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Breve antología poética.

"Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso


que pudieran juntarse, y que forman algo así como un
misterio." Federico García Lorca
El espejo.
Soy de plata y exacto.
No tengo prejuicios.
Todo lo que veo lo trago de inmediato
tal y como es,
sin la turbiedad del amor o de la antipatía.
No soy cruel, solo veraz-
el ojo de un diosecillo con cuatro esquinas-.
La mayor parte del tiempo medito
sobre la pared de enfrente.
Es rosada. Con manchas. La he mirado tanto
que creo que forma parte de mi corazón. Pero se mueve.
Caras y oscuridad nos separan una y otra vez.

Ahora soy un lago. Una mujer se asoma sobre mí,


buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas embusteras, las velas o la luna.
Veo su espalda y la reflejo con fidelidad.
Me recompensa con lágrimas y gesticula con las manos.
Soy importante para ella. Viene y va.
Cada mañana es su cara lo que sucede a la oscuridad.
En mí ha ahogado una muchacha, y desde mí
una mujer mayor
se eleva hacia ella día tras día, como un pez terrible

Sylvia Plath.
Construcción
Amó aquella vez como si fuese última
besó a su mujer como si fuese última
y a cada hijo suyo cual si fuese el único
y atravesó la calle con su paso tímido
subió a la construcción como si fuese máquina
alzó en el balcón cuatro paredes sólidas
ladrillo con ladrillo en un diseño mágico
sus ojos embotados de cemento y lágrimas
sentóse a descansar como si fuese sábado
comió su pan con queso cual si fuese un príncipe
bebió y sollozó como si fuese un náufrago
danzó y se río como si oyese música
y tropezó en el cielo con su paso alcohólico
y flotó por el aire cual si fuese un pájaro
y terminó en el suelo como un bulto fláccido
y agonizó en el medio del paseo público
murió a contramano entorpeciendo el tránsito
amó aquella vez como si fuese el último
besó a su mujer como si fuese única
y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo
y atravesó la calle con su paso alcohólico
subió a la construcción como si fuese sólida
alzó en el balcón cuatro paredes mágicas
ladrillo con ladrillo en un diseño lógico
sus ojos embotados de cemento y tránsito
sentóse a descansar como si fuese un príncipe
comió su pan con queso cual si fuese el máximo
bebió y sollozó como si fuese máquina
danzó y se río como si fuese el próximo
y tropezó en el cielo cual si oyese música
y flotó por el aire cual si fuese sábado
y terminó en el suelo como un bulto tímido
agonizó en el medio del paseo náufrago
murió a contramano entorpeciendo el público
amó aquella vez como si fuese máquina
besó a su mujer como si fuese lógico
alzó en el balcón cuatro paredes flácidas
sentóse a descansar como si fuese un pájaro
y flotó en el aire cual si fuese un príncipe
y terminó en el suelo como un bulto alcohólico
murió a contramano entorpeciendo el sábado.
Chico Buarque

Cultivo una rosa blanca.


Cultivo una rosa blanca
en junio como enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.
José Martí
La Guitarra
Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada
Es imposible
callarla,
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas
Federico García Lorca.

La lluvia
La lluvia derribó los puentes. La lluvia desbordó los ríos.
La lluvia mojó los transeúntes. La lluvia encharcó las plazas.
La lluvia oxidó las máquinas. La lluvia enfureció los mares.
La lluvia y su olor de tierra. La lluvia con su cabellera.
La lluvia agujereó las piedras. La lluvia inundó la favela. La
lluvia de navajas. La lluvia secó la sed. La lluvia anocheció de tarde.
La lluvia y su brillo plateado. La lluvia de rectas paralelas sobre
tierra curva. La lluvia destrozó paraguas. La lluvia duró muchos
días. La lluvia apagó el incendió. La lluvia cayó. La lluvia se derramó.
La lluvia murmuró mi nombre. La lluvia llamó al parabrisa. La lluvia
levantó semáforos. La lluvia tocó la sirena. La lluvia con su crin.
La lluvia llenó la piscina. La lluvia con las gotas gruesas. La lluvia
de gotas negras. La lluvia azotando las plantas. La lluvia señora
lodo. La lluvia sin pena. La lluvia apenas. La lluvia torció
los muebles. La lluvia amarilleó los libros. La lluvia corroyó las
cercas. La lluvia y su golpe seco. La lluvia y su ruido de vidrio.
La lluvia hinchó el pantano. La lluvia goteó por el techo.
La lluvia multiplicando insectos. La lluvia sobre los tendederos.
La lluvia derrumbando rayos. La lluvia acabó la luz. La lluvia mojó los
cigarros. La lluvia meó el tejado. La lluvia regó el césped. La lluvia
escalofrió los poros. La lluvia hizo muchas zanjas. La lluvia secó al sol.
Arnaldo Antunes
El niño bueno
No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal. Opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.
Julio Cortázar.

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