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UNIVERSIDAD DEL VALLE

LICENCIATURA EN LITERATURA
LITERATURA CONTEMPORÁNEA
JOHAN STIVEN FRANCO MONTES
CÓDIGO: 1450302

ANGOSTA: LA CIUDAD FUNDADA ENTRE LA LIMINALIDAD

Hemos enfrentado los diversos estilos y formas de las expresiones artísticas


a lo largo de los siglos. La literatura contemporánea muestra hoy un rastro del
pensamiento francés y evoca en el hombre la imagen del silencio, la soledad y
demás problemas de la modernidad. La propuesta también surge en contraposición
a las formas existentes y rompen todo hilo de espaciotemporalidad. El anacronismo
cobra vida y no solo lo estructural se renueva, sino que las temáticas que se
emplean son provenientes del avance del desarrollo humano. Por este camino
aparece Angosta, novela que nos regala el periodista y escritor Héctor Abad
Faciolince.

Angosta tiene como recurso literario la metaficción y la autoreferencialidad


lo que permite trasgredir las estructuras narrativas. La obra refleja la sociedad y
realidad de esta tierra hostil en un país ficcionalizado en donde existe también la
fragmentación y la ciudad perpetúa en una crisis. El protagonista, Jacobo Lince, lee
un libro llamado Angosta y a la vez, un narrador cuenta qué y cómo lee e interpreta
el escrito. Jacobo deja de leer Angosta aunque sigue viviendo en ella. En adelante,
la historia de Abad narra dos situaciones al mismo tiempo: la de Lince y la de
Andrés. La obra posibilita instaurar una relación entre la ciudad y el individuo
tomando como referencia la ciudad contemporánea fragmentada de Angosta, la
cual es un componente elemental en el comportamiento de los personajes. Esta
relación se basa en los aspectos que influyen en el individuo posmoderno.

Faciolince muestra en Angosta una ciudad que se encuentra en constante


crecimiento “(…) en menos de cincuenta años, creció tanto que ya no cupo en la
batea de las vegas y de las primeras estribaciones de la cordillera (…) hoy todo el
territorio está ocupado por (…) altos edificios, fabricas, centros comerciales (…).”
(Faciolince, 2003, pág. 11) Este incremento estructural y cultural permite evidenciar
en el texto La ciudad postmoderna del ensayista Giandomenico Amendola una
extensión de la ciudad que hala a nuevas estructuras para crear un nuevo ambiente
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y habitante. “(…) el abandono de viejas zonas residenciales, contribuyen a crear


premisas espaciales (y las oportunidades especulativas) para la creación de la
ciudad nueva en la cáscara física de aquella tradicional (…) crean la ciudad
postmoderna (…) Una ciudad nueva, con una población también nueva (…).”
(Amendola, 2000, pág. 29) El cambio no solo atañe al territorio urbanizado, sino
también a la identidad misma de una nueva ciudad. La expansión permite que
Angosta presente al principio del relato, la esfera social sobre la que Angosta vive,
mostrando una fragmentación de la ciudad contemporánea. Hay tres castas
dominantes a través de los climas, en la que se ven las grietas de composición del
Estado que dejó la colonización en América Latina. Este fraccionamiento lo
establece la ciudad a lo largo de su metamorfosis para ser perfecta, lo que permite
hacer la primera relación entre ciudad – individuo. La estratificación ubica al sujeto
en un lugar designado dentro de la ciudad cambiante; en la nueva ciudad
posmoderna, el dinero, la moda y las tendencias van de la mano para la
estratificación.

(…) hidalgos, por lo ricos, a los que menos mal les fue, la costumbre les
concedió el título de dones y se mudaron a vivir a Tierra Fría, en la azotea de
Angosta (…) al que le dicen Paradiso. En el valle estrecho de la Tierra Templada
(…) se quedaron los segundones, casta intermedia que se debate entre el miedo
que los confundan con los tercerones y la ambición de merecer algún día el título de
don (…) Angosta se fue conviertiendo en lo que es hoy: una estrecha ciudad de tres
pisos, tres gentes y tres climas (…). (2003, pág. 14)

Los dones, los segundones y los tercerones como los llama Abad, viven en
la tierra fría, templada y caliente, respectivamente. Estos tres grupos reflejan una
división inverosímil que cobra valor y termina siendo real cuando la ciudad se
presenta como utopía para los estratos sociales bajos (templado y caliente). Según
Fernando Cruz Kronfly, en el capítulo Las ciudades literarias en la Modernidad en
crisis, del texto La tierra que atardece: Ensayo sobre la Modernidad y la
Contemporaneidad: "Ser Contemporáneo", la ciudad se puede apreciar como
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“«orgullosa» empresa de construcción hacia el futuro perfectible, donde el


«progreso» técnico y el «confort» se ratifican y legitiman a sí mismos (…).” (Kronfly,
1998, pág. 181) De este modo, la división permite que los dones puedan tener esa
ciudad limpia, moderna, perfecta, bien soñada y esta siga siendo una utopía para el
resto. Los de Tierra Fría protegen su tierra pasando por encima de los segundones
y tercerones. El privilegio de gozar de una ciudad perfecta (Paradiso1) solo la tienen
los de arriba, si llegan a relacionarse con el resto de habitantes de las otras tierras,
perderían un status en la sociedad como lo señala el texto El Animal Publico de
Manuel Delgado. “Toda sociedad lo es de lugares (…) un individuo o un grupo
experimentaría una modificación en su status o, lo que es igual, un cambio en el
lugar que había ocupado hasta entonces en el conjunto del sistema social (…).”
(Delgado, 1999, pág. 177) Es por eso que los dones están constantemente
salvaguardándose y excluyendo a los demás de pertenecer a su entorno, porque
el lugar, en este caso Paradiso, designa ya una estructura avanzada de ciudad y
una posición superior frente al resto de la sociedad.

(…) los pobres se reproducían a una tasa demográfica que hacía del todo
imposible su asimilación. No era un problema de querer o no, simplemente en
Paradiso no cabía tanta gente, y si los dejaran entrar terminarían con el paisaje, con
las normas de convivencia, amenazarían de plano toda una cultura construida
lentamente y con muchos sacrificios a lo largo del tiempo. (Faciolince, 2003)

A raíz de la diferenciación de las clases sociales que presenta la ciudad de


Angosta, vemos el reflejo del sujeto posmoderno, el cual empieza a carecer de
estabilidad porque su entorno se mantiene en un constante cambio, llevando a
utilizar máscaras para protegerse y encajar en una sociedad donde no se ajusta su
Status. El hombre posmoderno pierde su identidad al adoptar un personaje que
cumple un papel designado. Delgado señala que“(…) los protagonistas de esa
sociedad dispersa y múltiple, que se va haciendo y deshaciendo a cada momento,

1 En Angosta, Paradiso es la Tierra Fría.


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son personajes (…) que protegen su intimidad de un mundo que pueden percibir
como potencialmente hostil, fuente de peligros posibles para la integridad personal
(…).” (1999, pág. 13) Este sujeto que se refugia de la dominación de la ciudad,
pierde su posición al encontrarse sujeto a unos criterios sociales y estructurales de
la ciudad contemporánea. En Angosta, el personaje de Jacobo sobrelleva la
situación del uso de la máscara como un recurso para mantener la dinámica exigida
por Paradiso. El sometimiento lo lleva a crearse un seudónimo del cual obtiene
beneficios que lo ayuda a no ser relegado por los habitantes de la Tierra Fría.

(…) Jacobo tuvo durante mucho tiempo otro aviso clasificado en El Heraldo:
«English Lessons. Todos los niveles. Profesor nativo. Clases a domicilio: Sektor T».
Lo de nativo era otra de sus identidades, la que usaba antes, para ganar más. Como
su abuelo materno era irlandés, y de apellido Wills, él se fingía nacido en estas
tierras, cuando le convenía (…).(2003, pág. 122)

Kronfly también propone la mirada de la ciudad como una crisis de sentido.


Allí él dice que hay una relación con lo que llamamos progreso. La ciudad
contemporánea en esa construcción de volverse perfecta, ordenada y limpia, deja
a un lado la idealización moderna, en la cual prevalecían las características antes
mencionadas. La contemporaneidad por ir encontrando la cimentación perfecta de
ciudad, desestructura lo que ya está estructurado. Si el hombre expresara el
entusiasmo de los pensamientos modernos, la ciudad se llenaría de sentido, pero
el sujeto posmoderno está presentando nuevas formas parciales de pensar y vivir.
La crisis de sentido se presenta a partir de la subjetividad, velocidad y simultaneidad
con la que todo se da a la misma vez.

(…) La ciudad se convirtió muy pronto en algo que se salía de las manos,
que huía de todo control racional para caer en el absurdo. Pues en ella comenzaron
de inmediato a expresarse todos los excesos humanos, todas las conductas en
contravía (…) de este modo el ideal moderno utópico de hacer la ciudad una
«instalación» (…) controlable y ordenado, capaz de expresar el gran «sentido» del
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orden como un todo coherente y calculado, no puede ahora estar más en crisis (…).
(1998, págs. 191-192)

En Angosta la idea de separar los territorios para una mejor calidad de vida,
solo le conviene a Paradiso. Su poder monetario maneja a su antojo la estructura
de la sociedad, beneficiando únicamente a la minoría y olvidándose del resto de los
habitantes de la ciudad. Esta búsqueda de perfección hace que la ciudad se
desestructure y que en Angosta todo converja al mismo tiempo. La diferencia social,
los conflictos internos, la violencia, el abuso de poder y el crimen invisible terminan
en un descontrol que desencadenan la amenaza de Lince y la muerte de Andrés, el
asesinato del señor Burgos y la frialdad sentimental del mismo Jacobo.

El comportamiento de Jacobo Lince permite entender que para el individuo


es necesario tener o encontrar un lugar en donde establecerse. Jacobo al final de
la novela anhela encontrar un lugar donde deje de sentirse frágil, vulnerable y
propenso a los peligros de la ciudad. Las múltiples relaciones que sostiene Lince
con algunos personajes en el recorrido de la obra y las diferentes situaciones que
enfrenta en ella como: la violencia, la segregación por parte de las fronteras, el
verdadero amor que le tiene a su hija y la no correspondencia de este y de sus
amantes y la muerte hacen que Jacobo llegue a un punto de reflexión que lo hacen
idealizar un resguardo que lo pueda sacar del estado de apatía en el que vive.
Jacobo entra en una etapa inefable, saliéndose de la estructura social que se había
designado hasta ese momento de un hombre solitario.

(…) Se iría a Argentina, se escondería en la Patagonia, si fuera necesario,


pero solo con Virginia, no sin ella (…) si ella no quería acompañarlo, se quedarían
con los pasajes de recuerdo, la prueba de un destino nuevo y abierto y rechazado
(…) mientras la esperaba Jacobo pensó que en ese momento la necesitaba tanto,
estaba tan a su merced, que hubiera estado de acuerdo en compartirla con Zuleta,
si ella lo hubiera exigido. Pero ahora con Andrés muerto, de repente sentía más
monógamo y fiel que nunca en su vida; quería que Candela lo acompañara esta vez
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y siempre, con todo su deseo y con todas sus fuerzas. Había perdido la librería y la
seguridad; quería algo firme (…). (2003, pág. 267)

Su dependencia hacia Virginia denota una relación funcional, es decir, la


reconoce como un individuo que le brinda de manera involuntaria la posibilidad de
empezar a descubrirse como un hombre independiente y responsable de sí mismo,
emprendiendo una búsqueda del yo a partir de las reflexiones que lo han hecho
cambiar. El personaje en la última parte de la novela deja atrás aquello que le dio
un lugar en el mundo: las relaciones interpersonales, su hogar, su trabajo y su
familia, para empezar una nueva vida que no le asegura algo estable. La paradoja
que se evidencia en esta situación del personaje es la de buscar algo nuevo que le
brinde la posibilidad de tener una función en la sociedad, pero dejando a la vez un
status que ya tenía construido. Lo anterior Manuel Delgado lo definiría como un
estado liminal:

Durante la situación liminal “el estado del sujeto del rito –o pasajero- es
ambiguo, puesto que se le sorprende atravesando por un espacio en que encuentra
muy pocos o ningún atributo, tanto del estado pasado como del venidero”. Ya no es
lo que era, pero todavía no es lo que será. Quienes están en ese umbral «no son ni
una cosa, ni la otra» (…) Su estado es el de la paradoja, el de alguien que se ha
alejado de los estados culturales claramente definidos. (1999, págs. 106,107)

Entonces, se puede decir que en Angosta, cabe una caracterización de la


literatura contemporánea en donde también se presenta un espacio cultural del
crimen. Es un país donde sale muy barato morir. De los crímenes no se sabe,
quedan invisibles. El rio se los lleva y el Salto los sepulta. Angosta se convierte en
general, en una ciudad en crisis, agrietada social, cultural y económicamente.
Carente de sentido por la banalización de sus dinámicas e invisible al crimen sobre
el que el Estado ha perdido todo intento de control sobre ella. Además esta obra es
un reflejo de la heterotopía que muestra la contemporaneidad como expresión y
exploración del hombre posmoderno. La máscara utilizada por Jacobo Lince no es
un problema de identidad, es un recurso necesario en una sociedad que vive al ritmo
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de la individualidad y apatía; donde no somos siempre los mismos en el mismo


tiempo y espacio, por ello, Angosta finaliza representando los problemas del
hombre… un hombre que constituido que se opone a cualquier estructura.

Bibliografía

Amendola, G. (2000). La Ciudad Postmnoderna. Madrid, España: Celeste.


Delgado, M. (1999). El animal Público. Barcelona, España: ANAGRAMA, S.A.
Faciolince, H. A. (2003). Angosta. Bogotá, Colombia: Planeta colombiana S.A.
Kronfly, F. C. (1998). La tierra que atardece: Ensayo sobre la Modernidad y la
Contemporaneidad: "Ser Contemporáneo". Bogotá, Colombia: Planeta
Editorial.

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