Está en la página 1de 30

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 1

Vía crucis
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén

Acto de contrición

Jesús, mi Señor y Redentor...

Introducción

Nos colocamos en piadosa actitud para realizar el


ejercicio del Vía Crucis, camino por donde los
pasos del Señor Jesús, se dirigían a dar la vida por
la salvación del mundo. Estamos reunidos en el
nombre del Señor. Él está aquí con nosotros, según
su promesa.

Con nosotros está también la Santísima Virgen


María. Ella estuvo sobre la cumbre del Gólgota
como Madre del hijo moribundo, discípula del
Maestro de la verdad, nueva Eva junto al árbol de
la vida. Mujer del dolor, asociada al "Varón de
dolores y sabedor de dolencias", Hija de Adán,
Reina de la paz.

Madre de misericordia, ella se acerca a sus hijos,


aún expuestos a peligros y afanes, para ver los
sufrimientos, oír los gemidos que surge de sus
miserias, para confortarles y reavivar la
esperanza de la paz.

Oremos.

Mira, Padre santo,


la sangre que brota del costado traspasado del Salvador,
mira la sangre derramada por tantas víctimas
del odio, de la guerra, del terrorismo,
y concede, benigno, que el curso de los acontecimientos del mundo
se desarrolle según tu voluntad en la justicia y la paz,
y que tu Iglesia se dedique con serena confianza
a tu servicio y a la liberación del hombre.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 2


Primera estación
Jesús es condenado a muerte
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Mateo 27, 22-23.26

Pilato les preguntó: «¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?» Contestaron todos:
«¡que lo crucifiquen!» Pilato insistió :«pues ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban
más fuerte: «¡que lo crucifiquen!» Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después
de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Meditemos

El Juez del mundo, está allí, humillado, deshonrado e indefenso delante del juez
terreno. Pilato no es un monstruo de maldad. Sabe que este condenado es inocente;
busca el modo de liberarlo. Pero su corazón está dividido. Y al final prefiere su
posición personal, su propio interés, al derecho. También los hombres que gritan y
piden la muerte de Jesús no son monstruos de maldad. Pero en aquel momento
están sometidos a la influencia de la muchedumbre. Gritan porque gritan los demás
y como gritan los demás. Y así, la justicia es pisoteada por la perversidad, por la

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 3


cobardía, por miedo a la prepotencia de la mentalidad dominante. La sutil voz de la
conciencia es sofocada por el grito de la muchedumbre. El rechazo a la verdad, la
indecisión y el irrespeto a la dignidad humana dan fuerza al mal.
Jesús de Nazaret, condenado a muerte en la cruz.
y testigo fiel del amor del Padre.
R/. Señor, ten piedad.

Jesús, Hijo de Dios, obediente a la voluntad del Padre.


hasta la muerte de Cruz.
R/. Señor, ten piedad.

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

Perdona a tu pueblo, Señor, Por la abertura de tu costado


perdona a tu pueblo, No estés eternamente enojado
perdónale, Señor. Perdónale Señor.

No estés eternamente enojado


No estés eternamente enojado
Perdónale Señor.

Por tus profundas llagas crueles


Por tus salivas y por tus hieles
Perdónale Señor

Por tus heridas de pies y manos


Por los azotes tan inhumanos
Perdónale Señor

Por los tres clavos que te clavaron


Por las espinas que te punzaron
Perdónale Señor

Por las tres horas de agonía


En que por madre diste a María
Perdónale Señor

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 4


Segunda estación
Jesús carga con su cruz
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Juan 19,17.

“En aquel tiempo, Jesús, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado ‘la
Calavera’ (que en hebreo se dice Gólgota)”.

Meditemos

Jesús, condenado por declararse rey, es burlado, pero precisamente en la burla


emerge cruelmente la verdad. ¡Cuántas veces los signos de poder ostentados por
los poderosos de este mundo son un insulto a la verdad, a la justicia y a la dignidad
del hombre. !Cuántas veces sus ceremonias y sus palabras elocuentes, en realidad,
no son más que mentiras pomposas, una caricatura de la tarea a la que se deben
por su oficio, el de ponerse al servicio del bien. Jesús, precisamente por ser
escarnecido y llevar la corona del sufrimiento, es el verdadero rey. Su cetro es la
justicia (Sal 44, 7). El precio de la justicia es el sufrimiento en este mundo: él, el

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 5


verdadero rey, no reina por medio de la violencia, sino a través del amor que sufre
por nosotros y con nosotros. Lleva sobre sí la cruz, nuestra cruz, el peso de ser
hombres, el peso del mundo. Así es como nos precede y nos muestra cómo
encontrar el camino para la vida eterna.
Cristo, Hijo de Dios, que revelas al hombre el misterio del hombre.
R/. Señor, ten piedad

Jesús, Siervo del Señor, por tus llagas hemos sido curados
R/. Señor, ten piedad

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

/Con nosotros está y no le conocemos


Con nosotros está su nombre es el Señor/ (2)

Su nombre es “El Señor” y pasa hambre


y clama por la boca del hambriento
y muchos que lo ven pasan de largo,
acaso por llegar temprano al templo.

Su nombre es “El Señor” y sed soporta


y está en quien de justicia va sediento
y muchos que lo ven pasan de largo
a veces ocupados en sus rezos.

Su nombre es “El Señor” y está desnudo


la ausencia del amor hiela sus huesos
y muchos que lo ven pasan de largo
seguros y al calor de su dinero.

Su nombre es “El Señor” y enfermo vive


y su agonía es la del enfermo
y muchos que lo saben no hacen caso
tal vez no frecuentaba mucho el templo.

Su nombre es “El Señor” y está en la cárcel


está en la soledad de cada preso
y nadie lo visita y hasta dicen:
“tal vez ése no era de los nuestros”.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 6


Tercera estación
Jesús cae por primera vez
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del libro del Profeta Isaías 53, 4-6.

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo


estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras
rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre
él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo
su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.

Meditemos

El hombre ha caído y cae siempre de nuevo: cuántas veces se convierte en una


caricatura de sí mismo y, en vez de ser imagen de Dios, ridiculiza al Creador. En la
caída bajo el peso de la cruz aparece todo el itinerario de Jesús: su humillación
voluntaria para liberarnos de nuestro orgullo. Subraya a la vez la naturaleza de
nuestro orgullo: la soberbia que nos induce a querer emanciparnos de Dios, a ser
sólo nosotros mismos, sin necesidad del amor eterno y aspirando a ser los únicos

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 7


artífices de nuestra vida. En esta rebelión contra la verdad, en este intento de
hacernos dioses, nuestros propios creadores y jueces, nos hundimos y terminamos
por autodestruirnos. La humillación de Jesús es la superación de nuestra soberbia:
con su humillación nos ensalza. Dejemos que nos ensalce. Despojémonos de nuestra
autosuficiencia, de nuestro engañoso afán de autonomía y aprendamos de él, del
que se ha humillado, a encontrar nuestra verdadera grandeza, humillándonos y
dirigiéndonos hacia Dios y los hermanos oprimidos.

Jesús, manso cordero redentor,


que llevas sobre ti el pecado del mundo.
R/. Señor, ten piedad

Jesús, compañero nuestro en el tiempo de angustia,


solidario con la debilidad humana
R/. Señor, ten piedad

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

De nosotros piedad Señor.


De nosotros piedad Señor.
De nosotros piedad Señor.
De nosotros piedad Señor.

Te ofendimos con el pecado,


no escuchamos tu voz de padre:
Tu perdónanos, por favor.
De nosotros piedad Señor.

No te vimos en el hermano,
fuimos ciegos, no lo negamos,
fuimos duros de corazón:
de nosotros, piedad, Señor.

Olvidamos de ser tu templo,


tu morada la profanamos,
más queremos resucitar:
de nosotros, piedad, Señor.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 8


Cuarta estación
Jesús encuentra a su madre

V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.


R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Lucas 2, 34-35.51

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará
clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su
madre conservaba todo esto en su corazón.

Meditemos

En el Vía crucis de Jesús está también María, su Madre. Durante su vida, María
debió ver y escuchar tantas cosas de su Hijo, pero también muchas cosas sobre su
Hijo, pero de manera especial las palabras que le dijo anciano Simeón: «y a ti, una
espada te traspasará el alma» (Lc 2, 35). Esto le haría recordar palabras de los
profetas como éstas: «Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca;
como un cordero llevado al matadero» (Is 53, 7). Ahora se hace realidad. En su

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 9


corazón habrá guardado siempre la palabra que el ángel le había dicho cuando todo
comenzó: «No temas, María» (Lc 1, 30). Los discípulos han huido, ella no. Está allí,
con el valor de la madre, con la fidelidad de la madre, con la bondad de la madre, y
con su fe de discípula, resiste en la oscuridad: «Bendita tú que has creído» (Lc 1,
45). Debemos renovarnos en la fe a ejemplo de María nuestra Madre, porque la fe
es lo único que nos puede consolar en aquellos momentos difíciles de nuestra vida.

Santa María, madre nuestra en el camino de fe,


invocamos contigo a tu Hijo Jesús.
R/. Señor, ten piedad

Santa María, intrépida en la vía del Calvario,


suplicamos contigo a tu Hijo Jesús.
R/. Señor, ten piedad.

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

Mientras recorres la vida


Tú nunca solo estás
Contigo por el camino
Santa María, va.

/Ven con nosotros al caminar


Santa María, ven./ (2)

Aunque te digan algunos


Que nada puede cambiar
Lucha por un mundo nuevo
Lucha por la verdad.

Si por el mundo los hombres


Sin conocerse van
No niegues nunca tu mano
Alguien contigo está.

Aunque parezcan tus pasos


Inútil caminar
Tú vas haciendo caminos
Otros los seguirán.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 10


Quinta estación
Simón de Cirene ayuda a Jesús a cargar con su cruz
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Marcos 15, 21-22

Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de
Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Le conducen al lugar del Gólgota,
que quiere decir: Calvario.

Meditemos

Simón de Cirene, de camino hacia casa volviendo del trabajo, se encuentra


casualmente con aquella triste comitiva de condenados, un espectáculo quizás
habitual para él. Los soldados usan su derecho de coacción y cargan al robusto
campesino con la cruz. Hace lo que debe hacer, ciertamente con mucha
repugnancia. Pero el misterio de Jesús sufriente y mudo le llega al corazón. Del
encuentro involuntario ha brotado la fe. Acompañando a Jesús y compartiendo el
peso de la cruz, el Cireneo comprendió que era una gracia poder caminar junto a
este Crucificado y socorrerlo. Jesús, cuyo amor divino es lo único que podía y puede

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 11


redimir a toda la humanidad, quiere que compartamos su cruz para completar lo
que aún falta a sus padecimientos (Col 1, 24). Cada vez que nos acercamos y
compartimos con bondad con quien sufre, con quien es perseguido o con quien está
indefenso, ayudamos a llevar la misma cruz de Jesús. El objetivo es que no nos
quedemos derrotados en el camino. Compartir la cruz salva.

Cristo, buen samaritano,


te has hecho cercano al prójimo, al pobre, al enfermo, al último.
R/. Señor, ten piedad

Cristo, siervo del Eterno, consideras que se te hace a ti


todo gesto de amor al desterrado, al marginado y al extranjero.
R/. Señor, ten piedad

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto:

Danos un corazón grande para amar,


Danos un corazón, fuerte para luchar.

Hombres nuevos creadores de la historia


constructores de nueva humanidad;
Hombres nuevos que viven la existencia
como riesgo de un largo caminar.

Hombres nuevos luchando en esperanzas,


caminantes sedientos de verdad;
Hombres nuevos sin frenos ni cadenas,
Hombres nuevos que exigen libertad.

Hombres nuevos amando sin fronteras,


por encima de razas y lugar.
Hombres nuevos, al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 12


Sexta estación
Verónica enjuga el rostro de Jesús
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Libro del profeta Isaías 53, 2-3.

No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado


por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el
cual se ocultan los rostros; despreciado y desestimado.

Meditemos

«Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro » (Sal 26, 8-9). La Verónica
encarna este anhelo de toda persona piadosa: ver el rostro de Dios. Ella, en
principio, en el Vía crucis de Jesús no hace más que prestar un servicio de bondad
femenina: ofrece un paño a Jesús. No se deja contagiar ni por la brutalidad de los
soldados, ni inmovilizar por el miedo de los discípulos. Es la imagen de la mujer
buena que, en la turbación y en la oscuridad del corazón, mantiene el brío de la
bondad, sin permitir que su corazón se oscurezca. «Bienaventurados los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5, 8). Verónica ve un rostro maltratado y

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 13


marcado por el dolor. Pero el acto de amor imprime en su corazón la verdadera
imagen de Jesús: en el rostro humano, lleno de sangre y heridas, ella ve el rostro
de Dios y de su bondad, que nos acompaña también en el dolor más profundo.
Únicamente podemos ver a Jesús con el corazón. Solamente el amor nos deja ver y
nos hace puros. Sólo el amor nos permite reconocer a Dios, que es el amor mismo.

¡Oh rostro de Cristo,


desfigurado por el dolor, esplendor de la gloria divina!
R/. Señor, ten piedad.

¡Oh rostro santo,


impreso como un sello en cada gesto de amor!
R/. Señor, ten piedad.

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

Sois la semilla que ha de crecer,


sois estrella que ha de brillar,
sois levadura sois grano de sal,
antorcha que debe alumbrar.

Sois la mañana que vuelve a nacer,


sois espiga que empieza a granar,
sois aguijón y caricia a la vez
testigos que voy a enviar.

Id amigos por el mundo,


anunciando el amor,
mensajeros de la vida,
de la paz y el perdón.
Sed amigos, los testigos
de mi resurrección,
id llevando mi presencia,
con vosotros estoy.

Sois una llama que ha de encender


resplandores de fe y caridad.
Sois los pastores que han de guiar
al mundo por sendas de paz.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 14


Séptima estación
Jesús cae por segunda vez
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Libro de las Lamentaciones 3, 1-2. 9. 16

Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. Él me ha llevado


y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Ha cercado mis caminos con piedras
sillares, ha torcido mis senderos. Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha
revolcado en la ceniza.

Meditemos

Cuando la Verónica enjugó el rostro de Jesús con un paño, ese rostro no debía ser
ciertamente atractivo: era un rostro desfigurado. Ese rostro podía provocar burla
y desprecio, aunque también compasión e incluso amor, deseo de ayudarlo. La
Verónica es el símbolo de esos sentimientos. A pesar de estar muy desfigurado, el
rostro de Jesús es siempre el rostro del Hijo de Dios. Es un rostro desfigurado por
nosotros, por el cúmulo enorme de la maldad humana. Pero es también un rostro

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 15


desfigurado en favor nuestro, que expresa el amor y la donación de Jesús y es
espejo de la misericordia infinita de Dios Padre.

En el rostro sufriente de Jesús vemos, además, otro cúmulo gigantesco, el de los


sufrimientos humanos. Y así el gesto de piedad de la Verónica se convierte para
nosotros en una provocación, en una exhortación urgente: en la petición, dulce
pero imperiosa, de no volver la cabeza hacia otra parte, de mirar también nosotros
a los que sufren, estén cerca o no. Y no sólo mirar, sino ayudar. El Vía Crucis no
será estéril si nos lleva a realizar gestos concretos de amor y de solidaridad activa.

Jesús de Nazaret, convertido en infamia de los hombres,


para ennoblecer todas las criaturas
R/. Señor, ten piedad

Jesús, servidor de la vida,


abatido por los hombres, enaltecido por Dios
R/. Señor, ten piedad

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

/Si yo no tengo amor,


yo nada soy Señor/ (2)

El amor es comprensivo,
El amor es servicial,
El amor no tiene Envidia,
El amor no busca el mal.

El amor nunca se irrita,


El amor no es descortés,
El amor no es egoísta,
El amor nunca es doblez.

El amor disculpa todo


El amor todo lo cree
El amor todo lo espera,
El amor es siempre fe.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 16


Octava estación
Jesús encuentra a las hijas de Jerusalén
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Lucas 23, 28-31

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por
vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán:
«dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han
criado». Entonces empezarán a decirles a los montes: «Desplomaos sobre nosotros»;
y a las colinas: «Sepultadnos»; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el
seco?

Meditemos

Oír a Jesús cuando exhorta a las mujeres de Jerusalén que lo siguen y lloran por
él, nos hace reflexionar. ¿Cómo entenderlo? ¿Se tratará quizás de una advertencia
ante una piedad puramente sentimental, que no llega a ser conversión y fe vivida?
De nada sirve compadecer con palabras y sentimientos los sufrimientos de este
mundo, si nuestra vida continúa como siempre. Por esto el Señor nos advierte del

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 17


riesgo que corremos nosotros mismos. Nos muestra la gravedad del pecado y la
seriedad del juicio. No obstante todas nuestras palabras de preocupación por el mal
y los sufrimientos de los inocentes, tienen poca importancia, igualmente
descuidamos tranquilamente el aspecto del juicio. No se puede seguir quitando
importancia al mal contemplando la imagen del Señor que sufre. También él nos
dice: «No lloréis por mí; llorad más bien por vosotros... porque si así tratan al leño
verde, ¿qué pasará con el seco?»

Señor Jesús, sabio y misericordioso,


Verdad que guía a la vida.
R/. Señor, ten piedad

Señor Jesús, compasivo,


tu presencia alivia las lágrimas en la hora de la prueba.
R/. Señor, ten piedad.

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto Hoy perdóname,


hoy por siempre,
Si de Ti me alejé aun sabiendo que he caído
Sin luz y sin fe que de ti siempre había huido
Señor ten piedad. hoy regreso arrepentido vuelvo a ti,
/vuelvo a ti, vuelvo a ti, vuelvo a ti/
Tú serás nuestra luz
Tú nos salvarás
Tú nos darás la vida

Por no ser
El testigo fiel de tu voz
Señor ten piedad.

Si al hermano negué
La paz que nos das
Señor ten piedad.
____________________________________
Hoy perdóname,
hoy por siempre,
sin mirar la mentira
el vacío en nuestras vidas
nuestra falta de amor y caridad.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 18


Novena estación
Jesús cae por tercera vez
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

De la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios. 5, 19-21

Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas
de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación… En
nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado,
Dios lo hizo expiar nuestros pecados, para que nosotros, unidos a él, recibamos la
salvación de Dios.

Meditemos

He aquí el motivo más profundo de las repetidas caídas de Jesús: no sólo los
sufrimientos físicos y las traiciones humanas, sino la voluntad del Padre. Esa
voluntad misteriosa y humanamente incomprensible, pero infinitamente buena y
generosa, por la cual Jesús se hizo “pecado por nosotros”; todas las culpas de la
humanidad recaen sobre él, realizándose ese misterioso intercambio que hace de
nosotros pecadores “justicia de Dios”.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 19


Mientras tratamos de pensar solo en Jesús que camina y cae bajo el peso de la cruz,
es justo que experimentemos en nosotros sentimientos de arrepentimiento y de
dolor. Pero más fuerte aún debe ser la gratitud que invade nuestra alma que se
convierta en la nota dominante de nuestra vida.

Cristo Jesús, tú has gustado la amargura de la tierra


para cambiar el gemido del dolor en canto de júbilo
R/. Señor, ten piedad

Cristo Jesús, que te has humillado en la carne


para ennoblecer toda la creación.
R/. Señor, ten piedad

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

Un mandamiento nuevo, nos da el Señor,


que nos amemos todos, como nos ama Dios.

La señal de los cristianos,


es amarse como hermanos.

Quien a sus hermanos no ama,


miente a sí Dios dice que ama.

Cristo Luz Verdad y Vida,


al perdón, amor invita.

Comulguemos con frecuencia,


para amarnos a conciencia.

Si al enfermo visitamos,
al enfermo consolamos.

En la vida Y la muerte,
Dios nos ama para siempre.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 20


Décima estación
Jesús es despojado de sus vestiduras
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Juan 19, 23-24.

“Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro


partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura,
tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: ‘No la rasguemos, sino
echemos a suertes para ver a quién le toca”.

Meditemos

El momento de despojarlo de su vestidura nos recuerda ahora la manera en que se


encuentra en mundo. Nos recuerda que hemos venido perdiendo el esplendor de
Dios. Sin ese esplendor todo parece ser permitido y lícito. Son los momentos que
dice el Señor, “llegara un tiempo en que el que los mate pensara que está dando
culto a Dios. Y eso lo harán porque no conocen al Padre ni a mí” (Jn. 16, 2-3). Que
al contemplar al Señor despojado de sus vestiduras, entendamos lo importante que
es valorar al prójimo, amarlo y respetarlo. Tratarlo siempre como merece, como si

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 21


te tratara a Ti. Esforcémonos para librarnos de cualquier tipo de soberbia, orgullo,
arrogancia, vanidad, engreimiento o altivez para actuar desde la humildad y desde
el amor. Señor, concédenos la gracia que nuestras palabras y mis acciones
demuestren la obra que tu realizas y si nos equivocamos envíanos la luz para pedir
perdón.

Jesús, cuerpo santo,


profanado por la soberbia.
R/. Señor, ten piedad

Jesús, cuerpo ofrecido por amor,


aún dividido por el odio.
R/. Señor, ten piedad.

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

Un pueblo que camina por el mundo,


gritando: ¡Ven Señor!
Un pueblo que busca en esta vida
la gran liberación.

Los pobres siempre esperan el amanecer,


de un día más justo y sin opresión;
los pobres hemos puesto la esperanza en ti,
Libertador.

Salvaste nuestra vida de la esclavitud,


esclavos de la ley sirviendo en el temor;
nosotros hemos puesto la esperanza en ti,
Dios del amor.

El mundo por la guerra sangra sin razón,


familias destrozadas, buscan un hogar;
el mundo tiene puesta su esperanza en ti,
Dios de la paz.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 22


Decimoprimera estación
Jesús es clavado en la cruz
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Marcos 15, 25-27

Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa


de su condena: "El Rey de los judíos" Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su
derecha y otro a su izquierda.

Meditemos

Jesús es clavado en la cruz vive una tortura tremenda. Y mientras está colgado en
la cruz hay muchos que se burlan de él e incluso lo provocan. Pero, en su interior,
Jesús experimenta un sufrimiento incomparablemente mayor, que le hace
manifestar en un grito: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc
15, 34). Se trata, en verdad, de las palabras iniciales de un salmo, que se concluye
con la reafirmación de la plena confianza en Dios. Y, sin embargo, son palabras que
hay que tomar totalmente en serio, ya que expresan la prueba más grande a la que
fue sometido Jesús. Cuántas veces, frente a una prueba, pensamos que hemos sido

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 23


olvidados o abandonados por Dios. O incluso estamos tentados a concluir que Dios
no existe.

El Hijo de Dios, que bebió hasta el fondo su amargo cáliz y luego resucitó de entre
los muertos, nos dice, en cambio, con todo su ser, con su vida y su muerte, que
debemos fiarnos de Dios hasta el final. En él sí que podemos creer.

Cristo, crucificado por el odio, hecho por el amor signo de contradicción y de paz.
R/. Señor, ten piedad

Cristo, con su sangre derramada en la Cruz, ha rescatado al hombre, el mundo y el


cosmos.
R/. Señor, ten piedad.

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

Cristo te necesita para amar, para amar


Cristo te necesita para amar.
Cristo te necesita para amar, para amar
Cristo te necesita para amar.

No te importe la raza ni el color de la piel


Ama a todos como hermanos y haz el bien.
No te importe la raza ni el color de la piel
Ama a todos como hermanos y haz el bien.

Al que sufre y al triste, dale amor, dale amor


Al humilde y al pobre, dale amor.
Al que sufre y al triste, dale amor, dale amor
Al humilde y al pobre, dale amor.

Al que vive a tu lado, dale amor, dale amor


Al que viene de lejos, dale amor.
Al que vive a tu lado, dale amor, dale amor
Al que viene de lejos, dale amor.

Al amigo de siempre, dale amor, dale amor


Y al que no te saluda, dale amor.
Al amigo de siempre, dale amor, dale amor
Y al que no te saluda, dale amor.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 24


Decimosegunda estación
Jesús muere en la cruz
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Marco. 15, 33-34.37, 39

Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la
hora nona gritó Jesús con fuerte voz: "Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?", que quiere decir
- "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado? " Pero Jesús lanzando un
fuerte grito, expiró. Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado
de esa manera, dijo: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios".

Meditemos

Cuando la muerte llega después de una dolorosa enfermedad, se suele decir con
alivio: “Ha terminado de sufrir”. En cierto sentido, estas palabras sirven también
para Jesús, pero sufre por amor hasta el final para la redención de la humanidad.
Efectivamente, cuando Jesús muere, el velo del templo de Jerusalén se rasga en
dos mientras tienen lugar otros signos, que hacen exclamar al centurión romano
que estaba de guardia en la cruz: “Realmente éste era Hijo de Dios” (cf. Mt 27, 51-

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 25


54). En realidad, nada hay tan oscuro y misterioso como la muerte del Hijo de Dios,
que junto con Dios Padre es la fuente y la plenitud de la vida. Pero, tampoco hay
nada tan luminoso, porque aquí resplandece la gloria de Dios, la gloria del Amor
omnipotente y misericordioso. Frente a la muerte de Jesús, nuestra respuesta es
el silencio de la adoración. Así nos encomendamos a él, nos ponemos en sus manos,
pidiéndole que nunca nada, tanto en la vida como en la muerte, nos pueda separar
de él (cf. Rom 8, 38-39).

Hijo de Dios, acuérdate de nosotros


en la hora suprema de la muerte.
R/. Señor, ten piedad

Hijo del Padre, acuérdate de nosotros


y renueva con tu Espíritu la faz de la tierra.
R/. Señor, ten piedad

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

¡Tú reinarás! Este es el grito


que ardiente exhala nuestra fe
!Tú reinarás, oh Rey bendito!
Pues tú dijiste: "reinaré"

Reine Jesús por siempre, reine su corazón


En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación
En nuestra patria, en nuestro suelo
Que es de María la nación

¡Tú reinarás! Dulce esperanza,


que al alma llena de placer
Habrá por fin paz y bonanza,
felicidad habrá doquier.

!Tú reinarás! Dichosa era,


dichoso pueblo con tal Rey
Será tu Cruz nuestra bandera,
tu amor será, ya, nuestra ley.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 26


Decimotercera estación
Jesús es bajado de la cruz
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Marcos 15, 42-43. 46

Y ya al atardecer, vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que


esperaba también el Reino de Dios, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la
cruz.

Meditemos

La hora de Jesús ya se ha cumplido y Jesús es depuesto de la cruz. Los brazos de


su Madre están prontos para acogerlo. Después de haber gustado hasta el final la
soledad de la muerte, Jesús encuentra enseguida al más fuerte y dulce de sus
vínculos humanos, el calor del afecto de su Madre.

Recordando que María, al pie de la cruz, se ha convertido en madre de cada uno de


nosotros, le pedimos que ponga en nuestro corazón los sentimientos que la unen a
Jesús. En efecto, para ser verdaderamente cristianos, para poder seguir de verdad

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 27


a Jesús, hay que estar unidos a él con todo lo que hay dentro de nosotros: la mente,
la voluntad, el corazón, nuestras pequeñas y grandes opciones cotidianas. Sólo así
Dios podrá ocupar el centro de nuestra vida, sin quedar reducido a una consolación
que, aunque esté siempre a mano, no interfiera con los intereses concretos que nos
impulsan a actuar.

Santa María, Madre de la inmensa piedad, contigo abrimos los brazos a la Vida
y suplicantes imploramos.
R/. Señor, ten piedad

Santa María, Madre del Redentor, en comunión contigo acogemos a Cristo


y llenos de esperanza invocamos.
R/. Señor, ten piedad

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

María de Nazaret
María me cautivo
hizo más fuerte mi fe
y por hijo me adopto.

A veces cuando me pongo a rezar


en mis pensamientos vuelvo a soñar
y con sentimiento empiezo a cantar
María de Nazaret.

La Virgen a quien Dios Padre eligió


por madre del Hijo santo de Dios
María que nos conduce al amor
María de mi Señor.

Ave María, Ave María, Ave María,


Madre de Dios.
Ave María, Ave María, Ave María,
Madre de Dios.

Mujer que trajiste al Dios de la paz


de todos los hombres madre serás
en nuestros caminos siempre estarás
llevándonos a Jesús.

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 28


Decimocuarta estación
Jesús es colocado en el sepulcro
V. Te adoramos ¡Oh Cristo! y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Mateo. 27, 57-60

Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también
discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó
que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana
limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una
piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.

Meditemos

Con la piedra que cierra la entrada del sepulcro, parece que todo haya acabado
realmente. ¿Pero podía quedar prisionero de la muerte el Autor de la vida? Por eso,
el sepulcro de Jesús, desde entonces hasta hoy, no sólo se ha convertido en el objeto
de la más conmovedora devoción, sino que también ha provocado la más profunda
división de las inteligencias y de los corazones: aquí se divide el camino que separa
a los que creen en Cristo de los que, por el contrario, no creen en él, aunque a
menudo lo consideren un hombre maravilloso. Efectivamente, aquel sepulcro

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 29


quedó vacío muy pronto y jamás se ha podido encontrar una explicación
convincente como la que dieron María Magdalena, Pedro y los otros Apóstoles, los
testigos de Jesús resucitado de entre los muertos. Ante el sepulcro de Jesús
detengámonos en oración, pidiendo a Dios esos ojos de la fe que nos permitan
unirnos a los testigos de la resurrección. Así, el camino de la cruz se convertirá
también para nosotros en fuente de vida.

Señor Jesús, resurrección nuestra,


en el sepulcro nuevo destruyes la muerte y das la vida.
R/. Señor, ten piedad

Jesús, Señor, esperanza nuestra, tu cuerpo crucificado y resucitado


es el nuevo árbol de la vida.
R/. Señor, ten piedad

V. Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.


R. Y los dolores de su Santísima Madre al pie de la Cruz.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Canto

Cristo rompe las cadenas


Cristo rompe las cadenas del pecado.
Cristo rompe las cadenas,
y nos da la libertad.

¿Cómo es posible yo Vivir sin mi Jesús?


Si el fundamento de mi vida eres Tú.
Tú me libraste del pecado y de la muerte.
¿Cómo es posible yo vivir sin mi Jesús?

Oración final

Señor mío Jesucristo, que con tu Pasión y


Muerte diste vida al mundo, líbranos de
todas nuestras culpas y de toda inclinación al mal, concédenos vivir apegados a tus
Mandamientos y jamás permitas que nos separemos de Ti. Te suplicamos, Señor,
que nos concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen, que cada vez que
meditemos tu Pasión, quede grabado en nosotros con marca de actualidad
constante, lo que Tú has hecho por la humanidad y tus constantes beneficios. Haz,
Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu
Bondad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén».

Iglesia que ora con María y la recibe como Madre 30

También podría gustarte