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Ética de la
investigación
Aportes para los comités de ética

Este libro hace parte del material entregado a los participantes en


modalidad virtual del III Congreso Internacional de Ética, Ciencia y
Educación.

Director académico
Víctor Eligio Espinosa Galán

Instituto Nacional
21,22 y 23 de septiembre de 2022
de Investigación e
Presencial y virtual Centro de Publicaciones Innovación Social
Bucaramanga-Colombia
Ética de la investigación
Aportes para los comités de ética
Ética de la investigación
Aportes para los comités de ética

Director editorial
Víctor Eligio Espinosa Galán

Autores(as)
Víctor Eligio Espinosa Galán, Beatriz Eugenia Campillo Vélez, Guiller-
mo León Zuleta Salas Alba Emilse Gaviria Méndez, Jhon Smith Arenas
Murillo, Arturo Herreño Marín, Maria Necty Cardenas Venegas, Miguel
Ángel Salamanca, Hernán Yupanqui Lozno, Juanita Díaz Bruce, Yurany
Alejandra Jaimes Claros, Harold Armando Juajibioy Otero, Lindey An-
gélica Gomez Suárez, Jorge Arturo Bolaños Briceño.
Ética de la investigación
Aportes para los comités de ética
Espinosa Galán, Víctor Eligio. Ética de la investigación. Aportes para los Comités de ética. Bogotá:
Instituto Nacional de Investigación e Innovación Social, 2022
Páginas 190
15,6 x 23, 4 cm
ISBN 978-958-52966-4-0
Incluye referencias bibliográficas
I. Investigación ética, II. Propiedad intelectual, III, Comités de ética, IV, Epistemología. V.
Profesiones.
CRBINIS —Centro de Recurso Bibliográficos del Instituto Nacional de Investigación e Inno-
vación Social.

©Instituto Nacional de Investigación e Innovación Social


NIT 901.100.889-8
www.inis.com.co
editorial@inis.com.co

En coedición con:
Editorial El Búho SAS.
Calle 54A N° 9-32 - Tel: 3576725
Correo electrónico: editorialelbuho@gmail.com

©Víctor Eligio Espinosa Galán, Beatriz Eugenia Campillo Vélez, Guillermo León Zuleta Salas, Alba Emilse
Gaviria Méndez, Jhon Smith Arenas Murillo, Arturo Herreño Marín, Maria Necty Cardenas Venegas, Miguel
Ángel Salamanca, Hernán Yupanqui Lozno, Juanita Díaz Bruce, Yurany Alejandra Jaimes Claros, Harold
Armando Juajibioy Otero, Lindey Angélica Gomez Suarez, Jorge Arturo Bolaños Briceño

ISBN 978-958-52966-4-0
Primera edición, Bogotá (Colombia), 2020

Víctor Eligio Espinosa Galán


Director de la colección

Diana Melisa Paredes. Universidad de Antioquia


Giovanny Moisés Pinzón. Secretaría de Educación de Cundinamarca
Raúl Cuadros Contreras. Universidad Pedagógica Nacional
Javier Zuñiga Buitrago. Universidad del Valle.
Comité Académico

El presente texto fue evaluado en la modalidad de doble ciego y contó con una evaluación editorial.

Hecho el depósito legal que ordena la Ley 44 de 1993 y su decreto reglamentario 460 de 1995.
Índice
9 Introducción
15 Capítulo 1
Implicaciones éticas de la investigación científica en el contexto de las
ciencias humanas y sociales.
Víctor Eligio Espinosa Galán
43 Capítulo 2
La responsabilidad ética de la evaluación científica
Beatriz Eugenia Campillo Vélez y Guillermo León Zuleta Salas
Capítulo 3
61 Consentimiento informado: aportes de un comité de ética de la
investigación universitaria, Medellín, 2021.
Alba Emilse Gaviria Méndez y Jhon Smith Arenas Murillo
Capítulo 4
85 Retos y desafíos de los miembros de un CEI institucional
Arturo Herreño Marín
Capítulo 5
101 Historia y evolución del comité de ética en investigación científica Dexa
Diab
María Necty Cárdenas Venegas y Miguel Ángel Salamanca
Capítulo 6
119 Relación del investigador principal y del comité de ética en la
investigación clínica en Colombia
Hernán Yupanqui Lozno Juanita Díaz Bruce y Yurany Alejandra Jaimes
Claros
Capítulo 7
141 Por un ecosistema de epistemologías y éticas enfocadas a crear una
meta-ética en un planeta diverso
Harold Armando Juajibioy Otero
Capítulo 8
175 La educación del contador público: un primer paso hacia la ética de las
finanzas
Lindey Angélica Gómez Suarez y Jorge Arturo Bolaños Briceño
Introducción

En los últimos años en Colombia ha habido un profundo interés dentro


de la comunidad científica, el cual se ha orientado hacia la ética de la in-
vestigación, la bioética y la integridad científica. Ello evidencia una impor-
tante perspectiva que busca enriquecer la práctica de los investigadores, los
grupos de investigación y, en general, de los distintos actores del Sistema
Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación. Pero también la crisis sani-
taria generada por la Covid-19 colocó en evidencia la urgente necesidad de
fortalecer los comités de ética en las distintas instituciones, esto como as-
pecto fundamental para la toma de decisiones que tienen a la base asuntos
de orden científico. Si bien en Colombia los comités de ética han tenido
un mayor desarrollo en las ciencias biomédicas, hoy son una necesidad en
las distintas áreas del conocimiento, ya que, en últimas, está en juego es el
sentido ético de la ciencia. Ello implica crear una cultura para la ética de
la investigación que debe considerar. —entre otras cosas— interrogantes
como: ¿Qué características deben tener los miembros de un comité de ética
en investigación? ¿Cómo se forman los miembros de un comité de ética?
¿Qué tipo de conocimientos requieren los miembros de un comité de ética?
Es importante tener en cuenta que las normas no son criterio sufi-
ciente para formar el sentido de responsabilidad y de justicia en la práctica
investigativa, dado que se requiere formar el carácter moral de los investi-
gadores. De ahí la importancia de los comités de ética, pues es fundamental
el direccionamiento de la investigación en las instituciones de educación
superior, no como algo accesorio de requisito formal —o como una ins-
tancia de chequeo—; sino como un auténtico espacio de deliberación ética
que evalúa, acompaña y hace seguimiento a los proyectos de investigación
y a los distintos asuntos de orden moral para la revisión de ensayos clínicos

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ética de la investigación

que privilegien los intereses de las personas por encima de los intereses de
los ciencia y la sociedad.
Este libro es un esfuerzo por enriquecer el debate sobre asuntos éti-
cos en Colombia desde las perspectiva de los comités de ética, la propiedad
intelectual, la investigación clínica y la ética de las profesiones.
En el capítulo 1. Implicaciones éticas de la investigación científica en
el contexto de las ciencias humanas y sociales, se realiza una reflexión sobre
los problemas, alcances y límites de la investigación, desde una perspectiva
ética, que no solo está a la base de la investigación en las ciencias naturales,
sino que —fundamentalmente— ha de ser un aspecto de la praxis investi-
gativa en las ciencias humanas y sociales; esto, dada la importancia que hoy
tienen estas investigaciones para las transformaciones sociales, económicas
y culturales de las sociedades, además de los desafíos que tiene hoy en la
actual sociedad del conocimiento, la producción, la gestión y la transfe-
rencia del saber social. Para cumplir este objetivo, el texto desarrolla tres
momentos de argumentación: el primero tiene como finalidad mostrar que
la ética de la investigación no es únicamente prioridad del trabajo de las
ciencias naturales o aplicadas, sino que es también un aspecto fundamental
en el desarrollo de las ciencias humanas y sociales, en un contexto en el
que la toma de decisiones tiene en cuenta cada vez más los resultados de la
investigación humana y social. En el segundo momento, se busca ampliar
la concepción tradicional —bastante difundida en las comunidades cien-
tíficas— que supone que la responsabilidad de los investigadores radica
meramente en el cumplimiento de normas, protocolos y procedimientos
formales, mas no en la capacidad de buen juicio, de su racionalidad prác-
tica, de la experiencia de su praxis investigativa, o de la sensibilidad moral
de los investigadores. En la tercera parte, se afirma que la ética es un saber
en continuo diálogo y que no es un solo tema de la investigación, sino un
campo de investigación específico de tipo interdisciplinar.
En el capítulo 2. La responsabilidad ética de la evaluación científica,
se señala qe la capacidad humana de evaluar tiene en su esencia una ins-
piración ética, pues evaluar no es otra cosa que la capacidad de detenerse,
observar atentamente, y tener criterios para sopesar las diferentes opcio-

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aportes para los comités de ética

nes, esto es considerar sus ventajas y desventajas, sus fallos y sus aciertos,
sus debilidades y sus fortalezas, con la finalidad inequívoca de orientarse
hacia lo mejor, es decir que tiene un fin práctico, construir a partir de la
evaluación. Estos procesos, valiosos tanto para la ética como para la ciencia
misma, cada vez más reclaman su institucionalización a fin de no dejarlos
solamente a la voluntad de los individuos, por ello es destacable el papel
que ha supuesto en la investigación científica los comités de ética, el lla-
mado sistema de pares, los jurados o tribunales, entre otros. Sin embargo,
los evaluadores, que deben ser los “guardianes de la ciencia que se publica”
(Gallego-Gómez & Acosta, 2014), es decir quienes avalan lo que recibe la
sociedad como “científico”, también son susceptibles de cometer faltas de
ética por desconocimiento, negligencia, o corrupción, por lo que en este ca-
pítulo pretendemos llamar la atención y reflexionar sobre este punto, desde
preguntas tales como: ¿quién debe ser un evaluador?, ¿qué compromisos se
adquieren al evaluar? y ¿quién evalúa al evaluador?, esto no con la finalidad
de crear listados taxativos, sino de promover la toma de conciencia frente la
responsabilidad ética que se asume al ejecutar la evaluación científica.
En el capítulo 3. Consentimiento informado: aportes de un comité de éti-
ca de la investigación universitaria, Medellín (2021), se ilustra la importancia
de manejar el consentimiento como un procedimiento investigativo dialó-
gico clave para la generación de confianza entre el sujeto de investigación y
los investigadores, velando por el cumplimiento de principios éticos como
la autonomía, la justicia, la beneficencia y no maleficencia, así mismo, pre-
tende brindar elementos que contribuyan a evidenciar las recomendaciones
sobre su aplicación de manera ejemplificada.
En este capítulo se comparte la experiencia de 17 años de un comité
de ética universitario desde las evaluaciones de investigaciones en salud y
ciencias sociales, rescatando los aprendizajes para llevar a la práctica la teo-
ría y pronunciamientos sobre ética de la investigación. Se presentan parti-
cularidades y consideraciones éticas del proceso de registro y aplicación del
consentimiento informado, inicialmente se hace un recuento histórico por
la normativa internacional y nacional que lo ha definido, se precisa sobre su
aplicación, los momentos a tener en cuenta, las recomendaciones al trabajar

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ética de la investigación

con población vulnerable, el uso del asentimiento y finalmente se proponen


especificidades sobre su diseño, contenido y archivo.
Concluye en que la aplicación del consentimiento informado requie-
re considerar las particularidades de los sujetos de investigación, su diseño
es autónomo siempre que consideren clave los detalles de la participación
de las personas, el lenguaje debe garantizar la comprensión de los sujetos,
debe tomarse de forma continua dependiendo de los procesos investigati-
vos que se establezcan, y al tratarse en muchos casos de información sensi-
ble su archivo y custodia, debe estar mediado por políticas institucionales y
nacionales para su adecuada conservación.
En el capítulo 4. Retos y desafíos de los miembros de un cei institucional,
hace una reflexión crítica que señala que; actualmente, los responsables de
la investigación en Colombia le apuestan a desarrollar procesos de investi-
gación de calidad, que les permitan un alto posicionamiento en los diferen-
tes rankings de medición de las ies, como los realizados por Minciencias,
siendo necesario entonces que, en cada uno de estos procesos de investiga-
ción se privilegie “(…) la actitud reflexiva, analítica, creadora e innovadora
de profesores y estudiantes; reconociendo en ella la manera concreta de
generar alternativas y soluciones a problemas relevantes del entorno” (Ins-
titucion Universitaria Antonio José Camacho, 2015, p. 32).
El objetivo de esta reflexión académica es analizar los retos y desafíos
a los que se enfrentan cotidianamente los miembros de un cei institucio-
nal, de modo que se busca establecer las acciones a seguir que permitan el
efectivo cumplimiento de sus deberes como comité. En ese sentido, los cei
institucionales vienen promoviendo una cultura de la ética de la investiga-
ción, bioética e integridad científica, lo cual permite que sus miembros velen
por el respeto, la integridad y la dignidad de los sujetos participantes en la
investigación.
En el capítulo 5. Historia y evolución del comité de ética en investigación
científica Dexa Diab, se busca sistematizar la experiencia de este comité de
ética en investigación científica y mostrar cómo ha sido su desarrollo y la
forma como se han evaluados proyectos con distintas temáticas.

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aportes para los comités de ética

En el capítulo 6. Relación del investigador principal y del comité de ética


en la investigación clínica en Colombia, se posibilita una perspectiva de aná-
lisis en la que se reconoce la importancia dentro de la investigación clínica
con medicamentos en seres humanos alertar sobre efectos no deseados en
los participantes y la vez los autores hacen un llamado para que los inves-
tigadores acojan de manera responsable las normas de Buenas Prácticas
Clínicas (bpc), que deben ser el punto de partida en todas investigación
que tenga como sujetos de estudio personas.
En el capítulo 7. Por un ecosistema de epistemologías y éticas enfocadas
a crear una meta-ética en un planeta diverso, se procura comprender el vín-
culo estrecho entre epistemologías y éticas que sustentan otras formas de
conocer, más allá de la frontera del conocimiento científico, y cercanas a
una sociedad compleja, procurando debatir el conocimiento positivista y
reivindicando los saberes propios de las sociedades reclamantes de reco-
nocimiento de sus prácticas, experiencias, formas de conocer y de producir
acontecimientos. Sabiendo que, en el reconocimiento de la existencia de
una serie de exigencias ético-epistemológicas surgen múltiples principios,
valores y responsabilidades exigentes de transformación de las ciencias so-
ciales y reivindicadores de otras formas de conocer, saber y vivir en socieda-
des diversas. El proceso reflexivo fue guiado por el pensamiento complejo
bajo los principios de distinción, diálogo e implicación de aquello que se
analiza: epistemologías, éticas, ciencias, saberes y vivir humano.
En el capítulo 8. La educación del contador público: un primer paso hacia
la ética de las finanzas, con el que se cierra el libro se parte de la necesidad
de reflexionar sobre la ética del docente contador público y la transmisión
de su conocimiento, teniendo en cuenta que cada vez son más visibles los
casos de corrupción en los que se ve inmerso el contador. Es por ello que
se busca identificar el papel determinante que tiene el docente en la educa-
ción de principios y valores en la contaduría pública, tema que se identifica
como fundamental para la formación del estudiante y como un elemento
que aporta transparencia al mundo de las finanzas. En ese sentido, se en-
tiende que el contador público docente está inmerso en el proceso de for-
mación del estudiante, guiándolo para la realización de trabajos inspirados

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ética de la investigación

en su visión de una práctica justa y sirviendo como modelo de conducta


y de desempeño ético profesional.

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Capítulo 1
Implicaciones éticas de la investigación
científica en el contexto de las ciencias
humanas y sociales

Víctor Eligio Espinosa Galán1

Introducción

L os cada vez más complejos avances de la investigación científica


—ya sean producto de modelos cualitativos, cuantitativos o mix-
tos— requieren la formación de un tipo de pensamiento ético que
oriente la producción del conocimiento hacia la comprensión de los lí-
mites y las exigencias necesarias para garantizar el bienestar humano y
la protección de la vida en su diversas manifestaciones. Es decir, se re-
quiere —ineludiblemente— una ética de la investigación que enriquezca
la compresión de los límites morales por parte del investigador, coinvesti-
gadores y demás miembros de las comunidades académicas y científicas, a
partir de su relación con los objetos de estudio, las teorías, las metodologías
y técnicas utilizadas. Una de las razones más importantes por las que se
le sostiene esta exigencia ética a los investigadores y sus equipos, es que la
imagen del mundo que nos rodea y las decisiones que se toman al momen-
to de intervenir en él se apoyan cada vez más en las ‘certezas científicas’,
que, a la vez que permiten la compresión, transforman las prácticas hu-
manas sobre el mundo material, social y cultural del hombre. Las ciencias
son hoy uno de los pilares de las sociedades contemporáneas, por lo que
muchos de los fines y de las acciones sociales implican, en algún grado, los
progresos científicos.

1 Profesor Titular Licenciatura en Filosofía de la Universidad Pedagógica Nacional y Director del Instituto Nacional de Inves-
tigación e Innovación Social. Correo electrónico: director@inis.com.co

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ética de la investigación

El propósito del presente capítulo es desarrollar una reflexión sobre


los problemas, límites y alcances de la investigación desde una perspectiva
ética, que no solo está a la base de la investigación en las ciencias naturales
o aplicadas, sino que —fundamentalmente— ha de ser un aspecto de la
praxis investigativa en las ciencias humanas y sociales; esto, dada la impor-
tancia que hoy tienen estas investigaciones para las transformaciones socia-
les, económicas y culturales de las sociedades y los desafíos que tiene hoy,
en la actual sociedad del conocimiento, la producción, gestión y la trans-
ferencia del saber social. Para cumplir este objetivo, el texto desarrolla tres
momentos de argumentación: el primero presenta las reflexiones sobre ‘Los
límites en la producción científica’, que tiene como finalidad mostrar que
la ética de la investigación no es únicamente prioridad del trabajo de las
ciencias naturales o aplicadas, sino que es también un aspecto fundamental
en desarrollo de las ciencias humanas y sociales, en un contexto donde la
toma de decisiones tiene en cuenta cada vez más los resultados de la inves-
tigación humana y social. El segundo momento, denominado ‘La ética de
la investigación posee una dimensión normativa, regulativa e institucional
que implica instrumentos y protocolos en su desarrollo’, busca ampliar la
concepción tradicional —y bastante difundida en las comunidades cientí-
ficas— que supone que la responsabilidades de los investigadores radican
meramente en el cumplimiento de normas, protocolos y procedimientos
formales, mas no en la capacidad de buen juicio, de su racionalidad práctica,
de la experiencia de su praxis investigativa, o de la sensibilidad moral de
los investigadores; siendo esto lo que permitiría enriquecer, o transformar
—si fuera el caso— la vida de las comunidades, las personas o los grupos,
así como hacer una conexión responsable entre teoría y mundo de la vida.
En el tercer momento, se presenta ‘La ética de la investigación es un saber
práctico interdisciplinar’ donde se afirma que la ética es un saber en diálogo
y que no es un solo tema de la investigación, sino un campo de investiga-
ción específico de tipo interdisciplinar.

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aportes para los comités de ética

Los límites en la producción científica

En la vida cotidiana existe una concepción bastante generalizada (pers-


pectiva positivista) de lo que es la ciencia, a partir de la cual se la entiende
como un ámbito de experimentación, conceptualización y demostración
que se apoya en la formalización de leyes aplicadas a un universo de objetos.
La ciencia —en su concepción más común— se relaciona con los objetivos
y las actividades de conocer, interrogar y problematizar los fenómenos del
mundo natural, para remitirnos a un conjunto de conocimientos, teorías e
hipótesis que procuran una explicación y demostración del cómo y el porqué
del funcionamiento de tales fenómenos. Y aunque la ciencia —tomando
como modelo las ciencias naturales— tiene una pretensión de universali-
dad, a través de la historia de la ciencia misma se ha demostrado que sus
explicaciones son de carácter provisional, que ninguna explicación cientí-
fica es definitiva o absoluta. De ahí que la idea de ciencia, que recorre este
texto, no toma por objeto únicamente a la ciencia positiva, de corte empí-
rico-analítico y demostrativo, sino que también —y fundamentalmente—
abarca la concepción de ciencia que se ocupa de lo humano y lo social,
inaugurada por el paradigma interpretativo, desarrollado a lo largo del siglo
xx, y que se esfuerza no solo por ampliar y profundizar la comprensión del
mundo natural y externo al hombre, sino que también se esmera por com-
prender su propia naturaleza humana y social.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la ciencia no es una
práctica estática, definida de una vez por todas. Pues, progresivamente, las
ciencias —naturales, humanas y sociales, por clasificarlas de algún modo—
han ido precisando sus métodos para el estudio de sus fenómenos y for-
malizando sus límites epistemológicos. Por un lado, en la medida en que
las ciencias se relacionan o se dispersan, se ha ido formando un ámbito de
complejidad epistemológica mayor, al que se ha denominado ‘campo de

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ética de la investigación

interdisciplinariedad’2; por otro lado, conforme a la complejidad de los pro-


blemas internos de cada ciencia, se va dando origen a nuevas formaciones
discursivas, que bien podrían —dependiendo de su grado de formaliza-
ción— llegar al estatus de ciencia.
Así pues, es posible entender mejor el hecho de que la investigación
—aspecto elemental de las ciencias— permite avanzar en la compresión
de los problemas, la redefinición de su quehacer o la demostración de sus
hipótesis y conjeturas, según sus objetos de estudio. De hecho, el avance
científico implica, necesariamente, una redefinición de sus problemas, un
replanteamiento de sus preguntas fundamentales y un diseño de nuevas
rutas metodológicas para abordar y dar cuenta de los fenómenos observa-
dos. Todo ello, como parte de la búsqueda inagotable del hombre de una
explicación y comprensión del mundo, es decir, una búsqueda permanente
por la verdad, entendida esta como consenso, como resultado de la cohe-
rencia entre teorías e instrumentos; nunca como agotada, como universal o
definitiva, ¡Siempre provisional, pero necesaria!.
De este modo, como el deseo de conocer y la selección de medios y
métodos no son infinitos en el desarrollo científico, se requiere una ética de
los límites y de los alcances morales para la praxis investigativa, sea esta en
el campo de las ciencias naturales, aplicadas, humanas o sociales. Una pri-
mera razón para hablar de la ética de la investigación científica es el hecho
de que “todo intento de acercamiento comprensivo reclama de nosotros un
sentido moral” (Cuadros, 2015, p. 172). Toda vez que el ser humano intenta
acercarse al mundo para comprenderlo, explicarlo, demostrarlo o —en el
caso de la ciencia aplicada por la tecnología— transformarlo, está entran-
do en relación de interacción con un otro. Esto es así, pues, a la hora de
conocer el mundo, sus fenómenos y representaciones, el hombre no puede
apartarse a sí mismo; necesariamente entra en una relación recíproca con lo
que intenta explicar y comprender.

2 Por ejemplo, un campo de interdisciplinariedad puede ser el que forma la relación entre la psicología cognitiva, la pedagogía,
los estudios de inteligencia artificial, etc., al momento de analizar y explicar un fenómeno tan complejo como el educativo; o el
que forma la sociología, la antropología y la etnología, al momento de hacer estudios interculturales.

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aportes para los comités de ética

Hay que añadir, además, que toda acción e interacción del hombre
tiene implicaciones sobre sí mismo y sobre los otros; es decir, la investi-
gación científica, como acción interpretativa sobre el mundo, implica un
sentido y una responsabilidad moral, y todo ello reclama una reflexión ética
que sea capaz de evaluar, ponderar, definir los límites y medir los alcances
y consecuencias del desarrollo científico y técnico, en función del respeto
por la vida, en sus distintas manifestaciones. Y hay que agregar, por último,
que actualmente la ciencia no es solamente la búsqueda de la verdad por
la verdad. La ciencia, incluso en sus ámbitos más abstractos, como la física
o la matemática teóricas, tiene implicaciones directas sobre el mundo y
persigue fines que van más allá de la pura verdad. No hay que olvidar que
de los avances científicos en la física o la matemática resultan nuevas tec-
nologías, las cuales pueden ser utilizadas para diferentes fines, por ejemplo,
el descubrimiento de las reacciones nucleares, que llevó tanto a la energía
nuclear (una solución energética), como a la bomba de hidrógeno (un arma
de destrucción masiva).
Por lo tanto, la elevación de los fines de la ciencia a lo más humano y
noble hace que esta también sea ética. Es decir, cualquier explicación, com-
prensión, interpretación o demostración de los objetos y fenómenos del
mundo conllevan el principio de responsabilidad, no solo con la vida de las
generaciones presentes, sino con aquellas que están por venir. Por ejemplo,
de un lado, la ciencia natural debe orientar su esfuerzos para la búsqueda
del bienestar humano, proteger la multiplicidad de la vida en sus distintas
manifestaciones, encontrar mejores formas de relacionarse con la naturale-
za; y, de otro lado, en el caso de las ciencias humanas y sociales, pues estas
deben hallar en el espíritu humano las mejores razones y disposiciones que
permitan tener una mejor convivencia y un mejor destino para los hombres.
Toda ciencia es, pues, ineludiblemente una ética, en tanto su quehacer está
dirigido hacia los otros, hacia lo humano y lo no humano; en otras palabras,
en pro del bienestar en general.
El vínculo entre la ética y la investigación científica se empezó a
construir, en primera instancia, en relación con el modelo de las ciencias
naturales, que buscaban un conocimiento fiable, comprobable, cuantifica-

19
ética de la investigación

ble y válido de manera general. El campo de la ética se inclinó a pensar


profundamente el carácter de las intervenciones e investigaciones cientí-
ficas, cuando estas empezaron a tener duras implicaciones sobre el cuerpo
humano, el cuerpo de otros seres vivos, y la naturaleza, como lo dice el
doctor Aragón Palmero (s.f.).
La historia de la investigación con seres humanos está plagada de aconteci-
mientos violatorios de los derechos individuales. En Inglaterra, el cirujano
inglés Charles Maitland inoculó viruela (1721) a seis prisioneros a cambio
de una promesa de libertad.
En Alemania, hacia 1900, varios estudios se hacían inoculando enfermeda-
des venéreas no curables en individuos inconscientes de ese hecho: se tras-
plantaba cáncer, se exponía a sujetos a la tifoidea (a veces inyectándola), se
manipulaban cerebros de mujeres con convulsiones y existieron numerosos
casos de investigaciones en recién nacidos, embarazadas, pacientes quirúrgi-
cos, subnormales, locos y moribundos (pp. 2-4).
Teniendo en cuenta todas las implicaciones que puede tener una in-
tervención científica sobre el cuerpo y sobre la vida, las reflexiones de la
ética se convierten en valiosas reflexiones sobre la vida (bioética), fijándose
como horizonte varios núcleos problemáticos, entre los cuales están: la ge-
nética, la eugenesia, la clonación, la utilización de células madre y la inter-
vención sobre el genoma humano. Estos campos ofrecen reflexiones sobre
la acción consciente del hombre sobre el cuerpo y sobre la vida; y no solo
se trata de la intervención directa sobre la vida actualmente, sino también
de las implicaciones futuras sobre la misma. Éste es el caso de la genética
y la eugenesia, que pretenden, por distintas vías, transformar y seleccionar
los genes para mejorarlos, lo cual involucra profundas implicaciones éticas,
morales, políticas y sociales, pues lo que fundamentalmente se altera es
nuestra concepción de lo que es humano.
A partir de este contexto problemático, se han dispuesto leyes y nor-
mas que rigen, guían y plantean las maneras moralmente buenas de inter-
venir los cuerpos y la vida al momento de investigarlos. También se han
creado comités de bioética y ética de la investigación, para debatir y tomar
decisiones en torno a lo que guarda relación con la intervención sobre el
cuerpo y sobre la vida. Por ejemplo: una investigación científica es sometida
a un comité de bioética, cuando posiblemente su aplicación tenga impli-
caciones o secuelas sobre la vida y sobre los cuerpos de otros. El hecho de

20
aportes para los comités de ética

que el problema de estudio y su objeto sean consistentes con una teoría,


una metodología y unas técnicas investigativas no es justificación suficiente
para que se realice una investigación en este sentido, aun cuando cuente
con el aval de los investigados; ya que se deben analizar bien todas las po-
sibilidades, las razones, las implicaciones, alcances y limitaciones de dicha
investigación, como bien señalan Salvador, Hall y Hernández (2014):

El mandato de la revisión bioética es la protección de sujetos humanos, se


debe limitar el ámbito de revisión a investigaciones que pongan en peligro a
estos sujetos a pesar de su campo académico. Es igual con respecto al man-
dato de protección a animales y bioseguridad: cualquier investigación que
pone en riesgo a los animales o a la bioseguridad es sujeto a revisión a pesar
de su campo académico (p. 193).
Sin embargo, hay casos en los cuales no se pueden prever de una ma-
nera fiable las consecuencias de una intervención científica o técnica. En
estos casos se puede recurrir al «principio de precaución», el cual consiste
—siguiendo la cita anterior— en que “no se arrojen al medio ambiente los
desechos si existe una base razonable, aunque no se tenga pruebas contun-
dentes para creer que existen relaciones causales entre los desechos y daños”
(Olivé y Pérez, 2011, p. 49). Este principio ha sido defendido por algunas
organizaciones ecologistas, como Greenpeace, que, por ejemplo, se opuso
a la determinación de la empresa Shell de hundir una de sus plataformas
petrolíferas en el mar, solamente porque resultaba más económico que re-
tirarla. En efecto, no había pruebas contundentes de los daños que podría
causar el hundimiento de la plataforma, pero era razonable pensar que los
habría. Pero, entonces, ¿qué se debe hacer cuando únicamente hay indicios,
mas no pruebas contundentes del daño que puede causar una investigación
científica sobre la naturaleza o sobre los otros? Muchas veces no se evi-
tan desastres, aunque se prevean razonablemente, solo porque no se tienen
pruebas contundentes. Es allí donde debe ponerse en juego la autonomía,
la capacidad reflexiva del investigador y su capacidad de acción. En otras
palabras, ejecutar el buen juicio, el juicio responsable.
Por otro lado, la ética de la investigación ha tenido que ampliarse
hacia los modelos de las ciencias sociales y humanas, que no solamente tie-
nen implicaciones directas sobre el cuerpo o sobre la vida. Por ejemplo, en

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ética de la investigación

Colombia, los Diálogos Nacionales sobre Ética de la Investigación 2013-2014,


que realizó Colciencias, se hicieron teniendo en cuenta la necesidad de
expandir el campo de la ética y la bioética a todos los ámbitos de la inves-
tigación, no solo a aquellos que trabajan directamente el tema de la salud,
el cuerpo humano y los seres vivos, sino también a aquellos que intervienen
de diversas formas en las comunidades, en las personas y en el ámbito social
en general, haciendo énfasis en que toda investigación tiene efectos sobre
los otros y sobre lo otro, en nuestra manera de pensar y actuar, y especial-
mente, en nuestra forma de orientarnos en el mundo.
Ante este panorama regulativo hay varias objeciones. Una de las más
recurrentes, según las memorias de los Diálogos, es que es “innecesario so-
meter sus proyectos a un comité de ética/bioética. En su mayoría, estas
justificaciones se basaban en la consideración de que solo los proyectos que
trabajan con seres humanos requieren de este aval” (p. 22). No obstante,
como ya se ha dicho, hay otras formas de la investigación que afectan a los
otros y que, por tanto, implican dilemas éticos.
Uno de los posibles efectos que puede tener, por ejemplo, una inves-
tigación antropológica o sociológica puede ser el aprovechamiento del co-
nocimiento que se tiene de las costumbres e imaginarios de una comunidad
para su futura manipulación e intervención. Una investigación de este tipo,
bien puede beneficiar a la comunidad al socializar el conocimiento sobre
el comportamiento humano, o bien puede dañarla si la investigación se
emprende con fines de explotación o de manipulación: se podría desalojar
a la comunidad, hacer que entre en conflictos internos o dañar todo el ima-
ginario que tiene sobre su territorio, para luego despojarlos y explotarlos
sin ningún problema.
De igual manera, se pueden observar investigaciones científicas que,
contratadas por empresas multinacionales o por los Estados, terminan por
indicar como benéfica, por ejemplo, la explotación de determinados recur-
sos naturales, en clara contraposición con otros estudios, de grupos inde-
pendientes, que afirman lo contrario. Entonces, ¿qué hacer frente a estas
contradicciones? Por citar un caso, en la República Checa, como en casi
todas las sociedades, fumar cigarrillos es socialmente aceptable; situación

22
aportes para los comités de ética

que, por los efectos nocivos en la salud, repercute en las finanzas del Estado
a causa de los costos sanitarios en la salud de los ciudadanos. Ante esto,
el Estado pensó en subir los impuestos a los cigarrillos, pero la tabacalera
Philip Morris, que recibe inmensos dividendos como resultado de esta ac-
tividad económica y
[…] con la esperanza de librarse de los impuestos, (…) encargo un análisis
de los costes y beneficios del tabaco en los presupuestos del Estado checo.
El estudio concluyó que el Estado ingresaba gracias al tabaquismo más de lo
que gasta por él. La razón: aunque el gasto médico de los fumadores a cargo
del presupuesto es mayor mientras viven, se mueren antes, y así le ahorra al
Estado una suma considerable en atención sanitaria, pensiones y residencias
de ancianos. Según el estudio, en cuanto se tenía en cuenta los «efectos
positivos» del tabaquismo, incluidos los impuestos sobre el cigarrillo y el
ahorro gracias a las muertes prematuras de fumadores, resultaba que el Te-
soro ganaba 147 millones de dólares netos al año (Sandel, 2011, pp. 53-54).
El análisis de costos y beneficios resultó ser un desastre. Un grupo
que se oponía al tabaco publicó en el 2002 un estudio contario al de Philip
Morris, en “un anuncio en los periódicos donde se veía el pie de un cadá-
ver en el depósito de cadáveres con una etiqueta atada al dedo gordo que
marcaba un precio de 1.227 dólares, la cantidad que se ahorraba el Estado
checo con cada muerte relacionado con el tabaco” (Sandel, 2011, p. 54).
Finalmente, ante la indignación pública, Philip Morris pidió disculpas y
aseveró que su estudio era inaceptable, porque despreciaba los valores hu-
manos más básicos y fundamentales (Sandel, 2011, p. 54). Por ello, pensar
éticamente tanto la investigación que se quiere llevar a cabo, como los fines
que hay detrás de la misma, los instrumentos y las herramientas que se
piensan utilizar, junto al tipo de relaciones y vínculos que hay que forjar
cuando se investiga, es crucial para el bienestar humano.
Ahora bien, ante todo esto, es preciso entender bien qué es la ética.
La ética no puede ser confundida con un sistema de reglas y valores que
guían de manera unidireccional las acciones. La ética no se trata únicamen-
te de la prescripción de reglas y códigos, sin querer decir que estos no se re-
quieran; se trata, ante todo, de la promoción de la autonomía y la integridad
a la hora de tomar decisiones concretas que inciden en el mundo natural y
social. Como bien se sabe, toda autonomía implica, a su vez, una profunda
responsabilidad con el otro y con lo otro. Por ello, la ética es, esencialmente,

23
ética de la investigación

una reflexión. Esta pretende formar a los seres humanos en una autonomía
y responsabilidad.
Así pues, la ética plantea una exigencia muy importante para todo
investigador, que es la exigencia de la autonomía, la integridad y la respon-
sabilidad al momento de tomar decisiones que puedan afectar, o no, a los
otros. De ahí que el propósito de la ética sea:
[…] dar un fundamento racional al cúmulo de acciones que elegimos rea-
lizar en nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás y con el
entorno. De entrada, podemos dilucidar que la variedad de acciones reali-
zadas por los seres humanos es muy amplia y varía de una persona a otra;
no obstante, la unión generada por la costumbre y las creencias compartidas
por toda una cultura permite acercarnos —pese a los tropiezos— a maneras
homogéneas de actuar en las sociedades (Espinosa, 2015, pp. 15-16).
Los investigadores científicos deben estar formados para pensar y to-
mar las decisiones adecuadas ante los retos que su labor les presenta, y de-
ben ser conscientes de las implicaciones que su labor tiene sobre el mundo,
no solo en las cuestiones técnico-científicas, que son de largo alcance, sino
también en las cuestiones humanas, sociales, políticas y formativas, que son
el cimiento del pensamiento de toda sociedad. En este sentido, la ética de
la investigación debe ir dirigida a mejorar las prácticas de los investigado-
res y la forma en la que piensan su labor. También debe abordar todo tipo
de temas que tengan que ver con la vida, con la gestión de los recursos de
investigación, con la formación de investigadores, con la intervención de
las herramientas o técnicas de medición u observación, con los fines de las
investigaciones y sus implicaciones sobre los otros, con el futuro en toda
participación científica, entre otros.
La ética de la investigación es una profunda reflexión y evaluación
en torno a las dimensiones sociales, políticas, científicas, biológicas, etc.,
porque la ciencia no puede caer en una banalización instrumental; la cien-
cia no puede ser una herramienta que se utilice para beneficiar a terceros,
para explotar la tierra y las comunidades, para manipular —con el pretexto
del progreso humano— a la vida y a las personas, o para fines bélicos, rea-
firmando el poder de unos sobre otros. La ciencia tiene un fin muy claro y
definido, que es el de buscar la verdad; la verdad como algo que responde
a un sentido muy riguroso de lo que es el ser humano, pero también como

24
aportes para los comités de ética

algo que lo guía y hace posible su bienestar. El hombre desea conocer por-
que busca la verdad, pero también porque quiere un bienestar. Todo cono-
cimiento implica un mayor desenvolvimiento y mejores posibilidades de
actuar a través de la contingencia del mundo. El hombre investiga y busca
un vínculo con el mundo, una manera de vivir mejor en él; pero muchas
veces, tras la falta de un sentido orientado y reflexivo de sus acciones, acaba
haciendo daño a otros.
En concordancia con todo lo anterior, a continuación se presentarán
algunos postulados fundamentales en la ética de investigación científica.

La ética de la investigación posee una dimensión normativa,


regulativa e institucional que implica instrumentos y protocolos
en su desarrollo
La investigación, tal y como hoy se entiende, tiene una dimensión formal
que se orienta a la organización y regulación de los procesos en cada uno
de los momentos o fases de la investigación, lo que implica una estructura
normativa y funcional. Aunque la perspectiva ética no se reduzca a ellos,
como bien señaló el profesor Raúl Cuadros Contreras (2014) en su artí-
culo Ética y formación de investigadores: o la importancia de la sabiduría
práctica, publicado en los ‘Diálogos Nacionales sobre Ética de la Investiga-
ción’, “la ética no es un asunto de códigos o reglamentos, si bien no excluye
la posibilidad y hasta la necesidad de dichos elementos” (p. 174). No se
puede prescindir de ellos, por lo menos, en lo que compete a la ética de la
investigación. Estos son necesarios en la medida en que acompañan una
práctica humana como es la investigación, cuyo adecuado cumplimiento
permite una relación de responsabilidad con las personas, las comunidades
y las instituciones.
La ética investigativa ha sido una perspectiva y práctica de reflexión
reiterada a causa de las muchas atrocidades que se han cometido en nombre
de la ciencia tanto en seres humanos, como en animales y otros seres vivos.
Casos como el de Albert Neisser que inyecto suero de enfermos sifilíticos
a otros pacientes y a prostitutas sin su consentimiento, con la finalidad de

25
ética de la investigación

adelantar investigaciones en el tratamiento de la sífilis (Zavala y Mantilla,


2011, p. 2); o como el que se llevó a cabo en la Escuela Estatal de Willow-
brook, en el estado de Nueva York, en donde se infectaron a varios niños
con síndrome de Down de hepatitis viral, sin consentimiento alguno y con
el argumento de que igual tarde o temprano se infectarían ( José salvador,
Robert T Hall, Jorge Hernández, 2014, p.13). Estas son algunas de las gra-
ves faltas éticas, sin mencionar las poco ortodoxas intervenciones médicas
hechas a prisioneros por parte del régimen Nazi.
Todo lo anterior ha llevado a generar un sin número de reflexiones y
normatividades como lo son: el Código de Núremberg3, el Informe de Bel-
mont4, la Declaración de Helsinki (1964)5, El consejo de Organizaciones
Internacionales de las Ciencias Médicas (1993)6, Buenas Prácticas (2001),
Buenas Prácticas Clínicas (2005) (Salvador, Hall, Hernández, 2014, p. 13),
entre otros.
Todas estas declaraciones están llenas de normas que pretendían y
pretenden regular la intervención científica tanto en el ser humano, como
en los animales. Estos van desde la creación de consentimiento informado,
hasta la protección de comunidades vulnerables, como también las consi-
deraciones entre riesgos y beneficios, entre otros. Así, la historia de la ética
de la investigación está llena de normas, protocolos y procedimientos que
permiten regular la investigación científica. Estos se han reformulado, se
han ampliado y se han adaptado a las necesidades contextuales de cada país
o región. Y aunque no son suficientes, pues no hay que reducir la respon-
sabilidad de los investigadores al cumplimiento de normas o protocolos, su
uso se hace necesario a nivel institucional como garante, prueba positiva y

3 Según Salvador, Hall, Hernández “El Código de Núremberg aclaró varios principios básicos que regulan la realización ética de la
investigación. La primera disposición del código dice: “es absolutamente esencial el consentimiento informado voluntario del sujeto
humano.” Implícito en el concepto de consentimiento informado se encuentran: la capacidad de dar consentimiento, la ausencia
de coacción, y la información sobre la naturaleza de la investigación propuesta, especialmente sus riesgos y beneficios potenciales”
(p. 20).
4 La primera declaración que se convirtió en un marco estándar tanto para la ética de la investigación como para la bioética, en el
cual se declararon: el principio de no maleficencia, el principio de beneficencia, el principio de autonomía y el principio de justicia.
5 La declaración de Helsinki se redactó a causa de fallas encontradas en el código de Núremberg en 1964.
6 Con el propósito de indicar la manera en que se debe interpretar la Declaración de Helsinki en los países en desarrollo, en 1993 el
Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (Council for International Organizations of Medical Science, CIOMS)
publicó sus “Pautas éticas internacionales para la investigación biomédica con sujetos humanos” (Pautas-CIOMS) (p. 21).

26
aportes para los comités de ética

guía del actuar científico. Su existencia permite la creación de programas de


formación y es un cimiento que posibilita el buen actuar del investigador.
En Colombia, Minciencias reconoce la necesidad de la normatividad
y de la institucionalidad de la ética de la investigación científica. Sin em-
bargo, hace hincapié en que “la ética en la investigación no es una forma-
lidad, sino una responsabilidad, una cultura” (p. 27). De ahí la importancia
de que la ética de la investigación, como una práctica de responsabilidad,
acompañe el diseño, la planeación, la conceptualización, el desarrollo y las
conclusiones de un proceso investigación.
La ética de la investigación en la perspectiva normativa no es ética
de contenido, pues seguir los procedimientos, en algunos casos, no garan-
tiza el obrar responsable. Por ejemplo, hoy se exige que los proyectos de
investigación tengan consideraciones sobre el riesgo y el beneficio de la
práctica investigativa, sobre el impacto de sus resultados en la vida de las
personas y las comunidades. De ahí que en los proyectos de investigación
existan mecanismos para realizar el control y seguimiento tanto en la fase
de antecedentes, conceptualización y revisión de estado del arte, en la apli-
cación de instrumentos con sus respectivos análisis y discusiones y, fun-
damentalmente, en los hallazgos y conclusiones. Por ende, el investigador
debe ser un buen razonador práctico, es decir, que pueda prever de manera
responsable los alcances y consecuencias de su práctica investigativa. Para
ello, se requiere la formación del juicio responsable, pues su práctica está
dirigida sobre los cuerpos de los otros y afecta el mundo y las percepciones
del mundo en donde se desarrolla la vida de las personas.
Se insistió líneas arriba en la importación de la dimensión normativa
de la ética de la investigación. Pero no se puede reducir a protocolo, re-
glamentos, procedimientos administrativos y consentimientos informados,
en el sentido de que el cumplimiento de estos no es garantía para el obrar
íntegro y ético en la investigación, ya que la responsabilidad del investiga-
dor no debe estar relacionada únicamente a la capacidad de seguir reglas.
Si bien esto es necesario, no es suficiente, pues la ética de la investigación
va más allá de lo meramente formal, en tanto que está sobre la base de un
principio fundamental: el bienestar humano. La ética reclama un amplio

27
ética de la investigación

sentido de responsabilidad y de reflexión permanente, pues, si no se consi-


dera la dimensión práctica —moral— de la ética, esta quedaría a merced
de los cambios en las normatividades, a la instrumentalización y a los in-
tereses meramente formales del actuar científicos o, en peor de los casos, al
mercado, a los intereses económicos y políticos de los Estados, las empresas
o las organizaciones.
La normatividad muchas veces impide que se vea con claridad la
importancia de actuar bien, de la actuación virtuosa. Muchas veces se ac-
túa simplemente por seguir las normas o por evitar algún tipo de castigo
frente a la práctica investigativa, con lo cual la responsabilidad real del in-
vestigador queda reducida a lo meramente formal. Para la ética en general,
este concepto se hace necesario en la medida en que el ser humano en su
actuar se enfrenta a cosas que, como dice Gadamer, “no siempre son como
son, sino que pueden ser también distintas” (p. 386). Y al enfrentarse con
cosas que no siempre son como son, la relación general-particular que hay
entre las normas y las situaciones concretas se rompe. Si el investigador no
tiene juicio reflexivo y autonomía sobre las situaciones que enfrenta, corre
el riesgo de causar daños o hacer que su práctica perjudique los intereses o
el bienestar de los otros; puede afectar incluso sus propios intereses. Ade-
más de ello, la autonomía es fundamental para que exista responsabilidad
real frente a los objetos y sujetos con los que se relaciona el investigador o
los investigadores, ya que la normativa que se pueda aplicar a unos casos
o situaciones no sería homologable a otras de similares características. No
existe en sentido estricto una universalidad de la investigación. De ahí que
se busque la formación del carácter moral de investigación, su capacidad de
buen juicio, su sentido de la responsabilidad y su imaginación moral como
fuentes fundamentales de la actuación ética.
Otra cuestión que atañe a la ética son los conceptos de experiencia
y formación. Ambos conceptos se relacionan entre sí. Sí bien la ética no
implica solamente la normatividad, sí tiene inscrita dentro de sí una idea
de la obligación, de lo que debe ser la práctica y la investigación en función
del bienestar humano, de la coexistencia entre las distintas formas de vida,
de un ideal de vida buena.

28
aportes para los comités de ética

Si los hombres se esfuerzan por las cuestiones morales, es porque hay


un ideal de lo que es bueno, justo y noble y, aunque este no esté claro o ex-
plícito muchas veces, hace parte de la ética. No puede haber progreso cien-
tífico sin ideal de felicidad y de justicia, por ello la ética de la investigación
es una ética del bienestar y de los límites, porque la experiencia investigati-
va no puede ser reducida a la objetividad científica. El sujeto y objeto de la
investigación son, en muchas investigaciones, un otro que sufre, que siente,
que piensa o, en el caso de los ecosistemas, lo otro tiene implicaciones sobre
los otros y sus formas de vida. Relacionarse con estos objetos de investi-
gación implica auténticos dilemas éticos. Muchas veces están más allá de
las normas y exigen cierto tipo de sensibilidad y racionalidad práctica del
investigador hacia ello, de ahí que el investigador necesita desplazarse de la
norma al caso concreto que está enfrentando; la experiencia y la formación
juegan un papel importante allí. Así pues, Seguramente un investigador
experto, no solo en su disciplina, sino también en su actuar ético, toma-
rá una mejor decisión frente a una contingencia o frente a una situación
particular. Ahora bien, formar investigadores para que tengan buen juicio
y hagan una comprensión ética de los problemas significa propiciar expe-
riencias que permitan tomar decisiones más razonables, sopesadas y justas
frente a las contingencias en la investigación científica, lo cual implica que
se enseñe a los investigadores a
[…] no reducir la visión del compromiso ético a lo jurídico, al seguimiento de
normas; implica instituir la necesidad de hacer un análisis de riesgo en cada
uno de los procesos de investigación que se vayan a llevar a cabo. La ausencia
de uso, adherencia y/o consulta de los marcos legales nacionales e internacio-
nales, propios o de disciplinas cercanas, evidencia que no existe conocimiento
por parte de la institucionalidad ni de los investigadores sobre estos marcos
para la investigación. Es el caso de la apropiación de conocimiento tradicio-
nal o el proceso de aproximación a las comunidades vulnerables, indígenas y
afrodescendientes, entre otros. Esta ausencia de uso también evidencia que
los marcos legales de los que se dispone actualmente en Colombia son dé-
biles, tienen vacíos y no cumplen con su función orientadora a los procesos
de investigación, a los comités de ética ni al investigador mismo (Colciencias,
2015, p. 29).
La racionalidad práctica, como un aspecto fundamental de la ética
del investigador, demanda que la concepción, planeación y los alcances de
las acciones en un proceso de investigación sean buenos, es decir, que se

29
ética de la investigación

ajusten a principios de dignidad, respeto y veracidad. Pues la acción in-


vestigativa es una acción moral porque está basada en principios, razones,
emociones, hipótesis, conjeturas y supuestos que tiene el investigador sobre
el mundo, sea este natural o social. De ahí que cada agente investigador
deba asumir la institución de la verdad como aspecto fundamental en la
teorización e indagación de los fenómenos, así como el ideal de obrar con
justicia y solidaridad.
La estructura de la racionalidad práctica se expresa de la siguien-
te manera: un individuo cualquiera actúa de modo particular, movido por
principios, razones y emociones, teniendo en cuenta todos los aspectos y
evaluaciones necesarios para un curso de acción moralmente responsable.
De ahí que, quien no orienta su actuación en lo único razonable para ha-
cer, actúa contrario a la racionalidad práctica, la cual se exige siempre para
llevar a cabo aquellas acciones que permitan la consecución de los bienes
necesario para el bienestar humano (cf, Foot, 2001). No obstante, es im-
portante no perder de vista que la acción puede variar dependiendo de
los puntos de vista de los individuos, aun cuando sea una acción basada
en lo “único razonable para hacer”. Para corregir esto, se requiere estable-
cer algunos criterios o condiciones que determinen aquello que se debe (o
debería) hacer: a) que sea lógicamente coherente; b) que tome en cuenta
los hechos pertinentes; c) que la decisión considere las razones a favor y en
contra; y d) que se evalúen alternativas, previendo consecuencias (Kekes,
2006, pp. 240-241). Estos criterios aumentan nuestra posibilidad de éxito
y la racionalidad práctica exige su cumplimiento. La paradoja fundamental
es pensar que la acción contraria a la racionalidad práctica es irracional y, en
consecuencia, las acciones malas son una desviación del obrar sobre la base
de principios y razones. (cf., Espinosa, 2016, p. 59).
La racionalidad práctica, en tanto es un aspecto de la actuación mo-
ral, como bien lo señala Rey y Espinosa (2018), es un factor importante
en la toma de decisiones que acompañan la práctica del investigador en el
sentido de que “define los criterios sobre los cuales se orientará la acción
moral para la consecución del modo de vida más razonable” (p. 50). En este
sentido, el investigador debe ser un buen razonador práctico para encon-

30
aportes para los comités de ética

trar, desde su capacidad deliberativa, los mejores modos de actuación en un


proceso investigativo. Otra característica de la racionalidad práctica implica
la capacidad de dialogar, de establecer acuerdos entre personas y comuni-
dades diversas, así sea en las formas pequeñas de compresión y de negocia-
ción. Esto quiere decir que distintos tipos de racionalidad pueden alcanzar
acuerdos parciales sobre asuntos de negociación, así lo señala Olivé (1999):
“los presupuestos de racionalidad son específicos de cada comunidad y sus
marcos conceptuales o, en ciertas circunstancias, serán los que se acuerden
en el contexto de interacción de comunidades diferentes” (p. 178).
La racionalidad hace referencia a la elección: un agente racional actua
por razones suficientes, sobre la base de las opciones y/o preferencias que
generen maximizar el beneficio o utilidad a las personas (Elster, 1996, p.
206). Es decir, la elección razonada guarda relación entre las razones que
impulsan un propósito para la elección y los medios más optimos que per-
mitan el resultado. De ahí que la racionalidad permita evaluar o filtrar las
prioridades, obligaciones, deseos o cursos de acción de una persona para
garantizar el cumplimiento planeado. En resumen, la elección racional tie-
ne como finalidad encontrar, sobre el cúmulo de posibilidades, el mejor
medio para los mejores fines deseados. Esto es importe cuando de investi-
gar se trata.
La anterior reflexión enriquece el debate que en Colombia se está
adelantando sobre los problemas que trae consigo pensar la ética como algo
solamente normativo, a la vez que se piensa la formación de los investiga-
dores como agentes morales que producen un conocimiento que será usado
para toma de decisiones y que tendrá incidencia en la vida de las personas
y las comunidades. La formación ética investigativa y la autonomía de
los investigadores busca minimizar y controlar el riesgo de caer en una
barbarie científica como la sucedida en el régimen Nazi o la ejecutada en
el proyecto mk Ultra —por referenciar ejemplos extremos—. No hay que
olvidar, sin embargo, que muchos científicos se negaron a actuar a favor de
la guerra y a los fines perversos de la Alemania Nazi, incluso antes de que
se comenzaran a pensar todos los problemas de la ética de la investigación.
Igualmente, la formación ética busca que la investigación social no se pres-

31
ética de la investigación

te para intereses de dominación, explotación y discriminación de personas


o comunidades. Seguramente, con una formación ética orientada hacia la
autonomía, reflexividad, el buen juicio y la racionalidad práctica, los inves-
tigadores de las distintas disciplinas tomarán decisiones que estén más allá
del bienestar individual y que no impliquen el daño a los otros o provoquen
efectos lesivos en el tiempo. Hoy más que nunca se hace necesaria la for-
mación de investigadores en temas relacionados a la ética en un mundo con
serios problemas morales.

La investigación social es ética


Suele suponerse que la ética de la investigación, en el campo de las cien-
cias humanas y sociales, no posee los mismos riesgos para sus participan-
tes como sí los tiene para las ciencias naturales o aplicadas. Este supuesto
desconoce los efectos negativos y tendenciosos que se pueden dar en la
investigación social si no está soportada en principios éticos que orienten a
los investigadores y sus equipos de trabajo en su relación con las personas y
las comunidades; pues el proceso investigativo influye —dependiendo del
impacto y los fines de la investigación— en los valores, las prácticas y los
modos de vida de las personas y las comunidades (Cf., Constanza Ovalle
Gómez, 2003, p. 125).
Dejar de lado —o minimizar— las consideraciones acerca de las im-
plicaciones éticas en la investigación en ciencias humanas y sociales sig-
nifica reducir todo el asunto ético al cuerpo natural y biológico, cuestión
que en la tradición ética se muestra compleja, ya que omite que acciones
como la mentira, la manipulación, el engaño y otras de este estilo, que
están más allá de las acciones propiamente físicas, tengan efectos morales
sobre los otros. Por otro lado, pensar en que el ser humano solo puede ser
afectado físicamente es reducir su condición de humano al cuerpo y omitir
su psique, sus percepciones del mundo, sus imaginarios, sus aspiraciones y
su idea de él mismo y de los otros. Por ejemplo, los efectos de la investi-
gación en psicología pueden tener consecuencias lesivas sobre el bienestar
de los seres humanos. Así lo señala Constanza Ovalle Gómez (2003) en
su artículo Dimensiones éticas y bioéticas de las investigaciones en Ciencias So-

32
aportes para los comités de ética

ciales y Humanas, aludiendo al experimento de Milgram realizado en 1961


(publicado en 1963). En este experimento se engañaron a los sujetos de
investigación haciéndoles creer que aplicaban choques eléctricos que cau-
saban sufrimiento y hasta la muerte a otros. “En este caso, como fue posible
observar, no solo se omitía información, sino que se engañaba a los parti-
cipantes, lo que les producía, por lo menos durante el experimento, fatiga y
episodios de ansiedad” (p. 127). Los efectos sobre el bienestar psicológico
de los participantes deben ser seriamente tomados en cuenta, pues la fatiga
y los episodios de ansiedad —aunque no sean considerados muchas veces
como malestares que afectan al cuerpo— causan severos sufrimientos psi-
cológicos que tienen efectos en la vida de los seres humanos.
Por otro lado, la ética de la investigación no se reduce únicamente al
sujeto de investigación, sino que tiene también implicaciones a radios más
grandes como comunidades enteras, por ello, Constanza Ovalle Gómez
(2003) dice que las dimensiones éticas y bioéticas de la investigación cien-
tífica en ciencias sociales y humanas tienen mínimo tres dimensiones: “(a)
integridad científica, (b) responsabilidad con las personas y las poblaciones
sujetos de investigación y (c) responsabilidad con la sociedad.” (p. 133).
Dimensiones que son el reflejo de los efectos de los estudios en las ciencias
sociales y humanas.
En cuanto a la responsabilidad con las personas y las poblaciones, hay
que decir que esta tiene que ver directamente con el respeto a la vulnera-
bilidad de las personas en términos de privacidad e información personal,
como también en su afectación psicológica; por ejemplo, en casos como los
que menciona Constanza Ovalle Gómez, en donde se estudian adicciones,
conductas psicopáticas, relaciones interpersonales y sociales, vivencias reli-
giosas, ideologías políticas e injusticas (p. 134). Omitir las consideraciones
éticas en estos casos puede implicar graves daños en los sujetos y comu-
nidades de investigación, tales como: revivir el sufrimiento de un duelo,
exponer socialmente los traumas de los sujetos de investigación, generar
malestares políticos, poner en riesgo la vida del sujeto de investigación, en-
tre otros. De hecho, en muchas ocasiones no se consideran los efectos que
tiene sobre las comunidades la presencia de los grupos de investigación y

33
ética de la investigación

manera como irrumpen sobre la vida cotidiana de las mismas, en especial


las investigaciones de tipo longitudinal o aquellas que realizan las universi-
dades o las organizaciones de manera constante en los barrios, localidades
o veredas.
Frente a los alcances de la investigación social se requieren conside-
raciones morales sobre el principio de responsabilidad en relación con la
manera en que, por un lado, se realiza la devolución, los hallazgos y conclu-
siones del proceso de investigación y, por el otro, la forma en que el trabajo
investigativo enriquecerá —si es el caso— la vida de las personas y las
comunidades. Pues si solo se investiga por el simple deseo de saber, com-
prender, interpretar o explicar la manera en la que funciona el mundo social
y humano, o por llenar los repositorios de universidades u organizaciones,
o por el rakinquiar a los investigadores ampliando la producción para la
citación, o por los beneficios económicos que tendrán —en el caso de los
docentes investigadores— gracias artículos, ponencias, o informes que se
deriven del proceso investigativo —si bien todo esto es importante y es un
aspecto de actual contexto investigativo del país— quedarán abiertos, no
obstante, interrogantes éticos sobre la función de la investigación en la vida
de las personas y las comunidades. Quedará la cuestión de si se investiga
únicamente por el deseo de conocer o, por el contrario, existe una idea de
transformación en la investigación social que permita, entre otras cosas, la
integración comunitaria, la no exclusión, la democratización de saber y de
la vida en comunidad, el denuncio de la inequidad y las injusticias sociales,
el empoderamiento de los ciudadanos en su quehacer social y político.
Son estas características auténticas cuestiones éticas que le corres-
ponden al investigador social. En la actualidad los estudios en ciencias
humanas y sociales han dejado de ser simplemente análisis teórico y han
pasado a la preocupación por la praxis y las acciones que pretenden trans-
formar la sociedad, así como Kottow (2008) lo afirma, citado por Constan-
za Ovalle Gómez:
La inmersión de la ciencia en la realidad social significa que deja de ser au-
torreferente, para asumir una serie de responsabilidades que son comunes a
todas las prácticas sociales: debe rendir cuentas a la sociedad que la sustenta,
a la disciplina científica a la cual pretende contribuir, a los seres humanos

34
aportes para los comités de ética

involucrados en el proceso de investigación, así como a todos aquellos que


indirecta o aun lejanamente serán influidos por la actividad científica a rea-
lizar. Concretamente, frente a la sociedad y a la ciencia, todo proyecto ha
de tener por objetivo generar bienes externos como conocimiento, áreas de
aplicabilidad, soluciones a problemas, debiendo comprometerse con el sen-
tido y la función que la ciencia recibe del proyecto social y cultural (Kottow,
2008, p. 22).
Pero en efecto, esto también puede tener otras implicaciones que no
son del todo bondadosas. Si la investigación en ciencias humanas y sociales
tiene implicaciones prácticas, es de esperarse también que esta obedezca a
fines privados que implican dilemas éticos como el engaño, la manipula-
ción y la explotación de una comunidad o territorio. Todo esto genera la
preocupación y la necesidad de pensar más ampliamente los dilemas éticos
que implica la investigación. Es de agregar que, dada la complejidad del
entramado social y la cultura, pensar la ética de la investigación allí, implica
una totalidad que va más allá de la abstracción al cuerpo. La ética de la
investigación en ciencias humanas y sociales requiere de un amplio sentido
reflexivo, de una gran comprensión de las tradiciones y los contextos, de un
agudo conocimiento sobre las teorías que se utilizan y de una responsabili-
dad por el presente y el futuro de las comunidades.

La ética de la investigación es un saber práctico interdisciplinar


La ética de la investigación como un saber que orienta la acción del inves-
tigador está en permanente diálogo no solo con las ciencias humanas y so-
ciales, sino con las ciencias técnico-científicas de corte empírico analítico.
Pues en todas ellas existe una comprensión o demostración —para el caso
de las ciencias naturales— de la vida en sus distintas manifestaciones, de la
responsabilidad frente al avance científico y —fundamentalmente— frente
a la sociedad y su proyecto de bienestar, democracia y coexistencia; esto
desde una perspectiva general de la investigación. Pero desde una pers-
pectiva particular, —relacionada con las ciencias que tienen que ver con la
diversidad de la vida— la bioética se ocupa de la reflexión científica sobre
los problemas de la vida frente al desarrollo de la medicina, la biología y
las relaciones del hombre con las demás formas de vida. De esta discipli-
na se desprenden temas de estudio relacionados con la conducta humana,

35
ética de la investigación

los valores que se deben privilegiar en el desarrollo biotecnológico y en la


ingeniería genética, la salud pública y la gestión responsable de la vida en
todas sus manifestaciones.
En últimas, ante los nuevos y complejos desafíos del avance científi-
co-técnico, quedan expuestos los valores tradicionales en los que el hombre
ha depositado su confianza frente a nuevas formas y modos de entender
la vida (Cf., Espinosa, 2017, p. 39); todo esto en el marco de una profunda
reflexión sobre el lugar de la vida ante los desafíos morales del hombre en
la “nueva sociedad del conocimiento”, que ha empezado a interpelar los pa-
radigmas existentes sobre el valor y la finalidad de la vida en general. Con
todo ello, aparece un nuevo ethos vital que debe pensar no solo el destino
presente, sino la solidaridad con todas las formas en que se manifiesta la
vida y con las generaciones por venir, a las que hay que legarles un mundo
que puedan habitar y compartir. La sociedad se encuentra hoy desafiada
ante una variedad de temas que exigen reflexión ética responsable, pues,
de la manera como se resuelvan en el momento presente, dependerán los
significados de la vida buena y la vida valiosa en el futuro (Espinosa, 2017,
p. 39).
Una parte de la bioética tradicional ha estado referida a las impli-
caciones morales que puedan tener las intervenciones científicas sobre el
cuerpo, tanto de animales humanos como no humanos. Pero, en la actua-
lidad, la bioética se ha ampliado a las implicaciones psicológicas como los
traumas que puede generar una intervención, o también a las implicaciones
sociales como el manejo de información personal del sujeto de investiga-
ción. Sin embargo, se está en deuda de pensar en otro tipo de implicaciones
sociales y culturales que puedan derivarse de las investigaciones técnicas y
científicas, es decir, no se ha pensado en que gran parte de las investiga-
ciones tecnocientíficas surten efectos prácticos en la proyección que una
sociedad tiene y en cómo esta se entiende a sí misma.
Con los nuevos discursos de la diferencia, la diversidad y el reconoci-
miento iniciados en la época de los años ochenta se hace necesario plantear
varias preguntas, por ejemplo: ¿está bien imponer el imaginario científico e
intervenir de manera técnica y científica a una comunidad que aún no está

36
aportes para los comités de ética

occidentalizada’. Si bien se piensa en el bienestar objetivo de la comunidad,


muchas veces no se piensa en un diálogo intercultural y posiblemente se
acaba en la depredación simbólica, la transculturación o aculturación de co-
munidades. Esto nos debe alertar sobre la homogenización que representa
un peligro para un ideal democrático y para la pluralidad cultural. Es por
ello que la ética de la investigación en estos casos permite una comprensión
y un diálogo con aquellas comunidades que tienen un horizonte cultural
distinto al occidental, claro está que no en todos los casos, pero sí en los
casos donde la investigación técnica y científica y sus intervenciones tienen
implicaciones sobre la forma de vida y la forma en la que una comunidad
se representa en el mundo.
Por otro lado, hay que preguntarse también: ¿qué tan necesario o qué
consecuencias tiene una investigación tecnocientífica para el bienestar de
una comunidad? No hay que desconocer que esta tiene unas implicaciones
prácticas y que esas implicaciones prácticas tienen unos efectos positivos
o negativos sobre la sociedad. Esta relación entre desarrollo científico y
sociedad ya ha sido pensada por el modelo socio-constructivista que, según
Constanza Ovalle Gómez (2012), “plantea la cuestión social en el centro
mismo de toda investigación y desarrollo tecnocientífico y, por consiguien-
te, motiva un auge de la investigación en las áreas de las Ciencias Sociales
y Humanas” (p. 129). Por ello, se deben poner varias cosas en consideración
como lo pueden ser si la investigación que se adelanta tiene fines econó-
micos detrás y, si los tiene, qué efectos pueden tener dichos fines y qué tan
beneficiosos son para una sociedad o determinada comunidad.
Por otro lado, se puede hablar también de las implicaciones que pue-
de tener el manejo retorico en ética de la investigación, como la coerción
social y la manipulación para conseguir la aprobación de un sujeto o una
comunidad investigada a un proceso de investigación, tal y como lo afirma
Miguel Kottow en su artículo Tensiones retóricas y semánticas en ética de la
investigación:
Toda investigación, sobre todo si es clínica, es decir, realizada con pacien-
tes, tiene algún grado de manipulación de la voluntad de los participantes,
yendo desde la persuasión racional, que es el intencionado uso de la razón
para llevar a otra persona a aceptar lo que se le sugiere, hasta la coerción

37
ética de la investigación

que usa amenazas de daños indeseados y severos para lograr la obediencia


de otra persona 15. En presencia de una importante desigualdad de poder, la
coerción se puede hacer sentir sin que medie una amenaza explícita, no por
eso siendo moralmente aceptable (p. 5).
Es por ello que se hace necesario poner en el centro el diálogo entre
las ciencias sociales, las tecnologías y las ciencias naturales, ya que las inves-
tigaciones técnicas y científicas tienen influencias e intereses de tipo social.
Desconocer esto puede llevar a incurrir en grandes dilemas éticos que no
siempre se muestran a la luz de las intervenciones técnicas y científicas
tradicionales.

Conclusiones

Las nuevas aproximaciones de la ciencia como un componente de lo social


y, de hecho, como una institución social que tiene efectos sobre el imagi-
nario social y las acciones de los seres humanos en sociedad, han llevado a
pensar el tema de la naturalización y normalización en la investigación en
ciencias humanas y sociales como un problema ético en investigación. Se-
gún Pablo Vain (2011) citando a J. Bernald, “la ciencia implica una respon-
sabilidad social al ser una actividad humana y una forma de producción” (p.
15). Así dicho, la ciencia tiene efectos sobre la manera en la que los seres
humanos y las sociedades definen su realidad y dan sentido de verdad a las
cosas, así como sobre la organización y gestión de su ideal de desarrollo,
convivencia y de vida buena. En efecto, esto representa un problema ético
que debe ser pensado desde la ética de la investigación, no solo como un
tema o aspecto que debe ser considerado en las investigaciones, sino como
un problema o un campo de investigación misma.
Parte de los problemas de la ética de investigación existen a causa de
que gran parte de la tradición científica tradicional de las ciencias naturales
fue acogida por las nacientes ciencias sociales, quienes vieron en el modelo
de estas una forma de abordar los problemas humanos y sociales. De allí
nació la idea de una naturaleza social y humana que podía ser asequible a
las ciencias sociales y esta característica sobre lo natural ha surtido efectos,
como por ejemplo los de la segregación o los de la dogmatización, que han

38
aportes para los comités de ética

llevado a tomar posturas radicales frente a ciertas formas de pensamiento


y acción de los seres humanos en sociedad. Muchos de estos casos tienen
que ver con tomar algo convencional como algo natural, y es que según
Pablo Vain (2011), la gran mayoría de los antropólogos sitúan la condición
humana en la transformación de lo natural y en la creación de la cultura y
no en la naturaleza misma (p. 17). Así también, la ciencia como creación
humana, se ha situado actualmente en el plano de lo convencional.
Cuestiones de género como naturalizar a través de un estudio cien-
tífico sobre la sexualidad en los seres humanos o también cuestiones de
naturalizar la inteligencia en cierto tipo de raza o comunidad, son algunos
de los casos que pueden presentar problemas éticos en la investigación. Un
ejemplo de ello es el dado por Eduardo Galeano (1998), citado por Pablo
Vain (2011):
Hace un siglo, Alfred Binet inventó en Paris el primer test de coeficiente in-
telectual con el sano propósito de identificar a los niños que necesitaban más
ayuda de los maestros en las escuelas. El inventor fue el primero en advertir
que este instrumento no servía para medir la inteligencia, que no puede ser
medida y que no debía ser usado para descalificar a nadie. Pero en 1913 las
autoridades norteamericanas impusieron el test de Binet en las puertas de
ny, bien cerquita de la Estatua de la Libertad, a los recién llegados inmi-
grantes judíos, húngaros, italianos y rusos y de esa manera comprobaron que
8 de cada 10 inmigrantes tenían mente infantil. Tres años después, las auto-
ridades bolivianas lo aplicaron en las escuelas públicas de Potosí, 8 de cada
10 niños eran anormales. Y desde entonces hasta nuestros días, el desprecio
racial y social continuó invocando el valor científico de las mediciones del
coeficiente intelectual que tratan a las personas como si fueran números. En
1994, el libro The Bell Curve tuvo espectacular éxito de ventas en ee.uu. La
obra, escrita por dos profesores universitarios, proclamaba sin pelos en la
lengua lo que muchos no se atreven a decir o dicen en voz baja: los negros y
los pobres tienen un coeficiente intelectual inevitablemente menor que los
blancos y los ricos, por herencia genética, y por lo tanto se echa agua al mar
cuando se dilapidan dineros en su educación y asistencia social. Los pobres
y sobre todo los pobres de piel negra, son burros y no son burros porque
sean pobres sino que son pobres porque son burros (Galeano, 1998, p. 56).
El anterior caso manifiesta claramente cómo el uso de una técnica
científica para medir el coeficiente intelectual de las personas, con fines
educativos loables, es utilizado para naturalizar la inteligencia de un sector
social, aislarlo y justificar cierta superioridad sobre este. Estos casos hacen
que se tenga un análisis cuidadoso del lenguaje en lo que respecta a las in-
vestigaciones sociales y científicas tradicionales, ya que, asimismo pueden

39
ética de la investigación

justificar acciones con todo tipo de violencias. Tanto las ciencias sociales
como naturales, deben pensar bien el uso del lenguaje, deben ser reflexivas
y ver el alcance de sus afirmaciones en términos sociales.

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41
Capítulo 2
La responsabilidad ética de la evaluación
científica
Beatriz Eugenia Campillo Vélez7
Guillermo León Zuleta Salas 8

Introducción

S e tiende a creer que las ciencias alcanzan un alto grado de perfección


cuando logran los fines que se proponen o cuando han triunfado so-
bre la sociedad de consumo. Sin embargo, cuando triunfan las ciencias no
estamos libres de que se instaure el dominio sobre la sociedad y sobre las
propias relaciones sociales. Ese es precisamente el motivo por el que pre-
suponemos —decisivamente— que toda investigación científica comienza
con el adecuado planteamiento del problema.
Por lo general, el concepto de problema se vincula a lo desconocido.
Cabe entonces preguntarse: ¿La ciencia se atiene al aspecto ético, como
norma reguladora para la investigación, no importando sus resultados sobre
lo investigado?
Partiendo de la afirmación de Aristóteles, según la cual, somos seres
con deseos de conocer, es obvio que siempre estaremos en desventaja frente
a las posibilidades del conocimiento, porque el contacto de nosotros con el

7 Politóloga, Magíster en Filosofía y estudiante del Doctorado en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Diplomada
en Seguridad y Defensa Nacional en convenio entre la Universidad Pontificia Bolivariana y la Escuela Superior de Guerra.
Docente asociada del Centro de Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana en las áreas de ética y lenguajes sociopo-
líticos. Miembro de Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB) de la misma institución. Correo: beatriz.campillo@upb.
edu.co Orcid: 0000-0002-5772-6529
8 Teólogo y Filosofo de la Universidad Pontificia Bolivariana. Magíster en Teología Moral (Magna cum laude) en la P.U. Gre-
goriana (Roma, 1984). Especializado en Bioética en el Instituto Louis Pasteur (París, 1984) y en Biogenética en el Centro Borja
de Bioética (Saint Cujart Des y Valles. Barcelona, 1984). Licenciado en Filosofía y en Educación Religiosa Escolar en la Univer-
sidad Pontificia Bolivariana (UPB). Doctor en Teología (Summa cum laude) de la UPB. Diplomado en Gestión Universitaria y
Gerencia Administrativa. Director del Grupo de Investigación en Ética y Bioética (GIEB), Coordinador y docente del Área de
Bioética en la Escuela de Ciencias de la Salud, así como docente titular de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia
Bolivariana. Correo: guillermo.zuleta@upb.edu.co Orcid: 0000-0003-1191-9090.

43
ética de la investigación

mundo es limitado, finito. Es más lo que hace falta por conocer que lo que
se ha conocido. Las relaciones entre el mundo y el sujeto cognoscente están
supeditadas a la historicidad del primero. Por tal razón, nunca el sujeto
alcanza a conocer todo lo que es posible conocer. En este orden de ideas,
se puede asegurar sin temor a equivocarnos que nuestro conocimiento es
limitado y sólo alcanzamos a escudriñar nuestra realidad más cercana, que
es finita, comparada con todo lo que encierra los misterios del cosmos.
Es un hecho que estamos capacitados para conocer, y conocemos,
pero lo limitado de nuestra existencia disminuye a la vez el carácter y el
alcance de nuestro conocimiento; no lo sabemos ni lo conocemos todo; el
sabio no lo es en todos los campos, por mucha experiencia y existencia que
se procure. Nunca llegará a ser conocedor en todos los campos. He ahí el
dilema que nos genera el deseo de conocer. Por otra parte, mientras más
llegamos a conocer nos damos más cuenta de lo limitados que estamos y de
la falibilidad de nuestro entendimiento. Siempre estamos y estaremos en
aproximaciones ante lo desconocido.
De estas circunstancias nace el hecho de que, las ciencias deberían
partir con fundamentos éticos necesarios y suficientes para plantear un
problema determinado. Es decir, el planteamiento de un interrogante lleva
implícito un conocimiento previo, aunque sea imperfecto, de las vías a con-
tinuar para resolverlo.
Dado que la capacidad de plantear adecuadamente un interrogante,
de discernir la necesidad verdadera de un nuevo conocimiento que pueda
ser complacida en las condiciones existentes, significa ya recorrer casi la
mitad del camino que conduce al logro hacia el nuevo conocimiento, o
hacia lo investigado, es por lo que comprendemos que la ética adquiere im-
portancia, valga decir, se convierte en la garante de todas las investigaciones
que se presenten, porque ella conducirá a interpretar qué es lo bueno y qué
es lo malo en lo investigado, tal como Platón y Aristóteles lo aseguraron
cuando hablaron sobre lo desconocido.
Dentro de este contexto, para plantear una investigación científi-
ca, y tanto más para resolverla, hace falta el “ethos”, y esa debería de ser
la relación con las ciencias. “La investigación es el proceso de búsqueda

44
aportes para los comités de ética

de la verdad y puesto que ésta es un valor, investigar es ético” (Ospina de


Dulce, 1994, p. 67). En efecto, para plantear un interrogante o proble-
ma y luego darle solución y comprobarlo, es necesario un conocimiento
cuya veracidad sea objetiva, y que mejor que el “ethos” como garante social.
Se hace imprescindible que la ética vele y atienda toda investigación
científica, para que los resultados sean fidedignos, y esa fidelidad es el ga-
rante ante la ciencia, es decir, la ética, como código de comportamiento
moral, por su carácter extensivamente social, nos ofrecerá confiabilidad y
veracidad sobre lo investigado.
Si el científico, como la ciencia, admite la existencia y la pertinencia
del “ethos”, entonces la ética seguramente no permitirá que se sirva del
hombre como medio para sus propios fines, precisamente porque la ética
proporciona una orientación científica objetiva buscando lograr el mayor
bien para lo humano y para el humano implicado.
En una era postmoderna y postpandémica como la que estamos vi-
viendo, cada vez más se ve como necesario el poder insertar la ética en
todos los planos (lo político, administrativo, tecnocientífico, económico,
social); es decir, institucionalizarla, no dejarla solamente a la voluntad de
los individuos:
¿Significa que la ciencia pierda su autonomía de evolución e investigación?
No. Es un paso de lo científico que no puede ser considerado independiente
a lo éticosocial, de donde su mayor defensor y protector, por decirlo así, es
el mismo individuo profesional, o si se quiere el sujeto común y corriente,
pero interpelando de una forma muy virtuosa y bien establecida para el bien
común (Zuleta y Campillo, 2017).
Buscando lo mejor para la especie humana y para su medio. Y así,
consecuentemente, no seguir retrocediendo en lo humano, que debe ser
nuestra mayor preocupación.
En la línea de lo que ha supuesto la institucionalización, es de resaltar
el papel que han desempeñado los comités de ética de la investigación, su
incorporación al proceso científico como órgano independiente integrado
por miembros que representan distintos sectores de la sociedad, incluido
el científico, es muestra de ese compromiso. No se trata de ser infalibles,
se trata de una reflexión profunda que acompaña los procesos y que eva-

45
ética de la investigación

lúa con imparcialidad distintas aristas para una mejor toma de decisiones.
Así mismo, la incorporación del llamado ‘sistema de pares’ en la di-
fusión científica y comunicación de resultados a la comunidad científica,
es en sí mismo un proceso ético. Pues, para lograr la publicación de datos
se pasa por la evaluación del conocimiento que será tenido en cuenta bajo
la categoría de “científico”, que será referenciado y servirá de soporte para
nuevos avances. Y no menos importante es la evaluación de la divulgación
científica, aquel acercamiento de esos resultados a la sociedad, que permi-
tirá la democratización del conocimiento, la apropiación de este, el acer-
camiento de la ciudadanía, su participación informada, e incluso sembrar
las semillas de la curiosidad en quienes desde su juventud apenas están
pensando animarse en seguir esta formación.
Recordando a Aristóteles, el profesor Francesc Torralba Roselló
(2018) manifiesta que una idea sencilla para entender la ética es compren-
derla como filosofía práctica, reflexión sobre los actos, sobre lo que hace-
mos, es decir, la ética es la posibilidad de detenerse a examinar aquello que
como seres humanos realizamos y desde allí poder tener una actitud de
autocrítica y, por lo tanto, un compromiso de mejoramiento. En la misma
línea, Adela Cortina (2013), en su texto ¿Para qué sirve realmente la ética?,
también nos invita a la reflexión profunda sobre la utilidad de la ética en
nuestros días, y manifiesta que un elemento importante sigue siendo la
búsqueda de la excelencia y la generación de confianza en la sociedad.
Tomando estas ideas como marco de entrada, sea dicho pues que la
capacidad humana de evaluar no es otra cosa que la capacidad de detenerse,
observar atentamente, y tener criterios para sopesar las diferentes opciones,
esto es considerar sus ventajas y desventajas, sus fallos y sus aciertos, sus
debilidades y sus fortalezas, con la finalidad inequívoca de orientarse hacia
lo mejor, en últimas, para construir a partir de la evaluación.
Es común que en universidades y en otro tipo de instituciones espe-
cializadas dedicadas a la actividad científica se hable con frecuencia de la
necesidad de evaluar; se habla por ejemplo de la evaluación de procesos, de
riesgos, de obras, de aplicaciones, de productos, en fin, son muchos los ma-
tices que la sola palabra ‘evaluación’ puede adquirir en dichos ámbitos. Se

46
aportes para los comités de ética

habla igual de la evaluación que un docente hace de lo que le ha enseñado


a sus alumnos para verificar cuánto han aprendido, como también la que
realiza el director a un docente para verificar que ha cumplido con su labor,
así mismo, se evalúa una entidad para renovar su certificación y garantizar
que cumple con los estándares de funcionamiento, como también se evalúa
un mercado antes de lanzar un producto o un servicio de la misma forma
que se evalúa este para que no afecte a la sociedad, es frecuente hablar de la
evaluación de riesgos que presenta una estructura, como también de la eva-
luación que hace un comité sobre un proyecto para que pueda desarrollarse,
o la evaluación a la que se debe someter un texto para que sea publicado en
una revista científica, o la evaluación que debe tener una tesis para alcanzar
un título académico.
Cada una de estas evaluaciones son distintas, y aunque se reconoce
que la llamada ‘autoevaluación’ tiene una importancia muy alta, pues es
la primera exigencia que el mismo sujeto debe marcarse para hacer los
debidos correctivos, lo normal en los ámbitos laborales, académicos y cien-
tíficos, es dar el paso a la evaluación de otro, incluso bajo una expresión
que manifiesta poder: ‘someter a evaluación’, ese sometimiento por tanto
no es una mera actividad consultiva o de asesoramiento, sino que alguien
adquiere la responsabilidad de dar o no el aval a una obra o a una actividad.
En este capítulo pretendemos ahondar en las responsabilidades que exige
el estar en esa posición privilegiada, que normalmente conocemos bajo el
nombre de heteroevaluación, donde interviene un comité (en el caso de los
proyectos), un jurado (en el caso de los trabajos de grado/tesis) o un sistema
de pares (en el caso de las publicaciones), aunque preferencialmente pro-
fundizaremos en este último escenario.

¿Qué se busca desde la ética con la evaluación científica?

Desde lo que se conoce como sociología de la ciencia se ha reconocido que


los primeros procesos de la evaluación científica similares a como hoy los
entendemos se remontan al siglo xvii, con las primeras revistas científicas
“Journal des Sçavans (París) y el Philosophical Transactions de la Real So-

47
ética de la investigación

ciedad de Londres (rs), publicadas por primera vez en enero y marzo de


1665 respectivamente” (Sandoval, 2020), las cuales fueron reemplazando el
intercambio epistolar entre los hombres de ciencia:
Al convertirse en miembros de la RS, los hombres de ciencia se adherían al
aparato estatal, creando un vínculo estrecho entre la corte del rey y la jerar-
quía de las asociaciones doctas. De esta manera, el joven Estado moderno
buscaba evitar cualquier cuestionamiento del poder y del orden establecidos
(Sandoval, 2020).
De esa manera se podría deducir que las evaluaciones eran una suerte
de filtro que buscaba evitar controversias de orden político, ya que pre-
tendían salvaguardar el statu quo y, por ende, serían una herramienta del
poder. Sin embargo, para los sociólogos Merton y Zuckerman “el propósito
de la creación de estas revistas, principalmente Philosophical Transactions,
fue la de mejorar la práctica de difusión del conocimiento científico” (San-
doval, 2020), reconociendo también que el desafío de aquella época era
justamente el empezar a garantizar la propiedad intelectual para que las
investigaciones dejaran de ser secretas:
Por otro lado, tanto Merton como Zuckerman y Biagioli coinciden en que
la accesibilidad de las publicaciones a todos los científicos europeos, y no
únicamente a los de Londres o París, permitió la consolidación de la comu-
nidad científica, aumentando significativamente el número de científicos
que garantizaran la práctica de la evaluación por pares. A medida que los
científicos europeos se adhirieron a la idea de publicar sus resultados en
revistas (especialmente en Philosophycal Transactions), reconocieron implí-
cita o explícitamente tanto la autoridad de sus colegas, como la importancia
de ser evaluado (Sandoval, 2020).
La evaluación elaborada por un tercero, un ‘otro’ capacitado, idóneo
e imparcial ha sido bien vista y es una gran conquista a pesar de las múl-
tiples dificultades que aún hoy se tienen. Sin desconocer las falencias del
sistema, se reconoce que cuando se habla de ética en la ciencia, ética de la
investigación, o integridad científica, existen ciertos consensos respecto a
las exigencias mínimas que deben considerarse para que un producto, una
obra, reciba tal calificativo de científico. Así entonces se habla de respeto
por el método, de la pretensión de objetividad, de la neutralidad valorativa
—en el sentido de evitar el sesgo—, la pretensión honesta de acercarse a la
verdad, entre otros. Estos compromisos de rigor con la ciencia misma ya
tienen de por sí una connotación ética.

48
aportes para los comités de ética

Adicional a ellos y debido a aprendizajes no siempre gratos en la


historia, hemos aprendido como humanidad que algunas investigaciones
requieren consideraciones éticas especiales y unos estándares más altos.
Por lo tanto, en algunos casos dicho aval de ejecución debe ser expedido
por un comité de ética debido a los riesgos que se puedan generar, o por el
solo hecho de involucrar seres humanos como sujetos de investigación, etc.
Por mencionar un caso recordamos los siete requisitos éticos que Ezekiel
Emanuel (2003) recomienda para que una investigación clínica sea ética,
y que recogen algunas pautas internacionales; estos son: el valor social o
científico, la validez científica, la selección equitativa del sujeto, la propor-
ción favorable entre el riesgo y el beneficio, la evaluación independiente, el
consentimiento informado y el respeto a los sujetos inscritos.
Y es que el investigador no es el único que va a nutrirse o beneficiarse
de sus pesquisas, sino que dicho hallazgo deberá ser beneficioso para la so-
ciedad, por lo que otros actores necesariamente deberán ser considerados:
En el sistema científico, la tarea de evaluar los nuevos conocimientos y los
resultados de la investigación tiene una importancia capital. Partimos de la
base de que la ciencia es evaluación [Van Raan, 1990] y de que la evaluación
es un proceso social y la forma de llevarla a cabo es determinante para sus
resultados [Georghiou, 1990]. Se evalúan los autores y sus nuevas ideas, la
difusión y el impacto de estas ideas, así como el valor de las publicaciones en
que se dan a conocer, todo lo cual repercute en el valor de la política cien-
tífica de un país y de los nuevos rumbos que cabe atribuirle [López Yepes,
2000]. La evaluación de la investigación nos va a posibilitar seguir el ren-
dimiento de la actividad científica y comprobar su impacto en la sociedad,
aspectos necesarios para la gestión y planificación de los recursos destinados
a la investigación. Con los resultados de la evaluación se justifican ante la so-
ciedad las partidas presupuestarias destinadas a esta investigación. En otras
palabras, hay que evaluar los resultados de la actividad científica porque la
evaluación forma parte de la empresa científica. La evaluación supone un
análisis de la medida en que las actividades han alcanzado objetivos especí-
ficos [Gibbons, 1984, citado por Van Raan, 1990] (Ruiz, s.f.).
Una evaluación constante ayudará en la gestión de la investigación
no solo en el cumplimiento de los tiempos dedicados, sino especialmente
en aquellas investigaciones en las que se necesitan recursos económicos
públicos o privados. En otras palabras, cuidar de los ‘inputs’ beneficiará el
buen hacer, la eficiencia y eficacia, además de ayudar a combatir prácticas
que pueden derivar en corrupción. Ligado a lo anterior, cada investigación

49
ética de la investigación

arrojará unos resultados denominados ‘outputs’ que:


se dan a conocer al resto de la comunidad de investigadores por medio de
las publicaciones científicas, sobre todo a través de los artículos publicados
en revistas científicas, con el propósito de que esta comunidad contraste,
verifique o rechace el valor de esa investigación [Merton, 1977]. (Ruiz, s.f.)
Es decir que no solo se pasa por un proceso de evaluación, sino que
la publicación de un resultado permite que otros receptores puedan con-
trastar, debatir, cuestionar o reafirmar lo hallado, abriendo con ello nuevos
campos de evaluación. La evaluación de alguna forma se convierte en una
espiral, en una continuidad.
Evaluar implica ‘evaluar la calidad de la investigación’, pero es necesario que
en investigación distingamos otros conceptos, además del de calidad: el de la
importancia y el del impacto [Martin e Irvine, 1983]. Los tres son difíciles
de evaluar directamente y sólo pueden ser asimilados desde la perspectiva
de los demás científicos o deducidos de la práctica de la cita. Según estos
mismos autores, el primero de estos conceptos, la calidad, se refiere a la in-
vestigación misma; los otros dos, importancia e impacto, son más externos,
pues se refieren a las relaciones entre la investigación de unas áreas con otras
y describen las ventajas de los enlaces o las implicaciones con otras activida-
des de investigación. (Ruiz, s.f.)
En un sentido amplio del término la evaluación es una constante en
la investigación, solo que estará a cargo de diferentes personas: el investi-
gador evalúa una situación para determinar el problema, evalúa el mismo
problema y su forma de abordaje, evalúa sus propios resultados; en oca-
siones en este proceso otros también habrán evaluado algunos elementos
(por ejemplo un comité de ética, dependiendo la materia); posteriormente
se someterá a una evaluación de pares buscando la publicación de esos
resultados quienes evaluarán y harán recomendaciones; para finalmente
pasar a un público mayor, normalmente especializado, quienes tomando
de referencia lo publicado lo seguirán evaluando, aunque ya en una forma
de revisión. Esa cadena no tiene otro propósito distinto a lograr el mejora-
miento y la cooperación, es decir, se vuelve a la idea inicial que se exponía
en la introducción: una sola persona no logra saberlo todo, es más lo que
desconocemos.
Sin embargo, parece que el foco de toda esta reflexión ha estado cen-
trado en recomendaciones que el investigador o su equipo, deben tomar en
cuenta al momento de formular y ejecutar un proyecto, y que en algunos

50
aportes para los comités de ética

casos deberán ser avalados por comités de ética, dependiendo del riesgo
que comporte la misma. Y parece lógico que ello sea así, porque son las
fases más críticas. No obstante, una vez realizada la investigación, suele ve-
nir la fase de comunicación de resultados, la difusión y divulgación, donde
intervienen nuevos actores frente a los cuales es necesario realizar también
consideraciones éticas.

El sistema de evaluación por pares

¿En qué consiste el llamado ‘sistema de evaluación por pares’?, aunque en


la actualidad suele ser muy conocido, es conveniente detallarlo, Cuevas y
Mestanza, lo sintetizan así:
El sistema de evaluación del trabajo científico por los miembros de la co-
munidad llamado de revisión por pares (“peer review”) o sistema de arbitraje
(“referee system”), es un proceso que se inicia cuando un científico somete
su trabajo en forma de artículo al editor de una revista para ser publicado;
este selecciona algunos especialistas (árbitros) quienes evalúan la calidad del
trabajo y definen si el producto de la investigación realizada por el científico
tiene potencial para ese propósito, o sí se debe hacer algún trabajo adicional
antes de ser publicado. Este sistema también ha sido adoptado por las más
importantes agencias o instituciones de fomento a la investigación científica
del mundo. En este caso, los proyectos de investigación presentados a estas
instituciones son revisados por uno o más investigadores de la respectiva
área de conocimiento en que se sitúan los proyectos, quienes emiten un
dictamen argumentado sobre el mérito de los proyectos, y el resultado de
esta evaluación sirve de base para definir si se otorgan o no los recursos so-
licitados para financiar estos proyectos. Hoy en día, la difusión y aceptación
del sistema de revisión por pares como sistema de control de calidad en la
comunidad científica mundial, evidencian la validez de este procedimiento.
( 2002, p. 4).
Sin embargo, este sistema de pares no es perfecto, ni infalible, tiene
deficiencias como conductas antiéticas que se pueden presentar por parte
de autores, editores o árbitros:
Algunas de las conductas inadecuadas indicadas por La Follete, M.C. en
el proceso de producción y evaluación de la ciencia por parte de los autores
son: falsificar datos o pruebas, utilizar ideas o textos de otras personas sin
atribuirles la autoría, falsificar la autoría omitiendo un autor o incluyendo a
quien no colaboró en el trabajo. Son consideradas conductas antiéticas por
parte de los evaluadores: emitir avales falsos, demorar la evaluación de un
trabajo sin motivos razonables con el fin de obtener ventajas personales y
apropiarse de ideas o textos de un manuscrito que estén evaluando. Entre
los actos de conducta impropia por parte de los editores se consideran: forjar

51
ética de la investigación

fraudulentamente los resultados de una evaluación, mentir sobre un autor


durante el proceso de evaluación de su trabajo y adjudicarse la autoría de
ideas o textos de un manuscrito sometido a evaluación. (Cuevas & Mes-
tanza, 2002, p.4).
Problemas a los que habría que sumar otros como los que recoge el
profesor Charles Pessanha, en su artículo Criterios editoriales para la eva-
luación científica: notas para la discusión:
Biggs, citado por Spinak destaca: a) la propensión positiva o negativa a cier-
tos temas por parte de los árbitros o editores puede introducir distorsio-
nes adicionales a la publicación, debido a los conflictos de intereses y a los
enfrentamientos personales, los intereses comerciales, etc; b) la evaluación
aumenta innecesariamente el tiempo entre la presentación del manuscrito
y su publicación; c) es posible que se emitan argumentos prejuiciados sobre
minorías étnicas, sexuales, ideológicas o nacionales. (2001, p.132).
Por su parte el Council of Science Editors en su Libro Blanco agrega
las siguientes faltas que pueden afectar el proceso de evaluación, coinci-
diendo algunas de ellas con las ya citadas:
• Una representación falsa y deliberada de la información contenida en
la evaluación.
• Retrasar el proceso de evaluación excesivamente para beneficio propio,
o para explotar información confidencial con la idea de obtener venta-
jas personales o profesionales.
• Criticar de manera injusta el trabajo de un competidor.
• Violar la confidencialidad de la evaluación.
• Proponer cambios que parecen soportar el trabajo o las hipótesis del
propio par.
• Apropiarse de ideas o texto del escrito bajo evaluación.
• Incluir críticas personales o ad hóminem del autor o autores.
• Fallar en declarar un conflicto de intereses que hubiera excluido al par
del proceso. (Grainger, 2009, p. 72).
Estas dificultades han tratado de ser sorteadas de distintas maneras,
por ejemplo: apelando a la buena fe se entregan al evaluador una serie de
criterios para emitir su juicio; se invita a otros revisores a sumarse al proce-
so para tener mayores elementos, o incluso, se utilizan ciertos mecanismos
que permiten al autor interactuar en un diálogo respetuoso por medio del
editor. Pero también en algunos casos para salvaguardar el secreto y la pro-
piedad intelectual empiezan a explorarse medidas de orden jurídico como
las cláusulas de confidencialidad.
Los debates más recientes intuyen que en algún momento ciertas
funciones de evaluación podrían ser asumidas por programas especializa-

52
aportes para los comités de ética

dos (lo que lleva a pensar en cuestiones de ciberseguridad), aunque de mo-


mento esta asistencia de software ha sido utilizada especialmente para la
revisión de posibles plagios. Desde luego, no hay que olvidar que esta asis-
tencia tecnológica puede llevar a cometer injusticias si no se cuenta con una
adecuada revisión humana para interpretar correctamente los resultados.
Es común por ejemplo encontrar fallas como el suponer que se ha cometi-
do un ‘autoplagio’ (violación al carácter inédito), simplemente porque el au-
tor u otro revisor utilizó de forma previa el software antiplagio, por lo que
en esa primera revisión en ocasiones aparece como si el trabajo se hubiera
presentado en otra institución; otro ejemplo de un error común cometido
por algunos evaluadores que delegan su trabajo al software, es descartar un
trabajo por un porcentaje de coincidencia, sin detenerse a evaluar si se trata
de frases comunes, de referencias debidamente citadas, entre otros.
Finalmente, es importante señalar en este apartado que hay una dis-
cusión en el ámbito académico, aunque no siempre declarada, y surge de la
pregunta: ¿una obra es científica por sí misma, o adquiere esa condición al
ser avalada por pares académicos? En la actualidad la balanza se inclina a
considerar científico aquello que ha pasado por la evaluación de otros y que
logró ser publicado —normalmente en una revista indexada—, sin embar-
go, este hecho supone delicadas reflexiones, empezando por la idoneidad
de los pares para evaluar algo que podría no ser comprendido suficien-
temente, no son pocos los autores que reciben el reconocimiento debido
de forma póstuma por haber tenido planteamientos muy adelantados a su
época. Sin contar con otras discusiones de orden sociológico como cierta
discriminación que se presenta por el origen o el idioma en el que han
sido presentados los resultados de una investigación; o las brechas que por
motivos económicos hoy se generan para quienes desean acceder a bases
de datos especializadas, bien sea para su consulta o para ver publicadas en
ellas sus trabajos.
Todas estas son discusiones válidas y necesarias, empero, hay que re-
conocer los beneficios del ‘sistema de pares’ y en particular el que introduce
la modalidad de ‘doble ciego’, porque tras de él está la idea de igualdad y de
justicia que permiten evaluar la obra más allá del prestigio del autor:

53
ética de la investigación

Bajo la luz del pensamiento de Pierre Bourdieu, cada científico tendrá un


capital simbólico (Bourdieu 1997), que le será de utilidad para tener mayor
o menor grado de credibilidad, ante la sociedad en la cual está insertada.
Pero ante una evaluación ciega por pares, tal capital simbólico es inexistente,
razón por la cual ante la mirada aguda de un(a) evaluador(a), el autor(a),
estará desnudo del acorazamiento que producen títulos, artículos y demás
logros. (Gallego-Gómez & Acosta).
La comunicación de los resultados de una investigación es consi-
derada como parte esencial a la actividad científica, no se trata solamente
de una actividad de simple marketing o prestigio, sino que es lo que va a
permitir que dichos resultados sean conocidos y evaluados por el resto de
la comunidad científica y la sociedad, abriendo con ello la posibilidad de
avanzar, de perfeccionar y cooperar. Por tanto, nos encontramos aquí fren-
te a un fenómeno y es que el empeño en la actividad científica no es una
labor en solitario, sino que consientes de nuestras limitaciones como seres
humanos hemos comprendido que la mirada del otro enriquece el trabajo:
A pesar de alguna evidencia reciente sobre la falta de respeto al sistema de
evaluación por pares en la generación más joven de autores científicos, más
de un 85% de los autores considera que este proceso mejora los trabajos que
someten a publicación (Grainger, 2009 p. 67).
¿Quién debe ser un par evaluador y qué compromisos se adquieren
al evaluar?
La responsabilidad ética de quien evalúa no está en discusión, no
obstante, como lo reconoce Gallego-Gómez & Acosta: “En muchos casos
como nos ha ocurrido a la mayoría, los revisores no hemos recibido el en-
trenamiento necesario para tan alta responsabilidad, que consiste en ser los
guardianes de la ciencia que se publica.” (2014)
Una labor pendiente de las Universidades e Institutos dedicados a la
investigación consiste en la formación y el reconocimiento de lo que signi-
fica ser un par evaluador, ser un guardián de la ciencia como lo mencionan
los autores citados, necesita una perspectiva integral:
Una evaluación efectiva por pares debe velar por varios elementos que inclu-
yen la habilidad técnica del revisor, la conducta profesional, la imparcialidad,
la ética y la responsabilidad tanto por el proceso como por el sistema compe-
titivo en el que éste se desarrolla a nivel internacional. Los pares evaluadores
necesitan entrenamiento, supervisión, control, expectativas y orientación
continua.” (Grainger, 2009, p. 66).

54
aportes para los comités de ética

Así entonces, cumplir a cabalidad con la misión encomendada nece-


sita contar con algunos criterios mínimos, por su parte Ladrón de Guevara
et al. (2008) señalan los siguientes: el excelente conocimiento del tema,
la imparcialidad, el academicismo (donde se destaca que el par evaluador
ha de ser justo, ecuánime, imparcial, rápido, confidencial), la innovación y
la responsabilidad. Aquí profundizaremos en algunos que se consideran
relevantes:

A. Experiencia y rigor científico.


Para garantizar la calidad de la evaluación es importante que el editor haga
una buena selección de quién será el responsable de evaluar, sin embargo
una vez se ha hecho la solicitud, es conveniente que el evaluador mismo
revise si efectivamente es la persona idónea para realizar este encargo o no,
es decir, si es competente, si tiene el conocimiento suficiente, si no tiene
impedimentos (conflictos de intereses) y si dispone del tiempo suficiente
para ejecutar dicha evaluación, pues de todo ello depende la credibilidad en
el sistema:
Sin lugar a dudas, servir como par evaluador es trabajo extra: en promedio, la
evaluación de un artículo técnico toma de ocho a nueve horas. Sin embargo,
este es trabajo extra que se hace indispensable si se busca producir y garan-
tizar un repositorio de literatura científica útil y confiable, así como otros
recursos altamente valiosos para todos los involucrados. (Grainger, 2009,
p.73).
Si por cualquier razón no se puede asumir el encargo, es de cortesía reco-
mendar a otras personas que eventualmente pueden asumirlo, esto resulta
de gran ayuda para el editor.

B. Imparcialidad y Confidencialidad.
Como hemos mencionado la obra científica en nuestro medio suele al-
canzar dicha condición una vez ha sido aprobada por pares académicos,
normalmente se dice que un libro o capítulo de libro es científico, o que
un artículo es científico, cuando ha pasado por la evaluación de personas
expertas, quienes han sido convocadas por un editor para realizar el proceso
evaluativo con la modalidad de ‘doble ciego’. La razón del doble anonima-

55
ética de la investigación

to busca que el juicio sea imparcial, se presupone entonces que para salva-
guardar la objetividad se debe garantizar el anonimato, que el evaluador y
el evaluado no se conozcan entre sí; esta situación debería permitir que el
evaluador oriente su evaluación a la obra misma y no al sujeto que la ha
producido. Por lo tanto, si bajo cualquier circunstancia el ‘doble ciego’ se
rompe, es prudente que el evaluador se declare impedido para emitir su
juicio.
Desde luego el compromiso ético no termina allí. Pues, no hay que
perder de vista que el evaluador se encuentra en una posición privilegiada
dada su condición tiene en sus manos una primicia científica, una obra que
es original e inédita, algo que le ha supuesto mucho esfuerzo al investigador
y a su equipo, y que ahora esta persona está conociendo de primera mano,
sin que se haya dado a conocer en público, pues de hecho es la esencia
misma de su labor el permitir —o no— que esta información sea divulgada
en un medio determinado. Por tanto, y como ya se ha insistido en el ante-
rior apartado, constituye una falta grave contra la ética aprovecharse de esa
posición de superioridad para apropiarse del trabajo ajeno o para dilatar
los tiempos a su favor. No hay que olvidar que la obra está protegida por
derechos de propiedad intelectual aunque no haya sido publicada.
La confidencialidad además debe ser salvaguardada considerando los
medios por los que se accede a la obra, en un mundo donde la virtualidad
se ha convertido en la forma de comunicación más frecuente, es pertinente
tener el debido cuidado con los archivos, no sea que de forma indelicada
otra persona no autorizada acceda a ellos o aparezcan publicados en la red.
Se debe insistir que la única razón por la que se permitió el conocimiento
de esa obra es para su evaluación, por lo que se sobreentiende que están
prohibidos otros usos, incluyendo el compartir la información con colegas.

C. Puntualidad y responsabilidad.
Especialmente tratándose de trabajos inéditos es siempre conveniente ser
respetuoso de los tiempos asignados a la evaluación:
Ante una solicitud de servir como par, es importante comunicar rápidamen-
te a la oficina del editor tanto (1) la intención de realizar una evaluación de

56
aportes para los comités de ética

calidad, como (2) la evaluación completada propiamente. Una evaluación y


comunicación puntual y confiable no es solamente cortés, sino que libera a
la oficina del editor del significativo trabajo adicional que representa rastrear
todas las revisiones pendientes y apurar a aquellos evaluadores negligentes
con el envío de la información solicitada. (Grainger, 2009 p.71). )
Ahora bien, asumir una responsabilidad no es solamente entregar a tiempo
aquello que se ha solicitado, sino además hacerlo de forma suficiente, haber
revisado lo que se ha pedido y emitir un concepto claro y detallado, además
de objetivo y respetuoso.

D. El cuidado en las formas


El ser evaluador, árbitro o juez de un trabajo, no significa ser un verdugo,
como tampoco significa asumir una postura soberbia. No se trata nunca
de calificar a las personas, sino la obra que se está considerando, por ello la
forma de expresar un concepto es importante:
Ningún autor(a) esperará de sus evaluadores, comentarios peyorativos diri-
gidos de manera personal y/o sobre las experticias de los autores. Aunque
parezca inaudito manifestarlo en este nuevo siglo, no resultan admisibles
expresiones desafortunadas como “los pocos conocimientos que tienen los
autores de tal tema X…”. La idea de un par revisor es poder contribuir al au-
tor a mejorar sustancialmente su manuscrito, con comentarios constructivos
y claros sobre lo que debe hacer el autor para llegar a ello. (Gallego-Gómez
& Acosta, 2014).
Conviene que el evaluador recuerde que su concepto puede contri-
buir a la formación y el aprendizaje de otros, finalmente, como personas
dedicadas a la ciencia, se trata de hacer aportes que puedan ayudarnos a
avanzar como humanidad.

Conclusiones

En este texto se ha dejado de lado debates de cienciometría —muy comunes


en la discusión científica— para centrarnos en resaltar una idea sencilla, pero
siempre vigente, que la ética en ningún momento debe ser un simple añadido
a la actividad científica, sino que debe acompañar todas sus fases, comenzan-
do por la evaluación del problema formulado que realiza el mismo investi-
gador cuando formula su proyecto, pero continuado por aquellos que en las
demás fases serán quienes se encarguen de avalar un trabajo como científico.

57
ética de la investigación

Cuando se habla de ética de la investigación casi todas las recomen-


daciones están dirigidas a quienes investigan, y pocas veces se reflexiona
sobre el papel que tienen los evaluadores de ese trabajo, ¿quién evalúa al
evaluador? sigue siendo una pregunta que merece ser pensada, de momento
nuestra pretensión se mantuvo en señalar que esa persona debe ser cons-
ciente de que se ubica en un lugar privilegiado, el cual le permite conocer
bajo reserva distintos avances y juzgar si ellos ameritan o no el ser denomi-
nados científicos. Este rol de poder no debe convertirse en una tiranía que
le hace desestimar algo que va en contra de sus posiciones o que le hace
emitir juicios injustos, como tampoco debe abrir la puerta a la corrupción
de “amiguismos”, visiones sesgadas, o sacar provecho personal apropiándo-
se de obras que no le pertenecen.
En la historia son muchos los casos que quedan silenciados, donde se
ha dado el abuso de un evaluador, o se ha impedido que obras valiosas vean
la luz pública o alcancen el reconocimiento debido. Es importante hacer
este llamado en una época donde se le apuesta a la democratización del
conocimiento, donde hay personas que ejerciendo ese papel de evaluador
de forma temporal se les encarga velar por la calidad de lo ‘científico’.
En palabras de David W. Grainger:
La incompetencia y falta de imparcialidad en la evaluación continúan sien-
do los problemas más citados sobre el proceso de evaluación por pares aca-
démicos. Debido a esto, crear y mantener un grupo de evaluadores com-
prometidos, responsables y calificados es fundamental para la publicación y
diseminación científica. (2009, p. 66).

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ética de la investigación

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ceiich.24485691e.2017.19.62405

60
Capítulo 3
Consentimiento informado: aportes de un
comité de ética de la investigación
universitaria, Medellín, 2021

Alba Emilse Gaviria Méndez9


Jhon Smith Arenas Murillo10

Introducción

E ste capítulo ha sido elaborado como una herramienta de aprendizaje


para los comités de ética, los investigadores y la comunidad científi-
ca, con el fin de generar una reflexión académica en el campo de la ética
aplicada a la investigación, desde la experiencia de un comité de ética de
investigación de una universidad pública. Las ejemplificaciones brindadas
hacen parte del análisis que dicho Comité ha hecho de diferentes investi-
gaciones, en donde se ha permitido, mediante consenso de sus integrantes,
la comprensión y la aplicación de los principios éticos para abordar las
investigaciones en salud y ciencias sociales. Basados en el principio de con-
fidencialidad, se plantean situaciones hipotéticas de investigaciones reales,
a las cuales se les ha cambiado información específica, con el fin de salva-
guardar sus identidades y centrar la mirada en las consideraciones éticas
que se plantean.
Aquí se retoma la importancia que han tomado los comités de ética a
nivel mundial, la cual ha quedado plasmada en el Artículo 19 de la Decla-
ración de la Unesco sobre Bioética y Derechos Humanos, cuando plantea
que:

9 Investigadora, Grupo de investigación en Salud Mental Facultad Nacional de Salud Pública, Medellín, Colombia, emigav@
gmail.com. Enlace Google Scholar: alba emilce gaviria mendez - Google Académico
10 Estudiante de la Maestría en Bioética, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales — FLACSO, Buenos Aires, Ar-
gentina. jsamu.316@gmail.com: Enlace Google Scholar: https://scholar.google.com/citations?hl=es&user=0vnOA9oAAAAJ

61
ética de la investigación

Se deberían crear, promover y apoyar, al nivel que corresponda, comités de


ética independientes, pluridisciplinarios y pluralistas…[con el objeto de]
evaluar los problemas éticos, jurídicos, científicos y sociales pertinentes
suscitados por los proyectos de investigación relativos a los seres humanos;
prestar asesoramiento sobre problemas éticos en contextos clínicos; fomen-
tar el debate, la educación y la sensibilización del público sobre la bioética,
así como su participación al respecto.
Se abordará el consentimiento informado como eje principal de su
análisis, y pondrá a disposición del lector los aprendizajes que este comité
ha permitido identificar para su aplicación, registro y particularidades en la
población vulnerable.

El comité de ética de investigación estudiado


De acuerdo con la pauta 23 de las Pautas cioms, Consejo de Organizaciones
Internacionales de las Ciencias Médicas (cioms, 2016), este Comité tiene una
composición multidisciplinaria representada en 12 profesionales de diferen-
tes campos del conocimiento: médicos, salubristas, fisioterapeutas, abogados,
psicólogos, psiquiatras, economistas, epidemiólogos, trabajadores sociales,
administradores y educadores con formación en sistemas de información,
debidamente calificados en investigación y ética de la investigación, capaces
de realizar una revisión competente y minuciosa de las propuestas de
investigación, creado mediante acta de constitución y con respaldo en un
manual operativo para su funcionamiento.
Al ser un comité de ética universitario, cuenta con representación de
profesores, estudiantes, grupos de investigación, comunidad, instituciones
de salud y asesoría jurídica, con vinculación tanto de hombres como de mu-
jeres, con predominio particularmente del sexo femenino. La vinculación y
deseo de participación de los integrantes parte de una convicción personal
de servicio, movilizado desde su ser.
El proceso de deliberación ética dentro de este comité busca tomar
en cuenta la consideración de los puntos de vista de todos los interesados,
llegar al consenso de todos sus integrantes y a una decisión colegiada en
donde primen los principios de beneficencia, no maleficencia, justicia, au-
tonomía, entre otros. Sus responsabilidades son la evaluación y seguimien-
to a proyectos de investigación, que busquen la protección de los sujetos

62
aportes para los comités de ética

de investigación y los investigadores, donde se vele por el otorgamiento de


beneficios individuales o colectivos, por su participación y se procure la mi-
tigación de cualquier tipo de riesgo que se pueda presentar en el desarrollo
de la investigación.
Con aproximadamente 17 años de funcionamiento, se han analizado
investigaciones alrededor de las siguientes temáticas: morbilidad, mortali-
dad, consumo de sustancias psicoactivas, violencia, promoción de la salud,
prevención de la enfermedad, salud mental, salud ambiental, salud pública,
políticas en salud, servicios de salud, conflicto armado, educación para la
salud, cultura para la paz, explotación sexual, derecho a la salud, pobla-
ción privada de la libertad, entre otros. Durante este periodo, el comité
ha tenido la oportunidad de revisar alrededor de 1000 propuestas de in-
vestigación, aprobadas en diferentes categorías de riesgo: sin riesgo, riesgo
mínimo y riesgo mayor al mínimo, planteando para este último un segui-
miento y acompañamiento especial para la mitigación del riesgo, tanto en
los investigadores como en los sujetos de investigación. Dicha clasificación
se establece considerando no solo la normativa nacional colombiana, sino
también la normativa internacional.

El consentimiento informado
En relación con el consentimiento informado, este comité adopta como
lineamiento en las investigaciones que involucran seres humanos, asegu-
rar la decisión autónoma por parte de las personas de participar o no en
una investigación, con suficiente información que permita decidir sin coer-
ción y en concordancia con sus valores, creencias e intereses. El concepto
del consentimiento informado en investigación que fue adoptado, remite
a lo planteado por el National Center for Biotechnology Information, ncbi
(2015), que lo define como: “la autorización voluntaria de un sujeto de
investigación, con una comprensión completa de los riesgos involucrados
en la práctica de procedimientos de investigación”. En las investigacio-
nes, el consentimiento brindará información acerca “de los objetivos de
la investigación, el tipo y detalles de la participación demandada o espe-

63
ética de la investigación

rada, el origen de la financiación del proyecto y el respaldo institucional


del mismo, así como el uso de los resultados obtenidos” (Miguélez, 2016).
Antes de ir a la especificidad en el uso y consideraciones del consen-
timiento informado, se presenta un recorrido de sus definiciones, tanto en
pautas internacionales y nacionales, con el fin de reconocer su naturaleza.
Su origen se remonta a Alemania en 1947, cuando aparece el Código
de Núremberg (1947), al terminar la Segunda Guerra Mundial, como pro-
ducto de las deliberaciones de los juicios realizados en esta ciudad dados
los actos de lesa humanidad cometidos por los nazis en los campos de
concentración. Este código plantea que el consentimiento voluntario del
sujeto humano es absolutamente esencial, afirmación que fue ampliada en
1964 en la Declaración de Helsinki, en las llamadas “recomendaciones para
guiar la investigación en seres humanos”, y en la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Nacio-
nes Unidas en 1948, que aprobó en 1966 el Acuerdo Internacional sobre
Derechos Civiles y Políticos, cuyo Artículo 7 expresa lo siguiente: “Nadie
será sometido a tortura o a un tratamiento a castigo cruel, inhumano o
degradante, en especial, nadie será sometido sin su libre consentimiento a
experimentación médica o científica” (onu, 1966).
Más tarde en el Informe Belmont de 1978, se aclaró que:
El respeto a las personas exige que se dé a los sujetos, en la medida de sus
capacidades, la oportunidad de escoger lo que les pueda ocurrir o no. Se
ofrece esta oportunidad cuando se satisfacen los criterios adecuados a los
que el consentimiento informado debe ajustarse.
En lo referente al marco nacional, el consentimiento informado sur-
ge en la atención médica hospitalaria, como una exigencia legal y como
un documento escrito, en relación con los derechos y decisiones sobre su
salud, cuerpo y vida (López, 2016), recogidos en la Ley de Ética Médica
(Ley 23 de 1981), que dice que “el médico no realizará ningún procedi-
miento, ni médico ni quirúrgico, sin la previa autorización del paciente”
(Congreso de la Republica de Colombia, 1981). El Decreto 3380 de 1981
reglamenta esta ley y en su artículo 5º plantea que “El médico respetará
la libertad del enfermo para prescindir de sus servicios, siempre y cuando
el paciente tenga capacidad de manifestar su libre albedrío” (Ministerio de

64
aportes para los comités de ética

Salud de Colombia, 1981). Posteriormente, es abordado en la Resolución


13437 de 1991 (Ministerio de Salud de Colombia, 1991), por la cual se
constituyen los comités de ética hospitalarios y se adopta el Decálogo de
los Derechos del Paciente de la Declaración de Lisboa, la cual plantea que
“el paciente adulto mentalmente competente tiene derecho a dar o negar su
consentimiento para cualquier examen, diagnóstico o terapia, tiene derecho
a la información necesaria para tomar sus decisiones”.
Por último, en la Resolución 8430 de 1993, del Ministerio de Salud,
en su artículo 14 define
Se entiende por consentimiento informado el acuerdo por escrito, mediante
el cual el sujeto de investigación o en su caso, su representante legal, autoriza
su participación en la investigación con pleno conocimiento de la naturaleza
de los procedimientos, beneficios y riesgos a que se someterá, con la capaci-
dad de libre elección y sin coacción alguna.
De acuerdo con las reglas del derecho, cada vez que se establece una
obligación de una parte surgen unos derechos de la otra. En ese sentido,
las obligaciones del investigador son los derechos del participante, y los de-
beres del participante son los derechos del investigador, sin embargo, para
este comité el consentimiento informado, más que un derecho y un deber,
es un proceso dialógico que se establece entre investigador y participante,
es decir, un diálogo entre dos partes sustentado en una institución jurídica,
en donde una de las partes se compromete a llevar a cabo una serie de pro-
cedimientos y la otra da su permiso consciente en ello.
Como proceso dialógico es consecuente con la tendencia jurídica
imperante de asumir a la persona humana como un ser con dignidad, con
capacidad de decisión, y no como un simple objeto de la práctica de los
investigadores. Su objetivo es brindar información del estudio: propósi-
to, justificación, participación, riesgos, beneficios, condiciones de archivo,
custodia, privacidad y confidencialidad de la información, en procura del
bienestar del participante y garantizando que pueda ejercer el principio de
autonomía.
Para este comité, cada investigación genera un análisis exhaustivo
y un debate del mismo, lo que ha permitido identificar desde las diferen-
tes temáticas, metodologías y población participante, las particularidades,

65
ética de la investigación

consideraciones e información que debe acompañar el diseño y aplicación


de un consentimiento informado. A continuación se presentan algunas de
estas basadas en la experiencia:

Aplicación del consentimiento informado


La naturaleza jurídica del consentimiento informado, no solo es brindar
la información necesaria respecto a lo que involucra la participación, pues
de igual manera debe garantizar la comprensión de esta por parte de los
sujetos de investigación, ofreciendo información clara y precisa sobre el
objetivo de la investigación, para lo cual, su escritura estará acorde al ni-
vel educativo, lengua y cultura. Su extensión debe ser corta y precisa, y la
información se dará en la cantidad y calidad suficiente de acuerdo con las
necesidades reales de conocimiento de los sujetos (UdeA, 2020). Por lo
tanto, el sujeto de investigación tendrá en cuenta su capacidad para hacer
las consideraciones razonables de la relación riesgos-beneficios y de emitir
una decisión (cioms, 2003). Además, deberá ser tomado sin ningún tipo de
presión y su aplicación estará libre de condicionamientos internos y exter-
nos, promoviendo el diálogo entre sujetos de investigación e investigadores.
Aquellos responsables de la aplicación del consentimiento informa-
do deberán tener la sensibilidad para identificar al sujeto participante como
un ser autónomo, cuyos deberes y derechos le permiten tomar decisiones
independientes a lo esperado y propuesto por una investigación. Su aplica-
ción debe estar mediada por el respeto y la responsabilidad con el otro. Se
respetará la voluntariedad de las personas, es decir el acto mediante el cual
una persona libre ejerce su autodeterminación, por lo tanto, se podrá retirar
libremente de la investigación cuando lo consideren conveniente (National
Commission for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Be-
havioral Research, 1979). Por lo anterior, el documento de consentimiento
de una investigación científica incluirá las alternativas para la revocación
del consentimiento mismo en todo momento y por cualquier motivo, sin
que esto entrañe para ella desventaja o perjuicio alguno (Declaración sobre
Bioética y Derechos Humanos, 2005), además debe quedar explicita su

66
aportes para los comités de ética

voluntariedad y las garantías de confidencialidad de los datos, así como el


respeto por sus derechos y deberes.
El consentimiento informado dará cuenta de los riesgos directos e
indirectos a los que estarán expuestos los sujetos de investigación, expo-
niendo aquellas situaciones en las que el participante se pueda ver afec-
tado por hacer parte del estudio, seguido de las estrategias de mitigación
propuestas por el equipo de investigación para manejar dichas situaciones,
las cuales deben ser viables y pertinentes para cada riesgo identificado. Así
mismo, deberá informar detenidamente de los beneficios que se preten-
den brindar por parte del proyecto, partiendo del principio de beneficencia.
Para este comité es fundamental que una investigación siempre identifique
un posible beneficio que se pueda ofrecer al participante como recono-
cimiento a su aporte humano y social dentro del estudio, el cual no hace
alusión a lo económico, sino a las estrategias de capacitación y formación
que un equipo de investigación pueda brindar a la población participante
sobre la temática estudiada.
En caso de que el investigador considere que la información reco-
lectada en la investigación puede utilizarse para futuros estudios, se debe
dejar constancia de la autorización dada por el participante (cioms 2003),
y en caso de requerir un contacto posterior, se podrá solicitar información
personal que lo facilite.
En algunos procesos investigativos puede aparecer la figura de con-
sentimiento informado verbal, este no solo se relaciona con la imposibili-
dad de que las personas no puedan leer o firmar, sino también con aquellos
casos en los que se ponga en riesgo la participación de la persona dadas
sus condiciones de privacidad y seguridad o bajo otras justificaciones no
imputables a economía de tiempo por parte del equipo investigador. La
toma del consentimiento informado verbal va acompañada de un proceso
de generación de confianza y credibilidad como investigadores, en donde
la empatía, el respeto y el compromiso por el otro es fundamental, además
el diálogo debe ser constante, claro, preciso y debe velar siempre porque el
participante comprenda el fin de lo que está ocurriendo.

67
ética de la investigación

Para aquellas comunidades que hagan parte de una organización


social, cultural o política legitimada por la misma, se requiere solicitar
autorización o consentimiento según aplique, incluso cuando dichas or-
ganizaciones se encuentren al margen de la ley. Los investigadores deberán
asumir en nombre de la ciencia, una posición política neutral, sin prejuicios
y sin estigmatización para trabajar con algunas poblaciones, respetando las
dinámicas sociales y culturales que la rodean; al mismo tiempo deberán
velar por su integridad y protección, y diseñar estrategias para garantizar la
seguridad de quienes forman parte del equipo investigativo.
Una de las estrategias identificadas será el proceso de notificación
a los actores claves de la participación en la zona, estos actores pueden
pertenecer a dos bandos diferentes. Ejemplo de ello es un equipo de in-
vestigación que deberá notificar a la policía y a los grupos al margen de la
ley la realización de un proyecto de investigación que involucra trabajo de
campo en territorios con altos índices de violencia, pues de cierta forma
es tramitar un consentimiento para el desarrollo de la investigación res-
paldados en la confianza que las personas puedan tener en la academia y
la institución. Los investigadores podrán plantear iniciativas como estar
debidamente identificados, realizar reuniones previas sin relacionar actores,
informar e ilustrar el alcance de la investigación exponiendo claramente
los riesgos y los beneficios que se han considerado, así como otros que los
mismos actores puedan identificar.
Es de precisar que algunas investigaciones por sus temáticas y po-
blación participante deberán desarrollarse bajo el anonimato de sus inves-
tigadores, de ser así las instituciones financiadoras y ejecutoras deberán
considerar los riesgos a los que un investigador puede verse enfrentado y
tomar las medidas legales para la autorización de dicha exposición.

Momentos en la aplicación del consentimiento informado


Otro asunto relevante que se debe considerar en la aplicación del consen-
timiento informado son los diferentes momentos en la toma de este, los
cuales se ven reflejados claramente dependiendo de los procesos de partici-

68
aportes para los comités de ética

pación que se estimen para las personas, por ejemplo: una investigación que
plantea entrevistas, registro audiovisual y publicación de material deberá
proponer tres opciones de aprobación, en un primer momento las personas
aceptarán su participación en las entrevistas, seguido a esto deben tener la
oportunidad de aprobar de forma independiente al proceso de la entrevista
la realización del registro audiovisual, y otra autorización para consentir la
publicación del mismo, una vez quienes aparecen en los productos audio-
visuales conocen el resultado y acepta estar de acuerdo con lo que se refleja
en este.
La participación de diferentes actividades dentro de los procesos in-
vestigativos debe tener la opción de consentirse de forma independiente
para actividades como: entrevistas, encuestas, talleres, grupos focales, regis-
tro audio visual y aprobación de publicación. Se plantea de esta forma dado
que una investigación puede estar frente a informantes claves que dejan
de participar y brindar información porque no es de su interés que queden
registros audiovisuales, si bien les interesa contribuir a las investigaciones,
dando respuesta sobre lo que se está indagando, pueden tener intereses
personales o profesionales de no participar en los registros de audio, video y
fotografías, además tener diferentes opciones en el momento de aceptar su
participación le brinda a los investigadores alternativas para obtener infor-
mación relevante, así como otorgar a las personas la comodidad de partici-
par solo en aquellas actividades de la investigación con las que se sientan a
gusto, independiente de las garantías de confidencialidad y privacidad que
se plantean en la investigación.
Dependiendo del tipo de investigación, un consentimiento infor-
mado puede ser construido y registrado gradualmente, por ejemplo en
investigaciones de largos periodos y que involucra a un colectivo, pues es
importante validar en diferentes momentos que las personas estén parti-
cipando conscientes de la idea inicial propuesta por la investigación, pero
también de todo aquello que va surgiendo propiamente del proceso in-
vestigativo y de todo aquello que se transforma no solo en el proceso de
construir conocimiento, sino en las relaciones interpersonales que surgen
entre los sujetos de investigación y los investigadores. Precisamente es en

69
ética de la investigación

esa relación con el otro es donde hay que tener consideraciones particulares
que fortalezcan la generación de nuevo conocimiento y la relación de las
personas con la ciencia. A continuación, se darán a conocer algunas con-
sideraciones de acuerdo a ciertos tipos de población que participan en las
investigaciones.

Consentimiento informado en población vulnerable


Uno de los mayores retos que ha detectado este comité es el trabajo con
población vulnerables, partiendo del concepto de que: “son aquellos indivi-
duos, comunidades o sectores de la comunidad expuestos a recibir daño o
abuso debido a que su autonomía se encuentra menoscabada o disminuida”
(Ministerio de Salid de Colombia, 1991), esto deja en evidencia una ma-
yor posibilidad de hacerles daño. Desde la bioética se hace un énfasis en
la protección y en el cuidado de incrementar su autonomía (Feito, 2007),
por lo tanto, la revisión y el consenso de este comité en relación con el con-
sentimiento es más cuidadosa y más exhaustiva, velando por una reflexión
más profunda que contemple sumo cuidado en proteger a estas personas
y sus comunidades; ya que en el proceso de investigación y producción del
conocimiento biomédico y psicosocial se genera un “conjunto de reflexio-
nes adicionales y de cursos de acción particulares que pretenden establecer
condiciones mínimas de justicia para su vinculación y reconocimiento por
medio de la investigación.
El objetivo bioético al plantear consideraciones particulares para el
trabajo con población vulnerables no es la exclusión, por el contrario, se
busca favorecer la generación, contrastación y difusión de conocimiento
aplicable a las condiciones particulares de los sujetos de investigación y sus
comunidades en los estudios, justamente mediante su inserción” (Montoya,
2006).
Este comité, por lo tanto, ha identificado los elementos de un con-
sentimiento informado a considerar en diferentes poblaciones con estas
características y ha hecho sugerencias sobre sus requisitos (ver tabla 1).

70
aportes para los comités de ética

Consentimiento informado del menor


Los menores de edad son considerados población vulnerable, dado que al
no contar con autonomía jurídica tienen una posición de desventaja para
poder hacer efectivos sus derechos y libertades. Antes de abordar las es-
pecificidades del consentimiento informado para esta clase de población,
se debe aclarar lo que se entiende por menor de edad para la emisión del
consentimiento informado; de acuerdo a la ley colombiana los menores de
edad se encuentran en el rango de los cero a los dieciocho años, sin em-
bargo, esto tiene subcategorías: llámese infante o niño, a todo el que no ha
cumplido siete años; impúber, al que no ha cumplido catorce años, adulto,
al que ha dejado de ser impúber; mayor de edad, o simplemente mayor, el
que ha cumplido dieciocho años, y menor de edad, o simplemente menor,
el que no ha llegado a cumplirlos (Corte Constitucional Republica de Co-
lombia, Sentencia C-534/05).
La ley en Colombia ha señalado que, en términos de la capacidad
legal (la cual está ligada a la capacidad de disposición, de la que a su vez se
desprende la capacidad para consentir, es decir, de dar el consentimiento),
no es lo mismo un menor de catorce años que uno mayor de esta edad. En
otras palabras, la ley, en términos de la capacidad, ha establecido, tratán-
dose de los menores de edad, una edad límite a los catorce años. Ello se ve
reflejado, por ejemplo, en la edad para consentir en las relaciones sexuales.
Dependiendo de la temática de la investigación, hay casos en los que
el mayor de 14 años menor de 18 años puede hacer uso de su autonomía
para tomar decisiones y brindar información sin el consentimiento de sus
padres, por ejemplo cuando la información es sensible o personal como en
el caso de investigaciones sobre salud sexual y reproductiva, o consumo de
sustancias psicoactivas, pues el menor mayor de 14 años puede consentir
por sí solo. Sin embargo, no podrá consentir por sí solo en casos como en-
sayos clínicos e información sobre su estado de salud física y mental.
Con lo anterior, se puede concluir que el uso del consentimien-
to informado será a partir de los 18 años, o a partir de los 14 años para
proyectos de investigación en los que se considere que el menor puede
hacer uso de su autonomía para exponer asuntos privados. Apareciendo

71
ética de la investigación

entonces la figura de asentimiento informado para menores de 7 a 13 años.

El asentimiento informado
Se exige a partir de los 7 años, una vez que su capacidad cognitiva y lógica
se ha desarrollado, pues a esta edad los menores presentan cambios emo-
cionales, sociales, de razonamiento y aprendizaje que les permiten ser más
conscientes del mundo que un niño menor. El asentimiento tiene como
característica principal que estará acompañado por el consentimiento de
los padres, su diseño es autonomía de los investigadores, claro está, siempre
que se cumpla con el objetivo de brindar información comprensible, ade-
más se deben evitar términos técnicos, siglas, palabras en idiomas extranje-
ros, abreviaturas que dificulten la comprensión del texto, así como nombres
de técnicas o exámenes que no sean explicadas amplia y claramente.
Para su aplicación se recomiendan alternativas como presentaciones
por medio digital, videos, cartillas y demás herramientas que ilustran su
participación. A continuación, presentamos algunas consideraciones de
acuerdo a las edades de los menores:

72
aportes para los comités de ética

Tabla 1. Consideraciones a tener en cuenta en la elaboración del consentimiento


informado

Fuente. Elaboración propia

73
ética de la investigación

Consentimiento informado en otras poblaciones


Para efectos de las especificidades que se deben considerar para el consen-
timiento informado, se presentan a continuación algunas precisiones que
la experiencia ha reflejado con la población vulnerable objeto de estudio en
las investigaciones analizadas en el comité de ética estudiado.
Tabla 2. Elementos que se deben tener en cuenta en el consentimiento informado

74
aportes para los comités de ética

Fuente. Elaboración propia

75
ética de la investigación

Diseño y contenido del consentimiento informado


Considerando lo anterior, los ítems mínimos sugeridos para el diseño con-
sentimiento/asentimiento son los siguientes:
• Título del proyecto de investigación
• Lugar de ejecución
• Duración del proyecto
• Identificación de los investigadores, información de contacto y
uso de distintivos
• Identificación de la(s) institución(es) involucradas como ejecuto-
ras y financiadoras
• Objetivos del proyecto de investigación
• Justificación del proyecto
• Participación y retiro voluntario
• Garantía de confidencialidad de información
• Procedimientos para la recolección de la información (lugar, ho-
rario, condiciones de seguridad, privacidad y confidencialidad)
• Duración de la participación en el estudio
• Clasificación del riesgo, riesgos detectados y estrategias de miti-
gación de los riesgos.
• Beneficios directos e indirectos
• Incentivos, pagos o compensación por participación: se explica-
rá si recibirán o no beneficio económico por su participación, el
monto y la forma en que la recibirán
• El participante manifestará si estar satisfecho con la información
recibida sobre si le resolvieron las dudas planteadas y sobre la
posibilidad de revocar en cualquier momento el consentimiento
informado, sin expresión de causa
• Manejo, archivo y custodia de los datos
• Retorno de los resultados a los sujetos de investigación
• Estrategias de divulgación científica
• Autorización para grabación, toma de fotografías y videos y para
su publicación, además del uso de material construido participa-

76
aportes para los comités de ética

tivamente y para uso futuro de los datos en otras investigaciones


• Datos de la presidencia del comité de ética que avaló la investi-
gación y el centro de investigación al cual está adscrito el estudio

La custodia del consentimiento informado


Una vez que se ha tenido la oportunidad de exponer la importancia y pre-
cauciones en la aplicación del consentimiento informado, es importante
analizar los aspectos relacionados con su confidencialidad, custodia y ar-
chivo, con el fin de garantizar la seguridad de los datos y más aún si son
de salud, protegiendo la identidad (el anonimato) y los datos sensibles,
en todo el ciclo de su procesamiento: registro, recolección, archivo, acceso
y difusión (Ministerio de protección social. Colombia. Decreto 1543 de
1997). La forma en que se almacenará la información, quien lo hará, dónde
y durante cuánto tiempo.
Por lo tanto, la confidencialidad significa que la información no debe
ser divulgada, revelada o suministrada a ninguna persona o entidad, a me-
nos que la ley así lo indique o esté en riesgo la integridad física, mental o
emocional de los sujetos que participan en el proyecto de investigación
(Angarita, 2019). La confidencialidad remite entonces a la confianza o se-
guridad recíproca entre dos personas, y más aún en la investigación cua-
litativa, donde se establece una relación de “intercambio intersubjetivo
entre la persona/s investigadoras y las participantes, desarrollada con el
fin específico de lograr la suficiente apertura y empatía como para hacer
posible el intercambio de informaciones privada” (Universidad del Norte,
s.f.) y en el consentimiento informado favorecerá la toma de una decisión
reflexionada y fundamentada, donde se dé lugar a la puesta en escena de
identidades e intimidades desde la reciprocidad (Silva, 2012).
Se entenderá como información sensible según la normatividad co-
lombiana como
aquellos datos que afectan la intimidad del Titular o cuyo uso indebido pue-
de generar su discriminación, tales como aquellos que revelen el origen ra-
cial o étnico, la orientación política, las convicciones religiosas o filosóficas,
la pertenencia a sindicatos, organizaciones sociales, de derechos humanos o
que promueva intereses de cualquier partido político o que garanticen los

77
ética de la investigación

derechos y garantías de partidos políticos de oposición, así como los datos


relativos a la salud, a la vida sexual, y los datos biométricos (Abad, 2016)
[que permite identificar directamente los sujetos y/o entidades que partici-
pan en los estudios de investigación amparados por este comité].
En Colombia se protegen los datos personales a través de la Ley
Estatutaria No 1581 de 2012 —Protección de datos personales (cioms,
2003)—, la cual en su Artículo 6 prohíbe el manejo de datos sensibles, ex-
cepto cuando: el titular o el paciente haya dado su autorización explícita o
cuando el tratamiento tenga una finalidad histórica, estadística o científica
y deberán adoptarse las medidas conducentes a la supresión de identidad o
sea serán datos anonimizados.
La autoridad delegada para la protección de datos personales es la
Superintendencia de Industria y Comercio (sic) y dentro de sus funciones
asignadas por la Ley 1.266 de 2008 se encuentran las siguientes: “Velar
porque los operadores y fuentes cuenten con un sistema de seguridad y con
las demás condiciones técnicas suficientes para garantizar la seguridad y
actualización de los registros, evitando su adulteración, perdida, consulta
o uso no autorizado” (Congreso de Colombia. Ley Estatutaria 1581 de
2012).
Estas leyes nacionales dan cumplimiento a las pautas cioms del 2016,
específicamente en su Pauta 22, en relacionado con los datos virtuales,
donde se habla de que el
uso del entorno virtual y herramientas digitales para obtener datos para una
investigación relacionada con la salud, deberían aplicar medidas de protec-
ción de la privacidad para resguardar a las personas de la posibilidad de
que se revele directamente su información personal o esta pueda de alguna
otra forma inferirse cuando los conjuntos de datos se publiquen, compartan,
combinen o vinculen. Los investigadores deberían evaluar los riesgos de su
investigación para la privacidad, mitigar estos riesgos en lo posible y descri-
bir los riesgos restantes en el protocolo de investigación. Deberían prever,
controlar, monitorear y examinar las interacciones con sus datos en todas las
etapas de la investigación(cioms, 2003).
En este comité la directriz de la custodia de datos sensibles recae en
el centro de investigación, luego de firmar un acuerdo de responsabilidad y
custodia de la información entre los investigadores, el centro de investiga-
ción y el comité de ética. Los investigadores entonces se comprometerán a
no hacer uso de la información para ningún propósito distinto al investigati-

78
aportes para los comités de ética

vo, además de comprometerán a que el archivo físico o digital cumplirá con


condiciones mínimas de seguridad que eviten su deterioro y que restrinjan
el acceso a terceros, también se almacenará en el Drive del correo institucio-
nal sin divulgar el responsable que custodia la información, se establecerán
tiempos de digitalización de la información o back up (copias de seguridad)
continuos que garanticen el respaldo de los archivos, se documentará el pro-
cedimiento de archivo y se hará custodia de la información y, dado el caso,
se informará oportunamente al comité de ética ante la pérdida o daño de la
información.
El centro de investigación al ser responsable del tratamiento de la in-
formación se compromete a: brindar asesoría sobre el proceso de archivo y
custodia de la información en caso de ser requerida por parte del equipo
de investigación, garantizará que la información luego de ser entregada se
archive y se conserve adecuadamente, según lo establecido en la normati-
vidad institucional y nacional, además se coordinará el proceso de consulta
de la información una vez esté bajo su custodia y por último el comité de
ética se comprometerá a atender oportunamente las necesidades del equipo
de investigación, relacionadas con la garantía de confidencialidad, archivo,
manejo y custodia de la información.

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URL_ID=12024&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.
html
Universidad de Chile. (2006).  Poblaciones especiales en investigación bio-
médica. Tomado de: http://www.saludcapital.gov.co/Capacitaciones%20
%20Comit%20de%20tica%20para%20la%20Investigacin/6%20Sesi%-
C3%B3n%2016%20julio%202014/INV.%20EN%20POBLACIO-
NES%20VULNERABLES-LATINAMERICA.pdf

83
Capítulo 4
Capítulo 4
Retos y desafíos de los miembros de un cei
institucional

Arturo Herreño Marín11

Introducción

E l presente capítulo hace parte de las reflexiones del ejercicio cotidiano


como miembro activo de dos Comités de Ética de la Investigación
—cei— en la ciudad de Santiago de Cali, Colombia. Uno de ellos adscri-
to a una Institución de Educación Superior —ies— de carácter privado12
y el otro adscrito a una ies de carácter oficial13. La base de este ejercicio
parte del capítulo de libro ¿Todo lo técnicamente posible es éticamente
admisible? Ser Miembros de un Comité de Ética de la Investigación:
Retos y Oportunidades (Herreño y Díaz, 2021), contando con la debida
autorización de Jacqueline Díaz Rodríguez14, coautora del capítulo.
Durante los últimos cuatro años, gracias al esfuerzo adelantado por
un nutrido grupo de profesionales e investigadores adscritos a las Mesas de
Gobernanza, Institucionalidad, Formación y Seguimiento de Minciencias,
las cuales surgieron en el marco del v Diálogo Nacional sobre Ética de la
Investigación llevado a cabo en el año 2017, en la ciudad de Bogotá, dio
como resultado el diseño de la Política de Ética de la Investigación, Bioética

11 Licenciado en Filosofía y Ciencias Religiosas, Especialista en Investigación Educativa en Contextos de Docencia Univer-
sitaria, Magister en Educación y Desarrollo Humano. Docente investigador y miembro del CEI de la Fundación Universitaria
Católica Lumen Gentium, Docente hora cátedra y miembro del CEI de la Institución Universitaria Antonio José Camacho.
Docente hora cátedra de la Universidad Icesi. Miembro de la Mesa de Formación de Minciencias. Correo electrónico: aherre-
no@unicatolica.edu.co, https://orcid.org/0000-0003-2138-1618
12 Comité de Ética de la Investigación de la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium, creado por la Resolución de
Rectoría No. 160 del 1 de septiembre de 2014. 
13 Comité de Ética de la Investigación de la Institución Universitaria Antonio José Camacho, creado por la Resolución No.
466 del 27 de agosto de 2018
14 Profesional en Seguridad y Salud en el Trabajo. Actualmente se desempeña como Técnica Administrativa del Decanato
Asociado de Investigación de la Institución Universitaria Antonio José Camacho.

85
ética de la investigación

e Integridad Científica, promulgada mediante la Resolución 034 del 05 de


abril de 2018 (Colciencias, 2018).
Esta Resolución ha sido el eje de discusión en los dos cei en los
cuales me desempeño como Secretario Técnico, generando las dinámicas
y rutas de trabajo a nivel operativo y formativo no solo para los miembros
de los cei, sino para todos los investigadores de las instituciones, con quie-
nes se busca generar una Cultura de la Ética de la Investigación, Bioética e
Integridad Científica, respondiendo así a las directrices del Ministerio de
Educación Nacional —men— en el abc de la Educación Superior: Ins-
tituciones de Educación Superior (2010), y a las directrices del Proyecto
Educativo Institucional —pei— de las ies participantes en el ejercicio de
comparación y análisis de los cei, como es el caso de la Fundación Univer-
sitaria Católica Lumen Gentium —Unicatólica— y la Institución Univer-
sitaria Antonio José Camacho —Uniajc—.
Para la Unicatólica es importante realizar esfuerzos continuos por
potenciar en la comunidad educativa cada una de las funciones sustantivas
de la docencia, la investigación y la proyección social, las cuales “(…)se re-
lacionan con la conservación, generación y transmisión del saber superior,
formación del ser humano y servicio a la sociedad” (Unicatólica, 2013, p. 9).
En ese mismo sentido, la Uniajc procura que todos los miembros de la ins-
titución que desarrollan procesos de investigación, tengan presente que no
solo es lograr posicionarse en los diferentes estándares de medición propios
de este segmento, como lo expuesto en el artículo Updated science-wide au-
thor databases of standardized citation indicators (Ioannidis, Boyack y Baas,
2020), sino que tengan claro que en cada uno de estos procesos de inves-
tigación se debe privilegiar “(…) la actitud reflexiva, analítica, creadora e
innovadora de profesores y estudiantes; reconociendo en ella la manera
concreta de generar alternativas y soluciones a problemas relevantes del
entorno” (Institucion Universitaria Antonio José Camacho, 2015, p. 32).
Por lo anterior, las ies, en los últimos años, no solo han venido establecien-
do mecanismos que aseguren la calidad de la investigación realizada, sino
que se han preocupado porque estos procesos realmente tengan un impacto
positivo en cada una de las comunidades donde se adelantan las investi-
gaciones. Uno de estos mecanismos es la creación de Comités de Ética de

86
aportes para los comités de ética

la Investigación (CEI), cuya función principal es la de velar por el respeto,


la integridad y la dignidad de los sujetos participantes en la investigación
(Herreño y Díaz, 2021, p. 256).

Debate

Los miembros de los cei se ven día a día enfrentados a situaciones dile-
máticas cuando en su deber ser reciben protocolos de investigación para
ser evaluados en su componente ético, y posteriormente avalarlos o no,
teniendo en cuenta que muchos de estos proyectos permitirán no solo el
avance de la ciencia, sino el reconocimiento del investigador(es) y de la
institución(es) participante(s).
Sin embargo, es por todos conocido como
La actual sociedad del conocimiento y sus grandes avances han llevado a
los miembros de las comunidades académicas y científicas a que estemos
más atentos a las responsabilidades derivadas de nuestro accionar académi-
co e investigativo. En los últimos años, después de haberse dado a conocer
los múltiples casos de acciones contrarias a la dignidad humana, como el
Caso Tuskegee, el Experimento Milgram y el Caso Willowbrook, entre otros,
nos hemos preguntado si realmente vale la pena apostar por una ciencia
y sus avances que va en contravía del respeto por las personas, los anima-
les y toda forma de vida con la cual interactuamos, planteándonos, como
comunidad científica, un interrogante: “¿Todo lo técnicamente posible, es
éticamente admisible?”. Esta cuestión ha generado todo tipo de reacciones
a favor y en contra, pero que, independientemente de lo que los miembros
de la comunidad académica y científica creamos, genera un imperativo para
todos: salvaguardar y respetar la dignidad humana en nuestros procesos de
investigación.
Y es precisamente alrededor de este imperativo donde se inserta nuestro
dilema: ¿cómo establecer un balance adecuado entre los retos y las oportu-
nidades que se presentan en el funcionamiento de un cei? (Herreño y Díaz,
2021, p. 257).
Ahora bien, responder a esta pregunta requiere hacer un análisis y
revisión consciente y constante de los reglamentos y manuales de funcio-
namiento del cei, partiendo desde un abordaje cualitativo, comprensivo y
orientado al descubrimiento (Norman y Lincoln, 2000), que les permita a
los miembros del cei entender las acciones que se desarrollan en el ejercicio
de sus funciones.
En ese sentido, este trabajo se realizó a partir de un estudio de caso
múltiple, el cual nos permitió dar respuesta a nuestro objetivo que fue el

87
ética de la investigación

de analizar los retos y desafíos a los que se enfrentan cotidianamente los


miembros de los cei buscando establecer las acciones a seguir que permitan
el efectivo cumplimiento de sus deberes como Comité. De acuerdo con
Stake, el estudio de caso múltiple tiene como característica básica el abor-
daje de forma intensiva de una unidad, la cual puede estar referida a una
persona, una familia, un grupo, una organización o una institución (1999).
Para lograr establecer los retos y desafíos de los miembros de los cei, se
partió de la revisión de las resoluciones que crearon y posibilitaron el fun-
cionamiento de los cei
Para el caso de Unicatólica, la Resolución de Rectoría No. 160 de
2014, la cual establece que el cei es el
(…) Responsable de proporcionar la revisión, evaluación y seguimiento de
proyectos o desarrollos de investigación, que comprometan a los seres vivos
como objeto de estudio, con el fin de mantener y salvaguardar su integri-
dad, salud física, mental, emocional, social, económica, por encima de cual-
quier resultado o factibilidad que implique la ejecución de la investigación,
o aquellos que, por sus objetivos, generen un impacto negativo o expongan a
sus participantes a altos riesgos (Unicatólica, 2014, p. 1).
Y, para el caso de la Uniajc, la Resolución 466 de 2018, que propone
(…) Velar por el respeto de la dignidad, bienestar e integridad de todos los
participantes en los procesos de investigación adelantados por la Institución
Universitaria Antonio José Camacho —uniajc—, o de aquellos en los que
participe en cualquier forma la institución. Igualmente, será un organismo
asesor para la discusión y conceptualización sobre los diferentes problemas
éticos que surgen en torno a los procesos de investigación. (Institución Uni-
versitaria Antonio José Camacho, 2018, p. 2).
En ambos casos, se contó con el apoyo de la Vicerrectoría Académica
y la Dirección de Investigaciones de Unicatólica y de la Rectoría y el De-
canato Asociado de Investigaciones de la Uniajc.
Se llevó a cabo una distinción conceptual entre lo que es un reto y un
desafío, con el fin de lograr trazar una ruta de trabajo que permitiera empe-
zar a generar una cultura institucional de la ética de la investigación, bioética
e integridad científica que buscara generar confianza en todos los actores
de la investigación: investigadores como proponentes, ies como entidades
financiadoras, los sujetos de estudio y la comunidad académica como depo-
sitarios de los resultados de la investigación, con los cuales se puede aplicar
el denominado equilibrio reflexivo, el cual “se basa en varios presupuestos;

88
aportes para los comités de ética

por ejemplo, que nuestras comunidades están formadas por personas libres
e iguales, que tienen una capacidad para hacer razonamientos, tanto en
cuestiones prácticas como teóricas, y que tienen un sentido de la morali-
dad” (Dieterlen, 2004, pp. 80-81).
Un reto es un problema muy genérico, algo muy abierto, mientras que en un
desafío el foco está más cerrado, es decir, el problema planteado está más de-
finido. Por ello, cuando alguien nos lanza un reto, nosotros automáticamente
nos pondremos a generar soluciones, pero estas soluciones no generarán
ningún impacto. En cambio, cuando transformamos el reto que nos han
dado en un desafío el impacto en el usuario será mucho mayor (Thinkers
Co, s.f.).
En este ejercicio se encontraron tres retos. 1) La conformación y fun-
cionamiento de los cei. 2) El proceso de formación en ética de la investiga-
ción, bioética e integridad científica. 3) La participación de los miembros
del cei en actividades externas. Cada uno de estos retos, al ser convertidos
en desafíos, permitió establecer una serie de acciones que requirieron la
elaboración de un plan de trabajo a corto, mediano y largo plazo.
Reto No. 1. Conformación y funcionamiento de los cei Al ser analizado
con los responsables institucionales de la investigación, nos permitió plan-
tearnos el desafío de establecer la Génesis e importancia de un cei en medio
de las exigencias y realidades establecidas por los entes financiadores de la
investigación en Colombia como Colciencias (actualmente Minciencias),
que venían exigiendo en sus convocatorias, el aval de un cei a todos los in-
vestigadores. Este desafío fue atendido a través de tres actividades durante
los años 2017 y 2018.
Actividad No. 1. Durante el año 2017 se llevó a cabo una revisión
de la literatura sobre Comités de Ética de la Investigación y su funciona-
miento a nivel nacional, encontrando que para la fecha (aún está vigen-
te) en Colombia los cei estaban regulados por la Resolución 0008430 de
1993, la cual, en su Artículo 2 establece que “Las instituciones que vayan
a realizar investigación en humanos, deberán tener un Comité de Ética en
Investigación, encargado de resolver todos los asuntos relacionados con el
tema” (Ministerio de Salud, 2013). Esta disposición está dirigida a cei que
evalúan investigaciones en el área de la salud.

89
ética de la investigación

A su vez, en el abc de Guía de Comité de Ética de Investigación se


define que un cei es una
Organización independiente integrada por miembros médicos, científi-
cos y no científicos cuya responsabilidad es garantizar la protección de los
derechos, seguridad y bienestar de los seres humanos involucrados en un
estudio por medio de, entre otras cosas, la revisión, aprobación y revisión
constante del proyecto de estudio y enmiendas de la documentación y el
consentimiento informado de los sujetos del estudio (Ministerio de Salud y
Protección Social, 2012).
Sin embargo, lo encontrado en la literatura a nivel nacional arroja
que estas disposiciones están orientadas para cei del área biomédica y far-
macéutica, y no al área de las ciencias sociales y humanas, en los cuales se
circunscriben las actividades de los cei objeto de este ejercicio, y que, en
la mentalidad de algunos investigadores de las áreas diferentes a las bio-
médicas y farmacéuticas, no son aplicables para ellos, al no intervenir al ser
humano directamente en su parte física o médica, siendo parte de “la crisis
en la conciencia de responsabilidad de las diferentes ciencias y disciplinas
frente a la construcción de una vida con calidad y sentido” (Salas Cardona,
1997, p. 328).
Esto nos llevó a extender la revisión de la literatura a nivel interna-
cional, encontrando una serie de documentos y guías operacionales, de las
cuales centramos nuestra atención en cinco guías que son objeto de análisis,
revisión y vinculación al ejercicio de los cei que en Colombia no son del
área biomédica o farmacéutica.
Para la Organización Mundial de la Salud —oms— (2000), es ne-
cesario que
Los países, instituciones y comunidades deben esforzarse en desarrollar ce y
sistemas de evaluación ética, para asegurar la más amplia cobertura de pro-
tección de los potenciales participantes en la investigación, para contribuir a
la más alta calidad posible en la ciencia y la ética de la investigación biomé-
dica. Los Estados deben promover, en forma propia, el establecimiento de
ce en los niveles nacional, institucional y local, de carácter independiente,
multidisciplinario y multisectorial, y de naturaleza plural. De modo que re-
quieren de apoyo administrativo y financiero ( p. 3).

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Edu-


cación, la Ciencia y la Cultura —unesco—(2005) en su Guía No. 1: Guía

90
aportes para los comités de ética

para la creación de Comités de Bioética menciona que un cei “se encarga de


abordar sistemáticamente y de forma continua la dimensión ética de a) las
ciencias médicas y de la salud, b) las ciencias biológicas y c) las políticas de
salud innovadoras” (p. 12).
En el año 2006 la unesco publica la Guía No. 2: Funcionamiento de
los comités de bioética: procedimientos y políticas, en la cual, se presentan como
Las cuatro modalidades de comités de bioética en sociedades pluralistas se
basan en la premisa de que todas las personas con capacidad mental o sus
representantes son agentes morales y que los presidentes y miembros de
dichos comités, a su vez agentes morales, se encuentran obligados, y no
meramente autorizados, a intervenir en controversias sobre bioética y
en particular, en las polémicas y dilemas planteados durante las activi-
dades cotidianas de los comités normativos y consultivos gubernamentales
de ámbito nacional, en asociaciones de profesionales de la salud, hos-
pitales y otras instituciones de asistencia médica, así como en centros de
investigación clínica (p. 7).
Igualmente, en el año 2007, la unesco en su Guía No. 3: Capacitación
de los Comités de Bioética, refiere que
El mundo de los comités de bioética está cambiando constantemente, la más
de las veces a gran velocidad y en direcciones inesperadas. Nuevos descubri-
mientos científicos, nuevas biotecnologías, nuevas políticas y disposiciones
gubernamentales, nuevas decisiones judiciales, nuevos acuerdos internacio-
nales, nuevas actitudes profesionales, nuevas normas y costumbres sociales,
e igualmente importante, nuevos dilemas y polémicas, tales cambios son
abrumadoramente numerosos y se verifican en distintos frentes. Existe un
consenso creciente sobre la necesidad de que los miembros de los comités
cuenten con una capacitación intensiva y a largo plazo para poder responder
eficazmente ante esos cambios. Por otra parte, además de razones teóricas
existen motivos prácticos para defender la capacitación: resulta mucho me-
nos intimidatorio para los miembros de los comités de bioética recibirla que
exigirles se ajusten a criterios formales externos a fin de trabajar en dichos
comités (p. 8).
Finalmente, en el año 2012, El Consejo de Europa, en la Guía para
los miembros de los Comités de Ética de la Investigación, establece que
Los ceis proporcionan asesoramiento independiente acerca de la medida
en que una propuesta de investigación biomédica cumple con los estándares
éticos reconocidos. El cei debe asegurarse de que la propuesta de investi-
gación reúne la calidad científica necesaria y cumple con la ley nacional; la
calidad científica y la conformidad con la ley pueden ser evaluadas por el
cei o por otros órganos competentes. Los ceis, por tanto, juegan un papel
esencial en el proceso de la investigación (p. 8).

91
ética de la investigación

La revisión de esta literatura nos permitió establecer junto con los


miembros de los cei que, al no haber una regulación directa para los cei
del área de Ciencias Sociales y Humanas, era necesario reorientar la con-
formación y funcionamiento de los cei en función del respeto y salvaguar-
da de la dignidad humana y los derechos humanos, contextualizándolo al
ejercicio profesional e investigativo de las disciplinas propias de esta área, lo
que implicaba iniciar un proceso de formación adecuado, no solo para los
miembros del cei, sino para todos los responsables de la investigación, que
permitiera comprender la importancia y necesidad del cei no como instan-
cias de burocratización, que dificultan el avance de las investigaciones que
se presentan a las diferentes convocatorias, tanto internas como externas,
sino, como un ente que acompaña y asesora el quehacer investigativo, de
tener claro “la necesidad de crear espacios interdisciplinarios que liberen a
las ciencias de su tradicional aislamiento y consiguiente ineficacia en torno
a las necesidades personales y sociales” (Salas Cardona, 1997, p. 328).
Lo anterior, se consolido con la expedición en al año 2018 de parte de
Colciencias, —actualmente Minciencias—, de la Política de ética de la in-
vestigación, bioética e integridad científica, la cual, “se rige por unos paráme-
tros que pueden ser abordados como principios: participación, pertinencia,
cooperación, cogestión, universalidad e integralidad, los cuales se articulan
como lineamientos que deben considerarse en la praxis de la investigación”
(Barragan León, 2019, p. 152), donde,
los comités deberán cumplir, entre otros aspectos, con la función de evaluar
los problemas éticos, jurídicos, científicos y sociales de los proyectos de in-
vestigación con seres humanos, evaluar adelantos de la ciencia y la tecnolo-
gía y fomentar el debate, la educación y la sensibilización del público hacia
la bioética (Barragan León, 2019, p. 155).
Actividad No. 2. La necesidad de fomentar el debate, la educación y la
sensibilización del público hacia la bioética, nos permitió atender este desafío
con la segunda actividad durante el primer semestre de 2018, que se centró
en la participación de todos los miembros de los cei y algunos investiga-
dores, en un ciclo de tres charlas sobre temas de ética de la investigación,
bioética e integridad científica. La primer charla dirigida por la Dra. Gloria

92
aportes para los comités de ética

I. Palma15 sobre Integridad Científica; la segunda charla dirigida por el Dr.


Rodrigo García Alarcón16 sobre el Consentimiento Informado y; la tercera,
orientada por Arturo Herreño Marín sobre la importancia de los dilemas
éticos.
Actividad No. 3. Mientras se avanzaba en las dos actividades anterio-
res, como Secretario Técnico de los cei, se llevó a cabo la revisión, análisis,
ajuste y actualización de los documentos regulatorios del cei. Para el caso
de Unicatólica en el período 2017-2, se estructuro y presentó el Regla-
mento del Comité de Ética de la Investigación, el cual permitió que los
miembros del cei tuvieran claras sus responsabilidades y la necesidad de
una formación en temas de ética de la investigación, bioética e integridad
científica, implicando así la asignación de un rubro presupuestal para aten-
der este tema.
Para el caso de la Uniajc, en el período 2017-2, se llevó a cabo una
revisión de la Resolución No. 519 del 11 de septiembre de 2013 que creó
el cei, y que luego de atender la actividad No.1 del desafío Génesis e impor-
tancia de un cei, después de una serie de discusiones con los miembros del
cei y del Comité de Investigaciones, se presentó al Consejo Directivo que
finalmente la aprobó bajo la Resolución No. 466 del 27 de agosto de 2018.
Igualmente, se organizaron los documentos operativos de: Acuerdo de
confidencialidad, Prevención de Conflicto de intereses y, Consentimiento
Informado adaptados a cada institución, para su aplicación durante el de-
sarrollo de los diferentes proyectos de investigación.
Reto No. 2. El proceso de formación en ética de la investigación, bioética
e integridad científica. Una vez avanzado en el proceso de la conformación
y funcionamiento del cei, el reto a atender fue el de la formación, que per-
mitiera la cualificación del personal para una mejor práctica profesional en
el desarrollo de las funciones como miembro del cei. Sin embargo, como lo
refieren Muñoz y Posso (2019)

15 Profesora del Departamento de Microbiología de la Universidad del Valle.


16 Docente e Investigador del Centro de Humanidades en las áreas de Ética, Bioética y Antropología Social. Coordinador
institucional del Comité de Bioética de la Universidad San Buenaventura, seccional Cartagena. Líder del Nodo Caribe para la
Política de Ética de la Investigación, Bioética e Integridad Científica del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación.

93
ética de la investigación

Con relación a la formación y la capacitación para la conformación de los


Comités de Ética de la Investigación (cei) en Colombia no se encontró una
oferta para profesionales en este tema específico. Sin embargo, en algunos
programas de cursos, ofertados como ética en la investigación, se hace re-
ferencia a los comités, a su conformación y a sus funciones. Esto también
se hace evidente en los cursos de los programas ofertados por las facultades
de salud y ciencias médicas, específicamente en los cursos de formación y
preparación de sus investigadores (p. 59).
En ese sentido, el desafío fue el de Participar activamente en las ac-
tividades de formación a nivel local, nacional e internacional sobre temas en
ética de la investigación, lo que implico el planteamiento de dos actividades
puntuales. La participación en los diferentes escenarios sobre el tema y, el
retorno de este proceso de formación con los miembros de la comunidad
académica e investigativa de las instituciones.
Actividad No. 1. Participación en los diferentes escenarios sobre el tema.
Esta actividad se desarrolló en dos momentos claves. El primer momento,
consistió en la búsqueda de información de programas, cursos, congresos,
seminarios, talleres, simposios, etc., que sobre el tema de la ética de la in-
vestigación, bioética e integridad científica fueran de gran interés para el
logro del objetivo de llegar a una cultura institucional de la ética de la investi-
gación, bioética e integridad científica. Esta actividad fue desarrollada por to-
dos los miembros del cei con el apoyo irrestricto de Nora Liliana Vivas17 y
Jacqueline Díaz Rodríguez18, quienes apoyaron no solo con la búsqueda de
la información, sino que realizaron las respectivas gestiones administrativas
para la aprobación de los recursos económicos de ser necesario.
Partiendo de la poca oferta que en Colombia (para el año 2018) exis-
tía sobre la materia19, se destacan las iniciativas de formación que desde el
año 2011
de manera voluntaria y con un amplio sentido de cooperación y de respon-
sabilidad social, la Red de Comités de Ética en Investigación con Huma-
nos (Receih), en Cali, la cual, ante los interrogantes y vacíos conceptuales y
normativos para la conformación, alcance e implementación de los Comités
de Ética en la Investigación, asumió la tarea como grupo interinstitucio-
nal e interdisciplinario -con miembros pertenecientes a diferentes cei de
la ciudad de Cali- de unir conocimientos, experiencias y esfuerzos en la
promoción de una cultura de respeto y sensibilización hacia los derechos y

17 Profesional de apoyo de investigaciones de Unicatólica


18 Técnica Administrativa del Decanato Asociado de Investigación de la Institución Universitaria Antonio José Camacho.
19 Hasta el año 2016 se oferto el “Curso básico de ética en investigación en humanos en el contexto colombiano”, por el Colla-
borative Institutional Training Initiative (Citi) Program de la Universidad de Miami (www.citiprogram.org)

94
aportes para los comités de ética

bienestar de los participantes en investigación, para fomentar así la imple-


mentación de abordajes creativos en las instituciones, facilitar la misión de
proteger a los participantes en investigación y promover la integridad cientí-
fica y la responsabilidad ética del investigador. (Muñoz y Posso, 2019, p. 59).
Otro escenario de formación a nivel nacional han sido los Diálogos
Nacionales sobre Ética de la Investigación, iniciativa liderada por Deyanira
Duque Ortiz, Asesora de Fomento para la Investigación de Minciencias,
quien en representación de Colciencias
A finales de 2012, Colciencias invitó a un grupo de expertos en temas de
ética y bioética a conversar, ad honorem, sobre ética en la investigación. Una
de las principales preocupaciones al conformar este grupo, fue la de ofrecer
a los actores del snct eI orientaciones prácticas respecto de las considera-
ciones que justifican el sometimiento de un proyecto de investigación a un
comité de ética de investigación o de bioética, como base para fortalecer la
calidad de la investigación y las buenas prácticas. Más allá del apego a una
normativa o requisito específico, era necesario generar espacios de delibera-
ción. (Duque Ortiz, 2015, p. 15).
Después de este ejercicio, a partir del año 2013 y de forma ininte-
rrumpida hasta la fecha, se han llevado a cabo ocho versiones de los Diá-
logos Nacionales sobre Ética de la Investigación, los cuales, han permitido
sensibilizar a un alto número de actores delsnct eI sobre la importancia y
necesidad de incentivar un pensamiento crítico ante las implicaciones éti-
cas del desarrollo, uso y la distribución de la investigación y su incidencia
directa o indirecta en las distintas formas de vida y, por otra, identificar
comportamientos y prácticas tanto en los investigadores y en el proceso de
investigación, como en los Comités de ética de la investigación y de bioética,
y en algunos entes financiadores, que muestran la necesidad de fortalecer la
integridad científica. (Duque Ortíz, 2018, p. 25).
A nivel internacional, los procesos de formación en la materia han
sido apoyados económicamente por las instituciones en las que se encuen-
tran adscritos los cei, posibilitado la participación en Conferencias como
las organizadas por el prim&r20 y Congresos como los organizados por la
Red Latinoamericana de Éticas Aplicadas21 y la Red para la Formación
Ética y Ciudadana22.
El segundo momento de esta actividad ha sido la participación activa
en estas iniciativas de parte de los miembros de los cei, al igual que va-
rios de los investigadores de las ies que han visto la oportunidad de poder

20 https://primr.org/conferences
21 https://redlaea.com/noticias-2congresolat.html
22 https://redetica.org/eventos/calendario-de-eventos/

95
ética de la investigación

garantizar un adecuado respeto a los sujetos participantes de la investi-


gación en cada una de sus propuestas. Esta participación ha sido no solo
como asistentes, sino como ponentes, talleristas y panelistas en los diferen-
tes escenarios.
En la actividad No. 2. Retorno de este proceso de formación con los miem-
bros de la comunidad académica e investigativa de las instituciones se realiza
una búsqueda por consolidar a nivel institucional una cultura institucional
de la ética de la investigación, bioética e integridad científica, de modo que
es preciso que los que recibimos formación, podamos compartirla con los
demás teniendo en cuenta que
No se puede siquiera infravalorar el hecho de que el compromiso de la in-
vestigación de la verdad comporta una serie de actitudes que, también desde
el punto de vista simplemente intuitivo, resultan moralmente apreciables:
honestidad intelectual, espíritu de sacrificio, orden y disciplina, perseveran-
cia, disponibilidad para aceptar críticas, espíritu de colaboración y humildad,
son hábitos morales de la práctica de la investigación científica pura y que
son distintos del simple respeto de las reglas del método científico, las cuales
poseen un carácter estrictamente instrumental en referencia a la obtención
de un conocimiento objetivo y riguroso. Este hecho indica que el perseguir
un valor arrastra consigo actitudes morales positivas (Agazzi, 1992, p. 239).
Para el caso de Unicatólica, desde el mes de julio del año 2014 se
crea la Escuela de formación de investigadores de UniCatólica con el objetivo
de formar y capacitar a los investigadores, buscando un mejor desempeño
en sus actividades investigativas. Una vez finalizada la participación de los
miembros del cei o de los investigadores en los temas a fines a la ética de
la investigación, bioética e integridad científica, estos se comprometen a
orientar una charla sobre el tema con los asistentes a la escuela de forma-
ción, como retorno social de lo aprendido.
Para el caso de la Uniajc, desde el año 2018, por iniciativa del Deca-
nato Asociado de Investigaciones y el Comité de Ética de la Investigación,
se adelanta un ciclo de formación en temas de ética de la investigación,
bioética e integridad científica, donde participan los investigadores que han
sido beneficiados de los procesos de formación externos y se invitan a su
vez, a expertos23 de otras instituciones para contribuir al logro de la cultura

23 A lo largo de este proceso se ha contado con los valiosos aportes de Magda Liliana Rincón Meléndez, la Dra. Deyanira
Duque Ortiz, el Dr. Juan María Cuevas Silva, la Dra. Gloria I, Palma y el Dr. Rodrigo García Alarcón.

96
aportes para los comités de ética

de la ética de la investigación, bioética e integridad científica. Finalmente, des-


pués de ser presentada al Comité de Investigaciones (2021-1), se aprobó
la propuesta que para que un investigador pueda presentar un proyecto de
investigación en las próximas convocatorias internas de investigación, debe
haber participado en mínimo tres jornadas de capacitación en el último
año.
Reto No. 3. La participación de los miembros del cei en actividades ex-
ternas. Este reto permitió plantearnos el siguiente desafío: Si me cualifico,
participo, desafío que nos ha permitido ser parte activa en el desarrollo de
las diferentes actividades de: la Mesa de Formación de Minciencias para la
implementación de la Política Nacional de Ética de la Investigación, Bioé-
tica e Integridad Científica; la Red para la Formación Ética y Ciudadana;
el Nodo Pacífico de Minciencias; la Red Nacional de Comités de Ética
de la Investigación y Comités de Bioética; el Plan Nacional de Formación
en Ética de la investigación, Bioética e Integridad Científica; el Comité
Académico del presente Congreso24; como pares evaluadores de diferentes
Revistas Especializadas y, como invitados expertos a diferentes paneles de
discusión sobre cei.

Conclusión

Formar parte de un cei implica para sus miembros no solo tener claro las
disposiciones de orden técnico y legal para un adecuado cumplimiento de
sus funciones, sino que implica un proceso continuo de formación en temas
de ética de la investigación, bioética e integridad científica, que garantice
un adecuado respeto por la dignidad de las personas y el respeto por todas
las formas de vida.
Igualmente, se requiere garantizar independencia en la toma de de-
cisiones, evitando así que algunos investigadores sigan viendo los cei como
instancias de burocratización, que dificultan el avance de las investigacio-
nes.

24 II Congreso Internacional de Ética, Ciencia y Educación

97
ética de la investigación

Finalmente, es preciso que los miembros del cei tomen conciencia


de hacer una devolución creativa de lo aprendido durante su formación, ga-
rantizando así una cultura institucional de la ética de la investigación, bioética
e integridad científica.

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100
Cap
Capítulo 5
Historia y evolución del comité de ética en
investigación científica Dexa Diab

María Necty Cárdenas Venegas25


Miguel Ángel Salamanca26

Introducción

A unque la primera reunión del Comité de Ética Dexa Diab consta


en un acta del año 2000, no fue sino hasta el 2004 cuando se fundó
formalmente esta organización que se ha encargado de evaluar la relación
que existe entre el riesgo y el beneficio para el paciente en los protocolos de
investigación. Desde allí hasta el año 2010 el Comité se adaptó a las nuevas
necesidades que presentaba el país y su normatividad frente al tema de la in-
vestigación patrocinada, realizando cambios estructurales en sus estatutos,
manuales de procedimientos, documentación y administración en general.
Posteriormente, la visita de auditoría del Invima en el año 2010 que, bajo la
normativa nacional vigente de la Resolución 2378 de 2008, validó al Comité
para adherir esta tarea a prácticas más actualizadas y para ejercer de manera
más eficiente y consciente el cuidado de los pacientes que han participado de
los protocolos desarrollados27. En dicha visita el Invima lo auditó y lo certifi-
có, señalando que era importante mantener el balance de género y edad en-
tre los miembros y una evaluación constante de los conflictos de interés que

25 Nutricionista Dietista. Presidente Comité de ética en investigación científica. Correo electrónico: cardenasmarianecty@
gmail.com
26 Estudiante del Doctorado en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Filosofía de la Universidad
Nacional de Colombia. Correo electrónico: miguel_angel_salamanca@hotmail.com
27 Ministerio de protección social. Resolución número 2378 de 2008. Invima. Capt. II. 2.2.

101
pudieran presentarse.
No obstante, el proceso de refinamiento en los procedimientos siguió
adelante, en parte, gracias a las visitas del Invima en 2011, 2015 y 2016 en
donde se evaluaron las acciones y el cumplimiento de las buenas prácticas
clínicas (Resolución 2011036952). La certificación de 2016 lo aprobó nue-
vamente hasta el 2021(Resolución 2016046654) y a lo largo de estos dieci-
siete años el Comité atravesó por diferentes momentos que le permitieron
fortalecer su identidad y su quehacer en la investigación científica. Además,
ha contado con diferentes personas que se desempeñan en diversas ramas
del conocimiento, para el enriquecimiento de su actividad. Es así que la
trayectoria de diecisiete años de vigilancia y protección de los sujetos de
investigación ha permitido consolidar la experiencia que proveen los 143
estudios que el Comité ha supervisado y el conocimiento para afrontar los
diversos matices de la investigación en humanos.
Estos estudios combinan la experiencia de la industria farmacéutica,
y de estudios observacionales con los criterios propuestos por un cuerpo
de principios éticos que deben guiar la práctica médica y la experimenta-
ción en los seres humanos. Estos principios se basan en las declaraciones
internacionales de Núremberg, Helsinki y Belmont, adoptados y enmen-
dados en las posteriores asambleas médicas mundiales, y en la normativi-
dad nacional. La base del código normativo que orienta estas declaraciones
propone, por un lado, el respeto a la persona que participa en la investiga-
ción y su autonomía para adherirse a ella y dejarla voluntariamente en el
momento que quiera; para ello es importante la revisión y elaboración de
un consentimiento informado, el documento médico legal que explica las
bases, el desarrollo y los resultados esperados en la investigación. Por otro
lado, consiste en la evaluación y aclaración al paciente de la relación entre
el riesgo y el beneficio que corre al participar en los estudios, para que la
persona pueda escoger libremente formar parte o no de un protocolo de
investigación (Declaración de Helsinki).
De esta manera, el comité pretende vincular la investigación médica
con los principios teóricos y prácticos de la ética, es decir, con la base nor-
mativa que rige los códigos de conducta de los hombres y de sus prácticas.
aportes para los comités de ética

Estos principios se derivan de las declaraciones arriba mencionadas y se


basan en la beneficencia y no maleficencia del paciente, es decir, en propen-
der por el bien de las personas y siempre evitar el daño de tipo físico, men-
tal, social o psicológico de los participantes en la investigación. También
evalúa el criterio de justicia, que exige tratar a todas las personas por igual
sin discriminación de raza, etnia, edad, nivel económico o de escolaridad.
Por último, vela por el principio de autonomía, que considera al paciente
como un agente capaz de tomar sus propias decisiones frente a su salud
(Wilson, s.f.).
No obstante, aunque los fundamentos teóricos y éticos orientan su
actividad, el Comité también cuenta con una dimensión netamente prag-
mática que consiste en establecer los lineamientos para la presentación y la
evaluación de un protocolo de investigación, recepcionar, revisar y evaluar
los protocolos sometidos por los investigadores y emitir un concepto de
aprobación o de no aprobación para que inicie el proceso. Dicho proce-
dimiento de tipo técnico contempla la revisión, la evaluación y la aproba-
ción de los protocolos de la investigación, el manual del investigador, las
enmiendas al protocolo, el formato de consentimiento informado para el
paciente, la revisión de los eventos adversos a nivel local y su relación con
los resultados internacionales y, finalmente, las desviaciones que surgen en
el seguimiento de los protocolos, ya sea en el estudio mismo o en los hallaz-
gos de monitorias (Comité de ética en investigación científica Dexa Diab).
Además de esto, el Comité ha enriquecido la práctica de los prin-
cipios éticos, a través de la cuidadosa reflexión sobre los criterios de in-
clusión y exclusión de la población vulnerable, que pone sobre la mesa el
discernimiento sobre la participación de menores de edad, adultos mayores,
población institucional y con alteración neurológica presentes en las inves-
tigaciones. A lo largo de su trayectoria, el Comité se ha encontrado con
situaciones que pueden afectar a los sujetos que hacen parte de los proto-
colos, ya sea por la presentación de eventos adversos o por las desviaciones
que no solo pueden alterar potencialmente los resultados objetivos de la
investigación, sino también poner en riesgo el bienestar de los pacientes. La
evaluación detallada del diseño metodológico de los estudios y su vincula-

103
ética de la investigación

ción con la práctica médica, los cuales han llevado a acrecentar la experien-
cia del comité a lo largo de los últimos años.
Este capítulo pretende establecer, bajo una base estadística, la reper-
cusión social y médica que ha tenido el comité a lo largo de su trayectoria,
particularmente desde 2010 hasta 2021, teniendo en cuenta los estudios
observacionales y farmacéuticos en los que ha participado, de las moléculas
que han sido estudiadas y de los beneficios que dichas investigaciones han
generado en la población que ha decidido participar voluntariamente en
ellas.

Misión del comité

Velar por el respeto a la dignidad, los derechos, el bienestar y la seguridad


de todos los participantes en los estudios de investigación y las comuni-
dades relacionadas; permitiendo, al mismo tiempo, el adecuado desarrollo
del protocolo de investigación clínica, teniendo en cuenta los principios
fundamentales del mismo: respeto y protección de las personas dependien-
tes o vulnerables, autonomía, beneficencia y justicia. Además de evaluar,
aprobar y realizar el seguimiento de estudios en investigación con seres
humanos, de manera competente, oportuna e independiente de influencias
políticas, institucionales y de mercadeo, garantizando que estos se acojan a
las normas y principios éticos establecidos a nivel nacional e internacional
para garantizar competencia, eficiencia, protección a la voluntariedad y
confidencialidad del individuo. También se busca la minimización de los
riesgos de daño físico, mental, emocional, social, económico y legal, entre
otros; además de evaluar y contraponer los posibles riesgos a los beneficios
esperados de la investigación. Por último, prevalece el criterio al respeto a
la dignidad y la protección de los derechos y bienestar de las personas vin-
culadas a investigación.

104
aportes para los comités de ética

Conformación del comité

El comité de ética en investigación científica Dexa Diab es un grupo in-


dependiente, interdisciplinario, deliberativo y autónomo que desarrolla la-
bores de revisión, evaluación, aprobación y seguimiento de protocolos de
investigación clínica, sin influencias políticas, institucionales, profesionales
ni comerciales. Es la máxima autoridad ante el centro de investigación en lo
que tiene que ver con el mantenimiento de la integridad del participante de
investigación. Está compuesto por cinco(5) miembros, con un máximo de
siete(7). Se propende por el equilibrio de sexo y edad. Cuenta con miem-
bros del área de la salud como: médicos, epidemiólogos, nutricionistas, un
miembro con entrenamiento en bioética y miembro no científico, repre-
sentante de la comunidad, además de un(a) asistente administrativo(a). Se
tienen asesores externos como abogado(s), especialista(s) en calidad, quí-
mico(s) farmacéutico(s), y otros profesionales asesores según lo requieran
los estudios de investigación.

Funciones del presidente

—Actuar como representante del comité en las instancias pertinentes a lo


interno y externo de la institución.
—Presidir las reuniones ordinarias y extraordinarias, siendo el vocero del
comité para su socialización.
—Firmar las actas, dictámenes de aprobación o no aprobación de protoco-
los evaluados.
—Responder y firmar toda la correspondencia que llega al comité: formato
de consentimiento informado, desviaciones, eventos adversos, manual del
investigador y todos los documentos que sean necesarios.
—Ser el vocero ante el Invima de las decisiones, inquietudes, medidas y
preguntas que se tengan dentro de un proyecto de investigación.
—Asignar las funciones a los miembros del comité.

105
ética de la investigación

—Gestionar los recursos para el buen funcionamiento del comité.


—Cumplir y hacer cumplir este reglamento.
—Velar por la formación continua de los miembros del comité.
—Resolver dudas o inquietudes de los participantes en estudios aprobados
por este comité, cuando así lo requieran.
—Evaluar periódicamente el proceso de ejecución de los proyectos de in-
vestigación en salud, en función del riesgo que puedan conllevar a sus par-
ticipantes.
—Hacer seguimiento a las investigaciones de protocolos que están bajo el
cubrimiento del comité.
—Dar a conocer el comité de ética a las entidades que realizan investiga-
ción científica en seres humanos.
—Informar a las autoridades competentes todo hecho que a su juicio viole
o ponga en peligro la integridad física, psicológica, moral y social de los
sujetos humanos que participan en procesos de investigación en salud.

Funciones de los miembros activos del comité de ética en


investigación

—Asistir a las reuniones ordinarias y extraordinarias convocadas en el año.


—Evaluar oportunamente los proyectos que le son asignados.
—Participar en las deliberaciones referidas a cada proyecto, entregar y fir-
mar el informe de evaluación correspondiente.
—Abstenerse de participar en la evaluación de un proyecto en el cual el
miembro tenga participación directa, o cualquier otro tipo de conflicto de
interés.
—Mantener la confidencialidad respecto a las discusiones y resoluciones
del comité.
—Velar por el cumplimiento de los objetivos y buen funcionamiento del comité.

106
aportes para los comités de ética

—Participar en actividades de formación en ética en investigación con su-


jetos humanos.
—Velar por la seguridad y los derechos de los participantes en los proyectos
de investigación.
—Revisar, evaluar y conceptuar sobre los informes de avance, desviaciones
y de eventos adversos de los proyectos a su cargo.

Funciones del representante de la comunidad

—Tiene una responsabilidad social de velar por los derechos de los sujetos
participantes en las investigaciones; entre otras, protegiéndolos de los po-
sibles riesgos que se asocian con las intervenciones médicas propuestas por
los investigadores.
—Revisa los consentimientos informados logrando que los participantes
en la investigación entiendan de una manera clara de qué se trata el estudio,
sus riesgos y beneficios.
—Respetar el principio de confidencialidad de los temas tratados al inte-
rior del comité.

Funciones de la asistente administrativa

—Realizar la recepción de la documentación sujeto de evaluación por parte


del comité de ética, correspondiente a cada uno de los protocolos vigentes
y cerrados de ser el caso.
—Hacer la verificación de los documentos que se presentan a través de la
lista de chequeo y la verificación de la documentación relacionada en la
comunicación del investigador principal. Los documentos revisados pue-
den ser: protocolos (nuevos), enmiendas, brochure: Manual de Investiga-
dor (nuevos y versiones siguientes), nuevas versiones de consentimiento
informado, desviaciones, eventos adversos locales, eventos adversos a nivel
mundial (ciom), reaprobaciones, informe de cierre de estudios, actualiza-

107
ética de la investigación

ción de póliza y documentos varios.


—Recibir los documentos que serán sometidos al comité antes de la reu-
nión programada. Estos se incluirán en la revisión; los recibidos con poste-
rioridad a estos días se dejan para la próxima reunión.
—Responder estos sometimientos de manera individual, en un plazo no
mayor a dos semanas después de la reunión.
—Realizar la radicación de los documentos presentados: Los documentos
sometidos se colocan en un archivo ubicado en el escritorio comité de ética
/ comité de ética / documentos sometidos, nombrado en el día correspon-
diente a la reunión.
—Citar, por medio de correo electrónico, a los miembros del comité de
ética a las reuniones mensuales, según cronograma.
—Entregar durante la reunión mensual los documentos recibidos para
revisión previa autorización del presidente del comité. Los miembros del
comité de ética revisan y aprueban algunos documentos durante la misma;
los que no son revisados se asignan a cada uno de los miembros del comité,
posteriormente a la revisión los devuelven para elaborar la correspondiente
respuesta.
—Elaborar respuestas a todas las cartas sometidas (sin excepción).
—Luego de tener la respuesta impresa, la asistente administrativa se reúne
con el presidente del comité de ética, para revisar los documentos elabora-
dos. Se procede a firmar y sellar.
—Mantener actualizadas las bases de datos.
—Entregar las respuestas de los documentos a las personas que lo some-
tieron.

Reuniones del comité de ética

El comité se reúne como mínimo una vez al mes, estas reuniones ordinarias
convocan a los miembros mediante citación, vía correo electrónico, con

108
aportes para los comités de ética

cinco días de anticipación, el quórum para que se lleve a cabo la reunión


consiste en un mínimo de tres miembros del comité, la asistencia a la reu-
nión puede darse de manera presencial o virtual.
El presidente cierra la sesión una vez que se hayan evaluado los do-
cumentos que cada uno de los miembros del comité revisó y cumplan los
puntos programados en la agenda. Posteriormente, se realiza el acta de lo
sucedido en la reunión y de las conversaciones que se originaron para que
cada miembro del comité firme.
Las reuniones extraordinarias se convocan en algunos casos, tales
como la revisión y aprobación de cambios mínimos de protocolos que ha-
yan sido previamente aprobados. Se consideran cambios mínimos aquellos
que no alteran los objetivos primarios o secundarios de investigación, por
ejemplo: errores de transcripción, de traducción o cuando se trate de cam-
bios administrativos que no alteran el contenido, el sentido del documento
y la relación riesgo-beneficio para el paciente. Cuando se presentan casos
de revisiones urgentes, previamente fundamentadas, se realiza una reunión
virtual con los miembros del comité de ética, previamente comunicada,
fijándose fecha y hora de la conexión para realizar dicho evento.

Revisión, evaluación, aprobación de protocolos de


investigación clínica, manual del investigador consenti-
miento informado

La recepción y radicación de la documentación, sujeta a evaluación por


parte del comité de ética, es responsabilidad de la asistente administrativa
donde realiza la verificación de los documentos que se presentan, a través
de una lista de chequeo entregando el protocolo de investigación al pre-
sidente del comité de ética quien hace la socialización del estudio recibido
a todos los miembros del comité o del manual del investigador, asignando
la documentación presentada a un integrante del mismo para su revisión
y evaluación. De acuerdo con el tipo de documento que se deberá revisar,
se designa a alguno de sus miembros médico con especialización en epide-
miología. Las pólizas y contrato de los estudios son revisados por el aboga-

109
ética de la investigación

do quien es un asesor externo, los consentimientos informados se revisan


por un médico y el representante de la comunidad.
El miembro del comité responsable de revisar y evaluar la docu-
mentación verifica el protocolo sometido y los documentos anexos que se
presenten, para ello se realiza la presentación y socialización del informe
de evaluación efectuado con el comité en pleno, en una reunión ordinaria
programada quien luego de escuchar el informe de quien revisó y de la so-
cialización, para luego proceder a emitir el concepto de Aprobación o No
aprobación.
La respuesta al investigador principal se hace mediante carta debida-
mente firmada por el presidente y sellada.

Revisión y análisis de desviaciones y eventos adversos

El objetivo es determinar el análisis de causalidad de las desviaciones y los


eventos adversos serios y no serios ocurridos en los sujetos de investigación
de cada uno de los protocolos de estudio donde en la carta de reporte del
evento adverso serio se presenta la narrativa o descripción del caso, esta
debe ser clara, concreta y actualizada. Se realiza de acuerdo con la Reso-
lución 2011020764 de 2011, donde se establece que el investigador debe
reportar al patrocinador y al comité de ética la ocurrencia de eventos adver-
sos serios y no serios dentro de las primeras 24 horas de ocurrido el mismo.
El patrocinador informará al comité de ética la ocurrencia de eventos
adversos serios a nivel nacional o internacional, sin perjuicio de reporte
obligatorio ante Invima, manteniendo la confidencialidad de datos del
paciente. Estos eventos adversos y desviaciones son consignadas en un
formato que contiene número de protocolo, desviación, evento adverso (se-
rio o no serio), paciente, análisis de causalidad y resultado del análisis. El
comité de ética lleva un archivo de desviaciones y eventos adversos orga-
nizados por número de protocolo, el archivo permite cuantificar el número
de eventos adversos y, junto con los reportes de la fda y Clinical Trials, el
comité podrá solicitar información a los investigadores y a los patrocinado-
res sobre la ocurrencia de eventos, su frecuencia, reportes a nivel mundial

110
aportes para los comités de ética

y seguridad de los sujetos de investigación. Una vez alimentada la base


de datos, el comité podrá hacer seguimiento a cada evento adverso que
considere necesario, realizando solicitud de información a la coordinadora
del estudio y teniendo contacto directo con el paciente para confirmar su
estado actual de salud.
El investigador debe reportar al comité de ética todos los eventos
adversos serios, en un plazo no mayor de 24 horas luego de conocida la
ocurrencia del evento, manteniendo confidencialidad de la información.
Después de ocurrido el evento adverso, el comité de ética realiza solicitudes
expresas al investigador principal sobre reportes de la evolución del evento
adverso. El investigador principal reporta todos los eventos adversos serios
internacionales esperados, a través del manual del investigador que se pre-
senta anualmente o antes si la duración del protocolo de investigación es
inferior a un (1) año.

Revisión, evaluación y aprobación de pólizas de respon-


sabilidad civil

El objetivo es garantizar que el paciente se encuentre cubierto por daños o


acciones adversas secundarias que puedan surgir de la participación en el
estudio.
Se manejan listas de chequeo donde debe estar establecida la vigen-
cia de la póliza por un periodo no menor al tiempo de duración del estudio.
Además, el documento debe contener el objeto del convenio, porcentajes,
valores, partes que deben intervenir en el contrato de seguros, copia de
prórrogas y/o adiciones y/o modificaciones a la póliza y copias de otros
documentos relacionados con la revisión para ser evaluados por el abogado
asesor del comité.

Sistema de gestión de calidad

Se adhiere al Sistema de Gestión de Calidad del centro de investigación


Dexa Diab servicios médicos. Se cuentan con indicadores de calidad, los

111
ética de la investigación

cuales son consignados la medición de estos indicadores por la asistente


administrativa mensualmente usando como apoyo un instructivo para su
correcto diligenciamiento, la evaluación de esta medición la supervisa el
presidente del comité o en su defecto cualquier otro integrante.

Protocolos evaluados por el Comité de Ética

La mayoría de los estudios han estado centrados en el área metabólica


endocrina en la que han participado pacientes con diabetes tipo 2, compli-
cación renal, osteoporosis, problemas cardiovasculares, control de lípidos,
hormona del crecimiento y trasplantados. Compartir la experiencia de la
investigación, basado en los principios de respeto a la persona humana, ha
orientado la labor del comité y le ha permitido hacer un aporte significativo
a la investigación patrocinada en Colombia y en el mundo.
En total son 142 estudios, de los cuales 115 están en la industria far-
macéutica y 27 son protocolos observacionales.

112
aportes para los comités de ética

Tabla 3. Información de los estudios

Fuente. Creación propia

113
ética de la investigación

Seguimiento a protocolos de investigación clínica

Todo estudio clínico que se encuentra bajo la responsabilidad del Comi-


té de ética en investigación científica Dexa Diab ha tenido seguimiento
continuo, verificando que se cumpla con el respeto a los derechos de los
participantes en la investigación salvaguardando la seguridad, la dignidad
y el bienestar, además de asegurar que los protocolos de investigación pro-
pendan por la protección de las personas.
Los protocolos han sido evaluados desde el punto de vista legal, ético
y metodológico, aplicando cada uno de los principios éticos como la au-
tonomía, la responsabilidad, la beneficencia, no maleficencia, la justicia, la
confiabilidad, la responsabilidad y la honradez.

Custodia y archivo de estudios

Durante diez y siete (17) años la documentación de cada estudio se encuen-


tra en archivo siguiendo la normatividad para custodia de documentos, en
el archivo histórico después de cinco (5) años y en archivo en gestión en
menos de dos (2) años. Permaneciendo bajo llave los que se encuentran en
físico y a cargo de la asistente administrativa, la documentación e infor-
mación de estudios capturada por medios electrónicos se almacena en el
computador teniendo clave de acceso que solo lo maneja la asistente admi-
nistrativa, pues no se permite la copia o transmisión electrónica de dicha
información. De modo que, para que los integrantes del comité tengan
acceso a la información allí registrada, esta únicamente podrá ser editada
por la asistente administrativa con previa autorización.
El sentido de prevenir el daño con el principio de beneficencia y jus-
ticia se evalúan los protocolos, teniendo en cuenta los grupos de población
vulnerables y se analizan los beneficios del estudio
Al llegar el año 2020, en Colombia la situación de salud pública ge-
nerada por la pandemia del Covid-19 cambió la forma de trabajo incursio-
nando en la virtualidad, de forma que se reciben estudios y protocolos por
correo electrónico, uso de firmas digitales, reuniones virtuales que ameritan

114
aportes para los comités de ética

grabación, creación de plataformas para registros de eventos adversos, des-


viaciones y confidencialidad en archivo digital protegiendo y cuidando el
tratamiento de datos e información.
Los miembros del comité de ética se han mantenido en constante
actualización en relación con las innovaciones investigativas que día a día
surgen, recibiendo entrenamiento en aspectos éticos y bioéticos en investi-
gación donde aportamos todo nuestro saber, hacer y experiencia, con nues-
tro lema “Aquí prevalece el criterio de respeto a la dignidad, la protección
de los derechos y el bienestar de las personas vinculadas a la investigación».

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líticas. Guía No 3. París

118
Capítulo 6
Relación del investigador principal y del
comité de ética en la investigación clínica en
Colombia

Hernán Yupanqui Lozno28


Investigador principal
Juanita Díaz Bruce29
Yurany Alejandra Jaimes Claros30

T eniendo en cuenta que las investigaciones clínicas con medicamentos


en seres humanos pueden generar efectos no deseados en los par-
ticipantes, se debe garantizar a través de las normas de Buenas Prácticas
Clínicas (bpc), que en toda investigación en la que el ser humano sea sujeto
de estudio se debe respetar su dignidad, proteger sus derechos y garantizar
su bienestar (Resolución No. 2378 de 2008).
En Colombia es el Instituto Nacional de Vigilancia de Medica-
mentos y Alimentos —Invima— es el encargado de verificar y certificar
que las instituciones que desarrollan investigaciones con seres humanos y
con medicamentos cumplan con los estándares que establecen las bpc. En
otras palabras, vigila el protocolo para el diseño, conducción, realización,
monitoreo, auditoría, registro, análisis y reporte de estudios clínicos que
proporciona una garantía de que los datos y los resultados reportados son
creíbles y precisos y de qué están protegidos los derechos, la integridad y
confidencialidad de los sujetos del estudio (Resolución No. 2378 de 2008).
Paralelamente toda investigación que recaiga sobre seres humanos
debe ser evaluada y aprobada por el Comité de Ética Institucional (cei), la
28 Médico Endocrinólogo, Director Científico  de la Asociación Colombiana de Obesidad y FUNCOBES, Director Científico
Dexa  Diab  Servicios Médicos  IPS
29 Correo electrónico: juanitadibr@unisabana.edu.co
30 Correo electrónico: yuranyjacl@unisabana.edu.co

119
ética de la investigación

importancia del cei, está establecido, según la normativa 2378 de 2008, en


el Artículo 7, parágrafo 1.

Investigador

En la Norma 2378 de 2008, se reconoce como investigador a la perso-


na responsable de la conducción de un estudio clínico en una institución,
cuando la investigación es conducida por un grupo de individuos, se deter-
mina como investigador principal (ip) al líder responsable del grupo.
Este investigador puede también tener el rol de patrocinador inves-
tigador, pues es un individuo que inicia y conduce un estudio clínico y,
bajo dicha dirección inmediata, el producto en investigación se administra,
se entrega o es utilizado por el sujeto. Las obligaciones de un patrocina-
dor-investigador incluyen tanto las de un patrocinador como las de un in-
vestigador.
Los investigadores deben someterse a una evaluación por la agencia
regulatoria y el cei, antes de iniciar un protocolo de investigación clínica.

Funciones y responsabilidades del investigador

El Investigador Principal (ip) juega un papel primordial en la planeación,


conducción y finalización de la investigación, él es quien dirige el diseño
del Manual de Procedimientos Operativos Estandarizados de la Investiga-
ción (mapoe)*. Por consiguiente, el líder del estudio debe cumplir con las
siguientes competencias establecidas en la normatividad. Cabe resaltar que
estas características deben ser evaluadas para asegurar su cumplimiento.
1. El investigador debe tener la formación adecuada para la conduc-
ción de un estudio.
2. Debe estar familiarizado con el uso apropiado del producto sujeto
a la investigación.
3. Conocer las normas de buenas prácticas clínicas, los aspectos éticos
y la reglamentación colombiana vigente.
4. Declarar sus conflictos de interés en el estudio.

120
aportes para los comités de ética

En contraste con las competencias, desempeña un papel fundamental


en múltiples procesos en los proyectos y estudios clínicos, él deberá estar a
cargo del personal de estudio, garantizar el cumplimiento de las regulacio-
nes éticas, conducir el estudio, facilitar la adherencia al proyecto, controlar
el manejo de la información, el seguimiento y control de los participantes y
es quien finalmente se encarga de la divulgación de los resultados. Sumado
a esto, es quien asume las responsabilidades frente a: los eventos adversos,
los consentimientos informados de los sujetos en estudio, el manejo del
medicamento, así como la toma y procesamiento de muestras y especíme-
nes biológicos.
Puntualizando en las funciones del investigador principal se destaca;
las relacionadas con el personal de estudio. Se establece que el investigador
debe tener disponible un número suficiente de personal calificado para la
duración prevista del estudio, manejar el presupuesto de la investigación,
mantener una lista de las personas calificadas a quienes les ha delegado
tareas relacionadas con el estudio; así como, asegurar que el personal que
participa esté informado adecuadamente.
De igual forma, sobre el cumplimiento de las consideraciones éticas, es
quien se encarga de tramitar la aprobación escrita establecida por parte del
cei, proporcionar una copia vigente del Manual del Investigador, así como
la información sobre la farmacología clínica del medicamento y facilitar la
revisión, inspección y auditoría por parte del cei de todos los contratos y
registros requeridos relacionados con el estudio.
Conjuntamente, al detallar las funciones referentes a la adherencia al
proyecto y la conducción del estudio, se determina que el investigador debe
asegurar que el protocolo se conduzca de acuerdo con el proyecto acordado
y aprobado por el cei; además de notificar cualquier desviación o cambio
imprevisto del proyecto, adicionalmente, en caso de requerir cambios el
investigador debe:
• Acordar previamente con el patrocinador
• Solicitar nueva aprobación y la enmienda al cei
Asegurar que durante la investigación se sigan los procedimientos de asig-
nación aleatoria del estudio, documentar y explicar inmediatamente al pa-

121
ética de la investigación

trocinador cualquier rompimiento prematuro del cegamiento y responder


ante él y el cei por la adherencia al proyecto durante la conducción del
estudio.

Funciones del investigador principal referente a la adherencia del pro-


yecto:
1. Tiene el deber de que el proyecto se encuentre acorde y aprobado
por el cei.
2. Verificar la existencia, conducción y monitoreo del estudio.
3. Acordar y aprobar los cambios que se realicen durante el proyecto y
solicitar una nueva aprobación por parte del cei.
4. Notificar cualquier cambio o desviación del proyecto, explicando
con detalles al cei.
5. Verificar y asegurar que se sigan todos los pasos y procedimientos
de la investigación.
6. Informar cualquier rompimiento prematuro del cegamiento y todas
las notificaciones del patrocinador.
7. Responder con claridad ante el comité de ética y al patrocinador
acerca de la adherencia al proyecto, con el cumplimiento y seguimien-
to de los participantes, reportes de eventos adversos y notificación de
cambios (Resolución No. 2378 de 2008).

Funciones del investigador principal referente al manejo de la informa-


ción
1. Debe informar que todos los datos reportados en los informes re-
queridos son legibles, precisos, estén completos y actualizados.
2. Asegurar que los datos reportados provienen de fuentes y docu-
mentos confiables y consistentes, en caso contrario se debe reportar una
nota aclaratoria sobre la inconsistencia.
3. Todos los reportes del caso deben ser firmados por el investigador.
También debe estar la firma y fecha junto a las correcciones que se
hayan hecho y asegurarse de que los datos sean actualizados (las correc-
ciones se hacen tachándose con una línea horizontal, de esta forma se

122
aportes para los comités de ética

verá el formato original).


4. Se deben asegurar y guardar los documentos de la investigación en
un lugar seguro, privado y bajo llave.
5. El investigador debe guardar los documentos por lo menos 2 años
después de la última aprobación o hasta 2 años después de la suspen-
sión formal del desarrollo clínico del proyecto.

Responsabilidades y funciones del investigador principal respecto a los


Eventos Adversos (ea) presentados en participantes:
1. Debe reportar al patrocinador cualquier tipo de evento adverso
conforme a los requerimientos del proyecto y dentro del período de
tiempo específico.
2. Debe reportar los ea de acuerdo a:
• Plazo < 24 horas, con fecha y hora, si son serios.
• Posterior al reporte se debe notificar de forma detallada lo ocurrido.
• Mantener siempre la confidencialidad, no se deben incluir datos
personales de los participantes con los que se puedan identificar.
• Hacer el reporte acorde a los requerimientos del protocolo.
3. Debe brindar toda la información al patrocinador y al cei sobre los
casos de muerte.

Funciones del investigador principal referentes a la inclusión y segui-


miento de los participantes en el estudio:
1. Se debe garantizar que el número de sujetos sea el especificado por
el proyecto o patrocinador.
2. Garantizar la privacidad y confidencialidad de todos los partici-
pantes.
3. Asegurarse de que todos los voluntarios cumplan con los criterios
específicos del proyecto.
4. Debe ser responsable de todas las decisiones médicas.
5. Debe asegurar atención médica de calidad a todos los participantes
que presenten cualquier evento adverso.
6. Mantener la información completa para su adecuado seguimiento

123
ética de la investigación

durante el estudio, teniendo en cuenta lo siguiente:


• Reportar las ausencias de los sujetos durante el seguimiento.
• Documentar causas de retiro voluntario.
• Informar los desenlaces de los voluntarios que no continúan en el
estudio.
• Evitar nuevas pérdidas de participantes a través de medidas correc-
tivas.

Funciones/responsabilidades del investigador principal respecto a la


solicitud de consentimiento informado:
1. Es indispensable que todos los participantes hayan firmado su con-
sentimiento informado para el estudio de acuerdo con las disposiciones
legales en Colombia:
• Firma del participante con documento de identificación.
• Firma de dos testigos junto con documento de identidad.
• Firma del médico responsable de la investigación que informó al
participante sobre el estudio.
2. En los casos en los que el voluntario pertenezca a una población
vulnerable (menores de edad, subordinados, con enfermedades menta-
les o intelectuales) se debe asegurar:
• Consentimiento informado por parte de un acudiente o persona a
cargo
(representante legal)
• El participante de todas formas debe ser informado del estudio
hasta donde sea posible, y si tiene la capacidad de firmar deberá hacerlo
(asentimiento).
3. Se debe entregar una copia del consentimiento informado con la
firma y la fecha al sujeto en estudio.
4. En la historia clínica del voluntario se debe hacer una nota adicio-
nal donde se describa el proceso de la lectura, aceptación y firma del
informe de consentimiento.
5. El investigador debe actualizar el formato del consentimiento in-
formado según sea necesario.

124
aportes para los comités de ética

Responsabilidades del investigador principal respecto al manejo del


producto (medicamento) en investigación:
1. Debe ser responsable en la contabilidad del producto de investiga-
ción, puede delegar la tarea a una persona idónea bajo supervisión
2. El manejo del medicamento:
• Se deben llevar los registros de recibo y entrega de los medicamen-
tos
• Existencia de un inventario
• Registro del medicamento de cada uno de los participantes, con la
cantidad del medicamento, fecha, dosis y fecha de control de adheren-
cia
• Se debe contar con el número del lote, fecha de caducidad, número
de código único, números de aleatorización o identificación del pacien-
te
3. Se debe asegurar de que el medicamento esté almacenado de forma
adecuada acorde a las especificaciones del fabricante.
4. El medicamento solo podrá ser usado dentro del proyecto de inves-
tigación aprobado por el cei.
5. Se debe asegurar de que el participante reciba todas las instruccio-
nes sobre el uso adecuado del medicamento del estudio.

Responsabilidades del investigador principal respecto a la toma y proce-


samiento de muestras y especímenes biológicos:
1. Debe ser responsable de:
• Existencia de procedimientos estrictos sobre la toma y manejo de
muestras.
• Identificar la persona y/o laboratorio idóneo para la toma y manejo
de las muestras.
• El laboratorio o personal tengan visible y disponible el certificado
y acreditación para la toma y procesamiento de las muestras biológicas.
2. Debe ser responsable de que los resultados de las muestras sean
confiables y válidos a través de:
• Disponibilidad de infraestructura e insumos para las muestras.

125
ética de la investigación

3. Se debe respetar el derecho a la privacidad y confidencialidad del


participante.
4. Asegurar la correcta interpretación de los resultados de las pruebas.
5. En caso de que se requieran trasladar las muestras a otras insti-
tuciones y/o laboratorios se debe seguir con las indicaciones de al-
macenamiento, personal entrenado y certificado, verificación de que
la institución cuenta con los insumos necesarios y se deberá tener un
registro de envío de las muestras tomadas.

Responsabilidades y funciones del investigador principal respecto a la


divulgación de resultados de la investigación:
El investigador deberá presentar resúmenes acerca del estado del estudio,
mínimo una vez al año o de acuerdo con el cei. Se deben notificar los
cambios significativos como traslados, renuncias, vacaciones o cambios en
los contratos de las eps. También el investigador debe difundir los datos
del estudio entre la comunidad científica independientemente de si son o
no favorables para las terapias en estudio.

Documentos y registros que debe tener el investigador principal en los


archivos:
Se debe tener:
1. Versión inicial del protocolo
2. Página de firmas
3. Carta de sometimiento para la aprobación del cei
4. Revisiones del proyecto
5. Notificaciones de las revisiones.
6. Enmiendas junto con la carta de enmiendas y su aprobación por el
cei posterior a las enmiendas.
7. El consentimiento informado es esencial, junto con las respectivas
firmas de los participantes. También se debe contar con otros docu-
mentos como presupuesto del estudio, contrato y acuerdos con finan-
ciadores; carta de sometimiento y su carta aprobatoria. Contratos y
acuerdos con los patrocinadores, informes semestrales sobre adelantos,

126
aportes para los comités de ética

notificaciones de cambios, informe final y copia de registros de apro-


bación del medicamento por el invima. La guía de Buenas Prácticas
Clínicas (bpc) tienen como objetivo proporcionar un estándar unifi-
cado para la Unión Europea (ue, Japón, los Estados Unidos y la oms
para facilitar una aceptación mutua de los datos clínicos por parte de
las autoridades regulatorias en estas jurisdicciones (Normas de Buenas
Prácticas Clínicas, 1998). Esto hace referencia a que las bpc deben te-
ner las competencias, los recursos adecuados y que la comunicación del
investigador sea idónea de acuerdo a cada proyecto.
El investigador deberá tener ciertas aptitudes para desempeñar de la
mejor forma su cargo y así mismo desarrollar la investigación. Dentro de
sus competencias se encuentra su formación académica, el adiestramiento
y su experiencia en el área a investigar, en donde se evidencie por medio de
su currículo, el cual debe estar actualizado con toda la documentación rele-
vante y solicitada por el patrocinador, el cei y/o las autoridades regulatorias
(Normas de Buenas Prácticas Clínicas, 1998). También debe tener tiempo
suficiente para llevar a cabo el liderazgo y todas las responsabilidades que
conlleva el proyecto de investigación. Adicionalmente, deberá encargarse
de que toda la atención médica sea segura, apropiada y ética ante cualquier
evento desafortunado.
Y en cuanto a la terminación o suspensión prematura de un estudio,
el investigador deberá informar inmediatamente al patrocinador, al cei y a
todos los participantes para asegurar la protección de la salud de los volun-
tarios involucrados, el seguimiento adecuado, donde se incluya un informe
escrito de lo ocurrido junto con una explicación detallada (Normas de Bue-
nas Prácticas Clínicas, 1998).
Por otro lado, es importante tener en cuenta los integrantes que se
requieren para llevar a cabo un proyecto de investigación (figura 1), el cual
debe contar en primer lugar por un patrocinador que financie el proyecto,
el cual debe estar enterado de todos los movimientos y notificaciones que
se presenten a lo largo de la investigación. También es esencial contar con
un investigador principal, el cual será responsable de todas las decisiones,
cambios, y si se presentan eventos adversos, entre otros. El coinvestigador

127
ética de la investigación

y los investigadores auxiliares serán un apoyo importante para el investi-


gador principal, ya que ellos podrán ayudar en la toma y recolección de
datos, ayudar a verificar que todos los integrantes del proyecto tengan su
consentimiento informado firmado y otras funciones que sean dadas por
el investigador principal. Y como bien lo dice el personal de farmacia y de
laboratorio, son los encargados de la administración de los medicamentos
necesarios y toma de muestras de laboratorio respectivamente. El personal
administrativo se encargará de establecer los deberes y obligaciones de cada
integrante con base en normas y guías como bpc, fda, ema.

Figura 1. Integrantes que conforman el proyecto de investigación

Fuente. Elaboración propia

128
aportes para los comités de ética

Figura 2. Integrantes del protocolo

Fuente. Elaboración propia

Figura 3. Organización estructural de los integrantes de un proyecto de investi-


gación clínica

Fuente. Elaboración propia

129
ética de la investigación

Figura 4. Esquema de los factores regulatorios en el protocolo de investigación

Fuentes. Elaboración propia

Comités de ética

En las páginas anteriores se ha discutido cuál es el papel del investigador


principal en un protocolo de investigación clínica, el cual se destaca por
liderar la investigación entre otras muchas funciones que se mencionaron
anteriormente. No obstante, el comité de ética médica y el comité de ética
institucional (cei) son un factor primordial en los estudios de investigación
clínica con seres humanos.

Comité de ética médica


En la Resolución número 13437 de 1991 del Ministerio de Salud Pública,
se constituyen los comités de Ética Hospitalaria y se adoptan el Decálogo
de los Derechos de los Pacientes (Resolución 13437), esta resolución en su
artículo 2, nos indica la pauta para la conformación de un comité de ética
médica:

130
aportes para los comités de ética

1. Un representante del equipo médico y un representante del perso-


nal de enfermería elegidos por y entre el personal de la institución.
2. Dos delegados elegidos por y entre los representantes de las orga-
nizaciones de la comunidad que formen parte de los comités de par-
ticipación comunitaria del área de influencia del organismo prestador
de salud.
Paralelamente, en la Resolución 730 de 2020, El Ministerio de Salud
establece una normas generales para la presentación y aprobación de los
protocolos de investigación clínica con medicamento (Normatividad Mi-
nisterio de Salud, s.f.) También señala que se podrán presentar los proto-
colos de investigación clínica con medicamentos, cumpliendo los requisitos
establecidos en las Resoluciones 8430 de 1993 y 2378 de 2008; o las nor-
mas que las modifiquen o sustituyan, ante el Instituto Nacional de Vigi-
lancia de Medicamentos y Alimentos —invima—, quien los tramitará de
manera prioritaria. En dichas resoluciones no se habla de comité de ética
médica u hospitalaria, sino de comité de ética institucional (cei).

Comité de ética institucional


La función primordial de este comité es garantizar el respeto a la dignidad,
la protección de los derechos y el bienestar de los seres humanos involu-
crados en investigaciones, ensayos clínicos y en publicaciones académicas y
científicas (ips Universitaria. s.f.).
Se considera como cei a una organización independiente integrada
por miembros médicos, científicos y no científicos, quienes se encargan
de garantizar la protección de los derechos, seguridad y bienestar de los
seres humanos involucrados en un protocolo de investigación clínica. Sus
funciones se basan en la revisión, aprobación y corrección constante del
proyecto de estudio y enmiendas de la documentación y el consentimiento
informado de los sujetos del estudio (ips Universitaria. s.f.). Es necesario
aclarar que el comité de ética es la máxima autoridad dentro del centro de
investigación en lo que tiene que ver con el mantenimiento de la integridad
del sujeto de estudio.

131
ética de la investigación

El comité de ética es la máxima autoridad en lo relacionado con la


seguridad del sujeto de investigación; por lo tanto, no estará sometido a
ninguna influencia externa y todos los actores (patrocinador, centro de in-
vestigación, grupo investigador) deberán acatar las decisiones o medidas
que este generen.
Si se llega a reportar alguna irregularidad, el comité tendrá el apoyo y
la obligación de reportarlas al Invima, ya que el cei puede refutar los aná-
lisis, decisiones y cambios en el proyecto de investigación que de acuerdo
a su criterio afecten la seguridad del sujeto en el centro que está avalado, el
cei define la calificación de un evento adverso no serio a un evento adverso
serio por encima del criterio del investigador, siempre y cuando esta deci-
sión afecte al participante.
De igual forma, cei debe tener un presupuesto con recursos propios,
bien sea generado por el centro de investigación al cual se encuentre ads-
crito, o por recursos derivados de sus servicios. Este presupuesto debe ser
manejado soberanamente por el comité, el cual puede hacerse público y
debe tener rubros destinados para el funcionamiento rutinario, papelería,
mantenimiento de oficina, recurso humano, manejo de archivo, capacita-
ciones y, si se tiene contemplado, el pago de honorarios de sus miembros
(Unimetro, 2012).
Ahora bien, el cei debe asegurar la protección de los derechos, la se-
guridad y el bienestar de los sujetos participantes, por lo cual debe cumplir
con unas responsabilidades establecidas por el Invima:
1. Salvaguardar los derechos de los participantes en la investigación.
2. Evaluar, aprobar y/o reprobar, antes de su inicio, las investigaciones
propuestas para la evaluación y posterior aprobación o reprobación de
las investigaciones, el comité de ética debe definir la metodología, las
herramientas y procedimientos previamente concertados para cumplir
esta responsabilidad.
3. Obtener y mantener la documentación requerida de cada estudio
puesto a su consideración. El comité de ética debe tener un archivo
de acceso restringido y con las condiciones adecuadas de seguridad y
confidencialidad.

132
aportes para los comités de ética

4. Considerar la competencia de los investigadores estableciendo los


criterios mínimos que deben cumplir en el proyecto de investigación.
5. Evaluar periódicamente el progreso de los estudios aprobados y en
desarrollo. Dentro de los procedimientos que se deben establecer se
encuentra el seguimiento y evaluación periódica que debe tener el co-
mité de ética definido previamente antes de la aprobación inicial del
proyecto de investigación.
6. El comité de ética debe verificar que el voluntario haya firmado
el informe del consentimiento antes de iniciar el protocolo de inves-
tigación. Este informe de consentimiento debe detallar derechos y
obligaciones del paciente, duración, visitas médicas, procedimientos
diagnósticos y de laboratorio, procedimientos que incluyen biopsias,
hospitalizaciones, pruebas especiales, cuestionarios y toda actividad es-
pecífica del protocolo de investigación.
No obstante, todos los integrantes del cei, deben cumplir con unos
requisitos fundamentales para pertenecer y conformar:
1. Debe ser un grupo multidisciplinario, que esté en la capacidad de
realizar un análisis profundo de los proyectos de investigación y elevar
un criterio de aprobación sustentado en las competencias, profesiona-
lismo y experiencia de sus miembros.
2. Todos los miembros deben estar entrenados y certificados en las
Buenas Prácticas Clínicas y estar en constante renovación de este cer-
tificado, el cual tiene la vigencia de dos(2) años.
De igual forma, los integrantes del cei deben estar en constante ac-
tualización de sus conocimientos y capacitación continua, por lo cual se
debe crear un programa de formación continua en temas de investigación,
tales como:
1. Metodología de la investigación
2. Bioética en investigación
3. Análisis de bases de datos
4. Consentimiento informado
5. Actualización en buenas prácticas clínicas
6. Normativa en investigación

133
ética de la investigación

7. Interacciones medicamentosas
8. Eventos adversos en los proyectos de investigación

Comités de ética en universidades y centros de investigación en


Colombia
Es importante tener en cuenta que algunas universidades tienen centros de
investigación para los estudiantes y docentes con interés en el área, por lo
que cada una de estas instituciones debe contar con un equipo multidisci-
plinario y su aprobación por parte del comité de ética.
En algunos sitios para participar y ser miembro del comité se deben
seguir ciertos parámetros:
1. El rector o la gerencia y administración del centro de investigación
son los encargados de designar a los integrantes del comité de ética en
investigación, y también puede solicitar apoyo a otras instituciones para
que pongan personal capacitado.
2. Cada integrante deberá aceptar su participación por medio de un
documento escrito, comprometiéndose con su labor.
3. Para poder participar en la evaluación de un proyecto de inves-
tigación, ninguno de los participantes podrá estar relacionado con el
patrocinador o los mismos investigadores.
4. Para el cumplimiento de su labor deberán ser apoyados por la insti-
tución para facilitar su desempeño en la investigación.
5. Los miembros del comité no recibirán ningún tipo de remunera-
ción económica por su participación y deberán firmar un compromiso
de reserva y confidencialidad sobre todos los temas tratados en el co-
mité.
6. Se puede descalificar a cualquier miembro que incumpla con los
requisitos señalados.
7. Un miembro del comité podrá renunciar a su cargo, a través de una
carta dirigida, exponiendo los motivos de su renuncia con mínimo un
mes de anticipación (Unicoc, 2018).

134
aportes para los comités de ética

Por otro lado, en un centro de investigación el comité de ética lo


conforma un grupo de personas independientes, autónomas que llevan a
cabo un trabajo interdisciplinario con procesos de evaluación y emisión de
conceptos sobre los protocolos, realizando seguimiento activo de las activi-
dades científicas de los investigadores principales y proyectos en ejecución.
Este comité de ética en investigación le da un enfoque hacia la in-
tegridad de los participantes y voluntarios por encima de la factibilidad
que implica la ejecución de un estudio de investigación en un centro o ips
(Clinicaunisabana, s.f.).
Dentro de sus principios fundamentales se encuentra:
1. Autonomía: la cual reconoce la capacidad de la toma de decisiones
personales. En la investigación biomédica, este principio se refleja en el
consentimiento libre e informado, que puede ser retirado sin perjuicios en
cualquier momento.
2. Beneficencia y no maleficencia: se unen en la obligación moral
de potencializar los posibles beneficios, teniendo en cuenta que el diseño
del proyecto de investigación sea sólido y cumpla con todos los criterios
requeridos y aceptados.
3. Justicia: incluye la imparcialidad y la equidad, el cual se relaciona
con la biomedicina.
En este principio es fundamental determinar quién es el que se be-
neficia y los posibles riesgos que conlleva. En la investigación biomédica
con seres humanos, esto significa que la distribución de riesgos y cargas por
una parte, y el beneficio por otro, sea justo —un principio conocido como
justicia distributiva— (Clinicaunisabana, s.f.).
Se han descrito las funciones, deberes y características del investi-
gador principal y el comité de ética institucional, ambos deben reevaluar
los riesgos y los posibles beneficios individuales de los estudios de manera
regular (Clinicaunisabana, s.f.), (Universidad de la Sabana, s.f.). Lo cual
significa que es un trabajo continuo y se necesita un flujo de comunica-
ción constante entre investigadores y el cei, con el objetivo de garantizar
y asegurar la integridad de los sujetos de investigación en el protocolo. Es
por ello que el comité de ética de la investigación, los investigadores y los

135
ética de la investigación

patrocinadores deben responder a las inquietudes de la comunidad y ser


responsable de los eventos que puedan presentarse.

Glosario de la ema

Directiva 2001/20/ce del parlamento europeo y del consejo de 4 de abril


de 2001
Modificado y adaptado a Colombia (Secretaria de Salud, 1991):
Ensayo clínico: investigación efectuada en seres humanos, con el fin de
determinar o confirmar los efectos clínicos, farmacológicos y farmacodiná-
micos de uno o varios medicamentos en investigación, así como también
detectar las reacciones adversas, estudiar la absorción, la distribución, el
metabolismo y la eliminación con el fin de determinar su inocuidad y/o su
eficacia.
Ensayo clínico multicéntrico: ensayo clínico realizado de acuerdo con un
protocolo único, pero en más de un centro y, por tanto, realizado por más de
un investigador. Los centros de ensayo pueden estar situados en un único
Estado miembro, en varios Estados miembros o en Estados miembros y
terceros países.
Ensayo no intervencional: estudio en el que el o los medicamentos, se
prescriben de la manera habitual, de acuerdo con las condiciones estable-
cidas en la autorización de comercialización. La asignación del paciente
a una estrategia terapéutica concreta no estará decidida de antemano por
un protocolo de ensayo, sino que estará determinada por la práctica ha-
bitual de la medicina, y la decisión de prescribir el medicamento estará
claramente disociada de la decisión de incluir al paciente en el estudio. No
deberá aplicarse a los pacientes ningún procedimiento complementario de
diagnóstico o de seguimiento y se utilizarán métodos epidemiológicos para
el análisis de los datos recogidos. Se denominan estudios de farmacovigi-
lancia o fase IV.

136
aportes para los comités de ética

Medicamento en investigación: forma farmacéutica de una sustancia ac-


tiva o placebo que se investiga o se utiliza en un ensayo clínico, incluidos
los productos con autorización de comercialización cuando se utilicen o
combinen (en la formulación o en el envase) de forma diferente a la auto-
rizada, o cuando se utilicen para tratar una indicación no autorizada, o para
obtener más información sobre un uso autorizado.
Patrocinador o promotor: individuo, empresa, institución u organización
responsable del inicio, gestión y/o financiación de un ensayo clínico.
Investigador: médico o persona que ejerce una profesión reconocida en
el Estado miembro para llevar a cabo investigaciones en seres humanos,
con base en su formación científica y experiencia en la atención sanitaria
requerida.
Investigador principal: es el jefe responsable del equipo.
Manual del investigador (cib): conjunto de datos de farmacocinética y
farmacodinamia clínicos y no clínicos sobre el medicamento en investiga-
ción.
Protocolo: documento donde se describen los objetivos, el diseño, la meto-
dología, las consideraciones estadísticas y la organización de un ensayo. El
término «protocolo» se refiere al protocolo base, y a las sucesivas versiones
del mismo y a sus modificaciones. Es el documento normativo que deben
cumplir todos los investigadores.
Sujeto o voluntario: individuo que participa en un ensayo clínico, bien
recibiendo el medicamento en investigación o bien como control.
Consentimiento informado: decisión de aceptación, que debe figurar por
escrito y estar fechada y firmada, de participar en un ensayo clínico, adop-
tada voluntariamente, tras haber sido informado de su naturaleza, impor-
tancia, implicaciones y riesgos, y adecuadamente documentado, por una
persona capaz de dar su consentimiento o, si se trata de una persona que
no está en condiciones de hacerlo, por su representante legal. Si la persona
interesada no está en condiciones de escribir, podrá dar, en casos excepcio-
nales, su consentimiento oral en presencia de al menos un testigo, tal como

137
ética de la investigación

esté estipulado en la legislación nacional.


Comité de Ética Institucional (cei): organismo independiente, constitui-
do por profesionales sanitarios y miembros no médicos, encargado de velar
por la protección de los derechos, seguridad y bienestar de los sujetos que
participen en un ensayo y de ofrecer garantía pública al respecto. Da un
dictamen sobre el protocolo del ensayo, la idoneidad de los investigadores
y la adecuación de las instalaciones, así como sobre los métodos y los docu-
mentos que vayan a utilizarse para informar a los sujetos del ensayo con el
fin de obtener su consentimiento informado.
Inspección: revisión oficial por una autoridad competente de los docu-
mentos, las instalaciones, los archivos, los sistemas de garantía de calidad
y cualesquiera otros elementos que la autoridad competente considere re-
lacionados con el ensayo clínico y que puedan encontrarse en el lugar del
ensayo, en las instalaciones del promotor y/o del organismo de investiga-
ción por contrato, o en cualquier otro establecimiento que la autoridad
competente considere oportuno inspeccionar.
Acontecimiento adverso o evento adverso (ea): cualquier incidencia per-
judicial en un paciente o sujeto de una investigación clínica tratado con un
medicamento, aunque no tenga necesariamente relación causal con dicho
tratamiento desde la firma del consentimiento informado.
Reacción adversa: toda reacción perjudicial y no deseada a un medicamen-
to en investigación, independientemente de la dosis administrada posterior
a la firma del consentimiento informado.
Acontecimiento adverso grave o reacción adversa grave: cualquier acon-
tecimiento adverso o reacción adversa que, a cualquier dosis, produzca la
muerte, amenace la vida del sujeto, haga necesaria la hospitalización o la
prolongación de esta, produzca invalidez, o incapacidad permanente o im-
portante, o dé lugar a una anomalía o malformación congénita.
Reacción adversa inesperada: reacción adversa cuya naturaleza o gravedad
no corresponde a la información referente al producto (por ejemplo, el ma-
nual del investigador, en el caso de un producto en investigación no autori-

138
aportes para los comités de ética

zado, o la ficha técnica del producto, en el caso de un producto autorizado).


Major adverse cardiac events (mace): se definieron como el compuesto
de muerte total; mi; ictus, hospitalización por ic; y revascularización, que
incluye intervención coronaria percutánea e injerto de derivación de arteria
coronaria (Geol, Woom, Gyu, Ung, Woo y Wook, 2019).
mapoe: Manual Operativo del sitio estandarizado.

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Pain Without Significant CoronaryArtery Disease in the Korean Population
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doi.org/10.1161/JAHA.118.010541
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139
ética de la investigación

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ción. Tomado de: https://www.unisabana.edu.co/investigacion/comitedee-
ticaeninvestigacion/

140
Capítulo 7
Por un ecosistema de epistemologías y
éticas enfocadas a crear una meta-ética en un
planeta diverso

Harold Armando Juajibioy Otero 31

Introducción

E sta reflexión procura reconocer, describir y reivindicar una serie de eti-


cidades —científicas, sociales, culturales, identitarias, públicas, cívicas,
políticas, libertarias, y ecológicas—implicadas, tejidas en combinación y no
excluidas en todo proceso de investigación e innovación científica en las
ciencias sociales, todo ello, con un soporte real de orden histórico, acadé-
mico, social, cultural y político en el que se desenvuelven. Eticidades que
emergen, se fundan y poco a poco van siendo parte de dinámicas de inda-
gación y reflexión epistemológica en las ciencias sociales y de otras ciencias
que las habían excluido. En otro sentido, unas eticidades contextualizadas
y fundamentadas, a partir de una diversidad de epistemologías y modos
de conocer que reivindican a profundidad la dignidad, integridad, y auto-
nomía humana individual y colectiva. Dicho viaje se realizó teniendo en
cuenta tres aspectos fundamentales:
Primero, partiendo del reconocimiento de la predominancia de la
epistemología del conocimiento científico sustentado en el universalismo,

31 Doctor en Pensamiento Complejo en Multiversidad Mundo Real México. Magister en Educación en Derechos Humanos
en el Centro de Cooperación para la Educación del Adulto en América Latina y el Caribe- CREFAL-. Trabajador Social de la
Universidad Nacional. Coordinador de Investigación estudiantil en la Universidad Mariana en la Ciudad de Pasto. Dirección
Calle 6 N° 36-33 Barrio San Vicente Pasto. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8831-4797

141
ética de la investigación

la objetividad, la distinción-separación, la neutralidad, la exclusión tanto


de los saberes, como del investigador y las realidades para comprender una
parte de su contextura, además de la eficiencia a costa de la comprensión
y la trasformación sin límites o precaución de lo humano y natural, pero,
no perdiendo de vista las otras epistemologías —critica, compleja, del sur
basada en saberes y lo social—, propias de las ciencias sociales y fundadas
bajo los fines de no solo contrarrestar la homogenización y unificación un
solo camino para llegar a conocer, sino también para distanciarse, comple-
mentar y crear sus propios parámetros de comprensión, análisis y búsqueda
de significados, llevando en su paso nuevos principios como la historicidad,
distinción—unión, la subjetividad, la experiencia, lo cualitativo que con-
voca al relato y al hecho significante, y el vínculo sujeto—objeto, investi-
gador—sujetos de la experiencia, y conocimiento —saberes propios de la
experiencia humana cotidiana—. Siendo esa ampliación de epistemologías
el escenario propicio para evocar, fundamentar y crear una multitud de éti-
cas pensadas a partir y como trasfondo de nuevas formas de hacer ciencias.
Segundo, resaltando que, en el surgimiento de nuevas epistemologías
para fundamentar y hacen evolucionar las ciencias sociales en distinción
de ciencias naturales y físicas, se consolida una crítica constante al único
medio de saber —el método científico— y se propicia la búsqueda de otras
formas de conocer, pero, también de reivindicar saberes preexistentes que
se mantienen gracias a la actuación del mundo cultural y social propio de
la diversidad humana. En ese recorrido las ciencias sociales reclaman nue-
vas formas de conocimiento y comprensión del mundo y de la sociedad, y
para ello, pone en marcha, primero, otros principios distintivos con el fin
de conocer desde múltiples maneras y sentidos, segundo, otras epistemo-
logías en incubación y fundación en vía de soportar y analizar tonto los
métodos, metodologías y conocimientos producidos o reivindicados como
existentes y, tercero, sustentan el nacimiento de otras eticidades más allá de
las que exigen responsabilidad científica, y que tienen que ver con éticas
de los saberes, de lo social, de lo cívico, y de lo político, todas pertinentes y
válidas para exigir y reivindicar la integración de lo humano en el proceso
de conocer.

142
aportes para los comités de ética

Por consiguiente, no son éticas reducidas a la discusión de la partici-


pación, dignidad de las personas investigadas, de la beneficencia o precau-
ción de la maleficencia, la confidencialidad y búsqueda un consentimiento
informado, sino, más bien centradas en promover la validez, tanto científica
como social, cultural y política dentro de nuevas epistemologías, además de
reconocer diversas formas de conocer, principios más humanistas de hacer
ciencias y de exaltación del ser humano como actor potencial en la creación
de experiencias que sustentan la diversidad de saberes. En ese sentido, las
ciencias sociales en su proceso de indagación para conocer y reivindicar
los saberes, no solo buscan el conocimiento en sí mismo y marginan la
participación y voluntariedad de los investigados hacia sus fines, sino, más
bien, propenden por la evolución hacia una sociedad más justa, igualitaria y
equitativa desde un sustento y potenciación de sus conocimientos diversos
y sus ciencias implicadas, activas, discursivas, históricas, y exigentes de tras-
formaciones. Más bien optan por escudriñar en lo existente social, cultural
y geográficamente construido a los sujetos de conocimiento que no partici-
pan sino más bien son autores de la producción de saberes.
Y como tercero, resultado de las otras epistemologías convocantes
de nuevas formas de hacer ciencia en cercanía al mundo social, surgen las
eticidades, haciendo análisis de los otros valores y principios de las episte-
mologías que les convocan, de los métodos de conocimiento y formas de
producir saberes más allá del límite del conocimiento científico, eticidades
en forma de circuito que además de evocar la ética de la eficiencia y ve-
racidad científica, también resaltan los vacíos, exclusiones y separaciones
producidas por este conocimiento, como la expulsión de la subjetividad, la
fragmentación de la realidad, la división disciplinar, la separación del suje-
to-objeto, del investigador y realidad investigada e incluso del investigador
dotado razón, pero despojado de emoción, intuición y principios morales, y
las exclusiones del sujeto cotidiano individual y colectivo como productor
de experiencias, prácticas y acontecimientos en forma de saberes. Bajo esta
lógica, además de la ética de la ciencia —integrando la investigación—,
se desprenden las éticas críticas y complejas —de la precaución, analítica,
vincular, de la ciencia consciente, ecología, basada en la comprensión, el

143
ética de la investigación

acontecimiento, la historia, lo cívico y humano, la dignidad y los derechos


humanos, y del científico complejo—, las éticas de los saberes y lo social co-
tidiano —de la liberación, de los pueblos, de los relatos tejedores de histo-
rias, de la subjetividad, de la vida cotidiana, de la comunicación, descriptiva
y psicosocial, identitaria, y por qué no, una ética académica implicada en lo
social— y que, por tanto, todas ellas, pueden llegar a constituir un posible
ecosistema de éticas que hacen de las ciencias y los saberes un proceso de
identidad humana, histórico y contextualizado.
La conjunción —distinción simbiótica de las epistemologías y éticas
en forma de ecosistema— hacen retornar a las ciencias a su cuna humana
y les inspira a ser más humanas, más aún a reconocer un trasfondo biocén-
trico basado en la relación de saberes, epistemologías, éticas que revaloran
lo ambiental.
Bajo esta relación triple —epistemologías, éticas, saberes— funda-
mental e imprescindible para comprender, reconocer y reivindicar nuevas
formas de conocer y potencias saberes diversos, van exigiendo en su asocio
la diversificación de posibilidades éticas como parte y complemento de las
epistemologías, pero, a su vez, el surgimiento de una pluralidad de éticas
validas que hacen posible la fundamentación de las epistemologías en un
viaje de continuo análisis de la apertura de otras formas de conocer, basadas
en métodos y metodologías disimiles y sustentadas en el reconocimiento
del ser humano en su amplitud de roles y como productor de conocimiento.
Por consiguiente, la ampliación de epistemologías va junto a la ampliación
de posibilidades éticas y junto a ello una mejor sustentación de las formas
de conocer. Que más ético y científico puede ser esta tendencia de crear un
ecosistema de epistemologías y éticas que sustentan los conocimientos en
plural, más aún cuando de comprender las sociedades se trata.
Por ello, el presente texto, viaja hacia esa relación triple, capaz de
emprender un viaje más allá del circuito del conocimiento científico hacia
otras formas de conocer cada vez más cercanas a las sociedades y que impli-
can múltiples reivindicaciones ético-científicas: la ampliación de formas de
conocer, el vínculo de las disciplinas ante fenómenos complejos previamen-
te simplificados, la importancia de la subjetividad que da cuenta hechos

144
aportes para los comités de ética

y significados como acontecimientos productores de saberes, el reconoci-


miento de los saberes con identidades humanas diversas, y en consecuencia,
la reivindicación de los sujetos, de la subjetividad, de la comunicación con
identidad, de las historias y de los mundos plurales resistiéndose a desa-
parecer, que, en esencia, son éticas desprendidas de la sola valoración de
cuestiones morales inherentes al conocimiento científico, y que viajan más
allá de este, con contundencia.
En síntesis, la apuesta de este escrito es restituir la relación entre el
conocer diverso, las epistemologías y las éticas que sustentan ese conocer
múltiple. Reconociendo en esa relación hibrida la existencia potencial de
múltiples responsabilidades de las ciencias sociales ante problemas comple-
jos que deben ser comprendidos, teniendo en cuenta sus valores, identida-
des, particularidades, saberes y epistemologías que muchas veces no pueden
ser encajonados en los principios del conocimiento científico. Sabiendo
que unas ciencias sociales encaminadas a fortalecer múltiples formas de
conocer bajo un análisis hibrido de epistemologías y éticas más allá del
conocimiento científico, siempre serán generadoras de diversos caminos de
reconocimiento de la diversidad humana, de sus saberes, de su historicidad
y derechos. Pues, que más responsable puede ser una ramificación de epis-
temologías y éticas ante todo derivar científico social capaz de trasformar
situaciones que indignan y afectan la condición humana.

Método

Para comprender la relación entre ciencias sociales, epistemologías y éticas


que reflexionan sobre los valores y principios inherentes a esas ciencias
en relación con la comunidad científica, los investigados, la sociedad y el
entorno, se requiere un pensamiento y método que sustente la posibilidad
de representar esa relación. Por ello, para comprender esa relación trino-
mica se recurre al pensamiento complejo concebido como lo “compexus:
lo que está tejido en conjunto, constituido por elementos heterogéneos e
inseparablemente asociados: presentando la paradoja de lo uno y lo múlti-
ple” (Morin, 1990, p. 32) y que permite restituir la relación entre ciencias,

145
ética de la investigación

saberes, epistemologías y éticas que sustentan la actuación humana cien-


tífica y no científica. Este pensamiento es a la vez un método, un camino
de reflexión y de búsqueda de esos nudos relacionales sólidos, posibilitado
representar la relación trinomica asociada e interactiva bajo unos principios
de “distinción, conjunción e implicación” (Morin, 1990, p. 110) con el fin
de tratar, dialogar, negociar con lo real —ciencias, saberes, epistemologías,
científicos, investigados y sociedades en su complejidad—.
La restitución de la relación ciencias, saberes, epistemologías y éticas
como un ecosistema real y complejo desde el pensamiento-método de la
complejidad se fue consolidando gracias al uso simbiótico de los principios
de distinción, conjunción e implicación a manera de ejemplo de algunas
epistemologías, ciencias, saberes, y diversidades más allá de las contempla-
das y cobijadas por conocimiento científico y sus principios. Es el arte de
reconocer, reivindicar, distinguir, conjugar los elementos estudiados, lo que
condujo a reconocer una potencial vía de un ecosistema de ciencias, saberes,
epistemologías y éticas que se van asociando, combinando, y potencian-
do unas con otras para hacer más humanas y ecológicas las ciencias, pero,
también para reconocer cómo las sociedades complejas y de conocimiento
traen consigo otros saberes.
En el recorrido se reconoció e implicó una serie de nociones y con-
cepciones heterogéneas de ciencias, epistemologías y éticas, a través de una
revisión de algunos autores y precursores del valioso desvió y ampliación
hacia lo heterogéneo, hacia un ecosistema de ciencias, saberes, epistemo-
logías y éticas múltiples. El camino no quedó concluido, más bien, abrió la
posibilidad de seguir estudiando esa relación compleja de las ciencias con
los saberes, las epistemologías y las éticas que sustenta la actuación cien-
tífica y de las sociedades complejas hoy reconocidas con derecho pleno a
ejercitar y reproducir sus formas de conocer.
La metodología es un viaje en búsqueda de esas relaciones, asocios,
sinergias, y ramificaciones de infinitas posibilidades.

146
aportes para los comités de ética

Viaje hacia epistemologías y éticas de los conocimientos


y saberes

El análisis epistemológico de las ciencias sociales no excluye la ética, es


más, le incluye en pluralidad como parte de las ciencias que estudian la
producción y reproducción del conocimiento. La ética en plural es parte
del análisis epistémico de las ciencias en construcción y diversificación. La
gran dificultad, reside en la exclusión de la ética y sus perspectivas en el
debate de la consecución y aplicación del saber, y el gran reto, exige su rein-
tegración en la producción y aplicación de conocimiento, más aún, ante las
actuales crisis de orden social, económico, ambiental, cultural y tecnológico
que afronta la humanidad. Así lo expresa (Morin, 2011): “la disyunción en-
tre ciencia y ética, necesaria en los primeros siglos de la ciencia occidental,
ya no puede seguir manteniéndose, dados los profundos problemas éticos y
políticos planteados por los desarrollos contemporáneos de las ciencias” (p.
145). La ética científica es imprescindible para el análisis epistemológico
de la ciencia, tanto para su comprensión, como para orientarle hacia fines
que contribuyan a una mejor sociedad y de la naturaleza.
La epistemología en ciencias sociales, ha sido anfitriona en integrar
la ética científica como parte del análisis de la producción del conocimiento
científico, pero, también para la discusión critica del mismo. En el recorrido
del estudio del conocimiento científico basado en la determinación de leyes
universales, objetivas, y con alcance de veracidad, las ciencias sociales han
puesto en debate la ciencia y la epistemología misma, pues consideran que
han excluido o soslayado lo humano a los fines de la ciencia y en muchas
ocasiones no tienen en cuenta en los avances científicos y tecnológicos los
riesgos y catástrofes. En ese sentido, las ciencias sociales, más que declararse
inocuas, han estado muy alertar a las cuestiones éticas de su constitución y
de cómo la producción del conocimiento tiene impacto real en la sociedad.
Es de resaltar que, en las ciencias sociales existe una explosión de
epistemologías que debaten la epistemología científica y se extienden a
otras posibilidades. Cada alternativa en emergencia ha traído consigo cues-
tiones éticas que promueven la mejora de la producción y reproducción del

147
ética de la investigación

conocimiento científico, el cuestionamiento del mismo y la reivindicación


de otras formas de conocer. En esta ocasión se resaltan cinco de importan-
cia: la epistemología del conocimiento científico que propende por analizar
y definir mejoras del ciclo de producción, utilización, y aceptación de sus
contenidos y procesos por la sociedad. La epistemología critica del método
científico, que en su análisis no busca perfeccionar el método científico,
sino más bien poner en duda sus principios de verdad, objetividad, univer-
salismo y neutralidad. La epistemología de la complejidad enfocada a la
superación del pensamiento simplificador que divide, separa, extrae bien
sea un hecho de una realidad amplia o al sujeto de su contexto para estu-
diarle, para pasar a un pensamiento que convoca a la conjunción-distinción
del hecho y del sujeto en su contexto. La epistemología de los saberes que
bajo un análisis crítico denuncia la exclusión por parte del conocimiento
científico, de los saberes construidos desde experiencias y prácticas de los
seres humanos. Y la epistemología social reivindicadora de las experiencias
cotidianas tejidas de subjetividad, relato y socio-historias.
En las cuatro alternativas epistemológica que estudian las ciencias
sociales para abrir sus campos de acción, concepciones, métodos, meto-
dologías y procesos, está implicado el debate de la ética para reinventar
valores, principios, prácticas e incluso activismo aceptados y válidos por
la comunidad científica, esto, con el fin de avanzar hacia una ciencias
realmente humana, responsable y comprometida con la potenciación de
lo humano, de las comunidades y sociedades, bajo una lógica de trasfor-
maciones más justas.
Antes de describir las derivaciones epistémicas, es necesario tener
en cuenta algunas preguntas que surgirán a manera de cuestiones ético
epistémicas: ¿Analizar cuál conocimiento? ¿bajo qué contenidos y princi-
pios hacer los análisis? ¿hay una sola o plurales formas de conocer? ¿si son
múltiples las formas de conocer qué episteme y análisis ético se requiere?
Procurando que las respuestas conlleven a pensar mejor la relación entre
epistemologías y éticas para una ciencia no solo responsable con la pro-
ducción del conocimiento, sino con la trasformación de las situaciones más
problemáticas de la sociedad. En ese recorrido irán apareciendo las eticida-

148
aportes para los comités de ética

des de las ciencias, de los principios del conocer emergente, del científico,
de los saberes, de las realidades múltiples, de los sujetos de la experiencia, y
de las trasformaciones. En ese sentido, se reconoce el potencial de la diver-
sidad de epistemologías que convocan a las eticidades para un análisis de
nuevas ciencias diversificadas y comprometidas con la sociedad.

Hacia un ecosistema de epistemologías


En primer lugar, la epistemología del conocimiento científico analiza este
conocimiento en su esencia para su mejora, a través del “estudio de los su-
puestos filosóficos de la ciencia, su objeto de estudio, los valores implicados
en la producción del conocimiento, la estructura lógica de las teorías, los
métodos utilizados, la interpretación de los resultados y la refutación de
las teorías y procedimientos” (Briones, 1996). Escudriña sus fundamen-
tos, principios y proceso con el fin de perfeccionar sus alcances y fines, y
precisamente en ese recorrido se topa con las cuestiones éticas que quedan
implicadas en su producción y reproducción. Precisamente el filósofo Olivé
(2008) resalta que los problemas éticos surgen a partir de la forma como se
dimensiona y aplica el conocimiento, y hace énfasis en la necesidad de una
epistemología que estudie las prácticas cognitivas mediante las cuales se “se
genera, aplica y evalúan diferentes formas de conocimiento”(p. 82). Para
Olivé (2008) es necesario un análisis hibrido entre epistemología y ética
bajo dos dimensiones: la dimensión descriptiva analiza las prácticas socia-
les tal y como éstas existen y se han desarrollado, un análisis que debe ser
crítico y conducir al establecimiento de normas más adecuadas para ciertos
fines. En la dimensión normativa, la epistemología debe proponer reformas
estructurales a las prácticas, de modo que los valores y normas recomenda-
dos conduzcan a mejores procedimientos para la generación y aceptación
del conocimiento, y desde la ética, exigir normas y valores para la conviven-
cia armoniosa, pacífica y cooperativa entre grupos con diferentes morales y
con distintos intereses y visiones del mundo (Olivé, 2008). Desde esta pers-
pectiva, en el análisis del conocimiento científico es necesario comprender,
tanto los principios científicos para mejorar el acceso a la verdad y validez

149
ética de la investigación

del conocimiento, como los principios de utilidad, beneficio, precaución y


delimitación de riesgo de esos conocimientos. En ese sentido, la ciencia
alcanza verdad y veracidad, pero, también es buena y aceptable.
Ahora, es sabido que, al conocimiento científico positivista —que
sentencia como único conocimiento autentico, el científico, que deviene
del método afín— y nomotético —conocimiento basado en leyes universa-
les— (Salas Solis, 2005) se le sobrepone un debate crítico a sus sentencias
y tendencias a homogenizar y universalizar una sola forma de conocer
—método científico—, imponer principios que le rigen de forma arbitraria,
y crear dinámicas sociales, económicas y culturales que excluyen y/o dañan
otras dinámicas humanas. La crítica central es que, la génesis y constitución
de la comunidad promotora del conocimiento científico, es etnocéntrica,
genera procesos homogeneizantes a costa de procesos heterogéneos que
constituyen lo humano, biológico y ecológico diversos, y es precisamente
en sus contradicciones, vacíos, exclusiones, e incluso sus daños donde se
asientan, fundamentan y surgen otras epistemologías convocantes de otras
eticidades frente al conocer y reivindicar conocimientos de orden diverso.
Son epistemologías éticas reclamantes y reivindicadoras de las otras formas
de conocer y de otros saberes válidos. En esa criticidad de un conocimien-
to dominante vienen las otras epistemologías convocando y restituyendo
otros saberes.
La epistemología crítica, como segunda alternativa, se consolida
como “crítica y negación a la universalidad de las leyes para entender lo
social y reivindica la relación de sujeto, subjetividad, y realidad socialmente
construida (De la Garza, 2001). En su constitución deja de priorizar el
análisis del conocimiento científico para su mejora y aceptación, y se incli-
na hacia un debate de su génesis, fundamentos y principios para detectar
sus vacíos y exclusiones tanto de otros saberes, del investigador y de los
investigados. En ese debate surge una gran variedad de eticidades basa-
das en reivindicar y reconocer saberes, sujetos de conocimiento, realidades
socialmente construidas en forma de nuevos principios para conocer y en
la acción estructurada de los sujetos como posibilidad de teorización alter-
nativa.

150
aportes para los comités de ética

La epistemología critica pone en duda, se distancia y reinventa: el


positivismo y el monoteísmo como único conocimiento valido basado en
leyes universales que han tendido a homogeneizar lo humano diverso y
manipular lo ecológico sostenible, para facilitar dicha comprensión, aquí
un ejemplo histórico, la invención del desarrollo económico a consta de los
desarrollos socioculturales diversos. La objetividad en procura de acceso a
la verdad que privilegia las leyes, los universalismos, los datos cuantitati-
vos, lo que puede ser medible, y excluye la subjetividad, las cualidades, las
especificidades, les ve como un peligro (Wallerstein, 1996). La necesidad
de romper el vínculo de la sociedad y naturaleza con fines de compren-
der y trasformar, ruptura que conllevó a otras ramificaciones en forma de
explosión disciplinar, separación de investigador del objeto-proceso-sujeto
investigado, exclusión de la ética, las emociones y pulsiones de la investi-
gación, la extracción de un hecho o sujeto de su contexto y el privilegio de
una historia a costa de otras. La hiperespecialización que toma una parte
de la realidad y del conocimiento disciplinar para especializarse de forma
cerrada e incomunicada con las otras disciplinas que estudian ese campo
del saber (Herrera, 2010). La neutralidad de las ciencias, basadas en su fin
último de conocer la naturaleza y el ser humano, despojando al científico
de su constitución humana compleja —emoción, pulsión, imaginación— y
reconociéndole solo como un sujeto cognoscente dotado de razón y qui-
tándole la posibilidad de implicación. La verdad nomotética excluyente de
otras verdades validas provenientes de saberes históricamente constituidos,
específica y espacialmente existente y reclamante. La historia del conoci-
miento científico que promueve una cultura homogeneizante y universali-
zable a costa de las historias locales con sujetos y colectivos concretos que
requieren y exigen reconocimiento (Zemelman, 2010)
La epistemología crítica además de poner en duda el conocimien-
to científico etno-céntrico, delimita en el operar de este, sus exclusiones
múltiples. Excluye principios como la subjetividad —narrativas—, valo-
res diversos —propios de las culturas—, la implicación y responsabilidad
— ética científica, profesional y ciudadana del científico—, la validez — de
otros conocimientos no regidos por leyes—, las especificidades —susten-

151
ética de la investigación

tadas en realidades contextualizadas—, y los sujetos de conocimiento —no


científicos pero precursores de saberes—. También reconocen la expulsión
de la ética y la política de la ciencia aduciendo neutralidad, sabiendo que
todo saber contextualizado en ámbitos institucionales y de políticas puede
ser manipulado y corrompido, la expulsión del científico de la realidad o
sujetos investigados. Igualmente, la división de las disciplinas para frag-
mentar una realidad compleja y en la especialización de los estudios les
incomunica e impide sinergias. Soslaya saberes prístinos diversos e inclu-
so genera epistimicidios de conocimientos no occidentales (De Sousa,
Boaventura; Meneses, 2014). Descontextualiza los hechos, los sucesos y
los fenómenos de su contexto. Rompe con las interacciones complejas del
investigador, los sujetos y la sociedad. Impiden reconocer la acción huma-
na organizada, estructurada y sistemática como emergencia teórica (De la
Garza, 2001) Separa el conocer de la emoción y de la acción y por ende
rechaza al sujeto cotidiano como productor de conocimiento y de trasfor-
mación (De la Garza, 2001) Y bajo ese análisis las epistemologías críticas
logran sacar a la luz vacíos y exclusiones del conocimiento científico, reivin-
dican otras formas de conocer y saber y, propenden por la restitución de re-
laciones fundamentales para una ciencia social transformadora: relaciones
como investigador-sujetos, objetividad-subjetividad, neutralidad-activis-
mo, universalidad- particularidad, homogeneidad- heterogeneidad, saber-
acción humana, y en ese recorrido, se topan con la necesidad de reintegrar
la discusión de las éticas que deben analizar esas epistemologías, ciencias
y restitución de saberes excluidos. La epistemología crítica integra como
dimensión de análisis todas las éticas posibles desde las ciencias, los cientí-
ficos, los sujetos de conocimiento y experiencia, de las complejidades, y de
lo humano. Para comprender esa red de eticidades de las epistemologías al-
ternativas al conocimiento científico aún queda pendiente la epistemología
de la complejidad, que es la tercera alternativa de análisis.
La epistemología de la complejidad está sustentada en superar una
ciencia que divide, separa y descontextualiza al sujeto, al objeto y al hecho,
a través de un proceso reflexivo basado en religar lo múltiple desde va-
rias trayectorias: reconocer el distanciamiento de las disciplinas para instar

152
aportes para los comités de ética

su unión-distinción ante fenómenos complejos, por ejemplo —pobrezas


multidimensionales, políticas de desarrollo y paz—, además de reconocer y
religar las dimensiones separadas de un fenómeno complejo; reconocer la
exclusión de la ética de la ciencia para comprender a la última como pro-
ductora de beneficios, crisis, contradicciones, exclusiones, riesgos, azares,
daños, equilibrios y desequilibrios; y reconocer el despojo de la conciencia,
de la reflexión ética, y de la implicación social del científico, para restituir su
derecho a la deliberación ética que exige responsabilidad en la producción
de conocimiento y una ética cívica y humana (Morin, 1982). Resaltando
que todo “proceso de conocimiento es una producción de las acciones hu-
manas y de las sociedades y que pueden y deben ser racionales con base en
sus principios, conductas y finalidades”(Morin, 1982, p. 239). También es
importante reconocer que las leyes universales además de alcanzar certe-
zas, lidian con el error, el azar, la incertidumbre, las cegueras, las ilusiones y
la ambivalencia que está presente en una ciencia implicada en un contexto
social, cultural, ambiental, institucional, y espiritual (Morin, 1999). En ese
sentido, Morin plantea cuatro problemas éticos y epistémicos centrales:
concebir la unidad compleja de lo humano sin dividir, distancias, o excluir;
concebir la unidad compleja de los saberes sin excluir el error e incerti-
dumbre, concebir la unidad compleja del ser humano en simbiosis con la
naturaleza, y concebir la ciencia dentro de la sociedad con sus impactos
positivos, negativos y ambivalentes (ibid.) Estos problemas éticos exigen
comprender una doble realidad antropo-social en su microdimensión —el
ser individual— y su macrodimensión —el conjunto de la humanidad y la
realidad bio-céntrica basada en el reconocimiento del derecho de todo ser
vivo a existir como esencia de la vida—.
Por consiguiente, la episteme de la complejidad se exige a si misma:
reintegra la ética para comprender la ciencia como un ecosistema de disci-
plinas y saberes —incluida la ética—. Restituir la multidimensionalidad de
lo humano y de los fenómenos de diversa índole convocantes de sinergia
de disciplinas y campos de conocimientos. Resaltar la triple vida de los
científicos: personas, científicos, ciudadanos con convicciones metafísicas
y religiosas (Morin, 2006, p. 81), además reivindica la relación entre el

153
ética de la investigación

individuo, la sociedad y la especie dentro de un contexto de la naturaleza


y ambientes construidos. En síntesis, exige una antropo-ética de las rela-
cione múltiples entre lo individual y gregario (Morin, 1999) para alcanzar
“una ética de la comprensión humana y planetaria” (p. 42) propiciadora
de espacios para “argumentar y refutar y no a excomulgar y anatematizar”
(p. 55), promover “la solidaridad intelectual y moral de la humanidad” (p.
57) , hacer posible “la humanización de la humanidad, la unidad dentro
de la diversidad, la solidaridad, comprensión, y la ciudadanía” (p. 59). En
consecuencia, es una ética sobre la reflexión de múltiples responsabilida-
des inherentes al quehacer de la ciencia y la labor de los científicos como
parte de una sociedad planetaria. No es una ética de cuestiones morales de
procedimiento —consentimiento informado—, es una ética de cuestiones
éticas de la misma ciencia cuya constitución y operación impacta en la vida
humana. En ese sentido, es una ética que reclama una ciencia del equilibrio,
de lo justo, precautiva, límite y, a la vez, una ética de los otros saberes y de
los otros sujetos de conocimientos.
Una cuarta alternativa es concebida por De Sousa, Boaventura y
Meneses (2014) como las epistemologías del sur “capaces de denunciar la
supresión de saberes llevada a cabo durante los dos últimos siglos por la
norma epistemológica dominante, y, de valorar los saberes que resistieron
con éxito y las reflexiones que han producido e investigan las condiciones
de un diálogo horizontal entre conocimientos”(p. 6). Son epistemologías
que reivindican los saberes propios de los pueblos y naciones colonizadas,
sus contextos culturales y políticos de producción y reproducción del co-
nocimiento y las prácticas y experiencias de actores sociales que, se consti-
tuyen en algo intencional, inteligible y en conocimiento valido (De Sousa,
Boaventura y Meneses, 2014). Las epistemologías del sur son epistemo-
logías denunciantes de la exclusión y epistimicidios de saberes y a la vez,
reivindicadoras de esos saberes que se resisten a ser borrados de la histori-
cidad humana, a partir de su continuo activismo social y cultural. Ahora, si
asumimos la concepción de una ética acompañante de estas epistemologías
desde Cuadros Contreras (2021) “como un saber que se ocupa de estudiar
las distintas formas de vida desde el punto de vista del bien o de la busca de

154
aportes para los comités de ética

la felicidad”(p. 74) resaltando el mundo vital comunitario capaz de poner


en práctica diversas racionalidades, nuevamente nos topamos con la indivi-
sibilidad de la episteme ética de los saberes diversos que reclaman más allá
del universalismo, el reconociendo de lo otro, como sujetos de conocimien-
to, de historias, de experiencias y eticidades humanas. En consecuencia, el
conocimiento no es solo ley, patrón o dinámica encontrada, sino proceso
continuo y sistemático socialmente construido, que puede ser descrito, in-
terpretado y comprendido como saber valido.
Por último, pero no menos importante, está la epistemología social.
Según Gadamer (1998) consiste en la comprensión del otro, implicando la
inclusión de la subjetividad, el lenguaje, la narrativa, la experiencia y los po-
sibles consensos. Desde una perspectiva hermenéutica, la epistemología so-
cial busca interpretar y comprender el hacer social, “buscando una relación
entre lenguaje y conversación con el fin de encontrar sentido al acto social”
(p. 62), es decir, poder en el “arte de hablar como narrativa de la experiencia
humana, toparte con el arte de la comprensión” (p. 63).
La epistemología social, al restituir el derecho a los sujetos como
productores de conocimiento, reivindica al sujeto, su acto, y su lengua-
je con sentido, y, a su vez, a los sujetos gregarios con sus conversaciones,
consensos, actos, prácticas, experiencias y producción de acontecimientos
como acción colectiva significante. Al acto social consensuado y puesto
en marcha por convicción, instalándose como producción de entendi-
miento, conocimiento, y saber práctico valido que produce trasformación
en el contorno inmediato. A la “epistemología de lo cotidiano donde los
participantes en las acciones comunicativas discurren y van de acá para
allá en su razonamiento, a sabiendas de que comparten un horizonte uni-
versal de experiencias comunes” (Gómez-Heras, 2000, p. 342). El estatuto
epistemológico al mundo de la vida basándose en el lenguaje, el consenso
y los sentidos sociales, los cuales habían sido excluidos por el objetivismo.
Y a la relación entre sujeto —cognoscente — con el hecho —socialmente
construido — para reivindicar su conversar y acto en red como potencial
de una realidad socio-histórica (Gómez-Heras, 2000). Está epistemología
social es exigente con todo proceso de acercamiento de la realidad, e im-

155
ética de la investigación

plica y exige a los científicos sociales más que un requisito de beneficencia


y consentimiento, reconocer en el otro un potencial de saberes que deben
ser interpretados y dotados de sentido. Ello, exige nuevamente restituir
unas eticidades: la ética del reconocimiento y comprensión del otro como
productor de saber, experiencias y acontecimiento que conllevan a realida-
des. La ética de reconocimiento de la vida cotidiana, del conversar, de la
búsqueda de sentido desde el diálogo, la reflexión, el consenso y acto tras-
formador propio de la vida cotidiana de los sujetos. La reivindicación de la
ética de la convicción —la importancia de la acción y el sentido concedi-
do— y la ética de la responsabilidad de los actos sociales —los resultados y
consecuencias—. Esto exige como mínimo a los científicos sociales “ crear
espacios para que las personas se expresen como esencia personal, libre y
autónoma” (Gómez-Heras, 2000, p. 212).
Lo interesante de este viajé hacia unas epistemologías nómadas, no
dispuestas a encajonamientos, y alternativas, es el surgimiento de unas
éticas reflexivas que les sustentan y les exigen concreción para reivindicar
nuevas formas de conocer más complejas, integrales, humanas y ecológica-
mente sustentables.
Así, en este recorrido de la epistemología del conocimiento científico
y otras epistemologías alternativas críticas, complejas, inclusivas de saberes
y de la cotidianidad social, es posible percatarse de dos exigencias apre-
miantes. Primero, el fortalecimiento de epistemologías que incluyan en su
análisis formas de producir conocimiento alternativo o saberes soslayados
por el conocimiento científico, que restituyan o devuelvan la complejidad
constitutiva de fenómenos sociales, económicos, culturales, y espirituales de
la vida humana, restituyan la complejidad del sujeto humano —psíquico,
emotivo, pulsional, biológico, espiritual, gregario, pero, también, individual
y societal—, retomen el vínculo interdisciplinar —simbiosis de discipli-
nas— y transdisciplinar —simbiosis de saberes para comprender un fenó-
meno en su integridad sin exclusión del sujeto—, asuman la complejización
de las relaciones de objetividad-subjetividad, verdad- validez, sujeto-objeto,
científico como ciudadano y parte de la sociedad, y la reivindicación del
mundo de la vida social y cultural como nicho de producción de saberes

156
aportes para los comités de ética

y acontecimientos, muchas veces viajando en contravía al conocimiento


científico homogeneizante y con amplias posibilidades de daños. Segundo,
el reconocimiento de unas epistemologías que reclaman la inclusión de
las eticidades en su fundamentación, con el fin de ampliar las ciencias, los
saberes y reconocimiento de la diversidad humana, y que implica pensar en
un ecosistema de éticas de acuerdo a los retos de un ecosistema de saberes,
más allá del saber científico. Unas eticidades sustentadas en la inclusión de
lo excluido.
Las mismas perspectivas epistemológicas están sustentando una
ampliación de eticidades, tanto para comprender la existencia o ausencia
de principios morales inherentes a las ciencias sustentadas en el método
científico, pero, también para reflexionar, comprender y reivindicar la exis-
tencia de principios morales diversos inherentes a otras formas de conocer,
de saber, de producir realidades socialmente construidas y de vivir. En el
siguiente aparte, se resaltará la relación de las epistemologías con algunas
éticas implicadas en la ardua tarea de comprender las formas de conocer
y producir conocimientos diversos, esto, con el fin de resaltar que, todo
proceso de conocer integrar una o varias éticas de la comprensión humana.

Hacia un ecosistema de éticas


La epistemología de conocimiento científico, trae consigo una exigencia
de la ética científica sustentada en concebir a las ciencias y sus inherentes
proceso de investigación productores de conocimiento, como útiles, buenos
y necesarios para una sociedad (Olivé, 2008). La ética científica integra
la honestidad e integridad del científico en todas las etapas de la práctica
científica —rutas metodológicas, obtención, validación y divulgación de
resultados, hasta la atribución adecuada de los colaboradores—, la confia-
bilidad del conocimiento científico, e implica el reconocimiento estándares
morales y jurídicos (Carpi, Anthony; Egger, s.f.). Para Bunge (1996) la
ética de la ciencia “implica reconocer conductas deseables, que empleen en
método científico y los conocimientos científicos acerca del individuo y la
naturaleza” (p. 8), pero, también resalta que las ciencias al estudiar fenóme-

157
ética de la investigación

nos no naturales, sino fenómenos “biopsicosociales como las necesidades,


los deseos y los ideales de los seres humanos” (Carpi, Anthony y Egger,
s.f., p. 139) abandonan la neutralidad ética y se encaminan a una ética
de la responsabilidad con los derechos de los sujetos investigados. Dichos
autores afirman que, la ética científica demás de liberar del error, debe ser
incorruptible, honesta, que no eluda la crítica, suprima la verdad o falsifique
a costa de lograr resultados. Finalmente, hace dos conclusiones: la ética
científica no se da en el vacío, sino en un contexto, teórico- práctico como
fundamento y desenvolvimiento de la ciencia en estudio y bajo esta lógica
tiene la posibilidad de ser precautiva —al analizar los riesgos potenciales
que puede producir un conocimiento en aplicación—. En ese sentido, no
es solo una ética de asegurar comportamientos morales valiosos para un
proceso científico, sino, también, una ética de previsión de riesgos poten-
ciales de la ciencia en la vida humana, es decir, no ve a la ciencia como un
proceso inocuo, sino como un proceso ambivalente: obtiene beneficios y
daños potenciales.
La ética científica, además de analizar los valores y cuestiones éticas
implicadas en la construcción e impacto del conocimiento científico ha
contribuido a instalar a partir de la ética biomédica unas políticas y pro-
cedimientos de indagación con sustento a principios que promueven una
ciencia más responsable y precautiva. Son principios que se antepusieron
como referentes éticos para frenar experimentos crueles e inhumanos en
contextos de guerras y/o en el marco de la búsqueda eficiente de resultados
de la ciencia sin tener en cuenta consideraciones éticas. En el Código de
Nüremberg (1949) son fundamentales los principios de consentimiento
informado, búsqueda de resultados fructíferos en experimentos, precaución
de un impacto nocivo en seres humanos, evitar el sufrimiento y daños, y la
libertad del participante de terminar con el experimento.
Por su parte, Declaración de Helsinki de la Asociación Medica
Mundial (2008) establece como principios éticos para las investigacio-
nes médicas la protección de la vida, la salud, la intimidad y dignidad del
ser humano, uso de principios científicos generalmente aceptados, evitar
el daño ambiental y el cuidado de los seres vivos, integrar las considera-

158
aportes para los comités de ética

ciones éticas en la investigación, y vincular personal científicamente ca-


lificada, además de explicitar sin exclusión riesgos y beneficios, reconocer
los derechos de los participantes como la voluntariedad, la intimidad, la
confidencialidad y la protección de su integridad y dignidad, y la obtención
veraz y suficientemente significativa para tomar decisiones de ser parte o
no del proceso. También en la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos
Humanos (2006) las ciencias de la vida y las tecnologías conexas aplicadas
a los seres humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídi-
cas y ambientales. Va dirigida a los Estados. Imparte también orientación,
cuando procede, para las decisiones o prácticas de individuos, grupos, co-
munidades, instituciones y empresas, públicas y privadas. Entre sus obje-
tivos están de la unesco define que la medicina, las ciencias de la vida y
las tecnologías plantean problemas éticos que demandan unos principios
éticos como el respeto de la dignidad humana, los derechos humanos, las
libertades y el bienestar de las personas (Art 1); además de potenciar al
máximo los beneficios en pacientes, participantes y otras personas involu-
crabas en actividades investigativas y reducir al máximo los posibles efectos
nocivos (Art 4); respetar la autonomía de las personas y tomar medidas
especiales ante personas que no cuentan con capacidades para asumir su
autonomía (Art 5); toda intervención debe contar con un consentimien-
to libre e informado de las personas involucradas (Art 6); respeto de la
vulnerabilidad humana y la integridad de la persona y que por tanto de-
ben ser protegidas (Art 8); respetar la privacidad y la confidencialidad de
las personas y evitar exponerles a riesgos haciendo uso de la información
exclusivamente para los propósitos de la investigación y de acuerdo al con-
sentimiento (Art 9); tratar con igualdad, justicia y equidad a las personas
involucradas (Art 10); evitar la discriminación y estigmatización por con-
diciones de género, edad y etnia (Art 11); respeto de la diversidad cultural
y pluralismo (Art 12); asumir una responsabilidad social y en salud me-
diante la superación de la pobreza y el acceso integral a la salud (Art 14);
protección de las generaciones futuras (Art 16); y protección del medio
ambiente, la biosfera y la biodiversidad existente en el planeta (Art 17).

159
ética de la investigación

Es de resaltar que el Código de Nüremberg y la Declaración de Hel-


sinki centran los principios éticos en la mejora de la actuación de los cientí-
ficos en el campo de la salud, empero, en la Declaración de Bioética y Derechos
Humanos los principios expresados se salen de la frontera de los procesos
de intervención e indagación científica para reivindicar al ser humano en su
integridad, su contexto histórico, su identidad y sus dinámicas de saberes y
autonomías, pues abre la posibilidad de una éticas en otros contextos epis-
témicos de investigación y de construir saber. Son precisamente las epis-
temologías alternativas críticas, complejas, del sur, de la vida cotidiana, las
que se atreven con mayor contundencia a reivindicar otros principios éticos
múltiples más allá del conocimiento científico y del campo de la ciencia
de la salud, de la vida y la tecnológica, y que tienen que ver con un trato
igual, diferenciado y con justicia del ser humano, respeto de la diversidad
cultural no solo como sujeto sino como saber histórico e identitario, sin
olvidar el reconocimiento de la vulnerabilidad humana y de las exclusiones
que dañan y margina, de la protección del medio ambiente, y cuyo trasfon-
do lleva una escorrentía turbulentamente fuerte para reivindicar saberes y
seres humanos diversos.
En ese sentido, las epistemologías críticas y de la complejidad abre
aún más el debate a otras eticidades como la crítica al conocimiento cien-
tífico y alrededor de otras alternativas de conocimientos válidos. De ahí la
urgencia de unir estas dos epistemologías con el fin de poner en dialogo
la emergencia de esas eticidades complementarias. En las dos perspectivas
epistémicas, surgen como parte de la reflexión la ética de la precaución
que advierte los antivalores de la ausencia de límites de la ciencia, de su
universalismo homogeneizante que a su paso daña la diversidad humana y
ecológica, de la racionalidad eficiente y de los gigantescos problemas que
acarrea dejando a su paso riesgo de orden planetario a la humanidad, etc.
La ética analítica basada en la puesta en duda de la neutralidad, la utili-
dad, el progreso, la universalidad, la ausencia de moralidad del científico,
e incluso de la incorruptibilidad de la ciencia (Bunge, 1996), La ética de
los vínculos entre objetividad-subjetividad, objeto-sujeto, ciencia- saberes,
disciplina interdisciplina-transdisciplina, homogeneidad-heterogeneidad,

160
aportes para los comités de ética

cultura-diversidad, científico-sujetos de conocimiento, fragmento-sistema,


especialidad-ecosistema, hecho-red de sucesos, individuo-sociedad-es-
pecie, sociedad-naturaleza, Estado-ciudadanía, etc., la ética que reclama
principios de coexistencia de saberes y respeto de la diversidad humana. La
ética de “ciencia consciente” de la totalidad de la realidad —física, biológi-
ca, humana, social, y política— y de la realidad de la complejidad (Morin,
1982), capaz de exigir bajo lógicas ético-políticas la necesidad de proteger
y evitar fragmentar la realidad y aislar a lo sujetos de esos contextos socia-
les, culturales y ambientales altamente potenciales para el existir humano y
para en equilibrio del planeta. La ética ecológica “exigente de retomar una
relación equilibrada entre la naturaleza, la vida y el planeta, y que, cuestiona
la modernidad y el desarrollo” (Escobar, 2005). La ética de la compren-
sión de todas las posibles uniones —distinciones de saberes, otredades, que
puede conllevar a la comprensión de una humanidad compleja y a una
conciencia planetaria sustentada en la diversidad pero con principios co-
munes- como la democracia, los derechos humanos, las justicias— (Morin,
1999). La ética del acontecimiento humano existente e inherente a la cien-
cia y a la realidad socio-histórica que reconoce doble forma de saber para
transformación de lo humano (Gómez-Heras, 1989). La ética histórica
proveniente de principios de movilidad cultural y social, de las conductas
humanas socialmente aceptadas y validas, de prácticas constantes de coe-
xistencia, las cuales, son propias de la vida social y que son parte de diversos
mundos contenidos de principios morales (Sánchez Vázquez, 1978). La
ética cívica y humana reflexiva y exigente de una comunidad científica im-
plicada, responsable y comprometida con el cultivo de la otredad, la justicia,
la dignidad, la igualdad y libertad en la sociedad (Morin, 1982). La ética de
la dignidad humana de la persona y de la sociedad, que promueve princi-
pios de responsabilidad, justicia y solidaridad con la dignidad e integridad
de las personas, ante la exclusión que empobrece y margina a la persona y
a grandes masas sociales en el mundo. La ética de los derechos humanos
cosmopolitas que pone en el centro de las relaciones humanas, económi-
cas, culturales, políticas y ambientales a la persona humana y a la sociedad
investida de derechos, civiles, políticos, económicos, culturales, sociales y

161
ética de la investigación

solidarios como la paz y el ambiente sano. La ética del científico complejo


que es a la vez pensador, persona, y ciudadano con tripe responsabilidad
con la ciencia, consigo mismo y con la sociedad.
Por consiguiente, es necesario transitar de una ética de conductas
científicas asociadas al quehacer científico, hacia unas éticas que exigen su-
perar las reducciones y cegueras del conocimiento científico, la reinvención
del científico, de las disciplinas, de la relación humanidad naturaleza, del
reconocimiento de realidades que no pueden ser medidas sino compren-
didas, de la reivindicación de saberes y junto a estos, de sus sujetos, de sus
historias, conductas, interacciones y experiencias humanas productoras de
acontecimientos potenciales para teorización y por ende de objetivación
con sentido. En sí, unas eticidades vinculadas a las epistemes diversas ca-
paces de reivindicar y potenciar unas ciencias —saberes— interactuando
en forma de ecosistemas y a la vez, reivindicando una sociedad compleja
heterogénea productora de saberes, experiencias, dinámicas múltiples. En
ese sentido, no es una ética de la responsabilidad y eficiencia científica, sino
unas eticidades de reconocimiento, respeto y potenciación de una socie-
dad compleja, diversa, heterogénea, con equilibrios y desequilibrios, con
evoluciones y estancamientos, es decir, unas eticidades que sustentan un
ecosistema de ciencias —saberes— potenciando su tejido complejo y no
reduciendo sus contenidos y sentidos históricos.
En complemento a las dos anteriores, las epistemologías del sur y
de lo social, traen consigo las otras éticas complementarias. Todas desde
distintas vertientes centradas en el reconocimiento y reivindicación de los
sujetos de experiencia, sus historias, contextos socialmente construidos,
idiosincrasias y modos de vida, exigente del reconocimiento de la otredad,
alteridad y diversidad histórica presente.
La ética epistemológica de la liberación del “otro como oprimido, como
mujer, como racialmente marcado, como excluido, como pobre, como na-
turaleza” (Escobar, 2005, p. 74) y que implica reconocimiento de su exis-
tencia y definición de condiciones para su desenvolvimiento en autonomía
y libertad. Para Dussel (2006) la ética de la liberación implica hacer frente
a una doble crisis humana: “la crisis de un proceso civilizatorio destructor

162
aportes para los comités de ética

de la ecología del planeta y la destrucción de la vida humana en la miseria


y en el hambre de la mayoría de la humanidad” (p. 65).
Una ética para los pueblos basada en principios de justicia, los dere-
chos humanos, la libertad y autonomías (Zemelman, 2010). Una ética de los
relatos tejiendo historias vigentes en el presente que reivindican la particu-
laridad de sujetos y colectivos. La ética de la subjetividad como narrativa que
da cuenta la otredad, la alteridad, y de su historicidad violentada y excluida
(Maldonado Torres, 2007). Una ética de la vida cotidiana abriendo represen-
tatividad de los sujetos, colectivos y pueblos en interacción continúa y una
ética de la comunicación en la diversidad, que conduce a consensos y apuestas
comunes entre actores diversos (Gómez-Heras, 2000). Una ética descriptiva
o psicosocial, centrada en reconocer que “todo trozo del mundo social, puede
contener un acto moral, regido por una norma o una pauta constituyéndose
en una conducta humana, y que por tano se pueden estudiar esas actitudes
valóricas y las putas morales de diversos grupos humanos” (Bunge, 1996).
La ética de las identidades, basada en el respeto, reconocimiento y poten-
ciación de las “identidades colectivas como hombres, mujeres, africanos,
etnias, afrodescendientes, americanos, homosexuales, heterosexuales, entre
otras posibilidades” (De Sousa, Boaventura, Meneses, 2014, p. 491).
La ética académica socialmente responsable e implicada con las iden-
tidades, y las realidades sociales diversas (De Sousa, Boaventura y Mene-
ses, 2014) Siendo un ecosistema de eticidades que reivindican la vitalidad
de la vida humana en su diversidad, la cual, está en riesgo potencial por
sistemas sociales, económicos y tecnológico que tienden a homogeneizar
los conocimientos y en su aplicación realidades plurales. Son eticidades
surgiendo en la frontera del conocimiento científico, haciendo un análisis
de tres aspectos globales, la crisis de la ciencia y el desarrollo y los riesgos
ecológicos y humanos que ello implica, los epistimicidios constante de los
saberes sociales y culturales que muchas veces repercute en la decadencia de
sistemas ecológicos culturalmente conservados, y la crisis de la desigualdad
sin un análisis diferencial de los sujetos en situación de pobreza.
Ahora, en el recorrido breve e inacabado de reconocer otras episte-
mologías y éticas viajando en conjunto para debatir críticamente el cono-

163
ética de la investigación

cimiento científico y viajando más allá de sus límites, es posible reconocer


cinco transiciones:
• Primero, el conocimiento científico sustentado en la verdad, la ob-
jetividad, la universalidad y la homogeneidad de procesos y principios
tiene una contrapropuesta basada en la subjetividad, la especificidad,
la diversidad humana, los saberes, y el reconocimiento del sujeto in-
dividual y colectivo como productor de experiencia, conocimiento y
acontecimiento, y que implica reconocer otras formas de conocer; un
tránsito que demanda a la epistemología de la ciencia y a las episte-
mología critica, compleja, del sur y social a actuar en conjunto e impli-
cando las distintas éticas que reflexionan tanto los principios, valores
y normas inherentes al conocer científico como los emergentes de las
otras formas de conocer.
• Segundo, las epistemologías de los conocimientos en plural, no solo
debaten el conocimiento científico —su constitución, operación e im-
pacto en la sociedad—, sino también hacen parte de la creación de otras
formas de acceso y/o construcción de conocimiento, además de la rei-
vindicación de otros saberes, es decir, son fundamentales para romper
con la universalización de un solo saber con el fin de abrir las posibili-
dades a otras formas de comprensión de la sociedad y el mundo en su
complejidad, son esenciales para dotar de contenido y sentido a esos
saberes que fueron excluidos por el conocimiento científico, en síntesis,
le quitan hegemonía a ese saber etnocéntrico y abren paso un pluriverso
de saberes, y ello implica, integrar distintas fundamentaciones éticas de
las ciencias, de lo humano y de la vida.
• Tercero, la deshumanización de la ciencia bajo lógicas de reducción
del científico a mera capacidad racional, la exclusión de sujeto indivi-
dual y colectivo de toda posibilidad de producir conocimiento, el recha-
zo a un conocimiento socialmente construido, la evasión del azar, las
crisis, y los contratiempos propios de reclamos de sujetos y colectivos
que no se ajustan a los métodos científicos, además de la falsa neutrali-
dad de la ciencia, se pone en duda y establecen alternativas, a partir de
nuevas epistemologías y éticas radicales que van produciendo puntos

164
aportes para los comités de ética

de inflación hacia la humanización de la ciencia capaz de reconocer al


científico como humano y parte de la sociedad, la implicación del suje-
to en la construcción del conocimiento, la reivindicación de las culturas
y sociedades específicas como productoras potenciales de saberes, el re-
conocimiento de un ecosistema de conocimientos y saberes, el recono-
cimiento y la necesidad de reinventar emancipaciones y liberaciones de
las sociedades marginadas, el aprovechamiento o reinvención de los de-
rechos humanos basado en la diversidad humana que implica repensar
el concepto de personalidad, dignidad, libertad y autonomía humana,
el aprovechamiento y la reinvención de las necesidades, los derechos, el
bienestar y el desarrollo por identidades, satisfactores múltiples, buen
vivir y pluriverso de desarrollo, y que como trasfondo instan a las cien-
cias a reconocerse como parte de la evolución humana y de asumir un
activismo en ese sentido.
• Cuarto, la tendencia a dividir las ciencias, las disciplinas, los en-
foques, los métodos y metodologías para poder separar y dividir a los
seres humanos entre sí, pero, también sus realidades cada vez más com-
plejas está teniendo otras contrapropuestas, a través de la hibridación
de formas de conocer con saberes inherentes a las sociedades diversas,
de estudios interdisciplinares, pluridisciplinares y transdisciplinares, de
métodos y metodologías que respondan a comprender desde lo cua-
litativo y cualitativo procurando comprender al ser humano en su in-
tegralidad y complejidad e igual su contexto, lo anterior ha implicado
nuevamente pensar los procesos bajo un vínculo de formas de conocer,
epistemologías y éticas.
• Quinto, como consecuencia de todas las anteriores transiciones han
ido surgiendo una serie de éticas no solo reflexivas del contenido e im-
pacto del conocimiento científico, sino de sus exclusiones de otras for-
mas de conocer y de producción de saberes inherentes a las dinámicas
humanas diversas, de las epistemologías emergentes acompañando la
diversidad de formas de conocer, y reivindicando la condición humana
de todo conocer, en ese sentido, ya no son éticas analíticas de principios
inherentes al conocimiento científico, sino exigentes de otros princi-

165
ética de la investigación

pios, valores y normas de la diversidad de las ciencias.


En conclusión, en la ampliación de las ciencias, en especial en cien-
cias sociales, acompañadas de nuevas epistemologías, llevan consigo una
diversifican de éticas de las ciencias y los saberes humanos:
• Las éticas de las ciencias que comprender y analizan los valores que
sustentan, tanto de objetividad, subjetividad, verdad, validez, universa-
lismo, especificidades, leyes, patrones no implicados en leyes, la historia
y las historias, lo científico y no científico, y que son valores que rigen y
condicionan la labor de un científico.
• Las éticas la comunidad científica haciendo reflexión de los científicos
y su relación con la sociedad, reconociendo los valores implicado entre
posturas de neutralidad e implicación, entre distancia de la realidad —
búsqueda y captura de datos para comprender —, versus, cercanía a la
realidad — desde la comprensión y sistematización de lo existente en
cercanía con la gente para reivindicar un saber —, entre la participación
del investigado y reconocimiento pleno como sujeto cognoscente.
• La ética de los vínculos para una ciencia consciente, humana y eco-
lógica que exige la reintegración de los valores, de la moral y de la pre-
caución en la reinvención de las ciencias, reivindicación de los saberes,
la avanzada hacia la inter y transdisciplina, el reconocimiento pleno y
la restitución de la condición multidimensional de los sujetos y de las
realidades construidas por ellos y ellas, reconociendo los fenómenos
sociales y ecológicos como sistemas complejos que se resisten al frac-
cionamiento y a la separación.
• La ética de la precaución, que asumen toda ciencia como ambiva-
lente —útil, necesaria, benéfica, riesgosa, nociva, y catastrófica— re-
conociendo una multiplicidad de valores que conlleva su realización y
aplicación.
• La ética antropo-social, inter y tras cultural reconocedora de una cul-
tura que invisibiliza las otras culturas, pero, que en ese reconocimiento
se reivindica la diversidad humana, las especificidades geográficas, las
culturas, las disimiles historias, los sistemas de saberes localizados y
muchas veces combinados, y, en consecuencia, la restitución del dere-

166
aportes para los comités de ética

cho a producir su propio conocimiento por los sujetos individuales y


colectivos.
• La ética de los derechos humanos siendo una especie de hibrido entre
principios morales y jurídicos globales, reclamantes del respeto, protec-
ción y realización de la personalidad, integridad, dignidad, libertad y
autonomía humana tanto individual y colectiva, pero, también del de-
recho al biocentrismo que implica reconocer derechos de los otros seres
vivos, implicando no solo reconocer en todo investigado el derecho a la
participación, al consentimiento, a la intimidad, sino, también el reco-
nocimiento de sus sistemas de saberes y experiencias de vida localiza-
dos, pero con reconocimiento global e igualmente la reivindicación de
valores esenciales existentes en la naturaleza.
• La ética de las identidades reivindicando las culturas —incluidos sus
valores morales—inherentes a subjetividades que revelan en modos de
existencia distintos, es decir, una ética de los pueblos con sus propios
valores expresando lo otro y alteridad, la ética de los derechos diferen-
ciados que reconocen de manera plena la autonomía y autodetermina-
ción de los colectivos, los pueblos y las culturas, la ética de los saberes
exigiendo respeto y reconocimiento de las formas de concebir y vivir el
mundo siempre y cuando no vayan en contravía de lo humano.
• La ética del contexto histórico fundamental en el reconocimiento de
un ecosistema de historias movidas por las experiencias humanas di-
versas. La ética de las vulnerabilidad y riesgos humanos globales y locales
basados en la imposición de sistemas de vida que diluyen otras formas
de vivir, pero, también provenientes de exclusiones sociales, económicas
y tecnológicas sistemáticas que empobrecen, marginan e impiden el
acceso igual a oportunidades y a la creación de capacidades.
• La ética ecológica sustentada en una mayor consciencia humana
de la importancia del cuidado y la protección del medio ambiente, la
biosfera y la biodiversidad existente en el planeta.
• La ética de la comunicación, que no solo propende que los sujetos in-
vestigados conozcan los proyectos de investigación, sino, una apertura
dialógica, democrática y consensada entre ciencias y saberes, entre in-

167
ética de la investigación

vestigadores y sujetos de conocimiento, entre sistemas científicos y sis-


temas de vida. Así, en este viaje de desapego a una sola epistemología,
una sola forma de reflexión ética de los principios morales implicado
que sustentan una única vía de acceso del conocimiento, se da paso a
un ecosistema de éticas de las ciencias, de los saberes, de la comunidad
científica y de lo humano diverso, un ecosistema ético que instala a
toda ciencia dentro de una sociedad y humanidad compleja, que exige
no solo producir conocimiento sino reivindicar otras expresiones de
saberes capaces de demandar atención a las injusticias y de potenciar
la condición objetiva de lo diverso en su máxima expresión. Por ello,
hay que seguir insistiendo en una pedagogía dialéctica de las formas
disimiles de acceso al conocimiento —descentradas del conocimiento
científico—, de epistemologías y de éticas que van abriendo paso real
y efectivo a un ecosistema de ciencias más humanas, ecológicas, cul-
turales, históricas, y que, por ende, son más responsables no solo con
lo que hacen como ciencia, sino con lo que se encuentra como saber y
experiencia humana que debe ser reivindicado con potencia para la vida
humana.

Conclusiones

Las ciencias bajo sus principios de verdad, objetividad, universalismo, neu-


tralidad, y eficiencia ha conducido a un tripe rompimiento necesario. Las
ciencias se han diversificado en especial para fundar y reivindicar otros
principios ético-científicos como la historicidad, la subjetividad, el tejido
complejo de lo humano y la realidad, el sujeto de conocimiento y la produc-
ción de otras formas de conocer y saber. La diversificación de las ciencias
en especial las humanas y sociales van convocando, fundando y poniendo
en marcha otras epistemologías críticas, alternativas y distintas que además
de procuran perfeccionar el conocimiento científico y las prácticas de la
comunidad que le hacen posible, hacen una análisis crítico para distan-
ciarse de este conocimiento descontextualizado, reduccionista, positivista
y homogeneizante, con el fin de reivindicar otras formas de conocer y de

168
aportes para los comités de ética

restituir el derecho a los saberes como parte de la evolución humana; las


nuevas epistemologías traen consigo una nuevas éticas de las ciencias y de
la vida. La apertura de las ciencias e incluso la reivindicación de saberes
histórica y de las epistemologías que estudian estas ciencias y saberes llevan
en su constitución una diversificación de éticas que aparentan distancia,
pero que reconociéndoles en distinción pueden ser potenciales para crear
un ecosistema meta-ético para la vida humana, para una ecología sustenta-
bles y unas ciencias conscientes.
Bajo ese análisis turbulento de las ciencias humanas y sociales, se ha
podido llegar a comprender que estamos viajando hacia una posibilidad
simbiótica de formas de conocer, saberes preexistentes, epistemologías, y
éticas que sustentan la actuación humana en esos procesos tan diversos
y complejos, y que en ese viaje relacional sinérgico —no necesariamen-
te equilibrado— puede conllevar a un ecosistema realmente consciente,
responsable, inclusivo, y potenciador de la diversidad en beneficio de lo
humano, del ambiente, de la biosfera y de la tierra como ese ecosistema
realmente biocéntrico desde la consciencia humana.
Esta emergencia simbiótica, utópica, pero posible a tres nudos com-
plementarios, exige: reconocer y retornar a las ciencias —incluidas las físi-
cas, biológicas, etc.— como parte de un proceso antropo-social, histórico y
contextualizado, es decir, como parte de la sociedad, no solo debe discutir
una ética de la ciencia misma, sino más bien unas éticas con relación a la
ciencia y los científicos frente a la evolución de la sociedad, el reconoci-
miento de los pueblos, las culturas y los entramados sociales.
Reivindicar las éticas como reflexiones múltiples de los valores, con-
ductas y prácticas científicas y no científicas en relación con la madures
de la ciencia, el reconocimiento y potenciación de otros saberes, del sujeto
como sujeto de conocimiento y no solo como participante de un proceso de
indagación, de la sociedad compleja como sociedad de conocimiento mu-
cho antes que la llegada del desarrollo y la tecnología. Implica reivindicar
los valores, principios morales, los modos de vida y cosmovisiones más allá
de las ciencias como parte de una construcción de conocimiento diverso
que reivindica éticas múltiples. Implica retornar y restituir las éticas exclui-

169
ética de la investigación

das que sustentan unas epistemologías que a su vez estudian otras formas
de conocimiento y producción de saberes en la vida humana.
Lo más racional y responsable en el actuar derivar de la humani-
dad es poder ligar esas epistemologías en emergencia que sustentan nuevas
ciencias desde una reflexión de las éticas diversas que van integrando las
responsabilidades múltiples hacia la ciencia misma, los investigados, los
sujetos de conocimientos, las sociedades con sus sistemas de vida que expo-
nen continuamente saberes diversos, las subjetividades que contienen rela-
tos significativos de formas de vida que pueden ir desapareciendo, las crisis,
catástrofes y e inestabilidades humanas y ecológicas producidas por la ac-
tuación humana, las ciencias, los desarrollos y las tecnologías que les acom-
pañan en la travesía por la tierra y sus ecosistemas. Ello, implica repensar la
ética científica como protocolo, como política, como colectivo consciente,
y, exige viajar hacia un ecosistema de éticas como parte de epistemologías
que estudian y reivindican formas de conocer diverso en contravía a un
conocimiento que cada día nos lleva hacia una colisión global. Las mismas
ciencias, las estrategias globales y locales de reivindicación y potenciación
de saberes, las estrategias globales de crear un vínculo de ciencias y de-
rechos humanos, de ciencias y biocentrismo, y de reconocimiento de los
sujetos y sociedades de conocimiento con pleno uso de razones diversas,
son el camino hacia una meta-ética como ecosistema de éticas para seguir
potenciando el equilibrio humano.
En consecuencia, es muy necesario viajar hacia ese ecosistema de
ciencias, saberes, epistemologías, éticas que sustentan unas sociedades
complejas en red fundamentando la existencia de un planeta diverso.

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172
aportes para los comités de ética

Universidad Pedagógica de Colombia, Siglo del Hombre.

173
Capítulo 8
Capítulo 8
La educación del contador público: un primer
paso hacia la ética de las finanzas

Lindey Angélica Gómez Suarez32


Jorge Arturo Bolaños Briceño33

Introducción

A unque la ética debe ser parte integral de toda profesión, en este escrito
se hace referencia a la ética aplicada a la Contaduría Pública, ya que
el profesional que quiere evolucionar en este campo de acción deberá tener,
además de conocimientos técnicos contables, virtudes o valores morales
que lo acrediten ante la humanidad como persona digna y honrada. En ese
sentido, ser merecedor de la confianza de la sociedad a la que sirve como
profesional, y por supuesto, un compromiso con el desempeño ético en su
devenir profesional. En virtud de lo anterior, es necesario precisar, según
la normatividad colombiana, el propósito del ejercicio profesional del con-
tador público.
La Contaduría Pública es una profesión que tiene como fin satisfacer ne-
cesidades de la sociedad, mediante la medición, evaluación, ordenamiento,
análisis e interpretación de la información financiera de las empresas o los
individuos y la preparación de informes sobre la correspondiente situación
financiera, sobre los cuales se basan las decisiones de los empresarios, in-
versionistas, acreedores, demás terceros interesados y el Estado acerca del
futuro de dichos entes económicos (Ley 43 de 1990).

32 Contadora Pública titulada, especialista en finanzas y maestría en Auditoria y gestión empresarial. Se desempeña actual-
mente como Docente de la Universidad Santo Tomás y Universidad Minuto de Dios. Coordinadora del grupo de investigación
GEINCO, Universidad Santo Tomás, sede Villavicencio. Correo electrónico: lindey_89@hotmail.com
33 Economista, MSc. Gestión Ambiental Sostenible, PhD© en Geografía. Docente Facultad de Contaduría Pública, Univer-
sidad Santo Tomás, sede Villavicencio. Correo electrónico: jorgebolanos@usantotomas.edu.co

175
ética de la investigación

El contador público es aquella persona que tiene la facultad de dar fe


pública ante la sociedad de los actos sometidos a su revisión, en tal sentido,
se asume que debe ser una persona íntegra con valores éticos, con profun-
dos y sólidos conocimientos en la ciencia y el derecho contable, capaz de
afrontar circunstancias de corrupción, actuando desde la óptica de la ver-
dad y la honestidad.
Es importante identificar por qué cada vez son más evidentes los
casos de corrupción en los que se ve envuelto el contador público en Co-
lombia: “un estudio realizado por la Universidad Libre evidenció que 504
contadores públicos de los 235.216 vigentes en el país han sido sanciona-
dos por irregularidades y casos de corrupción en los últimos cinco años”
(El Espectador, 2018); en el mismo estudio, 64 % de los estudiantes de esta
carrera reconocen falencias en su formación ética y de valores. De otro lado,
es perentorio entender dónde se origina la ausencia de ética y principios
morales que deben estar presentes al momento de gestionar la información
contable. Tomando como punto de partida la situación global, la Figura 1
muestra los países que se perciben más corruptos:

Figura 5. Mapa de la corrupción mundial 2019

Fuente. Transparency.org (2019)

176
aportes para los comités de ética

En el caso de Colombia, la escala de colores ubica al país en la zona


de los más corruptos en contraste con los países como los escandinavos
(Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia) cuyo desempeño habitual los
ubica como transparentes en su gestión financiera pública y privada. El
origen de las conductas opuestas a la honestidad se arraigan en el imagi-
nario social y en la historia Colombiana. Indagando desde el comienzo,
partiendo de que la ética del ser humano se forma desde la familia, desde
los principios morales que se le hayan inculcado y el entorno sociocultural
en el cual se ha desarrollado, Serrano (2016), en su libro ¿Por qué fracasa
Colombia?, argumenta que la educación de los valores puede reflejarse a
través de las pautas de crianza, por ello menciona:
Las pautas de crianza, lo que llamamos la aviesa o la astucia, vienen de fuen-
tes muy oscuras y profundas de la sociedad colombiana. Yo creo que tienen
un origen esencialmente semítico, es decir, se es astuto y se procura no caer
en la trampa de lo que los demás están diciendo u ofreciendo, pero al mismo
tiempo se busca también la manera de engañar a las demás o timarlos con
palabras […] El presumir de no ser tonto, de no dejarse meter gato por
liebre, de sabérselas u olérselas todas, o tener una intuición muy fina, una
perspicacia muy marcada, son valores que se han transmitido de generación
en generación con gran avidez e intensidad
Pero la formación en valores no se limita a la familia, también se debe
tener en cuenta el papel determinante que tiene el docente en la educación
del contador público. De acuerdo a la misión que se expresa en la oferta de
programas de contaduría pública, las instituciones de educación superior
se comprometen no solo a formar al individuo en la profesión, sino tam-
bién a inculcar valores y principios que promuevan su ejercicio honesto,
reforzando los valores familiares y actuando siempre con ecuanimidad. En
consecuencia, se espera que dentro de las relaciones de convivencia en una
comunidad académica, se promueva la integridad, el honor, la justicia, la
equidad y el respeto a los individuos.
Sin embargo, no puede pasarse por alto el hecho de que sobre las
instituciones de educación superior en Colombia también recae parte de la
responsabilidad en la difusión de los comportamientos éticos. El sistema
educativo actual trabaja sobre un modelo de incentivos en el que las califi-
caciones definen la idoneidad del estudiante, al margen de los comporta-

177
ética de la investigación

mientos y valores que los alumnos demuestren; si bien es cierto que existen
normas de disciplina, las calificaciones protagonizan la escena académica.
Se crea entonces una convicción errónea sobre la justificación del fin sin
importar los medios, dentro de un ambiente de competencia donde el ga-
nar a como dé lugar deja en segundo plano la honestidad.

Reflexiones sobre la ética de la contaduría pública

Como punto de partida hacia una reflexión de la ética en el ejercicio con-


table, es necesario precisar a que se refiere el presente escito cuando habla
de ética. De acuerdo con las ideas de Boff (2016):
Desde la etimología, la palabra ética tiene dos raíces griegas, la primera
es éthos que significa carácter, esto hace referencia a la forma en que las
personas actúan según sus convicciones; y la segunda es ethika que es lo
que las personas hacen por costumbre, en la actualidad a lo que las personas
hacen por costumbre se le llama moral. En el presente ética es la reflexión
de los actos, antes, durante o después; la ética es un tipo de conocimiento
humano que en todos los campos de la existencia se debe orientar hacia la
acción, mediante: metas intermedias, hábitos, valores, carácter, prudencia y
decisiones coherentes con el pensar y sin lesionar al congénere.
En contraste con las buenas intenciones que resalta la definición an-
terior, hoy en día son diversos los casos de corrupción en los que se eviden-
cia la manipulación de la información financiera. Por ejemplo, casos como
el de Odebrecht, SaludCoop, Interbolsa, FonColpuertos, Reficar y el carru-
sel de la contratación, son solo algunos de los escándalos de corrupción que
empañan la transparencia de la gestión financiera pública y privada del país
(Portafolio, 2018). En un espectro de menor alcance mediático, pero no por
ello menos importante, la Junta Central de Contadores presentó un repor-
te de las conductas sancionadas en el periodo 2010-2017. En el reporte se
presenta que en total se impusieron 559 sanciones distribuidas por número
de casos así: suspensión (510), amonestación (29), cancelación (16) y cuatro
casos de multa (Ordoñez, 2018). De otro lado, en la Figura 2, se analiza el
informe sobre cuáles fueron las conductas más sancionadas por la Junta en
el período estudiado, denotando que la “certificación de información que no
corresponde a la realidad material con el fin de solicitar saldos de impues-

178
aportes para los comités de ética

tos a favor de sus clientes” fue el comportamiento irregular más frecuente.


Tabla 4. Conductas más sancionadas por la Junta Central de Contadores,
periodo 2010-2017

Fuente. Ordoñez (2018)


Por otro lado, también se ha identificado que otra de las causas que
fisura la credibilidad y transparencia de algunos contadores públicos en el
país se debe, en alguna medida, a la llegada de las normas internacionales
de información financiera niif, debido a la interpretación que estos pro-
fesionales hacen de las normas tributarias. En este caso, se corre el riesgo
de que se asuma la normatividad de acuerdo a la conveniencia e intereses
de quien la aplica, argumentando su desconocimiento para omitir y evadir
aspectos de la ley. No obstante, es útil recordar que la falta de experiencia
en las normas y la forma en la que operan, no se constituye en una excusa
válida para obviar la responsabilidad de su aplicación ( Finanzas Personales,
2013).
También pueden analizarse las causas de las situaciones de co-
rrupción en la gestión de la información financiera desde el pun-
to de vista del control de las organizaciones. En este sentido, es
necesario diferenciar la intención de un plan de auditoría, cuyo pro-
pósito podría ser minimizar los riesgos de malas prácticas conta-

179
ética de la investigación

bles, y la auditoria forense que según menciona Simbaqueva (2016):


El trabajo de Auditoría Forense se realiza cuando existen indicios de po-
sibles actos ilícitos o que atenten contra el patrimonio de alguna Entidad.
Su objetivo es determinar si se realizó o no algún fraude, identificando a los
responsables y cuantificando el impacto financiero. Para obtener evi- dencia
suficiente y válida de Auditoría, se requiere realizar trabajo al 100% de las
partidas a investigar y no se realiza selección de los ítems a probar.
En ese sentido, la auditoria forense se trata de una verificación pos-
terior al fraude que determina la posible cadena de eventos que se materia-
lizaron en la conducta ilícita. En consecuencia, el análisis de las causas del
fraude puede vincularse a la existencia de los elementos necesarios (Figura
3) para concretar la acción delictiva.

Figura 6. Pirámide del fraude

Fuente. Simbaqueva (2016)

En primer término existe una oportunidad, es decir, la empresa o


entidad no ha desarrollado procesos de control interno que eviten la ocu-
rrencia de estos casos; luego se encuentran los incentivos, que pudieran ser
presiones, y que se relacionan con el modelo de comisiones, bonificaciones

180
aportes para los comités de ética

y multas, basadas en los indicadores de desempeño al interior de la orga-


nización; y por último la actitud, una característica del individuo construi-
da a través de sus vivencias y formación personal, que se convierte en el
principio rector para su toma de decisiones. Sin embargo, es fundamental
entender que el ejercicio del auditor no pretende representar una figura po-
liciva sino más bien de control, teniendo en cuenta que “la probabilidad de
detectar errores generalmente es más alta que la de detectar fraude, ya que
el fraude suele ser planeado para ocultar su existencia” (Ochoa et al., 2011).
De otro lado, con la globalización que intenta homogenizar los sis-
temas de información financiera, la capacidad predictiva de la inteligencia
artificial y los nuevos software contables se agilizan, y a la vez remplazan,
buena parte de las funciones del profesional en la contaduría. Así, se le ha
exigido al contador público un enfoque más responsable, social, creativo y
dinámico en su ejercicio, para el beneficio de sus clientes, la sociedad, y el
Estado. Un compromiso de actualización constante con la normatividad
vigente para estar a la vanguardia de las reformas tributarias, pero también
de ser guiado y orientado por la conducta ética que reposa en la Ley 43 de
1990, norma que rige los comportamientos idóneos del profesional de la
contabilidad. En virtud de lo anterior,
El código de ética del profesional de la contabilidad constituye la manifesta-
ción pública del compromiso y responsabilidad que asume la profesión con
la sociedad; constituye un imperativo moral que instaura una guía de acción
y un compromiso de vida. La buena moral socialmente referida representa
una pauta de comportamiento cotidiano, que trasciende el ejercicio laboral
para constituirse en una práctica habitual de los constructores de loables
valores sociales (Gil et al., 2017).
El ejercicio de esta profesión tiene un valor importante dentro de la
sociedad, tanto que su labor propende a satisfacer las necesidades, en espe-
cial la necesidad de la confianza, facultando al contador público para dar
fe pública de los actos sometidos a su revisión. La fe pública es solo la for-
ma, ya que la esencia del contador es la confianza pública lograda gracias
a las capacidades técnicas, profesionales y éticas. Un contador público en
el ejercicio de su profesión tiene una responsabilidad ante la sociedad, lo
cual implica mantener una conducta intachable no solo con el público en
general sino con sus colegas. Dado lo anterior, va la pena analizar la ética

181
ética de la investigación

del docente contador público, ya que el interés común de la profesión debe


establecerse no solo desde la contabilidad sino desde cualquier otra área de
aplicación que tenga el contador público.

La responsabilidad del docente en la construcción de la


ética del contador

En la Ley 43 del 90 se hace referencia al contador público en la docencia,


el tema que inspiró el presente escrito, que además de generar una reflexión
sobre la importancia de la ética desde la profesión de la Contaduría Públi-
ca, busca mostrar las situaciones y elementos conexos al estudio, toda vez
que el contador público docente está inmerso en el proceso de formación
del estudiante, así como en la construcción  de sus modelos de  conducta
y de desempeño ético profesional. Por tanto, se presentan algunos apartes
relevantes que están incluidos en esta la ley:
• El contador público que desempeña un cargo docente o de alguna otra
manera imparte enseñanza, deberá instruir en forma técnica y útil la
materia de su especialidad, adecuando a sus estudiantes, para que en el
futuro ejercicio laboral actúen con estricto apego a las reglas de la ética
profesional.
• Es obligación permanente del contador público, mantenerse actualizado
mediante programas adecuados de educación continuada, mientras se
mantenga en el ejercicio activo de la profesión. Los maestros, como
profesionales de la educación, deben estar conscientes que para con-
seguir objetivos elevados el mejor método de educación es el ejemplo
para sus alumnos, su autoridad moral y, por los valores que ellos repre-
sentan saben que no pueden transmitir una imagen decepcionante de
su profesión.
• El contador público que desempeñe funcionalmente de dirigente, tiene
la responsabilidad de rendir cuentas de sus actos y de los ofrecimientos
efectuados al gremio que posibilitaron su elección.
• El contador público en función dirigencial debe mostrar vocación de
servicio a la profesión y no utilizar su cargo con fines personales o en
provecho para vinculaciones de tipo político o algún otro interés que
este reñido con la ética y las buenas costumbres (Ley 43 de 1990).
Los contadores públicos, en su ejercicio profesional, están agrupa-
dos por códigos éticos de conducta, y tienen una responsabilidad no solo
con las organizaciones sino con el público en general. Aunque los estudian-
tes comienzan su educación profesional con poca o ninguna experiencia

182
aportes para los comités de ética

con los dilemas éticos que enfrentarán una vez graduados, al ingresar a la
institución de educación superior solo cuentan con su propio sistema de
valores e intuiciones. La educación de la ética contable, en general, no se
enfoca o integra un sistema de valores, sino que enfatiza el componente de
razonamiento moral del desarrollo cognitivo (Andersen y Klamm, 2018).
En consecuencia, el contador público en la docencia tiene la respon-
sabilidad de contribuir a mejorar la calidad académica de la institución
para la cual trabaja y según Espinosa et al. (2018) en su desempeño como
docente juega al menos tres roles importantes:
• Transmisor y/o facilitador del conocimiento
Prepara exposiciones, elabora ejercicios para la clase, consulta
libros de texto, legislación y normas para su clase, prepara vi-
deos complementarios, organiza dinámicas en grupos y ofrece
asesorías a sus grupos entre otros.
El conocimiento debe estar acompañado de habilidades y téc-
nicas didácticas que faciliten el conocimiento a los alumnos,
colegas y personas que colaboran con el contador público.
• Evaluador del conocimiento
El contador público, como evaluador del conocimiento pue-
de enfrentar amenazas de auto revisión, ya que es responsable
del diseño, aplicación y revisión de exámenes. También puede
existir una amenaza cuando la evaluación sea muy abierta, y en
consecuencia esté sujeta a la interpretación personal, de igual
manera una circunstancia que podría crear amenazas es cuando
entre sus alumnos se encuentran con las personas con las que
tiene un compromiso personal, profesional o afectivo.
• Investigador o generador de nuevo conocimiento
El contador público en sus actividades debe cumplir con están-
dares de calidad de acuerdo a la metodología que utilizó para
desempeñar su trabajo, el contador público debe implementar
sus clases con temas relacionados a la ética y debe promover el
pensamiento ético, ya que tiene un gran impacto con la socie-
dad y una gran capacidad de influencia.

183
ética de la investigación

Con base a lo anterior, se puede sugerir que el docente contador pú-


blico tiene muchas otras responsabilidades además de impartir formación
profesional, y cada una de ellas debe estar orientadas hacia la formación de
principios y valores. Por este motivo, puede afirmarse que en el aula de clase
“además de la educación ética el docente deberá ser capaz de fomentar y
trasmitir a sus alumnos ese espíritu inquisitivo, creativo y dinámico de la
profesión acorde con los nuevos tiempos” (Celaya, 2015), en aras de con-
trarrestar los efectos destructivos del acto corrupto que hoy en día afecta la
profesión contable.
Entonces, se plantea el desarrollo de estrategias para intensificar la
formación en valores, que para ser lo suficientemente eficaces, tienen que
ser aplicadas desde la infancia y a lo largo de todo el proceso educativo. En
ese orden de ideas, más allá de la consecución de un título profesional, lo
que se busca es formar profesionales íntegros basando sus conocimientos
en una buena práctica contable; profesionales que decidan hacer parte del
engranaje docente-estudiante para aportar sus experiencias, conocimiento
y políticas en la educación, como parte de la solución a la problemática
de la corrupción; también, una enseñanza basada en el planteamiento de
ejemplos reales y casos prácticos, donde el estudiante pueda dar su punto
de vista y tener criterio para poder tomar decisiones, a la vez que forja su
carácter para poder evaluar los actos que desafían el ejercicio ético de su
profesión.
De otro lado, debe reconocerse que las buenas intenciones expresa-
das en el párrafo anterior se construyen también desde formación recibida
en los niveles de educación formal (preescolar, básica y media) entendiendo
que es allí donde el ser humano empieza a crear los fundamentos cogni-
tivos y de comportamiento que ayudan al individuo en la comprensión de
la importancia de una conducta justa. En ese sentido, se observa quizá una
falencia en el sistema educativo colombiano, porque aunque la ética se in-
cluye en los planes de estudio, suele tener una intensidad horaria limitada
que a su vez la tipifica como una asignatura de ‘relleno’ en la estructura
curricular.

184
aportes para los comités de ética

Además, es necesaria una adaptación de los contenidos de los es-


pacios académicos dedicados a estos temas, toda vez que ahora se trata
de estudiantes que habitan en entornos digitales, con acceso a enormes
cantidades de información, cuya capacidad de sorpresa ante nuevos cono-
cimientos se opaca tras la rutina y aburrimiento que significa el mundo real.
En consecuencia, urge trabajar en temas actuales basados en innovación e
investigación, situación que implica que el docente debe reinventarse y re-
plantear el enfoque metodológico que utiliza para trasmitir el conocimien-
to; asimismo, sensibilizar al estudiante sobre los hechos que se materializan
como casos de corrupción, de forma que decida hacer parte de un cambio
de paradigma social, fundamentado en la responsabilidad social con la co-
munidad y con el mismo.

Sobre la reglamentación del contador público

El marco jurídico de la contabilidad en Colombia, reposa en la Ley 145


de 1960, la Ley 43 de 1990, el Decreto 2649 de 1993 y en actualmente
en la Ley 1314 de 2009. Aunque las anteriores normas son las principales,
existen también una gran cantidad de decretos, circulares y resoluciones
emitidas por las diferentes entidades con la finalidad de regular la pro-
fesión contable y mitigar el riesgo del mal manejo de la contabilidad. No
obstante, reducir la corrupción plantea el desafío interpretar la complejidad
de la norma internacional, situación que genera unos vacíos que permiten
que sea adaptada según quien la aplica.
En cuanto al código de ética del contador público en Colombia, pue-
de observarse que merece una revisión, toda vez que la ley que rige la ética
del contador fue emitida en el año 1990 y desde su creación no se han rea-
lizado actualizaciones. Teniendo en cuenta que la profesión del contador
público enfrenta un ambiente de constantes cambios y reformas, se requie-
re una actualización permanente no solo en los conocimientos técnicos,
sino en las normas de comportamiento para adaptarse a las transforma-
ciones sociales que implican la globalización. De igual manera, se eviden-
cia la ausencia de parámetros definidos con respecto al perfil del contador

185
ética de la investigación

público que ejerce en la docencia, que al margen de las buenas intenciones


que pueda tener en la transmisión de su conocimiento, lo faculte con las
herramientas necesarias para el ejercicio de la enseñanza de la contaduría
pública.

Conclusiones

Con las ideas presentadas a lo largo de este escrito, se puede concluir que
la profesión contable, en el entorno globalizado que suscitó la llegada de
las normas internacionales de información financiera niif, está exigiéndole
al contador público mantenerse en una constante capacitación, para poder
estar a la vanguardia de las reformas tributarias y no correr el riesgo de
quedar desplazado por la inteligencia artificial y de los software de proce-
samiento de información contable. De igual manera, existe el compromiso
de profundizar en conocimientos éticos, teniendo en cuenta que la carac-
terística de su profesión que le permite dar fe pública de los hechos finan-
cieros, se pone en entredicho como resultado de la gran cantidad de casos
de conductas irregulares.
También, es necesario reconocer que el docente contador público
deberá enfocar sus esfuerzos en crear y fomentar en sus estudiantes un
criterio de responsabilidad social, que vaya más allá de cumplir las normas,
decretos o leyes. En la vida académica del contador, un docente tiene gran
influencia para motivar y dar ejemplo: la responsabilidad que tiene el con-
tador público dedicado a la docencia debe velar por el aprendizaje contable
que se le brinda a sus estudiantes y también de autoevaluar cómo contri-
buye su enseñanza a la formación de sus alumnos como futuros contadores.
Un elemento fundamental para un cambio de paradigma sobre la
formación en principios y valores, consiste en generar conciencia en el sis-
tema educativo, de forma que espacios académicos como la ética ocupen
un lugar medular en la estructura curricular, en lugar del papel comple-
mentario que hoy desempeñan. Esto significa que en la etapa preescolar se
logre abordar el análisis y evaluación de los comportamientos cotidianos
del individuo; en la educación básica y media intente relacionar las actua-

186
aportes para los comités de ética

ciones humanas en una escala local y de país; y en la formación superior, se


reconozca la responsabilidad con la sociedad y los ecosistemas que implica
el ejercicio de profesiones como la contaduría pública.

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188
En los últimos años en Colombia ha habido un profundo interés dentro
de la comunidad científica, el cual se ha orientado hacia la ética de la
investigación, la bioética y la integridad científica. Ello evidencia una
importante perspectiva que busca enriquecer la práctica de los investi-
gadores, los grupos de investigación y, en general, de los distintos
actores del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación.
Pero también la crisis sanitaria generada por la Covid-19 colocó en
evidencia la urgente necesidad de fortalecer los comités de ética en las
distintas instituciones, esto como aspecto fundamental para la toma de
decisiones que tienen a la base asuntos de orden científico. Si bien en
Colombia los comités de ética han tenido un mayor desarrollo en las
ciencias biomédicas, hoy son una necesidad en las distintas áreas del
conocimiento, ya que, en últimas, está en juego es el sentido ético de
la ciencia. Ello implica crear una cultura para la ética de la investiga-
ción que debe considerar. —entre otras cosas— interrogantes como:
¿Qué características deben tener los miembros de un comité de ética
en investigación? ¿Cómo se forman los miembros de un comité de
ética? ¿Qué tipo de conocimientos requieren los miembros de un
comité de ética?

ISBN 978-958-52966-4-0

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