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Neruda, ¿ Porqué ?
1
Algunos problemas informáticos impidieron que aparecieran varias correccciones en el precedente envío.
Volvemos a incluirlas aquí este trabajo.
2
Los comentarios propuestos aquí no tratan de disimular las dificultades
que acaban de mencionarse. Ni que decir tiene que tampoco aspiran al rango
desaforado de investigación exhaustiva del libro, cosa del todo imposible, dada su
amplitud. El propósito será, ante todo, abrir algunas vías de reflexión insistiendo en
varios momentos significativos, cuidando, sin embargo, que la elección por sí misma
no introduzca “de extranjis” los “a priori” de una poética de la selección y la
discriminación.
2
Título del primer tomo del Memorial de la Isla negra, libro de la memoria retrospectiva que Neruda publicó en
1964.
3
«Viaje por las costas del mundo», Viajes. Santiago de Chile: ed. Nascimento, 1955, p. 56.
El Canto general: lecturas y reflexiones
3
literario y ejerce las funciones de presidente del Ateneo del liceo de Temuco.
4
«Maestranzas de noche», Farewell y los sollozos, P. Neruda: Obras completas I. De “Crepusculario” a “Las
uvas y el viento”, 1923-1954. Edición de Hernán Loyola con el asesoramiento de Saúl Yurkievich. Barcelona:
Galaxia Gutemberg/ Círculo de Lectores, 1999, p. 127.
5
Dixit Neruda
4
con la tierra. Otro tanto ocurre con la reformulaci del tico cl 疽 ico 鄭 labanza de
aldea y menosprecio de corte�6 que es una antesala lejana del futuro balanceo dial 馗
tico entre naturaleza y cultura. Se destaca tambi 駭 un realismo cercano a las 電
oloras�de un Campoamor y a la l 叝 ica de arrabales a lo Pezoa Veliz7 que constituye
uno de los primeros indicios de la futura 菟 oes 僘 sin pureza� . En ォ Barrio sin luz サ,
el ambiente urbano sufre un fe 﨎 mo despoetizador que contrasta con el elogio del
campo8.
6
Antonio de Guevara, 1589.
7
Con sus “doloras”, Campoamor fue el iniciador de una corriente de poesía prosaica en la España finisecular
que se difunde también por América (cf. Rubén Darío: «Ecce homo», 1885, Abrojos, 1887). A comienzos del
siglo veinte, el poeta modernista chileno Carlos Pezoa Veliz, inaugura en su país una línea de realismo urbano,
también con elementos prosaicos.
8
«Carne doliente y machacada,/ raudal de llanto sobre cada / noche de jergón malsano: / en esta hora yo quisiera
/ ver encantarse mis quimeras / […]», «Oración», Obras completas, I, op. cit., p. 116. «Las ciudades ― hollines
y venganzas ―, / la cochinada gris de los suburbios,/ la oficina que encorva las espaldas, / el jefe de ojos turbios/
[…]/ Un río abraza el arrabal como una/ mano helada que tienta en las tinieblas / […]/ Lejos ... la bruma de las
olvidanzas/ ― humos espesos, tajamares rotos ―,/ y el campo, ¡ el campo verde ! en que jadean/ los bueyes y
los hombres sudorosos. // Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas/ […]», «Barrio sin luz», Ibid., p. 125.
9
P. Neruda: «Algunas observaciones improvisadas sobre mi poesía», Mapocho (Santiago de Chile), (3), 1964.
Obras completas. Buenos Aires: ed. Losada, 1968, p. 1116.
El Canto general: lecturas y reflexiones
5
Al año siguiente, los Veinte Poemas de amor y una canción desesperada
es un éxito literario. La buena acogida sobrepasa la estima local que había merecido
Crepusculario («Farewell y los sollozos»). El nuevo libro va a consagrar a Neruda
como nombre destacado de la nueva generación poética. A pesar de un oficialismo
crítico escandalizado por el “irracionalismo” lingüístico del joven poeta y sobre todo
por su erotismo, llamó la atención de los primeros lectores una pasión adolescente a la
vez depurada y corpórea, expresada en el ritmo monótono del alejandrino. Una
sencillez apasionada, el abandono de la altivez estilística, tan aparente en los versos del
Crepusculario y, más aún, en los del hiperbólico Hondero entusiasta, relaciona este
libro de placer y dolor ― sin menoscabo de una autenticidad incuestionable ― con lo
mejor del romanticismo y del modernismo hispánicos (Bécquer, Darío). Testimonio
subjetivo, hasta narcisista, del exilio santiaguino, «Eros de la pobreza […] a la medida
de la clase media»10, poes 僘 菟 astoril ... de aguda melancol 僘 � como
record�Neruda, los Veinte poemas... retoman, afin 疣 dola, la visi tr 疊 ica del amor
de Crepusculario. En la actualidad, el libro sigue contando con una aceptaci al
parecer inalterable. Todos los cr 咜 icos coinciden en selar su madurez po 騁 ica.
Sucesivas generaciones rindieron un aut 駭 tico culto a textos antolicos como el
poema XV � ォ Me gustas cuando callas porque est 疽 como ausente サ , o el XX: ォ
Puedo escribir los versos m 疽 tristes esta noche サ . A finales de los as 70, se
registraban unas treinta ediciones del libro con una tirada de m 疽 de dos millones de
ejemplares.
11
P. Neruda: Obras completas, 1999, t. I, op. cit., p. 208.
12
Ibid., p. 209.
13
Obras completas, 1968, t. II, p. 1119.
El Canto general: lecturas y reflexiones
7
medios literarios en aquella época, Neruda es nombrado a petición suya para fungir
como agente diplomático. Se lo nombra cónsul ad honorem en Rangoon, en
Birmania. Sale de Santiago en junio y después de un periplo zigzagueante que le
conduce a Buenos Aires, Lisboa, Madrid, y París, embarca en Marsella para Rangoon.
Desengañado por la mísera condición en la que tiene que cumplir su oficio
diplomático, abrumado por un malestar corrosivo debido a la desorientación cultural,
presa de un sentimiento de abandono y de soledad, Neruda consigue al año siguiente
que se le dé la carga de cónsul de Chile en Colombo, Ceilán. Después de ocupar
puestos similares en Java y en Singapur, regresa en 1932 a Chile. Poco después,
obtiene el consulado en Buenos Aires, ciudad en la que se encuentra con Federico
García Lorca. Por fin, en 1934, puede trasladarse a Madrid para asumir un nuevo cargo
consular, acorde con sus deseos de luz, amistad y reconocimiento. Aunque Neruda
comenzó a escribir sus piezas residenciarias en Chile, antes de salir rumbo al Oriente
― el poema que encabeza Residencia en la tierra, «Galope muerto» fue compuesto
en 1926 ―, la mayoría de los textos corresponden a las sucesivas estancias del poeta
en Asia, Chile, Argentina y España.
14
Jaime Concha: Neruda (1904-1936). Santiago de Chile: Ed. Universitaria, 1972. Ver también Eduardo
Camacho Guizado: Pablo Neruda: naturaleza, historia y poética. Madrid: Sociedad General Española de
Librería (“Clásicos y Modernos”, 4), 1978, p. 66-67.
8
En estos poemas, el lector contempla una visi grandiosa y dial 馗 tica de la naturaleza
ォ en que la sociedad, la historia y las experiencias subjetivas se funden con los ciclos
solares y anuales de la tierra サ 15. M 疽 disficas se presentan las piezas del segundo
grupo que se caracterizan por la experiencia de la miseria oriental, en un clima de
promiscuidad y de anonadamiento existencial. El poeta, lejos de Chile, a ra
dolorosamente la tierra araucana. Es de notar que los poemas 登 rientales�coinciden
con un per 卲 do de crisis internacional (el 田 rac�de la bolsa norteamericana de
1929). Los poemas del regreso a la patria, coinciden con la necesidad econ ica de
dedicarse a diversas actividades burocr 疸 icas, necesidad que se traduce po 騁
icamente por la irrupci masiva de una cotidianeidad que, seg 佖 Jaime Concha, acent
俉 ォ los aspectos de extinci, de corrosi, de desgaste, pero [que] al mismo tiempo
estimula la idealizaci salvadora del trabajo y del medio forestal del sur サ 16. Por fin,
las piezas escritas en Espa mezclan felicidad y desgracia. El di 疝 ogo inter-po 騁
ico (las conversaciones po 騁 icas con Garc 僘 Lorca, Villamediana o Alberto Rojas
Jim 駭 ez) suprime las distancias geogr 畴 icas y epocales para celebrar el ォ ciclo de la
vida humana, la sucesi de plenitud, muerte y nacimiento サ17
15
Ibid.
16
Ibid.
17
Ibid.
18
Amado Alonso: Poesía y estilo de Pablo Neruda. Interpretación de una poesía hermética. [1a ed. Losada,
1940]. 6a. ed. Buenos Aires: Sudamericana (“Piragua, ensayos” ), 1975, 367 p.
El Canto general: lecturas y reflexiones
9
サ ). En Neruda, lo desengado del asociacionismo imagin 﨎 tico surge de la
percepci de una muerte presente en la totalidad material del entorno espacio-
temporal. Anti-intelectualista, dominada afectivamente por la angustia, el verso
nerudiano se vale de im 疊 enes-s 匇 bolos que necesitan, por parte del lector, una
identificaci emp 疸 ica previa con su temperatura peculiar. Alonso subraya tambi 駭
el valor significativo de la versificaci en las Residencias (ォ Alberto Rojas Jim 駭 ez
viene volando サ, ォ Barcarola サ), la preferencia de Neruda por los ritmos amplios (en la
forma del verso libre, del vers 兤 ulo o de la m 騁 rica alejandrina ), la relevancia del
sistema voc 疝 ico, la arquitectura de los diversos paralelismos. El cr 咜 ico dedica una
atenci especial al ritmo sint 痊 ico. Alonso adopta la teor 僘 del estilo como infracci
a las leyes del lenguaje ordinario y hace un recuento minucioso de las 殿 nomal 僘
s�e irregularidades gramaticales. Comenta la extraza creada por varias
agramaticalidades, la frecuencia de las acumulaciones caicas, teorizadas por Spitzer,
la abundancia notable del gerundio.
19
Hernán Loyola: Ser y morir en Pablo Neruda: 1919-1945. Santiago de Chile: ed. Santiago, 1967.
10
explicar “in toto” una poesía que reposa en sutiles andamiajes subjetivos – hasta
proponer una traducción en prosa de la misma. La racionalidad barroca de un Góngora
no puede compararse con el régimen de la imagen nerudiana con su inclinación a la
asociación analógica, su propensión a la literalidad material. La observación vale
también para los momentos más polisémicos del Canto general, sin univocación
posible.
11
, Neruda predica con el ejemplo para recordar el primer clima residenciario de
desamparo y de hermetismo:
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
(........................................................)
Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
(........................................................)
Y una mañana todo estaba ardiendo,
20
Obras completas, 1999, t. I, op. cit., p. 364.
12
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
(........................................................)»
(«Explico alguna cosas», España en el corazón)21
13
Neruda había sostenido en su revista Caballo verde para la poesía, una publicación
que el poeta chileno dirigió desde Madrid de octubre de 1935 a enero de 1936, con la
colaboración de muchos integrantes de la generación poética del 27. En prólogo del n°
1, de 1935, titulado «Sobre una poesía sin pureza», se recetaba al «torturado poeta
lírico» el remedio objetivista de los «objetos en descanso». A modo de manifiesto, se
subrayaba la conveniencia poética / antipoética de una “nueva alianza” entre el hombre
y la tierra (anticipando el futuro “parti pris des choses ” de Francis Ponge).
«Así sea la poesía que buscamos […]: una poesía impura como un traje, como
un cuerpo, con manchas de nutrición, y actitudes vergonzosas, con arrugas,
observaciones, sueños, vigilias, profecías, declaraciones de amor y de odio,
bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones, dudas, afirmaciones,
impuestos. La sagrada ley del madrigal y los decretos del tacto, olfato, gusto,
vista, oído, el deseo de justicia, el deseo sexual, el ruido del océano, sin excluir
deliberadamente nada, sin aceptar deliberadamente nada, la entrada en la
profundidad de las cosas en un acto de arrebatado amor, y el producto poesía
manchado de palomas digitales, con huellas de dientes y de hielo, roído tal vez
levemente por el sudor y el uso. Hasta alcanzar esa dulce superficie del
instrumento tocado sin descanso, esa suavidad durísima de la madera
manejada, del orgulloso hierro. La flor, el trigo, el agua, tienen también esa
consistencia especial, ese recurso de un magnífico tacto. Y no olvidemos
nunca la melancolía, el gastado sentimentalismo, perfectos frutos impuros de
maravillosa calidad olvidada, dejados atrás por el frenético libresco: la luz de la
luna, el cisne en el anochecer, "corazón mío" son sin duda lo poético elemental
e imprescindible. Quien huye del mal gusto cae en el hielo23.
23
«Sobre una poesía sin pureza», El Caballo Verde para la Poesía (Madrid), oct. 1935, p. 5. Repris in: J.
Schwartz: Las vanguardias latinoamericanas. Textos programáticos y críticos. Madrid: Cátedra, 1991, p. 485-
486.
14
la identificación entre poema y belleza de lo sublime, Neruda se aproximaba, en el
fondo por lo menos, a lo que será la antipoesía del Nicanor Parra, otra referencia
insoslayable de la poesía chilena (Poemas y antipoemas, 1954). Pero sobre todo,
posibilitaba aquella impureza mayor que representará la alianza genérica en el Canto
general, libro-puente entre epopeya y lirismo, historia y mito.
«De même qu'il n'existe guère quelque chose de simplement laid, de même que
le laid par sa fonction peut devenir beau, de même il n'existe guère quelque
chose de simplement beau […] Et pourtant il ne faudrait pas escamoter le
moment d’immédiateté contenu dans le beau comme dans le laid […] Le beau
comme le laid ne doivent être ni hypostasiés ni relativisés: leurs rapports se
dévoilent progressivement et ce faisant il arrive souvent que l’un devienne la
négation de l’Autre. […]. Dans ce que l’art est devenu, la catégorie du beau ne
représente qu'un moment qui, de plus, s'est profondément modifié: en
absorbant le laid le concept de beau en soi s'est modifié sans que pourtant
l’esthétique puisse se passer de lui.»26
15
Canto general con algunos rápidos datos biográficos complementarios que no
prolongaremos más allá de 195027.
27
La obra posterior al Canto general se evocará brevemente en capítulos futuros.
16
de la guerra fría a escala internacional. La nueva situación se traduce en Chile por el
voto de la “ley maldita”, o “ley del embudo”, que pone fuera de la ley las actividades
comunistas o sindicalistas. Se abren campos de concentración en el norte del país.
Neruda contesta con un violento discurso en el senado y hace publicar en Venezuela un
documento acusador titulado «Carta íntima para millones de hombres», lo que da pie
para su destitución y para una orden de detención. A comienzos de 1949, después de
vivir varios meses en la clandestinidad, decide cruzar la frontera por los Andes, rumbo
a Argentina. El exilio le lleva a visitar diferentes países (hasta la Unión Soviética y
otros países comunistas). Finalmente se publica en México el Canto general en 1950.
Poco después el partido comunista hace circular una edición clandestina en Chile.
17
interpretaciones del libro ostentan tanta heterogeneidad como las que se ciñen a las dos
primeras Residencias. Todo comienza con la índole compleja del poemario. Éste puede
considerarse como una empresa epopéyica de poetización de la historia o como una
indagación en los orígenes materiales del cosmos y de los hombre. A lo cual habría que
añadir una vertiente biográfica que cumple una función mediadora al pertenecer tanto
a la esfera épica («El fugitivo», canto X) como a una conciencia que se lanza a la
búsqueda de lo primigenio («Alturas de Macchu Picchu», canto II).
Está claro que una primera lectura de la obra podría hacer pensar lo
mismo en una miscelánea dispersa, por el gran número de poemas reunidos, que en
una disposición sistemáticamente organizada en base a una dicotomía binaria entre los
cantos de contenido testimonial o histórico-social («la arena traicionada»...) y los de
alcance cosmogónico o metafísico («La lámpara en la tierra», «Alturas de Macchu
Picchu», «El gran océano»).
29
«Algunas observaciones improvisadas sobre mi poesía», op. cit., p. 1120.
30
Ibid.
31
Ibid.
32
Alfredo Cardona Peña: Pablo Neruda y otros ensayos. México: De Andrea, 1955, p. 40.
18
entre materialismo histórico y materialismo dialéctico . En un estudio atento a las
33
En todo caso hay que evitar que las oposiciones incidan implícitamente
en poéticas excesivamente selectivas y normativas. Son bien conocidas ciertas lecturas
33
El materialismo histórico designa la doctrina de Marx según la cual la economía ― la infraestructura ―
determina los fenómenos históricos y sociales ― la superestructura. El materialismo dialéctico considera que el
universo es una totalidad, formada de una materia en movimiento y que se desarrolla de una manera ascendente,
originando formas complejas en las que transformaciones cuantitativas se convierten en cambios cualitativos. El
materialismo dialéctico describe el desarrollo de una materia objetiva e independiente del hombre.
34
Saúl Yurkievich: Fundadores de la poesía hispanoamericana. Barcelona: eds. Barral, 1973, p. 198-199, cité
in: J. C. Rovira Soler, op. cit. , p. 89-90.
El Canto general: lecturas y reflexiones
19
ideológicamente polarizadas del Canto general que otorgan una literariedad mayor a
los cantos “cosmogónicos” y que llegan a criticar, como una intromisión parasitaria, la
“crónica roja” de la lucha contra las satrapías 35. Seg 佖 tales aproximaciones a la obra,
habr 僘 sido preferible suprimir el recuento de esos sucesos min 俍 culos que huelgan
en un elogio de la naturaleza del nuevo mundo (ejemplo: el poema sobre Gonz 疝 ez
Videla, al final del canto V)36.
35
Para Raúl Silva Castro, si el intento del autor «hubiera sido elogiar la naturaleza del Nuevo Mundo y en
seguida, a los hombres que lo han poblado, holgarían las partes destinadas a denostar a los conquistadores sin
cuya acción el Nuevo Mundo no sería conocido […]. Si el intento secundario hubiese sido una especie de
síntesis histórica de la existencia del Nuevo Mundo, para elogiar a los individuos que en ella han introducido y
aclimatado la libertad , entonces huelgan los versos destinados a los funcionarios , dignatarios y jefes políticos
que no son de la simpatía del poeta, principalmente por haber combatido o perseguido a los comunistas (Vargas
en Brasil, Videla en Chile)». Añade que la «estatura espiritual» del poeta se pierde en los versos en que «hechos
minúsculos aparecen elevados a categoría egregia. El escollo pudo haberse salvado mediante el empleo de
expresiones genéricas de alabanza y también de vituperio.», Raúl Silva Castro: Pablo Neruda. Santiago de Chile:
ed. Universitaria, 1964, p. p. 106-107.
36
Ibid.
20
conversacionalismo, “exteriorismo”, “circunstancialismo”, “literalismo”, “prosaismo”,
“collages ”, “antipoesía”, rechazos diversos de los lenguajes exclusivos ...― que no
se pueden reducir a los desafueros anecdóticos de la doctrina comunista del “realismo
socialista”, como lo atestigua no sólo toda la historia de la poesía latinoamericana
(José Asunción Silva, Lugones, Vallejo, Nicolás Guillén, Nicanor Parra, Ernesto
Cardenal, poesía de los años sesenta y setenta ) sino también la de la poesía francesa
(de Cendrars a Tzara y Prévert) y sobre todo la tradición de la poesía norteamericana
(de Ezra Pound a Williams Carlos Williams).
Por eso, quizás sea preferible la actitud de Hernán Loyola cuando escribe
que en el Canto general reina un estado de ánimo similar al de España en el corazón y
que «la cólera, la indignación, la urgencia de desnudar y denunciar frente al mundo la
realidad del momento son factores que explican no sólo el carácter inmediato y
agresivo de varias zonas del libro, sino también cambios importantes en su estructura,
en su forma, en su tono, en el estilo de muchos capítulos»37.
21
fue la humedad y la espesura,
el trueno sin nombre todavía,
las pampas planetarias.»
(«Amor América», I, I, p. 105)
«Yo estoy aquí para contar la historia» (p. 106) es un verso clave en el
que cada término se sitúa en un mismo nivel de significación, sin jerarquía de palabras
sustantivas y de palabras herramientas de papel irrelevante. El pronombre introduce a
la subjetividad del discurso poético. El verbo en primera persona y el deíctico recalcan
la condición del sujeto como instancia participante, inserta en un espacio
determinado y objetivo: sujeto rebelde a cualquier tentativa para reducirlo a la
condición de un “pequeño dios”. En cuanto al infinitivo y a su complemento, declaran
la función épico-narrativa del acto poético.
El primer poema concluye de nuevo con una disolución del “yo” en los
38
Véase la «Entrada a la madera» en Residencia en la tierra.
22
signos primitivos de la naturaleza ― “primigenia verba” independientes de los
nombres:
23
era la magnitud contra la nieve,
el primordial árbol caoba
desde su copa destilaba sangre,
y al Sur de los alerces,
el árbol trueno, el árbol rojo,
el árbol de la espina, el árbol madre,
el ceibo bermellón, el árbol caucho,
eran volumen terrenal, sonido,
eran territoriales existencias.»
(Ibid., p. 107)
«Amazonas,
capital de las sílabas del agua,
padre patriarca, eres
la eternidad secreta
de las fecundaciones,
te caen ríos como aves, te cubren
los pistilos color de incendio,
los grandes troncos muertos te pueblan de perfume»
(«Los ríos acuden», I, IV, p. 114)
40
Cratílico: o sea que ya no separa las palabras de las cosas. Véase Gérard Genette: Mimologiques. Voyage en
Cratylie. Seuil (“Poétique”), 1976.
El Canto general: lecturas y reflexiones
25
América desconoce la ruptura entre naturaleza y cultura. Vive en una “cotidianeidad”
de los comienzos todavía inmune a la “prosa del mundo”. La industria manufacturada
del origen tampoco se separa del arte:
«Y la pirámide augusta,
piedra y piedra, agonía y aire,
en su estructura dominadora
guardaba como una almendra
un corazón sacrificado.
En un trueno como un aullido
caía la sangre por
las escalinatas sagradas.
Pero muchedumbres de pueblos
tejían la fibra, guardaban
el porvenir de las cosechas...
(.............................................)»
(Ibid., p. 120)
41
Ver lo dicho más adelante a propósito del mito del “buen salvaje” en el canto III.
26
«(dulce raza, hija de sierras,
estirpe de torre y turquesa,
ciérrame los ojos ahora,
antes de irnos al mar
de donde vienen los dolores.)»
(Ibid., p. 120-122)
27
también la experiencia del encuentro del sujeto consigo mismo y con la “historia de
martirios” de Juan Cortapiedras, Juan Comefrío y Juan Piesdescalzos. Habrá
formidables regresos a la gran continuidad cíclica («El gran océano») pero nunca
definitivos y siempre contradictorios.
***
44
Confieso que he vivido. Memorias. Barcelona: ed. Seix Barral, 1974, p. 235.
45
«También quise tocar allí por última vez el tema de la muerte […]», cité in H. Loyola: Ser y morir en Pablo
Neruda: 1919-1945. Santiago de Chile: ed. Santiago, 1967, p. 195.
46
El ser “agujereado” de los existencialistas, de la sicoanálisis o de los poetas (Michaux: «Je suis né troué»)
pertenece también a la más auténtica filosofía poética del mundo precolombino. J. C. Rovira Soler distingue en
el primer verso de este canto un eco de la “cultura de los vencidos”, el que aparece, por ejemplo, en «Después de
la derrota», pieza del Anónimo de Tlatelolco «Y todo esto pasó con nosotros./ Nosotros lo vimos,/ nosotros lo
admiramos./ Con esta lamentosa y triste suerte/ nos vimos angustiados/ […] / Golpeábamos, en tanto, los muros
de adobe,/ y era nuestra herencia una red de agujeros […]», Para leer a Neruda. Madrid: ed. Palas Atenea, 1991,
p. 108. No creemos sin embargo en una influencia directa en Neruda de la lírica precolombina.
El Canto general: lecturas y reflexiones
29
«Del aire al aire, como una red vacía,
iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo,
en el advenimiento del otoño la moneda extendida
de las hojas, y entre la primavera y las espigas,
lo que el más grande amor, como dentro de un guante
que cae, nos entrega como una larga luna.
(Días de fulgor vivo en la intemperie
de los cuerpos: aceros convertidos
al silencio del ácido:
noches deshilachadas hasta la última harina:
estambres agredidos de la patria nupcial) (II, I, 127)
El hablante es un peregrino que camina sin meta precisa por una ciudad.
En el poema IV, la actividad memorialista del hablante aclarará la realidad dramática
de esa errancia laberíntica, sin asidero en lo auténtico:
31
era algo, un pobre pétalo de cuerda exterminada:
un átomo del pecho que no vino al combate
el áspero rocío que no cayó en la frente.
Era lo que no pudo renacer, un pedazo
de la pequeña muerte sin paz ni territorio...»
(II, V, 131)
33
En su búsqueda de un punto de unión entre lo histórico y lo
transhistórico, de una hermandad entre el hombre de hoy y los constructores de los
tiempos precolombinos, el poeta admite dialécticamente la hipótesis de un desgaste en
el seno del mundo del origen. Contempla la posibilidad del hambre y de la explotación
en una sociedad de clases anterior a la modernidad europea:
***
Después del canto del “in principio” y del autoanálisis profético, «Los
conquistadores» abre una fase claramente histórica: la de la «peluca y la casaca».
Empieza, pues, una historia posterior a la indiferenciación naturalista entre el hombre
y el cosmos. Roto el primitivo estado uterino de indiferenciación con el cosmos, el
destino del hombre americano va a confundirse con una «historia de martirios».
35
fechas, dando a los textos un trasfondo cronológico que refuerza el propósito de
crónica épica – o anti-épica –, característico de este canto: «Vienen por las islas
(1493)»; «Llegan al mar de México (1519)», «Ximénez de Quesada (1536)»,
«Valdivia (1544)», «El corazón magallánico (l519)». Genéricamente, tales
determinaciones geográficas e históricas sitúan la sección dentro de la primera línea
narrativa y epopéyica del Canto general, sin que, por ello, se pueda hablar de una
desaparición completa de la modalidad lírica.
48
Citado in Alfredo Cardona Peña, op. cit., p. 38.
49
Ibid.
50
Cf. Marx: Formaciones económicas precapitalistas. B. Aires: eds; Platina, 1966; p. 62 sq.. M. Godelier &
SuretCanale: Sur le MPA. Ed. Sociales, 1969. Deleuze, Guattari: L'anti-Oedipe. Minuit, 1973, p. 232 sq..
36
ignorar un contenido m 疽 emocional que intelectual, a hacer caso omiso de las
relaciones complejas entre la vivencia y la ideolog 僘.
El primer poema, «Vienen por las islas (1493)», no deja lugar a dudas
respecto a la significación ideológica del canto. La pieza coincide con el momento
cronológico inaugural de la violencia. Es el relato poético de la llegada de los
conquistadores. El discurso colérico del hablante rechaza cualquier polisemia: «Los
carniceros desolaron las islas» (p. 145). La figuración apocalíptica de la “Bestia” que
arriba a las costas de Guanahaní contrasta con la sonrisa rota de los autóctonos. Una
intertextualidad implícita remite aquí a las primeras cartas de relación de los
descubridores (Colón...) que solían señalar la elegancia natural de los «hijos de la
arcilla» así como su acogida amistosa al llegar los invasores a las islas del Caribe. Las
referencias al poco recelo de los habitantes de las islas, a su desconcierto, a su
incomprensión cultural y lingüística frente a las amonestaciones abogadiles de los
españoles ― «aun en la muerte no entendían» ―, las alusiones al falseamiento del
mensaje evangélico ―«[…] huesos / rígidamente colocados / en forma de cruz, para
mayor gloria de Dios y de los hombres» (I, p. 145) ―, pueden entenderse como
lejanos ecos del alegato de Bartolomé de las Casas a favor de los nativos en su
Destrucción de las Indias. La reiteración semántica más acentuada es la de la
dispersión de los miembros descuartizados. El genocidio supone la reificación de los
que sufren el martirio y su total aniquilamiento físico. El sarcasmo carnavalesco del
«salón vacío» y de la cruz de huesos compendia la desesperación del sujeto hablante
frente a los resultados de la empresa colonial. La desaparición dramática de los
hombres primitivos del Caribe se acompaña de la presión desnaturalizada del hombre
europeo sobre su entorno.
37
tener en cuenta el intento de explicación socioeconómica de la conquista en «Llegan al
mar de México» (III, III). En este poema, más que acumular los testimonios acerca de
la abyección de los invasores, Neruda trata de analizar las condiciones históricas
concretas que determinaron la emigración masiva que dio lugar a la colonización y a la
destrucción de las culturas precolombinas:
***
52
Ibid.
53
A lo cual habría que añadir «Un canto para Bolivar» de 1941, incluido en la Tercera residencia en la tierra,
texto en el que el Libertador se relaciona, por muchos conceptos, a la “Madre España” como diría César Vallejo:
«Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire/ de toda nuestra extensa latitud silenciosa /[…]. / Yo
conocí a Bolívar una mañana larga, / en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento/ Padre, le dije, eres o no eres
o quién eres ? […]», Obras completas, t. I, 1999, op. cit. p. 403-404.
El Canto general: lecturas y reflexiones
39
De nuevo, la sección, muy extensa, sigue un esquema cronológico. El
principio geográfico de ordenación pierde aquí, en cambio, parte de su importancia,
aunque se puede discernir, como siempre, cierto tropismo hacia la región austral al
comienzo y al final (véase el volumen ocupado por los poemas “Chilenos” de la
sección). El espacio épico abarca sucesivamente tres períodos principales: 1) la
resistencia indígena en tiempos de la colonia ― Cuauhtemoc en México, Caupolicán y
Lautaro en Chile, Tupac Amaru en los Andes del Perú ―, 2) la lucha de las clases
criollas ilustradas en pro de la independencia y del ideal panamericano a comienzos
del siglo XIX – San Martín, O’Higgins, Miranda, José Manuel Carrera, Morazán ...―,
3) la fase moderna de las luchas de liberación de finales del siglo XIX hasta el presente
del momento de la escritura: José Martí, Emiliano Zapata, Sandino, Balmaceda,
Recabarren, Prestes. Al lado de nombres destacados de la militancia revolucionaria o
comunista – por ejemplo Recabarren, fundador del PC chileno – es interesante
observar la presencia de una pieza consagrada a Bartolomé de las Casas 54 y de otra
sobre Abraham Lincoln, como para hacer hincapi�en una dimensi continental y
transcontinental de la lucha de emancipaci. Como siempre, los textos iniciales y
terminales funcionan a manera de comentario intratextual sobre el alcance del conjunto
de las piezas.
55
Donald Shaw advierte también la presencia del dinamismo espiralado en «Alturas de Macchu Picchu». En este
canto hace falta entender que «no es al final “la permanencia de piedra” lo que le importa a Neruda, sino la
esperanza (o el sueño) de un eslabón vivo con el pasado que, en una concepción dialéctica con el presente,
ayudará a forjar el futuro», «Interpretations of “Alturas de Macchu Picchu”», Revista interamericana de
Bibliografía, XXXXVII (2), 198, p. 196 ; cit. en José Carlos Rivera Soler, op. cit., p. 100.
El Canto general: lecturas y reflexiones
41
«Abominad la boca que predice desgracias eternas,
abominad los ojos que ven sólo zodíacos funestos
abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres,
o que la tea empuñan o la daga suicida
(....................................................................................)
No es Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y en polvo
ni entre momias y piedras reina que habita el sepulcro
la nación generosa coronada de orgullo inmarchito
(.......................................................................................)
Vuelva el antiguo entusiasmo, vuelva el espíritu ardiente
que regará lenguas de fuego en esa epifanía»
(Rubén Darío)56
43
de la fuente mientras caen hojas
de oro harapiento en el Imperio
si la puerta recorta una figura
sobre la noche de San Petersburgo
tiemblan los cascabeles del trineo
y alguien en la soledad blanca alguien
el mismo paso la misma pregunta
si tú sales por la florida puerta
de Europa un caballero sombra traje
inteligencia signo cordón de oro
Libertad Igualdad mira su frente
entre la artillería que truena
si en las Islas la alfombra lo conoce
la que recibe océanos pase usted Ya lo creo
Cuántas embarcaciones y la niebla
siguiendo paso a paso su jornada
(....................................................................)»
(IV, XXIII, p. 225-226)
***
60
Principal representante de este modo de poetizar desde el comienzo de los años cincuenta, el poeta
nicaragüense Ernesto Cardenal define así el exteriorismo: «es la poesía impura. Poesía que para algunos está
más cerca de la prosa que de la poesía, y equivocadamente la han llamado “prosaísta”, debido a que su
temática es tan amplia como la de la prosa (y debido también a que por decadencia de la poesía en los últimos
siglos la épica se escribía en prosa y no en verso)», E. Cardenal: Poesía nicaragüense. Sel. de E. C. Casa de las
Américas, 1973, p. 8 ; repr. in: E. Cardenal: Poesía nueva de Nicaragua. Sel. de E.C. Buenos Aires/ México.: C.
Lohlé, 1974, p. 9.
El Canto general: lecturas y reflexiones
45
para el Presidente, un tal
José Manuel Balmaceda.
(.................................................)
«You are very clever, Mr. North.»
El texto liminar del canto V tiene una vez más una significación
metapoética. Dentro de la economía general de la obra, se interpreta como una
revaloración lírica de la poesía de circunstancia política. El poema se abre con una
duda velada en cuanto a la posibilidad de que la memoria de la “historia de martirios”
pueda sobrevivir espontáneamente en el seno de la pura naturaleza. Ni siquiera parece
capaz de salvaguardarla una comunidad humana arrastrada hacia el abismo en su
quehacer cotidiano:
«Tal vez, tal vez el olvido sobre la tierra como una copa
puede desarrollar el crecimiento y alimentar la vida
(puede ser), como el humus sombrío en el bosque.
47
En el desenlace de la sección, se sitúa el violento ataque contra González
Videla. De nuevo, el texto no deja de plantear una cuestión estética básica si se tiene
en cuenta que la retórica del insulto desemboca aquí en un feísmo antipoético extremo.
El retrato del político es tratado con una extraña virulencia:
El lado más discutido del canto es, sin duda alguna, aquella índole
panfletaria, además de su perspectiva contemporánea y circunstancial. Cuando no se
inmiscuye el normativismo ideológico, se suele apelar a la teoría literaria más
prestigiosa para demostrar la total incompatibilidad entre la poesía y las formas
literariamente adventicias de la sátira o del pasquín. La primera dificultad es que se
confunde indebidamente “la” poesía con la poesía lírica (¿ pura ?). La segunda, que se
deriva de la primera, es que tal posición teórica llevaría a excluir de la literariedad toda
la inmensa veta de la poesía epigramáticas. La tercera es que la indispensable
valoración que funda el acto de la lectura ― es legítimo y hasta indispensable, no
digamos “preferir”, sino distinguir estéticamente «La arena traicionada» y «El gran
océano» ― no debe ofuscar al lector hasta el punto de ocultarle la autenticidad y la
permanencia de la línea de poesía combatiente en la obra de Neruda.
49
versos finales:
Lo recorrido, el aire
indefinible, la luna de los cráteres,
la seca luna derramada
sobre las cicatrices,
el calcáreo agujero de la túnica rota,
el ramaje de venas congeladas, el pánico del cuarzo,
del trigo, de la aurora,
las llaves extendidas en las rocas secretas,
la aterradora línea
del Sur despedazado,
el sulfato dormido en su estatura
de larga geografía,
y las disposiciones de turquesa
rodando en torno de la luz cortada,
del acre ramo sin cesar florido,
de la espaciosa noche de espesura.» (VI, I, p. 369)
51
críticos, cuando no es motivo de juicios despectivos. Esto quiere dar a entender que
una de las posibles justificaciones estructurales de «América no invoco tu nombre en
vano» podría ser, justamente, la de un canto cuyo tema principal es la generalidad
contradictoria65 del continente: espacio uno y m 伃 tiple, como se transparenta de
nuevo con los acoplamientos de contrarios en los 伃 timos versos de la secci:
***
65
Cf. Ibid., p. 156.
52
riquezas naturales de la cornucopia chilena apelando a los léxicos especializados
(«Peumo», «Quilas», «Drimis Winterei»).
53
(ibid.), protegidos en las «casitas del barrio alto» , pueden sustraerse al 匇 petu del
66
agua aniquiladora.
66
Título de una canción famosísima del chileno Víctor Jara, el cantante mártir que la junta fascista chilena
asesinó en 1973.
67
Véase la importancia de las conversaciones epistolares en el nicaragüense Ernesto Cardenal o en el mexicano
José Emilio Pacheco. Mencionemos también el precedente inmejorable de la «Epístola a la señora de Lugones»
de Rubén Darío (El Canto errante, 1907)
54
eternamente unidos y agregados en un
vendaval de segmentos, en una sal de bóvedas,
en un color final de otoño perdonado.» (Ibid., p. 384)
***
55
ser. En los 17 poemas del canto, la salitrera, el minero o el pescador, etc. ejercen un
oficio determinado en el que, pese a las infames condiciones de trabajo, hallan
colectivamente las condiciones sociales de su liberación.
Uno de los rasgos distintivos de esta parte del Canto general es la actitud
asumida por Neruda al enfrentar el hecho poético no ya como un privilegio de la
autoría sino más bien como el resultado de una colaboración colectiva. En efecto,
varios son los textos en los que el hablante entrega la voz poética al proletariado de
América Latina, haciéndose así compañero precoz del «hombre invisible» de las
futuras Odas elementales68.
En «La tierra se llama Juan», la “invisibilidad” tiene que ver con una
galería de protagonistas populares que toman directamente la palabra para exponer sus
biografías traspasadas de angustias, dolores, rebeldías y heroísmo cotidiano. El propio
Neruda señaló que el canto estaba «escrito con las mismas palabras del pueblo, con sus
faltas y su modo de decir las cosas. Son vidas de trabajadores contadas por ellos
mismos»69.
Pues bien, con poca diferencia es lo que ocurre en el canto que nos
ocupa. La fiel reproducción de la voz de los informantes, con «sus faltas y su modo de
decir las cosas», no impide una elaboración poética más o menos sustancial como lo
evidencia «Olegario Sepúlveda (zapatero, Talcahuano», con su alternancia de
coloquialismo y de una enunciación menos directa:
con la Spoon River Anthology del poeta Edgar Lee Masters (cf. E. Rodríguez Monegal). El clima de hipocresía y
crueldad que se desprende de los testimonios de los muertos de la pequeña ciudad norteamericana tiene poco que
ver con la heroicidad cotidiana de los “Juanes” latinoamericanos.
71
Este desplazamiento de la voz poética se repetirá en Los versos del capitán, libro del amor maduro que Neruda
publicó en forma anónima en 1952. Ya en el clima muy diferente de Residencia en la tierra, el “yo” poético se
perfilaba bajo la figura del “capitán”: «Innecesario, viéndome en los espejos / con un gusto a semanas, a
biógrafos, a papeles,/ arranco de mi corazón al capitán del infierno, / establezco cláusulas indefinidamente
tristes», «Caballo de los sueños», Residencia en la tierra. Ed. H. Loyola. Madrid: ed. Cátedra, 1999, p. 93.
El Canto general: lecturas y reflexiones
57
Usted sabe, camarada, cómo es eso. »
[«Luis Cortés (de Tocopilla)», VIII, III, p. 417]
«(.............................................................)
pero a usted le toca, no pienso pedir nada,
diga usted, camarada, lo que hace al pueblo el maldito,
(......................................................................................)
usted, camarada, dígalo, dígalo, no importa mi muerte
ni nuestros sufrimientos porque la lucha es larga,
pero que se conozcan estos padecimientos,
que se conozcan, camarada, no se olvide.»
[«Luis Cortés (de Tocopilla)», VIII, III, p. 417]
«(..............................................................)
veo el antiguo ser, servidor, el dormido
en los campos, veo un cuerpo, mil cuerpos, un hombre, mil mujeres
(.......................................................................................................
Sube a nacer conmigo, hermano»
(«Alturas de Macchu Picchu», II, XI, p. 140)»
59
la tradicional retórica propagandística:
***
73
«Algunas observaciones improvisadas sobre mis trabajos», op. cit.; cité in Obras completas, t. I, 1999, op. cit.,
p. 1227. En lo referente a este canto, el poeta español Luis Rosales opina que «representa la poesía narrativa de
Neruda en su momento más afortunado. […]. Son una crónica periodística eficacísima y temblada, si se da a esta
expresión: crónica periodística, su más alto nivel. La incorporación de este estilo directo es un descubrimiento
sensacional […]. En “La tierra se llama Juan” se armonizan, con grandeza y primor, las condiciones de la poesía
narrativa y de la poesía lírica», citado in: E. Camacho Guizado, op. cit. p. 174-175, n. 18.
74
Cardona Peña, op. cit., p. 39.
60
Aunque, de una parte, la voz del hablante se extiende a la zona
septentrional del continente y tiende a universalizarse allende la inmediatez de las
circunstancias históricas, de otra parte la sección está determinada por el contexto de la
guerra fría y, más precisamente, por los movimientos a favor de la paz estimulados por
el Kominform. Se recordará, de paso, que la índole política del canto le valió a Neruda
el premio Stalin de la paz en 1950.
61
pese al alistamiento masivo de los negros en el ejército estadounidense durante la
segunda guerra mundial (XI, II, p. 445). A continuación, Neruda condena el belicismo
que acompaña el triunfo del Moloch financiero y denuncia la caza de brujas
anticomunista emprendida por Mac Carthy con motivo de la guerra fría. Hace
responsable de los «tribunales de vergüenza y venganza» a los que se enriquecen con
el comercio de la guerra y que hacen el juego de las dictaduras (ibid., p. 447).
63
(IX, VI, p. 463-464)
***
80
Op. cit., p. 104.
El Canto general: lecturas y reflexiones
65
El testimonio y la solidaridad del poeta con las clases populares son
también los ejes temáticos del canto siguiente «Las flores de Punitaqui» en el que se
evoca una huelga de los mineros del oro en el “Norte chico” de Chile.
«El valle de las piedras (1946)» empieza con un salto atrás en el tiempo.
Como en otros momentos del Canto general («Alturas de Macchu Picchu»), la voz del
sujeto perseguido se traslada por la memoria al momento, unos años antes, en que el
gobierno chileno iniciaba su política de represión contra los partidos de izquierda. El
elemento desencadenador del “flash-back” es un sencillo apunte recogido en un diario
íntimo. El recuerdo empieza con una nueva ascensión del poeta. Mientras va subiendo
por los cerros que le conducirán a las zonas áridas de la alta cordillera, las señales
premonitorias se multiplican. El paisaje se vuelve seco y desértico; la vegetación ―
cactus con espinas, muérdagos de flores rojas (quintral) ― , manifiesta una disposición
agresiva y cruel ; unos colores sangrientos iluminan sombríamente la naturaleza. Al
llegar a un pueblo, el poeta se encuentra con unos campesinos víctimas de la sequía.
Le ruegan intervenga cerca del ministro para que tome medidas contra la amenaza del
hambre. Vuelve entonces a hacer uso de la palabra el vate perseguido. En un paréntesis
iracundo, profetiza desde el futuro, la traición solapada de las autoridades:
67
/ y el oro subirá sobre su sangre / hasta herir y reinar sobre el herido» («El oro», IX,
VII).
En «El camino del oro», la voz poética recupera sus acentos virulentos
para condenar a los que rinden culto al becerro de oro. Neruda acude una vez más a la
prosopopeya para representar su prepotencia: «Entrad señor, comprad patria y terreno
[…]» (IX, VIII, p. 495). El texto ostenta una difusa intertextualidad con el tópico de la
riqueza nefanda, el que va de los viejos “enxiemplos” del Arcipreste de Hita 81 a la
repulsa cl 疽 ica contra la dominaci de 泥 on Dinero�
69
referencia carnavalesca. Sin embargo, la tradicionalidad del ambiente ― la muerte
como última razón de todo («mors ultima ratio») ― cobra un sentido más histórico
cuando entran en escena el «decreto», el «jefe» y «la Iglesia». La última estrofa
consiste en una visión de la muerte a lo Quevedo. La condición del hombre, como
“ser-para-la-muerte” se asocia con la imagen del féretro comparado con las paredes de
una prisión. Por fin, se desprende la idea de que la fragilidad vegetal del hombre ha
sido víctima de unos decretos emitidos por los poderosos gobernadores de la «ceniza»:
***
71
de contenido a un tiempo ideológico y metapoético. Ahora bien, a pesar de que Neruda
vuelva a discutir su antiguo individualismo poético no se trata aquí sólo de la
autocrítica de rigor sino más bien de una crítica de la crítica. Como voceros del
“enemigo de clase”, algunos comentadores exigen que el poeta se mantenga en el
egoísmo de una lírica no comprometida. Reclaman de él una postura evasiva, respecto
a los problemas planteados por la explotación del hombre por el hombre. Por lo cual,
los críticos, partidarios atrasados de la torre de marfil y la poesía arcádica no pueden
sino echar de menos al antiguo émulo de Teócrito.
«(...................................................................)
y luego me fui por los callejones de las minas
a ver cómo vivían otros hombres.
Y cuando salí con las manos teñidas de basura y dolores,
las levanté mostrándolas en las cuerdas de oro,
y dije: “Yo no comparto el crimen”» (ibid.).
programa sin l 匇 ites de la poes 僘 impura ya que declara por su mismo contenido y su
situaci inmediatamente consecutiva al texto consagrado a Rafael Alberti, la no
contradicci entre el compromiso pol 咜 ico y la poes 僘 l 叝 ica de alcance universal.
En efecto, el verso de Gonz 疝 ez Carvalho se construye en el silencio, ォ m 疽 all�de
los seres サ (X, III, p. 515). Es una escritura enteramente identificada con la naturaleza.
El lector acostumbrado a la literatura de circunstancia tiene que ser tambi 駭 capaz de
franquear los l 匇 ites de la inmediata historicidad:
87
José González Carbalho forma parte de la generación neorromántica de 1940. Su obra, hoy casi olvidada, «se
unifica alrededor de una visión elegíaca del mundo» (J. C. Ghiano: Poesía argentina del siglo XX. México/
Buenos Aires: FCE, 1957, p. 159. Neruda podría referirse aquí a Orilla nocturna de 1941 así como a varios otros
poemarios.
88
Ver, al respecto, el excelente estudio de Jean Franco: «Orfeo en Utopía: el poeta y la colectividad en el “Canto General”»,
in: I. J. Levy, J. Loveluck (eds):: Simposio Pablo Neruda. Actas. Colombia (S. C., USA), 21-23 nov. 1974. New York: ed.
Univ. of South California/ Las Americas Publishing, 1975, p. 267-289.
El Canto general: lecturas y reflexiones
73
del continente, como por arte de magia o por obra de una simpat 僘 instant 疣 ea.
Como las ondas o las olas que se propagan, la m 俍 ica de Revueltas se transfiere a la
tierra, a los r 卲 s, a las ォ peques ra 兤 es サ ..., hasta alcanzar los parajes m 疽
remotos del continente americano:
***
89
«El herido», «Canción última», El hombre acecha, 1939.
74
El estilo epistolar y la poesía de circunstancia son también las principales
características de la nueva sección: «Coral de año nuevo para la patria en tinieblas».
En esta parte del Canto general, de desigual interés estético, Neruda recurre otra vez
de la ficción de la carta: un mensaje mandado a la patria chilena a pesar de los
obstáculos de la distancia y la clandestinidad. El título viene a significar también una
escritura de índole colectiva, recitada a coro como los corales que se cantan durante las
fiestas religiosas.
90
Op. cit, p. 149.
El Canto general: lecturas y reflexiones
75
En cambio Neruda denuncia con una vehemencia extrema a los
“traidores”. Incluye un nuevo texto destinado a evidenciar la maldad y la hipocresía de
González Videla, el «vicioso traidor» (XIII, IV, p. 533). Para combatir la impostura del
«clown indecoroso» (p. 544) y de sus partidarios, el poeta echa mano del sarcasmo o
del improperio. O bien cultiva el léxico antipoético de una monstruosa putrefacción
como lo evidencia el que los bárbaros se abalancen contra la patria para repartírsela
«como carne grasienta» (XIII, XII, p. 540). También suele utilizar la deformación
grotesca, los procedimientos de bestialización: el enemigo es un «piojo maligno» o un
«perro mentiroso» (XIII, IV, p. 533) ; los que controlan los campos de concentración
de Pisagua están «hechos de estiércol como el pútrido, / agusanado traidor» (XIII, II,
p. 529); los que le quieren negar al poeta su arraigo en la tierra chilena se transforman
en «larvas» («Patria te quieren repartir»); los que obedecen servilmente al “Imperio”
se convierten en «ratas que roen» («Reciben órdenes contra Chile», XIII, XIII, p.
541).
91
Marc Angenot: La parole pamphlétaire. Typologie des discours modernes. Payot (“Languages et Sociétés”),
1982, p. 289.
76
conquístalos y escucha cómo nace la aurora.»
(ibid., p. 546)
Después del “allegro furioso” connotado por las piezas más combativas
de la sección XIII, los 24 poemas de «El gran océano» se distinguen por un tono más
ecuánime aunque no desprovisto de pasión, ni mucho menos. En él, Neruda abandona
la crónica y la conflictividad para celebrar «el pacífico amanecer de nuestros puertos.
[…Es] un canto a las islas, a las aves, a las piedras de las orillas, al Antártico» 92.
La crítica suele considerar que este momento del Canto general es una
de las más logradas desde el punto de vista lírico, tan valiosa como «Alturas de
Macchu Picchu». Según varios comentadores, la sección se emancipa de la línea
epopéyica para retornar a la poderosa imaginación barroca de las Residencias. En
opinión de Jaime Concha, «El gran Océano», al igual que el primer canto, «necesita y
se apoya en la privilegiada vivencia metafísica que las “Residencias” nos entregan» 93.
El contenido del canto XIV es tan amplio como lo deja entrever el título.
Se ha hablado de una «tentativa de filosofía poética de la naturaleza» 94. A trav 駸 del
canto de alabanza al oc 饌 no, a su fuerza absoluta, el hablante entrega una potente
visi cmica. Pero la secci no se limita a proyectar la fuerza primigenia de elemento
oce 疣 ico a escala del macrocosmos ; tambi 駭 se detiene en descripciones minuciosas
del microcosmos. En ォ Mollusca gongorina サ, pieza que se presenta como una variaci
92
In Cardona Peña, op. cit., p. 39.
93
«Interpretación de “Residencia en la tierra” de Pablo Neruda», Mapocho (Santiago de Chile), I(2), jul. 1963,
p. 5-39, cit. por Camacho Guizado, op. cit., p. 71.
94
Cardona Peña, op. cit., p. 59, cit. in: Juan Villegas, op. cit., p. 71.
El Canto general: lecturas y reflexiones
77
barroca en torno a la pura belleza de las formas materiales producidas por el oc 饌 no,
habla el poeta coleccionador apasionado de conchas y caracolas mar 咜 imas. Lo
particular y lo circunstancial reaparecen tambi 駭 en las descripciones de los paisajes
mar 咜 imos desde Antofagasta en las costas del norte hasta el mar helado de la regi
Ant 疵 tica. De la misma manera, desfilan las playas, los diferentes seres que pueblan
el mar, los peces, los moluscos, las conchas marinas, las lluvias, los puertos, los
barcos, los hombres que viven en contacto con el mar, sus amores, sus sue s, sus
temores...
95
«La mort [es la] condition même du mouvement océanique», Alain Sicard, op. cit., p. 503.
78
vestida de ォ luto y velocidad サ (XIV, XI, ォ La muerte サ, p. 565). Pasan unas ォ murenas
temblorosas サ , unos ォ escualos parecidos a las ovas サ con sus ォ aletas aceitadas en
tiniebla サ (ibid.). En ォ Los peces y el ahogado サ la mirada visionaria del hablante
vuelve a escudrir el espect 當 ulo indescifrable de los ォ peces que cruzan como
escalofr 卲 s/ [�as] bocas ovales / de la carnicer 僘 .... サ (XIV, III, p. 553). Pero la
funci aniquiladora de aquellas siluetas extras que se mueven en la misma frontera
de lo inanimado convive, paradicamente, con su acci amorosa y vital:
79
principio mismo de continuidad que hace posible una perpetua regeneración: «es tierra
que las aguas no cubren y no matan» (Ibid.). De ahí la reafirmación final de la fuerza
procreadora de la muerte oceánica, esa contradicción en los términos:
96
gMetáfora”, es decir, etimológicamente, lo que lleva más allá, lo que transporta.
El Canto general: lecturas y reflexiones
81
la energía y volcada fue la copa
de auroras y carbones, sumergida
la hoguera en sus moradas,
el mar cayó como una gota ardiendo
de distancia en distancia, de hora en hora:
su fuego azul se convirtió en esfera,
el aire de sus ruedas fue campana,
su interior esencial tembló en la espuma,
y en la luz de la sal fue levantada
la flor de su espaciosa autonomía.»
(«Los nacimientos», XIV, II, p. 551)
Nada más alejado, pues, de la significación del canto XIV que una poesía
supuestamente liberada del “hic et nunc”, proyectada hacia una pura geografía o las
regiones etéreas de un mundo elemental, fuera de toda consideración histórica o
antropológica. A este respecto, escribe Alain Sicard:
97
Claude Cymerman: Pablo Neruda: Canto general. Buenos Aires: Librería Hachette, 1988, p. 33. Este libro
ofrece una aproximación muy clara y valiosa al Canto general.
98
Ver supra lo dicho a propósito del segundo poema titulado «La huelga».
El Canto general: lecturas y reflexiones
83
«En Isla negra y merced a la experiencia política acumulada en torno a 1945,
es donde el tiempo oceánico adopta el aspecto del tiempo histórico. Desde
entonces el océano y la historia serán los dos polos indisociables del
pensamiento nerudiano […]. Comme l’océan, l’histoire est inépuisable.
Comme lui, elle fonde sur le mouvement son éternité. Un même mouvement
les restitue à une totalité perpétuellement inachevée et en construction
perpétuelle: l’immensité des eaux, le peuple infini. Lorsque le poète s’asseoit
face à la mer, il ne tourne qu’apparemment le dos à l’histoire. Les flots lui
renvoient la même rumeur d’un combat nécessaire et incessant. Aussi la section
du Canto general intitulée «Le grand océan» n’introduit-elle pas dans le livre
une parenthèse dans laquelle s’exprimerait un projet poétique
fondamentalement distinct de celui qui inspire les chroniques des
“conquistadores” ou des “libertadores” ? Si besoin en était, le poème final du
“Grand océan” suffirait à mettre en garde contre une telle lecture»99
***
No por azar la cuestión del hablante poético en «La noche marina», tan
determinante en lo que respecta a la interpretación del texto ― y también del libro ―,
lleva directamente a la sección final «Yo soy».
85
y escarabajos, dulces días sobre la avena,
y la barba dorada de mi padre saliendo
hacia la majestad de los ferrocarriles.»
(Ibid.)
87
y fui al combate con el mar entero;
cuando dejé mi soledad y puse
mi orgullo en el museo, mi vanidad en el
desván de los carruajes desquiciados,
cuando me hice partido con otros hombres, cuando
se organizó el metal de la pureza,
entonces vino el mal y dijo: «Duro
con ellos, a la cárcel, mueran! ».
(«Se reúne el acero (1945)», XV, XVII, p. 617)
104
A. Sicard, op. cit. p. 665.
105
Ibid., p. 667
106
El subrayado es nuestro.
El Canto general: lecturas y reflexiones
89
El comentario de Alain Sicard aclara perfectamente la necesidad de
dialectizar las polaridades irreconciliables, de recalcar las necesarias mediaciones, de
restablecer, en fin, las continuidades sin por eso anular lo evidente, o sea la evolución
de la poesía nerudiana a partir de 1936:
A partir del poema XVIII, se suceden varios textos en los que Neruda
abandona la cronología biográfica, en el sentido estricto de la palabra, para volver a
tratar algunos de sus temas predilectos. Entre ellos se destaca una apetencia omnímoda
por la diversidad de la vida natural que ya se sitúa en la línea de las Odas elementales
con su fruición de la riqueza inacabable de lo real:
90
«Quiero comer cebollas, tráeme del mercado
una, un globo colmado de nieve cristalina,
que transformó la tierra en cera y equilibrio
como una bailarina detenida en su vuelo.
Dame unas codornices de cacería, oliendo
a musgo de las selvas, ........
(.....................................................................)
Dadme todas las cosas de la tierra, torcazas
recién caídas, ebrias de racimos salvajes,
dulces angulas que al morir, fluviales,
alargaron sus perlas diminutas,
y una bandeja de ácidos erizos
darán su anaranjado submarino
al fresco firmamento de lechugas.»
(«Los frutos de la tierra», XV, XIX, p. 620-621)
91
La previsible disolución de la conciencia ya no significa la pérdida del
canto poético. El peta se dirige al labriego, al minero, al palanquero, al pescador ...
entregándoles la misión de recoger, más allá de su muerte física, lo esencial de su
palabra, el papel orientador de su verso, su temple combativo, optimista, vital. Quiere
que su poesía esté:
107
Cf. A. Sicard, op. cit., p. 424.
92
(ibid., p. 628)― es lo que da sentido y dirección a la marcha existencial, más allá de
los vaivenes circunstanciales de la vida. De hecho, como lo nota Juan Villegas, en «A
mi partido» el movimiento comunista surge como un protagonista que «ha formado al
iniciado». De él «recibió el hablante todo lo positivo, ha sido su fuente de
conocimiento»108.
93
(«Voy a vivir (1949)», XV, XXVI, p. 627)