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La vida de todo hombre es una aventura.

La vida de san Luis María de Montfort en


concreto es una aventura singular.
Vivió sólo 43 años. Pero en tan corto tiempo realizó tantas y tantas cosas. A pie
recorrió cerca de 25.000 kilómetros; predicó sin descanso, escribió miles de páginas
y fue, sobre todo, un auténtico testigo del Evangelio.
Estoy seguro de que te interesarán y la historia de Montfort te apasionará. Es una
historia de fe, de acción, de valentía.
San Luis de Montfort no ha sido un hombre del montón. El mismo, hablando de su
carácter, afirma que, si no hubiera sabido dominarse, hubiera sido el hombre más
terrible de su tiempo. Lo ha sido ciertamente, pero en el buen sentido.
Alguien lo definió como «el más grande y santo misionero francés de su siglo».
En los 16 años de su actividad apostólica, transformó el occidente de Francia,
donde aún hoy se habla mucho de él.

LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT


1673 - 1716.

PRIMEROS AÑOS

San Luis nació en Montfort, Francia el 31 de enero de 1673 de una familia muy
numerosa, el siendo el mayor de 18 hermanos. Uno de ellos murió en su infancia, 3
fueron sacerdotes y 3 religiosas. San Luis sobresalía entre sus amigos por su
habilidad y su extraordinaria fortaleza física. De carácter era más bien tímido y
prefería la soledad.

Desde joven, San Luis tenía una gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen María.
Frecuentemente lo encontraban rezando por largo rato frente a una imagen de la
Virgen. Cuando tenía suficiente edad, pidió permiso para asistir en la misa de la
parroquia en las mañanas. Como la Iglesia le quedaba a dos millas de su casa, tenía
que levantarse muy temprano para llegar a tiempo. Mientras estudiaba con los
jesuitas en Rennes siempre visitaba la iglesia antes y después de las clases.
Participó en una sociedad de jóvenes que durante las vacaciones servían a los
pobres y los enfermos incurables. Les leían libros inspirados durante las comidas.

Pero no todo en su juventud era de color de rosas. Su padre, Jean Grignion, tenía
la fama de ser uno de los hombres más coléricos en toda la región de Rennes. Y
como Luis era el hijo mayor, era quien sentía mas el peso de la furia. Su papá
constantemente lo incitaba a la ira. Ya por si mismo Luis tenía un temperamento tan
fuerte como el de su papá, lo cual le hacía aún más difícil soportar aquellas pruebas..
Para evitar un enfrentamiento con su papá, y el mal que su ira podría traer, Luis
salía corriendo. Así evitaba la ocasión de pecado. Era todo lo que Luis podía hacer
para controlar su temperamento. En vez de empeorar, a través de estas
demostraciones de ira de su papá, Luis aprendió a morirse a si mismo y pudo
aprender a ser paciente, dulce y crecer en virtud. Su papá, sin quererlo le
proporcionó un medio para entrar en la lucha por la santidad a una temprana edad.
UN TOQUE DE GRACIA LO LLEVA AL SACERDOCIO

Entre los 16 y 18 años, San Luis tuvo una experiencia de Dios que marcó su vida
para siempre. Ante este encuentro personal e íntimo con Dios, la vida de Luis
cambió radicalmente. Se entregaba totalmente a la oración y a la penitencia,
encontrando su delicia tan solo en Dios. San Luis aprendió rápidamente que lo que
verdaderamente valía no eran los grandes acontecimientos en este mundo: el
dinero, la fama, etc. Sino que el verdadero valor ante Dios estaba en la
transformación interior.

Escribe San Luis: "Esta es la forma en que actúan las almas predilectas. Se
mantienen dentro de su casa .... o sea, mantienen sus mentes en las verdades
espirituales (y no en las de la tierra). Se aplican a la oración mental, siguiendo el
ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria durante su vida era su vida interior
y quien amaba tanto la oración mental. Estas almas observan como tantos trabajan
y gastan grandes energías e inteligencia para ganar éxitos y reconocimiento en la
tierra. Por la luz del Espíritu Santo, saben que hay mas gloria y mas gozo,
permaneciendo escondidos en Cristo y en perfecta sumisión a María, que en hacer
grandes cosas o grandes milagros."

En 1693, a los 20 años, siente el llamado de consagrar su vida a Dios a través del
Sacerdocio. La primera reacción de su padre no era favorable, pero cuando su papá
vio la determinación de su hijo, le dio su bendición. Y así, a finales de ese año, San
Luis sale de su casa hacia París.

EL SEMINARIO

Renunciando a la comodidad de su caballo, San Luis se decidió caminar los 300


kilómetros hacia el seminario en París. Durante su camino, se encuentra con dos
pobres en distintos momentos. Al primero le da todo el dinero que su padre le había
entregado, quedándose con nada. Al segundo, no teniendo ya más dinero que darle,
le entrega su único traje, regalo de su mama, cambiándolo por los trapos del pobre.
De esta manera, San Luis marca lo que ha de ser su vida desde ese momento en
adelante. Ya no se limitará a servir a los pobres, pues es ya uno de ellos. Hace
entonces un voto de vivir de limosnas.

En aquella época había seminarios separados para ricos y pobres. Cuando llega
San Luis al seminario, viéndolo en tan miserable condición, los superiores lo
mandan al seminario de los pobres. Así se privó de las ventajas ofrecida en el mejor
seminario. En el seminario, San Luis fue bibliotecario y velador de muertos, dos
oficios que eran poco queridos por los demás. Mas en el plan providente de Dios le
proporcionaron oportunidades de mucha gracia y crecimiento.
Por su oficio de bibliotecario, San Luis pudo leer muchos libros, sobre todo, libros
de la Virgen María. Todos los libros que encontraba de ella, los leía y estudiaba con
gran celo. Este período llegó a ser para él, la fundación de toda su espiritualidad
Mariana.

El oficio de velar a los muertos fue también de gran provecho. Era su


responsabilidad pasar toda la noche junto con algún muerto. Ante la realidad de la
muerte que estaba constantemente ante sus ojos, San Luis aprendió a despreciar
todo lo de este mundo como vano y temporal. Esto lo llevó a atesorar tesoros en el
cielo y no en la tierra. El llegó a reconocer que nada se debe esperar de los que es
de este mundo más todo de Dios.

Su tiempo en el seminario estuvo lleno de grandes pruebas. San Luis era poco
comprendido por los demás. No sabían cómo lidiar con él, si como un santo o un
fanático. Sus superiores, pensando que toda su vida estaba movida más bien por el
orgullo que por el celo de Dios, lo mortificaban día y noche. Lo humillaban y lo
insultaban en frente de todos. Sus compañeros en el seminario, viendo la actitud de
los superiores, también lo maltrataban mucho. Se reían de él, lo rechazaban muy a
menudo. Y todo esto San Luis lo recibió con gran paciencia y docilidad. Es más, lo
miraba todo como un gran regalo de Cristo quién le había dado a participar de Su
Cruz.

SACERDOTE

El 5 de junio de 1700, San Luis, de 27 años, fue ordenado sacerdote. Escogió como
lema de su vida sacerdotal: "ser esclavo de María". Enseguida empezaron a surgir
grandes cruces en su vida. Pero no se detenía a pensar en sí mismo, sino que su
gran sueño era llegar a ser misionero y llevar la Palabra de Cristo a lugares muy
distantes.

Después de su ordenación, sus superiores no sabían aun como tratar con él. San
Luis estaba ansioso de poder empezar sus obras apostólicas. Sin embargo, sus
superiores le negaron sus facultades de ejercer como sacerdote. No podía confesar
ni predicar.... y lo mantuvieron un largo rato en el seminario haciendo varios oficios
menores. Esto fue un gran dolor para San Luis, no por los trabajos humildes sino
por no poder ejercer su sacerdocio. Tenía como único deseo dar gloria a Dios en
su sacerdocio y en sus obras misioneras. Mas como siempre, San Luis obedeció
con amor.
Después de casi un año en el seminario, por fin San Luis se encontró con un
sacerdote organizador de una compañía de sacerdotes misioneros, que le invitó a
acompañarlo en otro pueblo. Sus superiores, aprovechando esta oportunidad para
salir de él, le dieron permiso. A San Luis le esperaba otra gran decepción pues
cuando llegó a la casa de los padres misioneros, vio tan grandes abusos y
mediocridad entre ellos que no le quedaba duda de que no podía quedarse. Escribió
inmediatamente a su superior del seminario pidiendo regresar a París pero este le
dijo que estaba siendo malagradecido y le hizo quedarse. San Luis, que obedecía
santamente a sus superiores, se quedó. Aun no le daban permiso para confesar y
pasaba los días enseñándole catecismo a los niños.

CAPELLÁN DE HOSPITAL

Después de varios meses en que se encuentra relegado, San Luis es asignado


capellán del hospital de Poitiers, un asilo para los pobres y marginados. No era el
apostolado que San Luis buscaba, pues su deseo era ser misionero, pero aceptó
con docilidad. Cuando ya percibía los frutos llegó la prueba otra vez. Los poderosos
del mundo no podían aceptar la simplicidad y naturalidad que tenía San Luis con los
pobres y empezaron los ataques y la persecución. Vive, como todos los santos, el
sufrimiento de Cristo.

De vuelta en París, el predilecto de la Virgen Santísima empieza a ver como las


puertas se le cerraban con rapidez. Muchos, no entendiéndolo, crean falsos
testimonios de él, desacreditándolo como sacerdote y como hombre. Es rechazado
hasta por sus amigos más íntimos. Fue tanto el rechazo contra él, que en uno de
los hospitales en que servía, su superior le puso una nota bajo su plato a la hora de
la cena informándole que ya no necesitaba de su ministerio. Hasta su propio obispo
empieza a dudar seriamente de él y dos veces lo manda a callar.

San Luis, aunque sufrió enormemente, se mantuvo firme en su fe actuando como


un santo sacerdote. Dios lo estaba purificando y fortaleciendo para que su vida sea
un amor puro a Dios y al prójimo. En su total humillación y abandono de todos se
abre cada vez más a la total conciencia de que Dios es su único apoyo, su única
defensa. El ve en esto, una nueva oportunidad de abrazar su determinación de vivir
en plena pobreza, tanto espiritual como física. También llega a entender que la
razón de los ataques es la doctrina Mariana que enseña. Primero porque Satanás
no la quiere y segundo porque la humanidad no está dispuesta a abrazar sus
enseñanzas.
RECURSO AL PAPA QUIEN LE HACE MISIONERO

San Luis decide, en el año 1706, recurrir al Santo Padre, el Papa Clemente XI.
Quería saber si en verdad estaba errado como todos decían o si cumplía la voluntad
de Dios, lo cual era su único deseo. Se logra el encuentro y San Luis recibe del papá
la bendición y el título de Misionero Apostólico.

Durante su vida apostólica como misionero, San Luis llegará a hacer 200 misiones
y retiros. Con gran celo predicaba de pueblo en pueblo el Evangelio. Su lenguaje
era sencillo pero lleno de fuego y amor a Dios. Sus misiones se caracterizaban por
la presencia de María, ya que siempre promovía el rezo del santo rosario, hacía
procesiones y cánticos a la Virgen. Sus exhortaciones movían a los pobres a
renovar sus corazones y, poco a poco, volver a Dios, a los sacramentos y al amor
a Cristo Crucificado. San Luis siempre decía que sus mejores amigos eran los
pobres, ante quienes abría de par en par su corazón.

FUNDADOR

Un año antes de su muerte, el Padre Montfort fundó dos congregaciones -- Las


hermanas de la Sabiduría, dedicadas al trabajo de hospital y la instrucción de niñas
pobres, y la Compañía de María, misioneros. Hacía años que soñaba con estas
fundaciones pero las circunstancias no le permitían. Humanamente hablando, en su
lecho de muerte la obra parecía haber fracasado. Solo habían cuatro hermanas y
dos sacerdotes con unos pocos hermanos. Pero el Padre Montfort, quien tenía el
don de profecía, sabía que el árbol crecería. Al comienzo del siglo XX las Hermanas
de la Sabiduría eran cinco mil con cuarenta y cuatro casas, dando instrucción a
60,000 niños.

Después de la muerte del fundador, la Compañía de María fue gobernada durante


39 años por el Padre Mulot. Al principio había rehusado unirse a Montfort en su
trabajo misionero. "No puedo ser misionero", decía, "porque tengo un lado
paralizado desde hace años; tengo infección de los pulmones que a penas me
permite respirar, y estoy tan enfermo que no descanso día y noche." Pero San Luis,
inspirado por Dios, le contestó, "En cuanto comiences a predicar serás
completamente sanado". Así ocurrió
SUS VIRTUDES

Los santos son hombres que aman con todo el corazón y el corazón da fruto en
virtud. Los frutos no se dan sin la entrega y el sacrificio perseverante. San Luis
Grignion de Montfort es un hombre de oración constante, ama a los pobres y vive la
pobreza con radicalidad, goza en las humillaciones por Cristo.

Algunas anécdotas:

En una misión para soldados en La Rochelle, estos, movidos por sus palabras,
lloraban y pedían perdón por sus pecados a gritos. En la procesión final un oficial
caminaba a la cabeza descalzo, llevando la bandera. Los soldados, también
descalzos, seguían llevando en una mano el crucifijo y en la otra el rosario mientras
cantaban himnos.

Cuando anunció su plan de construir un monumental Calvario en una colina cercana


a Pontchateau, muchos respondieron con entusiasmo. Por quince meses, entre
doscientos y cuatrocientos campesinos trabajaron diariamente sin recompensa.
Cuando la magna obra estaba recién terminada, el rey ordenó que todo fuese
destruido. Los Jansenistas habían convencido al gobernador de Bretaña que se
estaba construyendo una fortaleza capaz de ayudar a una revuelta. El padre
Montfort actuó con una gran paz ante la situación. Solo exclamó: "Bendito sea
Dios".

-En una ocasión, cuando el obispo lo había mandado a callar, San Luis
obedientemente se retiró en oración. Fue durante ese tiempo que escribió "A los
Amigos de la Cruz", un fabuloso tratado que enseña la necesidad y la práctica de
llevar la cruz.

-Los Jansenistas (seguidores de Jansenio que terminaron en herejía), irritados por


los éxitos del padre Montfort, logran por medio de intrigas que se le expulse del
distrito en que daba una misión.

-En La Rochelle trataron de envenenarlo con una taza de caldo y, a pesar del
antídoto que tomó, su salud fue dañada permanentemente.

-En otra ocasión trataron de asesinarlo cuando caminaba por una estrecha calle. El
tubo un presentimiento de peligro y escapó por otra calle.
¿Y CUÁL ES LA ESPIRITUALIDAD TAN ATACADA?

La espiritualidad de San Luis María sigue hoy día siendo amada por el Papa y
perseguida por muchos aun de la Iglesia. Es porque enseña un camino muy claro y
exigente que no permite ambigüedades ni medias tintas. El amor lo reclama todo.

La espiritualidad de San Luis María de Montfort se basa en dos fundamentos:

1-Reproducir la imagen de Cristo Crucificado en nosotros.


2-Hacerlo a través y por medio de nuestra consagración a María como esclavo de
amor.

En otras palabras: vivir la Cruz Redentora a través de María.

Toda la vida de S. Luis fue centrada sobre un deseo: La adquisición de la


Sabiduría Eterna que es Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María.

Optó por una condición radical de vida formulada como "La santa esclavitud" o la
esclavitud voluntaria de amor a la Virgen Santísima para llevarnos a la de Cristo. A
ella le entregamos cuerpo y alma para que haga con nosotros lo que quiera pues
todo lo que ella quiere es de Dios. La Virgen, Gestora de Cristo, pasa a ser la que
dispone de nosotros.

Es una vía de perfección y unión, de ascética radical y de misticismo dentro del


corazón de María Santísima. Enseña que el alma abandonada en las manos de la
Madre es unida a la obediencia del Hijo. Esta entrega es total cuando el alma se
separa de todo apego terrenal y así es reengendrada en el seno de María donde
se encarnó Jesús. Llega a ser así perfecta imagen de Dios quien escogió ser
obediente hasta la Cruz.

San Luis no ve en María una simple devoción piadosa y sentimental, sino una
devoción fundada en teología sólida, la cual proviene del misterio inefable de lo
que Dios ha optado realizar por su mediación y por su perfecta docilidad a esa
obra. Esto es muy importante, ya que es este desarrollo lo que ha hecho posible la
revolución teológica que causó S. Luis de Montfort.
Su Santidad Juan Pablo II es un gran devoto de Montfort. De el tomó su lema
"Totus Tuus" y se ha referido al santo en su encíclica Mariana Redemptoris Mater
y en muchas otras ocasiones. También visitó su tumba Saint Laurent sur Sevre,
añadiéndola al itinerario de su visita a Francia. Allí, junto a la tumba sufrió un
atentado, plantaron una bomba que fue descubierta por la seguridad.
Providencialmente, nada detuvo al Papá de honrar al santo que tanto ama.

ESCRITOS
San Luis dio a la Iglesia las obras mas grandes que se han escrito sobre la Virgen
Santísima: El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen , el
Secreto de la Virgen, y El Secreto del Rosario. A estos se añade "A los Amigos de
la Cruz". La Iglesia ha reconocido sus libros como expresión auténtica de la
doctrina eclesial. El Papa Pío XII, quién canonizó a San Luis dijo: "Son libros de
enseñanza ardiente, sólida y autentica."

MUERTE Y CANONIZACIÓN

-San Luis murió en Saint Laurent sur Sevre el 28 de Abril de 1716, a la edad de
43 años.
-Fue beatificado en 1888 y canonizado el 20 de Julio de 1947.
-Es venerado como sacerdote, misionero, fundador y sobre todo, como Esclavo de
la Virgen María.

Sobre la tumba de San Luis de Monfort dice:


¿Qué miras, caminante? Una antorcha apagada,
un hombre a quien el fuego del amor consumió,
y que se hizo todo para todos, Luis María Grignion Monfort.
-¿Preguntas por su vida? No hay ninguna más íntegra,
-¿Su penitencia indagas? Ninguna más austera.
-¿Investigas su celo? Ninguno más ardiente.
-¿Y su piedad Mariana? Ninguno a San Bernardo más cercano.
Sacerdote de Cristo, a Cristo reprodujo en su conducta, y enseñó en sus palabras.
Infatigable, tan sólo en el sepulcro descansó, fue padre de los pobres, defensor de
los huérfanos,
y reconciliador de los pecadores.
Su gloriosa muerte fue semejante a su vida. Como vivió, murió.
Maduro para Dios, voló al cielo a los 43 años de edad.

TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

En el pasado, el demonio intentó, sin éxito, evitar que se difundiera el “Tratado de


la verdadera devoción a la Santísima Virgen (VD)” de San Luis María Grignon de
Montfort, que propone un método de consagración a Jesús por medio de la Virgen
María, y que ha sido adoptado por grandes santos como los papas San Juan Pablo
II y San Pío X.

El Tratado estuvo extraviado 130 años. Al ser hallado fue reconocido por su
autenticidad y pureza doctrinal por el Papa Pío IX en un decreto del 12 de mayo de
1853, un año antes de la promulgación del dogma de la Inmaculada Concepción.

En el manuscrito, el santo vaticina la persecución de su obra, su casi desaparición


y los padecimientos que él mismo viviría por revelar la doctrina que explica la función
de la Santísima Virgen en el plan divino de la salvación y en la vida del cristiano.

“Preveo claramente que muchas bestias rugientes llegan furiosas a destrozar con
sus diabólicos dientes este humilde escrito y a aquel de quien el Espíritu Santo se
ha servido para redactarlo o sepultar, al menos, estas líneas en las tinieblas o en el
silencio de un cofre a fin de que no sea publicado” (VD 114).

San Luis María Grignon de Montfort sufrió un intento de asesinato y su


Congregación de los Misioneros de la Compañía de María recibió diversos ataques
en tiempos de herejías, como el jansenismo o el iluminismo.

“Atacarán, incluso, a quienes lo lean y pongan en práctica. Pero, ¡qué importa!


¡Tanto mejor! Esta perspectiva me anima y hace esperar un gran éxito, es decir, la
formación de un escuadrón de aguerridos y valientes soldados de Jesús y de María,
de uno y otro sexo, que combatirán al mundo, al demonio y a la naturaleza
corrompida, en los tiempos, como nunca peligrosos, que van a llegar” (VD 114).
Por su contenido, el manuscrito compuesto cerca del año 1712 siempre fue objeto
del odio del demonio, sin embargo no pudo desaparecerlo.

Fue sepultado “en las tinieblas y el silencio de un cofre” (VD 114) y ocultado en un
la capilla de un campo francés; tiempo después pasaría a la biblioteca de la
Compañía de María en la Casa Madre (Francia), donde sería descubierto por el P.
Pedro Rautureau el 29 de abril de 1842.

La primera publicación del Tratado se hizo en 1843. Desde entonces se ha


convertido en uno de los libros más apreciados del catolicismo contemporáneo y
uno de los que más han contribuido a fomentar la piedad cristiana en el mundo
entero.

El mismo santo explica en su obra que esta devoción es el camino más “fácil, corto,
perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios, en la cual consiste la perfección
cristiana” (VD 152).

“Por esta devoción entregas a Jesucristo, de la manera más perfecta –puesto que
lo entregas por manos de María–, todo cuanto le puedes dar y mucho más que por
las demás devociones, por las cuales le entregas solamente parte de tu tiempo, de
tus buenas obras, satisfacciones y mortificaciones. Por esta consagración le
entregas y consagras todo, hasta el derecho de disponer de tus bienes interiores y
satisfacciones que cada día puedes ganar por tus buenas obras, lo cual no se hace
ni siquiera en las órdenes o institutos religiosos”. (VD 123)

Para defender esta postura señala que “la Iglesia, con el Espíritu Santo, bendice
primero a la Santísima Virgen y después a Jesucristo: Bendita tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús (Lc. 1, 42). Y esto, no porque la Virgen María
sea mayor que Jesucristo o igual a Él, lo cual sería intolerable herejía, sino porque
para bendecir más perfectamente a Jesucristo hay que bendecir primero a María”.
(VD 95)

El Beato Papa Pío IX afirmó que la verdadera devoción propuesta por San Luis
María es la mejor y más aceptable, mientras que el Papa San Pío X aprobó la
fórmula de consagración del santo.
San Juan Pablo II se reconoció deudor de San Luis María Grignon de Montfort al
adoptar como lema episcopal "Totus tuus" (Todo tuyo), fórmula de consagración a
María del fundador francés y uno de sus lemas marianos.

Asimismo expresó en la encíclica Redemptoris Mater (La Madre del Redentor), que
le era grato recordar “la figura de San Luis María Grignion de Montfort, el cual
proponía a los cristianos la consagración a Cristo por manos de María, como medio
eficaz para vivir fielmente el compromiso del bautismo”.

Más adelante, al final de su vida, en una carta dirigida a la familia montfortiana en


el año 2003, el Papa Wojtyla contó que en su juventud la lectura del “Tratado de la
verdadera devoción a la Santísima Virgen” le ayudó mucho porque allí encontró la
respuesta a sus dudas sobre el temor del culto excesivo a María que podría dejar
de lado la supremacía del culto a Cristo.

“Bajo la guía sabia de San Luis María comprendí que, si se vive el misterio de María
en Cristo, ese peligro no existe. En efecto, el pensamiento mariológico de este santo
‘está basado en el misterio trinitario y en la verdad de la encarnación del Verbo de
Dios’", señaló el Pontífice polaco.

También señaló: “la doctrina de este santo ha ejercido una profunda influencia en la
devoción mariana de muchos fieles y también en mi vida. Se trata de una doctrina
vivida, de notable profundidad ascética y mística, expresada con un estilo vivo y
ardiente, que utiliza a menudo imágenes y símbolos”.

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