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Los controles internos son estándares operativos que un cliente utiliza para
asegurarse de que la empresa funciona bien. Los controles internos
establecidos para cada tipo de cuenta financiera se estructuran de forma
ligeramente diferente. Por ejemplo, un control interno para la nómina
implicaría asegurarse de que ningún empleado ficticio (inexistente) está
recibiendo cheques de pago. Un buen control interno para evitar errores en la
nómina es tener una clara separación de funciones entre quien efectúa los
registros contables y quien efectúa los pagos. Este tipo de estándar operativo
suele crearse por esfuerzo grupal: la junta directiva o el consejo de
administración, la alta dirección y los empleados del área control interno
participan en el tema. Los objetivos del control interno pueden sintetizarse en:
Segregación de funciones:
Esta es siempre la primera característica de los buenos controles internos
porque proporciona un sistema de controles y equilibrios. Tener más de un
empleado trabajando en una tarea contable específica reduce la probabilidad
de que un empleado falsifique el sistema de contabilidad y cometa algún
fraude.