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A N T R O P O L O G Í A
¿Hay evidencias de la
religión africana
en México?
E
Canto a Ochosi cazador n los últimos diez años, sobre todo desde que aumentó la migra-
ción cubana a México, se ha visto un incremento de las prácticas
religiosas afrocubanas, especialmente de la santería, lo que se pue-
de ver de manera más palpable en el mercado Sonora, especializa-
do en productos de la medicina tradicional mexicana, en donde no sólo se
venden objetos de la santería, sino que además gran parte de los comer-
ciantes son ya iniciados y practicantes de ella. Muchas de las imágenes de
santos católicos ofrecidas a la venta también se han convertido en iconos
de orishas afrocubanos, dándose además un triple sincretismo en el cual
una virgen netamente mexicana, como la de San Juan de los Lagos, se
transforma en una de las formas de Yemayá.1
Este surgimiento y difusión de la religión afrocubana en México —y su
fusión con la religiosidad popular mexicana— me llevó a preguntarme si
no habría algún rastro de la religión de lo que se ha llamado la Tercera raíz,
de los esclavos de África negra que fueron traídos a México desde el siglo
XVI y cuya población llegó a ser en muchos lugares aún mayor que la de
los españoles. En la actualidad, los rasgos culturales y físicos de aquellos
emigrantes africanos se ven reflejados en la población de algunos lugares
como Guerrero, Veracruz y Campeche.
Aguirre Beltrán en su fundamental obra La población negra en México
—de donde tomamos la mayor parte de los datos de la primera parte de
este trabajo—, expone la cantidad de esclavos que anualmente se trajeron
a México, de qué lugares de África provenían, así como la situación de la
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Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, firmaron el Tratado que los autóctonos en materia religiosa. Seguramente
de la Abolición del Tráfico de Negros (ibidem: 94). Al hubo explicaciones de orden político en esta conduc-
mismo tiempo ocurrió un mestizaje que se produjo de ta, ya que los africanos constituyeron rápidamente
diferentes maneras entre hombres y mujeres africanos, núcleos importantes en la capital, en los pueblos en
ya que en su calidad de esclavos estaban imposibilita- general y en ciertas regiones del Virreinato, en donde
dos para tener relaciones sexuales y familias esta- no tardarían en asimilar las normas de los se-
bles entre ellos. Por esta causa, era frecuente ñores, pero eventualmente utilizadas en su
que las mujeres se convirtieran en concubinas beneficio, quizá en peligro del orden esta-
de los amos y sus hijos, quienes a su vez se blecido.
convertían en esclavos o en algunas ocasio- Sin embargo, decidir quiénes eran in-
nes eran aceptados por los padres y adopta- dios o negros pronto resultó una compli-
ban la cultura española. Los hombres cación para el Santo Oficio, ya que
africanos, simplemente se unían en concu- muchos negros se mezclaban con las co-
binato o tenían hijos con mujeres indíge- munidades indígenas.
nas, las cuales los criaban y habituaban a Acerca de la población negra insurrecta,
su propia cultura. sabemos que “tres años después de la con-
Las diferentes mezclas de las tres razas: quista del Imperio azteca de 1521, ya an-
europea, africana e indígena, produjeron daban rebelados negros cimarrones con los
lo que ha sido conocido como castas jerár- Zapotecas” (Aguirre Beltrán: 205), y cómo
quicas, una complicada estratificación so- en otras colonias de la América española,
cial con una serie de nombres. En las en algunas ocasiones los esclavos lograban
castas ocupaba el lugar más alto el blanco, escapar, se refugiaban en lugares inhóspitos
nacido en la península ibérica; en un lugar y establecían poblaciones habitadas exclu-
intermedio estaba el indio, y el más bajo sivamente por negros, en donde reprodu-
lo tenía el negro. Los nombres más comu- cían la cultura africana, de tal manera que
nes de estas mezclas eran: mestizo, hijo de construían casas semejantes a las de sus al-
blanco e india; mulato, hijo de blanco y deas ancestrales y repetían parte de sus cos-
negra; zambaigo y pardo, hijo de negro e tumbres, entre las que se debe haber
india. Aparentemente esta última combi- incluido la religión.
nación fue la preponderante, entre otras En algunas regiones del país todavía es
cosas por la mayoría de la población indí- notoria la presencia fenotípica africana, es-
gena y posteriormente mestiza. pecialmente en Veracruz y Guerrero en
Los esclavos negros ocupaban lo más donde están los pueblos de Yanga y Cuaji-
bajo de la escala social, y con esto tenían nicuilapan, respectivamente; en ellos la ma-
todas las desventajas. En 1571 se decretó yor parte de la población muestra rasgos
que la Santa Inquisición no podía juzgar a inequívocos de sus ancestros africanos.
los indígenas por herejía, mientras que los Cuajinicuilapan es un pueblo habitado por
negros, —tan recientemente cristianiza- gente con rasgos físicos africanos, cuyo ori-
dos como los indios—, no fueron exentos gen fue precisamente un palenque o pobla-
de ser tratados como herejes en los tribu- ción formada por negros. Sin embargo no
nales inquisitoriales. existe ningún rasgo religioso africano, sino
Alberro (1988: 36) dice al respecto que más bien una marcada influencia de indígenas
no se sabe el porqué estos recién conversos vecinos como los amuzgos y, desde luego, del
africanos debían ser tratados más severamente catolicismo español.
Canto a Cobbathia
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Los esclavos traídos al país se caracterizaban por su mo la renuencia de los dueños esclavistas para que aquél-
fuerza física, juventud y capacidad de supervivencia des- los se casaran. Aunque entre estos estudios se concluye,
pués de las terribles experiencias de captura y del viaje en que de cualquier manera había preferencia para casarse
barco. En algunos lugares como Veracruz, la población dentro del mismo grupo racial: españoles con españoles,
negra fue mucho mayor que la española y que la in- negros con negros, mulatos con mulatos etcétera, y
dígena, la cual prácticamente había desaparecido. que las excepciones eran menos frecuentes (Cortés
La fortaleza física de los negros y su capacidad Jácome, 1989; Naveda Chávez, 1992), aunque
de adaptarse a tierras tropicales (clima húmedo cuando se dejaron de importar africanos fue-
y caluroso), les permitió sobrevivir mejor. Ya ron abundando más los mulatos y los pardos.
para finales del siglo XVI, la población del Como se dijo antes, un delito frecuente-
puerto se componía de 200 españoles y más mente mencionado por la Inquisición entre
de 600 africanos, sin datos de población in- los esclavos, fue el de renegar a la religión
dígena alguna (Aguirre Beltrán, 1946: 211). cristiana. Alberro explica esto como un ins-
El hecho de que los esclavos africanos pu- trumento utilizado en muchas ocasiones pa-
dieran ser juzgados por el Santo Oficio lle- ra lograr la intervención del Santo Oficio;
vó, quizá, a que un 50 por ciento de los cuando los esclavos eran muy maltratados
casos en los que se especificaba la proceden- por sus amos, sobre todo en el caso de escla-
cia étnica fuera de negros. Los delitos más vos de obrajes y de minas, llamaban de esta
frecuentes de que se les acusaba eran de re- manera la atención de la Iglesia hacia el
negaciones, blasfemias, brujería, bigamia y comportamiento de los amos, logrando en
violencia diversa, lo que —según Alberro ocasiones algún tipo de reparación.
(1988: 223)—, muestra comportamientos La curación, confundida con la brujería
y actitudes de un rechazo de primera mano (ibidem: 228), es una de las modalidades
sobre individuos que habían sido arranca- más frecuentes que aparecen en los docu-
dos de sus raíces, así como la imposibilidad mentos inquisitoriales; pero por la descrip-
que tenían de formar vínculos familiares, ción que se hace de los métodos empleados
sobre todo, como hemos mencionado, en para dichas “prácticas de brujería”, no se
el caso de los hombres, los que eran fre- pueden detectar métodos africanos, sino más
cuentemente acusados de bigamia. bien indígenas e incluso españoles, aunque
Así, dice la misma autora, que “al estatu- Alberro opina que son procedimientos cura-
to de concubina efímera del dueño, corres- tivos que pueden venir de África.
pondían los encuentros sexuales casuales El ventrilocuismo era especialmente con-
del esclavo masculino, los que correspon- denado por la Santa Inquisición, posible-
dían a su vez, los azares del desplazamiento mente porque se pensaba que era el Maligno
comandado por el propietario”. De hecho quien hablaba a través de alguna persona; és-
la norma para todos los negros y mulatos te es uno de los elementos que se mencionan
era la “errancia” sexual bajo todas sus for- utilizados por los africanos en sus curacio-
mas y una relación estable era la excepción nes, y que nos ha informado García de León
(ibidem: 228). en comunicación verbal que él ha encontra-
Se han escrito bastantes artículos que do en procesos del siglo XVII en el Archivo
tuvieron como base los archivos de la Inquisi- General de la Nación, en los que se habla de
ción, en los que se muestra la terrible situación prohibiciones para “los que tengan negras que
de los esclavos en la Nueva España, incluso para hablen por el pecho”, que seguramente era una
poder cohabitar con sus esposas legítimas, así co- forma de ventrilocuismo.
14 Canto a Ochún
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La mayor parte de las mujeres negras eran acusadas ellos trata de Francisco Puntilla, hombre nacido en
de hechiceras, sobre todo de “magia amorosa”, ya para África, llamado por los vecinos para que localizara ob-
su beneficio, tratando de conservar a su hombre o ro- jetos perdidos o robados y para que curara enfermeda-
bando el hombre de otra mujer; o para una tercera, des, sobre todo relacionadas con la cara y con la
muy frecuentemente en beneficio de una espa- ciática. Este hombre aplicaba estacas clavadas a
ñola. Aparentemente se sigue un patrón don- los pies, pollo negro, cocimiento de yerbas y,
de la india aporta las sustancias y los sobre todo, hacía uso de la ventriloquia (ibi-
procedimientos necesarios, y la española los dem, 1988: 147).
recibe por intermedio de la negra o la mu- El otro caso es el de Pablo, esclavo de
lata, pues las esclavas tenían acceso directo una sevillana, la que junto con otras muje-
a sus amas (ibidem: 236). res “estuvieron por espacio de tres días
Uno de los hechizos comúnmente men- echando suertes y llamaron a cierta perso-
cionado, consiste en volver impotentes a na cada día una vez, enseñándole una escu-
los hombres, a través de un llamado “liga- dilla de agua que tenía encima un montón
mento”. Hay ciertos hechizos que no se de ceniza sobre la cual hacían bailar a palos
mencionan en ninguna de las prácticas in- en el aire sin que nadie los tocara”.
dígenas prehispánicas que conocemos, co- Alberro comenta que el procedimiento es
mo el de poner sangre menstrual en las africano y el negro Pablo desempeñaba aquí
comidas para atraer a un hombre, aunque el papel principal (ibidem, 1988: 86, 87).
esto no quiere decir que se trate de un ele- Hay muchos casos de negras y mulatas
mento africano, ya que en Europa se practi- que confiesan haber tenido relación íntima
caba asiduamente la hechicería. con el Diablo o de adorarlo, que bien po-
Aguirre Beltrán, en su libro Medicina y dría entenderse como adoración a deidades
Magia escrito en 1963, tiene un capítulo so- indígenas o africanas, a las que se calificaba
bre medicina negra africana, pero en éste so- como el Demonio; pero en la mayor parte
lamente incluye datos generales sobre la de los casos deben haber sido confesiones
medicina y la religión africana recabados de arrancadas por los métodos inquisitoriales.
autores como Field y Herzkovitz, sin referir- Aguirre Beltrán en el libro Cuijla, escrito
se a nada concreto sobre lo que hubieran po- en 1958 (ed. 1985), menciona lo que él cree
dido ser rastros de la religión africana es una concepción africana, se trata de la
durante la Colonia en México. Menciona un creencia en la sombra, aunque se ha compro-
proceso inquisitorial del negro esclavo Lucas bado que esta creencia se encontraba también
Olola, que entraba en trance durante unas entre los indígenas mesoamericanos.
festividades religiosas de los indios huaxtecos, En algunos procesos inquisitoriales se
pero ¿se referirá con esto al ventrilocuismo menciona específicamente la participación
del que habla Alberro? El mismo Aguirre Bel- de negros en ritos indígenas, como por ejem-
trán aclara que todo lo que se relata parece plo en Yucatán. En 1674 Balthasar Martín,
más bien corresponder a costumbres indíge- Nicolás Lozano y Manuel Canche fueron
nas, y que salvo el hecho de que el negro en- acusados por adorar ídolos mayas, igual que
trara en trance, ningún otro rasgo era africano otro mulato acusado ese mismo año de idola-
(1987: 65-69), pero yo pienso que entrar en tría, y otro más, casado con una india que te-
trance no es un rasgo necesariamente africano. nía un ídolo (Alberro, 1988: 237). Además la
Hay dos casos relatados por Alberro que pa- misma autora (ibidem: 37) relata que en 1674
recen tener posibles elementos africanos, uno de tres individuos tenidos por mulatos fueron hechos
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