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En verdad, me fue posible hablar con ellas puesto que el ingreso de los clientes
se producía cada media hora. Las jornadas «tranquilas» se alternaban con
momentos donde no paraban de atender clientes. Seguidamente, le pregunté
cuál era el «target» al cual pertenecían éstos. Desde el comienzo del trabajo de
campo, gran parte de las entrevistas se llevaron a cabo en los propios negocios
de los diseñadores, lo cual me permitía realizar observaciones más o menos
pormenorizadas sobre estos espacios y las prácticas de compra desarrolladas
en ellos.
Esta descripción fue realizada por Laura, una diseñadora con quien me reuní a
mediados del año 2005, en una confitería situada frente a su negocio en el
barrio de Palermo Meses antes de esta entrevista, acudí al estudio de grupo de
diseñadores cuyo emprendimiento y marca comercial se llama Perfectos
Dragones21. En esa ocasión, me reuní con la diseñadora de indumentaria
llamada Mara quien orgullosa me enseñó su última colección22. En un anaquel
metálico, se exhibían carteras y pulseras confeccionadas con plástico reciclado
que definió como «un producto exclusivo, por los lugares donde se vende y las
mujeres que lo consumen». Ante mi curiosidad frente a tal afirmación, Cinco
años después, acordé reunirme con la socia de una diseñadora llamada Lucila
cuyo negocio se ubica en el barrio de Almagro23.
En verdad, me fue posible hablar con ellas puesto que el ingreso de los clientes
se producía cada media hora. Las jornadas «tranquilas» se alternaban con
momentos donde no paraban de atender clientes. Seguidamente, le pregunté
cuál era el «target» al cual pertenecían éstos. Desde el comienzo del trabajo de
campo, gran parte de las entrevistas se llevaron a cabo en los propios negocios
de los diseñadores, lo cual me permitía realizar observaciones más o menos
pormenorizadas sobre estos espacios y las prácticas de compra desarrolladas
en ellos.
Esta descripción fue realizada por Laura, una diseñadora con quien me reuní a
mediados del año 2005, en una confitería situada frente a su negocio en el
barrio de Palermo Meses antes de esta entrevista, acudí al estudio de grupo de
diseñadores cuyo emprendimiento y marca comercial se llama Perfectos
Dragones21. En esa ocasión, me reuní con la diseñadora de indumentaria
llamada Mara quien orgullosa me enseñó su última colección22. En un anaquel
metálico, se exhibían carteras y pulseras confeccionadas con plástico reciclado
que definió como «un producto exclusivo, por los lugares donde se vende y las
mujeres que lo consumen». Ante mi curiosidad frente a tal afirmación, Cinco
años después, acordé reunirme con la socia de una diseñadora llamada Lucila
cuyo negocio se ubica en el barrio de Almagro23.