se establecerían las relaciones entre organizaciones,
grupos o clases sociales, y un tercer nivel, el más concreto, correspondiente a las re­
laciones entre los individuos que forman la sociedad.
Sobre esta división tripartita se puede afirmar que la sociolingüística moderna ha
demostrado alguna preocupación y alguna capacidad explicativa, en mayor o menor
grado, a propósito de los niveles más concretos: la sociolingüística más sociológica ha
tomado como base una visión estratificada de la sociedad y ha intentado caracterizar
cada uno de los estratos y grupos respecto de los demás; la etnografía de la comuni­
cación ha reflejado en sus estudios los mil aspectos lingüísticos que tiñen las rela­
ciones interindividuales; desde una perspectiva diferente, la sociolingüística que ha
preferido trabajar con otro tipo de articulación social, como las redes sociales o el
mercado, también ha puesto su interés en el conocimiento de las relaciones entre in­
dividuos. En cuanto al nivel más abstracto, el de la macroestructura, ha recibido aten­
ción más desde la sociología del lenguaje que desde la sociolingüística propiamente
dicha, por cuanto la sociología del lenguaje se ha preocupado de asuntos como el mul-
tilingüismo, su implantación y función, dentro de la sociedad, la política lingüística o
la relación entre la lengua y la ideología (véase el capítulo 17).
Desde un punto de vista meramente lingüístico, también es posible dividir la len-

115- «El palenquero», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica El español de España, ob
cú , pp. 146-151
68 P R IN C IP IO S D E S O C IO L INC i D ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

gua en niveles con diferente grado de abstracción, aunque el resultado de la división


dependerá en gran manera de la concepción que se tenga de la lengua. En cualquier
caso, se puede distinguir, como mínimo, un nivel abstracto de organización, que reci­
be denominaciones como sistema, código o competencia, y un nivel de mayor concre­
ción que se ha llamado actuación o habla, entre otras formas.
Al relacionar directamente la organización de niveles de la sociedad y de la len­
gua. se observa que la sociolingüística ha proporcionado fundamentos empíricos de la
conexión que existe entre los niveles más concretos de ambas estructuras (se ha ex­
plicado qué usos lingüísticos se dan en las relaciones entre individuos), entre estos ni­
veles y los de abstracción media (se ha explicado qué usos lingüísticos distinguen a
unas clases o grupos de otros) e incluso se ha intentado incorporar los factores socia­
les como elementos de una competencia sociolingüística.
Desde otro punto de vista, las relaciones entre lengua y sociedad, entre estruc­
tura social y estructura lingüística, no son fáciles de interpretar porque hay que tener
en cuenta muy diversos factores. Uno de ellos es el funcionamiento de dos tipos de
componentes, que John Searle presentó en 1969:116 un componente regulador y un
componente constitutivo. El componente regulador existe independientemente de las
formas de conducta y. por tanto, es anterior a cualquier actividad. El componente
constitutivo «constituye» y crea una actividad, que depende lógicamente de él. El
componente regulador se crea a partir de la actividad pero, una vez creado, influye so­
bre esa actividad, según se aprecia en el esquema de la figura 2.4.
Los sistemas lingüísticos —las gramáticas, si se quiere— y la organización social
son componentes reguladores; la conducta social y la comunicación lingüística son ac­
tividades constitutivas. El elemento constitutivo puede ser más o menos manipulado
por el individuo, dependiendo de sus características; el componente regulador no pue­
de ser objeto de manipulación individual. Si se concibe la conducta lingüística como
el resultado de la acción de una fonética, una semántica, una sintaxis y una pragmá­
tica, es fácil llegar a la conclusión de que el nivel fonético es el nivel que más se in-
dentifíca con el componente regulador y, consecuentemente, el menos susceptible de
manipulación individual, seguido de la semántica, la sintaxis y la pragmática, donde
la voluntad del individuo como hablante se deja ver con mayor claridad. Esta orde­
nación de la regulación a la constitución, de lo nada manipulable por el individuo a
lo manipulable por el individuo, tiene su paralelo en la estructura social, donde las
instituciones sociales son componentes reguladores que escapan a la acción del indi­
viduo y donde la conducta individual, que depende, claro está, del individuo, es pura
actividad constitutiva.
Pete Van de Craen ha señalado, a partir de los argumentos que se acaban de pre­
sentar, que la sociolingüística ha trabajado, por lo general, con elementos lingüísticos

Componente regulador ----------- s- Regulación


A

Componente constitutivo ---------- 1 Creación

F ig . 2.4.

116 Véase Actos de habla, Madrid, Cátedra, 19S0.


L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 69

poco susceptibles de manipulación (sobre todo fonéticos) y con elementos sociales


muy susceptibles de manipulación individual (la conducta social), lo que en ciertos
momentos puede haber complicado el análisis y la interpretación de la realidad so­
ciolingüística.117 Por nuestra parte, aunque creemos que la sociolingüística también ha
utilizado conceptos sociales que escapan de la capacidad de manipulación del indivi­
duo (por ejemplo, la noción de clase), estamos de acuerdo con Van de Craen cuando
afirma que las relaciones entre la estructura social y la estructura lingüística pueden
ser vistas como un intercambio de influencias entre los factores reguladores y los fac­
tores constitutivos de ambas. Esta sería, precisamente, una de las preocupaciones fun­
damentales de la sociolingüística.

Reflexiones y ejercicios

1. Comente las hipótesis que se han planteado a propósito de las diferencias lin­
güísticas entre hombres y mujeres: variabilidad basada en el género y variabilidad ba­
sada en el sexo. ¿Considera que el habla de las mujeres de su comunidad se ajusta
más que la de los hombres al modelo de prestigio?

2. Elabore y comente una relación de rasgos lingüísticos (fonéticos, gramatica­


les y léxicos) que respondan a un prestigio encubierto dentro de su comunidad de
habla.

3. La sociolingüística ha encontrado en el manejo del factor «clase social» uno


de los aspectos teóricos y metodológicos más complejos y polémicos. ¿Considera que
la sociolingüística debe buscar por sí misma una salida al problema o piensa que se
han de seguir las pautas de la sociología? ¿Debe la sociolingüística hacer suyos los
problemas e intereses que tiene la sociología en cada momento o debe sintonizar ex­
clusivamente con las preocupaciones de la lingüística?

4. Observe, durante un tiempo predeterminado, los discursos que aparecen en


los programas informativos de televisión (noticiarios, reportajes, etc.), prestando es­
pecial atención al habla de las personas que son entrevistadas o que hacen declara­
ciones públicas. Anote sus características sociales (sexo, edad aproximada, cargo o
profesión) y los principales rasgos geolingüísticos y sociolingüísticos que pueda reco­
nocer. Comente el resultado de sus observaciones.

Orientaciones bibliográficas

Es especialmente recomendable la lectura de los capítulos correspondientes de


los manuales de Humberto López Morales (Sociolingüística, 2.a ed„ Madrid, Gredos,

117 «Networks, language variation. and the relevance of sociolinguistic research», en M. Blanc y J F.
Hamers (eds.), Problémes théoriqnes et méthodologiqiies dans l'éntde des langttes/dialectes en contad attx ni-
veaux macrologique et micrologiqtte, Québec, Centre Internationale de Recherche sur le Bilinguisme, 19S7,
pp 76-96
70 PRIN C IPIO S D E SOCIO LIN G Ü ÍST IC A Y SO C IO LO GÍA D E L L E N G U A JE

1993), Carmen Silva-Corvalán (Sociolingiiistica. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra,


1989) y R. Hudson (Sociolingiiistica, Barcelona, Anagrama, 1981). Ameno e instruc­
tivo es el libro de A. López y R. Morant sobre el habla de hombres y mujeres (Gra­
mática femenina, Madrid, Cátedra, 1991). Como ejemplo de investigación sociolin-
güística de una comunidad hispánica (concretamente de algunos de sus aspectos fo-
nético-fonológicos), véase la obra de Humberto López Morales, Estratificación social
del español de San Juan de Puerto Rico (México, UNAM, 1983).
C apítulo 3

PATRONES DE ESTRATIFICACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA

De aldeanos es decir poyal por vaneal, creo que porque usan más
poyos que vancos. Entre gente vulgar dizen yantar, en corte se
dize comer.
Juan de V aldés, Diálogo de la lengua, 1535

Los contenidos del capítulo anterior exigen una ejemplificación que ilustre las ex­
plicaciones teóricas y demuestre cómo unas variables lingüísticas y unas variables so­
ciales, por un lado, o diversas variables sociales, por otro, son capaces de determinar
la variación lingüística. Los ejemplos que vamos a manejar proceden de los niveles
fonético-fonológico, gramatical y léxico, y han de servir, asimismo, para presentar
otros principios, hipótesis y unidades de gran importancia en el ámbito de la socio-
lingüística, entre los que destacan los llamados patrones de estratificación sociolin­
güística.

Variación sodofonética

La variación sociofonética supone la influencia de factores lingüísticos y sociales


en la manifestación de las variables fonético-fonológicas dentro del discurso. A la
hora de ofrecer un ejemplo de este tipo de variación, casi es obligado partir de uno
de los estudios pioneros y más relevantes de la sociolingüística hispánica: nos referi­
mos a la investigación realizada por Humberto López Morales sobre la ciudad de San
Juan de Puerto Rico.1En ese estudio se incluye un análisis de la velarización de la vi­
brante múltiple, representada gráficamente como r- o -rr- (la vibrante velarizada tie­
ne un sonido cercano a la j castellana), en el que se observa perfectamente cómo in­
teractúan las variables lingüísticas y las sociales.
López Morales constata en San Juan que la posición inicial de palabra favorece
más la velarización que la posición interior, pero no cuando es inicial absoluta, sino
cuando va precedida de consonante o vocal (la rosa, el ron). En cuanto a los factores
sociales (sexo, edad, nivel sociocultural y procedencia), se demuestra que todos ellos
determinan de algún modo la aparición de la variante velarizada. El cuadro 3.1 indi-

1. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, México, UNAM, 1983.
72 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

C uadro 3.1. Probabilidades de velarización de la vibrante múltiple por factores sociales


en San Juan de Puerto Rico

Sexo Edad N iv e l s o c io c itl ru ra l P r o c e d e n c ia

Masculino 0.52 20-34 0,35 1) medio-alto 0,30 A 0.31


Femenino 0.47 35-54 0,56 2) medio 0,46 B 0,39
55 o más 0.58 3) medio-bajo 0,64 C 0,56
4) bajo 0.59 D 0,71

Procedencia: A. nacidos en la capital o llegados a ella con menos de 6 años; B, llegados entre los 6 y los
12 años; C. llegados entre los 12 y los 20 años; D, llegados con 21 años o más.
Fuente. H López Morales. 1983.

ca, con valores que van de 0 a 1, la probabilidad de aparición de la variante velariza-


da en distintas condiciones sociales.
Los datos demuestran que en San Juan es más probable encontrar la articulación
velarizada en los hombres que en las mujeres, dato que no sorprende puesto que es
un fenómeno muy estigmatizado en toda la isla de Puerto Rico, El factor «edad» per­
mite deducir que es un fenómeno antiguo en el país, pues son las generaciones
mayores las que hacen uso de él de una forma más intensa; compárese el 0,35 de la
generación más joven, con las probabilidades superiores a 0,5 que se dan en las ge­
neraciones mayores de 35 años. También el nivel sociocultural se revela como una va­
riable pertinente porque en los niveles bajos es más probable encontrar la variante
velarizada que en los niveles altos. Y, en cuanto a la variable «procedencia», se ob­
serva una alta probabilidad de velarización en los hablantes de origen rural que lle­
garon a la ciudad siendo ya adultos, hecho que evidencia la naturaleza eminente­
mente rural del fenómeno, que como tal es sentido por los puertorriqueños.
Los análisis cuantitativos realizados en Puerto Rico y en otros muchos lugares,
nos dan pie para llamar ahora la atención sobre los patrones de estratificación socio-
lingiiística. Un patrón es la representación del modo en que se distribuyen o estrati­
fican unas variables lingüísticas al ser correlacionadas con unas variables sociales, so­
bre todo con la «clase social» o el «nivel sociocultural». Así, si trasladamos a un grá­
fico las probabilidades de aspiración de Isl implosiva calculadas por López Morales
para el español de San Juan por niveles socioculturales, apreciamos que la línea re­
sultante es una curva que se eleva paulatinamente, del primer nivel al segundo, del
segundo al tercero y del tercero al cuarto, sin que las distancias entre niveles conti­
guos sean desproporcionadas. Este tipo de comportamiento sociolingüístico forma lo
que se denomina un patrón de estratificación continua, que a menudo se encuentra en
fenómenos del nivel fonético-fonológico y que suele darse cuando las variables están
bien estratificadas o son socialmente significativas.
En la figura 3.1 se observa que, conforme se desciende en el espectro social,
cuanto más bajo es el nivel sociocultural de los puertorriqueños, mayor es la proba­
bilidad de encontrar aspiración de Isl implosiva. Este fenómeno, además, se ve favo­
recido en los hombres y en las generaciones más jóvenes.
Otro ejemplo de variación^sociofonética puede ser el comportamiento del fone­
ma prepalatal africado sordo / f / , correspondiente a la grafía ch, en la ciudad de Gra­
nada, donde se han recogido dos tipos de realizaciones: una propiamente africada y
otra fricativa. Los análisis cuantitativos realizados por Moya y García Wiedemann re-
LA V A R IA C IÓ N EN LA L E N G U A 73

Niveles: 1, medio alto; 2, medio; 3, medio bajo; 4, bajo


Fuente: H, López Morales, 1983.

F ig, 3,1. Probabilidades de aspiración de -/s/ por niveles socioculturales


en San Juan de Puerto Rico.

velan que, en la aparición de la variante fricativa, el sexo es el factor más influyente:


son los hombres los que propician la articulación fricativa, la que tiene menos presti­
gio. Pero los factores «barrio», «edad» y «nivel sociocultural» también tienen algún
poder de determinación sobre la variable: la variante fricativa se encuentra bien arrai­
gada en los barrios más tradicionales de la localidad, en las personas de edad más
avanzada, en los hablantes de menor nivel cultural. Estas variables sociales interac­
túan con las variables explicativas de naturaleza lingüística, que indican con claridad
que el contexto que favorece el sonido fricativo es el intervocálico. En este caso, el
estilo no se muestra como factor influyente; esto es, la variable lingüística no parece
estar estratificada estilísticamente.
Si, a propósito de la ch granadina, nos centramos específicamente en la variable
social «nivel sociocultural», apreciamos que el patrón de estratificación que se obtie­
ne es diferente del que hemos visto para la velarización de la vibrante en San Juan:
ahora la distancia que existe entre el nivel bajo y el medio es muy grande, cosa que
no ocurre entre los niveles medio y alto (figura 3.2).
Este patrón, en el que se produce un salto cuantitativo importante entre varian­
tes, se conoce como patrón de estratificación abrupta o discontinua-, aparece general­
mente en las situaciones en las que la clase baja queda distanciada de forma nítida de
las demás, sin que apenas haya posiciones intermedias. A este respecto, es preciso
apuntar que, aunque se pueden encontrar estratificaciones abruptas en fonética, sue­
le ser más frecuente hallarlas en el nivel gramatical.
Además de los patrones de estratificación continua y discontinua que hemos te­
nido la oportunidad de comentar, existen en sociolingüística otros dos tipos genera­
les de patrones, sin tener en cuenta la infinidad de posibilidades intermedias que ofre-
74 PRINCIPIOS D E SOCIOL INC D IS T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

Fuente-, J. A. Moya y E. García Wiedemann, 1995.

FiG. 3.2. Frecuencia relativa (%) de fricatización de ch por niveles culturales en Granada.

ce la realidad específica de cada comunidad de habla. Los dos tipos de patrones a los
que nos referimos son el patrón curvilíneo y el patrón de hipercorrección.
El patrón curvilíneo surge cuando los grupos sociales intermedios muestran unos
valores cuantitativos por encima o por debajo de los grupos extremos. Una muestra
de ello la tenemos en la realización asimilada a la consonante siguiente del fonema
Isl implosivo en Las Palmas de Gran Canaria: casos como [lab:ókas] o [lafókas] ‘las
bocas’. José Antonio Samper ha recogido, para las asimilaciones fonéticas, las si­
guientes proporciones por nivel sociocultural: medio-alto, 50,52 %; medio, 59,33 %;
medio-bajo, 61,73 %; bajo, 55,36 %. Llevadas esas frecuencias a un gráfico, obtene­
mos una representación curvilínea (figura 3.3).
Este tipo de patrones es característico de las fases iniciales de los cambios lin­
güísticos, si bien no los suponen necesariamente, a menos que el patrón curvilíneo
coincida con una distribución lineal de los grupos generacionales (patrón continuo),
cosa que no ocurre con la asimilación de Isl en Las Palmas.
En cuanto al patrón de hipercorrección, se produce normalmente cuando los usos
del grupo o nivel social inmediatamente inferior al más alto de una comunidad supe­
ran en frecuencia los usos propios de este grupo alto, sobre todo cuando las varian­
tes lingüísticas son las más prestigiosas o normativas. El ejemplo más conocido de este
tipo de patrón de estratificación es el que presentó William Labov en su trabajo
«Hypercorrection by the Lower Middle Class as a Factor in Linguistic Change»: la es­
tratificación por clases de-la variable lingüística r, en formas del inglés como guará,
car, beer, beard o board. Esta variable, como la s implosiva en español, está experi­
mentando un proceso de debilitamiento que hace que la pérdida se extienda en los
estilos menos cuidados y en las clases sociales más bajas. El ejemplo de patrón de
hipercorrección lo encontramos en los estilos más cuidados de los hablantes de Nue­
va York.
LA V A R I A C I Ó N EN LA L E N G U A 75

Fuente. J. A. Samper, 1990.

F ig. 3.3. Frecuencia relativa (%) de asimilación de -/s/ por niveles socioculturales
en Las Palmas de Gran Canaria.

En la figura 3.4 se aprecia claramente que la clase media baja (6-8) supera la fre­
cuencia de conservación de r de la clase más elevada (9) en los estilos de lectura, es­
pecialmente en la lectura de palabras ordenadas en pares mínimos: no se olvide que
la conservación de r es un rasgo que se ajusta a la norma del inglés y que goza de un

Escala: 0-1, clase baja; 2-4, clase trabajadora; 5-6, 7-8, clase media baja; 9, clase media alta.
Fuente: W„ Labov, 1990.

F ig. 3.4. Frecuencia relativa (%) de pronunciación de r en estilos formales (lectura)


por clases socioeconómicas en Nueva York.
76 PRIN CIPIO S D E SO CIO LIN GÜÍSTICA Y SO CIO LO GÍA DEL L E N G U A JE

100

90

80

70

60

50

40

30

20

10

0 --------------
Conversación Lista rápida Listas

Bajo-superior — — — - Medio-bajo
Bajo-inferior -----------Medio-alto

Fuente: L. Williams, 1988,

Fio. 3.5. Frecuencia relativa (%) de realización interdental de -/kjpor estratos sociales
v estilos en Valladotid,

notable prestigio. Debe aclararse, por cierto, que al hablar de hipercorrección se hace
referencia específica a la hipercorrección sociolingüística, que no debe confundirse
con la «ultracorrección» como fenómeno puramente lingüístico (expléndido ‘esplén­
dido’). Los distintos tipos de patrones de estratificación sociolingüística, que hemos
presentado sobre ejemplos de variación sociofonética, proporcionan el pie oportuno
para comentar las diferencias que pueden existir, desde un punto de vista sociolin-
güístico, entre unas variables y otras. Concretamente, William Labov ha puesto un in­
terés especial a la hora de distinguir tres clases de variables: indicadores, marcadores
y estereotipos.
Un indicador es una variable lingüística distribuida entre los grupos sociales de
una comunidad, que la usan sin someterla a variación estilística. Las variantes de esa
variable son utilizadas de forma inconsciente, la mayor parte de las veces, y siempre
en unos mismos contextos.2 Normalmente, los indicadores son variables que no están
en proceso de cambio dentro de una comunidad y cuyo uso no tiene una especial sig­
nificación social.
Un ejemplo de la variable llamada indicador podría ser la realización interden­
tal ([0]) del fonema /k/ cuando va en posición implosiva (azto ‘acto’), en la ciudad de
Valladolid. Lynn Williams proporciona el patrón socioestilístico representado en la fi­
gura 3.5, construido sobre materiales procedentes de hablantes jóvenes.

2, También hay casos de variables que no están estratificadas socialmente, pero si estilísticamente: por
ejemplo, la pérdida de -d- en la terminación -ado- en Valladolid. L. Williams, Aspectos sociolingiiisticos del
habla de la ciudad de Valladolid, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1988, pp. 65 y ss.
L A V A R I A C I O N EN LA L E N G U A 77

Como se puede apreciar en la figura 3.5, los estilos que se han tenido en cuenta
en Valladolid (conversación, lectura rápida de una lista de palabras, lectura atenta)
no dan lugar a importantes diferencias lingüísticas (las líneas tienden a ser horizon­
tales), salvo en un caso: pero sí se producen diferencias entre estratos sociales porque
las frecuencias relativas de los estratos medio-alto y medio-bajo y de los estratos ba­
jos se mantienen claramente distanciadas.
Por otro lado, un marcador es una variable lingüística que caracteriza a una co­
munidad de habla y que. por lo tanto, se puede encontrar en todos sus miembros, El
marcador se manifiesta de una forma regular y estratificada, tanto social como esti­
lísticamente, y los hablantes suelen tener ante él unas actitudes similares; al mismo
tiempo, los marcadores pueden ser reflejo de situaciones de proceso de cambio, aun­
que no necesariamente. Un ejemplo de marcador puede ser la aspiración de /s/ im­
plosiva en comunidades como Santiago de los Caballeros o San Juan de Puerto Rico.
Por último, un estereotipo es una variable muy marcada socialmente, de forma
consciente, que suele caracterizar a ciertos grupos sociales, generalmente los más ba­
jos, y que, por estar estigmatizada, corre peligro de desaparición dentro de una co­
munidad de habla. Corno modelo de estereotipo podemos presentar la velarización
de la vibrante múltiple en San Juan de Puerto Rico, cuya distribución sociolingüísti­
ca ha sido presentada al comienzo de este epígrafe.

Variación sociogramatical

El concepto de variación gramatical incluye, como se ha explicado, fenómenos


de naturaleza muy diversa, tanto desde un punto de vista lingüístico como desde una
perspectiva sociolingüística. Hay variables que tienen un comportamiento cercano al
de los elementos fonológicos, variables que sólo se ven determinadas por factores lin­
güísticos y variables en las que resulta difícil demostrar la cabal equivalencia de sus
variantes.
En líneas generales, no es habitual que ofrezcan dificultades de análisis las va­
riables del ámbito de la morfología gramatical, como el género o el número. En un
estudio realizado en la comarca de La Jara, zona rural del centro de la península ibé­
rica (Toledo, Cáceres), F. Paredes ha observado la alternancia la médica / la médico
para hacer referencia a la mujer que desempeña tal profesión y ha comprobado que
la variante más empleada para el femenino es la que contiene el morfema -a (71 %
para la médica', 29 % para el médico).3 Los recuentos de los datos indican que la mé­
dica es la variante preferida por los hombres, aunque muy levemente. Además, el
análisis cuantitativo también revela que se establece una relación directa entre los di­
ferentes grupos generacionales y las variables lingüísticas: como se aprecia en la figu­
ra 3.6, la probabilidad de encontrar la variante la médica aumenta conforme lo hace
la edad de los hablantes.
El uso del morfema -a en el sustantivo de la profesión desempeñada por muje­
res se da de forma mayoritaria entre los hablantes de edad más avanzada, hasta el
punto de que es muy poco probable que una persona mayor de 60 años de La Jara 3

3. «¿La médica o la médico? Una aproximación sociolingüística a la elección del género», Verba His­
pánica, V (1995), pp 79-87.
78 PRIN CIPIO S DE SO CIO LIN GUÍSTIC A Y SOCIOLOGÍA DEL L E N G U A JE

Fuente: F. Paredes, 1995.

F ig . 3.6. Probabilidades de uso de la médica (frente a la médico,) por edades


en La Jara (Toledo, Cáceres).

use el médico; por el contrario, la probabilidad de que diga la médico un hablante me­
nor de 25 años es francamente baja.
Como antes se ha señalado, en el ámbito de la gramática es relativamente fre­
cuente la aparición dé patrones de estratificación abrupta o discontinua, aquellos en
los que existen importantes diferencias entre grupos o niveles sociales. Julio Borrego
señala, por ejemplo, que el cambio de orden de los pronombres personales átonos
(me se cayó por se me cayó) o ciertas formas verbales (sernos, haiga, íbanos por so­
mos, haya, íbamos) son fenómenos radicalmente ausentes en ciertos grupos sociales,
normalmente de nivel elevado. En estos casos las diferencias serían más de carácter
privativo que gradual.4
Muestras de patrones de estratificación abrupta o discontinua se encuentran en el
estudio de las formas verbales del período hipotético de las condicionales que ha rea­
lizado María José Serrano.5 En su trabajo sobre La Laguna (Tenerife) se apunta que
la variante denominada «indicativo-indicativo», esto es, cuando los verbos de la pró-
tasis y de la apódosis van en indicativo —si no llovía, el campo se secaba— arroja, en
función del nivel sociocultural, las siguientes probabilidades: nivel bajo, 0,70; medio-
bajo, 0,66; medio-alto, 0,38; alto, 0,27. Si llevamos a un gráfico esas probabilidades (fi­
gura 3.7), encontramos que existe una gran distancia entre los dos niveles medios, dis­
tancia que deja a un lado los niveles socioculturales bajos y a otro, los altos.
Al margen de la estratificación abrupta en sí misma, interesa saber que, en La
Laguna, el uso del indicativo en la prótasis y en la apódosis de las condicionales se da
sobre todo en la tercera generación y en las mujeres. Al cruzar la variable sexo con
el nivel sociocultural, se descubre que son los hombres del nivel sociocultural bajo y

4 Véase S. Romaine, El lenguaje en la sociedad, Barcelona, Ariel, 1996, p. 94.


5. La variación sintáctica: formas verbales del periodo hipotético en español, Madrid, Entimema, 1994.
LA V A R IA C IÓ N EN LA L E N G U A 79

Fuente: M. J. Serrano, 1994.

F ig. 3.7. Probabilidades de las formas verbales en indicativo en la prótasis y la apódosis


de las condicionales por niveles socioculturales en La Laguna

las mujeres del alto los que más decididamente impulsan la variante «indicativo-indi­
cativo» y, al cruzar la variable de la edad con el nivel sociolingüístico, se aprecia que
los individuos de la tercera generación del nivel alto y los de la segunda del nivel bajo
son los que más uso hacen de la variante. En lo que se refiere a las variables lingüís­
ticas, el análisis permite concluir que las formas en indicativo predominan cuando la
prótasis es una oración negativa y la apódosis afirmativa, y cuando los sujetos de am­
bas tienen el mismo referente.

Variación socioléxica

Las dificultades que supone recoger y analizar la variación léxica son muchas. En
el momento de descubrir qué variables sociales o estilísticas explican el uso de cier­
tas variables léxicas, hallamos la dificultad, por un lado, de entresacar datos válidos y
suficientes del discurso hablado y, por otro, de demostrar que ciertas variantes léxi­
cas son realmente variantes de una misma variable. Nos apresuramos a aclarar que se
pueden admitir como variantes léxicas algunas unidades que van algo más allá de la
palabra gráfica; hablamos de lo que B. Pottier denominó lexías, unidades de compor­
tamiento léxico que pueden ser palabras, palabras compuestas o sintagmas estereoti­
pados (carmín, pint alabios, lápiz de labios; noria, rueda de Chicago, vuelta al mundo',
prismáticos, miralejos, anteojos largavistas).6

6. Véanse estos ejemplos y otros muchos en Equipo Varilex, Varilex 4. Variación léxica del español del
mando, Tokio, 19%. En muchas ocasiones, las conclusiones sobre el comportamiento sociolingüístico del lé­
xico también son aplicables al ámbito de la fraseología.
SÜ PRINCIPIOS DE SOC l U L IN G Ü i S 'í IC A Y S O C IO L O G IA DEL L E N G U A J E

Para descubrir qué tipo de léxico caracteriza a los grupos sociales que forman
una comunidad, existen varios itinerarios metodológicos. Uno de ellos es el estudio
de corte etnográfico; mediante la convivencia continuada dentro de un grupo social o
la observación directa de los discursos. Este procedimiento tiene un enorme interés,
especialmente si lo que se quiere es presentar un análisis cualitativo, esto es, deter­
minar qué lexías aparecen de forma característica en cada grupo social. Casado Ve-
larde señala como rasgos característicos del lenguaje juvenil en España el empleo del
sufijo -ata (bocata 'bocadillo', bugaia — baga ‘coche’, del inglés buggy—, chabolata
'chabolista’, drogara 'drogadicto'. sociata ‘socialista’, tocata ‘tocadiscos’), el trunca­
miento léxico (anarco 'anarquista', anfeta ‘anfetamina’, depre ‘depresión’, nema ‘neu­
rasténico’) y el empleo de ciertas unidades léxicas, algunas de ellas procedentes del
lenguaje del hampa (basca ‘gente’, calcos 'zapatos', chupa ‘chaqueta’, dabuten ‘bue­
no’, peluco ‘reloj de pulsera', jalar 'comer').78Manuel Alvar, a partir del diario de se­
siones del Congreso de los Diputados de España, ha estudiado el lenguaje empleado
por los políticos españoles en el debate sobre el estado de la nación de 1989, y ha
comprobado la abundancia de esdrújulos y palabras largas (corresponsabilización,
confldenciabilidad, sorpresivamente, simplistamente), la vitalidad de algunas formas
prefijadas y sufijadas (anticompetitivos, improductiva, macromagnitudes, inflacionista,
minorizacicm), la aparición de palabras-clave (derivados de globo: global, globalidad,
globalización), de deslizamientos y metáforas (coyuntura internacional, agentes eco­
nómicos y sociales, paquetes de medidas, dinámica nueva) e incluso de usos populares
o vulgares (tela ‘dinero’).s
Otra posibilidad metodológica, para el estudio sociolingüístico del léxico, es la
entrevista, procedimiento que permite además el análisis cuantitativo de la variación.
Pero, sin duda, es aquí donde más inconvenientes se presentan porque no es habitual
que en un período de tiempo determinado, generalmente corto, salgan no sólo todas
las variantes de la variable léxica que pueda interesar, y en cantidades suficientes, sino
la variable misma: por muy dirigida que esté una entrevista, nunca se tiene la abso­
luta seguridad de que se van a conseguir muestras de la variable léxica oportuna, a
menos que el investigador induzca o provoque su aparición mencionándola expresa­
mente, lo que iría en detrimento del interés de la entrevista sociolingüística como tal
para la recogida de la variación léxica.
Si un sociolingüista decidiera, partiendo de un conjunto de entrevistas realizadas
sobre una muestra de una comunidad de habla, hacer una caracterización léxica de
los grupos sociales de una comunidad (jóvenes o adultos, cultos o incultos), se halla­
ría ante el problema de dar respuesta a estas preguntas: ¿habrán quedado recogidas
en las entrevistas las formas léxicas realmente caracterizadoras de cada grupo? ¿Se
encontrarán ahí las variables léxicas más destacadas con todas sus posibles variantes?
Tales preguntas pueden quedar sin una respuesta convincente si no se utilizan meca­
nismos de ratificación o control (por ejemplo, los resultados de análisis exploratorios
o complementarios), porque las diferencias léxicas entre grupos sociales son muchas
veces cuantitativas y no cualitativas, como ocurre en los demás niveles de la lengua.

7. «Léxico e ideología en la lengua juvenil», en F. Rodríguez (ed.), Comunicación y lenguaje juvenil, Ma­
drid, Fundamentos, 1989, pp. 167-178.
8. «Lenguaje político: el debate sobre el estado de la nación (19S9)», La lengua de..., Alcalá de Hena­
res, Universidad de Alcalá, 1993, pp. 69-116.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G UA 81

Con todo esto no se quiere decir que sea imposible el estudio cuantitativo del léxico
a partir de materiales recogidos en entrevistas: es posible, mas dificultoso.
La tercera técnica que permite abordar la investigación sociolingüística del léxi­
co es el cuestionario, o la encuesta con cuestionario, a la que hemos hecho referencia
en el capitulo 1. Este sistema de recogida de datos garantiza la aparición de ciertas
unidades léxicas en una cantidad determinada y, por lo tanto, se revela como el más
satisfactorio para los estudios de índole cuantitativa. Los posibles objetos de estudio
socioléxicos son ilimitados: se puede analizar la preferencia de uno o más grupos de
una comunidad por ciertas formas léxicas según el tipo de interlocutor, según la si­
tuación (estilo formal-informal), se puede analizar la mayor o menor presencia en
ciertos grupos sociales de formas anticuadas o modernas, vernáculas o foráneas, eu-
femísticas o disfemísticas, de un origen o de otro, dialectales o generales.9
Un buen ejemplo de estudio léxico basado en datos recogidos mediante cuestio­
nario es el realizado por Maitena Etxebarría en la ciudad de Bilbao. Esta investiga­
dora ha estudiado el léxico del español de Bilbao cruzando diversas variables socia­
les («sexo», «edad», «origen de los informantes», «nivel socioeconómico», «nivel de
estudios», entre otras) con la variable «origen de los términos» y las conclusiones ob­
tenidas han sido de un gran interés a propósito de prácticamente todas las variables
extralingüísticas. Al analizar la relación existente entre el origen de los términos y el
hecho de que los informantes sean hablantes o no de vasco, se ha podido demostrar
que esta variable provoca un comportamiento lingüístico bien diferenciado: la media
de términos de origen vasco y de términos dialectales utilizados por los informantes
hablantes de vasco es mucho mayor que la media correspondiente a los informantes
que no hablan vasco; del mismo modo, la media de términos castellanos utilizados por
los informantes que no hablan vasco es superior a la media de los informantes que
hablan vasco. Etxebarría ofrece conclusiones significativas y detalladas a propósito de
todas las variables sociales analizadas.10
Haciendo uso de los cuestionarios, y con informantes seleccionados según crite­
rios sociolingüísticos, también se puede analizar el léxico básico, el léxico disponible
o el léxico fundamental de un grupo social o de una comunidad; de hecho, numero­
sos estudios de lingüística aplicada echan mano de las variables sociales para conse­
guir conclusiones válidas y representativas de las comunidades de habla. En lo que se
refiere a la disponibilidad léxica, entendida como el caudal léxico utilizable en una si­
tuación comunicativa dada, López Morales ha señalado que los análisis dejan ver re­
gularmente una menor disponibilidad en los hablantes de los niveles socioculturales
bajos, coincidiendo en cierto modo con algunas de las conclusiones de la teoría del
déficit de Bernstein. En una investigación realizada en San Juan de Puerto Rico en­
tre niños de tres niveles socioculturales (bajo, obrero y medio), se ha comprobado
que, en todos los ámbitos léxicos que se tienen en cuenta (alimentos, juegos y diver­
siones, profesiones y oficios, cuerpo humano, etc.),11 el sociolecto medio muestra ín-

9. J. Borrego observó en Villadepera de Sayago que los grupos sociales que tenían un mayor contacto
con la norma hacían un mayor uso del léxico llamado «estándar» (Sociolingiiistica rural. Salamanca, Univer­
sidad de Salamanca, 1981, especialmente pp. 280 y s s ) Como referencia para clasificar las formas dialectales
y las generales se pueden utilizar los diccionarios o las respuestas obtenidas en grupos de control (por ejem­
plo, de informantes con formación universitaria).
10. Sociolingiiistica urbana. El habla de Bilbao, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1985, pp. 256-257.
11. Esos ámbitos léxicos reciben el nombre de «centros de interés»
82 PRIN CIPIO S D E SOCIOLINC.UÍSTICA Y SO C IO LO GÍA DEL L E N G U A JE

dices superiores de disponibilidad léxica. También se ha podido observar que todas


las palabras que aparecen en los sociolectos bajos lo hacen también en el nivel me­
dio; sin embargo, en todos los ámbitos léxicos aparecen lexemas usados por el socio-
lecto medio que no tienen paralelo en los sociolectos bajos: en niños de unos 10 años
de nivel medio se encuentran palabras como parietal, ovarios, occipital, glándulas sa­
livares o epidermis. En las listas de disponibilidad léxica recogidas se encuentran al­
gunos casos de variación, en los que se hace patente el juego tabú-eufemismo: axila /
sobaco, pene / bicho, cuello / pescuezo, piel / pellejo, senos / tetas. A propósito del es­
tudio sociolingüístico de la disponibilidad, López Morales afirma:

La sociolingüística ve en la disponibilidad un instrumento que le permite estable­


cer estratificaciones de comunidades de habla. Somete a análisis de covariación a
la disponibilidad con los factores sociales que le interesa manejar y determina la
caracterización léxica de los sociolectos que integran la comunidad. Como se tra­
baja aquí a base de cuantificación y no (siempre) de variación cualitativa, no exis­
ten los problemas teóricos de envergadura que se dan a la hora de estudiar la au­
téntica variación léxica.12

El mismo López Morales también llama la atención sobre el interés de los estu­
dios de disponibilidad léxica en el terreno de la etnolingüística: W. F. Mackey ha des­
cubierto, por ejemplo, que mientras la disponibilidad de la lexía vino es muy alta en
Francia, en la Acadia canadiense es muy baja, en claro contraste con lo que ocurre
con la palabra agua.
A lo ya comentado sobre la variación lingüística, se ha de añadir que existe una
larga serie de fenómenos relacionados con el discurso y con la conversación que tam­
bién han sido objeto de análisis sociolingüísticos, si bien la nómina no ha sido aún
agotada, ni mucho menos. Los estudios sociopragmáticos a los que aludimos han uti­
lizado diversos procedimientos de recogida de datos (técnicas etnográficas, técnicas
de conversación y cuestionarios) y en general han buscado no tanto un análisis de la
variación pragmática propiamente dicha —aunque existan muestras de ello— como
la caracterización pragmática de ciertos grupos sociales. El paralelismo entre el com­
portamiento del léxico y el de muchos aspectos pragmáticos se hace patente en la
teoría y en la práctica: estamos ante elementos poco repetitivos o, al menos, disper­
sos en el discurso, que no pertenecen a sistemas (cerrados) y que a menudo funcio­
nan respondiendo a factores pragmalingüísticos y no sociolingüísticos o estilísticos.

Reflexiones y ejercicios

1. Comente detenidamente el contenido del cuadro 3.1 en el que se ofrecen las


probabilidades de velarización de r-, -rr- en San Juan de Puerto Rico, teniendo en
cuenta los factores «edad», «sexo», «nivel sociocultural» y «procedencia».

2. Comente detenidamente la figura 3.5, en la que se recoge la frecuencia de la


realización interdental de -fkl (azto) en los jóvenes de la ciudad española de Valladolid.

12. «Los estudios de disponibilidad léxica: pasado y presente», Revista de Estudios de Adquisición de la
Lengua Espartóla (en prensa).
LA V A R IA C IÓ N EN LA LEN G U A 83

3. Elabore una relación de diez rasgos, como mínimo, en cuyo uso se pueda dar
un patrón de estratificación discontinua dentro de su comunidad de habla.

4. Elabore y comente una relación de elementos fonéticos, gramaticales y léxi­


cos que se consideren característicos de los hablantes jóvenes de su comunidad de
habla.

Orientaciones bibliográficas

Es conveniente la lectura del capítulo 2 del libro de William Labov, Modelos so-
ciolingiusticos (Madrid, Cátedra, 1983), por tratarse de un texto clásico: «La estratifi­
cación social de (r) en los grandes almacenes de Nueva York». Son muy acertados,
en líneas generales, los comentarios que ofrece R. Hudson en su libro Sociolingiiísti-
ca (Barcelona, Anagrama, 1981), especialmente en el capítulo 5. También es reco­
mendable la lectura del capítulo 3 («Patrones sociolingüísticos») del libro de S. Ro-
manie, El lenguaje en la sociedad (Barcelona, Ariel, 1996).
Capítulo 4

VARIEDADES LINGÜÍSTICAS

El concepto de variedad

El idioma latino conoce el idioma vulgar en cuanto al género,


pero no en cuanto a la especie, pues si lo conociese específica­
mente, conocería todos los idiomas vulgares, porque no hay ra­
zón para que conozca uno más que otro; y así, todo hombre que
conociese el latín podría conocer todas las lenguas vulgares Pero
no sucede así.
Dante A lighieri, El convite, 1304-1307

La sociolingüística centra una parte importante de sus preocupaciones en el es­


tudio de la variación y de las variedades lingüísticas. En otros capítulos hemos trata­
do la forma en que se manifiesta la variación lingüística y el modo en que factores so­
ciales y lingüísticos interactúan y determinan esa variación. Ahora nos va a interesar
la definición y caracterización de las variedades que se encuentran dentro de las len­
guas naturales y que tienen que ver con su uso social.
La primera dificultad que surge a la hora de estudiar las variedades lingüísticas
es la de fijar el propio concepto de «variedad». Para R. A. Hudson, una variedad lin­
güística es una manifestación del fenómeno llamado ¡lenguaje que se define como un
conjunto de elementos lingüísticos de similar distribución social.1 Dentro de esta de­
finición, amplia donde las haya, quedan incluidas las lenguas de un hablante o de una
comunidad de habla, los dialectos, los estilos, los registros, las jergas y cualquier otra
manifestación lingüística en la que se pueda observar un determinado uso o valor so­
cial. Las variedades lingüísticas, así definidas, revelan problemas considerables, según
Hudson, a la hora de distinguir variedades de la misma clase (una lengua de otra, un
dialecto de otro,2 un estilo de otro)3 y para la delimitación de diferentes tipos de
variedades (lengua de dialecto, dialecto de jerga). Tal vez por ello se intercambian a
menudo las denominaciones: se habla de «dialectos sociales», las jergas también se lla­
man «lenguas de grupo» o «registros», variedades muy cercanas pueden ser conside­
radas como «lenguas», mientras otras, lingüísticamente alejadas, se consideran «dia-

1. La sociolingiustica, Barcelona, Anagrama, 1981, p, 31 y ss


2. Téngase en cuenta las aportaciones de la dialectología
3. Véase F. Moreno Fernández, «Theoretical and Methodological Approach to Stylistic Variation», en
F. Moreno Fernández (ed.), «Sociolinguistícs and Stylistic Variation», Lynx, 3 (1992), pp. 64-68.
86 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

lectos» de la misma lengua.4 Por otro lado, una particular distribución social puede
hacer que una lengua funcione solamente en un grupo social o en un estilo determi­
nados.
Charles A. Ferguson propuso en 1971 una definición de «variedad» con un ca­
rácter bastante más concreto que la de Hudson: una variedad es un conjunto de pa­
trones lingüísticos lo suficientemente homogéneo como para ser analizado mediante
técnicas lingüísticas de descripción sincrónica; tal conjunto estaría formado por un re­
pertorio de elementos suficientemente extenso y podría operar en todos los contex­
tos normales de comunicación. Siguiendo al pie de la letra esta definición, serían va­
riedades las lenguas, los dialectos, incluso los sociolectos, pero tal vez no lo serían los
estilos, que podrían interpretarse, en todo caso, como manifestaciones de una deter­
minada variedad.5 Ahora bien, tanto si se trabaja con definiciones amplias como si se
hace con definiciones más estrictas, lo habitual es tratar las variedades como conjun­
tos de elementos o de patrones lingüísticos asociados a factores externos, sean con­
textos situacionales, sean ámbitos profesionales, sean grupos sociales, sean áreas geo­
gráficas.
En el manejo del término variedad, los inconvenientes que acarrea la inconcre­
ción conceptual pueden verse compensados por la comodidad que supone evitar el
uso de otras denominaciones que, en determinados casos, pueden ser conflictivas,
como ocurre con los términos lengua y dialecto, cargados, a veces, de valores conno-
tativos muy complejos. Junto al término variedad, buscando la misma inconcreción o
neutralidad, también se ha utilizado el término ¡ecto.
Los tipos de variedades con los que trabaja la sociolingüística son relativamente
heterogéneos; los principales son las lenguas, los dialectos, las hablas, los sociolectos
y los estilos o registros.

Lengua y dialecto

Las definiciones que se han propuesto para los conceptos de «lengua» y «dialec­
to» han sido muchas y diversas. Desde un punto de vista rigurosamente lingüístico,
no existen evidencias que justifiquen la distinción entre lengua y dialecto, por lo que
resulta obligado recurrir a criterios extralingüísticos, si se quiere mantener.6 Algunos
autores, sin embargo, han evitado la diferenciación negando simplemente la existen­
cia de los dialectos. A finales del siglo xix, Gastón París y Paul Meyer llegan a la con­
clusión de que los dialectos no existen como entes autónomos, aunque se pueda ha­
blar de la manifestación de la lengua como un continuum dialectal: sólo existen con­
juntos de rasgos lingüísticos que se combinan de forma diversa coincidiendo algunos
de ellos en un territorio y combinándose de modo distinto en las áreas vecinas. Fren-

4. Por ejemplo, lo que se conoce como «chino» es un conjunto de variedades llamadas dialectos {man­
darín, caruonés, qitejiá, hitnanés, min, etc.), en general mutuamente ininteligibles y para los que se puede uti­
lizar una sola modalidad escrita (tradicionalmente el wén-yán; modernamente el pit tong luía).
5. Language Structure and Langitage Use, Stanford, Stanford University Press, 1971, p. 30.
6. En cada lengua, los conceptos de «lengua» y «dialecto» pueden tener unos valores particulares: en in-
glés la forma dialect a menudo se hace ejjuiyáleñté|& síib-ÉarÉárci’iS a non-standard', en francés, dlalecte es uña
variedad regional de una lengua, variedad asociada normalmente a una tradición literaria, mientras que pa-
iois es la variedad regional, normalmente de carácter local, que carece de tal tradición y en la que no se re-
con.oce prestigio alguno.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 87

te a esta concepción, Graziadio Isaia Ascoli defiende vehementemente la existencia


de los dialectos, adoptando un criterio en el que predomina la síntesis sobre el análi­
sis fragmentario.
Es cierto que quedan ya muy lejos los trabajos de Gastón París —o de Wenker—
en los que se afirma que los dialectos no existen,7 pero sus argumentos siguen siendo
esgrimidos por muchos investigadores. La legitimidad del concepto de «dialecto» se
niega sobre el hecho, bien cierto, de que es muy difícil marcar sus fronteras. Pero si
esto es verdad, también lo es que la historia y la homogeneidad lingüísticas hacen que
existan diversas clases de variedades y, además, que en las hablas de todo territorio
confluyen ciertos factores extra o paralingüísticos que permiten que esas hablas, con
unos caracteres determinados, puedan ser consideradas como dialectos. Entre esos
factores se encuentra el prestigio, aparte de la vinculación a una geografía.8
Los hablantes suelen tener una clara conciencia del prestigio de su variedad y de
la distancia que la separa, en el uso y en la interpretación de la variación sociolin-
güística, de otras variedades. En este punto el concepto de «comunidad de habla» re­
sulta de gran utilidad: los miembros de una comunidad de habla no sólo comparten
un código o una variedad lingüística, sino que juzgan, valoran e interpretan de forma
semejante las variables que permiten diferenciar sociolingüísticamente a sus hablan­
tes.9 Los individuos, al hablar entre sí, son capaces de distinguir los que pertenecen a
su misma comunidad de los que son ajenos a ella: los límites de una comunidad pue­
den ser locales, regionales, nacionales o incluso supranacionales y sus miembros ge­
neralmente conocen el perfil de la conducta lingüística que los caracteriza. Por este
camino podría llegarse a aceptar la existencia de los dialectos o geolectos: los ha­
blantes pueden sentirse miembros de una comunidad dialectal, desgajada de otras co­
munidades que usan la misma lengua, pero sin una fuerte diferenciación.10
Por otra parte, es evidente que, aunque una persona tenga conciencia de su per­
tenencia a una comunidad, también es capaz de identificar dentro de ella variantes in­
ternas de carácter geolingüístico o sociolingüístico, así como de reconocer cuáles son
los usos más prestigiosos de su variedad y de apreciar las relaciones históricas de su
habla con otras hablas. Del mismo modo, los miembros de una comunidad tienen una
idea de la homogeneidad de sus caracteres lingüísticos y distinguen qué rasgos los
acercan y cuáles los separan. En otras palabras, los hablantes saben si su instrumen­
to de comunicación es un habla local o si coincide, en mayor o menor grado, con las
hablas de otros lugares, si tiene prestigio o no lo tiene. Como consecuencia de lo an­
terior, se puede afirmar que un dialecto existe cuando los hablantes se consideran
miembros de una comunidad de habla dialectal circunscrita a un determinado terri­
torio, es decir, cuando consideran que su variedad está suficientemente diferenciada
de otras y cuando interpretan y valoran de forma semejante la variación sociolin-
güística.

7. Véase I. Iordan, Lingüistica románica, reel. pardal y notas de M Alvar, Madrid, Alcalá, 1969, pp. 255,
352.
8. Véase M, Alvar, «La lengua, los dialectos y la cuestión del prestigio», en F. Moreno Fernández (rec ),
Estudios sobre variación lingüistica, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990, pp. 13-26. Véase tam­
bién M, Alvar, «Dialectología y cuestión de prestigio», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica.
El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 15-21.
9. Véase W. Labov, Modelos sociolingiiisticos, Madrid, Cátedra, 1983, pp. 175 y ss.; 353 y ss.
10. La idea de comunidad que aquí barajamos no está necesariamente asociada a la de núcleo de po­
blación, sino que puede extenderse a un territorio más amplio. Véase el capitulo 1.
ss PRIN CIPIO S DE SO C IO LIN G Ü ÍSTIC A Y SO C IO LO G ÍA D EL L E N G U A JE

Ahora bien, admitiendo la existencia teórica y práctica de los dialectos, es obli­


gado preguntarse por su definición y por la definición de los conceptos colindantes:
«lengua», «habla regional», «habla local». En este punto, y recordando la naturaleza
extralingüística de los argumentos que nos van a permitir distinguir todos esos con­
ceptos, somos partidarios de seguir las definiciones propuestas por Manuel Alvar, en­
tre otras razones porque pueden aplicarse a las situaciones de las grandes lenguas de
cultura, incluido el español. Para Alvar una lengua es

el sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza
por estar fuertemente diferenciado, por poseer un alto grado de nivelación, por ser
vehículo de una importante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse im­
puesto a sistemas lingüísticos de su mismo origen.

El dialecto, sin duda el concepto más controvertido, es definido por Alvar de la


siguiente forma:

Sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida, normal­


mente con una concreta delimitación geográfica, pero sin una fuerte diferenciación
frente a otros de origen común. De modo secundario, pueden llamarse dialectos
las estructuras lingüísticas, simultáneas a otras, que no alcanzan la categoría de
u lengua.

En un nivel inferior al del dialecto, referidos a realidades más concretas, estarían


dos tipos de variedades que Alvar denomina habla regional y habla local y que se de­
finen así:

Habla regional son las peculiaridades expresivas propias de una región determina­
da, cuando carezcan de la coherencia que tiene el dialecto. [...] Habla local es la
estructura lingüística de rasgos poco diferenciados, pero con matices característi­
cos dentro de la estructura regional a la que pertenece y cuyos usos están delimi­
tados a pequeñas circunscripciones geográficas.11

En lingüística —la lingüística que se ocupa de los usos y los hablantes— siempre
se ha coincidido acerca de la dificultad que supone dictaminar si una variedad debe
ser considerada como lengua, como dialecto o como habla. Para ello hay que realizar
investigaciones que se ocupen de diversos aspectos: en primer lugar, es imprescindi­
ble la caracterización lingüística del territorio y el descubrimiento de las isoglosas que
allí se dan cita; también es necesario averiguar su filiación histórica y llevar a la prác­
tica un análisis sociolingüístico, acompañándolo de estudios de actitudes lingüísticas.
Determinar si una variedad es dialecto o no lo es resulta difícil, pero se complica más
cuando se carece de datos básicos sobre las isoglosas, sobre la historia, sobre la dis­
tribución sociolingüística de los fenómenos y las actitudes de los hablantes.12

11. «Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas», Nueva Revista de Fitología Hispánica, 15 (1961),
pp. 54-59; «Lengua, dialecto y otras cuestiones conexas», Lingüística Española Actual, I (1979), pp. 5-29 (am­
bos recogidos en La lengua como libertad, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 19S3, pp. 56-65 y 66-SS,
resp.).
12. Una buena parte de la sociolingüística italiana ha girado entorno a los problemas que supone la de­
limitación de los conceptos de «lengua» y «dialecto». La situación italiana pone a disposición de los miembros
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 89

Clases de lenguas

Bajo el rótulo de lengua se reúnen diferentes tipos de variedades lingüísticas que


merecen una caracterización y un comentario pormenorizados. William Stewart llegó
a proponer en 1962 cuatro criterios o atributos que permitirían establecer una tipo­
logía lingüística suficientemente clara y sencilla, aunque no exenta de problemas: es­
tandarización, autonomía, historicidad y vitalidad,13

a) La estandarización consiste en la codificación y aceptación, dentro de una


comunidad de hablantes, de un conjunto de normas que definen los usos correctos:
Ortografía, gramática y diccionario. Cuando una lengua determinada es hablada en
varios países, surge la posibilidad de distinguir dos tipos de estandarización: la estan­
darización monocéntrica, que supone la aceptación universal de unas mismas normas,
y la estandarización policéntrica, que se da cuando conviven simultáneamente varias
normas. Por otra parte, la estandarización puede ser endonormativa, si las normas es­
tán basadas en un modelo lingüístico del propio país, o exonormativa, si las normas
están basadas en modelos de uso de otro u otros países.
b) La autonomía es atributo de los sistemas lingüísticos únicos e independien­
tes. Este criterio es el que permite distinguir, según Stewart, éntre lenguas y dialec­
tos, lo que en sí mismo revela una dificultad no tanto a la hora de ofrecer una expli­
cación teórica, como a la hora de determinar el grado de autonomía de que disfruta
un variedad concreta: las variedades no sólo pueden ser autónomas o independientes;
también pueden ser relativamente autónomas o relativamente independientes.
c) La historicidad se aprecia en los sistemas lingüísticos que son o se conside­
ran resultado de un desarrollo regular a lo largo del tiempo. Generalmente, la noción
de historicidad viene íntimamente ligada a la de tradición nacional o étnica; con otras
palabras, la historicidad se relaciona estrechamente con factores extralingüísticos y,
en parte, depende de las creencias que los hablantes tengan sobre los orígenes de su
propia lengua.
d) Por último, la vitalidad tiene que ver con el uso real de la variedad por par­
te de una comunidad de hablantes nativos. La existencia de una comunidad supone
la distribución de tales hablantes en un espacio geográfico más o menos amplio y la
aparición de modelos de uso diferentes.

Si se manejan estos atributos en términos de «presencia» o «ausencia», podemos


combinarlos para caracterizar diversos tipos de variedades lingüísticas, en su mayoría
llamadas «lenguas» (cuadro 4.1).

de las comunidades de habla un código de uso local, hablado e informal (al que se suele denominar «dialec­
to») y la lengua nacional como código de uso «estándar», escrito y formal, con posibilidad de gradaciones y
combinaciones intermedias (registros y variedades dentro del dialecto y dentro de la lengua). Véase G, Be-
rutto, La sociolingüística, Madrid, Nueva Imagen, 1974.
13, «A Sociolinguistic Typology for Describing National Multilingualism», en J. Fishman (ed.), Readings
in the Sociology o f Language, La Haya, Mouton, 1968, pp. 531-544. Esta es una versión revisada del trabajo
«Outline of Linguistic Typology for Describing Multilingualism», en F. A. Rice (ed.), Stndy o f lite Role ofSe-
cond Langitages in Asia, Africa, and Latín America, Washington, D.C., Center for Applied Linguistics, 1962,
pp. 15-25. La traducción al español se publicó en 1974 («Un bosquejo de tipología lingüística para describir el
multilingüismo», en P. L. Garvín e Y, Lastra, Antología de estudios de etnolingiiistica y sociolingüística, Méxi­
co, UNAM, pp.. 224-233).
90 PRIN CIPIOS DE SO CIO LIN GUÍSTIC A Y SO C IO LO G ÍA D E L L E N G U A JE

C uadro 4.1. Tipos de variedades, según W. Stewart (¡968)


Atribatos
1 2 3 4 Tipo

+ + + + Lengua estándar
+ T + - Lengua clásica
+ + - Lengua artificial
- + + + Lengua vernácula
- - + + Dialecto
- - - + Lengua criolla
- - “ Lengua pidgin
I = estandarización; 2 = autonomía; 3 = historicidad; 4 = vitalidad.

Ejemplos de lenguas estándares —estandarizadas, autónomas, históricas y con vi­


talidad— pueden encontrase fácilmente por todo el mundo: pensemos en el inglés, el
francés, el alemán, el español.14 Las lenguas clásicas, que ya no son habladas por una
comunidad, han cumplido y siguen cumpliendo funciones culturales de primer orden;
baste pensar en la importancia que han tenido para la cultura mundial el sánscrito, el
griego, el latín o el árabe clásico. Las lenguas artificiales —sin historicidad, sin vitali­
dad— pueden crearse con fines muy diversos: uno de ellos puede ser el deseo de
promover un código único para la comunicación internacional, que subyace a la pro­
puesta del esperanto, por ejemplo. Las lenguas vernáculas son variedades aprendidas
normalmente en la infancia como lengua materna, pero que carecen de una norma
prescriptiva, tanto en la ortografía, como en el léxico o en la gramática: ejemplos de
ello pueden ser numerosísimas lenguas indígenas de África o de América. Cuando,
además de no contar con una norma establecida, no se da una autonomía suficiente
respecto a variedades de un mismo origen o a la lengua de procedencia, estamos ante
el tipo llamado dialecto (pensemos en los dialectos de lenguas como el español o el
alemán). Las lenguas criollas y las lenguas pidgin se deben ambas a un desarrollo ca­
racterístico de ciertos tipos de contactos lingüísticos y sociales, que dan lugar a solu­
ciones en las que se combinan el vocabulario de una lengua con la gramática de otra
(véase el capítulo 16). En los primeros estadios de esos contactos, cuando aún no han
aparecido hablantes nativos de la variedad, surgen las lenguas pidgin (pidgin ingleses
de Asia y África; pidgin fula y pidgin sango de África occidental); cuando el contac­
to se prolonga y estabiliza, dando lugar a una comunidad de habla, nacen las lenguas
criollas (papiamento de Curazao, chabacano de Filipinas, criollo francés de Haití).
Entre los inconvenientes de una tipología como la que se acaba de ofrecer desta­
ca el hecho de que se tratan en términos absolutos (presencia - ausencia) algunos atri­
butos que, por definición, pueden relativizarse, como la historicidad o la autonomía.15

14. El uso que se hace de la palabra «estándar» no nos parece el más adecuado aplicado a la situación
del español, salvo si se hace referencia al simple hecho de contar con una gramática, una ortografía y un dic­
cionario. Preferimos el uso de las fórmulas «español normativo» y «español general».
15. Posteriormente R. T. Bell propuso la consideración de tres atributos más para una caracterización
adecuada del concepto de «lengua»; redacción, mezcla y normas de facto. La redacción se refiere al hecho de
que una variedad particular sea considerada por los hablantes como una subvariedad de otras (por ejemplo,
las jergas). La mezcla se refiere al sentimiento de los hablantes sobre la «pureza» de la variedad que hablan.
Las normas de facto se refieren a la conciencia de los hablantes sobre el buen y el mal hablar. Véase R. T.
Bell, Sociolinguistics: Goals, Approaches and Problems, Londres, Batsford, 1976, pp. 147-154.
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 91

Dialecto, sociolecto y nivel

Si concebimos los dialectos como sistemas de signos, normalmente con una con­
creta delimitación geográfica y sin una fuerte diferenciación frente a otros de origen
común, existe la posibilidad de identificar dentro de ellos otro tipo de variedades lin­
güísticas, circunscritas a grupos de hablantes de comunidades dialectales. Para enten­
der adecuadamente esta realidad es importante tener en cuenta dos circunstancias: en
primer lugar, que cuando se habla de dialecto se está haciendo referencia a una mo­
dalidad concreta de una lengua y que esa modalidad no tiene por qué estar despres­
tigiada (es el caso, por ejemplo, en la modalidad castellana dentro de la lengua espa­
ñola); en segundo lugar, que este concepto de «dialecto» está vinculando un sistema
a una geografía, por lo que también se habla de geolecto.
Cuando Eugenio Coseriu declara la existencia de variedades dentro de las len­
guas históricas, distingue tres tipos fundamentales de diferencias internas: diferencias
diatópicasj6 diferencias diastráticas y diferencias diafásicas.11 A cada una de estas cla­
ses de diferencias les corresponden tres tipos de sistemas, más o menos unitarios: las
unidades sintópicas, a las que denomina dialectos, las unidades sinstráticas o niveles
de lengua (nivel culto, nivel medio, nivel popular) y las unidades sinfásicas o estilos de
lengua (lenguaje solemne, lenguaje familiar, etc).161718 Según Coseriu, dentro de cada
dialecto es posible encontrar diferencias de nivel y de estilo; a su vez, entre estas uni­
dades también es posible encontrar fronteras diferenciadoras: entre distintos dialec­
tos existen isoglosas diatópicas; entre diferentes niveles, numerosas isoglosas diastrá­
ticas; entre estilos distintos, muchas isoglosas diafásicas.19
Por lo general, para lo que Coseriu llama «niveles», la sociolingüística suele ha­
blar de sociolectos o de dialectos sociales, que se pueden definir como manifestacio­
nes de un dialecto, vamos a decir «geográfico», en un grupo social, especialmente
cuando el grupo social se caracteriza por adscribirse a un nivel socioeconómico o so-
ciocultural determinado. Partiendo de esta definición sería posible encontrar, dentro
de una comunidad en la que se utiliza un dialecto dado, un sociolecto alto (para el ni­
vel sociocultural alto; también nivel culto), un sociolecto medio (para el nivel socio-
cultural medio) y un sociolecto bajo (para el nivel sociocultural bajo; también nivel
popular), aunque, del mismo modo, sería posible hablar del sociolecto de los hombres
o del sociolecto de los jóvenes, para los grupos sociales formados por hombres y por
jóvenes, puesto que no dejan de ser manifestaciones lingüísticas adscritas a unos gru­
pos sociales determinados.20

16. Cuando se presta atención solamente a las diferencias del nivel fonético se habla de diferencias de
acento.
17. «Los conceptos de “dialecto”, “nivel” y “estilo de lengua” y el sentido propio de la dialectología»,
Lingüistica Española Actual, III (1981), pp. 1-32.
18. Véase E. Lorenzo, «Niveles y registros en el español actual», Lecciones de lingüistica y didáctica de!
español, Logroño, Gobierno de La Rioja, 1991.
19. La unidad sintópica, sinstrática y sinfásica recibe el nombre de lengua funcional.
20 Eugenio Coseriu incluye entre los estilos de lengua los llamados «lenguajes de grupos», que pueden
distinguirse en unos mismos niveles socioculturales o independientemente de ellos. Asi, los lenguajes de los
hombres, de las mujeres, de los adultos, de los niños o de ciertos grupos profesionales serían, para Coseriu,
estilos de lengua diferentes En nuestra opinión, sin embargo, los grupos formados por hombres, por jóvenes
o por ciertos profesionales no hacen uso de estilos distintos sino de niveles o sociolectos diferentes, puesto que
dentro de cada uno de ellos se pueden descubrir diferencias diafásicas, a veces notables, motivadas por con-
92 PRIN CIPIO S D E SO CIO LIN GÜÍSTIC A Y SO C IO LO G IA DEL L E N G U A JE

Respecto a las cuestiones tratadas en el párrafo anterior. Eugenio Coseriu ha de­


jado muy clara su opinión. En primer lugar, con referencia al uso de la denominación
«dialecto social», Coseriu ha señalado que es cierto que todas las unidades menores
que se distinguen dentro de una lengua histórica podrían llamarse dialectos, incluidos
los niveles y los estilos, sin embargo, cree conveniente mantener diferenciados los dia­
lectos espaciales de los demás modos de hablar, dado que estos dialectos —para quie­
nes habría que reservar en exclusiva el término dialecto— suelen ser sistemas com­
pletos desde el punto de vista fónico, gramatical y léxico, mientras que los niveles y
estilos de lengua son, generalmente, sistemas incompletos, que conciernen sólo a as­
pectos parciales, aunque a veces sean muy importantes. Por otro lado, siendo posible
el funcionamiento de un dialecto espacial como nivel o como estilo de lengua —por
ejemplo, el alemán y el ruso en los Países Bálticos hasta la Primera Guerra Mundial
o el francés en Prusia y en Rusia a finales del siglo xvm—, es impensable que un es­
tilo pueda llegar a funcionar como nivel o que un nivel lo haga como dialecto. Cose­
riu prefiere, por tanto, no hablar de dialectos sociales, y compartirnos su opinión,
dado, además, que no es apropiado mantener un paralelismo entre dialectos espacia­
les u horizontales y dialectos sociales o verticales: son entidades ubicadas en planos di­
ferentes.

Estilo y registro

Es menester, pues, hablar de un modo apropiado a las circuns­


tancias. Los retóricos incluyen todas las circunstancias de una ac­
ción en este verso: qttis, qtti, ubi, qttibus auxiliis, car, quornodo,
quando.
Ignacio L uzán, Arte de hablar, 1723-1736

Aunque los términos estilo y registro son utilizados muchas veces como sinóni­
mos, parece adecuado y conveniente hacer un uso diferenciado de ambos y evitar la
confusión en las exposiciones teóricas. En este epígrafe hablaremos de estilo y de va­
riación estilística para hacer referencia a los usos lingüísticos que se definen en fun­
ción de la situación y el contexto comunicativos. Cuando hablemos de registros lo ha­
remos siguiendo a los autores que así lo prefieren y haciendo las aclaraciones perti­
nentes.
No es posible entender bien la variación estilística si se prescinde de la variación
sociolingüística, como no se puede dejar a un lado la variación estilística si se quiere
llegar a una correcta interpretación de la variación sociolingüística. La estilística de la
lengua contribuye a una correcta valoración de la diversidad sociolingüística que en­
cierran las comunidades de habla.21

diciones situacionales o contextúales distintas. Es cierto, sin embargo, que estas diferencias diafásicas no se
manifiestan de la misma forma en todos los grupos sociales.
21. Se ofrecen revisiones de los estudios realizados hasta el momento en C. Lefebvre, «Les notions de
style», en E. Bédard y J. Maurais (eds.), La norme linguistique. Québec, Conseil de la Langue Fran?aise, 1983,
pp. 305-333; S. Romaine y E. C. Traugott, «Some Questions for the Definition of «style» in Socio-historical
Linguistics», Folia Lingüistica Historiaca, VI (1985), pp. 7-39; B. Spillner, «Style and Register», en U Am-
mon, N. Dittmar y K.. J. Mattheier (eds.), Sociolinguistics, Berlín, Walter de Gruyter, 1988, pp. 273-285; I. Mo-
L A V A R I A C I Ó N EN LA L E N G U A 93

C, Lefebvre agrupa las nociones de estilo que han manejado los especialistas en
dos tipos de teorías: las que consideran los estilos como códigos diferenciados y aque­
llas que los definen partiendo de un estilo básico, el llamado «vernáculo». La teoría
que mejor representa la primera tendencia (estilos como códigos) es la «teoría de la
acomodación del habla» o de la «adaptación», propuesta por H. Giles y sus colabo­
radores, a la que más adelante prestaremos una mayor atención: cada estilo es un có­
digo del que se dispone para transmitir información sobre los propios hablantes, so­
bre la relación que establecen con sus interlocutores y sobre la situación comunicati­
va.22 Según Lefebvre:2-5

El modelo de selección de códigos está constituido por dos conjuntos: las variables
independientes — es decir, los factores que entran en juego en la selección de un
código— y las variables dependientes —las manifestaciones posibles, es decir los
códigos disponibles.

En líneas generales, comparten este punto de vista la etnolingüística preocupada


por los cambios de código —a la que haremos referencia en el capítulo 15—,24 la lin­
güística praguense25 o la «teoría del registro» de la sistémica,26 formulada por
M. A. K. Halliday. Entre todas ellas destacamos la última, la«teoría del registro» de
Halliday.27
Halliday asocia los conceptos de «dialecto» y de «registro» —no habla de estilo—

lina Martos, «Style in Sociolinguistics: a Review», en F. Moreno Fernández (ed.), Sociolinguistics and Stylisiic
Variation, Lynx, 3 (1992), pp. 39-42
22. Para un desarrollo práctico de esta teoría, véase N Coupland, «Style-Shifting in a Cardiff Work-
Setting», Langttage in Society, 9 (19S0), pp. 1-12
23. 1983, p. 326
24 J. J. Gumperz, «Linguistic and Social Interaction in Two Communities», American Anthropologist,
66 (1964), pp, 137-153; G. Sankoff, «Language Use in Multilingual Societies: Some Alternative Approaches»,
en J B. Pride y J. Flolmes, Sociolinguistics, Harmondsworth, Penguin, 1972, pp 33-51.
25. B. Havránek, por ejemplo, vincula la variación lingüística a las funciones comunicativas del lengua­
je. A cada estilo funcional le corresponde un «lenguaje funcional»: coloquial-familiar, ténico-especializado,
científico, poético. Dentro de estos estilos, se pueden distinguir los que dependen de las función lingüística
predominante (exhortativo, expresivo, informativo) y los que dependen de las situaciones comunicativas (pri­
vado-informal, público-formal). Véase B. Havránek, «The Functional Differentiation of the Standard Lan­
guage», en P. L. Garvin (ed.), A Progne Scltool Reader on Estlietics, Literary Strucmre, and Style. Washing­
ton, D.C., Georgetown University Press, 1964, pp, 3-16.
26 Véase M. A. K. Halliday, A. Macintosh y P. Strevens, The Linguistic Sciences and Language Tea-
ching, Londres, Longman, 1964. Reimpr. en 1968, «The Users and Uses of Language», en J. A Fishman (ed ),
Readings in the Sociology o f Language, La Haya, Mouton, pp. 139-169; M. Gregory y S Carroll, Language
ancl Situation. Varieties and their Social Contexts, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1978.
27. A esta relación puede añadirse el modelo de J. Ure y J. Ellis. Ure y Ellis hablan de registros y pre­
tenden ofrecer un análisis y una clasificación de los hechos que son relevantes en determinados contextos. Los
registros vienen definidos por el modo en que se relacionan unos usos lingüísticos y unas dimensiones situa­
cionales. La dimensiones que tienen en cuenta son el medio y la circunstancias físicas (que dan lugar a mo­
dos lingüísticos diferentes), las relaciones personales y sociales (que dan lugar a diferentes grados de forma­
lidad), el tema o la materia tratada (pueden ser campos diferentes) y la función social del intercambio lin­
güístico. Estas dimensiones permiten crear una serie de pares conceptuales que caracterizarían los discursos
desde el punto de vista de los registros: preparado/no preparado, íntimo/distante, especializado/no especiali­
zado, literario/no literario, conversación/no conversación, etc. Para Ure y Ellis un registro es una variación si-
tuacional constituida por una selección de preferencias de entre el total de opciones lingüísticas que ofrece
una lengua específica Véase J. Ure y J. Ellis, «El registro en la lingüística descriptiva y en la sociología lin­
güística», en O. Uribe-Villegas (ed.), La sociolingiiistica actual: algunos de sus problemas, planteamientos y so­
luciones, México. UNAM, 1974, pp. 115-164.
94 PRIN CIPIO S D E SO CIO LIN GÜiSTIC A Y SO C IO LO GÍA DEL L E N G U A JE

y los considera como manifestaciones lingüísticas dependientes, la primera, de los


usuarios, de los hablantes, y la segunda, de los usos que se dan a la lengua.2S Los re­
gistros, por tanto, dependen del uso que se haga de la lengua en situaciones concre­
tas, mientras que los dialectos se identifican en función de los usuarios. Las variacio­
nes de registro dependen, para la sistémica, de las siguientes dimensiones:

a) El campo del discurso: se refiere al contexto en que se hace uso de la lengua


y depende del tema tratado (discusión científica, vida cotidiana) y de la actividad que
desarrollan el hablante y sus interlocutores (por ejemplo, labores domésticas, semi­
nario académico).
b) El modo del discurso: se refiere al canal de comunicación, al medio o
«modo» en que se produce la actividad lingüística, incluyendo la distinción primaria
entre lengua hablada y lengua escrita.2829
c) El tenor o estilo del discurso: se refiere al tipo de relación que existe entre
los participantes en un proceso comunicativo; a este respecto, la distinción primaria y
fundamental es la de estilo educado y estilo coloquial.

Por lo que respecta a la dimensión del tenor, es bastante improbable que puedan
aislarse registros discretos y bien definidos. Esta dimensión funciona como un conti­
nuo en el que es complicado identificar un número preciso de registros. En general,
depende de cada lengua qué tipo de relación entre participantes son relevantes lin­
güísticamente y en qué medida se reflejan estas relaciones en la gramática y el léxi­
co: cada hablante tiene a su disposición una escala continua de modelos y de unida­
des, de la cual selecciona, para cada situación, el modelo apropiado.
Las ideas de Alian Bell también participan de la corriente o tendencia que he­
mos llamado «estilos como códigos» al aceptar como fundamento la «teoría de la aco­
modación», pero se apartan de ella en puntos concretos, para otorgar una importan­
cia notable a lo sociolingüístico. Bell, en su «teoría de la audiencia»,30 define la va­
riación sociolingüística como un fenómeno interindividual y la variación estilística
como una fenómeno intraindividual, de tal forma que la selección de un estilo por
parte de un hablante supone la adaptación de sus usos lingüísticos a alguna de las po­
sibilidades sociolingüísticas que ofrece su comunidad. Al analizar cuantitativamente
las frecuencias de uso de ciertos rasgos lingüísticos en un estilo, se observa a menu­
do que coinciden con las habituales en un determinado grupo social para esos mis­
mos rasgos. Esto significa que, en cierto modo, los sociolectos pueden funcionar como
variables estilísticas, pero no en el plano sociolingüístico (interindividual), sino en el

28. Es muy importante distinguir las diferentes acepciones que el término registro tiene dentro de la so­
ciolingüística: primero, como estilo de lengua (variedad diafásica); segundo, como lengua de grupo profesio­
nal (equivalente a jerga o a ¡ecnolecto). Coseriu llama registros idiomáticos a las manifestaciones de la lengua
que obedecen a factores culturales, o de otro tipo, y a conexiones muy diversas: lengua hablada, lengua es­
crita.
29. Distinción que no tiene por qué ser privativa. Podría hablarse de la existencia de un contimmm «len­
gua hablada-lengua escrita» a lo largo del cual se disponen muy diferentes manifestaciones lingüísticas. Véa­
se J. J. Bustos Tovar, «De la oralidad a la escritura», en L. Cortés (ed.), Actas del I Simposio sobre análisis
del discurso oral, Almería, Universidad de Almería, 1995, pp. 11-28; Ll. Payrató, «Variación lingüística y mo­
dalidades de la lengua oral», en A. Briz, J. R. Gómez Molina, M. J, Martínez y Grupo Val.Es.Co., Pragmáti­
ca y gramática del español hablado. Valencia, Universidad de Valencia / Pórtico, 1997, pp. 177-192.
30. «Language style as audience design», Langttage in Society, 13 (1984), pp, 145-204.
L A V A R I A C I O N EN LA L E N G U A 95

plano intraindividual. El estilo sería, pues, una proyección de la dimensión sociolin-


güística.
En lo que se refiere a la segunda corriente de estudio del estilo, la que da im­
portancia a un estilo básico, el vernáculo, hay que comenzar diciendo que William La-
bov ha sido su más notable representante. Para Labov, los estilos se ordenan en un
solo parámetro —el grado de atención prestado por el hablante a su propio discur­
so— que formaría una escala con diversas posibilidades intermedias, con un grado
mayor o menor de formalidad.-51 Las teorías de Labov formulan los siguientes estilos:
habla informal o vernáculo3132 (casual speech), habla cuidada o formal (formal speech)
—que se obtiene principalmente de la lectura de textos y listas de palabras— y habla
espontánea (spontaneus speech). Esta última surge cuando, en una situación formal,
como la de una entrevista, aparece un discurso originado por una interrupción, un in­
ciso o una digresión.3-5
Es importante resaltar que la concepción de Labov, pese a la importancia que
concede a la figura del hablante, no ignora el peso que tienen otros factores en la va­
riación estilística. Prueba de ello es que el tema tratado en las entrevistas se tiene en
cuenta, por ejemplo, para conseguir un discurso cercano al vernáculo. De la misma
forma, en los trabajos reunidos en Language in (he Inner City sobre el inglés de las
personas de raza negra,34 se deja ver con claridad la necesidad de atender a aspectos
como las características del investigador, los tipos de interlocutor, la relación que és­
tos mantienen con los hablantes y el contexto comunicativo, para conseguir materia­
les pertenecientes a unos estilos y no a otros. Todos esos elementos son conjugados
por Labov para evitar la paradoja del observador.
Más arriba hemos presentado dos notas caracterizadoras del estilo: es una di­
mensión organizada longitudinalmente en una escala de múltiples grados intermedios;
además, esa escala es un reflejo, una proyección, de la dimensión sociolingüística.
Esto supone que no todos los hablantes de un sociolecto tienen el mismo grado de
conocimiento de las características de los demás sociolectos de su comunidad y que,
cuanto más limitado es el acceso a los sociolectos comunitarios, más pobres resultan
las posibilidades estilísticas de un hablante. El cambio de estilo supone una coinci­
dencia con los usos lingüísticos de otros sociolectos, pero en un plano diferente. Las
variedades estilísticas son una proyección de las variedades sociolingüísticas, pero no
son las variedades sociolingüísticas. En los estilos se reflejan los sociolectos,35 aunque

31. The Social Stranfication o f English in New York Cily, Washington, Center for Applied Linguistics,
1966, pp. 60-88.
32. Aquí el vernáculo se identifica como la variedad que aparece en el habla informal, pero también se
ha utilizado este término para hacer referencia al habla adquirida hasta la adolescencia (véase lo comentado
a propósito del factor «edad») y para hacer referencia a variedades que no tienen fijadas sus normas, gene­
ralmente desprestigiadas o estigmatizadas. Estamos, pues, ante un término polisémico que puede provocar al­
gunas confusiones.
33. Recientemente se ha desarrollado una teoria, a partir de las ideas de Labov, que intenta abarcar no
sólo aspectos lingüísticos, sino también psicológicos, psicosociológicos y comunicativos: es la «teoría del mo­
nitor», propuesta por Krashen. La interpretación que hace esta teoría de la noción de estilo se basa en la aten­
ción que el hablante presta a su propio dicursa Véase C Lefebvre, art. cit., pp. 323-324; S. Krashen, Second
Language Acquisilion and Second Language Learning, Oxford, Pergamon Institute of English, 1981.
34. Language in ihe Inner Cily: Sludies in ihe Black English Vernacular, Philadelphia, University of
Pennsylvania Press, 1972.
35. Sobre el modo en que se produce esa proyección y sobre la importancia que, en ese proceso, tiene
la «evaluación», véase A. Bell, art. cit., pp. 150-158.
96 PRIN CIPIO S D E SO CIO LIN GÜÍSTIC A Y SO C IO LO GIA D EL L E N G U A JE

Dimensión del estilo

Nivel social alto Nivel social medio Nivel social bajo

F ig, 4.1. Dimensión social y dimensión del estilo.

la variabilidad estilística es más compleja, debido a que se valoran factores que no


aparecen en la dimensión social y debido también a que los estilos, a la vez que sir­
ven para decir lo mismo de manera diferente (nivel formal), también se manejan para
decir cosas distintas de maneras diversas (nivel semántico).36
Por otra parte, compartimos con Labov la idea de que el estilo, entendido como
una serie de alternativas lingüísticas, no admite una fácil identificación y medición,37
puesto que los límites entre unos estilos y otros son inexistentes o, al menos, imper­
ceptibles. Hablamos de un parámetro gradual que representa el nivel de formalidad
del discurso, considerando la formalidad como la conducta guiada por unos criterios
de máximo respeto hacia las normas sociolingüísticas y hacia lo prestigioso.
Ahora bien, al relacionar la formalidad con la dimensión social, no es posible sos­
tener que necesariamente se produzca una ecuación del tipo

______Formalidad ____ _______Informalidad_____


Rasgos de sociolectos altos - Rasgos de sociolectos bajos

Cada hablante y cada grupo social se mueve en unos márgenes estilísticos pro­
pios, cuyos límites inicial y final son siempre dos puntos cualesquiera pertenecientes
a la dimensión proyectada desde el plano sociolingüístico.
Así, en un hablante de nivel sociocultural bajo (véase la figura 4.1), los rasgos de
su estilo más cuidado o formal pueden corresponderse con los de los niveles medios
o altos de la dimensión social (b2, b3), pero, en ocasiones, no se alejarán demasiado
de los límites reflejados por su propio sociolecto (bl). En un hablante de nivel socio-
cultural alto, los rasgos de su estilo menos cuidado pueden coincidir con los de los ni­
veles medios o bajos (a2, a3), aunque puede ocurrir que sus usos informales no se ale­
jen mucho de lo que es característico del nivel alto de la dimensión social (al). Un
hablante del nivel medio puede hacer uso de elementos lingüísticos atribuidos a las

36. M. A. K. Halliday, A Macintosh y P. Strevens, The Linguistic Sciences and Language Teacliing, ob
cit.\ N. Coupland, art. cit.; J. Ure y J. Ellis, art. cit.
37. W. Labov, The Social Stratiftcation o f English in New York City, ob. cit., pp_ S4-S5.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 97

clases altas para su estilo más formal y de elementos atribuidos a las clases bajas para
el menos formal (m3), pero su dimensión estilística (formalidad-informalidad) puede
tener en los extremos características que reflejan las de los niveles medios y altos
(m2.1), las de los medios y bajos (m2.2) o limitarse a los usos de su propio grupo
(mi).38
Sin embargo, la mayor complejidad de la variación estilística, respecto de la so-
ciolingüística, se demuestra en otro hecho. Los cambios de estilo tienen dos formas
de manifestarse. La primera de ellas es de naturaleza formal (fonología, morfología)
y se manifiesta cuantitativamente: determinados rasgos aparecen más frecuentemen­
te en los estilos formales que en los informales o viceversa (e.g. en inglés, la conser­
vación del elemento velar de -ing: en español, conservación de la -r final implosiva).
Aquí es donde más fácilmente se confunden las variedades sociolingüísticas y las es­
tilísticas y donde se aprecia con nitidez cómo lo sociológico se proyecta en lo situa­
cional:39 son formas diferentes de decir lo mismo. La segunda es de naturaleza se­
mántica y se manifiesta cualitativamente: ciertos elementos se utilizan en unos estilos
y no en otros, según el asunto tratado en la conversación o, en general, según las si­
tuaciones comunicativas en que se desenvuelven los hablantes (e.g. fórmulas de cor­
tesía, léxico culto, técnico o estigmatizado, ciertas curvas de entonación, etc.). Dicho
con otras palabras, hay formas diferentes de decir cosas distintas; por eso es posible
reconocer varios estilos cuando los márgenes estilísticos no van más allá de lo co­
rrespondiente a un solo grupo social (al, mi, bl). En tales circunstancias, son más re­
levantes los cambios de tipo cualitativo que los de naturaleza cuantitativa.40 Además,
hay expresiones que representan un cambio de estilo para los hablantes de un nivel,
mientras que no ocurre lo mismo para los de otro. Así, para alguien de nivel bajo, la
simple utilización de fórmulas de cortesía como p o r favor o gradas puede suponer el
paso de un estilo informal a otro más formal. En conclusión, los cambios de estilo
pueden manifestarse a través de rasgos diferenciados cuantitativamente, cualitativa­
mente o de ambas maneras.
Las posibilidades estilísticas de una comunidad son tantas como puntos existen
en la escala de la dimensión situacional. De ahí que sea tan complicado afirmar que
hay dos, tres, cuatro, cinco o más estilos y que sea prácticamente imposible determi­
nar dónde está el límite entre ellos.41 El grado de formalidad de un discurso depen­
de del modo en que se presenten los factores implicados en la comunicación; no se
trata solamente de que el hablante preste mucha atención a su discurso o de que la
situación comunicativa sea formal. R. Caravedo afirma que la unidad situacional no
garantiza la unidad estilística, porque los individuos y los grupos se comportan de ma­
nera diferente ante una misma situación42 La formalidad se desprende de la relación
que se da entre los factores comunicativos. Esos, factores, según nos dice la lingüísti­
ca general (Jakobson, Bühler) son el hablante , el oyente, el mensaje, el canal y el có­

ja . No obstante, son poco frecuentes los casos a3, m3 y b3,


39 A. Bell, art. cit, pp. 152-156.
40 «Soclollnguistics», Advances in ExperimentaI Social Psycliology, 4 (1969), pp. 91-165; en J. A Fish-
man (ed ), Advances in the Sociology o f Language, La Haya. Mouton, 1971, pp 9-91; H. López Morales, «So-
clollngüfstica», en Lengua Española II (Para Filosofía y C. de la Educación), Madrid, UNED, 1977, pp 54-56.
41. Véase M. Joos, «The Isolation of Styles». Monograpli Series on Languages and Linguistics (Geor-
getown University), 12 (1959), pp. 197-113
42. Sociolingiiística del español de Lima, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1990, p. 61
98 pr in c ipio s de s o c io l in g Dís t ic a y s o c io l o g ía d e l l e n g u a j e

digo. A eso hay que añadir el contexto situacional, la intención del hablante y la rela­
ción que mantienen los interlocutores.
En la variación estilística, cada factor comunicativo contribuye a reforzar de ma­
nera diferente la formalidad o la informalidad del discurso. A su vez, esos factores
tienen mayor o menor capacidad para determinar la formalidad dependiendo de la si­
tuación comunicativa general y del tipo de hablante o de grupo social de que se tra­
te: en ciertas ocasiones será más determinante el contexto que la relación personal
entre los interlocutores, en otras tendrá más peso el tema tratado que el contexto; en
otras puede ser más importante la relación que une a los interlocutores que el tema
tratado. Esto podría llevarnos a una casuística inabarcable, pero lo cierto es que en
la comunicación suelen darse pautas regulares de comportamiento y parece que la
mejor forma de ordenar las relaciones entre los factores comunicativos es tratarlos
por separado. Alian Bell ha distinguido entre factores personales y no personales. Así
lo hacemos nosotros también.

I. Factores personales

a) El hablante. El hablante ejerce un control sobre su producción lingüística


y por lo tanto es responsable de ella, aunque está sujeto a numerosas constricciones
histórico-geográficas y sociolingüísticas.43 En lo que se refiere a la atención prestada
por el hablante a su discurso, no parece que deba ser la base exclusiva del concepto
de estilo,44 sino un aspecto más del proceso psicológico de producción lingüística: es
un efecto psicolingüístico dependiente de la forma en que se manifiestan los factores
que concurren en una interacción. Si partimos de esta concepción, quedan justifica­
dos —y casi serían imprescindibles— la recogida y el estudio de rasgos de los que los
hablantes son plenamente conscientes, a los que se atribuye una especial significación
social. Pensamos en rasgos lingüísticos como la presencia o la pérdida de la -d- inter­
vocálica de los participios, el ceceo y el seseo o la conservación o pérdida de -s en los
plurales de la lengua española.
Por otro lado, siempre existe la posibilidad de que la conducta lingüística del ha­
blante no sea idéntica ante unas mismas circunstancias comunicativas. Ello puede de­
berse a la presencia de otros factores que más adelante comentaremos, aunque siem­
pre queda una parcela de la variación reservada a factores psicológicos y a la estra­
tegia comunicativa de cada individuo en cada momento. Por esta razón, si se quieren
conocer las implicaciones sociolingüísticas del estilo, es necesario trabajar con un nú­
mero suficientemente amplio de hablantes.

43 A propósito de este factor, hay que recordar la importancia que Labov otorga a la consecución de
la variedad vernacular por parte de los investigadores. Dejando a un lado caracterizaciones, parece conve­
niente puntualizar que, si bien el vernáculo es el objetivo principal de la investigación sociolingiiística (y hay
razones suficientes para que lo sea), no puede tener tanta importancia en los estudios del estilo. La localiza­
ción del vernacular de un grupo sirve para fijar una referencia en su escala estilística, pero ahí no acaba el tra­
bajo: además hay que explicar el mecanismo del cambio, delimitar las fronteras de estilo en cada grupo social
e identificar unidades dentro de la dimensión. Véase W. Labov, «Fíeld methods of the project óh ¡inguistic
change and varíatíon», Sociolingitistic Working Paper, 81, Southwest Educatíonal Development Laboratory,
Austín, Texas, 1981, p. 5; L. Milroy, Observing and Analysing Natural Language, Oxford, Blackwell, 1987,
pp. 57-60; F. Moreno Fernández, Metodología sociolingiiística, Madrid, Credos, 1990, p. 66.
44 Tampoco lo cree W. U. Dressler (W. U. Dressler y R. Wodak, «Socíophonological Methods in the
Study of Socíolínguístíc Variation in Viennese Germán», Language in Societv, 11 (1982), pp. 339-370); Véase
S. Romaíne y E. C. Traugott, art. cit., pp. 7-39.
LA V A R IA C IÓ N EN LA LEN G U A 99

C uadro 4.2. Tipos de oyentes, según Bell (1984)

Conocido Raliftcado Interpelado

Interlocutor + + •
Oyente formal + + -
Oyente casual + - -
Curioso - “ -

b) La audiencia. No cabe duda de que la «teoría de la audiencia» de Bell es


la que más interés ha puesto en la figura del interlocutor y la que le ha concedido,
junto a la «teoría de la acomodación», una mayor relevancia teórica.45 Bell distingue
claramente cuatro tipos de oyentes en los intercambios comunicativos, cuyos atribu­
tos y funciones aparecen recogidos en el cuadro 4.2.
Según esto, el interlocutor propiamente dicho es el único interactuante, conoci­
do, ratificado e interpelado por el hablante. El lugar en que está situado cada miem­
bro de la audiencia predetermina, en buena manera, su capacidad de respuesta a los
mensajes del hablante:46 lógicamente la respuesta de una persona interpelada es más
esperada que la de un oyente formal, y la de éste más que la de un oyente casual.47
Hay situaciones, no obstante, en las que un oyente formal o incluso un interlocutor
tienen una capacidad de respuesta nula o mínima ante el discurso del hablante; son
situaciones dadas, por norma general, en actos públicos: discursos políticos, confe­
rencias o emisiones de radio y televisión. Este aspecto está relacionado con otro que
afecta directamente a las características del estilo: la naturaleza pública o privada de
la conversación, aunque parece razonable incluir este rasgo entre las propiedades del
contexto y no de la audiencia.
Los tipos de audiencia que propone Bell ocupan posiciones diferentes dentro de
un diseño de audiencia (véase la figura 4.2).
Por otra parte, en las interacciones comunicativas, la «cantidad» de la audien­
cia —el número de personas que la componen— puede ser tan importante como su
«calidad». Desde este punto de vista, las interacciones pueden ser bilaterales (dos in-

Audiencia

Segunda persona Tercera persona

Oyente formal Oyente casual Curioso

F ig . 4.2. Tipos de audiencia (oyentes), según Bell (1984).

45. En algunos estudios de Labov se maneja muy cuidadosamente el tipo de relación que mantienen los
hablantes entre sí y éstos con el explorador. Por esa razón, utiliza investigadores de raza blanca y de raza ne­
gra, externos al grupo social estudiado o pertenecientes a él, según las necesidades de la investigación (Lan­
guage in ¡he Inner City: Studies in the Black Engiish Vernacular, ob. cit., p. xiv).
46. Romaine y Traugott (art. cit., p. 15) distinguen entre hablante activo y hablante pasivo.
47. La categoría «curioso» se refiere a una persona que presencia (escucha) una interacción sin que los
interlocutores lo sepan.
100 PRIN CIPIO S DE SO CIO LIN GÜÍSTIC A Y SO C IO LO G IA D EL L E N G U A JE

terlocutores) o multilaterales (más de dos interlocutores). También existen discursos


monologados, que pueden darse in praesentia (se sabe que hay un persona
—o más— que puede cumplir la función de auditor4S o de oyente casual) o in ab-
sentia (no existe interlocutor o bien existe pero funciona como oyente casual o como
«curioso»).
Ahora bien, reconociendo el interés de las ideas de Bell, es lógico pensar que tan
importante como la función que cumple cada oyente en una interacción concreta es
el tipo de relaciones personales que mantiene el hablante: la importancia de las ca­
racterísticas sociolingüísticas del oyente pueden pasar a un segundo plano si el vínculo
entre el hablante y su interlocutor es estrecho.415 El mayor problema que presentan
estas relaciones personales para el análisis del estilo reside en que ofrecen infinitas
posibilidades: no se mantiene el mismo grado de intimidad con todos los amigos, ni
con todos los hermanos, ni siquiera con el padre o la madre. Si tuviéramos en cuen­
ta las múltiples posibilidades de las relaciones interpersonales, nos enfrentaríamos a
una casuística inagotable.
Para calibrar el peso del tipo de relación interpersonal sobre el estilo, es impres­
cindible trabajar sobre una tipología básica,484950 que debería ser tan simple y general
como para incluir, en la medida de lo posible, toda clase de relación. En la construc­
ción de tal tipología, los conceptos de «poder» y «solidaridad», propuestos por Roger
Brown desde 1960, se revelan como unos instrumentos de gran utilidad (véase el ca­
pítulo 8).51
En principio, esos conceptos han sido utilizados principalmente para el estudio
de las formas de tratamiento, pero su aplicabilidad es mucho mayor. Partiendo de la
idea de que tanto el poder como la solidaridad pueden darse o no darse en una mis­
ma relación interpersona!,52 llegamos a la conclusión de que el interlocutor, cualquier
miembro de la audiencia, puede mantener con el hablante uno de estos cuatro tipos
de relaciones:

A = + Poder - Solidaridad
B = + Poder + Solidaridad
C = - Poder - Solidaridad
D = - Poder + Solidaridad

La tipología obtenida es sencilla, abarcadora y, por lo tanto, útil, especialmente


para el estudio de la variación estilística. A todo ello volveremos a hacer referencia
en el capítulo 9.

48. Por ejemplo, el discurso de un locutor de televisión o de radio.


49. D Bickerton, «What happens when we ssvitch'?», York Papers in Linguistics, 9 (1980), pp. 41-56.
50. Esta relación es la que constituye el concepto de «tenor» manejado por Halliday (Langnage as so­
cial semiotic. The social ínterpretation o f langnage and meaning, Londres, Edward Arnold, 1978, cap III).
51. Véase R. Brown y A. Gilman, «The Pronouns of Power and Solidarity», en J. Fishman (ed ), Rea-
dings in the Sociology o f Langnage, La Haya, Mouton, 1968, pp. 252-275.
52. H. Ueda, «Comparación de las formas vocativas españolas y japonesas. Atributos del hablante, del
interlocutor y sus relaciones», Area and Culture Stndies, XXXII (1982), pp. 71-86.; F. Moreno-Fernández,
«Análisis sociolingüístico de actos de habla coloquiales», Espaiiol Actual, I, 51 (1989), pp. 5-51; II, 52 (1989),
pp. 5-57.
LA V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 101

II. Factores no personales

Los factores comunicativos no personales son, básicamente, el discurso y el con­


texto.

a) Discurso. En el habla se expresan marcas cualitativas y cuantitativas que


permiten distinguir unos estilos de otros. Dentro del discurso de un hablante, con­
viene prestar atención a los elementos capaces de originar variación estilística, que,
desde nuestro punto de vista, son dos: el tema y el tipo de comunicación.
El tema de un discurso está estrechamente ligado al contexto en que se produce
(sólo se habla de ciertas cosas en ciertos contextos), a las características psicolingüís-
ticas de los interlocutores y a la relación que une a los que conversan (sólo se habla
de ciertos temas con ciertas personas).53 La importancia de los temas ha sido bien ex­
plicada por Labovi54 su metodología incluye este factor como especialmente signifi­
cativo en la recogida de materiales lingüísticos, tanto en los estudios de corte socio­
lógico, como en los etnográficos. Los investigadores que recogen materiales de la len­
gua hablada han de tener presente la importancia del tema que se va a tratar: gracias
a las demostraciones empíricas de Labov, sabemos que hay temas que favorecen la
formalidad (por ejemplo, la corrección y la incorrección en el uso de la lengua) y
otros que favorecen una aproximación a las variedades menos formales (peligro de
muerte, relatos infantiles, etc.). De todas maneras, esto no quiere decir que tales te­
mas provoquen las mismas reacciones en cualquier comunidad. L. Milroy ha explica­
do que el tema del «peligro de muerte» no disminuye el control emocional en los ha­
blantes de Belfast. En cada cultura, en cada comunidad, hay temas que provocan más
fácilmente la aparición de estilos informales. Debe tenerse presente, no obstante, que,
en situaciones de entrevista, el informante sólo habla de lo que está dispuesto a ha­
blar, aunque a veces sorprenda, por ejemplo, la facilidad con que se cuentan detalles
de la vida íntima.
El tipo de comunicación se acerca al concepto de «modo» de Halliday: la mane­
ra en que el discurso se manifiesta. Las modalidades básicas capaces de reflejar va­
riación estilística en la lengua hablada son el discurso monologado y la conversación.
Las conversaciones pueden ser rápidas (duración breve) o no rápidas, dirigidas (cuan­
do un hablante distribuye los turnos y controla el tema), libres (si no hay control de
turnos ni de temas) o semidirigidas. Cuando las conversaciones son multilaterales el
control puede ser ejercido por uno solo de los participantes (dirección única) o por
varios de ellos (dirección múltiple o alterna). Por su parte, los discursos monologados
a menudo cumplen una función expresiva o una función referencial: en el primer caso
se trata frecuentemente de monólogos in absentia (con oyente casual o con «curio­
so»), en el segundo, de monólogos in praesentia.
Los investigadores de la lengua hablada han hecho uso de muchas de estas mo­
dalidades para estudiar diferentes estilos. Labov, por ejemplo, ha conseguido estilos
poco formales a través de las siguientes modalidades: conversación rápida, discurso
monologado, conversación multilateral libre o semidirigida, conversación bilateral li­
bre. Los discursos más formales se obtienen fácilmente por medio de conversaciones
bilaterales dirigidas o semidirigidas.

53. En la lengua escrita literaria no funcionan de manera tan intensa estos factores
54. Halliday habla del tema como «field of discourse».
102 P R IN C IP IO S DE S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE

C uadro 4.3. Factores implicados en la variación estilística


I. Factores personales
a) Hablante
Características sociolingüisticas y psicolingüísticas
Variación consciente - variación inconsciente
b) Audiencia
Audiencia (interlocutor, oyente formal, oyente casual, curioso)
Capacidad de respuesta (positiva - negativa)
Cantidad de oyentes (bilateral - multilateral)
Relación entre interlocutores (A - B - C - D)
II. Factores no personales
a) Discurso
Tema (formal - informal)
Tipo de comunicación (monólogo - conversación)
b) Contexto (natural - no natural)
Lugar (familiar - no familiar)
Momento (adecuado - no adecuado)
Tipo de actividad (pública - privada)

b) Contexto. El contexto es el factor no personal más complejo en su funcio­


namiento interno y el más difícil de valorar en cuanto a su incidencia sobre el estilo.
La relación entre el contexto y el tema es muy estrecha.
El contexto tiene tres componentes principales: el lugar (especialmente el entor­
no inmediato), el momento y el tipo de actividad desarrollada,55 Dado que estos ele­
mentos son capaces de provocar cambios de estilo, si se quiere observar cómo se pro­
ducen tales cambios por influencia de otros factores (personales o no personales), es
necesario que las condiciones contextúales permanezcan invariables.
De lo expuesto hasta aquí se desprende que son muy numerosos los factores que
pueden tener incidencia sobre la variación estilística.56 Todos ellos quedan resumidos
en el cuadro 4.3.
La investigación del estilo no puede infravalorar la importancia de ninguno de
los factores implicados en la comunicación y, por lo tanto, en la variación estilística.
Sin embargo, es cierto que todos ellos no tienen la misma incidencia sobre el fenó­
meno del estilo. Lamentablemente es mucho lo que queda por conocer sobre la im­
portancia relativa de cada elemento, pero ya se ha trabajado lo suficiente como para
empezar a plantear hipótesis con cierta seriedad. Alian Bell propone, como hipótesis
general, que el cambio de estilo obedece principalmente al tipo de audiencia, lo que
supone conceder primacía a los factores personales sobre los no personales. A partir
de aquí se descubren otros hechos:57

55. Este último presenta una estrecha relación con el carácter público o priva do de la interacción.
56. Dell Hymes afirma que los componentes asociados a las variaciones del habla pueden^quedar resu­
midos mediante la palabra mnemotécnica S P E A K IN G : S ([setting), P (participaras), E (ends), A (art characte-
ristics), K (key), I (instrumentalities, canal, código), N (norrns o f interaction and interpretador!), G (gender, tipo
de acto de habla). Véase «Models of the Interaction of Language and Social Life», Jou rnal o f Social tssues,
23 (1967), pp. 8-28.
57. N. Coupland, «Style-shifting in a Cardiff work-setting», Language in Society, 9 (1980), pp. 1-12; E.
Douglas-Cowie, «Linguistic code-switching in a Northern Irish village: Social interaction and social ambition»,
en P. Trudgill (ed ), Sociolinguistic Patterns in B ritish Englis/i, Londres, Edsvard Arnold, 1978, pp. 37-51.
LA V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 103

1) Una variación estilística determinada por factores que no tienen relación con
la audiencia presupone una variación de acuerdo con el interlocutor.
2) Un cambio de estilo motivado en la audiencia se puede catalogar o clasificar
más fácilmente que un cambio debido a los temas tratados.

Variedades especiales: las jergas

Gerigonza. Un cierto lenguaje particular de que usan los ciegos


con que se entienden entre sí. Lo mesmo tienen los gitanos, y
también forman lengua los rufianes y los ladrones, que llaman
germanía.
Sebastián de C ovarrubias, Tesoro de la lengua
castellana o espartóla, 1611

Junto a las variedades comentadas hasta el momento, la investigación lingüística


se ha ocupado, en algún caso desde hace mucho tiempo, de otras variedades que pue­
den recibir el calificativo de especiales. Entre ellas las que más atención han mereci­
do han sido las llamadas «jergas», entendiendo por «jerga» un conjunto de caracteres
lingüísticos específicos de un grupo de hablantes dedicado a una actividad determi­
nada: el uso de una jerga siempre es un modo de marcar una identidad sociolingüís-
tica o la pertenencia a un grupo. Ahora bien, tal denominación incluye situaciones y
realidades bien diferenciadas, como ha advertido Julio Casares:

la jerga constituye una zona restringida de la lengua familiar, que limita al sur con
la germanía y el caló, al este y oeste con la terminología artesana y al norte con el
tecnicismo científico.58

Efectivamente, podemos hablar de jerga — argot— para hacer referencia a los


usos característicos de grupos gremiales, cuya comunicación puramente profesional
no ha de tener una intención o un carácter críptico, por más que su dominio corres­
ponda normalmente a individuos iniciados. Estamos ante variedades sectoriales o es­
pecial izadas59 o lenguas de grupo —también se utiliza el nombre de tecnolecto— con
diferente grado de hermetismo, que pueden ser de muchos tipos:60 aquí se incluiría la
jerga médica, la economista y empresarial, la jurídica, la militar, la periodística, la in­
formática y multitud de jergas de oficios, que en ocasiones han gozado de una larga
tradición.61 Lógicamente, en la medida en que desaparecen oficios, van desapare­

as . Introducción a la lexicografía moderna, 3.a ed,, Madrid, CSIC, 1992, p. 279.


59. Denominación dada por B. Rodríguez en Las lenguas especiales. E l léxico del ciclismo, León, Cole­
gio Universitario de León, 1981, pp. 9-153, Véase también B. Rodríguez, «Argot y lenguaje coloquial», en
A . Briz, J. R. Gómez Molina, M , J. Martínez y Grupo Val.Es Co. (eds), Pragmática y gramática d e l español
hablado, Valencia, Universidad de Valencia / Pórtico, 1997, pp. 225-239.
60. En conexión con las variedades sectoriales, estarían los «lenguajes científico-técnicos», formados
principalmente por nomenclaturas específicas en las que el significante y el significado de los signos estable­
cen una relación biunívoca que impide la polisemia o la connotación. Véase B, Rodríguez, «Lo específico de
los lenguajes científico-técnicos», A rchivum , X X V II- X X V III (1977-1978), pp. 485-521, También M . T. Cabré,
La term inología. Teoría, metodología, aplicaciones, Barcelona, Antártida, 1993,
61. He aquí algunos ejemplos tradicionales españoles: el baiallete o parafusa de los afiladores de Oren­
se, la ja lle ira de los tejeros y alfareros de Tomiño, también en Galicia, la tixileira de los fabricantes de cuen­
cos de madera del sudoeste de Asturias o la gacería de los canteros de Cantalejo, en Segovia,
104 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

ciendo las respectivas jergas gremiales, de igual modo que las nuevas actividades
traen de la mano nuevos usos comunicativos.
A este tipo de jerga se añadirían las que permiten caracterizar a prácticamente
cualquier grupo social según la actividad que realice: estudiantes, deportistas, funcio­
narios, pescadores, etc. Estamos ante variedades más o menos accesibles para los aje­
nos al grupo, que no tienen una intención críptica y que no se suelen utilizar fuera de
la comunicación interna, aunque algunas de ellas tienen más facilidad que otras para
transferir elementos a la lengua general: en España, por ejemplo, el uso general va
incorporando muchas voces propias de la jerga estudiantil, de la taurina o de la polí­
tica y la economía, debido, en gran parte, a la influencia de los medios de comunica­
ción social.62 En este caso también se habla de argot y de slang.
Pero una jerga, además, puede entenderse como un conjunto de rasgos lingüísti­
cos, generalmente artificiosos, utilizados con una intención críptica o esotérica. En
este caso, el término ha alternado con otros muchos como jerigonza, gemianía, jáca­
ra o jacarandina. Se trata de «lenguas secretas» manejadas por grupos sociales cuya
actividad está o puede estar fuera de una norma o incluso fuera de la ley —es la len­
gua de los bajos fondos, del hampa, de la delincuencia—,63 aunque también se han
utilizado en otras actividades, como las comerciales o las trashumantes. Estos usos, en
general, se caracterizan por una gran capacidad de cambio dado que, conforme se ha­
cen transparentes, aparecen nuevas voces que sustituyen a las que empiezan a ser re­
veladas.
Los recursos lingüísticos de las jergas crípticas, además de ser artificiosos, supo­
nen una actitud activa por parte del grupo y afectan sobre todo al léxico y a la fra­
seología: se modifican formal o semánticamente términos ya existentes (por ejemplo,
cambiando el orden de las sílabas),64 se toman formas prestadas de otras lenguas (en
el caso del español de España, se han tomado del gallego, del catalán, del vasco, del
francés, del árabe, del caló; en el lunfardo, se han tomado del italiano),65 se usan pa­
labras onomatopéyicas y se incorporan nuevas series de numerales. Ejemplos de es­
tos usos pueden ser la gemianía española del Siglo de Oro, el primer lunfardo argen­
tino o la más reciente jerga de la drogadicción.66 Pero hay otros muchos, como el caló
de los arrieros de Quintanar de la Orden (Toledo), utilizado por los comerciantes am­
bulantes durante el siglo xix, hasta la desaparición de la arriería. En esta jerga de
arrieros se suelen dar significados nuevos asociados a formas ya existentes, se crean
metáforas y se utilizan multitud de nombres propios con referentes locales o regio­
nales. Sirvan como muestras estas pocas frases: la de ariepa de hoy me invita a jalar
chipóla con andújar y pedroñeras ‘en la carta de hoy me invitan a comer cordero con

62. Véase M. A lvar, L a lengua de..., Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1993,
63. Véase R. Salillas, «Teoría y caracteres de las jergas», en E l delincuente español, M adrid, Victoriano
Suárez, 1896.
64. Este recurso lo utiliza el lunfardo. Sobre alteraciones formales con fines comunicativos o lúdicros,
son ilustrativos los ejemplos recogidos en la obra de D. Crystal, Enciclopedia de! lenguaje de la Universidad
de Cambridge, Madrid, Taurus, 1994, pp. 53-59.
65. El lunfardo es un argot porteño, restringido a iniciados y llamado policialmente lenguaje cañero.
Como ocurre en muchos lugares, algunas palabras del lunfardo han pasado a formar parte del léxico general,
en este caso de B uenos Aires: mina, gil, chamuyo, pupusa. Véase J. L Borges y J. E. Clemente, E l lenguaje de
Buenos Aires, 4.a ed,, Buenos Aires, Emecé, 1968; E. Teruggi, Panorama de! lunfardo, 2 “ ed„ Buenos Aires,
Sudamericana, 1978.
66. Véase V . León, D icciona rio de argot español, Madrid, Alianza, 1980.
L A V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 105

aceite y ajos’; el tolinio de la mesada peor que un senador ‘el hombre tiene la cabeza
peor que un burro’; acidia birris y no conoce a la tía jacinta ‘está borracho y no co­
noce la vergüenza’.67

Reflexiones y ejercicios

1. Reflexione sobre la dificultad que supone delimitar y caracterizar específica­


mente un dialecto o geolecto; para ello puede consultar los mapas de los atlas lin­
güísticos. Explique los criterios que permitirían hablar de dialecto en un caso como
el del andaluz, por ejemplo.

2. Algunos autores piensan que la sociolingüística ha supuesto un gran avance


respecto de los estudios dialectológicos. ¿Considera que la dialectología ha perdido
su sentido en la lingüística actual o piensa que tiene unos métodos y unos objetos de
estudio que se complementan con los sociolingüísticos?

3. Descubra en su propia habla qué características fónicas, gramaticales, léxicas


y pragmáticas predominan cuando hace uso de un estilo formal y cuáles lo hacen
cuando usa un estilo informal. Describa los principales rasgos lingüísticos que apare­
cen en el estilo formal de los niveles socioculturales más bajos de su comunidad.

4. Señale cuáles son las principales características de la jerga estudiantil de su


comunidad de habla. Preste atención a todos los niveles de la lengua, incluidos los as­
pectos relacionados con el discurso.

Orientaciones bibliográficas

Sobre el concepto de dialecto y todos los problemas teóricos y prácticos que gi­
ran en su entorno, conviene consultar los capítulos introductorios del libro dirigido
por Manuel Alvar, Manual de dialectología hispánica. El español de España (Barce­
lona, Ariel, 1996). Para una caracterización del español coloquial, puede consultarse
el trabajo de Antonio Briz, El español coloquial. Situación y uso (Madrid, Arco/Li-
bros, 1996). Como introducción general a las teorías de M. A. K. Halliday, véase su
obra El lenguaje como semiótica social (México, Fondo de Cultura Económica, 1982).

67. Véase D iccionario deI dialecto caló o jerga que usaban los arrieros d e Q uinranar de la Orden, Quin-
tanar de la Orden, Excmo. Ayuntamiento, 1968. Con prólogo de J. M artin de Nicolás.
Capítulo 5

EL CAMBIO LINGÜÍSTICO
VISTO DESDE LA SOCIOLINGÜÍSTICA

Variación y cambio lingüístico

Por eso digo que si los que murieron hace mil años volvieren a
sus ciudades, las creerían ocupadas por gente extranjera debido a
que su lengua es distinta de la de éstos.
Dante A lighieri, £7 convite, 1304-1307

La sociolingüística ha contribuido enormemente a revitalizar el interés por el


cambio lingüístico, después de muchos años de hegemonía de los estudios sincróni­
cos, desarrollados, en su mayor parte, desde posiciones estructuralistas o generativis-
tas. La reanimación —al menos teórica— de este tipo de estudios por parte de la so­
ciolingüística ha supuesto, entre otras cosas, la ruptura de la dicotomía saussuriana
«diacronía - sincronía» porque se ha demostrado que lo sincrónico puede ser tan va­
lioso para el estudio del cambio como lo diacrónico.
En 1982, William Labov presentó los aspectos más destacados del estudio de la
variación y del cambio lingüístico, señalando la importancia que tienen unos fun­
damentos empíricos para el conocimiento de la realidad.1 De los trabajos sociolin-
güísticos que hasta ese momento se habían dedicado al estudio de la variación y del
cambio, Labov extrajo los siguientes denorrünadores comunes: en primer lugar, los
hablantes cuya lengua se estudiaba eran localizados en el contexto social de una co­
munidad de habla; en segundo lugar, los datos de habla analizados procedían de
grabaciones de interacciones lingüísticas; además, los materiales eran sometidos a mi­
nuciosos análisis cuantitativos. Todo ello demostraba que la variación y el cambio po­
dían ser investigados sobre bases empíricas muy sólidas y a partir de materiales de las
hablas vivas.
Las propuestas más recientes de explicación del cambio son deudoras en gran
parte de los estudios sobre variación lingüística. Variación y cambio, sin embargo, no
deben ser interpretados como fenómenos absolutamente dependientes o vinculados
por una relación causal. Según Labov, el cambio es variación y todo cambio implica
la existencia de variación, pero no toda variación ha de desembocar necesariamente
en un cambio.

1. «Buildíng on Empincal Foundations», en W. P Lehmann e Y . Malkíel (eds.), Perspectives on Histo-


ric a l Linguistics, Amsterdam, John Benjamins, 19S2, pp. 17-92.
IOS PRINCIPIOS DE SOCIOLIN GÜ ÍS TICA , Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

Como es bien sabido, el cambio lingüístico es un complejísimo proceso que im­


plica factores de muy diferente signo: sociales, geográficos, psicológicos, pragmáticos.
Los cinco problemas principales con los que se enfrenta el estudio del cambio ya fue­
ron señalados en 1968 por Weinreich, Labov y Herzog.2 Esos problemas son los si­
guientes:

a) Las restricciones. Determinar los factores que hacen posibles unos cambios e
imposibles otros, y que marcan su dirección, cuando se producen.
b) La transición. Explicar cómo se desarrolla el cambio lingüístico; afrontar este
problema supone dar cuenta de cómo es y cómo se produce la variabilidad
de la lengua en una comunidad concreta.
c) La adaptación o inserción. Determinar cómo un cambio en curso se adapta
al sistema lingüístico y social que lo rodea.
d) La actitud. Descubrir qué actitudes despierta entre los hablantes el cambio
lingüístico y de qué manera influye tal actitud en el desarrollo ulterior del
cambio.
e) La consumación o actualización. Explicar por qué un cambio lingüístico se
ha producido en unas coordenadas espacio-temporales concretas.

De todos estos problemas, el de más difícil resolución es, sin duda alguna, el re­
lativo a la consumación; los dos primeros (restricciones, transición) se pueden resol­
ver cuando los cambios ya se han cumplido; los tres últimos (adaptación, actitud, con­
sumación) requieren análisis empíricos en el momento en que los cambios se están
produciendo.
Como es natural, entre todos los factores que con distinta intensidad condicio­
nan o motivan los cambios lingüísticos, la sociolingüística ha puesto un interés muy
especial en los aspectos que tienen que ver con las condiciones sociales de los usos
lingüísticos.3 Esta disciplina ha podido plantear hipótesis y proponer conclusiones, ra­
tificadas empíricamente, que son singularmente valiosas para el conocimiento de los
cambios.4 Algunas de las más interesantes han surgido en las investigaciones sobre
redes sociales; otras, como veremos, proceden de los estudios que trabajan sobre mo­
delos de estratificación social.
Los estudios de redes sociales han podido demostrar que la difusión de una in­
novación lingüística de un grupo social a otro se produce a través de los individuos

2. «Empirical Foundations for a Theory of Language Change», en W . P. Lehmann e Y . M alkiel (eds.),


Directions f o r H istóricaI linguisiics, Austin, University o f Texas Press, 196S, pp. 95-195.
3. Es bien conocida la relación descubierta entre adquisición in d ivid u a l y cam bio lingüístico. La hipóte­
sis de Halle, que sostenía que la simplificación de las gramáticas que hacen los niños es un mecanismo de cam­
bio elemental, fue rechazada por Weinreich, Labov y Herzog argumentando que la lengua de los niños es ad­
quirida en principio de los padres y posteriormente re-formada bajo la influencia de compañeros del mismo
grupo. P. Kersxvill ha establecido una comparación entre el proceso de adquisición lingüística y el proceso del
cambio y ha llegado a la conclusión de que los factores que influyen en ambos procesos son el nivel lingüísti­
co, la edad y la complejidad de las condiciones. Véase P, Kerswill, «Children, adolescents, and language chan­
ge», Language Variation and Change, 8 (1996), pp. 177-202.
4. Una de ellas, por ejemplo, sostiene que los grupos étnicos que entran a formar parte de una comu­
nidad de habla participan de los cambios lingüísticos en curso solamente cuando comienzan a adquirir dere­
chos tales como puestos de trabajo dignos, viviendas estables o el acceso a la estructura social de la nueva co­
munidad.
L A V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 109

que están unidos a la red mediante lazos débiles,5 Los hablantes de mayor movili­
dad suelen establecer lazos más débiles que los individuos sedentarios y socialmen­
te más estables y, por tanto, suelen ser elementos periféricos de los grupos; de ahí
su capacidad para difundir innovaciones: el grado de integración de un individuo en
una red social afecta a su capacidad de innovación desde el punto de vista lingüís­
tico.
De forma complementaria, se ha comprobado que las innovaciones lingüísticas
son más frecuentes en los grupos y comunidades cuyos individuos mantienen víncu­
los débiles entre sí. Esos lazos débiles suelen llevar, en general, a procesos de nivela­
ción y de simplificación lingüísticas, sobre todo en las situaciones en que dos o más
variedades entran en contacto. La nivelación supone la eliminación de los elementos
lingüísticos marcados o menos frecuentes; la simplificación asegura el mantenimiento
de las formas lingüísticas más simples y más rentables funcionalmente, aunque se tra­
te de elementos minoritarios.
Ralph Penny ha estudiado la posibilidad de aplicar estas conclusiones a algunas
regiones, variedades y episodios de la historia de la lengua española, con resultados
interesantes. El norte de España, área que ha recibido tradicionalmente poca inmi­
gración y en la que se ha producido una escasa mezcla de población, revela una me­
nor presencia de los efectos de la mezcla de dialectos (nivelación, simplificación) que
otras regiones de la península: las áreas rurales de Asturias o de Cantabria, por ejem­
plo, poseen un sistema de cuatro o cinco vocales finales, frente al sistema de sola­
mente tres vocales finales del español o del portugués. Otro ejemplo: el carácter ce­
rrado de las comunidades mozárabes, formadas por individuos unidos por lazos múl­
tiples y estrechos, explica el mantenimiento de hábitos tradicionales y la resistencia a
la innovación, incluida la innovación lingüística en las hablas mozárabes. Junto a este
caso, es interesante observar lo que ha ocurrido en las comunidades judeo-españolas,
en las que el contacto con otras variedades ha llevado a la aparición de fenómenos
innovadores de nivelación (por ejemplo, el seseo y el yeísmo), si bien se han mante­
nido unas fuertes relaciones sociales internas que podrían explicar el conservaduris­
mo judeo-español, su resistencia a la innovación lingüística. Por otro lado, las situa­
ciones de colonización (reconquista del sur de la península, colonización americana)
han favorecido la existencia de vínculos débiles entre individuos y se han convertido,
por tanto, en caldo favorable, en términos generales, para todo tipo de innovaciones
lingüísticas (seseo, ceceo, neutralización de consonantes implosivas).6

El mecanismo del cambio lingüístico

En 1968 Weinreich, Labov y Herzog y, más adelante, Labov en solitario hicieron


una descripción del mecanismo del cambio lingüístico que ha tenido una enorme re­
percusión dentro y fuera del ámbito de la sociolingüística. La propuesta de Labov se
hizo tomando como fundamento las experiencias de los estudios realizados en Mar-

5. Véase J, Milroy y L M ilroy, «Linguistic Change, Social NetWork and Speaker Innovation», Journal
o f Linguisiics, 21 (1985), pp. 339-384.
6.. Véase Paneras o f Language-Cliange in Spain, Londres, Westfield College, 1987. También de Ralph
Penny, «Dialect Contad and Social Networks in Judeo-Spanish», Romance Philology, X LV 1 (1992), pp. 125-
140.
110 P R IN C IP IO S DE S O C lO LI.N G Ü iSI IC A S S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE

tha's Vineyard (Massachusetts)7 y en Nueva York.8 Allí se habla de que el inicio del
cambio suele darse en un subgrupo de una comunidad, sobre todo cuando se acusa
algún tipo de presión social. En un primer momento, la difusión del cambio se pue­
de realizar, incluso de forma inconsciente, dentro de un subgrupo de nivel social bajo
{cambio desde abajo) y la variable lingüística se puede transformar en un indicador,
característica que no está sometida a variación estilística. Cuando esa variable pasa a
otras generaciones, se habla de liipercorrección desde abajo, entendiendo «hiperco-
rrección» como el uso de una variante más allá de lo fijado por un patrón o de lo es­
perado para un grupo concreto. Si la difusión del cambio llega a ser tan amplia que
llega a afectar a toda la comunidad de habla, el rasgo se transforma en un marcador
que pasa a ser incorporado a la variación estilística y que produce reajustes estructu­
rales, que a su vez pueden dar origen a nuevos cambios.
Las consecuencias últimas de este proceso de cambio varían dependiendo del es­
tatus del subgrupo que lo inició. Según Labov, si el subgrupo que inicia el cambio es
el de mayor estatus de la comunidad, el cambio puede llegar a ser un modelo de pres­
tigio del que la comunidad es plenamente consciente {cambio desde arriba). Es en
este momento cuando puede surgir la liipercorrección desde arriba: los estatus infe­
riores, principalmente las clases medias, en un intento de ajustarse al modelo de pres­
tigio, sobrepasan la frecuencia de los usos del grupo más prestigiado. Si, por el
contrario, el subgrupo que inicia el cambio es de bajo estatus, los individuos de los
estratos superiores pueden rechazarlo e intentar corregirlo. En tales casos, las inno­
vaciones pueden convertirse en un rasgo limitado y estigmatizado, esto es, en un es­
tereotipo.9
El estudio del cambio lingüístico está poniendo de manifiesto que la dinámica de
las relaciones entre los grupos de una comunidad es una fuerza determinante de los
cambios en progresión. William Labov da gran importancia a los cambios desde aba­
jo, los que se producen por debajo del nivel de consciencia de los hablantes y se ori­
ginan en los niveles sociales bajos o medios; en estos casos, se suelen dar patrones
curvilíneos de distribución social, en los que los usos más innovadores aparecen so-

7. Martha’s Vineyard es un isla de la costa de Massachusetts con una población estable de unos 6.000
habitantes; esta población aumenta hasta los 40.000 habitantes en verano. En Martha’s Vineyard, los dipton­
gos [ai] y [au] se pronuncian mayoritariamente con el primer elemento abierto, con una [a] semejante a la de
car. Sin embargo, en época más reciente se ha observado un progresivo aumento del cierre o centralización
de ese sonido vocálico, que ha dado lugar a una realización [a¡] y [ a j: tal centralización predomina entre los
pescadores, sobre todo los que habitan en la zona más tradicional de la isla, y en personas que tienen entre
30 y 45 años. Labov opina que el cambio se ha irradiado desde una pequeño grupo de pescadores (cam bio
desde a b a jo ) y se ha convertido, inconscientemente, en atributo de la personalidad de los isleños, frente a la
de los veraneantes, poco identificados con los valores tradicionales de la isla (véase W. Labov, M odelos so-
ciolingüisticos, ob. cit., pp. 29-74; la primera versión de este estudio se hizo pública en 1962).
8. Labov estudió la realización de r en palabras como fo a r, flo o r, car, beard o he a i en la ciudad de Nue­
va York. Buena parte de los materiales fueron recogidos en tres grandes almacenes neoyorquinos, a los que
acuden personas de diversos niveles socioeconómicos: Sacks, en la Quinta Avenida, Macy’s, de clase media,
y Klein’s, de precios populares. Labov observó que el mantenimiento, o reposición, de r era más frecuente en­
tre los hablantes de mayor nivel socioeconómico, los que acudían a Sacks, y mucho menor entre las personas
que acudían a Klein’s. Los estudios realizados por Labov demuestran que la pronunciación de r es un rasgo
prestigioso, más frecuente en los estilos cuidados y en los hablantes de mejor posición social, que se está ex­
tendiendo a otros grupos sociales, especialmente a los de nivel medio (cam bio desde a rriba) (véase W. Labov,
Modelos sociolingiiísiicos, Madrid, Cátedra, 1983, pp. 75-104).
9 Sobre la incidencia del factor «sexo» en la innovación lingüística, véase el epígrafe dedicado a esta
variable social, donde se comenta el carácter conservador o innovador del habla de las mujeres.
LA V A R I A C I O N EN LA L E N G U A 111

bre todo en los niveles sociales intermedios (clases trabajadora y media).10 Estas cla­
ses medias tienen una motivación social para innovar: buscar las identidad de la co­
munidad, la solidaridad del grupo; por eso suelen valorar positiva y favorablemente
las características identificadoras de su comunidad, especialmente las de su clase, y
eso las lleva a difundirlas y a conferirles un valor de símbolo social. En esta línea, los
cambios lingüísticos pueden interpretarse como procedimientos de autoidentificación,
que caracterizan con su presencia a los miembros de la comunidad y, por su ausen­
cia, a los que no pertenecen a ella.
Junto a los planteamientos de Labov, y coincidiendo con ellos al reconocer la im­
portancia de las clases sociales en la innovación lingüística, Anthony Kroch propone
una explicación del cambio que tiene que ver principalmente con la resistencia a la
innovación por parte de ciertos grupos: Labov se preocupa por la motivación de la in­
novación; Kroch más bien por las razones de la resistencia al cambio.11 Según Kroch,
los grupos lingüísticamente conservadores pueden optar por impedir ciertos cambios;
esos grupos también suelen ser conservadores desde un punto de vista sociopolítico y
ocupan una posición favorable en la organización social.
Por su parte, Gregory Guy sugiere la posibilidad de sintetizar las ideas de Labov
y de Kroch entendiendo los conflictos sobre la significación sociosimbólica de las in­
novaciones lingüísticas como consecuencia de un conflicto de intereses entre clases
sociales.12 La clase trabajadora, los niveles de estatus más bajos dentro de las clases
medias, son un foco de innovaciones que pueden adquirir un valor simbólico positi­
vo como marca de grupo. Las clases de estatus más elevado, sin embargo, rechazan
tales innovaciones y se resisten a ellas, como un procedimiento para defender sus po­
siciones y marcar distancias respecto a grupos inferiores. De ahí que el equilibrio en­
tre las dos fuerzas sociales, la coincidencia de intereses, sea la única posibilidad de
éxito en una innovación lingüística. Para Guy, el cambio lingüístico no es más que el
reflejo de una dialéctica elemental de las sociedades humanas.

La teoría de la onda

Una visión diferente de cómo se produce el cambio lingüístico ha sido aportada


por los especialistas en lenguas criollas. Desde esta especialidad, un cambio se define
como el paso de un uso categórico de un elemento X a un uso categórico de un ele­
mento Y, a través de una fase de alternancia o variación de X e Y. El paso de un ex­
tremo a otro —por ejemplo, la eliminación de una variante o la generalización de
otra— se produce de un modo gradual, semejante a la forma en que se va despla­
zando una onda. Esta explicación de la onda responde a un modelo dinámico, en el
cual los cambios lingüísticos se difunden sistemática y progresivamente a través de
contextos diferentes y a través de hablantes diferentes, de manera similar a como se
presenta en la figura 5.1.

10. Véase W Labov, «Linguistic change as a form o f communication», en M . Silverstein (ed.), H um an


coinrnunicaiion: theoretical explanations, Hillsdale, Erlbaum, 1974; Locaíing language in lim e a n d space, Nue­
va Y o rk , Academic Press, 1980.
11. A . Kroch, «Towards a theory o f social dialect variation», Language in Sociely, 7 (1978), pp. 17-36.
12. «Language and Social Class», en F J Newmeyer (e d ), Linguisiics: The Cambridge Survey. IV. L a n ­
guage: The S ocio-cultural Context, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, pp. 57-60.
112 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü IS T IC A V S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

F ig. 5.1. Escala de implicación de un cambio lingüístico.

Los hechos variables se manifiestan en cada hablante o en cada lecto de un modo


diferente y existe la posibilidad de ordenar esos individuos de forma escalonada, po­
niendo en un extremo el hablante (el lecto) en el que la variación se manifiesta siem­
pre o casi siempre a través de unas variantes y, en el extremo opuesto, el hablante (el
lecto) en el que la variación se manifiesta siempre o casi siempre a través de otras va­
riantes. A su vez, los contextos lingüísticos en los que aparecen unas variantes u otras
también pueden disponerse de forma ordenada, dando como resultado unas escalas
de implicación en las que se refleja el proceso de difusión de un cambio en forma de
onda.
Los estudios elaborados desde el modelo dinámico de los criollistas han demos­
trado que la velocidad de difusión de un cambio lingüístico, teniendo en cuenta los
hablantes y los contextos entre los que se va generalizando, o su proporción de uso,
no es constante a lo largo de todo el proceso de difusión: el cambio se difunde muy

F ig. 5.2. Curva en forma de «S».


L A V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 113

F ig. 5.3. Difusión de la pérdida de la nasal en francés (solaparnlentos de curvas


en forma de «S»).

lentamente en un primer momento, tiene un ritmo muy rápido en una fase interme­
dia y se ralentiza en la etapa final, hasta que muy poco o poco se generaliza comple­
tamente. Este proceso forma una curva en forma de «S» como la que se representa
en la figura 5.2.
Es frecuente, sin embargo, que los cambios se difundan dando lugar a una curva
en forma de «S» semejante a la de la figura 5.2, pero formada por varias curvas me­
nores, también con forma de «S» (figura 5.3).
En la figura se observa que cada pequeña curva en forma de «S» corresponde a
un particular contexto lingüístico. La pérdida de la -n final en francés y la progresiva
nasalización de la vocal obedeció a un proceso desarrollado a lo largo de cinco siglos
aproximadamente. La nasalización fue ampliando sus contextos paso a paso, encade­
nando fases en las que se reconoce el mismo tipo de evolución: inicio lento, desarrollo
intermedio rápido, final lento (curva en forma de «S»). Según el gráfico, la pérdida
de -n se dio primeramente con vocales como a y e, entre los siglox ix y xi; el proce­
so de pérdida de la nasal concluyó con las vocales altas i y u, entre los siglos xm y
X IV .13
Por último, cabe destacar que, para la sociolingüística moderna, la difusión en
forma de onda puede producirse tanto en un espacio geográfico como en un espacio
social, lo que supone establecer un punto de contacto entre la lingüística de finales
del siglo xx y la de finales del siglo xix, especialmente con la llamada «teoría de la
onda» de Schmidt.

13. Véase J Aitchison, Language change: progress o r decay?, 2 ‘ ed , Cambridge, Cambridge University
Press, 1991. Trad. al esp. E l cambio en las lenguas: ¿progreso o decadencia?, Barcelona, Ariel, 1993.
114 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A 'i' S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Cambio fónico regular y difusión léxica

A propósito del mecanismo puramente lingüístico de los cambios, Labov ha plan­


teado una cuestión que, según este autor, ha venido preocupando a la lingüística his­
tórica desde hace más de un siglo: ¿cuál es el mecanismo fundamental del cambio fó­
nico? ¿Es éste un mecanismo de naturaleza puramente fónica, que afecta sólo a los
elementos fónicos implicados, o tal vez esos elementos se difunden como parte de una
unida léxica, de manera que la difusión léxica se convierte en el mecanismo funda­
mental de difusión del cambio fónico? Esta doble interpretación —fónica y léxica—
está reflejando, según Labov, las posiciones defendidas por neogramáticos y dialec-
tólogos en el siglo xix: para los primeros, los cambios fónicos se producen en cum­
plimiento de unas reglas de índole fónica y de aplicación automática; para los segun­
dos, la explicación del cambio descansa en el principio de Gilliéron según el cual
«cada palabra tiene su historia» y, por tanto, los cambios hay que estudiarlos caso por
caso en las palabras, como portadoras de elementos fónicos.
Ante la evidencia de que los fonemas cambian y de que las palabras también lo
hacen, William Labov ha caracterizado los dos tipos de cambio y los ha presentado
así:

El cambio fónico regular es el resultado de una transformación gradual de un


solo rasgo fonético de un fonema en un espacio fonético continuo. Es característi­
co de las etapas iniciales de un cambio que se desarrolla dentro de un sistema lin­
güístico, sin condicionamiento léxico o gramatical ni ningún grado de conciencia
social («cambio desde abajo»).
La difusión léxica es el resultado de la abrupta sustitución de un fonema por
otro en palabras que contienen ese fonema. Las formas más antiguas y más nue­
vas de la palabra diferirán normalmente por varios rasgos fonéticos. Este proceso
es más característico de las etapas tardías de un cambio interno que ha quedado
diferenciado por condicionamiento léxico y gramatical, o ha desarrollado un alto
grado de conciencia social o de préstamos de otros sistemas («cambio desde arri­
ba»).14

Según Labov, sería posible pensar que el cambio fónico regular y la difusión lé­
xica muestran una distribución complementaria: en el primero entrarían fenómenos
como el cambio de lugar de articulación de las vocales, la vocalización de las líquidas
o los cambios en el modo de articulación de las consonantes; en el segundo, se in­
cluirían el acortamiento y el alargamiento de unidades, la diptongación de vocales
medias o bajas, los cambios en el lugar de articulación de las consonantes o las me­
tátesis de líquidas y oclusivas. Desde este punto de vista, el rumbo para el estudio del
cambio no debería estar tanto en preguntarse si son los fonemas o las palabras los que
cambian, como en plantearse cuálesserían las propiedades que determinan el paso de
un estado fónico a otro.15

14. P rincipios del cambio lingüístico. /, Madrid, Gredos, 1996, pp 829-830 La traducción es de Pedro
Martín Butragueño.
15. Véase F. Moreno Fernández, «Dialectología y neogramática, cara a cara», A la to rre (en prensa).
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 115

El estudio del cambio en tiempo real


y en tiempo aparente

Como se desprende de las hipótesis y explicaciones de la sociolingüística y de la


experiencia acumulada por la lingüística histórica, el cambio lingüístico puede ser es­
tudiado básicamente de dos formas diferentes. Una de ellas consiste en observar los
usos sociolingüísticos de grupos de hablantes en épocas diferentes o a lo largo de un
período de tiempo determinado; el cambio se estudia en tiempo real. La otra consis­
te en observar los usos sociolingüísticos en un momento concreto para, desde aquí,
deducir cómo pueden evolucionar los cambios que están en curso; el cambio se estu­
dia en tiempo aparente.
El estudio de los cambios en tiempo real puede hacerse utilizando datos de la len­
gua hablada o de la lengua escrita. Cuando se trabaja con la lengua hablada, los pe­
ríodos de referencia suelen ser bastante cortos, entre otras razones porque la lingüís­
tica ocupada en este tipo de manifestación no ha dispuesto de los medios adecuados
para su estudio —magnetófonos— hasta hace relativamente poco tiempo. La compa­
ración de los materiales recogidos en los atlas lingüísticos, por ejemplo, proporciona
informaciones muy valiosas sobre algunos cambios en curso; así, los materiales del
Atlas lingüístico de la Península Ibérica, recogidos en la primera mitad del siglo xx,16
y los materiales de los atlas regionales españoles, de la segunda mitad, permiten ob­
servar cómo se está difundiendo el fenómeno del yeísmo}1 Como alternativa al estu­
dio de los cambios lingüísticos en la lengua hablada y en tiempo real, también existe
la posibilidad de recoger datos de unos mismos hablantes en etapas diferentes de su
vida.18
Ahora bien, la mayor parte de los estudios sobre cambios lingüísticos en tiempo
real se han hecho partiendo de la lengua escrita y ello obliga a hacer otras conside­
raciones metodológicas. La disciplina que tradicionalmente se ha encargado de estas
labores ha sido la lingüística histórica y los especialistas en este campo han puesto su
atención en el desarrollo de muchos cambios a lo largo de grandes períodos de tiem­
po. La dificultad de su tarea es tal y la cantidad de conocimientos específicos que se
acumulan es tan grande que la lingüística histórica ha llegado a convertirse en una
disciplina bien diferenciada de la lingüística sincrónica.
Una de las principales diferencias entre las lingüísticas histórica y sincrónica ra­
dica en la naturaleza de los datos que se manejan. William Labov señala en su obra
Principios del cambio lingüístico que la lingüística histórica se apoya firmemente en
conjuntos muy amplios de datos objetivos, procedentes de muy diversas épocas.19 No
obstante, esta riqueza de datos es, a la vez, débil desde muchos puntos de vista: los
documentos históricos que se conservan han sobrevivido por azar —el cor pus de ma­
teriales de que se dispone ha venido condicionado por una serie de accidentes histó­
ricos impredecibles— y además son materiales escritos, sujetos muchas veces a reglas

16. T . Navarro Tomás, Madrid, CSIC, 1962


17. Véase I. Molina Martos, «Dos cambios fonético-fonológicos en el español peninsular: aspectos geo­
gráficos y sociales», en F Moreno Fernández (ed ), Trabajos de sociolingüística hispánica, Alcalá de Henares,
Universidad de Alcalá, 1997
18. Véase el proyecto para el estudio del habla de Montreal (Canadá): P. Thibault y D. Vincent, Un
corpas de frangais parlé, Québec, Bibliotheque National du Québec, 1990
19. O b cit., p 58 y ss.
116 PRIN CIPIO S DE SO CIO LIN GÜÍSTIC A Y SO C IO LO G ÍA D E L L E N G U A JE

o normas diferenciadas de la lengua hablada, que sólo proporcionan evidencias posi­


tivas y que han sido producidos por personas de las que desconocemos su perfil so-
ciolingüístico, así como el perfil sociolingüístico de su entorno. De ahí que Labov de­
fina la lingüística histórica como «el arte de hacer el mejor uso de los peores datos».
Y precisamente la precariedad de los datos históricos es lo que hace surgir la llama­
da «paradoja histórica», que tiene su correspondencia en la paradoja del observador
de la investigación sincrónica. La paradoja histórica se formula así:

El fin de la lingüística histórica es explicar las diferencias que existen entre el pa­
sado y el presente; pero, al determinar hasta qué punto el pasado fue distinto del
presente, no hay forma de saber cómo fue de diferente.

La conclusión que obtiene Labov acerca de las limitaciones de los datos históri­
cos es que se hace necesario intentar una explicación a partir de técnicas que permi­
tan descubrir cómo se desarrolla el cambio; se hace necesario trabajar sobre cambios
en marcha y utilizar métodos y técnicas empíricos, que ofrezcan unos resultados sig­
nificativos y realmente representativos de una comunidad. De este modo, sería posi­
ble descubrir la intensidad, la variación y la orientación de un buen número de cam­
bios lingüísticos.
Según se desprende de lo que acabamos de comentar, la sociolingüística propo­
ne como complemento, no como alternativa, de la investigación de los cambios en
tiempo real, el estudio de la innovación lingüística en desarrollo, del cambio lingüís­
tico en curso; con otras palabras, el estudio del cambio en tiempo aparente. Este es­
tudio se realiza manejando simultáneamente informantes de diversas edades perte­
necientes a una misma comunidad. Cuando los materiales recogidos de los diversos
grupos de edad se extrapolan en un eje temporal, se maneja el concepto de «tiempo
aparente», en el que los usos lingüísticos de las generaciones de mayor edad son más
antiguos y los usos de las generaciones jóvenes son más recientes y se consideran in­
novadores. La validez del tiempo aparente para la investigación del cambio está fun­
damentada en una hipótesis (hipótesis del tiempo aparente), según la cual los usos lin­
güísticos de una generación no se ven apenas afectados por el paso del tiempo, esto
es, se mantienen prácticamente inalterados y pueden ser confrontados con los usos de
otras generaciones, siempre que se trate de comunidades estables.
Un buen ejemplo de cambio lingüístico en curso es el que ofrece M.a del Mar
Ruiz Domínguez con datos referidos al seseo en la ciudad de Melilla (España). El grá­
fico que se obtiene sobre el matenimiento del seseo, según la edad de los hablantes,
es el mostrado en la figura 5.4.
En la figura 5.4 se observa que las generaciones de mayor edad, especialmente
la última, mantienen con bastante firmeza el seseo, firmeza que se va debilitando, en
favor de las soluciones distinguidoras, conforme disminuye la edad de los hablantes.
Esta distribución lineal hace pensar que la distinción de Isl y IQI es un fenómeno in­
novador que acabará generalizándose en la comunidad de Melilla: el tiempo aparen­
te nos permite llegar a una interpretación de un cambio en curso que podrá ser rati­
ficada o desechada por el tiempo real.
Del mismo modo, si un rasgo lingüístico no covaría con la edad de los hablantes
de una comunidad, se puede interpretar que su distribución es estable y que, por lo
tanto, no cabe esperar un cambio importante en el tiempo aparente del que dan cuen-
L A V A R IA C IÓ N EN LA LEN G U A 117

ta los datos considerados. Así, en la ciudad de Melilla se ha podido observar que las
variantes fonéticas correspondientes al fonema /s/, cuando aparece en posición im­
plosiva, no experimentan una variación notable en relación con la edad de los ha­
blantes.
La disposición horizontal de las líneas de la figura 5.5 denota cierta estabilidad

90

80

70

60

50

40

30

20

10

—10 — ■------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

1.a generación 2.a generación 3.a generación 4.a generación

- Sibilante . . . . Asimilación

.. Aspiración — — - Elisión

FlG. 5.5. Proporción de sibilancia, aspiración, asimilación y elisión correspondientes


al fonema /s/ en posición implosiva según edad en Melilla.
118 P R IN C IP IO S DE SO C IO L IN G U ÍS 'T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

en la distribución de las variantes de -/si por edades: en todas las generaciones pre­
domina, de forma destacada, la elisión de la sibilante; las asimilaciones y el manteni­
miento de la sibilancia son las soluciones minoritarias, mientras que la aspiración re­
vela unas frecuencias muy discretas.
Los muchos estudios que se han realizado a partir de la hipótesis del tiempo apa­
rente han permitido comprobar que los cambios lingüísticos suelen tener su origen en
grupos sociales intermedios, generalmente en los segmentos superiores de la clase tra­
bajadora o en los inferiores de la clase media. Este caso lo hemos visto ejemplificado
anteriormente, en la figura 3.3, a propósito de la asimilación de -/s/ implosiva en la
ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (patrón curvilíneo): allí se aprecia que los ni­
veles socioculturales medio y medio-bajo tienen unas frecuencias de asimilación su­
periores a las de los grupos más alto y más bajo. Dentro de los niveles sociocultura­
les medios, los individuos más innovadores suelen ser los de estatus más alto, los que
cumplen furiciones de cierta importancia en el conjunto de la comunidad.
Las evidencias de un cambio en curso son mayores cuando en la misma comuni­
dad se recogen patrones curvilíneos para los niveles socioculturales y patrones de es­
tratificación continua (distribución gradual) en relación con el factor «edad», cuando
un uso lingüístico aumenta o disminuye su frecuencia en correlación con las distintas
generaciones. Si un cambio lingüístico en curso está en sus etapas iniciales o inter­
medias, es frecuente que exista correlación con el factor «sexo»20 —ya hemos hecho
referencia al carácter innovador o conservador de hombres y mujeres—, con el fac­
tor «clase o nivel sociocultural» —el cambio surge en un grupo derminado— y con el
factor «edad», pero no con el estilo. Si un cambio se encuentra en una etapa muy
avanzada del proceso, los distintos niveles sociolingüísticos aparecen estratificados,
formando un patrón de distribución lineal, y lo mismo ocurre con los estilos: gene­
ralmente coinciden las variantes correspondientes a las clases altas y los estilos más
formales, por un lado, y las variantes correspondientes a las clases bajas (usos estig­
matizados) y los estilos más informales, por otro.21
El análisis de los mecanismos y las condiciones sociales del cambio sirve para la
interpretación de situaciones del pasado sólo si se considera válido el lamado princi­
pio de uniformidad. Este principio se formula así:

El conocimiento de los procesos que se dieron en el pasado puede ser inferido de


la observación de los procesos que se están produciendo en el presente.22

20. Véase M. Almeida,, «El factor ‘sexo’ en los procesos de variación y cambio», A n u a rio de Letras,
X X X I I I (1995), pp. 97-109. Almeida estudia el cambio de articulación de c/i, en Santa Cruz de Tenerife (is­
las Canarias).
21. B. Fontanella de Weinberg, en un importante estudio sobre el español de Bahía Blanca (A rgenti­
na), comprobó el funcionamiento del mecanismo del cambio a propósito de las palatales sorda (en chalet,
champán, flash, cliché) y sonora (en arroyo, valle, villa, yema, lluvia). Fontanella demostró que los hablantes
más jóvenes ensordecían la sonora y sonorizaban la sorda, de modo que se podía hablar de la existencia de
un solo fonema (prepalatal sordo) en el que alternaban las realizaciones sordas y las sonoras: la sonorización
de la sorda, que había empezado en los grupos sociales altos, predomina en los hablantes de alto nivel edu­
cativo; en los hablantes de bajo nivel educativo es mayor el ensordecimiento. Véase D inám ica social de un
cam bio lingüístico, México, U N A M , 1979.
22. Ob. cit., p. 60 y ss„ Este principio es el que guía algunas investigaciones que se realizan bajo el ró­
tulo de «sociolingiiística histórica». Las dificultades que encuentran estos estudios son básicamente las mismas
que se han presentado a la lingüistica histórica tradicional, agravadas por la dificultad que supone aplicar cier­
tas técnicas de análisis cuantitativo sobre unos materiales escasos, parciales o de un alcance sociolingüístico li-
LA V A R IA C IÓ N EN LA LEN G U A 119

Reflexiones y ejercicios

1. ¿Hasta qué punto cree que es posible prever la dirección de los cambios lin­
güísticos en marcha a partir de unos materiales sincrónicos? ¿Ha tenido oportunidad
de observar, aunque sea superficialmente, un cambio en curso o lo largo de un pe­
ríodo determinado?

2. Elabore y comente una relación de cambios lingüísticos desde arriba y des­


de abajo que se puedan estar produciendo en su comunidad de habla.

3. Comente cómo podrían contribuir conjuntamente los factores «sexo»,


«edad» y «nivel sociocultural» al desarrollo de los cambios lingüísticos. Encuentre al­
gún caso de hipercorrección desde arriba en su comunidad de habla.

4. ¿Considera posible una sociolingüística histórica —sobre materiales de una


época pasada— equiparable en métodos y técnicas a la sociolingüística que se hace a
partir de materiales de lenguas vivas? ¿Piensa que se pueden hacer estudios sociolin-
güísticos sobre la Edad Media teniendo en cuenta que los documentos eran redacta­
dos por un grupo minoritario dentro de las comunidades de la época, las personas que
sabían leer y escribir?

Orientaciones bibliográficas

Sobre el concepto de cambio lingüístico a lo largo del último siglo, conviene con­
sultar el libro de Theodora Bynon, Lingüística histórica (Madrid, Gredos, 1981). So­
bre el concepto de cambio en la sociolingüística actual, resulta casi obligada la lectu­
ra, al menos, de los cuatro primeros capítulos del libro de Williain Labov, Principios
del cambio lingüístico (Madrid, Gredos, 1996). Como lectura complementaria, se re­
comienda el capítulo 5 («El cambio desde una perspectiva social») de la obra de
S. Romaine, El lenguaje en la sociedad (Barcelona, Ariel, 1996).

mitado Sobre la sociolingüística histórica, véase S. Romaine, Socio-Hisiorical Linguisrics. íts Sialus and Me-
thodology, Cambridge, Cambridge University Press, 19S2; F Gimeno, Dialectología y sociolingüística españo­
las, Alicante, Universidad de Alicante, 1990, pp. 159-166; Sociolingüística histórica (siglos X-XII), M adrid, V i­
sor, 1995,
C a p ít u l o 6

EL CONCEPTO DE VARIACIÓN

Variación y significado

Dice que la variación


hace a la naturaleza
colma de gusto y belleza
y está muy puesto en razón.
Miguel de C ervantes, Trabajos de
Persiles y Segismundo, 1616

Comenzamos el capítulo 1 haciendo una descripción muy general del fenómeno


conocido como variación lingüística y, conforme hemos ido avanzando, hemos tenido
oportunidad de apuntar algunas de las dificultades a las que se enfrenta su caracteri­
zación y su estudio. Las páginas siguientes se dedicarán a tratar con más detalle esas
dificultades, entre las que destacamos las relacionadas con la variación y el significa­
do, con la variación y el concepto de «polimorfismo», así como la noción misma de
variación y con los conceptos de gramática individual y gramática comunitaria.
La dificultad de demostrar la equivalencia semántica de dos variantes, comenta­
da a propósito de la variación gramatical y léxica, no tiene su origen en la sociolin-
güística, sino que es corolario de las numerosísimas carencias que sufren los estudios
de semántica en su conjunto. Tales carencias, sin embargo, deberían servir de estí­
mulo para utilizar todos los recursos que la investigación pone a nuestra disposición
y afrontar los escollos conceptuales más complejos, como la definición del propio con­
cepto de «equivalencia semántica».
En el estudio de las equivalencias entre dos variantes es importante distinguir va­
rias clases de igualdad o, si se quiere, de sinonimia. Aunque podría hacerse una cla­
sificación más detallada, existen dos tipos básicos de equivalencia: la equivalencia ló­
gica y la equivalencia pragmática. La equivalencia lógica —de verdad o referencial—,
que no existe en fonología, se produce cuando dos variantes son verdad, es decir,
cuando tienen la misma referencia, aunque entre ellas existan otras disparidades (por
ejemplo, una topicalización diferente). Este tipo de equivalencia se encuentra en los
ejemplos que se presentan a continuación:

a) Irene estudia Antropología / Antropología estudia Irene


b) Nicolás construye una casa /U na casa es construida por Nicolás
c) Se premió a los mejores / Premiaron a los mejores
122
P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Por otra parte, la equivalencia pragmática supone que la intención comunicativa


(fuerza ¡locativa) es la misma en todas las variantes, aunque las diferencias léxicas y
sintácticas sean muy importantes: esas diferencias quedan neutralizadas en el dis­
curso.

d) Está oscuro ya / ¿Puedes leer con tan poca luz?/ ¡Enciende la luz, por favor!
/ ¿Podrías encender la luz?

En general, la sociolingüística sostiene que para el estudio de la variación sintác­


tica es suficiente demostrar la equivalencia de las variantes en el nivel referencial (va­
lores de verdad). Sin embargo, ante esta opinión ha reaccionado Beatriz Lavandera
negando la posibilidad de extender el estudio de la variación sociolingüística más allá
de los límites de la fonología, al menos con las características comentadas hasta aho­
ra. Para Lavandera, las variantes morfológicas, sintácticas o léxicas tienen, por defi­
nición, un significado diferente y consecuentemente no son formas equivalentes de
decir lo mismo. Para Lavandera, la variación sintáctica debería ser interpretada
de una manera especial: por ejemplo, en términos de estilos de comunicación (dis­
curso más asertivo, más abstracto, más o menos cortés), pero no en términos de va­
riación socioestilística.1 Para Labov, los casos de equivalencia pragmática no serían
variantes de una misma variable puesto que no tienen el mismo significado lógico o
referencial.
A la vista de los argumentos de Lavandera y de Labov, C. Silva-Corvalán ha
adoptado una postura conciliadora. Para esta autora, se puede partir de variantes sin­
tácticas cuya sinonimia lógica sea incuestionable;2 una vez comprobado este extremo,
se puede hacer un estudio para rastrear las principales diferencias de significado (sin­
táctico, semántico y pragmático) que pudiera haber entre ellas; si se comprueba que
las variantes no conllevan diferencias en ninguno de estos niveles, podrían ser trata­
das como si fueran variantes fonológicas y podría analizarse su distribución socioesti­
lística. Para encontrar fenómenos de auténtica variación sintáctica, el lingüista debe
conocerlos muy bien, así como su uso dentro de una comunidad, con la rémora de
que, aun así, a veces le puede resultar muy complicado descubrir si hay equivalencia
o no entre dos variantes, dado que no se puede conocer la intención comunicativa de
cada hablante cuando usa una variante u otra.3
De todo ello se desprende que, pese a las limitaciones que presentan la teoría se­
mántica y la propia sociolingüística, es posible admitir, analizar y explicar la variación
de unidades portadoras de significado, bien cuando son equivalentes de forma abso-

1- B Lavandera, Variación y significado, Buenos Aires, Hachette, 1984, pp. 37-46


2. En este punto está de acuerdo con Labov («Where does the linguistic variable stop? A response to
Beatriz Lavandera», Sociolinguistic W orking Paper N itm ber 44, Austin, Texas, Southwest Educational Deve-
lopment Laboratory, 1978).
3. Sociolingüística. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra, 1989, pp. 97-100. Junto a Labov y Silva-Corva-
lán son muchos los autores que piensan que es posible — y necesario— el estudio de la variación en los nive­
les de significado. Véase D. Sankoff, «Sociolinguistics and syntactic variation», en F. J. Newmeyer (ed.), L in -
guisiics: The Cambridge Snrvey. IV . Langnage: The Socio-cultural Context, Cambridge, Cambridge Universíty
Press, 1988, pp. 140-161. Menos optimista es S. Romaine, para quien la variación sintáctica podría ser anali­
zada por la sociolingüística considerándola como parte de los recursos pragmáticos del uso lingüístico («On
the problem of syntactic variation: A reply to Beatriz Lavandera and W illiam Labov», Sociolinguistic W orking
Paper Numer 82, Austin, Texas, Southwest Educational Development Laboratory, 1981).
LA V A R IA C IO N EN LA L E N G U A 123

luta, bien cuando encuentran la equivalencia en el discurso, en el uso real de la len­


gua, en su contexto. Porque, como señala Rocío Caravedo, para la sociolingüística no
sólo resulta de interés el estudio de la equivalencia semántica, entendida como una
relación relativamente estática entre variantes, sino que igualmente interesante es el
estudio de los cambios funcionales que se producen en la lengua. Estos cambios pue­
den suponer que las variantes de una misma unidad se independicen semánticamen­
te hasta convertirse en variables distintas (creación funcional) o que variables dife­
rentes se hagan sustituibles en ciertos contextos, convirtiéndose en variantes de una
sola variable (reducción funcional).45
Por su parte, Ramón Trujillo, uno de los representantes más destacados de la se­
mántica hispánica, ha tratado todas estas cuestiones en su obra Principios de semán­
tica textual5 haciendo precisiones —desde la semántica, claro está— dignas de co­
mentario. Así, para Trujillo es de singular importancia distinguir entre el ámbito de
la lengua, el ámbito de las referencias, o lógico, y el ámbito de la visión del mundo o
del uso simbólico de la lengua: gran parte de los problemas y las confusiones que se
detectan en la investigación sociolingüística se derivan precisamente de la indistinción
de estos conceptos.
Trujillo parte en sus argumentaciones de una serie de nociones y principios que
llevan a conclusiones valiosas para la semántica y para la sociolingüística. Existe, por
ejemplo, un principio de la identidad semántica por el cual un texto o una palabra sólo
pueden ser iguales a sí mismos, de ahí que las equivalencias, como las semejanzas, no
se puedan dar en el plano del significado; además la identidad semántica de los sig­
nos o de las construcciones no varía en función del contexto, sino que determina su
sentido contextual. Otro principio, el principio de la anterioridad semántica, estable­
ce que la palabra es anterior a la cosa; por lo tanto la palabra no es seleccionada ne­
cesariamente por factores externos, sino que es ella la que establece el modo en que
esos factores han de entenderse. Este aspecto alude directamente a la relación entre
palabra, signo o texto y referencia: la palabra o el texto no representan ni sustituyen
al referente, sino que significan, en contraste con las cosas o con los conceptos. Fi­
nalmente, Trujillo distingue el uso semántico, que emana de la naturaleza propia de
las palabras o de los textos, del uso simbólico, que depende de convenciones sociales
ajenas a la esencia misma del idioma.
Tomando como fundamento todos estos conceptos, Trujillo critica el uso que la
sociolingüística ha hecho de la noción de significado: como es de esperar, las mayo­
res dificultades se alzan en el terreno de las equivalencias semánticas de las supues­
tas variantes. Según Trujillo, cuando se habla de sinonimia o equivalencia lógica se
alude a la igualdad en el referente, pero no a una igualdad en la estructura lingüísti­
ca; es decir, se está reduciendo lo semántico a lo referencial, actitud que no es mala
per se, pero que queda al margen de la lingüística misma. El análisis semántico de la
variación no es el análisis de ningún tipo de significado, sino de la interpretación de
expresiones o de textos, de tal modo que lo semántico, en sociolingüística, se viene a
entender, no como un modo de estudiar lo que se dice, sino como una forma de es­
tudiar lo que se quiere decir, la intención comunicativa de los hablantes. El problema
reside, por un lado, en la dificultad —o imposibilidad— de conocer las intenciones co-

4. «La investigación sociolingüística del español», Lexis, X V I I, 1 (1993), pp. 1-32


5. Madrid, Arco/Libros, 1996.
124 P R IN C IP IO S DE S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

municativas de los hablantes y, por otro, en que el estudio de la intención comunica­


tiva no compete a la lingüística. Así pues, las equivalencias no corresponden al plano
de la lengua, sino al plano de la visión del mundo.
En definitiva, Ramón Trujillo sostiene la imposibilidad de hablar de equivalen­
cia semántica desde dentro de la lingüística y acusa a la sociolingüística —y a otras
disciplinas— de haber hecho un uso interesado de la noción de significado: cuando se
considera la equivalencia lógica no se está trabajando con significados lingüísticos,
sino con referentes; cuando se considera la equivalencia pragmática se comprueba
que un observador de hechos no ve ni puede ver las intenciones que podría haber tras
ellos. Para Trujillo, las equivalencias de los sociolingüistas no corresponden al plano
de la lengua, de lo que se dice, sino al de la visión del mundo, de la interpretación, de
lo que se quiere decir, teniendo siempre en mente que variación no es cambio, sino
elección y valoración social. La sociolingüística, pues, quedaría situada en el campo
de la lingüística del habla y no en el de la lingüística de la lengua.

Variación y polimorfismo

A propósito de los conceptos de variación y de polimorfismo, conviene hacer al­


gunos comentarios que relacionen los estudios hechos desde la disciplina denomina­
da geografía lingüística con investigaciones más netamente sociolingüísticas.
No hay duda de que la geografía lingüística —o geolingüística— es una discipli­
na que lleva mucho tiempo enfrentándose al fenómeno de la variación como rasgo
esencial del lenguaje. Esa variación se ha observado y comentado de forma continua
desde el famoso estudio del abate Rousselot sobre el patois de Cellefrouin.6 Con el
paso del tiempo, conforme se recogían materiales de la lengua hablada —para hacer
atlas lingüísticos, por ejemplo—, se iba observando que la heterogeneidad en la len­
gua hablada era tan constante que no podía interpretarse como un hecho secundario,
antes bien exigía un lugar dentro de la lingüística general.7 Entonces se habló de po­
limorfismo.
A menudo se ha utilizado ese término para denominar simplemente las formas
alternantes de un determinado rasgo, cuando la alternancia no está justificada.8 Pero
él concepto de polimorfismo, así entendido, resulta demasiado vago. Por ello, en 1954,
Jacques Alliéres intenta poner orden en este campo y define el concepto como la
coexistencia, en la lengua de un hablante, de dos o más variantes fonéticas o morfo­
lógicas de una misma palabra, utilizadas para expresar el mismo concepto, cuando la
elección de uno u otro elemento es independiente del condicionamiento articulatorio
o de cualquier intención expresiva.9
La sociolingüística actual no habla de polimorfismo, sino de variación, que con­
siste simplemente en la coexistencia de formas diferentes de decir lo mismo. Puede

6. Les m odifications phonétiques du langage, étudiées dan le patois d 'n e fa m ille de Cellefrouin (Chóren­
te), París, Welter, 1891.
7. A s ilo reclamaron, por ejemplo, Trubetzkoy y Ronjat. Véase J. Alliéres, «Un exemple de polymor-
phisme phonetique: le polymorphisme de l’s implosif en gascón garonnais», Via D om itia 1 (1954), pp. 70-103.
8. N. Trubetzkoy (Principes de plionologie, Paris, Klincksieck, 1976, p. 49) habló de variantes faculta­
tivas.
9. Art. cit., p.. 70.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 125

afirmarse, por tanto, que cualquier caso de polimorfismo es también un caso de va­
riación, Ahora bien, es posible advertir ciertos aspectos que marcan diferencias entre
ambos conceptos; serían los siguientes:

1) La definición de polimorfismo que da Alliéres habla de alternancia de for­


mas dentro de un mismo hablante (fenómeno intraindividual), lo que no ha sido obs­
táculo para que algunos autores, como Alvar10 o Lope Blanch,11 una vez descubierto
el polimorfismo, hayan analizado su proyección social o geográfica. La variación se
concibe como un fenómeno de carácter intraindividual e interindividual.
2) El polimorfismo más puro es aquel que escapa a cualquier justificación in­
terna,, La variación casi siempre está motivada por factores internos (lingüísticos) o
externos (por ejemplo, sociales), aunque en muchos casos no es posible hallar deter­
minación alguna, bien porque no existe, bien porque los instrumentos de observación
o análisis no son capaces de descubrir ningún de tipo de recurrencia.

Además, hay que tener en cuenta que Alliéres no se conformó con hacer una ca­
racterización del polimorfismo, sino que propuso la utilización de una técnica que
ayudara al investigador a dominar los cambiantes rasgos del lenguaje: la estadística.
El manejo de datos cuantificados permite proporcionar una imagen real del habla de
un territorio y observar los cambios lingüísticos que están en marcha. La cuantifica-
ción se muestra, entonces, como una herramienta importante para el estudio de la fo­
nética histórica y para las tareas de la geografía lingüística. Curiosamente la sociolin­
güística anglo-norteamericana, que viene haciendo desde hace años una fuerte crítica
de los planteamientos de la geolingüística, está haciendo algo muy parecido a lo que
Alliéres apuntó a mediados de siglo: incorporar la estadística como instrumento des­
criptivo de la variación. Queda fuera de lugar una discusión que lleve a comparar los
recursos técnicos de mediados del siglo xx con los actuales.

Hacia una teoría de la variación

Una lingüística de la variación debería explicar el origen y el uso de las unidades


que varían, cambian y alternan. Dejando a un lado la variación motivada en factores
internos, las fuentes de variación que generalmente se han considerado en lingüística
son la historia, la geografía y la sociología, así como la situación comunicativa y la psi­
cología. De esta forma, se habla de variación histórica, geolingüística, sociolingüística
y estilística o funcional.
Son bien conocidas las teorías formuladas para explicar cómo se produce la va­
riación en alguno de estos ámbitos,12 pero las relaciones que se establecen entre to­

lo. «Polimorfismo y otros aspectos fonéticos en el habla de Santo Tomás de Ajusco», A n u a rio de L e ­
tras. V I (1965-1966), pp. 353-377; «Muestras de polimorfismo en el español de la Argentina», en La lengua es­
pañola y su expansión en la época del Tratado de Tordesillas, Junta de Castilla y León, pp. 125-145
11. «En torno al polimorfismo», Investigaciones sobre dialectología mexicana. México, U N A M , 1990,
pp. 7-16
12. Pensamos, por ejemplo, en la «sociolingüística variacionista» (variación sociolingüística, cronológica
y estilística), en la «teoría de la onda» de los criollistas (variación sociolingüística y cronológica), en la «neo-
lingüística» (variación geográfica y cronológica), en la Wellentheorie (variación geolingüística y cronológica)
Véase la cuarta parte de este libro.
126 PRIN CIPIO S D E SO C IO LIN G IIÍST IC A Y SO CIO LO GÍA D EL L E N G U A JE

das las clases de variación no han preocupado suficientemente a los lingüistas. Por
ello apenas puede hablarse de una «teoría de la variación lingüística», concebida
como un todo,13 aunque tal insuficiencia no significa que haya falta de interés por el
asunto.
En 1972, J. P. Roña,14 partiendo de unos planteamientos cercanos a los de Fly-
dal,15 intenta explicar el concepto de diasistema distinguiendo tres ejes que conforman
una estructura cúbica: eje diacrónico, eje diatópico y eje diastrático. Los problemas
que encierra esta idea pueden resumirse en una sola nota: la estructura de tres ejes
es algo limitada, porque la intersección ha de darse necesariamente en un punto, esto
es, en un solo nivel.16 Por otro lado, la variación que surge en situaciones comunica­
tivas diferentes (estilo) queda excluida del modelo de forma expresa.
La posición de E. Coseriu es diferente. En 1966, recoge algunas ideas de Flydal,
las completa17 y distingue en la lengua tres tipos de diferencias internas: diferencias
diatópicas (dialectos o geolectos, hablas locales), diastráticas (niveles sociolingüísti-
cos) y diafásicas (estilos, registros). La relación que establecen estas diferencias se
describe de la siguiente forma:

Dentro de una lengua histórica (o de una comunidad idiomática), la relación entre


dialectos, niveles y estilos es una relación «orientada», precisamente en este senti­
do: dialecto -» nivel estilo de lengua.18

Así pues, Coseriu reconoce una relación jerarquizada que tiene en la variación
diatópica (dialecto) su término más general y en la variación de estilo su término más
restringido. Coseriu habla de lengua histórica para referirse a las lenguas reconocidas
históricamente como tales por sus propios hablantes y por los hablantes de otras len­
guas (véase el capítulo 4).
Añadiendo la variación histórica a lo que se acaba de exponer, Martín Butra-
gueño ha presentado una jerarquía, a partir del modelo de Coseriu, según la cual los
tipos de variación se podrían ordenar del siguiente modo: variación histórica > varia­
ción geográfica > variación social > variación estilística,19 Aunque esta visión es acep­
table en términos generales, entraña dificultad en la primacía dada a la variación en
el tiempo sobre la variación en el espacio. Si concebimos el tiempo como una mi-
crohistoria, es decir, como un discurrir día a día, no es fácil situar la variación histó­
rica en un grado inmediatamente superior a la geográfica. Ello nos remite a un viejo

13. La sociolingiiística variacionista de Labov y la sistémica de Halliday son las corrientes de estudio
que más interés han puesto en una teoría de la variación de la lengua en su contexto social. Parten de plan­
teamientos muy diferentes y de unos objetivos específicos que les impiden convertirse en teorías de «todos los
tipos de variación».
14. «Una visión estructural de la sociolingiiística», Santiago, 7 (1972), pp. 22-36.
15. «Remarques sur certains rapports entre le style et l’état de langue», N orsk Tidsskrift f o r Sprogvi-
cienskap, X V I (1951), pp. 240-257,
16. Hombre, emia, Estado, Madrid, Gredos, 1986, p. 30.
17. «Structure lexicale et enseignement du vocabulaire», en Actes da p re m ie r cotloque International de
iingitistique apptiquée, Nancy, 1966, pp. 175-217. Trad. al esp. «Introducción al estudio estructural del léxico»,
en P rincipios de semántica estructural, Madrid, Gredos, 1977, pp, 87-142
18. «Los conceptos de “dialecto”, “nivel” y “estilo de lengua” y el sentido propio de la dialectología»,
Lingüistica Española A ctual, I I I (1981), pp. 1-32.
19. P. Martín Butragueño recoge las ideas principales de Coseriu. Desarrollos sociolingiiisticos de una
com unidad de habla (tesis doctoral inédita), Madrid, Universidad Complutense, 1991.
LA V A R IA C IO N EN LA LEN G U A 127

F ig. 6.1. Niveles en la variación lingüistica.

problema físico y filosófico: ¿debe anteponerse el espacio al tiempo, o viceversa? La


respuesta no sólo no está clara, sino que la física del siglo xx (Minkowski, Schrodin-
ger, Einstein) prefiere hablar del concepto «tiempo-espacio» considerado como un
continuo.
Observamos, pues, que la variación estilística, relacionada con las demás clases
de variación, se subordina a la sociolingiiística, que, a su vez, se subordina a la dia­
lectal. Estos argumentos se utilizan al tratar de la comunidad, no del individuo. En
otros casos, el estilo se concibe al margen del sistema y, por lo tanto, no recibe aten­
ción alguna.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, se puede proponer un concepto de varia­
ción lingüística que distinga claramente dos niveles: un nivel espacio-temporal o ma-
128 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A V S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

cronivel de variación y un nivel socio-simacional o micronivel de variación. Cada uno


de ellos está formado por dos dimensiones diferentes (véase la figura 6,1). En el pri­
mer nivel concurren una dimensión espacial y otra temporal, que se sitúan en planos
distintos. La dimensión temporal está formada por una escala de infinitos grados in­
termedios, cuyos extremos coinciden con los límites cronológicos de una variedad lin­
güística, desde que surge como tal. hasta que desaparece. La dimensión espacial es,
igualmente, una escala con multiplicidad de puntos intermedios, cuyos extremos coin­
ciden con los límites del dominio geográfico de una variedad lingüística (geolecto).
Los límites de ambas dimensiones configuran las fronteras espacio-temporales de una
comunidad idiomática.20 Los posibles lugares de intersección de estos dos planos son
el producto de multiplicar los puntos posibles en el espacio geográfico de una lengua
por cada uno de los momentos de la historia de esa misma lengua. En cada intersec­
ción quedan delimitadas las posibilidades lingüísticas de una comunidad: la lengua
susceptible de ser utilizada en un lugar concreto y en un momento determinado.
Ahora bien, la zona de encuentro de las dimensiones del espacio y el tiempo no
es homogénea: incluye elementos de diversa naturaleza. Tales elementos son los que
conforman un micronivel socio-situacional, que está formado por dos dimensiones:
una social y otra sititacional. La dimensión social se puede representar como una es­
cala de innumerables puntos intermedios que se corresponden con las posibilidades
sociolingüísticas de una comunidad; los límites de esa escala nunca podrán sobrepa­
sar el área marcada por la intersección del espacio y el tiempo.21 La dimensión social
se proyecta en un plano diferente, que da lugar a la dimensión situacional, en la que
encontramos también una escala que refleja múltiples variedades, determinadas por
las situaciones comunicativas que se producen. Las variedades aparecen ordenadas
longitudinalmente y conforman el repertorio estilístico de una comunidad. La dimen­
sión social y la situacional son planos diferentes dispuestos de forma perpendicular.
En el punto de intersección encontramos la variedad lingüística utilizada por un gru­
po social en unos actos comunicativos concretos.
Dado que la dimensión situacional de una variedad es una proyección de la di­
mensión social, aquélla nunca puede sobrepasar los límites de ésta, como tampoco
puede ir más allá, consecuentemente, de las fronteras espacio-temporales de la len­
gua de una comunidad.
Las circunstancias más complejas se dan cuando los hablantes pertenecientes a
una intersección espacio-temporal se trasladan a otro punto geográfico (emigración,
urbanización). Entonces se produce una complicación socioestilística de la nueva in­
tersección, que a menudo se ve afectada por los hablantes recién incorporados y que
puede ampliar los límites del nivel espacio-temporal de la comunidad.22 De este
modo, es posible que un dialecto pueda funcionar como variedad diastrática en una

20 Sobre los conceptos de «comunidad idiomática», «comunidad lingüística» y «comunidad de habla»,


véase H . Lópe 2 Morales, Sociolingiiisdca, 2 a ed., M adrid, Gredos, 1993, pp. 47*52; F. Gimeno, «A propósito
de una comunidad de habla: The social dimensión o f dialectology de J. B. Roña», en H. Lópe2 Morales y
M. Vaquero (eds.), A cias del f Congreso Internacional sobre el español de A m érica, San Juan, Academia Puer­
torriqueña de la Lengua Española, 1987, pp. 689-98.
21. M A lvar ofrece un esquema de la división sociolingüística de una comunidad al que se adapta nues­
tro modelo Véase M . Alvar, Niveles socioculturales en el habla de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas,
Excmo.. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1972, p. 206
22 Véase J. P- Blom y J„ J. Gumper 2, «Social meaning in linguistic structure: Code-switching in N or-
way», en J. J. Gumper 2 y D . Hymes (eds..), Directions in Sociolinguistics, Nueva York, Holt, Rinehart & Wins-
LA V A RIA C IÓ N EN LA LEN G U A 129

comunidad diferente, como también es posible que una lengua se vea reducida, en su
propia comunidad, a u n solo nivel o a un solo estilo.
Recogiendo lo anterior, es conveniente insistir en dos aspectos: 1) el espacio y el
tiempo (variación geográfica y variación histórica) son dimensiones situadas en un
mismo nivel, pero en distinto plano, 2) la dimensión situacional (variación estilística),
aunque funciona de manera bien diferenciada de la social (variación sociolingüística)
es una proyección de ésta El lugar de encuentro de las dimensiones del primer y del
segundo nivel configura los caracteres de la variedad lingüística que puede emplear
un grupo social dado, en una situación comunicativa dada, dentro de una comunidad
La longitud de cada una de las dimensiones viene determinada por la extensión geo­
gráfica e histórica de cada lengua y por su complejidad sociolingüística.

El lugar de la variación sociolingüística


dentro de la lengua

Explicado en sus líneas más elementales el concepto de «variación lingüística»,


cabe preguntarse por el lugar que ocupa la variación sociolingüística dentro de ese
complejo denominado lengua, concebido e interpretado de formas muy diversas a lo
largo de la historia de la lingüística. ¿Qué lugar ocuparía la variación en un modelo
estructuralista? ¿Dónde se ubica la variación para la sociolingüística norteamericana?
El estructuralismo europeo concibe la lengua dividida en tres niveles: sistema,
norma y habla.23 Para explicar los fenómenos variables, los estructuralistas se refie­
ren principalmente a los dos niveles más superficiales, aunque también el sistema, el
nivel más abstracto, es variable e inestable, en la medida que esa inestabilidad es im­
prescindible para que se produzca el cambio lingüístico.
Desde este punto de vista, las variantes que se dan en el nivel de la norma se de­
nominan variantes combinatorias o unidades alo- {alófonos, al orno rfos). En el plano
fonológico, por ejemplo, los alófonos se producen, en el proceso de actualización de
un fonema, cuando toda la comunidad realiza en una posición determinada un soni­
do determinado y no otro cualquiera; estas variantes están en distribución comple­
mentaria (por ejemplo, [b] y [|3] en español) y, por lo tanto, nunca aparecen en un
mismo contexto. Para el estructuralismo, las variantes que se dan en el nivel de la nor­
ma son de naturaleza abstracta (vinculadas al ámbito de la langue\ realizaciones acep­
tadas por una norma sociocultural), frente a las del habla, que son de naturaleza con­
creta e individual.
Las variantes que se dan en el nivel del habla se denominan variantes facultati­
vas: son variantes libres que pueden aparecer en un mismo contexto y que se sustitu­
yen mutuamente sin que por ello se produzcan diferencias de significado (por ejem­
plo, [s], [h] y [0], como variantes del fonema Isl en posición implosiva, en español).
Las variantes facultativas pueden ser individuales (alternancias en la pronunciación
de un hablante) o generales (variantes de uso general): puede servir como ilustra­
ción el uso de la variante [s] predorsal en Andalucía, en Canarias o en América.

ton, 1972, pp. 407-434. También P, Martin Butragueño, ob. cit. Por lo general, las grandes ciudades se han for­
mado gracias a importantes movimientos de población procedentes de otros puntos geográficos.
23, Véase E„ Coseriu, «Sistema, norma y habla», en Teoría del lenguaje y lingüística general, 3.a ed„, M a ­
drid, Gredos, 1973, pp. 11-113 A partir de los sistemas con semejanzas parciales surgen los diasistemas.
130 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

SISTEMA

Escala de Escala de
NORMA SOCIOLINGÜISTICA
variabilidad variabilidad

r+

HABLA

Fie. 6.2. Norma sociolingüística.

A pesar de la claridad de estos conceptos, debe ponerse cuidado al valorar cier­


tos aspectos que tienen que ver con la variación geolingüística y sociolingüística:

1) Las variantes combinatorias lo son dentro de una comunidad de habla. Hay


que tener en cuenta, por lo tanto, que no funcionan las mismas variantes en todas las
comunidades de una lengua, en todos los dialectos: por ejemplo, la distribución de
oclusivas y fricativas para las bilabiales, dentales y velares sonoras no es exactamen­
te igual en todos los territorios hispánicos.
2) Las variantes facultativas que los estructuralistas llaman «generales», cuan­
do lo son, podrían ser interpretadas como componentes de un sistema (por ejemplo,
[s] predorsal en el español de unos territorios, frente a la apical de otros). En un caso
así, no estaríamos ni ante una variante esporádica ni ante una variante en distribu­
ción complementaria, sino ante un elemento constante.
3) Las variantes facultativas individuales no pueden ser ignoradas por el simple
hecho de ser individuales: dentro de un individuo es posible encontrar cierta regula­
ridad en la alternancia de algunas de estas variantes.

Valorando estos hechos, podríamos preguntarnos: ¿en qué lugar de la lengua po­
dría situarse la variación sociolingüística para un estructuralista? Cabría la posibilidad
de localizar esta variación en un plano intermedio, entre el nivel más abstracto de la
lengua (el sistema) y el más concreto (el habla individual). Este nivel intermedio en­
tre el sistema y el habla incluiría cualquier variación que encerrara algún tipo de re­
gularidad y vendría a corresponderse con lo que Coseriu llama «norma».2-1Con este
concepto coincidiría en el hecho de que los factores sociales tienen algún poder de
determinación sobre los fenómenos variables, lo que permitiría hablar de norma so-
ciolingiiística (figura 6.2).
Los componentes de esa norma sociolingüística estarían ordenados a lo largo de
un continuum, según su grado de regularidad o variabilidad: los fenómenos variables
más regulares estarían más cercanos a la lengua; los más irregulares estarían más cer­
canos al habla. La norma de cada comunidad localizaría cada fenómeno en un nivel
de regularidad particular. Como hipótesis de trabajo, podría plantearse que los fenó-24

24 Sobre el concepto de norma y otras cuestiones relacionadas con la variación lingüística, véase el in­
teresante libro de J. J. Montes Giraldo, Dialectología general e hispanoamericana, 3.a ed„ Bogotá, Instituto
Caro y Cuervo, 1995.
LA V A R I A C I O N EN L A L E N G U A 131

menos determinados por factores sociales y por factores lingüísticos se inscribirían en


la parte de la norma sociolingüística más cercana al habla, mientras que los fenóme­
nos determinados solamente por factores lingüísticos estarían localizados en la parte
de la norma más cercana a la lengua. De esta manera, sería más fácil explicar cómo
se produce el avance de los cambios lingüísticos: empezarían en la esfera más super­
ficial de la norma, para culminar en la más abstracta y, finalmente, en el sistema; a la
vez, las características y tendencias del sistema podrían favorecer el desarrollo de cier­
tas variaciones y cambios lingüísticos e impedir la aparición de otros. Si todos los fe­
nómenos incluidos en el nivel de la norma sociolingüística fueran considerados como
elementos abstractos, estaríamos hablando de la variación como rasgo esencial de la
lengua.
El punto de vista de la sociolingüística norteamericana es muy diferente. Desde
esta posición se distinguen dos clases de variantes: las variantes que manifiestan al­
gún tipo de regularidad y las que no son regulares en absoluto. Estas últimas perte­
necen al nivel de la actuación, son de naturaleza individual y, por lo tanto, no tienen
ningún interés para la teoría,. A su vez, las variantes que muestran algún tipo de re­
gularidad estarían vinculadas al nivel de la competencia. Para la sociolingüística de los
años setenta y ochenta, la competencia incorpora reglas variables que incluyen infor­
mación cuantitativa sobre esa regularidad: una variante tiene unas probabilidades de­
terminadas de darse en ciertos contextos, con ciertas funciones, en ciertos estilos y en
hablantes de tales o cuales características sociológicas.

Gramática individual, gramática comunitaria


y complejo polilectal

La sociolingüística de Labov ha explicado que la variación es una realidad psi­


cológica que forma parte de la competencia lingüística de los hablantes. La variación
adquiere en la competencia forma de reglas variables, reglas que incluyen informa­
ción lingüística y social, cualitativa y cuantitativa, relativa a las probabilidades de que
esa variación se manifieste con unas variantes determinadas en unas condiciones de­
terminadas (véanse los capítulos 2 y 19). Cuando la competencia ha incorporado esa
información sociolingüística y cuantitativa, se habla de competencia sociolingüística,
una competencia que representaría la gramática de una comunidad (gramática comu­
nitaria), pero que también formaría parte del conocimiento intrínseco que un indivi­
duo cualquiera tiene de su lengua (gramática individual). La competencia sociolin­
güística sería comunitaria desde el momento en que las probabilidades que en ella
aparecen se han calculado a partir de los usos lingüísticos de toda una comunidad y
desde el momento en que la competencia garantiza la comunicación entre los miem­
bros de una comunidad. Al mismo tiempo, la competencia, por ser psicológica, es in­
dividual y permite suponer que el hablante conoce las condiciones en que se produ­
ce la variación lingüística.
Ahora bien, para investigadores como Derek Bickerton o Charles-J. Bailey, pro­
cedentes del campo de las lenguas criollas, es difícil admitir una interpretación psico­
lógica de la variación sociolingüística: cuesta trabajo creer que una variación formu­
lada en forma de reglas variables, con elementos extralingüísticos y cuantitativos, for­
ma parte de la competencia lingüística de una comunidad, es decir, de una gramática
132 PRINCIPIOS DE SO C IO LIN G Ü ÍS TIC A V S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

comunitaria.25 Bickerton argumenta que un hablante no puede retener en su compe­


tencia datos sobre frecuencias y probabilidades correspondientes a los usos de todos
los miembros de una comunidad, entre los que se incluirían individuos con los que no
ha tenido ningún tipo de contacto. Para los criollistas es imposible pensar que un
individuo dispone de tal tipo de conocimientos y no admiten, por tanto, que un indi­
viduo. como individuo, pueda conocer la gramática comunitaria, de toda su comuni­
dad. El concepto tradicional de competencia permite pensar en una competencia uni­
versal e individual, pero no en una competencia de grupo. Tal escollo sólo se podría
salvar de una manera: disponiendo de un «mecanismo colectivo de coordinación» que
fuera capaz de transmitir al individuo la información comunitaria que necesita,
Frente al concepto de gramática comunitaria, los criollistas han propuesto el de
complejo polilectal, que fundamentalmente consiste en una interpretación dinámica de
la variación lingüística, una interpretación que puede ser comparada con el movimien­
to en forma de onda de un cambio lingüístico.26 La «teoría de la onda» nos dice que
los cambios lingüísticos se difunden sistemática y gradualmente a través de contextos
diferentes y a través de variedades diferentes. Pues bien, la variación lingüística se ma­
nifiesta precisamente en los estadios intermedios de difusión de un cambio, antes de
que la innovación se convierta en un hecho categórico y totalmente generalizado. Para
los criollistas, la variación sólo puede ser interpretada, lógicamente, como consecuen­
cia de los cambios en curso, lo que no coincide con las ideas de Labov, para quien, si
bien todo cambio implica variación, no toda variación ha de suponer un cambio.
La interpretación dinámica de la variación abre la posibilidad de trabajar con da­
tos procedentes de individuos considerados como tales y no como elementos de una
clase o un grupo social determinado. Los datos recogidos de un hablante forman par­
te de su gramática individual y entre ellos se incluyen elementos variables. Una vez
descrita la forma en que se manifiestan los hechos variables en cada individuo, exis­
te la posibilidad de ordenar esos individuos, sus gramáticas individuales, de forma es­
calonada, disponiendo en un extremo el hablante (el lecto, la gramática) en el que la
variación se manifiesta siempre o casi siempre por medio de unas variantes y, en el
extremo opuesto, el hablante (el lecto, la gramática) en el que la variación se mani­
fiesta siempre o casi siempre por medio de otras variantes.
Esta ordenación da como resultado las escalas de implicación (figura 6.3; véase
también la figura 5.1): tomando un punto cualquiera de la escala, los niveles anterior
o posterior implican siempre valores más altos o más bajos. Si consideramos cada gra­
do de la escala, cada gramática individual, como un lecto —definido simplemente
como un conjunto de rasgos lingüísticos—, podemos deducir que la gramática de una
comunidad es una suma o un conjunto de gramáticas individuales o lectos (lecto 1 +
lecto 2 + lecto n) que forman un complejo polilectal. En este caso, frente a lo que ocu­
rre en la gramática comunitaria, los factores sociales y estilísticos quedan excluidos
del modelo, dado que se trabaja con individuos. En un complejo polilectal, d.e un lu­
gar determinado y en un momento determinado, encontramos un sistema de gramá-

25. Véase D Bickerton, «Inherent variability and variable rules», Foundations o f Langttage, 7 (1971),
pp. 457-492; «The nature of a creóle continuum», Language, 49 (973), pp. 640-669. Ch.-J. Bailey, Variation and
Lingnistic Theroy, Arlington, Center for Applied Linguistics, 1973.
26. Véase D, Bickerton, «The structure of polylectal grammars», en R. Shuy (ed ), Sociolingtiistics: Cn-
rrents Trends and Prospects. Georgelown University Round Table on Langttages and Linguistics, Washington,
D.C ., Georgetown University Press, 1972, pp, 17-42
L A V A R I A C I Ó N EN L A L E N G U A 133

C o n te x to s •u n id a d e s
L e c to s 1 2 3 4 5 6 7

Lecto 1 a a a a a a a
Lecto 2 b a a a a a a
Lecto 3 b b a a a a a
Lecto 4 b b b : a a a a
Lecto 5 b b b b : a a a
Lecto 6 b b b b b: a a
Lecto 7 b b b b b b a
Lecto 8 b b b b b b b

FlG . 6.3. E s q u e m a de escala de im p lic a c ió n , co n siete co n te x to s (o u n id a d e s ),


que se m a n ifie s ta n b ie n c o m o a, b ie n c o m o b, y o c h o lecto s
(g ra m á tic a s , h a b la n te s ) dife rentes.

ticas relacionadas, cada una de ellas algo diferente de las demás: la frecuencia con que
un individuo produce una variante determinada es interpretada como consecuencia
del lugar que ocupa su lecto en la escala. Aquí, el individuo no conoce cómo es la gra­
mática de toda la comunidad porque no necesita conocerla.27
Los puntos débiles de esta forma de interpretar la variación han sido señalados
oportunamente por R. A. Hudson: en primer lugar, aquí no cabe la posibilidad de in­
cluir diferencias probabilísticas entre lectos (para cualquier regla, Bickerton sólo ad­
mite tres posibles relaciones con un lecto: que sea obligatoria, que sea optativa o que
no exista); en segundo lugar, el modelo de implicación puede incluir lectos que no se
ajusten a la jerarquía implicacional, aunque suelen ser minoría y no desfiguran las
tendencias lingüísticas generales del grupo.28 Es precisamente en este terreno de la
irregularidad, de lo más o menos probable, donde la sociolingüística de Labov exhi­
be sus mejores virtudes.
Admitiendo la gravedad de las diferencias que separan a sociolingüistas de la va­
riación y criollistas, a los partidarios de las gramáticas comunitarias y los partidarios
de los complejos polilectales, lo cierto es que se han hecho esfuerzos para acortar las
distancias entre ambas perspectivas: existen programas informáticos, elaborados des­
de la sociolingüística, que construyen escalas de implicación ofreciendo las probabili­
dades de aparición de un rasgo en los distintos hablantes o lectos.29 Otra cosa es el
mundo de los conceptos.

Reflexiones y ejercicios

1. Comente el siguiente texto de Beatriz Lavandera («Los límites de la variable


sociolingüística», en Variación y significado, Buenos Aires, Hachette, 1984, pp. 45-46):

27. W, Dcnvnes, Langaage a n d Society, Londres, Fontana, 1984


28. L a sociolingüística, Barcelona, Anagrama, 1981, pp. 199-200.
29 Véase F. Moreno Fernández, «Sociolingüística, estadística e informática», Lingüistica, 6 (1994),
pp. 95-154.
134 PRINCIPIOS DE S OC IOLINGU ÍS T'ICA Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

Preferiría no analizar como «variables sociolingüísticas» formas sintácticas alter­


nantes al menos que se den otras dos condiciones: (1) que pueda probarse que son
las portadoras de significación social y estilística, como parece ser el análisis de étre
y avoir, pero no en el análisis de la pasiva del inglés; y (2) que pueda probarse que
son un tipo de instrumento del lenguaje semejante a las variables fonológicas, es
decir, elementos cuya propiedad definitoria es una covariación cuantificable y con
respecto a los cuales las relaciones de frecuencia misma son las que señalan dife­
rencias.

2. Comente el siguiente texto de Manuel Alvar («Muestras de polimorfismo en


el español de la Argentina», en La lengua española y su expansión en la época del Tra­
tado de Tordesillas, Junta de Castilla y León, p. 127);

[El] polimorfismo ideal (coexistencia de variantes en un solo sujeto) se ha atem­


perado en otras ocasiones y se estudia su realización en hablantes de una misma
localidad. En justificación de estos hechos digamos que el hablante es en sí mismo
un mundo complejo y que en él proyecta también una heterogénea realidad. Para
mí no es más espontáneo cuando habla con su mujer que cuando habla con su hijo,
cuando me nombra las piezas del arado que cuando me habla de la mala cosecha,
cuando cuenta la marcha de su equipo de fútbol que cuando discurre sobre el por­
venir político. Pretender que todo es igual o diferente es tanto como volver al
idealismo lingüístico: no hay ningún hecho de habla que no esté condicionado por
la afectividad, y acabaremos por no estudiar nada. Pero si tenemos en cuenta que
cada realización está integrada en un suprasistema coercitivo podremos pensar
que un hablante bien seleccionado [...] representa, como se ha dicho, a todos los
hablantes de su condición en aquella localidad. El resto, pertenece a la sociología
lingüística, que también nos debe interesar.

3. Comente el siguiente texto de Eugenio Coseriu («Sistema, norma y habla»,


en Teoría del lenguaje y lingüística general, 3.a ed., Madrid, Gredos, 1973, pp. 89-90):

La norma puede coincidir aparentemente con el sistema (cuando el sistema ofrece


una única posibilidad), así como la realización individual puede coincidir con la
norma, pero esto no significa que pueda dejarse de distinguir los dos conceptos,
que se refieren a distintos planos de abstracción. Sin embargo, la distinción ad­
quiere evidencia sobre todo ahí donde el sistema admite una serie de variantes de
realización, aparentemente facultativas [...]. Aclaramos, además, que no se trata
de la norma en el sentido corriente, establecida o impuesta según criterios de co­
rrección y de valoración subjetiva de lo expresado, sino de la norma objetivamen­
te comprobable en una lengua, la norma que seguimos necesariamente por ser
miembros de una comunidad lingüística, y no aquella según la cual se reconoce que
«hablamos bien» o de manera ejemplar, en la misma comunidad.

Orientaciones bibliográficas

Se recomienda la lectura completa de los trabajos de los que se han extraído los
fragmentos presentados en las observaciones anteriores. También es aconsejable la
lectura del capítulo VI de la Sociolingiiística de Humberto López Morales (2.a ed.,
Madrid, Gredos, 1993).
C a p ít u l o 7

PRINCIPIOS GENERALES DE SOCIOLINGÜÍSTICA

En este capítulo se van a recoger y resumir algunas cuestiones teóricas impor­


tantes, entre las muchas que se han tratado en las páginas anteriores, y se van a pre­
sentar unos principios capaces de caracterizar, en líneas generales, una buena parte
de la investigación sociolingüística actual. Las cuestiones teóricas que aquí se comen­
tan no son reflejo de un modelo teórico ajustado al particular credo de una escuela
determinada, aunque es imposible renunciar a las ideas y principios defendidos por
los autores más influyentes. Por otro lado, esas cuestiones tampoco recogen todos los
aspectos que se derivan de la relación entre la lengua y la sociedad, entre otras razo­
nes porque no buscan dar cuenta de lo particular y porque no pretenden constituir en
sí mismas ni una teoría de la lengua ni una teoría de la sociedad.
A modo de resumen o compilación, se propone un conjunto de principios que
quedan divididos en dos grupos: aquellos que están referidos a la esfera sociolingüís­
tica y aquellos que afectan a la esfera más puramente sociológica. Dentro de cada uno
de estos grupos, se presentan principios que se refieren primordialmente a las reali­
dades lingüísticas o sociales mismas (principia essendi) y principios que aluden al
modo en que se pueden conocer o llegar a conocer esas realidades (principia cog-
noscendi). Con ello, insistimos, sólo se pretende presentar un panorama muy general
de las guías que están orientando la labor de un buen número de sociolingüistas en
todo el mundo.

A. Principios sociolingiiísticos

Entre los principios que hemos denominado «sociolingüísticos», distinguimos los


siguientes principia essendi:

P.I. Principio del dialecto

El dialecto se manifiesta en una comunidad.

De este principio se desprende que cada hablante nativo tiene el mismo tipo de
acceso al dialecto —a la variedad, la lengua— de su comunidad y el mismo conoci­
miento sobre él que los demás hablantes nativos de la misma comunidad. Las difi­
cultades para la identificación y el estudio de los dialectos surgen cuando se dan cita
en un mismo lugar, en un mismo núcleo urbano, hablantes nativos de variedades di-
136 P R IN C IP IO S D E S O C IO L INC D ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE
L A V A R IA C IÓ N EN L A L E N G U A 137
íerentes, como es el caso de muchas capitales hispanoamericanas que reciben pobla­
ción de origen rural. La sociolingüística podría estar interesada tanto en el estudio del Este principio, esencial en la investigación variacionista, ha estado presente en la
dialecto que se considera característico de una comunidad (el español de X) como en mayor parte de la investigación geo y sociolingüística de las últimas décadas.3
el estudio del encuentro de dialectos que se pueda estar produciendo en un lugar de­
P.V. Principio de la variación estilística
terminado (el español en X).1
El estudio de un dialecto o geolecto siempre requiere el análisis de una comuni­ Un estilo de habla — variante estilística— es una posibilidad de actuación comu­
dad, puesto que es ahí donde se manifiesta. Este razonamiento exige la formulación
nicativa, capaz de expresar un determinado grado de formalidad, que el hablante
de un principio que perfile el concepto de «comunidad de habla». selecciona según la forma en que se presentan diversos factores personales y no
personales.
P.II, Principio de la comunidad de habla
Con la inclusión de este principio se está llamando la atención sobre la impor­
Una comunidad de habla está formada por un conjunto de hablantes que com­ tancia de los estilos, no sólo en la actuación lingüística natural, sino también en la ac­
parten al menos una variedad lingüística, unas reglas de uso, una interpretación de tuación lingüística producida en contextos de investigación de la lengua hablada.4
ese uso, unas actitudes y una misma valoración de las f ormas lingüísticas. Dentro aún del ámbito sociolingüístico, los principia cognoscendi cuya conside­
ración estimamos imprescindible son los siguientes:
Esta caracterización no es incompatible con el hecho de que, dentro de una co­
munidad, puedan surgir conflictos o disparidades de muy diversa naturaleza. Como es P.VI. Principio del estudio del uso lingüístico
bien sabido, la comunidad de habla suele ser objeto de estudio de una parte impor­
tante de las investigaciones sociolingüísticas. Ahora bien, aunque se admite de modo Un análisis del uso lingüístico, para ser adecuado, debe tener en cuenta la socie­
general la validez de este concepto, es cierto que plantea algunos problemas, entre los dad, la situación y la relación entre el hablante y el oyente.
que destaca el de la delimitación objetiva de las comunidades —especialmente para
realizarla a priori—, porque no existe correspondencia unívoca entre los conceptos de Este principio se deduce claramente de los principios III, IV y V: si el uso de la
comunidad de habla y de ciudad.2 lengua es siempre social y está circunscrito a un contexto, y si es variable en correla­
En el terreno de la actuación lingüística proponemos tres principios, que se re­ ción con factores lingüísticos y extralingüísticos, es evidente que todo ello debe te­
fieren al uso de la lengua en sociedad, a la variación sociolingüística y a la variación nerse en cuenta a la hora de realizar una investigación sociolingüística.
estilística.
P.VII. Principio de la cuantificación
P.III. Principio del uso lingüístico
Para establecer relaciones entre variables lingüisticas y variables sociales se re­
El uso lingüístico (natural) sólo puede tener tugar en contextos sociales y situa- quieren métodos cuantitativos.
cionales.
Tal y como está formulado, este principio no niega en absoluto la posibilidad de
Naturalmente, esto supone que el uso lingüístico, cuando es observado, siempre establecer relaciones entre variables con medios cualitativos, antes bien la comple­
es observado en situaciones y contextos concretos. Y en relación estrechísima con tal menta, hasta el punto de que sin éstos no sería posible la aplicación de ningún pro­
principio se formula este otro: cedimiento cuantitativo.

P IV. Principio de la variación sociolingüística B. Principios sociológicos

Los usos lingüísticos variables —fonéticos, gramaticales o léxico-semánticos— Partimos de la consideración de dos principios muy generales de naturaleza so­
pueden covariar con otros elementos lingüísticos o extralingüísticos. ciológica, que podrían clasificarse entre los principia cognoscendi. La naturaleza cuan­
titativa de los análisis, a la que se ha aludido en P.VII, sostiene parcialmente el si­
guiente principio:
1 Véase R Caravedo, Sociolingüística deI español de Lima, Lima, Pontificia Universidad Católica del
Perú, 1990, pp. 17-32. 3. Véase D, R. Preston, «Fifty some-odd categories of language variation», Iniernalional Journal of lite
2, La seguridad de que realmente se está trabajando sobre una comunidad de habla sólo se tiene a pos- Sociology o f Language, 57 (1986), pp 9-47.
leriori, una vez realizada la investigación. No obstante, el conocimiento previo que tengan los investigadores 4. Véase F. Moreno-Fernández (e d ), Socioiinguistics and Stylistic Variation, Lynx (1992); A. Bell,
de una comunidad puede facilitar su delimitación. Sobre el concepto de «comunidad de habla» y los proble­ «Language Style as Audience Design», Language in Society, 13 (1984), pp. 145-204; H. J. Ladegaard, «Au-
mas que plantea, véase el capítulo 1. dience Design Revisited: Persons, Roles and Power Relations in Speech Interaction», Language & Conmui-
nication, 15 (1995), pp. 89-101.
138 P R IN C IP IO S D E S O C lO L IN G D ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

P.VIII. Principio de la representatividad

El habla de una muestra debe ser representativa de un grupo social o de una co­
munidad.

Si no se admite una capacidad de representación para las muestras de habla y de


hablantes que se manejan en los estudios sociolingüísticos, carece de sentido cultivar
esta línea de trabajo. Naturalmente, la representatividad siempre debe quedar de­
mostrada y garantizada por los procedimientos adecuados.5

P.IX Principio de la vinculación de los niveles sociales

El estudio de las relaciones sociales en un micronivel debe estar vinculado al es­


tudio de estructuras sociales más amplias, dentro de las cuales se insertan las rela­
ciones del micronivel.

La aplicación de este principio supone dejar un lugar importante, en las pro­


puestas teórico-metodológicas, a conceptos y realidades sociales de alcance limitado,
de un nivel cercano al entorno del grupo y del individuo.6 Esto no demanda renun­
ciar al manejo de conceptos sociológicos de mayor amplitud, sino simplemente dar la
relevancia que se merece a lo concreto, a lo cercano, a partir de lo cual se pueden
realizar comparaciones y análisis más realistas y precisos.

5. Véanse A. Woods, P. Fletcher y A. Hughes, Statistics in Language Studies, Cambridge, CUP, 1986;
H. López Morales, Métodos de investigación lingüística, Salamanca, Ediciones Colegio de España, 1994;
F. Moreno Fernández, Metodología sociolingidstica, Madrid Gredos, 1990.
6 Véase J. Milroy, Unguistic Variation and Change, Oxford, Blackwell, 1992, pp. 206-222
Segunda parte

LA LENGUA EN SU USO SOCIAL


C a p ít u l o 8

IN T E R A C C tó N C O M U N IC A T IV A Y C O R T E S ÍA

La soriolíngüística y el estudio de la interacción


comunicativa

Las ceremonias [....], a mi parecer, no son otro que sentimientos


u palabras con que declaramos nuestro agradecimiento, nuestro
respeto, obsequio y afecto hacia otra persona, u bien ensalzamos
el mérito ajeno y humillamos el nuestro..
I g n a c io L u z á n , A rte de h a b la r, 1723-1736

La sociolingüística, junto a la geolingüística, es tal vez la disciplina que mayor


cantidad de materiales de la lengua hablada ha podido acopiar. Su interés por allegar
datos procedentes de informantes variados y representativos, la atención prestada a
los principales factores de la comunicación y la experimentación con técnicas de re­
cogida de materiales muy diversas han convertido a nuestra disciplina en punto de
referencia obligado para cualquier estudio que tenga relación con la lengua hablada.
Naturalmente, la recolección y ordenación de materiales lingüísticos conducen
y comprometen a su análisis, cuando no forman parte del análisis mismo. A lo largo
de la primera parte de este libro hemos tenido ocasión de explicar en qué modo pro­
cede la sociolingüística para el estudio de los niveles fonético-fonológico, gramatical
y léxico. Pero ¿qué ocurre con los niveles, unidades y fenómenos que reciben la eti­
queta de supraoracionales? Porque la utilidad de los materiales recopilados también
alcanza, sin duda, al nivel de los actos de habla y de los textos, como unidades co­
municativas fundamentales. El estudio de la unidad llamada texto —de su carácter
de actividad comunicativa, de su naturaleza pragmática y su estructura— está al al­
cance de los investigadores que conocen la forma de reunir muestras útiles de len­
gua hablada. En este sentido, los sociolingüistas están en las mejores condiciones
para abordar el análisis de la interacción comunicativa y de los productos de esas in­
teracciones, es decir, de los enunciados, de los textos, del discurso, en cualquiera de
sus múltiples manifestaciones.1 La interacción se define como una serie de acciones

l. Más adelante tendremos oportunidad de tratar los conceptos de «discurso» y de «texto» (véase
E . Bernárdez, Introducción a la lingüística d e l texto, Madrid, Espasa-Calpe, 1982; también, del mismo autor,
Teoría y epistemología del texto, Madrid, Cátedra, 1995). En lo que se refiere al concepto de «enunciado», es
importante el trabajo de E. Benveniste publicado en 1970 (« L ’appareil formel de l'enonciation», Langages,
17, pp. 12-18). Según Benveniste, hay que distinguir entre la enunciación como proceso, y el enunciado, como
142 PRINCIPIOS IDE SOL l( J L IN G l 'IS T IC A S SOC IULO CiÍA D E L L E N G U A J E

en las que varios individuos se ven implicados alternativa o simultáneamente como


agentes.2
La atención que la sociolingüística presta a todo el ámbito que va más allá de la
oración supone, para esta disciplina, una gran ventaja y un claro riesgo. La ventaja es
que alcanza los límites de otras muchas disciplinas que, sin ser sociolingüística —a ve­
ces. sin ser siquiera lingüística—, manifiestan algún tipo de interés por la interacción
comunicativa y sus resultados La coincidencia de intereses entre escuelas, disciplinas
o grupos fronterizos suele ser, generalmente, enriquecedora para todos; en este caso,
también saldría ganando la lingüística general, que ensancharía su ámbito de acción
sin dejar lagunas ni materia sin tratar. El riesgo se derivaría, precisamente, de esto
mismo: el contacto con materias limítrofes puede suponer el abandono del campo de
la sociolingüística y la incursión en terrenos ajenos, sugerentes, no hay duda, pero
ajenos al fin y al cabo; incluso podría darse el caso de que esos otros ámbitos satisfi­
cieran inquietudes o necesidades que la sociolingüística no ha satisfecho adecuada­
mente, por no estar dentro de sus posibilidades o de sus preferencias. Dos de las dis­
ciplinas con las que la sociolingüística comparte parcialmente intereses y objetos de
estudio —situaciones, procedimientos y productos de la interacción— son la pragmá­
tica y la psicología social.

Sociolingüística y pragmática

La necesidad de un entendimiento entre pragmática y sociolingüística ha sido


destacada muy oportunamente por Graciela Reyes. Según esta investigadora, las re­
laciones entre las dos materias son muy importantes para el futuro de la pragmática
porque, aunque esta disciplina no estudia estrictamente la relación entre fenómenos
lingüísticos y factores sociales, todos sus temas tocan el lado social del lenguaje: la
pragmática tiende a trabajar con materiales procedentes de situaciones reales y quien
más experiencia ha reunido en ese terreno es la sociolingüística. En la misma línea de
argumentación, Reyes afirma:

El campo de trabajo que más naturalmente comparten ambas disciplinas es la con­


versación, objeto predilecto de estudios sociolingüísticos en los últimos años.
Todos los fenómenos que estudia la pragmática (actos de habla, presuposición,
implicatura, deixis, etc.) se realizan en la conversación y están regulados por los
principios según los cuales empleamos el lenguaje cuando conversamos: la conver­
sación es el tipo más elemental de uso del lenguaje.3

Más adelante daremos cuenta del modo en que la sociolingüística se ocupa del
análisis de la conversación. Ahora es importante señalar, sin embargo, que la con­
versación, como fenómeno comunicativo, no es el único punto de interés compartido
por sociolingüística y pragmática: también los actos de habla han llamado la atención
de los sociolingüistas.

producto de la enunciación. La enunciación es el acto por el que el hombre se hace dueño de su lengua y es
precisamente la relación entre el hablante y su lengua la que determina sus características.
2. Véase T. van Dijk, La ciencia del texto, Barcelona, Paidós, 1983, p, 89.
3. La pragmática lingüistica. El estudio del uso del lenguaje, Barcelona, Montesinos, 1990, pp, 55-57.
LA L E N G U A EN SU USO S OC IA L 143

La pragmática —o. al menos, una parte importante de ella— es la disciplina que


estudia los actos de habla y. más en general, las funciones de los enunciados lingüís­
ticos y sus caracteres en la interacción comunicativa. Para Teun A. van Dijk,4 la prag­
mática se ocupa concretamente de estudiar las condiciones bajo las cuales las mani­
festaciones lingüísticas son aceptables, apropiadas y oportunas: dicho con otras pala­
bras. las condiciones y reglas que han de darse para que un enunciado o un acto de
habla sean idóneos en un contexto determinado. Se estudian, en definitiva, las rela­
ciones entre texto v contexto, entre la estructura textual y los elementos de la situa­
ción comunicativa que están sistemáticamente ligados a ella. Las categorías que per­
tenecen al contexto son, entre otras, el hablante y el oyente, la acción que realizan al
producir un enunciado o al recibirlo, el sistema lingüístico empleado, el conocimien­
to de la finalidad del acto de habla, las actitudes de los interlocutores y los sistemas
de normas, obligaciones y costumbres sociales.
Según estableció John L. Austin, el más destacado representante de la «teoría de
los actos de habla», las expresiones o enunciados lingüísticos pueden servir para fines
muy distintos. Algunos enunciados permiten hacer proposiciones relacionadas con co­
sas o hechos del mundo, real o imaginario, de los cuales se puede decir que son cier­
tos o falsos, precisamente por darse tal relación; estos enunciados reciben el nombre
de enunciados constatativos {he llegado muy temprano; ayer cobramos nuestro primer
sueldo; hace un calor insoportable). En otros casos, los enunciados no se utilizan para
decir algo de algo o de alguien sino para hacer algo en el contexto adecuado: decla­
rar, jurar, prometer {este tribunal declara culpable al reo; juro por mi honor que no
volverás a entrar en mi casa; prometo serte fiel en las alegrías y en las penas): son los
enunciados realizativos. También existen enunciados formados por proposiciones éti­
cas, que pretenden servir de guía para ciertas conductas {no matarás; divide y vence­
rás), y enunciados que sólo pretenden confirmar el funcionamiento del canal comu­
nicativo entre dos interlocutores: enunciados fáticos {¿me oyes bien?; ¿estás ahí?;
¡hola!).5
Una de las corrientes de estudio más representativas de la pragmática actual se
ocupa de la caracterización de los enunciados llamados realizativos, frente a los cons­
tatativos. Se ha podido comprobar que las expresiones realizativas, denominadas ac­
tos de habla, han de cumplir ciertos requisitos: no deben describir ni registrar nada,
no han de ser «verdaderas» o «falsas», sino simplemente «adecuadas» o «no adecua­
das», han de suponer la realización de una acción o de parte de ella y suelen incluir
un verbo en primera persona. Para que esos actos de habla tengan éxito, desde un
punto de vista comunicativo, ha de existir un procedimiento convencionalmente acep­
tado, que debe cumplirse de forma correcta, en todos sus pasos, y en el que los
participantes han de ser los apropiados. En 1962, Austin distinguió cinco clases de
enunciados realizativos: judicativos {declaro culpable al reo), ejercitativos {te designo
mi sucesor), compromisorios {prometo ser imparcial), de comportamiento {te felicito)
y expositivos {supongo que es cierto lo que se cuenta en este libro).
Por otro lado, teniendo en cuenta que todos los enunciados suponen, de un modo
u otro, la realización de una acción y dado que las fronteras entre enunciados cons-

4. La ciencia del texto, Barcelona, Paidós, 19S3


5. Véase J. L. Austin, Cómo hacer cosas con palabras, Barcelona, Paidós, 19S2; J. Searle, Actos de ha­
bla, Madrid, Cátedra, 1980; S. Levinson, Pragmática, Barcelona, Teide, 1989.
144 PRINCIPIOS D E SOCIOLINGL 'ÍSTIC'A V S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

tatativos y realizativos no siempre están suficientemente claras, se ha distinguido en­


tre tres tipos de actos, que se han convertido en unidades básicas de la pragmática:
actos locativos, ilocutivos y perlocutivos. Los actos locativos surgen en el momento en
que se dice algo, esto es, cuando se emite un enunciado; los actos ilocativos se reali­
zan cuando se dice algo con una cierta intención o fuerza por parte del hablante (in­
formar, advertir, comprometerse); los actos perlocutivos aparecen como consecuencia
del acto ilocutivo y logran un efecto o una reacción en el oyente (convencer, disua­
dir). A este respecto, M.a Victoria Escandell insiste oportunamente sobre la dificul­
tad de distinguir también tales tipos de actos:

La distinción entre estos tipos de actos es sobre todo teórica, ya que los tres se
realizan a la vez y simultáneamente: en cuanto decimos algo, lo estamos haciendo
en un determinado sentido y estamos produciendo unos determinados efectos.
Pero es interesante distinguirlos porque sus propiedades son diferentes: el acto lo-
cutivo posee significado; el acto ilocutivo posee fuerza; y el acto perlocutivo logra
efectos.67

Henk Haverkate, por su parte, distingue entre actos de habla corteses y actos no
corteses.1 Dentro de la categoría de los actos corteses se incluyen los actos expresivos
(agradecimiento, felicitación, pésame, disculpa, cumplido, saludó) y los actos comisi-
vos (promesa, invitación). La categoría de los actos no corteses recoge los actos aser­
tivos y los exhortativos (ruego, súplica, mandato, consejo, recomendación, instrucción).
Asimismo, es posible identificar varios niveles de cortesía. En el primer nivel se dis­
tingue una cortesía comunicativa de una cortesía no comunicativa. Dentro de la cor­
tesía comunicativa se distingue, a su vez, entre la cortesía lingüística y la cortesía no
lingüística; esta última incluye la cortesía no paralingüística (los gestos) y la paralin­
güística (ruidos y signos verbales). La cortesía lingüística puede ser de dos tipos: me-
talingiiística y no metalingiiística. A la primera se le atribuyen las funciones de man­
tener un contacto social apreciable entre los interlocutores (función fótica) y de res­
petar las reglas o máximas de la conversación (etiqueta conversacional); la cortesía no
metalingiiística se manifiesta tanto en los macroactos de habla o actos de habla glo­
bales, como en los microactos o actos de habla locales.8
Al servicio de intereses principal aunque no exclusivamente sociolingüísticos y
ayudándonos de cuestionarios, hemos tenido la oportunidad de recoger testimonios
del uso de varios tipos de actos de habla, correlacionados con las características so­
ciales de los hablantes y con el tipo de vínculo que éstos establecen con sus interlo­
cutores. Los actos de habla que hemos analizado han sido, entre otros, saludos, des­
pedidas, excusas, disculpas, preguntas por la salud, peticiones de favor, peticiones de
información, agradecimientos, respuestas a agradecimientos, ofrecimientos y fórmu­
las de presentación; los materiales se han recogido en la localidad de Quintanar de la
Orden (Toledo, España).

6. Introducción a la pragmática, Barcelona, Anthropos/UNED, 1993, p. 69.


7. La cortesía verbal. Estudio pragnmlingiitstico, Madrid, Gredos, 1994.
8. Haverkate distingue, también entre los actos de habla, cuatro tipos de subactos: articulatorio, ¡locati­
vo, predicativo y referencial. Esta distinción le permite tratar ordenadamente algunas estrategias de cortesía
importantes: la prosodia resulta de singular importancia en el acto articulatorio, la interjección en relación con
los actos ilocutivos, el eufemismo, la litotes, la ironía y la repetición léxica en los actos predicativos y las for­
mas de tratamiento en los actos referenciales.
LA L E N G U A EN SL' USO S O C IA L 145

Esos actos de habla, a los que se acaba de hacer referencia (por ejemplo, de pe­
tición de espera), se han podido ordenar en un eje o continuum llamado de cortesía,
de tal forma que en un extremo se han agrupado los actos de petición de espera más
corteses (por favor, espere un momento; espere; perdone, que no puedo salir) y en el
otro extremo, las variantes con menor grado de cortesía (espera que ya voy; ya voy;
ya va).9 El criterio seguido para determinar el grado de cortesía consiste simplemen­
te en observar el uso de los actos de habla en correlación con el uso de los pronom­
bres personales tú y usted: el grado de cortesía que pueda tener un acto de habla está
relacionado con el tipo de tratamiento que recibe el interlocutor hacia el que ambos
van dirigidos. Se consideran como más corteses aquellos actos de habla que muestran
una tendencia a aparecer cuando el interlocutor recibe un tratamiento de usted; fór­
mulas menos corteses serían aquellas que aparecen con frecuencia cuando el interlo­
cutor es tratado de tú. Al buscar las causas últimas del uso de un tratamiento u otro
se ha de hacer referencia a factores psicosociológicos corno el poder o la solidaridad,
que más adelante quedarán explicados.
El estudio sociolingüístico y pragmático realizado sobre actos de habla coloquia­
les recogidos en Quintanar de la Orden ha revelado que los atributos sociológicos de
los informantes están correlacionados con determinados actos de habla, aunque no
siempre es así. Las variables sociales con mayor capacidad de influencia sobre el uso
de los actos coloquiales analizados son la edad y el nivel sociocultural, junto a la fi­
gura del interlocutor hacia el que va destinado el acto de habla. En el estudio se han
distinguido cuatro tipos básicos de interlocutor, que ya fueron presentados a propó­
sito de las variedades estilísticas (véase el capítulo 4): A, con poder sobre el hablan­
te y no solidario con él (por ejemplo, una persona con autoridad y desconocida); B,
con poder y solidario (por ejemplo, una persona con autoridad, pero conocida); C, sin
poder y no solidario (por ejemplo, un desconocido más joven que el hablante); D, sin po­
der y solidario con el hablante (por ejemplo, un amigo o familiar joven). Como se
ha dicho, el tipo de interlocutor determina en muchas ocasiones la elección de deter­
minadas fórmulas lingüísticas y no de otras por parte de un hablante. Normalmente,
si una fórmula está generalizada en una comunidad, es el tipo de interlocutor el fac­
tor que determina su empleo en una interacción; en tal caso, los atributos sociales del
hablante apenas tienen valor explicativo. Las fórmulas consideradas como menos cor­
teses nunca van dirigidas a interlocutores del tipo A, tres de cada diez se dirigen a in­
terlocutores del tipo B (30 %), una de cada cinco a interlocutores del tipo C (23 %)
y casi una de cada dos a interlocutores D (47 %). Las fórmulas corteses se dirigen a
cualquiera de los cuatro tipos de interlocutores establecidos, con las siguientes pro­
porciones aproximadas: interlocutor A, 60 %; interlocutor B, 10 %; interlocutor C,
29 %; interlocutor D, 1 %.10

La cortesía

La alusión al concepto de «cortesía» obliga a presentar, siquiera brevemente, un


conjunto de teorizaciones en las que se interpreta como un mecanismo o criterio re­

tí «Análisis sociolingüístico de actos de habla coloquiales», I y II, Español actual, 51-52 (1989), pp. 5-51
y 5-57.
10. Véase «Análisis sociolingüístico de actos de habla coloquiales», II, Español actual, 52 (1989), pp. 54-56.
146 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G D ÍS T IC A J S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

gidor de la interacción social y. más en concreto, de la interacción comunicativa. Al


fondo de estas teorías se encuentra siempre una propuesta de singular relevancia en
el mundo de la pragmática: el principio de cooperación de H. P. Grice.11
El principio de cooperación propuesto por Grice no debe entenderse como una
norma o una regla explícita, sino como una guía que aceptan los participantes en cual­
quier interacción comunicativa para facilitar su desarrollo y hacer posible su éxito res­
pecto a unas expectativas e intereses. El principio requiere de los interlocutores que
contribuyan a la conversación adecuándola a un propósito y en una dirección deter­
minados.
Grice complementa su principio general con una serie de orientaciones secunda­
rias denominadas «categorías» o «máximas» de cantidad, cualidad, relación o rele­
vancia y modalidad: la categoría de la cantidad se refiere a la cantidad de información
aportada por los interlocutores en sus enunciados; la cualidad tiene que ver con la ve­
racidad y la demostrabilidad de la información aportada en la interacción; la relevan­
cia supone que los hablantes han de proporcionar información relevante en cuanto al
asunto tratado en cada momento; finalmente, la categoría de la modalidad tiene que
ver con la claridad y el orden de la información de las interacciones. Estas categorías
generales de comportamiento se pueden expresar por medio de máximas;

Máxima de la cantidad: que su contribución no sea ni más ni menos informativa


de lo que se requiere.
Máxima de la cualidad: que su contribución sea verdad.
Máxima de la relación: diga cosas relevantes.
Máxima de la modalidad: sea claro.

Junto a estas categorías y máximas, la pragmática maneja los conceptos de im-


plicatura y de presuposición. La implicatura se entiende como un conjunto de ele­
mentos que se transmiten con el enunciado y que no corresponden a su contenido
proposicional; se trata de contenidos implícitos, lo que se comunica en un enunciado
junto a lo que se dice. Las implicaturas que afectan al principio de cooperación y a
las máximas reciben el nombre de implicaturas conversacionales y han de definirse y
explicarse de acuerdo con los principios que organizan la conversación.12
Cuando en una conversación se violan el principio o las máximas de Grice, las
implicaturas pueden ayudar a reconstruir el contenido que se ha querido comunicar.
Para ello debe tenerse en cuenta, como ha señalado Escandell, que las máximas y las
implicaturas pueden mantener diversos tipos de relaciones, a saber; /') hay implicatu­
ra, pero no hay violación aparente de una máxima; ii) hay implicatura y debe inferir­
se que se viola una máxima para evitar un conflicto con otra máxima; iii) hay impli­
catura precisamente porque se viola abiertamente una máxima.13
Una muestra de / la tenemos en el enunciado Entré en una casa, en el que se im­
plica que ‘la casa no era mi casa’. Ejemplo de ii sería el siguiente intercambio de
enunciados: A. ¿A qué hora llegarás? B. A media mañana; en este caso B está vio­
lando la máxima de la cantidad, puesto que no aporta la información que se le pide

11 Smdies in the Way of Words, Cambridge, Harvard University Press, 1989.


12. Véase M.a V. Escandell, Introducción a la pragmática, ob. cit., p. 94 y ss.
13. Ob. cit., p 98.
L A L E N G U A EN SU U SO S O C IA L 147

en el grado que se le pide, pero se implica que B desea cooperar en la interacción y


aporta la única información de que dispone dentro de un respeto a la máxima de la
cualidad. El ejemplo más conocido de iii es el caso del informe en el que no se dice
nada en absoluto sobre el asunto que se solicita o que realmente interesa, violando
las máximas de la cantidad y la relevancia; en este caso se puede dar por satisfecho
el principio de cooperación porque un informe así implica que no se ha querido dar
una opinión favorable.
En lo que respecta a la presuposición, hay que señalar su paralelismo con la im­
plicatura en tanto en cuanto ambos conceptos se refieren a las inferencias pragmáti­
cas que acompañan a los enunciados. Las implicaturas son inferencias basadas pri­
mordialmente en el contenido de los enunciados y en los elementos contextúales re­
lacionados con el principio de cooperación; las presuposiciones, en cambio, se derivan
principalmente de la estructura lingüística de los enunciados y de la aparición de cier­
tas palabras, si bien no se puede decir que se trate de fenómenos puramente semán­
ticos puesto que pueden verse afectados por factores contextúales. En principio, las
presuposiciones se pueden mantener al margen de la veracidad o falsedad de los
enunciados: un enunciado afirmativo y el correspondiente negativo comparten el mis­
mo conjunto de presuposiciones (tanto si decimos el primo de Alberto es alto como si
se dice el primo de Alberto no es alto, se presupone que Alberto tiene un primo); al
mismo tiempo, para que un enunciado pueda ser verdadero o falso, sus presuposio-
nes deben ser verdad. Pero dejemos a un lado estas cuestiones semánticas para si­
tuarnos en un terreno más próximo a la sociolingüística.14
Volviendo a la cortesía, hay que anotar que las teorías más recientes se han cons­
truido, como se señaló algo más arriba, sobre las propuestas de Grice. Beatriz La­
vandera ha destacado, por su importancia, tres modelos de interpretación de la cor­
tesía; los de Robín Lakoff, Geoffrey Leech y Penelope Brown y Stephen Levinson.15
El modelo de Lakoff es un intento de integrar las categorías de Grice en una sola má­
xima general («sé claro»), a la que se añaden tres máximas de cortesía («no impon­
gas»; «da opciones»; «haz que el interlocutor se sienta bien»), que pueden ser redu­
cidas a una sola máxima: «sé cortés»; en caso de que estas máximas entraran en con­
flicto, la situación social determinaría las prioridades de la aplicación.16 Por su parte,
Geoffrey Leech trata de hacer una teoría general de la relación entre la semántica y
la pragmática. En su aportación añade a las categorías de Grice una más, el tacto, que
se definiría como una estrategia para evitar conflictos y que podría medirse por el
esfuerzo realizado por el hablante para conseguirlo. En su interpretación de una
pragmática general, Leech pone en un mismo nivel el principio de cooperación y el
principio de la cortesía. Este último se manifiesta tanto en el contenido de las con­
versaciones como en la forma en que son organizadas y estructuradas por los inter­
locutores.
Brown y Levinson ofrecen un elaborado modelo pragmático de estrategias de
cortesía, estrategias que sirven para satisfacer unos fines comunicativos y de orienta-

14. Acerca del concepto de presuposición, véase C K. Oh y D. A. Dinneen (e d s), Syntax and sentan-
tics, vol. 11: Presupposi/ion, Nueva York, Academic Press, 1979.
15. Véase B. Lavandera, «The Social Pragmatics of Politeness Forms», en U. Ammon, N. Dittm ar y
K. J. Mattheier (eds.), Sociolingnistics, vol. 2, Berlín, De Gruyter, 1988, 1196- 1205.
16. Véase «The Logic of Politeness, or Minding P’s and Q ’s», Proceedings o f tlie Nintli Regional Mee-
ting o f /lie Chicago Lingitistic Society, 1973, pp, 345-356.
148 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN C Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A DEL L E N G U A J E

ción de la imagen del hablante.17 Se parte de la idea de que los individuos tienen una
doble faz o imagen, una positiva y otra negativa o amenazadora: en el transcurso de
una interacción verbal los individuos utilizan estrategias que minimizan la fuerza
de los actos que corresponden a la imagen negativa,. De acuerdo con estas dos imá­
genes del hablante, Brown y Levinson proponen la existencia de dos tipos de corte­
sía: la cortesía positiva y la cortesía negativa. Cada una de ellas puede buscar unos
fines específicos y para ello se despliegan diversas estrategias. Así, por ejemplo, den­
tro de la cortesía positiva se incluirían estrategias como atender a los intereses, deseos
o necesidades del oyente, exagerar el interés y la simpatía por el oyente o utilizar
marcadores de grupo (uso de la misma variedad dialectal, jerga, etc.). Tales estrate­
gias apelan a la experiencia común entre los interlocutores para conseguir unas acti­
tudes favorables.
Finalmente, Lavandera propone un concepto de cortesía que la sitúa en el mis­
mo nivel que la fuerza ilocutiva en los actos de habla; de hecho, la noción de fuerza
ilocutiva, según Lavandera, debe complementarse con la noción de fuerza de cortesía.
La cortesía se manifiesta, habitualmente, a través de mecanismos lingüísticos que per­
miten disponer los actos de habla y las conversaciones en un contimuini de fuerza de
cortesía. La cortesía no es una propiedad inherente de las oraciones, antes bien es un
valor que adquieren las expresiones en determinadas condiciones contextúales. Jun­
to a la propuesta de Lavandera, las demás teorías de la cortesía han buscado una ex­
plicación satisfactoria del funcionamiento de los mecanismos de interacción; en ellas
la cortesía no es un significado de las formas lingüísticas, sino una propiedad de los
actos de habla.
Unas veces al margen de las teorías de la cortesía y otras en estrecha relación
con ellas, los sociolingüistas, sobre todo los más preocupados por los aspectos etno­
gráficos de la comunicación, han acumulado numerosas experiencias e informaciones
sobre los mecanismos de cortesía utilizados en diversas lenguas y culturas del mundo.
Así, C. Geertz ha comprobado que la lengua javanesa dispone de un sistema de ex­
presión de cortesía en el que prácticamente es imposible decir nada sin incluir algún
elemento que indique el tipo de relación social, estatus y familiaridad de los interlo­
cutores. Los hablantes de javanés han de elegir entre tres estilos diferentes (alto, me­
dio y bajo) y posteriormente seleccionar y construir sus enunciados de acuerdo con
las exigencias de cada estilo: si se quiere usar una forma equivalente a ahora, el ha­
blante de javanés sabe que tiene que utilizar la forma samenika para el estilo alto, sa-
niki para el estilo medio y saiki para el estilo bajo; si se quiere usar la forma javane­
sa equivalente a ir, hay que tener en cuenta que, en el estilo bajo (con saiki), se debe
utilizar arep, que con saniki (estilo medio) se ha de usar adjeng y que con samenika
(estilo alto) se debe elegir bade.
El japonés es otra lengua en la que la expresión de la cortesía determina de for­
ma cardinal el uso social de los actos de habla. Las formas indicadoras de cortesía se
usan y distribuyen dependiendo del tipo de interlocutor. Según explica Muriel Savi-
lle-Troike, a partir de datos de Harumi Williams, en el japonés de los niveles socia­
les acomodados, el ofrecimiento de un taza de té ha de hacerse mediante fórmulas de
cortesía bien diferenciadas y adecuadas a los interlocutores. Esas fórmulas pueden or­
denarse en una jerarquía de siete grados: 1, ¿Ocha? ‘¿té?’ (hacia los propios hijos);

17. Politeness. Some Universals in Language Use, Cambridge, Cambridge University Press, 1987,
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 149

¿Ocha do? (hacia los propios hijos, los hermanos y los amigos más jóvenes);

IO
¿Ocha ikaga? (hacia los amigos de la misma edad y los hermanos mayores);
4, ¿Ocha ikaga desu ka? (hacia el marido, los padres, los tíos y los cuñados más jó­
venes); 5, ¿Ocha wa ikaga desu ka? (hacia los abuelos); 6, ¿Ocha ikaga deshó ka? (ha­
cia los cuñados mayores); 7, ¿Ocha wa ikaga deshó ka? (hacia los suegros, los abue­
los del marido, el jefe del marido y los profesores).18
Frente a las lenguas como el japonés o el javanés, otras muchas no disponen de
unos sistemas tan rígidos y complejos de expresión de la cortesía, lo que no quiere
decir que carezcan de elementos o recursos formales para adecuar el discurso a la for­
malidad de las más diversas situaciones. En el español de España, las fórmulas bue­
nos días (saludo), tanto gusto en conocerlo (saludo en presentación), aquí tiene su casa
para lo que desee (ofrecimiento de casa), ¿quieres tomar algo? (invitación) o ¿me po­
día indicar dónde está la iglesia? (petición de información), disfrutan de un grado de
cortesía más alto que fórmulas como hola (saludo), hola, ¿qué tal? (saludo en pre­
sentación), cuando quieras, puedes venir a mi casa (ofrecimiento de casa), toma algo
(invitación) o ¿dónde está la iglesia? (petición de información).19
Nuestros ejemplos y comentarios demuestran que la cortesía es uno de los prin­
cipios de mayor trascendencia en el uso social de la lengua, en la interacción comu­
nicativa. Pero no debe olvidarse que la cortesía tiene en las formas de tratamiento
una de sus más significativas expresiones lingüísticas.

El poder, la solidaridad y las formas de tratamiento

Formas de tratamiento y cortesía son nociones que se exigen mutuamente y que,


por lo tanto, no pueden explicarse de forma independiente. A su vez, el sentido, la
función y el empleo de unas y de otra necesita el auxilio de principios y conceptos
ajenos a la lingüística y a la sociolingüística, aunque sean complementarios de ellas.
Los conceptos a los que nos referimos proceden de la psicología social y fundamen-

18. Tlie Ethnography o f Cotninanicanon. An introduction, Oxford, Blacksvell, 1982, pp. 54-55
19. Asi se comprobó cualitativa y cuantitativamente en el estudio de F. Moreno Fernández sobre Quin-
tanar de la Orden (Toledo, España). Los libros de etiqueta o manuales de urbanidad elaborados para lenguas
como el inglés, el francés o el español incluyen recomendaciones sobre los usos más adecuados a la hora de
las presentaciones o de mantener conversaciones en fiestas o por teléfono. En la obra Book o f Etiquette, de
Lillian Eichler (1923), se pueden leer recomendaciones como éstas:

No aburras a tus interlocutores.


No mires al techo durante la conversación.
No cuentes historias demasiado largas, vagas o inapropiadas
No hagas digresiones.
No insistas en que es real la historia que has contado
No cuentes historias sobre suegras o tartamudos.

En muchos casos, las recomendaciones de los libros de urbanidad parecen constituir un patrón del cual
han extraído sus máximas las modernas teorías de la cortesía. En El libro del saber estar, de Camilo López
(La urbanidad y los usos sociales, Oviedo, Nobel, 1990), se leen consejos clásicos como éstos: «La gente quie­
re que le hable de sus problemas. [..] Hable siempre de lo que interesa a sus interlocutores, [.,..] El nombre
de una persona es para ella el sonido más dulce e importante que pueda escuchar. No tema abusar de él, Deje
que sea su interlocutor quien hable más. [.,.] Saber escuchar es una auténtica virtud. [.. ] Muestre respeto a las
opiniones del prójimo. [..] Cuando hable con alguien, no empiece discutiendo los puntos en que exista diver­
gencia de criterios» (pp. 60-62)
150 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

talmente son dos: el poder y la solidaridad. Ambos tienen que ver con las relaciones
que se establecen entre los interlocutores v, como ya hemos visto, fueron introduci­
dos en la sociolingüística por el psicólogo social Roger Brown.20
El concepto de «poder» a menudo se ha confundido con otros, importantes tam­
bién para la sociología, como son el estatus y el papel social. El poder y el estants son
valores que se derivan de unos papeles sociales determinados; éstos, por su parte, son
simplemente un producto de la división del trabajo dentro de una comunidad: el fun­
cionamiento adecuado de un grupo o una sociedad depende del adecuado cumpli­
miento de unas tareas que se reparten entre los individuos que los componen. Aho­
ra bien, en la práctica, los papeles no se distinguen solamente por la naturaleza de las
tareas que se realizan, sino también por la forma en que son considerados social­
mente. Dicho de una forma simple, el estatus refleja el valor inherente de un papel,
mientras que el poder refleja la dimensión de la influencia que un papel ejerce sobre
el individuo que cumple otro papel, otra función. El estatus, que implica una expec­
tativa de comportamiento entre dos o más individuos, representa tal vez el aspecto
más estático de la relaciones sociales.21
Generalmente, se emplea el término poder para describir situaciones en las que
la conducta de un individuo viene determinada, al menos parcialmente, por las ac­
ciones de otro. Podemos decir que, en psicología social, el poder tiene tres caracte­
rísticas básicas:

a) Es el atributo de las relaciones entre dos o más personas y no simplemente


el atributo de una sola; el poder es siempre el poder de A sobre B.
b) La naturaleza de estas relaciones es causal: el individuo poderoso A es, de
algún modo, responsable de las acciones del menos poderoso B.
c) Aunque A puede ser responsable de las acciones de B, no determina total­
mente estas acciones; la intervención de A aumenta la probabilidad de que B actúe
de una manera determinada y no de otra.

Dentro de la sociolingüística, los términos poder y solidaridad se emplean para


hacer referencia a la distancia social que existe entre dos interlocutores: cuántas ex­
periencias y características sociales comparten, entre otros factores. El poder supone
una relación no recíproca entre dos personas, al menos, y la no reciprocidad puede
estar basada en muchas y muy diferentes realidades: la riqueza, la edad, la posición
social, la fuerza física, la pertenencia o no a instituciones como la Iglesia, el Estado o
el ejército, el tipo de parentesco, entre otras. Cuando dos personas establecen una re­
lación, una será considerada como superior y la otra como inferior, dicho con otras
palabras y refiriéndonos de forma específica a las formas de tratamiento, el superior
es aquel que emplea el tratamiento de tú (7) hacia el inferior y recibe el tratamiento
de usted (V) (sistema asimétrico). Al hablar de tú y usted estamos manejando las for­
mas pronominales de tratamiento más frecuentes en el español, pero lo que se ha di­
cho puede aplicarse a las formas correspondientes de otras lenguas o variedades; de

20. Son importantes estos trabajos: R. Brown y M . Ford, «Address in American English», en D. Hymes
(ed.), Language, culture and society, II, Nueva York, Harper & Row, 1964, pp. 234-244; R, Brown y A. Gil-
man, «The pronouns of Power and Solidarity», en J, Fishman (ed.), Readings in t/ie Sociology o f Language,
La Haya, Mouton, 1968, pp. 252-275.
21, Véase S. Giner, Sociología, 14“ ed., Barcelona, Península, 1981.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 151

ahí que suela usarse 7 y V como categorías que incluyen todas las formas pronomi­
nales y cuyos valores coinciden con lo que se ha comentado a propósito del tú y el us­
ted del español (7: esp. tú. fr. tu, al. dir, V: esp. usted, fr. vous, al. Sie).
La solidaridad, por su parte, hace referencia a una relación simétrica entre dos
personas, al menos. Cuando aparece esa clase de relación, las formas de tratamiento
también pueden ser simétricas o recíprocas: es frecuente que dos personas que se con­
sideran solidarias usen entre sí el tratamiento de tú (7) (sistema simétrico). La di­
mensión de solidaridad es potencialmente aplicable al tratamiento de todas las per­
sonas
Si bien es posible hacer una presentación y un estudio independiente de los con­
ceptos de «poder» y «solidaridad», lo cierto es que no tienen por qué darse, ni anali­
zarse, siempre por separado. Es verdad que podemos encontrar sistemas de trata­
miento que se rigen escrupulosamente por el poder, sistemas asimétricos en los que el
poderoso es tratado de usted y tiene derecho a utilizar el tratamiento de tú hacia el
poco poderoso, como es posible encontrar sistemas de tratamiento basados en el con­
cepto de solidaridad, sistemas simétricos en los que los hablantes usan recíprocamen­
te el tú y en los que cualquier característica (tener la misma edad, la misma profesión,
vivir en la misma comunidad) puede hacer surgir la simetría, la reciprocidad, en la
conducta de los interlocutores.
Ahora bien, poder y solidaridad no son conceptos excluyentes, ya que podemos
encontrar que un superior, con poder, puede ser solidario con su interlocutor (por
ejemplo, con un pariente) o no solidario; a la vez, un inferior, sin poder, puede ser so­
lidario con su interlocutor (por ejemplo, con un viejo empleado de la familia) o pue­
de no serlo (por ejemplo, el camarero de un restaurante con un cliente). Esto quiere
decir, como ya hemos señalado en otros apartados, que las relaciones entre interlo­
cutores pueden clasificarse en cuatro grandes grupos: con poder y sin solidaridad, con
poder y con solidaridad, sin poder y sin solidaridad y, finalmente, sin poder y sin so­
lidaridad. Pero también quiere decir que las formas de tratamiento se usan de acuer­
do con sistemas que a veces encierran una gran complejidad, derivada, en primer lu­
gar, de las diversas clases de vínculos personales que se pueden establecer, en segun­
do lugar de la posibilidad de que las formas de tratamiento no sean recíprocas y, por
último, de la convivencia de sistemas de tratamiento diferentes dentro de una misma
comunidad. El uso de las formas de tratamiento de las personas de edad más avan­
zada y de los más jóvenes, aparte de no ser recíproco, no responde a un mismo cri­
terio en muchas ocasiones, como pueden no coincidir los usos si se compara una co­
munidad rural con una comunidad urbana o un grupo de estatus alto con un grupo
de estatus bajo. Dentro de una comunidad, es perfectamente posible la convivencia
de un sistema asimétrico, utilizado por las individuos de mayor edad, con un sistema
simétrico utilizado por los menores de 30 años, por ejemplo.
Haciendo abstracción de los sistemas de tratamiento propios de unas comunida­
des o de otras, los estudios de R. Brown y de sus colaboradores han podido demos­
trar que la solidaridad hace entrar en conflicto el tratamiento entre superiores e in­
feriores, como se desprende de la figura 8.1.
Las letras que rodean el cuadro revelan que el tratamiento natural o normal ha­
cia los superiores es V y hacia los inferiores 7. Sin embargo, entre los superiores y los
inferiores se pueden producir conflictos: se emplea 7 cuando existe solidaridad con el
superior y V cuando no existe solidaridad con el inferior.
152 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U S I ICA Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Superior Superior
y solidaridad y no solidaridad
T V

Igual Igual
y solidaridad y no solidaridad

T V

Inferior Inferior
y solidaridad . y y no solidaridad

Fuente: R. Brown y A. Gilman

F i g . 8.1. U s o d e f o r m a s p r o n o m i n a l e s d e tr a ta m ie n to s e g ú n la s re la c io n e s d e p o d e r
v s o lid a r id a d .

La distancia que se establece sociolingüísticamente entre poder y solidaridad ha


permitido fijar, al menos, dos universales: primero, que todas las lenguas tienen algún
modo de indicar las diferencias de poder, de solidaridad o de ambos tipos, pues todo
individuo tiene la necesidad de fijar sus relaciones con los demás y de mostrar qué lu­
gar ocupa en su contexto social; segundo, que cuando el poder y la solidaridad vienen
reflejados por el mismo tipo y rango de elementos, la forma que expresa mayor soli­
daridad también expresa mayor poder por parte del hablante y viceversa. Brown y
Ford señalan que, por lo general, es el superior el que decide en qué momento la so­
lidaridad es suficiente para emplear T. Asimismo, Brown y Gilman afirman que exis­
te una tendencia general a adoptar un sistema de relaciones simétricas.
Las señales lingüísticas que marcan las relaciones de poder-solidaridad entre dos
hablantes varían según las lenguas. Son las combinaciones de conceptos como poder
y solidaridad, simetría y asimetría, reciprocidad y no reciprocidad las que complican
el análisis de las formas de tratamiento, dándole interés, y las que dificultan su ex­
plicación y comprensión en la enseñanza de una lengua extranjera. A ello hay que
añadir que las formas de tratamiento pueden ser pronominales, pero también pue­
den ser nominales y afectar a otras clases de palabras. Al dirigirse a un interlocutor,
un hablante de inglés puede utilizar un tratamiento determinado (Doctor, Sir), un
tratamiento seguido del apellido {Mr. Smith), el nombre propio {John), el apellido
{Smith), un diminutivo o un hipocorístico {Johnnié), el nombre y el apellido {John
Smith), aparte del término del parentesco {Dad ‘papá’) y todo tipo de apelativos
{Dear ‘querido’).
Los nuer, pueblo sudanés que vive en la confluencia delN ilo y el Sobat, están
organizados en linajes y forman grupos de edad bien estratificados. Cada nuer tiene
un nombre propio que coincide con el de su linaje y que se utiliza en las ceremonias
importantes. Sin embargo^ los nuer, en el momento de nacer, reciben un nombre que
utilizan durante el resto de su vida y que puede ser un nombre común, un verbo o
cualquier otra forma: Nhial ‘lluvia’, Pan ‘arroz silvestre’, Man ‘tierra’, Cuol ‘com­
pensar’. En ocasiones, los abuelos maternos dan a los niños un segundo nombre, pro­
duciéndose la circunstancia de que la misma persona puede ser llamada de una for­
ma por los parientes de la línea paterna y de otra por los parientes de la línea ma-
L A L E N G U A EN SU USO S OC IA L 153

terna. A ello se suman los nombres elegidos por cada hombre para ser usados en el
deporte, la caza o la guerra entre compañeros o amigos; estos apelativos se toman de
los nombres de los bueyes y se denominan precisamente nombres de buey. Las muje­
res toman sus apelativos de los nombres de las crías de las vacas que ellas mismas or­
deñan. Finalmente, debido a la fuerte estratificación de los grupos de edad, los hom­
bres nuer, cuando llegan a cierta edad, pueden usar y recibir de otros hombres adul­
tos más jóvenes el tratamiento Gwa 'Padre’.22
En lo que se refiere a la lengua española, disponemos de numerosos trabajos en
los que se ha investigado el uso social de las formas de tratamiento. Destacamos, muy
breve y escuetamente, los de J. Fox, V. Alba de Diego y J. Sánchez Lobato, C. Wei-
nerman, F. Moreno Fernández y J. Medina. Uno de los primeros trabajos dedicados
a los tratamientos en el español peninsular ha sido el de J. Fox.23 En su estudio, Fox
se propone confirmar la hipótesis de Brown y Gilman acerca de que los hablantes ex­
presan la solidaridad mediante el uso recíproco de 7 y la no solidaridad mediante el
uso recíproco de V, así como confirmar la hipótesis de W. F. Lambert, según la cual
el empleo de la fórmula de respeto es muy frecuente entre los jóvenes de las clases
trabajadoras, mientras que los jóvenes de las clases medias tienden al uso de T'24 Fox
hizo su investigación en nueve colegios madrileños y llegó a las siguientes conclu­
siones:

1) Los escolares de Madrid cada vez hacen menos uso del usted para dirigirse
a personas de mayor edad, en beneficio del pronombre til El sistema asimétrico, por
el que el trato hacia un superior debe ser de usted y hacia un inferior de tú, ha sido
reemplazado por un sistema simétrico que expresa la solidaridad mediante tú y la no
solidaridad mediante usted. La hipótesis de Brown y Gilman queda, pues, confirma­
da en Madrid.
2) El uso de usted, dirigido hacia personas mayores, está generalizado entre las
clases trabajadoras, que, por lo tanto, pueden ser consideradas como más conserva­
doras. La hipótesis de Lambert también queda confirmada.

Vidal Alba de Diego y Jesús Sánchez Lobato han llegado a unas conclusiones si­
milares en un estudio más reciente hecho entre jóvenes de nivel medio-bajo de Ma­
drid.25 Las relaciones jerárquicas entre los interlocutores han sufrido en las últimas
décadas una importante redefinición: en la actualidad es posible pensar en un cierto
grado de solidaridad, mayor o menor según los casos, con un superior, la tendencia
general es a adoptar un sistema simétrico de tratamiento en el que predomina la soli­
daridad.

22 Véase E.. E. Evans-Pritchard. «Nuer Modes of Address», The Uganda Journal, 12 (1948), pp. 166-
171; citado en R Wardhaugh, An Introduction lo Sociolinguistics, 2.a ed., Oxford, Blackwell, 1992, pp. 265-
266.
23 «The pronouns of address in Spanish». Acles du Xe. Congrés International des Lingüista. Bucarest
2S Aoñt-2 Septembre 1967, 1, Bucarest, Éditions de L’Academie de la République Socialiste de Roumanie,
1969, pp. 685-693.
2-1 Véase «The use of tu and vous as forms of address in French Cañada: a pilot study», Journal o f Ver­
bal Learning and Verbal Behavior, 6 (1967), pp 614-617.
25 «Tratamiento y juventud en la lengua hablada. Aspectos sociolingüisticos». Boletín de la Real Aca­
demia Española, LX (1980), pp. 95-129
154 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Uno de los trabajos más rigurosos, amplios y detallados que se han realizado so­
bre el tratamiento en el mundo hispánico es el de Catalina Weinerman, centrado en
las ciudades de Buenos Aires y de Catamarca (Argentina).26 Los objetivos de la in­
vestigación, entre otros, eran contrastar las hipótesis de Brown en el habla de Bue­
nos Aires y la correlación que existe entre el tipo de interlocutor y el uso del pro­
nombre de segunda persona del singular. Los usos pronominales analizados han sido
los asimétricos usted-vos, vos-usted y el simétrico informal vos-vos, y algunas de las
conclusiones que se han podido extraer han sido las siguientes:

1) En la mayoría de los centros urbanos de Argentina, el pronombre voy ha


reemplazado prácticamente al tú, si bien persiste una creencia en el mayor refina­
miento lingüístico de esta última forma.
2) Existe un predominio significativamente mayor de la pauta simétrica infor­
mal de los tratamientos pronominales (vos-vos) en las comunidades más modernas
(Buenos Aires); la asimetría {usted-vos, vos-usted) está más extendida entre las co­
munidades más tradicionales o conservadoras.
3) Entre las clases bajas se observa una mayor frecuencia de la pauta asimétri­
ca y una menor frecuencia de la informal; las diferencias entre clases suelen ser ma­
yores en la comunidades tradicionales.
4) La familia es una institución social que cumple una función retardatoria en
el proceso de innovación que afecta a las formas de tratamiento.

Por su lado, Moreno Fernández ha analizado el uso de las formas pronominales


tú y usted en una comunidad rural española (Quintanar de la Orden, Toledo) y ha lle­
gado a la conclusión de que los rasgos sociales que inciden más intensamente en la
elección del pronombre tú son la edad (más los jóvenes) y el sexo (más las mujeres).
Asimismo, puede hablarse de conservadurismo lingüístico, dado el uso de un sistema
asimétrico y el predominio del concepto de «poder», en los hablantes con una edad
superior a 50 años y pertenecientes a los niveles socioculturales más bajos. En cual­
quier caso, el sistema de tratamiento más generalizado en esta comunidad es el que
se fundamenta en el eje semántico de la solidaridad.27
Finalmente, Javier Medina ha realizado un interesante estudio sobre las formas
de tratamiento en el habla juvenil de las islas Canarias. Medina señala que el uso del
tuteo con los padres está muy generalizado en Canarias, lo que indica un predominio
de las relaciones de solidaridad sobre las de poder. No es así en el caso del trata­
miento hacia los abuelos: un ambiente familiar tradicional y un bajo nivel cultural son
factores que favorecen la aparición de usted; por otro lado, el uso de usted hacia los
profesores está muy generalizado. La investigación de Medina incluye valiosas con­
clusiones sobre el uso de los términos de parentesco, los nombres propios y otras for­
mas nominales.28

26. SociolingiUslica de la forma pronominal, México, Trillas. 1976.


27. «Sociolingüística de los tratamientos. Estudio sobre una comunidad rural», Armario de Letras, X X I V
(1986), pp. 87-120.
28. Véase J. Medina López, Formas de tratamiento en Canarias: habla juvenil, Santa Cruz de Tenerife.
1991.
L A L E N G U A EN SU USO S OC IA L 155

La acomodación o adaptación del habla

En el ámbito de las relaciones entre la sociolingüística y la psicología social, ade­


más de la incorporación de los conceptos de «poder» y de «solidaridad» y del análi­
sis de las formas de tratamiento, pueden destacarse otras aportaciones, algunas de
ellas tan importantes como el análisis de las actitudes lingüísticas, a las que dedica­
mos el capítulo 10. En esta misma línea, es muy posible que el futuro lleve a una co­
laboración más estrecha entre sociolingüistas y psicosociólogos, colaboración que po­
dría desarrollarse en el marco de la llamada «teoría de la acomodación del habla».
Esta teoría, elaborada, entre otros, por Richard Bourhis y Howard Giles, nació en el
seno de la psicología social y, desde nuestro punto de vista, podría ser idónea para sa­
tisfacer algunas de las necesidades teóricas de la sociolingüística.29 Recordemos, por
ejemplo, que se ha empleado como fundamento de una de las interpretaciones de la
noción de estilo.
La «teoría de la acomodación del habla» se preocupa por los procesos cognosci­
tivos que se producen entre la percepción del contexto social y la conducta comuni­
cativa. Pretende explicar algunas de las motivaciones subyacentes a ciertas conductas
y a ciertos cambios en los estilos de habla, durante los encuentros comunicativos, y
algunas de las consecuencias sociales que de ellos se derivan. Los principios básicos
de la teoría son los de convergencia y divergencia. La convergencia es una estrategia
comunicativa que los hablantes siguen para adaptarse a una situación y al habla de
sus interlocutores; para ello se maneja una larga serie de elementos lingüísticos. La
divergencia, a su vez, es un procedimiento por el que los hablantes acentúan sus di­
ferencias lingüísticas y comunicativas respecto de otros individuos. Estos procesos se
dan durante la interacción social.
Los objetivos que determinan la conducta convergente de los hablantes son la
aprobación social por parte del oyente, la mejora de la eficacia comunicativa y el
mantenimiento de las identidades sociales positivas. El deseo de ver cumplidos estos
fines lleva a los hablantes a acomodar o adaptar su habla en las más diversas condi­
ciones: ahí están los esfuerzos de adaptación que se realizan cuando se habla con ni­
ños, con extranjeros que no dominan nuestra lengua, con hablantes de otras varieda­
des dialectales; pensemos en cómo los individuos moderan su discurso con los desco­
nocidos, acomodándose a las características que van descubriendo en su interlocutor
para facilitar la comunicación. Frente a estas conductas, la divergencia es buscada por
aquellos que quieren mantener la distancia social y lingüística respecto de individuos
que pertenecen a grupos sociales diferentes.
Es importante recalcar el peso que la «teoría de la acomodación» reconoce no
tanto en el oyente en sí, como en la interacción comunicativa entre un hablante y su
interlocutor. No estamos ante una teoría de la variación estilística, aunque sirva para
explicarla, sino ante una teoría de la interacción. Es evidente que su cometido no
coincide estrictamente con el de la sociolingüística, pero también es claro que muchas
de sus propuestas son válidas para nuestra disciplina: el análisis y la interpretación de
la variación, del estilo, de la cortesía, de las actitudes lingüísticas.

29. Véase H Giles (ed ), Tlie Dynamics ofSpeech Accomodation, International Journal ofthe Sociology
of Langnage, 46 (19S4)
156 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G U ÍS T IC A Y S O C IO L O G IA DEL L E N G U A J E

Reflexiones y ejercicios

1. Partiendo de su experiencia lingüística y de sus lecturas, comente las dife­


rencias de uso que se observan entre el sistema pronominal castellano (tú, usted,- vo­
sotros, ustedes), el sistema que podría denominarse «atlántico» (tú, usted; ustedes) y
algún sistema hispanoamericano en el que se dé voseo (por ejemplo, Río de la Pla­
ta). Consulte la Morfología histórica del español, de M. Alvar y B. Pottier (Madrid,
Gredos, 1983).

2. Elabore un inventario de las formas de tratamiento (nominales y pronomi­


nales) que usted utiliza con todos los interlocutores con los que se comunica cotidia­
namente. Caracterice su propio sistema de tratamiento utilizando como base los con­
ceptos de «poder» y de «solidaridad». ¿Ha optado alguna vez por evitar el uso de una
forma de tratamiento debido a algún problema o a alguna dificultad en sus relacio­
nes personales? ¿Cómo explicaría el uso de los tratamientos de su comunidad a un
estudiante de español como lengua extranjera?

3. Grabe una conversación mantenida entre tres personas, si es posible de dis­


tinta edad y sexo. Anote y analice todas las marcas de cortesía que pueda identificar.
¿Cree que las expresiones más corteses suelen ser más largas que las menos corteses?

4. Comente el siguiente texto de J. L. Austin acerca del funcionamiento «in­


fortunado» o «no feliz» de los enunciados realizativos (Cómo hacer cosas con pala­
bras, Barcelona, Paidós, 1982, pp. 56-57):

Me temo, pero al mismo tiempo espero, que las siguientes condiciones necesarias
resultarán obvias.

A.l) Tiene que haber un procedimiento convencional aceptado, que posea


cierto efecto convencional; dicho procedimiento debe incluir la emisión de ciertas
palabras por parte de ciertas personas en ciertas circunstancias. Además,
A. 2) en un caso dado, las personas y circunstancias particulares deben ser
apropiadas para recurrir al procedimiento particular que se emplea.

B. l) El procedimiento debe llevarse a cabo por todos los participantes en


forma correcta, y
B.2) en todos sus pasos,

F.l) En aquellos casos en que, como sucede a menudo, el procedimiento re­


quiere que quienes lo usan tengan ciertos pensamientos o sentimientos, o está di­
rigido a que sobrevenga cierta conducta correspondiente de algún participante, en­
tonces quien participa en él y recurre así al procedimiento debe tener en los he­
chos tales pensamientos o sentimientos, o los participantes deben estar animados
por el propósito de conducirse de la manera adecuada, y, además,
T.2) los participantes tienen que comportarse efectivamente así en su opor­
tunidad.

Ahora bien, si violamos una (o más) de estas seis reglas, nuestra expresión
realizativa será (de un modo u otro) infortunada. De más está decir que hay dife-
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 157

rendas considerables entre estas «formas» de ser infortunadas. Las letras y núme­
ros elegidos para identificar cada uno de los apartados precedentes se proponen
poner de manifiesto estas formas diversas.
La primera distinción importante se da entre las primeras cuatro reglas A y B,
tomadas conjuntamente, en oposición a las dos reglas V (de ahí el uso de letras ro­
manas y griegas). Si transgredimos algunas de las primeras (las reglas del tipo A o
B), esto es si —por ejemplo— emitimos la fórmula incorrectamente, o si —por
ejemplo— no estamos en situación de asumir el cargo porque ocupamos ya un car­
go incompatible con aquél, o porque quien nos recibe el j uramento es el ordenan­
za y no el ministro, entonces el acto en cuestión, esto es, asumir un cargo, no es
realizado satisfactoriamente, no tiene lugar, no se lleva a cabo Por oposición, en
los dos casos F el acto es llevado a cabo, aunque llevarlo a cabo en esas circuns­
tancias, por ejemplo, cuando somos insinceros, constituye un abuso del procedi­
miento. Así, cuando digo «prometo» sin intención de cumplir, he prometido pero...
Necesitamos nombres para referirnos a esta distinción general. Por ello llamare­
mos desaciertos a los infortunios del tipo A.l a B.2, en los que no se consigue lle­
var a cabo el acto para cuya realización, o en cuya realización, sirve la fórmula ver­
bal correspondiente. Y, por otra parte, llamaremos abusos a aquellos infortunios
(los del tipo F) en los que el acto es llevado a cabo.

Orientaciones bibliográficas

Para el conocimiento de las teorías de Roger Brown y su aplicación al estudio de


las formas de tratamiento, puede consultarse el trabajo de Brown y Marguerite Ford,
«Tratamiento personal en inglés norteamericano», en P. Garvín y Y. Lastra (eds.),
Antología de estudios de etnolingiiística y sociolingilística (2.a ed., México, UNAM,
1984, pp. 314-335). Acerca de los tratamientos en español, merece la pena leer el li­
bro de Catalina Weinerman (Sociolingilística de la forma pronominal, México, Trillas,
1978).
Todos los aspectos de la psicología social que tienen cierta relevancia en el ám­
bito de la sociolingilística son tratados en el libro de W. P. Robinson, Lenguaje y con­
ducta social (México, Trillas, 1978). Como introducción a la pragmática, es recomen­
dable el libro de M.a Victoria Escandell, Introducción a la pragmática (Barcelona,
Anthropos/UNED, 1993; reeditado en Barcelona, Ariel, 1996) y el manual clásico de
Stephen Levinson, Pragmática (Barcelona, Teide, 1989). Asimismo, la obra de Gra­
ciela Reyes, La pragmática. El estudio del uso del lenguaje (Barcelona, Montesinos,
1990) está llena de sugerencias y de opiniones agudas y clarividentes.
Capítulo 9

DISCURSO Y CONVERSACIÓN

Análisis del discurso y análisis de la conversación

El hablar con reflexión y conexión es el indicio más claro de la


racionalidad que nos distingue de los brutos.
Ig n a c io L u z á n , Arte de hablar, 1723-1736

La sociolingüística, ya se ha comentado, ha tenido la oportunidad de conocer


muy de cerca los procesos y mecanismos de la interacción comunicativa, transitando
por un territorio lindero con disciplinas como la psicología social o la pragmática, so­
bre todo con las teorías de los actos de habla y de la cortesía. Esos procesos de inte­
racción proporcionan un resultado tangible, un producto de lengua hablada del que
la sociolingüística ha reunido muestras muy bien nutridas y que suele tener la forma
de conversaciones o diálogos, mantenidos, la mayor parte de las veces, entre los in­
vestigadores y sus informantes. Tal vez por eso, el estudio de la conversación ha atraí­
do también a los sociolingüistas, porque se trata de un proceso social en el que está
implicado el uso de la lengua.1
En líneas generales y simplificando un panorama de investigación bastante com­
plejo, la conversación ha sido analizada, principalmente, desde dos perspectivas: el
análisis del discurso y el análisis de la conversación. Siguiendo las explicaciones que
ofrece Stephen C. Levinson, entre una perspectiva y otra hay diferencias notables,2
aunque forzosamente tienen que surgir traslapos y coincidencias, si el objeto de estu­
dio es uno o prácticamente coincidente.
El análisis del discurso, corriente aparecida en los años sesenta y muy cultivada
en el Reino Unido —por autores como Malcolm Coulthard o Michael Stubbs—,3 se
caracteriza por el empleo de principios y conceptos propios de la lingüística: el para­
lelismo entre el estudio del discurso y el estudio gramatical es evidente. El análisis del
discurso procede aislando las unidades del discurso o categorías básicas y estudiando
su combinación y funcionamiento en secuencias bien formadas que dan lugar a dis­
cursos coherentes. Este tipo de estudios busca la integración de todas las unidades lin-

1. Véanse, por ejemplo, los trabajos sobre el portugués de Brasil reunidos por A. Tavares de Macedo,
C. Roncarati y M. C Mollica (org.), Variagáo e discurso, Río de Janeiro, Tempo Brasileiro, 1996
2 Pragmatics, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, p 286 y ss.
3 Véase M. Coulthard, An Inlroduciion to Discoruse Analysis, Londres, Longman, 1977; M Stubbs,
Análisis del discurso. Análisis sociolingiiístico del lenguaje natural, Madrid, Alianza, 1982.
160 PRINCIPIOS DE S O C I O L I N G U S T I C A V S O C IO L O G ÍA DEL L E N G U A J E

gíiísticas en la estructura del discurso mediante un procedimiento elemental que con­


siste en proponer una formalización previa para ir comprobando, posteriormente,
cómo se ajustan a ella los datos concretos.
El análisis del discurso maneja una serie de unidades entre las que destacan el
intercambio, el movimiento y el acto. Los intercambios son las unidades que forman
las transacciones comunicativas y pueden tener un carácter informativo (informing),
directivo (directing) o desencadenante (eliciting). Los intercambios informativos esta­
rían en correspondencia con lo que comúnmente se conoce como exposición o des­
cripción, los intercambios directivos se corresponderían con la transmisión de órdenes
y los desencadenantes con las secuencias de preguntas y respuestas. La estructura de
los intercambios está formada por movimientos, del tipo pregunta-respuesta: así, exis­
ten intercambios con una estructura de tres movimientos (pregunta —o inicio—, res­
puesta y continuación), muy frecuente en la comunicación que se establece entre pro­
fesor y alumno dentro de un aula. Por último, un movimiento está compuesto de uno
o más actos, que constituyen la unidad mínima del discurso y cuyas características no
coinciden estrictamente con las de los actos de habla.
Los analistas del discurso, además de preocuparse por la caracterización de sus
unidades mínimas, han mostrado un gran interés, casi podría hablarse de predilección,
por el estudio de un aspecto esencial del discurso: la coherencia y la cohesión. Sin em­
bargo, en este caso hollamos el ámbito de la lingüística textual o lingüistica del texto,
aunque, para algunos autores, podría ser considerada como una manifestación más
del análisis del discurso: de hecho varios de las más conocidos representantes de la
lingüistica del texto —como Teun van Dijk—4 son citados entre los cultivadores del
análisis del discurso. De esta afirmación no se debe colegir que las investigaciones de
especialistas como Coulthard o Stubbs (análisis del discurso, propiamente dicho) coin­
ciden en fondo y forma con las de Teun van Dijk (lingüística del texto) porque no es
cierto, pero es innegable que existe una comunidad de intereses, capaz de aglutinar
en torno a los conceptos de «texto» y de «discurso» —usados muchas veces como si­
nónimos— estudiosos de muy diversa procedencia: por ejemplo, los estudios sobre la
dicotomía tema/rema de la escuela de Praga. Por eso se decía más arriba que al dis­
tinguir solamente análisis del discurso y análisis de la conversación se simplificaba un
panorama bastante complejo.
En cualquier caso, los especialistas en lingüistica textual suelen ver el discurso
como algo más concreto que el texto y lo definen como cada una de las manifesta­
ciones concretas en que puede manifestarse un texto o como un texto en sentido ex­
clusivamente sintáctico-semántico, esto es, sin tener en cuenta sus características prag­
máticas. La lingüística textual es definida por Enrique Bernárdez como el estudio
científico de los procesos de constitución y comprensión del texto, de la estructura in­
terna de éste y de sus relaciones con la situación en que se produce. El texto se defi­
ne, a su vez, como la unidad fundamental de la comunicación verbal humana.5
En lo que se refiere al estudio de la coherencia y la cohesión, señalaremos que la
coherencia se interpreta como una propiedad por la cual los hablantes comprenden
los textos y los perciben como una unidad, compuesta por una serie de partes ligadas
entre sí y con el contexto en que el texto se produce. La cohesión se refiere a la re-

4 Véase La ciencia del texto, Barcelona, Paldós, 1983; Texto y contexto, Madrid, Cátedra, 1988.
5. Introducción a la lingüistica del texto, Madrid, Espasa-Calpe, 1982
LA L E N G U A EN SU U SO S O C IA L 161

lación específica entre las partes de un texto, relación que permite su identificación
como elementos de la unidad superior llamada texto. Para Wolfgang Dressler los ele­
mentos que hacen posible la coherencia son la sustitución diafórica (anáfora y catá-
fora), la conjunción, las partículas, la estructura de modo, de tiempo y de aspecto de
los predicados y el orden de palabras.6*M. A. K. Halliday y R. Hasan, por su lado, ha­
blan de la cohesión que se consigue por medio de la correferencia (uso de pronom­
bres personales, posesivos, demostrativos, etc.: Ha venido Angelito. Le he dado Ht re­
cado'), la sustitución (uso de sustitutos nominales, verbales, oracionales: Jugaremos
con la pelota verde. Ellos quieren utilizar la misma), la elipsis («¿Quieres agua?»
«No» [quiero agua]), la conjunción (uso de conjunciones copulativas, adversativas,
causales, aposiciones, etc.: Yo estoy gordo, pero tú estás flaco) y el léxico (repetición
de unidades, uso de sinónimos, hiperónimos, etc..: La calle está sola. La calle está fría.
La calle está triste).1
Frente a los autores que limitan las marcas de coherencia a determinados aspec­
tos formales del texto, aspectos que podrían ser considerados como superficiales, Van
Dijk habla de la existencia de una estructura abstracta subyacente o forma lógica que
hace posible la coherencia en un nivel macroestructural; esa macroestructura se in­
terpreta como el desarrollo coherente del tema o asunto del discurso. Por otra parte,
Van Dijk se refiere también a una coherencia global o pragmática que depende de la
comprensión y la interpretación que haga el oyente o el lector de un texto.8
Aparte del análisis de la coherencia textual, la lingüística del texto —el análisis
del discurso, si se quiere— ha dedicado grandes esfuerzos a la identificación y des­
cripción de tipos de textos, esto es, a la tipología textual. Señala Enrique Bernárdez
que el establecimiento de una tipología textual ofrecería básicamente dos posibilida­
des: bien prestar atención a las características internas de los textos, bien tomar como
base la situación externa del texto, sobre todo la situación social y todos sus compo­
nentes. Siguiendo este último criterio y teniendo también en cuenta la base textual o
tema del texto, Egon Werlich ha propuesto una tipología de cinco clases de textos: des­
criptivos, narrativos, expositivos (sintéticos o analíticos), argumentativos e instruc­
tivos.9*
Teun van Dijk, por su parte, ofrece una relación provisional de tipos de texto que
alcanza las veinte clases: conferencia académica, sermón, informe de un defensor, acu­
sación, atestado, demostración, orden de pago, orden penal, acta de declaración, ley,
disposición, conferencia, informe, petición, noticias, comentario, discurso político, ar­
tículo, clase universitaria, instrucciones.10 Añade Van Dijk, no obstante, que acaso las
estructuras globales más frecuentes y más importantes sean las estructuras de la con­
versación, si bien en este caso no se trata de textos propiamente dichos sino de la or­
ganización de series textuales de varios hablantes en el marco de la interacción co­
municativa. A su vez, algunos de los tipos de textos apuntados podrían ser agrupados

6 Véase R. de Beaugrande y W. Dressler, Introduction lo Texr Linguistics, Londres, Longman, 1981.


7. Cohesión in English, Londres, Longman, 1976.
8. Véase J, Lozano, C Peña-Marín y G. A bril, Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interac­
ción textual, 3.” ed., Madrid, Cátedra, 1989.
9. Véase A T'ext Granimar o f English, Heildelberg, Quelle & Meyer, 1976. Véase Enrique Bernárdez,
Introducción a la lingüistica del texto, ob cit., pp. 219-220,
10. Las propuestas de tipologías no terminan aquí, evidentemente. Véase E. Bernárdez. Introducción a
la lingüistica del texto, ob. cit., pp. 211-230.
162 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U IS T IC A Y S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE

en estructuras textuales más generales, como la descripción, la narración y la argu­


mentación." A estas tres clases generales de textos (descriptivos, narrativos, argu­
mentativos) se podrían sumar los literarios (que incluyen los poéticos), los científicos
y los didácticosP- Entre todo eso, resulta de un especial interés y provecho para la so-
ciolingüística lo que se refiere a la conversación y a la narración, especialmente a la
narración oral que surge en la comunicación cotidiana, muy a menudo dentro de
la conversación.
Frente al análisis del discurso, el análisis de la conversación es una corriente de
investigación que incorpora los principios de la etnometodología norteamericana y
que se caracteriza por el manejo de una serie de técnicas de análisis empírico de apli­
cación previa a la construcción de cualquier teoría. El método de trabajo es de natu­
raleza inductiva y está basado en el estudio de grabaciones de lengua hablada reco­
gidas en contextos naturales. Las conversaciones grabadas se transcriben y se anali­
zan para descubrir sus propiedades.
Los analistas de la conversación ponen un énfasis especial en el estudio de la in­
teracción como proceso, sobre todo de lo que tiene que ver con la organización y las
características de los turnos, y en el análisis de las inferencias que.supone la elección
de ciertas expresiones y no de otras. La etnometodología, escuela sociológica repre­
sentada, entre otros, por A. Cicourel y H. Garfinkel,1123 sostiene que la realidad social
no es un hecho consumado, sino una realización continuada que surge de unas acti­
vidades rutinarias y de un conocimiento tácito de las mismas realidades sociales. Ha­
blar de actividades sociales rutinarias comporta una alusión implícita o explícita a la
comunicación lingüística, pero, a la vez, no se puede entender la comunicación lin­
güística si no es dentro de unos procesos de interacción social. Por eso el estudio de
las conversaciones requiere que éstas se enmarquen en situaciones.

La conversación: caracterización general

De todo lo dicho se sigue primero, que en dos cosas principal­


mente consiste el hablar bien: esto es, en pensar bien, y repre­
sentar bien lo que se ha pensado.
Ig n a c io L u z á n , Arte de hablar, 1723-1736

Las estructuras textuales más frecuentes e importantes en la lengua hablada son


las conversaciones. En este caso, según Teun van Dijk, no se trata de textos propia­
mente dichos, sino de series de textos producidos por varios hablantes y organizados
dentro de interacciones. La conversación, por tanto, es una modalidad de la interac­
ción comunicativa.
Para comprender el funcionamiento de las conversaciones, es preciso tener pre­
sente un conjunto de conceptos, propuestos y definidos desde la corriente de estudio
llamada etnografía de la comunicación y que afectan a la producción de todo tipo de

11. La ciencia del texto, ob. cit., pp, 153-154 y 165-167.


12. Véase R. de Beaugrande y W. Dressler, /ntroduction to Text Linguisrics, ob cit-, pp. 1S2-1S6.
13 Véase A. Cicourel, Cognirive sociology, Harmondsworth, Penguin, 1973; H Garfinkel, «Studies of
Routine Grounds of Everyday Activities», en D. Sudnow (comp), Studies in Social Interaction, Nueva York,
Free Press, 1972, pp. 1-30.
L A L E N G U A EN S U USO S O C IA L 163

interacciones comunicativas. Nos referimos a los conceptos de situación comunicati­


va, acontecimiento comunicativo y acto comunicativo. Se llama situación comunicati­
va al contexto en que se produce una comunicación, al lugar y el momento en que in­
teractúan dos o más individuos o participantes. Acontecimiento comunicativo —tam­
bién llamado acontecimiento del hablar—14 es una unidad de descripción que se defi­
ne como el conjunto homogéneo de elementos comunicativos que se utilizan con un
mismo propósito, hacia unos mismos interlocutores, usando una misma variedad lin­
güística y para tratar unos temas o asuntos determinados. Cuando un elemento del
acontecimiento comunicativo se corresponde con una función comunicativa (afirmar,
ordenar, preguntar, responder, saludar, etc.), estamos ante un microacontecimiento o
acto comunicativo, también llamado acto del hablar}4 Un ejemplo de situación co­
municativa podría ser una actividad docente universitaria, una clase, dentro de la cual
se produce un acontecimiento comunicativo, caracterizado por el tema tratado, el fin
general de la actividad, unas normas generales de interacción y unos participantes
(profesores, alumnos). El acontecimiento está formado, a su vez, por una serie de mi-
croacontecimientos comunicativos: afirmaciones de los profesores, preguntas de los
profesores, preguntas de los alumnos.
En ocasiones, el concepto de situación comunicativa puede coincidir con el de
ámbito o dominio, muy utilizado en el terreno de la sociología del lenguaje. Efecti­
vamente, uno y otro se utilizan a veces como sinónimos, pero debe valorarse que do­
minio es un concepto algo más amplio porque suele incluir no sólo un lugar y un mo­
mento, sino también unos participantes, unos temas y unas condiciones pragmáticas:
el dominio se define como un ámbito de uso lingüístico que es significativo social y
funcionalmente y que, a menudo, está institucionalizado. En sociología del lenguaje
se suele hablar de ámbitos o dominios públicos o formales (el parlamento, los medios
de comunicación social, la administración, la enseñanza) y de ámbitos o dominios pri­
vados o informales (por ejemplo, la familia).
Partiendo de estos conceptos, las conversaciones constituyen acontecimientos co­
municativos formados por microacontecimientos que se producen dentro de unas si­
tuaciones comunicativas. Ahora bien, ¿cuáles son las características que las identifi­
can frente a otro tipo de acontecimientos comunicativos?
La caracterización de la conversación como proceso comunicativo no resulta
nada fácil por el hecho de que se puede dar en situaciones muy diversas, puede ver­
sar sobre una gran variedad de temas y contar con un número de participantes muy
distinto. Todo ello complica la descripción de los mecanismos conversacionales, pero
la labor se consideraría imposible si se valorara que la comunicación —también la
conversación— es un fenómeno condicionado socialmente y que depende, por tanto,
de ciertas convenciones y patrones socioculturales. Cada pueblo, cada cultura puede
conferir a la conversación un valor diferente y darle una forma particular; su presen­
cia o su ausencia, por ejemplo, pueden ser más significativas que la organización in­
terna de los tumos: los miembros de la tribu piluya, en la India, dejan de mantener
conversaciones cuando cumplen 40 años; en la isla de Roti, en Indonesia, la falta de
conversación es síntoma de desgracia; los norteamericanos, en general, se sienten muy145

14. Véase J. M. Blecua, Qué es hablar, Barcelona, Salvat, 1982, p 10.


15. Véase M.'1 J. Gelabert, E. Martinell, M.. Herrera y F. Martinell, Repertorio de funciones com unicati­
vas del español, Madrid, SGEL, 1996.
164 P R IN C IP IO S DE S O C IO L 1 N C U ÍST IC A V S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

incómodos cuando se producen silencios durante la conversación, por eso dan la im­
presión de hablar más que los escandinavos, por ejemplo; los pueblos mediterráneos
interpretan la falta de interés o tensión durante la conversación como una muestra de
antipatía o de rareza. Dentro del territorio de una misma lengua también es posible
encontrar diferencias en el modo de organizar las conversaciones: aparentemente los
hablantes de la islas Canarias o de las Antillas hispanohablantes suelen hacer un uso
más profuso de vocativos durante la conversación que los originarios de Castilla.
El estudio y la descripción de las conversaciones parte de dos premisas generales:

1) La conversación no se concibe como una simple suma de productos lingüís­


ticos; esencialmente es un proceso, una interacción social, psicológica y lingüística,
con una estructura interna que debe ser analizada.
2) El estudio de la conversación requiere una labor previa de recopilación de
datos reales, tanto verbales como no verbales. El camino más serio y seguro para el
conocimiento de la conversación es el análisis de materiales naturales.

En las caracterizaciones ofrecidas por diversos autores (Emilio Lorenzo, Anto­


nio Briz), se señala que la conversación, frente a otro tipo de discursos, se distingue
por tratarse de una interlocución en presencia (cara a cara), para la que se cuenta con
la atención, la iniciativa y la reacción del interlocutor, una interacción inmediata,
puesto que se produce en un marco espacial y temporal que sirve de referencia a toda
la comunicación, con toma de turnos no predeterminada, de linealidad imperfecta, di­
námica y cooperativa en relación con el tema de conversación y la participación de
los interlocutores.16
Entre las conversaciones encontramos diversas clases de interacciones, como los
debates, las entrevistas (por ejemplo, las que se mantienen para recoger materiales
lingüísticos) o las conversaciones coloquiales. Estas últimas, según Payrató y Briz, se
caracterizan por ser cotidianas, espontáneas e informales;17 en ellas la experiencia
común de los interlocutores viene a ser decisiva, suele contarse con una presencia
notable de elementos paralingüísticos (ruidos, carraspeo) y kinésicos (gestos, movi­
mientos del cuerpo), en unas culturas más que en otras, y es frecuente que predomi­
ne la función expresiva en los elementos suprasegmentales. A su vez, en las conver­
saciones coloquiales también se distinguen varios tipos o subtipos, entre los que des­
tacan las disputas, las presentaciones y las charlas. En cada tipo de conversación se
sabe quién puede hablar, cuándo, cuánto, qué y cómo, aunque en la conversación co­
loquial y cotidiana estos factores ofrecen una mayor libertad.
Desde la perspectiva de la lingüística textual, la conversación es una interacción
en la que aparecen actos de diferentes interlocutores ordenados según unas reglas
convencionales. Las interacciones han de cumplir una serie de requisitos correspon­
dientes a las acciones simples; entre ellos está el de modificar un estado inicial con
una intención y una función determinadas, con el fin de que la interacción tenga éxi­
to, esto es, tenga un resultado adecuado. Se dice que una interacción es adecuada

16. Véase E. Lorenzo, «Consideraciones sobre la lengua coloquial (constantes y variables)», en El es­
pañol de hoy, lengua en ebullición, 3 a ed., Madrid, Gredos, 1980, pp. 29-49; A. Briz, El español coloquial; si­
tuación y uso, Madrid, Arco/Libros, 1996, pp. 32-33.
17. Ll. Payrató, «Pragmática y lenguaje cotidiano. Apuntes sobre el catalán coloquial», Revista de Filo­
logía Románica, 9 (1992), pp. 143-153.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 165

Preparación

Saludo
Apertura _____________^
Preliminares

Orientación

Objeto de la
conversación

Conclusión

Preparación

Terminación
Despedida

Fio. 9.1. Macroestructura d é l a conversación, a partir de la propuesta de T. van D ijk (1983).

cuando el resultado es acorde con las intenciones de los interlocutores, pero para ello
los interlocutores deben tener un acceso, al menos parcial, y recíproco a sus conoci­
mientos, sus deseos y sus propósitos. La conversación responde a una estrategia para
obtener éxito en la consecución de unos objetivos y el éxito depende de la adecua­
ción entre lo que se dice, para qué se dice, a quién se dice, cómo se dice y en qué si­
tuación se dice. Los objetivos de las conversaciones se los marcan los hablantes en
cada situación y pueden ser muy variados: mantener una relaciones sociales, conse­
guir una reacción en el interlocutor, reforzar la identidad social, transmitir informa­
ción y otros muchos.18
Desde un punto de vista formal, una conversación es una sucesión de turnos im­
plicados (A-B-A-B) que constituyen una secuencia coherente de acciones. Ahora
bien, esa secuencia está organizada de acuerdo con estrategias en las que se ven im­
plicados todos los niveles del lenguaje, desde el fonético al proxémico. Para Teun van
Dijk, toda conversación tiene una macroestructura y una microestructura. La macro­
estructura es una estructura global, correspondiente a un macronivel, en el que la con­
versación queda organizada como un todo. La microestructura corresponde a un mi-
cronivel en el que aparecen los enunciados individuales y sus relaciones (turnos con­
versacionales, secuencias de turnos).
En la estructura global o macroestructura de la conversación se identifican cate­
gorías que se corresponden con unas funciones que son cumplidas tanto por unidades
lingüísticas, como por unidades paralingüísticas o kinésicas. Las categorías que for­
man la macroestructura de la conversación quedan representadas en la figura 9.1 y
son las siguientes: preparación, apertura, orientación, objeto de la conversación, con-

18. Véase J. J. Gumperz, Discottrse strategies, Cambridge, Cambridge University Press, 1982.
166 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G L 'ÍS T IC A V S O C IO L O G ÍA D EL L E N G U A JE

clusión y terminación. Entre unas categorías y otras pueden utilizarse elementos de


transición del tipo ¡Bueno!, ¡Así andamos!, ¡Ea!, ¡En fin!
La preparación es una categoría que pretende simplemente llamar la atención de
los interlocutores, es decir, establecer la comunicación. Esta categoría puede mani­
festarse lingüísticamente (mediante el uso de vocativos:19 ¡Oye!, ¡Antonio!), paialin-
güísticamente (¡Eh!, Heyi) o kinésicamente (por ejemplo, levantando y moviendo el
brazo de un lado a otro para ser visto o arqueando las cejas), aunque en ocasiones no
es necesaria su aparición formal: cuando dos personas se encuentran de frente o cuan­
do una persona encuentra a otra al entrar en una habitación.
La apertura es una categoría que marca el inicio formal de una conversación y
que puede dividirse en dos subcategorías: saludo (Hola, Buenos días) y preliminares.
Esta última subcategoría está formada por uno o más turnos de preparación de las fa­
ses centrales de la conversación que, generalmente, se manifiestan en forma de pre­
guntas por la salud, por la familia o por las actividades realizadas más recientemente
(¿Cómo estás?, ¿Qué tal te ha ido?). La composición de la apertura en su conjunto, y
más concretamente del saludo, que sería la apertura propiamente dicha, depende de
la formalidad de la situación, del grado de intimidad de los interlocutores y del tiem­
po transcurrido desde el último encuentro: cuanto más tiempo ha pasado, más larga
y compleja es la apertura. Además de marcar el inicio de la interacción, la apertura
cumple una función muy significativa en las relaciones humanas: fijar o recordar las
relaciones de poder y solidaridad que existen entre los interlocutores.
La orientación, el objeto de la conversación y la conclusión son las categorías cen­
trales de la conversación y pueden ser recursivas: orentación-objeto-conclusión-orien-
tación... Ocurre muchas veces, sin embargo, sobre todo en las conversaciones largas
y entre muchos interlocutores, que se orientan temas que finalmente no son tratados.
La orientación está formada por una serie de turnos que cumplen la función de
preparar el desarrollo de un tema de conversación. Los procedimientos más usados
como orientación son la pregunta (directa o indirecta), la petición o el comentario (ge­
nérico o específico): ¿Quieres que hablemos de las próximas vacaciones?; Dime qué
opinas de lo ocurrido; Hace tiempo que quiero hablar contigo de nuestra relación. En
el objeto de la conversación, la categoría más variable de la microestructura, se desa­
rrollan uno o más temas, así como la función pragmática de los enunciados. Seguida­
mente, la categoría de la conclusión está formada por una serie de turnos que tienen
la función de cerrar o concluir un tema de conversación.
La terminación es una categoría paralela a la apertura, con la que comparte al­
guna de sus funciones: por ejemplo, fijar o recordar las relaciones de poder y solida­
ridad entre los interlocutores. Dentro de la terminación es posible distinguir dos sub­
categorías: preparación de la despedida y despedida. La preparación de la despedida
suele servir para planificar el siguiente encuentro (Nos vemos esta tarde; Hemos que­
dado mañana, ¿verdad?), mientras que la despedida marca el cierre formal de la in­
teracción (Adiós). La forma de toda la terminación dependerá, como la apertura, de
la formalidad de la situación, del grado de intimidad de los interlocutores y, además,
del tiempo que se prevea que va a transcurrir hasta el siguiente encuentro: cuanto más
tiempo vaya a mediar, más larga y compleja será la terminación.

19 Véase A. M . Bañón, El vocativo en espafiol. Propuestas para su análisis lingüístico, Barcelona, Oc­
taedro, 1993.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 167

Sociolingüística de los rituales de acceso

[El cortesano] no hará lo que hacen muchos, que en topando con


cualquier gran señor, por solo haberle hablado una vez, luego se
van para él muy familiarmente, con unas risas simples, con un
gesto muy conversable o muy necio, y hablan y burlan con él tan
sin respeto como si fuese un igual dellos
B a lta s a r C a s t ig l io n e , El cortesano, 1528

En el campo de la psicología social, los saludos y las despedidas —manifestacio­


nes formales de dos categorías de la macroestructura conversacional— reciben la de­
nominación general de rituales de acceso. Este nombre tiene su origen en unos estu­
dios que conciben la conversación como una proceso esencialmente «teatral» en el
que adquiere especial relieve la figura del hablante y sus relaciones interpersonales.
Los estudios a los que nos referimos son los realizados por Erving Goffman.20
Entre las valiosas aportaciones que Goffman ha hecho para un mejor conoci­
miento del uso social de la lengua, merece la pena destacar algunos conceptos que
se sitúan en la base de todos sus planteamientos e hipótesis. Goffman habla de pro­
cesos de ritualización para referirse a todos aquellos elementos (movimientos, mira­
das, sonidos) que se utilizan en la vida cotidiana y que van adquiriendo progresiva­
mente una función comunicativa especializada en el desarrollo de la conducta indi­
vidual. La conversación, para Goffman, se convierte casi en un puro juego ritual, en
el que cada interlocutor desempeña una función preestablecida; cada conversación,
consecuentemente, posee una estructura participativa en la que la conducta de los in­
terlocutores queda codificada y regulada. La conversación está llena de elementos
que no responden a un proceso creativo, sino a una repetición de elementos fijados
por normas.
En una línea de pensamiento muy cercana a la psicología social, la etnografía de
la comunicación ha distinguido entre las rutinas, que son expresiones fijas que forman
una sola unidad y que pueden aparecer en casi todas las fases de la conversación co­
tidiana, y los rituales, definidos como conjuntos de rutinas, generalmente de gran sig­
nificación social, que no suelen aparecer en la comunicación diaria (por ejemplo, los
rituales religiosos). Sin embargo, la psicología social llama también rituales a lo que
los etnógrafos llaman rutinas, es decir, a las expresiones que forman parte de la con­
versación diaria y que suelen repetirse de acuerdo con unas convenciones sociales y
comunicativas. Aquí quedarían incluidos los rituales de acceso: saludos y despedidas.
La aportación de la psicología social, especialmente de Goffman, al estudio de
los rituales de acceso, ha sido muy valiosa. Goffman, basándose en materiales proce­
dentes de la clase media estadounidense, distingue varios tipos de saludo:

1) Saludos de paso. Son producto de la intersección rutinaria de las activida­


des de dos individuos; lo habitual es que estos individuos se conozcan entre sí, pero
no es absolutamente necesario. Estos saludos están basados en el supuesto de que la
probabilidad de contacto de los participantes está ya fijada, al menos parcialmente.

20. Véase Relaciones en público Microestudios de orden público, Madrid, Alianza, 1979; Forms o f Talk,
Filadelfia, University of Pennsylvania, 1981; La presentación de la persona en la vida cotidiana, Buenos Aires,
Amorrortu/Murguia, 1987.
168 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

2) Saludos de sorpresa. Suelen aparecer cuando la frecuencia de contacto y el


lugar de desarrollo de la actividad de los individuos no son los habituales. Son salu­
dos del tipo Pero, ¿qué haces tú aquí? Tales saludos sólo se dan entre conocidos y,
junto a los saludos de paso, reciben el nombre de rituales de mantenimiento.
3) Saludos de apertura. Se dan cuando dos individuos se encuentran con la fi­
nalidad de mantener una interacción conversacional, por breve que sea. Estos salu­
dos marcan el inicio formal de un diálogo.

En el polo opuesto de los saludos, dentro de la conversación, se encuentran las


despedidas. Unos y otras son enunciados que funcionan como actos perlocutivos.
Como señala Ramón Almela, decir Hola o ¿Qué hay? o Buenas es hacer un saludo,
de igual modo que decir Adiós, Hasta mañana o Ya nos veremos es hacer una despe­
dida; usar Te saludo o Me despido es decir un saludo o una despedida,,21 Mediante los
saludos y las despedidas se realizan acciones cuya finalidad es mantener una relación,
iniciar un diálogo o darle fin; se trata, pues, de funciones pragmáticas. Las unidades
lingüísticas que ejecutan tales acciones son locuciones o modismos de naturaleza re­
petitiva y descargados de su significación primitiva, de ahí que una fórmula como
¿Qué tal estás?, cuando funciona como saludo, no requiera una respuesta que aporte
la información que literalmente se solicita, sino simplemente otro saludo, que tam­
bién puede tener forma interrogativa (¿Cómo estás?) y que no precisa, nuevamente,
una respuesta literal,
El mantenimiento de una relación social estable requiere el uso de las fórmulas
de saludo y de despedida en los momentos oportunos; todas ellas cumplen una fun­
ción común, aunque sus características formales sean muy diferentes y respondan a
motivaciones dispares. De igual forma, es necesario que tales fórmulas sean inter­
cambiadas por los interlocutores: cuando A saluda, B está obligado a saludar, for­
mando entre ambos una pareja de turnos de conversación. Al emplear esas fórmulas,
cada hablante-oyente hace saber que, por su parte, el canal está abierto y listo para
la comunicación; es importante que las señales de apertura y de cierre provengan de
ambos interlocutores para asegurar la predisposición a dialogar o a dar fin al diálogo.
El estudio sociolingüístico realizado sobre la comunidad de Quintanar de la O r­
den (Toledo) incluye un análisis de saludos y despedidas que, al correlacionarse con
diversos factores sociales, ofrece algunas conclusiones interesantes. Así, los saludos
de apertura mayoritarios son Buenos días (tardes, noches) y Hola. El primero es más
frecuente entre los hombres y el segundo entre las mujeres. Dentro de este último
grupo, el uso de Hola es más frecuente entre las mujeres más jóvenes; entre los hom­
bres, el uso de Buenos días predomina en los de edad más avanzada. Por otro lado,
el empleo de la interjección ¡Eh!, como expresión de saludo, está marcado genera­
cionalmente: se adscribe sobre todo a los menores de veinte años de ambos sexos, si
bien es algo más frecuente entre los hombres que entre las mujeres.
Las fórmulas de despedida más frecuentes son Adiós y Hasta luego y también
aquí se aprecian diferencias relacionadas con el sexo de los hablantes: mientras que
Adiós es una fórmula más de saludo entre los hombres (eso sí, con una frecuencia
muy discreta), cuando es empleada por las mujeres se convierte en la fórmula de des­
pedida más frecuente. Con la despedida Hasta luego ocurre algo similar, pero invir-

21. Véase Apuntes gramaticales sobre la interjección. Murcia, Universidad de Murcia, 19S2, p 116.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 169

tiendo los términos: entre las mujeres alcanza una proporción notable, que se con­
vierte en sobresaliente en los hombres. En nuestra opinión, Adiós y Hasta luego son
las despedidas más estereotipadas; esa fosilización les confiere un carácter de neutra­
lidad que las hace susceptibles de ser utilizadas en cualquier contexto y ante cualquier
tipo de interlocutor.
En resumen, los saludos y despedidas en el español de Quintanar de la Orden
vienen determinados sociolingüísticamente por los factores «sexo» y «edad»; los de­
más factores sociales covarían con éstos. El tipo de interlocutor, en relación con el
uso de los saludos y despedidas más frecuentes, queda relegado a un plano secun­
dario.22

El turno de habla

—¿Cómo se llama este caballero? —preguntó la asturiana


Maritornes.
—Don Quijote de la Mancha —respondió Sancho Panza—;
y es caballero aventurero [...]
—¿Qué es caballero aventurero? —replicó la moza.
—¿Tan nueva sois en el mundo que no lo sabéis vos? —res­
pondió Sancho Panza.
M ig u e l d e C e r v a n te s , D o n Q u ijo te de la M a n c h a , 1615

La unidad mínima de la comunicación es el microacontecimiento o acto comuni­


cativo. Ese acto se caracteriza por corresponderse con una función comunicativa y por
coincidir, en buena medida, con lo que la pragmática llama acto de habla, tanto di­
recto como indirecto. Dentro de la conversación existen actos que sirven para man­
tener relaciones sociales (saludos, ofrecimientos, invitaciones), actos que afectan a los
mismos procesos de interacción comunicativa (relativos a la conversación, a la trans­
misión de información, incluida la metalingiiística), actos referidos a acciones (obli­
gaciones, consejos, permisos) y actos relacionados con la expresión de sentimientos,
gustos, aficiones u opiniones.23
Los actos o microacontecimientos se organizan en la conversación formando tur­
nos de habla que, a su vez, forman la microestructura de la conversación; se entiende
la microestructura de cada una de las categorías de la macroestructura de la conver­
sación. De este modo, el turno de palabra es una unidad elemental por la cual se pro­
duce un reparto alternativo del discurso: turno de A - turno de B - turno de A - tur­
no de B. Los turnos se construyen sobre unidades de complejidad diversa (oraciones,
cláusulas, sintagmas) que se identifican por medios prosódicos.
La distribución de los tumos en la conversación suele producir una secuencia de
alternativas (A-B-A-B). Sin embargo, no siempre se produce una distribución regu-

22. Véase F. Moreno Fernández, «Sociolingüística de los rituales de acceso en una comunidad rural»,
Lingüistica Española Actual, VIII (1986), pp. 245-267.
23. Un inventario muy completo y bien trabajado de funciones comunicativas puede consultarse en la
obra de M..* J. Gelabert, E. Martinell, M. Herrera y F. Martinell, Repertorio de funciones comunicativas del
español, ob. cit. El repertorio incluye 180 unidades correspondientes a otras tantas funciones comunicativas
frecuentes. Puede servir de repertorio de actos de habla coloquiales del español el libro de W. Beinhauer, El
español coloquial (3.a ed., Madrid, Gredos, 1978).
170 PRINCIPIOS D E S O C I O L I N G U S T I C A 5 S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

lar de los turnos porque a menudo se solapan, se superponen parcialmente. Tal vez
por ello existe, dentro de cada turno, una zona de transición, en la que el interlocu­
tor puede iniciar su turno, aunque no sea obligatorio. Las zonas de transición son el
final reconocible de las unidades de turno y sobre ellas se aplica una serie de normas
cuya misión es regular el mecanismo del intercambio de turnos entre interlocutores.
Este mecanismo se pone en funcionamiento durante la interacción gracias a una se­
rie de movimientos coordinados y negociados por los interlocutores.
Ana M.a Cestero, en un estudio realizado sobre el español de Alcalá de Henares
(Madrid), que utiliza como fundamento los trabajos, por un lado, de H. Sacks,
E. Schegloff y G. Jefferson24 y, por otro, de T. P. Wilson, J. M. Wiemann y D. H. Zim-
merman,25 ha propuesto un mecanismo de alternancia de turnos de habla que es in­
dependiente de las características sociales de los interlocutores y que consta de dos
tiempos:26

1) El hablante señala, mediante la utilización de ciertos elementos lingüísticos,


cuál es el lugar apropiado para la toma de turno de su interlocutor, es decir, el fi­
nal de su mensaje.. Los elementos lingüísticos que pueden ser usados como recur­
sos de proyección, indicación y finalización de turno se dividen en dos grupos:
a) Elementos básicos o primarios, que proyectan, indican o señalan de forma
directa el lugar apropiado para la transición (movimiento tonal descendente, tone-
ma descendente o ascendente, conclusión gramatical).
b) Elementos secundarios, que operan reforzando, neutralizando o cambiando
la proyección, indicación o señalización de la existencia o no de un momento apro­
piado para la transición (rapidez en la velocidad de emisión, curva melódica inte­
rrogativa, alargamiento de sonidos finales, marcas de distribución de turnos, pau­
sas).
2.a) Si el hablante asigna el turno a su interlocutor, éste debe tomar la pala­
bra en el lugar apropiado para la transición.
b) Si el hablante no asigna el turno a su interlocutor, éste puede tomar la pa­
labra, aunque no esté obligado a ello, en un lugar apropiado para la transición.
c) Si el hablante no asigna el turno a su interlocutor y éste no toma la palabra
en el lugar apropiado para la transición, el hablante puede retomar la palabra y
emitir una nueva unidad de turno.

En la aplicación de estas reglas es relativamente frecuente que puedan aparecer


silencios, que podrían ser de tres tipos: el vacío (gap) surge cuando no se aplica 2.a,
el lapsus aparece cuando no se aplica 2.a, b o c; el silencio significativo es una opción
consciente del interlocutor.
En otro orden de cosas, dentro de la microestructura conversacional es frecuen­
te que los turnos no se dispongan en una simple sucesión lineal, sino que se organi­
cen en pares llamados pares de adyacencia: turnos emparejados, turnos que se exigen
mutuamente por razones lógicas, lingüísticas o sociales. Los pares más frecuentes son
pregunta-respuesta, agradecimiento-minimización de la acción que ha merecido el

24.. Véase «The Simplest Systematics for the Organization of Turn-Taking in Conversation», Language,
50 (1974), pp. 696-731.
25. «Models of Turn Taking in Conversational Interaction», Journal o f Language and Social Psycho-
logy,2 (1984), pp, 159-183.
26. «Intercambio de turnos de habla en la conversación en lengua española», Lingüistica, 24 (1994),
pp. 77-99.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 171

agradecimiento, llamada-respuesta, ofrecimiento-aceptación o rechazo, etc. Los pares


de adyacencia son secuencias formadas por dos turnos adyacentes, producidos por ha­
blantes diferentes, ordenados en una primera y una segunda parte y, en general, tipi­
ficados. Entre ellos el par prototípico es pregunta-respuesta.
Pese a la importancia concedida a la disposición de los turnos en pares, no faltan
tampoco los estudios que llaman la atención sobre la frecuencia de las microestruc-
turas de tres turnos (v.g. pregunta-respuesta-réplica). Y, además, los pares no siempre
responden a una disposición A-B, pues se dan alteraciones que afectan bien al tipo
de adyacencia, bien al tipo de segunda parte esperada. Se rompe la adyacencia cuan­
do se produce un caso de inserción o incrustamiento de secuencias, como en

A. ¿Quién ha venido?
B. ¿Quién crees?
A. José Enrique.
B. José Enrique.

En este ejemplo la disposición de los pares es la siguiente: (Pregunta 1 (Pregun­


ta 2 - Respuesta 2) Respuesta 1). Además, se altera el tipo de segunda parte espera­
da cuando no se cumple lo que Levinson denomina la organización de preferencia o,
dicho en otros términos, cuando no aparece el elemento no marcado o esperado, sino
uno marcado o no esperado. Estamos ante un par esperado en el ejemplo

A. Gracias.
B. De nada.

porque B utiliza una segunda parte no marcada. Una segunda parte marcada podría
ser el silencio; por eso, si se produce, B tiende a comenzar su turno explicando el por­
qué de la ausencia de una segunda parte no marcada (Perdón, se me ha ido el santo
al cielo).
No faltan ejemplos de investigaciones de interés sociopragmático centradas en el
estudio de la conversación. Las pesquisas de varios sociolingüistas-etnógrafos han
coincidido al descubrir que entre las mujeres suelen darse conversaciones en las que
hablan al mismo tiempo varias interlocutoras. Este hecho llama la atención si se tie­
ne en cuenta que en las conversaciones entre hombres y mujeres, según se ha podido
concluir, son los hombres los que más interrumpen. La superposición del discurso, de
hecho, es más frecuente entre mujeres solas que entre hombres solos. También se ha
comprobado que, en las conversaciones entre hombres y mujeres, cuando existen so-
lapamientos de turnos, las mujeres participan tanto como los hombres. Relacionado
con esto, se ha descubierto que, cuando la conversación tiene un carácter fundamen­
talmente informativo, las mujeres participan menos que cuando predomina el habla
afectiva, y es aquí donde se dan más superposiciones.27 Conclusiones de esta natura­
leza se han conseguido en estudios hechos mediante la observación directa de la rea­
lidad.
Desde una perspectiva cercana al análisis de la conversación, se han realizado in-

27. Véase D Tannen, Tú no me entiendes. Por qué es tan difícil el diálogo hombre-mujer, Madrid, Cir­
culo de Lectores, 1992, p. 212 y ss.
172 PRINCIPIOS D E SOC IO L1 NG ÜÍS TIC A V S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

vestigaciones sobre la dimensión sociolingüística de diversos usos y mecanismos del


discurso (nexos, marcadores) o sobre la forma de organizar los turnos de habla, en­
tre otras.2S Ana M.'1 Cestero, en su análisis de la alternancia de turnos de habla en el
español de Alcalá de Henares (Madrid), ha podido averiguar que el funcionamiento
del mecanismo de alternancia de turnos, si bien no es estrictamente dependiente de
las características sociales de los interlocutores, puede verse parcialmente influido por
factores sociales como el sexo o la edad.2829 Entre las conclusiones del estudio destaca
que en las conversaciones entre mujeres se produce un mayor número de alternan­
cias de turnos que en las conversaciones entre hombres. Cestero sugiere que las dife­
rencias en la producción de alternancias y la superposición de habla están vinculadas
a las relaciones de poder y solidaridad entre los hablantes y que la diferencia entre el
comportamiento de hombres y mujeres revela una mayor tendencia de las mujeres a
cumplir las normas de interacción.30

La narración oral

V a ldés. T a m b ié n s a b é is q u e a y c ie r t o s p e s c a d o s d e m a r
q u e s e lla m a n ostias.
M a r c io . Y e s s o ta m b ié n .
V aldés. P u e s m ir a d a g o r a q u á n g e n t ile m e n t e j u g ó d e s t e
v o c a b lo e n u n a c o p la d o n A n t o n i o d e V e la s c o ; y f u e a ssí: P a s s a -
v a un d ía d e a y u n o p o r u n lu g a r s u y o ...

JUAN DE VALDÉS, D iá lo g o de la lengua, 1535

La narración oral es una de las estructuras —o subestructuras— textuales más


complejas e interesantes que las que pueden aparecer dentro de las conversaciones:
los hablantes —incluidos los informantes de los sociolhigüistas— a menudo echan
mano de la narración de anécdotas o chistes que ilustran y aclaran su discurso. Estas
narraciones se producen en la categoría de la macroestructura que se denomina ob­
jeto de la conversación.
El análisis de narraciones que suele practicarse dentro de la lingüística textual
está basado, en gran parte, en las propuestas que W. Labov ha hecho con otros cola­
boradores, muy especialmente a partir del meticuloso estudio, realizado con D. Fan-
shel,31 del discurso producido por una joven anoréxica. Sabido es que en el campo de
la psicología y de la psiquiatría las conversaciones entre médico y paciente tienen una
trascendencia singular; por ello, cuanto mejor se conozca la organización del discur-

28, Véase L. Cortés Rodríguez, Español hablado. B ibliografía sobre aspectos teóricos y empíricos (m or-
Cáceres, Universidad de Extremadura, 1996.
fosim ácticos y sintáctico-pragmáticos),
29. Véase también T. Bull y T'. Swan (eds.), Language, Sex and Society, International Jou rnal o f the So-
ciology o f Language, 94, 1992.
30, «Alternancia de turnos de habla en lengua española: la influencia del sexo y la edad de los interlo­
cutores», Pragrna, 2 (1995), pp. 123-149.
31. Therapeutic Discourse, Nueva York, Academic Press, 1977. Véanse especialmente las páginas 104-
110. Véase también W. Labov, Language in the Inner City, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1972
(«The transformation of experience in narrative syntax») y W. Labov y J. Waletzky, «Narrative analysis: Oral
versionsof personal experience», Essays on the verbal and visual arts, Seattle, University of Washington Press,
1967, pp. 12-44.
L A L E N G U A EN SU USO S OC IA L 173

so y sus características internas, en mejores condiciones se estará de llegar a un buen


diagnóstico y a la terapia adecuada.
Labov y Fanshel definen la narración como la representación de experiencias pa­
sadas mediante una serie ordenada de oraciones que presentan la secuencia temporal
de esas experiencias o de unos acontecimientos. Una vez que el oyente reconoce una
narración, comienzan a funcionar una estructura y unos mecanismos que conforman
sus rasgos distintivos.
La estructura de la narración cuenta con los siguientes elementos: resumen,
orientación, secuencia narrativa, evaluación y coda. Las partes que la componen no
tienen por qué ser lineales; suele comenzarse con una orientación y siempre se acaba
con una coda, pero en el interior del texto pueden aparecer secuencias narrativas,
evaluaciones y orientaciones en cualquier orden.

a) Resumen. La narraciones se introducen, aunque no siempre, por medio de


un mecanismo estructural llamado resumen, que a menudo es una proposición gene­
ral que la narración va a ejemplificar.

Lo que nos ocurrió fue tremendo, terrible.


Quiero contarte una cosa que me pasó y que me da mucha vergüenza.

Es éste el mecanismo que advierte al interlocutor de que una narración va a dar


comienzo y que hace posible que, al empezar a narrar, ya se conozca en parte el re­
sultado de los acontecimientos. Los verbos de las oraciones que forman el resumen
suelen ir en pretérito indefinido.
Labov formula a este respecto una regla que recibe el nombre de «regla de re­
ferencia de la narración» y que dice así:

Si A usa una proposición general acerca de sucesos particulares mediante una pro­
forma inespecífica, B interpretará cualquier referencia a un suceso pasado como el
tema de la proposición general.

b) Orientación. La narración prototípica comienza con una referencia a un


momento, un lugar, unas personas y una conducta esperadas en una situación. Todo
eso compone la orientación de la narración. En ella suelen utilizarse adverbios de
tiempo —u otros elementos temporales— que marcan claramente la distancia tem­
poral entre el suceso y el momento de la conversación:

Bueno, pues estábamos estudiando para el examen de historia, porque me acuer­


do que estaba estudiando viendo la tele.
Pues íbamos la otra mañana mi hermano y yo por la calle, íbamos de la mano.

Como se puede apreciar, el tiempo verbal más abundante en esta fase de la con­
versación es el imperfecto: según el estudio que Carmen Silva-Corvalán ha hecho so­
bre una treintena de narraciones en español, el imperfecto aparece en un 70 % de los
casos.32 La orientación en sí misma no informa de nada en relación con el conjunto
de una conversación, pero se suele ajustar a una «regla de orientación»:

32. «La narración oral española: estructura y significado», en E. Bernárdez (comp ), Lingüistica del tex­
to, Madrid, Arco/Libros, 1987, pp. 265-292
174 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G D ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

Si A hace referencia a un acontecimiento que ocurrió antes del momento del dis­
curso y que no puede ser interpretado por ninguna regla del discurso como un acto
de habla, entonces B interpretará esta referencia como una orientación de la na­
rración subsiguiente.

c) Secuencia narrativa. Ahora bien, la estructura fundamental de la narración


depende del uso de las secuencias o cláusulas narrativas, que contienen como verbos
principales formas de presente y de pasado; son verbos que se refieren a acciones que
pueden estar separadas en el tiempo por otras acciones. La estructura central de la
narración viene establecida por una serie de secuencias narrativas y la «regla de la se­
cuencia narrativa» se expresa en los términos siguientes:

En una narración, si A se refiere a un acontecimiento con una oración 01 que tie­


ne un verbo principal no-estativo en tiempo pasado o presente, y luego se refiere
a otro acontecimiento con una oración 02 de la misma estructura, entonces B in­
terpretará que A ha afirmado que el acontecimiento referido en 01 tuvo lugar an­
tes que el acontecimiento referido en 02.

La constitución de las secuencias narrativas puede ser muy variada. Valgan como
ejemplos estas breves muestras (el estilo directo es un recurso muy utilizado en esta
clase de secuencia):

Y, eh.„, pues empecé efectivamente en Estados Unidos. Me fui a Miami, y en Mia-


mi pues ya empezaron, digamos, como esas sensaciones, ese mundo de sensaciones.
Le pregunto al tío: «Bueno y ¿dónde tocáis?» Y me dice: «No, es que todavía no
tocamos.»

d) Evaluación. La evaluación sirve para marcar la parte central o informativa


de un relato, aunque puede aparecer cada vez que el hablante lo considere oportuno
o necesario. Los mecanismos de evaluación no siguen ninguna regla obligatoria y pue­
den ser, entre otros, modificadores de intensidad, cláusulas modales o negaciones
para referirse a otros acontecimientos que pudieron haber ocurrido pero no ocurrie­
ron. La evaluación retarda el avance de la narración mediante cláusulas no narrativas
que mantienen la acción suspendida en un punto temporal.

Imagínate cómo se puso mi madre cuando se enteró de lo que había ocurrido.


Eso sí que tuvo gracia.
A hí lo quería ver yo.

Los tiempos verbales que aparecen en las evaluaciones suelen ser imperfectos
(con una frecuencia del 38 %), indefinidos y presentes.
Es posible, de todos modos, contar una historia en la que el punto central o más
relevante no esté claro o no sea evidente, en la que no queden bien marcadas las eva­
luaciones. En estos casos, el oyente tiene que realizar por sí mismo el esfuerzo de lo­
calizar los acontecimientos centrales o informativos. Si no lo consigue, puede hacerlo
saber mediante expresiones como No lo entiendo; ¿y qué?; ¿ Qué quieres decir? La ha­
bilidad para marcar y reconocer el punto evaluativo de una narración es crucial para
LA L E N G U A EN SU USO SOC IA L 175

los interlocutores en una conversación. En relación con esto existe una «regla de la
respuesta narrativa», por la cual

Si A hace una petición de información a B y B comienza inmediatamente una na­


rración, entonces se interpreta que B establece que la evaluación proporcionará la
información deseada.

é) Coda. Aunque el juego de secuencias narrativas y evaluaciones es compli­


cado, uno de los problemas más importantes de las narraciones es cómo terminarlas.
Normalmente, cada cláusula narrativa contiene implícita la pregunta «¿Y entonces
qué ocurrió?». Cuando las preguntas que van surgiendo quedan respondidas, puede
aparecer la coda, con la que el narrador lleva al oyente hasta el presente de nuevo,
haciéndole saber que la narración ha concluido:

Después de eso jamás volvió a pedir un favor.


Nunca pensé que fuera tan difícil tener un amigo de verdad.

Los tiempos predominantes en la coda, o en lo que Silva-Corvalán llama coda-


resolución., son, en las conversaciones en español, el indefinido (76 %) y el presente
histórico (24 %). Terminada la narración, el oyente no está obligado a mostrar su
acuerdo o desacuerdo con lo que se acaba de narrar, pero sí debe indicar cómo lo ha
interpretado.

Reflexiones y ejercicios

1. Grabe una conversación entre dos amigos o dos familiares suyos (no impor­
ta, en este caso, que la conversación esté preparada ni que los interlocutores sepan
que están siendo grabados). Identifique todas las características que aquí se han atri­
buido a ese tipo de interacciones.

2. Identifique las partes que componen la macroestructura de la conversación


que se ofrece a continuación:

Hablante A. Buenos días, hijo. ¿Qué tal estás?


Hablante B. Buenos días, mamá. Y tú ¿qué tal estás?
A. Yo estoy cansadísima. Estoy dormida, dormida.
B. Pero, ¿por qué os habéis levan... acostado a las cuatro de la mañana?
A. ¡Oye! Vamos a darnos prisa que tenemos que empezar a preparar lo del
cumpleaños.
B. ¿Van [s/c] a venir mucha gente?
A. Sí, todos los tíos, todos.
B. ¡Ah!
A. ¡Oye! Teníamos que llamar a C., a ver si.., encargamos la tarta.
B. ¿Y de qué la vamos a encargar?
A. De arándanos, de kiwis...
B. Pero tiene que ser una grande porque si va a venir mucha gente...
A. Sí, una de veinte raciones, por lo menos.
176 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÚiSTICA Y SOCI OLOGÍA DEL LENGUAJ E

B. ¡Ah! (ruidos) Mamá, ¿qué vamos a preparar?


A. Pues casi todo ... como una merienda-cena, por lo menos ya los tíos y los
crios van... ya cenados.
B. ¿Tú crees que van a venir los tíos por parte de papá?
/4. Supongo que no porque se iban de boda y luego tenían que venir los pri­
mos del pueblo y (ruidos). ¡Oye! Y P.. ¿dónde está?
B. Está aquí detrás.
A Es que como no hace ruido...
B. Le está gustando.
A. Ahora mírala, ni se la oye. ¡Es de buena!
B. ¡Ya! No hace ni... nada claramente, o sea que los de abajo...
A. Bueno, te dejo ya ¿eh, cariño?
B. Vale. Yo me voy a ir a comprar. Te veo después.
A. Vale.
B, Adiós.

3. Lea atentamente el siguiente texto. Separe en líneas diferentes cada una de


las cláusulas que lo componen e identifique a qué fase de la narración corresponde
cada una de ellas (resumen, orientación, secuencia narrativa, evaluación, resolución-
coda).

Hablante A. No sé. Yo cuando me emociono es cuando veo una película.


Hablante B. ¿Ah, sí? Bueno, pues cuéntame.
A. Bueno, es que una vez salimos de ver... Indiana Jones y la última Cruza­
da ¿no? Bueno y tuvimos allí un accidente ¿no? Estaba yo contándole a mis pa­
dres la película, y íbamos por... por [Madrid] ¿no? Y de repente se nos cruza un
coche. El freno... estaba el... el éste, el asfalto un poco... húmedo, así escurridizo...
B. ¡Hm!
A. ...frenó mi padre, frenó el hombre, nos dimos...
B. ¡No me digas!
A. ...y entonces ya... (risas) es que fue emocionante. Yo iba emocionada con
la película y encima nos dimos un golpe. Superemocionada.
B. Ja, ja, ja.

4. Grabe una entrevista mantenida en un medio de comunicación social y de


una duración de entre 5 y 10 minutos. Identifique y caracterice todos los pares de ad­
yacencia (tríos, etc.) que aparezcan en ella.

Orientaciones bibliográficas

Como texto fundamental, se recomienda la lectura del capítulo dedicado al aná­


lisis de la conversación de la obra de S. Levinson, Pragmática (Barcelona, Teide,
1989). Para una caracterización general de las conversaciones como interacciones y
como estructuras textuales, véase la obra de Teun van Dijk, La ciencia del texto (Bar­
celona, Paidós, 1983). En relación con los mecanismos de cohesión en la lengua es­
pañola, merece la pena consultar el libro de H. Mederos, Procedimientos de cohesión
en el español actual (Santa Cruz de Tenerife, Aula de Cultura de Tenerife, 1988).
Como primer paso en el terreno de la lingüística textual, es muy recomendable la lee-
L A L E N G U A EN SU U S O S O C I A L 177

tura del libro de Enrique Bernárdez. Introducción a la lingüística del texto (Madrid,
Espasa-Calpe, 1982). La lectura de la obra de E. Goffman La presentación de la per­
sona en la vida cotidiana (Buenos Aires, Amorrortu/Murguía, 1987) es tan amena
como interesante e instructiva.
Elaborado con una intención eminentemente práctica, resulta de gran utilidad
para la enseñanza del español el Repertorio de funciones comunicativas del español,
de M f J. Gelabert, E. Martinell, M. Herrera y F. Martinell (Madrid, SGEL, 1996).
Acerca de la narración oral en lengua española, es obligada la lectura del artículo de
C. Silva-Corvalán, «La narración oral española: estructura y significado», en E Ber­
nárdez (comp.), Lingüística del texto (Madrid, Arco/Libros, 1987, pp. 265-292).
C a p ít u l o 10

A C T IT U D E S L IN G Ü ÍS T IC A S

Actitud, identidad y conciencia lingüísticas

M o v ió m e a ello , adem ás, el deseo de d e fe n d e r la lengua vulgar


de muchos acusadores, los cuales la m enosprecian y e n co m ian las
demás, p rin c ip a lm e n te la lengua de oc, d icien do que es más h e r­
m osa y m e jo r ésta que aq uélla, en lo cual se ap artan de la verdad.

D a n t e A l ig h ie r i , E l convite, 1304-1307

En 1970, Rebecca Agueyisi y Joshua Fishman hacían una llamada de atención so­
bre la importancia que los estudios de las actitudes tienen, en el campo de la socio-
liigüística, para conocer más profundamente asuntos corno la elección de una lengua
en sociedades rnultilingües, la inteligibilidad, la planificación lingüística o la enseñan­
za de lenguas;1 además las actitudes influyen decisivamente en los procesos de varia­
ción y cambio lingüísticos que se producen en las comunidades de habla. Una actitud
favorable o positiva puede hacer que un cambio lingüístico se cumpla más Tapida­
mente, que en ciertos contextos predomine el uso de una lengua en detrimento de
otra, que la enseñanza-aprendizaje de una lengua extranjera sea más eficaz, que cier­
tas variantes lingüísticas se confinen a los contextos menos formales y otras predo­
minen en los estilos cuidados. Una actitud desfavorable o negativa puede llevar al
abandono y el olvido de una lengua o impedir la difusión de una variante o un cam­
bio lingüístico.
El peso de las actitudes sobre la realidad social ha sido suficientemente valora­
do por disciplinas como la sociología o la psicología desde hace muchas décadas; el
peso de las actitudes sobre la realidad lingüística ya ha comenzado a recibir la aten­
ción que merece, pero aún son muchos los aspectos que se desconocen acerca de su
naturaleza y sus repercusiones sociolingüísticas.2
La actitud lingüística es una manifestación de la actitud social de los individuos,
distinguida por centrarse y referirse específicamente tanto a la lengua corno al uso
que de ella se hace en sociedad, y al hablar de «lengua» incluimos cualquier tipo de
variedad lingüística: actitudes hacia estilos diferentes, sociolectos diferentes, dialectos

L «Language Attitudes Studies. A Brief Survey of Methodological Approaches», A nthropo lo gical L in -


guistics, 12 (1970), pp.. 137-157.
2. Son muy interesantes los estudios realizados desde la llamada dialectología perceptiva. Véase D . R.
Preston, Percepmal dialectology, Dordrecht, Foris, 1989.
ISO PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G D ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

diferentes o lenguas naturales diferentes. La actitud ante la lengua y su uso se con­


vierte en especialmente atractiva cuando se aprecia en su justa magnitud el hecho de
que las lenguas no sólo son portadoras de unas formas y unos atributos lingüísticos
determinados, sino que también son capaces de transmitir significados o connotacio­
nes sociales, además de valores sentimentales. Las normas y marcas culturales de un
grupo se transmiten o enfatizan por medio de la lengua.
Se puede decir que las actitudes lingüísticas tienen que ver con las lenguas mis­
mas y con la identidad de los grupos que las manejan. Consecuentemente es lógico
pensar que, puesto que existe una relación entre lengua e identidad, ésta ha de ma­
nifestarse en las actitudes de los individuos hacia esas lenguas y sus usuarios. No hay
que perder de vista, sin embargo, que la relación entre lengua e identidad, sobre todo
cuando se trata de una identidad étnica, no obliga a tratarlas como realidades con­
substanciales, dado que la existencia de una entidad étnica muy diferenciada de otras
no siempre supone el uso de una lengua muy diferenciada de otras.
La identidad es aquello que permite diferenciar un grupo de otro, una etnia de
otra, un pueblo de otro. Hay dos maneras elementales de definir una identidad: bien
de forma objetiva, caracterizándola por las instituciones que la componen y las pau­
tas culturales que le dan personalidad, bien de forma subjetiva, anteponiendo el
sentimiento de comunidad compartido por todos sus miembros y la idea de diferen­
ciación respecto de los demás. Dentro del concepto de «identidad», definido de cual­
quiera de las dos maneras, hay un lugar para la lengua, porque una comunidad tam­
bién se caracteriza por la variedad o las variedades lingüísticas usadas en su seno y,
además, porque la percepción de lo comunitario y lo diferencial se hace especial­
mente evidente por medio de los usos lingüísticos. Una variedad lingüística puede ser
interpretada, por tanto, como un rasgo definidor de la identidad, de ahí que las acti­
tudes hacia los grupos con una identidad determinada sean en parte actitudes hacia
las variedades lingüísticas usadas en esos grupos y hacia los usuarios de tales varie­
dades.
Las actitudes lingüísticas son reflejo de unas actitudes psicosociales; de hecho son
actitudes psicosociales. Si, como hemos comentado, las lenguas tienen un significado
o unas connotaciones sociales, es natural que sean apreciadas y evaluadas de acuer­
do con los estatus o las características sociales de sus usuarios. Por eso no resulta fácil
delimitar dónde comienza la actitud hacia una variedad lingüística y dónde termina la
actitud hacia el grupo social o el usuario de esa variedad. Los resultados de numero­
sos estudios de actitudes revelan que, si bien las lenguas son entidades objetivamen­
te comparables, lo que a menudo provoca diferencias de actitud es la posición de los
grupos sociales o etnolingüísticos.
A propósito de esta situación, H. Giles y sus colaboradores han propuesto dos
hipótesis generales: una primera hipótesis, la hipótesis del valor inherente, plantea la
posibilidad de comparar dos variedades y de que alguna de ellas sea considerada
como mejor o más atractiva que la otra; una segunda hipótesis, la hipótesis de la nor­
ma impuesta, sostiene que una variedad puede ser valorada, por sí misma, como me-
j or o más atractiva que otra si es hablada por un grupo con mayor prestigio.3 Las in­
vestigaciones de Giles, y de otros estudiosos, confirman la segunda de las hipótesis,

3 «Prestige speech styles: The imposed norm and inherent valué hypothesis», en W. C. McCormack y
S. A. Wurm (eds.), Language andsociety. Anthropological Issites, La Haya, Mouton, 1979.
L A L E N G U A E N SU U S O S O C I A L 181

demostrando que una misma variedad puede ser objeto de actitudes positivas o ne­
gativas dependiendo de la valoración que se haga del grupo en que se habla:4 las ac­
titudes suelen ser manifestación de unas preferencias y unas convenciones sociales
acerca del estatus y el prestigio de los hablantes. También debe destacarse que lo ha­
bitual es que sean los grupos sociales más prestigiosos, más poderosos socioeconómi­
camente, los que dicten la pauta de las actitudes lingüísticas de las comunidades de
habla; por eso las actitudes suelen ser positivas hacia la lengua, los usos y las carac­
terísticas de los hablantes con mayor prestigio y de posición social más alta.
Por otro lado, la actitud lingüística se manifiesta tanto hacia las variedades y los
usos lingüísticos propios como hacia los ajenos; asimismo, a la hora de formarse esa
actitud, suelen ser factores decisivos el nivel de estandarización de la lengua (codifi­
cación y aceptación) y su vitalidad: a menudo son objeto de actitudes favorables las
variedades propias, especialmente cuando disfrutan de un alto grado de estandariza­
ción. Se da la circunstancia, sin embargo, de que no siempre se mira lo propio con los
mejores ojos porque es posible encontrar, por ejemplo, que algunos hablantes de va­
riedades minoritarias tienen una actitud negativa hacia su propia lengua, general­
mente cuando esas variedades no les permiten un ascenso social, una mejora econó­
mica o cuando les imposibilita el movimiento por lugares o círculos diferentes de los
suyos. Esto no significa que no se valore en absoluto la lengua propia o que no se le
conceda el más mínimo aprecio.
Para comprender la posibilidad de que se tenga una actitud negativa hacia una
variedad y de que esa variedad sea objeto al mismo tiempo de cierta consideración,
se debe establecer una distinción entre varias características: de igual modo que a un
individuo se le puede apreciar de modo diferente como profesional, corno amigo,
como padre o como vecino, las lenguas pueden ser estimadas por razones diferentes,
razones que normalmente son sociales, subjetivas o afectivas. Esta multiplicidad de
valoraciones complica enormemente las actitudes y explica su capacidad de influen­
cia en situaciones muy diversas: la forma en que los profesores tratan a los alumnos,
en que los profesionales entrevistan a los candidatos a un puesto de trabajo y en que
los empleados de una empresa tratan a sus clientes.
Una de las bases sobre las que se asienta la actitud lingüística es la conciencia so-
ciolingiiística: los individuos forjan actitudes, del tipo que sea, porque tienen con­
ciencia de una serie de hechos lingüísticos y sociolingüísticos que les conciernen o les
afectan.5 Tales hechos pueden pertenecer a su propia variedad, a la de su grupo o a
la de su comunidad, pero también a las variedades de otros hablantes, otros grupos,
otras comunidades. Las hablantes saben que su comunidad prefiere unos usos lin­
güísticos a otros, que ciertos usos son propios de unos grupos y no de otros y, por lo
tanto, tienen la posibilidad de elegir lo que consideran más adecuado a las circuns­
tancias o a sus intereses. Esta capacidad de elección, derivada de la conciencia lin­
güística, es extraordinariamente decisiva a la hora de producirse —y explicarse— los
fenómenos de variación y de cambio lingüísticos, así como la elección de una lengua
en comunidades multilingües.

4. Véase J. R. Edwards, «Language attitudes and their implications among English speakers», en E. B.
Ryan y H. Giles (eds.), Altitudes towards language variation. Social and applied contexts, Londres, E. Arnold,
1982, pp.. 2-33,
5. No puede decirse, sin embargo, que todos los hablantes de todas la comunidades sean conscientes de
todas las características lingüísticas y sociolingüísticas de su variedad.
182 PRINCIPIOS OE S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y SO C IO LO G ÍA DEL L E N G U A J E

La conciencia lingüística es un fenómeno estrechamente ligado a la variedad lin­


güística ■
—sobre todo en las comunidades bilingües o en territorios donde se habla
más de un dialecto— y al estrato social. A propósito de la estratificación social, Hum­
berto López Morales explica lo siguiente:6

Parece cierto que la relación entre estrato sociocultural y conciencia lingüística es


muy estrecha y que, a medida que se baja en el espectro social, disminuye el gra­
do de capacidad distintiva de los sociolectos de la comunidad. Si, efectivamente,
conciencia lingüística y estratificación social son de alguna forma paralelas, habrá
que saber cuál es la fenomenología sintomática que da pie a las distinciones.

Con el fin de averiguar hasta qué punto es cierta tal asociación, López Morales
ha realizado un estudio sobre el español de San Juan de Puerto Rico y ha llegado a
la conclusión de que mayoritariamente existe conciencia sobre la variación sociolec-
tal y de que los individuos de nivel socioeconómico más alto son, con las mujeres en
general, los de mayor conciencia sociolingüística. Por lo demás, es obligado pensar
que, si esta conciencia es algo muy arraigado en comunidades fundamentalmente mo-
nolingües, lo mismo puede decirse, con mayor énfasis, en relación con las comunida­
des bilingües o multilingües.
Aparte de la actitud, una de las consecuencias directas de la conciencia sociolin-
giiística de los hablantes es su seguridad o su inseguridad lingüística, esto es, la rela­
ción que existe entre lo que un hablante considera correcto, adecuado o prestigioso y
su propio uso lingüístico: se habla de seguridad lingüística cuando lo que el hablante
considera como correcto o adecuado coincide con los usos espontáneos del mismo ha­
blante; la inseguridad lingüística surge cuando tal coincidencia disminuye o desapare­
ce. El prototipo de hablante inseguro sería aquel capaz de hacer afirmaciones como
éstas: A mí nunca me se ocurriría decir me se ha caído o Yo jamás diríe cosas como
iríe o vendríe.
Pero, comentado cuál es el interés de las actitudes para la sociolingüística gene­
ral, es importante saber cómo se definiría la actitud desde la disciplina que más la ha
estudiado, la psicología social, y cuáles serían sus componentes, si se admite que los
tiene.

Interpretación y componentes de las actitudes lingüísticas

Como han indicado diversos autores —Ralph Fasold, por ejemplo—,7 las actitu­
des lingüísticas han sido estudiadas desde dos puntos de vista: uno mentalista, de na­
turaleza, psicosociológica, y otro conductista. La concepción conductista interpreta la
actitud como una conducta, como una reacción o respuesta a un estímulo, esto es, a
una lengua, una situación o unas características sociolingüísticas determinadas. Des­
de un punto de vista mentalista, la actitud se entiende como un estado interno del
individuo, una disposición mental hacia unas condiciones o unos hechos sociolingüís-
ticos concretos; en este sentido, la actitud sería una categoría intermedia entre un
estímulo y el comportamiento o la acción individual. Aunque más adelante se hará

6. Sociolingüística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, p. 205 y ss.


7. Véase La sociolingiiistica de la sociedad, Madrid, Visor, 1996, p. 229 y ss.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 183

referencia al modo de analizar las actitudes, conviene adelantar que mientras los
conductistas utilizan como procedimiento de estudio la observación directa de las
conductas objetivas, los mentalistas deben recurrir a otras técnicas, más complejas,
que permitan desvelar algo tan intangible como un estado mental.
En términos generales, se acepta que las actitudes implican directamente la pre­
sencia de varios elementos o subcomponentes que no conviene confundir: una valo­
ración (componente afectivo), un saber o creencia (componente cognoscitivo)8 y una
conducta (componente conativo). Éste es el criterio de los defensores de una inter­
pretación mentalista de la actitud, aunque los psicólogos conductistas suelen ver en la
actitud un elemento único, a menudo afectivo o de valoración.9 Entre los partidarios
de interpretar la actitud como un entidad compleja, que son la mayoría, existen dis­
crepancias para determinar cómo se relacionan entre sí estos conceptos, y todos ellos
con la actitud, lo que equivale a plantear el problema de describir la estructura com-
ponencial de las actitudes lingüísticas.
Las propuestas psicosociológicas más conocidas sobre los componentes de la ac­
titud y sus relaciones son las de W. Lamben,10 M. Rokeach11 y M. Fishbein.12 Para el
primero, la actitud está formada por tres elementos —la creencia, la valoración y la
conducta— y todos ellos se sitúan en un mismo nivel: la actitud lingüística de un in­
dividuo es la resultante de sumar sus creencias y conocimientos, sus afectos y, final­
mente, su tendencia a comportarse de una forma determinada ante una lengua o una
situación sociolingüística.
Para Milton Rokeach, la actitud se interpreta básicamente como un sistema o
conjunto de creencias (creencia 1, creencia, 2, creencia n): la actitud depende funda­
mentalmente de lo que se cree acerca de un objeto sociolingüístico. Ahora bien, cada
una de estas creencias está formada por la suma de los tres componentes: el cognos­
citivo, el afectivo y el conativo. Así pues, unos conocimientos, unas valoraciones y
unas conductas pueden dar lugar a un sistema de creencias del que se ha de des­
prender una actitud lingüística concreta.
Fishbein, por su parte, opina que las lenguas, las situaciones o los hechos lin­
güísticos dan lugar, por separado, a actitudes y a creencias. Las actitudes están
formadas por un solo componente de naturaleza afectiva: se fundamentan en la valo­
ración subjetiva y sentimental que se hace de un objeto. Junto a esto, pero en un pla­
no diferente, la creencia está formada por un componente cognoscitivo y un compo­
nente de acción o conducta.
Otros autores, como Richard L. Street y Robert Hooper, han preferido ofrecer
explicaciones en las que se da más importancia al dinamismo del modelo que a la re­
lación estructural de sus componentes.13 Street y Hooper proponen un modelo de va-

8. Este componente forma parte de la conciencia sociolingüística


9. Véase Ch. Osgood y M. Fishbein, en col. con G. J Suci y P. H. Tannenbaum, The Mensúremete o f
Learning, Urbana, University of Illinois, 1957; M. Fishbein, «A Consideration of Beliefs, Attitudes and Their
Relationship», en R. Steiner y M. Fishbein (eds), C uneta Smdies in Social Psychology, Nueva York, Holt,
Reinhart and Winston, 1965, pp. 107-120.
10. Social Psychology, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1964, pp. 49-69 (capítulo 4).
11. Beliefs, A ltitudes and Valúes, San Francisco, Jossey-Bass, 1968.
12. «A Consideration of Beliefs, Attitudes and Their Relationship», en R. Steiner y M. Fishbein (eds.),
Current Studies in Social Psychology, Nueva York, Holt, Reinhart and Winston, 1965, pp. 107-120.
13. «A model of speech style evaluation», en H. Giles y E B. Ryan (eds ), Attitudes towrads Language
V ariation, Londres, Arnold, 1982, pp. 175-188
184 PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G U ÍS T IC A 'i' S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

• Componentes del mensaje que incluyen elementos convergentes y divergentes (acomodación del habla),

FlG„ 10.1. Modelo de valoración del estilo de habla, según Street y Cooper (1982).

¡oración del habla basado en los juicios de valor y en los usos lingüísticos de los in­
terlocutores. Los procesos cognoscitivos y de conducta vienen determinados por tres
variables: á) los conocimientos recibidos y los prejuicios de los hablantes (estereoti­
pos, procesamiento de la información, características de la personalidad, expectativas
sociológicas); b) las características del habla, del mensaje (acento, dialecto, elementos
paralingüísticos); c) las intenciones de los interlocutores. Con estos elementos Street
y Hooper construyen el modelo de la figura 10.1.
El proceso comienza con la transformación de un mensaje, que incluye elemen­
tos de acomodación del habla, en un mensaje percibido. La percepción, a su vez, pone
en marcha una respuesta valorativa. Este paso se produce dentro de un entorno de
conocimientos o saberes sociales, en el que influyen factores como las características
sociales de los interlocutores (edad, sexo, etc.) o los juicios personales sobre unos he­
chos lingüísticos y paralingüísticos, entre otros muchos. Street y Hooper señalan que,
en la interacción comunicativa, se produce una adaptación o igualación del habla a
las características del mensaje recibido, siguiendo la línea trazada por la «teoría de la
acomodación del habla».
Las opiniones que se acaban de exponer proceden del campo de la psicosociolo-
gía. Sin embargo no debe desdeñarse la posibilidad de ofrecer una interpretación más
netamente sociolingüística, puesto que, al fin y al cabo, las actitudes se dirigen hacia
un objeto sociolingüístico y se desprenden de lo que las personas hablan, de cómo ha­
blan, de cuándo lo hacen y hacia quién se dirigen. Por eso precisamente merece des­
tacarse la opinión del sociolingüista Humberto López Morales.14
Para López Morales, la actitud está dominada solamente por un rasgo y, por lo
tanto, en ella se identifica tan sólo un componente: el conativo. A diferencia de los
modelos de Lambert y Rokeach y a semejanza del modelo de Fishbein, López Mo­
rales separa el concepto de «creencia» del concepto de «actitud» y los sitúa en un ni­
vel diferente: las creencias dan lugar a actitudes diferentes; éstas, a su vez, ayudan a
conformar las creencias, junto a los elementos cognoscitivos y afectivos, teniendo en
cuenta que las creencias pueden estar basadas en hechos reales o pueden no estar mo­
tivadas empíricamente.

14. Véase Sociolingi'dsiica, ob. c i l pp. 231-242.


LA L E N G U A EN SU USO SOC IA L 185

Creencia

oCognitiva' Afectiva

Actitud

Conativa

Positiva Negativa

FlG 10,2 Relación entre creencia y actitud, según L ópez Morales.

López Morales representa la relación entre creencia y actitud como se muestra


en la figura 10.2.
Según se desprende de la ilustración, las actitudes están formadas por comporta­
mientos (componente conativo), por conductas que pueden ser positivas, de acep­
tación, o negativas, de rechazo. La actitud neutra se concibe como una ausencia de
actitud y no como una clase más de ella. Afirma López Morales que no todas las
creencias llevan a la aparición de actitudes, pero que la mayoría de ellas sí las pro­
ducen. De este modo, los fenómenos considerados como rurales o vulgares producen
una actitud negativa que lleva a su rechazo (por ejemplo, la realización velarizada del
fonema vibrante múltiple en San Juan de Puerto Rico; la secuencia pronominal me
se, por se me en España); ese rechazo, como la buena aceptación cuando se produce,
suele tener consecuencias en la conducta lingüística de los hablantes de una comuni­
dad: se tiende a usar lo que se considera más aceptable y a no usar lo rechazable, so­
bre todo en los estilos cuidados, en los que la conciencia lingüística participa más ac­
tivamente. Cuando el uso no concuerda con la actitud de aceptación o de rechazo,
aparece el fenómeno denominado inseguridad lingüística.
Como se deduce de todas estas propuestas, las actitudes tienen formas muy di­
versas de manifestarse: López Morales habla de actitudes positivas y negativas, acti­
tudes que se expresan de maneras muy diferentes ante distintos tipos de realidades
sociolingüísticas. Una de estas realidades sería la situación, ya que cada situación pue­
de provocar una actitud diferente en los hablantes. Howard Giles y Ellen Bouchard
Ryan han creado un modelo bidimensional capaz de recoger las actitudes que surgen
en situaciones sociolingüísticas particulares.15 Tales situaciones vienen caracterizadas
por el contexto, el propósito y los participantes, así como por su formalidad. Las di­
mensiones del modelo son, por un lado, el continuum estatus (poder)-solidaridad y,
por otro, el continuum grupo-persona. Ambas dimensiones pueden identificarse por
la presencia de una serie de atributos o índices que las caracterizan y que quedan re­
cogidos en la figura 10.3.

15, «Prolegomena for developing a social psychological theory», en Altitudes towards Language Varia-
tion, Londres, Arnold, 1982, pp. 208-223.
186 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E

Estatus (poder]

Indices Indices
Competencia Estatus
Experiencia Poder
Fiabilidad Prestigio
Clase social
Superioridad

Persona Grupo
Indices Indices
Benevolencia Solidaridad Interna
Atractivo Lealtad lingüistica
Similaridad de atributos Similaridad de creencias
Orgullo étnico
Orgullo familiar

Solidaridad

Fig 10,3 Situaciones percibidas en relación con la actitud lingüistica e Índices de evaluación
de dos dimensiones (adaptación del modelo de Giles y Ryan, 1982),

Según este modelo, las situaciones públicas, formales, de relaciones entre miem­
bros de grupos diferentes llevan al uso de elementos sociolingüísticos adecuados al es­
tatus y al poder de los hablantes en mayor proporción que las situaciones informales,
privadas y de relaciones entre los miembros de un mismo grupo. Los ámbitos de la
escuela, la administración y el trabajo suelen responder a un patrón sociolingüístico
en el que se da gran importancia al estatus social, mientras que en los ámbitos o do­
minios de la familia y el vecindario destacan unos usos sociolingüísticos en los que
prima el concepto de solidaridad. Por otra parte, en las situaciones de contacto entre
dos personas suele predominar más claramente el concepto de individuo o persona
cuando no hay oyentes que cuando los hay. Del mismo modo, el uso de una variedad
prestigiosa predispone a los hablantes a interpretar que una situación está dominada
por los conceptos de estatus y de grupo.

Medida de la actitud

En la descripción de las posiciones conductista y mentalista, se señalaba más


arriba que los conductistas suelen utilizar como procedimiento de estudio la observa­
ción directa de las conductas objetivas, mientras que los mentalistas recurren a otras
técnicas que permiten descubrir el estado interno y mental de los hablantes. En el pri­
mer caso, estamos ante un método de aplicación segura cuyo interés reside en el que
puedan tener las conductas observadas. El segundo caso, sin embargo, no goza de las
seguridades que ofrece el primero: un estado mental, al contrario que una conducta,
no es observable directamente y debe ser inferido a partir de la conducta lingüística
o de otro tipo de datos que aporte el individuo de forma voluntaria o involuntaria.
Cuando las técnicas de investigación se aplican sobre realidades que no son directa­
mente observables, su validez puede ponerse en tela de juicio y obligar a los especia-
L A L E N G U A EN SU USO SOC IA L 187

listas a hacer propuestas nuevas o buscar caminos que proporcionen resultados fia­
bles.
Situados de lleno en una perspectiva mentalista, la más valorada y cultivada, se
distinguen dos grupos de métodos de estudio de las actitudes hacia la lengua: los mé­
todos directos y los métodos indirectos.
Las mediciones directas suelen practicarse sobre materiales recogidos por medio
de cuestionarios o de entrevistas. Los cuestionarios empleados poseen bien una es­
tructura abierta (el informante emite la respuesta que cree más adecuada), bien una
estructura cerrada (al informante se le ofrecen unas posibilidades limitadas de res­
puesta). Las entrevistas y los cuestionarios abiertos suelen incluir preguntas del tipo
¿Quépiensa usted...? o ¿Cómo reaccionaría usted...?:

¿Qué piensa usted de la forma de hablar de la persona que acaba de oír en la gra­
bación? (en estos estudios es frecuente el uso de grabaciones llamadas grabaciones o
cintas estímulo);
¿Qué piensa acerca de que las clases de matemáticas en la enseñanza primaria se
den en la lengua x?
¿Cómo reaccionaría usted si una persona desconocida y más joven lo trata de tú?
¿Cómo reaccionaría usted si un funcionario público al que se ha dirigido en la len­
gua x no le contesta en la misma lengua?

Las mediciones indirectas se aplican sin que el hablante tenga conciencia de cuál
es el objeto de interés (la actitud); son aquellas cuyo propósito es desconocido por los
individuos que sirven de informadores. Entre las mediciones indirectas la más utili­
zada ha sido la matched guise, propuesta por Wallace Lambert en los años sesenta16
y denominada en español técnica de pares ocultos, de las máscaras o de los pares fal­
sos. En su origen, la técnica consiste en utilizar hablantes bilingües dominadores de
las lenguas que se desea investigar. Estos bilingües leen un mismo texto en cada una
de las lenguas estudiadas y las lecturas se graban en una cinta, intercalándolas de tal
forma que parezca que cada texto ha sido emitido por un hablante distinto: los oyen­
tes pueden llegar a pensar que han oído el doble de voces, de personas, de las que
realmente han participado en el experimento.
Los oyentes, también bilingües, tras oír cada texto, han de puntuar varias carac­
terísticas de los hablantes —no de la lengua—, rasgos como la simpatía, la inteligen­
cia, la decisión, el atractivo o el origen social. Para recoger estas puntuaciones se sue­
len utilizar unas escalas, llamadas escalas de diferencial semántico, en cuyos extremos
se sitúan los polos opuestos de una determinada característica (simpático-antipático;
inteligente-nada inteligente; con éxito-sin éxito, etc.) y que ofrecen, entre ambos ex­
tremos, varios espacios o puntos intermedios.17 En caso de que un mismo hablante
sea valorado de forma diferente, se puede deducir que es la lengua utilizada en cada
texto la que ha originado un actitud diferenciada en el oyente.

16. «A social psychology of bilingualism», Journal o f Social Issues, 23 (1967), pp 91-109.


17. Estas escalas suelen ofrecer siete grados para cada atributo, aunque también se manejan cinco.
Véase H. López Morales, Métodos de investigación lingüistica, Salamanca, Ediciones Colegio de España, 1994,
p. 105 y ss. Sobre las escalas de diferencial semántico, véase F. Williams, Explorations o f the Linguistic A lti­
tudes o f Teachers, Rowley, Mass., Newbury House, 1976.
1SS PRINCIPIOS DE S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G Í A D E L L E N G U A J E L A L E N G U A EN SU USO SO CIA L 189

En uno de los estudios pioneros de la especialidad, Wallace Lambert analizó, me­ Con el fin de superar las limitaciones de las técnicas indirectas, Joshua Fishman
diante la técnica matcheá guise, las actitudes lingüísticas de estudiantes universitarios ha propuesto contar con una medida de referencia, denominada medida de la impli­
anglófonos y francófonos de Canadá. En la investigación, los sujetos debían clasificar cación, que consiste en comparar los resultados obtenidos mediante cuestionarios con
la personalidad de una serie de hablantes de inglés y francés. Los sujetos anglo- los resultados que presenta la observación de la conducta real.19
hablantes mostraron una actitud claramente favorable hacia los anglohablantes y una
actitud negativa hacia los francófonos: los bilingües que hicieron las lecturas resulta­
ron ser más altos, más inteligentes, más simpáticos y amables que los francófonos El concepto de prestigio
cuando hablaban inglés que cuando hablaban francés. Lo significativo de este estudio
fue comprobar que los francófonos también valoraban más positivamente a los que En repetidas ocasiones hemos aludido al prestigio porque lo prestigioso suele ser
leyeron los textos en inglés, en todas las características personales excepto en las acreedor de actitudes positivas por parte de los hablantes. Pero ¿cómo se define el
que se referían a la religiosidad y a la amabilidad. Los textos en francés —esto es, sus prestigio desde la sociolingüística? ¿Cómo se descubre y se mide?
hablantes— resultaron valorados más negativamente por los propios francófonos que El prestigio puede ser considerado bien como una conducta, bien como una ac­
por los anglóf onos. La conclusión general que extraía Lambert aludía al prestigio de titud. Esto quiere decir que el prestigio es algo que se tiene y se demuestra, pero tam­
que gozaba el inglés y sus hablantes en Canadá y a la existencia de un estigma en la bién es algo que se concede. Se podría definir el prestigio como un proceso de
población canadiense que hablaba francés, un estigma admitido y asumido por mu­ concesión de estima y respeto hacia individuos o grupos que reúnen ciertas caracte­
chos grupos francófonos. rísticas y que lleva a la imitación de las conductas y creencias de esos individuos o
La técnica matcheá guise o de los pares ocultos ofrece multitud de variantes con grupos.
las que se adapta a la naturaleza de las actitudes, de las comunidades y de los hechos A la hora de medir el prestigio, es importante elegir la perspectiva desde la que
lingüísticos que en cada momento se pretende estudiar. Para el estudio de las actitu­ se va a trabajar: el prestigio como algo que se tiene (conducta) o como algo que se
des hacia diversos usos fonéticos innovadores del español (aspiración de í en posición concede (actitud). La mayor parte de los sociólogos han analizado el prestigio como
implosiva, yeísmo, caída de -d- intervocálica en las formas de participio) en cinco co­ actitud, mientras que los antropólogos lo han estudiado como conducta. Los socio-
munidades del centro de España, se ha trabajado con textos leídos por hombres y mu­ lingüistas, por su parte, también han preferido profundizar en la perspectiva de la ac­
jeres de la misma comunidad: se trata de hablantes que, al leer, van haciendo uso de titud (algo que se concede); con otras palabras, han preferido detenerse en averiguar
esos rasgos fonéticos, uno de ellos en cada texto. A los informadores se les pide, una lo que es considerado como prestigioso y no en descubrir, sobre los individuos y gru­
vez oído cada texto, que den su opinión sobre el origen geográfico del hablante (de pos prestigiosos, cuáles son las características que los hacen así. En el caso de la so­
la comunidad o de fuera de la comunidad), sobre su hipotética actividad profesional ciolingüística de Labov, se ha atendido más a los usos sociolingüísticos prestigiosos
y sobre las razones que lo llevan a opinar de esa manera. La investigación se ha rea­ que a las normas de prestigio en su conjunto.
lizado en las ciudades de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo. En­ Las técnicas que se han mostrado más útiles para el descubrimiento de usos lin­
tre las conclusiones que se extraen, destaca la actitud desfavorable que, en general, güísticos prestigiosos han sido las indirectas, descritas para el estudio de la actitud y
despierta la caída de la -d- en posición intervocálica o la actitud favorable hacia las de la inseguridad lingüística. En la interpretación de sus resultados, hay que suponer
soluciones yeístas, que, por otra parte, a menudo no aparecen en el nivel de concien­ que lo que el hablante cree correcto es, a su vez, lo que también considera más pres­
cia de los hablantes.18 tigioso, aunque debe recordarse que lo que se considera como correcto no tiene por
La técnica matcheá guise se emplea con bastante frecuencia, muchas veces con qué ceñirse a lo que, desde un criterio normativo, se valora como correcto.20 Ahora
buenos resultados, pero presenta algunas dificultades. Una de ellas es la de la artifi- bien, el poder de las pruebas indirectas no mitiga la utilidad de las pruebas directas,
cialidad: los oyentes dan su opinión sobre voces salidas de una cinta y en un situación que se pueden revelar como auténticamente decisivas para la explicación de ciertos
de entrevista; en ocasiones es complicado determinar dónde ha terminado la valora­ hechos. Ejemplo de ello es el estudio que, en una situación de monolingüismo, hemos
ción de la persona cuya voz ha sido grabada y dónde ha empezado la valoración de realizado en el centro de España con la idea de profundizar en el conocimiento del
la lengua usada en cada caso. Por otro lado, como los textos grabados suelen ser leí­ prestigio a partir de unos materiales conseguidos con un método directo: el cuestio­
dos, se corre el riesgo de que los sujetos juzguen la calidad de la lectura y no las cua­ nario21 El cuestionario redactado, muy breve, incluía las siguientes preguntas:
lidades personales de los lectores o las de la variedad empleada, a lo que se debe aña­
dir la importancia que tiene la relación entre el tema tratado en la grabación y la len­ 19. «Sociolinguistics and the language problems of developing countries», en J. Fishman, Ch. Ferguson
gua empleada en cada texto: el tema influye sobre la actitud porque hay temas de los y J. Das Gupta (eds.), Language Problems o f Developing Nalions, Nueva York, John Wiley and Sons, 1968,
pp. 3-16.
que nunca se habla en una variedad o lengua determinada. 20. En el mundo hispánico, destacan los trabajos realizados por Manuel Alvar, Antonio Quilis y Hum­
berto López Morales sobres diversos territorios hispanohablantes. Véase también Y, Solano Rojas y J. Urna-
ña Aguiar, «Actitudes lingüísticas del universitario costarricense», en M Arjona el al. (eds.), Acras del X Con­
18. Véase P. García Mouton y F. Moreno Fernández, «Sociolingüística en el A lia s lingüístico (y etno­ greso Internacional de la Asociación de Lingüistica y Filología de la Am érica Latina, México, UNAM, 1996,
gráfico) de Castilla - L a Mancha »,
en R. Penny (ed.), Actas de! I Congreso Anglo-hispano, I, Madrid, Casta­ pp. 707-712.
lia, 1993, pp. 139-149. 21. Véase Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, p, 189 y ss.
190 principios de s o c iO L iN G D í s t i c a y so c io lo g ía del l en g u a je

1. En la sociedad espafwla actual, ¿quién cree usted que se expresa mejor, es de­
cir, qué personas o tipos de personas hablan mejor, según su criterio?
2. ¿En qué nota usted que habla mejor el tipo de personas que ha señalado en la
pregunta anterior?
3. ¿Le gustarla hablar como ese tipo de personas?
4. ¿Qué es para usted el prestigio?
5. ¿Qué tipo de personas tiene para usted más prestigio?

Al redactar el cuestionario partimos de la idea de que los resultados deberían


proporcionarnos unas impresiones generales sobre las normas de prestigio que actúan
en grupos sociales diferentes y, por ello, decidimos trabajar sobre tres muestras dife­
rentes: una muestra de 30 personas procedentes de un grupo social muy concreto, for­
mado por estudiantes universitarios de filología, de ambos sexos y con edades com­
prendidas entre los 20 y los 27 años; una muestra estratificada de 40 informantes de
una comunidad rural, teniendo en cuenta las variables «sexo» y «edad» (menores
de 20 años, de 21 a 35, de 36 a 50 y mayores de 51 años); finalmente, una muestra
que, dentro de una comunidad urbana, no representaba a ningún grupo en especial,
para la que se utilizaron 42 informantes escogidos aleatoriamente en el centro de la
ciudad de Madrid, teniendo en cuenta las variables «sexo» y «edad». Descritas some­
ramente las muestras, ¿cuáles son las variables que conforman las normas de presti­
gio en cada uno de estos grupos? Se trata de un simple estudio exploratorio en el que
se ha aplicado una mínima cuantificación.
Con los datos y las cuantificaciones se ha podido llegar a las siguientes conclu­
siones generales. En primer lugar, los jóvenes universitarios, en su concepción del
prestigio, se muestran especialmente sensibles a la variable «cultura», con todos los
matices que encierra; en ellos también se observa una conciencia notable de los usos
lingüísticos y una especial preocupación por la corrección. En segundo lugar, los in­
formadores urbanos poseen nociones conscientes poco claras acerca del prestigio; en
ellos la cultura ocupa un lugar secundario y adquiere mayor importancia la categoría
social y el éxito profesional: el prestigio para los individuos de esta muestra depende
en gran parte del reconocimiento ajeno y, para los hombres, no siempre son adecua­
dos los usos lingüísticos considerados como más prestigiosos o correctos. Finalmente,
en la comunidad rural se observa un grado menor de reflexión sobre el concepto de
prestigio y una menor conciencia de él, tal y como se entiende convencionalmente:
entre los informantes rurales parece no tener tanta importancia la calidad formal de
los usos lingüísticos como la efectividad en la comunicación y en la ordenación de los
contenidos; las cualidades morales y éticas son consideradas como prestigiosas, espe­
cialmente por parte de las mujeres.
A la vista de los resultados de este estudio, se puede afirmar que las normas de
prestigio varían de un grupo social a otro y que sólo después de descubrir lo que ca­
racteriza a cada grupo se podrán buscar los intereses comunes a varios grupos, hasta
llegar a una formulación general de las normas que rigen el prestigio en una comuni­
dad determinada.
Desde otra perspectiva, el análisis del prestigio conduce al establecimiento de
cuatro dicotomías: prestigio del individuo / prestigio de la ocupación; prestigio como
actitud / prestigio como conducta; prestigio vertical / prestigio horizontal', prestigio so­
ciológico /prestigio lingüístico. Tratemos estos pares conceptuales uno a uno.
L A L E N G U A EN SU USO S OC IA L 191

Clase A

Prestigio interno

FlG. 10.4. Prestigio externo y prestigio interno.

1) Prestigio del individuo / prestigio de la ocupación. Existe un prestigio como


atributo de la reputación de las personas y un prestigio como atributo formal de de­
terminados puestos sociales. El primero es fruto de la interacción social entre indivi­
duos; el segundo es fruto de la interacción entre grupos sociales diferentes. En nues­
tra opinión, ambos tipos de prestigio pueden ser capaces de determinar la dirección
de una cambio lingüístico, por ejemplo. La psicología social y la sociolingüística que
se está preocupando del estudio de la conversación en grupos reducidos tiene mucho
que decir a propósito del prestigio individual.
2) Prestigio como actitud / prestigio como conducta. Son las dos caras de una
misma moneda, pero sólo una de ellas, la de la actitud, permite conocer nuevas for­
mas de prestigio; una vez descubiertas, se hace imprescindible detenerse en la otra
cara. Por ahora, los mejores resultados, desde un punto de vista sociolingüístico, los
ha proporcionado el estudio de la actitud, sobre todo con técnicas indirectas.
3) Prestigio vertical / prestigio horizontal. El prestigio es un fenómeno que
funciona, con un grado mayor o menor de conciencia, entre clases sociales diferentes,
entre los individuos que tienen poder y los que no lo tienen, entre la gente que per­
tenece a ciertos estratos y la que no participa de ellos; pero también funciona entre
individuos que pertenecen a una misma clase, que participan del mismo grado de po­
192 PRINCIPIOS DE SOCIO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

der o de competencia o que disfrutan de un mismo estatus, sea éste elevado o no lo


sea. Por eso es necesario distinguir entre un prestigio vertical o externo y un presti­
gio vertical o interno, representados en la figura 10.4.
El prestigio externo funciona entre clase y clase, entre grupo social y grupo so­
cial: es lo que justifica la imitación de las conductas de las clases altas por parte de
las clases medias y la actitud favorable hacia ellas. El prestigio interno funciona en el
interior de cada clase y de cada grupo: puede decirse que, para la difusión o propa­
gación entre los hablantes de un cambio lingüístico, posee una función tan importan­
te como el prestigio externo.
4) Prestigio sociológico / prestigio lingüístico. Las dificultades que presenta la
definición, la interpretación y la medición del prestigio nacen de las interferencias que
se producen entre el prestigio sociológico y el prestigio lingüístico. Sólo aislándolos
se llega a saber qué peso ejercen por separado y conjuntamente en los fenómenos so-
ciolingüísticos.

El desarrollo de estos rudimentos relacionados con el prestigio ayudará a pro­


fundizar en el conocimiento de numerosos aspectos sociolingüísticos, incluidos la va­
riación y el cambio. Y a ello hay que sumar la que probablemente es la distinción más
conocida y estudiada en relación con el prestigio, la que opone un prestigio abierto a
un prestigio encubierto; recordemos: el prestigio encubierto está asociado a unos usos
lingüísticos alejados de lo que abiertamente se reconoce como normativo y se opone
al prestigio abierto, que es prestigio de comunidad y que se asocia a lo correcto o nor­
mativo (véase el capítulo 2).

Reflexiones y ejercicios

1. Redacte un breve cuestionario, siguiendo un método directo, destinado a


descubrir las actitudes lingüísticas de un grupo de hablantes hacia su propia variedad.

2. Redacte tres textos y haga que sean leídos por cuatro hablantes bilingües de
una comunidad determinada; grabe las lecturas de sus colaboradores y sométalas al
juicio de varias personas residentes en esa misma comunidad: pregúnteles sobre la
profesión de los hablantes, su nivel social, su capacidad intelectual y su simpatía. Ano­
te todas las dificultades técnicas que haya encontrado al preparar la prueba y pro­
ponga soluciones. Comente los resultados de la prueba. Si vive en un comunidad mo-
nolingüe, procure recoger muestras de habla de dos dialectos de la misma lengua y
realice las mismas tareas.

3. Redacte un comentario sobre la importancia que tiene el uso de la variedad


más prestigiosa de su lengua en las siguientes situaciones: en familia, en la consulta
de un médico, en un banco, en una entrevista laboral, en el momento de hacer un ne­
gocio, en el ejército.

4. Aplique el cuestionario sobre el prestigio que se ha presentado en este capí­


tulo a diez personas de su grupo social. Compare los resultados con los nuestros.
LA L E N G U A EN SU USO S O C IA L 193

Orientaciones bibliográficas

Las actitudes lingüísticas no han sido un asunto profusamente tratado en los ma­
nuales de sociolingüística redactados en español, por ello es obligada la lectura de los
capítulos 7 y 8 del libro de Humberto López Morales, Sociolingüística (2.a ed„ Ma­
drid, Gredos, 1993) y del capítulo 6 del manual de Ralph Fasold, La sociolingüística
de la sociedad. Introducción a la sociolingüística (Madrid, Visor, 1996). Entre la bi­
bliografía en inglés y escrita desde la psicología social, es lectura inexcusable la obra
de Howard Giles y Ellen Bouchard Ryan, Attitudes towards Language Variation
(Londres, Arnold, 1982).
Una muestra excelente de los estudios hispánicos dedicados a las actitudes lin­
güísticas puede verse en el libro de Manuel Alvar, Hombre, etnia, estado. Actitudes
lingüísticas en Hispanoamérica (Madrid, Gredos, 1986).
Capítulo 11

LENGUA, CULTURA Y PENSAMIENTO

Las lenguas y la visión del mundo

Parece que todos piensan que notnen viene del griego ónoma,
yo creo, en cambio, que viene de nosco, noui, noium, nouimen
«conocer», de la misma manera que tnotnen «impulso, movi­
miento» de moneo, moni, rnotum, tnouitnen «mover». El nombre
es cierta imagen por la que algo es conocido, dice Escaligero.
F rancisco Sánchez de las B rozas, Minerva, 1587

Entre los intereses de la sociolingüística, entendida de una forma amplia, figura


la relación entre la lengua, la organización social y la visión del mundo o, dicho de
otro modo, entre lengua, cultura y pensamiento.1 Al hablar de cultura, nos referimos,
siguiendo la definición de Goodenough, a todo aquello que una persona debe saber
o creer para desenvolverse de forma adecuada entre los miembros de un grupo hu­
mano concreto y para cumplir una función aceptada por todos ellos. Este conoci­
miento se adquiere y aprende en un proceso de socialización.2
El interés por la relación entre lengua, cultura y pensamiento no es algo recien­
te, sino muy anterior a la génesis de la sociolingüística actual. Aunque éste ha sido un
asunto tratado desde la Antigüedad, lo cierto es que sus orígenes modernos, los que
siguen influyendo sobre la lingüística contemporánea, pueden llevarse al primer ter­
cio del siglo xix, fechas en las que Wilhelm von Humboldt formuló sus ideas sobre la
forma interior del lenguaje. Para Humboldt, la lengua conforma el pensamiento y ex­
presa perfectamente el espíritu nacional de un pueblo, su ideología, su forma de ser
y su visión del mundo. Cada lengua posee una forma interior, previa a toda articula­
ción y que siempre la determina, de ahí que se sostenga que a diferentes lenguas, dis­
tintas mentalidades. Humboldt afirma

Cada lengua, cualquiera que sea, lleva en su seno en cada momento de su existen­
cia la expresión de todos los conceptos que se puedan desarrollar alguna vez en la
nación. Cada una, incluso, en cada momento de su vida, equivale exactamente al

1. Véase M Casado Velarde, Lenguaje y cultura, Madrid, Síntesis, 1988.


2. W. H, Goodenough, «Cultural Anthropology and Linguistics», en P. L. Garvin ( e d Repon o f lite
Seventh Round Table Meeting on Linguistics and Language Study, Washington, D.C, Georgetown U niversity
Press, 1957, p. 167.
196 P R IN C IP IO S DE S O C 10L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE

alcance de pensamientos de la nación en ese momento. Cada cual, finalmente, en


cada una de sus situaciones, forma la totalidad de una visión del mundo, al conte­
ner expresión para todas las representaciones que la nación se haga del mundo, y
para todos los sentimientos que produzca el mundo en ella 3

En su filosofía del lenguaje, Wilhelm von Humboldt reformula algunas de las


principales ideas de Herder, Kant y Hegel; de Herder toma el principio de que cada
lengua es una forma diferente de ver el mundo, tesis netamente romántica, en el sen­
tido peyorativo del término; de Kant asume el apriorismo del individuo y de la len­
gua: el individuo es anterior al proceso cognoscitivo, del mismo modo que el lengua­
je articula el conocimiento y, por lo tanto, es anterior a él; el pensamiento es el len­
guaje mismo y no es posible pensar sin que haya antes lenguaje; de Hegel toma la
idea de que las estructuras semánticas y sintácticas varían y hacen posible que unas
lenguas sean más aptas que otras para la transmisión de determinadas ideas o cono­
cimientos.
Pero, mucha de la importancia de las ideas de Humboldt, durante largo tiempo
ignoradas o arrinconadas, radica en que supusieron la apertura de un camino dentro
de la lingüística, un camino que más tarde fue continuado por pensadores tan desta­
cados como Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf. Las teorías de Sapir y de Whorf,
junto a las de otros notables investigadores como Franz Boas, constituyen el funda­
mento de la disciplina denominada antropología lingüística.
El pensamiento antropolingüístico de Sapir y Whorf tiene su expresión más re­
levante en la llamada, precisamente, hipótesis Sapir-Whorf cuyos principios mejor
conocidos son dos: el principio del determinismo lingüístico y el principio de la relati­
vidad lingüística. El principio del determinismo establece que la lengua tiene la capa­
cidad de determinar el pensamiento, lo que viene demostrado por la relatividad lin­
güistica: el mundo ofrece un conjunto complicado de imágenes que las mentes de los
individuos perciben y organizan a través de un patrón útil para toda una comunidad
de hablantes y que está codificado en las estructuras de su lengua. Así pues, la orga­
nización del conocimiento viene determinada directamente por la estructura lingüís­
tica. Las lenguas muestran entre sí diferencias estructurales muy llamativas: no todas
tienen unas mismas categorías gramaticales ni las expresan formalmente de la misma
manera; algunas lenguas disponen de muchos vocablos para referirse a realidades que
en otras lenguas reciben un solo nombre. Todas esas diferencias contribuyen a que la
visión del mundo y la organización del conocimiento sea muy diferente de una cultu­
ra a otra, aunque las disimilitudes no excluyen la posibilidad de que existan univer­
sales.
El principio de la relatividad, tal y como se plantea desde la antropolingüística o
la etnolingüística norteamericana de la primera mitad del siglo xx, supone que la es­
tructura lingüística es una forma de experiencia por la que se conoce el mundo. La
formulación lingüística de los objetos es la que nos hace entender el mundo de una
manera determinada. Aquí está el núcleo de la llamada hipótesis Sapir-Whorf, según
la cual el lenguaje crea la realidad del pensamiento.

3. Citado por J. M.a Valverde en W. von Humboldt, Escritos sobre el lenguaje, Barcelona, Península,
1991, p, 17.
LA L E N G U A EN SU USO S O C IA L 197

Dos lenguas nunca son suficientemente parecidas para poder considerarlas como
exposiciones de la misma realidad social. Los mundos en los que viven sociedades
distintas son mundos separados y no se trata simplemente del mismo mundo con
diferentes etiquetas.4

Para Benjamin Lee Whorf, por ejemplo, es inexacto considerar que un hopí, co­
nociendo solamente la lengua hopí y la cultura de su comunidad, tenga las mismas no­
ciones de tiempo y de espacio que los hablantes de inglés, por mucho que se consi­
dere que estas nociones puedan tener un origen intuitivo o puedan ser universales.5
La hipótesis Sapir-Whorf, planteada en sus términos extremos, no cuenta en la
actualidad con seguidores incondicionales. Es difícil admitir que una lengua, si no dis­
pone de una palabra determinada, es incapaz de expresar un concepto —puede ha­
ber recursos gramaticales que lo permitan— o que sus hablantes son incapaces de ad­
quirirlo. Por otra parte, las diferencias entre dos lenguas como el hopí y el español no
imposibilitan la compresión de una forma absoluta. Ahora bien, siempre queda la po­
sibilidad de admitir unos planteamientos menos radicales: la psicolingüística está com­
probando que la lengua ejerce alguna influencia a la hora de percibir o de recordar;
siempre es más fácil distinguir dos conceptos si éstos van asociados a palabras dife­
rentes, de igual forma que a menudo se recuerda algo con mayor facilidad si va liga­
do a algún elemento lingüístico concreto. Explicada así, a la hipótesis Sapir-Whorf aún
se le admitiría cierta validez.
Desde un punto de vista diferente del de Sapir y Whorf, pero preocupado por las
mismas cuestiones, Adam Schaff ha expuesto su opinión acerca de las concomitancias
entre lengua, pensamiento y realidad. Para Schaff la lengua se concibe como produc­
to de una praxis social que determina la visión que una sociedad tiene del mundo: la
lengua refleja una realidad a la vez que crea una imagen de esa realidad. Esta pro­
puesta se conoce como «teoría del reflejo». Desde esa perspectiva, es cierto, corno se­
ñalaba Humboldt, que el hombre piensa tal como habla y habla como piensa. Según
Schaff, el hombre piensa en algún lenguaje, por lo que su pensamiento siempre es ha­
blado, y la forma en que piensa depende de la experiencia social expresada en la len­
gua que le ha transmitido la sociedad mediante un proceso de educación hablada.6
Durante los últimos años, la «psicología cognitiva» ha desarrollado otra pro­
puesta teórica, preocupada también por la relación entre lengua, pensamiento y rea­
lidad, que interpreta las cosas de una forma diferente: la «teoría de los prototipos».
Esta teoría, que está siendo aplicada en los más diversos ámbitos de la lingüística,
también ha recalado en las aguas de la sociolingüística, gracias al interés R. A. Hud-
son.7 Frente a los que utilizan series de rasgos mínimos para caracterizar determi­
nadas unidades —la semántica estructural, por ejemplo, habla de sernas (rasgos se­
mánticos pertinentes) y seinemas (conjuntos de rasgos semánticos pertinentes)— la
«teoría de los prototipos» propone que un concepto concreto se defina como un pro­
totipo o caso típico de ese concepto: un prototipo sería el ejemplar idóneo, el mejor
representante o el caso central de una categoría o, al menos, el más frecuentemente
considerado como tal. Este concepto supone la existencia de ejemplares, casos o

4. K. Rotaetxe, Sociolingiiislica, Madrid, Síntesis, 1988, p, 83.


5. B L. Whorf, Language, Thoitght and Realiiy, Cambridge, Mass , The MIT Press, 1969, p. 5.
6. Véase A. Schaff, Lenguaje y conocimiento, 2/1 ed., México, Grijalbo. 1975, pp. 209-242,
7 La sociolingüística, Barcelona, Anagrama, 1981, p. 88 y ss.
198 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü fS T IC A V S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

muestras de una categoría que se ajustan más o mejor al prototipo correspondiente


que otros: ‘pájaro’ sería un prototipo, aunque probablemente un gorrión guardaría
más semejanza con el prototipo que un pingüino.8 Los prototipos alrededor de los
cuales se organizan las palabras en las diferentes lenguas a menudo están menos ale­
jados que los significados de esas mismas palabras. Con esto se quiere decir que es
relativamente fácil que las lenguas compartan prototipos y no tanto que compartan
significados lingüísticos: las lenguas y las culturas pueden ser menos diferentes de lo
que parecen, así condideradas.
Partiendo de estas ideas, Hudson ha descubierto que la «teoría de los prototipos»
ofrece al sociolingüista y al antropólogo varios atractivos. Uno de ellos es que per­
mite comprender más fácilmente cómo la gente aprende unos conceptos a partir de
otros en relación con unos prototipos determinados: un concepto basado en un pro­
totipo se puede aprender a partir del conocimiento de un número de casos muy re­
ducido y sin ningún tipo de definición mental previa del concepto. Otro atractivo de
los prototipos es que dejan un lugar para las interpretaciones particulares de la reali­
dad, dado que los límites entre unos conceptos u objetos de la vida real y otros son
difusos: los individuos o los grupos sociales disfrutan de cierta libertad para aplicar e
interpretar los conceptos de una forma particular. Además, el modelo del prototipo
ofrece a los sociolingüistas la posibilidad de explicar cómo la gente categoriza de
modo distinto los factores sociales con los que se relaciona la lengua, factores como
el tipo de interlocutor o la situación en que se desarrolla una interacción comunica­
tiva.

Diversidad lingüística y diversidad cultural

No ay lengua en el mundo, que en todo se conforme con los vo­


cablos y maneras de hablar que ay en otra.
A lejo V eneg as d e l B u sto , Agonía del tránsito
de la muerte, 1553

La forma interior de una lengua, para Wilhelm von Humboldt, supone una or­
denación del mundo mental y físico por parte de sus hablantes, que se diferenciarán
de los hablantes de otras lenguas por proceder a esa ordenación de una manera par­
ticular y suficientemente diferenciada. Este concepto se ha puesto en relación con el
de «forma del contenido» de la gramática estructural, que se define como la estruc­
turación que cada lengua da a la realidad física o mental, esto es, a los conceptos in­
finitos de la mente humana. A su vez, el concepto de «forma del contenido» supone
una interpretación del léxico que lo presenta como un conjunto de unidades suscep­
tibles, en gran parte, de ser estructuras dentro de unidades más amplias denominadas
«campos léxicos».
Los estudios de los campos léxicos realizados hasta el momento revelan cómo
cada lengua organiza el contenido de una forma distinta y demuestran el alcance de
la relatividad lingüística. Uno de los ejemplos contrastivos más conocidos y represen-

8. Véase E. Rosch y B. Lloyd (eds ), Cognition and Categorization, Hillsdale, Lawrence Erlbaum Ass.,
1978.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 199

tativos es el de los términos de parentesco: en húngaro se distinguen, mediante uni­


dades léxicas diferenciadas, las figuras del hermano mayor (bátya), el hermano pe­
queño (oes), la hermana mayor (néne) y la hermana pequeña (fmg); frente a esta or­
ganización, el inglés «sólo» dispone de dos unidades léxicas —una para hermano
(brother) y otra para hermana (sister)— y el malayo, de una (sondara). En este caso,
el español dispone también de dos unidades, como el inglés, pero diferenciadas con
procedimientos gramaticales (morfema de género) y no léxicos.
Otros ejemplos de cómo la lengua y la visión del mundo se interrelacionan se­
rían los correspondientes a los nombres del arroz, de la nieve o del color verde: en
los dialectos de Vietnam no existe una palabra para designar el arroz de forma gené­
rica, sino que se cuenta con formas léxicas diferentes para cada clase de arroz; los es­
quimales, por su parte, disponen de palabras diferentes para llamar a la nieve en sus
diferentes estados (en polvo, helada, que cae, etc.), mientras algunos pueblos del
Amazonas usan formas léxicas distintas para los más variados tipos de verde.9
Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que no es necesario comparar dos o más
lenguas para encontrar modos diferentes de organizar un campo léxico; dentro de una
misma lengua también se pueden hallar, y el campo de los vegetales es un ejemplo
interesante. Ramón Trujillo ha demostrado que en Masca (Tenerife) funcionan los si­
guientes términos generales: árbol ‘vegetal, frutal o no frutal, resistente’, ramo ‘no
frutal, resistente’, mata ‘vegetal no resistente’, hierba y pasto ‘vegetal no resistente,
pequeño y no comestible (personas)’, verdura ‘vegetal no resistente, pequeño y co­
mestible (personas)’.10 Esto quiere decir que en Masca son llamados «ramos» el lau­
rel, la retama o el brezo, designación que no reciben en el centro de la península ibé­
rica, por ejemplo.
También es posible encontrar diferencias estructurales del léxico en la diacronía:
las distinciones que el español expresa por medio de las formas viejo, joven y nuevo,
se expresaban en latín con senex (aplicado a personas), vetulus (aplicado a animales)
y vetas (aplicado a cosas), para viejo, y con invenís (aplicado a personas) y novellus
(aplicado a animales), para joven, mientras que la forma latina novas equivalía a
nuestro nuevo (aplicado a lo que no son personas ni animales).11 Como se ha co­
mentado, entre esta manera de concebir la organización del léxico (rasgos y campos
semánticos) y la que propone la teoría de los prototipos existen diferencias impor­
tantes.
Pero, en ocasiones, las diferencias entre dos lenguas no se aprecian sólo en el
modo de organizar los campos léxicos. David Crystal ha recogido una curiosa mues­
tra de las designaciones correspondientes a agujero en pintupí, una lengua aborigen
de Australia. Esta lengua usa hasta diez formas léxicas diferentes: yarla ‘agujero en
un objeto’, pirti ‘agujero en el suelo; hoyo’, kartalpa ‘agujero pequeño en el suelo’,
pirnki ‘agujero formado por un saliente en una roca’, ytdpilpa ‘agujero estrecho en el
que viven hormigas; hormiguero’, matara ‘agujero en una lanza’, nyarrkalpa ‘madri­
guera de un animal pequeño’, pulpa ‘madriguera de conejo’, makarnpa ‘madriguera
de iguana’, katarta ‘el agujero que deja una iguana cuando rompe la superficie des­
pués de la hibernación’. En español, para expresar esos mismos contenidos, se pue-

9 Véase W Foley, Anthropological Linguislics. An introduction, Oxford, Blackwell, 1997.


10. Lenguaje y cultura en Masca, Santa Cruz de Tenerife. Interinsular Canaria, 1980, pp. 180-188.
11. Véase E Coseriu, Principios de semántica estructural, Madrid, Gredos, 1977, p. 28.
200 PRINCIPIOS DE SO C IO L IN G U ÍST IC .A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G L A .IE

den necesitar, como se ve en las definiciones, desde una sola hasta una quincena de
palabras, pero lo importante es que. sea de la forma que sea, también es posible
expresar todos esos conceptos en esta lengua;12 no resulta apropiado, por tanto, in­
terpretar que algunos conceptos son totalmente inexpresables en otras lenguas. El es­
pañol puede echar mano de la gramática (sintaxis, morfología) para expresar unos
matices de los que no da cuenta el léxico: para designar clases distintas de verde se
usan las formas verde botella, verde limón, verde claro... Estamos simplemente ante
formas diferentes de fijar las relaciones entre la lengua y la realidad.
Por otro lado, la complejidad y la multiplicidad de las lenguas y las culturas del
mundo se refleja no sólo en el uso y la ordenación de las unidades lingüísticas, sino
también en la forma de organizar los procesos comunicativos, desde los más simples
a los más complejos. Este hecho se ha puesto de manifiesto en los estudios de carác­
ter etnográfico realizados en las más diferentes y alejadas comunidades.13 Baste un
ejemplo para demostrar el interés de este tipo de descripciones: se trata de un estu­
dio realizado por Charles Frake en el que intenta descubrir las formas en que los
miembros de una comunidad categorizan su conducta.14 Con este objetivo, Frake
hace un análisis de situaciones de litigio tal y como se presentan y resuelven entre la
población yakan. Los yakan constituyen un grupo musulmán del sur de la península
de Zamboanga, en la isla de Mindanao, en Filipinas.
Para solventar sus litigios, antes de que intervenga la justicia ordinaria del país,
los yakan construyen una situación comunicativa específica en la que aparecen unos
actos y unidades comunicativas que forman parte de la terminología legal de su va­
riedad lingüística. El análisis etnográfico de Frake se realiza a partir de unas unida­
des que se identifican respondiendo a la pregunta ¿qué está haciendo cada interlocu­
tor? La categoría primaria en una situación comunicativa de litigio es «hablar los unos
con los otros».
El sistema legal de los yakan es básicamente un sistema de símbolos o un códi­
go para hablar, organizado en actos comunicativos y en una serie de sanciones. Los
interlocutores principales son la corte o el jurado yakan, el acusador y el acusado.
Todo el proceso interactivo se orienta a restablecer la comunicación y el trato social
entre las partes, por eso —a diferencia de lo que ocurre en procesos jurídicos simila­
res de otros grupos— los litigantes no son siempre partes radicalmente enfrentadas o
enemigas: son partes que simplemente no se tratan o no se hablan.
El proceso comunicativo de la justicia yakan recurre a amenazas, en cuyo cum­
plimiento pueden verse implicados desde la divinidad y los ancestros, hasta la justicia
ordinaria del país, pasando por la familia del acusado. Todo con la intención de que
demandante y acusado normalicen su relación social (figura 11.1).
Según se desprende de la figura 11.1, durante la causa se manejan argumentos
muy variados para conseguir que el acusado se retracte o arrepienta: se le amenaza
con el abandono por parte de su familia o del grupo, con agresiones del oponente
contra la familia o el acusado, con enfermedades enviadas por Dios o por los ances-

12. Enciclopedia del lenguaje, Madrid, Taurus, 1994, p. 15.


13 Véase M. Saville-Troike, The Edmography o f Comnumicaiion. An Introduction, Oxford, Blackwell,
1982; J. J. Gumperz y D. Hymes (eds.), Direclions in Sociolinguisiics: The Edmography o f Coniniunicanon,
Nueva York, Holt, Rinehart & Winston, 1972.
14. «Struck by Speech: The Yakan Concept of Litigafion». en J J Gumperz y D. Hymes (eds ), ob. cit.,
pp. 106-129.
LA L E N G U A EN SU USO S O C IA L 201

Ancestros Dios

abandono mulla, cárcel Jueces


Familia Acusado
del gobierno

O
O)
<3

Oponente Corle yakan


(acusación)

Fuente: Ch. R. Frake, 1972.

FlG. 11.1. Sanciones y sancionadores en el sistema jurídico yakan.

tros y que pueden afectar al acusado o a su familia o, sencillamente, con la remisión


del asunto a una instancia exterior (en este caso, la justicia ordinaria).
Como conclusión general, debe destacarse que la lengua forma parte de un com­
plejo sistema cultural y que mantiene una estrecha relación con la organización so­
cial, las relaciones sociales funcionales, los valores, las creencias y las pautas de con­
ducta y conocimiento que se transmiten de generación en generación, mediante pro­
cesos de socialización y de culturización.

Tabú y eufemismo

La muerte también come cordero como carnero [...] Tiene esta


señora más de poder que de melindre.
Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 1615

Mención aparte, aunque profundamente relacionados con las nociones anterio­


res y, al fin y al cabo, con la lengua y la cultura, merecen los conceptos de «tabú» y
de «eufemismo». Son éstos, sin duda alguna, objetos ideales de estudio para la socio-
lingüística, si bien es mucho lo que aún falta por saber de su dimensión social.
El tabú es una prohibición de ciertas acciones u objetos basada bien en razones
religiosas, bien en otros prejuicios, conveniencias o actitudes sociales. Tabú es una pa­
labra malayo-polinésica que significa ‘sagrado’; entre los polinesios se considera tabú
aquello que, si se realiza o se toca, puede acarrear grandes desgracias para el que lo
hace o para su gente. Por lo general, son tabú los objetos religiosos (ídolos, amuletos,
templos) o las personas relacionadas con ellos (sacerdotes), pero, como se ha dicho,
el tabú no se ciñe al terreno de la religión o de la superstición, sino que frecuente­
mente obedece a convenciones y actitudes sociales.
Desde un punto de vista lingüístico, se habla de tabú para hacer referencia a una
palabra cuyo uso debe evitarse, generalmente por motivos sociales, políticos, sexua­
les, supersticiosos o religiosos: la palabra existe, pero su empleo provoca el rechazo o
202 P R IN C IP IO S D E SO C IO LIN G L'ÍST IC .A Y S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE

la recriminación de la comunidad o de un grupo social. Son tabú los nombres de los


genitales y de los actos sexuales, los nombres de actividades y objetos escatológicos;
en algunas culturas es tabú el nombre de Dios, como en otras lo son la muerte o cier­
tos animales.
Stephen Ullmann agrupa los tabúes en tres categorías distintas, según la motiva­
ción psicológica que hay tras ellos:1516

a) Tabú del miedo. Suelen ser los nombres de seres sobrenaturales: ya hemos
hecho referencia al nombre de Dios, pero también puede ser tabú el nombre del de­
monio, de los espíritus diabólicos o de lo que da mala suerte, como la mano izquier­
da. Los nombres de los animales peligrosos o dañinos también responden a un tabú
del miedo: la culebra, la comadreja, el lobo.
b) Tabú de la delicadeza. Suelen ser los nombres de lo desagradable, de lo
que no resulta cómodo. También lo son los defectos físicos o psíquicos o los nombres
de acciones criminales.
c) Tabú de la decencia. Aquí se incluye lo que tiene que ver con el sexo, con
ciertas partes y funciones del cuerpo humano y con los juramentos.

El recurso que la lengua pone a disposición de los hablantes para evitar el tabú
recibe el nombre genérico de eufemismo.>6 El eufemismo permite esquivar lo prohi­
bido, pero también lo molesto, lo desagradable, lo ofensivo o lo sucio. Cuando un ha­
blante sustituye un término agradable, o simplemente adecuado, por otro ofensivo o
peyorativo, se produce el fenómeno del disfemismo, claramente opuesto al eufemis­
mo, aunque bien diferenciado del tabú: el disfemismo suele nutrirse de términos ca­
racterísticos de los estilos más vulgares o familiares y utiliza como recursos habitua­
les la metáfora y la perífrasis (dátil por dedo, queso por pie, viejo por padre).'1
Los procedimientos eufemísticos que la lengua ofrece son muchos y variados
(metáforas, perífrasis, litotes, antífrasis, deformación de palabras) y las causas que lle­
van a su aparición están directamente relacionadas con el tipo de tabú: en unos casos
se intenta usar la forma más adecuada a un estilo y una circunstancia (axila por so­
baco, servicio por váter, pecho o seno por teta)', otras veces se trata de ser delicado o
respetuoso con otras personas (invidente por ciego, minusválido por cojo, paralítico,
etc., sin techo por mendigo, empleado de fincas urbanas por portero, amigo por aman­
te)', muy a menudo se intenta evitar el nombre de lo que produce miedo, admiración
o respeto (bicha por culebra, señorita por comadreja, aunque comadreja deriva de co­
madre que ya es un eufemismo) o de lo que se considera sucio (pipí por orina', trase­
ro por culo)', y a veces se intenta suavizar los juramentos, sobre todo mediante la de­
formación de palabras (¡caracoles! por ¡carajo!, ¡miércoles! por ¡mierda!, ¡jorobar! o
¡jolín! por ¡joder!, ¡mecachis! por ¡me cago en!). También ocurre, y con bastante fre­
cuencia, que los eufemismos, a fuerza de sustituir a los tabúes y de designar objetos
o acciones mal vistos o prohibidos, acaban cargándose de valores negativos y pasan a

15, 2.a ed„ Madrid, Aguilar, 1967, pp. 230-236.


Semántica,
16.Véase E. Montero Cartelle, E l eufemismo en Galicia (su com paración con otras áreas romances),
Santiagode Compostela, Universidad de Santiago, 19S1 (Verba, anexo 17).
17 .Véase el capítulo dedicado al disfemismo en M Casas, L a interdicción lingüistica. Mecanismos del
eufemismo y disfemismo, Cádiz, Universidad de Cádiz, 19S6.
L A L E N G U A EN SU USO S O C IA L 203

convertirse en formas tabuizadas: es lo que ha ocurrido con la palabra váter, que, en


su momento, vino a sustituir a la forma retrete.
A pesar de que el tabú suele explicarse como un fenómeno propio de comuni­
dades enteras y como reflejo de convenciones generalmente aceptadas, la sociolin-
güística actual está demostrando que el uso del tabú y el eufemismo se correlaciona
estrechamente con los factores sociales que determinan la variación lingüística: sexo,
edad, nivel sociocultural, etc. En este sentido, se pueden distinguir dos niveles en el
ámbito del tabú: el macrocontexto del tabú, en el que se identifican categorías como
la estructura social, la herencia cultural, las creencias religiosas, las instituciones polí­
ticas o las valores tradicionales, y el microcontexto, que incluye categorías como los
participantes y sus características sociales, el propósito de la interacción, el tema tra­
tado o la situación.
En el ámbito del microcontexto, se puede llegar a saber si una forma tabú o un
eufemismo es más frecuente entre hombres o mujeres, entre jóvenes o viejos, en con­
textos formales o pocos formales. A este respecto, López Morales, en un estudio
realizado sobre San Juan de Puerto Rico, concluye que el comportamiento del eufe­
mismo y del tabú está controlado, al menos, por el nivel sociocultural de los sujetos
y por el estilo del habla.18 Así, la frecuencia de los eufemismos de la palabra tabui-
zada culo (trasero, fondillo, nalgas) disminuye conforme desciende el nivel sociocul­
tural de los hablantes de San Juan: nivel medio alto, 35,6 %; nivel medio, 33,9 %; ni­
vel medio bajo, 20,3 %; nivel bajo, 10,2 %. También se ha comprobado que, si el eu­
femismo es un cultismo o un tecnicismo (coito, eyacular, recto), no se da en el nivel
más bajo del espectro sociocultural. En lo que se refiere a la variación estilística, los
datos de López Morales indican que hay un aumento paulatino de los eufemismos a
medida que los hablantes pasan de estilos más espontáneos a otros más cuidados,
aunque las mayores diferencias se observan entre el estilo espontáneo y los demás,
como demuestran las frecuencias de los eufemismos de culo: estilo espontáneo,
23,1 %; estilo neutro, 36,4 %; estilo cuidadoso, 40,3 %.

Competencia lingüística, competencia comunicativa


y competencia cultural

Los etnógrafos de la comunicación llevan muchos años insistiendo en las limita­


ciones, que para ellos son evidentes, del concepto generativista de competencia lin­
güística. Hymes, en este aspecto, es contundente: el término competencia promete
más de lo que contiene en realidad porque se restringe a lo puramente gramatical y
deja en la penumbra otros aspectos del conocimiento tácito de los hablantes y de su
habilidad comunicativa. En esta línea de pensamiento, la etnografía de la comunica­
ción comparte con el generativismo chomskyano una preocupación por la creatividad
y la libertad del hablante, pero añade un matiz que afecta a la esencia misma de esa
libertad: la situación. Los mecanismos gramaticales deben ser adecuados a las situa­
ciones en las que se utilizan; con otras palabras, para Hymes la relación entre los me­
canismos gramaticales y las situaciones debe ser una relación positiva. Así, cuando

18 «Papel del nivel sociocultural y del estilo lingüístico en el uso del eufemismo», en F. Moreno Fer­
nández (ed.), Trabajos de sociolingi'tística hispánica, Alcalá, Universidad de Alcalá, 1997.
204 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Hymes se refiere al concepto de creatividad, también pone en lugar destacado la ne­


cesidad de que exista una adecuación y afirma:

Las reglas de adecuación más allá de la gramática gobiernan el habla y son adqui­
ridas como parte de las concepciones del yo, y sus sentidos están asociados a la vez
con las formas particulares del habla y con el acto del habla misma.10

Ante las limitaciones denunciadas por Hymes, se ha propuesto, manejado y di­


fundido el concepto de «competencia comunicativa». Este concepto incluye el cono­
cimiento, por parte de un hablante, no sólo de un código lingüístico, sino también de
qué decir, a quién y cómo decirlo en una situación determinada. Desde este punto
de vista, el estudio de la lengua y de otras formas de comunicación debería dar cuen­
ta de los aspectos siguientes:

1) si algo es formalmente posible y en qué grado;


2) si algo es factible en relación con los medios de que se dispone, y en qué grado;
3) si algo es apropiado en relación con el contexto en que se usa, y en qué grado;
4) si algo es un hecho real, producto de una actuación, y en qué grado.

El primero de estos cuatro puntos se corresponde con lo que el Chomsky de As-


pectos llama competencia;1920 en teoría, los tres puntos restantes deberían estar vincu­
lados a la actuación. Para la sociolingüística todo ello es parte de la competencia co­
municativa del hablante-oyente, con lo que sus límites van más allá de los dominios
de la competencia lingüistica. Incluso se puede hablar de un tipo de competencia, más
amplio, en el que quedarían recogidos todos los aspectos que tienen que ver con la
comunicación, tanto lingüística como no lingüística. A esta clase amplia se le da el
nombre de competencia cultural. Entre los tres conceptos de competencia se estable­
ce una relación de inclusión, de tal forma que la competencia cultural incluye a la co­
municativa y a la lingüística, y la comunicativa, a la lingüística: competencia cultural
> competencia comunicativa > competencia lingüistica.
Teóricamente, un hablante puede dominar en su competencia todos los elemen­
tos que componen la comunicación, que serían los siguientes:

1. Conocimiento lingüístico
a) Elementos verbales
b) Elementos no verbales
c) Clases de elementos en acontecimientos comunicativos concretos
d) Relación de posible variantes
e) Significado de las variantes en situaciones concretas

2. Conocimiento del proceso de interacción


a) Percepción de los hechos destacados en situaciones comunicativas
b) Normas de interacción e interpretación
c) Estrategias para consecución de objetivos

19. Fotmclations in Sociolingiiistics. An Ethnographic Approacli, Cinnaminson, University of Pennsylva-


nia Press, 1974, p. 125.
20. Aspectos de la teoría de la sintaxis, Madrid, Aguilar, 1970.
LA L E N G U A EN SU USO S O C IA L 205

Capacidad general de expresión

Capacidad para las actividades que acompañan


a la lengua (mímica, gestos, etc )

Competencia lingüistica en su totalidad

Competencia lingüistica psicofisica

Competencia lingüistica cultural

Competencia lingüistica general

Competencia lingüistica particular

Competencia textual o discursiva

Fie. 11.2. Esquema general de los planos y nieveles del hablar según E. Cosería (1994).

3. Conocimiento cultural
a) Estructura social
b) Valoraciones y actitudes generales
c) Esquemas cognoscitivos
d) Procesos de culturización (transmisión de conocimientos)

Esta visión de la lengua, que sobrepasa con mucho los límites de lo puramente
lingüístico o, digamos, de lo convencional, no sólo ha preocupado a los etnógrafos
sino que también ocupa un lugar de relieve en la obra de algunos estudiosos cuya fi­
liación lingüística no se pone en duda. La prueba más evidente de ello se encuentra
en los trabajos de Eugenio Coseriu, quien se ha preocupado de hilvanar y dar cuer­
po a una «teoría general del hablar», cuyo esbozo se encuentra en el volumen titula­
do Competencia lingüística. Elementos de la teoría del hablar, que ha elaborado y edi­
tado su alumno Heinrich Weber, a partir de las notas de clase de algunos cursos y,
por supuesto, de la obra del mismo Coseriu.21
El esquema de esa «teoría general del hablar» presenta para el hablante una ca­
pacidad general de expresión que incluye una capacidad y una competencia bien di­
ferenciadas: la capacidad para las actividades que acompañan a la lengua (mímica,
gestos) y la competencia lingüística en su totalidad. Esta competencia lingüística, in­
cluye, a su vez, dos competencias diferentes: la competencia lingüística psicofisica y la
competencia lingüística cultural. Dentro de la competencia lingüística cultural se dis-

21. Madrid, Gredos, 1994.


206 P R IN C IP IO S DE SO ClOLINCiÜÍST1C.A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

tingue una competencia lingüística general (saber elocutivo), una competencia lingüis­
tica particular (saber idiomático) y una competencia textual o discursiva (saber expre­
sivo). La disposición de todas ellas queda recogida en la figura 11.2.
No sería adecuado deducir una relación de equivalencia entre el concepto de
«competencia cultural y comunicativa» de los etnógrafos y el concepto de «compe­
tencia» de Coseriu —los puntos de partida e incluso las intenciones de los autores son
muy distintos—, pero la coincidencia de algunos planteamientos es evidente.
En la configuración de esas competencias tienen mucho que ver los contextos ex­
traverbales o las circunstancias no lingüísticas que conocen o perciben los hablantes.
Según el mismo Coseriu, esos contextos extraverbales son de varios tipos: el contex­
to físico, que incluye la cosas que están a la vista de los interlocutores; el contexto em­
pírico, que está formado por los estados objetivos de las cosas, conocidos por los ha­
blantes, aunque no estén a la vista; el contexto natural, que incluye todos los contex­
tos empíricos posibles; el contexto práctico u ocasional, que abarca la circunstancia
objetiva y subjetiva en que se produce el discurso (situación, interlocutores, inten­
ción); el contexto histórico, que está formado por las circunstancias históricas (perso­
nales y generales) conocidas por los interlocutores; y el contexto cultural, que incluye
todo aquello que pertenece a la tradición cultural de un grupo o una comunidad.22

Traducción de lenguas / traducción de culturas

V a l d é S. Por esto es grande la temeridad de los que se po­


nen a traduzir de una lengua en otra sin ser muy diestro en la una
y en la otra.
M a r c io . Desta manera pocas cosas se traduzirían.
Ju a n d e V a l d é s , D iá lo g o d é l a le n g u a , 1535

Cuando se aplica el principio de la relatividad lingüística, en su versión más ra­


dical, al campo de la traducción, se llega a la conclusión de que, si una lengua ma­
terna impone una visión del mundo, es prácticamente imposible conocer otras lenguas
y, consecuentemente, es imposible culminar con éxito su traducción.
Las teorías sobre el lenguaje y la visión del mundo ponen a la traducción en una
encrucijada teórica difícil de afrontar en un plano abstracto. Sin embargo, es posible
zafarse de la opresión de estas formulaciones recurriendo a argumentos de diferente
naturaleza. Una posible salida a esta aporía estaría en relativizar el concepto de lo in­
traducibie: de hecho en nuestro mundo son muy frecuentes las situaciones de lenguas
en contacto y son muchos los hablantes que poseen un bilingüismo natural. La posi­
bilidad de realizar intercambios comunicativos interlingüísticos y de traducir es, sim­
plemente, una realidad manifiesta.
Pero, cuando se dice que la traducción es posible, nadie supone que por ello sea
una tarea fácil: no fue fácil hace 4.000 años, ni lo ha sido en los últimos siglos.23 Bas­
te un solo ejemplo. Un buen número de misioneros españoles, dominadores de len­
guas indígenas, se pusieron a la labor, durante los siglos xvi y xvn, de redactar lexi-

22. Véase E. Coseriu, Teoría del lenguaje y lingüistica general, 3.a ed., Madrid, Gredos, 1982, pp. 315-
317.
23. Véase V. García Yebra, Traducción: historia y teoría, Madrid, Gredos, 1994.
LA L E N G U A EN SU USO SO C IA L 207

cones o vocabularios bilingües y estos hombres se vieron maniatados por muchos de


los aspectos que hoy interesan a la etnografía de la comunicación. Así, fray Domin­
go de Santo Tomás, autor del Vocabulario de la lengua general del Perú (1560), que
utilizó como modelo el Vocabulario español-latino de Nebrija, sólo pudo incluir en su
obra alrededor de 11.000 entradas (español-quechua y quechua-español), frente a las
casi 23.000 de la obra nebrisense (español-latín): el motivo de esta reducción de en­
tradas estuvo en las diferencias culturales entre lo quechua y lo español. Fray Do­
mingo de Santo Tomás prescindió en la parte español-quechua de las formas referi­
das a realidades totalmente desconocidas en América: árboles, semillas, frutas, aves,
peces, oficios, instrumentos, armas, vestidos, manjares, atavíos de casa o recipientes.
Las traducciones que se hacen en la parte quechua-español recurren constantemente
a los símiles, las metáforas y las expresiones perifrásticas. La empresa de fray Do­
mingo y de otros intelectuales estuvo llena de obstáculos y sólo su conocimiento de
la etnografía indígena pudo garantizar parcialmente unos resultados satisfactorios.
Como consecuencia de lo anterior se deduce que todo lo que provenga de la et­
nografía de la comunicación puede ser beneficioso para la traducción. Ahora bien, no
se facilita la traducción, sobre todo la más profesional y más frecuente, acumulando
datos parciales sobre las formas de resolver pleitos en una pequeña península de Fi­
lipinas o de conseguir la jefatura de una tribu del Pacífico mediante la exhibición de
habilidades lingüísticas: es necesario describir etnográficamente situaciones más cer­
canas al mundo de la traducción real. En esta línea, las investigaciones sobre el
lenguaje político, la comunicación entre médicos y pacientes, la comunicación en si­
tuaciones de juicios y de entrevistas laborales o sobre la comunicación en grupos ur­
banos marginados suponen un avance, poco espectacular todavía, pero que acabará
resultando útil y efectivo.

Reflexiones y ejercicios

1. Comente el siguiente texto de Benjamín Lee Whorf («La relación entre len­
guaje y pensamiento y conductas habituales», en P. Garvín y Y. Lastra, Antología de
textos de etnolingiiística y sociolingiiística, 2.a ed., Madrid, UNAM, 1984, pp. 125-128):

Conocí un aspecto de este problema antes de haber estudiado con el doctor Sapir
y en un campo comúnmente considerado ajeno a la lingüística. Fue en el transcur­
so de mi trabajo profesional con una compañía de seguros contra incendio, cuan­
do me tocó el oficio de analizar muchos cientos de informes sobre las circunstan­
cias que rodean la iniciación de los incendios y en algunos casos las explosiones.
Mi análisis me dirigía hacia las condiciones puramente físicas, instalaciones eléc­
tricas defectuosas, presencia o ausencia de espacios de aire entre conductores me­
tálicos y madera, etcétera, y los resultados se presentaban en estos términos. Cier­
tamente el trabajo se emprendió sin sospechar que se revelarían o podrían reve­
larse otros factores cualesquiera. Pero a su debido tiempo se hizo evidente que no
sólo una situación física: qua física, sino el significado de tal situación para la gen­
te e ra a veces un factor a través del comportamiento de las personas se traducía en
incendio. Y el «significado» era un factor clarísimo cuando era una significado lin­
güístico que residía en el nombre o en la descripción lingüística comúnmente apli­
cada a la situación. Así, el comportamiento alrededor de «tanques de gasolina»
208 P R IN C IP IOS DE S O C IÜ L IN C iU lS T IC A 1 S O C iü L O G iA D E L L E N G U A J E

tenderá a cierto tipo, esto es, se tendrá gran cuidado; mientras que alrededor de
un depósito de lo que se llama «tanques vacíos de gasolina» el comportamiento
tenderá a ser diferente —descuidado, con poca restricción de fumar o arrojar coli­
llas a su alrededor. Sin embargo los tanques vacíos son quizá los más peligrosos
puesto que contienen vapores explosivos. Físicamente la situación es peligrosa,
pero el análisis lingüístico de acuerdo con la analogía regular ha de emplear la pa­
labra «vacío», lo que inevitablemente sugiere ausencia de riesgo. La palabra «va­
cío» se emplea en dos esquemas lingüísticos: l. como virtual sinónimo de «nulo y
vacuo, negativo, inerte»; 2 . aplicada al análisis de situaciones físicas sin tener en
cuenta, por ejemplo, vapores, vestigios líquidos o desechos diseminados en el reci­
piente. La situación queda definida de acuerdo a la pauta 2 y luego la actividad
real en torno a lo que sí ha sido definido se basa en la pauta 1; esto es una fórmula
general para el condicionamiento lingüístico de la conducta que se torna peligro­
sa. [... ] Tales ejemplos, que podrían multiplicarse, son suficientes para mostrar
cómo la sugestión de una cierta línea de conducta se ha debido a las analogías de
la fórmula lingüística con una situación dada, y por ella se analiza, se clasifica y se T ercera parte
le asigna su lugar en ese mundo que está en gran medida inconscientemente cons­
truido sobre los hábitos lingüísticos del grupo. Y siempre suponemos que el análi­
sis lingüístico hecho por nuestro grupo refleja la realidad mejor de lo que lo hace. LA COEXISTENCIA DE LENGUAS
Y SOCIEDADES
2. Haga una relación completa de todos los términos de parentesco que se uti­
licen en su lengua (por ejemplo, en español) y en una lengua extranjera. Compárelos
y comente las diferencias que encuentre.

3.Ordene las siguientes palabras por su adecuación al prototipo de ‘fruta’: p l á ­


Pida a va­
t a n o , m a n z a n a , p e r a , li m ó n , to m a te , m e ló n , c o c o , fr e s a , m o r a , c e r e z a , q u i v i .
rias personas —a ser posible que pertenezcan a grupos sociales o comunidades de ha­
bla diferentes— que realicen la misma prueba y compare los resultados.

4. Haga una relación de todos los eufemismos relacionados con la muerte que
se usen en su comunidad (nombres de la muerte, de morir, del entierro, del féretro,
etc.) y comente qué procedimientos lingüísticos se han usado para su creación.

Orientaciones bibliográficas

Para conocer con más detalle la h ip ó t e s is S a p i r - W h o r f lo más adecuado es acu­


dir a las fuentes. Véase E. Sapir, E l le n g u a je (México, FCE, 1954; con múltiples reim­
presiones). También, de B. L. Whorf, «La relación entre lenguaje y pensamiento y
conductas habituales», en P. Garvin y Y. Lastra, A n t o l o g í a d e te x t o s d e e t n o l i n g i i í s t i -
c a y s o c io lin g ü í s t ic a (2.a ed., Madrid, UNAM, 1984, pp. 125-152).
Asimismo, puede resultar interesante la lectura de los capítulos 3 al 6 del libro
de M. Casado Velarde, L e n g u a je y c u l t u r a (Madrid, Síntesis, 1988) y del capítulo 3
del libro de R. A. Hudson, L a s o c i o l i n g i i í s t i c a (Barcelona, Síntesis, 1981). Sobre la
forma en que el léxico puede recoger y reflejar creencias y los mas diversos aspectos
socioculturales, es recomendable la lectura del libro de Gerhard Rohlfs, E s t u d i o s s o ­
b r e e l lé x ic o r o m á n i c o (reed. parcial y notas de M. Alvar, Madrid, Gredos, 1979), es­
pecialmente de los capítulos 3 al 9.
C a pítu lo 12

BILINGÜISMO

La definición de bilingüismo

Considerando en quanta estima sean en este tiempo los que ha­


blan diuersos lenguages...
A n t o n io del C orro, Reglas gramaticales, 1586

El estudio del bilingüismo merece un lugar destacado entre las investigaciones


sociolingüísticas porque, si alguna situación pudiera considerarse normal sociolin-
güísticamente, sería aquella en la que coexisten dos o más lenguas: la mayor parte de
las comunidades del mundo viven en una situación en la que conviven varias lenguas.
Como tendremos ocasión de comprobar, esa convivencia afecta tanto a las lenguas
como a los hombres y lo puede hacer de forma positiva o de forma negativa.
El fenómeno del bilingüismo es de una enorme complejidad y se manifiesta en
las comunidades y en los individuos; tal vez por ello los problemas que se plantean
son muy dispares y pueden ser abordados desde muy diversas perspectivas. Hoy día
el bilingüismo es objeto de estudio de la lingüística general, la sociolingüística, la psi-
colingüística, la neurolingüística, la pedagogía y la política lingüística, entre otras dis­
ciplinas.
Los problemas a la hora de estudiar el bilingüismo empiezan por la definición del
concepto y la organización de su tipología. Para bien o para mal, contamos con defi­
niciones del concepto de «bilingüismo» muy variadas y realizadas desde posiciones
muy diferentes. Todas ellas podrían alinearse a lo largo de una escala que situaría en
un extremo las definiciones que ofrecen una concepción estricta del fenómeno, defi­
niciones del tipo «el bilingüismo consiste en el dominio pleno, simultáneo y alternan­
te de dos lenguas»; en el otro extremo se encontrarían las definiciones de límites me­
nos angostos, las que hablan de bilingüismo para referirse simplemente al conoci­
miento de una segunda lengua, sea en el grado que sea.
Las definiciones más conocidas de bilingüismo son las que propusieron, mucho
tiempo atrás, Leonard Bloomfield (1933), Einar Haugen (1953) y Uriel Weinreich
(1953). Para el primero, bilingüismo es «el dominio nativo de dos lenguas»; Haugen
dice del bilingüe que «utiliza expresiones completas y con significado en otras len­
guas»; para Weinreich, bilingüismo sería «la práctica de dos lenguas usadas alternati­
vamente». Si analizamos estas propuestas detenidamente, comprobamos que la de
Bloomfield podría localizarse cerca del extremo más estricto de la escala de las defi-
212 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G D ÍST IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

iliciones, la de Haugen quedaría situada en el extremo menos exigente —en esas con­
diciones casi cualquiera podría ser bilingüe— y la de Weinreich, tal vez en un punto
intermedio.1
Más allá de las definiciones, y desde una perspectiva muy general, puede ha­
blarse de dos clases de bilingüismo el bilingüismo individual, que afecta a los indivi­
duos como tales, y el bilingüismo colectivo o social, que afecta a las comunidades y a
los individuos como miembros de esas comunidades. A pesar de los inconvenientes
que supone la disociación de una realidad unitaria, mantenemos esa dicotomía bási­
ca para facilitar la delimitación teórica del concepto.

El bilingüismo individual. Clases de bilingüismo

El bilingüismo individual se concibe y explica, naturalmente, como un fenómeno


característico del individuo. Miguel Siguán y William Mackey llaman bilingüe a la
persona que, además de su primera lengua, tiene una competencia parecida en otra
lengua y que es capaz de usar una u otra en cualquier circunstancia con parecida efi­
cacia;2 a su vez, se llama lengua primera, lengua materna o lengua nativa a la que se
aprende en primer lugar durante la infancia, generalmente antes de los tres años.3
Siguán y Mackey apuntan, sin embargo, que el bilingüismo así definido se puede
considerar como perfecto o ideal, ya que lo que encontramos en la realidad son indi­
viduos que se aproximan más o menos a este ideal.4 Las características básicas del bi­
lingüismo individual, según se desprende de la definición ofrecida, serían las siguientes:

a) Independencia de los dos códigos: cuando el individuo maneja la lengua A


está utilizando espontáneamente todas las reglas que llevan a construir mensajes en
esa lengua; antes de emitir cada frase, el hablante bilingüe no se plantea la elección
de una lengua porque normalmente los bilingües, desde niños, tienen una separación
casi automática de las dos lenguas.
b) Alternancia: el bilingüismo supone el paso rápido y sin esfuerzo de un siste­
ma lingüístico a otro, en función de los interlocutores, las situaciones comunicativas
y las circunstancias ambientales.
c) Traducción: el bilingüe es capaz de expresar unos mismos significados a tra­
vés de dos sistemas porque puede traducir un texto de una lengua a otra, esto es, pue­
de traspasar un mismo significado de una lengua a otra. Según Siguán y Mackey, la
capacidad de traducir del bilingüe podría utilizarse como un buen argumento en con­
tra de la identificación formal entre lenguaje y pensamiento y en favor de la existen­
cia de un nivel de significación distinto del nivel estrictamente verbal.5

1. Véase L. Bloomfield, Lenguaje, Lima, Universidad Mayor de San Marcos, 1964; E. Haugen, The Ñ o r-
wegian tanguage in A m erica: A study in b ilin g u a l behavior, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1953;
U. Weinreich, Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974,
2. Educación y bilingüism o, Madrid, Santillana/Unesco, 1986, pp. 17-18.
3. En algunos estudios de sociología del lenguaje, también se usa la denominación prim era lengua para
hacer referencia a la lengua preferida en una situación multilingüe.
4. Badía Margarit, para referirse al bilingüismo de los niños cuyos padres hablan lenguas diferentes, uti­
liza la denominación bilingüism o natura!. Véase Llengtta i cultura ais Paisos Catalans, Barcelona, Edicions 62,
1964, p. 136
5. Esto no supone que los bilingües deban ser mejores traductores.
L A C O E X IS T E N C IA DE L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 213

«book» '>kn¡ga>> «book»


■book» s ..kníga /buk/

/búk/ /’kníga/ /buk/ /'kníga/ /'kníga/

A) Bilingüismo coordinado B) Bilingüismo compuesto C) Bilingüismo subordinado

Fio. 12.1.

Además de estas características, hay que tener en cuenta que la definición de Si­
guán y Mackey es también útil para los casos en que se dominan más de dos sistemas
lingüísticos y que el concepto de bilingüismo exige la existencia de dos lenguas, es de­
cir, de dos códigos que sean ininteligibles entre sí y que sean considerados como len­
guas diferentes por los individuos de las comunidades que los utilizan y de las comu­
nidades que no los utilizan.
Ahora bien, la traducibilidad que se exige en el individuo bilingüe —la tercera
de las características apuntadas— nos conduce a plantear un asunto de especial im­
portancia: la relación entre los sistemas lingüísticos del bilingüe; dicho de otra forma,
la representación mental de las lenguas en el individuo bilingüe. Uriel Weinreich, en
uno de los trabajos clásicos de la especialidad, distinguió tres tipos de bilingüismo, se­
gún la relación que establecen entre sí las lenguas que han entrado en contacto, en
este caso en el individuo bilingüe (véase la figura 12.1):®

A. Bilingüismo coordinado: consiste en la separación de los significados de las


palabras equivalentes de las dos lenguas; los significados estarían remitiendo a con­
ceptos o referentes distintos, o ligeramente diferentes. En el ejemplo que utiliza
Weinreich, se muestra por medio de un diagrama cómo la forma /búk/ (book ‘libro’)
del inglés y la forma /’kníga/ (Kníga ‘libro’) del ruso se vinculan a significados dife­
rentes, que podrían remitir a conceptos diferentes (en el caso del inglés, a la idea del
libro británico más típico; en el caso del ruso, a la idea del libro ruso más típico).
B. Bilingüismo compuesto: consiste en la coincidencia en el significado de las
palabras equivalentes de las dos lenguas: el significado estaría remitiendo a un mis­
mo concepto o referente, o a conceptos totalmente equivalentes. Para representarlo,
Weinreich usa un diagrama en el que la forma /búk/ y la forma /’kníga/ se vinculan a
un mismo significado que podría remitir a un solo concepto (la idea general de libro).
C. Bilingüismo subordinado: consiste en la coexistencia de una lengua domi­
nante y una lengua dominada: las palabras de la lengua dominada se interpretan des­
de las palabras equivalentes de la lengua dominante.

En el caso del bilingüismo coordinado, el hablante bilingüe opera como dos ha­
blantes monolingües yuxtapuestos; en el bilingüismo compuesto habría una base con­
ceptual común para las dos lenguas (algunos autores hablan en este caso de bilin­
güismo puro)', en el subordinado, la lengua dominada se aprende y utiliza a través de
la lengua dominante: de hecho se ha llegado a explicar que este tipo de bilingüismo

6. Véase Lenguas en contacto, ob cit., pp 34-37.


214 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

es el que producen algunas técnicas de enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas en


sus primeras etapas.
La tipología del bilingüismo establecida por Weinreich ha sido objeto de críticas
y revisiones a lo largo de los años, revisiones que, en algunos casos, han llegado a con­
cluir, después de no pocos rodeos, que se trata de una propuesta adecuada. A esa cla­
sificación de los bilingües se le ha objetado, por ejemplo, que los subordinados sen­
cillamente no son bilingües, y esto lleva a modificar algo los conceptos y a hablar de
un bilingüismo en el que existe un solo sistema de significaciones (bilingüismo com­
puesto) y de otro en el que existen dos sistemas de significaciones (bilingüismo coor­
dinado)i, sin que entre ellos sea posible descubrir límites precisos. Los tres tipos de
Weinreich, por tanto, quedarían reducidos a dos.
Para Osgood, las diferencias entre estas dos clases de bilingües (coordinados y
compuestos) nacen en el momento de la adquisición de los sistemas: parece que el bi­
lingüismo coordinado surge más fácilmente cuando las lenguas se adquieren en con­
textos independientes, y el compuesto cuando la adquisición se produce en un mismo
contexto.7 Ahora bien, según los experimentos realizados por Wallace Lambert y
otros investigadores, el contexto no resulta tan importante como la experiencia mo-
nocultural o bicultural de los individuos, que se considera decisiva a la hora de ad­
quirir las lenguas de una forma coordinada o de una forma compuesta.8 Por eso con­
viene distinguir con claridad entre el concepto de bilingüismo y él de biculturalismo:9*
aunque frecuentemente van emparejados —cada lengua puede ser vehículo de ex­
presión de una cultura diferente: por ejemplo, el español y el náhuatl en México— no
siempre han de coincidir en una misma situación o en un mismo sujeto porque pue­
den existir situaciones de monolingüismo bicultural y situaciones de bilingüismo prác­
ticamente monocultural.
Por otra parte, muchos investigadores han decidido dejar a un lado la dicotomía
coordinado-compuesto y han centrado su atención en un objeto no muy lejano, pero di­
ferente: el funcionamiento del léxico mental. Este consiste en un conjunto de unidades
o entradas en las que se recoge toda la información lingüística (semántica, gramatical,
fonológica) de cada elemento léxico, así como la representación mental y conceptual
correspondiente. Las hipótesis planteadas hasta el momento se refieren a la posibilidad
de considerar la presencia de un solo léxico o conjunto de entradas para las dos len­
guas (almacenado único) o de dos léxicos mentales diferenciados e independientes (al­
macenado doble). Ante la demostración, parcial, de la validez de ambas posibilidades,
M. Paradis ha propuesto una solución intermedia que separa la memoria semántica del
léxico mental: los hablantes bilingües poseen una memoria semántica, concebida como
un sistema conceptual único, que está conectada a dos almacenes léxicos y que se pue­
de activar a voluntad del hablante; existe, pues, una sola representación mental, pero
organizada de modo diferente, según si se verbaliza una lengua u otra.'0

7 E. Osgood y T. Sebeok, Psycholingttistics. A Survey o f Theory and Research Problems, Baltimore,


Waverley Press, 1954.
S. «The influence of language acquisition context on bilingualism», Journal o f A b n o rm a l and Social Psy-
chology, 56 (1958), pp. 239-244.
9. E. Haugen, B ilingualism in llie Americas: a B ibliography and Research G tiide, Alabama, University
of Alabama Press, 1956
10. M. Paradis, «Language and thought in bilinguals», The Sixih L A C U S Forurn 1979, 1980, pp. 480-494.
Para todo ello, véase R. Appel y P. Muysken, B ilingüism o y contacto de lenguas, Barcelona, Ariel, 1986,
pp. 112-121.
L A C O E X IS T E N C IA D E L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 215

La doble interpretación del almacenado del léxico mental nos orienta al plan­
teamiento y la discusión de otro interesante asunto: ¿cómo funciona el bilingüismo en
el individuo? ¿Las lenguas están totalmente separadas a la hora de la recepción y la
producción de los mensajes, o estos procesos funcionan simultáneamente en cada len­
gua? La recepción y producción lingüística de los bilingües se han explicado compa­
rándolas con el funcionamiento de un interruptor eléctrico: la «teoría del interruptor
único» defiende la existencia de un mecanismo único que activa la recepción y pro­
ducción de una lengua, desactivando la otra. Pero esta teoría ha sido refutada en di­
versos momentos y por numerosos especialistas que proponen el funcionamiento de
un doble interruptor, uno para cada lengua, y que incluso han llegado a medir el tiem­
po que tarda un hablante bilingüe en accionar el «interruptor» correspondiente a la
entrada y salida de cada una de sus lenguas (menos de 0,5 segundos).11 La demostra­
ción de que no puede existir un solo interruptor se obtiene con la evidencia de que un
bilingüe es capaz de entender a una persona que habla en una de las lenguas mientras
emite en la otra. No obstante, todo lo relacionado con las teorías de los interruptores
debe reconsiderarse dándole la importancia que tiene, por su frecuencia y su desarro­
llo, al fenómeno denominado cambio de código o alternancia de lenguas, en el que un
hablante hace un uso alterno de las dos lenguas dentro del mismo discurso, de la mis­
ma oración e incluso de un mismo sintagma, sin llegar a mezclarlas (capítulo 15).
Como conclusión parcial de lo expuesto acerca de los tipos de bilingüismo, se
debe destacar, en primer término, la dificultad de su establecimiento, sobre todo por
lo que cuesta demostrar empíricamente cuándo se está ante una clase de bilingüismo
y cuándo ante otra, y, en segundo término, la utilidad de la tipología propuesta por
Weinreich. En relación con este punto, cabe la posibilidad, sin embargo, de fijar tipos
más concretos de bilingüismo, que vendrían caracterizados por factores muy diversos,
como la familiaridad que el hablante tenga con cada una de las lenguas, las funciones
y usos de las lenguas, tanto para el individuo como para la comunidad en que se de­
senvuelve, y la forma y el momento en que se ha adquirido el bilingüismo: las dos len­
guas en la primera infancia; una en la familia, otra en la escuela; por cambio de resi­
dencia; aprendizaje de una lengua extranjera. Todos estos factores pueden dar lugar,
por ejemplo, a un bilingüismo activo o a un bilingüismo pasivo, según la capacidad
del hablante para utilizar activamente las destrezas lingüísticas en ambas lenguas (en­
tender, hablar, leer, escribir), en el primer caso, o para entender una de las lenguas
(primera destreza), en el caso del bilingüismo pasivo. Atendiendo a la definición de
bilingüismo individual, según la cual el bilingüe ha de poseer una alta competencia en
dos lenguas que maneja con similar facilidad y eficacia, el bilingüismo, en su grado
más desarrollado, sería un bilingüismo equilibrado, aunque resulta enormemente di­
fícil hallar un caso real en el que el equilibrio se manifieste de forma perfecta.

El bilingüismo social

El bilingüismo es un fenómeno que, además de afectar al individuo, afecta a las


sociedades, a las comunidades de hablantes. Desde este punto de vista, una comuni­
dad bilingüe se podría definir como aquella en la que se hablan dos lenguas o en la

11. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, ob cit, pp 118-120.


216 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN O U IS T IC A Y S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE

III

Tono claro: lengua A o lengua B: tono oscuro: lengua A + lengua B.

F ig . 12.2.. Formas de bilingüismo social representadas esquemáticamente.

que todos sus componentes o una parte de ellos son bilingües. Tal definición inter­
preta el bilingüismo colectivo como subsidiario del bilingüismo individual, aunque
también es posible pensar que un individuo es bilingüe porque así se lo impone la co­
munidad en la que vive, con lo que se entraría en un círculo sin salida. En cualquier
caso, parece claro que el bilingüismo —el individual y el colectivo— es una realidad
en la que se implican estrechamente factores psicológicos y factores sociales.
Las formas de bilingüismo social más ampliamente aceptadas son las que pre­
sentan Appel y Muysken y que se recogen en la figura 12.2.12
Estos especialistas se refieren a tres situaciones de bilingüismo social. En la si­
tuación I, cada una de las lenguas es hablada por un grupo diferente; se trata de gru­
pos monolingües que, al yuxtaponerse, constituyen una comunidad bilingüe y que re­
quieren la intervención de algunos individuos bilingües para comunicarse entre sí: en
las colonias europeas, por ejemplo, era frecuente que el grupo colonizador y el colo­
nizado llevaran una vida independiente en la que cada uno hacía uso de un vehículo
de comunicación diferente. En la situación II, todos o prácticamente todos los ha­
blantes serían bilingües; estas comunidades se pueden encontrar hoy en la India o en
numerosos países de Africa. Finalmente, la situación III recoge la coexistencia de un
grupo monólingüe, por lo general dominante desde una perspectiva sociológica, y
otro bilingüe, a menudo minoritario.
Esta tipología, no obstante, tiene un carácter teórico, ya que rara vez se encuen­
tra una comunidad que se ajuste por entero a uno de los esquemas: en la historia de
los pueblos concurren circunstancias que hacen que cada situación sea un caso único
e irrepetible, en el que se combinan de manera muy diversa factores históricos, cul­
turales, políticos y lingüísticos diferentes. Fijar unos tipos elementales resulta, pues,
relativamente fácil, pero descubrir esos modelos teóricos en comunidades de habla
reales resulta poco menos que imposible.
Según Siguán y Mackey, los factores históricos que suelen desembocar en situa­
ciones dé bilirtgüismo son íós siguientes:13

a) Expansión. Procesos de expansión de unos pueblos por territorios en los


que se habla otra lengua. En el mundo hispánico se han conocido numerosos casos:
la expansión musulmana por la península ibérica, la colonización americana, filipina
o africana.
b) Unificación. Procesos de unificación política para la creación de grandes
Estados. Esas unificaciones suelen estar guiadas por un grupo de poder que tiende a

12. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, ob. cit., pp. 10-11.
13. Educación y bilingüismo, ob. cit., cap. 2.
L A C O E X IS T E N C IA D E L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 217

imponer o difundir sus hábitos lingüísticos y que es seguido social y lingüísticamente


por otros grupos. Cuando en ese proceso se ofrece resistencia, sobre todo por parte
de algún grupo minoritario, puede surgir un conflicto lingüístico, si bien en tales si­
tuaciones, en las que se crean dilemas sociales e individuales, es posible encontrar ca­
sos de identificación con la lengua dominante que pueden suponer la sustitución o el
abandono de la lengua minoritaria.14 Badía Margarit habla de bilingüismo ambiental
para referirse al bilingüismo que es consecuencia del contacto de dos lenguas, cuan­
do una de ellas, generalmente la del Estado, tiene un carácter expansivo por su ma­
yor peso demográfico y cultural.15*
c) Situaciones poscoloniales. Países o territorios independizados con pobla­
ción lingüísticamente diversa. Muchas colonias —en África, por ejemplo— se han
construido sobre territorios que no tenían una unidad cultural ni una estructuración
social común; muchas fronteras nuevas se han trazado siguiendo criterios arbitrarios,
sin tener en cuenta factores étnicos o culturales muy relevantes. En estos casos, la len­
gua colonizadora se ha llegado a transformar en el instrumento más apropiado para
las relaciones internas, para las relaciones internacionales y para la comunicación for­
mal y culta. En las situaciones poscoloniales sigue siendo necesario el uso de la len­
gua colonial para muy distintas funciones comunicativas.
d) Inmigración, Países o ciudades que reciben grandes contingentes de inmi­
grantes que hablan una lengua distinta. En estas circunstancias, los emigrantes pue­
den ocupar lugares muy diferentes dentro de la comunidad receptora. Así, en primer
lugar, es posible que se produzca una integración plena, provocando que las genera­
ciones segunda o tercera ya no aprendan la lengua primera de sus padres (valgan
como ejemplo los italianos o los polacos en Estados Unidos). En segundo lugar, los
inmigrantes pueden vivir en una situación de aislamiento geosocial, esto es, en barrios
separados que dificultan la integración social (muchas comunidades chinas en Esta­
dos Unidos o en Europa): aquí suele ser habitual el mantenimiento de la lengua
primera y su enseñanza de padres a hijos, así como la aparición de bilingüismo para
ciertas funciones. En un tercer tipo de situación, los inmigrantes, aun pudiendo inte­
grarse, encuentran todo tipo de dificultades para hacerlo: diferencias de nivel cultu­
ral, dificultades económicas; es el caso de muchos hispanos en Estados Unidos.
e) Cosmopolitismo. Lugares de contactos internacionales, por lo general co­
merciales y económicos. A lo largo de la historia, estos lugares bilingües han sido los
puertos francos y, a menudo, han favorecido el nacimiento de variedades mixtas. En
la actualidad, también se incluyen aquí los centros de política internacional, las gran­
des áreas turísticas o los puntos de paso obligado en las comunicaciones internacio­
nales.

Para concluir este epígrafe sobre bilingüismo social, es necesario añadir dos pre­
cisiones de suma importancia. Primeramente, ha de valorarse que en las comunida­
des bilingües suele producirse Un reparto de los usos y funciones sociales de las len-

14. Véase L. V. Aracil. C onflict lingiiistique el norm atisalion linguislique dans l ’Etirope nouvetle, Per-
pignan, IRSCE, 1965; R Ninyoles, Idiom a y poder social, Madrid. Tecnos. 1972, pp 140-155 Los dilemas lle­
van, según los planteamientos de estos autores, bien a una situación de auto-odio o alienación por parte de
los individuos que se asimilan e identifican con la lengua y la cultura dominantes, bien al apoyo de un proce­
so de regulación y extensión social de la lengua minoritaria.
15 Llengua i cultura ais Paisos Catalans, ob. cit., p 136.
220 P R I N C I P I O S DE S O C I O L I N G Ü Í S T I C A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

flexibilidad cognoscitiva y una gran capacidad de abstracción, que los beneficios se


hacen patentes cuando se alcanza cierto nivel de dominio de las lenguas19 y que, en
general, es el bilingüismo el que incide sobre las habilidades cognoscitivas del indivi­
duo y no al contrario. Debe tenerse presente, sin embargo, que los perjuicios o be­
neficios suelen subordinarse al poder de determinación de factores sociales como el
nivel socioeconómico o del prestigio o el desprestigio de las lenguas.

Aspectos educativos del bilingüismo

El bilingüismo, ya se ha dicho, es un fenómeno complejo en el que se implican


factores lingüísticos, sociológicos y psicológicos, pero que también envuelve factores
políticos y educativos. Entre estos últimos reviste un especial interés todo lo relacio­
nado con la educación bilingüe. Siguán y Mackey llaman educación bilingüe al siste­
ma educativo en el que se utilizan dos lenguas como medio de instrucción, de las cua­
les, normalmente, una es la primera lengua de los alumnos. Las características de la
educación bilingüe varían según se manifiesten distintos factores: los objetivos lin­
güísticos del sistema educativo, el lugar de las lenguas en el currículum, la relación
entre la lengua del alumno y la utilizada en la enseñanza o la homogeneidad lingüís­
tica del alumnado.
Atendiendo a los objetivos lingüísticos, un sistema educativo puede buscar una
competencia plena del alumno en las dos lenguas o una competencia plena en una
lengua y limitada en la otra; en este último caso, es frecuente que se utilice una de las
lenguas como medio de introducción en la otra (lengua de la enseñanza). Veltman ha
distinguido dos modelos de mantenimiento de lenguas que tienen su reflejo en los
modelos de: enseñanza: cr. el primero de ellos, llamado modela retentiva, se aprende
una lengua para poder participar cr. ciertas actividades comunitarias, sobre todo la­
borales (por ejemplo, el aprendizaje del inglés en Quebec, Canadá); en el segundo,
modelo subordinado, la lengua minoritaria se elimina de la educación y ve cómo su
uso se restringe a ámbitos limitados, generalmente familiares y personales (por ejem­
plo, el español de los hispanos en Estados Unidos).20
En lo que se refiere al lugar que ocupan las lenguas en el currículum, cabe la po­
sibilidad de un reparto equilibrado de las materias o bien de que una de las lenguas
reciba una atención preferente, mientras la otra ocupa un lugar secundario, quedán­
dose limitada, en una primera etapa, a materias secundarias o simplemente como len­
gua enseñada. Desde este punto de vista, Fishman y Lovas han propuesto una clasi­
ficación de ¡a educación bilingüe de cuatro categorías:21 en primer lugar, una educa­
ción bilingüe transitoria, que consiste en utilizar la lengua materna para introducir al
alumno en la segunda lengua (bilingüismo transitorio)', en segundo lugar, una educa­
ción de monoalfabetización, en la que la lengua materna solamente se utiliza en las
conversaciones y para enseñar ciertas asignaturas; en tercer lugar, una educación bi­
lingüe para enseñar a leer y escribir en dos lenguas, pero utilizando la lengua mater-

19. Véase J . Cummins, «The influence of bilingualism on cognitive growth: A synthesis of research fin-
dings and explanatory hypothesis», W orking Papéis on Bilingualism . 9 (1976), pp. 1-43.
20. Véase C. Veltman, The Relenlion o /M in o r ity Languages in the United States, Washington, D .C , Na­
tional Cerner for Education Statistics, 1980.
21. «Bilingual Education in Sociolinguistic Perspective», T E S O L Q ttarterly, 4 (1970), pp 215-222.
L A C O E X IS T E N C IA DE L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 221

na para la enseñanza de contenidos particulares (generalmente relacionados con la


vida del grupo minoritario del que procede el alumno) y la segunda lengua para la
enseñanza de asignaturas científicas (bilingüismo parcial); por último, una educación
bilingüe en la que los contenidos se transmiten sin restricciones funcionales en nin­
guna de las dos lenguas (bilingüismo completo).
A estos cuatro tipos podrían añadirse dos más, utilizados ambos para el mante­
nimiento o ia protección de lenguas minoritarias. Uno de ellos es la educación plura­
lista o de mantenimiento, que utiliza la lengua materna y minoritaria como medio de
instrucción general, mientras la segunda lengua se aprende como asignatura; este mo­
delo se da en aquellas circunstancias en que la lengua materna, aun siendo minorita­
ria en un entorno más amplio, goza de prestigio y significación social en el entorno
inmediato, así como de actitudes favorables dentro de la comunidad.
El otro modelo es el de la inmersión lingüística, que puede adoptar formas muy
diversas.22 En términos generales, consiste en realizar toda la instrucción infantil y
primaria en una segunda lengua, aunque también hay programas de inmersión que se
aplican a partir de los últimos años de la enseñanza primaria (inmersión tardía) y pro­
gramas de inmersión parcial, que permiten el uso de las dos lenguas en el aula o de
la primera lengua en unos períodos determinados. Los programas de inmersión total
y temprana escolarizan a los niños en la segunda lengua desde un primer momento y
exigen de los profesores que sólo usen esa segunda lengua; además suelen aplicarse
cuando los niños tienen como primera lengua una lengua de prestigio o mayoritaria:
niños anglófonos para aprender francés en Canadá. Cuando los niños de una lengua
minoritaria son escolarizados en una lengua mayoritaria sin tener en cuenta para nada
la lengua materna, se habla de enseñanza por sumersión.
Los factores educativos mencionados hasta ahora se complican cuando se atien­
de a la relación entre la lengua del alumno y la lengua principal de la enseñanza, por­
que puede darse el caso de que una y otra coincidan, de que no coincidan y el siste­
ma prevea tal situación o bien de que no coincidan y el sistema no se ocupe para nada
de esa situación. A ello se agrega que el alumnado no siempre es homogéneo lin­
güísticamente: puede haber centros bilingües con alumnos de una misma procedencia
lingüística, pero también existen centros con alumnos de orígenes lingüísticos diver­
sos o de procedencia muy heterogénea. En todos estos casos es importante valorar la
distancia lingüística y cultural que existe entre los diversos grupos.
La existencia de factores tan numerosos y diversos hace que la educación bilin­
güe sea siempre una tarea difícil de realizar y de aplicar, además de muy cara, tanto
desde el punto de vista humano —es necesario contar con un profesorado bilingüe en
su mayor parte y especializado en este tipo de educación— como desde el punto de
vista material. Por eso la educación bilingüe está sometida a unas condiciones muy di­
ferentes en cada país y en cada época, y por eso se aplica de formas muy dispares, se­
gún los intereses políticos y las posibilidades de cada momento.
Por otra parte, Glyn Lewis ha señalado como dimensiones internacionales de la
educación bilingüe las siguientes:

22 Véase W. Lambert y G R Tucker, Bilingiial education ofchildren. The St. Lamben Experimeru, ob.
cit Véase también A. D. Cohén, A sociolinguistic approach to bilingiial education Experiments in lite Ameri­
can South-West, Rowley, Mass , Newbury House, 1975.
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a) Dimensión demográficodingiiística: distribución e incidencia del bilingüismo


en las áreas urbanas y rurales; estatus sociológico de cada lengua en los países multi-
lingües.
b) Dimensión de la actitud: las actitudes lingüísticas se pueden ver influidas
por factores geográficos, por las migraciones y por la situación política y socioeconó­
mica del país,
c) Dimensión de los objetivos educativos: objetivos para las lenguas mayorita-
rias y minoritarias de cada territorio.
d) Dimensión cultural: nivel de alfabetización y de urbanización de la pobla­
ción; movilidad y contacto entre grupos diferentes dentro de un territorio.

Todas estas dimensiones, como los factores antes comentados, hacen que en cada
lugar la educación bilingüe adquiera una personalidad propia y que no sea comparable
la educación bilingüe de Bruselas con la de Quebec, ni la de Argelia con la de la India.
Pero aún merecen destacarse dos problemas más ligados a la educación bilingüe;
uno es particular y el otro general: se trata del problema de la educación de los in­
migrantes y de la dificultad que supone la medición del bilingüismo.
Los problemas educativos que presentan los inmigrantes, en cualquier país, son
de una especial gravedad. Ante una situación de tales características, los gobiernos
pueden seguir criterios que lleven a cumplir objetivos muy diferentes, como son faci­
litar el aprendizaje de la nueva lengua mediante programas especiales (inmersión lin­
güística, modelo transitorio) o permitir la conservación de la lengua propia incluyen­
do su enseñanza en el currículum educativo, porque la consecución de un auténtico
bilingüismo y biculturalismo, que potencie el dominio equilibrado de las dos lenguas
(la de los inmigrantes y la de la comunidad receptora) y la armonía entre las dos cul­
turas, es más una utopía que un fin razonable. Los dos objetivos señalados requieren
programas de enseñanza bilingüe y suelen resultar muy costosos, sobre todo en los lu­
gares en los que el origen de los inmigrantes es muy diverso o en los que ya existen
situaciones, más o menos complejas, de multilingüismo: piénsese en los problemas
que supone la formación de nuevo profesorado o la adquisición del material escolar
adecuado. Tal vez por ello mismo, muchos gobiernos deciden simplemente ignorar a
esta población desde un punto de vista educativo, ignorancia que sólo se transforma
en preocupación, apresurada, cuando los grupos de inmigrantes adquieren unas pro­
porciones política y electoralmente significativas.
En cuanto a la medición del bilingüismo, es innegable que el éxito de un progra­
ma de educación bilingüe depende, en gran parte, del diagnóstico lingüístico que se
haya hecho de los alumnos que a él se incorporan. Para hacer ese diagnóstico, para
determinar el nivel de conocimientos de una o más lenguas, es necesaria la aplicación
de técnicas de medición, entre las cuales es el test la más utilizada. Son innumerables
los tipos de tests existentes, pero, en líneas generales, pueden clasificarse de la si­
guiente forma:

a) Tests sobre la destreza del bilingüe en cada una de sus lenguas; se trata de
establecer si los individuos son bilingües pasivos o bilingües activos y cultos.
b) Tests sobre la competencia lingüística, que buscan medir la amplitud del vo­
cabulario, la capacidad de distinción fonológica o la complejidad de las estructuras
sintácticas construidas.
LA C O E X IS T E N C IA DE L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 223

c) Tests sobre la competencia comunicativa, que se dividen en tres clases, según


el aspecto que interese, sobre la competencia comunicativa activa, sobre la compe­
tencia comunicativa receptiva y sobre la,competencia sociolingüística.23

La aplicación de estos tests lingüísticos y de otros es imprescindible para una co­


rrecta organización de los programas bilingües.

Reflexiones y ejercicios

1. En 1951, la Unesco convocó a un Comité de Expertos para estudiar el uso


de las lenguas en la educación mundial y concluyó que hay que dar prioridad a la len­
gua que los niños utilizan más eficazmente, por lo general su lengua materna, a la
hora de organizar la enseñanza, especialmente la primaria: la lengua materna es el
mejor medio para enseñar a un niño. ¿Cree usted que esta afirmación tiene el mismo
valor cuando la lengua materna es mayoritaria que cuando se trata de una lengua mi­
noritaria? ¿Cree usted que hay que anteponer los intereses del sistema educativo de
una comunidad a la conveniencia de que los niños reciban la instrucción primaria en
su lengua materna? ¿Cree usted que al relegar o al posponer la enseñanza-aprendi­
zaje de la segunda lengua se puede perjudicar el proceso de adquisición de esta se­
gunda lengua y, por lo tanto, causar un posible perjuicio al niño? Lea y comente los
epígrafes 11.1 y 11.2 del libro de R. Fasold, La sociolingüística de la lengua (Madrid,
Visor, 1996, pp. 434-455).

2. Describa, desde un punto de vista sociológico, el bilingüismo social que se


encuentra en los siguientes países: Canadá, Estados Unidos, España, Marruecos. Bus­
que información sobre la situación de estos países en la bibliografía especializada (por
ejemplo, R. Wardhaugh, Languages in competition, Oxford, Blackwell, 1987).

3. Anote y comente qué factores sociales y lingüísticos valoraría a la hora de


elegir un colegio para sus hijos. ¿Preferiría un colegio bilingüe o monolingüe? ¿Qué
tipo de formación lingüística cree que sería la ideal para ellos?

4. Si ha realizado alguna vez una prueba de nivel o de conocimiento de un idio­


ma extranjero, ¿qué inconvenientes ha encontrado en este tipo de pruebas? ¿Cree
que son suficientemente fiables?

Orientaciones bibliográficas

Recomendamos, como introducción y fuente de información general sobre todos


los asuntos relacionados con el bilingüismo, los libros de M. Siguán y W. F. Mackey,
Educación y bilingüismo (Madrid, Santillana/Unesco, 1986) y de R. Appel y P. Muys-
ken, Bilingüismo y contacto de lenguas (Barcelona, Ariel, 1986). También es muy útil

23. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos Guia bibiiográfica-critica, Málaga,
Agora, 19SS, pp. 63-90.
224 principios de socio l i n o D ística y so c io l o g ía del l en g u a je

la lectura de la obra de Ralph Fasold, La sociolingiiistica de la sociedad (Madrid, Vi­


sor, 1996).
Asimismo, son de consulta obligada la obra de W. F. Mackey, Bilingualisme et
contact des langues (París, Klincksieck, 1976), la de F. Grosjean, Life wiíh two lan-
guages (Cambridge, Harvard University Press, 1982) y la de H. Baetens Beardsmore,
Bilingualism: Basic principies (Clevedon, Multilingual Matters, 1982).
% ^ PL^ iV 0

C a p ít u l o 13

DIGLOSIA

Entre muchas lenguas maternas que tienen estos indios, avia y ay


treze lenguas diferentes unas de otras, aunque la mexicana es ge­
neral en todas ellas, por la introducción que hizieron los Reyes
Mexicanos.
A n t o n io V á z q u e z d e E , Compendio y descripción
s p in o s a

de las Indias Occidentales, 1630

La diglosia del griego y del árabe

Durante parte de los siglos xix y xx, el término diglosia se utilizó para hacer re­
ferencia a la situación lingüística de Grecia y al conjunto de situaciones que se viven
en los países del mundo árabe.1 En ambos casos, se trata de un uso funcional y so­
cialmente diferenciado de dos variantes de una misma lengua.
La lengua griega, tras el esplendor de la Antigüedad clásica, siguió una evolución
natural que la llevó, como a cualquier otra, al desarrollo y el cambio de algunas de sus
características lingüísticas. Una vez caído el Imperio bizantino, el griego pasó a ser la
lengua de una cultura, la expresión de una civilización —la helenística—, que sobrevi­
vió a la dominación otomana, aun recibiendo una fuerte influencia del turco, hasta que
en el siglo xix volvió a convertirse en la lengua de una nación independiente.
La situación moderna del griego se ha caracterizado por la existencia de un con­
flicto lingüístico, agudo y difícil, en el que se han enfrentado, o yuxtapuesto, dos va­
riedades: por un lado, el griego vivo y moderno, el que ha sufrido los mil avatares,
cambios e influjos que el tiempo le ha deparado con su paso, el que habla la gente en
la calle, el que conoce una división dialectal con rasgos que trazan fronteras entre el
norte y el sur, el este y el oeste de Grecia: el griego demótico (griego popular); por
otro, el griego culto y arcaizante, el de los usos formales y solemnes, la variedad de
la administración, de la religión y de la prensa oficial, de la ciencia y la tecnología: el
cazarévusa (griego purificado, purista).2 Existen, pues, dos variedades a las que se les
han asignado funciones distintas y cuyos usos sociales han llegado a ser considerados
como excluyentes.
Desde finales del siglo xix, sin embargo, esa dualidad lingüístico-funcional
comenzó a romperse formalmente al producirse algunos hechos de singular impor-

1. Sobre los primeros usos de la palabra diglosia, véase M. Fernández, «Los orígenes del término di­
glosia, Historia de una historia mal contada», Historiographia Lingüistica, XXII (1995), pp 163-195
2. Suele transliterarse el nombre de esta variedad como katharévasa, katharevousa o katharevsa Tiene
relación con el griego clásico xa0agEÚü) ‘estar limpio, estar puro’.
226 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN C D ÍST IC A 'i' S O C IO L O G ÍA D EL L E N G U A JE

tancia: en esa época empezaron a escribir en demótico algunas de las personalidades


literarias más representativas, que abandonaron de forma expresa el uso del cazaré-
vasa, además, el demótico se introdujo en la escuela como medio de enseñanza, arrai­
gando, al parecer, de una forma sólida puesto que, cuando en 1967 se introdujo de
nuevo en la escuela el cazarévusa, el demótico ya era la única variedad utilizada en
la enseñanza secundaria.-5
Esta situación, consolidada a lo largo del siglo xx, ha favorecido enormemente
la filtración de elementos lingüísticos de una variedad a otra, así como la confusión
de algunas funciones sociocomunicativas. Tan sólo parece claro, y no es que sea poco,
que el cazarévusa es la variedad de los tribunales de justicia, de la legislación, del ejér­
cito y del mundo de la oficialidad escrita, mientras que el demótico es la lengua de la
comunicación cotidiana, pero también de la literatura y de la cultura en general. El
uso del demótico ha estado asociado a los niveles sociales populares, más populistas,
e incluso a los grupos políticos extremistas, pero esta creencia se ha ido debilitando
conforme la variedad se ha ido extendiendo en la sociedad y a medida que se ha ido
impregnando del prestigio de la cultura. La lengua hablada ha acusado intensamente
el intercambio y la mezcla de elementos de las dos variedades —no tanto la lengua
escrita— y por ello se puede decir que entre una y otra actualmente no hay unos lí­
mites evidentes, ni lingüísticos ni funcionales.'1
La situación lingüística de los países del mundo árabe tiene algunos puntos en
común con la del griego. El árabe procedente de los dialectos de Arabia fue la ex­
presión de un pueblo y de una cultura de primer orden, que floreció y se extendió con
el Islam de una forma poderosa, de Irak a Marruecos. En el siglo xm, Bagdad pasó
a manos de los turcos por primera vez y a ellos estuvo también sometida desde el si­
glo xv hasta la invasión del norte de África por parte de Napoleón. Durante esos lar­
guísimos períodos, el árabe, sus variedades habladas, siguieron su evolución natural
en un proceso de fuerte dialectalización y de incorporación de elementos y usos de
lenguas muy diversas, empezando lógicamente por el turco y continuando, por ejem­
plo, con el español, en las hablas más occidentales. Esas variedades constituyen el
árabe dialectal correspondiente a cada una de las regiones de Asia y África en que se
habla. Al mismo tiempo, el carácter religioso de la lengua del Corán garantizó la su­
pervivencia de una variedad formal, reservada para la religión y la literatura, en de­
finitiva para la lengua escrita, y que se conoce con el nombre de árabe clásico.
Una vez expulsado Napoleón del norte de África, Mehmet Alí, bajá de Egipto,
y sus sucesores iniciaron un ambicioso plan de modernización que quisieron compa-
tibilizar con el resurgimiento de la lengua árabe, pero fueron las lenguas europeas,
sobre todo el inglés y el francés, las que sirvieron de medio de comunicación de las
relaciones internacionales, de la enseñanza superior y, sobre todo en la época de los
protectorados, de la política, la economía y la administración. Muchos países arabó-
fonos han vivido desde esta época una situación en la que el árabe dialectal se utili­
za para la comunicación familiar y cotidiana, el árabe clásico para la religión y el fran­
cés o el inglés para la vida oficial y la comunicación escrita.34

3. Véase R. Fasold, La Sociolingiustica de la sociedad, Madrid, Visor, 1996, pp. 102-104. La traducción
es de M. España y J. Mejía.
4. Véase R. Brosvning, «Greek diglossia yesterday and today», International Journal o f the Sociology od
Langttage, 35 (1982), pp. 49-68.
L A C O E X IS T E N C IA DE L E N G U A S Y S O C IE D A D E S 227

En el proceso de paulatina modernización del árabe fueron decisivas la aparición


del primer periódico publicado en esa lengua (Wadl-el-Nll) —que ejerció una notable
influencia social—, la introducción del árabe en la enseñanza secundaria y la creación
de la Academia Fu'ad I de la Lengua Arabe, muy importante, junto a la universidad
egipcia, en el proceso de actualización científica y técnica de la lengua. Todo ello ha
favorecido la difusión social de ese árabe actualizado y su progresiva inclusión en los
planes de enseñanza superior. Paralelamente, esa variedad escrita y culta de árabe
normativo y moderno se ha ido oficializando en los distintos países árabes, apoyada
en un sentimiento de unificación político-religiosa y de afirmación de la personalidad
islámica frente a la influencia europea.
Todo esto ha llevado a una situación que varía de un país a otro, pero que, en lí­
neas generales, se caracteriza por el uso familiar del árabe dialectal o coloquial de cada
área (aljamía), el uso de una lengua europea (inglés o francés) como instrumento de la
comunicación formal, de la formación superior y de diferentes tipos de contactos inter­
nacionales, y el uso de un árabe normativo —también llamado clásico (‘al-fusha)— que
se va implantando en la enseñanza y en la vida pública y oficial, además del uso reli­
gioso del árabe coránico, y de otras lenguas, como el bereber, en ciertos territorios.
Tanto en el caso de Grecia como en el de los países árabes, apreciamos la exis­
tencia de situaciones sociolingüísticas en las que una variedad de una lengua se ma­
neja principalmente para la comunicación familiar y cotidiana y otra variedad de la
misma lengua se usa para la comunicación formal, escrita y culta: en el caso de Gre­
cia, el demótico y el cazarévusa; en el caso del mundo árabe, el árabe dialectal o co­
loquial (aljamía) y el árabe normativo o clásico (‘al-fusha). A estas situaciones se les
ha dado el nombre de diglosia.
Como ha demostrado Mauro Fernández, la forma diglosia, en francés y en grie­
go a finales del siglo XIX, se utilizaba para hacer referencia a dos variantes de una mis­
ma lengua y no tenía el significado de ‘bilingüismo’, acepción desarrollada mucho des­
pués. La forma griega óiyXoaaía remitía antes que nada a la propia situación griega,
de modo que en las postrimerías del xtx no se usaba para designar el bilingüismo en
general, sino que se aplicaba a algo que les ocurría a los mismos griegos: disponer de
una lengua escrita con una forma muy distinta de la lengua hablada normalmente.5

Delimitación teórica del concepto de diglosia

Quando [los nobles] ivan a governar a Asia, o en Grecia, por lei


se les vedava que en publico no hablassen sino en latín: mandán-
dosles que en juicio no consintiessen usarse otra lengua, aunque
uviessen de ayudarse de interprete, los que no lo sabían.
A m b r o s io d e M o r a les ,D iscu rso sobre la lengua
castellana , Córdoba, 15S5

Charles Ferguson publicó en 1959 uno de los artículos más importantes de la so­
ciología del lenguaje: «Diglossia».6 Desde esta fecha, han visto la luz centenares de

5. M Fernández, «Los orígenes del término diglosia . Historia de una historia mal contada», art cit„ p. 165.
6. W ord, 15 (1959), pp. 325-340. Trad al esp «Diglosia», en P. Garvín y Y. Lastra, A ntología de etno-
Ungiiistica y sociolingiustica, México, UNAM, 19S4, pp. 247-265.
228 PRINCIPIOS DE SOC IO LI NGÜÍSTI CA Y S O C IO L O G IA DEL L E N G U A J E

trabajos que recogen, comentan, ejemplifican, amplían, discuten o aplican el concep­


to definido por Ferguson, creando en muchas ocasiones una imagen algo confusa de
sus límites teóricos.78
En ese artículo, Ferguson se preocupa por las comunidades lingüísticas en las que
los hablantes usan dos o más variedades de la misma lengua para fines o con funcio­
nes diferentes. Ferguson intenta examinar cuidadosamente una situación sociolin-
güística en la que dos variedades de una lengua coexisten en todo el ámbito de la
comunidad, teniendo que cumplir cada una de ellas una función definida. A esta par­
ticular situación la denomina diglosia, aunque el propio autor reconoce que en algu­
nas lenguas se utiliza el término bilingüismo en ese mismo sentido. La definición de
Ferguson es la siguiente:

D ig l o s ia e s u n a s i t u a c i ó n l i n g ü ís t ic a r e l a t i v a m e n t e e s t a b l e e n la c u a l , a d e m á s d e
lo s d i a l e c t o s p r i m a r i o s d e la l e n g u a ( q u e p u e d e i n c lu ir u n a l e n g u a e s t á n d a r o e s ­
t á n d a r e s r e g i o n a l e s ) , h a y u n a v a r ie d a d s u p e r p u e s t a , muy d i v e r g e n t e , a lta m e n te c o ­
d ific a d a (a m e n u d o g r a m a tic a lm e n te m á s c o m p le ja ), v e h íc u lo d e u n a c o n s id e r a b le
p a r t e d e la lit e r a t u r a e s c r i t a y a s e a d e u n p e r í o d o a n t e r i o r o p e r t e n e c i e n t e a o t r a
c o m u n i d a d li n g ü ís t ic a , q u e s e a p r e n d e e n s u m a y o r p a r t e a t r a v é s d e u n a e n s e ñ a n z a
fo r m a l y se u sa e n fo r m a o r a l o e s c r ita p a ra m u c h o s fin e s f o r m a le s , p e r o q u e n o e s
e m p l e a d a p o r n in g ú n s e c t o r d e la c o m u n i d a d p a r a la c o n v e r s a c i ó n o r d i n a r i a .s

La variedad superpuesta, escrita y formal, recibe el nombre de «variedad alta»


(A) y la variedad empleada para la conversación ordinaria, el de «variedad baja» (B).
Ferguson pone un interés especial en no confundir estas situaciones con aquellas en
las que conviven una lengua o variedad normativa (estándar) con sus dialectos regio­
nales o sociales. Aunque es cierto que el uso de una variedad normativa y una dia­
lectal puede aproximarse en algunas comunidades a la típica situación de diglosia, lo
normal es que la distancia entre ambas variedades sea mucho menor y que A no que­
de excluida como medio de conversación ordinaria.
La definición de Ferguson fija una serie de condiciones para la existencia de la
diglosia, condiciones que aluden a la codificación, al uso y a la función de las varie­
dades A y B. Tales condiciones afectan a un total de nueve aspectos y han sido ex­
plicadas con detalle en el estudio de 1959 al que nos estamos refiriendo. Los aspec­
tos implicados son los siguientes: la función, el prestigio, la herencia literaria, la ad­
quisición, la estandarización, la estabilidad, la gramática, el diccionario y la fonología.
Para ejemplificar el modo en que esos factores distinguen una variedad A y una
variedad B, Ferguson recurre a cuatro situaciones lingüísticas. Una de ellas es la si­
tuación del árabe en Egipto, en la que el árabe normativo o clásico sería la variedad
superpuesta (llamado ‘al-fusha,'il-fasih o in-nahawi) y el árabe egipcio popular, la va­
riedad baja (al-’ammiyyah o ’ad-darij). La segunda es la situación del germano suizo,
fruto del aislamiento político y religioso de Suiza respecto de los grandes centros de
difusión y normativización de Alemania: en esta situación se encuentran, como va-

7. Véase A. Hudson, «Diglossia: a bibliographic review», Language in Society, 21 (1992), pp. 611-674.
También M. Fernández, Diglossia; A comprehensiva bibliography 1960-1990 (and supplemenls), Amsterdam,
John Benjamins, 1993.
8. Ofrecemos la traducción de Joaquín Herrero, que aparece en la versión en español recogida en la an­
tología de Garvín y Lastra (p. 260).
L A C O E X I S T E N C I A DE L E N G U A S Y S O C I E D A D E S 229

riedad A, el alemán culto y normativo (Schriftsprache, Hochdeutsch o Hoochtiiiitsch)


y, como variedad B, el alemán suizo (Schwizerdeutsch o Schwyzertiiiitsch). En tercer
lugar, Ferguson comenta la situación del criollo haitiano, en la que el francés se usa
como variedad formal A y el criollo (créole), como variedad B. En cuarto lugar se
maneja la situación griega que enfrenta el ccizcirévusa al demótico.
De estas cuatro situaciones, las que más se ciñen a la definición del propio Fer­
guson son la árabe y la griega, pero no tanto la haitiana y la suiza: en el primer caso,
porque no está tan claro que francés y créole sean variedades de una misma lengua
(el créole es una lengua criolla, como su propio nombre indica, producto de un pro­
ceso de mezcla, de pidginización); en el segundo caso, porque el Hochdeutsch y el
Schwizerdeutsch establecen una relación prácticamente de «lengua normativa - dia­
lecto», que el propio Ferguson quiso desmarcar de las situaciones diglósicas. Pero, por
más obvios que sean estos inconvenientes teóricos, lo cierto es que Ferguson ha ma­
nejado las cuatro situaciones para ilustrar el modo en que se manifiestan las varieda­
des A y B. Veamos en qué consisten los requisitos o factores que aparecen en las si­
tuaciones diglósicas.

1. Función. Entre A y B se da un reparto de funciones, de modo que en unas


situaciones, en ciertos ámbitos o dominios, sólo A es apropiada y en otras sólo B lo
es, produciéndose una superposición muy leve de estos grupos.9 El uso de A es apro­
piado en los sermones de la iglesia o la mezquita, en las cartas, en los discursos polí­
ticos, en los debates parlamentarios, en las conferencias universitarias, en los medios
de comunicación escritos y hablados o en la poesía. El uso de B es apropiado en la
transmisión de órdenes a empleados, obreros o subalternos, en las conversaciones fa­
miliares o amistosas, en las comedias, en las caricaturas o en la literatura folclórica.
Este reparto puede llegar a estar tan arraigado en una comunidad, que el uso de A o
B en ámbitos y con funciones impropios puede resultar absolutamente ridículo y, des­
de luego, perjudicial para los protagonistas de la transgresión.
2. Prestigio. Los miembros de la comunidad diglósica están de acuerdo en que
la variedad A es superior o más prestigiosa que la variedad B. El desprestigio de B
frente a A hace que muchos hablantes nieguen incluso la existencia de B dentro de
su comunidad o que afirmen no saber hablar su lengua, por B. La variedad super­
puesta es considerada a menudo como más bella, lógica, profunda e importante; no
en vano se leen en A el Corán o la Biblia.
3. Herencia literaria. En las cuatro situaciones que sirven de referencia a Fer­
guson existe un corpas literario importante escrito en A, a veces de una notable an­
tigüedad. En esa circunstancia, como ocurre sobre todo en griego o en árabe, los es­
critores modernos pueden recoger y usar formas y giros lingüísticos propios de otras
épocas. Un signo claro de debilitamiento de las situaciones diglósicas puede ser el uso
de B como lengua de la literatura y de la cultura en general, como ha ocurrido en
Grecia durante el último siglo.
4. Adquisición. La variedad B, utilizada para la comunicación entre adultos y
niños y entre los mismos niños, se adquiere como lengua materna. Los niños tienen
un acceso bastante parcial a A, variedad que sólo se adquiere mediante un proceso
de enseñanza-aprendizaje en la educación formal, ya sea en las escuelas estatales o

9, La situación actual del griego está conociendo un aumento de estos solapamlentos,


230 PRINCIPIOS D E SOCIO LIN GÜÍSTICA Y S O C IO L O G ÍA DEL L E N G U A J E

religiosas, ya sea de modo privado. Esta diferencia en el modo de adquisición o


aprendizaje de las lenguas hace que el hablante se sienta más seguro y dominador de
la variedad B y que la gramática de A sea aprendida y entendida como un conjunto
de normas o reglas que hay que acatar.
5. Estandarización. Un proceso de estandarización supone la elaboración de
gramáticas, diccionarios, prosodias, ortografías y libros de estilo, entre otras obras que
facilitan el estudio y el conocimiento de la variedad A. Estos trabajos contribuyen de
modo importante a que A se mantenga dentro de unos límites de variación pequeños.
Tales obras, en cambio, o no existen para B o han sido redactadas muy recientemen­
te, a veces en otras lenguas y por autores ajenos a la comunidad. Por ello es relativa­
mente frecuente que B ofrezca subvariedades internas de naturaleza geolingüística y
sociolingüística y que los hablantes de B se vean obligados a utilizar la subvariedad
más hablada o la utilizada en los centros de mayor prestigio: el árabe de la ciudad de
El Cairo, por ejemplo, es punto de referencia obligado para los hablantes de todo
Egipto, lo que supone de hecho la necesidad de aprender A (árabe normativo) y el
B más hablado (árabe de El Cairo); el demótico de Atenas sirve de referencia en la
difusión de una variedad B general en Grecia
6. Estabilidad. Según Ferguson, la diglosia ni es sumamente inestable ni tien­
de a cambiar hacia una situación lingüística más estable: en muchos casos ha per­
sistido durante una importante cantidad de siglos. La tensión originada por una si­
tuación diglósica a lo largo del tiempo se ve parcialmente paliada por la aparición de
subvariedades mixtas (formal-coloquial) o en las que B incorpora elementos proce­
dentes de A. Las subvariedades mixtas y las filtraciones de A en B, junto a la indis­
criminación paulatina de funciones, constituyen un paso decisivo para la eliminación
de una diglosia: el ejemplo de la Grecia actual puede ser suficientemente ilustrativo.10
7. Gramática. La gramática permite marcar unas diferencias ostensibles entre
la variedad baja y la superpuesta. Señala Ferguson que A posee unas categorías gra­
maticales ausentes en B y que suele tener un sistema de flexión de nombres y verbos
que se reduce o desaparece completamente en B.
8. Diccionario. Aunque A y B comparten una porción muy importante del vo­
cabulario —con variaciones formales o semánticas—, en las situaciones de diglosia es
frecuente que A cuente con un léxico técnico, culto, especializado del que no dispo­
ne B, dado que no se maneja para la expresión de ciertos contenidos. Del mismo
modo, la variedad B dispone de una serie de elementos léxicos y fraseológicos, refe­
ridos a aspectos populares, íntimos o familiares, que no se dan en A. Pero, junto a es­
tas tres posibilidades (léxico compartido, léxico específico de A, léxico específico
de B) existe otra, no menos interesante. Ferguson la explica así:

Un hecho sorprendente de la diglosia es la existencia de muchos pares de vocablos,


uno de A y otro de B, referidos a conceptos claramente comunes en A y B, don­
de el rango de significado de los dos vocablos es aproximadamente el mismo, y el
uso de uno u otro marca inmediatamente la expresión oral o escrita como A o B.
Por ejemplo, en el árabe la palabra A para ‘ver’ es ra’a, la palabra B es saf. La pa­
labra ra’a nunca aparece en la conversación ordinaria, y saf no se usa en la escri­
tura normal arábiga. Si por alguna razón se cita en la prensa una noticia en la que

10. Véase R. Fasold, La sociolingiiistica de la sociedad, ob. cit., pp 102-104.


L A C O E X I S T E N C I A DE L E N G U A S Y S O C I E D A D E S 231

se usa saf, es reemplazada por ra’a en la cita escrita. En griego la palabra A para
•vino’ es [oíaos], la palabra B es krasí. En el menú estará escrito [oíaos], pero el
cliente pedirá krasí al camarero.11

9. Foaología. Las fonologías de A y de B pueden ser muy cercanas, como ocu­


rre en griego, moderadamente diferentes, como en árabe o en criollo haitiano, o muy
divergentes, como en el caso del alemán de Suiza. Sin embargo, Ferguson considera
que es posible hacer dos afirmaciones. La primera de ellas sostiene que los sistemas
de sonidos de A y B constituyen una estructura fonológica simple cuyo sistema bási­
co es la fonología de B, mientras los hechos divergentes de A forman un subsistema.
La segunda matiza que, si A incluye fonemas que no se encuentran en B, los fone­
mas de B suelen sustituirlos en el uso oral de A.

Ferguson concluye su artículo ofreciendo un pronóstico sobre las cuatro situa­


ciones manejadas como ejemplos y para los dos siglos siguientes: prevé una estabili­
dad relativa en el caso del germano suizo, un lento desarrollo hacia varias lenguas es­
tándares, cada una basada en una variedad B, para el árabe, un lento desarrollo ha­
cia un variedad unificada de B, basada en el habla de Puerto Príncipe, para Haití, y
un completo desarrollo hacia una variedad unificada y basada en la variedad B de
Atenas, con elementos léxicos de A, en el caso del griego. De estas situaciones, la
de más difícil pronóstico es, sin duda, la del árabe.

Lenguas y dialectos como variedades A y B


en situaciones diglósicas

Los trabajos de John J. Gumperz y de Joshua Fishman, especialmente del se­


gundo, han ampliado el concepto de diglosia propuesto por Ferguson. Debe tenerse
en cuenta, sin embargo, que el propio Ferguson, al admitir sin apenas reservas como
muestras válidas de diglosia los casos de Haití y de Suiza, ya dejó entreabierta la po­
sibilidad de esa ampliación conceptual.12
Los estudios de Gumperz no muestran una preocupación especial por el con­
cepto mismo de «diglosia», sino que simplemente describen situaciones sociolingüís-
ticas en las que hay una variedad estandarizada o de prestigio y otra popular, ya sean
lenguas diferentes, dialectos de una misma lengua o variedades de una lengua fun­
cionalmente diferenciadas. A Fishman hay que atribuirle, principalmente, la respon­
sabilidad de haber divulgado el concepto de diglosia que hoy maneja la sociología del
lenguaje; según esta interpretación, habrá diglosia siempre que existan dos varieda­
des lingüísticas —ya sean dialectos, registros o variedades de la misma lengua, ya sean
lenguas diferentes— a las que se les asignan funciones distintas dentro de una comu­
nidad de habla. Recuérdese que Ferguson habla de diglosia cuando se trata de dos
variedades de la misma lengua.
Ralph Fasold, después de analizar los problemas que plantean las situaciones en

11. «Diglosia», en P Garvin y Y. Lastra, Antología de estudios de etnolingüistica y sociolingüistica,


2.'1 ed , México, UNAM, 1984, p 257. El texto en inglés de Ferguson usa inos [i/c] para vino’.
12. Véase J J Gumperz, «Types of Speech Community», Anthropological Linguistics, 4 (1962), pp. 28-
40; J Fishman, Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979, pp. 120-133
232 PRINCIPIOS D E SOCIO LIN GÜÍSTICA Y S O C I O L O G Í A D E L L E N G U A J E

C uadro 13 1 Subtipos de diglosia amplia, según R, Fasold

Relación lingüistica Subtipo de diglosia amplia

Lenguas diferentes Bilingüismo com puesto


D ialectos divergentes Diglosia clásica
D iferencias estilísticas Cam bio estilístico

las que conviven una variedad normativa y varios dialectos y las situaciones en las que
son más de dos las variedades implicadas, también se muestra partidario de eliminar
las restricciones propuestas por Ferguson y de manejar una definición amplia de di­
glosia, que debería entenderse en los siguientes términos:

La d ig l o s ia a m p l ia c o n s is te e n r e s e r v a r lo s s e g m e n t o s m á s e s tim a d o s d e l r e p e r ­
t o r i o l i n g ü ís t ic o d e u n a c o m u n i d a d ( q u e n o s o n l o s p r i m e r o s q u e s e a p r e n d e n , s i n o
q u e s e a p r e n d e n m á s t a r d e y m á s c o n s c i e n t e m e n t e , n o r m a l m e n t e e n la e d u c a c i ó n
f o r m a l ) p a r a la s s i t u a c i o n e s q u e s e s i e n t e n c o m o m á s f o r m a l e s y d i s t a n t e s , y r e ­
s e r v a r l o s s e g m e n t o s m e n o s v a l o r a d o s ( q u e s o n lo s p r i m e r o s q u e s e a p r e n d e n , c o n
p o c o o n in g ú n e s fu e r z o c o n s c ie n t e ) , lo s c u a le s p u e d e n t e n e r c u a lq u ie r g r a d o d e r e ­
l a c i ó n l i n g ü ís t ic a c o n l o s s e g m e n t o s m á s v a l o r a d o s ( d e s d e d i f e r e n c i a s l i n g ü ís t ic a s
h a s t a s e r d i f e r e n t e s l e n g u a s ) , p a r a la s s i t u a c i o n e s p e r c i b i d a s c o m o m á s i n f o r m a l e s
e í n t i m a s .13

La definición de Fasold es válida incluso para aquellas situaciones en que se uti­


lizan más de dos lenguas o variedades, pero aun así el autor prefiere seguir hablando
de diglosia, por la tradición del término y por interpretar el prefijo di- como referido
a dos extremos de una línea continua que va de la formalidad a la intimidad del uso
lingüístico, y no referido a dos variedades lingüísticas. No obstante, Fasold no es
partidario de arrinconar el concepto de «diglosia clásica» de Ferguson y propone
interpretarlo como punto medio de una escala de diglosia amplia que iría desde las
situaciones en que se usan lenguas diferentes (bilingüismo superpuesto) hasta las si­
tuaciones en que las diferencias entre variedades son solamente estilísticas (variación
o cambio estilístico) (cuadro 13.1).
Partiendo de una interpretación amplia de la diglosia, Guillermo Rojo ha pro­
puesto el concepto de «diglosia de adscripción». La propuesta se refiere a las situa­
ciones en que las lenguas no coexisten en todo el ámbito de una comunidad, esto es,
cuando ciertos estratos de la comunidad emplean fundamentalmente un sistema lin­
güístico y otros estratos utilizan un sistema diferente: cada grupo utiliza el sistema que
le es propio en todos los ámbitos y para todas las funciones.14 En estos casos, la len­
gua utilizada en los ámbitos más formales y prestigiosos suele ser la de los estratos
superiores, dadas las limitadas posibilidades sociales de los estratos inferiores; por
esta razón, mientras la variedad A sirve para cualquier ámbito, la variedad B sólo se
utiliza, de hecho, en las situaciones y contextos menos formales.

13. La sociolingiiística de la sociedad, ob. cit., p. 100.


14. Véase «Conductas y actitudes lingüisticas en Galicia», Revista Española de Lingüistica, 11 (1981),
pp. 269-310. Del mismo autor, «Diglosia y tipos de diglosia», Philologica Hispaniensia in honorem Manuel A l­
var, vol. 2, Madrid, Gredos, 1985, pp 603-617.
LA C O E X I S T E N C I A DE L E N G U A S Y S O C I E D A D E S 233

Para Guillermo Rojo, la distinción entre una diglosia de adscripción y una diglo­
sia funcional puede ser muy útil para entender la relación entre los conceptos de «di­
glosia» y de «conflicto». Según Rojo, los autores que tienden a considerar la diglosia
como una situación estable y desvinculada del conflicto se centran en casos de diglo­
sia funcional; por el contrario, los autores que tratan de mostrar la inestabilidad cons­
titutiva de la diglosia y su vinculación al conflicto lingüístico se centran en casos de
diglosia de adscripción, en los que se cuestionan las normas de empleo de las lenguas.
La diglosia funcional no tendría un carácter conflictivo porque supone la aceptación
de unas normas reguladoras del uso de las lenguas; el conflicto surgiría precisamente
con el abandono de tales normas.
La diglosia, concebida de una forma amplia, deja más lugar a los cambios, a la
inestabilidad, que la diglosia de Ferguson, y los cambios se detectan por las filtracio­
nes entre las funciones de las variedades, por la mezcla o el trasvase de elementos de
una variedad a otra o por la alternancia de lenguas en el discurso de un mismo ha­
blante. Además, como ha señalado López Morales, la variación inherente a toda len­
gua natural también puede suponer una ruptura del binarismo de la diglosia: prime­
ro por la variación diastrática (sociolectos de B), después por la variación diafásica.15
López Morales ha propuesto distinguir tres niveles de estratificación sociocultural: la
estratificación social débil, mucho más compleja en la sociedades multilingües que en
las monolingües, se produce cuando existen diferencias cuantitativas, pero no de in­
ventario, entre los sociolectos de una lengua o de un dialecto dados; la estratificación
intermedia permite oponer los códigos restringidos y los códigos elaborados; la estra­
tificación extrema correspondería a las situaciones de diglosia.16
Algunos lingüistas han criticado la ampliación del concepto a los casos en que
concurren una lengua normativa y sus variedades dialectales: tal ampliación ha sido
calificada de lamentable por Hudson, dado que en esas condiciones todas las comu­
nidades, salvo muy raras excepciones, serían diglósicas;17 en esta misma línea de pen­
samiento, López Morales, que admitiría la validez de la ampliación del concepto des­
de un punto de vista puramente sociológico, considera inaceptable que se amalgamen
fenómenos diferentes en su naturaleza lingüística y se empobrezca y trivialice el con­
cepto de diglosia.18

Bilingüismo y diglosia

El concepto de diglosia divulgado por Fishman —uso de dos variedades lingüís­


ticas, de cualquier tipo, con funciones diferentes— parte de la base de que el bilin­
güismo es una caracterización de la versatilidad lingüística del individuo, mientras la
diglosia es una caracterización de la ubicación social de las funciones para diferentes
lenguas o variedades;19 dicho de otra forma, si el bilingüismo puede ser considerado
como un atributo del individuo, la diglosia se define como una característica de las
sociedades, de las comunidades de habla. Ahora bien, en el momento de establecer

15. Estas rupturas son la norma general en el caso de las hablas criollas.
16. SocioUngiastica, 2 " ed., Madrid, Gredos, 1993, pp 52-83
17. La sociolingiiistica, Barcelona, Anagrama, 1981, p. 65.
18. Sociolingiiistica, ob. cil., p. 76.
19. Sociología del lenguaje, ob. cil., p 129.
234 p r in c ip io s de sociOLiNGD í s t i c a y s o c io l o g ía del leng uaje

Diglosia

1 2
Diglosia Bilingüismo
y bilingüismo sin diglosia

3 4
Diglosia Ni bilingüismo
sin bilingüismo ni diglosia

F ig ,, 13.1. Relaciones entre bilingüismo v eligíosla según J. Fishman.

los tipos de relación que podrían mantener bilingüismo y diglosia, Joshua Fishman
transforma el concepto de bilingüismo en un atributo social, tan social como la di­
glosia, y lo define como el dominio, por parte de una sociedad, tanto de (una lengua)
A como de (una lengua) B; cuando se produce una distribución funcional de A y B
se estaría ante un caso de diglosia.
Partiendo de estas definiciones, Fishman distingue cuatro tipos de relaciones en­
tre el bilingüismo y la diglosia, tipos que se recogen en la figura 13.1.
Como ejemplo de la situación 1 (diglosia y bilingüismo), se suele presentar el
caso del español y el guaraní en Paraguay, país en el que una gran parte de la pobla­
ción sabe hablar A y B, y en el que A es el español y B el guaraní.20 La situación 2
(bilingüismo sin diglosia) tiende a ser transitoria, pues caracteriza a las sociedades que
viven cambios sociales rápidos o un importante desarrollo social: son las comunida­
des industrializadas occidentales que reciben una gran cantidad de inmigrantes; son
las sociedades que incorporan mano de obra barata de otros lugares para impulsarse
socioeconómicamente. Conforme van naciendo las nuevas generaciones de la pobla­
ción trasplantada, la lengua de la comunidad receptora se va expandiendo y aden­
trando en los hogares de los inmigrantes.
La situación que recibe el número 3 (diglosia sin bilingüismo) exige traducciones
que hagan posible la comunicación entre dos grupos sociales impermeables, de acce­
so mutuo muy restringido: es el uso de una lengua A por parte de un grupo selecto,
elevado, y de la lengua B por parte de los grupos populares. Esta situación es propia
de sociedades económicamente subdesarrolladas y socialmente estáticas: supuesta­
mente, fue el caso de la Rusia de los zares, con una clase alta usuaria del francés y
un pueblo hablante de ruso, o de todas aquellas comunidades cuyos dirigentes mane­
jan una lengua internacional para la comunicación exterior e interna, mientras los
grupos poco poderosos utilizan lenguas indígenas, carentes muchas veces de tradición
escrita. Las situaciones sin diglosia ni bilingüismo son definidas por Fishman como
más teóricas que reales, pues corresponden a comunidades aisladas, muy pequeñas,
que antes o después o bien desaparecen o bien se ven afectadas por la exogamia o
por la diversificación interna.

20, Véase J„ Rubin, National Bilingualism in Paraguay, La Haya, Mouton, 1968, También los capítulos
correspondientes del libro de G. de Granda, Español de América, español de África y hablas criollas, Madrid,
Gredos, 1994, especialmente 10, 11 y 12. G, Corvalán y G, de Granda (eds), Sociedad y lengua. Bilingüismo
en el Paraguay, Asunción, CPES, 1982, 2 vols.
L A C O E X I S T E N C I A DE L E N G U A S Y S O C I E D A D E S 235

Ahora bien, la tipología establecida por Fishman para el bilingüismo y la diglo­


sia, aparentemente clara y sencilla, plantea algunas dudas de difícil resolución. En pri­
mer lugar, no se comprende bien ni se acepta fácilmente que un concepto de base psi­
cológica, como el que maneja Fishman para el bilingüismo, pase a utilizarse desde una
perspectiva social, como si sociológicamente estuviera bien definido o su existencia
estuviera lo suficientemente demostrada como para oponerlo al concepto de diglosia.
La definición de bilingüismo como «el uso por parte de una sociedad de A y de B»
no es rigurosa puesto que esa idea también forma parte de la definición de diglosia.
Podría decirse que en la diglosia existe una distribución funcional que no se produce
en el caso del bilingüismo, pero ¿qué comunidad o grupo no distribuye funcional o
socialmente, de algún modo, las variedades de su repertorio lingüístico? De hecho tan
improbable es la existencia del bilingüismo equilibrado puro, como la de una comu­
nidad en la que se manejen dos lenguas de forma absolutamente indistinta. Por ello
algunos autores han mostrado su rechazo al término y a la noción específica de di­
glosia: para Martinet existen tantas posibilidades de simbiosis entre las lenguas que
es preferible usar el término bilingüismo para referirse a todas ellas, en lugar de es­
tablecer una dicotomía simplista.21
La tipología de Fishman, de interés eminentemente sociológico, deja en el aire
asuntos y preguntas como éstos: cuando hay bilingüismo y no diglosia, no hay domi­
nio de A y B por parte de toda la sociedad, sino de A por una parte y de B por otra;
sólo las nuevas generaciones son bilingües, aunque estén destinadas al monolingüis-
mo; por otro lado, una situación de diglosia sin bilingüismo, suponiendo que exista,
implica que alguien debe ser bilingüe, un grupo social más o menos grande: ¿cuántos
individuos bilingües tiene que haber para que se considere que una comunidad es bi­
lingüe? No son preguntas fáciles ni tienen respuestas fáciles.

Poliglosia

Las dudas y dificultades que se han expuesto en el epígrafe anterior no hacen


más que revelar que las situaciones sociolingüísticas reales no son nada simples y que
se resisten a someterse a los moldes estrictos de las clasificaciones teóricas. En los
países árabes, así lo hemos explicado, se da una diglosia en la que están implicadas
una variedad alta (árabe clásico) y un variedad baja (árabe dialectal), pero no hay que
olvidar que en esas mismas situaciones lingüísticas están implicadas otras lenguas: en
Argelia, por ejemplo, sigue dándose un uso formal, escrito y culto del francés y un
uso coloquial y familiar del árabe de cada zona, lo que también podría ser conside­
rado como una situación diglósica.
Al revisar las situaciones lingüísticas de varios lugares del mundo, es posible
comprobar que muy a menudo son más de dos las variedades que entran en el juego
de la distribución funcional. A estos casos se les da el nombre de poliglosia, aceptan­
do que entre tales variedades puede haber lenguas diferentes y dialectos o estilos de
una misma lengua. Al admitir la posibilidad de hablar de diglosia y de poliglosia siem-

2L «Bilingiiisme et Diglossie. Appel á une visión dynamique des faits», La Linguis/ique, 18 (1982),
pp, 5-16. Véase la presentación y el análisis que hace de la cuestión K. Rotaetxe, Sociolingüistica, Madrid, Sín­
tesis, 1988, pp. 60-76
236 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGL'ÍSTICA Y S O C I O L O G Í A DEL L E N G U A J E

pre que existan al menos dos variedades lingüísticas cualesquiera —dialectos, socio-
lectos o estilos— diferenciadas funcionalmente, Ralph Fasold ha podido identificar
tres tipos de poliglosia: la diglosia con doble superposición de lenguas, la diglosia de
esquema doble y la poliglosia lineal o continua
La diglosia con doble superposición de lenguas se produce, por ejemplo, en Tan­
zania o en otros países en los que es habitual el uso de tres lenguas al menos. Se tra­
ta de una situación que podría ser calificada como triglósica, pero que en realidad res­
ponde a la superposición de dos diglosias en las que están implicadas tres lenguas. En
Tanzania existe, por un lado, una diglosia en la que la variedad vernácula o dialectal
es la variedad B y el suahelí o swahili. lengua que está cumpliendo las funciones de
lengua nacional y de lengua franca y que goza de notable prestigio en una parte im­
portante de África, es la variedad A; pero junto a esta diglosia, o mejor sobre ella, se
produce otra diglosia en la que la variedad B es el suahelí y la variedad A es una len­
gua colonial, el inglés. El inglés es la lengua de los asuntos oficiales del gobierno, de
la ley, del comercio, de la universidad, de la tecnología; el suahelí es la lengua que
permite la comunicación entre unos grupos y otros del país, la lengua de la escuela,
de la cultura y de la comunicación nacional; las lenguas vernáculas se usan en la co­
municación local y familiar, aunque es frecuente mezclarlas con el suahelí cuando los
interlocutores hablan la misma variedad dialectal.
La diglosia de esquema doble es una variante de la diglosia clásica y consiste en
distinguir una distribución sutil de A y de B, dando lugar a que, en A, existan una
subvariedad «a» y una subvariedad «b» y, en B, existan a su vez una subvariedad «a»
y una subvariedad «b». Este tipo de diglosia compleja es el que se produce en la ciu­
dad de Jalapur, al norte de Delhi, en India. Aquí, la variedad alta general es el hindí
o hindi y la variedad baja general es el dialecto local, que recibe el nombre de «jala­
pur»; estamos, pues, ante una situación canónica de diglosia. Sin embargo, dentro de
B es posible distinguir dos subvariedades, que han llegado incluso a recibir nombres
locales: el moti boli y el safboli. La primera se usa para la comunicación oral fami­
liar, entre niños, hacia los animales y los sirvientes intocables, esto es, los miembros
de los grupos inferiores de la comunidad; la segunda se usa cuando la relación entre
los interlocutores es algo distante o cuando se quiere expresar mayor respeto y cor­
tesía, por ejemplo hacia las personas de mayor edad. Dentro del hindí también es po­
sible distinguir dos subvariedades o estilos: el estilo oratorio, más elevado, con pre­
sencia notable de préstamos del sánscrito, y el estilo conversacional, que no es más
que el hindí de la región. Téngase en cuenta, a propósito de éste y otros tipos de po­
liglosia, que los sociólogos del lenguaje admiten como variedades diferentes lo que
son meros recursos estilísticos de una lengua; los lingüistas ven las cosas de forma di­
ferente.
Mucho más compleja que las anteriores es la tercera de las situaciones poligló-
sicas, la que se denomina poliglosia lineal o continua. Semejante poliglosia se
construye sobre repertorios lingüísticos muy ricos, en los que se dan cita seis u ocho
variedades lingüísticas que pueden ordenarse en una larga y complicada escala de
formalidad, sin que las variedades de la misma lengua tengan por qué ocupar grados
contiguos: es el caso de las comunidades chinas, educadas en inglés, de Singapur y de
Malaysia. En la comunidad malaya se utilizan varias lenguas chinas, con predominio
del chino correspondiente a la región, dos variedades de inglés característico de la
zona (inglés malayo formal e inglés malayo coloquial) y dos variedades de malayo, el
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 237

malayo bahasa, más formal y lengua nacional, y el malayo llamado de bazar, que fun­
ciona como lingua franca de poco prestigio. Todas esas variedades pueden ordenarse
en un contimutm poliglósico que tiene como variedades A al inglés malayo formal, al
malayo bahasa y al mandarín, por este orden, aunque la difusión del malayo lo está
llevando a ocupar el lugar más alto de la escala, en un nivel medio se disponen un in­
glés local más coloquial y el chino predominante en la región y, como variedades B,
funcionan, por este orden, el chino local, otras lenguas chinas y el malayo de bazar,
que parece ser la variedad más familiar y coloquial, así como la menos prestigiosa.
Las clases de poliglosia comentadas por Fasold no agotan las posibilidades que
ofrece la realidad social y lingüística de las comunidades de habla repartidas por el
mundo. La situación argelina, comentada sucintamente más arriba, podría caracteri­
zarse como diglosia doble porque, si para los hablantes de cierta edad se produce una
diglosia «francés (A) - árabe dialectal (B)», para los más jóvenes, los que han sido al­
fabetizados también en árabe normativo, se añadiría a esa diglosia una segunda di­
glosia: «árabe normativo (A) - árabe dialectal (B)»; a esto habría que añadir la si­
tuación de los grupos bereberes, que hacen uso de su lengua en contextos familiares
e informales.

Las lenguas y sus funciones

La sociología del lenguaje ha tenido entre sus preocupaciones la de fijar una se­
rie de principios para describir y comparar la situación lingüística de todos los países
del mundo. Entre los criterios y principios manejados con este fin está la categoría de
la lengua, íntimamente ligada a la función social que cumple. Ferguson consideró la
función como la primera y más importante condición que debía tenerse en cuenta
para hablar de diglosia y distinguió dos funciones básicas: A y B. En otros estudios,
y con otros fines, esas funciones han sido tratadas con un mayor detalle.
En los años sesenta, Charles Ferguson estableció tres categorías de lenguas, se­
gún concurrían en ellas ciertas características: lengua principal, lengua minoritaria y
lengua especial. Una lengua principal es aquella que es lengua materna de más del
25 % de una población (o de más de un millón de personas), que es lengua oficial de
un país y que es enseñada en la instrucción secundaria, al menos a la mitad del alum­
nado. Una lengua es minoritaria cuando es lengua materna de más del 5 % de una
población (o de más de 100.000 personas) y cuando se usa como lengua de instruc­
ción más allá de los estudios primarios. Las lenguas especiales no reúnen, claro está,
las características de las anteriores y pueden servir para fines muy diversos: religión,
literatura, lengua franca.22
Esta clasificación afecta a la función que han de cumplir las diversas categorías
o clases de lenguas: se habla entonces del uso oficial de la lengua, del uso en la en­
señanza o en la religión y de su utilidad como lengua de comunicación de un grupo
o de una comunidad de habla, como lingua franca o como lengua internacional. La
lingua franca y la lengua internacional se distinguen por el hecho de que la primera
sirve como vehículo de comunicación entre hablantes de lugares y lenguas diferentes

22,. Véase «National sociolinguistic profile formulas», en W. Bright, Sociolingaisiics, La Haya, Mouton,
1966, pp. 309-324.
238 P R IN C IP IO S DE S0C10L1NGÜÍST1CA V S O C I O L O G Í A DEL L E N G U A JE LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 239

que no la tienen como lengua materna, mientras que la lengua internacional es ha­ 4. Elija tres lenguas del mundo y describa sus funciones y atributos según los
blada en distintos países cuyos hablantes disponen de ella como lengua materna, aun­ criterios fijados por Fasold {La sociolingiiística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996,
que también puede ser utilizada como lingua franca (véase el capítulo 17).23 pp. 123-133).
En una propuesta más reciente, Ralph Fasold ha presentado una relación de po­
sibles funciones de las lenguas y de los atributos que teóricamente les permitirían
cumplir tales funciones. Según Fasold, serían los siguientes:24 Orientaciones bibliográficas

Función oficial: la lengua requiere estar estandarizada, esto es, disponer de gra­ Para la comprensión del concepto de diglosia, es obligada la lectura del trabajo
mática, diccionario, ortografía, etc., y ser conocida por un conjunto de ciudadanos con de Charles Ferguson «Diglosia», recogido en P. Garvín y Y. Lastra (eds ), Antología
estudios. de etnolingüística y sociolingiiística (México, UNAM, 1984, pp. 247-265). Asimismo,
Función nacionalista: la lengua es símbolo de identidad nacional para una parte para lo que se refiere a la relación entre bilingüismo y diglosia, se debe leer el capí­
significativa de la población, es utilizada en la comunicación diaria y es hablada con tulo VI del libro de Joshua Fishman, Sociología del lenguaje (Madrid, Cátedra, 1979).
fluidez en todo el territorio. Se recomienda, igualmente, la lectura de los capítulos dedicados a la diglosia en
Función de grupo: la lengua ha de ser usada por todos los miembros de una co­ los manuales de H. López Morales {Sociolingiiística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993,
munidad en la conversación ordinaria. pp. 64-83), de R. Fasold {La sociolingiiística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996,
Función educativa: la lengua ha de ser comprendida por los estudiantes y debe pp. 71-108) y de K. Rotaetxe {Sociolingiiística, Madrid, Síntesis, 1988, pp. 53-78).
disponer de los suficientes recursos didácticos, así como de una estandarización sufi­ Para obtener información sobre diversas situaciones lingüísticas del mundo, se
ciente. pueden consultar las obras de O. Uribe {Situaciones de multilingiiismo en el mundo,
Función de lingua franca: la lengua puede ser aprendida como segunda lengua. México, UNAM, 1972) y de R. Wardhaugh {Languages in competition, Oxford,
Función de lengua internacional: la lengua ha de ser reconocida como tal. Blackwell, 1987); también puede ser útil la Enciclopedia del lenguaje de David Crys-
Función de asignatura en la escuela: la lengua requiere una estandarización ma­ tal (Madrid, Taurus, 1994). El trabajo de Manuel Alvar «Cuestiones de bilingüismo y
yor o igual que la de la lengua de los estudiantes. diglosia en el español» {El castellano actual en las comunidades bilingües de España,
Función religiosa: la lengua se usa en los actos religiosos. Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp, 11-48) aporta información muy útil so­
bre diversas situaciones del mundo hispánico. Véanse también las orientaciones bi­
Para Fasold, estos conceptos y atributos, expresados en términos de presencia o bliográficas del capítulo 20.
ausencia, permitirían una caracterización pormenorizada y objetiva de las condicio­
nes sociolingüísticas de cualquier lengua del mundo.

Reflexiones y ejercicios

1. Estudie las situaciones bilingües del mundo hispánico, en Europa, Africa, Fi­
lipinas y América. Partiendo de las condiciones fijadas por Charles Ferguson, ¿cree
que se puede hablar de diglosia a propósito de alguna de ellas?

2. Compare las características de la variación diastrática y diafásica con las de


la diglosia. ¿Qué elementos comunes se pueden reconocer? ¿Cree que se trata de for­
mas afines de estratificación o de conceptos sociolingüísticamente muy alejados? Con­
sulte el capítulo II del libro Sociolingiiística de Humberto López Morales (2.a ed., Ma­
drid, Gredos, 1993).

3. Estudie y compare la situación lingüística de Cataluña y de Galicia, en Es­


paña. ¿Qué diferencias sociales y lingüísticas aprecia entre ellas?

23 Véase Marquésde Tamarón, «El español, ¿lengua internacional o lingua franca?», en Acras del Con­
greso de la Lengua Española. Sevilla, 1992, Madrid, Instituto Cervantes, 1994, pp. 189-211.
24. La sociolingiasíica de la sociedad, ob. cit., pp. 123-133.
C a pítu lo 14

ELECCIÓN, MANTENIMIENTO Y SUSTITUCIÓN


DE LENGUAS

Elección de lengua

Y esta elección queda justificada brevemente por tres razones


que me movieron a preferir la lengua vulgar a la latina.
D a n te A u g h ie r i, El convite, 1304-1307

En el mundo existen cientos de lugares que conocen situaciones lingüísticas de


una complejidad extraordinaria. En otro capítulo, a propósito de la poliglosia, alu­
díamos a las comunidades chinas de Malaysia o de Singapur educadas en lengua in­
glesa: Singapur tiene cuatro lenguas oficiales, inglés, chino mandarín, tamil y malayo,
pero la mayoría de los habitantes tiene el chino hokkien como lengua materna y, ade­
más, en algunas zonas de la isla se habla un criollo portugués. En Guinea Ecuatorial
se habla el español como lengua general o de koiné y, repartidos por la geografía gui-
neana, un pidgin inglés (pichinglis o pichi) un criollo portugués (annobonés) y siete
lenguas autóctonas de la familia bantú: bubi, benga, kombe, baseke, balengue, bujeba
y fang o pamue. En Filipinas funcionan como lenguas oficiales el filipino (o pilipino),
de base tagala, y el inglés; además, los censos dan un total de 75 lenguas principales,
de las cuales las más importantes son ocho, todas ellas de la familia lingüística mala-
yo-polinésica: tagalo, cebuano, ilocano, hiligaynón, bicolano, waray, kapampangán y
pangasinán; deben añadirse a esta larga relación el español, el árabe —utilizado so­
bre todo por las comunidades musulmanas del sur del país— y el criollo hispano-fili-
pino llamado chabacano.1
Si se tiene en cuenta que en el mundo existen entre 4.000 y 5.000 lenguas repar­
tidas entre unos 200 países, se llega a la fácil conclusión de que el estado natural de
la mayoría de las situaciones lingüísticas del mundo es el multilingüismo. Siendo así,
también es natural que a menudo los hablantes o las comunidades se vean ante la ne­
cesidad o, al menos, la posibilidad de elegir entre el uso de una lengua o el uso de
otra según las circunstancias, el entorno y su propia actitud, entre otros muchos fac­
tores. En ocasiones la elección se hace con la intención de satisfacer unas necesida­
des inmediatas, pero a veces la elección de una lengua supone el abandono de otra,
que la puede llevar, a esta última, a su deterioro, a su olvido por parte de un hablante
o, incluso, a su desaparición de un territorio.

1. Véase A. Quilis, La lengua española en cuatro mundos, Madrid, Mapfre, 1992.


C a pítu lo 14

ELECCIÓN. MANTENIMIENTO Y SUSTITUCIÓN


DE LENGUAS

Elección de lengua

Y esta elección queda justificada brevemente por tres razones


que me movieron a preferir la lengua vulgar a la latina.
D a n te A l ig h ie r i, El convite, 1304-1307

En el mundo existen cientos de lugares que conocen situaciones lingüísticas de


una complejidad extraordinaria. En otro capítulo, a propósito de la poliglosia, alu­
díamos a las comunidades chinas de Malaysia o de Singapur educadas en lengua in­
glesa: Singapur tiene cuatro lenguas oficiales, inglés, chino mandarín, tamil y malayo,
pero la mayoría de los habitantes tiene el chino hokkien como lengua materna y, ade­
más, en algunas zonas de la isla se habla un criollo portugués. En Guinea Ecuatorial
se habla el español como lengua general o de koiné y, repartidos por la geografía gui-
neana, un pidgin inglés (pichinglis o pichi) un criollo portugués (annobonés) y siete
lenguas autóctonas de la familia bantú: bubi, benga, kombe, baseke, balengue, bujeba
y fang o pamue. En Filipinas funcionan como lenguas oficiales el filipino (o pilipino),
de base tagala, y el inglés; además, los censos dan un total de 75 lenguas principales,
de las cuales las más importantes son ocho, todas ellas de la familia lingüística mala-
yo-polinésica: tagalo, cebuano, ilocano, hiligaynón, bicolano, waray, kapampangán y
pangasinán; deben añadirse a esta larga relación el español, el árabe —utilizado so­
bre todo por las comunidades musulmanas del sur del país— y el criollo hispano-fili-
pino llamado chabacano4
Si se tiene en cuenta que en el mundo existen entre 4.000 y 5.000 lenguas repar­
tidas entre unos 200 países, se llega a la fácil conclusión de que el estado natural de
la mayoría de las situaciones lingüísticas del mundo es el multilingüismo. Siendo así,
también es natural que a menudo los hablantes o las comunidades se vean ante la ne­
cesidad o, al menos, la posibilidad de elegir entre el uso de una lengua o el uso de
otra según las circunstancias, el entorno y su propia actitud, entre otros muchos fac­
tores. En ocasiones la elección se hace con la intención de satisfacer unas necesida­
des inmediatas, pero a veces la elección de una lengua supone el abandono de otra,
que la puede llevar, a esta última, a su deterioro, a su olvido por parte de un hablante
o, incluso, a su desaparición de un territorio.

L Véase A. Quilis, La lengua española en cuatro mundos, Madrid, Mapire, 1992,


242 principios de sociOLiNGD í s t i c a y so c io lo g ía d e l l e n g u a je

Al hablar de elección de lenguas, estamos haciendo referencia a las lenguas con­


sideradas corno un todo, esto es, al hecho de manejar códigos diferenciados, de usar
una lengua o de usar otra. Sin embargo, existe la posibilidad de tratar la elección de
lenguas como una manifestación más de un proceso general de elección lingüística,
puesto que buena parte de los usos sociales de las lenguas consisten sencillamente en
elegir entre varias opciones Uno de los tipos más frecuentes de elección lingüística
sería el fenómeno denominado cambio de código (code-switching), que consiste en la
alternancia de dos lenguas dentro del discurso de un hablante; si la alternancia afec­
ta a unidades de naturaleza léxica, se puede hablar de préstamo. Este proceso de cam­
bio es diferente de la mezcla de códigos (code-mixing), en la que aparecen elementos
de una lengua mientras se está usando básicamente una lengua diferente. Por otra
parte, también los cambios de estilo, los que se producen en la comunicación diaria,
podrían ser considerados como una forma de elección lingüística.
Si resulta relativamente fácil definir y caracterizar cada uno de esos tipos de elec­
ción lingüística (elección de lengua, cambio de código, mezcla de código, cambio es­
tilístico), no resulta tan sencillo marcar límites entre ellos cuando se trabaja con mues­
tras de habla reales: hasta cierto punto un cambio de código supone la elección de
una lengua, y una mezcla comporta, en cierto grado, el cambio o el paso de una len­
gua a otra. Por esa razón, Ralph Fasold ha pensado en un continuo que sirva para or­
denar todos los tipos de elección lingüística, que no serían más que puntos diferentes
en una línea que va desde las elecciones a gran escala (elección de lengua propiamente
dicha) a las de menor escala (variación estilística dentro de una misma lengua).2
La elección de lengua, por parte de un hablante que tiene a su disposición más
de un código lingüístico, es un proceso que tiene unas consecuencias lingüísticas, evi­
dentemente, pero que requiere una explicación en la que han de manejarse factores
de naturaleza sociológica y psicosociológica, así como factores antropológicos: al fin
y al cabo se trata de un proceso de «elección» en el que, como en cualquier otro, se
imbrican causas y circunstancias diversas, que generalmente no actúan de forma in­
dependiente. Desde este punto de vista psicosociológico, podría estar justificada una
propuesta como la de Fasold, que ordena los procesos de elección de lengua, cambio
y mezcla de códigos y variación estilística en una misma escala. Sin embargo, cuando
nos centramos en los rasgos lingüísticos, sociolingüísticos y psicolingüísticos de esos
fenómenos, apreciamos que se trata de conceptos suficientemente bién diferenciados:
para la lingüística no es lo mismo cambiar de estilo que cambiar de lengua. Vamos a
dedicar este capítulo específicamente a la elección de lengua, digamos, propiamente
dicha, y dejamos para otros capítulos el estudio de los cambios de código —o alter­
nancia de lenguas—, de la mezcla de códigos y de los cambios de estilo.

Aspectos sociológicos de la elección de lenguas

El primer y principal desarrollo del concepto de «elección de lenguas» se ha de­


bido a la sociología del lenguaje, especialmente a la figura de Joshua Fishman.3 Se­
gún este autor, existen ciertos contextos institucionales, llamados ámbitos o dominios,

2. Sociotingüisiica de la sociedad, Madrid, Visor, 1996, pp. 276-277


3. Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979, pp. 135-180.
L.A COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 243

FlG. 14,1. Distribución d e l español y del inglés p o r ám bitos sociolingiiísticos,


según A . Ramírez (1992).

en los cuales el uso de una variedad lingüística es mucho más apropiado que el uso
de otra variedad. Los ámbitos se conciben como conjuntos o constelaciones de facto­
res, tales como el lugar, el tema y los participantes, capaces de determinar la actua­
ción lingüística.
La sociología del lenguaje ha aportado numerosos estudios en los que se descri­
be el fenómeno de la elección de lenguas a propósito de comunidades concretas. En
ellos se aprecia que cada lengua, cada comunidad, vive una circunstancia particular
que hace difícil la comparación de unas con otras en términos absolutos, aunque ello
no ha impedido la constatación, en primer lugar, de la importancia que tienen los ám­
bitos sociolingüísticos en una elección, muy especialmente el ámbito de la comunica­
ción familiar, y, en segundo lugar, la incidencia que asimismo tienen factores sociales
como la edad o el nivel de instrucción. Comprobémoslo por medio de algunos ejem­
plos en los que está implicada la lengua española.
Uno de los casos más conocidos en los que se presenta la posibilidad de elección
de lengua es el de los hispanos bilingües de Estados Unidos. Sobre los hispanos se
han realizado numerosísimos estudios, entre los que destacan aquellos que se preo­
cupan por la elección del español y el inglés en diversos ámbitos o dominios socio-
lingüísticos y cuando concurren diferentes factores sociales. Arnulfo Ramírez ha
representado la distribución de ambas lenguas dentro de una comunidad hispana de
Estados Unidos como aparece en la figura 14.1.4 Aquí se aprecia la proporción rela­
tivamente mayor de uso del español en la casa, en el barrio y en la iglesia, y la ma­
yor presencia del inglés en la escuela, en el trabajo o en los medios de comunicación
social.
En un estudio que R. Sánchez ha realizado sobre los hispanos del sudoeste de
Estados Unidos,5 en el que se ha prestado atención a los ámbitos sociolingüísticos, a
las distintas generaciones de hispanos y a las clases sociales, se ha comprobado, en
consonancia con los informes de A. Ramírez, que los hispanos de clase media em­
plean el inglés mayoritariamente en la segunda y en la tercera generación y que esto
lleva, en la práctica, a la desaparición del español en la tercera generación, cosa que

4 El espariol de los Estados Unidos, Madrid, Mapire, 1992, p 53.


5. R. Sánchez, «Our linguistic and social context», en J. Amastae y L. Elías-Livares (eds.), Spanish in
lite United States: Sociolinguistic Aspeas, Cambridge, Cambridge University Press, 19S2, pp, 14-16.
244 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGDÍSTIC'A V SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

C uadro 14.1. Uso del inglés y del español entre hispanos del sudoeste de Estados Unidos,
según R. Sánchez
Clase obrera
Clase media Rural Urbana
Á m b ito I a 2 “ X /.” 2.a Z ‘: 5."

Casa E A 1 E A A E A 1
Barrio I I 1 E A A A A A
Recreo A I 1 A A A A A 1
Trabajo I I I A A A A I I
Medios de comunicación A I I A A A A A I
Gobierno I I I I I I I I I

E = español; A = ambos idiomas; 1 = inglés.


Fuente: A. Ramírez, 1992.

no ocurre en las comunidades rurales, donde el español, o al menos el uso de ambas


lenguas, se mantiene. En lo que se refiere a los ámbitos sociolingüísticos, el cua­
dro 14.1 revela que el inglés es la única lengua usada en actividades que tienen que
ver con el gobierno y que el español es utilizado en la casa, pero no por los hispanos
que pertenecen a la tercera generación.6 El uso de ambas lenguas es frecuente en los
medios de comunicación, en las actividades de recreo, en el barrio y también en el
trabajo.
Estos modelos de elección de lenguas son reflejo de situaciones diglósicas, en
sentido amplio, en las que la variedad A se usa en situaciones más formales que la
variedad B. Pasemos ahora a un ejemplo procedente de España.7
La Franja Oriental de Aragón ofrece, en algunas localidades, la posibilidad de
utilizar el español (o castellano), el catalán o un habla local (llamada generalmente
chapurréelo). Allí se ha podido comprobar que el español es entendido, hablado, leí­
do y escrito prácticamente por el 100 % de la población; además, el 65 % de la po­
blación piensa que se mantendrá igual durante los próximos años y el 27 % opina que
su uso aumentará. Las hablas locales, por su parte, son utilizadas en casa, en la calle,
en las tiendas y en los centro de recreo, es decir, en los ámbitos caracterizados por un
menor grado de formalidad. Según se anota en el estudio realizado por M.a A. Mar­
tín Zorraquino y sus colaboradores, el mayor uso de las variedades locales se produ­
ce en casa, donde lo emplea el 85 % de la población, mientras que sólo un 4 % de
hablantes usa el español en casa de forma exclusiva, si bien se detecta un aumento
del español a medida que desciende la edad de los individuos y conforme se eleva su
nivel de instrucción.8
Las hablas locales de la Franja Oriental de Aragón son utilizadas por el 75 % de
la población en la calle, en las tiendas y en los lugares de recreo. Aquí también se ob-

6. Cuadro tomado de A. Ramírez, El español de los Estados Unidos, ob. cit., p. 55.
7. Existen muchos estudios, de diversas regiones, en los que se manifiesta una preocupación por este
asunto; algunos son modestos en cuanto a su objeto de estudio (A. Uruburu Bidaurrázaga, «Sociolingüística
en Viana do Bolo (Ourense)», Verba, 19 (1992), pp. 379-395), otros son investigaciones de gran envergadura
(Mapa sociolingiiistico de Galicia, 3 vols., Vigo, Seminario de Sociolingüística, Real Academia Galega, 1994-
1996).
8. M.'1 A. Martín Zorraquino, M.'1 R. Fort, M,'1 L. Arnal y J. Giralt, Estudio sociolingiiistico de la Fran­
ja oriental de Aragón, Zaragoza, Departamento de Lingüística General e Hispánica, 1995, p. 68 y ss.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 245

........ . Había local


--------- Español

Fio, 14.2. Uso de español y de habla local (100 %) p o r ám bitos en la franja oriental
de Aragón, según M.° A. Martin Zorraquino el al. (1995).

servan diferencias significativas si se tiene en cuenta la incidencia de diversos facto­


res sociológicos: en los hablantes de mayor edad, el uso exclusivo de la variedad lo­
cal supera el 80 %, pero entre los jóvenes el uso exclusivo de esta habla ronda el
50 %; asimismo, más del 82 % de las personas con instrucción primaria utiliza siem­
pre el habla local, proporción que se queda en el 60 % de los hablantes de instruc­
ción media, que en esos ámbitos hacen un mayor uso del español.
En los ámbitos considerados como más formales (trabajo, administración, enti­
dades bancarias, asistencia sanitaria, iglesia, reuniones públicas), se aprecia un au­
mento del empleo del español en toda la Franja. El español es usado siempre o casi
siempre en el ámbito laboral por el 11 % de las personas que trabajan, frente a las
hablas locales, que son utilizadas por el 58 % de las personas de forma exclusiva y
por el 15 % en la mayoría de las ocasiones.9 En este caso, los factores sociales per­
miten establecer algunas diferencias significativas: así, por ejemplo, los hombres uti­
lizan más la variedad local en el trabajo que las mujeres, que superan en un 5 % a los
hombres en el uso del español; el empleo del habla local desciende conforme lo hace
la edad de los hablantes; también hay un claro descenso del uso del habla local y un
aumento del español a medida que es más alto el nivel de instrucción de los hablan­
tes. El uso del español es mayor en los puestos de trabajo mejor cualificados (véase
la figura 14.2).
En lo que se refiere al uso del catalán, debe señalarse que es comprendido y ha­
blado por una proporción de individuos muy alta (94-100 %), aunque sólo un 10 %

9 Alrededor del 20 % de la población encuestada no se incluye en estos datos por no tener ocupación
laboral.
246 P R I N C I P IO S DE S O C IO L IN G L ' Í S T IC A t S O C I O L O G I A D E L L E N G U A J E

puede escribirlo. También es importante apreciar que el propio término catalán se


asocia en la Franja a valores connotativos supralocales con los que no se identifican
necesariamente los aragoneses; con otras palabras, se valora positivamente el conoci­
miento y uso del catalán más característico de la Franja de Aragón —la variedad pro­
pia—, pero no tanto su vinculación al catalán de Cataluña, entendiendo que la acti­
tud lingüística en este caso, como en otros muchos, responde más a una actitud hacia
una comunidad «vecina» que hacia una lengua en sí misma.
Las hablas locales de la Franja, si bien son consideradas como «normales» por el
75 % de la población y son vistas como una seña de identidad importante, también
son objeto de una actitud poco positiva, pues se piensa en ellas como un «mal cata­
lán» o como unas variedades «incorrectas».
Muy ligados a presupuestos sociológicos, están aquellos estudios en los que se
analizan los valores socioculturales de un grupo y las conductas que los revelan,. La
elección de lengua, de esta manera, se considera también una elección de valores cul­
turales. Entre los trabajos más importantes realizados desde esta perspectiva está el
que Susan Gal elaboró en la ciudad austríaca de Oberwart, cerca de la frontera con
FFungría.10
En la comunidad de Oberwart hay una proporción elevada de hablantes bilin­
gües de húngaro y alemán. Podría decirse que estas lenguas mantienen una relación
de diglosia, en sentido amplio, en la que el húngaro es la variedad B, la lengua tra­
dicional de los campesinos, y el alemán es la variedad A, la de la educación, la de
las clases profesionales. Junto a la población bilingüe, en Oberwart hay hablantes
monolingües de alemán, formando parte de una situación que puede calificarse de
relativamente nueva, dado que cien años atrás los campesinos casi no hablaban ale­
mán. En tales condiciones se plantean unos interesantes problemas de elección de
lengua.
En los hombres, generalmente, funciona un sentimiento de patriotismo austríaco
que los lleva a primar el alemán. Las mujeres germanohablantes, por su parte, si se
mueven en ambientes de habla alemana, no encuentran especiales dificultades; aho­
ra bien, las que se han vinculado a familias campesinas, tradicionalmente hablantes
de húngaro, se han visto inmersas en situaciones complejas; muchas han tenido que
aprender húngaro al negarse la familia del marido a hablar con ellas en alemán.
El húngaro ha simbolizado durante mucho tiempo un modo de vida, una perso­
nalidad propia dentro de un territorio austríaco, una tradición amenazada de muerte;
el alemán ha sido la lengua del prestigio, de la modernidad, de la integración políti­
ca, del patriotismo austríaco. La elección de una lengua u otra —alemán, húngaro—
ha supuesto mucho más que una simple elección lingüística. Actualmente, el ideal de
la comunidad no sólo es hablar alemán, sino que se intenta hablarlo sin acento; in­
cluso para las familias más tradicionales ya no es tan importante no hablar húngaro:
de hecho, en las mujeres campesinas jóvenes hay un gran deseo de dominar el ale­
mán para moverse en ámbitos y con personas profesionales y prestigiosas.

10. Laugttage Shift: Social Determinants o f Linguistic Change in Biliugttal Austria, Nueva York. Acade-
mic Press, 1979.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 247

Aspectos psicolingüísticos y psicosociológicos


de la elección de lenguas

Los psicosociólogos definen la elección de lengua como un fenómeno propio del


hablante bilingüe. Según Simón Hermán, la elección de lengua depende de los tipos
de situaciones psicológicas en que el hablante se ve envuelto y, entre ellas, distingue
tres clases principales; la primera está relacionada con las necesidades personales del
hablante, la segunda con la gente con la que se desarrolla una actividad o una inte­
racción comunicativa en un momento determinado (situación inmediata) y la tercera
con las características del grupo social del que procede el individuo; un hablante pue­
de querer demostrar que pertenece a un grupo, aunque no esté hablando con gente
de ese grupo, o puede querer demostrar que no pertenece a un grupo determinado,
aunque esté con personas que pertenezcan a él.11 Estas situaciones psicológicas sue­
len superponerse, aunque cuando coinciden es normal que predomine alguna de ellas.
En relación con tales situaciones psicológicas, el hablante puede elegir una len­
gua dependiendo del tipo de actividad que realice en cada momento. En un estudio
sobre las tendencias del habla de la comunidad hispana de Albany (Nueva York, Es­
tados Unidos), Pedro Benítez ha encontrado que la lengua que se utiliza para una ac­
tividad determinada es la misma que el individuo ha utilizado para esa actividad en
su etapa formativa. Así, narrar leyendas y cuentos, rezar, escribir, decir palabras gro­
seras y leer el periódico son actividades que en la época adulta son realizadas en una
lengua determinada de forma casi automática, según la lengua en que fueron realiza­
das en un primer momento. El español es elegido por los hispanos de Albany, ante
todo, para hablar con los padres, para rezar, para enfadarse, para decir frases cariño­
sas o expresar emociones, y bastante menos para escribir cartas, por ejemplo; el uso
indistinto de ambos se da sobre todo para narrar historias y para hablar con los ami­
gos íntimos. Este tipo de distribución en la elección del inglés y el español revela que
el español se pierde y que los hispanos de Albany están experimentando una asimi­
lación lingüístico-cultural que culminará en el momento en que los miembros de una
generación dejen de rezar y de hablar con sus padres en español.12
Al tratar el fenómeno de la elección de lenguas desde una perspectiva psicoso-
ciológica, es obligada la referencia a los trabajos elaborados desde la «teoría de la
acomodación del habla», representada principalmente por Howard Giles y sus cola­
boradores. Una de las preguntas más interesantes que han recibido respuesta desde
esta teoría es la siguiente: ¿cuándo un hablante tiende a ser convergente con sus in­
terlocutores (a utilizar su misma lengua) y cuándo tiende a ser divergente? Para Gi­
les, Bourhis y Taylor, depende de si el hablante pertenece a un grupo sociocultural
dominante o subordinado y de si existe la posibilidad de que un cambio social pro­
voque realmente una mejora de la posición del grupo subordinado.13 El modo en que
se combinan estos factores e inciden sobre la elección de lenguas queda representa­
do en el cuadro 14.2.

11. «Explorations i n the social psychology of language choice», en J Fishman, Readings in the Sociology
o f Language, La Haya, Mouton, 1968, pp. 492-511.
12 «Tendencias del habla de la comunidad hispana de Albanv (Nueva York)». Lingüistica Española Ac-
mal. Vil (1985), pp. 251-276
13. «Toward a theorv of language in ethnic group relations», en H. Giles. Language, ethnicity and In-
lergroup Relations, Londres, Academic Press, 1977, pp. 307-349.
248 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUiSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

C 14.2. Adoptación de lo conducta lingüístico de los grupos dominantes y subordinados


u a d r o

dependiendo de la percepción de la posibilidad de un cambio social, según Giles, Bourhis


y Taylor (1977)

Respuesta
Percepción de cambio Grupo dominante Grupo subordinado

No se percibe posibilidad de cambio No convergencia Convergencia


Se percibe favorablemente Convergencia Divergencia
Se percibe desfavorablemente Divergencia

Según las circunstancias representadas en el cuadro, cuando no se percibe la po­


sibilidad de un cambio social dentro de una comunidad, el grupo dominante tiende a
reafirmarse en sus marcas sociolingüísticas, no siente la necesidad de aproximarse al
grupo subordinado (hacer uso de su lengua, su variedad o sus características) e in­
cluso admite la posibilidad de la convergencia por parte de éste, convergencia que,
por otro lado, es natural, dado que los usos más correctos y prestigiosos reciben ha­
bitualmente las actitudes favorables de toda la comunidad
Si se percibe la posibilidad de un cambio social y éste se valora favorablemente,
es posible pensar en una convergencia hacia la lengua o los usos del grupo subordi­
nado por parte del dominante, en un deseo de favorecer el propio cambio o de rea­
comodarse en posiciones más propicias; en tal caso, también es posible que el grupo
subordinado se reafirme en sus caracteres lingüísticos, procurando muchas veces
apartarse de los rasgos que se consideran propios del grupo dominante (divergencia).
Como ejemplo de esta circunstancia, Giles y sus colaboradores hablan del abandono,
por parte de los estudiantes de la clase media alta del Reino Unido en los primeros
años setenta, de la forma de hablar (también la forma de vestir y de actuar) de su gru­
po social y de la adopción de usos considerados más liberales. Fasold comenta que, si
la variedad lingüística subordinada se valorara como lengua, el grupo subordinado
podría aceptar o exigir su uso por parte del grupo dominante durante el proceso de
cambio social: esto ocurre en los momentos en que los movimientos nacionalistas son
más activos, por ejemplo, en Quebec, Canadá.14
Cuando se percibe la posibilidad de un cambio pero éste no se valora positiva­
mente, la actitud del grupo dominante puede ser de resistencia y, por tanto, de aleja­
miento o divergencia de los usos del grupo subordinado. En esa circunstancia no se­
ría probable que el grupo subordinado viera desfavorablemente la posibilidad de un
cambio social que podría suponer una mejora de su posición.
Por último, en lo que se refiere a los aspectos psicosociológicos de la elección de
lengua, merece la pena destacar que los diversos factores presentados —elección se­
gún la situación psicológica, según la actividad comunicativa, según la posibilidad de
percepción de cambios sociales— ni son los únicos que actúan ni tienen por qué ser
los más importantes en todos los casos: el lugar en que se produce la comunicación,
el tema tratado y los interlocutores también pueden ser decisivos. Framjois Grosjean
ha preparado una lista de los factores que tienen alguna capacidad de influencia so-

14. Sociolingüistica de la Sociedad, ob. cit., pp. 2S9-290.


LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 249

C uadro 14.3. Factores que influyen en la elección de lengua, según F, Grosjean (1982)

Participantes Situación
Dominio de la lengua Localización/contexto
Preferencias lingüísticas Presencia de monolingües
Estatus socioeconómico Grado de formalidad
Edad Grado de intimidad
Sexo
Ocupación Contenido del discurso
Educación Tema, asunto
Origen étnico Tipo de vocabulario
Historia
Tipo de relación Función de la interacción
Intimidad
Relación de poder Mejorar estatus
Actitud lingüística Crear distancia social
Influencias externas Excluir a alguien
Pedir u ordenar

bre la elección de lengua (cuadro 14.3).15 Esa relación, que no es exhaustiva, incluye
características de los participantes, de la situación, del contenido del discurso y de la
función de la interacción.
Todos estos factores influyen sobre la capacidad y las posibilidades de elección
de los individuos y construyen ante ellos unas rutas de decisión que normalmente se
representan en forma de árboles, llamados árboles de decisiones. Este recurso gráfico
ofrece una imagen clara de las posibilidades de elección y decisión que tienen ciertos
individuos, grupos o comunidades. R. Appel y P. Muysken, por ejemplo, han elabo­
rado un árbol de decisiones para la elección de lengua de los marroquíes residentes
en Holanda; en él se revelan como factores determinantes de las decisiones el origen

Hablante

Interlocutor no marroquí Interlocutor marroquí

Interlocutor bereber Interlocutor no bereber

Formal Informal Formal Informal

Neerlandés Bereber Bereber Árabe Árabe


(árabe) (francés) (marroquí)

Fio. 14.3. Modelo de árbol de decisiones para la elección lingüística de los marroquíes
residentes en Holanda, según R. Appel y P. Muysken (1987).

15. Life with Two Languages, Cambridge, Harvard University Press, 1982, p. 136.
250 P R I N C I P IO S D E S O C I O L I N G Ü Í S T I C A Y S O C I O L O G Í A D E L L E N G U A J E

del interlocutor y la formalidad de las situaciones.16 Así, cuando el interlocutor no es


marroquí, se elige el neerlandés, pero si es marroquí se tiene en cuenta si es de ori­
gen bereber o no; si el interlocutor es berebere se elige el berebere aunque en una si­
tuación formal también existe la posibilidad de elegir el árabe; si el interlocutor no es
bereber, se elige el árabe o el francés, en una situación formal, y, cuando la situación
no es formal, el árabe o la variedad marroquí (figura 14.3).
En otras situaciones sociolingüísticas son menos las lenguas disponibles y dife­
rentes los factores determinantes, En Paraguay, donde son el español y el guaraní las
lenguas elegidas, influye el hecho de que la comunicación se desarrolle en una co­
munidad rural o en una comunidad urbana, según el estudio realizado por Joan Ru­
bín, aunque también es importante el grado de formalidad e intimidad de las inte­
racciones:17 en un lugar rural se elige el guaraní; si no es rural, se elige el español,
cuando se trata de una situación de formalidad, mientras que en una situación infor­
mal e íntima, se elige el guaraní o la primera lengua aprendida.

Sustitución y mantenimiento de lenguas

[los romanos] a muchas naciones trocaron sus antiguos lenguajes


en la suya latina.
B e n it o A r ia s M o n ta n o , Carta al Duque de Alba, 1570

La sustitución o el mantenimiento de una lengua son consecuencia de la elección


que practican los hablantes. El mantenimiento de una lengua supone que una comu­
nidad ha decidido colectivamente utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradi­
cionalmente, especialmente en una situación en la que se ha podido producir un des­
plazamiento o sustitución: consideremos lo ocurrido en algunas etapas de la historia
del catalán en España o del francés en Quebec (Canadá). El mantenimiento se ve fa­
vorecido por factores y realidades sociales de muy diversa clase, que se pueden agru­
par en torno a tres conceptos: estatus, demografía y apoyo de las instituciones; cuan­
to mejor sea el estatus de una lengua, cuantos más hablantes tenga y cuanto mayor
sea el apoyo institucional recibido, más posibilidades habrá de que se mantenga. En
el momento en que una comunidad comienza a elegir una lengua en ámbitos o do­
minios en los que tradicionalmente se ha utilizado otra, comienza el desplazamiento
y la sustitución de lengua está en curso.
La sustitución de una lengua supone un abandono completo por parte de una
comunidad, en beneficio de otra lengua: cuando ha tenido lugar un cambio o una
sustitución, los miembros de la comunidad han elegido colectivamente una lengua
para las situaciones y los ámbitos en los que antes utilizaban otra. Al proceso que
puede culminar en una sustitución se le da el nombre de desplazamiento. Ese pro­
ceso supone una redistribución de las variedades de un repertorio lingüístico.18 Por
otro lado, para que pueda darse un proceso de cambio, se necesita que la comuni-

16 Bilingüismo y contacto de lenguas, Barcelona. Ariel. 1996. p. 44,


17. «Bilingual usage ¡n Paraguay», en J Fishman (ed ), Readings in the Sociotogy o f Language, La Haya,
Mouton, 196S, pp. 512-530,
18. Véase L, V Aracil, Papers de sociolingitística, Barcelona, La Magrana, 1982, pp. 115 y ss.
LA COEXISTENCIA DE LEÑOLAS Y SOCIEDADES 251

dad de habla sea bilingüe, siquiera de una forma parcial; con esto se quiere decir que
la comunidad debe incluir al menos una generación bilingüe, que hará posible que el
cambio se complete en la siguiente generación Algo similar ocurre con el manteni­
miento de una lengua, si bien este fenómeno suele producirse cuando la comunidad
es diglósica —en sentido amplio—. es decir, cuando reserva una lengua para unos
ámbitos o funciones más formales y una segunda lengua para ámbitos o funciones
menos formales
Las causas que favorecen los desplazamientos y sustituciones de lenguas pueden
ser muy diversas, pero merecen destacarse la emigración y la industrialización. En el
caso de los grupos emigrantes, es muy frecuente que, si llegan a lugares en los que no
es útil su lengua o donde existen grandes grupos hablantes de otra lengua, sustituyan
su lengua por la del lugar que los acoge y se asimilen a la nueva circunstancia: la si­
tuación de los hispanos en Estados Unidos es un buen ejemplo de ello. En ocasiones,
los grupos que acogen inmigrantes no son cuantitativamente muy importantes o lo
son mucho menos que la población recién llegada, pero, aun así, los inmigrantes pue­
den acabar asimilándose lingüísticamente a la lengua del grupo receptor, sobre todo
cuando éste ejerce el control político de la comunidad. Tal fue el caso de los italianos
en Argentina: en los primeros años del siglo xx, hubo un gran debate en Argentina
sobre la posible declaración del italiano como lengua oficial, pero, a pesar de la im­
portancia del contingente humano de origen italiano, el cambio hacia el español se
unlversalizó.19
En otro plano, la industrialización y los cambios económicos llevan ligada una se­
rie de nuevas situaciones que también favorecen las sustituciones de lengua: los pro­
cesos de urbanización favorecen el desplazamiento hacia una lengua más prestigiosa,
la lengua de las nuevas realidades, de los nuevos tiempos; sirva como ejemplo el cam­
bio hacia el alemán conocido en la localidad austríaca de Oberwart, de tradición hun-
garohablante.

Lealtad y deslealtad lingüísticas

Harto es enemigo de sí quien estima más la lengua del otro que


la suya propia,
C r is t ó b a l de V illalón, El Scholastico, siglo xvi

Cuando los contactos entre grupos y lenguas diferentes —generalmente en si­


tuaciones de bilingüismo o de diglosia— están en condiciones de provocar la sustitu­
ción de una lengua, puede aparecer el fenómeno denominado lealtad lingüística, mo­
tor en muchas ocasiones del mantenimiento de las lenguas.20 En realidad, la lealtad,
que tiene como fondo un sentimiento de afecto o de emoción hacia lo que se ha
aprendido en la primera etapa de la vida, se puede detectar prácticamente en cual­
quier hablante de cualquier lengua; la sociología*del lenguaje, sin embargo, reserva el
término para aquellas situaciones en las que, dándose la posibilidad de un cambio, se
opta por el mantenimiento.

19 Mutatis tmttandis también fue el caso de los normandos en Inglaterra.


20. Véase J„ Fishman, Langitage loyalty in lite United States. La Haya, Mouton, 1966.
252 P R I N C I P IO S D E S O C l O L I N G L ’iS I IC'A Y S O C I O L O G Í A D E L L E N G U A J E

Según Uriel Weinreich, la lealtad lingüística es un fenómeno que corresponde en


el campo del lenguaje a lo que corresponde el nacionalismo en el terreno de la na­
cionalidad, y la def ine así:

Toda lengua, como toda nacionalidad, puede ser considerada como un conjunto de
normas de comportamiento; la lealtad lingüistica, como el nacionalismo, designa el
estado mental en que la lengua (como la nacionalidad), en su calidad de entidad
intacta y en contraposición a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la es­
cala de valores, posición que necesita ser «defendida».21

La lealtad lingüística surge como reacción ante una posible sustitución de lengua;
esa reacción lleva a los individuos a conservar la lengua amenazada y a convertirla en
un símbolo social, en una auténtica «causa». Por eso Weinreich piensa en este fenó­
meno como un principio, de contenido variable según la comunidad, que hace que los
individuos se resistan de modo consciente y activo a los cambios de funciones de su
lengua y a las modificaciones de sus caracteres lingüísticos por influencia de otra len­
gua, Por eso los «leales» a menudo son excepcionalmente puristas en sus actitudes lin­
güísticas y conceden una especial trascendencia a todo lo relacionado con la estanda­
rización y regulación de su lengua,
Es preciso añadir, no obstante, que, pese al paralelismo que puede establecerse
entre lealtad y nacionalismo, estamos ante factores que no siempre corren parejos, ni
tienen por qué orientarse hacia unos mismos objetivos, ni sociales ni lingüísticos.. En
hablantes de muchas lenguas minoritarias es posible encontrar un profundo senti­
miento de lealtad lingüística, una reacción vehemente contra las amenazas que pue­
den afectar a su lengua, sin que ello vaya acompañado de ningún deseo de recono­
cimiento político, de independencia, de articulación de organizaciones propias o de
extensión de sus peculiaridades a territorios vecinos, objetivos éstos de muchos mo­
vimientos nacionalistas. Weinreich pone como ejemplo de ello el caso de los retorro­
manos y los suizos italianos, en los que no se alberga un aspiración de independencia
política, y del movimiento «yidista» del este de Europa después de la Primera Gue­
rra Mundial, que concentró sus actividades en un programa lingüístico sobre el yidis
(judeo-alemán).
Desde otra perspectiva, las situaciones de bilingüismo, o de diglosia, en las que
aparece la lealtad lingüística, a menudo no se caracterizan por la presencia de tan sólo
dos grupos sociolingüísticos (hablantes de lengua mayoritaria y hablantes de lengua
minoritaria o amenazada), sino que incluyen también subgrupos que complican el pa­
norama, convirtiéndolo en una situación de conflicto lingüístico. Uno de los grupos
que puede encontrarse es el de los hablantes que tienen como lengua materna la len­
gua minoritaria y que optan por cambiar y utilizar en todo ámbito y para toda fun­
ción la lengua mayoritaria; en este caso podría hablarse, según ha apuntado Grego­
rio Salvador, de deslealtad lingüística, si bien la bibliografía sociológica se refiere a
ello simplemente como sustitución o cambio de lengua, tal vez porque un cambio así,
por sí mismo y de forma objetiva, no tiene por qué ser valorado negativamente.
Otro posible subgrupo es el de los hablantes que tienen la lengua mayoritaria
como lengua materna, que incluso pueden desconocer la lengua minoritaria y que re-

21. Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974, pp. 209-210,
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 253

niegan de su propia lengua o de su uso en un deseo de aproximarse a los sentimien­


tos y actitudes de los que son leales a su lengua (la minoritaria) y hacen ostentación
de ello: estaríamos, para Gregorio Salvador, ante otro tipo de deslealtad lingüística, la
del monolingüe que obedece más a una presión externa que a un sentimiento indivi­
dual y natural.22

Consecuencias de la sustitución de lenguas:


deterioro y mortandad

La sustitución de una lengua por otra supone, de modo indefectible, que la len­
gua abandonada —no mantenida— se deteriore, se olvide o se extinga. Cuando una
lengua se deteriora se produce un empobrecimiento de sus componentes y una pau­
latina restricción de sus funciones sociolingüísticas.23 Carmen Silva-Corvalán ha
señalado, a propósito del deterioro en el uso de una lengua, que existen algunos fe­
nómenos y situaciones —la adquisición de segundas lenguas, la pidginización o la
criollización, el aprendizaje de lenguas extranjeras o el cambio de lengua— que dan
lugar a que en esa lengua aparezcan rasgos que responden a un proceso de simplifi­
cación y que provocan que otros rasgos se pierdan:24 habitualmente la simplificación
y la pérdida de ciertas unidades suponen un aumento de la complejidad semántica de
las unidades que no se ven afectadas. El deterioro también lleva a la pérdida de re­
cursos en el uso del léxico y a la intensificación del proceso de relexificación o reem­
plazo de palabras de la lengua debilitada por palabras de la lengua hacia la que se
está produciendo el desplazamiento.
La muerte o la extinción de una lengua se produce cuando una comunidad susti­
tuye totalmente una lengua por otra diferente, generalmente después de haber sufri­
do un proceso de deterioro (simplificación, empobrecimiento, restricción).25 Hay que
distinguir, sin embargo, entre la muerte de una lengua en una comunidad cuando no
se usa en otros lugares y la muerte, en una comunidad, de una lengua que sigue ha­
blándose en otros sitios: la desaparición del húngaro en ciertas comunidades no ha su­
puesto la desaparición completa de la lengua puesto que sigue siendo la lengua de
Hungría; el cambio del español por el inglés en Filipinas no está suponiendo un aban­
dono total del español puesto que son muchos los millones de hablantes de varios
continentes que lo siguen teniendo como primera lengua.
Frente a estos casos, estarían las lenguas que prácticamente cuentan con certifi­
cado de defunción. Eso está ocurriendo con muchas lenguas indígenas de México, que
se van extinguiendo conforme van muriendo sus escasos hablantes,26 y eso le ha ocu­
rrido a lenguas como el dálmata, desaparecida en 1898 con su último hablante (Tuo-
ne Udaina Burbur), o como el cómico (en Inglaterra), cuya última hablante murió en
1777; se llamaba Dorothy Pentreath.

22. «Sobre la deslealtad lingüística», Lingüistica Española Actual, V (19S3), pp. 173-17S.
23 El uso de una variedad empobrecida también recibe el nombre de semilingiiismo
24 Language contad and changa. Spanish in Los Angeles. Oxford, Clarendon Press, 1994,
25. Véase W. Dressler y R. Wodak Leodotter (eds), Language death, Linguistics, 19, 1, 1977.
26. Véase A R Taylor (ed.), Language Obsolescence, SUj't, and Death in Severa! Native American Com-
numities, International Journal o fth e Sociology o f Language, 93, 1992. Véase también N C Dorian, Langua­
ge death lite Ufe cycle o f a Scottish Gaelic dialect, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 19S1
254 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGU1ST1CA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

De todos modos, el deterioro lingüístico y sociolingüístico de una lengua es un


proceso largo y penoso que no culmina en muerte con facilidad porque no es senci­
llo hacer desaparecer una lengua cuando hay alguien que la quiere hablar: los es­
fuerzos del gobierno de la Francia del siglo xvm por hacer desaparecer los dialectos
no vieron satisfechos todos sus objetivos. Aun así, las muertes se dan; como se dan
las «resurrecciones». En este siglo han surgido movimientos de personas deseosas de
revivir el uso del cómico, aunque el caso más notorio de revitalización es, probable­
mente, el de la lengua hebrea, que goza del privilegio de la oficialidad en Israel. Es­
tas «resurrecciones» sólo son posibles si se llevan a la práctica proyectos serios de pla­
nificación y de política lingüísticas.

Reflexiones y ejercicios

1. Describa y comente la situación lingüística de los grupos de inmigrantes, de


lengua diferente de la suya, más próximos a su comunidad. ¿Qué lenguas usan? ¿En
qué circunstancias? ¿Están experimentando un desplazamiento o una sustitución de
lengua? ¿Mantienen su lengua en algunos ámbitos?

2. Recoja información sobre algunas comunidades bilingües y elabore los árbo­


les de decisión lingüística correspondientes a algunos grupos sociales. Para la situa­
ción de los hispanos en Estados Unidos puede consultar el libro de Arnulfo Ramírez,
El español de los Estados Unidos. El lenguaje de los hispanos (Madrid, Mapire, 1992).

3. ¿Cree usted que la introducción de préstamos admite ser interpretada como


una señal de que la lengua receptora puede llegar a desaparecer? ¿Considera que las
posiciones puristas tienen un efecto beneficioso para las lenguas?

4. Lea el trabajo de Manuel Alvar titulado «Lengua, dialecto y otras cuestiones


conexas» (se puede leer en Lingüística española actual, I (1979), pp. 5-29 y en La len­
gua como libertad, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1983, pp. 66-88). ¿Conside­
ra que la eliminación de los dialectos de cualquier lengua contribuye a reforzar la uni­
dad de esa lengua y del pueblo que la habla? ¿Piensa que determinadas decisiones
políticas pueden llevar al abandono absoluto de una lengua o de un dialecto?

Orientaciones bibliográficas

Se puede encontrar una completa y adecuada introducción a los fenómenos de


elección, sustitución y mantenimiento de lenguas en los manuales de R. Appel y
P. Muysken (Bilingüismo y lenguas en contacto, Barcelona, Ariel, 1996, capítulos 3
y 4) y de R. Fasold (La sociolingiiística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996, capítulos
7 y 8). La situación del español en el mundo, especialmente en aquellas áreas en las
que coexiste con otra u otras lenguas, puede conocerse a través del libro de Antonio
Quilis, La lengua española en cuatro mundos (Madrid, Mapire, 1992).
Para el concepto de lealtad lingüística, véase el capítulo 4 de la obra de U. Wein-
reich, Lenguas en contacto (Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974). Acer-
L A C O EX IST EN C IA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 255

ca del deterioro y la muerte de las lenguas, se recomienda la lectura del epígrafe que
se dedica a la mortandad lingüística en el libro de H. López Morales, Sociolingüísti-
ca (2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 175 y 181) y en el manual de Y. Lastra, Socio-
lingüística para hispanoamericanos (México, El Colegio de México, 1992, pp. 363-
370).
C a p ít u l o 15

LENGUAS EN CONTACTO

Consecuencias lingüísticas del contacto de lenguas

Muchas veces he pensado la excellencia que tiene la lengua cas­


tellana, entre otras lenguas, tanto que en toda parte es entendi­
da, y aun hablada; y es por ser graciosa, y autorizada de syllabas
en las dicciones, y por tener mezcla de muchas lenguas. Y hanse
descuidado los castellanos dexando perder los propios, y natura­
les vocablos, tomando los estraños.
R a f a e l M a r t í n d e V i c i a n a , Libro de alabanzas de las
lenguas hebrea, griega, latina, castellana y valenciana, 1765

La coexistencia de sociedades y de lenguas da lugar a fenómenos que afectan a


todos los niveles lingüísticos, desde los más superficiales a los más profundos. Este
hecho, por tanto, viene a constituirse en fuente de variación y de cambio, junto a los
factores lingüísticos internos (la propia dinámica de la lengua) y a los factores extra-
lingüísticos (sociedad, contexto). La historia es testigo de las influencias ejercidas por
unas lenguas sobre otras, influencias que contribuyen de modo decisivo a darle a cada
una su particular fisonomía: toda lengua puede exhibir la huella dejada por la coexis­
tencia con otras variedades; las lenguas «puras» sencillamente no existen.1
Se habla de situaciones de lenguas en contacto cuando lo establecen dos o más
lenguas cualesquiera en una situación cualquiera. Estamos, pues, ante un concepto
amplio, tal vez demasiado amplio, en el que caben situaciones muy diversas, desde las
comunidades bilingües hasta los contextos de enseñanza-aprendizaje de lenguas ex­
tranjeras, pasando por las fronteras territoriales. En esas situaciones surgen, ya se ha
dicho, fenómenos lingüísticos que afectan a todos los niveles de la lengua y que pue­
den ordenarse como se muestra en el cuadro 15.1.
La clasificación de estos fenómenos en tres grupos no significa que estemos ante
categorías excluyentes: en un situación de cambio de códigos también pueden darse
calcos, como existen convergencias en las variedades fronterizas; esos tipos sencilla­
mente distinguen unas causas de sus consecuencias o efectos específicos. Los fenó-

1. Sobre los cambios lingüísticos que tienen su origen en situaciones de lenguas en contacto, tanto cuan­
do se da el mantenimiento de una lengua como cuando se da desplazamiento de lengua, véase S. G. Thoma-
son y T. Kaufman, Language Contad, Creolization, and Genetic Linguistics, Berkeley, University of Califor­
nia Press, 19SS, pp. 35-64,
258 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGU1STICA Y S O C IO LO G IA D E L LENGUAJE

C uadro 15.1. Fenómenos derivados del contacto d e lenguas

a) Fenómenos derivados del contacto de sistemas:


— Interferencia
— Convergencia
— Préstamo
— Calco

b) Fenómenos derivados del uso de varias lenguas:


— Elección de lengua
— Sustitución de lengua
— Cambio de código (alternancia de lenguas)
— Mezcla de códigos (amalgama)

c) Variedades derivadas del contacto de lenguas:


— Lenguas pidgin o sabires
— Lenguas criollas
— Variedades de frontera o de transición*1234

menos aquí recogidos constituyen el objeto de mayor interés para la lingüística, entre
aquellos que se producen en una situación de bilingüismo o de lenguas en contacto;
dicho de otra forma, si el mantenimiento o la sustitución de lenguas, si la diglosia o
la planificación, incumben directamente a la sociología del lenguaje —y a otras disci­
plinas, como la política o la psicología—, el estudio de las lenguas criollas, la forma
en que se producen los calcos o en que se integran los préstamos afecta directamen­
te a la lingüística. Por esta razón, algunos manuales de sociolingüística, elaborados
desde planteamientos lingüísticos, que optan por dejar a un lado la faceta más pura­
mente sociológica del contacto de lenguas, no renuncian a tratar de forma minuciosa
las consecuencias lingüísticas de ese contacto, del bilingüismo.
Los fenómenos lingüísticos que nos van a interesar en este capítulo (tipos a y b:
interferencia, convergencia, préstamo, calco, alternancia y mezcla de lenguas) se dis­
tinguen por la concurrencia de los siguientes rasgos:

1) Son fenómenos derivados de situaciones de lenguas en contacto, es decir, de


situaciones en las que existe bilingüismo o multilingüismo, en cualquiera de sus ma­
nifestaciones.
2) Son fenómenos que, exceptuando algunos casos, suelen darse en individuos
bilingües; en otras palabras, aunque el contacto entre lenguas se dé en una comuni­
dad o entre dos comunidades, nos van a interesar especialmente los fenómenos que
tienen su lugar de contacto en los individuos bilingües.
3) Son fenómenos que suelen provocar cambios lingüísticos, a veces muy im­
portantes.
4) No son fenómenos lingüísticos de origen endógeno, sino exógeno; es decir,
no nacen de causas internas del sistema, sino del contacto de unos sistemas con otros.
La aproximación de dos sistemas diferentes, la difusión de los cambios, etc., depen­
den de factores sociales (constricciones sociales): actitudes de los hablantes, actitudes
de la comunidad, prestigio y estigma, dominios de cada lengua, características de las
situaciones comunicativas; ahora bien, las consecuencias lingüísticas de los contactos
tienen que ver con hechos estrictamente lingüísticos.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 259

5) Las consecuencias lingüísticas del contacto pueden observarse en todos los


niveles lingüísticos, incluidos los supraoracionales.
6) Las consecuencias del contacto lingüístico pueden ser transitorias o perma­
nentes. Algunos fenómenos pasan a formar parte de un sistema, de modo que, a par­
tir de cierto momento, es posible encontrarlos en hablantes monolingües.2

Los conceptos de sustrato, superestrato y adstrato

El estudio de las consecuencias del contacto lingüístico ocupa a un buen núme­


ro de investigadores procedentes, en una parte notable, de la sociolingüística y de la
dialectología. Aunque los últimos cuarenta años han sido decisivos para el entendi­
miento de los fenómenos implicados en esas situaciones, existe una larga tradición lin­
güística que ha servido de base sólida a las aportaciones más innovadoras y que me­
rece la pena conocer.
A lo largo del siglo xix y de la primera mitad del xx, se elaboró una serie de con­
ceptos que siguen siendo útiles para numerosas especialidades, como la lingüística his­
tórica o la dialectología general. Nos referimos a las nociones de sustrato, superestra­
to y adstrato. August Schleicher y Graziadio I. Ascoli usaron el término substratum
para designar el influjo de una lengua perdida sobre otra que se ha impuesto; se tra­
ta de situaciones en las que la posibilidad o la obligatoriedad de elección llevan al
abandono de la lengua propia y a su sustitución por otra lengua: en el proceso de sus­
titución, la antigua lengua influye o deja su huella sobre la nueva. Ejemplos de este
fenómeno serían las hablas celtas e ibéricas de la península ibérica, sustratos de la len­
gua española, y las hablas celtas del territorio correspondiente a la actual Francia, sus­
trato del galorroinánico. El influjo del sustrato ha servido para explicar la pérdida de
la F- inicial en español o la palatalización del grupo latino -cr-. El concepto ha dado
lugar a numerosas polémicas, pero lo cierto es que durante mucho tiempo se ha te­
nido como elemento clave en el estudio de la historia de la lengua.3
Junto al concepto de sustrato, Walter von Wartburg propuso en 1933 el de supe­
restrato, referido a un acción inversa: una lengua conquistadora no llega a sustituir a la
conquistada pero influye sobre ella y la traspasa de rasgos lingüísticos. Así, las inva­
siones germánicas no supusieron el abandono de las variedades romances de la penín­
sula ibérica, pero hicieron posible que su lengua influyera, en distintos niveles, sobre la
lengua de los invadidos: a este origen responde el sufijo -engo (abolengo, realengo) en
español o la incorporación de formas léxicas como álamo, guisa o guerra. La misma ac­
ción de superestrato explicaría las características «arabizadas» del mozárabe.4
Para completar la terminología, se acuñó el término adstrato, que hace referen­
cia al influjo recíproco entre dos lenguas vecinas o a la influencia que ejercen entre
sí dos lenguas que, habiendo convivido en un mismo territorio, luego viven en terri-

2, El español vive numerosas situaciones de contacto con otras lenguas en todo el mundo: son muy in­
teresantes los contactos con las demás lenguas de la península ibérica (catalán, gallego, vasco y portugués),
con el inglés en los Estados Unidos y con las lenguas indígenas americanas o africanas (Guinea).
3 , Véase de G. I. Ascoli, «Saggi ladini», Archivo Glottologico italiano, I (1873), pp. 1-556. Sobre el sus­
trato en la península ibérica, véase F H. Jungemann, La teoría del substrato y los dialectos hispano-romances
y gascones, Madrid, Gredos, 1955.
4. Véase Problemas y métodos de la lingüistica, Madrid, CSIC, 1949 (facs, 1991), p. 69 y ss.
260 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA T' SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

torios distintos.5 La interpenetración de español (castellano), catalán, gallego y vasco


a lo largo de la historia puede servir de ejemplo, así como la mutua influencia del es­
pañol y algunas lenguas indígenas (náhuatl, guaraní, quechua) en el continente ame­
ricano. En todos estos casos, no obstante, ha sido mayor el influjo ejercido por el es­
pañol sobre las otras lenguas que por las otras lenguas sobre el español.
Los conceptos de sustrato, superestrato y adstrato constituyen una tipología bási­
ca de situaciones de lenguas en contacto de las que se derivan todo tipo de interfe­
rencias, préstamos o calcos.

Las aportaciones de Uriel Weinreich

Los estudios del contacto de lenguas experimentaron un desarrollo muy notable


a partir de la publicación, en 1953, del libro Lenguas en contacto de Uriel Weinreich.6
Las ideas de Weinreich sobre el contacto lingüístico giran alrededor del concepto de
interferencia: los fenómenos de interferencia surgen en situaciones de bilingüismo
—situaciones de uso alternativo de dos lenguas— y se definen como desviaciones res­
pecto de las normas de cualquiera de las dos lenguas que ocurren en el habla de los
individuos bilingües como resultado de la familiaridad con más de una lengua. Las in­
terferencias son fenómenos del habla que afectan a las normas de cualquiera de las
dos lenguas en contacto.
El término interferencia implica un reajuste de patrones que resulta de la intro­
ducción de elementos extranjeros en los campos más estructurados de la lengua: la
mayor parte del sistema fonológico, una gran parte de la morfología y la sintaxis y
ciertas áreas del vocabulario. En los niveles menos estrictamente estructurados de una
lengua —partes de la sintaxis o el vocabulario de naturaleza incidental—, se podría
hablar más correctamente, según Weinreich, de préstamos.
En su libro Lenguas en contacto, Weinreich presta atención a los niveles fónico,
gramatical y léxico. En lo que se refiere al nivel fónico, cabe destacar la propuesta de
cuatro tipos básicos de interferencias, a las que Weinreich denominó subdiferenciación
de fonemas, superdiferenciación de fonemas, reinterpretación de las distinciones y sus­
titución de sonidos. Veamos brevemente en qué consiste cada una de estas interfe­
rencias.

— Subdiferenciación de fonemas. Consiste en confundir dos sonidos de la len­


gua B (lengua influida) cuyos equivalentes no se distinguen en la lengua A (lengua
influyente). Los ejemplos se multiplican en cualquier situación de contacto lingüísti­
co: confusión de vocales ld-l\l y lol-lul, por influencia del sistema árabe —de sólo tres
elementos, /i/-/a/-/u/—, en el español hablado en el norte de África (tinía ‘tenía’, Itir-
vir ‘hervir’, bechttela ‘habichuela’, bttrrego ‘borrego’);7 confusión de /p/ y lil en el es­
pañol de Filipinas (pilipino).8

5. Véase A. Alonso, «Substratum y superstratum», em Estudios lingüísticos. Temas espartóles, 3.” ed.,
Madrid, Gredos, 1974, pp. 259-271.
6. La Haya, Mouton. Trad. al español, Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezue­
la, 1974.
7. Véase «El español en Oran: notas históricas, dialectales y sociolingüísticas», Revista de Filología Es­
pañola, LXXII (1992), pp. 5-35.
8. Véase A. Quilis, La lengua española en cuatro mundos, Madrid, Mapire, 1992.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 261

— Superdiferenáación de fonemas. Se trata de la imposición de distinciones fo­


nológicas del sistema A sobre los sonidos del sistema B, en el que no son necesarias:
sirva como ejemplo la distinción de s sonora y sorda por influencia del catalán o del
francés ([dóz-o trés] [bezúyo]).
— Reinterpretación de fonemas. Consiste en distinguir fonemas en la lengua B
mediante rasgos que, en su sistema, sólo son redundantes, pero que en A son rele­
vantes. Weinreich maneja un ejemplo del suizo alemán: en esta lengua se distinguen
por su longitud íxJ e /i/, mientras que en retorrománico el mismo rasgo distingue /!:/
y l\¡. Se puede dar la circunstancia de que la longitud de la lll en la palabra suizoale-
mana /f íl:i/ ;muchos’ —fenómeno contextual, no fonológico, debido simplemente a su
aparición tras una vocal breve— sea reinterpretada por un rético como un rasgo dis­
tintivo, dado que en su lengua lo es; también es posible que no se dé ningún valor a
la longitud de la vocal alemana, dado que no es significativa en retorrománico. Del
mismo modo, podría ser considerado como reinterpretación un fenómeno que surge
en el contacto entre el finés y el español, en hablantes bilingües: en español se dis­
tingue una r vibrante simple y una vibrante múltiple (si hay dos o más vibraciones ya
es múltiple), frente al finés, que sólo dispone de uno de estos fonemas (vibrante múl­
tiple), aunque con dos variantes (una simple, con unas tres oclusiones, y otra larga o
geminada, con hasta siete oclusiones, que aparece en posición final); a menudo, cuan­
do un finlandés habla español, interpreta toda r inicial como Irl vibrante simple (para
él una vibrante con tres oclusiones es corta) y toda r final como vibrante múltiple,
dado que en finés siempre aparece una vibrante larga en posición final.
— Sustitución de fonemas, Se produce entre fonemas semejantes de A y B,
pero pronunciados de forma diferente. Existe sustitución, por ejemplo, al utilizar en
español [R] uvular en vez de la vibrante múltiple, por interferencia del francés.

La claridad y sencillez de esta clasificación no impiden que a veces pueda resul­


tar insuficiente porque hay situaciones en que las interferencias deben valorarse e in­
terpretarse en términos de frecuencia: los casos de subdiferenciación, superdiferencia­
ción, reinterpretación o sustitución no tienen por qué darse siempre, ni siquiera en un
mismo hablante; si un hablante de árabe confunde dos vocales al hablar español, eso
no quiere decir que lo haga siempre, en todo contexto lingüístico o extralingüístico.
Cuando, en estas circunstancias de variabilidad, la frecuencia de un fenómeno en la
lengua influida es mayor que en la lengua influyente, se habla de ultracorrección.
En el ámbito de la interferencia gramatical, Weinreich considera que las unidades
gramaticales están distribuidas a lo largo de dos ejes: uno representa los grados de
obligatoriedad de su aparición en la construcción lingüística y otro representa los gra­
dos de integración estructural y sintagmática de unas formas en otras, es decir, la ca­
pacidad de las unidades gramaticales para aparecer libres o unidas formalmente a otras
categorías. Partiendo de esta distinción elemental, las lenguas pueden interferirse en
los dos niveles de forma prácticamente ilimitada, tal vez porque las relaciones grama­
ticales pasan más inadvertidas para los hablantes nativos que otros fenómenos lingüís­
ticos. Es preciso señalar, sin embargo, que, frente a esta opinión, otros investigadores
sostienen que las unidades fónicas pasan más inadvertidas que las gramaticales.9

9. A.. Elizaincín, Dialectos en contacto. Español y portugués en España y América, Montevideo Arca
1992, p. 44
262 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

En cuanto a las interferencias léxicas, Weinreich es partidario de distinguir entre


ios procesos que afectan a las palabras simples y los que se dan en las palabras com­
puestas. En lo que se refiere a las palabras simples, el contacto puede producir la
transferencia cabal de una secuencia fonológica (las formas light, córner, bate, proce­
dentes del inglés) o bien la extensión del uso de una palabra de la lengua influida en
conformidad con el modelo de la lengua influyente (doméstico ‘nacional’, librería ‘bi­
blioteca’, por influencia del inglés domestic y library)}^ en este caso, el préstamo alo­
ja su carga semántica en un significante que ya existe en la lengua receptora.
En las palabras compuestas (y también en las oraciones) se identifican tres cla­
ses de interferencia. En un primer tipo, todos los elementos se transfieren, no como
una unidad, sino como un conjunto cuyas partes pueden ser analizadas e identifica­
das: por ejemplo, objetores conscientes se usa en el español de Tampa (Florida, Esta­
dos Unidos) por transferencia del inglés conscientious objectors. En segundo lugar,
puede ocurrir que los elementos se reproduzcan dando lugar a extensiones semánti­
cas, en lo que se conoce como calcos (reproducción de una forma determinada con
unas palabras nativas equivalentes): el inglés skycraper ha servido de modelo para su
reproducción en la palabra alemana Wolkenkratzer, en la francesa gratte-ciel o en la
española rascacielos. En tercer lugar, es posible encontrar interferencias léxicas en las
que se produce la transferencia de unos elementos y la reproducción de otros: esto
ocurre, por ejemplo, con la forma del español de Tampa pelota de fly, término del
béisbol procedente del inglés fly ball, en eí que pelota de sería el elemento transferi­
do y fly sería el elemento reproducido.
Entre las formas de interferencia llamadas calcos, Weinreich hace también una
subdivisión, en la que aparecen, como primer tipo, los calcos propiamente dichos,
donde el modelo se reproduce exactamente, elemento por elemento: en el portugués
usado en Norteamérica pueden encontrarse usos como estar dreito, con el significado
de ‘tener razón’, por influencia del inglés to be right. El segundo tipo, correspondien­
te a las transposiciones, consiste en que el compuesto que sirve de modelo es sola­
mente una base para la reproducción; la forma alemana Halb-insel se ha creado sobre
el modelo latino p a e n - in s u l a ‘casi-isla’ y el español rascacielos sobre la base inglesa
skycraper. El tercer y último tipo corresponde a las creaciones: se trata de neologis­
mos nacidos de la necesidad de igualar las designaciones que existen en la lengua con
la que se está en contacto. Estos neologismos suelen darse en el ámbito de las termi­
nologías, de la clase que sea: Escuela Alta, como equivalente en español del inglés
High School.
Esta clasificación de las interferencias léxicas, basada en una doble distinción
(palabra simple - palabra compuesta; transferencia - reproducción), presenta algunos
problemas que deben tenerse muy en cuenta: uno de ellos es la dificultad para fijar
el límite que separa la palabra simple de la compuesta; otro es la dificultad de distin­
guir dónde acaba la transferencia de unos elementos y dónde la reproducción.1011
Para concluir esta sucinta presentación de las ideas de Weinreich, es preciso su-

10. Weinreich habla de un tercer tipo de interferencia, más superficial: cambio en la forma de una pa­
labra por influencia de un cognado de la lengua influyente. Utiliza como ejemplo, poco convincente, el paso
a Uropa de la palabra española Europa, en Tatnpa (Florida, Estados Unidos).
11 Véase W. Mackey, «Interference, integration and the synchronic fallacy», Georgetown Universtty
Round Table on Languages and Linguislics 23, Washington, D .C , Georgetown University Press, 1970, pp. 195-
227.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 263

brayar la insistencia de este autor en que la mejor manera de estudiar las complica­
das relaciones de las interferencias, sean del tipo que sean, consiste en describirlas
desde un punto de vista cualitativo y cuantitativo, explicando sus características y ta­
bulando sus frecuencias.

Interferencia y convergencia

Desde el último tercio del siglo xx, los estudios sobre lenguas en contacto se han
intensificado de una forma notable, a la vez que han reorientado el tratamiento de los
fenómenos conocidos como interferencias. Para Weinreich, recordemos, las interfe­
rencias son desviaciones respecto de las normas de cualquiera de las dos lenguas que
entran en contacto, que suponen, por tanto, la influencia de una lengua sobre otra,
una influencia que viene a alterar el natural ser de las lenguas que coexisten.
Las interferencias, actualmente, son valoradas como algo elaborado y complejo
desde un punto de vista social y lingüístico, algo que convierte en poco apropiada la
concepción de Weinreich, dado que en ella hay una connotación negativa de «desvío
de la norma» que no se corresponde ni con la extensión ni con la intensidad del fe­
nómeno. Por eso, la sociolingüística actual está divulgando un concepto de interfe­
rencia que lleva implícita una nueva visión del comportamiento lingüístico de las co­
munidades bilingües, en las que los fenómenos derivados del contacto forman parte
de lo «habitual», de lo «natural», dentro de la complejidad sociolingüística.12
Una forma de evitar las connotaciones negativas que acarrea el término «inter­
ferencia», en su uso tradicional, es sustituirlo por otro, digamos, más neutro. En esta
línea y para el ámbito de la gramática, M. Clyne ha propuesto generalizar el término
y el concepto de «transferencia», que evitaría la connotación de agramaticalidad que
implica la noción de interferencia.13 Esta propuesta no es absolutamente novedosa
pues el mismo Weinreich ya hacía uso de tal denominación; sí es más novedoso, en
cambio, que pretenda sustituir al tradicional y profundamente arraigado concepto de
interferencia. Transferencia se definiría, por tanto, como la influencia que una lengua
ejerce sobre otra y, concretamente, como el uso, en una lengua B, de una rasgo ca­
racterístico de la lengua A. En el terreno de la gramática, las transferencias son, ló­
gicamente, de naturaleza gramatical y dan lugar a resultados agramaticales en la len­
gua B y a reestructuraciones de su sistema. Ahora bien, el hecho de que los resulta­
dos sean agramaticales no quiere decir que sean poco frecuentes o antinaturales; en
una situación de contacto las transferencias (interferencias) son tan esperables como
habituales. Valga como ejemplo el uso de una construcción partitiva habitual en ca­
talán e importada en el español de Cataluña: esta tarta es buena, pero he probado de
mejores; los hay de más rápidos, de coches.14
Por lo general, las transferencias afectan al orden de palabras, a las funciones sin-
táctico-semánticas, a la desaparición de categorías obligatorias y a la frecuencia de las

12. Véase S. Poplack, «Consequences linguistiques du contad de langues: un modéle d’analyse varia-
tionniste», Language et Sociéié, 43 (1988), pp. 23-48.
13. Transference and triggering, La Haya, Nijhoff, 1967
14. Este calco sintáctico es comentado por M. Casariovas Caíala. «Consecuencias de la interferencia lin­
güística en la morfosintaxis del español hablado en Lleida», Verba, 23 (1996), pp. 405-415. Véase también
Ll, Payrató, La interferéncia lingüística Comentaris y exempies calalá-castellñ, Barcelona, Curial, 1985.
264 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGDÍSTICA V SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

categorías que se manifiestan de un modo variable. Asimismo, el contacto entre len­


guas diferentes favorece que se produzcan simplificaciones de categorías gramatica­
les y de oposiciones léxicas (habituales en las situaciones de desplazamiento de len­
gua), que se generalicen modelos simplificados y que se desarrollen soluciones peri­
frásticas de muy diversos tipos.
Carmen Silva-Corvalán propone hablar de transferencia cuando se den uno o más
de los fenómenos que se señalan a continuación:

1) La sustitución de una forma de la lengua B por una forma de la lengua A o


la incorporación de una forma de A inexistente en B. Este fenómeno corresponde a
lo que tradicionalmente se ha llamado préstamo; Silva-Corvalán habla de transferen­
cia directa.
2) La incorporación del significado de una forma de la lengua A al de una for­
ma existente en la lengua B. Estaríamos también ante una transferencia directa.
3) El aumento de la frecuencia de una forma de B por corresponderse con una
forma categórica o mayoritaria en la lengua A. Se trataría de una transferencia indi­
recta.
4) Pérdida de una categoría o una forma de la lengua B que no existe en la len­
gua A. También estaríamos ante una transferencia indirecta (por ejemplo, la pérdida
de la marca de género en adjetivos del español hablado en Los Ángeles).15

A pesar de las críticas y reproches que ha recibido la tradicional noción de in­


terferencia, ello no ha supuesto el abandono de tal denominación, muy arraigada en­
tre especialistas y profanos, como ya se ha comentado. Sin embargo, la investigación
actual se reserva el término para describir fenómenos aislados, superficiales, que pue­
den ser impredecibles, involuntarios y, efectivamente, desviados de las normas de una
comunidad: es la situación de los estudiantes de una lengua extranjera, en los que
afloran las interferencias como consecuencia de su impericia, probablemente transi­
toria, en el uso de una nueva lengua.
Pero, actualmente, junto a los conceptos de «transferencia» y de «interferencia»
(este último redefinido), se habla también del fenómeno de la convergencia. El con­
cepto de «convergencia» se ha convertido en objeto preferente de los estudios sobre
las lenguas en contacto y se refiere principalmente a las transferencias de estructuras
gramaticales de una lengua a otra cuando el resultado de tal proceso no es agramati­
cal: consiste en una aproximación de determinados elementos de la gramática de la
lengua B a la gramática de la lengua A.16 La convergencia se diferencia del préstamo
en que aquí no se da una adaptación de los rasgos de la otra lengua, sino la genera­
lización o la intensificación de unos esquemas que ya existen en el sistema de la len­
gua receptora.17 Además, en el caso de la convergencia no es necesario que se trans­
fieran unidades formales, ni tampoco que se transfiera ningún elemento extraño: una
convergencia puede afectar, por ejemplo, al orden de palabras, aumentando la fre­
cuencia de un orden determinado, o puede consistir en seleccionar y favorecer una

15. Language Contad and Change. Spanish in Los Angeles, Oxford, Clarendon Press, 1994, pp. 4-5.
16. No obstante, también se puede hablar de convergencia para el nivel fonológico.
17. Véase A. Morales, Gramáticas en contacto. análisis sintácticos sobre el español de Puerto Rico, Ma­
drid, Playor, 19S6.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 265

serie de formas autóctonas que coincidan con las de la lengua influyente (por ejem­
plo, el uso de la pasiva en detrimento de la pasiva refleja, en español por influencia
del inglés).
Entre los casos de convergencia que se manejan para su ejemplificación destacan
los siguientes: la fusión producida entre dialectos indoeuropeos y drávidas del sur de
la India (urdu, marathi, telegú y canarés), dando lugar prácticamente a una sola gra­
mática y a un léxico común;1S la generalización del sujeto expreso en árabe por in­
fluencia del inglés; la desaparición de una categoría obligatoria,15 como el pronombre
personal enclítico que concuerda con un complemento en español (y que querían
pegar0 a los policías) por influencia del inglés; la universalización del uso de estar en
detrimento de ser por influencia del inglés en Los Ángeles, Estados Unidos (está
grande mi casa)1819
20 o la sustitución del infinitivo por una construcción de subjuntivo en
cuatro lenguas que entran en contacto en la península de los Balcanes, donde, para
expresar ‘quiero irme’, el albanés (díte te shkue), el búlgaro (ískam da otida), el ru­
mano (vean sa plec) y el griego (thelo na pao) utilizan expresiones equivalentes a
«quiero que yo me vaya».21
El estudio y la descripción de las convergencias gramaticales ofrece algunos pro­
blemas difíciles de solventar, como son las escasas y parciales descripciones gramati­
cales con las que contamos hasta ahora o la naturaleza variable y cambiante de todas
las lenguas; en estas condiciones es muy complicado determinar hasta qué punto dos
lenguas en contacto se están aproximando o están confundiendo ciertos elementos
gramaticales. Cuando los hablantes de una lengua B sustituyen ciertas estructuras de
su lengua por otras estructuras igualmente propias pero que coinciden con las de la
lengua A, a menudo no son conscientes de ello, dado, además, que el resultado no es
agramatical. Detectar la convergencia en tales casos y describir su nivel de desarrollo
es tarea harto dificultosa, cuando no imposible.

El préstamo léxico

M a r c io . E s t o e s v e r d a d , q u e n in g u n a le n g u a a y e n e l m u n ­
d o a la q u a l n o e s t u v ie s s e b ie n q u e le f u e s e n a ñ a d id o s a lg u n o s v o ­
c a b lo s , p e r o e l n e g o c io e s tá e n s a b e r si q u e r r ía d e s in tr o d u z ir e s ­
t o s p o r o r n a m e n to d e la le n g u a o p o r n e c e s s id a d q u e ten g a
d e llo s .
V aldés. P o r lo u n o y p o r lo o tr o .

Ju a n d e V a ld é s , Diálogo de la lengua, 1535

El préstamo léxico es uno de los aspectos más interesantes, y mejor conocidos,


de todos los que tienen relación con la transferencia de elementos de una lengua a
otra. La complejidad en el estudio del préstamo es pequeña cuando una palabra de

18. Véase D. Hymes (ed ..), Pidginization and creolizalion oflanguages, Cambridge, Cambridge Univer-
sity Press, 1971, pp, 151-167
19. Ejemplos manejados por H. López Morales, Sociolingüislica, 2.'1 ed , Madrid, Gredos, 1993, p. 165 ss.
20. Véase C. Silva-Corvalán, Sociolingüislica. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra, 1988, pp. 175-176 y
186-187.
21. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y conlaclo de lenguas, Barcelona, Ariel 1996, pp. 232-233.
266 PRINCIPIOS DE S O e iO L IN G U ÍS T IC A Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

una lengua A se incorpora plenamente, con su forma y su significado, a una lengua


B, sobre todo si designa un objeto o una realidad nuevos (importación): nueva cosa,
nuevo nombre. No resulta tan fácil de describir, sin embargo, cuando no se toma pres­
tado el signo como tal, sino sólo una de sus partes (por ejemplo, el significado), cuan­
do el préstamo ha comenzado a integrarse en la lengua receptora, cuando viene a
designar una realidad que ya cuenta con un término que la denomine o cuando se
trata de un préstamo que no es de uso común en toda la comunidad.22 Si la nueva pa­
labra reemplaza a otra de la lengua receptora, se habla de sustitución y las causas que
la provocan pueden ser muy variadas: entre otras, el mayor prestigio de la forma de
la lengua A, una mayor capacidad para llamar la atención o una mayor expresividad,
desde el punto de vista del hablante. Cuando el préstamo es utilizado por toda una
comunidad —o una parte de ella— se habla de préstamo estable; si es fruto de un uso
individual, se denomina préstamo espontáneo.
Einar Haugen ha propuesto una tipología del préstamo léxico que conviene co­
nocer.23 Distingue, en primer lugar, los préstamos puros o propiamente dichos (loan-
words), que consisten en la incorporación o importación de una forma de otra lengua
sin que ello suponga el desplazamiento de ningún elemento léxico de la lengua re­
ceptora (por ejemplo, hardware, desde el inglés). Además de los préstamos puros,
Haugen identifica un segundo tipo: los préstamos híbridos o mezclados (loanblend),
en los cuales, además de importarse un elemento léxico nuevo, se produce una susti­
tución morfémica parcial: por ejemplo, en español se utiliza la forma patear ‘golpear
para embocar la pelota’ en la terminología del deporte del golf; se trata de una for­
ma derivada del inglés to pat mediante un procedimiento gramatical del español. En
tercer lugar, Haugen habla de calcos (loanshifts) que implican la incorporación desde
la lengua A de un significado que se asocia a una forma ya existente en la lengua B.
Los calcos pueden dividirse en creaciones y extensiones: las extensiones, que serían los
préstamos semánticos, amplían el significado de una unidad léxica que ya existe en la
lengua B (jugar la guitarra < ix.jouer ‘tocar’; aplicación < ing. application ‘solicitud’;
asistente < assistant ‘ayudante’); las creaciones corresponden a translaciones nuevas en
la lengua (skycraper > rascacielos).
Cuando un préstamo se integra en una lengua, lo puede hacer de maneras di­
versas; manteniendo la fonética y la morfología de la lengua influyente, por norma,
lealtad, costumbre o descuido (por ejemplo, riz ‘arroz’, marché ‘mercado’ en el espa­
ñol del norte de África; compact disc, en el español general); manteniendo la morfo­
logía de la lengua influyente, pero adaptando su fonética a la de la receptora (por
ejemplo, lir ‘leer’, vacances ‘vacaciones’ en el español del norte de África; porcenta­
je, en el español general); o adaptando la morfología y la fonética a mecanismos de
expresión propios de la lengua receptora (por ejemplo, tichar < to teach ‘enseñar’;
chainear < to shine ‘brillar’, rufo < roof ‘techo’, en el español de los hispanos de Es­
tados Unidos; vagón, en el español general).24

22. Algunos estudios clasifican los préstamos según su proporción de uso en una comunidad. Es lo que
hace J. M. García a propósito de los anglicismos del español hablado en Gibraltar y, de forma secundaria, en
La Línea (Cádiz). Véase Materiales para el estudio del español en Gibraltar, Cádiz, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Cádiz, 19%.
23. The Norwegian Langnage in America, Filadelfia, The University of Pennsylvania Press, 1953.
24. Algunos estudios se han preocupado de analizar cómo se produce la asignación de género en las
adaptaciones de préstamos del inglés en el español (la troca < ing. truck ‘camión’; el chain < ing. chain ‘cade-
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 267

A la vez, en el estudio de la integración de los préstamos, son muy útiles los aná­
lisis cuantitativos sobre su uso y aceptación dentro de las comunidades de habla. Sha-
na Poplack distingue entre préstamos consolidados (loamvords) y préstamos en tran­
sición: los primeros están plenamente integrados y son difíciles de distinguir de las
unidades patrimoniales; los segundos están en proceso de difusión y muchas veces exi­
gen recurrir al diccionario de la lengua A para comprenderlos, haciendo uso de un
mecanismo similar al de la alternancia de lenguas o cambio de código.25
A propósito de los préstamos léxicos, también es importante atender a otros dos
aspectos de singular relevancia: uno tiene que ver con las condiciones en que se pro­
ducen los préstamos; el otro, con su interpretación teórica. Es evidente que las uni­
dades léxicas son elementos gramaticalmente independientes y que nada impide que
una de ellas pase a otra lengua cuando surge la necesidad o se dan las condiciones
oportunas. Sin embargo, no es menos cierto que las palabras están organizadas en sis­
temas y que su elección puede estar condicionada por factores contextúales y cultu­
rales; de hecho, se viene observando desde hace más de un siglo que los sustantivos
son las palabras que más frecuentemente se toman prestadas, mientras que el présta­
mo de partículas es muy escaso. Peter Muysken, sobre datos de los préstamos del es­
pañol en el quechua, ha establecido una jerarquía de frecuencias en el préstamo en­
cabezada por los sustantivos, que van seguidos, en este orden, por adjetivos, verbos,
preposiciones, conjunciones coordinantes, cuantificadores, determinantes, pronom­
bres libres, pronombres enclíticos y conjunciones subordinantes.26 Una jerarquía así
no quiere decir, sin embargo, que los sustantivos se presten con más facilidad en toda
circunstancia; es verdad que su valor referencial los convierte en objetos idóneos para
el préstamo, pero también es verdad que ciertos elementos discursivos (interjeccio­
nes, elementos cohesivos) pueden pasar a otras lenguas con suma facilidad.
Por otro lado, la interpretación teórica del préstamo obliga a relacionarlo con el
fenómeno de la alternancia de lenguas y a plantear preguntas como ésta: ¿hasta qué
punto es posible considerar el préstamo, no como una simple elección léxica, sino
como un auténtico cambio de código, por breve que sea? ¿Cambia el hablante de len­
gua en el momento preciso de incorporar el préstamo para volver inmediatamente
después a la primera, o no se cambia de lengua? El problema que encierran estas
preguntas no es tal si se trata de elementos léxicos adaptados o semiadaptados a la
lengua receptora: si ha habido una adaptación, parcial o total, difícilmente se podrá
sostener que se están alternando dos lenguas. Pero, ¿qué ocurre cuando no se ha pro­
ducido ningún tipo de adaptación, ni fonética ni morfológica? Lógicamente, si el ha­
blante echa mano de dos sistemas, estamos ante una alternancia y, si maneja un solo
sistema, se trata de un préstamo. La aporía queda, pues, sin salida.

na’). En ese proceso influye principalmente el sexo del referente, cuando lo tiene, y, en menor medida, la ana­
logía con palabras equivalentes de la lengua receptora. Véase S. Poplack y D. Sankoff, Borrowing: the syn-
clirony o f integraiion, Montreal, Centre de Recherches de Mathémathiques Appliquées, 1980.
25. «Variation theory and language contad: concepts, methods and data», en D. Preston (ed.), Ameri­
can dialect research: An anihotogy celebraling the lOOth anniversary o f American Dialect, Society, Amsterdam,
John Benjamins, 1993, pp 251-286.
26. «Halfway between Quechua and Spanish: the case for relexification», en A. Highfield y A. Valdman
(eds ), Historicity and variation in creóle studies, Ann Arbor, Karoma, 1981.
268 PRINCIPIOS DE SOC' IOLINGÜÍSTICA Y SOCI OLOGIA DEL LENGUAJ E

Alternancia y mezcla de lenguas

Psalmus
Domine, in furore tuo
ruégote que me condenes,
que en una carne nunc dúo.
según las penas, jam luo.
Ju a n del E n c in a . Égloga de
Plácida y Vitoriano

La alternancia de lenguas o cambio de código es un fenómeno muy extendido y


frecuente entre los hablantes y las comunidades bilingües.27 La alternancia consiste
en la yuxtaposición de oraciones o fragmentos de oraciones de lenguas diferentes en
el discurso de un mismo hablante; en este fenómeno, cada oración está regida por
las reglas morfológicas y sintácticas de la lengua correspondiente. En el momento en
que se produce un cambio de código estamos ante un fenómeno condicionado por
factores funcionales y pragmáticos (entorno, participantes, tema de conversación) y
para que se produzca tienen que cumplirse generalmente dos condiciones: en primer
lugar, que no se alternen o cambien unidades dependientes (esto es, morfemas de­
pendientes) y, en segundo lugar, que se dé en una situación de equivalencia, de tal
forma que el orden de los elementos que preceden y suceden al cambio ha de ser
gramatical en ambas lenguas. Cuando no se cumplen estos requisitos, estamos más
cerca de la mezcla de lenguas o códigos que de una alternancia propiamente dicha
(amalgama).
Uno de los textos con alternancia de lenguas más conocidos en la especialidad es
el que trata sobre el bofe, recogido por Shana Poplack:2S

But I used to eat the bofe, the brain. And then they stopped selling it because te­
nía, este, le encontraron que tenía worms. I used to make some bofe! Después yo
hacia uno d’esos concoctions: the garlic con cebolla, y hacía un mojo, y yo dejaba
que se curara eso for a couple of hours. Then you be drinking and eating that shit.
Wooh! It’s like eating anchovies when you’re drinking. Delicious!

(Pero solía comer el bofe, los sesos. Y entonces dejaron de venderlo porque tenían,
este, le encontraron que tenía gusanos. ¡Qué bofe hacía yo! Después yo hacía una
de esas mezcolanzas: el ajo con cebolla, y hacía un mojo, y yo dejaba que se cura­
ra eso por un par de horas. Entonces uno come todo aquello. ¡Ay! Es como estar
comiendo anchoas mientras bebes. ¡Delicioso!)

Otro ejemplo, de similares características, es el que recogió W. Labov de una ha­


blante puertorriqueña de Nueva York:25

27. Véase L. Milroy y P. Muysken (eds.), One speaker, uvo languages, Cambridge, Cambridge Univer-
sity Press, 1995. También S.. Romaine, Bilingualism, Oxford, Blackwell, 19S9
2S Véase, por ejemplo, «Lenguas en contacto», en H López Morales (coord ), /nlroducción a la lin­
güística actual, Madrid, Playor, 1983, p. 192.
29 «The notion of ‘System’ in Creóle Studies», en D. Hymes (e d ), Pidginization and creolization oflan-
gttages, Cambridge, Cambridge University Press, 1971, p. 457.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 269

Por eso cada, you know, it’s nothing to be proud of, porque yo no estoy proud of
it, as a matter of fact I hate it, pero viene viernes y sábado, yo estoy, tu me ves asi
a mí, sola with a, aquí sólita, a veces que Frankie me deja, you konw, a stick or so-
mething, quizás Jady no sabe y yo estoy así, viendo televisión, but I rather, y cuan­
do estoy con gente yo me... borracha porque me siento más, happy, más free, you
know, pero si yo estoy con mucha gente, yo no estoy, you know, high, more or less,
I couldn’t get along with anybody.

(Por eso cada, ya sabes, no hay por qué estar orgulloso, porque yo no estoy orgu-
Uosa de eso, en realidad lo odio, pero viene viernes y sábado, yo estoy, tú me ves
así a mí, sola con un, aquí sólita, a veces que Frankie me deja, ya sabes, un palo o
algo, quizás Judy no sabe y yo estoy así, viendo televisión, pero yo, y cuando es­
toy con gente yo me... borracha porque me siento más, feliz, libre, ya sabes, pero
si yo estoy con mucha gente, yo no estoy, ya sabes colocada más o menos, yo no
podría ir con nadie.)

De las investigaciones realizadas sobre el contacto de lenguas se desprende que


existen varias clases de cambios de código. J. P. Blom y J. J. Gumperz, en un estudio
sobre dos variedades noruegas —el ranamál, variedad local, y el bokmál, noruego es­
tándar—, distinguieron dos clases de cambio de código: el cambio situacional, por el
cual una variedad se usa para tratar temas locales y la otra para hablar de temas ajenos
a lo local, y el cambio metafórico, que implica el uso de la variedad local para tratar te­
mas personales y el de la lengua «estándar» para el tratamiento de temas oficiales.30
Esta clasificación, basada como vemos en el asunto tratado en el discurso, resul­
ta excesivamente simple, por lo que también se han manejado otros criterios. Uno de
ellos consiste en atender al nivel lingüístico en que se produce la alternancia de len­
guas. Desde esta perspectiva se distingue entre cambios de «etiqueta», cambios ora­
cionales (o interoracionales) y cambios intraoracionales. Los cambios de «etiqueta»
(o muletillas) suelen ser interjecciones o elementos discursivos o expresivos que pue­
den aparecer en cualquier lugar (ejemplo de alternancia español-inglés en hispanos
de Estados Unidos):

[Ave María, which English!


(¡Ave María! ¡qué inglés!)

El cambio oracional alterna oraciones completas en una y otra lengua (ejemplo


de alternancia español-inglés en hispanos de Estados Unidos):

It’s on the radio. A mí se me olvida la señal. Pm gonna serve you another one,
right?
(Está en la radio. A mí se me olvida la estación. Voy a ponerte otra ¿vale?)

El cambio intraoracional consiste en cambiar de lengua dentro de una misma cláu­


sula u oración gramatical (ejemplo de alternancia español-inglés en hispanos de Esta­
dos Unidos y de alternancia portugués-japonés en japoneses residentes en Brasil):

30. «Social meaning in linguistic structure: code-switching in Norway», en J. J. Gumperz y D. Hymes


(eds.), Directions in Sociolingnistics, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1972, pp. 407-434.
270 PRINCIPIOS DE SOClOLINGüiSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

Si tú eres puertorriqueño, your íather's a Puerto Rican, you should at least, de vez
en cuando, you Know, hablar español.31
(Si tú eres puertorriqueño, tu padre es puertorriqueño, deberías al menos de vez
en cuando, sabes, hablar español.)

Nao, esse nao. Esse tem que vender mais caro. Kono caixa nomo oishiyo.32
(No, ése no. Ése se tiene que vender más caro. De esta caja también es bonita.)

A partir de esta tipología, Shana Poplack ofrece otra, complementaria de la pri­


mera, que atiende al modo en que se producen los cambios. Desde este punto de vis­
ta, se distinguen los cambios fluidos (smooth), los cambios señalizados y la inserción
de constituyentes. Los cambios fluidos son cambios intraoracionales que se dan en si­
tuaciones de equivalencia respetando siempre las fronteras sintácticas de ambas len­
guas; si las lenguas en contacto son S(ujeto) O(objeto) V(erbo) y SVO, el cambio no
se daría entre O y V, sino después de S. Los cambios señalizados (flagged), por su
parte, no están sometidos a constricciones sintácticas y suelen aparecer marcados en
el discurso por pausas, dudas, comentarios marginales, repeticiones y otros elemen­
tos: se pueden considerar auténticas interrupciones en el discurso.33

Mais je te gage par example que... excuse mon ungíais, mais les odds sont la.
(Pero apuesto a que, por ejemplo... perdona mi inglés, pero la oportunidad está
ahí.)

Por último, el cambio llamado inserción de constituyentes no se ajusta a constric­


ciones del orden de palabras: simplemente se inserta un elemento de una lengua en
otra en un momento adecuado. En este caso, como en el de los cambios señalizados,
no se respeta la condición de equivalencia.
Tomando como base la clasificación de Poplack, L. Dabéne y D. Moore propo­
nen una tipificación más minuciosa, a partir de su experiencia con diversos grupos in­
migrantes de Grenoble (Francia). Dentro de los cambios intraoracionales, distinguen
cambios entre actos de habla y cambios en el interior de un acto de habla, dando una
importancia al concepto de «acto» que no tiene en otras tipologías.34 Dentro de los
actos de habla, se pueden dar cambios de segmentos o de unidades; cuando se trata
de unidades, se pueden presentar dos clases de inserción: la inserción en que el ele­
mento de A es tratado sintácticamente como un elemento de B y la inserción de una

31. Véase S. Poplack, «Sometimes l’ll start a sentence in Spanish Y TERMINO EN ESPAÑOL: toward
a typology of code-switching», Linguistics, 1S (19S0), pp. 581-618. También S. Poplack y D. Sankoff, «Code-
Switching», en U. Aramon, N. Dittmar y K. Mauheier, Sociolinguistics, 2, Berlín, de Gruyter, 1988, pp. 1.174-
1 ISO.
32. T. Nawa, «Bilingüismo e mudanza de código: urna proposta de análise com os nipo-brasileiros resi­
dentes em Brasilia», en F. Tarallo (org.), Fotografías sociolingiiisticas. Campiñas, Pontes, 1989, pp. 199-215
33. «Consequences linguistiques du contact de langues: un modéle d’analyse variationniste», art cit.,
pp. 24-26.
34. Hay que tener en cuenta que, en la lengua hablada —donde tan frecuentes son las oraciones que
quedan incompletas—, puede ser complicado distinguir un cambio interoracional de un cambio intraoracio-
nal. Esto podría llevar a proponer una clasificación que prescindiera de los conceptos de «cláusula» o de «ora­
ción» y que partiera de una distinción básica entre los cambios que se producen dentro de un acto y entre ac­
tos de habla diferentes.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 271

Tipo de cambio de código

Inteioracional Intraoiacional

Entre actos de habla Dentro de acto de habla

Segmento Unidad

Inserción 1 Inserción 2

i-
Unidad léxica
“ l
Conector pragmático
I
Modificador
i
Adverbio Exclamación fática

Fio. 15.1. Tipo de cambio ríe código, según L. Dabéne y D. Moore (1995).

unidad de A sin tener en cuenta una función sintáctica determinada (generalmente


exclamaciones o interjecciones).35 Como se aprecia en la figura 15.1, las unidades del
primer tipo de inserción pueden ser elementos léxicos, conectores pragmáticos, mo­
dificadores, segmentos adverbiales; las unidades del segundo tipo de inserción son
elementos fáticos o expresivos.
Veamos algunos ejemplos de los tipos fijados por Dabéne y Moore:36

— Alternancia entre actos de habla:

(Diálogo madre-hijo)
Hijo. ¿Qué hiciste la comida?
Madre. Carne de cocido.
Hijo. Pero está rojo el caldo comment §a se fait?

En el segundo turno del hijo se produce un cambio de orientación en el discur­


so; afirmación (Pero está rojo el caldo) - pregunta (comment qa se fait?).

— Alternancia de segmentos dentro de acto de habla:

La semana próxima tengo cada vez de las doce a las dos y luego tengo que venir
otra vez, pendant au moins trois jours je fais ga. Avant, bien c’est vrai, avant non,
no existía eso en España.
(La semana próxima tengo cada vez de las doce a las dos y luego tengo que venir
otra vez, durante al menos tres días hago eso. Antes, es verdad, antes no, no exis­
tía eso en España.)

35. «Bilingual speech of migrant people», en L. Milroy y P. Muysken (eds), One speaker, two langaa-
ges, ob. cit., p. 35.
36. Ejemplos de emigrantes españoles en Grenoble, véase L. Dabéne y D„ Moore, art. cit., p 33.
272 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUISTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

— Alternancia de unidades, inserción 1:

Era bueno aquel gáteau.


(Era bueno aquel pastel.)

— Alternancia de unidades, inserción 2:

Les soeurs musulmanes se bailadera avec une chemise, wallah, c'est vrai!
(Las hermanas musulmanas van con una camisa, lo juro, es verdad.)

Volviendo a la comparación del préstamo y la alternancia de lenguas, Shana Po-


plack ha establecido un paralelismo entre ambos fenómenos que se representa en la
figura 15.2.
La figura 15.2 deja ver que, frente a lo que ocurre en la alternancia o cambio de
código, el préstamo admite la posibilidad de una gradación en lo que se refiere a su
espontaneidad y estabilidad. Por lo demás, el paralelismo entre cambio fluido (natu­
ral, adecuado) y préstamo estable se basa en su aceptabilidad e integración dentro de
los usos de la comunidad: un cambio fluido se acepta de forma legítima incluso den­
tro de una misma oración; un préstamo estable está difundido y aceptado dentro de
una comunidad, puede ser usado repetidamente por cualquier hablante y afecta, por
lo general, a un número limitado de unidades léxicas. En cuanto al cambio señaliza­
do y el préstamo espontáneo, pueden aparecer en cualquier momento del discurso, su­
ficientemente marcados, y pueden darse en lugar de cualquier unidad lingüística, si
bien el cambio señalizado aparece a menudo para expresiones especializadas.

Condiciones del cambio de código

Fijadas las características primarias de la alternancia de lenguas o de códigos es


obligado preguntarse por la razón de semejante fenómeno: ¿qué causas llevan a un
hablante y una comunidad a alternar las lenguas? Ante todo, hay que saber que la al-

Cambio (luido Cambio señalizado

Cambio de código
(no continuum)

Préstamo
(icontinuum)

Préstamo estable continuum Préstamo espontáneo


Morfológicamente integrado Morfológicamente integrado
Sintácticamente integrado Sintácticamente integrado
Fonológicamente integrado (Fonológicamente integrado)

FlG. 15.2. Caracterización de la alternancia de códigos frente al préstamo,


según S. Poplack (1988).
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 273

Bilingüe
hablando con

Monolingüe Bilingüe E le c c ió n
d e le n g u a

Usará Usará

Lengua 1 Lengua 2 Lengua 1 Lengua 2

Con cambio Sin cambio Con cambio Sin cambio C a m b io


de código de código de código de código d e c ó d ig o

Fio. 15.3. Elección de lengua y cambio de código en un hablante bilingüe,


según F. Grosjean (1982).

ternancia se da, no en los hablantes o grupos sociales que tienen problemas para do­
minar alguna lengua, sino todo lo contrario, en aquellos que han adquirido un domi­
nio suficiente de dos códigos, en los bilingües: en el primer caso, es más fácil que se
produzca una mezcla de códigos que una alternancia. Fran^ois Grosjean ha propues­
to un esquema que refleja cómo se puede producir la elección de lengua y el cambio
de código en el hablante bilingüe (figura 15.3).37
Este árbol de decisiones explica con claridad que la elección de lengua y el cam­
bio de código (alternancia de lenguas) son manifestaciones, si bien en niveles diferen­
tes, de un mismo proceso al que se le puede dar el nombre de elección lingüística.
Partiendo de una realidad de bilingüismo, las causas de la alternancia están re­
lacionadas con las particulares condiciones y circunstancias de los bilingües. Appel
y Muysken usan como fundamento para explicar los motivos del cambio de código
las funciones del lenguaje establecidas por Jakobson:38 la alternancia se puede dar
para favorecer la función referencial (de determinados temas sólo se habla en una
lengua y no en otra; ciertos objetos se designan con vocablos de una lengua y no de
otra), para favorecer la función conativa, implicando más directamente al oyente (en
este sentido, puede tener fines convergentes o divergentes, según la «teoría de la
acomodación del habla»); también se pueden alternar dos lenguas para favorecer
la función expresiva (modo de expresión de un grupo social determinado), la fun­
ción fática (al cambiar el turno se cambia la lengua), la metalingüística (por ejem­
plo, para resaltar las habilidades lingüísticas propias) o incluso la poética (hacer jue­
gos de palabras).
Además de estas causas, los sociolingüistas también dan una gran importancia al
peso que pueden tener las características sociales de los hablantes, desde la edad has­
ta su nivel sociocultural, los contextos en que se establecen las interacciones y los ras-

37. Life with Two Languages, Cambridge, Harvard University Press, 1982.
38. Véase también H. Baetens Beardsmore, Bilingualisrn: basic principies, Clevedon, Multilingual
Matters, 1986. En esta obra se habla de las siguientes funciones: de cita (estilo directo o indirecto), apelativa
(para dirigirse a un interlocutor entre varios posibles) de interjección, de reiteración, de énfasis y pragmática.
274 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE

gos sociales e individuales de los interlocutores:33 en algunas comunidades la alter­


nancia se da sobre todo en las generaciones jóvenes para la comunicación entre jó­
venes o entre los inmigrantes de segunda generación.3940

Reflexiones y ejercicios

1. Grabe una conversación en la que participen una o más personas que no do­
minen bien la lengua utilizada. Elabore una lista de las interferencias que encuentre
en esa conversación y descríbalas según los tipos explicados en este capítulo.
2. Considere las siguientes oraciones del español usado por hispanos en Esta­
dos Unidos (tomadas de C. Silva-Corvalán, Language Contact and Change: Sparúsh
in Los Angeles, Oxford, Clarendon Press, 1994; Sociolingiiística. Teoría y análisis, Ma­
drid, Alhambra, 1988):

a) Pepe me viene molestando por años.


b) Te cortaste tu dedo con el cuchillo que tenías en tu mano.
c) Y estaba caminando pa’ la casa y unos muchachos estaban atrás de mí.

Distinga y analice los posibles casos de transferencia o de convergencia de espa­


ñol e inglés.

3. ¿Qué opina de la interpretación del préstamo como una alternancia de len­


guas o cambio de código? ¿Piensa que realmente son dos los sistemas que alternan o
cree que sólo funciona un sistema al que se incorporan elementos léxicos? Busque al­
gunos ejemplos que ayuden a sostener cada una de estas hipótesis.

4. Relea el texto sobre el «bofe» incluido en este capítulo e identifique los ti­
pos de alternancia o cambio de lenguas que allí aparecen.

Orientaciones bibliográficas

En el terreno del contacto de lenguas es inexcusable la lectura del libro de


U. Weinreich, Lenguas en contacto (Caracas, Universidad Central de Venezuela,
1974) y de su estudio «Unilingüismo y multilingüismo», en El lenguaje y los grupos
humanos, Buenos Aires, Nueva Visión, 1976, pp. 81-115. También es recomendable

39. Véase M. Turell, «L’alternan?a de llengües i el préstec en una comunitat interétnica», en M. Turell
(ed.), La sociolingi'ustica de la variado, Barcelona, PPU, 1995, pp. 259-293.
40. Al lado de los avances experimentados en el ámbito conceptual o teórico de las lenguas en contac­
to, hay que resaltar finalmente aquellos que tienen que ver con el método de estudio, porque la cuantifica-
ción, sobre la que Weinreich tanto insistía, ha pasado a ocupar un lugar relevante, gracias, sobre todo, a la
aplicación de la estadística por parte de la sociolingiiística. Hoy día es posible calcular las probabilidades de
aparición de una transferencia, de un préstamo o de una alternancia de lenguas, valorando conjuntamente la
incidencia que sobre ellas tienen todos y cada uno de los factores lingüísticos y sociales implicados en el pro­
ceso. Véase S. Poplack, «Variation theory and language contact: concepts, methods and data», en D. Preston
(ed.), American dialecl research: An amhology ceiebrating tile lOOth armiversary o f American Dialect, Society,
art. cit.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 275

la lectura del capítulo que S. Poplack preparó para la obra coordinada por H. López
Morales, Introducción a la lingüística actual (Madrid, Playor, 1983, pp. 183-207); el ca­
pítulo lleva como título «Lenguas en contacto». Y a esta relación se puede añadir la
parte cuarta del libro de J. Vendryes, El lenguaje (México, UTHEA, 1979), con mu­
chos ejemplos y de fácil lectura.
Acerca de las interferencias y préstamos del francés y el inglés en el español,
véase el libro de A. Quilis et ai, Interferencias lingüísticas en el habla de los niños es­
pañoles emigrantes en Francia (Madrid, MEC, 1982) y el de A. Ramírez, El español
de los Estados Unidos. El lenguaje de los hispanos (Madrid, Mapire, 1992); este últi­
mo presenta algunos materiales de interés.
C a p ít u l o 16

LENGUAS PIDGIN Y LENGUAS CRIOLLAS

Lenguas francas, lenguas pidgin, lenguas criollas

Pero bien deueis sauer que la menos buena lengua es la mas mez­
clada.
F ernando de H errera , controversia sobre sus anotaciones
a las Obras de Garcilaso de la Vega, Sevilla, siglo xvi

Entre la clases de lenguas caracterizadas por Stewart, se incluyen dos que care­
cen de estandarización, autonomía e historicidad: las lenguas pidgin y las criollas', en
las primeras tampoco se aprecia vitalidad, pero en las segundas sí. Como apuntamos
en el capítulo dedicado a las variedades lingüísticas, las lenguas criollas y las lenguas
pidgin se deben a un desarrollo característico de ciertos tipos de contactos lingüísti­
cos y sociales, que dan lugar a soluciones lingüísticas en las que se combinan el vo­
cabulario de una lengua con la gramática de otra. Esos contactos obligan a encontrar
un sistema de comunicación común a personas que hablan lenguas diferentes e inin­
teligibles. Cuando no existen hablantes nativos de esa variedad mixta, estamos ante
lenguas pidgin o sabires; cuando el contacto se prolonga y estabiliza, expandiéndose
funcionalmente y dando lugar a una comunidad de habla, nacen las lenguas criollas.
Aunque algunos autores distinguen los pidgin de los sabires, sobre la base de que los
primeros son sistemas completos y los segundos sistemas con el léxico limitado a un
ámbito determinado, nosotros haremos un uso indistinto de ambos términos.
Esta sucinta presentación nos va a servir de punto de partida para caracterizar
más pormenorizadamente las variedades pidgin y criollas y para diferenciarlas de las
lenguas francas. Se define lengua franca (o lingua franca), en un sentido amplio, como
la variedad lingüística utilizada para la comunicación entre personas cuyas lenguas
maternas son diferentes. W. J. Samarin distingue cuatro tipos de variedades que se
ajustan a esta definición: las lenguas de comercio, usadas para todo tipo de transac­
ciones en determinados territorios (por ejemplo, el suahelí o swahili en Africa orien­
tal), las lenguas de contacto, que pueden encontrarse en numerosísimos lugares del
mundo,1 las lenguas internacionales y las lenguas auxiliares o artificiales, como el es-

1, A propósito de los contactos, hay que distinguir los que se producen en situaciones de frontera lin­
güística de los contactos que se derivan de la convivencia de dos lenguas en una comunidad o en un grupo de
hablantes Ejemplos de variedades de contacto del primer tipo (variedades de fromera) son el barranqneño.
278 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

peranto.2 Las lenguas internacionales se diferenciarían de otras lenguas francas por el


hecho de ser lenguas de cultura habladas en varios países cuyos habitantes disponen
de ella como lengua materna. En este sentido el concepto de lengua o lingua franca
está más relacionado con las funciones comunicativas que con las categorías de len­
guas: el inglés es una lengua internacional que puede servir de lengua franca entre
personas que no lo tienen como lengua materna; el español, siendo una lengua inter­
nacional, no suele funcionar como lengua franca o, al menos, no lo hace con la mis­
ma intensidad que el inglés, en Asia o África, o el francés, en África u Oceanía. Ejem­
plos notorios de lenguas francas ha habido muchos a lo largo de la historia: pensemos
en el latín, durante el Imperio romano y en épocas posteriores dentro de Europa, en
el sabir del Mediterráneo, desde la Edad Media hasta principios del siglo XX, o en el
árabe, durante la expansión del Islam.
Las lenguas pidgin podrían ser consideradas como lenguas francas de comercio,
desarrolladas, aunque de forma muy simple, con fines prácticos e inmediatos, nor­
malmente en relaciones comerciales o de esclavitud, por hablantes que no las tienen
como lenguas maternas ni disponen de otro tipo de lengua franca. Estas lenguas sur­
gen del contacto entre dos variedades de desigual prestigio o consideración social: la
lengua de mayor prestigio, llamada también superestrato (por ejemplo, las lenguas eu­
ropeas coloniales: inglés, francés, español, portugués, holandés) aporta normalmente
su vocabulario, mientras la lengua peor considerada socialmente, llamada también
lengua de sustrato (por ejemplo, lenguas indígenas), aporta su fonología y su gramá­
tica, aunque simplificadas. Sirvan como ejemplos de estas lenguas el pidgin inglés de
Asia y África o el pidgin sango de África occidental.3 Cuando el uso del pidgin se pro­
longa y estabiliza, dando lugar a una comunidad de habla y a hablantes que adquie­
ren la variedad como lengua materna, se convierte en una lengua criolla. Ejemplos de
criollo serían el papiamento de Curazao y el chabacano de Filipinas (derivados del es­
pañol), el criollo de Cabo Verde y el de Santo Tomé, en el golfo de Guinea (deriva-

en la frontera entre España y Portugal, el mirandés, en los límites de las hablas leonesas y portuguesas, el
aguavivano, variedad de probable origen mozárabe con elementos catalanes y aragoneses, el chapurréelo, en
la frontera entre Aragón y Cataluña, en el nordeste de Teruel, o el fronterizo, en la frontera entre Uruguay
y Brasil. Estas variedades pueden ser aprendidas desde la infancia en sus respectivas comunidades (no esta­
ríamos, por tanto, ante lenguas francas) si bien todas ellas se encuentran inmersas en un acusado retroceso
(véase M. Alvar, «Cuestiones de bilingüismo y diglosia en el español», en El castellano actual en las comuni­
dades bilingües de España, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48; J. P. Roña, El dialecto «fron­
terizo» de! Norte de Uruguay, Montevideo, Universidad de la República, 1965; A. Elizaincín, Dialectos en con­
tacto. Español y portugués en España y América, Montevideo, Arca, 1992; C de Azevedo Maia, «El miran­
dés» y M. A. Martín Zorraquino y M, R Fort, «La frontera catalano-aragonesa», ambos en M. Alvar (dir ),
Manual de dialectología hispánica. El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 159-170 y 293-304, res­
pectivamente; M„ Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de América, Barcelona, Ariel,
1996). Por otro lado, pueden servir como ejemplos del resultado de la convivencia de lenguas en una co­
munidad o en un grupo de hablantes de una comunidad los usos de lo que se conoce como fragnol (francés-
español), frangíais (francés-inglés, en Canadá), espanglish (español-inglés, en Estados Unidos), cocoliche (es-
pañol-italiano, en Buenos Aires, Argentina), el pocho (español-inglés, en el sudoeste de Estados Unidos), el
portuñol (portugués-español, en la frontera con Brasil), el tex-mex (español mejicano-inglés), la media lengua
(español-lengua indígena americana). Estos usos lingüísticos son muy irregulares e inestables, pero no deben
ser tratados como lenguas pidgin o criollas. Podría decirse que en tales casos estamos simplemente ante ma­
nifestaciones de mezclas lingüísticas.
2. «Lingua Francas of the World», en J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology ofLanguage, La Haya,
Mouton, 1968, p. 661.
3. Véase E. Ardener et ai, Multilingüismo y categoría social, Buenos Aires, Paidós, 1976,
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 279

dos del portugués), el criollo de Haití y de la Guyana Francesa (derivados del fran­
cés) o el criollo jamaicano o el tok pisin, de Nueva Guinea (derivados del inglés).
Los rasgos que dan personalidad a las lenguas criollas, al margen de su origen,
son la coincidencia entre ellas de ciertos elementos lingüísticos, la relativa simplicidad
de su gramática y su fonología, frente a las de otras lenguas naturales, y la presencia
de elementos que son fruto de la mezcla lingüística. No obstante, estos caracteres de­
ben ser relativizados, dado que no se presentan con la misma intensidad en todos los
criollos y dado que hay lenguas, de las que no son consideradas como criollas, que
exhiben un mayor grado de simplicidad y mezcolanza que muchos auténticos criollos;
al fin y al cabo, todas las lenguas naturales han experimentado procesos de mezcla y
de simplificación a lo largo de su historia, aunque no se puede afirmar por ello que
todas las lenguas sean criollas, ni mucho menos.
Desde un punto de vista social, R. Hudson ha señalado que las lenguas criollas
son más interesantes que las pidgin por tres razones. En primer lugar, porque hay más
hablantes de lenguas criollas que de pidgin (entre 10 y 17 millones de hablantes de
criollo; entre 6 y 12 millones de hablantes de algún pidgin); en segundo lugar, porque
la mayoría de las lenguas criollas son habladas por descendientes de esclavos africa­
nos, para quienes el instrumento lingüístico es también una seña de identidad; en ter­
cer lugar, porque hay minorías inmigrantes, en países en los que se habla la lengua
que ha servido de superestrato al criollo, que tienen graves problemas sociales y edu­
cativos puesto que su variedad es considerada como un mal uso de la lengua domi­
nante y puesto que muchas veces no cuenta ni con los más elementales instrumentos
de «estandarización» ni, por supuesto, con ningún tipo de prestigio dentro de la co­
munidad receptora.4

Los procesos de pidginización y de criollización

Cuando dos lenguas entran en contacto, es posible que una de ellas —la más
prestigiosa, la de mayor peso— se imponga sobre la de menor peso, dando lugar a un
desplazamiento y una sustitución de lengua, como se ha comentado en otro capítulo:
durante un tiempo habrá individuos bilingües que harán posible el cambio. Sin em­
bargo, cuando estas lenguas entran en contacto con fines comerciales —a menudo un
comercio desigual y generalmente en lugares idóneos para estas transacciones (las
costas de Asia, África y América)— o en otro tipo de situaciones típicamente colo­
niales (traslados de población para su explotación laboral; esclavitud), cuando los ha­
blantes no pueden acceder a un modelo de la lengua dominante por no tener sufi­
ciente trato con el grupo más poderoso,5 puede surgir una solución de compromiso,
una lengua pidgin, muy especialmente si las lenguas que se ponen en contacto son
tres, y no dos, porque en tal caso la nueva variedad se hace necesaria tanto para la
comunicación con los hablantes de la lengua dominante como para la comunicación
con los hablantes de la tercera lengua; la simplificación de la lengua dominante se
hace inevitable.

4. R. Hudson, La sociolingiiisiica, Barcelona, Anagrama, 19S1, pp. 76-77.


5. Véase G.. Sankoff, «Variation, pidgins and creóles», en A. Valdman y A. Highfield (eds.), Theoreti-
cal issues in pidgin and creóle studies, Nueva York, Academic Press, 19S1, pp. 139-164.
280 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA 5 SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

Los procesos de pidginización y de criollización siguen derroteros opuestos des­


de un punto de vista lingüístico porque, mientras la creación de un pidgin conduce
una simplificación lingüística y funcional, el desarrollo de un criollo requiere una re-
gularización y un enriquecimiento, dado que va a ser utilizado en situaciones y con
objetivos que no aparecen en la comunicación en pidgin o sabir.
Las lenguas pidgin comienzan de una forma sumamente inestable, con solucio­
nes que podrían ser consideradas como semilingiies, ¡diolectales o jergales, para ir es­
tabilizándose paulatinamente sobre la base de una gramática y una fonología de la
lengua de menor consideración social y el léxico de la lengua dominante. Posterior­
mente, ese pidgin puede ir consolidándose lingüística y socialmente, hasta dar lugar,
primero, a un pidgin expandido y, cuando los hablantes lo adquieren como lengua
materna, a un criollo. Este proceso «criollizador» puede ser muy largo y dar lugar a
la identificación de diversas fases intermedias o puede ser muy corto y no dar tiem­
po a la constitución de un pidgin elaborado o expandido: un criollo puede surgir
como tal en cualquier fase del proceso de criollización, desde la inicial y más inesta­
ble hasta la más avanzada; tan sólo se requiere que alguien lo aprenda como lengua
materna.
Sin embargo, aunque los criollos son variedades que pueden nacer con la conso­
lidación y estabilización de un pidgin y con la formación de una comunidad de habla,
lo cierto es que no todos los pidgin tienen por qué desembocar en un proceso de crio­
llización, en la aparición de un nuevo criollo: existen pidgin que nunca llegan a con­
tar con una comunidad de habla, con hablantes nativos, y que, consecuentemente, no
pasan de la fase de pidgin elaborado. Mas tampoco tiene por qué quedar aquí el de­
sarrollo de estas variedades; dicho de otra forma, el destino de todo pidgin no es lle­
gar a ser un pidgin elaborado o convertirse en un criollo. Un pidgin elaborado pue­
de experimentar un proceso de despidginización que lo lleve al abandono paulatino
y al acercamiento a la lengua dominante, también llamada acrolecto o lengua lexifi-
cadora, a través de un proceso continuo: continmim pospidgin.
Los criollos, por su parte, suelen sufrir procesos de repidginización, si la comu­
nidad deja de enseñarlo a los nuevos hablantes como lengua materna y limita su uso
a la comunicación con otros grupos lingüísticos, como ha ocurrido en Senegal o Gui­
nea Bisau, o procesos de descriollización, normalmente cuando el criollo convive con
la lengua dominante: la descriollización supone el abandono gradual y el acerca­
miento a la lengua dominante a través de un proceso continuo: continmim poscriollo.
En la terminología de la especialidad, la descriollización parte de una variedad crio­
lla (basilecto) que se aproxima a la lengua dominante (acrolecto) a través de una se­
rie de fases o pasos intermedios (mesolecto).
Suzanne Romaine aporta una muestra muy ilustrativa de cómo opera un proce­
so descriollizador, desde una basilecto (criollo de Guyana) a un acrolecto (inglés):6

B a s i l e c t o (criollo de Guyana) mi gii am ‘yo le di’ > mi bin gii am > ni bin gii ii >
mi bin gi ii > mi di gii ii > mi di gi ii > a di gii ii > a di gi oo > a did gi ii > a did
giv ii > a did giv hii > a giv ii > a giv im > a giv him > a geev ii > a geev im > a geev
him > I gave him ‘yo le d i’ a c r o l e c t o (inglés).

6. El lenguaje en la sociedad, Barcelona, Ariel, 1996, p. 205.


LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 281

Continuo desarrollador

Jerga
Pidgin estable
Pidgin elaborado Continuo pospidgin

Criollo Continuo poscriollo Lengua lexificadora

Continuo reestructurador

FlG 16.1. Continuo desarrollador y continuo reestructurador de pidgin y criollos,


según Miililliiiusler (1986).

Los distintos caminos que puede seguir el contacto de lenguas han despertado el
interés de numerosos especialistas, comenzando por Hugo Schuchardt, el más bri­
llante de los precursores. Para Schuchardt no existe ninguna lengua en el mundo que
no haya sufrido, en algún momento de su historia, algún proceso, leve o intenso, de
mezcla o de contaminación; sobre esta base, dedica una gran parte de su atención a
las comunidades de habla criolla de base románica. Este lingüista llega a proponer
una tipología de las situaciones de contacto en las que surgen habitualmente los crio­
llos, a los que llama «lenguas de necesidad»: en primer lugar estarían las situaciones
en las que se produce una aparición y un rápida extinción del criollo; en segundo lu­
gar, las situaciones de aparición del criollo en las que tiene un existencia precaria, con
poco desarrollo, y finalmente las situaciones en que se produce la aparición y desa­
rrollo del criollo.7
Más recientemente, P. Mühlháusler ha presentado un esquema que recoge los
procesos de pidginización, despidginización, criollización y descriollización ordenados
en torno a dos continuos generales: un continuo desarrollador y un continuo reestruc-
turador (figura 16.1).8
El continuo desarrollador explica el proceso que lleva a la aparición del pidgin y
del criollo; el continuo reestructurador explica el paso del pidgin o del criollo a la len­
gua dominante o lexificadora, a través de unos continuos, de múltiples grados inter­
medios. En cualquier caso, la convivencia con la lengua dominante también puede dar
lugar a la creación de una situación de diglosia, como ocurre en Haití con el criollo y
el francés.
En otro orden de cosas, a la hora de explicar los procesos de criollización, deben
tenerse muy en cuenta los estudios que proponen que las lenguas criollas han tenido
su origen en procesos similares a los que se producen en el habla infantil o en el
aprendizaje de segundas lenguas: los criollos serían manifestaciones del aprendizaje
imperfecto de segundas lenguas o de las fosilizaciones y simplificaciones habituales en
un proceso de adquisición.9 En tal caso no estaríamos ante teorías de naturaleza so-
ciohistórica, sino ante una tercera vía explicativa, en la que han destacado las ideas
de Derek Bickerton, promotor de la «teoría del bioprograma». Para Bickerton existe

7, 1909, Pidgins and Creóle Langitages, ed, por G Gilbert, Londres, Cambridge University Press, 1980
8, Pidgin and Creóle Sntdies, Oxford, Blacksvell, 1986. Véase también Pidginization and simplificarían
oflanguage, Canberra, Australian National University, 1974.
9, Véase J. Schumann, The pidginization process: a rnodel for a second language acquismon, Rosvley,
Mass., Nesvbury House, 1978.
282 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

un bioprogrcima de los rasgos que han de presentarse en toda variedad criolla. Ese
bioprograma ofrece unos elementos que son comunes al nacimiento de los criollos, a
la adquisición de la lengua materna y a la evolución general de las lenguas; de hecho
se puede establecer un paralelismo entre la forma en que los niños adquieren su len­
gua materna y la manera en que se van formando las variedades pidgin y criollas, por­
que lo que un niño aprende con facilidad suele coincidir con las características prin­
cipales de los criollos.10
La formación de los criollos no responde a procesos muy distintos de los que han
experimentado otras lenguas. Para Bickerton, el criollo prototípico es el que procede
de un pidgin que no tiene más de una generación de existencia en una población for­
mada, en un 20 % aproximadamente, por personas que tienen la lengua dominante
como lengua materna y, en un 80 % aproximadamente, por personas que tienen otras
lenguas maternas.

Características lingüísticas de los sabires y los criollos

Desde un punto de vista estrictamente lingüístico no se puede hablar de unos ca­


racteres lingüísticos propios de los pidgin o sabires y otros de los criollos: lingüística­
mente no es posible distinguir un pidgin de un criollo. Por ello la somera caracteri­
zación lingüística que aquí se va a presentar concierne prácticamente por igual a los
dos tipos de variedades que nos ocupan.
La fonología de los pidgin y los criollos a menudo —no siempre— tiene una nó­
mina más reducida que la fonología de la lengua dominante, dado que en ella dejan
de tener carácter distintivo algunos elementos: en el caso de criollos españoles se pue­
den dejar de distinguir los fonemas vibrante simple y múltiple o los fonemas /p/ y lil,
como ocurre en el chabacano (Filipinas). Debe destacarse que, en el nivel fonético-
fonológico, es normal la influencia de elementos suprasegmentales propios de las len­
guas indígenas: en el papiamento es característico el acento tonal, heredado de las
lenguas africanas, que opone formas como tapa (con tono final bajo o grave) ‘ta-
par(se)’ y tapa (con tono final alto o agudo) ‘tapa’.11 Por lo demás, la fonología crio­
lla, aparte de reflejar tendencias naturales que afectan a prácticamente todas las len­
guas del mundo (tendencia a eliminar distinciones en las líquidas o a reducir las fri­
cativas y las africadas), tiene en la variabilidad una de sus principales características,
una variabilidad que es mayor aún que la de otro tipo de lenguas, debido a la com­
plejidad de la situación sociolingüística en la que se desarrollan.
En el nivel gramatical, los pidgin y los criollos suelen carecer de flexión nominal,
pronominal y verbal: quedan eliminadas las marcas de distinción de género o de nú­
mero, así como de tiempos verbales; por otro lado, los límites formales entre la tran-
sitividad y la intransitividad se desdibujan. Desde una perspectiva más puramente sin­
táctica, los fenómenos de concordancia y de rección son escasos y es normal que las
lenguas pidgin y los criollos tengan una organización bastante simple: predomina la

10. Véase Roots o f Language, Ann Arbor, Karoma Pub., 1981.


11, Sobre el papiamento, véase D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, Madrid, Gredos,
1996, Del mismo autor, véase un resumen de las características más destacadas en M. Alvar (dir.), Manual de
dialectología hispánica. El español de América, Barcelona, Ariel, 1996, pp, 68-78,
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 283

parataxis, no aparecen, por ejemplo, oraciones de relativo, se hace un uso abundante


de las partículas gramaticales con valores muy diversos (negación, aspecto), existe un
orden de palabras fijo y son frecuentes las construcciones perifrásticas.
A este respecto, Suzanne Romaine ha presentado una relación de rasgos grama­
ticales compartidos por variedades criollas del Atlántico y del Pacífico:1213

a) Ausencia de las formas del verbo ser o uso de la llamada «cópula cero»: de
pikni slk ‘el niño [está] enfermo’ (criollo inglés de Jamaica).
b) Uso de una misma palabra para indicar posesión o existencia: get tvan tunan
we get gyal pikni ‘hay un hombre que tiene una hermana’ (criollo inglés de Guyana).
c) Uso de negación preverbal: melabat no kaan go garram yumob ‘no podemos
ir contigo» (kriol de Australia).

En lo que se refiere al léxico, la relación que une al pidgin o al criollo con la len­
gua dominante de la que se deriva suele manifestarse de manera bastante clara. La
mayor parte del léxico, alrededor del 80 %, procede de la lengua dominante, aunque
la proporción puede ser mayor: según los recuentos de Antonio Quilis, el léxico es­
pañol en chabacano puede superar el 90 % .L’ A pesar de todo, no son extraños, ni
mucho menos, los elementos léxicos procedentes de la otra o las otras lenguas en con­
tacto; estos elementos suelen tener un carácter designador y a menudo están referi­
dos a plantas, animales o a las relaciones familiares: en el chabacano de Zamboanga
se encuentran vocablos tagalos como saging ‘banana’, palay ‘arroz con cáscara’, ba-
gon ‘gambas’, inay o nana ‘madre’.
El léxico de los pidgin y criollos suele ser limitado, ya que lo compone un nú­
mero variable de unidades que oscila entre las 300 o 400 y las 1.500, lo que tal vez
explica la naturaleza polisémica de muchos de los elementos léxicos, así como la
abundancia de construcciones perifrásticas y de compuestos. Por otra parte, en los vo­
cablos tomados de la lengua dominante, es frecuente que se den procesos de simpli­
ficación y de reducción de oposiciones fonológicas y morfológicas. En ocasiones, esa
simplificación puede llevar a una colisión homonímica, que obliga a recurrir a diver­
sos procedimientos para evitarla; uno de esos procedimientos es la repetición: en tok
pisin la repetición permite distinguir la forma sip ‘barco’ (< ing. ship) de sipsip ‘ove­
ja’ (< ing. sheep), la forma pis ‘paz’ (< ing. peace) de pispis ‘orinar’ (< ing. to piss) o
san ‘sol’ (< ing. sttn) de sansan ‘arena’ (< ing. sand). La repetición también es el me­
canismo que permite expresar valores enfáticos o intensificados: cry ‘llorar’ (< ing. to
cry) y crycry ‘llorar de forma continuada’; talk ‘hablar’ (< inf. to talk) y talktalk ‘ha­
blar gritando’.
Por último, es importante llamar de nuevo la atención sobre la gran variabilidad
lingüística que presentan los pidgin y los criollos, una variabilidad y una inestabilidad
que ha llevado a algunos sociolingüistas a pensar que estas variedades no son sus­
ceptibles de análisis análogos a los que se practican en otro tipo de comunidades,14 y
que ha servido de fundamento para que muchos criollistas defiendan una interpreta-

12. El lenguaje en la sociedad, ob. cit., pp. 207-208.


13. Véase La lengua española en cuatro mundos, Madrid, Mapfre, 1992, p, 180.
14. Véase W. Labov, «Is there a creóle speech community?», en A. Valdman y A. Highfield (eds.),
Tlieoretical issues in pidgin and creóle studies, Nueva York, Academic Press, 1981, pp. 369-388.
284 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

ción polilectal de los usos pidgin y criollos, como señalamos en el capítulo dedicado
al concepto de variación lingüística: frente al concepto de gramática comunitaria, los
criollistas han propuesto el de complejo polilectal que interpreta la variación lingüís­
tica de una forma dinámica; la variación se manifiesta precisamente en los estadios
intermedios de difusión de un cambio lingüístico.

El origen de las lenguas pidgin y criollas

Al estudiar y comparar las lenguas pidgin y criollas, se descubre inmediatamen­


te la coincidencia de algunos de sus rasgos, la aparición de caracteres que se repiten
tanto en las lenguas del área del Pacífico como en las lenguas del Atlántico. ¿A qué
se deben esas coincidencias? ¿Por qué lenguas geográfica e históricamente distantes
muestran unos rasgos similares o coincidentes? Con otras palabras, ¿cuál es el origen
de los sabires y los criollos?
Aunque han sido muchas las explicaciones, más parciales o más generales, que
se han dado a propósito del origen de los pidgin y los criollos,15 lo cierto es que pue­
den agruparse en torno a dos hipótesis o líneas de pensamiento: la que defiende la
poligénesis y la que cree en la monogénesis.
La «teoría de la poligénesis», representada por los trabajos de Robert A. Hall y
ya adelantada en los estudios de Hugo Schuchardt, sostiene que estas lenguas se han
originado allí donde una lengua dominante, pongamos las lenguas europeas colonia­
les, han entrado en contacto con otra u otras lenguas no europeas. De esta forma se
puede defender una relación histórica y particular entre cada lengua criolla y la len­
gua dominante de la que deriva, ya sea el español, el portugués o el francés, ya sea el
inglés o el neerlandés.16
La «teoría de la monogénesis», representada, por ejemplo, por los trabajos de
Keith Whinnom,1718sostiene que los rasgos comunes que se descubren en los pidgin y
criollos de latitudes diferentes sólo pueden explicarse recurriendo a una base común,
a un mismo origen para todos ellos. La estructura lingüística común ha sido localiza­
da, por unos, en un protocriollo afroportugués, desarrollado a raíz de las colonizacio­
nes y el comercio de los negreros durante los siglos xvi y xvn, sobre todo por parte
de los portugueses; otros la localizan en una variante atlántica del sabir o lingua fran­
ca de los marineros, desarrollada en el Mediterráneo desde la Edad Media, proba­
blemente como lengua de contacto durante las Cruzadas, y constituida por un léxico
principalmente español e italiano, con elementos árabes, turcos y griegos.ls Sea como
fuere, la hipótesis de la monogénesis rechaza la existencia de una relación histórica
entre cada lengua criolla y la lengua europea correspondiente.

15. Se habla de los pidgin y criollos como simplificaciones que los señores, patronos y comerciantes ha­
cían para hablar con sus esclavos o empleados, como si de un baby-talk se tratara; también se ha pensado que
fueron los esclavos los responsables de tales simplificaciones, en el proceso de adquisición de las lenguas eu­
ropeas. Para todo ello, véase F, Tarallo y T. Alkmin, Palores crioulos. Lingitas em contato, San Pablo, Atica,
1987.
16. Pidgin and Creóle Langnages, lthaca, Nueva York, Cornell University Press, 1966.
17 Véase «The Origin of European-based Creóles and Pidgins», Orbis, 14 (1965), pp. 509-527
18. Véase «Die Lingua Franca», Zeitschrift fiir Rotnanische Philologie, 33 (1909), pp 441-461. También
Pidgins and Creóle Langttages, ob. cit.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 285

Según los que defienden la monogénesis afroportuguesa, los esclavos africanos,


hablantes de lenguas indígenas, aprendieron una variedad de base portuguesa, como
si de una jerga se tratara, en los campos de esclavos, en los barcos y en los recintos a
los que eran enviados; una vez en sus respectivos destinos, esta población fue susti­
tuyendo poco a poco las palabras portuguesas por palabras de la lengua dominante
con la que entraban en contacto (español, portugués, francés). Para los que defien­
den la monogénesis a partir del sabir, esta variedad o jerga, utilizada como variedad
de comercio e intercambio en los principales puertos del Mediterráneo, sobre todo
del norte de África, resultó relexificada por los portugueses durante los siglos xvi y
xvn y más tarde sufrió una nueva relexificación, esta vez desde las lenguas dominan­
tes europeas con las que fueron entrando en contacto.
Cualquiera de estas hipótesis (o teorías) generales ofrece dudas y puntos oscu­
ros: la poligénesis deja sin aclarar coincidencias obvias, coincidencias como la expre­
sión de la negación, el uso de una misma palabra para indicar posesión y existencia o
el uso de formas, como pikinini o piknin ‘niño’, con todas sus variantes, encontradas
en numerosísimos criollos; la monogénesis no es adecuada para explicar los muchos
usos discrepantes que existen, sobre todo cuando se comparan los criollos del Atlán­
tico con los del Pacífico. Precisamente por esto se han hecho propuestas parciales que
pretenden explicar sólo una de las principales ramas criollas: el criollo afroportugués
podría estar en el origen de los criollos de base española y portuguesa de Asia, Áfri­
ca y las Antillas, pero no en el de otras variedades;19 para otros, como D. Bickerton
y A. Escalante, los criollos caribeños tendrían su origen en un protocriollo, pero no
de base portuguesa, sino de base española;20 otros, en fin, hablan de sustratos comu­
nes que pudieron influir en la gestación de las lenguas pidgin y criollas, sustratos
como el de las lenguas de África occidental, para las variedades atlánticas, o el de las
lenguas oceánicas, para las variedades del Pacífico.
El argumento más ampliamente aceptado contra la monogénesis, a propósito de
los criollos hispánicos, sostiene que los rasgos supuestamente procedentes del portu­
gués también han podido desarrollarse dentro la lengua española21 y, en general, que
hay rasgos lingüísticos en los pidgin y criollos que sólo se explican por la mezcla de
lenguas de origen diferente. Los defensores de la poligénesis añaden que las similitu­
des entre lenguas se pueden explicar por la coincidencia de las condiciones sociohis-
tóricas y lingüísticas de estas situaciones.

Los criollos hispánicos:


papiamento, palenquero, chabacano

El mundo hispánico, en contraste con lo que ocurre en la francofonía o en el ám­


bito de la colonización británica, se caracteriza por presentar una evidente escasez de
criollos. Las razones de esta circunstancia no son fáciles de entramar, pero tienen que
ver con el modo en que se llevaron a la práctica los procesos colonizadores. Como ha

19. Véase G. de Granda, Lingüistica e historia-, rentas afro-hispánicos, Valladolid, Universidad de Va-
Uadolid, 1988.
20. «Palenquero: A Spanish-Based Creóle of Northern Colombia», Lingua, XXIV (1970), pp. 254-267
21. Véase D Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, ob. cir., p. 19 y ss
286 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

señalado Humberto López Morales, en principio muchos lingüistas avalan la idea de


que la mezcla cultural y racial favorece e impulsa la aparición de sabires o criollos;
sin embargo, los estudios sociolingüísticos están demostrando que la mezcla favorece
el cambio hacia el superestrato y que son las barreras y la estratificación social ex­
trema las que hacen posible que las distancias entre las variedades criollas y las len­
guas dominantes se mantengan. El modo de proceder de España en sus colonias pudo
favorecer la asimilación y el cambio hacia la lengua española por parte de las pobla­
ciones colonizadas, mientras que la colonización británica, francesa u holandesa llevó
a la formación de criollos y a su posterior mantenimiento. Muchos de esos criollos,
no obstante, criollos que incluso han podido funcionar como variedad B en situacio­
nes de diglosia, ya han iniciado un proceso de reestructuración que con el tiempo pue­
de concluir en la confluencia con el superestrato o, simplemente, en la sustitución por
la lengua dominante.
Los criollos hispánicos que han logrado pervivir, y que son reconocidos como ta­
les, son el papiamento (Antillas menores), el palenquero (Colombia) y el chabacano
(Filipinas). A esta breve relación se podría añadir el chamorro de la isla de Guam, en
el Pacífico, como criollo con presencia importante de elementos españoles.22

a) Papiamento. Esta lengua criolla hispánica se formó a lo largo del siglo xvn
en la isla de Curazao y hoy se utiliza en esa isla y en las islas de Aruba y de Bonai-
re, que forman parte de las Antillas Holandesas. Se trata de una variedad que es re­
sultado de la mezcla de varias lenguas: el español, el portugués, el holandés y lenguas
africanas. La lengua oficial de las Antillas Holandesas es el holandés, sin embargo casi
el 80 % de una población de unos 250.000 habitantes habla el papiamento.
Las condiciones y vicisitudes sociohistóricas de un territorio acaban determinan­
do el peso que finalmente ha de tener cada una de las lenguas mezcladas. Según ha
demostrado D. Monteanu, el español, presente desde los primeros momentos hasta
nuestros días y lengua de los grupos sociales más prestigiados, ha sido el principal
foco de influencias lingüísticas convirtiéndose en la lengua base o madre del papia­
mento.23

22. A esta lista se ha añadido, en medio de una interesante controversia, el bozal caribeño. El carácter
criollo de esta variedad ha sido puesto en tela de juicio por algunos especialistas, que consideran que en el
Caribe hispánico no existieron lenguas de esta naturaleza (véase H. López Morales, Sociolingiiistica, 2 “ ed ,
Madrid, Gredos, 1993, p. 148). Para Germán de Granda el bozal de Cuba sería una variedad derivada del pro-
tocriollo afroportugués; y lo mismo opina Megenney de la variedad afroespañola de la República Dominica­
na, si bien Lipski prefiere pensar en un protocriollo afrohispánico. Véase un análisis de la cuestión y la bi­
bliografía pertinente en la obra de D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, ob. cit., pp. 27-30.
Por otro lado, Germán de Granda incluye en la lista el criollo de Uré, el criollo del departamento de Chocó
(Bolivia) y el habla del palenque de Ecuador, todos ellos ya desaparecidos. Al mismo tiempo habla de una
variedad de español de los bilingües de Guinea que no ha sido reconocida por A. Quilis. Véanse G. de Gran­
da, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Madrid, Gredos, 1978; A. Quilis, La lengua es­
partóla en cuatro mundos, ob. cit. Tenemos muy pocas noticias de otras hablas mencionadas, por ejemplo, por
Roña: el criollo de Trinidad, el de Portobelo (Panamá) y algunos criollos que sobreviven aisladamente en Ve­
nezuela, Cuba y la República Dominicana. Véase D. Monteanu, ob. cit., p. 26. Del criollo de Panamá no se
habla en E. Alvarado, El español de Panamá, Panamá, Editorial Universitaria, 1971; véase, sin embargo, J. M
Lipski, «El lenguaje de los congos panameños: ¿vestigios de un criollo afrohispánico?», en Actas del V il Con­
greso de la ALFAL, II, Santo Domingo, ALFAL, 1989, pp. 63-79.
23 No existe unanimidad, sin embargo, acerca de la procedencia española: en general, los defensores
de la hipótesis de la monogénesis propugnan un origen afroportugués, para esta y para las demás variedades.
Véase el análisis de las teorías sobre el origen del papiamento que ofrece D. Monteanu, ob. cit., pp, 84-116.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 287

Entre las características lingüísticas de este criollo, destacan, en el nivel fónico,


la capacidad distintiva del acento tonal, que convive con el acento dinámico, y que se
da en formas como sinta ‘sentarse’ y sintá ‘sentado’ o /cura ‘curar’ y kurá ‘corral; jar­
dín’. Su sistema vocálico está formado por diez fonemas con cinco grados de abertu­
ra: a los fonemas del español se han añadido algunos procedentes del holandés o de
otras lenguas de superestrato posterior al español (/é, ó, ü, ü/). En el vocalismo áto­
no son frecuentes los casos de cierres vocálicos, asimilaciones, disimilaciones, aféresis
y síncopas de todo tipo: piká ‘pecado’, kustía ‘costilla’, turtuka ‘tortuga’, konformá
‘confirmar’, kanmá ‘caminar’. En estos ejemplos se aprecia la tendencia del papia­
mento a reducir el léxico a unidades de dos sílabas. Por otro lado, también el conso­
nantismo resulta más rico que el español, puesto que se incluyen, entre otros, dos fo­
nemas prepalatales fricativos, sordo y sonoro, el labiodental sonoro Ivl o un fonema
palatal africado sonoro.
En lo que se refiere a la gramática, cabe señalar la ausencia de la categoría del
género, rasgo frecuente en las lenguas criollas, la distinción genérica mediante recur­
sos propios del español (hómber/muhé, amiga/amiga), el uso de la marca de plural
-nan (kas ‘casa’ / kasnan ‘casas’) y el uso de unas partículas y unos paradigmas ver­
bales que acusan una notable influencia de las lenguas africanas.
En el nivel léxico, es interesante destacar el uso de formas de origen lingüístico
diferente para designar unas mismas realidades en unas islas y en otras; así, para ‘ce­
rilla’ se usa lusafé (< hol. lucifer) en Curazao y fofo (< esp. fósforo) en Bonaire; para
‘tijeras’ se usa tiera (< esp. tijeras) en Aruba y skér (< hol. schaar) en Curazao. La
proporción de palabras ibéricas o hispanoamericanas en el papiamento es del 66 % y
la de palabras holandesas, del 28 %. El texto siguiente es una muestra de esta va­
riedad.24

Shon Arey tabatin un tereno grandi, cu tabata yen di brigamosa. Nada e no por a
haci cu e tera ey, p’esey el a bai busca hende, cu quier roza e lugar. Esun, cu por
rosa e tera, sin grawata su curpa, lo hanja un baca grandi y gorda. Ma esun cu gra-
wata, lo mester caba su bida na palu di horca.
(Su Majestad el Rey tenía un terreno extenso, que estaba lleno de pringamozas.
No podía hacer nada con esa tierra y por eso se puso a buscar gentes que quisie­
ran rozar el campo. Quien pudiera hacerlo sin rascarse, recibiría una vaca grande
y gorda. Pero el que se rascara, perdería la vida en la horca.)

b) Palenquero. Esta variedad se ha desarrollado desde finales del siglo x v i i i


en Palenque de San Basilio (departamento de Bolívar) cerca de Cartagena, en Co­
lombia. Los palenques fueron grupos de negros cimarrones que huyeron a lugares
apartados para poder mantener su independencia y su cultura. En este ambiente
se fueron fraguando unas variedades que incluían numerosos elementos de origen
africano.
A propósito del origen del palenquero hay discrepancias entre los especialistas,
porque, si para Bickerton y Escalante25 se trata de un criollo de base hispánica, para

24. Presentado por D. Monteanu en su libro El papiamento, lengua criolla hispánica, Madrid, Gredos,
1996, pp. 432-434.
25. «Palenquero: A Spanish-Based Creóle of Northern Colombia», art cit.
288 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

W. Megenney, G. de Granda y otros, se trata de un ejemplo más de criollo derivado


de un primitivo criollo afroportugués y relexificado hacia el español.26 A lo largo de
las últimas décadas, una vez roto el aislamiento del palenque, esta habla, a la que se
podría calificar ya de poscriolla, ha ido sustituyendo parte de su léxico más caracte­
rístico por nuevas formas españolas
Las características lingüísticas más destacadas del palenquero son, en el nivel fo­
nético, la coincidencia con rasgos y variantes que también se localizan en otros mu­
chos lugares del mundo hispánico, como los cambios en el vocalismo átono (kumé ‘co­
mer’, vistido ‘vestido’) y la presencia de un elemento diferenciador: un elemento na­
sal al inicio de la palabra, tal vez de origen africano (ndejá ‘dejar’, nganá ‘ganar’). En
el nivel gramatical, destaca la ausencia de variantes de género y de número, la re­
ducción de procedimientos morfológicos en los verbos, que se sustituyen por meca­
nismos sintácticos y la organización de los paradigmas verbales en torno a la combi­
nación de dos elementos: uno o dos marcadores de tiempo y aspecto más el infinitivo
(tá pelé ‘pierde, está perdiendo’; tan asé ‘haré’; á sembló ‘sembré’). El léxico ofrece
muchas voces de origen africano (agüé ‘hoy’, bololó ‘chisme, cuento’, caddume
‘mozo’, bemba ‘labio grueso’).
Como muestra de habla palenquera, reproducimos un canto funerario grabado
por William Megenney y presentado por este especialista en notación fonética:27

lwáqgo ci ma lwággo
ci mari lwággo de aggóle
hwáh gü gü me ñamo yo
kwág di soto salí ma muhé
o le le
o le le le le

ci ma lwággo
ci man koggo
ci mari lwággo de aggóle
hwág gü gfi me ñamo yo
kwág di soto salí ma muhé
o le le
o le le le le

ci man koggo ci man koggo


ci mari lwággo de aggóle
hwág gü gü me ñamo yo
kwág di kambambá kambé
o le le

El texto presenta importantes dificultades para su análisis lingüístico: muchas for­


mas carecen de una base segura para una correcta interpretación. Sin embargo, es po­
sible identificar algunos topónimos africanos (Angola, Congo); luango podría ser una
lengua de una tribu de Angola.

26. Véase W. Megenney, El palenquero, Un lenguaje post-criollo de Colombia, Bogotá, Instituto Caro y
Cuervo, 1986; La influencia del portugués en el palenquero colombiano, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1983.
G„ de Granda, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Madrid, Gredos, 1978.
27. El palenquero, ob. cit., pp. 78-79.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 289

c) Chabacano. El criollo llamado liispano-filipino o chabacano es utilizado en


diversas áreas de las islas Filipinas por unos 600.000 hablantes, según los recuentos de
A. Quilis2S Igual que ocurre con los demás criollos, también en este caso se enfren­
tan los defensores de un origen portugués (monogénesis), representados por K. Whin-
nom, y los defensores del chabacano como variedad autónoma de base española, re­
presentados por Ch. O. Frake.2829 Hay que tener en cuenta, sin embargo, que, aunque
parte de los territorios filipinos estuvieron ocupados en ciertos momentos por holan­
deses y portugueses, la presencia española ha sido constante en ellos desde los siglos
xvu y xvui. Como consecuencia de una conquista y una colonización irregular y de
los conflictos comerciales con portugueses y holandeses, fueron naciendo en Filipinas
distintas variantes del chabacano. Las principales son el chabacano caviteño y el ter-
nateño, hablados en la bahía de Manila, el chabacano zamboangueño, hablado en
Zamboanga, y el chabacano cotabateño hablado en el sur de la isla de Mindanao.
Entre las características lingüísticas de este criollo hay que señalar el paso a [p]
del fonema /f/, inexistente en las lenguas filipinas, el seseo, la aspiración de /x/, el de­
bilitamiento articulatorio de /y/, la conservación de las palatales nasal y lateral y la
pérdida de la vibrante múltiple, que pasa a realizarse como [r].30 Desde el punto de
vista gramatical, merece la pena comentar el uso del artículo tagalo si, la formación
del plural mediante la partícula mga {el inga casa ‘las casas’) que alterna con el uso
de los morfemas de plural del español, la invariabilidad del adjetivo, la introducción
de formas indígenas en los pronombres personales {kamé, kitá ‘nosotros, nosotras') y
la simplicidad del paradigma verbal, con pérdida de la -r en el infinitivo (coiné ‘co­
mer’, quita ‘quitar’, comprá ‘comprar’). El léxico chabacano, que no es uniforme en
todas las variantes, incluye cerca de un 90 % de elementos de origen español, a los
que hay que unir voces indígenas y algunos americanismos, arcaísmos y anglicismos,
estos últimos cada vez más frecuentes. Valga como muestra del chabacano el texto si­
guiente:31

un día el nana di huan ya manda konele kompra sal na tyangge. kuando ta bolbe
ya si huan ya pasa le na un río. Byen bonito gayót el agua y ya pensa le baña an­
tes de bolber na kasa. para hende no roba su sal el mana hente ya pone ele sal na
rio ya saka le un grande pyedra ka ya pone ele ensima del sal para tapa. Al aka-
bar ya ele de baña y nada ya empesa le buska ke buska kon el sal pero no hay mas
ele enkontra kay ya diriti ya el salina agua.

(Un día la madre de Juan le envió a comprar sal al mercado. Al regresar Juan, pasó
junto a un río. El agua era muy hermosa y decidió bañarse antes de volver a casa.
Para que no pudieran robar la sal, la colocó en el río y la cubrió con una gran pie­
dra. Cuando terminó de bañarse y de nadar, empezó a buscar y buscar la sal, pero
no pudo encontrarla, ya que se había disuelto en el agua.)

28. El español en cuatro mandos, ob. cit.., p 82.


29- Véase K. Whinnom, Spanish contad vernaculars in the Philippine Islands, Hong-Kong, Hong-Kong
University Press, 1956; «Lexical origins and semantic structure in Philippine creóle Spanish», en D. Hymes
(e d ), Pidginization and Creolization Languages, Cambridge, Cambridge University Press, 1971, pp. 223-242.
30. Véase A. Quilis, La lengua española en cuatro mundos, ob. cit., pp. 162-185.
31. Tomado de R. A Hall, Pidgin and Creóle Languages, ob. cit La traducción al español aparece en
la Enclopedia del lenguaje, de D Crystal, Madrid, Taurus, 1994, p 335
290 PRINCIPIOS DE SOClOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

d) Chamorro- Esta variedad se utiliza en la isla de Guam y en las Marianas


del Norte, islas Marianas, y tiene alrededor de 60.000 hablantes. Según R. Rodríguez-
Ponga, el chamorro actual es el resultado de la fusión histórica de elementos austro-
nésicos y españoles, a los que se han añadido, a lo largo del siglo xx, préstamos del
inglés (se trata de la lengua oficial de las islas Marianas) y del japonés.32 La duda, a
propósito de esta variedad, se ha centrado en su posible clasificación como lengua
malayo-polinésica o como criollo con fuerte presencia de elementos españoles. Para
Rodríguez-Ponga esta última parece ser la hipótesis más plausible, dado que el léxi­
co de origen español ronda el 50 o el 60 % y que consta la presencia de otros ele­
mentos lingüísticos hispanos: distinción de género y número, preposiciones, serie de
numerales y pronombres, entre otros. Las voces de origen americano y algunos ras­
gos fonéticos (seseo, yeísmo) hacen pensar que el español que llegó a las islas Ma­
rianas procedía principalmente de América.

Reflexiones y ejercicios

1. Considere los aspectos históricos y sociales de las colonizaciones de las na­


ciones europeas. ¿Piensa que la razón de la existencia de tan pocos criollos hispáni­
cos está exclusivamente en los modos colonizadores de España o han podido concu­
rrir otras circunstancias? Para Manuel Alvar, la libertad y la igualdad traen la desa­
parición de las lenguas criollas.

2. Estudie y comente algunos procesos que se hayan dado a lo largo de la his­


toria del español y que pudieran tener algún paralelismo con los que experimentan
las lenguas criollas.

3. ¿Piensa que las lenguas pidgin o criollas son variedades deformadas, que han
de ser sustituidas por lenguas de cultura y cuyos hablantes no disfrutan del prestigio
social? ¿Qué argumentos esgrimiría para defender su opinión? ¿Considera que toda
persona debería conocer, al menos, una lengua de prestigio?

4. Identifique y describa las formas procedentes del español que aparecen en


este texto en papiamento (tomado de D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla his­
pánica, Madrid, Gredos, 1996, p. 434):

Nanzi a cuminza traha, ma e bringamosanan a dun ‘é mashá gana di grawata su


curpa. El a hiza su cara p’e wak e coprá. Esaqui tabata wak e bon. Poco mas aleuw
el a mira su baca.

Orientaciones bibliográficas

Como introducción general, pueden servir los capítulos correspondientes de los


manuales de R. Hudson (La sociolingiiística, Barcelona, Anagrama, 1981, pp. 71-80)

32. «Islas Marianas», en M. Alvar (dir.), M anual de dialectología hispánica. E l español de América,
ob. cil., pp. 244-248. Véase también C.-P Albalá y R. Rodríguez-Ponga, Relaciones de España con las islas
M arianas La lengua Chamorra, Madrid, Fundación Juan March, 1986.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 291

y de H. López Morales (Sociolingiiística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 143-153),
así como el interesante e instructivo libro de F. Tarallo y T. Alkmin, Fulares crioulos.
Línguas em contato (San Pablo, Atica, 1987). También puede resultar muy útil la lec­
tura del capítulo I de la obra de D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispáni­
ca (Madrid, Gredos, 1996). En relación con la interpretación paralela de la formación
de los criollos y de la adquisición de segundas lenguas, véase el libro de D. Larsen-
Freeman y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas
(Madrid, Gredos, 1994, pp. 233-247.).
Acerca de los criollos hispánicos y las variedades hispánicas de contacto, merece
la pena consultar los siguientes trabajos: A. Quilis, La lengua española en cuatro
mundos (Madrid, Mapire, 1992); G. de Granda, Estudios lingüísticos hispánicos,
afrohispánicos y criollos (Madrid, Gredos, 1978); M. Alvar, «Cuestiones de bilingüis­
mo y diglosia en el español», en El castellano actual en las comunidades bilingües de
España (Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48); y M. Alvar (dir.), Ma­
nual de dialectología hispánica. El español de España y El español de América (Bar­
celona, Ariel, 1996).
Cuarta parte
✓ /

TEORIAS, MÉTODOS Y APLICACIONES


Capítulo 17

SOCIOLINGÜÍSTICA, SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE


Y ETNOGRAFÍA DE LA COMUNICACIÓN

El desarrollo de la sociolingüística moderna

De aquí han venido esos vocablos de mío y tuyo, peor y mejor,


señor y criado, reyes y súbditos, hidalgos y labradores, nobles y
ceviles, ricos y pobres; de que cada uno tira para sí, cada uno ha­
bla su lenguaje, no queriendo concertar con el otro.
B e r n a r d o P é r e z d e C h i n c h ó n , prólogo a la traducción
de La lengua, de Erasmo de Rotterdam, 1533

«Cogitationes mortalium tinidae, e incertae providentiae nos-


trae». Y el que ha de tener verdadera ciencia de las cosas ha de
estar firme y quieto, sin temor ni recelo de que se podría enga­
ñar; y el filósofo que no está de esta manera con mucha razón po­
drá decir y afirmar que no sabe nada.
Ju a n H u a r te d e Sa n Ju a n, Examen de ingenios
para las ciencias, 1575

La mayoría de los lingüistas están de acuerdo en aceptar que 1964 fue una fecha
especial para el desarrollo de la sociolingüística moderna. En efecto, aquel año tuvo
una singular significación porque nuestra disciplina recibió un impulso que facilitó su
desarrollo y despertó el interés de un buen número de especialistas. La importancia
de la fecha estuvo en que por aquel año se celebraron en Estados Unidos varias reu­
niones de interés. A mediados de mayo se celebró una Conferencia sobre Sociolin­
güística en Los Angeles (UCLA); los trabajos sobre los que se plantearon los colo­
quios y discusiones fueron publicados por William Bright.1 Unos meses más tarde, la
Universidad de Indiana albergó otro encuentro sobre sociolingüística; la mayor parte
de los estudios allí presentados han sido recogidos por Stanley Lieberson.2
Entre estos congresos y simposios hubo algunas diferencias, notables, que ence­
rraban cierto valor simbólico. La reunión de la UCLA fue convocada por el Center
for Research in Languages and Linguistics, es decir, por un centro dedicado específi­
camente al estudio del lenguaje, y fueron lingüistas y antropólogos, principalmente,

1. Sociolinguistics, La Haya, Mouton, 1966.


2. Explorations in Sociolinguistics, La Haya, Mouton, 1966.
296 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

los encargados de presentar las ponencias. La reunión de Indiana, celebrada en


Bloomington, fue convocada por el Social Science Research Council, esto es, por un
organismo de investigación en ciencias sociales, por lo que un número importante de
los ponentes procedía del mundo de la sociología. Un año antes se había celebrado
en San Francisco la reunión anual de la American Anthropological Association, en la
que se dieron cita importantes lingüistas, psicosociólogos y antropólogos y que tuvo
como fruto una publicación coordinada por John Gumperzy Dell Hymes titulada The
ethnography o f Communications Queda claro, pues, que el nacimiento de la sociolin-
güística estuvo revestido de un carácter multidisciplinario, puesto que confluyeron los
intereses de disciplinas como la lingüística, la antropología o la sociología.
Ahora bien, en el mundo de la ciencia es poco frecuente que algo nazca desde la
nada, sin contar con unas experiencias y conocimientos previos. El año 1964 es un
punto de referencia de valor relativo que nos llama la atención sobre una actividad
científica que ha sido más intensa en los años posteriores que en las décadas que lo
precedieron. Aparte de esto, poco más supone esa fecha para la sociolingüística: de
hecho sólo algunos de los trabajos presentados en los congresos norteamericanos,
considerados independientemente, han tenido un valor decisivo para las investigacio­
nes posteriores, aunque reflejan de dónde se venía, hacia dónde se pensaba ir y cómo
eran los instrumentos teóricos y metodológicos de los que se disponía por aquella
época.34
Thomas Kuhn describe el devenir la ciencia como una serie de pacíficos interlu­
dios salpicados de revoluciones intelectualmente violentas; en cada una de ellas, una
visión conceptual del mundo es reemplazada por otra. Resulta difícil sostener que el
desarrollo de la sociolingüística ha supuesto una revolución dentro del panorama ge­
neral de la lingüística: no ha significado, por el momento, la creación de un paradig­
ma completamente nuevo. Sin embargo, sí puede pensarse que el interés que ha des­
pertado es, parcialmente, la respuesta a una crisis tanto de la lingüística teórica como
de otras disciplinas lingüísticas; las insuficiencias obligan a buscar nuevos caminos.
Del mismo modo, es cierto que las iniciativas surgidas desde la sociolingüística cuen­
tan con unos antecedentes, en ocasiones de larga tradición.
Con todo ello se quiere poner de manifiesto una sencilla realidad; la sociolin­
güística no surgió de la nada para explicar lo que nadie podía explicar, aunque hi­
ciera suyos problemas presentados desde puntos de vista muy diferentes y quisiera
darles una salida con unos modelos abiertos y coherentes y, sobre todo, con unas ba­
ses metodológicas sólidas. Partiendo de esta premisa, cabe preguntarse por los ante­
cedentes de la sociolingüística, así como por las preocupaciones e ideas que hizo su-

3. American Amhropologisl, 66 - 6, parte 2, 1964.


4 El término «sociolingüística» (sust. y adj.) comenzó a difundirse en España a finales de los años se­
senta Véase L. V. Aracil, Sociolingüística; un nou enfocament, Valencia, 1967; M. Alvar, Estructuralismo,
geografía lingüística y dialectología actual, Madrid, Gredos, 1968 («El concepto de sociolingüística no está
exento de valoraciones polémicas»); E. Lorenzo, «Dimensión social del lenguaje», en El lenguaje y los medios
de comunicación, Madrid, Escuela Oficial de Periodismo, 1969 («la interpretación sociolingüística de una in­
dividualidad semejante ofrecería serias dificultades»). Anteriormente la disciplina era conocida como «socio­
logía lingüística», dentro de la tradición de la lingüística francesa y en paralelismo claro con la disciplina lla­
mada «geografía lingüistica» La introducción de la sociolingüística de Labov en España y en Francia ha te­
nido aspectos comunes: ha sido algo tardía, con pocas y malas traducciones (no siempre de los trabajos más
importantes) y, además, se ha dejado notar el peso de la tradición dialectológica. Véase F. Gadet, «Hétéro-
généité et variation: Labov, un bilan», Languages, 108 (1992).
TEORIAS, METODOS Y APLICACIONES 297

yas en el momento de su difusión y por las circunstancias que favorecieron su desa­


rrollo.
A lo largo del último siglo, tanto en Europa como en Estados Unidos, han exis­
tido escuelas, corrientes o grupos preocupados por unos problemas más o menos cer­
canos a los que ocupan a la sociolingüística actual. El antecedente moderno más
relevante de un interés por lo social se encuentra en el nacimiento mismo de la lin­
güística general. El Curso de lingüística general de Ferdinand de Saussure define la
«lengua» como

un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones ne­


cesarias adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en
los individuos.5

La lingüística se considera parte de una disciplina más general, la semiología, que


tiene como fin el estudio de los signos en el seno de la vida social. A partir de aquí,
alrededor de las ideas de Saussure, surgió una escuela que recibió el nombre de «es­
cuela lingüística sociológica», basada en una concepción sociológica del lenguaje, se­
gún la cual el habla es un hecho social que debe ser estudiado como tal en relación
con otros hechos sociales, puesto que sólo se manifiesta en sociedad.6
La sociolingüística actual parte del mismo principio —el. lenguaje es una forma
de comportamiento social— y por eso no es de extrañar que William Labov haya se­
ñalado que el término «sociolingüística» es algo equívoco y redundante:

Los niños que crecen aislados no lo utilizan [el lenguaje]; es usado por los seres hu­
manos en un contexto social, para comunicarse sus necesidades, ideas y emociones
unos a otros. Los monólogos egocéntricos de los niños resultan ser desarrollos se­
cundarios derivados del uso social del lenguaje y muy poca gente emplea mucho
tiempo en hablar a solas. Es cuestionable que las frases que no comunican nada a
nadie formen parte del lenguaje. ¿En qué sentido puede la «sociolingüística» ser
considerada como algo aparte de la «lingüística»?7

Entre los lingüistas que prestaron una mayor atención a los principios enuncia­
dos por Saussure, hay que destacar a André Meillet y a Charles Bally, insignes re­
presentantes de la «escuela lingüística sociológica». La aplicación de estas ideas se
hizo sobre materiales tanto sincrónicos como diacrónicos, procurando explicar en
todo lo posible la llamada historia externa de los cambios lingüísticos.
Por su parte, la lingüística norteamericana de principios del siglo xx tuvo, ade­
más de Leonard Bloomfield, dos figuras relevantes: Edward Sapir y Franz Boas. Am­
bos mostraron un gran interés por la antropología y potenciaron la colaboración en­
tre lingüistas y antropólogos para dar cuenta de un objeto de estudio: las lenguas
amerindias. La recogida y descripción de esas lenguas obligó a un trabajo sobre el te­
rreno que permitió acumular experiencias reales acerca del funcionamiento de la len­
gua en los grupos sociales.

5. Buenos Aires, Losada, 1945, p. 51.


6. Véase I. Iordan, Lingüistica Románica Evolución, corrientes, métodos, reel. parcial y notas de M . A l­
var, M adrid, A lcalá, 1967, pp. 507-672, También Y . Malkiel, «From Romance Philology Trough Dialect Geo-
graphy to Sociolinguistics», International Journal oflhe Sociology o f Language, 9 (1976), pp. 73-78.
7. Modelos sociolingiiisticos, Madrid, Cátedra, 1983, p, 235,
298 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

Algo parecido ocurrió con los estudios lingüísticos del Reino Unido. John R.
Firth realizó gran parte de su trabajo sobre los materiales aportados por antropólo­
gos como Malinowski:s la transcripción y traducción de textos etnográficos exigía te­
ner presente el contexto situacional en que fueron emitidos. Firth llegó a proponer
una teoría contextual del lenguaje (sistémica) que partía de la idea de que el signifi­
cado de un elemento lingüístico es una función en su contexto. Este principio fue uti­
lizado algo más adelante por M. A. K. Halliday para desarrollar una interpretación
de la lengua como una semiótica social, una interpretación social del lenguaje y del
significado.S.*9
En el otro extremo de Europa, en el segundo tercio del siglo xx, se desarrolló
una escuela de gran importancia para la historia de la lingüística: el Círculo de Pra­
ga. La primera tesis de este círculo, presentada en el I Congreso de Filólogos Eslavos
en 1929, proponía una concepción funcional de la lengua y en otra tesis se hablaba de
la importancia de las relaciones entre los sujetos hablantes que se encuentran en con­
tacto lingüístico, de su grado de cohesión social, profesional, territorial y familiar, y
de su pertenencia a diversas colectividades.10 Siguiendo esta línea funcionalista, Ro­
mán Jakobson trabajó para fijar los factores y las funciones de la comunicación y pro­
puso un estudio del lenguaje centrado en analizar todas y cada una de esas funciones.
Los estudios de Dell Hymes, representante de la tendencia llamada etnografía de la
comunicación, tienen en cuenta el modelo funcional de Jakobson y lo introducen en
el campo de la etnografía.
En otros derroteros, desde finales del siglo xix, tanto la dialectología11 como la
geografía lingüística han prestado atención al lenguaje desde un punto de vista social:
Schuchardt, por ejemplo, fue uno de los pioneros en el estudio de las lenguas crio­
llas.12 La idea de que las comunidades lingüísticas no son homogéneas fue demostrada
por el abate Rousselot en 1891 y, algo más adelante, Louis Gauchat probó la exis­
tencia de variación lingüística entre los habitantes de la localidad de Charmey y con­
cluyó que esa variación venía determinada por factores como el sexo, la edad o la pro­
fesión de los hablantes.13
La geografía lingüística, por su parte, también ha conocido proyectos, encabeza­
dos por el Atlas Italo-suizo de Jud y Jaberg,14 en los que diversos factores sociales han

S. Véase CoraI Gardens an d their Magic, 2.a ed., Londres, Alien & Unwin, 1966. También E. Ardener
el al., A ntro polog ía social y lenguaje, Buenos Aires, Paidós, 1976.
9. Véanse J. R. Firth, Papers in linguislics 1934-1951, Londres, Oxford University Press, 1957; «A sy-
nopsis of linguistic theory», Studies in Linguistics Analysis, Oxford, 1957; M. A. K. Halliday, Towards a So­
ciológicaI Semantics, Urbino, Universitá di Urbino, 1972; Explorations in the Functions o fL ang uag e, Londres,
Edward Arnold, 1973; Learning H ow lo Mean: E xplorations in the developrnent oflanguage, Londres, Edward
Arnold, 1974; Language as social seniiotic. The social interpretation o f language and meaning, Londres, Ed­
ward Arnold, 1978 (trad. al esp. E l lenguaje corno semiótica social, México, Fondo de Cultura Económica,
1982).
10. Véase B. Trnka el al., E l C irculo de Praga, Barcelona, Anagrama, 1972, p. 30 y ss.
11. Véanse M. Cortelazzo, Avviam ento critico alio studio della dialettologia italiana, I, Pisa, Pacini ed.,
1969; B. Terracini, «II concetto di lingua comune e il problema dell'unitá di un punto lingüístico mínimo», B o-
lletino d e ll’A lla nle Linguistic Italiano, 5-6 (1960), pp. 14-24; J. Séguy, Le franqais parlé a Toulouse, Toulouse,
1950.
12. Véase Slawo-deutsches und Slawo-italienisches, Graz, 1884.. S. G. Thomason y T. Kaufman, L a n ­
guage C ontad, Creolization, and Genetic Linguislics, Berkeley, 1988.
13. «L’unité phonétique dans le patois d’une commune», Festschrift H einrich M o rf: A is romanischen
Sprachen und Literattiren, Halle, 1905.
14. Sprach und Sachadas Italiens und de r Siidschweiz, Zofingen, Ringier, 1928-1940,
TEORÍAS. MÉTODOS Y APLICACIONES 299

tenido un lugar destacado.15 Pensamos, por ejemplo, en los atlas lingüísticos norte­
americanos, encabezados por los trabajos de Kurath,16 en el Atlas lingüístico diatópi­
co y diastrático del Uruguay, proyectado por Thun, Forte y Elizaincín,17 en el Atlas
lingüístico de México, dirigido por J. M. Lope Blanch,18 en el Atlante lingüístico de la
Sicilia, dirigido por Ruffino,19 o en el Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla -
La Mancha, de García Mouton y Moreno Fernández.20 Todos estos proyectos han
conformado unas experiencias dignas del desarrollo que posterior o paralelamente se
ha conocido en el campo de la sociolingüística.21*
Una vez que la sociolingüística fue reconocida no sólo como una forma de hacer
investigación, sino como una corriente de estudio capaz de explicar multitud de as­
pectos anteriormente mal tratados y de aportar nuevos principios teóricos y nuevas
posibilidades metodológicas, la disciplina se ha ido consolidando, a la vez que ha au­
mentado el número de investigadores que le dedican toda su atención.
La sociolingüística actual desarrolla su actividad investigadora en tres campos
principalmente: la sociolingüística cuantitativa urbana o variacionismo, la sociología
del lenguaje22 y la etnografía de la comunicación. Entre estas corrientes hay diferen­
cias teóricas y metodológicas importantes,23 que quedan reflejadas en las cuatro re­
vistas más difundidas de la especialidad: International Journal ofthe Sociology o f Lan­
guage, dirigida por Joshua Fishman, es de tendencia claramente sociológica (socioló­
gica lingüística, se entiende); Language in Society, dirigida por Dell Hymes, tiene un
aire ecléctico, aunque hay lugar, y muy marcado, para la etnografía de la comunica­
ción; Language Variation and Change, dirigida por David Sankoff, William Labov y
Anthony Kroch, es de naturaleza rigurosamente variacionista y responde a un deseo
expreso de desmarcar la sociolingüística de Labov de otras corrientes más o menos
cercanas; Journal ofSociolinguistics, dirigida por N. Coupland y A. Bell, tiene una in­
tención interdisciplinaria, si bien deja un lugar importante al análisis de la conversa­
ción y del discurso, a la lingüística textual y a todos los aspectos comunicativos de la
vida social.
Aunque éstas son las líneas de trabajo más cultivadas dentro de la sociolingüís-

15. Véase F. Moreno Fernández, «Método geolingüístico y método sociolingüístico. El factor “sexo” en
los atlas», en E Radtke y H Thun (coord ), Nene Wege der Romanischen Geolinguistik, K iel, Westensee, 1996,
pp. 92-112.
16. Handbook ofthe Linguistic GeographyofNew England.TJ ed., Providence, Brown University, 1973.
17. «El Atlas Lingüístico Diatópico y Diastrático del Uruguay (A D D U ). Presentación de un proyecto»,
Iberoromania, 30 (1989), pp. 26-62.
18. Lope Blanch, J. M ., «El Atlas Lingüístico de México», Lingüistica Española Actual, X I I I (1991),
pp. 153-171.
19. Véase Dialettologia urbana e analisi geolinguistico, Palermo, Centro di Studi Filologici e Linguistici
Siciliani, 1991.
20. «Sociolingüística en el Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed.),
Actas del Primer Congreso Anglo-Hispano, Madrid, Castalia, 1993, pp 139-149.
21. Los atlas regionales dirigidos por M . Alvar atienden a factores sociales en las ciudades más desta­
cadas. Véase, por ejemplo, el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (con la col. de A. Llórente y G.. Sal­
vador), Granada, CSIC , 1961-1973.
22 Véase de J. Fishman, The Sociology o f Language, Rowley, Mass , Newbury House, 1972 (trad al
esp. Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979); J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology o f Langua-
ge, La Haya, Mouton, 1968; J. Fishman, R L. Cooper y R. Ma (eds ), Bilingitalism in the Barrio, Blooming-
ton, In ., University o f Indiana Press, 1971.
23, Véase F. Moreno Fernández, Sociolingiiisrica en Estados Unidos (1975-1985). Guia bibliográfica cri­
tica, Málaga, Agora, 1988; Metodología sociolingiiistica, Madrid, Credos, 1990.
300 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE

tica, en sentido amplio, debe tenerse en cuenta que en cada país hay unas tradicio­
nes, unas escuelas, unos usos investigadores, unas convenciones de estudio y unas pe­
culiares situaciones sociolingüísticas que determinan, de forma concreta, el modo en
que una tendencia se cultiva y la procedencia de los estudiosos que le dedican sus afa­
nes. En cualquier caso, al margen de tradiciones particulares, la sociolingüística an-
glo-norteamericana, especialmente la estadounidense, ha marcado el ritmo de la ma­
yor parte de las investigaciones recientes.24

Sociolingüística y sociología del lenguaje

La relación entre la lengua y la sociedad nos lleva a dos puertos: el de la socio-


lingüística propiamente dicha y el de la sociología del lenguaje. En ambos caben
aspectos lingüísticos y aspectos sociales, pero en cada una de las disciplinas se hace
hincapié sobre una clase de esos factores: la sociolingüística sobre los factores lin­
güísticos y la sociología del lenguaje sobre los factores sociales. Hay que entender,
por tanto, que la sociolingüística es, antes que nada, lingüística y que la sociología del
lenguaje es, ante todo, sociología, con todas las implicaciones teóricas y metodológi­
cas que de ello se derivan.
El objeto de estudio de la sociolingüística es la lengua como sistema de signos,
pero considerada dentro de un contexto social. Al sociolingüista le interesan las rela­
ciones entre los estratos sociales y la estructura lingüística; al sociólogo del lenguaje
le preocupan aspectos como el plurilingüismo, la diglosia, la planificación lingüística,
las lealtades lingüísticas.25 Sirva el nombre de Joshua Fishman como ejemplo de in­
vestigador preocupado especialmente por la sociología del lenguaje: este autor llega
a poner en tela de juicio la corriente sociolingüística, por considerar la sociedad como
un estamento conceptualmente superior al lenguaje. El nombre de William Labov es
el más indicado como representante de una sociolingüística estricta.
En sintonía con la división que se acaba de presentar, José P. Roña distingue
dos tipos de sociolingüística: una propiamente lingüística, que estudiaría la estratifi­
cación interna de los diasistemas, y otra alingüística, que estudiaría la relación entre
el diasistema y la sociedad. La incidencia del diasistema sobre la sociedad sería algo
de lo que deberían ocuparse los sociólogos; del mismo modo, la incidencia de la so­
ciedad sobre el diasistema —así como sus consecuencias: actitudes lingüísticas—
también sería algo que afectaría sobre todo a la sociología del lenguaje. Desde un
punto de vista sociológico, se ha criticado a la sociolingüística la falta de una teoría
propia y, a la vez, el hecho de haber aceptado, sin más, un modelo social y socioló­
gico basado en el concepto de «clase social» y de diferencias de poder, modelo que
ha dado unos frutos de dudosa valía.26 Desde un punto de vista lingüístico, se ha va­
lorado negativamente la falta de sensibilidad de los sociólogos en el manejo de con­
ceptos tan bien diferenciados teóricamente como los de «estilo», «dialecto», «socio-
lecto» y «lengua».

24. Véase E. Figueroa, Sociolingttistic Metatheory, Oxford, Elsevier, 1994.


25. A pesar de la relativa claridad de esta división, ante un objeto de estudio concreto — por ejemplo,
el bilingüismo— puede estar en la mano del investigador, en sus intereses e inquietudes, acabar haciendo so­
ciolingüística o sociología del lenguaje.
26. Véase O. Williams, Sociolingttistics.: A sociological critique, Londres, Routledge, 1992.
T E O R ÍA S . M É T O D O S Y A P L IC A C IO N E S 301

A la hora de ofrecer una delimitación teórica de la sociolingüística y del conjun­


to de escuelas o tendencias que forman la disciplina, podrían ser de cierta utilidad las
propuestas de Joshua Fishman,2728según las cuales se deberían distinguir dos tipos de
problemas:

a) M aeroproblemas. La diversidad lingüística y el modo en que ésta se refleja


en la diversidad social: la adquisición del lenguaje, los dominios de uso, las actitudes
lingüísticas, el plurilingüismo, la diglosia, la planificación lingüística (nivel macroso-
ciológico).
b) Micro problemas. La interacción lingüística dentro de pequeños grupos; el
análisis de la conversación (nivel microsociológico).

Ahora bien, existe la posibilidad de encontrar un nivel de análisis aún más con­
creto que el «micronivel» que propone Fishman: pensamos en un nivel eminente­
mente lingüístico que tenga que ver con el estudio de la variación sociolingüística. Si
se tiene en cuenta esta tercera posibilidad, se puede concluir que el llamado «nivel
macrosociológico» sería el objeto prioritario de una sociología del lenguaje, que el «ni­
vel microsociológico» sería el objeto de lo que se conoce como etnografía de la co­
municación, aunque no se excluyen los estudios hechos desde la sociología o desde la
psicología social, y que en un tercer nivel encontraríamos el objeto de una sociolin-
giiística estricta.
Así pues, si en vez de trabajar desde una perspectiva sociológica, como Fishman,
lo hiciéramos con una perspectiva epistemológicamente más amplia, podríamos dis­
tinguir varios niveles de análisis, que denominaríamos niveles sociolingiiísticos: un ni­
vel sociológico, en el que se abordaría el estudio sociológico de las lenguas y de los
fenómenos lingüísticos en las comunidades de habla, un nivel etnográfico, en el que
se practicaría el estudio etnográfico de las lenguas en las comunidades de habla y en
los grupos sociales, y un nivel lingüístico, en el que se analizaría la variación en su
contexto social.

La etnografía de la comunicación

La etnografía de la comunicación, en el sentido más actual, nació a la par que la


sociolingüística, confundida bajo el mismo rótulo con otras corrientes de estudio. Si
fuera necesario determinar el momento en que quedaron sentados los fundamentos
modernos de esta tendencia, habría que tener en cuenta unas reuniones celebradas en
1962 y 1963 bajo los auspicios de la Kroeber Anthropological Society y de la South-
western Anthropological Association, la primera, y de la American Anthropological
Association, la segunda, que tuvieron como resultado la publicación de un número es­
pecial de la revista American Anthropologist.2S
Los representantes más señalados de esta corriente son Dell Hymes y John Gum-
perz, que han aportado obras monográficas y de conjunto de gran valor. Entre las pri­
meras, destacan el libro de D. Hymes, Foundations in Sociolingüistics. An Ethno-

27, Véase «Basic Issues in the Sociology of Language», Lartgitage, 43 (1968), pp. 586-640.
28. Se ha hecho alusión a ella en el primer apartado de este capitulo.
302 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

graphic Approach,29 y la obra de J, J. Gumperz y D. Hymes, Directions in Sociolin-


guistics: The Ethnography o f Communications0 La mejor introducción general que se
ha hecho hasta el momento fue publicada en 1982 por Muriel Saville-Troike.31
A pesar de la relación más o menos estrecha que esta clase de estudios ha teni­
do con la sociolingüística y la sociología del lenguaje a lo largo de los últimos años,
su origen y tradición hay que llevarlos mucho más atrás en el tiempo, hasta llegar, por
ejemplo, a los trabajos antropolingüísticos de Boas y Sapir. Pero, a la vez, debe te­
nerse en cuenta el influjo que el estudio etnolingüístico ha recibido de algunas
corrientes sociológicas, caracterizadas por estudiar la acción social dentro de un en­
torno sujeto a una red de interpretaciones que se desarrollan a través de procedi­
mientos lingüísticos. Las corrientes sociológicas a las que se hace referencia son la
etnometodología y el interaccionismo simbólico: la primera fue creada por Harold
Garfinkel y Aaron V. Cicourel, a partir de los planteamientos de Schutz; la segunda
ha sido cultivada por George Herbert Mead, en la primera mitad de siglo, y más re­
cientemente por Blumer, Coser y Strauss.32
La etnografía de la comunicación se basa en la idea de que la estructura lin­
güística y los factores de la estructura social se determinan mutuamente; además Dell
Hymes y otros etnógrafos han trabajado sobre los factores de la comunicación y las
funciones del lenguaje que habían distinguido previamente autores como Bühler y
Jakobson. Los objetivos iniciales de la moderna etnografía de la comunicación han
sido crear un método válido para la descripción y análisis de los acontecimientos del
hablar en las comunidades de habla y descubrir los recursos comunicativos de la co­
munidad y la distribución de tales recursos entre los hablantes y los llamados acon­
tecimientos del hablar. El modelo de estudio propuesto por los etnógrafos incluye
tanto elementos estructurales como elementos funcionales. Su interés primero se
centra en el estudio de los acontecimientos del hablar y de las funciones que cum­
plen. De esta manera la interacción sociolingüística pasa a ocupar un lugar de privi­
legio en el conocimiento de la comunicación tal y como se produce en las comuni­
dades de habla.
Partiendo de estas bases, las características generales y metodológicas de la et­
nografía de la comunicación, pueden resumirse en unos pocos puntos:

1) Concibe la lengua desde una perspectiva etnográfica, es decir, como un sis­


tema de comunicación social que sólo puede interpretarse dentro de un contexto es­
pecífico.
2) Trabaja principalmente con grupos sociales o con comunidades de pequeñas
dimensiones.
3) Utiliza una metodología típicamente etnográfica (observación participativa,
observación y anotación de la realidad), frente a la metodología de corte más socio­
lógico que manejan los estudios estrictamente sociolingüísticos.
4) Utiliza técnicas cualitativas de análisis e interpretación y sólo de forma mar­
ginal deja un lugar para los análisis cuantitativos detallados.

29,. Cinnaminson, University of Pennsylvania Press, 1974.


30. Nueva York, Holt, Rinehart & Winston, 1972.
31. Tlie Ethnography o f Communication. A n Introduction, Oxford, Blackwell.
32. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos. G uia bibliográfica critica, ob. cit.
T E O R ÍA S , M É T O D O S Y A P L IC A C IO N E S 303

Un medio interesante de comprender cuáles son los límites de esta corriente in­
terdisciplinaria puede ser pasar revista a los fenómenos que han constituido su obje­
to de estudio. Algunos de ellos son los siguientes: pautas de comunicación (saludos,
despedidas, felicitaciones, etc.), funciones comunicativas (relacionadas con los princi­
pios de la pragmática), naturaleza y definición de la comunidad de habla, instrumen­
tos de comunicación, componentes de la competencia comunicativa, relación entre la
lengua y la visión del mundo, la lengua y la organización social, universales lingüísti­
cos y sociales (lengua y cultura).

Aportaciones y problemas de la etnografía


de la comunicación

Uno de los méritos más notables de la etnografía de la comunicación es el de ha­


ber introducido y divulgado una serie de conceptos, ampliamente manejados en la ac­
tualidad, que han resultado de gran utilidad tanto para la sociolingüística como para
la lingüística general. Esos conceptos son los de comunidad de habla y competencia
comunicativa. Además, las unidades de análisis que utiliza han sido muy valiosas en
el ámbito de la descripción lingüística: situación comunicativa, repertorio comunicati­
vo, macroacontecimiento del hablar, microacontecimiento del hablar, rutinas y rituales
lingüísticos. De todo ello hemos dado cuenta en otros capítulos.
La importancia de la etnografía de la comunicación para las investigaciones so-
ciolingüísticas es algo que los etnógrafos destacan con insistencia. Según estos espe­
cialistas, las significación social del material lingüístico que se recoge en las grabacio­
nes sólo puede valorarse adecuadamente teniendo en cuenta las normas sociales que
han determinado la elección de ciertos usos y no otros por parte del hablante en el
momento de las entrevistas. Además, por muchos análisis cuantitativos que se reali­
cen desde la sociolingüística estricta, éstos pueden tener una significación nula si la
recogida de los materiales, la preparación de la muestra y la interpretación de los re­
sultados no tienen en cuenta las descripciones cualitativas que practican los etnógra­
fos o que se hacen desde una perspectiva etnográfica.
A propósito de la relación entre sociolingüística y etnografía de la comunicación,
es preciso detenerse por un instante en un asunto que afecta a los entresijos de la ma­
teria. El asunto puede plantearse de este modo: ¿la etnografía de la comunicación es
una rama de la sociolingüística o es una disciplina independiente, con sus propios mé­
todos, principios y problemas? Es bien conocido que en los volúmenes considerados
como fundacionales de la sociolingüística —el de Bright y el de Lieberson— quedaban
recogidos trabajos de investigadores expresamente vinculados a la etnografía de la co­
municación, si bien no ponían reparos, ni mucho menos, al uso del marbete «sociolin­
güística». Pero, aunque que en los inicios de esta corriente se dio un afán integrador,
por el que la sociolingüística quedaba convertida en disciplina centrípeta, el tiempo ha
demostrado que la sociolingüística más lingüística, la estricta, la que también se deno­
mina «variacionismo», ha ido marcando lindes cada vez más pronunciadas.
En esta misma línea de pensamiento, Humberto López Morales sostiene que

[la sociolingüística] se ocupa sólo de la comunicación verbal en sus aspectos lin­


güísticos exclusivamente; otros canales comunicativos (tambores, señales de humo,
304 P R IN C IP IO S D E SO C IO L IN G Ü ÍS T IC A V S O C IO L O G IA D E L L E N G U A JE

etc.) no son de su incumbencia, y tampoco lo son otras características físicas de la


comunicación como el tono de la voz, la distancia entre interlocutores, la gesticu­
lación, etc. El estudio de las funciones comunicativas per se no es esencial a la so-
ciolingüística, pero es básico para la etnografía de la comunicación, lo que la acer­
ca mucho en ocasiones a la teoría de los actos de habla o pragmática.33

Pese a todo, no hay que perder de vista que los factores etnográficos pueden ser
importantes en cualquier investigación sociolingüística, antes y después de ponerla en
práctica: antes, para que la recogida de los materiales lingüísticos se realice de una
forma adecuada a las características comunicativas de la comunidad de habla; des­
pués, para hilvanar las conclusiones puramente sociolingüísticas con otros procesos
comunicativos que se producen en la sociedad. Si se quieren salvar las demás distan­
cias, basta con señalar oportunamente si se está hablando de sociolingüística en sen­
tido estricto o de sociolingüística en sentido amplio. Por lo demás, aunque a simple
vista este problema se plantee en el seno de una sociolingüística amplia, lo cierto es
que puede tener su proyección en un campo más general, porque si hay dificultades
para interpretar la etnografía de la comunicación como sociolingüística, también las
hay para considerarla simplemente como lingüística.
Al margen de las aportaciones que la etnografía de la comunicación ha hecho al
campo de la sociolingüística propiamente dicha o de la antropología, han de valorar­
se los aportes realizados a otros campos, como la psicolingüística, la lingüística apli­
cada y la lingüística teórica. En el campo de la psicolingüística, la etnografía de la co­
municación ha significado un aumento del interés por los procesos de adquisición de
las formas de hablar utilizadas en interacciones de sociedades particulares. Por otro
lado, el análisis de las patologías del lenguaje debe atender a datos culturales especí­
ficos sobre lo que se considera normal o patológico dentro de cada comunidad. Ade­
más, cualquier estudio que pretenda dar cuenta de procesos o estrategias comunica­
tivas universales debe manejar informes y descripciones de culturas muy diferentes,
para lo cual el relativismo de los métodos etnográficos puede ser de gran utilidad.
En el campo de la lingüística aplicada, la etnografía de la comunicación ha con­
tribuido a identificar lo que un estudiante de una segunda lengua debe saber para co­
municarse en esa lengua de forma apropiada en contextos diferentes. A la vez, esta
disciplina contribuye a comparar de forma satisfactoria los sistemas comunicativos de
culturas diferentes: de esta manera se pueden comprender mejor tanto los problemas
y las características que presenta la interacción comunicativa, como los problemas y
características que presentaría la traducción entre lenguas de culturas muy diferentes.
En cuanto a la lingüística teórica, se beneficia de la contribución de la etnogra­
fía en el estudio de las formas y usos lingüísticos universales, así como en la descrip­
ción y análisis de lenguas comparadas. Los etnógrafos pueden ayudar a formular ade­
cuadamente una teoría de la lengua y de la competencia lingüística.
Sin negar el interés y el valor de los estudios de etnografía de la comunicación,
en 1977 Joel Scherzer hacía una serie de denuncias que, en parte, han mantenido su
vigencia hasta la actualidad.34 Scherzer reconoce los valores de la etnografía creada

33. Sociolingitística, 2.a ed,, Madrid, Gredos, 1993, p, 33.


34. «The Ethnography of Speaking: a Critical Appraisal», en M. Saville-Troike (ed.), Georgetown Uní-
versily Round Table on Languages and Linguistics 1977, Washington, D.C., Georgetown University Press,
1977, pp. 43-57.
T E O R ÍA S , M É T O D O S Y A P L IC A C IO N E S 305

por Hymes y destaca el gran número de especialistas dedicados a ella, la celebración


de numerosísimas reuniones y la cantidad de estudios publicados en los que se anali­
zan los factores que concurren en la comunicación. Sin embargo, los esfuerzos reali­
zados por Gumperz e Hymes para dar a la disciplina un fuerte impulso teórico y me­
todológico no han conseguido que la mayor parte de los etnógrafos dejen de limitar
sus proyectos a la recogida de datos en comunidades concretas, trabajo imprescindi­
ble, pero que no constituye un fin en sí mismo. Precisamente la cantidad de datos pro­
porcionados por investigadores, que en muchos casos son de procedencia diversa,
plantea un conjunto importante de inconvenientes teóricos y metodológicos.
En primer lugar, las culturas, sociedades o instituciones son analizadas desde el
punto de vista de cada investigador y descritas sin establecer un sistema común de re­
ferencias, lo que impide llevar a la práctica una comparación válida entre los estudios
de comunidades diferentes. La etnografía de la comunicación no ha sabido ir mucho
más allá de la mera acumulación de datos, por lo que los investigadores se deberían
comprometer a seguir unos conceptos, definiciones y modelos que pudieran ser apli­
cados en todas las investigaciones.
Otro problema es el que plantea la relación entre los datos lingüísticos y socio-
culturales de las comunidades estudiadas: muchos investigadores procedentes de la
etnografía o de la sociología no aprecian en sus justos términos el valor de los datos
lingüísticos y los consideran como secundarios. Esto es así porque no se maneja un
método que permita interrelacionar adecuadamente todos los factores sociales, lin­
güísticos y culturales. Tal vez el interés inicial de la etnografía por vincularse a la so­
ciolingüística se pueda interpretar como una llamada de socorro en este sentido: se
buscaba en esa nueva tendencia algo que ni los antropólogos tradicionales ni los so­
ciólogos habían podido proporcionar por su desconocimiento de la lengua.
Desde otro punto de vista, la etnografía de la comunicación no ha conseguido lle­
gar a universales sustanciales sobre la organización de la comunicación, las caracte­
rísticas de los actos de habla, el uso de los elementos de la interacción social (corte­
sía, agradecimientos, peticiones) o la adquisición de la competencia comunicativa.
Scherzer critica a la etnografía su preocupación excesiva por conductas e interaccio­
nes específicas (rituales, ceremonias) y la escasa atención prestada a los hechos de ha­
bla aparentemente intrascendentes, es decir, los de la vida cotidiana.
A estos problemas de orden teórico hay que añadir otros de naturaleza eminen­
temente metodológica como la ausencia de análisis cuantitativos de la interacción co­
municativa, sobre todo de la comunicación que no se produce en rituales, tal vez por
la dificultad que comporta recoger y cuantificar ese tipo de datos.35

Orientaciones bibliográficas

Aparte de las obras citadas en el capítulo y de los manuales generales, comenta­


dos reiteradamente, aconsejamos la lectura del trabajo de M. Fernández, «Los orí­
genes de la sociolingüística», en II Jornadas de Lingüística (Cádiz, Universidad de

35. Además estaría, por ejemplo, la dificultad de analizar los procesos tácitos de la interacción social, lo
que Goffman ha denominado «laconismo de la conversación», muy complicados de valorar para un investi­
gador ajeno a la comunidad estudiada.
306 P R IN C IP IO S DE S O C IO L IN G U í STIC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Cádiz, 1997) y del artículo de E. F. K. Koerner, «Toward a History of Modern So-


ciolinguistics» (en American Speech, 66, 1991, pp. 57-70). Sobre la aparición de la
sociolingüística en España, véase el traba jo de Yael van Everbroeck, Lengua y socie­
dad en la lingüística española del siglo XX (Lovaina, Katholieke Universiteit Leuven,
1993)
Acerca de la relación entre la sociolingüística (modelo sociológico glotocéntrico),
la sociología del lenguaje (modelo sociológico semiocéntrico) y la etnografía de la co­
municación (modelo antropológico), puede consultarse el libro de J. A. Villena Pon-
soda, Fundamentos del pensamiento social sobre el lenguaje (constitución y crítica de
la sociolingüística) (Málaga, Ágora, 1992).
C a p ít u l o 18

TEORÍA Y MÉTODOS DE LA SOCIOLINGÜÍSTICA


VARIACIONISTA

Variacionismo y cuantificación

Todo lo medible se debe medir; lo que no es medible debe ha­


cerse medible.
G a l il e o G a l il e i

La sociolingüística variacionista, llamada también variacionismo, nació en los


años sesenta alrededor de la figura de W. Labov,1 aunque su desarrollo posterior se
ha debido a los trabajos de las escuelas de Filadelfia y de Canadá.2 Esta sociolingüís­
tica tiene entre sus objetivos el de descubrir el orden que pueda haber en la variación
y en el cambio lingüístico. Para cumplir tal objetivo, cuando los datos se cuentan por
centenares, se recurre a la cuantificación, porque la importancia de los análisis cuali­
tativos, que nadie niega, es paralela al interés de los estudios cuantitativos: no se pue­
de contar lo que no se ha identificado.3
Efectivamente, el variacionismo ha tenido desde sus inicios dos preocupaciones
principales: el estudio de la lengua en su contexto social y el cambio lingüístico. El
primero ha sido especialmente significativo porque ha cubierto una necesidad que las
investigaciones geolingüísticas llevaban poniendo de manifiesto y satisfaciendo par­
cialmente desde hacía mucho tiempo: el análisis del habla de los grandes núcleos ur­
banos. En la actualidad es posible describir con rigor hasta qué punto una variación
viene determinada tanto por factores lingüísticos, como por factores extralingüísticos
(sociales y contextúales) en una comunidad determinada. Por otra parte, la sociolin­
güística ha contribuido a difundir una visión de la lengua en la que lo variable es el

1. Véase The social stratification o f English in New Y ork City, Washington, D.C, Center for Applied
Linguistics, 1972. Sociolinguistic parteras, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1972. Langitage in lite
inner city. Smdies in rhe B la c k English vernacular, Filadelfia, University of Pennsylvania Press.
2. La sociolingüística canadiense, al menos en su corriente variacionista, es continuadora de los plan­
teamientos de Labov. Véase D. Sankoff (ed.), Linguistic Variation. Models and methods, Nueva York, Aca-
demic Press, 1978; H. Cedergren y D. Sankoff, «Variables rules: performance as a statistical reflection of com-
petence» Language, 50 (1974), pp. 333-355.
3. Véase U. Weinreich, W. Labov y M. Herzog, «Empirical Foundations for a Theory of Language
Change», en W. P. Lehmann e Y. Malkiel (eds.), D irections f o r H islorical Linguistics. A symposiurn. Austin,
University of Texas Press, 1968, pp. 189-195
308 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A J E

centro de atención, frente a la postura de las corrientes más influyentes de la lingüís­


tica general, a la vez que ha convencido a muchos sobre la conveniencia de trabajar
con materiales de la lengua viva, obtenidos en cantidades representativas de boca de
unos hablantes representativos. El fracaso de algunos modelos teóricos está precisa­
mente en su falta de conformidad con los usos reales.
En cuanto al estudio del cambio, hay que destacar la atención prestada al terre­
no específico del cambio lingüístico en curso, donde se ha conseguido un nivel des­
criptivo muy satisfactorio. Muchas lenguas, como el español, aún no se han visto su­
ficientemente beneficiadas por estos avances, pero todo se andará. Por el momento,
la sociolingüística es parcialmente responsable del auge que en los últimos años ha
cobrado el estudio del cambio lingüístico desde una perspectiva teórica y general. Las
obras de Lehmann y Malkiel, Bynon, Anttila o Milroy son prueba de ello.
En todo lo que acabamos de comentar han estado y están presentes los análisis
cuantitativos: la sociolingüística variacionista ha tratado con un mimo especial el de­
sarrollo y perfeccionamiento de los medios técnicos necesarios para ello. Hasta tal
punto es así que algunos especialistas han reprochado a esta disciplina un interés por
el ámbito metodológico y técnico de la investigación, que podría haber ido en detri­
mento de algún que otro logro teórico.4 Pero la preocupación por el método es con­
veniente y necesaria, especialmente cuando se trabaja con datos de lengua hablada, y
no es incompatible con una reflexión teórica seria. El variacionismo ha intentado con­
jugar los dos intereses, que en el fondo son uno solo, y ha creado una metodología
que sorprende por su refinamiento y por su eficacia, aunque no sea la panacea uni­
versal.

Variación y teoría lingüística

El análisis emblemático de la sociolingüística variacionista es, sin duda, el que se


conoce con el nombre de análisis de regla variable. Ese nombre recoge la esencia de
su origen, pero no se ajusta estrictamente al sentido que tiene el análisis en la actua­
lidad. El variacionismo ha dedicado parte de sus energías a perfeccionar una prueba
estadística capaz de medir hasta qué punto una serie de factores lingüísticos (contex­
túales y funcionales) y extralingiiísticos (sociales y situacionales) determina la aparición
de cada una de las variantes de un fenómeno lingüístico variable.
Conviene dejar claro, antes de seguir adelante, que una estadística de corte va­
riacionista no tiene por qué vincularse de forma absoluta y necesaria a una corriente
teórica determinada; sin embargo, es evidente que los variacionistas norteamericanos
han estado condicionados por un entorno de naturaleza generativo-transformacional.
Frente a la propuesta de regla opcional, concepto teóricamente endeble, la sociolin­
güística presentó una alternativa destinada a enriquecer el modelo generativista: la re­
gla variable.5 Estas reglas tenían una forma semejante a la que se presenta en la fi­
gura 18.1, que debe leerse así: el segmento lál, ya debilitado en [8], se elide variable-

4, Véase A, Pisani, La variazione lingüistica. Causaiismo e probabiiism o in sociolingüística, Milán, Fran­


co Angeli, 1987.
5. Véase W. Labov, «Contraction, Deletion, and Inherent Variability of the English Copula», Langita-
ge, 45 (1969), pp. 715-762,
T E O R ÍA S . M ET O D O S Y A P L IC A C IO N E S 309

+ voc + voc
abertura 2 abertura 2
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/ í + g r a m lX
+ voc + VOC
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.

Fuente: H. López Morales, «La sociolingüística actual», en F, Moreno Fernández (comp„), Estudios sobre variación lin­
güística, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990..

Fio. 18.1. Regla variable de elisión de d en San Juan de Puerto Rico.

mente; esto ocurre con las más altas probabilidades cuando la vocal anterior es /o/ y
en segundo lugar /a/, si la Id/ pertenece al morfema -d- de participio y si las vocales
que le siguen son lo/ y después /a/. A la información lingüística se añadiría la corres­
pondiente a las probabilidades y las condiciones de aplicación social y estilística.
La regla variable sería capaz de explicar en qué medida se cumple un fenómeno
y en qué condiciones lingüísticas y sociales. Frente a las propuestas de «hablante -
oyente ideal» y de «comunidad homogénea», conceptos incompatibles con cualquier
tipo de empirismo, la sociolingüística propone la experiencia de unos usos reales y re­
presentativos. Desde el momento en que el variacionismo convierte estas propuestas
en axiomas, aparece el choque dialéctico con el generativismo.6
Sin embargo, el contraste de opiniones no ha hecho que los variacionistas nor­
teamericanos pierdan de vista el devenir del generativismo; es más, algunos han in­
tentado trabajar desde la «teoría de la rección y el ligamiento» y otros han visto en
el «modelo de principios y parámetros» la posibilidad de un acercamiento formal.7
Una demostración de la importancia que tiene el generativismo para los variacionis­
tas norteamericanos está, por un lado, en la propuesta del concepto de «regla varia­
ble», pero también en el abandono silencioso que se ha ido haciendo, aproximada­
mente desde 1978, de esa misma regla variable en las publicaciones. Entiéndase bien:
no se han abandonado las técnicas estadísticas, sino el uso formal de las reglas: se cal­
culan y presentan los factores estudiados y su peso cuantitativo, pero no se redactan
las reglas derivadas de ellos. Las causas de este cambio de orientación son varias: por
una parte está la dificultad de aplicar la regla variable en el campo de la sintaxis trans-
formacional; por otra, una regla variable no explica los fenómenos, sino que simple­
mente los describe; finalmente, los sucesivos cambios en el seno del generativismo han
hecho que la elaboración de reglas no se ajuste a las necesidades teóricas más re­
cientes. En resumen, la renuncia a formular reglas variables está íntimamente ligada
a la relación entre variacionismo y generativismo.
Muy unido a este problema encontramos el del emplazamiento de la variación
sociolingüística en el conjunto de la lengua; dicho de otra forma, la localización de la

6. F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guia bibliográfica crítica, Má­
laga, Agora, 19SS, pp. 12S-130.
7 F. D’Introno, «Teoría lingüística, variación paramétrica y español de América», en H„ López Mora­
les y M. Vaquero (eds.), Actas del 1 Congreso internacional sobre el espartoI de América, San Juan. Puerto
Rico. Del 4 al 9 de octubre de 1982, San Juan, Puerto Rico, Academia Puertorriqueña de la Lengua Españo­
la, 19S7, pp. 373-3S2
310 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G L ÍS I IC.A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

regla variable en el sistema. La sociolingüística variacionista parte de la idea de que


la regla variable está vinculada a la competencia lingüística, pero en las explicaciones
que se han hecho de esta hipótesis pueden observarse distintos matices de intensidad:
para Labov, las reglas variables son reglas de producción que en una gran mayoría
pueden ser caracterizadas también como reglas de actuación, aunque constituyen cla­
ramente un aspecto de la competencia. Para Cedergren y Sankoff, la actuación es un
reflejo estadístico —si bien aproximado— de la competencia y las reglas variables in­
cluyen un componente probabilístico de lo lingüístico y de lo social. Podríamos decir
que unos autores han defendido más radicalmente un concepto de regla variable
como patrimonio exclusivo de la competencia, mientras otros no han descuidado los
niveles de la lengua menos abstractos. El debate sobre esta cuestión ha ido perdien­
do fuerza al mismo ritmo que se abandonaba el uso formal de las reglas, pero no ha
dejado de despertar interés y es probable que en el futuro se reavive.
Las dificultades y controversias teóricas no han impedido que se sigan haciendo
análisis estadísticos, con más fuerza y calidad que nunca, pero considerados como
simple herramienta descriptiva de la variación. Esto prueba que se puede hacer va-
riacionismo desde un modelo teórico no generativista. La sociolingüística exige de la
teoría, sea la que sea, capacidad para admitir la presencia ordenada de fenómenos va­
riables.

Desarrollo de las técnicas cuantitativas


en la sociolingüística variacionista

La cuantificación en el ámbito de la lingüística se ha aprovechado de los recur­


sos de la estadística, entendida como

ciencia del tratamiento de la información que contiene las series de datos proce­
dentes de observaciones de fenómenos colectivos (Real Academia de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales),

La sociolingüística trabaja habitualmente con dos tipos de estadística: una esta­


dística descriptiva y una estadística de inferencias (inferencia estadística). La primera
consiste simplemente en contar y ordenar cuantitativamente un conjunto de datos; la
segunda nos permite aplicar de forma válida las conclusiones de esos análisis a enti­
dades mayores que en realidad no han sido investigadas en su totalidad: resulta im­
pensable que se puedan recoger muestras de habla de todos los habitantes de Madrid,
por ejemplo; de ahí la necesidad de hacer inferencias a partir de los materiales de una
muestra.
La estadística descriptiva incluye pruebas simples de cuantificación, por otra par­
te muy conocidas, como el recuento de frecuencias absolutas, su conversión en fre­
cuencias relativas y el cálculo de medias, medianas, modas, varianzas y desviaciones
típicas.8 Este tipo de pruebas se aplican en lingüística desde hace muchos decenios.
Con el paso del tiempo hemos ido ganando en rapidez y fiabilidad en el manejo de
los datos, así como en calidad a la hora de presentarlos gráficamente. En este punto,

S. F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, Madrid, Credos, 1990.


T E O R IA S . M ET O D O S Y A P L IC A C IO N E S 311

el desarrollo d é la informática ha aportado enormes ventajas. Actualmente es posible


aplicar la estadística descriptiva por medio de programas llamados hojas de cálculo
que están al alcance de cualquier mano También existen programas estadísticos más
completos de los que se obtienen cálculos rápidos y gráficos de gran calidad (SPSS,
Statview).
Como se deduce de lo apuntado, la estadística descriptiva se ha utilizado desde
los inicios mismos de la sociolingüística moderna: ejemplo de ello es el trabajo de
W. Labov sobre la isla de Martha’s Vineyard.9 Sin embargo, su aplicación sigue sien­
do inexcusable en cualquier análisis de la variación y los problemas que presenta son
mínimos desde un punto de vista técnico. El éxito está garantizado cuando el inves­
tigador cuantifica las categorías pertinentes, cuando están bien delimitadas y cuando
se aprovechan al máximo sus posibilidades. No obstante, con cierta frecuencia se en­
cuentran publicaciones en las que no se pasa del cálculo de los tantos por ciento. Este
cálculo es tan necesario como básico, pero a menudo necesita ser complementado con
análisis que comprueben, por ejemplo, las desviaciones de los datos respecto de las
medias (varianza, desviación típica), para no llegar a conclusiones limitadas o equi­
vocadas.
Como se desprende de lo anterior, el valor de la estadística descriptiva no la con­
vierte en el único procedimiento susceptible de aplicación. Estamos ante una fase ne­
cesaria, pero no suficiente: por eso se la denomina pre-cuantificación. El variacionis-
mo ha puesto en manos de los investigadores unos recursos que conviene utilizar para
que los análisis no resulten pobres. Tales recursos pertenecen al campo de la inferen­
cia estadística y, concretamente, de los análisis multivariables.10 La inferencia estadís­
tica permite llegar a conclusiones sobre la variación lingüística en una comunidad,
partiendo del análisis de los datos recogidos en unos pocos hablantes que se conside­
ran representativos de esa comunidad, y dentro de este campo destaca el análisis co­
nocido como análisis de regla variable.
Los análisis de regla variable — análisis de regresión o análisis probabilísticos—
estudian la relación entre más de dos variables y calculan las probabilidades de que
aparezcan o no aparezcan las distintas variantes en determinadas condiciones lingüís­
ticas y sociales. Para hacer un análisis estadístico de esta naturaleza se necesita

a) que el fenómeno analizado sea variable,


b) que la alternativas de la variación sean formas diferentes de decir lo mismo,
esto es, que el uso de una alternativa u otra (variantes) por parte de un ha­
blante no suponga un cambio semántico o pragmático,
c) que la variación analizada tenga relación con las condiciones lingüísticas y
extralingüísticas en que se produce.

Como se explicó en el capítulo 1, el fenómeno estudiado puede pertenecer a


cualquier nivel lingüístico. El objeto principal del estudio se considera una variable
dependiente', los elementos lingüísticos y sociosituacionales que se tienen en cuenta
para estudiar ese objeto se denominan variables independientes o explicativas. La for-

9. W. Labov, «The Social Motivation of Sound Change», Word, 19 (1963), pp. 273-309.
10. Sobre los análisis multivariables, véase M. García Ferrando, Socioestadistica Introducción a la esta­
dística en sociología, 2.” ed., Madrid, Alianza, 1994.
312 P R IN C IP IO S D E SO C10L1NGUÍST1CA Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

C uadro 18.1. Frecuencias (absolutas y relativas) de presencia de una marca de plural


según la clase de palabras y la función gramatical. Totales válidos

Ob jetos Sujetos Total

Adjetivos 6 /10= 60 % 10/10= 100 % 16/20 = 80 %


Determinantes 3/10 = 30 % 7/10= 70% 10/20 = 50 %
Nombres 0/10 = 0 % 4/10 = 40 % 4/20 = 20 %
Total 9/30 = 30 % 21/30= 70 %

Fuente: D. Sankoff, 1988

ma de preparar los materiales para el análisis probabilístico es prácticamente la mis­


ma que hemos señalado para la estadística descriptiva; en otras palabras: se parte del
recuento de las frecuencias absolutas del rasgo en cada una de las condiciones pre­
vistas y en los discursos recogidos de una muestra de hablantes.
Llegados a este punto, es necesario insistir en la idea de que la finalidad de este
tipo de análisis es eminentemente lingüística, por lo que los rasgos analizados deben
ser elementos variables de la lengua. En el momento de valorar el comportamiento
de las variables explicativas y de organizarías en grupos coherentes es aconsejable an­
teponer un criterio lingüístico a otro tipo de consideraciones. El sociolingüista no es
un sociólogo, ni un matemático: debe pensar como lingüista y actuar con los patrones
derivados de su formación. De igual modo, los resultados que aporten los análisis
también han de ser interpretados desde y para la lingüística.
La importancia del análisis de regresión descansa en varios hechos. En primer lu­
gar, esta prueba permite averiguar cuál es el grado en que los grupos de factores ex­
plicativos determinan la variación de un elemento cuando todos ellos actúan conjun­
tamente; dicho de otro modo, el cálculo permite conocer la probabilidad general de
que aparezca una variante lingüística cuando actúan simultáneamente diversas varia­
bles lingüísticas y extralingüísticas. Al mismo tiempo, las probabilidades representan
el comportamiento general de una comunidad a propósito de ciertos fenómenos, aun­
que sólo se hayan recogido los usos lingüísticos de algunos hablantes.
El uso exclusivo de las frecuencias relativas (%) en la descripción sociolingüísti-
ca limita enormemente las posibilidades del análisis e incluso puede conducir a inter­
pretaciones erróneas, como se puede comprobar en un ejemplo creado por David
Sankoff.11 Supongamos que estamos analizando la presencia o la ausencia de una
marca de plural teniendo en cuenta la clase de palabras en la que aparece o no apa­
rece (adjetivos, determinantes, nombres) y las funciones gramaticales de los sintag­
mas en los que se dan esas palabras (objeto, sujeto). El cuadro 18.1 recoge los casos
de uso de la marca de plural en las condiciones previstas.
En esta cuadro se indican los casos de presencia de la marca sobre un total de
apariciones posibles. Así, encontramos la marca de plural en seis de los diez casos
de adjetivos en sintagmas con función de objeto recogidos en los materiales; en tres
de los diez casos de determinantes en sintagmas con función de objeto, y no la en­
contramos en ninguno de los diez casos de nombres con esta misma función. La suma

11. «Variable Rules», en U. Ammon, N. Dittmar y K. J. Mattheier (eds.), Sociolinguistics. An Interna­


tional Handbook o f lite Science ofLanguage and Society, Berlín, Walter de Gruyter, 1988, vol. 2, pp. 984-997.
T E O R ÍA S . M ÉT O D O S Y A P L IC A C IO N E S 313

Cuadro 18.2. Frecuencias (absolutas y relativas) de presencia de una marca de plural


según la clase de palabras y la función gramatical. Totales inadecuados para el análisis

Objetos Sujetos Total

Adjetivos 42/70 = 60 % 10/10= 100 % 52/80 = 65 %


Determinantes 3/10 = 30 % 49/70 = 70 % 52/80 = 65 %
Nombres 0/10= 0% 76/190= 40 % 76/200 = 38 %
Total 45/90 = 50 % 135/270= 50 %

Fuente. D. Sankoff, 1988.

de los totales marginales, en unos datos como éstos, nos da una imagen real de cómo
funciona la variación de plural: la aparición de la marca está claramente relacionada
con la función de sujeto y con la clase de los adjetivos.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que en las intersecciones de «clase de pa­
labras» y «función» encontramos un mismo número de apariciones posibles del mor­
fema (diez en cada caso), hecho que casi nunca se da en los materiales sociolingüísti-
cos reales: lo normal es que ese número varíe de forma notable y que la distribución
de los datos no sea tan uniforme. El cuadro 18.2 representa un ejemplo paralelo al
anterior, en el que no coincide el número de posibles aplicaciones por categoría y fun­
ción, aunque las frecuencias relativas parciales sean las mismas.
En este caso, las frecuencias relativas totales no dan una imagen adecuada del
comportamiento variable del fenómeno, porque podríamos interpretar que el hecho
de que el morfema se utilice en una secuencia con función de sujeto o de objeto es
absolutamente indiferente (50 % en cada caso). Pero, aun cuando los datos estén ho­
mogéneamente distribuidos, podemos dar con situaciones en las que los totales no son
válidos para el análisis. Esto ocurre en el cuadro 18.3.
Aquí comprobamos que los totales marginales coinciden con los del cuadro 18.1.
Pero tampoco haríamos una interpretación adecuada si no prestáramos atención a la
forma en que están distribuidas las frecuencias parciales. Observamos, efectivamen­
te, que la clase de los adjetivos y la función de sujeto favorecen la aparición de la mar­
ca; sin embargo, también se aprecia que las dos variables (clase y función) están
interactuando, es decir, ofrecen una información solapada, porque la función objeto
admite la marca en los adjetivos (90 %), pero no en determinantes y nombres (0 %),
mientras que los determinantes y los nombres sólo favorecen la aplicación de la mar­
ca cuando pertenecen a un sujeto (100 y 40 %, respectivamente). En un caso así, los

C u a d r o 18.3. Frecuencias (absolutas y relativas) de presencia de una m arca de plural


según la clase de palabras y la función gramatical. Interacción de factores independientes

Objetos Sujetos Total

Adjetivos 9/10= 90 % 7/10 = 70 % 16/20= 80 %


Determinantes 0/10= 0% 10/10= 100 % 10/20= 50 %
Nombres 0/10= 0% 4/10= 40% 4/20 = 20 %
Total 9/30 = 30 % 21/30= 70 %

Fuente: D. Sankoff, 1988.


314 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

factores no tienen efectos independientes. De todo ello se desprende que, para con­
seguir unos valores generales capaces de indicar hasta qué punto unas variables u
otras favorecen la aplicación de un elemento, hay que recurrir a procedimientos ma­
temáticos más seguros y complejos.
Los avances técnicos de la sociolingüística han respondido básicamente a una
búsqueda del modelo estadístico más adecuado para analizar un rasgo cuya variación
depende de unos factores lingüísticos y extralingüísticos. Estos avances se han dado
principalmente entre 1969 y 1978. Los progresos matemáticos han ido acompañados
de la creación de programas informáticos que han aplicado los cálculos estadísticos.
El nombre genérico con que se conocen tales programas es VARBRUL.12

El modelo estadístico

El modelo estadístico con el que trabaja el variacionismo desde 1975 es el mo­


delo logístico de regresión, cuya segunda versión fue presentada en 1978 por Pascale
Rousseau y David Sankoff. Pero antes de comentar cuáles son sus características ge­
nerales, creemos necesario hacer algunas advertencias.
Hasta el momento, las explicaciones más detalladas que se han dado de este mo­
delo proceden, como es lógico, de sus creadores. Sankoff y Rousseau son investiga­
dores de formación matemática que han dedicado una parte muy importante de su
trabajo a las aplicaciones con fines lingüísticos. Ahora bien, estos autores no han dado
las explicaciones con la intención de que los sociolingüistas aprendan matemáticas o
puedan calcular por ellos mismos unas probabilidades de significación sociolingüísti­
ca: han buscado la comprensión general del modelo. Ni siquiera la publicación más
«pedagógica» de este campo (la que hizo Sankoff en 1988) permite al lingüista seguir
con facilidad los argumentos matemáticos. El modelo se ha descrito para su com­
prensión y la de los resultados que proporcionan los programas informáticos corres­
pondientes, pero poco más: se ha dado prioridad al qué y al para qué sobre el cómo.13
El modelo logístico estima la probabilidad de que un fenómeno variable se ma­
nifieste en una de sus formas cuando concurren simultáneamente unas determinadas
condiciones. Para llegar a aplicar esto, es necesario tener en cuenta diversas infor­
maciones. En primer lugar, se necesita saber, a propósito de cada variante, cuántas
veces se ha manifestado en relación con los casos posibles. Este dato se consigue me­
diante el simple recuento de las frecuencias absolutas y el cálculo de las relativas. En

12. La bibliografía sociolingüística cuenta con varios estudios en los que se da cuenta de los modelos es­
tadísticos y los programas informáticos que se han manejado. Los modelos han sido, por este orden, el mo­
delo aditivo (Labov, 1969), el modelo multiplicativo (Cedergren y Sankoff, 1974) y los modelos logisticos (San­
koff, 1975; Rousseau y Sankoff, 1978). Los programas utilizados han sido VARBRUL (Cedergren, 1973),
VARBRUL 2 (Sankoff, 1975; Sankoff y Thibault. 1977; Labov y Labov, 1978), VARBRUL 2S (Poplack,
1979), VARBRUL 2S para PC (Pintzuk, 1986) y VARBRUL 3 (Rousseau y Sankoff, 1978; Rousseau, 1989).
Para Macintosh, GOLDVARB 1.6 (Rand y Sankoff, 1989) y GOLDVARB 2.0 (Rand y Sankoff, 1990).
13. Esta decisión, no obstante, tienen algunos inconvenientes serios. Para un buen número de lingüistas
es muy difícil comprender para qué se hace cada una de las operaciones matemáticas, porque no se han ex­
plicado convenientemente. Lo mismo ocurre en el terreno de la informática. Ni las instrucciones de los pro­
gramas ni los trabajos teóricos explican con detalle cada uno de los datos que aparecen en los archivos de
resultados Esto puede ser muy peligroso con vistas a la interpretación de los fenómenos sociolingüísticos Re­
conocemos, no obstante, que cuando se quiere trabajar entre la lingüística y las matemáticas o la informática,
es muy difícil encontrar el punto medio más adecuado a los intereses de todos.
T E O R IA S, M ETO DO S Y A P LIC A C IO N ES 315

CUADRO 18,4. Frecuencias de aspiración de /s/ implosiva, según contexto fónico siguiente*
O/
Variable Asp % No asp /o Total %

s 597 41 872 59 14.69 42


n 358 51 349 49 707 20
V 56 9 567 91 623 18
p 59 8 657 92 716 20
Total 1.070 30 2,4145 70 .3.51.5

* Estos datos y los que aparecen referidos a Isl implosiva proceden de un estudio cuantitativo realiza­
do sobre seis localidades españolas, en el limite de las provincias de Toledo y de Cuenca. Los datos son uti­
lizados exclusivamente a titulo de ejemplo,. Véase F. Moreno Fernández, «Geolingiiística y variacionismo», en
M. Almeida y J Dortas (eds ), Contribuciones al estudio de la lingüística hispánica. Homenaje al profesor Ra­
món Tntjillo, Barcelona, Montesinos / Cabildo de Tenerife, 1997, pp. 347-356,

el cuadro 18.4 se muestran unos datos de aspiración de Isl implosiva en lengua espa­
ñola cuando en el contexto fónico siguiente aparece una consonante sorda (s), una
consonante sonora (n), una vocal (v) o pausa.14
En el cuadro 18.5 se muestran unos datos de aspiración de /s/ implosiva recogi­
dos en seis hablantes diferentes.
Una vez contados los casos particulares en que se manifiesta una variable, hay
que averiguar, de nuevo mediante un recuento, con qué frecuencia se da ese fenó­
meno cuando coinciden distintas variables explicativas. En nuestro ejemplo sobre la
aspiración de /s/ según el contexto siguiente y el hablante, se trata de averiguar cuán­
tos casos de aspiración se dan en el hablante 1 cuando el contexto siguiente es una
consonante sorda, cuando es una consonante sonora..., y así sucesivamente con cada
hablante y tipo de contexto.
El cuadro 18.6 recoge la frecuencia de aspiración y de no aspiración (conserva­
ción, pérdida) de Isl según el contexto fónico y según el hablante.
Los datos de aspiración de /s/ implosiva así presentados parecen suficientes para
hacer un buen análisis, sin embargo no nos dicen qué importancia, qué peso, tiene
cada una de las variantes explicativas. En la primera cuadrícula tenemos 62 casos de
aspiración de Isl implosiva recogidos en el hablante 1 y ante consonante sorda; pero

C u a d r o 18.5. Frecuencias de aspiración de/s/ implosiva, según hablantes

Variable Asp. % No asp. % Total %

1 140 20 564 80 704 20


2 246 45 306 55 552 16
3 266 51 253 49 519 15
4 86 15 503 85 589 17
5 149 23 498 77 647 18
6 183 36 321 64 504 14
Total 1.070 30 2.445 70 3.515

14. E n e 1ejemplo que estamos proponiendo, los casos de no aspiración serían los de conservación déla
sibilante más los de pérdida total.
316 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

C u a d r o 18.6. Frecuencias absolutas y relativas de aspiración de/s/ implosiva (AP.),


según contexto fónico siguiente (s, n, v, p) y hablante (!, 2, 3, 4, 5, 6)

1 % 2 % 3 % 4 % 5 % 6 % I %

s AP. 62 21 134 60 164 75 21 9 82 30 134 57 597 41


238 79 88 40 54 25 201 91 189 70 102 43 872 59
I 300 222 218 222 271 236 1.469
n AP 63 43 76 54 66 58 55 49 59 45 39 60 358 51
82 57 64 46 48 42 58 51 71 55 26 40 349 49
i 145 140 114 113 130 65 707
V AP. 5 4 31 32 12 15 4 4 2 2 2 2 56 9
129 96 67 68 68 85 107 96 109 98 87 98 567 91
i 134 98 80 111 111 89 623

p AP, 10 8 5 5 24 22 6 4 6 4 8 7 59 8
115 92 87 95 83 78 137 96 129 96 106 93 657 92
i 125 92 107 143 135 114 716
i AP, 140 20 246 45 266 51 86 15 149 23 183 36 1.070 30
564 80 306 55 253 49 503 85 498 77 321 64 2.445 70
i 704 552 519 589 647 504 3.515

con los datos de que disponemos no podemos saber cuántos de esos casos se deben
principalmente al hecho de pertenecer a tal informante y cuántos se deben principal­
mente al hecho de que el fonema vaya ante consonante sorda. Para conocer este ex­
tremo hay que crear un «modelo teórico» que nos indique la probabilidad de que apa­
rezca la aspiración en cada una de las circunstancias previstas, teniendo en cuenta sus
posibles combinaciones o cruces.
El «modelo teórico» de la sociolingüística de un fenómeno está formado por un
conjunto de probabilidades, no de frecuencias. Como se refleja en la figura 18.2 (mo­
delo logístico), la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico determinado se
consigue mediante un cálculo de regresión, que combina las probabilidades de que
una variante se dé en cada circunstancia específica (factores /,/,...) con un valor cons-

_ p ____ « ____fi___ p¡_


1-fl t - p,

Esta fórmula es el fruto del perfeccionamiento que ha conocido el análisis de la variación a lo largo del tiempo. Por un
lado, permite obtener unos valores «teóricos» o «esperados» que no sobrepasan nunca los límites del 0 % y del 100 % (0 y 1
en términos de probabilidades). Por otro lado, la relación que se establece, dentro del «modelo teórico», entre los casos de
aplicación (variante estudiada dependiente) y los de no aplicación (resto de variantes de variable dependiente) es siempre
simétrica: la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico variable (p = aplicación) siempre es complementaria de la pro­
babilidad de que no aparezca (1 — p = no aplicación). Finalmente, tiene la virtud de reunir todos los aspectos positivos de
los diferentes modelos usados por la sociolingüística (aditivo, multiplicativo). Cuando la probabilidad de aplicación de un ras*
go en una circunstancia determinada (p¿) supera el 0.5. se interpreta que lo favorece. Véase P. Rousseau y D. Sankoff. «Ad-
vances ¡n Variable Rule Methodology», en D. Sankoff (ed.), Unguislic Varíalion. Models and Methods, Nueva York, Acade-
mic Press. 1978, p. 62.

Fio. 18.2. Modelo logístico, según Rousseau y Sankoff (1978),


TEORÍAS. METODOS Y APLICACIONES 317

tante (p0). Las probabilidades específicas se calculan a partir de las frecuencias reco­
gidas en una comunidad.15
En estadística es muy frecuente la utilización de ciertas técnicas para contrastar
hipótesis y para conocer si la distribución interna de unos datos se debe a factores ac­
cidentales o a errores. La hipótesis de partida en esta clase de análisis se denomina
«hipótesis nula», según la cual ninguno de los factores estudiados tendría un efecto
sistemático sobre la aparición de un fenómeno. La creación de un modelo teórico sir­
ve para probar si la disposición de unos datos se debe al azar o si se explica realmente
por la influencia de ciertos factores. Se trata, por lo tanto, de demostrar que la hipó­
tesis nula es falsa y que los factores analizados tienen algún poder de determinación,
mayor o menor, según los casos.
La sociolingüística variacionista utiliza una prueba para conocer hasta qué pun­
to son significativos los parámetros del «modelo teórico», esto es, la bondad del ajus­
te entre el modelo y los datos: la función de la verosimilitud (likelihood). Según San­
koff, el principio de la máxima verosimilitud proporciona una estimación de los efec­
tos de las variables explicativas, que consiste en elegir el conjunto de valores que más
probablemente ha generado los datos Este principio puede tener aplicación en muy
diversos campos.. En medicina, por ejemplo, permitiría seleccionar, entre todas las po­
sibles causas del cáncer de pulmón, cuál es la combinación de factores que debe ser
considerada como la que más favorece la enfermedad; en economía, ayudaría a co­
nocer la probabilidad de ser o no ser un desempleado en función de una serie de ca­
racterísticas individuales o sociales. La verosimilitud está relacionada con las proba­
bilidades calculadas para cada variable y sirve tanto para indicar cuáles son las pro­
babilidades más adecuadas para las variantes de una variable, como para determinar
cuál es la combinación de variables que mejor se corresponde con los datos.
El análisis de regresión de los materiales de /si implosiva que nos están sirvien­
do de ejemplo aportaría unos resultados como los que se muestran en el cuadro 18.7.
Según se nos informa en el cuadro 18.7, el input o probabilidad media de que se
produzca la aspiración de /si es de 0,224 (las probabilidades se expresan con valores
que van de 0 a 1), es decir, se trata de un fenómeno de probabilidad baja. Cuando

C uadro 18.7. Probabilidades de aspiración d e /s /p o r contexto fónico siguiente e inform ante

Input: 0,224
Log de verosimilitud: -1.609,472
Signif.: 0,000

Hablante Contexto fónico


1: 0,386 ante sorda: 0,677
2: 0,678 ante sonora: 0,784
3: 0,741 ante vocal: 0,181
4: 0,253 ante pausa: 0,186
5: 0,387
6: 0,646

15. El valor constante se denomina p0 y también input, probabilidad de input. efecto medio o media co­
rregida: se consigue a partir de una media del peso de las diferentes variables, que, a su vez, es proporcional
al número de datos asociado a cada variante. Este valor compensa las diferencias que pueda haber en las pro­
babilidades de dos o más variables explicativas diferentes y sirve como punto de referencia.
3 IS PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA V SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

aparece, lo hace con una mayor probabilidad en los hablantes 2, 3 y 6 que en los de­
más y, sobre todo, cuando el contexto siguiente es ocupado por una consonante, sea
sorda o sonora: las probabilidades que están por encima de 0,5 favorecen el fenóme­
no y las que están por debajo lo desfavorecen. En lo que se refiere al nivel de signi­
ficación de nuestro análisis, observamos que la probabilidad de error (Signif.: 0,000)
está muy por debajo del límite fijado convencionalmente para las ciencias sociales
(0,05). El valor del logaritmo de verosimilitud nos indica que los datos aquí presen­
tados corresponden a la fase más verosímil de todo el análisis.
En resumen, la sociolingüística variacionista ha dedicado una parte importante
de sus esfuerzos al perfeccionamiento de unas técnicas cuantitativas de análisis, en­
caminadas a determinar la incidencia de los contextos lingüísticos y sociosituaciona-
les sobre la variación lingüística.. Aunque el variacionismo norteamericano siempre ha
hecho sus consideraciones teóricas y metodológicas desde posiciones cercanas al ge-
nerativismo, lo cierto es que algunos de sus conceptos fundamentales son difíciles de
conciliar. Por otra parte, el análisis probabilístico se ha convertido en una herra­
mienta de estudio susceptible de ser utilizada desde diversos marcos teóricos.
El método variacionista busca el cálculo de la probabilidad de que aparezca un
rasgo lingüístico determinado en unas circunstancias lingüísticas, sociológicas y con­
textúales determinadas. A partir de los datos de frecuencia recogidos en un grupo de
hablantes, se crea un modelo teórico formado por las probabilidades de que se dé un
fenómeno cuando concurren diversas circunstancias. La estadística se encarga de pre­
cisar hasta qué punto las probabilidades calculadas son verosímiles y cuáles son las
circunstancias que, al darse simultáneamente, pueden explicar mejor un hecho lin­
güístico.

Orientaciones bibliográficas

Las líneas maestras del variacionismo han sido presentadas por H. López Mora­
les en su manual Sociolingüística (2.a ed., Madrid, Gredos, 1993) y más brevemente
en el estudio «La sociolingüística actual» (en F. Moreno Fernández (ed.), Estudios so­
bre variación lingüistica, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990, pp. 79-87).
Para cuestiones metodológicas, se recomienda la lectura del libro de F. Moreno
Fernández, Metodología sociolingüística (Madrid, Gredos, 1990) y del artículo «So­
ciolingüística, estadística e informática» (Lingüística, 6, 1994, pp. 95-154), donde se
amplía lo que aquí hemos tratado. También es enormemente útil la obra de H. Ló­
pez Morales, Métodos de investigación lingüística, Salamanca, Colegio de España,
1994.
C a p ít u l o 19

SOCIOLINGÜÍSTICA APLICADA A LA ENSEÑANZA


DE LENGUAS

Enseñanza de lenguas y sociolingüística

Cuán impertinente sea la imaginativa, y el entendimiento, para


aprender las lenguas y maneras de hablar, pruébalo claramente la
niñez, que, con ser la edad en la cual el hombre está más falto de
estas dos potencias, con todo eso dice Aristóteles que los niños
aprenden mejor cualquier lengua que los hombres mayores, aun­
que son más racionales.
Ju a n H u a r t e d e Sa n Ju a n, Examen de ingenios

para las ciencias, 1575

En 1989, la Unesco pidió a la Asociación Internacional de Lingüística Aplicada


(AILA) un informe sobre las necesidades de la enseñanza de lenguas en el siglo XXI.
Para su elaboración, S. Efstathiadis redactó un cuestionario que se envió a especia­
listas en lingüística aplicada de diferentes partes del mundo. Los materiales recogidos
fueron comentados y discutidos en diversos foros, incluidos AILA y la Unesco. Para
dar una mayor difusión a las conclusiones del informe, éstas fueron publicadas en el
volumen de 1992 de la AILA-Review, editado por Johan F. Matter con el título de
Language Teaching in the Twenty-first Century. Problems and Prospeas. El encarga­
do de preparar el estudio para la revista fue John L. M. Trim y el título de su traba­
jo, «Language Teaching in the Perspective of the Predictable Requirements of the
Twenty-first Century».1
Los comentarios de Trim aluden directa o indirectamente a los intereses de este
capítulo: las relaciones entre la enseñanza de lenguas y los factores sociales. Se dice,
por ejemplo, que en el siglo xxi las personas que salgan de la escuela secundaria de­
berían ser capaces de entenderse en una lengua internacional con hablantes nativos
o no nativos, así como de solucionar los asuntos de la vida cotidiana y desarrollar una
comprensión de otras formas de vida, actitudes, valores y creencias. También se apun­
ta la necesidad de fomentar el cuidado de la lengua atendiendo a las situaciones lo­
cales y a la edad, las habilidades y los modos de aprendizaje de preferencia de los ni­
ños, procurando la diferenciación de registros y variedades de la lengua materna y de

1. Pp 7-20. El artículo de Trim está redactado siguiendo fielmente el orden de las preguntas del cues­
tionario de Efstathiadis
320 P R I N C I P IO S D E S O C I O L I N G Ü Í S T I C A Y S O C I O L O G Í A D E L L E N G U A J E

la lengua nacional y dejando lugar para la consideración de los aspectos culturales y


pragmáticos de la lengua. Por otra parte, se habla de lograr en la enseñanza secunda­
ria un conocimiento explícito y sistemático, no sólo de la estructura for mal de la len­
gua y de sus variedades regionales y sociales, sino también de las unidades básicas del
discurso, como los actos de habla, la organización nocional/funcional, las estrategias
de interacción que siguen el principio de cooperación, la adecuación del habla a las si­
tuaciones y los interlocutores, etc. Las nuevas metodologías deberían tener en cuenta
la diversidad cultural de los alumnos, adaptando los materiales y los cursos a las ca­
racterísticas lingüísticas y culturales de cada lugar y valorando factores interculturales.
Si todo esto llega a ser así, no cabe duda de que, en el futuro, la sociolingüística
tendrá muchas cosas que decir en relación con la enseñanza de lenguas. Hablar de ac­
titudes, registros, variedades sociales y caracteres culturales y pragmáticos de las len­
guas es hacer referencia a unos conceptos en los que la sociolingüística ha puesto su
interés desde hace bastantes años.
La aportación más interesante que la sociolingüística ha hecho, no sólo a la lin­
güística aplicada a la enseñanza, sino al conjunto de las disciplinas del lenguaje, es la
concepción misma de la lengua. No se trata de nada nuevo o exclusivo de la socio-
lingüística,2 pero es innegable que esta disciplina, con sus múltiples manifestaciones,
ha contribuido a la difusión y a la valoración de una determinada forma de ver la len­
gua. Además, la sociolingüística ha venido a reforzar la prioridad que se concede a la
lengua oral sobre la escrita en los métodos de enseñanza de lenguas más recientes y
ha hecho ver la necesidad de incorporar variables sociales a las investigaciones apli­
cadas que manejan informantes como fuentes proveedoras de datos.3
Al estudiar la influencia de la sociolingüística sobre la lingüística aplicada, es im­
prescindible distinguir entre primeras y segundas lenguas (extranjeras o no), sin em­
bargo no es difícil encontrar puntos comunes. La enseñanza, en general, no puede
prescindir de la variación intrínseca de las lenguas, de ahí la importancia que se está
dando tanto a la contextualización sociosituacional, como a las variedades mismas.
S. Pit Corder dedica todo un capítulo de su ¡ntroducing Applied Lingtdsdcs4 al fenó­
meno de la variabilidad y otro a la comparación de variedades e insiste en la idea de
que los mejores resultados en la enseñanza de lenguas se obtienen cuando el conte­
nido lingüístico de los cursos está cerca de las necesidades funcionales de los estu­
diantes. El cumplimiento de esa afirmación exige valorar las figuras teóricas de la
variación, de la función comunicativa y del contexto sociosituacional; dicho de otra
forma, requiere una atención a la lengua en su contexto social. La existencia de va­
riedades (sociales, dialectales) no puede ser soslayada en la enseñanza de primeras
lenguas, ni arrinconada a priori en la enseñanza de lenguas extranjeras. A propósito
de este último aspecto, la postura de Corder nos parece significativa.
Partiendo de que es imposible enseñarle a nadie toda una lengua y de que la en­
señanza de lenguas viene limitada por los intereses, necesidades y actitudes de los es-

2. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guia bibliográfica cri­
tica, Málaga, Agora, 1988, pp. 15-17; Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, pp. 41-45; 200-204,
3. Un ejemplo de ello lo tenemos en los estudios de disponibilidad léxica. Véase H, López Morales, En­
señanza de la lengua materna. Lingüistica para maestros de español, Madrid, Playor, 1985; M. Echevarría,
O. Herrera, P. Moreno y F. Prádenas, «Disponibilidad léxica en Educación Media», Revista de Lingüistica
Teórica y Aplicada, 25 (1987), pp. 55-115.
4. Harmondsworth, Penguin, 1973.
TEORIAS. METODOS Y APLICACIONES 321

tudiantes, Corder se plantea el problema de la selección del modelo lingüístico que


se ha de enseñar: habla de llevar a la enseñanza el ámbito compartido por la mayor
parte de las variedades de una lengua y de complementarla con el conocimiento de
las partes adecuadas a determinadas situaciones. En relación con esto, propone una
interesante distinción entre ámbito compartido, frecuencia de ocurrencias y lengua
neutra: al primero se llega a través del análisis de los sistemas y es consecuencia de
un estudio comparativo; la frecuencia de las ocurrencias se consigue mediante el es­
tudio sociolingüístico de los usos de la lengua; la lengua neutra es lo que encontra­
mos cuando no se presta atención a las diferentes situaciones en las que se da la pro­
ducción lingüística. No tiene que haber una coincidencia necesaria entre lo común y
lo frecuente, pero sí suele haberla entre lo frecuente y lo neutro. Como vemos, el pen­
samiento de Corder tiene muy presente la relevancia de los aspectos sociolingüísticos
de las lenguas en el nivel teórico de la enseñanza.5
Hasta ahora, por parte de la sociolingüística propiamente dicha, no se ha dado
una inclinación seria y constante a incluir en su teoría asuntos relacionados con la ad­
quisición de la lengua. Cosa distinta es la preocupación por la comunicación en con­
textos de enseñanza o por la organización de los sistemas educativos, que sí han lla­
mado la atención en algunas ramas de la sociolingüística. Nuestra disciplina, cuando
ha hecho alguna incursión en el terreno de la adquisición y el desarrollo lingüísticos,
se ha ceñido, por lo general, al ámbito de las primeras lenguas. Las diversas corrien­
tes sociolingüísticas (la etnografía de la comunicación, la semiótica social de Halliday,
el modelo variacionista) coinciden en anteponer la capacidad de determinación de los
factores sociales a otras consideraciones de tipo cognoscitivo o biológico.

Etnografía de la comunicación y enseñanza de lenguas

El interés por los grupos o comunidades reducidos hace de la etnografía de la co­


municación un instrumento eficaz para el estudio de las interacciones que se produ­
cen en contextos de enseñanza.6 De hecho, los etnógrafos llevan bastantes años
preocupándose por lo que ocurre en las aulas donde se enseñan lenguas primeras,
segundas o extranjeras.7 Con esto queremos decir que, a diferencia de otras ramas
de la sociolingüística, la etnografía de la comunicación ha convertido la enseñanza de
lenguas en uno de sus objetos de estudio, incluida la adquisición de cierta parte de la
competencia. A su vez, muchos de los principios y conceptos básicos de estos etnó­
grafos son moneda corriente entre los especialistas en lingüística aplicada. Tratare­
mos ambos aspectos por separado: los aportes que han asumido los especialistas en

5. No obstante, las ideas de Corder sobre la aplicación de la estadística al estudio de la lengua están bas­
tante alejadas de los conocimientos más recientes (pp. 21S-222).
6. J. Green y C. Wallat (eds.), Ethnograplty and Languagein Educational Settings, Norwood, N.J., Ablex
Publishing Corporation, 1981.
7. En este campo también han sido importantes las aportaciones procedentes de la corriente etnometo-
dológica, preocupada por las interacciones lingüísticas cara a cara, y de la psicología social de E. Goffman.
Véanse H Sacks, «On Sociological Description», Berkeley Journal o f Sociology 8 (1983), pp. 1-16; J. Schen-
kein (ed.), Studies in ihe Organizalion o f Conversational Inleraclion, Nueva York, Academic Press, 1978;
E. Goffman, Forms ofTalk, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1981. La teoría tipológico-funcional
de Givon se mueve entre la pragmática y el estudio de las interacciones cara a cara. Véase T. Givon, On un-
derstanding granimar, Nueva York, Academic Press, 1979.
322 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

lingüística aplicada y las propuestas hechas desde la propia etnografía de la comuni­


cación. Desde una perspectiva amplia, el pensamiento de los etnógrafos ha estado
guiado por las situaciones de primeras lenguas,8 pero su aplicación a los ámbitos de
las segundas lenguas y de las lenguas extranjeras salta a la vista.
Es frecuente descubrir entre los estudios de lingüística aplicada algunos de los
más elementales principios y unidades de la etnografía de la comunicación. Tal vez
los más destacados sean los de «comunidad de habla», «competencia comunicativa»,
«repertorio» y «situación comunicativa». Otros conceptos, como el de «función co­
municativa», son también habituales, tanto en la etnografía como en la lingüística
aplicada, pero su origen primero no está en la propia etnografía, sino en la lingüísti­
ca general, la filosofía del lenguaje, la semiótica o la pragmática.
El concepto de «comunidad de habla» es de singular importancia para la etno­
grafía de la comunicación, porque permite precisar los límites externos de los usos
que se desean estudiar. Sin embargo, el concepto se maneja muchas veces de forma
imprecisa. Pese a la claridad de los enunciados de la sociolingüística, muy pocos es­
pecialistas en lingüística aplicada hablan de comunidad de un modo apropiado: a me­
nudo se confunde comunidad de habla con comunidad idiomática y frecuentemente
se asocia la idea de comunidad con la de un determinado núcleo urbano. El proble­
ma está en que no se utiliza la forma comunidad con su valor técnico, sino en una
acepción más general. Siendo así, podría incluso dudarse de que el concepto que apa­
rece en la lingüística aplicada tenga su origen en la sociolingüística, porque, además,
también han hablado de comunidad algunos lingüistas generales de renombre (Blo-
omfield,9 por ejemplo), aunque sus definiciones sean bastante laxas.
Mucho más complicado se presenta el uso de la noción de «competencia comu­
nicativa». Este concepto incluye el conocimiento, por parte de un hablante, no sólo
de un código lingüístico, sino también de qué decir, a quién y cómo decirlo en una si­
tuación apropiada. En estas líneas puede quedar resumido el fin último de una parte
amplia de la enseñanza de lenguas actual.101Cualquier lector de lingüística aplicada
puede comprobar la profusión de estos términos y encontrar que las fuentes biblio­
gráficas de las que lo han tomado los autores son muy diversas: existen incluso fuen­
tes espurias que hacen que el concepto sea entendido de formas dispares y normal­
mente muy pobres y limitadas. Conviene dejar sentado, sin embargo, que el estudio
de la competencia comunicativa se inició en la etnografía de la comunicación con unas
ideas muy claras, fundamentadas en los trabajos de Dell Hymes, sobre todo a partir
de On Communicative Competencel1 Hymes redactó este trabajo como una contri­
bución al estudio de los problemas lingüísticos de los niños menos aventajados; en
otras palabras, el desarrollo del concepto ha estado íntimamente ligado al campo de
la adquisición y el desarrollo de las lenguas.

8. La etnografía de la comunicación, no obstante, se ha preocupado poco por las fases iniciales de ad­
quisición de las primeras lenguas.
9. Language, Nueva York, H. Holt & Co„ 1933.
10. M. Canale, «From communicative competence to communicative language pedagogy», en J. C. Ri­
chards y R, W. Schmidt (eds.), Language and Communication, Londres, Longman, 1983, pp. 2-27.
11. Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1971. Puede encontrarse más fácilmente en J, B. Pride
y J. Holmes (eds ), Sociolinguistics, Harmondsworth, Penguin, 1972, pp. 269-293. La primera versión de este
trabajo se presentó en la Research Planning Conference on Language Development Among Disadvantaged
Children, celebrada en la Universidad de Yeshiva en 1966.
TEORIAS. METODOS Y APLICACIONES 323

El concepto de «repertorio comunicativo» también ha sido difundido desde la et­


nografía de la comunicación. Una de las definiciones más aceptadas y útiles ha sido
la de John J. Gumperz: conjunto de variedades, dialectos o estilos utilizados por una
población socialmente definida y las normas que rigen su selección.12 Se habla pues
de repertorio a propósito de una comunidad determinada y la lingüística aplicada ha
tenido que acudir a este concepto en tanto en cuanto es una base para la selección de
sus modelos de enseñanza, de sus normas de uso, de sus patrones de conducta comu­
nicativa. La dificultad principal está en que aún no se conocen suficientemente los re­
pertorios comunicativos reales de la mayoría de las lenguas y comunidades y en que
lo que se conoce es aprovechado de manera muy deficiente por los especialistas en
lingüística aplicada. No es frecuente, por ejemplo, que los encargados de elaborar ma­
teriales para la enseñanza de lenguas estén bien asesorados en materia dialectal, so­
ciolingüística o estilística. A veces, estos autores crean su propio repertorio de una co­
munidad siguiendo los dictámenes de la introspección o de la observación inmediata,
con resultados desgraciados. Esta podría ser una muestra de cómo el manejo de un
concepto no garantiza su aplicación hasta las últimas consecuencias. Los repertorios
deben construirse sobre variedades reales utilizadas en situaciones y en contextos
reales: cuanto más alejados estén de la realidad, menos probabilidades hay de que su
aplicación en la enseñanza sea eficaz.
A propósito de las nociones de «situación», «acontecimiento» y «acto comunica­
tivo» (capítulo 9), y a pesar de que en lingüística aplicada no suele recurrirse direc­
tamente a la etnografía como punto de referencia, lo cierto es que todo el modelo lla­
mado comunicativo para la enseñanza de lenguas extranjeras, de base nocional/fun-
cional,13 tiene aquí un respaldo teórico y un abanico de estudios prácticos dignos de
consideración. La forma de llevar este modelo a la práctica o la importancia que quie­
ra dársele en el proceso educativo es asunto que compete a los responsables de «apli­
car» los conocimientos lingüísticos. Por otro lado, la misma etnografía de la comuni­
cación ha demostrado la eficacia de su epistemología mediante el estudio de las inte­
racciones comunicativas que se producen dentro de las aulas.14
Hasta aquí, las ideas, principios básicos y conceptos elementales que han sido de
alguna utilidad para la lingüística aplicada a la enseñanza de lenguas, aunque muchos
especialistas no los hayan conocido o manejado desde la etnografía de la comunica­
ción. Pero esta rama de la sociolingüística, como ya se ha advertido, ha hecho sus pro­
pias incursiones en el campo de la adquisición y especialmente en el de la adquisición
de la primera competencia comunicativa.15 El punto de partida, por ser sociolingüís-
tico, antepone los factores sociocontextuales a los criterios biológicos o innatistas: im­
porta conocer cómo se aprende la lengua en su contexto social y cultural inmediato,
para qué se aprenden determinadas estrategias comunicativas, cómo reflejan estas es-

12. «Sociocultural Knowledge in conversational inference», en M. Saville-Troike (ed), Linguistics and


Anlhropology, Washington, D C, Georgetown University Press, 1977, pp, 191-212,
13. Véase H. G. Widdowson, Teaching Language as Communication, Oxford, Oxford University Press,
1978; J. P. Nauta, «Saber hablar. Reflexiones en torno a la enseñanza comunicativa del español», en F. Fer­
nández (ed..), Pasado, preserve y futuro déla lingüistica aplicada en España. Actas del III Congreso Nacional
de Lingüistica Aplicada, Valencia, AESLA, 1986, pp. 47-62.
14. Véase F. Moreno Fernández, «Sociolingüística y educación», Revista Española de Lingüistica Apli­
cada, 5 (1989), pp, 9-21.
15. Véase S. Romaine, The Language o f Children and Adolescente. The Acquisition o f Communicative
Competence, Oxford, Blackwell, 1984,
324 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE

trategias las relaciones entre las funciones sociales de los individuos y en qué medida
influyen, en el proceso de adquisición, la familia, los compañeros, la organización del
sistema educativo y las creencias de la comunidad La adquisición de la competencia
comunicativa se realiza principalmente a través de la interacción comunicativa, que a
su vez contribuye a la construcción progresiva de la identidad social de los hablantes
y del significado social de los usos lingüísticos.1617

Sociología del lenguaje y enseñanza de lenguas

La sociología del lenguaje ha dedicado una parte considerable de su esfuerzo in­


vestigador a los problemas sociales relacionados con la enseñanza de primeras y se­
gundas lenguas; no tanto de las lenguas extranjeras. Como ocurre con la etnografía
de la comunicación, la sociología del lenguaje ha creado y divulgado ideas y princi­
pios que son manejados asiduamente por los estudiosos de la lingüística aplicada a la
enseñanza. A la vez, algunas de sus ramas han tenido como objeto situaciones —por
ejemplo, las multilingües— en las que la enseñanza de lenguas ocupa un lugar desta­
cado. No encontramos, pues, un interés por la adquisición, sino por los usuarios y la
enseñanza de las lenguas, primeras o segundas, en situaciones y comunidades con­
cretas.
Probablemente, los conceptos sociológicos que más uso han tenido dentro de la
lingüística aplicada han sido el de dominio (o ámbito) y el de diglosia,11 si bien den­
tro de la sociología del lenguaje, entendida de modo amplio, la teoría más relaciona­
da con el mundo de la adquisición y el desarrollo de las lenguas ha sido la denomi­
nada «teoría del déficit», propuesta por Basil Bernstein, a quien no se puede consi­
derar realmente como sociolingüista, sino como sociólogo especializado en educación
(capítulo 2).
Por otra parte, hay dos campos en los que la sociología del lenguaje ha dado
frutos muy significativos: el estudio de las actitudes y la planificación lingüística.
Paulatinamente, las investigaciones de la actitud se han ido abriendo camino en la so-
ciolingüística y han encontrado en la enseñanza de lenguas segundas y extranjeras un
objeto de estudio de singular provecho. El éxito de este modo de trabajo está en los
beneficios que se obtienen para valorar el funcionamiento de un modelo educativo y
sus probabilidades de éxito: las conclusiones que proporcionan los análisis permiten
retocar los planes de estudio de los centros educativos, los contenidos de las asigna­
turas, el tiempo dedicado a la enseñanza de cada lengua y las técnicas pedagógicas
empleadas en el aula, entre otros aspectos.
La planificación lingüística es una especialidad de la sociología del lenguaje des­
tinada al estudio de los planes o proyectos que los gobernantes disponen y ejecutan
en relación con las variedades lingüísticas de una comunidad. Como tendremos opor­
tunidad de explicar (capítulo 20), cualquier planificación y política lingüísticas es su­
mamente importante porque puede afectar a la vida cotidiana de todos los miembros

16. M. A. K. Halliday, Learning Howio Mean: Explora/ions in /he Developrnen/ o f Langnage, Londres,
Edward Arnold, 1975,.
17. Joshua Fishman propuso el concepto de «dominio» para explicar el fenómeno de la elección de len­
gua en contextos bilingües, principalmente.
T E O R IA S . M ET O D O S Y A PLIC A C IO N ES 325

de una comunidad, pero su incidencia es particularmente significativa en el ámbito de


la enseñanza de lenguas, de la escuela.1S Los planificadores pueden decidir qué len­
gua o lenguas hay que enseñar en las escuelas y cuántas horas, en qué lengua, por me­
dio de qué asignaturas, en otras palabras, tienen capacidad para decidir qué tipo de
educación lingüística quieren para su comunidad.1819 En la línea de lo aconsejado por
la Unesco hace pocas fechas, M. Saravia-Shore escribió ya en 1979 que la planifica­
ción de un programa bilingüe requiere prestar atención al contexto cultural en que se
tiene que desarrollar, a la estructura social de la comunidad y, por último, a las teo­
rías del aprendizaje en las que ha de basarse.20

Variacionismo y enseñanza de lenguas

La primera consecuencia de las aportaciones hechas por la sociolingüística de la


variación está en el conocimiento, más preciso, que hoy puede alcanzarse de una len­
gua en cualquiera de sus niveles, particularmente de los niveles fonético-fonológico21
y morfosintáctico. Lógicamente, cuanto mejor se conozca el funcionamiento de una
lengua y el uso de esa lengua en su contexto social, en mejores condiciones estaremos
para afrontar su enseñanza. Los resultados de las investigaciones sociolingüísticas
permiten saber qué usos lingüísticos son más prestigiosos y cuáles están estigmatiza­
dos, cuáles se producen con más frecuencia entre determinados grupos sociales, qué
rasgos responden a cambios consolidados; en pocas palabras, permiten acercar los pa­
trones de uso real en la sociedad a los modelos lingüísticos que se manejan en la en­
señanza. A ello podría añadirse que la sociolingüística y la dialectología son las disci­
plinas que están en mejores condiciones de descubrir y analizar la norma o las nor­
mas que funcionan en el dominio territorial de una lengua.
Esta misma información puede ser de una enorme utilidad en el campo de los
tests para medir las habilidades lingüísticas de las personas que están adquiriendo una
lengua o que la están olvidando. Si los especialistas saben cuáles son los fenómenos
más probables de una lengua, esto es, cómo es la conducta lingüística normal o co­
rrecta en una comunidad lingüística o en un grupo social, la elaboración y aplicación
de los tests han de ganar forzosamente en realismo y, por tanto, en adecuación, por­
que en muchos casos se preparan cuestionarios que asumen prejuicios infundados en
cuanto al modelo sociodialectal que buscan o reflejan. Esto tiene un valor singular
cuando se trata de medir los conocimientos y los usos lingüísticos de las generaciones
más jóvenes y de los grupos socioculturales minoritarios. A esta dificultad, Fasold

18. M. Siguán y W, F Mackey, Educación y bilingüismo, Madrid, Santillana/Unesco, 1986,


19. Véase J. Milroy y L. Milroy, Aitihority in Langttage. invesiigaiing Language Prescription and Stan-
dardization, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1985.
20. «An Ethnographic Evaluation/Research Model for Bilingual Programs», en R. V Padilla (de..), Bi-
tinguat Education and Public Policy in tile United States, Ypsilanti, M., Eastern Michigan University, 1979,
pp. 328-348. Todo lo que se ha comentado a propósito de la aplicación a la enseñanza de la sociología del len­
guaje, puede ampliarse en el trabajo de A. G. H, Walker titulado «Applied sociology of language: vernacular
languages and education», en P. Trudgill (ed ), Applied Sociolingttistics, Londres, Academic Press, 1984,
pp. 159-202.
21. P. Benitez, «Fundamentos fonológicos de ejercicios de pronunciación: dos perspectivas diferentes»,
en R. Fente. J. A. de Molina y A Martínez (eds), Actas del Primer Congreso Nacional de ASELE, Granada,
Universidad de Granada, 1990, pp. 61-66.
326 P R I N C I P IO S DE SOCIOLINGUl'STICA Y S O C I O L O G I A D E L L E N G U A J E

—siguiendo a Wolfram—22 añade otras dos: la lengua de los tests no suele ser la len­
gua de los niños o de los estudiantes; además, las situaciones comunicativas que apa­
recen en los tests no son interpretadas de la misma manera por la persona que ha pre­
parado la prueba y por la que tiene que superarla, sobre todo si pertenecen a grupos
sociales bien diferenciados.
En otro orden de cosas, de la misma sociolingüística han nacido algunos inten­
tos de utilizar los conceptos de variación y de regla variable con el fin de facilitar la
enseñanza de las segundas lenguas y de las lenguas extranjeras.23 Gatbonton-Sega-
lowitz piensa que el estudiante de una segunda lengua adquiere los rasgos lingüísti­
cos de la misma manera en que se produce el cambio de ese mismo rasgo a lo lar­
go del tiempo dentro de la lengua.24 Un fenómeno lingüístico, al ser adquirido, se
incorpora, primero, a los contextos en los que encuentra unas condiciones más fa­
vorables y posteriormente, a través de contextos intermedios, se va generalizando
hasta que se adquiere en los contextos menos favorecedores. Para analizar este fe­
nómeno, Gatbonton-Segalowitz maneja la técnica de las escalas de implicación, ha­
bitual entre los criollistas, pero también es posible el análisis con las técnicas varia-
cionistas.
Ralph Fasold cree ver en esta manera de trabajar la posibilidad de un mayor re­
finamiento en la enseñanza de la fonética de las lenguas segundas o extranjeras. Si,
como es habitual, los sonidos difíciles de la segunda lengua son más fáciles de pro­
nunciar en unos contextos fonéticos que en otros, es conveniente estructurar los
programas de tal forma que los sonidos nuevos que presentan una dificultad mayor
sean introducidos y practicados, en primer lugar, dentro de los contextos que facili­
tan la articulación de ese sonido. Una vez que los estudiantes dominan la realización
del sonido en esos contextos, se pasa a los contextos que lo favorecen en menor me­
dida25 Esta perspectiva de la enseñanza de lenguas viene en apoyo del carácter con­
tinuo del aprendizaje; las pronunciaciones aceptables van aumentado su frecuencia
y su calidad de forma continua a lo largo de los diferentes contextos y, con el tiem­
po, de los distintos estilos. En una dirección similar, Adamson ha demostrado que
los principios utilizados para el nivel fonético también pueden ser aplicados a la sin­
taxis.26
La teoría de la variación está sirviendo para que la enseñanza de lenguas y el es­
tudio de la adquisición no encuentren en la variabilidad un obstáculo, sino una base
firme sobre la que construir sus estrategias. De hecho, ya se han presentado modelos
de adquisición de segundas lenguas creados a partir de las nociones de variación y de
regla variable, aunque no sólo de ellas. Esos modelos, explicados por Preston en su
obra Sociolinguistics and Second Language Acquisition,27 intentan trabajar sobre el

22. «Test interpretaron and sociolinguistic differences», Topics in Language Disorders, 3-3 (1983),
pp. 21-34.
23. R. Fasold, «Variation theory and language learning», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics,
Londres, Academic Press, 1984, pp, 245-261.
24. «Patterned phonetic vanability in second language speech: a gradual difusión model», Canadian Mo­
dera Language Review/La Revue Canadienne des Langues Vivantes, 34 (1978), pp. 335-347.
25. «Variation theory and language learning», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, Londres,
Academic Press, 1984, p. 251.
26. Variation Theory and Second Language Acquisition, Washington, D.C., Georgetosvn University
Press, 1988.
27. Oxford, Blackwell, 1989; especialmente pp. 239-272.
TEORIAS. METODOS Y APLICACIONES 327

concepto de inierlengita de Selinker.2S La interlengua es un estado intermedio, carac­


terizado por la inestabilidad, entre el código de la lengua materna y el de una segun­
da lengua. Semejante estado nunca ha preocupado de forma especial a la sociolin-
güística por las dificultades que hay para considerarlo como un auténtico sistema lin­
güístico. Sin embargo, algunos especialistas en adquisición han comenzado a trabajar
con él como si de un sistema se tratara y a manejar para su estudio un modelo varia-
cionista. Las propuestas de Dickerson,25 Tarone,30 Krashen,31 Ellis32 o del mismo
Preston van en esa dirección, aunque sigan senderos diferentes.

La enseñanza y el contacto de lenguas

Cualquier situación de enseñanza de segundas lenguas o de lenguas extranjeras


es, en realidad, una situación de lenguas en contacto. Esto contribuye a que los aná­
lisis sociolingüísticos sean potencialmente útiles en el campo de la adquisición y la en­
señanza de lenguas: la colaboración entre los expertos en lenguas en contacto y en
lingüística aplicada puede dar unos frutos beneficiosos para ambas especialidades.
Entre los estudios sobre la adquisición de segundas lenguas, ocupan un lugar impor­
tante las llamadas «teorías contextualistas», centradas en la idea de que en el apren­
dizaje tiene más importancia la experiencia que las cualidades innatas o naturales.33
Aunque estas teorías no han nacido de la sociolingüística, dado que en cierto modo
son una proyección sociológica de los fundamentos de Skinner, dentro de ellas exis­
ten propuestas que ponen su atención en las variables externas que concurren alre­
dedor del estudiante, en detrimento del estudio de los procesos cognoscitivos. Insisti­
mos en que estas últimas no han sido formuladas, en su mayor parte, por socio-
lingüistas o desde la sociolingüística estricta; sin embargo, acusan notablemente la
influencia del método etnográfico y están vinculadas de forma muy estrecha a las in­
vestigaciones sobre lenguas pidgin y criollas. En esta línea destaca la «hipótesis de la
pidginización» de J. Schumann.34
J. Schumann piensa que las diferencias psicológicas y sociales entre el grupo al
que pertenece el estudiante y el grupo cuya lengua está siendo adquirida pueden de­
terminar el proceso de adquisición de una segunda lengua. Las diferencias sociales
dan lugar a una distancia social que se expresa a través de ocho factores: dominio so­
cial (relación de dominio-subordinación entre el grupo social del estudiante y el gru-

28., Véase «Interlanguage», International Review o/Applied Lingaistics, 10 (1972), pp 201-231. También
L. Selinker y D. Douglas, «Wrestling with ‘context’ ¡n Interlanguage theory», Applied Lingaistics, 6 (1985),
pp. 190-204; L. Selinker, Reconsidering interlanguage, Londres, Longman, 1992.
29. «The learner’s interlanguage as a system of variable rules», TESOL Qnarterly, 9 (1975), pp 401-407.
30. «On the variability of interlanguage Systems», Applied Lingaistics, 4 (1983), pp. 142-163
31. Second Language Acquisition and Second Language Learning, Oxford, Pergamon, 1981.
32. «Sources of variability in interlanguage», Applied Lingaistics, 6 (1985), pp. 118-131.
33. Véase D. Larsen-Freeman y M. H, Long, Theories in second language acquisition, Londres-Nueva
York, Longman, 1991 (trad. al esp. Introducción a! estudio de la adquisición de segundas lenguas, ob. cit.,
1994).
34. Véase lite pidginization process: a model for second language acquisition, Rowley, Mass., Newbury
House, 1978; «The acculturatlon model for second language acquisition», en R. Gringas (e d ), Second-
language acquisition and foreign language teaching, Arlington, Va., Cerner for Applied Linguistics, 1978,
pp. 27-50; «Social and psychological factors in second language acquisition», en J Richards (ed.), Understan-
ding Second and Foreign Language Learning, Rowley, Mass., Newbury House, 1978, pp. 163-178.
328 principios de socioling Dística y sociología del lenguaje

po cuya lengua está siendo adquirida); modelo de integración (grado de asimilación


del grupo al que pertenece el estudiante al grupo cuya lengua está siendo adquirida);
autonomía del grupo del estudiante; cohesión del grupo; tamaño del grupo; afinidad
cultural de ambos grupos; actitud hacia los miembros del otro grupo; duración e in­
tensidad de la convivencia dentro del grupo de la lengua adquirida.
En una etapa de florecimiento de los estudios sobre las lenguas pidgin y criollas,
vinculados en buena medida a la sociolingüística, todo esto ha llevado a Schumann a
establecer una analogía entre los procesos que subyacen a la pidginización y las pri­
meras etapas de adquisición de una segunda lengua. Unos y otras dan lugar a proce­
sos de simplificación y de reducción similares, consecuencia de las fuertes restriccio­
nes funcionales que los caracterizan. En esencia, la adquisición de una segunda len­
gua es un modo de aculturación o de adaptación a una nueva cultura, hasta el punto
de que el grado de aculturación es capaz de indicar el nivel de adquisición de la se­
gunda lengua.35
La «hipótesis de la pidginización» ha recibido numerosos comentarios críticos, no
sólo de los que trabajan con modelos cognoscitivos e innatistas, sino también de es­
pecialistas vinculados a la investigación de las lenguas pidgin, algunos tan en contac­
to con la sociolingüística como Derek Bickerton.36 Muchos de los reproches han sido
sólidamente refutados por Schumann, otros no tanto, pero resulta manifiesto el inte­
rés de las «teorías sociales» de la adquisición y el peso que el pensamiento sociolin-
güístico ha tenido sobre ellas.
Las investigaciones de lenguas en contacto también han incluido entre sus inte­
reses los procesos de deterioro y olvido de las lenguas, tratados desde planteamientos
sociolingüísticos. Andersen y Preston han propuesto interpretar el deterioro y el ol­
vido de las lenguas como un tipo especial de adquisición.37

Niveles de la enseñanza de lenguas

En el desarrollo de la lingüística aplicada a la enseñanza, la sociolingüística (apli­


cada) ha ocupado y debe ocupar un lugar relevante. S. Pit Corder señala que las de­
cisiones y planes que afectan a la enseñanza de lenguas están distribuidos en varios
niveles. El primero es un nivel político, del que se ocupan los gobiernos y sus aseso­
res, y tiene que ver con los planes sobre la conveniencia de enseñar determinadas len­
guas, qué lenguas enseñar y a quién enseñárselas. El segundo nivel es lingüístico y so-
ciolingüístico; de él se ocupan la lingüística y la sociolingüística aplicadas y tiene que
ver con las decisiones sobre qué enseñar, cuánto y cuándo hacerlo. El tercero es el ni­
vel de la psicolingüística y la pedagogía; afecta a la actividad del profesor en el aula

35 Véase R. Andersen (ed ), Pidginization and creolization as langttage acquisition, Rowley, Mass.,
Newbury House. 1983,
36. Véase D. Larsen-Freeman y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas len­
guas, Madrid, Gredos, 1994, pp. 258-266.
37. R. W Andersen, «Determining the Linguistic Attributes of Language Attrition», en R D. Lambert
y B. F. Freed ( e d s The Loss o f Language Skills, Rowley, Mass., Newbury House, 1982, pp. 83-118.; D. R.
Preston, «How to Lose a Language», ¡nterlanguage Studies Bulletin, 6 (1982), pp. 64-87. También C. Silva-
Corvalán, «Cross-generational bilingualism: theoretical implications of language attrition», en T. Huebner y
Ch. Ferguson (eds.), Crosscurrents in Second Language Acquisition and Linguistic Theories, Amsterdam, John
Benjamins, 1991, pp. 325-345.
TEORÍAS, METODOS Y APLICACIONES 329

y a cómo enseñar las lenguas. La sociolingüística, en el sentido más amplio, se preo­


cupa por asuntos relacionados con los niveles más teóricos: la sociología del lenguaje
del primero; la etnografía de la comunicación, el variacionismo, las investigaciones de
lenguas en contacto y otras corrientes sociolingüísticas, del segundo.
La enseñanza de las lenguas no puede hacerse de espaldas a los usos lingüísticos
que se producen en comunidades y entornos socioculturales concretos. En la búsque­
da de ese realismo, el punto de partida ha de estar necesariamente en una buena des­
cripción, tanto lingüística como sociolingüística, Por esa razón no estaría de más que
los especialistas en lingüística aplicada recurrieran a los expertos en lengua y socie­
dad para conseguir un asesoramiento adecuado. Sus opiniones pueden ser muy valio­
sas con fines teóricos y prácticos. En el nivel teórico, la interpretación de los fenó­
menos pidgin y criollos, la teoría de la variación y la consideración del lenguaje como
proceso comunicativo en su entorno social ya han tenido su repercusión. En el nivel
práctico, la voz de la sociolingüística sería de utilidad para innumerables tareas: la
descripción previa de los rasgos sociolingüísticos y socioculturales de las comunida­
des, auxilio en la preparación de tests, redacción de manuales, el asesoramiento so­
bre normas y usos sociodialectales.3S

Orientaciones bibliográficas

Este capítulo es una adaptación de nuestro trabajo «Aportes de la sociolingüísti­


ca a la enseñanza de lenguas» (Revista de Estudios de Adquisición de la Lengua Es­
pañola, 1, 1994, pp. 107-136).
Sobre diversos aspectos sociales de la educación, véase Educación y bilingüismo,
de M. Siguán y W. F. Mackey (Madrid, Santillana / Unesco, 1986). Se recomienda la
consulta del libro de D. Larsen-Freeman y M. H. Long, Introducción al estudio de la
adquisición de segundas lenguas (Madrid, Gredos, 1994), sobre todo para el estudio
del contacto de lenguas en contextos de enseñanza.

38 M, Stubbs, «Applied Discourse Analysis and Educational Linguistics», en P Trudgill (e d ), Applied


Sociolingttisiics, ob. cit., pp. 203-244; J„ Edsvards y H. Giles, «Applications of the Social Psychology of Lan­
guage: Sociolinguistics and Education», en P. TYudgill (ed..), Applied Sociolingttisiics, oh. cit., pp. 119-158,
Capítulo 20

PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA

La planificación lingüística y sus componentes

Hablaban la lengua general del Cuzco, conforme a la ley y edic­


tos de los reyes, que mandaban que todos sus súbditos la supie­
sen y hablasen.
P edro C ieza de L eón, La crónica del Perú, 1540-1550

La lengua griega y latina [...], por aver estado debaxo de arte, aun
que sobre ellas an pasado muchos siglos, toda vía quedan en una
uniformidad. Por que si otro tanto en nuestra lengua no se haze
como en aquéllas, en vano vuestros cronistas y estoriadores es-
criven y encomiendan a inmortalidad la memoria de vuestros
loables hechos, y nosotros tentamos de passar en castellano las
cosas peregrinas y estrañas, pues que aqueste no puede ser sino
negocio de pocos años.
A ntonio de N ebrija, Gramática de la lengua castellana, 1492

El estudio de la planificación lingüística ha interesado principalmente a los so­


ciólogos del lenguaje. Quiere esto decir que, desde su nacimiento como corriente de
investigación, se ha sumado al conjunto de disciplinas que conforman la sociología del
lenguaje, puesto que son sociológicos, más que lingüísticos, los criterios que maneja.
No obstante conviene distinguir entre el estudio de la planificación y la planificación
misma: si el primero se ha desarrollado desde fechas muy recientes, sobre todo en sus
aspectos teóricos, la segunda se ha practicado, de forma abierta unas veces, velada
otras, en todo lugar y época en que una persona o un grupo de ellas han tomado una
decisión que haya afectado al vehículo de comunicación de una comunidad. Planifi­
car es preparar un plan destinado a orientar o determinar el uso de una o más len­
guas en una comunidad.
Dentro de este complejo campo, la lengua y, por tanto, la lingüística tienen una
relevancia singular. No contraviene esto a lo dicho sobre la primacía de los intereses
sociológicos. La lengua es un fenómeno social y por ello tiene aspectos que han de
preocupar a los sociólogos; pero los sociólogos la atienden, no por ella misma, sino
en tanto en cuanto es parte capital de la organización social.
Comenzó a hablarse de planificación lingüística, con el sentido más reciente de
la denominación, en el año 1959, fecha del trabajo de Einar Haugen titulado «Plani-
PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA Y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE

C uadro 20.1. Fases de la planificación lingüística, según Haugen

Norma función

Sociedad (1) Selección (3) Implantación


Lengua (2) Codificación (4) Elaboración

ficación para una lengua estándar en la Noruega actual».1 Desde esa época se han de­
sarrollado dos concepciones de la planificación: una instrumental2 y otra sociolin-
güística.3 En la primera, la lengua es vista como un mero instrumento de comunica­
ción al que hay que darle la forma objetivamente más sencilla, rentable y práctica
para que esa comunicación sea más eficaz. Desde la concepción sociolingüística se
atiende además a factores como la actitud de los hablantes ante las lenguas o el va­
lor simbólico de éstas, aunque se entre en conflicto eventualmente con la estética y
la funcionalidad. A pesar de todo, la evolución de esta corriente no ha conocido im­
portantes enfrentamientos entre tendencias opuestas, antes bien su desarrollo se ha
producido con la suma de nuevos elementos, perfeccionando los precedentes. La base
a la que se han incorporado sumandos y sobre la que se han hecho las matizaciones
está constituida principalmente por los trabajos que Einar Haugen.4
En términos generales, se distinguen dos formas de planificar, según los objeti­
vos que se marquen. La primera se denomina determinación lingüística y se aplica a
las situaciones que requieren crear o recrear una variedad lingüística (por ejemplo, la
revitalización del hebreo en el Estado de Israel).5 La segunda se conoce con el nom­
bre de desarrollo lingüístico y se aplica en aquellos casos en los que ya se cuenta con
una variedad que funciona como lengua nacional,6
Para la labor de crear una variedad nueva, se parte de una selección entre for­
mas lingüísticas disponibles. Planificar es predeterminar las selecciones lingüísticas de
los hablantes de una comunidad cuando ésta ofrece la posibilidad de utilizar varias
modalidades y se aplica sobre los niveles más formales de las lenguas, especialmente
sobre el uso escrito, la lectura y los registros más cuidados.7
Los objetivos concretos de este tipo de planificación tienen que ver, por un lado,
con la lengua y la lingüística y, por otro, con la sociedad y la sociología. Unos y otros
invocan el concurso de la política lingüística. Teniendo en cuenta esta doble faz (lin-

1. «Planning for a Standard Language in Modero Norsvay», Anthropological Linguistics, 1 (1959),


pp. 8-21.
2. La concepción instrumental está representada por Valter Tauli, «El planeamiento del lenguaje», en
Ó. Uribe Villegas (ed.), La socio!ingüísiica actual, México, UNAM, 1974, pp. 246-267, Trad. al inglés en «The
theory of language planning», en Ó. Uribe Villegas (ed.), ¡ssues in Socioiinguistics, La Haya, Mouton, 1977,
pp. 245-265. Recogido en J. Fishman (ed ), Advances in Language Planning, La Haya, Mouton, 1974. Tam­
bién se adscribe a esta concepción Punya Sloka Ray, Language Standardizartion, La Haya, Mouton, 1963.
3. Véase, por ejemplo, J. Rubio y B. Jernudd (eds.), Can Language Be Pianned?, Honolulú, East-West
Center and University of Hawaii Press, 1971.
4. Language conflict and Language Planning; The Case o f Modera Norwegian, Cambridge, Harvard Uni­
versity Press, 1966.
5. Véase Ó. Uribe Villegas, Situaciones de multilingiiismo en el mundo, México, UNAM, 1972, pp. 59-63.
6. Véase Ch. Ferguson, «Language Development», en J. Fishman, Ch. Ferguson y J. Das Gupta, (eds.),
Language Problems o f Developing Nations, Nueva York, John Wiley and Sons, 1968, pp, 27-36,
7. Véase E. Haugen, Language conflict and Language Planning; TheCaseofModern Norwegian, ob. cit.,
pp. 282-283.
TEORIAS. METODOS Y APLICACIONES 333

güística y social), Haugen propuso un modelo de planificación con cuatro estadios,


dos referidos a lo social y dos referidos a lo lingüístico. Cuando es necesario dotar a
una comunidad de una variedad nueva o reformada hay que llevar a la práctica la
selección, la codificación, la implantación y la elaboración de una lengua (cua­
dro 20.1),
En la primera fase se selecciona una de las variedades preexistentes en la comu­
nidad para convertirla en el objeto de la planificación. En Noruega, por ejemplo, don­
de la lengua escrita desde el siglo x v había sido el danés y más tarde una variedad
noruega de esta lengua (danonoruego o bokmal ‘lengua de los libros’), se quiso crear
y oficializar una lengua puramente noruega y se construyó sobre la base de los dia­
lectos del oeste del país: así, el landmal ‘lengua del país’ se convirtió en nynorsk ‘neo-
noruego’.
En la segunda fase de la planificación se procede a la codificación lingüística de
la variedad seleccionada, esto es, a la preparación de una gramática, una ortografía y
un diccionario. En la tercera fase, se ponen los medios para difundir la nueva norma
por la comunidad y conferirle el estatus deseado. Finalmente, la variedad se elabora
progresivamente para modernizarla y adecuarla a las necesidades de comunicación,
comprobando si se obtienen los resultados previstos en el proyecto.
Posteriormente, a las dimensiones de la planificación presentadas por Haugen se
han añadido otras de distinta procedencia que han servido para mejorar el modelo:
el cultivo (propuesta por Neustupny),8 la evaluación (propuesta por Rubín en 1971)9
y la orientación (propuesta por Fishman).10 En cuanto a la evaluación, debe tenerse
en cuenta que la planificación requiere una instrumentación adecuada, así como una
revisión, si se pretende que sea efectiva. Al hablar de instrumentación se hace refe­
rencia a la dotación de fondos por parte de organismos oficiales; la evaluación puede
hacerse comparando y valorando distintos proyectos; la revisión consiste en la crea­
ción de leyes que ratifiquen lo conseguido, si es óptimo, o que creen nuevos modelos
que permitan obtener mejores resultados. Por su parte, la orientación, la finalidad de
la planificación, podría ser la institucionalización (crear una lengua donde no la hay),
la ampliación (difundir una lengua preexistente) o la sustitución de una lengua por
otra.
Reconociendo el valor de estas dimensiones, hay que admitir que una de las
aportaciones más significativas al modelo general de la planificación ha sido la reali­
zada por Heinz Kloss.11 Este especialista propone llevar la separación entre los as­
pectos sociales y lingüísticos hasta el extremo de reconocer dos tipos de planificación:
la planificación del corpas y la planificación del estatus. La primera, de larga tradición,
trabaja con cambios en la gramática, la ortografía o el vocabulario de una lengua. La
segunda determina la posición social que una lengua ocupa respecto de otras o con
relación a los criterios políticos, sociales o ideológicos de los gobiernos. El modelo de

8. «Basic types of treatment of language preblems», Linguistic Comm unication, 1 (1970), 79-98. Reco­
gido en J. Fishman, Advances in Language Planning, ob. cit., pp. 37-48.
9. «Evaluation and language planning», en J. Rubín y B. Jernudd (eds..), Can Languages be Planned?,
ob. cit. Recogido en J. Fishman (ed ), Advances in the Sociology o f Language I I , La Haya, Mouton, 1972,
pp. 476-510.
10. Véase J. Fishman (ed.), Advances in Language Planning, ob. cit.
11 Research Possibilities on G roup B ilingualism : A Repon, Quebec, International Cerner for Research
on Bilingualism, 1969.
334 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTIC'A 'i' SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

C u a d r o 20.2. M o d e lo d e p la n ific a c ió n re v is a d o p o r H a ttg e n *

Forma Función
(política lingüística) (cultivo de la lengua)

S o c ie d a d 1 S elección (proceso de decisión) 3. Im p la n ta c ió n (difusión educativa)


(planificación a) identificación del problema a) procedimientos correctores
del estatus) b) localización de la norma b) evaluación

Lengua 2. C o d ific a c ió n (proceso 4. E la b o r a c ió n (desarrollo funcional)


(planificación de estandarización) a) modernización de terminología
del c o rp a s ) a) ortografía b) desarrollo estilístico
b) gramática
c) léxico
* «The Implementation of Corpus Planning: Theory and Practice», en J. Cobarrubias y J Fishman
(eds,), Progress in Language Planning, La Haya, Mouton, 1983, pp. 269-290.

planificación, enriquecido con estas nuevas dimensiones y conceptos, se resume en el


cuadro 20.2.
Hasta aquí lo que se refiere a la creación e implantación de variedades lingüísti­
cas nuevas. Los fines de la planificación encaminada al desarrollo lingüístico son muy
variados y, en ciertos aspectos, coinciden con los de la determinación. Algunos de es­
tos fines son de naturaleza lingüística: conservar la pureza de una lengua, regular usos
variables, favorecer la mezcla de variedades, desarrollar o elaborar terminologías,12
crear códigos con fines específicos; en general, aumentar o restringir los recursos lin­
güísticos. Pero, al lado de estas metas, hay otras que tienen que ver con la función
que la lengua desempeña dentro de una comunidad: favorecer el aumento o la dis­
minución del número de hablantes; prestigiar o desprestigiar determinadas varieda­
des lingüísticas.
Si bien los modelos de planificación actuales son bastante completos y se están
aplicando, con distinta suerte, en numerosos países (Canadá, Bélgica, Noruega, Fili­
pinas, México, España, países árabes) hay una dificultad que no se puede evitar, por
minucioso que sea el proyecto planificador: las lenguas cambian; y las sociedades tam­
bién, y lo pueden hacer a velocidades de vértigo. Ningún modelo de planificación es
lo suficientemente sólido y ágil para soportar una sucesión de cambios sociales como
los que se están conociendo en muchos rincones de Europa, Asia o África. Cada co­
munidad exige de la teoría una capacidad de adaptación y de flexibilidad que cons­
tantemente la ponen a prueba y una demostración cotidiana de que se trata de algo
eficaz, adecuado y aceptable. De no ser así, el fracaso del proyecto de planificación
está garantizado.
La planificación lingüística llamada de determinación se ha concebido y practica­
do en situaciones problemáticas en las que dos o más variedades lingüísticas están en
contacto. Generalmente esas variedades tienen la categoría de lengua. Los fenóme­
nos y problemas propios de las comunidades monolingües tienen más que ver con el
desarrollo lingüístico. En este tipo de comunidades es frecuente encontrar hablas dia­
lectales, regionales o locales al lado de un habla de mayor prestigio a la que podemos

12. Véase M, T. Cabré, La terminología Teoría, metodología, aplicaciones, Barcelona, Antártida, 1993.
T E O R ÍA S . M ÉT O D O S Y A P L IC A C IO N E S 335

denominar normativa, vinculadas a una misma lengua. En la América hispana, por


ejemplo, encontramos situaciones lingüísticas en las que conviven varias lenguas y si­
tuaciones monolingües, en las que se encuentran un habla dialectal y una variedad
prestigiosa.
Einar Haugen, en uno de sus primeros trabajos, habló de tres tipos de comuni­
dades, según las situaciones de comunicación que en ellas fueran más usuales: una co­
munidad. lingüística primaria existe cuando las diferencias entre los individuos son pu­
ramente idiolectales; en una comunidad lingüística secundaria se utilizan dos lenguas
diferentes, pero hay inteligibilidad parcial, mientras que en una comunidad lingüísti­
ca terciaria los hablantes de lenguas distintas no se entienden entre sí, por lo que se
hace necesaria la presencia de intérpretes. Un ejemplo de comunidad primaria sería
Islandia; de secundaria, el Reino Unido; de terciaria, Suiza. Según Haugen, en las co­
munidades —o situaciones comunicativas— primarias la planificación es superflua,
puesto que no suele haber fallas de comunicación, aunque habría que saber que son
un caldo de cultivo apropiado para el llamado desarrollo lingüístico.
Si no perdemos de vista la distinción entre corpus y estatus que planteamos más
arriba, parece claro que los planificadores del corpus deben ser los que siempre han
sido, desde Dionisio de Tracia y Prisciano, hasta Johnson, Webster y Bello, pasando
por Nebrija y Petrus Ramus, esto es, los expertos en la lengua. Pero, además de las
iniciativas personales, también han tenido peso —a veces mucho— las propuestas ins­
titucionales. No es necesario recordar con detalles la importancia que han tenido para
sus respectivas lenguas las Academias de la Crusca, la Francesa o la Española, en los
cuatro últimos siglos. Más recientemente, están cumpliendo una función planificado­
ra (del corpus y algo sui generis) los servicios lingüísticos de las grandes empresas de
información, cuyos trabajos se dan a conocer en forma de libros de estilo.
En cuanto a la planificación del estatus, existen estructuras de gobierno que de­
jan un lugar para la planificación en los servicios o direcciones generales de política
lingüística, que son regidos por personas que no tienen necesariamente una formación
lingüística. En el momento de fijar los objetivos concretos de una planificación del es­
tatus, los responsables saben que sus decisiones van a repercutir directamente sobre
los usos sociales de una comunidad y que, en consecuencia, pueden enfrentarse con
problemas éticos que afectan a la lengua y a los hablantes.13 En muchos planes polí­
ticos es tanta la importancia que se concede a los intereses de la comunidad, de la na­
ción o de determinados grupos de esa comunidad o nación que se ignoran, injusta­
mente, los intereses de los individuos que las forman o de otros grupos, por amplios
que sean, planteando una equivalencia absoluta y falaz entre el bien de los políticos
gobernantes, de la comunidad y de los miembros de esa comunidad. La planificación
del estatus de una lengua supone una decisión de naturaleza política, que general­
mente sintoniza con las demás acciones políticas de un gobierno. Desde este punto de
vista, se suele esperar de los gobernantes una conducta respaldada en la ética o la mo­
ral que los identifica.
Por último, es interesante tener en cuenta que existe una clara alternativa, casi
teórica, a los modelos de planificación que aquí hemos tratado: la ausencia de plani­
ficación. En 1950 R. Hall, Jr., daba un título semipublicitario a un libro suyo: Leave

13. Véase J. Cobarrubias, «Ethical Issues in Status Planning», en J. Cobarrubias y J. Fishman (ed s),
Progress in Language Planning, La Haya, Mouton, 1983, pp. 41-85.
336 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGUÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

Yoitr Language Alone («Deja tu lengua sola; deja tu lengua en paz»).u Allí se ad­
vierte de los peligros de las intervenciones lingüístico-sociales que hacen los políticos:
crean inseguridad en los hablantes, producen un alejamiento de la lengua hablada y
alteran el sentido de los cambios lingüísticos. Algunos autores consideran que esta ac­
titud es razonable en determinadas situaciones; otros, como Rosenblat, piensan que
«la sociedad no puede dejar la lengua en paz, ni nada en paz».1415

Planificación de lenguas y dialectos: a propósito del español


en el mundo

Con frecuencia se habla de lengua o variedad estándar cuando se hace referencia


a la enseñanza de lenguas o a cualquier tipo de planificación lingüística. Sin embar­
go, desde nuestro punto de vista, sobre todo en lo que atañe al llamado español es­
tándar, no se trata de un principio bien definido: en todo caso, una variedad estándar
sería aquella que está desprovista de cualquier marca —diacrónica, diatópica, diafá-
sica, diastrática— alejada de una norma general. Pero una realidad así no es utiliza­
da por nadie. Según Manuel Alvar:

«Lengua standard» es el resultado de un consenso basado, precisamente, en los


usos literarios. Y esa lengua, digámoslo técnicamente, es la langue de Saussure:
existe en todas partes, está aceptada por todos los hablantes (no sólo los escri­
bientes), pero nadie la utiliza.16

Al hablar del español, preferimos evitar el nombre de lengua estándar y distin­


guir, porque así es tradición en la lingüística española, entre el español como diasis-
tema (al que se denomina español genera!) y el castellano como variedad prestigiosa
sobre la que se ha elaborado una gran parte de los dictámenes académicos.
Partiendo de los tipos de comunidades identificados y definidos por Haugen (pri­
marias, secundarias, terciarias), las comunidades lingüísticas de España serían, en su
mayor parte, de tipo primario.17 También existen comunidades secundarias (por
ejemplo, dentro de Galicia), si bien, en las comunidades que manejan más de una len­
gua, los hablantes o son monolingües en español o son bilingües (español-catalán, es-
pañol-gallego, español-vasco), por lo que no se presentan problemas graves de inco­
municación.
En las situaciones lingüísticas primarias se producen distintos tipos de relación
entre hablas diferentes o entre unas hablas y unas normas cultas y pretigiosas. Den­
tro del mundo hispánico encontramos situaciones que muestran claramente cómo las
hablas (dialectales, regionales y locales) y las variedades más prestigiosas se están dis­
putando muchos contextos de uso. Los tipos de relación que se establecen entre ha-

14. Nueva York, Ithaca, 1950.


15. «El criterio de corrección lingüística: unidad o pluralidad de normas en el castellano de España y
América», en Estudios sobre el español de A m érica , Caracas, Monte Avila Editores, 1984, pp. 311-337.
16. «La lengua, los dialectos y la cuestión del prestigio», en F. Moreno Fernández (recop.), Estudios so­
bre variación lingüistica , Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990, pp. 13-26.
17. Véase Vicente García de Diego, M anual de dialectología española, 3.a ed. corr. y aum., Madrid, Edi­
ciones Cultura Hispánica, 1978.
TEORIAS, METODOS Y APLICACIONES 337

Situación 1 Situación 2 Situación 3

Nota: Véase F. Moreno Fernández, «Planificación de la lengua española”, en T. Kirschner (ed), Los dos nuevos mun­
dos hoy: construcciones de la realidad en España y Latinoamérica, Vancouver, 1994 (número monográfico de Revista Ca­
nadiense de Estudios Hispánicos, XVIII, 1994, pp, 515-526); «Planificación lingüística y dialectología”, Lingüistica Española
Actual, XIII (1991), pp. 251-268; «Norma y prestigio en el español de América. Apuntes para una planificación de la lengua
española”, Revista de Filología Española, LXXII (1992), pp. 345-359.

Fig. 20.1. Tipos de relación entre un modelo normativo (cuadrado grande), una norma
prestigiosa (cuadrado pequeño) y un habla local (circulo).

blas diferentes o entre unas hablas y las normas más prestigiosas se representan en la
figura 20.1.
Los esquemas representan situaciones en las que existen hablas locales, marca­
das o no,1*18 vinculadas a normas prestigiosas19 que, a su vez, se hallan dentro del do­
minio de un modelo de lengua regulada al que llamamos modelo normativo.20
En el esquema de la situación 1 se refleja la existencia de un habla local, inserta
en una norma prestigiosa, que, a su vez, se inscribe en un modelo normativo. Junto a
ella puede encontrarse otra habla, procedente de una variedad diferente, que no
cuenta con una referencia prestigiosa ni con un sistema regulado. En esa circunstan­
cia es fácil hallar en la primera elementos de la segunda,21 aunque la norma ejerce so­
bre ellos una influencia tal que los hace desaparecer progresivamente. Las hablas que
no conviven con otras variedades, externas o internas, podrían representarse de la

1S. Aquí no entendemos «habla» en el sentido de estructura de rasgos poco diferenciados limitada a una
pequeña circunscripción geográfica (M. Alvar, «Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas», La lengua
como libertad, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1982, p. 65), sino como parole, lengua actualizada tal y
como aparece en un lugar determinado.
19. Este concepto viene a coincidir con el de «norma culta», que se correponde con el uso de los ha­
blantes más prestigiosos de una comunidad y, por lo general, en registros cuidados. Puede darse el caso de
que exista una norma de prestigio en una lengua que no cuenta con una tradición escrita.
20. El concepto de «lengua normativa» hace referencia a la lengua regulada en las gramáticas, espe­
cialmente la de la Academia, y a las normas seguidas en la lengua escrita.
21. Normalmente se trata de elementos que han sobrevivido dentro de hablas locales (seguimos ahora
la definición de Alvar) que pertenecieron a una lengua desaparecida como tal. En muchos casos esas unida­
des son vestigios que sólo se encuentran dentro de otra lengua.
338 P R IN C IP IO S DE SOCIOL1 N G L 'ÍS T IC A Y S O C IO L O G ÍA DEL LENGUAJE

misma forma, pero suprimiendo simplemente el círculo anejo.22 También tendrían in­
terés aquellas hablas locales desmembradas de su variedad de origen que carecen, en
sí mismas, de un punto de referencia prestigioso y normativo (círculo solamente).23
En el español de España y en el de América se hallan situaciones lingüísticas
como la número 1: ahí está el contacto del español con hablas indígenas «menores»
(círculo anejo)24 o en la presencia de elementos indígenas dentro de las hablas espa­
ñolas, elementos que ya no tienen un punto de referencia prestigioso, que son vesti­
gios de un sistema que en numerosas ocasiones ha dejado de existir (por ejemplo, las
lenguas del Caribe) y que están sometidos a un proceso secular de sustitución por uni­
dades de procedencia hispánica.25 Pensemos también, para el español de España, en
la presencia de elementos léxicos de origen leonés dentro de las hablas castellanas del
noroeste peninsular: las formas léxicas leonesas formarían parte del círculo anejo; las
hablas castellanas (círculo interior) estarían incluidas en la norma prestigiosa caste­
llana (cuadrado pequeño), que, a su vez, participaría del modelo normativo del espa­
ñol (cuadrado grande).26
El esquema de la situación 2 representa la relación entre dos hablas locales vin­
culadas a una misma norma de prestigio y a una misma lengua. En este caso se pro­
ducen influencias de la norma sobre ambas hablas y, a menudo, de una variedad (ge­
neralmente la más cercana a la norma) sobre la otra. Esto puede observarse al estu­
diar el habla actual de Toledo (uno de los círculos),27 que, en determinados registros,
acusa el influjo del modelo de las hablas castellanas del norte (el otro círculo) y de la
norma culta (cuadrado pequeño).28 Igualmente, la penetración de un habla (más pres-

22. El ejemplo más claro, dentro del ámbito hispánico, seria el de las hablas castellanas, que poseen una
norma prestigiosa (el castellano) y que han servido de base para gran parte de las normas académicas.
23 Esto ocurre, dentro de la península ibérica, con los bables de Asturias o con las tablas del Pirineo
aragonés. Un caso de características semejantes sería el de las hablas canarias trasplantadas a algunos territo­
rios norteamericanos (por ejemplo, los habitantes de los brulis en Luisiana): durante decenios han vivido ais­
ladas y sin contacto con su norma de origen, con otras normas hispánicas o con la lengua normativa (véase
S, Armistead, «Tres dialectos españoles de Luisiana», Lingüistica Española A ctual, XIII (1991), pp. 279-301).
24. Los ejemplos se multiplican, por ejemplo, en México,, Véase L. Manrique Castañeda, «Pasado y pre­
sente de las lenguas indígenas de México», en V, Demonte y B, Garza (eds.), Estudios de lingüistica de Es­
paña y México, México, UNAM / El Colegio de México, 1990, pp. 387-420,
25. La sustitución de elementos indígenas por españoles ya fue comentada por Armas y Céspedes en el
siglo pasado (véase Orijenes de l lenguaje criollo , 2." ed., La Habana, 1882), Más recientemente J. M. Lope
Blanch ha señalado que el número de voces indígenas vivas en las provincias, en el habla campesina, es su­
perior al de indigenismos usuales en las ciudades ( Léxico indígena en e l español de México, 2.a ed., México, El
Colegio de México, 1979). Las generaciones jóvenes, sobre todo urbanas, muestran claramente un abandono
de las unidades léxicas pertenecientes al mundo rural y a un modo de vida que está siendo sustituido por otro
más industrial y moderno (véase H. López Morales, «Desgaste léxico en el español de Puerto Rico. El pro­
yecto Malaret», Investigaciones léxicas sobre el español antillano, Santiago, PUCMM, 1991, pp. 169-196; J. M
Lope Blanch, «Indigenismos americanos en la norma lingüística culta de México», Investigaciones sobre dia­
lectología mexicana, 2.a ed., México, UNAM, 1990, pp. 147-160). Por otro lado, se ha comprobado que la ma­
yor parte de los indigenismos que tienen vitalidad en determinadas zonas americanas son los que han pasado
ya a la lengua general.
26. Véase J. Borrego, Sociolingüistica ru ra l Investigación en Villadepera de Sayago, Salamanca, Uni­
versidad de Salamanca, 1981; J. C González Ferrero, Estratificación sociolingüistica de una com unidad se-
m iurbana: Toro (Zam ora), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991.
27. Véase M. A. Calero, Estudio sociolingüistico del habla de Toledo, Lérida, Pagés, 1993; I. Molina
Martos, Estudio sociolingüistico d é la ciudad de Toledo, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita).
28. Véase P„ García Mouton y F. Moreno Fernández, «Alias lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La
M ancha. Materiales de Ciudad Real y Toledo», en P. García Mouton (ed ), Geolingüistica. Trabajos europeos,
Madrid, CSIC, 1994, pp. 111-154; I. Molina Martos, Estudio sociolingüistico de la ciudad de Toledo, Madrid,
1991 (tesis doctoral inédita).
TEORÍAS. M ÉT O D O S Y A P L IC A C IO N E S 339

FlG . 20.2, C o n ta c to s lin g ü ís tic o s en c o m u n id a d e s bilingües..

tigiosa) en otra se observa en los hablantes que emigran desde las zonas rurales a la
ciudad.23 En América encontramos situaciones semejantes: por ejemplo, la relación
existente entre el habla rural y el habla urbana en Puerto Rico,2930 por la cual la pri­
mera se deja influir en ciertos contextos por la segunda.31
En la situación número 3 se da cuenta de la existencia de dos hablas locales, cada
una de ellas con su propia norma culta, aunque pertenecientes a una misma lengua-
Es lógico, en tales circunstancias, que una de estas hablas acuse la presión de la otra
norma culta, presión que se ve favorecida por el hecho de tener detrás una misma re­
ferencia prescriptiva. Es el caso de la relación del habla y la norma de algunas co­
munidades americanas o de las hablas andaluzas, respecto del habla y la norma cas­
tellanas.32
Finalmente, el esquema de la cuarta situación es similar al de la tercera, pero en
este caso cada norma pertenece a una lengua diferente (cuadrados grandes). Las in­
terrelaciones entre dos sistemas distintos se dan frecuentemente en los lugares donde
entran en contacto: las zonas fronterizas. Aquí puede observarse la influencia sobre
un habla de otra habla, otra norma y otra lengua diferentes. En tales situaciones sue­
len aparecer variedades lingüísticas mezcladas (círculo intermedio) que tienen como

29. Véanse R. Caravedo, Sociolingüistica deI español de L im a , Lima, Fondo editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, 1990, pp. 17-37; P. Martín Butragueño, Desarrollos sociolingiiisticos en una co­
m unidad de habla, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita).
30. Véase T. Navarro Tomás, E l español en Puerto Rico, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 194S,
pp. 229 y ss.
31. Por otra parte, el habla rural suele compartir muchos rasgos con el habla de los niveles sociocultu-
rales más bajos de las ciudades. En estos casos, el abandono de los rasgos poco prestigiosos por parte de las
generaciones más jóvenes está bastante generalizado. Véase O. Alba, Variación fonética y diversidad social en
el español dom inicano de Santiago, Santiago, PUCMM, 1990, pp. 21S-224; H. López Morales, «Velarización
de IR R I en el español de Puerto Rico: índices de actitud y de creencias», Dialectología y sociolingüistica. Te­
mas puertorriqueños, Madrid, Hispanova de Ediciones, 1979, pp. 107-130
32. En Sevilla, por ejemplo, el seseo (rasgo que separa claramente la norma sevillana y la castellana)
tiene un índice de aceptación, entre los hablantes cultos, más bajo que el de otros fenómenos teóricamente
menos diferenciadores, como la aspiración de s. Esto se debe, entre otras razones, a la presión y el prestigio
de la norma castellana. Véase V. Lamiquiz y P. Carbonero, P erfil sociolingüistico de I sevillano culto , Sevilla,
Universidad de Sevilla, 1987, pp. 29-48, Todo ello está también ligado a la actitud positiva que muchos ha­
blantes hispanoamericanos demuestran hacia las variedades lingüísticas de España. Véase M. Alvar, Hombre,
etnia, estado. A ctitudes lingüisticas en Hispanoamérica, Madrid, Credos, 1986, pp. 158-162, 189-191 También
J. M. Lope Blanch, «El concepto de prestigio y la norma lingüística del español», A nu a rio de Letras, X (1972),
pp. 29-46.
340 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G Ü ÍS T IC A 'i' S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

base una u otra lengua: es lo que ocurre en la frontera catalano-aragonesa (chapa-


rreao)33 o en los límites de Uruguay y Brasil (fronterizo)?4
En las comunidades bilingües (figura 20.2), las circunstancias socioespaciales son
diferentes; en ellas se da la superposición de dos lenguas. Algunas veces, cada una po­
see una norma prestigiosa y disfruta de una referencia normativa diferente (cuadra­
do grande) (situación 5), otras, una de las hablas posee su norma prestigiosa vincula­
da a una lengua normativa, pero la otra puede carecer de esta última (situación 6).
Una situación similar a la descrita con el número 5 es la que se da en comunidades
hispanas de Estados Unidos.35 La número 6 se da en las comunidades en que el es­
pañol convive con alguna lengua indígena de cierta importancia.36 En ambas es usual
la aparición de variedades de compromiso (círculo intermedio) consecuencia del con­
tacto lingüístico (por ejemplo, el llamado espanglish de las comunidades puertorri­
queñas de Nueva York o la media lengua en el Ecuador, mezcla de quechua y espa­
ñol),37
Las situaciones aquí descritas hacen ver que cualquier planificación de la lengua
española tendría que tratar los siguientes aspectos:

1) El español ante sus variedades dialectales internas.


2) El español en territorios bilingües.
3) El español ante las variedades mixtas.
4) El español en países de lengua oficial diferente.

La finalidad de una planificación de la lengua española

El español merece un planificación lingüística que aporte soluciones a los muchos


pr oblemas que se presentan a sus hablantes (y a la propia lengua) en todo el mundo.
Aunque son necesarias unas líneas de conducta comunes para el conjunto del terri­
torio hispánico, cada país requiere una planificación adecuada a sus características y
a las de sus ciudadanos.38

33. Véase M. Alvar, «Un problema de lenguas en contacto: la frontera catalano-aragonesa», Teoría lin ­
güistica de las regiones, Barcelona, Planeta, 1975, pp. 47-62.
34. Véase H. López Morales, Sociolingiiistica, 2 * ed , Madrid, Gredos, 1993, pp. 153-162. También J. P.
Roña, E l dialecto «fro n te riz o » del norte de U ruguay , Montevideo, Adolfo Linardi, 1965; A. Elizaincfn, D ia ­
lectos en conracto Español y portugués en España y Am érica, Montevideo, Arca, 1992..
35. Véase J. Amastae y L. Elías-Olivares, Spanish in the United States, Nueva York, Cambridge Uni-
versity Press, 1982; S. Poplack, «Lenguas en contacto», en H. López Morales (coord.), Introducción a la lin ­
güística actual, Madrid, Playor, 1983, pp. 183-207.
36. Pensamos en lenguas como el quechua, el guaraní o el náhuatl Véase G de Granda, «Actitudes so-
ciolingiiísticas en el Paraguay», Boletín de Filología de la Universidad de Chile, XXXI (1980-1981), pp. 787-
805.
37. P. Muysken, «La mezcla de quechua y castellano: el caso de la m edia lengua en el Ecuador», Lexis,
III (1979), pp. 41-56.
38., Existen numerosos trabajos sobre la planificación lingüística en diversos lugares de Hispanoaméri­
ca. Véanse A. Herranz, Estado, sociedad y lenguaje. L a política lingüistica en H onduras, Tegucigalpa, Guay-
muras, 1996; E. Chang-Rodríguez, «Problems forLanguage Planning in Perú», W ord, XXXIII (1982), pp. 173-
192; H.. Obregón Muñoz, Hacia la planificación del español de Venezuela y la determinación de u n a po lítica
lingüistica , Caracas, Instituto Universitario Pedagógico de Caracas, 1983; S. Brice Heath, La po lítica del len­
guaje en México, México, Instituto Nacional Indigenista, 1972; E. Fernández Arévalos, «Presupuestos para una
política lingüística en el Paraguay», Caravelle, XIV (1970), pp. 23-29; P. A. Cebollero, L a p o lítica lingüístico-
T E O R ÍA S . M ET O D O S Y A P L IC A C IO N E S 341

Ya hemos comentado que cualquier proceso de planificación debe afrontar una


doble tarea: la planificación del corpus lingüístico y la planificación de su estatus so­
cial. Desde el punto de vista del corpus, el criterio de la «corrección» suele orientar
el uso lingüístico, porque las comunidades necesitan y exigen una norma «correcta»
que seguir.39 Las Academias pretenden satisfacer esta necesidad en los países de ha­
bla hispana, aunque si una comunidad no dispone de una institución capaz de orien­
tar, busca el norte en el juicio personal de algunos gramáticos y lexicógrafos o en los
medios de comunicación social: pensamos en la importancia del Webster’s para el in­
glés americano, en el influjo de la gramática de Johnson (1755) y de la BBC en el
inglés del Reino Unido o en la función de la RAI 1 en Italia.
Los países americanos de habla española han conocido intentos de planificación
del corpus y decisiones de defender la pureza del español frente al empuje de otras
lenguas de cultura; en muchos casos, mediante determinadas acciones de política lin­
güística, se ha reconocido la oficialidad de unas lenguas o de otras, aunque a menu­
do no se ha ido mucho más allá; en otras ocasiones se han puesto sobre la mesa los
problemas que plantean las variedades internas del español, especialmente en lo que
concierne a la unidad de la lengua o a la defensa de un nacionalismo lingüístico,40
aunque rara vez ha tenido todo ello un reflejo en la práctica.41
Las situaciones lingüísticas del mundo hispánico, esquematizadas más arriba, en­
cierran unos problemas complicados e interesantes: cómo tratar los préstamos apor­
tados por otras hablas o lenguas, qué variedad del español enseñar y en qué variedad
enseñarla,42 qué variedades deben usarse en los medios de comunicación social, cómo
solucionar las dificultades que surgen en la actualización de las terminologías, qué
estatus deberían tener las lenguas minoritarias y las variedades mixtas.
Al margen de aspectos tan concretos, los objetivos generales de una planificación
del español podrían buscar lo siguiente:

a) favorecer la unidad y el enriquecimiento de la lengua;


b ) garantizar el derecho a comunicarse en esa lengua en situaciones públicas;
c) proteger el derecho a hacer un uso correcto y prestigioso de la lengua.

social en Puerto Rico, San Juan, Consejo Nacional de Enseñanza, 1945; E. Pulcinelli Orlandi (org), Política
Lingüistica na América Latina, Campiñas, Pontes, 1988. Los estudios sobre uno de los aspectos básicos de la
planificación, la enseñanza, son numerosísismos: M. Catrileo, «Necesidad de un programa de español como
segunda lengua para estudiantes mapuches», Revista de Educación, 99 (1982), pp. 55-58; A. Najarro Arrióla,
«Un nuevo enfoque para la educación bilingüe en Guatemala», Boletín de Lingüistica. Universidad Rafael
Landivar, 21-23, mayo-octubre (1990), pp. 2-8; J Valle-Castillo, «Tareas lingüísticas urgentes en Nicaragua»,
en J. E. Arellano (ed), El español de Nicaragua, Managua, Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, 1992,
pp. 39-46.
39. En este sentido, una de las iniciativas más importantes en Hispanoamérica fue la Gramática de la
lengua castellana destinada al uso de los americanos de A, Bello (Santiago de Chile, 1847).
40. Véase, por ejemplo, M. I. Blanco de Margo, «El nacionalismo y las actitudes hacia la lengua en la
Argentina», Anuario de Lingüistica Hispánica, VI (1990), pp. 65-86, También R. C. Troike, «Problems of Lan-
guage Planning for Spanish in the United States», Word, XXXIII (1982), pp, 69-80.
41. La preocupación por el español en comunidades no hispánicas apenas ha ido más allá de la des­
cripción sociolingüística. Véase E. Alvarado, «Condiciones sociales del español estadounidense», Boletín de la
Academia Norteamericana de la Lengua Española, ll-III (1977-1978), pp. 41-48.
42. Asunto siempre importante, pero que a menudo se plantea a propósito de América y de regiones
españolas como Extremadura, Murcia, Andalucía o Canarias.
342 P R IN C IP IO S D E S O C IO L IN G U iS T IC A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

Estos fines afectarían tanto a los territorios monolingües como a los bilingües.
Los objetivos específicos serían asunto de cada nación hispanohablante.
Una planificación de la lengua española en los territorios bilingües debería aten­
der al estatus que habría de ocupar respecto de las otras lenguas y a su uso en la en­
señanza, la administración, las instituciones jurídicas o los medios de comunicación
social; en otras palabras, tendría que garantizar el derecho de los ciudadanos a co­
municarse en esa lengua y a hacerlo de una forma correcta y adecuada. Se entiende
que la política lingüística tendría que ir en consonancia con los fines planificados y
procurar el beneficio de los hablantes como individuos.
En cuanto a las situaciones monolingües, una planificación tendría que ser capaz
de proporcionar una respuesta a la siguiente pregunta, entre otras: ¿qué variedad del
español hay que enseñar y cómo hacerlo? La falta de una guía clara obliga a muchos
maestros y profesores a buscar sus propias respuestas;43 la falta de orientaciones ge­
nerales y el desconocimiento de la realidad lingüística del español (dialectal y socio-
lingüística) hacen que esas respuestas no sean siempre las más acertadas. El trabajo
de la escuela ha de recibir atención, porque allí se reflejan las características de la so­
ciedad, los deseos y las necesidades sociales44
En cualquier proceso de planificación lingüística, sobre todo cuando se trata de
proponer y difundir unos modelos de lengua, es importantísima la función que cum­
plen las escuelas y centros de enseñanza media. Ocurre, sin embargo, que la escue­
la no es el medio más eficaz de divulgar una norma y conferirle un estatus, dado que
una parte importantísima de la población no puede ser escolarizada o lo es insufi­
cientemente. Ahora bien, donde no alcanza la escuela pueden llegar los medios de
comunicación social. Por eso es importante que la variedad lingüística que allí se uti­
liza haya sido, como mínimo, objeto de reflexión por parte de los comunicadores.
Los medios de comunicación social pueden ser un instrumento eficaz para la plani­
ficación lingüística. De momento, están consiguiendo que los hablantes de unas va­
riedades conozcan otras muy lejanas y diferentes, lo que afecta a sus actitudes lin­
güísticas, y se están convirtiendo en paradigma indiscutible de buen hablar, de pres­
tigio. Además, si se conociera bien la lengua de la radio y la televisión, se sabría qué
dirección pueden tomar, en plazos muy breves, algunos cambios lingüísticos, y se po­
drían orientar.
La planificación del corpas del español se ha venido haciendo prácticamente des­
de que se iniciaron las tareas del scriptorium supervisado por Alfonso X. El proceso
ha conocido impulsores tan decisivos como Nebrija, Valdés o la Real Academia Es­
pañola y siempre ha contado con la escuela para su difusión, pero hoy día la divul­
gación de cualquier norma no puede prescindir del apoyo de todos los medios de co­
municación social.

43. No han sido frecuentes esfuerzos como el que hizo B. E. Vidal de Battini para apoyar a los maes­
tros de las escuelas primarias (E l español de la Argentina, Buenos Aires, Consejo Nacional de Educación,
1964) o como el de A. Bello para orientar a padres y profesores («Advertencias sobre el uso de la lengua cas­
tellana», E l A raucano, 1833 y 1834).
44. J. Fishman, «The Social Science Perspective», B ilin g u a l Education: C arretil Perspectives, vol. 1, Ar-
lington, Center for Applied Linguistics, 1977, p. 4.
T E O R ÍA S , M ÉT O D O S Y A P L IC A C IO N E S 343

Reflexiones y ejercicios

1. Recoja y comente artículos de prensa en que se traten algunos aspectos re­


lacionados con la política lingüística.

2. Describa el uso que se hace de cada lengua en la televisión pública de algún


territorio bilingüe, anotando la cantidad de tiempo y los tipos de programas emitidos
en cada lengua.

3. ¿Qué opina de la posición «deja tu lengua en paz»? ¿Piensa que hay que
cumplirla siempre o sólo en lo que se refiere a su uso social? ¿Considera imprescin­
dible la planificación del corpusl

4. Reflexione sobre la posibilidad de contribuir política o económicamente al


mantenimiento de una docena de lenguas indígenas, habladas por unos pocos miles
de personas en un país, o de facilitar su desplazamiento y asimilación a una lengua
mayoritaria.

Orientaciones bibliográficas

Es imprescindible la lectura de una trabajo clásico del ámbito de la planificación:


se trata del artículo de E. Haugen, «Lingüística y planificación idiomática», en P. Gar­
vín y Y. Lastra (eds.), Antología de estudios de etnolingíiística y sociolingiiística
(2.a ed„ México, UNAM, 1974, pp. 278-302).
El manual de Y. Lastra, Sociolingiiística para hispanoamericanos (México, El Co­
legio de México, 1992) aporta información muy útil sobre la situación lingüística de
muchos países y territorios americanos. Sobre la situación lingüística de España, véa­
se el libro de M. Etxebarría, El bilingüismo en el Estado español (Bilbao, Ediciones
FBV, 1995) y el informe del Centro de Investigaciones Sociológicas, Conocimiento y
uso de las lenguas en España (Madrid, CIS, 1994); sobre la situación lingüística de
otros muchos países del mundo, véase O. Uribe Villegas, Situaciones de multilingiiis-
mo en el mundo (México, UNAM, 1972).
Como ha sugerido J. Borrego (trad. de S. Romaine, El lenguaje en la sociedad,
Barcelona, Ariel, 1996, pp. 83-84), es interesante la comparación de los trabajos con­
tenidos en el libro de A. Bastardas y E. Boix (eds.), ¿Un Estado una lengua? La or­
ganización política de la diversidad lingüística (Barcelona, Octaedro, 1994) y del libro
de G. Salvador, Lengua española y lenguas de España (Barcelona, Ariel, 1987), a lo
que se podría añadir la obra del mismo autor, Política lingüística y sentido común
(Madrid, Itsmo, 1992). También es recomendable la lectura del capítulo III de la obra
de F. Marcos Marín, Reforma y modernización del español (Madrid, Cátedra, 1979).
GLOSARIO SOCIOLINGÜÍSTICO*

acontecimiento comunicativo: conjunto homogéneo de elementos comunicativos que se


utilizan con un mismo propósito, hacia unos mismos interlocutores, usando una misma
variedad lingüística y para tratar unos temas o asuntos determinados; macrounidad bá­
sica de la comunicación.
acontecimiento del hablar: véase acontecimiento comunicativo.
acrolecto: lengua dominante o lexificadora en una situación de lenguas en contacto; varie­
dad más prestigiosa.
actitud lingüística: manifestación de la actitud social del individuo centrada y referida es­
pecíficamente tanto a la lengua como al uso que de ella se hace en sociedad.
acto comunicativo: microunidad básica de la comunicación.
acto de habla: enunciado emitido por un hablante determinado con una intención y una
función determinadas, en un situación determinada y que tiene un efecto determinado;
unidad básica de descripción pragmática.
acto del hablar: véase acto comunicativo.
acto ilocutivo: acto de habla que se realiza cuando «se dice algo» con una cierta intención
o fuerza por parte del hablante.
acto locutivo: acto de habla que surge en el momento en que «se dice algo», esto es, cuan­
do se emite un enunciado.
acto perlocutivo: acto de habla que aparece como consecuencia del acto ilocutivo y que lo­
gra un efecto o una reacción en el oyente.
alternancia de lenguas: yuxtaposición de oraciones o fragmentos de oraciones de lenguas
diferentes en el discurso de un mismo hablante bilingüe, cuando cada oración está regi­
da por las reglas morfológicas y sintácticas de la lengua correspondiente. Véase cambio
de código.
ámbito: véase dominio.
análisis de la conversación: corriente de investigación que incorpora los principios de la et-
nometodología norteamericana y que se caracteriza por el manejo de una serie de téc­
nicas de análisis empírico de aplicación previa a la construcción de cualquier formula­
ción teórica. El método de trabajo es de naturaleza inductiva y está basado en el estu­
dio de grabaciones de lengua hablada recogidas en contextos naturales.
análisis del discurso: corriente de investigación aparecida en los años sesenta y muy culti­
vada en el Reino Unido que se caracteriza por el empleo de principios y conceptos pro­
pios de la lingüística y que procede aislando las unidades del discurso o categorías bási-

* Este glosario no busca la exhaustividad, sino la fácil localización de algunos de los conceptos más im­
portantes de la sociolingüística y la sociología del lenguaje. El índice de materias permite acceder a otros mu­
chos términos y definiciones
346 P R IN C IP IO S DE SO C 'IO LIN G Ü ÍST IC 'A Y S O C IO L O G ÍA D E L L E N G U A JE

cas y estudiando su combinación y funcionamiento en secuencias bien formadas que dan


lugar a discursos coherentes. Este tipo de estudios busca la integración de todas las uni­
dades lingüísticas en la estructura del discurso mediante un procedimiento elemental que
consiste en proponer una formalización previa para ir comprobando, posteriormente,
cómo se ajustan a ella los datos concretos.
argot: véase jerga.
autonomía: atributo de los sistemas lingüísticos únicos e independientes (W, Stewart).

basilecto: lengua pidgin o criolla que constituye el inicio de un proceso de aproximación a


la lengua dominante o acrolecto; variedad más alejada del acrolecto.
bilingüe: persona que, además de su primera lengua, tiene una competencia parecida en
otra lengua y que es capaz de usar una u otra en cualquier circunstancia con parecida
eficacia (M„ Siguán y W. F. Mackey).
bilingüismo: dominio pleno, simultáneo y alternante de dos lenguas. Dominio nativo de
dos lenguas (L. Bloomfield). Uso de expresiones completas y con significado en otras
lenguas (E. Haugen). Práctica de dos lenguas usadas alternativamente (U. Weinreich).
bilingüismo activo: capacidad del hablante para utilizar activamente al menos las destrezas
básicas en dos lenguas (entender, hablar).
bilingüismo ambiental: bilingüismo que es consecuencia del contacto de dos lenguas, cuan­
do una de ellas, generalmente la del Estado, tiene un carácter expansivo por su mayor
peso demográfico y cultural (A. Badía).
bilingüismo compuesto: bilingüismo que consiste en la coincidencia en el significado de las
palabras equivalentes de dos lenguas.
bilingüismo coordinado: bilingüismo que consiste en la separación de los significados de
las palabras equivalentes de dos lenguas.
bilingüismo equilibrado: bilingüismo que consiste en poseer una alta competencia en dos
lenguas que se manejan con similar facilidad y eficacia. Bilingüismo en su grado más de­
sarrollado.
bilingüismo natural: bilingüismo de los niños cuyos padres hablan lenguas diferentes
(A. Badía).
bilingüismo pasivo: capacidad del hablante para entender una lengua (primera destreza)
dominando las destrezas básicas en otra.
bilingüismo subordinado: bilingüismo que consiste en la coexistencia de una lengua domi­
nante y una lengua dominada: las palabras de la lengua dominada se interpretan desde
las palabras equivalentes de la lengua dominante.

cambio de código: véase alternancia de lenguas.


cambio de lengua: proceso por el cual una comunidad ha decidido colectivamente dejar de
utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente y ha pasado a utilizar una
nueva lengua. Véase sustitución de lenguas.
cambio desde abajo: difusión de un cambio que se realiza, incluso de forma inconsciente,
dentro de un subgrupo de nivel social bajo, cuando la variable lingüística se puede trans­
formar en un indicador, una característica de grupo que no está sometida a variación es­
tilística.
cambio desde arriba: difusión de un cambio cuando el subgrupo que inicia el cambio es el
de mayor estatus de la comunidad; en este caso, el cambio puede llegar a ser un mode­
lo de prestigio del que la comunidad es plenamente consciente.
cambio fónico regular: resultado de una transformación gradual de un solo rasgo fonético
de un fonema en un espacio fonético continuo; es característico de las etapas iniciales de
un cambio que se desarrolla dentro de un sistema lingüístico, sin condicionamiento lé­
xico o gramatical ni ningún grado de conciencia social (W. Labov).
G L O S A R IO SO C IO L IN G Ü ÍS T IC O 347

cambio lingüístico: proceso de modificación de una característica lingüística,


código elaborado: en la «teoría del déficit», conjunto de características psico-sociolingüís-
ticas que están más orientadas hacia la persona como tal que hacia la posición del indi­
viduo dentro de un grupo, y que son pocos predecibles. Este código es lingüísticamente
más complejo, variado, culto y prestigioso que el código restringido,
código restringido: en la «teoría del déficit», conjunto de características psico-sociolingüís-
ticas que están orientadas hacia la posición del individuo dentro de un grupo, y que son
bastante predecibles. Este código es lingüísticamente menos complejo, variado, culto y
prestigioso que el código elaborado.
coherencia: propiedad por la cual los hablantes comprenden los textos y los perciben como
una unidad compuesta por una serie de partes relacionadas entre sí y con el contexto en
que se producen.
cohesión: relación específica entre las partes de un texto, que permite su identificación
como elementos de una unidad superior llamada texto,
complejo polilectal: conjunto de lectos. Interpretación dinámica de la variación lingüística
en la que ésta se manifiesta en los estadios intermedios de la difusión de un cambio, an­
tes de que la innovación se convierta en un hecho categórico y totalmente generalizado,
comunidad de habla: conjunto de hablantes que comparten al menos una variedad lin­
güística, unas reglas de uso, una interpretación de ese uso, unas actitudes y una misma
valoración de las formas lingüísticas,
comunidad idiomática: conjunto de hablantes de una lengua histórica,
comunidad lingüística: conjunto de hablantes de una lengua en un momento y en un terri­
torio determinados.
continuum poscriollo: proceso de descriollización que se da cuando el criollo convive con
la lengua dominante y que lleva al abandono paulatino del criollo y al acercamiento a la
lengua dominante.
convergencia: transferencia de estructuras gramaticales de una lengua a otra cuando el re­
sultado de tal proceso no es agramatical. Aproximación de determinados elementos de
la gramática de la lengua B a la gramática de la lengua A. En la «teoría de la acomo­
dación del habla», proceso de aproximación a una variedad o unos usos lingüísticos de­
terminados.
corpus: véase muestra.

deslealtad lingüística: estado o sentimiento del monolingüe que reniega de su propia len­
gua o de su uso, en un deseo de aproximarse a los sentimientos y actitudes de los que
son leales a su lengua, especialmente cuando ésta es minoritaria,
desplazamiento de una lengua: proceso que puede culminar en la sustitución de una len­
gua; abandono del uso de una lengua en ciertos contextos en beneficio de otra. Véase
sustitución de lenguas.
determinismo lingüístico: véase hipótesis Sapir-Whorf.
dialecto: sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida, normal­
mente con una concreta delimitación geográfica, pero sin una fuerte diferenciación fren­
te a otros de origen común; de modo secundario, pueden llamarse dialectos las estruc­
turas lingüísticas, simultáneas a otras, que no alcanzan la categoría de lengua (M. A l­
var). Sistema lingüístico tal y como se manifiesta en un territorio determinado,
dialecto social: véase sociolecto.
difusión léxica: resultado de la abrupta sustitución de un fonema por otro en palabras
que contienen ese fonema; es más característico de las etapas tardías de un cambio
interno que ha quedado diferenciado por condicionamiento léxico y gramatical, o ha
desarrollado un alto grado de conciencia social o de préstamos de otros sistemas
(W. Labov).
348 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE

diglosia: situación lingüística relativamente estable en la cual, además de los dialectos pri­
marios de la lengua (que puede incluir una lengua estándar o estándares regionales), hay
una variedad superpuesta, muy divergente, altamente codificada (a menudo gramatical­
mente más compleja), vehículo de una considerable parte de la literatura escrita ya sea
de un período anterior o perteneciente a otra comunidad lingüística, que se aprende en
su mayor parte a través de una enseñanza formal y se usa en forma oral o escrita para
muchos fines formales, pero que no es empleada por ningún sector de la comunidad para
la conversación ordinaria (Ch„ Ferguson).
diglosia amplia: situación en la que se reservan los segmentos más estimados del reperto­
rio lingüístico de una comunidad (que no son los primeros que se aprenden, sino que se
aprenden más tarde y más conscientemente, normalmente en la educación formal) para
las situaciones que se sienten como más formales y distantes, y se reservan los segmen­
tos menos valorados (que son los primeros que se aprenden, con poco o ningún esfuer­
zo consciente), lo cuales pueden tener cualquier grado de relación lingüística con los seg­
mentos más valorados (desde diferencias lingüísticas hasta ser diferentes lenguas), para
las situaciones percibidas como más informales e íntimas (R. Fasold).
discurso: manifestación de un texto; texto en sentido exclusivamente sintáctico-semántico,
esto es, sin tener en cuenta sus características pragmáticas,
dominio: ámbito de uso lingüístico que es significativo social y funcionalmente y que, a me­
nudo, está institucionalizado.

elección de lengua: fenómeno por el cual una comunidad puede decidir colectivamente
mantener la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente o abandonarlas, espe­
cialmente en una situación en la que se puede producir un cambio,
enunciación: acción de usar la lengua para la comunicación.
enunciado: acto individual de comunicación; realización en el habla de la enunciación,
estandarización: proceso que consiste en dotar a una lengua de una ortografía, una gra­
mática y un diccionario. Codificación y aceptación de un conjunto de normas que defi­
nen los usos correctos dentro de una comunidad,
estereotipo: variable muy marcada socialmente de forma consciente, que suele caracteri­
zar a ciertos grupos sociales, generalmente los más bajos, y que, por estar estigmatiza­
da, corre peligro de desaparición dentro de una comunidad de habla,
estilo: variedad o conjunto de rasgos lingüísticos que se ajusta a una situación o a unas cir­
cunstancias contextúales determinadas, tanto personales como no personales,
etnometodología: escuela sociológica representada, entre otros, por A. Cicourel y H. Gar-
finkel, que sostiene que la realidad social no es un hecho consumado, sino una realiza­
ción continuada que surge de unas actividades rutinarias y de un conocimiento tácito de
las mismas realidades sociales.
eufemismo: palabra o expresión que evita el uso de una forma tabú.

forma interior del lenguaje: característica profunda e intrínseca de la lengua, por la cual
ésta conforma el pensamiento y expresa el espíritu nacional de un pueblo, su ideología,
su forma de ser y su visión del mundo. Cada lengua posee una forma interior, previa a
toda articulación, que siempre la determina, de ahí que se pueda sostener que a dife­
rentes lenguas, distintas mentalidades.
formalidad: conducta guiada por unos criterios de máximo respeto hacia las normas so-
ciolingüísticas y hacia lo prestigioso.

geolecto: sistema lingüístico tal y como se manifiesta en un territorio determinado. Véase


dialecto.
gramática comunitaria: competencia sociolingüística de una comunidad de habla.
GLOSARIO SOCIOLINGÜISTICO 349

gramática individual: competencia sociolingüística de un hablante que le permite conocer


las condiciones en que se produce la variación lingüística dentro de su comunidad de
habla.

habla local: estructura lingüística de rasgos poco diferenciados, pero con matices caracte­
rísticos dentro de la estructura regional a la que pertenece y cuyos usos están delimita­
dos a pequeñas circunscripciones geográficas (M. Alvar),
habla regional: conjunto de peculiaridades expresivas propias de una región determinada,
cuando carecen de la coherencia que tiene el dialecto (M. Alvar),
hipercorrección desde abajo: uso de una variable más allá de lo esperado para un grupo
de nivel social bajo, especialmente cuando esa variable pasa a otras generaciones,
hipercorrección desde arriba: uso de una variable por parte de los estatus inferiores, prin­
cipalmente las clases medias, cuando, en un intento de ajustarse al modelo de prestigio,
sobrepasan la frecuencia de los usos del grupo más prestigiado o de estatus más alto,
hipótesis de la norma impuesta: una variedad puede ser valorada por sí misma como m e­
jor o más atractiva que otra si es hablada por un grupo con mayor prestigio,
hipótesis de la pidginización: existe una analogía entre los procesos que subyacen a la pid-
ginización y las primeras etapas de adquisición de una segunda lengua. J. Schumann
piensa que las dif erencias psicológicas y sociales entre el grupo al que pertenece el es­
tudiante y el grupo cuya lengua está siendo adquirida pueden determinar el proceso de
adquisición de una segunda lengua.
hipótesis del tiempo aparente: los usos lingüísticos de una generación no se ven apenas
afectados por el paso del tiempo, esto es, se mantienen prácticamente inalterados y pue­
den ser confrontados con los usos de otras generaciones, siempre que se trate de comu­
nidades estables.
hipótesis del valor inherente: existe la posibilidad de.comparar dos variedades y de que al­
guna de ellas sea considerada como mejor o más atractiva que la otra per se.
hipótesis Sapir-Whorf: propuesta basada en dos principios: el determinismo lingüístico y la
relatividad lingüística. El principio del determinismo establece que la lengua tiene la ca ­
pacidad de determinar el pensamiento, lo que viene condicionado por la relatividad lin­
güística: el mundo ofrece un conjunto complicado de imágenes que las mentes de los in­
dividuos perciben y organizan a través de un patrón útil para toda una comunidad de
hablantes y que está codificado en las estructuras de su lengua. Así pues, la organización
del conocimiento viene determinada directamente por la estructura lingüística. Las len­
guas muestran entre sí diferencias estructurales muy llamativas: no todas tienen unas
mismas categorías gramaticales ni las expresan formalmente de la misma manera; algu­
nas lenguas disponen de muchos vocablos para referirse a realidades que en otras len­
guas reciben un solo nombre. Todas esas diferencias contribuyen a que la visión del
mundo y la organización del conocimiento sea muy diferente de una cultura a otra, aun­
que las disimilitudes no excluyen la posibilidad de que existan universales,
historicidad: característica de los sistemas lingüísticos que son o se consideran resultado de
un desarrollo regular a lo largo del tiempo.

identidad: característica o conjunto de características que permiten diferenciar un grupo de


otro, una etnia de otra, un pueblo de otro.
implicatura: conjunto de elementos que se transmiten con el enunciado y que no corres­
ponden a su contenido proposicional; son los contenidos implícitos, lo que se comunica
en un enunciado junto a lo que se dice.
indicador: variable lingüística cuyo uso se distribuye entre los grupos sociales de una co­
munidad, que hacen un uso regular de ella sin someterla a variación estilística,
informante: hablante que forma parte de una muestra. Hablante analizado.
350 PRINCIPIOS DE SCJClOL INC DISTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

inmersión lingüística: modelo de enseñanza que consiste en realizar toda la enseñanza in­
fantil y primaria en una segunda lengua, cuando los niños tienen como primera lengua
una lengua de prestigio o mayoritaria.
inseguridad lingüística: característica que surge cuando lo que el hablante considera como
correcto o adecuado no coincide con los usos espontáneos del mismo hablante,
interacción comunicativa: serie de acciones comunicativas en la que varios individuos se
ven implicados alternativa o simultáneamente como agentes,
interferencia: desviación respecto de las normas de una lengua que ocurre en el habla de
los individuos bilingües como resultado de la familiaridad con más de una lengua,
interlengua: estado intermedio entre el código de la lengua materna y el de una segunda
lengua que se caracteriza por su inestabilidad.

jerga: conjunto de rasgos lingüísticos, generalmente artificiosos, utilizados con una inten­
ción críptica o esotérica. Conjunto de rasgos lingüísticos que caracterizan a un grupo so­
cial determinado: estudiantes, deportistas, funcionarios, pescadores, etc. (argot). Con­
junto de'usos característicos de un grupo profesional, cuya comunicación puramente
profesional no tiene una intención o un carácter crípticos, a pesar de que su dominio co­
rresponde normalmente a individuos iniciados (tecnolecto).

lealtad lingüística: toda lengua, como toda nacionalidad, puede ser considerada como un
conjunto de normas de comportamiento; la lealtad lingüística, como el nacionalismo, de­
signa el estado mental en que la lengua (como la nacionalidad), en su calidad de enti­
dad intacta y en contraposición a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la esca­
la de valores, posición que necesita ser «defendida» (U. Weinreich).
lector véase v a r ie d a d .
lengua: sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza por
estar fuertemente diferenciado, por poseer un alto grado de nivelación, por ser vehícu­
lo de una im portante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse impuesto a sistemas
lingüísticos de su mismo origen (M. Alvar).
lengua criolla: variedad creada a partir de una lengua pidgin, cuando el contacto se pro­
longa y estabiliza, dando lugar a una comunidad de habla,
lengua especial: lengua que no reúne las características de la lengua principal ni de la
minoritaria y que puede servir para fines muy diversos: religión, literatura, lengua
franca.
lengua estándar: variedad lingüística de una comunidad que no está marcada ni dialectal,
ni sociolingüística ni estilísticamente.
lengua franca o lingua franca: variedad lingüística utilizada para la comunicación entre
personas cuyas lenguas m aternas son diferentes,
lengua internacional: variedad lingüística utilizada en diversos países cuyos habitantes dis­
ponen de ella como lengua materna.
lengua minoritaria: lengua materna de más del 5 % de una población (o de más de 100.000
personas) y que se usa como lengua de instrucción más allá de los estudios primarios,
lengua pidgin: variedad aparecida como desarrollo característico de ciertos tipos de con­
tactos lingüísticos y sociales, que dan lugar a soluciones en las que se combina el voca­
bulario de una lengua con la gramática de otra,
lengua principal: lengua materna de más del 25 % de una población (o de más de un mi­
llón de personas), que es lengua oficial de un país y que es enseñada en la instrucción
secundaria, al menos a la mitad del alumnado,
léxico mental: conjunto de unidades o entradas en las que se recoge toda la información
lingüística (semántica, gramatical, fonológica) de cada elemento léxico, así como la re­
presentación mental y conceptual correspondiente.
GLOSA RIO SOCIOLINGÜl'STICO 351

lingüística textual: estudio científico de los procesos de constitución y comprensión del tex­
to, de la estructura interna de éste y de sus relaciones con la situación en que se produ­
ce (E. Bernárdez).

mantenimiento de lengua: proceso por el cual una comunidad ha decidido colectivamente


utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente, especialmente en una si­
tuación en la que se ha podido producir un cambio.
marcador: variable lingüística que caracteriza a una comunidad de habla y que se mani­
fiesta de una forma regular y estratificada, tanto social como estilísticamente.
m a t c h e d g u i s e (técnica): método para la medición de las actitudes lingüísticas, propuesto
por Wallace Lambert. En español se denomina técnica de pares ocultos, de las másca­
ras o de los pares falsos.
memoria semántica: sistema conceptual único, conectado a dos almacenes léxicos, que se
puede activar a voluntad del hablante.
mercado lingüístico: ámbito de conductas dependientes de las actitudes socioeconómicas
de los individuos, en el que los hablantes que desempeñan ciertas profesiones tienden a
hacer un uso normativo de la lengua, mientras que otros no lo hacen o no necesitan ha­
cerlo.
microacontecimiento o acto comunicativo: elemento de un acontecimiento comunicativo
que se corresponde con una función comunicativa (afirmar, ordenar, preguntar, respon­
der, saludar).
muestra: conjunto de datos, individuos o elementos seleccionados para el análisis.

narración: representación de experiencias pasadas mediante una serie ordenada de ora­


ciones que presentan la secuencia temporal de esas experiencias o de unos aconteci­
mientos determinados.
nivel de lengua: manifestación de la lengua tal y como se produce en un nivel social de­
terminado (nivel culto, nivel medio, nivel popular).

par de adyacencia: secuencia formada por dos turnos adyacentes, producidos por hablan­
tes diferentes, ordenados en una primera y una segunda parte y, en general, tipificados.
El par prototípico es pregunta-respuesta.
paradoja del observador: la sociolingüística aspira a estudiar la lengua que se usa en una
comunidad cuando los hablantes no se sienten sistemáticamente observados, pero sólo
se puede estudiar esa lengua mediante la observación directa,
paradoja histórica: el fin de la lingüística histórica es explicar las diferencias que existen
entre el pasado y el presente; pero, al determinar hasta qué punto el pasado fue distin­
to del presente, no hay forma de saber cómo fue de diferente (W. Labov).
patrón de estratificación sociolingüística: representación del modo en que se distribuye o
estratifica una variable lingüística al ser correlacionada con una variable social, sobre
todo con la «clase social» y el «nivel sociocultural».
planificación lingüística: preparación y puesta en práctica de un plan destinado a orientar,
desarrollar o determinar el uso de una o más lenguas en una comunidad,
poder: valor derivado de las las funciones, las estrategias y los contactos sociales, que su­
pone una relación no recíproca entre dos personas, al menos; la no reciprocidad puede
estar basada en muchas y muy diferentes realidades: la riqueza, la edad, la posición so­
cial, la fuerza física, entre otras; de las dos personas, como mínimo, que entran en rela­
ción, una será considerada como «superior» y la otra como «inferior»,
poliglosia: situación semejante a la diglosia, en la que son más de dos las variedades que
entran en el juego de la distribución funcional y social.
352 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGDÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

polimorfismo: coexistencia, en la lengua de un hablante, de dos o más variantes fonéticas


o morfológicas de una misma palabra, utilizadas para expresar el mismo concepto, cuan­
do la elección de uno u otro elemento es independiente del condicionamiento articula­
torio o de cualquier intención expresiva (J. Alliéres).
prestigio: proceso de concesión de estima y respeto hacia individuos o grupos que reúnen
ciertas características y que lleva a la imitación de las conductas y creencias de esos in­
dividuos o grupos.
principio de cooperación: norma que aceptan los participantes en cualquier interacción co­
municativa para facilitar su desarrollo y hacer posible su éxito respecto a unas expecta­
tivas e intereses. El principio requiere de los interlocutores que contribuyan a la con­
versación adecuándola a un propósito y en una dirección,
principio de uniformidad: el conocimiento de los procesos lingüísticos que se dieron en el
pasado puede ser inferido de la observación de los procesos que se están produciendo
en el presente.
principio de la anterioridad semántica: la palabra es anterior a la cosa; por tanto la pala­
bra no es seleccionada necesariamente por factores externos, sino que es ella la que es­
tablece el modo en que esos factores han de entenderse (R. Trujillo).
principio de la comunidad de habla: véase comunidad de habla.
principio de la cuantificación: para establecer relaciones entre variables lingüísticas y va­
riables sociales se requieren métodos cuantitativos,
principio de la identidad semántica: un texto o una palabra sólo pueden ser iguales
a sí mismos, de ahí que las equivalencias, como las semejanzas, no existan en el
plano del significado; además la identidad semántica de los signos o de las construc­
ciones no varía en función del contexto, sino que determ ina su sentido contextual
(R. Trujillo).
principio de la representatividad: el habla de una muestra debe ser representativa de un
grupo social o de una comunidad.
principio de la variación diafásica: una variante diafásica o estilo de habla es una posibili­
dad de actuación comunicativa, capaz de expresar un determinado grado de formalidad,
que el hablante selecciona según la forma en que se presentan diversos factores perso­
nales y no personales.
principio de la variación sociolingüística: los usos lingüísticos variables —fonéticos, gra­
maticales o léxico-semánticos— pueden covariar con otros elementos lingüísticos o ex­
tralingüísticos.
principio de la vinculación de los niveles sociales: el estudio de las relaciones sociales en
un micronivel debe estar vinculado al estudio de estructuras sociales más amplias, den­
tro de las cuales se insertan las relaciones del micronivel.
principio del dialecto: el dialecto es una propiedad de una comunidad,
principio del estudio del uso lingüístico: un análisis del uso lingüístico, para ser adecuado,
debe tener en cuenta la sociedad, la situación y la relación hablante-oyente,
principio del uso lingüístico: el uso lingüístico (natural) sólo puede tener lugar en contex­
tos sociales y situacionales.

red social: sistema de relaciones directas entre individuos que actúa como un mecanismo
para intercambiar bienes y servicios. Las redes poseen diversos grados de densidad y de
multiplicidad.
registro: variedad lingüística según el uso que de ella se hace en situaciones concretas
(M. A. K. Halliday). Véase estilo.
regla variable: regla que incluye información lingüística y sociolingüística sobre un fenó­
meno de variación, indicando las probabilidades de que el fenómeno se manifieste de
una forma determinada en unas condiciones sociolingüísticas y estilísticas determinadas.
GLOSARIO SOCIOLINGOISTICO 353

relatividad lingüística: véase hipótesis Sapir-Wliorf.


ritual: conjunto de rutinas, generalmente de gran significación social, que no suelen apa­
recer en la comunicación diaria (por ejemplo, los rituales religiosos). En psicología so­
cial, expresión que forma parte de la conversación diaria y que suele repetirse de acuer­
do con unas convenciones sociales y comunicativas
rutinas: expresión que forma parte de la conversación diaria y que suele repetirse de acuer­
do con unas convenciones sociales y comunicativas.

sabir: variedad cuyo léxico se limita a un ámbito concreto. Véase lengua pidgin.
semilingüismo: uso precario de al menos una de dos lenguas que entran en contacto, ge­
neralmente en un contexto de enseñanza-aprendizaje de lenguas,
situación comunicativa: contexto en que se produce una comunicación; lugar y momento
en que interactúan dos o más individuos o participantes,
sociolecto: variedad o conjunto de rasgos lingüísticos que caracterizan a un grupo social,
especialmente a un estrato social.
solidaridad: valor derivado de la relaciones y las funciones sociales que supone una rela­
ción simétrica entre dos personas, al menos.
sumersión lingüística: modelo de enseñanza que consiste en escolarizar en una lengua ma-
yoritaria, sin tener en cuenta la lengua materna, cuando se tiene como primera lengua
una lengua de poco prestigio o minoritaria.
sustitución de lenguas: proceso por el cual una comunidad ha decidido colectivamente de­
jar de utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente y ha pasado a uti­
lizar una nueva lengua. A bandono de una lengua en beneficio de otra.

tabú: palabra o expresión cuyo uso social se evita por estar mal vista o por ser ofensiva,
tecnolecto: véase jerga.
transferencia: influencia que una lengua ejerce sobre otra. Uso, en una lengua B, de
una rasgo característico de la lengua A. En el terreno de la gramática, las transferen­
cias dan lugar a resultados agramaticales en la lengua B y a reestructuraciones de su
sistema.
turno de palabra: discurso de un hablante en conversación que es consecuencia de un re­
parto alternativo entre dos interlocutores: turno de A - turno de B - turno de A - turno
de B. Los turnos se construyen sobre unidades de complejidad diversa (oraciones, cláu­
sulas, sintagmas) que se identifican por medios prosódicos.

VARBRUL: familia de programas informáticos destinados al análisis probabilístico de la


variación lingüística.
variable dependiente: variable lingüística tratada como objeto de estudio, en relación con
otras variables, lingüísticas o extralingüísticas, capaces de explicarla,
variable explicativa o independiente: variable lingüística o social que, puesta en relación
con una variable dependiente, contribuye a explicarla,
variable lingüística: conjunto de equivalencia de realizaciones o expresiones patentes de un
mismo elemento o principio subyacente (H. Cedergren; H. López Morales),
variable social: rasgo o factor de naturaleza social que se manifiesta de modos diversos
(sexo, edad, profesión, etc.).
variable sociolingüística: conjunto de equivalencia de realizaciones o expresiones de un
mismo elemento cuyo uso está condicionado por factores lingüísticos y sociales,
variación estilística: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que no
supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica y que se explica
por la incidencia de los elementos personales y no personales que concurren en la co­
municación.
354 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

variación geolingüística: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que


no supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica y que se ex­
plica por razones geográficas.
variación histórica: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que no
supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica y que se explica
por razones históricas.
variación lingüística: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que no
supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica,
variación sociolingüística: alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento que
no supone ningún tipo de alteración o de cambio de naturaleza semántica y que está
condicionada por factores lingüísticos y sociales,
variante lingüística: realización o expresión de una variable o un elemento lingüístico,
variante social: manifestación de una variable social.
variedad lingüística: manifestación del fenómeno llamado lenguaje que se define como un
conjunto de elementos lingüísticos de similar distribución social (R. Hudson). Conjunto
de patrones lingüísticos lo suficientemente homogéneo como para ser analizado me­
diante técnicas lingüísticas de descripción sincrónica; tal conjunto está formado por un
repertorio de elementos suficientemente extenso y puede operar en todos los contextos
normales de comunicación (Ch. Ferguson).
vernáculo: variedad adquirida normalmente durante la infancia como lengua materna, es­
pecialmente cuando carece de una norma prescriptiva, tanto en la ortografía, como en
el léxico o en la gramática. Lengua hablada en un lugar determinado,
vitalidad: uso real de una variedad por parte de una comunidad de hablantes nativos
(W. Stewart).

zona de transición: parte del turno de un hablante en la que el interlocutor puede iniciar
su turno, aunque no sea obligatorio; final reconocible de las unidades de turno sobre la
que se aplica una serie de normas cuya misión es regular el mecanismo del intercambio
de turnos entre interlocutores.
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ÍNDICE ANALÍTICO

Abercrombie, N., 46 adultez, 43


Academia de la Crusca, 335 adverbio, 26, 59, 173, 271
Academia Francesa, 335 aféresis, 287
Academia Fu’ad I de la Lengua Árabe, 227 afiladores, 103
Academias de la Lengua Española, 340 África, 49, 65-67, 90, 216, 217, 226, 238, 260,
Acadla (Canadá), 82 266, 277-279, 334
acento, 48, 91,184, 246 agradecimiento, 144, 145, 171, 304
— tonal, 282, 287 aguavivano, 277
acontecimiento comunicativo, 163, 301 Agueyisi, R., 179
acrolecto, 280 AILA, 319
actitudes lingüísticas, 19, 30, 77, 88, 143, 155, Altchison, J., 113
179, 249, 258, 300, 318, 324, 332, 342 al-’ammiyyah, 228
acto (discurso), 160 Alba, O., 23, 42, 339
actos articulatorios, 144 Alba de Diego, V., 153
— asertivos, 144 Albacete, 188
— comlslvos, 144 Albalá, C. P„ 290
— comunicativos, 200 albanés, 265
— corteses, 144 Albany (EE. UU.), 247
— de habla, 17, 142,143,145, 270 Alcalá de Henares (Madrid), 43, 52, 170
— de habla coloquiales, 145 Aldrete, B. de, 62
— exhortativos, 144 alemán, 90, 92, 229, 246
— expresivos, 144 Alemania, 63, 219, 228
— ¡locutlvos, 144 alfareros, 103
— locutlvos, 144 Alfonso X, 342
— perlocutlvos, 144,168 al-fusha, 227, 228
— predicativos, 144 Alí, Mehmet, 226
— referenclales, 144 Allghieri, D., 85, 107, 241
actuación, 68,131 aljamía, 65, 227
aculturación, 328 Alklm, T„ 284, 291
Adamson, H. D., 326 Allléres, J., 124
ad-darij, 228 almacenado doble, 214
adjetivo, 26, 27, 29, 59, 267, 289, 311 — único, 214
Administración, 186, 226, 245, 342 Almeida, M., 118,315
adolescencia, 41-43, 94 Almela, R., 168
adquisición, 41-44, 58, 214, 228, 229, 281, 291, alófono, 129
300,304,321,322, 326 alomorfo, 129
3 /6 ÍN D IC E A N A L ÍT IC O

Al pujarí a (Granada), 27 Ardener, E., 278


alternancia de lenguas, 215, 242, 258, 267, 272- Arellano, J. E., 341
274 Argelia, 24, 222, 235, 237
— de turnos de habla, 170 Argentina, 118, 154, 156, 251, 278
Alvar, M., 31, 35, 47, 60, 61, 65, 66, 80, 87, 88, argot, 104
104, 105, 125, 156, 189, 195, 208, 239, 254, Arjona, M., 189
277, 282, 290, 291, 299, 339, 340 Armas y Céspedes, J. I, 338
Alvar Ezquerra, A., 49 Armistead, S,, 338
Alvarado, E., 286, 341 Arnal, M. L„ 244
Álvarez Quintero, S. y J., 33 arrieros, 105
Alvira, F., 44 Aruba (Antillas Holandesas), 286
amalgama, 268 Ascoli, G. I., 87
Amastae, I, 340 Asia, 90, 226, 278, 279,334
Amazonas, 199 asimilación, 287
ámbito, 218, 242, 324. Véase dominio aspecto, 161, 283, 288
América, 90, 129, 216, 238, 279, 290, 338, 339, aspiración, 28, 72, 77,118, 313, 338
341 Asturias, 103, 109, 338
americanismo, 289 Atenas, 230, 231
Ammon, U., 92, 147, 270, 312 Atlante Lingüístico de la Sicilia, 299
anáfora, 161 Atlántico, 283-285
análisis de la conversación, 40, 159, 162, 299 Atlas Italo-Suizo, 298
— de regla variable, 308, 310 atlas lingüístico, 115,123
— del discurso, 159 Atlas Lingüístico dé l a Península Ibérica, 115
— multivariables, 310 Atlas Lingüístico de México, 299
— probabilístico, 310 Atlas Lingüístico Diatópico y Diastrático del
Andalucía, 27, 35, 43,63,65,129, 341 Uruguay, 299
andaluz, 66, 105 Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía,
Andersen, E. S., 41 299
Andersen, R., 328 Atlas Lingüístico (y etnográfico) de Castilla -
anglicismo, 266, 289 La Mancha, 299
annobonés, 241 audiencia, 99
anomia, 219 Austin, J. L., 143, 156
antífrasis, 202 Australia, 36,199, 283
Antillas, 164, 285, 286 autonomía, 89, 277
Antillas Holandesas, 286 auto-odio, 217
antropología, 242, 296, 304 Ávila, 20
— lingüistica, 196 avoir, 50, 134
Anttila, R., 308
apelativo, 152 b, 129
Appel, R„ 214, 215, 249, 254, 265, 273 bable, 338
árabe, 21, 65, 90, 104, 225, 226, 228, 230, 231, Badía Margarit, A., 34, 212, 217
241,260,265,278 Baetens Beardsmore, H., 219, 224, 273
— clásico, 226, 235 Bagdad, 226
— dialectal, 235 Bahía Blanca (Argentina), 118
Arabia, 226 Bailey, Ch. J., 131
Aracil, L. V., 250 Balcanes, 65, 265
Aragón, 246, 277, 338, 340 balengue, 241
aragonés, 277 Bally, Ch., 297
arahuaco, 39 bantú, 241
árbol de decisiones, 249, 273 Bañón, A., 166
arcaísmo, 80, 289 barallete, 103
IN D IC E A N A L IT IC O 377

barranqueño, 277 Bizancio, 225


barrio, 47, 58, 62, 73, 243, 244 Blanc, M., 69
Barrios, G., 65 Blanco, A., 52
baseke, 241 Blanco de Margo, M. I., 341
basilecto. 280 Blecua, J. M., 163
Bastardas, A., 343 Blom, J . P„ 128, 269
Baugh, J., 60, 64 Bloomfield, L., 212, 297
Beaugrande, R. de, 161 Bloomington (EE. UU.), 296
Bédard, E., 92 Blumer, H., 302
Beinhauer, W., 169 Boas, F„ 297, 302
Belfast, 63 Boix, E., 343
Belfast (Irlanda del Norte), 36, 52, 101 bokmcil, 269, 333
Bélgica, 333 Bolivia, 286
Bell, A., 94, 97, 102, 137, 333 Bonaire (Antillas Holandesas), 286
Bell, R. T„ 90 Borges, J. L., 104
Bello, A, 335, 342 Borrego, J„ 56, 78, 339, 343
benga, 241 Bortoni, S. M., 62
Benitez, P., 247, 325 Bourdieu, P., 50
Benke, G., 36 Bourhis, R. I., 155, 247
Bentivoglio, P., 28, 42,47, 56, 61 bozal caribeño, 286
Benveniste, E., 141 Brasil, 62, 159,199,270, 278, 340
bereber, 227, 250 Brasilia, 270
Berlín, 63 Brice Heath, S., 340
Bernárdez, E., 141, 160, 161, 173, 177 Bright, W„ 42, 237, 295, 303
Bernstein, B„, 57, 81, 324 Briz, A., 94, 103, 105,164
Berutto, G., 89 Brovvn, P., 147
Biber, D., 41 Brovvn, R., 100, 150, 151, 153, 157
Biblia, 229 Brovvning, R., 226
Bickerton, D., 132, 285,287,328 Bruselas, 222
bicolano, 241 bubi, 241
biculturalismo, 214, 222 Buenos Aires, 154, 278
Bilbao, 42, 81 Bühler, K„ 97, 302
bilingüismo, 211,225,227,233,251,258,260,299 bujeba, 241
— activo, 215, 222 búlgaro, 265
— aditivo, 219 Bull, T., 172
— ambiental, 217 Burgos, 23, 42
— completo, 221 Bustos Tovar, J. J., 94
— compuesto, 214 Bynon, T„ 119, 308
— coordinado, 213
— equilibrado, 215 c, 76, 82
— individual, 212 Cabré, M. T„ 103, 334
— natural, 212 Cáceres, 77
— parcial, 221 Cádiz, 266
— pasivo, 215, 222 calco, 258, 260, 262, 266
— puro, 213 — sintáctico, 263
— social, 212, 215 Calero, M. A,, 338
— subordinado, 213 caló, 66, 104
— superpuesto, 232 — de arrieros, 104
— sustractivo, 219 cambio de código, 93, 215, 242, 257, 268
— transitorio, 220 — de lengua, 241, 250
bioprograma, 282 — fluido, 270
378 IN D IC E A N A L ÍT IC O

— fónico regular, 114 Cataluña, 238, 263, 277, 340


— lingüístico, 45, 48, 55, 74, 76, 107, 131, 132, Catamarca (Argentina), 154
179, 192, 257, 258, 284, 307, 335, 342 Catrileo, M , 341
actitud ante el cambio, 108 Cazacu, B., 35
adaptación del cambio, 108 cazarévusa, 226, 227, 229
cambio avanzado, 118 Cazden, C. B., 41
— desde abajo, 119 Cebollero, P. A., 340
— desde arriba, 110,119 cebuano, 241
— en tiempo aparente, 45, 115 ceceo, 18, 64, 98, 109
— en tiempo real, 45, 115 Cedergren, H., 18, 63, 310
consumación del cambio, 108 Cellefrouin (Francia), 124
difusión del cambio, 112, 132 celta, 259
innovación, 38, 109, 116, 132 centro de interés, 81
nivelación, 109 Centroamérica, 49
resistencia al cambio, 111 Cervantes, M. de, 121, 169, 201
restricciones del cambio, 108 Cestero, A. M., 170, 172
transición en el cambio, 108 c/i, 17, 21, 63, 73, 118
— señalizado, 270 chabacano, 90, 241,278, 282, 286, 289
— social, 234, 248 — caviteño, 289
Cameron, D., 36, 39 — cotabateño, 289
campesinos, 246, 337 — ternateño, 289
campo-ciudad, 62, 339 — zamboangueño, 289
campo del discurso, 94 Chambers, J. K„ 38, 42, 43
— léxico, 198 chamorro, 286, 290
— semántico, 199 Chang-Rodríguez, E., 340
Canadá, 188, 219, 221, 223, 278, 307, 333 chapurreao, 244, 278, 340
canal, 97 Charmey (Francia), 35, 298
Canale, M., 322 Chile, 340
canarés, 265 chino, 86
Canarias, islas, 49, 118, 129, 154, 164, 341 — hokkien, 241
Cantabria, 109 — mandarín, 86, 241
Cántale jo (Segovia), 103 chinos, 217, 237, 241
canteros, 103 Chocó (Bolivia), 286
cantonés, 86 Chomsky, N., 203
Capidan, Th., 34 Cicourel, A., 162, 302
Caracas (Venezuela), 28, 42, 47 Cieza de León, P., 331
Caravedo, R., 97, 123, 136, 339 Círculo de Praga, 298
Carbonero, P., 339 ciudad, 136
Caribe, 39,49,286,338 Ciudad Real, 188
caribe (lengua), 39 clase alta, 46, 111, 118, 182,192, 234
Carroll, S., 93 — baja, 46, 52,81, 111, 118,154,339
Cartagena de Indias (Colombia), 287 — media, 46,57, 75, 81,111,118,154, 243, 248
Casado Velarde, M., 80, 195 , 208 — social, 36, 40, 42, 44, 45, 49, 51, 52, 55, 57,
Casanovas Catalá, M., 263 60,67,69
Casas, M., 202 cláusula, 176
casta, 49 Clemente, J. E., 104
castellano, 64, 244, 338 clíticos, 27
Castilla - La Mancha, 43 Clyne, M., 263
catáfora, 161 Coates, J., 37, 39
catalán, 104, 244-246, 250, 259, 260, 263, 273, Cobarrubias, J., 334, 335
277, 336 cocoliche, 278
IN D IC E A N A L ÍT IC O 379

codificación, 333 Corán, 229


código, 97, 98 Corder, S, P„ 320, 328
— elaborado, 57 Córdoba, 35
— restringido, 57 cómico, 253
Cohén, A. D., 221 Corro, A. del, 211
coherencia, 160 Cortelazzo, M., 298
cohesión, 160, 176, 267 Cortés, L., 94
Colombia, 66, 286, 287 Cortés Rodríguez, L., 172
colonización, 216, 236, 278, 279, 284, 285 cortesía, 97, 122, 144, 145, 155, 305
coloquio, 164, 169 — comunicativa, 144
comentario, 166 — lingüística, 144
competencia, 68, 131 — negativa, 148
— comunicativa, 204, 223, 303, 305, 322 — paralingüística, 144
— cultural, 204 — positiva, 148
— lingüística, 203, 205, 220 Corvalán, G,, 234
— sociolingüística, 131, 223 Coser, L., 302
complejo polilectal, 132, 284 Coseriu, E„ 126, 129, 134, 199, 205, 206
complemento, 27 cosmopolitismo, 217
componente constitutivo, 68 Costa Rica, 189
— regulador, 68 Coulmas, F., 36, 80
comunidad de habla, 18,19,107,128,136,179, Coulthard, M., 159
302, 322 Coupland, N„ 93, 96, 102, 299
— idiomática, 19, 128, 322 Courthiade, M., 66
— lingüística, 19,128, 335 Covarrubias, S. de, 55, 103
conciencia sociolingüística, 179, 181, 185, 190 Craen, P. van de, 69
concordancia, 282 creación, 262
condicional, 25 creatividad, 204
conducta, 155, 182, 185, 189 creencia, 30, 183, 208, 319
conductismo, 182, 187 creóle, 229
conflicto lingüístico, 217, 233, 252 criollistas, 125, 131
— social, 20, 45, 46 criollización, 252, 279, 281
conjunción, 59, 161 criollo, 65, 66
connotación, 104 — afrohispánico, 286
consciencia, 37, 40 — afroportugués, 284-286, 288
consejo, 144, 169 — de Cabo Verde, 278
conservadurismo, 38 — de Haití, 229, 231, 279, 281
contacto con la norma, 56 — de Jamaica, 279, 283
contexto, 95, 98, 99, 102, 136, 143, 155, 169, — de la Guyana, 279, 280
214, 257, 297, 298 — de Portobelo, 286
— extraverbal, 206 — de Trinidad, 286
continuo de cortesía, 145 — francés, 90
— desarrollador, 281 — portugués, 241
— dialectal, 86 cristianos, 65
— reestructurados 281 Crystal, D., 104, 199, 239, 289
cotuinuum poscriollo, 280 cuantificación, 107, 125,131,137, 305, 310
— pospidgin, 280 Cuba, 286
convergencia, 155, 248, 258, 263, 264, 274 Cuenca, 189, 315
conversación, 77, 82, 101, 142, 159, 161, 162, cuestionario, 30, 80, 82, 187,189, 192
218, 220, 229, 238, 268, 274 cultismo, 203
Cooper, R. L., 299 cultura, 195
Copenhague, 63 Cummins, J,, 220
380 ÍNDICE ANALITICO

cumplido, 144 — situacional, 128


Curazao (Antillas Holandesas), 90, 286 — social, 128
curioso (oyente), 99 — temporal, 128
curva en forma de «S», 112 diminutivo, 37, 152
Dinamarca, 63
rf, 21, 76, 98, 188 Dinneen, D. A., 147
D’Introno, F., 300 diptongación, 114
Dabéne, L., 271 diptongos, 109
dálmata, 253 disculpa, 144, 145
danés, 63, 333 discurso, 29, 82, 101, 122, 123, 141, 159, 270,
debate, 164 299
deixis, 142 — monologado, 101
Delhi, 236 disfemismo, 81, 202
Demonte, V., 338 disimilación, 287
demótico, 225, 227, 229, 230 disponibilidad léxica, 81, 320
dequeísmo, 26 disputa, 164
desarrollo lingüístico, 332, 334 Dittmar, N„ 63, 92, 147, 270, 312
descrionización, 280, 281 divergencia, 155, 248
deslealtad lingüística, 252, 253 Dominica, 39
despedida, 145, 166, 168, 303 dominio, 163, 218, 242, 258, 301, 324
despidginización, 280, 281 Dorian, N. C , 253
desplazamiento, 250, 251,253 Dortas, J., 315
desviación típica, 311 Douglas, D., 327
deterioro d e lengua, 241, 253, 328 Douglas-Cowie, E_, 102
determinación lingüística, 322 Dovvnes, W., 43
determinante, 27, 267, 312 Dressler, W., 98, 161, 253
determinismo lingüístico, 196
Deuchar, M., 39 Echevarría, M , 320
diacronía, 107 Eckert, P., 40,42
dialecto, 41, 48, 63 , 80, 85-87, 91,105,126,13.5, Ecuador, 286, 340
155, 183, 192, 228, 230-233, 254, 320, 323, edad, 19, 34,40,48, 55,71-73, 82, 95, 116, 119,
336 145, 150, 151, 154, 156, 169, 172, 184, 190,
— social, 85, 91 243, 249, 273
dialectología, 18, 34, 35, 114, 259, 268, 298, educación, 46, 50, 60, 218, 246,249, 325
306, 325, 337 — bilingüe, 220
— perceptiva, 179 — bilingüe transitoria, 220
diasistema, 126,129, 300, 336 — de mantenimiento, 221
diccionario, 228, 230, 238, 333 — pluralista, 221
Dickerson, L., 327 Edwards, J. R., 181, 329
difusión léxica, 42, 114 Efstathiadis, S., 319
diglosia, 59, 218, 225, 244, 258, 281, 301, 324 Egipto, 228, 230
— amplia, 232 Einstein, A., 127
— clásica, 232 Ejército, 192
— con doble superposición de lenguas, 236 El Cairo, 230
— de adscripción, 232 elaboración, 333
— de esquema doble, 236 elección de lengua, 179, 241, 258, 259, 324
— doble, 237 — lingüística, 242
— funcional, 232 Elías-Olivares, L., 340
Dijk, T. van, 142, 143, 160-162, 176 elipsis, 161
dilema, 217 Elizaincín, A., 35, 261, 278, 299, 340
dimensión espacial, 128 Ellis, J„ 93, 96
INDICE ANALÍTICO 381

Ellis, R., 327 estatus, 38, 45, 46, 49, 56, 60, 150, 186
emigración, 251 estereotipo, 76, 77, 110
encuesta, 30, 81 estigma, 258, 325
enfoque comunicativo, 323 estigmatización, 118
enseñanza. 226 estilo, 36, 39, 43, 57, 73, 75, 77, 81, 82, 86, 91,
— universitaria, 163,190 92, 105, 110, 122, 126, 131, 148, 155, 179,
enseñanza-aprendizaje de lenguas, 179, 214, 185, 203, 231, 237, 242, 323, 332, 337
215,219, 223, 253, 264, 281,319 — directo, 174
ensordecimiento, 118 estratificación social, 20, 45, 60, 108, 182
entonación, 27,97 estrato, 38, 45-50, 57, 67
entrevista, 80, 95, 164, 176, 181, 187, 189, 192 estructura lingüística, 67
enunciación, 141 — social, 67, 108, 205
enunciado, 141, 142 estructuralismo, 107, 129, 199
— constatativo, 143 estudios, 55
— de comportamiento, 144 etiqueta conversacional, 144
— ejercitativo, 143 etnia, 34, 64, 217, 250
— expositivo, 144 etnografía, 304
— judicativo, 143 etnolingüística, 197
— fótico, 143 etnometodología, 162, 302, 321
— realizativo, 143, 156 étre, 50, 134
equivalencia lógica, 121,123 Etxebarría, M., 42, 81, 343
— pragmática, 121 eufemismo, 29, 37, 80, 144, 201, 208
— semántica, 121 Europa, 217, 238, 252, 278, 297, 334
escala de diferencial semántico, 187 evaluación, 333
— de implicación, 112, 132 Everbroeck, Y. van, 306
Escalante, A., 285, 287 excusa, 144
Escandell, M. V., 144, 157 expansión, 216
Escandinavia, 164 Extremadura, 43, 63,341
esclavos, 65, 66, 278, 285, 287
escolaridad, 5 5 /, 260, 282, 289
escuela, 186, 226, 236, 238, 243, 325, 342 fabla, 338
Escuela Lingüística Sociológica, 297 fang, 241
espanglish, 278, 340 Fanshel, D., 172
España, 40, 65, 66, 80, 104, 109, 144, 149, 170, Farrell, T. J., 64
185, 189, 223, 238, 244, 250, 277, 290 Fasold, R„ 36, 41, 59, 182, 193, 223, 226, 230,
España, M., 226 237, 238, 242, 325, 326
español, 17, 21, 23, 25, 27, 37, 71, 90, 98, 109, felicitación, 144, 303
149, 169, 175, 177, 197, 199, 208, 219, 220, feminismo, 36
234, 241, 243-245, 247, 250, 259, 260, 262, Fente, R., 325
265-267, 274, 275, 278, 284, 286-288, 315, Ferguson, Ch„ 86, 189, 228, 237, 328, 332
336,340, 343 Fernández, F., 323
— general, 90 Fernández, M., 225, 228, 305
esperanto, 278 Figueroa, E., 300
esquimal, 37, 199 Filadelfia (EE. UU,), 307
estadística, 125, 273, 314, 321 Filipinas, 90, 200, 207, 216, 238, 241, 253, 260,
— descriptiva, 309 278, 282, 286, 334
Estado, 150 Filipinas, islas, 289
Estados Unidos de América, 48, 58, 217, 219, filipino, 241
220, 223, 243, 251, 254, 259, 266, 274, 275, filosofía del lenguaje, 322
278, 295, 297, 340 Finegan, E., 41
estandarización, 89,181, 228, 230, 252, 277, 279 finés, 261
382 INDICE ANALÍTICO

Firth, J. R., 298 Galicia, 103, 238, 244, 336


Fishbein, M., 183, 184 Galileo, 307
Fishman, J., 89, 93, 97, 150, 189, 220, 231, 233, gallego, 104, 259, 260, 336
239, 242, 247, 251, 278,299-301,324, 332,333 Galmés de Fuentes, A., 65
flamenco, 66 galorrománico, 259
Fletcher, P., 138 García, J. M., 266
flexión, 230, 282 García de Diego, V., 44, 336
Florida, 262 García de Santa María, G., 45
Fodor, I., 66 García Ferrando, M., 44
Foley, W., 199 García Mouton, P., 42, 188, 299, 338
fonema, 114 García Wiedemann, E J., 61,64, 72
fonética, 33, 45, 68, 71, 124, 136 García Yebra, V., 206
fonología, 42, 43, 71, 97, 121, 122, 129, 214, Garfinkel, H., 162, 302
222, 228, 261,278-280,325 Garvín, P„ 89, 157, 207, 208, 227, 231, 343
Fontanella de Weinberg, M. B., 35, 118 Garza, B., 338
Ford, M„ 150, 152, 157 Gatbonton-Segalowitz, E., 326
forma del contenido, 198 Gauchat, L., 35, 40, 298
— interior del lenguaje, 195 Gelabert, M. J„ 163, 169, 177
— lógica, 161 generaciones, 43, 59, 74
formalidad, 94, 97, 100, 148, 244, 250 generativismo, 107, 203, 309
formas de tratamiento, 40, 144, 149, 155, 156 género, 40, 77, 264, 266, 282, 287-290
Fort, R„ 244, 278 geografía lingüística, 30, 35, 69, 124, 125, 296,
Forte, A., 299 298, 299, 307
fosilización, 281 geolecto, 87, 91,128, 136
Fox, J., 153 germanía, 104
fracaso escolar, 58, 219 germano suizo, 228, 231,261
fragnol, 278 Gerth, H., 45
Frake, Ch„ 200, 289 Gibraltar, 266
francés, 50, 90, 104, 113, 188, 219, 221, 226, Gilbert, G., 281
227, 229, 234, 250, 261, 266, 275, 278, 281, Giles, H., 36, 93, 155, 180, 181, 183, 185, 193,
284 247, 329
Francia, 82, 254, 259, 285, 296 Gilliéron, J„ 114
frangíais, 278 Gilman, A., 100, 150, 152, 153
fraseología, 44,79, 80, 230 Gimeno, F., 19,119
Freed, B. F., 328 Giner, S., 150
Frías, D. de, 17 Giralt, J., 244
Fries, C. C., 57 gitanos, 66
frontera, 257, 277, 340 Givon, T., 321
fronterizo, 277, 340 Glyn Levvis, E., 221
fuerza de cortesía, 147 Goffman, E., 167,177, 305, 321
— ilocutiva, 122 GOLDVARB, 314
función comunicativa, 303 Gómez Molina, J. R., 94,103
— conativa, 273 González Ferrero, J. C., 56, 338
— fática, 144, 273 Goodenough, W. H., 195
— metalingüística, 273 grabación magnetofónica, 107,115
— poética, 273 grado de instrucción, 56
— referencial, 273 gramática, 59, 71, 73, 90, 137, 214, 228, 230,
238, 263, 278, 280, 287, 325, 333, 337
gacería, 103 — básica, 41
Gadet, F., 296 — comunitaria, 131
Gal, S„ 246 — individual, 131
ÍNDICE ANALÍTICO 383

Granada, 27, 63, 72 Herrera, O., 320


Granda, G de, 49, 234, 285, 286, 288, 291, 340 Herrero, J., 228
Grecia, 227, 230 Herzog, M., 45, 108, 109, 307
Green, J., 321 Highfield, A., 267
Gregersen, F., 63 hiligaynón, 241
Gregory, M., 93 Hill, S., 46
gremio, 60 hindí o hindi, 236
Grenoble (Francia), 270 hipercorrección desde abajo, 110
Grice, H. P., 146, 147 — desde arriba, 110
griego, 90, 225, 229, 231, 265 hiperonimia, 161
Griera, A., 34 hipocorístico, 152
Gringas, R., 327 hipótesis de la norma impuesta, 180
Grosjean, F.., 224, 248, 273 — de la pidginización, 327
Grupo Val.Es.Co., 94,103 — del equilibrio, 219
Guadalajara, 188 — del valor inherente, 180
Guam (islas Marianas), 286, 290 — nula, 317
guaraní, 234, 250, 260, 340 — Sapir-Whorf, 196, 208
Guatemala, 341 hispanos, 217, 219, 220, 243, 244, 247, 254, 266,
Guinea Bisau, 280 274, 340
Guinea Ecuatorial, 241, 259, 278, 286 historicidad, 89, 277
Gumperz, J. J„ 58, 93,128,165, 200, 231, 269, Hochdeutsch, 229
296,301,302,305, 323 hoja de cálculo, 311
Gupta, J. Das, 189, 332 Holanda, 249, 286
Guy, G„ 46, 111 holandés. Véase neerlandés
Holmes, J., 93
haber, 27 horiionimia, 283
habla, 68,86,128,129,336 Honduras, 340
— espontánea, 95 Hooper, R., 183
— local, 88, 236 hopí, 197
— regional, 88 Hérup, T., 53
hablante, 97, 137, 143, 302 Horvath, B., 36
hablante-oyente ideal, 309 Hudson, A., 228
hacer, 21 Hudson, R , 70, 83, 85, 133, 197, 233, 279,
Hagége, C., 66 290
Haití, 90, 229, 231,281 Huebner, T., 328
Hall, R. A., 284, 289,335 Humboldt, W. von, 195, 196,198
Halliday, M. A. K„ 93, 96,105, 161, 298, 321, hunanés, 86
324 húngaro, 199, 246, 251,253
Hamers, J. F., 69 Hungría, 246, 253
Hasan, R., 161 Hymes, D„ 58, 102, 128, 150, 200, 204, 268,
Haugen, E„ 211, 212, 214, 266, 331-333, 343 289, 296, 298, 299, 301, 302, 305, 322
Haverkate, H., 144
Havránek, B., 93 Ibáñez, J„, 44
hebreo, 332 ibérico, 259
Hegel, G. W. F., 196 identidad, 164, 179, 180
helenismo, 225 ideología, 67
Henley, N., 36 idiolecto, 280
Herder, J. G., 196 Iglesia, 150, 243, 245
Hermán, S., 247 ¡l-fasih, 228
Herrera, F. de, 277 ilocano, 241
Herrera, M., 163,169, 177 implantación, 333
384 ÍNDICE ANALÍTICO

implicatura, 142, 146 y, 71,289


— conversacional, 146 Jaberg, K., 298
indefinido, 25 Jakobson, R„ 97, 273, 298, 302
India, 49,163, 216, 222, 236 Jalapur (India), 236
indicador, 76, 110 jalleira, 103
indigenismo, 338 japonés, 37, 148, 269, 290
individuo, 132,138 javanés, 148
indoeuropeo, 265 Jefferson, G., 170
Indonesia, 163 Jensen, A., 59, 64
industrialización, 251 jerga, 43, 62, 80, 85, 94, 103, 280, 285
infancia, 42, 58, 108, 155, 212, 215, 221, 277, — estudiantil, 104, 105
281,297 jerigonza, 104
inferencia estadística, 310 Jernudd, B„ 332, 333
infinitivo, 26, 265, 288, 289 Johnson, S., 335
informática, 133, 311, 314 Joos, M , 97
inglés, 36, 41, 48, 74, 86, 90, 95, 97, 110, 134, Jud, J„ 298
188, 192, 199, 213, 219-221, 226, 227, 236, judeo-alemán, 252
237, 241, 243, 247, 253, 262, 265, 266, 274, judeo-español, 65, 109
275, 278-280, 290, 341 judíos, 65, 109
ingresos económicos, 46, 47 Jungemann, F.H., 259
inmersión lingüística, 221, 222
inmigración, 64, 217, 222, 254, 274 Kant, E., 196
/n-nahawi, 228 kapampangán, 241
inseguridad lingüística, 182,185 katharévusa. Véase cazarévusa
instrucción, 144 Kaufman, T., 257, 298
intención comunicativa, 98,122,123 Kerswill, P„ 42, 108
interacción comunicativa, 100, 141, 161, 163, kinésica, 164, 165
169, 198,218,305,321,324 Kirschner, T., 337
interaccionismo simbólico, 302 Kloss, H„ 333
intercambio (discurso), 160 Koerner, E. F. K., 306
— directivo, 160 kombe, 241
— informativo, 160 Krashen, S., 95, 327
interferencia, 258, 260, 274 kriol, 283
— fónica, 260 Kroch, A., 111,299
— gramatical, 261 Kuhn, T„ 296
— léxica, 262 Kurath, H., 299
interjección, 37, 58, 144, 267, 269, 271
interlengua, 327 /, 17, 22, 23
interlocutor, 81, 95, 98-100, 145, 148, 151, 153, La Jara (Toledo, Cáceres), 77
156,164,166,170,198,212,320 La Laguna (Tenerife), 78
interpretación, 124 La Línea (Cádiz), 266
intransitividad, 282 Laberge, S., 50
invitación, 144, 149, 169 Labov, W„ 19, 21, 37, 41, 42, 45-47, 74, 83, 87,
Iordan, I., 40, 87, 297 95, 98, 101, 107-109, 114, 115, 119, 122,132,
Irak, 226 133, 172, 173, 189, 268, 283, 296, 297, 299,
ironía, 144 307, 308,310,311
isoglosa, 91 laconismo de la conversación, 305
Israel, 254,332 Ladegaard, H. J., 137
Italia, 88, 341 Lakoff, R„ 147
italiano, 104, 251, 252, 278 Lambert, R. D., 328
italianos, 217 Lambert, W. F„ 153,183,184,188, 219
INDICE ANALITICO 385

Lamíquiz, V., 27, 339 lexía, 79


landm ñt , 333 léxico, 40, 44, 59, 71, 90, 122, 136, 161, 208,
Larsen-Freeman, D., 291. 327-329 222, 231, 249, 253, 259, 274, 283, 287-289
Las Palmas de Gran Canaria, 42, 55, 61, 74 — básico, 81
Lastra, Y., 89, 157, 207, 208, 228, 231,239, 255, — disponible, 81
343 — fundamental, 81
latín, 49. 85, 90, 199, 278 — mental, 214
Lavandera, B., 122, 133, 147 libros de estilo, 229, 335
lealtad lingüística, 251, 254 — de etiqueta, 149
lecto, 86, 112, 133 Lieberson, S„ 295, 303
lectura, 75, 77, 332 linaje, 152
Leech, G,, 147 lingüística aplicada, 30, 304, 319, 320
Lefebvre, C, 93 — del habla, 124
Lehmann, W, P,, 45, 107, 307, 308 — general, 211
leísmo, laísmo, loísmo, 26 — histórica, 18,115, 259
lengua, 86, 88 — teórica, 296, 304, 322
— artificial, 90, 278 — textual, 160, 164, 299
— clásica, 90 Lipski, J., 286
— criolla, 90, 111, 131, 233, 258, 277, 328 literatura, 226, 229
— de grupo, 85, 91,103 litotes, 144, 202
— de la enseñanza, 220, 341 //, 21, 23, 31, 118
— escrita, 101, 115, 227, 332, 337 Llórente, A., 299
— escrita / lengua hablada, 94, 230, 320, 341 Lloyd, B., 198
— especial, 237 Long, M H., 291, 327-329
— extranjera, 155 Lope Blanch, J. M„ 42, 125, 299, 338, 339
— franca o lingua franca, 236, 237, 277, 284 López de Velasco, J., 40
— hablada, 115, 124,141 López García, A., 37, 70
— histórica, 126 López Morales, H„ 18, 22, 27, 31, 37, 39, 42,
— internacional, 234, 238,277 47, 55, 63, 64, 70, 71,134,138,182,184,185,
— lexificadora, 280 189, 193, 203, 233, 255, 268, 275, 286, 291,
— materna, 212, 220, 223, 237, 278, 282, 319 303,309,318,320,338-340
— mayoritaria, 222, 252 Lorenzo, E., 91, 164, 296
— minoritaria, 221, 222, 237, 252, 341 Los Ángeles (EE, UU.), 264, 265, 295
— nacional, 332 lunfardo, 104
— neutra, 321 Luzán, L, 92, 159, 162
— pidgin, 90, 258, 277, 328
— sectorial, 103 Ma, R„ 299
lenguaje científico-técnico, 103 Macintosh, A., 93, 96
— formal, 57, 95, 118, 225, 227, 228, 332 Mackey, W. F„ 82, 212, 216, 220, 223, 262, 325,
— informal, 94,118, 250 329
— juvenil, 76, 80, 83, 91, 104, 151, 155, 338 macroacontecimiento comunicativo, 303
— no verbal, 38,164 macroestructura de la conversación, 165, 175
— político, 80 macronivel de variación, 128
— público, 57, 99 Madrid, 63, 153, 189
lenguas amerindias, 297 Maia, C de Azevedo, 66, 278
— drávidas, 265 Málaga, 35, 52
— en contacto, 257, 329 Malasia, 236, 241
— indígenas, 234, 259, 260, 278, 283, 285, 342 malayo, 199, 241
León, 277 — bahasa, 237
León, V., 104 — «de bazar», 237
Levinson, S., 147, 157, 159, 171, 176 malayo-polinesio, 241
386 ÍNDICE ANALÍTICO

Malinowski, B., 298 Megennev, W., 286, 288


Malkiel, Y., 45,107,297, 307, 308 Meillet, Á„ 297
mandato, 144 Mejía, J., 226
Manila, 289 Melilla, 116
Manrique Castañeda, L., 338 memoria semántica, 214
mantenimiento de lengua, 241, 250 mensaje, 97
manuales de urbanidad, 150 mentalismo, 182, 187
Mapa sociolingiiístico de Galicia, 244 mercado lingüístico, 50, 52, 60, 67
mapuche, 341 Meria (Rumania), 35
marathi, 265 Merlo, C., 34
marcador, 76, 77, 110 mesolecto, 280
Marcos Marin, F., 343 metáfora, 80, 202, 207
Marianas, islas, 290 metátesis, 114
Marqués de Tamarón, 238 México, 42, 214, 334, 338, 340
marroquíes, 249 Meyer, P., 86
Marruecos, 223, 226 mezcla de lenguas, 242, 258, 268, 340
Martha’s Vineyard (Massachusetts), 110, 311 Michael, J., 46
Martín Butragueño, P., 25-27, 63, 114, 126, microacontecimiento o acto comunicativo,
129, 339 163, 169, 302
Martín de Nicolás, J., 105 microestructura de la conversación, 165, 169
Martín de Viciana, R., 257 micronivel de variación, 128
Martín Zorraquino, M. A., 36, 244, 278 Millardet, G., 40
Martinell, E., 163, 169,177 Mills, C. W„ 45
Martinell, F., 163, 169, 177 Milroy, J„ 52-54, 109,138, 325
Martinet, A., 235 Milroy, L., 36,49-51,98,101,109,268, 308, 325
Martínez, A., 327 min, 86
Martínez, M. J., 94, 103 Mindanao (Filipinas), 200
Martínez Celdrán, E., 21 Minkovvski, E., 127
Martínez Martín, F., 23, 42 m ira n d é s , 277
marxismo, 50 modelo aditivo, 314
Masca (Tenerife), 199 — de principios y parámetros, 309
malclied guise, 188 — logístico, 314
matemáticas, 314 — multiplicativo, 314
Mattheier, K. J„ 92, 147, 270, 312 — retentivo, 220
máxima de la cantidad, 146, 147 — sociolingüístico de sexo, 37
— de la cualidad, 146, 147 — subordinado, 220
— de la modalidad, 146 — transitorio, 222
— de la relación o relevancia, 146 modismo, 168
Mayáns y Sisear, G., 28 modo, 161
McCormack, W. C., 180 — de vida, 50, 53, 56
Mead, G. H., 302 — del discurso, 94
mecanismo del cambio lingüístico, 109 — indicativo, 78
Mederos, H., 176 — subjuntivo, 26, 265
media lengua, Molina, J, A. de, 325
medición del bilingüismo, 278, 340 Molina Martos, I., 92, 93,115, 338
medida de la actitud, 222 Mollica, M. C., 159
— de la implicación, 187 monoalfabetización, 220
Medina López, J., 153, 154 monolingüismo, 214, 216, 218, 235, 259, 335
medios de comunicación social, 38, 56, 104, Monteanu, D., 282, 285, 286, 291
176, 229, 243, 244, 342 Montero, E., 202
Mediterráneo, 278, 284 Montes Giraldo, J. J., 130
ÍNDICE ANALÍTICO 387

Montevideo, 65 — sociocultural, 34, 36, 47, 55, 65, 72, 73, 78,
Montreal (Canadá), 50 82, 96, 118, 119, 145, 203, 220, 273
Moore, D., 271 — socioeconómico, 47, 55
Morales, A., 264 — socio-situacional, 128
Morales, A. de, 227 nombre propio, 152
Morant, R., 37, 70 nomenclatura, 103
Moreno, P., 318 norma, 129, 134
morfema, 268 — culta, 336
morfología, 24, 33, 97, 260, 266-268 — sociolingüística, 130
— gramatical, 24, 77 normandos, 251
— léxica, 24 Noruega, 332-334
moriscos, 65 noruego, 269, 333
mortandad lingüística, 253, 255 nuer, 152
molí boli, 236 Nueva Guinea, 279
movimiento (discurso), 160 Nueva York, 41, 110, 246, 269, 340
Moya, J. A., 61, 63, 72 número, 77, 282, 288, 290
mozárabe, 65, 109, 259, 277 Nyboder (Copenhague), 63
muestra, 138 nynorsk, 333
Mühlháusler, P., 281
multilingüismo, 233, 241, 300 ñ, 21
Murcia, 341
musulmanes, 66, 216, 241, 278 Obervvart (Austria), 246, 251
Muysken, P„ 214, 215, 249, 254, 265, 273, 340 obligación, 169
Obregón Muñoz, H., 340
n, 18, 113 observación directa, 80, 171, 183, 187, 302
nacionalismo, 252 — participativa, 302
náhuatl, 214, 260, 340 ocupación, 45, 46, 50, 60, 249
Najarro Arrióla, A., 341 ofrecimiento, 144, 149, 169, 171
Napoleón, 226 O h.C .K ., 147
narración, 247 oración, 142, 161, 262, 270
— oral, 162, 172, 177 — de relativo, 283
nasalización, 113 — pasiva, 134, 265
Nauta, J. P., 323 — pasiva refleja, 265
Navarro, M., 28 Oran, 24
Navarro Tomás, T., 115, 339 orden de palabras, 27, 263, 264, 268, 270, 283
Nawa, T., 270 Orense, 103
Nebrija, E. A. de, 64, 207, 331, 335, 342 organización de preferencia, 171
neerlandés, 250, 278, 286 — social, 195
negación, 283, 285 ortografía, 90, 230, 238, 333
neogramática, 114 Osgood, Ch., 183
neolingüística, 125 Osgpod, E., 214
neurolingüística, 211 otomanos, 225
Newmeyer, F., 46, 60, 64,111,122 oyente, 97, 137, 143, 173, 175, 187, 188, 273
Nicaragua, 341 — casual, 99
Ninyoles, R., 217 — formal, 99
nivel culto, 91
— de instrucción, 34, 55, 243 p, 260, 282
— de lengua, 91 Pacífico, 207, 283-286
— espacio-temporal, 127 Padilla, R. V., 325
— medio, 91 Países Bálticos, 92
— popular, 91 palabra, 114, 123
388 INDICE ANALÍTICO

— compuesta, 79, 262, 283 Piccitto, G.. 34


— patrimonial, 267 pichi, 241
— simple, 262 pichinglis, 241
palabra-clave, 80 pidgin elaborado. 280
palatalización, 259 — expandido, 280
palenque, 286,288 — fula, 90
Palenque de San Basilio (Colombia), 66, 287 — sango, 90, 27S
palenquero, 67, 287 pidginización, 229, 253, 279, 281. 328
pamue, 241 piluya, 163
Panamá, 63, 286 pintupí, 199
pangasinán, 241 Pisani, A., 308
papel social, 149 planificación del corpus, 334
papiamento, 90, 278, 282, 286, 290 — del estatus, 334, 335
par de adyacencia, 170, 176 — lingüística, 179, 254, 258, 301, 331
Paradis, M., 214 plural, 27,287,289, 312, 324
paradoja del observador, 30, 95, 116 pocho, 278
— histórica, 116 poder, 46, 49, 55, 60, 100, 145, 154-156, 166,
parafusa, 103 172, 186
Paraguay, 234, 250, 340 polacos, 217
paralingüistica, 164, 165, 184 poliglosia, 235, 241
Paredes, F., 77 — lineal o continua, 236, 237
parentesco, 152, 208 polimorfismo, 18, 124
pares mínimos, 75 Polinesia, 49
París, G., 86 polisemia, 103
parole, 337 política, 226, 258
participio, 98, 188 — lingüística, 67, 211, 254, 324, 332, 335, 340,
partícula, 283, 287 342
partitivo, 263 Pop, S„ 34, 40, 42
patois, 86, 124 Poplack, S„ 263, 267, 268, 270, 274, 275
patologías del lenguaje, 304 Portugal, 277
patrón curvilíneo, 74, 111, 118 portugués, 109, 159, 259, 269, 277, 278, 285
— de estratificación abrupta o discontinua, 73, portuñol, 278
78 posición social, 150
— de estratificación continua, 72, 118 Pottier, B., 32, 79, 156
— de estratificación sociolingüística, 71 Pradeñas, F., 320
— de hipercorrección, 74 pragmática, 27,40,44, 59, 68, 82, 143,1 57,159,
pausa, 270 303, 322
Payrató, Ll., 94, 164, 263 predicado, 161
pedagogía, 211, 328 prefijos, 37, 80
Pedersen, I. L., 63 pregunta, 160, 163, 166
peligro de muerte, 101 — por la salud, 145
península ibérica, 216, 259, 338 pregunta-respuesta, 160, 170
Penny, R„ 36, 42, 109, 189, 299 preposición, 26, 59, 290
pensamiento, 195, 212 presentación, 145, 164
perífrasis, 202, 207, 283 presente, 174, 175
Perissinotto, G., 42 préstamo, 42, 236, 242, 258, 259, 262, 264, 273,
permiso, 169 274, 341
Perú, 207, 340 — espontáneo, 266, 272
pésame, 144 — estable, 266, 272
pescadores, 110 — híbrido, 266
petición, 145, 149, 166, 305 — puro, 266
ÍNDICE ANALÍTICO 389

prestigio, 37, 43, 46, 54, 59, 60, 87, 110, 189, Pulcinelli Orlandi, E., 341
220, 228, 229, 231, 236, 246, 258, 266, 278, Puscariu, S., 34
290, 325, 342
— abierto, 38, 192 Quebec (Canadá), 220,222,248, 250
— encubierto, 38, 69, 192 quechua, 207, 260, 340
Preston, D„ 137, 179, 274, 326, 328 queísmo, 26
presuposición, 142, 146, 147 quejiá, 86
pretérito imperfecto, 173, 174 Quilis, A., 189, 241, 254, 260, 275, 283, 286.
— de subjuntivo, 18, 25, 27 289, 291
— indefinido, 173, 175 Quintanar de la Orden (Toledo), 61,104, 144,
Pride, J, B„ 93 154, 168
principia cognoscendi, 135
— essendi, 135 r, 17, 21, 63, 74, 77, 82, 110, 185, 261, 289
principio de cooperación, 146, 320 radio, 99, 100
— de la anterioridad semántica, 123 Radtke, E., 299
— de la comunidad de habla, 136 Ramírez, A., 243, 244, 254, 275
— de la cortesía, 147 Ramus, P., 335
— de la cuantificación, 137 ranarnñl, 269
— de la identidad semántica, 123 Rand, D„ 314
— de la representatividad, 138 Ray, P. S„ 332
— de la variación estilística, 137 raza, 59, 64, 95, 99
— de la variación sociolingüística, 136 Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y
— de la vinculación de los niveles sociales, 138 Naturales, 310
— de uniformidad, 118 Real Academia Española, 20, 60, 335, 342
— del dialecto, 135 Récatas, B., 34
— del estudio del uso lingüístico, 137 rección, 282
— del uso lingüístico, 136 received pronunciation, 48
Prisciano, 335 recomendación, 144
procedencia geográfica, 62, 72, 82,189 red social, 36, 38, 50, 51, 67, 108
profesión, 19, 50, 55, 60, 77, 151,192 densidad de la red, 51
proletariado, 45 fuerza de la red, 51
promesa, 144 multiplicidad de la red, 51
pronombre, 59, 78,145,152,156,161, 265, 267, referencia, 123
289, 290 registro, 85, 91, 93,126
prosodia, 42, 144, 230 — idiomático, 94
prototipo, 199, 208 regla de la respuesta narrativa, 175
Proyecto para el Estudio Coordinado de la — de la secuencia narrativa, 174
Norma Culta, 42 — de orientación, 173
Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del — de referencia de la narración, 173
Español de España y de América, 54 — opcional, 308
Prusia, 92 — variable, 131, 308
psicolingüística, 98, 211,304, 328 Reid, E., 41
psicología, 125, 131, 172, 179, 198, 258, 301 Reino Unido, 46, 48, 159, 248, 251, 253, 286,
— social, 142,149,155,157, 159,167,182,192, 298, 341
321 reinterpretación de fonemas, 260
psiquiatría, 172 relatividad lingüística, 196, 199, 206
pu tong hua, 86 relato infantil, 101
Puebla de Don Fadrique (Granada), 35 relexificación, 253, 284
Puerto Príncipe (Haití), 231 religión, 65, 201,218, 226, 237
Puerto Rico, 55, 72, 339, 341 repertorio comunicativo, 303, 322, 323
puertorriqueños, 268 — estilístico, 128
ÍNDICE ANALITICO
390

Sala, M., 66
repetición léxica, 144, 161
Salamanca, 20
repidginización, 280
Salazar, A. de, 34
representación mental, 213
Salillas, R., 104
representatividad, 138
saludo, 144, 149, 166, 168,169, 303
reproducción, 262
Salvador, G„ 29, 34, 252, 299, 343
República Dominicana, 23, 286
respuesta, 160 Samarin, W. J., 277
retorrománico, 252, 261 Samper, J A , 42, 55, 61, 74
Reyes, G., 142, 157 San Francisco (EE. UU.), 296
Rice, F. A., 89 San Juan (Puerto Rico), 42, 49, 63, 71, 77, 81,
Richards, J„ 322, 327 82, 182, 203, 309,
Río de la Plata (Argentina, Uruguay), 156 Sánchez, R., 243
ritmo, 30 Sánchez Lobato, J., 153
ritual, 163, 167, 303, 305 Sankoff, D„ 50, 122, 270, 299, 307, 310, 312,
— de acceso, 167 314,316
Roberts, P. A., 42 Sankoff, G„ 279
Robinson, W. P., 57, 157 sánscrito, 66, 90, 236
Rodríguez, B , 103 Santa Cruz de Tenerife (Tenerife), 118
Rodríguez, F., 80 Santiago de los Caballeros (República Domi­
Rodríguez-Ponga, R., 290 nicana), 23, 42, 77
Rohlfs, G., 208 Santo Tomás, fray Domingo de, 207
Rojo, G„ 232 Sapir, E., 196, 208, 297, 302
Rokeach, M„ 183,184 Saravia-Shore, M., 325
Romaine, S„ 19, 41,59, 78, 92, 98, 99,122, 323, Saussure, F. de, 297
343 Saville-Troike, M„ 37,148, 200, 302, 323
romanó, 66 Schaff, A., 197
Roña, J. P„ 19, 126, 278, 300, 340 Schatzman, L., 57
Roncarati, C., 159 Schegloff, E., 170
Ronjat, J., 124 Schenkein, J., 321
Roque de las Bodegas (Tenerife), 61 Scherer, K, R., 36
Rosch, E., 198 Scherzer, J., 304
Rosenblat, A , 336 Schiffrin, D., 41
Rotaetxe, K., 197, 235, 239 Schlieben-Lange, B., 58
Roti (Indonesia), 163 Schlobinski, P., 63
Rousseau, P., 314, 316 Schmidt, J., 113
Rousselot, J. P., 40, 124, 298 Schmidt, R. W„ 322
Rubin, J„ 234, 250, 332, 333 Schrodinger, E., 127
ruego, 144 Schuchardt, H„ 281, 284, 298
Ruffino, G., 299 Schumann, J., 281, 327
Ruiz Domínguez, M. M., 116 Schutz, A., 302
rumano, 265 Schwizerdeutsch, 229
Rusia, 234 Searle, J., 143
ruso, 92, 213, 234 Sebeok, T., 214
rutina, 167, 303 Sedaño, M., 42, 47, 56, 61
Ryan, E. B„ 181, 183, 185,193 Segovia, 103
Séguy, J., 298
5 ,17,21, 24, 28, 31,72, 74, 77, 97, 98,117,129, selección, 332
188,315,338 Selinker, L., 327
sabir, 258,277,284 sema, 197
Sacks, H„ 170, 321 semántica, 17, 25, 28, 68, 121, 122, 214, 253
saf boli, 236 — estructural, 197
ín d ic e a n a l ít ic o 391

semema, 197 Strauss, A., 302


semilingüismo, 219, 253, 278, 280 Street, L, 184
semiótica, 322 Strevens, P, 93, 96
Senegal, 280 Stubbs, M., 159, 329
ser, 283 suahelt o swaliili, 236
Serrano, M. J., 78 subdiferenciación de fonemas, 260
seseo, 18, 64, 98, 109, 116, 289, 290 Suci, G. I , 183
Sevilla, 35, 339 Sudán, 152
sexismo, 36 Sudnow, D., 162
sexo, 19, 34, 48, 72, 82, 110, 118, 119, 154, 156, sufijos, 80
169,172, 184,190, 249 Suiza, 228, 231
sli, 118 sujeto, 18, 27, 28, 59, 79, 265, 312
Shuy, R., 41 sumersión, 221
Sidney (Australia), 36 superdiferenciación de fonemas, 260
significado, 103, 121-123, 207, 213, 323 superestrato, 259, 260,278,279, 286
significante, 103 superstición, 201
signo lingüístico, 103, 123 súplica, 144
Siguán, M., 212, 216, 220, 223, 325, 329 sustantivo, 27, 29, 152, 153,156, 161, 230, 267,
silencio, 170 312
Silva-Corvalán, C., 24, 28, 70, 122, 173, 175, sustitución, 250-253
177, 253, 264, 274, 328 — de fonemas, 261
simplificación, 109, 253, 264, 279, 281,283, 328 — de lenguas, 258, 264, 279
síncopa, 287 sustrato, 64, 259, 278, 285
sincronía, 107 Swan, T., 172
Singapur, 236, 241
sinonimia, 29, 59, 121-123,161 tabú, 20, 29, 38, 201
sintagma, 79 tagalo, 241, 289
— nominal, 27 tamil, 241
sintaxis, 23, 43, 68, 122, 222, 268, 326 Tampa (EE. UU.), 262
sistema, 68, 129,130, 134, 258 Tannen, D., 171
— asimétrico de tratamiento, 150, 153 Tannenbaum, P. H., 183
— de signos, 88 Tanzania, 236
— simétrico de tratamiento, 151 Tarallo, F., 62, 270, 284, 291
sistémica, 93,125, 298 Tarone, E., 327
situación comunicativa, 80, 125, 143, 163, 212, Tauli, V., 332
218,258,322 Tavares de Macedo, A., 159
Skinner, B.F., 327 Taylor, A. R., 253
slang, 104 Taylor, D. A , 247
Smith, Ph., 36 tecnicismo, 203
sociolecto, 41, 43, 44, 48, 57, 86, 91, 179, 230, tecnolecto, 94,103
233 tejeros, 103
sociolingüística feminista, 36 telegú, 265
— histórica, 118, 119 televisión, 38, 69, 99, 341, 342
sociología, 179, 300 tema, 93, 101, 161,163,188,243, 249,268, 269
— lingüística, 296 Tenerife, 78
Solano Rojas, Y., 189 tenor o estilo del discurso, 94
solidaridad, 100, 145, 150, 155, 156, 172, 186 teoría de la acomodación del habla, 93, 99,
sonorización, 118 155, 184, 247, 273
Spillner, B„ 92 — de la audiencia, 94, 99
Steiner, R., 183 — de la monogénesis, 284
Stewart, W., 89, 277 — de la onda, 111, 125, 132
392 ÍNDICE ANALÍTICO

— de la poligénesis, 284 truncamiento léxico. 37. 80


— de la rección y el ligamiento, 309 ni, 145, 150, 153, 154, 156
— de los actos de habla, 143, 160 Tucker, G. R.. 219
— de los prototipos, 197 turco, 225, 226
— del bioprograma, 282 Turell, M, 274
— del déficit, 57, 81, 324 Turner, B. S., 46
— del interruptor único, 215 turno de habla, 169
— del monitor, 95
— del reflejo, 197 Ueda, H., 42, 100
— general del hablar, 205 Ullmann, S„ 202
teorías contextualistas, 327 ultracorrección, 76
— de la cortesía, 148, 159 Umaña Aguiar, X, 189
terminología, 334, 341 Unesco, 223, 319, 325
Terracini, B., 298 unificación, 216
Teruel, 277 universales, 304
Teruggi, E,, 104 urbanización, 251
tests, 223, 326 urdu, 265
— de inteligencia, 219 Ure, J„ 93, 96
tex-mex, 278 Uribe Villegas, O., 93, 239, 332, 343
texto, 123 Uruburu Bidaurrázaga, A., 244
— científico, 162 Uruguay, 65, 156, 277, 340
— descriptivo, 161 uso semántico de la lengua, 123,
— didáctico, 162 — simbólico de la lengua, 123
— expositivo, 161 usted, 145, 150, 153, 154, 156
— literario, 162
— narrativo, 161 Valdés, J. de, 24, 28, 71, 265, 342
Tezanos, J. F., 46 Valencia (España), 65
Thibault, P., 115 Valencia (Venezuela), 28
Thomason, S. G., 257, 298 Valladolid, 76, 82
Thorne, B., 36 Valle-Castillo, J., 341
Thun, H., 299 valoración, 183
tiempo, 161, 173, 288 Valverde, J. M., 196
tipo de comunicación, 101 Vaquero, M., 19, 32, 309
tixileira, 103 VARBRUL, 314
tok pisin, 279, 283 variabilidad basada en el género, 39, 69
Toledo, 77, 144, 154, 168, 188, 315, 338 — basada en el sexo, 39, 69
toma de turno, 163, 170 variables lingüísticas, 18, 71, 300, 307
Tomiño (Pontevedra), 103 — sociales, 33, 71, 300, 307, 319
tono, 282 variación estilística, 18, 41, 42, 76, 92, 94, 125,
Tracia, D. de, 335 136,137,145,155, 232, 233, 238, 242
traducción, 206, 212, 234, 298 — fonética, 20
transferencia, 64, 262, 263, 273, 274 — geolingüística, 125, 129
transitividad, 282 — gramatical, 23, 25, 28, 121
trashumancia, 104 — histórica, 128,129
Traugott, E. C., 92, 98, 99 — léxica, 28,31,121,122
tribu, 49 — libre, 18
Trim, J. L. M„ 319 — lingüística, 17,121,155, 179, 257, 284
Troike, R. C., 341 — morfológica, 122
Trubetzkoy, N., 124 — sintáctica, 25, 122
Trudgill, P„ 38, 39, 41, 48, 102, 325, 326, 329 — socioestilística, 122
Trujillo, R„ 123, 199 — sociofonética, 71
IN D IC E A N A L I T I C O 393

— sociogramatical. 77 Wadi-el-Nil, 227


— socioléxica, 79 Waletzky, J., 172
— sociolingüistica, 18, 33. 87, 94, 122, 127, Wallat, C., 321
136 waray, 241
variacionismo. 125. 137, 299. 303. 329 Wardhaugh, R„ 153, 223, 239
variante combinatoria. 129 Wartburg, W. von, 259
— facultativa, 20, 129 Weber, H., 205
— lingüistica, 18, 22 Weber, M., 45
varianza, 310 Webster, N., 335
variedad especial, 102 Weinerman, C., 153, 157
— estándar, 48, 56, 80, 90, 228. 336 Weinreich, U., 45, 108, 109, 211, 213-215, 252,
— lingüistica, 85 260, 263, 274, 307
Varilex, 42, 44, 79 Wenker, G„ 87
vasco, 81,104, 259, 260, 336 wen-yan, 86
Vázquez de Espinosa, A , 225 Werlich, E., 161
velarización, 71 Whinnom, K., 284, 289
Veltman, C., 220 Whorf, B. L„ 196, 207, 208
Vendryes, 1, 275 Widdowson, H. G., 323
Venegas del Busto, A., 198 Wiemann. J. M., 170
Venezuela, 28, 286, 340 Williams, F., 187
verbo, 27, 29, 78, 143, 153, 161, 173, 174, 230, Williams, G., 300
267, 283, 287-289 Williams, H., 148
vernáculo, 41, 90, 93, 95 Williams, L., 76
verosimilitud, 317 Wilson. T. P„ 170
viajes, 56 Wodak, R„ 36, 98, 253
Vidal de Battini, B. E., 342 Wolfram, W„ 41,326
Vietnam, 199 Woods, A., 138
Villadepera de Sayago (Zamora), 56, 81 Wurm, S. A., 180
Villalón, C. de, 251
Villena Ponsoda, J. A., 49, 52, 306 y, 23,31,118, 289
Vincent, D., 115 yakan, 200
visión del mundo, 123, 195, 303 yeísmo, 23, 37,109,115, 290
vitalidad, 181, 277 yidis, 252
vocalismo, 261
vocalización de líquidas, 114 z, 21
vocativo, 164 Zamboanga (Filipinas), 200, 283, 289
vos, 154 Zamora, 56
voseo, 154 Zimmerman, D. H., 170
vosotros, 156 zona de transición, 170
ganzl912

ÍNDICE

Introducción ......................................................................................................................... 11

P r im e r a p a r t e

LA VARIACIÓN EN LA LENGUA

1. La variación en los niveles de la lengua .................................................................... 17


Lengua y variabilidad .................................................................................................. 17
Comunidad de habla .................................................................................................... 19
Variación fonético-fonológica ..................................................................................... 20
Variación gramatical: morfología y sintaxis ............................................................... 24
Variación léxica .......................................................................................................... 28
Variables lingüísticas y extralingüísticas ................................................................... 30
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 31
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 32

2. La variación sociolingüística. Las variables sociales .................................................. 33


Variación sociolingüística ........................................................................................... 33
La variable social «sexo» ........................................................................................... 34
La variable social «edad» ........................................................................... 40
La variable «clase social» ............ 45
La variable «nivel de instrucción» .............................................................................. 55
La variable social «profesión» ..................................................................................... 60
La procedencia y los barrios ....................................................................................... 62
Raza y etnia ................................................................................................................. 64
Estructura social y estructura lingüística ................................................................... 67
Reflexiones y ejercicios ....................... 69
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 69

3. Patrones de estratificación sociolingüística ............................................................... 71


Variación sociofonética ................................................................................................ 71
Variación sociogramatical ........................................................................................... 77
Variación socioléxica .................................................................................................. 79
96 ÍNDICE

Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 82


Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 83

4 Variedades lingüísticas ....................................... 85


El concepto de variedad .............................................................................. 85
Lengua y dialecto ........................................................................................................ 86
Clases de lenguas ........................................................................................................ 89
Dialecto, sociolecto y nivel ......................................................................................... 91
Estilo y registro .......................................................................................................... 92
Variedades especiales: las jergas ............................ 103
Reflexiones y ejercicios ........................................... 105
Orientaciones bibliográficas .................................................................................... 105

5. El cambio lingüístico visto desde la sociolingüística ................................................ 107


Variación y cambio lingüístico ................................................................................... 107
El mecanismo del cambio lingüístico ........................................................................ 109
La teoría de la onda .................................................................................................... 111
Cambio fónico regular y difusión léxica ................................................................... 114
El estudio del cambio en tiempo real y en tiempo aparente ................................... 115
Reflexiones y ejercicios .............................. 119
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 119

6. El concepto de variación ........................................................................................... 121


Variación y significado ................................................................................................ 121
Variación y polimorfismo ........................................................................................... 124
Hacia una teoría de la variación ................................................................................ 125
El lugar de la variación sociolingüística dentro de la lengua ................................... 129
Gramática individual, gramática comunitaria y complejo polilectal ........................ 131
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 133
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 134

7. Principios generales de sociolingüística ...................................................................... 135

S e g u n d a p a r t e

LA LENGUA EN SU USO SOCIAL

8. Interacción comunicativa y cortesía .......................................................................... 141


La sociolingüística y el estudio de la interacción comunicativa ............................... 141
Sociolingüística y pragmática ..................................................................................... 142
La cortesía ................................................................................................................... 145
El poder, la solidaridad y las formas de tratamiento ................................................ 149
La acomodación o adaptación del habla ................................................................... 155
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 156
Orientaciones bibliográficas .............................................................................. 157
INDICE 397

9. Discurso y conversación .............................................................................................. 159


Análisis del discurso y análisis de conversación ...................................................... 159
La conversación: caracterización general ................................................................... 162
Sociolingüística de los rituales de acceso ................................................................... 167
El turno de habla ........................................................................................................ 169
La narración oral ........................................................................................................ 172
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 175
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 176

10. Actitudes lingüísticas .................................................................................................. 179


Actitud, identidad y conciencia lingüísticas ............................................................... 179
Interpretación y componentes de las actitudes lingüísticas ..................................... 182
Medida de la actitud .................................................................................................... 186
El concepto de prestigio ............................................................................................. 189
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 192
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 193

11. Lengua, cultura y pensamiento ................................................................................... 195


Las lenguas y la visión del mundo ............................................................................ 195
Diversidad lingüística y diversidad cultural ............................................................... 198
Tabú y eufemismo ........ 201
Competencia lingüística, competencia comunicativa y competencia cultural ......... 203
Traducción de lenguas / traducción de culturas ........................................................ 206
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 207
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 208

T ercera parte

LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES

12. Bilingüismo ................................................................................................................. 211


La definición de bilingüismo ....................................................................................... 211
El bilingüismo individual. Clases de bilingüismo ...................................................... 212
El bilingüismo social .................................................................................................... 215
Efectos y consecuencias del bilingüismo ................................................................... 218
Aspectos educativos del bilingüismo .......................................................................... 220
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 223
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 223

1.3. Diglosia ......................................................................................................................... 225


La diglosia del griego y del árabe ............. 225
Delimitación teórica del concepto de diglosia ........................................................... 227
Lenguas y dialectos como variedades A y B en situaciones diglósicas .................... 231
Bilingüismo y diglosia .................................................................................................. 233
Poliglosia ..................................................................................................................... 235
Las lenguas y sus funciones ....................................................................................... 237
398 ÍN D IC E

Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 238


Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 239

14. Elección, mantenimiento y sustitución de lenguas .................................................... 241


Elección de lengua ............................................................................................... 241
Aspectos sociológicos de la elección de lengua ......................................................... 242
Aspectos psicolingüísticos y psicosociológicos de la elección de lenguas ............... 247
Sustitución y mantenimiento de lenguas ...... ............................................................ 250
Lealtad y deslealtadlingüísticas .................................................................................. 251
Consecuencias de la sustitución de lenguas: deterioro y mortandad ...................... 253
Reflexiones y ejercicios ........................................................................................ 254
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 254

15. Lenguas en contacto ........ ................................................. ......................................... 257


Consecuencias lingüísticas del contacto de lenguas .................................................. 257
Los conceptos de sustrato, superestrato y adstrato .................................................. 259
Las aportaciones de Uriel Weinreich ........................................................................ 260
Interferencia y convergencia ....................................................................................... 263
El préstamo léxico ............................................................................................... 265
Alternancia y mezcla de lenguas ................................................................................ 268
Condiciones del cambio de código ............................................................................ 272
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 274
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 274

16. Lenguas pidgin y lenguas criollas .............................................................................. 277


Lenguas francas, lenguas pidgin, lenguas criollas .................................................... 277
Los procesos de pidginización y de criollización ...................................................... 279
Características lingüísticas de los sabires y los criollos ............................................ 282
El origen de las lenguas pidgin y criollas ................................................................. 284
Los criollos hispánicos: papiamento, palenquero, chabacano ................................... 285
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 290
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 290

C u a r t a p a r te

TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES

17. Sociolingüística, sociología del lenguaje y etnografía de la comunicación ............. 295


El desarrollo de la sociolingüística moderna ............................................................. 295
Sociolingüística y sociología del lenguaje ................................................................. 300
La etnografía de la comunicación .............................................................................. 301
Aportaciones y problemas de la etnografía de la comunicación ............................ 303
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 305

18. Teoría y métodos de la sociolingüística variacionista ................................................ 307

Variacionismo y cuantificación ................................................................................... 307


ÍNDICE 399

Variación y teoría lingüística ..................................................................................... 308


Desarrollo de las técnicas cuantitativas en la sociolingüística variacionista ........... 310
El modelo estadístico .................................................................................................. 314
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 318

19 Sociolingüística aplicada a la enseñanza de lenguas .................................. . 319


Enseñanza de lenguas y sociolingüística ................................................................... 319
Etnografía de la comunicación y enseñanza de lenguas ........................................... 321
Sociología del lenguaje y enseñanza de lenguas ...................................................... 324
Variacionismo y enseñanza de lenguas ..................................................................... 325
La enseñanza y el contacto de lenguas ..................................................................... 327
Niveles de la enseñanza de lenguas ............................................................................ 328
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 329

20. Planificación lingüística ............................................................ 331


La planificación lingüística y suscomponentes .......................................................... 331
Planificación de lenguas y dialectos: a propósito del español en el mundo ........... 336
La finalidad de una planificación dela lengua española ........................................... 340
Reflexiones y ejercicios ............................................................................................. 343
Orientaciones bibliográficas ....................................................................................... 343

Glosario sociolingüístico ...................................................................................................... 345


Bibliografía ............................................................................................................................ 355
índice analítico ................................................................................................................ 375

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