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Unidad3.Etica y Persona
Unidad3.Etica y Persona
ÉTICA
TABLA DE CONTENIDOS
Esquema ........................................................................................................................... 3
Breve Descripción del Capítulo ......................................................................................... 4
Objetivos ........................................................................................................................... 4
Ética y Persona .................................................................................................................. 5
1.1. La persona como valor absoluto ........................................................................ 5
1.2. Amor y Sexualidad .............................................................................................. 7
1.3. El Matrimonio como una opción de vida ......................................................... 16
1.3.1. Valoración técnica y ética de los métodos de control de la natalidad ...... 17
1.3.2. Efectos secundarios. ................................................................................. 20
Bibliografía ...................................................................................................................... 25
Esquema
Efectos secundarios
Esta unidad aborda el tema de la persona como valor absoluto, inalienable; para que a
importante campo de la vida humana, debe estar iluminada por los valores éticos que
garantizan una vida afectiva, sexual, de pareja, de una familia feliz; una vida libre de
de los seres humanos, de la pareja, la procreación y el cuidado de los hijos; para ello exige
personas maduras, responsables, libres con capacidad de donarse a sí mismos para forjar
vidas auténticas.
Objetivos
Ética y Persona
Aunque hemos sostenido que <<la posibilidad de decir yo soy, nace de mi ser, se refiere
a mi ser>>, tenemos que decir también que dicha posibilidad en ultimidad <<no se
sustenta en mi ser>>, porque, ¿qué sería de los hombres y mujeres si cada quien se cree
amo y señor absoluto de sí mismo, de los demás y de todo, pretexto de que su yoidad y
con ello su dignidad se sustentan y radican en su persona misma? Cada quien y entre
ellos se darían la razón de sus propios actos y la anarquía devendría en la norma para
vivir a costa de la vida del otro, sin tener que sentir-se culpable de la muerte del
hermano, y eso no puede ser sino deshumanizante y la negación del hombre mismo.
Entonces, ¿dónde se fundamenta la persona y su dignidad? La respuesta es, <<en
Dios>>, porque el hombre es el tú de Dios. Dios crea a los hombres y a las mujeres <<a
imagen y semejanza>> suya, esto es, los crea seres libres, co-creadores, capaces de
diálogo y de encuentro, capaces de interioridad y de alteridad, capaces de acción
inteligente, éticamente y políticamente co-responsables.
Así, si el hombre es lo que es, persona de valía absoluta-relativa, es porque el Absoluto-
Absoluto, Dios, es quien le ha dignificado creándole como es, y le ha creado no por
necesidad ni por que lo merezca sino por un absoluto amor desinteresado. Cuando Dios
mira a esa criatura suya, se encuentra reflejado en ella. Cuando crea a Adán, no crea una
naturaleza entre otras, ni una cosa entre otras, sino a un <<tú>>. Y lo crea llamándole
por su nombre, poniéndolo ante sí como ser responsable (= dador de respuesta), sujeto
e interlocutor de un diálogo interpersonal. Crea, en suma, no un mero objeto de su
voluntad, sino un ser co-respondiente, capaz de responder al <<tú>> divino, porque es
capaz de responder del propio yo; crea una persona.
Sólo el Absoluto absoluto de Dios puede hacer de la criatura contingente que el hombre
es un absoluto relativo. El hombre es valor absoluto, porque Dios se toma al hombre
absolutamente en serio. En su ser-para-Dios, se ubica la raíz de la personalidad del
hombre y, consiguientemente, el secreto de su inviolable dignidad y valor.
En síntesis afirmamos que, el ser humano es extraordinariamente digno, con una
dignidad que apunta hacia la libertad y responsabilidad. El ser humano tiene la gran
responsabilidad de mantener, cultivar y hacer florecer su dignidad. La dignidad nos viene
dada de nuestra condición de ser humano, por el simple hecho de existir que no necesita
de nada ni nadie para ser lo que es. El respeto a la dignidad de la persona está
consagrada en la mayoría de constituciones de los países del mundo y es ley respetarla.
En términos cristianos, la dignidad nos viene otorgada por Dios, no es una construcción
biológica ni simplemente humana o legal, hemos sido amasados con divinidad. En
palabras del gran teólogo de todos los tiempos, Leonardo Boff (1979) podemos afirmar
que: “Si el cristianismo es una religión del amor, es también una religión de la libertad.
ΕΙ amor sin libertad no existe. ΕΙ amor no se ordena ni se compra; es una donación libre.
ΕΙ amor es decir sí y amén a otro tú; es dar con responsabilidad una respuesta a una
propuesta. Dios nos hace una propuesta de amor, de que seamos hombres nuevos. de
que vivamos con ΕΙ, de que podamos participar en un proyecto de eternidad con ΕΙ. No
nos obliga; nos invita γ a su propuesta espera una respuesta. Nuestra respuesta puede
ser positiva ο negativa. ΑΙ amor se le puede pagar con amor, pero también se le puede
pagar con indiferencia. Yo puedo decir: voy a hacer mi proyecto existencial totalmente
solo. Me realizo con el otro y no necesito del Gran Otro (Dios)… ΕΙ hombre posee una
dignidad absoluta: la de poder decirle no a Dios. Puede hacer una historia para sí,
centrada en su yo y en su ombligo. Dios lo respeta, aunque sabe que cuando el hombre
es dejado y entregado a sí mismo es, con el lenguaje de Nietzsche,
«el más inhumano de todos los animales». No es un animal, pero puede convertirse en
uno de ellos” (P.94).
Es precisamente en esta libertad de respeto a la dignidad del otro, se los demás como
seres valiosos y sagrados en el que se fundamentará la temática de la afectividad, la
sexualidad y la paternidad responsable a desarrollarse a continuación.
1
Una buena parte del material presentado en esta unidad ha sido tomada de las notas de clases del P.
Ernesto Proaño (+) a quien debo gran parte de mi formación ética.
divorcios se incrementó al 15,53%. Para evitar estos problemas que golpean a una gran
cantidad de personas con dramas humanos muy duros de sobrellevar, se debe dar el
paso del enamoramiento al amor. Aunque parezca contradictorio es importante afirmar
que ninguna persona debería casarse enamorada, porque asegura un final difícil,
complicado. Las parejas deberían casarse amando.
El enamoramiento es una fase fundamental para el conocimiento profundo de la pareja,
para tomar decisiones entre los dos en base únicamente al amor. Es la etapa para decidir
continuar juntos a continuar cada uno su camino. En ningún momento se debería
aceptar a una persona que destruye la vida, manipula o hace sufrir a la otra, cuando no
existe en entendimiento, la madurez, la aceptación incondicional de la persona amada,
lo más sano posible es terminar la relación, aunque duela, aunque se sienta que la vida
se detiene y que podría no tener sentido con la persona que decimos amar. Si la relación
no fluye y no se puede dar el paso hacia el amor, es tiempo de evaluar el proceso,
aprender de los aciertos y errores, dejar que el tiempo fluya para serenar la mente,
clarificar los sentimientos, asumir la pérdida o el cambio de realidad. Sólo cuando ha
pasado el tiempo prudencial podemos iniciar una nueva relación con mayor experiencia
y certeza de construir juntos una nueva relación de respeto hasta llegar al amor
verdadero que tanto se busca.
Es totalmente erróneo pensar que el enamoramiento va a terminar en el matrimonio.
No es obligatorio casarse luego de un tiempo de enamorados únicamente para
complacer o corresponder a una persona, aunque sienta que no la amo, el matrimonio
por compromiso es el error más grande que puede existir. Para la iglesia católica la única
condición para el matrimonio es el amor, sin el amor no existe sacramento, sin amor el
sacramento carece de fundamento, no existe, es nulo, aunque sea bendecido por un
sacerdote, el sacerdote puede bendecir el amor que ya existe, si no existe amor no
funciona la bendición porque no se puede bendecir una realidad que no existe. Walter
Riso (2025), explica con claridad que:
Cuando establecemos las condiciones de un amor de pareja saludable, definimos una
zona, una demarcación realista más que romántica, a partir de la cual una relación debe
terminarse o transformarse, aunque el sentimiento amoroso exista. Traspasar los límites
de lo razonable (por ejemplo: pérdida de respeto, maltrato, infidelidad, desamor) no
implica que el afecto tenga que disminuir necesariamente, sino que, a partir de ese
punto, el amor por sí solo no justifica ni valida el vínculo afectivo debido a los costes
La paternidad responsable debe contener estos elementos, ya que los hijos no deben
venir al mundo por impulsos incontrolados, imprevistos, aventurados, tienen que ser
queridos admitidos y por ello concebidos. En este sentido el Concilio Vaticano II, en su
Constitución Pastoral Gaudium et spes (50) expresa que “En el deber de transmitir la
vida humana y de educarla, lo cual hay que considerar como su propia misión, los
cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus intérpretes.
Por eso, con responsabilidad humana y cristiana cumplirán su misión y con dócil
reverencia hacia Dios se esforzarán ambos, de común acuerdo y común esfuerzo, por
formarse un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los
hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del
estado de vida tanto materiales como espirituales”. Queda claro que los responsables
son los padres, con un criterio certero, con su propia conciencia decisoria, frente a las
diversas situaciones y perspectivas, orientados por los valores del Evangelio.
El deseo de maternidad / paternidad, tienen coherencia y sentido pleno si se realiza y
se vive dentro del horizonte humanizador de la pareja humana. Además, recordemos,
el hijo, no es un bien útil, que está para cumplir los deseos e intereses del progenitor;
por el contrario, es un valor por el mismo, y la paternidad y maternidad está en función
del hijo, fruto del amor y de gran responsabilidad. Juan Pablo II (Familiaris Consortio 14)
recalca que “Al hacerse padres, los esposos reciben de Dios el don de una nueva
responsabilidad. Su amor paterno está llamado a ser para los hijos el signo visible del
mismo amor de Dios, «del que proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra»”. Para
que la paternidad sea una vivencia de humanidad y humanización, se necesitan ciertas
orientaciones éticas, que corrijan las comprensiones inexactas de la cultura occidental,
asumida en parte por el cristianismo sobre el significado de la fecundidad humana. ES
incorrecto:
• Entender la fecundidad como justificación del matrimonio: pensamiento estoico
que veía en la procreación la única finalidad de la institución matrimonial.
• Entender la fecundidad como justificación o excusa de la intimidad conyugal:
criterio no bíblico, de origen pagano, entender la fecundidad como la
justificación de los actos de intimidad de la pareja.
• Entender la fecundidad como el fin primario del matrimonio; visión reduccionista
de “naturaleza humana”, que primó por mucho tiempo.
Estas tres visiones del matrimonio y de la sexualidad son inexactas, pobres, cortas,
miopes; ventajosamente el Concilio Vaticano II, en su Constitución Pastoral Gaudium et
spes (50) marcó una variación decisiva en la comprensión del significado de la
fecundidad humana dentro del matrimonio, pensamiento reforzado por Juan Paulo II en
Familiaris Consortio (28);
“La fecundidad del amor conyugal no se reduce sin embargo a la sola procreación de los
hijos,
aunque sea entendida en su dimensión específicamente humana: se amplía y se
enriquece con todos los frutos de vida moral, espiritual y sobrenatural que el padre y la
madre están llamados a dar a los hijos y, por medio de ellos, a la Iglesia y al mundo. La
fecundidad está abierta al amor a los más necesitados, con ello, la fecundidad humana,
no sólo tiene un significado a nivel de pareja, sino también a nivel de la sociedad. La
fecundidad como bien social, o sea gran bien a la comunidad humana, que es la
población. El mayor bien de una comunidad sociopolítica, no son ni las estructuras
económicas, ni las instituciones culturales, sino la fecundidad”.
Todos los métodos anticonceptivos, con excepción de los naturales, tienen efectos
secundarios que depende mucho del organismo de cada mujer, los más comunes suelen
ser: dolores de cabeza, disminución del apetito sexual, náusea, vómito, mareo, dolor de
los senos, manchas en el rostro, irregularidades menstruales como hemorragia o falta
de menstruación, incremento del peso, dolor abdominal, acné, cambios de humor,
depresión, manchas en la piel, calambres, pérdida de densidad ósea, secreción vaginal,
irritación, reacción alérgica. En este sentido la FDA de estados unidos presenta una tabla
con la eficacia de los métodos y sus efectos.
FIGURA 1: CARACTERÍSTICA DE LOS MÉTODOS APROBADOS FUENTE: FDA U.S FOOD & DRUG
HTTPS://WWW.FDA.GOV/CONSUMERS/FREE -PUBLICATIONS-WOMEN/GUIA-DE-METODOS-
ANTICONCEPTIVOS-GUIDE-CONTRACEPTIVE-METHODS.
Hay que excluir igualmente, la esterilización directa perpetua o temporal, tanto del
hombre como de la mujer; queda además excluida toda acción que, en previsión del
acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se
proponga como fin o como medio de hacer imposible la procreación. Tampoco se
pueden invocar como razones válidas, para justificar los actos conyugales
intencionalmente infecundos: a) el principio del mal menor; b) el principio de totalidad
o el hecho de que tales actos constituirán un todo con los actos fecundos anteriores o
que seguirán después, y que por tanto compartirán la única e idéntica bondad moral. En
verdad si es lícito alguna vez TOLERAR un mal menor a fin de evitar un mal mayor o de
promover un bien más grande (la legítima defensa, una guerra justa), no es licito, ni aún
por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir hacer objeto un
acto positivo de la voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo
indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiera salvaguardar o promover el
bien individual, familiar o social.
Graves consecuencias que trae la regulación artificial, puesto que se abriría “un campo
amplio y fácil a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la persona,
especialmente para los jóvenes;”. Las personas, por el abuso de los anticonceptivos
acabarían por perder respeto a al otro, y sin preocuparse más de su equilibrio físico y
psicológico llegando a considerarla como simple instrumento de goce egoistico y no
como un ser con dignidad que merece respeto.
Contra una mentalidad-anti-vida. Los métodos de control de la natalidad, pueden
deshumanizar la sexualidad conyugal, la sexualidad humana es mutilada, cuando el
método elegido es abortivo. Viola algún valor humano fundamental: como es la salud,
el respeto, el amor, la libertad, lo mismo puede pasar con los métodos de los ritmos
naturales, si oprime, cosifica a la mujer, facilita el hedonismo o la infidelidad. Se
manipula a la pareja: cuando los gobiernos y las autoridades públicas obligan el uso de
tales métodos, coartando la libertad de las parejas y van contra la justicia y la dignidad
humana. Por ello es fundamental ejercer una sexualidad sana, basada en el respeto a la
dignidad de la persona, como un ser integral, no únicamente como un objeto de disfrute
sexual.
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