Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
BOOKWORM BOOKS
Este documento fue hecho sin ánimo de lucro, de
fans para fans. Todos los personajes y situaciones
recreados pertenecen al autor.
¡Disfruta de la lectura!
SINOPSIS
L
eah todavía está esperando que ese chico especial entre en su vida. Ella es
tímida e inexperta con los hombres, pero eso no le impide fantasear sobre
el chico sexy dueño de la tienda de motocicletas de al lado. Mantiene la
distancia y lo admira desde lejos… hasta el día en que él entra en la floristería
donde trabaja y la tienta a ser su Valentín.
3
CAPÍTULO 1
R espira.
—Hola. —Me da la sonrisa con hoyuelos más ridículamente perfecta que jamás
haya visto. Vendería mi alma por tener algo inteligente que decir. Pero
simplemente me quedo ahí, con el teléfono apoyado contra mi hombro y con un
lápiz metido en mi cola de caballo.
—Soy Nate Housman, trabajo al lado. —No hace amago de levantar la mano,
por lo que estoy agradecida; empecé a sudar frío en el momento en que lo vi
atravesar la puerta.
He sido hipnotizada por sus profundos ojos marrones. Tan marrones que son
casi negros. Y la barba oscura, perfectamente recortada, que enmarca su fuerte
mandíbula. No puedo dejar de mirarlo fijamente. Mis ojos siguen su mandíbula
hasta su cuello donde veo los rastros de tatuajes que se curvan desde debajo de
su camiseta negra. Lo que daría por pasar mi lengua a lo largo de esas curvas…
—Sí, —digo. Suena mucho más bajo de lo que esperaba, así que aclaro mi
garganta y digo—: Leah, sí. —Subconscientemente pongo mi mano en mi pecho.
Mi dedo roza la etiqueta con mi nombre y luego se queda allí. No estoy segura
de por qué, aunque solo sea para evitar que mi corazón salte de mi pecho—.
¿En qué te puedo ayudar?
5
Miro hacia abajo para ocultar la decepción que siento. Siempre había pensado
que tenía una novia, pero era agradable no saberlo y ser capaz de fantasear
acerca de él siendo mío. Me dejo caer bajo el mostrador y finjo estar buscando
algo. Solo necesito un segundo para componerme.
—¿Estás bien ahí abajo? —pregunta, mirando por encima del mostrador.
—Lo siento por eso, —digo—. Hoy estamos muy ocupados. Mañana es el día de
San Valentín y todo.
Miro hacia arriba y veo una sonrisa en su rostro. Sus manos están presionadas
contra el mostrador y se inclina hacia mí. Huele increíble. No creo que sea
colonia o algo, si tuviera que adivinar diría que es solo el olor de su jabón o
desodorante. No parece del tipo que usa colonia.
Le sonrío tímidamente, disfrutando de la sensación de ser las únicas dos
personas en la habitación en este momento. Su alegría me ha pillado con la
guardia baja. Probablemente está acostumbrado a encantar a las chicas así,
pero es algo nuevo para mí y podría emborracharme con este sentimiento.
—Bueno, es San Valentín. Nuestro arreglo más popular es Amor Verdadero del
Corazón. Es precioso. Es este de aquí, en realidad. —Agarro el jarrón de flores
del borde del mostrador y lo pongo delante de él. Las rosas rojas quedan justo
debajo de su nariz, pero sus ojos no dejan los míos.
—Hermoso —dice. Una vez más, no mira a las flores y la forma en que dice
hermoso mientras me mira a los ojos hace que moje mis bragas—. Pero si te las
6
dieran a ti, ¿qué tipo de flores querrías?
Se lame los labios y en lugar de sonreír me mira con una mirada increíblemente
intensa. Bajo su mirada, siento que puede leer mi mente. Es como si pudiera
ver todas las noches que he pasado mis dedos entre mis piernas, frotando mi
resbaladizo clítoris en círculos hasta venirme gimiendo su nombre.
Ni siquiera dudo.
—Voy a tomar el rojo, —dice. Mis esperanzas mueren con sus palabras. Me
resigno a saber que siempre será mi enamoramiento platónico.
—¿Y qué quieres tú por San Valentín este año, Leah? —pregunta. Su voz suena
ronca y áspera. La voz que usaría en su dormitorio. Hace que mi coño lata y mis
pezones se pongan tan duros que duelen mientras rozan el material de mi
7
sujetador. Sus ojos caen por solo una fracción de segundo y luego se encuentran
con los míos otra vez.
Casi le digo exactamente lo que quiero por San Valentín este año. Él. Desnudo.
En cualquier superficie, por fin reventando mi cereza y dándome la pasión que
desesperadamente anhelo. En su lugar sonrío y me obligo a poner atención a
su pedido.
—Un día libre, —le digo con una sonrisa forzada. El deseo de terminar su pedido
para ir al cuarto de baño y esconderme es tan fuerte como el deseo de no querer
que se vaya.
—¿Así que la chica afortunada va a recibir rosas u orquídeas este año? —le
pregunto, haciendo todo lo posible para proteger mis emociones y mantener mi
cara neutral. Obviamente él tiene una novia así que necesito recomponerme y
dejar de babear todo el mostrador.
—Sí, todo el día. Nuestro día más ocupado del año y todo eso. —Él solo sonríe
y sigue estudiándome. A pesar de haberme dicho que si alguna vez tenía la
oportunidad, me sentiría segura y lo miraría a los ojos, su mirada es demasiado
sexy, demasiado intensa. Y no es para mí. Miro hacia abajo al papel sobre el
escritorio y garabateo otra nota.
—Nos vemos mañana, Leah, —dice. Se gira para alejarse y, como un castigo
innecesario, admiro su hermoso culo todo el camino hasta la puerta. Él es tan
grande que llena la puerta entera mientras se va, pero antes de que salga hacia
8
el frío y tempestuoso día de febrero, se da la vuelta y me da su sonrisa moja-
bragas.
Maldición. Atrapada comiéndomelo con los ojos. Por décima vez desde que Nate
entró en la tienda hoy, mi rostro se pone rojo.
—No te pierdas ni un vistazo, chica. —Mi amiga y jefa, Kristi, me agarra por la
cintura y susurra en mi oído. Salto y grito, sin darme cuenta de que alguien
estaba detrás de mí.
Ella lanza su cabeza hacia atrás y se ríe al mismo tiempo que la aparto y le
golpeo en el brazo.
—¡Lo sé! Confía en mí, todavía me estoy recuperando. —Pongo mis manos en
mi cara y cubro mis mejillas. Todavía están calientes cuando presiono mis
palmas contra ellas. Respirando dentro y fuera, reproduzco nuestra interacción
en mi mente.
—¡Oh Dios, Kristi! ¡Fue un maldito desastre! —Mis ojos se abren mientras
sacudo la cabeza—. Probablemente regrese a su tienda para contarles a los
chicos todo sobre la inepta social detrás del mostrador.
—¡No quiero que piense que soy adorable y peculiar! Quiero que piense que soy
sexy e irresistible. Y quiero que fantasee en hacerme cosas no aptas para
menores.
—Pienso que los chicos en general están pensando siempre en cosas no aptas
para menores. Él es una fantasía entretenida para ti, cariño, pero no es el tipo
de persona con quien te veo. Parece duro y peligroso. Y hoy es literalmente la
primera vez que lo he visto sonreír. Por lo general, camina alrededor como un
9
antipático con el ceño fruncido. Probablemente está emocionado de saber que
va a conseguir algo por San Valentín.
Puede que no me parezca al tipo de chica por la que se enamoraría, pero tengo
muchas cualidades. Me gusta pensar que algún día seré buena para un chico.
Intento mi mejor sonrisa pero parece como si saliese poco entusiasta. Kristi y
yo fuimos rápidas en hacernos amigas cuando me contrató hace cuatro años.
Yo era nueva en la ciudad y necesitaba desesperadamente un trabajo para poder
llegar a fin de mes. No somos las mejores amigas ni nada, pero a veces salimos
y ella puede ser una persona muy divertida con quien hablar. Sin embargo,
también tiene una manera de asegurarse de que conozco mi lugar en el mundo.
—Lo entiendo —le digo. Pero no sé si realmente lo hago. He vivido toda mi vida
tomando elecciones responsables. La mayoría de los chichos de la universidad
están viviendo sus vidas y la universidad es más una idea adicional. Estoy en
mi último semestre, estoy consiguiendo todo A en mis clases y estoy trabajando
a tiempo parcial para asegurarme de que puedo pagar mi alquiler. Rara vez he
tenido citas, nunca he ido a casa con un chico de un bar y nunca he hecho nada 10
que me aleje fuera de mi zona de confort.
Por primera vez en mi vida quiero algo a pesar de que sé que no es la opción
segura. Y si la oportunidad se presenta, voy a contar hasta tres y saltar. Que se
jodan las consecuencias.
CAPÍTULO 2
—No, estoy bien. Voy a terminar este último arreglo y luego cerraré y me iré a
casa. 11
—Vale. Te veré mañana, cuando llegues después de clase.
Su oficina está oscura esta noche pero puedo ver un resplandor que viene del
interior de su tienda. Alguien probablemente está haciendo reparaciones en un
área que no puedo ver.
Me tomo mi tiempo y termino unas cuantas cosas antes de decidir volver a casa.
La puerta delantera ya está cerrada con llave. Hay una advertencia debido al
frío y viento esta noche, las temperaturas bajaron hasta menos cero. Así que me
pongo mi chaqueta, subo la cremallera todo el camino hasta la parte superior,
me pongo mi capucha forrada de piel falsa y salgo a la noche tranquila.
12
Me deslizo dentro y antes incluso de sacarme la capucha, empujo la llave en el
encendido y la giro.
Nada.
Mi cuenta bancaria no está vacía, pero mis fondos están demasiado apretados
para poder pagar una grúa. No tengo AAA2 por lo que no es una opción a menos
que, de nuevo, quiera pagar con un dinero que no tengo. ¡Por supuesto, todos
los demás se han ido a casa, así que no hay nadie que me lleve a casa esta
noche de forma que no me congele!
Estoy casi a punto gritar bien alto cuando recuerdo la tenue luz que vi en la
tienda de motos de al lado. Podría ser posible que alguien estuviese todavía
trabajando hasta tarde esta noche. Tal vez alguien que podría hacer arrancar
mi coche por mí.
Pero, oh, hombre. La idea de caminar hasta la tienda de Nate es tan intimidante
que saco mi teléfono y busco el número de Kristi. Si puedo ponerme en contacto
con ella, estoy segura de que volvería y me llevaría a casa.
Su teléfono suena y suena hasta que finalmente salta el buzón de voz. Decido
dejar un mensaje en caso de que vea que llamé dentro de los próximos diez
minutos y pueda volver a llamarme. Sostengo mi teléfono en mi mano, mirando
la pantalla, deseando que me devuelva la llamada. 13
Al final, el frío gana. A pesar de que estoy tan nerviosa que siento que podría
desmayarme, salgo de mi coche y camino hasta la puerta principal de la tienda
de motocicletas.
El frente de la tienda está oscuro, pero todavía veo un resplandor de luz viniendo
de la parte posterior. Bajo mis manos del cristal y pruebo la puerta. Está
desbloqueada y mientras la abro, el viento la atrapa y la abre.
—Hola, —dice una voz de hombre detrás de mí. Me doy la vuelta y jadeo, tomada
por sorpresa completamente. No estaba segura de si habría alguien.
Ojalá no tuviera ese efecto en mí. Me convierto en un gran charco a sus pies y
estoy segura de que no lo encuentra atractivo.
Aspiro aire cuando su mano hace contacto. Puede haber varias capas de ropa
entre mi piel y su mano, pero sigo sintiendo hormigueos por todo mi cuerpo. No
se siente como si estuviese imaginando esta energía sensual entre nosotros,
pero tal vez sea solo mi imaginación hiperactiva.
—Ah, sobre cuatro años. Comencé cuando me mudé aquí para la universidad.
—Bastante justo —digo. Por primera vez todo el día siento que finalmente estoy
en un terreno sólido.
—No eres el único, —digo mientras nos paramos frente a mi coche—. De todas
formas, parece que te fue bien.
—Me encanta lo que hago. Así que tienes razón, no puedo quejarme. —Él pone
su mano delante de mí y yo solo la miro fijamente, insegura de qué me está
pidiendo—. ¿Llaves? Voy a abrir el capó.
—¡Oh, sí! —Rápidamente tomo mi bolso y busco mis llaves en la parte inferior—
. ¿Qué debo hacer? —pregunto mientras le pongo las llaves en la mano.
—Bien, esperemos que esto funcione. —Se frota las manos para calentarlas y
luego gira la llave de su camioneta. Ruge a la vida. Él salta de nuevo fuera de la
camioneta, se sienta en mi coche y gira la llave en el contacto.
—Arrancó sin problemas. Probablemente es solo el frío. ¿Lo vas a aparcar afuera
por la noche?
—Te llevaré a casa esta noche para asegurarme de que llegues con seguridad.
—Él tiene la mano en el volante, pero se ha vuelto hacia mí, llenando el espacio
en la camioneta entre nosotros. Definitivamente noto su tamaño ahora que
estamos en un espacio tan pequeño juntos.
—Oh, no tienes que hacer eso. No quiero molestarte más esta noche.
Él sigue mirándome, pero es tan difícil de leer. No puedo decir lo que está
pasando por su mente y no puedo mantener su mirada. Rompo la conexión y
miro por la ventana.
—Tengo que asegurarme de que llegues a casa segura, Leah —dice finalmente.
17
Su voz ha caído, sonando más rasposa. Por la manera en que lo dice, no hay
discusión. Puso suficiente fuerza detrás para hacerme saber que su decisión es
definitiva. Pero también hay un elemento en su voz que me hace pensar en el
sexo. Imágenes de su cuerpo, sábanas arrugadas y yo acostada gimiendo en
éxtasis destellan a través de mi mente.
Una vez más, siento que mis mejillas empiezan a ruborizarse, así que estoy de
acuerdo con su demanda y salgo al frío aire de la noche.
—Está bien, —le digo y sonrío antes de cerrar la puerta detrás de mí.
—No te preocupes, Leah. Estoy feliz de ayudarte. Eso es lo que hacen los
vecinos.
Está congelando aquí fuera, así que no me tomo el tiempo para discutir.
18
me vuelvo y me dirijo adentro.
CAPÍTULO 3
N
o puedo recordar la última vez que estuve tan distraída en clase. He
estado rememorando la última noche en mi mente una y otra vez. Veo
a Nate caminando hacia mí con su camiseta y jeans negros, sus anchos
hombros esculpidos apretados bajo la tela. Solo puedo imaginarme cómo deben
verse sus abdominales tipo tabla de chocolate. Si alguna vez tengo la
oportunidad, me tomaría mi tiempo y devoraría cada delicioso centímetro de él.
—¿Te sientes bien? —Maria, mi mejor amiga, está sentada a mi lado con una
19
expresión de preocupación en su rostro.
—Sí, estoy bien. Lo siento, solo estoy distraída, —susurro para que nuestro
profesor no nos regañe por hablar durante su lección. Es un tipo increíble y
apasionado, pero lanzó un cubo de basura de metal al lado de un alumno que
se quedó dormido en su clase. No sé lo que pensaba ese tipo, pero fue suficiente
para hacerme mostrar mi mejor comportamiento.
—No has escrito nada durante diez minutos. —Todavía me está mirando,
sabiendo muy bien que estoy ocultando algo. Estoy enfocándome en las clases.
No me salto tomar apuntes y no me salto las clases.
—Hablamos después, —le digo, vocalizando cada palabra para que entienda la
indirecta.
Estoy de pie en el mostrador, leyendo el menú para decidir qué voy a pedir, 20
cuando me agarra del brazo para obligarme a mirarla.
Una vez que nuestros pedidos están listos y hemos llevado nuestras bandejas a
una mesa para dos junto a las ventanas, decido dejar de torturarla.
—Me encontré con Nate ayer, —le digo, sonriendo de oreja a oreja.
—¡No!
—¡Esto es tan emocionante! —Golpea las palmas sobre la mesa para dar a cada
palabra el efecto que desea.
—Es emocionante, —digo—. Pero, la razón por la que entró a la tienda fue para 21
ordenar flores para alguien por San Valentín.
—Oh.
—Sí, oh, —le digo, sin dejar que la realidad me deprima—. Está bien, sin
embargo. Nunca tuve ninguna expectativa de realmente salir con él ni nada por
el estilo.
—Nunca se sabe cuáles son las circunstancias reales, así que no dejes que tu
mente divague con todas las espantosas posibilidades. Eres bastante buena en
eso.
—Lo sé. Sin embargo, no quiero hacerme ilusiones. —Niego con la cabeza y tomo
un trago—. Está bien. Tengo veintidós años, eventualmente me llegará el turno.
—Ugh, —dice poniendo los ojos en blanco—. Eres una romántica sin esperanza.
Ves demasiadas películas y lees demasiados libros.
—Entonces, ¿a qué hora crees que saldrás del trabajo esta noche? ¿Quieres ver
una película más tarde?
—Me encantaría, pero no estoy segura de a qué hora cerraremos esta noche.
Puede ser que sea demasiado tarde para ir al cine, pero siempre podemos
alquilar una. —Otro pensamiento cruza por mi mente, así que retrocedo y
añado—: Es decir, a menos que tomes el asunto por tus propias manos y veas
lo que Isaac está haciendo esta noche.
—Le guiño el ojo mientras tomo otro trago.
—Que así sea, —le digo, revisando mi teléfono por la hora—. Oh, hombre, ¿ya
es esta hora?. Tengo que ir a la floristería. No quiero llegar tarde, estoy segura
de que se están volviendo locos por lo ocupados que están.
—Está bien. —Pone toda nuestra basura en una bandeja y apila las bandejas
una encima de la otra. Nos ponemos de pie, llevando todo a la basura—.
Llámame cuando termines con el trabajo o avísame si sales demasiado tarde
esta noche.
***
Me siento como uno de los perros de Pavlov3, cada vez que suena la campana
mi boca comienza a salivar.
—¡Hola! —Se acerca y me da un gran abrazo. Isaac y yo hemos sido amigos por
años. Crecimos juntos y vinimos a la misma universidad. Él es el mejor de todos.
Pensativo, inteligente, sensible, exitoso. Y aun así, nunca he sentido otra cosa
que amistad por él. Maldigo a mi corazón a veces.
Llamo la atención de Kristi desde el otro lado de la tienda y le señalo que iré a 23
la parte de atrás. Ella asiente y me da un pulgar hacia arriba.
Isaac me sigue a la parte trasera de la tienda. Tengo una comida congelada que
meto en el microondas para la cena. Isaac se desploma en la mesa de descanso,
saca una de las revistas de cotilleos de la pila y la hojea.
—Ah, Maria y yo solo vamos a alquilar una película o algo así si salgo del trabajo
lo suficientemente temprano. No estoy segura de qué tan tarde voy a tener que
trabajar esta noche. ¿Qué hay de ti?
—Está bien, bueno te llamaré esta noche para ver si estás interesado en ver lo
3En 1927, Ivan Pavlov experimentó con su perro sobre los condicionales y respuesta.
Descubrió que cuando tocaba siempre una campana antes de alimentar a su perro, el
perro ya no salivaba en respuesta a la comida, sino a la campana.
que decidamos ver.
—Suena bien.
—Sí, ya veremos si voy. ¿Tal vez podrías dejarme copiar tus apuntes?
—Me encanta tu honestidad, te daré eso, —le digo—. ¿Qué vas a hacer si no vas
a clase?
—Oh, Dios mío. —Estoy sacudiendo la cabeza y poniendo los ojos en blanco al
mismo tiempo—. Eres único, Isaac.
—Gracias, —dice con una sonrisa tonta. Pasamos los siguientes quince minutos 24
hablando de los cotilleos divertidos de las revistas, clases, trabajo y cualquier
otra cosa que se nos pase por la cabeza.
—Yo me encargo.
A los quince minutos estoy sola en la tienda. Es extraño después de un día tan
agitado tener completa calma y paz ahora. Tengo todas mis cosas de clase, así
que decido sentarme detrás del mostrador y trabajar en los deberes mientras
espero a que aparezca Nate. Estoy un poco sorprendida de que todavía no haya
llegado, pero dijo que recogería el pedido, así que cuento con que venga.
—Sí, sin problema. Esta noche he estado viendo en exceso un reality televisivo
realmente malo. Probablemente terminaré este episodio y me iré a la cama.
—Gracias. Duerme bien. —Me siento detrás del mostrador con mi teléfono en la
mano y miro por la ventana delantera.
Pasan otros cinco minutos y todavía no viene Nate. Supongo que no vendrá.
¿Estaría aquí sentada esperando a algún cliente que aún no había recogido su
26
CAPÍTULO 4
P
ensé que estaba completamente comprometida a irme y dejar a Nate en
el frío. No me importa que una vez más mi cuerpo me esté traicionando.
Puede que no tenga experiencia con hombres, pero nunca he sido el
felpudo de nadie y no voy a empezar ahora.
¿Abre la puerta? ¿Ni un lo siento o incluso un por favor? ¿Solo una orden después 27
de haber estado esperando toda la noche?
Nate está de pie al otro lado del cristal, con las manos en la puerta con una
expresión de urgencia en su rostro. Sus bellas facciones cinceladas y su barba
pulcramente recortada acentúan su perfecta boca. ¿Cuántas veces he
imaginado esa boca besando cada centímetro de mi piel?
Cuando se para frente a mí, todo su ser consume el espacio que nos rodea.
—Llegas tarde, —le digo mientras me alejo hacia las vitrinas de vidrio detrás del
mostrador. Abro la puerta y saco el hermoso arreglo de dos docenas de
orquídeas rojas. Cuando me doy la vuelta para colocarlo en el mostrador junto
al registro, él ya ha cerrado la distancia entre nosotros.
Sus manos están extendidas sobre el mostrador y, por supuesto, todo en lo que
puedo pensar es en cómo sus manos son realmente agradables.
—Un trabajo me hizo quedar hasta tarde, —dice mientras miro el recibo de la
orden—. No pensé que me llevara tanto tiempo.
Él todavía no se ha movido para tomar las flores. Supongo que me hace sentir
un poco mejor que fuese un trabajo lo que lo mantuvo ocupado y no una cita
caliente. Siento que mi ira comienza a menguar. Al final lo hace, supongo.
—Está bien, —le digo, incapaz de mirarlo a los ojos—. Parece que pagaste por
adelantado, así que ya te puedes ir.
Arranco la orden del florero y le tiendo las flores. Abrasándome con una mirada
que no puedo leer, empuja las flores hacia mí.
—¿Qué? —Un chillido sale en respuesta, pensando que debo haber entendido
28
mal, y casi sale como una risa entrecortada.
—¿Por qué? —digo lo único que puedo preguntar. Lo estoy mirando con
completa y absoluta confusión. Nunca hemos hablado antes de ayer. Mi cerebro
no puede comprender por qué me compraría flores.
Me alejo para darme un momento para respirar. Presiono el botón para abrir la
caja registradora, deslizo la ficha del pedido de las flores en el interior y luego
la cierro. Justo en mi dedo.
Sin apartar la vista de mí, acerca su boca al dedo y lo desliza lentamente dentro.
Siento su lengua suavemente lamer la yema antes de que se meta todo mi dedo
en su boca. Él me lame seductoramente, suavemente. Y cuando lo saca de su
boca, coloca un suave beso justo en la punta de mi dedo.
Cuando me mira a los ojos, sé que no puedo ocultar cuánto deseo a este hombre.
29
Mi deseo debe escribirse claramente en mi cara. Mi boca se ha abierto para
permitir la larga exhalación que he estado conteniendo y ese pequeño
movimiento lo atrae.
Suavemente toca sus labios con los míos, lamiéndome los labios con la lengua
cuando los abro, dándole permiso y acceso a todo al mismo tiempo. Con una
audacia que normalmente no siento, tentativamente toco con mi lengua la suya,
siguiendo su ejemplo. Me abro más para él y él toma cada pulgada que le doy.
Sus manos se agarran a un lado de mi rostro, sosteniéndome contra él con un
fervor que me debilita las rodillas.
—Lo siento… es solo, ¡esto es una locura! Todo está sucediendo muy rápido, —
digo.
Doy un paso atrás y cruzo mis brazos alrededor de mi torso. No puedo pensar
bien si estoy entre sus brazos. Me hace sentir como si estuviera cayendo,
girando fuera de control.
—Mira, —dice, acercándose a mí otra vez. Hay algo que él quiere decir, pero está
dudando. Él mira hacia otro lado para tratar de encontrar las palabras
correctas—. Te deseo. —Levanta las manos como si acabara de mostrarme sus
cartas y todo está sobre la mesa.
—Vale. —Es lo mejor que tengo y estoy muy orgullosa de mí misma por tener el
valor de decir una sola palabra. Él es como el sexo personificado para mí y
nunca me he sentido más fuera de mi zona de confort en toda mi vida.
¿Cómo puedo decir que no a esos ojos que me miran como si fuera el aire en los
pulmones de un hombre que se está ahogando? Mi capacidad de pensar
coherentemente se marchita bajo su mirada, pero todavía tengo el sentido de
recordarme que esto es real y esta es mi oportunidad.
Pero cuando miro la caída del acantilado, también veo las rocas. Están
sobresaliendo, algunas suaves, mientras que otras son dentadas y peligrosas. Y
sé que la otra posibilidad es que una de las rocas me rompa cuando caiga,
dejándome sin vida y cambiándome para siempre cuando finalmente llegue al
agua.
Al final, sé que he vivido mi vida con una red de seguridad debajo de mí.
32
CAPÍTULO 5
—A
quí es. —Nate conduce su camioneta por la entrada de una casa
estilo rancho. No hay luces encendidas afuera así que no puedo
obtener una buena mirada, pero puedo decir que está bien
cuidada. La luz se enciende en el garaje cuando presiona el mando de la puerta
y estoy fascinada con lo limpio y organizado que es.
33
—Wow, —digo—. Este es el garaje más limpio que he visto.
Él se ríe.
—Sí, soy bastante TOC5 cuando se trata de esto. Todo debe tener un lugar.
—Tal vez un vaso de agua. —Me quedo donde estoy, sin saber qué hacer a
continuación. No soy el tipo de chica que toma la iniciativa. No voy a dejar caer
mi ropa en la cocina como una invitación. Nate tendrá que tomar la delantera y
afortunadamente tengo la sensación de que se siente cómodo en ese papel.
—Sí, esto es lo que me haces. —Me mira a los ojos y se frota más fuerte contra
mi coño, así puedo sentir lo duro que está por la excitación—. Dime qué quieres
que te haga. Dime qué te excita.
Abro mi boca para decírselo pero no salen las palabras. Muevo la cabeza con
frustración.
—¿Nunca te has ido a casa con alguien a quien apenas conoces? —pregunta.
Puedo decir que está bromeando por la sonrisa juguetona en sus labios.
Se quita la camisa y se para frente a mí. La risa que estaba a punto de escapar
por su carácter juguetón muere en mis labios. No puedo evitar mirar. Su cuerpo
está bellamente esculpido. Sus músculos son duros y definidos, sus hombros
anchos y fuertes, mientras que su cintura es delgada. No tiene tantos tatuajes
como me imaginaba en mi mente, pero los tatuajes en sus hombros y la
serpiente de su pecho se enredan juntos en una hermosa obra de arte. No puedo
esperar a que se quite los pantalones.
—Tu turno, —dice. Él asiente con la cabeza indicando que debería quitarme la
camisa.
Odio que siga sucediendo, pero, de nuevo, estoy nerviosa y la forma en que me
36
está mirando solo lo empeora. Nunca he tenido a alguien que estudie mi cuerpo
con tanta atención y no quiero decepcionarlo.
Él pone sus manos en sus caderas y me mira con una mirada de desaprobación.
Estoy a punto de cruzar mis brazos frente a mí cuando dice: —No te atrevas a
ocultarte de mí.
—¿Tus bragas hacen juego con tu sujetador? —Su mano frota la barba en su
barbilla mientras me mira y habla con su perfecta voz rasposa. Se está
acariciando la barba de tal forma que me hace desear su toque de una manera
traviesa. Esas grandes y musculosas manos me van a hacer derretir.
—Muéstramelo —dice.
—Primero, tus pantalones, —digo. Apenas puedo respirar, estoy tan excitada en
este momento. Pensé que sería un desastre de nervios, pero de alguna manera
Nate me hace sentir una sensación totalmente nueva… necesidad.
—Me halagas, nena. —Miro hacia arriba y él me sonríe. Debo recordar cerrar mi
boca antes de empezar a babear—. Dado que pareces tan interesada… —y con
eso, también deja caer sus bóxer al suelo.
—Está bien, —dice—. Seré amable contigo, tu primera vez. —Me está tomando
el pelo, pero sus palabras tienen un aire oscuro de promesa en ellas. Por primera
vez toda la noche, pienso en vestirme y conducir a casa.
38
CAPÍTULO 6
L
a mirada que me da es oscura y peligrosa. Quiero desaparecer en la cama
o, por lo menos, apartar la mirada. Pero no puedo. La imagen de él,
desnudo en toda su gloria, de pie frente a la cama, estará grabada para
siempre en mi mente.
—Ni en sueños, —dice. Y allí está otra vez, ese sonido ronco en su voz que me
39
hace sentir mareada y me quita la habilidad de pensar con claridad.
Camina hacia mí y agarra el final del edredón. Lo siguiente que sé es que lo está
sacando de debajo de mí, forzándome a acostarme sobre mi espalda en el
proceso. Mi piel está desnuda en las sábanas frescas y suaves.
Se arrastra sobre mí, tirando de mi brazo para que pueda mirarme a los ojos.
Jadeo cuando siento su erección presionándome.
Él rompe el beso y ambos jadeamos por aire. De alguna manera ha alejado algo
de mi vergüenza. Necesito más de él en todos los sentidos porque me da
confianza.
—Cuando fantaseo contigo —le digo—, me imagino que necesitas tanto mi coño
que rompes mis bragas en pedazos para poder estar dentro de mí.
Miro hacia abajo y tan pronto como mis ojos se encuentran con los suyos, agarra
con su puño mis bragas y las aparta, arrancándolas de mi cuerpo. Las lanza
40
sobre su hombro y baja su cabeza hacia abajo entre mis piernas.
Aprieto los ojos tan pronto como siento sus dedos sobre mis pliegues,
abriéndolos. La suave y hábil lengua que estaba prendiendo fuego a mi boca
hace unos segundos ahora está caliente dentro de mi coño, lamiéndome
suavemente.
Mi corazón late fuerte en mi pecho. Me preocupa que haya acabado por esta
noche después de esa experiencia, pero el dedo de Nate todavía está dentro de
mí, frotándome desde adentro. No sé cómo es posible, pero me siento cada vez
más inquieta. Él me posee completamente, aumentando cada sensación en mi
cuerpo, haciéndome necesitarlo más de lo que alguna vez he necesitado algo en
mi vida.
Me apoyo sobre mis codos y saca su dedo. Él toma su polla en su mano y frota
mi excitación sobre ella. Me muevo hacia él, queriendo sentir su polla en mis
manos. Extiendo la mano y lo toco ligeramente con mis dedos.
Se coloca entre mis piernas, sosteniéndose sobre sus codos. Estoy rodeada por
42
sus bíceps y hombros esculpidos. Mis manos lo acarician, siguiendo cada bulto
desde sus brazos hasta su pecho.
Hubo un agudo y rápido pellizco de dolor. Pero él está inmóvil dentro de mí,
permitiéndome adaptarme a esta nueva sensación.
Al principio, hay un suave latido que se siente doloroso. Una vez que el dolor ha
pasado, el latido comienza a sentirse realmente bien. Estoy llena y completa de
la manera más perfecta.
Aprieto sus brazos otra vez mientras lentamente se retira y vuelve a empujar
suavemente. Sus ojos están en mí, leyendo mis reacciones. Buscando dolor o
placer.
Empieza a empujar más fuerte, su polla me toca de todas las formas correctas
dentro de mi coño. Empiezo a balancear mis caderas con las suyas, disfrutando
de la sensación de su cuerpo penetrando tan profundamente el mío. Caemos en
un ritmo y rápidamente decido que soy adicta a esta sensación.
Mis gritos por él lo hacen maldecir por lo bajo y animarse. Puedo decir que está
cerca de venirse. Siento el dolor familiar acumulándose en mi interior,
43
preparándome para la embestida de placer a solo unos segundos de distancia.
—Sí, Nate, sí, —le digo, sabiendo que estoy cerca, pero que lo necesito para
ayudarme a llegar allí. Está empujando profundamente, un toque de dolor
cuando está tan adentro de mí.
—Solo más. —Es todo lo que puedo decir. No sé exactamente lo que necesito,
pero confío en que me llevará allí.
Se sienta más en sus rodillas, y levanta mis caderas hacia él. Empuja de nuevo
y esta vez siento una sensación aún más fuerte. Él ha tomado el control,
abrazándome fuertemente y martilleándome.
—Joder. —Escucho a Nate maldecir otra vez, y abro mis ojos para ver su
hermosa cara perdida en el placer. Sus manos agarran mis caderas y me atraen
hacia él con tanta fuerza que puedo sentir su cuerpo temblar contra mi piel
mientras su polla pulsa su liberación dentro de mí.
Se deja caer nuevamente sobre mí, acercando sus labios a los míos en un
saciado beso. Es dulce y lento a medida que nuestra respiración se profundiza
y nuestros ritmos cardíacos vuelven a la normalidad. Cuando finalmente se
retira y se sienta a mi lado en la cama, de inmediato extraño la intimidad y la
conexión que acabamos de experimentar juntos.
Sin decir una palabra, se levanta y entra en lo que imagino que es el baño
conectado a su dormitorio. Mi corazón cae a mi estómago. Oh, Dios, ¿fue
horrible? La neblina de euforia que me rodea se disipa rápidamente cuando
escucho el agua correr. ¿Se está duchando? La etiqueta después del sexo es
nueva para mí, pero esperaría un poco de acurrucarse y una conversación
íntima antes de limpiarnos. Sentándome, miro a los lados de la cama buscando
44
mi ropa.
CAPÍTULO 7
M
e inclino sobre la cama, buscando mi ropa cuando él sale un minuto
más tarde.
—Recuéstate. —Lo dice de tal manera que ni siquiera lo dudo. Simplemente sigo
su orden—. Abre tus piernas para mí.
Con mis ojos en él, abro mis piernas. Se arrastra en la cama entre mis piernas
y presiona la toalla caliente en mí.
—Hubo algo de sangre, —dice, limpiándome. Es un acto tan íntimo que siento
que mi cara comienza a sonrojarse un poco—. Nos estoy preparando un baño.
Miro hacia abajo y noto que ya está duro otra vez. Mis ojos deben traicionarme
porque dice: —Mirándote acostada en mi cama así… —Se lame los labios y
extiende su mano sobre mi estómago—. Te quiero de nuevo, ya.
Está haciendo un buen trabajo para calmar mis nervios de hace unos minutos.
Y para ser sincera, también lo quiero de nuevo. Tenerlo moviéndose dentro de
mí con su cuerpo invadiendo todos mis sentidos fue la experiencia más exquisita
de mi vida.
—Vamos, la bañera debe estar llena. —Extiende su mano para tomar la mía y
levantarme. Sosteniendo su mano, me lleva al baño. Observo abiertamente su
culo sexy todo el camino hasta el baño.
Meto el dedo del pie para probar la temperatura y luego entro directamente. Mi
cuerpo se hunde hasta que el agua está justo debajo de mis hombros. Hay un
46
chorro masajeando mi espalda baja y estoy completamente relajada.
—No recuerdo la última vez que me relajé en una bañera de hidromasaje, —le
digo—. Podría acostumbrarme a esto.
Nate entra y se sienta frente a mí, nuestras piernas se superponen para hacer
espacio el uno para el otro.
—Nunca la uso, —dice—. Era parte de la casa cuando lo compré pero no soy del
tipo que toma baños.
—De alguna manera voy a lograr que dejes de ser tan tímida conmigo. —Inclina
su cabeza hacia abajo y mete mi pezón en su boca, sacudiéndolo y luego
mordiéndolo suavemente.
—Sí.
—Dime qué más te gusta. —Levanta la cabeza, mirándome a los ojos. Me inclino
hacia adelante para besarlo pero se apoya en su espalda.
—Me gusta la sensación de tu… —No me atrevo a decir la palabra, así que uso
47
mi dedo índice para señalarla en el agua.
—Tu… cosa. —Es lo mejor que puedo hacer y todavía estoy mirando hacia otro
lado, sin poder mirarlo a los ojos.
—Un poco. Pero está bien, realmente quiero volver a hacerlo. —Aprieto mis
labios en los suyos, iniciando un apasionado beso. Levanta sus manos y aprieta
mis redondos pechos, frotando y tirando de mis pezones—. Me gusta eso, —digo
en su boca.
—Me gusta cuando tus dedos me tocan allí. —Señalo hacia el agua otra vez
donde todavía estoy a horcajadas sobre él.
—Date la vuelta, —dice. Giro mi cuerpo para mirar hacia el borde de la bañera—
. Muévete hacia el chorro para que presione sobre tu coño.
Con mucho gusto hago lo que dice. La anticipación de lo que vendrá envía
sensaciones de excitación a través de mí. Tengo las rodillas extendidas y muevo
el chorro hasta que lo siento latir contra mi clítoris. La siguiente sensación que
siento es la polla de Nate entre mis piernas, frotándose contra mí. Me empujo
hacia él, amando la presión.
Se posiciona en mi apertura y luego se empuja dentro de mí. Me agarro al borde
de la bañera con tanta fuerza que mis nudillos se ponen blancos. Aguanto
mientras él empuja dentro y fuera. Sus manos se extienden a mi alrededor y
toman mis pechos en sus palmas. Él los aprieta con fuerza, tirando de mis
pezones.
—Oh, Dios, Nate, por favor, —estoy empezando a suplicar, pero no estoy segura
de qué necesito más en este momento. Que él continúe y nunca deje que este
sentimiento se detenga, o que me haga venir.
49
—Te tengo, —dice.
Esta vez el orgasmo me golpea de repente y gimo fuertemente y giro las caderas,
manteniendo la presión entre mis piernas mientras mi cuerpo se atormenta con
olas de placer.
—Háblame, —me dice. Me levanta para apoyar mi espalda contra su pecho. Dejo
que mi cabeza caiga sobre su hombro y envuelvo mis brazos alrededor de su
cuello.
Lo siento empujado una vez más, duro y profundo, y luego se derrama dentro
de mí otra vez. Él gime y me mantiene quieta, pero su dedo está presionando y
frotando mi clítoris y sé que está a punto de hacerme llegar de nuevo.
—Puedo sentir que estás lista para venirte, —dice. Todo se tensa y otra onza de
placer late a través de mí. Una vez que la última sensación ha pasado y mi
cuerpo ha dejado de temblar, estoy débil, apoyando todo mi peso contra Nate.
Me rodea con sus brazos y me arrastra con él mientras descansa contra el
costado de la bañera.
—No.
—¿Has estado ocupado con todas las otras chicas en tu vida? —Bromeo.
Puedo decir que hay más, pero no quiero entrometerme. Tenemos más tiempo
para descubrir cosas sobre el otro. Además, lo último que necesito es asustarlo
forzándolo a hablar sobre sus sentimientos.
—Bueno, este es el mejor día de San Valentín que he tenido. Así que gracias por
eso. Y gracias por las flores.
CAPÍTULO 8
N
o es de extrañar que llegue tarde a la mañana siguiente. Corro y
tropiezo por la calle tratando de llegar a tiempo a mi larga cita de
estudio semanal con Maria. Me agarro a la barandilla mientras camino
por los escalones que llevan a la antigua biblioteca del campus.
Está silencioso cuando entro. Tengo que bajar mi nivel de entusiasmo porque
no encaja en este entorno. Quiero decirle a Maria todo lo que sucedió después 51
de que tuve que cancelar los planes de anoche. Ella no va a creérselo.
—Hola, lo siento, llego tarde, —le digo mientras me siento en la silla frente a
ella.
—¡Sí! Me enfadó que llegara tan tarde, pero luego me entregó las flores. Me
preguntó si quería ser su Valentín.
—Me fui a su casa con él —susurro esa parte de la historia, sin querer que las
otras personas que nos rodean lo escuchen.
—¡No lo hiciste! ¿Por qué te irías a su casa? ¡No sabes nada de él! ¡Podría ser un
asesino en serie o algo así! —Sus ojos son enormes y está sorprendida, pero no
de la manera que esperaba.
—Sí, sé que es una locura. Pero quería hacer algo loco por una vez en mi vida.
Y sé que suena extraño, pero sentí que valía la pena.
Una sonrisa de oreja a oreja se apodera de mi rostro y le dice todo lo que necesita
saber.
—No es tan loco. Muchas mujeres hacen este tipo de cosas todo el tiempo,
recogiendo a completos extraños en los bares y yéndose a casa con ellos. Sé que
no es algo típico de mí, pero estaba muy emocionada.
—Oye. —Se acerca y toma mi mano—. No quise ser Debbie Downer6. Eres mi
mejor amiga y no quiero verte lastimada. Además, sé lo sensible que puedes ser.
Solo quiero que encuentres un tipo que te trate bien.
—Lo sé. —Aprieto su mano de vuelta y le doy una pequeña sonrisa—. Sé que
6 Frase hecha que se refiere a alguien que frecuentemente agrega malas noticias y
sentimientos negativos a una reunión, reduciendo así el estado de ánimo de todos a su
alrededor.
aún no lo conozco tan bien, —agrego— pero fue realmente dulce conmigo y no
me arrepiento.
***
Una parte de mí quiere enviar el emoji con un beso, pero aunque ya hemos
tenido relaciones sexuales, soy demasiado tímida para hacerlo. ¿Quién sabe lo
que pensaría de eso? Tonto, lo sé.
Tal vez Nate todavía está ahí y tiene que trabajar hasta tarde. Puedo pasar el
rato y esperar por él y luego podemos conducir a su casa juntos.
Decido caminar al lado para ver si lo han demorado. ¿Qué haría de todos modos
si llegaba a su casa y él todavía estaba trabajando?
Los hombres parecen duros, no muy diferentes de Nate, pero obtengo una vibra
diferente de ellos. Tal vez sea porque han estado bebiendo o tal vez sea por las
mujeres que los acompañan esta noche. Inmediatamente me hacen sentir
incómoda.
Echo un vistazo en una habitación pequeña que debe ser la sala de descanso.
Hay una mesa de billar en la esquina y estoy bastante segura de que jadeo en
voz alta cuando veo a un hombre y una mujer besándose encima. Él está parado 55
entre sus piernas y ella tiene sus tetas afuera. Él las está trabajando con tanta
ferocidad que no puedo evitar mirar por un segundo.
Creo que me dirijo en la dirección correcta cuando se abre una puerta frente a
mí y sale una mujer disparada. Ella endereza su minifalda demasiado corta,
demasiado apretada y ajusta sus tetas en su parte superior, revelando una gran
cantidad de escote.
—No vayas a ninguna parte, papi, ya vuelvo. —Se ríe de manera coqueta y puedo
decir que ha estado bebiendo. Cerrando la puerta detrás de ella, estoy
paralizada en el pasillo cuando finalmente se da vuelta y me ve—. Oye,
¿necesitas algo? —pregunta, caminando hacia mí.
—Estoy buscando a alguien, —me las arregló para decir, con bastante
confianza, podría agregar.
—¿Por qué buscas a Nate? —pregunta, caminando aún más cerca de mí.
—Me va a llevar a casa. —Es una mentira, pero no necesita saber más.
—Estoy cuidando bien al jefe esta noche, cariño. ¿Por qué no te vas a casa… a
menos que quieras tomarte un par de cervezas antes de que te vayas? —Ella me
mira, desafiándome, con las manos en las caderas. La cara de perra en reposo
56
más perfecta que jamás haya visto. Podría decir que no estoy intimidada, pero
estaría mintiendo.
—Lo siento, cariño, necesitas unos años más antes de jugar con las chicas
grandes.
Me estremezco ante sus palabras y odio que haya tenido la última palabra.
Mantengo mi cabeza hacia adelante hasta que estoy fuera de la tienda de motos,
con el cinturón de seguridad abrochado en mi coche detrás de una puerta
cerrada con llave. Y aun así, todavía no me dejo llorar hasta que llego a casa.
CAPÍTULO 9
S
iento que estoy de nuevo en tierra firme una vez que estoy en mi
departamento con la puerta cerrada detrás de mí. Enciendo las lámparas
en la sala de estar y el televisor por ruido de fondo.
Dejé caer y abandoné mis cosas en la entrada y ahora estoy envuelta en una
manta acurrucada en el sofá. Estoy mirando la televisión pero no veo nada. Al
57
principio, mis ojos solo se humedecen y la imagen nada delante de mis ojos. En
segundos, las lágrimas corren por mi rostro.
Hay tantas razones por las que estoy llorando. La primera de todas, odio a esa
perra grosera. En segundo lugar, ¿cómo pude haber sido tan tonta como para
pensar que significaba algo para Nate? Debería haber sabido que la conquista
fue la parte más interesante para él.
Pero, sobre todo, odio que mis amigas tuvieran razón. Kristi me dijo desde el
principio que él no era el tipo de hombre para mí. Maria supo de inmediato que
había sido increíblemente estúpida y me iba a romper el corazón. Supongo que
tenían razón. Fue estúpido de mi parte pensar que a un tipo como Nate
realmente le importaba una chica como yo.
El baño de burbujas ayuda. Me relajo y me hundo hasta que solo mi cabeza está
sobre las burbujas. Incluso puedo sentir cómo me estoy durmiendo.
Sintiéndome lo suficientemente calmada como para pensar que realmente voy
a poder ir a la cama, estoy a punto de salir de la bañera cuando escucho un
fuerte golpe en mi puerta.
Me siento derecha en la bañera y agarro los costados. Solo unos segundos pasan
cuando los golpes comienzan otra vez… y son fuertes.
—Jesús, —me digo, salgo de la bañera y me envuelvo en una toalla. Salgo del
baño cuando escucho los gritos que acompañan a los golpes.
Antes de que pueda responder, dice: —¿Así que puedes retroceder y explicarme
qué pasó esta noche y por qué nunca apareciste en mi casa?
Cierra los ojos y puedo decir que está frustrado, pero no sé si es por mí o por
qué. Sigo adelante.
59
—Era una fiesta, y había personas muy sospechosa allí, haciendo cosas muy
privadas en público. —Trato de no juzgar, pero estoy segura de que la expresión
de mi cara le dice exactamente cómo me sentía acerca de esa parte de la noche—
. Fui a buscarte a tu oficina y una rubia fresca salió luciendo como si estuviera
en celo. Le dije que te estaba buscando y me dijo que estaba cuidando de ti esta
noche. Así que me fui.
—Mierda, —dice, pasándose los dedos por el pelo—. Lo siento mucho. —Da un
paso hacia mí, pero aún no estoy lista para el contacto.
—Sientes qué parte, —digo levantando la única mano que tengo disponible en
el aire y dando un paso atrás. De repente, estoy ansiosa por entender lo que
sucedió y no está llegando al punto lo suficientemente rápido.
—A veces los chicos tienen fiestas después de las horas de trabajo. Sin embargo,
no sabía que estaban planeando una esta noche. Debieron haber decidido tener
una porque sabían que iba a estar fuera de la ciudad por la noche.
—¿Y quién es la chica?
—Nadie. Ella quiere coger, se arrojó sobre mí un par de veces, pero siempre la
rechazo.
Pongo mi mano sobre su pecho para detenerlo cuando está de pie justo en frente
de mí.
—Solo para ser claros, ¿esta noche no estabas en tu oficina teniendo sexo con
esa horrible y vulgar chica a la que ahora odio?
—No lo estaba. He estado fuera de la ciudad toda la tarde. Tenía prisa por volver,
así estaría en mi casa cuando llegases. —Toma mi mano y pasa mis dedos por
60
sus labios. Su aliento caliente me pone la piel de gallina por todo el cuerpo.
Estoy instantáneamente mojada entre mis muslos—. Estaba preocupado por ti
cuando no apareciste y no respondías mis llamadas, —dice. Soltando mi mano,
se arrodilla frente a mí, sus manos deslizándose por mis piernas, debajo de mi
toalla—. Voy a tener que asegurarme de que nunca vuelvas a hacer eso. —Me
mira con sus profundos ojos marrones, intensos y llenos de deseo—. Suelta la
toalla, —ordena.
Hago lo que dice. Libero la toalla y la dejo caer alrededor de mis tobillos.
Tomo aire y extiendo mis piernas. Siempre tan gentil, presiona su boca contra
mi coño, besándome lentamente, tomándose su tiempo jodiéndome con su
lengua. Mis manos agarran su pelo, presionando su boca más cerca.
—Voy a necesitar que me folles duro esta noche, —le digo mientras
deliberadamente aleja mi placer, manteniéndome lejos de un orgasmo.
Aleja su boca.
—¿No estás dolorida?
—Inclínate hacia atrás un poco, —dice. Apoyo mi peso en mis manos detrás con
61
mis piernas debajo de mí. Estoy completamente abierta para él. Él recorre con
sus manos mi cuello, enviando mensajes a mis pechos antes de moverse hacia
abajo.
Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, saboreando la sensación de sus
manos sobre mi cuerpo. Cuando desliza su dedo dentro de mí, gimo y comienzo
a mover mis caderas en su palma.
—¡Nate! —digo.
Espera solo un momento para que pueda adaptarme a este sentimiento antes
de retirarse y golpear dentro de mí.
—Se siente tan bien, nena, —dice, empujándose dentro y fuera de mí, con tanta
fuerza que sus bolas se golpean contra mí. Es erótico y caliente, exactamente lo
que necesitaba. Unos empujones más duros y mis piernas comienzan a temblar.
—¡Oh, Dios, Nate! —Nunca pensé que sería el tipo de chica que se es tan ruidosa
durante las relaciones sexuales, pero no puedo detenerme incluso si lo
intentara. Se siente demasiado bien. Grito una y otra vez cuando el orgasmo
late a través de mí.
Tan pronto como me oye comenzar a gritar, empuja fuerte unas cuantas veces 62
más y luego se viene como un tren de mercancías dentro de mí.
Finalmente, agarra las sábanas y las arroja sobre nosotros. Acurrucarse cerca
no significa dormir, sin embargo. Tan pronto como nuestros cuerpos se funden
bajo las sábanas, comenzamos a explorar y a tocarnos nuevamente. Una cosa
lleva a la otra y, antes de que nos demos cuenta, mi cara está en la almohada
gimiendo su nombre mientras me vengo una gloriosa vez más.
M
i clase de la tarde finalmente ha terminado. Cerrando mi portátil,
cuidadosamente guardo mis cosas en mi mochila mientras Maria
termina de garabatear sus últimas notas. Tan pronto como escribe lo
último, salta de su asiento y también comienza a recoger.
—No lo sé, —dice mientras se pone su mochila y me sigue por el pasillo hacia
la
salida—. Estábamos hablando, sobre quién sabe qué, y mencionó que quería
ver una película que saldría esta semana. Ya sabes, esa nueva película sobre la
Segunda Guerra Mundial?
—¡Eso es tan emocionante! Estoy muy feliz por ti, Maria, —digo.
—No esperaría menos —digo. Abrimos las puertas y salimos del edificio. El
viento helado nos golpea tan pronto como salimos afuera. Ha habido un tramo
de temperaturas bajo cero que hacen que sea terriblemente incómodo caminar
por el campus entre clases.
—¿Qué hay de ti? ¿Vas a pasar esta noche con Nate? —Pregunta.
—No esta noche, en realidad. Él tiene algunos clientes muy ricos y le pagan más
para entregar sus motos una vez que las restaura. Él estará fuera esta noche.
—Aw, qué lata. Sin embargo, es bueno tener una noche para ti sola de vez en
cuando.
—Sí, supongo. —El único problema es que no quiero pasar la noche sola.
Después de una probada de Nate, estoy enganchada. Quiero estar con él todo
el tiempo. Mi cuerpo ya lo está ansiando de nuevo. Lo conozco más íntimamente
de los últimos días juntos de lo que nunca creí posible.
—O tal vez no, —dice. Se detiene en la parte superior de los escalones que
conducen a la calle. La miro, confundida, hasta que señala y mis ojos siguen su 64
mirada hacia lo que está enfocada—. Supongo que alguien tampoco quería
esperar.
Aparece una gran sonrisa en mi cara cuando Nate sube los escalones hacia
nosotras. Sin dudarlo, se inclina y me besa cuando nos alcanza. Mi cuerpo
responde a su cercanía de inmediato. Mi sangre comienza a fluir más rápido a
través de mi cuerpo, reuniéndose en los lugares íntimos donde ya me duele por
su toque.
—Hola, soy Nate. —Él extiende la mano para estrechar la de Maria y sonríe
generosamente. Estoy decepcionada de que estos comportamientos educados
me sorprendan. Debería superar esta visión estereotípica de cómo se comportan
los chicos que se parecen a él.
Nate continúa sonriendo de esa manera tan dulcemente seductora suya y se ríe.
—Cosas buenas, espero.
—Por supuesto, —agrego rápidamente mientras enlaza sus dedos con los míos—
. Estaba decepcionada por no poder verte esta noche. Pero aquí estás.
—Sí, también quería verte. —Nos miramos de esa manera que hace que otras
personas se sientan incómodas, a pesar de que no estamos haciendo nada
inapropiado—. ¿Estás ocupada o puedo robarte para una cena rápida?
—Por supuesto que puedes, —dice Maria antes de que tenga la oportunidad de
responder—. El italiano es su favorito. —Me guiña un ojo mientras baja por los
escalones—. Te llamaré más tarde, —grita por encima del hombro.
—No estaba seguro de a qué hora regresaría esta noche y necesitaba verte.
El camino no es largo, pero todavía me siento nerviosa pensando que voy a sonar
como una idiota cuando hablemos. Obviamente le gusta mi cuerpo así que la
inseguridad debe ser de lo que piense del resto de mí.
El restaurante es el tipo de lugar que parece un pequeño agujero en la pared,
pero su comida italiana es tan auténtica como parece. Es el tipo de comida que
te pondrá en coma durante el resto de la noche, pero bien vale la pena.
La anfitriona nos lleva a un acogedor puesto en la esquina. Las luces son tenues
con pequeñas velas proyectando un brillo romántico alrededor de cada mesa.
Es tonto pero estoy nerviosa porque técnicamente es nuestra primera cita… lo
cual no suena como lo mejor teniendo en cuenta que hemos tenido sexo varias
veces.
Ya sé exactamente lo que voy a pedir, así que paso mi tiempo mirando el menú
con la mirada vacía mientras trato de pensar en las cosas que realmente me
gustaría saber sobre Nate. Hay tanto que no conocemos el uno del otro y
mientras disfruto vivir en una niebla de ignorancia llena de sexo, me conozco lo
suficiente como para saber que no es un problema de cuándo caigo, sino de qué
tan lejos.
—13 de febrero. —Me está dando una sonrisa desafiante. Puedo decir que está
disfrutando de nuestra pequeña sesión de preguntas y respuestas y el brillo en
sus ojos es todo el aliento que necesito para seguir.
—Lo hice. Mi padre siempre estuvo interesado en las motos clásicas. Recuerdo
que cuando era pequeño, siempre estaba en el garaje reconstruyendo o
arreglando algo. Siempre iba con él, por lo general le entregaba las herramientas
o las cosas que necesitaba. A medida que fui creciendo comenzó a enseñarme
sobre lo que estaba haciendo y se me quedó.
»Además, trabajo bien con mis manos. Y es muy satisfactorio trabajar en algo
hasta que sea tan bueno como si fuese nuevo de nuevo. Buscar algunas de las
partes que necesito también es divertido.
—Tu padre debe estar orgulloso de ti… siguiendo sus pasos y todo.
—Eso es adorable.
La camarera regresa con nuestras bebidas y toma nuestro pedido para la cena.
La clásica lasaña con pan de ajo es mi plato favorito. Nate prueba el plato de
muestra. Tiene tres de sus platos más populares en un solo plato.
Tan pronto como ella se aleja, se vuelve hacia mí y dice: —Ahora es tu turno.
—Oh hombre, todavía no estoy segura. Sé que debería pensar en eso, planificar
el futuro, pero he estado tan ocupada con la escuela y el trabajo… No sé.
Supongo que pensé que me preocuparía de eso cuando llegara el momento.
—El hecho de que sabías que existía antes de hace unos días me sorprende. No
pensé que tuvieses ni idea de quién era.
—No quería asustarte. No soy como esos chicos universitarios a los que estás
acostumbrada. Soy rudo en los bordes, no muy pulido. Pero… no podía sacarte
de mi cabeza. Así que dije “a la mierda” y me arriesgué.
—Bueno, me alegra que lo hayas hecho. He disfrutado verte trabajar al lado por
cuatro años. Sin embargo, has sido más una fantasía distante. Nunca pensé
que nuestros caminos alguna vez se cruzarían… y aunque lo hicieran, pensaba
que probablemente tendrías novia.
69
CAPÍTULO 11
T
rabajo hasta tarde y cierro la floristería sola todo el tiempo. Kristi siempre
ha sido complaciente cuando se trata de la universidad, así que siempre
estoy dispuesta a ser la que trabaje en las noches. Sin embargo, es difícil
en esta época del año. Oscurece tan temprano y parece que siempre hace frío.
Después del día de San Valentín, las cosas se ralentizan significativamente. Así
70
que la mayoría de mis noches me las paso haciendo los deberes detrás del
mostrador, deteniéndome para ayudar al cliente ocasional que me visita.
Esta noche no es diferente, pero estoy inquieta por que lleguen las nueve en
punto para así poder irme a casa. No puedo esperar para estar con Nate
nuevamente. Sé que no debería dejarme sentir tan fuera de control cuando se
trata de él, pero no puedo evitarlo. Estoy completamente consumida por él. Y
saber que vendrá a mi apartamento esta noche envía escalofríos de emoción a
través de mi cuerpo.
De hecho, estoy totalmente distraída con mis pensamientos sobre Nate cuando
cierro la tienda por la noche y camino hacia mi automóvil. Segundos después
de cerrar la puerta con llave, alguien golpea mi ventana y me hace saltar un
jodido metro.
Decidiendo tratar esta situación como si estuviera arrancando una curita, abro
la ventana.
No puedo creer que esté en esta situación de nuevo. Debería haber sido
responsable y haber reemplazado la batería de mi coche cuando esto ocurrió la
última vez. Ahora estoy atascada, a merced de este tipo a quien no conozco.
—Me parece que necesitarás una batería nueva. Será más fácil si te llevo a casa.
De acuerdo, piensa.
Agarrando mis cosas, salgo de mi coche antes de que pueda pensarlo más. Tan
pronto como abro la puerta de su coche, hay un hedor abrumador a cigarrillos
rancios mezclados con el nauseabundo aroma de un ambientador barato.
—Sí, lo sé, —dice con una leve sonrisa, lo que implica que estoy diciendo algo
obvio.
72
Estoy diciendo una oración silenciosa de agradecimiento de que mi apartamento
no esté muy lejos cuando él pisa el freno por la señal de stop en frente de
nosotros.
—Jesús, —digo. Él se ríe, pero no veo qué es tan gracioso. Podríamos pasar
fácilmente por un trozo de hielo y deslizarnos fuera de la carretera hacia una
farola—. Sigue recto.
—Eres caliente, —dice. Mi completa confusión y aversión por este tipo es clara
de ver en mi cara. Sé que lo estoy mirando como si tuviera dos cabezas, pero
afortunadamente tiene los ojos en el camino—. Puedo ver lo que a Nate le gusta
de ti.
—¿Gracias? —Con ese simple comentario, logró hacerme sentir aún más
incómoda, lo cual no sabía que fuera posible. Cambiando la conversación a un
terreno más seguro, le digo—: ¿Cuánto tiempo os conocéis Nate y tú?
Se ríe con esa risa extraña otra vez antes de responder. Hay algo en su
comportamiento que hace que campanas de alarma suenen en mi mente en este
momento. ¿Ha estado bebiendo?
—Ah, solo estoy echando una mano a mi amigo. Acabo de conocer a Nate hace
unas semanas. Estuve trabajando esta noche, así que soy el afortunado que
cuidará de ti.
—Está bien. —No puedo creer que Nate le pidiera a este tipo que me echase una
mano. Esto no solo me pone nerviosa, sino que ahora estoy comenzando a
cuestionar a Nate y lo que creo que sé sobre él. Mis pensamientos están
comenzando a girar en espiral, un sentimiento familiar para mí. Intento
contener el pánico al enfocarme en llegar a casa—. Toma la siguiente a la
73
derecha, —digo.
Al girar el volante con la rodilla, intenta encender el cigarrillo con ambas manos.
Estoy lista para agarrar el volante si comenzamos a desviarnos hacia el otro
carril cuando la llama lo enciende e inhala una respiración profunda.
En cuestión de segundos, el coche es consumido por una columna de humo. Él
abre la ventana un momento después y hay un golpe de aire frío que ayuda a
eliminar parte del humo. Sé que es la menor de mis preocupaciones en este
momento, pero voy a necesitar una ducha y voy a tener que lavar toda mi ropa
para quitarme este olor.
Nunca he estado tan feliz de ver el camino y el edificio familiar aparecer frente
a nosotros.
—Eso justo ahí, —le digo, señalando el camino de entrada—. Puedes solo parar
aquí y saldré.
—Aparcaré. —La idea de que sepa exactamente en qué edificio vivo hace que mi
piel se erice. Podría hacer que se detuviera y caminar por la parte trasera y
74
dirigirme hacia mi edificio. Él no me vería y esta pesadilla habrá terminado.
—Justo aquí, —le digo, señalando el edificio más cercano. Mi mano está en el
cinturón de seguridad, lista para quitármelo en el momento en que se detenga.
—No, —le digo con fuerza, así no hay forma de que malinterprete lo que siento—
. Estoy con Nate, —agrego por si acaso.
—Bueno, lo has follado unas cuantas veces. Ahora tal vez deberías follarme a
mí.
Estoy a punto de abrir la puerta y dejar tirado a este gilipollas cuando me agarra
del brazo y me tira hacia él para enfrentarlo. Antes de que pueda resistirme, su
boca está en la mía, una mano sosteniendo la parte de atrás de mi cabeza hacia
él. Mi reacción inicial es gritar pero eso solo le da la oportunidad de meter su
lengua en mi boca. Puedo probar el cigarrillo que ha estado fumando y me da
ganas de vomitar.
Estoy luchando por alejarme cuando la mano que estaba sobre mi brazo alcanza
mi abrigo y tira de la cremallera hacia abajo. Palmeando su mano, siento su risa
mientras me agarra más fuerte y mete su mano en mi camisa, agarrando mi
pecho y apretando fuerte.
El pánico me abruma y cambio al modo lucha. Con toda mi fuerza trato de alejar
mi cabeza de su agarre. Cuando finalmente me deja ir, vuelo hacia atrás hacia
la ventana detrás de mí, golpeando el cristal con un golpe fuerte.
M
e siento aturdida, sin ni siquiera levantarme de la acera mientras el
hielo y la nieve empapan mis pantalones. Todavía estoy sosteniendo la
parte de atrás de mi cabeza donde ya se formó una gran protuberancia
y ahora también he comenzado a temblar.
76
excepción de las lágrimas que hacen que mi rostro se vuelva más frío.
Veo a Nate sacar a Boyd del coche con una rabia que lo consume todo. Lo arroja
al suelo y comienza a golpearlo. Por alguna razón, solo me hace sentir peor. Uno
pensaría que me sentiría aliviada de que estuviese aquí para ayudarme, pero
Boyd ni siquiera es capaz de defenderse. Recibió un golpe de Nate en la cara y
ha estado abajo desde entonces.
Recuperando mis sentidos, me levanto del suelo y corro hacia Nate, tomándolo
del brazo y gritándole que se detenga.
No puedo lidiar con lo que está sucediendo ahora mismo, así que no retrocedo,
solo sigo corriendo. No paro hasta que estoy en mi apartamento. Me deslizo
hacia el suelo, mi espalda contra la puerta. Estoy temblando y tengo frío, pero
parece que no puedo levantarme del piso para hacer algo al respecto.
Pero lo siguiente que necesito analizar son mis sentimientos por Nate. Es decir,
hasta que esto sucedió, me he estado enamorando por completo de él. No puedo
dejar de pensar en él, enamorada hasta la médula y todo eso. Ahora siento que
no tengo ni idea de quién es este hombre o qué hemos estado haciendo en los
últimos días.
Veo el destello de dolor en sus ojos antes de bajar la cabeza y mirar al suelo.
Cuando vuelve a mirarme tiene sus manos en su cintura y una mirada ardiente
en su rostro, casi me doblo y colapso en sus brazos.
Puedo decir que esto le molesta por la forma en que mira hacia otro lado y
exhala, pero no voy a parar.
—No. Pero…
—Oh.
—Lo llevé a casa y lo dejé en su sofá. Estará bien, Leah, solo tendrá algunos
79
moretones mañana. —Se pasa su mano por el cabello con frustración, un
movimiento que reconozco que utiliza cuando intenta no tocarme—. Me asusté
cuando me detuve y te vi… —Su voz se apaga. No puede decirlo—. No podía
soportar que te pusiera las manos encima y perdí los estribos.
—Hijo de puta, —dice. Su ira estalla, sus puños apretados contra sus muslos.
—Llamé a Knox para comprobar y asegurarme de que estabas bien. Me dijo que
se fue temprano para salir con una chica, pero Boyd te echaría un vistazo y me
asusté. No confío en él. Llegué aquí tan pronto como pude. Siento mucho que
haya sucedido.
—Sí… creo que necesito algo de tiempo, Nate. Necesito ordenar todas las cosas
que siento y descubrir qué sucederá después.
Ahora ambas manos frotan su pelo con frustración. Sé que no quiere irse, pero
no puedo pensar con claridad cuando está en la misma habitación que yo. De
repente, siento que me he enamorado demasiado rápido y no puedo recuperar
el aliento.
Lo quiero. Últimamente creo que es todo lo que quiero. Pero no sé si puedo vivir
la clase de vida que él vive o estar cerca del tipo de gente con la que se rodea.
Podríamos ser muy diferentes después de todo.
Tan pronto como dice las palabras quiero decirle que se quede. Me muerdo la
lengua.
80
Cuando no digo nada, se da vuelta y sale por la puerta.
CAPÍTULO 13
T
an pronto como la puerta hace clic, quiero correr detrás de él. ¿Qué
demonios es lo que me pasa? Esto es lo que quería, ¿no? La imprudente
oportunidad que me dije que tomaría para encontrar algo emocionante en
mi vida. Y Nate no me ha decepcionado. No puedo culparlo por lo que pasó con
Boyd. Su corazón estaba en el lugar correcto.
81
No me toma mucho tiempo darme cuenta de que soy una idiota. Me sorprendió
lo que sucedió esta noche, pero ahora debería estar en brazos de Nate,
sintiéndome segura y amada. No parada aquí, sola, alejándolo. Maria siempre
se burlaba de mí por ser tan fanática del amor y ahora que lo he encontrado,
todo lo que he hecho es cuestionarlo.
—Leah, esto es una mierda, —dice, parado frente a mí—. ¡Es una mierda! No
soy un hombre violento, no tienes motivos para tenerme miedo. Eres todo para
mí y si algún desgraciado te va a poner las manos encima merece ser pateado.
No voy a pedir disculpas por eso.
—Nate…
—Y otra cosa, no soy amigo de tipos como Boyd. No soy amigo de tipos que
lastiman a las mujeres. Y puedo garantizarte que nunca volverás a ver a Boyd.
Nadie va a hacerte daño y no me disculparé por eso. Lo siento si no soy como
imaginabas que sería.
—Nate, detente…
—Solo déjame terminar, ¿de acuerdo? —Es tan intenso, parado frente a mí,
poniendo todo sobre la mesa. Una inundación de calor recorre mi cuerpo. Su
pasión es contagiosa. Quiero decirle todas las cosas que estoy sintiendo
también, pero no puedo hablar—. Me enamoré de ti hace mucho tiempo. Mucho
antes de que nos conociéramos. Cada vez que te veía, mejoraba mi día. Sabía
desde ese momento que estabas fuera de mi alcance. Eres hermosa e inteligente,
trabajas tan duro… —Deja de tratar de ordenar sus pensamientos, tratando de
sacarlo todo—. Y te mereces algo mejor que yo, pero soy egoísta y te quiero para
mí.
—Yo también te quiero, —le digo. Está de pie justo en el umbral, casi aturdido.
Así que me acerco y pongo mis manos sobre su pecho—. Me equivoqué cuando
dije que no te conocía. Después de pasar una semana contigo, te conozco mejor
que al noventa por ciento de las personas en mi vida. Me volví loca esta noche.
82
Pero no quiero que te vayas.
La siguiente cosa que sé es que nuestra ropa está en el suelo mezclada en una
gran pila en medio de la sala de estar. Me entrego completamente a él, dejándole
tomar la iniciativa pero siempre suplicándole que me dé más.
Sus manos exploran cada centímetro de mí. Hay una deliciosa sensación de
hormigueo que sigue sus dedos mientras se mueven por mi cuerpo, apretando
y enviando mensajes a mi piel. Verlo caer de rodillas frente a mí hace que mi
deseo se acumule entre mis piernas.
Me recuesto contra la pared y es fría sobre mi piel caliente. Las manos de Nate
me aprietan el culo, luego lentamente bajan mis bragas. Suavemente sopla
sobre mi coño, las temperaturas que contrastan en mi cuerpo me hacen desear
la próxima sensación mientras estoy gimiendo mi próxima orden.
—Tócame, Nate, —le digo. Ya estoy suplicando por más y apenas hemos
comenzado. Estoy tan en conflicto cuando comenzamos a follar. Lo quiero
rápido y duro, gratificación instantánea, pero al mismo tiempo, quiero que dure
toda la noche.
—Te daré lo que necesitas, nena. —Su dedo me toca tan suavemente,
provocándome con el placer que seguramente vendrá.
—Eres tan hermosa, nena. No puedo creer que seas mía. —Miro hacia abajo y
sus ojos están fijos en mí, llenos de toda la emoción que lucha por expresar.
—Oh, Dios. Te sientes tan bien, —le digo. Gimiendo con abandono, lo agarro
con fuerza mientras comienza a bombear dentro de mí. Esta posición es tan
profunda que puedo sentir que me toca el final con cada golpe.
—Lo quieres tanto. Tómalo, —dice—. Puedes tener todo de mí. —Está golpeando
dentro de mí haciendo que mis pechos salten mientras me apoyo contra la
pared. Puedo decir que estoy cerca de la cálida piscina de sensaciones que se
acumulan en mi interior.
—Te quiero tanto, Nate. Te necesito. —Mi cabeza está echada hacia atrás, con 84
los ojos cerrados mientras estoy absorta en la sensación de cada embestida.
Con sus palabras, me dejo llevar. El orgasmo me consume y todo lo que puedo
hacer es aferrarme a él mientras el placer fluye por mi cuerpo. Él golpea dentro
y fuera de mí unas cuantas veces más, exprimiendo hasta la última gota de
placer.
Su último impulso le hace venirse duro. Mi coño lo aprieta con fuerza mientras
su polla pulsa su liberación dentro de mí. Gime mi nombre en mi cabello y
cuello, abrazándome con fuerza mientras tomo todo lo que tiene para darme.
Finalmente, mis piernas están cansadas, así que lentamente las dejo caer al
suelo. Nate lentamente se retira, dejándome con la sensación de vacío. Él se
inclina y me recoge, llevándome de vuelta al dormitorio.
Nos besamos, nuestras manos van a donde quieran ir, haciendo lo que quieran
hacer. Cuando necesito sentirlo dentro de mí otra vez, deslizo mi cuerpo sobre
el suyo y me froto contra su dura polla.
Estoy a punto de llevarlo dentro de nuevo cuando sus manos mantienen mis
caderas en su lugar. Miro su rostro para ver qué está pasando, por qué no me
deja tener lo que ansío desesperadamente.
—Me siento caliente por tu polla, —le digo. Sonriendo en la oscuridad, lo siento
85
reír debajo de mí. Sorprendentemente, no me sonrojo. Me siento segura, algo
que me hizo sentir desde el principio.
U
n año después, día de San Valentín.
86
comenzado a limpiar el desastre cuando le dije que iba a preparar el postre.
Me acerco a la mesa, tomo las velas y las llevo a la mesa de café. Me inclino para
dejar las velas encendidas cuando oigo el ruido de un plato caer y romperse en
el suelo de baldosas detrás de mí.
Me doy la vuelta para encontrar a Nate de pie en medio del desastre mirándome
con la boca abierta, su cuerpo irradia un hambre que no tiene nada que ver con
la comida que nos rodea.
—El postre, —digo, usando mi mejor voz sexy—. ¿Deberíamos limpiar el cristal?
—No tan rápido, guapo. —Levanto mis manos para detenerlo antes de que se
arranque la ropa interior antes de que nos hayamos divertido. Hay una mirada
frenética en sus ojos que me calienta todo el cuerpo sabiendo que va a ser difícil
contenerlo esta noche.
Tomando su mano con la mía, lo llevo hasta la mesa de café donde preparé las
velas de la cena y un tazón con fresas y salsa de chocolate. Una vez que lo coloco
frente al sofá, lo empujo hacia atrás para que se siente.
Me coloco sobre él, pasando mis manos sobre sus brazos, dejando que mis
dedos tracen el rastro de tatuajes que no están ocultos por su camisa. Me
presiono contra el bulto duro retenido por sus pantalones.
—Siempre estás listo para hacerme sentir bien, —le digo, meciendo mis caderas
contra él, gimiendo por la intensa sensación que siento cuando nuestros
cuerpos se tocan—. Pero antes de llegar demasiado lejos, tienes que probar
algunas fresas y chocolate.
—Lo que sea que digas. —Él trata de sostenerme en su regazo, pero retrocedo,
87
poniendo un poco de distancia entre nosotros. Apoyándome en el extremo de la
mesa de café, levanto la mano y dejo que las correas del corpiño de mi picardías
se deslicen hasta mis codos.
—Um, delicioso.
Esta vez saco una fresa del cuenco y la utilizo para recoger el chocolate de mi
pecho. Seductoramente, llevo la fresa a la boca y la muerdo.
—Oh, cariño, tienes que probar las fresas. Son dulces y jugosas.
Lo escucho gemir y maldecir por lo bajo, pero no lo miro. En vez de eso, vuelvo
a sumergirme en el chocolate y me cubro con más del exquisito y cálido dulce.
Me detengo a mirarlo esta vez mientras sostengo una fresa para que él la tome.
Ha pasado un año pero casi me sonrojo cuando veo el ardiente deseo en su
mirada. Casi me pone de rodillas tener este efecto en él. Su mano está en su
boca, mordiéndose el dedo, presumiblemente para evitar agarrarme y llevarme
a la mesa.
Estoy perdiendo mi capacidad de pensar con claridad ahora que sus manos y
boca tomaron el control.
—Todavía hay un lugar más en el que quería cubrirte con chocolate, —le digo.
Cuando echa su cabeza hacia atrás, hay un poco de chocolate en la esquina de
su boca. Usando mi lengua, lo lamo.
—Eres jodidamente increíble, —me dice. Ambos nos reímos antes de que
nuestros besos conviertan la tensión de la habitación en urgencia sexual.
***
Llevándome el café a los labios, me tomo un minuto para mirar por la ventana
a la floristería de al lado. Es una sensación extraña estar sentada aquí mirando
desde afuera. Tengo que sonreír por lo mucho que mi vida ha cambiado en el
transcurso de un año.
—Nena, —dice Nate, entrando en la oficina y haciéndome saltar. Verlo con sus
descoloridos jeans rotos manchados con grasa y una camiseta que se amolda a 89
su cuerpo en todos los lugares correctos, siempre me hace sonreír. Es un
maldito milagro que trabajemos ahora que estamos en el mismo edificio juntos
todo el día.
—¿Pudiste conseguir los números de las partes de la Ducati del setenta y cuatro
que llegó la semana pasada? —Se inclina sobre el escritorio para poder ver el
ordenador mientras abro la hoja de cálculo de información que he recogido para
él.
—Sí, pero no te va a gustar. El dinero que tendrás que pagar por estas piezas
hará que tus ganancias en la moto sean prácticamente inexistentes. —Abro el
archivo que he estado guardando con las piezas disponibles que pude encontrar,
así como el coste para adquirirlas. Pulso imprimir y un minuto después la
impresora cobra vida, escupiendo el documento.
—Normalmente necesito más de cuatro horas de sueño, así que sí, estoy
cansada.
—Yo también, —dice—. Sin embargo valió la pena. Nunca volveré a mirar las
fresas de la misma manera.
Me besa una vez más antes de darse la vuelta y miro cómo su culo perfectamente
esculpido sale de la oficina.
Me río con abandono, mi falta de sueño sacando lo mejor de mí. Bebo sorbos de
café durante unos minutos más mientras busco en Internet los nombres de 90
algunas partes que Nate ha escrito para mí.
—Nena, ¿podrías hacerme un favor y revisar las cajas que se entregaron hoy?
Necesito el manillar que ordenaste hace una semana y se supone que deben
llegar hoy.
—Claro, voy ahora mismo, —le digo, colgando el teléfono y estirándome. Este es
el trabajo perfecto para mí en este momento de todos modos, algo activo para
evitar que me duerma.
Camino por el pasillo hacia el área principal de la tienda. No veo a Nate pero
hay algunos otros chicos trabajando en varias cosas. Es tranquilo y me ha
llegado a gustar estos días. Nate es muy feliz cuando está trabajando en las
motos y no se distrae o tira en diez direcciones diferentes. Y él se detiene para
hacerme pequeñas visitas rápidas más a menudo cuando el negocio es lento.
Uso la cuchilla para abrir la primera caja. Parece una calcomanía pequeña para
una de las motos. No lo que necesito. Dejando la caja a un lado, agarro otra y
la abro. Esta vez, sinceramente, ni siquiera sé lo que estoy viendo. Obviamente
no un manillar, así que la dejo a un lado.
Estoy confundida cuando abro la caja solo para encontrar otra caja más
pequeña adentro. Reviso el panel frontal de nuevo para ver a quién va dirigida.
Tiene el nombre de Nate así que debe ser algo que él ha pedido. Saco la caja y
levanto la tapa.
Hay una caja negra anidada en la caja. Por alguna razón, dejo la caja sintiendo
que tal vez no debería abrirla.
—Adelante, ábrela, —dice Nate, haciéndome saltar por segunda vez hoy. Está
parado silenciosamente detrás de mí, sus manos detrás de su espalda.
—Sí, —le digo, sin nada más elocuente que decir. Pero supongo que en esta
situación, lo sencillo y simple es lo mejor.
92
CRÉDITOS
TRADUCCIÓN Y CORRECCIÓN
Coral Black
DISEÑO
Daniela Herondale
93